elocuenta et orator

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 ELOQUENTIA Y ORA TOR No vamos a entrar en el complicado problema del vocabulario técni- co más que de manera marginal, ya que nuestro propósito es simplemen- te analizar unos cuantos supuestos tecnicismos retóricos y, por referen- cia a ello, conviene hacer unas cuantas precisiones. N o exi ste posibilid ad de dar un mism o tra tam ien to a los distinto s voca- bularios técnicos: no es equivalente el tipo de tecnicismos utilizados en agricultura, arquitectura, med ici na, etc., y los utilizados en retórica. Los primeros hacen referencia a elementos o actividades materiales, cada una de las cuales tiene existencia independien te de la cie nci a que sobre ell as ver - sa; los tecnicismos lo qu e hac en es ir ide nti fic and o, delimita ndo e n la re ali- dad hechos, utensilios, actividade s, etc. l . En el caso de la rhetoric el voca- bulario técn ico ti ene como ob jeto an alizar e l discurso, así como crear nor- mas que rijan la creaci ón de un nuevo discurs o, que a s u v ez podrá ser obje- to de análisis. Todo ello utilizando el mismo medio analizado: el discurso. Hay sobre todo un tipo de vocablo, básico en tanto que es el que de- fine el contenido del objeto perseguido por la técnica retórica, que ofre- ce serias dificultades para su análisis. Es la propia técnica la que lo va dotando de entidad atribuyéndole funciones. En principio, el modo de expresión y quien lo cultiva coincide totalmente en la realidad objeti- vable con el habla y el hablante. Es poco a poco la retórica la que va es- tableciendo distinciones entre el hablante común y aquel cuyo discurso no es espontáneo, sino cultivado. No se sigue el proceso habitual: buscar un término que designe una realidad, sino justamente el contrario: to- mar un término inespecífico y crear una realidad que lo dote de especifi- cidad. Este sería el caso de eloquenti y or tor 2 Ésta es la razón por la que no me parece adecuado dar igual tratamiento a todo ti- po de vocabularios técnicos, tal como parece insinuar E. DE SA IN TDENI S n su plantea- miento del artículo «Des vocabulaires techniques en latinv, Mémorial des Études Latina París, 1943, pp. 55-79. La mayor parte de las referencias a este par de términos y sus afines tiene su ori- gen en la confrontación entre el género histórico y el oratorio propiamente dicho; much as de ellas, n concreto, proceden de los intentos de intepretar la frase ciceroniana: opus unum hoc oratorium maxime. Mención aparte merece el tratamiento dado por A ERNESTI exic on technologiae Lati- norum rhetoricae Hildesheim, 1962 = Leip zig, 17 97 a todos los tecnicismos de naturalez a

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Virtudes de la expresión latina

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  • ELOQUENTIA Y ORA TOR

    No vamos a entrar en el complicado problema del vocabulario tcni- co ms que de manera marginal, ya que nuestro propsito es simplemen- te analizar unos cuantos supuestos tecnicismos retricos y, por referen- cia a ello, conviene hacer unas cuantas precisiones.

    No existe posibilidad de dar un mismo tratamiento a los distintos voca- bularios tcnicos: no es equivalente el tipo de tecnicismos utilizados en agricultura, arquitectura, medicina, etc., y los utilizados en retrica. Los primeros hacen referencia a elementos o actividades materiales, cada una de las cuales tiene existencia independiente de la ciencia que sobre ellas ver- sa; los tecnicismos lo que hacen es ir identificando, delimitando en la reali- dad hechos, utensilios, actividades, etc. l. En el caso de la rhetorica el voca- bulario tcnico tiene como objeto analizar el discurso, as como crear nor- mas que rijan la creacin de un nuevo discurso, que a su vez podr ser obje- to de anlisis. Todo ello utilizando el mismo medio analizado: el discurso.

    Hay sobre todo un tipo de vocablo, bsico en tanto que es el que de- fine el contenido del objeto perseguido por la tcnica retrica, que ofre- ce serias dificultades para su anlisis. Es la propia tcnica la que lo va dotando de entidad atribuyndole funciones. En principio, el modo de expresin y quien lo cultiva coincide totalmente en la realidad objeti- vable con el habla y el hablante. Es poco a poco la retrica la que va es- tableciendo distinciones entre el hablante comn y aquel cuyo discurso no es espontneo, sino cultivado. No se sigue el proceso habitual: buscar un trmino que designe una realidad, sino justamente el contrario: to- mar un trmino inespecfico y crear una realidad que lo dote de especifi- cidad. Este sera el caso de eloquentia y orator 2.

    1 sta es la razn por la que no me parece adecuado dar igual tratamiento a todo ti- po de vocabularios tcnicos, tal como parece insinuar E. DE SAINT DENIS en su plantea- miento del artculo Des vocabulaires techniques en latinv, Mmorial des tudes Latina, Pars, 1943, pp. 55-79.

    2 La mayor parte de las referencias a este par de trminos y sus afines tiene su ori- gen en la confrontacin entre el gnero histrico y el oratorio propiamente dicho; muchas de ellas, en concreto, proceden de los intentos de intepretar la frase ciceroniana: opus ... unum hoc oratorium maxime.

    Mencin aparte merece el tratamiento dado por A. ERNESTI, Lexicon technologiae Lati- norum rhetoricae, Hildesheim, 1962 (= Leipzig, 1797) a todos los tecnicismos de naturaleza

  • Si aplicamos a estos dos trminos el principio de que los tecnicismos slo son comprendidos por aquellos que dominan la tcnica, hay que re- conocerlos como tales, ya que los rasgos puramente tcnicos slo son percibidos por los especialistas, siendo aceptados por el resto en su senti- do genrico. Ahora bien, si aceptamos que los tecnicismos responden a una definicin explcita, mientras que los trminos estructurados no se definen, sino que se comprueban dentro de las relaciones lingsticas en que se hallan implicados)) 3, tendremos que dejar de considerarlos tecni- cismos, ya que los valores especficamente retricos deben deducirse del anlisis contextual.

    Me limitar, pues, en esta modesta contribucin al homenaje de Ma- nuel Fernndez-Galiano, al estudio de las dos palabras mencionadas: eloquentia y orator, punto de partida inexcusable para el anlisis del 1- xico amplsimo de la retrica. El estudio est basado exclusivamente en Cicern.

    Comencemos por eloquentia. Su vinculacin a eloquor liga el trmi- no al mundo de la palabra. En Cicern, De off. 1, 44 encontramos elo- quentia equiparado a eloqui copiose, equivalencia que interesa de inme- diato por la adicin que se hace, al parecer fundamental, para la recta comprensin del trmino definido: copiose. No es el mero hecho de ha- blar lo que configura la eloquentia, sino que se necesita del determinante copiose para que el acto de la palabra se transforme en eloquentia. En este mismo texto eloqui copiose se opone a cogitare, delimitacin que, no por obvia, deja de ser significativa.

    Esa misma precisin, copiose, aparece tambin en Part. orat. 79: Nihil est enim aliud eloquentia nisi copiose loquens sapientia, si bien, en este caso, la introduccin de sapientia no es sino la capacidad de expre- sarse con esmero basada en el conocimiento.

    Este mismo texto nos proporciona un nuevo rasgo de la eloquentia por contraposicin con la sapientia in disputando: est uberior atque la- tior et ad motus animorum uulgique sensus accommodatus (cf. Brut. 309), rasgo directamente relacionado con la funcin que se le atribuye: mouere animos uulgi. Para que el modo de expresarse pueda alcanzar el calificativo de eloquentia, no slo precisa calidad (copiose) y estar fun- damentada en el conocimiento, sino que debe encaminarse a atraer a las masas por medios emocionales, debe tener, en fin, carcter publico. Si-

    retrica; entre ellos se cuentan lgicamente orator y eloquentia, si bien el procedimiento seguido para su an&lisis: bsqueda de los pasajes que contengan definiciones de los con- ceptos analizados, no permite extraer excesivas conclusiones.

    3 R. TRUJILLO, El lenguaje de la tcnica)), en Doce ensayos sobre el lenguaje, Madrid, 1974, pp. 197-211 (p. 206).

  • ELOQUENTIA Y ORATOR 299

    guiendo distintas vas se ha definido el tipo de discurso propio de los ge- nera iudicialia y deliberatiua.

    En este ltimo texto, con todo, se percibe un deslizamiento claro a una nueva acepcin de eloquentia, la que, por oposicin a la sapientia in disputando, es decir, la dialctica, la asimila a la retrica. Cuando en Brut. 26 se nos dice: Testis est Graecia, quae cum eloquentiae studio sit incensa iam diuque excellat in ea praestetque caeteris, tamen ornnis artis uetustiores habet et multo ante non inuentas solurn sed etiarn perfectas quam haec est.. . elaborata dicendi uis atque copia, no cabe la menor du- da de que se establece un principio de equivalencia entre eloquentia y ars, recogido, hasta cierto punto, en el elaborata que caracteriza ms adelante la dicendi uis atque copia. Este principio de equivalencia de eloquentia y ars rhetorica da un paso adelante todava en Orat. 14, al identificar eloquentia slo con determinadas partes en que se divide el cuidado del discurso: iuiuentionem quidem et dispositionem prudentis hominis putat, eloquentiam autem oratoris.

    Pero no es sa la nica acepcin del trmino. As como por un lado veamos que tiende a identificarse con la ars que, originariamente, la configura, en un proceso que podra resumirse en: modo cuidado de expresin - ars que configura las normas para ello - aplicacin del ars, por otro lado tiende a concretarse con respecto a los logros conse- guidos, apartndose aqu de la restriccin impuesta por loqui y tomando como referente el modo 'de expresin personal o por gneros. En el pri- mer sentido lo encontramos en De orat. 2, 55: ... nerno enim studet elo- quentiae nostrorum hominum, nisi ut in causis atque in foro eluceat; apud Graecos autern eloquentissimi hornines remoti a causis forensibus quum ad ceteras res inlustris tum ad historiam scribendam maxime se applicauerunt. Hasta aqu cabra la interpretacin de eloquentissirni co- mo instruidos en la ars rhetorica; ahora bien, el prrafo contina: narn- que et Herodotum illu m... in causis omnino uersatum esse accepimus; at- qui tanta est eloquentia ut me quidem.. . magno opere delectet. No existe la menor duda de que lo que deleita a Cicern es la lectura de las Histo- rias de Herdoto, de que su ((inmejorable estilo (tanta eloquentia) es consecuencia de su excelente preparacin, y que ste es un texto lmite, exponente de la ambigedad del trmino. Escasos pasajes he podido en- contrar en Cicern donde la ambigedad se resuelva decididamente por estilo; quiz el ms claro podra ser el De orat. 68: Seiunctus igitur orator a philosophorum eloquentia, a sophistarum, ab historicorum, a poetarum explicandus est nobis qualis futurus sit.

    Eloquentia, en su origen ((expresin oral cuidada)), ha decantado en un sentido como ars rhetorica, tcnica sobre la que recae el cuidado de

  • la expresin; por otro lado, mucho menos frecuente, se aproxima a la consecuencia derivada de esa forma cuidada: la expresin estilstica pecu- liar y propia de gneros e individuos, con un valor prximo al de esti- lo o modo de expresin)).

    El correlato estricto de eloquentia y eloquens en su acepcin primaria es evidente. El uso de eloquens como sustantivo es muy poco frecuente. Un caso claro tenemos en Orat. 69: non enim inuentor aut compositor aut actor qui haec complexus est omnia, sed et Graece ab eloquendo bfizop et latine eloquens dictus est. Sin embargo, la denominacin que se le aplica es la de orator. De acuerdo con el valor bsico de eloquen- tia, orator quedar referido al mbito de la palabra. En textos anteriores a su vinculacin con eloquentia, textos en que todava el copiose eloqui no dependa de normas, orator se utiliza en el sentido de embajador ofi- cial encargado de transmitir un mensaje. As aparece en Ennio, Plauto y en Livio cuando hace referencias a datos de poca arcaica. Tambin en estos usos parece mantenerse clara su relacin con la expresin oral.

    Desde el momento en que orator se convierte, por as decirlo, en el sujeto de eloquentia, es lgico esperar que adopte cada uno de sus valo- res. El que se corresponde estrictamente con expresin oral cuidada)), tambin como sucede con eloquentia, aade a la mera expresin oral una precisin (Orat. 114): disputandi ratio et loquendi dialecticorum sit, ora- torum autem dicendi et ornandi. La misma oposicin dialctico/orator, el mismo requisito ornandi, correspondiente a copiose.

    El orator encarna la eloquentia, y la encarna en las dos acepciones ya vistas en eloquentia: la oral, y la ms genrica que no afecta al vehculo utilizado (en el caso de orator claramente ampliado con dicere en lugar de loquz). Cuando orator recoge el requisito etimolgico: la oralidad, las referencias son abundantsimas. Como dice Cicern en Orat. 61 lo nico que le es propio al orador es el expresarse oralmente. Es el tipo de orator conocido, el orador pblico encargado de los juicios o de los discursos de carcter poltico, aquel que no solamente necesita de la inuentio, dispositio y, especialmente, elocutio, sino tam- bin de la memoria y de la actio. A este tipo de orator van destinadas fundamentalmente las retricas que conocemos. A este tipo de orator no le es suficiente el ornate loqui. El texto de Orat. 62 que recogemos a continuacin es uno de los numerosos pasajes en que Cicern expone precisamente esta idea: Quamquam et philosophi quidam ornate locuti sunt ... tamen horum oratio neque neruos neque aculeos oratorios ac forensis habet. El cuidado en la expresin debe ir acompaado de un cierto tipo de energa que calificada como oratoria parece erigir en pro- totipo este tipo de orator.

  • ELOQUENTIA Y ORATOR 301

    Que este orator es para Cicern la encarnacin primordial de la elo- quentia queda claro en el orden jerrquico que impone a sus funciones (Brut. 89): ... cum duae sint in oratore laudes, una subtiliter disputandi ad docendum, altera grauiter agendi ad animos audientium permouen- dos, multoque plus proficiat is qui inflammet iudicem quam ille qui do- ceat, y en Brut. 198 : . . .admirationem adsensionemque commouit.. . hoc erat oratori officium partitione tertium, genere mcucirnum. La finalidad bsica del orador pblico es conmover, no inducir al raciocinio (docere), ni entretener (delectare). Y en esto coincide con el fin asignado a la elo- quentia por el mismo Cicern en Part. orat. 79.

    En algunas de las frases citadas en ltimo lugar queda implcita la idea de que no es se el nico tipo de orator, que puede entenderse simplemente en el sentido de qui ornate loquitur o dicit. En Orat. 62 se nos dice que algunos filsofos ornate locuti sunt; en Brut. 89 una de las alabanzas que merece el orator es la de subtiliter disputandi, que tam- bin conviene claramente a los filsofos. En conclusin, la figura del orator ideal romano no es la nica acepcin que encierra el trmino.

    Efectivamente en Brut. 32 se nos presenta a Qcrates como magnus orator y perfectus magister, aunque forensi luce caruit, es decir, no goz de la chispa propia de los oradores entregados a la prctica judicial y deliberativa. En Brut. 35 se refiere a Lisias: ipse quidem causis forensi- bus non uersatus y al mismo tiempo egregie subtilis scriptor atque ele- gans, quem iam prope audeas oratorem perfectum dicere, haciendo as de orator casi un sinnimo de scriptor. Asimismo en Brut. 294 alude a los Origines de Catn y los considera cum ornnibus oratoris laudibus re- fertos.

    En De orat. 2, 65 encontramos explcitamente reconocida la va- riedad: . . . oratori plerique.. . duo genera ad dicendum dederunt: unum de certa definitaque causa, quales sunt quae in litibus, quae in delibera- tionibus uersantur (sc. iudiciale, deliberatiuurn); addat si quis uolet etiam laudationes (sc. demonstratiuum); alterum quod appellant omnes fere scriptores explicat nemo, infinitam generis sine ternpore et sine per- sona quaestionem. Bajo el sentido amplio de orator cabe el especifico de ((orador pblico, tambin el que permite incluir a Iscrates y Catn, y el ltimo, el ms genrico, que da cabida tambin a los filsofos. A con- tinuacin Cicern, aplicando a orator el sentido restringido, cosa que le permite la flexibilidad del trmino, deshace la opinin de esos plerique en lo que respecta a la consideracin de los filsofos como oratores. De todos modos, y aunque con ciertas reticencias, parece tender a incluir bajo tal denominacin a panegiristas e incluso historiadores. Natural- mente en ningn caso se menciona la poesa.

  • 302 CARMEN CODOER

    Cabe pensar que esta acepcin amplia de orator se corresponde per- fectamente con el valor de eloquentia referente a estilos o modos de expresin en general. Quiz el pasaje de De finibus 1, 10 favorezca esta hiptesis: Quando enim nobis, uel dicam aut oratoribus bonis aut poe- tis, postea quidem quam fuit, quem imitarentur, ullus orationis uel co- piosae uel elegantis ornatus defuit. En este prrafo parece marcarse exclusivamente la distincin entre prosistas y poetas; sin embargo, los textos que permiten esta interpretacin son muy escasos.

    El recurso al anlisis de oratorius podra compensar, en cierta medi- da, los vacos que deja orator. En De orat. 2, 151 oratorius se opone a poeticus: turn ipsa confirmatio conlocatioque uerborum per-citur in scri- bendo, non poetico sed quodam oratorio numero et modo, y en la mis- ma obra, 2, 270, al habla corriente: genus (se. ironia) est perelegans et cum grauitate salsum quinque oratoriis dictionibus turn urbanis sermoni- bus accommodatum. Oratorius se aplica claramente al discurso en pro- sa, por oposicin al comn (eso s, urbanus), y al potico. Discurso ob- jeto de cuidado y elaboracin, como se nos aclara en Brut. 265: Itaque cum ad hanc elegantiam uerborum Latinorum.. . adiungit illa oratoria ornamenta dicendi, tum uidetur tamquam tabulas bene pictas conloca- re in bono lumine; y como define decisivamente Cicern en Orat. 227: Nihil enim est aliud ... pulchre et oratorie dicere nisi optimis sententiis uerbisque lectissimis dicere, que puede aplicarse a cualquiera de los gne- ros en prosa conocidos.

    Por eso, la frase de P. Boyanc: aoratoire c'est pvur les anciens la seule facon de dire: littraire)) 4, queda falta, en primer lugar, de una pre- cisin que elimine a la poesa y reduzca la referencia a la prosa. En se- gundo lugar, al introducir un trmino: littraire, propio de la cultura moderna, desplaza el sentimiento bsico expresado por orator / orato- rius: el del cuidado de la forma de expresin, desplazamiento que favo- rece la apreciacin de otros valores de la creacin no sensibles para los romanos 5.

    Carmen CODONER Universidad de Salamanca

    4 P. BOYANC, Sur Cicron et l'histoire (Brutus, 41-43))>, REA 41, 1940, p. 389. 5 Ms prximo al sentido que creemos observar estara la traduccin que G. BOIS-

    SIER, Tacite, Pars, 1912, p. 59, da de opus oratorium: travail d ' a r t ~ , aunque en realidad lo que la aproxima al valor original es precisamente la traduccin de opus por travail, ms que la versin especifica de oratorium.