expansionismoel americano · el pensamiento de john locke, receptor y organizador de ese...

19
Americano Expansionismo El

Upload: tranxuyen

Post on 27-Sep-2018

215 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

AmericanoExpansionismoEl

Page 2: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

Los Estados Unidos de América se forjaron

como nación porque supieron combinar los

muy distintos intereses de las trece colonias,

que estaban cohesionadas por un ideario li-

beral y pragmático, y convinieron en luchar contra In-

glaterra para lograr su independencia, declarada en 1776,

pero no reconocida por la corona británica hasta 1783.

Los colonos angloamericanos habían sido práctica-

mente expulsados de Inglaterra por tener ciertas creen-

cias religiosas,2 y atravesaron el Atlántico con la ilusión

de llevar a la práctica sus ideas de cómo vivir y las formas

para lograrlo, sólo que el territorio al que llegaron debía

regirse de alguna manera y no pudieron ni se atrevieron

a buscar una vía de organización distinta a la que cono-

cían, y la respetaron, aunque no por más de 200 años.

Los orígenes de los colonos angloamericanos asen-

tados en regiones consideradas de nadie los hacía distin-

tos entre sí, pero la imperiosa necesidad de hacer de su

propiedad las tierras que la Corona Británica les recono-

cería los igualaba. La vastedad del paisaje que alcanzaban

a mirar no tenía referente en la realidad europea que ne-

cesitaban dejar atrás. Además, su raíz liberal, no sólida-

mente construida pero sí actuante, los llevó a asumir que

2 “Esos principios son parte de la teología puritana de raíz calvinista que

sustentaban los primeros pobladores de las primigenias trece colonias,

ideología que [...] servirá [...] como punto de partida para su engrandeci-

miento material” (Argüello/Figueroa 1982:14). Otro punto que no hay que

olvidar es que “no todos los migrantes eran ingleses, pues había irlandeses,

escoceses, alemanes, y hugonotes franceses” (Vázquez/Meyer 1989:18).

·28·

Page 3: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

el derecho individual de creer en lo que ellos

decidieran era anterior a cualquier normativi-

dad estatal; es más, al Estado mismo, que —en

su percepción— no debía ser absolutista (pues

el monarca tendería a convertirse en un tirano)

y, con base en ello, pensaban que los individuos

podían oponerse al mismo rey.

El pensamiento de John Locke, receptor y

organizador de ese liberalismo, le permitía ha-

cia 1660 plantear que la soberanía de un país

emanaba de sus hombres —y de sus derechos

humanos— y que la gran institución estatal

debía servir para garantizarlos; de este modo,

los colonos ingleses habían partido del viejo

mundo con esa nueva tesis como preceptiva.

El arribo al norte de la costa atlántica de

América los enfrentó a otros pobladores dis-

persos pero aferrados al territorio que ocupa-

ban de antaño. Por medio de la fuerza, las trece

colonias británicas se fueron asentando y con-

solidando —lenta pero irrefrenablemente—

para hacerles saber a los poderosos imperios

europeos que Inglaterra también tenía pose-

siones en el Nuevo Mundo.

La llamada Línea Alejandrina (esta-

blecida por el Papa y aceptada por España

y Portugal) repartía los territorios descu-

biertos —y por descubrir— entre los dos

grandes imperios marítimos desde que los

viajes de Cristóbal Colón evidenciaron la

existencia de una masa continental diferen-

te a la europea, pero los ingleses, holande-

ses y franceses no reconocían tal autoridad y

habían decidido incursionar en la actividad

colonizadora sin afectar demasiado a los pri-

meros descubridores. El siglo xvii fue testigo

del nuevo orden europeo generado por el

descubrimiento de América, toda vez que la

antigua forma de hacer fortuna —con base

en el intercambio desigual de los precios de

mercancías— se conjuntaba con otra que

consideraba a la posesión de la tierra como

la manera más consistente para hacerse de

riqueza y, como corolario, de poder.

La Guerra de los Siete Años (1756-1763)

dio paso a la preponderancia inglesa y a la po-

sibilidad de colapsar a España —que nunca se

recuperó—, además de fracturar las anquilosa-

das relaciones monárquicas francesas a fin de

buscar derroteros diferentes para su gobierno.

Las hostilidades también tuvieron consecuen-

cias en sus posesiones en América del norte.

Los angloamericanos seguían apren-

diendo de su vieja metrópoli, recibían lo que

aquélla les enviaba y cumplían con lo que les

requerían, pero después del Tratado de París

·29·

Page 4: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

(1763), que terminó la Guerra de los siete

años, el orden mundial se trastocó de nue-

vo. Inglaterra había salido victoriosa pero los

costos, para todos, eran enormes. Las colo-

nias inglesas en América, tan liberales, expe-

rimentaron sobre sí los estertores del viejo

régimen. La diferencia entre dos órdenes fo-

mentaría la pretensión de libertad de los an-

gloamericanos. No más sujeción a la monar-

quía como representante de un régimen que

pretendía imponerse sobre el derecho de los

ciudadanos; no más obediencia a un consti-

tucionalismo que se consideraba superior a

la voluntad popular.

Las colonias se conformaron sobre la

premisa de la libertad de expresión, la to-

lerancia religiosa, el derecho a la propiedad

privada, la deliberación para las actividades

de gobierno, la defensa armada de su territo-

rio, la certeza de su poderío y la decisión de

hacer uso de su riqueza conforme el prag-

matismo se los dictara. Cuando la corona in-

glesa quiso cobrarles el impuesto del timbre

en 1765 sin haber sido consultados, su pro-

pia identidad los enfrentó a otra que se les

asignaba, pero que ya no los satisfacía.

La tensión surgida entre los que ya no

deseaban ser súbditos y la autoridad inglesa

monárquica sólo encontró la salida que am-

bos conocían: el enfrentamiento armado. La

lucha abierta comenzó a mediados de abril

de 1775 con el choque entre milicianos y tro-

pas inglesas asentadas en las localidades de

Lexington y Concord. Para mayo se reunió el

Segundo Congreso Continental de Filadelfia

(el primero se había reunido el año anterior

con la pretensión de articular a las colonias)

y declaró la guerra a Inglaterra.

Los Estados Unidos de América ob-

tuvieron su independencia gracias a la

unión de importantes grupos económicos

angloamericanos que percibían la riqueza

como algo que ellos mismos podrían ad-

ministrar; contaron con la anuencia de la

población anhelante de vivir en una patria

soberana —según su ideario liberal—, y su-

pieron atraer a las fuerzas francesas y españo-

las hacia su causa apoyándose en sus eternas

disputas contra los ingleses. En 1783, en el

Tratado de París, Inglaterra reconoció la in-

dependencia de sus antiguas colonias (Volo-

dín y Plimak 1984). La suficiencia alcanzada

al derrotar a un gran imperio se nutría de

una importante experiencia de combativi-

dad y pragmatismo. Durante los primeros

años, la emergente república necesitaría de

·30·

Page 5: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

nuevos acuerdos para construir no sólo un

Estado, sino también una nación, pues se

hicieron evidentes dos grandes tendencias:

el federalismo, de tradición centralista, y

el republicanismo, defensor de los poderes

regionales. Una evidencia de la posibilidad

de los acuerdos se alcanzó en 1787 al per-

mitir, regular y precisar la futura expansión

del país sobre el noroeste y fijar el proce-

so de incorporación de nuevos territorios

que podían ser admitidos en condiciones

de igualdad a partir de los 60,000 habitan-

tes. En suma, los trece estados originales re-

nunciaban a imponer su hegemonía sobre

el resto del continente y estaban dispuestos

a acoger nuevos elementos en el seno de la

Unión (Fohlen, 1984:2946).

El gobierno del presidente Washing-

ton, entre 1789 y 1797 —elegido por unani-

midad y considerado forjador de la patria—

superó las dificultades iniciales,3 como las

3 Junto con Alexander Hamilton, responsable de la hacien-

da, asumieron las deudas de cada estado —a través de una

banca nacional— y lograron atraer inversiones privadas al

fomentar la idea de integración. Además, para dar cauce a

la presión poblacional y a la constante avidez por adueñar-

se de tierras, aparecieron nuevos estados transapalachinos:

Kentucky y Tenessee fueron admitidos en la Unión en 1792

y 1796, respectivamente (Fohlen 1984:2947).

importantes deudas económicas con Francia,

España y Holanda —primordialmente. Para

enfrentar la situación contaba con dos recursos

valiosísimos: la tierra y la ambición individual.

La lucha por adueñarse de las tierras entre los

Montes Apalaches y el Misisipi sería una forma

de hacerse de recursos (Pirenne 1980:469).

Al concluir el mandato de Washington, en

1797, se propuso como sucesor a John Adams,

pero se presentaron fuertes diferencias con

Francia, lo que redundó en la necesidad de

una unidad más firme entre los estados so-

beranos ante la posibilidad de una interven-

ción de las potencias europeas (Hispánica

1995:56). Al mismo tiempo, los republicanos

encontraron la oportunidad de postular a otro de

los padres independentistas, Thomas Jefferson,

para que ejerciera la presidencia de 1801 a 1809

y mitigara 20 años de tendencia federalista.

Después de Washington, los padres

forjadores de la nación buscaron tener un

país independiente, pero los herederos de su

ideología no se conformaron con ser inde-

pendientes sino que quisieron crecer; de este

modo, la labor de quienes especulaban con

tierras sería un motor importante para la

economía de Estados Unidos, y había gran-

des extensiones hacia el oeste, el norte y el

·31·

Page 6: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

sur. Así, el siglo xix se presentaba con bue-

nos augurios para el joven país, pues tenía

acuerdos económicos con las potencias del

momento —no exentos de ciertas desven-

tajas— pero con la posibilidad de crecer de

forma autónoma.

Para el nuevo país no fueron suficien-

tes las trece colonias recién independizadas,

y el primer gran paso expansionista fue la

decisión de Jefferson de comprar Luisia-

na a Napoleón Bonaparte en 1804,4 “con lo

que se duplicó la superficie de la Unión y se

abrió un gran campo de acción a los pione-

ros” (Fohlen 1985:2948). Esta compra gene-

ró una presión por parte de Estados Unidos

contra la Nueva España sobre los límites en-

tre la recién adquirida Luisiana y Texas, pues

James Madison y Thomas Jefferson decían

que Texas era parte de Luisiana. El diferendo

ocasionó que años más tarde España tuvie-

ra que ceder Florida a cambio de la posibili-

dad de mantener Texas, a través del Tratado

Adams-Onís de 1819.

4 Francia había recuperado Luisiana —que fue entregada

por Francia a España a manera de compensación por haberse

apropiado Inglaterra de Florida (recuperada por España al fir-

marse el Tratado de Versalles en 1783) a través del Tratado

de Fontainebleu (Argüello/Figueroa 1982:17)— en 1800 a

través del Tratado de San Ildefonso.

James Madison, cuarto presidente de

Estados Unidos (de 1809 a 1817), obtuvo un

alto grado de aceptación entre los estado-

unidenses debido al resultado obtenido en la

guerra contra Inglaterra en 1812 —cuando

ésta intentó recuperar sus antiguos territo-

rios—, pues en 1814 se firmó la llamada paz

de Gante y, sin que hubiera forma real de evi-

tarlo, se anexó definitivamente la Florida y se

forzó a España para que aceptara venderla

en 1817 (Vázquez/Meyer 2001:25). Con la

certeza de su potencial, y ante la imperiosa

recuperación material que toda guerra con-

lleva, la población se dispuso a la reconstruc-

ción y sus autoridades a fortalecerse.

Los conflictos escenificados en Europa

entre España, Francia y Gran Bretaña posi-

bilitaron cierto margen al gobierno de Esta-

dos Unidos para orientarse hacia los terri-

torios americanos que aquéllas poseían. La

estrategia, lejana pero presente, era alcanzar

el Pacífico y la táctica se ponía en práctica

sobre el rival que mayor debilidad presenta-

ra. La contundencia de su avance tenía en los

colonos a sus principales causantes.

Extenderse fue una ley de su existencia

desde el origen de la República. Con fron-

teras comunes con España e Inglaterra,

·32·

Page 7: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

una temprana experiencia les enseñó

lo difícil de hacer recular a un vecino

poderoso como Inglaterra y lo fácil de

desposeer a uno débil como España. La

lección fue aprendida por el pueblo del

oeste y por los gobernantes de la Unión

desde los primeros pasos de ésta. El

principio de estrategia expansionista

de mantener la prenda ambicionada

en manos del débil, hasta el momento

oportuno de tomarla, se impuso de una

manera natural en el espíritu de unos y

otros, y se convirtió en una regla inva-

riable de los diplomáticos y los estadis-

tas norteamericanos, aplicada con ma-

yor claridad y vigor cada vez (Guerra

1964:158-159).

Sin embargo, las condiciones internas

se agravaban ante dos formas distintas de

enfrentar el futuro, pues la era de las revolu-

ciones del siglo xix confrontaba modelos de

crecimiento que hacían antagónica a la escla-

vitud con la libertad, pero ambas actuaban

poderosamente en los Estados de la Unión.

Las guerras contra Inglaterra habían deteni-

do la pugna civil, pero los estados norteños,

más industrializados, fomentaban sus rela-

ciones productivas en el trabajo asalariado

hasta hacer casi insignificante la esclavitud

en Nueva Inglaterra y los estados del centro.

El caso de los sureños era el contrario pues,

a pesar de la abolición de la trata de esclavos,

éstos eran la base de la agricultura.

Ese escenario de débil equilibrio con-

tó con la habilidad gubernamental de James

Monroe (1817-1825), quinto presidente de

los Estados Unidos, quien pudo mantener

la estabilidad entre los intereses de norte-

centro y el sur.5 Fieles a su pragmatismo, la

solución se encontró al admitir en la Unión a

un estado antiesclavista —Maine—, y a otro

del signo contrario —Misuri— hacia 1820.

Coincidentemente, la administración

de Monroe —y en el entorno de la guerra

de España por tratar de controlar sus pose-

siones americanas— logró de la monarquía

española la cesión de Florida y se legalizó

con la firma del Tratado Adams-Onís en

1819, que estableció la frontera entre el ex-

pansivo gobierno de Estados Unidos y el ago-

biado imperio hispano. El río Sabinas se tomó

como referente hasta los ríos Rojo y Arkansas

5 “En cuanto a población, los primeros tenían 5,000,000 y

105 representantes en el Congreso, mientras que los segun-

dos contaban con medio millón menos de habitantes y con

81 representantes” (Fohlen 1984:2948).

·33·

Page 8: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

y, al oeste, el paralelo 42 hasta el Océano

Pacífico. Dentro de estos límites se encon-

traba la Nueva España, que abarcaba desde

Texas hasta California. “Estados Unidos casi

de inmediato intentó modificar los límites

[…] tratando de ocupar Texas y viendo con

ambición California” (Vázquez 1994:81). Lo

que no posibilitó, en ese momento, la expan-

sión de forma más acelerada fue la postura que

Francia, Inglaterra y Rusia (conocida como la

Santa Alianza) presentaron a favor de España.

En un esfuerzo de protección, Madrid

levantó presidios en Texas para guarecer su

territorio y con la pretensión de poblarlo.

Una de las posibilidades era allegarse despla-

zados de la Florida, pero no hubo mayor res-

puesta; sin embargo, otros buscadores con

mayor visión sí llegaron. Mediante una con-

cesión, Moses Austin, antiguo súbdito espa-

ñol, logró despertar el interés de 300 familias

para dirigirlas a Texas.

A cada una de ellas se le asignarían

aproximadamente mil acres de tierra,

cien por cada menor de edad y ocho por

cada esclavo negro. A los colonos se les

exentó del pago de impuestos además

de otorgarles un permiso para importar

todo lo que necesitaran sin el corres-

pondiente pago de derechos. Los requi-

sitos: ser católicos, establecerse alejados

de las costas y de la frontera con Estados

Unidos y jurar lealtad a España. Aunque

podrían traer consigo a sus esclavos, és-

tos no podían ser vendidos y, conforme

a las leyes de España, sus hijos nacerían

libres. Moses Austin murió antes de que

pudiera conducir a los estadunidenses

a Texas, dejando en manos de su hijo

Stephen la realización de la empresa

(Vázquez 1995:82).

Para las autoridades estadounidenses

estaba claro que, dada la capacidad de sus

pioneros, ninguna fuerza los detenía, y si la

intención de éstos era ir sobre territorios es-

pañoles había que darles protección. Los re-

presentantes de los intereses de Estados Uni-

dos supieron inculcar entre su población la

idea de una posible confrontación con el zar

ruso que, presumiblemente, pudiera intere-

sarse en los territorios de la costa americana

del Pacífico. Ante ello postularon la llamada

Doctrina Monroe (Guerra 1964:160).

No era la primera vez, ni sería la última,

que la idea de un enemigo externo funcio-

naría para cohesionar a muy diferentes gru-

pos estadounidenses. La doctrina proclamada

·34·

Page 9: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

por Monroe —en realidad diseñada por John

Quincy Adams— se lanzaba principalmente

contra España pero con la determinación de

frenar a cualquier otra potencia europea que

pretendiera involucrarse en tierras america-

nas. La divisa que más impacto generó de la

mencionada doctrina rezaba: América para

los americanos. No era una expresión más con-

siderar al continente entero como su área de

crecimiento, la tradición del expansionismo

territorial —y de justificarlo bajo el argumen-

to de la importancia de expandir la libertad—

emergía de la órbita imperialista de nuevo

origen y Texas era una zona que posibilitaría

sentar las bases hacia países recién surgidos.

México era el vecino recién aparecido

y su debilidad era manifiesta. Si enfrentaron

—y vencieron— a Inglaterra, Francia, España,

y habían logrado apoderarse de Luisiana y la

Florida y llevar la frontera norte hasta la al-

tura de los Grandes Lagos, para los Estados

Unidos estaba abierto el camino hacia el Gol-

fo de México y, una vez más, hacia el siem-

pre atractivo oeste. “Adams estaba seguro que

toda Norteamérica era el dominio natural de

Estados Unidos. Todas las posesiones españo-

las al sur y las británicas al norte, pasarían poco

a poco a su poder […]” (Vázquez, 1994:14).

·35·

Glove. The San Jacinto Museum of History, Houston

Page 10: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,
Page 11: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

JnestabilidadLa

PolíticadeMexico

Page 12: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

Para tener cierta comprensión de por qué el

nuevo país, que alcanzaba calidad de sobe-

rano, tardó muchos años en consolidarse

como un estado nacional es preciso enten-

der algunos aspectos del proceso revolucionario in-

dependentista en sí mismo, pues desde allí es posible

observar las distintas tendencias políticas que nunca lo-

graron conciliarse y que, por el contrario, impidieron la

unión y la estabilidad de un verdadero estado mexicano,

lo que imposibilitó que México lograra el dominio so-

bre la totalidad de su territorio.

La guerra de México por lograr su independencia

de España se inscribe formalmente entre el 16 de sep-

tiembre de 1810 —con el llamado del cura Miguel Hi-

dalgo a la lucha— y el 27 de septiembre de 1821 —con

la entrada del Ejército Trigarante a la ciudad de Méxi-

co— y parecería que a partir de tal momento hubiera

nacido un nuevo país a buscar un lugar en el concierto

mundial. La realidad fue, como siempre, más compleja.

La historia forjada durante 300 años de vida co-

lonial había dejado marcas muy profundas entre los

diversos grupos de habitantes y creadores de la Nueva

España. Con base en sus propias delimitaciones sociales,

ya para finales del siglo xviii e inicios del xix, los espa-

ñoles se habían asegurado una gama de privilegios con

base en su posicionamiento de conquistadores y deten-

tadores del poder político y religioso por ellos implanta-

do. Aunque numéricamente eran minoría, su forma de

·38·

Page 13: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

entender y concretar las relaciones sociales

que necesitaban reproducir fue impuesta en

las regiones supeditadas a sus designios con

diferentes grados de aceptación. Aun así no

eran un grupo homogéneo y, de forma ge-

neral, podría señalarse que había españoles

muy allegados a los dictados de su Corona

y otros que, habiéndose ubicado en lugares

distantes de la Ciudad de México —sede del

poder virreinal— se atrevían a pensar en for-

mas distintas de convivencia motivados por

la aculturación experimentada por muchos

de ellos y, también, por su creciente poderío

económico. Esa proclividad los acercaba con

otro grupo social, que aumentaba en núme-

ro y peso dentro de la vida colonial, designa-

do como criollo (Alberro 1997).

Algunos criollos, al igual que los espa-

ñoles originarios de la Península Ibérica, se

inclinaban hacia la perpetuación de los valo-

res imperiales, pero otros más —impedidos

de un ascenso al nivel de las mayores jerar-

quías de poder político, religioso y militar,

por lo demás, altamente deseado— fueron

los mejores receptores de las ideas modernas

que liberales españoles, franceses, ingleses

y estadounidenses difundían por el mundo

ante el inminente ascenso de sus pujantes

burguesías. El viejo orden se resentía y, en la

Nueva España, algunos criollos se identifica-

ban con las ideas revolucionarias.

Otro grupo, muy numeroso, lastimado

y sin expectativas de mejora, estaba confor-

mado por los mestizos que no eran bien acep-

tados por los españoles ni por los indígenas

—sobre todo en lo social—, aunque algunos

habían encontrado ciertos espacios de super-

vivencia (por ejemplo, como capataces en las

haciendas) con regularidad eran temidos por

su indefinición política, pues no se identifica-

ban plenamente con los indígenas, pero tam-

poco con los criollos o los españoles.

Después de los mestizos se ubicaban, en

la escala social, los indígenas y las múltiples

castas que fueron surgiendo en los distintos

territorios que requirieron la presencia de

esclavos africanos para realizar diversas acti-

vidades económicas (la minería y la produc-

ción azucarera, principalmente).

En efecto, ya desde antes de la irrup-

ción independentista de Miguel Hidalgo en

1810, tanto en la capital del virreinato como

en la zona del Bajío se habían articulado ini-

ciativas que incitaban a modificar la relación

con la metrópoli. En términos breves, ta-

les iniciativas abarcaban desde perspectivas

·39·

Page 14: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

surgidas entre los liberales españoles opo-

sitores a la monarquía, pero conmocionados

por la presencia napoleónica en su territorio,

pensadores que retomaban los preceptos de

la Francia revolucionaria que exigía la repú-

blica como forma de gobierno, librecambistas

inspirados en los ingleses que avanzaban con

una monarquía constitucional, hasta estado-

unidenses federalistas que dejaban su ejemplo

de emancipación para el resto de las colonias

americanas. Todas estas posiciones compar-

tían las directrices del liberalismo, pero eran

ajenas a una realidad como la novohispana.

Los criollos americanos y algunos es-

pañoles liberales comprendían el momento

político que la monarquía española padecía y

percibieron la coyuntura favorable para tras-

tocar el orden que los limitaba pero, también,

la necesidad de incorporar a otros grupos e in-

volucrarlos en una contienda que se sabía no

estaría libre del derramamiento de sangre. La

bandera de la libertad, tan sentida por quie-

nes padecían un orden estamental, aglutinó a

diversos grupos contra un mismo enemigo.

Los 11 años de guerra independentis-

ta tuvieron distintas fases. Una vez que los

primeros insurgentes fueron derrotados, la

continuación del movimiento recayó en la

dirigencia de Ignacio López Rayón y José Ma-

ría Morelos y Pavón.6 Esa nueva fase coinci-

dió con la firma de la Constitución de Cádiz

promulgada por el virrey Venegas en Nueva

España en septiembre de 1812.7 El escenario

internacional parecía propicio, y para oc-

tubre de 1814 se proclamó la Constitución

de Apatzingán. Paradójicamente, el Congreso

Constituyente privó a Morelos de la dirección

política del movimiento. Eso alejó a los con-

gresistas de la base popular que le daba susten-

to a la guerra contra las fuerzas realistas. Uno

de los militares insurgentes, Manuel de Mier

y Terán, percibió la equivocación y descono-

ció al Congreso. Unos meses después More-

los fue capturado y fusilado.

6 Morelos tuvo la capacidad de incorporar a importantes

sectores populares a la contienda y atraer a profesionistas

liberales a sus filas. Estos clasemedieros, en su mayoría per-

seguidos o desplazados por la sociedad virreinal, huyeron de

las filas realistas y se unieron a los rebeldes para aportarles

una organización política.

7 Esta constitución reducía el papel del rey al poder ejecu-

tivo, proclamaba la soberanía popular, decretaba la libertad

de prensamiento y de expresión y abolía la Inquisición pero,

además, establecía la paridad de las colonias con la metróp-

oli en lo referente a la representación en los diversos tribu-

nales, tanto políticos, como civiles y religiosos.

·40·

Page 15: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

·41·

Page 16: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

Entre 1815 y 1820 el movimiento ini-

ciado por Hidalgo entró en una especie de

letargo, pues la insurgencia se mantenía re-

ducida casi a la acción de Vicente Guerrero

en la zona del sur, y de Guadalupe Victoria

en distintas poblaciones de la intendencia de

Veracruz. Nuevamente un triunfo de las fuer-

zas liberales en España obligó a Fernando VII a

jurar la Constitución de Cádiz y tal noticia alar-

mó poderosamente a los españoles peninsulares

radicados en Nueva España, así como a los

criollos acomodados que luchaban contra la

insurgencia y pedían al virrey que no jurara la

constitución, pues estipulaba la disolución de

las órdenes religiosas, se establecía la libertad

de imprenta, la secularización y la utilización

de los tesoros de las iglesias y catedrales. Ob-

viamente el clero, la nobleza y los comercian-

tes se vieron seriamente impactados, tanto

en la metrópoli como en sus colonias. Ante

·42·

Page 17: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

tal escenario, en noviembre de 1820, un alto

oficial criollo, perteneciente a una familia de

hacendados nobles, Agustín de Iturbide, fue

nombrado jefe del ejército que habría de com-

batir a Vicente Guerrero.

Contando con el apoyo de los criollos

que deseaban la independencia de la Nueva Es-

paña para no perder sus privilegios al regir la

Constitución de Cádiz, y ante la imposibilidad

de someter a Vicente Guerrero y a sus fuerzas,

Iturbide cambió de táctica y buscó la forma de

lograr un acercamiento con el representante de

la insurgencia. Guerrero, ante la certeza de no

contar con la fuerza suficiente para lograr por

sí solo la victoria, y después de algunas negocia-

ciones, accedió a la firma del Plan de Iguala, en

febrero de 1821.8 La alianza Guerrero-Iturbide,

8 En tal acuerdo se proclamaba la independencia, se acep-

taba un gobierno monárquico moderado constitucional, a

la religión católica como única de Estado, la conservación

·43·

Michaud y Thomas, Julio, Vista de Vera Cruz. Gobierno del Estado de Veracruz / Instituto Veracruzano de la Cultura / Colección Museo de Arte del Estado

Page 18: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

y su proclamación, hizo patente al virrey Juan

Ruiz de Apodaca la deserción de parte impor-

tante de sus tropas y el Ejército Trigarante en-

frentó a los realistas.

Uno de los realistas que combatían a los

insurgentes en la intendencia de Veracruz,

Antonio López de Santa Anna —comisionado

por la máxima autoridad española de la región,

el general José Dávila (su protector y maestro)

para combatir a los trigarantes en la ciudad de

Orizaba— recibió el ofrecimiento de sumarse

a los independentistas. Se le prometió el gra-

do de coronel —de parte de Iturbide— y a

finales de marzo de 1821 se sumó al Plan de

Iguala. Fue un criollo con ansias de poder,

tal como su nuevo superior. En junio logró

un triunfo importante en Jalapa, su ciudad

natal, y recibió de Iturbide el título de jefe de

la undécima división del Ejército de las Tres

Garantías (Muñoz, 1937:31).

del clero regular y secular con todos sus fueros y propie-

dades y la designación como emperador de Fernando VII o,

en su defecto, de otra persona de la casa reinante que esti-

mara conveniente el Congreso. Prevenía, igualmente, el sos-

tenimiento del gobierno por el Ejército Imperial de las Tres

Garantías (independencia, religión y unión) y el derecho de

que todos los habitantes de la Nueva España, sin excepción,

tuvieran opción a cualquier empleo.

El 3 de agosto desembarcó en Veracruz

Juan O’Donojú, nombrado jefe político de

la Nueva España por las cortes españolas,

y quedó sitiado en la ciudad por las tropas

iturbidistas. Al darse cuenta de la situación

decidió dialogar con sus opositores, y en la

ciudad de Córdoba, Veracruz, el caudillo

criollo y el último gobernante español fir-

maron un tratado: se aceptaba la indepen-

dencia, pero quedaban a salvo los derechos

de la casa reinante española.

Con la firma de los Tratados de Córdoba,

que estipulaban la independencia de la Nueva

España y daban paso al Imperio Mexicano y,

un mes más tarde, con la subsecuente pro-

clamación de independencia, respaldada por

el Ejército Trigarante, se cerraba el ciclo de la

lucha armada e iniciaba una fase distinta, la

de la construcción de la nación. De inmediato

aparecieron las contradicciones entre los in-

tegrantes del anterior bloque político consti-

tuido por criollos, españoles, mestizos, indios

y castas pues, en realidad, sólo los primeros

grupos se veían beneficiados.

Para el México independiente era muy

difícil consolidarse como un estado, a dife-

rencia de su vecino del norte que logró cons-

tituir un grupo político hegemónico, porque

·44·

Page 19: ExpansionismoEl Americano · El pensamiento de John Locke, receptor y organizador de ese liberalismo, le permitía ha- ... el federalismo, de tradición centralista, y el republicanismo,

·45·