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FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MORELIA DÍA 3: LOCURA Y EMOTIVIDAD

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Tercera jornada del equipo F.I.L.M.E. en el Festival Internacional de Cine de Morelia 2013.

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DÍA 3: LOCURA Y EMOTIVIDAD

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Daniel Valdez Puertos Julio César Durán Praxedis Razo

CONSEJO EDITORIAL

Diseño Mariana Martínez BalvaneraWebmaster Iván NoveloProgramación Fernando Malvaez

Diseño editorial Iranyela LópezIlustración Edoardo Aldama Pérez

Fotografía: FICM (porttada), Salvador García Martínez (contraportada), Julio César Durán, Paola Parra.Texto: Amado Cabrales, Paola Parra, Gregorio Lywer, Julio César Durán.

EQUIPO WEB

EQUIPO DIGITAL

COLABORADORES

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Llegó tercer día del gran Festival purépecha y las ener-gías continúan en aumento, así como las emociones. Por un lado se siguen dosificando las películas mexicanas en competencia con la preciosa y emotiva La jaula de oro -que se perfila como una de las favoritas entre la crítica para ser galardonada- que ya había ganado el premio a ensamble actoral en el Festival de Cannes, con toda la razón del mundo. Los tres protagonistas, jóvenes (y ex-presivos a más no poder) no-actores que el realizador, Diego Quemada-Diez, descubrió, nos hacen enamorar-nos poco a poco de ellos, así como de su odisea en busca del sueño (o más bien la pesadilla) americano(a). Con la presencia del talento y crew, los aplausos, tanto en alfombra roja como tras la exhibición, no se hicieron esperar y se extendieron por varios minutos. También por ahí se presentó la más reciente película del genieci-llo Michel Franco -por cierto, a cuatro manos- de título A los ojos, aunque no causó mucho ruido realmente.

Las multitudes morelianas que se suman a las hordas llegadas de diferentes estados de la república, se agluti-nan en las funciones del FICM y no es difícil encontrarse

embotellamientos humanos en el Cinépolis Centro de Morelia y sus alrededores.

Por otro lado Amat Escalante recibió el premio Tradi-cional Cuervo al Cineasta del año 2013. SIn embagro lo interesante de la noche fue más bien la visita del os-curo Bruno Dumont, quien presentó su Camille Claudel 1915 y se quedó a una sesión de Q&A con los ávidos asistentes que cada vez muestran que México se ha familiarizado con el estilo de este realizador, y claro, con quienes ha influido.Mr FILME

Camille Claudel 1915La parábola de la locuraDirigida y escrita por Bruno Dumont, a

partir de la correspondencia de Camille Claudel y ar-chivos del expediente clínico. El film narra lo que trans-curre en 1915 en Montdevergues, sanatorio a las afue-ras Avignon, en donde Camille Claudel, escultora y en un tiempo amante de Rodin, espera a su hermano, Paul Claudel, con la esperanza de que acceda a su petición de que la saque del sanatorio.

Primera escena, Camille-Binoche mo-mentos antes de ser llevada a bañar. Es quizá la única es-cena en la que la vere-mos de espaldas a nosotros, pues a

ESTO ES LO QUE HAY

PELÍCULA INTERNACIONAL

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lo largo del film, la imagen

central será el rostro compungido de la prota-

gonista en una creciente espiral de desesperación. Close up, el ros-

tro deslavado, ojeras, la mirada alerta, la cámara gira para dejarnos ver lo que observa

Camille, sigue la siluetas de las ramas de un árbol, mira hacia el horizonte, mira el huerto del sanatorio, sus ojos inquietos auscultan las formas, las siguen en un trazo imaginario. El rostro y su mirada como medio de entender su condición de encierro su progresivo dolor al ir perdiendo la esperanza de algún día salir.El grito y el balbuceo de los locos siempre está presen-te, gestos y sonidos monomaniacos estridentes, resultan desesperantes. Camille es auto suficiente, se alimenta ella misma por temor a ser envenenada, siempre una papa y un huevo hervido. Camina silenciosamente por los pasillos, ayuda a los demás internos. No, Camille no está demente, o al menos así lo parece.

La repetición y lo grotesco, en árida repetición, Dumont nos muestra a detalle los rostros de los pacientes, des-encajados, desprovistos de expresión singular, babean-tes, jadeantes y ruidosos. No es simplemente el hecho de cómo estas figuras contrastan con Camille, si no a pesar de la torpe bondad y simpleza de sus congéneres, Camille está sola, no existe el diálogo. Las enfermeras como el doctor se limitan a lo básico, Camille ha sido reducida, encerrada en sus propios pensamientos. Surge entonces de la voz de una enfermera una pequeña luz, Paul, su hermano, vendrá a verla.

Más allá de su delirio, Camille enloquece de soledad, de dolor, en un espacio que fecunda la locura, que la reclu-ye y la promueve. Camille a todas luces es proclive a la terapia y a la sanación, mas pertenece a un tiempo en el que a pesar de los avances de la clínica, la locura aún es asociada a un castigo divino.

¿Qué la llevó aquí? ¿Qué clase de acto puede ser tan grave, para dar un encierro sin juicio, sin miramientos? Más que una demencia o un delirio de persecución, Ca-mille cumple una condena. Su castigo es la arrogancia de la creación, la pretensión del artista de crear en seme-janza a dios la belleza. Derecho al que sólo los hombres acceden. Su delirio es una intuición, culpa a Rodin de su encierro, mas no puede ver la imagen en su totalidad. No puede ver quién le juzga y la mantiene presa.Sin aventurar conclusiones, o el final de la película. El film de Dumont explora la gesta de la locura en la esperanza, en la vana creencia de algún día salir se encuentra la se-milla del horror. Camille paga su locura con el encierro, debe asumir su castigo sin culpa, debe reconocerlo y pedir perdón, aprender de ello, mas, si Camille es capaz de esto, implica un ejercicio de raciocinio que la mayoría de los demás pacientes no comparte. Se deja intuir una segunda hipótesis de su reclusión y esta radica en el simple hecho de ser mujer, de la incomprensión de su familia y de la locura como manifestación divina, como castigo a su atrevimiento.

Amado Cabrales

PELÍCULA INTERNACIONAL

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CRÓNICAS MORELIANAS

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CRÓNICAS MORELIANAS

Ciine, golpes y tacos

…you are my only lover, you are a motherfucker…

Sucker, Peeping Tom

Las calles de Morelia son una orgía de la mirada y el pensamiento, uno no se puede resistir a su encanto dionisíaco. El brillo de la ciudad nos guió a través de los callejones morelianos, desde la zona de tolerancia hasta los tacos más concurridos de la noche, más allá del broche de tus pechos lejanos. He viajado a través de las calles de esta urbe, como invadido por las visiones de mi padrino mágico don Charlie Reygadas y sus enseñanzas cachondo-ontológicas estilo Post Tenebras Lux.

Un niño fantasma llora en los cuartos del hotel de tu mente torpe, un gemido goloso se apaga a lo lejos, unos labios suspiran humo de cigarro del otro lado de la pared; al fin las películas se agolpan en mi jodida mirada como un círculo del pensamiento, como un golpe de kung fu que va desde la cámara de las ideas de Wong Kar Wai hasta tus ojos sedientos de jugo visual.

Una de las películas que más me ha cautivado este festival ha sido The grandmaster (2013) del poeta del cine hongkonés, un verso a las

artes marciales y a la contemplación estética. Una mirada a los golpes acertados por Ip Man (interpretado por el genial y sublime Tony Leung) al destino de la humanidad, una película que me dejó con ganas de correr por las calles del mundo interno y vencer a la Nada usando los 64 puños del viejo maestro Gong. Temblar de alegría mientras el abismo recibe mis patadas innecesarias.

Soñar que cruzas la frontera en medio de la noche del pensamiento, so-ñar que eres un niño indio que no conoce el mal del mundo, soñar que viajas con la nada atada a tu espalda como mochila silenciosa, eso es algo de lo que se verá en la genial película, La jaula de oro (2013), de Diego Quemada-Diez. No fucking problema at all!, la muerte reside en el paraíso de los sueños no cumplidos.

Por último, correr de noche, encharandado, entre el laberinto moreliano pensando que eres un discípulo perdido del gran Ip Man, entrar al cinebar Tortuga Jirafa (que pronto cambiará de nombre) para fumar el humo del vacío abstracto. Charlar con las voces y mirar ratas desde el balcón endeble de los recuerdos. Y terminar vagando en busca de tacos metido en las meras nalgas de la catedral. Ser una ladilla metafísica de la existencia. Ver más cine, no dormir, gritar y arrancarle los ojos al concepto.

Gregorio Lywer

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La jaula de oro

Seres distintos que se reconocen hermanados al com-pañero de ruta cuyos pasos recorridos son ya parte de una misma historia. La incesante búsqueda de lo que se cree anhelar, de la alegría sujeta a las mínimas posibi-lidades que, además, se dan el lujo de estrecharse unas contra otras conforme el tiempo se les cae encima. La amargura con la que se ve a la propia existencia unirse a la fila de los sueños rotos: la vida del migrante.

Centroamérica se caracteriza por el flujo desgarrador de personas en busca de un mejor porvenir, miles y miles de historias de latinos que han perdido la vida, como contradicción dolorosa un fallido intento de forjarse un prospero futuro. El cine ha sido testigo de esto duran-te décadas, retratando la problemática desde diferentes perspectivas: social, político, cultural y económico. Pero muy pocos han dado lugar a la intención de situar a cua-dro un contexto en que se involucra al migrante como ser vulnerable desde un enfoque altamente humano, es hasta la llegada de La jaula de oro (2013) de Diego Quemada–Diez que se nos permite apreciar otra parte del conflicto migratorio apelando a la conciencia emo-tiva sin perder de vista los elementos reales dentro la propia cinta que hacen de esta una producto altamente documental.

En La jaula de oro se narra la historia de tres recién ado-lecentes que ante la falta de posibilidades en su país de origen deciden emprender un viaje al norte con el único fin de cristalizar el sueño Americano, dejando atrás, des-pués de truncados intentos, la posibilidad de volver. Sara es la mujer del grupo que desea velar por su propia segu-ridad disfrazándose de niño. Ella sale de Guatemala con Juan que resulta ser su cuidador enamorado. Al cruzar por México conocerán a Chauk indígena Tzotzill que no habla español, pero que esto no le resulta impedimento para entablar una inmediata relación afectiva con Sara. El conflicto de la trama recae en dos vertientes: la primera es la dificultad con las que se enfrentan al moverse de lugar, las mafias con las que deben lidiar, con la crueldad de la que son presa por ser indocumentados. Y la segun-da vertiente de conflicto está en la relación entre ellos, la forma en la que deben interactuar y los vínculos con los que se verán sacudidas sus arraigas formas de digerir a la otredad.

Armada de se-cuencias maravi-llosas el filme nos muestra el trayecto y algunos de los tan-tos apuros que deben desafiar estos persegui-dores de quimeras. Con-movedor largometraje, sin duda, cada escena se va sien-do más y más impresionante. Cargada de grandes momen-tos poéticos, y estupendas cade-nas de imágenes documentales. Un conjunto que de lo micro a lo macro se va apoderando de nues- t r a atención y sentir. El cuarto filme de D i e -go Quemada–Diez es una estreme- cedora obra de arte cultural que se queda la- tiendo en la piel.

Merecido es el premio que el jurado del Un certain regard, liderado por Thomas Vinterberg, de los pasados premios de Cannes a los protagonistas por su magistral acoplamiento escénico. Esta pieza es en gran medida un enorme momento cinematográfico gracias a la presencia de estos jóvenes. Su elección fue mucho más que acer-tada, fue contundente.

El cometido de esta película es llegar a las conciencias, provocar, y tratar de dar otra óptica de las cosas que están pasando ante las cuales no podemos quedarnos apáticos. Diego quiere que su filme llega a muchas mi-

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radas, desea trasmitir un mensaje y regalarle voz a los que callan ante el poder de la bestia y los

muros. Eso lo dejó claro al presentar esta bella y dolorosa cinta al público de Morelia como parte de

la selección a competencia de largometraje mexicano. Cierto es que se postula como favorita. Pero más allá lo verdaderamente relevante es que este tipo de producto escapa de cualquier pretensión de ser premiada. Y eso se agradece, siempre se agradece.

Paola Parra

MEXICANO

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Dry Gulch

La animación es un terreno tan atractivo como di-

fícil. El proceso de realizar una cinta de animación,

indistintamente si se trata de un largo o un cor to-

metraje, es complejo, elaborado y requiere de un

buen oficio y tiene que ver también con el desarro-

llo de un estilo de transmitir emociones.

Creo que mientras no se note la animación misma,

es decir, que no se note que hay personas que segu-

ramente sudaron sangre para hacer ilustración, ren-

ders, montaje, etc., será una probable garantía de un

trabajo excelente. Dry Gulch (2012) de Alejandro

Ayala Alberola es un trabajo así, en el que el equipo

de producción no se nota en pantalla, esta cinta ani-

mada de poco más de 7 minutos nos da un sobrio

cuento que pasea entre el western y el neo-noir en

un mundo fantástico donde las balas y la sangre se

funden en un estilo que nos recuerda a las novelas

gráficas noventeras.

México demuestra una vez más, con este cor to,

que la animación realizada en nuestro país, la de

mayor calidad y más arriesgada, están sin lugar a

dudas en los trabajos más “pequeños” y no en las

grandes casas animadoras, que tanto en cine como

televisión, dan a luz trabajos bastante mediocres, así

como poco creativos. La película de Alejandro Ayala

Alberola sí es sencillo, pero a la vez eso refleja una

manufactura perfecta, donde podemos dejarnos

caer dentro de la experiencia cinemática sin que

impor te el género.

Un mundo fantástico en pantalla que aprovecha

perfectamente los medios con los que cuenta sin

pretender nada más que compar tir su creatividad.

Música bien montada, un atractivo diseño de perso-

najes, muchos balazos y, de igual manera, el manejo

de la técnica que nos demuestran sus creadores,

son los elementos que vamos a ver con Dry Gulch.

Juliio César Durán

EN C

ORT

O

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