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encontró allí A través del espejo y lo que ILUSTRACIONES DE PETER KUPER sextopiso

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«Seis años después de que Alicia regresara del País de las Maravillas, se aventura por segunda vez hacia lugares extraños. Pero el paisaje detrás de los espejos no es tan inofensivo como en su primer viaje, de algún modo se ha convertido en una aventura opresiva y desafiante.» Christian Enzensberger

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14.5 cm14.5 cm

encontró allí

A través del espejo y lo que

ILUSTRACIONES DE PETER KUPER

sextopiso

Atravésdelespejoyloque

encontróallí

ilustrado

2.5 cm 2.5 cm2.0 cm

Blue fabric chosen by P. Kuper Blue fabric chosen by P. Kuper Black leather or similar

1. Alicia encuentra a Reina roja ….. X2. Alicia pasa por Reina 3 (en tren)

y llega a Reina 4 (Tweedlum y Tweeledee) …………..…………. X

3. Alicia encuentra a Reina Blanca (con su mantón) …………….. X

4. Alicia a Reina 5 (tienda, río y tienda) …….….………………… X

5. Alicia a Reina 6 (Humpty Dumpty) …..……………………. X

6. Alicia a Reina 7 (bosque) ……… X7. Caballo Blanco caza a Caballo

Rojo ………….………………… X8. Alicia a Reina 8 (coronación) ... X9. Alicia se convierte en Reina ...… X10. Alicia enroca (fiesta en

el castillo) ………...…………… X11. Alicia captura a Reina Roja

y gana ….……………………… X

1. Reina Roja a Torre Rey Rojo 4 . X2. Reina Blanca a Alfil Reina 4

(tras el mantón) …….…………. X3. Reina Blanca a Alfil Reina 5

(que se convierte en oveja) …… X4. Reina Blanca a Alfil Rey 8 (que

deja el huevo en la estantería) … X5. Reina Blanca a Alfil Reina 8

(huyen del Caballo Rojo) …...… X6. Caballo Rojo a Rey Rojo

(jaque) ...................................... X7. Caballo Blanco a Alfil Rey 5 .….. X8. Reina Roja a Rey Rojo

(examen) …...…………………… X9. Enroque de Reinas ….………… X10. Reina Blanca a Torre Reina 6

(sopa) …………………….……. X

DRAMATIS PERSONAE(tal y como se encontraban al principio de la partida)

BLANCAS ROJAS

FIGURASTweedledeeUnicornioOvejaReina BlancaRey BlancoViejoCaballo BlancoTweedledum

PEONESDaysyHaighaOstraLilyCervatilloOstraSombrereroMargarita

FIGURASMargarita MensajeroOstraAzucenaRosaOstraRanaMargarita

PEONESHumptyDumptyCarpinteroMorsa

Reina RojaRey RojoCuervoCaballero RojoLeón

Ya que la partida de ajedrez representada en la páginaanterior ha desconcertado a algunos de mis lectores, esnecesario apuntar que las jugadas están correctamenteplanteadas, al menos en lo que respecta a los movimientos.Hay que añadir también que la alternancia entre Rojas yBlancas quizá no esté tan rigurosamente observada comodebería y que cuando hablo de «enroque» me refiero a quealguna de las tres Reinas ha entrado en Palacio. En cuantoa lo demás: el jaque al Rey Blanco en la sexta jugada, lamuerte del Caballo Rojo en la séptima y el jaque mate alRey Rojo, se ajustan fielmente a las reglas del juego, tal ycomo comprobará quien se tome la molestia de colocar laspiezas sobre un tablero y realizar los movimientos aquíconsignados.

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Niña de frente serenay de ojos soñolientos

pasa muy rápido el tiemposobre ti y sobre mi.

Media vida nos separapero me pone contento

saber que con este cuentovoy a hacerte sonreír.

No podré ver tu caritani escuchar tu risa alegre

y aunque en mí no piensesyo sí pensaré en ti.

Sé que estará en tus manosy eso es más que suficienteno hay fracaso, con leerme

ya me haces muy feliz.

¿Recuerdas aquella tardeen que empezó nuestro cuento?

Yo remaba muy contento,no parabas de reír.

El ritmo de nuestros brazoshace un eco en el recuerdoy cada vez que me pierdo

esa imagen sigue allí.

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Déjate llevar, no atiendasa esas melancólicas voces

que como monstruos ferocesquieren llevarte a dormir.Todos somos niños grandes

has de saberlo, querida,y no hay nadie en esta vida

que se quiera despedir.

Afuera, en la calle oscuraqueda la nieve y el frío

pero ahora estoy contigoen el calor del hogar.

Y si escuchas mis palabrasdesde el nido de tu infanciatodo serán más ganancias

nada te podrá asustar.

No suspires cuando piensesque los días de verano

se nos fueron de las manosy se quedaron atrás.

Piensa mejor que el contentoquedó dentro de este cuento

y no hay sol, ni mar, ni vientoque lo puedan alterar .

CCAAPPÍÍTTUULLOO II

LA CASA DEL ESPEJO

Una cosa estaba clara: el gatito blanco no había tenidonada que ver en el asunto. Toda la culpa había sido del gatitonegro. La gata mamá llevaba un cuarto de hora lavándole lacara al gatito blanco (cosa que estaba haciendo bastantebien, por cierto) de modo que era imposible que hubiesetenido algo que ver en la travesura.

Y es que Dinah tenía una forma muy especial de lavar la cara a sus pequeños: primero los sostenía contra el sueloponiéndoles la pata sobre una oreja, mientras que con laotra pata les restregaba toda la cara a contrapelo,empezando por la nariz. Justo en el momento en quesucedió todo, Dinah estaba muy ocupada haciéndole lalimpieza al gatito blanco, que estaba muy quietoronroneando tumbado… y que sin duda sentía que todoaquello era por su bien.

Pero al gatito negro le habían hecho la limpieza almediodía así que había debido de ser él —mientras Aliciaestaba acurrucada en la esquina del enorme sillón, mediohablando consigo misma y medio dormida— el que habíaestado pasándoselo en grande con un ovillo de lana que ellahabía intentado enrollar aquella mañana. Lo había hechorodar de arriba abajo hasta que estuvo totalmente deshechode nuevo y lo había esparcido por la alfombra hasta hacer deél un gran nudo enmarañado. Ahí seguía aún, en mitadde aquel barullo y persiguiéndose su propia cola.

—¡Oh, gatito malo, gatito malo! —exclamó Alicialevantándolo y dándole un beso para que entendiera queestaba castigado— ¡Dinah debería enseñarte mejoresmodales! ¡Deberías hacerlo, Dinah, lo digo en serio!

Las últimas palabras se las dirigió a Dinah en el tono mássevero que pudo y reprochándoselo también con la mirada.Luego se subió de nuevo al sillón con el gatito y el ovillo ycomenzó a enrollarlo de nuevo aunque menos rápido quepor la mañana, porque no dejó de hablar en todo el proceso,a veces con el gatito, y otras consigo misma. Kitty se sentórecatadamente sobre su rodilla observando el proceso y devez en cuando levantaba una pata y tocaba el ovillo condelicadeza, como si quisiera dar a entender que le agradaríaayudar, si fuera capaz.

—¿Sabes que día es mañana, Kitty? —dijo Alicia—. Sihubieses estado esta mañana conmigo junto a la ventana,lo sabrías, pero como Dinah te estaba limpiando en esemomento, no lo puedes saber. Desde la ventana se veía a loschicos llevando palos para las hogueras… ¡Y hacen faltamuchísimos palos, Kitti, ni te imaginas! Pero como hacíatanto frío y había nevado tanto, lo han tenido que dejar.No te preocupes, Kitty, que mañana iremos juntas a ver la hoguera.

Y aquí Alicia enrolló un par de vueltas de la lana alrededordel cuello del gatito sólo para ver qué tal le quedaba.Aquello desencadenó una pequeña trifulca en la que elovillo se fue al suelo de nuevo y se desenrolló la mitad deltrabajo. Tan pronto como Alicia volvió a sentarse con elgatito otra vez en el sofá continuó diciendo:

—¿Sabes, Kitty? Me he enfadado tanto cuando he vistola travesura que has hecho, que he estado a punto de abrir

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la ventana y sacarte fuera a la nieve. Y te lo habrías merecido,¡pequeña traviesa! ¿Qué puedes decir a eso? ¡No, no meinterrumpas! —y continuó mientras levantaba un dedo—.Voy a decirte todas las cosas que has hecho mal. Primero:Has gemido dos veces mientras Dinah te lavaba la cara estamañana. No, no puedes negarlo, Kitty: ¡te he oído! ¿Quédices? —y luego, como si fingiera que el gatito le hablaba—¿Qué te ha metido una pata en el ojo? Ah, pues eso es culpatuya también, por tener los ojos abiertos. No te pasaríanada si los cerraras con fuerza. ¡Nada de excusas! Escucha,que no he terminado aún. Segundo: ¡Has tirado a Copo denieve de la cola cuando le he puesto el plato de leche delante!¿Que tenías sed? ¿Y cómo sabes que ella no la tenía? Ytercero: ¡Has deshecho todo el ovillo cuando yo no miraba!

»—Eso suman tres faltas Kitty, y todavía no has recibidoningún castigo por ninguna de ellas, pero que sepas queestoy acumulando todos tus castigos para el próximomiércoles… ¿Te imaginas que me acumularan a mí todoslos castigos? —preguntó en voz alta, hablando más consigomisma que con el gatito—. ¿Qué harían al final del año?Supongo que me mandarían a prisión ese día. O… déjamepensar… imagínate que cada castigo fuera quedarme sincena: entonces, cuando llegara ese día, ¡me quedaría depronto sin cincuenta cenas! ¡Bueno, tampoco es paratanto! ¡Prefiero mil veces quedarme sin ellas a tener quecomérmelas todas!

»—¿Oyes la nieve contra los cristales de la ventana, Kitty?¿Has visto lo dulce y lo suave que suena? Es como sihubiera alguien que estuviera besando la ventana desdefuera. Me pregunto si la nieve está enamorada de los árbolesy de los campos y por eso los besa con tanta dulzura.

Luego les arropa con un edredón blanco y les dice: «dormid,queridos, hasta que llegue el verano». Y cuando se despiertanen verano, Kitty, se visten todos de verde y bailan de unlado a otro cuando sopla el viento… ¡Oh, eso es muybonito! —exclamó Alicia dejando caer el ovillo para daruna palmada—. ¡Me encantaría que fuera verdad! Estoysegura de que los bosques tienen sueño en otoño cuandolas hojas se ponen marrones.

»—¿Sabes jugar al ajedrez, Kitty? No, no te rías, querida,te lo pregunto en serio. Porque cuando estábamos jugandoantes, tú mirabas como si entendieras y cuando dije«¡jaque!» ¡tú ronroneaste! Bueno, es que fue un buenjaque, Kitty, y podía haber ganado de verdad si no hubierasido por ese desagradable caballo que llegó galopando entremis piezas. Kitty, querida, vamos a hacer como si…

Aquí me encantaría contaros aunque fuera la mitad de lascosas que a Alicia le gustaba decir. Una de ellas era aquella,su frase favorita: «vamos a hacer como si…». El día anteriorhabía discutido mucho con su hermana y todo porque Aliciale había dicho: «Vamos a hacer como si fuésemos reyes yreinas». Su hermana, a quien le gustaba ser muy precisa,le aseguró que no podían, porque sólo eran dos y Aliciaacabó diciéndole:

«Bueno, si quieres tú puedes ser una de ellos y yo serétodos los demás». Y hasta hubo una vez en que llegó aasustar de verdad a su vieja niñera cuando de pronto le dijoal oído: «¡Niñera! ¡Vamos a hacer como si yo fuera unahiena hambrienta y tú un hueso!». Pero eso ya nos alejaríademasiado de la conversación de Alicia con el gatito.

—¡Vamos a hacer como si tú fueras la Reina Roja,Kitty! Creo que si te sentaras y cruzaras los brazos serías

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exactamente igual que ella, ¿sabes? ¡Anda inténtalo, haz el esfuerzo!

Alicia cogió a la Reina Roja de la mesa y la colocó delantedel gatito para que pudiera imitar el modelo pero no tuvomucho éxito, más que nada (o eso dijo Alicia) porque elgatito no era capaz de cruzar bien los brazos. Así que paracastigarlo, lo cogió en alto y lo puso delante del espejopara que pudiera ver la torpe figura que hacía.

—…Si no lo haces bien enseguida —añadió— teencerraré en la Casa de detrás del Espejo. ¿Te gustaría eso?Mira, Kitty, si me escuchas y no me interrumpesconstantemente, te contaré todo lo que sé sobre la Casa dedetrás del Espejo. Lo primero de todo, mira bien esahabitación que está en el espejo… es exactamente igual quenuestro salón, solo que las cosas están al revés. Si me suboa una silla la puedo ver entera… todo menos la parte queestá detrás de la chimenea. ¡Y no sabes lo que me gustaría veresa parte! Me encantaría saber si la encienden en invierno,pero no lo puedo saber, a no ser que salga humo de lanuestra y entonces ya sé que sale humo de la otra habitacióntambién… aunque puede que sólo lo finjan para quepensemos que ellos también tienen fuego. Luego, los librosson como nuestros libros pero las palabras están escritas alrevés. Eso lo sé porque una vez puse uno de nuestros librosfrente al espejo y ellos pusieron el mismo al otro lado.

»—¿Te gustaría vivir en la Casa del Espejo, Kitty? Mepregunto si te darían leche allí. A lo mejor la leche delEspejo no se puede beber… ¡Pero mira, Kitty!, tambiéntienen un pasillo. Se puede ver un poquito del pasillo de laCasa del Espejo si dejas la puerta de nuestro salón abiertapor completo: y es muy parecido a nuestro pasillo por lo

que puedes ver, aunque es posible que sea diferente másallá. ¡Oh, Kitty, qué divertido si pudiéramos cruzar a la casadel Espejo! ¡Estoy segura de que allí hay cosas preciosas!Vamos a hacer como si pudiésemos llegar hasta allí de algunamanera, vamos a hacer como si el cristal si hubiera vueltosuave como una gasa y pudiésemos cruzar. ¡Mira, si hasta seestá convirtiendo en una especie de vaho! Así va a ser muyfácil cruzar…

Alicia estaba subida a la repisa de la chimenea mientrashablaba, aunque apenas sabía cómo había llegado hasta allí.Y era verdad: el cristal estaba empezando a desvanecerse,igual que una brillante bruma plateada.

Un segundo después Alicia atravesó el cristal y, tras unpequeño salto, entró en la habitación del Espejo. Lo primeroque hizo fue mirar si había fuego en la chimenea, y se alegrómucho al encontrarse con uno de verdad que ardía tanintensamente como el que había dejado atrás. «Así que aquípodré estar igual de calentita que en la antigua habitación—pensó— incluso más todavía, porque no habrá nadieque me regañe por acercarme tanto. ¡Oh, qué divertidoserá cuando me vean a través del cristal y no puedan llegarhasta mí!»

Empezó a mirar entonces a su alrededor y se dio cuentade que lo que se veía de la antigua habitación era bastantenormal y aburrido pero que el resto de las cosas no podíanser más diferentes. Por ejemplo, los cuadros de la pared juntoa la chimenea parecían estar vivos, y el reloj que estabasobre la chimenea (sólo se podía ver la parte de atrás en elespejo) tenía la cara de un hombre mayor y la sonreía.

—Esta habitación no está tan ordenada como la otra—pensó Alicia y hasta le pareció ver algunas de las figuras

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de ajedrez junto a la chimenea entre las cenizas. Con una exclamación de sorpresa, se puso de rodillas yapoyándose en las manos las observó. ¡Las piezas sepaseaban de dos en dos!

—Ahí están el Rey Rojo y la Reina Roja —susurró Aliciacon miedo de asustarlos— y también el Rey Blanco y laReina Blanca sentados al borde de una pala… y las dosTorres caminan cogidas del brazo… no creo que puedanoírme —continuó mientras acercaba la cabeza— y estoycasi segura de que tampoco pueden verme. Me sientocomo si me hubiera vuelto invisible…

En ese momento algo empezó a gemir sobre la mesadetrás de Alicia, e hizo que volviera la cabeza. Era uno de lospequeños Peones Blancos dando pataditas. Alicia se quedóobservándole con mucha curiosidad, no quería perdersenada de lo que pasara.

—¡Es la voz de mi hijo! —gritó la Reina Blanca, y ensu apresuramiento empujó al Rey con tanta fuerza que lehizo caer sobre las cenizas— ¡Mi querida Lily! ¡Mi cachorroimperial! —gritó mientras trepaba como loca por elguardafuegos.

—¡Qué imperial, ni qué imperial! ¡Mis imperiales narices!—dijo el Rey, que se había golpeado la nariz en la caída. Y laverdad era que tenía derecho a estar un poco molesto con laReina porque estaba cubierto de ceniza de la cabeza a los pies.

Alicia estaba deseando ser de ayuda y, como parecía que ala pobre y pequeña Lily iba a darle un ataque, se apresuró a levantar a la Reina y ponerla sobre la mesa junto a suruidosa hija.

La Reina jadeó y se sentó: el rapidísimo viaje por el airela había dejado sin aliento y durante unos minutos no