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  • 7/25/2019 Gente Normal

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    EMEEQUIS|

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    AGOSTOD

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    normalgente Manuel Ramrez

  • 7/25/2019 Gente Normal

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    Manuel Ramrez camina, nervioso, entre los anaqueles de su coleccin de discos. Esecuarto oscuro de tabique gris le sirve de bo-

    dega para los casi mil acetatos que lo han acompa-ado en su carrera.

    La luz y el aire entran a chorros por una ventana perono disipan el olor a humedad ni la sensacin de encierro.Con la mirada nublada y las manos temblorosas encuen-tra lo que busca: un LP de pulgadas.

    Esta es la primera cancin que escuch cuando eranio y de ah la msica fue una obsesin anuncia mien-tras coloca el disco en un viejo tornamesa. Entonces brota

    el tpico y nostlgico sonido del gis, justo antes de los pri-meros acordes deBaila con ella, de la Sonora Matancera.

    Antes de que los sonideros sacudieran las calles consus rituales guapachosos, a principios de los aos seten-ta; antes deLa Changao el Sonido Fascinacin, ManuelRamrez ya haca sonar discos en bocinas improvisadasy comparta sus conocimientos sobre danzn y cumbiacon los que hoy son figuras del movimiento popular.

    Este hombre encorvado de aos fue uno de los pri-meros sonideros del DF. Sin embargo, la historia le hadestinado apenas un pequeo crculo de seguidores ensu pueblo natal de la Candelaria, Coyoacn. Ah, todavaes conocido como Sonido Ramrez y la gente lo ha coro-

    nado como el patriarca del sazn en las fiestas patronales.Con la voz fatigada, Manuel Ramrez recuerda queen comenz a poner msica en el mercado deTepito. Cobraba centavos. Todava era tempranopara que aparecieran los que despus se adjudicaran elttulo de pioneros, como Sonido La Sociay la dinasta delos hermanos Perea. Cuando ninguno de ellos exista,la fiesta le perteneca entera a Manuel.

    Todos los das haca vibrar farras maratnicas contocadiscos y su amplificador Radson de bulbos.Me invitaban a otros estados, queran que me fuese aPuerto Rico y a Colombia. Nunca acept, rememora ysacude la mano como si la aoranza le hubiese mordidolas yemas de los dedos.

    Con urgencia, muestra una fotograa que ha guarda-do durante casi aos. Aparece l junto con un mu-chacho de frente amplia y sonrisa prominente. Es Ra-mn Rojo, La Changa, muchos aos antes de serproclamado como el rey de reyes. Conserva la imagencomo un vago testimonio de su amistad con el hombrems importante del movimiento sonidero; una pruebade aquel tiempo, cuando le ense a Ramn la alquimiade los ritmos bailables.

    Para los estudiosos del fenmeno social, slo existendos tipos de sonideros: aquellos que se vuelven mitos dela fiesta y crecen hasta convertirse en monstruos de las

    maquinarias y la ingeniera de audio. La segunda catego-ra pertenece a los que quedaron atrs, con aparatos mo-destos destinados a tocar en fiestas locales. No hay puntosintermedios. Manuel Ramrez pertenece a los segundos.

    Nunca quise la fama, lo nico que quera es ms m-sica, lo dems me daba igual, explica con su sonrisadesdentada.

    El dinero que obtena por sus presentaciones y porsus ventas de aguacate en el mercado de Tepito, lo in-verta en su melomana. Compr cientos, miles de vi-

    nilos de danzn, guaracha, rumba y cumbia; artistascomo la Sonora Matancera, ico Estrada, Rufo Garrido,Carmen Rivero, forman todava parte de su coleccin.

    Su esposa pens que haba perdido la razn pues mien-tras su casa se caa a pedazos y luchaban por alimentara sus seis hijos, el sonidero compraba por duplicadocada disco importado.

    Cuando floreci la fiesta callejera, Manuel Ramrezno quiso dejar su local de aguacates y lanzarse a la aven-tura de la msica tropical. Observ a la distancia comoRal Lpez Sonormico, Enrique LaraMaracaibo, Soni-doLa Conga,Roberto Herrera Rolasy el sonidofrica seencumbraban. An hoy, stos y muchos otros grandessonideros no dudan en reconocer la influencia que tuvoManuel Ramrez en sus carreras.

    Hoy los sonidos han dejado las calles. A pesar de quesus mayores exponentes han ganado lugares en festiva-

    les como el Vive Latino y Coachella, en Estados Unidos,cada vez se organizan menos fiestas donde las autori-dades permitan cerrar avenidas como ocurra todavahace unas dcadas.

    Toda la msica que coleccion Manuel Ramrez du-rante su vida es ya un recuerdo tan lejano que no le traefelicidad. A veces se pregunta si es la medicina contra eldolor que toma por su cncer de prstata la que le haanestesiado tambin el alma y le impide sentir la msica.

    No lo sabe, pero sigue esperando a que un da unanueva rumba lo alcance en su cama y lo despierte conel gusto de hace unas dcadas.

    POR JUAN MANUEL CORONEL

    FOTOGRAFA: CHRISTIAN PALMA

    ProfesinEl abuelo de

    los sonideros

    Antes deLa Changa, Manuel Ramrez

    ya haca haca vibrar farras con

    tocadiscos y su amplificador

    Radson 850 de bulbos.