germán castro caycedo - toda una 800 i11dios compraventa · 2020. 8. 19. · por ge?..man castro...

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El indígena de es ta zona pide ¡ 0 ayudJ dd gob iern o: "Pero qu e las comisiones que vengan hablen con nosotros y no se qu~c.lc1~ ~n la c¡¡ sa de lu~ conwn:íanle.s rcc 1 b1c ndo aga• sa jos crnno ha s uce dido hasta ahora ", dicen. - (Fotocolor EL 1 IEMJ'U, de Ca ri e ,') Caiccdo), La n uei:a Ar !lracuara (/ [) 800 i11dios en compraventa Por GE?..MAN CASTRO CAYCEDO Luego de once días de e:spera, los. 2~ 13 indí- genas andoq ue s que trabajaban en la extracción del caucho en Araracuarn. B.ún no habían salido a cedularse, porque:, según los huitotos que ha- blaror, diariaménte con nosotros, no podían abandonar e! "fáhr¡co". Si lo hacían, perdian mucho tiempo :: l..; deuda con s\1s duefi os po- día ,:1 umen tc.1r. Los ,:1ndoc¡1: r.s son los ún icos indígenas de est.:i zona que todavia tienen dueiio. E!los s~ compran y ;.e venden como cualquier animal, a precio s qui:: algunas veces son re!alivamente ''.:tilo..:; ". Ptr0 la demorc.1 de los ,mdoque.s para pre- . j scnt.arse ante la única co m. isión .oficial que lrn llevado ::illi algo concreto -la de la Registrn- . duna- representaba, según Pablito Firitek y Víctnte M,:kurlloíe -capitán indígena de los huitotos--. el tem9r de sus propietarios de que · contaran c6mo en Araracuara -hoy, como en 1890- prev,:1lecen las condiciones de esclavitud impuesta durante lo s primeros 40 arios del pre- sente siglo por la "Casa Arnna" Líl barbarie La "Casa Arana" fue una compaia de cau• cheros peruanos que hasta fi nalizar la década del 30, explotó las sel v,:1s del Su r con la sangre el e n,illares de indígenas. Ellos marcaron con hierros calientes -como nl ganado- u los aborígenes; ut ilizaron todas las mujeres de sus t ri bus cuando llegaban a los 12 años; azotaron hasta mori r a aquellos que no entregaban periódi camente una cuolO. de caucho previamente fijada, o simplemente los encerrnban en cuevas talladas en la roca (aún <m Chorrern se encuentran estos calabozos ), hasta que falleciernn po r hambre. Los indígenus ele] Sur no conoci eron el dine ro ni el descanso, porque el sistema de "endeu• th1r!os", impuesto por la "Casa Arana", consis· tia en darl e.s , por ejemplo, una camisa o un pantalón, que les eran cobrados a precios ex• t rnordinario!-:i, los cuales duraban pagando con trabajo, muchas veces, toda la vida. HoY también Hoy en Araracuara hemos encontrado exaC'· tarnenl e lu misma siluación, con el único "uti• vio" pura el indígena de ue sus due!los no Jo~ marcan con hierros ni los el iminan en form<1 violenta corno anl es. Los andoques son de propiedad de dos des- cen di entes directos de uno de los verdugos que más recuer c¡la la historia ele la "Casa Arana", uno de los cuales se hace cada a más fuerte, apoyado por algunos politicos que viven en la capital. . En Araracuara cualquiera puede conseguir sin mayor esfuerzo un esclavo indigena de su propiedad (sj!1 llenar formulari os ni escrituras), pagando/.' estos dos caucheros la deuda que el escogido tenga con ellos. Nosotros, navegando Caquetá abajo, halla- mos una tarde ;1 un hombre que transportaba en su pequella quilla una radiola "stereo" tl e dos baflcs, desde luego ruera de servicio, por- q ue el único di sco de que disponía habia sido achkhnrrnd o po r c-1 sol, y las pil as ya no fu ll cJCmnllfül. El no tení:1 tn mpoco dinero para com• pr.ir unas nue~us. Esto r e.s umpura nosotros el ~istcmu del "endeude" del indígena. El (:auchero les da a c!Jus lodo !o que quieran pedir, unu escopeta, una vajilla de co lores o un pequei'lo tele-viso,., pero a cambio ar:cta en un libro el precio del objeto (elevado unas 40 veces). En esta forma el indígena q::eda empeii:ado para toda su vid'.l . El fábrko Los andoques trabajan por temporadas (o '·fábricas") de seis meses, tiempo durante el cual se internan en la selva, solamente con :i.1- guníls porciones de íar ii 'ia (arepa extraída de la yuca brava ), que ellos mismos prod ucen. La farit, deben ve11derla para procurarse algunos centavos, a un par de comerciantes que trafican allí amparados por los caucheros. Uno de éstos, llegó como guardián al penal; poste- riormente se dedicó a la extra ccion del c.-i uc ho y más larde a esclavizar a la s gentes con su especulación. Hoy ha atesorado un sólido capit, a! , hecho en b.ase de atropellos, y es también dirigente po li t1co de la zom1, "con importantes conexiones en Bogo llt" Como desde el siglo pasado es usual allí. !os indígenas caucheros solo logran su li bertad (aunque el dueñc. pierda la deuda), cuando so ha!lan enfermos de muerte. Pablo Firitck huit~~o c~~ºf i~\~~~~n:i!n~;a ªn:ªS!~~ !:1r ~~~i\ii:~ que sus pulmones están carcomidos por la "tos". Pablito es hijo de un I guardián que llegó al penal, y de Margarita Firitek, una indígena que lo acompar1ó hasta su muerte, de 17 puñaladas que le propinaron unos prófugos del penal, q ue él perseguía. El muchacho debió trabajar desde los 10 ar"íos en ext_ racción del caucho. Hoy cuenta: - TrabaJé muy duro, sin salir de la selva, porq ue estaba endeudado con el comercianle Aniceto Fajardo, que antes se dedicaba al cau- cho, pero él me dejó li bre cuando vio que yo tenia la "tos". -¿,Por qué le dio esa cnfermed.ad? -Porque trabajaba muy duro y no comia nada. A veces ni fa riüa ; la raril1a la hacemos no,iotros de la yuc¡¡ amarga y se la vendemos a Aniceto Fajardo a $ 1.50, y después tenemos que comprürsela a 3, pesos. -¿,Cuánto le debe a Fajardo'! -Muchísima plata, 400 pe$0S. Es que yo no teníu en qué recoger el caucho para él y entonces le compré un ba lde de ul uminio. El me dijo mucho después que vale 400 pesos. El bal- de fue comprado por libro ... El libro que ell os tienen sir ve para anotar las deudas..... Muchas veces no le dan a uno nada y apuntan lo que quieren. Otras le dan a uno un peso }' anotan 100 ... - Pablito, ¿qui énes son sus padres? -Mi madre era huitota y mi padre un ra- cional. -(,Cómo es eso de "racional"? -Pues ... blanco. Eso de racional me lo ense- iló un misionero, el padre Cristóbal Torralba, en un . internado de Chorrera, donde yo estudié. El padre nos decia siempre que los indios éra• mos un~s salvajes, que agradeciéramos que él 'nos habia venido a levanta r. .. Antes, nosotros teniamos el apellido de la mamá, pero nos hi - cieron poner le del papá, que era blanco, aun- que nosotros no fuéramos r acionales. Los Hultotos Apurle ele los andoques, en la zona habitan incligenus hu itolos y muinanes; todos suman una población de 800 almas. Los último, viven mezclados y la inmensa mayoría ha logrado liberarse de la esclavitud de los caucheros, mas no de la de los comerciantes. En e! antiguo penal trabajaron como guar- dianes y hoy se desempei1an como peones, bar• queras o motoristas de los botes. Pero más arri- ba de las cataratas hay una maloca huitota. Navegando hacia allí nos llamó la atención ver sobre !as riberas del río algunas casas "ak ladas unas de oiras. Preg untábamos siempre quién vivía en ellas y la respuesta fue siempre la rilisma: "un indio con su mujer y sus hijos". Por eso, al ll egar a la maloca, nuestro primi:!r tema de conversación fu e ese: ¿po r qué hay in-_ digenas que se han aisLido'? La maloca En tocio el su r no es posible hal la r "pu e- blos" de indígenas, porque las tribus tradicio- nalmente han tenido una organización comunal Entonces, varias decenas de familias se t1gr;1 - pan en una sola casa gigantesca, que les sirve de vivienda. es templo v universidad a la veL Esa es la maloc.i. En ella. tradicionalmente, !os indígenas escu· chan durant e muchos aíios, todos los días, hs enseíianzas de los abuelos, hombres de gnrn sabiduría que, a su vez, han empleado hasta 30 a ño s aprendiendo la historia de su pueblo, su religión, sus manifestaciones rituales, botánica y todos los secretos de la selva El aislamiento de centenares\ de ellos en ca• sas individuales y lejanas ha traído como con- secuencia la desintegración total de los huito- tos y muinanes de Araracuara, que hoy no co- nocen su cultura y se avergüenzan totalmente de las costumbres de su pueblo. En la maloca encontramos jóvenes vestidns con pantalón de paño, que. apenados, ridiculi- zaban a los mayores, cuando estos bailaro,1 para nosotros algunas danzas rituales de singu- lar belleza Rescolcl o Los huitotos de esta zona se hallan <lestn)- zados moral' y físicamente. Ellos llegaron ha sl::i alli a principios de siglo, huyendo de la ''Ca •,a Arana", y habían logrado reconstruír parte de la dignidad perdida y curar las heridas de los hierros candente~. Pero cuando e:,;to estaba a punto de logrnr- se. en 1934 e! gobierno -olvidando que allí habia toda una comunidad indígena- envió a los peores delincuentes: creó la colonia pena l. MAÑANA: Los huilotos fueron las peores vic~ timas del penal. - Colonos e indige• ~; 1 ~~~'."ª .sola clase, una misma espe. EL TIEM - PO iVIER f/ES 17 l)f NOV IEMBRc DE 1972 1a . - e

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Page 1: Germán Castro Caycedo - toda una 800 i11dios compraventa · 2020. 8. 19. · Por GE?..MAN CASTRO CAYCEDO Luego de once días de e:spera, los. 2~13 indí genas andoque s que trabajaban

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r¡ úJ1lCO medio de comunic.1ü)n . Ellos reco•

n en cen tenares de ki lómetros en busca de mejor vida y hoy el M inis terio de Agricu!Lllnt está en vias de ofrecérsela gracias a u11 ambicioso plan. (fotocolor EL TIEMPO, de Carlo.s Caicedo) .

Paraguas, vistoso traj e similar al de las ' ·blancas" y un par de pies descalzos que acarician la tierra que hace muchos siglos es de ellos. Aunque la in· digena de' Ararac~ara se a'-:1:e!._güenza de sus t radi·

ciones y se vis te como los invasores, aún conserva algunas costumbres propia::;: la m a nera de cargar al hi jo es un ejemplo. (Fotocolor EL TIEMPO, de Carlos Caicedo).

paf<;. El indígena de es ta zona pide ¡0 ayudJ dd gobierno: " Pero qu e las comisiones que venga n hablen con nosotros y no se qu~c.lc1~ ~n la c¡¡sa de lu~ conwn:íanle.s rcc 1b1c ndo aga• sa jos crnno ha s ucedido hasta ahora " , dicen. - (Fotocolor EL 1 IEMJ'U, de Ca ri e ,') Ca iccdo) ,

La nuei:a Ar!lracuara (/[)

800 i11dios en compraventa Por GE?..MAN CASTRO CAYCEDO

Luego de once días de e:spera , los. 2~13 indí­genas andoq ue s que trabajaban en la extracción del caucho en Araracuarn. B.ún no habían salido a cedularse, porque:, según los huitotos que ha­blaror, diariaménte con nosotros, no podían abandonar e! "fáhr¡co". Si lo hacían, perdian mucho tiempo :: l..; deuda con s\1s duefios po­día ,:1 umen tc.1 r .

Los ,:1ndoc¡1: r.s son los ún icos indígenas de est.:i zona que todavia tienen dueiio. E!los s~ compran y ;.e vende n como cua lquier animal, a precios qui:: algunas veces son re!a livamente ''.:tilo..:; ".

Ptr0 la demorc.1 de los ,mdoque.s para pre­. j scnt.arse ante la única co m. isión .oficial que lrn ~ llevado ::illi algo concreto -la de la Registrn -

. duna- representaba , según Pablito Firitek y Víctnte M,:kurlloíe -capitán indíge na de los huitotos--. el tem9r de sus prop ieta rios de que

· contara n c6mo en Araracuara -hoy, como en 1890- prev,:1lecen las condiciones de esclavitud impuesta durante lo s primeros 40 arios del pre­sente siglo por la "Casa Arnna"

Líl barbarie La "Casa Arana" fue una compaiiía de cau•

cheros per uanos que hasta fi nalizar la década del 30, explotó las sel v,:1s del Su r con la sangre el e n,illares de indígenas.

Ellos marcaron con hierros calientes -como nl ganado- u los aborígenes; ut ilizaron todas las mujeres de sus t ri bus cuando llegaban a los 12 años; azotaron hasta mori r a aquellos que no entregaban periódicamente una cuolO. de cau cho previamente fijada , o simplemente los encerrnban en cuevas talladas en la roca (aún <m Chorrern se encuentran estos calabozos ), hasta que falleciernn po r hambre.

Los indígenus ele] Sur no conocieron el dine ro ni el descanso, porque e l sistema de "endeu• th1r!os", impuesto por la "Casa Arana", consis· tia en darl e.s , por ejemplo, una camisa o un panta lón, que les eran cobrados a precios ex• trnordinario!-:i, los cuales duraban pagando con trabajo, muchas veces, toda la vida.

HoY también Hoy en Araracuara hemos encontrado exaC'·

tarnenle lu misma siluación , con el único "uti• vio" pura el indígena de c¡ ue sus due!los no Jo~ marcan con hierros ni los el iminan en form <1 violenta corno anles.

Los andoques son de propiedad de dos des­cendi entes directos de uno de los verdugos que más recuerc¡la la hi storia ele la "Casa Arana" , uno de los cuales se hace cada día más fuerte, apoyado por a lgu nos politicos que viven en la capi tal. .

En Araracuara cualqu iera puede conseguir sin mayor esfuerzo un esclavo indigena de s u propiedad (sj!1 llenar formulari os ni escrituras), pagando/.' estos dos caucheros la deuda que el escogido tenga con ellos.

Nosotros, navegando Caquetá a bajo, hal la­mos una tarde ;1 un hombre que transportaba en su pequella quilla una radiola "stereo" tl e dos baflcs, desd e luego ruera de servicio, por­que el úni co di sco de que disponía habia sido achkhnrrnd o po r c-1 sol, y las pil as ya no fu ll • cJCmnllfül. El no tení:1 tn mpoco dinero para com• pr.ir unas nue~us.

Esto re.sum ió pura nosotros el ~istcmu del "endeude" del indígena. El (:auchero les da a c!Jus lodo !o que qu iera n pedir, unu escopeta,

una vajilla de co lores o un pequei'lo tele-viso,., pero a cambio ar:cta en un libro el precio del objeto (elevado unas 40 veces). En esta forma el indígena q::eda empeii:ado para toda su vid '.l.

El fábrko Los andoques trabajan por temporadas (o

'·fábricas") de seis meses, tiempo durante el cual se interna n en la selva, solamente con :i.1-guníls porciones de íarii'ia (arepa extraída de la yuca brava ), que ellos mismos prod ucen.

La farifüt, deben ve11derla para procurarse algunos centavos, a un par de comerciantes que trafican allí ampa rados por los caucheros. Uno de éstos, llegó como guardián al penal; poste­riormen te se dedicó a la extraccion del c.-iucho y más larde a esclaviza r a la s gentes con su especulación.

Hoy ha atesorado un sólido capit,a! , hecho en b.ase de atropellos, y es también dirigente po li t1co de la zom1, "con importantes conexiones en Bogo llt"

Como desde el siglo pasado es usual allí. !os indígenas caucheros solo logran su libertad (aunque el dueñc. pierda la deuda), cuando so ha!lan enfermos de muerte.

Pablo Firitck

huit~~o c~~ºf ~ i~\~~~~n:i!n~;a ªn:ªS!~~ !:1r~~~i\ii:~ que sus pulmones están carcomidos por la "tos".

Pablito es hijo de un I guardián que llegó al penal, y de Margarita Firitek, una indígena que lo acompar1ó hasta su muerte, de 17 puñaladas que le propinaron unos prófugos del penal, que él perseguía.

El muchacho debió trabajar desde los 10 ar"íos en ext_racción del caucho. Hoy cuenta:

- TrabaJé muy duro, sin salir de la selva, porq ue estaba endeudado con el comercianle Aniceto Fajardo, que antes se dedicaba a l cau­cho, pero él me dejó li bre cuando vio que yo tenia la " tos" .

-¿,Por qué le dio esa cnfermed.ad? -Porque trabajaba muy duro y no com ia

nada . A veces ni fa riüa ; la raril1a la hacemos no,iotros de la yuc¡¡ amarga y se la vendemos a Aniceto Fajardo a $ 1.50, y después tenemos que comprürsela a 3 , pesos.

-¿,Cuánto le debe a Fajardo'! -Muchísima plata, 400 pe$0S. Es que yo

no teníu en qué recoger e l caucho para él y entonces le compré un ba lde de ul uminio. El me dijo mucho después que vale 400 p esos. El bal­de fue comprado por libro ... El libro que ellos tienen sirve para anotar las deuda s ..... Muchas veces no le dan a uno nada y apuntan lo que quieren. Otras le dan a uno un peso }' anotan 100 ...

- Pablito, ¿quiénes son sus padres? -Mi madre era huitota y mi padre un ra-

cional. -(,Cómo es eso de " racional"? -Pues ... blanco. Eso de racional me lo ense-

iló un misionero, el padre Cristóbal Torralba , en un .internado de Chorrera, donde yo estud ié. El padre nos decia siempre que los ind ios éra• mos un~s salvajes, que agradeciéramos que él 'nos habia venido a leva nta r. .. Antes, nosotros teniamos e l apellido de la mamá, pero nos hi ­cieron poner le del papá, que e ra blanco, aun­que noso tros no fuéramos raciona les.

Los Hultotos Apurle ele los andoques, en la zona habitan

incligenus hu itolos y muinanes; todos suman una población de 800 almas. Los último, viven

mezclados y la inmensa mayoría ha logrado liberarse de la esclavitud de los caucheros, mas no de la de los comerciantes.

En e! antiguo penal trabajaron como guar­dianes y hoy se desempei1an como peones, bar• queras o motoristas de los botes . Pero más arri­ba de las cataratas hay una maloca huitota.

Navegando hacia allí nos llamó la atención ver sobre !as riberas del río algunas casas "ak ladas unas de oiras. Preg untábamos siempre quién vivía en ellas y la respuesta fue siempre la rilisma: "un indio con su mujer y sus hijos" . Por eso, al ll egar a la maloca, nu estro prim i:!r tema de conversación fu e ese: ¿po r qué hay in-_ digenas que se ha n aisLido'?

La maloca En tocio el su r no es posible hal la r "pue­

blos" de indígenas, porque las tribus tradicio­nalmente han tenido una organ ización comunal Entonces, varias decenas de familias se t1gr;1 -pan en una sola casa gigantesca , que les sirve de vivienda. es templo v un iversidad a la veL Esa es la maloc.i. •

En ella. tradiciona lmente, !os indígenas escu· chan durante muchos aíios, todos los días, hs enseíianzas de los abuelos, hombres de gnrn sabiduría que, a su vez, han empleado hasta 30 año s aprendiendo la historia de su pueblo, su religión, sus manifestaciones rituales, botánica y todos los secretos de la selva

El aislamiento de centenares\ de ellos en ca• sas individuales y lejanas ha traído como con­secuencia la desintegración total de los huito­tos y muinanes de Araracuara, que hoy no co­nocen su cultura y se avergüenzan totalmente de las costumbres de su pueblo.

En la maloca encontramos jóvenes vestidns con pantalón de paño, que. apenados, ridiculi­zaban a los mayores, cuando estos bailaro,1 para nosotros algunas danzas rituales de singu­lar belleza

Rescolclo Los huitotos de esta zona se hallan <lestn)­

zados moral ' y físicamente . Ellos llegaron ha sl::i alli a principios de siglo, huyendo de la ''Ca•,a Arana", y habían logrado reconstruír parte de la dignidad perdida y curar las heridas de los hierros candente~.

Pero cuando e:,;to estaba a punto de logrnr­se. en 1934 e! gobierno -olvidando que allí hab ia toda una comunidad indígena- envió a los peores delincuentes: creó la colonia pena l. MAÑANA: Los huilotos fueron las peores vi c~

timas del penal. - Colonos e indige• ~;

1~~~'."ª .sola clase, una misma espe.

EL TIEM-PO iVIER f/ES 17 l)f NOV IEMBRc DE 1972

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