illuminare nº 388

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Nº 388 ABRIL 2013 SERVICIO PASTORAL MISIONERA AÑO XCI

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Revista para la animación misionera de la Jornada de Vocaciones Nativas 2013 que se celebrará el 28 de abril bajo el lema "Señal de Esperanza"

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Nº 388ABRIL 2013SERVICIO

PASTORALMISIONERA

AÑO XCI

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LEMA. “SEÑAL DE… El concepto de señal tiene una hondafundamentación bíblica: los pastores reciben un mensaje para indicarlesla señal por la que encontrarán al Niño; el milagro de las bodas de Caná es la primera señalpara que los discípulos crean en la divinidad de Jesús; los fariseos le piden una señal; To-más niega la resurrección, a no ser que vea la señal de los clavos; dieron la mano a Pablo yBernabé en señal de comunión.... ... ESPERANZA” Es preciso descubrir la íntima conexión entre fe y esperanza. Nos ayu-da Benedicto XVI: “Aquí está el fundamento seguro de toda esperanza: Dios no nos deja nun-ca solos y es fiel a la palabra dada. Por este motivo, en toda situación gozosa o desfavorable,podemos nutrir una sólida esperanza y rezar con el salmista: «Descansa solo en Dios, almamía, porque él es mi esperanza» (Sal 62,6). Tener esperanza equivale, pues, a confiar en elDios fiel, que mantiene las promesas de la alianza. Fe y esperanza están, por tanto, estrecha-mente unidas” (Mensaje para la L Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, 2013).

CARTEL (“Iglesia en Misión”). Una planta que brota de la tierra, depositada en las manos de una religiosa. Parece-ría impensable que esto pudiera suceder, pero así es. Hay motivos sobrados para la espe-ranza, porque “para Dios nada hay imposible”.

. El rostro de la religiosa. Sus rasgos indican que procede de alguno de los países don-de la evangelización es reciente; fruto de la labor misionera de la Iglesia. Esta vocación, co-mo otras muchas, es un indicador de que las vocaciones nativas son una hermosa realidad.

OBJETIVOSPromover entre los fieles una eficaz colaboración con los objetivos de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, que atiende las vocaciones al sacerdocio y a lavida consagrada en los territorios de misión.

Obtener fondos y ayudas económicas para el sostenimiento y la formación de las vocaciones a través de la financiación de “Becas”.

Fomentar en el seno de las comunidades cristianas la oración perseverante para queDios siga suscitando nuevas vocaciones en estos lugares de misión.

Intensificar la ayuda espiritual y material en favor de los sacerdotes enfermos y jubilados de los territorios de misión.

Servicio de Pastoral Misionera

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SSSSUUMMAARRIIOO

DIRECCIÓN Anastasio Gil García DISEÑO Antonio Aunés - EDICIÓN Rafael Santos

IMPRIME Rivadeneyra, S.A.Depósito Legal: M. 3790-1958

Dirección y Administración:C/ Fray Juan Gil, 5 . 28002 Madrid

Tfno: 91 590 27 80E-mail: [email protected] . http://www.omp.es

http://www.domund.org

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PP RR EE SS EE NN TT AA CC II ÓÓ NN DD EE LL AA JJ OO RR NN AA DD AASeñal de esperanzaAAnnaassttaassiioo GGiill,, Director Nacional de OMP

MM EE NN SS AA JJ EE DD EE BB EE NN EE DD II CC TT OO XX VV II PP AA RR AA LL AA JJ OO RR NN AA DD AA MM UU NN DD II AA LLDD EE OO RR AA CC II ÓÓ NN PP OO RR LL AA SS VV OO CC AA CC II OO NN EE SS

EE SS TT UU DD II OO PP AA SS TT OO RR AA LLCuestión de confianzaMMoonnss.. JJoosséé ÁÁnnggeell SSaaiizz MMeenneesseessObispo de Terrassa y Presidente de la ComisiónEpiscopal de Seminarios y Universidades

CC OO OO PP EE RR AA CC II ÓÓ NN EE CC OO NN ÓÓ MM II CC AAAportación económica de las diócesis españolasa la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol

SS EE RR VV II CC II OO II NN FF OO RR MM AA TT II VV OORespuestas concretas a necesidades concretas

TT EE SS TT II MM OO NN II OO SSTestimonios de gratitud

LL II TT UU RR GG II AAGuión litúrgico para la EucaristíaSSeemmiinnaarriioo MMaayyoorr ddee SSaann IIllddeeffoonnssoo ((TToolleeddoo))

VV II GG II LL II AA DD EE OO RR AA CC II ÓÓ NNSSeemmiinnaarriioo MMaayyoorr ddee SSaann IIllddeeffoonnssoo ((TToolleeddoo))

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La celebración de la Jornada anual de Vocaciones Nativas, promovida por el Se-cretariado de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol –una de las Obras Misio-nales Pontificias–, es una ocasión para volver la mirada, con admiración y agra-

decimiento, a las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada que Dios hace bro-tar en los territorios de misión. Esta iniciativa de Juana Bigard, que surgió en el año1889, ha suscitado en la Iglesia universal el compromiso de ayudar a seminaristas ynovicios, tanto en su formación, como mediante el equipamiento de seminarios y novi-ciados. Así lo manifestaba el beato Juan Pablo II con ocasión del centenario de estaObra: “¡Qué bellas páginas de la historia de la Iglesia han escrito en los diversos con-tinentes los socios de la Obra de San Pedro Apóstol! ¡Cuántos sacerdotes, religiosos yreligiosas han tenido, gracias a esta Obra, la alegría de seguir su vocación!”.

La contemplación de esta floración de vocaciones para hacer presente el Reino deDios es claramente motivo de esperanza. Así lo reconoció el Concilio Vaticano II: “LaIglesia agradece con inmenso gozo el don inestimable de la vocación sacerdotal queDios ha concedido a tantos jóvenes entre los pueblos convertidos recientemente a Cris-to. Porque la Iglesia echa raíces cada vez más firmes en cada grupo humano cuandolas varias comunidades de fieles tienen de entre sus miembros los propios ministros dela salvación en el Orden de los obispos, de los presbíteros y de los diáconos, al servi-cio de los hermanos” (Ad gentes, 16). Este es el fundamento seguro de toda esperan-za: “Dios no nos deja nunca solos y es fiel a la palabra dada” (Benedicto XVI, Men-saje para la L Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, 2013), y alcanza siem-pre a aquellos que se dejan encontrar.

Juana Bigard y su madre, EstefaníaEl “ayúdanos” que Pablo escuchó del macedonio (cf. Hch 16,9-10) viene a ser

un símbolo de cómo el mundo, muchas veces de manera inconsciente, ansía que al-guien le lleve una respuesta a sus necesidades y, sobre todo, al más profundo de susanhelos: poder vivir conforme a la dignidad de hijos de Dios. Millones de personasesperan el Evangelio, y la Iglesia debe “dar el salto” para ofrecérselo, por medio

Por D. Anastasio GilDirector de OMP en España

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de palabras y de gestos de caridad concreta que lo hagan visible. “Doquier nos apre-mia la urgente necesidad de procurar la salvación de las almas en la mejor formaposible; doquier surge la llamada «ayúdanos», que llega a nuestros oídos”, escribíael beato Juan XXIII en su encíclica misionera Princeps Pastorum (n. 3). Y tambiénel decreto Ad gentes señalaba que hay que facilitar el que “todos y cada uno de losfieles conozcan plenamente la situación actual de la Iglesia en el mundo y escuchenla voz de las multitudes que claman: «Ayúdanos»” (n. 36).

La Obra de San Pedro Apóstol nació ante las necesidades de ayuda para el cle-ro indígena planteadas por el obispo francés de Nagasaki, Mons. Jules-AlphonseCousin, de la Sociedad de Misiones Extranjeras. Él se encontró en su diócesis de Ja-pón con cristianos que, por miedo a las persecuciones, evitaban los auxilios espiri-tuales de los misioneros extranjeros, pero que podían ser fácilmente atendidos porsacerdotes del país. Juana Bigard y su madre, Estefanía, en contacto epistolar conel obispo, se movilizaron poniendo en marcha en 1889 esta Obra de apoyo a las vo-caciones nativas. Ellas, como Pablo, respondieron con generosidad y presteza al gri-to “¡ayúdanos!” que seguía resonando en el corazón de los evangelizadores, comosucede permanentemente en la historia personal y silenciosa de cada uno de los mi-sioneros y misioneras que, dejándolo todo, pasa a la otra orilla.

Como señaló Juan Pablo II, Juana y Estefanía “comprendieron la llamada deDios para consagrar sus recursos, sus energías y toda su vida a la promoción delEvangelio por medio de la formación de los sacerdotes, así como de hombres y mu-jeres consagrados, y supieron forjar con entusiasmo y tenacidad un instrumento ap-to para la realización de este noble propósito”.

En particular, Juana Bigard, que se había ofrecido a la voluntad de Dios, cono-ció, andando el tiempo, el misterio de la cruz que había presentido: “Sufriré mucho–escribía en 1903–, pero si a este precio la pequeña semilla de mostaza debe ger-minar y crecer, yo sería culpable si lo rechazara”. “Desde luego –añade Juan Pa-blo II–, su generoso sacrificio ha sido fecundo. La Obra de San Pedro Apóstol le de-be mucho, pues ella pudo desempeñar su papel y favorecer realmente el crecimientodel número de las vocaciones en las Iglesias jóvenes”.

“Vocaciones nativas, señal de esperanza”Este es el lema que la Dirección Nacional de Obras Misionales Pontificias pro-

pone a la Iglesia en España para vivir esta Jornada en el último domingo de abril,como establece la Conferencia Episcopal Española. El lema se inspira en el Mensa-je de Benedicto XVI para la L Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, quegira en torno al tema “Las vocaciones, signo de la esperanza fundada sobre la fe”.La celebración, por tanto, está en continuidad con la oración perseverante por lasvocaciones vivida el domingo anterior. A su vez, la contemplación de tantas voca-ciones en los territorios de misión es argumento para fortalecer la esperanza de queDios continúa llamando en los lugares más insospechados. Desde esta visión, se hade vencer la tentación del desaliento, para dar paso a la oración de gratitud.

Asomarse a los territorios de misión y contemplar la floración de estas vocacioneses, sí, un motivo de agradecimiento y esperanza. Dios sigue suscitando vocaciones en

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PPrreesseennttaacciióónn ddee llaa JJoorrnnaaddaa

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PPrreesseennttaacciióónn ddee llaa JJoorrnnaaddaa

su Pueblo. Importa menos que estas broten de un sitio o de otro; lo que realmente va-le es que Dios no ha abandonado a su Iglesia y mantiene las promesas de su alianza.

En efecto, en estos ámbitos geográficos donde es más visible que “la misión estáaún en sus comienzos”, hay muchas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagra-da. Este hecho se transforma en “señal de esperanza”. En la Biblia se recurre mu-chas veces al uso de una “señal”. Así, el ángel da a los pastores la señal para des-cubrir al Mesías, al Salvador, al Señor (cf. Lc 2,10); los fariseos piden a Jesús unaseñal que justifique la razón de sus milagros (cf. Mt 12,38ss); Tomás pone como con-dición para creer en el Resucitado ver la señal de los clavos (cf. Jn 20,25); Pablo cer-tifica su comunión con la Iglesia al comprobar que Pedro, Juan y Santiago “nos die-ron la mano en señal de comunión a Bernabé y a mí” (Gál 2,9); y, finalmente, el Apo-calipsis presenta a la “mujer vestida del sol” como una señal del triunfo final (Ap12,1). Ciertamente, la verificación de tantas vocaciones es una señal, como la que vie-ron los Magos o los pastores. Es preciso seguirla para encontrarse con el Señor.

Vocaciones necesitadas de ayudaEl proceso de discernimiento y formación de estas posibles vocaciones al sacer-

docio o a la vida consagrada es largo y muy laborioso. Los obispos han de contarcon personas preparadas y capacitadas para el acompañamiento de estos jóvenes.Sin duda, este es el principal reto de una Iglesia particular: tener los recursos hu-manos necesarios para la formación de quienes más tarde han de ser los principa-les colaboradores del pastor de la diócesis. Es verdad que algunos de ellos tienen laposibilidad de vivir esta formación en otros países con mayores recursos espiritua-les y académicos, pero en su mayoría han de permanecer en el país de origen, y esbueno que su formación se fragüe en estos ámbitos donde van a trabajar.

A esta escasez de medios humanos se suma la carencia de recursos económicos pa-ra el sostenimiento de estos jóvenes y el mantenimiento de los edificios donde recibenla formación. Juan Pablo II, en la carta que escribió con motivo del primer centena-rio de esta Obra Pontificia, decía: “El crecimiento del clero autóctono podría dete-nerse a causa de la insuficiencia de los recursos disponibles. Según el testimonio denumerosos obispos de los países de misión, más de una diócesis hoy día correría el pe-ligro de ver reducida su esperanza de contar con un clero autóctono, si no gozara dela ayuda aportada por la Obra de San Pedro Apóstol. No cerremos nuestro corazón:¡lo que hemos recibido de su bondad, démoslo también nosotros con alegría!”.

En nombre de tantas vocaciones que, con nuestra ayuda, pueden culminar sus proce-sos de formación y discernimiento vocacional, Obras Misionales Pontificias quiere hacerllegar su gratitud a los miles de cristianos anónimos que aportan su donativos para es-tos seminarios y noviciados. Uno de los medios que proponemos, a modo orientativo, sonlas “Becas” que una persona física o jurídica puede pagar para ayudar a estos semina-ristas o novicios. Sirva como indicador del fruto de estas limosnas el testimonio de quienahora es vicario general de la Archidiócesis de Lagos (Nigeria), Mons. Bernard Ayo Oko-dua: “Si no hubiera existido la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, no habría sidosacerdote. Gracias a ella, el seminario pudo financiar mis estudios”.

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MMeennssaajjee ddeell PPaappaa

Queridos hermanos y hermanas:

Con motivo de la 50 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el 21de abril de 2013, cuarto domingo de Pascua, quisiera invitaros a reflexionar sobre el tema: “Lasvocaciones, signo de la esperanza fundada sobre la fe”, que se inscribe perfectamente en el con-texto del Año de la Fe y en el 50 aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II.El siervo de Dios Pablo VI, durante la Asamblea conciliar, instituyó esta Jornada de invocaciónunánime a Dios Padre para que continúe enviando obreros a su Iglesia (cf. Mt 9,38). “El pro-blema del número suficiente de sacerdotes –subrayó entonces el Pontífice– afecta de cerca a

todos los fieles, no solo porque de él depende el futuro religioso de la socie-dad cristiana, sino también porque este problema es el índice justo e

inexorable de la vitalidad de fe y amor de cada comunidad parro-quial y diocesana, y testimonio de la salud moral de las fami-

lias cristianas. Donde son numerosas las vocaciones al estadoeclesiástico y religioso, se vive generosamente de acuerdocon el Evangelio” (Pablo VI, Radiomensaje, 11-4-1964).

En estos decenios, las diversas comunidades eclesia-les extendidas por todo el mundo se han encontrado es-piritualmente unidas cada año, en el cuarto domingo de

Pascua, para implorar a Dios el don de santas vocacionesy proponer a la reflexión común la urgencia de la respuesta

a la llamada divina. Esta significativa cita anual ha favoreci-do, en efecto, un fuerte empeño por situar cada vez más en el

centro de la espiritualidad, de la acción pastoral y de la oraciónde los fieles la importancia de las vocaciones al sacerdocio

y a la vida consagrada.La esperanza es espera de algo positivo pa-

ra el futuro, pero que, al mismo tiempo, sos-tiene nuestro presente, marcado frecuente-mente por insatisfacciones y fracasos.¿Dónde se funda nuestra esperanza? Con-templando la historia del pueblo de Israelnarrada en el Antiguo Testamento, ve-mos cómo, también en los momentosde mayor dificultad como los del exi-lio, aparece un elemento constante,subrayado particularmente por los

Tema: LAS VOCACIONES, SIGNO DE LA ESPERANZA FUNDADA SOBRE LA FE

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profetas: la memoria de las promesas he-chas por Dios a los patriarcas; memoria quelleva a imitar la actitud ejemplar de Abra-hán, el cual, recuerda el apóstol Pablo,“apoyado en la esperanza, creyó contra to-da esperanza que llegaría a ser padre de mu-chos pueblos, de acuerdo con lo que se lehabía dicho: Así será tu descendencia”(Rom 4,18). Una verdad consoladora e ilu-minante que sobresale a lo largo de toda lahistoria de la salvación es, por tanto, la fi-delidad de Dios a la alianza, a la cual se hacomprometido y que ha renovado cada vezque el hombre la ha quebrantado con la in-fidelidad y con el pecado, desde el tiempodel diluvio (cf. Gén 8,21-22), al del éxodoy el camino por el desierto (cf. Dt 9,7); fi-delidad de Dios que ha venido a sellar lanueva y eterna alianza con el hombre, me-diante la sangre de su Hijo, muerto y resu-citado para nuestra salvación.

En todo momento, sobre todo en aque-llos más difíciles, la fidelidad del Señor, au-téntica fuerza motriz de la historia de la sal-vación, es la que siempre hace vibrar los co-razones de los hombres y de las mujeres,confirmándolos en la esperanza de alcanzarun día la “tierra prometida”. Aquí está elfundamento seguro de toda esperanza: Diosno nos deja nunca solos y es fiel a la pala-bra dada. Por este motivo, en toda situacióngozosa o desfavorable, podemos nutrir unasólida esperanza y rezar con el salmista:“Descansa solo en Dios, alma mía, porque éles mi esperanza” (Sal 61,6). Tener esperan-za equivale, pues, a confiar en el Dios fiel,que mantiene las promesas de la alianza. Fey esperanza están, por tanto, estrechamenteunidas. De hecho, “«esperanza», es una pa-labra central de la fe bíblica, hasta el puntode que en muchos pasajes las palabras «fe»y «esperanza» parecen intercambiables. Así,la carta a los Hebreos une estrechamente la«plenitud de la fe» (10,22) con la «firme con-fesión de la esperanza» (10,23). Tambiéncuando la primera carta de Pedro exhorta alos cristianos a estar siempre prontos para daruna respuesta sobre el logos –el sentido y la

razón– de su esperanza (cf. 3,15), «esperan-za» equivale a «fe»” (Enc. Spe salvi, 2).

Queridos hermanos y hermanas, ¿en quéconsiste la fidelidad de Dios en la que sepuede confiar con firme esperanza? En suamor. Él, que es Padre, vuelca en nuestro yomás profundo su amor, mediante el EspírituSanto (cf. Rom 5,5). Y este amor, que se hamanifestado plenamente en Jesucristo, inter-pela a nuestra existencia, pide una respuestasobre aquello que cada uno quiere hacer desu propia vida, sobre cuánto está dispuesto aempeñarse para realizarla plenamente. Elamor de Dios sigue, en ocasiones, caminosimpensables, pero alcanza siempre a aquellosque se dejan encontrar. La esperanza se ali-menta, por tanto, de esta certeza: “Nosotroshemos conocido el amor que Dios nos tieney hemos creído en él” (1 Jn 4,16). Y esteamor exigente, profundo, que va más allá delo superficial, nos alienta, nos hace esperar enel camino de la vida y en el futuro, nos hacetener confianza en nosotros mismos, en lahistoria y en los demás. Quisiera dirigirme demodo particular a vosotros, jóvenes, y repeti-ros: “¿Qué sería vuestra vida sin este amor?Dios cuida del hombre desde la creación has-ta el fin de los tiempos, cuando llevará a ca-bo su proyecto de salvación. ¡En el Señor re-sucitado tenemos la certeza de nuestra espe-ranza!” (Discurso a los jóvenes de la diócesisde San Marino-Montefeltro, 19-6-2011).

Como sucedió en el curso de su existen-cia terrena, también hoy Jesús, el Resucita-do, pasa a través de los caminos de nuestravida, y nos ve inmersos en nuestras activi-dades, con nuestros deseos y nuestras nece-sidades. Precisamente en el devenir cotidia-no sigue dirigiéndonos su palabra; nos llamaa realizar nuestra vida con él, el único capazde apagar nuestra sed de esperanza. Él, quevive en la comunidad de discípulos que es laIglesia, también hoy llama a seguirlo. Y es-ta llamada puede llegar en cualquier mo-mento. También ahora Jesús repite: “Ven ysígueme” (Mc 10,21). Para responder a estainvitación es necesario dejar de elegir por símismo el propio camino. Seguirlo significa

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sumergir la propia voluntad en la voluntadde Jesús, darle verdaderamente la preceden-cia, ponerlo en primer lugar frente a todo loque forma parte de nuestra vida: la familia,el trabajo, los intereses personales, nosotrosmismos. Significa entregar la propia vida aél, vivir con él en profunda intimidad, entrara través de él en comunión con el Padre ycon el Espíritu Santo y, en consecuencia,con los hermanos y hermanas. Esta comu-nión de vida con Jesús es el “lugar” privile-giado donde se experimenta la esperanza ydonde la vida será libre y plena.

Las vocaciones sacerdotales y religiosasnacen de la experiencia del encuentro perso-nal con Cristo, del diálogo sincero y confia-do con él, para entrar en su voluntad. Es ne-cesario, pues, crecer en la experiencia de fe,entendida como relación profunda con Je-sús, como escucha interior de su voz, que re-suena dentro de nosotros. Este itinerario,que hace capaz de acoger la llamada deDios, tiene lugar dentro de las comunidadescristianas que viven un intenso clima de fe,un generoso testimonio de adhesión al Evan-gelio, una pasión misionera que induce aldon total de sí mismo por el Reino de Dios,alimentado por la participación en los sacra-mentos, en particular la Eucaristía, y por unafervorosa vida de oración. Esta última “de-be ser, por una parte, muy personal, unaconfrontación de mi yo con Dios, con elDios vivo. Pero, por otra, ha de estar guia-da e iluminada una y otra vez por las gran-des oraciones de la Iglesia y de los santos,por la oración litúrgica, en la cual el Señornos enseña constantemente a rezar correcta-mente” (Enc. Spe salvi, 34).

La oración constante y profunda hacecrecer la fe de la comunidad cristiana, en lacerteza siempre renovada de que Dios nun-ca abandona a su pueblo y lo sostiene sus-citando vocaciones especiales, al sacerdocioy a la vida consagrada, para que sean signosde esperanza para el mundo. En efecto, lospresbíteros y los religiosos están llamados adarse de modo incondicional al Pueblo deDios, en un servicio de amor al Evangelio y

a la Iglesia, un servicio a aquella firme es-peranza que solo la apertura al horizonte deDios puede dar. Por tanto, ellos, con el tes-timonio de su fe y con su fervor apostólico,pueden transmitir, en particular a las nuevasgeneraciones, el vivo deseo de responder ge-nerosamente y sin demora a Cristo, que lla-ma a seguirlo más de cerca. La respuesta ala llamada divina por parte de un discípulode Jesús para dedicarse al ministerio sacer-dotal o a la vida consagrada se manifiestacomo uno de los frutos más maduros de lacomunidad cristiana, que ayuda a mirar conparticular confianza y esperanza al futuro dela Iglesia y a su tarea de evangelización. Es-ta tarea necesita siempre de nuevos obrerospara la predicación del Evangelio, para lacelebración de la Eucaristía y para el sacra-mento de la reconciliación. Por eso, que nofalten sacerdotes celosos, que sepan acom-pañar a los jóvenes como “compañeros deviaje” para ayudarles a reconocer, en el ca-mino a veces tortuoso y oscuro de la vida, aCristo, camino, verdad y vida (cf. Jn 14,6);para proponerles con valentía evangélica labelleza del servicio a Dios, a la comunidadcristiana y a los hermanos. Sacerdotes quemuestren la fecundidad de una tarea entu-siasmante, que confiere un sentido de pleni-tud a la propia existencia, por estar fundadasobre la fe en aquel que nos ha amado enprimer lugar (cf. 1 Jn 4,19). Igualmente, de-seo que los jóvenes, en medio de tantas pro-puestas superficiales y efímeras, sepan cul-tivar la atracción hacia los valores, las altasmetas, las opciones radicales, para un servi-cio a los demás siguiendo las huellas de Je-sús. Queridos jóvenes, no tengáis miedo deseguirlo y de recorrer con intrepidez los exi-gentes senderos de la caridad y del compro-miso generoso. Así seréis felices de servir,seréis testigos de aquel gozo que el mundono puede dar, seréis llamas vivas de un amorinfinito y eterno, aprenderéis a “dar razón devuestra esperanza” (1 Pe 3,15).

Benedicto XVIVaticano, 6 de octubre de 2012

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l día 11 de abril de 1964, durante lacelebración del Concilio Vaticano II,el siervo de Dios Pablo VI instituyó

la Jornada Mundial de Oración por las Voca-ciones y emitió un radiomensaje exhortandoa todo el pueblo cristiano a unirse en la ple-garia por esta intención. Este año, el día 21de abril, celebramos la quincuagésima Jorna-da y, con este motivo, Benedicto XVI nos haofrecido un mensaje que lleva por título “Lasvocaciones, signo de la esperanza fundadasobre la fe”. Celebramos también, el día 28de abril, la Jornada de Vocaciones Nativas,cuyo lema este año es “Vocaciones nativas,señal de esperanza”. Pedimos a Dios que au-mente el número de quienes acogen la lla-mada de Cristo a seguirlo por el camino delsacerdocio y de la vida consagrada, especial-mente en la misión.

Dios permanece siempre fiel: en la verdadde sus palabras, en la solidez de sus prome-sas, en sus obras de amor, que se mantienenperpetuamente. A lo largo de la historia de lasalvación, la fidelidad divina perdura inalte-rable frente a la infidelidad del hombre. LosSalmos reflejan y alaban la fidelidad de Dios,fundamento de nuestra esperanza: “Señor, tumisericordia llega al cielo, tu fidelidad hastalas nubes” (Sal 35,6). En la misteriosa fideli-dad de Dios se fundamenta la esperanza. Dioses fiel con su pueblo, no por los méritos deeste, sino por la coherencia de amor del mis-mo Dios. Este amor fiel será siempre másfuerte que el pecado de los hombres y se con-vertirá en el motor de la historia.

El sentido de nuestra vida consiste en co-nocer el amor de Dios, experimentar eseamor y corresponder amándolo a Él y a losdemás. De ahí la inquietud, el anhelo huma-

no de buscar y encontrar el rostro del Señor.De ahí que, con el salmista, hombres y mu-jeres de todas las épocas y lugares puedanrepetir: “Tu rostro buscaré, Señor” (Sal 26,8).San Agustín, después de una búsqueda largay azarosa, lo expresa bellamente: “Nos hashecho para ti, Señor, y nuestro corazón estáinquieto hasta que repose en ti”. Porque soloen el Señor se encuentra el descanso y la paz.

Dios quiere salvar a todos los hombres yhacerlos hijos suyos. Por eso, al llegar la ple-nitud de los tiempos, envía a su Hijo, que seha encarnado, se ha hecho hombre, ha asu-mido la naturaleza humana haciéndose en to-do igual a nosotros, excepto en el pecado.Por Cristo y en Cristo el ser humano es ele-vado a la dignidad de hijo de Dios. Él es elRedentor de todo el género humano y de ca-da persona. Por eso, con san Pablo, todohombre puede decir: “Me amó y se entregópor mí” (Gál 2,20).

Cristo sale al encuentro de todo ser hu-mano para saciar su sed de felicidad, para lle-nar su existencia de sentido. Por eso hemos

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EL ENCUENTRO PERSONAL CON CRISTO

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LA FIDELIDAD DE DIOS,MOTOR DE LA HISTORIA

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de propiciar en todas las personas el encuen-tro personal con Cristo, la experiencia de feque transformará su vida y la comprometeráen totalidad. Un encuentro que le hará descu-brir en Cristo la plenitud de sentido de suexistencia. Como consecuencia, se iniciará unproceso de conversión que llevará a una iden-tificación progresiva con Él y, en definitiva,a la santidad de vida.

Dicha conversión se produce en la perso-na que es receptiva al mensaje anunciado yda origen a una alegría incontenible, porquese ha encontrado lo más importante de laexistencia. Un ejemplo claro de lo que signi-fica el encuentro con Cristo lo tenemos en laexperiencia de san Pablo. Un día, yendo ha-cia Damasco, el Señor resucitado se cruzó ensu camino. Ese encuentro le cambió radical-mente la vida, le cambió el corazón. Puesbien: ya sea como una fuerte sacudida en unmomento concreto o de un modo progresivodesde la infancia, la experiencia profunda defe renueva la vida de la persona. A partir deesta experiencia pueden nacer las vocacionessacerdotales, religiosas y misioneras.

La celebración de la Jornada Mundial deOración por las Vocaciones a lo largo de 50años ha ido creando en el pueblo cristiano

una conciencia cada vez mayor de la impor-tancia de las vocaciones y de la oración porellas. Toda vocación cristiana es un don deDios, y se fundamenta en su elección pura-mente gratuita. Y toda vocación cristianasiempre tiene lugar en la Iglesia y medianteella, porque Dios ha querido santificar y sal-var a los hombres constituyéndolos en supueblo, que es la Iglesia. Por eso, las voca-ciones se generan y se educan en la Iglesia, yson un don destinado a la edificación de lamisma. Así, el decreto conciliar Ad gentes di-ce de las vocaciones al sacerdocio surgidas enlos territorios de misión que “la Iglesia echaraíces cada vez más firmes en cada grupo hu-mano cuando las varias comunidades de fie-les tienen de entre sus miembros los propiosministros de la salvación en el Orden de losobispos, de los presbíteros y de los diáconosal servicio de los hermanos” (n. 16).

La historia de toda vocación al ministeriosacerdotal, a la vida consagrada y a la misiónes la historia de un inefable diálogo entreDios y el hombre, entre el amor de Dios quellama y la libertad del hombre que responde.Este modelo de llamada y de respuesta apa-rece siempre en las escenas vocacionales a lolargo de la Sagrada Escritura y de la historiade la Iglesia. Ahora bien, hemos de subrayarque la iniciativa de la llamada pertenece aDios. Esto queda bien reflejado en las pala-bras de Jesús a los apóstoles: “No sois vo-

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INICIATIVA DE DIOS

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sotros los que me habéis elegido, soy yoquien os he elegido y os he destinado paraque vayáis y deis fruto, y vuestro fruto per-manezca” (Jn 15,16).

La pastoral vocacional se sustenta sobrela oración, porque toda vocación es un don deDios, que hay que pedir humildemente en laoración. La oración por las vocaciones vaunida al testimonio que han de ofrecer laspersonas que ya han respondido a Dios pordiferentes caminos, y también al discerni-miento que se debe ir realizando desde la di-rección espiritual y desde la formación que seva adquiriendo.

En los evangelios de san Mateo y san Lu-cas encontramos una recomendación explíci-ta de Jesús para orar por las vocaciones: “Lamies es abundante, pero los trabajadores sonpocos; rogad, pues, al Señor de la mies quemande trabajadores a su mies” (Mt 9,37-38;cf. Lc 10,2). La Obra Pontificia de San PedroApóstol promueve la oración constante porlas vocaciones a la vida consagrada y al sa-cerdocio que el Señor suscita en los territo-rios de misión. Su formación y sostenimien-to es responsabilidad de toda la Iglesia uni-versal. Por eso, hemos de ser solidarios conestas Iglesias locales, que carecen de recursospara la formación de sus vocaciones nacien-tes. Solidarios y generosos en la colaboraciónmaterial y económica. Solidarios y generososen la oración, que es la principal actividad depastoral vocacional.

El testimonio personal de los que ya hanrespondido a la llamada del Señor en el mi-nisterio sacerdotal y en la vida consagradatiene gran importancia en la pastoral voca-cional. Dios se vale del testimonio de lossacerdotes, religiosos y misioneros para sus-citar vocaciones. Podemos subrayar tres as-pectos que tienen una particular fuerza tes-

timonial: la oración, la amistad con Cristo,y vivir con alegría el don de sí mismo a Diosy a los hermanos.

El beato Juan Pablo II, en la exhortaciónapostólica Pastores dabo vobis, señalaba eltestimonio como el factor más determinanteen la pastoral vocacional: “La vida misma delos presbíteros, su entrega incondicional a lagrey de Dios, su testimonio de servicio amo-roso al Señor y a su Iglesia –un testimoniosellado con la opción por la cruz, acogida enla esperanza y en el gozo pascual–, su con-cordia fraterna y su celo por la evangeliza-ción del mundo son el factor primero y máspersuasivo de fecundidad vocacional” (n. 41).

El sacerdocio ministerial representa lagarantía de la presencia sacramental de Cris-to Redentor a lo largo de la historia, en losdistintos tiempos y lugares. La vida y mi-nisterio de los sacerdotes ha de ser conti-nuación de la vida y de la acción de Cristo,y en consecuencia, han de seguir su estilo devida y han de vivir sus actitudes. En esoconsiste su identidad y ahí radica la fuentedel gozo de la vida sacerdotal. La celebra-ción de la Eucaristía será el momento privi-legiado para expresar la unión con Cristo yla entrega a los hermanos.

EEssttuuddiioo PPaassttoorraall

IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN

FUERZA DEL TESTIMONIO

Page 12: Illuminare Nº 388

12

Respecto a la importancia del testimonio,otro tanto podemos afirmar de la vida consa-grada, ya que la vivencia profunda y conse-cuente de los consejos evangélicos es un ejem-plo para todos los miembros de la comunidadcristiana y un impulso para responder a la pro-pia vocación. Monjes y monjas, religiosos yreligiosas de vida activa, misioneros, miem-bros de los institutos seculares; todos ellosofrecen un admirable testimonio de entrega, deseguimiento radical de Cristo, de la primacíaabsoluta de Dios en su vida, de llevar a cabosu compromiso bautismal, cada uno según elcarisma que ha recibido del Espíritu Santo.

El Señor sigue llamando. También en lasIglesias de reciente evangelización. BenedictoXVI nos recuerda en su Mensaje para la LJornada Mundial de Oración por las Vocacio-nes que la respuesta positiva por parte de losque son llamados “ayuda a mirar con particu-lar confianza y esperanza al futuro de la Igle-sia y a su tarea de evangelización”. Nuestramisión consistirá en sembrar, acompañar elcrecimiento y ayudar a discernir. Una siembraoportuna y confiada, abonada con la oraciónpersonal y con la oración de toda la Iglesia.

Tenemos la esperanza firme de que eldueño de la mies no permitirá que falten en

la Iglesia segadores para sus campos. Suya esla iniciativa, y suyo es el interés principal.Por nuestra parte, hemos de colaborar con ge-nerosidad y acierto. Se trata de escuchar yacoger con confianza la palabra del Señor,que nos dice incesantemente: “No tengáismiedo”. Aquí y ahora, el Señor sigue llaman-do, y sigue cruzándose en el camino de mu-chos jóvenes para llenar de plenitud sus vidasa través de un seguimiento en totalidad detiempo, de fuerzas y, sobre todo, de amor.

Las vocaciones sacerdotales, religiosas ymisioneras son “señal de esperanza”, signo dela confianza que esas personas han puesto enDios al responder positivamente a la llamada.Como se dice en el decreto Ad gentes, “la Igle-sia agradece con inmenso gozo el don inesti-mable de la vocación sacerdotal que Dios haconcedido a tantos jóvenes entre los pueblosconvertidos recientemente a Cristo” (n. 16).En esta Jornada de Vocaciones Nativas, recor-damos, efectivamente, con gratitud, y sintien-do nuestra responsabilidad hacia ellas, a estasvocaciones surgidas de entre esos pueblos delos territorios de misión. A la vez, todas estasvocaciones son generadoras de esperanza en lacomunidad cristiana. Nada hay que impulsemás la esperanza en el pueblo cristiano queparticipar en una ceremonia de ordenación sa-cerdotal, en una profesión religiosa o en un en-vío misionero. María, Madre de la esperanza,Estrella de la Nueva Evangelización, intercedapor nosotros y nos guíe en este camino.

Mons. José Ángel Saiz Meneses Obispo de Terrassa y Presidente de la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades

EEssttuuddiioo PPaassttoorraall

EL ENCUENTRO PERSONAL CON CRISTO

Page 13: Illuminare Nº 388

CCooooppeerraacciióónn eeccoonnóómmiiccaa

Recaudaciones ejercicio 2012 DIÓCESIS Euros

Aportación económica de lasdiócesis españolas a la

OBRA PONTIFICIA SAN PEDRO APÓSTOLEn la Dirección Nacional y en

las Diocesanas de las OMP de Es-paña se han recibido, en 2012,2.099.256,67 � para atender lasnecesidades de las vocaciones alsacerdocio y la vida religiosa enlos territorios de misión. Estas

aportaciones proceden, en buenamedida, de la colecta de la Jorna-da de Vocaciones Nativas de2012. Durante el año muchosfieles, familias enteras, comuni-dades religiosas, hermandades ycofradías, colegios y parroquias

han subvencionado Becas de es-tudio para estas vocaciones. Elresto procede de herencias, lega-dos y testamentos de personasque entregan sus bienes para laformación de seminarios y novi-ciados. A todos, ¡muchas gracias!

BALEARESIbiza .....................................Mallorca ...............................Menorca ...............................

CANARIASCanarias ..............................Tenerife ...............................

CANTABRIASantander ............................

CASTILLA-LA MANCHAAlbacete ................................Ciudad Real ..........................Cuenca .................................Sigüenza-Guadalajara...........Toledo ...................................

CASTILLA-LEÓNAstorga ................................Ávila ....................................Burgos .................................Ciudad Rodrigo ...................León ....................................Osma-Soria .........................Palencia ..............................Salamanca ..........................Segovia ...............................Valladolid .............................Zamora ...............................

CATALUÑABarcelona ............................Girona ................................Lleida ..................................Sant Feliu de Llobregat .....Solsona ...............................Tarragona ............................Terrassa ..............................Tortosa .................................Urgel ....................................Vic ........................................

EUSKADIBilbao .................................San Sebastián ...................Vitoria .................................

EXTREMADURAMérida-Badajoz ..................Coria-Cáceres ....................Plasencia ...........................

GALICIALugo ....................................Mondoñedo-Ferrol ..............Ourense ................................Santiago de Compostela ...Tui-Vigo ..............................

MADRIDAlcalá de Henares .............Getafe ................................Madrid ................................Arzobispado Castrense .....

MURCIACartagena-Murcia ...............

NAVARRAPamplona-Tudela ................

RIOJACalahorra-Logroño ..............

VALENCIAOrihuela-Alicante ................Segorbe-Castellón ..............Valencia ...............................

DIRECCIÓN NACIONAL.........

TTOOTTAALL GGEENNEERRAALL

49.618,50111.669,2224.786,88

8.306,5351.446,15

1.462,65

8.229,474.049,78

25.693,85101.096,6519.656,72

3.408,806.237,39

106.406,4412.775,47

17.259,75

110.741,26

59.570,69

24.265,609.833,68

303.625,18

25.584,96

ANDALUCÍAAlmería .............................Cádiz-Ceuta ......................Córdoba ............................Granada ............................Guadix-Baza .....................Huelva ...............................Jaén ..................................Jerez .................................Málaga-Melilla ...................Sevilla ...............................ARAGÓNBarbastro-Monzón .............Huesca ..................... ........Jaca ...................................Tarazona ............................Teruel-Albarracín ...............Zaragoza ...........................ASTURIASOviedo .................................

3.120,082.312,86

37.214,8654.349,87

894,45564,76

30.093,382.173,73

46.649,4818.754,77

10.195,824.081,991.324,542.246,89

51.440,50242.727,43

51.450,72

22..009999..225566,,6677

85,181.770,741.074,61

41.637,3038.301,96

10.293,93

6.213,2925.337,1212.858,8540.109,2837.241,69

13.678,6511.116,024.751,041.360,84

29.012,301.158,635.680,00

37.069,2420.881,6411.873,309.708,06

32.881,0610.426,25

1.624,88957,34

3.680,8621.674,98

2.355,56466,86

15.987,002.666,46

Page 14: Illuminare Nº 388

CCooooppeerraacciióónn eeccoonnóómmiiccaa

En la Asamblea General delas Obras Misionales

Pontificias, celebrada en Ro-ma los días 7-12 de mayo de2012, España puso a disposi-ción de la Secretaría Generalde San Pedro Apóstol la can-tidad de 1.675.912,92 �, pro-

cedentes de las aportacionesque los fieles de España hi-cieron para esta Obra duran-te el año 2011. Inmedia-tamente después (en el mesde junio), la Secretaría Gene-ral ha pedido que España en-viara esta aportación a los

países señalados en el mapa.Estas cantidades han sidodestinadas en su integridadal sostenimiento y a la for-mación de seminaristas ynovicios/as; en algunos casos,también a la construcción deseminarios y noviciados.

TTOOTTAALL GGEENNEERRAALL:: 11 ..667755..991122,,9922 EE

AAMMÉÉRRIICCAA

Total: 139.561,26 e

Bolivia ..................... 22.020,56

Colombia ............... 21.742,86

Ecuador .................. 42.462,80

Guatemala .............. 11.496,80

Nicaragua ............... 15.820,97

Panamá .................... 3.090,03

Paraguay .................. 2.236,21

Perú ........................ 20.691,03

Total: 1.374.029,74 E

Total: 162.321,92 E

ÁÁFFRRIICCAA

Nigeria ........ 240.549,55

Mali ................. 21.500,00

Rep. Centr. ... 20.000,00

R. D. Congo.... 275.732,92

Senegal ........... 61.317,08

Togo .............. 13.750,00

Uganda ...... 156.789,94

B. Faso ..... 101.550,00

Benín ............. 30.750,00

Camerún .......... 71.000,00

Chad ................ 65.975,25

Congo Braz....115.615,00

C. de Marfil ... 180.500,00

Guinea .......... 19.000,00

AASSIIAAIndia ................ 162.321,92

CCooooppeerraacciióónn eeccoonnóómmiiccaa

Page 15: Illuminare Nº 388

SSeerrvviicciioo IInnffoorrmmaattiivvoo

16

a Obra Pontificia de San Pedro Apóstol canaliza las aportaciones de las Iglesias detodo el mundo para sostener las necesidades de las vocaciones nativas en los territo-rios de misión. Para ello, se parte de lo concreto –las solicitudes de ayuda dirigidas

a la Secretaría General de la Obra, en Roma– y se vuelve a lo concreto –la respuesta espe-cífica a cada una de esas urgencias, en la medida de las posibilidades–; pero ese camino sehace pasando por lo universal, es decir, por lo católico.

Las ayudas pueden ser de dos tipos. Por un lado, existen subsidios ordinarios, consisten-tes en becas para facilitar los estudios de seminaristas y novicios con pocos medios econó-micos. Por otro, hay subsidios extraordinarios, para apoyar la construcción y mantenimientode los correspondientes centros formativos en las Iglesias de reciente evangelización.

Estos son algunos datos globales referentes al destino de los subsidios ordinarios en2012, según información proporcionada por la mencionada Secretaría General; a continua-ción de los mismos, se ofrecen dos ejemplos:

En cuanto a los subsidios extraordina-rios de 2012, el cuadro adjunto sintetizalos datos ofrecidos por la Secretaría Gene-ral de esta Obra Pontificia de San PedroApóstol, seguidos, igualmente, de dos ca-sos ilustrativos:

RESPUESTAS CONCRETASA NECESIDADES CONCRETASL

El Seminario Mayor Regional “San Pedro Claver”, en la diócesis burkinesa de Bobo-Dioulasso, recibió un subsidio ordinario de 73.482 dólares para ayudar a la formaciónde 80 seminaristas.

El Seminario Mayor “San Luis Gonzaga”, emplazado en el vicariato apostólico deJaén en Perú, pudo contar con un subsidio ordinario de 25.194 dólares para respaldara 56 seminaristas en sus estudios.

SSeemmiinnaarriissttaassaatteennddiiddooss

CCaannttiiddaadd((ddóóllaarreess))

55.817

811

16.343

216

554

73.741

15.820.354

314.442

5.235.226

41.116

301.820

21.712.958

NNoovviicciioossaatteennddiiddooss

CCaannttiiddaadd((ddóóllaarreess))

1.316

34

949

0

41

2.340

364.420

9.690

270.465

0

11.685

656.260

NNoovviicciiaassaatteennddiiddaass

CCaannttiiddaadd((ddóóllaarreess))

2.186

6

1.982

0

42

4.216

609.520

1.710

564.870

0

11.970

1.188.070

África

América

Asia

Europa

Oceanía

TTOOTTAALL

AAyyuuddaass aa sseemmiinnaarriioossmmeennoorreess ((ddóóllaarreess))

AAyyuuddaass aa sseemmiinnaarriioossmmaayyoorreess ((ddóóllaarreess))

1.119.410

0

139.000

0

0

1.258.410

2.329.600

13.000

118.000

5.000

60.000

2.525.600

África

América

Asia

Europa

Oceanía

TTOOTTAALL

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SSeerrvviicciioo IInnffoorrmmaattiivvoo

17

La siguiente información, difundida por la agencia de noticias OMPress (1-2-2013), nos ayu-da también a ver la riqueza de vida eclesial que corre entre estos números:

Con el fin de apoyar la construcción de un nuevo edificio para el Seminario Mayor“San José”, en la diócesis vietnamita de Xuan-Loc, se concedió a este proyecto unsubsidio extraordinario de 200.000 dólares.

Para contribuir a poner en marcha un cultivo agrícola para la autofinanciación del Se-minario Menor “St. Aloysius Kitiwun”, en la diócesis de Kumbo (Camerún), se ofre-ció, como subsidio extraordinario, un préstamo sin interés de 41.000 dólares.

Jubileo de Oro del Seminario Santo Tom�s de Aquino de Nairobi: m�s de 1.000 sacerdotes para la Iglesia de Kenia

l 28 de enero, fiestade Santo Tomás de

Aquino, el cardenal JohnNjue, arzobispo de Nairo-bi, Kenia, presidía la misade acción de gracias porel jubileo del seminariomayor que lleva el nom-bre del santo dominico,Santo Tomás de Aquinode Nairobi. Fundado pre-cisamente por los misio-neros dominicos el 25 deenero de 1963 y situadoen Langata, una ciudadbarrio del gran Nairobi, esun claro ejemplo de quela mejor apuesta de futu-ro, y ya de presente, dela Iglesia en África pasapor las vocaciones autóc-tonas. Por eso este semi-nario ha contado siemprecon la ayuda de la Obrade San Pedro Apóstol,que se ha concretado enuna aportación cada añode más de 80.000 dóla-res para sostener a los125-150 seminaristasque acoge. Por otro lado,

los 119.000 dólares des-tinados a la restauracióndel seminario –las cincodécadas se hacían notar–han permitido que la ins-titución llegara a este ju-bileo con renovados bríospara ser el motor vocacio-nal de la Iglesia keniana.Es cierto que, cuando setrata de fe y de entrega ala vocación sacerdotal, nohay que prestar tantaatención a los datos, pe-ro, en el caso de este se-minario, las cifras impre-sionan: 1.069 graduadosen Teología y más de1.000 sacerdotes que ac-tualmente ejercen su mi-nisterio en Kenia y enotros países, entre ellostres arzobispos y diecio-cho obispos a cargo dediócesis del país.En la ceremonia, quecontó con una numerosaasistencia de fieles y declero de la diócesis deNairobi, estuvieron pre-sentes los tres arzobispos

que estudiaron en el se-minario: el arzobispo deNyeri, Mons. Peter Kairo;el de Mombasa, Mons.Boniface Lele; y el de Ki-sumu, Mons. ZacchaeusOkoth, quien además fueuno de los primeros 23estudiantes de Filosofíacon los que se creó el se-minario en 1963. Mons.Okoth declaraba que "alcelebrar estos cincuentaaños de gracias de Dios,recordamos a todos losmisioneros y sacerdotesdiocesanos, hermanos yhermanas y al pueblo deKenia que han servido aeste seminario mayor condedicación y diligencia".

E

Page 17: Illuminare Nº 388

18

TTeessttiimmoonniiooss

Nací en 1985, en una familia de 9 hijos;yo era el más pequeño. Mi padre era muy es-tricto respecto a la educación de sus hijos, entanto que mi madre era una mujer católicasencilla y piadosa. Ambos me querían muchoe intentaron darme lo mejor en cuanto a mieducación, tanto en la escuela, como en la fecatólica. También me enseñaron a amar a lospobres y a orar por los fieles difuntos. Por loque a mí respecta, aunque admiraba mucho ami párroco –un sacerdote clandestino quesurgió del pueblo y sirvió a nuestra parroquiade 1974 a 2007, excepto los años que estuvoen la cárcel–, esa admiración no fue lo sufi-cientemente fuerte como para atraerme a lavida sacerdotal.

Cuando tenía 18 años, mi padre falleció,todos mis hermanos y hermanas se casaron,y finalmente fui el único hijo que quedó vi-viendo con mi madre y cuidando de ella.Después de graduarme, acabé teniendo, hacedos años, una pequeña tienda de informáticaen la ciudad, que suministraba ordenadorespara oficinas. Había alcanzado lo que la ma-

Las cartas enque los receptoresde ayudas agrade-

cen las contribu-ciones a través de

la Obra de San Pe-dro Apóstol sonmucho más que

una prueba de quelas aportaciones

llegan a su desti-no. Son, sobre to-

do, una puerta porla que podemosasomarnos a la

entraña profundade aquello por lo

que vela esta Obra Misional Ponti-ficia: el misterio de la vocación,una semilla que solo Dios hace

brotar y crecer, pero en un terrenoque nosotros debemos cuidar. El

primer testimonio que se recoge acontinuación nos muestra uno deesos caminos únicos, en los que

Dios se va sirviendo de personas ycircunstancias –¡y de nosotros,

desde aquí!–, para ir llevando ade-lante su obra en el corazón de al-guien a quien llama a servir a los

demás como sacerdote.En la segunda carta, podemos

ver cómo los agradecimientos porlos subsidios recibidos reflejan esa

comunión que hace que nos resultecercana, por ejemplo, la Iglesia que

está en nuestras antípodas. Y esque las vocaciones nativas, ademásde una pieza clave para la consoli-dación de las Iglesias de los terri-

torios de misión, son un bien y una "señal de esperanza" para

toda la Iglesia universal.

Testimonios de gratitud

1. «Mis prójimos me necesitan»

JJoosseepphh NNggoo VVaann TTaann

Page 18: Illuminare Nº 388

19

TTeessttiimmoonniiooss

yoría de los jóvenes de mi edad no puede nisoñar. Ese negocio me dio la oportunidad detratar con personas de diferente posición so-cial, de las que he recibido influencias tantopositivas como negativas para mi modo devida. Una vez estabilizada mi carrera, y con-forme a las recomendaciones de mis herma-nos, planeé casarme con mi novia para com-placer a mi anciana madre.

Todo transcurría así, hasta que un día vol-ví a encontrarme con una monja a la que yoconsideraba como mi mentora y hermanamayor. Ella solía hablar conmigo sobre la vi-da consagrada y me daba buenos consejos.Esa vez me dijo: “Creo que tienes la voca-ción sacerdotal”. Aunque yo pensaba queera apto tanto para la vida laical como parala sacerdotal, en esa ocasión su voz suscitóen mi mente un torbellino imparable, obli-gándome a repensar todos mis planes pre-vios. Sentí como si hubiera perdido algo pre-cioso en mi vida y necesitara tenerlo devuelta de inmediato, o como si hubiera olvi-dado algo vital y necesitara recuperarlo an-tes de que se hundiera en el olvido parasiempre. Según echaba la vista atrás, iban re-gresando recuerdos de la infancia, revelán-dome cuánto necesito al Señor y con cuántaurgencia tengo que volver a Él.

En poco tiempo había arreglado todo lo re-ferente a mi negocio y a mi relación perso-nal. Luego fui a consultar a un sacerdote so-bre mi vocación: deseaba firmemente haceralgo por el Señor y por el bien de las al-mas de mis prójimos. Después de asistir aun retiro de discernimiento vocacional, fuiadmitido como candidato en el propedéutico“Saint Peter-Tu”. Bajo la orientación de lossacerdotes del centro, superé el examen deingreso en el seminario mayor de Hanói y,hasta que llegue el momento de matricular-me en él, estoy en el programa de formaciónpastoral (segundo curso).

Después de mi primer año, me he encontra-do más maduro en la vida humana y espiritual,en el conocimiento de la fe y en la prepara-ción para la pastoral. Mi sentido de vocacióntambién se ha purificado y ha adquirido ma-

yor equilibrio. Ahora estoy convencido de queel Señor me ha hecho volver y le he dejadoque me atrape. Sé que lo necesito y que misprójimos necesitan mi servicio.

JOSEPH NGO VAN TAN (Vietnam)

Saludos de los seminaristas diocesanos delSeminario del Espíritu Santo, en Port Moresby.En nombre de todos los seminaristas y de losformadores del colegio diocesano, os agrade-cemos de todo corazón, queridos benefactores,vuestra desinteresada ayuda en estos últimosaños. Vuestro oportuno respaldo ha sido ungran apoyo para nosotros en nuestro programade formación y en la administración generaldel seminario. Sin vuestra generosidad, nohabríamos podido completar con paz nues-tra preparación y estudios anuales.

Nos damos cuenta de que os mueve vuestrasensibilidad hacia nuestra formación. Por eso,os manifestamos a todos nuestra estima por loque habéis hecho para ayudar a las Iglesias lo-cales de Papúa Nueva Guinea y las Islas Sa-lomón, ofreciendo subsidios para la capacita-ción e instrucción de los seminaristas.

Humildemente os expresamos nuestro re-conocimiento por vuestra ayuda constanteen forma de cooperación económica, de ora-ción y de otros modos, y rezamos para que elBuen Dios bendiga y dirija el curso de vues-tra misión en los próximos años. Que la gra-cia y la paz de Dios estén con todos vosotros.

JOSEPH TINAKE, KENNETH TOROGORY

Y JOHN COWAN (Papúa Nueva Guinea)

«Sin vuestra generosidad, no habríamos podido»2.

Page 19: Illuminare Nº 388

Queridos hermanos y hermanas:bienvenidos a la celebración del domin-go, el día del Señor y el día de la co-munidad. Continuamos celebrando elTiempo Pascual, en el que la Iglesiaalaba al Señor resucitado y anticipa elgozo definitivo de la gloria. En estequinto domingo, las lecturas nos van asituar de nuevo en el momento de laúltima cena de Jesús, cuando, en mediode la noche de la traición, Él nos deja

su testamento, el mandamiento del amor. El Señor nos llama a ser sus discípulos amandocomo Él nos ama. El mundo cambiará y se llenará de la luz de la esperanza cuando todos,llenos del amor de Cristo, podamos vivir y dar testimonio de la fe y del amor cristiano.

Hoy también la Iglesia quiere que presentemos al Señor una súplica confiada y acucian-te: invitados por la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, pediremos de una manera muy es-pecial por las vocaciones nativas, las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada en lospaíses de misión, y nos gozaremos del inmenso don que estas vocaciones representan. Laspersonas consagradas y los sacerdotes han sido llamados por Dios para hacer de su vida una“señal de esperanza” en medio de la Iglesia y del mundo. Ayudar a las vocaciones y pedirpor ellas es un signo de nuestra comunión y amor fraterno con las Iglesias de misión. Parti-cipemos con alegría y gratitud en este encuentro al que nos ha congregado nuestro Señor.

El Señor Jesús nos conoce y nos ama tal y como somos; por eso, con toda confianza, nosdisponemos a celebrar esta eucaristía, abriéndonos al arrepentimiento.

Te pedimos perdón, Señor, por todas las veces en que no nos hemos dejado conducirpor la luz de la fe, sino que nos hemos movido por criterios mundanos y egoístas.Señor, ten piedad.

Te pedimos perdón, Buen Pastor, porque no hemos escuchado tu voz, que nos llama a seguirte y a llevar tu esperanza a tantos que lo necesitan. Cristo, ten piedad.

Te pedimos perdón, Jesús amigo siempre fiel, por todas las omisiones en nuestra vocación a ser luz y sal de la tierra, por nuestras comodidades y cobardías. Señor, ten piedad.

Y Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lle-ve a la vida eterna. Amén.

20

ACTO PENITENCIAL

MONICIÓN de ENTRADA

LLiittuurrggiiaa

28 de Abril de 2013 - V Domingo de Pascua

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21

LLiittuurrggiiaa

Acabamos de escuchar las palabras de Jesús, justo cuando Judas sale a consumar su trai-ción. Jesús habla de glorificación, pues es dando la vida como iba a dar gloria a Dios y a lle-varnos a nosotros a Él. Jesús empieza a despedirse, y quiere que se grabe profundamente enel corazón de los discípulos lo que es esencial para ser amigo suyo y para ser fieles a estaamistad. No les pide grandes sacrificios o acciones aptas solo para héroes. Jesús les –y nos–pide que amemos como Él nos ama. El amor entre nosotros será la señal de que creemos en

Cristo Resucitado, de que tenemos una esperanza firme en Él, de que que-remos llegar a esa felicidad que solo Dios puede dar al hombre.

El amor de Cristo, vivo en el corazón de sus discípulos, es lafuerza y la razón de la misión evangelizadora de la Iglesia, comohemos leído en la primera lectura. Pablo y Bernabé son ejemplode dos amigos y testigos de Cristo, o mejor habría que decir, dedos enamorados de Cristo, pues solo se explica lo que hicieronsi su fe y su amor eran realmente muy grandes. Por amor a Cris-

to, merece la pena “perseverar en la fe”, aunque haya que pasardificultades; por amor a Cristo vamos construyendo la Iglesia del

Señor, que es siempre una comunidad misionera y abierta a acogera nuevos hermanos en la fe.

Por eso, en este quinto domingo de Pascua, la Iglesia nos invita a orarpor las vocaciones nativas de los países de misión. Como dice Benedicto XVI, “este itinera-rio, que hace capaz de acoger la llamada de Dios, tiene lugar dentro de las comunidades cris-tianas que viven [...] una pasión misionera que induce al don total de sí mismo por el Reinode Dios”. Las vocaciones son singularmente importantes en las Iglesias más jóvenes. Másallá de la necesidad de contar con suficientes agentes de pastoral, especialmente sacerdotesy personas consagradas, las vocaciones son signo de comunidades cristianas que crecen enla fe, maduran y dan fruto para la evangelización; no es cuestión solo de número, sino de vi-talidad cristiana. Las Iglesias de los territorios de misión tienen vocaciones, pero necesitanaún de nuestra colaboración y ayuda fraterna para seguir creciendo y dar fruto.

Pidamos a Cristo que nunca falten en su Iglesia jóvenes dispuestos a dejarlo todo por elReino de Dios, para que abran la puerta de la fe a todos los hombres, colaborando con el Es-píritu en la difusión misionera de la Iglesia. Que nunca falten en esta los signos de la espe-ranza que se apoya en la fe y en el amor de Dios por todos.

MONICIÓN a las LECTURAS

SUGERENCIAS para la HOMILÍA

Acogemos ahora las lecturas de la Palabra de Dios. Los Hechos de los Apóstoles nos si-guen contando los inicios de la misión evangelizadora de la Iglesia, que es la misma que he-mos de vivir también nosotros: abrir la puerta de la fe a los que aún no conocen al Señor.Las vocaciones misioneras de hoy son testigos de esa fe que se propaga y que fundamentala esperanza de muchas personas y pueblos que aguardan el anuncio de Jesucristo.

El Apocalipsis nos describe con bellos colores de alegría y felicidad el término de la es-peranza cristiana, que es el cielo nuevo y la tierra nueva en la eternidad. Mientras llega esemomento, Jesús nos enseña el camino para alcanzar la meta, que no es otro que el manda-miento nuevo del amor. Escuchemos con fe y atención.

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LLiittuurrggiiaa

Oremos a Dios, nuestro Padre, que nos ha abierto la puerta de la fe para que nos amemosunos a otros con el amor de Cristo, y pidamos por las necesidades de nuestros hermanos:

Te pedimos, Señor, por tu Iglesia, extendida por toda la tierra, para que la santidad y elejemplo de tus discípulos transmitan a todos los hombres la alegría de creer y de amarcomo Tú. Roguemos al Señor.

Te pedimos, Señor resucitado, por el Papa, los obispos, sacerdotes y diáconos, para queaprendan de tu Corazón de Buen Pastor a dar la vida cada día por el pueblo que se lesha encomendado. Roguemos al Señor.

Te pedimos, Señor, por los hombres y mujeres que se han consagrado a Ti y a los de-más por los consejos evangélicos, para que vivan el gozo de ser totalmente tuyos y deservir a los otros con constancia y fidelidad. Roguemos al Señor.

Te pedimos Jesús, Buen Pastor, por todas las familias de nuestra comunidad y por quie-nes se dedican a la educación de niños y jóvenes, para que sean capaces de crear el am-biente propicio para que puedan brotar las semillas de la vocación. Roguemos al Señor.

Te pedimos por todas regiones del mundo donde sufren la falta de sacerdotes y devocaciones a la vida consagrada, para que la esperanza de que surjan muchas y buenasvocaciones les fortalezca en la oración y en el servicio. Roguemos al Señor.

Te pedimos por todas las necesidades de nuestro mundo: por los que nos gobiernan, porlos que sufren las consecuencias de la crisis, por los pueblos que padecen la guerra;para que las vocaciones de hoy y del futuro sean una “señal de esperanza” para todos. Roguemos al Señor.

Te pedimos por todos nosotros, para que abramos nuestro corazón a las necesidades delas comunidades cristianas que nos piden nuestra oración y ayuda para que sus semina-ristas, novicios y novicias puedan formarse. Roguemos al Señor.

Acoge, Padre, la oración de nuestros labios y los deseos de nuestro corazón, y transfor-ma tu Iglesia y nuestras vidas en “señal de esperanza” para todo el mundo. Por Jesucristonuestro Señor.

ORACIÓN DE LOS FIELES

Terminamos la celebración con la seguridad de que Dios nos acompaña en nuestra vida decada día. Él nos alimenta, protege y guía por el camino de la fe y de la esperanza que no de-frauda, pues está puesta en su amor, que es mayor que todas las cosas. Salgamos con su fuerzay con el compromiso de trabajar por las vocaciones para el servicio de la Iglesia y del mundo.

DESPEDIDA

Seminario Mayor de San Ildefonso (Toledo)

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VViiggiilliiaa ddee OOrraacciióónn

En cierta ocasión, dijo Jesús: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, aldueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Lc 10,2). Para cumplir este deseo del Señor,nos hemos reunido en esta tarde.

Nuestro mundo está buscando luz y con frecuencia no la encuentra. Quiere la paz, pero laviolencia se reproduce una y otra vez. Desea muchas cosas buenas, pero desconoce el caminopara conseguirlas. Para esto vino el Señor, para esto ha muerto y ha resucitado: para iluminarcon la fe el mundo que vive en tinieblas, y dar una esperanza alegre y segura que ayude a se-guir caminando. Y para dar una esperanza firme apoyada en la fe en Él, necesita contar conhombres y mujeres que se entreguen totalmente a esta misión tan importante y urgente. Estaes la razón de nuestro encuentro de hoy: ponernos delante del Señor para escuchar su Palabray abrir nuestros corazones a su presencia viva y vivificadora. Con Cristo y de Cristo espera-mos conseguir esos trabajadores del Evangelio, testigos de esperanza en nuestro mundo.

Delante del altar hemos colocado unos carteles que nos recuerdan a tantos miles de herma-nos nuestros que viven sin la luz de la esperanza. Son los que sufren la falta de empleo, losque padecen los conflictos bélicos, los que carecen de familias unidas, los que viven esclavosde las drogas y de los egoísmos personales. Son parte de nuestro mundo amado por Dios yque hoy tendremos muy presente, para implorar la respuesta de aquellos a los Jesús llama allevarles la luz de la esperanza cristiana.

Con una música de fondo, salen tres personas (pueden ser las que van a hacer luego laslecturas y que se quedan preparadas para ello), con tres velas apagadas que colocarán de-lante de esos carteles que muestran razones para no tener esperanza: paro, guerras, desuniónen las familias, soledad, esclavitud de las drogas... Al terminar cada una de las lecturas, iránencendiendo estas velas.

¿Quién podrá dar esperanza al mundo? Se hace una breve pausa.No vamos a limitarnos a hablar nosotros, a repetir ideas bonitas o ideales inalcanzables,

sino que vamos a poner en medio de nosotros a Aquel que quiere hablarnos esta tarde yavivar la llama de la fe y de la esperanza. Recibimos al sacerdote que nos expondrá el San-tísimo, presencia real de Cristo resucitado entre nosotros.

EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO

MONICIÓN DE ENTRADA

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“Así pues, teniendo libertad para entrar en el santuario, en virtud de la sangre de Jesús,contando con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cor-tina, o sea, de su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerqué-monos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia ycon el cuerpo lavado en agua pura. Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos,porque es fiel quien hizo la promesa”.

Palabra de Dios.

El que hace la lectura enciende una de las velas. Tras unos momentos de silencio, se re-za el salmo responsorial, que puede estar escrito en hojas para los fieles que participan enla oración.

Salmo responsorial (Sal 61)

R./ Las misericordias del Señor cada día cantaréé(cantado con la melodía de Taizé)

VViiggiilliiaa ddee OOrraacciióónn

Las vocaciones son fuente de esperanza. La esperanza está sustentada en la fidelidad deDios, que nunca nos falla. No estamos nunca solos. Escuchemos atentamente.

Lectura de la carta a los Hebreos (Heb 10,19-23)

Sólo en Dios descansa mi alma, / porque de él viene mi salvación; /solo él es mi roca y mi salvación, / mi alcázar: no vacilaré. R./

¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre /todos juntos, para derribarlo / como a una pared que cede /o a una tapia ruinosa? / Solo piensan en derribarlo de su altura, /y se complacen en la mentira: / con la boca bendicen, /con el corazón maldicen. R./

Descansa solo en Dios, alma mía, / porque él es mi esperanza; /solo él es mi roca y mi salvación, / mi alcázar: no vacilaré. R./

De Dios viene mi salvación y mi gloria, /él es mi roca firme, Dios es mi refugio./ Pueblo suyo, confiad en él, /desahogad ante él vuestro corazón: / Dios es nuestro refugio. R./

El sacerdote, en el modo habitual, expone el Santísimo, mientas el coro canta un cantoapropiado; por ej., “No adoréis a nadie”.

A continuación todos se sientan para escuchar la Palabra de Dios.

Unos minutos de silencio.

Lector 1:

PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA

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VViiggiilliiaa ddee OOrraacciióónn

“Así pues, habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, pormedio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso aesta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria deDios. Más aún, nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación pro-duce paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza nodefrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el EspírituSanto que se nos ha dado”.

Palabra de Dios.

El que hace la lectura enciende la segunda vela. Unos minutos de silencio. Puede can-tarse la canción “Nada nos separará del amor de Dios” (versión de “Brotes de Olivo” ode Frisina).

Cuando una persona responde a la llamada de Dios y se entrega totalmente, está siendoun signo y una prueba visible de la fuerza del amor de Dios para hacer felices a todos loshombres. De esta manera, también las vocaciones son “señal de esperanza”, pues, como nosdice san Pablo, la esperanza no falla, porque se sustenta en el amor de Dios.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rom 5,1-5)

Lector 2:

La misión será la labor de hombres y mujeres comprometidos profundamente con Cristo,que viven de la fe e irradian el amor de Dios que han conocido por propia experiencia. Hoypedimos al Señor que conceda a las Iglesias jóvenes las vocaciones que necesitan y que sonsigno de vitalidad cristiana. Nos marcan un camino de esperanza y de compromiso confiado.Nos ponemos en pie para escuchar el santo Evangelio.

El coro entona el aleluya.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 10,1-6)

“En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, dedos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies esabundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a sumies. ¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéisbolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una ca-sa, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vues-tra paz; si no, volverá a vosotros»”.

El sacerdote enciende la tercera vela. Puede hacer una breve homilía, o bien dejar es-pacio a que algún seminarista, religioso/a o misionero/a ofrezca su testimonio personal.También se puede leer este fragmento, dirigido a los jóvenes, del Mensaje de BenedictoXVI para la L Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, 2013:

Lector 3:

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VViiggiilliiaa ddee OOrraacciióónn

BENDICIÓN Y ENVÍO

Tras un tiempo prudente de silencio, todos rezan la oración por las vocaciones nati-vas que aparece en la estampa. El sacerdote imparte la bendición con el Santísimo, en elmodo acostumbrado. Si se ve apropiado, se puede terminar haciendo un “gesto de en-vío”: los tres lectores reciben de manos del sacerdote las tres velas encendidas y las lle-van en alto en la procesión de salida; o bien, a partir de estas velas, se encienden velaspequeñas que se han entregado en ese momento a los fieles. Como canción final, se eligeuna dedicada a la Virgen Madre.

Seminario Mayor de San Ildefonso (Toledo)

“Quisiera dirigirme de modo particular a vosotros, jóvenes, y repetiros: «¿Qué seríavuestra vida sin este amor? Dios cuida del hombre desde la creación hasta el fin de lostiempos, cuando llevará a cabo su proyecto de salvación. ¡En el Señor resucitado tenemosla certeza de nuestra esperanza!».

Como sucedió en el curso de su existencia terrena, también hoy Jesús, el Resucitado,pasa a través de los caminos de nuestra vida, y nos ve inmersos en nuestras actividades,con nuestros deseos y nuestras necesidades. Precisamente en el devenir cotidiano sigue diri-giéndonos su palabra; nos llama a realizar nuestra vida con él, el único capaz de apagarnuestra sed de esperanza. Él, que vive en la comunidad de discípulos que es la Iglesia, tam-bién hoy llama a seguirlo. Y esta llamada puede llegar en cualquier momento. También aho-ra Jesús repite: «Ven y sígueme» (Mc 10,21). Para responder a esta invitación es necesariodejar de elegir por sí mismo el propio camino. Seguirlo significa sumergir la propia volun-tad en la voluntad de Jesús, darle verdaderamente la precedencia, ponerlo en primer lugarfrente a todo lo que forma parte de nuestra vida: la familia, el trabajo, los intereses persona-les, nosotros mismos. Significa entregar la propia vida a él, vivir con él en profunda intimi-dad, entrar a través de él en comunión con el Padre y con el Espíritu Santo y, en conse-cuencia, con los hermanos y hermanas. Esta comunión de vida con Jesús es el «lugar» pri-vilegiado donde se experimenta la esperanza y donde la vida será libre y plena.

Las vocaciones sacerdotales y religiosas nacen de la experiencia del encuentro personalcon Cristo, del diálogo sincero y confiado con él, para entrar en su voluntad. Es necesario,pues, crecer en la experiencia de fe, entendida como relación profunda con Jesús, como es-cucha interior de su voz, que resuena dentro de nosotros. Este itinerario, que hace capaz deacoger la llamada de Dios, tiene lugar dentro de las comunidades cristianas que viven unintenso clima de fe, un generoso testimonio de adhesión al Evangelio, una pasión misioneraque induce al don total de sí mismo por el Reino de Dios, alimentado por la participaciónen los sacramentos, en particular la Eucaristía, y por una fervorosa vida de oración. [...]

Queridos jóvenes, no tengáis miedo de seguirlo y de recorrer con intrepidez los exigen-tes senderos de la caridad y del compromiso generoso. Así seréis felices de servir, seréistestigos de aquel gozo que el mundo no puede dar, seréis llamas vivas de un amor infinitoy eterno, aprenderéis a «dar razón de vuestra esperanza» (1 Pe 3,15)”.

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