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IZTAPALAPA DIVISIóN DE C.IENCTAS SOCIALES Y HUMANIDADES DEPARTAMENTO DE FILOSOF~A T E S I S PARA OBTENCTÓN DEL GRADO DE LTCENCTADA EN LETRAS HISPÁNTCAS PRESENTA: SARAÍ BEATRIZ~ENDOZA ,L--" ALAVEZ , / No. MATRICULA 94323547 México, D..E

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IZTAPALAPA

DIVISIóN DE C.IENCTAS SOCIALES Y HUMANIDADES DEPARTAMENTO DE FILOSOF~A

T E S I S

PARA OBTENCTÓN DEL GRADO DE LTCENCTADA EN LETRAS HISPÁNTCAS

PRESENTA: SARAÍ BEATRIZ~ENDOZA ,L--" ALAVEZ ,

/ No. MATRICULA 94323547

México, D..E

/ ASESOR

CONTENIDO

Introducción

I. ARMANDO RAMIREZ Y SU EPOCA

1 .I El perfil humano y literario de Ramírez

1.2 Entorno histórico y social

1.2.1. Azoteas y vecindades

1.2.2. Barrios encontrados

1.3 De crónica a narrativa (entrevista)

2. TEPITO, EL BARRIO DE AYER Y HOY

2.1 Cultura popular urbana

2.2 Prototipos urbanos

2.3 La historia recordada, Tepito

2.4 La cultura de “la transa”

2.5 Misterioso Tepito

3. LA MUJER Y LA CULT‘URA POPULAR URBANA

3.1 La marginalidad de la mujer de barrio (el trabajo doméstico)

3.2 El nuevo destino de la mujer

3.3 Crisis de la familia y actualidad de la liberación de la mujer

3.4 Un giro histórico

. la vida de sueños de una prostituta (la mujer sometida)

. la vida de sueños de una adolescente (la mujer liberada)

. la sexualidad del varón

. el desarrollo sexual de ¡a joven

. ¿Quieres bailar conmigo?

4 IMAGEN POPULAR EN EL DISCURSO NARRATIVO DE ARMANDO

RAMIREZ

4.1 Situaciones del habla en el contexto social

4.2 El lenguaje culto

4.3 El lenguaje popular

4.4 El español en la Ciudad de México

4.4.1 la expresión oral citadina

4.5 La cultura popular y su habla, en las novelas de Armando Ramírez

(entrevista)

Conclusiones

Bibliografía

Hemerografía

INTRODUCCION

Muchos rasgos de la cultura de la pobreza pueden considerarse como

tentativas de soluciones locales a problemas que no resuelven las actuales

agencias e instituciones, ya sea porque la gente no tiene derecho a sus beneficios,

o no puede pagarlos. Un ejemplo claro es: al no poder obtener créditos en los

bancos, tiene que aprovechar sus propios recursos y organiza formas de crédito

sin interés, o sea, organiza las tandas. Incapaz de pagar un doctor, a quien se

recurre sólo en emergencias lamentables, y recelosa de los hospitales, confía en

hierbas y en otros remedios caseros y en curanderos y comadronas locales.

La actitud crítica hacia algunos de los valores y de las instituciones de las

clases dominantes, el odio a la policía, la desconfianza en el gobierno y en los que

ocupan un puesto alto, así como un cinismo que se extiende hasta la Iglesia, dan

a las culturas de la pobreza una cualidad contraria y un potencial que puede

utilizarse en movimientos políticos dirigidos contra el orden social existente. La

cultura de la pobreza tiene también una calidad residual, en el sentido de que sus

miembros intentan utilizar e integrar, en un sistema de vida operable, remanentes

de creencias y costumbres de diversos orígenes.

Sin mirar más lejos tenemos la situación del barrio de Tepito donde vive

ante todo del comercio. Un comercio instalado, como en otras partes de la ciudad,

en puestos, en mercados cubiertos. Pero instalado, sobre todo, en la calle, en la

vía pública, invade aquí la mayor parte del espacio del barrio. Todo se comercia,

todo se puede encontrar en Tepito, desde el libro raro, hasta el huevo de tortuga

que tiene virtudes afrodisíacas; desde la prenda Cardin, hasta la prenda más sex¡

de la esquina. El contrabando, la fayuca, es aquí una institución. La frontera con

los Estados Unidos es grande, y los aduaneros, mediante alguna sustancial

recompensa, cierran fácilmente los ojos. La inmensa red de mexicanos instalados

al otro lado de la frontera permite un suministro fácil. Las autoridades no pueden

hacer nada.

Gracias a Tepito, las clases más pobres, inmensamente numerosas,

pueden satisfacer sus necesidades elementales, en particular del vestido. Las

clases medias, que son las que más rudamente han sufrido la crisis que empezó

en 1982, vuelven a Tepito para mantener cierto nivel de consumo. AI permitir .e¡

acceso a productos prohibidos por las leyes del mercado tradicional y oficial, el

barrio juega un papel de “colchón anticrisis” muy útil. Ahí reside probablemente la

explicación de la tolerancia fundamental de las autoridades, a pesar del constante

desafío a las normas y de la marginalidad erigida en institución.

Hoy, pareciera que nada ni nadie pudiera evitar que el paisaje urbano, se

siga convirtiendo en un laberinto social interminable, por el que deambula la

población de diferentes comunidades históricas: campesinos boteando, artesanos

sin trabajo, profesionistas desempleados, la regatoneria tolerada en calles, bandas

en la delincuencia, crimen organizado, narcotráfico de influencias, niños en

situación de calle, jóvenes sin oficio ni beneficio etc. por lo que el barrio, los

tepiteños continuarán dando mucho qué decir, ya que su matrilocalidad prodigiosa

sigue siendo un territorio de gestores y gestatarios de coraza que cautivan,

hipnotizan y seducen con su exquisito verbo, con esa expresión oral tan entendida

y con los beneficios de marginación. Marginación que afecta principalmente a las

mujeres donde en cada hogar ésta es utilizada en diferente forma por la sociedad;

para hacer de la mujer el papel del hombre, e l que da comida a la familia; como

objeto de trabajo sin beneficio, para la criada, para la violencia. En fin; la

marginalidad en la mujer como la del hombre de barrio o d e la clase más baja, es

extremadamente sufrida y aunque escritores quieran plasmarlas en libros ‘la

verdad seguirá siendo otra. Nosotros los lectores, los que vemos los toros desde

la barrera, no podemos sentir lo que ellos sienten, sus sueños, sus carencias, su

realidad.

2

I. ARMANDO RAMIREZ Y SU EPOCA

1 . I El perfil humano y literario de Ramírez

Entre los escritores que se lanzaron en la década de los años sesenta,

Armando Ramírez se destaca por su referencia en la clase proletaria.

Ramírez, nacido en Tepito en el año de 1949 y como digno baluarte de este

barrio se ha convertido en cronista y, además, en fiel retratista de la cultura

popular de la ciudad de México a la que se acerca con desparpajo y está

completando poco a poco el gran fresco del Distrito Federal, pues es un testigo

insaciable, es un excelente cronista de lo que nos sucede.

Es necesario conocer algunas obras que el escritor ha publicado y a la vez

han tenido gran público entre los lectores de este siglo. Primeramente publicó la

novela Chin-chin el teporocho en 1972. Novela que describe el barrio típico de los

milagros, escenario Único en donde se encarna el peso de estar vivo, Tepito se ha

hecho de un juglar, Armando Ramírez, y con éI la literatura mexicana

contemporánea que da voz a su ambiente inaudito: la ciudad.

Chin-chin* el protagonista de esta novela, nos hace descender por los

niveles del infierno citadino y de sus personajes; infierno que se traduce en el

lenguaje y nos enfrenta al drama de vernos a nosotros mismos.

Poco después, en 1975, apareció Pu cuyo título en una edición más

reciente es Violación en Polanco. En esta novela se sustenta el erotismo a partir

de escenas eróticas ubicadas en un contexto escatológico rayano en la misoginia

característica de la pornografía. Para los personajes, la mujer es un objeto de

placer y explotación. Destaca en ella el contenido social que denuncia un desgaste

social alarmante. Se trata sin duda, de la novela más violenta de este autor.

En 1892 apareció Noche de Califas. El punto de partida de esta singular

novela lo constituye un ambiente urbano popular nocturno, y esta oscuridad

* Le decían Chin chin porque a menudo usaba esa expresión. Lo de teporocho viene porque se precipit6 en una vida de borracho miserable: “ser teporocho es llegar a ser nadie, es no importar nada, ni tu vida, ni tus hijos, ni tu esposa, es perderlo todo, es llegar a no tener madre”.

mueve a sus personajes a una situación degradante: la explotación sexual, el

erotismo, la pasión, la venganza y la muerte.

“Macho Prieto” y el “Conde”, son personajes decididos a mantener su prestigio de

“Califas” a través del baile y de la posesión de la mujer, uno de ellos es el mejor de

la noche del 14 de febrero y sólo uno sobrevivirá en “El Califa Dancing Club” pues

una muerte se debe cobrar.

Luego de convertirse en libro de cabecera de pachucos trasnochados,

intelectuales apóstatas y varios miembros auténticos del lumpen proletariado,

Noche de califas fue adaptada al teatro, donde también alcanzó un enorme éxito y

consolidó a su autor como el más divertido retratista del folklore urbano.

Posteriormente se editó Tepito en 1983. En este libro Armando Ramírez

entrelaza breves historias y procedimientos narrativos para registrar el vaivén

cotidiano del barrio de Tepito: viejas y nuevas formas de torear la vida, piruetas del

habla y la imaginación, fisonomías del vecindario junto al eje vial, acomodados y

resistencias frente a la modernización en turno, muerte y resurrección de

personajes arquetípicos. Aquí la crónica es el dibujo irónico o apasionado de los

ambientes íntimos y tumultuosos del barrio, el manejo inspirado y filoso de sus

colores expresivos, el cuadro de afanes vitales que mantienen la vigencia de una

identidad en la ciudad

Me llaman la Chata Aguayo. La Chata Aguayo es el alma de la Soledad, la

calle que corre a espaldas del Palacio Nacional. Lideresa indiscutible de los vendedores ambulantes, la Chata sabe mejor que nadie que en la calle hay para

todos, pero que es celosa, que nunca falla.

De adolescente, la anémica y apática Chata sólo iba del catre al zaguán de la

vecindad. Ahí aprendió viendo la calle y su fauna. Luego lo vivirá todo: la vez que

perdió con el Chalío (el incurable Scherezado de la Merced), los hijos, el

abandono, la soledad libre en los salones de baile, las golpizas con los uniformados o con su propio gañán, el arrobo místico ante el Presidente, las

amenazas de los “doctorcitos” en el poder durante los ljltimos sexenios.

La Chata es transa, pero derecha porque reparte ...y porque “ni modo, el hambre

es más”. La Chata es hocicona, aunque, “mejor le haces como el sordomudo:

4

hablas cuando te conviene y escuchas sin decir pío”. En un áspero, sinuoso,

netísimo, absorbente monólogo, la Chata vio conveniente hablar en este libro. t . .

i ‘

Quinceailera, 1985. Es la reunión casi exacta de los boleros y la vida 6 : * * .- 4

cotidiana: la vida como una canción, el ambiente de los barrios de la ciudad de

México en la quintaesencia de sus fiestas: el baile de quince años. En

Quinceailera el asunto gira alrededor del rito de la iniciación sexual y social en * , , r

dos adolescentes. Alejo y Cecilia (los protagonistas), retratan una serie de - t r,

paisajes y sensaciones propias del amor de adolescente. Exploran, preguntan,

miran.

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* .. * * r

Q

3

En el transcurso de la novela, Armando Ramírez intenta poner la escritura

al servicio del habla, es decir, trastorna la sintaxis y ortografía para lograr

transmitir las andanzas de estos personajes entrañables en su paso por las calles,

vecindades y plazas.

Y el título de su novela más reciente, Sóstenes San Jasmeo de 1997.

Recorriendo las azarosas calles de la ciudad, Sóstenes San Jasmeo ha sufrido

múltiples cambios. Ahí aprendió a vivir y a ser el “Rey”. Ahí se transformó de niño

de la calle en “Califa Mayor”, mandamás de los líderes de vendedores ambulantes,

amigo de políticos encumbrados, “valedor” de los hombres de Estado, observador

de un magnicidio, digno asistente de los salones de baile, hasta fiel enamorado de

la bella amante del presidente ...

Sóstenes ayuda a sus “iguales”, les da trabajo, reparte equitativamente. Pero se le

ha olvidado alguien: su hijo, a quien le narra su vida apresuradamente,

compadeciéndolo, mimándolo ... Sóstenes San Jasmeo debe decir su verdad y ser

escuchado.

De este modo, el presente libro de Armando Ramírez es la narración de

vidas desenroscadas, sin hilo, que deben ser colocadas para completar el

rompecabezas.

Más que una imitación o una versión “naca” de la onda, los libros de

Ramírez se propusieron dar una visión de Tepito con unos ojos de Tepito, con un

5

habla y una escritura de Tepito.‘ Y creo que aquí está una de las mayores

aportaciones de Ramírez: por primera vez en la literatura mexicana, los jodidos se

expresan como jodidos, sin atenuantes. Por eso su escritura fue desaliñada, sus

argumentos atroces y, en todos sus libros, hay una buena dosis de costumbrismo.

Por otra parte, en su forma novelar, existen puntos de comparación entre

Ramírez y la corriente literaria de “la onda” iniciada en los años sesenta por José Agustín y Gustavo Sainz en cuanto a la presentación de las costumbres de un

determinado grupo social, el empleo de un lenguaje coloquial y el uso de jóvenes

como protagonistas de sus obras.* Del mismo modo que Agustín y Sainz son los cronistas de la clase media, Ramírez son de la clase proletaria. Al igual que sus

antecesores, Ramírez introduce al lector a su mundo presentando como

microcosmos del mismo el populoso barrio de Tepito. La visión expuesta es la de

un joven miembro de este estrato social y el código de comunicación es el

lenguaje de Tepito, un lenguaje vulgar y anticonvencional. En el proceso creativo

que emplea este joven novelista, la transformación estética de elementos de la

cultura popular es de importancia fundamental. Pero el arte de Ramírez no se

limita a la presentación de las costumbres e ideologías de un grupo social, sino

que ahonda en el sentimiento humano y en la complicada psicología de una

sociedad.

Por otra parte, y entrelazando el trabajo de novelista, Ramírez dedicó parte

de sus experiencias como periodista; es decir, en una línea informativa donde se

manifestaba diversas experiencias culturales que se crean fuera del ámbito oficial,

Armando Ramírez participó en el programa Hoy en la cultura, programa que surgió

en el año de 1986 y que salió del aire después de 12 años de estar como el primer

noticiario cultural de la televisión.

I Los primeros editores de Chin chin ..., en la contraportada incluyeron esta nota: “Los editores de este liblo singular -avalados con el documento autógrafo que en el interior se reproduce en facsimile- presentan al público lector estas paginas TAL CUAL FUERON ESCRITAS por su autor, en el sincero afán de respetar al máximo el espíritu de \ in documento que es más humano que literario”. Véase, Vicente Francixo Torres. Esta Narrativa A4exicana, Ed. Leega Literaria, México, 199 I , p.50 * Vicente Francisco Torres, loc. Cir.

6

Durante los primeros dos años del noticiario cultural, el proyecto se

fortaleció y en 1988 obtuvo el premio Nacional de Periodismo.

1.2 Entorno histórico y social

Azoteas y vecindades

Las crónicas y los poemas, las novelas y las memorias, así como los

ensayos históricos sobre la ciudad de México en la segunda mitad del siglo XX,

son abundantes y en muchos casos, insuperables.

Desde Payno hasta Novo, pasando por Tablada, Vasconcelos y del Valle

Arizpe, para cifrar sólo un poco de nombres, las mejores plumas de la época se

ejercitaron en el tema. 3

Por otra parte tenemos al escritor Manuel Ramos, que con ayuda de su

archivo fotográfico retrata la vida en la ciudad de México durante los primeros

cincuenta años de este siglo. Una ciudad de paradojas y contradicciones: iglesias

y rascacielos, grandes avenidas y antiguos comercios demolidos que cedieron sus

terrenos al veloz imperio del automóvil.

4

Ramos fotografió el antiguo valle de México, sus lagos y sus volcanes;

paisajes ya mitcos que a principios de siglo aún eran sitios de paseo,

esparcimiento y devoción: los acueductos, los canales de Santa Anita, la Viga,

Xochimilco.

Desde lo alto de cúpulas y campanarios, Ramos contempló la cuadrícula de

las zotehuelas y los patios traseros.. . las siluetas y los contraluces de la Catedral y

el Zócalo, casas coloniales, abandonados, semidestruidos, cercenados,

enredados entre cables de luz.

De San Luis Potosí, Manuel Ramos llegó a la ciudad de México a fines del

siglo pasado y se incorporó al ajetreado mundo del fotoperiodismo el cual

7

le dio la oportunidad de fotografiar casonas coloniales que con el tiempo se han

convertido en ruinosas vecindades. Se asomó a los patios, retrató lavaderos,

tendederos, niños, marginación. Son años de hambre en la ciudad, de migración,

de revolución. La miseria que retrata Ramos está rodeada por un halo de fe: no

hay morbo, no hay lástima; en su humildad radica la salvación de sus almas y de

esa certeza surge una belleza insólita, pero que a la vez esconde la tristeza de la

realidad, realidad que otros escritores toman para escribir y darlo a conocer a un

público.

Barrios encontrados.

Se llamó barrios, palabra árabe5 a los caseríos en las afueras de las

ciudades o de lo que ahora llamamos centros. Por contraste, al tratar a los barrios

-y nuestra ciudad es una acumulación de barrios- interesa resaltar su presencia

insoslayable o sin rodeos. Pero, ¿Por qué los barrios?

Desde el siglo XVlll y con la llegada de los borbones al trono de España; es

decir, desde los Virreyes, el Estado ha querido “modernizar” a la ciudad de

México. Ha intentado crear una ciudad productiva, no de ritos; de individuos, no de

grupos; racional, no de mitos; con un tiempo lineal, no circular. Doscientos años

más tarde, este proyecto, aunque activo, está inconcluso: los barrios han resistido.

Casi siempre, a lo largo de los últimos dos siglos, la historia de la ciudad de

México ha sido la historia del estado y sus “modernizaciones”. Por eso cabe

mencionar el reverso del tapiz. Dar la palabra a los barrios. Y dentro de los barrios

pueden incluirse a pueblos, colonias y unidades habitacionales que, a pesar de

que no lo son geográficamente e históricamente, sí en cuanto a su estilo de vida.

Desde IueGo que salta a la vista su variedad, en la cual sé finca una de las

mayores riquezas culturales de nuestra ciudad: existen barrios que preservan

lenguas, usos y costumbres prehispánicas; otros que conservan fuertes

instituciones creadas por las órdenes mendicantes del siglo XVI; en general, la

cultura popular de la ciudad de México llegó a un auge durante el siglo XIX que la

5 Ibidem.

8

marcó profundamente y por último, ciertas colonias recientísimas han integrado

aportaciones culturales de muchas regiones del país.

1.3 De crónica a narrativa (entrevista)

Sin ser narrativa plena, la crónica tiene mucho de literario: Ramírez.

El escritor Armando Ramírez presentó su novela Sóstenes San

Jasmeo, en el cual conversa en esta entrevista sobre lo que ha sido su vida desde

hace 25 años en el viaje con las letras.

¿Hay verdad en Sóstenes San Jasmeo más allá de la imaginación propia del

prosista ? i Hay crónica ?

La ciudad parece real. Quién sabe si sea esa la ciudad. Es como el tepito del que

hablo. No conozco de éI más de lo que he estado escribiendo desde hace 25

años.

Creo que en la novela hay una verdad subjetiva, una concepción de la vida, la

honestidad con esa concepción hace que les des veracidad a lo que cuentas. En

ese sentido creo que la crónica tiene mucho de literario, pero no es literatura

plena, es un mestizaje, que tiene sus grandes retos, sus grandes problemas

estilísticos y de creatividad. Pero siento que la ficción es totalmente entrar al

mundo de lo imaginario sin concesiones.

¿Out5 le da al personaje, qué le regala de su personalidad?

La imaginación. Fíjate, algo que me enorgullece mucho es que por ejemplo

novelas como Chin Chin el teporocho o Quinceaiiera, se piensa que son

autobiográficas. Eso me hace sentir como pavorreal porque mi concepción de

literatura es que un universo verbal que desarrolla una serie de personajes y que a

la hora de leerse debe tener credibilidad. Es literatura lo que siempre he querido

’ Guemes, Cesar. “Sin ser narrativa plena.. .” Lajornada, secc. Cultura. 15 de noviembre de 1997,p.2 1

9

hacer. Lo tuve bien claro desde mi primera novela. Yo quería escribir y estaba muy

permeado por todas las teorías del momento: la antinovela, el anticine, la

antipsiquiatría, la contracultura que luego fue lo alternativo.

De lo que se trata era de romper.

Desde hace 25 años publico un libro cada tres o cuatro años, y a veces son textos

muy pequeños. Poco a poco me voy llenando de cosas que integro a mi.

Por ejemplo, para escribir esta novela, investigué muchísimo, pero nunca tomé .

nota, lo leí, lo escuché, lo bebí y lo integré. Y si lo evocaba a la hora de la creación

me funcionaba como parte de la imaginación, pero i o como ejercicio para hacer

crónica.

10

2. TEPITO, EL BARRIO DE AYER Y HOY

2.1 Cultura Popular Urbana

Los sociólogos, han sido ahora los que se encargan de estudiar los

barrios bajos urbanos y scbre todo concentran su visión en los pobres. En la

actualidad, aun la mayor parte de los novelistas están tan ocupados estudiando el

alma de la clase media que han perdido el contacto con los problemas de la

pobreza y con las realidades de un mundo que cambian. Son los antropólogos

tradicionalmente los voceros de los pueblos primitivos en los rincones remotos del

mundo y nos dicen que estas masas son todavía desesperadamente pobres a

pesar del progreso social y económico del mundo en el siglo pasado;

efectivamente, el antropólogo que estudia el modo de vida en diversos países, no

sólo México, ha llevado al estudio lo que se puede llamar cultura de la pobreza.

Hay quienes dicen que los pobres no tienen cultura, pues el concepto de

“cultura” puede parecer una contradicción, pues ello parecería dar a la pobreza

una cierta dignidad y una cierta posición. Pero puede ser también algo positivo en

el sentido de quien tiene una estructura, una disposición razonada y mecanismos

de defensa sin los cuales los pobres difícilmente podrían seguir adelante. En si, es

un sistema de vida, notablemente estable y persistente, que ha pasado de

generación a generación a lo largo de líneas familiares.

La cultura de la pobreza tiene sus modalidades propias y consecuencias

distintivas de orden social y psicológico para sus miembros. Es un factor dinámico

que afecta la participación en la cultura nacional más amplia y se convierte en una

subcultura por sí misma.

La cultura de la pobreza, no incluye a los pueblos primitivos cuyo retraso es

el resultado de su aislamiento y una tecnología no desarrollada, pero tales pueblos

tienen una cultura relativamente integrada, satisfactoria y autosuficiente. Tampoco

la cultura de la pobreza es sinónima de clase trabajadora, proletariado o

campesinado, conglomerados que varían mucho en cuanto a situación económica

en el mundo.

11

La cultura de la pobreza sólo tendrá aplicación a la gente que está en el

fondo mismo de la escala socioeconómica, los trabajadores y los campesinos más

pobres, los cultivadores de plantaciones y esa gran masa de pequeños artesanos

y comerciantes a los que por lo general se alude como el lumpen-proletariado.

Esta cultura es una situación persistente; ciertamente, en México ha sido

un fenómeno más o menos permanente desde la conquista española de 1519,

cuando comenzó el proceso de destribalización y se inició el movimiento de los

campesinos hacia las ciudades. Sólo han cambiado las dimensiones, la ubicación

y la composición de los barrios bajos.

En México esta cultura incluye por lo menos la tercera parte, ubicada en la

parte más baja de la escala, de la población rural y urbana. Esta población se

caracteriza por una taza de mortalidad relativamente más alta, una expectativa de

vida menor, una proporción mayor de individuos en los grupos de edad más

jóvenes y, debido al trabajo infantil y femenil, por una proporción más alta en la

fuerza trabajadora.6 La cultura de la pobreza en México es una cultura

mayormente provinciana y orientada localmente; precisamente, en esta capital por

ejemplo, la mayor parte de los pobres tienen un muy bajo nivel de educación y de

alfabetismo, no pertenecen a sindicatos obreros, no participan o no tienen

derechos a una atención médica, de los servicios de ancianidad ni de maternidad,

hacen poco uso de los bancos, los grandes almacenes, los museos, aeropuertos,

etc. Algunas de las características sociales y psicológicas incluyen el vivir

incómodos y apretados, falta de vida privada, existe alta incidencia de

alcoholismo, el recurso frecuente a la violencia física en la formación de los niños,

el golpear a la esposa, pues este uso de violencia significa una salida fácil para la

hostilidad, para lo cotidiano, de modo que los que viven en la cultura de la pobreza

puedan expresar su poder, además la temprana iniciación en la vida sexual,

uniones libres o matrimonios no legalizados, una incidencia relativamente alta de

abandono de madres e hijos, una creencia en la superioridad masculina, el

machismo.

6 Guadalupe Reyes, "Consideraciones sobre política de vivieuda " en Estancamiento económico y crisis social en México, UAM-Azcapozalco. 1989. pp.252-256.

12

El antropólogo Oscar Lewis, basándose principalmente en investigaciones

realizadas por éI mismo en Puerto Rico (en suburbios de San Juan) y en México

(Tepito), hablaba de la cultura de la pobreza, caracterizándola como un modo de

vida heredado de generación en generación.

En el planteamiento de Lewis la cultura de la pobreza es resultado de un

afán de adaptación y una reacción de los pobres a su situación marginal; se

compone por cerca de setenta rasgos psicológicos, sociales y económicos,

relacionados entre sí (aunque no siempre se presentan todos). Algunos de estos

rasgos son negativos (implican carencia de algo) y otros, positivos (otorgan ciertas

recompensas sin las cuales los pobres no podrían sobrevivir). La gente con la

cultura de la pobreza se caracteriza -entre otras cosas- por producir y recibir

pequeña cantidad de bienes; bajo nivel educacional; no-participación en centros

de bienestar nacional; odio a la policía; bajo nivel organizativo; sentido de

comunidad local, semejante al de comunidad aldeana; carencia de dominio sobre

los impulsos; sentido de resignación; fatalism0 y desconfianza hacia los de

posición elevada (rasgos que, según el autor, le da a la gente con cultura de la

pobreza un gran potencial de protesta que puede ser usado en movimientos

políticos contra el orden social existente). 7Lewis considera que la cultura de la

pobreza tiende a perpetuarse a sí misma y que para eliminarla no basta con

eliminar la pobreza; agrega que quienes adquieren una conciencia de clase o se

integran a organizaciones gremiales dejan de pertenecer a esta cultura.

Algunos de los rasgos arriba enunciados no solamente están limitados a la

cultura de la pobreza en México, sino que también se encuentran entre las clases

medias y superiores. Sin embargo es el modelo peculiar de estos rasgos lo que

define la cultura de la pobreza.

Ahora bien, los que viven dentro de la cultura de la pobreza tienen muy

escaso sentido de la historia. Son gente marginal, que sólo conocen sus

problemas, sus propias condiciones locales, su propia vecindad.

’ Oscar Lewis. La c ~ l / 7 1 r n de la pobrezcr Barcelona. Anagrama. 1972. p. 19

13

En otras palabras no tienen conciencia de clase, aunque son muy sensibles a las distinciones de posición social.8

8 Véase Lombardi Satriani. Luigi María, Apropiacióu J. destrzlccicin de In cultura dc las clases subalternas. MCxico, Nueva Imagen, 1978 y Lombaardi Satriani, Luigi Maria, Antropología cultural. Anúlisis de la cultura subalterna, Buenos Aires, Galeana, 1974.

14

2.2 Prototipos Urbanos

Hay pocos estudios profundos de la psicología de los pobres. La gente que

vive en este nivel no ha sido estudiada intensivamente ni por psicólogos ni por

psiquiatras. Tampoco los novelistas nos han trazado una descripción adecuada de

la vida interior de los pobres en el mundo contemporáneo. Los barrios bajos han

producido muy contados grandes escritores, y para cuando éstos han llegado a

serlo, por lo general miran retrospectivamente su vida anterior a través de los

lentes de la clase media, y escriben ajustándose a formas literarias tradicionales,

de modo que la obra carece de la inmediatez de la experiencia original.

Por otra parte las grabadoras utilizadas para registrar las historias, han

hecho posible iniciar una nueva especie literaria de realismo social. Con ayuda de

éstas, las personas sin preparación, inadecuadas y hasta analfabetas pueden

hablar de sí mismos y contar sus experiencias, referir sus observaciones en una

forma que no hay inhibiciones, todo es espontaneo y natural. Las historias que el

autor crea, tienen una simplicidad, una sinceridad y la naturaleza directa

características de la lengua hablada, de la literatura oral, en contraste con la

literatura escrita. Los personajes reales a pesar de su falta de preparación se

expresan notablemente bien y de estas características surge la originalidad, el

prototipo urbano.

En la ciudad de México la situación no es mejor, más de la tercera parte de

la población vive en viviendas pobres, en vecindades donde padecen una crónica

escasez de agua y sufren la falta de elementales instalaciones 'sanitarias. Por lo

regular, las vecindades consisten en una o más hileras de construcciones -de un

solo piso, con una o dos habitaciones que dan frente a un patio común. Los

cuartos se han construido de cemento, ladrillo o adobe y forman una unidad

definida que tiene algunas de las características de una pequeña comunidad. Las

dimensiones y los tipos de vecindades varían muchísimo. Algunas vecindades con

Ciertas características están ubicadas en los alrededores de la ciudad de México;

tenemos por ejemplo la de los barrios, la Candelaria, Peralvillo, Bella Vista, la

Valle Gómez, la Guerrero, Tepito, la Lagunilla, la Merced y donde además el

índice de homicidios, borracheras y delincuencia es alta. Se trata de barrios

densamente poblados, durante el día y mucho después de oscurecer, las calles y

los umbrales de las puertas están llenos de gente que va y viene o que se

amontonan en las entradas de los establecimientos, además de mujeres que

tienen sus pequeños puestos en las aceras, donde el hampa hace su “trabajo”.

A través de cuerpos inanimados, de pulquerías ruinosas, de drogas y vicios,

el barrio urbano ha perdido la conciencia del ocio, lo que significa la resistencia al

orden. Dentro de este orden puede aplicarse también el lenguaje que poco a poco

fue degradándose y donde la vecindad y la calle utilizan pedagogías ejemplares

inolvidables: “¿Te vas a dejar, chavo?, note dejes ñis, no te dejes mi cuáis, que

hongo que te dejas bisteses, etc.” En fin, esta son algunas metáforas de la cultura

de la pobreza. Para conocer otras características del barrio tenemos un ejemplo

que marca el tipo de vida en Tepito.

“¿Y qué sabe de Tepito quien nunca ha vivido acá? Sabe o conoce

historias, anécdotas, recuentos, nostalgias, evocaciones. Sabe imágenes: un

barrio de Españoles según esto pudientes que va metamorfoseando en un canijo

entrevere de los que no llegaron, de los que aprendieron un oficio y se resignaron

a la miseria, todo de golpe. La miseria se combate de un trago, la artesanía se

ejerce llorando en el hombro del compadre. ¿Por qué te hizo el destino zapatero?

Aquí nadie fracasa más que otro, nomás eso faltaba. Y Tepito se va delineando

como cementerio de ambiciones, congregación de rateros, encrucijada de la

“mota” y de lo “chueco”, de la droga mínima y el robo artesanal. Imágenes

convencionales: puestos de fierros viejos, vecindades, un hombre atraviesa la

plaza de Fray Bartolomé de las Casas con una botella de cerveza en la mano y

una capacidad infinita de santiguarse ante la iglesia de San Francisco el Chiquito.

Aquí todo pasa. Todo cabe en el Tepito de la leyenda queriéndolo acomodar: aquí

uno se acuesta pobre y se levanta más pobre; aquí en estas vecindades, donde se

paga muy poco de mensualidad, una familia se defiende como plomo derretido del

asedio de los acreedores mientras la madre se dispone a rifar un radio relleno de

frijoles; aquí se congrega la iconografía desaparecida: cobradores de camión,

“piñas” (inocentes) que se disponen a adquirir en abonos fáciles el Castillo de

Chapultepec, vendedores de paletas, hay raspados, taqueros ambulantes siempre

dispuestos a entrarle al “volado”, muéganos, papas, chicles, morelianas, cirqueros

de barrio con el insustituible oso vencido, damas de la madrugada que se

disponen a insultarse al mediodía. Aquí esta también la Rinconada, el lugar donde

se vigoriza, cunde y se disemina la leyenda: nomás déjate caer y ya no te levantas

del arroyo, nomás descuídate un poco, álzale la mano a la jefecita y si no se te

seca, de cualquier forma estás salado ñero. Nomás enamórate de la verde, nomás

fállale en el primer atraco, nomás deja que la vidorria te descuente a la

malagueña. La Rinconada: por años y años el sitio temido, la ilustración del pop y

chilanga del infierno del chómpiras Dante, el lugar temible, el centro de la leyenda

de este barrio eminentemente legendario Y ya vas.”g

Esto nos lleva a pensar que el continente latinoamericano, el país, la

ciudad, el barrio, ha sido siempre y por antonomasia formas abiertas o disfrazadas

de la metáfora del ángel exterminador. Nadie puede escapar del destino. Y en este

barrio la misma óptica mecanizada que se ve en el box, la situación homónima de

la lucha por la vida, advierte en el sedentarismo estricto, en el estar aquí de una

vez y para siempre, la mayor prueba de la fidelidad. Y una de las desventajas, de

las limitaciones reconocidas de este barrio, es la aceptación fatal y sumisa de la

suerte.

9 Tepito como leyenda.

17

2.3 La historia recorchda, Tepito

Lo barrial en nuestro medio se presenta cargado de pasado y con escaso

porvenir. Por una parte, el barrio es visto como un símbolo de una ciudad que ya

no es. La fuerte identidad que promovió entre sus habitantes al grado de hacer

posible esas interesantes manifestaciones de folclore urbano, como son las fiestas

y demás actividades culturales y sociales, tenía en su contra la carga de haberse

construido sobre una sociedad enormemente segmentada e inmovilizada, que

daba un gran peso a la comunidad local frente a las agresiones derivadas del

medio externo. El barrio en ese sentido tiene así el papel de promover la

identificación de los sujetos, su arraigo y, hasta cierto punto, su inmovilidad frente

a la competitividad derivada del mundo moderno; una especie de santuario de

tradición que defiende a sus habitantes del exterior.

En contraste Tepito, con su fuerte dinámica barrial, se presenta como un

ejemplo incómodo e incomprensible. Es por una parte, portador de una de las

identidades barriales más fuertes de la ciudad y, por otra, está intensamente

ligado a los fenómenos externos, nacionales e internacionales, que afectan la

economía nacional y la del propio barrio. Tepito es entonces una expresión de un

mundo en transición, de una sociedad integrada al sistema de manera espléndida

donde se expresa, más que el triunfo de la tradición, la posibilidad de vivir de

manera distinta la modernidad. Es una comunidad que se encuentra anclada sin

duda en el consumismo y en el uso de los medios de la cultura de masas, pero al

mismo tiempo arraiga un fuerte sentimiento corporativo y un permanente anhelo

de diferenciación con respecto al resto de la ciudad, ante la que intenta preservar

el barrio pese a los embates de la modernización; es muestra, en fin, de una

combinación intuitiva, pero eficaz, de una política de preservación y de cambio que

nos permite mirar algunas líneas de la posible transformación de esta ciudad en

los umbrales del siglo XXI.

I S

El origer¡ del barrio de Tepito se pierde en la historia. La versión difundida

por el grupo Tepito Arte Acá“ y por algunos líderes del lugar en su lucha por

defender la cultura del barrio, considera que Tepito existía desde épocas

precoloniales, que era un barrio menor al lado de Tlatelolco y que, ya desde

entonces, desarrollaba actividades comerciales específicas: ahí se vendía todo lo

que los inspectores de Tlatelolco no permitían pasar a dicho mercado y era

también un lugar de trueque entre los aztecas y diversos grupos prehispánicos.

Con base a esta versión, algunos señalan que el nombre de Tepito viene de una

palabra náhuatl que quiere decir mercado chiquito, aduciendo que desde entonces

Tepito ha sido el mercado donde se surte la pobreza.

Por otra parte, se afirma que el término Tepito viene de la degeneración del

vocablo náhuatl tepifoyotl que sólo significa pequeño, chico. El termino se usaba

para distinguir el templo chico de San Francisco de asís, que se encuentra en esta

zona, de un templo mayor que recibía el mismo nombre y que se localiza en la

actual calle de Madero. AI templo pequeño le llamaban San Francisco de Asís

Tepito y de ahí el barrio tomó su nombre.

Otros dicen que la degeneración del vocablo tepitoyofl se refería más bien a

las dimensiones del barrio con relación a un barrio mayor que era Tlatelolco.

Quienes así opinan consideran que tepito pasó de ser el último barrio con

características indígenas, a ser el primer barrio urbano marginal de la ciudad de

México, ya que a la llegada de los españoles éstos lo dejaron fuera de la traza de

la ciudad.”

Existe una versión más sobre el origen del término Tepito, que es también

la más generalizada y está relacionada con una característica que se le ha

atribuido al barrio: la violencia. Relatan que hace tiempo los policías encargados

de la vigilancia de la zona, temerosos de la agresión de sus habitantes, decían

entre sí “si hay algún problema te pito” y, a fuerza de repetirlo, el barrio dejó de

llamarse colonia de La Bolsa para convertirse en Tepito.

‘O Se trata de un pequeño grupo independiente que ha buscado definir ante la opinión pública una imagen positiva de Tepito.

los barrios indigenas.

11 En realidad, Tepito no fue el unico barrio que quedó íüera de la traza urbana. Igual suerte corrieron todos

19

No es gratuito que entre los habitantes del lugar haya surgido la inquietud

por conocer sus orígenes; dicha búsqueda surgió en un momento en que la

defensa del barrio frente al capital inmobiliario y comercial era crucial. Concebir a

Tepito como un barrio con una larga historia de marginación ha reafirmado en los

tepiteños un sentido de grupo y ha servido a los líderes locales para impulsar sus

luchas. Se reconoce que la historia que reseñan tiene un valor político; sin

embargo, creemos que tienen contradicciones, lagunas por llenar y muchos datos

por comprobar. La importancia del origen de Tepito es para entender al barrio en

el periodo que estamos viviendo.

20

2.4 La cultura de “la transa”

Tepito, además de tener como características el oficio de la zapatería y la

talabartería, desarrolla otra actividad, el comercio, de la que dependen hasta la

actualidad la mayoría de los habitantes.

El comercio en las calles marca la dinámica económica de la zona. Si bien

es cierto que existe también un buen número de comercios establecidos12, a partir

de la década de los setenta éstos han visto disminuir su importancia y se ha dado

una especie de pacto tácito entre tianguistas y establecidos: ante el crecimiento

incontenible del tianguis algunos comerciantes formales prefieren participar en la

invasión de la calle, por lo que ellos mismos salieron a poner sus puestos en los frentes de sus negocios.

A mediados de 1982 existían en el barrio alrededor de seis mil vendedores

ambulantes (tianguistas) organizados en veintiún asociaciones, cifra que se ha

incrementado año con año, de tal forma que para 1900 existían ya 29

agrupaciones, vinculadas al PRI.

Los comerciantes ambulantes están en la práctica eximida de . los reglamentos oficiales; su establecimiento es informal y- por lo mismo son fáciles

víctimas de inspectores, policías y otros comerciantes, factor que ha provocado

que sus organizaciones cobren mucha importancia.

Por otra parte, ya que jurídicamente no es clara la situación del comercio en

vía publica, en la práctica las ventas callejeras se asumen como ilegales, amenos

que se cuente con un permiso especial para ello y ante la casi imposibilidad de

obtenerlo al margen de las organizaciones de tianguistas, los comerciantes

tepiteños se afilian a este tipo de agrupaciones, tras las que se esconden

importantes intereses políticos y económicos.

12 En 1980 existían en Tepito 3.704 locatorios de mercado y 698 comercios establecidos (de los cuales, I34 eran comercios de barrio, tales como tiendas de abarrotes. tortillerias, panaderías. etc.; 427 comercios de uso eventual como mueblerias, carpinterias, etc.: 137 comercios de uso frecuente como fondas, papelenas. etc. Respecto a los tianguistas, estos eran alrededor de 5 mil personas y 16 16 puestos (entre semana), que superan los 3 mil en los fines de semana. “Tepito en números” en Revista del consurnidor, México. núm. 56, octubre de 198 I , p. 17.

. 21

De hecho, las organizaciones de comerciantes ambulantes y semifijos

fueron uno de los principales apoyos para la creación de la CNOP del PRI (la más

antigua organización de comerciantes de Tepito participó en este proceso).

El liderazgo de las organizaciones de tianguistas funciona como una

especie de mafia: los líderes ofrecen protección ante la ilegalidad de vender en la

calle; mientras mantienen la protección, tienen el apoyo de los comerciantes (el

hecho de que las autoridades amenacen periódicamente con hacer desaparecer .

el comercio callejero, hace que las organizaciones se consoliden y se fortalezca el

liderazgo). Además, el líder mantiene el vínculo con las autoridades, representa

ante ellas los intereses de sus agremiados y controla la competencia en una zona

determinada (expulsando a vendedores que no se sujeten a las reglas de la

~rganización).’~ Cada líder actúa sobre un espacio determinado y pugna con otros

líderes por el control del territorio.

A su vez, los líderes de organizaciones de comerciantes ambulantes

ofrecen una serie de servicios que refuerzan su poder. En relación con este punto

se puede distinguir dos tipos de liderazgo: el tradicional y el moderno. El primero

está basado principalmente en la representación de los comerciantes en su interés

más inmediato: el uso de la calle. Los líderes tradicionales establecen relaciones

de clientela con sus agremiados, en las que ninguna de las dos partes pueden

renunciar a su vínculo con la otra. El líder considera su obligación ayudar a su

gente mediante diferentes servicios, tal como créditos informales (por los que se

llega a cobrar intereses altísimos), apoyo en la compra de artículos para la venta,

defensa frente a las autoridades cuando les recogen la mercancía, 14 ayuda en

casos de enfermedad, etc.

En el segundo tipo de liderazgo, al que llamamos moderno, el líder no sólo

representa a los miembros de su organización en los intereses más inmediatos,

sino también responde a otro tipo de necesidades como ahorro, guarderías, etc.

En general la relación del dirigente con sus bases es también paternalista, pero los

servicios que presta tiene un carácter más formal. Un ejemplo claro de esto lo

1;

14 Si un comerciante nuevo llega al barrio y quiere vender en la calle debe incorporarse a alguna organización. Se recoge los productos por diferentes razones, ya sea por ocupar un espacio mayor al permitido para no

obstaculizar el tránsito de vehículos o por tratarse de mercancía de contrabando.

22

ofrecía en 1982 la asociación que agrupaba a la mayor parte de los comerciantes

de la calle Aztecas, la cual tenía un sistema crediticio muy eficiente: el líder

autorizaba los préstamos y extendía los cheques correspondientes; el pago se

hacía directamente en un banco, de manera que los afiliados, aparentemente, se

comprometían con una institución más que con una persona. Los prestamos se

financiaban con el ahorro de los propios comerciantes quienes abonaban una

cantidad semanal fija, que al término del año recibían sin percibir una miseria de

intereses. Los réditos pasaban a ser patrimonio de la asociación y eran manejados

por el líder. Una fracción de los intereses que otorgaba el banco por el dinero

depositado se utilizaba para cubrir un seguro de vida para los comerciantes. No

obstante las diferencias en las formas de liderazgo de las distintas organizaciones,

tras ellas encontramos intereses políticos y económicos muy semejantes.

Las formas de corporativización de las organizaciones de comerciantes por

parte del gobierno no siempre se guían el mismo canal: algunas de ellas estaban

afiliadas a la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) del

PRI, mientras otras tenían relación directa y dependencia del Departamento del

Distrito Federal o la Delegación Cuauhtémoc.

. Sin importar el canal de corporativización, ni el discurso de los líderes

(algunos de los cuales afirman ser independientes), todos ellos movilizaban

constantemente a las bases de sus organizaciones para manifestar su apoyo al

gobierno o al partido en el poder. Durante un período que abarcó de mayo a julio

de 1982, los comerciantes de Tepito fueron movilizados en seis ocasiones con

este fin.’5

A cambio de las movilizaciones, las organizaciones de comercio reciben el

permiso para seguir vendiendo en la calle sin ser molestado. Los que niegan a

acudir a algún mitin o manifestación de apoyo al PRI o algún gobierno son

castigados: se les prohiben vender durante un fin de semana (que es cuando se

obtienen las mayores ganancias). El control de asistencia a este tipo de eventos

es estricto: por un lado, durante el mitin o reunión de que se trate, algún allegado

15 Susan Eckstein asegura que a los vendedores del mercado del centro (refiriéndose a Tepito) se les pide que participen en manifestaciones de apoyo al PRI y al gobierno, entre veinte y veinticinco veces al año. Susan Eckstein, El estadoy lapobreza urbana en México. Siglo XXI Eds. 1982, p. 157.

23

al líder pasa lista de asistencia; en el barrio, permanecen representantes del

dirigente encargados de obligar a los comerciantes que intentan vender a quitar

sus puestos.

Cuando se convoca a un evento de este tipo, los líderes generalmente

argumentan que es necesario apoyar al gobierno que les ha concedido la

posibilidad de vender en las calles o bien que es necesario apoyarlo porque si otro

adquiere fuerza en la zona, probablemente se les impedirá continuar con el

comercio callejero.

Por su parte, el PRI se preocupa por formar líderes de acuerdo con sus

propios intereses y por ofrecerles concesiones especiales para mantenerlos bajo

su control: así, por ejemplo, se encuentran líderes que habían recibido cursos,

seminarios y propaganda escrita del partido, o que habían sido nombrados para

diferentes puestos en algurto de los tres distritos electorales del D.F., de los que

forman parte del barrio de Tepito.

La coacción que realiza el PRI sobre los comerciantes para que dejen de

elaborar y acudan a apoyarlo en sus mítines, es campo propicio para la reflexión

sobre los medios de que se vale el grupo dominante para ejercer su hegemonía.

Coacción tales como el miedo a no conseguir más el permiso para vender o a

perder el empleo no implican ni la convicción del consentimiento ni la violencia de

la coerción. Este tipo de coacciones (que podrían considerarse como económicas)

juega un importante papel en sistemas políticos donde la corporativización y el

clientelismo son la base de su funcionamiento.

La forma en que el partido oficial obtiene el apoyo de los comerciantes

puede sintetizarse de la siguiente manera: en la mayoría de los casos, desde los

líderes hasta los miembros de base que apoyan al PRI, lo hacen por lealtad

personal a políticos o funcionarios de nivel superior, de quienes han recibido o

esperan recibir algún beneficio. La cooptación de líderes e incorporación de

grupos al partido oficial se da a cambio de un botín económico y politico; a su vez,

los líderes locales refuerzan su poder distribuyendo periódicamente beneficios

materiales conseguidos gracias a sus relaciones personales con funcionarios

encargados de la toma de decisiones; por su parte, los miembros de 10s grupos,

24

con la esperanza de obtener recompensas individuales colaboran con líderes y

funcionarios. Se crean así clientelas cautivas pero no convencidas del sistema

d~rninanfe.‘~ Este tipo de relaciones de clientela, tampoco es explicable en

términos de coerción o consentimiento.

AI nivel de los intereses económicos que marcan la dinámica de las

organizaciones de comerciantes, cabe anotar que prácticamente todos los líderes

tienen cuantiosos ingresos resultantes de los cobros que hacen a los vendedores

por permitirles poner puestos en las calles que controlan y a través de las cuotas

diarias que reciben por cada puesto.’ Tomando en cuenta que hay organizaciones

que rebasan los mil socios, los ingresos del líder por estos conceptos son

realmente significativos.

Otros líderes han hecho del manejo de los intereses generados por el

ahorro de los comerciantes reciben beneficios económicos por las ventas

callejeras; en relación con la fayuca, se encuentra además otro tipo de agentes

con fuertes intereses. Aunque no todos los fayuqueros son iguales, hay algunos

que manejan importantes cantidades de mercancía que transportan en trailers y

almacenan en Tepito (frecuentemente en cuartos de vecindad); estos

comerciantes suelen estar protegidos por funcionarios de arriba o bien, coludidos

con aduaneros e inspectores que impiden que la mercancía sea confiscada y que

los comerciantes que les transfieren parte de sus ganancias sean detenidos. Los

fayuqueros pequeños no tienen ese tipo de “privilegios”: ellos manejan puestos

menores y cuando tienen que enfrentarse a agentes (tanto aduanas como de la

SHCP) llegan a perder toda su mercancía, a pagar multas altísimas o incluso a ser

encarcelados.

En cuanto al común de los comerciantes, se encontró que si bien no todos

ellos eran vecinos de Tepito, un amplio sector residía en el barrio y almacenaba la

16 V. Jorge Montaiio, Los pobres de la ciudad en los asentarnientos espontáneos, México, Siglo X X Eds. 1979, p.209.

En 1982 el precio por un puesto de 1.5 metros cuadrados llegaba a ser de doscientos cincuenta mil pesos (45 veces el salario mínimo mensual de aquél año) y las cuotas por mes variaban entre 30 y 50 mil pesos. Para 1990 el precio de un espacio en via pública había alcanzado los doce millones de pesos (40) veces el salario mínimo mensual) . Con el pago del puesto y de las cuotas se obtiene el derecho a vender en la calle mientras no haya medidas gubernamentales que lo impidan. Numerosos informantes aseguran que parte de las cuotas se transfieren a funcionarios menores y mayores. En Revista del conszmidor. op. cit.

1

25

mercancía en sus propias viviendas. Aun cuando se trataba de personas con una

situación económica relativamente desahogada, difícilmente hubieran podido

establecer sus negocios en locales fijos de otra zona de la ciudad, obteniendo las

ganancias que en Tepito recibían. Por otro lado, el hecho de vivir en el barrio y

vender ahí sus productos les permitían evitar costos de transporte y

almacenamiento de mercancías, que seguramente hubieran tenido que realizar si

vendieran en otros tianguis de la ciudad. En resumen, para la mayor parte de los comerciantes de Tepito, la localización de sus negocios en esta zona de la ciudad

era un elemento vital para conservar su modo de vida, sin detrimento de sus

ingresos. Es por eso que frente a las presiones del capital inmoviliario y comercial

por transformar el uso del espacio en el barrio, los tepiteños combinaron en más

de una ocasión la defensa de la vivienda con la defensa de la calle.

26

2.5 Misterioso Tepito

Tepito: lugar mítico. Después que Oscar Lewis escribiera Los hijos de

SBnches, el mundo entero conoce el nombre de este barrio de México.18 Sobre éI

ha surgido toda una “imaginería del rechazo”, como robo, prostitución pobreza,

droga, inseguridad, etc., Muchos mexicanos nunca han puesto un pie en Tepito,

por miedo o por el gusto de sentirse diferentes a esa clase marginada. Las clases

medias y alta burguesía ignoran o rechazan con desprecio este barrio populoso y

popular.

En éI se aglutinan las clases populares. Cada día, decenas de miles de

habitantes de la Ciudad de México van hasta Tepito. Dos o tres horas de camión

para llegar desde la periferia lejana y poder comprar allí muebles, zapatos,

artículos para la casa, incluso el estéreo último modelo importado de contrabando

de los Estados Unidos. 120 O00 habitantes, aproximadamente, que viven del

comercio callejero, de la producción de prendas de vestir o de objetos domésticos,

de una industria de reparación inmensa y fragmentada.

Tepito repelente, Tepito imán .. . Se habla demasiado, y con demasiada

frecuencia, Tepito en la prensa mexicana. La policía acampa a los alrededores,

sobre el eje 1 norte, pero no suele entrar. Los habitantes rechazan periódicamente

los planes elaborados por los urbanistas-sociólogos de la ciudad para transformar,

“rehabilitar” este barrio. Y cada vez Tepito hace contrapuestas, elabora estrategias

de defensa “pasiva”. ¿Qué es Tepito?

Tepito es, ante todo, un pueblo en la ciudad. Un pueblo con las

dimensiones de la ciudad. En una aglomeración urbana de 17 millones de

habitantes, cuyo crecimiento ha sido dramáticamente rápido debido a una continua

riada de inmigrantes del campo, Tepito es uno de los raros barrios donde la

mezcla de la población ha sido escasa y ha sabido absorber a los recién llegados

que venían a sustituir a los que se iban.lg

18 Francois, Tomas. Tepileños, CEMCA-TRACE No. 17, 1990. Geógrafo Urbano y Maestro en la Universidad de Saint-Etienne, Francia.

l9 Periódico: Tepito): Anexas, Centro de Estudios Tepiteños 1994.

27

Curiosamente, es el Único barrio de México que ha conservado sus

características de la época prehispánica hasta nuestros días. El habitante de ,.? A‘ .‘F. 7-

Tepito reivindica con orgullo el hecho de pertenecer a éI, afirma ser el corazón de :f x

México auténtico, no estar en la búsqueda de una identidad perdida con la && 3$ colonización. Tepito, dicen sus habitantes, es el crisol que ha sabido asimilar todas

las influencias exteriores y preservar la autenticidad mexicana. En otras partes de

dirá: “vivo en la Roma, en la Guerrero, en la Tlalpan ...I,. Aquí se dice: “soy de

Tepito”. Es la fuerza de una cohesión social que hace que los que allí han nacido

se queden y las aportaciones exteriores arraiguen.

$ 9 a:,

28

3. LA MUJER Y LA CULTURA POPULAR URBANA

3.1 La marginalidad de la mujer de barrio (el trabajo doméstico)

Para caracterizar la situación de la mujer en la familia, Engels hablaba de

“esclavitud doméstica”, pero ni éI ni Marx estudiaron mucho la esfera del trabajo

doméstico, las condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo en el seno de

la familia. Esta es una de las razones por la cual no entendieron toda la

complejidad de la situación a la que el capitalismo ha sometido a la mujer.*’

Como no se trata de una producción para el mercado, el trabajo doméstico

no posee las características de un trabajo social, sino de un servicio privado,

personal, que presta el ama de casa. He aquí por qué “sus motivaciones” no son

de orden económico (trabajar para ganar dinero), ni de orden “profesional”

(realizar su personalidad en dicha actividad), sino que han de buscarse incluso

fuera de dicho trabajo: prestar un servicio a su marido y a sus hijos, ocuparse de

los demás, dedicarse a ellos. He aquí por qué el ama de casa no se “realiza” en su

trabajo, por qué este trabajo es en sí mismo algo secundario, frente a la función

principal, que le permite asumir dicho servicio: el ama de casa se “realiza” a través

del servicio prestado al marido o a los hijos. En otras palabras, ella no tiene un

destino propio, enraizado en sus actividades. O más bien su destino propio

consiste en vigilar a que a los demás no les falte nunca nada, y si ella se “realiza”

como individuo es tan sólo a través de las actividades del marido y de los hijos, de

su desarrollo, para contribuir al cual trabaja ella en la sombra, multiplicando sus

“pequeños servicios”.

El destino de madre y esposa es prestar un servicio, porque socialmente su

trabajo no es un trabajo sino un servicio privado. Y las características de esta

relación laboral no abandonan al ama de casa ni siquiera cuando trabaja fuera:

20 El Capital, libro 1, v01.2, Edición a cargo de Pedro Scaron. Ed. Siglo XXI, México. 1975, p.482.

29

sabemos como la patronal se apoya en estas “cualidades” para reforzar la

explotación de la mujer en el trabajo, para difundir las relaciones de explotación,

desarrollando toda clase de manipulaciones para hacer aparecer dicho trabajo

como un servicio personal. El ejemplo de las secretarias, mecanógrafas, etc., se

cita frecuentemente para ilustrar dicha situación; estos ejemplos podrían

multiplicarse, sobre todo en los empleos denominados “femeninos”. En fin, la

realidad nos dice todo lo contrario. El trabajo doméstico no solamente es un

conjunto de tareas penosas, sino que se trata, por encima de todo, de un

encadenamiento sin fin de tareas, de un sentimiento total de vacío que deja dicho

trabajo. Lo que puede quedarle a la mujer en la conciencia es una especie de

sensación de irrealidad.21

“La mujer ha desarrollado un tipo particular de resistencia dentro de la

organización de su vida tal y como es: cortar amarras’ con el mundo circundante,

flotar en un mundo irreal, las barreras construidas en torno suyo y la enfermedad.

Fatiga, histeria, trastornos nerviosos, agorafobia. Tranquilizantes, somníferos y

alcohol de supermercado son los remedios que se utilizan”.22

21 Véase Mundo de hombre, concienciu de mujer de Sheila Rowbotham. Todo el capitulo 5: “El trabajo de una mujer nunca se acaba”. Ed. Debate. Fernando Torres Editor. Col. Tribuna Feminista, Madrid, 1977.

Amarra: todo lo que sirve para atar. Protección, apoyo. 22 S. Rowbotham, op. Cit., p.125.

30

3.2 El nuevo destino d e la mujer

Nada nos hará comprender mejor la imagen de la mujer producida por el

capitalismo que los comentarios de los burgueses ilustrados de finales del siglo

XVIII y principios del siglo XIX sobre la condición de las mujeres. Esto es

interesante ya que nos muestra el desarrollo del trato de la mujer a través del

tiempo.

Mientras se escandalizan de lo que, desde su punto de vista, llaman

brutalidad de la mujer pobre y de la poca diferencia que frecuentemente

observaban entre éstas y los animales domésticos, se dedican por otra parte a

soiiar en “la mujer”, respetada y amada por su esposo, pero naturalmente también

tierna y dulce, ocupada totalmente en el hogar, en el que se encierra para no

exponer su fragilidad a ningún riesgo y para dedicarse a lo que se supone es su

verdadera naturaleza: la educación de los hijos.

La situación asignada a la mujer por la burguesía naciente, es por tanto

contradictoria, y sirve para ilustrarnos sobre cómo hay que guardarse de tener una

visión lineal, unilateral, en cuanto al proceso aportado por la sociedad capitalista

respecto a la vieja sociedad.

E.Shorter insiste esencialmente en un, aspecto.23 El advenimiento de la familia

moderna rompe con todos los lazos de dependencia que regían a la hora de

contraer matrimonio en la antigua sociedad, y que obligaban a aceptar que

primaran en el matrimonio los intereses de la comunidad sobre los intereses de los

individuos.

La familia moderna conformada por el capitalismo, sería entonces la base a

partir de la cual habrían podido desarrollarse unas relaciones mas libres entre los

individuos, desembocando en los fenómenos que conocemos hoy: la crisis de esta

familia, en beneficio de una mayor movilidad de .las relaciones entre hombres y

mujeres, que cada día más establecen sus lazos respondiendo únicamente a su

deseo. La burguesía ha basado siempre el dominio sobre la mujer en un nuevo

23 E. Shorter. La naissance de la famille 1voder17e (Ed. Du Seuil). E de Fontena),: “Pour Elnile et par Emite, Sophie ou l’invention du menage”, en Les Temps Modernes, n. 358, n q o 1976.

31

razonamiento sobre una diferencia entre el hombre y la mujer fundamentada en la

propia naturaleza: la mujer está hecha para ser madre, para el hogar, del que

debe salir sólo el mínimo posible, el hombre está hecho para ser ciudadano. El contrato social no era un contrato entre individuos sino, de hecho, entre hombres

“cabezas de familia”.

Mujer-madre, mujer niña, inventó así la feminidad tal como ha tomado cuerpo en

nuestra cultura moderna. Todo esto forma parte de una trama más amplia; la

burguesía ascendente inventa también la felicidad, el amor conyugal y el amor de

los hijos, siendo portadora de todo ello la “nueva familia”. Hasta más tarde para

que se planteara la cuestión de la educación de las muchachas, para que una vez

fijado el destino de la mujer madre, pudiesen definirse las instituciones específicas

donde la niña aprenderá su futuro papel.

La reclusión en la intimidad de la nueva familia forma el marco institucional

principal a través del cual se especifica la mujer como individuo con relación a las

demás categorías (hombres, niños). Tan sólo a través de este marco institucional

accede la mujer a su existencia como sujeto, a mantener relaciones con los demás

individuos (marido, hijos) y con el exterior. Se constituye el mundo de la mujer, que

no solamente estará determinado por el aislamiento en la familia y la

especialización en determinadas tareas (trabajo doméstico, crianza de los hijos)

sino fundamentalmente por el lugar que ocupa la nueva familia con relación a las

demás esferas sociales. El mundo de la mujer se convierte en el mundo privado

frente a lo público, en el mundo de un trabajo que produce simples valores de uso

frente a la producción de mercancías, que se generaliza cada vez más.

Los papeles masculino y femenino tal como se distribuyen desde entonces

en el terreno de la cultura nos remiten por lo tanto a dos prácticas sociales

diferentes.

El mundo del hombre es el mundo del reino de la mercancía. Se ha notado cómo

los hombres han llegado a convertirse en portadores de valores propios del

capitalismo (espíritu de iniciativa, de competencia, agresividad). . . por

contraposición a la “dulzura”, la “pasividad” de las mujeres. Cabe añadir que la

32

mercancía es el mundo de la universalidad y de la racionalidad frente al valor de

uso, que pertenece al mundo de lo particular.

,

3.3 Crisis de la familia y actualidad de la “liberación” de la mujer

La célula familiar ha ido adquiriendo cada vez mayor importancia, incluso al

propio tiempo que se acentúa su crisis. Basta ver para ello cómo funcionan, fuera

de la fabrica, las sociedades capitalistas avanzadas. Las relaciones de vecindad,

las tramas de sociabilidad ligadas a una vida comunitaria desaparecen, y la vida

en familia ocupa su lugar. Es cierto que también se desarrollan las “bandas de

jóvenes”, traduciendo un rechazo importante de esta forma de vida, pero, para una

pareja “normal”, lo más esencial de sus actividades, fuera del trabajo, es de orden

familiar, y ofrece demás unas variantes muy limitadas: pasar la velada en el hogar,

salir el fin de semana fuera con la familia, visitar a los padres. El urbanismo no

hace más que reproducir esta lógica. Las ciudades están construidas con el solo objetivo de enclaustrar a la gente en sus apartamentos, el desarrollo de la

ideología de los bloques, el hábitat, todo ello tiene una meta atomizar a los individuos no uno por uno, sino célula familiar por célula familiar. Podrían

describirse también efectos similares en el sector de las redes de comunicación e

información: por ejemplo, la televisión.

Es comprensible que, en estas condiciones de crisis, la familia provoque en

algunos individuos, esencialmente entre los jóvenes, fenómenos de rechazo

violento. Sin embargo, al mismo tiempo se ofrece para muchos como el Único

lugar, en esta sociedad reglamentada por la mercancía, donde se mantienen

relaciones humanas, como el último reducto’ en que las relaciones “directas” entre

individuos, no mediatizadas por la mercancía, pueden todavía subsistir. Ahora

bien, si no se ve también esta realidad de la familia, se corre el riesgo de no

comprender cómo, una vez más, el concepto que defienden las clases dominadas

copia el que proclama la burguesía. No es porque los trabajadores estén

completamente manipulados por la ideología burguesa; en la defensa que puedan

hacer de su vida familiar existe también la realidad de las “relaciones” humanas

que puedan mantener con sus hijos y su mujer.

reducto: obra de campafia, cerrada, que consta ordinariamente de parapeto una o más banquetas.

34

Habría que analizar, finalmente, cómo esta adaptación de la familia produce

una determinada reorientación en la imagen de la mujer. No se trata en que la

imagen de la mujer-madre/mujer niña sea cuestionada totalmente; más bien ha

sufrido un ajuste, al igual que el concepto de familia.

Un eje sería las relaciones entre la imagen de la mujer en el hogar en

confrontación con la realidad de la mujer que trabaja. Esto bajo dos aspectos. Por

una parte, cómo se deproducen, sobre todo en las profesiones denominadas

femeninas, las características de la mujer/ama de casa, que se convierten, en

manos de la patronal, en un instrumento para justificar una sobreexplotación

específica. Seguidamente, cómo esta imagen de la mujer ama de casa entra en

contradicción con la mujer trabajadora, cómo puede producirse una crisis de

identidad en la mujer (tanto en ella misma como en la del hombre): “Los antiguos

criterios que permitían a las mujeres estimar su propio valor han desáparecido, sin

que hayan podido arraigar aún realmente otros criterios nuevos. .. (las mujeres

trabajadoras) tienen que adquirir también una nueva conciencia de sí mismas, en

tanto que mujeres, que les permitan alcanzar la dignidad y la solidaridad que les

falta para organizarse en sus puestos de trabajo. Esto a partir de su trabajo en la

producción pero, al mismo tiempo, esta organización debe abarcar también todos

los demás aspectos de su vida de mujer, todos los aspectos de sumisión que

contribuyen a mantener a la mujer en un estado de inferioridad y que los hombres,

incluidos los sindicalistas, olvidan cuando reclaman el derecho a ser amos de su

casa.1r24

El segundo eje sería al análisis de la evolución de la imagen de la mujer en

el hogar. Vamos a contenernos en una larga cita.

“Las satisfacciones que podían experimentar las mujeres en el

cumplimiento de sus tareas domésticas se han reducido mucho, cuando no han

llegado a ser totalmente inexistentes. En el siglo XX, la confección de productos

de consumo directo han disminuido mucho, no a causa de la pobreza, corno

Sucedía aún en el siglo XIX, sino a causa de abundancia. Dada la existencia de

24 Sheila Ruwbotham, Mundo de hombre, conciencia de mujer, capítulo VI. La cita siguiente se encuentra en el mismo capítulo. Habría que desarrollar también los efectos contradictorios de la “revolucih sexual” en la segunda mitad del siglo XX: véanse págs. 192 y siguientes.

35

nuevas formas de transformación, de conservación y de venta de alimentos, de

nuevos métodos de congelación de alimentos, la naturaleza del trabajo doméstico

es cada vez más asimilable a un servicio. El papel del ama de casa consiste en

mantener la fuerza de trabajo de la cabeza de familia y de sus hijos, pero no

produciendo ella misma los bienes de consumo, sino sirviéndoles bienes

producidos dentro del sistema de mercancías. Cada vez más su Único trabajo

productivo es la producción de sí misma, en tanto que consoladora, sicóloga,

fantasma sexual.. . ”

3.4 Un giro histórico

Por lejos que nos remontemos a Io largo de milenios de opresión, veremos

cómo la dominación masculina se traduce por un control de los hombres sobre las

mujeres. En las sociedades primitivas se trata del control colectivo de los hombres

sobre las mujeres, por el que la comunidad dirige su funcionamiento y las

circunstancias generales de su reproducción. Hemos de ver en ello la

consecuencia del desarrollo casi inexistente de las fuerzas productivas y del papel

decisivo que tenía la fuerza de trabajo viva en relación con los medios materiales

de producción. El poder social se organizaba a través del poder que ejercía el

grupo de hombres sobre el grupo de mujeres.

En cuanto aparece la propiedad, las relaciones de dominio se

individualizan: la mujer se convierte en propiedad individual del hombre. Si la

noción de familia patriarcal tiene algún sentido, más allá de las formas

diversificadas de parentesco que puede trazar y del estatuto diferente para la

mujer que puede encubrir, lo tiene en esta relación de propiedad del hombre sobre

la mujer.

“En el matrimonio, la mujer aún no está claramente disociada de la idea y relación

de propiedad, aunque ello fuese más aparente en las primeras etapas del

capitalismo.” Así está expresado, por ejemplo en el himno luterano: “Nuestro dios

es todavía una fortaleza inexpugnable”, tan popular en las iglesias metodista. Es

un canto de confianza en el Dios que es guardián seguro, el que no fallará,

36

“aunque se apoderen de nuestra vida, de nuestros bienes, de nuestro honor, de

nuestros hijos, de nuestras esp~sas” .~~Esta actitud todavía persiste en las

pequeñas comunidades populares, quienes consideran que las esposas son casi

parte de los medios de producción, importantes y necesarias porque crían a su

descendencia. La noción de mujer como propiedad, solamente es, evidente en los barrios y es menos observable, a primera vista, en otros ambientes. En la familia,

e] hombre se apropia, a cambio de servicios, de la fuerza de trabajo de la mujer. El

contrato similar al de los muebles y enseres. .. En la base del contrato está la

desigualdad del poder social, lo que determina los términos de dicho contrato. Es

útil recordar la definición que da Marx de la propiedad no como una sustancia, sino

como una relación. Implica .. . “la actitud del hombre hacia sus condiciones

naturales de producción, que le pertenecen como requisitos previos de su ser, que

constituyen una prolongación de su cuerpo”26 Una vez más, la mujer era

considerada por la sociedad fundamentalmente como medio de producción y de

reproducción (de la especie). Y, si en la sociedad primitiva no existía una

propiedad privada de los medios de producción y de reproducción, sino un control

colectivo sobre los mismos por parte de la comunidad (y por lo tanto, un control

colectivo sobre las mujeres), el paso de la propiedad privada significa la

apropiación individual de los medios de reproducción y de producción, o sea, la

apropiación individual de la mujer por un hombre. Ciertamente, la mujer era un

medio de producción algo particular, un ser humano susceptible de tener

relaciones con otro ser humano, o sea, que su estatuto como medio de producción

ofrecía este rasgo particular. Y así sucede que el paso a la apropiación individual

de los medios productivos, y entre ellos el de la mujer, se traduce al mismo tiempo

en una individualización de las relaciones entre hombre y mujer, como relación

entre dos seres humanos. De este modo viene a introducirse una dialéctica

contradictoria entre la existencia de la mujer como objeto y como sujeto, a través

de la relación hombre-mujer. El capitalismo lleva al extremo dicha contradicción, al

mismo tiempo que le destruye porque, al quedar marginada de la producción

Himnario Evangélico Presbiteriano. Décima cuarta edición. El Faro. 1977. p.9 1 Sheila Rowbotham, op. cit., pp. 1 10-1 1 1 26

37

la mujer se ve confinada en sus tareas de reproductora dentro de la familia, y si

se acentúa el proceso de individualización de las relaciones entre hombre y mujer

(la mujer ya no es considerada como animal de cría, se desarrolla el amor entre

los esposos), es a través de su estatuto de madre y de mujer recluida en el hogar.

Pero también destruye esta contradicción cuando empieza a convertir a la mujer,

por su participación en la producción fuera de la familia, fuera de las relaciones de

parentesco, en un individuo como los demás.

Engels tendía a comparar el estatuto de la mujer en la familia patriarcal con

el esclavo. Sheila Rowbotham tiene razón cuando busca una comparación

histórica no con la esclavitud, sino con las relaciones feudales.

“En la relación entre el marido y la mujer hay un intercambio de servicios

que se parece a los lazos existentes entre hombres en el feudalismo.

Esencialmente, la mujer sirve al marido a cambio de cuidado y protección, aunque

el balance de los respectivos cometidos se determina personalmente. En la época

feudal el siervo servía a su señor a cambio de que éste le diera la protección física

ante asalto e invasiones; sin embargo, la naturaleza específica de la dependencia

podía variar. A veces el lazo de unión entre hombre y hombre era relativamente

ligero y flexible, limitando en ocasiones por la aparición de ciertos derechos. (...)

El parecido entre los vínculos feudales y los vínculos que hay entre hombre y

mujer en la familia aparece porque, en el modo de producción familiar, las

relaciones sociales no corresponden directamente a un’ intercambio mer~antil.”~’

Lo importante, sobre todo, es comprender la situación de dominio sobre la

mujer en forma de un lazo de sumisión personal, que es tendencialmente

contradictoria con la ideologia desarrollada por el capitalismo, que se manifiesta

porque todos los individuos sean libres e iguales, al menos por definición. Del

mismo modo que la esclavitud, como relación de explotación, fue derrocada por el

desarrollo del capitalismo (aunque en algún momento pudo acomodarse a ella),

del mismo modo era imposible que lo más esencial de las relaciones entre hombre

27 Sheila Rowbotham, op. cit., pp. 107- I O8 y 109.

38

y mujer dentro de la familia patriarcal (la propiedad de la mujer, pertenecía al

hombre) no entrará en contradicción con la lógica propia del sistema.

Se ha visto antes, que el matrimonio en la familia moderna, concertado a

modo de un contrato, presuponía la igualdad entre hombre y mujer, y permitía

presagiar ya las contradicciones que aparecerían más tarde entre la ideología de

igualdad y de libertad para los individuos de la burguesía y la realidad de la

situación en que se encuentran las mujeres.

En lo que hay que insistir, en cambio, es en las raíces de este fenómeno: si

se plantea la igualdad entre los sexos es porque el desarrollo de la sociedad

capitalista ha producido las bases objetivas para derrocar lo que constituye el

fundamento milenario de la opresión, sean cuales sean las formas que éSta tome:

la determinación primordial de la mujer por el lugar que ocupa en las relaciones de

parentesco. En efecto, en el pasado, las mujeres podían encontrase en diferentes

situaciones, pero que en último análisis esta situación venía determinada por el

lugar que ocupaban las relaciones de parentesco, por las diferentes normas que

regían dichas relaciones de producción y las relaciones políticas en las diversas

sociedades. Esto se traducía concretamente por una división del trabajo entre los

sexos, siempre marcada por el papel de la mujer como reproductora de la especie;

división de la cual se .apoyaba, en último análisis, la dominación masculina.

Ahora bien, nada “justifica” hoy que se mantenga dicha división del trabajo

por sexos. El nivel alcanzado por el desarrollo de las fuerzas productivas, por el

contrario, puede terminar con esa división.

Esta división de trabajo por sexos se había articulado, con la aparición del

capitalismo, con la separación completa entre producción doméstica y producción

industrial. Una vez más, el nivel alcanzado por las fuerzas productivas permite

entre ver “la desaparición de la pequeña producción doméstica, fundamento de la

esclavitud de la mujer, y la socialización del conjunto de trabajo que se efectuaban

en su seno.

39

La vida de sueños de una prostituta (la mujer sometida)

La prostituta es uno de los personajes que Armando Ramírez maneja muy

bien en la novela Noche de Califas, el cual puede tener un giro histórico basado en

la realidad de los reclusorios femeniles.

La vida de las prostitutas es difícil, he aquí la investigación y algunos testimonios

que puede semejarse a los personajes de Ramírez:

La prostituta es uno de los personajes sociales alrededor del cual se discute

mucho. Algunos la acusan, otros la juzgan y la estigmatizan. Pero hay también

quienes salen en su defensa, la enaltecen y encuentran en ella la fuente de

inspiración poética o pictórica. Todo esto denota la divergencia de opiniones que

siempre ha existido acerca de las prostitutas, así como las actitudes moralizantes

y el dogmatismo de unos, y la comprensión y solidaridad que reciben por parte de

otros. La prostituta ha adquirido forma casi de organización empresarial, desde las

call girls que concertan sus citas por teléfono y reciben en su propia casa, hasta el

grupo de mujeres que son contratadas para “atender” a un grupo de visitantes

nacionales o extranjeros. No es a este tipo de prostituta al que nos vamos a referir,

sino a la que busca su diario sustento y practica su oficio en los bares o centros

nocturnos y calles.

Hay quienes consideran a la prostituta como una maestra para el inicio de

la vida sexual del hombre:

... La creyó enrebozada. El Alejo se sentía descargado, se sabia conocedor se sabía que era otro, ahora, Cecilia, lo vería de otra manera. Un hombre

con el paradito de caballero aguila se deslizaba por la calle de Jesús María eran sus dominios, la mirada iba hacia el horizonte, poseedor de estas mu- jeres se alejó dejando tendida una sensación de estancia. El ratón y el Chi- quilin ni sus luces pura intuición de: seguian ahi, dentro del hotel.

Cuando vio salir al chiquilin y al Raton se dijo: a estos también los estrenaron

“A poco no es chingon.”28

Otros admiten que sólo con ella desfogan plenamente sus inquietudes

sexuales o que pueden ser objetos de diversión y placer erótico:

“Que desde el momento en que te vean caminar las viejas sepan que eres como una víbora entre las sábanas, en el interior de sus piernas, lengüetazo al sexo s o ~ a r ’ ~ ~ ~

Hay incluso otra categoría para los que la prostituta resulta necesaria por .

sus preferencias y hábitos sexuales. O como la mayoría de los clientes asiduos z simplemente opinan: “La carne de afuera no sabe igual que la carne de la casa”. . J

Por todo io anterior, se suele considerar a la prostitución como un mal necesario

i ..

r

para la sociedad. En su época, San Agustín lo expresó diciendo: “Quita la

prostitución del comercio humano y traerás con ello la confusión de todo.”

En nuestro país, como en muchos otros, la prostitución, no son un delito en

sí misma; sin embargo, es notoria la relación estrecha que se da entre la

prostitución, algunos actos delictivos y su relación con delincuentes.

También es innegable que el nivel económico y sociocultural del cual

provienen la mayoría de 12s prostitutas es deplorable, y son precisamente las

apremiantes necesidades económicas las que frecuentemente esgrimen estas

mujeres como justificación para dedicarse a esa actividad. Sin embargo, además

de la pobreza también pueden influir otros factores.

Irónicamente, una infancia carente de amor puede dar origen a una

“vendedora de amor”

Magda. Esa puta mayor. Mujer de larga carrera en las camas y las pistas de baile, aventajada: treinta y ocho años, provocativa, mal hablada y unas ganas infinitas de ser amada, de darlo todo, a pesar de que tanto a dado y nada ha recibid^.^'

Otro ejemplo verídico es como el de María del Carmen dice: “Habernos

unas muy cerradas de ojos o muy pendejas”. Evidentemente, con esto se expresa

su desacuerdo con lo que hace y también quiere decir que nadie la orientó o la

previno, labor propia de los padres, sobre todo de la madre,

29 Armando Rarnírez. Noche de Califas, Ed. Grijalbo, México, 1982, p. 15 30 Armando Ramírez. Loc. Cil. p.2 1

41

Continúa diciendo: “Tengo 24 años, sólo fuimos dos hermanas, yo soy la menos.

Mi mamá murió a los 38 años, cuando yo tenía 10 años. Se murió por que bebía

mucho y le vino una enfermedad. A los 14 años vine a la ciudad a trabajar a las

casas. Me iba, con una de mis primas, los domingos a bailar a los salones, allá por

la Merced. Mi hermana si se juntó con un hombre y tiene a sus hijos. Tuve

“buenos padres”. Mi papá era albañil. Mi hermana se vino a trabajar a los 15 años.

Yo me quedé, pero lo que hizo que también me viniera fue que una vez estando

borracho mi papá me dijo que yo no era su hija. Eso sí me ofendió, me sentí muy

mal y por eso me vine. Mis papás se peleaban cuando tomaban. Mi mamá era

alegre, trabajaba en el campo. Sueño repetidamente que viene mi hijo al reclusorio

y me dice: ‘Aquí estoy’. Una vez soñé a mi mamá que me llevaba con ella por un .

barranco, por un caminito y me cargaba para que no me cayera y luego me

regresaba. No me dio miedo”.

En el primer sueño, esta mujer refleja la culpa de no poder cuidar a su hijo y

tampoco de haberlo hecho antes de manera adecuada. En el segundo sueño,

expresa la confianza de que si hubiera contado con el apoyo y la guía de su madre

no se hubiera “desbarrancado” o caído en el estilo de vida que lleva, ni le darían

miedo las contingencias de su diario vivir. Además parece que se identifica con su

madre, al grado de que quizá haya aprendido de ésta algo más que a beber y ser

alegre.

En algunas de las prostitutas se percibe la convicción de que son “de lo peor” como lo expresa Rosa Isela, persona que realmente ha sido tratada como un

objeto desde su infancia. “Mi madre se fue, nunca supe de ella. Mi padre se fue a

otro pais. De niña, cuando tenía cinco años, pedía limosna y ropa y ponía mi

puesto para vender cosas. Desde entonces he luchado. A los 13 años fui bailarina

de carpa, ahí me quedaba a dormir. De niña me vendió a un hombre una tía

hermana de mi mamá y yo tal vez lo hice por dinero. Me llevaron fuera de México,

casi conocí la República. Me.les escapé cuando tenía 17 años. Me enamoré de un

hombre que me explotó, era un padrote. Decidí dejarlo porque empezó a

golpearme; éI me puso el departamento y me vestía y me decía a qué hora me

tenía que ir a trabajar. Todo se lo daba a él. Intenté quitarme la vida. De mi vida es

42

mucho y no me gusta contar porque luego dicen que invento. No sé por qué han

venido a quejarse de mí. La señorita de aquí de la administración ya me dijo que

deje de estarle buscando problemas, pero siento que me tienen envidia. No sé por

qué, yo no las ofendo. Todo fue porque una muchacha quiso meterse a mi cama y

yo no quise. Está bien que uno sea de lo peor pero por qué hacer cosas que no.”

Durante su infancia, algunas mujeres han vivido situaciones muy

dramáticas que dejaron en su mente una huella imborrable. Tal es el caso de

Oriana, de 45 años de edad, obesa, rubia, con ojos de un atractivo color azul.

I ‘ . . . Magda. Esa puta mayor.. .treinta y ocho años, provocativa.. . ,131

Ella dice: “Fui hija única. No recuerdo que mi padre haya vivido en casa.

Cuando tenía ocho años tuve una espantosa experiencia: al abrir la puerta de la recamara de mi madre vi cómo ella se suicidaba dándose un tiro en la sien. Pasé

a vivir con mi abuela materna. Vivíamos en un pueblo en donde ella tenía una

hacienda muy grande. Tenía mucho dinero, era hija de franceses, muy bella, al

igual que mi mamá.

“Se veía como ricachona, quesque hablaba inglés, que había estado en los Angeles o San Francisco o San Fernando, uno de esos lugares de los Estates.. . ,132

Mi juventud fue muy triste. Me separé de mi abuela para venir a trabajar a la

ciudad de México. Trabajaba en una compañía de edecán”.

Oriana aprendió de su abuela la ventaja que ofrece la belleza física para seducir a

la mayoría de los hombres, aún a los más allegados.

El inicio de cada una de estas mujeres como prostitutas es diverso. Por

ejemplo, María del Carmen acertadamente considera que fue víctima de una

trampa. “Yo no me casé -relata--. Ahora sí que me hicieron ‘el favor’ y me

embaracé a los 21 años. Fue con mi consentimiento. ÉI me dijo que si me

embarazaba me iría a vivir a su casa, pero a la mera hora dijo que ese niño no era

de éI sino del vecino al que yo ni le hablaba.

43

Cuando tenía 22 años conocí a Raúl, y a los 15 días de tratarlo me llevó al

cine y después a un hotel del que ya no me dejó salir. Yo iba sanamente a bailar.

Ahí conocí a Raúl. Me dijo que me iba a ayudar con mi hijo pero me hizo caer en

una trampa. Me llevó con uno de sus amigos y dijo que iba a trabajar y me

amenazó. Para ello me hizo que llevara a mi hijo con una señora que cuidaba a

niños de muchachas que ‘trabajan’, pero yo no supe en qué calle. Raúl me ponía a

trabajar de las nueve de la mañana a las cinco de la tarde y si no le levaba dinero

me pegaba.

“...ahí esa puta cansada de entrar y salir del hotel se pone de mal humor ante su hombre, el que le da en la madre, tantas veces como sea nece - sario para mantenerla contenta: “¿Es todo lo que ganaste...?” Y ella con sus infinitas condicionantes para ser sufrida le contesta: “Es que agarra la onda, apenas estoy comenzando, es temprano falta que salga de los ne - gocios ...” Y la Muñeca, califa aprendiz, como se lo dictó Macho, le suelta una bofetada al llegue y una patada ... “Vuelve a contestar así ...y te rompo el hocico ... Eres hija de la mala vida, te digo que me vuelvas a contestar así y te agarro a patadas, órale ponte a chambear, todavía puedes recoger más dinero.. . Y recogiéndole el dinero a la puta callejera.”33

Sacaba de 20 a 25 O00 pesos diarios pero no se conformaba y me mandaba a

trabajar más tiempo.

En el caso de Rosa Isela, quien como ya se mencionó fue vendida por su

tía a un hombre, parece haber sido ajeno a su voluntad dedicarse a la prostitución.

De su situación comenta: “Mire, la verdad yo siempre he trabajado en la vida

alegre, en un bar. Vivía en un hotel de un español. ÉI quiso andar conmigo pero yo

no quise, por eso me acusó de haberle robado. En 1983 también me acusó de

robo y despojo, Estuve aquí de seis a siete meses, y también el año pasado, pero

salí bajo fianza. He vivido por dos años en el hotel y no tienen queja mía -pero

como no acepté a ese señor, en venganza me ha acusado. Yo junté unos

centavitos y me compré un coche. Esa es la verdad. Siempre me ha gustado vivir

sola por eso vivía en el hotel”.

Es difícil imaginar que una mujer obesa, sin dientes, embarazada y con un

niño en brazos se dedique a “la vida galante”, pero se da el caso. Tal es la

33 Ibidem, p.24-25

44

situación de María, quien dice tener 38 años, aunque aparenta mayor edad. Es la

tercera ocasión que está recluida por delitos como lesiones y riña, vagancia y

robo. Ella narra lo siguiente:

“Me acusan de robo y lesiones a una pareja, pero yo ignoro eso. La verdad

yo ejerzo de prostituta por ahí por Peralvillo. Ese día una pareja andaba con un

muchacho robando, ellos son los que me acusaron. Yo me casé a los 16 años.

Tengo cinco hijos de mi primer esposo y ahora dos del otro, pero éste también

está recluido. Yo vivía con su papá de éI y su abuelita, pero me tuve que ir a

trabajar para mantener a mis otros cinco hijos. Mis hijos los grandes saben a qué

me dedico y gracias a Dios nunca me lo han champado en mi cara.”

Dolores, de 23 años de edad, con toda naturalidad habla de su oficio. No se

advierte en ella ningún sentimiento de culpa; sin embargo, necesita fumar

marihuana para que le sea menos desagradable.

“Al principio sientes refeo de que te la estén mete y mete y tu ni siquieras sepas cómo se llama el que te la mete.. . pero luego ya hasta le tomas cariño al asunto.. . 1134

Continua. “Desde los 16 años entré a trabajar en un centro nocturno. No

trabajaba en otra cosa porque no conviene. Soy la segunda de siete hermanos.

Con mi mamá la he llevado bien. Mi papá es bueno, pero se fue de la casa hace

mucho tiempo. Nos quedamos con mi mamá y mi abuela. Vendíamos fruta en un

mercado. Fui a la escuela hasta el tercer año, pero me salí porque no me gustaba,

no entendía. De chica era obediente, pero me salí de la casa a los 15 años con mi

primer novio que tuve. Los hombres prometen muchas cosas pero a la mera hora

no dan nada. A los dos años lo dejé, teníamos problemas, me pegaba, era

soldado y le gustaba la mota. Me salí y me dediqué a la prostitución. Una vez me

encontré con un señor grande. Era de Tepito. Me quiso sacar de esto pero tuvo

problemas con su esposa.

34 Ibidem, p.22.

45

Me he juntado con otros hombres pero sólo me han querido explotar, prefiero ya

no juntarme con nadie. He sufrido mucho. Mi trabajo es humillante, desagradable,

por eso le hago a la marihuana para no sentir tan feo y olvidarme un poco.”

En el caso de algunas mujeres bellas, la prostitución puede resultar del

asedio constante de que son objeto por parte de los hombres, aunado a que

encuentran una forma fácil de conseguir el dinero que desean:

“ ... los inteligentes, limpios, búsquense dos o tres viejas y vivan de ellas hasta que Dios los recoga ... 1135

En caso de Oriana, de innegable belleza, dedicarse a la prostitución fue

como un refugio para aliviar la depresión que vivía: “En la compañía que trabajaba

conocí a Arturo -relata--, quien me propuso matrimonio. Me quería mucho, pero

en ese momento yo estaba embarazada no sé ni de quién. ÉI me aceptó así y nos

casamos. Le dio su nombre a mi hijo pero yo no era feliz. Me gustaba el relajo, no

me gustaba encerrarme en mi casa. AI año y medio nos separamos. Arturo me ha

ayudado económicamente siempre, pero últimamente al darse cuenta que vivo de

esto, ha dejado de hacerlo por temor a que surjan problemas con su esposa e

hijos”. En ella también llama la atención su conducta rechazante y despectiva

hacia el hombre -Arturo-que le ha demostrado con hechos su protección. Sin

embargo, es claro que ella no confía en el afecto de Arturo debido, quizá, a que

por culpa de su padre ella quedó en la orfandad.

Isabel, de 28 años de edad, con seis meses de embarazo, morena clara, de

ojos grandes y expresivos dice: “Me casé a los veinte años, nos levábamos bien.

Sólo éI trabajaba y me daba mi gasto pero después de que nació el segundo de

mis hijos éI empezó a faltar a la casa y andar con mujeres. Yo me desesperaba

mucho, tanto con los niños como con éI, aunque éI llegaba tranquilo y nunca

maltrataba a los niños, finalmente no soporté y nos separamos. Entré a trabajar a

un restaurante en el último turno, así es que poco a poco me animé a tener

algunos clientes.” En casos como éste. da la impresión de que la mujer toma la

55 Ibidem. pg.50.

36

decisión de llevar una vida de este tipo por un afán de venganza y competencia

con el hombre respecto a su libertad sexual, es decir, Isabel no tolera que sólo éI

tenga la opción de andar con una y con otra y ella se quede en su casa

esperándolo pacientemente. Esta poca o nula tolerancia que algunas mujeres

tienen hacia los engaños de su cónyuge puede deberse a que no están dispuestas

a repetir el sometimiento que observaron en su madre. Sin embargo, por un lado

se liberan de los rígidos cánones que sujetan a la mujer al hogar pero, en

contraste, cae en una trampa de la que les resulta aún más difícil salir: la

prostitución. Es importante notar la falta de orientación de estas mujeres en cuanto

al uso de métodos anticonceptivos o el descuido intencionado de ellas al uso de

los mismos.

Cuando la mujer prostituta es inteligente y con cierto grado de preparación y

experiencia se independiza y utiliza a otras mujeres para que trabajen con ella y

para ella. Una manera de disfrazar este oficio es la que menciona Julieta, mujer de

39 años de edad, delgada, de baja estatura, muy morena y con el cabello teñido

de rubio. Dice: “Yo soy inocente, yo no obligué a nadie. En la estética las

muchachas estimulaban a los clientes para que las invitaran a salir. Pero eso era

asunto de ellas. La que me acusa es una tal Martha. Mira, le dije, cuánto te pagan

por acusarme y perjudicarme. Ella dice que fue a pedirme trabajo y que yo le

ordenaba que tenía que prostituirse. Eran cuatro empleadas las que había en el

negocio, yo les daba el 50% y de mi 50% yo tenía muchos gastos y jamás les’

ordené tal cosa. A ésta alguien la debe haber mandado, porque la gente nunca

puede ver que le vaya bien a uno cuando empiezan {as envidias.”

Las siguientes son entrevistas realizadas a algunos hombres que

conocieron a mujeres dedicadas a la prostitución. “Gloria a los 16 años de edad,

empezó a trabajar porque su padre abandonó el hogar y ellos en total de

hermanos eran 1 O. La situación económica era deplorable y se vio en la necesidad

de ayudar a su madre con los gastos. El medio más rápido de hacer dinero’era

ése y , no es por nada, pero al poco tiempo de que entró a trabajar al cabaret, en

47

su casa se hizo notoria la prosperidad. Lo curioso es que nadie en su casa sabía a

qué se dedicaba, aunque toda la colonia si lo sabía. Trabajó ocho años en esto y

después uno de sus vecinos le propuso matrimonio y hasta la fecha el hogar que

formaron ha sido bueno. Tienen varios hijos y continúan viviendo en la misma

colonia sin que nadie se atreva a decirles algo. Yo la he escuchado decir: ‘Quiero

y respeto a mi esposo. La verdad fue que me vi obligada a hacerlo porque la

situación de mi casa así lo exigía. Ahora tengo un hombre que me apoya y no creo

regresar a eso. Los dos hemos olvidado todo lo pasado’. Sólo lo creo, porque yo lo vi.”

“Refugio era una muchacha que vivía por mi casa. Ella era muy guapa y

estaba muy bien. Se metió a trabajar a un club nocturno. Nosotros, mis amigos y

yo, íbamos seguido al club, porque a uno de mis amigos le gustaba y quería

sacarla de ahí. Creerás que éI solo pensaba que atendía ahí a los clientes, pero

que no se iba con ellos. Un día hicimos una apuesta de invitarla a salir y si

aceptaba, el que perdiera iba a pagar todo. Mi amigo dijo que éI pagaba, y qué

chasco, senti gacho por mi amigo por que resultó que ella si aceptó el precio y

pues salimos. Cuando ellas salían de trabajar había taxistas esperándolas para

llevarlas a sus casas. Uno de ellos, por cierto que también era vecino, se enamoró

de ella y ese si fue mas aventado y se casó con ella. Lo chistoso es que se

quedaron a vivir en la misma colonia, y a pesar de que ella sigue estando muy

bien, nadie se atreve a decirle nada, pues su marido, el chofer, parece ropero. Así

que imagínate como se pondría al que le dijera algo a ella. A ellos los conozco de

años y se ve que se llevan bien. A mi la verdad me da gusto por ella.”

Rosa relata: “Cuandc entré a trabajar al bar, a mis hijos les decía que era

de cocinera. Pero era en las mesas con los clientes. De hecho me enseñaron a

trabajar y que yo no tomara con los clientes, ocasionalmente lo hacía pero era

cuando me iba con ellos. Pero eso sí, uno escogía con quién irse. A veces ya los conocía y sabía que pagaban bien. Uno de mis hijos, el que iba a recogerme en su

taxi cuando yo salía, conoció en el bar a una muchacha y se casó con ella. De

48

todos modos ella siguió trabajando ahí y éI iba a recogernos a la salida a las dos.

Mi hijo así la quiere y yo no tengo por qué decirle a quién escoja. Además es

buena muchacha.

Trabajé de sirvienta -dice María del Carmen-con una señora tres años,

por Tlatelolco, de entrada por salida. Me pagaban 500 pesos, era una buena

señora. Me trataba como a una hija. Mis respetos para ella. Sé que trabajar de

‘eso’ es un pecado, pero con las amenazas del que me vigilaba no me quedó de

ora.”

Rosa lsela opina: “El señor que me está ayudando me mandó tres

abogados. ÉI es de sentimientos. Lo hace gracias a su esposa porque yo trabajé

con ellos de criada y se dieron cuenta que soy una persona buena y honrada. Ella

tenía muchas joyas y dinero y nunca le robé nada. Saliendo, si ellos me dicen

vente a trabajar con nosotros me voy, porque mi libertad está en sus manos. No estudié nunca, pero me dicen que tengo la voz de Lucha Reyes. Tuve oportunidad

de todo, pero no quise aceptar las oportunidades que me dieron porque no tengo

escuela. Yo vengo de abajo. He sufrido mucho. Saliendo de aquí voy a cambiar,

aunque sea en palenques voy a cantar y a estudiar de noche. La verdad me va a

costar trabajo dejar mi trabajo porque no tengo escuela.”

Lo habitual es que estas mujeres tengan a su cargo la responsabilidad de

los hijos y su actitud ante ellos y puede ejemplificarse como sigue, no sabiendo si

será “realidad” o “sueños”:

“Quiero darle a mi hija lo que no tuve -comenta Rosa Isela-La voy a llevar

por buen camino, por eso la tiene esa señora que la cuida, yo la veo diario. Le

llevo dinero a la señora y cosas para que la vea bien. La señora la adora. No la

tengo conmigo porque ella apenas tiene tres años y se puede caer o espantar

porque la deje sola. Es pecado sacarse un hijo -provocarse un aborto-, así que

por eso me lo dejé. No sé de quién es, cuando me pregunte tendré que decirle una

mentira. Cuando crezca y comprenda le voy a decir la verdad.”

49

María del Carmen agrega: “Tengo un hijo. Cuando detuvieron a Raúl no dijo

dónde estaba mi hijo. A mi me preguntaron pero dije que no sabía, por fin dije que

sí sabía pero no me acordaba de la dirección. El niño duró ahí como cuatro

meses. Raúl me decía que el dinero era para mi hijo, pero la señora que lo

cuidaba dijo que nunca dio nada para el niño. Quiero a mi hijo y no lo quiero dar

en adopción porque es lo Único que tengo en la vida y pienso educarlo. Quiero

estar con él. En la casa de cuna se traumó, se le fue el habla.”

María expresa el siguiente deseo: “Saliendo de aquí sólo pienso en ir por

dinero y saber cómo están las cosas en mi casa. A mis hijos los tiene otra

hermana. Yo a ella le mando las cosas que hago aquí para que las venda y tenga

dinero para mis hijos, pero no sé cómo los esté tratando porque una de mis hijas

mayores, la de 23 años, vino a verme y me dijo que mis hijos se van a meter a

trabajar porque ya no hay dinero para ellos. Yo no sé qué hace mi hermana con

las cosas que le mando. Además otra hermana me quiere quitar a mi hijo, éste

que estoy cargando es de dos años. Ya me quitó a mi hija de 11 años. Desde

hace seis años la registró a su nombre y la volvió a bautizar y le dice que yo soy

su tía no su mamá por eso ya quiero salir no le voy a dar a mi hijo para que otra

vez me lo robe como a mi hija.”

Estos ejemplos hacen suponer que las prostitutas viven un sentimiento de

culpa por la desatención en la que tienen a sus hijos. Quizá por ello aceptan que

otras mujeres, familiares o no, los atiendan y hasta se los quiten. Pero también

hay que admitir el desapego afectivo de ellas hacia sus pequeños y lo cómodo que

les resulta desprenderse de ellos.

El alcohol es la droga que más consume la prostituta. Es “su más fiel

compañero” y con éI se dan ánimo, reflejo de que viven deprimidas con más

frecuencia de lo que pudiera suponerse. El comentario de Oriana hace evidente

esta situación: “A los 35 años tuve un accidente automovilístico. Casi pierdo las

piernas. Sufrí depresiones muy fuertes y empecé a refugiarme en el alcohol, y sólo el alcohol me hacía sentir un poco mejor. Sé que cada día me hundo más y más, y

no puedo salir adelante”. Por su actitud y el tono del relato, hace pensar en que

50

quizá el accidente reflejaba el deseo interno de morir. En el mismo sentido, Rosa

Isela, cuando estuvo tan subyugada por su “padrote” -clásico explotador, sádico y

destructivo--, menciona que intentó suicidarse en más de una ocasión. De ahí que

frases como, “mujeres de la vida alegre o galante”, no son más que ironías o

expresiones que caricaturizan un estilo de vida que está más propenso a los

conflictos que al placer.

Cabe mencionar la conducta masoquista y sometida de la prostituta ante un

hombre explotador y agresivo:

“Yo tengo veinte años en esto y me he dado el lujo de mantener al hombre que me gusta, el que me deja satisfecha. No esperes cariño . . . 1136

Pero también es frecuente la conducta rechazante y despresiativa de ella hacia el

cliente común; esto cuando el cliente se los permite, ya sea porque no muestra

una actitud agresiva o asuma una postura condescendiente, aspecto que para

ellas no pasan inadvertidos y aprovechan para desquitarse. Algunos hombres lo

expresan de la siguiente forma. Roberto dice: “Me gustaría saber el motivo de por

qué trabajan en esto. Conocer cómo es su familia. Tener una idea de lo que ella

es realmente para tratarla y conocerla. Tratar de entablar con ella una amistad

para ver de qué manera podría intentar sacarla de ahí y darle una productividad

económica, otro camino Me gustaría que en el trato físico fueran tranquilas.

porque me da la impresión que tienen un trato muy brusco con uno. Creo que se

debe a que han perdido la ~ensualidad.~‘

Para ellas se convierten en una rutina. Una casi se agarran a leer sus cuentos y le

dicen a uno ‘apurate’. Por eso me gustaría que la relación fuera tranquila con el fin

del que el placer fuera bilateral y no sólo masculino. Pero definitivamente lo que

me gusta de ellas y me llama la atención a acercarme a alguna es su cuerpo, que

esté bien formado, aunque su cara no tanto:

“...tu amiga.. .pronto a ingresar en las filas de la putería, jovencita, veinte años, feíta pero de buen cuer o, vamos, pródigo, de donde agarrar, buena mercancía para el negocio ... 1, f: a

36 Ibidem, p.22., 37 Vease. Armando Ra1:lírez Qui/;, c ~ f i ~ ~ r u , pp. 1 3 - 136 38 Noche de Califa. Op.cit. p.2 1.

51

Arturo refiere al respecto: “Lo que me gusta es su forma provocativa de

vestir y pues su cuerpo, creo que muchas de ellas se dedican a esto porque las

obligan, y a otras no les gusta trabajar en una fábrica, les gusta el dinero fácil.

Pero para mí que dan mal aspecto. Prefiero irme con una amiga que esté ‘limpia’.

Creo que es mejor que andar ahí exponiéndose a cualquier cosa. Lo que no me

gusta es que siempre lo apuran a uno. No dan chance de nada más. A veces es

tan poco el tiempo que ni siquiera lo disfruta uno.”

Rodolfo relata: “Me interesaría conocer su forma de pensar, si lo hacen

porque están obligadas o por que les gusta el dinero fácil. Pero creo que lo que

pasa es que son fáciles, flojas y no tienen preparación. La verdad uno va con ellas

porque ahí el sexo es fácil, nada más por eso. Pero claro que uno escoge a la que

esté mejor. Además saben hacer lucir lo que tienen con su forma de vestirse. Lo

que me molesta es que no se dejan manosear su cuerpo. A lo que van, “pum” y

ya. Deberían dar chance, pero uno paga por tener relaciones y las tiene. Lo más seguro es que han de cobrar más por dejarse manosear.”

Sergio agrega: “A mí me interesa saber bajo qué circunstancias podrían

querer a una persona. Me dan una mala impresión que se dediquen a esto, porque

creo que no luchan por salir. Se conforman con lo que ahí ganan. Lo que me gusta

de algunas de ellas es su cuerpo, su esbeltez y su porte provocativo. Creo que

cuando uno está ligado a ellas el trato es diferente, claro que cuenta que uno les

pague bien. Entonces sí que ellas saben tratar, son muy complacientes y la

relación es muy estimulante. Algunos de mis amigos cuando hemos ido salen

como desilusionados, creo por que esperan mucho y a fin de cuentas pues es lo mismo. Uno va a tener relaciones, pero no sé ellos qué es lo que esperan, a fin de

cuentas es lo mismo que con otra que no se dedique a esto.”

La mayoría de los hombres entrevistados aseguran que las prostitutas los

tratan con brusquedad, indiferencia y desprecio.

Finalmente la mujer es un instrumento del que los hombres se valen para

SU satisfacción y enriquecimiento. Sin embargo, las mujeres sometidas llevan ya la

52

costumbre de su trabajo, creando sueños sin ver la realidad, el cual uno se

pregunta si estos sueños se podrán hacer realidad algún día. /

‘l... iban a dilucidar quién de ellas era la más bonita del salón de baile, y ellas, todas, se creían con derecho a serlo, a pesar de que casi todos sabían que nada más era el gancho para que los califas recolectaran emergentes de la prost i t~ción.”~~

39 Ibidem, p.69.

53

La vida de sueños de un adolescente (la mujer liberada)

La adolescencia es un período en que los individuos empiezan a afirmarse

como seres humanos distintos entre sí. Puesto que no hay dos personas que

posean exactamente las mismas experiencias o que ocupen posiciones idénticas

en la estructura social, cada uno puede imponer su individualidad, con tal que la .

sociedad le conceda siquiera cierto grado de estímulo. Durante la adolescencia, a

diferencia de cualquier otro período de vida, es preciso que sociedad e individuo

coincidan en un entendimiento. Todo adolescente ha de aprender a participar de

manera efectiva en la sociedad; la competencia necesaria para hacerlo, la debe

adquirir, principalmente a través de las relaciones interpersonales. El adolescente

puede evaluar constantemente su competencia gracias a la interacción inevitable

con sus padres, maestros, patrones y camaradas, quienes Io exhortan, evalúan,

premian y prescriben parcisfmente la conducta, y su censura o aprobación ayudan

a determinar su entrega emotiva al comportamiento responsable4’ El sentido que

tenga de su competencia y, finalmente, el que asimile las expectativas ajenas de

su estilo de vida personal. Aprende a vivir de acuerdo con los estándares de

ciertas personas trascendentes para éI, mientras que se resiste a las

importunidades de otras.

Así, la personalidad propia de cada adolescente depende de la

trascendencia que tienen para éI las personas con quienes trata, de los tipos de

comportamiento que se le presentan en sus modelos y de las maneras como

asimila las nuevas expectativas y las experiencias anteriores.

En sí, la adolescencia es un período de la vida en que tanto el individuo

como la sociedad han de llegar a una componenda. El adolescente madura

afirmándose como ser humano independiente, pero su sentido de competencia y

de identidad depende de las maneras como responda a las obligaciones y asimile

S4

las experiencias primeras. Ha de descubrir cuáles son los compromisos que tiene

con la sociedad y aprender a cumplirlos de manera satisfactoria, ha de adoptar los

comportamientos propios de los roles a efectuar y ha de emplear los recursos de

su sociedad para llevar a cabo esos cometidos. El proceso por el cual el

adolescente se prepara para el futuro aprendiendo valores, aptitudes, capacidades

y motivación se denomina socialización.

AI tratar la formación de la identidad, Erikson hizo notar que ese proceso

podría resultar fatigoso4’. El adolescente se enfrenta a una serie de decisiones

importantes cuando ha de escoger una vocación, a los amigos, el trabajo. Son

opciones cuya reversión es difícil; su sentido de valía de sí se vigorizará si logra

sobreponerse a cada requerimiento, pero sufrirá menoscabo si sus opciones

reducen sus posibilidades y oportunidades futuras.

Tres son los factores que contribuyen a la crisis de identidad -propia de los adolescentes contemporáneos. En primer lugar, la hipocresía de los adultos en

moralidad, ética y economía pueden llevar al adolescente a poner en tela de juicio

o impugnar los valores sociales convencionales. En segundo lugar, durante las

últimas décadas ha habido un incremento relativamente elevado en el grupo de los

adolescentes. El número de jóvenes que hasta ahora buscaba trabajo ha

superado la demanda de trabajo especializado, y si bien sólo pequeña porción de

ellos se han convertido en delincuente, bastó para que causara desasosiego y

aterrorizara las calles de las ciudades. Tercero, la alienación de los jóvenes de Ics

valores e instituciones sociales supone un problema grave que se manifiesta en

una brecha de comunicación.

Para muchos adolescentes, la oleada de vida y los cambios cuya existencia

advierten en su propio interior son demasiados excitantes y explosivos como para

que puedan guardarlos dentro de sí mismos o limitarse a manifestarlos en el seno

de su círculo familiar inmediato. Necesitan expresarlos en el amplio campo de la

sociedad y tratan también de producir cambios en ella. La rebelión contra la

autoridad familiar, por ejemplo pueden proyectarse en el plano de la actividad

41 Erikson, E.H., Identi(~,youlll and crisis. Nueva York: W.W.Norton. 1968. P.95.

política. Para los padres y para la generación anterior en general, es difícil tomar

demasiado en serio la animosidad y la arrogancia de los adolescentes respecto de

los males sociales. Ellas nos recuerdan nuestras propias aspiraciones de

adolescentes y nuestros fracasos en realizarlas, si simplemente las hemos

abandonados, en lugar de haberlas modificado a la luz de nuestra mayor

experiencia.

La sexualidad del varón.

Los sentimientos sexuales del varón, difusos en la niñez, se focalizan cada

vez más en su miembro durante la adolescencia. En la pubertad, los sentimientos

sexuales pueden ser experimentados como un estado violento y excitante en el

que se está poseído por urgencias imposibles de controlar, y el pene puede ser

sentido como un instrumento para su descarga. La necesidad de masturbarse es a

veces compulsiva y está asociada con fantasías; aunque excitante al principio,

produce luego decaimiento y depresión y ocasionan el temor de dañarse a uno

mismo, el miembro y en la mente. De allí que se haya difundido y aún puedan

oírse tantos “cuentos de viejas” sobre la ceguera y la locura producidas por la

masturbación.

“Ya no te jales tanto el cuello de gallo. ¡Mira como vas! ¡Pareces moco de guajolote! Vamos viendo. Enséñame tu mano. A mi se me hace que la estás agarrando de medicina: En el desa yuno, en la comida y en la cena . . . pero ten cuidado. Si lo haces con devocion y fervor te puedes quedar

En la adolescencia tardía, las relaciones con una muchacha o con varias

son buscadas a veces como una defensa frustrante experiencia masturbatoria, y

en algunos casos, la joven que es “demasiado fácil” resulta despreciada como una

víctima que conspira contra un aspecto de la sexualidad del varón que ofrece lo

mejor de sí mismo. Esta sexualidad carece por completo de ternura y de todo

aprecio hacia el objeto al que está dirigida.

42 Armando Ramírez. Quinceañeru, p.32

56

Una relación que se busca con el fin de descargar la frustración sexual es

poco más que la actuación de la fantasía masturbatorias con otra persona, y

produce escasa satisfacción real. Puede ser un medio para reasegurarse

temporariamente o un triunfo, otro trofeo para añadir a la colección. Si se la

considera un triunfo, entonces el adolescente seguramente no sólo está

compitiendo y triunfando sobre sus pares, sino también actuando profundas

rivalidades infantiles y resentimientos sexuales contra sus padres. Y esto es válido

tanto para el varón como para la mujer.

El desarrollo sexual de la joven

Como el varón, la joven experimenta también ansiedades respecto de sus

capacidades sexuales. La ansiedad del varón acerca de su potencia sexual tiene

su equivalente en el miedo a ser frígida que siente la muchacha. Estas cuestiones

son discutidas mucho más abiertamente en la actualidad, cuando juventud y

sexualidad son equiparadas e idealizadas y constituyen un motivo de ostentación.

Los temores a la frigidez y la impotencia esconden una ansiedad más profunda de

no estar vivo, de ser incapaz de crear, de llevar la muerte dentro de uno mismo.

Estos miedos derivan de un sentimiento de los aspectos no desarrollados y

descuidados de la personalidad y tambien de la acumulación de relaciones con los

padres que fueron internalizados en la cólera y el odio.

La adolescente es más consciente del resentimiento y la lucha con su

madre. A veces puede experimentar la rivalidad como una prolongación

consciente de antiguos resentimientos infantiles. Más a menudo, quizá, es

consciente, a medida que crece, de que ahora ha llegado “su turno”.

“Oh mamá -dijo una joven con un suspiro de exasperación a su madre, que se

lamentaba por haberse descubierto una cana-. No sé de qué te quejas. Quiero

decir que ya has tenido tu época para disfrutar de la vida.” Evidentemente, la

adolescente sentía que el temor de su madre a envejecer era una acusación

contra ella.

Es algo totalmente irracional, como cualquier adolescente razonable estaría

dispuesto a reconocer, si juzgamos por las pautas de la realidad externa. Pero es

comprensible si tenemos en cuenta que en cada jovencita existe una niña

pequeña que siente que finalmente se halla próxima a realizar su sueño infantil de

contraer matrimonio, tal vez ya no con su padre, pero sí con el príncipe encantado

que éste era para ella largo tiempo atrás. Así desplaza a su madre y ocupa la

envidiable posición central que ésta tenía.

Su susceptibilidad y sentimientos de culpa respecto de esta cuestión están

en proporción a la intensidad de su deseo de triunfar, de sus resentimientos

infantiles no elaborados. Ella puede fácilmente evocar una imagen sombría de una

madre desplazada, que surge como una persona mezquina y envidiosa pero a

expensas de la cual ella se ha beneficiado.

“¿Quieres bailar conmigo?’’

Para los varones, que casi nunca tienen tanta confianza en sí mismos o son

socialmente menos maduros que las niñas, el baile, las reuniones sociales no

siempre resultan de todo divertidos. Si se asisje a una reunión y baile, se notará

que los varones se amontonan en los extremos del terreno, encerrados en un

malhumorado mutismo o en una displicente conversación masculina, incapaces de

reunir el coraje necesario para invitar a las muchachas a bailar; éstas, por su

parte, se ven obligadas a hacerlo entre ellas por su deseo de hallar una pareja. El

adolescente que pueda moverse con desenvoltura en estas reuniones sociales,

suscitará una mezcla de envidia y declarado desprecio en los otros jóvenes del

sexo masculino, especialmente en los adolescentes de menos edad, quienes aún

se sienten demasiados torpes.

A los varones les resulta difícil estar visiblemente separados de sus compañeros

conscientes de su “masculinidad”, especialmente si no han asistido a la escuela

mixta o si en la vida social y en el círculo de sus padres es común que 10s hombres asuman una masculina superior. Sin embargo, los padres también

pueden aprovechar las oportunidades que se les presenten de estimular realmente

58

la participación del adolescente en este tipo de actividades; inclusive una simple

medida práctica como es enseñarle a bailar puede disminuir en un grado

considerable la ansiedad del joven. De lo contrario, seguramente lamentará su

torpeza social si ésta persiste demasiado.

Es fácil reírse de un adolescente tímido, incluso cuando comprendemos a medias

que nuestras bromas amistosas pueden ser sentidas por éI más intensamente de

lo que desearíamos. A todos los adolescentes, pero quizás especialmente a los

varones, les resulta difícil desarrollar esa sutil y bastante temeraria combinación

de coqueteo social y seriedad sexual que el baile produce. Esta es posiblemente

la razón por la cual durante mucho tiempo se concedió tanta importancia a las

formalidades decorativas de las pistas de baile. Su equivalente actual podrían ser

los modernos hábitos de baile aparentemente dotados de una mayor libertad y

carga emocional, pero en la cual los miembros de la pareja bailan a distancia sin

tocarse. Así, poco apoco y con alguna probabilidad razonable de éxito, si los padres no lo buscan con demasiada impaciencia, la naturalidad del contacto social

y la importancia de búsqueda de una pareja definitiva emergen de la desmañada

adole~cencia.~~

A medida que el joven madura, las reuniones sociales se convierten en un

medio para hallar alguien especial, un compañero o compañera que llene la

necesidad, cada vez más intensa, de entablar una relación intima con un miembro

del sexo opuesto.

Algunos asisten a las fiestas principalmente con el propósito de tener éxitos

sociales, comprobar que son atractivos o atractivas, más populares que sus

amigos o enemigos. Pero junto con estos motivos existe la necesidad de hallar

una relación más estrecha, alguien con quien sea posible comprenderse sin

necesidad de hablar, alguien amante y amable, deseado y deseable, que sea

también una protección contra la sociedad.

43 Vease. Armando Ramírez. op. cit.. p.147. 148.

59

4. IMAGEN DE LA MUJER EN EL DISCURSO NARRATIVO DE ARMANDO RAMIREZ

4.1 Situaciones del habla en el contexto social

El lenguaje popular, realiza su acercamiento antes que sobre el caló - fenómeno emblemático de lo popular y al mismo tiempo fácilmente estigmatizable-

sobre el lenguaje cotidiano en situaciones habituales.

El lenguaje popular, es visto como el bien simbólico, la fuerza ilocutoria, la

lengua fascista que obliga-hace decir, versiones todas que conciben al lenguaje

como condición misma de ese poder y por lo tanto, realizándose ahí mismo la

desigualdad que la igualdad del lenguaje prometía y que aparece ahora como su

debilidad, su impotencia.

La capacidad de los sujetos para comunicarse verbalmente es tan universal

y parece tan obvia, que generalmente no nos detenemos a pensar que es lo que

sucede cuando producimos enunciados. Se da por sentado que todo ser humano

es capaz de hablar como lo es de comer, respirar, caminar, o de realizar otras

actividades que nos son heredadas por vía genética. Sin embargo, el lenguaje y

su uso, la capacidad de producir y de comprender una lengua, las formas

particulares que cada uno emplea, se nos dan ya no por transmisión genética, sino

cultural. La lengua y el uso que de ella hacemos, es producto de nuestra

integración e interaccion en el grupo cultural al cual per tene~emos.~~

Cuando hablamos -cuando producimos enunciados- no lo hacemos

aislados; hablamos con alguien y para alguien. El hablar es propio de toda

actividad humana donde la necesidad de comunicación e identificación se hace

presente. Se habla para vender o comprar algo, se habla para intercambiar

saludos, para pedir cosas, etc. En todos estos casos usamos la palabra, pero el

uso que de ella hacemos en cada. caso es diferente. Nuestra palabra adquiere

44 Se cree que la lengua no es un sistema establecido al margen de los sujetos sociales es decir, que se produce y reproduce por encima de las relaciones sociales. sino al contrario. que es en las interacciones cotidianas donde tiene lugar esa producción/reproducción de la lengua.

60 !

formas distintas en el salón de clases, en la charla con los amigos o en una

asamblea sindical. Podríamos decir entonces, que es la situación la que determina

los usos de la palabra; a una situación “x”, corresponde una producción lingüística

“x”. Ahora bien, ¿cuáles son los elementos que se conjugan para que en una

situación se hable de una manera y no de otra?, ¿Qué es lo que en un momento

dado hace que estemos relajados -por así decirlo- en un lugar y tensos en otro?

Las situaciones se configuran socialmente y de igual manera son i + r ,\ .,

I

- reconocidas. Pongamos un ejemplo: es en una feria ganadera, en una pequeña

ceremonia se va a premiar al mejor cerdo del año; se llama al dueño del animal, y i ;I se le pida que diga algunas palabras. El dueño, quien momentos antes había

estado con los amigos, sube al estrado, recibe el premio: “disculpen, e s que ...y o . 8’ . . ”

*, , I

no sé hablar.. .”

¿Es verdad que no sabe hablar? No, éI reconoce la solemnidad del acto, dado que

está siendo premiado; al requerírsele hablar por un micrófono frente a cierto

público, le cuesta trabajo expresarse. El dueño del animal percibe un conjunto de

elementos relevantes que hacen que la ceremonia sea especial con respecto a la

generalidad de sus actividades cotidianas.

Los intercambios lingüísticos se producen en un espacio y en un tiempo

determinados, ambos son elementos externos a la lengua que enmarcan nuestros

actos de habla. Los individuos que hablan en una situación determinada, lo hacen

a partir del reconocimiento de los factores que configuran esa situación. La

manera en como ellos hablen, dependerá de la relación de fuerza que se esté

dando en la situación, tanto en lo lingüístico como en lo social.45

El sujeto “lee” inconscientemente el conjunto de interacciones sociales que

confluyen en una situación: quien habla, quien escucha, la importancia social de la

reunión y el espacio social desde el que se está enunciando. Es a partir de la

lectura de esta correlación de fuerzas sociales -relaciones simbólicas, relaciones

de fuerza lingüística- que se adjudica a sí mismo la capacidad o no de producir

verbalmente en esta situación.

45 Véase. Bourdieu en: Cuestion de Sociologic, 1978. p.98- 1 12.

61

El conjunto de interacciones sociales de un grupo, tanto al interior como al

exterior del mismo -como manifestaciones sociales de fuerza- determinan la

situación, es decir, la conjunción espacio-temporal en la que es posible enunciar.

En estos términos, es que no se puede hablar, valga la redundancia, del “habla en

general”, sino de las posibilidades particulares de ejecución lingüística de los

sujetos en un momento dado.

Las situaciones constituyen pues, una red de variables concurrentes: una

de carácter extralinguístico, que en un conjunto conforman la práctica social, esto

es, la actividad que hace posible la interacción social de los sujetos; y otras de

carácter propiamente lingüístico, que se dan a partir del reconocimiento de las

prácticas donde el habla se genera.

El reconocimiento qtie los sujetos hacen de las diversas prácticas sociales,

se da a partir de la posición que guarda cada una de ellas, con relación a las

demás actividades que ocurren al interior de un grupo. Esta distinción parte del

reconocimiento de una serie de elementos que conforman las prácticas

otorgándoles así, un valor simbólico diferente.

Toda actividad, toda práctica social, tiene un objetivo a cumplir, una tarea a

realizar que los sujetos reconocen y ejecutan desde la posición que guardan en la

trama social. Aunado a dicho objetivo, la jerarquización de las actividades sociales

obedece también al reconocimiento de otros elementos que la conforman como es

el número de participantes, la posición que éstos guardan -en determinado

momento- al interior de la práctica, la organización de la interacción, y el espacio

físico donde se desarrolla. A partir de este reconocimiento simbólico de todos y

cada uno de los elementos que conforman las prácticas, los sujetos establecen

parámetros distintivos de habla, o posibilidades normales de enunciación.

Por otra parte, el reconocimiento, y consecuentemente !a jerarquización de

las actividades, tiene un carácter social de clase, en la medida en que son

ejecutadas por agentes pertenecientes a grupos sociales específicos, que

comparten similares condiciones objetivas de existencia.

Es a partir de estas condiciones objetivas, que el interior de un grupo social

es compartida una cierta representación simbólica de las prácticas; representación

que será diferente en tanto que sean diferentes las condiciones de existencia. O

bien, a condiciones objetivas diferentes, los grupos sociales ejecutarán y

reconocerán diferenciadamente las prácticas en el total de las relaciones sociales.

Se puede hablar de la existencia de asambleas, de funerales, de ceremonias de

premiación, etc. transclasistamente. Sin embargo, el sentido que cada uno

adquiere, es conferido por la experiencia cultural del grupo que las produce;

experiencia que, dicho sea de paso, no es más que la manifestación de la manera

en como tales grupos viven sus condiciones de dominio o subalternidad. AI decir

Alberto Cirece “...el hecho de que lo elementalmente humano atraviese

verticalmente todas las clases sociales, no impide que sea vivido, sufrido y

disfrutado según modos clasistamente determinados.. . 46

De esta manera, una misma práctica adquiere diferente sentido, según la

significación que tenga para el grupo social donde se produce; es decir, las

prácticas se dan bajo determinada perspectiva cultural, sea de dominio o de

subalternidad, a partir del cual son reconocidas por los sujetos sociales.

46 Cirese, M. Alberto. Cit. por Gilbert0 GimCnez en: Para una concepción semiótica de la cultura. 1982, p.34.

63

4.2 El lenguaje culto

El sujeto, en su “lectura” no consciente de una situación, no solamente “lee”

los elementos extralinguísticos en ella, sino que también ubica la forma en como

va a intervenir lingüísticamente. Por decirlo de otro modo: el sujeto percibe las

condiciones de enunciación de la situación, y se evalúa en su capacidad de

producción lingüística para la misma.

AI producir lingüísticamente, los sujetos reconocen -al decir de Bourdieu-

que para que las palabras tengan los efectos deseados, no sólo deben ser dichas

de manera gramaticalmente correcta, sino que además, deben ser socialmente

aceptada^.^' Esta aceptación va a depender directamente de las situaciones en

donde se esté enunciando, o mejor dicho, de la relación que se de entre los diferentes elementos lingüísticos y extralinguísticos que conforman la situación.

Estos elementos pueden ser: el tema a tratar, la forma en que socialmente se

reconoce que éste debe ser tratado, los participantes, el momento y el lugar;

conjugación de fuerzas sociales que delimitarán las posibilidades del decir en un

tiempo y espacio determinados.

Estas condiciones de enunciación, que son diferentes para cada situación,

son a las que se enfrentan los sujetos contando con un conjunto de recursos

lingüísticos y pragmáticos, que han adquirido a lo largo de su vida social.

Ahora bien, las posibilidades reales de producción lingüística que poseen

los sujetos, pueden o no coincidir con los requerimientos de enunciación de una

situación. El enfrentamiento entre estas condiciones de enunciación y las

posibilidades de producción lingüística de los sujetos en un momento dado,

genera en la situación un cierto grado de tensión que de una u otra manera se

manifiesta en ~a ‘ in te racc i~n .~~

El grado de tensión de una situación, no es un elemento inherente a ella;

resulta de la correlación de fuerzas sociales que en forma de elementos

lingüísticos y extralinguísticos la conforman. La mayor o menor tensión se

47

48

~~

Bourdieu Pierre y Jean Claude Passeron. Los estudiantes y la cultura, Ed. Labor, Buenos Aires, 1973. Brigitte Schlieben Lange. Zniciación a f a sociolinguísrica, Ed. Gredos, Madrid, 1977.

64

manifiesta en la capacidad o incapacidad, parcial o total, de los sujetos para

producir en ella. El cómo se adquiere el capital lingüístico necesario para hablar en

las situaciones que se reconocen como más tensas, es resultado, al parecer, del

carácter social del lenguaje. Es este carácter social el que al tiempo que instituye

al lenguaje como bien común, manifiesta de igual manera, las distintas formas en

que se accede a éI; esto es, manifiesta el uso diferenciado que los distintos grupos

sociales hacen del lenguaje.

Las formas de utilizar el lenguaje, de significar, son productos de diferentes

visiones del mundo. Estos usos cristalizan simultáneamente las representaciones

simbólicas en signos preestablecidos. Desde el lenguaje, es posible distinguir,

organizar y enunciar las significaciones socialmente producidas; pero el lenguaje,

en tanto que representación significa, sólo es posible por la existencia de dichas

significaciones sociales; pues además de organizarlas, es en sí mismo una

significación.

Cabe recordar que los procesos de producción de significaciones sociales,

no se dan al margen de los grupos que los producen, sino que atraviesan todas

las prácticas de los sujetos otorgándoles un sentido específico que el lenguaje -al

representar en signos- hace posible expresar discursivamente.

De esta manera el lenguaje, en su uso y representación, es partícipe de

oposiciones y luchas que pugnan por legitimar no sólo las estructuras propiamente

lingüísticas, sino todo el conjunto de relaciones simbólicas que las sustentan;

situándolo así dentro de los procesos de dirección y dominación de una sociedad.

El espacio social donde se enmarcan las oposiciones derivan del lenguaje

en sus posibilidades de significar, es lo que se llamará campo lingüístico según

Bourdieu. Si bien este campo no es un reflejo exacto de los procesos generales de

una sociedad, manifiesta las fuerzas sociales que entran 'en oposición y/o

enfrentamiento. De tal manera que el lenguaje expresa también la relación social

dominio subalternidad, en los procesos de producción e intercambio lingüístico.

Es así como el terreno de lo lingüístico se pueden distinguir dos niveles de

enfrentamiento y lucha. En un primer nivel, el enfrentamiento se da por el dominio

65

del campo lingüístico en sí, es decir, por lograr que se instauren en el campo un

conjunto de reglas que normaticen los usos del lenguaje. Aquí se enfrentan una

serie de agentes e instituciones por el dominio del campo.

En este primer nivel de enfrentamiento es donde se legitiman los usos del

lenguaje, no sólo en cuanto a las estructuras gramaticales, sintácticas; sino en la

manera de utilizarlas en situaciones específicas. Es decir, se erigen o fundan

como legítimas para una situación ciertas formas dominantes de usar el lenguaje.

Deviene entonces una forma legítima/dominante de uso del lenguaje para cada

situación.

La característica que presenta el lenguaje escrito, de no poseer más

superficie significante que las grafías plasmadas en un papel han obligado a que

se desarrollen formas de estructuración, exposición e integración de ideas que las

hagan inteligibles, y que resultan particulares para esta forma del lenguaje.

La aparente permanencia del lenguaje escrito -a diferencia del lenguaje

oral que tan luego se produce se desvanece- facilita que sea esta forma del

lenguaje la que se reglamente y normatice. De esta manera, las formas de

estructuración, exposición e integración de ideas que rigen el lenguaje escrito,

pueden conformarse como posibles paradigmas de las formas orales de usar el

lenguaje.

Normatizado y reglamentado un uso del lenguaje, se establece un segundo

nivel de enfrentamiento, donde la relación dominio/subalternidad lingüística, se

expresa en la forma de emplear estas normas; surge entonces una distinción entre

lo que se ha dado por llamar “formas cultas” y “formas populares” del lenguaje.

Esta distinción refiere a los usos que hacen del lenguaje los sujetos de acuerdo a

la posición que guardan en el conjunto de las relaciones sociales. En síntesis, la

variación situacional del lenguaje es producto no sólo del conocimiento-

reconocimiento de las situaciones por parte de los sujetos y/o grupos sociales;

sino también del aprendizaje que estos hayan hecho del lenguaje a partir de sus

relaciones de existencia.

66

Estos usos diferentes del lenguaje, se concretan en lo que se denominará

habitus lingüístico 49 El habifus lingüístico está conformado por un conjunto de

recursos lingüísticos que abarca el total de estructuras Iéxicas, gramaticales,

fonéticas y semánticas, que ha incorporado el sujeto como parte de un proceso

amplio de aprendizaje; y por la capacidad de reconocimiento de las situaciones en

las que puede producir lingüísticamente. El habitus lingüístico es pues, el saber

que hace posible la manifestación discursiva de las significaciones sociales que

han sido interiorizadas en el sujeto como habitus.

El habitus lingüístico es resultado del conjunto de prácticas cotidianas de

los sujetos en las diferentes instancias sociales. Así, las variaciones lingüísticas

como manifestación de habitus lingüísticos diferentes, expresan las distintas

formas en que los sujetos aprenden y ejecutan el lenguaje desde sus- condiciones

de dominio o subalternidad.

Es indudable que el primer acercamiento al uso del lenguaje se da en la

familia, es en ella donde se aprenden las estructuras lingüísticas básicas que

definidas culturalmente, se ponen en práctica a lo largo del accionar social de los sujetos. La adquisición del lenguaje escolarizado, sin embargo, no es similar ni

uniforme para todos los sujetos ya que la participación de los mismos en la

práctica escolar es diferenciada. Esta diferenciación parte, una vez más, de las

condiciones sociales de existencia que establecen y determinan el acceso de los

agentes y los grupos al sistema de enseñanza escolar.

En este sentido se puede decir que las reglas establecidas por una

legitimidad que se le ha asignado a ciertos usos o formas del lenguaje en el

campo lingüístico, se manifiestan en mayor o menor medida en un saber

lingüístico “práctico”; que resulta del reconocimiento simbólico que hacen los

sujetos de cada situación dada.

49 El habitus lingüístico groseramente definido, se distingue de una competencia de tipo Chomskyano por el hecho de que es el productor de unas condiciones sociales, y por el hecho de que no es simple producción de discurso, sino producción de discurso ajustado a una situación; o mejor dicho, ajustado a un campo. La situación recuerda que hay una lógica de ejecución, no una producción per se Bourdieu, Question de Sociologie, Editions de Minuit, París, 1978.

67

4.3 El lenguaje popular

Junto con la Conquista y durante la Colonia, el castellano se instauró en

América como la lengua oficial, desplazando a las lenguas indígenas; apoyando y

apoyándose en la dominación política y cultural de sus portadores.

El castellano o español en México fue adquiriendo su singularidad frente al

español de España, en su lucha por imponerse como lengua dominante, a través

del intercambio y circulación cultural que prevaleció en la Colonia. Es así .como el

español mexicano pasa a configurar un campo lingüístico particular, donde los

enfrentamientos e intercambios ya no sólo se reducen a la relación

españolAenguas indígenas, sino que surgen diferentes niveles de relación y

oposición al interior del español mismo.

En el español mexicano, al igual que en el español de España, o cualquier otra

lengua, se encuentra la distinción que se le da entre la forma oral y escrita. Esta

última por una parte, legitima las formas lingüísticas de algunos grupos sociales, y

por otra, se constituye como aquella que reglamenta y legitima el Español como

lengua. La forma escrita frena de alguna manera la evolución de las formas orales

de la lengua, al mantener un uso legítimo similar a las formas escritas, que en

ocasiones se oponen francamente a los usos orales cotidianos de los distintos

grupos sociales.

El lenguaje oral por su parte, adquiere también distinciones que van desde

una caracterización por regiones geográficas, hasta aquella distinción más

general, que refiere al desigual aprendizaje social del lenguaje.

En este sentido, “el habla culta” y el “habla popular” del español, constituyen

las caracterizaciones más frecuentes de los extremos de una serie de oposiciones

en el desigual aprendizaje del lenguaje. Caracterizaciones que de alguna manera

expresan las contradicciones sociales entre grupos subalternos y dominantes. Se

establece entonces la relación dominio/subalternidad lingüística en dos niveles:

primero, en cuanto a las reglas que norman el campo lingüístico, que son

determinadas por ciertos agentes sociales institucionalmente apoyados para ello; y

68

segundo, en cuanto a la posibilidad de acceso a las instituciones donde las

normas son aprendidas.

De esta manera, el habla culta, se estructuraría fundamentalmente a partir

del aprendizaje de las normas y usos establecidos por el español dominante en el

campo; por ello, el habla culta puede ser aprendida por aquellos grupos que tienen

acceso a las disposiciones para hacer legítimas ciertas formas del Español.

Formas que se adquieren fundamentalmente en las instituciones escolares. El

habla popular por su parte, no poseería aparentemente, más paradigma que aquel

que se establece en el uso cotidiano, y que surge de las necesidades particulares

de comunicación de un grupo.

Desde esta perspectiva, se entendería que el habla popular posee una

lógica propia de construcción y de utilización en situaciones específicas, que

indudablemente nos remiten a las formas de percepción y acción de los agentes y

grupos que la producen y usan.

Pero si bien el habla popular en México plasma las características propias

de los grupos que la utilizan, los usos del lenguaje que hacen éstos, manifiesta

también elementos sociales y lingüísticos que surgen de la perspectiva

legítimo/dominante, y que estos grupos interiorizan desde su condición de

subalternidad.

69

4.4 El español en la Ciudad de México

Por sus características de pluralidad cultural, es en la ciudad donde se

cristalizan y manifiestan de forma compleja las oposiciones y luchas del campo

lingüístico. No se puede hablar en los centros urbanos de una unidad lingüística

que los caracteriza; por el contrario, es tal su diversidad, que se puede distinguir al

interior de las ciudades grupos de hablantes totalmente disímiles entre sí. AI decir

de Halliday, I ‘ . . .una ciudad no es una comunidad lingüística en el sentido clásico;

Obviamente no todos sus habitantes se hablan los unos a ‘los otros, no todos ellos

hablan de manera semejante y más aún no todos significan de manera parecida;

pero una ciudad es un entorno en el que se intercambian significados. Durante ese

proceso surgen conflictos, conflictos simbólicos que no son menos reales que los conflictos por intereses económicos, y son esos conflictos los que contienen el

mecanismo del

Debido a esta heterogeneidad que en la ciudad se percibe más

abiertamente el enfrentamiento entre los distintos habitus lingüísticos. Por ejemplo,

el del campesino recién llegado de Oaxaca y aquel propio del maestro normalista,

el de la señora del 8 con el del médico del seguro social, o el del presidente del

sector empresarial con el líder del obrero.

Así pues, las posibilidades que ofrece una ciudad como la de México para

los procesos de circulación cultural, son infinitas; esta misma característica le

otorga al habla popular citadina una diversidad tal, que adquiere una serie de

matices que hace difícil considerarla como homogénea. Sin embargo, hay grupos

que al compartir condiciones similares de existencia, comparten también las

formas de apropiarse del lenguaje.

Se puede decir entonces que las formas diferenciadas del uso oral del

lenguaje son resultados de dos condiciones básicas: a) las de tipo estructural que

nos remiten al desigual aprendizaje del lenguaje, y a partir del cual se distingue

entre las formas “cultas” y las formas “populares”, y b) las que se establecen por

las condiciones específicas de la situación en donde se está enunciando.

50 Holliday, M. A.K. El lenguaje como semiótica social, F.C.E., México, 1982, p.2 12

70

Las variaciones situacionales en los usos del lenguaje oral, como ya se estableció

obedecen a la tensión de la situación. La tensión es producto de dos procesos

simultáneos: por un lado el reconocimiento que hacen los sujetos de la práctica

realizada y por otro, el reconocimiento de las condiciones de enunciación en dicha

práctica, que hace que los sujetos acudan a su habitus lingüístico de acuerdo a fa

resultante de esos dos procesos.

La forma como los sujetos pertenecientes a un grupo varían su lenguaje

oral en las diferentes situaciones, depende de la capacidad de producción

lingüística que posean para interactuar en ellas. Las variaciones lingüísticas

manifiestan así la forma como estos sujetos han interiorizado sus condiciones de

existencia, tanto en lo social como en lo lingüístico, como una concreción de las

relaciones materiales y simbólicas que comparten con su grupo social.

De esta manera, en el uso oral de las formas populares del lenguaje puede

presentarse un conflicto, producto del choque entre el “deber ser lingüístico” y los

usos propios. Este conflicto se manifiesta de una manera clara en las

producciones lingüísticas realizadas en aquellas situaciones en las que los sujetos

reconocen la necesidad de utilizar formas lingüísticas que se asemejen a las

formas que se han instaurado como las legítimas/dominantes dentro del campo

para cada situación.

De acuerdo a la tensión de las situaciones es que los sujetos

variarán los usos verbales que hacen del lenguaje. En los grupos subalternos

estas variaciones manifestarán la forma como dichos grupos ubican, desde su

subalternidad, sus formas de interacción lingüísticas, en relación a las formas que

se han constituido como las dominantes para la situación en el campo lingüístico.

En este caso el término conflicto no remite a problemas de orden puramente lingüístico, sino que se extiende a aquellos de orden socio-cultural.

71

4.4.1 Expresión oral citadina

Teniendo en cuenta lo anterior, se presentara un caso (sencillo) que

permitirá entender en qué consisten las particularidades del uso del lenguaje que

hacen los miembros de algunos grupos subalternos de la Ciudad de México. Este

acercamiento no intenta dar cuenta de todos los problemas que pudieran incidir en

el lenguaje. Se aboca exclusivamente a las particularidades del uso del mismo en .

una colonia de la Ciudad de México. La colonia Morelos, tradicionalmente

conocida como una de las zonas populares de la ciudad. A la colonia Morelos la

delimitan hacia el norte el Eje 2 Oriente, hacia el sur el Eje 1 Oriente; por el

oriente, la avenida Circunvalación y por el occidente el Eje 1 Norte o Avenida

Canal del Norte con la colonia Martin Carrera y con la colonia Guerrero e

incluyendo el barrio de Tepito. Las expresiones son las siguientes:

“Y la pelona agarra parejo”

Esta es una charla entre dos personas de alrededor de sesenta años, un

hombre y una mujer, que se desarrolló mientras “hacían cola” para tomar ceniza

en la capilla del barrio; esta capilla está ubicada sobre el Eje 2 Oriente.

A: ...y a ve los mismos rumbos han cambiado, las casas ya no son como las conoció B: pus ya no son A: ya todo desapareció todo se acabó B: ‘ora puros viales A: y digo ora ya es otra generación ...y al rato estos jóvenes serán grandes y los niños serán jóvenes.. .verdá B: pus sí por eso como luego dicen como me ves te verás A: sí pues, como decía la muerte como te ves me vi y como me ves te verás verdá B: si es cierto A: digo pues es la realidá ... aquí en este mundo prácticamente ‘nomás estamos de paso.. .como el que va a un paseo y regresa.

Estos enunciados forman globalmente un dicho popular que se puede

parafrasear como: yo estuve viva como tú y así muerta como estoy alguna vez

estarás, y esto busca legitimar en la sabiduría popular. Existe er; esta

conversación, algunos elementos narrativos como: la tendencia a ubicar temporal

y espacialmente los personajes y las circunstancias de las que se habla, la

72

repetición como forma de enfatizar o reiterar cierta información, y la tendencia a

citar textualmente lo que un tercero dijo, como una forma de certeza a lo que se

está diciendo.

“Nomás pa’estar aquí de ojetes”

En un viejo estadio al aire libre dos hombres platican cuando el juego se los

permite o ven el juego cuando la plática los deja; no llevan prisa, sólo el viento y el

frío hace que los interlocutores se vayan.

La estancia como espectador en el juego, abre la posibilidad de interactuar

lingüísticamente; este intercambio de palabras puede generarse específicamente

entre los espectadores, parte de varios factores que en un momento dado, facilita

que la interacción se realice.

A: oye de veras ¿ya no regresó nada? B: claro que no, le prestaron una bicicleta y se la llevó hasta Santa Clara y ya no regresó aquí como dicen: camarón que se duerme se lo lleva la chingada

A: este pinche loco con este frío miralo ¿no tienes frío Ojitos? B: no le ves el ojo como perro muerto que lo trae ya más cerrado por el frío A: hasta le hizo como de a perrito cuando se limpia la cola, se arrastró.

Primeramente, el dicho en este caso, se ha transformado en un juego de

significación, reforzando lo popular en lo popular de por sí. Así se cambió la última

frase en el dicho original “se lo lleva la corriente” por “se lo lleva la chingada”.

Posteriormente, se da la tendencia a transportar las ideas, sea porque se

intentan exponer varias al mismo tiempo, o por que se da alguna información

paralela a la idea central. De cualquier manera, las ideas aparecen como si no

tuvieran una secuencia lógica.

“Yo no toco ni la flauta”

“es, estee.. . chaparrita.. . I ’

73

“pus, pusss, esteee.. . orita” “hacen esteee.. . también reuniones.” “eeh?..pss.. es que Sta flojo.. .”

“o sea, viene aquí de vez en cuando” “o sea, el botón del volumen lo trae flojo..” “...o sea que nó ...”

“peeratee vas a pegaaar” “iralo no te puedes esperar’’ “vas a pegaar” “peeratee”

AI preguntar de manera directa, en las preguntas aumentan las muletillas y

las elongaciones; curiosamente cuando se hacía un comentario (no pregunta) las

muletillas disminuían.

La constante referencia a los que juegan, durante la primera etapa,

probablemente signifique la necesidad de los hablantes por desviar su atención a

otro punto fuera de la conversación, era claro que la presencia de un entrevistador

y las preguntas provocaban una situación incómoda.

Es en estas situaciones donde las formas propias de decir devienen

legítimas o las “más adecuadas” para expresar los pensamientos y sucesos,

realizando el propio habitus lingüístico. En este devenir legítimo, se produce la

reconstrucción del habla popular y sus posibilidades. Los hablantes recuperan sus

capacidades y conocimientos para enunciar y entonces la repetición de frases

para enfatizar, los dichos, los albures, los implícitos, las frases incompletas y la

pluralidad gestual y tonal mantienen sus posibilidades de significar y con ello su

vida social como forma de manifestar una manera particular de apropiarse y

representarse el mundo.

74

4.5 La Cultura Popular y su habla en las novelas de Ramírez

(entrevista j

Desde su primera novela, Chin Chin el feporocho, Armando Ramírez

propuso una estética fundada en la cultura popular y sus hablas. En su literatura

no se rescata ni se preserva un modo de decir para exhibirlo junto a los objetos

coleccionables de los museos. Su trabajo no consiste en llevar a la literatura las

formas establecidas del “español correcto” que se prolongan como un filón de

lengua fósil. En la forma de expresión, Ramírez utiliza un sentido picaresco el cual

lleva a lo que es la burla y la ironía.

Una forma de picaresca se expresa en su literatura, ¿es deliberado: reconoce la

picaresca en sus textos, qué forma adquiere esa modalidad?

Es una prolongación de la picaresca, pero no se remite sólo al siglo de oro

español, es también la que encuentro en Mark Twain, en lo tragicómico de Charles

Dikens. Bajtín lo ha explorado con detalle, muestra la contrarrespuesta de la

cultura popular hacia la clerecía. Mientras canonizan a un obispo o asciende un

papa, en el terreno de la cultura popular, se corona el rey feo, están los

autosacramentales, los sainetes y la comedia del arte para burlarse de todo esto.

Es la burla de la clase dominante. La irreverencia, la burla, la transgresión es una

posibilidad de permear la cultura dominante, hacerle .hoyos, enriquecerla. Sólo

acepto una influencia de la picaresca su es entendida de ese modo. No el folclore

ni el costumbrismo literarios. La picaresca debe ser una posibilidad para

asomarnos al absurdo, a la subversión, a lo tragicómico. Se trata de tomar el

lenguaje de lo popular y hacer un discurso artístico y literario, si nada más se

reduce a una referencia a la literatura del siglo de oro español, pues como que no.

Miguel Angel Quernain. “Entrevista con Armando Ramírez”, La Jornada, 26 de febrero de 1995, p.26

75

¿El humor forma parte de esa subversión?

Absolutamente. Sin embargo la solemnidad es parte de nuestros mitos

culturales. Se cree que sólo el arte solemne trasciende, que la cultura debe ser

“seria”. Si una obra es rebuscada, aburrida, pesada, legible, entonces se le

respeta, “algo a de tener”, se dice. Se olvida que en el cuerpo de la cultura hay un

gran conjunto de textos cargados de humor. Es una corriente que va desde las

comedias de Aristófanes, pasando por Plauto, la comedia del arte, Goldoni,

Chaucer, Joyce. Hay infinidad de ejemplos. Mucha gente prefiere las tragedias de

Shakespeare a sus comedias. El humor es uno de los grandes valores de Wilde

menospreciado, como también de Bernard Shaw. Entre nosotros los

latinoamericanos, el sufrimiento es una virtud. En Latinoamérica no hay grandes

humoristas, ni en la dramaturgia, menos en el cine, la música o la televisión. Creo

que hay que desempolvarse de todo eso, de deshacerse de todas esas imágenes

santurronas del sacrificio y hacer más gozosas las cosas.

¿E irónicas, como sucede en algunas novelas?

El humor es parte de la ironía no necesariamente tiene que ser parte del

humor. La ironía tiene una gran carga de inteligencia y de cultura, de información y

de conciencia de lo que se está criticando. A veces el humor se da de manera

inconsciente, es absurdo, gratuito. El humor no siempre pasa por la crítica. La

ironía sí, siempre es crítica. La crítica no es destrucción, ese prejuicio viene de la

cultura de la Revolución y del sacrificio. Es un modo de ser que propone lo bueno

a partir de derrumbar “lo viejo” y empezar siempre de cero. Eso es un absurdo. La

crítica se ejerce para hacer progresar o perfeccionar los logros.

O promover cambios.. .

En los años sesenta y setenta se creía que el cambio consistía en volver a

empezar desde los cimientos. Hoy muchos piensan que la tarea inmediata es

desaparecer al PRI, cuando lo que hay que hacer es revisar, corregir y replantear

las cosas. La contribución de la literatura en ese sentido consiste en documentar

los puntos de vista, enriquecerlos. No está encargada de producir cambios

76

materiales, apela a la inteligencia y a la sensibilidad. La literatura muestra lo que

sucedía al interior de esa cultura urbana y sus formas de vida. Un libro como Los

hgos de Sánchez no significó la extinción de las vecindades. Siguieron en pie

después del libro, han desaparecido a partir del terremoto del 85.

,@e quién eres hijo literalmente?

Está cabrón. Soy hijo de la segunda mitad del siglo XX. De dos décadas,

los cincuenta y sesenta, que permitieron en los sesenta el desarrollo de una

contracultura en todas las esferas de la creación. Todo era anti: antisiquiatra,

antiteatro, anticine, antinovela. Se trataba de romper con una época, que viéndola

de cerca no era tan conformista. La cultura urbana, se desarrollaba en todo el

mundo. Los barrios, con su uso del lenguaje violento, las formas de vida tribales,

no sólo tenía auge en México. En todas las grandes ciudades del planeta

emergían las voces surgidas de la cultura urbana, de la cultura popular. Los

creadores más provocadores se volvían las estrellas de los medios de

comunicación. En México, esa enorme tradición está representada, en gran

medida, por Salvador Novo. Aunque uno pueda no estar de acuerdo

ideológicamente con la última parte de su vida, era un transgresor, un hombre

irreverente, lúdico, y diestro en el lenguaje. Creo que en todo ese contexto está el

antecedente de todos aquellos que usan el lenguaje popular para revelarse, herir,

para burlarse y transgredir. La lista de contribuciones es larga y no puede faltar

Luis Spota, que en la cultura popular, en el ámbito de lo masivo, representó al

escritor por antonomasia, aunque en los suplementos culturales no pintara. Carlos

Fuentes como renovador de un tipo de literatura y punto de ruptura para el

desarrollo de otra concepción de la novela. La aparición de Monsivais en el

panorama intelectual. Luego, claro, la emergencia de la llamada literatura de la

onda, a la que llegué tarde, pero de todos modos me encasillan. A eso agrégale el

desarrollo de periódicos de nota roja y deportivos, donde es evidente el ejercicio

de un lenguaje p.opular. En fin, todos esos productos, que van del teatro de

Cachiru'lo, las películas de Capulina o Mauricio Garcés hasta las Ficheras. En la

mezcla de todo eso, están las bases de mi tradición.

77

Cuando escribías cada novela, ¿qué intención pesaba más, romper con un

modelo o la mimesis con alguna de tus devociones literarias?

La verdad, no me preocupaban esas cosas, nunca me han preocupado. Me

interesa el presente de la escritura. Escribir es una actitud lúdica, me produce un

gran placer, es un juego. Una manera de recuperar la inocencia, abandonarte a la

imaginación y recobrar eso que traes siempre y que no se racionaliza. Ahí

empezaron mi guiños al lector. La estructura de la novela está influida por todas

las experiencias estéticas de mi momento

En varias de sus novelas inmiscuye un autor, que por lo general sus lectores

tienden a identificar con usted, hábleme de esa relación y ese recurso.. .

AI principio me disgustaba esa identificación. Les reprochaba a los lectores

que pasaran por alto el esfuerzo de verosimilitud en que estaban sostenidos mis

trabajos. Quería decir que mis novelas no pretendían ser una autobiografía,

afirmar que ese universo era obra de un autor, de un escritor, instalado en el

centro de la ficción. Fue tal mi obsesión y mi fidelidad a esa idea, que los críticos

llaman novela autorreferencial, que los lectores terminaron creyendo que yo era

Chin Chin, el teporocho, parte de Noche de Califas, Violación en Polanco o

Quinceaiiera. Después me gratificó la idea de haber logrado que todos creyeran,

me sentía como un mago que había caído en su propia trampa y que había

empezado a construir un personaje al margen de mi literatura. Un personaje que

influiría en el modo en que fueron leídos mis libros. Armando Ramírez, autor, se

vuelve un nombre medio cultural, como si fuera un personaje de sus novelas,

aunque en realidad no esté inserto en ellas.

Al mismo tiempo, ese "gusto personal", te multiplica los puntos de vista narrativos

Eso es otra de las magias y tiene que ver mucho la tradición literaria inglesa que

va de Julio Verne a Conrad, de Melville a Stevenson. En cuanto al punto de vista

narrativo, siempre he rechazado el punto de vista omnisciente del narrador.

Siempre me ha interesado indagar cómo. le hace el narrador, no el autor, para

saber lo que pensaba la otra persona. Cuando no encuentro la justificación

78

narrativa que valide un relato o una novela, me impide gozar la creación de ese

universo. Trato de hacer la literatura como me gusta leerla.

Un gran sector de la critica literaria suele separar el lenguaje de las

anécdotas, en su narrativa el lenguaje es también parte de la historia intima de las

novelas.. .

El lenguaje debe corresponder a las historias que se están tejiendo sino no

es creíble, no tiene verosimilitud. Yo quería ser fiel a una consepción estética y de

orden moral. Mi literatura emerge de una cultura de la violencia, la violencia se da,

desde que naces, la vives en la calle. No puede existir ese lenguaje transgresor,

violentado y violento. La realidad tenía que tener su equivalente y el lenguaje lo es. Tiene que ir de la mano.

La oralidad es otra de sus búsquedas, irescatar el habla, inventar una a partir de

hablas conocidas?

Se trata de crear un habla a partir del ritmo verbal con que se expresa la

gente de la cultura popular urbana. Eso no significa transcribir tal cual habla la

gente, sino trascolar en un lenguaje literario toda esa sensibilidad y ese ritmo que

tienen al hablar. Ahí estaba un gran reto, dónde hacer la pausa, dónde poner el

sujeto, dónde el adjetivo, cómo haces los tiempos verbales. Eso le da el ritmo y no

las palabras. En mis textos hay una gran cantidad de palabras que no usa la gente

normalmente, pero que están estructuradas sintácticamente con la intención de

respetar el ritmo biológico con que se habla. Tratar de respetar el ritmo de lo oral

para transportarlo a un lenguaje literario, pasa por eso, pasa por la construcción

sintáctica más que por el uso de las palabras. Nada más lejos de mi proposición

artística que el uso de una grabadora y la transcripción de las hablas: poner tons,

en vez de entonces, tal cual, pero tratando de que se sienta el cantadito al

momento de leer toda la frase.

79

¿ El diálogo es un modo de encontrar esas voces?

En mi caso, el diálogo surge cuando siento que hay un empleo excesivo del

narrador. Siempre es bueno y refrescante mostrar el punto de vista de los

personajes en acción, de lo contrario se vuelve un p. .. monólogo. Ese fue uno de

los problemas que tuve al escribir Me llaman la Chata Aguayo. No quería hacer un

monólogo, quería una novela y para lograrlo había que construir diálogos, escenas

con descripción y no una verborrea. ..Me encanta dialogar, al margen de eso, me

gusta mucho que los personajes hablen cuando tienen que hablar.

Finalmente, ¿su literatura es pesimista?

Es pesimista en la medida en que todo el mundo en esta vida se muere,

pero creo que está llena de gozo. Existe una gran confianza en los cambios, que

nunca son gratuitos. Creo que mis obras no viven ese dilema entre el desencanto

y lo vital. Hay muchas novelas divididas por ese dilema, pero generalmente triunfa

el desencanto.

Es muy triste la vida en la calle pero también es muy alegre, es una alegría

que no he podido encontrar en otras partes. El gozo de jugar con una pelota de

trapo, darte en el hocico, sangrarte, golpearte y luego ser los grandes cuates. Eso

no lo he sentido, por ejemplo, en el mundo de la cultura, son demasiado

rencorosos, demasiado malicioso, a veces demasiado fríos, no siento la calidez

que te ofrece la gente común, la gente marginada del barrio.

80

CONCLUSION

Ciudad sin castidad espacial, ciudad sin escrúpulos, ciudad de principiantes

sin término, parálisis de voluntad del desarraigo, ciudad inmóvil que se vierte en

todas direcciones, el D.F. equivale, como mnemotecnia, a la remembranza de los pueblos fantasmas que hoy, transmutados en reliquias del desarrollo urbano, sólo frecuentan los coleccionistas de museos existenciales. Los ghost-towns internos .

describen de modo óptimo, en su condición de crónicas irrefutables, la crueldad y

el sentimentalismo, la movilidad y la petrificación y la muerte de una forma de ser

de la ciudad.

Aportación de los pueblos fantasmas. La Colonia Roma, por ejemplo, delata

a partir de sus fachadas, de sus emplomados, de sus aleros, el melodrama de las

presentaciones: la gran burguesía que nunca fue o que no prosiguió, la fiesta de

quince años con la debutante desgranando la riqueza de sus pétalos en el Salón

Ilusión mientras los felices progenitores, derramando un suspiro de dicha, se

detienen frente a la casa del prestamista.

La Candelaria, ese México que no se fue, que se llevaron, sigue siendo la

geografía mítica del hampa, el lugar donde acuden, cuando advierten ya próxima

su muerte, los “piñeros”, los “cristaleros”, las “cruzadoras”.

Nacer en un barrio, habitar en Tepito u otras zonas marginadas, es

someterse a su ecología de “ciudad perdida”, de villa miseria del hampa, quiso

decir obligadamente que se vivía al margen del cuento.de hadas que propone un

país colonial: esfuérzate y sé valiente y yo procuraré que triunfes en la vida. El

barrio ha sido, desde su angustiada y desesperante situación, desde la áspera

verdad de su presencia, desde la bronca que nos avienta, la negativa rotunda a

creer en los esquemas de premios y medallas. Un barrio de la Ciudad supo

expresar, por medio de su terrible conducta límite, la duda frente al dogma del

triunfo en la vida, el escepticismo actuado ante la ambición de quien pretende

hacer una carrera, la ironía implícita ante la perspectiva de un “buen gusto” que

necesita la bendición de la aduana de Estados Unidos. A través de cuerpos

inanimados, de pulquerías ruinosas, de drogas y más vicios y robos; el barrio,

81

trágicamente porque no se sabía otra, descaradamente porque no conoció la

existencia de las máscaras, burdamente porque la noción de la elegancia deriva

de la conciencia del ocio, significó la resistencia extrema al orden.

Allí están las carpas con su rijosidad verbal que vitalizó y modificó el idioma

de los mexicanos. Los albures son el wit, el ingenio de un salón forjado en

cualquier momento, erigido con un simple “Me prestas” y demolido con un

oportuno “sacudió su melena alborotada”. Allí está la gayola del teatro frívolo tan

“qué me notas” (la prostituta), tan “pásala cuñado” (la adolescente vanidosa), tan

“cómo dijo”. Allí está el Tenampa donde las penas con ponche de granada son

menos y donde la garganta del mexicano se estremece de autocomplacencia ante

su propio estrépito.

Y aquí viene lo inevitable: “magras, escuálidas, despojadas incluso del

relato obligatorio de su autobiografía, mal habladas hasta cuando callan, géisers

venéreos, describibles sin fallar aunque no se les conozca, decididas a adoptar al

hijo de Toña que murió en olor a penicilina, clichés humanos” metáforas lineales

de la cultura de la pobreza, de medias negras, bolso rojo y buena voluntad. La

prostituta es uno de los personajes significativos, esenciales, que de modo natural

sancionan la importancia de las esquinas del D.F. Otros personajes básicos son:

el padrote, la fayuquera, el gendarme hasta el taquero.

Finalmente, y es una de las desventajas que hacen que la mujer este en

esta situación, es la aceptación fatal y sumisa de la suerte. Ni modo, aquí

estamos, en la Rinconada, en la vecindad, en el puesto de fierros viejos, en .el

mercado, en la compartida lamentación con los vecinos, en el terror ante la policía.

No lo toquen ya más, que así es Tepito. Y la consigna folklórica se transforma en

resignación, abandono, los hombros que se encogen, la mirada abatida, las

manos cerradas para no volverse puño sin plegaria. La gran falla del Tepito mítico

ha sido la perpetuación de esta horma sombría y fatalista, del determinism0 moral

de la pobreza. Su profundo acierto, la intuición, así sea efímera y deportiva, de la

solidaridad, de la siempre pospuesta solidaridad mexicana.

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