jack kerouac poemas

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JACK KEROUAC Nació en Lowell (Massachusetts) en 1922, estudió en escuelas católicas y posteriormente en la Universidad de Columbia. Más tarde se enroló en la marina mercante y se dedicó a recorrer los Estados Unidos. Influenciado por las lecturas de London, Hemingway, Saroyan, Wolfe y Joyce, publicó su primera novela, La ciudad y el campo, en 1950, convirtiéndose en uno de los patriarcas de la generación beat, junto a Burroughs y Ginsberg. Entre sus obras más importantes están: El ángel subterráneo (1958), Doctor Sax (1959), Big Sur (1962), Visiones de Cody (1963). En el camino (1957) es la historia de una aventura moral, de una experiencia mística y de un largo vagabundear por los Estados Unidos, con un fuerte contenido autobiográfico. Título original ON THE ROAD Traducción: Martín Lendínez 1." edición: enero. 1981 La presente edición es propiedad de Editorial Bruguera, S.A. Mora la Nueva. 2. Barcelona (España) Edición original: © Kerouac Estate. Interlitag. Traducción: © Editorial Bruguera. S.A. 1981 Diseño de cubierta: Soulè-Spagnuolo Printed in Spain ISBN 84-02-07680-7 Depósito legal: B. 35.122-1980 Impreso en los Talleres Gráficos de Editorial Bruguera. S.A. Carretera Nacional 152, Km 21,650. Parets del Vallés (Barcelona)- 1981 Edición digital: Gingiol (3-8-05) 4

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JACK KEROUACNaci en Lowell (Massachusetts) en 1922,estudi en escuelas catlicas yposteriormente en la Universidad deColumbia. Ms tarde se enrol en lamarina mercante y se dedic a recorrer losEstados Unidos. Influenciado por laslecturas de London, Hemingway, Saroyan,Wolfe y Joyce, public su primera novela,La ciudad y el campo, en 1950,convirtindose en uno de los patriarcas dela generacin beat, junto a Burroughs yGinsberg. Entre sus obras ms importantesestn: El ngel subterrneo (1958),Doctor Sax (1959), Big Sur (1962),Visiones de Cody (1963). En el camino(1957) es la historia de una aventuramoral, de una experiencia mstica y de unlargo vagabundear por los Estados Unidos,con un fuerte contenido autobiogrfico.Ttulo originalON THE ROADTraduccin: Martn Lendnez1." edicin: enero. 1981La presente edicin es propiedad de Editorial Bruguera, S.A.Mora la Nueva. 2. Barcelona (Espaa)Edicin original: Kerouac Estate. Interlitag.Traduccin: Editorial Bruguera. S.A. 1981Diseo de cubierta: Soul-SpagnuoloPrinted in SpainISBN 84-02-07680-7Depsito legal: B. 35.122-1980Impreso en los Talleres Grficos de Editorial Bruguera. S.A.Carretera Nacional 152, Km 21,650. Parets del Valls (Barcelona)-1981Edicin digital: Gingiol (3-8-05)4Breves notas a la traduccinDesde 1957, fecha de la publicacin de esta novela (escrita en su mayor parte,segn datos fidedignos, en 1948 y 1949), algunos de los trminos jergales que aparecenen ella han pasado a formar parte del lenguaje cotidiano ingls, y traducidos o adaptadosdel castellano. Pero tambin, y dado el tiempo transcurrido, algunos han cado endesuso.As, el tea ingls, que designaba por entonces a la marijuana, ha dejado deutilizarse. Por eso, lo traduzco por tila, un trmino tambin hoy en desuso, pero quehasta los primeros sesenta tena el mismo significado (al menos, en los mediosmadrileos).Hipster eran los individuos rebeldes y pasados norteamericanos de aquellos aos.Unas ratas de ciudad, ms o menos de moda, que se drogaban y oponan a los squares (estrechos). Norman Mailer se ocup in extenso de ellos en El blanco negro.El bop es, como se sabe, un tipo de jazz. Otros trminos musicales como swing,cool, ragtime, hilbilly music, se utilizan en su forma inglesa por los entendidos,y as han quedado en esta versin.Tambin he dejado en ingls saloon y drugstore, pues me parecensuficientemente conocidos en su forma original.No he traducido el imperialista Amrica por Norteamrica o Estados Unidos, que eslo que designa en el libro. Me parece que en esa forma se adecuaba mejor a laspretensiones picas que a veces apunta Kerouac.Frisco es San Francisco. LA, Los Angeles.He sustituido las pesas y medidas inglesas por sus equivalentes en el sistemamtrico decimal.Las palabras en castellano que tienen erratas aparecen as en el original.M. A. R.5PRIMERA PARTE1Conoc a Dean poco despus de que mi mujer y yo nos separsemos. Acababa depasar una grave enfermedad de la que no me molestar en hablar, exceptuado que tenaalgo que ver con la casi insoportable separacin y con mi sensacin de que todo habamuerto. Con la aparicin de Dean Moriarty empez la parte de mi vida que podrallamarse mi vida en la carretera. Antes de eso haba fantaseado con cierta frecuencia enir al Oeste para ver el pas, siempre planendolo vagamente y sin llevarlo a cabo nunca.Dean es el tipo perfecto para la carretera porque de hecho haba nacido en la carretera,cuando sus padres pasaban por Salt Lake City, en un viejo trasto, camino de LosAngeles. Las primeras noticias suyas me llegaron a travs de Chad King, que me enseunas cuantas cartas que Dean haba escrito desde un reformatorio de Nuevo Mxico.Las cartas me interesaron tremendamente porque en ellas, y de modo ingenuo ysimptico, le peda a Chad que le enseara todo lo posible sobre Nietzsche y las demscosas maravillosamente intelectuales que Chad saba. En cierta ocasin, Carlo y yohablamos de las cartas y nos preguntamos si llegaramos a conocer alguna vez alextrao Dean Moriarty. Todo esto era hace muchsimo, cuando Dean no era del modoen que es hoy, cuando era un joven taleguero nimbado de misterio. Luego, llegaronnoticias de que Dean haba salido del reformatorio y se diriga a Nueva York porprimera vez; tambin se deca que se acababa de casar con una chica llamada Marylou.Un da yo andaba por el campus y Chad y Tim Gray me dijeron que Dean estaba enuna habitacin de mala muerte del Este de Harlem, el Harlem espaol. Haba llegado lanoche antes, era la primera vez que vena a Nueva York, con su guapa y menudaMarylou; se apearon del autobs Greyhound en la calle Cincuenta y doblaron la esquinabuscando un sitio donde comer y se encontraron con la cafetera de Hctor, y desdeentonces la cafetera de Hctor siempre ha sido para Dean un gran smbolo de NuevaYork. Tomaron hermosos pasteles muy azucarados y bollos de crema.Todo este tiempo Dean le deca a Marylou cosas como stas:Ahora, guapa, estamos en Nueva York y aunque no te he dicho todo lo que estabapensando cuando cruzamos Missouri y especialmente en el momento en que pasamosjunto al reformatorio de Booneville, que me record mi asunto de la crcel, esabsolutamente preciso que ahora pospongamos todas aquellas cosas referentes anuestros asuntos amorosos personales y empecemos a hacer inmediatamente planesespecficos de trabajo... y as segua del modo en que era aquellos primeros das.Fui a su cuchitril con varios amigos, y Dean sali a abrirnos en calzoncillos.Marylou estaba sentada en la cama; Dean haba despachado al ocupante del apartamentoa la cocina, probablemente a hacer caf, mientras l se haba dedicado a sus asuntos6amorosos, pues el sexo era para l la nica cosa sagrada e importante de la vida, aunquetena que sudar y maldecir para ganarse la vida y todo lo dems. Se notaba eso en elmodo en que mova la cabeza, siempre con la mirada baja, asintiendo, como un jovenboxeador recibiendo instrucciones, para que uno creyera que escuchaba cada una de laspalabras, soltando miles de Ses y De acuerdos. Mi primera impresin de Dean fuela de un Gene Autry joven buen tipo, escurrido de caderas, ojos azules, autnticoacento de Oklahoma, un hroe con grandes patillas del nevado Oeste, De hecho,haba estado trabajando en un rancho, el de Ed Wall, en Colorado, justo antes de casarsecon Marylou y venir al Este. Marylou era una rubia bastante guapa con muchos rizosparecidos a un mar de oro; estaba sentada all, en el borde de la cama con las manoscolgando en el regazo y los grandes ojos campesinos azules abiertos de par en par,porque estaba en una maldita habitacin gris de Nueva York de aquellas de las quehaba odo hablar en el Oeste y esperaba como una de las mujeres surrealistas delgadasy alargadas de Modigliani en un sitio muy serio. Pero, aparte de ser una chicafsicamente agradable y menuda, era completamente idiota y capaz de hacer cosashorribles. Esa misma noche todos bebimos cerveza, echamos pulsos y hablamos hasta elamanecer, y por la maana, mientras seguamos sentados tontamente fumndonos lascolillas de los ceniceros a la luz griscea de un da sombro, Dean se levant nervioso,se pase pensando, y decidi que lo que haba que hacer era que Marylou preparara eldesayuno y barriera el suelo.En otras palabras, tenemos que ponernos en movimiento, guapa, como te digo,porque si no siempre estaremos fluctuando y careceremos de conocimiento ocristalizacin de nuestros planes. Entonces yo me largu.Durante la semana siguiente, comunic a Chad King que tena absoluta necesidadde que le ensease a escribir; Chad dijo que el escritor era yo y que se dirigiera a m enbusca de consejo. Entretanto, Dean haba conseguido trabajo en un aparcamiento, sehaba peleado con Marylou en su apartamento de Hoboken Dios sabe por qu fueronall, y ella se puso tan furiosa y se mostr tan profundamente vengativa que denuncia la polica una cosa totalmente falsa, inventada, histrica y loca, y Dean tuvo quelargarse de Hoboken. As que no tena sitio adnde ir. Fue directamente a Paterson,Nueva Jersey, donde yo viva con mi ta, y una noche mientras estudiaba llamaron a lapuerta y all estaba Dean, haciendo reverencias, frotando obsequiosamente los pies en lapenumbra del vestibulo, y diciendo:Hola, t. Te acuerdas de m? Dean Moriarty? He venido a que me ensees aescribir.Dnde est Marylou? le pregunt, y Dean dijo que al parecer Marylou habareunido unos cuantos dlares haciendo acera y haba regresado a Denver.La muy puta!Entonces salimos a tomar unas cervezas porque no podamos hablar a gusto delantede mi ta, que estaba sentada en la sala de estar leyendo su peridico. Ech una ojeada aDean y decidi que estaba loco.En el bar le dije a Dean:No digas tonteras, hombre, s perfectamente que no has venido a vermeexclusivamente porque quieras ser escritor, y adems lo nico que s de eso es que hayque dedicarse a ello con la energa de un adicto a las anfetas.Y l dijo:S, claro, s perfectamente lo que quieres decir y de hecho me han pasado todasesas cosas, pero el asunto es que quiero comprender los factores en los que uno debeapoyarse en la dicotoma de Schopenhauer para conseguir una realizacin interior... ysigui as con cosas de las que yo no entenda nada y l mucho menos. En aquellos das7de hecho jams saba de lo que estaba hablando; es decir, era un joven taleguerocolgado de las maravillosas posibilidades de convertirse en un intelectual de verdad, y legustaba hablar con el tono y usar las palabras, aunque lo liara todo, que supona propiasde los intelectuales de verdad. No se olvide, sin embargo, que no era tan ingenuo parasus otros asuntos y que slo necesit unos pocos meses con Carlo Marx para estarcompletamente in en lo que se refiere a los trminos y la jerga. En cualquier caso, nosentendimos mutuamente en otros planos de la locura, y acced a que se quedara en micasa hasta que encontrase trabajo, adems de acordar que iramos juntos al Oeste algnda. Esto era en el invierno de 1947.Una noche que cenaba en mi casa ya haba conseguido trabajo en el aparcamientode Nueva York se inclin por encima de mi hombro mientras yo estaba escribiendo amquina a toda velocidad y dijo:Vamos, hombre, aquellas chicas no pueden esperar, termina en seguida.Es slo un minuto dije. Estar contigo en cuanto termine este captulo y esque era uno de los mejores captulos del libro.Despus me vest y volamos hacia Nueva York para reunimos con las chicas.Mientras bamos en el autobs por el extrao vaco fosforescente del tnel Lincoln nosinclinbamos uno sobre el otro moviendo las manos y gritando y hablandoexcitadamente, y yo estaba empezando a estar picado por el mismo bicho que picaba aDean. Era simplemente un chaval al que la vida excitaba terriblemente, y aunque era undelincuente, slo lo era porque quera vivir intensamente y conocer gente que de otromodo no le habra hecho caso. Me estaba exprimiendo a fondo y yo lo saba(alojamiento y comida y cmo escribir, etc.) y l saba que yo lo saba (sta ha sido labase de nuestra relacin), pero no me importaba y nos entendamos bien: nada demolestarnos, nada de necesitarnos; andbamos de puntillas uno alrededor del otro comounos nuevos amigos entraables. Empec a aprender de l tanto como l probablementeaprendi de m. En lo que respecta a mi trabajo deca:Sigue, todo lo que haces es bueno.Miraba por encima del hombro cuando escriba relatos gritando:S! Eso es! Vaya! Fuuu! y secndose la cara con el pauelo aada: Muybien, hombre! Hay tantas cosas que hacer, tantas cosas que escribir! Cunto se necesita,incluso para empezar a dar cuenta de todo sin los frenos distorsionadores y los cuelguescomo esas inhibiciones literarias y los miedos gramaticales...Eso es, hombre, ahora ests hablando acertadamente y vi algo as como unresplandor sagrado brillando entre sus visiones y su excitacin. Unas visiones quedescriba de modo tan torrencial que los pasajeros del autobs se volvan para mirar alhistrico aquel. En el Oeste haba pasado una tercera parte de su vida en los billares,otra tercera parte en la crcel, y la otra tercera en la biblioteca pblica. Haba sido vistocorriendo por la calle en invierno, sin sombrero, llevando libros a los billares, osubindose a los rboles para llegar hasta las buhardillas de amigos donde se pasaba losdas leyendo o escondindose de la polica.Fuimos a Nueva York olvid lo que pas, excepto que eran dos chicas de colorpero las chicas no estaban; se supona que bamos a encontrarnos con ellas para cenar yno aparecieron. Fuimos hasta el aparcamiento donde Dean tena unas cuantas cosas quehacer cambiarse de ropa en un cobertizo trasero y peinarse un poco ante un espejoroto, y cosas as y a continuacin nos las piramos. Y sa fue la noche en que Deanconoci a Carlo Marx. Y cuando Dean conoci a Carlo Marx pas algo tremendo. Erandos mentes agudas y se adaptaron el uno al otro como el guante a la mano. Dos ojospenetrantes se miraron en dos ojos penetrantes: el tipo santo de mente resplandeciente, yel tipo melanclico y potico de mente sombra que es Carlo Marx. Desde ese momento8vi muy poco a Dean, y me molest un poco, adems. Sus energas se haban encontrado;comparado con ellos yo era un retrasado mental, no consegua seguirles. Todo el locotorbellino de todo lo que iba a pasar empez entonces; aquel torbellino que mezclara atodos mis amigos y a todo lo que me quedaba de familia en una gran nube de polvosobre la Noche Americana. Carlo le habl del viejo Bull Lee, de Elmer Hassel de Jane:Lee estaba en Texas cultivando yerba, Hassel, en la crcel de isla de Riker, Jane perdidapor Times Square en una alucinacin de benzedrina, con su hijita en los brazos yterminando en Bellevue. Y Dean le habl a Carlo de gente desconocida del Oeste comoTommy Snark, el tiburn de pata de palo de los billares, tahr y maricn sagrado. Lehabl de Roy Johnson, del gran Ed Dunkel, de sus troncos de la niez, sus amigos de lacalle, de sus innumerables chicas y de las orgas y las pelculas pornogrficas, de sushroes, heronas y aventuras. Corran calle abajo juntos, entendindolo todo del modoen que lo hacan aquellos primeros das, y que ms tarde sera ms triste y perceptivo ytenue. Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilabatras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que meinteresa, porque la nica gente que me interesa es la que est loca, la gente que est locapor vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, lagente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde, arde comofabulosos cohetes amarillos explotando igual que araas entre las estrellas y entonces seve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un Ahhh!. Cmo se llamaban estosjvenes en la Alemania de Goethe? Se dedicaban exclusivamente a aprender a escribir,como le pasaba a Carlo, y lo primero que pas era que Dean le atacaba con su enormealma rebosando amor como nicamente es capaz de tener un convicto y diciendo:Ahora, Carlo, djame hablar... Te estoy diciendo que... Y no les vi durante unpar de semanas, y en ese tiempo cimentaron su relacin y se hicieron amigos y sepasaban noche y da sin parar de hablar.Entonces lleg la primavera, la gran poca para viajar, y todos los miembros deldisperso grupo se preparaban para tal viaje o tal otro. Yo estaba muy ocupadotrabajando en mi novela y cuando llegu a la mitad, tras un viaje al Sur con mi ta paravisitar a mi hermano Rocco, estaba dispuesto a viajar hacia el Oeste por primera vez enmi vida.Dean ya se haba marchado. Carlo y yo le despedmos en la estacin de losGreyhound de la calle 34. En la parte de arriba haba un sitio donde te hacan fotos por25 centavos. Carlo se quit las gafas y tena un aspecto siniestro. Dean se hizo una fotode perfil y mir tmidamente a su alrededor. Yo me hice una foto de frente y sal conpinta de italiano de treinta aos dispuesto a matar al que se atreviera a decir algo de mimadre. Carlo y Dean cortaron cuidadosamente esta fotografa por la mitad y seguardaron una mitad cada uno en la cartera. Dean llevaba un autntico traje de hombrede negocios del Oeste para su gran viaje de regreso a Denver; haba terminado su primersalto hasta Nueva York. Digo salto, pero haba trabajado como una mula en losaparcamientos. El empleado de aparcamiento ms fantstico del mundo; es capaz de irmarcha atrs en un coche a sesenta kilmetros por hora siguiendo un paso muy estrechoy pararse junto a la pared, saltar, correr entre los parachoques, saltar dentro de otrocoche, girar a ochenta kilmetros por hora en un espacio muy pequeo, llevarlo marchaatrs hasta dejarlo en un lugar pequesimo, plash!, cerrar el coche que vibra todoentero mientras l salta afuera; entonces vuela a la taquilla de los tickets, esprintandocomo un velocista por su calle, coger otro ticket, saltar dentro de otro coche que acabade llegar antes de que su propietario se haya apeado del todo, seguir a toda velocidadcon la puerta abierta, y lanzarse al sitio libre ms cercano, girar, acelerar, entrar, frenar,salir; trabajando as sin pausa ocho horas cada noche, en las horas punta y a la salida de9los teatros, con unos grasientos pantalones de borrachuzo y una chaqueta deshilachada yunos viejos zapatos. Ahora lleva un traje nuevo a causa de su regreso; azul con rayas,chaleco y todo once dlares en la Tercera Avenida, con reloj de bolsillo y cadena,y una mquina de escribir porttil con la que va a empezar a escribir en una pensin deDenver en cuanto encuentre trabajo. Hubo una comida de despedda con salchichas yjudas en un Riker de la Sptima Avenida, y despus Dean subi a un autobs que decaChicago y se perdi en la noche. All se iba nuestro amigo pendenciero. Me prometseguirle en cuanto la primavera floreciese de verdad y abriera el pas.Y as fue como realmente se inici toda mi experiencia en la carretera, y las cosasque pasaron son demasiado fantsticas para no contarlas.S, y no se trataba slo de que yo fuera escritor y necesitara nuevas experiencias porlo que quera conocer a Dean ms a fondo, ni de que mi vida alrededor del campus de launiversidad hubiera llegado al final de su ciclo y estaba embotada, sino de que, en ciertomodo, y a pesar de la diferencia de nuestros caracteres, me recordaba algo a un hermanoperdido hace tiempo; la visin de su anguloso rostro sufriente con las largas patillas y elestirado cuello musculoso me recordaba mi niez en los descampados y charcas yorillas del ro de Paterson y el Passaic. La sucia ropa de trabajo le sentaba tan bien, queuno pensaba que algo as no se poda adquirir en el mejor sastre a medida, sino en elSastre Natural de la Alegra Natural, como la que Dean tena en pleno esfuerzo. Y en suanimado modo de hablar yo volva a or las voces de viejos compaeros y hermanosdebajo del puente, entre las motocicletas, junto a la ropa tendida del vecindario y losadormilados porches donde por la tarde los chicos tocaban la guitarra mientras sushermanos mayores trabajaban en el aserradero. Todos mis dems amigos actuales eranintelectuales: Chad, el antroplogo nietzscheano; Carlo Marx y su constanteconversacin seria en voz baja de surrealista chalado; el viejo Bull Lee y su constantehablar criticndolo todo... o aquellos escurridizos criminales como Elmer Hassel, con suexpresin de burla tan hip; Jane Lee, lo mismo, desparramada sobre la colcha orientalde su cama, husmeando en el New Yorker. Pero la inteligencia de Dean era tan autnticay brillante y completa, y adems careca del tedioso intelectualismo de la de todos losdems. Y su criminalidad no era nada arisca ni despreciativa; era una afirmacinsalvaje de explosiva alegra Americana; era el Oeste, el viento del Oeste, una odaprocedente de las Praderas, algo nuevo, profetizado hace mucho, venido de muy lejos(slo robaba coches para divertirse paseando). Adems, todos mis amigos neoyorquinosestaban en la posicin negativa de pesadilla de combatir la sociedad y exponer susaburridos motivos librescos o polticos o psicoanalticos, y Dean se limitaba adesplazarse por la sociedad, vido de pan y de amor; no le importaba que fuera de unmodo o de otro:Mientras pueda ligarme una chica guapa con un agujerito entre las piernas...mientras podamos comer, to. Me oyes? Tengo hambre. Me muero de hambre, vamosa comer ahora mismo! y, pasara lo que pasara, haba que salir corriendo a comer,como dice en el Eclesiasts, donde est tu lugar bajo el sol.Un pariente occidental del sol, se era Dean. Aunque mi ta me avis de que podameterme en los, escuch una nueva llamada y vi un nuevo horizonte, y en mi juventudlo cre; y aunque tuviera unos pocos problemas e incluso Dean pudiera rechazarmecomo amigo, dejndome tirado, como hara ms tarde, en cunetas y lechos de enfermo,qu importaba eso? Yo era un joven escritor y quera viajar.Saba que durante el camino habra chicas, visiones, de todo; s, en algn lugar delcamino me entregaran la perla.102El mes de julio de 1947, tras haber ahorrado unos cincuenta dlares de mi pensinde veterano, estaba preparado para irme a la Costa Oeste. Mi amigo Remi Boncoeur mehaba escrito una carta desde San Francisco dicindome que fuera y me embarcara conl en un barco que iba a dar la vuelta al mundo. Juraba que me conseguira un trabajo enla sala de mquinas. Le contest y le dije que me contentaba con un viejo carguerosiempre que me permitiera realizar largos viajes por el Pacfico y regresar con dinerosuficiente para mantenerme en casa de mi ta mientras terminaba mi libro. Me dijo quetena una cabaa en Mili City y que yo tendra todo el tiempo del mundo para escribirmientras preparbamos todo el lo de papeles que necesitbamos para embarcar. l vivacon una chica que se llamaba Lee Ann; deca que era una cocinera maravillosa y quetodo funcionara. Remi era un viejo amigo del colegio, un francs que se haba criado enPars y un tipo autnticamente loco... no saba lo loco que estaba todava. Esperaba millegada en diez das. Mi ta estaba totalmente de acuerdo con mi viaje al Oeste; decaque me sentara bien; haba trabajado intensamente todo el invierno sin salir de casa casinada; ni siquiera se quej cuando le dije que tendra que hacer algo de autostop. Lonico que quera era que volviera entero. As que, dejando la gruesa mitad de mimanuscrito encima de la mesa de trabajo, y plegando por ltima vez mis cmodassbanas caseras, una maana part con mi saco de lona en el que haba metido unascuantas cosas fundamentales y me dirig hacia el Ocano Pacfico con cincuenta dlaresen el bolsillo.Haba estado estudiando mapas de los Estados Unidos en Paterson durante meses,incluso leyendo libros sobre los pioneros y saboreando nombres como Platte yCimarrn y otros, y en el mapa de carreteras haba una lnea larga que se llamaba Ruta 6y llevaba desde la misma punta del Cabo Cod directamente a Ely, Nevada, y all caabajando hasta Los Angeles. Slo tena que mantenerme en la 6 todo el camino hastaEly, me dije, y me puse en marcha tranquilamente. Para llegar a la 6 tena que subirhasta el Monte del Oso. Lleno de sueos de lo que iba a hacer en Chicago, en Denver, ypor fin en San Francisco, cog el metro en la Sptima Avenida hasta final de lnea en laCalle 243, y all cog un tranva hasta Yonkers; en el centro de Yonkers cambi a otrotranva que se diriga a las afueras y llegu a los lmites de la ciudad en la orilla orientaldel Ro Hudson. Si tiras una rosa al Ro Hudson en sus misteriosas fuentes de losAdirondacks, podemos pensar en todos los sitios por los que pasar en su camino hastael mar... imagnese ese maravilloso valle del Hudson. Empec a hacer autostop. Encinco veces dispersas llegu hasta el deseado puente del Monte del Oso, donde la Ruta 6traza un arco desde Nueva Inglaterra. Empez a llover a mares en cuanto me dejaronall. Era un sitio montaoso. La Ruta 6 cruzaba el ro, torca y trazaba un crculo, ydesapareca en la espesura. Adems de no haber trfico, la lluvia caa a cntaros y nohaba ningn sitio donde protegerme. Tuve que correr bajo unos pinos para taparme; nosirvi de nada; me puse a gritar y maldecir y golpearme la cabeza por haber sido tanidiota. Estaba a sesenta y cinco kilmetros al norte de Nueva York; todo el caminohaba estado preocupado por eso: el gran da de estreno slo me haba desplazado haciael Norte en lugar de hacia el ansiado Oeste. Ahora estaba colgado en mi extremo Norte.Corr medio kilmetro hasta una estacin de servicio de hermoso estilo ingls queestaba abandonada y me met bajo los aleros que chorreaban. All arriba, sobre micabeza, el enorme y peludo Monte del Oso soltaba rayos y truenos que me hacan temer11a Dios. Todo lo que vea era rboles a travs de la niebla y una lgubre espesura que sealzaba hasta los cielos.-Qu coo estoy haciendo aqu? grit y pens en Chicago. Ahora estarn allpasndoselo muy bien haciendo de todo y yo estoy aqu... Quiero llegar ya!Segu con cosas as hasta que por fin se detuvo un coche en la vaca estacin deservicio; el hombre y las dos mujeres que lo ocupaban queran consultar un mapa. Mepuse delante gesticulando bajo la lluvia; hablaron entre s; yo pareca un manaco, claro,con el pelo todo mojado, los zapatos empapados. Mis zapatos, soy un maldito idiota,eran huaraches mexicanos, de suela de esparto, lo menos adecuado para una nochelluviosa en Amrica y la dura noche en la carretera. Pero me dejaron entrar y volvimos aNewburgh, cosa que acept como alternativa preferible a quedar atrapado en la espesuradel Monte del Oso toda la noche.Adems dijo el hombre, casi no circula nadie por la 6. Si quiere ir a Chicagolo mejor es que coja el Tnel Holland en Nueva York y se dirija a Pittsburg.Me di cuenta que tena razn. Era mi sueo que se joda, aquella estpida idea dejunto al hogar de que sera maravilloso seguir una gran lnea roja que atravesabaAmrica en lugar de probar por distintas carreteras y rutas.En Newburgh haba dejado de llover. Baj caminando hasta el rio y tuve que volvera Nueva York en un autobs con un grupo de maestros de escuela que regresaban depasar un fin de semana en las montaas. Bla, bla, bla y yo soltando tacos por todo eltiempo y el dinero que haba malgastado, y dicindome que quera ir al Oeste y aquestaba tras pasar el da entero y parte de la noche subiendo y bajando, hacia el Norte yhaca el Sur, como si fuera algo que no poda empezar a hacer. Y me promet estar enChicago al da siguiente, y para estar seguro de ello cog un autobs hasta Chicago,gastando gran parte de mi dinero, y no me import para nada, slo quera estar enChicago al da siguiente.123Fue un viaje corriente en autobs con nios llorando y el sol ardiente, y campesinossubiendo en cada pueblo de Pennsilvania, hasta que llegamos a la llanura de Ohio yrodamos de verdad, subimos por Ashtabula y cruzamos Indiana de noche. Llegu aChicago a primera hora de la maana, cog una habitacin en un albergue juvenil, y memet en la cama con muy pocos dlares en el bolsillo. Me lanc a las calles de Chicagotras un buen da de sueo.El viento del lago Michigan, bop en el Loop, largos paseos por Halsted Sur y ClarkNorte, y un largo paseo pasada la medianoche por la jungla urbana, donde un coche dela polica me sigui como si fuera un tipo sospechoso. En esta poca, 1947, el bopestaba volviendo loca a toda Amrica. Los tipos del Loop soplaban, fuerte pero con airecansado, porque el bop estaba entre el perodo de la Ornitologa de Charlie Parker y otroperodo que haba empezado con Miles Davis. Y mientras estaba sentado all oyendoese sonido de la noche, que era lo que el bop haba llegado a representar para todosnosotros, pensaba en todos mis amigos de uno a otro extremo del pas y en cmo todosellos estaban en el mismo crculo enorme haciendo algo tan frentico y corriendo porah. Y por primera vez en mi vida, la tarde siguiente, entr en el Oeste. Era un da clidoy hermoso para hacer autostop. Para evitar las desesperantes complicaciones del trficode Chicago tom un autobs hasta Joliet, Illinois, cruc por delante de la prisin deJoliet, y me aparqu en las afueras de la ciudad despus de caminar por las destartaladascalles, y seal con el pulgar la direccin que quera seguir. Todo el camino desdeNueva York a Joliet lo haba hecho en autobs, y haba gastado ms de la mitad de midinero.El primer vehculo que me cogi era un camin cargado de dinamita con unabandera roja. Fueron unos cincuenta kilmetros por la enorme pradera de Illinois; elcamionero me seal el sitio donde la Ruta 6, en la que estbamos, se cruza con la Ruta66 antes de que ambas se disparen hacia el Oeste a travs de distancias increbles. Hacialas tres de la tarde, despus de un pastel de manzana y un helado en un puesto junto a lacarretera, una mujer se detuvo por mi en un pequeo cup. Sent una violenta alegramientras corra hacia el coche. Pero era una mujer de edad madura, de hecho madre dehijos de mi misma edad, y necesitaba alguien que la ayudara a conducir hasta Iowa.Estaba totalmente de acuerdo. Iowa! No estaba lejos de Denver, y en cuanto llegara aDenver podra descansar. Ella condujo unas cuantas horas al principio; en undeterminado sitio insisti en que visitramos una vieja iglesia, como si furamosturistas, y despus yo cog el volante y, aunque no soy buen conductor, condujedirectamente a travs del resto de Illinois hasta Davenport, Iowa, va Rock Island. Yaqu, por primera vez en mi vida, contempl mi amado ro Mississippi, seco en la brumaveraniega, bajo de agua, con su rancio y poderoso olor que huele igual que esa Amricaen carne viva a la que lava. Rock Island: vas frreas, casuchas, pequeo ncleo urbano;y por el puente a Davenport, el mismo tipo de pueblo, todo oliendo a aserrn bajo elclido sol del Medio Oeste. Aqu la seora tena que seguir hacia su pueblo de Iowa porotra carretera, y me ape.El sol se pona. Camin, tras unas cuantas cervezas fras, hasta las afueras delpueblo, y fue un largo paseo. Todos los hombres volvan a casa del trabajo, llevabangorros de ferroviarios, viseras de bisbol, todo tipo de sombreros, justo como despusdel trabajo en cualquier pueblo de cualquier sitio. Uno de ellos me llev en su coche13hasta la colina y me dej en un cruce solitario de la cima de la pradera. Era un sitio muybonito. Los nicos coches que pasaban eran coches de campesinos; me mirabanrecelosos, se alejaban haciendo ruido, las vacas volvan al establo. Ni un camin. Unoscuantos coches pasaron zumbando. Pas un chico con su coche preparado y la bufandaal viento. El sol se puso del todo y me qued all de pie en medio de la oscuridadprpura. Ahora estaba asustado. Ni siquiera se vean luces hacia la parte de Iowa; dentrode un minuto nadie sera capaz de verme. Felizmente, un hombre que volva aDavenport me llev de regreso al centro. Sin embargo, me encontraba justo donde habaempezado.Fui a sentarme a la estacin de autobuses y pens en todo eso. Com otro pastel demanzana y otro helado; eso es prcticamente todo lo que com durante mi travesa delpas. Saba que era nutritivo, y delicioso, claro est; decid jugarme el todo por el todo.Cog un autobs en el centro de Davenport, despus de pasar media hora mirando a unaempleada del caf de la estacin, y llegu a las afueras del pueblo, pero esta vez cercade las estaciones de servicio. Por aqu pasaban los grandes camiones, whaam!, y a losdos minutos uno de ellos fren detenindose a recogerme. Corr hacia l con el almadiciendo yupiii! Y vaya conductor!: un enorme camionero muy bruto de ojos saltonesy voz spera y rasposa que slo daba portazos y golpes a todo y mantena su cacharro atoda velocidad y no me haca ningn caso. As que pude descansar mi agotada alma unrato, pues una de los mayores molestias del viajar en autostop es tener que hablar conmuchsima gente, para que piensen que no han hecho mal en cogerte, hasta inclusoentretenerles, todo lo cual es agotador cuando quieres seguir todo el rato y no tienespensado dormir en hoteles. El tipo gritaba por encima del ruido del motor, y todo lo queyo tena que hacer era responderle chillando, y ambos descansamos. Y embalado, el tipose dirigi directamente a Iowa City y me cont gritando las cosas ms divertidas acercade cmo se puede burlar la ley en los sitios donde hay una limitacin de velocidadinadecuada, repitiendo una y otra vez:Esos hijoputas de la pasma nunca conseguirn que me baje los pantalones delantede ellos.Justo cuando entrbamos en Iowa City vio otro camin que vena detrs denosotros, y como tena que desviarse en Iowa City encendi y apag las luces traserashaciendo seas al otro tipo que nos segua, y aminor la marcha para que pudiera saltarfuera, lo que hice con mi bolsa, y el otro camin, aceptando el cambio, se detuvo a porm, y una vez ms, en un abrir y cerrar de ojos, me encontraba en otra enorme cabina,totalmente dispuesto a hacer cientos de kilmetros durante la noche, me senta feliz! Yel nuevo camionero estaba tan loco como el otro y aullaba tanto, y todo lo que tena quehacer era recostarme y dejarme ir. Ahora casi poda ver Denver all delante como sifuera la Tierra Prometida, all lejos entre las estrellas, ms all de la pradera de Iowa ylas llanuras de Nebraska, y consegu tener la ms hermosa visin de San Francisco,todava ms all, como una joya en la noche. Embal el camin y cont cosas duranteun par de horas, despus, en un pueblo de Iowa donde aos despus Dean y yo fuimosdetenidos por sospechas relacionadas con lo que pareca un Cadillac robado, durmiunas pocas horas en el asiento. Yo tambin dorm, y di un pequeo paseo junto asolitarias paredes de ladrillo iluminadas por una sola luz, con la pradera brotando alfinal de cada calleja y el olor del maz como roco en la noche.Se despert sobresaltado al amanecer. En seguida rodbamos, y una hora despus elhumo de Des Moines apareci all enfrente por encima de los verdes maizales. El tipotena que desayunar y quera tomrselo con calma, as que fui hasta el mismo DesMoines, unos seis kilmetros, en el coche de unos chicos de la Universidad de Iowa alque haba hecho autostop; y resultaba extrao estar en aquel coche ltimo modelo y14oyndoles hablar de exmenes mientras nos deslizbamos suavemente hacia el centro dela ciudad. Ahora quera dormir el da entero. As que fui al albergue juvenil a buscarhabitacin; no tenan, y por instinto deambul hasta las vas del ferrocarril y en DesMoines hay un montn y encontr una vieja y siniestra pensin cerca del depsito delocomotoras, y pas todo el da entero durmiendo en una enorme cama limpia, dura yblanca con inscripciones obscenas en la pared junto a la almohada y las persianasamarillas bajadas para no ver el espectculo humeante de los trenes. Me despertcuando el sol se pona rojo; y aqul fue un momento inequvoco de mi vida, el msextrao momento de todos, en el que no saba ni quin era yo mismo: estaba lejos decasa, obsesionado, cansado por el viaje, en la habitacin de un hotel barato que nuncahaba visto antes, oyendo los siseos del vapor afuera, y el crujir de la vieja madera delhotel, y pisadas en el piso de arriba, y todos los ruidos tristes posibles, y miraba hacia eltecho lleno de grietas y autnticamente no supe quin era yo durante unos quinceextraos segundos. No estaba asustado; simplemente era otra persona, un extrao, y mivida entera era una vida fantasmal, la vida de un fantasma. Estaba a medio caminoatravesando Amrica, en la lnea divisoria entre el Este de mi juventud y el Oeste de mifuturo, y quiz por eso suceda aquello all y entonces, aquel extrao atardecer rojo.Pero tena que seguir y dejar de lamentarme, as que cog mi bolsa, dije adis alviejo dueo de la pensin sentado junto a su escupidera, y me fui a comer. Com tarta demanzana y helado; ambas cosas mejoraban a medida que iba adentrndome en Iowa: latarta ms grande, el helado ms rico. Aquella tarde en Des Moines mirara donde miraravea grupos de chicas muy guapas volvan a casa del instituto pero no tena tiempode pensar en esas cosas y me promet ir a un baile en Denver. Carlo Marx ya estaba enDenver; Dean tambin estaba all; Chad King y Tim Gray tambin estaban, eran de all;Marylou estaba all; y se hablaba de un potente grupo que inclua a Ray Rawlins y a suguapa hermana, la rubia Babe Rawlins; a dos camareras conocidas de Dean, lashermanas Bettencourt; hasta Roland Major, mi viejo amigo escritor de la universidad,estaba all. Tena unas ganas tremendas de encontrarme entre ellos y disfrutaba elmomento por anticipado. As que dej pasar de largo aquellas chicas tan guapas, y esoque en Des Moines viven las chicas ms guapas del mundo.Un tipo en una especie de caja de herramientas sobre ruedas, un camin lleno deherramientas que conduca puesto de pie como un lechero moderno, me cogi y mellev colina arriba, all casi sin detenerme me recogi un granjero que iba con su hijo endireccin a Adel, Iowa. En este lugar, bajo un gran olmo prximo a una estacin deservicio, conoc a otro autostopista, un neoyorquino tpico, un irlands que habaconducido una camioneta de correos la mayor parte de su vida y que ahora iba a Denveren busca de una chica y una nueva vida. Creo que dejaba Nueva York para escapar dealgo, probablemente de la ley. Era un autntico borracho de treinta aos con la narizcolorada y normalmente me habra molestado, pero todos mis sentidos estabanaguzados deseando cualquier tipo de contacto humano. Llevaba una destrozadachaqueta de punto y unos pantalones muy amplios y slo tena de equipaje un cepillo dedientes y unos pauelos. Dijo que tenamos que hacer autostop juntos. Debera haberledicho que no, pues no pareca demasiado agradable para la carretera. Pero seguimosjuntos y nos cogi un hombre taciturno que iba a Stuart, Iowa, un sitio donde nosquedamos colgados de verdad. Estuvimos enfrente de las taquillas de billetes de tren deStuart mientras esperbamos por vehculos que fueran al Oeste hasta que se puso el sol,unas cinco horas, tratando de matar el tiempo, primero hablando de nosotros mismos,despus se puso a contarme chistes verdes, despus dimos patadas a las piedras ehicimos ruidos estpidos de todas clases. Nos aburramos. Decid gastar un dlar encerveza; fuimos a una vieja taberna de Stuart y tomamos unas cuantas. All l se15emborrach como haca siempre al volver de noche a su casa de la Novena Avenida, yme gritaba ruidosamente al odo todos los sueos srdidos de su vida. Empez agustarme; no porque fuera una buena persona, como despus demostr que era, sinoporque mostraba entusiasmo hacia las cosas. Volvimos a la carretera en la oscuridad, yclaro, no se detuvo nadie ni pas casi nadie durante mucho tiempo. Seguimos all hastalas tres de la madrugada. Pasamos algo de tiempo tratando de dormir en el banco deldespacho de billetes del tren, pero el telgrafo sonaba toda la noche y no conseguamosdormir, y el ruido de los grandes trenes de carga llegaba desde fuera. No sabamos cmosubir a un convoy del modo adecuado; nunca lo habamos hecho antes; no sabamos siiban al Este o al Oeste ni cmo averiguarlo o qu vagn o plataforma o furgn elegir, yas sucesivamente. Conque cuando lleg el autobs de Omaha justo antes de amanecernos subimos a l unindonos a los dormidos pasajeros: pagu su billete y el mo. Sellamaba Eddie. Me recordaba a un primo mo que viva en el Bronx. Por eso segu conl. Era como tener a un viejo amigo al lado, un tipo sonriente de buen carcter con elque seguir tirando.Al amanecer llegamos a Council Bluffs; mir afuera. Todo el invierno haba estadoleyendo cosas de las grandes partidas de carretas que celebraban consejo all antes derecorrer las rutas de Oregn y Santa Fe; y, claro, ahora slo haba unas cuantas jodidascasas de campo de diversos tipos y tamaos nimbadas por el difuso gris del amanecer.Despus Omaha y, Dios mo!, vi al primer vaquero. Caminaba junto a las glidasparedes de los depsitos frigorficos de carne con un sombrero de ala ancha y unas botastejanas, semejante en todo a cualquier tipo miserable de un amanecer en las paredes deladrillo del Este si se exceptuaba su modo de vestir. Nos apeamos del autobs ysubimos la colina caminando la alargada colina formada durante milenios por elpoderoso Missouri junto a la que se levanta Omaha salimos al campo y extendimosnuestros pulgares. Hicimos un breve trecho con un rico ranchero con sombrero de alaancha que nos dijo que el valle del Platte era tan grande como el valle del Nilo, enEgipto, y cuando deca eso, vi a lo lejos los grandes rboles serpenteando junto al lechodel ro y los vastos campos verdes a su alrededor, y casi estuve de acuerdo con l.Despus, cuando nos encontrbamos en otro cruce y el cielo empezaba a nublarse, otrovaquero, ste de ms de seis pies de estatura y sombrero ms modesto, nos llam yquiso saber si alguno de nosotros poda conducir. Desde luego Eddie poda conducir,tena su carnet y yo no. El vaquero llevaba consigo dos coches y quera volver con ellosa Montana. Su mujer estaba en Grand Island, y necesitaba que condujramos uno de loscoches hasta all, donde ella se ocupara de conducirlo. En ese punto se dirigira alNorte, lo que supondra el lmite de nuestro viaje con l. Pero era recorrer unos buenoscientos de kilmetros de Nebraska y, naturalmente, no lo dudamos. Eddie conducasolo, el vaquero y yo le seguamos, y en cuanto salimos de la ciudad Eddie puso aqueltrasto a ciento cincuenta kilmetros por hora, por pura exuberancia.Maldita sea! Qu hace ese muchacho? grit el vaquero y se lanz detrs del.Aquello empezaba a parecer una carrera. Durante un minuto cre que Eddieintentaba escaparse con el coche (y que yo sepa, eso estaba intentando). Pero el vaquerose peg a l y luego, ponindose a su lado, toc el claxon. Eddie aminor la marcha. Elvaquero a base de bocinazos le mand que parara.Maldita sea, chico, a esa velocidad vas a estrellarte. No puedes conducir un pocoms despacio?Claro, que me trague la tierra, de verdad iba a ciento cincuenta? dijo Eddie.No me daba cuenta. La carretera es tan buena.Tmate las cosas con ms calma y llegaremos a Grand Island enteros.16As ser. Y reanudamos el viaje. Eddie se haba tranquilizado y probablementeiba medio dormido. De ese modo recorrimos ciento cincuenta kilmetros de Nebraska,siguiendo el sinuoso Platte con sus verdes praderas.Durante la depresin me dijo el vaquero, sola subirme a trenes de carga porlo menos una vez al mes. En aquellos das veas a cientos de hombres viajando enplataformas o furgones, y no slo eran vagabundos, haba hombres de todas clases queno tenan trabajo y que iban de un lado para otro y algunos se movan slo por moverse.Y era igual en todo el Oeste. En aquella poca los guardafrenos nunca te molestaban.No s lo que pasa hoy da. Nebraska no sirve para nada. A mediados de los aos treintaeste lugar slo era una enorme nube de polvo hasta donde alcanzaba la vista. No sepoda respirar. El suelo era negro. Yo andaba por aqu aquellos das. Por m puedendevolver Nebraska a los indios si quieren. Odio este maldito lugar ms que ningn otrositio del mundo. Ahora vivo en Montana, en Missoula concretarnente. Ven por allalguna vez y vers lo que es la tierra de Dios. Por la tarde, cuando se cans de hablar,me dorm. Era un buen conversador.Nos detuvimos junto a la carretera para comer algo. El vaquero fue a que lepusieran un parche en el neumtico de repuesto, y Eddie y yo nos sentamos en unaespecie de parador. O una gran carcajada, la risa ms sonora del mundo, y all vena unamojamado granjero de Nebraska con un puado de otros muchachos. Entraron en elparador y se oan sus speras voces por toda la pradera, a travs de todo el mundogrisceo de aquel da. Todos los dems rean con l. El mundo no le preocupaba ymostraba una enorme atencin hacia todos. Dije para mis adentros: Whamm!, escuchacmo se re ese hombre. Es el Oeste, y estoy aqu en el Oeste. Entr ruidoso en elparador llamando a Maw, y sta haca la tarta de ciruelas ms dulce de Nebraska, y yotom un poco con una gran cucharada de nata encima.Maw, chame el pienso antes de que tenga que empezar a comerme a m mismo oa hacer alguna maldita cosa parecida dijo, y se dej caer en una banqueta y sigui jo!jo! jo! jo! Y ponme judas con lo que sea.Y el espritu del Oeste se sentaba a mi lado. Me hubiera gustado conocer toda suvida primitiva y qu coo haba estado haciendo todos estos aos adems de rer y gritarde aquel modo. Puff!, me dije, y el vaquero volvi y nos largamos hacia Grand Island.Y llegamos all de un salto. El vaquero fue a buscar a su mujer y ambos semarcharon hacia lo que les deparara el destino, y Eddie y yo volvimos a la carretera.Hicimos un buen trecho con un par de muchachos pendencieros, adolescentes,campesinos en un trasto remendado y nos dejaron en un punto del itinerario bajo unafina llovizna. Entonces un viejo que no dijo nada y que Dios sabe por qu nosrecogi nos llev hasta Shelton. Aqu Eddie se qued en la carretera comodesamparado ante un grupo de indios de Omaha, de muy poca estatura, que estabanacurrucados sin tener a donde ir ni nada que hacer. Al otro lado de la carretera estabanlas vas del tren y el depsito de agua que deca SHELTON.La madre que lo pari! exclam Eddie asombrado. Yo estuve aqu antes.Fue hace aos, cuando la guerra, de noche, muy de noche y todos dorman. Sal a fumara la plataforma y me encontr en medio de la nada, en la oscuridad. Alc la vista y vi elnombre de Shelton escrito en el despsito de agua. bamos hacia el Pacfico, todo elmundo roncaba, todos aquellos malditos mamones, y slo estuvimos unos minutos, paracargar carbn o algo as, y en seguida nos fuimos. Maldita sea! Conque esto esShelton? Odio este sitio desde entonces.Y en Shelton nos quedamos colgados. Lo mismo que en Davenport, Iowa, casitodos los coches eran de granjeros, y de vez en cuando uno de turistas, lo que es peor,17con viejos conduciendo y sus mujeres sealando los carteles o consultando los mapas ymirando a todas partes con aire de desconfianza.La llovizna aument y Eddie cogi fro; llevaba muy poca ropa encima. Saqu unacamisa de lana de mi saco de lona y se la puso. Se sinti un poco mejor. Yo tambin meresfri. Compr unas gotas para la tos en una destartalada tienda india de algo. Fui a ladiminuta oficina de correos y escrib una tarjeta postal a mi ta. Volvimos a la carreteragris. All enfrente estaba Shelton, escrito sobre el depsito de agua. Pas el tren de RockIsland. Vimos las caras de los pasajeros de primera cruzar en una bruma. El tren silbabaa travs de las llanuras en la direccin de nuestros deseos. Empez a llover ms fuertean.Un tipo alto, delgado, con un sombrero de ala ancha, detuvo su coche al otro ladode la carretera y vino hacia nosotros; pareca un sheriff o algo as. Preparamos ensecreto nuestras historias. Se tom cierto tiempo para llegar hasta nosotros.Qu chicos, vais a algn sitio o simplemente vais? no entendimos la pregunta,y eso que era una pregunta jodidamente buena.Por qu? dijimos.Bueno, es que tengo una pequea feria instalada a unos cuantos kilmetroscarretera abajo y ando buscando unos cuantos chicos que quieran trabajar y ganarseunos dlares. Tengo la concesin de una ruleta y unas anillas, ya sabis, esas anillas quese tiran a unas muecas para probar suerte. Si queris trabajar para m os dar el treintapor ciento de los ingresos.Comida y techo tambin?Tendris cama, pero comida no. Podis comer en el pueblo. Nos moveremos algoy como vio que lo pensbamos aadi: es una buena oportunidad y esperpacientemente a que tomramos una decisin. Estbamos confusos y no sabamos qudecir, y por mi parte no me apeteca nada trabajar en una feria. Tena una prisa tremendapor reunirme con mis amigos de Denver.No estoy seguro dije. Viajo lo ms rpido que puedo y no creo que tengatiempo para eso. Eddie dijo lo mismo, y el viejo dijo adis con la mano, subi sinprisa a su coche y se alej. Y eso fue todo.Nos remos un rato y especulamos sobre cmo hubiera sido aquello. Entrev unanoche oscura y polvorienta en la pradera, y los rostros de las familias de Nebraskapaseando entre los puestos, con sus chavales sonrosados mirndolo todo con temor, ysupe lo mal que me habra sentido engandolos con todos aquellos trucos baratos deferia. Y la noria girando en la oscuridad de la llanura, y, Dios todopoderoso!, la msicatriste del tiovivo y yo esperando llegar a mi destino, y durmiendo en un carromato decolores chillones sobre un colchn de arpillera.Eddie result ser un compaero de carretera muy poco seguro. Se acerc un aparatomuy raro conducido por un viejo; era de aluminio o algo parecido, cuadrado como unacaja: un remolque, sin duda, pero un remolque de fabricacin casera de Nebraska, raro ydisparatado. Iba muy despacio y se detuvo. Corrimos; el viejo dijo que slo poda llevara uno; sin decir ni una sola palabra, Eddie salt dentro y desapareci poco a poco de mivista llevndose mi camisa de lana. Bueno, una verdadera pena; lanc un beso de adisa la camisa; en cualquier caso slo tena un valor sentimental. Esper en nuestroinfierno personal de Shelton durante mucho, muchsimo tiempo, varias horas, ypensando que se haca de noche; en realidad, era slo por la tarde, pero estaba oscuro.Denver, Denver, cmo conseguira llegar a Denver? Estaba a punto de dejar todoaquello e irme a tomar un caf cuando se detuvo un coche bastante nuevo conducido porun tipo joven. Corr hacia l como un loco.Adnde vas?18A Denver.Bien, puedo acercarte a tu meta unos ciento cincuenta kilmetros.Estupendo, maravilloso, acabas de salvarme la vida.Yo tambin sola hacer autostop, por eso recojo siempre a quien me lo pide.Yo hara lo mismo si tuviera coche y hablamos y me cont su vida, que no eramuy interesante, y me dorm un poco y despert en las afueras de Gothenburg, dondeme dej.194Iba a comenzar el ms grande trayecto de mi vida. Un camin con una plataformadetrs y unos seis o siete tipos desparramados por encima de ella, y los conductores, dosjvenes granjeros rubios de Minnesota, recogan a todo el que se encontraban en lacarretera: la ms sonriente y agradable pareja de patanes que se pueda imaginar; ambosllevaban camisas y monos de algodn, slo eso; ambos tenan poderosas muecas yeran animados, y sonrean como si dijeran qu tal ests? a todo el que se cruzara en sucamino.Corr, salt a la caja y dije:Hay sitio?Claro que s, sube. Hay sitio para todo el mundo me respondieron.Todava no me haba instalado del todo en la caja cuando el camin arranc; vacil,pero uno de los viajeros me agarr y pude sentarme. Alguien me pas una botella deaguardiente y beb el ltimo trago que quedaba. Respir profundamente el aire salvaje,lrico y hmedo de Nebraska.UUiii, all vamos! grit un chico con visera de bisbol, y el camin se puso ams de cien kilmetros por hora y adelantaba a todos.Venimos en este cacharro hijoputa desde Des Moines. Estos tipos nunca paran.De vez en cuando hay que gritarles que queremos mear, pues si no hay que hacerlo alaire y agarrarse bien, hermano, agarrarse bien.Observ a los pasajeros. Haba dos jvenes campesinos de Dakota del Norte conviseras de bisbol rojas, que es el modelo habitual de gorro que usan los chicoscampesinos de Dakota del Norte. Iban a la recoleccin; sus viejos les haban dadopermiso para andar por la carretera durante el verano. Haba dos chicos de ciudad, deColumbus, Ohio, jugadores de ftbol y estudiantes, chicle, guios, cnticos, y diciendoque hacan autostop por los Estados Unidos durante el verano.Vamos a Los Angeles! gritaron.Y qu vais a hacer all?Joder, no lo sabemos. Adems, eso qu importa?Despus estaba un individuo alto y delgado que tena una mirada atravesada.De dnde eres? le pregunt. Estaba tumbado junto a l; se volvi lentamentehacia m, abri la boca, y dijo:Montana.Finalmente estaban Mississippi Gene y su compaero. Mississippi Gene era unchico moreno y bajo que recorra el pas en trenes de carga, un vagabundo de unostreinta aos con aspecto juvenil; tanto que resultaba imposible determinar qu edadtena exactamente. Se sentaba con las piernas cruzadas, observando la pradera sin decirnada durante cientos de kilmetros. En una ocasin se volvi hacia m y dijo:T adnde vas?Dije que a Denver.Tengo una hermana all pero no la he visto desde hace bastantes aos su hablarera melodioso y pausado. Era tranquilo. Su compaero era un chico de diecisis aosalto y rubio, tambin con harapos de vagabundo; es decir, llevaban ropa muy vieja quese haba puesto negra con el holln de los trenes y la suciedad de los vagones de carga yel dormir en el suelo. El chico rubio tambin era muy tranquilo y pareca huir de algo, ysupuse que sera de la ley por el modo en que miraba y humedeca los labios con20aspecto preocupado. Montana Slim les hablaba de vez en cuando con sonrisa sardnicae insinuante. Pero ellos no le prestaban atencin. Slim era todo insinuacin. Measustaba su mueca y que abriera la boca justo delante de mi cara y la mantuvierasemiabierta como un retrasado mental.Tienes dinero? me pregunt.Coo, claro que no. Quiz para comprar un poco de whisky hasta llegar aDenver. Y t?S donde conseguirlo.Dnde?En cualquier sitio. Siempre puedes hacrtelo con un tipo en la carretera, nocrees?S, supongo que t s puedes.Lo hara si realmente necesitara pasta. Me dirijo a Montana a ver a mi padre.Tendr que bajar de este trasto en Cheyenne y tomar otro camino. Ese par de locos va aLos Angeles.Directamente?Sin detenerse. Si quieres ir a LA has subido al vehculo adecuado.Medit el asunto; la idea de zumbar toda la noche a travs de Nebraska, Wyoming yel desierto de Utah por la maana, y despus lo ms probable que el desierto de Nevadapor la tarde, y llegar a LA en un espacio de tiempo previsible casi me hizo cambiar deplanes. Pero tena que ir a Denver. Tambin me tena que apear en Cheyenne, y hacerautostop hacia el sur para recorrer los ciento cincuenta kilmetros hasta Denver.Me alegr cuando los dos granjeros de Minnesota dueos del camin decidierondetenerse a comer en North Platte; quera echarles una ojeada. Salieron de la cabina ynos sonrieron.A mear tocan dijo uno.Parada y fonda dijo el otro.Pero eran los nicos del grupo que tenan dinero para comer. Todos nos arrastramosdetrs de ellos hasta un restaurante atendido por un grupo de mujeres, y nos sentamosante unas hamburguesas y unas tazas de caf mientras ellos tragaban platos rebosantescomo si estuvieran de vuelta en la cocina de su madre. Eran hermanos; transportabanmaquinaria agrcola de Los Angeles a Minnesota y hacan su buena pasta. En su viaje devaco a la costa recogan a cuantos se encontraban en la carretera. Ya lo haban hechootras cinco veces; les diverta muchsimo. De hecho, todo les gustaba. Nunca dejaban desonrer. Intent hablar con ellos una especie de estpido intento de trabar amistad conlos capitanes del barco y sus nicas respuestas fueron dos cordiales sonrisas y unosblancos dientes enormes de comedores de cereales.Todos nos habamos unido a ellos en el restaurante excepto los dos vagabundos,Gene y su chico. Cuando volvimos seguan sentados en el camin tristes ydesconsolados. Ahora caa la noche. Los conductores fumaban; yo expuse mis deseosde ir a comprar una botella de whisky para mantener el calor durante el fro de la noche.Vete, pero apresrate.Tomaris unos tragos les ofrec.No, no, nosotros nunca bebemos. Pero vete.Montana Slim y los dos estudiantes me acompaaron por las calles de North Plattehasta que encontr una tienda de bebidas. Los chicos bebieron un poco, Slim otro poco,y yo compr un litro. Hombres altos y hoscos nos observaban desde edificios con falsasfachadas; la calle principal estaba bordeada de casas cuadradas con forma de caja. Habainmensas perspectivas de las llanuras ms all de cada una de las tristes calles. Notalgo distinto en el aire de North Platte, no saba qu era. Lo supe cinco minutos despus.21Volvimos al camin y reanudamos la marcha. Oscureca rpidamente. Todos tomamosun trago y de pronto mir y vi que los verdes campos del Platte empezaban adesaparecer y en su lugar, y hasta donde alcanzaba la vista, apareca una enorme llanuraesteparia de arena y artemisa. Estaba atnito.Qu coo es esto? le grit a Slim.Es el comienzo de los pastizales, muchacho. Psame otro trago.Yupiii! aullaron los estudiantes, Adis Columbus! Qu diran Sparkie ylos chicos si estuvieran aqu? Yupiii!Los conductores haban cambiado de puesto en la cabina; el hermano que estabadescansado forzaba el camin al mximo. La carretera tambin cambi: abombada porel centro, blanda a los lados y con una zanja de ms de un metro de profundidadbordendola, as que el camin saltaba y oscilaba de un lado de la carretera al otromilagrosamente slo cuando no haba coches que vinieran en direccin opuesta ypens que bamos a dar un salto mortal. Pero eran unos conductores tremendos. Cmosuper el camin la cresta de Nebraska! (la cresta que se hunde hacia Colorado). Y enseguida me di cuenta que de hecho ya estaba casi en Colorado, aunque no de modooficial, pero mirando al sudoeste el propio Denver estaba a unos pocos cientos dekilmetros. Grit de alegra. La botella circul. Salieron estrellas resplandecientes, lascolinas de arena estaban cada vez ms lejos y se hicieron borrosas. Me sent igual queuna flecha disparada camino del blanco.Y de pronto, Mississippi Gene se volvi hacia m saliendo de su letargo y estirandolas piernas, y abri la boca, y se inclin y dijo:Estas llanuras me recuerdan a Texas.Eres de Texas?No, seor, soy de Green-vell, Muss-sippy y se fue el modo en que lo dijo.De dnde es el chico?Se meti en los all en Mississippi, as que me ofrec a ayudarle a largarse.Nunca ha estado del todo en sus cabales. Cuido de l lo mejor que puedo, slo es unnio.Aunque Gene era blanco tena algo de viejo negro cansado y sabio, y tambinmucho de Elmer Hassel, el adicto a las drogas neoyorkino, pero un Hassel de trenes, unHassel viajero pico, cruzando y volviendo a cruzar el pas todos los aos, hacia el Suren invierno y hacia el Norte en verano, y eso slo porque no poda quedarse en un sitiosin cansarse en seguida de l y porque no haba adnde ir excepto a todas partes, y tenaque mantenerse bajo las estrellas, por lo general las estrellas del Oeste.He estado en Og-den un par de veces. Si usted quiere ir a Og-den tengo algunosamigos que podran alojarle.Voy a Denver desde Cheyenne.Coo! Vaya derecho hasta all, no se hace un viaje como ste todos los das.Esta tambin era una oferta tentadora. Qu haba en Ogden? Y dije:Qu es Ogden?Es el sitio por el que pasan la mayora de los muchachos y siempre hay amigosall; uno puede encontrarse a cualquiera.Aos antes yo haba navegado con un tipo alto y huesudo de Louisiana que sellamaba Big Slim Hazard, William Holmes Hazard, que era vagabundo por aficin. Denio haba visto a un vagabundo pedirle a su madre un poco de pastel, y ella se lo dio, ycuando el vagabundo se haba marchado carretera abajo, el nio dijo:Mam, quin era se?Era un vagabundo.Mam, yo tambin ser vagabundo.22No digas tonteras nio, eso no es para los Hazards.Pero l nunca olvid aquel da, y cuando se hizo mayor, y tras un breve perodo dejugador de ftbol en la universidad de Louisiana, se hizo vagabundo. Big Slim y yopasamos muchas noches contndonos historias y escupiendo tabaco de mascar en bolsasde papel. Haba algo en Mississippi Gene que me recordaba tanto a Big Slim Hazard,que le pregunt:No habrs conocido por casualidad a un tipo llamado Big Slim Hazard?Se refiere usted a un tipo que se re mucho? me dijo.Bueno, eso suena un poco a l. Era de Ruston, Louisiana.Eso es. Louisiana Slim le llamaban a veces. S, seor, he conocido a Big Slim.Sola trabajar en los yacimientos de petrleo del este de Texas?El este de Texas, as es. Y ahora se dedica a marcar ganado.Y eso era exacto; pero todava no poda creer que Gene hubiera conocido realmentea Slim, a quien yo haba buscado, ms o menos, durante aos.Y sola trabajar en los remolcadores de Nueva York?Bueno, eso no lo s.Supongo que slo lo conociste en el Oeste.As parece. Yo nunca he estado en Nueva York.Bueno, maldita sea, me asombra que lo conozcas. Este es un pas muy grande,Sin embargo s que debes de haberlo conocido.Si, seor, conozco a Big Slim perfectamente. Siempre generoso con su dinero;cuando lo tiene, claro. De mal genio, un tipo duro, tambin. Le he visto tumbar a unpolica en los depsitos de ferrocarril de Cheyenne, y de un solo puetazo.Eso sonaba mucho a Big Slim; siempre practicaba golpes de boxeo en el aire; separeca un poco a Jack Dempsey, pero a un Jack Dempsey joven que beba bastante.Maldicin! grit al viento, y tom otro trago, y me senta muy bien. Cadatrago era baado por el viento en aquel camin abierto, desaparecan sus malos efectos,y los buenos penetraban en mi estmago, Cheyenne, all voy! cant. Denverespera a tu chico.Slim Montana se volvi hacia m, seal mis zapatos y coment:Se supone que si pones esas cosas en el suelo crecer algo, no? sin soltar niuna sonrisa, claro, y los dems al orle se echaron a rer.Y es que eran los zapatos ms absurdos de toda Amrica; los llevaba concretamenteporque no quera que me sudaran los pies en la ardiente carretera, y excepto cuando lalluvia del Monte del Oso demostraron ser los mejores zapatos posibles para un viajecomo el mo. As que me un a sus risas. Y los zapatos ya estaban por entonces muygastados, las tiras de cuero de colores levantadas como rodajas de pina y mis dedosasomando a travs de ellas. Bueno, tom otro trago y me re. Como en sueos pasamoszumbando por pequeos pueblos y cruces de carreteras que brotaban de la oscuridad yjunto a largas hileras de braceros y vaqueros en la noche. Nos vean pasar con unmovimiento de cabeza y nosotros les veamos golpearse los muslos desde la renovadaoscuridad del otro lado del pueblo: ramos un grupo extrao de ver.Haba un montn de hombres en el campo durante esta poca del ao. Los chicos deDakota estaban inquietos.Creo que nos bajaremos en la prxima parada para mear; parece que por aqu haymontones de trabajo dijo uno de ellos.Lo nico que tenis que hacer es dirigiros al Norte cuando se termine por aqules aconsej Montana Slim, y seguir la cosecha hasta llegar a Canad. Loschicos asintieron vagamente; no pareca que les interesara demasiado aquel consejo.23Entretanto, el chico rubio fugitivo segua sentado igual que siempre; de vez encuando Gene abandonaba su trance budista sobre las sombras praderas y deca algocarioso al odo del chico. El chico asenta. Gene cuidaba de l, de su estado de nimo yde sus temores. Yo me preguntaba adnde coo iran y qu coo haran. No tenanpitillos. Derroch mi paquete con ellos. Me gustaban. Eran agradecidos y amables.Nunca pedan y yo segua ofrecindoles. Montana Slim tambin tena un paquete peronunca ofreca. Pasamos zumbando por otro pueblo; pasamos junto a otra hilera dehombres altos y flacos con pantalones vaqueros arracimados en la penumbra comomariposas alrededor de la luz, y regresamos a la tremenda oscuridad, y las estrellas semostraban encima puras y brillantes porque el aire se hacia gradualmente ms y mstenue a medida que ascendamos la empinada pendiente de la meseta occidental,alrededor de veinte centmetros cada kilmetro, o eso decan, y sin rboles en partealguna que ocultaran las estrellas. Y una vez vi una vaca melanclica de cabeza blancaentre la salvia del borde de la carretera cuando pasbamos a toda prisa. Era como ir entren, justo con la misma regularidad, justo con idntica seguridad.Al rato llegamos a un pueblo, aminoramos la marcha, y Montana Slim dijo:Hora de mear pero los de Minnesota no pararon y siguieron a toda marcha.Joder! Tengo que hacerlo gritaba Slim.Hazlo por un lado dijo alguien.Bueno, lo har respondi l, y lentamente, observado por todos, se fuearrastrando hasta la parte de atrs de la caja agarrndose a lo que poda, hasta que laspiernas le quedaron colgando fuera. Alguien golpe la ventanilla de la cabina parallamar la atencin de los hermanos. Se desplegaron sus enormes sonrisas en cuanto sevolvieron. Y justo cuando Slim estaba preparado para empezar, en la posicin precariaen la que se encontraba, empezaron a hacer zigzags con el camin a ms de cienkilmetros por hora. Se cay de espaldas y durante un momento vimos un surtidor deballena en el aire; trabajosamente consigui sentarse de nuevo. Hicieron oscilar elcamin otra vez. Whaam! Montana Slim cay de costado y se puso todo perdido. Entreel ruido del motor le oamos soltar maldiciones como gemidos de un hombre llegandodesde lejanas montaas.Cojones! Me cago en la puta! y no se daba cuenta de que lo estaban haciendoa posta mientras se esforzaba por superar la prueba, ceudo como el mismo Job.Cuando termin estaba empapado, y ahora tuvo que hacer el camino de vuelta, y conexpresin compungida nos miraba rer a todos, excepto el melanclico chico rubio, y alos de Minnesota que se desternillaban en la cabina. Le tend la botella para que seanimara un poco.Conque lo estaban haciendo a propsito dijo.Claro que s.Bien, maldita sea, no me daba cuenta. Lo nico que saba es que tambin lo habahecho en Nebraska y no haba tenido ni la mitad de problemas.De repente habamos llegado a Ogalalla, y aqu los tipos de la cabina gritaron:A mear tocan! con gran deleite.Slim se qued enfadado en el camin lamentando la oportunidad perdida. Los doschicos de Dakota nos dijeron adis a todos y pensaban empezar su trabajo de bracerosaqu. Les vimos desaparecer en la noche en direccin a las casuchas del final del pueblodonde haba luz encendida y donde, segn un vigilante nocturno de pantalones vaquerosles dijo, estaban los que podan darles trabajo. Yo tena que comprar tabaco. Gene y elchico rubio me acompaaron para estirar un poco las piernas. Llegu al lugar msperdido del mundo, una especie de solitaria discoteca de las llanuras para losquinceaeros locales. Bailaban, algunos de ellos, a la msica de una mquina. Hubo un24momento de silencio cuando entramos. Gene y el rubito se quedaron quietos sin mirar anadie; lo nico que queran era tabaco. Haba unas cuantas chicas bastantes guapastambin. Y una de ellas le puso ojos de carnero degollado al rubio y l no se dio cuenta,y si se hubiera dado cuenta no habra hecho caso; as era de triste y desamparado.Les compr un paquete a cada uno; me dieron las gracias. El camin estaba listopara seguir. Era casi medianoche y haca fro. Gene, que haba recorrido el pas msveces de las que poda contar con los dedos de manos y pies, dijo que lo mejor quepodamos hacer era meternos apretujados bajo la enorme lona o nos congelaramos. Deeste modo, y con el resto de la botella, nos mantuvimos calientes mientras el aire sehelaba y nos silbaba en los odos. Las estrellas parecan volverse ms y ms brillantes amedida que subamos a las grandes praderas. Ya estbamos en Wyoming. Tumbado deespaldas, contemplaba el magnfico firmamento que se congratulaba de lo bien que meiban las cosas, de lo lejos que me encontraba por fin de aquel triste Monte del Oso, ysent un agradable cosquilleo al pensar en lo que me esperaba all en Denver: fuera loque fuese. Y Mississippi Gene empez a cantar. Cant con una voz melodiosa ytranquila, acento del delta, y era algo muy sencillo, slo: Tengo una chica preciosa,una dulce quinceaera, la ms bonita del mundo, y lo repeta intercalando otros versos,todos hablando de lo lejos que se encontraba de ella y de cmo deseaba volver de nuevoa su lado aunque la haba perdido.Gene, es preciosa esa cancin dije.Es la ms bonita que s me respondi sonriendo.Espero que llegues a donde quieres ir y seas feliz all.Siempre me lo hago bien y voy de un sitio a otro.Montana Slim estaba dormido. Se despert y me dijo:Oye moreno, qu te parece si t y yo exploramos juntos Cheyenne esta mismanoche antes de que sigas hacia Denver?Me parece muy bien respond, pues estaba bastante borracho como para hacerlo que fuera.Cuando el camin lleg a las afueras de Cheyenne, vimos arriba las luces rojas de laemisora de radio local, y de repente estbamos abrindonos paso en medio de una granmultitud que llenaba las dos aceras.Cojonudo, es la Semana del Salvaje Oeste dijo Slim.Grupos de negociantes, hombres de negocios gordos con botas altas y sombrero dealas anchas, con pesadas mujeres vestidas de vaqueras, se abran paso a codazos y dabangritos por las aceras de madera del viejo Cheyenne; ms abajo estaban las hileras deluces de los bulevares del nuevo centro de Cheyenne, pero la fiesta se centraba en laparte vieja de la ciudad. Disparaban salvas. Los salones estaban llenos hasta la puerta.Estaba asombrado y al tiempo senta que aquello era ridculo: en mi primer viaje alOeste estaba viendo a qu absurdos medios recurran para mantener su orgullosatradicin. Tuvimos que saltar del camin y decir adis; los de Minnesota no tenanningn inters en dar una vuelta por all. Fue triste verlos partir, y comprend que nuncavolvera a ver a ninguno de ellos, pero as eran las cosas.Esta noche se os va a helar el culo les avis. Y maana por la tarde vais aarder con el sol del desierto.Eso no me importa. Lo que quiero es salir de esta noche tan fra dijo Gene.Y el camin se alej abrindose paso entre la multitud, y nadie prestaba atencin aaquellos tipos tan raros envueltos en la lona que miraban a la gente como niospequeos desde la cuna. Vi cmo desaparecan en la noche.255Estaba con Montana Slim y empezamos a recorrer los bares. Tena unos sietedlares, cinco de los cuales derroch estpidamente aquella misma noche. Primero nosmezclamos con los turistas disfrazados de vaqueros y con los petroleros y los rancheros,en bares, en soportales, en aceras; despus tuve que sacudir un rato a Slim que andabadando tumbos por la calle a causa del whisky y la cerveza: era un bebedor as; se lepusieron los ojos vidriosos, y a cada momento se pona a hablar de sus cosas concualquier desconocido. Fui a un puesto de chiles y la camarera era mexicana y guapa.Com y luego le escrib unas lneas en la parte de atrs de la cuenta. El puesto de chilesestaba desierto; todo el mundo estaba en otros sitios, bebiendo. Dije a la chica quemirara la parte de atrs de la cuenta. Ella la ley y se ri. Era un poemita sobre lomucho que deseaba que me acompaase a disfrutar de la noche.Me gustara, chiquito*, pero tengo una cita con mi novio.No puedes librarte de l?No, no puedo me dijo tristemente, y me gust cmo lo haba dicho.Volver por aqu otra vez le dije, y ella respondi:Cuando quieras, chico.An segu all un rato aunque slo fuera para contemplarla, y tom otra taza de caf.Su novio apareci y con aire hosco le pregunt cundo estara libre. Ella se dio prisapara cerrar el local en seguida. Tuve que largarme. Cuando sala le sonre. Fuera lascosas seguan tan agitadas como siempre, si se excepta el que los gordos vaquerosestaban todava ms borrachos y gritaban ms alto. Era divertido. Haba jefes indiospaseando con penachos de plumas y aire solemne entre los congestionados rostros delos borrachos. Vi a Slim tambalendose por all y me un a l.Acabo de escribirle una postal a mi viejo, en Montana dijo, No podrasbuscar un buzn y echrmela?Era una extraa peticin; me dio la postal y atraves tambaleante las puertasbatientes de un saloon. Cog la tarjeta, fui a un buzn y ech una rpida ojeada a lo quehaba escrito: Querido Pap, estar en casa el mircoles. Las cosas me vanperfectamente y espero que a ti te suceda otro tanto. Richard.Aquello cambi por completo la idea que tena de l; qu educado y carioso semostraba con su padre! Fui al bar y me reun con l. Nos ligamos a un par de chicas,una rubia bastante guapa y una morena rellenita. Eran tontas y aburridas, pero seguimoscon ellas. Las llevamos a un destartalado club nocturno que estaba a punto de cerrar, ydonde me lo gast todo, menos un par de dlares, en whisky escocs para ellas ycerveza para nosotros. Estaba casi borracho y no me import; todo me pareca perfecto.Todo mi ser y mi voluntad apuntaban hacia la rubita. La deseaba con todas mis fuerzas,la abrac y quise decrselo. El club cerr y caminamos sin rumbo por las miserablescalles polvorientas. Mir al cielo; las estrellas puras y maravillosas todava estaban all.Las chicas queran ir a la estacin de autobuses, as que fuimos todos, pero al parecertenan que reunirse con un marinero que las esperaba all, primo de la ms gorda, y elmarinero estaba con varios amigos. Le dije a la rubia:Qu hacemos ahora?* As en el original. (N. del T.)26Y ella me respondi que quera volver a casa, en Colorado, justo al otro lado de lafrontera sur de Cheyenne.Te llevar en autobs le dije.No, el autobs para en la autopista y tendra que caminar sola por esa malditapradera. Me paso todas las tardes mirndola y no tengo nimos para atravesarla denoche.Pero, ser un paseo agradable entre flores silvestres.All no hay flores dijo. Quiero irme a Nueva York. Estoy cansada y aburridade esto. El nico sitio al que se puede venir es a Cheyenne y en Cheyenne no hay nadaqu hacer.Tampoco hay nada qu hacer en Nueva York.Vaya si no hay! dijo frunciendo los labios.La estacin de autobuses estaba hasta los topes. Gente de todas clases esperaba losautobuses o simplemente pasaba el rato; haba un montn de indios que lo miraban todocon ojos de piedra. La chica se desentendi de m y se uni al marinero y los dems.Slim se haba dormido en un banco. Me sent. El suelo de la estacin de autobuses eraigual que el de todas las estaciones de autobuses del pas, siempre llenos de colillas yesputos y transmitiendo esa tristeza que slo ellas poseen. Durante unos momentosaquello no era diferente a estar en Newark, si se exceptuaba la inmensidad del exteriorque tanto me gustaba. Lament el modo en que haba estropeado la pureza de todo miviaje, no haba ahorrado nada, y estaba perdiendo el tiempo andando por ah con aquellachica idiota y gastando todo mi dinero. Me senta mal. Llevaba mucho sin dormir yestaba demasiado cansado para maldecir o armar lo, as que decid dormir; meacurruqu en un asiento utilizando el saco de lona como almohada, y dorm hasta laocho de la maana entre los soolientos murmullos y ruidos de la estacin y de loscientos de personas que pasaban.Me despert con un fuerte dolor de cabeza. Slim se haba ido: a Montana, supongo.Sal. Y all en el aire azul vi por primera vez, a lo lejos, las nevadas cumbres de lasMontaas Rocosas. Respir profundamente. Tena que llegar a Denver inmediatamente.Antes desayun modestamente: una tostada y caf y un huevo. A continuacin dej laciudad y sal a la autopista. El festival del Oeste Salvaje segua; haba un rodeo, y losgritos y el movimiento estaban a punto de volver a empezar. Todo eso qued atrs.Quera ver a mis amigos de Denver. Cruc las vas por un paso a nivel y llegu a ungrupo de casuchas donde se bifurcaban dos autopistas, ambas en direccin a Denver.Tom la ms prxima a las montaas para poder echarles una ojeada, y seal con elpulgar mi camino. Me recogi en seguida un tipo joven de Connecticut que recorra elpas pintando en un viejo coche; era hijo del director de un peridico del Este. Hablabay hablaba; me senta mal debido a la bebida y a la altura. En un determinado momentocasi tuve que sacar la cabeza por la ventanilla. Pero cuando me dej en Longmont,Colorado, ya me senta bien otra vez y hasta haba empezado a hablarle de mis viajes.Me dese suerte.Todo era hermoso en Longmont. Bajo un rbol viejo y enorme haba un trozo decsped verde perteneciente a una estacin de servicio. Le pregunt al encargado sipodra dormir all, y me dijo que claro; as que extend una camisa de lana, apoy mimejilla en ella, con un codo fuera y un ojo observando las nevadas Rocosas bajo elclido sol. Dorm durante dos deliciosas horas, sin ms molestia que la de algunahormiga ocasional. Y aqu estoy en Colorado! Lo pensaba repetidamente muy alegre.Coo! coo! coo! Lo estaba consiguiendo! Y tras aquel sueo reparador lleno debrumosos sueos de mi pasado en el Este, me levant, me lav en el servicio decaballeros de la estacin de servicio, y me puse en marcha, fresco y afinado como un27violn, y en un bar cercano tom una leche batida riqusima que enton mi ardiente yatormentado estmago.Por cierto, la chica de Colorado tan guapa que me prepar la leche era toda sonrisas;estaba encantado y me compens la noche anterior. Me dije: Uf! Cmo serDenver?, y me lanc de nuevo a la ardiente carretera, y pronto estaba en el cocheltimo modelo de un hombre de negocios de Denver de unos treinta y cinco aos. Iba acien por hora. Yo estaba todo estremecido; contaba los minutos y restaba los kilmetros.Justo delante, por encima de los ondulantes y dorados trigales, y bajo las lejanas nievesde Estes, al fin vea al viejo Denver. Me imagin en un bar de Denver aquella mismanoche, con todos los amigos, y a sus ojos sera un tipo extrao y harapiento, algo ascomo un profeta que ha atravesado la tierra entera para traer la misteriosa Palabra, y lanica Palabra que me sala era: Uff! El tipo aqul y yo mantuvimos una extensa yclida conversacin acerca de nuestros respectivos esquemas vitales, y antes de que mediera cuenta de ello, estbamos en el mercado de mayoristas de frutas de las afueras deDenver; haba chimeneas, humo, vas frreas, edificios de ladrillo rojo, y a lo lejos losedificios de piedra gris del centro de la ciudad, y aqu estaba yo en Denver. Me dej enla calle Larimer. Camin dando traspis con la mueca ms traviesa y alegre del mundoentre los vagos y los sucios vaqueros de la calle Larimer.286En aquellos das no conoca a Dean tan bien como ahora, y lo primero que querahacer era reunirme con Chad King, cosa que hice. Llam por telfono, habl con sumadre.Vaya, Sal! Qu ests haciendo en Denver me dijo.Chad es un chico rubio y flaco con una extraa cara de brujo que se correspondecon su inters por la antropologa y prehistoria de los indios. Su nariz asoma suave ycasi blanda bajo el fulgor rubio de su pelo; posee la gracia y belleza de un intelectual delOeste que ha bailado en las fiestas de los pueblos y ha jugado algo al ftbol. Cuandohabla de su boca sale un trmolo nasal.Lo que siempre me ha gustado, Sal, de los indios de las praderas era el modo enque siempre se mostraban embarazados al jactarse del nmero de cabelleras que habancortado. En La vida del Lejano Oeste, de Ruxton, hay un indio que se pone coloradocomo un pimiento porque ha cortado demasiadas cabelleras y entonces corre como eldemonio hacia las llanuras a celebrar escondido sus hazaas. Joder, eso me emociona!Aquella bochornosa tarde en Denver, su madre lo localiz trabajando en el museolocal en su estudio sobre la cestera india. Le telefone all; vino y me recogi con elviejo Ford cup que utilizaba para viajar a las montaas y recoger objetos indios. Llega la estacin de autobuses con pantalones vaqueros y una gran sonrisa. Yo estabasentado en mi saco hablando con aquel mismo marinero que haba estado conmigo en laestacin de autobuses de Cheyenne, y preguntndole qu se haba hecho de la rubia. Eratan coazo que ni me contest. Chad y yo subimos a su pequeo cup y lo primero quehicimos fue ir al edificio del gobierno del estado a conseguir unos mapas que lnecesitaba. Despus tena que ver a un antiguo profesor suyo, y otras cosas as, y yo lonico que quera era beber cerveza. Y en el fondo de mi mente se agitaba una inquietapregunta: Dnde est Dean y qu hace ahora? Chad haba decidido dejar de seramigo de Dean por alguna extraa razn, y ni siquiera saba dnde estaba viviendo.Carlo Marx est en la ciudad?S pero tampoco se hablaba ya con l.Y ste fue el comienzo del alejamiento de Chad King de nuestro grupo. Yo echarauna siestecita en su casa aquella tarde. Saba ya que Tim Gray me tena preparado unapartamento en la avenida Colfax, y que Roland Major ya estaba viviendo en l yesperaba reunirse all conmigo. Not en el aire una especie de conspiracin, y estaconspiracin divida en dos bandos al grupo de amigos: por un lado estaban Chad Kingy Tim Gray y Roland Major, que junto a los Rawlins convenan en ignorar a DeanMoriarty y Carlo Marx. Yo estaba en medio de esta guerra tan interesante.Era una guerra con cierto matiz social. Dean era hijo de un borracho miserable, unode los vagos ms tirados de la calle Larimer, y de hecho se haba criado en la calleLarimer y sus alrededores. A los seis aos sola comparecer ante el juez para pedirle quepusiera en libertad a su padre. Sola mendigar en las callejas que daban a Larimer yentregaba el dinero a su padre que esperaba entre botellas rotas con algn viejoamigacho. Luego, cuando Dean creci, empez a frecuentar los billares de Glenarm;estableci un nuevo rcord de robo de coches en Denver, y fue a parar a unreformatorio. Desde los once a los diecisiete aos pas la mayor parte del tiempo enreformatorios. Su especialidad era el robo de coches; luego acechaba a las chicas a lasalida de los colegios, y se las llevaba a las montaas, se las cepillaba, y volva a dormir29a cualquier cuartucho de un hotel de mala muerte. Su padre, en otro tiempo unrespetable y habilidoso fontanero, se haba hecho un alcohlico de vinazo, lo que espeor que ser alcohlico de whisky, y se vio reducido a viajar en trenes de carga a Texasdurante el invierno y a regresar los veranos a Denver. Dean tena hermanos por parte desu difunta madre haba muerto cuando l era pequeo pero no les gustaba. Losnicos amigos de Dean eran los golfetes de los billares. Dean, que tena la tremendaenerga de una nueva clase de santos americanos, y Carlo eran los monstruos delunderground de Denver durante aquella poca, junto a los tipos de los billares, y parasimbolizar esto mejor, Carlo tena un apartamento en un stano de la calle Grant y nosreunamos all por la noche hasta que amaneca: Carlo, Dean, yo, Tom Snark, EdDunkel y Roy Johnson. Y otros posteriormente.Mi primera tarde en Denver dorm en la habitacin de Chad King mientras su madrehaca las cosas de la casa en el piso de abajo y Chad trabajaba en la biblioteca. Era unaclida tarde de julio en las grandes praderas. No me habra dormido a no ser por elinvento del padre de Chad. Era un hombre afectuoso y educado de setenta y tantos aos,flaco, delgado y agotado, y contaba cosas saborendolas lentamente, muy lentamente;eran buenas historias de su juventud en Dakota del Norte, en cuyas llanuras, a fines delsiglo pasado, para entretenerse montaba potros a pelo y cazaba coyotes con un bastn.Despus se haba hecho maestro rural en una zona de Oklahoma, y por fin hombre denegocios diversos en Denver. Todava tena una vieja oficina encima de un garaje calleabajo: el bur estaba an all, junto con incontables papeles polvorientos que recordabanla excitacin y las ganancias pasadas. Haba inventado un sistema especial de aireacondicionado. Puso un ventilador normal y corriente en la persiana de una ventana ycon un serpentn haca circular agua fra por delante de las palas. El resultado eraperfecto hasta una distancia de metro y medio del ventilador aunque luego, alparecer, el agua se converta en vapor con el calor del da y en la parte de abajo de lacasa haca tanto calor como de costumbre. Pero yo estaba durmiendo justamente debajodel ventilador instalado sobre la cama de Chad, con un gran busto de Goethe enfrenteque me miraba fijamente, y dorm en seguida despertndome veinte minutos despuscon un fro de muerte. Me ech encima una manta y todava haca fro. Finalmente tenatanto fro que no pude volver a dormirme y baj al otro piso. El viejo me pregunt qutal funcionaba su invento, y le dije que condenadamente bien, claro que dentro deciertos lmites. Me gustaba el hombre. Tena tendencia a recordar cosas:Una vez fabriqu un quitamanchas que despus fue copiado por todas las grandesfirmas del Este. Llevo varios aos tratando de recuperar mis derechos. Si tuvierabastante dinero para contratar a un abogado decente...Pero ya era demasiado tarde para ocuparse de encontrar un buen abogado; y seguasentado all desalentado. Por la noche cenamos maravillosamente. La madre de Chadprepar filetes de un venado que haba cazado en las montaas un to de Chad. Perodnde estaba Dean?307Los diez das siguientes estuvieron, como dira W. C. Fields, preados de peligroinminente y de locura. Me instal con Roland Major en un apartamento realmenteostentoso que perteneca a unos familiares de Tim Gray. Cada uno tenamos undormitorio y haba una pequea cocina con comida en el frigorfico, y una amplia salade estar donde Major se instalaba con su bata de seda a escribir su ltimo relato brevehemingwayano: es un tipo colrico, de rostro colorado, rechoncho, que odia a todo y atodos, y que a veces sonre clida y agradablemente al mundo cuando la vida de verdadle hace frente con dulzura durante la noche. Se sentaba, pues, a su mesa de trabajo, y yosaltaba sobre la gruesa y suave alfombra vestido nicamente con unos pantalones cortosde algodn. Major acababa de escribir un relato sobre un chico que llega a Denver porprimera vez. Se llamaba Phil. Su compaero de viaje es un tipo misterioso y tranquilollamado Sam. Phil sale a conocer Denver y se enrolla con unos falsos artistas. Vuelve ala habitacin del hotel. Dice lgubremente:Sam, tambin los hay aqu y Sam est mirando sombramente por la ventana, ydice:S, ya lo s.Y el asunto estaba en que Sam no tena que salir y verlo, para saberlo. Lospretendidos artistas estn por todo Amrica, chupndole la sangre. Major y yo ramosmuy amigos; l pensaba que yo era lo menos parecido a uno de esos falsos artistas. AMajor le gustaba el buen vino, lo mismo que a Hemingway. Recordaba con frecuenciasu reciente viaje a Francia.Ah, Sal! Si te hubieras sentado conmigo en pleno pas vasco con una fresca botellade Poignon Dixneuf, sabras que hay otras cosas aparte de los trenes de carga.Ya lo s. Lo que pasa es que me gustan los trenes de carga y me gusta mucho leernombres como Missouri Pacific, Great Northern, Rock Island Line. Por Dios, Major!,si te contara todo lo que me pas haciendo autostop hasta aqu.Los Rawlins vivan a unas cuantas manzanas de distancia. Eran una familiaencantadora: una madre bastante joven, copropietaria de un decrpito hotel fantasmal, ycinco hijos y dos hijas. El hijo ms asilvestrado era Ray Rawlins, un amigo de infanciade Tim Gray. Ray vino zumbando a buscarme y nos camos bien en seguida. Salimos ybebimos en los bares de Colfax. Una de las hermanas de Ray era una rubia muy guapallamada Babe: tenista y aficionada al surf, una mueca del Oeste. Era la novia de TimGray. Y Major, que slo estaba de paso en Denver y se lo haca con mucho estilo en elapartamento, estaba saliendo con la otra hermana de Tim Gray, Betty. Yo era el nicoque no tena pareja. A todos les preguntaba:Dnde est Dean? y ellos me respondan sonriendo que no lo saban.Por fin, pas lo que tena que pasar. Son el telfono, y era Carlo Marx. Me dio ladireccin de su stano. Le dije:Qu ests haciendo en Denver? Quiero decir, que ests haciendo realmente?Qu pasa aqu?Oh! espera un poco y te lo contar.Corr a encontrarme con l. Trabajaba de noche en los grandes almacenes May; elloco de Ray Rawlins le haba telefoneado all desde un bar e hizo que los vigilantesbuscaran a Carlo inmediatamente contndoles una historia de que alguien haba muerto.Carlo pens inmediatamente que el muerto era yo. Y Rawlins le dijo por telfono:31Sal est aqu, en Denver y le dio mi direccin y telfono.Y dnde est Dean?Dean tambin est en Denver. Deja que te cuente.Y me cont que Dean estaba haciendo el amor con dos chicas a la vez; una eraMarylou, su primera mujer, que lo esperaba en la habitacin de un hotel, la otra eraCamille, una chica nueva, que lo esperaba en la habitacin de otro hotel.Entre una y otra acude a m para el asunto que tenemos entre manos continuCarlo.Y qu asunto es se?Dean y yo estamos embarcados en algo tremendo. Intentamos comunicarnosmutuamente, y con absoluta honradez y de modo total, lo que tenemos en la mente.Tomamos bencedrina. Nos sentamos en la cama, y cruzamos las piernas uno enfrentedel otro. He enseado a Dean por fin que puede hacer todo lo que quiera, ser alcalde deDenver, casarse con una millonaria, o convertirse en el ms grande poeta desdeRimbaud. Pero sigue interesado en las carreras de coches. Suelo ir con l. Salta y gritaexcitado. Ya le conoces, Sal, Dean est realmente colgado de cosas as y luegoaadi: Mmmmm para sus adentros pensando en todo aquello.Y cmo planificis la cosa? dije. Siempre haba planes en la vida de Dean.El plan es ste: yo salgo de trabajar dentro de media hora. En estos momentosDean se est follando a Marylou en el hotel, con lo que tengo tiempo para cambiarme deropa. A la una en punto deja a Marylou y corre a ver a Camille (naturalmente, ningunade las dos sabe lo que est pasando), y se la tira, dndome as tiempo de llegar a la una ymedia. Despus sale conmigo (antes tiene que disculparse con ella, que ya estempezando a tenerme mana), y venimos aqu para hablar hasta las seis de la maana.Por lo general, nos lleva ms tiempo, pues el asunto se est volviendo terriblementecomplicado y anda apurado de tiempo. Entonces, a la seis vuelve con Marylou (ymaana va a pasarse el da entero consiguiendo los papeles necesarios para divorciarsede ella). Marylou est totalmente de acuerdo, pero insiste en que se la folle en el nterin.Dice que est enamorada de l... y lo mismo Camille.Despus me cont cmo haba conocido Dean a Camille. Roy Johnson, el de losbillares, se la haba encontrado en un bar y la llev a un hotel; el orgullo pudo ms quesu buen sentido, e invit a todo el grupo a que subieran a verla. Todos se sentaronalrededor hablando con ella. Dean no haca ms que mirar por la ventana. Entonces,cuando todos se haban ido, Dean mir brevemente a Camille, se seal la mueca, hizola seal de cuatro (indicando que volvera a las cuatro), y se larg. A las tres la puertase cerr para Roy Johnson. A las cuatro se abri para Dean. Yo quera salir para ver alchiflado. Adems haba prometido conseguirme a alguien para m; conoce a todas laschicas de Denver.Carlo y yo caminamos por las destartaladas calles nocturnas de Denver. El aire eratibio, las estrellas tan hermosas, las promesas de cada siniestro callejn tan grandes, quecre que estaba soando. Llegamos al hotelucho donde Dean retozaba con Camille. Eraun viejo edificio de ladrillo rojo rodeado de garajes de madera y viejos rboles queasomaban por detrs de las tapias. Subimos una escalera enmoquetada. Carlo llam;luego se peg a la pared para esconderse; no quera que Camille le viera. Permanecante la puerta. Dean la abri completamente desnudo. Vi a una chica morena sobre lacama y un suave muslo bellsimo cubierto de encaje negro. La chica me mir algoasombrada.Vaya! Si es Sal! exclam Dean. Bien... veamos... ah... s... claro, hasllegado... eres un hijoputa, s... por fin cogiste la vieja carretera. Bien, ahora vamos aver... tenemos que... s, s, ahora mismo... es necesario hacerlo, tenemos que hacerlo,32claro est... Mira Camille y se volvi hacia ella. Sal est aqu, es un viejo amigo deNueva York y acaba de llegar a Denver. Es su primera noche aqu, as que esabsolutamente necesario que me vaya con l y le ayude a ligarse una chica.Pero a qu hora volvers?Ahora son exactamente mir su reloj la una y catorce. Volver exactamentea las tres y catorce, para nuestra hora de fantasas juntos, para nuestra autntica hora defantasas, guapa, y despus, ya sabes, te he hablado de ello y ests de acuerdo, no?Tengo que ir a ver a ese abogado cojo para los papeles. S, en plena noche, parece raro,ya lo s, pero ya te lo he explicado todo. Esto era la pantalla para su cita con Carloque