jesús y los esenios -edouard schure-

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  • 8/2/2019 Jess y los Esenios -Edouard Schure-

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    Edouard Schure

    LLOOSS GGRRAANNDDEESS IINNIICCIIAADDOOSS VVJJEESSSS JJEESSUUSS YY LLOOSS EESSEENNIIOOSS

    Digitalizacin y ArreglosBIBLIOTECA UPASIKAColeccin Esoterismo II

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    Edouard Schure Los Grandes Iniciados V Jess Jess y los Esenios

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    NDICE

    Libro VIII: JESS (La Misin del Cristo)I. Estado del Mundo al Nacimiento de Jess, pgina 4.II. Mara. La Primera Infancia de Jess, pgina 15.III. Los Esenios. Juan el Bautista. La Tentacin, pgina 22.IV. La Vida Pblica y la Enseanza Interior. Las Curaciones. Los

    Apstoles y las Mujeres, pgina 34.V. Lucha Contra los Fariseos. La Huida a Cesrea. La

    Transfiguracin, pgina 43.VI. Ultimo Viaje a Jerusaln. La Cena, el Proceso, la Muerte y la

    Resurreccin, pgina 51.VII. El Cumplimiento de la Promesa. El Templo, pgina 72.

    JESS Y LOS ESENIOS (La Secreta Enseanza de Jess)I. El Cristo Csmico, pgina 77.II. El Maestro Jess, sus Orgenes y Desenvolvimiento, pgina 84.

    III. Permanencia de Jess con los Esenios. El Bautismo del Jordn yla Encarnacin del Cristo, pgina 90.IV. Renovacin de los Misterios Antiguos por la Venida del Cristo.

    De la Tentacin a la Transfiguracin, pgina 100.1. La Tentacin del Cristo,pgina 101.2. Primer Grado: Preparacin, pgina 103.3. Segundo Grado de la Iniciacin: Purificacin, pgina 106.4. Tercer Grado de la Iniciacin: Iluminacin, pgina 107.5. Cuarto Grado Inicitico: Visin Suprema, pgina 111.

    V. Renovacin de los Misterios. Pasin, Muerte y Resurreccin delCristo, pgina 114.

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    LIBRO VIII

    JESS

    LA MISIN DEL CRISTO

    No he venido para abolir la Ley y losProfetas,sino para seguirlos...

    Mateo, V, 17.

    La Luz est en el mundo, y el mundo hasido hecho por ella; pero el mundo no la haconocido.

    Juan, L, 10.

    El advenimiento del Hijo del Hombreser como un relmpago que sale del Orientey va hacia elOccidente.

    Mateo, XXIV, 27.

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    IESTADO DEL MUNDO AL NACIMIENTO

    DE JESS *

    Solemne era la hora del mundo; el cielo del planeta estabaensombrecido y lleno de presagios siniestros.

    A pesar del esfuerzo de los iniciados, el politesmo slo haba

    conducido en Asia, en frica y en Europa a un desastre de la civilizacin. Estono disminuye el alcance de la sublime cosmogona de Orfeo, tanesplndidamente cantada, aunque ya disminuida, por Homero. Slo se puedeacusar a la naturaleza humana de su dificultad en mantenerse en cierta alturaintelectual. Para los grandes espritus de la antigedad, los Dioses jamsfueron otra cosa que una expresin potica de las fuerzas jerarquizadas de lanaturaleza, una imagen parlante de su organismo interno, y tambin comosmbolos de las fuerzas csmicas y anmicas, esos Dioses viven indestructiblesen la conciencia de la humanidad. En el pensamiento de los iniciados, esadiversidad de dioses o fuerzas estaba dominada y penetrada por el Diossupremo o Espritu puro. El objeto principal de los santuarios de Memfis, deDelfos y de Eleusis haba sido precisamente ensear esa unidad de Dios conlas ideas teosficas y la disciplina moral que con ello se relacionan. Pero losdiscpulos de Orfeo, de Pitgoras y de Platn fracasaron ante el egosmo de los

    polticos, ante la mezquindad de los sofistas y las pasiones de la multitud. Ladescomposicin social y poltica de Grecia fue la consecuencia de sudescomposicin religiosa, moral e intelectual. Apolo, el verbo solar, lamanifestacin del Dios supremo y del mundo supraterrestre por la belleza, la

    justicia y la adivinacin, se calla. Ya no hay ms orculos, ms inspirados,

    ms verdaderos poetas: Minerva-Sabidura y Providencia, se vela ante supueblo transformado en stiro, que profana los Misterios, insulta a los sabios ya los dioses, en el teatro de Baco, en las farsas aristofanescas. Los misteriosmismos se corrompen, pues se admite a las sicofantes y a las cortesanas en lasfiestas de Eleusis. Cuando el alma se espesa, la religin se vuelve idlatra;cuando el pensamiento se materializa, la filosofa cae en el escepticismo. Asvemos a Luciano, microbio naciente sobre el cadver del paganismo, burlarsede los mitos, despus que Carneade desconoci su origen cientfico.

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    Supersticiosa en religin, agnstica en filosofa, egosta y disolvente en

    poltica, ebria de anarquismo y condenada a la tirana; he aqu lo que habrallegado a ser aquella Grecia divina, que nos ha transmitido la ciencia egipcia ylos misterios del Asia bajo las inmortales formas de la belleza.

    Si alguno comprendi lo que al mundo antiguo faltaba, si alguien tratde elevarlo por un esfuerzo de herosmo y de genio, fue Alejandro el Grande.Ese legendario conquistador, iniciado como su padre Filipo en los misterios deSamotracia, se mostr ms hijo intelectual de Orfeo que discpulo deAristteles. Sin duda, el Aquiles de Macedonia, que se lanz con un puadode griegos, a travs del Asia, hasta la India, so con el imperio universal,

    pero no al modo de los Csares por la opresin de los pueblos, por el

    aplastamiento de la religin y la ciencia libres. Su gran idea fue lareconciliacin del Asia y la Europa, por una sntesis de las religiones apoyadasobre una autoridad cientfica. Movido por este pensamiento, rindi homenajea la ciencia de Aristteles, como a la Minerva de Atenas, al Jehovah deJerusaln, al Osiris egipcio y al Brahma de los Indios, reconociendo, cualverdadero iniciado, la misma divinidad y la misma Sabidura bajo todos esossmbolos. Amplias miras, soberbia adivinacin eran las de este nuevoDionisos. La espada de Alejandro fue el ltimo resplandor de la Grecia deOrfeo. l ilumin el Oriente y el Occidente. El hijo de Filipo muri en la

    embriaguez de su victoria y de su ensueo, dejando los jirones de su imperio agenerales rapaces. Pero su pensamiento no muri con l. Haba fundadoAlejandra, donde la filosofa oriental, el judaismo y el helenismo debanfundirse en el crisol del esoterismo egipcio, esperando la palabra deresurreccin del Cristo.

    A medida que los astros-gemelos de Grecia, Apolo y Minerva,descendan palideciendo sobre el horizonte, los pueblos vieron subir en sucielo tempestuoso un signo amenazador: la loba romana.

    Cul es el origen de Roma?. La conjuracin de una oligarqua vida,en nombre de la fuerza brutal; la opresin del intelecto humano, de la

    Religin, de la Ciencia y del Arte por el poder poltico deificado: en otrostrminos, lo contrario de la verdad, segn la cual un gobierno no extrae suderecho ms que de los principios supremos de la Ciencia, de la Justicia y dela Economa. (Este punto de vista dametralmente opuesto a la escuelaemprica de Aristteles y de Montesquieu, fue el de los grandes iniciados, delos sacerdotes egipcios, como de Moiss y Pitgoras. Ha sido sealado y

    puesto a la luz del da, con mucha fuerza, en una obra citada ya: Mission deJuifs, de M. Saint-Yves. Vase su notable captulo sobre la fundacin de

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    Roma). Toda la historia romana no es ms que la consecuencia de ese pacto

    de iniquidad, por cuyo medio los Padres Conscriptos declararon la guerra aItalia al principio y despus a todo el gnero humano. Eligieron bien susmbolo!. La loba de bronce, que eriza su pelo salvaje y adelanta su cabeza dehiena sobre el Capitolio, es la imagen de aquel gobierno, el demonio que

    poseer hasta el final el alma romana.En Grecia, al menos se respet siempre a los santuarios de Delfos y de

    Eleusis. En Roma se rechaz desde el principio la Ciencia y el Arte. Latentativa del sabio Numa, el iniciado etrusco, fracas ante la ambicinsospechosa de los Padres Conscriptos. Trajo consigo los libros sibilinos, quecontenan una parte de la ciencia de Hermes. Cre jueces rbitros elegidos por

    el pueblo, distribuy tierras, elev un Templo a la Buena Fe y a Jano,hierograma que significa la universalidad de la Ley; someti el derecho deguerra a los Feciales. El rey Numa, que la memoria del pueblo no dej dequerer por considerarle inspirado por un genio divino, parece una intervencinhistrica de la ciencia sagrada en el gobierno. No representa al genio romano,sino al genio de la iniciacin etrusca, que segua los mismos principios que laescuela de Memfis y de Delfos.

    Despus de Numa, el Senado romano quem los libros sibilinos, arruinla autoridad de los flamenes, destruy las instituciones arbitrales y volvi a su

    sistema, en que la religin slo era un instrumento de dominacin poltica.Roma se convirti en la hidra que devora a los pueblos con sus Dioses. Lasnaciones de la tierra fueron poco a poco sometidas y expoliadas. La prisinmamertina se llen de reyes del Norte y del Medioda. Roma, no queriendoms sacerdotes que esclavos y charlatanes, asesina en la Galia, en Egipto, enJudea y en Persia, a los ltimos mantenedores de la tradicin esotrica.Aparenta adorar a los Dioses, pero en realidad no adora ms que a su loba. Yahora, en una aurora sangrienta, aparece a los pueblos el ltimo hijo de esaloba, que resume el genio de Roma. Csar!. Roma ha absorbido a todos los

    pueblos; Csar, su encarnacin, devora todos los poderes. Csar no aspira

    nicamente a ser emperador de las naciones; uniendo sobre su cabeza la tiara ala diadema, se hace nombrar gran pontfice. Despus de la batalla de Thapsus,le votan la apoteosis divina; luego su estatua se erige en el templo de Quirinus,con un colegio de oficiantes que llevan su nombre: los sacerdotes Julianos. Por una suprema irona y una suprema lgica de las cosas, ese mismo Csar,que se hace Dios, niega la inmortalidad del alma en pleno Senado. Es

    bastante decir, que no hay ms Dios que Csar?.Con los Csares, Roma, heredera de Babilonia, extiende su mano sobre

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    el mundo entero. Pero qu ha venido a ser el Estado romano?. El Estado

    romano destruye en el exterior toda la vida colectiva. Dictadura militar enItalia; exacciones de los gobernadores y de los publicanos en las provincias.Roma conquistadora se arroja como un vampiro sobre el cadver de lassociedades antiguas.

    Y ahora la orga romana puede manifestarse a la luz del da, con subacanal de vicios y su desfile de crmenes. Comienza por el voluptuosoencuentro de Marco Antonio y de Cleopatra; terminar por los desbordes deMesalina y los furores de Nern. Debuta con la parodia lasciva y pblica delos misterios; acabar con el circo romano, donde las fieras se lanzarn sobrevrgenes desnudas, mrtires de su fe, en medio de los aplausos de veinte mil

    espectadores.Sin embargo, entre los pueblos conquistados por Roma haba uno que se

    llamaba el pueblo de Dios, y cuyo genio era opuesto al genio romano. De quprocede que Israel, gastado por sus luchas intestinas, aplastado por trescientosaos de servidumbre, haya conservado su fe indomable?. Por qu aquel

    pueblo vencido se levanta frente a la decadencia griega y la orga romana,como un profeta, con la cabeza cubierta con cenizas y los ojos llameantes declera terrible?. Por qu osaba predecir la cada de los dueos del mundo, quetenan un pie sobre su garganta, y hablar no se sabe de qu triunfo final,

    cuando l mismo se aproximaba a su irremediable ruina?. Era porque unagrande idea viva en l, la que le haba sido inculcada por Moiss. Bajo Josu,las doce tribus haban erigido una piedra conmemorativa con esta inscripcin:Es un testimonio entre nosotros que Iev es el nico Dios.

    Cmo y por qu el legislador de Israel haba hecho del monotesmo lapiedra angular de su ciencia, de su ley social, y de una idea religiosa universal,lo hemos visto en el libro de Moiss. ste haba tenido el genio de comprenderque del triunfo de esta idea dependa el porvenir de la humanidad. Paraconservarla haba escrito un Libro jeroglfico, construido un Arca de oro,suscitado un Pueblo del polvo nmada del desierto. Sobre esos testigos de la

    idea espiritualista, Moiss hace surgir el fuego del cielo y retumbar el trueno.Contra ellos se conjuran no slo los Moabitas, Filisteos, Amalecitas, todos los

    pueblos de Palestina, sino tambin las pasiones y debilidades del mismopueblo judo. El Libro ces de ser comprendido por el sacerdocio; el Arca fuetomada por los enemigos; y cien veces estuvo el pueblo a punto de olvidar sumisin. Por qu continu fiel, a pesar de todo?. Por qu la idea de Moissqued grabada en la frente y el corazn de Israel en letras de fuego?. A quines debida esta perseverancia exclusiva, esta fidelidad grandiosa a travs de las

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    vicisitudes de una historia agitada, llena de catstrofes, fidelidad que da a

    Israel su fisonoma nica entre las naciones?. Se puede responder osadamente:a los profetas y a la institucin del profetismo. Rigurosamente y por latradicin oral, esto remonta hasta Moiss. El pueblo hebreo ha tenido Nabesen todas las pocas de su historia, hasta su dispersin. Pero la institucin del

    profetismo nos aparece, por la primera vez bajo una forma orgnica, en pocade Samuel. Samuel fue quien fund esas cofradas deNibm, esas escuelas de

    profetas frente a la monarqua naciente y a un sacerdocio ya degenerado. Deello hizo guardianes austeros de la tradicin esotrica y del pensamientoreligioso universal de Moiss, contra los reyes, en quienes deba predominar laidea poltica y el objetivo nacional. En aquellas cofradas se conservaron en

    efecto los restos de la ciencia de Moiss, la msica sagrada con sus modos ysus poderes, la teraputica oculta, en fin el arte de la adivinacin que losgrandes profetas desplegaron con una pujanza, una alteza y una abnegacinmagistrales.

    La adivinacin ha existido bajo las formas y por los ms diversosmedios en todos los pueblos del antiguo ciclo. Pero el profetismo de Israeltiene una amplitud, una elevacin, una autoridad que pertenece a la alta reginintelectual y espiritual, en que el monotesmo mantiene el alma humana. El

    profetismo presentado por los telogos de la letra como la comunicacin

    directa de un Dios personal, negado por la filosofa naturalista como una purasupersticin, slo es en realidad la manifestacin superior de las leyesuniversales del Espritu. Las verdades generales que gobiernan al mundo,dice Ewald en su hermoso libro sobre los profetas, en otros trminos los

    pensamientos de Dios son inmutables e inatacables, completamenteindependientes de las fluctuaciones de las cosas, de la voluntad y de la accinde los hombres. El hombre es llamado originalmente a participar de ellos, acomprenderlos y traducirlos libremente en actos. Por ah alcanza su propio, suverdadero destino. Pero para que el Verbo del Espritu penetre en el hombrede carne, es preciso que el hombre sea sacudido hasta el fondo por las grandes

    conmociones de la historia. Entonces la verdad eterna brota como un reguerode luz. Por esto se dice tan frecuentemente en el Antiguo Testamento, que

    Javeh es un Dios vivo. Cuando el hombre escucha la divina voz, una nuevavida se edifica en l, en la cual ya no se siente solo, sino en comunin conDios y con todas las verdades, y en la cual se encuentra presto a ir de unaverdad a la otra, hasta el infinito. En esa nueva vida, su pensamiento seidentifica con la voluntad universal. Tiene la visin clara del tiempo presentey la fe plena en el xito final de la idea divina. El hombre que siente esto es

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    profeta, es decir, que se siente irresistiblemente lanzado a manifestarse a los

    dems como representante de Dios.Su pensamiento se convierte en vi sin, yesa fuerza superior que hace brotar la verdad de su alma, a veces quebrndola,constituye el elemento proftico.Las manifestaciones profticas han sido enla historia los rayos y los relmpagos de la verdad. (Ewald, Die Propheten.

    Introduccin).He aqu la fuente de donde esos gigantes que se llaman Elias, Isaas,

    Ezequiel, Jeremas, extrajeron su fuerza. En el fondo de sus cavernas o en elpalacio de los reyes, fueron realmente los centinelas del Eterno, y como diceElseo a su maestro Elias, los carros y los jinetes de Israel. Con frecuencia

    predicen de un modo clarividente la muerte de los reyes, la cada de los reinos,

    los castigos de Israel. A veces tambin se engaan. Aunque encendida en elsol de la verdad divina, la antorcha proftica vacila y se oscurece a veces ensus manos al soplo de las pasiones nacionales. Pero jams se equivocan sobrelas verdades morales, sobre la verdadera misin de Israel, sobre el triunfo finalde la justicia en la humanidad. Como verdaderos iniciados, predican eldesprecio al culto exterior, la abolicin de los sacrificios sangrientos, la

    purificacin del alma y la caridad. Donde su visin es admirable es en cuantoconcierne a la victoria final del monotesmo, su papel libertador y pacificador

    para todos los pueblos. Las ms terribles desgracias que puedan afligir a una

    nacin, la invasin extranjera, la deportacin en masa a Babilonia, no puedenquebrantar su fe. Escuchad a Isaas durante la invasin de Sennacherib: Yoque doy vida a los otros, no podr dar vida a Sin?, ha dicho el Eterno. Yo quehago nacer, le impedir que nazca?, ha dicho tu Dios. Regocijaos conJerusaln y estad en alegra a causa de l, vos que le amis, vos que llorissobre l, regocijaos con l con gran alegra. Pues as ha dicho el Eterno: Heaqu, yo voy a derramar sobre ella la paz como un ro, y la gloria de lasnaciones como un torrente desbordado; y seris amamantados y serisllevados con ella y os acariciarn las rodillas. Os consolar como unamadre consuela a su hijo, y seris consolados en Jerusaln. Viendo sus

    obras y sus pensamientos, vengo para reunir a todas las naciones y a todas laslenguas; ellas vendrn y vern mi gloria. (Isaas, LXVI, 10-16). Apenas sihoy ante la tumba de Cristo esa visin comienza a realizarse; ms Quin

    podra negar su verdad proftica, al pensar en el papel de Israel en la historiade la humanidad?. No menos inquebrantable que esta fe en la gloria futura deJerusaln, en su grandeza moral, en su universalidad religiosa, es la fe de los

    profetas en un Salvador o un Mesas. De l hablan; el incomparable Isaas estambin quien le ve ms claramente, quien le pinta con ms fuerza en su

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    lenguaje atrevido. Saldr un brote del tronco de Jess, un vastago saldr de

    sus races, y el Espritu de Sabidura y de Inteligencia, el Espritu de Consejo yde Fuerza, el Espritu de Ciencia y de Temor del Eterno. Juzgar con justicia alos pequeos y condenar con rectitud para mantener a los buenos sobre latierra; y castigar a la tierra con el ltigo y la boca y har morir al malvado porel espritu de sus labios. (Isaas, XI, 1-5). A esta visin el alma sombra del

    profeta se calma y se aclara como un cielo de tormenta al temblor de una arpaceleste, y todas las tempestades huyen. Porque ahora es realmente la imagendel galileo la que se dibuja en su ojo interno: l ha salido como una flor de latierra seca, ha crecido sin brillo. Es despreciado y el ltimo de los hombres, unhombre de dolores. Se ha cargado de nuestros dolores y hemos credo que era

    un castigado por Dios. Ha quedado desolado por nuestros delitos y abatido pornuestras iniquidades. El castigo que nos trae la paz, ha cado sobre l ytenemos la curacin de su llaga... Le acosan, le abaten y le llevan a la muertecomo a un cordero y no ha abierto la boca. (Isaas, LII, 2-8).

    Durante ocho siglos, sobre las disensiones y los infortunios nacionales,el verbo tonante de los profetas hizo dominar sobre todo la idea y la imagendel Mesas, tan pronto como un vengador terrible, como un ngel demisericordia. Incubada bajo la tirana asira en el destierro de Babilonia,nacida bajo la dominacin persa, la idea mesinica no hizo ms que

    engrandecerse bajo el reino de los Selecidas y de los Macabeos. Cuandollegaron la dominacin romana y el reino de Herodes, el Mesas viva en todaslas conciencias. Si los grandes profetas le haban visto bajo el aspecto de un

    justo, de un mrtir, de un verdadero hijo de Dios, el pueblo, fiel a la ideajudaica, se lo figuraba como un David, como un Salomn o como un nuevoMacabeo. Pero, como quiera que ello fuese, todo el mundo crea en aquelrestaurador de la gloria de Israel, le esperaba, le llamaba. Tal es la fuerza de laaccin proftica.

    As, de igual modo que la historia romana conduce fatalmente a Csarpor la va instintiva y la lgica infernal del Destino, as tambin la historia de

    Israel conduce libremente al Cristo por la va consciente y la lgica divina dela Providencia manifestada en sus representantes visibles: los profetas. El malqueda de continuo condenado a contradecirse y a destruirse a s mismo,

    porque es lo falso; pero el Bien, a pesar de todos los obstculos, engendra laluz y la armona en la serie de los tiempos, porque l es la fecundidad de loverdadero. De su triunfo, Roma slo extrajo el cesarismo; de su hundimiento,Israel dio a luz al Mesas, dando razn a esta hermosa frase de un poetamoderno: De su propio naufragio, la Esperanza crea la cosa contemplada.

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    Una vaga espera estaba suspendida sobre los pueblos. En el exceso de

    sus males, la humanidad entera presenta su salvador. Haca siglos que lasmitologas soaban con un nio divino. Los templos de l hablaban en elmisterio; los astrlogos calculaban su venida; sibilas delirantes habanvociferado la cada de los dioses paganos. Los iniciados haban anunciado queun da haba de llegar en que el mundo sera gobernado por uno de los suyos,

    por un hijo de Dios. (Tal es el sentido esotrico de la bella leyenda de losreyes magos, viniendo del fondo del Oriente a adorar al nio de Beln). Latierra esperaba un rey espiritual que fuese comprendido por los pequeos, loshumildes y los pobres.

    El gran Esquilo, hijo de un sacerdote de Eleusis, estuvo a punto de

    perecer a manos de los Atenienses, porque se atrevi a decir, por boca de suPrometeo, que el reino de Jpiter-Destino terminara. Cuatro siglos ms tarde,a la sombra del trono de Augusto, el dulce Virgilio anunci una edad nuevasoando con un nio maravilloso: Ha llegado esa ltima edad predicha por lasibila de Cumes, el gran orden de los siglos agotados vuelve a empezar; yavuelve la Virgen y con ella el reino de Saturno; ya de lo alto de los cielosdesciende una raza nueva. Este nio, cuyo nacimiento debe desterrar el siglodel hierro y traer la edad de oro al mundo entero, dgnate, casta Luciana,

    protegerle; ya reina Apolo tu hermano. Mira balancearse el mundo sobre su

    eje quebrantado; mira la tierra, los mares en su inmensidad, el cielo y subveda profunda, la naturaleza entera estremecerse con la esperanza del siglofuturo.**

    Dnde nacer ese nio?. De qu mundo divino vendr su alma?. Pormedio de qu relmpago de amor descender a la tierra?. Por qu maravillosafuerza, por qu sobrehumana energa recordar el cielo abandonado?. Por quesfuerzo gigantesco sabr resurgir desde el fondo de su conciencia terrestre yarrastrar tras s la humanidad?.

    Nadie hubiese podido decirlo, pero le esperaba. Herodes el Grande, elusurpador idneo, el protegido de Csar-Augusto, agonizaba entonces en su

    castillo de Cypros, en Jeric, despus de un reinado suntuoso y sangriento quehaba cubierto la Judea de palacios esplndidos y de hecatombes humanas.Expiraba de una horrible enfermedad, de una descomposicin de la sangre,odiado de todos, rodo de furor y de remordimientos, frecuentado por losespectros de sus innumerables vctimas, entre las cuales se encontraba suinocente mujer la noble Mariana, de la sangre de los Macabeos, y tres de sus

    propios hijos. Las siete mujeres de su harem haban huido ante el fantasmareal, que vivo an, ola ya a sepulcro. Sus mismos guardias le haban

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    abandonado. Impasible al lado del moribundo, velaba su hermana Salom, su

    mala inspiradora, instigadora de sus ms negros crmenes. Con la diadema enla frente, el pecho chispeante de pedreras, en actitud altiva, espiaba el ltimosuspiro del rey, para coger el poder a su vez.

    As muri el ltimo rey de los Judos. En aquel mismo momentoacababa de nacer el futuro Rey espiritual de la humanidad, (Herodes muri elao 4 antes de nuestra era. Los clculos de la crtica concuerdan hoy enhacer remontar a esa fecha el nacimiento de Jess. Vase a Keim, Dass

    Leben Jes) y los raros iniciados de Israel preparaban en silencio su reinado,en una humildad y oscuridad profundas.

    *El trabajo hecho desde hace cien aos por la crtica sobre la vida deJess, es uno de los ms considerables de estos tiempos. De esto seencontrar una exposicin completa en el luminoso resumen que ha hecho

    M. Sabatier (Dicctionnaire des Sciences religieuses, por Lichtenberger,tomo VII. Artculo Jess). Ese hermoso estudio da toda la historia de lacuestin y seala con precisin su estado actual. Recordar aqusencillamente las dos fases principales que ha atravesado con Strauss y

    Renn, para mejor establecer el punto de vista nuevo en que me hecolocado.Saliendo de la escuela filosfica de Hegel y relacionndose con laescuela crtica e histrica de Bauer, Strauss, sin negar la existencia de

    Jess, trat de probar que su vida, tal como se cuenta en los Evangelios, esun mito, una leyenda creada por la imaginacin popular para llenar lasnecesidades del cristianismo naciente y segn las profecas del AntiguoTestamento. Su tesis, puramente negativa, defendida con extremaingeniosidad y profunda erudicin, se ha visto que era cierta en algunos

    puntos de detalle, pero absolutamente insostenible en el conjunto y sobre lospuntos esenciales. Adems tiene el grave defecto de no explicar el carcter

    de Jess ni el origen del cristianismo. La vida de Jess, de Strauss, es unsistema planetario sin sol. Hay que concederle no obstante un mritoconsiderable: el de haber trasladado el problema desde el dominio de lateologa dogmtica al de los textos y la historia.

    La vida de Jess, de Renn, debe su brillante fortuna a sus altascualidades estticas y literarias, pero tambin a la audacia del escritor, queha osado hacer de la vida del Cristo un problema de psicologa humana.Lo ha resuelto?. Despus del xito deslumbrador del libro, la opinin

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    general de la crtica ha sido que no. El Jess de M. Renn comienza su

    carrera como dulce soador, moralista entusiasta y cndido; la terminacomo taumaturgo violento, que ha perdido el sentido de la realidad. Apesar de todos los cuidados del historiador, dice M. Sabatier, resulta lamarcha de un espritu sano hacia la locura. El Cristo de M. Renn flotaentre los clculos del ambicioso y los ensueos del iluminado. El hecho esque llega a ser el Mesas sin quererlo y casi sin saberlo. Slo se dejaimponer ese nombre para complacer a los apstoles y al deseo popular. Noes con una fe tan dbil como un verdadero profeta crea una religin nueva ycambia el alma de la tierra. La vida de Jess, de M. Renn, es un sistema

    planetario iluminado por un plido sol, sin magnetismo vivificante y sin

    calor creador.Cmo Jess lleg a ser Mesas?. He aqu el problema primordial,

    esencial, en la concepcin del Cristo. Precisamente es en l donde M. Rennha vacilado y tomado un camino de traviesa. Thodore Keim hacomprendido que era preciso abordar este problema de frente (Das Leben

    Jesu, Zurich, 1875, 3ra edicin). Su Vida de Jess es la ms notable que seha escrito despus de la de M. Renn. Ella aclara la cuestin con toda la luzque se puede sacar de los textos y de la historia, interpretadosexotricamente. Pero el problema no es de aquellos que puedan resolverse

    sin la intuicin y sin la tradicin esotrica.Con esta luz esotrica, antorcha interna de todas las religiones,verdad central de toda filosofa fecunda, he tratado de reconstruir la vida de

    Jess en sus grandes lineas, teniendo cuenta de todo el trabajo anterior dela crtica histrica, que ha preparado el terreno. No tengo necesidad dedefinir aqu lo que entiendo por el punto de vista esotrico, sntesis de laCiencia y de la Religin. Todo este libro constituye su desarrollo, y aadirnicamente en lo que concierne al valor histrico y relativo de los

    Evangelios, que he tomado los tres sinpticos (Mateo, Marcos y Lucas) porbase, y a Juan como arcano de la doctrina esotrica del Cristo, admitiendo a

    la vez la redaccin posterior y la tendencia simblica de este Evangelio.Los cuatro Evangelios, que deben compararse y rectificarse unos con

    otros, son igualmente autnticos, pero a ttulos diferentes. Mateo y Marcosnos dan los Evangelios preciosos de la letra y del hecho; all se encuentranlos actos y las palabras pblicas. El dulce Lucas deja entrever el sentido delos misterios bajo el velo potico de la leyenda; es el Evangelio del Alma, dela Mujer y del Amor. San Juan revel esos misterios. Se encuentran en llos filones secretos y profundos de la doctrina, el sentido de la promesa, la

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    reserva esotrica. Clemente de Alejandra, uno de los raros obispos

    cristianos que tuvieron la clave del esoterismo universal, le ha llamado, conrazn, el Evangelio del Espritu. Juan tiene una visin profunda de lasverdades trascendentales reveladas por el Maestro y una manera poderosade resumirlas. Por eso tiene por smbolo el guila, cuyas alas franquean losespacios y cuyo ojo flameante los posee.

    **Ultima Cumaei venit jam carminis aetas:Magnus ab integro saeclorum nasdtur ordo.Jam redit et Virgo, redeunt Saturnia regna;Jam nova progenies coelo demitittur alto.

    Tu modo nascenti puero, quo ferrea primumDesinet, ac toto surget gens aurea mundo,Casta, fave, Lucina; tuus jam regnat Apollo.

    Aspice convexo nutantem pondere mundum,Terrasque, tractusque maris, coelumque profundum;

    Aspice ventura laetantur ut omnia soeclo.(Virgilio, gloga, IV).

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    IIMARA - LA PRIMERA INFANCIA DE JESUS

    Jehoshua, que llamamos Jess por su nombre helenizado (), naciprobablemente en Nazareth. (No es en ningn modo imposible que Jesshaya nacido en Beln (Bethlehem) por una circunstancia fortuita. Pero estatradicin parece formar parte del ciclo de leyendas posteriores sobre la

    sagrada familia y la infancia del Cristo). Ciertamente fue en aquel rincnperdido de Galilea donde pas su infancia y se cumpli el primero, el mayorde los misterios cristianos: el florecimiento del alma del Cristo. Era hijo deMyriam, que llamamos Mara, mujer del carpintero Jos, una Galilea de noblecuna, afiliada a los Esenios.

    La leyenda ha envuelto el nacimiento de Jess en un tejido demaravillas. Si la leyenda contiene muchas supersticiones, a veces tambinencubre verdades psquicas poco conocidas, porque estn sobre la percepcincomn. Un hecho parece resaltar en la historia legendaria de Mara, el de queJess fue un nio consagrado a una misin proftica, por el deseo de su madre,

    antes de su nacimiento. Se cuenta lo mismo de varios hroes y profetas delAntiguo Testamento. Esos hijos dedicados a Dios por su madre, se llamaban

    Nazarenos. Sobre esto es interesante leer la historia de Sansn y la de Samuel.Un ngel anuncia a la madre de Sansn que va a quedar encinta; que dar a luzun hijo que no se cortar el cabello, porque el nio ser nazareno desde elseno de su madre; y l ser quien comenzar a libertar a Israel del yugo de losFilisteos. (Jueces, XIII, 3-5). La madre de Samuel pidi ella misma su hijo aDios, Anna, mujer de Elkana, era estril. Hizo ella un voto y dijo: Eterno delos ejrcitos celestes!, si das un hijo varn a tu sierva, lo dar al Eterno por

    todos los das de su vida, y ninguna navaja afeitar su cabeza... EntoncesElkana conoci a su mujer... Algn tiempo despus, Anna concibi y dio aluz un hijo y le llam Samuel, porque dijo, se lo he pedido al Eterno.(Samuel, Libro I, captulo I, 11-20).SAM-U-EL significa, segn las racessemticas primitivas:Esplendor interior de Dios. La madre, sintindose comoiluminada por aqul que en ella encarnaba, le consideraba como la esenciaetrea del Seor.

    Estos pasajes son extremadamente interesantes, porque nos hacenpenetrar en la tradicin esotrica, constante y viva en Israel, y por ella en el

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    sentido verdadero de la leyenda cristiana. Elkana, el marido, es sin duda el

    padre terrestre segn la carne; pero el Eterno es su padre celeste segn elEspritu. El lenguaje figurado del monotesmo judaico recubre aqu la doctrinade la preexistencia del alma. La mujer iniciada llama a s a un alma superior,

    para recibirla en su seno y dar a luz un profeta. Esta doctrina, muy elevadaentre los judos, completamente ausente de su culto oficial, formaba parte dela tradicin secreta de los iniciados, y asoma en los profetas. Jeremas laafirma en estos trminos: La palabra del Eterno me fue dirigida y me dijo:

    Antes de que te formase en el seno de tu madre, te he conocido; antes de quehubieses salido de su seno, te he santificado y te he establecido profeta entrelas naciones. (Jeremas, I, 4). Jess dir igualmente a los fariseos

    escandalizados: En verdad os digo: antes de que Abraham fuese, yo era.(Juan, Ev., VIII, 58).

    De todo ello, Qu se puede retener tocante a Mara, madre de Jess?.Parece ser que en las primeras comunidades cristianas, Jess ha sidoconsiderado como un hijo de Mara y de Jos, puesto que Mateo nos da elrbol genealgico de Jos, para probarnos que Jess desciende de David. Allsin duda, como entre algunas sectas gnsticas, se vea en Jess un hijo dado

    por el Eterno en el mismo sentido que Samuel. Ms tarde, la leyenda,preocupada con mostrar el origen sobrenatural del Cristo, hil su velo de oro y

    azul: la historia de Jos y Mara, la Anunciacin y hasta la infancia de Maraen el templo son bien legendarias. (Evangelio apcrifo de Mara y de lainfancia del Salvador, publicado por Tischendorff).

    Si tratamos de desentraar el sentido esotrico de la tradicin juda y dela leyenda cristiana, diremos: la accin providencial, o para hablar msclaramente, el influjo del mundo espiritual, que concurre al nacimiento decada hombre, es ms poderoso y ms visible en el nacimiento de todos loshombres de genio, cuya aparicin no se explica en ningn modo por la nicaley del atavismo fsico. Este influjo alcanza su mayor intensidad cuando setrata de uno de esos divinos profetas destinados a cambiar la faz del mundo. El

    alma elegida para una misin divina, viene de un mundo divino; vienelibremente, conscientemente; pero para que entre en escena en la vidaterrestre, necesita un vaso elegido, es precisa la invocacin de una madre decalidad que, por la aptitud de su ser moral, por el deseo de su alma y la purezade su vida presente, atraiga, encarne en su sangre y en su carne el alma delredentor, destinado a llegar a ser a los ojos de los hombres un hijo de Dios. Tales la verdad profunda que recubre la antigua idea de la Virgen-Madre. Elgenio indo lo haba ya expresado en la leyenda de Krishna. Los Evangelios de

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    Mateo y de Lucas la han dado con una sencillez y una poesa an ms

    admirables.Para el alma que del cielo viene, el nacimiento es una muerte, habadicho Empdocles, quinientos aos antes de Cristo. Por sublime que sea unespritu, una vez sumido en la carne pierde temporalmente el recuerdo de todosu pasado; una vez cogido en el engranaje de la vida corporal, el desarrollo desu conciencia terrestre queda sometido a las leyes del mundo en que encarna.Cae bajo la fuerza de los elementos. Cuanto ms alto haya sido su origenmayor ser el esfuerzo para recobrar sus dormidas potencias, susinmensidades celestes, y adquirir conciencia de su misin.Las almas profundas y tiernas, necesitan silencio y paz para florecer. Jess

    creci en la calma de Galilea. Sus primeras impresiones fueron dulces,austeras y serenas. El valle natal pareca un jirn del cielo cado en un plieguede la montaa. La aldea de Nazareth no ha cambiado apenas en el curso de lossiglos. (Todo el mundo recuerda las magistrales descripciones de la Galilea,de M. Renn, en su Vida de Jess, y las no menos notables de M. E.

    Melchor de Voge, Voyage en Syrie et en Palestine). Sus casas escalonadasbajo la roca parecen, al decir de los viajeros, a cubos blancos sembrados enuna selva de granados, higueras y vias, como surcada por grandes bandadasde palomas. Alrededor de este nido de fresco y verdor, circula el aire vivo de

    las montaas; en las alturas se abre el horizonte libre y luminoso de Galilea.Agregad a ese cuadro grandioso el interior grave de una familia piadosa ypatriarcal.

    La fuerza de la educacin juda residi en todo tiempo en la unidad dela ley y de la fe, as como en la poderosa organizacin de la familia, dominada

    por la idea nacional y religiosa. La casa paterna era para el nio una especie detemplo. En lugar de los frescos alegres, faunos y ninfas, que adornaban el atriode las casas griegas, tales como podan verse en Sephoris y en Tiberiades, nose vea en las casas judas ms que prrafos de la ley y de los profetas, cuyas

    bandas rgidas se extendan sobre las puertas y muros en caracteres caldeos.

    Pero la unin del padre y de la madre en el amor de los hijos, calentaba eiluminaba la desnudez de aquel interior con una vida espiritual. All recibiJess su primera enseanza, all por boca de su padre y su madre, aprendi aconocer al principio las Escrituras. Desde sus primeros aos, el largo, elextrao destino del pueblo de Dios se desarroll ante sus ojos, en las fiestas

    peridicas que se celebraban en familia, por la lectura, el canto y la plegaria.En la fiesta de los Tabernculos, una cabaa de ramas de mirto y de olivo seelevaba en el patio o sobre la terraza de la casa, en recuerdo del tiempo

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    inmemorial de los patriarcas nmadas. Se encenda el candelabro de siete

    luces, luego se abran los rollos de papiros y se lean historias santas. Para elalma infantil, el Eterno estaba presente, no slo en el cielo estrellado, sinotambin en aquel candelabro que reflejaba su gloria, en el verbo del padrecomo en el amor silencioso de la madre. As, los grandes das de Israelmecieron la infancia de Jess, das de gozo y de duelo, de triunfo y dedestierro, de aflicciones sin cuento y de esperanza eterna. A las preguntasardientes, incisivas, del nio, el padre callaba. Pero la madre, levantando trassus largas pestaas sus grandes ojos de siria soadora y encontrando la miradainterrogadora de su hijo, le deca: La palabra de Dios slo vive en sus

    profetas. En su da, los sabios Esenios, los solitarios del monte Carmelo y del

    Mar Muerto te respondern.Nos imaginamos tambin a Jess mezclado con sus compaeros,

    ejerciendo sobre ellos el singular prestigio que da la inteligencia precoz, unidaal sentimiento de la justicia y a la simpata activa. Le seguimos en la sinagogadonde oa discutir a los escribas y a los fariseos, donde deba ejercitar su

    poderosa dialctica. Le vemos desde muy temprana edad disgustado por lasequedad de aquellos doctores de la ley, que atormentaban la letra hastaexpurgar de ella el espritu. Se le ve tambin contemplar la vida pagana,adivinndola y abarcndola con la mirada, visitando la opulenta Sephoris,

    capital de Galilea, residencia de Antipas, dominada por su acrpolis yguardada por mercenarios de Herodes: galos, tracios, brbaros de todos lospases. Quizs tambin, en uno de aquellos viajes tan frecuentes en lasfamilias judas, lleg a una de las ciudades fenicias, verdaderos hormigueroshumanos al borde del mar, y vio a lo lejos templos bajos de columnasrechonchas, rodeados de bosquecillos negros de donde sala al son de lasflautas plaideras el canto de las sacerdotisas de Astart. Su grito devoluptuosidad, agudo como el dolor, despert en su corazn asombrado unamplio estremecimiento de angustia y de piedad. Entonces el hijo de Maravolva a sus queridas montaas con un sentimiento de libertad. Suba a la roca

    de Nazareth e interrogaba los vastos horizontes de Galilea y Samara. Mirabael Carmelo, Gelbo, el Tabor, los montes Sichem, viejos testigos de los

    patriarcas y de los profetas. Los altos lugares, se desplegaban en crculo; seelevaban en la inmensidad del cielo como altares atrevidos que esperasen elfuego y el incienso. Esperaban a alguien?.

    Ms por poderosas que fueran las impresiones del mundo circundantesobre el alma de Jess, palidecan todas ante la verdad soberana, inenarrable,de su mundo interior. Aquella verdad floreca en el fondo de l mismo como

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    una flor luminosa emergiendo de un agua sombra. Aquel sentimiento se

    pareca a una claridad creciente que se haca en l, cuando estaba solo y serecoga. Entonces los hombres y las cosas, prximas o lejanas, le aparecancomo transparentes en su esencia ntima. Lea los pensamientos, vea lasalmas. Luego vea en su recuerdo, como a travs de un velo ligero, seresdivinamente bellos y radiantes inclinados sobre l o reunidos en la adoracinde una luz deslumbradora. Visiones maravillosas frecuentaban su sueo o seinterponan entre l y la realidad, por un real desdoblamiento de su conciencia.En la cumbre de aquellos xtasis, que le llevaban de zona a zona como haciaotros cielos, se senta a veces atrado por una luz fulgurante, luego inmergidoen un sol incandescente. De aquellos encantos conservaba una ternura

    inefable, una fuerza singular. Cun reconciliado se encontraba entonces contodos los seres, en armona con el universo!. Cul era aquella luz misteriosa,

    pero ms familiar y ms viva que la otra, que brotaba del fondo de su ser parallevarle a los ms lejanos espacios, cuyos primeros efluvios surgieron de losgrandes ojos de su madre, y que ahora le una a todas las almas por secretasvibraciones?. No era la fuente de las almas y de los mundos?.

    l la llam: El padre Celestial.(Los anales msticos de todos los tiempos demuestran que verdades

    morales o espirituales de un orden superior han sido percibidas por ciertas

    almas escogidas, sin razonamiento, por la contemplacin interna y bajoforma de visin. Fenmeno psquico aun mal conocido por la cienciamoderna, pero hecho incontestable. Catalina de Siena, hija de un pobretintorero, tuvo, desde la edad de cuatro aos, visiones extremadamentenotables. (Vase Su Vida, por Mme. Albana Mignaty, casa Fischbacher.)

    Swedenborg, hombre de ciencia, espritu sentado, observador y razonador,comenz a la edad de 40 aos y en perfecta salud, a tener visiones queninguna relacin tenan con su vida precedente (Vida de Swedenborg, por

    Mater, casa Perrin). No pretendo poner esos fenmenos exactamente almismo nivel que los que pasaron en la conciencia de Jess, sino establecer

    sencillamente la universalidad de una percepcin interna, independiente delos sentidos corporales).

    Ese sentimiento original de unidad con Dios en la luz del Amor, fue laprimera, la gran revelacin de Jess. Una voz interna le deca que la encerraseen lo ms profundo de su ser; pero que iba a iluminar toda su vida. Esa voz ledio una certidumbre invencible. Ella le hizo dulce e indomable. Ella forj desu pensamiento un escudo de diamante; de su verbo, una espada de luz.

    Esa vida rstica profundamente oculta se una por lo dems en el

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    adolescente, con una completa lucidez d las cosas de la vida real. Lucas nos

    lo representa a la edad de doce aos, creciendo en fuerza, en gracia y ensabidura. La conciencia religiosa fue en Jess cosa innata, absolutamenteindependiente del mundo externo. Su conciencia proftica y mesinica slo

    pudo despertarse al choque con el exterior, al espectculo de su tiempo, esdecir, por una iniciacin especial y una larga elaboracin interna. Las huellasse encuentran en los Evangelios y en otros lados.

    La primera gran conmocin fue originada por aquel viaje con sus padresa Jerusaln, de que habla Lucas. Aquella ciudad, orgullo de Israel, se habaconvertido en el centro de las aspiraciones judas. Sus desgracias no habanhecho ms que exaltar los espritus. Se hubiese dicho que cuantas ms tumbas

    se amontonaban, ms esperanzas haba. Bajo los selecidas, bajo losmacabeos, por Pompeyo y por Herodes, Jerusaln haba sufrido sitiosespantosos. La sangre haba corrido a torrentes; las legiones romanas habanhecho del pueblo una carnicera por las calles; crucifixiones en masa habanmanchado las colinas con escenas infernales. Despus de tantos horrores,despus de la humillacin de la ocupacin romana, despus de haberdiezmado al sanhedrn y reducido el pontfice a ser slo un esclavotembloroso, Herodes, como por irona, haba reconstruido el templo msmagnficamente que Salomn. Jerusaln continuaba, empero, siendo la ciudad

    santa. Isaas, que Jess lea con preferencia, No la haba llamado, laprometida ante la cual se prosternarn los pueblos? El haba dicho: Sellamarn tus murallas salvacin!, tus puertas alabanzal y las nacionesmarcharn al esplendor que se levantar sobre ti. (Isaas, LX, 3 y 18). VerJerusaln y el templo de Jehovah, era el sueo de todos los judos, sobre tododesde que Judea era provincia romana. Para verlos venan desde Perea,Galilea, Alejandra y Babilonia. En camino en el desierto, bajo las palmas, allado de los pozos, cantaban salmos, suspiraban por el vestbulo del Eterno

    buscando con los ojos la colina de Sin.Un extrao sentimiento de opresin debi invadir el alma de Jess

    cuando vio en su primera peregrinacin la ciudad con sus murallasformidables, asentada sobre la montaa como una fortaleza sombra; cuandovio a sus puertas el anfiteatro romano de Herodes; la torre Antonia dominandoal templo; legionarios, empuando la lanza, que vigilaban desde lo alto. Subila escalinata del templo. Admir el esplendor de los prticos de mrmol,donde los fariseos paseaban con suntuoso ropaje. Atraves el patio de losgentiles, el patio de las mujeres. Se aproxim con la muchedumbre israelita ala puerta de Nicanor y a la balaustrada de tres codos, tras la cual se vean

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    sacerdotes en trajes del culto, violados o purpreos, relucientes de oro y

    pedrera, oficiar ante el santuario, inmolar machos cabros y toros y rociar alpueblo con su sangre pronunciando una bendicin. Aquello no se pareca altemplo de sus ensueos, ni al cielo de su corazn.

    Luego volvi a descender a los barrios populares de la baja ciudad. Vioa mendigos plidos por el hambre, caras angustiadas que guardaban el reflejode las ltimas guerras civiles, de los suplicios, de las crucifixiones. Saliendo

    por una de las puertas de la muralla comenz a errar por aquellos vallespedregosos, por aquellos fosos lgubres donde estn las canteras, las piscinas,las tumbas de los reyes, y que forman alrededor de Jerusaln como una cinturasepulcral. All vio a los locos salir de las cavernas y proferir blasfemias contra

    vivos y muertos. Luego, bajando por amplia escalera a la fuente de Silo,profunda como una cisterna, vio al borde de un agua amarillenta arrastrarse aleprosos, paralticos, desgraciados cubiertos con toda clase de lceras. Undeseo irresistible le forzaba a mirar al fondo de sus ojos y a beber todo sudolor. Unos le pedan socorro; otros estaban fros y sin esperanza; otros,idiotas, parecan no sufrir ya. Cunto tiempo haba sido preciso para quellegasen a aquel estado?.

    Entonces Jess se dijo: Para qu ese templo, esos sacerdotes, esoshimnos, esos sacrificios, puesto que no pueden remediar estos dolores?. Y de

    repente, como un torrente engrosado con lgrimas sin fin, sinti afluir a sucorazn los dolores de aquellas almas, de aquella ciudad, de aquel pueblo, detoda la humanidad. Comprendi que haba terminado aquella felicidad que no

    poda comunicar a los dems. Aquellas miradas, aquellas miradasdesesperadas no deban salir ya de su memoria. Sombra desposada, lainfelicidad humana marchaba a su lado y le deca: No te abandonar!.

    De all se fue lleno de tristeza y de angustia, y mientras volva a lascimas luminosas de Galilea, este grito profundo sali de su corazn: Padrecelestial!... Quiero saber!. Quiero curar!. Quiero salvar!.

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    IIILOS ESENIOS - JUAN EL BAUTISTA - LA

    TENTACIN

    Lo que quera saber, slo los esenios podan enserselo.Los evangelios han guardado un silencio sobre los hechos y palabras de

    Jess, antes de su encuentro con Juan el Bautista, por quien, segn ellos, tom

    en cierto modo posesin de su ministerio. Inmediatamente despus aparece enGalilea con una doctrina determinada, con la seguridad de un profeta y laconciencia de ser el Mesas. Pero es evidente que ese principio atrevido y

    premeditado, fue precedido de un largo desarrollo y una verdadera iniciacin.No es menos cierto que esa iniciacin debi verificarse en la nica asociacinque conservaba entonces en Israel las tradiciones verdaderas, con el gnero devida de los profetas. Esto no deja duda alguna para quienes, elevndose sobrela supersticin de la letra y la mana maquinal del documento escrito, osandescubrir el encadenamiento de las cosas por medio de su espritu. Se deduceno solamente de las relaciones ntimas entre la doctrina de Jess y la de losesenios, sino tambin del silencio mismo guardado por el Cristo y los suyossobre aquella secta. Por qu l, que ataca con sin igual libertad a todos los

    partidos religiosos de su tiempo, no nombra nunca a los esenios?. Por qu losapstoles y evangelistas tampoco hablan de ellos?. Evidentemente porqueconsideran a los esenios como de los suyos, estaban ligados con ellos por el

    juramento de los Misterios, y la secta se fundi con la de los cristianos.La orden de los esenios contina en tiempo de Jess el ltimo resto deaquellas cofradas de pro fetas organizadas por Samuel. El despotismo de lostiranos de Palestina, la envidia de un sacerdocio ambicioso y servil, les haba

    lanzado al retiro y al silencio. Ya no luchaban como sus predecesores, y secontentaban con conservar la tradicin. Tenan dos centros principales: uno enEgipto, a orillas del lago de Maris; el otro en Palestina, en Engaddi, a orillasdel Mar Muerto. Aquel nombre de esenios que se haban dado, proceda de la

    palabra siriaca: Asaya, mdicos; en griego, terapeutas; porque su nicoministerio, para el pblico, era el de curar las enfermedades fsicas y morales.Estudiaban con gran cuidado, dice Josefo, ciertos escritos de medicina quetrataban de las virtudes ocultas de las plantas y de los minerales. (Josefo,

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    Guerra de los Judos, II, etc. Antigedades, XIII, 5-9; XVIII, 1-5). Algunos

    posean el don de profeca, como aquel Manahem, que haba predicho aHerodes su reinado. Sirven a Dios, dice Filn, con gran piedad, noofrecindole vctimas, sino santificando su espritu. Huyen de las poblacionesy se dedican a las artes de la paz. No existe entre ellos un solo esclavo; todosson libres y trabajan unos para otros. (Filn, De la Vida Contemplativa).Las reglas de la orden eran severas. Para entrar en ella se precisaba elnoviciado de un ao. Si se haban dado suficientes pruebas de templanza, seera admitido a las abluciones, sin entrar, no obstante, en relacin con losmaestros de la orden. Se precisaban an dos aos ms de pruebas para serrecibido en la cofrada. Se juraba, por terribles juramentos, observar los

    deberes de la orden y nada traicionar de sus secretos. Slo entonces se podatomar parte en las comidas en comn, que se celebraban con gran solemnidady constituan el culto ntimo de los esenios. Consideraban como sagrado elvestido que haban llevado en aquellos banquetes y se lo quitaban antes de

    ponerse a trabajar. Aquellos gapes fraternales, forma primitiva de la Cenainstituida por Jess, comenzaban y terminaban por la oracin. All se daba la

    primera interpretacin de los libros sagrados de Moiss y de los profetas. Peroen la explicacin de los textos, como en la iniciacin, haba tres sentidos y tresgrados. Muy pocos llegaban al grado superior. Todo se parece

    asombrosamente a la organizacin de los pitagricos (Puntos comunes entrelos esenios y los pitagricos: La oracin a la salida del sol; los vestidos delino; los gapes fraternales; el noviciado de un ao; los tres grados deiniciacin; la organizacin de la orden y la comunidad de los bienes regidos

    por curadores; la ley del silencio; el juramento de los Misterios; la divisinde la enseanza en tres partes: 1) Ciencia de los principios universales oteogonia, lo que Filn llama la lgica; 2) la fsica o cosmogona; 3) lamoral, es decir, todo lo que se refiere al hombre, ciencia a la cual seconsagraban especialmente los terapeutas), y todo esto exista con pequeasvariantes entre los antiguos profetas, porque se encuentra lo mismo en todas

    partes donde la iniciacin ha existido. Agreguemos que los esenios profesabanel dogma esencial de la doctrina rfica y pitagrica, el de la preexistencia delalma, consecuencia y razn de su inmortalidad. El alma, al cuerpo por uncierto encanto natural (), queda en l como encerrada en una

    prisin; libre de los lazos del cuerpo, como de una larga esclavitud, de l seescapa con alegra. (Josefo, A. J. H., 8).

    Entre los esenios, los hermanos propiamente di chos vivan dentro de lacomunidad de bienes en el celibato, en lugares retirados, trabajando la tie rra,

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    educando a veces nios extraos a la orden. En cuanto a los esenios casados,

    constituan una especie de orden tercera, afiliada y sometida a la otra.Silenciosos, dulces y graves, se les vea aqu y all cultivando las artes de lapaz. Tejedores, carpinteros, viadores o jardineros; jams armeros nicomerciantes. Esparcidos en pequeos grupos en toda la Palestina, en Egipto yhasta en el monte Horeb, se daban entre s la hospitalidad ms cordial. Vemosas viajar a Jess y a sus discpulos de pueblo en pueblo, de provincia en

    provincia, siempre seguros de encontrar un albergue: Los esenios, diceJosefo, eran de ejemplar moralidad; se esforzaban en reprimir toda pasin ytodo movimiento de clera; siempre benvolos en sus relaciones, apacibles, dela mejor fe. Su palabra tena ms fuerza que un juramento; por eso

    consideraban al juramento en la vida ordinaria como cosa superflua y como unperjurio. Soportaban con admirable fuerza de alma y la sonrisa en los labioslas ms crueles torturas antes que violar el menor precepto religioso.Indiferente a la pompa externa del culto de Jerusaln, repelido por la durezasaducea, el orgullo fariseo, el pedantismo y la sequedad de la sinagoga, Jessse sinti atrado hacia los esenios por una afinidad natural. (Puntos comunesentre la doctrina de los esenios y la de Jess: El amor al prjimo ante todo,como el primer deber; la prohibicin de jurar para atestiguar la verdad; elodio a la mentira; la humildad; la institucin de la Cena tomada de los

    gapes fraternales de los esenios, pero con un nuevo sentido, el delsacrificio). La muerte prematura de Jos hizo por completo libre al hijo deMara, hombre ya. Sus hermanos pudieron continuar el oficio del padre ysostener la casa. Su madre le dej partir en secreto para Engaddi. Acogidocomo un hermano, saludado como un elegido, debi adquirir sobre susmismos maestros, rpidamente, un invencible ascendiente por sus facultadessuperiores, su ardiente caridad y ese algo de divino que difunda todo su ser.Recibi de ellos lo que los esenios solos podan darle: la tradicin esotrica delos profetas, y por ella su propia orientacin histrica y religiosa. Comprendiel abismo que separaba la doc- trina juda oficial de la antigua sabidura de los

    iniciados, verdadera madre de las religiones, pero siempre perseguida porSatn, es decir, por el espritu del Mal, espritu de egosmo, de odio y denegacin, unido al poder poltico absoluto y a la importancia sacerdotal.Aprendi que el Gnesis encerraba, bajo el sello del simbolismo, unacosmogona y una teogonia tan alejadas de su sentido literal, como la cienciams profunda de la fbula ms infantil. Contempl los das de Aelohim, o lacreacin eterna por la emanacin de los elementos y la formacin d losmundos; el origen de las almas flotantes y su vuelta a Dios por las existencias

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    progresivas o las generaciones de Adn. Qued asombrado de la grandeza del

    pensamiento de Moiss, que haba querido preparar la unidad religiosa de lasnaciones, creando el culto de Dios nico y encarnando esta idea en el pueblo.Le comunicaron en seguida la doctrina del Verbo divino, ya enseada

    por Krishna en la India, por los sacerdotes de Osiris en Egipto, por Orfeo yPitgoras en Grecia, y conocida entre los profetas por el nombre de Misteriodel Hijo del Hombre y del Hijo de Dios. Segn esa doctrina, la ms elevadamanifestacin de Dios es el Hombre, que por su constitucin, su forma, susrganos y su inteligen- cia es la imagen del ser universal y posee susfacultades. Pero, en la evolucin terrestre de la humanidad, Dios est comoesparcido, fraccionado y mutilado, en la multiplicidad de los hombres y de la

    imperfeccin humana. l sufre, se busca, lucha en ella; es el Hijo del Hombre.El Hombre perfecto, el Hombre-Tipo, que es el pensamiento ms profunda deDios, vive oculto en el abismo infinito de su deseo y de su poder. Sinembargo, en ciertas pocas, cuando se trata de arrancar a la humanidad delabismo, de recogerla para lanzarla ms alto, un Elegido se identifica con ladivinidad, la atrae a s por la Sabidura, la Fuerza y el Amor y la manifiesta denuevo a los hombres. Entonces la divinidad, por la virtud y el soplo delEspritu, est completamente presente en l; el Hijo del Hombre se convierteen el Hijo de Dios y su verbo viviente. En otras edades y en otros pueblos,

    haba habido ya hijos de Dios; pero desde Moiss, ninguno haba vuelto aflorecer en Israel. Todos los profetas esperaban aquel Mesas. Los Videntesdecan que ahora se llamara el Hijo de la Mujer, de la Isis celeste, de la luzdivina que es la Esposa de Dios, porque la luz del Amor brillara en lsobretodas las dems, con brillo fulgurante des- conocido an en la tierra.Aquellas cosas ocultas que el patriarca de los Esenios revelaba al jovenGalileo en las desiertas playas del Mar Muerto, en las soledades de Engaddi,le parecan a la par maravillosas y conocidas. Con singular emocin oy al

    jefe de la orden mostrarle y comentarle estas palabras que se leen an en ellibro de Henoch: Desde el principio, el Hijo del Hombre estaba en el

    misterio. El Altsimo le guardaba al lado de su poder y le manifestaba a suselegidos... Pero los reyes se asustarn y prosternarn su semblante hasta tierray el espanto les sobrecoger, cuando vean al hijo de la mujersentado sobre eltrono de su gloria... Entonces el Elegido evocar todas las fuerzas del cielo,todos los santos de las alturas y el poder de Dios. Entonces los Querubines, losSerafines, los Ophanim, todos los ngeles de la fuerza, todos los ngeles delSeor, es decir, del Elegido y de la otra fuerza, que sirven sobre la tierra y porencima de las aguas, elevarn sus voces. (Libro de Henoch. Captulos

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    XLVIII y LXI. Este pasaje demuestra que la doctrina del verbo y de la

    Trinidad, que se encuentra en el Evangelio de Juan, exista en Israel largotiempo antes que Jess y salla del fondo del profetismo esotrico. En el librode Henoch, el Seor de los espritus representa al Padre; el Elegido al Hijo

    y la otra fuerza al Espritu Santo).A estas revelaciones, las palabras de los profetas, cien veces reledas y

    editadas, relampaguearon a los ojos del Nazareno con resplandores nuevos,profundos y terribles, como relmpagos durante la noche. Quin era aquelElegido y cundo llegara a Israel?.

    Jess pas una serie de aos entre los esenios. Se someti a sudisciplina, estudi con ellos los secretos de la naturaleza y se ejercit en la

    teraputica oculta. Domin por completo sus sentidos para desarrollar suespritu. No pasaba da sin que meditase sobre los destinos de la humanidad yse interrogaba a s mismo. Fue una memorable noche, para la orden de losesenios y para su nuevo adepto, aquella en que ste recibi, en el ms

    profundo secreto, la iniciacin superior del cuarto grado, la que slo seconceda en el caso de tratarse de una misin proftica deseada por el hermanoy confirmada por los ancianos. Se reunan en una gruta tallada en el interior dela montaa como una vasta sala, con un altar y asientos de piedra. El jefe de laorden estaba all con algunos ancianos. A veces dos o tres esenias, profetisas

    iniciadas, se admitan igualmente a la misteriosa ceremonia. Con antorchas ypalmas saludaban al nuevo iniciado, vestido de lino blanco, como el Esposo yRey que haban presentido y que vean quizs por ltima vez!. En seguida el

    jefe de la orden, de ordinario un anciano centenario (Josefo dice que losesenios vivan mucho tiempo), le presentaba el cliz de oro, smbolo de lainiciacin suprema, que contena el vino de la via del Seor, smbolo de lainspiracin divina. Algunos decan que Moiss lo haba bebido con lossetenta. Otros lo hacan remontar hasta Abraham, que recibi de Melchisedecesa misma iniciacin, bajo las especies del pan y del vino. (Gnesis, XIV, 18).Jams presentaba el anciano la copa ms que a un hombre en quien haba

    reconocido con certeza los signos de una misin proftica. Pero esa misinnadie poda definirla; l deba encontrarla por s mismo, porque tal es la ley delos iniciados; nada del exterior, todo por lo interno. En adelante, era libre,dueo de sus actos, hierofante por s, entregado al viento del Espritu, que

    poda lanzarle al abismo o elevarle a las cimas, por encima de la zona de lastormentas y de los vrtigos.

    Cuando despus de los cnticos, las oraciones, las palabrassacramentales del anciano, el Nazareno tom la copa, un rayo de la lvida luz

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    del alba deslizndose por una anfractuosidad de la montaa, corri

    estremecindose sobre las antorchas y los amplios vestidos blancos de lasjvenes esenias, quienes tambin temblaron cuando cay sobre el plidoGalileo, en cuyo hermoso rostro se vea una gran tristeza. Su mirada perdidaiba hacia los enfermos de Silo, y en el fondo de aquel dolor, siempre

    presente, entrevea ya su camino.En aquel tiempo Juan Bautista predicaba en las mrgenes del Jordn.

    No era un esenio, sino un profeta popular de la fuerte raza de Jud. Llevado aldesierto por una piedad austera, haba pasado en l la ms dura vida en laoracin, los ayunos, las maceraciones. Sobre su piel desnuda, curtida por elsol, llevaba a guisa de cilicio un vestido tejido con pelo de camello, como

    signo de la penitencia que quera imponerse a s mismo y a su pueblo. Porquesenta profundamente las angustias de Israel y esperaba su liberacin. Sefiguraba, segn la idea judaica, que el Mesas vendra pronto como vengador y

    justiciero que, cual nuevo Macabeo, sublevara al pueblo, arrojara al Romano,castigara a todos los culpables, entrara triunfalmente en Jerusaln, yrestablecera el reino de Israel sobre todos los pueblos, en la paz y la justicia.Anunciaba a las multitudes la prxima llegada de aquel Mesas; agregaba queera preciso prepararse por el arrepentimiento de las faltas pasadas. Tomandode los esenios la costumbre de las abluciones, transformndola a su modo,

    haba imaginado el bautismo del Jordn como un smbolo visible, como unpblico cumplimiento de la purificacin interna que exiga. Esa ceremonianueva, esa predicacin vehemente ante inmensas multitudes, en el cuadro deldesierto, frente a las aguas sagradas del Jordn, entre las montaas severas deJudea y de Perea, sobrecoga los nimos, atraa a las multitudes. Recordaba losdas gloriosos de los viejos profetas; ella daba al pueblo lo que no encontrabaen el templo: la interior sacudida y, despus de los terrores delarrepentimiento, una esperanza vaga y prodigiosa. Acudan de todos los

    puntos de Palestina, y aun de ms lejos, para escuchar al santo del desierto queanunciaba al Mesas. Las poblaciones, atradas por su voz, acampaban a su

    lado durante varios das para orle, no queran marcharse, esperando que elMesas llegase. Muchos no pedan otra cosa que empuar las armas bajo sumando para comenzar la guerra santa. Herodes Antipas y los sacerdotes deJerusaln comenzaban a inquietarse ante aquel movimiento popular. Por otra

    parte, los signos de la poca eran graves. Tiberio, a la edad de setenta y cuatroaos, acababa su vejez en medio de las bacanales de Caprea; Poncio Pilatosredoblaba en violencia contra los judos; en Egipto, los sacerdotes haban anunciado que el fnix iba a renacer de sus cenizas. (Tcito, Anales, VI, 28, 31).

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    Jess, que senta crecer interiormente su vocacin proftica, pero que

    buscaba an su camino, vino tambin al desierto del Jordn, con algunoshermanos esenios que le seguan ya como a un maestro, Quiso ver al Bautista,orle y someterse al bautismo pblico. Deseaba entrar en escena por un acto dehumildad y de respeto hacia el profeta que osaba elevar su voz contra los

    poderes del da y despertar de su sueo el alma de Israel.Vio al rudo asceta, velludo y con largo cabello, con su cabeza de lenvisionario sobre un pulpito de madera, bajo un rstico tabernculo, cubierto deramas y de pieles de cabra. A su alrededor, entre los pequeos arbustos deldesierto, una multitud inmensa, todo un campamento: funcionarios, soldadosde Herodes, samaritanos, levitas de Jerusaln, idumeos con sus rebaos,

    rabes detenidos all con sus camellos, sus tiendas y sus caravanas por la vozque retumba en el desierto. Aquella voz tonante pasaba sobre lasmuchedumbres, y deca: Enmendaos, preparad las vas del Seor, arregladsus senderos. Llamaba a los fariseos y a los saduceos raza de vboras.Agregaba que el hacha estaba ya prxima a la raz de los rboles, y deca delMesas: Yo slo con agua os bautizo, pero l os bautizar con fuego. Haciala puesta del Sol, Jess vio a aquellas masas populares agolparse hacia unremanso, a orillas del Jordn, y a mercenarios de Herodes, a bandidos, inclinarsus rudos espinazos bajo el agua que verta el Bautista. Se aproxim l. Juan

    no conoca a Jess, nada sabia de l, pero reconoci a un esenio por suvestidura de lino. Le vio, perdido entre la multitud, bajar al agua hasta que lelleg por la cintura e inclinarse humildemente para recibir la aspersin.Cuando el nefito se levant, la mirada temible del predicador y la del Galileose encontraron. El hombre del desierto se estremeci bajo aquel rayo demaravillosa dulzura, e involuntariamente dej escapar estas palabras: Eres elMesas?. (Sabemos que, segn los Evangelios, Juan reconoci en seguida a

    Jess como Mesas y le bautiz como tal. Sobre este punto su narracin escontradictoria. Porque ms tarde, Juan, prisionero de Antipas en Makerus,hace preguntar a Jess: Eres t el que debe venir, o debemos esperar a

    otro?. (Mateo, XI, 3). Esa duda tarda prueba que, si bien haba sospechadoque Jess era el Mesas, no estaba completamente convencido. Pero los

    primeros redactores de los Evangelios eran judos y deseaban presentar aJess como iniciado y consagrado por Juan Bautista, profeta judaicopopular). El misterioso esenio nada respondi, pero inclinando su cabezapensativa y cruzando sus manos sobre su pecho, pidi al Bautista subendicin. Juan saba que el silencio era la ley de los esenios novicios.Extendi solemnemente sus dos manos; luego, el Nazareno desapareci con

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    sus compaeros entre los caaverales del ro.

    El Bautista le vio marchar con una mezcla de duda, de secreta alegra yde profunda melancola. Qu era su ciencia y su esperanza proftica ante laluz que haba visto en los ojos del Desconocido, luz que pareca iluminar atodo su ser?. Ah!. Si el joven y hermoso Galileo era el Mesas, haba vistorealizado el ensueo de su vida!. Pero su papel haba terminado, su voz iba acallarse. A partir de aquel da, se puso a predicar con voz ms profunda yemocionada sobre este tema melanclico. Es preciso que l crezca y yodisminuya... Comenzaba a sentir el cansancio y la tristeza de los leonesviejos, que estn fatigados de rugir y se acuestan en silencio para esperar lamuerte...

    Eres el Mesas?. La pregunta del Bautista repercuta tambin en elalma de Jess. Desde el florecimiento de su conciencia, haba encontrado aDios en s mismo y la certidumbre del reino de los cielos en la belleza radiantede sus visiones. Luego, el sufrimiento humano haba lanzado a su corazn elgrito terrible de la angustia. Los sabios esenios le haban enseado el secretode las religiones, la ciencia de los misterios; le haban mostrado la decadenciaespiritual de la humanidad, su espera en un salvador. Pero cmo encontrar lafuerza para arrancarla del abismo?. He aqu, que la llamada directa de Juan elBautista, caa en el silencio de su meditacin como el rayo del Sina. Eres el

    Mesas?.Jess slo poda responder a esta pregunta recogindose en lo msprofundo de su ser. De ah su retiro, aquel ayuno de cuarenta das, que Mateoresume bajo la forma de una leyenda simblica. La Tentacin representa enrealidad en la vida de Jess aquella gran crisis y aquella visin soberana de laverdad, por la cual deben pasar infaliblemente todos los profetas, todos losiniciadores religiosos, antes de comenzar su obra.

    Sobre Engaddi, donde los esenios cultivaban el ssamo y la via, unsendero escarpado conduca a una gruta que se abra en el muro de la montaa.Se entraba en ella por medio de dos columnas doricas talladas en la roca bruta,

    parecidas a las del lugar de Retiro de los Apstoles, en el valle de Josaphat.All quedaba uno sobre el abismo a pico, como en un nido de guila. En elfondo de una caada se vean viedos, habitaciones humanas; ms lejos, elMar Muerto, inmvil y gris, y las montaas desoladas de Moab. Los esenioshaban construido este lugar de retiro para aquellos de los suyos que queransometerse a la prueba de la soledad. Se encontraban all varios papiros de los

    profetas, aromas fortificantes, higos secos y un chorro de agua, nico alimentodel asceta en meditacin. Jess se retir all.

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    Al pronto volvi a ver en su espritu todo el pasado de la humanidad.

    Pes la gravedad de la hora presente. Roma venca; con ella, lo que los magospersas haban llamado el reino de Ahrimn y los profetas el reino de Satn, elsigno de la Bestia, la apoteosis del Mal. Las tinieblas invadan la Humanidad,esta Alma de la tierra. El pueblo de Israel haba recibido de Moiss la misinreal y sacerdotal de representar a la viril religin del Padre, del Espritu puro,de ensearla a las otras naciones y hacerla triunfar. Haban cumplido estamisin sus reyes y sacerdotes?. Los profetas, que slo haban tenidoconciencia de ello, respondan con unnime voz: No!. Israel agonizaba bajo la

    presin de Roma. Era preciso arriesgar, por centsima vez, una sublevacincomo la soaban an los fariseos, una restauracin de la majestad temporal de

    Israel por la fuerza?. Era preciso declararse hijo de David y exclamar conIsaas: Pisotear a los pueblos en mi clera, y les embriagar en miindignacin, y derribar a tierra su fuerza?. Se necesitaba ser un nuevoMacabeo y hacerse nombrar pontfice-rey?. Jess poda tentarlo. Haba visto alas multitudes prestas a sublevarse a la voz de Juan el Bautista, y la fuerza queen s mismo senta era ms grande an. Pero podra la violencia terminar conla violencia?. Podra dar fin la espada al reino de la espada?. No sera estoreclutar nuevas almas para los poderes de las tinieblas, que acechaban su presaen las sombras?.

    No sera mejor hacer accesible a todos la verdad, que era hastaentonces el privilegio de algunos santuarios y de raros iniciados, abrirle loscorazones en espera de que ella penetrase en las inteligencias por la revelacininterna y por la ciencia; es decir, predicar el reino de los cielos a los sencillos,substituir el reino de la Gracia al de la Ley, transformar la humanidad por elfondo y por la base, regenerando las almas?.

    Pero de quin sera la victoria?. De Satn o de Dios?. Del espritudel mal, que reina con los poderes formidables de la tierra, o del espritudivino, que reina en las invisibles legiones celestes y duer- me en el corazndel hombre como la chispa en el pedernal?. Cul sera la suerte del profeta

    que osase desgarrar el velo del templo para mostrar el vaco del santuario,desafiar a la vez a Herodes y a Csar?.

    Sin embargo, era preciso!. La voz interna no le deca ya como a Isaas:Toma un gran libro y escribe sobre l con una pluma humana. La voz delEterno le gritaba: Levntate y habla!. Se trataba de encontrar el verboviviente, la fe que transporta las montaas, la fuerza que derrumba lasfortalezas.

    Jess comenz a orar con fervor. Entonces, una inquietud, una

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    turbacin creciente se apoderaron de l. Tuvo el sentimiento de haber perdido

    la felicidad maravillosa de que haba participado y de hundirse en un abismotenebroso. Una nube negra le envolva. Aquella nube estaba llena de sombrasde todas clases. Entre ellas distingua los semblantes de sus hermanos, de susmaestros esenios, de su madre. Las sombras le decan, una tras otra: Insensato que quieres lo imposible!. No sabes lo que te espera!.Renuncia!. La invencible voz interna responda: Es preciso!. Luch asdurante una serie de das y noches, tan pronto en pie o de rodillas como

    prosternado. Y el abismo descenda, se haca ms y ms profundo y msespesa la nube que le rodeaba. Tena la sensacin de que se aproximaba a algoterrible e innombrable.

    Por fin, entr en ese estado de xtasis lcido que le era propio, en elcual la parte ms profunda de la conciencia se despierta, entra encomunicacin con el Espritu viviente de las cosas, y proyecta sobre la teladifana del sueo las imgenes del pasado y del porvenir. El mundo exteriordesaparece; los ojos se cierran. El Vidente contempla la Verdad bajo la luzque inunda su ser y hace de su inteligencia un foco incandescente.

    El trueno retumb; la montaa tembl hasta su base. Un torbellino deviento, venido del fondo de los espacios, llev al Vidente hasta la cspide deltemplo de Jerusaln. Techados y minaretes relucan en los aires como un

    bosque de oro y plata. Se oan himnos en el Santo de los Santos. Espirales deincienso suban de todos los altares y giraban en torbellino a los pies de Jess.El pueblo, con trajes de fiesta, llenaba los prticos; mujeres soberbiascantaban para l himnos de amor ardiente. Las trompetas sonaban y cien milvoces gritaban: Gloria al Mesas!. Gloria al rey de Israel!. T sers ese rey siquieres adorarme, dijo una voz desde abajo. Quin eres?, dijo Jess.

    De nuevo el viento le llev a travs de los espacios, a la cumbre de unamontaa. A sus pies, los reinos de la tierra se escalonaban en un resplandordorado. Soy el rey de los espritus y el prncipe de la tierra, dijo la voz delabismo . S quien eres, dijo Jess; tus formas son innumerables; tu nombre

    es Satn. Aparece bajo tu forma terrestre. La figura de un monarca coronadoapareci sobre una nube. Una aureola lvida cea su cabeza imperial. Lafigura sombra se destacaba sobre un nimbo sangriento, su cara estaba plida ysu mirada briliaba como el reflejo de un hacha. Dijo:

    Soy Csar. Inclnate nada ms y te dar todos esos reinos.Jess le dijo: Atrs, tentador!. Escrito est: No adorars ms que al Eterno, tu

    Dios. En seguida, la visin se desvaneci.

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    Encontrndose solo en la caverna de Engaddi, Jess dijo:

    Por qu signo vencer a los poderes de la tierra?. Por el signo del Hijo del Hombre, dijo una voz de lo alto.Mustrame ese signo, dijo Jess.Una constelacin brillante apareci en el horizonte, con cuatro estrellas

    en forma de cruz. El Galileo reconoci el signo de las antiguas iniciaciones,familiar en Egipto y conservado por los esenios. En la juventud del mundo, loshijos de Japhet lo haban adorado como signo del fuego celeste y terrestre, elsigno de la Vida con todos sus goces, del Amor con todas sus maravillas. Mstarde, los iniciados egipcios haban visto en l, smbolo del gran misterio, laTrinidad dominada por la Unidad, la imagen del sacrificio del Ser inefable que

    se despedaza a s mismo para manifestarse en los mundos. Smbolo a la vez dela vida, de la muerte y de la resurreccin, cubra hipogeos, tumbas, templosinnumerables. La cruz esplndida creca y se acercaba, como atrada por elcorazn del Vidente. Las cuatro estrellas vivas se iluminaban como soles de

    podero y de Gloria. He aqu el signo mgico de la Vida y de laInmortalidad, dijo la voz celeste. Los hombres lo han posedo en otro tiempo ylo han perdido. Quieres devolvrselo?. Quiero, dijo Jess. Entonces,mira!, he aqu tu destino.

    Bruscamente las cuatro estrellas se extinguieron y volvi la oscuridad.

    Un trueno subterrneo estremeci las montaas, y, desde el fondo del MarMuerto sali un monte sombro terminado por una cruz negra. Un hombreestaba clavado en ella y agonizaba. Un pueblo demoniaco cubra la montaa yaullaba con irona infernal: Si eres el Mesas, slvate a ti mismo!. ElVidente abri desmesuradamente los ojos, luego cay hacia atrs, cubierto desudor fro; pues aquel hombre crucificado, era l mismo... Habacomprendido. Para vencer, era preciso identificarse con aquel doble terrible,evocado por l mismo y colocado ante s como una siniestra interrogacin.Suspendido en su incertidumbre, como en el vaco de los espacios infinitos.Jess senta a la vez las torturas del crucificado, los insultos de los hombres y

    el silencio profundo del cielo. Puedes tomarla o dejarla, dijo la voz anglica.Ya la visin se esfumaba y la cruz fantasma comenzaba a palidecer con suejecutado, cuando de repente Jess volvi a ver a su lado a los enfermos del

    pozo de Silo, y tras ellos todo un pueblo de almas desesperadas quemurmuraban, con las manos juntas: Sin ti, estamos perdidas. Slvanos, tque sabes amar!. Entonces el Galileo se levant lentamente, y, abriendo susamorosos brazos, exclam: Sea conmigo la cruz, y que el mundo se salve!En seguida Jess sinti como si se desgarrasen todos sus miembros y lanz un

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    grito terrible... Al mismo tiempo, el monte negro desapareci, la cruz se

    sumergi; una luz suave, una felicidad divina inundaron al Vidente, y en lasalturas de lo azul, una voz triunfante atraves la inmensidad, diciendo: Satnya no reina!. La Muerte qued dominada!. Gloria al Hijo del Hombre!.Gloria al Hijo de Dios!.

    Cuando Jess despert de esta visin, nada haba cambiado a sualrededor; el sol naciente doraba las paredes de la gruta de Engaddi; un rocotibio como lgrimas de amor anglico mojaba sus pies doloridos, y brumasflotantes se elevaban del Mar Muerto. Pero l no era ya el mismo. Unacontecimiento definitivo se haba desarrollado en el abismo insondable de suconciencia. Haba resuelto el enigma de su vida, haba conquistado la paz, y

    una gran certidumbre se haba apoderado de l. Del desplazamiento de su serterrestre, que haba pisoteado y lanzado al abismo, una nueva conciencia habasurgido radiante: Saba que se haba convertido en el Mesas por un actoirrevocable de su voluntad.

    Poco despus, baj al pueblo de los esenios. Supo all que Juan elBautista haba sido aprehendido por Antipas y encarcelado en la fortaleza deMakerus. Lejos de asustarse por ese presagio, vio en l un signo de que lostiempos estaban maduros y que era preciso trabajar a su vez. Anunci, pues, alos esenios que iba a predicar por Galilea el Evangelio del reino de los

    cielos. Esto quera decir: poner los grandes Misterios al alcance de las gentessencillas, traducirles las doctrinas de los iniciados. Parecida audacia no sehaba visto desde los tiempos en que Sakhia Muni, el ltimo Buddha, movido

    por una inmensa piedad, haba predicado en las orillas del Ganges. La mismacompasin sublime por la humanidad animaba a Jess. A ella una una luzinterna, un poder de amor, una magnitud de fe y una energa de accin queslo a l pertenecen. Del fondo de la muerte que haba sondeado y gustado deantemano, traa a sus hermanos la esperanza y la vida.

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    IVLA VIDA PBLICA DE JESS - ENSEANZAPOPULAR Y ENSEANZA ESOTRICA - LOS

    MILAGROS - LOS APSTOLES - LAS MUJERES

    Hasta ahora he tratado de iluminar con su luz propia esa parte de la vidade Jess que los Evangelios han dejado en la sombra envuelto en el velo de la

    leyenda. He dicho por medio de qu iniciacin, por qu desarrollo de alma yde pensamiento, el gran Nazareno lleg a la conciencia mesinica. En una

    palabra, he tratado de reconstituir el gnesis interno del Cristo. Una vezconocido ese gnesis el resto de mi labor ser ms sencillo. La vida pblica deJess ha sido contada en los Evangelios. En esas narraciones hay divergencias,contradicciones, soldaduras. La leyenda, recubriendo o exagerando ciertosmisterios, reaparece ac y all; pero del conjunto se desprende tal unidad de

    pensamiento y de accin, un carcter tan poderoso y tan original, queinvenciblemente nos sentimos en presencia de la realidad, de la vida. No se

    pueden reformar esas inimitables narraciones, que, en su infantil sencillez o ensu belleza simblica, dicen ms que todas las amplificaciones. Pero lo queimporta hacer hoy, es poner en claro el papel de Jess por medio de lastradiciones y las verdades esotricas, es mostrar el sentido y el alcancetrascendental de su doble enseanza.

    De qu grande noticia era portador el esenio ya clebre, que volva delas orillas del Mar Muerto a su patria galilea, para predicar en ella elEvangelio del Reino?. Por qu medio iba a cambiar la faz del mundo?. El

    pensamiento de los profetas acaba de manifestarse en l. Fuerte en el donentero de su ser, vena a compartir con los hombres aquel reino del cielo que

    haba conquistado en sus meditaciones y sus luchas, en sus dolores infinitos ysu goces ilimitados. Vena a desgarrar el velo que la antigua religin deMoiss haba lanzado sobre el ms all. Vena a decir: Creed, amad, obrad, yque la esperanza sea el alma de vuestras acciones. Hay ms all de esta tierraun mundo de las almas, una vida ms perfecta. Lo s, de ella vengo y a ella osconducir. Pero no basta aspirar. Para llegar es preciso comenzar por realizarlaaqu abajo, en vosotros mismos por el pronto, despus en la humanidad: Porqu medio?. Por el Amor, por la Caridad activa.

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    Se vio, pues, llegar a Galilea al joven profeta. No deca que era el Mesas, pero

    discuta sobre la ley y los profetas en las sinagogas. Predicaba a orillas dellago de Genezareth, en las barcas de los pescadores, al lado de las fuentes, enlos oasis verdes que abundaban entonces entre Capharnaum, Betsaida yKorazim. Curaba a los enfermos por la imposicin de las manos, por unamirada, por una orden, con frecuencia por su sola presencia. Le seguanmultitudes; numerosos discpulos le rodeaban. l los reclutaba entre la gentedel pueblo, los pescadores, los peajeros. Porque quera naturalezas rectas yvrgenes, ardientes y creyentes, y de ellas se apoderaba de irresistible modo.En su eleccin era conducido por ese don de segunda vista, que, en todos lostiempos, ha sido propio de los hombres de accin, pero sobre todo de los

    iniciadores religiosos. Una mirada le bastaba para sondear un alma. Nonecesitaba otra prueba y cuando deca: Sgueme! le seguan. Con un ademnllamaba as a los tmidos, a los vacilantes, y les deca: Venid a m, vosotrosque estis cargados, os aliviar. Mi yugo es ligero y mi carga liviana. (Mateo,

    XI, 28). Adivinaba los ms secretos pensamientos de los hombres que,turbados, confundidos, reconocan al maestro. A veces, en la incredulidadsaludaba a los sinceros. Habiendo dicho Nathaniel: Qu puede venir de

    bueno de Nazareth?, Jess replic: He aqu un verdadero israelita en el queno hay artificio. (Juan, I, 46). De sus adeptos no exiga ni juramento, ni

    profesin de fe, sino nicamente que le quisieran, que creyesen en l. Puso enprctica la comunidad de bienes, no como una regla absoluta, sino como unprincipio de fraternidad entre los suyos.

    Jess comenzaba as a realizar en su pequeo grupo el reino del cieloque quera fundar sobre la tierra. El sermn de la montaa nos ofrece unaimagen de ese reino ya formado en germen, con un resumen de la enseanza

    popular de Jess. En la cima de la colina est sentado el maestro; los futurosiniciados se agrupan a sus pies; ms abajo, el pueblo agolpado acogevidamente las palabras que caen de su boca. Qu anuncia el nuevo doctor?.El ayuno?. La maceracin?. Las penitencias pblicas?. No; he aqu lo que

    dice: Dichosos los pobres de espritu, porque el reino de los cielos lespertenece; felices los que lloran, porque ellos sern consolados. Desarrolla enseguida, en un orden ascendente, las cuatro virtudes dolorosas; el podermaravilloso de la humildad, de la tristeza por la desgracia ajena, de la bondadntima del corazn, del hambre y sed de justicia. Luego vienen, radiantes, lasvirtudes activas y triunfantes: la misericordia, la pureza del corazn, la bondadmilitante; en fin, el martirio por la justicia. Dichosos los de corazn puro;

    porque ellos vern a Dios!. Como el sonido de una campana de oro, este

  • 8/2/2019 Jess y los Esenios -Edouard Schure-

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    Edouard Schure Los Grandes Iniciados V Jess Jess y los Esenios

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    verbo entreabre a los ojos de los auditorios el cielo que brilla estrellado sobre

    la palabra del maestro. Ven en l las humildes virtudes, no ya como mujerespobres esquelticas, con vestidos grises de penitentes, sino transformadas enbeatitudes, en vrgenes de luz, esfumando con su resplandor el brillo de lasflores de lis y el poder de Salomn. En el aura de su gloria, ellas difunden enlos corazones sedientos los perfumes del reino celeste.

    Lo maravilloso es que ese reino no florece en las lejanas del cielo, sinoen lo interno de los asistentes. Cambian entre s miradas de asombro; (el