knaak richard a - reino dragones 03 - el or

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  • 8/2/2019 Knaak Richard a - Reino Dragones 03 - El or

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    Con todo mi agradecimiento aGail H. por su ardua tarea de lectura

    que fue mas all de la llamada del deber..incluso afirma que le gustan mis historias!

    No se permite la reproduccin total o parcial de este libro, ni el registro en un sistema informtico, ni la transmisin bajocualquier forma o a travs de cualquier medio, ya sea electrnico, mecnico, por fotocopia, por grabacin o por otros mtodos,sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

    Diseo de cubierta: Singular

    Ttulo original: Wolfheim (Book 3 ofThe Dragonrealm)Traduccin: Gemma Gallare 1990 by Richard A. KnaakThis edition is pblished by arrangement with Warner Books, Inc., New York.Editorial Timun Mas, S.A., 1992Para la presente versin y edicin en lengua castellana.ISBN: 84-413-0275-8 (Obra completa)

    84-413-0532-3 (volumen 31)Depsito legal: B. 38396-1996

    Impreso en:Litografa Roses, S.A. (12-2-1997) Gav (Barcelona)

    Encuadernado en:Primer. Industria Grfica, S. A. Sant Vicen^ deis Horts (Barcelona)

    Printed in Spain

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    I

    R'Dane tropez con una raz desnuda del enorme roble, dio un traspis y cay decara contra el suelo. No es que fuera torpe; simplemente le era imposibleconcentrarse en el sendero con los Corredores pisndole los talones.Poda orlos. Lo que oa no era el ruido de sus enormes zarpas al golpear el suelocon cada zancada ni el restallido de sus mandbulas de carniceros sino sus gruidosde expectacin, su ansia. Los Corredores siempre estaban hambrientos aunque slofuera de sangre y violencia. Despus de todo, no eran ellos los autnticos hijos delDevastador? Mientras se pona en pie, R'Dane volvi a suplicar en silencio a suseor, al verdadero. No era culpa suya que la ltima incursin al Pas de los Sueoshubiera terminado en un completo fracaso... desde luego la culpa no era toda suya.Era l, s, quien condujo el cuerpo expedicionario, pero el plan haba sido aprobadopor sus superiores. Venga ya, idiota! mascull. No haba tiempo para dedicarsea pensar en errores pasados. Lo que tena que hacer ahora era correr y seguircorriendo con la esperanza de que a lo mejor, slo a lo mejor, sus enemigos deantao se convirtieran en su salvacin.

    No tena ni idea de por qu esperaba alguna ayuda de los seores de SirvakDragoth, pero lo desesperado de su situacin converta esa hipottica ayuda en lanica posibilidad. Nadie, aparte de los habitantes del Pas de los Sueos podravenir a rescatarlo. Ya no exista nada en aquel continente a excepcin del Pas delos Sueos y del imperio al que haba servido en una ocasin, imperio que ahora leexiga pagar el precio de su fracaso despojado de su rango, reducido a la R' de lossoldados rasos, y abandonado como presa de los Corredores en una carrera que,hasta donde saba, nadie les haba ganado jams.

    Empez a correr otra vez mientras pensaba en todo aquello. Lo ms enojoso eraque ni siquiera saba si estaba cerca de la Puerta. Se limitaba a correr en ladireccin en la que crea se encontraba el Pas de los Sueos, con la esperanza deque alguien lo viera, de que alguien se diera cuenta de su situacin.

    Los Corredores estaban ms cerca. Le pareci sentir ya en el cogote su alientoftido y abrasador.

    El Gran Maestre de la Manada y un puado de sus ayudantes contemplaban desdesus asientos cmo la solitaria figura recorra tambaleante la regin boscosa queseparaba el lmite oriental del imperio aramita de las afueras del Pas de los Sueos.De vez en cuando, algo pareca interesar al Gran Maestre quien inclinaba haciaadelante la enorme figura acorazada en actitud expectante. Todos sus lu-gartenientes, excepto uno, lo imitaban entonces, esperando poder ver tambin elloslo que tanto interesaba a su emperador. Slo uno de estos ayudantes el quepermaneca en pie no pareca demasiado interesado en lo que mostraba el cristal

    del guardin.La habitacin estaba a oscuras para poder ver mejor la escena del cristal, y lastinieblas daban a los ocupantes de la sala el aspecto de temibles espectros, ya quetodos llevaban armaduras negras como la noche y se fundan con las sombras.Fsicamente, el Gran Maestre de la Manada no se diferenciaba del resto salvo por suincreble tamao y una capa de piel de lobo larga y envolvente; aparte de eso nollevaba ningn otro smbolo de su rango. La armadura era sencilla, flexible, muy bienhecha, y le cubra cada centmetro del cuerpo. Nadie lo haba visto sin ella desdehaca aos, y, si se hubiera preguntado a alguno de ellos, era dudoso que pudieran

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    recordar su rostro.Se inclin otra vez hacia adelante, sin que ninguno de los presentes pudiera decir

    con exactitud qu pensaba el Gran Maestre de la Manada, ya que l, igual que losdems, llevaba puesto el enmascarador yelmo de lobo, smbolo de la devocin delos aramitas por su dios, el Devastador. La maliciosa cabeza de lobo del yelmo no

    era ms que una representacin de lo que se supona era el aspecto de su deidad;slo el Gran Maestre y quizs otra persona ms conocan su autntico rostro. Lamayora no senta el menor deseo de conocerle; se daba por satisfecha con servirley no quera complicarse ms la vida. No era extrao. Haba muy pocos, si es quehaba alguno, con el coraje y mucho menos el poder, para desafiar al sombrodictador. En cuanto al aspecto fsico nicamente los brazos de su jefe, el doble degruesos que los de cualquiera, revelaban la fuerza que poda partir en dos a unhombre... llevara o no armadura.

    Una figura cubierta tambin, por un yelmo se sentaba un poco ms lejos del resto,las manos sobre el cristal para guiar la escena. No llevaba ningn distintivo que lodiferenciase de los otros, pero ninguno de los que estaban en la habitacin lo habratomado por lo que no era. Los guardianes eran as. No podan ser otra cosa.

    A qu distancia est de los supuestos lmites del Pas de los Sueos, GuardinD'Rak? refunfu uno de los Jefes de la Manada.Aparte del Gran Maestre de la Manada, el Gran Guardin D'Rak era el nico en el

    recinto que poda, si era necesario, dejar de lado la tradicin durante los consejos.Mientras a los otros se les exiga que llevaran el yelmo ceremonial en talesreuniones, a l se le permita llevar el otro yelmo menos cerrado, en el que lacabeza de lobo era ms una cresta que parte de la mscara, con una tira de pielque le caa por la espalda. se era el yelmo preferido fuera de los consejos porqueresultaba mucho ms fresco. En esta ocasin, D'Rak, un aramita algo grueso conbigote y las cejas tan unidas que formaban una sola lnea sobre la frente, habaescogido el yelmo abierto para poder concentrarse mejor en la manipulacin delcristal.

    Tal vez ya est dentro de los lmites; es imposible saberlo tratndose del Pas delos Sueos.D'Rak no pudo disimular la irritacin de su voz. El Gran Maestre no habra hecho

    tal pregunta; tampoco el ayudante que tena junto a l. De todos los presentes, sloellos comprendan la dificultad de localizar los lmites de un lugar que exista tanto enla mente como en la geografa. se fue el problema de R'Dane; haba actuado comosi sus enemigos estuvieran situados con la misma precisin que, por ejemplo,estuvieron los menliates. Los menliates estaban obsesionados con la precisin y nose haban curado hasta ser conquistados. Por otra parte, los seores de SirvakDragoth controlaban una regin cuya forma era tan inaprensible como la bruma.

    Veamos a los Corredores. Una mano capaz de contener las dosde D'Rak secerr con fuerza, la nica otra indicacin del creciente inters del Gran Maestre de la

    Manada por la cacera. La voz, por otra parte...Ms de un miembro del consejo se revolvi inquieto al escucharla. Hasta elguardin se estremeci. Haba algo en el Gran Maestre de la Manada quetrastornaba incluso a los jefes y comandantes ms temibles. Pareca resonar, comosi en realidad estuviera sentado en otra parte. Una vez ms, el nico que no sintital inquietud fue el ayudante situado cerca del Gran Maestre. De ese ayudante sedecan tambin otras muchas cosas.

    D'Rak asinti, murmur algo y agit la mano sobre el cristal. Los guardianesestaban en sintona con sus respectivos talismanes y, por ser de los guardianes ms

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    antiguos, D'Rak controlaba el Ojo del Lobo, uno de los artilugios con mayor poder delos piratas. El Ojo del Lobo posea muchas habilidades; el uso que se le daba enaquel momento concerna a una de las de menor importancia.

    La imagen se alter. Al principio, la escena pareci apenas una mancha oscura, eincluso el guardin tard unos instantes en comprender que aquella mancha eran en

    realidad los Corredores. Concentrar la energa en el cristal no consigui detallar conms precisin a las criaturas. Siempre suceda lo mismo con los Corredores.Una cosa de aspecto ms bien lobuno vacil un momento junto a las races de un

    rbol, al parecer tras la pista de su presa. Era ms oscura que la armadura de susamos, ms oscura que la noche misma. Fauces estrechas de una longitud increblese abrieron de par en par, mostrando dientes como cuchillos afilados que relucan enviolento contraste con la figura del monstruo. Una lengua, ms parecida a la de lasserpientes, colgaba a un lado. La cosa levant una ancha zarpa y ara el rbol conlas curvadas garras tan largas como los dedos de un hombre. Las garras rasgaronlas races con facilidad. El Corredor no daba la impresin de ser una criatura veloz, atenor de su complexin, sin embargo haba muy pocos seres a quienes no pudieraatrapar.

    Se le uni otro, y luego tres ms fueron a compartir el descubrimiento. No habaforma de saber dnde terminaba una criatura y empezaba la siguiente; parecan fun-dirse entre ellas. Lo nico evidente era que los Corredores posean buen olfato yenormes fauces. Haba momentos en los que no pareca haber otra cosa quedientes y garras.

    El que haba descubierto el nuevo rastro dejado por su presa sali disparado en lamisma direccin que R'Dane haba tomado haca slo uno o dos minutos. Se le uniun segundo y luego los otros. Unas cuantas de las criaturas empezaron a aullar oladrar para avisar a sus congneres.

    Devuelve la imagen al perseguido.S, Gran Maestre.D'Rak manipul el poder contenido en el Ojo y volvi la escena de nuevo hacia el

    hombre que hua. El rostro de R'Dane que D'Rak pens con amargura tena unabelleza tosca, excesiva para su propio bien era la viva imagen del terror. Sabaque los Corredores no estaban muy lejos y que no haba ningn lugar donderefugiarse.

    Cunto tiempo ha estado ah afuera? pregunt el Gran Maestre de la Manadacasi con indiferencia.

    Ms de un da, mi seor repuso uno de los comandantes.La enorme figura se agit en su asiento, al parecer meditando. No obstante,

    apenas si haban transcurrido unos segundos cuando se ech hacia atrs paradirigirse al ayudante situado a su espalda y dijo:

    Termina el juego ahora.Seor.El ayudante adelant la mscara de cabeza de lobo para clavar los ojos en el

    cristal. D'Rak contuvo la irritacin. Igual que todos los guardianes, le molestaba queintrusos, y ese intruso en particular, jugaran con los talismanes a los cuales estabanligados los guardianes. El talismn de un guardin era su existencia. De todosmodos, el Gran Maestre haba decidido honrar a ste con la cacera y no haba nadaque el gran guardin pudiera hacer.

    Un frenes de aullidos creci entre los Corredores al verse azuzados por algo. Elayudante del Gran Maestre sigui con la mirada fija en el cristal, y, a medida que

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    transcurran los segundos, los aullidos alcanzaron tal potencia que algunos de losjefes pirata se vieron obligados a llevarse las manos a los odos.

    Es suficiente.La figura acorazada retrocedi, inclinndose ante el Gran Maestre mientras lo

    haca.Al volverse para mirar a su espalda a pesar de saber que no deba hacerlo,

    R'Dane tropez en el desigual terreno y cay rodando por una pequea ladera. Nose detuvo hasta que su cuerpo choc contra un rbol. La colisin lo dej sin aliento,y descubri que no poda levantarse.

    Ya me tienen! Maldito sea el Devastador! Qu clase de dios...?Unas manos suaves pero sorprendentemente fuertes lo agarraron. En un principio

    pens que los Corredores lo haban alcanzado al fin, pero aquellas criaturas lohabran hecho ya pedazos. Tena la mirada turbia y los prpados empezaban apesarle demasiado para poder mantenerlos abiertos. Lo ltimo que vio antes de quetodo se volviera negro fue dos figuras borrosas que parecan carecer de rostro.

    Luego, nada.Curiosamente, los piratas-lobo reunidos en la habitacin no vieron la escena. Lo

    que vieron fue a un desventurado camarada que haba fallado a su seor; vieroncmo los Corredores se precipitaban sobre aquel fracasado y, muy regocijados, lorodeaban. Luego, uno a uno, saltaron sobre R'Dane, mostrando los dientes,mordindolo, desgarrndolo con las zarpas delanteras, pero retirndose siempreaunque el crculo se cerraba cada vez ms.

    Por fin el Corredor jefe se separ del crculo, gruendo mientras miraba al hombrecon lo que slo poda describirse como mezcla de expectacin y desprecio. Lorode una vez y luego retrocedi unos pasos antes de detenerse.

    La acobardada figura situada en el centro podra haber disfrutado de unosinstantes ms si hubiera permanecido inmvil, pero no fue se el caso. R'Dane seapart un paso del Corredor jefe, un signo de debilidad para las criaturas.

    El Corredor jefe dio tres pasos, salt sobre el antiguo pirata-lobo y las demscriaturas lo imitaron entre salvajes aullidos.

    Cuando no qued nada, ni siquiera un jirn de ropa ensangrentada, el GranMaestre se levant, indiferente ante la horrible ejecucin que l mismo habaordenado y luego presenciado.

    D'Rak, llama a los Corredores. El resto de vosotros... recordad esto.El Gran Maestre de la Manada abandon la sala sin ceremonia, seguido de

    inmediato por su ayudante. D'Rak los vio salir uno a uno tras l. Habra podidocontrolar a los Corredores todo el tiempo, pero su seor quiso que lo hiciera el otropirata para demostrar que este ltimo volva a gozar de su gracia.

    No era ninguna sorpresa. D'Shay haba sido siempre su favorito.El guardin estableci contacto con los Corredores, quienes se mostraban reaciosa regresar. Lo ms probable era que estuvieran sedientos de sangre. Un conejo noera suficiente para una manada tan grande. Quiz se podra encontrar la forma deque fueran dos o incluso tres. Poda resultar divertido.

    Los Corredores daban vueltas sin rumbo fijo, perdida la presa de improviso.Cuando les lleg la llamada del guardin vacilaron, mostrando los dientes yenfurecidos tanto por el hecho de verse estafados como por la idea de que algo

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    II

    Ests seguro de que este puerto seguro tuyo, lo es en realidad? Deseen, capitndel buque corsario irilliano Korbus, sonri, mostrando sus afilados dientes de dragn.La mayora de los capitanes de navio de Iri-Ilian eran o bien miembros de los clanesdraconianos dirigentes o bien humanos que haban servido lealmente a las ordene?de otros capitanes draconianos. Al contrario que la mayora de los de su raza,Beseen era un dragn bajo, ms bien obeso. Aunque su aspecto era el de un gue-rrero humanoide azulado, cubierto de armadura cuyo rostro quedaba oculto casicompletamente por el yelmo, se encontraba mucho ms a gusto al mando de unanave que disputando batallas. Curioso, si se tena en cuenta que el Korbusera unode los buques corsario con ms xito.

    Claro que s, Lord Grifo, claro que s. Mi tripulacin y yo lo hemos utilizado msde una docena de veces. Los piratas-lobo aramitas, que se enorgullecen de susempresas martimas, decidieron que el lugar no les serva; estaba demasiado al surde la parte principal de su imperio y careca de pueblos sin conquistar que pudieransaquear. Una vez ms, sus necesidades difieren de las nuestras.

    El Grifo no le pidi que se explicase. Con demasiada frecuencia, las necesidadesde los dragones consistan en cosas de las que prefera no or hablar ni intentarsiquiera imaginar. Ya era bastante difcil comprender por qu podan desearconvertirse en navegantes. En general, aquella raza pareca tener una obsesininconsciente por parecerse cada vez ms a los humanos que a veces despreciabantanto. Por qu arriesgar la vida como corsarios cuando podan volver a su formaoriginal y caer sobre su presa bajo el aspecto de dragones?

    Beseen, ms comunicativo que la mayora de los de su especie, le haba expuestovarias razones mientras viajaban. Lo ms probable era, le haba dicho, que undragn que atacara un buque extranjero tuviera que actuar con tanto cuidado quesus poderes le resultaran casi intiles. No se consegua nada de un montn demaderos rotos flotando a la deriva; adems era muy agotador para la mayora de losdragones de su clan mantenerse en el aire durante mucho tiempo; y dnde podraaterrizar una criatura tan enorme en medio del ocano? Los dragones se ahogaranmientras intentaban regresar a la forma huma-noide. Por alguna razn peculiar, losdragones no flotaban demasiado bien. A pesar de que los clanes del Dragn Azuleran hombres de mar, seguan siendo criaturas terrestres igual que sus primos.

    Haba tambin otras razones, y el capitn profundiz en ellas con bastante detalle,pero al Grifo la explicacin le pareci sospechosa. Haba estudiado a los dragonesque estaban a bordo del Korbusdurante todo el viaje, y el tono de voz de Beseen,

    ms que sus palabras, acab por convencer al pjaro-len de que en realidad losdragones haban llegado a preferir la forma humanoide. Por su forma de actuar ygracias a algunas preguntas bien formuladas, el Grifo lleg a la conclusin de quealgunos miembros de la tripulacin no recordaban siquiera la ltima vez que habanregresado a su forma original. Y lo que era ms importante, las cras de dragn, enespecial despus de haber estado en contacto con humanos, aprendan atransformarse a edad ms temprana y con ms xito. Presenta que llegara un da,no muy lejano, en el que todos los dragones podran pasar por humanos, inclusomejor que algunos humanos autnticos.

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    Pens en sugerrselo a Beseen, pero cambi de opinin rpidamente. Latripulacin lo observaba con suspicacia ya, y decir a un dragn que en realidaddeseaba ser ms humano era una invitacin al desastre: el Grifo saba las pocasposibilidades que tena de sobrevivir con tantos miembros de aquella raza a bordo.

    Las ltimas semanas pasadas en el barco haban sido agotadoras. El Grifo dej a

    un lado sus teoras para un momento ms apropiado y se sujet con fuerza a labarandilla con ambas garras cuando una fina lluvia de agua salobre le salpic elrostro. Tanto sus plumas como su pelaje estaban hmedos, y no poda quejarse dela tripulacin si a veces decidan ponerse a un lado determinado del Grifo cuandosoplaba el viento. El olor ofenda incluso los sentidos del pjaro-len, y ste habavivido con ese olor a cuestas toda su vida.

    Toda su vida. Ese era otro problema, posiblemente el de mayor importancia.Alrededor de cien aos atrs, el Grifo fue arrojado por el mar a las costas de laregin del Reino de los Dragones que perteneca a Penacles, la Ciudad delConocimiento. Una criatura humana en cuanto a la forma, pero con el rostro de avede presa, la melena parecida a la de un len, y las manos en forma de zarpas que aveces estaban cubiertas de pelo y otras de plumas. Era realmente una versin

    humana de la bestia, con alas rudimentarias a quien slo le faltaba la cola.No obstante tena poder y tambin habilidades para la lucha que provenan de unpasado olvidado. Con su magia y aptitudes para el mando form un ejrcito de mer-cenarios y, a pesar de su apariencia y de su decisin de evitar, tanto como le fueraposible, trabajar para los reptilianos Reyes Dragn, sus hombres y l habanprosperado. Durante todo ese tiempo y el turbulento perodo que sigui a aquellosdas como mercenario, siempre que pudo evit el mar. Le produca escalofros apesar de que pocas cosas conseguan estremecerlo. Saba que su pasado estaba alotro lado de los Mares Orientales, pero hasta pocas recientes no haba descubiertocon tanta lucidez retazos de su pasado tales como el valor necesario para atravesarla enorme masa de agua que separaba el Reino de los Dragones de las tierras quelo haban visto nacer.

    Ese valor no hizo ms fcil la travesa. Despus de tanto tiempo todava recordabacmo haba sido zarandeado por las olas antes de ser arrastrado finalmente a tierrafirme, ms muerto que vivo.

    El buque corsario vir para penetrar en el escondido fondeadero, cosa que obligal Grifo a dirigirse a otra parte del navio. En apariencia andaba igual que un humano,elfo o dragn. Las botas parecan un poco ms anchas pero, aparte de ese detalle,se mova como un experto cazador. Las ropas amplias que vesta cumplan no slola evidente misin de ocultar las diminutas protuberancias que eran sus alas y dedisimular que sus piernas se doblaran en sentido contrario a las rodillas igual que losfelinos y las aves. Las anchas botas ocultaban que sus pies se parecan ms a unamezcla entre las zarpas de un len y las garras de un guila que a los de unhumano. Despus de todos aquellos aos como gobernante de Penacles, su

    aspecto no le importaba ms que a l, pero le importaba. Sus subditos lo habanaceptado como si fuera uno de ellos, y l intentaba devolver el favor vistiendo deaquella manera. Una idea ridicula, sin duda, pero no ms que muchas que habavisto.

    Cerr los ojos al recordar Penacles. Qu pensaran de l?, se pregunt. Losabandon justo cuando el continente entero se encontraba atrapado en medio deuna poca de cambios. El Emperador Dragn estaba muerto, eliminado por uno delos de su propia raza que a su vez tambin fue muerto. Los territoriosseptentrionales, arrasados por ese mismo Rey Dragn antes de morir, no haban ter-

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    minado an de recuperarse; un total de seis de los seores dragones gobernantesestaban muertos y slo uno tuvo un sucesor preparado para ocupar su sitio. A pesarde su repentino auge de influencia, los reinos humanos situados dentro de estasregiones tampoco se encontraban en mejores condiciones: Mito Pica segua enruinas, sus habitantes masacrados o desperdigados por el supuesto dragn

    usurpador, el Duque Toma, que segua en libertad.El rey de Talak, el joven Melicard, era un fantico lisiado que haba perdido partedel rostro y un brazo durante un intento de secuestro de las cras de dragn, losvstagos del difunto Emperador Dragn. Las cras estuvieron al cuidado y bajo latutela de Cabe y Gwen Bedlam, dos de los magos vivos ms poderosos, ntimosamigos del Grifo, que disfrutaban asimismo de la proteccin del Dragn Verde, elnico Rey Dragn aliado con los humanos en trminos amistosos.

    Beseen gritaba ya sus rdenes a la tripulacin, mezcla de humanos, dragones, yotros seres de variopinta catadura. El Korbus entr despacio, casi indeciso, en eldiminuto puerto. Al capitn le gustaba ese puerto porque era necesario seguir unaruta recta o arriesgarse a encallar en uno de los numerosos escollos subterrneos.Beseen afirmaba que sus buceadores haban descubierto restos de innumerables

    barcos que tuvieron la desgracia de intentar ese truco.El Duque Morgis en cubierta! grit alguien.El Grifo se volvi. Despus de que los piratas-lobo, especficamente el aristocrtico

    D'Shay, intentaran asesinar al Dragn Azul seor de Irillian y al Grifo, el ReyDragn ampli su tregua temporal con el seor ahora antiguo seor dePenacles. El Dragn Azul posea naves que de vez en cuando hostigaban a losaramitas, y logr que el Korbus admitiera al Grifo, decidido a descubrir la verdadsobre s mismo despus de que su ltimo en-frentamiento con D'Shay le hubierarevelado cosas que no haba conseguido recordar antes.

    D'Shay muri en aquel enfrentamiento. Al parecer se haba inmolado porautosugestin aunque al pjaro-len todava le costaba creerlo, a pesar de haberlovisto con sus propios ojos. Sin embargo todas las noches le pareca ver el rostro del

    pirata-lobo D'Shay que se mofaba de l. Incluso muerto el aramita era un vnculoimportante con su pasado.El Duque Morgis apareci ante su vista. El Dragn Azul no confiaba en su aliado

    ms que hasta cierto punto, y haba enviado a uno de sus recin nombrados duquespara que actuara como acompaante y consejero del pajaroleen. Igual que suspredecesores, Morgis era una cra del mismo Dragn Azul si bien careca de lasmarcas que le habran permitido suceder a su progenitor en caso de necesidad. LosReyes Dragn eran muy estrictos con respecto a las marcas reales. Eso era lo queestuvo a punto de matar al Rey Dragn y lo que haba provocado la muerte de dosde sus hijos, uno a manos del otro. El sobreviviente muri despus de un zarpazopropinado por el Dragn Azul. Un zarpazo que le desgarr la garganta.

    Morgis era un autntico seor dragn, pese a la ausencia de marcas reales. Tena

    casi treinta centmetros de alto ms que el Grifo cuya estatura ya superaba lamedia y era verde con un ligero matiz del azul mar comn entre los miembros desus clanes. La mayora de los dragones sin marcas tendan a tener las escamasverdes a menos que sus clanes decidieran hacer algo al respecto cuando la cra eraan muy joven. Algunos criaban a sus clanes con los colores o smbolos que losrepresentaban. Los clanes del Dragn Rojo del nuevo Dragn Rojo, puesto que elanterior haba perecido tiempo atrs a manos del demente padre de Cabe, Azraneran todos de color rojo sangre.El efecto de yelmo y de armadura era exactamente eso: un efecto. La armadura era

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    en realidad la piel escamosa del dragn, moldeada mediante magia naturaldraconiana para adoptar la forma de la armadura de un caballero, la mayor similitudque podan lograr casi todos los dragones macho con la forma humana aunque ibanperfeccionndose en cada nueva generacin. Morgis, como la mayora de los

    dragones ms jvenes, prefera hasta tal punto la tanto ms prctica formahumanoide a aquella con la que haba nacido que, tambin l, se negaba aabandonarla a menos que se tratara de un caso de vida o muerte. E incluso en esecaso habra vacilado.

    Lord Grifo chirri el dragn.El Grifo hubo de reconocer que parte de la aversin que senta por el duque se

    deba a que, aparte del color, Morgis se pareca demasiado a Toma. Igual queToma, el compaero del pjaro-len era una regresin de la especie; posea la largalengua bfida y los afilados dientes que de ningn modo podan aceptarse comohumanos. La cresta en forma de cabeza de dragn era tambin muy recargadaaunque se trataba ms de un smbolo del poder del dragn que de otra cosa. ElGrifo haba visto dragones en proceso de transformacin; si lo hiciera Morgis, la

    cabeza de dragn se fusionara con la suya propia para acabar transformndose ensu autntico rostro. Sospechaba que Morgis deba de ser un dragn de gran tamao.Duque Morgis.Habis tomado una decisin sobre la direccin en que queris ir una vez que

    hayamos atracado?Era sa la decisin que haba preocupado al antiguo seor de Penacles durante el

    viaje. Deba intentar entrar furtivamente en Canisargos, la extensa capital del impe-rio aramita, o deba buscar el Pas de los Sueos y a Sir-vak Dragoth, los doslugares que D'Shay mencionara y que ahora no cesaban de atormentar recuerdosencerrados todava bajo llave en lo ms recndito de su memoria?

    Al este, luego al nordeste.Queris encontrar, pues, ese mtico Pas de los Sueos. Fue una afirmacin,

    no una pregunta y una evidencia de que el dragn conoca el propsito del Grifoantes que ste mismo.S... y no creo que sea un mito.Morgis se volvi hacia Deseen quien, convencido de que sus hombres tenan

    controlada la situacin, se acercaba para ocuparse de sus dos pasajeros.Qu dices, capitn? Sabes dnde est el Pas de los Sueos?Debe de exissstir musit Beseen meditabundo. Se concentr con ms fuerza.

    Los dragones, perfeccionistas a veces, estaban decididos a dominar las lenguas vul-gares, pero era difcil a veces para un rostro reptiliano, en especial cuando seemocionaban. Eran corrientes los lapsos.

    Tiene que existir sigui el capitn, o de lo contrario los piratas-lobo noemplearan tanto tiempo y hombres en intentar conquistarlo.

    Has hablado como un realista. Reconozco que hay algo de acertado en lo quedices sonri el Duque Morgis. Verlo sonrer no era un espectculo precisamenteagradable.

    El Grifo lade la cabeza para contemplar mejor la orilla. Poda, si de verdad lodeseaba, adoptar de forma temporal la figura humana con ojos humanos, pero suvista, parecida pero muy superior a la de un ave, era ms que satisfactoria. Seramejor dejar las metamorfosis para cuando las necesitara. El hechizo significaba unesfuerzo agotador si se mantena mucho tiempo, y sospechaba que tendra queverse obligado a recurrir a l antes de que hubiera finalizado su misin..., si es que la

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    consegua finalizar.Deba tener en cuenta la posibilidad nada remota por cierto de que muriera

    antes de encontrar siquiera rastros del misterioso Pas de los Sueos, de SirvakDragoth... y de una puerta, le vino de improviso a la mente. Una puerta que era vital.En su recuerdo se haba abierto otro compartimento largo tiempo cerrado a cal y

    canto. Agradeca que acudieran a l tales recuerdos, pero a la vez lo atormentabanporque en la mayora de los casos, no poda conectarlos con ninguna otra vivencia.Algn da lo recordar todo, se jur.Beseen volva a hablar:... orilla, el bote regresar. No podemos arriesgarnos a permanecer aqu

    demasiado tiempo. Siempre existe la posibilidad de que un pirata aventurero vengapor estos sitios, pensando quiz que sus predecesores han pasado por alto algunacosa. Adems tenemos un cupo que cumplir. Encontraris un poblado amigo a unosquince kilmetros al este. All os vendern caballos a los dos.

    Las ltimas palabras hicieron que el Grifo le prestara atencin. Se volvi hacia elduque, clavando la mirada en los relucientes ojos ocultos tras el falso yelmo.

    Nosotros dos?Morgis sonrea levemente, y se neg a devolver al Grifo la misma mirada airada.Las rdenes de mi seor fueron que os acompaara. Le pareci inoportuno

    decroslo entonces.Porque me habra negado en trminos muy grficos.Lo dijo, s. El tono de voz del dragn sonaba divertido.Todava me niego! El pelaje de la espalda del Grifo se eriz. Morgis se

    encogi de hombros con indiferencia.En ese caso el capitn Beseen har virar el Korbusy regresaremos al punto de

    partida tan pronto como hayamos recogido provisiones.Por lo que el Grifo pudo ver del rostro del capitn, al rechoncho dragn no le

    haban consultado esta segunda posibilidad. De todos modos, tampoco poda

    protestar.No haba eleccin. El atisbo de recuerdos encerrados todava en las profundidadesde su mente acosaba al pajaroleen da y noche. Regresar ahora al Reino de losDragones lo sumira en la locura. En aquellos instantes, la tierra que tena delante lollamaba con un canto de sirena tan irresistible que se senta medio inclinado a nadarel trecho que lo separaba de ella, a pesar de su profunda aversin al mar.

    Muy bien, pero slo vos. Se vio a s mismo cabalgando con un grupo armadode guerreros dragn e intentando pasar inadvertido. Aunque fuera disfrazado, ungrupo as llamara la atencin.

    Desde luego, no soy ningn cro, Lord Grifo. Ya lo veremos, pens el exgobernante no sin irona. El, al menos, poda cubrirse con una capa o adoptar laforma humana cuando era necesario, pero cmo conseguira ocultar a un dragnalto y enorme que tena todo el aspecto de un caballero armado de pies a cabeza?El duque se anticip a sus pensamientos.

    Mi padre me dio esto para facilitar la expedicin dijo. Un miembro de latripulacin, un humano, trajo dos capas. El Grifo se vio obligado a admirar aquelmontaje. Morgis, o quiz el mismo Dragn Azul, lo haba organizado todo de modoque su aliado no pudiera encontrar un argumento vlido..., si es que lo haba.

    Son capas mgicas. Se tard un poco en hacerlas, tengo entendido, pero nosdarn la seguridad que necesitamos.

    Las capas les proporcionaran la apariencia de cualquier cosa que grabaran

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    mentalmente en ellas. De aspecto sencillo, eran producto de una magia muysofisticada y difcil de ejecutar.

    Durante un instante, el Grifo medit las nuevas posibilidades que brindabanaquellas prendas. Con una de ellas probablemente conseguira entrar en Canisargossin demasiadas dificultades, y desde all...

    Y desde all, qu? Qu hara, rodeado de enemigos, algunos de los cuales eraprobable que fuesen ms poderosos que l? No, era mejor continuar con los planesoriginales y buscar a los habitantes de Sirvak Dragoth. Los piratas-lobo podanesperar..., pero no para siempre. Se lo deban, aunque slo fuera por los recuerdosque le haban robado.

    Beseen tom las capas y entreg una a cada uno de sus pasajeros.Los estilos de vestimenta varan aqu tanto como en nuestro continente. Si

    escogis ropas de, digamos, Penacles o Irillian y evitis detalles muy caractersticos,no habr problemas. En cuanto a la forma fsica lo dejar a vuestra propia decisin.

    El Grifo estudi la capa. Era suelta pero cortada de tal forma que no les molestarasi tenan que luchar. No tendran impedimento alguno para llevar armas; era posible

    imaginarlas aunque, en el caso de que los obstculos asomaran su desagradablecabeza, tales espadas solan ser absolutamente intiles.Morgis y el Grifo se pusieron las prendas y, durante varios segundos, al Grifo le

    result imposible distinguir con claridad a su compaero. El duque se habaconvertido en una masa borrosa que poco a poco adopt la forma de un hombre altode cabellos oscuros y llamativos ojos azules. No obstante, el rostro de Morgismostraba una sonrisa de autocomplacencia, y el Grifo no pudo evitar advertir que suautntica personalidad a menudo segua revelndose a pesar de estar disfrazadabajo una ilusin. Eso le hizo preguntarse, tambin, qu vera el duque cuando lomiraba.

    El capitn Beseen, atento siempre a los menores detalles, pidi que trajeran unespejo, y alguien localiz uno entre los tesoros que el buque corsario tenatodava que vender y lo subi a cubierta. Morgis se estudi primero, pareci sentirsesatisfecho, y entreg luego el espejo al Grifo.

    Era una ligera variacin del rostro que acostumbraba a utilizar cuando alteraba suaspecto. Al parecer le haba fallado la memoria, pero no poda quejarse de su facha.Tena lo que poda muy bien denominarse un semblante aguileno: la narizaristocrtica pero, por fortuna, sin exagerar en lo relativo al tamao, de modo querealzaba su apariencia en lugar de deslucirla; los cabellos rubios, casi blancos, y losojos pequeos y oscuros. Al contrario que el dragn, quien haba preferido aparecerbien afeitado, su personalidad ficticia luca una fina y cuidada barba. Eso le hizoobservar:

    Ser mejor que no estemos mucho tiempo con alguien que no sea muy de fiar, ode lo contrario empezaran a preguntarse por qu no tenemos que afeitarnos jams,o por qu no nos despeinamos.

    De acuerdo. Tambin conservaremos el espejo.Aunque las prendas podan mantener sus formas de ese momento dentro de

    cualquier hechizo, un carcter fuerte, tanto consciente como dormido, podaalterarlos de forma visible. Ese era el peligro de una capa as. No era perfecta deltodo.

    El Grifo se ajust la prenda, y los poderes mgicos de la capa se extendieron asta. En lugar del pedazo de ropa de corte extrao ahora pareca una capa demontar corriente con capucha. El Grifo no pudo por menos que maravillarse ante el

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    trabajo que haban hecho con ella los Reyes Dragn o sus magos.Un miembro de la tripulacin se aproxim a Beseen, se cuadr, y salud:El bote est listo, capitn.Excelente. Seores? El dragn hizo una reverencia e indic la direccin que

    deban tomar.El bote era lo bastante grande como para acomodar a una docena de pasajeros,aunque slo iban a utilizarlo el Grifo, el Duque Morgis y cuatro remeros. Susprovisiones estaban ya en la embarcacin y sta en el agua con los cuatrotripulantes que aguardaban pacientemente a que sus pasajeros descendieran.

    Beseen grit por encima de sus cabezas:Que el Dragn de los Abismos os acompae! El duque le devolvi el saludo, y el

    bote se puso en movimiento de inmediato en direccin a la orilla. Mientras sebalanceaba sobre las aguas, el antiguo seor de Penacles se estremeciinteriormente. Agua! La ltima vez que se haba encontrado en una situacinparecida, fue cuando iba a enfrentarse con el Dragn Azul. Esta no le gustaba msque aqulla. El Korhus, al menos, le proporcionaba cierta sensacin de seguridad.

    Ese bote..., ese bote era tan ligero que pareca que cada ola fuera a volcarlo. Perono volc, y al poco tiempo la tripulacin se dispona ya a arrastrarlo hasta la orilla.Aguardaron hasta que uno de los marineros les indic que podan desembarcar. El

    Grifo maldijo en silencio el contacto del agua salada alrededor de sus botas y las go-tas que le salpicaban el rostro. Morgis, humano o no, no pareca ms complacido...,cosa curiosa si se tena en cuenta que el suyo era un territorio martimo. Por lo visto,al contrario que el Rey Dragn gobernante, Morgis prefera la tierra firme.

    Los marineros transportaron las provisiones a la orilla, saludaron al duque, y luegoempujaron el bote de nuevo al agua. El Grifo y su compaero los observaron mien-tras remaban en direccin al barco, luego recogieron sus cosas y se volvieron paraexaminar el terreno circundante.

    Estaba al pie de una pequea loma cuya ladera se vea salpicada de hierba y unospocos rboles. De no haber sido tan empinada habra sido un buen terreno depastos. Beseen les haba dicho que a unos quince kilmetros al este se encontrabaun pueblo que les brindara una buena acogida. Era una buena caminata, pero nadaamenazador pareca acecharlos. Si en cambio hubiera sido una regin de lasvolcnicas Llanuras Infernales, los quince kilmetros se habran convertido en unamisin imposible.

    El Grifo dirigi una breve ojeada al Korhus, que acababa de zarpar, suspir y, unavez que se hubo asegurado de que su equipo estaba bien sujeto, hundi las afiladasgarras en la tierra para iniciar la ascensin. El suelo era consistente y le proporcionun seguro punto de apoyo. Morgis lo imit, y aquello se convirti en una repentinacompeticin por ver quin llegaba antes a la cima.

    Gan el dragn, pero slo gracias a su relativa estatura y a que al Grifo se leocurri de improviso que el primero en llegar a la cima podra encontrarse ante lasbotas de algn viajero no demasiado amistoso.

    Una vez en la parte superior del cerro descubrieron que los pastos daban paso auna regin ligeramente arbolada que pareca espesarse cuanto ms se adentrabauno hacia el norte o el este. Los pastizales se extendan apenas dos o treskilmetros en todas direcciones. El Grifo lo encontr hermoso; el dragn lo encontrmontono y se dio la vuelta para contemplar al Korhus, que ya deba de encontrarseen mar abierto.

    Grifo!

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    El pjaro-len se volvi en redondo sobresaltado por la sorpresa reflejada en la vozde su draconiano compaero.

    El Korhus acababa de abandonar aquel fondeadero natural y se diriga al oestepero, por desgracia, haba otros tres navios en el horizonte y, aunque era imposiblesaberlo desde tan lejos, los dos temieron que podran ser buques aramitas.

    Tienen que haberlo visto maldijo Morgis. Mirad! Intentan cortarle el paso!Era cierto. Enormes extensiones de agua separaban a los tres recin llegados delbuque corsario, y los capitanes del tro avanzaban para bloquear las rutas de huidadel Korhus. Si Beseen intentaba regresar al Reino de los Dragones, acosado porbarcos que venan desde todas las direcciones, su nica esperanza era intentardejarlos atrs o virar al sur y seguir navegando hasta que se cansaran de seguirlo. AlGrifo no se le ocurrieron otras posibilidades aunque la verdad es que desconoca enabsoluto la guerra martima. Pero no poda ser tan diferente, verdad?

    Por qu no se transforman en dragones algunos de ellos? Estn lo bastantecerca de tierra firme para regresar aqu una vez terminado el combate.

    Morgis mene la cabeza negativamente.Un dragn sera un blanco perfecto para los aramitas. Tengo entendido que

    pueden dar ms de una sorpresa. Beseen es un buen capitn. Si pensara que podavencer de la otra forma ya habra empezado.

    Oh. El Grifo empez a inquietarse, preguntndose qu tipo de represaliaspodan tomar los piratas-lobo para lograr que un dragn se resistiera a atacar.

    El dragn se qued totalmente inmvil, lanzando un siseo furioso.Qu sucede, Morgis?Es mejor que no nos quedemos por aqu para ver si Beseen puede sacar a su

    nave de este embrollo. Lo mejor ser alejarnos de este lugar tanto como sea posible.Saben que el Korbusvena de aqu, y no tengo la menor duda de que querrn saberqu era lo que haca en este lugar.

    El Grifo asinti. Lo ms sensato era no subestimar a los aramitas. Hacerlo habacostado ms de una vida. Slo gracias al general Toos, antiguo segundo en el

    mando del pjaro-len y su sucesor ahora, se haban salvado el Grifo y el DragnAzul de una muerte lenta a manos de D'Shay.

    Apartaron los ojos con gran esfuerzo de la escena que se desarrollaba en el mar yempezaron a dirigirse hacia el este. De acuerdo con las explicaciones dadas por elcapitn suponan que el pueblo sera fcil de encontrar, lo cual significaba, desdeluego, que cualquier pirata-lobo que los siguiera tambin lo encontrara. Eso queradecir que tenan que llegar hasta l, comprar animales en buen estado y seguircamino. Slo cuando estuvieran en medio de los espesos bosques que Beseenafirmaba se encontraban mucho, pero mucho ms al este, podran descansar.

    El viaje fue tranquilo pero perturbador. El Grifo no poda definir qu era lo quetenan aquellos bosques cada vez ms densos que tanto lo alteraba. Fuera lo quefuese, tambin le haba puesto los nervios de punta al Duque Morgis. El pjaro-len

    no poda definir aquello ms que como la sensacin de que un milln de ojos y noexageraba los contemplaban desde todas partes. Ojos que no erannecesariamente amistosos.

    Los agotados viajeros agradecieron llegar por fin al poblado.Se llamaba Resal, un lugar de aspecto lamentable incluso desde donde lo vieron

    por primera vez. Este era el pueblo dnde Beseen haba dicho que les venderancaballos... si los tenan. Slo se vea una docena ms o menos de estructuras a lasque pudiera llamarse edificaciones, y varias otras indignas de tal nombre. La

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    mayora estaban hechas de piedra, barro y paja, y cuanto ms se acercaban msprecarias parecan. Daba la impresin de que alguien hubiera construido Resal decualquier manera. No haba nada que pudiera considerarse una carretera; el Grifo yMorgis decidieron avanzar entre la hierba antes de tener que arrastrarse por elfangoso tramo de tierra que atravesaba el pueblo. Algunos animales de aspecto

    enclenque vagaban sin rumbo fijo, pero ninguno perteneca a la raza equina. No sevean caballos por parte alguna. Las gentes llevaban ropas sencillas y, aunque todoel mundo estaba ocupado en una u otra tarea, en muchos casos pareca que selimitaran a hacer las cosas de forma mecnica, como si les importasen muy pocosus vidas. Actitud que cambi en cuanto alguien se dio cuenta de la presencia de losdos recin llegados.

    Amistosos no era la palabra que el Grifo habra usado para describir a losdesgraciados habitantes de Resal. Morgis no vio nada raro en su actitud, pero sedeba probablemente a que casi se les arrojaron a los pies para servirlos, y, comomiembro de una familia draconiana gobernante, eso era algo que le suceda concierta frecuencia. El Grifo se pregunt si habran sido tan serviciales de haberlesmostrado Morgis su figura de dragn. De sus breves conversaciones con Beseen

    haba deducido que el capitn dragn no enviaba ms que a humanos de confianzapara tratar con aquellas gentes.Se dio cuenta entonces de que era gente conquistada. Perdan el nimo cuando se

    encontraban ante alguien con aplomo. Los nios, que estaban jugando cuandollegaron, permanecan inmviles y los contemplaban con ojos taciturnos. Los adultoscesaron toda actividad y las mujeres entraron en las casas mientras los hombresaguardaban en silencio, a la espera de lo peor. Cuando corri la voz de que nopasaran all la noche y de que lo nico que queran era un par de caballos y vveres,los habitantes del pueblo se apresuraron a darles la ayuda necesaria lo ms deprisaposible para que as los forasteros salieran de sus vidas cuanto antes.

    Estaba claro que a los corsarios no les importaba demasiado aquella gente, pero alGrifo s, y cuando un anciano, que al parecer se desprenda de un animal valioso, in-

    tent casi regalarlo, el pjaro-len se vio obligado poco menos que a amenazarlepara conseguir que aceptara ms dinero.Eso era lo que haban logrado los aramitas. Criaturas eternamente aterrorizadas y

    adultos acobardados dispuestos a renunciar a todo. Se le eriz la melena y creci surabia.Una nueva nota negativa para los piratas-lobo..., como si le hicieran falta msmotivos de desprecio.

    Tendramos que ponernos en marcha. No creo que falten ms de dos o treshoras para la puesta del sol. Morgis haba montado ya. Tambin l haba vistosuficiente del pueblo. Era un lugar demasiado sucio; era mejor probar suerte en losdesconocidos bosques que permanecer en un lugar tan mugriento... aunque la gentesupiera demostrar respeto.

    El Grifo ley en el rostro del dragn mucho de lo que ste pensaba, asombrado denuevo al ver que aquel rostro ficticio revelaba tanto como el autntico. Cosa que letrajo a la mente de improviso que, con toda probabilidad, tambin l deba demostrar en su rostro el disgusto que le inspiraba el comportamiento del duque. Seoblig a relajarse.

    No contaron a nadie a dnde se dirigan aunque s dieron a entender que era endireccin norte. No haba forma de saber con seguridad si haba espas o gentesfieles al gobierno en el pueblo, pero al menos eso despistara durante cierto tiempo acualquiera que los siguiese.

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    Cuando abandonaban el casero, mientras los habitantes se despedan de ellos deforma demasiado exagerada, Morgis divis un viejo poste hundido en el suelo. Eragrueso como un torso humano y por lo menos treinta centmetros ms alto que eldragn. En su parte superior haba una imagen, toscamente tallada, de un lobo ocriatura similar.

    Una talla interesante, no os parece?Los ojos de la escultura parecieron atraer la atencin del Grifo. No par de mirarlos

    ni siquiera despus de haberla dejado atrs, desvindolos cuando le fue imposibleverla sin hacer que el caballo anduviera de espaldas.

    Se abri otra puerta que liber nuevos recuerdos.Morgis, que se haba adelantado, volvi la cabeza y aminor el paso de su

    montura, una tarea nada fcil ya que, al contrario que los humanos, el animal notabala diferencia entre lo que el dragn pareca y lo que en realidad era y se rebelabacontinuamente.

    Gri... qu sucede?El Devastador.

    Cmo?El Devastador. El principal dios de los aramitas. Le llaman el dios viviente. ElGrifo sinti fro y espole a su montura para que corriera ms. El caballo de Morgisla imit.

    No es ms que un ttem. Adems, por qu preocuparse? Por experiencia sque la mayora de los dioses dejan que las cosas sigan su curso. De qu sirve serun dios si tienes que trabajar tanto? Morgis sonri y su expresin no fue msagradable de la que tena antes de adoptar aquella falsa imagen.

    El pjaro-len sacudi la cabeza en un intento por deshacerse de la sensacin quele provocara verse atrado por la mirada de la talla... No, eso era ridculo! Slo eraun ttem, como haba dicho su compaero. Sin embargo, algo en sus nuevosrecuerdos lo haba mordido... y saba lo que era aunque careca de memoria pararespaldarlo.

    El Devastador dijo por fin, es diferente.Diferente?Algo..., una historia que alguien le haba contado haca tiempo. Una historia que no

    poda recordar.El Devastador se toma un inters personal por los suyos. Los controla muy de

    cerca. Se dice que el origen real de las acciones de los piratas-lobo proviene delmismo Devastador.

    No sugeriris que...? empez a decir Morgis frunciendo el entrecejo.El Grifo asinti, los ojos fijos en la enorme extensin de tierra que tenan delante,

    una tierra que, segn decan, se encontraba toda ella bajo la mirada de un sernico.

    S. Tal vez muy pronto nos demos de bruces contra los pies, o zarpas, de un diosmuy real, muy siniestro.

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    III

    Los dos jinetes se habran aburrido de no ser porque se encontraban en uncontinente extranjero donde cualquier persona o cosa deba ser considerada unaamenaza potencial. El paisaje era tan montono que a veces les daba la impresinde que estuvieran viajando en crculo. Todo tena tendencia a parecer igual. El Grifocasi ansiaba la llegada de la puesta de sol, aunque slo fuera porque otorgara unaspecto distinto al paisaje que los rodeaba. Morgis se recost en su silla.

    Acampamos aqu o prefers seguir adelante un poco ms? No tengo ganas dedetenerme, y desde luego los caballos parecen ansiosos por seguir.

    Era cierto. Ambos jinetes tenan dificultades para controlar sus monturas. Loscaballos queran correr, pero ni el Grifo ni su compaero tenan la menor intencinde permitrselo. Correr frenticamente por un bosque cada vez ms oscuro no erauna idea muy sensata. El Grifo consider la pregunta del duque.

    Sigamos adelante un poco ms. Levant la mano para sealar el cielo. SerHestia la nica que brillar un poco esta noche y ni siquiera ser visible la mitad deella. No tengo el menor deseo de viajar por estos bosques mucho tiempo si nopuedo ver.

    No hemos visto nada. Estn vacos.Entonces preguntaos por questn tan vacos.Morgis call y el Grifo pudo volver a concentrarse en lo que les esperaba. La

    pregunta hecha al dragn le preocupaba un poco. Los bosques estaban totalmentevacos. Hasta los ruidos normales de la naturaleza las aves y los animalesnocturnos se oan amortiguados. Era acaso sa una zona tan escasamentepoblada que tanto silencio fuera normal? Quiz los aramitas, en su conquista inicialde la regin, haban diezmado en tal forma la vida animal que todava no se habarecuperado. Pero era extrao porque en ese caso tambin habra sufrido el paisaje.Con tantos guerreros en su hipottico ejrcito, la destruccin habra sido a granescala: rboles talados o quemados y cosas por el estilo.

    Los rboles eran demasiado viejos. Durante el tiempo que habran necesitado paracrecer hasta alcanzar semejante altura, la vida animal hara ya tiempo que se habrarecuperado.

    De improviso se puso en tensin, el bosque se haba quedado completamentesilencioso. En un silencio sepulcral.

    Distingui a Morgis en medio de la penumbra. Haba detenido su montura, y lehaca seales. Algo al norte. El Grifo se detuvo, se concentr, y, gracias al silencio,lo oy. Un sonido muy dbil, pero inconfundible. El tintineo del metal contra el metal.

    Echar a correr habra sido una estupidez. El pjaro-len atisbo a su alrededor, susojos se posaron sobre unos espesos matorrales a su derecha. Indic al dragn loque pensaba hacer, desmont y condujo a su animal lentamente hacia el lugar.Morgis lo sigui con su montura. Condujeron a los caballos hasta detrs del follaje yluego los obligaron a tumbarse.

    La visibilidad era casi inexistente, lo cual les beneficiaba. En su posicin actual, era

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    ms probable que fueran ellos quienes vieran primero a los recin llegados.No tuvieron que esperar mucho. El tintineo del metal contra el metal era ms

    evidente, igual que el ruido de hombres y caballos. Morgis pos una mano sobre elhombro del Grifo para alertarlo. El primero de los jinetes, cuyo aspecto era el de unamancha borrosa, pas muy cerca de ellos.

    No vea sus yelmos, pero saba que eran piratas-lobo. Haba algo, algo que era tanparte de ellos que, en ese momento, hasta poda imaginar lo que pensaban. Eran almenos diez, tal vez el doble. Era difcil de decir, pero dud de que se equivocase pormucho.

    En un momento dado le pareci que le escudriaban el cerebro; de forma sutil, casiimperceptible. El Grifo cre una barrera, desviando la sonda de modo que crey ha-ber dejado de existir. Se volvi hacia el dragn con ansiedad, pero Morgis asenta yacon la cabeza; tambin l haba percibido la sonda. Un hechicero de algn tipoacompaaba a la patrulla. Como el que haba estado con D'Shay la ltima vez.Aquel que haba parecido consumirse y morir cuando uno de los guardaespaldas sinvida del Grifo aplast accidentalmente el talismn que el hombre utilizaba.Guardin? Esa era la expresin. Los aramitas iban acompaados por un guardin.

    Tambin supo entonces a dnde iban. Se dirigan en lnea recta al pueblo dondeellos haban comprado los caballos, es decir, que por lo menos intentaban averiguarsi el Korhushaba desembarcado a alguien.

    El ltimo de los piratas-lobo pas junto a los dos compaeros de viaje. El doaguard mientras el Grifo contaba los segundos mentalmente. Morgis, cansado,estuvo a punto de incorporarse cuando el Grifo tir de l para que permanecieraagachado. Fue una suerte: apenas el dragn regres a su lugar detrs del follajecuando hicieron su aparicin nuevos piratas-lobo, siguiendo idntica ruta que suspredecesores. Era tal y como haba sospechado el Grifo. El segundo grupo serva deapoyo. Era una forma de sacar al enemigo del escondite y luego atacarlo por ambosflancos. Se le deja creer que la patrulla ha pasado y se lo atrapa por sorpresacuando sale del escondite.

    Estaba claro que llevaban menos ventaja de la que daban por sentado. De algunamanera, en menos de un da haba corrido lat voz desde uno de los barcos piratahasta algn destacamento. El pjaro-len no dudaba de que la noticia correra con lamisma rapidez por toda la zona en cuanto la pat:rulla descubriera la existencia dedos viajeros desconocidos que se haban visto obligados a comprar caballos apenasa quince kilmetros del puerto natural. Ni siquiera p*odan confiar en que disponandel tiempo que necesitara lia patrulla para llegar hasta el pueblo, interrogar a loshabitantes, y dar la vuelta para perseguirlos. Si las comunicaciones eran taneficientes, tal vez ms adelante hubiera^ ya una patrulla esperando para cortarles elpaso.

    Esta vez espertaron mucho ms tiempo antes de pensar siquiera en inco rporarse.Por fin, el Grifo se levant sin hacer ruido, escudriando los rboles que los

    rodeaban. Una extraa sentsacin le recorri el cuerpo, como si no estuvieran solosa pesar de la certeza de su mente de que todos los aramicas haban pasado ya. Erauna sensacin parecida a cuandio crey que los observaban innumerables ojos, sloque essta vez le pareci que estaban totalmente rodeados.

    Morgis se levait, desentumeciendo los msculos. El dragn no estaba hxechopara acurrucarse.

    Sugiero que sigamos mientras los caballos aguanten. Tenemos que pooner tantadistancia por medio como sea posible.

    Podramos recurrir a las capas mgicas. Hacer que nos confundiramos con el

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    follaje... No, entonces tendramos que abandonar los caballos El Grifo, pues,asinti. No hay eleccin. Se guiremos cabalgando..., pero nos detendremos encuanto uno de nosotros empiece a dar cabezadas. No hay que excederse por temora desprestigiarse. Si uno de nosotros se cansa le avisa al otro.

    De acuerdo asinti el duque.

    Montaron y, sruperada la breve discusin, continuaron directamente hacia el este.Morgis sugiri el sudeste, pero el Grifo estaba seguro de que lo que buscabaestaba ms al norte..., si es que estaba en alguna parte. Dirigirse al nordeste noobst ante, era arriesgado, los llevara demasiado cerca de las szonas ms pobladasdel imperio de los piratas-lobo.

    Hestia continu su trayecto por los cielos, esparciendo una luz dbil. Los dos jinetes agradecan la proteccin que les proporcionaba pero, a la vez, les habragustado poder ver algo ms que pocos metros delante de ellos.

    La sensacin de que los vigilaban sigui inquietando al pjaro-len.El tiempo transcurra despacio. El Grifo levantaba los ojos de cuando en cuando

    hacia la solitaria luna, en un intento por calcular tanto la velocidad de sus caballoscomo lo que faltaba para el amanecer. La tercera vez que alz la vista, sus ojos seentrecerraron. No haba estado la luna a su izquierda toda la noche? Qu hacaahora detrs de ellos? Una luna era constante. Segua una ruta y permaneca enella. No viajaba de un lado a otro como un jovencito vagabundo.

    As pues, si no era cosa de la luna, quera decir que se dirigan... al sur?Tenemos un problema. Las palabras eran del Grifo, pero las pronunci Morgis.

    El pjaro-len apart la vista de la mal colocada luna y mir al frente hacia el lugarque indicaba el dragn.

    No hay forma de atravesar esa maraa. Maraa era una palabra suave paradefinir lo que les cerraba el paso. No exista camino alguno. En su lugar, seencontraban frente a un enorme revoltijo de rboles y plantas trepadoras tan espesoque se necesitaran das para despejarlo.

    No utilicis magia advirti el Grifo.No soy tan estpido musit Morgis. Cualquier hechizo que pudiera abrirnos

    paso a travs de esta masa sera hacer sonar un cuerno para que nuestros amigosde negro pudieran localizarnos. De la misma forma, no hay ni que pensar en fuego.Sugers que nos abramos paso a golpes de espada?

    Sugiero que lo rodeemos.Por dnde? El duque extendi los brazos. Se extiende sin fin. Por qu no

    lo vimos antes?La sensacin de que los observaban era cada vez ms intensa.No... no lo s.Tendremos que... Su voz termin en un suspiro.El Grifo no se molest en preguntar. Morgis tena la vista clavada detrs de ellos.

    El pjaro-len se volvi en su silla... y se encontr cara a cara con un muro de vege-tacin tan espeso como el que tenan delante.Por el Dragn de los Abismos! Jur el dragn en voz baja. Una trampa!Volvieron los caballos a la derecha, al oeste. Una nueva pared salud sus

    entrecerrados ojos. Cambiaron de direccin y descubrieron que su ltima ruta deescape tambin se haba desvanecido.

    Fue entonces cuando empezaron los susurros.Al principio no les prestaron atencin, ms preocupados por encontrar un modo de

    salir que no precisara el empleo de poderes mgicos tan poderosos que alertara a

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    los aramitas. Luego pensaron que se trataba del viento que provocaba ruidos alpasar entre las enmaraadas ramas y enredaderas. Despus de unos minutos defrustracin se dieron cuenta de que no haba viento.Hemos cado en una trampa mascull Morgis.Pero no de los piratas-lobo.Entonces, de quin?El Grifo no respondi, ms preocupado por distinguir qu era lo que murmuraban

    las voces. Le fue imposible, sin embargo, ya que las voces hablaban tan deprisa queslo poda captar una o dos palabras, ni siquiera de sas estaba muy seguro.

    ... hemos... tzee... seguro que es...... pero si... muerto... tzee... de regreso...... casualidad... recuperar... venganza...... venganza... tzee...... poder... oferta... tzee... conquistar...Los susurros no seguan un orden, y la mayor parte del tiempo sonaban a la vez.

    Pareca una persona dividida en varias partes que intentara mantener una

    conversacin consigo misma.Escuch un crujir de ropa y al volverse vio que el dragn se quitaba la capa. Lailusin de una imagen humana se desvaneci en cuanto el dragn se sac la capapor la cabeza. Los murmullos se interrumpieron de improviso, como si susperseguidores no esperaran lo que vean.

    Tomad esto. Morgis le arroj la capa.Los murmullos se reanudaron aunque ahora en un tono diferente, como si los que

    hablaban se vieran obligados a tomar una rpida decisin.... dragn... uno de sus... tzee...... los dos entonces...... yo/nosotros... crecer...... poder... tzee...

    ... poder...... poder... tzee...Los murmullos se acallaron de nuevo de forma inquietante.Morgis desmont a toda prisa y le entreg las riendas del caballo a su compaero.Apartaos. Voy a transformarme.El Grifo habra protestado, pero el dragn ya haba iniciado la metamorfosis. La

    armadura se abland y deform. Los brazos y las piernas se doblaron en ngulosimposibles y crecieron. Las manos se convirtieron en garras. De la espalda delduque brotaron diminutas alas que se extendieron y siguieron creciendo. Morgiscay hacia adelante y qued a cuatro patas. En aquellos momentos ocupaba ya casitodo el espacio del que disponan.

    El complicado rostro de dragn del yelmo del duque resbal hacia abajo despacio,revelndose poco a poco como el autntico rostro del dragn. Morgis, ahora ya casipor completo bajo la apariencia de dragn, sigui aumentando de tamao.

    El Grifo mir al cielo y arrug la frente al ver que una bveda de enmaraadavegetacin se formaba por encima de su encierro. Los invisibles murmuradoresproseguan su curiosa conversacin, con una nueva intensidad, una nuevaseguridad en sus voces. De improviso, el pjaro-len tuvo un terrible presentimientoy, mientras controlaba como poda con una mano a las dos aterrorizadas cabal-gaduras, alz la otra en direccin a la casi completa bveda y manipul los campos

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    de energa.No sucedi nada.Se escuch un chillido, y las voces de los que susurraban asumieron un tono

    triunfal, de dueos y seores de la situacin.... nuestro... tzee... por fin...El caballo del Grifo se encabrit de improviso, lanzndolo violentamente por los

    aires; pero el pjaro-len no haba sobrevivido a los aos de servicio como mercena-rio sin haber aprendido a adaptarse siempre que fuera posible. Al chocar contra elsuelo, rod por l para amortiguar el impacto; el impulso lo lanz contra la pared delcerco viviente que los envolva, y se desplom all. Tuvo el tiempo justo de abrir losojos y hacerse a un lado antes de que el caballo del dragn lo pisoteara sin querer.

    En cuanto a Morgis, el Grifo lo encontr donde estaba en un principio, las manosaferradas a la tierra, gimoteando. Haba regresado por completo a la formahumanoide, y la conmocin de la repentina inversin lo llev al borde de un estadocatatnico.

    Los murmullos sonaban casi jubilosos, y su constante y ahora por completoindescifrable chapurreo comenz a pesar de forma abrumadora en la mente del exmonarca. Empez a retraerse en s mismo, a buscar alguna manera de escapar deellos. Sus manos, rebuscando sin propsito fijo, dieron con un aro del que colgabandos pequeos silbatos que se le haban cado de un bolsillo. Le trajo un recuerdo deotra poca, cuando los clanes del Dragn Negro y sus fanticos seguidoreshumanos asediaban a Penacles. Los dragones haban cubierto el cielo una noche, ytodos ellos pertenecan a aquel Rey Dragn. Penacles habra cado sin duda esanoche si no hubiera utilizado el tercer silbato que originalmente acompaaba a estosdos. Aquel silbato convoc a todas las aves de los alrededores. Tantas que losdragones no pudieron ocultarse. Los dragones destruyeron muchas aves, pero tam-bin se destruyeron entre ellos. Enormes bandadas de aves rodearon a dragonesenteros, un millar de diminutos cuchillos hirieron a los desventurados monstruos.

    El ataque haba fracasado por completo, y con l desapareci la nica posibilidad

    del Dragn Negro de conseguir una victoria rpida.No le importaba cul de los dos silbatos sostena en la mano. Se lo llev al pico,

    sabiendo muy bien que habra sido ms fcil con un autntico rostro humano enlugar del falso, pero, igual que el convulsionado Morgis, no lograba cambiar suaspecto, sobre todo en ese momento cuando hasta no perder la conciencia lecostaba un esfuerzo tremendo. Todo lo que deba hacer, record, era pasar el airepor el silbato. Nada ms que pasar el aire.

    Fue mucho ms difcil de lo que esperaba y supo que sus invisibles perseguidorestenan algo que ver con eso. Cada vez que estaba a punto de conseguirlo, la cabezaempezaba a martillearle de forma incontrolable a causa de los demencialesmurmullos de las ocultas criaturas. En una ocasin, casi estuvo a punto de dejarcaer los silbatos.

    Con los restos de pensamiento consciente que le quedaban, se oblig a crear unabarrera mental que aislara su mente. Le cost mucho ms que antes, cuandobloque la sonda lanzada al azar por el pirata-lobo. No obstante tom forma poco apoco, fortalecindose gradualmente, cada vez con mayor rapidez hasta que volvi atener el control. Apret con ms fuerza el silbato e, incluso, consigui adoptar unaforma semihumana.

    Con el silbato bien sujeto entre sus recin creados labios, sopl con fuerza. Soplhasta casi desvanecerse por falta de aire.

    Cumplida su misin, el silbato se le desmenuz en la mano, dejando tras s slo un

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    montoncito de ceniza.Los murmullos golpearon con renovadas fuerzas la barrera que haba creado, pero

    ahora se perciba incertidumbre en el enloquecido susurrar que lo impregnaba todo.El Grifo se pregunt si algn pirata-lobo habra odo el silbato o el grito de dolor deMorgis. Sin saber cmo, estaba seguro de que sta no era una de sus trampas. No,

    el Grifo y su compaero haban ido a parar a algn siniestro rincn del Pas de losSueos que buscaban.Un recuerdo floreci en su mente. En realidad era ms bien una frase: Sirvak

    Dragoth custodia el Pas de los Sueos, pero gobierna slo a aquellos que deseanser gobernados. Una forma de decir que los seores de Dragoth daban labienvenida a todos y no estorbaban a nadie que no quisiera saber nada de su formade vida.

    Celadores, eso es lo que son, decidi el Grifo.El continuo mascullar de murmullos se convirti de repente en un inconexo

    balbuceo de enfado y ansiedad. La presin sobre la mente del pjaro-len ces depronto, y un movimiento no muy lejano le dijo que ya no atacaban a Morgis. Loscaballos, no obstante, permanecan paralizados donde estaban, los flancos

    convulsionados. El instinto de manada haba prevalecido y se mantenan pegados eluno al otro, esperando el ataque de algo, algo a lo que pudieran cocear para mitigarsu terror. El Grifo decidi vigilarlos con atencin si aquella prisin viviente sedebilitaba. En su estado actual, los animales saldran de estampida a la primeraoportunidad, obligando a sus jinetes a viajar a pie por un bosque definitivamentehostil.

    Algo gru en el exterior, por fortuna, algo felino. Eso significaba que el silbatohaba cumplido su misin, pues, cualquiera que fuera la cosa que estuviera al otrolado era smbolo de una parte de l. Mientras se incorporaba hasta conseguirsentarse, el Grifo acarici el silbato restante. Para qu serva el tercero? El primeroestaba relacionado con su naturaleza de ave. Qu quedaba entonces?

    Las paredes de la prisin se combaron hacia adentro, y, mientras se aplastaba una

    vez ms contra el suelo cubrindose la cabeza con las manos, el Grifo se dijo quequiz todava lo averiguara antes de que acabara todo aquello..., siempre y cuandosobreviviera.

    Al ver que transcurran los segundos y el enorme muro vegetal no acababa daplastarlo se arriesg a abrir los ojos y mirar a su alrededor.

    No quedaba el menor rastro del cerco. La sensacin de ser vigilado por todosaquellos ojos haba desaparecido. Los murmullos haban cesado.

    Su fino sentido del odo percibi el dbil sonido de algo que se mova entre lamaleza, algo que se alejaba a toda velocidad hacia el este. El Grifo se incorpor deun salto y lo lament de inmediato. La lucha por mantener el control de su mente lehaba dejado un fuerte dolor de cabeza. Se balance pero no lleg a caer.

    Grifo?

    Morgis haba procurado evitar llamarlo as por temor a revelar sus autnticasidentidades. Hasta entonces no haban pensado en utilizar otro nombre, cosa que elGrifo decidi remediar en cuanto el mundo dejara de habrselas con l. Se sujet lacabeza y se volvi en direccin a su compaero.

    El dragn estaba de rodillas y lo primero que hizo fue recoger la capa que el Grifohaba dejado caer en un momento dado. Aparte de haberse ensuciado un poco, nole haba sucedido nada. En cuanto Morgis se la puso, volvi a convertirse en elhombre alto y fornido de antes.

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    Qu sucedi? Qu hicisteis?El antiguo monarca guard disimuladamente el silbato restante en un bolsillo de

    forma que no lo viera su aliado y respondi:Invoqu un antiguo conjuro de ayuda, un conjuro de mi oscuro pasado. Con l

    consegu atraer algo procedente de mis parientes felinos.No era del todo mentira, pero tampoco verdad. A pesar de ello, Morgis pareci

    aceptarlo a pies juntillas; puesto que no conoca la existencia del ltimo silbato, noposea ninguna evidencia de que su compaero ocultara nada.

    Qu sucedi con nuestros invisibles amigos y con nuestra verde prisin?La verdad es que no lo s.Acaso hemos encontrado el Pas de los Sueos? Al ver que el dragn se

    encontraba bien despus de todo, el Grifo volvi su atencin a las monturas que,sorprendentemente, no haban huido al desvanecerse la trampa. El pjaro-len clavlos ojos en la direccin en que haba odo marchar a su salvador.

    No en la parte que quisiramos encontrar. Empiezo a tener nuevas ideas sobreel tema.

    Nuevas ideas o viejos recuerdos? inquiri Morgis irnico. Estaba de pie, alparecer sin haber sufrido el menor dao, aunque el pjaro-len no se dej engaar.Si el dragn senta algn dolor no dejara que el Grifo lo notara. Era demasiadoorgulloso.

    Qu eran esas cosas? pregunt el duque al tiempo que tomaba las riendasde su corcel.

    No lo s. Tengo la sensacin de que debera saberlo, pero no lo s. No todosmis recuerdos estn tan dispuestos a materializarse.

    Morgis silb dando a entender que comprenda.Estabais diciendo algo sobre nuevas ideas...Se me ha ocurrido que deberamos seguir ese sendero. El Grifo indic en

    direccin este, la ruta seguida por su misterioso benefactor.Alguna razn especial?Nuestro salvador se fue por ah. Se me ha ocurrido que l, ella o ello est

    vinculado sin el menor gnero de dudas con el Pas de los Sueos... con la parteque queremos encontrar.

    El dragn mont en medio de gruidos sordos. Estaba ms magullado en suinterior de lo que el Grifo haba supuesto al principio.

    Entonces, vaymonos de aqu, amigo. No tengo el menor deseo de volver aenfrentarme con nuestros susurrantes amiguitos..., al menos durante la noche. Quese atrevan a venir de da...

    Cerr una mano despacio y con fuerza en grfica demostracin de lo que les hara.El Grifo se abstuvo de comentar las posibilidades del dragn, si se tena en cuenta

    lo que les haba sucedido ya. En su lugar, mont y dijo:Olvidaos de eso por ahora. Quiero poner distancia entre nosotros y este lugar...,

    una hora quiz. Luego aconsejara que acampsemos, haciendo turnos para montarguardia. Muy pronto vamos a necesitar descanso.

    A pesar de ser apenas visible, el rostro de Morgis pareci irradiar alivio. La verdades que se encontraba mucho peor de lo que estaba dispuesto a admitir. El Grifo yahaba decidido que el dragn montara la segunda guardia que no se iniciara hastaque el pjaro-len no estuviera totalmente seguro de que el agotamiento empezabaa hacer mella en l.

    Con una mirada a su espalda que se supona era para asegurarse de que estaban

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    libres de la presencia de los murmuradores, el Grifo espole a su caballo endireccin al este. Morgis lo sigui al momento, las manos aferradas con fuerza a lasriendas. No les cost nada hacer andar a los caballos; tampoco ellos tenan el menordeseo de permanecer en aquella zona.

    As pues fue una suerte que se encontraran lejos del lugar cuando dos figuras

    surgieron de lo que slo poda describirse como un desgarrn en la realidad. Figurasaltas y delgadas, que se movan con arrogancia en lugar de ocultarse como habanhecho las criaturas susurrantes. De haber estado all el Grifo, quizs habrareconocido a las dos figuras, las habra reconocido a pesar de que carecan derostro; slo una zona blanca y vaca en el lugar donde tendran que haber estado losojos, la nariz y la boca. Los dos seres no parecan contemplar lo que los rodeabasino ms bien aguardar la llegada de un tercero.

    El tercer ser se les uni a los pocos instantes, una forma sinuosa, felina que setorn borrosa a medida que se acercaba a ellos, para convertirse por fin en algohumano... o al menos humanoide. La mujer no caba error posible sobre esoincluso a la dbil luz de Hestia seal hacia el este por donde haban marchadolos dos jinetes creyendo que seguan un rastro. Un rastro que ella haba dejado a

    propsito.No se intercambiaron palabras entre ella y los dos seres sin rostro, pero stosasintieron. La mujer volvi a difuminarse y se convirti otra vez en un felino peligrosode raza indefinida, para luego alejarse a grandes zancadas entre los rboles, en posdel Grifo y de Morgis.

    Los otros dos la observaron hasta que desapareci, luego volvieron a entrar en laabertura, que se cerr en cuanto hubieron pasado.

    Los murmullos se iniciaron otra vez al cabo de un momento. Ahora tenan un nuevotono, y se repeta una y otra vez una palabra un nombre, un signo de su enojo yansiedad por borrar algn da la satisfecha arrogancia de que hacan alarde los quese acababan de marchar.

    Tzee. Era el nombre que daban a su raza, el nico que conocan. Era una especie

    de poder en s mismo, y sacaban energa de l.Tzee. El Grifo habra recordado el nombre de haberlo odo. Habra recordado loque podan hacer cuando reunan todo su poder, que era lo que hacan en estos mo-mentos. Los tzee recordaban muy bien al Grifo. Haban cometido el error de creerque la sorpresa poda confundirlo. Experiencias pasadas deberan haberlesrecordado que era una concepcin errnea. El inadaptado siempre habademostrado ser astuto... Al parecer incluso haba resucitado de entre los muertos.

    Pronto, se prometieron los tzee, sera diferente. El lo haba dicho... y l tena elpoder de hacerque as fuera.

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    IV

    No padecieron ningn otro contratiempo durante el resto de la noche ni el da

    siguiente. El rastro de su misterioso benefactor se haba desvanecido, todo hay queadmitirlo, haca ya mucho tiempo pero siguieron en la misma direccin. Los bosquesacabaron dando paso a terrenos accidentados, que resultaron ser zonas de pastoreode un asentamiento agrcola. El sol brillaba con fuerza en el cielo, y la tierra bullacon las maravillas de la naturaleza: pequeos animales, aves, flores. Slo las gentescontrastaban con la belleza de la regin. Morgis incluso arrug la nariz con gestodespectivo apenas las vio, un gesto que el Grifo dio por seguro deba de haberpracticado a menudo para conseguir tal perfeccin. En otras circunstancias habrasido casi cmico.

    Aqu la gente se mova aptica, realizaba sus tareas pero no pareca poner intersen lo que haca. Nadie hablaba, y, bien pensado, hasta era sorprendente quehubiera nios pequeos. Los habitantes del pueblo no prestaban la menor atencina su apariencia. Algunos llevaban ropas evidentemente poco prcticas; otros eraobvio que no se haban lavado en semanas.

    Muertos vivientes mascull el Grifo.Escoria replic Morgis. Estas gentes son escoria. Tenemos algn motivo

    para detenernos aqu?No.Entonces sigamos adelante. Preferira no estar mucho tiempo aqu, no nos

    vayan a contagiar algo.El pjaro-len mene la cabeza ante la poca caritativa actitud de su compaero

    pero asinti. No podan hacer nada para ayudar a aquellas gentes. Igual que a losotros, los piratas-lobo les haban destruido la voluntad, hasta tal punto que hacan loque les decan sus amos. El Grifo se dio cuenta de lo que suceda: estos aldeanos yotros como ellos eran, con toda probabilidad, los que abastecan a los ejrcitosaramitas de las regiones meridionales. Los campos eran demasiado extensos paralos habitantes del poblado. Lo ms probable era que las patrullas visitaran re-gularmente caseros como aqul, cosa que era una buena razn para marcharse deall cuanto antes. La patrulla que haban encontrado durante la noche podra muybien dirigirse hacia ese sitio como parte de su rutina normal.

    Espolearon a sus caballos para que fueran ms deprisa y pronto dejaron atrs tandeprimente lugar. Delante de ellos vieron ms bosque y, a menos que los engaarala vista, la borrosa silueta de un pueblo grande o de una ciudad pequea alnordeste. El Grifo oblig a su corcel a reducir la marcha y se volvi hacia sucompaero.Hemos...Lo que estaba a punto de decir se borr de su mente al ver lo que haba detrs de

    Morgis. Una puerta no, la Puerta se alzaba a su espalda. El Grifo ya la habavisto antes aunque el recuerdo era todava algo borroso; tambin la haba cruzado,aun cuando era algo que tambin escapaba a su capacidad de recordar. Muchotiempo atrs. Eso era todo lo que poda decir con certeza. Eso y la creencia de queese portal era el lugar por el que se entraba y sala del Pas de los Sueos. El lugarque el Grifo buscaba.

    Se sinti ligado a ella, era un lazo fino y tenue, pero se remontaba ms atrs de lo

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    que su fragmentada mente poda aceptar. Qu vnculo poda tener con... con algoas? La Puerta se encontraba a unos veinte metros de distancia y era ms alta,mucho ms alta que los dos jinetes subidos uno encima de los hombros del otro. Setrataba de una construccin antigua, pero el nico signo visible de su antigedaderan los pequesimos rastros de xido en los goznes de las dos gigantescas hojas

    de madera. Por su aspecto pareca de mrmol, pero tuvo la impresin de que no eraas. Lo que ms le llam la atencin fueron las extravagantes y aterradoras figurasesculpidas en ellas...

    Hemos qu?Morgis destruy el seductor hechizo del artilugio con sus palabras; el Grifo

    parpade y vio que la Puerta se desvaneca igual que la bruma matinal bajo losprimeros rayos del sol. Cuando el dragn consigui volverse sobre su silla, ya habadesaparecido por completo.

    Morgis se volvi otra vez hacia el pjaro-len con expresin interrogante.Qu era? Visteis algo? Han regresado esas malditas cosas?A pesar de cuanto pudiera decir, el duque no se haba recuperado todava por

    completo de la terrible experiencia de verse obligado a metamorfosearse.Es... la Puerta! La entrada al Pas de los Sueos! Estaba all!El Grifo mir a su aliado en busca de alguna seal de que lo comprenda. Morgis lo

    estudi con curiosidad y luego ech una ojeada al lugar donde se supona habaestado la Puerta. Abri los ojos de par en par, y, al principio, el Grifo crey que laentrada al Pas de los Sueos haba reaparecido. Cuando se volvi para verlo, sinembargo, la melena disfrazada por fortuna se le eriz.

    No veo ninguna puerta, pero s veo algo que preferira no ver.Una patrulla de piratas-lobo cabalgaba hacia ellos a buen paso. Eran cuarenta

    hombres al menos, una patrulla muy grande, y slo podan estar buscando unacosa: espas desembarcados por el navio draconiano. El Grifo percibi el suavesondeo mental que ahora saba proceda siempre de un guardin, y permiti que se

    registraran los falsos pensamientos superficiales que Morgis y l haban acordado.El guardin encontrara a dos hombres de antecedentes ligeramente dudosos queviajaban en busca de nuevas oportunidades..., oportunidades de cualquier clase.Beseen le haba contado al Grifo que los aramitas estimulaban la libre empresa detipo ilegal siempre y cuando ellos sacaran algn provecho. Tambin dej que loscatalogaran como pertenecientes a la ms inferior de las castas libres, indignaincluso de llevar la R', designacin de rango inferior, con la que empezaban losnombres de todos los guerreros aramitas. Para la patrulla eran seres inferiores... Amenos, claro est, que la patrulla estuviera en misin de reclutamiento. Si era se elcaso, los dos estaban a punto de convertirse en involuntarios voluntarios, una ironadel destino de la que el Grifo preferira prescindir.

    Ni luchar ni intentar escapar les servira de mucho; de modo que permanecieron

    inmviles y todo lo serenos que les fue posible. El guardin haba retirado la sondamental, pero tanto el Grifo como Morgis saban que no podan dar por sentado queno volvera a utilizarla.

    El supuesto cabecilla de la patrulla, una figura fornida y musculosa, alz la manoizquierda, una seal para que el grupo se detuviera. Todos iban vestidos tal y comoel Grifo recordaba haber visto a D'Shay en su ltimo encuentro, incluido el visor muyparecido al de los dragones pero que, en el caso de los aramitas, serva slo alpropsito funcional para el que pareca diseado. Los piratas-lobo eran humanos, sise utiliza la acepcin ms amplia de esta palabra, claro est.

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    Vanos de los hombres, incluidos el jefe y otro que deba de ser el guardin, sequitaron el yelmo al detenerse. El jefe era un veterano feo y lleno de cicatrices conuna barba tan descuidada como desfigurado estaba su rostro. Todo un contrastecon el impecable e impoluto D'Shay.

    El guardin erael guardin, ya que sostena con fuerza en una mano algo que

    emanaba un poder muy fuerte result una sorpresa. Apenas si haba dejado deser un muchacho, pero sus ojos irradiaban una confianza y sabidura que dieron aentender al pjaro-len que era l quien tena la ltima palabra en las cuestionesrelacionadas con la patrulla. Por un instante, el Grifo dese que sus golems nohubieran convertido en polvo el artilugio del otro guardin durante la pelea librada enlos antiguos aposentos del ex monarca.Soy el capitn D'Haaren, del Quinto Nivel, destacado en Luperion, la puerta de

    acceso a las regiones meridionales. Seal la ciudad que se vea a lo lejosVuestros nombres?

    Me llamo Morgis, vengo de Tylir respondi el dragn en primer lugar. Nadiereconocera aqu el nombre del duque, y Beseen haba comentado a menudo queTylir era un lugar que se poda utilizar como punto de procedencia ya que estaba tan

    al norte que muy pocas gentes lo haban visitado jams. Sera simple cuestin demala suerte si el capitn o el guardin procedan de aquella regin.Yo me llamo Gregoth, y procedo tambin de Tylir. Por cuestiones de

    seguridad, y siguiendo el consejo del capitn Beseen, el Grifo haba escogido unnombre que empezara con la misma letra que el propio, pero lo bastante comn eneste continente para evitar que nadie que lo conociera pudiera atar cabos.

    Sois de la manada profiri de improviso el guardin en un tono que se suponaera su forma de intimidar a los dos civiles. stos fingieron sentirse amedrentadospor el sencillo procedimiento de menear la cabeza sin decir nada. El guardinpareci satisfecho.

    Pero no as el capitn D'Haaren, quien inquiri:Dnde habis estado? Recientemente, quiero decir.Aqu y all, capitn respondi el Grifo encogindose de hombros. Hemos

    viajado mucho en los ltimos tiempos.El pjaro-len cre en su mente una capa, un escudo de recuerdos falsos sobre un

    negocio que haba salido mal y la necesidad de una rpida retirada hacia el sur. Muyal sur. Haba discutido las posibles excusas con Beseen, y ste le haba sugerido lostemas que haran que un guardin perdiera inters por ellos. El Grifo haba dado untinte favorable a su persona, a aquellos falsos recuerdos para darles naturalidad. Lonormal es que uno piense siempre que la culpa la tienen los dems. Si el guardincrea en la autenticidad de esos pensamientos, quiz no profundizara ms. Aunqueeste joven, novato todava, tal vez insistiera slo para probar sus aptitudes.Sinti un hormigueo en su mente. El guardin, a pesar de su aspecto de

    aburrimiento, los volva a poner a prueba. Al cabo de un instante, la mueca dedesprecio del joven pirata le dijo que el guardin haba mordido el anzuelo y se torncomprensivo.

    Olvdalos, capitn. Son lo que dicen. Y yo, por lo menos, preferira regresar aLuperion y descansar un poco. Hemos estado patrullando casi todo el da.

    El capitn lanz un gruido, pero no dijo nada que pudiera haber puesto en peligrosu posicin. No le gustaba el guardin, era evidente, pero saba muy bien que nodeba provocarlo. El aspecto fsico no era nada comparado con el poder de la mentede un guardin en adecuada conjuncin con el instrumento elegido.

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    El Grifo parpade. Empezaba a recordar mucho ms de lo que poda justificar laexperiencia sufrida con el camarada de D'Shay, el guardin D'Laque.

    Muy bien, pues dijo D'Haaren con cortesa Puesto que tanto unos comootros nos dirigimos al mismo punto, os invito a cabalgar con nosotros. Insistoen queas sea.

    Morgis podra haber solucionado la cuestin adoptando la forma de dragn yacabando con toda la patrulla, guardin incluido, pero semejante acto no slo habraagravado sus heridas sino que habra informado a cualquiera que poseyera ciertopoder de su presencia en el lugar.

    Tampoco exista la certeza de que pudieran acabar con toda la patrulla. Elguardin podra no ser el nico con poder. D'Haaren no mostraba en sus cabellos elmechn plateado smbolo de los hechiceros en el Reino de los Dragones, pero a lomejor la caracterstica no exista en ese continente.

    Nos sentiremos muy honrados de unirnos a vosotros respondi a su vez elpjaro-len con exquisita educacin. Esperaba que el capitn no insistiera enacompaarlos una vez en el interior de la ciudad.

    El aramita se coloc el yelmo y fue imitado al instante por sus hombres. El

    guardin tard un poco ms, le quito primero el polvo, y luego dedic unos instantesa admirar la cresta en forma de cabeza de lobo antes de ponrselo otra vez. Elcapitn estaba visiblemente molesto, pero fingi no haber observado aquel gesto deindependencia.

    D'Haaren alz el brazo e indic a sus hombres que se pusieran en marcha. Al Grifoy a Morgis se les concedi un lugar de honor, por as decirlo, junto al capitn. Elguardin, con gran disgusto por parte de los otros tres, espole a su montura haciaadelante para reunirse con ellos.

    Habis estado antes en Luperion? inquiri D'Haaren en un tonoestudiadamente casual.

    No respondi el Grifo, Tampoco hemos estado en Canisargos. Tengoentendido que la capital es impresionante.

    Tiene su gracia replic el capitn con cierta acritud. Descubriris queLuperion no est nada mal. El nico baluarte decente de la civilizacin por estoslugares. Dira que es como entrar en otro mundo.

    El Grifo dese que nadie le prestara demasiada atencin, de lo contrario podranhaber observado la repentina crispacin de su rostro al escuchar esta ltimaafirmacin. Por supuesto que D'Haaren no haba querido decir nada en particular,pero el pjaro-len pens de inmediato en el Pas de los Sueos. Era ridculoimaginar que el pirata-lobo llegara a sospechar hasta ese punto de ellos. O no?

    El capitn continu con sus preguntas en apariencia intrascendentes aunque losdos recin llegados vean en ellas un intento de engaarlos y descubrir que no eranlo que pretendan ser. Tardaron un poco en darse cuenta de que la principalmotivacin de la conducta del capitn D'Haa-ren era su deseo de ser trasladado al

    norte, preferentemente a Canisargos. No haba duda de que deseaba poder en-contrar algo de suficiente importancia para llamar la atencin de sus superiores...Los mismos superiores que evidentemente lo conocan tanto como para tener aaquel antiguo veterano destinado en un lugar donde estuviera lejos de su vista.

    Un hombre amargado era un hombre peligroso.Luperion fue adquiriendo poco a poco forma ms ntida. Era una ciudad bastante

    grande, alrededor de dos tercios del tamao de Penacles, rodeada por una murallaprotectora. No pudieron advertir mucho ms todava; unas cuantas estructurasrectangulares se alzaban por encima de la muralla, una de ellas con un estandarte

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    ilegible a aquella distancia.Os habis encontrado con forasteros estos ltimos das mientras viajabais?

    pregunt D'Haaren bruscamente.El Grifo percibi una repentina exploracin apenas distinguible, de su mente

    consciente. Por fortuna era una estratagema con la que tanto l como Morgis

    estaban familiarizados, y respondieron con facilidad y sin alterarse.Nos encontramos con algunos aldeanos. Un grupito poco prometedor.La sonda del guardin se retir, tras haber obtenido slo falsos pensamientos de

    superiorid