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M o : F T r M E . F T d

FÚ N EBR E-G O ZO SO .

IO S SIETE RELIGIOSOS CAPUCHINOS SACRIFICADOSA T R O Z M E N T E , EN E l , LUGAR QUE L L A M A N : T R Í S R O B L E S ,

p u b l i c a n d o l a t i r a n í a UE l o s m a l o s , Y EL A F £C T O DE

LOS B U £N 09 .

D I S C U R S O

QUE EN LA MUY SOLEMNE TKASLáClON, 7SUMTUOSl SI M^i S EX KQ J I y i S D E L A S X X J V . V Í C T I M A S M A N R E S A N A S ^

I N M O L A D A S S I M U L T Á N E A M E N T E A L FVROR. D E L A I M P I E D A D ^

E L D I A X y n . D E N O y i S M B R E D E M D C C S X X l l ,

P R O N U N C IÓ

B L P. F r , s i l v e s t r e D E B A R C E L O N A , ex-lector capuchino^ el día 19 de noviembre de

18 2 5 , y tercero de los funerales: función especial^ que la gratitud capuchina

DISPUSO

en su propio convento de Manresa para sufragio de las almas de sus difuntos hermanos, como

testimonio de su generoso afecto, y en premio de sus méritos.

CON LICENCIA^^

iffdNKnSA\ EN LA IMPRENTA DE MARTÍN TRULLÍS.

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Accipe lihrum , et devora illu m : et faciet amaricart ventrem tuum. Sed in ore tuo erit dulce tamquam mel. Apocalipsis cap, lo . v, 9.

, p érfida temeridad de los impíos ! ¿ y no sahiais vo­sotros, qué la mano secreta del Omnipotente era supe­rior á todos los esfuerzos de la malicia hum ana? ¿n o sabíais qué la causa de los buenos era causa de Dios de aquel Dios , siempre justo , siempre recto , fuerte y terrible sobre los juicios de los hombres, que aun que calle 5 y d isim ule, nunca o lv id a , ni deja impunes los delitos : nunca abandona á sus Siervos, que sufriéron por su gloria y de cuya bondad enteramente generosa los Mártires y varones gloriosos reciben sin falta el de­bido galardón , la palm a y la corona ? ¿ á qué pues el haberos prostituido con arrebatos y frenecíes de furor á todo genero de cu lp a s, con el solo fin de perseguir la inocencia , esclavisar la v ir tu d , y acab ar, si os fue­ra posible , con el augusto nombre de los buenos ? ¿ á qué el haber sacrificado, en un solo dia y con un so­lo golpe de vuestra fiereza tantos Abeles inocentes, tantos ungidos del Señor, cuyos cuerpos quedaron en la soledad esparcidos por el su elo , dilacerados atroz­mente cubiertos de horror y espuestos á las fieras ? ¿ á qué en fin la infame osadia de presentaros á la faz del mundo con la negra nota de vuestra ignominia, cubriendo con el sagrado velo de ju stic ia , un crimen tan enorm e, un sacrilegio inaudito, que hizo eco de

horror en ambos mundos, y mas allá de cuantos viven ; celebrando como á triumfo un asesinato el mas cruel, el mas feroz y atrevido ? ¡ ah ! ¡ ah manos horrendas y facinerosas ! ¡ ah pechos duríssim os, pechos de fiera ! 3 ah gentes insensatas y del todo pervertidas! ¿qué ha­béis ganado con el furor de vuestras manías? ¿q u é b ie n , ó qué satisfacción os resalta de tanto arrojo? como á Caines fratricidas salisteis al campo para ce­baros con la sangre de los inocentes ; y como á Caines castigados os hallais sobre la tierra, errantes, despa­voridos y convulsos : como á Faraones obstinados cor­ríais tras la humilde grey de san Francisco para per­der , y devorar ; y como á Faraones abatidos habéis perdido el triumfo.

L a escandalosa escena de aquel noviembre ya pa­sado 5 la funesta tragedia del lugar que llaman : los tres robles fué un acto espantoso, que cubrió toda la na­turaleza con una sábana de sombras ; fué un clavo el mas agudo y penetrante, que abrió en un momento el corazon de todas las comunidades; fué im vaso lleno de acíb ar, que hizo correr su amargura por todas las venas de la seráfica familia ; fué : : un espectáculo de horror anárquico nos hizo llorar entonces sobre la muer­te inhumana de nuestros Ínclitos hermanos; y otro es­pectáculo de gratitud obsequiosa nos convoca hoy á su pompa fu n eral, y dulcifica nuestra pena : por las manos inmundas de unos enfurecidos babilonios se ha­llaban separados de nosotros nuestros israelitas bene­méritos ; y por las sagradas manos de iina piedad reli­giosa han regresado otra vez á su prístina morada. Del fondo mismo de este cenotáfio, tumba honorífica , don­de habitan sus manes gloriosos entre ráfagas de som­bra , oigo ya su voz dulce y consolante, que nos dice : aquí teneis ¡ O y con que satisfacción voy á decirlo ! aquí teneis las siete víctimas inmoladas en aquel dia

tenebroso: aquí yacen sus cuerpos respetables,, su» despojos, sus cenizas.. . .

E l aplauso general con que se miran recibidos nues­tros dignísimos difuntos, es .el mayor oprobio para sus contrarios, y el noble respeto que á todos nos infunde su presencia deseada, indica bien la importancia de sus restos. Ricos mausoléos de Roma , de Aténas y Es­parta : Urnas sepulcrales, preciosas y de oro : epígrafes enérgicos, eloquentes y m uy v iv o s , todo esto solo ha­cia conocer ú sus espectadores la historia de unos hé­roes gentiles, que muchos de e llo s, ó ensangrentaron la naturaleza con sus arm as, ó la horrorizaron con sus hechos. A la vista de este tumulo tan h u m ild e, ador­nado solo de austera pom pa, y sin otro fau sto , que las ñores de nuestros corazones, debemos confesar, y ver aquí lo mismo que Samson en el camino de Tham- nato: vio un león muerto y tendido en el suelo , en cu ya boca estaba el panal ( i) . Enigm a profundísimo y de varios sentidos, que mesclando el horror de un cadá­ver 5 que fué despedazado en el camino con la dulzura que salia de su boca , es m uy propio para nuestro ca­so. A este fin os digo yo lo que el ángel san J u a n : Accipe libruni, et devora illum : et faciet amaricari ven­trem tuum 5 sed in ore tuo erit dulce tamquam m e l: A c­cipe librum :: tomad todos este lib r o , este diseño me­lan cólico , este cuaderno de difuntos ¿q u e halláis en é l? páginas enteras de tristeza*, asuntos de aflicción, capítulos de pena y de dolor ¡ ay de m í! vuestro co- razon se llenará de amargura en este d ia ; faciet ama­ricari ventrem tuum ; sin embargo elevad mas y mas vuestras ideas, penetrad hasta su interior con el dis­curso , y hallaréis también toda la d u lzu ra de la miel, sed in ore tuo erit dulce tamquam meL Eos aquí ya todo mi intento, que formará luego el objeto de vues­tra atención, y el plan de mi discurso:

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l a s siete victimas de ¡a fam ilia seráfico-manresanapor la muerte tan atroz é indigna de su caractery que recibieron délos malos nos dejan wi monumento de dolor el mas acerbo.

Las siete víctimas de la fam ilia seráfico-manresana por 9U honra fu n era l, tan lucida y tan propia de sus méritos, que reciben de los buenos, nos dejan un mo­numento de placer el mas sabroso : reuniré los dos respetos, los horrores de la muerte con el aplauso de su digno funeral -, y en las siete victimas que mu­rieron tendrémos para siempre un monumento fiíne- hre-gozoso.

L a fiereza de la Parca en todos no es ig u a l, ni el golpe de su brazo produce siempre unos mismos senti­mientos. M orir de una vez siete religiosos, en un mo­do regu lar, según el órden natural, ó sobre la cama de sus m ales, aunque m uy sensible una pérdida así; sin embargo todo esto seria todavía poco objeto para de­jarnos un monumento de dolor el mas c ru e l, y mas acerbo. Está escrito haber todos de morir sin falta al­gún día : hemos de pagar todos á la naturaleza el co- jnun tributo de todos los mortales : en todos y por to­dos hay cruz , hay cu ch illo , hay disgustos, azares, pesadum bres.. . . y por término de todo hay la muer­te ; este es el gage de la vida del hom bre, este es el yugo que á todos nos impuso la divina Providencia, somos hijos de Adán , hemos de m orir, y esto nos con­suela ; pero morir de un solo golpe siete religiosos pa­cíficos por su naturaleza, amables por su caracter, in­teresantes por su v irtu d , y por sus méritos : morir por el solo capricho y desórden de unos monstruos vorá- ces : sin prevención alguna de cuantos dicta la huma­nidad 5 y nos dispensa la religión : dolosamente condu­

cidos al campo de la m u erte: lle g a r, m tim ar, y ma­tar : í ay de mi I yo os condusgo ya á la suerte infeliz de nuestras víctimas.

Reinando la impiedad es consiguiente la ruina de los hom bres, y su dominio llorará el pueblo: (2 )S a - lomon nos dejó escrita esta sentencia , la historia de to­das las desgracias la confirm a, y los objetos que tene­mos á la vista, no pueden engañarnos. Entronizada pues en este suelo manresano, por una de aquellas desgra­cias , que Dios raras vezes perm ite, esta infame diosa de la impiedad tan adorada en el presente s ig lo , que v iv im o s: recostada en las benéficas sombras de nuestra ciudad, la meretriz del Apocalipsis bajo el frondoso ár­bol de sus brutáles apetitos : paseada en trium fo, como la estatua de N abuco , obligando generalmente los res­petos , con amenazas m uy severas ¿ que podía resultar de una diosa tan falaz y refractaria, cuyo sistema ge­neral es la opresion de la virtud , en cuya mano reside la vara de Asiir para degollar profetas, y á cuyo tro­no asisten siempre el genio del m a l, el espíritu verti­ginoso del error y todas las tres furias del infierno, que podia resultar? [ ah ! bien lo sabéis vosotros fieles manresanos, que lo visteis: b ie n io sabéis vosotras, viudas llorosas, que os faltan los m aridos, aquellos maridos que tan dulcemente partían con vosotras las amarguras de la v id a , bien lo sabéis, d ig o , lo que resultó : espantos, insultos, tropelías, opresiones , ar­restos, padecimientos, muertes de tantos inocentes.... yo me vuelvo á mis hermanos.

Arrancados ya el día 15 de setiembre de 182a nuestros modestos y edificantes religiosos de este su re­poso , donde alababan á Dios con fervorozo corazon, y distribuían á los otros su beneficencia como llu v ia : despues de una prolongada esclavitud ( 3 ) , cuyo pan quotidiano era el tem or, era el susto y la zozobra;

después de privados del lodo , en los ocho dias postre­ros 5 hasta del recurso preciso para la lim osna, linico patrim onio, que dejó á sus pobres el seráfico padreen su muerte ; llega por último el diez y siete de noviem­bre del mismo a ñ o , el mas desgraciado, que podia existir para la historia de Manresa. ¡ E l diez y siete de noviembre ! i ah y que yo tuviese aquí un pincel de fu eg o , para pintaros bien con todos los colores de iin vivo fu ego , aquel espantoso volcan de pasiones diver­sas 5 de ir a , de ferocidad, de b arb arie .. . . el horror de toda la ciudad : la rapacidad mas iniqua : la sola- padez : aquella hipocresía ; tantas felonías y otros m il excesos, que vomitó en todo ese dia de sus impreg­nadas entrañas la negra región de la malicia ! dia que m uy de antemano estaba notado ya en el calendario de los malos para la muerte de u n os, y para el arres­to de otros en la mas confusa Babilonia. Mas ántes de partir ¡ santo Dios ! ¡ y que agonía tan dilatada fué aquella ! ¡ que crisis tan amarga ! ahora son llamados nuestros hermanos pacientes , en lo mas obscuro de la noche anterior á este dia, y los convocan con espanto : ahora los nombran cada uno de por í?í, y vuelven á nombrarlos : ahora unos de otros los separan , sin ati­nar el fin , ni el porque : ahora se manda á toda la cohorte disponer, y cargar las armas á su vista : ahora se les intima con o rg u llo , que al primer tiro de los facciosos:: que al primer movimiento por el cam ino:: que : : como los malos velan tan to , y madrugan m u­cho para el intento de sus traiciones : como los hijos de las tin¡el)las son mas diligentes, que los hijos de la lu z , para efectuar los planes de su iniquidad, apenas habian dado las dos de la m añana, poco m as, dieron principio á su marcha para el mas horrendo atentado é inaudito sacrilegio.

Una impresión profunda, un respeto el mas sa-

grado se apodera de mi m ism o, y me ocupa todo en este lance. ¡V e r aquella multitud de sacerdotes res­petables: tantos ministros del altar entre el furor de las bayonetas terroristas y erguidas , por unos cam i­nos intrincados , ásperos, m uy lodosos : sin l u z , pues la única y débil antorcha, que traían se apagó lue­go , y así cam inaban, palpando solo las negras som­bras de la noche ! ¡ Verlos por aquel penozo calvario de dos horas, trem ulentos, del todo azorados y con razón abatudos ! un sacerdote venerable apoyado en su b á c u lo , como Jacob el p atriarca, va pasando el Jordan de sus amargas penas : otro Isaac cargado con el peso de sus maduros años, va subiendo el lugar del sacrifìcio : otro O nias, caído en el su elo , y que­brado uno de sus b razos, va mesclando sus temores con suspiros m uy amargos (4 ). ¿ Y cuantas veces aque­llos infelices caminantes volverían sus ojos atras, co­mo los sacerdotes de Sion llevados á su cautividad , y exclamarían ¡ O Sion amada ! ¡ O dulce reposo ! O Manresa ! delicias de los buenos, asilo de la piedad, domadora de tantos enemigos ¿ y quien ? ¿ quien nos separa en este día de tus brazos, y de tu beneficencia ? luego oían á su lado los clamores de los otros com­pañeros 5 y padres de fam ilia que vaticinando ya por cierto mal agüero la desgracia m uy cercau a, ex­clam aban igualmente ¡ á D io s, Esposa , á Dios ! ¡ ay hijuelos mios ! ¿ y como quedáis en este d ía? vuestro padre va pisando el sepulcro, morirémos | ay ....l Sino hubiesen sido tan amargos aquellos acentos doloridos, seria mas fácil explicarlos. Los victimários feróces y cómplices sacrilegos, con la luz de la A u ro ra , que raya á sus o jos, han descubierto ya el altar del sacri­ficio , y el señalado sitio de los tres robles ha de ser el ara : : ya deseaba yo llegar á este punto , aunque con dolor m io , para darle á la cosa toda la pintura

de que es susceptible su retrato. ¿ Habré de quedar solo para ser espectador de una tragedia, que presen­ta en sí tantos horrores ? no , no seria justo : tétricos religiosos, vosotros que por las mismas veredas de la muerte acompañabais nuestros m ártires, y os corria igual riesgo, acompañadme también á mi en este dia : Llamemos la terneza de las almas mas justas y sensi­bles 5 y subamos juntos hasta el monte de la m irra : Joel, profeta santo, detened por un momento vuestros pasmos y asom bros, y despues de haber reunido las desgracias de Manresa con las desgracias de Jud á, pre­guntaréis entdnces á los moradores todos de la tierra, si en sus d ia s , ó en los de sus pasados admiraron in­fortunios mas dignos de dolor ( 5 ) ; triste Jeremías, buscad quien os bañe otra vez con agua la cabeza; quien arrase con una fuente de lágrimas vuestros o jo s, y al ver aquí renovada la mortandad terrible de la hija de S ion , lloraréis días y noches sin cesar (6 ). E l fa­llo de la m uerte, que suspirada por la sordidez de tantos judíos pervertidos: que firmada por la mano excom ulgada y vitanda de tantos Nerones inhumanos: que oculta hasta éntonces en la reserva del mas pér­fido Trifon , se declara en un m om ento; pero con m il circunstancias, todas espantosas y terribles : í aquella mirada fero z, que poco ántes les dió el caudillo de las tropas con ojos encendidos y centelleantes! ¡ aque­llos estrepitosos ecos , que hacia el corvo clarín por to­do el valle de la m uerte! ¡ aquella descarga alarman­te é insidiosa de haber salido ya los facciosos! ¡ aquel se­pararlos del cam ino, arrastrarlos hasta el matadero, y : : el corazon se oprime , el aliento desfallece, la na­turaleza se c u b re , la sangre se h ie la : está mandado, dijo el Principal con una v o z , que salid de sus roncas y cavernosas fauces, está m andado; que todos Vdes. mueran aquí.

( l ON o se estremece tanto la cum bre del Líbano cuait-

do se amotinan contra ella las tempestades, como se estremecieron aquí aquellos corazones todos juntos á la v e z : no hace mayor estrago el r a y o , que disparan las n u b es, cuando hiende el alto ced ro , como lo h i­zo en todos una intima así,sin apelación, ni recurso;¡ que apretura de pecho ! \ que palidez de semblante 1 j que revolución de discursos! quien se postra en el su elo , é im plora la Clemencia d iv in a : quien pide un cuarto de hora para disponerse siquiera : quien se abra­za con su confidente hermano : quien exorta con fervor á los otros: quien corre veloz para detener el arma homicida. O ran , su plican , lam entan, e x p o n e n .... Está mandado que todos Vdes. mueran a q u í:: ¡ ali inhum anos, y mas que inhumanosJ ¿ y que han he­cho los pobres ? ¿ quien ha sido el fiscal de su causa ? ¿ hay alguna ley para esto ? ¿ no es natural la defensa del reo ? ¿ donde teneis el proceso ? publicad aquí sus delitos : ¿ fué crimen tal vez no haber adorado el be­cerro , y estatua de o r o , como pretendíais vosotros ? ¿ no haber seguido el partido del ángel orgulloso , y rebelde ? ¿ no haber escuchado las sugestiones de la serpiente alagüena; pero ponzoñosa y mortal ? ¿ fué crimen su constancia tan heroyca en la fe : amar á su religión : fieldad á su r e y , á su patria y á todas sus leyes ? ¿ fué crimen sufrir imposturas , y tantos despre­cios ? ¿ lamentar excesos ? ¿ aborrecer delitos, extor- ciones inhum anas, torpes rapiñas, robos sacrilegos....? fué crimen todo esto ? Si esto es crim en , criminosos

son todos los ángeles y santos del Cielo : criminosos to- , dos los justos y buenos que hay en e l m u n d o , y el mas criminoso de todos es el mismo D io s, porque lo p roh íb e, porque lo aborrece, porque lo exécra. Está mandado ; que todos Vdes, mueran a q u i:: Las bellas prendas, las nobles calidades dé aquellos buenos reli-

giosos 5 d u lces, pacíficos , modestos, amables-----lagrandeza de su cracter augusto , el respeto que infun­dían sus penitentes vestidos, la gravedad de su faaz ve­neranda : aquellos mortales latid os, que daba su co­razon oprimido : aquel sudor fr ío , que mesclado con lágrim as, corría á la larga sobre sus graves mexillas hasta la tierra ¡ que motivos tan poderosos para mo­v e r , y partir la dureza hum ana, en la hypotesi de haber sido hombres sus enemigos, sus asesinos ! pero nada basló , nada pudo detener la fogosidad de aque^ líos corazones audaces, que solamente se distinguían de las fieras, porque eran mas feroces que todas ellas. Está decretada la m uerte; habéis de morir. L a espe­ranza sola de un Dios bondadoso : de un Dios re- dem ptor, que con tanto afecto bebió el cáliz amárgo por todos nosotros : q u e , clavado sobre la cruz , hizo correr su sangre divina para borrar nuestras culpas; en ñn el buen testim onio, y la voz consolante de su conciencia recta pudo alentar entónces, y les dió el valor que faltaba á sus fuerzas : paratas sumus morí : : los ángeles santos, que asistieron en aquel laberinto de la m uerte, y naufragio de la vida , podrán siempre asegurar, y d ecir: que aquella impresión n atu ra l, y preocupación momentánea fué seguida luego de una resignación m uy lieroyca , dispuestos á to d o , y pre­parados para morir. Moriamur in virtute : : A quella Madre d iv in a , cuyas dulzuras habían disfrutado en la v id a , no les faltó compasiva en el último lance^ posando sus dulces consuelos, y siendo su muerte vir­tuosa del todo. Moriamur in simplicitate ; : N . seráfico P . que tanto los había asistido por su regular obser­vancia , a llí los asistió mucho mas ; pues reunían en el fin de su v id a , el amor á su re g la , el fervor de sus votos, y la simplicidad de su alma. Moriamur : :

Saúles altivos Gananeos soberbios 5 Nerones ínhu-

m anos, hac est hora vestra , ya podéis desplegar aquf ios negros tafetanes de vuestra perfidia : añadid crí­menes á crím enes: consumad el sacrificio : disparad::] ay de m i! ¿ que es lo que veo ? ¿ que perspectiva de sangre he de mirar con mis ojos ?__ ¡ Siete capuchi­nos que abrazados con la tie rra , se abrazan con la eternidad I ; siete capuchinos que fluctuando en el mar proceloso de sus lütimas penas, se anegan en olas de su propia sangre! j siete capuchinos que sacrificados por los suyos barbáricam ente, que cubiertos con un diluvio de v a la s , palpitan exánim es, difuntos ya enel su elo !...... I O ! ¿ y quien os ha m uerto, preguntaréyo aquí inocentes palomas ? ¿ quien os ha degollado mansas ovejas de mi seráfico padre? la impiedad atre­vida , responde la naturaleza toda con su voz irritad a: ¿ quien os ha traspasado esos pechos sangrientos con tantas heridas, vuestros corazones magnánimos , que por mas que de cera por su naturaleza , eran de bronce para resistir las impresiones del vicio ? la im ­piedad desbocada, claman los árboles con sordo m ur­m ullo : ¿quien os ha taladrado esas cabezas augustas, triturados los cráneos, esparcidos los sesos por tierra y salpicadas las mátas ? la impiedad fu rib u n d a , la­mentan las peñas con ecos confusos: ¿ quien os ha tra­tado a s í, como á facinerosos y reos, privados de todo: sin confesion, sin el dulce v iá tico , sin sepultura , que­dando por pasto á los volátiles y bestias del cam po? la impiedad inhum ana, la impiedad c ru e l, rabiosa, obstinada y frenética , publican los arbustos y lodo el valle con suspiros patéticos ¡ pérfida im piedad! ¿ y son benéficas y ju stas, tus leyes que tanto pregonas? ¿ los que á ti te adoran, son hom bres, ó fieras ? ¿ son carib es, ó son españoles, que son ? yo leo con menos horror la historia de todos los monstruos : ¡ burlarse hasta de los mismos difuntos, de sus hermanos difun-

( u )Íó$ con triunfal a lgazara! \ sentarse sobre sus yertos cadáveres como en trono de g lo ria , y a llí— la plu­ma se resiste á expresarlo: allí sentados, cantarles el indecente , el indignísimo ; trágala , trágala , trágala...! ( z ) ¡gran D ios! ¿ y como no truenan aquí todos los anatemas divinos, convocando por vuestros profetas, el incendio , el puñal y la muerte para vengar tanto crimen ? ¿ como no se convierten en vasos de furor y de ira los moradores del c ie lo , todo el abismo y cuan^ tos habitan ese globo terráqüeo? ¿ como no estallan en m il rayos de cólera las nubes preñadas de fuego? I tragala, los religiosos, los sacerdotes difuntos, y traga- larlos despues de tres dias ya m uertos! | O ! ¿ y de que raza de gentes teneis el ser y origen , entes vilísimos ? ¿ qué leche fué la prim era, que os dió alimento? ¿fué de m u ger, ó de vívora ? ¿ fué licor de los pechos, ó fué veneno de áspid ? el horror de tales excesos ¿ po­dia dimanar de otras escuelas, que de las grutas obs­curas , y antros masónicos ? seguid las centurias , con­sultad los anales : T ito , y Catón ambos gentiles, ám- bos habian movido las armas contra su partido r iv a l; pero a l ver aquella mortandad y terrible carnage, que habian hecho con e lla s , enternecidos del todo , hon­raron la humanidad compasiva con abundancia de lágrim as: los romanos, á pesar de su natural indolente hacen lo mismo contemplando las veinte y tres puñaladas de su Cesar contrario: los enemigos de Se- leuco á quien ellos mismos habian arrojado al mar : los enemigos de Alexandro contra quien poco ha ha­bian intentado la m uerte, todos se mudan al ver sus desgracias; no pueden prescindir de ser hom bres: no pudieron ensordecer á la voz de la sangre, los respe­tan__ ¿ y solamente vosotros, mas inhumanos quetodos, mas crueles que todos, bárbaros mas que to­dos ? I Pérfida impiedad ¡ lo repito : tu te complaces

en estas escenas; tu las inspiras, tu reposas en ellas; son obra tuya ¿quedas ya satisfecha? ¿resta mas que h acer?

i Victim as preciosas! ¡ mártires esclarecidos! la barbaridad de aquellos malvados fué el preám bulo de vuestros honores; y si el Cielo os quizo probar como el oro entre las llama« del h orno: si os dió á beber el cáliz de los infortnnios hasta las heces; tampoco os ha faltado con el dulce consuelo de su paternal Pro­videncia. Suspiros profundos, lamentos am argos, res­petuosos obsequios:: todo lo movió para formaros de los corazones sensibles, una sepultura de lágrim as, en vez de aquella que os negaban los m alos: hasta los mismos irracionales, que habitaban la se lv a , parece haber tomado á cargo el lu to , y exéquias debidas. Vox in Rama audita est:: Los paxarillos risueños, las ave­cillas parleras, que habian salido para solemnizar el nacimiento del Sol con su natural sinfonía ; al ver allí tanto muerto almagamado con regueros de su propia sangre, que humeando a u n , salla de todas sus venas, mudaron en un momento de c la v e , y siendo sus gor- geos y vo ces, la voz lam entosa, que salia de los mon­tes de R a m a , celebraron el primer funeral con epice­dios tristes, y lamentables endechas:ploratus. et ididatu& m ultas:: ¡ que amargos plañidos no dieron en aquellos tres dias las aves grandes, y de paderío sobre sus cuerpos difuntos, que miraban insepultos sobre la tierra! el B u h o , la Lechuza y M urciélago á manera de oradores nocturnos, y como encargados de sus elo* ¿[ios fúnebres \ que eloqüencia tan copiosa no desple­garon por tres noches enteras con fuertes quejidos ! la­mentaron , suspiraron, au llaro n .... Rachel plorans fi^ líos suos:: Unos hijos tan buenos precisamente habian de merecer toda lacom pasion de su m adre: R aquel:: ¡ ay de m i! nuestra religión cap u ch in a , despues de

tantos suspiros, llora to d avía , sumida en amargó do­lor , y no halla consuelo; pues loe h ijos, que am aba no están, et noluit consolari, quia non sunt: : no están aquellos religiosos benem éritos, en quienes hallaban : el a lta r; sacerdotes ilustres, y según la dignidad de su caracter, el confesonario; ministros prudentes, y médicos sabios: e lp iílp íto ; oradores fervorosos, exem- plares y santos: el estado; realistas verdaderos, cons­tantes y m uy decididos: todos en f in ; religiosos de b ie n , edificantes al p u eb lo , incansables en utilidad de las alm as, obedientes, exáctos en su religioso deber, en todo y por tod o, aptos, interesantes y m uy singu­lares : et noluit consolari, quia non sunt:: no están,por esto llo ra , por esto suspira, se aflige, iainenta__¡ Pobre R a q u el! solo os queda ya el triste monumento de los Benjamines d ifuntos: sentaos pues en su som­bra , y no os apartéis de su vista un solo m om ento: pasad aquí los días som bríos, como Resfa al pie de las cru ces, donde estaban los dulces pimpollos de su corazon : leed de espacio en este libro de penas y to­da vuestra lectura no sea m as, que memorias tristes que recuerdos amargos^ que:: detente corazon humano, detente : ¿ y no ha de suavisarse tu pena ? ¿ aquel bo­cado de p a n , que comió Rut entre los segadores del rico R o o z, dexó de serle sabroso, y m uy d u lc e , aun­que rociado con la ingratitud del vinagre? la muerte cruel de los siete mancebos ilustres; que pena mas grande para el corazon de su madre ! pero ¡ que con­suelo mas dulce al ver su heroyca constancia, y el honor de su muerte! Accipe librum^ et devora il lumii Tom a pues otra vez ese místico lib ro : regístralo todo: devóralo b ien , y si hasta ora te ha llenado de tanto amargor el estómago; será también para sus labios m uy sabroso, y tan dulce como la m ie l, sed in ore suo erit dulce tamquani meL

( i ? ) , , .Heos a q u i, que á nosotros nos Sucede lo mismo,

que al santo profeta Ezequíel con aquel misterioso vo lu m en , <5 libro opistógrafo : libro de penas, qué llevando escritos en su interior lam entos, suspiros y a y e s , le habia llenado el corazon de amargura ; libro de consuelos , que devorado despues, y descubierto con estos arcanos profundos, se le convirtió luego en una dulzura m uy parecida al panal (8 ). Este ceno- tá fio , propia región de difuntos, casa enlosada de m uertos, libro de nuestros hermanos, cuya perspec­tiva y exterior aparato contiene el voluminoso tra­tado de tantas desgracias, y nos excita la pena; des­cubriendo ahora la grandeza de su precioso depósito : publicando el mas glorioso triunfo con escozor eterno de todos los malos; que placer mas deleytoso y divino! ¡q u e monumento mas digno de suavidad y d u lzu ra! M u y amarga no fué , es verd ad , la espantosa catástro­fe de nuestros religiosos ilustres : muertos cruel y m uy atrozmente : abandonados al campo con un modo el mas vil é indigno : Sin piedad , sin sepultura , sin otras exequ ias, que un sim ple: Requiescant in pace- que pudo proferir el buen corazon de un sacerdote, tem­blando aun de tem or, estremecido del todo, y levan­tando los ojos ( 9 ) : : Pero ¿ y que importa todo esto, si á la viva l u z , al resplandor que despiden en torno estas antorchas, los vemos otra v e z , como presentes y vivos : y todo aquel teatro tan bárbaro enteramente mudado : la opresion en obsequio : el oprobio en triun­fo , y la muerte en inmarcesible corona. Los vemos, como otros tantos Mardoqueos vencer gloriosos sobre la soberbia y presunción de los necios Am anes, sien­do ahora pregoneras de veneración, y respeto las calles y p lazas, que lo fueron entónces de atropellamiento, y desprecio. Los vem os, como otros tantos Joséfcs en- tie vivas de aclam ación, y de ju b ilo ; pudiendo cada

«no de ellos conftmdir á sus ingratos hermanos, si aquí estubieran, como aquel á los suyos : ego sum Joseph,

frater vester quem vendidistís : : Yo soy José vuestro herm ano, á quien habíais vendido, habíais encarce­lado , habíais muerto , y derramado mi sangre__ ¿m econocéis ahora entre los aplausos del pueblo ? Ego sum Joseph : : ¡ ah ! ¿ y quien se lo hubiera dicho en tono profètico á sus opresores nefandos ; cuando á ma­nera de cavallos desbocados, y sin rienda se precipi­

taban por los caminos de sus proyectos frenéticos : cuan­do á guisa de fieras desatadas ó como lobos rabiosos corrían de noche para devorar, y perder : cuando su corazon hydrópico y del todo sediento aumentaba mas y mas la sed de sus encendidas entrañas con la sangre hum ana, que iba bebiendo: quien se lo hubiera di­cho entre los horrores de aquel infausto noviembre, que toda la gloria de sus triunfos efímeros había de parar solo en un sueño, en fábula , en ilusión y va­p o r; que lo s ensangrentados sitios de todo el va lle ha­bían de quedar en el mundo por emblema de su tira­n ía , y braveza ( l o ) : que nuestras ílustrísimas v íc­timas , objeto de su loco fu ro r , entrarían otra vez en Manresa, aplaudidas del todo á los ojos de la m ultitud, y con todo el concurso , que podía facilitar su venida: llevando tras sí el afecto de todas las gentes, y obli­gando las lágrim as, movidas del cariñ o , que ha gra­vado la naturaleza en el corazon sensible de todos los buenos : triunfando desde sus ataúdes, que por su apa­rato esparcido y pom poso, mas bien parecen carroza de vencedores, que ataúd de vencidos, y cubiertos con hermosas guirnaldas de amor y afecto , mas ricas a u n , que aquellas con que premiaba á sus héroes una Rom a gen til, de o ro , de gram a, de la u re l, y de mir- 4o.. . . ¿ quien se lo hubiera dicho todo esto entonces ?

L a satisfacción de podérselo decir realmente ahora

es el m ayor desahogo de nuestro corazon oprimido. Isti sunt triumphatores, et amici Dei : : alguna vez pues ; Ò gentes ciegas y preocupadas ! alguna vez ha­bíamos de gozar nosotros los dias victoriosos de nues­tros hermanos , y con su plausible llegada celebrar su triunfo : estos son , las siete espigas del campo será­fico , que salidas del corazon de F ran cisco , se levan­tan hermosas , prosperamente florecen , y nos produ­cen , en copiosa cosecha, el grano puro de nuestro consuelo : estos son los siete sellos del libro de nuestras du lzu ras, cuyas páginas, llenas todas de un secreto p la c e r , se nos hacen mas suaves y d u lces, quel mismo panal : estas son las siete víctimas de nuestros obsequios, que escribiendo con la sangre de sus propias venas el lem a de su inmortalidad gloriosa, nos añaden una época la mas honorífica, y nos dexan muchas centu­rias de gloria : hablo así; p ueí reunidos los siete á un coro tan glorioso de m ártires, como ha visto la órden en todas las edades, y tenemos de toda provincia , pa­san ya de doscientos los sacrificados por D io s , y por la causa mas justa ; todos capuchinos, todos mártires, todos vencedores ( 1 1 ) : estos son en fin los hijos de S a ra , hijos de Francisco , herederos de su g lo ria , y son amigos de todos ; pues lo fueron de Dios Qui coiu temnentes jussa principum^ meruérunt praniia aternaii anciosos de que fuese arruinado del todo el prepoten­te dominio de la impiedad opresora ; pulverisado su trono hasta el cimiento , y abolidas sus ley es , que han sacrificado á centenares las víctimas ; solícitos sobre la importante conversión, ó ruina de sus enloqueci­dos sequaces , que blasfem an, y mofan de cuanto ig­noran ; siendo todos e llo s, según la pintura del após­tol san Jud as, no m as, que estrellas errantes, que nu­bes sin a g u a , olas de tm mar turbulento, árboles det otoño ; fenómenos de mal tiempo 5 augurios de tem-

pesiad y borrasca.. . . asegurados siempre de ver cuan­to ántes el buen órdeu en todas las cosas, nuestra re­ligión oprimida restituida otra vez al cénit de sus glo­rias prim eras; nuestro abatido monarca otra vez so­bre el trono augusto de su poder absoluto ; y la na­ción espirante otra vez á su lustre , y resplandor ofus­cado ; no rindieron jamas su corazon invensible, al querer de unos príncipes los mas tenebrosos : leyeron con desprecio, cuanto dictalia la sordidez de sus mi­ras : hablaron con reserva entre los buenos : acudieron á Dios : oraron con fervor ; por esto se hicieron dig­nos de los premios eternos ; recibiendo ya en el dia la recompensa d eb id a, y el galard ón , que merecen, modo coronantur, et accipiunt pahnam. Públicos y sun­tuosos funerales, traslaciones lu cid as, sepulcros glo­riosos ; heos aquí las coronas y palmas con que suele inmortalizar la gloria de sus dignísimas víctimas la gratitud de los pueb los, celebrando su merito , y desa­graviando sus manes. Simón macabeo recoge los hue­sos de Jonatas su herm ano, que habia sacrificado Tri- fo n , y con su digno fu n eral, tan lu c id o , que le hizo en M odin , nos dex<5 su memoria ( 1 2 ) : el grande amor y afecto, que profesaba Antigono á D em etrio, su pa­dre difunto, le obligó á conducirle de la Syria á Gre­cia , y la nave real con que venia su urna de oro , c u ­bierta de flores, entre el resplandor de las arm as, y colocada en lo mas alto de todo , formaba el grande espectáculo de todas las gentes, y parecia traer la ma­yor prenda de su corazon ( 13). M anresa, cuyo tim­b re singular es la fidelidad mas h eroyca, tan pronta y sumisa para escuchar la voz del a lta r , y del trono ; 4íomo tremebunda para repeler á sus fuertes contra­rios : Manresa siempre justa , siempre generosa , y que á nadie se mira segunda, en obsequio de sus hijos be- iiémeritos que la honran, acaba de expresarse en estos

( 21 )d ías, á beneficio de sus víctim as, segtrti toda la gran­deza de sa garbosidad celebrada, para proseguir des- pues la mas grata memoria en los años que vinieren,

Porcion escogida de Francisco, pueblo seráfico, capuchinos de Manresa ; tomad ya el precioso paño del consuelo, enjugad vuestras lágrim as, y hablad en confianza á la faz del universo. Si os hablan de aque­llos cele])rados defensores del pueblo de D io s, los M atatias, Ju d as, Sim ones, Jonatases, y otros cam­peones gloriosos, que por haber defendido con pecho denodado, el im perio de la ley, fueron el lustre de los su yos, decidles: que los vuestros, si no lo hizie- ron peleando en el campo con las armas ; pero aten­dida la causa , tan justa y tan b u en a , que tubo en su muerte por objeto odioso, la barbarie y frenetiquez de sus contrarios : m irada la perversidad de ideas no­civas y envenenadas, por cuyo desprecio se expusie­ron á ser sacrificados al fu ro r , y lo fueron realmente : ponderada bien su resignación y constancia tan he- r o y c a , regando el suelo con su sangre preciosa ; os imprimen un sello in d eleb le, que no podrá borrar toda la inconstancia del tiem po, y os dexan el m ayor re liev e , que podíais esperar. Si os recuerdan la inge­niosa variedad de obeliscos sepulcrales, que para simbolizar la grandeza de sus héroes, usó la costum­bre diversa de los pueblos ; los israelitas un Sol res­plandeciente sobre el sej‘ ulero de su caudillo Josué( 1 4 ) : otros , como los tesalienses una corona de olo­roso amaranto sobre el túmulo de Aquiles ( 1 5 ) : otros, como los beocios un león serio , y m uy grave sobre el cenotáfio de los tébanos, que murieron peleando con­tra Felipo ( 1 6 ) : y otros, como los antiguos españo­les tantas colunas, cuantos eran los enemigos, que ha­bian dexado muertos en el campo (17 )9 decidles : que á los vuestros todo esto los es propio ; pues su muertCj.

ella es un Sol lu cien té, que esclarece él orizonte de todas las com unidades, y os ánima con el fuego de 5US ra yo s; es una Corona de apacible am aranto, que aromatiza el altar de vuestros corazones, y todo el tem plo de la ó rd en : es un místico le ó n , que espan­tando á los malos por la terribilidad de su aspecto; os llam a á vosotros para recoger la dulce m ie l, que fluie de su b o c a : es un triunfo el mas universal y singular de todos nuestros enemigos; pues al ver en este dia tan exaltado el objeto de su ra b ia , quedan á su vista confusos, abatidos y clavados en un punto. Si os ponderan aquí la honrosa p o m p a, con que fue­ron traslados de Egipto á G anaan, los preciosos res­tos de aquellos santos patriarcas, y sepultados glorio­samente en Hebron ( i 8 ) : los despojos de Teseo por su hijo Gimon de la isla Sciro á A ténas, despues de cuarenta años de su muerte ( 1 9 ) : los de Philo- pem enes, famoso general y terror de los lacedem o- n io s, cuya traslación á la vista de toda la G recia, ocupó toda la plum a de Plutarco ( 2 0 ) , decidles: que la traslación de los vuestros tiene muchos rasgos de similitud con la traslación de aqu ellos, aunque glo­riosa y tan lu c id a : y así gozáis ya la feliz fo rtu n a, y la gozamos todos, de tener otra vez entre nosotros los siete hernianos, que perdimos. En las sombras de la Seo yacen sus cuerpos respetables , formando allí con el resto de las víctimas una pirámide de trofeos glo­riosos : L a memoria de sus padecimientos, de su cru­ento sacriñcio, de su abandono— se conservará eter­namente duradera en los fastos de la órd en , y en los anales de todos nuestros corazones: y por su digno panteón, que tendrémos siempre á la v ista , se trans­mitirá hasta el últim o de los siglos, la historia de siete capuchinos, cu ya m uerte, aunque infeliz y de- eastroza, ha de^;ado nombre mas que m il , y ocu-»

p a todas las cien leguas de la fama. Salve pues fell« y ditxoso monnmento de atletas grandes y varones ju sto s, rico palacio de m uertos, hermoso santua­rio de difuntos ; salve : yo te salud o, te respeto con todo mi afecto y corazon. ¡ O sepulcro ! ¡ <5 mau­soleo glorioso ! yo veo caminar sobre su làpide precio­sa la inmortalidad delante de los m ártires, y las pal­mas de triunfo en frente de sus penas : yo miro vo l­tear en torno la piedad religiosa, esparciendo flores y perfumes de gratitud , y de obsequio : yo oigo alter­nar en su augusta sombra el dolor ; y el placer : la tristeza ; y el gozo : el sentimiento ; y el jú bilo : yo leo en ti por ambos lados^ ysi m irado por afuera mepre- sentas amarguras tan intensas, hallo igualmente mas adentro dulzuras sobremanera deleytosas. Accipe li~ brum^et devora illum: et faciet amaricari ventrem tuum sed in ore tuo erit dulce tamquam mel. L a muerte de las víctim as, por ser tan atroz é indigna de su ca­rácter , nos dexa un monumento de dolor el mas acerb o , /ac/eí amaricari ventrem tuum: la honra fu ­neral de las víctim as, por ser tan lucida, y tan propia de sus m éritos, nos dexa un monumento de placer el mas sabroso, sed in ore tuo erit dulce tamquam mel. Los horrores de la m uerte, declarando la dureza de los malos : los obsequios de su digno fun eral, expresan­do el afecio de los buenos, nos dexan para siempre en las siete víctim as, que murieron un monumento fúnebre-gozoso.

Inclitos israelitas, hijos ilustres del verdadero Abra- han , y patriarca seráfico : el monumento que nos q u e d a , y tenemos á la v ista , es un monumento de virtudes religiosas, y por esto mismo que estas le agradan al Señ or, debemos imitarlas. En medio de una tempestad tan funesta de ideas y m axim as, que hizo correr por todas partes torrentes caudalosos de

. Mtm véneno m ortai, sm perdonar lo mas sagrado del santuario m ism o, nuestros fervorosos hermanos, co­mo encinas de B asan, ó como los cedros floridos de la casa del Señor, no cedieron jamas á los ímpetus mas fuertes de todas sus avenidas ; fueron siempre, constantes, siempre religiosos, siempre capuchinos : el decoro y respeto á su profesion y habito santo, fue su divisa y grande honor : el nombre y el ser de fray- les menores5 toda su gloría: la religiosidad seguía, exáctamente sus pasos : el sufrimiento en las penas nunca se apartó de su lado : y haber resistido siempre á la impiedad turbulen ta, á quien los incautos y cie­gos 5 humillados á sus plantas, recibían con los brazos abiertos, es ahora su grandeza elogio y mayor apolo­gía. Sigamos pues tan digno m odelo, como nos ins­piran aquí las reliquias de su mortalidad preciosa, y no olvidemos el mas dulce consuelo que tal vez es­peran sus almas de todos nosotros. Un levísimo des- c u y d o , un solo d esliz , una ceremonia pero exácta , ó un sacrificio menos fervoroso pudo haber hecho en ellos el mismo estrago, que lloraba la esposa en su mística viña por las raposillas : puede m uy b ie n , que la divina ju stic ia , no satisfecha aun con todo rigor, los tenga detenidos en la cárcel del purgatorio , en los calavozos de fu eg o , copioso y m uy rapido ; pero mas, que aquel rio de llam as, que vio Daniel salir del tro­no divino : penetrante y m uy v iv o ; pero m as, que aquella hoguera de N a b u co , cuya voracidad, á dis­tancia de cien pasos, convertía en cenizas cuantos se arrimaban á ella ; horrible y m uy torcedor ; pero mas, que aquel del toro de F á la r is , en cuya cavidad der- ritida y ardiente, sepultados vivos los delinqüentes, daban bramidos los mas espantosos : en este caso pues, como N oe esperan con ansia la paloma del arca con e l verde raiüo de nuestros sufragios : como los tres

jovenes del Iiorno de B ab ilo n ia , aguardan el fresco' céfiro 5 que les mitige la pena : como José , solicitan el buen afecto de un compasivo Rubén para salir del pozo de llamas.

Dios eterno , R ey inmortal de los siglos : rompénse ya las puertas de bronce para los hijos de L e v i , y triunfen sus almas de todas las penas; pues triunfan sus cuerpos con tantos obsequios : suban glorias con al lauro de todos sus m éritos: ciñan sus rubias sienes inmarcesibles coronas en la patria del C ie lo , y meres- can o ír , delante el divino C ordero, aquellos cantares eternos, que acompañan los ángeles con armónicas cítaras , con dulcepiánes, con ricos salterios y árpas de oro. En fin descansen, descansen en paz por los si­glos de los siglos : y vean el Rostro divino , cuyas mi­radas son hijas de amor y fineza : cuya fineza baña el corazon de ternura ; cuya ternura halla la fruición de todos los gozos; siendo estos el descanso eterno de todos los buenos, el galardón y el premio de nuestros trabajos y p en a s.. . .

A M E N .

N o ta . Fág* 14. Un* la . dice tragala, lee tragalar..

NOTAS.

^ ^ la cer á todos en iodo discurso es tan dificultoso^ como es fá c il ofender á muchos de los concurrentes ; ya sea por fa lta del mismo orador, ó sea por mala inteli­gencia de los otros, que oien , ó por el contraste de ideas opuestas, ó bien sea por otros motivos. Deseoso pues yo aqaí de cumplir con D ios , y de satisfacer á todos , si

fuese posible : atento á las sabias miras de nuestro pia~ doso M onarca , j de otros prelados no menos zelosos en el modo de perorar contra la impiedad turbulenta : re~ mirado en no intesar mi discurso en asumptospolíticos'^ desterrand9 de él toda expresión rencorosa, que pudiese avivar la llama del odio, ó tea de la discordia ; an­siando de veras la paz evangèlica ; aquella p a z , que espera con los brazos abiertos d todos Ins malos á que se conviertan^ y vengan; pues no. siendo así , no hay. paz para ellos, como dice Isaías : non est pax impiis : ; Solo intento afear la tiranía y v ileza , de cuantos con­currieron precisamente, y no m as , al sacrificio cruento de nuestras dignísimas víctimas ; asesinato horrible^ que llenó de espanto hasta á algunos de los misinos sol­dados , según confesion propia , despues de haber asis­tido otras vezes, á otros horrores, y varias batallas : den'amando lágrimas de compasion natural, como ase­guraron los bagageros despues : acto cruel, con el que quedó el suelo sembrado de nueve paisanos ; todos res­petables y benemerito^-: catorce sacerdotes , y un reli­gioso lego ; esto e s , un ilustre canóniga , cuatro clérigos^ un padre Jesuíta dos carmelitas y siete capuchinos'^ cuyos nombres son: P . Leandro de Palón^ guardian ac­tual de Blanresa : P , Félix de Verdú ex-guardian ;

P . José T^t'anchco-de 'Barcelona ésü-^guárdiáñ: P . TeíííQ de Igualada : P . Gerardo de Barcelona: P . José de Tarragona, todos predicadores, íorfoí dzs/mgMií/os; Fr% F élix de Berga hermano lego , muy expedito.

(1) Judicu, c. 14. V, 8.(2) Proverb, c. 28. v. 12. c. 29. v. 2.(3) £/ dia de setiembre de 1822 fueron saea'

dos del propio Convento, y colocados en el de lós P P , carm elitas, donde permanecieron hasta el d e ' no- viembre del mismo año : su salida para ir al Cármen fué de dos en d o s , por la puerta de la huerta de san Ignacio : 8 dias ántes de partir para Barcelona, <í para la muerte , fueron privados de salir pat a la limosna: el P . Guardian lo suplicó á Roten y tío pudo cow56- guirlo , solo 5/, algunas respuestas^ justas y benéficas..,,

( 4 ) Fué el P . Luis de san Juan las Abadesas, mwy cansado por lo mucho que ha trabajado para el bien de las almas : religioso de m érito, que prisionero como los dem as, se rompió un brazo al pasar el arroyueh de Rajadell.

( 5 ) /oe/. c. I . tí. 2.( 6 ) Jeremics. c. 9. t?. i ,( 7 ) Fué una partida de voluntarios nacionales de

Igualada^ que vinieron a llí para presenciar el entierro de las víctimas^ el dia cuarto despues de su muerte.

( 8 ) Ezequiel. c. 2, v. 9. c. 3. v. 3.(9 ) E l sacerdote que fu é para conducir los cadá­

veres , que puestos en tres carretas, como reces del ma tadero , fueron traidos en el cementerio de san Pablo de la G uardia , fu é el Sr, Parróco del Bruch por ser territorio suyo y la Guardia , sufragánea : aquí fueron metidos en una zanja si?i el menor miramiento: aquí quedaron unos sobre otf'os cubiertos de tierra , hasta que el dia 28 de diciembre de fuerontrasladados^ la primera v e z , y colocados en la cueva de san Ignacio^

donde han permanecido Hasta el i6 de mviemhr^ de 1825.. ( ro ) Este valle está como unos diez pasos apartado

del camino \ su circumferencia de unos tres cientos , pasos: propiamente hablando no es el valle de los tres robles; pues este dista como una inedia hora del lugar donde fueron sacrificados', solo se llama así^ por la proxim idad , que tiene con el de los tres robles, nom~ bre que le tomó porque antiguamente habia tres robles contiguos.

( 1 1 ) Fr. Mateo de Anguiano, y Pablo de E zija en su epistome historial pag.4..hace mención de 177 capuchinos, que han derramado su sangre por la fe de J.C . : á todos estos se han de añadir los 30 misio­neros capuchinos, con los 4 hermanos legos, de esta pro- vincia de Cataluña sacrificados por los insurgentes de América en la provincia de Guayana en distintos dias,

( 1 2 ) I . Machab. c. 13. v. 25.( 1 3 ) Plutarch, in fine vita Demetri.( 1 4 ) Maluenda in Josué, c. 24. v. 30.( 1 5 ) Alciat. Embl. 134.( 1 6 ) Corn, á Lap. in Apocalip. c. 5. v. 5.( 1 7 ) Aristot. 7. Polit. c. 8.( 1 8 ) Josephus lib. 2. Antiquit. c. 4. testatur: pa-

triarchas sepultos in E g ip to , translationem postea ha- huisse in Hebron. A lii volunt, primum ab Mgipto in Sichem , deinde in Hebron fuisse transvecta vide Dio- nisium , Gragrejum , Lorinum , Cornelium á Lap.

( 1 9 ) Plutarch, in fine vita Cimonis. ,(2 0 ) Plutarch, in Philopem.