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Diversidad social, política y económica en distintos tiempos y espacios regionales 63 ISBN: 978-607-8432-40-0 La aparición del señor de la Misericordia en Ocotlán, Jalisco, vista por medio de sus testimonios Marcia Teresa Romero Becerra Licenciada en Letras hispánicas Universidad de Guadalajara Las palabras son los ríos; las imágenes, el mar. Fernando Zamora Introducción En el año de 1847 los habitantes mexicanos se encontraban perturbados por la invasión estadounidense, a causa de la defensa desfalcadas las arcas episcopales; desencadenada la pusilanimidad en el ánimo general; mientras otros destejiendo el enmarañamiento de la mancomuna entre la Iglesia y el Estado. En medio de esto, pero en provincia, se apareció el día 3 de octubre el señor de la Misericordia en el cielo de Ocotlán, Jalisco. En el Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara se conservan los 45 testimonios de la aparición del señor de la Misericordia en la sección: Gobierno, serie: Parroquia Ocotlán, año: 1654-1873, no. de exp: 15, caja no. 1. El legajo intitulado Espediente se encuentra dentro de la caja antes dicha, en la carpeta: años 1840-1849, que para fines de la presente investigación es la que interesa y divido en 2 secciones: la primera sección, de los 29 testimonios levantados en 1847, de la foja 1 a la foja 20; la segunda sección, de los 16 testimonios levantados en 1848, de la foja 21 a la foja 56. La aparición del señor de la Misericordia 1 en Ocotlán, Jalisco, sucedió el día 3 de octubre de 1847. A partir del día siguiente del acontecimiento, ante un notario se mandó llamar a determinados ciudadanos que presenciaron el hecho para que testificaran lo que vieron. El periodo de levantamiento de testimonios bajo el mismo régimen notarial duró hasta el 8 de noviembre del mismo año. En total, de este periodo resultaron 29 testimonios (de igual número de testigos). Para el año 1 Representada en la “Figura 1” (ver).

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Diversidad social, política y económica en distintos tiempos y espacios regionales

63

ISBN: 978-607-8432-40-0

La aparición del señor de la Misericordia en Ocotlán, Jalisco, vista por medio

de sus testimonios

Marcia Teresa Romero Becerra Licenciada en Letras hispánicas

Universidad de Guadalajara

Las palabras son los ríos; las imágenes, el mar.

Fernando Zamora

Introducción

En el año de 1847 los habitantes mexicanos se encontraban perturbados por la

invasión estadounidense, a causa de la defensa desfalcadas las arcas

episcopales; desencadenada la pusilanimidad en el ánimo general; mientras otros

destejiendo el enmarañamiento de la mancomuna entre la Iglesia y el Estado. En

medio de esto, pero en provincia, se apareció el día 3 de octubre el señor de la

Misericordia en el cielo de Ocotlán, Jalisco.

En el Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara se conservan los

45 testimonios de la aparición del señor de la Misericordia en la sección: Gobierno,

serie: Parroquia Ocotlán, año: 1654-1873, no. de exp: 15, caja no. 1. El legajo

intitulado Espediente se encuentra dentro de la caja antes dicha, en la carpeta:

años 1840-1849, que para fines de la presente investigación es la que interesa y

divido en 2 secciones: la primera sección, de los 29 testimonios levantados en

1847, de la foja 1 a la foja 20; la segunda sección, de los 16 testimonios

levantados en 1848, de la foja 21 a la foja 56.

La aparición del señor de la Misericordia1 en Ocotlán, Jalisco, sucedió el día

3 de octubre de 1847. A partir del día siguiente del acontecimiento, ante un notario

se mandó llamar a determinados ciudadanos que presenciaron el hecho para que

testificaran lo que vieron. El periodo de levantamiento de testimonios bajo el

mismo régimen notarial duró hasta el 8 de noviembre del mismo año. En total, de

este periodo resultaron 29 testimonios (de igual número de testigos). Para el año

1 Representada en la “Figura 1” (ver).

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de 1848 comenzó un nuevo periodo de levantamiento de testimonios2, por una

parte: testigos que se volvieron a llamar por su testificación de 1847; por otra

parte: otros testigos que no habían sido tomados en cuenta. Los procedimientos

en ambos años se diferencian ampliamente en cuanto a su estructura: quiénes

levantan los testimonios y cómo se levanta cada testimonio.

Contextualización

El s. XIX se caracterizó por la existencia de levantamientos armados o luchas

intestinas en México llevadas a cabo por los mismos pobladores, ya mexicanos, ya

extranjeros que protestaban por las injusticias que el Estado (Cruz, 2004, p. 628)

cometía en su contra, aunque también por los daños de toda índole, que entre sí –

mexicanos y extranjeros– perpetraban en sus revueltas. Precisamente por las

múltiples quejas de los franceses residentes en México hacia el gobierno francés,

es declarada la guerra en 1837 y aun hasta 1841 persisten los enfrentamientos

para mitigar a las tropas francesas en territorio mexicano3 que entraron por el

puerto de Veracruz y llegaron hasta la ciudad de México.

En la década de los años 40 otra invasión se veía venir, así es que en 1845

José Joaquín de Herrera intentó conciliar a los distintos partidos (liberales y

conservadores) para evitar de esta manera la guerra con Estados Unidos de

América mediante el reconocimiento de la independencia de Texas (Cruz, 2004, p.

629), lo cual derivó en el enardecimiento de los ánimos de sus opositores pues

buscaban la recuperación de dicho estado. Además de los problemas que

representaba el avance del ejército estadounidense dentro del territorio nacional,

las sublevaciones internas continuaron presentándose. James Polk, el presidente

de Estados Unidos durante la invasión a México, pretendía la anexión no sólo de

Texas sino también de Nuevo México y las Californias, al saber que no le serían

vendidos estos territorios decidió entrar en guerra con México, la cual fue

2 Término jurídico de uso común que refiere al hecho de tomar el testimonio al testigo,

escribiéndolo, grabándolo, o por algún otro medio para su preservación. 3 Francia invadiría de nuevo México en 1862 por establecer el gobierno juarista que no pagaría su

deuda externa (Galeana, 2002, p. 9).

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declarada en 1846 y avanzó más de lo previsto: hasta la capital de la República

(Cruz, 2004, p. 629).4

El 16 de septiembre de 1847 ya ondeaba la bandera estadounidense en

Palacio Nacional, es entonces cuando renuncia Santa Anna a la presidencia y en

su lugar queda Manuel de la Peña y Peña, quien trasladó el gobierno a la ciudad

de Querétaro. Mariano Paredes y Arrillaga5 en 1847 tomó la capital de México

acompañado del ejército nacional, sin embargo las negociaciones con el gobierno

estadounidense comenzaron en enero de 1848 y se cedieron California y Nuevo

México a cambio de una indemnización de 15 millones de pesos.

Hacia mediados del s. XIX era constante la tensión entre los gobiernos y el

clero –situación que debilitaba a la Iglesia institucional– y acabó por producir –

aunado al proyecto nacional de la guerra con los Estados Unidos (1846-1848)– la

consolidación de pautas más liberales6 –probablemente influenciado por el vecino

país (Connaughton, 2010, p. 94)– en los planteamientos ciudadanos del discurso

político mexicano (Connaughton, 2010, p.14). Aun así no se dejaron de lado los

discursos7que privilegiaron el papel de la religión en la sociedad como fórmula

estructurante de ésta y por consiguiente de la nación (Connaughton, 2010, p. 15).

Es decir: el Estado no buscaba su separación respecto a la Iglesia o bien, la

supresión de la misma, sino que ambas instituciones se encontraban en pugna por

determinar el signo político de la religión sin repelerse. Finalmente este conjunto

de situaciones dieron lugar a la propuesta de Benito Juárez con las Leyes de

Reforma en la década de 1850 –proceso que culminó con la promulgación y

ejercicio de estas Leyes ya en los años sesenta– que significó el inicio de la

separación entre la Iglesia y el Estado y a su vez de la religión y la política.

El presente y el futuro de un México católico era la prioridad de la Iglesia en

la década de los años cuarenta, no obstante, subyacía el temor a las influencias

4 Para 1847, “las tropas estadounidenses procedían desde Veracruz en dirección a la capital de la

República, mientras que todo el norte del territorio nacional ya estaba dominado por el enemigo” (Connaughton, 2010, p. 216). 5 “A pesar de sus tendencias represivas y antipopulares, Paredes se preocupó bastante por el

estado de la opinión pública sobre todo entre los ‘hombres de bien’” (Connaughton, 2010, p. 358). 6 Para Giovanni Sartori: el concepto “liberal” fue acuñado en los años 1810 y 1811, justo antes de

promulgarse la Constitución de Cádiz (Luna, 2012, p. 10). 7 Hubo fundamentalmente dos tipos de discursos para la sociedad: aquellos que ponían el acento

en la unión y los que lo ponían en el cambio (Connaughton, 2010, p. 264).

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extranjeras (Connaughton, 2010, p. 242), que podrían ser sumamente

determinantes en el rumbo ideológico del país.

A lo largo del s. XIX México8 era considerado como una “entidad histórica

bajo auspicios divinos” (Connaughton, 2010, p. 108), de manera que se expresa

su situación por medio de algunos pasajes de la Biblia que formaron parte del

discurso eclesiástico decimonónico:

El nacionalismo forjado por la Iglesia y el Estado en el que se concebía a México como la tierra del nuevo Israel, en donde el catolicismo y la Independencia se conjuntaban de manera idónea (Connaughton, 2010, p. 32).

La comparación del continuo expansionismo estadounidense con el Diluvio universal relatado en la Biblia9.

En cuanto al contexto jurídico, la década de 184010, particularmente, es

definida como la época de transición del centralismo11 al federalismo. En 1846 se

restableció la Constitución federal12 de 1824 y se modificó con el Acta constitutiva

y de Reformas en el periodo constituido entre 1847 y 1853: con esto se dio inicio

a la primera fase del movimiento de Reforma.

8 Conceptualización de México en los años siguientes a la Independencia, porque se encontraba

“la soberanía popular que partía de la peculiar experiencia religiosa que identificaba al país con un sentido de selección divina y guía providencial bajo la égida de la virgen de Guadalupe” (Connaughton, 2010, p. 108). 9 Discurso elaborado por el abogado Andrés José Nieto en Puebla, durante la invasión

norteamericana. Además del discurso del diluvio universal, intenta persuadir a la población de la resignación por la invasión extranjera: “este país no es exclusivamente nuestro, sino un depósito confiado por el cielo a nuestras manos, para volverlo más rico y más hermoso a una posteridad que diariamente se avanza más hacia nosotros, y que conforme al estado en que reciba la herencia, nos bendecirá, o arrojará sus maldiciones sobre nuestra tumba” (Connaughton, 2010, p. 115). 10

Sólo se hablará de esta década, específicamente de 1846 y hasta 1853, y no más amplio el rango por la importancia que tuvieron estos sucesos para el año de 1847. 11

“En Jalisco no se expidieron Constituciones centralistas [de 1824 a 1857], y siguió vigente el federalismo” (Covarrubias, 2010, p. 28). 12

El sistema central existió en el México independiente del año 1835 a 1846, durante el cual no hubo mayores logros en materia de codificación aun cuando se permitió que se elaboraran los códigos civil, criminal, de comercio y minería para toda la República. El sistema federal se instaura en el México independiente de 1847 a 1853. Durante la guerra con el gobierno de Estados Unidos de América (1846-1848) la codificación volvió a ser facultad de los estados de la República; en Oaxaca, con el gobernador Benito Juárez –que fue abanderado como tal el día 2 de octubre de 1847– se diseñó el Código Civil de Oaxaca, se revisó y cuando se quiso que entrara en vigencia, Santa Anna –en 1853– suprimió el sistema federal, así que hubo que esperar a que tiempo después Juárez mismo dispusiera del control y el poder para instaurar lo que se llegó a conocer como las Leyes de Reforma, por otra parte, la Constitución de 1824 se restableció en 1847 con algunas modificaciones (Connaughton, 2010,p. 264).

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La educación en México durante la primera mitad del s. XIX podemos

describirla como aquella que culpa de su atraso el hecho de haber sido

gobernados durante tres siglos por los españoles (Staples, 2010,p. 99), aunque

esta era una verdad parcial13. Las cifras hablan per se: para 1810 se calcula que

de los 15 millones, en números redondos, de habitantes de la Nueva España, sólo

30 mil sabían leer y escribir (Luna, 2012, p.8).

Ya en el medio social de participación comunitaria, encontramos que las

iglesias han sido lugares tanto de reunión, socialización y encuentros comunitarios

como de reflexión solitaria o entrega espiritual. Su destrucción, impensable por ser

lugares sagrados, no sólo significaba un golpe al tesoro artístico y espiritual, sino

también al entorno, al ambiente y al ritmo de la vida diaria (Cervantes, 2005, p.

287).Durante el siglo XIX, los hospitales existían principalmente como instituciones

caritativas, dedicadas a atender a los pobres. Estos hospitales se localizaban en el

centro de la población, generalmente a un costado del templo principal. Cualquiera

que pudiera costearlo era atendido por un médico en su propia casa (Kicza, 2005,

p. 154). Los cementerios, como ahora los conocemos, empezaban a aparecer

(Kicza, 2005, p. 156), anteriormente se encontraban en las afueras del templo

principal, los habitantes más pudientes eran enterrados cerca a las paredes de la

edificación.

Testificación

Quienes participaron en la testificación acerca de la aparición del señor de la

Misericordia, han de ser considerados como la “speech comunity”14 (Hymes, 1986,

p. 54) definida como “a community sharing rules for the conduct and interpretation

of speech”15 (Hymes, 1986, p. 54). Esta comunidad de habla son los participantes

cuyo discurso es el punto focal del presente análisis.

Los requerimientos para participar en la aportación del testimonio en la que

ha sido denominada como la primera sección eran: “testigos de notoria probidad,

13

Ya que personajes como Carlos María Bustamante –considerado un gran creador de mitos nacionales– y Lucas Alamán, en 1822 comenzaron a forjar esta idea. 14

Comunidad de habla. 15

Una comunidad que comparte reglas para la conducta e interpretación del lenguaje.

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desinterés y buena fé” (Espediente, foja 1 frente, línea 5)16. Así, la familia

Castellanos fue la que influyó más ampliamente en el levantamiento de los

testimonios, desde el inicio: los testimonios se conformaron “á instancia del

Licenciado Don Miguel Y. Castellano[s]” (portada, línea 1-2).

En cambio, en cuanto a los testimonios de la segunda sección se ha de

considerar que se encuentran en muchos aspectos permeados por los de la

primera sección:

por cuanto el examen y calificacion de estos hechos es función gravisima del cargo episcopal en que debe procederse con la mayor circunspección quiso Su Señoría Illustrísima recibir por sí mismo las declaraciones delos testigos que hubieren de examinarse que serán escogidos por su integridad veracidad y demás circunstancias que el caso exige; por tanto, é instruido de que en esta Parroquia existen algunas personas que pueden declarar sobre el caso dijo Su Señoría Illustrísima que se le presentaran reservando otras averiguaciones para despues cuando pase al pueblo de Jamay asi como la ratificacion de los testigos examinados por el Juez de Ocotlan por haber sabido Su Señoría Illustrísima que en esta informacion se tubo empeño en que las declaraciones fuesen [ilegible] y uniformes sin expresarse en ellas todo lo que se decía, ni sentarse en los mismos terminos en que se vertían inspirandolas a muchos y aun contradiciendo á los que no declaraban segun el inserto. (foja 21 frente, líneas 9-28; foja 21 vuelta líneas 1-2)

El obispo se encuentra informado de lo acaecido y de los testimonios, se formula

un cuestionamiento o línea a seguir para la investigación de lo ocurrido, se llama a

algunos de los que testificaron en la primera sección de los testimonios y sobre

todo, es percibido un asunto que será tratado por la curia episcopal.

No habrá de ser olvidado que del total de testigos de la aparición del señor

de la Misericordia en Ocotlán, Jalisco, sólo un porcentaje de ellos atestiguó acerca

del suceso. Es decir que de todos los testigos que presenciaron el evento sólo a

algunos se les pidió su testimonio, lo cual no consta explícitamente en el archivo

pero algunos testigos lo refieren y la misma delimitación de quiénes declararían,

también.

16

En lo consecutivo no se nombrará el Espediente en la cita, sólo el número de foja(s) o portada y línea(s) entre paréntesis, para referirse al documento Espediente. Este documento Espediente se encuentra en la tesis de licenciatura que en la presente Bibliografía aparece bajo el autor: Marcia Romero.

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Los hablantes, en primera instancia, son los 37 testificantes. En cuanto a

los 37 testigos, ha de comentarse que su comunicación se encuentra basada en

las respuestas al interrogatorio que a cada uno le tocó responder. Los testificantes

de la primera sección de testimonios17 –los levantados del 4 de octubre de 1847 al

8 de noviembre del mismo año– se relacionan por ser, según el licenciado Miguel

Castellanos, “testigos de notoria probidad, desinterés y buena fé” (foja 1 frente,

línea 5), mientras que en la segunda sección de testimonios –del 21 al 30 de

marzo de 1848– fueron llamados –en esta ocasión por mandato del obispo de

Guadalajara en función18–a algunas personas, para que testificaran –algunos por

segunda ocasión–bajo el criterio:

las declaraciones delos testigos que hubieren de examinarse que serán escogidos por su integridad veracidad y demás circunstancias que el caso exige […] por haber sabido Su Señoría Ilustrísima que en esta informacion se tubo empeño en que las declaraciones fuesen [ilegible] y uniformes sin expresarse en ellas todo lo que se decía, ni sentarse en los mismos terminos en que se vertían inspirando á muchos y aun contradiciendo á los que no declaraban. (foja 21 frente y vuelta)

En total se tienen 45 testimonios. Los testigos que testificaron comunican, en

suma, qué es lo que observaron19 el día 3 de octubre por la mañana mientras se

encontraban reunidos en la plaza principal de Ocotlán, Jalisco.

También, como hablante se encuentra a quien promovió que se levantara la

información a ciertos testigos: Miguel Y. Castellanos. En la portada del archivo

Espediente se lee que ha sido formado “á instancia del Licenciado Don Miguel Y.

Castellano[s]” (portada, líneas 1-2), lo cual indica que él solicitó el levantamiento

de los testimonios y determinó la manera en que se llevaría a cabo la testificación

17

Así será denominado para su mejor organización. Cabe decir que no se ha nombrado en publicaciones o investigaciones anteriores que existen estas dos secciones en el archivo Espediente. 18

Que los testimonios proponen en primera instancia en fojas 20 vuelta, 21 vuelta y 26 vuelta rubricadas por “el señor obispo”, no obstante no se agrega su nombre. En el año de 1848 se encontraba en función el obispo Diego de Aranda y Carpinteiro. A partir del primer testimonio (foja 24 vuelta) de la segunda sección, se rubrica “Por Mandato de Su Señoría Ilustrísima” y firma Francisco de Paula Verea, y después ya sólo firma este último. 19

Obviamente, algunos con más o menos precisiones y pormenores.

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de algunos testigos. Parece ser que no fue, lo hecho por este personaje, por

mandato u orden del Estado o bien, la Iglesia.

Por otra parte, como hablantes también se encuentran algunos de los

representantes de la Iglesia, que en 1848 realizó una indagación acerca del

suceso y por orden de esta instancia –según parece, por Diego de Aranda y

Carpinteiro– es que se levantaron testimonios por segunda ocasión de lo acaecido

en Ocotlán el 3 de octubre de 1847. Este levantamiento de testimonios se llevó a

cabo primero desde la ciudad de La Barca, después en Jamay y finalmente en

Ocotlán.

Por último, en cuanto a los participantes de la primera sección de los

testimonios, se encuentra el grupo del escribano, el licenciado, el alcalde y los

testigos de asistencia. Parece ser que el escribano tomaba nota de cuanto el

alcalde solicitaba al testigo, sin embargo no se sabe su nombre, se ha de inferir

entonces que el escribano es el mismo alcalde20 Jose Antonio Jimenez, pues

redacta en primera persona lo dicho a los testigos y luego de manera indirecta lo

que estos responden. El licenciado Miguel Y. Castellanos fue quien pidió que se

levantaran los testimonios para dar cuenta de “cómo se manifestó nuestro Dibino

Redentor Crusificado al Noroheste de este pueblo en la mañana del dia tres de

Octubre de mil ochocientos cuarenta i siete” (portada, líneas 3-6). Hay tres testigos

de asistencia, –sin embargo, en cada testimonio participan sólo dos de los tres– al

parecer, únicamente cumplen la función de firmar para corroborar que cuanto dice

el testigo y anota el alcalde/escribano conserva el mismo sentido y significado, sus

nombres son: Fernando Castellanos, Juan Barrios y Manuel Villarroel.

En cuanto a los participantes de la segunda sección de los testimonios se

encuentra a quien comisionó el obispo de Guadalajara: a su secretario Francisco

de Paula Verea, para hacer el levantamiento de los mismos,

habiendo llegado Su Señoría Illustrísima á este pueblo cosa de las cinco de la tarde algo quebrantado en su salud con el objeto de proseguir la averiguacion é informacion de los sucesos de Ocotlan en el mes de Octubre último dijo Su Señoría Ilustrísima que por cuanto quiere que los testigos que declaren sean examinados con todo

20

A quien se le llama: “Alcalde único constitucional y Juez de 1a instancia del pueblo de Ocotlan” (Espediente, portada,líneas 7-8), se entiende entonces que es el alcalde de Ocotlán.

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detenimiento y circunspeccion y ála posible brevedad por la necesidad que tiene de parar cuanto antes á Guadalajara comisionaba en toda forma para examinar á los testigos á su Secretario el Señor Prevendado dela Santa Iglecia Catedral Doctor Don Francisco de Paula Verea quien está instruido de los antecedentes de este negocio y ademas tiene de su Señoría Ilustrísima las instrucciones convenientes para proceder y para que esto se verifique en la mas bastante forma nombró Su Señoría Ilustrísima al Licenciado P. Francisco Arias y Cardenas para que autorise la actuación. (foja 26 frente, líneas 3-19; foja 26 vuelta, líneas 1-4)

Así, el secretario comisionado funge como escribano –escribe tanto las

preguntas que realiza como las respuestas que obtiene de los testigos– y se

ayuda del licenciado Francisco Arias y Cárdenas21.

Objetivos

La finalidad con la que se llevó a cabo el levantamiento de los testimonios, que es

considerado como el “speech event” (Hymes, 1986, p. 61), según se puede

encontrar en el archivo Espediente, fue a todas luces mostrar –informar, relatar– o

dar cuenta a los otros22 lo que observaron ciertas personas que se encontraban en

el centro de Ocotlán, Jalisco, el día 3 de octubre de 1847. Esta finalidad fue

propuesta de manera implícita en la primera sección de los testimonios por el

licenciado Miguel Castellanos, mientras que en la segunda sección se propuso por

el obispo Diego de Aranda a manera de averiguación y aumento de la información

recabada en la primera sección.

Cada individuo que atestiguó conserva su individualidad al momento de la

narración. Las “personal narratives”23 (Kohler, 2012, p. 13), de los testigos tienen

21

Cronológicamente correspondió a Diego de Aranda y Carpinteiro ser obispo de 1836 a 1853, por tanto, para 1848 fue quien mandó que se hiciera una segunda parte de los testimonios acerca de la aparición del señor de la Misericordia de Ocotlán, Jalisco. Ha de añadirse que el licenciado a quien le fue impuesta la labor de trabajar en conjunto con su secretario había sido ordenado presbítero y abogado en 1847. (Biografía de Francisco Arias y Cárdenas) 22

A quienes no observaron el suceso, ya fueran contemporáneos o no. También habrá de entenderse la escritura como un acto para la posteridad. Se ha ubicado que en América, a partir de la colonia “la escritura fue privilegiada sobre cualquier otro sistema de representación y el libro se convirtió en el método más autorizado para almacenar y transmitir el conocimiento” (Zavala, 2002, p. 100). Más adelante se ahondará en el aspecto de la literacidad. 23

Narraciones personales.

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determinados propósitos, estas narraciones son producto de las preguntas que el

entrevistador lleva a cabo, ya un interrogatorio planteado antes de reunir a los

testigos, ya el interrogatorio formulado conforme el testigo va respondiendo. Lo

cual indica que no solo el entrevistador tenía ciertos propósitos al realizar la

entrevista sino también los entrevistados con sus respuestas.

Las respuestas de los testigos o “personal narratives” se encaminaron a

algunos de estos objetivos: “to remember, argue, convince, […] or entertain their

audience” (Kohler, 2012, p. 13), además de: “confess” (Narayan y George, 2012,

p. 9), como es de esperarse en las respuestas de los entrevistados durante las

entrevistas:

Para recordar. Presumiblemente, los testimonios de los testigos se

levantaron con la finalidad de ser recordado24 tanto el testimonio o confesión

de los testigos, como los testigos mismos –quiénes observaron la aparición y

sobre todo, quiénes fueron llamados a testificar.

Para argumentar. Seguramente se utilizaron los testimonios por quien los

mandó levantar para probar que se había aparecido el señor de la

Misericordia en el cielo de Ocotlán el día 3 de octubre de 1847. La revisión

de los testimonios la llevó a cabo, según se aprecia, el obispo Diego de

Aranda y Carpinteiro y al enterarse que hacía falta una indagación más

profunda de los hechos, decidió mandar levantar otra serie de testimonios

con algunos de los testigos que ya habían declarado y otras personas que no

habían testificado.

Para convencer. El discurso de los testimonios indica que todos los testigos –

de alguna u otra forma y de manera divergente– observaron lo que ocurrió en

Ocotlán el día 3 de octubre de 1847. Al encaminarse todos los testigos de

manera unívoca a la afirmación de la aparición, intentan convencer al público

de la certeza del suceso.

Para entretener a la audiencia. En la primera y segunda sección de los

testimonios, no se sabe si al presentarse a testificar acerca de la aparición se

encontraban reunidos todos los testigos –llamados en un día, porque hubo

24

En el sentido además de guardar, recopilar, documentar.

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varios días en que se levantaron los testimonios– en una misma habitación o

bien, si serían llamados en diferente momento a algún salón, de manera que

la primer audiencia pudieron ser los otros testigos escuchando su testimonio

y la segunda audiencia quienes leyeron los testimonios en fechas cercanas

al suceso o bien, años después.

Confesar. El testigo respondía a las preguntas que el entrevistador le

realizaba, en la primera sección de los testimonios se le advertía a los

testigos acerca de lo que dirían: “prometió decir berdad en cuanto supiese i

se le pregunte” (foja 1 vuelta, líneas 13-15) y en la segunda sección:

“instruida seria y circunstanciadamente de la gravedad del juramento, de la

obligacion de decir verdad en materia tan delicada” (foja 21 vuelta, líneas 10-

13). Con lo cual se pretendía que la declaración o testimonio fuera veraz ante

sus lectores.

En suma, se aprecian una serie de objetivos (recordar, argumentar,

convencer, entretener a la audiencia y confesar) llevados a cabo por los testigos

en su discurso, de los que se puede pensar también eran objetivos de quienes

mandaron levantar los testimonios.

Se habrá de explicar ahora cómo fue la dinámica bajo la que se rigió el

levantamiento de los testimonios desde el punto de vista del entrevistado y el

entrevistador. Miguel Castellanos hizo la petición al alcalde José Antonio Jiménez

para hacer el levantamiento de testimonios mediante dos preguntas, a partir del

día siguiente de la aparición en el cielo de Ocotlán, Jalisco. En segundo lugar,

desde el punto de vista de los entrevistadores ante los entrevistados se puede

percibir que se trataban los testimonios en suma como una recopilación en torno a

un suceso o experiencia sensiblemente emocional, en la que algunos decían más

y otros, menos datos. Se pretendió que dijeran la verdad todos los testigos con la

finalidad de que los documentos que de esto resultaran se consideraran como

prueba fiel del acontecimiento, no obstante lo que parece haber ocurrido fue que al

leer el obispo en función en 1847-1848 la primera sección de los testimonios

consideró que faltaban más argumentos y pruebas de testigos de lo sucedido,

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la ratificación delos testigos examinados por el Juez de Ocotlan por haber Su Señoría Yllustrísima que en esta informacion se tubo empeño en que las declaraciones fuesen [ilegible] y uniformes sin espresarse en ellas todo lo que se decia, ni sentarse en los mismos terminos en que se vertían inspirandolas á muchos y aun contradiciendo a los que no declaraban segun el inserto. (foja 21 frente, líneas 22-28; foja 21 vuelta, líneas 1-2)

Así que ordenó el levantamiento de los testimonios que han sido

denominados como la segunda sección. En estos testimonios de la segunda

sección se nombró como representante del obispo a su secretario Francisco de

Paula Verea. Estos testimonios se caracterizan porque no había preguntas

predeterminadas antes de comenzar con la entrevista sino que según parece,

sobre la marcha se formulaba lo que se preguntaría para indagar más sobre un

tema o bien, para direccionar –de alguna manera– las respuestas.

Referente a los objetivos de la interacción, Dell Hymes al parecer, sólo

propone el análisis de lo relacionado con los propósitos, resultados y metas del

entrevistador pero no toma en cuenta al entrevistado en esos aspectos, para

complementar lo que ya ha sido dicho antes se referirá a Charles Briggs quien

propone en su esquema “Components of the interview situation”, un apartado

intitulado “Interactional goals”25.

Los “Interactional goals” de los entrevistados, parecen ser en ambas

secciones del levantamiento de testimonios esclarecer la situación de lo que

ocurrió el día 3 de octubre de 1847. Además seguramente si estas informaciones,

en un momento dado se hubieran juzgado por alguien de la curia episcopal se

habrían podido tomar como fidedignas por la procedencia, ascendencia y

ocupación de quienes testificaron. No obstante, los 28 testimonios levantados por

el alcalde de Ocotlán, Jalisco, a partir del día 4 de octubre de 1847 y hasta el 8 de

noviembre del mismo año según parece no fueron suficientes ni exhaustivos

porque para marzo de 1848 el obispo Diego de Aranda y Carpinteiro26 ya se

encontraba urdiendo un nuevo levantamiento de testimonios a testigos de manera

25

Objetivos de la interacción. 26

Él mismo pretendía llevar a cabo el levantamiento de los testimonios a los testigos, quizá si no hubiera sido por el detrimento en su salud, así, tuvo que delegar esta ocupación a su secretario.

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más cauta para indagar esta situación que quizá había sido relevante o polémica

en su momento.

El alcalde, que levantó los testimonios de la primera sección, cierra el

testimonio o bien, entrevista de cada testigo diciendo que “cuanto ha dicho es la

berdad en cargo de su juramento” (foja 2 frente, líneas 16-17), así se entiende que

los testigos asistieron a testificar con el objetivo de jurar decir la verdad27 en su

testimonio. En cambio, en los testimonios de la segunda sección, no se muestra

claramente el objetivo de los testigos al ir a testificar ante la autoridad eclesiástica,

sino que se nota más un discurso de lo que habrían de llevar a cabo los

encomendados a estas entrevistas: “que los testigos que declaren sean

examinados con todo detenimiento y circunspeccion y ála posible brevedad” (foja

26 frente, líneas 9-11); no obstante se vislumbra por una parte, de quienes ya

habían testificado antes aumentar o bien, corregir lo que se había testificado, por

otra parte, de quienes no habían testificado en la primera sección, hacer saber lo

que ellos consideraban acerca del suceso.

Con el devenir de los años, seguramente fue necesario para la población

ocotlense estatuir un culto a Jesucristo crucificado para que las generaciones

venideras no olvidaran la serie de eventos sucedidos entre el 2 y 3 de octubre de

1847, así en 1897 el señor don Juan Flores Ochoa envía una carta al señor

presbítero don Cornelio de la Cruz diciendo: “antes era la Patrona titular de esta

Parroquia la Purísima, y desde entonces [¿1847?] con beneplácito de toda la

población, con anuencia de los Señores Curas ha habido y con licencia del

Ilustrísimo Señor Arzobispo de la Arquidiócesis lo ha sido el señor de la

Misericordia”28 con lo cual se corrobora documentalmente el cambio del santo

patrón de la parroquia de Ocotlán. En el mismo año de 1897, con motivo del

cincuentenario de la aparición del señor de la Misericordia en Ocotlán, se manda

27

Siendo estrictos, se dice aquí que los testigos dijeron la verdad, pero no su verdad o su versión de lo que aconteció. La verdad quizá, a la luz de los ojos del entrevistador o de lo que se pretendía que se dijera. 28

No se sabe a qué fecha refiere esta persona porque escribe en 1897, no obstante parece referirse a que desde la aparición en 1847 es que se estatuye como patrono el señor de la Misericordia. Es en el capítulo “XI Año de 1897”, en el artículo titulado “Interesante Carta del Sr. D. Juan Flores Ochoa al Sr. Pbro. D. Cornelio de la Cruz, que original corre agregada al expediente de la información testimonial levantada ante el Notario Público Don Manuel M. Castro acerca de la Aparición del Señor de la Misericordia”, (Dávila Garibi, 1918b, p. 71).

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llamar a algunos testigos29. Hacia la etapa finisecular del s. XIX en Ocotlán había

ya un nuevo patrono y culto al mismo que años más tarde se consolidaría, en

1912, con el juramento del “Patronato del Señor de la Misericordia de Ocotlán”30.

Figura 1. Lienzo: “El Prodigio. Aparición del Señor de la Misericordia el día 3 de

octubre de 1847”.

29

“Promovida a solicitud del vecindario de Ocotlán por el Sr. Pbro. D. Cornelio de la Cruz, debidamente autorizado por el Sr. Cura del lugar, D. Carlos María López, y levantada por el Dr. D. Luis Silva, Canónigo Magistral de la Metropolitana de Guadalajara ante el Notario Público Manuel M. Castro, el día 3 de octubre de 1897 [...].” Los testigos de 1897 fueron: Filomeno Carrillo, Ignacio Salcedo, Agapito Carrillo, José Flores Sahagún, Cirilo Razo, Felipe Oregel, Santiago González, José María Bautista, Cornelio Quijas, Miguel Cortés, José María Cendejas, Gregorio Ríos, Urbano Gutiérrez Villarruel, Pedro Tortolero, Gregorio Salcedo, Teodoro Enríquez, Bernardino Flores, Alejo Montes, Francisco Díaz, Julio Rojas, Casimira Hernández, María Refugio (de quien llama la atención lo que dice y se transcribe: “había sido llamada como testigo, de 12 años, a tiempo del Sr. Aranda […] y que le consta que fueron testigos otras cuatro señoras que fueron llamadas y que no vieron al Señor en el cielo […] que el primero que gritó al ver al Señor fué D. Benigno Martínez, diciendo “Misericordia porque pecamos”. –Preguntada enérgicamente por el Sr. Dr. Silva “¿Por qué algunas personas presentes en el pueblo a la misma hora, no vieron al Señor en el cielo?. Respondió: que no sabía por qué, pero que la aparición fué una cosa tan pública, como quien ve subir un globo el que no todos lo ven” ”), Paula Ruiz Velasco, Rufina Becerra, María Jesús Becerra, Francisca Romero, Estefanía Vargas, María Jesús Rodríguez, María López, María Nabor Pérez. (Dávila Garibi, 1918b). 30

En el capítulo “XIII Año de 1912” (Dávila Garibi, 1918b).

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Figura 2. Facsimilar de portada de Espediente

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Figura 3. Facsimilar de foja 1 de Espediente, correspondiente a la primera sección.

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Figura 4. Facsimilar de foja 26 de Espediente, correspondiente a la segunda sección.

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