la apnea y las leyes de la física

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LA APNEA Y LAS LEYES DE LA FÍSICA El término de apnea proviene del griego a-pnoia y significa sin respiración. En lenguaje corriente la utilizamos para referirnos a la práctica deportiva de inmersión acuática sin la asistencia de un equipo autónomo de respiración. Se trata de un deporte reglado, con especialidades definidas, atletas de alta competición y campeonatos mundiales Recordando la Física, cuando buceamos, nuestro cuerpo experimenta una serie de cambios debido a las diferencias físicas existentes entre el medio terrestre y el acuático, como son el contraste de temperatura, la variación de las ondas de la luz y sonido, las alteraciones de la visión, etc. La más importante de ellas, es el peso que recae sobre nuestro cuerpo al sumergirse en el agua ya que cuanto más descendemos y alcanzamos más profundidad, más aumenta la masa de agua que soportamos. Pero no percibimos esta presión bajo el agua ya que cuando un líquido soporta una presión, ésta se transmite en todas las direcciones con la misma intensidad y bien es sabido que el 65-70% de nuestro cuerpo está compuesto por líquido. De este modo, cuando buceamos, no podemos ser estrujados por la presión, si no este deporte ¡sería un suicidio! Por otro lado, corremos un importante riesgo al sumergirnos; la compresión que pueden sufrir nuestros pulmones, el oído medio, los senos nasales o el aparato digestivo, ya que se trata de órganos que contienen aire, el cual está compuesto por gases y éstos se comprimen con el peso del agua. No obstante existen técnicas para paliar estos peligros, como es el caso de la maniobra de Valsalva dirigida a neutralizar el empuje de los tímpanos por la presión del agua. Antiguamente los científicos mantenían la opinión que la profundidad máxima del buceo estaba limitada por la reducción progresiva que sufría el volumen del tórax según aumentaba la profundidad. Recordamos, en este caso, la célebre frase del médico francés Cabarrou, cuando se le preguntó acerca de la posibilidad que tenía un hombre de descender más de 50 metros, a lo que respondió “il s’écraase…”, que significa, se rompe. Era lógico suponer que finalmente la presión acabaría colapsando los pulmones, pero fueron numerosos los buceadores que alcanzaron

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LA APNEA Y LAS LEYES DE LA FÍSICA

El término de apnea proviene del griego a-pnoia y significa sin respiración. En lenguaje corriente la utilizamos para referirnos a la práctica deportiva de inmersión acuática sin la asistencia de un equipo autónomo de respiración. Se trata de un deporte reglado, con especialidades definidas, atletas de alta competición y campeonatos mundiales

Recordando la Física, cuando buceamos, nuestro cuerpo experimenta una serie de cambios debido a las diferencias físicas existentes entre el medio terrestre y el acuático, como son el contraste de temperatura, la variación de las ondas de la luz y sonido, las alteraciones de la visión, etc. La más importante de ellas, es el peso que recae sobre nuestro cuerpo al sumergirse en el agua ya que cuanto más descendemos y alcanzamos más profundidad, más aumenta la masa de agua que soportamos. Pero no percibimos esta presión bajo el agua ya que cuando un líquido soporta una presión, ésta se transmite en todas las direcciones con la misma intensidad y bien es sabido que el 65-70% de nuestro cuerpo está compuesto por líquido. De este modo, cuando buceamos, no podemos ser estrujados por la presión, si no este deporte ¡sería un suicidio!

Por otro lado, corremos un importante riesgo al sumergirnos; la compresión que pueden sufrir nuestros pulmones, el oído medio, los senos nasales o el aparato digestivo, ya que se trata de órganos que contienen aire, el cual está compuesto por gases y éstos se comprimen con el peso del agua. No obstante existen técnicas para paliar estos peligros, como es el caso de la maniobra de Valsalva dirigida a neutralizar el empuje de los tímpanos por la presión del agua.

Antiguamente los científicos mantenían la opinión que la profundidad máxima del buceo estaba limitada por la reducción progresiva que sufría el volumen del tórax según aumentaba la profundidad. Recordamos, en este caso, la célebre frase del médico francés Cabarrou, cuando se le preguntó acerca de la posibilidad que tenía un hombre de descender más de 50 metros, a lo que respondió “il s’écraase…”, que significa, se rompe. Era lógico suponer que finalmente la presión acabaría colapsando los pulmones, pero fueron numerosos los buceadores que alcanzaron profundidades sorprendentes, con lo que los científicos tuvieron que replantear sus teorías y buscar nuevas explicaciones a estos hechos.