la educaciÓn que queremos como proyecto polÍtico e ideolÓgico del buen vivir

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1 LA EDUCACIÓN QUE QUEREMOS COMO PROYECTO POLÍTICO-IDEOLÓGICO DEL BUEN VIVIR Del análisis de los rasgos peculiares del mercado, el lector perspicaz pondrá intuir que la educación tiene un papel determinante en la gigantesca tarea de formar otros seres humanos que vivan y convivan con los postulados del Buen Vivir, No puede negarse la trascendencia de algunos esfuerzos del Gobierno para atender las necesidades postergadas de la población, pero conviene insistir: ¿será suficiente este trabajo o se requerirá cambiar la mente y el corazón de los ecuatorianos que han sido configurados por siglos por el poder capitalista? Pero aquí existe el peligro de la desviación ideológica de los sistemas educativos, de los directivos y de los maestros, cual es la de dar por aceptado que el cambio conductual es producto de la trasnochada educación en valores, de las peroratas moralizadoras o de las pláticas clericales. Esta creencia común es obra de los ingenuos o de lo astutos, ya lo dijo hace varias décadas Paulo Freire: “La ilusión de que es posible transformar el corazón de los hombres y mujeres dejando intocadas las estructuras sociales en las que el corazón no puede ser ‘sano’, solo existe en aquellos que llamamos ‘ingenuos’ y a quienes Niebuhr llama ‘moralistas’. En cambio, los ‘astutos’ saben muy bien que, con las prédicas, obras humanitarias y el desarrollo de una racionalidad desconectada del mundo solo retardan el proceso fundamental que es en síntesis el de la transformación radical de las estructuras sociales”. En tal virtud, se requiere otra estrategia, profunda y contundente, para lograr esta transformación piramidal. Nos referimos a la vigencia de una educación crítica, liberadora, emancipadora,

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Page 1: LA EDUCACIÓN QUE QUEREMOS COMO PROYECTO POLÍTICO E IDEOLÓGICO DEL BUEN VIVIR

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LA EDUCACIÓN QUE QUEREMOS COMO PROYECTO

POLÍTICO-IDEOLÓGICO DEL BUEN VIVIR

Del análisis de los rasgos peculiares del mercado, el lector

perspicaz pondrá intuir que la educación tiene un papel

determinante en la gigantesca tarea de formar otros seres

humanos que vivan y convivan con los postulados del Buen Vivir,

No puede negarse la trascendencia de algunos esfuerzos del

Gobierno para atender las necesidades postergadas de la

población, pero conviene insistir: ¿será suficiente este trabajo

o se requerirá cambiar la mente y el corazón de los

ecuatorianos que han sido configurados por siglos por el poder

capitalista?

Pero aquí existe el peligro de la desviación ideológica de los

sistemas educativos, de los directivos y de los maestros, cual es

la de dar por aceptado que el cambio conductual es producto de la

trasnochada educación en valores, de las peroratas moralizadoras

o de las pláticas clericales. Esta creencia común es obra de los

ingenuos o de lo astutos, ya lo dijo hace varias décadas Paulo

Freire: “La ilusión de que es posible transformar el corazón de

los hombres y mujeres dejando intocadas las estructuras

sociales en las que el corazón no puede ser ‘sano’, solo existe

en aquellos que llamamos ‘ingenuos’ y a quienes Niebuhr llama

‘moralistas’. En cambio, los ‘astutos’ saben muy bien que, con las

prédicas, obras humanitarias y el desarrollo de una racionalidad

desconectada del mundo solo retardan el proceso fundamental que

es en síntesis el de la transformación radical de las estructuras

sociales”.

En tal virtud, se requiere otra estrategia, profunda y contundente,

para lograr esta transformación piramidal. Nos referimos a la

vigencia de una educación crítica, liberadora, emancipadora,

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que forme a las nuevas generaciones con la filosofía del Buen

Vivir. Pero este fin, se impone, de modo urgente, que la

educación para el Buen Vivir sea considerada como un proyecto

político-ideológico, más que como una empresa academicista y

meritocrática, que al final termina reforzando el sistema

dominante.

En este punto, es necesario decir las cosas por su nombre:

cualquier sistema educativo es, de modo ineludible, un proyecto

político-ideológico. Cualquier corriente ideológica desde el

conservador hasta el comunista, pasando por el liberal, y

socialista, quieren disponer de la escuela para formar las

personas que respondan a sus particulares concepciones

ideológicas.

Todo proyecto pedagógico, currículo, teoría, método, práctica

de formación tienen una dimensión política. A esta altura del

tiempo ya nadie se atreve a negar tal condición. Detrás de lo

que aparece como una elección técnica, funciona una política,

una ideología porque está, de modo explícito o implícito, cierta

representación del ser humano, de la sociedad, de las

relaciones que cada persona quiere mantener con el mundo, con

los otros, consigo misma. Un proyecto pedagógico no es

solamente un programa de actividades académicas, de

organización, de gestión, porque todos estos elementos hacen

referencia a valores fundamentales. Se puede decir lo mismo de

otra manera: un proyecto político define la organización de una

sociedad o de un grupo humano en todos sus componentes:

economía, trabajo, intercambio de bienes y servicios, las

relacione sociales, la cultura, la educación … Cuando se ha

definido un proyecto político general, todavía hace falta

“traducirlo” en los fines educativos, el currículo, la gestión

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escolar. Si no se hace este trabajo, de reformulación

específica, se corre el riesgo de disponer de un plan general

muy bonito y, a lado, un proyecto pedagógico específico que no

corresponde con esa propuesta política.

En tal situación, tanto el proyecto pedagógico como el político

pierden su credibilidad: por un lado, un elegante discurso que no

transforma la realidad de la escuela y menos la sociedad, y por

otro una escuela que funciona según un proyecto real que puede

estar en contradicción con el discurso político. Transferido a la

situación ecuatoriana este es un proyecto político bien

estructurado que responde a la ideología del Buen Vivir, pero

resulta que se sigue educando con los principios e intereses del

mercado.

Pero la escuela es también, incluso más de lo que hace. Es lo

que los alumnos aprenden verdaderamente y no solo lo que los

programas y currículos dicen lo que deben aprender. En la

práctica diaria, los docentes no solo cumplen un programa

nacido del proyecto político-educativo, sino que determinadas

concepciones, ideologías, creencias que sustentan su vida

personal y su enseñanza incide en su trabajo con sus discípulos,

es lo que se conoce con el nombre de currículo oculto. Así, las

lecciones magisteriles pueden transmitir los principios del Buen

Vivir, pero los educadores con su conducta, actitudes y

mensajes, pueden estar transfiriendo enseñanzas propias del

modelo económico dominante. Cuando se analice el papel del

docente en la construcción de Buen Vivir se analizará con más

profundidad esta situación.

Estas reflexiones llevan a concluir que el plan del Buen Vivir es un

proyecto político, y el profesorado, con mayor formación que el

común de las personas, es el llamado a reconocer esta condición.

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Sin embargo, de lo incontrovertible de esta tesis, la experiencia

verifica que la mayoría de maestros no está dispuesta a aceptarla,

sobre todo por su escasa formación política y por el mal

predicamento de esta actividad social. En un estudio realizado por

el Dr. Jorge Villaroel el porcentaje de encuestados (16 %) que

selecciona la opción política del Buen Vivir en el cuestionario citado

en el primer acápite del presente trabajo.

En efecto, la política es considerada como sinónimo de

demagogia, manipulación, corrupción … por lo que mal podría

aplicarse el término a la actividad educativa. Precisamente, el

régimen capitalista, gracias a sus máximos fundamentos el

dinero y el poder, desvirtuó, pervirtió, una noble actividad

llamada al servicio patriótico, a la administración honesta y al

desvelo por los más necesitados. En su lugar, se ha instituido

funestas prácticas como el contubernio, la deshonestidad, el

enriquecimiento ilícito, el tráfico de influencias, la impunidad,

el servicio a los poderosos y hasta execrables acciones

delictivas. Con esta mala reputación, es posible que pocos

docentes estén dispuestos a considerar su labor como una

actividad política.

Pero si aún existiese resistencia a esta tesis, el profesorado debe

recordar que hace política por lo que dice y por lo que calla.

Es decir, no puede eludir su inclinación política porque su

apoliticismo permite, faculta, refuerza el sistema hegemónico

con toda su carga de injusticia social, alienación, violencia,

inmoralidad, destrucción del medioambiente … Las crudas

palabras de Bertold Brecht deberían ser muy tenidas en cuenta

por el profesorado:

El peor analfabeto

es el analfabeto político.

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Él no oye, no habla

ni participa en los acontecimientos políticos.

No sabe que el costo de la vida,

el precio de los frijoles, del pescado,

de la harina, del alquiler, del calzado

y de las medicinas

dependen de las decisiones políticas.

El analfabeto político es tan animal

que se enorgullece e hincha el pecho

al decir que odia la política.

No sabe el imbécil que

de su ignorancia política proviene

la prostituta, el menor abandonado,

el asaltador, y el peor de los bandidos,

que es el político aprovechador,

embaucador y corrompido,

lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.

Pero si un docente opta por una ideología progresista también

está haciendo política, pero en favor del humanismo, la

equidad, la fraternidad humana y el respeto a la naturaleza.

“Quién opta por una educación radicalmente desalienadora y

crítica, opta por la transformación radical de la sociedad”

(Echeverría, 1975).

En tal virtud, en materia educativa no existe el fiel de la

balanza, el centrismo, la neutralidad, porque con la indiferencia

ideológica se está permitiendo los crímenes que sobrelleva la

humanidad, y ninguna persona menos los educadores, pueden

ser tildados de cómplices de un sistema opresivo,

deshumanizante, codicioso, violento … Por ejemplo, si un

maestro se para a decir a sus alumnos que la educación les brindará

mejores condiciones de vida (dinero, títulos, estatus, lujos), está

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haciendo política, como también si internaliza en ellos valores de

solidaridad, servicio a los demás, protección de su hábitat. Las

impactantes palabras de Reyes (1985) son bienvenidas: “No

hay, ni puede haber una pedagogía angelical o desinteresada,

neutra o aséptica. Toda docencia es de hecho militancia, toma

de partido, compromiso y acción”.

A pesar de los graves efectos negativos causados por un

perverso sistema asentado en el dinero y el poder, muchas

personas, y dentro de ellas los docentes, viven esta realidad

dolorosa y se resignan con la esperanza de un mejor futuro.

Pero como decía Nitzsche: “La esperanza es, en verdad, el

peor de los males, porque prolonga las torturas de los

hombres”.

No faltan los individuos que aceptan este mundo como el mejor e

inclusive se convierten en sus defensores, porque han obtenido

ventajas del poderío económico. Por último, están los

indiferentes que son la mayoría, para quienes no es necesario

cavilar sobre el orden de cosas, aunque sufran en carne propia

los azotes de las condiciones infrahumanas que viven: pobreza,

hambre, injusticia, desempleo, marginación, perversiones,

exclusión, migración, guerras, polución, plagas …

Si se suman todos estos conglomerados, la humanidad debe

preparase para soportar iguales o mayores sufrimientos por no se

sabe qué tiempo más. La mejor prueba de esta abulia o

conformismo, es la presencia de los “Indignados”, los inconformes

y arerepentidos, o antisistema, sobre todo en nuestros pueblos;

aquellos jóvenes que hacen escuchar su voz: “Somos el 99 % contra

el 1%”, en las plazas, calles y múltiples foros mundiales. El mismo

comportamiento espera Nao Balbo, discípulo de Freire, de los

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docentes cuando sentencia: “Sin indignación ante la injusticia no

hay buen maestro, tampoco esperanza”.

Pero como van las cosas parece ser que la caída del inmenso

poder capitalista se cuece en las propias entrañas del

engendro, pues la crisis económica que azota al planeta es tan

grande que puede llevarle a una hecatombe apocalíptica. Cuando

llegue ese día podrá constatarse si la enorme riqueza de los

pocos acaudalados sirve para salvar el planeta.

Ante la argumentación de considerar a la educación como un

proyecto político, no está demás advertir a los lectores que no

se está sugiriendo una afiliación partidista a algún partido o

movimiento político. Debe quedar claro que la misión del

profesorado es promover otra sociedad, otro ser humano, y

esta misión, como se ha sostenido, es esencialmente política-

ideológica. De ahí que todo educador haría bien en identificar

su posicionamiento ante la vida, sus congéneres, el mundo y la

sociedad para educar en consecuencia. Por supuesto, la libertad

como esencia ontológica de su humanidad puede permitirle

escoger entre los dos mundos que le ofrece la vida: el mercado

o el humanismo. Se trata pues, de un problema ético como nos

advierte Samuel Guerra Bravo filósofo ecuatoriano. “Para el

Ecuador, el tiempo que vivimos no es tiempo de ambigüedades

teóricas, ni económicas, ni políticas, de ninguna clase. La realidad

socioeconómica-cultural ecuatoriana está configurada sobre una

contradicción que ofrece una sola alternativa: o se trabaja el

mantenimiento del sistema opresivo (voluntaria o

involuntariamente, consciente o inconscientemente) o se busca las

posibilidades para la superación de tal sistema (lo que sucede

siempre a nivel consciente) … Muchos preferirían ‘ignorar’ para

cuál de los términos trabajan, pero eso no los exime de ser

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responsable de sus acciones (el pensamiento es una acción) porque

la responsabilidad, en este caso, no es solamente un asunto moral,

sino ante todo un asunto ‘histórico’ indefectible e inevitable. No

es obedeciendo a códigos abstractos y universalizantes de moral

como los intelectuales pueden ‘salvar su alma’, sino respondiendo a

imperativos y prioridades históricas inscritas en la misma realidad

de la que formamos parte”.

PAPEL DEL DOCENTE

La misma pregunta planteada sobre la posibilidad de la escuela

para formar las personas que puedan instituir la sociedad del

Buen Vivir cabe para los educadores. Indudablemente, es

necesario también tener presente que los educadores somos

parte de este sistema y como tales hemos asimilado e

introyectado un enorme cúmulo de falacias, antivalores y

actitudes contrarias al Buen Vivir. De hecho, si hemos nacido

y hemos sido criados en este sistema, difícilmente podemos

desterrar de nuestras mentes y corazones todo el caudal de

desafueros capitalistas.

El problema es que, si bien se puede esperar un comportamiento

reproductivo en el común de la persona, resultaría todo un

contrasentido comprobar esta forma de actuar en quienes por su

alta preparación académica y docencia deben albergar valores

opuestos a los propugnados por el mercado. De hecho, el rasgo

más emblemático de esta profesión es el pensamiento crítico

que faculta a los docentes a desentrañar los engaños,

mixtificaciones, demagogias del régimen dominante, y a

proceder de acuerdo con los altos ideales humanistas y

ecológicos.

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Además, no resulta difícil deducir que solo quienes hayan logrado

esta liberación pueden asumir el papel de educadores. De lo

contario, seguirán siendo los tontos útiles para consolidar un

sistema deshumanizante; y lo más estremecedor, moldear niños y

jóvenes para ser fáciles presas del sistema.

A nuestro entender, algunos de los cambios urgentes,

imprescindibles, que deben lograr los maestros y las maestras

para constituirse en artífices de la nueva sociedad del Buen

Vivir son:

1. Lograr un profundo conocimiento de su país y conciencia

crítica para discernir las causas que han originado el actual

orden.

Desde luego que el conocimiento de la realidad nacional no puede

limitarse a la simple información histórica y geográfica, ni siquiera

a la identificación de los problemas y necesidades del Ecuador,

sino al discernimiento de las fuerzas que han marcado nuestra

historia y que han configurado el país que tenemos. Algunos

indicadores de esta preparación pueden ser:

Comprensión cabal de los efectos del colonialismo y

neocolonialismo español y norteamericano que ha sobrellevado

el país a lo largo de su historia. La formación que reciban los

aspirantes a maestros debe lograr de ellos una amplia

conciencia de las causas del atraso, la pobreza y las penurias

que sobrellevamos por siglos, en donde los grupos minoritarios

son los que más han sufrido los efectos del perverso dominio

de las potencias extranjeras. Para esta comprensión requieren

suficiente formación filosófica e ideológica. Como explica

Freire, el docente como profesional crítico reflexivo debe

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haber superado la conciencia ingenua de ver el mundo, su país

y su realidad inmediata.

Pero no es posible quedarse en el conocimiento académico de

nuestra realidad, también se requiere sensibilizarse sobre el

sufrimiento de miles de generaciones, de niños, de madres, de

obreros, de indígenas, cholos y mestizos que han sido

conducidos a una vida indigna. Con seguridad, el mismo maestro

o maestra sufrirá iguales embates de la pobreza y la exclusión,

pero se muestran incapaces de identificar con propiedad

quiénes han sido los responsables de la postración que vive él

(ella) y la mayoría de sus conciudadanos, por lo que su empatía

es mínima con esa realidad. Se necesita pues cambiar estas

actitudes de indiferencia y hasta rechazo de los educadores

hacia la vida penosa que llevan sus coterráneos, no tanto para

adoptar conductas filantrópicas, paternalistas y/o

asistencialistas, sino para erigirse en motivador de cambios

sustanciales en los lugares donde debe desplegar su labor.

Pero el conocimiento y la sensibilidad no son suficientes, hace

falta que el profesorado se capacite en estrategias y

habilidades para actuar en pos de cambiar esas realidades. La

praxis deberá ir desde la propia desalienación al cuestionar las

manipulaciones del sistema hasta las actitudes de resistencia a

los cantos de sirena del poder hegemónico. Un/a docente no

puede ser un guiñapo de las fuerzas del mercado con sus

innumerables antivalores como el ansia de tener, el

individualismo, la competencia, el egoísmo, el lujo, la

ostentación, la búsqueda de estatus, el racismo, el machismo

(feminismo) … Se requiere también, que pueda ser artífice de

la desalienación de los miembros con quienes interactúa a

través de su ejemplo y el empleo de diversas estrategias para

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promover el pensamiento crítico de sus alumnos, padres y

miembros de la comunidad.

2. Formación teórica de la filosofía del Buen Vivir

Si, como se ha examinado a lo largo de nuestra exposición, el

Buen Vivir es una filosofía en construcción y quienes hemos

vivido bajo el dominio del régimen capitalista hemos adquirido

pensamientos y conductas contrarias a la naturaleza humana,

lo lógico es que los maestros y las maestras deban alcanzar

una alta preparación en el nuevo paradigma. Se impone, pues,

el estudio permanente de los marcos teóricos de esta filosofía,

construidos por los pensadores andinos, los cientistas sociales

e intelectuales progresistas.

Obviamente, la sola preparación teórica en el nuevo modelo, no

agota la comprensión que debe lograrse, se impone la

internalización de los principios y valores del Buen Vivir, solo

ello puede permitir al profesorado a actuar en coherencia.

Actitudes como solidaridad, interculturalidad, trabajo grupal,

participación ciudadana, laboriosidad, productividad,

honestidad profesional … son comportamientos que deben

exhibir quienes pretendan ser promotores del Buen Vivir, en la

localidad donde desempeñen sus funciones.

3, Construir comunidades de aprendizaje.

A esta altura del tiempo, segunda década del siglo XXI, una

tesis debe estar suficientemente clara y comprendida: la

educación no es responsabilidad exclusiva de la escuela ni de

los educadores. “Para educar un niño se necesita de todo un

pueblo”, reza un viejo adagio africano.

Imposible negar que el abacero, el funcionario, el empresario,

la vendedora ambulante, el jornalero, el artesano, el

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transportista, el oficinista, el industrial, el comerciante, el

profesional ... educan, no se diga lo medios de comunicación y

las entidades culturales de un pueblo, de una ciudad, de una

nación. Así lo confirman Neirotti y Pogi (2004), el sistema

educativo formal no monopoliza el proceso de aprendizaje ni

son los docentes los únicos que enseñan. Las organizaciones

comunitarias y los espacios públicos locales son ámbitos donde

los sujetos aprenden, incorporando valores y hábitos,

desarrollando capacidades (sean éstas para producir bienes o

servicios o para ejercer sus derechos y responsabilidades

ciudadanas). Las comunidades, a su vez, cuentan con sus

propias instituciones y agentes de enseñanza y aprendizaje:

familias, iglesias, clubes, organizaciones de vecinos,

bibliotecas, mercados, fábricas, centros productivos. En

consecuencia, resulta necesario reconocer qué se aprende en

comunidades específicas, donde la escuela es un actor más,

junto a otros que tienen igual o mayor responsabilidad.

Esta verdad es el principio capital de cualquier intento de una

educación para el Buen Vivir. De nada servirá que los

responsables de la educación diseñen nuevos currículos, que

propongan innovadoras estrategias o ejecuten valiosas

experiencias de ciudadanía en las aulas, si las estructuras

comunitarias y sus miembros no participan en el gran proyecto

de formar ciudadanos y ciudadanas para el Buen Vivir.

Pero si queremos que la comunidad se involucre en la formación y

preparación de niños, púberes y adolescentes, la escuela y el

maestro debe salir a la comunidad. Mejor expresado: los hechos,

asuntos, sucesos, problemas, dificultades, conflictos, proyectos,

aspiraciones del entorno deben ser los motivos y contenidos de la

enseñanza y el aprendizaje. El estudio para recitar conocimientos

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teoricistas, fútiles e improductivos solo dentro de las cuatro

paredes del aula, debe ser totalmente superado. El verdadero

aprendizaje es vivencial y ello solo puede lograrse al poner en

contacto a la escuela con la vida de la comunidad, barrio,

ciudad, el país, el mundo.

EL BUEN VIVIR EN LAS AULAS

No es posible concluir este ensayo sin plantear, por lo menos

de modo escueto, varias ideas, propuestas, estrategias para

“aterrizar” la filosofía del Buen Vivir en las aulas.

De paso digamos que la principal debilidad del magisterio no es

metodológica sino de reflexión. Ante un nuevo planteamiento

pedagógicos el profesorado quiere saber inmediatamente como

llevarlo a la práctica, qué metodologías propone, que fórmulas

operativas proporciona, se trata del “metodologitis” que afecta al

magisterio. Propuestas como las pedagogías de las

competencias, la educación holística, el aprendizaje invisible,

educación para el emprendimiento y otras linduras posmodernas

que ofrecen a los maestros las recetas para hacer su trabajo

más efectivo. Pero casi nadie se detiene a meditar a

desentrañar qué ideologías se esconden detrás de estas

“innovadoras” propuestas.

En el caso del tema central de este trabajo precisamente hemos

dedicado un apreciable espacio para reflexionar sobre los

fundamentos teóricos del Buen Vivir que nos permita descender a

prácticas debidamente sustentadas. Creemos que están claros los

postulados de la filosofía Buen Vivir, así como suficientemente

concienciados la trascendencia de la misma para el país y el mundo.

Con esta suficiencia es posible proponer algunas estrategias o

herramientas generales que permitan al docente sumarse a la

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gran cruzada mundial por devolver a los seres humanos la

dignidad de seres humanos, a conseguir la fraternidad entre

ellos y a la salvar el planeta. Antes de este propósito, es

imprescindible dedicar algunas líneas a analizar dos rémoras

que son totalmente contrarias al ideal de una educación para

el Buen Vivir.

Primero, con la educación tradicional, que tiene un predominio

abrumador en la educación ecuatoriana no se podrá jamás de

construir una enseñanza para el Buen Vivir. Los viejos males de una

educación academicista, memorista, enciclopedista, libresca,

descontextualizada, alienante, constituyen un gigantesco

impedimento para el propósito de formar los entes que edificaran

la sociedad que soñamos. Mucha tinta ha corrido sobre este tema,

por lo que no es necesario ni procedente dedicar más análisis a

esta penosa realidad. Lo que sí es pertinente recordar a los

docentes de todos los niveles de enseñanza que este tipo de

educación ha fracasado en el intento de formar para la

transformación social, más bien ha consolidado las estructuras

vigentes.

Segundo, menos aún se puede esperar de las modernas

corrientes, modelos o enfoques de corte empresarial que vienen

implementándose en el sistema educativo nacional. La simple

lógica nos dice que iniciativas pedagógicas y didácticas

mentalizadas e impuestas por el capitalismo neoliberal jamás

pueden constituirse en instrumentos para educar para el Buen

Vivir. Es larga la sarta de “innovaciones” propuestas por el

mercado para hacer más eficiente, eficaz y competitiva la

educación con el fin de que responda a los intereses del capital,

he aquí algunos ejemplos: Pedagogía por Competencias,

Estándares Educativos, Gestión del Conocimiento, Bachillerato

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Internacional, Escuelas Eficaces, Escuela Inteligente, Escuela

centrada en la Persona, Educación para el Emprendimiento,

Aprendizaje Invisible, Cognitivismo, Resultados de

Aprendizaje, Pruebas Pisa y una extensa lista de novedades

pedagógicas propias del primer mundo. Debe insistirse que

estas y otras iniciativas menos conocidas, no son sino

mecanismos para sustentar el estatus quo, para consolidar los

mandamientos del mercado y reforzar el dominio de los

poderosos del planeta.

Lo admirable es que algunos ideólogos del Buen Vivir que dirigen

la educación, aceptan e imponen estos modelos nacidos en

organismos internacionales como la OCDE, UNESCO, Banco

Mundial. En otros trabajos expuestos en la bibliografía hemos

demostrado la incongruencia de la educación empresarial con

una educación que pretende instituir el Buen Vivir. Como

expresa Gómez (2013): “¿Quién maneja, ¿quién fija las

competencias? La respuesta, según Luhmann, es simple: el

sistema social, y las reglas y ordenamientos del sistema social

no competen hoy a la mayoría de los humanos, sino que esa

mayoría, por el contrario, se distingue por estar sometida a

círculos de poder cada vez más estrechos, cuyos designios

finalmente son los que están conduciendo hacia un mundo

mortalmente enfermo (engaño, consumo, tecnología)”.

Ante esta argumentación la pregunta espontánea del lector con

seguridad será: ¿Qué paradigma, modelo, escuela o teoría

pedagógica puede responder a los fines del Buen Vivir?

No resulta fácil responder la inquietud, porque no se ha dedicado

mucho tiempo ni recursos a construir una pedagogía que responda

a los ideales del Buen Vivir. Sin embargo, existe en la literatura

pedagógica modelos que pueden adaptarse a esta filosofía ya que

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sus bases teóricas compaginan con ella. La más conocida es la

“Pedagogía Crítica” propuesta por pedagogos como Paulo Freire,

Gentili, Giroux, Apple, Flecha, Pérez Gómez, Torres y muchos

otros. No es motivo del presente trabajo ni siquiera esbozar las

tesis esenciales de esta corriente pues implicaría un elevado

número de folios. De todos modos, junto al conocimiento

fundamental que tiene el profesorado sobre la teoría crítica, bien

haría en profundizarla con la absoluta seguridad que puede

proporcionarle numerosas reflexiones, innovaciones y acciones

didácticas que le aportará algunas estrategias para el trabajo en

las aulas.

Para continuar con la temática del presente acápite a continuación

se propone varias sugerencias de corte general que pueden ayudar

a la construcción de una pedagogía para el Buen Vivir. Varios de

estos planteamientos tienen su origen en la Pedagogía Crítica y

en otros modelos como el constructivismo.

Debe quedar claro que la educación nacional que estamos obligados

a construir de acuerdo con las demandas de la nueva Constitución

de la República, el paradigma del Buen Vivir y las aspiraciones de

desarrollo y justicia social tiene varias facetas. Cada una de ellas

ameritaría una obra para su tratamiento, por lo que únicamente se

enuncian algunas actividades o tareas prioritarias que podrían

aportar a la consecución del Buen Vivir en las comunidades, barrios

o lugares donde el profesorado despliega su labor educativa.

Educación para combatir la pobreza.

Generar emprendimientos comunitarios con los alumnos.

Aprender a construir huertos caseros.

Trabajar con los alumnos el sistema de trueque e

intercambio.

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Aprender a ahorrar productos, alimentos, utensilios de casa,

ropa, alimentos.

Compartir con la familia alimentos, implementos de hogar.

Elaborar juguetes con productos del medio.

Enseñar el manejo responsable de los ingresos familiares.

Aprender pequeños oficios, manualidades, artesanías, tareas

agrícolas para ayudar al hogar y a la comunidad.

Reconocer el valor de la sencillez en la vestimenta y en la

manera de actuar.

Calcular gastos superfluos que se realizan en el hogar y la

comunidad.

Organizar grupos de trabajo para ofrecer sus servicios.

Aprender reciclar diversos materiales desechables.

Analizar críticamente la cantidad de fiestas y

entretenimientos de la comunidad que obligan a gastos y

consumos.

Educación emancipadora, revolucionaria y transformadora.

Promover sesiones de reflexión para discutir sobre cómo

superar la dependencia que sufre el país en diferentes áreas:

económica, industrial, cultural, educativa, tecnológica,

costumbres …

Enseñar a analizar críticamente la publicad de productos

extranjeros.

Realizar diferentes talleres para evitar el consumo de

productos foráneos nocivos para la salud.

Provocar el análisis crítico de la imitación de costumbres,

modos y consumos de otras naciones.

Reconocer valores culturales autóctonos que dignifican al

hombre y permiten el respeto a la naturaleza.

Aprender a construir planes, proyectos, utopías de auténtico

desarrollo nacional y tratar de cumplirlos.

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Análisis crítico de los causantes de la pobreza, las guerras,

la corrupción.

Participar en los movimientos sociales que luchan por los

derechos humanos, la defensa de los territorios y del

Educación comunitaria, democrática, participativa y de

consensos.

Cambiar el sistema de democracia representativa nombrando

responsables a todos los miembros de la clase y en forma

rotativa a los coordinadores.

Hacer participar a los alumnos en tareas educativas y de la

institución.

Promover diálogos permanentes para establecer convenios y

compromisos.

Enseñar a superar conflictos mediante mediación de los

propios alumnos.

Ejercitar formar de argumentación para discusión y diálogos

en sesiones de trabajo, asambleas.

Analizar críticamente las ventajas y desventajas de la

democracia representativa.

Visitar lugares donde se practica la democracia comunitaria.

Aprender el valor de la tolerancia frente a la diferencia.

Educación intercultural.

Proponer tareas comunitarias con alumnos de diferentes

étnicas y culturas.

Realizar pequeñas investigaciones para averiguar las

opiniones gustos y costumbres de otros grupos o pueblos.

Realizar dramatizaciones, cuentos o vídeos utilizando el

idioma quechua.

Promover la participación de padres indígenas y

afroecuatorianos en actividades de clase

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Proponer que los alumnos indaguen sobre los prejuicios

racistas, de género, que tiene las familias y cómo influyen en

ellos.

Promover actividades sociales, fiestas reuniones para

integra a miembros de la comunidad de diferentes etnias.

Reconocer los valores de diferentes culturas.

Investigar en la red diferentes culturas de otros

continentes y sus costumbres.

Observar películas que abordan la vida de otras culturas.

Educación para la ciudadanía crítica.

Formar brigadas para participar en tareas que requiera la

institución escolar.

Elaborar un plan de participación de los alumnos en el cuidado

y protección de parques, calles, ambientes públicos,

deportivos, zonas verdes …

Asistir a reuniones comunitarias donde se discutan

proyectos para la localidad.

Promover el compromiso con la higiene ambiental.

Promover la intervención de los alumnos en mingas, campañas

y tareas comunitarias.

Intervenir en programas radiales y televisivos para motivar

a la participación de los ciudadanos en tareas comunitarias.

Realizar diálogos y vivencias creativas para superar la

participación rutinaria en los actos cívicos.

Investigar el grado de participación de ciudadanos y

ciudadanas del barrio o comunidad y compararla con

costumbres antiguas.

Promover la participación de miembros de la comunidad, del

barrio mediante invitaciones realizadas por los propios

alumnos.

Crear brigadas de auxilios de estudiantes para atender

casos emergentes.

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Educación para el aprendizaje comprensivo.

Concienciar en los alumnos la inutilidad del estudio

memorístico mediante dramatizaciones, demostraciones y

vivencias.

Capacitar a los estudiantes para estudiar y aprender para las

evaluaciones, de manera comprensiva.

Superar la dependencia de calificaciones como única

motivación del estudio.

Provocar que los alumnos apliquen los conocimientos

aprendidos a situaciones reales después de cada tema de

estudio.

Exponer aprendizajes en medios de comunicación, periódicos

murales.

Utilizar el sistema de tutorías estudiantiles para ayuda a

estudiantes desventajados o de grados inferiores.

Proponer temas de clase en base a los intereses de los

alumnos.

Reconocer e investigar problemas sencillos del medio que

puedan ser comprendidos con el conocimiento escolar.

Instituir la autoevaluación y la evaluación formativa como

mecanismo para lograr aprendizajes.

Educación para el desarrollo del pensamiento.

Promover el hábito y la habilidad de preguntar en clase sobre

los temas de estudio.

Crear juegos para motivar el interés por la lectura.

Dedicar una hora diaria a la realización de juegos, acertijos,

actividades de razonamiento lógico con materiales

reciclables.

Realizar concursos de preguntas, razonamiento, creatividad

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Llevar preguntas, acertijos, juegos para proponer su

resolución a los padres.

Inventar juegos para el desarrollo de la inteligencia

Aprender a identificar errores de razonamiento en lecturas

y diálogos.

Investigar las principales falacias que se dan en las

conversaciones comunes.

Realizar un documento con biografía cortas de grandes

pensadores de la humanidad,

Analizar críticamente las formas de razonamiento para

convencer la compra de productos en las propagandas.

Demostrar con numerosos ejemplos el valor del

razonamiento matemático.

Mejor el interés por averiguar, investigar, dudar, buscar

respuestas.

Instituir en el aula la práctica de escribir después de cada

conocimiento aprendido.

Educación para el desarrollo sostenible.

Realizar comparaciones entre el medioambiente de otros

países con el nuestro.

Investigar la pérdida de bosques en la comunidad desde

nuestros abuelos.

Investigar las razones para el consumo de agroquímicos por

parte de los agricultores.

Averiguar si se justifica el empleo de productos de higiene

personal y el peligro de los mismos: jabón, shampo, enjuagues

bucales, dentífricos, aerosoles …

Investigar si se justifica el consumo de agua embotellada.

Analizar críticamente quiénes se benefician del negocio del

agua embotellada.

Investigar el grado de contaminación de las fuentes de

agua de la comunidad.

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Instituir en los hogares el consumo de refrescos con

productos naturales.

Investigar los peligros de la comida chatarra.

Sembrar y apadrinar un árbol.

Investigar el desperdicio de agua y alimentos en los

restaurantes.

Educación para rescatar y promover valores culturales, de

la nacionalidad y los saberes ancestrales.

Reconocer el valor de otros idiomas y de las lenguas

vernáculas.

Recopilar cuentos y leyendas de los pueblos y culturas del

país.

Investigar formas ancestrales de curación.

Investigar las plantas medicinales utilizadas por las

comunidades indígenas.

Realizar experiencias para valorar las comidas autóctonas

por su valor nutritivo.

Elaborar talleres para que los estudiantes reconozcan el

valor de la música autóctona.

Aprender tocar instrumentos musicales autóctonos.

Investigar como conciben los elementos naturales las

comunidades indígenas.

Aprender a valorar la belleza natural de neustros país que

permite una vida digna y en paz.

Como se ve, se trata de unos pocos ejemplos de estrategias y

actividades que pueden devolver a la educación el principio de

pertinencia y con ello aportar al desarrollo de valores y actitudes

favorables para el Buen Vivir. En esta nueva educación, el maestro

debe ser un agente activo y transformador, con pensamiento

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crítico, capaz de irradiar una nueva cosmovisión sobre el mundo, la

vida, la naturaleza y los valores locales y del mundo.