la ansiedad · en el trastorno obsesivo compulsivo) es en el sexo feme - nino en una proporción de...

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REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 75 No se puede vivir sin ansiedad… pero tampoco se pue de vi v ir plenamente cuando se experimenta de manera “anor- mal”; esto es, demasiado intensa, frecuente o duradera. En este sentido la ansiedad, cuando normal o adap- tativa puede ser una especie de amorosa y cuidadosa ma- dre que nos protege o, cuando anormal o mal adaptada una cruel y despiadada madrastra que nos atormenta. La ansiedad en su dimensión “anormal”, en tanto se le considere como trastorno, es uno de los com po- nen tes, quizás el más importante, de lo que se conoce co mo psico patología humana y contabiliza para los da- tos que presen to a continuación y que justifican este en- sayo, cu yo objetivo es plantear algunas consideraciones desde el punto de vista de un profesional de la asisten- cia psico l ógica y el acom pañamiento, en cuanto a su me- jor com p resión y manejo. Según los últimos estudios estadísticos poblaciona- les en Estados Unidos (National Comorbidity Survey-R), la prevalencia en la población (es decir, el porcentaje de casos que se encuentran en la población general a lo lar- go de la vida) de los trastornos de ansiedad en conjun- to es del 29 por ciento. Esto significa que más de una de cada cuatro per - sonas tuvo, tiene o va a tener alguno de estos trastornos en algún momento de su vida. Los trastornos de an sie - dad son los más frecuentes en la población, el doble de los de depresión, por ejemplo. Aproximadamente uno de cada diez individuos tie - ne, al menos, una crisis de pánico en algún mo men to de su vida. En los centros de atención primaria, los tras tor nos de ansiedad también son muy frecuentes (19.5 por cien- to), motivo por el cual, el grado de conocimien to de este tipo de patologías en los médicos clínicos ge nerales y emergenciólogos es fundamental. La mayor prevalencia de estos trastornos (excep to en el trastorno obsesivo compulsivo) es en el sexo fe m e- ni no en una proporción de 3 a 1: tres mujeres por ca da hombre. Según estudios poblacionales, en Estados Unidos, el costo que genera el total de los trastornos psiquiátri- cos corresponde al 30.6 por ciento del total del gasto en salud. Si consideramos solamente los trastornos de ansiedad, observamos que el gasto co res ponde al 11 por ciento del gasto total en salud. (Kessler, Na tional Comorbidity Survey). La edad en la cual se hace el diagnóstico, si bien ha disminuido, suele ser todavía tardía. La po bl a ción del Centro de Investigaciones Mé d icas en An si edad, en Bue- nos Aires, Argentina, abar ca un rango muy variable que está entre los veinte y cincuenta años, con un promedio de treinta y nueve años. Existen numerosos obs t áculos para el tratamiento, pero el principal es el des conocimiento de estas patolo- gías por parte de la po bl ación. En el siguiente gráfico tomado de un es tudio de Olfson, del año 2001, que compara el tras torno de pá nico (TP) con la fobia social (FS) y el trastorno de an siedad ge neralizada (TAG), se observa lo si guiente: La ansiedad Mario Zumaya El estudio de las emociones se encuentra en el centro de la psi- quiatría contemporánea. Una de las más recurrentes es la an- siedad, esa sensación de miedo irracional y pánico inminente. El psiquiatra Mario Zumaya, profesor del Seminario de Psico- terapia del ITESM y autor del libro Infidelidad, nos ofrece una cartografía de este trastorno al tiempo que indica las salidas te- rapéuticas y cognitivas para explorar un laberinto que siem- pre tiene una solución.

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Page 1: La ansiedad · en el trastorno obsesivo compulsivo) es en el sexo feme - nino en una proporción de 3 a 1: tres mujeres por cada hombre. Según estudios poblacionales, en Estados

REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 75

No se puede vivir sin ansiedad… pero tampoco se pue devi vir plenamente cuando se experimenta de manera “anor -mal”; esto es, demasiado intensa, frecuente o duradera.

En este sentido la ansiedad, cuando normal o adap-tativa puede ser una especie de amorosa y cuidadosa ma -dre que nos protege o, cuando anormal o mal adaptadauna cruel y despiadada madrastra que nos atormenta.

La ansiedad en su dimensión “anormal”, en tantose le considere como trastorno, es uno de los com po -nen tes, quizás el más importante, de lo que se conoceco mo psico patología humana y contabiliza para los da -tos que presen to a continuación y que justifican este en -sayo, cu yo objetivo es plantear algunas consideracionesdesde el punto de vista de un profesional de la asisten-cia psico lógica y el acom pañamiento, en cuanto a su me - jor com presión y manejo.

Según los últimos estudios estadísticos poblaciona-les en Estados Unidos (National Comorbidity Survey-R),la prevalencia en la población (es decir, el porcentaje decasos que se encuentran en la población general a lo lar -go de la vida) de los trastornos de ansiedad en conjun-to es del 29 por ciento.

Esto significa que más de una de cada cuatro per -sonas tuvo, tiene o va a tener alguno de estos trastornosen algún momento de su vida. Los trastornos de an sie -dad son los más frecuentes en la población, el doble delos de depresión, por ejemplo.

Aproximadamente uno de cada diez individuos tie -ne, al menos, una crisis de pánico en algún mo men tode su vida.

En los centros de atención primaria, los tras tor nos deansiedad también son muy frecuentes (19.5 por cien-to), motivo por el cual, el grado de conocimien to de estetipo de patologías en los médicos clínicos ge nerales yemergenciólogos es fundamental.

La mayor prevalencia de estos trastornos (excep toen el trastorno obsesivo compulsivo) es en el sexo fe me -ni no en una proporción de 3 a 1: tres mujeres por ca dahombre.

Según estudios poblacionales, en Estados Unidos,el costo que genera el total de los trastornos psiquiátri-cos corresponde al 30.6 por ciento del total del gastoen salud. Si consideramos solamente los trastornos deansiedad, observamos que el gasto co rres ponde al 11por ciento del gasto total en salud. (Kessler, Na tionalComorbidity Survey).

La edad en la cual se hace el diagnóstico, si bien hadisminuido, suele ser todavía tardía. La po bla ción delCentro de Investigaciones Mé dicas en An siedad, en Bue -nos Aires, Argentina, abar ca un rango muy variable queestá entre los veinte y cincuenta años, con un promediode treinta y nueve años.

Existen numerosos obs táculos para el tratamiento,pero el principal es el des conocimiento de estas patolo-gías por parte de la po blación. En el siguiente gráficotomado de un es tudio de Olfson, del año 2001, quecompara el tras torno de pá nico (TP) con la fobia social(FS) y el trastorno de an siedad ge neralizada (TAG), seobserva lo si guiente:

La ansiedadMario Zumaya

El estudio de las emociones se encuentra en el centro de la psi-quiatría contemporánea. Una de las más recurrentes es la an -siedad, esa sensación de miedo irra cional y pánico inminente.El psi quiatra Mario Zumaya, profesor del Seminario de Psico-terapia del ITESM y autor del libro In fi delidad, nos ofrece unacartografía de este trastorno al tiempo que indica las salidas te -rapéuticas y cognitivas para explorar un laberinto que siem -pre tiene una solución.

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A los datos anteriores, que parecen indicar que laansiedad “anormal” es casi normal en cuanto a su inci-dencia, habría que sumar la más que escasa difusión ge -neral del conocimiento de los profesionales de la lla-mada salud mental. Vayamos por partes.

El estudio de las emociones es bastante reciente. Es -te llamativo “retraso” en su estudio no es casual. Es con -secuencia del “predominio de la razón” dentro de lasciencias de la mente y la conducta dentro de la épocamoderna. Ésta se inicia en el siglo XVII con la divisióncartesiana entre mente y cuerpo, división que privilegióa los fenómenos intelectuales como parte de una ins -tancia “superior”, racional y humana, en oposición a losfenómenos emocionales, más somáticos o inferiores entanto “animales”. Víctima del modernismo lo fue el mis -mo profesor Freud, quien en un intento por hacer “cien -tífico” su original estudio y análisis de las pasiones leempotró términos provenientes de la más “objetiva” ymoderna de las ciencias: la Física. Con ello perdió elpsicoanálisis su ímpetu transgresor original, se domes-ticó, adecentándose, y se tornó en un estéril y profun-damente aburrido método de exploración de la llamadavida inconsciente. Los enfoques que le siguieron, el con - ductismo de los años sesenta y setenta y el cognosciti-vismo de los setenta y ochenta y hasta la fecha, han lle-vado al estudio de las emociones a lugares absurdoscuando no cuasidelirantes: en el caso del primero, elconductismo, a su simple negación como objeto “cien-tífico” de estudio y en el caso del segundo, el cognosci-tivismo, a considerar con ingenuidad conmovedora quelas emociones son “producto” de los procesos cogniti-vo/intelectuales; en otras palabras: si uno piensa “mal”,

esto es, no lógica o racionalmente (cualquier cosa queeso quiera decir) se va a “sentir mal” y va a presentar psi -copatología: enfermedades afectivas o emocionales.

El retorno contemporáneo al estudio de las emo -cio nes dentro de la psicología y, en particular, para lapráctica de la psicoterapia tiene pocos años. Se iniciaprobablemente con la obra del psicólogo y teórico dela personalidad, el estadounidense Sylvan Tomkins enlos años sesenta con la publicación de los dos primerosvo lúmenes de Affect Imagery Consciousness: Volume I.The Positive Affects (1962), y Affect Imagery Conscious-ness: Volume II. The Negative Affects (1963). Esta obrapasa prácticamente inadvertida, como se puede dedu-cir por la apa rición del tercer volumen casi treinta añosdespués: Affect Imagery Consciousness: Volume III. TheNegative Affects: Anger and Fear, en 1991, casi si mul -tá neamente a la fe cha de inicio, octubre de 1989, delo que se conoce como época posmoderna. La épocaposmoderna o el mo vimiento posmodernista al que dalugar son términos di fíciles de definir ya que, entre otrascosas, están ocu rrien do en este mismo instante pe ro,básicamente, surgen como una reacción desencanta-da ante el fracaso del mo dernismo y del predominiode la razón en su intento de producir una renovaciónradical de las formas tradicionales del arte y la cultu-ra, el pensamiento y la vida so cial y, con ello, lograr laemancipación de la humanidad.

Han sido los discípulos de Tomkins, Paul Elkman yCarroll Izard, mucho más conocidos que él mismo, quie -nes han sido y son los mayores impulsores de la impor-tancia central del estudio de las emociones para la com -prensión del mundo interno, subjetivo e intersubjetivo,

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Olfson, Mark, Mary Guardino, Elmer Struening, and others. "Barriers to the Treatment of Social Anxiety." American Journal of Psychiatry157 (April2001): 521-527.

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0No creenpadeceransiedad

Manejan lasituación por

si mismos

No sabendonde ir

por ayuda

Temen loque otrosopinen

No puedenafrontar eltratamiento

Tementomar

medicación

Creen que eltratamientono ayudará

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del ser humano y la conducta a la que da lugar. Asimis-mo, los estudios sobre las vicisitudes del apego emocio-nal (John Bowlby, Mary Ainsworth, Mary Main, Patri-cia Crittenden, Peter Fonagy, entre muchos otros) o delvínculo afectivo de los niños con sus cuidadores, como la“matriz” o crisol del desarrollo de las emociones, han dadolugar a nuevas aproximaciones prácticas en el cam po dela psicoterapia, o aplicación práctica de la investigación,como lo es el “retorno a las emociones” o “post-ra cio na -lismo” (Vittorio Guidano), que considera las emo cio -nes como procesos de conocimiento en tanto organizanla experiencia.

La ansiedad es una emoción normal básica que, co -mo tal, “mueve” al sujeto que la experimenta hacia de -ter minado tipo de acciones o conductas. Recordemosque emoción viene del latín emotio que significa “el im -pulso que induce a la acción”. En efecto, toda emociónrepresenta una disposición o “postura” somática o fi sio -lógica que posibilita un determinado curso de acción.Es decir, cuando estamos tristes “hacemos“ cosas de tris -tes: nos aislamos, tenemos una particular expresión facial,hablamos poco. Cuando alegres, “hacemos” cosas de ale -gres: sonreímos, tenemos un incremento de la actividad,buscamos compartir nuestro estado emocional. Cuan-do ansiosos… lo describiremos en detalle más adelante.

Las emociones son experimentadas y actuadas cuan -do se presentan estímulos externos o internos al orga-nismo que las “disparan”, ello a través de mediadoresbioquímicos en las áreas correspondientes de los siste-mas nervioso central y periférico o autónomo que, fi -nalmente, dan lugar a la experiencia subjetiva privaday a las manifestaciones conductuales “objetivas” o pú -blicas de la emoción de que se trate. He de señalar querestringir, como ha sido el caso de la predominante psi-quiatría biológica, el estudio de las emociones al estu-dio de sus componentes bioquímicos y neuronales escomo tratar de explicar un cuadro de Rembrandt o dePi casso a través del estudio de los pigmentos que usa-ban para la preparación de sus colores, o a través del gro -sor del trazo de sus pinceladas.

Es el contexto social en el que las emociones se de -sarrollan, el significado que les atribuye el sujeto y lahistoria o narrativa por medio de la que las organiza,los factores que nos van a dar la información más rica ypertinente para su estudio y comprensión.

La ansiedad es una emoción básica que forma parteindisoluble del vivir humano. Puede presentarse en for -ma aislada o formar parte de la respuesta más generalde miedo, respuesta que compartimos con otros ani-males, que se desencadena cuando se percibe un estímu -lo que implica la amenaza de una pérdida de algo o al -guien que la persona estima como de valor para él o ella.Así, la ansiedad máxima sería la experimentada ante laamenaza de perder la vida misma, o bien, la salud física

o mental, una persona amada, el prestigio… La ansiedadvendría a ser la parte propiamente emocional y so má -tica en tanto sentida o experimentada a nivel del cuer po,mientras que el miedo es la parte intelectual o cogniti-va que evalúa la magnitud o importancia del estímuloamenazante o el peligro al que puede dar lugar tal estímu -lo. La ansiedad y el miedo se usan de manera indistintaaunque, en sentido estricto y como señalé líneas atrás,son diferentes y, en general, una de las metas en el trata -miento de la ansiedad anormal puede ser convertirla, pre -cisamente, en miedo. Ahondemos en sus diferencias.

Estrictamente hablando, el término miedo es usadopara describir una reacción emocional a un peligro es -pecífico percibido, a una amenaza que es identificable,como lo sería una serpiente venenosa. La mayor partede la reacción de miedo es intensa y tiene la cualidad deemergencia. El nivel de excitación y alerta de la personaque lo experimenta se eleva agudamente. El miedo tieneun foco de atención específico. Típicamente es episódi -co y disminuye o cesa cuando el peligro ha sido re mo vi -do de la persona o la persona del peligro. En este senti do,el miedo está determinado o controlado por los eventoso estímulos percibidos. La fuente del peligro percibidopuede ser exacta o inexactamente identificada o correc -tamente identificada pero erróneamente eva luada. Elmiedo puede ser racional o irracional. Los mie dos inten -sos pero irracionales son denominados como fobias.

Cuando una persona experimenta ansiedad tiene di -ficultades para identificar la causa de esta inquietantetensión y/o precisar la naturaleza del evento o desastreque anticipa. La ansiedad puede ser desconcertante pa -ra la persona que la experimenta. En su forma más puraes difusa, sin un objeto al cual anclarla; es muy desagra-dable y persistente. A diferencia del miedo, no está tanobviamente determinada; es impredecible e incontro-lable. El inicio y la declinación del miedo tienden aestar delimitados en el tiempo y en el espacio, mientrasque la ansiedad es invasiva y persistente con puntos in -ciertos de inicio y terminación. En ocasiones parece es -tar presente como “música de fondo”: “siento todo eltiempo como si algo terrible fuera a suceder” es la do -lorosa y habitual comunicación del ansioso. La ansie-dad es un estado de vigilancia incrementada más queuna reacción de emergencia. Tanto el miedo como laansiedad son procesos de excitación o alertamiento sub -jetivo y fisiológico marcadamente elevados. La ansiedades informe, crispante aun en un bajo nivel de intensi-dad. Su inicio y terminación son difíciles de precisar ysus bordes difusos. La ansiedad no es una forma menoro más “pálida o descafeinada” de miedo; es, en muchossentidos, más difícil de tolerar. La ansiedad intensa y pro -longada puede ser incapacitante y destructiva.

Es más fácil distinguir la ansiedad del miedo en lateoría que en la práctica, ya que la amenaza percibida

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LA ANSIEDAD

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puede ser bastante difusa en la situación concreta. Porotra parte, no existe una transición claramente delimi-tada entre el miedo y la ansiedad y a veces no es posibledistinguirlos. Aunque el pánico es una de las más purasexpresiones del miedo, los disparadores de un episodiode pánico no son siempre inmediatamente discernibles.La relación entre la ansiedad y el miedo puede ser com-pleja: la ansiedad frecuentemente sigue al miedo, co molo sería en la ansiedad de que uno pudiera tener pá nicode nuevo y perder el control, y también las ex perienciasrepetidas de ansiedad pueden generar miedo a tenerlas.

Tanto el miedo como la ansiedad tienen una fina-lidad, un para qué: ayudarnos a enfrentar la amenazao huir de ella o, a veces, paralizarnos frente a ella conla fi nalidad de pasar inadvertidos. Imaginemos que en - fren tamos súbitamente a un tigre: o lo enfrentamos te -mera riamente o corremos huyendo de él, o nos parali -zamos, nos baja la presión arterial, y nos desmayamos.Cualquiera de las respuestas, excepto la primera, po -dría ser adaptativa. Desmayarnos no está mal: recor-demos que los tigres no comen cadáveres, se comen asus presas vi vas y cuando uno se desmaya por hipoten -sión no sangra.

Así las cosas, la ansiedad es un sistema de alarma quenos previene de sufrir alguna pérdida. Los trastornos deansiedad son precisamente un trastorno, un desajus tedel sistema de alarma que se “dispara” sin que haya unaamenaza discernible, un peligro aparente. Y el que nosea ni discernible ni aparente no quiere decir que no exis -ta. De hecho siempre existe, el problema es que no sa -bemos “leer” nuestra ansiedad y descifrar la amenaza,el peligro que la dispara. Y no lo sabemos hacer por-que hay que “controlarse” y eso quiere decir no sentirlo que se está sintiendo, huir de la emoción misma oencontrar “explicaciones razonables” acerca de lo queestamos experimentando: un ataque al corazón o un “de -

rrame” cerebral, o locura incipiente; todo lo cual puedellevarnos a una espiral ascendente de ansiedad que ter-mina en el servicio de emergencias de un hospital y conla administración de 10 mg intravenosos de Diazepam,o de 50 mg orales de Alprazolam, ambos ansiolíticos in -mensamente populares y más o menos adictivos.

¿Cómo, entonces, se maneja la ansiedad anómalaen o a través de una psicoterapia posmoderna? Acep-tándola como propia: la ansiedad no es algo que “nospasa”, es algo que generamos y, como tal, siempre tieneque ver con nosotros y nuestra circunstancia. La formade salir de la ansiedad es, precisamente, a través de ella:si nos quedamos en la ansiedad sabiendo que, como esnuestra, no nos va a matar, podemos empezar a desci-frarla entendiendo, asistidos en ello por nuestro psico-terapeuta, que la situación o circunstancia en la que se“dispara” (por ejemplo un embotellamiento de tráficodel que es difícil salir o en el que es complicado obtenerayuda) semeja o es análoga a otra situación vital y de laque también es difícil salir o recibir ayuda, como lo esuna relación emocional con los padres, con la pareja, unarelación de trabajo. ¿Cuál es aquí la amenaza? La rela-ción misma. ¿Cuál la pérdida? La libertad, el disfrute dela vida, la dignidad, o todo ello junto.

Las personas no podemos evitar sentir lo que senti-mos: emociones, entre ellas la ansiedad. Si pudiésemosno seríamos quienes somos. Lo que sí podemos hacer esmodular, matizar, su expresión. Para lograrlo es indis-pensable tener claro qué es lo que significan, qué es loque las está estimulando. La complejidad estriba en quelos seres humanos somos entes que vivimos en y a tra-vés del lenguaje. Recordemos que los problemas nuncaestán en la experiencia, que sólo es lo que es y no puedeser otra cosa, sino en la explicación de la experiencia que,en el caso de la ansiedad siempre es, por desagradable,enormemente difícil de reconocer como propia.

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Edvard Munch, Ansiedad, 1894 Edvard Munch, Melancolía, 1899

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