la extremidad del otro n°11

80
#11 Marzo 2014 ensueño

Upload: la-extremidad-del-otro

Post on 25-Mar-2016

217 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Revista de publicación bimestral- propone un tópico en cada número que funciona como eje sobre el que se va construyendo con material visual, texto de colaboradores, hipervínculos- una revista virtual y autogestionada que bucea la extremidad del otro. Número 10 edición especial: Ensueño.

TRANSCRIPT

Page 1: La extremidad del otro N°11

#11 Marzo 2014

ensueño

Page 2: La extremidad del otro N°11
Page 3: La extremidad del otro N°11
Page 4: La extremidad del otro N°11
Page 5: La extremidad del otro N°11
Page 6: La extremidad del otro N°11

Editorial

Estamos sumergidos en un aparato mediático que opera con lo sinies-tro como estrategia para manipu-larnos. Este dispositivo en pleno despliegue acelera una suerte de banalización de la impunidad que nos invita a transitar un terreno donde los límites entre acoger y expulsar al otro son difusos, es-tán perturbados o simplemente son negados. Una situación proclive a promover la permanente obtura-ción de los sentidos donde rea-lidad y ficción son intercambia-das sin ningún tipo de análisis. Se hace difícil saber acerca de lo que deseamos realmente para el planeta y para el otro que no es mi metro cuadrado, así como tomar partido por ese deseo.Ensueño es una invitación a transitar esos límites a partir de cómo miramos y cómo somos mi-rados. En especial es una invi-

tación a discutir cómo queremos formar parte de este mundo cuando usamos el tiempo potencialmente más rico que tenemos: el tiempo del ocio. Quienes ejercen el po-der saben de esto. Por ello la política y la economía imbricadas en la cultura, como práctica co-tidiana marcan agenda y ofrecen distintos tipos de alternativas para el tiempo del ensueño.

de esto va el n° 11 de ledo

María Forcada

Page 7: La extremidad del otro N°11
Page 8: La extremidad del otro N°11

FPV

Page 9: La extremidad del otro N°11
Page 10: La extremidad del otro N°11
Page 11: La extremidad del otro N°11
Page 12: La extremidad del otro N°11

Leandro Bosco

Tortura Bebé

Limpio los caprichos de la ausenciacon soda fría y proletaria.Una guerrita de cotillóncontra los ciclomotores adolescentesacelerados al mangoen la madrugada,contra los ladridos carrasposos,contra los pellizcos miniaturade la ansiedad.Sé que estoy despiertoporque creo que soñécon gritos como arpegios.

Page 13: La extremidad del otro N°11
Page 14: La extremidad del otro N°11
Page 15: La extremidad del otro N°11
Page 16: La extremidad del otro N°11
Page 17: La extremidad del otro N°11
Page 18: La extremidad del otro N°11

Loop

Quedan pocos kilómetros para la próxima estación de servicio y mi estómago vuelve a su lugar, después de haberse dislocado por la lucecita roja de la nafta que se prendió a varios minutos de acá. En contados instantes oleré ese aroma tan tóxico y adictivo mientras rellenan el tanque y mi vieja, hermana y sobrina entran al baño a las apuradas (si tu-vieran una lucecita roja inver-sa a la de la nafta, también la hubiesen encendido hace kilóme-tros). Yo aprovecharé su demora para surtirme de chocolate, tos-tadas, jugo y el vasito de café más caro de la historia. Mi ve-jiga puede esperar, mi gula no.

Pasan los minutos reglamentarios a la velocidad y distancia que he-

Gabi Arturo Fonseca

Page 19: La extremidad del otro N°11

mos recorrido (haciéndome sentir algo así como un físico nuclear o una mente brillante de esas que nunca seré, no por hacer bien el cálculo de “a qué hora llegamos al baño, tía”) y siento que no hemos recorrido ninguna distancia, pero parezco ser la única persona en todo el auto en notarlo. Las tres generaciones están muy concentra-das en desconcentrar líquidos de su organismo como para percibir ese paisaje que se ha venido re-pitiendo en todas las paradas.

Los árboles, la ruta, la misma es-tación. Exactamente la misma. Lo único que me indica que no estoy locx, dormidx o en una película de Lynch es el hecho de que los sau-ces son sauces y no paraísos, como en la última parada, y que la ruta a esta altura tiene un solo carril y no dos, pero la estación sigue

siendo la misma. ¿En serio no te llama la atención, mamá? No, ni a mi hermana. Las dos hablan anima-damente sobre no sé qué personaje más que habilidoso de ese canal superlativo para coños opri/supri/reprimidos, mientras la Porotis dibuja el muñequito que acabamos de comprar en ese calco de don-de estuvimos hace algunas horas.

Dentro de esa gran pecera rectan-gular me siento en ningún lugar. Es el no-lugar de las franquicias, donde he pasado varias horas de mi vida en una antigua vida social cuyos souvenirs guardo en una ca-jita preciosa adentro del ropero, como para recordarla sin revisi-tarla. No se puede volver a los no-lugares, sólo se puede volver a los no-tiempos que se vivieron ahí. El dibujito de la Porotis será mi próximo souvenir, es lo único

Page 20: La extremidad del otro N°11

del lugar y su intento de supri-mir las identidades de todos los sujetos que estábamos ahí, preci-samente sujetos a sus pautas de consumo, ergo, de comportamiento.Todxs tomando el mismo café, las galletitas de papá Unilever, en el asiento de algún otro papá cuya cara también desconocemos, como desconocemos la cara del penúl-timo eslabón de esa cadena ali-menticia: el pibe de la caja, con su uniforme y toda esa vida que también desconocemos y que poco nos importa, siempre y cuan-do nos dé la ficha para el café.De esta manera se borran los lu-gares, las caras, las historias atrás de esas caras. Así termina-mos siendo nosotrxs mismxs fran-quicias ambulantes con exceso de café, falta de sueño, un volante adelante y pequeñas reliquias de identidades por vivir en el bol-sillo de la campera, souvenirs de un tiempo sin copipaste perpetuo.

que le asigna un tiempo específi-co a esta falta de especificidad.Casi veo las mismas caras, cansa-das por el viaje, vestidas con lo cómodo, comiendo las mismas cosas. Casi me duerme la luz del fluores-cente helado. Casi no, lo hace, y mi cara reposa sobre mis brazos en la dura mesa de la franquicia, pero no por mucho tiempo, porque mi hermana me despierta para irnos.

Ya en el auto vuelvo a maquinar so-bre la sensación espantosa que me produjo estar en esa copia fiel de sí misma hecha bomba de nafta. No fue el cansancio del manejo, ni mis parientes hablando sobre manuali-dades o cocina (no puedo recordar bien la temática, sólo recuerdo que me causaba rechazo), ni el te-levisor con el noticiero al palo (cosa de no poder evitar escuchar cuántas cuchilladas le había pro-pinado el macho a “su” mujer por “engañarlo”). No, nada de eso. Fue la nebulosa, la falta de identidad

Page 21: La extremidad del otro N°11
Page 22: La extremidad del otro N°11
Page 23: La extremidad del otro N°11
Page 24: La extremidad del otro N°11
Page 25: La extremidad del otro N°11
Page 26: La extremidad del otro N°11

La casa está rota, se cae a pe-dazos, tiembla, tambalea, da co-letazos. Las cañerías embutidas bajo el revoque engendran flores de telaraña, mugre se acumula en los rincones y en el patio, don-de el perro ha tomado posesión, crece la flora salvajemente.

El hollín en el vértice del te-cho, sobre el calefón, avanzó junto a los episodios de Lost. Una tarde de verano, cuando el avión cayó en la isla de los per-didos, parte de nuestro techo en la galería se derrumbó; se podía ver el cielo a través del hue-co enorme. El resto lo tiré con mis propias manos, durante tres días fui llenando un contenedor con pedazos de cemento, machim-bre podrido y jirones de lana de vidrio. Sólo quedó en pie la es-tructura de madera resecándose,

Leo Pedra

Page 27: La extremidad del otro N°11

como las costillas de un animal muerto en la llanura, descompo-niéndose lentamente bajo el sol. Pero en nuestra isla aun corre viento, aunque su alma es un agu-jero negro que chupa todo. ¿Y dónde están las cosas perdidas? ¿Dónde está la tapa del botón del baño o la perilla de la cocina? Un día dejamos de hablar. La rea-lidad perdió sustancia sin las palabras. Nuestras voces abraza-ban esta casa, sostenían los ci-mientos. De a poco el silencio se metió en cada junta. Desoldó los hierros de las vigas, des-granó el cemento entre los la-drillos y cada uno hizo la suya.

Page 28: La extremidad del otro N°11
Page 29: La extremidad del otro N°11
Page 30: La extremidad del otro N°11
Page 31: La extremidad del otro N°11
Page 32: La extremidad del otro N°11
Page 33: La extremidad del otro N°11
Page 34: La extremidad del otro N°11

“ese obstáculo tan ridículo que es la muerte” (Bataille)

Aturdidos por el barullo constan-te de tantas pesadas palabras, por la proliferación de tantas luces y enunciados, el clima pa-rece estar saturado y no quedar prácticamente espacio para otro decir. Decir otro que quizás se componga de silencios o de sone-tos de viajes intensos, inexten-sos, aquellos que ocurren en el mismo sitio, en el cuerpo mismo.Ir hacia el extremo del otro, y convertirnos en otro en ese ex-tremo nos permitirá quizás des-lizarnos por el filo laminar que circula entre la soga y el cue-llo. Para no quedar con el pul-so muerto, el poeta afirma “hay que ser prudentes”. La prudencia como método, dosis de prudencia,

Matias Forlani

Page 35: La extremidad del otro N°11

para convertirnos en otro y no quedar derrocados en el intento.Insistamos, entre la soga y el cuello un silencio laminar par-tía la escena. De un lado (qui-zás de este), el vacío del silen-cio lo amparaba. Del otro, cúmulo de palabras enloquecidas iban a anunciar lo patógeno del caso.Pero nosotros, nuestro inte-rés es ir hacia el cuerpo para hacer de la soga el hilo de nuestras propias ficciones y dejarnos así afectar por el labe-rinto sonoro de lo que allí ruge.Distinta es la escena de jóve-nes cuerpos suicidas, donde el cuerpo se convierte en la sede de la orina transpirada del pasaje. Como así también se diferencia de los cuerpo maniatados a la doci-lidad de lo que anuncia el decir.El pasaje no consiste en desar-marse de un tirón y quedar sus-

pendido en el apretón de la soga. Si no, utilizar con precisión una lima, para limar las pesadas tablas (morales, disciplinarias) y armar nuestra propia ficción como método.

Page 36: La extremidad del otro N°11
Page 37: La extremidad del otro N°11
Page 38: La extremidad del otro N°11
Page 39: La extremidad del otro N°11
Page 40: La extremidad del otro N°11
Page 41: La extremidad del otro N°11
Page 42: La extremidad del otro N°11

Jorgelina Salinas

EN TIERRAEN CIELOEN VELO….ENSUEÑOTODO REAL?INCIERTO?QUE MISTERIOBUSCANDO LA VERDADENCONTRANDO PARTESIDEAS, TEORIAS, LEYESQUE ES VERDAD DE ESTE GRAN SUE-ÑO?ALGUNOS CONSCIENTESOTROS DURMIENDOEXPERIMENTANDO LAS DIMENSIONES, ESO SIAPRENDIENDOCOMPARTIENDOVIVIENDO, SOBREVIVIENDOPARA ALGUNOS CRISISPARA OTROS OPORTUNIDAD, RETOSCREATIVIDADTODO ES ARTE, LUZ, GEOMETRIA, PERFECTOAUNQUE NO TODOS LO VEAN ….

Page 43: La extremidad del otro N°11
Page 44: La extremidad del otro N°11

Desempolvé la calavera del poeta rusoque guardo para refrescarmeen los calores de enerodel hemisferio surde mi cerebro.Sentí alivio al sostenerla,ya no importaba nada;ni el profeta anunciando:“los fantasmas beben coca-cola”ni mis biografías elegidas.

Hubo un soundtrack y fue ambiguo;la misma afinaciónda el vecinoa los gritos de placer,y a los otros,los prohibidos.

Ludovico Zanettini

Page 45: La extremidad del otro N°11
Page 46: La extremidad del otro N°11

Me tocó, Me tocó bailar con la más fea.Me tocó,Me tocó ser puta y parteDe la causa de los derechosY los límites de los mismos.El imperativo categórico de la salita de 4No hacer a los demás lo que no te gusta que te hagan:Yo nunca voy a hacerle una denun-cia a nadie.

El límite entre los hechos obje-tivos y las subjetividades que los envuelven,Se encuentran en un combate sin cesar,En la perversita mente del hombre,En el falocentrico ombliguismo del mundo,La neurosis y la nausea.

Julio Fernandez Pelaez

Page 47: La extremidad del otro N°11

Ensueño, sueño con serpientes,Ensueño, sueño con Bolaños,Ensueño, con no caer precioso,Con dejar la falopa,Con darte unos besos,Conque no me violen más.

Page 48: La extremidad del otro N°11
Page 49: La extremidad del otro N°11
Page 50: La extremidad del otro N°11

ENSALADA DE VIGILIA

Dice Leónidas Lamborghini que al deconstruir un Modelo mediante el procedimiento de la parodia lo que revela éste es algo que siem-pre estuvo ahí y que sin embar-go no podíamos ver. Entre capas, el Modelo, ese andamiaje, esconde algo.El estado de vigilia también pue-de ser un Modelo. Y el sueño su parodia, aquel procedimiento que lo destruya, que desnude lo que aquel escamotea mediante su rees-critura, mediante la recombina-ción de sus elementos.

***

Tramar en el ladrido del sueño o la pesadilla tal vez verbalice lo que de otro modo no podamos

Rayen Nazareno

Page 51: La extremidad del otro N°11

resistir: el destino absurdo de cuanto hagamos en la tierra, es-tando un frío nicho como última morada. Arriesgo que algo de esto es lo que se trata en Qué hacer, la nouvelle de Pablo Katchadjian, y en Inland Empire, la última pe-lícula de David Lynch.

***

Podemos pensar con buen tino que cristalizar ese absurdo en una obra pueda conspirar contra su propia eficacia: la fuente de su poder radica en buena medida en su inmediatez. Sin embargo, tanto en Qué hacer como en Inland Em-pire, algo de ese trastocamiento sobrevive y deja testimonio.

***Ni Katchadjian ni Lynch son su-rrealistas, pero hacen suyos del

surrealismo los ecos que él de-rramó al momento de escenificar el sueño, lo onírico. dice Damián Selci sobre Qué hacer, en una ob-servación que creo aplica a estas dos obras: “En primer lugar, los procedimientos (...) son la aso-ciación, la variación y la conden-sación (...). En segundo lugar, la estructura de los capítulos no obedece al avance de la trama narrativa, sino que emula direc-tamente el funcionamiento oníri-co: además de las repeticiones y desplazamientos, los personajes razonan como en sueños, tienen certezas inexplicables sobre la situación en que están sumidos, cambian de escenario a cada ins-tante y hasta sufren momentos de censura”.

***Selci trae a colación conceptos

Page 52: La extremidad del otro N°11

del psicoanálisis: desplazamien-to y condensación. El primero co-rresponde al acento de una repre-sentación, que puede desprenderse de esta para pasar a otras repre-sentaciones que con esta poco tie-nen que ver, aunque estén ligadas a la primera por una cadena aso-ciativa. El segundo, como un modo especial y fundamental de los pro-cesos inconscientes, en la que una representación única, representa varias cadenas asociativas. Lacan -para quien el inconsciente es-tructurado como un lenguaje donde los significantes son los que ri-gen la cadena hablada-, entiende que la condensación debe ser tra-tada como un proceso metafórico y el desplazamiento como un proceso metonímico.

***

En Qué hacer lo trágico devie-ne cómico (ya en la página uno: “aunque esto parece peligroso, no sólo los alumnos y yo nos reímos sino que Alberto, con medio cuer-

po adentro de la boca del alumno, se ríe y dice: está bien, está bien”); en Inland Empire, la risa está atravesada por el horror, en la mueca terrible de Laura Dern en cada cuadro.

***

Así podremos rastrear en el sueño lo trágico en la risa y la risa en lo trágico. Horror y humor en un solo movimiento. Si el inconscien-te está tramado como lenguaje del que son parte integrante metáfora y metonimia, no es difícil pensar también al sueño como una suer-te de poética. Lamborghini -quien alguna vez dijo que si a su gene-ración le hablaban de psicoanáli-sis, escupía- postuló como hori-zonte para sí “una poética entre el horror y la risa. En un polo el Horror, en el otro la Risa. (...) Ahora sintetizo esa situación en la palabra “horroreír”. La risa en medio del horror: la única catar-sis que se nos permite (...)”.

Page 53: La extremidad del otro N°11
Page 54: La extremidad del otro N°11
Page 55: La extremidad del otro N°11
Page 56: La extremidad del otro N°11
Page 57: La extremidad del otro N°11
Page 58: La extremidad del otro N°11

mono estéreo tres de

más allá del arrorró crepuscular unos ojos verdes volcánecualizan la hambruna del arroz

más allá de esta plegaria bajo sombrilla una estampa al poste de luz soldada avisa del vacío a los apóstoles del jabón

y ya los días rugen campanas que no se oyen y ya los días ondulan campos que se amplifican

por ese largo mediodía puede tu mano empuñar una pregunta al cielo y tu espalda sudar un trampolín de medias sucias

Maxi Neila

Page 59: La extremidad del otro N°11

más allá de las arroyadas partiturasy los pararrayos de noticias pueden tus ventiscas lamer los trucos de la sinfonía

Page 60: La extremidad del otro N°11

El sueño

El hombre que se sueñaen un coche en medio de la ruta,advierte que ya no hay combustibley se esfumaron el volantey las puertas. No hay más salidaque despertar una y otra vez para huirde ese auto sin nafta,sin puertas ni volante.Las escenas que van quedando atrásbordean rosales y limoneros de los que cuelganalgunas cartas y fotos que mues-tranvarios juegos de muebles,un domingo de sol,y autos usados de marcas diversas.

Horacio Fiebelkorn

Page 61: La extremidad del otro N°11

Korsakov Avenue

A medida que caminabaiba olvidando el lugar de cada paso previoy al volver para fijarme olvidabahacia dónde me dirigía.Y el tiempo pasóy me convertí en olvido de pies a cabeza.De hecho, no soy yo el que relata esto, sino otro,a quien algo le contaron, porqueno recuerdo nada, ni siquiera el nombrede mi biógrafo de circunstanciaque tal vez esté mintiendo porque repitelo que le dicen gentes que no conozcoy dudo haber visto alguna vez.

Hotel room

Mi padre esperaba en el cuarto del hotel. Yo me demoraba en una disquería de la esquina. Era verano en nuestras vacacio-nes de hombres solos.

Cuando subí a la habitación, el viejo me dijo: “Acaban de robarme, nos quedamos sin nada”.

Supe que no era verdad, porque mi padre está muerto, y lo veía joven y flaco, demasiado parecido a mí.

Así nos despedimos. En un sueño, en un cuarto de hotel desconocido.

Page 62: La extremidad del otro N°11

de Misiones

En la tienda de santería, vendenun precioso santo-santa. En el rayodel sol: hace milagros, entre nubes,hace el día preciosoy trae, nuevamente, claridadebria, sin que lo aceptensalvo en los barrios más pesados, dondeel ejército ni entra- esas tanquetas viejas.Vigila las espaldasdel muchacho que no vio bienla ruta (y el Camino). Y si muere-si es que muere-,le lleva Luz para que respirehasta que el rey o Reinale arranque del sueño la costra, y limpielas algas de agua quieta. ¡A cinco pesos

Diego Carvallar

Page 63: La extremidad del otro N°11

el muñeco-muñeca! Pasan las manos, tomanla nave celestial, nube descansode los aparecidos.

La luna guía a los peces – los llevade las aletas a la gran cadenaalimenticia. Pasa una vezmás por la calavera del caballo,y por la ventanilladel supermercado –brilla en regalosde la cuaresma: príncipes y magos,juega con el Jesús ojos de trigo,las muñecas flaquitas, las varitas de magia-ocultismo y decoraciónde Paraguay (traídosde la China). Una cortina de plásticola hace fantasma. Ahora se deshace

al resplandor de la luz fluorescente.–Para contar el dinero, una chicafuerza los ojos.Hay una forma exacta que une el zumbido de lostubos a un pájaro nocturno, -un malpresagio la distrae.

En el enorme puentehay carteles donde centellan dosmodelos. Mueven las manos y arqueanlos ojos por algún artefactosencillo ajustado a lasseñales de tránsito.Y la madrugada es una imagen: vadel campo empapado y gris de las nubesal rocío, al cadáver con hormigascoloradas. Una chica cansada

Page 64: La extremidad del otro N°11

no sabe y se tiray queda desmayada.Tuvo la mala espina que le dabanlas sandalias, las uñas embarradas.Un alcohol fantasiososube por el vapor de su garganta-la pinta de los caballos pastandomete miedo, pero son inocentes. -En la intemperie caeun vestido de fiesta,arrugado, ahora indiferentede la conciencia que le agitaba.

Siete niñas durmiendo son siete corazones,o el mismo corazón,en el charco pantano, no un numero cualquiera.Una parece estar cansada. A mí,me quedó un aire en el pulmón, sostuvemi mareado camino entre las risasde lo que quieras vos: locos, drogadas,vagos y alcohólicos. Cuando paseabapor la costanera con el paísde las larvas en el bolso, una

moscamasticaba en el yuyal una flordel mismo color (flúo) de la mallacolgada en los tendales del mercaditoque usan este añolas mujeres de misiones con pielcurtida de las chinches -que no duele ya,aunque las muerdan en el corazón.La última de ellas era brava,una chaqueña que peleaba en cuerocon sus daños (dona nobispacem-).En la avenida grande, no estoy solo.De un lado, veo el Sol. ¿Del otro lado,que cosas hay? ¿Un tigre, una selva que tiembla,una colonia pobre de alemanaspobres, o las iglesiasnuevas, pentecostales, brasileras?La brea está muy tibia.¡Toda misiones es la yarará!

Page 65: La extremidad del otro N°11
Page 66: La extremidad del otro N°11
Page 67: La extremidad del otro N°11
Page 68: La extremidad del otro N°11

Canción y sueño del fogonero Dürrenmatt nazi enamorado

Tú padre cantaba en sueños la gue-rraoh amo a los Prusianoslos degollados Prusianostú padre enamorado de los Prusianosy los Prusianos amaban al pobre fogoneroy sucioera amado los Prusianos querían a tú padrefogonero y musculoso sentado en el montículo ceremoniosamente trabajador tú padre usabaal salir de los hornos durante el inviernouna estola negra adornada con la svástica a manera de bufanda y las nenas languidecían

Gaston Moyano

Page 69: La extremidad del otro N°11

por él sintiendo la svástica en las tripaspuro movimiento puro amor ése dibujoen la estola locas volvía a las chicas oh amorpasajero el de las chicas del Reich amorverdadero el de los Prusianos con sablesy pistolas con rasgos Rommel en-cuadradosen la arena hirviente del desier-to extenuadosPrusianos hoy le creen a tú padre a tú padre(ése) él es su oasis Ana Frank cremada en la Fosa común es engaño es mentira decía tú padrea la hora del crepúsculo oh los Prusianos a su alrededor le creían lo amaban y su amor

era más que correspondido por tú padre el fogonero Dürrenmatt

Page 70: La extremidad del otro N°11
Page 71: La extremidad del otro N°11
Page 72: La extremidad del otro N°11
Page 73: La extremidad del otro N°11
Page 74: La extremidad del otro N°11
Page 75: La extremidad del otro N°11
Page 76: La extremidad del otro N°11
Page 77: La extremidad del otro N°11
Page 78: La extremidad del otro N°11

Contacto:Web: visualobjeto-a.com.ar / e-mail: [email protected]://www.facebook.com/pages/Visual-Objeto-a/190563547705126

Colaboraron en este número:

Texto

Gabi Arturo Fonseca // [email protected]

Matías Forlani // [email protected]

Rayen Nazareno // [email protected] // http://ray-againstthemachine.blogspot.com

Leandro Bosco // desumuerte.blogspot.com.ar

Julio Fernández Pelaez // [email protected]

Jorgelina Salinas // [email protected]

Leo Pedra // [email protected]

Horacio Fiebelkorn // [email protected]

Diego Carvallar // [email protected]

Gastón Moyano // [email protected]

Ludovico Zanettini // [email protected]

Maxi Neila // [email protected]

Page 79: La extremidad del otro N°11

Editorial

María Forcada

Imagen

María Forcada

Patricia Benito

Fernando Guevara

Juliana Dolinsky

Leandro Ferron

Preproducción

Fernando Guevara

Maquetación

Juliana Dolinsky

Comunicación

Patricia Benito

Corrección

Emilia MatusPróximo número

Los del interior damos explicaciones

Page 80: La extremidad del otro N°11

Microediciones del objeto a

E