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Esta obra está bajo una licencia Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported de Creative

Commons.

Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/

CIENCIAS RELIGIOSAS N 7 – 8

La Tirana en el tiempo y el espacio

José Mario Vergara Bustos Profesor U.C.R.S.H

Prólogo

En el centro de la Pampa del Tamarugal, en un remoto confín del desierto más árido del mundo, surge el santuario mariano de peregrinación masiva más grande del norte chileno: el Santuario de La Tirana, que bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, recibe cada ario a miles de bailarines y promeseros, junto a una inquieta masa de turistas y comerciantes, dan vida a una festividad folclórico-religiosa que se mantiene en el tiempo desde la época colonial y que hoy es la máxima expresión de comportamiento coreográfico en el fenómeno de la religiosidad popular.

Antecedentes Corre el ario de gracia de 1535, el adelantado don Diego de Almagro sale del Cuzco, Perú, por el antiguo camino del Inca hacia Chile, con 550 españoles tras una aventura en busca de oro y de fama. Lo acompañan, en calidad de rehenes, el príncipe Paullu Inquill Tupac Inca, hermano de Huáscar y de Manco II, designado emperador del Imperio Inca por Pizarro; el "huillacuma", sumo sacerdote del Templo del Sol en el Cuzco, Huma Huillac y la hija de este, una joven princesa de 23 arios, la ñusta Huillac, del linaje de los incas, junto a dignatarios y willcas, capitanes quechuas de la guardia imperial (infiltrados entre los rehenes como estrategia de los incas) y 10.000 indios yanaconas que servían a los intereses hispanos de conquista de ignotos dominios en el extremo sur de América.

El cruce de la cordillera por el Camino del Inca fue terrible: al igual que el regreso por el desierto de Atacama: además del frío y la carencia de medios adecuados para tal viaje se sumaron las emboscadas y los levantamient o s d e l o s i n c a s , q u e c h u a s y atacameños que ocultaban sus víveres y agua al paso de la caravana y que ayudaron a la deserción de los cautivos. Habiendo recibido un mensaje de Manco II anunciando un levantamiento contra los conquistadores españoles y el sitio del Cuzco, ciudad sagrada de los incas, los rehenes intentan la fuga hacia la región de Charcas, hoy Bolivia (Tupiza) siendo alcanzados y detenidos para luego ser ejecutados en presencia de la propia ñusta. Esta logra huir luego, a la altura de Pica, junto a un centenar de guerreros, ancianos y servidores y se adentra en la Pampa del Tamarugal, en la época tupido bosque de algarrobos, pimientos y tamarugos, surcados por ríos y riachuelos, cercano a la frontera natural del desierto de Atacama. Allí reina por cuatro arios, con férrea voluntad y rigor, lo que motiva el nombre que la eternizaría: la Tirana del Tamarugal. Ejecuta sin piedad a cuanto español cae en sus dominios.

El destino pone en su camino al minero portugués Vasco de Almeyda, que va del mineral de plata de Huantajaya hacia la pampa en busca de la fabulosa Mina del Sol, legendario yacimiento de plata de los incas. Traspasando los dominios de la ñusta, es tomado prisionero por sus guerreros y llevado a la presencia de esta para ser muerto, la impresiona con su

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viril belleza y aplaza, una y otra vez, la ejecución.

Descuidando su forma de vivir hasta ese momento, abandona su lucha contra los invasores y cesa su culto al Sol: la convivencia junto a Vasco de Almeyda la lleva al cristianismo, siendo evangelizada por este y junto a un río, en medio del bosque, es bautizada con el nombre de María y toma a Vasco como esposo. Sorprendidos por los despechados guerreros, ambos son ejecutados a flechazos. Se dice que antes de morir ella pide que se ponga una cruz sobre su tumba, cruz que encuentra en 1541 el sacerdote mercedario fray Antonio Sarmiento de Rendón, de la Real y Militar Orden de Nuestra Señora de las Mercedes, Redentora de Cautivos, quien se sorprende por el hallazgo en tan desolado paraje de una manifestación de la fe. Al enterarse de la trágica historia y conocedor de la devoción de Vasco de Almeyda por la Virgen del Carmen, erige en el lugar una ermita con el nombre de Iglesia de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana, desplazando el antiguo adoratorio inca, iglesia a la que comienzan a peregrinar fieles con cantos y bailes. Esta es la leyenda, contada una y mil veces, pero que posee, como todas las leyendas, una base real histórica con personajes que vivieron en el siglo XVI, con la salvedad de que la ñusta no pudo ser ejecutada por los guerreros, dada su condición de noble, sino por los sacerdotes incas en los santuarios de alturas indicados para tal efecto, como podría ser el cerro Huantajaya (hoy Esmeralda), con el ceremonial acostumbrado para su condición social. En este cerro fue encontrada en 1975 una momia inca de sexo femenino, de condición noble, ejecutada en el siglo XVI, actualmente en exhibición en el Museo Arqueológico de Iquique. Tampoco pudo encontrar la tumba en 1541 el sacerdote Sarmiento de Rodón (o Rendón), que llega a estas tierras diez arios después. No existen antecedentes de una posible ermita en el lugar entre los siglos XVI y gran parte del XVIII. El plano del ingeniero O'Brien de 1765 no describe su presencia en el lugar. De igual manera no es posible establecer la presencia de un Almeyda en Huantajaya entre 1535 y 1565.

La primera iglesia de La Tirana se debió construir entre 1765 y 1780, junto al pozo de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana (pozo de Guagama). Inscripciones parroquiales avalan estas fechas: en 1780 es bautizado un niño español de apellido Thorres. Ya en 1818 se alza un templo de dos torres, modesta construcción de adobes destruida por un sismo en 1868. Se levanta uno nuevo a menos de un kilómetro del anterior. Es destruido; nuevamente los fenómenos de la naturaleza, un terremoto en 1877; luego se incendia y se vuelve a construir. El templo actual data de 1886, reconstruido en el ario 1929 con su característica construcción de madera y calamina (zinc). Su actual estilo arquitectónico es conocido en Chile y el mundo: dos torres en el frontis y una gran nave central en forma de cruz con una inmensa cúpula sobre el altar mayor. El pueblo de La Tirana también experimenta adelantos: por la década del 50 obtiene luz eléctrica y agua potable, que reemplazan las velas y lámparas a carburo o parafina y los camiones aljibes y los tambores de agua para el consumo de la población que en esa fecha llega a 10.000 peregrinos.

Hoy cuenta con 600 habitantes, cuatro calles con pavimento en casi toda su extensión, varias casas de dos pisos, una plaza embaldosada y una preciosa iglesia de madera y zinc que se remoza cada ario con la limosna de los fieles y el empuje de los lugareños para mejorarla. Queda aún un centenar de casas de barro, paja brava y techos de caria, que también se remozan para la fiesta, en especial los servicios sanitarios y el alumbrado público.

Ambito geográfico

La Tirana se encuentra ubicada en la Primera Región de Tarapacá, provincia de Iquique, comuna de Pozo Almonte. Geográficamente se sitúa en los 20° 27' de latitud sur y 69° 43'30" de longitud oeste, a 72 kilómetros al SO. de Iquique, en plena Pampa del Tamarugal, a 1.010 metros sobre el nivel del mar.

El clima desértico oscila de 30 a 40 grados a la sombra en el día y baja de -0 a -20 grados

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en la noche, con cielo límpido, casi siempre despejado, impresionante en estrellas, aunque ocasional-mente la camanchaca, tupida neblina nortina, hace su aparición imposibilitando la visión diurna o nocturna.

Clasificación Si bien para los bailarines, miembros de las sociedades religiosas y sus dirigentes no es una fiesta folclórica sino el cumplimiento de una sagrada manda, para su estudio se clasifica como una festividad ceremonial folclórica religiosa y su santuario se define como un centro mariano de peregrinación masiva con manifestaciones coreográficas.

Ocasionalidad

La fiesta se celebra una vez al ario, entre los días 10 y 20 de julio, siendo lo culminante de ella la noche del día 15, llamada Alba; el día 16, día de Nuestra Señora del Carmen propiamente tal y el día 17, de las Despedidas.

Dos semanas después, en cada pueblo de la Primera y Segunda Región se celebra, en menor escala, la Tirana Chica, igual ceremonia, con menos asistentes y limitada a los bailes locales más algunos invitados de otros pueblos.

Vigencia Aun cuando no está considerada entre las festividades tradicionales religiosas de la Alta Colonia, desde su origen comienza a recibir peregrinos y ya a comienzo de 1800 es un centro multinacional de romería, junto a Caspana (Virgen de la Candelaria), Ayquina (Virgen de Guadalupe), Sibaya (Virgen de la Asunción) y Livílcar (Virgen del Rosario de la Peñas), lo que se consolida al pasar el territorio a poder de Chile luego de la Guerra del Pacífico. Entre 1879 y 1895 se ubica definitivamente la fecha de la celebración, que antes se hacía en el mes de agosto o septiembre dedicada a la Virgen de Copacabana, la Virgen de la Media Luna de Plata o a la de la Merced, y mientras se va despoblando el bosque que rodea al pueblo y cubre toda la Pampa del Tamarugal para usar la leña como combustible primero para la explotación de los minerales de plata (siglo XVI a XVIII) y luego para las nacientes oficinas salitreras o para carbón en la elaboración de pólvora, terminando por extraer troncos y raíces, propiciando el avance del desierto, va aumentando l a can t i dad de a s i s t en t es (150.000 personas en 1998), lo que permite su plena vigencia a la fecha.

Origen del peregrinaje

Todo lugar de peregrinaje tiene esto en común: se cree que son lugares donde alguna vez sucedieron milagros, donde aún suceden o donde pueden suceder nuevamente.

El peregrinaje libera al individuo de las limitaciones obligatorias de la vida diaria, derivadas de su status y roles, definiéndolo como un ser humano integral, con una capacidad de libre elección y dentro de los límites de su ortodoxia religiosa le presenta un modelo de vida de hermandad humana.

El peregrinaje es una obligación libremente asumida.

En el complejo fenómeno de la religiosidad popular, el origen del peregrinaje a los centros marianos y de santos patronos en el norte de Chile se entiende por la ausencia de

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fuentes de existencia: la Iglesia está ausente en los campamentos mineros, lo que motiva que los fieles acudan a las fiestas patronales en los poblados agrícolas de los oasis cercanos. Otra causa es la fuerte necesidad religiosa por una situación de extrema pobreza social, económica y síquica unida al hecho de que las autoridades de los campamentos mineros, por regla general, eran extranjeros de religión protestante. La situación laboral, de continuos enfrentamientos entre patrones y trabajadores, concluía siempre en pérdida para estos, tanto en sus fuentes laborales como a veces de sus propias vidas. Es una larga secuencia de lugares que vieron caer cientos de obreros, fortaleciendo la lucha de clases en la que lamentablemente la Iglesia no estaba al lado de los trabajadores, por lo que también era menoscabada la presencia de la fe.

Esta situación comienza a cambiar luego de la Encíclica Rerum Novarum y, a partir de la obra social iniciada por León XIII, la Iglesia se comienza a preocupar de las clases postergadas.

Una importante labor de apostolado desarrolla monseñor José María Caro, luego Cardenal Primado de Chile, en la Región de Tarapacá fortaleciendo la presencia de la Iglesia.

Partícipes

Son desde luego los bailes religiosos que organizados en Sociedades Religiosas o Cuerpos de Bailes mantienen viva la festividad, aumentando en número cada ario desde los ocho o diez primeros bailes del siglo pasado hasta los casi doscientos de la actualidad. No existe documentación relacionada con los primeros bailes, posiblemente fue extraviada o destruida durante la Guerra del Pacífico, pero relatos de la época nos indican que eran de vestimentas indígenas, para proyectar la imagen de sometimiento de tribus belicosas y reticentes a la evangelización. Comienza el presente siglo con la supremacía del Baile Chino N° 1 de Iquique, originario de la Oficina Salitrera Paposo; antiguos promesantes de la virgen de Andacollo, Invitados una vez a La Tirana, posiblemente en 1886, para la inauguración del templo actual, se quedan en y con la fiesta, principalmente por ser un baile chileno. Solo ellos pueden sacar el anda de la virgen, la Chinita, como se le llama cariñosamente, creando la leyenda que cuenta que la China se resiste si es sacada por otro baile. Considerando el inmenso peso del anda y el hecho de que gran parte de los bailarines chinos son matarifes, acostumbrados a grandes esfuerzos, parte de esta nueva leyenda tiene también una base real.

Antes danzaron las llameras y las cuyacas, pastoras de origen quechuaaimara; los cambas y tobas, precursores de los actuales chunchos; los morenos, de origen negroide y que con sus matracas rememoran el ruido de las cadenas que los ataron en el pasado. Su timidez, causada por su condición social, origina el canto de entrada al pueblo, pidiendo permiso para hacerlo: "gentes naturales, déjennos pasar, porque los morenos vienen a adorar..."

Todos estos bailes están aún vigentes: olvidados quedan los aullakas, los lichiguayos, los llaneros, los collahuasis, los chutas y los collaguas, que hoy solo aparecen como figurines en la diablada. También desapareció un singular baile araucano, de Antofagasta, reorganizado en 1997 como baile piel roja.

Con la llegada del cine mudo a las salitreras (1930), de donde surge toda la fuerza de las cofradías y sociedades religiosas, se incentiva la creatividad en nuevos bailes y nuevos vestuarios, quizás si con la intención, como creen algunos investigadores, de minimizar la presencia indígena en la festividad. Aparecen los bailes gitanos, cosacos y pieles rojas. De los puertos de Antofagasta, Tocopilla y Tal Tal proceden los bailes de morenos marineros. Aún cuando se discute la procedencia boliviana de algunos bailes, su proceso de folclorización es inminente y tal como ha sucedido con la Diabla-da, que aparece en 1958, es ya propiedad de la fiesta que como tal no reconoce fronteras y que

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hermana una misma cultura. Esta influencia se hace sentir especialmente con las danzas, trajes y máscaras que provienen de Oruro, como es el caso de la Cuyaguada, los Sambos Caporales, los Anta Wara y los Suri Sikuris. Esto sucede porque los bolivianos residentes en Calama siguen sus tradiciones en su nueva patria, creando o recreando estos bailes que llevan a La Tirana. Similar proceso ocurre con los bailes de Anca en la fiesta de Las Peñas o en Calama con la de la Guadalupe de Ayquina.

En la actualidad, acuden a la fiesta de La Tirana, entre otros, los siguientes bailes (ver página siguiente):

Protocolo

Desde hace muchos arios los bailes religiosos, sean Cuerpos de Bailes (los más antiguos) o Sociedades Religiosas, se han agrupado en asociaciones locales y regionales y en federaciones de bailes religiosos que rigen el orden de la fiesta y de sus participantes desde la llegada de los bailes hasta cuando se retiran del pueblo. Los Cuerpos de Bailes originalmente eran bailes con un dueño, quien hacía la promesa de presentar el baile y costeaba sus gastos, tanto en vestuario como en músicos y estadía. Las Sociedades Religiosas o Compañías de Bailes son organizaciones sociales, en las que sus integrantes son en su mayoría promeseros, que autofinancian su funcionamiento. La Federación de Bailes Religiosos de La Tirana, fundada el 2 de julio de 1965, con sus asociaciones de Anca, lquique, Pozo Almonte, La Tirana, Ca-lama, Antofagasta, Tocopilla, Pedro de Valdivia y María Elena tiene bajo su mando a más de 180 bailes religiosos que desarrollan un variado tipo de actividades sociales y comerciales, tanto las estipuladas por la Iglesia o las propias del baile como aquellas destinadas a reunir fondos y así financiar su asistencia a la fiesta.

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NOMBRE DEL BAILE CIUDAD FUNDACIÓN

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Cada baile recibe a los promesantes, nuevos y antiguos, y desde comienzos de ario, se da inicio a los ensayos de l ba i le , d i r igidos por e l Caporal, quien dispone el orden de los bailarines en las filas y crea las coreografías y pasos a desarrollar.

Llegada la fiesta, entre el 10 y 12 de julio, arriban al pueblo en todo tipo de vehículos y medios de movilización, incluso a pie desde lquique y son recibidos en la Ermita de la Cruz tal cual llegan, con sus bolsos y bultos de cama, por el equipo pastoral del San-tuario y se les designa un número, a partir del N° 2, ya que el N° 1 es propiedad del Baile Chino. En ropa de calle y con sus trajes envueltos en pañuelos , en el caso de los nuevos bailarines, van por la calle principal hasta la plaza del pueblo y de ahí al interior de la iglesia, donde saludan a la Chinita, de uno por uno, y el Caporal presenta su saludo y a los nuevos bailarines. Se bendicen sus trajes y son vestidos con ellos a la usanza del baile, ante la sacra imagen. Luego de bailar y cantar, se despiden de la virgen, retirándose de su presencia sin darle la espalda y regresando al lugar donde vivirán durante la fiesta, en espera del momento que les corresponda volver a bailar conforme al número que tengan, ya sea en la mañana, en la tarde o en la noche. Esta vez lo harán con el traje bendecido, siguiendo el mismo camino desde la Cruz del Calvario al Templo. Aquí esperan su turno, bailando en la plaza antes de hacerlo frente a la imagen de la Chinita. Cada baile generalmente hace su presentación en un tiempo de 20 a 30 minutos, por lo que siempre hay 15 o 20 cofradías en la plaza bailando por horas y varias en el interior de la iglesia para dar los buenos días, buenas tardes o buenas noches; con la excepción del agotador espectáculo en la plaza, cuando se baila por horas a pleno sol o bajo el frío de la noche, el paso por la iglesia no se repite más de dos veces, tres cuando mucho durante la fiesta, con la excepción del Baile Chino, que debe sacar y entrar la imagen y esto lo hace con cantos y bailes.

Hay que mencionar que cada baile se presenta acompañado de una banda de músicos, según sean sus recursos económicos: cajas, bombo y pitos los más pobres y trompetas, trombones tubas y bombardas, además de cajas, bombos y platillos los más pudientes y que estos músicos interpretan el ritmo del baile en medio del atronador bullicio que significa que lo hagan al mismo tiempo quince o veinte o más bailes y sus respectivas bandas. Igual cosa ocurre con los pitazos con que el Caporal dirige el baile. Al mismo tiempo hacen sonar sus pitos igual número de caporales. He observado a músicos y bailarines, en espera de errores por el ruido atronador, pero no los hay. Debe destacarse que los bomberos (tocan bombo) y los cajistas (tocan cajas o tambores) lo hacen por promesa. El resto de los músicos son pagados.

El clímax llega el día 15 en la noche, cuando se reúnen los 180 bailes y todos los promeseros en la plaza, a esperar la medianoche, inicio del día 16 Es el Alba. Todos bailan y ejecutan sus instrumentos a la vez. Es imposible oír o moverse: el ruido apaga los cantos y las voces; una marea humana lleva y trae gente que a veces no quiere ir a otro sitio pero igual es empujada. Los fuegos artificiales hacen día la noche. Se encienden grandes fogatas y los bailes, pieles rojas principalmente, bailan en torno a ellas.

En los últimos arios se ha agregado el uso de bengalas, aporte de las empresas pesqueras, las que incluso se introducen en las coreografías como se ve en las diabladas, que han montado un trozo de su baile acompañado de estas antorchas.

Esa noche, al igual que en las anteriores, también se ve la influencia de la tecnología actual en la fiesta: cada baile lleva el anda de su virgen con su Niño Dios vestido a la usanza del baile, totalmente iluminada gracias al uso de generadores de electricidad. También los bailarines agregan luces a sus trajes, a sus sombreros o a sus máscaras, en el caso de las diabladas. De igual forma fue sufriendo cambios la tela de los trajes, ayer tafetán o sargalina y hoy raso, terciopelo o lamé. Las lentejuelas son el adorno más común, aun cuando todo lo que brille sirve como adorno.

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Por orden, cada baile o grupo de bailes, llega hasta la Chinita para cantarle el Alba : "Ya llegó la aurora... por toda la tierra.., dando luz celeste.., claridad eterna... Vamos cantando con alegría... diciendo todos... ¡Viva Maríal...

Cumplido el ritual, a esperar el día 16, momento culminante de la fiesta para la que se prepararon durante el ario.

El día 16 se usa la ropa de gala: uno a otro los bailes pasan ante la imagen de la Virgen, también engalanada, mientras la Representante, antigua imagen de la Carmelita, es bajada desde lo alto del altar mayor en medio de cintas y cantos para ser puesta en el anda que irá en la procesión. A los cantos religiosos se suma durante el descenso la interpretación del Himno Nacional y luego la Canción de Yungay, himno folclorizado en las festividades religiosas populares.

La procesión reúne a todo el mundo; recorre las calles del pueblo y desde media tarde hasta el ocaso, la imagen en procesión va recibiendo el homenaje de miles de peregrinos y bailarines. Terminada la procesión, comienza la etapa más triste de la ceremonia: las despedidas. Uno a uno los bailes se despiden de la Chinita pidiéndole les permita volver el ario venidero. La des-pedida es dramática: sumado a la tristeza de cambiar de bailarín promesante a simple y anónimo individuo, se agrega una interpretación musical que crispa los nervios y que induce a la histeria. El dolor más grande es para aquellos que terminan su promesa: al momento de despedirse, se desprenden de sus trajes que guardan de igual forma a como lo trajeron la primera vez que se vistieron y bailaron para la Virgen. Algunos dejan una o más partes del traje sin quitar: significa que seguirán bailando por devoción. Es un bailarín que no se pierde y tal vez ahora su compromiso sea más profundo.

La despedida en sí es una presentación final ante la Chinita; se acompaña de un canto que es casi similar en todos los bailes y los bailarines: luego de una breve danza ante la imagen de María y de Jesús, se retiran de rodillas, sin dar nunca la espalda al altar, acompañados de familiares y socios de su organización, de dirigentes de la federación y de jóvenes de la Defensa Civil, para proteger a quienes sufren desmayos o ataques de histeria durante la retirada. Y son muchos... niños, jóvenes y viejos sufren por igual. Caen al suelo en medio de la expectación de los asistentes y son sacados en andas hacia la posta de primeros auxilios. Los que quedan terminan la ceremonia y salen del templo. Afuera de la iglesia se reagrupan, re-cuperados los desmayados y se dirigen a la ermita ubicada al lado del templo, que tiene una imagen de la Virgen tallada en madera y junto a ella dos inmensos tenebrarios con cientos de velas y cirios encendidos, en pago de promesas; saludan y desde allí se dirigen a la ermita de la Cruz, lugar que los recibió cuando llegaron al comenzar la fiesta; luego caminan a la Cruz del Calvario para una despedida final entre bailarines y dirigentes, previas las promesas para el ario venidero, incluidas las de los nuevos bailarines. Finalmente se van bailando cacharpayas hasta el lugar que los cobijó durante los días de la fiesta. Ya no volverán a usar el traje bendecido... Cada uno de ellos será uno más en La Tira-na... Como dicen en su canto final: "Para el ario volveremos... si Dios nos presta la vida..."

Luego de hacer la larga fila para pasar ante la Chinita y despedirse tocando su ropaje y besando su pie gastado por arios de muestras de amor y fe, bendiciendo los recuerdos que se llevan a casa: calendarios, posters de artistas de moda, escapularios, medallas, imágenes de culto, llaveros, agua bendita, velas o polulos...

Entre el día 17 y el día 20, los bailarines regresan a sus pueblos de origen llevando en sus mentes y en sus ojos la dulce imagen de la Chinita y el recuerdo de los bellos días vividos en la fiesta a la que esperan volver el ario venidero.

Iconografía La imagen de la Virgen del Carmen de La Tirana, ante la cual bailan los promesantes, conocida como la China o la Chinita o la Reina del Tamarugal, está construida en piedra y madera. Es de tamaño natural, pesa 180 kilos aproximadamente y se encuentra apernada a su base. Su rostro muestra rasgos nativos, tanto en el sesgo asiático de los ojos, característicos del indígena americano, como en el color de la piel. El niño también es de rasgos similares,

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pelo negro casi rizado aunque más claro de piel que la madre. Ambos están con vestiduras que son cambiadas cada día de la fiesta y la Virgen, dado su rango, es imagen coronada Esta imagen fue tallada por un escultor peruano en 1880 y se instaló en el templo en 1886, para su inauguración. Al parecer, no es la misma que se ve en la película de Armando Rojas Castro y Pablo Garrido, del ario 1944, o, al menos, el niño no lo es, aun cuando se sabe que ha sido retocada varias veces

El altar donde se encuentra la santa imagen está ubicado bajo la cúpula de la iglesia, a la derecha mirando el altar mayor. La acompaña la imagen de un santo que recibe el escapulario: es San Martín de Tours, mas la leyenda popular lo identifica con el leñador que encontró la primera imagen en los bosques de La Tirana y también lo confunden o lo identifican con fray Antonio Sarmiento de Rendón, sacerdote que encontró las tumbas de la ñusta y Vasco de Almeyda.

Para los estudiosos de la santería popular y de las imágenes marianas puede resultar curiosa esta Carmelita semisentada, con un pie más abajo que el otro y con el niño descansando, parado, sobre el muslo izquierdo de la madre, con la mano derecha entregando el escapulario al santo que está en un nivel más bajo, con una rodilla en tierra y que hoy ha sido retirado del altar.

Esta imagen ha salido solo en dos ocasiones de su altar: en el ario 1929 y en el ario 1991, a raíz de la epidemia del cólera que afectó a la Región de Tarapacá. No va en la procesión, pero recibe el homenaje de todos los bailes y de todos los peregrinos.

En la procesión se lleva a la Representante, imagen de la Virgen del Carmen de talla española, de pie, de 50 a 60 cm. de alto, de madera policroma-da; como muchas imágenes traídas de España, no tiene cuerpo y está montada sobre una base de madera triangular. Se ubica en un camarín en lo alto del altar mayor. Esta imagen se hace descender con una polea y de ella irradian cientos de cintas multicolores que son tomadas por los fieles que se inte-gran y participan de su descenso, en la mañana del día 16 para regresar a su sitio, en igual ceremonia, el día 17. Ambas imágenes están ricamente ataviadas y centenares de mandas, a través de los arios, las han ido surtiendo de capas, vestidos, velos, coronas, flores y joyas.

Por atrás del altar mayor, hacia la calle, existe una escalera y una pasarela que conduce al segundo piso para subir y ver a la Representante, sitio que no es muy conocido ni concurrido. En cambio la Chinita tiene al pie de su altar una pasarela con dos escalinatas más cortas y por ellas pasan miles de peregrinos, en cada fiesta, que tocan sus vestiduras y han gastado los dedos del pie izquierdo con besos y el roce de manos que quieren expresar su afecto.

Dos camareras se turnan, entre varias llamadas Camareras de la Virgen, para recibir todo tipo de objetos que se presentan para ser bendecidos, tocando en cruz los ropajes de la imagen, incluyendo niños pequeños y guaguas que son alzados hasta la Virgen para ser bendecidos. Bajo la pasarela, un inmenso tenebrario derrama la luz de cientos de velas y cirios que se suman a las que arden en manos de los fieles, que en oración callada, profunda y simple consumen lentamente las bujías, mientras la cera derretida corre por sus manos.

Frente al altar de la Chinita, a la izquierda mirando el altar mayor, hay una imagen de Jesús Nazareno, similar a la Cahuasch, en Chiloé. Se encuentra en un altar con pasarela y escalinatas, réplica del que está la Virgen. Abajo, a un lado yendo al altar mayor, hay una imagen de San José con el Niño Dios. Ambas imágenes acompañan a la Carmelita en la procesión. La creencia popular dice que la imagen de la Chinita va cambiando según pasan los días y llega el fin de la fiesta: su rostro dulce, suave, alegre, tranquilo, que al enfrentarlo parece seguirnos con su tierna mirada, tiene algo, quizás pena, cuando llegan las despedidas. La he fotografiado innumerables veces, en cinco o seis ocasiones cada ario, desde 1976 y creo ver diferencias en su expresión, tal vez un reflejo de mi profunda devoción mariana y de mi devoción a la Virgen de La Tirana.

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Otra de las curiosidades del fenómeno de la religiosidad popular en la devoción mariana, la fusión cristiana del culto a la Pachamama y la fusión de la Virgen María y la ñusta Huillac es la relación peregrino-imagen, unión espiritual que se prolonga por horas, en profunda comunicación, mientras en sus manos arden velas y cirios, cayendo la esperma derretida sobre las manos y que, inconscientemente, va amasando para luego guardar por sus atributos místicos y terapéuticos.

He escuchado opiniones de quienes, sin conocer la fiesta, la definen como un fenómeno pagano religioso. ¡Cuán lejos de la realidad! Hay fe, profunda fe y amor a María en quienes bailan a pleno sol, a veces con más de 40 grados a la sombra en el día y menos de 20 grados bajo cero, como se ha observado algunos arios, en la noche, sin más abrigo que sus trajes de baile. Y esto por horas y horas. Jóvenes y viejos, mujeres y niños hacen igual sacrificio.

Quizás choque el profundo amor a María expresado por quienes no son creyentes; una extraña manifestación del fenómeno de la religiosidad popular que en la última década han entendido quienes dirigen los equipos pastorales. Por amor a María se llega a Dios. Y lo demuestran los bautizos, comuniones y matrimonios de integrantes de los bailes religiosos durante la fiesta. Quizás moleste lo suntuoso de algunos vestuarios: pero ¿quién no se viste con sus mejores galas para ver a su Madre? Y ¿quién no usa su mejor traje para ir a una fiesta? También se critica el exceso de comerciantes y el comercio mismo en torno a la iglesia. Pero recordemos que cada sitio de peregrinación, desde tiempos inmemoriales, ha sido un punto de encuentro para satisfacer necesidades espirituales y materiales. Ya en el Incario se reunían en torno a los santuarios de alturas y a los templos y adoratorios gentiles para además hacer comercio de trueque con sus productos. Lo espiritual se satisface en el templo al ver la santa imagen y estar ante ella; lo material lo suplen los cientos de comerciantes que ofrecen toda clase de productos, principalmente comidas y bebidas, incluyendo productos que provienen de otros países o de la Zona Franca de Iquique. No concibo una visita a La Tirana sin probar el asado de llamo, la calapurca, la chicha de piña o los polulos.

No encuentro aceptable esta concepción de ideas proveniente de personas que desconocen la fiesta o que jamás han i do a L a T i r ana . Como peregrino y en mi calidad de investigador, concurro a esta fiesta religiosa desde hace 25 arios. Aún no puedo decir que conozco toda la fiesta o que he visto todos los bailes, aun cuando me radico en el lugar una semana a lo menos. ¡Hay tanto que ver y conocer! Los bailes se renuevan: innovan en trajes y en pasos de bailes. Crean nuevas coreografías cada ario. La música tam-bién se renueva: recogen e incorporan a su repertorio temas populares y los adaptan a los ritmos locales. La innovación más importante ocurrió con la presencia del baile Sambo Caporal, proveniente de Calama, quien ha transculturizado una danza vigente en Bolivia y sus integrantes, hijos y descendientes de bolivianos residentes en Chile, manteniendo su fe católica, la expresan llevando esta danza a La Tirana en 1985. Escandalizan con los trajes de las mujeres, con las falditas muy cortas y sin el usual calzón de piernas de las chinas de las diabladas, como se usa en los carnavales en Oruro, Bolivia; con su música, mezcla de ritmos afrotropicales y el sonido de sus pitos con que marcan el ritmo de su baile. Cambiaron las danzas del lugar y de todas las fiestas religiosas del norte de Chile, antes moderadas y casi rígidas, hoy llenas de movimientos de manos y caderas. Qué decir, el fenómeno criticado al comienzo, en pocos arios se folclorizó y hoy es uno de los bailes más representativos de lo nuevo; incluso se baila en peñas y fiestas populares. Y así suman muchos los bailes que se crean, no solo de origen boliviano como los Antawaras o los Suri Sikuris; también encontramos bailes mexicanos, gauchos, españoles, japoneses, árabes o indúes que enriquecen el colorido de la fiesta, en tan árido paisaje.

No podría terminar esta parte de mi trabajo sin rendir un tributo a quien logró integrar religión y danza, llevando y viviendo el catecismo dentro de los bailes, estructurando un equipo pastoral y, lo digo con mucho respeto, acercando la Iglesia a los bailes y los bailes a la Iglesia: el padre Javier García (QEPD), sacerdote español, quien fue el alma de los bailarines aun cuando a su llegada al santuario no ocultó su desaprobación a la fiesta, luego de conocer y entender el complejo fenómeno de la religiosidad popular, se dio de corazón a ella, siendo

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un integrante más de los bailes.

Lamentablemente la muerte lo alejó de su Chinita tan querida y de sus amados bailes religiosos. Pero su recuerdo y su obra quedan visibles en La Tirana, como lo demuestran los cientos de fieles que peregrinan a su tumba en el cementerio del pueblo, sobre la cual, entre flores y banderas de los bailes, siempre arde un cigarrillo.., recuerdo de su humana debilidad. La culminación de su labor fue el reconocimiento del Santuario de La Tirana como Basílica de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana.

No pude asistir a la última fiesta... diversas razones rompieron mi promesa de 25 arios... Sea este mi homenaje a mi patrona, mi Chinita. Desde la lejanía, siempre está presente en mí y en mi trabajo.

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