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Laura Bassi: de los Apeninos a los Andes Gian Pietro Miscione Fuente: Ilustración por Alessandro Battara. Se publica con autorización de Bononia University Press [1].

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Laura Bassi: de los Apeninos a los AndesGian Pietro Miscione

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60 Hipótesis, Apuntes científicos uniandinos, núm. 20, 2016

Gian Pietro MiscionePh. D., profesor asistente del Departamento de Química de la Universidad de los [email protected]

Laura Bassi: de los Apeninos a los Andes

Cuando era niño, mis abuelos maternos vivían en Bolonia, Italia, en la calle Laura Bassi, o mejor dicho, en Callelaurabassi, ya que para mí el nombre de esa calle era simplemente un sonido sin significado.

Incluso cuando uno no es un niño, ocurre que, al pronunciarlos frecuentemente, los nombres de las calles sufren un proceso de desemantización, es decir, de pérdida del significado original. Se pone a una calle el nombre de alguien y, paradójicamente, su nombre se convierte en un sonido que no significa nada, perdido en el olvido de la costumbre.

Al crecer, me di cuenta de que la calle de mis abuelos estaba dedicada a una persona del pasado, pero me quedé absolutamente ignorante en cuanto a quién era Laura Bassi. En la adolescencia se me reveló que el nombre completo era calle Laura Bassi Veratti, lo que volvió el misterio aún más denso. También porque descubrí que, en el centro de la ciudad, había una calle llamada Ugo Bassi. Después de algún tiempo tuve una iluminación: si la Alcaldía había dedicado a Ugo Bassi una calle tan central, ese señor tenía que ser una persona muy importante. En cambio Laura Bassi debía ser menos ilustre (¿tal vez la esposa de Ugo?), ya que calle Laura Bassi no está en el centro, sino en una zona que, a principios de los años sesenta, todavía era la primera periferia.

A partir de estos razonamientos toponomásticos, además de mi ignorancia, es posible dar cuenta de muchas otras cosas que vamos a explorar en esta historia, relacionadas con la condición y la consi-deración de las mujeres en nuestra sociedad.

En realidad, yo estaba equivocado: Ugo Bassi no era el marido ni un pariente de Laura Bassi, sino un patriota ejecutado por los austriacos en Bolonia en 1849. En cambio, Laura Bassi vivió en el siglo anterior, siempre en Bolonia, y fue una personalidad no menos importante que su homónimo Ugo.

Si existe (y creo que existe) una relación entre la importancia y la reputación de una persona y la centralidad de la calle que se le dedica, entonces la elección “geográfica” de la Alcaldía de Bolonia de dedicarle a una de sus más ilustres ciudadanas una calle de importancia secundaria no fue tan feliz, y podría implicar una dosis de discriminación sutil y mal disimulada.

Entonces, ¿cuál es la historia de Laura Bassi? Una pequeña anécdota antes de seguir. En 1744, Voltaire, que no era precisamente un desconocido, le escribió estas palabras pidiéndole que lo reco-mendara para su ingreso en la Academia de Ciencias de Bolonia —una importante institución acadé-mica—: “Me gustaría ir a Bolonia para poder decir un día a mis conciudadanos que la he conocido. No hay una Bassi en Londres, y yo sería mucho más feliz de ser parte de la Academia de Ciencias de Bolonia, en lugar de la inglesa, a pesar de que de allí es egresado Newton. Si usted me pudiera ayudar a convertirme en un miembro de la Academia, el agradecimiento de mi corazón sería igual

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a la admiración que siento por usted”. Y Voltaire se convirtió en miembro de la Academia de Ciencias de Bolonia.

Citar a Voltaire también nos sirve para mencionar a su compañe-ra, Émilie du Châtelet (1706-1749), considerada una de las más grandes científicas de la época y una de las primeras mujeres a la que se le reconoció estar en condiciones de discutir de física y ma-temáticas. Como veremos, Bassi fue pionera, pero no fue pionera aislada. A principios del siglo XVIII, en los grandes centros culturales europeos, había varias mujeres eruditas que participaban en reu-niones de intelectuales, y estaba vivo el debate sobre si el “sexo débil” debía ser admitido en las universidades. En 1678 la Univer-sidad de Padua, en Italia, por primera vez en la historia, había asig-nado el grado, en filosofía, a una mujer: la veneciana Elena Cornaro Piscopia. Inmediatamente después de la ceremonia, seguida por veinte mil personas, los rectores habían, sin embargo, declarado que Elena también sería la última. En 1722, la noble mujer boloñe-sa Maria Vittoria Delfini Dosi defendió su tesis en derecho, pero no convenció a los profesores y no se le otorgó el grado.

En resumen, quienes manejaban el poder —los hombres— no estaban muy inclinados a abrir las puertas de las instituciones académicas a las mujeres. Una situación típica en la que una co-munidad cerrada y de élite —en concreto, la de los académicos varones— tiene miedo de abrirse hacia el exterior, en primer lugar, porque duda de que los que vienen de afuera estén a la altura, pero

también porque siente amenazados sus privilegios. Las mujeres, de hecho, habrían competido con los hombres por las plazas de profesores universitarios. Similitudes con el presente hay miles…

No obstante, la cuestión estaba abierta, e Italia y Bolonia eran vanguardia: además de los dos casos mencionados, en 1750 había tres profesoras: Laura Bassi, la matemática Maria Gaetana Agnesi y la anatomista Anna Morandi Manzolini. En 1746, Émilie du Châtelet fue admitida en la Academia de Ciencias de Bolonia, después de ser rechazada en la institución parisina equivalente.

Laura Bassi nació en Bolonia el 29 de octubre 1711 en una fami-lia adinerada, pero no particularmente poderosa. Su padre era un abogado recién llegado a la ciudad. Desde los primeros años, Laura demostró ser una niña especial: muy curiosa, rápidamente apren-dió a leer y hacía mil preguntas. ¿Quién sabe cómo sería ver a esta niña con los ojos grandes, que brincaba en un salón de un edificio boloñés con techos altos, hambrienta de libros y respuestas…?

Su primer maestro fue un cura que visitaba a menudo la casa. El momento que cambiaría su vida ocurrió una tarde de 1723, cuando llegó a la casa de Bassi el médico de familia, Gaetano Tacconi, para visitar a la madre de Laura. Pasando por el salón, notó a esta niña que leía en el suelo mientras movía sus pies en el aire. Se detuvo, se acercó y, antes de que pudiera hablar, Lau-ra se dio vuelta y le preguntó: “¿Sabe usted quién era Newton?”. Tacconi se sorprendió y le propuso que lo acompañara a ver a su madre y escribiera un informe para el día siguiente. Laura aceptó, y al día siguiente le entregó la tarea al médico, escrita en italiano, latín y francés. En ese momento Tacconi, quien era profesor universitario, pidió permiso al padre de Laura para ser su tutor. El permiso le fue concedido.

Es difícil establecer si Tacconi fue empujado por pura filantropía o si vio en Laura la oportunidad de convertirse —a través de ella— en rico y famoso, como un cazador de talentos o un agente de fútbol. El hecho es que, durante años, le dio clases particulares de filosofía y metafísica, y la “entrenó” secretamente, hasta que, en 1731, creyó que estaba lista para pasar a los “profesionales”. Lla-mó a algunos de sus colegas y amigos influyentes, y la “exhibió”. Los amigos quedaron asombrados. Entre ellos se encontraba el cardenal y arzobispo de Bolonia, Próspero Lambertini, futuro papa Benedicto XIV, quien tenía ideas “progresistas” (aliviaría un poco la censura contra las obras de Galileo), que a partir de ese día se convirtió en el gran “patrocinador” de Laura. En aquella época, de hecho, no importaba el sexo: era impensable cursar una carrera académica sin tener un protector.

Lambertini fue también lo suficientemente moderno para enten-der, así como tal vez ya había pronosticado Tacconi, que Laura podía servir para elevar el prestigio de la Universidad de Bolonia, que llevaba varios años en declive. Por tanto, el 17 de abril 1732 se organizó un extraordinario evento ciudadano: Laura Bassi, una mujer, presentaría un examen de grado. Y lo haría en presencia

Figura 1. Laura Bassi (Bolonia, 31 de octubre de 1711 – Bolonia, 20 de febrero de 1778)Fuente: http://www.uwgbcommons.org/archives/20348

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Figura 2. Émilie du Châtelet (Paris, 17 diciembre de 1706 – Lunéville, 10 de septiembre de 1749)Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Emilie_Chatelet_portrait_by_Latour.jpg

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de los profesores más insignes y de las personalidades civiles más destacadas, no en la sede de la Universidad, sino en el sa-lón más prestigioso del palacio Público, hoy Palazzo D’Accursio. Toda la ciudad salió a las calles decoradas para seguir la proce-sión de carruajes que conducía a Laura Bassi al palacio, y para ver de cerca a ese extraño ser femenino que, se rumoreaba, sabía de aritmética y de filosofía mejor que los hombres.

En aquella época, las mujeres estaban destinadas a convertirse en esposas, madres o monjas. El hecho de que a una mujer se le otor-gara un grado y fuera tratada con todos los honores en una ciudad como Bolonia, que coincidía con la universidad, era un aconteci-miento absolutamente extraordinario a los ojos de todas las clases sociales, acostumbradas, durante siglos, a considerar a las muje-res inferiores e intelectualmente incapaces. Exagerando, pero tal vez no mucho, era como si hoy en día, por las calles de la ciudad, pasara un chimpancé que va a inscribirse a la escuela primaria.

Tratemos de pensar en Laura ese día. Cualquiera de nosotros tuvo que presentar un examen, hablar en público, enfrentar una entre-vista de trabajo. Imaginemos, por un segundo, lo que tuvo que pa-sar por la cabeza y el corazón de Laura Bassi mientras se acercaba en coche al salón donde docenas de hombres altivos y con pelucas

esperaban para interrogarla. Y ni siquiera tenía Power Point que le facilitara unas diapositivas con notas en la parte de abajo…

Laura aprobó el examen y se convirtió en la segunda mujer aca-demica del mundo occidental en graduarse en la historia. Discutió cuarenta y nueve tesis que trataban de temas diferentes. Entre estas hay que destacar la atención prestada a la nueva física new-toniana, de la cual Laura Bassi fue una de las principales partida-rias y divulgadoras. El valor de Laura Bassi no estriba solo en sus récords de pionera, sino también en sus contribuciones científicas como investigadora y docente.

Newton había revolucionado la ciencia y el mundo, tanto por sus teorías sobre la óptica —solo un ejemplo: fue él quien descubrió unos sesenta años antes que la luz blanca se podía descomponer con un prisma en rayos de diferentes colores—, como por revelar que los fenómenos de la naturaleza se podían explicar y predecir mediante el uso de ecuaciones y, por lo tanto, que las matemáti-cas eran herramientas esenciales para cualquier científico. Es algo que hoy nos parece absolutamente normal, pero en ese momento fue indudablemente revolucionario. No es sorprendente que, poco después de la graduación y durante tres años, Laura Bassi tomara clases de cálculo diferencial con el matemático Gabriele Manfredi.

Figura 3. Laura Bassi en coche hacia el Palacio donde defenderá su tesis en la calles repletas de genteFuente: Ilustración por Alessandro Battara. Se publica con autorización de Bononia University Press [1].

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En el mismo año, con otras magníficas ceremonias, el 12 de mayo se le concedió oficialmente el grado, y el 29 de octubre, la cátedra universitaria: esto la convirtió también en la primera mujer en ob-tener una cátedra universitaria. Nunca antes una mujer había sido profesora universitaria, por lo menos en el mundo occidental. Por último, el 18 de diciembre Laura Bassi dio su primera clase en el Archigimnasio de Bolonia, la antigua sede de la Universidad. Era la primera vez en la historia que una clase era dictada por una mujer. 1732 fue el año de Laura Bassi: en la ciudad no se hablaba de otra cosa, y su fama iba más allá de los confines ciudadanos y na-cionales, hasta llegar a las principales capitales europeas. Como había sido pronosticado y deseado por sus protectores y por el Senado de la Universidad, el resultado final fue una operación de marketing sensacional: Laura Bassi se convirtió en celebridad y Bolonia recuperó su centralidad en el mundo académico europeo.

Pero después de haber obtenido el título de profesora, Laura Bassi pudo dictar clases solo si así lo autorizaba de manera explícita el Senado académico, por ser ella mujer, y esto sucedía solo en oca-siones y ceremonias especiales. A cualquier personalidad que pa-saba por Bolonia se le organizaba una entrevista con Laura Bassi, para que discutiera con ella de ciencias y filosofía. Era claro, pues, que las autoridades académicas y de la ciudad no estaban intere-

sadas en seguir un camino que condujera a la igualdad de los gé-neros, sino en utilizarla para hacer alarde ciudadano, en exponerla en público como curiosidad extravagante y en hacerle propaganda a la ciudad y a la Universidad (y también hacérsela a sí mismos).

Laura Bassi mostró en esta coyuntura la que sería su actitud hacia la autoridad a lo largo de su vida: quería ser científica, quería cultivar y practicar el gran amor a la ciencia que le inflamaba el corazón. Este era su objetivo, y se movía para conseguirlo, con paciencia y perse-verancia, sin llegar al choque frontal, sino más bien aprovechando las oportunidades a su disposición. Así que, si el Senado le prohibía dictar clases y le ordenaba participar en las ceremonias públicas, ella aceptaba, pero organizaría clases en su casa (de acuerdo con la costumbre originaria de la universidad), donde también armaría un laboratorio de física que se convertiría pronto en uno de los mejores de Europa. Las clases en casa de Bassi se volvieron tan populares, y eran de tan alto nivel, que el Senado terminó reconociéndolas como oficiales, por lo cual le aumentó significativamente el salario y le financió la compra de nuevos equipos.

El 7 de febrero de 1738 Laura Bassi se casó. Se pueden hacer muchas conjeturas sobre el motivo del matrimonio. Algunos afir-maron que fue una elección de conveniencia, para poner fin a

Figura 4. Laura Bassi defiende su tesisFuente: Ilustración por Alessandro Battara. Se publica con autorización de Bononia University Press [1].

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los chismes sobre los estudiantes que frecuentaban la casa de una mujer soltera y, más aún, para no dar de qué hablar a quie-nes, según la costumbre, veían mal que una mujer no se casara. Puede haber sido cierto, aunque hubo quienes la criticaron por casarse, pues consideraban que su sapiencia no podía apartarse de su virginidad. A nosotros nos gusta pensar, sin embargo, que se casó por amor; amor de pareja —tuvieron ocho hijos, cinco de los cuales sobrevivieron— y amor por la ciencia: ella y su esposo trabajaron juntos como científicos por el resto de su vida.

El nombre del esposo era Giuseppe Veratti. ¡He aquí la razón por la cual el nombre de la vía boloñesa era calle Laura Bassi Veratti! ¿No solo fue que la Alcaldía de Bolonia hubiera decidido dar el nombre de una famosa ciudadana a una calle urbanísticamente poco importante, sino que no pudo evitar añadir el nombre de su marido, como para subrayar que la fama que justificaba de-dicarle una calle debía, de alguna manera, ser compartida con él, o que incluso gracias a él había obtenido ese homenaje…?

Seamos realistas: es inevitable pensar, aunque sea por un solo segundo, incluso solo en algún rincón de nuestra mente, que este Veratti fuera un perdedor, ya que solo lo recordamos por ser el marido de su esposa. Un poco como el marido de Angela

Merkel o de Margaret Thatcher o, incluso, como san José; o como la totalidad de los maridos/novios que hacen un trabajo menos prestigioso o ganan menos dinero que la esposa/novia. Como si lo normal fuera que el hombre superara a la mujer, pero, cuando no sucede, ello significara que el hombre no sirve para nada, porque un hombre de verdad nunca aceptaría ser menos famoso o rico que su mujer.

Es “normal” tener estos pensamientos, porque venimos de si-glos de discriminación contra la mujer. Y si hoy, formalmente, esta discriminación ha desaparecido, o casi —por lo menos en el mundo occidental—, la persistencia de estos pensamientos, aun por un solo segundo, así sea en algún rincón de nuestra mente, debe ser combatida —también y, sobre todo, dentro de nosotros mismos— con inteligencia, porque es peligrosa, por-que al igual que todos los “simples pensamientos”, en el sentido de “cómodos”, y que ya vienen listos, pueden derivar en com-portamientos y prácticas discriminatorias o racistas.

Los dos, sin embargo, a pesar de los pensamientos expuestos, formaron un equipo de investigación unido y de alto nivel, pues Veratti aportó su conocimiento e interés por la electricidad, que en ese momento era todavía un fenómeno casi totalmente miste-

Figura 5. Laura Bassi y su esposo Giuseppe VerattiFuente: Ilustración por Alessandro Battara. Se publica con autorización de Bononia University Press [1].

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rioso. Ciertamente, no fue coincidencia que uno de los científicos más distinguidos del mundo en esta área fuera un estudiante de Bassi y Veratti: Luigi Galvani. También corresponde con el gran rival de Galvani: Alessandro Volta, y entre sus alumnos también se destaca Lorenzo Spallanzani, naturalista y biólogo importante, especialmente recordado por haber refutado la teoría de la gene-ración espontánea de la vida con un experimento que, más tarde, retomó y finalizó Louis Pasteur.

Laura Bassi realizó investigaciones sobre problemas hidráulicos —Bolonia era una ciudad de canales y molinos—. Se interesó por los primeros estudios de gases, dióxido de carbono, oxíge-no e hidrógeno, en particular, considerados, en aquella época, sustancias semimisteriosas y quiméricas, y demostró que la ley de Boyle, según la cual la presión de un gas perfecto es inver-samente proporcional a su volumen, no era válida con una masa de aire húmedo, es decir, con vapor de agua.

Mientras tanto, su prestigio y poder académico crecieron, lo que demostraba que no era su deseo alejarse de las instituciones, sino más bien ser parte de ellas por completo. En 1760 su sala-rio era el más alto de la Universidad. En 1776 se liberó la plaza de profesor de física experimental que, por antigüedad acadé-mica, le correspondía a Veratti. Pero él no era lo bastante bueno en matemáticas, por lo que se le concedió el cargo a Bassi, mientras que Veratti sirvió como su asistente. Era la primera vez en la historia que la plaza de física experimental, en cualquier universidad del mundo occidental, era ocupada por una mujer.

Dos años más tarde, Laura Bassi murió, a los 67 años. Su mari-do continuó con el trabajo de su “grupo de investigación”.

A pesar de que en la época en la que vivió, muy pocos la supe-raron en fama y reconocimiento público, en el mundo académi-co y científico actual no muchos saben quién fue Laura Bassi, probablemente ni siquiera los que viven en la calle de Bolonia que lleva su nombre. Ciertamente, aún en la memoria de la pos-teridad, no la ayudó su condición de mujer, y esto es una señal de que aún queda mucho por hacer para que los prejuicios y las discriminaciones desaparezcan.

Su historia no abrió el camino hacia la igualdad de derechos para las mujeres. Y aún hoy pesa el prejuicio de que las mujeres no son capaces o —en el mejor de los casos— no son aptas para hacer algunas cosas. En la ciencia, y especialmente en el campo de la física, en el que Bassi se destacó, las mujeres son todavía consideradas rarezas o anomalías, porque no correspon-den con el estereotipo de la mujer, incapaz de lidiar con cosas como la física. En cambio, Laura Bassi, con valor, paciencia y tenacidad, quiso y fue capaz de conseguir su objetivo: ser una persona y una científica normal, sin renunciar a ser madre o esposa, viviendo a la par su matrimonio y persiguiendo lo que le movía el corazón, que en su caso era la ciencia.

No obstante, también es bueno observar que, a pesar de sus activi-dades y valor científico, de ella quedan muy pocos documentos escri-tos. Es posible que sus compromisos de madre no le dejaran mucho

Figura 6. El Teatro Anatómico de Bolonia realizado en 1637, unos años después del primero del mundo que fue construido en Padua en 1594. Era el lugar destinado a conferencias y demostracio-nes de anatomía realizadas a través de disección de cadáveres. Una vez al año, en la época de carnaval, se llevaba a cabo una conferencia pública con personalidades destacadas de la ciudad, de la cual Laura Bassi era la “estrella” absolutaFuente: http://www.grapefulgourmet.com/48-hours-bologna/

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tiempo para dedicarse a la escritura de artículos científicos. Por otra parte, si bien es cierto que la de Bolonia era una de las universidades más reconocidas en Europa, también lo es que estaba empezando a perder ritmo, en comparación con otros centros europeos. Laura Bassi, al igual que Galvani, publicó sus pocas obras en latín y no se movió de Bolonia, mientras que científicos más modernos, como Volta, escribían en francés e inglés, y viajaban por toda Europa.

Pero tal vez sea más correcto creer que sus acciones y enseñan-zas fueron suficientes para asegurarle un reconocimiento científi-co, sin la necesidad de valerse de escritos. Además, es probable que su verdadera vocación y satisfacción fuera la docencia. ¡No hay que olvidar que fue la primera profesora universitaria en el mundo occidental! La popularidad de sus clases de física, el valor científico del laboratorio que armó y gestionó con su marido, y la veneración de sus alumnos, que guardaron de ella un recuerdo en el que se mezclaban la gratitud con la admiración, lo demuestran. ¿Y qué mayor satisfacción que la de una persona que da las gra-cias por haber aprendido algo y haberse convertido en una mejor persona y más preparada para enfrentarse a la vida?

Un estudiante escribió de su maestra Laura Bassi: “Ustedes ha-brían tenido que verla rodeada de una gran corona de estudian-tes boquiabiertos, enseñando la teoría, la más precisa, la más colmada de erudición física, la más lógica, y siempre hablando con una claridad sencilla, y, al mismo tiempo, con un lenguaje elegante y culto, tanto si lo hacía de repente o después de medi-tar por un tiempo. Y luego pasar de la teoría a los experimentos

y trabajar con la precisión más escrupulosa, fijarse en las dife-rencias más sutiles, detectar aquellas circunstancias que de-muestran la verdad del fenómeno descrito, armar razonamientos dignos de una gran mente y llegar a las conclusiones correctas”.

De todas maneras, la fama y el nombre de Laura Bassi ya atra-vesaron el Atlántico, partiendo de los Apeninos, al lado de Bo-lonia, para llegar a los Andes bogotanos. El Departamento de Física de la Universidad de los Andes organiza, cada semestre, el Encuentro Laura Bassi, en el que se presentan contribuciones científicas destacadas de todo el mundo y de todos los tiempos, y donde se invita a una científica a presentar sus trabajos de investigación y experiencias de vida profesional.

¡Viva la profesora Bassi! •

REFERENCIAS

[1] Franceschini M, Battara A. Laura Bassi. Minerva bolognese.

Bologna: Bononia University Press; 2011.

[2] Cavazza M. Laura Bassi; http://www.cis.unibo.it/cis13b/

bsco3/bassi/bassinotbyed/introbassiita.pdf.

[3] Findlen P. Science as a career in enlightenment Italy: The stra-

tegies of Laura Bassi. Isis 1993; 84(3): 441-469.

[4] Nagy L. Laura Bassi…who?; http://docslide.us/download/link/

laura-bassiwho-lindsey-nagy-hood-college-frederick-maryland.

Figura 7. Panorama de la plaza principal de Bolonia donde está ubicado el viejo edificio de la Universidad y el Palacio comunal donde Laura Bassi defendió su tesisFuente: https://en.wikipedia.org/wiki/Bologna#/media/File:Bologna_Piazza_Maggiore_c1855.jpg