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Etnodesarrollo, tierra y vida: Una alternativa a la crisis alimentaria y energética

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Este libro refleja una parte importante de la investigación realizada por CENDA desde sus inicios en 1985. Esta publicación ha sido posible gracias al estímulo y apoyo de la institución O’dam ONGd Asturias. Las investigaciones en que se basa han recibido el apoyo de diversas instituciones, entre ellas la FIA, ICCO, CAFOD y ACSUR.

La redacción ha Estado a cargo de un equipo conformado por Heber Araujo, Natalie Alem, Klaartje Brys y Pablo Regalsky. Los investigadores que han participado en distintos momentos a lo largo del proceso han sido: Teresa Hosse, Luz María Calvo, Carlos Espinoza, Antonio García Zenobio Siles, Julia Román, Jhonny Ledezma, Severo Villarroel, Jesús Claure, Heber Araujo, Sabino Mamani, Nelson Gutierrez y Pablo Regalsky.

Todos los derechos reservados por CENDA, 2011Tadeo Haenke 2231- Casilla Postal 3226 – Cochabamba, Boliviawww.cenda.org – [email protected]

Depósito legal: 2-1-1260-11

Fotografías: Archivo CENDA

Diagramación e Impresión: Live Graphics

Cochabamaba, Septiembre 2010

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ......................................................................................................... 1La Tierra ........................................................................................................................ 2

CAPÍTULO ILa crisis ecológica y energética como crisis de la modernidad capitalista ............... 5La expansión urbana y el avance de la mercantilización de la tierra .......................... 8La (in)sostenibilidad del modelo actual de depredación de los recursos ................ 12La tierra como mercancía con fines de especulación y ganancia ............................ 20Un modo de vida igual para todos: el etnocentrismo de la definición de pobrezadel Banco Mundial ...................................................................................................... 29CENDA y las bases para una alternativa ................................................................... 30

CAPÍTULO IILa Producción de Vida dentro de la Cultura de las Comunidades Andinas ............ 33Ecología Política y Seguridad Alimentaria de las Comunidades Andinas ................ 33Las comunidades de estudio ..................................................................................... 35Nutrición, autosuficiencia alimentaria, uso de la fuerza de trabajo y mercados. ..... 39Tecnologías andinas y manejo del riesgo climático: biodiversidad de cultivos y semillas ........................................................................................................................ 50Indicadores climáticos ................................................................................................ 54Sistema de aynuqas ................................................................................................... 57La organización del intercambio de energía humana ................................................ 59La identidad indígena ................................................................................................. 66Sujeto individual y colectivo ....................................................................................... 67

CAPÍTULO IIILa organización campesina nacional. De las demandas económicas a la luchapor el territorio originario. ........................................................................................... 73La conexión urbano rural ............................................................................................ 76Ajuste, ayuda al desarrollo y organización política ................................................... 78Tierras e impuestos ..................................................................................................... 791989: Instrumento Político-Asamblea de Nacionalidades ......................................... 81Los territorios indígenas, la marcha de 1990 ............................................................. 82La explosión de las demandas por Tierra Comunitaria de Origen (TCO) ................ 84Las comunidades originarias andinas toman la iniciativa para demandar Tierras Comunitarias de Origen con apoyo de CENDA ....................................................... 87

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CAPÍTULO IVEl Etno-Desarrollo y el Buen Vivir ................................................................................ 91La tercera vía, o ¿quién es el actor? ........................................................................ 103

BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................................... 107

Índice de Gráficos

Gráfico 1. Expansión urbana de la ciudad de Cochabamba (años 1812 a 2004) .. 11Gráfico 2. Huella ecológica mundial (años 2002 y 2007) ........................................ 12Gráfico 3. Cantidad de tierra explotada per cápita en función del consumo total .......................................................................................... 13Gráfico 4. Número de planetas Tierra requerido para satisfacer la demanda ........ 14Gráfico 5. El empeoramiento de la situación en el año 2007 .................................. 14Gráfico 6. Cantidad de planetas Tierra necesarias para la actual expansión y

desarrollo del capital ............................................................................... 15Gráfico 7. Producción agrícola e insumo energético .............................................. 16Gráfico 8: La economía de la empresa y la sociedad industrial .............................. 19Gráfico 9. Mapa de emisiones de CO2 por país ..................................................... 20Gráfico 10. Área de soya transgénica en el mundo .................................................. 27Gráfico 11 Pisos vegetación en Raqaypampa ......................................................... 37Gráfico 12 Organización del espacio en Sanipaya ................................................. 52

Índice de Cuadros

Cuadro 1. Consumo de energía per cápita .............................................................. 18Cuadro 2. El “land grab” (apoderamiento de tierras) de las multinacionales

amparadas en el Banco Mundial ............................................................. 22Cuadro 3. Evaluación de alimentos y kilocalorías producidas por persona: 1986 y 2003 (expresado en arrobas y kilogramos) ................................. 41Cuadro 4. Origen de los alimentos año 2006 en la región Calientes ...................... 42Cuadro 5. Productividad del trabajo campesino medida en energía (Kcal/h) y su eficiencia........................................................................................... 45Cuadro 6. Población que se autoidentificó como indígena en el Censo 2001 ....... 67

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1Etnodesarrollo, tierra y vida: Una alternativa a la crisis alimentaria y energética

INTRODUCCIÓN

Bolivia cambia de paisaje: Los Andes son un laboratorio donde una alternativa de desarrollo civilizacional se juega su posibilidad.

El presente documento se ha construido desde la base firme de la experiencia de 25 años de CENDA1 en la búsqueda de dar apoyo al etnodesarrollo en las comunidades andinas, a partir de una visión crítica del desarrollismo vigente. No nos reducimos aquí a analizar esa experiencia. Nuestro trabajo se presenta a la luz de las bases empíricas y teóricas de muchas fuentes, examinadas escrupulosamente sobre las que hemos llegado a plantear el concepto de etnodesarrollo como una salida viable a la crisis, una crisis que afecta a la civilización misma. La experiencia se desarrolló principalmente en la región quechua de los valles interandinos y cordilleras de Cochabamba y se basa en investigaciones de larga duración llevadas a cabo en las provincias de Mizque y Ayopaya. El trabajo de CENDA abarca otras regiones en el altiplano y el trópico y también de allí hemos recogido experiencia. El equipo editor ha consultado muchas fuentes para ubicar nuestra experiencia en un contexto global.

Pese a que el término ‘etnodesarrollo’ ha sido utilizado de manera sesgada, vale la pena mantenerlo como la señal de que buscamos una forma de vida que desarrolle nuestras culturas en diálogo con la naturaleza2. El etnodesarrollo, al contrario del modelo civilizatorio de Occidente, no consiste en imponer una forma de vivir y producir a nadie, sino el derecho de cada pueblo a establecer su propio modelo cultural de desarrollo. Desarrollo en este caso significa expandir posibilidades, ampliar potencialidades, madurar y vivir mejor y de forma cada vez más equilibrada, dentro de la sociedad, y entre la sociedad y la naturaleza misma.

1 Centro de Comunicación y Desarrollo Andino

2 El tema es abordado en mayor detalle en el capítulo IV

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No se refiere a un desarrollo entendido como la creciente acumulación del capital y del consumo destruyendo la capacidad de vida en la Tierra. La situación crítica a la cual el modelo dominante de desarrollo ha llevado al planeta exige examinar esta alternativa que surge de la experiencia de miles de comunidades andinas, a la luz de su vida cotidiana. Ellas viven, aún con problemas, en función de esas formas de vida, produciendo culturas diferentes, luchando por el derecho a la diferencia. Mostraremos cómo muchos problemas se derivan tanto de la adaptación a las exigencias de un sistema mercantil e industrial dominante, como de la misma forma como ese sistema pretende imponerles un modelo de desarrollo que las empobrece.

Esta experiencia y el análisis de la problemática que la acompaña nos da claves para entender que sí, es posible un cambio civilizacional, un cambio de forma de vida para todos y no se trata sólo de alternativas exclusivas para Pueblos Indígenas y rurales, ya que la cuestión de la tierra no atañe sólo a los campesinos agricultores, pastoriles o agroforestales. Es un tema que pone en cuestión el crecimiento actual de las ciudades y la sostenibilidad de ese proceso. El slogan de “ciudades sostenibles” reconoce una situación aunque no la soluciona. Frente a la inviabilidad de hacer sostenible la continua expansión de la industrialización y la urbanización, hay una alternativa de vida, el etnodesarrollo, que se sostiene en base a movimientos sociales que se van generalizando.

La Tierra

El tema central del presente trabajo es la tierra. El Primer Capítulo trata el problema de la expansión de la sociedad urbana en el caso global y en Bolivia en particular, viendo cómo los cambios en la relación campo-ciudad afectan a una relación equilibrada y en retroalimentación entre un ambiente urbano exclusivamente humano y el resto de la naturaleza de la cual dependemos para la vida. En el mismo Capítulo Uno la problemática de la tierra nos lleva a encarar el tema de la energía. La tierra, bajo la energía que recibe del sol, produce la materia orgánica que se transforma en energía animal, incluyendo la humana. La palabra “cultura” se origina del proceso de trabajo, el uso de la energía humana –la relación específicamente humana con la naturaleza- del donde resulta la domesticación y producción de las plantas y animales que se transforman en nuestro alimento. Hay distintas formas cómo producir y usar esa energía para reproducirnos, eso es lo que constituye y hace

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3Etnodesarrollo, tierra y vida: Una alternativa a la crisis alimentaria y energética

diferente nuestras culturas y civilizaciones. La misma palabra “cultura” remite a la idea de producir vida a partir de la tierra.

Partiendo de los dos temas tierra y energía, encaramos con mayor detalle en el Capítulo Dos el análisis de las formas culturales en las comunidades rurales andinas con las cuales CENDA ha trabajado. En ese capítulo desarrollamos la problemática de la ecología política andina y cómo esa forma de relación con la naturaleza adquiere un carácter político, analizándolo desde tres facetas:

a) la comunidad andina como forma de vida y sistema de bienestar alternativo (redes de parentesco) al desarrollo resultado de la existencia de un sujeto colectivo, con una autoridad patriarcal o matriarcal, como unidad de sentido en la que se socializan los individuos, contrastando con los sistemas de educación que postulan una autoridad abstracta basada en la comunidad imaginada de nación,

b) la comunidad originaria como organizadora y normadora del acceso a los recursos, en particular la tierra y el agua, para la reproducción de las familias en el marco de una normativa común que incluye la dinámica festiva y ritual,

c) la comunidad indígena3 como entidad político jurisdiccional, que deriva en la cuestión de los territorios indígenas. Este aspecto involucra necesariamente la dinámica de la relación entre comunidad y Estado, y comunidad y mercado.

En estos tres aspectos se fundamenta el tema de la identidad indígena originaria, el tema de la ubicación de la comunidad indígena en relación al Estado y la nación y la problemática del derecho individual y el derecho colectivo.

Partiendo de esta visión compleja podremos comparar las formas de producción de los pequeños productores organizados en comunidad –sus culturas- con la agroindustria y con el sistema de los cultivos comerciales. Cada una de esas formas o culturas utiliza sus propias formas de producir, sus tecnologías. En esas formas, en esas tecnologías, está el meollo de cada una de esas culturas: las tecnologías no son

3 Indígena-originaria-andina: tres términos que se complementan desde la propia definición de los actores.

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neutras sino que están definidas dentro de una cultura. La manera como la cultura en relación con la naturaleza utiliza diferentes tecnologías viene a determinar nuestras formas de vida. Mientras una forma apunta a la producción y reproducción de la vida, la otra apunta exclusivamente a la producción de ganancia. Allí donde predomina la producción de mercancías, el trabajo y la tierra se vuelven mercancías con el exclusivo fin de proveer ganancias al capital. La comparación de ambas culturas, que son a su vez modelos tecnológicos, requiere una mirada integrada donde lo ‘económico’ supone un cálculo no sólo de costos financieros y monetario, sino también de los costos energéticos, de sostenibilidad material y social (involucrando necesariamente la vida propia de la cultura, tanto material como inmaterial).

En el Capítulo Tres analizamos experiencias concretas donde CENDA participó: el apoyo a las estrategias campesinas en Raqaypampa, la demanda de Tierra Comunitaria de Origen en Ayopaya y como parte del equipo técnico del conjunto de las organizaciones indígenas y originarias de Bolivia (conocido como “Pacto de Unidad”) que elaboró la propuesta que se presentó a la Asamblea Constituyente en 2006. En todo caso, la problemática particular dentro de las comunidades originarias andinas como también en las amazónicas no está aislada, tiene íntima relación con las políticas de Estado y son parte de un contexto global inestable, de ahí que los resultados nunca son los esperados: ya sea avanzan mucho más allá de lo esperado o por el contrario resultan en paradójicas contradicciones.

El último Capítulo Cuatro lo dedicamos al análisis y perspectivas de la propuesta alternativa de etnodesarrollo tal como la entendemos en CENDA, en diálogo con algunas otras posiciones que participan en el debate sobre el “desarrollo”.

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5Etnodesarrollo, tierra y vida: Una alternativa a la crisis alimentaria y energética

CAPÍTULO I

La crisis ecológica y energética como crisis de la modernidad capitalista

Evo Morales, primer presidente indígena que ha asumido ese cargo en un país americano, ha permitido que Bolivia se haya hecho conocida a nivel internacional4. Bolivia, un país del cual no se sabía mucho, con el discurso de defensa de la ‘Pachamama’ (la Madre Tierra) y la posición dura asumida por el gobierno de Evo en las reuniones internacionales sobre el cambio climático, hizo que muchas miradas se dirigieran hacia nuestro país tratando de entender qué es lo que está ocurriendo aquí.

Después del fracaso de la Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático en Copenhague -Dinamarca en diciembre 2009- el presidente Evo Morales convocó a un encuentro de los pueblos que se realizó en abril de 20105. Allí se aprobó un ‘Acuerdo de los Pueblos’ frente al cambio climático a partir de un discurso de respeto tanto los derechos de la Naturaleza como el derecho de los Pueblos a vivir bien, y no enfrentados a ella. En dicho Acuerdo se denuncia el consumismo, la agroindustria y la industria extractivista:

“El agro-negocio a través de su modelo social, económico y cultural de producción capitalista globalizada y su lógica de producción de alimentos para el mercado y no para cumplir con el derecho a la alimentación, es una de las causas principales del cambio climático. Sus herramientas tecnológicas, comerciales y políticas no hacen más que profundizar la crisis climática e incrementar el hambre en el planeta… Al mismo tiempo denunciamos cómo este

4 Evo Morales Ayma asumió su cargo el 22 de enero de 2006. Su segundo mandato se inició en enero de 2010.

5 Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra. 22 de Abril 2010, Tiquipaya, Bolivia.

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modelo capitalista impone megaproyectos de infraestructura, invade territorios con proyectos extractivistas, privatiza y mercantiliza el agua y militariza los territorios expulsando a los Pueblos Indígenas y campesinos de sus territorios, impidiendo la soberanía alimentaria y profundizando la crisis socioambiental”6.

Sin embargo, en Bolivia sigue primando el desarrollo extractivista que favorece a los grandes capitales y afecta a territorios indígena originario campesinos. Entre otros, los pueblos afectados por el proyecto hidrometalúrgico de Corocoro, la empresa minera San Cristóbal, la exploración petrolera en el norte de La Paz, los proyectos de corredores bioceánicos que permitirán a Brasil acceder al Pacífico como parte de los megaproyectos del IIRSA7, la construcción por el Brasil de mega-represas sobre el Río Madeira en la frontera con Bolivia inundando las regiones donde habitan pueblos minoritarios del Amazonas entre otros, fueron los motivos para que los movimientos sociales planteen que su gobierno sea consecuente con su discurso de respeto a la madre tierra y anti-capitalista y lo lleve a la práctica. Para ello organizaron la Mesa Popular 18 que también fue una parte activa de la Conferencia y constituyó un espacio en el que los movimientos sociales debatieron y denunciaron que la situación de muchos Pueblos Indígenas en Bolivia sigue deteriorándose debido a que sigue aplicándose un modelo extractivista8. Naomi Klein, conocida escritora y ambientalista canadiense, presente en el encuentro, saludó el hecho de que los movimientos sociales hubieran abierto un espacio para la discusión crítica al interior del evento y lo celebró “porque es la crítica lo que permite hacer avanzar cualquier proceso de cambio como el que está ocurriendo en Bolivia”.

Ilustrando el problema y las contradicciones existentes detrás de ese discurso que el gobierno de Bolivia considera como su propio programa, entre julio y septiembre de 2010 se han registrado quemas en millones de hectáreas de bosques y pastizales y áreas protegidas, especialmente en el oriente boliviano, en su frontera con Brasil9. A consecuencia de

6 http://cmpcc.org/category/grupos-de-trabajo/17-agricultura-y-soberania-alimentaria/

7 Ver www.constituyentesoberana.org

8 “Derechos Colectivos y Derechos de la Madre Tierra. Declaración de la Mesa 18”. Tiqui-paya, 21 de abril 2010. CONAMAQ y otros firmantes.

9 “Información satelital ubicó 34.328 focos de calor que dañan 2.063.065 hectáreas, siendo el departamento de Santa Cruz el más afectado, con 18.217 focos de calor, seguido por Beni con 14.226 focos” http://latercera.com/noticia/mundo/2010/08/678-286106-9-

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la política de impulso a la agricultura de exportación y a los cultivos destinados a la producción de agrocombustibles, en 15 años ocho millones de hectáreas de bosque fueron desmontadas. Este período va mucho más atrás de la instalación del gobierno de Evo. Pero este mismo año 2010 en el cual se han perdido millones de hectáreas por desmontes, el gobierno coincidió con la asociación que representa a las empresas agroexportadoras y planteó que la frontera agrícola debe ampliarse con un millón de hectáreas más de cultivos comerciales10. El desmonte y la quema de bosques y pastizales ha hecho que Bolivia pase en pocos años a ser un emisor importante de carbono atmosférico, en función de cuánto se emite per cápita, llegando al puesto número 10 a nivel mundial.

¿Cómo puede ser esta situación si el gobierno sostiene que defiende la causa contra el calentamiento global y contra las emisiones de carbono y que Bolivia entera se desarrolla dentro del modelo indígena de respeto a la madre Tierra? A diferencia de lo que ocurre a nivel global, donde la emisión de gases que provocan el calentamiento global se debe al uso de combustibles fósiles por la industria y el transporte, en el caso de Bolivia en particular, el 94% de la contaminación atmosférica que produce el país se debe a las quemas y a la desforestación provocada fundamentalmente por la agroindustria soyera en las tierras bajas o amazónicas. Es decir, lo que se contamina es básicamente por el humo de los incendios forestales intencionalmente iniciados, en su mayor

aumentan-incendios-forestales-en-amazonia-de-bolivia.shtml

10 “Datos del director ejecutivo de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT), Clíver Rocha” http://www.granma.cubaweb.cu/2010/11/15/interna/artic19.html.

Minera San Cristóbal opera en el sudoeste de Potosí.

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parte por agroindustriales brasileños que invaden ilegalmente o alquilan tierras en las zonas de frontera entre Bolivia y Brasil y destruyen la selva amazónica y toda la biodiversidad que contiene en cientos de miles de hectáreas cada año (CLAES, 2010:10-12; Urioste, 2010).

La expansión urbana y el avance de la mercantilización de la tierra

En pocos años, el paisaje de Bolivia se ha transformado. Según el censo 2001, el 62.4% de la población reside en zonas urbanas11. Esto significa un crecimiento urbano del 50% en relación al censo de 1976, cuando el 58% de la población vivía en el campo (CID 1993). Las ciudades hacia los años 1970 aún eran espacios muy influidos por la vida rural en muchos sentidos, incluso en las regiones mineras del altiplano la influencia de la vida de la comunidad rural sobre la población urbana e industrial era muy fuerte. En ciudades como Cochabamba, la segunda ciudad por los años 70 en número de habitantes, el comercio, la organización social, las relaciones de trabajo, el lenguaje cotidiano estaban impregnadas por la influencia de la comunidad quechua, por una conexión muy estrecha con lo campesino, con la vida rural, con las comidas con gusto a campo. La estructura familiar misma recordaba muy fuertemente a la estructura de la familia extensa campesina de la comunidad rural. A partir de los años 80 la ciudad comienza a redefinirse bajo un modelo de desarrollo modernizante que intenta subordinar la cultura y la organización social del campo a la ciudad.

Dos fenómenos se combinaron dando lugar al cambio en la dinámica poblacional rural-urbana en Bolivia y en el desarrollo de las ciudades. En primer lugar las medidas del ‘ajuste estructural’, aplicadas en Bolivia desde 1985. Estas medidas tenían tres objetivos básicos: redefinir las relaciones laborales, abrir la economía al comercio exterior y modificar el rol del Estado. Según los técnicos del neoliberalismo estos ajustes eran indispensables para terminar con la hiperinflación, superar la crisis económica e iniciar un ciclo de crecimiento y bienestar. Como resultado se abrieron las fronteras comerciales hacia el mercado mundial, se liquidaron las organizaciones obreras –especialmente las mineras– y se garantizó las inversiones de capital, las privatizaciones y al mismo tiempo se amplió el espacio del mercado negro, blanqueando el dinero del narcotráfico a través del Banco Central.

11 A fines censales se considera urbana toda población concentrada de más de 4000 habitantes.

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9Etnodesarrollo, tierra y vida: Una alternativa a la crisis alimentaria y energética

En segundo lugar, la Gran Sequía de 1982-1983, consecuencia del fenómeno climático del Niño, actuó como catalizador de cambios en el escenario rural.

Una de las consecuencias en el área rural de esa sequía fue la introducción masiva de paquetes tecnológicos de la revolución verde a través de la cooperación internacional bilateral, en particular la ayuda oficial de los gobiernos de Holanda y Suiza, aprovechando el momento de sufrimiento que afectaba las familias campesinas. Con el argumento de “cooperación técnica”, se introdujeron masivamente paquetes de semillas, fertilizantes y pesticidas que hasta ese momento no habían tenido mayor éxito en las comunidades. El Banco Mundial promovió la modernización rural a través del microcrédito y el microriego, y gobiernos como el alemán ataron sus créditos a la ejecución de obras de riego y a la aprobación de nueva legislación de aguas. Esta ingerencia política disfrazada como cooperación técnica fue diseñada bajo el control técnico y político de los gobiernos acreedores, y lamentablemente las ONGs locales en su mayoría se prestaron muy gentilmente para facilitar dichos propósitos. El resultado logrado fue la ampliación del mercado y de la economía formal para beneficio de las instituciones financieras, menor autosuficiencia alimentaria de las familias productoras, mayor desnutrición infantil rural, mayor desarticulación de las comunidades y más empobrecimiento junto al impacto del suicidio femenino. Este es un fenómeno continuamente ignorado por los actores de la modernización y evidente no sólo en Bolivia, sino en China e India con muy elevados índices de suicidio femenino (Phillips, Yang et al. 2002), Regalsky 2004; 2006).

La introducción masiva de los paquetes contribuyó decisivamente a la reducción de la biodiversidad. La introducción de una cierta cantidad de semillas tuvo como resultado que la variedad de semillas se redujo, lo que a su vez disminuyó la seguridad alimentaria de las comunidades, además incrementó la desnutrición infantil por el empobrecimiento de la dieta local a la vez que promovió la dependencia del mercado de alimentos de baja calidad nutricional. También la fuerte afluencia de dinero para las ONGs que promovían el mencionado paquete se tradujo paradójicamente en una disminución de la seguridad alimentaria de las familias campesinas. Un estudio que realizó CENDA (Calvo et al, 1994) al respecto encontró una mucho mayor resiliencia (capacidad de sostenimiento y recuperación ante la crisis) en comunidades donde no había llegado la ‘ayuda’ de los paquetes tecnológicos. La “cooperación”,

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además, no había llegado las comunidades que fueron las más afectadas por la sequía por no tener sistemas de riego, al estar situadas en las zonas más altas, donde están las fuentes y las divisorias de aguas, porque se destinaron a los “agricultores viables”, es decir, aquellos que producen fundamentalmente para el mercado. Otro elemento, inesperado, que surge en este estudio, es que en aquellas comunidades beneficiadas por los proyectos de ayuda al desarrollo, y en particular en aquellos proyectos que implementan cambios radicales en las estrategias campesinas con grandes sistemas nuevos de riego, se desatan repentinas epidemias del suicidio femenino. Si bien se requiere mayor investigación al respecto, este es un fenómeno que no es aislado, que se repite en otros países donde los campesinos son afectados por la modernización agrícola que destruye el tejido social de las comunidades (Shiva 1991).

Una de las consecuencias de la incidencia de la “cooperación técnica” sumada al impacto de la sequía y al ajuste estructural neoliberal en esos años, fue el crecimiento de las ciudades por la salida de jóvenes migrantes del campo. Una meta explícita en la “Estrategia de transformación productiva del Agro” elaborada por los gobiernos neoliberales en 1996 (Gobierno 1996).

A su vez, el ajuste estructural contrajo el mercado interno, redujo la capacidad de compra de la población más humilde de las ciudades, forzando la caída de los precios agrícolas a la vez que aumentaban los costos del transporte y los insumos de producción. El crecimiento de las ciudades fomentado por estas políticas de “desarrollo” se suma a medidas como la “relocalización” de los trabajadores mineros y la privatización de las empresas estatales, todo ello en conjunto apuntó a crear un ejército de desocupados que permita abaratar la mano de obra y “generar condiciones competitivas para la industria de exportación boliviana” (Bolivia, 1996). En la región altiplánica donde más se habían sentido los efectos provocados por la corriente del Niño, la población rural disminuye y se da un masivo movimiento de población a los alrededores de la ciudad de La Paz, donde de hecho se funda una nueva ciudad que toma el nombre del lugar: “El Alto” de La Paz. Esta nueva ciudad rápidamente se transforma en la tercera del país en número de habitantes. A partir de 1986 esa ciudad también recibió a los mineros despedidos (conocidos por el eufemismo de ‘los relocalizados’) de las minas por la política de privatizaciones, así que a un comienzo esa población mayormente incorporada a la economía informal urbana adquirió el aspecto de una ciudad dormitorio.

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11Etnodesarrollo, tierra y vida: Una alternativa a la crisis alimentaria y energética

Lo llamativo en este caso es que la ciudad de El Alto constituía en ese entonces la jurisdicción de una Federación Campesina denominada la Federación Única de Trabajadores Campesinos del Radio Urbano de La Paz. La ciudad no sólo alberga a gente proveniente de las comunidades campesinas, sino también a gran número de gente proveniente de las minas. El crecimiento de las ciudades en el marco de políticas para generar un mercado de fuerza de trabajo barata tiende a cambiar un paisaje que había estado dominado por lo rural.

Junto al desplazamiento rural-urbano, el ajuste estructural provocó también movimientos de población rural-rural, de las zonas altas al trópico, movimiento entonces conocido como “colonización” interna. Campesinos y mineros se trasladan a la región tropical del Chapare (productora de coca en el departamento de Cochabamba) y a la región de llanos en Santa Cruz. Las formas de producción agrícola naturalmente se transformaban radicalmente con el cambio de ecología. En Santa Cruz muchos de los campesinos indígenas desplazados de las tierras altas por la sequía quedan sujetos a la explotación de los latifundistas que arriendan pedazos de tierra a los recién llegados o les enganchan en la cosecha de las plantaciones agroindustriales.

Gráfico 1. Expansión urbana de la ciudad de Cochabamba(años 1812 a 2004)

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Todas estas transformaciones en la relación rural urbana tienen que ver con la dinámica general del modelo global dominante de desarrollo que establece un predominio y expansión urbana sin precedentes a la cual lo rural parece quedar completamente subordinado. Sin embargo el resultado de este modelo tiene consecuencias que afectan su propia sostenibilidad y las condiciones de reproducción de la humanidad entera como vemos a continuación. Además de la propia crisis del modelo, aparece un nuevo elemento que lo pone en cuestión: el surgimiento de los movimientos indígenas en escala continental.

La (in)sostenibilidad del modelo actual de depredación de los recursos

Gráfico 2. Huella ecológica mundial(años 2002 y 2007)

Fuente WWF2002

El gráfico 2 nos muestra cómo la expansión del consumo de energía tiene un ritmo insostenible, porque obliga a explotar mayor cantidad de hectáreas de las que pueden utilizarse de forma sostenible en el planeta.

Huella ecológica mundial 1961–99

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Años

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2

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Tierra urbanizada

Energía

Territorio de PescaBosquesPastoreo

Tierra de Cultivo

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13Etnodesarrollo, tierra y vida: Una alternativa a la crisis alimentaria y energética

Gráfico 3: Cantidad de tierra explotada per cápita en función del consumo total

El gráfico 3 nos muestra que las poblaciones de países con alto consumo energético y de materias primas (a las cuales se pone como ejemplo de las virtudes del actual modelo de desarrollo), al año 2000 requerían una superficie de más de 6 hectáreas productivas (Europa) y 10 hectáreas (Estados Unidos) por cada habitante, para mantener el nivel de consumo y producción industrial de ese año. Como muestra la parte superior del gráfico, la superficie requerida por habitante está compuesta por el área agrícola, la superficie destinada al pastoreo de animales para consumo humano, los recursos forestales, la extracción y producción de energía y minerales y, finalmente, el área urbanizada. Al utilizar la medida “por habitante” no quiere decir que cada habitante utiliza esa cantidad, sino que el país, mejor aún, el sistema productivo y de consumo de ese país requiere de esa cantidad de hectáreas por habitante, lo que debe multiplicarse por el número de habitantes del país para sacar una imagen real.

HECTÁREAS REQUERIDAS POR PERSONA SEGÚN PAÍS

Estados Unidos

Países de alto consumo

Países de bajo consumo

Tierra requerida para satisfacer los requerimientos de cada país por habitante

Fuente: Living Planeta, WWF 2002

Países de consumo medio

China

0 2 4 6 8 10

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Gráfico 4: Número de planetas Tierra requerido para satisfacer la demanda de la población. Situación en el año 2000

Fuente: Living Planet WWF 2002

Gráfico 5: El empeoramiento de la situación en el año 2007

0.0

0.5

1.0

1.5

2.0

1961 1971 1981 1991 2001 2007

Núm

ero

de P

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Tie

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Año

Tierra de cultivo

Tierra urbanizada

Pesca

Def0restación

Pastoreo

Carbono

Biocapacidad mundial

1970 19751965 000259910991589108910691

Huella ecológica mundial, 1961–99

mer

o d

e p

lan

etas

Años

1.0

0.2

0.8

0.6

1.2

0.4

1.4

0

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15Etnodesarrollo, tierra y vida: Una alternativa a la crisis alimentaria y energética

Ya en el año 2000, según WWF, la superficie requerida por la población mundial para satisfacer la demanda excedía la superficie disponible en un 20%. En sólo 7 años, para el 2007, la superficie exigida por esta sobre-demanda excede la capacidad del planeta en 50%. ¿Qué significa esto? Que el planeta necesitaría un año y medio para reponer la materia orgánica e inorgánica que la humanidad, o mejor dicho, que la civilización occidental consume en un año. Esto es antes de tomar en cuenta problemas como la basura nuclear, los desechos de metales pesados y otros. Otro cálculo establece que si toda la humanidad estuviera incorporada en un nivel de producción y consumo equivalente al modelo industrial del norte, se necesitarían más de 3 planetas Tierra, o sea, un absurdo (Hawken, 1993).

Gráfico 6 : Cantidad de planetas Tierra necesarias para la actual expansión y desarrollo del capital

Fuente: Hawken, 1993

¿En qué se traduce esta sobreexplotación de los recursos? En que rápidamente están desapareciendo las diferentes formas de vida sobre del planeta: desde 1970 las especies marinas en los mares tropicales se han reducido en un 60% y las especies terrestres en la región del trópico casi un 50% (WWF 2010:14).

Mientras tanto en los países denominados de ‘bajos ingresos’, es decir de bajo consumo energético y de materias primas, el requerimiento es de menos de una hectárea por habitante del país. Reiterando un dato mencionado más arriba: disponiendo de 0,2 a 0,3 de hectárea agrícola por habitante rural en los Andes bolivianos (un promedio de 1,5 Ha por unidad familiar campesina) las familias campesinas aún tienen capacidad para producir excedentes para alimentar una buena parte de la población trabajadora de las ciudades. Es necesario tomar en cuenta que cerca a la mitad de la superficie sembrada en Bolivia se destina a alimentar los países de alto consumo energético, proveyéndoles torta de soya

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para ganado y otros usos, inclusive los biocombustibles a partir de la producción de soya y caña de azúcar. Esto significa que más de la mitad de la superficie que se siembra en Bolivia es para beneficio y uso por parte del sistema de producción y consumo de los países a los cuales se exporta y no para consumo o uso nacional.

Gráfico 7 : Producción agrícola e insumo energético

Fuente: Tomado de Odum, 1972

Esa energía y volumen de insumos que se requiere en la producción de los países altamente industrializados produce los grandes desequilibrios que son resultado de la irracionalidad de este sistema: ¡se utiliza mucha más energía en producir alimentos que la que se obtiene luego de esos alimentos una vez cosechados!

El gráfico anterior nos indica la situación a principios de los años 1970, poco después del inicio de la revolución verde. Según el autor Odum, estos datos muestran que para duplicar la producción agrícola (un aumento de 100%), se requeriría un aumento de tres veces y en algunos casos hasta 10 veces en el insumo energético, medido en CV (caballos vapor). En estudios más recientes, se indica que el consumo de pesticidas en USA se ha multiplicado por 33 en los últimos veinte años y que especialmente en el cultivo del maíz, en particular desde la introducción del maíz transgénico se han multiplicado más de mil veces! Los cultivos se hacen más susceptibles a las plagas y enfermedades y

Rendimiento medio de los cultivos más importantesen Kg. por hectárea

10.000

Gran Bretaña JapónEuropa

EE.UU.IsraelIberoamérica

Oceanía

África India

Energía suministrada en forma de laboreo por hombres,por animales y por tractores, en C.V. por hectárea

1.000

0,01 0,1 1,0 10

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17Etnodesarrollo, tierra y vida: Una alternativa a la crisis alimentaria y energética

se ha perdido un tercio del total de los suelos agrícolas y forestales en los últimos cuarenta años, desde la fecha en que se ha publicado el libro de Odum.

Las diferencias se han agudizado aún más en los últimos años a partir de la introducción de los transgénicos. La situación que se retrata en el gráfico no toma en cuenta la incidencia del transporte, que se ha incrementado geométricamente en la agricultura de los países del capitalismo desarrollado a medida que avanzaba la globalización hacia el cambio de siglo.

La evolución de los rendimientos agrícolas en función de la utilización de grandes cantidades de insumos químicos y de energía fósil, además de maquinaria, hace que algunos autores planteen que la agricultura moderna significa una gran mejoría de la productividad general de la sociedad. Autores como Giampietro y Pimentel (1994) explican que un granjero en USA tiene la capacidad de hacer producir cien veces más producto por hora que lo que produce un agricultor chino. Sin embargo, reconoce que por cada kilocaloría que produce en forma de alimento, tiene que utilizar 10 veces más kilocalorías en forma de insumo químico, combustible, maquinaria, etc., lo cual implica un gran desequilibrio que sólo es posible mantener a lo largo del tiempo mientras el gobierno subsidia la producción de petróleo y otorga enormes subsidios a sus agricultores. Los autores sostienen que en USA, la alta productividad permite producir en 20 minutos las kilocalorías necesarias para la dieta alimentaria de una persona en un día, mientras que en países de baja tecnología es necesario trabajar 4 horas para producir esa cantidad de kilocalorías (se refiere al valor de 1500 kcalorias por dia por persona). Los autores no mencionan la fuente ni la forma en que han obtenido esos datos. En nuestro caso, la investigación de terreno que CENDA ha realizado en comunidades campesinas muestra que la labor de 30 minutos de trabajo permitió producir las kilocalorías necesarias para la dieta diaria, sin haber utilizado apenas energía exo-somática, es decir, utilizando básicamente la energía humana y animal para la producción. Por lo tanto la argumentación de dichos autores pierde validez: la agricultura campesina en Bolivia tiene una racionalidad mucho mayor en relación al uso de energía. Ciertamente la agricultura industrial es fundamental para mantener un sistema de alta productividad industrial con población concentrada en las ciudades, como resultado del desarrollo de la civilización occidental capitalista.

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El gran consumo de energía subsidiada para mantener en funcionamiento dicho sistema de producción de alta productividad deriva un sistema productivo completamente ineficiente como muestra la comparación entre el consumo en USA y otros países y regiones:

Cuadro 1. Consumo de energía per cápita

Países19971 kgoe*

(kg equivalente petróleo)

20072 kgoe

USA 8.076 7.759Países alto consumo energía 5.369 4.600Países bajo consumo energía 563 299China 907 1.484 Bolivia 548 579Promedio mundo 1.692 1.819

* 1 kgoe (kg equivalente de petróleo) = 11, 62 kwh (datos del Banco Mundial)1 Banco Mundial,20002 //data.worldbank.org/indicator/EG.USE.PCAP.KG.OE

El anterior cuadro muestra el consumo de cada país por persona, lo cual ciertamente no da una idea del consumo total: USA ha requerido 2.281.414.000 toe (toneladas equivalentes de petróleo) en el año 2001, lo cual es el 23% del total de energía producida ese año en todo el mundo. En comparación, Bolivia ha utilizado 4.271.000 toe, lo cual equivale solo al 0,0004% del total mundial, mientras que China ha aumentado 63% su consumo de energía en 10 años y en 2001 utilizó 1.139.369.000 toe, lo cual equivale al 11,3% del total mundial12. Una publicación de la Academia de Ingeniería de USA reconoce que la industria norteamericana hace un uso completamente ineficiente de la energía, en comparación con países industrializados europeos. La situación está ejemplificada por la forma como la energía producida en una central termoeléctrica es disipada antes de resultar en el uso final, del 100% producido sólo se utiliza el 0,8% el resto se disipa en la atmósfera, el agua y la tierra como contaminación, tal como se grafica a continuación (Lave 2009).

12 http://earthtrends.wri.org/pdf_library/data_tables/ene1_2005.pdf

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19Etnodesarrollo, tierra y vida: Una alternativa a la crisis alimentaria y energética

Gráfico 8: La economía de la empresay la sociedad industrial

Este retrato de la grave ineficiencia del sistema industrial refleja el funcionamiento de la economía y la actual sociedad industrial desequilibrado e irracional. La irracionalidad no se refiere a los problemas tecnológicos, puesto que éstos podrían resolverse sino fuera porque los empresarios, ya sea industriales, comerciales o financieros se mueven exclusivamente en función del lucro y ello deriva finalmente en la destrucción de las bases de existencia de las humanidad misma. Este esquema ineficiente se refleja en las emisiones de carbono a nivel mundial que han producido ya un aumento de temperatura y cambios climáticos en todo el planeta. En el año 2000 las emisiones de carbono llegaron a nivel mundial a casi 23 billones de toneladas. El 28% fueron emitidos por los EEUU; 0.09% de las emisiones viene de los territorios en África Central. Son las cifras de los dos extremos que muestran la diferencia en el estilo de vida y la producción y consumo de energía. En el año 2000, 66 países en el mundo emitían menos de una tonelada por persona, en cambio en el Norte los 21 países más contaminantes emitieron más de 10 toneladas por persona.

El mapa abajo muestra el mundo dibujado mostrando la proporción en que cada país emite carbono (CO2), en el año 2000.

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Gráfico 9: Mapa de emisiones de CO2 por país

Fuente: worldmapper13

Las formas contemporáneas de consumo van acompañadas de una mayor pérdida de energía y contaminación extraordinaria del planeta por el acortamiento del ciclo de utilidad de los productos, con mayor incidencia del transporte y del material utilizado para empaquetar los productos.

La tierra como mercancía con fines de especulación y ganancia

A esto se refiere especialmente el Reporte de NNUU sobre el Derecho a Alimentación del 21 de octubre de 2010:

“En el informe se sostiene que, si bien la seguridad de la tenencia es sin duda crucial, la adjudicación de títulos individuales y la creación de un mercado de derechos a la tierra tal vez no sean el medio más adecuado para lograrla. En cambio, se señala que el fortalecimiento de los sistemas consuetudinarios de tenencia de la tierra y el refuerzo de las leyes de tenencia podrían mejorar significativamente la protección de los usuarios de tierras. Aprovechando la experiencia adquirida después de decenios de reformas agrarias, el informe hace hincapié en la importancia de la redistribución de la tierra para la realización del derecho a la

13 http://www.worldmapper.org/display.php?selected=295

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21Etnodesarrollo, tierra y vida: Una alternativa a la crisis alimentaria y energética

alimentación. También sostiene que se debe dar prioridad a modelos de desarrollo que no conduzcan a desalojos, a cambios perturbadores de los derechos a la tierra ni a una mayor concentración de tierras.”14

La industria financiera actúa como actor corporativo orientado a “invertir en agricultura”; el objetivo es la tierra misma, cuyo valor especulativo esperan que suba. Los nuevos propietarios agrícolas que emergen hoy son gestores de fondos de capital privados, operadores de fondos especializados en seguros y fondos de pensiones.

En Latinoamérica (para tomar un ejemplo) CRESUD, empresa especializada en comprar y vender propiedades agrícolas, controla unas 400 mil hectáreas en Argentina, con un valor aproximado de 350 millones de dólares y, unas 88 mil cabezas de ganado, lo que lo convierte en uno de los mayores propietarios agrícolas de ese país. En Brasil, BrasilAgro es dueño de casi el 15% de la tierra cultivable. Esta firma está estudiando invertir en tierras agrícolas en Paraguay, Bolivia y Uruguay. En 2008, CRESUD adquirió 76.000 hectáreas en Bolivia por un valor de 17.5 millones de dólares.

Si bien el fenómeno de la acumulación de tierras no es nuevo y en cada crisis alimentaria hubo especulación con los alimentos por parte de los grandes latifundistas y los grandes propietarios usaron la tierra con fines de especulación financiera, hoy este es un fenómeno de carácter globalizado, donde son las multinacionales y no las oligarquías locales las que manejan la tierra con fines especulativos en muchos países a la vez. A esto se la ha llamado el “land grab” y está avalado por el Banco Mundial. El cuadro 2 solamente muestra los datos oficiales del Banco Mundial acerca de la cantidad de tierras que las grandes multinacionales están comprando para fines especulativos, para producción de energía, etc. Desplazan a los agricultores y a la agricultura de pan comer, para promover una agroindustria enteramente supeditada al mercado mundial y a las necesidades de ganancia del capital financiero.

14 http://www.srfood.org/images/stories/pdf/officialreports/20101021_access-to-land-report_es.pdf

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Cuadro 2. El “land grab” (apoderamiento de tierras) de las multinacionales amparadas en el Banco Mundial

Principales países involucradosLos 3 principales países por región; millones de Ha en manos de multinacionales

Origen de la inversión

África América Latina Asia-PacíficoPaís Total País Total País Total País TotalSudán 6.4 Brasil 3.6 Indonesia 3.6 China 10.5

Ghana 4.1 Argentina 2.6 Filipinas 3.1R e i n o Unido

10.5

Madagascar 4.1 Paraguay 0.8 Australia 2.8A r a b i a Saudi

9.8

Tomado de Grain (sept 2010) su fuente: Klaus Deininger, Banco Mundial, “Large scale land acquisition: What is happening and what we can do?, presentación en el evento del día de la tierra, de la que fue anfitrión la Plataforma Mundial de Donantes en desarrollo Rural y FAO/SDC/IFAD/ el 24 de enero de 2010

http://www.donorplatform.org/content/view/332/210 acceso 9 octubre 2010

En Bolivia no sólo hay grandes compañías internacionales apoderándose de tierras productivas cuando hay un número creciente de campesinos sin tierra o con tierra muy escasa, sino que hay una evidente expansión de Brasil para controlar las tierras del Oriente Boliviano. La Fundación Tierra ha denunciado que empresarios ganaderos y soyeros del Brasil han adquirido ilegalmente más de 700.000 hectáreas en zonas de frontera donde les está prohibido tener tierras (Urioste, 2010). Con datos de las entidades empresariales del oriente boliviano, Urioste afirma que los brasileros controlan el 40% del negocio soyero; los menonitas manejan el 20,2% y los productores nacionales simplemente el 28%. El investigador brasileño Mathias Luce afirma que 100 familias de grandes terratenientes brasileños controlan 32 % de la producción boliviana de soya y 35 % de las exportaciones del mismo producto (La Razón 15/11/10). Prudencio (2011) denuncia la extranjerización del control sobre la tierra.

Bolivia tiene una extensión de 109,8 millones de Ha de las cuales sólo 2% tiene aptitud agrícola y la mayor parte es de vocación forestal. De la superficie total del país, 17,9 millones corresponden al altiplano (más de 3000 metros de altitud), 23,6 millones a los valles (entre 1500 y 3000m) y 68,2 millones a los llanos o tierras bajas del trópico y subtrópico por debajo de los 1500 m de altitud. La superficie con aptitud agrícola se

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23Etnodesarrollo, tierra y vida: Una alternativa a la crisis alimentaria y energética

calculaba en sólo 2,5 millones de hectáreas. El hecho de que actualmente se estaría alcanzando los 3,7 millones de hectáreas cultivadas significa que los soyeros están destruyendo el bosque amazónico a un ritmo acelerado.

Las comunidades andinas, que incluyen más de 3.4 millones de habitantes (INE proyectado al 2008) disponen de un millón y medio de hectáreas de vocación agrícola (Balderrama 2007). Sin embargo, disponiendo menos de un tercio de hectárea por habitante, las aproximadamente 500.000 familias de esas comunidades que controlan simplemente el 7% de las tierras dotadas por la Reforma Agraria15 abastecen con productos básicos a las ciudades utilizando las tierras de alta montaña, en condiciones climáticas extremas y suelos con fuerte pendiente y de baja fertilidad; la producción campesina representa un 40% del valor total de la producción agropecuaria del país (Ormachea 2009: 67). Para ello cuentan con tecnologías propias, locales, de alta complejidad e intensivas en mano de obra. Aunque las comunidades campesinas andinas no llegan ni al 3% del nivel de consumo y uso de energía que hay en EEUU, también están siendo afectadas por la urbanización y por el cambio de paisaje.

Mientras se expande la frontera agrícola de la producción agroindustrial en función del mercado mundial, muchos campesinos parecen ahora preferir cultivar las tierras que están más cerca de los caminos en forma de monocultivo para los mercados locales cuando también los precios de los alimentos suben por efecto de la crisis global, aunque el comportamiento de los precios se hace impredecible a corto plazo y es la causa de muchos desequilibrios en el nivel comunal. Estos cambios empiezan a tener fuertes impactos en el sistema comunal de producción andino, es decir en la cultura de las comunidades.

Hacia el este del país, en los llanos amazónicos donde hacia los años 1970’s sólo había una población rural de menos de medio millón de habitantes, se ha producido una concentración de la tierra en pocas manos. Entre la reforma agraria de 1953 y fines de los 1970’s, cuatrocientas familias se adueñaron de más de 27 millones de hectáreas a través de títulos ilegalmente otorgados por gobiernos militares que de esa manera llevaron adelante una contra-reforma agraria (Balderrama et al. 2007)

15 Iriarte 2004: 360

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Entre el 26 y el 27 de octubre de 2010 aparecieron en los medios de comunicación de circulación mundial notas de primera página referidas a la crisis ecológica y a la crisis de alimentos16. Ambos problemas están relacionados con el acaparamiento de tierra por capitalistas.

Si analizamos ambas notas periodísticas, se refieren a la misma cosa: la expansión urbana y el modelo de desarrollo destruye las condiciones para la reproducción de vida vegetal, animal y humana en las zonas rurales. Ocupa cada vez más suelo productivo del planeta. Entre otros factores: la producción de energéticos desplaza la producción de cultivos para alimentación. La cantidad de granos que se exige para producir biocombustible y luego llenar el tanque de combustible de un vehículo con etanol es suficiente para alimentar una persona durante un año. La situación derivada de la evolución de los sistemas de alta productividad y alto consumo de energía lleva a extender la frontera agrícola con la producción de monocultivos en inmensas superficies no para alimentar la población, sino para alimentar los automóviles17. Ese proceso de producción destinada al consumo energético y no al consumo alimenticio facilita que las grandes compañías latifundistas acaparen territorios desplazando a los campesinos y expulsándolos hacia las ciudades. Más aún, los gobiernos promueven ese modelo aunque firman convenciones internacionales y pronuncian lindos discursos comprometiéndose a respetar el derecho a la alimentación y la biodiversidad, seguramente para disimular sus políticas reales.

La rápida evolución de este modelo de desarrollo de alta productividad y alto consumo energético ha favorecido la acumulación del capital en un número reducidísimo de empresas a la vez que se produce una gran diferenciación de ingresos en la población. La mayor parte de la actividad económica del planeta se concentra en menos de 100 compañías cuyo

16 “Global food crisis forecast as prices reach record highs” en The Guardian, 26.10.2010 (http://www.guardian.co.uk/environment/2010/oct/25/impending-global-food-crisis; y “Global extinction crisis looms, new study says” en Washington Post, 27.10.2010 (http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2010/10/26/AR2010102607146.html?wpisrc=nl_headline)

17 En Brasil se producen cultivos para biocombustibles en cerca de 90 millones de hectáreas. Perú tendrá 40000 hectáreas de palma aceitera para elaborar biodiesel en el 2010. El cultivo de un millón de hectáreas de soya de exportación en Bolivia es la principal causa de contaminación atmosférica y liberación de CO2 en el país, destrucción de bosque amazónico, daños a la salud humana con los pesticidas y herbicidas y reducción de superfi-cie sembrada con alimentos la población local.

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capital supera al presupuesto del Estado en un gran número de los países y que tienen mayor poder que cualquier gobierno, inclusive que el de los Estados Unidos, como quedó demostrado en el caso de la explosión de una plataforma petrolera en el Golfo de Méjico en mayo de 2010: el control del caso estuvo todo el tiempo en manos de la compañía BP. Las 200 principales compañías del mundo representan el 28 % de la actividad económica global; las 500 mayores representan el 70 % del comercio mundial y las mil mayores controlan más del 80 % de la producción industrial del mundo18. Este modelo basa su supervivencia y expansión en la eliminación de la diversidad, no sólo biológica sino cultural19 y en la imposición de una simplificación de los elementos vitales, como es el caso de los alimentos entre otros, de manera de crear economías de escala global y garantizar las ganancias de las multinacionales que dominan los negocios.

La mayoría de las empresas industriales, pese a que siguen teniendo grandes ganancias, están sufriendo de las consecuencias de su propia dominación, paradójicamente. Algo que ocurre desde los años 1970’s, es que salvo en algunas ramas de la industria como la petrolera y la armamentística, la posición monopolista de las grandes empresas se logra con enormes inversiones en tecnología, lo que se llama capital fijo (maquinaria, computación, infraestructura, transporte). Ese capital fijo, como resultado de las innovaciones en cibernética se amortiza cada vez más rápidamente, es decir, la vida útil de ese capital fijo es cada vez menor. Por lo tanto la ganancia se reduce en relación a esa inversión. Esto está motivando que muchos sectores ya no inviertan en el sector productivo industrial y se desplacen al sector financiero-especulativo.

La razón para la gigante burbuja financiera que reventó en 2008 y dejó millones de familias sin los fondos que habían estado ahorrando para su jubilación es ese desplazamiento del capital de las empresas para conseguir ganancias dejando a un lado lo productivo, despidiendo a los trabajadores y simplemente especulando en las bolsas. Inclusive es el caso de empresas que no echan humo como Google, Facebook, y otras

18 Mooney 2002: 88

19 La diversidad genética de los cultivos disminuye en alrededor de 2 % anual mientras que el 37 % de los 1500 millones de hectáreas de tierra cultivada tiene ya un fuerte grado de erosión. Cada año desaparece el 2 % de las lenguas del planeta; mientras que el derecho a usar y desarrollar la diversidad está siendo erosionado por la propiedad intelectual y la subordinación de los gobiernos a los intereses de las grandes empresas (Mooney 2002: 16).

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que han pensado que han logrado resolver esa paradoja, ahora todas esas empresas y más aún los bancos gigantescos y los grandes monopolios, después de esa crisis de 2008, están sentadas actualmente sobre enormes cantidades de dinero y que no saben en qué invertir. La crisis no es por falta de dinero (por el contrario, el gobierno de USA ofrece dinero al 0% de interés) o por sobreproducción. Es por la caída de las ganancias y la falta de oportunidades de inversión, como diría el Banco Mundial. Otra vez, pese a la experiencia de 2008, comienzan a invertir en el circo de la especulación financiera y de las bolsas. Ahora, como lo explica el artículo que mencionamos al principio (The Guardian, 26.10.2010), hace que incluso los bienes de consumo inmediato y que no se puede dejar de consumir, como las cosechas de alimentos, la producción que la gente tiene que consumir para vivir, se convierten en objeto de especulación financiera masivamente. Dentro de esa misma lógica, las multinacionales han comenzado a comprar millones de hectáreas de tierras cultivables en países africanos, asiáticos y sudamericanos, tanto para la inversión en cultivos destinados a biocombustibles como, principalmente, para la simple especulación.

Las bases biológicas, las bases de la vida en el planeta están siendo destruidas a la vez que la tierra está siendo acaparada por grandes terratenientes y muchas compañías la están usando con fines de especulación financiera. El actual sistema vigente de producción para la ganancia y la acumulación del capital pone en riesgo la vida del planeta y es la causa del gran desastre “natural” que se avecina como consecuencia del cambio climático. Las grandes compañías que controlan el comercio de semillas y los insumos químicos están investigando nuevas tecnologías para “resolver” el problema. Sin embargo ¿Quién va a controlar las nuevas tecnologías? ¿A qué intereses van a servir?

Avances tecnológicos tales como la producción de transgénicos tienen el claro objetivo de lograr el control a través de patentes sobre la biodiversidad de semillas empujando a los productores y a la población en general a una total dependencia de las dos o tres multinacionales que manejan esas semillas en todo el planeta. El uso de transgénicos amenaza la biodiversidad, es una fuente de grave contaminación por agroquímicos y es un ataque directo a la seguridad y soberanía alimentarias de los pueblos.

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27Etnodesarrollo, tierra y vida: Una alternativa a la crisis alimentaria y energética

Gráfico 10: Área de soya transgénica en el mundo20

Si en el año 2001 los transgénicos cubrían un 19% del total de superficie sembrada mundial, según el ISAAA (2010), en 2009 el área mundial de cultivos transgénicos se triplicó desde entonces a 134 millones de hectáreas, un 7% más que en 2008 y 250% más que en el año 2000. En Bolivia, el área de transgénicos ha crecido de cero hectáreas en el 2000 a más de un millón de hectáreas en la actualidad. Sin embargo, en 2004 las organizaciones campesinas e indígenas lograron que el gobierno de Carlos Mesa prohibiera temporalmente el cultivo de transgénicos.

Bajo el gobierno de Evo Morales, los transgénicos se volvieron legales y se estimuló su cultivo, contra el reclamo manifiesto de las organizaciones sociales y cediendo a las presiones de la multinacional Monsanto que controla el total de la producción y una parte de la exportación. La mayor parte de los empresarios que controlan esa producción son brasileños, colombianos, peruanos y argentinos. El gobierno mismo contribuye a financiar la producción a través de la empresa estatal EMAPA que anunció que subsidiará los cultivos de soya pagando un sobreprecio del 10%. Las poblaciones locales sufren la contaminación y los problemas de salud resultado de la aplicación masiva de pesticidas y herbicidas recomendados por Monsanto, ya que la característica de dichos transgénicos es justamente que se les ha incorporado un gen por el cual los cultivos son especialmente resistentes tanto a los pesticidas como a los herbicidas producidos por la misma compañía.

20 http://www.gmo-compass.org/eng/agri_biotechnology/gmo_planting/342.genetically_modi-fied_soybean_global_area_under_cultivation.html

80

70 global

USA

Argentina

Brasil

60

50

40

30

20

10

0

1997

1998

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2000

2001

2002

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2008

2009

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De esta manera, resulta en un triple movimiento de pinzas que destruye la soberanía y seguridad alimentaria de la población boliviana: las tierras pasan a ser controladas por empresarios extranjeros, la provisión de semillas depende de compañías extranjeras que tienen la patente sobre las mismas y el destino de la producción se vuelve exclusivamente para el mercado exterior.

Un ejemplo comparativo de la situación de dependencia total nos brinda el caso de Patzún, descrito por Brys (2008), un municipio del altiplano de Guatemala. Después de la violencia de los años 1970´s-1980´s por el ejército guatemalteco, se introdujo en este municipio, con la ayuda del Banco Mundial y USAID, la producción de hortalizas al lugar con semillas de patente, puramente para la exportación, con la promesa de desarrollo y progreso económico. De los primeros años exitosos los patzuneros compraron tierras en propiedad privada, se liberaron de los patrones y pensaron que eran libres para trabajar como ellos querían. Su progreso parecía estar en sus propias manos, pero la ‘libertad’ y ‘prosperidad’ no se concretó. Después de 20 años sembrando estas hortalizas para exportar, los patzuneros se preguntan por qué más de 70% de la población no ha salido de la pobreza.

Aunque consiguieron su pedazo de tierra, están en una situación de dependencia total. Las semillas certificadas, fertilizantes y pesticidas las tienen que comprar de las empresas extranjeras. Para comprar estos insumos se endeudan. Luego la siembra, mantenimiento y cosecha es un trabajo intensivo que requiere atención permanente. La venta -destinada a países del exterior - está en manos de las mismas empresas, algunos comunarios funcionan como intermediarios con esas empresas, compraron un camión y llevan la cosecha a los centros de acopio, donde las empresas hacen un control riguroso. En caso de rechazo de la cosecha los campesinos no reciben ni un centavo, y no pueden pagar sus deudas. Los precios de la compra y venta se determinan en el mercado internacional y dependen de la demanda y gustos alimentarios de los países del Norte. En realidad los patzuneros entraron en un sistema mundial en el cual ellos ocupan el último eslabón de la cadena productiva en donde realmente no tienen nada que decir. ‘Trabajamos como que si fuéramos esclavos en nuestras propias parcelas’, explica un campesino indígena de Patzún, hablando de los resultados reales de las políticas de desarrollo. Con este nuevo sistema de producción se rompieron totalmente las costumbres y valores comunitarios de trabajar juntos. Hoy en día es una lucha individual de ver como cada uno puede sobrevivir,

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todos compiten entre si y se miran con su vecino. Cada uno lucha por su cuenta (Brys, 2008).

Un modo de vida igual para todos: el etnocentrismo de la definición de pobreza del Banco Mundial

El Banco Mundial inicia su documento principal del año 2000/1: Lucha contra la Pobreza de la siguiente manera:

“Los pobres no tienen acceso a libertades fundamentales de acción y decisión que los más acomodados damos por descontados (…) y estas privaciones les impiden adoptar el tipo de vida que todos deseamos para nosotros mismos”21

Como es bien conocido, el parámetro que utiliza el Banco Mundial (BM) para medir la pobreza no es la satisfacción de necesidades definidas por el tipo de vida que la persona aprecia de acuerdo a los valores de su cultura. Por el contrario, es un parámetro fijo para todo el planeta que consiste en la suma que percibe por día cada habitante (para ser pobre hay que tener menos de un dólar por día). Es llamativo que en el caso de los campesinos, el BM se fija en la cantidad de dólares que ingresan y no en la cantidad que salen o que gastan. De modo que un campesino A integrado al mercado a través de un monocultivo se supone que es más rico que un campesino B que cultiva diferentes variedades, algunas de las cuales dirige al mercado y otras al autoconsumo. La razón es porque el campesino A vende toda su cosecha aunque sea a precios bajos que no le permitirán siquiera comprar los insumos para la próxima siembra, y el campesino B vende sólo parte de su cosecha porque no necesita vender tanto, ya que tiene asegurada su subsistencia gracias a su diversificación cultural. Lo importante para el Banco no es en realidad la subsistencia o no del campesino, sino el movimiento económico financiero que genera, es decir, que si un campesino está bien alimentado porque es autosubsistente es un mal negocio para el Banco y prefiere financiar un proyecto de “desarrollo” para obligar a los campesinos a producir exclusivamente para vender, aunque pasen luego hambre, porque eso es lo que va a dinamizar la “economía” es decir, las finanzas. Sobre todo

21 Es llamativo que la frase original que pertenece a Amartya Sen dice exactamente lo con-trario de lo que aparece en la versión española del WDR: “(the) capabilities that a person has, that is, the substantive freedoms he or she enjoys to lead the kind of life he or she values”.

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está el interés de los banqueros, como bien lo sabe ya la gente de a pie, luego de la crisis financiera global de 2008.

Ese modelo intensivo en energía y el desarrollo mercantilizante es expresión del etnocentrismo y la expansión del proceso civilizatorio de Occidente al resto del planeta. El fetichismo que acompaña la devastadora invasión cultural de la mercancía y la crisis del sistema civilizatorio que la sostiene ponen ahora en peligro la vida en nuestro planeta.

CENDA y las bases para una alternativa

En el año 1985 nace CENDA en la ciudad de Cochabamba, a partir de un experimento comunicacional destinado a la investigación y valoración del conocimiento local, las tecnologías rurales andinas, y la ingeniería social de las comunidades originarias frente a la situación de desarticulación promovida como “desarrollismo” por otras ONGs y por diversos gobiernos. Este experimento surge a partir de la producción de un periódico bilingüe quechua-castellano y luego se complejiza como experiencia institucional que nos lleva al planteo del Etnodesarrollo. La idea inicial no pretendía ni mucho menos explorar un modelo alternativo sino algo mucho más modesto: entender el fenómeno de empobrecimiento y desarticulación social que el desarrollismo estaba provocando en las comunidades rurales, y cómo algunas comunidades lograban enfrentar esos impactos de la supuesta “modernización y desarrollo” con sus propias estrategias.

CENDA establece programas de investigación acción a mediados de los 1980’s con las comunidades de Raqaypampa en el sur de Cochabamba y el resultado que las comunidades nos mostraron es que ellas disponen de herramientas útiles en varios sentidos.

Ellos demostraron que su sistema es sostenible y eficiente: comparando con los resultados medidos en términos de nutrición infantil, esas comunidades habían logrado una suficiencia alimentaria gracias a la cual no había apenas trazas de desnutrición infantil, a diferencia de las comunidades más “beneficiadas” por el desarrollo.

En segundo lugar mostraron que había una cohesión social y cultural mucho más efectiva, demostrada simplemente en el número de días dedicados

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a las actividades festivas y sociales, así como la cantidad de días que los comunarios dedicaban cada semana a las reuniones realizadas a nivel de comunidad, de sindicato rural, de subcentral y de central regional, para analizar los temas que afectaban a sus comunidades.

En tercer lugar, el grado de diferenciación social interna era relativamente leve, con una enorme mayoría de los habitantes en el estrato medio y un porcentaje menor al 10% entre los comunarios pobres, generalmente recién incorporados como familias nuevas en la comunidad.

¿Cuáles eran esas herramientas con las cuales lograron esos resultados?

La primera y fundamental era el control que ejercían sobre la tierra: las comunidades ejercen ese control definiendo a través de normas bien claras quienes tienen derecho de acceso, cómo ese derecho de acceso es ejercido y cómo puede ser heredado por las generaciones sucesivas y, sobre todo, la imposibilidad de transformar ese derecho de acceso, uso y herencia sobre la tierra en un derecho a comercializar la tierra, salvo en casos que debe aprobar la comunidad en su totalidad a través de la asamblea general.

Notablemente, el ejercicio de ese control requiere de la existencia de un sistema de autoridad indígena, basado en una forma de soberanía territorial ejercida directamente por la comunidad, no delegada al Estado y que no requiere de ninguna autorización ni intervención estatal para ser ejercida. Es notable también que esa autoridad es ejercida a veces con apego a las formas y protocolos que utiliza el Estado, en lo que algunos han denominado “interlegalidad”. Sin embargo, pese a que las formas son imitadas en un intento de no afectar de manera provocativa la dignidad de las autoridades estatales que siempre son bien recibidas (al menos cuando no vienen con propósitos negativos), el contenido de la normativa indígena está claramente dirigido a un intento de ejercicio directo de soberanía que permita asegurar el máximo control posible sobre el acceso a los recursos naturales. Esta demanda de reconocimiento de soberanía territorial se comenzó a legalizar a través de una figura de titulación agraria incluída en la ley de tierras (INRA) de 1996, denominada Tierra Comunitaria de Origen y más adelante completada por la figura de Territorio Indígena incorporada en la nueva Constitución aprobada en 2009. En la actualidad algunas figuras importantes del gobierno de Evo Morales intentan quitarle validez como autonomía territorial con derecho a la libre determinación tal como está textualmente expresado

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en la Constitución, pretendiendo reconocerle sólo un carácter de descentralización administrativa estatal.

Eso es lo que denominamos “estrategias campesinas de manejo de su espacio vital”. Esas estrategias no se reducen a ejercer control sobre acceso y uso de la tierra, y también del agua, en los casos que el agua es un bien que puede ser administrado colectivamente, cuando hay posibilidad de construir obras de riego. Esa es la base fundamental que permite desarrollar los mecanismos concretos de manejo de los recursos, las tecnologías que son propias de la comunidad como el manejo de la biodiversidad, el manejo de los diversos pisos ecológicos, la ingeniería social de la reciprocidad, todas ellas tecnologías orgánicas por oposición a las tecnologías mecanicistas propias de la expansión del sistema mercantil. Esos aspectos más técnicos se desarrollan en el siguiente capítulo, destinado al entendimiento de la ecología política de las comunidades andinas.

En Raqaypampa: Silos esperan la producción de papa y maíz

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CAPÍTULO II

LA PRODUCCIÓN DE VIDA DENTRO DE LA CULTURA DE LAS COMUNIDADES ANDINAS

Este capítulo expone las bases cotidianas sobre las cuales las culturas andinas se recrean, las comunidades se reproducen, porque una cultura es, básicamente, una forma o un sistema de producción de vida.

Ecología Política y Seguridad Alimentaria de las Comunidades Andinas

Diferentes estudios de larga duración que hemos realizado en directa relación con las comunidades campesinas andinas nos demostraron que sus familias cuentan con un nivel de vida culturalmente aceptable, situación expresada en el grado de autosuficiencia/soberanía alimentaria y el nivel nutricional de sus niños. Contrariamente a lo que afirman los organismos internacionales y el mismo gobierno boliviano basados en simples encuestas, muchas de las comunidades “más vulnerables” a la pobreza (medida en los términos utilizados por organismos internacionales) presentan mejores niveles de nutrición en su población infantil que otras modernas, con acceso a mercado y a capital. Es de hacer notar que hay dos tipos de indicadores de pobreza: el del Banco Mundial, que establece que la pobreza se mide por el ingreso (quienes ganan menos de un dólar por día), y los del PNUD que miden el “desarrollo humano” y que se guían por parámetros urbanos: el tipo de material de construcción de las viviendas, si existe agua corriente y alcantarillado y electricidad, cuántos años de escolarización tiene la población, el acceso a instituciones de salud, etc. Por supuesto que existen familias relativamente ricas en comunidades, que cuentan con centenares de cabezas de ganado lanar, por ejemplo, y no tienen luz ni agua corriente en sus casas de adobe.

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CENDA ha medido en distintos momentos el nivel de sustentabilidad comunal utilizando como indicadores en primer lugar el nivel nutricional de los niños, pero también la capacidad del sistema productivo campesino para proveer alimentación e ingresos durante todo el año, la capacidad de almacenamiento y por la vigencia de sus propios sistemas de manejo de la salud. En casi todos estos aspectos, las comunidades más sometidas al mercado padecen de una evidente mayor vulnerabilidad. Las comunidades “modernizadas” a través de proyectos, supeditadas al mercado, al monocultivo y también a la escuela y al sistema oficial de salud, generalmente han atravesado por un proceso de marcada diferenciación social interna y acentuada expulsión de la población hacia las ciudades. En otros casos, aún donde los sistemas de producción andinos son viables, el aumento de la población y la carencia de tierras disponibles obligan a que la mayoría de los hijos sea enviada a la escuela para poder acceder al mercado laboral de las ciudades.

La mayoría de los campesinos andinos producen tanto para su propio alimento como para la venta a las ciudades o mercados regionales22. Una pequeña minoría de campesinos se ha enriquecido fruto de circunstancias favorables y en varios casos ha avanzado sobre las tierras de los demás comunarios. En esas comunidades donde ha habido alguno que otro campesino que ha tenido éxito en el mercado, el resto, la mayoría de las familias se ha empobrecido, sus niños sufren desnutrición, hay migración permanente y las mujeres son las que sufren más la situación, llegándose a condiciones donde aparece un alto porcentaje de suicidio femenino. El avance del mercantilismo cuenta con herramientas muy poderosas: la escuela, muchas de las ONGs, los servicios de extensión agrícola del gobierno, la ayuda al desarrollo primero a través de donaciones al que luego siguen los sistemas de microcrédito al pequeño productor a alto interés. Uno de los grandes empresarios que promueven el microcrédito ha recibido el premio Nobel de la Paz (?), demostrando hasta qué extremos se puede llegar, dada la necesidad de expandir la ideología del mercado para asegurar el continuo desarrollo del capital.

¿Con qué cuentan las comunidades para hacer frente a las poderosas herramientas de la mercantilización? Tienen tres recursos fundamentales: uno de ellos, es el de las estrategias flexibles de diversificación tanto al

22 Hay distintas versiones sobre el porcentaje de alimentos consumidos en las ciudades que proviene de las comunidades. Es cierto que ha disminuido desde que, en los años 1980’s llegaba a abastecer el 80% del consumo. Actualmente no hay estadísticas confiables.

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interior como al exterior del espacio comunal; el segundo, es el control comunal sobre el acceso a la tierra y al agua y otros recursos. El otro instrumento están constituido por el sistema socio-político y ritual mismo de la comunidad, que establece sus fronteras étnicas como medio de defensa, al mismo tiempo que refuerza la cohesión interna a través de una ritualidad propia, que refleja su propia visión de la relación entre personas y naturaleza. En este libro analizamos sólo parcialmente estas estrategias y no podemos detenernos en los aspectos de ritualidad e idiosincrasia, que han sido motivo de trabajos por otros especialistas.

Dentro del primer recurso que hemos mencionado, recurren a complejas formas de producción y organización al interior de las familias campesinas, éstas a su vez, están inmersas en formas de cooperación con sus similares, bajo el paraguas de la organización comunal, organización con una base jurisdiccional territorial que garantiza, asimismo, el acceso a los recursos necesarios para las actividades productivas y reproductivas de las familias campesinas.

La complejidad que llegan a tener estas estrategias campesinas nos permite designarlas como una ecología política de las comunidades andinas.

Las comunidades de estudio

“Lo que diferencia al mundo andino de Europa occidental, del mundo mediterráneo, de las cuencas de los grandes ríos como el Éufrates, el Amarillo, Nilo, Indus, Ganges, Mekong y otros menores- en las que se desarrollaron sociedades agrarias, así como también de las praderas del Medio Oriente y las pampas argentinas, es la gran diversidad de condiciones ecológicas en espacios muy reducidos y, con ella, la multiplicidad de cultivos y formas de aprovechamiento agropecuarios adaptados a las variaciones de la naturaleza. Por otro lado, esta riqueza y multiplicidad propias del mundo andino se encuentran enmarcadas en condiciones sumamente limitantes: existe poca cantidad de terrenos planos; suelos generalmente pobres; terrenos propensos a la erosión; en la vertiente occidental carestía de agua y, en general, la dureza del clima de las montañas tropicales, con un número significativo de días que aumentan con la altura, caracterizados por heladas nocturnas y marcadas diferencias de temperatura entre el día y la noche, y entre sol y sombra” (Golte, 2001: 39).

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Los pueblos y naciones andinas organizaron esas estrategias de acceso a diferentes ecologías a través de sistemas políticos que llegaron a abarcar casi toda la cordillera de los Andes de Norte a Sur. De esa ecología política, de esas estrategias de manejo del espacio, quedan aún trazos importantes, pese a la erosión constante producida por la relación con el capitalismo global.

En esta sección presentamos, de manera muy breve, el contexto y la situación de tres regiones en las que CENDA estudió el sistema productivo campesino: Raqaypampa – Mizque, Cuyupaya – Independencia y el Norte de la provincia Ayopaya, todas ellas al interior del departamento de Cochabamba-Bolivia.

La Central Regional Raqaypampa23 está ubicada en el extremo sudeste del departamento de Cochabamba, dentro de la provincia Mizque. Dentro esta región existen 43 comunidades indígenas dispersas en una superficie de 556 Km2. En el territorio de Raqaypampa se pueden distinguir diversos pisos de paisaje agroecológico, con alturas que van desde los 1670 m.s.n.m. en el punto más bajo, a orillas del río Caine, hasta los 3450 msnm en la parte más elevada. Las familias raqaypampeñas clasifican tres tipos de pisos ecológicos: las pampas, pata jallp’as, donde se encuentran ubicadas las viviendas, éstas están destinadas al cultivo de papa, trigo maíz y asociados; los montes, ura jallp’as, son utilizadas como residencia temporal y sirve para el cultivo de maíz, crianza de vacunos y recolección de madera y algunos frutos; finalmente los intermedios, chawpi jallp’as o laderas son utilizadas para el cultivo de maíz, trigo y sus asociados. El 30% de la producción de papa en los años 1990’s fue dirigida al mercado durante nuestro estudio, equivalente a 1800 TM/año de papa para semilla y consumo (Hosse 1994).

23 Las comunidades en Cochabamba se organizan (desde la Reforma Agraria de 1953) bajo la forma de Sindicatos Agrarios, éstos se agrupan en Subcentrales Campesinas y éstas en Centrales Campesinas.

Selección de papa, un trabajo familiar

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Gráfico 11: Pisos vegetación en Raqaypampa

El Norte de la Provincia Ayopaya coincide con el Municipio de Cocapata, en el departamento de Cochabamba; nuestros estudios los realizamos al interior de la región altoandina oriental que fisiográficamente pertenece a la región montañosa de la Cordillera de Cocapata, en el sector septentrional de la Cordillera Oriental de los Andes de Bolivia. La zona de estudio ubicada entre los 3400 a 4800 m.s.n.m. tiene una precipitación anual media de 460mm (CENDA 2005b). La puna húmeda, localmente conocida como pata jallp’as o altura, es ampliamente utilizada para el pasteo del ganado ya que cuenta con amplios bofedales, pastizales y varios tipos de pajonales aprovechables por los animales. En lugares con menor altura se encuentran las tierras con vocación agrícola: entre los 4000 y 4200 m.s.n.m las comunidades cuentan con tierras aptas para la producción de papas amargas (luk’is), estas sirven para la deshidratación de la papa o chuño. Entre 3400 y 3900 m.s.n.m, lugar de residencia de las familias campesinas, se ubican las tierras destinadas a la producción de papas dulces (como waych’a, imilla y wayk’us), tubérculos menores, cereales y otros. Algunas comunidades también tienen el acceso a

Plegable ref: despues

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terrenos en los valles interandinos, localmente conocidos como chawpi jallp’as, ubicadas entre los 2500 y 3300 m.s.n.m. en ellas, además del maíz, se cultiva el trigo, la haba y algunos frutales.

La comunidad de Kuyupaya es parte de la Subcentral de Sanipaya que abarca a tres comunidades. Estas comunidades están situadas al norte de la sección Independencia en el límite con el departamento de La Paz. En la zona se han mantenido el sistema de rotación de aynuqas que pertenecen al conjunto de la subcentral y los habitantes tienen rasgos de identidad con mayor influencia aymara. La zona con una altitud oscilante entre 1620 y 4088 m.s.n.m., dispone de tres zonas agroecológicas claramente diferenciadas. El piso ecológico más alto de la comunidad, ubicado entre 3100 y 4088 m.s.n.m., clasificado localmente como chiri jallp’as, presenta extensas formaciones de gramíneas que se utilizan como forraje para el ganado, la producción agrícola es destinada a la papa, tubérculos menores y cereales (quinua, cebada, avena y trigo).

La parte intermedia, usada como lugar de residencia de las familias campesinas, conocida localmente como chawpi jallp’as está ubicada entre 2700 a 3100 m.s.n.m., agrícolamente es usado para la producción a secano del maíz y/o trigo asociado con cucúrbitas, arvejas y habas, además de la producción de papa bajo el sistema de riego. Finalmente encontramos la zona del bajial ubicado entre los 1760 a 2700 m.s.n.m., caracterizado por un clima templado a cálido, conocido por los comunarios como q’uñi jallp’as, las partes no cultivadas cuentan con una densa vegetación que es aprovechada como “echadero” (zona de pastoreo del ganado vacuno), las zonas arables son intensamente cultivadas, sin descanso del suelo, con papas, tubérculos menores y sobretodo maíz. Los bordes del Rio Ayopaya son aprovechados para plantaciones de frutales (durazno, papaya, plátano, cítricos, etc.)

FUENTE: Villarroel, 1997

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Nutrición, autosuficiencia alimentaria, uso de la fuerza de trabajo y mercados

Empezamos a verificar la autosuficiencia alimentaria y los niveles relativamente buenos de nutrición infantil, por los años 1986, cuando un equipo de investigadores de nuestra institución realizaron los primeros acercamientos en tres comunidades, cada una con características diferentes unas de otras. Al comparar la situación de los niños que viven en las alturas de Raqaypampa con lo que ocurre en las modernizadas comunidades del valle de Mizque, que tienen posibilidad de dos y tres cosechas al año gracias a la extensión del riego nos sorprendimos con la siguiente conclusión: hay mayor desnutrición (dni) total y severa (28%) en la zona bajo riego. En cambio, en aquellas comunidades consideradas más pobres, que los programas estatales consideraban inviables económicamente, se detectaron las mejores condiciones de sustentabilidad expresadas en índices bajos de desnutrición (8%) (Calvo et al, 1994).

Esta situación nos invitó a replicar los estudios sobre la desnutrición infantil en varios momentos y etapas del ciclo productivo. En 1989 esta tendencia se mantenía y 17 años después (año 2003), en las comunidad de Raqaypampa observamos que el porcentaje de niños con un nivel nutricional normal se mantenían en relación a 1986, la desnutrición leve se había incrementado, mientras que la Dni severa había reducido a un 5% (CENDA, 2005). Ese mismo año confirmamos que las comunidades de las Alturas continuaban manteniendo un grado de seguridad y

Niños junto a su mamá en la feria de Pongo Q’asa

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autosuficiencia alimentaria, gracias a que sus formas de producción y organización todavía mantenían un espíritu de manejo y control comunal.

El año 2006 realizamos un estudio similar en comunidades del Norte de Ayopaya, donde el consumo de alimentos es diversificado en tubérculos dulces y amargos, acompañados de proteínas en carnes de ovinos y camélidos. En esta zona a diferencia de Raqaypampa, la producción agrícola se desarrolla bajo un sistema directo de gestión y control comunal del acceso a la tierra a través de las aynuqas24.

Este modo de gestión colectiva y sostenible de la tierra, sumado a mejores condiciones ecológicas en la región, incide en que existan buenos niveles de producción y una favorable situación nutricional. Los niños con índices de nutrición normal alcanzan al 76%, mientras un 24% de ellos presentan niveles de desnutrición leve (Araujo, 2009). A diferencia de las comunidades de las alturas de Raqaypampa y, más aún, de las comunidades del valle de Mizque no se evidenciaron casos de desnutrición severa.

Contrariamente a los estudios sesgados y políticamente motivados por los organismos internacionales y el Estado boliviano, mediante estudios profundos en distintos momentos y varias regiones rurales quechua-aymaras del departamento de Cochabamba, concluimos que las comunidades donde se han conservado sus sistemas locales de gestión de los recursos productivos, principalmente el control comunal directo sobre del acceso a la tierra, mantienen niveles bajos de desnutrición infantil, frente a aquellas otras donde los proyectos de desarrollo orientadas al incremento de activos e ingresos han intervenido llegando a desequilibrarlas.

En buen número de casos donde se produjo esta clase de desequilibrio aparece la violencia familiar asociada a la desestructuración de la unidad familiar. De ahí la necesidad de fortalecer las prácticas e instituciones indígenas de propiedad, gestión y control colectivo del acceso al territorio como formas de desarrollo de una vida buena.

24 “…la asamblea comunal constituida por los comunarios y sus autoridades organiza en aynuqas los patrones de rotación, la duración del descanso, el ingreso de animales durante el descanso y su alejamiento de los cultivos en las áreas de producción” (Moscoso y Márquez, 2006) sin embargo las familias de manera individual son las propietarias de las parcelas y definen las fechas de trabajo en éstas, dentro del calendario establecido por la comunidad (más detalle sobre el manejo de aynuqas en el Capítulo II).

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Otro indicador que nos permite confirmar nuestra conclusión es el nivel de soberanía alimentaria que presentan las diferentes comunidades en las que tuvimos acercamientos. Categoría de análisis entendido por Bravo (2003) como “el derecho de cada pueblo a controlar y decidir soberanamente sobre toda la red alimenticia, desde la producción hasta el consumo, para obtener la autosuficiencia alimentaria. Dado que la soberanía alimentaria se basa en el control de todo el proceso productivo por parte del productor, el acceso a la tierra y al agua son dos componentes básicos, así como el control sobre las semillas y sobre las tecnologías utilizadas” (en Araujo 2009).

Meillasoux (1988), Calvo et al (1994) y otros, al incorporar aspectos cuantitativos de análisis afirman que existe soberanía alimentaria cuando “más del 70% son alimentos propios, los cuales no dependen de la interferencia externa, es decir de donaciones, compras, sino que se producen en la familia. Esto no significa autarquía, como algunos autores indican” (citados en CENDAb 2005). “La autosuficiencia indica la existencia de un flujo de energía integrado, con relativa independencia de los intercambios con el exterior (…). La reproducción de la comunidad puede estar asegurada aún cuando los intercambios con el exterior se vuelvan negativos” (Calvo et al, 1994). Apoyados en dichos parámetros tenemos la siguiente situación.

Cuadro 3. Evaluación de alimentos y kilocalorías producidas por persona: 1986 y 2003 (expresado en arrobas y kilogramos)

Producto1986-1987 2002-2003

Producción año en @

Kilocalorías/ Día

Producción año en @ Kilocalorías/ Día

Papa 60 1940 25 814Maíz 8 980 12 1405Trigo 6 690 11 1206Total 3610 3425

Fuente: CENDA 2005a

Las condiciones de degradación de los suelos, la cuestión de los rendimientos agrícolas, los efectos del cambio climático y las fluctuaciones de los precios en los mercados urbanos entre los años 1987 y 2003, condicionaron a las familias campesinas a reducir el promedio de superficie en cultivos de papa, llegando a producir casi exclusivamente para su autoconsumo y solamente un 20%, el año 2003, fueron destinados al mercado en relación al 50% del ciclo 1986-1987, aun así redujeron el consumo de la papa de 60 a 25 arrobas en promedio durante

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este periodo. Los requerimientos de energía, expresados en kilocalorías, fueron reemplazados por un incremento en el consumo de maíz y trigo25, llegando a mantener casi invariable el consumo total de kilocalorías/día por persona en las comunidades de Raqaypampa. Si bien cambiaron las prioridades de producción tanto para el consumo como para el mercado, las estrategias productivas de las familias todavía garantizaban flujos de energía dependientes de la producción campesina interna, dado que por los años 1986 la energía proveniente de alimentos externos representaba 5.5% del total consumido, mientras que el 2003 ese dato ascendía al 9.6%, situación que refleja un mayor relacionamiento con el mercado, pero continuaba la autosuficiencia alimentaria.

En el estudio realizado en el Norte de Ayopaya el año 2006 encontramos una situación de soberanía alimentaria medida en términos monetarios, como lo expresa el cuadro 4.

Cuadro 4. Origen de los alimentos año 2006 en la región Calientes

Origen de los alimentos Porcentaje Costo (Bs.)Producido internamente 87,64% 11.080,89Alimentos comprados en mercados y ferias

9,67% 1.222,72

Total 100% 12.643,85

Fuente: Araujo 2009. Expresado en Bolivianos (Bs); 1 U$ = 7 Bs.

El consumo anual alimenticio promedio (monetizado) de cada familia en la Región Calientes es de Bs. 12.643,85. A la vez, la producción interna para su consumo representa un total de Bs. 11.080,89 con una incidencia porcentual del 87,64% sobre el total de alimentos consumidos, en tanto que la suma de los alimentos adquiridos en el mercado más la influencia de los insumos externos en la producción interna26, simplemente representa el 12,33% del consumo alimentario total monetizado, esta situación nos permite enfatizar en que las familias de esta Región gozan de la seguridad y soberanía alimentaria (Araujo 2009).

25 La producción de cereales (maíz y trigo) en transcurso de estos 14 años incrementaron en su rendimiento en la zona.

26 Cantidad de insumos externos, abonos y pesticidas básicamente, que tienen su influencia en la estructura de costo de la producción campesina.

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Los comunarios de esta misma Región, en promedio27, han consumido 3493 kcal día, de los cuales el 92% son producidos internamente28 mientras un 8% es adquirido en el mercado en sus diferentes modalidades. Asimismo respecto a las proteínas observamos que de los 77,99 gramos de proteínas consumidos diariamente por cada persona, un 99% son producidos internamente mientras que solamente el 1% fue adquirido en el mercado (Araujo 2009).

Los datos arrojados en la región de estudio son altamente satisfactorios relacionados con los del nivel nacional. El consumo de energía alimenticia de la región Calientes, supera en un 55,87% al consumo promedio nacional, mientras que el consumo de proteínas de la región supera en un 31,97% al consumo nacional, lo que nos llevaría a concluir que las comunidades de altura y serranías del norte de Ayopaya, particularmente de la Región Calientes gozan de una seguridad alimentaria, con un importante aporte de los alimentos producidos internamente lo que llevaría a corroborar la existencia de una autosuficiencia alimentaria.

Las comunidades en las que realizamos nuestros estudios cuentan con sistemas de producción a secano, el no contar con sistemas de riego e irrigación significa que la producción de tipo temporal cosechada entre febrero y mayo, obtenidas con la ayuda de las lluvias, tengan que almacenarse durante varios meses hasta la siguiente cosecha, para ello los campesinos de las zonas altas desarrollaron una serie de técnicas de adaptación de variedades y almacenamiento de acuerdo a las condiciones climáticas de la zona.

Por ejemplo Raqaypampa, al encontrarse en una meseta elevada, está expuesta a vientos cruzados, secos del Oeste y Sur y húmeros del Norte y del Este. La temperatura media es relativamente elevada: 15.5ºC

27 Al utilizar consumo promedio por persona no se diferencia el consumo de los niños respecto a los adultos, obviamente los adultos consumen un porcentaje superior al promedio de 3493 kcal.

28 La producción local representa 3202kcal/día/persona, siendo el chuño el que tiene mayor incidencia con 1256 kcal día, seguido de la papa con 934 kcal día, simplemente entre estos dos productos están muy cerca del consumo promedio de energía que reporta nuestro país. Los productos que menos incidencia tienen son la papalisa y el isaño con 33 y 53 kcal día respectivamente, consecuencia de las pequeñas cantidades consumidas en estos alimentos 9 y 10 arrobas respectivamente.

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durante el año, pero desciende lo suficiente (con mínimas de hasta 6.1ºC) durante el período seco invernal entre junio y septiembre como para crear condiciones de conservación. El ambiente óptimo para el almacenamiento estaría alrededor de los 8ºC. La papa es almacenada en trojes de adobe divididas en cuatro particiones, cada silo puede guardar una a dos variedades, de manera que la cantidad de silos es un indicador de la disponibilidad de diversidad varietal. Se ha comprobado que las pérdidas por deshidratación en los silos campesinos evidenciaron un óptimo de comportamiento para las variedades nativas, su merma en peso oscila entre 10 y 12%.

Las alturas de Ayopaya al encontrarse en zonas aún más elevadas cuentan con mejores condiciones ecológicas para el almacenamiento de papa, muchas de las variedades nativas son conservadas en k’ayrus, silos construidos bajo el suelo que a la vez están cubiertos con paja y tierra. Además las familias de la zona combinan su dieta alimentaria con la papa deshidratada o chuño. Este alimento cuenta con buenas propiedades de almacenamiento de hasta 10 años si es guardada adecuadamente. Esta capacidad de almacenamiento ya ha sido señalada por Murra, quien identificó al chuño como una condición para el desarrollo de los grandes señoríos altiplánicos con alta concentración de población en las condiciones inhóspitas de la puna (Murra, 1971).

En la zona de Calientes – Ayopaya, en el año 2006, 67 arrobas de chuño aportaron el 39,24% de energía, cada kilogramo de este producto contiene 3480 kcal. Este alimento es la garantía de la seguridad alimentaria campesina de la región, puesto que el chuño tiene la cualidad de ser almacenado por varios años lo que podría prevenir las situaciones de malas cosechas (Araujo 2009).

Los estudios arriba citados nos muestran que las comunidades andinas que aún mantienen sus sistemas productivos “tradicionales” cuentan con buenos niveles de soberanía alimentaria y situación nutricional de los niños. Estas mismas comunidades son eficientes en el uso de energía en los insumos utilizados y en su mismo proceso de producción, este es muy eficiente en la producción de energía.

El cuadro 5 muestra el cálculo de la cantidad de energía utilizada en el trabajo agrícola, determinando cuántas calorías quema una persona mientras está trabajando en su cultivo. Las actividades intensas -como el trabajo agrícola- queman alrededor de 455 calorías por hora de trabajo.

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Asimismo contamos con datos de la productividad del trabajo agrícola en la producción de papa, es decir cuántos kilogramos de papa producen las familias campesinas con cada hora de trabajo, para ello sumamos las horas de trabajo humano invertidos en todo el proceso productivo (barbecho, siembra, labores culturales, cosecha, incluidas las largas caminatas) para dividirlo entre el total de la cosecha, en este caso de la papa.

Es así que el promedio de eficiencia energética de las zonas donde desarrollamos nuestras investigaciones nos indica que por cada caloría proveniente del uso de la fuerza de trabajo se producen 15.50 kilocalorías en la papa, es evidente que en estos casos, hay una ganancia neta de energía capturada por la cosecha, comparada con la energía gastada en el sistema de cultivo.

Cuadro 5. Productividad del trabajo campesino medida en energía(Kcal/h) y su eficiencia

Comunidad año Kg de papa por hora trabajada

kcal producidas por hora trabajada en papa

Eficiencia energética

Raqaypampa 86-87 9,8 10780 1:24

Raqaypampa 98-99 5,89 6479 1:14

Raqaypampa 02-03 3,9 4290 1:9

Kuyupaya 98-99 6,43 7073 1:16

Calientes 2005-2006 6,08 6688 1:15

Fuente: Elaboración propia en base a CENDA 2005ª

Nota: Se utilizó como referencia 455 Kcal/hora utilizadas en actividades intensas

El trabajo humano ha sido un elemento clave de energía cultural en la agricultura desde sus inicios. En muchas partes del mundo continúa siendo la fuente principal de ingreso de energía junto con el trabajo animal. Por ejemplo, en los sistemas de agricultura transhumante (en Méjico según Rappaport, 1971), el trabajo humano es la única forma de energía adicionada además de la energía del sol capturada durante la fotosíntesis. Este tipo de sistemas tiene un rango de 10:1 y hasta 40:1 en relación con la energía obtenida versus energía usada (Rappaport 1971, Pimentel 1980, citados por Gliessman 2002).

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En cambio en la agroindustria norteamericana, por cada 10 unidades de energía utilizadas en la producción-comercialización de alimentos, se obtiene solamente 1 unidad de energía para el consumo, lo que por sí misma hace que sea un sistema poco eficiente (Earls: 2006).

Si bien el sistema de producción andino campesino, en lo que se refiere a la fuerza de trabajo humano y energía fósil utilizados en su proceso cuenta con un nivel elevado de eficiencia energética, su ganancia29 energética total tiende a ser reducida, esto debido a que este sistema accede a otros tipos de energía dispersos, ellos provienen del sol de dos maneras: de manera directa a través de la fotosíntesis que convierte la energía solar en energía de biomasa y de forma indirecta por el uso de energías residuales de los procesos metabólicos como la leña, lluvia, bosta, etc (Rocha 2004). Asimismo esta agricultura se provee de energía de los minerales propios del suelo.

Esta situación hace que el sistema de producción andino sea aún más susceptible a las perturbaciones del medio ambiente que le rodea, es por ello que los productores desarrollan una organización y procesos tecnológicos ricos y complejos para amortiguar el riesgo y asegurar la cosecha de cuantiosas energías alimenticias (Earls 2006). Dichas tecnologías traducidas en el manejo de la diversidad (suelos, microclimas, ciclos, germoplasma, etc.) requieren de una ingeniería social que lo sostenga, una organización comunal que lo regule. Nuestra experiencia nos muestra que comunidades con mayor cohesión comunal y control y/o propiedad de la tierra en forma colectiva, producen mayores cantidades de energía alimenticia. No obstante esta situación tiende a distorsionarse por el uso de agentes químicos de origen externo.

Comparemos el valor que tiene el trabajo humano que es responsable de tantas calorías, con lo que se gasta en producir los 55 kg de fertilizante que son irrelevantes. ¿Cuántas calorías se requieren para la producción de nitrógeno?

En el caso de la Región Calientes en el Norte de Ayopaya, en promedio los campesinos utilizan 55,74 kilogramos de fertilizante por hectárea

29 La ganancia energética es medida en función de las unidades de energía extraídas respecto de las unidades de energía empleada directamente e indirectamente en ubicar, extraer y refinarla. La segunda ley dice que en el proceso del trabajo siempre se degrada una parte de la energía en entropía, en decir energía desordenada e inútil (Earls 2006)

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(Araujo 2009), ello contiene 24.53 kilogramos de nitrógeno30 equivalentes a 17,17 litros de gasolina por hectárea de cultivo. El uso de nitrógeno en la agricultura campesina expresada en valor energético corresponde a 124.998 kilocalorías utilizadas por hectárea31 que viene a representar el 10,78% de kilocalorías provenientes del trabajo humano, puesto que en dicha área la energía de la fuerza de trabajo promedio utilizada por hectárea de papa es de 1.158.595,45 Kcal. Si los campesinos hicieran caso de las recomendaciones de los institutos de extensión agrícola, deberían haber usado un mínimo de 100 kg de nitrógeno por hectárea. Esto hubiera significado cuadruplicar, por lo menos, el uso de energía proveniente de petróleo.

Las zonas altas de Ayopaya tienden a incrementar el uso de fertilizantes y pesticidas con el pasar de los años, situación generada por la intensiva promoción que empresas productoras y comercializadoras de agroquímicos realizan para sus productos, pero fundamentalmente por la presencia de asociaciones productoras de semilla certificada. La producción de semilla certificada de papa se caracteriza por el uso “técnicamente recomendado” de agroquímicos, utilizando todo el paquete con el que viene acompañado la semilla de calidad, con pretexto de que las semillas son un recurso tan valioso y no se pueden dar el lujo de poner en riesgo la producción, ello justifica la aplicación de más de 15 veces con biocidas químicos en los campos de cultivo de semilla de SEPA32, y hasta un máximo de 6 aplicaciones en las otras asociaciones (Villarroel 2010). Sin embargo la mayoría de los productores campesinos, que no forman parte de las asociaciones mercantiles, en la zona de Calientes Ayopaya, realizan aplicaciones químicas por un valor de 82 $us por hectárea, equivalentes simplemente al 11% en valores monetarios, de las recomendaciones técnicas por parte de las empresas agroquímicas (Araujo 2009). Esta situación nos muestra que el uso recomendado de agroquímicos con alto contenido de petróleo implicaría que la utilización de energía fósil en la agricultura andina se eleve exponencialmente.

30 La urea de grado fertilizante, con un 46% de N, es el fertilizante nitrogenado más exten-dido. También se emplea la urea foliar, con porcentajes de nitrógeno entre 42 y 44%. 1 kg de urea aporta 0.46 kg de nitrógeno y equivale a la energía de unos 0.7 L de gasoil http://desarrolloenergeticoenbujalance.blogspot.com/2009/05/ahorro-energetico-en-el-olivar.html

31 Un litro de gasolina equivale a 7280 kilocalorías: http://www.forocoches.com/foro//showthread.php?t=273823

32 Empresa mixta dedicada a la producción de semillas mejoradas.

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La producción de fertilizantes, especialmente los nitrogenados consume la mayoría de la energía indirecta usada en la agricultura. Casi un tercio de toda la energía usada en la agricultura moderna se consume en la producción de fertilizantes nitrogenados. Este alto costo se explica por qué el nitrógeno es usado intensivamente en la agricultura y por qué se requieren grandes cantidades de energía para producirlo. En la producción de maíz por ejemplo, el 28% del total de ingreso de energía por hectárea proviene del nitrógeno. Otro 15% de la energía proviene de la producción de plaguicidas. Este valor se incrementa cuando tomamos en cuenta el empaque, el transporte a los campos de cultivo y la formulación del producto en una forma utilizable (Gliessman 2002).

Como ya venimos repitiendo, el sistema agrícola campesino andino es altamente dependiente de la fuerza de trabajo humano, su efectividad depende de la cantidad de miembros con que cuente la familia campesina y de las relaciones recíprocas con las que esta familia cuente. La distribución, organizada dentro de cada familia, del tiempo de trabajo de sus miembros, es expresión de la forma social (comunal) del trabajo.

Al interior de la familia campesina se organizan todas las tareas productivas y reproductivas de la unidad doméstica. Si no sucediese esto, si no se distribuyen las tareas entre cada uno de sus miembros, si no se han establecido adecuadas relaciones con otras familias para que le presten ayuda en los momentos claves del ciclo agrícola, la familia tendrá graves dificultades para manejar adecuadamente cada uno de sus cultivos.

Cosecha de papa en Ayopaya

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El conocimiento, entonces, no se reduce al conocimiento respecto a variedades, suelos, predicción del clima. Por sobre todo ello, supone la capacidad organizativa familiar e inter-familiar. Como bien saben los expertos de la industrialización, se puede lograr más un cambio en la forma que se organiza el trabajo que en una gran inversión en maquinaria que implica un alto costo de amortización.

Lo que distingue a la organización rural comunal (lo que se da también bajo otras sociedades campesinas en diversas zonas de alta montaña del mundo) de otras formas de organización social de la producción es que la productividad de su tecnología se basa fundamentalmente en el acceso a las relaciones de intercambio de energía humana en el tiempo oportuno en base a instituciones sociales que enmarcan el intercambio voluntariamente.

Como ya venimos exponiendo, las condiciones eco-climáticas de esta parte de los Andes “obliga” a sus productores a realizar un manejo diversificado de cultivos, cada uno de ellos en diferentes momentos y diversos lugares y zonas distantes entre sí, entonces requiere un buen manejo del tiempo humano, ello supone una organización y división del trabajo al interior de la familia altamente sincronizado y adecuado a los momentos naturales de cada uno de los cultivos.

La desventaja de los Andes, representada por el extremo fraccionamiento de los terrenos de cultivo, la gran variación de condiciones climáticas en los diversos pisos altitudinales se convierte en ventaja relativa al permitir a los campesinos andinos el mantenimiento de una serie de ciclos agropecuarios, con sus respectivos requerimientos estacionales de mano de obra. Pero como éstos no coinciden, sino que se intercalan, la suma de requerimientos de mano de obra para los ciclos agrarios en los diferentes pisos altitudinales representa una curva mucho más equilibrada y, por supuesto, una cantidad de días laborables en la producción misma mucho mayor que en las otras sociedades agrícolas. De esta manera, la desventaja inherente al medio natural que enfrenta el agricultor andino, el desarrollo limitado de la tecnología agraria y el poco uso de la fuerza animal o mecánica, encuentra su contrapeso en la utilización más prolongada de mano de obra en los ciclos de producción anual (Golte 2001).

El manejo de varios ciclos agrícolas, diferentes cultivos y momentos, en lo que a fuerza de trabajo se refiere, implica que la familia campesina

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siempre tenga algún tipo de trabajo durante el año, es más, en muchos momentos del proceso agrícola en las unidades productivas existe la necesidad de encontrar formas de cooperación entre varias unidades domésticas, realizadas mediante relaciones de reciprocidad, o formas de acceso a la mano de obra no monetaria, que permitan a la familia concluir con una determinada tarea agrícola, que sólo con la mano de obra al interior de la familia hubiese sido imposible.

Tecnologías andinas y manejo del riesgo climático: Biodiversidad de cultivos y semillas

Debido a las estrategias y tecnologías empleadas en la agricultura, las comunidades andinas han domesticado cientos de especies y variedades adaptadas a las condiciones ecológicas, la diversidad climática, de suelos y de alturas33. De esta manera, disponen de un amplio rango de germoplasma, que es la base y a la vez el resultado del desarrollo de una organización social y política capaz de manejar esa diversidad ecológica, y del empleo de técnicas flexibles adecuadas al manejo de las diferentes variables.

Al contar con una diversidad de cultivos y de variedades dispuestos en los diversos nichos ecológicos de que disponen, los campesinos minimizan el riesgo climático (a granizos, heladas, vientos fuertes, lluvias intensas, etc.), pues pueden combinar las características ambientales, topográficas, climáticas, de suelos, etc., de sus parcelas con la disponibilidad de semillas de diferentes cultivos. Toman en cuenta además las predicciones climáticas que realizan para cada ciclo, la disponibilidad de mano de obra y las necesidades familiares.

Diferentes tipos de cultivos y, dentro de cada cultivo, un gran espectro varietal da lugar a una mejor posibilidad de manejo del factor riesgo ya sea de origen climático o por ataques de enfermedades y plagas, reduciendo la incertidumbre de las personas frente a la inconstancia de la naturaleza.

En la comunidad de Kuyupaya, Ayopaya, el año 1997 se utilizó 21 variedades de papas nativas, siete de papas introducidas institucionalmente, siete variedades de ocas, cuatro variedades de trigo y siete variedades de

33 El 40% de las plantas alimenticias que consume actualmente la humanidad tiene su origen la región andino-amazónica y chaqueña (Chilón, 2009).

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maíz. En el mismo periodo de investigación se identificaron 20 cultivos diferentes. En la comunidad de Pocanche existen 10 variedades de papas, 14 variedades en maíz, 20 en ocas, ocho en papalisa y cinco en isaño (Regalsky and Hosse 2010).

A pesar de que el uso de diferentes variedades de un mismo cultivo y la producción de diferentes cultivos permiten minimizar los riesgos y que el monocultivo resulta casi impensable en los Andes (Golte 2001), los gobiernos bolivianos han incentivado a lo largo del tiempo la introducción masiva de paquetes tecnológicos. Ésto comenzó en los años 80´s y contribuyó y sigue contribuyendo a la reducción drástica de la biodiversidad. Este proceso comenzó con la Ley Pública 480 (PL 480), del 30 de mayo de 1978, apoyada por la Agencia Internacional para el Desarrollo de EEUU (USAID), en coordinación con la empresa de Semillas de Forrajes (SEFO) y las estaciones experimentales dependientes del Instituto Boliviano de Tecnología Agropecuaria (IBTA) y el Centro de Investigación Agrícola Tropical (CIAT) (Zeballos 1997).

Se puede observar la influencia de la introducción de paquetes tecnológicos en la disminución de la biodiversidad de semillas utilizadas en las comunidades de Kuyupaya y Pocanche el ciclo 2009/2010.

En la comunidad de Pocanche las familias estudiadas cultivaron sólo cuatro variedades de papa (Yuraq Rufino, Quri Sunqu, Yuraq Toralapa, Wayna Sepa), de las cuales sólo una es nativa. En Kuyupaya las familias cultivaron siete variedades de papa (Waych’a, Toralapa, Qury Sunqu, Puka Papa, Yuraj Papa, Puka Papa, Yuraj Waych’a), todas comerciales. En el caso del maíz en Pocanche cultivaron sólo tres variedades (Q’illu, Ch’iqchi y Yuraq) mientras que en Kuyupaya cultivaron siete variedades de maíz (Q’illu, Ch’iqchi, Huarikunka, Yuraq, Tani Tani, Waltaku y Yuraq Sara) (Villarroel 2010).

Haciendo una comparación de los rendimientos y las superficies sembradas con papa en Pocanche y Kuyupaya, para el ciclo 2009/2010 se vio que las familias de Pocanche siembran una superficie mayor al triple al de las familias de Kuyupaya (un promedio familiar de 6782 m2 y 2145 m2 respectivamente). En Kuyupaya se cosechó 1571 Kg de papa mientras que en Pocanche 1739 Kg de papa. Este hecho muestra que en Pocanche sembrando tres veces más en superficie respecto a las familias de Kuyupaya, se obtiene casi el mismo volumen de cosecha (Villarroel 2010).

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Investigaciones previas realizadas en CENDA (los años 1996 a 1999) ya habían observado este fenómeno comparando los rendimientos de las comunidades de Kuyupaya con Raqaypampa. Las posibles causas son que las familias en Kuyupaya prestan una mayor atención al cultivo, tienen tecnologías diferentes y utilizan mano de obra intensiva en superficies pequeñas (Villarroel 2010).

El actual gobierno impulsa la producción agrícola a través de semillas certificadas. En octubre de 2010 el Programa de Apoyo a la Seguridad Alimentaria (PASA) dependiente del Ministerio de Desarrollo Rural y Agropecuario entregó semillas certificadas de maíz, trigo y papa a pequeños productores de siete departamentos (161 comunidades) de Bolivia. El objetivo de la donación fue supuestamente mejorar e incrementar la producción y garantizar la seguridad alimentaria. La inversión realizada para la dotación de semillas certificadas es de más de 19 millones de bolivianos, con el apoyo de la cooperación europea34.

Actualmente la producción de semilla de papa bajo el sistema formal está organizada en Asociaciones. Estas asociaciones son pequeñas agrupaciones con carácter empresarial, que entraron al Norte de Ayopaya, en especial al Municipio de Cocapata, por las condiciones que tiene la zona, de fertilidad de las tierras, escasez de enfermedades y plagas y conservación de calidad de las semillas de papa.

Son diez las Asociaciones que existen en el norte de Ayopaya: la Asociación de Productores de Semilla de Papa Norte Ayopaya (APROSEPA - NA), la

34 http://www.jornadanet.com/n.php?a=54292-1

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Organización de Productores Camélidos (ORPACA) y la Asociación de Semilleristas Productores del Norte (ASPAN), Asociación de Semilleristas de Papa (ASEP), Sumaq Puquy, Sumaq Tarpuy, Suma Muyu, APROASAM, ASOFLOR y ASPCHA. Todas producen la variedad Waych´a. La mayoría de las asociaciones citadas pertenecían a APROSEPA, pero se han desvinculado y han creado sus propias agrupaciones para tener mayor control sobre sus producciones.

La producción de semilla certificada en la zona norte de Ayopaya ha resultado en varios problemas sociales, ambientales y económicos. Se han creado diferenciaciones entre las familias con mayores terrenos y acceso a ingresos económicos y también entre los que a partir de reproducir la semilla certificada saben más. En las comunidades el término “semillerista” es considerado como nueva categoría socioeconómica que fortalece las diferencias sociales entre agricultores.

Ambientalmente los efectos son sobre terrenos vírgenes (purumas) que ahora son utilizados para multiplicar la semilla de papa y donde se realizan entre 4 a 15 tratamientos de agroquímicos en un ciclo agrícola y se incrementa el uso intensivo de los suelos. De esta manera, se afecta a la salud de los agricultores, la fertilidad y salud de los suelos, las aguas, etc., y se rompen los linderos territoriales entre familias y comunidades.

La introducción de semillas mejoradas en la zona de Ayopaya resultó en una disminución de la biodiversidad de semillas de papa. Un estudio en la Central Regional Calientes ha mostrado que de las 61 variedades de papa que se conocen (en cuatro comunidades), sólo 15 están presentes en las cuatro comunidades, y las variedades más sembradas sólo alcanzan a 19 (Mamani, Mamani et al. 2007)

Don Víctor Quintana, de la comunidad de Chillavi, comenta sobre los efectos de los químicos en sus vidas, en una entrevista realizada el 21 de septiembre de 2010:

“Pero hay algunas instituciones que vienen, quieren curar la papa intoxicándolo también, estas prácticas inclusive para nosotros no está bien, porque a nuestras cabezas entra estos insecticidas y nos atonta, es por eso que nuestros compañeros ya no entienden nada, porque en cualquier diálogo o en asambleas pareciera que en vano hablamos….por eso yo les digo a ellos, que deberíamos ver opciones naturales para curar de las enfermedades a nuestra

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papas, o en cambio debiéramos volver a las prácticas de nuestros padres les digo, porque nuestros padres antes, daban ofrendas a la pachamama, no convivían sólo entre la gente, sino tomaban en cuenta mucho a la pachamama, esas cosas hay que acordarse, así yo he reflexionado con mis compañeros”.

Sin acceso tanto a la diversidad de suelos como a la diversidad biológica, los campesinos no pueden afrontar exitosamente los riesgos climáticos y las estrategias comunales dejan de ser funcionales. El conocimiento solamente no es suficiente, son necesarias las condiciones materiales para ponerlo en práctica: el acceso a diferentes tipos de suelo, con diferentes variedades de semilla, en los múltiples pisos ecológicos de la montaña. Otra práctica importante para mitigar el riesgo climático en zonas andinas es el cultivo de variedades asociadas o cultivos múltiples en una misma parcela. Los raqaypampeños, por ejemplo, realizan cultivos múltiples o asociados, buscando la optimización del tiempo de trabajo disponible. En sus palabras: “el que no hace asociación de cultivos, es por flojo”. En la misma parcela de papa se encuentran plantas que maduran a diferente ritmo: la papa temprana cosechada como si la parcela fuera el huerto familiar, la cebolla, la quinua, tarwi, haba, arvejas y las cucurbitáceas (lacayotes, escariotes y otros) que quedan últimos en el terreno y que a veces, cuando la cosecha es muy grande, se destinan al ganado (Calvo et al, 1994)

Esta práctica tradicional, que permite un mejor aprovechamiento del terreno y de la fuerza de trabajo gracias al crecimiento en diferentes ritmos de los distintos vegetales cultivados y a la vez brinda una mayor protección contra la aparición de plagas, es desconocido y combatido por los técnicos formados por el sistema académico (Regalsky and Hosse 2010).

Indicadores climáticos

Los campesinos andinos toman una serie de decisiones cada año respecto al tipo de suelo y la semilla que van a utilizar, el cultivo que van a producir, las cantidades que van a sembrar, etc. Estas decisiones están fuertemente influenciadas por la observación de indicadores climáticos, que permiten predecir cómo será el siguiente ciclo agrícola, es decir si será bueno, malo o regular.

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En el caso de Raqaypampa, por ejemplo, toda actividad agrícola o no, está orientada por los indicadores y señales que descubren en su medio natural. De ellos, a partir de códigos no explicitados, interpretan los mensajes o significados que su medio les transmite. Mujeres y hombres buscan continuamente dar explicación a los fenómenos naturales según el momento, el lugar y la actividad que se encuentran realizando. Esto es, cada signo tiene una interpretación distinta en función del contexto de tiempo, espacio y actividad del observador (Calvo et al, 1994).

Los indicadores climáticos son un “conjunto de plantas, animales y fenómenos físicos, que manifiestan una serie de reacciones ante los cambios climáticos en su medio” (Ponce 1997). Tradicionalmente los campesinos andinos observan estos indicadores para recoger información que les dan pautas para realizar sus actividades agrícolas. A partir de lo observado se pueden categorizar los indicadores climáticos en tres grupos:

a) Los indicadores biológicos:

• Los fitoindicadores son plantas indicadoras (mayormente silvestres), propias de cada zona. Lo que normalmente se observa es el momento y la forma cómo brotan, crecen y florecen las plantas; la intensidad y el tiempo cuándo lo hacen.

• Los zooindicadores son animales de la zona que sirven como indicadores. Se observa generalmente su comportamiento o en algunos casos cambios en la coloración de la piel.

b) Dentro de los indicadores físicos – atmosféricos se observa la frecuencia, el lugar de dónde viene, la intensidad y repeticiones de ciertos fenómenos físicos, como ser vientos, nubes, etc.

c) Dentro de los fenómenos astronómicos se observa el brillo y nitidez de algunas estrellas o constelaciones en ciertas épocas del año.

Según Claverías (2002) el objetivo de la observación de indicadores climáticos es la predicción de fenómenos, tales como:

• La ocurrencia de lluvias y temperaturas (sobre todo heladas)

• El pronóstico de las fechas de siembra: temprana, intermedia o tardía

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• El tipo de cultivos que podría tener mayor éxito

• Los tipos de plagas y enfermedades que afectarían a cada una de las especies cultivadas

Las personas toman en cuenta diversos indicadores para tomar decisiones (Earls 2006). Estas decisiones se van formando primero dentro de la familia y luego en el conjunto de la comunidad a través del intercambio de opiniones sobre los sucesos que se van observando. Acertar en la predicción exacta del comportamiento de las lluvias y organizar la siembra de los diferentes cultivos y variedades en los terrenos más apropiados en función justamente de la cantidad y fecha probables de lluvia, es el arte campesino.

Aún cuando el agricultor siempre dispone una distribución del riesgo en función del comportamiento climático, existen comportamientos colectivos de acuerdo a ciertos consensos, como por ejemplo adelantar o retrasar la fecha de inicio de siembra en la papa. Este hecho se ve ejemplificado en una entrevista realizada a Don Víctor Quintana, comunario de Chillavi el 21 de septiembre de 2010:

“Nosotros esto [las señas del tiempo] tenemos que ver y hablarlo entre todos a nivel de la subcentral, con todos los compañeros, porque esto estoy hablando según estoy entendiendo las señas, la decisión sería no sembrar muy adelantado, (mana tarpukusunchu allin ñawpaqta), sino según va llegando, porque el día 2 y 3 agosto las señas han estado bien, ha habido nubes, las siembras del medio y la tercera siembra van a estar bien (chawpi kaq tarpuy) entonces según eso tendremos que sembrar este año, así estamos viendo. Si hacemos caso estas señas del tiempo, no vamos a trabajar en vano, vamos a sacar ganancia, de esta forma vamos a tener buena cosecha, eso yo estoy viendo”.

Además de decidir si se adelantan o retrasan las labores de siembra, se privilegian ciertas variedades dentro de cada cultivo, de acuerdo a si el año será seco o lluvioso.

Una vez que se han tomado esas decisiones comunales a nivel “macro”, cada familia comienza un juego de apuesta con las diferentes posibilidades según tenga un carácter más o menos experimentador. Las variables que intervienen en la apuesta son: los momentos en que va a realizar las labores, en qué cultivos va a invertir más, la cantidad de semilla que va a utilizar, en qué parcelas va a sembrar más, el momento

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de la siembra y los aporques. De esta manera, se distribuye el riesgo en tiempos y cantidades dependiendo del pronóstico.

En la mayoría de los casos se trata de lograr un equilibrio entre la apuesta a una probabilidad y el juego de distribución del riesgo donde se apuesta a distintas opciones a la vez. Si no se arriesga, es obvio que tampoco se puede ganar mucho en ningún caso. El campesino más experimentador tiende más bien a arriesgar y en algunos casos que hemos observado, puede ganar o perder mucho.

Sistema de aynuqas

Un aspecto que tiene directa relevancia con respecto al manejo de riesgos es la propiedad sobre la tierra. Los sistemas de rotación de suelos más apropiados tienen directa conexión con el sistema de propiedad comunal, donde el acceso a la tierra y en muchos casos, la propiedad de la tierra, queda bajo control de la comunidad. Las familias que son parte de la comunidad ejercen el derecho de posesión y usufructo de estas tierras, el cual es hereditario sujeto a las condiciones que impone el derecho comunal (Regalsky and Hosse 2010).

El sistema andino de rotación de suelos toma en consideración la calidad de los suelos, la duración del descanso, los patrones de rotación, el tipo de precipitación pluvial que se espera, pero también se toma en cuenta para definir qué zona de cultivo se va a escoger el cultivo que se piensa priorizar y en esto también influyen los precios de mercado (Chumacero-Moscoso y Camacho-Márquez 2006; Regalsky y Hosse 2010). Se puede encontrar un rango muy amplio de este tipo de rotación, conocido como aynuqa, manta, laime, ayta, etc., en Bolivia, y en Perú también como manto o laime y que es más frecuente en las regiones de mayor altura, por encima de los 3500 msnm.

En Ayopaya, todas las tierras de altura, por encima de los 3200 msnm, son de propiedad colectiva y usufructo familiar. Cada año se pone en producción una sección, la cual será cultivada a lo largo de un ciclo de rotación que dura generalmente tres a cuatro años: el primer año se siembra papa y los restantes se colocan granos. Luego esta sección del territorio comunal entra en descanso, que puede durar entre 5 y 50 años, dependiendo de la disponibilidad de tierras y la calidad de las mismas. La agricultura de altura donde se manejan las aynuqas es generalmente a secano, pero en la actualidad hay modificaciones por

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la acción de instituciones de desarrollo. En la comunidad de Pocanche existen nueve aynuqas con diseño lineal, sud a norte, y que son utilizadas en forma de rotación anti-horaria. Tienen 10 nombres considerando los límites aproximados y cada nombre es indicativo de alguna característica particular de la aynuqa. Se siembran tres cultivos principales para la rotación, en el primer año se cultiva papa, (monovarietal y asociaciones inter – varietales) el segundo año tubérculos menores (oca, papalisa e isaño) asociados entre sí, con haba o quinua, y el tercer año granos (avena, cebada y trigo) luego le siguen seis años de descanso (Villarroel 1997:82).

Gráfico 12: Organización del espacio en Sanipaya

En Sanipaya la rotación de las aynuqas permite sembrar diferentes variedades con una cierta variación en sus ciclos vegetativos es así que las variedades (Quri Sunqu, Iscayachi, Yuraq Toralapa) alcanzan su maduración antes que las nativas. Según el orden de rotación los tubérculos menores aprovechan el efecto residual del abono orgánico seguido por cebada y avena. El número de sectores en que se divide la aynuqa está relacionado con el número de años de descanso que requieren los suelos para su recuperación natural, varía de seis a 10 años y van rotando en sus funciones entre el cultivo y el barbecho (Flores 1998:78,80).

Este sistema de agricultura con descansos largos tiene relación directa con la fertilidad de los suelos. Un estudio realizado en varias aynuqas en Patarani (Provincia Aroma, La Paz) ha demostrado que en parcelas con más de nueve años de descanso existen mayor cantidad de nutrientes y sales en relación a las más jóvenes (Ortuño, Beck et al. 2006).

Dept. La Paz

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A

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BRío de Ayopaya

Independencia

Pastos yBosques

Comunales

Sanipaya

Diagrama Individual

CAynugas

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En la actualidad existen algunas modificaciones en el manejo de las aynuqas. Chumacero-Moscoso y Camacho-Márquez (2006) han identificado que en algunas comunidades del altiplano paceño las variaciones están dadas por el cambio de algunas aynuqas a zonas de cultivo intensivo (sobre todo con forrajes) y por la disminución del área cultivada en aynuqa.

Una de las principales causas para la intensificación del uso de suelo es la distancia a las carreteras principales (y de esta manera a ferias y mercados urbanos), pues las familias pueden vender sus productos a las ciudades con mayor facilidad. Las causas para el abandono de parcelas en aynuqas son el excesivo pastoreo en zonas productivas, las grandes distancias a las carreteras, la baja productividad y la falta de mano de obra, debida a la migración de los jóvenes a las ciudades (Pacheco 1994; Chumacero-Moscoso y Camacho-Márquez 2006).

La organización del intercambio de energía humana

Las comunidades andinas incluyen el manejo del recurso fundamental que es la disponibilidad oportuna de la fuerza de trabajo humano en relación al conocimiento de los ciclos de crecimiento de las plantas y también relacionado al manejo de los animales. Todo este manejo se resume en la compleja matriz del conocimiento andino del manejo de su espacio vital (Regalsky and Hosse 2010).

La productividad de la agricultura andina es una función de tecnologías sociales y ecológicas y no es el resultado de la aplicación de innovaciones mecánicas o químicas. Por ejemplo, en la agricultura de los Andes nunca se utilizó la rueda hasta hace pocas décadas y aún ahora su uso es completamente desfavorable a la buena agricultura (es el caso de los tractores). En una de las regiones donde CENDA ha llevado a cabo sus estudios, Kuyupaya, se alcanza una producción de papa de 16.000 kg/Ha. Allí no sólo no se utiliza el tractor sino que, hasta hace poco, ni siquiera se utilizaba el arado de bueyes, el cultivo era enteramente manual y altamente intensivo en mano de obra. En otra región de estudio, Raqaypampa, donde la crisis de la agricultura andina se ha presentado de forma notable, se ha descendido de promedios de 9.000 kg/Ha a 4.000 kg/Ha en el curso de 20 años y uno de los factores que incide es la introducción del tractor y la menor intensidad del laboreo manual, siendo otros de los factores la disminución del tiempo de descanso de los suelos y el uso creciente de fertilizantes químicos (CENDA 2005b). En la zona

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plana del altiplano sur, en el departamento de Potosí, la mecanización introducida en el cultivo de la quinua como resultado de proyectos de desarrollo mal concebidos ha resultado en la radical disminución de los rendimientos amenos de la mitad (Quisbert 2008).

Intercalar ciclos de producción les permite aprovechar la mano de obra agropecuaria en forma mayor y más prolongada que a otras sociedades más favorecidas por la naturaleza (Golte 2001). El agricultor trabaja efectivamente durante períodos bastante reducidos, pero su elevado desarrollo técnico le permite en esos lapsos producir lo suficiente para mantenerse y adquirir los insumos necesarios (Golte 2001).

El mantenimiento de una serie de ciclos agropecuarios, con sus respectivos requerimientos estacionales de mano de obra. Pero como éstos no coinciden, sino que se intercalan, la suma de requerimientos de mano de obra para los ciclos agrarios en los diferentes pisos altitudinales representa una curva mucho más equilibrada (gráfico 4) y, por supuesto, una cantidad de días laborables en la producción misma mucho mayor que en las otras sociedades agrícolas…el desarrollo limitado de la tecnología agraria y el poco uso de la fuerza animal o mecánica, encuentra su contrapeso en la utilización más prolongada de mano de obra en los ciclos de producción anual (Golte 2001).

Como ya hemos visto en los apartados anteriores, el manejo simultáneo o paralelo de varios ciclos agrícolas se basa en una compleja administración del calendario de trabajo. La compatibilización de diferentes cultivos con ritmos de crecimiento particulares, tiene su lado neurálgico en el manejo del tiempo, para poder suministrar la fuerza de trabajo en el momento preciso al cultivo que lo requiera. Por otra parte, al tratarse de una agricultura a secano, la dependencia de un régimen de lluvias irregular ocasiona concentración de tareas en casi todos los cultivos en curso en torno a los días en que se dispone de la humedad adecuada en el terreno.

La actividad agrícola en los Andes involucra la administración simultánea de varios ciclos calendáricos en paralelo. Las actividades realizadas con diferentes asociaciones de cultivos en las diferentes zonas de producción necesitan ser altamente coordinadas con el propósito de que las actividades necesarias sean efectuadas de acuerdo con las diferentes etapas de los ciclos vegetativos de los cultivos (Earls 2006).

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El tiempo y la planificación productiva deben ser organizados de tal manera que el máximo número de actividades diferentes sea combinado en un ciclo para evitar la fragmentación del tiempo de trabajo. Las unidades sociales comprometidas en la producción deben ser constituidas de tal manera que puedan manejar los requisitos de actividades simultáneas en áreas que pueden ser totalmente dispersas. La unidad social fundamental está compuesta de varias familias conectadas en un conjunto complejo de obligaciones interrelacionadas y reciprocidades mutuas (Earls 2006).

Lo que distingue a la organización rural andina de otras formas de organización social de la producción es que la productividad de su tecnología se basa fundamentalmente en el acceso a las relaciones de intercambio de energía humana en el tiempo oportuno en base a instituciones sociales que enmarcan el intercambio voluntariamente (Calvo et al.1988).

El “medio externo” desde el punto de vista de la comunidad y su manejo espacial es la organización social y modo de producción en el cual están inscritos: la economía de mercado. Pero este medio externo se constituye a la vez en parte real del sistema de manejo espacial. Es tan real como la tierra misma (Calvo, Espinoza et al. 1994).

Para que funcione la matriz tecnológica que describimos, se requiere un alto grado de coordinación. La organización social que permite sostener ese manejo espacial y desarrolla instituciones especiales a tal efecto. Entre la población campesina andina existen instituciones que regulan y facilitan la constitución de grupos de cooperación y que norman las reglas de comportamiento entre sus integrantes, las obligaciones que cada uno tiene con los otros y su distribución de tareas (Alberti y Mayer 1974, Golte 2001). Los sistemas de reciprocidad y de organización social tienen una marcada racionalidad en función de las necesidades del propio sistema productivo y de la ecología política que las comunidades andinas han sabido desarrollar.

Si se transforma el derecho propietario, individualizándolo, se pierde o deteriora paralelamente el sistema de rotación y es muy probable que aparezcan procesos de erosión y desertificación de suelos a corto plazo. Contrariamente a lo que planteaba hasta hace poco el Banco Mundial, que para asegurar el manejo racional del suelo y del agua era necesario privatizarlos, lo contrario sucede en el caso andino. Es por esa razón que, crecientemente, en regiones donde la propiedad ha sido parcelizada por

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la Reforma Agraria de 1953, ahora se tiende a re-colectivizarla a través de la figura de Tierra Comunitaria de Origen (TCO) (Regalsky 2003). Al igual que factores como la diversificación productiva o el desarrollo de cultivos en diferentes pisos ecológicos conllevan una organización social que facilita tal modalidad de aprovechamiento económico, el desarrollo de una agricultura a secano, en regímenes de lluvias irregulares ha generado una organización social al interior de las comunidades. Instituciones como el umaraqa, que hace posibles fuertes inyecciones de trabajo a un cultivo en momentos críticos, son el ejemplo de ello. A través del umaraqa un agricultor puede convocar a un grupo numeroso de cooperantes compuesto por parientes, vecinos o compadres con los que mantiene vínculos de reciprocidad. Esta institución es un recurso social que permite enfrentar las situaciones que se presentan habitualmente por la irregularidad de las lluvias que hace imprevisible el momento exacto en que se requerirá utilizar un fuerte contingente de fuerza de trabajo, generalmente en el momento de cosecha (Calvo, Espinoza et al. 1994).

La institución del umaraqa es sólo una de las formas vigentes del ayni. Dentro de esta última denominación se incluye la cooperación incluso entre padre e hijo, que puede ser en trabajo o como préstamos de bueyes, burros, arados, etc., lo que requerirá posteriormente una contraprestación según las equivalencias que se manejan normalmente en la zona. Las instituciones de la reciprocidad, expresión andina de la forma de resolver los problemas de manejo del tiempo productivo, adquieren plena vigencia en condiciones de agricultura a secano. Esto nos permite explicar porqué, en las zonas bajo riego en el valle cercano de Mizque, estas instituciones tradicionales andinas están desapareciendo o se han transformado en su contrario: allí la organización social de la producción incluso bajo formas de reciprocidad andina tiende a perder el contenido dado por las condiciones antes descritas de la agricultura a secano y va deviniendo en formas de intercambio desigual que favorecen la acumulación de excedentes en manos de algunas familias. No se trata en el caso de la organización social en los valles de meros accidentes culturales producto de la influencia del mercado, sino de modificaciones en la base del sistema productivo, en las condiciones en las cuales éste se desarrolla.

En la agricultura bajo riego ya no es necesario asegurarse la provisión de la mano de obra en el momento que definan las lluvias, porque el ciclo de crecimiento pasa a depender de la disponibilidad de las mit’as de agua. En el caso de los valles, el riego permite planificar con tiempo y sin correr

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mucho riesgo a equivocarse el momento más o menos exacto en que se requerirán jornaleros. Esta forma de organización del trabajo resulta más adecuada a la nueva racionalidad instaurada por la agricultura bajo riego destinada al mercado. Comienzan a interactuar entonces las condiciones materiales de la agricultura con otros factores políticos como la mayor o menor fuerza de las instituciones comunitarias.

El control que la comunidad pueda conservar sobre el acceso a la tierra es un elemento clave para la reequilibración del sistema productivo actualmente en problemas. Se ha explicado más arriba que el sindicato en las zonas de altura, como expresión de las instituciones comunitarias, tiene no sólo capacidad de otorgar tierras sino también de quitarlas a quienes no las usan apropiadamente. Por ejemplo si el poseedor de esas tierras las da continuamente en compañía y se ausenta de la comunidad, dejando de cumplir con sus obligaciones con el sindicato, corre riesgo de quedarse sin los terrenos, pese a sus títulos de propiedad asignados por el Estado.

En el valle, actúan varios factores, apoyados en la influencia disolvente del mercado, que acentúa las situaciones de competencia interna entre los mismos campesinos miembros de una comunidad, competencia para acceder en mejores condiciones al mercado y poder tener mejores precios. Así ese poder comunal termina por diluirse en el desorden creado por las pugnas internas y se convierte en pugnas por el poder de parte de las facciones familiares que se benefician más del comercio. Las pugnas internas como resultado de esa competencia frente al mercado no aparecen muchas veces bajo su forma racional, sino como un aumento de la envidia, del rencor entre familias, disputas por linderos daños del ganado y finalmente como aparición de layqasqa (embrujo-hechizo). El hecho que en los valles, hay mucha mayor movilidad de migrantes de y hacia otras comunidades, casamientos entre familias de diferentes regiones, acceso a las ciudades, a la región de los llanos orientales, inclusive a los países vecinos en busca de trabajo temporario, hace que el proceso sea mucho más rápido que en la regiones de altura donde subsisten mecanismos comunales de control sobre el acceso a la tierra, de control cultural o barreras étnicas más marcadas y también la movilidad poblacional es mucho más controlada. Las consecuencias de la disolución de la comunidad, expresadas en desnutrición, conflictos familiares, migración sin retorno, etc. son utilizados por las instituciones multilaterales para fundamentar su ataque a los sistemas mismos campesinos que aseguran la autonomía alimentaria, en vez de atacar el

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sistema que provoca esas consecuencias negativas. No sólo ponen el carro delante del caballo, sino que sus programas por lo general sirven para profundizar esos efectos desarticuladores.

Tanto los cambios radicales introducidos desde la conquista, como su profundización luego durante la organización de la República en el siglo XIX, han incidido directamente en la desarticulación de la organización de la ecología política andina, sus estructuras sociales, culturales y religiosas, la forma de organizar la producción, y la tecnología empleada. Algunos autores sostienen que esa desestructuración amenaza la integralidad del sistema de manejo de espacio que desarrollan las comunidades campesinas (Chilón 2009). Nosotros sostenemos que es evidente el grado de crisis que afecta a las comunidades, pero que las mismas mantienen un alto grado de vitalidad y resiliencia. Lo cual no impide que sea necesario enfocar los factores que inciden en la crisis de la agricultura andina.

Hace ya tiempo que autores como Dollfus (1981) han explicado la crisis de las economías campesinas en todo el mundo por factores como el crecimiento de las redes camineras, la mayor penetración de los medios de transporte y de los medios de comunicación. Factores como la fuerte migración a la ciudad de los jóvenes y la influencia de la escuela también han sido mencionados frecuentemente (Golte 2001) están haciendo que los conocimientos ancestrales se vayan deslegitimando.

El discurso en la escuela refuerza fuertemente estas tendencias, al manejar un discurso en el que las formas de trabajo intelectual están por encima del trabajo agrícola campesino, y donde el conocimiento de la sociedad global es superior al conocimiento local, desacreditando el rol y el trabajo de los padres, tal como se puede ver en el siguiente discurso alusivo al Día del estudiante por un profesor de tercer ciclo a los jóvenes de una comunidad:

“Ustedes tienen que salir adelante, pero tienen que salir adelante ¿Cómo? estudiando ¿No es cierto? no trabajando en las chacras todo eso, eso que se termine en los papás, en las mamás, son los que trabajan en la chacra. De aquí a unos cuantos años yo quisiera verles profesionales, no es cierto?(…) Entonces debemos estudiar una carrera que realmente nos guste, ¿no es cierto? y estudiando y saliendo profesional para quiénes vamos a salir? Para nosotros mismos y nosotros mismos tenemos que llevar en alto lo que es

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Resaltado
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nuestra patria Bolivia, ¿no es cierto? (…) Aquí están los futuros concejales, alcaldes, abogados, ingenieros, doctores, ¿no es cierto? ¿Y cómo vamos a lograr eso? estudiando. ¿No es cierto? esforzándonos, pero si nos quedamos ahí no más, bueno pues, siempre Bolivia va a estar atrás, ¿no es cierto? (…) Entonces para terminar ayúdenme a decir: ¡que viva el día del estudiante!”

La escuela fomenta de este modo un sentido de individualidad y responsabilidad fragmentaria y cuestiona de forma directa a la autoridad y a los conocimientos de la familia del niño, incorporándolo bajo la autoridad abstracta de la patria, de una comunidad imaginada (Anderson 1993, Carnoy, 2000). Se pone en cuestión la autoridad de la comunidad y por lo tanto su competencia jurisdiccional, lo cual es de esperar, porque la escuela depende de un sistema jerárquico estatal vertical y autoritario que no puede tolerar la existencia de otra autoridad que se superponga a la suya.

Hasta aquí hemos visto en este capítulo la relación directa que hay entre las estrategias de manejo de los recursos, las estrategias de manejo del espacio vital de la comunidad con respecto a la organización del tiempo, la organización de los intercambios de la energía humana, etc. Pero la organización social de las familias, de los intercambios entre familias y del acceso a la tierra y a los recursos no sería posible sin un sistema normativo y de gobernanza adecuado a esos fines. De ahí que vemos la importancia de analizar el tema de la identidad no sólo desde la perspectiva del individuo sino desde la visión de comunidad y de jurisdicción indígena.

Desfile de niños y niñas en el aniversario de Raqaypampa

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La identidad indígena

Al considerar el tema de la identidad en relación con las estructuras de autoridad y no simplemente en relación a los individuos que se asumen como parte de ella proponemos una definición de “lo indígena” que ubique el individuo en su sociedad. La etnicidad no puede considerarse como una cualidad situada exclusivamente en los cuerpos de los individuos, desde una perspectiva que resulta en el fondo racista, tal como es vista desde el propio Estado-Nación cuando hace sus censos de población. Vemos a la etnicidad tal como es producida por los sujetos colectivos, allí donde los individuos viven y se socializan.

Las comunidades andinas son los sujetos colectivos que definen lo indígena-andino. En nuestro trabajo entendemos esa noción en estrecha relación con su espacio vital de reproducción, configurando estrategias de vida de las unidades familiares que las componen y que así dan forma a una ecología política.

Para poder entender una nueva o distinta forma de vida, debemos partir de considerar al indígena como parte de un sujeto colectivo territorial, como el actor que define esa forma distinta de vida.

Varios censos intentaron estimar el número de los indígenas en Bolivia. Los criterios utilizados para definir la categoría de “indio” varió ampliamente, por ejemplo, entre el Censo nacional de 1900 y el de 1950, incluyendo a grupos sociales diferentes en cada caso. Mientras en 1900 el resultado fue que el 48,5% era indio, el Censo de 1950 estableció que los indígenas alcanzaban al 63% de la población1.

El salto fue más notorio en Cochabamba: de un 22.5% en 1900 se pasó al 75.2% en 1950 (Grieshaber 1985:45). El porcentaje de quienes en 1950 usaban un idioma nativo como el habitual era de 64% (Albó 1983). En el censo de 2001, en base a las respuestas de autoidentificación de toda persona mayor de 15 años, la cifra sigue siendo casi la misma: 62% (Molina B. and Albó 2006).

El siguiente cuadro muestra la distribución de quienes se autoidentificaron como pertenecientes a algún pueblo indígena, por departamento, y que totalizan 3.142.637 personas.

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Cuadro 6. Población que se autoidentificó como indígena en el Censo 2001

Departamento Quechua Aymara Guaraní Chiquitano Mojeño Otro indig.

No indígena

Chuquisaca 188427 3873 7972 395 289 1248 106182La Paz 117584 1027549 4043 1303 1668 10927 338546Cochabamba 595629 62780 3071 1533 1994 4254 230759Oruro 89702 94080 317 108 65 1546 65515Potosí 319903 26283 339 136 49 1137 66991Tarija 29910 6377 6640 551 174 3523 192375Santa Cruz 206417 48040 57587 107105 13441 23512 760556Beni 6831 7280 1086 1007 28261 21752 135952Pando 1238 1619 142 80 395 1465 25479Total 1555641 1277881 81197 112218 46336 69364 1922355

Fuente (Molina B. and Albó 2006) Datos sobre población mayor a 15 años.

Sujeto individual y colectivo

En ambos censos la categorización del indígena parte de un criterio individualizador y fragmentario que responde al criterio de ciudadanía liberal y desconoce la existencia de sujetos colectivos. Dichos sujetos colectivos indígenas están asociados a la re-emergencia política de pueblos y comunidades indígenas que funcionan efectivamente como estructuras colectivas político-territoriales. Nuestro interés por entender la emergencia de los sujetos colectivos parte del supuesto que son esas organizaciones sociales concretas las que forman la base de una alternativa civilizacional. Si restringimos la definición de indígena a partir de la pertenencia y la sujeción del individuo a la jurisdicción de una organización social indígena como criterio de definición de identidad indígena, naturalmente que se reduce mucho el número de personas que entran en esa definición.

Tampoco es novedad la noción de sujeto colectivo indígena, dado que el criterio colonial partía de definir al indígena a partir de su pertenencia a una categoría tributaria que se definía justamente por su pertenencia a una jurisdicción y sujeción a una autoridad indígena. Efectivamente pertenecían a esa categoría quienes trabajaban la tierra en una comunidad originaria y estaban bajo una autoridad indígena, cacique o principal que demostrara su descendencia de un linaje noble (Thompson 2006). En este caso no tratamos con identidades individuales

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sino con identidades colectivas, agrupaciones humanas en el seno de las cuales los individuos se socializan y como resultado se identifican con las mismas, lo que no impide que cierto número de individuos entren o salgan, tengan doble domicilio o migren de forma permanente o temporaria de esas comunidades humanas, por voluntad propia o coercitivamente. Voluntaria o involuntariamente modifican de esa manera su identidad personal al entrar en otras estructuras sociales a las cuales se deben integrar dentro de procesos de socialización secundaria, al margen de que subjetivamente sigan (mentalmente) identificados o no con su identidad de “origen” o nacimiento.

No se trata solamente una toma de identidad activamente desarrollada o negociada por individuos que desarrollan estrategias de vida en función de movilidad social, sino que aquella estructura social donde el individuo ha pasado por su proceso de socialización primaria le confiere identidad. La referencia principal, es el sujeto colectivo autodefinido como comunidades campesino-originarias e indígenas.

No cabe duda que el interés del Estado por la integración del indígena al Estado criollo a través de la ciudadanización supone un proceso de individualización que se promueve desde el momento mismo de la fundación de la República en 1825. La ciudadanización entendida como la adquisición de propiedad privada individual (ver en Platt 1982) al mismo tiempo intenta anular la personería colectiva indígena. Recién desde mediados de siglo XX el Estado se orienta a masificar la ciudadanización socializando a todo individuo coercitivamente a través de la escolarización castellanizante y el servicio militar obligatorio.

Por el lado de las organizaciones indígenas y campesinas el auto reconocimiento de su propio ejercicio de poder jurisdiccional territorial no fue inmediato ni sin rodeos. Si tomamos como ejemplo el Manifiesto de Tiwanaku de 1973 del movimiento Katarista, que fue uno de los primeros antecedentes de expresión política pública de los aymaras frente al modelo de desarrollo del Estado boliviano, este manifiesto no contiene ninguna mención al tema territorial. La Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) nace en 1979 en base a una generación de nuevos dirigentes kataristas aymaras que rompen con el nacionalismo revolucionario y con el Pacto Militar Campesino. Su posicionamiento relativamente ambiguo sobre la relación entre los movimientos campesinos indígenas y el Estado, probablemente obedecía a presiones de parte de la Central Obrera Boliviana a la que

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69Etnodesarrollo, tierra y vida: Una alternativa a la crisis alimentaria y energética

estaba afiliada, en el sentido de adaptarse al programa obrero de la COB35. La CSUTCB comienza a mencionar la cuestión de los territorios gobernados por las comunidades originarias quechuas, aymaras y guaraníes en su Manifiesto político de 1983. En su II Congreso de ese año, con motivo de la aprobación del proyecto de Ley Fundamental Agraria (LAF) con el cual pretendía reconducir el proceso de Reforma Agraria, la CSTUCB declaraba que “Rechazamos la orientación eminentemente individualista y parcelaria (de la Reforma Agraria)… Los campesinos organizados autogestionariamente promoveremos la superación del minifundio a través de formas asociativas de producción y comercialización, canalizadas por nuestra entidad económica matriz, la Corporación Agropecuaria Campesina –CORACA”(Cárdenas 1985:21).

Criticando el Estado criollo homogéneo cultural y socialmente, Cárdenas sostiene que “la LAF no hace más que proyectar a nivel nacional la vocación estatal que las organizaciones sindicales agrarias poseen. Esos sindicatos no son ciertamente meros organismos de clase sino fundamentalmente unidades miniestatales. El sindicato agrario, sobre todo en el altiplano y valles, es simplemente la comunidad o el ayllu con otro nombre.”id:26.

La Confederación Indígena del Oriente Boliviano (CIDOB) que agrupa a los Pueblos Indígenas de Amazonía y el Chaco boliviano, fundada en 1982, define al pueblo indígena en su anteproyecto de Ley de Pueblos Indígenas, elaborado en 1990 y nunca considerado por el Parlamento Nacional:

(Art.2) “A los efectos de la presente Ley, se considera “Pueblo Indígena” a las agrupaciones humanas que poseen las siguientes características: 1) Historia, cultura, idioma propio; 2) Cuentan con una organización social específica, con la cual se identifican reconociéndose sus miembros como pertenecientes al mismo ámbito cultural; 3) Poseen sus propias formas de organización política y ejercen su poder de decisión autónomo; 4) Poseen una interrelación territorial históricamente definida, en función del control de su hábitat, del repertorio cultural y de su carácter de vida comunitario”

El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que ha sido utilizado como base para la definición de pueblo indígena de la

35 Se explica y examina en detalle el surgimiento de la CSUTCB en el siguiente capítulo

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CIDOB, aunque define el territorio como hábitat y no como jurisdicción política sin embargo reconoce la relación colectiva con la tierra y territorio:

Artículo 13.inc. 1 “…los gobiernos deberán respetar la importancia especial que para las culturas y valores espirituales de los pueblos interesados reviste su relación con las tierras o territorios, o con ambos, según los casos que ocupan o utilizan de alguna otra manera y en particular los aspectos colectivos de esa relación.”

Artículo 15 inc.1. “Los derechos de los pueblos interesados a los recursos naturales existentes en sus tierras deberán protegerse especialmente. Estos derechos comprenden el derecho de esos pueblos a participar en la utilización, administración y conservación de dichos recursos.”

Artículo 17 Inc. 1 “Deberán respetarse las modalidades de transmisión de los derechos sobre la tierra entre los miembros de los pueblos interesados establecidas por dichos pueblos.”

El Convenio en los artículos 9, 15 y 17 reconoce con cierta reticencia la existencia de un sistema jurídico autónomo y además acepta la existencia de un sistema educativo propio de cada pueblo indígena, pero sobre todo, abre la puerta a la legalidad y legitimidad de una relación con la tierra y una transmisión del derecho a la tierra que no está basado en la propiedad privada, es decir, en el derecho a enajenar un bien en beneficio de un tercero.

Artículo 27. inc. 3. “Además, los gobiernos deberán reconocer el derecho de esos pueblos a crear sus propias instituciones y medios de educación, siempre que tales instituciones satisfagan las normas mínimas establecidas por la autoridad competente en consulta con esos pueblos. Deberán facilitárseles recursos apropiados con tal fin.”

Hasta aquí hemos discutido la necesidad de reconocer el núcleo categórico de lo indígena como aquel sujeto colectivo que ejerce jurisdicción territorial, en este caso de las comunidades rurales andinas. Utilizamos el término comunidad en el mismo sentido que lo emplean los comunarios, es decir, aquella unidad política a la que la misma población local identifica como una unidad comunal con nombre propio. Puede ser que una unidad política reconocida como autoridad territorial, como un sindicato o un ayllu, esté integrado por varias comunidades o que el

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sindicato o ayllu se reconozca como una sola comunidad, probablemente dividida en sectores, cada uno de los cuales también tendrá nombre o toponimia propia.

Los procesos de movilización o desmovilización, flujos y reflujos que atraviesan las poblaciones, las relaciones de fuerza que establecen con otros sectores sociales y con el Estado, determinan procesos de agregación o por el contrario de desagregación y de reconfiguración territorial. La configuración político-territorial de las comunidades, su inclusión en unidades mayores como son las Centrales indígenas campesinas o las Federaciones dependen de estas relaciones de fuerza. Analizaremos cómo ocurrieron estos procesos en el último período hasta la Asamblea Constituyente de 2006 en el próximo capítulo.

Cirilo Campos seleccionando semilla, comunidad Bajo Chillavi - Ayopaya.

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CAPITULO III

La organización campesina nacional. De las demandas económicas a la lucha por el territorio originario.

Desde 1979 hubo una explosiva emergencia de las comunidades andinas contra las medidas económicas monetaristas que las marginaban cada vez más. Esto se logra gracias a la conjunción entre una efervescencia cada vez mayor en el nivel de las comunidades, con un movimiento urbano aymara gracias a lo cual se transforma en un movimiento nacional. En ese proceso de adquirir carácter nacional jugó un rol activo un grupo de jóvenes aymaras, hijos de migrantes llegados a la ciudad de La Paz, que asumieron sus orígenes y ayudaron a fundar la CSUTCB (Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia). La CSUTCB se convirtió rápidamente en la representación única aceptada por las bases campesinas y prontamente enterró al sindicalismo agrario amarillo digitado por los gobiernos militares.

Las comunidades campesinas andinas ya se habían convertido en un factor político clave poco después de la revolución nacionalista de abril de 1952. Los sindicatos agrarios comienzan a extenderse por el campo y a ocupar las tierras de los latifundistas criollos (1952-1956). Ante esas ocupaciones, el gobierno del MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario) presidido entonces por Paz Estenssoro lanza un Decreto de Reforma Agraria “preventiva”. Esa medida de prevención, que buscaba evitar una extensión del proceso revolucionario en el campo logró, con el paso del tiempo, apelar a la mediación de dirigentes adictos ganados por el gobierno por medio del clientelismo político. Este era ejercido desde el gobierno nacionalista utilizando como medio el control que ejercía sobre la distribución de títulos de propiedad de la tierra a

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los campesinos. De esa manera logra subordinar las redes comunales emergentes a través de estructuras sindicales departamentales y nacionales campesinas digitadas desde el Estado. Aquellos sectores que no quisieron subordinarse fueron aplastados con violencia con el advenimiento de los gobiernos militares a partir de 1964, cuando se establece el “Pacto Militar-Campesino” basado en el anterior proceso de cooptación y digitación. A pesar de esto, desde mediados de los años 1970’s se evidenció de forma creciente un proceso de movilización de las comunidades andinas buscando su independencia política respecto al Estado y a los partidos políticos tradicionales que habían manejado las organizaciones sindicales nacionales y departamentales todos esos años.

Un nuevo período se inicia a partir de 1979 en que el campesinado deja de ser el sector social en el que se podían apoyar los gobiernos militares en sus campañas anti-comunistas y anti-obreras. Un nuevo sindicalismo campesino comienza a converger con el movimiento obrero rompiendo con el pacto militar-campesino que los amarraba a los gobiernos militares. Alrededor de 1985, año en que se inició el período denominado neoliberal, marcado por la derrota que sufrió la clase obrera en 1986, una derrota de la que hasta hoy trata de recuperarse, cambia el escenario nacional. El gobierno -ya ni “revolucionario” ni “nacionalista” del antiguo MNR- se jugó a reafirmar la autoridad del Estado que había quedado cuestionada por la movilización minera en las jornadas de marzo de 1985.

Para ello aplicó con rigor medidas de ajuste estructural y se afirmó como una administración estatal directamente vinculada a las organizaciones empresariales con la intermediación de los partidos políticos denominados tradicionales o “patronales”. Se combina así el fortalecimiento del rol coercitivo del Estado que disminuye la capacidad de negociación de las organizaciones laborales, con la bandera ideológica de liberalización de los mercados financieros, la reducción del rol productivo del Estado con la privatización de las empresas estatales, en coordinación estrecha con organismos multilaterales y en clara adopción del ejemplo sentado a nivel global por el gobierno de Thatcher en su lucha contra la huelga minera de 1984.

Un tercer período se inicia en 1986 cuando el campesinado se moviliza a raíz del intento de establecer un impuesto sobre la pequeña propiedad. Paralelamente se inició una confrontación ininterrumpida con los campesinos cocaleros de la región del Chapare contra la erradicación

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del cultivo tradicional de la coca. Este período se prolonga hasta 1995 cuando se implementa la ley de Participación Popular. Entonces se organiza el Instrumento Político de la CSUTCB que más tarde va a llamarse MAS y que lleva al gobierno a Evo Morales en 2006.

Este tercer período está muy marcado por la municipalización bajo rótulo de “participación popular” y el éxito del Instrumento Político de la CSTUCB en las elecciones municipales desde 1996 hasta el año 2000. En ese año estalla la Guerra del Agua, donde una amplia coalición de las poblaciones del campo y de la ciudad triunfa sobre las políticas neoliberales.

El cuarto período (2001-2005) está marcado por la crisis política, resultado de la guerra del agua, la crisis del municipalismo y la crisis fiscal resultado de las privatizaciones. Grandes movimientos sociales ocasionaron la caída del gobierno neoliberal en 2003 el momento pico de la crisis de Estado que sólo se resuelve con las elecciones de 2005 en las que el MAS gana de forma arrasadora las elecciones presidenciales. A partir de allí se transforma el paisaje político, dando lugar a un quinto momento de relativa estabilización política y social y la superación de la crisis del Estado.

El contexto del surgimiento de las organizaciones campesinas independientes del Estado es la crisis global de los años 70. inicia con el shock del embargo petrolero en Medio Oriente y la inflación global y que da lugar luego a la crisis de endeudamiento externo de Latinoamérica. Ese el contexto que marca el rápido crecimiento de una nueva burguesía y clase media tanto en la ciudad de La Paz, en la región altiplánica occidental, como en la ciudad de Santa Cruz, ubicada en los llanos amazónicos. Estos sectores aprovechan la triplicación de los ingresos petroleros y mineros del Estado a principios de los 70 y el surgimiento de la agroindustria azucarera y algodonera en Santa Cruz, gracias a créditos baratos y grandes gastos del Estado que resultan en el enriquecimiento de capas intermediarias importadoras, exportadoras y comerciales.

Al mismo tiempo, los sectores campesinos y obreros permanecen rezagados en relación a la mecánica redistributiva a favor de los sectores exportadores agroindustriales y mineros establecida desde el Estado bajo los gobiernos militares y auspiciados por los programas monetaristas dictados desde el BM y el FMI (Eckstein, 1983). Mientras el Estado subsidia la producción del azúcar y algodón con tasas

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cambiarias especiales, créditos del Banco Agrícola nunca recuperados, infraestructura caminera y reembolsos a la exportación, los campesinos a su vez subsidian la mano de obra barata urbana e industrial a través de precios fijos en los productos producidos por ellos para la canasta familiar popular, compartiendo con los sectores populares urbanos todos los efectos de los paquetes económicos diseñados para paliar el déficit fiscal.

La conexión urbano rural

La clase media aymara es parte del auge urbano de los años 70 que estableció un fuerte nicho económico y cultural en la ciudad de La Paz canalizando el comercio de contrabando, donde el caso de “los comerciantes de la calle Uyustus” y la ostentación que se puede ver en la celebración de la fiesta del Gran Poder es de los más célebres. En 1976, la ciudad de La Paz ya albergaba 160.472 inmigrantes aymaras campesinos y otro tanto de aymaras hijos de inmigrantes campesinos (Albó 1979). Debe tomarse en cuenta que El Alto fue “fundada” como ciudad independiente recién en 1985. En el censo de 2001, los que se autoidentifican como aymaras (aunque no necesariamente son migrantes del campo) en La Paz y el Alto suman 567.230 habitantes, un 59,2% del total urbano (Molina B. y Albó 2006).

Importantes redes de comercio aymara se formaron entre las ciudades del eje troncal formado por La Paz, Cochabamba y Santa Cruz que se conecta también a Oruro en el camino a Arica en la costa chilena como salida y entrada del trafico comercial de importación. Esos sectores aymaras acomodados, al mismo tiempo, sufren el racismo imperante en la ciudad, racismo que impacta y excluye en particular a sus hijos, impidiéndoles participar de la vida profesional y cultural urbana de la clase media.

Los primeros intentos de organización indígena independiente, todavía bajo el gobierno militar de Banzer, con jóvenes que recuperan sus vínculos de origen (los llamados “residentes” urbanos) algunos de los cuales también estaban en el exilio, tienen doble sentido. Por un lado les empujaba el sentimiento de marginación racista, pero por el otro lado, la posibilidad como residentes urbanos de establecer relaciones, no necesariamente horizontales, con los campesinos que viven en sus comunidades de origen. Según un estudio publicado en 1987, 42.1% de

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todos los inmigrantes llegados de comunidades campesinas aymaras a La Paz desde la Reforma Agraria a la fecha, conservaban algún acceso a la tierra en sus comunidades de origen siendo que los residentes urbanos frecuentemente financiaban las fiestas de la comunidad aymara rural (Sandoval, Albó et al. 1987:27).

En esa época también se difunden las propuestas de Guillermo Bonfil desde México. En 1970 este autor comienza a escribir su clásico texto “El concepto de indio en América: una categoría de la situación colonial”, que tendrían gran influencia en las luchas indígenas de esos años. El autor debate con los enfoques culturalistas, que definían “al indígena” y “lo indígena” como categorías culturales. Para Bonfil este enfoque distorsionaba e invisibilizaba las realidades indígenas. La “categoría de indio” hacía referencia a la relación colonial.

“…el término indio puede traducirse por colonizado y, en consecuencia, denota al sector que está sojuzgado en todos los órdenes dentro de una estructura de dominación que implica la existencia de dos grupos cuyas características étnicas difieren, y en el cual la cultura del grupo dominante (el colonizador) se postula como su superior. El indio es una categoría supraétnica producto del sistema colonial, y sólo como tal puede entenderse […] la presencia del indio indica persistencia de la situación colonial. Indio y situación colonial son, aquí, términos inseparables y cada uno conlleva al otro.” (Bonfil Batalla 1972: 117-119) citado en (Burguete 2007).

A partir de 1973, las corrientes kataristas ya habían públicado el “Manifiesto de Tiwanaku” que muestra el intento de diferenciarse como naciones originarias respecto al poder gobernante criollo. Desde 1976, cuando militares cometieron una matanza de campesinos en los valles de Cochabamba conocida como la masacre de Tolata y Epizana, los kataristas vieron que se acercaban momentos decisivos. Así llega a darse el momento clave en la transformación de las redes locales de comunidades andinas en un movimiento social de alcance nacional y en la configuración del movimiento indígena katarista. La clave fue la confluencia de ese proceso de politización y radicalización de los jóvenes aymaras residentes urbanos por un lado, con el proceso de radicalización y ruptura del campesinado andino particularmente aymara con el MNR y los gobiernos militares, que se estaba dando por abajo. Esa confluencia urbano-rural es un factor vital para la aparición del campesinado como movimiento social nacional contestatario.

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Ajuste, ayuda al desarrollo y organización política

En este período entran en tensión e interacción varios factores: por un lado se vuelve desfavorable la relación de intercambio comercial entre campo ciudad y se restringe el mercado interno, lo que produce una caída continua y generalizada de los precios de los productos campesinos en los mercados que dura una década y media. Por el otro lado, se registra una gran ayuda financiera a través de proyectos (la segunda mayor ayuda externa per capita después de Israel según (Healy 1989)36.

Gran parte de la ayuda va al área rural a promover programas de fomento de la producción con fuerte utilización del paquete de la revolución verde (agentes agroquímicos, fertilizantes y semillas híbridas que requieren riego). Paradójicamente la misma CSUTCB recibía este tipo de financiamientos con destino a CORACA para “una auténtica transformación de los modos de producción, el mercado, la distribución y el desarrollo agrícola” (Healy, 1989:58) Las agencias europeas de financiamiento, la Unión Europea muy particularmente combina esos programas de desarrollo a través de ONGs con proyectos gestionados desde el exterior para realizar intervenciones directas en regiones campesinas denominados PAC (Programa de Autodesarrollo Campesino).

Esas intervenciones intentaron promover desde mediados de 1980 la reestructuración de los movimientos campesinos e indígenas con vistas al debilitamiento de la CSUTCB con el objetivo de neutralizar la capacidad de esa organización para paralizar el país y el desarrollo del programa neoliberal con sus frecuentes bloqueos. La organización de los ayllus venía acompañada de una retórica anti-sindical funcionalizada a la política estatal, aunque años después parte de estas agrupaciones tomó un camino de autonomía frente al Estado en el Consejo Nacional de

36 Entre 1998 y 2002 Bolivia recibió más de $US 3,000 millones en ayuda extranjera y más de $US 3,500 millones en Inversión Directa (FDI). Durante ese mismo período, sin embargo, el crecimiento del PBI cayó desde el 4.7% que hubo entre 1993 y 1998 hasta un 1.7% entre 1999 y 2002, la pobreza absoluta y relativa crecieron y el déficit fiscal se in-crementó hasta el 8.7% del PBI en 2002. http://www.iisec.ucb.edu.bo/papers/2001-2005/iisec-dt-2003-10.pdf . Ver también http://clas.georgetown.edu/entre2000.html Bolivia fue el segundo receptor de ayuda per capita después de Israel en 2000. http://lnweb18.worldbank.org/oed/oeddoclib.nsf/DocUNIDViewForJavaSearch/74A DCEC08FF269 EF852567F5005D66F0/$file/cae_bolivia.pdf • Ver también: http://www.cedla.uva.nl/60_publications/PDF_files_publications/bolex.pdf

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Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ) y cambió su discurso37. Al mismo tiempo la Unión Europea no sólo daba apoyo financiero directo al gobierno sino también a algunas ONGs ligadas a distintas formaciones de la izquierda no indígena boliviana y conectadas a la socialdemocracia europea como fue el caso del MIR y luego el MBL que actuaron como cuñas dentro del movimiento campesino, como se comprobó poco después durante la convocatoria a la Asamblea de Nacionalidades de 1992, que estas agrupaciones políticas contribuyeron a neutralizar.

Tierras e impuestos

Cuando se difunde la información que la Reforma Tributaria aprobada por el Parlamento bajo el gobierno de Paz Estenssoro en 1986 incluía la aplicación de un impuesto a la pequeña propiedad, los campesinos asocian esa iniciativa con la ya publicitada nueva política agraria de “medianización de la propiedad agraria” que el gobierno estaba promoviendo y hay un fuerte rechazo por parte de las comunidades que ven amenazados sus incipientes procesos de autonomización. Un fenómeno distinto es el que ocurría en el Chapare, la zona tropical de Cochabamba, que limita con el departamento del Beni al Norte y con Santa Cruz al Este. (Healy 1991:91-92) describe la ocupación de tierras en el Chapare a principios de los 1980’s por campesinos que sacaron ventaja de la impotencia del gobierno de la UDP (Unidad Democrática Popular, que gobernó entre 1983 y 1985).

Los nuevos sindicatos campesinos del Chapare –la zona de cultivo de coca- formados por migrantes temporales o permanentes de diferentes regiones incluidos ex mineros relocalizados por las privatizaciones, parecían entender el impuesto a la tierra como una posible forma de

37 Entrevistas con personeros del PAC en Oruro en julio 1987, miembros de la cooperación suiza al desarrollo COSUDE entre 1987 y 1990, entrevistas con personeros del programa PDAR de USAID entre 1986 y 1988. El cuestionamiento del modelo sindical, y por consiguiente del katarismo, se expresa con la aparición del Consejo Nacional del Aymaras, Kechuas, Tupi-guaranies unido por ayllus y comunidades (AKTUPAC) en 1986 y la Confed-eración Única de ayllus-comunidades-Capitanías del Kollasuyo-Bolivia (CUAKK-B) en 1987. Se crea la Federación de los Ayllus del Sur de Oruro (FASOR) en 1988, la Federación de los Ayllus Originarios del Norte Potosí (FAO-NP) en 1993. Lacroix, L. (2005). Indigènes et Politique en Bolivie. Les stratégies chiquitanas dans le nouveau contexte de décentralisation participative. sociology thesis. París, Haute Etudes de l’Amérique Latine (HEAL).

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legalizar sus nuevas adquisiciones de tierras, pero su intento de aceptarlo era en vano dado que la inmensa mayoría de comunidades originarias de las zonas andinas, fuertemente opuestas a dicho impuesto, hicieron que la CSTUCB se movilice en contra del mismo38.

El 28 de mayo 1987 se cuentan los primeros cinco muertos por la represión policial y militar a los bloqueos de caminos contra el Plan Trienal de Erradicación de la Hoja de Coca en la llamada Masacre de Parotani, un lugar ubicado en el valle bajo de Cochabamba, sobre la carretera a La Paz (Conosur 5; 3:3). La coca como actividad agropecuaria representaba entre 1983 y 1994 más del 6% del PBI, llegando a su pico entre 1987 y 1988 (Rojas F. 2002). La población cocalera llegó en el pico máximo a más de 80.000 productores, sobre una población nacional total que Healy calcula en aproximadamente 840.000 familias campesinas (Healy 1988). La coca es, además, un elemento vital para el conjunto de las familias campesinas en todos los aspectos de la vida cotidiana, laboral, social y ritual. Estados Unidos y el gobierno de Paz Estenssoro no lograron el objetivo de criminalizar el movimiento cocalero y aislarlo del resto de los sectores sociales (Healy 1991).

El emergente sujeto indígena colectivo local se levanta en un momento en que el balance de la relación de fuerzas nacional empieza a inclinarse nuevamente a favor de los movimientos sociales. La represión selectiva contra los cocaleros, el intento de fracturar políticamente la CSUTCB y desorganizar a los distintos sectores del campesinado durante 1988 no dio resultado. La política de medianización de la tierra denominada “agropoder” y los varios anteproyectos de nueva Ley Agraria para consolidar la contra-reforma agraria que habían llevado a cabo los gobiernos militares quedaron paralizados por el temor gubernamental a nuevas movilizaciones campesinas.

El gobierno también retrocedió en lo relativo a la aplicación del impuesto rural que tuvo que suspender en forma indefinida ante las masivas movilizaciones de las comunidades andinas. La presión desde las provincias y desde las comunidades había logrado que, pese a los persistentes intentos de penetración de los partidos políticos estatales

38 En Cochabamba las comunidades andinas están agrupadas en la FSUTCC, que tiene aprox-imadamente 1600 sindicatos agrarios (comunidades) y que comprenden unas 100.000 familias. Los cocaleros agrupados en la FETCTC se calculan en 330 sindicatos y 23.000 familias. Aunque ambos están afiliados a la CSTUCB, realizan sus eventos y congresos cada uno por separado (Regalsky 1991).

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en la CSUTCB y a los enfrentamientos fraccionales que eso provocaba entre dirigentes, el movimiento nacional campesino se mantuviera unido.

1989: Instrumento Político-Asamblea de Nacionalidades

Coincidiendo con esa dinámica hacia la creciente constitución de las comunidades como sujeto colectivo político, la cúpula sindical campesina anuncia la puesta en marcha de una estrategia que había sido aprobada en los Congresos de la CSUTCB de 1988 y 1989.

“A mediados de abril el dirigente Juan de la Cruz Villca conmocionó al país anunciando que los campesinos han decidido dar vida a un Instrumento Político propio para conquistar el poder y formar un nuevo Estado Plurinacional Democrático y Socialista”39. La Razón 5.5.90, ver también Conosur 12(1):9, 1995.

La polvareda que el asunto levantó obligó a aclarar a Villca que no se trataba de organizar ningún ejército, ni se iba a atentar contra el Estado, sino que se proponía reorganizar el “ejercicio de la autoridad tradicional originaria” indígena.

La organización del Instrumento Político de las organizaciones indígenas originarias campesinas pasó por diferentes fases: la primera consistió en una convocatoria a la Asamblea de Nacionalidades en octubre de 1992 cuyo objetivo debía ser conformar un gobierno propio de las naciones indígenas. Si bien la Asamblea se reunió, no concretó ningún avance en ese sentido. En 1995 el V Congreso de la CSTUCB hizo un nuevo intento para conformar un Instrumento Político, esta vez dándole el nombre de ASP (Asamblea por la Soberanía de los Pueblos). Ya en este caso era con el fin de participar en las elecciones municipales, dándole un carácter completamente diferente al originalmente pensado como gobierno autónomo indígena. Sin embargo, el lema principal del Instrumento Político seguía siendo “Tierra-Territorio”.

Luego ese Instrumento Político cambió por el nombre de MAS por razones de personería jurídica (y enfrentamientos entre dirigentes) y se volvió un partido político organizado según la filosofía política liberal y con una plataforma política de tipo mas bien nacionalista, es decir, reconociendo el principio de ciudadanía individual. Parecía ya descartar

39 La Razón, 5 de mayo de 1990

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la posición original de establecer autogobiernos indígenas, aunque se suponía que era simplemente una “estrategia” para ganar votos de la clase media.

Al margen de las ocasiones electorales en que la atención se centraba en el MAS, las redes y organizaciones de Pueblos Indígenas siguieron nomás su lucha desde sus comunidades por las autonomías territoriales y el derecho al autogobierno en defensa de sus recursos naturales, un movimiento que salió a la luz pública con la marcha indígena de junio de 1990 que partió de la región baja amazónica del norte de Bolivia y llegó casi dos meses después a La Paz cruzando las altas cumbres de los nevados andinos.

Los territorios indígenas, la marcha de 1990

En junio de 1990 la Central de Pueblos Indígenas del Beni -CPIB- en su Segundo Encuentro realizado en San Lorenzo de Mojos, comenzó la marcha a La Paz, en demanda del reconocimiento de los derechos territoriales indígenas, incluido el respeto de sus derechos jurisdiccionales, denominados “fueros”, tal como lo establece el Convenio 169 de la OIT, firmado por el gobierno boliviano en junio de 1989 (Contreras 1991, Aquí 1990, Facetas agosto 1990).

El apoyo de la población de La Paz, ante la llegada de los indígenas fue tal que el presidente tuvo que firmar cuatro decretos tal como demandaba la CPIB40. De esa manera, la marcha indígena de 1990 establecía un nuevo marco político para el movimiento indígena originario en general, que obligó a los dirigentes andinos a repensar sus propuestas, sobre todo teniendo en cuenta la cercanía de la conmemoración de los 500 años de la conquista española.

La CSUTCB se reunió con la CIDOB, Confederación que representa a los Pueblos Indígenas de las tierras bajas; con la APG, que representa a

40 El decreto 22609 reconoce 53.142 Hectárea a los Sirionó en la region del Ibiato; el 22610 declara el Parque Isiboro Secure como Territorio Indígena, el 22611 devolvió 170.000 Hectárea de los bosques Chimané y el 22612 declara la intención de redactar una Ley que reconozca los derechos específicos de los Pueblos Indígenas. La CEPB (Confederación de Empresarios) inmediatamente buscó que se declaren inconstitucionales dichos decretos. Sin embargo, la redacción oscura de los mismos permitió que no se aplicaran durante largos años y las compañías forestales no fueron forzadas a retirarse de los bosques indígenas.

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los guaraníes y con otras organizaciones quienes decidieron convocar a una “Asamblea de Nacionalidades” que debía reunirse en 1992 (Conosur 7(4):5, 1990).

La convocatoria a dicha Asamblea fue también firmada por la COB (Central Obrera Boliviana) y un gran número de ONGs. La Asamblea queda en el tintero fruto de maniobras políticas, pero en 1996 los Pueblos Indígenas de tierras bajas logran hacer incluir dentro de una nueva Ley agraria (denominada INRA), el tratamiento de la cuestión territorial indígena. Esto es fruto de una masiva movilización que incluyó tanto los Pueblos Indígenas de tierras bajas como de tierras altas que arrancan de diferentes puntos del país y llegan a La Paz para impedir la aprobación de una ley cuyo propósito original era la mercantilización de la tierra, la promoción del mercado de tierras y la legalización del latifundio. El resultado de la movilización es una ley de contenido contradictorio, que mantiene una fuerte tendencia mercantilista de la tierra, pero a la vez tiene que reconocer los derechos indígenas al territorio y el derecho de los pequeños campesinos a tener tierras exentas del pago de impuestos. Es de hacer notar que el pago del tributo en la época colonial, y luego el impuesto individual sobre la tierra son considerados como motores de la ampliación del mercado de la producción agrícola (y su abaratamiento) a través de la monetización de la economía campesina indígena.

La cuarta marcha indígena, que partió esta vez desde Santa Cruz en el oriente del país en mayo de 2002, tenía como objetivo arrancar al Parlamento la convocatoria a una Asamblea Constituyente donde se pudiera resolver la problemática de las autonomías indígenas, que seguía estancada por el gobierno y además estaba amenazada por la constante intrusión de latifundistas, empresas petroleras, mineras y forestales. Como lógica consecuencia de la pregunta que plantea ¿Quiénes están en control sobre los recursos naturales?, ¿Son los empresarios o son los Pueblos Indígenas?, surge la verdadera cuestión: la cuestión de quién está en control del Estado: ¿Es el Estado un ente situado por encima de los intereses particulares, o por el contrario, el Estado es una herramienta del empresariado blanco-criollo, caracterizado por su racismo? ¿Es una república de ciudadanos iguales o por el contrario, es un Estado-Nación colonial? De esa cuestión se desprende la lucha indígena por el autogobierno, desconfiando del Estado neocolonial, sus gobiernos y sus leyes.

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La explosión de las demandas por Tierra Comunitaria de Origen (TCO)

¿Qué es una TCO? La figura legal de “Tierra Comunitaria de Origen (TCO)” guarda cierta similitud con la idea y la práctica de territorio indígena. Esa idea de territorio indígena tal como la plantean dirigentes indígenas es explicada por (Chirif, García et al. 1991):27):

“Los montes, valles, ríos y lagunas que se identifican con la existencia de un pueblo indígena y que le han provisto sus medios de vida; la riqueza heredada de sus antepasados y el legado que están obligados a entregar a sus descendientes; un espacio en el que cada pequeña parte, cada manifestación de la vida, cada expresión de la naturaleza es sagrada en la memoria y en la experiencia vivida de ese pueblo y que se comparte en la íntima interrelación con el resto de los seres vivos respetando su natural evolución como única garantía del mutuo desenvolvimiento; el ámbito de libertad sobre el que dicho pueblo ejerce su dominio…”

El Convenio 169 de la OIT reconoce a los Pueblos Indígenas el derecho a la preservación de sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas. Es decir, reconoce implícitamente el derecho a tener sistemas de educación y de gobierno propio, a la vez que exige el respeto por parte de los gobiernos a la especial relación de esos pueblos con sus propios territorios. La Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria (INRA) del 18 de octubre de 1996 establece que “La denominación de

Ante el INRA departamental comunarios de Ayopaya aprueban saneamiento TCO. 2008

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Tierras Comunitarias de Origen comprende el concepto de territorio indígena, de conformidad a la definición establecida en la parte dos del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, ratificado mediante Ley 1257 de 11 de julio de 1991”.

Aunque la ley no reconoce a la TCO como “jurisdicción indígena”, abre un espacio lleno de contradicciones. La ley reconoce la TCO como una forma de propiedad agraria que difiere notablemente de la forma de propiedad privada reconocida por el Código Civil. Este reconocimiento de formas de propiedad colectiva y comunal de la tierra se asocia implícitamente en dicha Ley INRA a los derechos colectivos, como el de la jurisdicción indígena para la resolución de conflictos y el reconocimiento de las normas y procedimientos propios de los Pueblos Indígenas en relación al uso y aprovechamiento, distribución y redistribución y tenencia de la tierra y el acceso a otros recursos naturales por parte de los miembros (las unidades familiares) que son parte de dichos pueblos en el espacio socio-político que se establece dentro de la TCO. Al disponer que las TCO constituyan formas colectivas de propiedad de la tierra, se define que éstas son indivisibles, inalienables, inembargables, irreversibles e imprescriptibles. Al legislar de esa forma la forma de propiedad colectiva TCO se le da un carácter que no es ni de propiedad privada ni de propiedad pública. Se da reconocimiento así a lo que se denomina “los comunes”, una forma de propiedad a la cual la noción liberal y mercantilista de propiedad comenzó a atacar desde el siglo XVI y sigue atacando porque supone una restricción a las formas mercantiles de apropiación de los recursos.

Los primeros intentos de lograr por esa vía legal el reconocimiento de los derechos territoriales indígenas, sin embargo, tropezaron con la valla de los intereses establecidos por la República criolla liberal, sus estamentos jurídicos, los intereses económicos prevalecientes y finalmente, con el propio gobierno que, dicho simplemente, representaba dichos intereses. Para ejemplificar esta situación vale tomar el caso de la Nación Guaraní, que habita en la región chaqueña boliviana. Dicha región tiene una extensión de casi 14 millones de hectáreas que abarca partes de tres departamentos diferentes. A la fecha de la demanda guaraní en setiembre de 1996 se calcula que el Consejo de Reforma Agraria ya había dotado en esa región a grandes propietarios ganaderos por una superficie de 6.331.280 hectáreas en contravención a la normativa legal existente y como resultado de favoritismos políticos (Romero, M y Rojas, JC 2003) –articulo primero nº14:350). La organización Guaraní APG (Asamblea

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del Pueblo Guaraní) y las diferentes capitanías que la conforman hizo una serie de demandas que totalizaban 4.856.327 hectáreas, es decir, sin tocar aquellas propiedades que el Consejo ilegalmente había dotado. Lo que ocurrió es que el gobierno sólo aceptó titular 697.957 hectáreas. ¡Solamente el 6,50% de lo demandado! Estos títulos, además, fueron diseñados de tal manera que se crearan espacios discontinuos fragmentando diferentes grupos guaraníes entre si. ¿Qué ocurrió con las tierras que les fueron negadas a los guaraníes? Es decir ¡4.158.370 hectáreas! Simplemente, aparecieron nuevos terratenientes que hicieron valer sus contactos políticos para reclamar esas tierras que no habían siquiera pisado alguna vez.

De esa manera la cooperación internacional destinada a apoyar el saneamiento de Tierras comunitarias de origen, en primer lugar la gran donación que hizo la embajada de Dinamarca, sirvió en realidad para financiar la creación de nuevos latifundios y para negar “legalmente” a los guaraníes el derecho a tener sus propios territorios. De la misma manera arbitraria y “legal” se respondió a la mayoría de las demandas indígenas de tierras bajas, que en 1996 habían reclamado más de 22.000.000 de hectáreas como sus territorios, utilizados efectivamente como su hábitat.

Pese al hecho de que los trámites administrativos para delimitar las TCO se manejaron de tal forma arbitraria, el hecho mismo de que se diera lugar al establecimiento de una forma de propiedad que no puede ser dividida, vendida ni embargada significa un avance extraordinario. ¿Qué es lo que explica que el Estado liberal criollo, herramienta de los sectores propietarios, tuviera que hacer semejante concesión? Ese es el resultado de un proceso que se inicia, como hemos visto más arriba, desde fines de los años 1970’s y que se desarrolló en forma creciente con uno de sus puntos culminantes en 1992 con la conmemoración de los 500 años de conquista.

Después que se dispersara la confusión creada por las reformas estructurales de segunda generación entre 1994 y 1996, el movimiento indígena retomó su lucha con mayor vigor, ahora como parte de una coalición urbano rural que tomó forma en la Guerra del Agua de Cochabamba en el año 2000, hasta provocar la caída el gobierno neoliberal en el año 2003. El análisis del cuadro de relaciones de fuerza, que se fueron estableciendo entre las comunidades indígenas y el Estado boliviano es lo que explica los cambios legales y las nuevas condiciones que logran los Pueblos Indígenas y originarios en Bolivia hasta culminar en

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la Asamblea Constituyente que se instala en 2006 y que formula uno de los textos constitucionales más innovativos que se conocen hasta ahora. Uno de los antecedentes importantes para el cambio constitucional lo estableció el hecho de que la demanda territorial se extendió por todo el país y ya no se restringió a las tierras bajas y a los pueblos amazónicos y chaqueños muy minoritarios, como lo habían pensado los autores del texto legal que daba espacio a la creación de las TCO. Los pueblos quechua y aymara, ampliamente mayoritarios en el país, tomaron la iniciativa para reclamar sus territorios originarios, bajo la forma de un título agrario que asegure la propiedad colectiva de la tierra.

Las comunidades originarias andinas toman la iniciativa para demandar Tierras Comunitarias de Origen con apoyo de CENDA

La primera iniciativa para organizar una demanda ante el gobierno para lograr un título de TCO en la región andina partió de Raqaypampa, donde CENDA viene trabajando desde 1985 en el soporte a las estrategias campesinas andinas de manejo de sus recursos vitales. Con el advenimiento de la ley de Participación Popular, y cuando ya estaba en marcha la organización del Instrumento Político de la CSTUCB, nace la idea de conformar un Distrito Indígena en esa región. Las comunidades Raqaypampa están organizadas como sindicatos agrarios, los cuales se agrupan en tres subcentrales. Estas tres subcentrales toman la iniciativa de conformar una Central Sindical Campesina Indígena y a partir de allí constituir un Distrito Municipal Indígena que logrará cierta autonomía política respecto al Municipio de Mizque.

Terrenos de trabajo agricola en la provincia Ayopaya.

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Contra el discurso oficial de que los sindicatos no pueden ser indígenas (discurso del cual se hacían eco muchos intelectuales aymaras por la época) Raqaypampa hizo valer su clara identidad indígena, haciendo notar que la organización sindical es una decisión propia de los indígenas en la cual el Estado no tiene por qué entrometerse. Efectivamente las comunidades de Raqaypampa habían recibido títulos de Reforma Agraria en los años 1960’s y durante un período el clientelismo político ejercido desde las poblaciones urbanas del valle cercano de Mizque hicieron sentir su peso en esa región. Sin embargo, desde 1979 esta fue una de las regiones que más tempranamente rompió con el Pacto militar-campesino y logró desarrollar su autonomía paulatinamente.

CENDA colaboró desde 1985 en programas de capacitación de sus dirigentes para poder desarrollar esa autonomía, no sólo en el plano político, sino principalmente en el nivel de la autonomía de manejo de sus recursos vitales, en suma, de su territorio. Actualmente Raqaypampa está organizada por la Central Regional Sindical Única de Campesinos Indígenas Raqaypampa (CRSUCIR), que incluye a 43 comunidades agrupadas en 5 subcentrales con una población total de aproximadamente 11.000 habitantes asentados en 50.000 hectáreas de tierras ubicadas a más de 3000 metros sobre el nivel del mar. Una vez logrado el reconocimiento del Distrito Indígena, Raqaypampa comienza el trámite de demanda legal para convertir los títulos individuales que la Reforma Agraria había entregado en un solo título colectivo.

¿Cómo es posible que los campesinos andinos decidan convertir sus títulos individuales en un título colectivo?

Esta situación sorprendió a los ideólogos del Banco Mundial, con su tesis de reforma agraria a través del mercado, que sostienen que la mayor seguridad jurídica de los campesinos se logra a través del título individual, de esa seguridad jurídica se desprende un manejo más racional de los recursos y un mayor desarrollo. En su insustanciada prédica, el Banco afirma que la no titulación individual y que la subsistencia de los recursos “comunes” es una de las causas de pobreza. En realidad es necesario entender que los “comunes” significan que la “propiedad” está en manos del colectivo, pero las normas propias indígenas claramente establecen que el usufructo de los recursos está en manos de las unidades familiares. Esos derechos de usufructo están muy claramente establecidos y además existe una normativa comunal que define las formas de solucionar cualquier conflicto al respecto. Esto es, existe una

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jurisdicción indígena en las comunidades, con una autoridad propia –generalmente rotativa- que aplica la norma indígena en base a los consensos comunales definidos en asambleas.

Una situación parecida comenzó a darse en una zona bien lejana en el Altiplano Sur de Potosí que estaba muy vinculada por lazos de amistad con Raqaypampa y con CENDA a raíz de la experiencia educativa indígena autónoma que comenzó allí en 1990 y que se extendió luego a esa zona del sur de Potosí. En la zona del sur de Potosí en cambio la Reforma Agraria de 1953 nunca había llegado. Es más, los técnicos de la Reforma Agraria fueron expulsados de esa región que rechazaban la titulación en forma individual. De esa manera, esa enorme región de más de 3 millones de hectáreas funcionó siempre bajo las normativas propias indígenas de los Lípez, que establecen una normativa de uso de la tierra que se ajusta a sus propias estrategias de manejo de recursos.

El ejemplo de Raqaypampa rápidamente se extendió. En el año 2003 ya se habían presentado ante el Instituto de Reforma Agraria (INRA) 103 demandas de TCO en las regiones andinas para una superficie de 11.702.388 hectáreas, la más extensa de ellas es la demanda de TCO de los Lipez en el sur de Potosí, por una superficie demandada de 2.540.151 hectáreas.

Las demandas de TCO pueden analizarse desde varios ángulos. Sin embargo, lo que más salta a la vista es que las organizaciones indígenas consideran que las normas estatales que protegen la propiedad privada no son las adecuadas para seguir sosteniendo la vida de la comunidad. Para que la comunidad pueda seguir manteniendo sus formas de vida, requiere que su espacio vital, los recursos fundamentales para la vida, estén protegidos bajo sus propias normas y sus propias autoridades. Ese es el significado fundamental de la demanda de reconocimiento a los territorios indígenas. Así también se planteó en la Asamblea Constituyente que se iría a instalar en 2006 como resultado de la continua exigencia de los Pueblos Indígenas, para tratar de neutralizar las consecuencias cada vez más agudas del modelo depredatorio de acumulación de capital.

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CAPÍTULO IV

EL ETNO-DESARROLLO Y EL BUEN VIVIR

Las comunidades andinas presentan una alternativa y práctica de vida, en la que viven millones de personas. Al hablar de etnodesarrollo pretendemos dar expresión a un presente, a una realidad vigente en nuestro país, hasta hace muy poco invisibilizada y distorsionada por el poder, por la escuela, por la universidad, por los medios de comunicación. Esa es la realidad que hemos tratado de describir o más bien ejemplificar en capítulos anteriores. Es una forma de desarrollo sostenida por los sujetos colectivos indígenas. Los Pueblos Indígenas, los sujetos colectivos conformados por las comunidades como entidades político-territoriales, están forzadas a convivir con el Estado-Nación y con el capitalismo industrial y extractivo, pero no se reconocen en ellos. En la idea de que es posible y que hay una real alternativa de vida vigente, el etnodesarrollo no se reduce a los Pueblos Indígenas, pero toma inspiración de ellos.

Esa realidad emergente es una de las caras de la moneda. La otra cara de la moneda es la evidente declinación de la civilización occidental industrial. Esta situación ha llevado a varios a reconocer al etnodesarrollo como una alternativa últimamente. La variedad de gentes que lo reconocen así es amplia, y va desde ciertos portavoces del Foro Social Mundial, que se reunió en febrero de 2011 en Senegal, hasta el mismísimo Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, que ya lo incorporan a su lenguaje desde comienzos de los años 1990’s. Mientras algunos buscan y se preguntan sobre estas alternativas con sana pasión41, otros lo incorporan de forma deformada, para sus propios fines.

41 Una publicación que recibimos mientras cerramos esta edición es “Convivir para Perdurar. Conflictos ecosociales y sabidurías ecológicas”, 2011, Alvarez C (coord) Barcelona, que reúne a una serie de autores en una búsqueda similar a la nuestra.

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¿Qué pretendemos decir en CENDA, desde nuestros primeros pasos a principios de los años 1980’s, cuando nombramos el “etnodesarrollo”? ¿Cómo se conjuga esa terminología con la apelación al Buen Vivir, o Vivir Bien, el Sumaq Kawsay quechua, o el Suma Qamaña aymara?

En breve, etno-desarrollo significa un desarrollo dentro del marco de la propia cultura. Cultura la entendemos como el sistema de vida de un pueblo, no como entidad aislada, abstracta y puramente espiritual, sino como una forma particular de producir la vida misma, dentro de un conjunto de relaciones sociales que unen los distintos grupos sociales en una totalidad humana. Cultura no es un simple conjunto de normas y valores, explicitados o no, sino más bien es un programa de vida que orienta a las personas que están incorporadas, socializadas dentro de esa cultura. No existen culturas como entes separados, sino como formas de vida en mutua relación. En esa relación entre distintos espacios vitales se establecen fronteras más o menos marcadas por signos culturales, lingüísticos, lo que se denomina fronteras étnicas. De allí, del hecho de que las comunidades (tanto urbanas como rurales) para preservar sus modos de vida establecen fronteras étnicas, se desprende el término “etnodesarrollo”. Estos espacios diferenciados tienden también a constituirse como entes políticos diferenciados, para asegurar la autonomía de vida, los espacios vitales y territoriales de esas poblaciones. La necesidad de configurarse como espacios políticos, de autogobierno, es la respuesta a la amenaza depredadora planteada por la crisis de la sociedad industrial.

Esas fronteras señaladas por marcadores culturales no establecen espacios cerrados, sino espacios de relación intercultural, son fronteras que defienden un espacio de vida. Las personas, en la mayoría de los casos, tienen la habilidad de entrar y salir de esos espacios, tienen la habilidad de vivir en distintos entornos y adoptar y adaptarse a patrones de vida diferentes, aunque por lo general, las personas tienden a asumir una identidad particular de la cual se consideran parte. En el caso boliviano, muchas personas migran a otros países, a otras ciudades, a regiones diferentes de aquella donde son originarios y adoptan patrones de vida muy diferentes, pero también pueden asumir su identidad primaria, aquella dentro de la cual fueron socializados en su niñez, como sus propias raíces profundas. ¿Y quién de nosotros, seamos habitantes de la ciudad o del campo no tiene raíces profundas que nos ligan a la tierra y que debemos redescubrir?

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En el capítulo II hemos intentado mostrar la complejidad de los sistemas de vida indígenas de las comunidades altoandinas. Hemos examinado sus estrategias de manejo del espacio vital, de aprovechamiento orgánico de los recursos, un complejo de acciones que está en el núcleo de esa alternativa de vida. Las formas de vida de la comunidad andina hacen que el espíritu esté imbricado en cada acción, en cada observación, en cada piedra que forma parte del paisaje y, en muchos casos, en los hormigueros y en los cerros, donde tiene mayor densidad la pachamama. La comunidad, no debería ser necesario recalcarlo, es una realidad actual que se reproduce cotidianamente, no es un resultado una serie de ideas más o menos compartidas, sino es la consecuencia de la acción cotidiana, del desarrollo continuo de estrategias que son el fruto de la experiencia y de la lucha compartida entre millones de seres que forman parte de decenas de miles de comunidades. El debate sobre la existencia o no de cosmovisiones abstractas puede parecer útil para quienes, formados en las formas occidentales de separación del trabajo intelectual y el trabajo manual, pretenden poner el trabajo “intelectual” en un plano espiritual que consideran “superior”.

Que estas formas de vida alternativa sean realidad no significa que configuren un movimiento único, sin diferenciaciones, contradicciones y a salvo de gigantescos obstáculos. Por el contrario, es una realidad multiforme que está enfrentada a desafíos como nunca antes, porque la crisis del capitalismo, como crisis civilizacional, pone al conjunto de la humanidad al borde de la desintegración. Las comunidades son parte de la humanidad, que es una sola y que se enfrenta a ese desafío de carácter global. En nuestra opinión, la diferencia es que esas comunidades nos señalan un futuro diverso y abierto, lleno de opciones y libertad de elección y que de ninguna manera es un resabio de algo pasado, mientras que el capitalismo industrial global y homogenizante nos muestra un único camino, un fait accompli inexorable de destrucción y muerte. Nos parece también que las comunidades rurales andinas están mucho mejor equipadas para enfrentar el futuro que los indefensos civilizados/domesticados habitantes urbanos, como para sobrevivir el desastre antropogénico que nos amenaza.

Tampoco las comunidades son “el” idilio de convivencia en paz y armonía. Son como toda comunidad humana, un sitio de conflicto y tensión. La gran diferencia es que allí las familias en su conjunto, como base de su asociación e identidad, como fundamento político del sujeto colectivo del cual forman parte, mantienen el control sobre sus propias condiciones

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de existencia en relación con su propio espacio vital. Establecen en el día a día sus propias normas de convivencia, su propio autogobierno. Algo que a los trabajadores industriales les está negado en la vida cotidiana, porque su “trabajo” está completamente fuera de su propio control y conducción, su existencia misma está subordinada al jornal que le paga un empleador que alcanza apenas para su reproducción y sus condiciones de existencia están “alienadas” en manos de su empleador: cuanta más riqueza produce, más poder adquiere el capital y más queda sometido a ese poder extraño que él mismo genera como trabajador. La oportunidad en que el trabajador comienza a adquirir el control de sus propias vidas, de sus condiciones de existencia, de su espacio vital, es cuando procede a la ocupación de la fábrica, a despojar al empresario del control sobre su propiedad privada, cuando comienza a plantear una nueva forma de propiedad social. Lamentablemente esos intentos, numerosos intentos de crear una nueva forma de propiedad social, han terminado siendo la base de creación de monstruos burocráticos estatales. Mientras en teoría no se puede descartar que aún sea posible una formación social de los trabajadores que desplieguen formas autónomas de organizar políticamente su espacio productivo, la realidad nos muestra hoy un movimiento obrero que globalmente está en retirada, como resultado de la misma crisis de la civilización industrial.

Recordemos los principales elementos que hemos ido desarrollando a lo largo de los tres capítulos anteriores y que podemos centrar en cuatro cuestiones:

La primera cuestión es la del equilibrio energético y ecológico. Nos referimos así al radical desequilibrio energético que la civilización industrial ha desatado y que la ha puesto al borde de su propio colapso. El fin del actual sistema (y no sólo bajo el neoliberalismo) es elevar al máximo la productividad del trabajo, y producir lo máximo con la mínima utilización del trabajo humano con el fin de hacer crecer continuamente el capital. Con este fin se ha desarrollado una industria ahora dirigida y monitoreada por programas cibernéticos que indudablemente ahorran energía humana pero utilizan energía exo-somática, energía fósil de una manera insostenible. La pérdida o disipación de energía dentro de ese sistema es extraordinaria, el sistema tiene una alta “entropía” y ha puesto a la vida en el planeta en peligro. Las especies vegetales y animales, la vida y la energía acumulada durante millones de años de evolución en el planeta, todo ello se está disipando a un ritmo cada vez más acelerado.

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Existen formas de vida humana que no compiten con la alta productividad del sistema industrializado. Hemos demostrado en nuestras investigaciones que la introducción de la tecnología agrícola “avanzada” aumenta los costos de la economía campesina en forma geométrica y está en función de la promoción de circuitos financieros y comerciales. La economía familiar campesina no está guiada por la acumulación de capital sino por garantizar el buen vivir, el buen comer, el disfrute de la fiesta y del trabajo, para las familias. Esas formas de vida, que no están al margen del mundo actual, sino que son en algunos casos los más importantes productores de alimentos para los sectores populares de las ciudades, disipan energía a un ritmo incomparablemente menor, producen casi la misma energía que utilizan, tienen un alto grado de autonomía energética. Esos son los sistemas de vida indígenas y campesinos.

Mientras los sistemas de alta productividad se diseñan para prescindir de mano de obra, los sistemas de conocimiento productivo local se basan en el empleo intensivo de mano de obra. Uno produce desocupación, desintegración social, el otro produce bienestar y cohesión. La ideología de “la lucha contra la pobreza” consiste en dar vuelta la realidad de nuestros días como en un espejo invertido, sosteniendo que la industria y el capital crean empleo, la economía popular no. Los sistemas de conocimiento indígena y local se refieren al funcionamiento de esos sistemas semi-autónomos de seguridad alimentaria y relativo equilibrio energético. Esos sistemas están continuamente en transformación, como lo demuestra el hecho de que los campesinos fueron los primeros en darse cuenta del proceso de cambio climático, ya en 1980 hemos

La biodiversidad garantiza la seguridad alimentaria

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escuchado testimonios por todo el campo, que planteaban la necesidad de acomodar los conocimientos a esa nueva situación. Una parte importante de ese conocimiento, y que tenemos evidencias para afirmar que supera al conocimiento académico y a los modelos cibernéticos de simulación del comportamiento climático, es la capacidad campesina de predicción climática.

La segunda cuestión se refiere a la seguridad alimentaria y la pobreza. La globalización es un esquema concebido para dar una salida a la crisis del capital financiero y la estagflación de los años 1970’s, que además viene acompañado de las medidas de ajuste “estructural”. Esas medidas de ajuste se refieren a la actual forma de “salvar” al capital, que consiste en reducir la porción que los asalariados reciben dentro del total de la torta del producto bruto nacional. Desde los años 1970’s hasta la crisis de 2008, el porcentaje de la torta que se come el capital financiero ha subido desde alrededor del 3%, llegando ahora hasta un 10,5% del PBI42, disponiendo antes de la crisis de 2008 de un capital de 8,8 Trillones de $us (BCG Report, 2009) 43. Ese capital financia los déficit de los países e implica un poder político definitorio.

Frente a ello, las comunidades que producen para la vida y no para la ganancia, que no dependen de los flujos internacionales de energía o de finanzas, tienen los mecanismos para, al menos, atenuar los mecanismos de diferenciación social y de acumulación de la riqueza en manos de unos pocos dentro de su espacio vital. El objetivo del sistema de reproducción comunal, según han mostrado varias investigaciones y corroboradas por nuestro propio trabajo, es precisamente la seguridad alimentaria de las familias de los trabajadores campesinos. Como hemos mostrado en capítulos anteriores, este objetivo es plenamente garantizado. Desde sus espacios comunales han ido creciendo, organizando estructuras nacionales como el Pacto de Unidad de las organizaciones indígenas originarias campesinas, que formuló una propuesta que se proyectó a nivel nacional y esa propuesta quedó reflejada en cierta medida en la nueva Constitución Política del Estado de Bolivia. Si bien la estructura

42 http://www.nytimes.com/2009/04/29/business/global/29city.html?_r=1&ref=global-home

43 En Bolivia, entre 2005 y 2010, la banca privada aumentó sus ganancias en un 3000% (30 veces lo que ganó entre 2000 y 2005). http://www.la-razon.com/version.php?ArticleId=130197&EditionId=2526

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del Estado desconoce en los hechos los principios que figuran en ese texto, el mismo se constituyó en un programa de acción para la gente, que unifica las expectativas de un gran sector de la población. Los gobiernos, incluido el actual gobierno de Bolivia, dirigen sus esfuerzos en sentido contrario y consideran que la seguridad alimentaria se consigue exportando materias primas a China o al norte e importando alimentos. Al haber puesto el énfasis en la agricultura de exportación, en la exportación de minerales y otras materias primas, incluido el gas, el gobierno boliviano no sólo ha restado recursos a la economía campesina, sino que sus políticas son reducirla al mínimo (¿por qué? Porque el pequeño agricultor no paga impuestos y no se presta plata del banco). Las actuales políticas, pese a la frecuente apelación a la Pachamama y contra el capitalismo depredador, están ampliando la frontera agrícola comercial, recortando los espacios de la producción para la vida y promoviendo a la agroindustria. Del mismo modo sucede con la economía y la seguridad alimentaria de los asalariados de la ciudad. Para poder promover una economía de exportación, el Estado fomenta la reducción relativa del salario, que nunca alcanza al porcentaje de inflación, de manera de abaratar los costos de la industria extractiva y manufacturera de exportación. El desarrollo, concebido como crecimiento del sistema de acumulación, se basa en la reducción del consumo popular, mientras se promueve el consumo suntuario.

La tercera cuestión se refiere a la tierra, la tierra que para la comunidad indígena campesina no es una mercancía. Como tratamos de mostrar en los capítulos anteriores, el control comunal sobre el acceso a la tierra es una base fundamental que garantiza el sistema de seguridad alimentaria que, a la vez, provea de alimentos a la ciudad. La producción para la vida se asienta en el control comunal sobre los recursos. Hemos mostrado que el control comunal e incluso la propiedad colectiva sobre la tierra

Trilla de habas y trigo

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no significan la colectivización de la tierra ni la desaparición de la unidad familiar como unidad fundamental de la comunidad y de la producción de vida. Por el contrario, cada familia tiene usufructo exclusivo de las tierras que tradicionalmente ha cultivado por generaciones y también de las tierras que sean redistribuidas por la asamblea comunal.

La democracia comunal, a través de las asambleas comunales, asegura los sistemas de rotación y descanso que protegen la fertilidad del suelo, garantizando una cierta equidad en el acceso a los recursos. Esa democracia comunal apoyada en la actividad festiva y ritual comunitaria sirve de barrera para la aparición de “pequeños patrones” en el medio de la comunidad. La promoción de la titulación individual de la tierra, la dotación individual, la creación de un activo mercado de tierras, en síntesis, la mercantilización de la tierra está orientada por un principio: que el desarrollo se mide por el grado y velocidad de acumulación del capital. Esta es la estrategia de los distintos gobiernos que, como vemos, sólo ha beneficiado al sector del capital financiero que es la “niña de sus ojos” de cada gobierno y es el que financia al propio Estado.

Las comunidades indígenas y originarias rurales en Bolivia, tanto en las tierras bajas como en las alturas de los Andes, incluso aquellas que ya han sido beneficiarias de la Reforma Agraria de 1953, han optado por tratar de neutralizar ese proceso impulsado desde el Estado, planteando la fusión de los títulos agrarios individuales en un gran título colectivo, que en Bolivia se denomina “Tierras Comunitarias de Origen (TCO)”. Hasta el momento se han presentado demandas de TCO que cubren casi el 30% del territorio nacional, demostrando que, para la comunidad, la garantía se encuentra no en un título legal del Estado, sino en su propio control autónomo sobre el acceso a la tierra y los recursos naturales.

La cuarta cuestión se refiere a los obstáculos que amenazan a los sistemas semi-autónomos que hemos descrito en este trabajo.

¿Por qué esos sistemas están amenazados ahora? La necesidad del sistema económico capitalista de seguir obteniendo ganancias en medio de la crisis global, ha llevado a la incorporación de masas de población cada vez mayores al mercado de trabajo, tal como ha ocurrido en China e India. Este proceso lo explica el geógrafo David Harvey, conocido por ser quien acuñó el término de globalización designando la “compresión espacio-tiempo”. Harvey lo denomina “acumulación por desposesión”. ¿A qué se refiere esta frase? Significa que ya los ciclos económicos del

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capitalismo no se renuevan por medio de las innovaciones tecnológicas, tal como ha sucedido en su así llamada “fase progresiva” desde la revolución industrial. El mercado y las posibilidades de acumulación, en esa fase anterior, están dadas por la introducción de mejoras tecnológicos que aumentan la productividad en una rama de la industria, esa industria puede entonces utilizar menos mano de obra y producir más, con lo cual obtiene ventajas comparativas respecto a otros sectores de la industria y logra acumular mayor proporción del excedente creado por los trabajadores.

Hoy la innovación tecnológica, por razones que están en debate, ya no funciona como el principal motor para dinamizar la acumulación. El mecanismo que le queda entonces al capitalismo es la expoliación directa de los recursos, la especulación sin límites y la utilización de mano de obra semi-esclava. Este es precisamente el mecanismo que le ha permitido al capitalismo superar en alguna medida la crisis de los 1970’s, por la incorporación a la industria de decenas de millones de trabajadores chinos que migraron del campo a las ciudades y se emplearon por salarios de hambre. Esa etapa del proceso de acumulación es propia de los comienzos del capitalismo, ya que la misma situación la habían sufrido los campesinos europeos entre los siglos XVII y XIX. En el siglo XX fue Latinoamérica la que sufrió ese proceso. Ahora es el Asia, con India y la China. ¿Y después?

El problema es que ya no hay un después: la crisis ecológica creada por ese sistema de expoliación desmedida ya ha desbordado la capacidad del planeta. Es hora de reaccionar o desaparecer. Como sugiere la publicación de la editorial Icaria “Convivir para perdurar”, para ello es fundamental detener el sistema de acumulación. Esa obra denuncia que los grandes capitales españoles obtienen más del 35% de sus ganancias gracias a sus inversiones en Latinoamérica, que constituyen una segunda colonización del continente. El presidente de ese país sostiene que “nuestras empresas están en América Latina para quedarse, se trata de una apuesta del Estado que no tiene marcha atrás”. Esas enormes ganancias no han significado que los trabajadores de España y de otros países centrales vivan mejor, por el contrario, un enorme porcentaje de los jóvenes europeos no tienen trabajo y los que consiguen sólo están en empleos-basura. ¿Dónde van esas ganancias entonces? ¿A la guerra?

El BID, por ejemplo, reconoce que

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“…más de 400 Pueblos Indígenas en la región representan una gran heterogeneidad cultural y lingüística, así como una gran diversidad en sus modos de producción, formas de articulación con el entorno natural e inserción en la sociedad nacional. A pesar de la escasez de datos oficiales confiables, la mayoría de las fuentes coinciden en estimar el número total de indígenas entre 40 y 50 millones de persona. Es evidente que las motivaciones en cada caso son diferentes. .. Comparado con la riqueza de sus civilizaciones y sus recursos naturales en épocas precolombinas, los Pueblos Indígenas han sufrido desposesión de sus tierras ancestrales, empobrecimiento, y marginalización…” (BID, 2005:6)

Por supuesto que aquí nos encontramos con un problema. ¿Cómo es posible que los mayores beneficiarios y promotores del capitalismo, los principales organismos financieros del mundo, utilicen este vocabulario? Justamente porque lo que hacen es eso: utilizar el vocabulario, pero desconocer su contenido real.

En primer lugar se desconoce el etnodesarrollo como un resultado de la lucha social, una lucha que significa un gran sacrificio de vidas y de energía humana. No se reconoce en ese “vocabulario” que las luchas de los Pueblos Indígenas les han permitido re-emerger justo cuando la opinión dominante en los organismos de “desarrollo” los daba por desaparecidos. No se reconoce que han demostrado ser un movimiento social y política de enorme fuerza que ha sacudido al continente. Más bien se ha tratado de difundir la idea de que la comunidad indígena equivale a un “capital social”. La idea de los bancos parece entonces ser la utilización de ese vocabulario para neutralizarlo, maniatar ese movimiento emergente y subordinarlo nuevamente al capitalismo para ayudar a este último a superar su crisis, una crisis que está teniendo ya un carácter crónico.

Un ejemplo de de aplicación de dicha política de neutralización y subordinación en un proyecto de gran envergadura, es el proceso de implementación del CODENPE (Consejo de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos del Ecuador) en 1998, donde se logra comprometer a las altas dirigencias indígenas en el manejo de una cartera de proyectos con elevados montos (World Bank, 2000). Algo similar ya se había experimentado en Bolivia con la formalización de CORACA (Corporación Agropecuaria Campesina) en 1983 (Regalsky, 2003).

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Eso no significa que las comunidades indígenas estén al margen de la producción de alienación que genera el sistema industrial capitalista basado en su herramienta fundamental que es el Estado-Nación. El sistema educativo es la llave que tiene el Estado-Nación como expresión del sistema alientante para amoldar mentes dispuestas a aceptar la alienación como el mejor de los mundos, la educación es un facilitador de la producción de alienación desde la más tierna infancia en el caldo de cultivo que son las ciudades.

Como parte del combate “contra la pobreza”, los organismos multilaterales y los gobiernos califican a las comunidades indígenas como el sitio donde se vive en la carencia absoluta. La falacia que sirve de premisa a esa “lucha” es que la pobreza se equipara a bajos ingresos monetarios, poca plata para comprar mercancías. Pobreza es tener ingresos menores a dos dólares por día, no importa cuánto alimento –y cuánta autonomía económica, política ¡y cuánta fiesta y felicidad!- la familia tenga disponible. La pobreza es definida como la carencia de activos y de oportunidades mercantiles para acceder a ingresos “económicos”, para poder ser un consumidor, confundiendo de paso lo “económico” con lo “monetario”. Con dinero sí somos felices. De allí que el Banco Interamericano haya inventado una llave especial para el “etnodesarrollo” según su propia fórmula pro-capitalista, y esa llave se denomina la “empresarialidad indígena” (BID, 2005:14). Es una tristeza el ejemplo que utiliza para ilustrar el concepto: cita una comunidad aymara ubicada en el norte de Bolivia por donde va a pasar una de las carreteras diseñadas para la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) entre el océano Pacífico y el Atlántico -que sirve a la geopolítica neoimperial y genocida brasileña- y donde la comunidad indígena gerentaría ¡una gasolinera! Parece que la “lucha contra la pobreza” es el manto ideológico que bajo el cual se organiza y justifica el etnocidio contemporáneo. De hecho los Pueblos Indígenas cuestionan radicalmente los indicadores que se utilizan para calificar la mayor o menor pobreza de una población, indicadores que han sido establecidos para medir el mayor o menor éxito en incorporar la población al mercado y al consumismo.

En el denominado “desarrollo con identidad” que ahora aparece en la fraseología del Banco Mundial, BID, y otros organismos multilaterales, se encubre el intento de desarticular los modos de vida autónomos, las formas de producción de vida (que en eso consisten las culturas humanas) que no descansan en producción de mercancías como eje articulador.

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Como hemos demostrado en capítulos anteriores, las comunidades tienen como sostén articulador de su organización social y política a sus propias estrategias de manejo de recursos que les aseguran la mayor autonomía relativa frente a la mercantilización.

Combaten abiertamente la mercantilización de la tierra y del agua. No renuncian a la producción de mercancías como un recurso necesario para convivir dentro de la sociedad nacional y a veces su producción de mercancías adquiere un volumen importante. Sin embargo, la circulación de energía en su sistema de vida, en su cultura, le permite una flexibilidad y autonomía que garantiza la reproducción de la comunidad no sólo como la articuladora y reguladora de las relaciones entre familias sino como un autogobierno con jurisdicción territorial. El eje defensivo de su sistema de vida reside en la seguridad alimentaria del conjunto (o, al menos, la mayoría) de las unidades familiares de la comunidad.

El BID (2005:4) reconoce que

“Los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe son a la vez herederos y creadores de un importante patrimonio natural, cultural y social que ha sido erosionado por las políticas de exclusión, integración y/o asimilación que dominaron la acción pública hasta los años cincuenta. Los procesos de negación de la cultura originaria y de asimilación a la sociedad occidental contribuyeron al empobrecimiento, y a la destrucción del patrimonio, de la dignidad y de la autoestima de los Pueblos Indígenas, así como a la generación de conflictos dentro y entre éstos y otros sectores de la población, a la migración rural urbana, y a la pérdida de conocimientos y prácticas ancestrales. Sin embargo, a pesar de su heterogeneidad y sus diferentes niveles de interacción con las sociedades dominantes, en las últimas tres décadas han surgido organizaciones indígenas sólidas que reivindican sus derechos a su identidad como Pueblos Indígenas, revalorando su patrimonio no sólo como la base para la identidad y el sobrevivir cultural, sino también como un recurso para el desarrollo económico y social de sus propios pueblos y la sociedad en general”.

En esta argumentación, sin embargo, no aparece el eje que hemos enfatizado. El eje articulador de las comunidades indígenas no se reduce, a nuestro parecer, una abstracta cosmovisión y un patrimonio cultural abstracto, no es un estado espiritual o mental, sino está enclavado en la organización social de la vida cotidiana, productiva, reproductiva,

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festiva, ritual y política gracias a la cual se mantiene la comunidad con vida. La mercantilización del “patrimonio” al cual apelan los organismos de “desarrollo”, consiste precisamente en desbaratar el basamento de la organización social, la autonomía de un sistema productivo que les permite seguridad alimentaria en diferentes grados.

Esa autonomía es la que les permite hacer frente y resistir a la mercantilización creciente de la tierra, del agua, del trabajo y de la vida misma en todos sus aspectos y componentes, que es la dinámica fundamental del capitalismo. El BID, Banco Mundial y otros se proponen precisamente promover la mercantilización “con identidad” para que en las ciudades se pueda consumir nostálgicamente la producción del “buen salvaje” que ahora se transformó, modernizó y empobreció gracias a la “empresarialidad indígena”.

La tercera vía, o ¿Quién es el actor?

Gudynas (2011) plantea el panorama de la discusión de la propuesta para el Buen Vivir desde una posición muy distinta a la expresada por los organismos financieros multilaterales, y lo hace en contraposición al modelo de desarrollo vigente. En su trabajo destaca el hecho de que en dos nuevas constituciones políticas recientemente elaboradas, las del Ecuador y de Bolivia, la noción del Buen Vivir aparece como orientación ético-política. El trabajo de Gudynas expresa la poca legitimidad del capitalismo depredador y la desesperada búsqueda de alternativas viables que salven la humanidad de un desastre.

Cosecha de papas en Chillavi, Ayopaya

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Las dos constituciones a que hace referencia ese trabajo se destacan por la enorme influencia que tuvieron en su redacción los movimientos indígenas y los intelectuales influidos por esos movimientos. Por otro lado, el mencionado autor destaca que se trata de una discusión recién iniciada y que tiene un carácter plural. Gudynas hace énfasis en que cada pueblo tiene el derecho a establecer el Buen Vivir según su propia cultura y dado que existen muchas formas de adscripción cultural, será necesario que ese concepto de Buen Vivir responda de la misma manera a la pluralidad cultural.

Lo que es necesario destacar principalmente en el proceso constituyente boliviano pero también en el caso ecuatoriano es que hubo un actor y una fuerza social que tuvo una influencia decisiva en el producto de las deliberaciones. No es posible un cambio social, si no existe la fuerza social organizada que lo lleve adelante. En vano sería esperar que el mismo Estado colonial o colonialista, que vive de la economía extractiva y depredadora, que se alimenta de las formas de explotación vigentes, se encargue de auto-destruirse o, digámoslo así, auto-reformarse. Tampoco es la “idea” la que se mueve por si misma, con el cambio de un individuo tras otro, como lo creen algunos sectores alternativos que entienden el proceso de transformación como un cambio dentro de los individuos por obra de los mismos individuos, sin que exista una fuerza social organizada que los motive y los respalde moral y políticamente. De allí el colosal avance que ha logrado Bolivia en este terreno que la constituyó en un faro poderosos. La luz de ese faro no emana de la presencia de un líder más o menos bueno, sino de la existencia de organizaciones sociales, que conformaron un movimiento unificado y discutieron una estrategia común, con instrumentos políticos, con un programa respaldado por la movilización de las comunidades mismas que conforman las organizaciones y discuten y aprueban los pasos que se van dando. Esta situación está cambiando nuevamente en el momento que escribimos este libro, y no vamos a poder analizar esa situación actual, extremadamente dinámica. En el texto que ustedes tienen en la mano, nos remitimos al momento constitutivo del proceso que dio lugar al Pacto de Unidad de las organizaciones indígenas, originarias campesinas y afrobolivianos.

En Bolivia, ese es el hecho más destacable, la formación del Pacto de Unidad de las Organizaciones Indígenas Originarias Campesinas y de Afrobolivianos que integró al conjunto de los distintos pueblos existentes, incluso en sus componentes regionales. El Pacto de Unidad

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es la fuerza social que empujó el proceso constituyente después que cayera el gobierno neoliberal de Sánchez de Lozada en 2003 y se organizó a partir de 2004, para poder presentar, primero, un proyecto de Ley de Convocatoria a la Constituyente, y luego una propuesta unificada ante la Asamblea Constituyente que se instaló en 2006. En el Pacto de Unidad primó la idea de que era necesario encontrar el denominador común, pese a las enormes diferencias en formas de vida y formas de organización que existen entre los distintos pueblos para encontrar una salida común a los problemas que había planteado el neoliberalismo. Pero a la vez, el proceso se desarrolló con lentitud, pues cada representación debía consultar a sus organizaciones y dentro de sus organizaciones a las comunidades, antes de dar cada paso. Los procesos de discusión en las comunidades y en las organizaciones duraron dos años. Todos los pueblos entendieron que lo básico era entenderse en el tema territorial, en el tema de la autonomía indígena originaria campesina. Una vez conseguida esa autonomía, cada pueblo alcanzaría la capacidad y las competencias necesarias para formular sus propios planes de desarrollo de acuerdo a su propia vivencia y su propia cultura. Se tuvo también en mente la situación de los indígenas migrantes a las ciudades, y las situaciones existentes en las grandes urbes de mayoría indígena, como en la ciudad del Alto de La Paz.

De allí que la noción de autogobierno no se limitó al espacio rural y a la comunidad indígena campesina tradicional en su relación con su medio ambiente originario, sino que también abarcó los espacios urbanos. Allí es donde las comunidades indígenas desarrollan una extensión de sus redes familiares y desarrollan allí también parte de sus propias estrategias de manejo del espacio vital. La noción del autogobierno se opone a la de delegación de soberanía, sobre todo aquella forma de delegación de soberanía reconocida como democracia electoral, donde los partidos políticos ejercen el monopolio de la representación. Por el contrario, se planteó que cada pueblo debía autogobernarse de acuerdo a sus propios usos y costumbres, con sus propias instituciones y bajo su propia normativa. Para ello se logró que la Constitución establezca el derecho de todo municipio, sea rural o urbano, de transformarse en autonomía indígena a través de una consulta popular por la vía del referéndum y por la vía de la consulta por “usos y costumbres”.

Esa normativa es la que regiría el manejo de los recursos naturales renovables, en particular el agua, la tierra y el bosque, los recursos genéticos, los conocimientos propios de cada pueblos sobre su

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agropecuaria, su medicina y su medio ambiente. Quedaba como gran pregunta la cuestión de los recursos naturales no renovables, el petróleo y la minería, que hasta la fecha constituyen en Bolivia la fuente de los ingresos del Estado nacional y a la vez constituyen el gran problema para los Pueblos Indígenas por su carácter contaminante y depredador en relación a la madre naturaleza. En ese respecto, se partió del reconocimiento de las relaciones de fuerza existentes, de que las fuerzas no permitían excluir al gran capital y por tanto existía la necesidad de convivir con el gran capital, siempre que el gran capital respetara las condiciones mínimas para la existencia de los Pueblos Indígenas y originarios. De allí que se estableció que el Estado nacional (unitario y plurinacional, en la definición tan colorida que eligieron darle los Pueblos Indígenas) al aceptar la autonomía y el autogobierno de los Pueblos Indígenas, reconocía el derecho a la consulta previa para cualquier tipo de medida, explotación de recursos, etc., que afecte la vida de los pueblos. Esto no sólo vale para el caso de los Pueblos Indígenas, sino para todos los pueblos que habitan sobre el suelo boliviano, que tienen el derecho a la previa consulta en cualquier situación que afecte a sus formas de vida. Se aceptó de esta forma que el Estado mantenía el derecho a la explotación del subsuelo, pero en acuerdo con los pueblos, y se estableció constitucionalmente que los recursos del subsuelo pertenecen, no al Estado en particular, sino al pueblo boliviano en general, lo cual establece una diferencia importante.

Estas deliberaciones entre pueblos muy diversos y las resoluciones muy claras a las cuales se arribó, muchas de las cuales están plasmadas en el proyecto que la Asamblea Constituyente aprobó en diciembre de 2007 en la ciudad de Oruro, demuestran que existe un claro común denominador frente al proyecto civilizatorio, depredador, de las multinacionales. Se basa simplemente en el derecho a la autonomía y libre determinación de los pueblos. Cada pueblo, democráticamente, tiene el derecho a determinar su forma de vida, su proyecto de desarrollo, si es que el pueblo lo quiere llamar así. Por supuesto esto constituye un obstáculo relativo para las empresas extractivas y a veces no funciona tan bien, como quedó demostrado en el hecho de que en ciertos casos, las petroleras fueron capaces de torcer la voluntad de la mayoría, utilizando a una pequeña minoría comprada con el soborno y el chantaje. Pero ese es otro cantar, si las multinacionales no respetan el proyecto democrático de los pueblos, los pueblos sabrán enfrentar ese proyecto de recolonización con su enorme fuerza histórica y sabiduría.

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