los usos de la biografía gl

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 14  osusosdelabiografía  iovanni evi Tomado de  nn les  Se núm. 6, noviembre de 1989, pp. 1325-1336. Traducción deAraceli Rodríguez Tomp. .  Raymond Queneau escribe qu e  hubo épocas e n qu e se podía contar la vida de u n hombre haciendo abstracción de todo aconteci mientohistórico . Podríamos de igual maneraadelantar que hubo épocas---quenos so n t l ve z s cercanas e n qu e e ra posible rela- t r u n acontecimientohistórico haciendo abstracción de tododes tino individual.Vivimos ho y enuna fase intermedia: l a biografía se encuentramás qu e nunca en el centrode la s preocupaciones de los historiadores, pero revela claramentesus ambigüedades. E n ciertQs casosse recurre a ella conel  in de subrayar l a irreductibilidadde losindividuosy de su s comportamientos haciasistemas normativos generales, e n nombre de l a experiencia vivida; e n otros, po r el contrario, es percibidacomoel lugar ideal para probar l a validez de la s hipótesiscientíficasconcernientesa la s prácticas y el funciona mientoefectivodelaetleyesy de la s reglas sociales. Arnaldo Momi gliano subrayó al mismo tiempo la ambigüedad y l a fecundidad de  l a biografía: po r u n lado ...no es sorprendente que la biografía esté instalándose e n el centro de l a investigaciónhistórica. Mientrasque la s premisas delhistoricismo vuelven s complejas todas la s formas de historia políticaysocial, la biografiase mantiene comoalgore lativamente simple. U n individuoposee límites claros, u n - mero restringidoderelacionessignificativas[...] L a biografia se abre atodoslostipos de problemas dentro de fronteras bien definidas. Po r otrolado, si n embargo, ...¿loshistoriadores serán capaces u n día de enumerar losin numerables aspectos de la vida? La biografía se encuentra  e - de ahora investida de u n papel ambiguo e n la historia: puede constituirse en u n instrumento de la investigaciónsocialo, po r elcontrario,proponer u n modelo para escapar de ella. No tengo intención de regresar a u n debate inherente desde siempre a la s cienciassociales,y qu e Pierre Bourdieu calif icó, con s u ferocidadproverbial, como u n absurdo científico. Pienso, si n embar- go,que en u n periododecrisisdelos paradigmas ydecuestionamiento fec undodelosmodelos interpretativos aplicados al mundo social, el engolosinamiento reciente de los historiadorespor l a biografía  l a autobiografía invita a hacer algunas observaciones q ue podrían contribuir a la reflexión traída a colación po r el editorial de los  nn les  núm.2,1988). E n mi opinión, l a mayoríade la s interrogan

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historiografía

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    Los usos de la biografaGiovanni Levi

    Tomado de Annales ESe, nm. 6, noviembre de 1989, pp. 1325-1336.Traduccin de Araceli Rodrguez Tomp. .

    1. Raymond Queneau escribe que "hubo pocas en que se podacontar la vida de un hombre haciendo abstraccin de todo aconteci-miento histrico". Podramos de igual manera adelantar que hubopocas ---que nos son tal vez ms cercanas-en que era posible rela-tar un acontecimiento histrico haciendo abstraccin de todo des-tino individual. Vivimos hoy en una fase intermedia: la biografa seencuentra ms que nunca en el centro de las preocupaciones de loshistoriadores, pero revelaclaramente sus ambigedades. EnciertQscasos se recurre a ella con el fin de subrayar la irreductibilidad delos individuos y de sus comportamientos hacia sistemas normativosgenerales, en nombre de la experiencia vivida; en otros, por elcontrario, es percibida como el lugar ideal para probar la validez delas hiptesis cientficas concernientes a las prcticas y el funciona-miento efectivo de laetleyes y de las reglas sociales. Arnaldo Momi-gliano subray al mismo tiempo la ambigedad y la fecundidad de

    -la biografa: por un lado

    ...no es sorprendente que la biografa est instalndose en elcentro de la investigacinhistrica. Mientras que las premisasdel historicismo vuelven ms complejas todas las formas dehistoria polticay social, la biografia se mantiene como algo re-lativamente simple. Un individuo posee lmites claros, un n-mero restringido de relaciones significativas [...] La biografiase abre a todos los tipos de problemas dentro de fronteras biendefinidas.

    Por otro lado, sin embargo,

    ...los historiadores sern capaces un da de enumerar los in-numerables aspectos de lavida? La biografa se encuentrade&-de ahora investida de un papel ambiguo en la historia: puedeconstituirse en un instrumento de la investigacin social o, porel contrario, proponer un modelo para escapar de ella.

    No tengo intencin de regresar a un debate, inherente desdesiempre a las ciencias sociales, y que Pierre Bourdieu calific, con suferocidad proverbial, como un absurdo cientfico. Pienso, sin embar-go, que enunperiodo de crisis de los paradigmasy de cuestionamientofecundo de los modelos interpretativos aplicados al mundo social, elengolosinamiento reciente de los historiadores por la biografa y laautobiografa invita a hacer algunas observaciones que podrancontribuir a la reflexin trada a colacin por el editorial de losAnnales (nm. 2, 1988). Enmi opinin, lamayora de las interrogan-

  • Un primer aspecto significativoimplican las relaciones entrehistoria y relato. La biografaconstituye, en efecto, el pasoprivilegiado por el cual loscuestionamientos y las tcnicaspropias de la literaturase plantean a la historiografa.

    tes metodolgicas de la historiografia contempornea se presentana propsito de la biografia, particularmente las relaciones con lasciencias sociales, los problemas de las escalas de anlisis, de losnexos entre reglas y prcticas y aqullas, complejas, de los lmitesde la libertad y de la racionalidad humanas.

    2. Un primer aspecto significativo implican las relaciones entrehistoria y relato. La biografia constituye, en efecto, el paso privile-giado por el cual los cuestionamientos y las tcnicas propias de laliteratura se plantean a la historiografia. Mucho se ha debatidosobre este tema que concierne sobre todo a las tcnicas argumen-tativas a las que recurren los historiadores. Liberada de las trabasdocumentales, la literatura se acomoda a una infinidad de mo-delos y de esquemas biogrficos que han influido muy ampliamen-te en los historiadores. Esta influencia, ms a menudo indirecta quedirecta, sugiere problemas, interrogantes y esquemas psicolgicoso de comportamiento que remiten al historiador a obstculos docu-mentales frecuentemente insuperables: a propsito, por ejemplo, delos gestos y de los pensamientos de la vida cotidiana, de las dudasy de las incertidumbres, del carcter fragmentario y dinmico de laidentidad y de los momentos contradictorios de su construccin.

    Desde luego,las exigencias de los historiadoresy de los novelistasno son las mismas, aunque se hayan acercado poco a poco. Nuestrafascinacin de buceadores de archivos por las descripciones imposi-bles de sostenera falta de documentos, alimenta tanto el renacimien-to de la historia narrativa como el inters por nuevos tipos de fuen-tes, en los que se podran descubrir ndices dispersos de los actos yde las palabras de lavida cotidiana. Por lo dems, esta fascinacinha actualizado el debate sobre las tcnicas de argumentacin y so-bre la manera en que la investigacin se transforma en acto de co-municacin, por medio de un texto escrito.

    Podemos escribir la vida de un individuo? La pregunta planteapuntos importantes para la historiografia, y es a menudo evacuadapor medio de algunas simplificaciones que toman como pretexto laausencia de fuentes. Mi objetivo es mostrar que no se trata aqu dela nica y ni siquiera de laprincipal dificultad. En muchos casos, lasdistorsiones ms evidentes provienen de que, como historiadores,imaginamos a los actores histricos obedeciendo a un modelo de ra-cionalidad anacrnico y limitado. Siguiendo en esto una tradicinbiogrfica establecida, y la retrica misma de nuestra disciplina,nos volvemos hacia modelos que asocian una cronologa ordenada,una personalidad coherente y estable, acciones sin inerciay decisio-nes sin incertidumbre.

    3. Con justa razn Pierre Bourdieu habl a este respecto de"ilusin biogrfica", y estim que era indispensable reconstruir elcontexto, la "superficie social" sobre la cual acta el individuo, enuna pluralidad de campos, a cada instante. Pero la duda sobre laposibilidad misma de la biografia es un factor recurrente. La bio-grafia pblica, ejemplar, moral, no ha sido objeto de un cuestiona-miento progresivo sino oscilante, siempre en estrecha relacin conmomentos de crisis en la definicin de la racionalidad; tambincon sosenlos que el enfrentamiento entre individuo e institucionesse volva ms agudo... Fue el caso, sorprendentemente, durante una

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    Surgida de la novela(Sterne, Diderot), porque se

    esforzaba por construir la imagende un hombre complejo,

    contradictorio, cuyo carcter,opiniones y actitudes estaban en

    perpetua formacin, esta crisisafecta a la autobiografla

    (Rousseau) y lina"lmente a labiografla propiamente dicha. Tal

    periodo presenta numerosasanalogas con el nuestro:

    la conciencia de una divergenciaentre el personaje social y la

    percepcin de s( tom aquuna agudeza muy particular.

    buena parte del siglo XVIII con el debate que se abri sobre la po-sibilidad de escribir la vida de un individuo. Surgida de la novela(Steme, Diderot), porque se esforzaba por construirla imagen de unhombre complejo, contradictorio, cuyo carcter, opiniones yactitu-des estaban en perpetua formacin, esta crisis afecta a la autobio-grafia (Rousseau) y finalmente a la biografia propiamente dicha.Tal periodo presenta numerosas analogas con el nuestro: la con-ciencia de una divergencia entre el personaje social y la percepcinde s tom aqu una agudeza muy particular. Los lmites de labiografia fueron, pues, claramente percibidos en el momento mismoen que se asista al triunfo del gnero biogrfico.

    Marcel Mauss describe la diferencia entre personaje social ypercepcin de s en estos trminos: "Es evidente, sobre todo paranosotros, que no ha habido jams un ser humano que no tuvierasentido, no solamente de su cuerpo, sino tambin de su individua-lidad espiritual y corporal a la vez." No obstante, este sentido delyono corresponde a la manera en que "en el curso de los siglos, a travsde numerosas sociedades, se ha elaborado lentamente, no el senti-do delyo, sino la nocin, el concepto". De hecho, parece evidente queen ciertas pocas la nocin socialmente construida de s ha sido par-ticularmente estrecha: en otros trminos, lo que era consideradocomo socialmente determinante y comunicable no abarcaba sino demaneramuyinadecuada lo que lapersona misma consideraba comoesencial. Este problema, planteado hoya plena luz, es el mismo queen el siglo XVIII ya se haba formulado exicitamente.

    4. Podemos, pues, partir de algunos ejemplos del siglo XVIII.Tristam Shandy, de Steme, puede considerarse coma la primeranovelamoderna, precisamente porque subrayalaextremafragmen-tacin de una biografia individual. Esta fragmentacin se manifies-ta en la variacin continua de los tiempos, en la utilizacin de ince-santes llamadas y en el carcter contradictorio, paradjico, de lospensamientos y del lenguaje de los protagonistas. Podemos aadirque el dilogo entre Tristam, el autor y el lector es uno de los rasgoscaractersticos del libro. Es un medio eficaz para construir un rela-to que da cuenta de los elementos contradictorios que constituyenla identidad de un individuo y de las diferentes representacionesque se pueden tener de ella segn los puntos de vista de las distintaspocas.

    Diderot fue un gran admirador de Steme. Comparta sus concep-ciones en cuanto a la biografia, a la que juzgaba incapaz de captarla esencia de un individuo. No es que haya rechazado el gnero bio-grfico; pensaba, ms exactamente, que la biografia, aunque inca-paz de ser realista, tena una funcin pedaggica en cuanto pre-sentaba personajes clebres y develaba sus virtudes pblicas y susvicios privados. En varias ocasiones, Diderot acarici, adems, elproyecto de escribir una autobiografia, antes de concluir que le eraimposible. Su obra est, en cambio, repleta de alusiones autobiogr-ficas: las ms evidentes, aunque por fragmentos, podemos encon-trarlas en Jacques le Fataliste (Jacques el Fatalista). Aqu, elproblema de la individualidad se resuelve mediante el recurso deldilogo: el jovenJacques y,su viejo amo tienen cada uno su vida pro-pia e intercambian sus puntos de vista e incluso a menudo sus pape-

  • les. De esta colaboracin dialgica y acordada nace un personaje(ampliamente autobiogrfico) que parece a un tiempo joven y viejo.Verdad e ilusin literaria, autobiografia y multiplicacin de los per-sonajes tienen lugar en esta oscilacin; cada momento particular,tomado aisladamente, podra parecer una deformacin relativa a laconstruccin de personajes que no obedecen a un desarrollo lineal,y que no siguen un itinerario coherente y orientado.

    Pasemos ahora a un ejemplo clsico de autobiografia: las Con-fessions (Confesiones) de Rousseau. A primera vista, este ejemploparece contradecir la impresin de que en la segunda mitad del si-glo XVIII se dud de la posibilidad misma de hacer una autobiogra-fia. No solamente Rousseau pens que era posible (tal vez slo pa-ra l) contar la vida de un hombre, sino que estim que este relatopoda ser totalmente verdico. As pues, las Confesiones se abren coneste pasaje clebre: "He aqu el nico retrato de hombre, pintadoexactamente segn la realidad y en toda su verdad, que existe y queprobablemente existir jams." De entrada, apenas comenzando aescribir, el autor se ve enfrentado a una empresa que es tal vezposible, pero que de todas maneras ser nica: "Inicio una empresaque no tuvojams ejemplo y cuya ejecucin no tendr imitador." Decierta manera, el futuro no le dio la razn. La acogida recibida porlas Confesiones es bien conocida: cuando Rousseau dio a leer su ma-nuscrito, fue, a decir de l, mal comprendido y mal interpretado. Laautobiografia eraposible, pero no se podacomunicar suverdad. An-te esta imposibilidad, no de evocar su propia vida, sino de exponerlasin que fuera deformada o alterada, Rousseau prefiri renunciar.Pensaba tambin que no haba ms que una solucin narrativa, ladel dilogo, y en los aos que siguieron a la redaccin de las Confe-siones, retom su tenor en una forma dialgica, Jean Jacquesjugede Rousseau (Jean Jacquesjuez de Rousseau) procediendo as a undesdoblamiento de supersonaje. Para Rousseau, como para Dideroto Sterne (y anteriormente Shaftesbury, que fue probablemente elinspirador de esta solucin), el dilogo no slo constitua el medio pa-ra crear una comunicacin menos equvoca; era tambin una ma-nera de restituir al sujeto su compleja individualidad liberndolo delos pliegues de la biografia tradicional que pretenda, como en unainvestigacin entomolgica, observarlo y disecarlo objetivamente.

    Esta crisis, que merecera ser analizada ms largamente, partide la novela paraextenderse a la autobiografia. Encambio, slo tuvoun eco limitado en la biografia histrica (aun cuando convendradetenerse ms en la vida de Johnson por Boswell y, particularmen-te, en el papel de la imaginacin en la reconstruccin de los dilogospor el autor. Pero, aqu tambin, el problema de la relacin entreautor y personaje remite a los comentarios precedentes sobre eldesdoblamiento de los puntos de vista). Se encontr un compromisoen la biografia moral que, de hecho, renunciaba a la exhaustividady a la veracidad individuales para buscar un acento ms didctico;a veces se aadan pasiones y emociones al contenido tradicional delas biografias ejemplares, a saber, los hechos y gestos del protago-nista. A decir verdad, esta simplificacin supone una cierta confian-za en la capacidad de la biografia para describir lo que es significa-tivo en una vida. Tal confianza culminar, por lo dems, en el po-

    Verdad e ilusi6n literaria,autobiografia y multiplicaci6nde los personajes tienen lugaren esta oscilaci6n; cada momentoparticular, tomado aisladamente,podra parecer una deformacinrelativa a la construccin depersonajes que no obedecen a undesarrollo lineal, y que no siguenun itinerario coherente y orientado.

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    La nueva dimensin que lapersona asume con su

    individualidad no ha sidoentonces la nica responsable de

    las perspectivas recientes encuanto a la posibilidad o a laimposibilidad de la biografa.

    De manera reveladora,la propia complejidad de la

    identidad, su formacinprogresiva y no lineal,sus contradicciones, se

    convirtieron en protagonistasde los problemas biogrficos

    que se presentan a loshistoriadores.

    sitivismo y en el funcionalismo, con los cuales la eleccin de loshechos significativos va a acentuar el carcter ejemplar y tipolgi-co de las biografias, privilegiando la dimensin pblica en relacincon la dimensin privada, y considerando como insignificantes lasdistancias con los modelos propuestos.

    5. Sin embargo, la crisis resurgi en el siglo XX, en relacin conla aparicin de nuevos paradigmas en el conjunto de los camposcientficos: crisis de la concepcin mecanicista en fisica, nacimientodel psicoanlisis, nuevas orientaciones en la literatura (podemosconformarnos con citar los nombres de Proust, Joyce, Musil). Ya noson las propiedades sino las probabilidades las que constituyen elobjeto de la descripcin. La ciencia mecanicista reposaba sobre ladelimitacin estricta de lo que poda y deba producirse en losfenmenos naturales. Fue reemplazada por una ley de prohibicinque define, inversamente, lo que no puede producirse: desde enton-ces, todo lo que puede suceder sin contradecirla entra en los hechos.En este contexto, se vuelve esencial conocer el punto de vista delobservador; la existencia de otra persona en nosotros mismos, enforma de inconsciente, plantea el problema de la relacin entre ladescripcin tradicional, lineal, y la ilusin de una identidad espec-fica, coherente, sin contradiccin, que no es sino el biombo o lamscara, o incluso el papel oficial, de una mirada de fragmentos yde astillas.

    La nueva dimensin que la persona asume con su individualidadno ha sido entonces la nica responsable de las perspectivas recien-tes en cuanto a la posibilidad o a la imposibilidad de la biografia. Demanera reveladora, la propia complejidad de la identidad, su for-macin progresiva y no lineal, sus contradicciones, se convirtieronen protagonistas de los problemas biogrficos que se presentan a loshistoriadores. Labiografia sigui alcanzando su plenitud, pero demanera cada vez ms controvertiday problemtica, dejando subsis-tir en el trasfondo aspectos ambiguos, sin resolver, los cuales meparece que hoy constituyen uno de los lugares de confrontacin pri-vilegiados del paisaje historiogrfico. En tela de fondo, encontramosun nuevo enfoque de las estructuras sociales: el cuestionamiento delos anlisis y de los conceptos relativos a la estratificacin y a la so-lidaridad sociales, en particular, incita a presentar de manera me-nos esquemtica los mecanismos por medio de los cuales se consti-tuyen las redes de relacin, estratos y grupos sociales. La medida desu solidez y el anlisis de la manera en que se hacen y deshacen lasconfiguraciones sociales plantean una cuestin esencial: Cmo sedeterminan los individuos (conscientemente o no) en relacin con elgrupo o cmo se reconocen en una clase?

    6. Desde hace algunos aos, los historiadores se muestran cadavez ms conscientes de estos problemas. Sin embargo, las fuentes deque disponemos no nos informan sobre los procesos de elaboracinde las decisiones, sino solamente de sus resultados finales, es decir,sobre actos. Esta ausencia de neutralidad de la documentacin con-duce a menudo a explicaciones monocausales y lineales. Fascinadospor la riqueza de los destinos individuales, y al mismo tiempo inca-paces de dominar la singularidad irreductible de la vida de un in-dividuo, los historiadores abordan recientemente el problema bio-

  • grfico de maneras muy diversas. Propongo esbozar una tipologade estos enfoques, sin duda parcial, pero que intenta arrojar luz enla complejidad irresuelta de la perspectiva biogrfica.

    a) Prosopografa y biografa modal. En esta ptica, las biografasindividuales slo ofrecen inters en tanto ilustranlos comportamien-tos o las apariencias ligadas a las condiciones sociales estadstica-mente ms frecuentes. No se trata, pues, de verdaderas biografias,sino ms exactamente de una utilizacin de los datos biogrficos confines prosopogrficos. Los elementos biogrficos empleados en lasprosopografias son juzgados como histricamente reveladores slosi tienen un alcance general. No es por casualidad que los historia-dores de las mentalidades han practicado la prosopografia y mostra-do poco inters por la biografia individual. Michel Vovelle escribisobre esto:

    Naturalizando los enfoques de la historia social cuantitativa,hemos tratado, en el terreno mismo de la historia de las men-talidades, de proponer esta historia de las masas, de los an-nimos, en una palabra, de los que nunca han podido pagarseel lujo de una confesin, por ms que sta sea literaria: los ex-cluidos, por definicin, de toda biografia.

    En el fondo, la relacin entre habitus de grupo y habitus indivi-dual que desarrolla Pierre Bourdieu remite a la seleccin entre loque es comn y medible, "el estilo propio de una poca o de unaclase", y lo que pertenece a "la singularidad de las trayectoriassociales": de hecho,

    es una relacin de homologa, es decir, de diversidad en la ho-mogeneidad que refleja la caracterstica de sus condicionessociales de produccin, que une los habitus singulares de losdiferentes miembros de una misma clase. Cada sistema de dis-posiciones individuales es una variante estructural de losotros... , el estilo personal no es ms que un desvo en relacincon el estilo propio de una poca o de una clase.

    La infinidad de las combinaciones posibles a partir de las expe-riencias estadsticamente comunes a las personas de un mismo gru-po determina as "la infinidad de las diferencias singulares", como"la conformidad y la manera" del grupo. Aqu tambin, desvos ydesviaciones, una vez sealados, parecen remitidos a lo que es es-tructural y estadsticamente propio del grupo estudiado. Este enfo-que comporta ciertos elementos funcionalistas en la identificacinde las normas y de los estilos comunes a los miembros del grupo yen el rechazo, por no significativos, de los desvos y las desviaciones.Pierre Bourdieu plantea tanto la cuestin del determinismo comola de la eleccin consciente, pero esta ltima es ms constatada quedefinida y el acento parece ponerse ms sobre los aspectos deter-ministas e inconscientes, sobre las "estrategias" que no son el re-sultado "de una verdadera intencin estratgica".

    Este tipo de biografia, que podra llamarse modal por cuanto lasbiografias individuales no sirven ms que para ilustrar formas t-

    La infinidad de las combinacionesposibles a partir de lasexperiencias estadsticamentecomunes a las personas de unmismo grupo determina as "lainfinidad de las diferenciassingulares", como "la conformidady la manera" del grupo. Aqutambin, desvos y desviaciones,una vez sealados, parecenremitidos a lo que esestructural y estadsticamentepropio del grupo estudiado.

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    En un caso, la reconstruccindel contexto hist6rico

    y social en el que sedesarrollan los acontecimientos

    permite comprenderlo que parece inexplicable

    y desconcertantea primera vista.

    picas de comportamiento o de estatuto, presenta muchas analogascon la prosopografia: de hecho, estabiografiano es la de una personasingular, sino ms bien la de un individuo que concentra todas lascaractersticas de un grupo. Es por lo dems un procedimiento fre-cuente el de enunciar primero normas y reglas estructurales (es-tructuras familiares, mecanismos de devolucin de los bienes y dela autoridad, formas de estratificacin ode movilidad sociales...) an-tes de presentar ejemplos modales que intervienen en la demostra-cin a ttulo de pruebas empricas.

    b) Biografa y contexto. En este segundo tipo de utilizacin, labiografia conserva su especificidad. Sin embargo, la poca, el medioy el entorno son fuertemente subrayados como otros tantos factorescapaces de caracterizar una atmsfera que explicara los destinosen su singularidad. Pero el contexto remite de hecho a dos perspec-tivas diferentes. En un caso, la reconstruccin del contexto histricoy social en el que se desarrollan los acontecimientos permite com-prender lo que parece inexplicabley desconcertante a primeravista.Es eso lo que Natalie Zenon Davis define, haciendo referencia a sutrabajo sobre Martin Guerre, como "colocar una prctica cultural ouna forma de comportamiento en el marco de las prcticas cultura-les inherentes a la vida del siglo XVI". De igual manera, la interpre-tacin que Daniel Roche propone para entender a su hroe, el vi-driero Mntra, tiende a normalizar comportamientos que pierdensus caractersticas de destino individual, mientras que se revelancomo tpicos de un medio social (en este caso el del gremio de losartesanos franceses de fines del siglo XVIII) y que contribuyen, afin de cuentas, al retrato de una poca o de un grupo. No se trata,pues, de reducir las conductas a comportamientos tipo, sino de in-terpretar las vicisitudes biogrficas a la luz de un contexto que lashaga posibles y, por ende, normales.

    En un segundo caso, el contexto sirve para colmar las lagunasdocumentales por medio de comparaciones con otras personas cuyavida presenta cierta analoga, de una u otra manera, con la delpersonaje estudiado. Podemos aqu recordarque FrancoVenturi, ensu Jeunesse de Diderot (Juventud de Diderot), reconstruy losprimeros aos de la vida de su personaje prcticamente sin docu-mentacin directa.

    Sin embargo, en su conjunto, estos pocos fragmentos que nosquedan sobre la primera parte de su vida tienen un valor pu-ramente anecdtico o no son distintivos de los caracteres gene-rales de la poca en que transcurri la juventud de Diderot.Para dar inters a una tentativa de reconstruccin de la bio-grafia de sus primeros aos, es indispensable ampliar tantocomo sea posible el nmero de personas y de movimientos conlos cuales entr entonces en contacto, de reconstruir en tomoa l sumedio, de multiplicar los ejemplos de otras vidas que tu-vieron algn paralelismo con la suya, de hacer revivir otrosjvenes a su alrededor.

    Esta utilizacin de la biografia descansa sobre una hiptesis im-plcita que podemos formular as: cualquiera que sea su originali-

  • dad aparente, una vida no puede ser comprendida slo a causa desus desviaciones o singularidades, sino, al contrario, trayendo cadadesvo aparente hacia las normas y mostrando que toma lugar enuncontexto histrico que lo legitima. Esta perspectiva ha dado resul-tados muy ricos, que generalmente sabenmantener el equilibrio en-tre la especificidad del destino individual y el conjunto del sistemasocial. Podemos deplorar, sin embargo, que el contexto de una bio-grafia sea a menudo rgido, coherente e inmvil como tela de fondo.Los destinos individuales se enraizan bien as en un contexto, perono actan sobre l, no lo modifican.

    c) La biografa y los casos lmite. A veces, sin embargo, las bio-grafias son utilizadas para aclarar directamente el contexto. Eneste caso, el contexto no se percibe en su integridady en su exhaustividad estticas, sino a travs de sus mrgenes. Al describir los ca-sos lmite, se ponen a la luz precisamente los mrgenes del camposocial dentro del cualestos casos son posibles. Podemos de nuevo citaraqu el artculo de Michel Vovelle sobre la biografia:

    El estudio de caso representa el regreso necesario a la expe-riencia individual, en lo que tiene de significativo, aunque pue-da parecer atpica [...] El regreso a lo cualitativo por la va delestudio de caso responde a un movimiento dialctico en el cam-po de la historia de las mentalidades. Para m, mucho ms quela contradiccin de los enfoques seriales cuantificados, es sucomplemento, porque permite ese anlisis profundoque prefie-re, ms que a los hroes de primer plano de la historia tra-dicional, a estos testimonios sobre la normalidad [...] o losaportes ms ambiguos, pero tal vez ms ricos del testimonio enel lmite de un personaje en situacin de ruptura (Vovelle re-mite aqu a sus estudios sobre Joseph Sec y sobre ThodoreDesorgues).

    Ms claramente an, ensubiografia de Menochio, CarIo Ginzburganaliza la cultura popular mediante un caso extremo, de ningunamanera modal:

    En conclusin, aun un caso lmite [...] puede revelarse como re-presentativo. Ya sea negativamente, entanto ayuda a precisarloque hayque entender, en una situacindada, por"lo estads-ticamente ms frecuente", ya sea positivamente, en tanto per-mite circunscribir las posibilidades latentes de algo (la culturapopular) que no nos es conocido sino a travs de una documen-tacin fragmentaria y deformada.

    Aqu tambin el paralelismo con la literatura es sorprendente. Elpersonaje naturalista tradicional es trasladado progresivamente aun segundo plano, mientras que el relato de lo absurdo aseguraba,en Beckett por ejemplo, la solucin de los casos extremos.

    La principal ventaja del personaje tradicional de la novelaprovena de su posibilidad o de su libertad para entablar uncombate, victorioso o no, contra la amenaza de las situaciones

    A veces, sin embargo, lasbiografas son utilizadas paraaclarar directamente el contexto.En este caso, el contexto no sepercibe en su integridad y en suexhaustividad estticas, sino atravs de sus mrgenes. Aldescribir los casos lmite,se ponen a la luzprecisamente los mrgenesdel campo social dentrodel cual estos casos son posibles.

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    La antropologa interpretativa,sin duda alguna, ha puesto en

    relieve el acto dialgico, elintercambio y la alternancia

    continuos de preguntas yrespuestas dentro de una

    comunidad de comunicacin.En esta perspectiva,

    el material biogrq,fico se tornaintrnsecamente discursivo, pero

    no logramos traducir sunaturaleza real, la totalidad de

    los significados que sta essusceptible de revestir: puede

    solamente ser interpretada,de una u otra manera.

    extremas. Es ah donde resida su energa dramtica. Pareceque hoy los legitimadores del "personaje hombre" tienen comoltimo recurso el de sustituir las situaciones dramticas porsituaciones extremas [...] Sus destinos de aventureros, de va-gabundos, de excntricos y de colricos parecen salir de unmolino mecnico que buscara hacer nacer el movimiento en lafijeza atpica y en las situaciones extremas sin salida.

    Pero en esta ptica tambin el contexto social es a menudo dibu-jado de manera demasiado rgida: al delinear sus mrgenes, loscasos lmites amplan la libertad de movimiento de la cual puedengozar los actores, pero pierden casi todo vnculo con la sociedadnormal (el caso de Pierre Riviere es un ejemplo puntual en este tipo).

    d) Biografa y hermenutica. La antropologa interpretativa, sinduda alguna, ha puesto en relieve el acto dialgico, el intercambioy la alternancia continuos de preguntas y respuestas dentro de unacomunidad de comunicacin. En esta perspectiva, el material bio-grfico se torna intrnsecamente discursivo, pero no logramos tra-ducir su naturaleza real, la totalidad de los significados que sta essusceptible de revestir: puede solamente ser interpretada, de una uotra manera. Es el propio acto interpretativo el que se vuelve signi-ficativo, es decir, el proceso de transformacin del texto, de atribu-cin de un sentido a un acto biogrfico que podra recibir una infini-dad de otros sentidos. Por eso, el debate sobre el lugar de labiografaen el seno de la antropologa se lanz en una va prometedora peropeligrosamente relativista. La historia que se apoya sobre los ar-chivos orales o que persigue introducir el psicoanlisis en la inves-tigacin histrico-biogrfica no ha sufrido, sin embargo, su influjosino con intermitencia y bastante dbilmente. Aqu tambin, comoen el siglo XVIII, el dilogo se encuentra en la base del proceso cog-noscitivo: el conocimiento no es el resultado de una simple descrip-cin objetiva, sino de un proceso de comunicacin entre dos personaso dos culturas.

    En el fondo, este enfoque hermenutico parece desembocar en laimposibilidad de escribir una biografa. Al sugerir que hay que abor-dar el material biogrfico de manera ms problemtica y al recha-zar la interpretacin unvoca de los destinos individuales, esteenfoque ha estimulado la reflexin de los historiadores. Los ha con-ducido sobre todo a un mayor dominio de las formas narrativas, losha orientado hacia tcnicas de comunicacin ms respetuosas delcarcter abierto y dinmico de las selecciones y de las acciones.

    7. Esta tipologa que utiliza a las interrogaciones y que encontra-mos hoya propsito de la biografa no tiene la ambicin de agotarel conjunto de las posibilidades o de las prcticas: podramos men-cionar otros tipos: la psicobiografa, por ejemplo, pero sta conllevatantos elementos equvocos o cuestionables que no parece presentarhoy una importancia significativa. Los grandes tipos de orientacinsumariamente enumerados aqu representan las nuevas vas toma-das por aquellos que buscan utilizar la biografa como instrumentode conocimiento histrico y remplazar la tradicional biografa linealy factual, que sin embargo contina existiendo y gozando de muybuena salud.

  • No se trata, sin embargo, ms que de soluciones parciales, quepresentan an aspectos muy problemticos. La biografa constituyeun tema sobre el que hay que debatir, alejndose tal vez de la tra-dicin de los Annales pero permaneciendo en la encrucijada de losproblemas que nos parecen hoy particularmente importantes: la re-lacin entre normas y prcticas, entre individuo y grupo, entredeterminismo y libertad, o incluso entre racionalidad absoluta yracionalidad limitada. Slo pretendo aqu someter algunos temas aeste debate y subrayar que las cuatro orientaciones evocadas tienenen comn el hecho de callar cuestiones fundamentales. stas con-ciernen en particular al papel de las incoherencias entre las normasmismas (y ya no solamente las contradicciones entre la norma y sufuncionamiento efectivo) dentro de cada sistema social; en segundolugar, el tipo de racionalidad que se atribuye a los actores al escribiruna biografa; y, finalmente, la relacin entre un grupo y los indi-viduos que lo componen.

    8. Es ante todo un problema de escala y de punto de vista: si sepone el acento en el destino de un personaje -yno en el conjunto deuna situacin social- con el fin de interpretar la red de relacionesy de obligaciones exteriores en la cual se inscribe, es totalmenteposible concebir de manera diferente la cuestin del funcionamientoefectivo de las normas sociales. De manera general, los historiado-res dan por hecho que todo sistema normativo sufre transformacio-nes con el tiempo, pero que en un momento dado se vuelve plena-mente coherente, transparente y estable. Me parece, al contrario,que deberamos interrogarnos ms sobre la amplitud real de la li-bertad de eleccin. Desde luego, esta libertad no es absoluta: cul-tural y socialmente determinada, limitada, conquistada paciente-mente, sigue siendo sin embargo una libertad consciente que losintersticios inherentes a los sistemas generales de normas dejan alos actores. Ningn sistema normativo es, de hecho, lo bastanteestructurado como para eliminar toda posibilidad de eleccin cons-ciente, de manipulacin o de interpretacin de las reglas, de nego-ciacin. Me parece que la biografa constituye, a este respecto, ellugar ideal para verificar el carcter intersticial -y sin embargoimportante- de la libertad de que disponen los agentes, as comopara observar la manera en que funcionan concretamente aque-llos sistemas normativos que no estn exentos de contradicciones.Retenemos as una perspectiva diferente-pero no contradictoria-de los que escogen subrayar ms los elementos de determinacin,necesarios e inconscientes, como lo hace, por ejemplo, Pierre Bour-dieu. Hay una relacin permanente y recproca entre biografa ycontexto; el cambio es precisamente la suma infinita de estas in-terrelaciones. El inters de la biografa es permitir una descripcinde las normas y de su funcionamiento efectivo, no siendo ya stepresentado solamente como el resultado de un desacuerdo entre re-glas y prcticas, sino sobre todo como el de las incoherencias estruc-turales e inevitables entre las normas mismas, incoherencias queautorizan la multiplicacin y la diversificacin de las prcticas. Meparece que se evita as abordar la realidad histrica a partir de unesquema nico de acciones y de reacciones y que se muestra, por elcontrario, que la desigual reparticin del poder, por ms grande y

    La biografa constituye un temasobre el que hay que debatir,alejndose tal vez dela tradicin de los Annales peropermaneciendo en la encrucijadade los problemas quenos parecen hoy particularmenteimportantes: la relacin entrenormas y prcticas, entre individuoy grupo, entre determinismo ylibertad, o incluso entreracionalidad absolutay racionalidad limitada.

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    Al privilegiar as la importanciadel grupo, subestinyLmos el

    problema de su construccin,adems de la apreciaci6n de su

    solidez, de su duraci6n, desu amplitud, y evacuamos,

    consecuentemente,la cuestin de la relacinentre individuo y grupo.

    ms coercitiva que sea, no deja de ofrecerun cierto margen de accina los dominados; estos ltimos pueden entonces imponer a los do-minantes cambios no despreciables. Tal vez solamente se trata deun matiz, pero me parece que no se puede analizar el cambio socialsi no se ha reconocido previamente la existencia irreductible de unacierta libertad con respecto a las formas rgidas y a los orgenes dela reproducci6n de las estructuras de dominacin.

    9. Estas consideraciones invitan a reflexionar sobre el tipo de ra-cionalidad que hay que imaginar cuando emprendemos la descrip-cin de los actores histricos. Es poco frecuente, en efecto, que nosalejemos de los esquemas funcionalistas o de los de la economa neo-clsica; ahora bien, stos suponen actores que poseen una informa-ci6n perfecta y consideran, por convenci6n, que todos los individuostienen las mismas disposiciones cognoscitivas, obedecen a los mis-mos mecanismos de decisi6n y actan en funcin de un clculo, so-cialmente normal y uniforme, de los beneficios y de las prdidas.Estos esquemas desembocan as en la construcci6n de un hombreenteramente racional, que no conoce dudas, incertidumbres ni iner-cia. La mayora de las biogras tomaran sin embargo otra cara siimaginramos una forma de racionalidad selectiva, que no buscaraexclusivamente la maximizaci6n del beneficio, una forma de acci6nen la cual sera posible no reducir las individualidades a coherenciasde grupo, sin renunciar a la explicaci6n dinmica de las conductascolectivas como sistemas de relaci6n.

    10. Adems del carcter intersticial de la libertad individual y dela cuesti6n de la racionalidad limitada, un ltimo punto me pareceque debe ser planteado. Roger Chartier sostuvo recientemente quela oposici6n entre "anlisis microhistrico o case studies" e historiasocioecon6mica, entre estudio de la subjetividad de las representa-ciones y estudio de la objetividad de las estructuras, poda ser supe-rado, a condicin de "mantener los esquemas generadores de lossistemas de clasificaci6n y de percepci6n como verdaderas 'insti-tuciones sociales', que incorporan las divisiones de la organizacinsocial en forma de representaciones colectivas". Esta anotacin meparece plenamentejustificada (excepto, tal vez, la asimilacin de lamicrohistoria a los case studies y al estudio de las representacio-nes subjetivas), pero insuficiente: al poner el acento sobre el grupo,se da por hecho la relativa estabilidad de las coherencias y de lascohesiones grupales, as como el hecho de que constituyen el nivelmnimo en que se pueden an estudiar con beneficio las represen-taciones del mundo social y los conflictos que suscitan. A mi en-tender, al privilegiar as la importancia del grupo, subestimamos elproblema de suconstruccin, adems de la apreciacin de su solidez,de su duraci6n, de su amplitud, y evacuamos, consecuentemente, lacuesti6n de la relaci6n entre individuo y grupo. No es pues una ca-sualidad si, en el texto que acaba de ser citado, Chartier asimilavoluntaria y explcitamente las representaciones individuales y lasrepresentaciones colectivas, como si su gnesis fuera formalmentesemejante.

    Es cierto, se abandona as la observaci6n de conjuntos sociales yde conceptos indeterminados (cultura popular, mentalidades, cla-ses) para construir una sociedad fragmentada y conflictual, en la

  • No podemos, pues, aplicar losmismos procedimientoscognoscitivos a los gruposya los individuos; y laespecificidad de las acciones decada individuo no puede serconsiderada como indiferente oprivada de pertinencia. Porque elriesgo, nada trivial, es el desustraer a la curiosidadhistrica temas que se juzgarancomo plenamente estudiados auncuando siguen estando todavaampliamente inexplorados.

    que las representaciones del mundo se vuelven posturas de lucha.Pero subsiste una amplia parte de indeterminacin: los agregadosdel grupo se dan por hechos y por definidos; se estudian las luchasde poder y los conflictos sociales como si se dieran entre grupos cuyacohesin se presupone, como si el anlisis de las diferencias indivi-duales --en el ltimo de los casos tan numerosas que se vuelven im-posibles de interpretar- no aportaran nada. Aqu tambin tal vezse trata solamente de una aclaracin: si insistimos en la "gnesissocial de las estructuras cognoscitivas" y en el aspecto "de incorpo-racin de una posicin diferencial en el espacio social en forma dedisposiciones", dejamos sin precisar la actividad de los actores,concebida solamente como el resultado "de innumerables operacio-nes de ordenacin mediante las cuales se reproduce y se transfor-ma continuamente el orden social". La nocin de apropiacin cuali-tativa de "una historia social de los usos y de las interpretaciones,relacionados con sus determinaciones fundamentales (que son so-ciales, institucionales, culturales) e inscritos en las prcticas espe-cficas que los producen", por ms importante y til que sea, dejatambin abierto el problema de la relacin entre individuo y grupo.No se puede negar que haya un estilo propio de una poca, un ha-bitus que resulta de experiencias comunes y reiteradas, as comoexiste, en cada poca, el estilo propio de un grupo. Pero existe tam-bin, para cada individuo, un espacio significativo de libertad queencuentra su origen precisamente en las incoherencias de los con-fines sociales y que da origen al cambio social. No podemos, pues,aplicar los mismos procedimientos cognoscitivos a los grupos y a losindividuos; y la especificidad de las acciones de cada individuo nopuede ser considerada como indiferente o privada de pertinencia.Porque el riesgo, nada trivial, es el de sustraer a la curiosidad hist-rica temas que se juzgaran como plenamente estudiados aun cuan-do siguen estando todava ampliamente inexplorados: por ejemplo,la conciencia de clase o la solidaridad de grupo, o incluso los lmi-tes de la dominacin o del poder. Los conflictos de clasificaciones, dedistinciones, de representaciones, abarcan tambin la influenciadel grupo socialmente solidario en cada uno de los miembros quelo componen, al mismo tiempo que revelan los mrgenes de liber-tad y de restricciones dentro de los cuales funcionan y se constitu-yen las formas de solidaridad. Imagino que, en esta perspectiva, labiografa podra permitir un examen ms profundo de estos pro-blemas.

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