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M M A A R R E E M M Á Á G G N N U U M M NÚMERO 6 MAYO 2016

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MMMAAARRREEEMMMÁÁÁGGGNNNUUUMMM NÚMERO 6 MAYO 2016

2

EQUIPO EDITORIAL Rocío Acebal, Juan González,

Lorenzo Roal, Mario Vega

PORTADA E INTERIOR Miguel Rual

ACUARELAS José Luis Nieto

―Si tú quisieras ser honesto y justo

y no habitara nunca el mal tu lengua

no mostrarían el rubor tus ojos

pero hablarías con franqueza al menos‖

Safo

MMAARREEMMÁÁGGNNUUMM

[email protected]

blog.revistamaremagnum.es twitter.com/revmaremagnum

facebook.com/revmaremagnum

NNÚÚMMEERROO 66 MMAAYYOO 22001166

REVISTA DE ARTE & POESÍA

ISSN 2386-6047

3

EDITORIAL: Academia

CAPITEL

Raquel Lanseros (6-7)

Como la isla Española… Aitor Francos (8-9)

3 haikus Memoria de los hombres

César Iglesias (10-11)

Genealogías Postal de Lluveces

Gema Palacios (12-13)

Autorretrato Lo desvanecido

Narciso Raffo (14-15)

Nieve en agosto (Tankas)

Jesús Gallego Montero (16)

Beso en la catedral

Irene Enríquez Pigazo(17)

Merezca la pena tu esfuerzo…

Miguel Ángel Gómez (18)

Caillebotte

Cristian David López (20-21)

La tripa

FUSTE

Myriam García (22-25)

La banalidad del mal. Desobediencia y filosofía

Miguel Vega Manrique (27-30)

La condición del artista

4

ÍÍNNDDIICCEE

ACADEMIA

Como si de una salvaje película del indómito Oeste se

tratara, lo más habitual es que el lector (ya el docto, ya el

ocasional), trate de señalar con sus acusatorios índices al bueno

y al malo. Aunque en este caso no se trate de discernir si Gary

Cooper tiene propósitos nobles o John Wayne es más

mefistofélico que Nicolás Maquiavelo, los que disfrutamos de la

poesía, literatura y arte en general, tendemos a clasificar la obra

que observamos dentro de unos estándares de ―bueno‖ y ―malo‖

tan vacuos como subjetivos.

Rara es la vez que hacemos un análisis de los elementos de

aquello que tenemos delante de nosotros partiendo de patrones

academicistas o, siquiera nos adentramos en el mundo del

artista para saber qué nos quiere decir o cómo se siente. De una

forma tan sentenciosa como una zarza ardiendo, reducimos todo

examen a un ―sí/no‖. ¿Es esto bueno, malo o indiferente? El

lector avispado se habrá dado cuenta que hemos intentado

reconducirle a ese mismo mundo de simplicidades que

acabamos de describir con cierto desdén; aquel que no lo haya

hecho, le advertimos que está lidiando con unos editores con

cierta tendencia de lo más ladina.

En primer lugar, hay que señalar los pros de este

reduccionismo. Es un salvavidas. Desde el punto de vista nada

desdeñable de la higiene mental, es sencillo y ayuda a conocer a

las personas en función de sus meras respuestas emocionales.

EDITORIAL

5

Además, contribuye a tener la posibilidad de darle a la gente lo

que demanda (por peligroso que sea esto) y a tener presentes

cuáles son los gustos de una época, sociedad o grupo. Ahorra

tiempo y es eficiente.

Ahora bien, esta cosmovisión tiene el altísimo

inconveniente de que supone un evidente desprecio al autor que

ha trabajado en su obra con seso, horas y vocación para verla

desprestigiada por lo que, a buen seguro, serán para él una

amalgama de legos ignorantes del arte que merecen arder en el

lugar más caliente del infierno junto con las corrientes

mainstream.

¿A qué queremos llegar con esto? Pues al seguramente

discutible aserto de que ambas visiones son posibles. No es

posible exigirle al aficionado un estudio experto que extenúe la

paciencia de un escriba y aburra a Job, ni sonarían bien en boca

del letrado expresiones de tono inmundo y valoraciones

infundadas. En consonancia con aquello en lo que creemos, en

maremágnum intentamos ofrecer un repertorio variado a

nuestro lector y una acogida siempre de brazos abiertos a los

artistas.

En este Lugar han compartido y comparten espacio los

mayores conocedores del oficio y los que aún principian su

camino. Queremos hacer de la calidez una marca. Que todos los

que hacéis este proyecto posible sintáis que esta es una

Academia de diferentes marchas pero donde todos somos

iguales, al menos, a la hora de hacer que se impriman estas

líneas que ahora arrancas a leer.

MAREMÁGNUM

6

ÍÍNNDDIICCEE

Como la isla Española del siglo XVII

se asemejaba a la precolombina,

así, yo me parezco

a la mujer que era

antes de ti,

sin ti,

vacía de vida.

Será que el paraíso

puede cobrarse por adelantado

en porciones pequeñas,

cuando no se lo espera.

Igual, todo tu cuerpo

repleto de horizontes

de sonrisas

de ojos

todo piel generosa, todo besos,

todo palabras dulces que se funden

en una suave red

tendida entre tu sexo y las noches de lunes.

CAPITEL

RAQUEL LANSEROS

7

Fue así como llegaste

un día adormecido igual que cualquier día

pero tan diferente al resto de ellos.

Un día sin confines en que miles de noes

desertaron de golpe de los diccionarios

igual que animalillos asustados.

Lo recuerdo tan nítido.

Fue tu voz de planeta la que tomaba el mando de mi nombre

al principio de todo.

Después,

llevaste tu canción a todos los rincones,

las nubes escucharon tus acordes

e inventaron la lluvia.

Hace ya mucho tiempo las palabras

no significan nada

si no es tu dulce acento quien declara,

si no es tu voz quien dice.

Será que el infinito

es mucho más pequeño si se mira de cerca.

8

33 HHAAIIKKUUSS

Es la ventana

quien deja que la luz

pregunte cosas.

Ágil la garza.

La rama que se quiebra

al darle impulso.

Se va la nieve

y deja solo al poeta

pintando árboles.

AITOR FRANCOS

9

MMEEMMOORRIIAA DDEE LLOOSS HHOOMMBBRREESS

Una luz de siglos y murallas, polvorientas

palabras, servirá

para conjurar a los poetas y sus nombres.

Que les cueste reconocerse en la geografía

del humo.

Sentir en cada pared un peso desigual,

equilibrando el universo. Y contener

la realidad. No la poesía.

10

GGEENNEEAALLOOGGÍÍAASS

Bebe Caín la vieja leche negra

del hijo por dos veces sepultado

para domesticar ira que alumbra

las brumas de la culpa y la derrota.

La madre escoge las lentejas podres,

cuenta dolores de reuma y cocina;

el padre manosea ubres de reses

con toses, sabañones y blasfemias.

Son formas de calmar las pulsaciones,

enterrar las estirpes sin consuelo

y legar huesos, tumbas y carroña.

El hijo bebe ya la leche negra

y se pregunta: ―¿Quién soy?, ¿dónde estoy?‖.

Sabe Caín que no quedan hermanos.

CÉSAR IGLESIAS

11

PPOOSSTTAALL DDEE LLLLUUVVEECCEESS

Sin letras y sin cifras esta estela

se levanta en la isla de diciembre.

Números y palabras son escritas

sobre las aguas verdes del olvido,

dirían Keats y Marisa Madieri.

No caen las hojas en los cementerios

de los hombres tachados. Las lápidas

exigen desnudez para mostrar

todos los nombres de los siempre ausentes.

Las piedras y los árboles preparan

su venganza: la grava y la corteza

para levantar túmulos sin nombres.

¿Dónde tiene la llaga el porvenir,

su lamento y su rezo? En la oquedad.

12

AAUUTTOORRRREETTRRAATTOO

“Así he vivido yo

con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño,

sabiendo que jamás me he equivocado en nada,

sino en las cosas que yo más quería.”

Luis Rosales

Soy mujer y habito una piel áspera

Las cosas me miran desde un lugar llamado abandono

Raspo inconmovible los espacios en blanco los signos

las interrogaciones

Yo querría atravesar el silencio con las uñas que me faltan

Es posible dejar de amar los detalles de los nombres

es absurdo dejarse amar por un resplandor de invierno

Voy a trazar un gesto cerrar las cortinas morir un poco.

Poema incluido en Treinta y seis mujeres

(El sastre de Apollinaire, 2016)

GEMA PALACIOS

13

LLOO DDEESSVVAANNEECCIIDDOO

Entra por una grieta no pronosticada

y cava el hueso en mi párpado.

Date prisa.

Toda la noche trazo siluetas de amanecer.

14

NNIIEEVVEE EENN AAGGOOSSTTOO ((SSEELLEECCCCIIÓÓNN DDEE TTAANNKKAASS))

Toma raíces

en la yerta y sombría

tierra de mí.

Sus dedos penetrando

en busca de agua fresca.

El viento gélido

cubrió con nieve el cuerpo,

lo sepultó.

Pétalos que se marchan.

Olor que permanece.

Lo que yo soy

no es sólo este pesar

o carne o hueso.

Sino cuanto quisiera

volverme en soledad.

NARCISO RAFFO

15

Bajo esta Luz,

cielo claro del sur

vívido y cruel.

Parece que sus ojos

brillaran cual naranjas.

Si yo tuviera

que contar con palabras

todo el dolor—

Saldría de mi boca

entera su saliva.

Larga melena

como un reloj de arena

precipitándose.

El tiempo es lo que pasa

detrás, a sus espaldas.

16

BBEESSOO EENN LLAA CCAATTEEDDRRAALL

Bajo la luz eterna de sus años

la vieja catedral inflama el mundo

de un ocaso perdido en la memoria,

todo un reino de porcelana

y de razón, que en esta noche oscura

se me posa en el alma con aire de postal.

Busco

el fogonazo aquel que nos turba la vida

y altera las esferas del recuerdo,

cuando una luz de amor, cuando una luz

de vieja catedral que inflama el mundo

conmueve este pilar del universo

con la huida de un beso primerizo.

Y encuentro un sol en el dulzor

de un órgano, tú y yo

derramándonos

en viejas soledades fotográficas,

mientras un fraile barbanegra aborda

la perpetua demora de un instante

que alguna vez interpretamos.

JESÚS GALLEGO MONTERO

17

Merezca la pena tu esfuerzo,

este alijo desmesurado

de ti,

la prisa y el triunfo en la

sílaba,

tenerme lejos, ahora que siempre

y pronto, fingir

que ya nada más suceda,

porque nunca nadie,

antes nadie:

Descalza está mi boca

para este vino perdurable.

IRENE ENRÍQUEZ PIGAZO

18

CCAAIILLLLEEBBOOTTTTEE

Hay días

en que, para la conversa, se me aparece Caillebotte.

Está sobre la acera colorista

a merced de su retiro creador,

o lo veo en el café

sujetando el tiempo en su caballete,

fijando una realidad que se salva de la Historia

mientras pinta la eternidad doméstica.

Otra vez pasea libre por la casa,

rehén de la noche,

y Degas sutilísimo lo sigue:

dos genios remotos y perdurables.

Entre Degas y Caillebotte

me quedo con Caillebotte, viejo amigo.

Él sí hizo de la pintura otra cosa.

Días de Caillebotte, felices días

en que viajo lejos de mí mismo.

Hace tiempo que no miro un cuadro,

lo dejé aplazado para más adelante

pero no es necesario para que vuelvan los colores,

para que el artista avance con tranquilidad,

venga hasta mí, a envolverme en su impresión

ignota y tan a la mano. Qué encuentro indeleble.

Vuelve a ser verdad lo que está vivo

con la jubilosa compañía de Caillebotte.

MIGUEL ÁNGEL GÓMEZ

19

20

LLAA TTRRIIPPAA

Era jueves, día de visita a mi novia Francisca. La noche

anterior nos habíamos visto a escondidas en la huerta de su

casa. Fue un encuentro inolvidable, los dos acabamos

agotados y unas horas ella durmió plácidamente sobre mi

pecho mientras yo contemplaba el cruzar de algunas

estrellas hasta que el gallo cantó y Francisca volvió a su

casa.

Al día siguiente, jueves, día de visita, estábamos tomando

mate en el patio, bajo un limonero. Mi suegra tejía un suéter

verde, sin apartar los ojos de la aguja. Mi cuñada barría el

patio y su hermanito pelaba unas mandarinas. Cuando de

repente una gallina pasó junto a nosotros. En su pico llevaba

una especie de tripa de cerdo que goteaba un líquido

blanquecino. Otras gallinas la siguieron, unas tras otra. De

pronto se llenó aquello de gallinas. No sabía de dónde salían

tantas. Me fijé en la cara de Francisca. Sus labios

palidecieron; sus ojos, atónitos, se clavaron en los míos. Hizo

un gesto que a la primera no entendí. Hizo una seña con la

cabeza. ¡La gallina, la gallina!, parecían decir esos grandes y

terribles ojos negros (ahora que los recuerdo, eran

hermosos), esas dos perlas negras por las que yo aguanté allí

escuchando una y otra vez los sueños juveniles de mi suegra.

Las gallinas empezaron a pelear por la tripa. Francisca

estaba inquieta en el asiento. Encogí los hombros. No sabía

qué podía hacer. Pero grande fue mi sorpresa cuando la

gallina pasó junto a mis pies y pude ver que no era una tripa

la que llevaba en el pico, sino ¡un condón!, el mismo que

había yo utilizado la noche anterior. Mi suegra seguía

21

hablando sin parar y yo diciéndole «qué barbaridad!, ¡che

dioh!», mientras mi corazón se empezaba a hinchar como un

globo de piñata hasta dificultarme la respiración.

Intenté distraer a mi suegra para que no viera tal

porquería. Tuve tanto miedo de que viera mi desesperación.

Francisca empezó también a perseguir a la gallina, y la

hermana, que estaba barriendo, preguntaba que qué era

aquello. De pronto apareció un gato y se puso correr tras la

pobre gallina que, sin más tiempo que perder, empezó a

tragar su bufet abriendo el pico al máximo. Cuando

Francisca llegó a cogerla, ya se había acabado el condón.

Suspiré y seguí cebando el mate. Mi suegra preguntó a

Francisca qué fue todo aquel alboroto. Y ella le contestó que

la gallina se había tragado una tripa de cerdo que los vecinos

habían tirado en la huerta de la casa.

Cuatro días después, Francisca me dijo que la gallina

dejó de poner huevos. Y esa misma tarde, mi suegra me

mandó a llamar urgentemente; había hecho tallarín con

pollo.

CRISTIAN DAVID LÓPEZ

22

ÍÍNNDDIICCEE

EELL RRIINNCCÓÓNN DDEE SSOOFFÍÍAA LLaa bbaannaalliiddaadd ddeell mmaall.. DDeessoobbeeddiieenncciiaa yy ffiilloossooffííaa

MYRIAM GARCÍA

Basta con echar un vistazo al mundo y su historia para

convenir con facilidad que el ser humano tiende a la maldad.

Resulta más complejo, sin embargo, descubrir de dónde

proviene dicha inclinación. ¿Cuál es el origen de la maldad?

¿Es el ser humano malvado por naturaleza o es el entorno el

que condiciona nuestra conducta? Desde el origen de su

existencia, la filosofía ha incorporado estas preguntas como

propias, dedicando ríos de tinta a la vieja disquisición sobre

nuestra naturaleza moral.

Los primeros en plantear el problema fueron los antiguos

griegos, quienes se apresuraron a definir la maldad como

sinónimo de ignorancia: «Solo hay un Dios, y es el

conocimiento, y una maldad, que es la ignorancia». Para

Sócrates, la ignorancia era el peor mal que un hombre podía

padecer, ya que entendía que nadie escoge intencionalmente

hacer el mal sabiendo que es el mal, mientras que aquél que

conoce el bien no puede más que dejarse conducir por él. Por

ello, era preciso para Sócrates sacar al ciudadano griego del

estado de ignorancia en que se encontraba. Éste fue

precisamente el primer objetivo del método socrático de

filosofar: poner al interlocutor en el aprieto de tener que

reconocer su ignorancia, y así disponerlo a buscar aquello que

FUSTE

23

ignora, pues el hombre es justo y feliz no solo cuando

encuentra la verdad sino cuando inicia su búsqueda.

Este optimismo antropológico, esta fe en la humanidad no

se repetirá, con algunas excepciones, hasta bien entrado el

siglo XVIII, cuando Jean-Jacques Rousseau, uno de los

ideólogos de la Revolución francesa, se ganó la fama de

transgresor y tipo marginado al defender la conducta del buen

salvaje que contra su voluntad ha sido corrompido por la

sociedad desnaturalizada.

De acuerdo con Rousseau, el Estado y las cadenas

impuestas por los gobernantes sometían al hombre a una

presión tal que lo llevaban a salir de su estado natural y

renunciar a su bondad original, la cual era representada a

través del ―mito del buen salvaje‖, una construcción literaria,

fruto del contacto con los pueblos indígenas americanos, que

describía a los hombres primitivos como seres virtuosos,

amables, ingenuos y confiados. Sin duda, una buena muestra

del impacto de este mito en la cultura de la época fue la novela

de Daniel Defoe, Robinson Crusoe (1719), y su personaje de

Viernes. Una imagen aparentemente idílica llena de

claroscuros, donde el salvaje es visto como un ―menor de edad‖

que debe ser instruido y civilizado. De hecho, Robinson Crusoe

no es solo una novela. Es el máximo exponente del

imperialismo colonial que en el siglo XIX dejará tras de sí a

numerosos grupos humanos esclavizados, expropiados y al

borde de la extinción.

Entonces, ¿qué lugar queda para la esperanza? ¿Estamos

acaso condenados a la autodestrucción? Quienes respondan

positivamente a esta pregunta se sentirán complacidos con la

24

lectura de la primera y más célebre novela del premio Nobel de

literatura William Golding, El señor de las moscas (1954), cuyo

título hace una clara referencia a la imagen cristiana de Satanás

o Lucifer como representación del mal. En ella, Golding ofrece

una alegoría de la condición humana y una representación

literaria de la disputa entre dos posturas filosóficas

enfrentadas: aquella protagonizada por los defensores de la

bondad natural del hombre, como Rousseau, John Locke o

Michel Montaigne; y aquella que, asumida principalmente por

Thomas Hobbes, postula un estado natural de guerra entre los

hombres, inmortalizado en su célebre frase «el hombre es un

lobo para el hombre». Publicada en las postrimerías de la II

Guerra Mundial, la novela puede ser interpretada además

como una constatación de las funestas consecuencias que

pueden tener las tendencias autoritarias que basan su poder en

el terror, la violencia y la disciplina militar.

En la filosofía contemporánea quien mejor ha sabido

aprovechar las lecciones del nazismo para realizar un análisis

completo de la maldad humana es seguramente Hannah

Arendt, filósofa alemana de ascendencia judía que tuvo la

oportunidad de presenciar el juicio de Adolf Eichmann,

ajusticiado en 1961 y llevado a Israel para ser juzgado por

genocidio contra el pueblo judío y por crímenes contra la

humanidad.

Como resultado de su cobertura del juicio y de su profunda

reflexión filosófica, Arendt publica una de sus obras más

polémicas y controvertidas: Eichmann en Jerusalén. Un estudio

sobre la banalidad del mal (1963). En él, realiza un completo

análisis de Eichmann como un hombre simple, incluso

25

mediocre, que se limita a cumplir órdenes sin reflexionar sobre

las consecuencias de sus actos. Es decir, contrariamente a lo

que se pudiese imaginar, los actos de Eichmann no fueron el

resultado de una mente criminal, dotada para el mal y la

crueldad, sino los actos de un burócrata del sistema que realiza

con escrupulosa eficiencia las funciones encomendadas sin

pararse a pensar en el bien o en el mal de sus actos. Esto es lo

que Arendt llama la ―banalidad del mal‖, no porque los actos de

Eichmann fueran banales, sino porque fue su banalidad, su nula

capacidad para pensar, lo que le llevó a actuar así. Eichmann

era un hombre normal que actuó como actuó simplemente por

el deseo de cumplir las órdenes de sus superiores. No se

preocupó por las consecuencias de sus actos, sino por actuar

dentro de las reglas del sistema. Es por eso que Arendt nos

alerta sobre la necesidad de estar atentos y evitar caer en la

banalidad: los mayores crímenes pueden ser cometidos por

personas corrientes, y para hacerlo no es necesario tener

ningún motivo. Basta simplemente con negarse a pensar.

De nuevo, la filosofía aparece como el mejor camino hacia

el bien, retomando las viejas enseñanzas socráticas. Acorde con

la apelación kantiana del ―sapere aude‖ –atrévete a pensar– la

filosofía nos exige desobediencia. Para cada uno de nuestros

actos, la única regla de oro es obrar de tal modo que queramos

que nuestra acción se convierta en ley universal: «trata a los

demás como te gustaría que te trataran a ti». Por tanto, elegir

el bien nunca será banal, ya que requiere el esfuerzo de evaluar

detenidamente nuestros actos, buscando razones mejores y más

sólidas para hacer aquello que, después de una cuidadosa

reflexión, hemos elegido hacer. La filosofía es, pues, todo

menos banal.

26

27

LLAA CCOONNDDIICCIIÓÓNN DDEELL AARRTTIISSTTAA

MIGUEL VEGA MANRIQUE

Es bien conocida la anécdota del escritor argentino Ernesto

Sábato, representante del existencialismo en su vertiente más

pesimista, acuñada por él mismo, donde aparece la frase

lapidaria que siempre decía a cada escritor novel, cuando

acudían para mostrarle algo de su obra esperando recibir

opinión: «Si vos no escribís esto, ¿te morís?». Y como la

respuesta más habitual, frente a dicha contienda, solía ser

negativa, él zanjaba el asunto diciendo: «Pues dejalo, no merece

la pena».

Tal situación nos pone ante una concepción plenamente

vital del arte; es decir, el arte como única posibilidad para la

existencia, y en último término, como salvación. Sin duda, son

muy contrastadas las afirmaciones en torno a dicha concepción,

que vienen a reafirmar el postulado, al igual que lo hizo Sábato:

«si no hubiera escrito, me hubiera muerto. Seguro».

Recientemente, acaba de aparecer publicada en la editorial

Edhasa la última biografía de Julio Cortázar, por el ya conocido

y controvertido escritor Miguel Dalmau. Debido a los

impedimentos surgidos, hubo de reescribirla hábilmente en

estilo indirecto, para evitar así las polémicas con la viuda y la

agente literaria del famoso cronopio, sorteando las barreras

legales necesarias para su publicación. Esto ya nos da una

muestra de las revelaciones que anticipa en su contenido dicha

obra.

En ella, el biógrafo se adentra por los terrenos menos

transitados del escritor argentino y pone de manifiesto el

28

«fantasma del suicidio que recorre toda su obra». Ya desde la

primera recopilación de cuentos, Bestiario (1951), aparece una

búsqueda de la evasión mediante la literatura, donde

encontramos el leitmotiv correspondiente al personaje de su

hermana, enferma epiléptica, y sobre los cuales hubiera podido

planear la sombra del incesto; recordemos, por ejemplo, el

primer relato del libro: ―La casa tomada‖. Vemos, según avanza

la biografía, a un Cortázar oprimido bajo el yugo de una vida

matriarcal (desde su infancia crece rodeado de cuatro figuras

femeninas clave: madre, abuela, tía y hermana), llegando a

reconocerse, mediante las palabras escritas a su madre en una

carta que nunca llegará a enviarle, como «el hijo verdadero y a

medida de la madre, el buen pingüino rosa yendo y viniendo y

tan valiente hasta el final, la forma que me diste en tu deseo».

Hasta aquí, sólo se menciona una pequeña aproximación de

las conjeturas obtenidas por el biógrafo. En todo caso, es más

que suficiente para obtener una visión, si cabe aún, más

exacerbada acerca del papel central que supuso la literatura en

la vida de Julio Cortázar, pues en no pocas ocasiones, desde sus

tempranas lecturas durante la infancia, hasta los diferentes

textos que desarrollará a lo largo de su vida, será una válvula

de escape y una constante vital, plagada de reminiscencias de

sus más íntimos fantasmas.

De imprescindible alusión es la lucidez que muestra Rainer

Maria Rilke durante las diez cartas que escribió

entre 1903 y 1908 a un joven poeta austríaco, Franz Xaver

Kappus, y que han pasado a conformar lo más leído de su

epistolario. En la primera, ante las preguntas del incipiente

aprendiz, Rilke le aconseja sobre la búsqueda certera de la

29

vocación poética, diciendo: «Averigüe si ese móvil extiende sus

raíces en lo más hondo de su alma. Y, procediendo a su propia

confesión, inquiera y reconozca si tendría que morirse en

cuanto ya no le fuera permitido escribir».

Siguiendo por esta última línea que se deja entrever desde

la hipótesis, con las palabras aconsejadas por Rilke a su

expectante corresponsal, existe el caso del artista, que viéndose

mermado por un impedimento físico para continuar

desarrollando su arte, decide poner fin a su vida. Un ejemplo

muy concreto ocurre con las distonías focales: alteraciones del

sistema nervioso, muy frecuentes en los músicos por el carácter

repetitivo de la práctica. Se trata de una enfermedad en la

mente, que invalida por completo la práctica con el

instrumento en el terreno físico; pero sólo afecta a la práctica

musical, no tiene extensión alguna al resto de actividades

corporales. A día de hoy, sigue sin encontrarse ninguna cura. Y

cuanto menos, entre sus consecuencias más habituales,

abundan las fuertes depresiones.

Tratando la incapacidad para el desarrollo artístico en el

ámbito musical, es muy relevante lo acaecido con el propio

Ludwig van Beethoven. En su correspondencia conservada,

llega a confesar a su hermano las tentativas de suicidio que

baraja ante el agravio de su sordera y los incipientes fracasos

en el ámbito de la interpretación. Sin duda, un valioso

testimonio que muestra el centro alrededor del cual orbitaba su

vida; la tan elevada posición correspondiente a la música,

dentro de una escala propia de valores.

Encontramos también el testimonio de otros músicos del

panorama actual, como puede ser el vocalista de Metallica,

30

James Hetfield, que no ha sido el único de su gremio en

confesar: «la música me ha salvado la vida», del modo más

literal. Observamos en estas palabras una alusión a un posible

poder curativo, que en este caso concreto emana de la música.

Por ahora, hemos visto diferentes formas de hacer arte,

distintas áreas y campos, épocas alejadas en el tiempo, pero

siempre con una pasión desaforada al margen de todo lo

cotidiano. En los casos anteriores, y pudiendo añadir un

inmenso etcétera, subyace una conclusión fundamental, común

a todos ellos: tanto si el arte salva como si condena, no cabe

duda de que es una pieza central en la vida de muchos artistas,

hasta el punto de resultar algo claramente definitorio y

definitivo.

Tras este recorrido, podemos llegar a interpretar que el

verdadero artista es aquél que da sentido a su vida mediante el

arte, o el que sólo concibe una existencia habitando una

determinada expresión artística; es decir, una vida cuyo sentido

no se entiende más allá de una forma concreta de hacer arte.

Pero eso, tal vez, sería mucho

decir. Por tanto, expuesto queda el

conjunto anterior de casos par-

ticulares y dejamos al descubri-

miento y juicio personal de cada uno

las diferentes conclusiones posibles

acerca de los modos de vivir el arte

y entender las variadas mani-

festaciones, que manan entre los

tejidos del intelecto artístico, sea

cual sea su origen.

31

ÍÍNNDDIICCEE

MIGUEL RUAL

1992. Estudia Medicina en Oviedo.

datosbiograficos.tumblr.com

RAQUEL LANSEROS

Ha publicado los libros de poesía Leyendas del Promontorio,

Diario de un destello, Los ojos de la niebla, CroniriayLas pequeñas

espinas son pequeñas. Asimismo, su obra ha sido reunida en las

antologías personales La acacia roja, Un sueño dentro de un sueño

y A las órdenes del viento. Como traductora, destaca su

publicación de Poemas de amor, una selección de poemas

amorosos de Edgar Allan Poe; Poemas, una selección personal

de poemas de Lewis Carroll y Los ojos de Elsa, el libro más

reconocido y aclamado de Louis Aragon, traducido por primera

vez en español. Ha sido galardonada con el Premio Unicaja de

Poesía, un Accésit del Premio Adonáis, el Premio de Poesía del

Tren, el Premio Antonio Machado en Baeza y el Premio de

Poesía Jaén. Licenciada en Filología Inglesa y Máster en

Comunicación Social, su obra poética ha sido traducida a

diversas lenguas e incluida en numerosas antologías y

publicaciones literarias de todo el mundo.

BASA

32

AITOR FRANCOS

Bilbao, 1986. Ha publicado los libros Igloo (Renacimiento,

2011. XIV Premio Surcos), Un lugar en el que nunca he escrito

(Renacimiento, 2013), Las dimensiones del teatro (Isla de Siltolá,

2015) y la plaquette Ahora el que se va soy yo (4 de agosto,

Colección Planeta Clandestino, 2014). En abril de 2016 se

publica su libro de aforismos Fuera de plano (Cuadernos del

vigía, III Premio José Bergamín). Escribe crítica y artículos

para suplementos como El Cuaderno o Pérgola y en revistas

como Quimera, Clarín o Anáfora.

CÉSAR IGLESIAS

Mieres, 1961. Licenciado en Filología Española y máster en

Economía Aplicada. Profesionalmente se ha dedicado al

periodismo en diferentes medios de comunicación,

especializado en información económica (La Nueva España, La

Voz de Asturias y Cadena Ser), lo que ha compaginado con la

creación literaria. Ha publicado en revistas (Criterios, Aeda, El

Cuaderno y Clarín) y la plaquette Las casas pechadas (Trea,

Gijón, 2011).

GEMA PALACIOS

Zaragoza, 1992. Graduada en Filología Hispánica por la UAM

y máster en Estudios Literarios por la UCM, donde

actualmente cursa estudios de doctorado. Ha publicado los

poemarios Morada y Plata (ebediziones, 2013) y Compañeros del

crimen (Ediciones Paralelo, 2014). En 2016 verá la luz su tercer

poemario: Treinta y seis mujeres en la editorial El sastre de

Apollinaire.

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NARCISO RAFFO NAVARRO

Sevilla, 1992. En enero de 2015 publica su primer y único

poemario hasta la fecha: Implosión de la Memoria (En Huida).

Ha participado en las antología Alquimia del Fuego (Amargord,

2014) y en la antología de jóvenes poetas sevillanos La

Pirotecnia Peligrosa (En Huida, 2015). También ha colaborado

en revistas literarias como Obituario y Estación Poesía.

JESÚS GALLEGO MONTERO

San Fernando de Henares, 1963. Doctor en Filología Hispánica

por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado

diversos estudios sobre la literatura española del Siglo de Oro,

así como el poemario La incandescente rosa del cometa (2006).

Actualmente es Jefe del Departamento de Lengua Castellana y

Literatura y responsable del Proyecto Lector de los Colegios

El Valle.

IRENE ENRÍQUEZ PIGAZO

Valladolid, 1993. Compagina sus estudios de Logopedia con el

Teatro y la Poesía. Ha publicado el poemario El Inconsciente

Obligado en el proyecto internacional Poetry Will Be Made By

All y algunos de sus poemas integran antologías como Hey

Bob!, tributo a Bob Dylan editado por LeTour1987.

MIGUEL ÁNGEL GÓMEZ

Oviedo, 1980. Licenciado en Filología Hispánica. Colabora en

Clarín y Anáfora. Sus versos aparecen en las antologías

Soledades juntas (2005), Perro sin dueño (2007) y El triunfo de la

muerte (2011). Ganador del premio Dafne (2015). Es autor de

Monelle, los pájaros (Libros del gato negro, 2016).

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JOSÉ LUIS NIETO RIVAS Es arquitecto por la Universidad Politécnica de Madrid,

aunque dejó el ejercicio profesional para dedicarse a la pintura

y a la enseñanza. Actualmente es profesor de Secundaria y

Bachillerato, actividad que compagina con su pasión por el

dibujo y la pintura. Sus obras forman parte de diversas

colecciones, tanto públicas como privadas.

CRISTIAN DAVID LÓPEZ Lambaré, Paraguay, 1987. Estudia el Grado en Lengua

Española y sus literaturas en la Universidad de Oviedo. Ha

sido coeditor y traductor de Cantos guaraníes/Guaraní purahéi

(Impronta, Gijón, 2012). Editor de las Reflexiones y epifonemas

de Rafael Barret (Renacimiento, 2014). Ganador del concurso I

Premio Jovellanos de Poesía 2014 y del Asturias Joven de

Narrativa 2014 con su novela La patria del hombre (Trabe,

2015). Codirige la revista literaria Anáfora.

MYRIAM GARCÍA Filósofa de profesión y de corazón, siempre quise escribir

aunque nunca supe de qué. Siempre quise enseñar aunque no

encontraba a quién. Siempre filósofa, siempre yo, se me hace

absurda cualquier clase de vida que no incluya la filosofía, el

arte, la música, el cine, la literatura. Algunos filósofos

simplemente exponen sus filosofías. Yo las vivo.

MIGUEL VEGA MANRIQUE Estudiante de música y filología hispánica procedente de

Asturias y afincado en Madrid, donde cursa estudios en el Real

Conservatorio Superior de Música y en la UNED. En la

página: miguelvegamanrique.wordpress.com, publica poemas

propios y artículos de temas variados, que persiguen abrir un

espacio para la reflexión.

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¡¡PPAARRTTIICCIIPPAA!! #maremágnumsomostodos

Tú también puedes formar parte de maremágnum. ¿Tienes

un cuento, un poema, un dibujo, una fotografía que quieras

compartir con nosotros? ¡Cualquier proyecto es bienvenido!

Envíanos tus creaciones e ideas a nuestro correo:

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publicación en próximos números de la revista. Y síguenos en

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#maremágnum7 saldrá en septiembre de 2016. Nosotros ya

estamos trabajando en él, pero nada de esto sería posible sin

vuestra ayuda. ¡Muchas gracias!

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REVISTA DE ARTE & POESÍA

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MMMAAARRREEEMMMÁÁÁGGGNNNUUUMMM ISSN 2386-6047