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CuPAUAM 37-38, 2011-12, pp. 209-222 Materias primas y objetos de prestigio en ajuares funerarios como testimonios de redes de intercambio en el Horizonte campaniforme 1 Corina LIESAU Concepcion BLASCO Departamento de Prehistoria y Arqueología - Universidad Autónoma de Madrid Resumen El trabajo da a conocer los resultados de recientes análisis realizados a diferentes componentes de los ajuares de enterramientos calcolíticos, especialmente campaniformes, de la región de Madrid. Con esta información, a parte de la clásica panoplia donada en los registros funerarios, otras entregas menos estudiadas evidencian con mayor rotun- didad la capacidad adquisitiva y de control que determinados personajes pudieron tener sobre algunos recursos. Además del cobre y el oro, sobre los que ya se ha llamado la atención, el marfil y el cinabrio se perfilan como mate- rias especialmente recurrentes en los registros funerarios campaniformes ricos. Su reiterada presencia indica que, aparte de controlar sus vías de distribución, se amplía el valor simbólico y de prestigio de los ajuares y los ritos de una élite cuyo poder adquiere aún más fuerza de la que se hasta ahora se le había asignado a partir de su clásica panoplia funeraria asociada. Palabras clave: Calcolítico, Campaniforme, Valle Tajo, Ritual Funerario Summary This paper refers the results of recent analyses realized to different components of the chalcolithic grave goods, espe- cially Bell Beaker ones in the Madrid region. New information about the materials of funerary records are not only an expression of the acquisitive capacity that certain prominent individuals could have by the control of some resources, not only copper and gold, but also ivory and cinnabar and their routes of distribution. In addition, the results reveal that the symbolic and prestige value of ivory and cinnabar is extended by an elite which power acquires more relevance which till now there had been assigned from the classic funerary package. Keywords: Chalcolithic, Bell Beaker, Tagus valley, funerary ritual. Se ha dicho reiteradamente que los enterra- mientos con cerámica campaniforme suelen pose- er ajuares normalizados pero pocas veces se ha llamado la atención sobre la inclusión de determi- nadas materias primas, a veces de procedencia lejana o sobre el hecho de que los citados objetos y materias primas son patrimonio exclusivo de estas élites campaniformes, porque raras veces se estudian estos conjuntos asociados a enterramien- tos coetáneos que pueden coexistir en un mismo yacimiento en los que tales elementos y materia- les están ausentes o son muy excepcionales. De 1 El trabajo ha sido financiado por los proyectos: Las socieda- des calcolíticas y su marco temporal. Una revisión a la luz de nuevos datos (HAR2011-28731) Ministerio de Ciencia y Tecnología. I.P. Corina Liesau; y Patrimonio Arqueológico y Documental de la Comunidad de Madrid (S2007/HUM 0543) Dirección General de Investigación de la Comunidad de Madrid. IP Concepción Blasco.

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CuPAUAM 37-38, 2011-12, pp. 209-222

Materias primas y objetos de prestigio en ajuares funerarioscomo testimonios de redes de intercambio en el Horizontecampaniforme

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Corina LIESAUConcepcion BLASCODepartamento de Prehistoria y Arqueología - Universidad Autónoma de Madrid

ResumenEl trabajo da a conocer los resultados de recientes análisis realizados a diferentes componentes de los ajuares deenterramientos calcolíticos, especialmente campaniformes, de la región de Madrid. Con esta información, a parte dela clásica panoplia donada en los registros funerarios, otras entregas menos estudiadas evidencian con mayor rotun-didad la capacidad adquisitiva y de control que determinados personajes pudieron tener sobre algunos recursos.Además del cobre y el oro, sobre los que ya se ha llamado la atención, el marfil y el cinabrio se perfilan como mate-rias especialmente recurrentes en los registros funerarios campaniformes ricos. Su reiterada presencia indica que,aparte de controlar sus vías de distribución, se amplía el valor simbólico y de prestigio de los ajuares y los ritos deuna élite cuyo poder adquiere aún más fuerza de la que se hasta ahora se le había asignado a partir de su clásicapanoplia funeraria asociada.

Palabras clave: Calcolítico, Campaniforme, Valle Tajo, Ritual Funerario

SummaryThis paper refers the results of recent analyses realized to different components of the chalcolithic grave goods, espe-cially Bell Beaker ones in the Madrid region. New information about the materials of funerary records are not only anexpression of the acquisitive capacity that certain prominent individuals could have by the control of some resources,not only copper and gold, but also ivory and cinnabar and their routes of distribution. In addition, the results reveal thatthe symbolic and prestige value of ivory and cinnabar is extended by an elite which power acquires more relevancewhich till now there had been assigned from the classic funerary package.

Keywords: Chalcolithic, Bell Beaker, Tagus valley, funerary ritual.

Se ha dicho reiteradamente que los enterra-mientos con cerámica campaniforme suelen pose-er ajuares normalizados pero pocas veces se hallamado la atención sobre la inclusión de determi-nadas materias primas, a veces de procedencialejana o sobre el hecho de que los citados objetos

y materias primas son patrimonio exclusivo deestas élites campaniformes, porque raras veces seestudian estos conjuntos asociados a enterramien-tos coetáneos que pueden coexistir en un mismoyacimiento en los que tales elementos y materia-les están ausentes o son muy excepcionales. De

1 El trabajo ha sido financiado por los proyectos: Las socieda-des calcolíticas y su marco temporal. Una revisión a la luz denuevos datos (HAR2011-28731) Ministerio de Ciencia yTecnología. I.P. Corina Liesau; y Patrimonio Arqueológico y

Documental de la Comunidad de Madrid (S2007/HUM0543) Dirección General de Investigación de la Comunidadde Madrid. IP Concepción Blasco.

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hecho, es frecuente que los enterramientos cal-colíticos sin campaniforme, practicados en fosassimples no tengan ajuar o éste se reduzca a dona-ciones de objetos cotidianos pertenecientes a pie-zas ya amortizadas. Generalmente se trata deenseres elaborados con materias primas proce-dentes de áreas de captación más o menos próxi-mas: núcleos, lascas o láminas de sílex talladascon una tecnología sencilla, recipientes cerámicosy molinos de granito. Mientras que los restoscerámicos y la lítica pueden variar en calidad ycantidad, los molinos de granito suelen ser piezashabituales, hallándose en las tumbas colectivasvarias piezas fracturadas y amortizadas (Liesau etal.; 2008, 109; Blasco et al., 2009, 45).

Menos frecuentes son los elementos de ador-no, cuyos componentes siguen una arraigada tra-dición neolítica que utiliza en su elaboración pie-dras duras como la caliza, la variscita y otras pie-dras verdes. En una de las inhumaciones colecti-vas de Camino de las Yeseras se recuperaron diezcuentas discoidales de caliza de tamaño insignifi-cante, pero de buena ejecución (5 mm de diáme-tro y 0.1 gr. de peso; Blasco et al., 2009, 49; Ríosy Liesau, 2011, 358). Sus reducidas dimensionescontrastan con algunas piezas decorativas de otrasáreas peninsulares aunque son habituales en otrasmuchas regiones formando parte de adornos condiferentes composiciones y diversidad de mate-rias primas (Pérez Arrondo y López de Calle,1986:123).

En el valle medio del Tajo también las pie-dras de color verde empiezan a cobrar importan-cia en los ajuares funerarios calcolíticos de ente-rramientos sin campaniforme, se trata de mate-rias primas de prolongada explotación desde elNeolítico, responden a dos variedades: la varis-cita (fosfatos de aluminio), poco habitual en elpanorama geológico y las metavariscitas (silica-tos de aluminio) que se encuentran en muchasmás afloraciones, siendo las más próximas anuestra área de estudio, distintas vetas delSistema Central (Ríos, 2011, 515). Parece proba-do que los artesanos componían collares u otrosadornos con cuentas de distinta naturaleza y pro-cedencia, pues el efecto estético entre variscitasy metavariscitas, como sus cualidades para tra-bajarlas no representaban diferencias notables ytodo parece indicar que, aunque este material esmás habitual entre los grupos más tradicionales,sin campaniforme, también algunos de los que

poseen esta cerámica, quizás mujeres y niñosvinculados a las jefaturas, los seguían exhibien-do en sus ajuares.

Concretamente estas piedras las hemos docu-mentado en uno de los enterramientos del yaci-miento de Humanejos (Parla, Madrid) pertenecien-te a un individuo joven, posiblemente femenino,con importante ajuar que incluye, además de variosrecipientes lisos y modestos punzones de cobre, unpuñal también de este metal, de morfología foliá-cea muy similar a las alabardas de sílex y que ade-más se ornamenta con un collar de cuentas verdescuya analítica indica que se trata de silicatos de alu-minio (Ríos y Liesau, 2011, 360, tabla 2 y 362) portanto estos resultados confirman que se trata demetavariscitas. En Camino de las Yeseras, aunqueno en contexto funerario primario, han sido recu-peradas algunas piezas dispersas en el área central.Una de estas cuentas y una plaquita, ambas devariscita, se hallaron próximas a restos humanosdispersos, posiblemente expuestos en superficiepor estar mordisqueados por cánidos, mientras queotras dos, de metavariscita, están relacionadas conotras actividades artesanales (Ríos, 2011; Ríos yLiesau, 2011, 358-364).

En la misma región de la cuenca media delTajo, ya en la provincia de Toledo, se conocenotras cuentas de piedras verdes en dos tumbasdiferentes de la necrópolis del Valle de lasHigueras en Huecas (Bueno et al., 2005, 74 fig.5),en la Cueva 1 son de pequeño tamaño y formanparte de un collar en el que se combinan conámbar que excepcionalmente pertenecen a uncontexto con campaniforme; en la cueva 3, una delas mujeres inhumadas ostenta, entre sus adornospersonales, cuentas de collar de variscita (Buenoet al., 2005, 75). En este mismo yacimiento se hanrecuperado otras materias como el hueso o la con-cha, de larga tradición neolítica, o el ámbar mate-rial novedoso, que de momento no se ha encon-trado en el registro de los yacimientos madrileñosrecientemente documentados.

En general, la austeridad de ajuares imperece-deros en estas tumbas colectivas e individuales nocampaniformes podría estar compensada conotros elementos de origen orgánico como lamadera, vegetales comestibles, flores, aunquehasta la fecha hay pocos estudios en torno a estosvestigios, tenemos indicios de ello en dos tumbascolectivas de Camino de las Yeseras donde se hanlocalizado de forma representativa polen de cere-

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al, restos de espigas y semillas de trigo desnudo(López Sáez, 2011, 256; Peña-Chocarro et al.,2011, 268-270; Cabanes, et al. 2011, 281-284).Los restos de cereal y la presencia de dos grandespiedras de molino en un lugar central de la basede ambas fosas funerarias no deja al azar laimportancia de la actividad de la molienda comouna tarea subsistencial en el registro funerario.

Las ofrendas de tipo animal son excepcionalesy resulta difícil reconocer un patrón, tanto porfalta de estudios, como por las dificultades dediferenciar entre restos depositados y materialintrusivo. Son contados los casos de porcionesmás o menos completas (Liesau, 2011, 186), yaún más escasos los depósitos de animales com-pletos como se han descrito en otros ámbitospeninsulares (Fabián, 2006, 315 Márquez, 2001 yMárquez y Jiménez, 2010, 219-315; Cámara etal., 2008; Lomba et al. 2009,153). Sin embargo,como se puede comprobar en diferentes yaci-mientos calcolíticos, caso de la Loma deChiclana, El Espinillo, Las Matillas o Camino delas Yeseras una serie de animales o porcionesrelevantes de los mismos constituyen depósitosintegrados en el espacio habitacional, cuidadosa-mente colocados en fosas o tramos de foso, por loque el mundo animal parece cumplir con otrasfunciones que las de acompañar o alimentar aldifunto u otras entes en el más allá (Díaz-Andreuet al., 1992,88 ; Baquedano et al.2000,26; Díaz-del-Río, 2001, 201, Liesau et al. 2008, 106-108;Liesau, 2011; Daza, 2011).

Aunque no queremos extendernos en los estu-dios antropológicos que merecen un discurso másamplio, tan sólo enfatizar que durante el calcolíti-co no campaniforme predominan las inhumacio-nes colectivas con individuos de categoría de eda-des en los que predominan los infantiles y juveni-les, mientras que en las inhumaciones individua-les o dobles suele tratarse de personas adultas. Enalgunos casos, la forma de colocación de los cuer-pos parece obedecer a un patrón, por el que seintroducen primero los pies del difunto para dejarcaer al azar el resto del cuerpo que a menudoadopta posturas forzadas y descuidadas (GómezPérez et al., 2011, 118-121).

A partir de mediados del III milenio estas prác-ticas conviven con las que establecen los gruposcampaniformes cuyos enterramientos son másricos en todos los aspectos funerarios, no sólo en

lo que atañe a la estructura tumbal que abarcadesde fosas simples a fosas con nicho, covachas ehipogeos abiertos en grandes espacios semiexca-vados que delimitan un área funeraria de uso res-tringido (Blasco et al, 2005; Liesau et al., 2008,111-115; Blasco, 2009; Ríos, 2011, 463-487). Lasestructuras funerarias negativas de las cuencassedimentarias madrileñas adaptadas a las condicio-nes geológicas del terreno conviven en la propiacuenca del Tajo con cuevas artificiales abiertas enladera que se cierran con un muro de mampostería(Bueno, et al., 2005, 74; Bueno et al, 2007-08). Lainversión de fuerza de trabajo no sólo es conside-rable en el vaciado de las estructuras negativas o enlas cuevas abiertas en ladera, sino también en sucierre y cubrición de las mismas mediante mam-puestos o grandes lajas y túmulos de cantos (Liesauet al., 2008, 111; Blasco et al., 2009, 54; Vega etal., 2010; Ríos, 2011).

Además, los grupos campaniformes imponenpara sus integrantes unos rituales mucho más nor-malizados que incluyen siempre la donación derecipientes, generalmente ornamentados, hechosespecíficamente para su amortización en ceremo-nias fúnebres a los que se suman, de manera pun-tual, en el caso de los enterramientos de indivi-duos destacados, determinados ornatos y donacio-nes “singulares” como objetos de metal, especial-mente armas, y adornos realizados con materiasprimas exóticas.

En efecto, desde hace ya tiempo la amortiza-ción de objetos singulares en los enterramientoscampaniformes ha llamado la atención de losinvestigadores quienes han repetido la idea de laexistencia de una normativa relativamente repeti-tiva que incluye un “set” de recipientes cerámi-cos –vaso cuenco y cazuela-, la panoplia formadapor una o más puntas palmela y puñal de lengüe-ta y, con relativa frecuencia: brazal (afilador paraalgunos autores) y elementos de ornato personalentre los que destacan, por su frecuencia, losbotones de perforación en “V” (Delibes, 1977,116-118; Harrison, 1977, 39-42; Uscatescu, 1992;Garrido, 2000, 323-325). Si bien pocas veces seda la combinación completa y pueden producirsemúltiples combinaciones que, en ocasiones,incluyen también otros objetos de prestigio comoalgunas joyas de oro, adornos realizados conmaterias exóticas como el marfil, además de cina-brio aplicado sobre el cuerpo y objetos, o simple-mente presente en el lecho preparatorio. Se trata

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de piezas con elevado coste de elaboración, tantopor la procedencia lejana de la mayoría de lasmaterias primas como por el empleo en su fabrica-ción de técnicas especializadas. Teniendo en cuen-ta distintos factores que singularizan estos ajuarespodemos clasificarlos en los siguientes grupos:1- Objetos hechos con materiales locales pero

tipológica-estética y posiblemente también sim-bólicamente- reservados a los ajuares funera-rios como son las cerámicas campaniformes.

2- Útiles fabricados con “nuevos materiales” querequieren también técnicas nuevas, es el casode la metalurgia y, especialmente, las armas, lametalurgia más compleja del momento.

3- Piezas realizadas también con “nuevos mate-riales” que, además son exóticos, procedentesde intercambios a larga distancia: marfil y oro.

4- Empleo del cinabrio en el ritual funerario.De estos cuatro grupos nos interesa destacar

los dos últimos porque son sobre el que se hahecho menos hincapié y, pocas veces se ha tra-tado de manera conjunta, es decir teniendo enconsideración el conjunto de materias primasque conviven en un mismo ajuar, porque no sóloson de carácter exótico por su lejana proceden-cia, sino que además pertenecen a elementoscon una escasa oferta geológica o biológica:marfil, oro y cinabrio. A la luz de los nuevoshallazgos son tres materias primas especialmen-te recurrentes y exclusivas de las élites cuyaprocedencia distinta amplía nuestra perspectivay obliga a valorar diferentes circuitos, si bienhay que reconocer que cinabrio y oro se con-centran en distintos puntos del occidente penin-sular (Figura 1).

Figura 1. Distribución de las principales fuentes de abastecimiento de las materias primas estudiadas: oro (a partir deA. Hernando, (1983) y Montero y Rovira (1991), cinabrio, a partir de Delibes (2000); Hunt y Hurtado (2010) y marfil,

a partir de Schuhmacher et al. (2009); Liesau y Moreno (2011).

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Un ejemplo claro lo ha proporcionado la ana-lítica aplicada a los ajuares campaniformes demarfil en Camino de las Yeseras y otros contex-tos campaniformes cercanos, todos ellos pertene-cientes a la provincia de Madrid. Incluso analíti-cas de piezas de excavaciones antiguas han apor-tado datos de gran interés revelando que son, pro-bablemente, bastantes las cuentas, botones y otrosadornos que han pasado desapercibidos en su cali-dad de marfil, por lo que la presencia de estamateria prima es mucho más frecuente de los quehasta la fecha se había pensado. Así lo demuestrala recuperación de que tres botones custodiadosen la RAH, posiblemente procedentes de algunode los famosos enterramientos hallados en lanecrópolis Ciempozuelos (Riaño et al. 1894;Blasco et al., 1998), recopilados por Garrido(2000: lám. 28) e inicialmente identificados comode hueso, aunque en una posterior catalogación sealude a la posibilidad de que se tratase de hueso ode marfil (Almagro et al., 2004, 97) y que enfechas próximas podremos confirmar definitiva-mente, al estar pendientes de obtener los resulta-dos de la espectrometría de infrarrojos transfor-mada por Fourier (FTIR). A nuestro entender, elestudio macroscópico -patrón de fracturaciónlaminar característico de las bandas de dentina deproboscídeos- apunta a la naturaleza ebúrnea detodas ellas, y presentan además adherencias decinabrio como veremos más adelante.

En Camino de las Yeseras se ha exhumado unatumba individual campaniforme que destaca porsu singular ajuar, pertenece a un joven adulto queposee un tocado áureo, una cazuela campanifor-me con grabados de cérvidos, además de tresbotones de perforación en “V” y una escasa trein-tena de cuentas de collar realizadas en marfil(Liesau et al, 2008,113-116; Blasco et al., 2009,59-61;) (Figura 2, 1-5). A pesar de que el esquele-to, como la mayoría de las piezas ebúrneas pre-senta un deficiente estado de conservación, hasido posible obtener espectroscopías (FTIR) deuna decena de estas piezas, como también micro-tomografías computerizadas (µ-CT) realizadaspor el Dr. Banerjee en la Universidad deMaguncia. Los resultados han sido interesantes alrevelar un empleo mayoritario de marfil de ele-fante antiguo (Elephas (Paleoloxodon) antiquus),mientras que una pequeña esquirla de marfiltomada como muestra de control ha revelado un

perfil característico del elefante africano de laestepa (Loxodonta africana) (Liesau et al., 2011,382; Liesau y Moreno, 2011).

En el yacimiento de Humanejos también se halocalizado un ajuar selecto campaniforme con undestacado lote de piezas: botones de perforaciónen “V” hemiesféricos y de tortuga, así comocuentas de collar con morfología de tendenciabicónica muy similares a las del enterramiento deCamino de las Yeseras que acabamos de mencio-nar (Figura 2, 7-11). También pendiente de obte-ner los resultados en relación con su determina-ción taxonómica, su naturaleza ebúrnea pareceestar fuera de toda duda (Ríos y Liesau, 2011,365-367).

Todos estos nuevos hallazgos y la revisión deotros tantos antiguos no hace más que rellenar ungran vacío geográfico que hasta la fecha se hatenido de inventarios ebúrneos madrileños, susci-tando nuevos retos de investigación ante el origende esta materia prima tradicionalmente considera-da como procedencia extrapeninsular y como pro-ducto de prestigio en intercambios a larga distan-cia, es decir, entre el Norte de África y laPenínsula ibérica (Harrison, 1977: 39-43;Harrison y Gilman, 1977).

El empleo mayoritario de un marfil de ele-fante extinguido durante el Pleistoceno Superiorpuede indicarnos la explotación de unos recur-sos en condiciones favorables de conservaciónmás o menos próximos. Aunque sin descartaruna producción local o cercana a partir de la decolmillos de elefantes extinguidos recuperadosde las terrazas fluviales de las cuencas madrile-ñas (Figura 1), nada impide suponer que tam-bién circulasen partidas en otros ámbitos penin-sulares o extrapeninsulares junto a los marfilesde elefantes existentes en paisajes africanos. Dehecho, la variedad taxonómica de circulación demarfiles es amplia desde el inicio delCalcolítico para el Sur y Oeste peninsular, y alos que tenemos que añadir marfil del elefanteasiático, y de cachalote como apuntanSchuhmacher y otros (Schumacher y Cardoso,2007; Schuhmacher et al., 2009). Durante laEdad del Bronce continúa habiendo registrosque muestran también el empleo de marfil deelefante antiguo en el ámbito argárico, aspectoque no hace más que enfatizar la explotación o

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intercambio de una amplia gama de materialesebúrneos a lo largo del tiempo (Liesau ySchuhmacher, 2011).

Podemos concluir este apartado en, que pen-dientes de futuros estudios en torno al origen localo foráneo de este selecto material, los hallazgosen diferentes yacimientos madrileños se reducenpuntualmente a determinadas inhumaciones cam-paniformes cuya riqueza en ajuares cerámicos y/ometálicos refleja el prestigio y exclusividad de susportadores. No parece tampoco casualidad de quese trate fundamentalmente de individuos masculi-nos. Aunque con ciertas reservas para el yaci-miento de la Cuesta de la Reina, no descartamostambién en este caso el que el ajuar más destaca-do pudiera corresponder a una inhumación secun-daria de un varón maduro trepanado (Sampedro yLiesau, 1998, 45-49; Liesau y Pastor, 2003). Esta

asociación estaría en consonancia con los ajuaresde destacados varones maduros (contemporáneosargáricos, donde botones de diversas tipologíaspresentan un valor añadido al ajuar metálico(López Padilla, 2006 a y b).

Los nuevos hallazgos han ampliado tambiénsensiblemente el número de contextos calcolíticoscampaniformes con elementos de oro, y se hademostrado que, posiblemente en excavacionespoco cuidadas, no se haya recuperado la totalidadde este material pues a las diademas de cintasconocidas hasta ahora, tenemos que sumar laexistencia de ornatos compuestos por pequeñascuentas que están presentes en un número muyalto de tumbas, certificando que la metalurgia deloro debió de ser bastante más habitual de lo quese había venido pensando (Blasco et al., 2009, 60;Blasco y Ríos, 2010).

Figura 2. Selección de piezas ebúrneas de Camino de las Yeseras: nº 1-5; nº 6: Cuesta de la Reina,(Almagro et al., 2004; nº inv. 1640/2b); nº 7-10 de Humanejos (Ríos y Liesau, 2011: 366).

Las flechas blancas indican restos visibles de cinabrio adherido a la superficie.

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Con respecto al oro, los análisis han propor-cionado una extraordinaria homogeneidad entretodos los elemenos recuperados ya que contienenentre el 91 y el 95 % de oro y tasas de plata deentre el 7 y el 5 % a excepción de una placa quees de oro prácticamente puro: 99’9 % y que estárealizada sobre una lámina sensiblemente másgruesa que el resto de las piezas (Placa superiorde la figura 3.2). Dicha homogeneidad ha sidocontrastada satisfactoriamente tras el análisis detres cuentas tubulares por el método PIXE en elacelerador AGLAE del Museo del Louvre (por laDra. María Filomena Guerra, a quien agradece-mos su colaboración). En dichos análisis se detec-taron también cantidades de cobre del orden de0,02 a 0,05%. De estos datos se desprende algohabitual en la orfebrería calcolítica peninsular: laprocedencia aluvial del oro en el que se confec-cionaron estas joyas, caracterizada por una escasapresencia de cobre, no superior al 0’1 % (Perea

1991, 31-35), una evidencia que confimaron losanálisis realizados por Hartmann (1982) quien losenglobó dentro del que denominó grupo S.

Están por hacer los estudios analíticos de lasdistintas cuencas auríferas (Montero y Rovira1991) y no es menos cierto que en la provincia deGuadalajara, lindando con la de Madrid, han esta-do operando lavaderos auríferos hasta mediadosdel siglo pasado en La Nava de Jadraque y Arroyode la Fragua y también, más cerca, en Palancares,en la región del alto Jarama. Pese a ello no des-cartamos que estas joyas, lo mismo que la diade-ma procedente del Dolmen de Entretérminos o lalámina en espiral del Vertedero de Salmedina(Berzosa y Flores 2005, 483), llegaran a su desti-no ya confeccionadas, procedentes de posiblestalleres especializados, seguramente instalados enel NO peninsular donde los hallazgos áureos depiezas con características y tipologías similares

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Figura 3. Camino de las Yeseras: 1.- detalle del individuo del hipogeo del área funeraria 2 con parte de los elementosáureos que componen la diadema. 2- Selección de piezas de oro de la diadema. 3.- Laminita de oro repujado recuperada

entre las piedras de relleno del hipogeo del área funeraria 1. Humanejos: 4. Laminita de oro con restos de cinabrioadherido del hipogeo UE 455.

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son especialmente frecuentes y desde donde sepudieron distribuir a todo el territorio peninsular(Figura 1).

No menos interesante es la asociación del oroy el marfil con el uso del cinabrio o el berme-llón un “sulfuro de mercurio reducido a polvo ylavado” de color mucho más encendido que elocre (Delibes, 2000, 228). Mineral empleadodesde tiempos antiguos tanto de forma aislada ocombinación con el ocre, se conoce con mayorfrecuencia en diferentes contextos funerarios neo-líticos y habitacionales (Delibes, 1995, 2000;Domínguez y Morata, 1995; García Borja et al.,2006). Mientras que las variedades de ocres sonmuy abundantes en la naturaleza a nivel mundial,el cinabrio es un recurso mineral poco frecuente,presente en algunas vetas asociadas a actividadesvolcánicas, a piritas, marcasitas, cuarcitas, calci-tas y yesos (Eastaugh et al., 2005, 105).

Los análisis mineralógicos y químicos hanpermitido diferenciar, tanto muestras de pigmen-tos rojos recuperados de sedimentos y piezas deexcavaciones actuales -Camino de las Yeseras,Humanejos, La Magdalena-, como de otras anti-guas -Cuesta de la Reina, (Ciempozuelos)-. Losresultados han sido concluyentes en el empleo decinabrio en tumbas campaniformes con ricosajuares para Camino de las Yeseras,Ciempozuelos y la Magdalena, mientras que enHumanejos también se hace extensivo a algunasde las inhumaciones más singulares contemporá-neas al campaniforme pero sin esta cerámica(Ríos y Liesau 2011, 367-368).

Desde el punto de vista cronocultural elempleo del cinabrio, mezclado con ocre seremonta a una etapa precampaniforme; concre-tamente en la zona central de Camino de lasYeseras ha sido posible documentar un pequeñoaglomerado en estado puro y un fragmento cerá-mico de excelente acabado con una decoración,posiblemente simbólica, ejecutada con puntosimpresos rellenos con ocre (Ríos y Liesau,2011 361, tabla 3-5).

Pendientes de conocer análisis más específicosde isótopos de plomo para determinar el origen delas explotaciones del cinabrio durante elCalcolítico, parece que las características de lasmuestras de cinabrios madrileños procedentes deHumanejos tienen ciertas concordancias con los

de las minas de Almadén (Hunt, com.verb.) y eneste sentido también una serie de análisis de con-textos funerarios calcolíticos apuntan hacia estaimportantísima mina manchega, descartandootros posibles depósitos extremeños o andaluces(Hunt y Hurtado, 2010, 131).

El hecho cierto es que la detección y el análi-sis de composición química de los pigmentosrojos en las tumbas campaniformes es otro ítemmás a tener en cuenta en la valoración de los ele-mentos de prestigio, así como detectar si aparecede forma más o menos pura o estaba mezcladocon tierras ocres. El hallazgo de un atesoramientode “almagras” en un hoyo del yacimiento de Sotode Henares muestra la importancia de este tipo deregistros (Galindo et al., 2009, 416) y llama laatención el escaso interés mostrado en muchasintervenciones arqueológicas durante estos últi-mos años, cuando parece formar parte de un gestofunerario bastante normalizado.

Tanto si el cinabrio se empleaba como tintepara las mortajas, como si hubo antes del cierre dela tumba actos de espolvorear zonas concretas delcuerpo como la cabeza, brazos, rodillas, pies ydeterminados ajuares, se trata en de evidenciasbien documentadas en Camino de las Yeseras,Humanejos, Salmedina (Ríos y Liesau, 2011,361-362, tabla 3, 6 a 10; Berzosa y Flores, 2005,559), como también en otras necrópolis de laCuenca del Tajo, caso del valle de Las Higueras(Bueno et al., 2005). En el ámbito madrileño sedispone además de un claro precedente del hori-zonte campaniforme, de vestimentas coloreadasde ocres (no cinabrio) en la cueva de JuanBarbero (Rovira y Sanz, 1984, 101-102).

La tinción de la parte basal de botones con per-foración en V, hallados en tumbas campaniformescomo Cuesta de la Reina, Camino de las Yeseraso en una tumba de Humanejos nos acerca una vezmás al ámbito argárico donde este tipo de fenó-meno se ha relacionado con piezas teñidas decinabrio al estar cosidas sobre prendas impregna-das con esta sustancia (Delibes, 2000, 227; LópezPadilla, 2006b, 29). Pero también otra evidencianos acerca a otra práctica argárica bien documen-tada, se trata de un individuo campaniforme halla-do en Humanejos, donde se puede observar connitidez dos franjas rojas paralelas entre sí querodean frente y parietal y cuyo análisis ha dado

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como resultado ser cinabrio (Figura 4.1). Este tipode huella ha sido extensamente discutida por loshermanos Siret (1890: 195-202) en diferentesinhumaciones argáricas, como también porDelibes (2000, 226). La interpretación más plau-sible es que se trata de cintas embadurnadas enrojo bermellón que con el tiempo desaparecieron,dejando una banda en rojo sobre frente, parietalesy occipital, por lo que se descartan actos de meroembadurnamiento de los huesos descarnados pre-viamente (Figura 4.2).

Todo ello nos lleva a considerar, no sólo quesu presencia no es aleatoria sino que tambiénforma parte de una intencionalidad en distinguir aestos personajes con una donación que, al igualque el oro, y el marfil es de alto coste de adquisi-ción y, por tanto, al alcance de unos pocos. Másallá de su calidad estética, la visión de cuerposcon vestimentas rojas o espolvoreados con cina-brio y complementados con oro y marfil darían unefecto muy destacado por su coloración y espec-tacular brillo durante la ceremonia funeraria. Noobstante, el empleo del cinabrio podría estar tam-bién encaminado a favorecer la conservación delos cuerpos, contribuyendo a su momificación o,al menos a la desaceleración del proceso de des-composición (Delibes, 2000, 230). Consideramos

que para determinadas construcciones funerariascomo los grandes hipogeos puede tratarse de unapráctica muy necesaria, teniendo en cuenta que suvaciado requiere de una importante inversión enfuerza trabajo debido a su profundidad, compleji-dad y aparatoso cierre por lo que el tiempo emple-ado en estos trabajos requiere una conservaciónde los cadáveres en las mejores condiciones posi-bles antes de su definitiva inhumación. Caminode las Yeseras es un buen ejemplo en el que, almenos, en dos áreas funerarias, los hipogeos allídocumentados sorprenden por su monumentali-dad y cierre, al igual que otra en Humanejos(Flores, 2011, 13,14).

ALGUNAS REFLEXIONES FINALES SOBRE

RITUALES FUNERARIOS CAMPANIFORMES

Cabe destacar que mientras las materias pri-mas y objetos privativos de los enterramientossingulares campaniformes son una novedad queindica una interacción que incorpora la apertura anuevos circuitos, los enterramientos destacadosno campaniformes incluyen objetos de adornoconfeccionados en piedras verdes (variscitas ymetavariscistas y objetos de cobre que se reducena punzones u otros útiles cotidianos. Cobre y pie-

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Figura 4 1.- Detalle del cráneo de un enterramiento campaniforme de Humanejos con impresión a banda doble decinabrio. (Fotografía, Raúl Flores). 2.- Cráneo de El Argar (tumba 356), mostrando la faja de cinabrio sobre

frente y oreja, según H. y L. Siret (1890, lám. XX, 1 y 2).

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dras verdes pueden proceder, en muchos casos delas mismas afloraciones por lo que su obtenciónse canalizaría a través de los mismos circuitos.Ello explica que durante el Calcolítico las proce-dencias de variscitas y metavariscitas sean deáreas geográficas mucho más variadas que en elNeolítico

Sin duda, para los registros funerarios campa-niformes el significado simbólico del oro, asícomo del resto de los elementos y materias primasde prestigio se mantuvo más allá de su amortiza-ción como ajuar y fue posiblemente la causa delas reiteradas manipulaciones que sufren los con-juntos tumbales más relevantes. Seguramente nose buscaba solo el oro o alguna de las otras mate-rias exóticas que pudieran contener por la codiciade obtener un beneficio material, sino por la apro-piación de lo excepcional, por su significado, tra-tando de emular, mediante la posesión de lasenseñas simbólicas, el status que representan.Quizás sea significativo de esta intención el hechode que no se trata de una rapiña exhaustiva, sinoque intencionadamente las cerámicas se rompenpara sustraer sólo una parte de cada uno de losrecipientes, de igual manera, se exhuman los res-tos óseos del difunto más representativos y sedejan pequeñas porciones, aspecto bien documen-tado en Camino de las Yeseras o también se tras-lada parte de un cuerpo al inhumar otro dentro dela misma tumba, caso de Humanejos y quedemuestra sucesivas aperturas que se acometen enlas tumbas colectivas campaniformes (Gómez, etal. 2011).

Con todo ello se podría plantear la hipótesisdel permiso que se le concede al difunto de dis-frutar durante un cierto tiempo de ajuares ligadosa una estirpe o un núcleo familiar con principioshereditarios bien establecidos, y que una vezpasado un tiempo prudencial – descomposicióndel cadáver, inclusive los tendones y ligamentos-se reabren las tumbas por sus seres más allegadospara poder, no sólo llevarse consigo elementos deprestigio, sino también partes significativas delcuerpo, especialmente cráneos y huesos largos.Los cráneos cobran un especial significado cuan-do en Camino de las Yeseras se han recuperadorestos craneales en numerosas estructuras domés-ticas, además en una “cabaña o recinto funerario”colmatando un pequeño túmulo funerario de una

covacha, o también la colocación de huesos largoshumanos acompañados por un cuenco y un vasoliso en una gran fosa campaniforme abierta envarias ocasiones y posteriormente cuidadosamen-te cerrada, incluyendo un sacrificio de canes(Blasco et al., 2005:463; Liesau et al., 2008, 116-117, Blasco et al., 2009, 64-67).

El acto de sustracción o traslado de restos biendocumentado en los yacimientos anteriores no esun fenómeno nuevo ni exclusivo de su necrópolisya que está documentado en contextos funerarioscampaniformes de otras zonas peninsulares comoen Aldeagordillo (Ávila) (Fabián, 1992, 2006) ytambién queda patente en Almenara de Adaja(Valladolid) donde tan sólo dos costillas humanasse incorporan a un sedimento ceniciento condecenas de vasos, cazuelas y cuencos, uno deellos con una decoración simbólica de ciervos ysoles, huesos de animales, además de evidenciasde restos de bebidas alcohólicas como la cerveza(Guerra y Delibes, 2004; 2005; Delibes y Herrán,2007: 195). En la necrópolis francesa de GeorgesBesse la extracción sistemática del esplacnocrá-neo revela una retirada de esta parte esqueléticaun tiempo aproximado de dos años, una vez des-compuesta las partes blandas y los ligamentos(Tchérémissinoff et al., 2011: 172-173).

Aunque todavía nos encontramos lejos de des-velar el significado real de estas profanaciones,resulta especialmente llamativo que los sujetosque llevaron a cabo los expolios se mostraran res-petuosos y, una vez finalizada su acción, volvíana colocar rellenar las tumbas con sedimento ycubrirlos con un túmulo de piedras. Aunque nopodemos descartar que se trate de actos que pre-tenden pasar desapercibidos y con la intención devolver al estado primario de la cobertura originalde la tumba como argumentan Tchérémissinoff etal. (2011: 173) parece más probable que nosencontremos ante un acto ritual, consentido portoda o parte de la comunidad la cual participabaen él de manera directa o indirecta. A favor de estasegunda hipótesis, relacionada con un acto ritual,está la premeditada selección de algunas porcio-nes representativas del esquelético y en la inten-cionada rotura de los contenedores cerámicos conel fin de mantener una parte del todo en el depó-sito funerario, o introducir nuevas piezas en lasque no descartamos que fuesen acompañados por

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actos libacionales e inclusión parcial o total derecipientes cuyos contenidos, entre otros,demuestran evidencias de bebidas alcohólicas(Guerra, 2006; Rojo et al., 2006; Delibes yHerrán, 2007). Frente a ello, el oro y otros objetosde marcado significado simbólico eran sustraídos.Una vez terminada la acción los participantes osus colaboradores procedían a la reconstruccióndel paisaje funerario manteniendo la visualiza-ción jerárquica de las tumbas.

Por otra parte en el caso concreto de Caminode las Yeseras, la donación de materias lejanas yde alto coste cobra una especial relevancia pues,a diferencia de otros ajuares campaniformes queevocan el prestigio de los difuntos fundamental-mente por la presencia de armas o por la suma dearmas y ornatos de adorno realizados con mate-rias preciosas, la distinción social se manifiestaúnicamente por la donación de estos ricos orna-tos personales singulares. El clásico set campa-niforme queda sustituido por la generosa dona-ción de las tres materias exclusivas y costosas–oro, marfil y cinabrio- junto con tan sólo uno odos recipientes cerámicos. En consecuencia, elprestigio y la función no viene determinada porlas armas y vasos como recipientes de bebida,sino también por otros elementos de tanta o mássignificación para con ello distinguir a determi-nados personajes que rompen con los esquemastradicionales de poder y prestigio basados enparámetros coercitivos.

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a Raúl Flores, y a César M.Heras directores de las excavaciones deHumanejos (Parla), La Magdalena (Alcalá deHenares) por facilitarnos muestras y sedimentosdel yacimiento para poder realizar diferentes aná-lisis, como también a Martín Almagro Gorbea, elpoder estudiar los botones de Cuesta de la Reinacustodiados por la RAH.

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