miconomía julio 2015 - gírgolas a partir de todo tipo de residuos

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Economía Regional Suplemento especial preparado por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco Año 22 - Número 1.120 Año 22 - Número 1.120 Economía Regional COORDINACIÓN GENERAL: Carlos Baroli. Cátedras de Economía 1 y 2 COLABORADORES Y FUENTES HABITUALES: • Rodrigo Gajardo • Hongos de Argentina • Estación Experimental Agroforestal - INTA Esquel • Red Patagonia Sustentable - FDHSP Proceso de Textos, Diagramación y Scanner de fotos: Editorial Esquel S.A. * Economía Regional es un suplemento especial preparado en forma conjunta por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco” y Diario El Oeste de Esquel. * Su objetivo es constituir un espacio de reflexión acerca de aquellos aspectos vinculados al desarrollo económico y social de la cordillera patagónica, espacio abierto a todos los intere- sados en ocuparlo. * De tal manera las notas aquí publicadas no representan necesariamente la opinión de la Facultad, ni del Diario y son por lo tanto de exclusiva responsabilidad de los firmantes, siendo expresamente invitadas todas aquellas personas que disientan o que las consideren erróneas a manifestar su desacuerdo por este mismo medio. * Se permite la reproducción del material aquí publicado siempre que se cite la fuente. CONT. EN PÁG. 2 Producción sustentable… si las hay Gírgolas a partir de todo tipo de residuos De todas las especies de hongos que hoy en día son cultivadas con fines comerciales, la gírgola (Pleurotus ostreatus) se destaca por ser la que posee un comportamiento más “estable” frente a todo tipo de sustratos. Al menos eso piensan la mayoría de los productores. Su preferencia es, sin lugar a duda, la viruta de álamo, pero hoy en Miconomía veremos tres casos en los que se ha ensayado todo tipo de sustratos alternativos: desde restos de café, pasando por guías telefónicas, hasta los desechos de la extracción del aceite de oliva (alperujo). Acompañános y te lo contamos con todo detalle. Miconomía (Micología + Economía) El equipo de Miconomía está constituido por los administradores de Hongos de Argentina (hongosdeargentina.com.ar). Ellos son: Emanuel Grassi (FCEN-UBA) Lic. en Biología, investiga la aplicación biotecnológica de los hongos y disfruta de la fotografía de la naturaleza. Francisco Kuhar (CIEFAP) Doctor en Biología especializado en hongos y fanático de Walking Dead. Gonzalo Romano (UBA-UNPSJB) Lic. en Biología, fanático de los hongos y loco de Fiat. Combinando conocimiento científico y sentido común Dedicado al estudio del cul- tivo y ecología de hongos, Ber- nardo Lechner, investigador del CONICET en el Laboratorio de Micología, Fitopatología y Liquenología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires aunó conocimiento científico y sentido común para diseñar un método detoxificante para culti- var gírgolas a partir del alperujo, un residuo tóxico provenientes de la producción de aceite de oliva, aprovechando los desperdicios de la co- secha de maíz y ajo –cultivos habituales de la zona aceitera- como material rico en nitró- geno que puede usarse como fertilizante. Si bien las gírgolas pueden de- gradar los fenoles de los desechos aceiteros, para efectuar esa tarea necesitan un soporte lignocelulósico, como la paja de trigo que queda como residuo después de la cosecha. Pero las zonas de cultivo de este cereal no siempre están próximas a los lugares donde se elabora el acei- te de oliva. “Nos pareció interesante investigar si era po- sible utilizar como sustrato a los restos de material que quedan como desperdicio después de levantar la cosecha del ajo y del maíz, cuyo área de siembra suele coincidir con la de la industria olivícola”, comentaba Lechner a Noticias Exactas, fuente de esta entrevista. Pruebas aprobadas Para poner a prueba su hipó- tesis, probaron cultivar el hongo humectando los restos de ajo o de maíz con diferentes porcen- tajes de aguas residuales pro- venientes de molinos aceiteros. “Comprobamos que el Pleurotus puede crecer bien tanto con los restos de maíz como con los de ajo. Pero lo más interesante es que, en ambos casos, cuando al cultivo se le agregan las aguas residuales de la industria aceitera en un porcentaje determinado, el rendimiento en la producción de hongos mejora”, revela Lechner. Los resultados del trabajo cientí- fico, que también firma Santiago Monaldi, fueron publicados en la Revista Mexicana de Micología. Según Lechner, esta metodología tiene un valor agregado adicional: “Cuando el hongo agota todos estos desechos, no sólo quedan bastante limpios de contaminan- tes sino que, además, son muy ricos en nitrógeno y pueden ser utilizados como fertilizantes”. Tus residuos domiciliarios podrían servir En la página web francesa champignonscomestibles.com nos enseñan que prácticamente cualquier residuo de un hogar puede utilizarse para producir gírgolas, como una antigua guía telefónica, que en esencia es papel de celulosa, uno de los ali- mentos preferidos por los hongos que crecen en la madera. En la imagen podemos ver el micelio de las gírgolas creciendo sobre las hojas de la guía telefónica colocadas dentro de un frasco de vidrio, previamente hervido para asegurar su higiene. Dificultades en vías de solución El único motivo que podría estar dificultando la producción casera es la obtención de la co- múnmente llamada “semilla de hongo” que consiste en semillas de algún grano infestadas con micelio del hongo. Pero no nos desanimemos, como les conta- mos en un número anterior de Miconomía, este 2015 el CIEFAP ha firmado convenio con el Mi- nisterio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva para la construcción de un centro de producción de semilla de esta y otras especies comestibles de hongos en la Ciudad de Esquel. Un ejemplo que entusiasma Recientemente en la ciudad de Rotterdam (Holanda), dos amigos decidieron alquilar un par- que acuático abandonado para comenzar un negocio de agricul- tura sustentable. La curiosa vi- sión de negocio de estos amigos, uno ejecutivo en finanzas y el otro biotecnólogo, no era revivir el par- que temático, sino aprovechar la inmensa superficie que posee el subsuelo del mismo. El objetivo: transformarlo en una gran planta productora de gírgolas utilizando como medio de cultivo el residuo de café de las cafeterías de Rot- terdam. Después del petróleo, el “Cuando el hongo agota todos estos desechos, no sólo quedan bastante limpios de contaminantes sino que, además, son muy ricos en nitrógeno y pueden ser utilizados como fertilizantes”. Prácticamente cualquier residuo de un hogar puede utilizarse para producir gírgolas, como una antigua guía telefónica, que en esencia es papel de celulosa, uno de los alimentos preferidos por los hongos que crecen en la madera.

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Page 1: Miconomía Julio 2015 - Gírgolas a partir de todo tipo de residuos

Economía RegionalSuplemento especial preparado por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

Año 22 - Número 1.120

Año 22 - Número 1.120

Economía Regional

COORDINACIÓN GENERAL:Carlos Baroli.Cátedras de Economía 1 y 2

COLABORADORES Y FUENTES HABITUALES:• Rodrigo Gajardo• Hongos de Argentina• Estación Experimental Agroforestal - INTA Esquel• Red Patagonia Sustentable - FDHSP

Proceso de Textos, Diagramación y Scanner de fotos: Editorial Esquel S.A.

* Economía Regional es un suplemento especial preparado en forma conjunta por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco” y Diario El Oeste de Esquel.

* Su objetivo es constituir un espacio de reflexión acerca de aquellos aspectos vinculados al desarrollo económico y social de la cordillera patagónica, espacio abierto a todos los intere-sados en ocuparlo.

* De tal manera las notas aquí publicadas no representan necesariamente la opinión de la Facultad, ni del Diario y son por lo tanto de exclusiva responsabilidad de los firmantes, siendo expresamente invitadas todas aquellas personas que disientan o que las consideren erróneas a manifestar su desacuerdo por este mismo medio.

* Se permite la reproducción del material aquí publicado siempre que se cite la fuente.

Cont. en pág. 2

Producción sustentable… si las hay

Gírgolas a partir de todo tipo de residuosDe todas las especies de hongos que hoy

en día son cultivadas con fines comerciales, la gírgola (Pleurotus ostreatus) se destaca por ser la que posee un comportamiento más “estable” frente a todo tipo de sustratos. Al menos eso piensan la mayoría de los productores.

Su preferencia es, sin lugar a duda, la viruta de álamo, pero hoy en Miconomía veremos tres casos en los que se ha ensayado todo tipo de sustratos alternativos: desde restos de café, pasando por guías telefónicas, hasta los desechos de la extracción del aceite de oliva (alperujo).

Acompañános y te lo contamos con todo detalle.

Miconomía(Micología + Economía)

El equipo de Miconomía está constituido por los administradores de Hongos de Argentina (hongosdeargentina.com.ar). Ellos son:

Emanuel Grassi(FCEN-UBA)

Lic. en Biología, investiga la aplicación biotecnológica de los hongos y disfruta de la fotografía de la naturaleza.

Francisco Kuhar(CIEFAP)

Doctor en Biología especializado en hongos y fanático de Walking Dead.

Gonzalo Romano(UBA-UNPSJB)

Lic. en Biología, fanático de los hongos y loco de Fiat.

Combinando conocimiento científico y sentido comúnDedicado al estudio del cul-

tivo y ecología de hongos, Ber-nardo Lechner, investigador del CONICET en el Laboratorio de Micología, Fitopatología y Liquenología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires aunó conocimiento científico y sentido común para diseñar un método detoxificante para culti-var gírgolas a partir del alperujo, un residuo tóxico provenientes de la producción de aceite de

oliva, aprovechando los desperdicios de la co-secha de maíz y ajo –cultivos habituales de la zona aceitera- como material rico en nitró-geno que puede usarse como fertilizante. Si bien las gírgolas pueden de-gradar los fenoles de los desechos aceiteros, para efectuar esa tarea necesitan un soporte lignocelulósico, como la paja de trigo que queda como residuo después de la cosecha. Pero las zonas de cultivo de este cereal no siempre están próximas a los lugares donde se elabora el acei-te de oliva. “Nos pareció

interesante investigar si era po-sible utilizar como sustrato a los restos de material que quedan como desperdicio después de levantar la cosecha del ajo y del maíz, cuyo área de siembra suele coincidir con la de la industria olivícola”, comentaba Lechner a Noticias Exactas, fuente de esta entrevista.

Pruebas aprobadasPara poner a prueba su hipó-

tesis, probaron cultivar el hongo humectando los restos de ajo o de maíz con diferentes porcen-tajes de aguas residuales pro-venientes de molinos aceiteros.

“Comprobamos que el Pleurotus puede crecer bien tanto con los restos de maíz como con los de ajo. Pero lo más interesante es que, en ambos casos, cuando al cultivo se le agregan las aguas residuales de la industria aceitera en un porcentaje determinado, el rendimiento en la producción de

hongos mejora”, revela Lechner. Los resultados del trabajo cientí-fico, que también firma Santiago Monaldi, fueron publicados en la Revista Mexicana de Micología. Según Lechner, esta metodología tiene un valor agregado adicional: “Cuando el hongo agota todos estos desechos, no sólo quedan

bastante limpios de contaminan-tes sino que, además, son muy ricos en nitrógeno y pueden ser utilizados como fertilizantes”.

Tus residuos domiciliarios podrían servirEn la página web francesa

champignonscomestibles.com nos enseñan que prácticamente cualquier residuo de un hogar puede utilizarse para producir gírgolas, como una antigua guía telefónica, que en esencia es papel de celulosa, uno de los ali-mentos preferidos por los hongos que crecen en la madera. En la imagen podemos ver el micelio de las gírgolas creciendo sobre las hojas de la guía telefónica colocadas dentro de un frasco de vidrio, previamente hervido para asegurar su higiene.

Dificultades en vías de soluciónEl único motivo que podría

estar dificultando la producción casera es la obtención de la co-múnmente llamada “semilla de hongo” que consiste en semillas de algún grano infestadas con micelio del hongo. Pero no nos desanimemos, como les conta-mos en un número anterior de Miconomía, este 2015 el CIEFAP ha firmado convenio con el Mi-nisterio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva para la construcción de un centro de producción de semilla de esta y otras especies comestibles de

hongos en la Ciudad de Esquel.

Un ejemplo que entusiasmaRecientemente en la ciudad

de Rotterdam (Holanda), dos

amigos decidieron alquilar un par-que acuático abandonado para comenzar un negocio de agricul-tura sustentable. La curiosa vi-sión de negocio de estos amigos, uno ejecutivo en finanzas y el otro biotecnólogo, no era revivir el par-que temático, sino aprovechar la inmensa superficie que posee el subsuelo del mismo. El objetivo: transformarlo en una gran planta productora de gírgolas utilizando como medio de cultivo el residuo de café de las cafeterías de Rot-terdam. Después del petróleo, el

“Cuando el hongo agota todos

estos desechos, no sólo quedan

bastante limpios de contaminantes sino

que, además, son muy ricos en nitrógeno y

pueden ser utilizados como fertilizantes”.

Prácticamente cualquier residuo

de un hogar puede utilizarse para

producir gírgolas, como una antigua

guía telefónica, que en esencia es papel

de celulosa, uno de los alimentos

preferidos por los hongos que crecen

en la madera.

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Página 2 Economía Regional

El autor de este trabajo nos distingue cediendo el mismo para su publicación en Economía Regional. En él se busca analizar los usos de las nociones de “desierto” y “desertificación”, centrándose en la asociación entre determinados sujetos y prácticas y la idea de “desierto”. Y se proponen hipótesis que postulan una particular mirada sobre este aspecto de la historia ambiental de nuestra región.

Viene de tapa

Un abordaje que invita a reflexionar

Discusiones en torno a los discursos sobre el desierto y los “desertificadores” en el oeste del Chubut (1885-2010)

IntroducciónEl objetivo de este trabajo es

trazar un esbozo genealógico de los usos de las nociones de “desierto” y “desertificación”, centrándonos especialmente en la asociación entre determinados sujetos y prácticas y la idea de “desierto”.

La ganadería –principalmente ovina- es uno de los ejes inelu-dibles a la hora de esbozar una historia ambiental de la región, incluyendo prácticas, discursos e imaginarios. Si bien los usos de la noción de desertificación se articularán históricamente casi exclusivamente en torno al (sobre) pastoreo, mostraremos que la creación de desierto y la lucha por la definición y atribu-ción del carácter desertificador de prácticas y sujetos son parte inseparable de las luchas entre la imposición de los programas biopolíticos estatales o estancie-ros y otras estrategias políticas y ambientales.

Desde los relatos de viajes de exploración de fines del siglo

XIX, se imaginan y prescriben los usos considerados legítimos del territorio y sus recursos, al tiempo que se condenan las prác-ticas “irracionales” de indígenas y otros sujetos subalternos. Pro-curaremos mostrar las claves de dichas prescripciones tempranas y los proyectos en los que se inscriben, así como los cambios y continuidades que el devenir de las intervenciones en el territorio y los discursos que buscaron explicarlas fueron manifestando.

Por último, señalaremos algu-nas posibilidades de desarrollo de investigaciones que permitan abordar la ganadería ovina en Patagonia como problema para la historia ambiental.

Ganadería ovina en Chubut: gran estancia, colonos, fiscalerosLas explotaciones ganaderas

han ocupado un lugar central en la

colonización del Territorio Nacio-nal de Chubut. Entre ellas el pano-rama es tan heterogéneo como lo son los sujetos que las gestionan, que van desde las grandes es-tancias hasta los crianceros que subsisten como intrusos en tierras fiscales, pasando por infinidad de

situaciones intermedias.

En el noroeste del Chubut, en un rango de pocos kilómetros, au-menta notablemente el rango de precipitaciones a medida que nos trasladamos de este a oeste hacia la cordillera de los Andes. Una historia ambiental de la región de-berá contemplar, entonces, los di-ferentes escenarios “iniciales” en los que se introduce la ganadería, las diversas escalas productivas, los actores que la desarrollan y las estrategias en las que esta producción se inserta, etc.

La historiografìa regional ha

tendido a ocuparse por separado de las grandes estancias (Minieri 2006), los colonos de origen galés y la Colonia 16 de Octubre (N. Jones 2005, Fiori y De Vera 2004 y 2006) o los pobladores indíge-nas de Nahuelpan y Cushamen (Finkelstein 2002, Díaz 2003, Delrio 2005). Frente a este tipo de recortes, entendemos necesario el estudio de las articulaciones históricas entre estos diferentes espacios de control de la pobla-ción y los diferentes modelos productivos que articularían. Tal como lo muestra Soluri (2013) para el caso de las bananas, prácticas que se han estudiado en forma aislada o entendido como mutuamente excluyentes suelen aparecer entrelazadas o complementarias cuando se indaga efectivamente sobre las conexiones.

Los exploradores, planifica-dores territoriales y científicos ligados a diferentes estados (no solamente a Chile y Argentina, sino también a diferentes poten-cias europeas en el contexto de sus proyectos imperialistas; pue-den leerse en esta clave los viajes del inglés Musters y el francés LaVaulx) exploraron el territorio en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, inventariando los recursos disponibles y sus potenciales usos y apropiacio-nes. En forma paralela, agentes privados y estatales procedieron a la apropiación de tierras y otros recursos –acceso al agua, made-ra, etc.-, en tensión con el reposi-cionamiento de diferentes sujetos indígenas o indígeno-criollos tras

las campañas de conquista militar de fines del siglo XIX o los desalo-jos posteriores.

La necesidad de pensar en historias conectadas, en el caso de la gran estancia, surge en parte del carácter mundial que tiene el circuito de producción y distribu-ción relacionado con la ganadería ovina (Bascopé 2008). Pero al mismo tiempo pensar la gran estancia operando en un vacío social no sólo es erróneo históri-camente, sino que implica replicar la producción de un desierto no sólo biológico, sino social y políti-co, que es el punto de partida de la biopolítica estanciera (Bascopé 2008:27-32). Si tal vacío existiera, éste habrá sido logrado por la gran estancia a expensas de las poblaciones humanas -pero tam-bién animales y vegetales- que pudieran obstaculizar la puesta en producción y la productividad de la empresa.

En este contexto, resulta sig-nificativa la idea de una historia ambiental de la colonia (mejor,

Podría afirmarse que los proyectos

civilizatorios-productivos procuran una expulsión de lo indígena del paisaje,

identificándolo con la acepción “clásica” del desierto como vacío

civilizatorio (Lois 1999).

Autor: Marcos Sourrouille

Marcos es Historiador. Se desempeña como

docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias

Sociales en la Sede Esquel de la UNPSJB. Además

es becario doctoral de la Agencia Nacional de Promoción Científica y

Tecnológica en el CENPAT, Puerto Madryn.

café es el bien de consumo que más se comercializa en el mundo. Una taza de café es uno de los procesos más ineficientes que existen: sólo el 0,2% del grano va a la taza y el 99,8% restante es descartado, esto genera tonela-das de desperdicios en el mundo. Sólo en Holanda se consume 120 millones de kilos de café en grano por año. La granja de hongos de estos dos amigos, “Rotter Zwam”, ha sido considerada un ejemplo perfecto de lo que se conoce como “Economía Azul” o “Eco-nomía Circular”. La base de este modelo de negocios es que en la naturaleza no existen desechos. Todo subproducto es fuente de un nuevo producto. El objetivo es imitar a la naturaleza generando

usos innovadores, rentables y a escala local, para lo que hoy es comúnmente desechado. De esta

forma, la Economía Azul busca un equilibrio entre sostenibilidad ambiental, creación de capital

social, aumento de ingresos y creación de trabajos.

DespidiéndonosLos hongos, tal como dice

el micólogo Paul Stamets en su charla TED pueden ser la clave para salvar al mundo de un de-sastre ecológico, estos ejemplos que dimos son el camino hacia ello. El resultado en todos los casos es sorprendente: cuidando las condiciones de higiene, las gírgolas son capaces de crecer en un sin número de sustratos or-gánicos, actuando como recicla-dores y en muchos casos como detoxificadores. Y no solo eso, al generarse valor agregado de algo que normalmente se desecha, el cultivo de hongos se vuelve de gran beneficio económico para aquellos que lo saben explotar.

El equipo de Rotter Zwam en el subsuelo del parque acuático. Fuente: emol.com.

La base de este modelo de negocios es que

en la naturaleza no existen desechos. Todo subproducto

es fuente de un nuevo producto. El

objetivo es imitar a la naturaleza generando

usos innovadores, rentables y a escala

local, para lo que hoy es comúnmente

desechado.

Producción sustentable… si las hay

Gírgolas a partir de todo tipo de residuos

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Página 3Economía Regional

Cont. en pág. 4

Proponemos la siguiente hipótesis:

en los usos –aun cuando se piensan

como estrictamente técnicos- de la noción

de desertificación, puede emerger

hasta hoy la herencia de su genealogía

civilizatoria, cuestión que se hace evidente

en los sujetos que el sentido común

asocia con la idea de “desertificación”.

Un abordaje que invita a reflexionar

Discusiones en torno a los discursos sobre el desierto y los “desertificadores” en el oeste del Chubut (1885-2010)de la colonización) que propone Ellinor Melville (1999), enfatizan-do la idea de interacción entre lo biótico y lo social.

Es aquí donde es crucial el concepto de biopolítica, en refe-rencia a “lo que hace entrar la vida y sus mecanismos en el dominio de los cálculos explícitos y con-vierte al poder-saber en un agen-te de transformación de la vida humana” (Foucault 2009:135). Esta es la clave para una lectura histórica de las intervenciones

de funcionarios de Tierras y Co-lonias, higienistas, agrónomos, y extensionistas.

En el período analizado, el estado y la gran estancia gestio-narán en estos términos la organi-zación de las poblaciones huma-nas sobre las que logran extender sus respectivas -y generalmente solapadas- territorialidades. Estos programas biopolíticos implican la intervención no solamente sobre las poblaciones humanas, sino sobre el conjunto del medio, modificando la composición y dis-tribución de poblaciones animales y vegetales en su afán de organi-zar el conjunto de lo viviente en términos productivos.

Para la región que nos ocupa, autores como Macchi (2007) o Coronato (2010) han sosteni-do la tesis de una interacción prácticamente nula entre la gran estancia de capitales británicos y otros pobladores o productores locales. Frente a este tipo de planteos, proponemos -siguiendo

a Bascopé (2008:32-35)- que la clave de la biopolítica estanciera está en el control de la circulación y los flujos (de personas, ganado, capital) al interior del desierto estanciero, pero también entre éste y el exterior. En este sentido, el mapa catastral puede darnos una idea de las relaciones de propiedad o posesión registra-das por el estado, pero esto no es equivalente en modo alguno a las territorialidades en tensión, muchas veces solapadas o su-perpuestas, de la gran estancia, los ocupantes de tierras fiscales y los colonos reconocidos por el estado. La gran estancia tiene por ejemplo contratos de mediería con colonos y ocupantes indíge-nas de tierras fiscales, los cuales son bastante habituales hasta la década de 1910, cuando siguen vigentes en aquellas secciones donde aún no hay alambrados (Minieri 2006: 120).

Podría afirmarse que los pro-yectos civilizatorios-productivos procuran una expulsión de lo indígena del paisaje, identificán-dolo con la acepción “clásica” del desierto como vacío civilizatorio (Lois 1999). Como parte del pro-ceso de conquista y colonización de lo que sería el Territorio Na-cional del Chubut, la asociación entre un desierto que se opone a la civilización, del que los in-dígenas son a la vez producto y productores, irá modificándose parcialmente, generalizándose a lo largo del siglo XX el uso de la acepción más agronómica de “desierto”/”desertificación”, aso-ciada a sujetos muchas veces caracterizados como indígenas, pequeños productores, a los que se asocia desde las agencias estatales y productores de mayor capital con la pobreza rural y la ignorancia de las prácticas gana-deras “correctas”.

Usos del desierto: discurso civilizatorio, progreso y eficiencia productiva en la transición del siglo XIX al XXEntre la primera expedición

del gobernador Fontana (1885) y el informe de la Comisión de Estudios Hidrológicos al mando de Bailey Willis (1914), se suce-dieron los viajes que recorrieron parcialmente el Territorio del Chubut, financiados por diferen-tes estados y capitales privados con el propósito de explorar el territorio, clasificar los recursos disponibles y prescribir sobre los usos posibles/legítimos.

La disputa en torno a lo am-biental y la sustentabilidad es una disputa por la imposición y legitimación de proyectos sobre el territorio y las poblaciones. Lo que se discute, entonces, no son determinadas prácticas en sí mismas (como tal o cual modo de criar el ganado, la quema de pastizales, etc.), sino siempre en el marco de un conjunto de prác-ticas y saberes que les otorgan (diferentes) sentido(s).

Así, Llwyd Ap Iwan escribe en su diario, en 1893:

… llegamos a las márgenes del río Ayones (hoy Mayo), a unas dos leguas de su con-fluencia con el Senguer. La región presenta Ahora mejores pasturas y es apropiada para apacentar el ganado.

(…) No había árboles en absoluto y hasta las matas eran escasas, debido en parte a que el pasto es constantemente in-cendiado por los indios, durante la época de caza. Después de grandes incendios de ésta clase le toma algunos años al campo recuperar su anterior exube-rancia. (en Roberts y Gavirati 2008:54-55)

Y el mismo Ap Iwan apunta en 1894:

En mi opinión los bosques de los Andes se extenderían mucho más al este, sólo que las tribus aborígenes tienen la manía de incendiar los lugares que visitan. He visto el fuego continuar extendiéndose por tres semanas, intervalo durante el cual más de quinientas millas cuadradas fueron reducidas a cenizas y se quemó una exten-sión incalculable de campo con valiosa madera. (en Roberts y Gavirati 2008:69)

Pero en el mismo diario de viaje, el explorador señala que

El suelo, que estaba cubierto de hayas, corintos, calafates y cañas, era de un substrato vir-

gen muy rico. Si fuera limpiado de árboles sería apto para la agricultura. (en Roberts y Ga-virati 2008:72)

Las referencias al desmonte

como herramienta civilizatoria son recurrentes en los viajeros que han recorrido la Patagonia cordillerana, pero entendemos que en el corpus documental pro-ducido por los exploradores del Chubut en la transición entre los siglos XIX y XX se cristaliza como parte de la doxa entre los planifi-cadores territoriales el hecho de que la práctica sea condenable o plausible en función del carácter progresista o atávico del sujeto que la realiza.

Otra cristalización que tiene lugar en este tipo de textos y este período es la imposición de la efi-ciencia productiva y el “buen uso” de los recursos como parámetro civilizatorio y de la legitimidad de los actores sociales en términos de las nuevas moralidades co-construidas entre estos planifica-dores y las elites letradas locales y regionales (de las que muchos de ellos forman parte).

El campo que se va definiendo con estas intervenciones acota también los márgenes de los dis-cursos posibles: incluso cuando se pretende discutir la jerarquía

o la valorización de los diferentes sujetos, aparece el trasfondo del buen uso de los recursos y la producción de riquezas a partir de ellos como parámetro. Así, poco después de la aparición de textos como los de Fontana y Ap Iwan, pioneros en la construcción regional del imaginario que asocia a la población indígena con la degradación y el despilfarro de los recursos naturales, Clemen-te Onelli planteaba en 1904 el contraste entre la prosperidad y racionalidad de la explotación en la colonia Cushamen y la gran estancia desertificadora, en re-ferencia a la Argentine Southern Land Co.:

En esas estancias se ex-plotan los campos a la usanza indígena, agotando antes una dada extensión, y llevando después los animales a otro punto, de lo que resulta que los ingleses son también suscepti-bles de regresión hacia la vida nómada de los pueblos primiti-vos. (Onelli 2007:47)

Luego agrega:

Al llegar a la áspera bajada de la alta meseta que encierra el valle de Cushamen, vi (…) am-plias escenas de activa vida ru-ral que habían transformado ya la virgen naturaleza de los años anteriores. Grandes cuadros de rastrojo amarillento se destaca-ban desde lejos entre el verde de las praderas. Más allá, entre nubes de polvo, galopaba una yeguada trillando a la antigua manera, mientras que de otra parte una pequeña carreta (…) iba crujiendo, desvencijada bajo el peso del cereal recogido. Ca-sitas blancas, de techo colorado de madera de alerce, daban la nota alegre en esa apacible fies-ta del trabajo. Esos indios, tan sólo en un año, habían hecho prodigios de cultura y progreso, haciendo pensar si esta tribu es una excepción a la apatía y al faquirismo indígena, o si no sería bueno que el Gobierno ensayara educar a las demás tribus con el aliciente de la tierra donada. De todas maneras, en un estudio de ciencias sociales, esta tribu, como las culturas en suero de los gabinetes, sirve de patrón o testigo para demostrar que tiene más aptitudes para el progreso que los otros sujetos colonizadores de la comarca,

Estamos ante la imposible adaptación

de prácticas ganaderas extensivas

a una escasez de territorio y

pasturas que avanza rápidamente, no sólo por la degradación,

sino en principio por el quiebre de los circuitos de

trashumancia y la privatización de

recursos que eran de uso público

cuando los ganaderos de Cushamen o

Nahuelpan podían ser “exitosos”.

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Página 4 Economía Regional

Viene de pág. 3

Econhumor ía Reg iona l

Clíma electoral

Bibliografía citadaPara quienes quieran profundizar

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Soluri, J. (2013). Culturas Bananeras: Producción, Consumo, y Transformaciones Socioambientales. Bogotá, Colombia: Siglo del Hombre/Universidad Nacional de Colombia.

sean ingleses, galeses o criollos, que, a pesar de disponer de campos más fértiles y de capitales más importantes, presentan una inmunidad a toda prueba contra los sueros de la civilización y del progreso. (Onelli 2007:48-49)

En términos generales, la lectura de este corpus apoya la tesis de Bascopé (2008:27) sobre la producción de desierto como estra-tegia productiva del capital. Osvaldo Aguirre (2004: 49-50) cita la referencia a Conrado Villegas enunciando el proyecto biopolítico despoblador, así como la posterior consta-tación de Moreno de su realización:

El ancho valle del Collón Curá está hoy menos poblado que veinte años atrás, cuando las indiadas de Molfinqueu-pu tenían allí sus tolderías”, anotó en el camino de Neuquén a Nahuel Huapi, que recorrió a principios de 1896, en misión de estudio para preparar la de-fensa argentina en la disputa de límites. Poco más adelante registraba la misma

decepción: “Más población había en las tolderías indígenas sometidas a los caci-ques Inacayal y Foyel que la que hoy vive en la región andina del Chubut. (Aguirre 2004: 50).

Desertificación y desertificadores, del siglo XX al XXILa escasez de mano de obra es un pro-

blema que preocupa a la Compañía (Minieri 2006; Aguirre 2004:72), pero también a los pobladores prósperos de la Colonia 16 de Octubre, como Martin Underwood (Fiori y De Vera 2006:119).

Es en este contexto que debe entender-se la sistemática persecución tanto de las boleadas de guanacos y avestruces como de los robos menores de ganado para su consumo inmediato. En las quejas de los estancieros, la escasez de mano de obra va de la mano con la escasez de policía: será la “policía del desierto” la política pública esperada para solucionar el problema de

la provisión de mano de obra y el control de la población cuyas conductas serán criminalizadas.

Aquí habrá que profundizar en la indaga-ción en torno a cómo se cruzan etnicidad y clase en la construcción de hegemonía y la definición del “otro peligroso”. Las etique-tas “indígena” y “chileno” funcionan como categorías estigmatizantes, asociadas con los obstáculos al progreso, cuando no directamente con el delito. Es interesante ver cómo en los textos de los propietarios se puede leer la producción de un consenso hegemónico en torno a la idea de que los indígenas desaprovechan la tierra que el estado les concede (en referencia a los rea-sentamientos poblacionales pos conquista militar del territorio patagónico).

Proponemos la siguiente hipótesis: en los usos –aun cuando se piensan como estrictamente técnicos- de la noción de desertificación, puede emerger hasta hoy la herencia de su genealogía civilizatoria, cuestión que se hace evidente en los suje-tos que el sentido común asocia con la idea de “desertificación”.

La remisión de los habitantes del “de-sierto” a la naturaleza, propia de los explo-radores, científicos y hombres de estado de finales del siglo XIX y principios del XX reaparece en planteos como el de Golluscio et al (2010), donde la preocupación de los autores sitúa en un mismo plano la nece-sidad de conservar la biodiversidad y la diversidad socio-cultural. Las implicancias de esta equiparación, tanto en términos epistemológicos como en sus consecuen-cias en la definición de políticas públicas, requiere un análisis más profundo que el que podemos dedicarle hasta el momento, pero aún así creemos importante destacar la creciente difusión de una doxa que parte del supuesto apriorístico de una asociación entre mapuche, desertificación y pobreza rural.

Aquí cabe un reconocimiento a la ope-ratividad de los memorialismos en cuanto a fijar sentido: el discurso de agentes esta-tales, técnicos y estancieros suele coincidir en los estereotipos sobre quién es el sujeto desertificador, los diagnósticos situaciona-les y el tipo de soluciones propuestas.

Golluscio et al se preguntan por qué no desaparecen poblaciones aborígenes como Cushamen a pesar de la pérdida (extrema) de la capacidad de carga de los campos. Una serie de respuestas podrían obtenerse pensando la problemática de las prácticas desertificadoras en términos de habitus (Bourdieu 2007). Desde esta perspectiva, Larry Andrade (2006) analizó las prácticas y discursos de los productores ovinos de la meseta central de la provincia de Santa Cruz.

Andrade propone –para productores y territorios con características diferentes a los que aquí nos ocupan- que una de las claves para explicar los comportamientos de los ganaderos –para muchos técnicos simplemente “irracionales”- es un desfase entre las condiciones objetivas en las que se generó el habitus incorporado y las condiciones actuales en las que deben desenvolverse.

En el trabajo de Bruce y Dufilho (2002) sobre los usos de los mallines en las prác-ticas ganaderas en Patagonia se entiende que las estrategias productivas basadas en la trashumancia –como las de los crianceros ovinos y caprinos- son efectivas mientras ésta es posible. En otros términos: estamos ante la imposible adaptación de prácticas ganaderas extensivas a una es-casez de territorio y pasturas que avanza rápidamente, no sólo por la degradación, sino en principio por el quiebre de los cir-cuitos de trashumancia y la privatización de recursos que eran de uso público cuando los ganaderos de Cushamen o Nahuelpan podían ser “exitosos”.

Un abordaje que invita a reflexionar

Discusiones en torno a los discursos sobre el desierto y los “desertificadores” en el oeste del Chubut (1885-2010)