Nueva sede para acoger la

Sección Visigoda del Museo de Arte Romano en Mérida

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Descripción del proyecto. El edificio que se proyecta para albergar la Sección visigoda del Museo de Arte Romano viene a constituir una pieza mas del “museo paisaje” emeritense. Paisaje que configura, en esta parte de la ciudad, el recinto del Teatro y del Anfiteatro y la cercana villa además el edificio Moneo, sede de la colección romana del Museo Nacional. Por otra parte el nuevo edificio viene a subrayar el límite urbano definido por la muralla romana y permite una “vista atrás” para la contemplación del lugar. Ciudad

Los estratos del tiempo están presentes en Mérida entreverados con la ciudad de hoy y en este sentido el nuevo Museo no se plantea solo como un contenedor de valiosas piezas de un pasado lejano sino que asume la condición de estratos construidos de nuestro tiempo sobre las capas del pasado. El edificio se organiza

Plano de situación

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como superposición de estratos de tiempo, estratos funcionales y estratos materiales. También, como las nubes llamadas estratos que no llegan a tocar el horizonte, el edificio quiere despegarse de un suelo cargado de historia con deseo protector. El edificio muestra su ordenación vertical donde se apilan las partes del programa como estratos funcionales sobre un basamento de cristal abierto hacia la ciudad y hacia las personas que lo visitan. La vinculación del edificio con el recorrido arqueológico peatonal desde el Museo Nacional de Arte Romano supone el final de una “promenade” singular que no debe terminar frente a una puerta sino desembocar en un recinto abierto y transparente, vitrina de yacimientos arqueológicos, antesala del nuevo Museo de la Sección Visigoda. El edificio se levanta sobre el estrato de las circulaciones dibujadas sobre el plano de la ciudad en su punto mas elevado. El visitante seguirá subiendo desde el poliedro de cristal, atravesará las salas de exposición y divisará la ciudad desde los ojos - mirador al final de su recorrido, verá parques y arqueología y el cielo de Mérida. El Museo supone una pieza construida mas del conjunto de la ciudad que ordenará un territorio ahora desigual y completará el recinto arqueológico. Su huella se apoya en el recinto interior de la muralla romana y atiende a dos geometrías, la del tejido romano y califal y aquella del trazado de las calles actuales.

Vista aérea

Vista desde las ruinas

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Sobre unos planos facetados estructurales de hormigón se configura una topografía sobre la que se apoya el edificio, opaco y ligero, que no toca en suelo. Se talla así por la forma de la huella de los vestigios arqueológicos: la villa califal, la conducción de agua y la muralla. En planta suponen tres grietas. Los restos murarios no quedan encerrados y ocultos bajo el edificio sino que se cubren mediante los voladizos de las superficie facetadas. El edificio arranca enraizado al suelo y se despega sobre el yacimiento. Sin embargo un zócalo liviano de cristal formaliza un cuerpo basamental abierto y transparente como recepción de los visitantes. Estratos también de materiales construyen el nuevo Museo, desde el yacimiento de cristal y muros de hormigón visto a la estructura vista facetada de hormigón sobre la que apoyan los volúmenes opacos de las salas hasta los ligeros planos de cerramiento metálico perforado. Sobre ellos una cubierta lucernario permite el paso de luz natural al interior de las salas de exposición. Esquema funcional El edificio se ordena en vertical sobrevolando las ruinas existentes, apilando usos según el recorrido, desde el programa mas inmediato en planta baja al área de descanso y cafetería en el nivel mas alto, convertida en un mirador. Se plantea como una unidad con el jardín previo, con el recorrido arqueológico y con las salas de exposición. Los recorridos de público se vertebran en vertical por el espacio alto luminoso y continuo de la escalera que da paso a las distintas estancias ordenando el programa y orientando al visitante. Se trata de un espacio público de encuentro y estancia, no solo de circulación.

Vista exterior

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Se propone una organización compacta y vertical que permite una solución racional y precisa a los requerimientos del programa. Se ordena el edificio apilando sus funciones en dos bloques independientes unidos por un brazo donde se sitúan las comunicaciones verticales y horizontales. El primero de estos bloques, el módulo A, tiene carácter público y acoge, en planta de acceso la zona A (área pública sin colecciones): control, vestíbulo, tienda, salón de actos,… y también el acceso al recorrido musealizado de los restos arqueológicos, romanos y emirales, que hay en el solar. En el primer nivel, está la sala de exposiciones temporales vinculada al área de audiovisuales y al aula didáctica, y en el segundo nivel, ascendiendo por una amplia escalera con la presencia de una sucesión de hornacinas que alojan columnas y pilastras, se encuentra la exposición de la Sección Visigoda. Ésta se dispone en un espacio diáfano y generoso, de siete metros de altura, cubierto por una celosía que acepta la iluminación cenital a través de numerosos lucernarios independientes de fácil regulación. El espacio está cerrado perimetralmente por un grueso y ligero muro técnico capaz de distribuir ventilación calefacción y otras instalaciones cómodamente. En el nivel 4 y completando el recorrido público se ubica la cafería y mirador que tiene también un acceso independiente del Museo desde el exterior. Situado en la parte posterior del solar la zona B (área pública con colecciones), tiene carácter restringido y se divide claramente en dos bloques diferenciados al respetar la proyección de la conducción romana de agua. En el bloque mas interno, zona D (área interna con colecciones) se encuentran los almacenes en distintos niveles y servidos por un montacargas. Los almacenes son visibles dentro del recorrido público desde el nivel 2 (exposición Sección Visigoda) y desde el nivel 4 (cafetería). Finalmente y abiertos a la calle, orientadas a sur, se organizan las funciones de la zona C (área interna sin colecciones). Se organizan en este bloque la administración y subdirección, control, seguridad, mantenimiento,… que se culmina con los despachos de restauradores y su laboratorio, vinculado por otra parte con los almacenes y el área interna con colecciones. En cubierta y protegida su visión desde el exterior, se encuentra la zona de instalaciones.

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PROYECTO MUSEOGRÁFICO El diseño de la exposición permanente de la Sección Visigoda del Museo Nacional de Arte Romano cuida especialmente su relación con la arquitectura del edificio y se proyecta en sintonía con los materiales, acabados y con la arquitectura del edificio proyectado. La singularidad de las colecciones del Museo, en la que se centra la exposición permanente, requiere una forma precisa de ser mostrada y estos criterios están implícitos en la propia arquitectura del edificio. La museografía pues no se plantea sobrepuesta a los espacios vacíos de la sala sino estrechamente vinculada a la arquitectura que la alberga. La gran sala para la exposición permanente, de 28 x 26 metros en planta, se ha proyectado libre de pilares y con una altura libre de 7 metros. Constituye el corazón del nuevo edificio y está directamente vinculada a la escalera, expositor que vertebra el recorrido museístico.

Vista interior

Exposición

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La escalera se plantea como un muro expositivo, previo a la sala de exposición permanente y en ella se exhiben en hornacinas las piezas. Las hornacinas, integradas estructuralmente en los muros de la escalera, se proyectan con acabado enlistonado de madera pintada y con iluminación específica. La sala permanente se envuelve perimetralmente con un muro - vitrina continuo que solo se interrumpe en el ojo - mirador que se abre a la vista sobre el Teatro Romano, incorporando así su presencia a la exposición permanente. Toda la sala se baña cenitalmente con luz natural filtrada por el techo suspendido metálico que unifica el espacio. La posición central en la sala la ocupa la reconstrucción de la basílica visigoda, planteada como una evocación del espacio en proporción y dimensión real. En el espacio perimetral entre los muros de la basílica y la vitrina mural, se organizan los expositores exentos de las piezas que permiten ser expuestas sin protección. Localizadamente se introducen en el recorrido otros elementos museográficos auxiliares: audiovisuales y maquetas. Circulaciones. Desde la entrada general de público en planta baja, el visitante puede acceder de forma independiente al recorrido arqueológico del yacimiento y a la sala de exposición permanente a través de la escalera – antiquarium.

Planta Baja

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En el primer rellano el visitante se puede detener en la sala de exposiciones temporales y sala de audiovisuales o continuar el recorrido de la escalera monumental hacia la sala de exposición permanente en el nivel siguiente. El recorrido en la sala permanente se organiza de una forma continua rodeando perimetralmente los muros de la reconstrucción de la basílica visigoda, deteniéndose en el ventanal – mirador sobre el conjunto monumental romano, adentrándose en el interior de la basílica, prosiguiendo en el recorrido perimetral y finalizando en el espacio de la escalera donde se ubica el audiovisual general y un espacio interactivo infantil.

Planta Primera

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Planta nivel 2

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Sección longitudinal.

Secciones transversales.

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Nueva sede para acoger la Sección Visigoda del Museo de Arte Romano en Mérida Adjudicación Concurso Proyecto : Julio 2010 Recepción Proyecto : Diciembre 2011 Promotor :

Ministerio de Cultura Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales Gerencia de Infraestructuras y Equipamientos Arquitecto coordinador :

Marisa González Ibañez-Gené Arquitecto Técnico coordinador :

José Manuel Sánchez González Redacción de proyecto :

PAREDES PEDROSA ARQUITECTOS Ángela García de Paredes.

Ignacio García Pedrosa

Arquitectos colaboradores: Álvaro Rábano

Clemens Eichner Lucía Guadalajara

Guiomar Martín Blanca Leal

Adamira Herrero Laura Pacheco

Inversión prevista : Servicios: 1.324.385 € Obra: 19.218.863 € Museografía y equipamiento: 3.092.159 € Total: 23.635.407 €