modulo 6 literatura y humor

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  • 8/17/2019 Modulo 6 Literatura y Humor

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    EES N° 58 - 6° 1° - Literatura – Profesor Vilchez, Manuel.

    Módulo 1: Literatura y Humor

    ¿De qué nos reímos?

    Cuando la literatura se burla de ella misma y de algo más.

    Nos solemos reír de lo que consideramos “defectos” en los otros, que pueden ir desde algúnrasgo físico hasta el hecho de no interpretar rápidamente los chistes de doble sentido. Esto sedebe a que el humor existe porque existe en los hombres esa necesidad de señalar lo que sería“incorrecto”, “fuera de lugar”, “molesto”, “no tolerado” en una sociedad dada. e ahí, que el humorsea tan contro!ertido para muchos, puesto que estaría de!elando lo que las personas en elcon"unto de la sociedad creen que es ridículo, digno de ser recha#ado. Estas serían las formas delhumor originarias de la ma$oría de las comunidades occidentales a las que pertenecemos, esto

    es, que serían reconocidas por todos como maneras de hacer humor, de intentar causar gracia..¿Nos reiremos todos de lo mismo?

    L !"#

    Era $e noche. !%n$i$as, flotantes,las nu&es $iscurr'an (or los cielos,sal(ica$as $e estrellas, co)o *elos&or$a$os $e to(acios + $ia)antes.

    Los ra+os $e la luna, fulurantes,(latea&an las launas + arro+uelosue entre (lieues $e *er$es tercio(elos)o*'an sus cau$ales )ur)urantes.

    !ruc el /ar$'n con (aso cautelosohollan$o )araritas, ue un ue/i$oe0hala&an, heri$as en su tallo.

    istinu' su *esti$o *aaroso,)e aceru, )e a&raz2, lanz2 un e)i$o...

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    (orue al &esarla +o... 3le (is un callo4 Estanislao $el !a)(o 187-1889.

     %omo ustedes saben, el hecho de que un texto pueda causar gracia o no se refiere a que no

    todos nos reímos de lo mismo más allá de que el humor tiene características sociales, esto es,que por lo general tiene ra#&n de ser puesto que cantidad de personas se reirían de lo mismo.

     'hora bien, ha$ formas de hacer el humor que nos pueden parecer más ingenuas $ por ellopueden ser descartadas por nosotros a la hora de elegir de qu( nos reímos. )o que no quita quelas recono#camos como intento de producir humor. *recisamente, en ese cambio de estos !ersospre!isibles en una poesía de amor por otro que no correspondería a este tipo de poesía tandi!ulgada $ conocida socialmente es donde reconocemos la intenci&n de generar humor. 'nali#amos una de las maneras en que se hace humor en la literatura+ la literatura muchas

    !eces se burla de sí misma. 'sí, podremos hallar a !arios autores que a lo largo de sus carrerasprofesionales han tomado esta línea de traba"o, en ma$or o menor medida, han seleccionado laparodia como procedimiento para constituir sus textos $ así tomar posici&n frente a lo que elloscreen que la literatura es o debería ser. Nos referimos a que por medio de la parodia de otrosg(neros incluidos en la literatura los autores intentan imponer según sus intereses como artistasqu( escritura literaria tiene ma$or !alor frente a otras. %uando decimos “parodia” nos referimos aesa burla que detectamos como lectores, a esos cambios en los textos que nos demuestran queen realidad no están intentando respetar los rasgos más comunes del tipo de literatura que aprimera !ista parecía haber elegido producir.

    ASÍ

    El amor es un tema universal y eterno, y ningún tratado de filosofía ni de moral me prohíbe ocuparme de louniversal y de lo eterno.

    Graciana tenía las manos ásperas y coloradas; había lavado mucho en su vida, lo que no le impedía tenerquince años y un cora!n sensible.

    "enía, además, o#os, boca, nari y frente, como muchas personas de su se$o; pero estas facciones y otrasmás en ella, se habían tomado la libertad de ser e$cesivamente bellas.

    %a ore#a, por e#emplo, era inimitable, bien doblada, chica y ligeramente sonrosada. &o tenía aros, ni agu#eros en qu' meterlos. Estos descuidos, dignos del más #usto reproche, fueron debidos

    a dos causas, una moral y otra física. %a primera su pobrea; la segunda, el que su madrina, la única abridorade ore#as que había en su pueblito, había sido atendida de una simple irritaci!n de los párpados por unc'lebre oculista y naturalmente, había quedado ciega.

    (ñadía Graciana a sus encantos un cabello que era un trigal maduro, unas ce#as arqueadas y finas, un colorde luna disuelta en leche, y unos dientes tan lindos que cualquiera al mirarlos deseaba en su fuero interno vera la niña convertida en perro y ser mordido por ella.

    ( lo menos, tal fue el primer cumplimiento que le dirigi! )aldomero "apioca, estudiante de medicina,ambulante.

    %a niña se ri! de seme#ante ocurrencia. Era italiana. &o necesitaba ser italiana para reírse, pero ustedes comprenderán que tampoco eso era un obstáculo.

    )aldomero estaba perdidamente enamorado de Graciana y de otras varias avenes; así se lo di#o un día,suprimiendo lo referente a las otras #!venes, en lo cual obr! con una prudencia sorprendente en su edad, puessolo tenía veinte años.

    %a proporci!n de edades había sido ya discutida. (rreglado este punto, no qued! pendiente sino 'l de lacorrespondencia de sentimientos, destinados a ser resuelto en otra correspondencia, la epistolar.

    * aquí me es foroso decir, sin ofensa para nadie, que en esta última )aldomero abus! de los t'rminost'cnicos y Graciana maltrat! horriblemente a la ortografía, pues #amás escribi! +yo te amo+ sin ponerle una hen alguna parte.

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    !lo dos e#emplares poseo en mi archivo, rico en aut!grafos hist!ricos, de- las cartas cambiadas entre estosc'libes, y voy a transcribirlas en beneficio de la humanidad literaria.

    )aldomero a Graciana(ngel hipertr!fico, es decir, magno la arteria coronaria de mi cora!n se cierra apenas mi retina percibe los

    músculos risorios de tu boca, y mi t!ra$ se siente atacado de angina p'ctoris. / %a circulaci!n cardíaca sedetiene, y turgencias espasm!dicas forman protuberancias en mis !rganos0 Esp'rame a las siete postmeridianum, en el anfiteatro de nuestros amores. "uyo, como del hombre el pensamiento,

    1irmado )(%234E53 "(6738(

    Graciana a )aldomero/ 4y 4ahma thi &. do %orde uuellhas man 0 92am'e huna me de :yna perro e saya g

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    %a música, en lugar de calderones, semicorcheas, fosas y bemoles, solo contenía para ella )aldomeros; la pintura, la escultura y las letras solo ofrecían cuadros, estatuas o poemas perfectos, cuando tomaban porh'roe o por ob#eto algún trasunto fiel de )aldomero.

    * )aldomero, por su lado, bautiaba con el nombre de Graciana cuanta bellea soñaba o veía.(lgunos meses pasaron en estos devaneos, a los cuales pusieron t'rmino graves acontecimientos dolorosos,

     prosaicos y mundanos.

    @na mañana entr' a la sala de an 5am!n, en el hospital de mu#eres, y fui informado por la hermana enturno de que el número AB había entrado la noche anterior todo había pasado bien, pero tenía actualmentecierto malestar...

    1ui a ver al número AB y lo encontr' pálido, demacrado, inquieto. El número AB era una muchacha muy #oven, bonita a pesar de su estado, y sumamente interesante en su triste situaci!n.

    C9?u' le duele, niña= Cle pregunt'.C&o s' C me contest!.C/8!mo no s'0C/(sí0C92e d!nde ha venido=C4e han traído anoche.C98!mo se llama=CGraciana.C 9Graciana= D/"odos los cuadernos y libros de un compañero mío tenían escrito en cada ho#a el polisílabo

    +Graciana+ con diferentes caligrafías, y yo sabía que 'l mostraba siempre su constancia amorosa escribiendoel nombre de su amada en todas partes, hasta en el recetario0

    C9Graciana de qu'= Cseguí, reanudando el diálogo.CGraciana, no más.C9&o tiene nombre su padre=C(sí.C/(sí0 /(sí0 /(sí0 &o entiendo. D/6ero decía así con tanta gracia y con una boca tan linda y tan triste0.

    )ueno, pobre niña... así... veamos... 9d!nde le duele=.... 9aquí=... 9aquí=... C le di#e palpándole con todadelicadea el vientre.

    C/í0 /(hí a la derecha, ahí0%a e$amin' detenidamente y despu's de un momento de reposo, le pregunt', tuteándola, y con intenci!n

     paternalC2ime, Graciana, 9conoces un estudiante que se llama )aldomero=%a niña solt! un grito ahogado, se llev! las manos a la cara y se puso a llorar amargamente, como no he

    visto llorar a nadie.*o soy muy atento y me gusta armoniar con la gente; yo tambi'n me puse a llorar, pero con más m'todo y

    menos ruido que ella.C/Famos, no hay por qu' llorar0 C di#e, secándome los o#os C. "e voy a dar ahora un medicamento y vas a

    tratar de no afligirte.

    /?u' desagradable es tomar cariño a un enfermo de hospital0 (llí la democracia es absoluta, no hay preferencia ni distinciones y el afecto, por lo tanto, no encuentra formas legítimas para manifestarse.

    %a verdad es que yo sentía un inter's indudable por el número AB y que su estado me inquietabasobremanera. &o podía quedarme mucho tiempo a su lado porque no era prudente; pero me quedaba siemprelo bastante para irme into$icando lentamente con su bellea y con el e$citante de su pequeño romance. Ellatambi'n era cariñosa conmigo, por gratitud, creo. 4e miraba más tiempo que el necesario a cada pregunta, ycuando me daba su mano para de#arse tomar el pulso, era con cierto abandono confiado, como quien no dudade una tierna acogida.

    C Graciana C le di#e un día C 9hace mucho tiempo que no lo ves=D7mprudente, dirá el lector. &o, por cierto; solo quería procurarle el medio, al provocar su confidencia, de

    frotar suavemente la herida de su alma, lo que es siempre un alivio.

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    C 2os meses C me contest!.C 9* por qu' no lo has visto en doy meses=C (sí...C 9Hl no te ha buscado=C /í, que me ha buscado0C * entonces, 9por qu' has de#ado de verlo=... 9no quisiste tú o no podías=...C (sí... Cdi#o, y /vuelta a llorar0*o tenía que llenar esos así, tan conceptuosos para ella, con mi sola fantasía, y no pudiendo adelantar gran

    cosa con mis e$ámenes, me retiraba desolado, atormentado, tristísimo.Entre tanto el número AB seguía muy mal. "odas las prescripciones del m'dico eran impotentes, todos mis

    cuidados inútiles.( los ochos días de su entrada al hospital, la desgraciada #oven muri! víctima de una infecci!n.8uando la vi muerta sentí que me arrancaban algo dentro del pecho. Iamás he visto cadáver más lindo. us

    facciones afiladas por la fiebre y los sufrimientos, habían tomado una delicadea e$trahumana. u pelo rubio,derramado sobre la almohada, era el marco de oro de su rostro inocente, tranquilo, estático, modelado en suúltima e$presi!n.

    El cuerpo de la pobre criatura, liviano, elegante y airoso, a pesar de la muerte, cupo en un pequeño ca#!n, elmás fino y más blanco del dep!sito; yo lo elegí para ella y yo mismo la coloqu' en 'l.

    2espu's de clavado, escribí en la tapa con mi me#or letra +(sí...+

    ( los pocos días encontr' a )aldomero en la calle, muy flaco, muy pálido, muy decaído. &o se le habíavisto en clase ni en los hospitales por mucho tiempo.

    C >e estado enfermo C me di#o.C &o lo he sabido; pero ahora estás bien, 9verdad=C í, me#or. &os miramos un momento con aire de recíproca interrogaci!n. *o cort' la escena dici'ndoleC 9"ienes tu cartera= 2ámela un momento.4e la dio; saqu' mi lápi y puse en una de las ho#as estas tres letras (sí.Hl mir! la palabra, levant! los o#os con asombro y encontrando en los míos no s' qu' e$presi!n, dio vuelta

    a la cara para ocultarme sus lágrimas.%o tom' del brao y trab' con 'l una dolorosa conversaci!n.C 92!nde está= C me di#o.C&o s'. D4e pareci! cruel darle la triste noticia.C 98!mo sabes eso de (sí=C 6or una casualidad, ya te lo contar'. 9* tú no la ves=C &o la veo desde hace más de tres meses.C 96or qu'=C 6orque no s' d!nde se ha ido. ali! de casa de su madre, vie#a perversa; se fue a casa de una amiga y

    despu's no s' d!nde, sin decir nada. 2esde los primeros meses... 9sabes=... me había tomado un odio mortal,no me podía sufrir; en vano hacia todo yo por contentarla. 4e huía como al peor enemigo; creo que estabahist'rica. 6or fin se fue; yo me enferm' de pena, te lo #uro, porque la quería y la, quiero con toda mi alma;estaba dispuesto a casarme con ella, a pesar de la familia y de todo...

    C)ien, bien, tienes tiempo para casarte; 9y querrás mucho a tu hi#o=C9( mi hi#o=Cí, pues, a tu hi#o. /*a conversaremos de eso0

    2esde ese día fuimos inseparables )aldomero y yo. %a palabra +así+ fue nuestra f!rmula para todas lascuestiones /un verdadero amuleto0 * muchos meses despu's, muchos, cuando su pasi!n se había dormido ysu cora!n se hallaba más sereno, le cont' todo, /todo0

    Eduardo ilde, -/.

    El humor no es cosa de chiste

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    8ada 'poca, cada sociedad y cada persona, con su cultura y e$periencias particulares, se ríe de cosasdiferentes. 6ero el humor no es simplemente la burla, sino que surge a partir de una ruptura de las normas. &os causa gracia que alguien se tropiece, pues no camina de forma JcorrectaK, no sigue las reglas delcaminar adecuado, quiebra el orden de un paso detrás de otro paso. Entonces, la risa funciona como unaescapatoria, un alivio a la realidad cotidiana, con sus momentos duros y rutinarios. (ctualmente,descomprime la tensi!n del Jestr'sK de la vida urbana. 8omo dice 7sidoro )laisten Jucede que el humor es

    un sistema de defensa que nos ayuda a vivir, quiá porque se aseme#a a la poesía en su permanente misterio,y porque es siempre una metáfora que, como la poesía, enlaa dos ideas imposibles y las torna visibles.K

    Reír de la muerte: la otra cara de la tragedia

    JEl humor y el terror parecen dos planetas muy distantes, pero cada tanto los encontramos #untos entre losantiguos sardos, por e#emplo, era costumbre matar a los ancianos en rituales que incluían risas y carca#adas.8laro que ese proceder no tenía valor de homicidio, ni esa risa era mal'vola y cruel según el actualsignificado de la e$presi!n Jrisa sard!nicaK, que de ahí viene. %a risa era dadora de vida y por ad#udicarle elmismo poder tambi'n fenicios y tracios reían al enterrar a sus muertos.

    En la literatura, el humor negro tiene que ver con una variante de la comicidad que toma como material a lamuerte y a todo lo relacionado con el cuerpo y sus padecimientos dolores, mutilaciones, enfermedades,incluso la locura DL. (quello que en la vida cotidiana aparece revestido de má$ima tragedia, en la literaturade humor negro provoca sonrisas. DL

    %a muerte es lo absurdo por definici!n y, sin duda, el humor negro es una variante de la literatura delabsurdo DL. 5eír de la muerte de la muerte y los padecimientos resulta algo saludable DL. 6ero, además deese efecto terap'utico, los te$tos DL nos permitirán e$perimentar la inquietante comprobaci!n de que noestamos tan le#os de los sardos.K

    5icardo 4ariño.

    Plebster y Orsy, del planeta Procyon

    *lebster estaba mirando por la !entanilla frontal de la na!e el paso oscilante de los meteoritos.%omo todos los dermolinfomas del planeta *roc$on, el pequeño *lebster experimentaba unainusual melancolía a la !ista de aquellos inmensos peda#os de roca que surcaban el espacio, $aque le recordaban a 0endelinus, la segunda luna de *roc$on, estallada tempranamente. Esamelancolía no llegaba a ser triste#a, pues la triste#a, en su planeta, era un líquido.

    1ás allá, abstraído en la conducci&n de la na!e, se hallaba 2rsi, su compañero de !uelo. 2rsi era

    extrañamente inquieto para ser un nati!o de *roc$on $ hallaba inter(s aun en las cosas másmundanas $ rutinarias del espacio. *lebster, en cambio, acusaba $a el cansancio de la largamisi&n que les fuera asignada $ su le!e piel casi traslúcida había comen#ado a tomar el tinteceniciento del hastío. No deseaba otra cosa que !ol!er a la exultante atm&sfera de *roc$on $reunirse con Enif.

    32$e, *lebster 3di"o 2rsi, de pronto3. 4emos tenido que des!iarnos bastante de la ruta.*lebster no le contest&. Empe#aba a molestarle, incluso, el acento apagado de la !o# de sucompañero.

    3*ero es que aún subsiste la llu!ia de meteoros 3explic& 2rsi.

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    3'penas termine, regresemos a nuestra elipse 3buf& *lebster.

    3No es eso. No es eso lo que quería decirte. 2curre que nuestro des!ío nos ha lle!ado al área deinfluencia de un planeta muerto, el !ie"o 1aurol$cus.

    *lebster !ol!i& a resoplar $ la expulsi&n del aire hi#o que su cobertura d(rmica se arrugara conle!es cru"idos. El imb(cil de 2rsi había encontrado un nue!o moti!o de curiosidad para su espíritusimple. 5iempo atrás había perseguido durante seis días la cola de un cometa, sub$ugado por eldestello cambiante de la lu# solar sobre las partículas en suspenso.

    3No s( si recuerdas 3continu& 2rsi3 que 1aurol$cus era un planeta habitado. 6 que sushabitantes lo llamaban 75ierra7. 89ecuerdas:

    *lebster aprob& con la bamboleante cabe#a experimentando el consabido hormigueo en su #onamotri#. )a memoria era una funci&n fisiol&gica en los naturales de *roc$on, que se incenti!aba conla inmo!ilidad.

    3ecía mi padre 3continu& 2rsi, entusiasmado3 que la atm&sfera de la 5ierra debi& haber sidobastante similar a la nuestra. 6, por lo tanto, sus habitantes parecidos a nosotros.

    3No sigas, 2rsi. 6a se ad&nde quieres llegar.

    35e explico, solamente.

    3No. )o que tú quieres es ba"ar en ese puto planeta.

    2rsi se mantu!o unos instantes en silencio. )e molestaba grandemente cuando *lebster hacía usode malas palabras. *lebster lo sabía $ abundaba en ellas cuando deseaba incomodar a 2rsi.

    35e explico, solamente 3repiti&.

    35e cono#co, 2rsi. ;e te ha metido esa insana idea en tu centro de reflexiones $ no habrá poderen el uni!erso que te la quite.

    2rsi no contest& pero, como corroborando lo dicho por *lebster, busc& algo fren(ticamente en laconsola de informes. 5om& entonces uno de los compendios de conocimiento $ lo introdu"o en lamemoria de la pantalla.

    *ronto, una sucesi&n de caracteres pobl& el recuadro luminoso.

    31ira, *lebster 3anunci&3. 'lgo raro ocurri&, luego, en ese planeta. %ombatieron entre ellosmismos. ;e ele!& una enorme nube de pol!o que lo cubri& todo $ $a fue imposible obser!arlodesde afuera...

    3;e cansaron, 2rsi. ;e cansaron de que los espiáramos 3gruñ& *lebster.

    3No. Nada de eso.

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    3os sensores que en!iamos hace mucho tiempo no detectaron ni acti!idad humana ni!egetaci&n. ;&lo desiertos arrasados $ secos.

    3;e hartaron de tipos como tú $ su puta curiosidad.

    2tra !e# aquella fea palabra, absolutamente prohibida en el ámbito de *roc$on, pero tolerada enel espacio abierto, en las na!es expedicionarias, en los na!egantes. 2rsi procur& dominarse.

    3*ero... 1ira lo que dice acá... 3señal& la pantalla3. 4a$ !ersiones que sostienen que puedenhaber quedado terráqueos !i!os en refugios subterráneos, blindados, preparados para soportaruna guerra nuclear... 8No sería eso mara!illoso:

    32h, 2rsi 3gruñ& *lebster3. No "odas.

    3=0amos allí a comprobarlo, *lebster>

    *lebster lo mir& largamente. ;abía que era totalmente inútil luchar. 2rsi no poseía la clásicaindolencia de los dermolinfomas $ toda iniciati!a se enrai#aba en (l como una planta trepadora.

    32$e, 2rsi. ?uiero !ol!er a casa.

    36 !ol!eremos, *lebster, 8qui(n dice que no: 32rsi $a había tomado aquella plañidera petici&nde su compañero como una afirmati!a $ manipulaba ahora los mandos con !elocidad $ precisi&n.3;erá s&lo una !isita. 8No tienes inter(s por conocer la 5ierra:

    *lebster !ol!i& a obser!ar, silencioso, el paso raudo de los meteoritos. ;us ma$ores, muchotiempo atrás, cuando aún existía 0endelinus, le habían hablado acerca de aquel planeta cubiertode agua. 1eme *lebster @acobi, incluso, le había descripto un terráqueo con el que habíamantenido relaci&n, al comien#o de los tiempos, en una luna de 1ercurio.

    3icen que los terráqueos no serían demasiado diferentes de nosotros 3exclam& 2rsi, excitado,como si le estu!iese le$endo el pensamiento.

    3No tengo ningún inter(s en encontrarme con seres parecidos a ti.

    3;erá rápido, *lebster. ;i no los hallamos enseguida, subimos de nue!o a la na!e $ regresamosa casa.

    31e tienes harto, 2rsi.

    36a !erás. 1ira... comien#a a cambiar el entorno.

    *lebster lo había percibido. El espacio, por los !isores de la na!e, se obser!aba más a#ul $m&rbido $ casi habían desaparecido los meteoritos.

    )as redondeadas extremidades inferiores, aptas para insertarse en la poceada superficie de*roc$on, no eran, sin embargo, las ideales para despla#arse sobre la corte#a terrestre. %on latorpe#a propia de los forasteros, 2rsi $ *lebster se mo!ían en aquel terreno, explorando las ad$aAcencias de la na!e. 5odo era desolaci&n. En la bruñida transparencia de sus escafandrasrebotaban apenas los d(biles ra$os del sol que acertaban a pasar entre las densas nubes depol!o. %ada tanto, ráfagas de !iento le!antaban toneladas de ceni#as, pedregullos $ residuosmetálicos que castigaban a los dos in!estigadores espaciales. El paisa"e era gris $ achatado.

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    3Buena idea la tu$a 3di"o *lebster, de"ando de caminar. 2rsi no contest&. ;e había parado sobreuno de los tantos montículos de rocas $ giraba su cabe#ota con expresi&n de desencanto.

    3Busquemos un poco más 3di"o al fin3. Es l&gico que si estaban refugiados ba"o tierra nopodríamos !erlos a simple !ista.

    3Nos lle!aría una eternidad hallarlos. *or otra parte, no ol!ides que el compendio deconocimientos decía que tambi(n solían detectarse explosiones nucleares subterráneas...

    3'lgunas de sus tribus estaban mu$ preparadas para subsistir, *lebster. 4abían esperado esaguerra por siglos. 5enían de todo allí aba"o.

    *lebster empe#& a caminar hacia la na!e. El peso de su ropa"e aislante comen#aba a fatigarlo.34an pasado $a cientos de años de aquella guerra 3grit&, sin darse !uelta3. *or me"orpreparados que estu!ieran, $a hubiesen muerto de hambre o por las enfermedades. No "odas,2rsi.

    3Espera. Espera un poco, *lebster 32rsi deposit& todo el peso de su cuerpo sobre una suertede !iga que asomaba del suelo3. 1e fatigo. Esto no es *roc$on.

    385e fatigas, eh: 8No se te ocurre alguna otra buena idea como (sta: %on la de *eta!ium $ason dos.

    En el segmento más abierto de la elipse programada, 2rsi había insistido en descender en laestrella *eta!ium, argumentando que allí había mica. *ero la pulposa *eta!ium estaba podrida.

     'tra!esado el interior de su masa por infinitos canales que conducían "ugos minerales, el desmeAdido calor del sol la había hecho entrar en putrefacci&n $ el olor que despedía la macilenta estrellaera insoportable. Cna semana tu!o que estar luego *lebster, aspirando aroma de cristales de salpara restablecer el funcionamiento de sus papilas.

    36a !o$, *lebster. 'guarda un poco 3pidi& 2rsi. *lebster gir& $ regres& para a$udar a sucompañero.

    30amos 3di"o, sosteni(ndolo por deba"o del primer par de extremidades superiores3. e pronto*lebster ad!irti& que el cuerpo de 2rsi se en!araba. 38?u( pasa: 3pregunt&.

    )os dos sensores &pticos de 2rsi se habían fruncido, atentos, $ meneaba espasm&dicamente lacabe#a, como buscando.

    38?u( pasa: 3se alarm& *lebster, girando a su !e# la su$a. 4abían de"ado las armas en lana!e $ tanto la !alentía como la cobardía, eran condiciones desconocidas en *roc$on. Es más, laaudacia consistía en una fruta pequeña, agridulce, que brotaba en la estaci&n del fosfato.

    382$es eso: 3pregunt& 2rsi.

    38?u(:

    3Escucha bien.

    2rsi tenía ra#&n. En el aire se diluía una especie de música, una melodía que llegaba $ semarchaba con la brisa.

    3=1úsica> 3se exalt& 2rsi3. =Es música>

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    Es s&lo el !iento, 2rsi.

    3=Es música> 32rsi se desembara#& de las extremidades superiores de *lebster $ gir& sobre símismo !arias !eces, como una antena, deslumbrado por la recepci&n de aquel idioma uni!ersal.

     'hora la melodía llegaba más nítida, con cadencias extrañas $ desconocidas para la percepci&nde los dos expedicionarios.

    38e d&nde !iene: 3se sum& *lebster a la inquietud.

    3No s( si es una música fuerte que nos llega desde mu$ le"os... 2 es una música mu$ d(bil quese origina mu$ cerca de nosotros 3dud& 2rsi, lo que preocup& a *lebster, $a que la dudaantecedía a la constipaci&n bronquial en los dermolinfomas.

    38%erca de nosotros: 3di"o *lebster, abarcando con sus &rganos &pticos los alrededoresinmediatos.

    3='quí> ='quí> 3di"eron los dos, casi al unísono, aferrando un oxidado tubo metálico quesobresalía entre un montículo de escombros3 =)a música !iene por este tubo>

    2rsi apret& la escafandra sobre la boca del tubo, procurando escuchar me"or. En tanto, *lebster sehabía sentido inopinadamente melanc&lico, como algunas !eces en que escuchaba historiasrelatadas por 1eme *lebster @acobi. *ero 2rsi no le dio tiempo para bucear en sus sentimientos.

    3=%a!emos> =%a!emos por acá, *lebster> 3grit&, escarbando con su bast&n de titanio entre losescombros3. =Esta música nos llega desde aba"o> =e alguno de esos refugios que mencion(antes, *lebster>

    *lebster ol!id& por un momento su indolencia, su desinter(s $ sus ganas de regresar a casa, $con un tro#o de chapa ennegrecida comen#& tambi(n a apartar rocas $ cascotes. *oco despu(s, $ante la febril atenci&n de ambos in!estigadores, una superficie de madera se hi#o !isible anteellos. %ontinuaron remo!iendo con más ahínco $ apareci& entonces una puerta, de doble ho"a,prácticamente hori#ontal, que cubría una boca de acceso. *lebster $ 2rsi se miraron. )a puertamostraba una superficie descascarada, aún con restos de pintura $ por las "unturas de su maderallegaba, ahora sí, claramente, la cadencia de la extraña música.

    380amos por las armas: 3!acil& 2rsi. *lebster encogi& el ensamblamiento de sus extremidadessuperiores, las prensiles.

    385e parece:

    36o digo...

    3No creo 3di"o *lebster, decidido, $ se lan#& sobre la puerta, la que abri& de un tir&n. Cnabocanada mel&dica los en!ol!i& $, luego, tambi(n una serie de sonidos bre!es, como m&dicosestallidos, desacompasados. espu(s, el silencio, *lebster $ 2rsi se miraron. 5al !e# habían sidodescubiertos $ ahora, al fondo de ese túnel oscuro $ profundo que se abría ante ellos, losaguardaba el temor agresi!o de los nati!os. %on infinita cautela 2rsi adelant& uno de susmiembros locomotores $ lo deposit& sobre el primer peldaño de la escalera descendente. epronto !ol!i& la música, $ esto tranquili#& a ambos dermolinfomas, que cerraron la puerta detrásde ellos, sin hacer ruido. *or un momento quedaron sumidos en una oscuridad absoluta, peropronto ad!irtieron que, mu$ aba"o $ al fondo, se !eía una lu#. Cna lu# ro"i#a. Danados por laansiedad, *lebster $ 2rsi continuaron el descenso. Cn par de !eces se detu!ieron ante el eco de

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    aquellos extraños sonidos inarm&nicos, cortos golpes de superficies ahuecadas, que les llegabandesde el fondo. *or último se detu!ieron ante una abertura cubierta por un cortinado de tela que,al tacto de 2rsi, se re!el& como le!emente afelpado $ de cierto peso. 6a se escuchaba, con másnitide#, una !o# humana metálica $ altisonante. 2rsi corri& la cortina $ ambos !isitantes sehallaron ante un recinto poco iluminado. Cna !eintena de seres humanos se encontrabandiseminados en pequeñas mesas redondas, distribuidas en torno de una tarima de madera. )oshumanos eran, al menos, de dos sexos diferentes, calcul& *lebster. Bebían extraños tragos,hablaban poco entre ellos $ no parecían demasiado "&!enes. ;obre la tarima, un terráqueo con lacabe#a cubierta por un cabello oscuro $ engrasado, de pie frente a un adminículo de metal queampliaba el sonido de su !o#, los obser!& de una o"eada. 5ambi(n hicieron lo propio otros nati!osde los que estaban sentados.

    3=6 sigue llegando gente a nuestra *eña 5anguera 7El ;&tano del os por %uatro7, mis queridosamigos> 3anunci& el terráqueo del cabello lustroso3. =6 es porque !ienen a escuchar a 'ngelitoelfino, 7El 9uiseñor de 3$ luego, dirigi(ndose a *lebster $ 2rsi, pregunt&3+ 8e d&nde son,muchachos:

    3e *roc$on 3grit& 2rsi, complacido.

    3=*ara los amigos de *roc$on, entonces... 'ngelito elfino, 7El 9uiseñor de

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    3No se preocupen 3desestim& el anunciador. 6 ba"ando la !o#, agreg&+ 3No se preocupen porel precio. )a casa in!ita.

    3No. No 3di"o 2rsi3. ?ueríamos preguntarle otra cosa... 8 %&mo hicieron para sobre!i!ir:El humano enarc& las ce"as $ se tom& un instante para contestar.

    37%uando !engas para el centro7 3seguía el cantor3 7caminá "unando el suelo, arrastrando losfangu$os $ arrimada a la pared.7

    38%&mo hicimos para sobre!i!ir: 3repiti&, teatral, el anunciador3. Ba"ando los precios,hermano. %uidando la clientela $ ofreciendo calidad. No ha$ otra. e lo contrario, hubi(semostenido que cerrar...

    3*ero... digo $o... 3!acil& 2rsi3. 8%&mo pudieron sobrelle!ar la gran tragedia:

    El anunciador había apo$ado las dos manos sobre la mesa $ sus o"os se cubrieron con una pátinahúmeda.

    3

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    J ;obre el final, 8por qu( puede hablarse de expectati!a frustrada: 8)es parece que es casualque el cuento termine así:

    OJ *lebster $ 2rsi llegan, luego de !isitar la taberna tanguera, a una escuela secundaria $ entranallí. %ontar desde el punto de !ista de uno de ellos, lo que !en, lo que allí sucede, c&mo losreciben. El texto resultante debería poder incluirse en el cuento de