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UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
COMISIÓN DE ESTUDIOS DE POSTGRADO
DOCTORADO EN HUMANIDADES
LÍNEA DE INVESTIGACIÓN:
HISTORIA DE LA MÚSICA EN VENEZUELA
MÚSICA, MASONERÍA Y PODER EN LA VENEZUELA DEL SIGLO XIX
Juan de Dios López Maya
Eje Temático: Nuevas Tendencias de la Historia
Caracas, 25 de noviembre de 2010
MÚSICA, MASONERÍA Y PODER EN LA VENEZUELA DEL SIGLO XIX
Resumen
La presencia de la masonería en todos los aspectos de la vida política, social y cultural
venezolana durante el siglo XIX es un hecho notable pero aún poco estudiado. En lo que
respecta a la música este hecho puede verificarse en la pertenencia a la masonería de los
principales compositores, instrumentistas, cantantes y directores. También en la presencia
de músicos masones en la fundación y dirección de instituciones fundamentales en el
quehacer musical de la época, tales como sociedades filarmónicas, academias de música
públicas y privadas, bandas y orquestas. Para las numerosas logias que existían en Caracas
y las principales ciudades del interior del país muchos de estos compositores escribieron
obras cuyos destinos eran las ceremonias que en ellas se celebraban. El hallazgo de
composiciones de este tipo en uno de los principales fondos musicales caraqueños,
pertenecientes a algunos de los compositores más importantes de ese entonces, así lo
indica. En este trabajo se determinarán los hechos que demuestran la presencia e
importancia de la masonería en la vida musical venezolana del siglo XIX, tanto en lo
referente a los aspectos sociales como a la creación de un repertorio destinado al
ceremonial masónico. Adicionalmente se aprovechará la existencia de este repertorio para
realizar una edición crítica de algunas obras representativas, y una aproximación analítica
que determine si estos compositores utilizaban recursos retórico-musicales para representar
la compleja simbología masónica, tal como hacían sus pares europeos contemporáneos.
Palabras clave: masonería, música masónica, música venezolana del siglo XIX,
compositores venezolanos, edición crítica.
INTRODUCCIÓN
La presencia de la masonería en el pensamiento occidental se hace especialmente
notable a partir del siglo XVIII. Muchos de los Enciclopedistas y filósofos que
identificamos con la Ilustración eran masones; Voltaire y Marmontel, entre los más
notables. También es un hecho conocido, y ampliamente estudiado, el protagonismo de la
masonería en la Revolución Francesa. En lo que a la música se refiere, hay que destacar que
la Convención Nacional, órgano ejecutivo de la Revolución, decretó la creación del
Conservatorio de París en agosto de 1795 (Gessele, 2008:191). En la plantilla fundacional
del Conservatorio casi la mitad de los profesores y directivos eran masones: Luigi
Cherubini, Francois Gossec, Nicolás Mehul, Francois Devienne y Nicolás Aubert, son
seguramente los nombres más conocidos (Cotte, 1975:162-165). El Conservatorio se
convertiría con los años en una prestigiosa institución y su modelo pedagógico en un
paradigma, el cual fue copiado e imitado en todas partes durante los siglos XIX y XX.
La aparición de la masonería en la historia de Venezuela coincide con los comienzos del
proceso emancipador y está íntimamente asociada a éste. Las primeras referencias a
músicos y música masónica pertenecen precisamente a estos tiempos. A partir de la
consolidación de la Independencia, en la década de 1820, la presencia de la masonería en la
sociedad venezolana entra en una especie de crescendo, cuyo punto culminante es el
período que va desde 1870 a 1900, coincidiendo precisamente con el ascenso al poder del
llamado liberalismo amarillo y la presidencias de Antonio Guzmán Blanco, Joaquín Crespo
y Raimundo Andueza, célebres francmasones. Es precisamente a comienzos de este lapso,
en la década de 1820, cuando hemos podido verificar un fenómeno que ha llamado
poderosamente nuestra atención: la pertenencia a la masonería de muchos de los músicos y
compositores más importantes y su protagonismo en los hechos e instituciones que
marcaron la pauta en el desarrollo de la actividad musical. Este clímax en la actividad de
los músicos masones es seguido de una etapa de lento retroceso en las primeras décadas del
siglo XX, el cual coincide con la pérdida de protagonismo de la masonería en la sociedad
venezolana (Castellón, 1985:19).
Ésta presencia de la masonería en la vida musical del siglo XIX puede verificarse en
varias áreas, así como también dividirse en distintos períodos. Comenzaremos con la
emancipación y el conocido hecho histórico llamado “La Conspiración de la Guaira” en
1797. La llegada a ese puerto de ocho prisioneros españoles, condenados por conspirar para
derrocar la monarquía, y el contacto que tuvieron con los venezolanos José María España y
Manuel Gual1 es el primer capítulo en la historia de la masonería en Venezuela. Existe la
certeza de que estos prisioneros, liderados por Juan Bautista Picornell, eran masones y que
Gual y España, quienes ya estaban familiarizados con autores como Voltaire, Rousseau y
Montesquieu, fueron iniciados por ellos, convirtiéndose así en nuestros primeros masones
(Castellón, 1985:5-6). Entre las actividades de este grupo estuvo la publicación de varios
documentos, entre ellos la Canción Americana y la célebre Carmañola Americana, con lo
cual la música hace acto de presencia en esta primera etapa (Calcaño, 2001:77-78).
Muchas canciones patrióticas, que sirvieron como vehículo de las ideas republicanas
durante los tiempos independentistas, fueron compuestas por músicos masones. La más
conocida es sin duda Gloria al Bravo Pueblo, de los masones Juan José Landaeta y Vicente
Salias. Juan José Landaeta y su hermano Luis fueron autores de muchas otras canciones de
este corte que se mantuvieron en la memoria colectiva hasta bien entrado el siglo XIX
(Calcaño, 2001:128-130). Con la consolidación de la Independencia en la década de 1820,
la canción patriótica se institucionaliza y adopta el formato de la música religiosa que se
escuchaba en aquellos tiempos. La mayoría de los compositores profesionales de ese
entonces, entre los que figuraban numerosos masones, se dedicaban al servicio religioso
bajo la figura del “maestro de capilla”. Las canciones patrióticas de esta época y de toda la
primera mitad del siglo, adoptan la plantilla orquestal y los procedimientos formales
propios de la música religiosa. Las orquestas de la época estaban conformadas por un
núcleo de cuerdas, complementado con dos oboes, una o dos flautas, dos cornos, coro
mixto y uno o dos cantantes solistas. La aparición de esta modalidad coincide con la
creación en 1824 de la “Gran Logia de la Gran Colombia” y, luego de la ruptura entre
Caracas y Bogotá, de la “Gran Logia de Venezuela” en 1838. Estos cuerpos masónicos, que
funcionan como una federación de todas las logias existentes en el territorio, unificaron la
masonería nacional y fueron producto de la gestión del prócer Diego Bautista Urbaneja,
quien contó con el decidido apoyo de los presidentes José Antonio Páez, José María Vargas
1 Junto a Gual y España estaba también Simón Rodríguez, quién habría sido iniciado en la masonería. Cuando
la conspiración fue delatada, logró escapar en una embarcación de bandera norteamericana (Castellón,
1985:6)
y Carlos Soublette, todos masones. Para el año de 1824, en que se crea la Gran Logia de la
Gran Colombia, existían en todo el territorio 18 logias, tres de ellas en Caracas (Castellón,
1985:10-11).
Muchos músicos masones tuvieron una participación activa en la fundación, dirección o
integración de instituciones musicales, tanto de carácter oficial como privado, a todo lo
largo del siglo XIX. Este hecho puede verificarse en las sociedades filarmónicas,
instituciones educativas, bandas y otras agrupaciones que marcaron el acontecer musical en
ese entonces. En primer lugar está la Academia de Bellas Artes, creada por la Diputación
Provincial de Caracas el día 3 de diciembre de 1849. En dicha institución estaba
contemplada la existencia de una escuela de música. La Academia y la escuela de música
entraron en funcionamiento el primero de enero de 1850, siendo director de la escuela de
música el masón Atanasio Bello Montero, tal vez el músico más importante de su tiempo
(Sánchez, 1949: 9-10). El propio Bello Montero, junto a Luis Jumel, había fundado en 1821
una escuela de música privada que llamaron “Academia”, la cual parece haber tenido poco
éxito (Calcaño, 2001:161).
Destacamos también la existencia de una cátedra de música y una orquesta estudiantil en
el famoso Colegio Independencia, fundado en 1836 y dirigido por el masón Feliciano
Montenegro Colón (Franceschi, 2007:54-55). La cátedra de música estaba a cargo del
compositor y flautista masón Juan José Tovar y la orquesta2 era dirigida por Juan Meserón
(presuntamente masón y padre del también músico Idelfonso Meserón y Aranda, masón
reconocido).
Muchos años después, en 1877, a otro prominente masón, el General Ramón de La
Plaza, le sería encomendada la tarea de fundar una institución semejante: El Instituto de
Bellas Artes, el cual se convirtió en una de las instituciones más trascendentes en la historia
de la educación artística en Venezuela. El Instituto estaba conformado por tres academias:
de música, de pintura y de escultura, pero esta última nunca parece haber entrado en
funcionamiento (Sánchez, 1949:10-11). Como director de la Academia de Música, De la
Plaza nombró al destacado intelectual y músico masón Eduardo Calcaño (de la Plaza, 1977:
242-243). En la plantilla profesoral de la academia se contaban también destacados
2 Entre sus integrantes se contaban los hermanos Manuel y Felipe Larrazábal, destacados músicos (Calcaño,
2001:198).
masones, tales como José Ángel Montero y Federico Villena, quién se incorporó en 1878
(López Maya, 2008: IX).
Las sociedades filarmónicas, que durante el siglo XIX tuvieron una importancia capital
en el desarrollo de las actividades musicales, también acusan la presencia masónica. La
famosa Sociedad Filarmónica, fundada por Bello Montero y José María Isaza en 1831,
tenía como principal subscriptor al propio presidente Páez (Calcaño, 2001:194-196). Otra
destacada sociedad filarmónica, que se desempeñó durante los años de 1887 y 1891, la
Unión Filarmónica, fue creada por iniciativa de Ramón de la Plaza y estuvo presidida por
Eduardo Calcaño (Guillen Tovar, 2008:05-01-1887). Numerosos músicos masones había
entre sus miembros, entre quienes mencionamos a Charles Werner, Francisco de Paula
Magdaleno, Manuel Guadalajara, Lino Arvelo y Federico Villena. La Unión Filarmónica
realizó, entre 1886 y 1891, la notable cantidad de 67 conciertos de toda índole: de cámara,
sinfónicos, recitales de solistas, etcétera.
Las logias, al igual que las iglesias, requerían de servicios musicales para sus numerosas
y variadas ceremonias. Este servicio estaba a cargo de las “columnas de armonía”, que eran
pequeñas agrupaciones instrumentales. En la masonería europea durante el siglo XVIII, las
columnas estaban integradas generalmente por instrumentos de viento. En Francia, a finales
del siglo XVIII y comienzos del XIX, las plantillas más frecuentes eran los sextetos
integrados por dos clarinetes, dos cornos y dos fagotes. En algunas logias podían agregarse
a este grupo básico un contrabajo, un tercer clarinete o un timpani (Cotte, 1975:40-41). En
la logia “Perfecta Armonía” de Cumaná se da cuenta de la existencia en 1882 de una
columna integrada por once músicos, no especificando, desafortunadamente, qué
instrumentos ejecutaban (cuadros de cuerpos masónicos 1851-1887). Es posible que
muchas otras logias tuvieran columnas y también cabe la posibilidad de que contrataran
músicos para sus ceremonias, pero estos tenían que ser forzosamente masones para poder
participar en ellas. Es posible también que algunos músicos se iniciaran en la masonería en
calidad de aprendices con la única intención de prestar el servicio musical a las numerosas
logias que lo requerían. Según el historiador Manuel Landaeta Rosales (también masón)
para el año de 1889 funcionaban en Caracas 20 logias, cantidad apreciable para una ciudad
cuya población era de alrededor de 70.000 habitantes (Landaeta Rosales, 1963:226).
Finalmente debemos mencionar a la Banda Marcial del Distrito Federal o Banda Marcial
Caracas, como se le conoce hoy en día. Esta veterana institución, creada por el gobierno
que emergió luego del triunfo de la Federación en 1863, se convirtió en la agrupación
musical oficial emblemática hasta bien avanzado el siglo XX. La dirección de la Banda,
que era el cargo de más prestigio en el mundo musical, se ejercía durante períodos de
cuatro años. Casi todos los directores de la agrupación pertenecieron a la masonería, entre
quienes cabe mencionar a José Ángel Montero, Federico Villena (en dos oportunidades),
Francisco de Paula Magdaleno y Pedro Elías Gutiérrez (presuntamente masón) (Pérez
Perazzo, 1989:73-79).
En esta breve relación de la presencia masónica en la vida musical venezolana del siglo
XIX se plantean de inmediato varias interrogantes: ¿Cuál fue la influencia de los músicos
masones en la actividad musical y en las instituciones musicales de la época? ¿Hasta qué
punto ésta notable presencia fue determinante en la conformación de nuestras instituciones
musicales? ¿Existía, o existió en algún momento, un “proyecto musical masónico” guiado
desde las logias y orientado por el pensamiento ilustrado que es característico de la
masonería, o la gran cantidad de músicos masones que ocuparon posiciones relevantes fue
producto de la casualidad? ¿Los compositores masones venezolanos del siglo XIX
escribieron suficiente música para cubrir las necesidades de ésta liturgia que se practicaba
en sus logias? ¿La música masónica de compositores venezolanos acusa la utilización del
simbolismo que caracteriza la música de otros conocidos compositores masones europeos,
tales como Mozart, Hummel, Philidor o Sibelius?
OBJETIVOS
Objetivo general
Determinar la importancia de la masonería en la vida musical venezolana entre 1820 y
1900.
Objetivos específicos
Hacer una relación de los principales músicos masones que vivieron en el siglo
XIX, su ubicación y jerarquía dentro de la masonería y los hechos más importantes
de sus respectivas carreras artísticas.
Hacer una relación de las principales instituciones musicales (escuelas, academias,
agrupaciones, bandas, sociedades filarmónicas) en donde existiera una presencia
masónica relevante y describir sus actividades.
Ubicar las obras masónicas existentes en los principales fondos musicales,
digitalizarlas y elaborar un listado.
Realizar una edición crítica de una o más composiciones representativas de dicho
listado.
Analizar las composiciones masónicas venezolanas para determinar si presentan la
utilización de los recursos retórico-simbólicos que caracterizan a las composiciones
masónicas de algunos compositores europeos.
JUSTIFICACIÓN
La presencia de la masonería en todos los aspectos de la vida política, social e
intelectual venezolana durante el siglo XIX es un hecho imposible de evadir. Su
participación protagónica en el proceso independentista, el control que ejerció sobre las
instancias del poder político y económico en la era republicana, la notable actividad
intelectual que mantenían los masones en distintas áreas, tales como el periodismo, las
leyes, las letras y la enseñanza, son solo algunos de los aspectos más visibles de un
fenómeno más profundo y complejo y del cual la presencia masónica en la vida musical es
apenas una parte, un aspecto más de la lista. Lejanos parecen hoy los días en que José
Antonio Calcaño afirmaba que el siglo XIX musical había sido solamente una prolongada
decadencia de cien años que comenzaba desde el final del Milagro colonial hasta la
segunda década del siglo XX (Calcaño, 2001:359). En lo que atañe a la música hay que
decir que, junto a los estudios del repertorio religioso, la ópera y la zarzuela, las bandas, la
música de salón y el resto de nuestras manifestaciones musicales, debemos también
ocuparnos de la masonería y sus conexiones con la música si pretendemos ofrecer un
panorama completo del desarrollo musical venezolano en este rico y complejo siglo XIX.
El creciente interés por la historia cultural, por la naturaleza social del hecho musical y su
vinculación con el poder hacen aun más pertinente ésta investigación. Si a esto añadimos la
recuperación de una rara y exótica porción de nuestro repertorio – las obras musicales
masónicas encontradas – estaríamos satisfaciendo no sólo una legítima curiosidad, sino
además una de las necesidades estéticas más características de nuestro tiempo: escuchar
música del pasado. Creemos firmemente que, una vez concluido este trabajo tendremos una
perspectiva distinta acerca de la labor desempeñada por los compositores durante el siglo
XIX y una visión más completa de su modo de vida.
METODOLOGÍA
Esta investigación abarca aspectos tanto históricos como musicológicos del tema
planteado. En cuanto al aspecto histórico, la metodología es documental y contempla la
revisión de diversas fuentes:
Textos sobre masonería teórica e historia de la masonería a nivel mundial,
continental y local.
Documentos masónicos pertenecientes a los siglos XIX y primera mitad del XX. En
una revisión preliminar se ubicaron documentos pertenecientes a varias logias
venezolanas del siglo antepasado en la sección de Libros Raros de la Biblioteca
Nacional: papeles administrativos, actas, listas de miembros, etcétera.
Hemerografía masónica del siglo XIX. Hemos verificado la existencia de abundante
prensa masónica, especialmente en la segunda mitad del siglo: La Estrella
Flamígera, El Mallete, Sol de América, La Abeja y La Luz son algunas de las
publicaciones, casi todas quincenales, que circulaban en ese entonces en Caracas.
Noticias musicales masónicas en la prensa regular. Dada la notable presencia de la
masonería en todos los ámbitos de la vida social, la prensa de la época es abundante
en noticias de esta naturaleza.
Un proceso de crítica externa e interna de estos documentos determinará la autenticidad
y veracidad de su contenido. La información recabada se podrá cotejar, en algunos casos,
con lo aparecido en la prensa masónica de la época. El procesamiento de los datos así
obtenidos permitirá convertirlos en hechos históricos susceptibles de ser explicados.
En lo que respecta al aspecto musicológico las fuentes consisten en obras musicales,
manuscritas o impresas, pertenecientes a compositores masones del siglo XIX. Dichas
obras se encuentran principalmente en el Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional y
en la Fundación Vicente Emilio Sojo, aunque no se descarta la posibilidad de encontrar más
obras en otros fondos públicos o privados, tales como colecciones particulares o archivos
pertenecientes a las diferentes logias. Las composiciones pueden ser clasificadas de la
siguiente manera:
Obras destinadas a tenidas o ceremonias masónicas específicas.
Obras destinadas a tenidas blancas o ceremonias masónicas donde se permitía la
entrada de profanos.
Obras del repertorio de salón, de cámara, sinfónico, religioso o bandístico, escritas
por compositores masones.
Para la realización de ediciones críticas de obras representativas se tomaran en cuenta
únicamente aquellas pertenecientes a los dos primeros tipos. A los fines metodológicos nos
basaremos en los más reconocidos estudios de edición crítica musical, especialmente en los
textos de James Grier The Critical Edition of Music (1985) y de John Caldwell Editing
Early Music (1996), los cuales proponen el establecimiento de un texto musical que refleje,
en la medida de lo posible, la voluntad del compositor. En un texto aparte se dará cuenta de
las decisiones tomadas en el proceso de transcripción: normalización de las indicaciones de
tempo, dinámica, fraseo, signos de repetición y ornamentos, corrección de inconsistencias
formales o tonales, errores de copia, reconstrucción de fragmentos extraviados o
deteriorados y, en general, de todas aquellas intervenciones comunes en un proceso de
edición de música perteneciente al siglo XIX o anterior.
HALLAZGOS Y APORTES
La presencia de música y conjuntos instrumentales durante las ceremonias fue
reafirmada por el hallazgo de partituras destinadas a las mismas, las cuales fueron
compuestas por destacados músicos capitalinos. Los manuscritos de dichas obras fueron
ubicados por quien esto escribe en el Archivo José Ángel Lamas, resguardado hoy en la
División de Música y Sonido de la Biblioteca Nacional. En una primera revisión a este
fondo constatamos la existencia de tres obras: Piedra Maz cuyo autor se identifica como
R. Izasa, pudiendo tratarse de cualquiera de los dos hermanos Izasa, Román o Rafael; Para
dar la Luz, una serie de tres piezas basadas en temas de la ópera Norma, del afamado
compositor masón Vincenzo Bellini, compuesta por Atanasio Bello Montero y fechada en
1862; y otra obra cuyo título es también Piedra Maz pero que fue compuesta por José
Ángel Montero, el reconocido compositor de nuestra primera ópera Virginia. Véanse a
continuación algunas de las ilustraciones obtenidas en el mencionado fondo.
Figura 1:Particella de Violín 1º, Piedra Maz R. Isaza. Colección Biblioteca Nacional
Figura 2:Portadilla de Para dar la Luz de Atanasio Bello. Colección Biblioteca Nacional
Figura 3: Particella de Violín 1º Piedra Maz de José Ángel Montero. Colección Biblioteca nacional
Para ilustrar el hecho de la notable presencia de músicos importantes pertenecientes a la
masonería presentamos a continuación un cuadro cuyos datos son producto de una primera
aproximación a los archivos de la Biblioteca Nacional. La principal fuente para la
elaboración de ésta tabla es la recopilación de cuadros de cuerpos masónicos desde 1851
hasta 1888 que se encuentra en la sección de Libros Raros y algunas colecciones privadas
que contienen cuadros de este tipo. Algunos músicos aparecen más de una vez en la tabla,
esto es debido a que son nombrados en diferentes cuadros. Al final de la tabla hay una serie
de nombres cuya única fuente es la prensa masónica de la época. Existen en la hemeroteca
un total de siete publicaciones periódicas masónicas que circularon en la Caracas de finales
del XIX. En este momento hemos revisado únicamente tres.
Cuadro 1: Músicos venezolanos que aparecen en los cuadros de cuerpos masónicos 1851-1888 (BN) y en
otras fuentes tales como los periódicos Sol de América, La Estrella Flamígera y la Gazeta Masónica.
Nombre Grado Logia Lugar y fecha
Manuel Guadalajara
(¿padre?)
32 Unión nº 5 Caracas, 14 de
enero de 1851
Atanacio Bello
Montero
30 Unión nº 5 Caracas, 14 de
enero de 1851
Rafael Isaza 3 Unión nº 5 Caracas, 14 de
enero de 1851
Ramón Isaza? 1 Unión nº 5 Caracas, 14 de
enero de 1851
Rafael Isaza 3 Prudencia nº 40 Caracas, 1856
Rafael Isaza 3 Prudencia nº 10 Caracas, 1868
Román Isaza (?) 3 Prudencia nº 40 Caracas, 1856
Román Isaza 3 Prudencia nº 10 Caracas, 1868
Idelfonzo Meserón
y Aranda
1 Porvenir nº 43 Caracas, 19 de
febrero de1862
Idelfonzo Meserón
y Aranda
3 Porvenir nº 16 Caracas, 1874
Francisco de Paula
Magdaleno
30 Prudencia nº 10 Caracas
Eduardo Calcaño 18 Porvenir nº 43 Caracas, 19 de
febrero de1862
Eduardo Calcaño 3 Esperanza nº 37 Caracas, 5 de
febrero de 1854
Eduardo Calcaño 18 Caridad nº 11 Caracas, 2 de enero
de 1871
Eduardo Calcaño 18 Regeneración nº 31 Caracas, enero de
1881
Manuel Guadalajara
(¿hijo?)
3 Unión Fraternal nº
27
Caracas, 22 de
enero de 1885
Bernardino Montero 18 Esperanza nº 15 Caracas, 16 de
mayo de 1858
Bernardino Montero 18 Esperanza nº 7 Caracas, 28 de
septiembre de 1867
Bernardino Montero 18 Esperanza nº 6
(fundador)
Caracas, 15 de
mayo de 1872
Bernardino Montero 18 Esperanza nº 37 Caracas, 5 de
febrero de 1854
Bernardino Montero 18 Esperanza nº 6 Caracas, 14 de
mayo de 1871
Bernardino Montero 18 Esperanza nº 7 Caracas, 27 de
diciembre de 1880
José María Gómez
Gardiel
5 Perfecta Armonía nº
17
Cumaná, 12 de julio
de 1858
José María Gómez
Gardiel (Cardiel)
5 Perfecta Armonía n°
2
Cumaná, 1868
Francisco de Paula
Magdaleno
30 Prudencia nº 9 Caracas, 30 de
mayo de 1885
Francisco de Paula
Magdaleno
30 Prudencia nº 9 Caracas, 30 de
mayo de 1886
Federico S. Villena 18 Paz de Guayana nº
16
Ciudad Bolívar, 2
de agosto de 1872
Federico S. Villena 18 Asilo de la Paz n°13 Ciudad Bolívar, 2
de enero de 1868
Federico S. Villena 30 Asilo de la Paz n°13 Ciudad Bolívar, 1
de Enero de 1877
Jesús Montero
Medina
3 Tolerancia nº 15 Caracas, 31 de
diciembre de 1888
Juan José Tovar 3 Prudencia nº 40 Caracas, 1856
Manuel Guadalajara 3 Ecos del Tuy nº 30 Santa Teresa? 1885
Isidoro Balderrama
Rengifo
30 Caridad nº 11 ¿ 1886
Isidoro Balderrama
Rengifo
30 Fe nº 14 Caracas, 1877
Isidoro Balderrama
Rengifo
32 Fe nº 14 Caracas, 1909
José Ángel Montero 18 Caridad n° 11 Caracas, 1868
Ramón Montero ? ? ?
Lino Arvelo 3 Fe nº 14 Caracas,1877
Feliciano Cordero ? ? La Guaira?
Manuel Azpúrua ? ? ?
Manuel Hernández ? ? ?
Régulo Berra ? ? ?
Carlos Werner ? ? ?
Rogerio Caraballo ? ? ?
Carlos Montero ? ? ?
Leopoldo Montero ? ? ?
Ignacio Bustamante 1 Prudencia n° 40 Caracas, 25 de
marzo de 1870
Ignacio Bustamante 1 Prudencia nº 10 Caracas, 1868
Rafael Saumell ? ? ?
Benigno Rodríguez
Bruzual
5 Perfecta Armonía nº
2
Cumaná, 1877
Felipe Larrazábal ? ? ?
Ramón de la Plaza? 32 Unión n° 16 Caracas ¿?
Marcelo Villalobos 18 Caridad n° 11 Caracas, 1868
Referencias
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Universidad Central de Venezuela.
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Cotte, R. (1975). La Musique Maconnique et Ses Musiciens. Braine-le-Comte: Editions
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Cuadros de Cuerpos Masónicos de Venezuela 1851-1887 [hojas sueltas, Colección
Libros Raros y Manuscritos, Biblioteca Nacional de Venezuela]
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