nº 206 revista empresa
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Nº 206 de la Revista EMPRESA de ACDE - Invierno 2012TRANSCRIPT
Invierno 2012 Página 1
206
LLamado a un empresariado
responsabLeEditorial
Los desafíos gLobaLes de
un nuevo mundo de cLase media
Emilio Cárdenas
eL gasto púbLico sustentabLeOrlando Ferreres
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12
EMPRESAI n v i e r no 2012
SUMARIOEMPRESA
Tarifa ReducidaConcesión Nº 1453
Franqueo PagadoConcesión Nº 1277
Número 206Junio / Julio / Agosto 2012
Publicación de ACDE Buenos AiresAsociación Cristiana de Dirigentes de Empresa
Afiliada a la Federación ACDEUNIAPAC de Argentina
directorEduardo Aceiro
consejo de redacciónEduardo Alsina
Celso Enrique ArabettiPablo BevilacquaTomás Donovan
Carlos GaraventaHéctor Mario Rodríguez
consejo editorialAdolfo AbláticoLuis M. Bameule
Enrique Del CarrilHoracio Diez
Gabriel Mayor
editorEduardo Otsubo
asistente de direcciónPatricia D’Agostino
ilustracionesLucas Meszaros
premio santa clara de asís 2002
Los artículos reflejan el punto de vista del autor y no necesariamente
el de ACDE
Registro Propiedad Intelectual 731.023Precio del ejemplar: $12.- (S/envío postal)
suscripción por 4 números(cuatro números, incluye envío postal) Buenos Aires, Interior: $ 80.- Países Limítrofes: U$S 60.- Resto de América: U$S 70.- Europa: U$S 80.- Suscripción estudiantes: $ 50.- Suscripción donación: $ 200.-
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E-mail: [email protected]
2 Editorial Llamado a un empresariado responsable 6 Reportajes Emilio Cárdenas Los desafíos globales de un nuevo mundo
de clase media 14 Institucional Encuentro Anual de ACDE 2012
Los empresarios, el estado y un mundo en pleno cambio
Mario Vicens 16 Economía el gasto público sustentable Orlando Ferreres 28 Opinión ¿Hacia dónde vamos? John C. Roberts 30 Empresa La Generación Y en el mundo del trabajo Juan Uribe 32 Sociedad el hombre y sus circunstancias Alicia Caballero 34 Sociedad derechos de propiedad para todos Martín Krause 37 Economía mi padre es biólogo Félix Sammartino 40 Economía el problema de la inconsistencia temporal
y la ausencia de políticas económicas “de estado”
Carlos E. J. M. Zarazaga 44 Etica Las empresas frente a la penalización
del soborno transnacional Carlos A. Manfroni 49 Tecnología ciencia pura, ciencia aplicada y tecnología:
el problema de la demarcación Luis A. de Vedia 54 Sociedad ideas frente al “matrimonio” homosexual Enrique V. del Carril 56 Sociedad La izquierda retoma su guerra contra
la historia Samuel Gregg 59 Del archivo Los ideales cristianos frente
a la realidad política 64 Testimonio La concepción cristiana de la productividad Enrique Shaw
e d i t o r i a l
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Llamado a un empresariado responsable
“Jesús…clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven afuera!” (…y lo
resucitó…)".
Juan XI, 43
Este año es para ACDE muy especial. Festejamos nuestros 60 años de vida y conmemoramos los 50 años de la muerte de nuestro fundador Enrique Shaw. Un momento clave para cuestionarnos, ante la mirada misericordiosa de Dios, sobre nuestro rol y nuestra responsabilidad como empresarios.
Desde nuestra fundación hemos proclamado la necesidad y la convenien-cia de que las personas, las empresas y la sociedad sean edificadas sobre sólidos principios de Verdad, Libertad, Justicia, Subsidiaridad y Solidaridad. Anhelamos, durante todos estos años una sociedad que, a partir de un acuerdo básico sobre sus normas de convivencia, edifique un país con res-peto por el Derecho y que, mediante la estabilidad que ello produce, de lugar y tiempo a la construcción de las condiciones de desarrollo de todos nuestros hermanos.
El espejo de nuestra reflexión nos devuelve una realidad bien distinta. ¿Qué nos está pasando a los argentinos que, cuando el mundo nos da una oportu-nidad única de progreso, hipotecamos nuestro futuro?
¿Somos conscientes de que por la manera en que actuamos, renunciando a nuestro compromiso y tolerando conductas que nos alejan de la seguridad jurídica, estamos caminando en sentido contrario al de la comunidad interna-cional? Nuestro sentido común y alerta republicanos parecen estar anestesia-dos frente a un perverso juego de “rayuela indecente” donde vamos saltando una interminable lista de violaciones a la ley. Éstas se van tapando, una a otra, dejando en evidencia la peligrosa incapacidad de la dirigencia para acordar y defender con coherencia valores claves, reglas de juego racionales y previsi-bles, y políticas de Estado con visión a largo plazo; mientras siniestros perso-najes, en actitudes temerarias, continúan buscando su rédito político frente al asombro de la sociedad.
En esto hay una gravísima responsabilidad de la clase dirigente política, em-presarial, sindical, social, y hasta de nuestros pastores cuando no han sabido valorar la importancia del rol del empresario. Pero es nuestra obligación em-pezar por preguntarnos en qué fallamos nosotros mismos, los empresarios.
e d i t o r i a l
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En nuestro primer Foro Almuerzo, Mons. Arancedo nos convocó a dos cuestiones: a aceptar la realidad tal como es sin mirar para atrás, y a poner la vista hacia adelante con esperanza y decisión para construir un mundo mejor.
Los empresarios, como sector de la sociedad, hemos sido parte del fracaso. No hubiera sido posible el deterioro de nuestro país sin la complicidad o complacencia nuestra. Seguramente habrá muchos que pueden legítimamen-te decir que, como individuos, reman contra corriente intentando superar las adversidades, en buena parte impuestas por el gobierno. Dan trabajo, pagan los impuestos y ayudan a las comunidades donde están radicados, entre otras buenas acciones, y que entregaron lo mejor de su vida al ejercicio honesto de su vocación sin traicionar sus principios. No obstante, como sector de la sociedad, somos también responsables, por acción u omisión, de la construc-ción de la triste realidad que vivimos, lo cual se traduce en una pobre imagen nuestra en la sociedad.
Quizás la primera claudicación se produce cuando comenzamos a aceptar que Argentina "es así " y no se la puede cambiar. Esta forma de pensar conduce a que comencemos por violar elementales reglas de convivencia excusándonos en que ello es inevitable en nuestro país. Los que tenemos más medios y condiciones para no perder el rumbo, nos sumamos de-masiadas veces al desconcierto y al intento de hacer todo en contra de nuestros principios.
La segunda claudicación fue el renunciar a consensuar y a sostener una es-trategia a largo plazo para nuestro país; no solo ni mayormente en lo econó-mico, sino respecto a un acuerdo sobre las instituciones y leyes que debían regular nuestra sociedad. La inestabilidad fue el resultado de esa continua puja por tratar de lograr beneficios a corto plazo, a costa de consensos que contuvieran las luchas en función de una pacificación que permitiera elaborar esa estrategia tan necesaria.
¡Cuántas crisis evitables hemos pasado, y en cada una de ellas una can-tidad de hermanos fueron empujados a la marginalidad! Y nosotros, los empresarios, ¿cuántas veces pusimos la esperanza en que las empresas extranjeras fueran las que tenían el mejor comportamiento? ¿Cuántas veces conocimos, participamos o fomentamos conductas que no podía-mos contar a nuestros hijos, pero que nos permitían una ganancia como único objetivo? ¿Cuántas veces, aun manteniendo la conducta a nivel individual, nos faltó la fuerza colectiva para disciplinar a nuestros pares y dar el ejemplo?
¿Qué hemos aprendido en todo este tiempo? ¿Qué procesos hemos mejora-do para fundamentar una esperanza de que esta vez los resultados van a ser mejores?
En este contexto, ¿qué le podemos dejar a nuestros hijos y nietos? ¿Un país con un futuro de trabajo y esperanza, o un lugar de paso del que tendrán que emigrar si quieren desarrollar sus sueños?
e d i t o r i a l
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Los mayores sentimos una mezcla de desazón y tristeza ante una realidad tan distinta a la que soñamos construir. Los más jóvenes sienten el desafío y el enorme peso del trabajo pendiente para lograr la transformación deseada.
Un arduo camino nos espera. Deberemos trabajar mancomunadamente so-ciedad, clase dirigente y gobierno teniendo en cuenta el principio de subsidia-ridad, una de las directrices más constantes y características de la Doctrina Social de la Iglesia. De él se desprende que es imposible promover la digni-dad de la persona si no se cuidan la familia y demás sociedades intermedias que forman el tejido social, constituyen la base de la comunidad de personas y fomentan el espíritu de libertad e iniciativa.
Es este principio de subsidiaridad la brújula que nos debe guiar en la reiterada polémica sobre la adecuada medida de participación del Estado en la Econo-mía. No debemos propiciar ni un Estado ausente en aquellas actividades o sectores donde el mercado no llega y requiere el necesario control de la ac-tividad privada, ni un Estado que invade la actividad privada ahogando la libre iniciativa y la sana competencia.
ACDE cumple 60 años defendiendo la posibilidad de un país mejor. Con esperanza basada en la gracia de Dios que inspira y hace fecundo nuestro trabajo. Hemos dado testimonio en momentos muy difíciles. Nos hemos equivocado y hemos vuelto a comenzar. Un gran grupo de jóvenes con nue-vas esperanzas se suma a nuestras filas para alimentar las ganas de trabajar en pos de nuestros objetivos.
Este año en el Encuentro Anual, bajo el lema "Los Empresarios, el Estado y un mundo en pleno cambio", vamos a meditar sobre la necesaria construc-ción conjunta de la Sociedad.
Este año, organizados en varios grupos y bajo el lema de Vivencias Comparti-das, vamos a examinar nuestra vida ante Dios para que nos ilumine en nues-tro caminar. Es un trabajo de reflexión, pero de animación de nuestra acción.
Son los signos vitales de una Institución cuyo compromiso por la transfor-mación de la cultura empresaria se alimenta de doctrina y ejemplos, y cuyos miembros se reúnen para trabajar y darse fuerza en pos del objetivo común.
Pero nuestra Fe nos exige mucho más. Cristo le pidió a Lázaro que volviera al mundo, que saliera de su letargo. Y lo mismo nos pide a nosotros, los em-presarios cristianos de Argentina.
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r e p o r t a j e s
Abogado especializado
en arbitraje internacional.
Estudios de posgrado en la Universidad
de Derecho de Michigan y en las Universidades de
Princeton y de California
(EE.UU.). Ex embajador argentino
ante las Naciones Unidas. Miembro
del Comité de Inversiones de la
ONU. Miembro del Consejo Editorial
de the Journal of international economic Law.
Académico. Autor de diversos libros y artículos en temas de su especialidad
profesional. Colaborador del
diario La Nación, entre otras
publicaciones.
“Los desafíos globales de un nuevo mundo de clase media”“Estamos viviendo en el mundo algo distinto: el impresionante proceso de destrucción de la pobreza ligado a la enorme redistribución de los ingresos que no todos perciben, al menos en nuestro medio”, señala Emilio Cárdenas. "En sólo dos décadas -proyecta- el planeta será predominantemente de clase media".
Para el especialista en temas globales -con una larga y rica experiencia en la vida diplomática y de las relaciones internacionales-, si bien habrá marchas y contramarchas, la aludida transformación en los niveles de ingresos y el crecimiento de la clase media, es un proceso inevitable.
Con él conversamos para reflexionar acerca de la realidad y los desafíos que enfrenta el mundo de hoy.
emilio cárdenas
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Proveniente del ámbito privado, fue desig-nado en 1992 Embajador y Representante Permanente de la Argentina ante las Nacio-nes Unidas. Y en esta nueva responsabilidad, proyectó su desarrollo profesional en el mundo de la diplomacia y las relaciones internacionales, que lo llevarían a asumir nuevos desafíos en el Consejo de Seguridad de este organismo supranacional, presidien-do el Comité de Sanciones a la antigua Yu-goslavia o como representante personal del Secretario General de las Naciones Unidas, que incluyó un recordado encuentro con el mismísimo Saddam Hussein.
Desde el año 1999, fue designado miembro del Comité de Inversiones de las Naciones Unidas, cargo que ejerce hasta hoy y que le permite estar al tanto de la realidad econó-mica y política de cada Estado. Una mirada global y una rica experiencia de contactos que lo han posicionado como un referente de la temática internacional en nuestro país y en el exterior.
Recién llegado de los Estados Unidos, me recibió en su oficina y, con mucha cordia-lidad, se predispuso al encuentro. Durante la entrevista recibió la llamada urgente de un importante dirigente político nacional y otra, de una nieta con alguna inquietud puntual relacionada a los estudios. A ambas dedicó su atención y disposición con la misma entrega, celeridad y entusiasmo. Una actitud que lo retrata de cuerpo entero. Cárdenas es un alma inquieta, y se siente a gusto en la dinámica que le ha dado una vida activa y emprendedora.
Intercambiando algunas anécdotas y expe-riencias recogidas a lo largo de su trabajo itinerante por el mundo y conversando sobre su preocupación por el país y su ape-go a la verdad, como un valor que defiende y promueve tanto en lo profesional como en lo personal, iniciamos la charla a agenda abierta sobre el escenario mundial.
El avance de medidas proteccionistas y la preeminencia en muchos países de una
mirada más “puertas adentro”, ¿pueden ser síntomas de un proceso de “des-globaliza-cion”?
Cárdenas: - Con franqueza, no veo un claro
proceso de “des-globalización” en marcha.
Aunque ciertamente en algunos rincones
del mundo, la guerra cambiaria, la aver-
sión al riesgo y la baja productividad están
impulsando la prédica del nacionalismo y
apuntalando el proteccionismo; olvidando
que en la crisis de 1929-30, esa misma acti-
tud profundizó y extendió los problemas de
todos. Esto está sucediendo, en particular,
en América Latina.
En rigor, creo que lo que estamos viviendo
es quizás algo distinto. Es, más bien, un
impresionante proceso de destrucción de
pobreza ligado a una enorme redistribución
de los ingresos que no todos perciben, al
menos en nuestro medio.
Ocurre que en las últimas dos décadas ha
crecido con mucha fuerza la clase media,
en los más diversos lugares del mundo. Esta
agrupa a aquellos que tienen entre 10 y
100 dólares de ingresos diarios disponibles
para gastar. Siguiendo esta tendencia, en los
r e p o r t a j e s
Cárdenas: “La aludida transformación en los
niveles de ingresos permite soñar con un mundo a la vez más
próspero y mucho más libre. No es poca cosa”.
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próximos 20 años la clase media será pre-
dominante, por primera vez en la historia.
Las cosas, por lo tanto, están cambiando,
aceleradamente. En un mundo de 8 billo-
nes de almas, hoy hay ya 2 billones que
pertenecen a la clase media. En 2020 habrá
3,2 billones. A su vez, en 2030, serán 4,9
billones; más de la mitad de la población
mundial.
¿Dónde se acentúa hoy esta transformación?
- El milagro está ocurriendo, sobre todo, en
Asia. Hay ya 160 millones de chinos de clase
media. Ellos conforman la segunda clase
media más grande del mundo, superada
solo por la norteamericana. Sin embargo,
hablamos de apenas el 12% de la población
del inmenso país; si las cosas no cambian
dramáticamente, esa proporción será del
74% en 2030.
En la India, el otro
gigante asiático,
la mitad de la
población será de
clase media para
2025. Un milagro
más, entonces. Hay
quienes dicen que
esa cifra crecerá
para alcanzar el
90% dentro de dos
décadas, estima-
ción que considero
demasiado optimis-
ta. Creo que no va
a ser fácil erradicar
la extrema pobreza
india que reconoce
causas muy especiales, hasta culturales. La
India debería ser el dínamo de Bangladesh,
Pakistán y Nepal, y hasta de Myanmar. Aún
no lo es. Pese al fenómeno descripto, la po-
breza es todavía un tema urgente a resolver
en toda Asia.
Algo parecido ocurrirá en Brasil, cuyo proce-
so es claramente de mayor redistribución
de ingresos que los de China y la India.
Brasil tendrá para el 2030 a las dos terceras
partes de su población en la clase media.
Entre 2003 y 2011, esa clase media ha cre-
cido un significativo 60%. En concreto, unas
treinta millones de personas salieron ya de
la pobreza. El mismo fenómeno parecería
estar sucediendo en buena parte de Améri-
ca Latina. Ciertamente en Chile, Colombia,
México, Perú y Uruguay. No así, en igual me-
dida, en el patológico espacio “bolivariano”.
Una movilidad social que, obviamente, ten-drá consecuencias…
- Estos mejores niveles de vida derivarán en
reclamos de una mayor apertura política y
del reconocimiento explícito de la dignidad
de las personas, mediante la garantía de un
amplio abanico de libertades individuales
y el respeto a los derechos humanos y al
estado de derecho. El reclamo previsible
incluirá también la reducción de la corrup-
ción. Y una mejor prestación de los servi-
cios públicos.
Los regímenes autoritarios, con seguridad,
sufrirán intensamente esta presión. La revo-
lución de las comunicaciones, sumada a
una mejor educación, alimentará la ten-
dencia. No sólo a la manera de lo sucedido
en la “primavera árabe”. También en China,
donde ya hay más usuarios de Internet que
en los Estados Unidos.
La aludida transformación en los niveles de
ingresos permite soñar con un mundo a la
vez más próspero y mucho más libre. No es
poca cosa.
Lo invito a recorrer algunas regiones del mundo. E iniciaría este camino, tomando el caso de Europa, donde se observan paí-ses con serios problemas de gestión para reordenar sus economías, con propuestas de ajustes que empiezan a ser resistidas por los propios ciudadanos.
- Europa está de nuevo en recesión. Hoy
debate su futuro entre la prédica de aus-
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Nos estamos encerrando en una
suerte de personalidad patológica, que
está lejos de ser la nuestra tradicional.
La del provocador compulsivo, la del
descortés irredento, la del trasgresor
desafiante. Lo que es no solo peligroso,
sino que puede resultar caro.
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teridad exigida por Alemania (resistida,
como era de prever, por los perjudicados)
y la posibilidad de sumar a las medidas de
ajuste algunas que simultáneamente pro-
muevan el crecimiento. Por eso se habla
de que se estaría diseñando una suerte
de nuevo “Plan Marshall”, esta vez fon-
deado por los propios europeos. Para ello,
presumiblemente, se recurrirá al Banco
Europeo de Inversión, a la emisión de deu-
da para financiar obra pública y, quizás,
hasta a la propuesta de establecer una
tasa a las transacciones financieras. De
lo contrario, Alemania podría, de pronto,
quedar políticamente aislada del resto de
los miembros de la Unión, lo que parece
inconcebible.
No obstante, siempre hay que tener en
cuenta la reacción de los mercados, en par-
ticular, si se trata de renegociar pasivos.
El tema ideológico es también un punto a atender. Los recientes resultados en Francia constituyen, sin duda, un caso testigo.
- La extrema derecha está aprovechando
la situación desesperada de quienes están
desocupados para intensificar su prédica de
los extremismos y el chauvinismo. Por eso
crece. El caso de Marine Le Pen, en el país
de los galos, es solo uno de esos ejemplos.
Las elecciones de Francia, Irlanda y Gre-
cia generaron resultados que afectarán la
marcha europea hacia el futuro. Porque no
es imposible que, en lugar de hacer foco en
perfeccionar los mecanismos de integración
para apuntalar una unión monetaria origi-
nalmente edificada sobre cimientos inesta-
bles, se sugieran ahora caminos distintos.
En un clima de ansiedad, el euro-escepti-
cismo parecería estar creciendo; hasta en
países como Finlandia o Eslovaquia, clara-
mente acreedores.
¿Estamos frente a la decadencia de aquel sueño de una sociedad europea solidaria y cohesiva, con más protección social y menos desigualdad económica?
- Es cierto, el viejo "estado de bienestar"
europeo -financiado con deuda- cruje. Pero
está lejos de haber muerto; lo que gene-
ra las resistencias sociales naturales. No
obstante, algunos países de Europa deberán
sincerar sus cifras, poner su casa en orden y
bajar enérgicamente el gasto público.
La tasa promedio de la desocupación euro-
pea es muy alta, del 10,9%. En rigor, la más
alta desde dos años antes que se lanzara
la zona del “euro” en 1999. La española, del
24,1%, con más de la mitad de los jóvenes
de menos de 25 años sin trabajo, genera un
escenario casi desesperante.
Hablamos de un nuevo escenario inter-nacional que incluye a los países árabes. El caso de Egipto y su proceso hacia la libertad política, ¿puede constituirse en el disparador de cambio futuro en la región?
- La “primavera árabe”, en mi opinión, no
tiene marcha atrás. Será un proceso de
cambio profundo, pero lento, en el que no
cabe descartar las convulsiones. La marcha
tendrá las características propias de cada
uno de los diferentes escenarios que están
en transformación.
No obstante, la era del autoritarismo
parecería estar terminando, aunque con
diferentes ritmos y con soluciones diver-
r e p o r t a j e s
Hay ya 160 millones de chinos de clase media. Ellos conforman la segunda clase media más grande del mundo, superada sólo por la norteamericana. Pero hablamos de apenas el 12% de la población del inmenso país. Si las cosas no cambian dramáticamente, esa proporción será del 74% en 2030.
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sas. Pero esta es la corriente. A mi modo de
ver, imparable, pese a lo confuso y hasta
algo contradictorio de los procesos egipcio
y tunecino. Y a pesar de la resistencia -tan
violenta como inhumana- del régimen de
los Assad en Siria, imitando a los jerarcas
de la teocracia iraní, cuando se trata de
sofocar, por la fuerza y desalmadamente,
las protestas.
Nos gustaría conocer también su opinión sobre los dos gigantes asiáticos.
- La India, pese a la innegable fuerza de las
instituciones de su democracia está, por el
momento, en una suerte de denso pantano
político. Con una manifiesta sobre regula-
ción de la economía, de efectos paralizantes.
Cuando en nuestro
país ha renacido la
llamada “idolatría
del Estado”, cabe
mirar esto de cerca y
sacar conclusiones,
antes de seguir equi-
vocándonos. Con un
sector privado que
motoriza el creci-
miento, aun a pesar
de la carga -dema-
siado significativa-
del sector público.
Pero la economía del
inmenso país se está
desacelerando. Par-
ticularmente, la in-
dustria manufacturera crece ahora al 6,9%,
no ya al 8%. La corrupción genera -también
allí- un amplio rechazo en la sociedad, pero,
la realidad, es que no ha sido extirpada.
¿Y el caso de China?
- China es un caso bastante distinto. Tam-
bién está en una encrucijada, obviamente
distinta. Como algunos otros, creo que su
éxito nació cuando, en su momento, Deng
Xiaoping decidió emular los procesos de
crecimiento de Corea del Sur y Taiwán.
Desde 1978 hasta 2002, el milagro chino
estuvo entonces liderado por un grupo de
figuras de primera dimensión. Como el
propio Deng o Hu Yaobang, Zhu Rongji y
Jiang Zemin. Eran conductores carismáti-
cos, efectivos, que no le temían al riesgo. Sin
embargo, desde 2003, el liderazgo chino ha
sido mucho más burocrático. Este es el caso
de Hu Jintao y de Wen Jiabao, dos líderes
que no encienden a la gente, pese a que
han tenido éxitos formidables, como el de
domar sin mayores remezones la crisis de
2008 y el de promover al interior del país,
rezagado en la carrera por el desarrollo.
Este país ha salido del duro totalitarismo propio de la era de Mao…
- Es cierto. Pero por el momento sigue sumi-
do en el autoritarismo. Con la sostenida me-
jora de sus ingresos, los reclamos de la gente
están creciendo. Por esto, las protestas se
multiplican en busca de obtener un ámbito
más amplio y efectivo para las libertades in-
dividuales; en procura de previsibilidad, con
mayor estabilidad monetaria en momentos
en que la inflación crece; y como reclamo
de transparencia y de participación política.
Todo ello inquieta al liderazgo, que está pa-
rapetado detrás del muro de contención que
supone el sistema del partido único.
El reclamo por las libertades individuales y políticas se presenta como uno de los inquie-tantes desafíos al establishment de poder…
- Por ahora, el crecimiento ha estado mo-
derando y postergando esos reclamos. Hay
aún muy buenas “razones” para esperar. En
medio siglo la expectativa de vida de los
chinos pasó de 43 a 73 años. Y desde 1979,
el ingreso promedio aumentó un envidiable
600%. El bolsillo disimula, también allí, las
carencias políticas y la falta de libertad.
La pregunta es: ¿hasta cuando se mantendrá este estado de cosas?
- El Plan a 12 años sugiere que los salarios
promedio aumentarán un 13% por año.
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La extrema derecha está aprovechando
la situación desesperada de quienes están
desocupados para intensificar su prédica
de los extremismos y el chauvinismo. Por
eso crece. El caso de Marine Le Pen, en
el país de los galos, es solo uno de los
ejemplos de lo antedicho.
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r e p o r t a j e s
¿Será posible? Pero a pesar de que China
es hoy el país con el más alto grado de
satisfacción de la población con su situa-
ción actual (72%), lo cierto es que el 82% de
los estudiantes chinos que salen a cursar
estudios en el exterior no regresan a su país
luego de completarlos y eligen vivir mejor,
expatriados. Por todo esto, el cambio de
liderazgo que ya se aproxima, que supone
una verdadera transferencia generacional,
será a mí entender decisivo.
Los nuevos líderes pueden elegir abrir más
su país, especialmente en lo político, y di-
namizar así un proceso que parecería estar
algo desacelerado, creciendo al 8,1% anual;
o seguir el estilo de sus antecesores, más
lento y prudente. Si ocurriera esto último,
China sacrificará su posibilidad de compar-
tir pronto, con los Estados Unidos, el lide-
razgo del mundo.
Poniendo el foco en Latinoamérica, ¿qué barreras pueden oponer países como Cuba, o el propio régimen populista de Venezuela, frente a un inevitable proceso de transcultu-rización -a decir de Gramsci-, a través de la alta penetración de herramientas de comu-nicación como la telefonía, la comunicación digital, Internet y las redes sociales?
- Cuba sigue cerrada a las comunicaciones,
pese a que la telefonía celular hoy obra
de inesperada conexión con el resto del
mundo. La Internet, en cambio, sigue siendo
inaccesible económicamente para la gente
y está llena de “filtros” obviamente desti-
nados a evitar que los cubanos sepan con
claridad como el socialismo los ha poster-
gado respecto de otros pueblos. Tan es así
que el nivel de vida actual de los cubanos
-verdaderos espartanos modernos- es tan
solo mejor que el de los haitianos. No es
para estar muy orgullosos, por cierto.
El caso venezolano comparte la misma
patología. Este país es un ejemplo claro de
cómo cuando se coarta la libertad de expre-
sión y se reemplaza a los medios libres o in-
dependientes por un gigantesco y monocor-
de “multi-medio”
oficial -que opera
financiado con el
dinero de todos y
está destinado a
lavar cerebros, que
aplaude sin cesar
al poder político,
que disimula sus
errores y asegura
la impunidad de
sus conductas, aun
de las más nocivas
(como el narco-
tráfico que parece
haber inundado a
los altos mandos
militares)- se puede
arrear a buena
parte de la gente.
A semejanza de
otros horizontes,
las dádivas y subsidios complementan la
acción de los medios oficiales. Al menos por
un tiempo.
Sin embargo, el 7 de octubre próximo, con
las elecciones presidenciales en las que
Hugo Chávez deberá (si Dios lo permite) en-
frentar a la oposición unificada, el país será
aparentemente el escenario de la “madre de
todas las batallas políticas e ideológicas” de
la región, a las que habrá que estar atentos
porque sus repercusiones se extenderán
mucho más allá del escenario venezolano.
Hablamos de un mundo nuevo y nos gustaría compartir su reflexión acerca de la realidad de los Estados Unidos y los desa-fíos que enfrenta.
- Los Estados Unidos están también sumi-
dos en su propia crisis. Con una sociedad
dividida en dos mitades, cada una con vi-
siones muy distintas de su propio país y de
su futuro. La próxima elección presidencial
será decisiva. La desocupación castiga cier-
tamente a Barack Obama. Pero la oposición
carece, en mi modesta opinión, de candida-
tos de nivel. El crecimiento seguirá siendo
Cárdenas: “La imagen externa argentina está hoy muy deteriorada. Se nos tiene por una nación incumplidora, que menosprecia abiertamente el estado de derecho. Para peor, ufanándose de ello. La confianza en el país como destino de inversiones está muy mellada; en rigor, en un punto de los más bajos de toda la historia”.
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lento por un tiempo, pero el país es todavía
el más poderoso del mundo. Si tuviera que
apostar, me parece que, salvo conmociones
de magnitud en el plano económico, Obama
pueda ser reelecto, aunque por estrecho
margen y sin encender a quienes lo voten.
Pero nada está asegurado y cualquier cosa
es posible. Así de reñido.
En este contexto internacional, ¿cómo se posiciona América Latina?
- América Latina, considero, pasa por un mo-
mento económico verdaderamente excepcio-
nal. Es el que ha sido provocado por el fuerte y
constante “viento a favor” de los altos precios
de las materias primas, que la región exporta
que sopla sin interrupción desde 2003.
Los países de la región que están abiertos al
mundo crecen vertiginosamente y des-
truyen pobreza. Los cerrados, en cambio,
están -creo- dejando pasar una oportunidad
realmente única.
Brasil y México
son, ambos países,
potencias emergen-
tes. México está más
maduro, económica-
mente; es más com-
petitivo que Brasil.
Ocurre que el país
carioca es demasia-
do dependiente de
ese viento a favor
que sopla desde 2003
y eleva los precios de
las materias pri-
mas. Por eso, cuan-
do China se desacelera, Brasil también. Su
infraestructura deja aún mucho que desear,
pero dedica sus recursos fundamentalmente
al bienestar social; a la inversa de China, que
puso el acento en su infraestructura. Chile
es ya un país moderno. Colombia y Perú van
camino a serlo.
Habiendo dicho todo esto, me preocupa
enormemente el inocultable deterioro de
la democracia en muchos de los países de
nuestra región; así como el cercenamiento
ostensible de las libertades individuales, en
especial de la libertad de expresión.
Algunas democracias latinoamericanas
ya no son tales, desde que no tienen equi-
librios y contrapesos entre sus distintos
poderes. Otras carecen de un poder judicial
realmente independiente. Cuando estas
cosas suceden, abierta o disimuladamente,
impera el capricho y la arbitrariedad del
poder político y no el estado de derecho. Por
esto el autoritarismo está en aumento en
América Latina; y este es todo un tema.
¿Qué lectura realiza de la decisión argentina de trabar las importaciones del exterior o de otras acciones tomadas por la actual administración como el caso YPF?
- Vamos a contramano del mundo. Ignorando
la historia, como si ella no existiera, e incum-
pliendo -burlona y olímpicamente- los com-
promisos de no caer en el proteccionismo, que
fueron asumidos expresamente en el G-20.
A ello se suma la manipulación desfacha-
tada de nuestras estadísticas oficiales. Y
el incumplimiento de los fallos y laudos
de diversos organismos internacionales y
regionales de solución de controversias.
A todo esto cabe agregar -más recientemen-
te- el repudio a los compromisos asumidos
en los contratos, y la decisión de acudir al
nacionalismo para disimular la desacele-
ración de un “modelo” que hace agua. Por
todo ello, nos estamos quedando aislados.
¿Cómo se percibe desde el exterior esta serie de medidas?
- La imagen externa argentina está hoy muy
deteriorada. Se nos tiene por una nación
incumplidora, que menosprecia abiertamente
el estado de derecho. Para peor, ufanándose
de ello. La confianza en el país como destino
de inversiones está muy mellada; en rigor, en
un punto de los más bajos de toda la histo-
La “primavera árabe, en mi opinión,
no tiene marcha atrás. Será un
proceso de cambio profundo, pero
lento, en el que no cabe descartar las
convulsiones.
r e p o r t a j e s
Invierno 2012 Página 13
ria. Hoy recibimos significativamente menos
inversión que Colombia o Perú. Y menos de la
mitad que Chile, y mucho menos que Brasil o
México, que están con seguridad en otro nivel.
Reitero que nos estamos aislando, paso a
paso, del resto del mundo. Conducidos por
quienes tienen una visión propia -e infa-
lible- acerca de su funcionamiento. Y en
algunos capítulos, somos hasta motivo de
asombro y preocupación, cuando no ejem-
plo de procederes y conductas que la co-
munidad internacional rechaza. Somos un
ejemplo de lo que normalmente no sucede
o no debiera suceder. Imprevisibles, enton-
ces, lo que no es bueno.
Finalmente, ¿cuáles son los pasos necesarios para poder encauzar nuestra presencia en el mundo, consolidando una real politique en el manejo de de los asuntos exteriores del Estado?
- Tenemos que comprender que el mundo
no acepta la soberbia, ni es condescendien-
te con la arrogancia, como si ellas fueran
pautas normales de conducta. Ni aplaude
las provocaciones, ni entiende el porqué
de los insultos. Ni comulga con la absoluta
discrecionalidad. Ni es paciente con la ar-
bitrariedad como constante. Ni aplaude las
descortesías y las intolerancias. Ni acepta
los incumplimientos flagrantes y provoca-
dores a la palabra empeñada.
Me parece que nos estamos encerrando en
una suerte de personalidad patológica, que
está lejos de ser la nuestra tradicional. La
del provocador compulsivo, la del descortés
irredento, la del trasgresor desafiante. Lo
que es no solo peligroso, sino que puede
resultar caro. Una pena, pero siempre hay
tiempo para empezar a cambiar. Para ello,
lo primero es saber escuchar y advertir que
nadie (tampoco nosotros) es el dueño exclu-
sivo de la verdad.
Eduardo Otsubo
Talcahuano 736 piso 5ºC1013AAP - Buenos Aires
República Argentina
Tel/fax (54-11) 4373-5966Líneas rotativas
Estudio RIMOLDI
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r e p o r t a j e s
Página 14 EMPRESA Nº206
e m p r e s ainstitucional
Encuentro Anual de ACDE 2012Los empresarios, el estado y un mundo en pleno cambio
mario vicens
Desde que se realizara por primera vez, el
Encuentro Anual de ACDE siempre ha sido
un espacio de reflexión y debate, en el que
empresarios y ejecutivos de empresas, socios
y no socios de la Asociación, escuchan e in-
teractúan con personalidades académicas y
otros empresarios. Cada uno, desde su cam-
po de acción específico, aportando su visión
sobre temas que tienen trascendencia para
el país y para las actividades empresarias.
El Encuentro Anual también ha servido
como un paréntesis que hemos incorporado
a nuestra agenda con el propósito de re-
flexionar sobre la situación del mundo, una
pausa donde actuar y nutrirnos, al mismo
tiempo, de ideas, perspectivas y conceptos
que resultan indispensables para enrique-
cer la tarea diaria.
En ese marco, desde hace unos años, se
viene trabajando intensamente en estos
encuentros anuales sobre las condiciones
que requiere la construcción de un país para
que se desarrolle en forma sostenida, sobre
bases sólidas y brindando, al mismo tiempo,
a todos los habitantes la oportunidad de
progresar y realizarse en el plano económico.
Asimismo, los encuentros también represen-
tan una oportunidad para reflexionar sobre
la responsabilidad que en esta tarea cabe al
empresariado y a quienes dirigen empresas.
Aun cuando ese debate sigue siendo indis-
pensable, y quede un largo camino por reco-
rrer para lograr los consensos que requiere
avanzar en ese rumbo, este año se ha decidi-
do que el Encuentro se centre en los cambios
que se están produciendo en el mundo y en
nuestro entorno, con el objetivo de conocer-
los mejor y reflexionar sobre las consecuen-
cias que pueden derivarse de los mismos
para el país y para la tarea empresarial.
Por primera vez desde el colapso del mun-
do bipolar, surgido de la Segunda Guerra
Mundial, los países más ricos enfrentan la
combinación de una crisis económica de
envergadura junto al cuestionamiento de las
clases dirigentes, de algunas instituciones
cuya construcción ha demandado décadas
de negociaciones y cantidad de recursos eco-
nómicos, y de los propios estados en tanto
custodios del buen funcionamiento de las
economías y del bienestar de la población.
La persistencia de las presiones recesivas, la
falta de empleo y la incertidumbre acerca
de lo que puede pasar en el futuro, pro-
vocadas por la debacle financiera que co-
menzara ya hace cinco años con epicentro,
sin precedentes, en los países más ricos de
Europa y América del Norte, ha puesto en
jaque a las dirigencias y a las expresiones
políticas más tradicionales de cada país, y
ha instalado nuevamente la discusión ya
clásica entre quienes impulsan el involucra-
miento directo y masivo de los estados para
solucionar los problemas y quienes ven al
mercado como la vía más adecuada.
El papel del Estado es clave en las crisis. Su
protagonismo en estas circunstancias está
fuera de discusión, no solo como instru-
Presidente del Encuentro Anual de ACDE 2012: "Los empresarios, el Estado y un mundo en pleno cambio".
Invierno 2012 Página 15
mento decisivo para
la estabilización de las
economías y la atenua-
ción de sus perjuicios
sobre todo sociales
sino, también, como el
primer responsable a
la hora de establecer
las condiciones y las
políticas que deberían
impedir que se repitan;
especialmente si las
mismas están relacio-
nadas con decisiones
de política económica.
En algunos casos, sin
embargo, la demanda
por una intervención
directa del Estado va
más allá de los límites
que impone la supera-
ción de los problemas asociados a las crisis,
convirtiéndola en un factor que pasa a ser
decisivo de las decisiones económicas, in-
cluso en tiempos normales y en actividades
que no necesariamente se corresponden
con la esfera de los bienes públicos. Cuando
esto sucede, se estaría ante un cambio más
profundo, cuya concreción puede terminar
modificando de modo radical el marco en el
cual se adoptan las decisiones empresarias.
Desde esa perspectiva, el mundo parece
estar transitando por un proceso cuya evo-
lución futura todavía es incierta, probable-
mente menos incierta en algunos países
que en otros. Es por esa razón que desde
ACDE se ha convocado a socios y amigos
a alejarse transitoriamente de la actividad
diaria para reflexionar e intercambiar opi-
niones sobre estos sucesos: la naturaleza de
los mismos, el impacto que pueden tener
en nuestro medio y las implicancias que se
derivarían de todo ello para la actividad de
las empresas, especialmente en lo que hace
a la incidencia creciente que están teniendo
las acciones estatales en las decisiones eco-
nómicas, ya sea como participantes directos
o como reguladores de los mercados.
Para ello, se ha invitado a exponer en
este XV Encuentro Anual a observado-
res y actores calificados de la política, la
economía y la actividad empresarial. Su
reflexión sobre lo que está pasando en el
mundo y en nuestro entorno contribuirá
sin duda a que se conozcan mejor estos
fenómenos y, al mismo tiempo, a que se
pueda evaluar con más elementos de jui-
cio tanto las derivaciones que los mismos
pueden tener para las actividades empre-
sariales como el rol que deben jugar los
empresarios y la dirigencia empresaria en
estas circunstancias.
Tenemos la convicción de que, como ha
sucedido habitualmente en los Encuen-
tros Anuales de ACDE, asistiremos a una
jornada de intercambio en un ambiente
de diálogo y total respeto por la opinión
del otro, característico de los eventos de la
Asociación. La oportunidad dejará un ba-
gaje de conceptos e ideas que servirán de
mucho para la tarea diaria de obtener lo
mejor de los recursos que se manejan, en
beneficio tanto de quienes forman parte
de cada empresa como de todos los habi-
tantes del país.
e m p r e s ainstitucional
Vicens: "Un Encuentro Anual centrado en los cambios que se están produciendo en el mundo y en nuestro entorno, con el objetivo de conocerlos mejor y reflexionar sobre las consecuencias que pueden derivarse de los mismos para el país y para la tarea empresarial".
Página 16 EMPRESA Nº206
e m p r e s ae c o n o m í a
el gasto público sustentable
orlando ferreres
Al gastar en el Sector Público Consolidado,
ya sea nacional, provincial o municipal,
más de lo que es posible pagar con impues-
tos y otras cargas impuestas por el Estado,
se llega cada tanto a una situación de crisis
repetitiva, que podría evitarse. Estas crisis
significan un gran retroceso para la nación
en términos de reputación y alto “riesgo
país”, al mismo tiempo que hunde en la
pobreza a un número cada vez mayor de
argentinos.
Para que el Estado pueda gastar -a sea en
consumo o inversión- en la Nación, las Pro-
vincias o los Municipios, debe detraer con
impuestos o cargas la capacidad de gasto
del sector familias o empresas en la misma
proporción. De lo contrario, tendría que
financiar el exceso de gasto con emisión
de dinero, pero esto llevaría a la inflación,
es decir a cobrar un impuesto implícito no
legislado que afectaría básicamente a los
más pobres.
Si al déficit se lo financiara con emisión de
deuda, al cabo de un tiempo de insistir en
este mecanismo, los intereses comenzarían
a estrangular las finanzas públicas; por lo
que este recurso solo puede usarse muy
limitadamente. Además, deuda contraída
en el presente implica automáticamente
mayores impuestos futuros, para ir pagando
los intereses y las amortizaciones, así que
es una carga para más adelante que debe
estar bien administrada para no afectar la
justicia intergeneracional.
¿Porque ocurren estas crisis? En última
instancia, porque se supera ampliamente
el gasto público máximo sustentable y se
inicia una etapa de déficits fiscales, a pesar
del desesperado intento de los impreviso-
res gobiernos por subir los impuestos aun
a mitad del ejercicio fiscal hasta que llega
finalmente el default y la crisis.
Determinación del gasto público sustentable
¿Cómo determinar el gasto público sus-
tentable? Este es el monto del gasto que
podría financiarse permanentemente con
impuestos razonables, tanto nacionales,
provinciales o municipales, sin incurrir en
déficits inmanejables. Si esta extracción
de riqueza que hacen la Nación, las Pro-
vincias o los Municipios a las familias o a
Orlando Ferreres es Licenciado en Economía (Universidad de Buenos Aires). Advanced Management Program (Harvard University). Titular de Orlando J. Ferreres & Asociados.
“Si la extracción de riqueza que hacen la Nación, las Provincias o los Municipios a las familias o a las empresas fuera excesiva, ahogaría la actividad productiva generando recesión y, finalmente, menor recaudación. Por lo tanto, es necesario definir los impuestos que podrían sostenerse en el tiempo con la actividad productiva funcionando normalmente”, señala Ferreres.
Para el economista, un sistema impositivo estable y un gasto público sustentable requiere de tres bases: definir los impuestos y gastos sustentables para la economía argentina; establecer relaciones técnicas de deuda a cumplir por el Estado para poder mantener la estabilidad del sistema impositivo que se diseñe; y llegar a un Patrimonio Neto del Estado Nacional positivo.
Invierno 2012 Página 17
las empresas fuera excesiva, ahogaría la
actividad productiva generando recesión
y finalmente menor recaudación. Por lo
tanto, es necesario definir los impuestos
que podrían sostenerse en el tiempo con
la actividad productiva funcionando nor-
malmente.
Un ejercicio para calcular el gasto susten-
table efectuado para 1983, tomando en
cuenta los impuestos aceptables para no
ahogar la economía, arrojó una recaudación
consolidada = gasto total consolidado de
USD 21.600 millones para ese año. El gasto
público consolidado para 1983 era bastante
mayor que el sustentable a largo plazo. Si la
economía crece, el tamaño del Estado con-
solidado puede crecer.
Lo mismo ocurre si hay inflación inter-
nacional en dólares, dado que el cálculo
está efectuado en esa moneda. Ajustando
el monto de 1983 por el crecimiento de la
riqueza del país y la inflación del dólar,
para 2000 (previo a la crisis de 2001/2)
resultó un gasto posible de alrededor de
USD 52.000 millones, contra USD 96.000
millones reales. Es decir, el gasto era un
85 % mayor que el
sostenible. La con-
vertibilidad no po-
día funcionar con
ese nivel de gasto
público, y esa fue la
verdadera razón de
su caída estrepitosa
hacia fines de 2001.
El atraso cambiario
y otras variables
macroeconómicas
desviadas en las
cuales se puede
poner también el
acento, son diver-
sas manifestacio-
nes del exceso de
gastos públicos y
de los desequilibrios que genera.
Actualmente, el desvío es mayor aun que
en 2001. De acuerdo a los últimos datos ob-
servados, el gasto posible para 2011 fue de
USD 100.000 millones, contra USD 207.000
millones realmente gastados en forma
consolidada. El pronóstico de gastos con-
solidados para 2012, teniendo en cuenta
e m p r e s ae c o n o m í a
GAsTO PúBLICO CONsOLIDADOIncluye Nación, Provincias, Municipalidades, Fondos Fiduciarios y pago cupón del PBI. Millones de dólares
FUENTE: NyS en base a OJF y Mecon
Si los gastos fijos de administración
son muy altos, como viene ocurriendo
en los últimos cuarenta años, se
usa la recaudación del impuesto
a las ganancias para cubrir gastos
burocráticos corrientes, desatendiendo
a los excluidos, desviando los objetivos
del país.
Página 18 EMPRESA Nº206
los aumentos de salarios a los empleados
públicos, el aumento de las jubilaciones
y los demás gastos estatales de acuerdo
con la inflación, aun computando un corte
importante en los subsidios, se eleva a los
USD 230.000 millones, lo que significa que
es un 123% mayor que el gasto sustentable
de USD 103.000 millones estimado para
este año.
También pueden
observarse en este
caso las manifes-
taciones del exceso
del gasto público
en el atraso cam-
biario y en otras
distorsiones de
las variables de la
macroeconomía,
como ocurrió en
2001, pero con la
diferencia de que
en aquella oportu-
nidad se presenta-
ba como híper-recesión por la prohibición
de emitir moneda, que tenía el modelo
de convertibilidad, y ahora se manifiesta
como inflación, pues se eliminó esa res-
tricción monetaria cambiando la Carta
Orgánica del BCRA.
¿Qué tendría que hacer el gobierno frente
a este diagnóstico? Tendría que reducir
progresivamente los gastos públicos, tanto
en la Nación, como en las Provincias y los
Municipios; pero hace lo contrario, trata
de aumentar los impuestos, lo que es muy
recesivo en un año ya con dificultades de
actividad, por los efectos de la crisis inter-
nacional y la pérdida de cosechas clave por
la sequia. Si no se lo hace lógica y orde-
nadamente, el mercado, vía la progresiva
desconfianza lo hará: va a disminuir el
gasto público en dólares por la pérdida de
confianza. Esta es la ley de hierro del exceso
de gasto público (o de exceso de presión im-
positiva), y ya ha ocurrido repetitivamente
en nuestro país y no queremos aprender de
esa realidad.
Los requerimientos de un sistema impositivo y un gasto público sustentable
Un sistema impositivo estable y un gasto
público sustentable requieren, en resumen,
de las siguientes definiciones:
1 establecer los impuestos y gastos sus-tentables para la economía argentina.
La lógica de estos conceptos la hemos expli-
cado más arriba. Sin embargo esto no sería
suficiente, pues también se necesita incor-
porar otras reglas, para evitar los desvíos.
2 establecer relaciones técnicas de deuda a cumplir por el estado para poder mantener la estabilidad del sis-tema impositivo que se diseñe. Estas
relaciones técnicas se deben satisfacer en
cada año, aunque como podemos iniciar
la aplicación con una situación desviada
sobre lo razonable, se pueden fijar objeti-
vos de convergencia en el tiempo. Ejemplos
son la relación deuda pública en relación
al PBI que paga impuestos (en el PBI se
incluye un nivel de informalidad del 28%,
correspondiente a 1993, que incluso ahora
se amplió).
3 Llegar a un patrimonio neto del estado nacional positivo. Este concep-
to es un indicador de la solvencia fiscal
intertemporal y también de la justicia in-
tergeneracional. Si el patrimonio neto del
Estado es negativo, eso quiere decir que la
generación actual está gastando más de lo
que le ingresa, y deja deudas para la futura
generación; es decir, los niños de hoy debe-
rán pagar los gastos de sus padres y abue-
los. Como el Patrimonio Neto del Estado
Nacional es muy negativo [los pasivos su-
peran en USD 130.000 millones a los acti-
vos] se podría aspirar a que mejore y llegue
a cero en diez años. Esto exige cierto nivel
de superávit fiscal cada año para recuperar
dicho patrimonio.
Estas son las precondiciones para efectuar
la reforma impositiva estable a largo plazo.
Si al déficit se lo financiara con emisión
de deuda, al cabo de un tiempo de
insistir en este mecanismo, los intereses
comenzarían a estrangular las finanzas
públicas, por lo que este recurso solo
puede usarse muy limitadamente.
e m p r e s ae c o n o m í a
Invierno 2012 Página 19
Si no se establecen previamente estos re-
quisitos, u otros similares, todo el sistema
resultará poco creíble para el inversor a
mediano plazo en Argentina. Es sabido que
si el gasto o la deuda son excesivos, final-
mente vendrá el sofocón cambiario que los
traerá a la realidad posible.
Ética de la redistribución vía el sistema impositivo
Teniendo en cuenta que hay que reducir
muchos gastos completamente innecesa-
rios y que esto va a generar resistencias
de los sectores privilegiados e improducti-
vos, que han vivido del esfuerzo de los de-
más por muchas décadas, es fundamental
clarificar a la población los conceptos bá-
sicos implícitos en el sistema recaudatorio
del Estado.
Los impuestos que recaen sobre el consu-
mo, en principio, son los que deben cubrir
los gastos fijos de administración del país
(Nación, Provincias, Municipios). El mer-
cado orienta las inversiones, pero en él
hay ganadores y perdedores; puede haber
también una franja de la población que
no pueda llegar a competir, por distintos
motivos (falta de entrenamiento, falta de
recursos financieros u otras causas). Esta
franja de población siente que no puede
alcanzar los beneficios del crecimiento, de
la modernización que ocurre para otros, y
se siente excluida.
El Estado tiene por función principal co-
rregir esta situación, sin interferir con la
óptima asignación de la inversión que hace
el mercado. Para esto, sin interferir en la
lucha por las preferencias de los consu-
midores, ya sea mediante la innovación,
la eficiencia, la tecnología que usan las
empresas, el Estado se convierte en socio
de los que ganan, sin aportar capital al ne-
gocio, quedándose con el 35% de todas las
ganancias brutas, sin compartir las pérdi-
das. Este 35% de las ganancias lo debe dar
anualmente a los excluidos por la compe-
tencia, para ponerlos otra vez en carrera,
incluyéndose progresivamente a toda la
población en los beneficios del progreso
económico que brinda el mercado.
Si los gastos fijos de administración son
muy altos, como viene ocurriendo en los úl-
timos cuarenta años, se usa la recaudación
del impuesto a las ganancias para cubrir
gastos burocráticos corrientes, desatendien-
do a los excluidos, desviando los objetivos
del país. Con el modelo que se plantea, ga-
nar esta bien, es correcto, debe ser alentado
y alabado, pero se debe entregar el 35% para
los excluidos. Esta es la ética del sistema
impositivo perdurable, que elimina el re-
sentimiento y la exclusión social, y permite
crecer aceleradamente y eliminar también
el desempleo. Esta ética de la redistribución
debe ser tenida en cuenta prioritariamente
en la definición de los impuestos y gastos
sustentables.
Ferreres: “El pronóstico de gastos consolidados para 2012, teniendo en cuenta los aumentos de salarios a los empleados públicos, el aumento de las jubilaciones y los demás gastos estatales de acuerdo con la inflación, aun computando un corte importante en los subsidios, se eleva a los USD 230.000 millones, lo que significa que es un 123% mayor que el gasto sustentable de USD 103.000 millones estimado para este año”.
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Página 28 EMPRESA Nº206
Opinión
“Corta el pollo, Henry, por favor” ordenó grandma, senta-
da en la cabecera de la sólida mesa de roble inglés. Mi
padre se incorporó lentamente sintiendo la mirada fija
de seis pares de ojos, mientras su mente ágil repasaba
las opciones posibles para trozar un pollo en siete par-
tes equitativas. Acabada la cena, las señoras pidieron
las acostumbradas tazas de “agua caliente” y los hom-
bres saborearon los restos de vino de sus copas. Las
austeras costumbres de los seis años de guerra, seguían
vigentes en la década de los cincuenta.
La Sra. Merkel tiene razón. Hace falta ajustar cinturo-
nes para reencarrilar la UE. El malgastado sobre-en-
deudamiento deberá reducirse. Pero, en tiempos de re-
lativa paz y respeto por la independencia de los países
¿pueden las fuerzas políticas imponer restricciones al
gasto público hasta llegar al punto de “productividades
convergentes”, meta necesaria para que la eurozona
perdure en el tiempo?
¿Puede el Quantative Easing (QE), y la expectativa de
un salto de productividad, a raíz de un nuevo avance
tecnológico, reencausar la economía hacia un creci-
miento sostenible? ¿No es este otro intento de la mis-
ma política económica equivocada?
Mientras el mundo desarrollado de occidente retroce-
de e intenta refugiarse detrás de fronteras debilitadas,
China, sin prisa ni pausa, avanza hacia la cima del po-
der económico. Quizá pueda llevarle una década o algo
más. Tal vez haya que pasar por un período de múlti-
ples monedas internacionales, pero el yuan apunta a
destronar al dólar en el mediano plazo.
De todas maneras, China muestra síntomas de gigan-
te con pies de barro. Sus clases sociales altas sacan a
relucir un apetito voraz por bienes de marcas top. Este
comportamiento “occidental” -potenciado por el for-
midable alcance e impacto de los medios masivos de
comunicación- puede inducir a sus conciudadanos a
tomar un rumbo consumista que, para los que ya lo he-
John C. Roberts
Lic. en Administración de Empresas (UCA). PPE Magdalen College Oxford. Presidente del grupo
Roberts, hasta su venta al HSBC 1997. Desde 1999 a 2004, lideró
“Upsala Explorer”, emprendimiento turístico en Lago Argentino, El
Calafate (junto a sus socios: Alfredo Fragueiro, Agostino Rocca y
sucesores). La traducción de esta columna estuvo
a cargo de Ana Roberts.
¿Hacia dónde vamos?
mos andado, ha demostrado tener un final
poco feliz.
La política demográfica china plantea otro
grave problema. La naturaleza tiende a ven-
garse. ¿Qué pasará cuando el peso de la pi-
rámide poblacional invertida recaiga sobre
una masa reducida de trabajadores?
Para ese entonces, las armas nucleares esta-
rán en manos de ciertos países que no duda-
rían en usarlas. El terrorismo estará en condi-
ciones de mantener en vilo a la potencia he-
gemónica del momento, China, India o quien
sea. Si decidiera usar o abusar del chantaje
contra esa potencia ¿Quien se animaría a
pronosticar el futuro de la humanidad?
Para evitar un posible desenlace calamitoso
es necesario emprender ya un profundo
cambio cultural, incluso espiritual.
La medida del desarrollo no puede seguir
siendo el crecimiento del PBI o el ingreso
per cápita. (Este índice, además de ser un
promedio de dudosa validez, incentiva el
recorte de la pirámide poblacional: en la
cima, mediante la eutanasia y en la base
por medio del aborto).
Sin embargo, no pareciera que el llamado a
una vida más austera actúe de gatillo para
este cambio cultural. La fuerza impulsora
debería tener su origen en una motiva-
ción positiva. Las acciones que promueven
cambios surgen generalmente de mentes
idealistas que conciben sueños que otros
realizan de una u otra manera, con menor
o mayor intensidad. Los hombres necesita-
mos “enamorarnos” de un cambio para lle-
varlo a cabo, desearlo con el corazón.
Hay, por fortuna, claros indicios de que
el cambio ha comenzado y está tomando
ímpetu. Miles de ONG, fundaciones e insti-
tuciones con fines benéficos se constituyen
cada año. Existe un creciente reconocimien-
to de que, en un mundo globalizado, todos
somos vecinos. Se comienza a reconocer la
importancia de los derechos de cada perso-
na humana.
En la cima de este cambio, sobresalen en for-
ma destacada ejemplos como el de Warren
Buffet. Este empresario no solamente donó
la mayor parte de su fortuna para contribuir
a mejorar el nivel de vida de los más nece-
sitados, sino que, además -se dice- invirtió
fuertes sumas de dinero en la concursada
GM, y no en la “deslumbrante” Apple, para
ayudar a paliar el alto nivel de desempleo.
En el extremo opuesto de la escala, recuer-
do una anécdota de la querida y recordada
Madre Teresa. Cierta vez, en una de sus
recorridas visitando a los más necesitados,
llevó a una mujer indigente, rodeada de
hijos pequeños, una fuente llena de arroz
para que pudiera alimentarse ella y su fa-
milia. Para su sorpresa, la mujer dio la gra-
cias y desapareció en dirección a la casa de
al lado. Cuando la Madre Teresa le preguntó
qué había hecho, ella contestó: “mi vecina
está más necesitada que yo”.
Esta pequeña muestra intenta resaltar ese
rasgo o sentimiento que está en la natura-
leza humana, un sentimiento que podría
llamarse caritas, motor de gran impulso
positivo. La incógnita es cuándo y cómo los
hombres vamos a dejar libre este arrollador
y poderoso “sentimiento”, que nos lanzaría
a desarrollarnos en la dirección “correcta.”
Invierno 2012 Página 29
Página 30 EMPRESA Nº206
La Generación Y en el mundo del trabajo
Juan uribe
Pareciera que el tema de la Generación Y se
ha puesto de moda. Y como toda moda, nos
cuesta entenderla. ¿ Tienen estos jóvenes
compromiso con el trabajo?
En el ámbito laboral, ya no existe la carre-
ra tradicional. Es difícil que uno desarrolle
toda su carrera en una misma empresa.
Alguna estadística dice que un joven esta-
dounidense, con dos años de universidad,
puede esperar cambiar de trabajo al me-
nos once veces en el curso de su vida la-
boral. Seguramente, en América Latina ese
número es menor, pero igualmente más
alto que lo que era para la generación de
nuestros padres.
En la película Doce hombres en pugna, del año
1957, el actor Lee J. Cobb protagoniza a un
padre enemistado con su hijo que debe de-
cidir -con mucha presión, por su propia si-
tuación personal- si otro joven es inocente o
culpable. En una de sus primeras interven-
ciones, dice: “¡Jóvenes! ¡Ya no tienen respeto
por los mayores! Cuando yo era niño, trata-
ba a mi padre de usted. Guardaba silencio
cuando él hablaba…”.
Últimamente, aunque no con las mismas
palabras, he sido testigo de comentarios
similares de algunos de mis colegas, so-
bre cómo ven la actitud de la Generación Y
en el mundo laboral: “No tienen compro-
miso”. “No quieren pertenecer”. “¿Cómo
puede ser que den prioridad a tomarse
un sabático por sobre su desarrollo de
carrera?” “¿Cómo puede ser que no estén
dispuestos a sacrificarse y trabajar más
horas para crecer profesionalmente?”
“¿Cómo pueden estar 'conectados' y a la
vez aislados?”.
¿Es tan así?
Quizás, como miembros de otra generación,
tengamos que cambiar la perspectiva. Inten-
tar ponernos en sus zapatos y mirar “nuestro
mundo” desde allí. Este mundo que nosotros
dirigimos y gobernamos. Este mundo que
evaluamos con conceptos nuestros como
“tener la camiseta”. Cuando el concepto de
“ponerse la camiseta” resulta anacrónico.
¿Será porque los futbolistas tienen más leal-
tad a su representante que a su club?
Me parece muy útil la mirada de Richard
Sennet en La corrosión del carácter. Sennet se-
ñala que: “La consigna ‘nada a largo plazo’
desorienta la acción planificada, disuelve los
vínculos de confianza y compromiso y sepa-
ra la voluntad del comportamiento”. Quiere
decir que no todo lo actual está mal ni todo
lo que viene está bien. Sennet nos cuestiona
y desafía a decidir si la flexibilidad del tra-
bajo en la postmodernidad ofrece realmente
un contexto mejor para el crecimiento per-
sonal.
No creo que el lema de la Generación Y sea
“nada a largo plazo”. Sino “vivamos el pre-
sente, no hipotequemos el corto plazo en
función de un futuro incierto”. Las experien-
cias de crisis, reingenierías, adquisiciones,
etc. han marcado nuestra generación y eso
lo ve claramente la Generación Y. Por eso de-
mandan algo distinto.
¿Tenemos elementos a nuestro alcance, ele-
mentos y políticas para resignificar, para vol-
ver a dar sentido al trabajo? ¿O preferimos
quedarnos en la queja de que los jóvenes de
hoy no tienen compromiso (como lo hacía
Lee J. Cobb en la película)?
Juan Uribe es consultor de RR.HH. en temas de Equipos, Cambio y Liderazgo. Profesor part-time de Comportamiento Humano en el IAE, Universidad Austral. Ex Director/Gerente de RR.HH. de Molinos Río de la Plata sA, Tetra Pak, Massalín, Mercedes Benz Argentina, Alpargatas.
e m p r e s ae m p r e s a
Invierno 2012 Página 31
Estoy convencido que tenemos, y bien a
nuestro alcance, herramientas para dar
más sentido al trabajo. Desde cosas simples
y cotidianas como saludar, agradecer, ce-
lebrar, festejar, almorzar juntos, conversar
más. Hasta políticas aparentemente más
complejas como horario flexible; adminis-
trar la inclusión y la diversidad, la comuni-
cación honesta y abierta, las oportunidades
de formación y crecimiento.
Estamos perdiendo el arte de conversar. La
conversación no es solo hablar sino tam-
bién escuchar. Nos falta vocabulario, nos
falla la frase. Mezclamos el castellano con
el inglés. Hablamos mucho, pero conver-
samos poco. Conversación es expresión de
personalidades, diversidad de opiniones,
formación de pareceres, silencios y excla-
maciones.
No creo que los
jóvenes pidan
trabajar menos.
Seguramente quie-
ren trabajar de un
modo más armóni-
co. Ojalá pudiése-
mos hacer realidad
el planteo que
hacen Ken Cloke y
Joan Goldsmith en
su libro Thank God
It’s Monday (¡Gracias
a Dios es lunes!):
Hacer de nuestros
trabajos un lugar
lleno de sentido, de plenitud, donde nos dé
gusto ir. De lo contrario, no debería extra-
ñarnos que busquemos “sentido”, y que la
Generación Y busque “sentido” en otras acti-
vidades que no sean el trabajo.
e m p r e s ae m p r e s a
Uribe: "Las experiencias de crisis, reingenierías, adquisiciones, etc. han marcado nuestra generación y eso lo ve claramente la Generación Y. Por eso demandan algo distinto".
Página 32 EMPRESA Nº206
e m p r e s as o c i e d a d
el hombre y sus circunstancias
alicia caballero
Día a día nos deslumbramos con los avan-
ces de la medicina y de la tecnología. En los
últimos cien años el hombre ha vencido a la
polio y a muchos tipos de cáncer, ha logra-
do destapar arterias previniendo infartos,
descifrar el código genético, llegar a la luna,
archivar información en espacios ínfimos,
transmitir datos en segundos…, entre mu-
chas otras cosas. Sin embargo, pareciera que
la economía, en su indisoluble alianza con la
política, no logra siquiera mitigar en muchos
países de Latinoamérica males endémicos
como la indigencia y la pobreza y las trage-
dias asociadas a éstas: hambre, ignorancia,
exclusión, violencia y drogadicción.
Desde una perspectiva estructural, hace dé-
cadas que en Argentina han fallado no solo
la política distributiva, sino la capacidad de
satisfacer fines múltiples, a partir de una
dotación de recursos (razón de la ciencia
llamada economía).
Cuando se recorre la geografía argentina y
sus paisajes, y cuando estudiamos la diver-
sidad de climas y suelos, la abundancia de
tierra fértil, de agua dulce, o de minerales, es
claro que no ha sido la escasez la razón de la
pobreza y la indigencia que castigan a una
significativa parte de la población. El proble-
ma ha sido entonces la gestión o administra-
ción de esos recursos, tanto en el plano de
la generación de la riqueza como en el de la
distribución de la misma. Y he aquí un tema
no menor. En muchos casos, el énfasis por la
distribución ha puesto en jaque la creación
de riqueza. Y desde la política, se enfrenta-
ron de manera irreconciliable quienes propi-
ciaban medidas tendientes a la distribución
o la igualdad, y quienes defendían posicio-
nes “conservadoras” orientadas a impulsar la
generación de riqueza.
Para zanjar en parte estos antagonismos,
que nunca son conducentes, el Banco Mun-
dial ha desarrollado el concepto de “índice
de oportunidades humanas”.
Este índice permite evaluar en qué medida
las circunstancias personales que un niño
no elige lo limitan en sus posibilidades de
acceso a aquellos bienes y servicios nece-
sarios para desarrollarse adecuadamente
(buena alimentación y educación, cloacas,
electricidad, etc.).
El color de la piel, el barrio en el que nació,
el no tener a uno de sus padres, el tener
una mamá que no terminó la primaria, son
circunstancias para un niño inmodifica-
bles. Lo que este índice puede medir es si
las políticas públicas (entendidas en senti-
do amplio) son capaces de permitirle a ese
niño remontar su realidad original, para
alcanzar un nivel de vida satisfactorio, en
función, ahora sí, de su propio esfuerzo y
empeño.
Explicado en forma muy sintética: este
índice mide la disponibilidad de bienes y
servicios indispensables para poder pro-
gresar en la vida (como los mencionados
anteriormente), “penalizado” por cuán in-
equitativamente están distribuidos entre la
población. Así, dos países con igual oferta
de estos bienes y servicios críticos pueden
tener un índice diferente si el acceso a los
mismos es inequitativo, y vedado a algunos
grupos que comparten características fuera
de su control (por ejemplo raza, lugar de
nacimiento, etc.).
Sin dudas, hay mucho por hacer; y lo impor-
tante es hacer las cosas bien, diseñando las
políticas y los instrumentos adecuadamen-
Alicia Caballero es Doctora en Economía y Profesora Titular de Economía Argentina en la Universidad Católica Argentina
Invierno 2012 Página 33
te, evaluando los efectos intertemporales y
el impacto generado. Algunos ejemplos:
1. El medir la cantidad de gasto en educa-
ción, y no la calidad de la misma, puede
inducir a conclusiones erróneas y generar
una brecha cada vez más grande que en
lugar de favorecer la movilidad social la
dificulte. La educación es una poderosa
herramienta de promoción social y hu-
mana. Viabiliza las capacidades laborales,
aleja a los jóvenes del delito y de la droga.
2. Ciertos programas sociales ejecutados
con objetivos a corto plazo son, en reali-
dad, poco funcionales al desarrollo de la
dignidad humana a partir del trabajo y,
en tal sentido, contrarios a la formación
de la cultura del esfuerzo.
3. Una nutrición inadecuada, la falta de
estimulación temprana y la baja cali-
dad educativa condenan a un niño a la
pobreza irreversible. Nunca habrá una
oportunidad para quien no tuvo la posi-
bilidad de alimentarse y estudiar.
Es en este punto, en el que creo fundamen-
tal el trabajo de economistas, políticos y
sociólogos. El Banco Mundial, el BID, en-
tre otros, disponen y otorgan desde hace
años recursos para programas orientados
al desarrollo. Es nuestra responsabilidad
utilizarlos inteligente y eficientemente, en
programas adaptados a nuestra idiosin-
crasia, que no solo mitiguen un problema
actual, sino que sean capaces de con-
templar las “externalidades” y los efectos
intertemporales. No todas las sociedades
reaccionan de la misma manera ante igua-
les estímulos. Está en nosotros el hacer las
cosas bien.
En síntesis, la clase dirigente o élite de un
país tiene la enorme responsabilidad de
diseñar y sostener un sistema que le per-
mita al hombre ser el dueño de su propio
destino, y no el esclavo de situaciones que
nunca eligió. De eso se trata, en esencia, la
libertad.
e m p r e s as o c i e d a d
Página 34 EMPRESA Nº206
derechos de propiedad para todos
martín Krause
En diciembre de 2010, Mohamed Bouazizi se
inmoló en la plaza del mercado de Sidi Bou-
zid, Túnez, porque una mujer policía y dos
inspectores municipales le habían confis-
cado toda su propiedad: una caja de peras
(valor, 15 dólares), una de bananas ($9), tres
de manzanas ($22) y una balanza electróni-
ca de segunda mano ($179).
El total de 225 dólares parece una suma
muy baja como para que un joven de 26
años se prenda fuego, pero era todo lo que
Bouazizi tenía para mantener a su familia y
para pagar las deudas. Nunca imaginó que
con su acto daría inicio a lo que luego se
llamó “Primavera Árabe”, cuya primera víc-
tima fue el presidente de Túnez.
Tampoco estuvo solo. En los dos meses si-
guientes a su muerte otros 35 emprendedo-
res informales pobres se prendieron fuego
en Argelia, Marruecos, Egipto y Siria. Hay
que sentirse en situaciones extremas para
actuar de esa forma.
Muchas de las grandes revoluciones de este
planeta tuvieron como origen una violación
a derechos de propiedad o elevados im-
puestos que, en definitiva, también lo son.
El ahora reconocido Tea Party en Estados
Unidos adopta ese nombre rememorando la
primera rebelión de los colonos americanos
por un aumento del impuesto sobre el té.
Tampoco desconocemos las motivaciones
que llevaron a la independencia argentina
en relación al monopolio del comercio que
forzaba la España colonial.
Datos de la informalidad
El Instituto Libertad y Democracia de Perú,
creado y dirigido por Hernando de Soto
realizó una investigación en la región y des-
cubrió que el 92% de la población de Túnez
posee inmuebles sin derechos formales de
propiedad y que el 99% de los emprendedo-
res trabajan en la informalidad.
En Libia el porcentaje es del 82% de los em-
prendedores y el 90% de los inmuebles, y
en Egipto el 85% de los emprendedores y el
90% de las propiedades. El Instituto descu-
brió que le tomaba a un egipcio diez años
obtener permiso para construir en un lote
en el desierto y un año y medio habilitar
una panadería. Se estima que los activos
informales en Egipto alcanzan un valor de
Martín Krause es Miembro del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso.
e m p r e s as o c i e d a d
“Muchos creen que la defensa del derecho de propiedad es amparar un privilegio de los ricos, pero a quien más afecta es a los pobres, señala Krause. La defensa de la propiedad privada está en la raíz de la defensa de todos los derechos humanos, comenzando por nuestro propio cuerpo, nuestras ideas y el derecho a expresarlas libremente, sobre nuestra capacidad y derecho de trabajo y sobre el ejercicio de todos los derechos contemplados en el art. 14 de nuestra Constitución. El autor profundiza en el derecho a la propiedad privada, analiza el caso de la Argentina y comparte algunos datos del Índice Internacional de Derechos de Propiedad que, bajo la inspiración del trabajo realizado por Hernando de Soto, trata de evaluar cómo y cuánto se protege el mismo en 130 países del mundo.
Invierno 2012 Página 35
347 mil millones de dólares, seis veces toda
la ayuda directa que recibiera ese país des-
de que se fuera Napoleón en 1801.
Afirma de Soto: “Para armar una empresa,
Bouazizi hubiera debido crear una pequeña
sociedad personal. Esto le requería 55 trá-
mites administrativos, que le demandarían
142 días a un costo de 3.233 dólares, el equi-
valente a su ingreso anual”.
En esencia, existe un serio problema de
inseguridad jurídica motivado por la falta
de respeto all derecho de propiedad. Nor-
malmente consideramos a este derecho, en
particular relación con los inmuebles, como
la posesión de una escritura, pero el dere-
cho va mucho más allá y se vincula con el
uso y disposición que se puede realizar del
recurso. De poco sirve tener un título si lue-
go las regulaciones impiden o traban su uso
y disposición.
La Alianza por los Derechos de Propiedad,
una institución con sede en Washington,
conformada por un conjunto de institutos
de investigación y políticas públicas de todo
el mundo, bajo la inspiración del trabajo de
Hernando de Soto, ha desarrollado el Índice
Internacional de Derechos de Propiedad que
trata de evaluar cómo y cuánto se protege
este derecho en 130 países del mundo. Su
edición 2012 ha sido presentada hace poco.
El Índice está compuesto por tres subcom-
ponentes: el entorno legal y político, la
protección del derecho a la propiedad física
y la protección de la propiedad intelectual.
Distintos indicadores internacionales se
toman para elaborar este índice compuesto.
En los cinco primeros lugares se encuen-
tran: Finlandia, Suecia, Noruega, Singapur y
Suiza. En los últimos cinco: Angola, Burun-
di, Venezuela, Libia y Yemen.
En cierta forma los resultados son sorpren-
dentes. Es verdad que no extraña encontrar
en los primeros lugares a los países men-
cionados pero, salvo Singapur, siempre han
sido asociados con estados “socialistas”
democráticos, en particular los nórdicos.
Este indicador, confirmando lo que mues-
tran otros como los de libertad económica,
muestra un panorama diferente, allí es don-
de más se protege la propiedad privada.
El caso argentino
La Argentina no se encuentra en una posi-
ción alentadora. Si bien no la ha modificado
desde el año anterior, ocupa el puesto 87
entre los 130; el puesto 14 de los 22 países
latinoamericanos que aparecen en el in-
forme y, aquí lo peor, entre los diez últimos
puestos globales en la protección del dere-
cho a la propiedad física.
La relación que esto tiene con la inversión y el
crecimiento económico es indiscutible. Si no
se protege el derecho de propiedad no habrá
inversión, nadie está dispuesto a invertir su
capital donde pueda ser expropiado tanto sea
directamente como indirectamente a través
de regulaciones e impuestos. Sin inversión no
hay crecimiento económico ni progreso.
En el caso argentino, además, su mala ca-
lificación en la protección del derecho a
la propiedad física está relacionada con la
falta de acceso al crédito hipotecario. Cues-
e m p r e s as o c i e d a d
Krause: “‘La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley. La posición que tenemos en el Índice Internacional de Derechos de propiedad nos muestra cuán lejos nos hemos alejado de esos principios fundacionales”.
Página 36 EMPRESA Nº206
ta creer que se pueda acceder a la vivienda
cuando hay que pagarla al contado y en dó-
lares. Esto afecta a todos, por supuesto, pero
más a los pobres, quienes tal vez podrían
pagar una cuota a 30 años, pero les resulta
imposible hacerlo todo de una vez.
El resultado son las villas. Y allí no sola-
mente carecen del documento oficial que
garantiza su propiedad, seguramente la del
único activo importante que poseen como
es su casa, sino que también ven limitado
su uso y disposición, no ya por las regula-
ciones que no se cumplen en la informa-
lidad sino por la imposibilidad de acceder
al sistema legal y las ventajas de contratos
formales. También padecen quienes tienen
derechos formales sobre propiedades ocu-
padas con un gobierno que no se molesta
en afirmar ese derecho y sacar a los ocu-
pantes ilegales.
En otro ámbito, también ven violado su
derecho quienes ahora tienen prohibido im-
portar y no pueden disponer de su propie-
dad en la forma que hubieran deseado.
O quienes vieron perder sus depósitos conver-
tidos arbitrariamente a pesos, o sus ahorros
en las AFJP, o quienes vieron prohibidas sus
exportaciones, o no pueden fijar los precios de
“sus” productos según su preferencia.
La defensa del derecho de propiedad
Muchos creen que la defensa del derecho
de propiedad es amparar un privilegio de
los ricos, pero a quien más afecta es a los
pobres. Es más, la defensa de la propiedad
privada está en la raíz de la defensa de todos
los derechos humanos, ya que la primera
propiedad que tenemos es la de nuestro
propio cuerpo. El desarrollo del derecho de
propiedad no fue solamente un elemento
clave para el desarrollo del capitalismo, fue
una forma de limitar el poder absoluto del
gobernante, quien no podía ingresar a la pro-
piedad del súbdito sin su aprobación. Según
“derecho de pernada", el señor feudal podía
mantener relaciones sexuales con cualquier
doncella de su feudo que se casara con uno
de sus siervos. Este derecho no existe desde
que se afirmó la “propiedad” que la doncella
tiene sobre su propio cuerpo.
También es la propiedad que tenemos sobre
nuestro cerebro y por ende sobre nuestras
ideas y el derecho a expresarlas libremente.
Y sobre nuestra capacidad de trabajo que
nos da el derecho a trabajar y ejercer toda
industria lícita, de navegar y de comerciar,
de peticionar a las autoridades; de entrar,
permanecer, transitar y salir del territorio
argentino; de publicar nuestras ideas por la
prensa sin censura previa; de usar y dispo-
ner de nuestra propiedad; de asociarnos con
fines útiles; de profesar libremente nuestro
culto; de enseñar y aprender.
Tal vez suenen familiares estas palabras.
Son las del artículo 14 de nuestra Constitu-
ción, que en su artículo 17 vuelve sobre el
tema: “La propiedad es inviolable, y ningún
habitante de la Nación puede ser privado de
ella, sino en virtud de sentencia fundada en
ley”. La posición que tenemos en el Índice
Internacional de Derechos de propiedad nos
muestra cuán lejos nos hemos alejado de
esos principios fundacionales.
e m p r e s as o c i e d a d
Cuesta creer que se pueda acceder a la
vivienda cuando hay que pagarla al contado y en
dólares. Esto afecta a todos, por supuesto, pero
más a los pobres, quienes tal vez podrían pagar una cuota a 30 años, pero les resulta imposible hacerlo
todo de una vez.
Invierno 2012 Página 37
e m p r e s ae c o n o m í a
mi padre es biólogo
félix sammartino
“Mi padre es biólogo, economista, quími-
co, meteorologista, nutricionista, botánico
y mecánico. Pero yo simplemente le digo
productor agropecuario”. A esta vieja hu-
morada, que hace alusión a lo complejo de
la actividad, deberíamos agregarle el oficio
de equilibrista, un acróbata que mantiene
la vertical a pesar que el escenario de los
últimos meses es tan cambiante como el de
una montaña rusa.
De manera completamente infrecuente,
la seca y la inundación estuvieron pre-
sentes en la última campaña agrícola. De
la falta de agua en los meses de noviem-
bre, diciembre y gran parte de enero, que
castigó los rindes de maíz y soja, a las
inundaciones en el noroeste bonaerense
de estos días. El resultado será una me-
nor cosecha a la prevista inicialmente y
mucha menos plata en todo el circuito
comercial. Se calcula una pérdida de in-
gresos de 4.000 millones de dólares. Las
estimaciones de cosecha, que se vienen
corrigiendo a la baja, en el caso de la soja
ya perforaron la barrera de las 40 millones
de toneladas, cuando el año pasado fue
de 48,5 millones. El dato es relevante si se
tiene en cuenta que el complejo sojero es
el responsable del 25% de las divisas que
ingresan por exportaciones.
Sin embargo, no son los fenómenos climá-
ticos extremos los que mueven más el piso
de los productores-equilibristas, ni del resto
del sector agropecuario. Hay una especie de
dèja vu de los años noventa flotando en el
ambiente. “Estamos en una economía que
comienza a parecerse cada vez más a la
de los años de la convertibilidad. Hay una
clara pérdida de competividad debido a una
inflación de dos dígitos anuales que nadie
controla y que ya lleva más de cinco años”,
se alarmaba un industrial lácteo.
Tal como está planteada la macroeconomía,
el 2012 ya no propone alto crecimiento sino
alta inflación. Esto requiere de habilidades
en el empresariado para manejarse con me-
nos recursos, menos previsibilidad, menos
acceso al capital y con más volatilidad de
precios.
Y por supuesto está el dólar, que ignorarlo
en la economía argentina supone el mis-
mo ejercicio de querer tapar el sol con las
manos. Vale recordar que la economía ar-
gentina es en los hechos bimonetaria por la
tenencia en dólares billete de su población,
1.300 dólares por persona. Los movimientos
del billete americano en todas sus variacio-
nes cromáticas, verde, negro y blue también
definen la marcha de las actividades pro-
ductivas.
Féliz sammartino es Ingeniero Agrónomo. Fue fundador de la revista Infortambo y Gerente general de Expoagro. Actualmente es Prosecretario de Redacción en la sección Campo del diario La nación.
Página 38 EMPRESA Nº206
Dentro de las habili-
dades de equilibris-
ta, que le son ahora
necesarias al pro-
ductor agropecua-
rio, está la de en-
frentar una mayor
presión impositiva
sin perder del todo
lo estribos. Los im-
puestazos inmobi-
liarios del orden del
500% que están por
caer en las provin-
cias de Entre Ríos
y Buenos Aires son,
en realidad, como la
frutilla de un postre que arranca con las re-
tenciones. La Sociedad Rural de Rojas con-
feccionó una serie de planillas con informa-
ción de los rindes de la campaña 2011-2012
y la incidencia de los distintos impuestos y
tasas. Concluyen que de los 3484 pesos por
hectárea que dejaría la venta del cereal,
menos los costos de implantación y estruc-
tura de la explotación, el Estado les lleva
hoy el 87%. Con el impuestazo inmobiliario,
el Estado se llevaría el 122%, es decir que la
presión impositiva superaría al resultado.
“Deberíamos vender tierra para pagar los
impuestos”, afirman.
Se entiende entonces por qué las moviliza-
ciones y protestas de los últimos días ten-
gan un tono parecido a la de los primeros
días de la revuelta por la Resolución 125.
Es el comercio, estúpido
Ahora bien, el problema más grande que
enfrenta el agro no tiene que ver con las
circunstancias climáticas y económicas
que dominan el primer semestre del 2012,
sino el diseño que presenta nuestro país
para aprovechar la demanda mundial de
alimentos.
Una oportunidad que sigue estando en pie.
Basta observar los precios tonificados de
los commodities hasta de las carnes en los
mercados internacionales. Pero lo cierto es
que a las trabas comerciales y a la incer-
tidumbre que rodean a toda la actividad
exportadora, ahora se le agrega la guerra de
aduanas con Brasil y la Unión Europea por
las restricciones a las importaciones, un fre-
no inexplicable para explotar al ciento por
ciento esta tendencia mundial. De más está
decir que ninguno de los países productores
de alimentos tienen políticas de desaliento
a la actividad.
Quizás todo parta de un falso concepto que
sigue vigente: la “mesa de los argentinos”.
Es decir, la idea que puede llegar a faltar ali-
mentos, carne, trigo o leche en el mercado
interno por lo que es necesario restringir las
exportaciones. La idea no deja de ser es-
trafalaria si se tiene en cuenta la evidencia
que nuestro país produce ocho veces más
alimentos que los que requiere para el con-
sumo interno.
Sin embargo, el concepto sigue vigente al
igual que todos los mecanismos de inter-
vención de los mercados. El resultados es
que al desconectar los precios internos de
lo que ocurre en el mundo, se desenchu-
fan también las señales y los estímulos a
la producción.
Todo este cuadro de incertidumbre que es
perjudicial para la comercialización de los
commodities se convierte en una limitación
extrema o una mochila muy pesada para
vender alimentos en el mundo con mayor
grado de elaboración.
Hace menos de un mes, visitó nuestro
país una delegación de neozelandeses,
liderada por el dirigente Alistar Polson,
que venían con el objetivo de generar re-
laciones con distintos actores del sector
agroalimentario. Vale decir que Nueva
Zelanda encabeza el ranking mundial de
exportadores en lácteos, carne ovina, y es
el segundo en lana, ubicándose en el duo-
décimo lugar entre los exportadores de
alimentos del mundo.
e m p r e s ae c o n o m í a
El problema más grande que enfrenta
el agro no tiene que ver con las
circunstancias climáticas y económicas
que dominan el primer semestre del
2012, sino el diseño que presenta
nuestro país para aprovechar la demanda
mundial de alimentos.
Invierno 2012 Página 39
En su visita, los neozelandeses también
tuvieron tiempo de recordarnos cuestiones
elementales. La primera es que todo proce-
so productivo comienza en el mercado, en
el comercio, y no en la producción. Por caso,
y para comprobar que estamos actualmen-
te en las antípodas de este pensamiento,
obsérvese el lugar absolutamente secun-
dario que ocupa la comercialización en el
Plan Estratégico Nacional (PEA). Plan que
fue anunciado con bombos y platillos, pero
que hasta el momento no es más que un
compilado de buenas intenciones y metas
de producción.
Según la visión neozelandesa, que básica-
mente tiene altas dosis de sentido común,
el agregar valor a esa producción tiene
sustento en la medida que exista una de-
manda. Y esa demanda hay que cuidarla
respetando las reglas básicas del comercio:
seriedad, confiabilidad, calidad de producto,
financiación, etc.
Para eso requieren de una macroeconomía
estable y predecible. Lo afirman desde su
propia experiencia. “La confianza en que
no se van a cambiar las reglas de juego es
fundamental. A diferencia de comercializar
commodities, si se quiere vender alimentos
con valor agregado se necesita tiempo, es-
fuerzo e inversiones para abrir mercados.
Hay que saber distinguir: no es lo mismo la
lechería que al soja”, afirmó por esos días
Alistair Polson.
Los neozelandeses dejaron en claro que
las mejoras productivas y tecnológicas y
el agregado de valor en sus productos van
de la mano de las cuestiones macroeco-
nómicas que no se deben descuidar como
la estabilidad y competitividad del tipo de
cambio, los costos impositivos, financieros y
de infraestructura y la acción del Estado en
materia de apertura de mercados.
Es como si nos dijeran: “Es el comercio, es-
túpido”, haciendo alusión a aquel slogan de
“es la economía…”, utilizado en la campaña
presidencial de Bill Clinton en los Estados
Unidos.
A pesar de las circunstancias poco claras
que se presentan en 2012, el momento ex-
cepcional que nos brinda el mundo como
productores de alimentos sigue presente.
No es cuestión de seguir desaprovechán-
dolo. Quizás convenga comenzar a replan-
tearse los supuestos más elementales de un
modelo que ya muestra sus limitaciones.
e m p r e s ae c o n o m í a
A las trabas comerciales y a la incertidumbre que rodean a toda la actividad exportadora, ahora se le agrega la guerra de aduanas con Brasil y la Unión Europea por las restricciones a las importaciones, que han sido un freno inexplicable para explotar al ciento por ciento esta tendencia mundial.
Página 40 EMPRESA Nº206
e m p r e s ae c o n o m í a
el problema de la inconsistencia temporal y la ausencia de políticas económicas “de estado”
carlos e. J. m. Zarazaga
La incapacidad de sostener en el tiempo
políticas económicas de Estado que tras-
ciendan el gobierno de turno se menciona
frecuentemente como uno de los factores
que le impide a nuestro país alcanzar los
niveles de vida actuales de Australia o Ca-
nadá, naciones con las que hace un siglo se
nos comparaba favorablemente.
Los ejemplos que suelen invocarse para
ilustrar esta deficiencia abundan. El más
reciente, con repercusiones internaciona-
les, fue la aprobación por el Congreso -el 3
mayo de este año- de una ley que estatizó
la empresa petrolera YPF, que solo trece
años antes había sido privatizada también
por decisión del Congreso.
Mucho más representativos de las dificul-
tades de la sociedad argentina para man-
tener políticas económicas de Estado son
los vaivenes a los que han sido sometidos
la independencia del Banco Central y el
régimen jubilatorio.
Como se recordará, en 1992 el Congreso
consagró la independencia del Banco Cen-
tral en una nueva carta orgánica, que puso
Carlos Zarazaga es Economista Investigador y Asesor para Asuntos Económicos Latinoamericanos de la Reserva Federal de Dallas.Los puntos de vista aquí expresados son exclusivos del autor y no reflejan necesariamente los de la Reserva Federal de Dallas o del Sistema de la Reserva Federal.
La falta de capacidad o inconsistencia para mantener políticas económicas de Estado, que superen la coyuntura y los gobiernos de turno, constituye una de las principales demandas para pensar un país en serio. “¿Por qué en algunos países el problema parece permanecer en estado latente, mientras que en otros se manifiesta con particular virulencia?”, se interroga Zarazaga.
El autor analiza el caso de la Argentina y nos invita a encontrar una respuesta al interrogante planteado desde la perspectiva del “problema de la inconsistencia temporal” propuesta por los Premios Nobel de Economía, Finn Kydland y Edward Prescott. Zarazaga argumenta que los inconvenientes de muchos países para sostener políticas de Estado pueden no ser más que manifestaciones de ese problema, que se origina, paradójicamente, en gobiernos benevolentes, pero que tienden a evaluar políticas económicas con un enfoque secuencial, que las sociedades favorecen casi natural e instintivamente, por sobre la visión intertemporalmente integradora que sería la adecuada.
Finalmente, el autor discute posibles remedios a ese problema de la inconsistencia temporal y, por extensión, a la proverbial dificultad de nuestro país para implementar verdaderas políticas de Estado.
Invierno 2012 Página 41
fin a la práctica de financiar déficits fiscales
con emisión, responsable por el estallido
hiperinflacionario de 1991, así como del
de 1989. Pero nueve años más tarde, esa
independencia fue violada en los hechos,
cuando el Banco Central fue forzado a ad-
quirir bonos del gobierno con reservas que
estaban respaldando la estabilidad de la
moneda local.
Una suerte parecida corrió el régimen de
jubilaciones privadas, que tras ser creado
también por ley sancionada por el Congreso
en 1993, fue desmantelado ocho años más
tarde en los hechos; primero, cuando las
administradoras de los fondos de pensión
fueron obligadas a aumentar sus tenencias
de bonos del gobierno, que poco más tarde
se declararían en cesación de pagos, y des-
pués cuando se les pesificaron los depósitos
en dólares que tenían en cartera. Legisla-
ción posterior, del año 2008 para el caso de
las jubilaciones, y de este año para el caso
del Banco Central, no hizo más que derogar
formalmente lo que ya había sido derogado
en la práctica.
A esta lista de ejemplos puede sumarse la
Ley de Intangibilidad de los Depósitos de
agosto de 2001, seguida casi inmediata-
mente por el tristemente célebre “corralito”
que de hecho los confiscó; la pesificación
de los depósitos en dólares previa enfática
aseveración de que “él que depositó dólares,
recibirá dólares”; y muchos otros que los
lectores seguramente podrán aportar.
Es tentador culpar a una “clase dirigente”
inepta o negligente, cuando no corrupta,
por cambios de política tan impredecibles y
pronunciados, incluso en direcciones opues-
tas. De hecho, esta interpretación “ineptista”
o “moralista” de la dificultad común a mu-
chos países de sostener políticas de Estado
era la predominante entre economistas y
politólogos hasta 1977. Fue en ese año que
Kydland y Prescott sorprendieron al mundo
con una explicación casi opuesta, en unos
de los trabajos que les valió el premio Nobel
de Economía 2004.
El paradójico hallazgo de estos laureados
fue que las dificultades para mantener
consistentemente en el tiempo políticas
económicas óptimas (“políticas de Estado”,
en la jerga cotidiana) no las crean una cla-
se dirigente incompetente o corrupta, sino
todo lo contrario, políticos y funcionarios
bienintencionados, celosamente dedicados
a verificar periódicamente que las políticas
adoptadas en el pasado sigan siendo las
más beneficiosas para la sociedad en el pre-
sente y, en caso contrario, a reemplazarlas
por las que sí parezcan cumplir con ese re-
quisito de allí en más.
En síntesis, Kydland y Prescott descubrieron
que el sutil “problema de la inconsistencia
temporal” lo crean gobiernos benevolentes
pero hiperactivos, en el sentido de que to-
man decisiones con el protocolo secuencial
-es decir, período a período- que las socie-
dades tienden a favorecer casi natural e
instintivamente. Una pregunta importante
es por qué en algunos países el problema
parece permanecer en estado latente, mien-
tras que en otros se manifiesta con particu-
lar virulencia. La siguiente analogía puede
e m p r e s ae c o n o m í a
Zarazaga: “Tal vez, una de las razones por las que la Argentina parece tener más dificultades en sostener en el tiempo políticas de Estado (óptimas, en términos técnicos) que otros países, es que en éstos los decretos de necesidad y urgencia han sido la excepción, mientras que en el nuestro han sido la norma.”
Página 42 EMPRESA Nº206
e m p r e s ae c o n o m í a
ser útil para empezar a pensar la respuesta
a esta importante pregunta.
Una analogía pedagógica
Un prestigioso profesor se apresta a dictar,
por primera vez, un curso introductorio a la
teoría de control óptimo en una universidad
privada. El catedrático, interesado en que
los alumnos aprovechen la oportunidad de
aprender al máximo, crea los incentivos para
que estudien concienzudamente comuni-
cándoles el primer día de clases que el crite-
rio de evaluación será un examen al final del
curso. A medida que éste avanza, el astuto
profesor presenta a los alumnos problemas
similares a los que incluirá en la evaluación
final, pero sin revelar la solución.
Aterrorizados por la
complejidad de los
problemas, y con la
posibilidad de no
aprobar el examen,
los alumnos le de-
dican a la materia
tantas horas de es-
tudio que empiezan
a resolver los pro-
blemas con bastante
facilidad. Convencido
y satisfecho del nota-
ble progreso de todos
sus estudiantes, el
último día del curso
el profesor decide aprobarlos sin examen final,
porque cumplido su propósito, este criterio de
evaluación ha perdido su razón de ser.
La analogía reside en la revelación de que
la historia, que se acaba de narrar, ocurrió
en el mundo virtual de un videojuego, en el
que participaron los padres de los alumnos
que debían abonar la matrícula de inscrip-
ción al curso, que sí iba a dictar un profesor
de carne y hueso.
Los padres concluyeron, tras su exposición
al videojuego, que sus hijos eran dema-
siados avispados como para no anticipar
que en el último día del curso, la opción de
cancelar el examen final se le presentará al
catedrático que lo va a dictar como la mejor
para todos. Temiendo por lo tanto que sus
hijos no estudien, los padres decidieron no
pagar la matrícula y el curso se canceló por
falta de interés.
Lo paradójico de la analogía, y que capta la
esencia del problema de la inconsistencia
temporal, es que son las mismísimas bue-
nas intenciones del profesor real, puestas
en evidencia por el videojuego, las que ter-
minan produciendo un resultado perjudi-
cial para todos: los alumnos se quedan sin
aprender teoría de control óptimo, el profe-
sor sin los correspondientes honorarios, y la
universidad sin recursos ni prestigio.
La analogía revela además dos de las condi-
ciones necesarias para la aparición del pro-
blema de la inconsistencia temporal:
1) Una entidad con el poder exclusivo de
tomar decisiones que afectan a un gran
número de unidades individualmente de-
masiado pequeñas como para influir en
esas decisiones
2) Un protocolo secuencial de decisiones,
por el que las políticas se eligen período
a período, en lugar de una vez y para
siempre.
Mecanismos para combatir el problema de la inconsistencia temporal
La identificación de las causas de la incon-
sistencia temporal, que la analogía hizo
posible, permite intentar dar respuesta a la
pregunta que la motivó:¿por qué algunos
países parecen ser más exitosos que otros
en mantener ese problema bajo control? La
respuesta tentativa es que la diferencia está
en la efectividad con que distintos países
han sabido erradicar las condiciones nece-
sarias para la manifestación del problema.
Reformas constitucionales que buscan
la perpetuación de funcionarios en
el poder exponen a los países que
las introducen a manifestaciones
particularmente perversas del problema
de la inconsistencia temporal.
Invierno 2012 Página 43
e m p r e s ae c o n o m í a
Sobre la primera de esas condiciones necesa-
rias, la concentración del poder de decisión
sobre políticas económicas en una persona o
cuerpo jurídico, pueden operar mecanismos
institucionales tales como la división de pode-
res y límites al número de períodos a la reelec-
ción para cargos particularmente influyentes.
Muchas naciones han sabido respetar estos
mecanismos a lo largo de su historia. La-
mentablemente en el caso de la Argentina,
la efectividad de la división de poderes ha
sido dañada severamente por una larga su-
cesión de dictaduras y por la delegación de
facultades del Poder Legislativo en el Ejecu-
tivo que ha sido práctica habitual desde la
restauración de la democracia en 1983.
Tal vez, una de las razones por las que la
Argentina parece tener más dificultades en
sostener en el tiempo políticas de Estado (óp-
timas, en términos técnicos)que otros países,
es que en éstos los decretos de necesidad
y urgencia han sido la excepción, mientras
que en el nuestro han sido la norma.
La misma observación cabe con respecto
a límites al número de reelecciones para
puestos clave: reformas constitucionales
que buscan la perpetuación de funcionarios
en el poder exponen a los países que las
introducen a manifestaciones particular-
mente perversas del problema de la incon-
sistencia temporal.
Entre los mecanismos capaces de controlar
la otra condición necesaria mencionada
para la aparición del problema de la incon-
sistencia temporal, el protocolo de decisio-
nes secuenciales, está el que utilizó México:
para resguardar la independencia de su
Banco Central de las revisiones periódicas a
la que solía someterla cada nueva adminis-
tración, ese país finalmente la estableció en
su Constitución en 1994.
Pero el primer paso en la solución de todo
problema es discernir su esencia. Ojalá esta
y estas reflexiones hayan hecho un aporte
a la comprensión de la sutil naturaleza del
problema de la inconsistencia temporal
que, como se argumentó, podría ser una
de las causas de la proverbial dificultad de
nuestro país para implementar políticas de
Estado.
La incapacidad de sostener en el tiempo políticas económicas de Estado que trasciendan el gobierno de turno se menciona frecuentemente como uno de los factores que le impide a nuestro país alcanzar los niveles de vida actuales de Australia o Canadá, naciones con las que hace un siglo se nos comparaba favorablemente.
Página 44 EMPRESA Nº206
e m p r e s ae t i c a
Las empresas frente a la penalización del soborno transnacional “La insuficiencia de las penalidades previstas en las jurisdicciones de los funcionarios presuntamente sobornados o sobornables estaba a la vista. Si el negocio era importante, generalmente, el funcionario también lo era y estaba en aptitud de influir sobre la justicia de su propio Estado para obtener impunidad. La mayor parte de los sobornos tenía lugar en países en vías de desarrollo, con sistemas administrativos y judiciales muy débiles frente al poder político o económico”, señala Carlos Manfroni, al revivir el escenario que motivó, al entonces presidente Carter a promover, en los Estados Unidos, un proyecto de ley aprobado por el Congreso de ese país como la Foreign Corrupt Practices Act, conocida por sus siglas: FCPA.
El autor profundiza en sus alcances y la legislación aplicada. “Una ley, define Manfroni, que resultó temible, no tanto porque se haya aplicado con demasiada frecuencia, sino por su efecto disuasivo.
carlos a. manfroni
El temor de las empresas
Después de la finalización del famoso caso
Watergate, en los Estados Unidos, que
concluyó con la renuncia del presidente
Richard Nixon, el Congreso de ese país ini-
ció una serie de investigaciones colaterales
relacionadas con la corrupción. Una de
esas investigaciones incluía una encuesta
organizada entre compañías americanas.
Ese estudio reveló que casi 400 corporacio-
nes de los Estados Unidos habían ganado
negocios en otros países, principalmente
del tercer mundo, gracias a que habían pa-
gado sobornos a los funcionarios públicos
de las naciones donde operaban. Semejante
descubrimiento desató un escándalo en la
opinión pública norteamericana.
Es necesario tomar en cuenta, al respec-
to, que como cada distrito electoral de los
Estados Unidos elige un solo diputado, el
candidato queda muy expuesto a la opinión
de la gente, sin que el partido pueda servir
de filtro, lo cual es altamente positivo para
el sistema.
Ante la situación revelada, el presidente
Jimmy Carter, que hacía poco tiempo había
llegado al poder, instado por el Departa-
mento de Estado, que tiene a su cargo la po-
lítica exterior, impulsó medidas encamina-
das a penalizar los sobornos a funcionarios
de otros países; una conducta que, para ese
momento, no estaba sancionada en lugar
alguno. Por supuesto, siempre existieron
penalidades para el cohecho en cualquier
jurisdicción a la que perteneciera el funcio-
nario sobornado, pero ningún país aplicaba
penas a los empresarios que dieran sobor-
nos a funcionarios de otros Estados. Al con-
trario, había algunos, como Alemania, que
permitían descontar el soborno, como si
fuera un gasto más, para el pago de los im-
puestos, hasta un monto del diez por ciento
del total de la operación.
La insuficiencia de las penalidades previs-
tas en las jurisdicciones de los funcionarios
presuntamente sobornados o sobornables
estaba a la vista. Si el negocio era impor-
tante, generalmente, el funcionario también
lo era y estaba en aptitud de influir sobre
Carlos Manfroni fue miembro del Grupo de Expertos de la OEA que redactó la Convención Interamericana contra la Corrupción. Es autor -entre otros- del libro soborno transnacional (Ed. Abeledo - Perrot) y asesora a empresas sobre la aplicación de la foreign corrupt practices act (FCPA).
Invierno 2012 Página 45
e m p r e s ae t i c a
la justicia de su propio Estado para obtener
impunidad. En una proporción muy alta,
los jueces a los cuales debían responder los
funcionarios no eran los que tenían mejor
disposición para investigar.
La mayor parte de los sobornos tenía lugar
en países en vías de desarrollo, con siste-
mas administrativos y judiciales muy débi-
les frente al poder político o económico.
La iniciativa del presidente no tuvo un trán-
sito fácil hacia su sanción. Durante un al-
muerzo en Buenos Aires, pregunté a Jimmy
Carter si debió soportar muchas presiones
de las compañías de su país, en oposición a
la posibilidad de recibir penalidades que las
corporaciones de otras nacionalidades no
tenían. El ex presidente me respondió que,
efectivamente, las empresas americanas
alegaban que quedarían en desventaja en
relación con sus competidoras europeas y
que eso significaría la ruina del comercio
para los Estados Unidos. “Pero preferimos
allanar el terreno y hacer un esfuerzo para
conseguir que los otros fueran más éticos,
en lugar de ser nosotros más corruptos”,
concluyó en su respuesta.
Finalmente, el Congreso aprobó la Foreign
Corrupt Practices Act, conocida por sus si-
glas: FCPA; una ley que resultó temible, no
tanto porque se haya aplicado con demasia-
da frecuencia, sino por su efecto disuasivo.
La FCPA
La FCPA estableció, desde el comienzo, la
jurisdicción federal, ya que -de algún modo
no expresado- el gobierno quiso que la
persecución de aquellos empresarios que
sobornaran a funcionarios de otros países
fuera considerada parte de la política ex-
terior de los Estados Unidos. A tal efecto,
se empleó un recurso de uso corriente en
aquel país: el correo. La ley, en términos
simplificados, comienza diciendo que está
prohibida la utilización del correo o de cual-
quier medio de comercio interestatal para
sobornar a funcionarios de otros países. Por
“medios de comercio interestatal” puede en-
Lo que diferencia al soborno transnacional del soborno doméstico es que el fin mediato que tiene en vista quien lo da es la obtención o conservación de un negocio o de una ventaja vinculada con un negocio.
Página 46 EMPRESA Nº206
tenderse cualquier cosa que trascienda las
fronteras de los Estados Unidos: una carta,
un e mail, una llamada de teléfono, un fax,
una transferencia bancaria o, incluso, un
traslado físico del empresario hacia un des-
tino exterior. De hecho, todos esos ejemplos
alguna vez fueron parte de casos reales que
llegaron a los tribunales federales.
Por funcionario público extranjero se en-
tiende cualquier persona que ocupe una
posición oficial, sea en lo que nosotros
denominaríamos administración central o
bien en la administración descentralizada
y aun en una empresa total o parcialmente
estatal. Se han registrado casos de emplea-
dos que trabajan contratados por el Estado
durante un término muy breve en el día y,
después, ejercen su profesión en la activi-
dad privada; pero así y todo, han sido con-
siderados funcionarios públicos. También
se penaliza el soborno a partidos políticos
o a candidatos políticos y, a partir de 1998,
incluso el que se pagare a un funcionario de
un organismo internacional.
Para que la ley pueda aplicarse, debe haber
habido una entrega o promesa de dinero
o de cualquier cosa de valor pecuniario, o
aun una ventaja no económica, sea para el
funcionario o para un tercero que de algún
modo esté vinculado con él. Esa entrega o
promesa debe haber sido hecha para conse-
guir que el funcionario haga o deje de hacer
algo en el ejercicio de su cargo.
Hasta ahí, no existen diferencias entre la
caracterización del soborno transnacional
y el soborno doméstico, conocido por todos;
salvo que, en el soborno transnacional,
quien aplica el castigo es el juez de la juris-
dicción a la que responde el particular que
ofreció u otorgó el beneficio, sin perjuicio de
lo que hagan los jueces de los tribunales de
la jurisdicción del funcionario.
Pero lo que diferencia al soborno transna-
cional del soborno doméstico es que el fin
mediato que tiene en vista quien lo da es la
obtención o conservación de un negocio o de
una ventaja vinculada con un negocio. Esto
es lógico, porque no sería realista pedir a la
jurisdicción federal de los Estados Unidos
que persiga a cada uno de los ciudadanos
de ese país que soborne a un policía de otra
parte del mundo a fin de eludir una multa
de tránsito, por ejemplo. Por eso, la ley tiene
excepciones expresas. No se penalizan los
sobornos pagados para conseguir acelera-
ción de trámites, energía eléctrica o teléfo-
nos más rápidamente, horarios especiales de
atención de los empleados públicos, etc. Sin
embargo, si alguno de esos beneficios resul-
tara determinante para la obtención del ne-
gocio, caerían de todos modos dentro de las
penalidades del soborno transnacional.
Es posible imaginar la situación de un ge-
rente que llega a una licitación después de
haberse vencido el plazo para entregar las
ofertas, y paga para que le habiliten un ho-
rario especial a fin de entregar su sobre. En
ese supuesto, la habilitación de un horario
especial lo ha puesto en una condición de
desigualdad respecto de sus competidores.
Esto es fundamental, porque en realidad,
lo que la FCPA busca proteger es un bien
jurídico que pertenece a la comunidad
mundial, que es la libre y leal competencia
internacional. En esto se diferencia del so-
borno común y corriente, cuya penalización
Manfroni: “Lo que la FCPA busca proteger es un bien jurídico que pertenece a la comunidad mundial, que es la libre y leal competencia internacional. En esto se diferencia del soborno común y corriente, cuya penalización protege la integridad de la propia administración pública”.
e m p r e s ae t i c a
Invierno 2012 Página 47
protege la integridad de la propia adminis-
tración pública.
Respecto de la persona que promete o en-
trega el soborno, puede ser una empresa
americana, sus filiales en el exterior, los em-
pleados de la casa matriz o de las filiales, un
tercero que haga de intermediario, un simple
particular que tenga un negocio en los Esta-
dos Unidos u organizado bajo las leyes de los
Estados Unidos y cualquier corporación que
cotice en la bolsa de ese país. Esta última ca-
tegoría ha resultado nefasta para compañías
europeas cuyas acciones se venden en la
New York Stock Exchange (NYSE) y que caye-
ron bajo el peso de la FCPA.
Está claro que puede ser cualquier tipo de co-
tización, incluidas las del Nasdaq, que resulta
idónea para habilitar la jurisdicción de los
tribunales federales de los Estados Unidos. De
hecho, la persecución penal la puede realizar
el Departamento de Justicia, por medio de sus
fiscales, o la Securities and Exchange Com-
mission (SEC), un equivalente a nuestra Co-
misión Nacional de Valores, pero con un enor-
me poder de policía. También pueden actuar
ambos conjuntamente, lo cual es frecuente.
Los gastos fronterizos
Si bien, entre las excepciones, la FCPA con-
templa los gastos para promoción de un
producto -como sería el caso del pago de
viajes a funcionarios para visitar la planta
donde se fabrican los bienes que se ofre-
cen-, las empresas deben tomar en cuenta
que no pueden excederse en estos desem-
bolsos. Existe jurisprudencia que muestra
la aplicación de penalidades a empresas
que pagaron costos en exceso por viajes
de funcionarios de otros países, tales como
los pasajes y alojamiento de la familia del
e m p r e s ae t i c a
Página 48 EMPRESA Nº206
funcionario, excursiones turísticas, etc. Es
conveniente consultar, antes de realizar un
desembolso de tal naturaleza.
Los empresarios también deben cuidar otro
tipo de invitaciones que excedan lo razona-
ble, como banquetes demasiado frecuentes
o entradas para espectáculos costosos, y
aun beneficios especiales, como minutos
libres de teléfonos celulares para uso parti-
cular del empleado público, servicios médi-
cos sin cargo, etc.
Las penas
Algo que los empresarios de compañías nor-
teamericanas saben es que las leyes penales
de los Estados Unidos y, específicamente de
la FCPA, alcanzan tanto a las personas físi-
cas como a las instituciones. Como es obvio,
las instituciones no pueden ser encarcela-
das, pero pagan severas multas.
Si bien la FCPA con-
templa un tope de
dos millones y me-
dio de dólares, quien
torpemente quisiera
hacer una ecuación
“costo-beneficio”
se encontraría con
algunas sorpresas.
Existen disposicio-
nes generales del
Código Federal de
los Estados Unidos
que autorizan a los
fiscales a perseguir
a las personas físi-
cas o jurídicas con
penas que pueden
llegar hasta el doble
de lo que obtuvieron
gracias al delito, o
el doble de lo que
hicieron perder a otros mediante su acción
ilegal. Así es como algunas corporaciones
han llegado a pagar multas que superan los
ochocientos millones de dólares.
Además, las personas físicas -empleados,
gerentes, directores- pueden ser sancio-
nados con prisión de hasta cinco años y
multas de hasta cien mil dólares, que no
pueden ser subsidiadas por la empresa.
Adicionalmente, las agencias de los Estados
Unidos están autorizadas a rescindir con-
tratos y excluir de la lista de proveedores a
las compañías que hayan sido condenadas
por violación a la FCPA.
Los fiscales y la SEC pueden aliviar y has-
ta condonar las penas cuando las compa-
ñías hubieran dado previamente capacita-
ción a su personal acerca de los alcances
de la FCPA.
Debe considerarse que cualquier emplea-
do, sea o no ciudadano de los Estados
Unidos, puede ser perseguido por viola-
ción a las disposiciones contra el soborno
transnacional.
Finalmente, la penalización por soborno
transnacional no excluye otras sanciones
criminales, como por ejemplo, la que deriva
de la Exchange Act, por alteración o false-
dad en los asientos contables, aun cuando
esto se hubiera hecho para ocultar los actos
prohibidos por la FCPA.
Otros países
A partir de la Convención Interamericana
contra la Corrupción, en 1996, y de la Con-
vención de la Organización para la Coope-
ración y el Desarrollo Económico (OCDE), en
1997, todos los países con alguna relevancia
en el mundo ya cuentan con legislación
similar a la FCPA, aunque ninguna es tan
extensa y detallada.
Las empresas deben asesorarse sobre la le-
gislación de sus respectivos países de origen
contra el soborno transnacional y también
sobre la FCPA, si es que cotizan en la Bolsa
de los Estados Unidos. El precio de no ha-
cerlo puede resultar muy alto.
e m p r e s ae t i c a
Existe jurisprudencia que muestra la
aplicación de penalidades a empresas
que pagaron costos en exceso por
viajes de funcionarios de otros países,
tales como los pasajes y alojamiento
de la familia del funcionario,
excursiones turísticas, etc. Es
conveniente consultar, antes de realizar
un desembolso de tal naturaleza.
Invierno 2012 Página 49
e m p r e s ate c n o l o g í a
ciencia pura, ciencia aplicada y tecnología:
el problema de la demarcación
Luis a. de vedia
La consideración de algunos de los proble-
mas filosóficos y metodológicos relaciona-
dos con la ciencia aplicada y la tecnología
tiene un origen tan remoto como la filo-
sofía misma. En efecto, Aristóteles ya se
ocupó de algunos de ellos, diferenciando
claramente entre techne y episteme. Es así
que techne o conocimiento productivo, se
refiere a la capacidad de hacer, a través
de un proceso de razonamiento. En este
sentido, techne no trata con objetos que son
necesarios o acordes con la naturaleza,
sino con cosas que pueden convertirse en
otras por la acción de un agente huma-
no. Desde entonces y hasta nuestros días,
prácticamente todos los pensadores que
se ocuparon de la filosofía de la ciencia lo
han hecho también en alguna medida de
la tecnología, aunque por supuesto sin em-
plear este término moderno.
Desde Francis Bacon, pasando por Karl
Popper, Kant, Heidegger hasta llegar a
nuestro Mario Bunge, abarcando más de
veinte siglos, se desarrolló una filosofía de
la ciencia que es aún hoy, sin duda, uno de
los campos más ricos de la especulación
filosófica. En cambio, la filosofía de la tec-
nología, no parece haber tenido un desa-
rrollo simétrico al de la ciencia y, a pesar
de que hoy son cada vez más numerosos
los estudiosos del tema, este se encuentra
todavía en un estadio que podemos califi-
car de insatisfactorio. Esto puede deberse
en parte a la tradición escolástica que
siempre otorgó mayor jerarquía intelec-
tual a la búsqueda del conocimiento per se
que a la solución de problemas concretos.
Otra razón puede estar dada por el he-
cho de que la introducción de una nueva
tecnología no constituye meramente una
intervención en la naturaleza. Es también
una intervención en el mundo humano,
lo que inevitablemente le agrega una di-
mensión social y económica, que hace al
proceso de innovación tecnológica más
complejo que el de desarrollo científico.
La innovación tecnológica es un proceso
que, comenzando con la invención, conti-
Luis A. de Vedia es Ingeniero Electricista (UNLP) y Master of science (Cranfield Institute of Technology, UK). Prof. Titular Ordinario en el Instituto de Tecnología Prof. Jorge A. sábato (UNsAM-CNEA), y Prof. Consulto Asociado de la FIUBA. Miembro titular de la Academia Nacional de Ciencias y de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. El presente artículo -al que se le han omitido las refe-rencias- ha sido elaborado por el autor con la colabo-ración para su edición de Eduardo R. Alsina.
Existe, a menudo, una considerable confusión acerca de la distinción entre ciencia pura y ciencia aplicada, y más aún entre ésta y tecnología. El científico aplicado se ocupa de la tarea de descubrir aplicaciones para la teoría pura, mientras que el tecnólogo trata
con problemas más cercanos a la práctica.
Luis de Vedia nos invita a profundizar en estas concepciones y si bien sostiene que el concepto de eficiencia podría constituir un criterio de demarcación entre ciencia (pura y aplicada) y tecnología, resulta evidente que existe entre ellas una estrecha relación dada
por múltiples interconexiones.
Página 50 EMPRESA Nº206
núa con una etapa de desarrollo y culmina
con la explotación -generalmente comer-
cial- de un bien o servicio. El modelo acep-
tado durante mucho tiempo para analizar
y comprender este proceso fue el llamado
modelo lineal o de "technology push", que
afirma que las etapas de un proceso de
innovación son: ciencia, tecnología, mer-
cado, cada una de ellas alimentando a la
siguiente. En los últimos años, este modelo
fue cuestionado y reemplazado por el deno-
minado modelo no lineal o de "market pull",
según el cual un lazo fuerte de realimenta-
ción opera entre las fuerzas del mercado y
el sistema de ciencia y tecnología, dando así
origen a un proceso no lineal de innovación
tecnológica en el que el mercado se convier-
te en un protagonista esencial.
semejanzas atribuidas a la ciencia aplicada y a la tecnología
Una de las creencias más difundidas acer-
ca de la tecnología, consiste en asemejarla
con la ciencia aplicada. De más está decir
que existen muchos ejemplos para sugerir
tal identificación. Sin embargo, si se consi-
dera todo el espectro del avance tecnoló-
gico, se observa que la ciencia no siempre
juega un rol decisivo en el desarrollo de
la tecnología. De hecho, han existido oca-
siones en las que el avance tecnológico se
ha producido sin el concurso del conoci-
miento científico, y ha habido avances en
el conocimiento científico impulsados por
desarrollos tecnológicos.
La concepción habitual de la tecnología
enfatiza que la misma se asienta sobre
todo en la aplicación del conocimiento. Sin
embargo, no todo el conocimiento deriva
de la investigación científica. Es así que si
analizamos toda la historia de la tecnología,
surge de manera evidente que la mayoría
de los avances tecnológicos se desarrollaron
y se aplicaron con poco o ningún compo-
nente científico.
Todos estos registros históricos han llevado
a Thomas Kuhn a conjeturar que, a lo largo
de la mayor parte de la historia humana, la
tecnología ha florecido en sociedades en las
que la ciencia permaneció relativamente
estancada, y viceversa. En tal sentido, es
posible que una característica distintiva de
nuestra época sea el desarrollo simultáneo
de la ciencia y la tecnología. De cualquier
modo, las técnicas nacidas después de la
Revolución Científica del siglo XVII se fun-
dan cada vez más sobre las ciencias, y esta
tendencia se acentúa de manera notable a
partir del siglo XIX.
La aplicación de la teoría a problemas
prácticos da origen a varios problemas fi-
losóficos generalmente ignorados. Algunos
que M. Bunge menciona son: la validación
de la acción por la teoría y la relación entre
regla y ley. Vistas desde un ángulo práctico,
las teorías tecnológicas son más ricas que
las teorías científicas, ya que en lugar de
establecer qué es lo que ocurre -pudo haber
ocurrido o puede ocurrir, independiente-
mente de decisiones externas- prescriben
e m p r e s ate c n o l o g í a
De Vedia: "La mayor amenaza de la tecnología la constituye que el ‘modo utilitario’ de pensamiento llegue a ser considerado
el único modo de pensamiento posible".
Invierno 2012 Página 51
lo que habría que hacer para que ocurran, o
para evitar o modificar el curso de los even-
tos en una forma prescripta.
Desde un punto de vista conceptual, en
cambio, las teorías tecnológicas son, según
Bunge, definitivamente más pobres que
las de la ciencia pura, ya que son menos
profundas debido a que el hombre práctico
está en esencia interesado en los efectos
que ocurren y que son controlables en la
escala humana, más que en cómo son las
cosas en realidad. De este modo, los reque-
rimientos de exactitud en ciencia aplicada
y en tecnología son mucho menores que
los de la ciencia pura, de manera que, una
teoría grosera y simple, que brinde estima-
ciones correctas de órdenes de magnitud
será suficiente en general en la práctica. Los
coeficientes de seguridad utilizados en las
aplicaciones de tales teorías se encargarán
de enmascarar sus errores.
Mientras la ciencia pura procura establecer
regularidades o leyes objetivas, la investi-
gación orientada a la acción (investigación
tecnológica) procura encontrar normas
estables de comportamiento humano exito-
so, o reglas de acción. La consideración de
estas reglas es central a una filosofía de la
tecnología. Una regla prescribe un curso de
acción: nos dice qué debemos hacer para
alcanzar un cierto objetivo o resultado.
Consecuentemente, mientras que los enun-
ciados de las leyes pueden ser más o menos
verdaderos, las reglas pueden ser más o me-
nos efectivas.
Los criterios de eficacia y de eficiencia
La naturaleza del cambio tecnológico es
en general mucho más compleja que la del
cambio científico. Hemos visto que, suele
sugerirse, el criterio de validación de una
tecnología, es su eficacia. Sin embargo, a
menos que se aclare debidamente el sig-
nificado que se asigna al término eficacia,
la proposición anterior se encuentra muy
cerca de constituir una tautología. La defi-
nición de diccionario del término eficacia
es: virtud, actividad, fuerza y poder para
obrar. Más sugerente es el significado dado
al término eficaz: que logra hacer efectivo su
intento o propósito. Sin embargo, el reem-
plazo de una tecnología por otra no tiene
lugar solo porque ésta última logre, quizás
al igual que la anterior, hacer efectivo el
propósito del tecnólogo. Dicho propósito
debe alcanzarse con los recursos y dentro
del plazo disponible y, en este sentido, la
nueva tecnología debe demostrar que pue-
de utilizar estos recursos de mejor manera
que la tecnología anterior.
En otras palabras,
cuando nos referi-
mos a tecnología, el
criterio de eficacia
debe ser reem-
plazado por el de
eficiencia, si es que
entendemos por
tal la capacidad de
hacer efectivo un
propósito utilizando
la menor cantidad
de recursos posible.
Observemos que la
eficiencia como cri-
terio selectivo cons-
tituye una carac-
terística distintiva
del cambio tecnológico, que se encuentra
ausente en el ámbito de las ciencias puras.
Si bien es cierto que cuando se produce un
cambio en ciencia pueden intervenir crite-
rios que a veces son denominados de efi-
ciencia, ésta adquiere un sentido muy di-
ferente que en el caso de la tecnología. En
efecto, una teoría en el campo de las cien-
cias puras puede ser reemplazada por otra
porque explica de manera más "eficiente"
que la teoría anterior un determinado fe-
nómeno, o porque resuelve de forma más
"eficiente" un dado grupo de problemas.
Sin embargo, en éste contexto el término
eficiencia no se refiere a una mejor utiliza-
ción de los recursos materiales (incluido el
e m p r e s ate c n o l o g í a
Cuando nos referimos a tecnología,
el criterio de eficacia debe ser
reemplazado por el de eficiencia, si es
que entendemos por tal la capacidad
de hacer efectivo un propósito
utilizando la menor cantidad de
recursos posibles.
Página 52 EMPRESA Nº206
tiempo, que en la vida práctica tiene un va-
lor material) como ocurre siempre en tecno-
logía, sino que tiene que ver esencialmente
con el sentido estético del investigador o
de la comunidad científica.
Debemos así coincidir con Bunge cuando
afirma que el tecnólogo está justificado al
preferir la teoría mas simple (aunque no
sea la mas cercana a la verdad), ya que está
más interesado en la eficiencia que en la
verdad. En situaciones reales, las variables
relevantes son desconocidas, o conocidas
sólo de manera imprecisa. Tales situaciones
son de una complejidad tal que impiden un
estudio detallado. En particular, el método
reduccionista clásico consistente en aislar
las variables una a una, suele ser impracti-
cable en tecnología.
Es posible sugerir
en virtud de lo ex-
puesto, que el con-
cepto de eficiencia
podría constituir el
criterio de demar-
cación entre ciencia
(pura y aplicada),
y tecnología. En tal
sentido, tengamos
en cuenta que ya
Heidegger nos dice
que la esencia de la
tecnología moderna
es la búsqueda de
cada vez mayor fle-
xibilidad y eficien-
cia "por si mismas".
En otras palabras,
su único objetivo
sería la optimiza-
ción. De cualquier
modo, aún aceptando que la eficiencia es
un adecuado criterio demarcatorio entre
ciencia y tecnología, subsiste la dificultad
de establecer los límites entre ciencia pura
y aplicada. Resulta claro que la utilización
del tipo de objetivo, como criterio demar-
catorio entre ciencia pura y ciencia aplica-
da, no resulta enteramente satisfactorio.
Los criterios de demarcación entre ciencia pura y aplicada
Las dificultades recurrentes que se pre-
sentan toda vez que se intenta establecer
una delimitación clara entre lo que es
ciencia pura y ciencia aplicada nos lleva
a sugerir la siguiente propuesta: no existe
criterio de demarcación que permita dife-
renciar en forma precisa a la ciencia pura
de la ciencia aplicada. El pasaje desde
una hacia la otra es gradual, continuo, y
relativo al contexto o marco de referen-
cia subjetivo desde el que se lo analice.
En otras palabras, el encuadramiento de
una dada porción de conocimiento como
ciencia pura o como ciencia aplicada de-
pende del punto de vista desde el cual se
la considere; lo que es sin lugar a dudas
ciencia pura para un investigador, puede
ser claramente ciencia aplicada para otro.
Por la misma razón, todas las considera-
ciones epistemológicas desarrolladas para
la ciencia pura son en principio válidas
para la ciencia aplicada.
De acuerdo con esta posición relativista, o
contextualista, no existiría un criterio ab-
soluto para calificar a una región dada del
conocimiento científico como "pura" o como
"aplicada", ya que aún en aquellos casos ex-
tremos en que el encuadramiento bajo una
calificación determinada podría parecernos
evidente, la calificación siempre podría
cambiar como consecuencia de alguna mo-
dificación en el contexto.
Surge de todas estas consideraciones que,
al menos dentro del "contexto de justifi-
cación", no existirían diferencias metodo-
lógicas entre la ciencia pura y la ciencia
aplicada. Nos preguntamos ahora si po-
demos hablar también de un contexto de
justificación en el caso de la tecnología, y de
qué modo éste puede diferenciarse del de
la ciencia. Cuando analizamos los aspectos
metodológicos fundamentales del contexto
de justificación de las ciencias fácticas, es-
pecialmente las naturales, debemos aceptar
que su esencia está estrechamente relacio-
e m p r e s ate c n o l o g í a
La introducción de una nueva
tecnología no constituye meramente
una intervención en la naturaleza. Es
también una intervención en el mundo
humano, lo que inevitablemente
le agrega una dimensión social y
económica que hace al proceso de
innovación tecnológica más complejo
que el de desarrollo científico.
Invierno 2012 Página 53
nada con el concepto de verificabilidad, o
siguiendo a Popper, de falsabilidad. Es decir,
una teoría científica mantiene su validez en
tanto resista los intentos que hacemos para
refutarla empíricamente.
Finalicemos recordando que en sus re-
flexiones sobre la tecnología, Heidegger
observa que es posible definirla como "un
medio y una actividad humana"; lo que
él denomina "definición instrumental
y antropológica" de la tecnología. En tal
sentido, la tecnología es tan vieja como la
civilización misma.
Sin embargo, cuando nos interrogamos
sobre la esencia de la tecnología moder-
na, nos hallamos frente a algo totalmente
diferente y nuevo. Desde su óptica, ya no
somos siquiera sujetos que convierten a la
naturaleza en un objeto de explotación. En
su lugar, la relación objeto-sujeto alcanza
por primera vez una forma en la cual, tan-
to el objeto como el sujeto, son absorbidos
como reservas en disponibilidad. Todas las
ideas acerca de servir a Dios, a la sociedad,
a nuestros semejantes, o a nuestros pro-
pios intereses, desaparecen. De acuerdo
con esta visión, los seres humanos se con-
vierten en un recurso para ser utilizado, o
más aún, para ser mejorado u optimizado
como cualquier otro: "el hombre, que ya no
oculta su carácter de constituir la materia
prima más valiosa, es absorbido dentro de
este proceso".
Heidegger distingue así los problemas cau-
sados por las tecnologías específicas, tales
como el daño nuclear, consumismo, etc., de
los riesgos de lo que él denomina la "con-
cepción tecnológica del ser", según la cual
la tecnología se convierte en el instrumento
necesario de la felicidad humana.
En otras palabras, la mayor amenaza de
la tecnología la constituye que el "modo
utilitario" de pensamiento, llegue a ser
considerado el único modo de pensamien-
to posible. De manera que de acuerdo
con esto, el peligro no reside tanto en la
destrucción de la naturaleza o de la cul-
tura, sino en una restricción en nuestra
forma de pensar; es decir, en una suerte
de homogeneización de la concepción o
comprensión del ser. Sin embargo, aunque
esta concepción tecnológica del ser ha
venido construyéndose desde Platón, la
misma no es inevitable.
e m p r e s ate c n o l o g í a
Mientras la ciencia pura procura establecer regularidades o leyes objetivas, la investigación orientada a la acción (investigación tecnológica) procura encontrar normas estables de comportamiento humano exitoso, o reglas de acción.
Página 54 EMPRESA Nº206
Enrique V. del Carril es Abogado (UCA). Fue Presidente del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires. Profesor de Posgrado en la División de Capacitación del FOREs (Foro de Estudios sobre la Administración de Justicia) y profesor de Ética Profesional en la Facultad de Derecho de la Universidad Austral.
e m p r e s as o c i e d a d
ideas frente al “matrimonio” homosexual
enrique v. del carril
En estas pocas líneas, pretendo esbozar una
opinión sobre el tema y un posible curso de
acción para quienes no compartimos la ten-
dencia actual de seguir la opinión permisiva
rindiéndose a lo “políticamente correcto”.
Es que uno observa en mucha gente pública
un verdadero temor a ser tildado de retro-
grado y sectario si se opone a algo que, no
solo ataca una tradición milenaria, sino que
ofende al más elemental sentido común.
Podemos ensayar una cantidad de argumen-
tos jurídicos, humanos y sociales que des-
aconsejan el matrimonio de homosexuales.
Seguramente, serán respondidos con una
andanada de nuevos argumentos, basados
en verdaderos sofismas, como es hablar de la
discriminación, de la igualdad, de la libertad,
de la “visión de género” etc. y la discusión no
tiene fin, lo cual es lamentable.
Más aún, porque la tendencia en el mundo
parecería destinada a aceptar estos fenó-
menos que ofenden el intelecto como ocu-
rre con el aborto, donde ya hasta se soslaya
la vida humana.
No es mi intención aquí entrar en esa po-
lémica sino explorar otras salidas al pro-
blema mediante un análisis de lo que real-
mente es el matrimonio y en qué orden de
la naturaleza humana se encuentra.
Sin duda el matrimonio toca al orden de
la moral del hombre, entendida ésta como
aquella realidad que se refiere al ejerci-
cio de hábitos buenos (virtudes) o malos
(vicios). Porque de antiguo, la unión del
hombre y la mujer, basada en un instinto
natural de atracción sexual, intentó perfec-
cionarse por una virtud de la voluntad que
es el Amor. Quiero decir que a las naturales
funciones sociales del matrimonio en las
civilizaciones antiguas (asegurar el linaje
legítimo, permitir el orden en la sociedad,
etc.) se agregó como finalidad el Amor mu-
tuo, o sea la entrega para el bien del otro
incluso en el ámbito sexual (especialmente
con el advenimiento del cristianismo aun-
que ya existía innato en el hombre). Y en
ese ámbito, la procreación es un fin esen-
cial. El afecto o amor homosexual puede
ser respetado, pero evidentemente es de
otro orden y, por otra parte, en una sociedad
abierta que respeta la libertad puede ser
practicado sin necesidad del matrimonio.
Entonces, ¿qué buscan los homosexuales
con el acceso a la institución matrimonial?
Algunos, de buena fe, pretenden la pro-
tección patrimonial que su régimen civil
brinda. Los más, la provocación porque no
se comprende que prediquen la libertad e
igualdad y pretendan un régimen que, jus-
tamente, restringe la libertad mediante el
compromiso con el otro.
Aquí entramos en el meollo de la cuestión.
Ocurre que, a mi juicio, a través del tiempo
el matrimonio civil se ha ido vaciando de
contenido. Con el divorcio, han eliminado
la obligación de fidelidad; con los derechos
previsionales, reconocidos a quienes no están
casados, lo han vaciado de la obligación de
asistencia, etc. O sea que el matrimonio civil
es un contrato con un vínculo mucho más
débil que cualquier otro. Si alguien no cumple
un contrato de compraventa, deberá pagar
daños y perjuicios, multas. Si cualquiera de
los cónyuges viola el contrato matrimonial, la
Invierno 2012 Página 55
e m p r e s as o c i e d a d
consecuencia es el divorcio -siempre por mu-
tuo acuerdo- sin responsabilidad alguna para
quien no cumplió con sus obligaciones.
Se trata justamente de los argumentos frente
a la Ley de Matrimonio Civil que hacían los
católicos de 1880 (Estrada, Goyena, Pizarro,
etc.) quienes, contrariamente a lo que normal-
mente se piensa, no eran unos beatos cerra-
dos sino verdaderos liberales que no admitían
la ingerencia del Estado en un orden que se
encuentra en la intimidad de la persona y sus
creencias. También surge esta idea con clari-
dad en un artículo escrito por el jurista Jorge
A. Mazzinghi, cuando se discutía la ley de di-
vorcio en la Argentina, en el que pronosticaba
-frente al vaciamiento del matrimonio de su
compromiso firme, que el resultado sería que
los jóvenes no se casarían; predicción que se
cumplió. Basta ver que en Europa los únicos
que quieren casarse son los homosexuales.
Hoy, frente a un Estado que, parecería, am-
pliará la noción de matrimonio a uniones
de personas del mismo sexo, con el riesgo
de incluir en el futuro otras uniones más
estrambóticas -como podrían ser las inces-
tuosas (entre hermanos o padres e hijos), el
bestialismo (casarse con el perro o el gato
ahora que está tan de moda la mascota), el
plurisexualismo (casarse por grupos)-, ¿para
qué queremos el matrimonio civil si ya no
tiene ningún contenido?
La acción a emprender es luchar por una ley
que, simplemente, obligue al Estado a regis-
trar las uniones entre personas para darles
efectos civiles (sociedad conyugal, obligación
de fidelidad, obligación alimentaria, derecho
hereditario, etc.). Quienes consideran el ma-
trimonio un voto (en expresión del inolvida-
ble G. Chesterton) y un compromiso regido
principalmente por su creencias religiosas, o
quienes no creen pero por alguna razón les in-
teresa el régimen del matrimonio civil podrán
registrar su unión con la simple presentación
de un acta firmada ante testigos o ante un
notario en el Registro Civil. Este acta dejaría
constancia del asentimiento de los “cónyuges”
frente a uno o más testigos que, en el caso de
aquellos que tienen
creencias, uno por
lo menos será el mi-
nistro de su religión.
En el caso de perso-
nas que no creen o
no tienen religión,
los testigos podrán
ser parientes o
amigos que dan
testimonio de las
promesas que los
cónyuges se hacen
solemnemente.
Para ello basta
modificar el art.
172 de la ley de
Matrimonio Civil,
en tanto obliga ex-
presar el consenti-
miento frente a la “autoridad competente”
prescribiendo que el acuerdo se acredita
mediante acta notarial o firmada por tes-
tigos, con firma certificada por escribano
presentada en el Registro de Capacidad de
las Personas, en un plazo a determinar. A su
vez, debería derogarse el capítulo VI, donde
se establecen las solemnidades exigidas
para la celebración del acto ante el funcio-
nario competente.
En ese contexto seamos respetuosos de los
demás y, especialmente de sus creencias y
convicciones. Estemos dispuestos a acompa-
ñar en sus ceremonias y promesas a quienes
tienen otra religión o no creen porque, para
ellos, es tan importante como para nosotros la
nuestra. Tampoco discriminemos en nuestros
afectos y nuestra vida, aceptándolos en nues-
tros círculos de convivencia sin negarles nues-
tra amistad cuando realmente la tengamos.
Lo que parece ilógico y discriminatorio es obli-
garnos a quienes tenemos convicciones religio-
sas sobre el matrimonio, a compartir un régi-
men civil con el que no estamos de acuerdo.
En cuanto al matrimonio homosexual, que
cada uno tome la posición que le parezca…
Del Carril: "La acción a emprender es luchar por una ley que, simplemente, obligue al Estado a registrar las uniones entre personas para darles efectos civiles (sociedad conyugal, obligación de fidelidad, obligación alimentaria, derecho hereditario, etc.)".
Página 56 EMPRESA Nº206
e m p r e s as o c i e d a d
La izquierda retoma su guerra contra la historia
samuel gregg
sam Gregg es Director of Research del Acton Institute. Es autor de varias obras, entre las que se destacan: On Ordered Liberty, The Commercial society, Wilhelm Ropkf’s Political Economy y Becoming Europe: Economic Decline, Culture and America’s Future. Traducción de Felipe Guaia, © 2012. El presente artículo ha sido subtitu-lado.
¿Qué tienen en común un comunista revo-
lucionario cubano, nacido en la Argentina
y ejecutado en la selva boliviana hace cua-
renta y cinco años, con un pequeño pueblo
de la costa oeste de Irlanda? Además de
una vaga conexión ancestral, la respuesta
es “nada”. Sin embargo, intentos recientes
de elaborar dicha asociación han provisto
de una nueva ilustración de la izquierda en
su persistente determinación por reescribir
la historia.
En febrero de este año, el ayuntamiento
de Galway anunció la construcción de una
estatua del “Che” Guevara para honrar a uno
de los suyos (una de las abuelas del “Che”
había nacido en Galway). No obstante, va-
rios empresarios irlandeses, periodistas, y
hasta el presidente del Comité de Relacio-
nes Exteriores, no tardaron en manifestar
su descontento con la decisión del ayunta-
miento. ¿Por qué habría Galway de erigir un
monumento a alguien que asesinó a varias
personas sin siquiera una simulación de
juicio?, preguntaban. ¿Por qué honrarían a
un hombre que supervisó uno de los perío-
dos de opresión más brutales del régimen
de Castro, incluyendo encarcelamientos ar-
bitrarios y ejecuciones?
La reacción inicial de la izquierda irlandesa
fue negar los hechos y lanzar ataques ad
hominem. Cuando eso falló, buscó excusas
extraordinarias rayanas en lo absurdo. Por
ejemplo, un columnista escribió: “Sí, el
“Che” era despiadado, fanático y a veces
sádico. Pero, ¿era un asesino? No. No como
un asesino serial o un pandillero. Era una
de esas personas que estaban dispuestas,
a través de terribles actos, a traspasar las
barreras de la ética e incluso de su propia
conciencia en pos del bien común".
Aparentemente, el asesinato no es un asesi-
nato si es justificado por “el bien común”.
Cuando la izquierda es confrontada con la historia del comunismo
Sin embargo, no deberíamos estar sor-
prendidos por semejantes posturas. Estas
reflejan un patrón. Lograr que intelectuales
izquierdistas franceses contemporáneos
reconozcan, por ejemplo, el genocidio ideo-
lógico desatado en Vendée en el marco
de la Revolución Francesa, en la década
de 1790, es casi imposible. En la América
actual, cualquier asociación de “Planned
Mientras que las respuestas de la izquierda frente a cuestiones tan incómodas de la historia del comunismo probablemente no cambien, la pregunta sin contestar es por qué tantos políticos e intelectuales de izquierda se prestan a estos juegos.
Parte de la respuesta, según Gregg, está en la propia resistencia humana para reconocer el lado oscuro de los movimientos por los que simpatiza.
Y añade: “El mero estado de negación entre los progresistas, sugiere, no obstante, que algo más está sucediendo. Pienso que ello obedece, principalmente, a la pretensión de la izquierda de monopolizar la conciencia moral”.
Invierno 2012 Página 57
Parenthood” con el movimiento de eugene-
sia resulta invariablemente en tácticas de
evasión y eventualmente en explicaciones
pobres tales como que Margaret Sanger, su
fundadora, fue una “hija de su tiempo”.
El mismo enfoque aparece en el rechazo
de muchos liberales americanos a discutir
las despectivas expresiones de personajes
como Bill Mahrer sobre las mujeres conser-
vadoras.
Pero cuando la izquierda es confrontada
con la historia del comunismo, las negacio-
nes, abusos ad hominem, silencios sombríos
y excusas débiles, realmente empiezan. En
1997, varios intelectuales franceses, muchos
con antecedentes izquierdistas, publicaron
El Libro Negro del Comunismo. Este texto deta-
llaba exhaustivamente cómo los movimien-
tos y regímenes comunistas habían encar-
celado, torturado, esclavizado, exterminado
y dejado morir de hambre a millones, por
todo el mundo, a lo largo del siglo veinte.
A pesar de que unas pocas almas izquier-
distas admitieron las condenatorias eviden-
cias del libro, la respuesta mayoritaria de
la izquierda siguió el manual de siempre:
ataques a la credibilidad del autor; disputas
arcanas de las cifras exactas de muertos
(como si un millón menos, aquí o allá, fuera
a hacer una dife-
rencia significativa
a la tesis general);
afirmaciones de
que Stalin repre-
sentó a una “distor-
sión” del Marxismo,
e incluso extrañas
sugerencias de que
dichos crímenes no
deberían distraer-
nos de los “verda-
deros logros” del
Comunismo.
En general, la iz-
quierda ha tenido
un éxito notable
al distorsionar el
conocimiento de la
gente acerca de la
trayectoria del comunismo. Hoy todos co-
nocen los indecibles crímenes de los nazis.
Sin embargo, ¿hay alguna duda que muchos
menos sepan acerca de las atrocidades or-
denadas por personajes como Lenin, Castro,
Mao y Pol Pot? ¿Acaso esos manifestantes
de Ocupa Wall Street, que agitan banderas
rojas con la hoz y el martillo, realmente
entienden lo que esos símbolos significan
para quienes han tenido que soportar el co-
munismo?
e m p r e s as o c i e d a d
Gregg: “En general, la izquierda ha tenido un éxito notable al distorsionar el conocimiento de la gente acerca de la trayectoria del comunismo. Hoy todos conocen los indecibles crímenes de los nazis. Sin embargo, ¿alguien duda que muchos menos sepan acerca de las atrocidades ordenadas por personajes como Lenin, Castro, Mao y Pol Pot?”
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Página 58 EMPRESA Nº206
La pretensión de la izquierda de monopolizar la conciencia moral
Pero mientras las respuestas de la izquierda
frente a cuestiones tan incómodas probable-
mente no cambien, la pregunta sin contestar
es por qué tantos políticos e intelectuales de
izquierda se prestan a estos juegos.
Parte de la respues-
ta está en la propia
resistencia humana
para reconocer el
lado oscuro de los
movimientos por
los que simpatiza.
Por ejemplo, aún
hoy hay latinoame-
ricanos propensos a
sugerir excusas por
los infames Escua-
drones de la Muerte que causaron estragos en
Centroamérica entre 1970 y 1980.
El mero estado de negación entre los pro-
gresistas, sugiere, no obstante, que algo más
está sucediendo. Pienso que ello obedece
principalmente a la pretensión de la izquier-
da de monopolizar la conciencia moral.
Quien sea que lea la literatura de los pro-
gresistas descubre enseguida que ellos
suelen expresar que trabajan para liberar
al resto de todo tipo de opresiones. Normal-
mente, el objetivo final consiste en alguna
utopía secular. Karl Marx, por ejemplo, des-
cribía su propósito histórico personal, como
el universo posible en el que él “pudiera
hacer una cosa hoy y otra mañana, cazar al
amanecer, pescar en las tardes, apacentar
su ganado durante la noche y criticar luego
de la cena…como quisiera hacerlo”.
Desde su reclamada altura moral, por supues-
to, la izquierda se permite rechazar a sus críti-
cos como antiéticos, deshonestos o peligrosos.
En muchas circunstancias, aquella misma
convicción ha sido invocada para justificar el
uso, por la izquierda, de feroces medidas con-
tra sus oponentes, reales o imaginarios.
En procura de legitimar el Reino del Terror
durante la Revolución Francesa, su arqui-
tecto, Maximilien Robespierre, clamaba: “El
resorte del gobierno durante una revolu-
ción es la virtud combinada con el terror…,
el terror no es más que la justicia pronta,
severa e inflexible… es una emanación de
la virtud”.
Desafortunadamente para los progresistas,
la latitud alcanzada por algunos izquierdis-
tas en aras de sus objetivos propone serias
dudas acerca de su pretendida autoridad
moral. Después de todo, ¿quién podría aso-
ciar la virtud con la guillotina en la Place
de la Rèvolution? ¿No se supone que son los
reaccionarios quienes llevan a cabo esas
barbaridades?¿Podría realmente haber un
Santo Che que dijera: “Para enviar hombres
al pelotón de fusilamiento, la prueba judi-
cial es innecesaria. Estos procedimientos
son un arcaico detalle burgués…,¿un revo-
lucionario debe transformarse en una fría
máquina de matar, motivada por el odio?".
Como principio, los conservadores no en-
tretienen utopías. Desde los tiempos de
Edmund Burke, ellos han expuesto la falibi-
lidad humana y la locura -para no mencio-
nar la hubris- de tratar de crear el cielo en
la tierra.
Para la izquierda, sin embargo, toda admi-
sión de esas elementales verdades sobre la
condición humana amenaza su raison d’être.
La misma convicción también implica que
se deba sostener una guerra de rechazo y
racionalización contra todo lo que contra-
diga sus mitologías, como las escasamente
románticas realidades sobre la no tan ange-
lical figura del Che.
Con todo, la verdad histórica suele triunfar
sobre la mera ideología. Las mentiras tien-
den a desintegrarse desde sí mismas. Pero
como escribió alguna vez Alexis de Tocque-
ville: “Cuando el pasado ya no ilumina el
futuro, el espíritu camina en la oscuridad”.
A su riesgo, los conservadores olvidan esta
advertencia.
e m p r e s as o c i e d a d
Desde su reclamada altura moral,
por supuesto, la izquierda se permite
rechazar a sus críticos como antiéticos,
deshonestos o peligrosos.
Invierno 2012 Página 59
del archivo
Los ideales cristianos frente a la realidad
política Casi treinta años han transcurrido desde que el país entrara en el proceso de
institucionalización, el que, sin duda, provocó en los ciudadanos de nuestro país cierto grado de euforia, que podríamos llamar la participación en la vida política.
Para algunas generaciones era algo novedoso, para otros era el inicio de una etapa que bien podía llegar a ser repetición de lo que ya se había vivido. Pero en los más veteranos
también primó el optimismo.
Debíamos apoyar el interés por lo político y la cosa pública.
Velar por el funcionamiento de las instituciones, y que la Constitución Nacional no fuera letra muerta, que solo está presente cuando los intentos reformadores aparecen en la escena política no siempre con espíritu superador sino como producto de pactos
espurios o con objetivos que privilegian intereses personales.
Creo que más de una vez, frente a resultados políticos adversos al bien común, a debates parlamentarios vacios de todo contenido y que solo marcan urgencias en la
legalización de actos consumados, o ante proyectos legislativos que escapan a la moral, no es dable preguntarnos: ¿Cuál es el compromiso político del cristiano?
La pregunta no es novedosa. Por eso, cuando en 1983 comenzamos a transitar esta etapa institucional, publicamos en el Nº 66 de EMPRESA -abril/mayo de 1984- el
artículo que hoy reproducimos.
Hacer política “como cristianos” era el editorial del Cuaderno Nª 3162 de La Civilta Cattolica, cuya segunda parte, que es la que publicamos, aborda la posibilidad de vivir el
mensaje evangélico en la actividad política.
Ante posiciones pesimistas o encontradas, destacamos que este trabajo sostiene que la política tiene por finalidad organizar la sociedad civil para que pueda lograr el bien
común; “al haber querido la sociedad humana, Dios ha querido también la política”.
Celso Enrique Arabetti.
Artículo seleccionado y prologado por Celso Enrique Arabetti.
Página 60 EMPRESA Nº206
del archivo
Una cuestión muy delicada, concierne a la posibilidad de hacer política como cristianos, o sea vivir el mensaje evangélico en la actividad política. Existen, a este propósito, algunas ten-dencias en el mundo cristiano, que parecen aplicar una respuesta negativa.
LA POLíTICA, ¿APUNTA sOLO A CONqUIsTAR EL PODER?
Una primera tendencia ve en la política el lugar de lo demoníaco y el mal radical. Según esta tendencia, la política no sería otra cosa que la actividad que apunta solo a conquistar el poder y, una vez conquistado, a ejercerlo. Ahora bien, el poder -se quiera o no- tendría un rostro demoníaco porque la pasión del poder impulsa a recurrir a todos los medios, aun a los más deshonestos y crueles, para conquistarlo y mantenerlo; y, sobre todo, porque el ejercicio del poder lleva consigo el dominio sobre los demás, su sometimiento y explotación, el recurso a la mentira y al engaño, estimula el orgullo, la prepotencia, el considerarse superior a las leyes, según la norma del princeps legibus solutus. El poder, así, sería corrupto y corruptor, engañador y engañoso; sería la negociación radical del derecho, la justicia y la verdad.
Una segunda tendencia -más difundida que la primera- ve en la política algo sucio, en el sentido de que para tener éxito en el campo político habría que tener pocos escrúpulos morales. La política -dicen los sostenedores de esta tendencia- es una lucha áspera en la que se combate con todos los medios contra los propios adversarios para la conquista y la gestión del poder ; si se quiere tener éxito, se deben dejar de lado los principios morales, recurrir a la mentira, al uso desprejuiciado del dinero, al transformismo, a las promesas que se sabe que no se podrán mantener, a la intriga. Una confirmación de esta visión negativa de la política se tendría en el hecho de que muchas personas honestas y sinceras, para no tener que ensuciarse las manos, se vieron obligadas a renunciar a ella.
LA POLíTICA, UNA REALIDAD HUMANA qUERIDA POR DIOs
Es evidente que si la política fuese sucia por naturaleza -sobre todo si fuese el lugar de lo demoníaco- no sería posible practicarla como cristianos, o sea como personas que quieren ser fieles al Evangelio. Pero, ¿es realmente así? Ciertamente, no. La política es una realidad humana, por lo tanto querida por Dios. La razón de ello es que tiene la finalidad de orga-nizar la sociedad civil para que pueda lograr el bien común; al haber querido la sociedad humana, Dios ha querido también la política. Y ya que el poder es el instrumento del cual la sociedad se sirve para organizarse en vista de lograr el bien común, al haber querido la política, Dios ha querido el poder, la autoridad. Es evidente -destaca Gaudium et Spes, n° 74- que la comunidad política y la autoridad pública se fundan en la naturaleza humana y, por lo mismo, pertenecen al orden previsto por Dios. Es lo que afirma con claridad San Pablo, cuando escribe a los romanos que no hay autoridad (exousia) si no viene de Dios; y que aquellas que existen son establecidas por Dios (Rom 13,1).
Por lo tanto, en cuanto a realidades humanas queridas por Dios, la política y el poder son de por sí cosas buenas: no pueden ser sucias y demoníacas. Si se convierten en eso, es por culpa del hombre. En realidad, en el plan de Dios, la política, en cuanto se hace cargo del
La política es una realidad humana, por
lo tanto querida por Dios. La razón
de ello es que tiene la finalidad de
organizar la sociedad civil, para que
pueda lograr el bien común.
Invierno 2012 Página 61
La política para un cristiano debe ser
un servicio. Es este el carácter esencial y
distintivo de una espiritualidad de la política.
bien común y del interés general, es la más alta y la más divina entre todas las realidades hu-manas, porque según una profunda expresión de San Ignacio de Loyola, el bien común más universal es tanto más divino. Según el perfil evangélico, entonces, puede convertirse en un ejercicio de la más alta virtud cristiana, la caridad. Pablo VI ha escrito que la política es una manera exigente -aunque no la única- de vivir el compromiso cristiano al servicio de los otros (Octogesima adveniens, nº46).
Por ello, una visión radicalmente pesimista de la política, que lleve a percibirla como un he-cho directamente inmoral, no es cristiana.
LA DIFíCIL TAREA DE VIVIR EL EVANGELIO EN EL CAMPO POLíTICO
Sin embargo, esto no significa que sea fácil vivir el Evangelio en el campo político. Es posible, porque entre Evangelio y política no hay contradicción; pero no es fácil; más aún, es extre-madamente difícil, sin una gracia particular de Dios. La política constituye para el hombre un peligro y una tentación. La cosa es clara.
Para hacer política hay que tener el poder; pero para tener el poder hay que luchar para conquistarlo y para mantenerlo. Es aquí donde aparece el peligro de que el justo deseo de poder se transforme en ambición y en voluntad de poderío, en deseo desenfrenado de au-toafirmarse, de dominar sobre los otros, de aplastarlos y someterlos. Sobre todo, aparece la tentación de recurrir a medios ambiguos o deshonestos, a la calumnia, a la corrupción, al atropello moral del ad-versario, a los manoseos, a las intrigas, a la ayuda de personajes equí-vocos y extorsionadores que abundan en el trasfondo de la política.
Por otra parte, para hacer política hay que ejercer el poder. Se da entonces el peligro de que el mismo se ejerza no en interés de la nación y en vista del bien común, sino en el in-terés personal y del propio partido o de grupos particulares. Sobre todo, interviene la ten-tación de abusar del poder, vale decir, de aprovechar la posición de la cual se goza para en-riquecerse, a los propios amigos o a los afiliados al propio partido. ¿No es quizás por haber cedido a esta tentación que los partidos de nuestro país se han apoderado de las institucio-nes del Estado -aun de aquellas que en mayor grado deberían haber permanecido fuera de la política (como la magistratura, el ejército, las fuerzas del orden)- y la han repartido como premios de lotería, no solo nombrando a los propios hombres en los puestos clave de la administración pública, sino sobre todo creando estructuras paralelas a las instituciones, con el fin de controlarlas y volverlas dóciles a las directivas del partido?
Esto significa que hacer política como cristianos, para vencer las tentaciones a las que se ex-pone el poder, sobre todo para realizar positivamente y con eficacia este importante servi-cio al país, es necesario vivir una verdadera y propia espiritualidad de la política, cuyas líneas guías pueden ser las siguientes:
- La política nunca puede constituir un absoluto al que se le sacrifique todo Para un cristiano, la política nunca puede constituir un absoluto al cual se deba subordinar todo y, si es necesario, sacrificar todo; nunca puede exigir el sacrificio de la conciencia y del orden moral; no puede jamás convertirse en el valor supremo y, por lo tanto, el criterio últi-
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mo para evaluar todo lo demás; no puede convertirse en el fin último de la existencia, hasta no vivir más que para ella. Por consiguiente, se desacraliza y relativiza la política, por encima del César está Dios, y por encima del orden político (que pertenece al reino de los medios) existe el orden moral y religioso (que pertenece al reino de los fines); porque para un cris-tiano, aunque el reino de Dios no está todavía en su plenitud, sin embargo ya está presente y operante en la historia humana.
- El poder sólo se justifica si es un servicioLa política para un cristiano debe ser un servicio. Es este el carácter esencial y distintivo de una espiritualidad de la política. En efecto, la crítica más grave que Jesús lanza a los podero-sos y a los grandes de este mundo es que se valen del poder político para dominar, o sea para tiranizar a sus súbditos y anularles su libertad personal y su dignidad humana con la violencia, fundando su validez de dominadores y de grandes justamente sobre la imposición brutal de su querer, al cual ninguno puede oponerse. Jesús rechaza el poder para dominar y, para sus discípulos, solo admite el poder para servir : quien gobierne (se vuelve) como el que sirve (Lc 22,26). Jesús no niega el poder, reconociendo que a los hombres les es dado desde lo alto (Gal. 18,11), sino que condena a quien sirve de ese poder para dominar. No es pues el poder político el que se condena, sino el dominio (cfr. Mc.10, 40-45).
La política es, por consiguiente, servicio político. Pero ¿servicio a quién? Ciertamente a toda la comunidad, al Estado en cuanto artífice y ga-rante del bien común. El sentido del Estado -es decir la capacidad de atender los intereses generales y el negarse a someter el Estado y sus instituciones a los intereses corporativos de los partidos, de los grupos, de las clases- forma parte de una genuina espiritualidad de la política. Pero en el servicio político, el cristiano debe saber conjugar el sentido del Estado con algunas elecciones prioritarias. Ante todo, con la elección preferencial de los pobres, los humildes, los últimos, dándoles el primer lugar en las decisiones políticas; luego, con la elec-ción de colaborar con todos aquellos que, aun partiendo de premisas ideológicas diversas, quieran el verdadero bien de la comunidad y
estén dispuestos a defender y promover los grandes valores humanos, propios de la dignidad de la persona; finalmente, con la elección de la paz como objetivo político que se perseguirá a cualquier costo, tanto en el plano interno como a nivel internacional.
- El compromiso de servir a la paz que se funda sobre la justicia, la libertad y la verdadEl servicio de la paz debe constituir uno de los ejes centrales de la espiritualidad de la políti-ca. Desgraciadamente, la historia demuestra que la política ha estado casi siempre al servicio de la guerra. Esta por lo demás, ha sido definida por C. von Cluasewitz como la continuación de la política con otros medios, o mejor, la política misma que abandona la pluma y empuña la espada. Contra esta cínica aberración es necesario afirmar que la política es, y debe ser, el arte de la paz; este debe constituir su compromiso primero y esencial.
El cristiano que escoge vivir la propia fe en la en la vida política no puede dejar de hacer suyo este compromiso y de dedicarle todos los esfuerzos, recordando sin em-bargo que la paz verdadera es la que se funda sobre la justicia, la liber tad y la verdad y que, por consiguiente, se construye día a día, obrando la justicia sea en la propia
El cristiano está llamado a inspirar su
actividad política no en la lógica del
poder, sino en la lógica de la caridad, que
es la única verdaderamente evangélica.
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nación, sean en la comunidad internacional, expandiendo el campo de la liber tad, lu-chando contra la mentira, es decir, contra todas las tentativas de enmascarar la verdad, de disfrazar el engaño con la apariencia de lo verdadero, de hacer pasar por bueno lo que es malo y por malo lo que es bueno.
- La caridad se manifiesta en la honestidad y la lealtad hacia los propios adversarios políticosOtro carácter esencial de una espiritualidad de la política debe ser la caridad. En efecto, la lucha política fácilmente puede degenerar en odio, y en considerar a los adversarios políticos como enemigos. Pero el cristiano no puede odiar a nadie, no puede tener enemigos; y si algunos se declaran sus enemigos o se comportan como tales, no puede odiarlos sino, más bien, según el mandato de Jesús, debe amarlos: Amad a vuestros enemigos (Mt. 5,44), y hacerles el bien: Ha-cer el bien a aquellos que nos odian (Lc. 6,27).
En este punto estamos ciertamente, frente a uno de los escollos más difíciles de la espiritualidad de la política, porque la lucha políti-ca es despiadada y llega hasta arruinar y destruir a una persona en su dignidad y en su honor de una manera bastante más grave que un revólver. Piénsese en los nada raros casos, tristemente famosos, en los cuales personas honestas, aplastadas bajo el peso de acu-saciones infamantes, que luego resultan falsas, han debido sufrir la vergüenza de la cárcel o retirarse de la vida política. Y bien, también en casos como estos, así como en toda la vida política, el cristiano debe testimoniar siempre la caridad, que es ante todo honestidad y lealtad también hacia los propios adversarios políticos, evitando usar sus métodos inmorales de lucha, de hacerles mal con retorsiones y extorsiones, mostrando en cambio amor y generosidad hacia todos, ausencia de rencor y de espíritu de venganza, grandeza de ánimo en el perdón de las ofensas.
En otras palabras, el cristiano está llamado a inspirar su actividad política no en la lógica del poder, sino en la lógica de la caridad, que es la única verdaderamente evangélica.
LA FUERZA CREADORA Y RENOVADORA DEL EVANGELIO
Una espiritualidad de la política, por consiguiente, que la rescate de sus miserias -cuando la política se reduce a mezquinos juegos de poder, a forcejeos interminables y a un jeu de ma-sacre de personas y a enriquecimientos ilícitos- y le dé nobleza y dignidad, de modo tal que aquellos (especialmente los jóvenes) que se sienten llamados a vivir y a realizar los ideales cristianos en el servicio político no se sientan descorazonados, sino más bien impulsados a hacerlo. ¿Es posible en la situación actual?
La respuesta la deben dar con su vida aquéllos que han elegido hacer política como cristia-nos, tomando sobre sí la responsabilidad de testimoniar la fuerza creadora y renovadora del Evangelio, también en las difíciles condiciones de nuestro tiempo.
Para hacer política hay que tener el
poder; pero para tener el poder hay
que luchar para conquistarlo y para
mantenerlo. Es aquí donde aparece
el peligro de que el justo deseo de
poder se transforme en ambición
y en voluntad de poderío, en deseo
desenfrenado de autoafirmarse, de
dominar sobre los otros, de aplastarlos
y someterlos.
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La concepción cristiana de la productividad
La verdadera concepción de la productividad se en-
cuentra admirablemente ilustrada en una de las más
bellas parábolas que Cristo nos ha legado: la Parábola
de los Talentos. Todo hombre ha recibido al nacer una
suma de talentos, de dones y de aptitudes. Le han sido
ricamente provistos a algunos, otros han debido con-
tentarse con poca cosa; todos tienen el deber de hacer-
los fructificar al máximo…
La productividad para el cristiano es mucho más que
el progreso técnico, la paz social o la elevación de bien-
estar social; es un medio de perfeccionamiento como
hombre. El trabajo no es un fin en sí, como no lo son
tampoco la producción o el bienestar.
El hombre ha sido creado para cumplir con su destino.
No se encontrará jamás insatisfecho con su trabajo si,
a través de él, tiene la conciencia de que lo realizado es
su tarea y su misión en la tierra.
La productividad no es otra cosa que una puerta que se
abre; que se abre a todo trabajador, cualquiera él sea;
que le permite el acceso a un mejor desarrollo de su
personalidad, a la realización de su concepción de vida,
al fin para el cual ha sido creado.
La productividad es un instrumento para hacer hom-
bres mejores y dignos de su destino sobrenatural.
Enrique shaw
Primer presidente de ACDE.
(Extractado de Misión del dirigente de empresa,
2º parte. Mendoza, 1958).
Testimonio