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ISSN 0124-7816 No. 5 Enero-junio 2008

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ISSN 0124-7816

No. 5 Enero-junio 2008

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Revista KatharsisPublicación del programa de Psicología Facultad de Ciencias Sociales de la Institución Universitaria de Envigado

ISSN 0124-7816 No. 5 enero-junio 2008

RectorCarlos Mario Ramírez Velásquez

Secretaria GeneralAlejandra María Cárdenas Nieto

Vicerrector AcadémicoHenry Roncancio González

Vicerrector AdministrativoJorge Humberto Mejía

Decano Facultad de Ciencias SocialesVíctor Ignacio Ortega

Coordinación de la publicaciónMaría Cecilia Salas Guerra

Comité Editorial:Vicerrector Académico: Henry Roncancio GonzálezCoordinación de la publicación: María Cecilia Salas GuerraDecano Facultad de Ciencias Sociales: Víctor Ignacio OrtegaRepresentante de Humanidades: (pendiente)

Edición y corrección de textosLorenza Correa Restrepo

Diseño, diagramación e impresiónL. Vieco e Hijas Ltda.

PortadaGravitación, 1952. M. C. Escher.Litografía coloreada a mano, 30x30 cm.

Dirección y ContactosCra. 27 B 39 A S 57. Teléfono: 339 10 10, ext [email protected]

Solicitud de canjeBiblioteca Jorge Franco Vélez, IUETeléfono: 339 10 10 ext. 118Las opiniones contenidas en los artículos son responsabilidad de sus autores.Katharsis autoriza la reproducción de los artículos siempre y cuando se mencione la fuente.

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ContenidoNo. 5 enero-junio 2008

ISSN 0124-7816

Presentación MaríaCeciliaSalasGuerra

Fusión del monstruo y el anormal y su perpetuación en el cine SoniaNataliaCogolloOspina

Las técnicas terapéuticas psicológicas como prácticas sociales de control LuisaFernandaBurgosGil MelissaHerreraSantacruz ElianaToroYepes

Los saberes psi y las réplicas de prácticas sociales moralizantes ÁlvaroRamírezBotero

Función de la pericia psiquiátrica en la duplicación del crimen GreestPraceOcampo HeidiElenMesaMonsalve DirlayAndreaQuinteroPérez

Un proceso de a-normalización: el caso del fármaco-dependiente en Colombia JuanPabloPosadaGarcés

El Lager del psicólogo CésarAugustoSánchezTaborda

5/8

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El niño estigmatizado, una vertiente actual del “incorregible” YennyDaniraBarragánMartínez

Escritura y recusación de la anomalía MaríaCeciliaSalasGuerra

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PresentaciónMaríaCeciliaSalasGuerraProfesora del Programa de PsicologíaInstitución Universitaria de Envigado

Con el Foro, Los anormales, las disciplinas y los discursos (junio 8 y 9 de 2007) y el Seminario Anomalía, vigilancia ysubjetivación (noviembre 9 de 2007), de cierto modo se hizo

un cierre del trabajo independiente de los estudiantes del cuarto semestre de Psicología –que estuvieron comprometidos durante todo el año en dicha labor– y se hizo una apertura para los del tercero –que empezaron el mismo en la segunda mitad del 2007–. Este es pues el escenario donde vienen a confluir y a resignificarse todos los esfuerzos y el trabajo realizado por un grupo de estudiantes y profesores que asumieron desde el comienzo un compromiso de pensar eso que Michel Foucault denomina poder de normalización, desplegado a partir de la segunda mitad del siglo XIX y que delimita al anormal como la figura central sobre la cual ese poder opera con sus discursos y sus prácticas.

Esta es la puesta en común de los productos de un esfuerzo, o, dicho de otro modo, es la puesta en común de los efectos del encuentro sostenido con un autor como Foucault; proliferación discursiva entonces provocada en buena medida por el ejercicio aplicado tanto de lectura como de escritura a partir de Losanormales, texto que recoge las clases del seminario dictado por el pensador francés a comienzos de 1975 en el Colegio de Francia, y de Vigilar y castigar –publicado el mismo año–, y que en conjunto ponen término a un trabajo de investigación realizado por el autor desde 1970 en torno al discurso propio de la pericia psiquiátrico jurídica en particular, y, en general, en torno a la “lenta

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formacióndeunsaberyunpoderdenormalizaciónapartirde losprocedimientosjurídicostradicionalesdelcastigo”1. Es decir, que estos textos muestran con detalle los engranajes del poder de normalización –psiquiátrico jurídico el primero, y psiquiátrico familiar el segundo- a través de los cuales se pretende “defender la sociedad desde finales delsigloXIX”; defensa contra un individuo particular, el denominado anormal, “que desde finales del siglo XIX toman en cuenta tantas instituciones, discursos y saberes, deriva, a la vez, de la excepciónjurídico natural del monstruo, de la multitud de los incorregiblesatrapados en los aparatos de rectificación y del universal secreto de lassexualidadesinfantiles”2; defensa que pasa por la consolidación de estrategias y prácticas disciplinarias que “neutralizanlospeligros” y que “aumentenlautilidadposibledelosindividuos”3.

Si con el mismo Foucault aprendimos –en su texto, ¿Quéesunautor?, de 1966–, que propiamente hablando el autor no existe, y que en su lugar tendríamos que hablar de efectoautor,esa concepción cobra toda su vigencia para nosotros en este espacio. En esta revista lo podemos constatar: concernidos por el efecto Foucault en nuestro lenguaje, en nuestras escrituras, ello mismo nos obligó y nos exigió, a su vez, la escritura; de lo contrario no hubiese sido posible una mínima apropiación de lo leído; de lo contrario el efecto autor no se hubiese producido. Este número de la Revista Katharsis –que reaparece luego de un silencio de varios años- es pues, la puesta en escena de algo que casi sentimos como un trastorno en el lenguaje, trastorno que se tornó cotidiano para nosotros4.

1 FOUCAULT, Michel. Losanormales.México: Fondo de Cultura Económica, 2001, p. 301.

2 Ibíd., p, 3003 FOUCAULT, Michel. Vigilarycastigar;nacimientode laprisión.México: Siglo

XXI, 1984. p.2134 Cabe aclarar que los textos de los profesores que aparecen en este número, hicieron

parte del Foro Losanormales, lasdisciplinasy losdiscursos,en donde el texto de base era Los anormales. Los artículos de los estudiantes, en cambio, son el producto del trabajo desarrollado durante los dos semestre del 2007 y, por tanto, recogen también la lectura de Vigilarycastigar, trabajos presentados en el marco del Seminario Anomalía, vigilancia y subjetivación. Los textos de los docentes invitados a este último evento se publicarán más adelante.

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7Presentación

Tampoco se olvide que a este escritura llegamos en compañía de ciertos personajes que nos aporta el cine y que se fueron sumando a lo largo del año, quienes para muchos de nosotros se quedarán grabados en nuestra memoria; esos otros que recrearon con su imagen y su palabra la lectura que hacíamos de Foucault; por eso no podemos dejar de mencionarlos hoy como los compañeros de viaje que han sido claves, a su vez, para entender y ampliar incluso el horizonte que ofrecía el libro. Durante el primer semestre, Elhombreelefanteque nos advierte con la más tierna inteligencia que él no es un monstruo, que él es un hombre; el intrépido Marqués de Sade; el inquietante Jacques Torrance; el adorable e irónico Zelig (ese pequeño duende que ironiza sobre el modo de hablar de nosotros los psi, siempre tan graves, siempre tan prestos a provocar hilaridad en los otros, cuando no indiferencia o espanto); Léolo (quien en la neutralidad de su escritura nos pone en evidencia nuestra pobreza para pensar una experiencia tan inherente al hombre como la locura); las historias que nos cuentan en Magnolia, puestas ahí para recordarnos que somos seres de la duración, es decir, de la finitud y del azar, y que frente a ello nuestras pobres categorías que aspiran a ciencia o que refuerzan humanismos cansados caen por su propio peso. Y durante el segundo semestre cuando vimos películas en donde la disciplina, la vigilancia y el control, mostraron su rostro ambiguo: Los Miserables, como la encarnación del modelo decimonónico, tan bien descrito por Foucault; Alguienvolósobreelnidodelcuco, como siniestra radiografía de un intento disciplinar y normalizador cuyos efectos son mortales; Los Edukadores como el testimonio de una resistencia necesaria en el ejercicio de poder que se da en las sociedades de control; y Elexperimento y 1984, como los testimonios de que la sociedad disciplinaria engendra, pero también se amolda, acomoda y pervive al lado de nuestras contemporáneas formas de control que se amparan en la idea de una libertad nunca alcanzada.

Tal como se propuso al inicio de los cursos de Horizontes depensamiento Iy II,la pertinencia de apoyar en esta ocasión el trabajo independiente en textos de la vasta obra de Foucault reside en que para

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la formación amplia y crítica de un psicólogo es preciso comprender que las categorías de lo anormal, lo disfuncional, la enfermedad, lo sintomático, se inscriben en coordenadas históricas de largo aliento, que son el producto también de ejercicios de poder y de discursos moralizantes. Entonces, la lectura aplicada de dichos textos ha sido pertinente en la medida en que contribuyen a la tarea de formar profesionales de la Psicología con una visión más amplia, siempre en diálogo con la historia, la antropología, la filosofía, el arte, la literatura y otros discursos cuyo horizonte es la pregunta por el devenir de lo humano en los discursos, en las prácticas y en las instituciones desde la Modernidad hasta nuestros días.

Con este número estamos relanzando la revista Katharsis, que se mantuvo activa desde 1999 hasta el 2000, bajo la dirección del profesor Carlos Palacio Gómez –Coordinador en su momento de Ciencias Humanas– y la colaboración de las directivas de la IUE. Katharsis surgió como revista de la Institución, donde tenía espacio la producción escrita de todos los progarmas académicos existentes en la Universidad. Ahora, la publicación reaparece adscrita a la Facultad de Ciencias Sociales, Programa de Psicología, esto, mediante el acuerdo del Consejo Académico N- 038 de junio 29 de 2007. Su objetivo es divulgar la producción académica e investigativa de docentes y estudiantes, en torno a la reflexión de pensadores contemporáneos sobre diversos problemas y fenómenos socioculturales, decisivos en la construcción de la subjetividad en nuestra época.

Sea esta la ocasión para hacer un reconocimiento especial a los fundadores de la revista, y para dejar abierta la invitación a los lectores a participar con su producción académica en los próximos números de Katharsis.

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Fusión del monstruo y el anormal y su perpetuación en el cine

SoniaNataliaCogolloOspina1

ResumenPartiendo de la noción de “sujeto cultural” de Edmond Cros, se pretende hacer un recorrido por cómo el cine, en esa estrecha relación con la época en que se realiza, permite vislumbrar los imaginarios que en ella circundan. La tesis a sustentar es que existe una perpetuación de ese discurso del siglo XIX del pasaje del monstruo al anormal, que se manifiesta en el cine desde sus comienzos y todavía hoy opera en el imaginario colectivo.Palabras clave: Sujeto cultural, monstruo, anormal, Michel Foucault, imaginario colectivo, cine, psiquiatría, poder, saber, discurso, locura, crimen.

AbstractStarting off of the notion of “cultural subject” of Edmond Cros, it is tried to make a route by how the cinema, in that narrow relation with the time in which it is made, allows to glimpse the imaginary ones that surround at that time. The thesis to sustain is that a perpetuation of that speech of century XIX of the passage of the monster to the abnormal one exists, that is pronounced in the cinema from its beginnings and still today operates in the collective imaginary.Keywords: Cultural subject, monster, abnormal, Michel Foucault, collective imaginary, cinema, psychiatry, power, knowledge, discourse, madness, crime.

1 Psicóloga, profesora de Psicología en la Universidad de Antioquia y la Institución Universitaria de Envigado. Candidata a Magister en Literatura Colombiana.

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Cuando oímos hablar de mon-struos recordamos, muy seg-uramente, aquellas historias de

terror que nos contaban o leían en la niñez; los asociamos igualmente con una sensación de miedo, indefensión, porque evocamos esa poderosa im-aginación de la mente infantil que les proveía su existencia, su poder para asustar. En todo caso, al monstruo lo relacionamos con el pasado infantil y creemos que allá se quedó, que ya nada tiene que ver con nosotros. Un temor que se deja a un lado porque carece de

fundamento. Ésa pareciera ser la realidad, y digo pareciera porque cuan-do comenzamos a reflexionar sobre el discurso operante en el imaginario colectivo, en nuestra cultura, todavía hay monstruos que aterran y lo peor es que son los herederos de los discursos bíblicos y psiquiátricos.

El monstruo, tal y como lo concebimos en nuestra época y cultura, es herencia de la tradición bíblica en la que él simbolizaba las fuerzas irracionales, lo informe, lo caótico, desordenado y desmedido2. También se considera que “cadahombreentrañasupropiomonstruoconelcualdebeconstantementeluchar.Elmonstruosiembraelterrorahídondeaparece y el hombre lo afronta a cada instante”3. El natural temor que inspira ese ser que mezcla lo humano y lo animal, lo instintivo y lo racional, en fin, que combina elementos opuestos, dicotómicos y, por tanto, paradójicos, fue aprovechado por la psiquiatría para establecer su poder/saber y en ese camino, como nos lo muestra Michel Foucault en Los anormales, encontró como buen puente hacia su objetivo el acudir a una asociación entre crimen y peligro que derivará luego en el imaginario que combina locura y peligro. Así, la psiquiatría pudo

2 Véase el Diccionariodelossímbolos de Jean Chevalier, pp. 721-722.3 Ibíd. p. 722

Hidra

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ubicarse como un discurso que podía aportarle a la instancia jurídica aquello que le estaba vedado, que constituía un límite para su ejercicio: los crímenes sin razón, es decir, los crímenes que no podía entender. El discurso psiquiátrico podía saltar ese obstáculo recurriendo a la indagación por la historia del sujeto y así estableciendo esa semejanza entre el crimen y el sujeto que lo cometía. Pero allí no paró su ascenso en el poder. Tenía que ofrecer algo que, por un lado, fuera exclusivo, y por otro, le procurara un estatus de saber y de predicción sobre lo que los otros discursos se sintieran débiles. Fue así como el recurso a la relación entre locura y peligro le fue favorable porque apeló a un temor primigenio en los seres humanos, aquello que es preciso prevenir, evitar. El peligro subyacente a la locura se afincó en las mentes del colectivo en el siglo XIX y ese temor hizo reinar a la psiquiatría por convertirse en una especie de guardiana protectora de la colectividad, de los peligros que rondaban al cuerpo social. Aún así, había actos de los que no podía dar cuenta, y entonces podía tambalear su reinado, por lo que fue preciso recurrir a una noción que ahora la haría indiscutiblemente indispensable: la noción de instinto. Se solucionaba entonces lo insalvable, porque lo que no tuviera explicación a partir de los trastornos psiquiátricos podía hallarse recurriendo a lo más primitivo, a aquello que nos devuelve a los orígenes animales, a saber, lo instintivo. Esta noción permitía la explicación de lo inexplicable, de lo que rebasaba los límites de la razón. El papel de la psiquiatría, como vigilante de la seguridad del cuerpo social, queda designado. El éxito de tal empresa estuvo en la apelación a lo emotivo, a lo irracional. Ese monstruo criminal que antes era algo esporádico, infrecuente, con esa apelación al instinto se hacía cotidiano e impredecible. Sólo la psiquiatría podría prever el posible peligro que constituía un sujeto a partir de ciertos signos que sólo reconocía su saber.

Estábamos hablando del siglo XIX, que lo sentimos tan lejano, tan poco familiar, sin embargo, cuando examinamos los discursos actuales, sorprende encontrar que la figura del monstruo persiste y continúa con su función amedrentadora. Es sólo revisar la prensa para encontrar

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en lo cotidiano la apelación a esa figura: Un título en la RevistaNueva de El Colombiano dice así “Un ‘monstruo’ husmea por internet a sus hijos” para referirse a las redes de pornografía, prostitución, satanismo, pedofilia que se encuentran en la web. Ciertos personajes irreverentes, críticos, mordaces y tal vez faltos de empatía también son calificados como monstruos, por ejemplo, el escritor Fernando Vallejo que renunció a la nacionalidad colombiana. Más impresionante aún es mirar el título de un artículo de la revista Semana del año 1995: “Radiografía de un monstruo”, en el que se relata una breve biografía del terrorista Timothy McVeigh quien realizó un atentado contra un edificio federal en Oklahoma en ese año y por el que fue ejecutado en el 2001. Allí, a la manera de esas pericias psiquiátricas que tanto critica Foucault, muestran la posible etiología del crimen en germen desde su biografía. Reproduzco aquí un fragmento:

Los problemas de Timothy McVeigh comenzaron, por lo que parece, desde su adolescencia, cuando sus padres, William y Mildred, se divorciaron. El muchacho, que hasta entonces había tenido una personalidad abierta y espontánea, fue encerrándose cada vez más en sí mismo. […] Desde entonces su obsesión eran las armas. Corría 1987 y el joven recién graduado del colegio entró, muy apropiadamente, a trabajar como guarda de seguridad en

una compañía de transporte de valores.4

Prosiguen su biografía hasta mostrar la paulatina conversión en enfermo, frustrado por no cumplir su sueño de ser miembro de los Boinas Verdes, la unidad de elite de la infantería. Entra a un grupo paramilitar, luego se retira y tiene contacto con “fanáticosdeteoríasconspirativascontra larazablancaysucomportamientoeracadavezmenoshumano,másrobótico”.

Se trata, como pueden colegir, de un monstruo moderno en quien ya no se hace una fusión de hombre y animal sino de hombre y máquina, tal como se esperaba para finales del siglo XX.

4 Semana, Nº 679, mayo 9 de 1995. p. 80.

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13Fusión del monstruo y el anormal y su perpetuación en el cine

Lo que quiero mostrar es que ese temor, que a primera vista pareciera caduco, es vigente hoy. Todavía tenemos monstruos, cercanos, los podemos identificar a diario en las noticias. Los monstruos de hoy no son diferentes a los del siglo XIX, están asociados al crimen, al homicidio realizado en forma brutal.

Edmond Cros advierte que la cultura funciona como una memoria colectiva5; en sus producciones es posible hallar con mayor eficacia la ideología de una época. Apela a la noción de “sujeto cultural” como la “instanciaqueintegraatodoslosindividuosdelamismacolectividad”6 y expresa los rasgos simbólicos inscritos en la cultura. Esta noción, entonces, servirá para fundamentar la tesis propuesta anteriormente de que los monstruos, antecedentes del anormal, persisten en nuestro imaginario, y el cine, como una de las producciones culturales, me va a permitir ejemplificarlo.

Desde muy temprano en el cine, cuando gracias a la creatividad e inventiva de George Meliès se mostró la posibilidad de que se recrearan historias y que no se limitara a mostrar la vida cotidiana como había sido en sus inicios con los hermanos Lumière, un tema que comenzó a fascinar fue el de la locura. Eso tan temido y a la vez tan intrigante.

La imagen que el cine plasmará de la locura será muy diciente en ese correlato que estamos estableciendo entre el monstruo y el anormal. Es así como muy temprano, es decir, 25 años después de su invención, el cine incorporará la visión de la psiquiatría del loco peligroso y lo que es peor, encarnado en algunos personajes psiquiátricos. El ejemplo magistral lo ElgabinetedelDr.Caligari(1920).

5 CROS, Edmond. El sujeto cultural: sociocrítica y psicoanálisis. Medellín, Universidad Eafit, 2003. 2ª ed. p. 11.

6 Ibíd. p. 12.

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constituye ElgabinetedelDr.Caligari, de Robert Wiene en donde un psiquiatra está obsesionado con la hipnosis y mediante la cual pretende averiguar si los sonámbulos, bajo hipnosis, pueden obedecer incluso la orden de matar. Muestra, entonces, el arquetipo del psiquiatra ambicioso, monstruoso en el sentido moral, carente de ética, que hace prevalecer sus intereses personales sobre el bien común. El juego de luces y sombras contribuye a pensar en ese monstruo que combina bondad y maldad; gracias a ese constraste se puede ver una cabellera de color disparejo, mechones negros y canas, la figura que se agiganta en la sombra y cuya postura gestual resulta terrorífica en ese reflejo. Estamos en los inicios del expresionismo y Wiene utiliza exageradamente, como lo pretende el movimiento, el maquillaje, los decorados, las luces y las sombras. Todo esto es el simple espejo de un imaginario reinante. Ese psiquiatra-loco que con su saber se vuelve peligroso. Metáfora también del poder ejercido por los discursos psi, y la hipnosis generada con su saber en el público que, a manera de espectáculo, acude a escuchar sus teorías y resulta fascinado con su recurrencia a lo biográfico para lograr entender el origen de los actos inexplicables.Diez años después, tendremos una versión más atenuada del monstruo, esta vez femenino y nada excepcional, un monstruo que puede encontrarse en cualquier bar y que a la manera de las sirenas que debía evitar escuchar Odiseo, también encanta, seduce y atrapa con

su canto a quienes presencian su acto en Elángelazul. Preciso es entonces alejarse de ella, no escucharla, no acudir a su show, porque se corre el peligro de caer en su telaraña, no poder escapar de ella y convertirse en su hazmerreír cuando ella logre su cometido. A la manera de la abeja reina, utiliza al zángano y lo mata en vida, pues todos Elángelazul(1930)

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15Fusión del monstruo y el anormal y su perpetuación en el cine

los ideales del profesor Rath son dejados a un lado por estar con esta cantante para posteriormente convertirse en un humillado payaso, literalmente.

Del gran director Luis Buñuel tenemos el ejemplo de otro monstruo, cotidiano también, peligroso porque pasa desapercibido para la sociedad. Se trata de Francisco Galván, el personaje principal de Él, un hombre adinerado, muy correcto, buen católico, que encarna los valores más deseables en una sociedad. Sin embargo, una vez se casa, ese hombre tan calmado, correcto, empieza a tener una obsesión persistente: unos celos enfermizos que le hacen creer en la infidelidad de su esposa. Su mente le juega las peores tretas y no habrá forma de convencerlo de lo contrario. Se refuerza el imaginario locura/peligro puesto que en varias ocasiones su esposa es víctima de la mente enfermiza de él. Visualmente, Buñuel le permite al espectador ser partícipe del descenso a la locura de su protagonista cuando paulatinamente va modificando su aspecto y pasamos de ese sujeto perfectamente arreglado a uno con el cabello alborotado, obedeciendo a la imagen arquetípica del loco. Ubicado en la altura de un campanario está en la cima de la locura y se torna más peligroso cuando pretende arrojar al abismo a su mujer.

En 1960 tendremos la obra cumbre de Hitchcock, Psicosis, en la cual escuchamos en todo su esplendor el discurso psiquiátrico apelando a un argumento psicoanalítico, que es el único que puede explicar los crímenes sin razón de Norman Bates.

Los 70 dieron lugar a dos maravillosas obras cinematográficas:

Él(1952)

Psicosis(1960)

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La naranja mecánica y Atrapado sinsalida. Ambas denunciando el sistema de poder de la psiquiatría y sus métodos, cual artífices de castigos ante el que no se acoge a su soberanía. Aquí la noción no es de monstruos sino de anormales, los que se salen de la norma para quienes la psiquiatría puede ofrecer una promesa de cura, es decir, de sometimiento bajo

sus métodos que van desde la farmacología y el electrochoque hasta el tratamiento conductual y la lobotomía, cuando definitivamente se está ante un incorregible. También en esta década inicia su etapa de híbridos David Lynch con Cabezaborradora.

En los 80, el parentesco con los monstruos vuelve a ser patente. Tenemos a Jack Torrence en El resplandor, conjugación del Minotauro, Jack el destripador, el lobo feroz, en fin, esquizofrenia y peligro, esquizofrénico y criminal en potencia. Elhombreelefante, del mismo año, muestra la concepción

popular del monstruo: producto de dos especies, en este caso elefante y humano, se trata del monstruo por naturaleza, por una anomalía física.

Recientemente un título es más sugestivo y diciente que los anteriores y muestra con contundencia cómo ese monstruo del siglo XIX es vigente hoy en

el siglo XXI. Se trata de Monster, de Patty Jenkins, basada en un caso real de una prostituta que fue la primera asesina en serie de la que se tuvo noticia en Estados Unidos. Nombrar como monstruo a una

Atrapadosinsalida(1975)

Elhombreelefante(1980)

Elresplandor(1980)

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criminal en pleno siglo XXI dice mucho acerca de ese estancamiento que existe en el discurso cultural en que todavía aunamos criminalidad y monstruosidad, historia de vida y germen del crimen.

Con este recorrido he querido mostrar cómo el cine, en su función de texto cultural, evidencia los imaginarios existentes alrededor de la anormalidad, asociada aún con lo monstruoso y lo peligroso. Y digo que evidencia porque, como dice Edmond Cros, los productos de una cultura reflejan la concepción de una época sobre un ente determinado. No se trata entonces de meros arbitrios de los artistas, sino que éstos precisamente, como lo dice Aida Sotelo7, escuchan el discurso de su tiempo y hacen evidentes en imágenes (sonoras, visuales, etc.) las consecuencias del discurso imperante y sus efectos en los sujetos.

BibliografíaCHEVALIER, Jean. Diccionariodelossímbolos. Barcelona, Herder, 1988.CROS, Edmond. El sujeto cultural: sociocrítica y psicoanálisis. Medellín, Universidad

Eafit, 2003. 2ª ed.FOUCAULT, Michel. Losanormales:cursoenelCollegedeFrance(1974-1975). México,

Fondo de Cultura Económica, 2001.SEMANA. “Radiografía de un monstruo”. Nº 679, mayo 9 de 1995. p. 80.SOTELO C., Aida. “Testimonio, memoria, cuerpo y olvido”. En: DesdeeljardíndeFreud:

RevistadePsicoanálisis(Bogotá), Nº 4, 2004, p. 122-134.

7 SOTELO, Aida. “Testimonio, memoria, cuerpo y olvido”. En: Desde el jardín deFreud, Nº 4, 2004, p. 124.

Monster(2003)

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Las técnicas terapéuticas psicológicas como prácticas sociales de controlLuisaFernandaBurgosGil,MelissaHerreraSantacruzyElianaToroYepes1

ResumenLa historia de la disciplina psicológica, su praxis, y sus técnicas han estado influenciadas por nociones que, con pretensión de ser racionales y científicas, han hecho de ella, en diferentes contextos, sólo una herramienta al servicio del control y la normalización que pretenden dar cuenta de lo bueno y lo malo. Es por tanto, importante, primero, ver la psicología desde una perspectiva que permita identificar las falencias que en este momento ella encierra; contribuir como profesionales en formación, con sentido crítico, a detener la proliferación de controles y normas absurdas, que en última instancia sólo hacen más complicada la vida de cualquier sujeto. Y segundo, recordar que el objeto de la psicología es brindarle al sujeto herramientas para asumir la condición humana más allá de la moral, y no el objetivo que desde los discursos de verdad racionalista se promueve: la clasificación y estandarización de pensamientos y comportamientos en el ser humano. De lo contrario, y como gran colofón, la disciplina psicológica y su práctica, quedarían reducidas a una disciplina de encauzamiento y control, al servicio de la normalización. Palabras clave: Poder de normalización, dominios de verdad, prácticas psicológicas, medicalización, poder disciplinario, instinto, psiquiatría, psicología, psicoanálisis, evaluación del comportamiento, encauzamiento de la conducta.

1 Estudiantes de cuarto semestre, del programa de Psicología en la Institución Universitaria de Envigado. Este texto es el producto del Trabajo Independiente realizado durante los semestres 01 y 02 de 2007, en las asignaturas HorizontesdePensamientoI yII.

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19Las técnicas terapéuticas psicológicas como prácticas sociales de control

Abstract The history of psychological discipline, its practices and techniques have been influenced by notions that claim to be rational and scientific, have made it, in different contexts, only a tool of control and standardisation, the company's claim to be good and bad. It is therefore important, first, to see psychology from a perspective that allows identify weaknesses that at the moment she holds; contribute as professionals in training, with a critical eye, to halt the proliferation of checks and absurd rules, which ultimately only make more complicated the lives of any subject. And second, remember that the purpose of the psychology is to give the subject the tools necessary to take on the human condition beyond morality, and not the objective truth from the speeches of rationalist promoted to the classification and standardization of thoughts and behaviors in humans. Otherwise, as a great climax, the psychological discipline and practice, would be reduced to a discipline of channelling and control, in the service of normalization.Keywords: Power standardization domains truth practices psychological, medical, disciplinary power, instinct, psychiatry, psychology, psychoanalysis, behavioral assessment, channel behavior.

I. La medicalización de las prácticasLa medicalización, entendida desde la perspectiva de Foucault,

como la incorporación del discurso médico y su praxis en otras disciplinas, tiene inicio en la indagación. La indagación surge en el contexto jurídico de la Edad Media, como una herramienta que se proponía la consecución de la verdad. De esta manera, sería una herramienta para obtener la verdad del sujeto. Una verdad que estaba compuesta por razones que hacían inteligibles crímenes que no lo eran, estudiados a su vez por la disciplina jurídica, en un principio, y, luego, abordados por la disciplina psiquiátrica.

Ahora bien, junto con la indagación, la noción de instinto hace parte de ese gran repertorio de razones que sirvieron a las disciplinas jurídicas y psiquiátricas para determinar ciertas características en aquellas personas que se consideraban, por las autoridades de la época,

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-Instituciones disciplinarias- criminales. Cabe anotar que para éstos, la noción de crimen difiere de la noción actual; pues, los dominios de verdad estaban determinados y sesgados por juicios de valor diferentes. Por ejemplo, se consideraba criminal a aquel que no coincidía en opinión ni pensamiento con las autoridades, aquel cuya práctica sexual tenía fines distintos a los de la reproducción, fines que contradecían la doctrina cristiana.

De este modo, la psiquiatría se vale de dichas características para darle comienzo a una clasificación de los comportamientos que, como ya se ha dicho, en un principio, le competían al sistema judicial.

La psiquiatría se abre un lugar en la sociedad científica, y comienza a cumplir un papel determinante por medio de esta clasificación, como uno de los entes controladores del comportamiento humano.

Es así como cada comportamiento será evaluado y sometido a juicio en la medida en que no esté dentro de los parámetros que, racionalmente, han sido establecidos como correctos, normales.

Visto de otra manera, la psiquiatría se constituye como una disciplina que cumple la función de higiene social; que clasifica, excluye, incluye programadamente y pretende rehabilitar a todos aquellos que en su comportamiento no correspondan a los basamentos sociales.

Se puede decir que es en este momento cuando, aparte de las funciones de la psiquiatría ya mencionadas, se da también una segunda clasificación: la denominada psicopatología, la de los comportamientos anormales y/o enfermedades mentales.

Durante mucho tiempo esta labor psiquiátrica estuvo en manos de funcionarios públicos que no eran médicos, por lo tanto se puede pensar que no poseían, para realizar sus juicios, un criterio científico. Posteriormente, la psiquiatría es absorbida por la medicina y se constituye como una rama de ésta en el siglo XVIII y se establece como tal durante el siglo XX.

Ya en el siglo XIX, la indagación era vista desde una perspectiva diferente y, en consecuencia, sus resultados también. Este hecho, las nuevas formas de analizar la indagación y sus resultados, constituyen

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el terreno en el cual surgirían más tarde diversas disciplinas como la Sociología, la Psicología, la Psicopatología, la Criminología y el Psicoanálisis.

II. El psicoanálisis y la psicología en el contexto de la sociedad medicalizadaSurgimiento del Psicoanálisis

El surgimiento del psicoanálisis está enmarcado en los dominios de verdad de la psiquiatría y, por lo tanto, de la medicalización donde hay técnicas de indagación.

La razón de esto se puede deducir al profundizar en aquel personaje que dio origen a ésta, el médico y psiquiatra Sigmund Freud, quien propuso los fundamentos teóricos de esta disciplina, teniendo como “ilusión”, el “construirunapsicologíaabisalquehicieraparte,por derecho propio, de las ciencias naturales”2, en tanto que, la neuropsicología sería una de las disciplinas afines a esta. De este modo, Freud define el psicoanálisis como “un procedimiento médico queaspiraalacuracióndeciertasformasdelanerviosidad(neurosis)”3.

Además, también lo denominó como el “trabajomedianteelcualtrae a la conciencia del enfermo lo psíquico reprimido en él”4. Esta última hace pensar que siendo el inconsciente el objeto de estudio del psicoanálisis no sería tan científico como Freud creía, ya que este objeto no es observable para las ciencias puras.

Para cumplir los objetivos que se había propuesto, Freud utilizó varias técnicas que le permitieran investigar más de cerca su objeto de estudio, objeto que dejó muy claro al decir en una de sus conferencias en 1932 que “el espíritu y el alma son objetos de investigación

2 RAMÍREZ, Carlos Arturo. El método psicoanalítico. En revista PSIQUE # 2, 1995 3 FREUD, Sigmund. Múltiple interés del psicoanálisis, http://www.gratislibros.com.

ar/LIBROS012.htm, 29 de octubre 20074 LAPLANCHE J., PONTALIS J. B., Diccionario de psicoanálisis. Barcelona:

Editorial Labor, S. A., 1981, Traducción: Fernando Cervantes Gimeno.

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científica, exactamente como lo son cualesquiera otras cosas ajenas alhombre”5.

Cabe anotar que el método científico es definido como el contraste dialéctico entre la teoría y la práctica. Es decir, el método científico siempre busca llevar el análisis de un discurso hasta sus últimas consecuencias. Por lo tanto, el método analítico sería la aplicación del método científico a un proceso de reglas y prácticas encaminadas a la liberación del espíritu y al logro de la virtud subjetiva. Esto quiere decir que el psicoanálisis toma el método científico para llevarlo a la práctica, que luego se convierte en elemento para la teoría y, entonces, volver a ella. Se puede decir que es un proceso circular el que Freud hace en su método analítico.

Así mismo, Freud propuso un aparato psíquico, planteado desde el supuesto de un aparato que desarrolla neuronalmente funciones diferentes. Así, hay neuronas encargadas de recibir los estímulos del exterior, otras encargadas de almacenar cierta información y otras de producir, a partir de la percepción, un signo de cualidad que da cuenta de la descarga de energía y da noticia de tal descarga.

Freud se interesó por otros métodos dejando muy de lado los trabajos científicos. Pero en los nuevos aún se veían prácticas médicas como la indagación, que fue utilizada desde la hipnosis, primer tratamiento utilizado para curar los pacientes. Esta técnica se fundamenta en la palabra del sujeto que está en busca de un saber sobre sí mismo y sobre su síntoma.

Otras de las técnicas utilizadas por Freud fueron: la interpretación de los sueños, la asociación libre, la atención flotante, el análisis de la resistencia, el análisis de la transferencia.

En estas técnicas, se evidencia que gran parte de ellas son propuestas desde experiencias con grandes cargas de subjetividad, que pretenden darle un carácter de cientificidad a un objeto de estudio intangible como lo es el inconsciente. Además, en sus técnicas derivadas de una medicalización, el objetivo es sanar al paciente de una “enfermedad”.

5 RAMÍREZ, Carlos Arturo, El método psicoanalítico. En revista PSIQUE # 2, 1995

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Surgimiento de la psicología y sus prácticas

De las prácticas sociales de encauzamiento a las psicoterapiasDesde la antiguedad han existido diversas prácticas –inscritas en

diferentes dominios de verdad– cuyo fin ha sido encauzar al hombre y garantizar un control social sobre el mismo.

Estas prácticas sociales de encauzamiento, como ya se dijo, se estiman desde diferentes discursos: filosóficos, religiosos, médicos, psiquiátricos y psicológicos.

Ahora bien, el discurso que pertenece a la disciplina psicológica es antecedido por una serie de contextos, teóricos, teorías, prácticas, disciplinas, las ya mencionadas.

De la filosofía, la psicología retoma los interrogantes que desde un principio ésta se planteaba sobre el ser en la ontología, presente en filósofos como Platón y Aristóteles.

Así, por ejemplo, se puede percibir que en la antiguedad ya se pensaba, hablaba y realizaban prácticas con el fin de conseguir el bienestar del sujeto; por ejemplo, es importante resaltar, que ya desde la época helénica, aproximadamente desde el año 323 a. C., el filosofo hacía las veces de “terapeuta”, tratando de encontrar la felicidad entre tantos cambios y perturbaciones.

En los griegos, se buscaba la felicidad, la eudaimonía, la buena vida o la realización del ser humano. Esta felicidad llamada ataraxia, era un nuevo tipo de filosofía que ejercía quien ofreciera las recetas para alcanzarla.

Al respecto, Leahey plantea que “el médico que ejercía de filósofo, representado por figuras como Alcmeón, Empédocles y Aristóteles, marcaba el inicio de la historia de la psicología como ciencia, el filósofo que actuaba como médico inauguraba la historia de la psicologíacomo psicoterapia”6. Esto permite ver la lectura que se hace desde las categorías contemporáneas de unas prácticas filosóficas que no se

6 LEAHEY Thomas H., HistoriadelaPsicología,Madrid:Person Prentice Hall, sexta edición, 2004, p. 66.

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podrían denominar psicológicas en el sentido de la carga conceptual e ideológica que actualmente adquiere la psicoterapia.

De igual manera, durante La Edad Media y El Renacimiento, se desarrollaron acontecimientos que fueron avances importantes para la constitución de la psicología, por ejemplo, el desarrollo de la doctrina y la teología cristiana, su estudio del alma introspectivamente, el hecho de querer conocer a Dios, junto con las teorías de Aristóteles, San Martín, San Agustín, San Buenaventura, Santo Tomas de Aquino, entre otros filósofos y religiosos.

De la religión católica específicamente, se obtienen las particu-laridades de la confesión, tal y como lo expresa Foucault, es decir, el valor de contarlo “todo” y de manera privada, siendo el psicólogo, en el siglo XX, en cierta forma el reemplazo del sacerdote, y el consultorio un confesionario. Además, la psicología recicla algunas conductas que la Iglesia Católica tilda como “pecado” (la masturbación, la homosexuali-dad, entre tantos otros que al ser delegados a la medicina de la época, se patologizan) lo que evidencia la presencia de la moral victoriana en muchas teorías psicológicas surgidas a finales del siglo XIX.

Desde la medicina y más aún desde la psiquiatría, dichas patologías y otras más no provenientes de la doctrina católica han sido estudiadas y clasificadas. Hecho con el cual, como ya se dijo, se ha medicalizado la psiquiatría. Un ejemplo patente de ello es el DSM IV (Manual de Diagnóstico), compendio de síntomas y características de patologías y enfermedades psiquiátricas que inundan también la disciplina psicológica.

Todas las disciplinas antes mencionadas se hacen pertinentes y útiles en la sociedad y pasan a cumplir un mismo objetivo: el encauzamiento del alma. Para el cumplimiento de este objetivo, cada una de las disciplinas y/o prácticas sociales de encauzamiento se han valido de diferentes técnicas.

En la psicología, específicamente, dichas técnicas están inmersas en cada corriente psicológica y su respectiva praxis.

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Algunas corrientes psicológicas, sus técnicas y prácticas terapéuticas

PsicoterapiaPsykh(ë): alma ; therapeia: cuidado, tratamiento.La psicoterapia es un procedimiento propio de la disciplina

psicológica, cuyo objetivo es identificar en un primer momento las causas del malestar psíquico que presenta el sujeto que acude a esta instancia. De manera que en la psicoterapia el sujeto busca alcanzar un bienestar y equilibrio frente a aquello que lo aqueja, por medio de modificaciones, ya sea con respecto a su identidad o a formas de relacionarse.

De este modo, muchas personas son remitidas a la psicoterapia o consideran por sí mismos que la necesitan, puesto que el comportamiento que presentan se sale de los cánones de normalidad establecidos socialmente, y de esta manera son considerados anormales, locos, “raros”, etc. Es fundamental para el entendimiento de las nociones de normal y anormal reconocer que éstas varían de acuerdo con las normas presentes en cada sociedad. Las mismas que, a su vez, y en su mayoría, responden a demandas de determinadas épocas y contextos (por ejemplo, regiones, culturas, etc.) Por tanto, la línea que permite clasificar entre lo normal y lo anormal no es tan clara ni constante como parece, ni como las disciplinas que se encargan de su categorización lo hacen ver.

De acuerdo con lo anterior, se puede decir que en la época actual, los raros y anormales son aquellos que en muchas ocasiones están expuestos al escrutinio público porque a la luz de la sociedad padecen síntomas de anormalidad y deben ser encauzados o normalizados, objetivo que, en esta instancia, busca el tratamiento con un psicoterapeuta.

En ese orden de ideas, puede decirse que la psicoterapia es un tratamiento metódico entre psicoterapeuta y paciente (cliente), el primero con una formación profesional en el área de la salud, especializado en psicoterapia, es decir, especializado en influir sobre las emociones, los pensamientos, el comportamiento, las motivaciones, entre otros factores que pueda llegar a solicitar el paciente.

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ConductismoSólo hasta 1879 se instituye la psicología como disciplina de estudio

con el laboratorio psicológico fundado por Wilhelm Wundt. Antes de este hecho dicha disciplina estaba relacionada con la filosofía. Es por esto que en un principio la disciplina psicológica como tal, estaba mediada, hasta cierto punto, por perspectivas filosóficas.

Debido al objetivo principal de Wundt con su laboratorio, darle estatuto de ciencia a la psicología, se da una brecha entre las disciplinas anteriormente nombradas. Se aúna a ello el surgimiento del conductismo.

“La terapia conductual es definida aquí como una orientación clínica general para la solución o modificación de problemas emocionales y conductuales, identificada filosóficamente con un enfoque experimental del estudio de la conducta humana”7. Cabe resaltar que debido al objeto de estudio del conductismo, esta corriente no busca identificar y clasificar síntomas que presente el paciente como un indicio de enfermedad, ya que para el conductismo, la conducta no es síntoma de nada.

Es posible decir que las tres vertientes teóricas de las que parten aplicaciones terapéuticas en el conductismo son: el condicionamiento clásico (Pavlov), condicionamiento operante (Skinner) y aprendizaje por observación (Bandura).

En las aplicaciones terapéuticas del conductismo se utilizan diferentes técnicas, como lo son la desensibilización sistemática, la bio-retroinformación, el contra-condicionamiento, el condicionamiento aversivo, la economía de fichas, las aproximaciones sucesivas, el análisis funcional de la conducta (AFC), la aplicación de los principios de aprendizaje por observación.

7 CASTANEDO Celedonio, BRENES Abelardo, JENSEN Henning, RODRIGUEZ Gerardo, THOMAS Pierre; Seis enfoques psicoterapéuticos. México: Editora El Manual Moderno, 2000, Pág. 27

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CognitivaDentro de los diferentes tipos de psicoterapia se encuentra la

cognitiva. Ésta se apoya en un prototipo de los trastornos psicológicos, en el se que define que éstos surgen a partir de la organización errónea (significación) de experiencias vividas, afectando así las emociones y los comportamientos.

La terapia cognitiva tiene por base teórica la psicología cognitiva; ésta estudia los procesos mentales superiores en un sentido más amplio: pensamientos, sentimientos, aprendizaje, recuerdos, entre otros. Conforme a esta perspectiva, la conducta humana es algo más que la simple respuesta a un estímulo. Esta corriente psicológica revisa y reorienta la concepción de la persona y presenta el organismo no como un receptor pasivo sino con funciones activas y selectivas de los estímulos que llegan a él: un procesador de información.

Ahora bien, esta terapia se deriva de los descubrimientos del psiquiatra Aaron Beck, quien consideraba que los diferentes trastornos psicológicos nacen de las maneras desacertadas en que las personas ven, experimentan e interpretan los acontecimientos vividos.

Desde esta teoría, las interpretaciones erróneas reciben el nombre de distorsiones cognitivas; éstas, a su vez, están compuestas por significados subjetivos arraigados en el sujeto desde la niñez: esquemas cognitivos o supuestos personales, estos últimos se desatan cuando hay una alta alteración emocional a través de cogniciones, trastornando así la conducta. Finalmente, a estas cogniciones se les da el nombre de pensamientos automáticos.

Otro teórico que contribuye a la terapia cognitiva es Albert Ellis con su terapia racional emotiva, con la cual plantea el modelo ABC, en donde A son los acontecimiento vividos por las personas, C son las consecuencias respectivas a estos acontecimientos, y la B, (Belief) creencia en inglés, es decir, la manera como el sujeto asimila o entiende el acontecimiento. Esta terapia está encaminada básicamente a modificar el punto B, las maneras erróneas; de tal forma la persona por sí misma se hace consciente de sus diálogos internos autodestructivos y puede modificarlos.

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Existen entonces en esta terapia, según Riso, diferentes estrategias de intervención que pueden organizarse en 3 grupos8: empirismo colaborativo, el diálogo socrático y la disputa verbal, y el descubrimiento guiado.

Aparte de estos grupos de técnicas, existen otras de las cuales la terapia cognitiva se vale para la intervención. En primer lugar, se encuentran los recursos cognoscitivos; para llevar a cabo esta técnica, se utilizan la exageración deliberada, la descatastrofización, el entrenamiento en creatividad y la toma de decisiones.

En segundo lugar, se encuentran las estrategias de intervención comportamental, las más conocidas son: la relajación sistemática, el reforzamiento de conductas adaptadas, la exposición gradual, la asignación de tareas y la exposición en vivo.

Finalmente, es posible decir que también se utilizan las estrategias de intervención compuestas, es decir, donde existe la posibilidad de trabajar, tanto lo cognitivo y afectivo, como lo comportamental.

HumanistaLa psicología humanista estuvo influenciada por otras corrientes

tanto filosóficas como psicológicas, entre ellas la existencialista, que pone al ser humano como centro del universo, afirmando que la existencia se rehace cada día y que sólo cuando se tiene un proyecto de vida, el ser humano existe. También hace parte de ésta, la fenomenología que tuvo que ver con esta psicología; al buscar describir los fenómenos tal y como son, propone observar el fenómeno sin prejuicios, de una manera descriptiva y no evaluativa.

Retomando los postulados ya mencionados anteriormente, la psicología humanista se desarrolla fundamentalmente en los Estados Unidos, en 1929, influenciada también, por “la gran depresión” y la “política de Roosevelt”. Ésta tenía como propósito el optimismo por la capacidad del ser humano y la búsqueda de las libertades básicas, donde

8 RISSO, Walter., Entrenamientoasertivo, aspectos conceptuales evaluativos y de intervención. Medellín: Editorial Rayuela, 1988.

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encontró el punto de partida para desarrollar sus teorías y postulados. Primero, los postulados acerca del ser humano, en donde éste es más que la suma de sus partes, y lleva a cabo su existencia en un contexto humano, es consciente, tiene capacidad de elección y es intencional en sus propósitos, sus experiencias, su creatividad y la comprensión de significados.

Esta corriente se diferencia de las demás por su visión integradora de las distintas áreas, en donde involucra lo intelectual, emocional, corporal y espiritual. Esto es lo que le permite concebir al ser humano en su totalidad. También, por considerar al hombre dotado de todas las potencialidades que necesita para su desarrollo, de tal manera que puede realizar cambios en su ser y propiciar su propia curación.

Considera, además, que el síntoma y la enfermedad son manifes-taciones externas de un conflicto interno, es decir, son la alarma que le indica al individuo que pasa algo adentro.

También es evocada por la posición que adquiere el terapeuta, en la cual se rompe la distancia entre ambos: El terapeuta es aquél que está a un mismo nivel, que mira de frente y que ofrece las herramientas necesarias en el momento oportuno.

Ahora bien, las terapias que esta corriente utiliza están enmarcadas por las teorías ya descritas: la terapia centrada en el cliente, la terapia existencial.

Gestalt“La psicoterapia gestáltica se define como un enfoque psicotera-

péuticocentradoenelmomentoexistencialquevivelapersona,enelaquíyenelahora,supresente”9. El enfoque teórico correspondiente a esta terapia comprende al ser humano como una totalidad integrada por diferentes aspectos, como lo son los factores físicos, emocionales, intelectuales, sociales y espirituales, teniendo en cuenta que también

9 CASTANEDO, Celedonio; BRENES, Abelardo, JENSEN, Henning; RODRÍGUEZ Gerardo; THOMAS, Pierre; Seisenfoquespsicoterapéuticos.México: Editora El Manual Moderno, 2000, p. 237

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existen factores internos y externos que afectan al individuo generando efectos en éste, como los trastornos psicosomáticos.

Frederich Perls, creador de la psicoterapia gestáltica, la llamó en sus inicios terapia del darse cuenta, ya que lo que busca en última instancia es que el individuo, de manera concienzuda, se dé cuenta de la realidad que lo circunda, y de lo que en su interior pasa con respecto a dicha realidad. Es, en otras palabras, estar en contacto con la propia experiencia.

Todos los estilos de terapia gestáltica tienen en común principios como el fenomenológico (ver la realidad tal y como es, en el aquí y en el ahora sin máscaras ni autoengaños, darse cuenta de..., darse cuenta del proceso mismo del darse cuenta), el existencialismo dialogal (contacto directo y asistente con el sí mismo), el aquí y ahora (percibir la realidad de manera fenomenológica).

La teoría gestáltica está influenciada por otras teorías; algunas de ellas son: el psicoanálisis, del que retoma los planteamientos sobre el mecanismo de defensa; de la filosofía existencial, la confianza en las potencialidades primordiales del sujeto respecto a la responsabilidad, y el respeto hacia la persona; de la fenomenología rescata la importancia de la toma de conciencia de la experiencia inmediata; del psicodrama de Moreno, la dramatización para representar de manera más fácil las experiencias y los sueños. Todos los enfoques antes mencionados en la terapia gestáltica se fusionan de manera creativa.

La psicoterapia gestáltica puede realizarse de manera individual, en grupos, en talleres y en diversos espacios; consulta privada, agencias, empresas, etc. Los estilos y modalidades fluctúan dependiendo de muchas variantes, por ejemplo, la calidad y cantidad de las técnicas empleadas, la disposición y enfoque cognitivo, emocional y físico del paciente, la frecuencia de la sesiones, entre otros.

Todas las técnicas de intervención utilizadas en la terapia gestáltica se crean a partir de la pregunta: “¿De qué te das cuenta (vivencias) ahora?”, y de la instrucción que el psicoterapeuta da al paciente para generar una reflexión: “¿Qué estás sintiendo?” o “¿Qué estás pensando?”.

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Desde esta perspectiva, algunas técnicas gestálticas son: quédate con eso, la actuación, la exageración, la fantasía guiada, la liberación e integración de técnicas, las técnicas corporales.

LogoterapiaEsta es una terapia de corte existencial, que pretende que el ser

humano encuentre y le dé significado a su existencia, en tanto es responsable de sus actos. Además, intenta ver a la persona como una integridad de diferentes aspectos, entre ellos y el más importante es el aspecto espiritual, éste le confiere al ser humano, según la logoterapia, su verdadera esencia.

La logoterapia es fundada por Viktor Frankl, M.D., Ph.D., neurólogo y psiquiatra, y sobreviviente de campos de concentración nazi. Este aspecto importante de su vida es el que lo lleva a reflexionar sobre la existencia del hombre y el significado de ésta; además, este hecho explica por qué la logoterapia tiene, como ya se dijo, una perspectiva existencial. Otras perspectivas que se fusionan en la logoterapia son la filosofía y la antropología.

Esta teoría plantea, además, que cada persona cuando se ve enfrentada a algún problema debe solucionarlo desde la visión específica y personal que tenga sobre sí mismo y sobre la vida.

Algunas de las técnicas empleadas en la logoterapia son: la derreflexión, la intención paradójica, la redención del pasado, la representación, el diálogo socrático.10

Por otro lado, esta terapia fusiona diferentes técnicas de otras psicoterapias, como por ejemplo; la relajación, la meditación, herramientas de auto-descubrimiento (la metáfora), la visualización guiada, la biblioterapia, auto-registros.

10 Sobre estas técnicas, véase: Elhombreenbuscadelsentido,de Victor Frankl.

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III. Puntos de convergencia entre las diferentes psicoterapias

Todas estas psicoterapias, con sus respectivas técnicas, tienen en común, en primer lugar, el enfoque que se le da al individuo como paciente a tratar (a excepción del conductismo). De este modo, el sujeto se convierte en el enfermo que busca al psicólogo o psicoanalista para curar una enfermedad, y el terapeuta es aquel que, se cree, puede curar los malestares (emocionales, cognitivos, conductuales, relacionales, etc.).

Las psicoterapias propuestas por las diferentes teorías están constantemente buscando en el paciente su núcleo patógeno o el foco de la dificultad. Éste lo intentan deducir a partir de la identificación de síntomas o signos que le indiquen al terapeuta cuál es la enfermedad a la que va a dar cura. Síntomas que son clasificados, y esta clasificación, además, y aunque suene redundante, es la herramienta para clasificar “normales” y “anormales”.

Es así como en el contexto actual, se cae en el error de clasificar patologías inexistentes, ya que son muchas las personas que acuden a un terapeuta porque están vivenciando situaciones que consideran insoslayables, y que llevan al sujeto a cuestionarse por su existencia, en pocas palabras, problemas humanos, no síntomas de trastornos o neurosis merecedores de clasificación y diagnóstico.

Además, estas personas que hoy acuden a un psicoterapeuta, en otros tiempos hubieran acudido muy posiblemente a un religioso, o bien a un guía espiritual. La diferencia es que en la actualidad las personas dudan de estos personajes, ya que a la religión no se le otorga la misma importancia que hace algún tiempo.

Con la anterior afirmación, la psicoterapia se encuentra entre una encrucijada cuando pretende ser una vertiente de clasificación entre normales y anormales, o cuando por su práctica se convierte, como ya se dijo, en el reemplazo del confesor, y el consultorio en el reemplazo del confesionario, no sólo por sus técnicas, sino también por la historia

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moral que, ya se conoce, trae a cuestas. Y más aún, cuando las técnicas psicoterapéuticas buscan encauzar al sujeto, ya sea a una filosofía de vida en específico, o a las normas de la sociedad en la que vive.

Desde la afirmación anterior, se puede decir que, algunas de las praxis de las psicoterapias a la luz de una perspectiva objetiva, crítica y reflexiva, se reducirían sólo a técnicas que están al servicio de las sociedades de control y, por tanto, a la orientación del sujeto.

De esto se pueden hacer varios planteamientos; en primer lugar, que en tanto las sociedades varíen, como ya se había dicho, las psicoterapias lo hacen también a su ritmo, puesto que son las que se encargan de mantener a los sujetos dentro de los parámetros de normalidad impuestos por la sociedad.

Esto permite evidenciar que las psicoterapias que están inscritas dentro de las instituciones (familia, escuela, fábrica, etc.) de normalización, y que, además de ser una red invisible que mantiene a los individuos en el margen de los estatutos sociales de normalidad, hacen parte, también, de las disciplinas que se encargan de la programación mental del individuo desde su infancia.

IV. Otras terapias no clasificatorias

Estas terapias son conocidas comúnmente con el nombre de “tera-pias alternativas” o “complementarias” y sus prácticas no “encajan” en la medicina contemporánea; en su mayoría son prácticas provenientes de culturas orientales.

Tal es el caso de algunas como la musicoterapia, danzoterapia, reiki, yoga, zooterapia, sexo tántrico, feng shui, aromaterapia. Éstas trabajan sobre la energía del individuo, considerando que la relación cuerpo y espíritu es la principal para mantener un bienestar que obviamente tiene implicaciones en la vida cotidiana.

Todas las terapias anteriores tienen en común que en su interacción con el sujeto no es preciso clasificar para proporcionar un bienestar. Por tanto, puede decirse que no les interesan las denominaciones de

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normales y anormales. Las personas sólo acuden a éstas para alcanzar un equilibrio y un bienestar que consideran necesarios para mejorar su calidad de vida.

Cabe aclarar, entonces, que estas prácticas, por ser milenarias, no responden a parámetros de control social, simplemente son, y están ahí para quien lo necesite.

Una acotación importante es que en el contexto de la sociedad en que vivimos, muchas de estas terapias se han convertido en prácticas de moda, ya que se acude a ellas simplemente por seguir modelos de conducta de personas famosas, esto no invalida en ningún momento dichas terapias, ya que el sujeto es “libre” y responsable para considerar lo que en última instancia desee.

Por otro lado, existen personas que no necesariamente están en conexión espiritual como muchas de estas terapias lo promueven; sólo lo hacen para lograr resultados satisfactorios si en cuanto a cura de enfermedades se trata.

Para cerrar este apartado sobre las terapias alternativas, y la diferencia de éstas con las psicoterapias, se puede concluir que no es necesario estar al servicio de la normalización para brindar un bienestar a las personas que lo requieren. Es decir, ninguna ética ha autorizado a las diferentes disciplinas para que encierren la vida de un sujeto en teorías que explican lo normal o anormal que es o que puede llegar a ser.

V. A manera de conclusión

Al terminar el presente recorrido, hecho principalmente para dar, de manera argumentativa, respuesta al cuestionamiento que motivó la investigación, se puede concluir que sí hay prácticas sociales que subyacen a las técnicas psicológicas.

Estas prácticas, nombradas en este trabajo como prácticas sociales de encauzamiento, han sido instituidas, algunas desde épocas a. C. como la filosofía, y otras como fruto de un proceso histórico ya descrito, desde el carácter racional que llevan en sí mismas.

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35Las técnicas terapéuticas psicológicas como prácticas sociales de control

Este hecho, evidenciado en la investigación, ha sido uno de los prin-cipales actores en las prácticas de clasificación, que en la psicología, su praxis y por ende, sus técnicas han sido características. Además, apare-ce la clasificación como punto de convergencia en las psicoterapias.

Con respecto a esta clasificación, su práctica y su incidencia en la psicoterapia, se puede concluir que es pertinente sólo en el dominio de verdad racionalista en prácticas medicalizadas, pero no es imprescindible o absolutamente necesaria para cumplir los objetivos fundamentales de la terapia: promover la buena vida y asumir la condición humana más allá de lo moral.

Lo anterior queda claro al exponer algunas de las técnicas utilizadas por terapias milenarias que, a pesar de no clasificar, sí promueven y conducen al ser humano a un buen vivir, y como lo expresaban los griegos: alcanzar la ataraxia.

Entonces, la clasificación incluida en la praxis de la psicología, la psicoterapia, promueve algo diferente al fin que tradicionalmente ha tenido la terapia: el ejercicio normalizador.

Esta situación hace que la práctica psicoterapéutica se instale en la categoría de herramienta normalizadora útil a una sociedad disciplinaria en cuyo fondo se encuentran prácticas de exclusión que equívocamente se supone son necesarias para el progreso.

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Los saberes psi y las réplicas de prácticas sociales moralizantes

ÁlvaroRamírezBotero1

ResumenLos saberes psi son prácticas sociales, y como tales dan cuenta de unos juegos de verdad instalados en el marco de la racionalidad; de igual manera, las formas de saber dentro de las que surgen estos saberes están marcadas por el método científico y la racionalidad, pero lo curioso es que en estas prácticas, luego de una revisión de las condiciones de su surgimiento y de los juegos de verdad que permiten su aparición, es posible notar la ligazón con prácticas de orden estrictamente moral, de las cuales las disciplinas en mención toman nociones y técnicas. Esto evidencia que no son prácticas con la objetividad que supone el método de la ciencia sino que, por el contrario, son saberes que hacen el relevo a los referentes de orden religioso y que ofrecen otras nociones que, aunque aparentemente no son de orden moral, continúan, con la clasificación, los diagnósticos, las teorías de la personalidad, la psicoterapia y los peritazgos sosteniendo y reforzando prácticas del poder de normalización, lo que convierte los saberes psi en prácticas sociales que replican prácticas morales.

Palabrasclave: Saberes psi, prácticas sociales, sociedades de soberanía, sociedades disciplinarias, dominios de saber, dominios de verdad, poder de normalización, psicología, psiquiatría, psicoanálisis.

1 Psicólogo Universidad de Antioquia. Magíster en Educación Pontificia Universidad Javeriana. Docente Institución Universitaria de Envigado.

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1. En la perspectiva del análisis histórico-crítico

El asunto de las prácticas sociales de los saberes psi y sus condiciones de surgimiento es lo que centra el interés de este trabajo. Si de entrada se denominan estas acciones como prácticas sociales, de paso se hace pertinente la siguiente pregunta: ¿Dentro de qué marco se pretende hacer este trabajo?

Se define, para el efecto, como referente principal la perspectiva del análisis histórico crítico de Michel Foucault; se trata de ubicar en las prácticas psi algunos de sus elementos constitutivos y establecer, no los “referentes teóricos” de dichas prácticas, sino los juegos de verdad que emergen a través de dichas prácticas, y de hacer evidentes los dominios de verdad que se constituyen en el marco de esas prácticas sociales.

En este orden de ideas, de la misma manera que las prácticas sociales dan cuenta de unos juegos de verdad determinados, las formas de saber están, por su parte, también posibilitadas por dichos dominios de verdad, puesto que las prácticas sociales, que supuestamente se desprenden de saberes están, a su vez, sosteniendo y reforzando las prácticas de poder.

La consecuencia lógica de lo planteado es que las prácticas psi concebidas como prácticas sociales necesariamente pasan a ser o, mejor, pasan a estar en la categoría de prácticas de poder. Es el momento para abrir la reflexión sobre las prácticas de poder que refuerzan las prácticas de las disciplinas psi.

Ahora, si estas prácticas están entendidas como reforzadoras de unas prácticas de poder, la otra pregunta que emerge es por los dominios de verdad que contienen a dichas prácticas.

En otras palabras: las disciplinas psi(psiquiatría, psicoanálisis y psicología) surgen en unos dominios de verdad y, por supuesto, hacen parte del juego dentro del tejido de las relaciones de poder, y no solo es pertinente sino que es necesario asumir la posición crítica frente a las disciplinas que nos convocan y las que ejercemos, de tal manera que se puedan desenmascarar los dominios de verdad en que surgen, se enmarcan y refuerzan las disciplinas en mención.

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39Los saberes psi y las réplicas de prácticas sociales moralizantes

En principio, es importante comprender lo que propone Foucault en el trabajo de “Los anormales” donde, con su método a partir de la investigación documental, muestra cómo en determinados momentos de la historia se engendran dominios de verdad, es decir, discursos que determinan criterios y prácticas sociales.

De igual manera, en el recorrido histórico que se hace por las nociones en que discurren estas disciplinas, es posible evidenciar los dominios de verdad que funcionan de marco para estos.

2. De las sociedades de soberanía a las sociedades disciplinarias (o donde el verdugo no es un asesino, solo es alguien que “cumple con su deber”).

Continuando en la línea histórico-crítica, hacer un recorrido por las sociedades de soberanía y las disciplinarias permite notar la transformación de los dominios de verdad, el mantenimiento de las prácticas de poder y el relevo de referentes acaecido en ellas.

2.1. Entre el esclavo, el siervo y el aristócrataObsérvese, en principio, cómo en las denominadas por Foucault

sociedadesde soberanía, es evidente el dominio de la iglesia y unas características que marcan, para la Edad Media, la operancia de unos juegos de verdad que están establecidos desde la moral cristiana y la voluntad del rey, por supuesto, en Occidente.

En estas sociedades ubicadas entre el siglo V y el XV, la moral se puede considerar como heterónoma en los seres humanos, pero ¿qué significa para este análisis el asunto de una moral heterónoma en las sociedad de soberanía?

La heteronomía plantea de antemano una concepción donde el hombre no se conduce por sí mismo: la noción de conciencia como se conoce hoy no existía, era la autoridad imperial o real la que ostentaba el poder decisorio, y contaba con el revestimiento de lo sagrado que la hacía incuestionable, aún en las decisiones que implicaban la muerte.

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El modelo monárquico absolutista de las sociedades de soberanía –y de las sociedades feudales- tiene de base una concepción de un sistema de cooperación donde la producción y el cuidado de la soberanía del Estado están a cargo de los mismos que cultivan la tierra para su señor, mismos que, de acuerdo con el momento, son o funcionan como soldados en las guerras de su señor.

Esta fidelidad a un señor cumple una función que permite cierta economía en lo moral, puesto que las decisiones correspondientes a lo que es “bueno o malo” (decisiones de índole moral) son responsabilidad del rey y, en última instancia, de lo divino. No son pues asuntos del hombre común. Ir a la guerra, matar o morir no era un asunto para esquivar, era sencillamente un deber que cumplir cuando el señor en su investidura divina lo decidía.

El planteamiento de estas condiciones es lo que hace que matar en condiciones de guerra, defendiendo al Estado, no generara -y no genera tampoco en la actualidad- preguntas de corte moral al estilo de si esto es “pecaminoso” o no, si está “bien” o no. La razón es que en el dominio de verdad que regía –y que rige- es loable matar un enemigo del Estado y sus intereses; era algo que se hacía con el beneplácito del rey, por supues-to de la iglesia y, claro, como consecuencia, con el beneplácito del mismo Dios, hoy se hace con el de las Constituciones y de los países aliados.

Por otra parte, en las sociedades en soberanía, las grandes diferencias de clases y la pobreza generalizada estaban justificadas en la cercanía de algunas clases a lo divino y con la determinación de las clases pobres a la servidumbre y al buen favor de los señores. El reflejo de la concentración de la riqueza en las construcciones y el trabajo del pueblo por ésta, así fuera por medio del sometimiento, funcionaba como muestra del poderío, de la fuerza y de lo divino.

Las rebeliones, entonces, estaban planteadas más desde la economía gástrica que desde la concepción de una igualdad entre los hombres. El reclamo no era por la igualdad sino por la satisfacción de unas necesidades. -Este asunto comenzará su transformación con la presencia de un halo humanista en el Renacimiento-.

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Se asiste, por lo tanto, a una sociedad agraria y guerrera en la que lo clásico (lo griego y lo romano) en gran medida ha sido relegado, conservando solo algunos elementos útiles para una sociedad jerárquica y autoritaria nutrida, principalmente, por nociones provenientes del pensamiento cristiano.

Es así como en este momento histórico y social los juegos de verdad encuentran su base fundamentalmente en el cristianismo, y desde este mismo se estiman las formas posibles de saber. De paso, los dominios de verdad y las prácticas sociales se ven cromatizados por elementos de tipo teológico donde las causas y explicaciones últimas están amarradas a asuntos de orden divino y fuerzas sobrenaturales.

Si se observa con agudeza, es posible notar que en este dominio de verdad es inútil e irrelevante la presencia de nociones como la conciencia, ¿para qué si está la moral?; como la alienación mental, ¿para qué si están los demonios? y por supuesto, no hay lugar para la fundación de saberes psi, puesto que de los asuntos del alma se ocupan los teólogos.

Con esto se pretende hacer evidente que para las prácticas sociales de la época (entre el siglo V y el XV) el paradigma que las soporta es la moral cristiana y no hay lugar para otras concepciones. Como se ha planteado en diferentes instancias, el poder sobre la sociedad y detrás del trono lo ostenta la iglesia.

Ahora, es posible pensar que hasta el momento no se ha dicho nada nuevo y esto es factible porque la pretensión no es decir nada nuevo, es simplemente establecer los dominios de verdad en que se soportan las prácticas sociales y cómo éstas, en las sociedades de soberanía, entran justamente a reforzar el poder de la iglesia y del rey.

Además, al establecer ese dominio de verdad y la forma en que se refuerza en las prácticas sociales, es posible ver cómo para el ciudadano común y corriente el destino, su destino, está en manos de Dios. Por esto es poco lo que el hombre puede, por su cuenta, decidir o hacer.

El hombre, sumido en este dominio de verdad, no tiene “conciencia” –tal como la concebimos hoy-, ésta aún no es inventaba, por lo tanto, no

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es posible hablar de un “culpable” en el sentido de un sujeto de derecho. Y para el efecto la iglesia y el rey, ambos son los que conducen al hombre en sus acciones constituyendo así una moral heterónoma.

Pero, si este humano de moral heterónoma comete actos que no son debidos, actos inmorales, son esos actos lo que deben ser castigados. Al parecer se da una separación entre el hombre y su acto, pero el acto puede corromper al hombre y conducirlo a una condena y en muchas ocasiones el rey y la iglesia proporcionan el medio para que éste sea condenado y conducido a los profundos infiernos o redimido, perdonado y conducido a la gloria del Dios padre; ese medio era la muerte.

Si el hombre de la Edad Media era conducido en sus acciones entonces no era autónomo, era ésta una época cuya economía y organización jerárquica, entre otras cosas, hacían a la sociedad apta para la esclavitud, la servidumbre y el rey.

Para darse la transición a las denominadas por Foucault “sociedadesdisciplinarias” se da el paso por el Renacimiento (siglo XIV-XVI), que hace de membrana semipermeable para diferentes elementos: el cristianismo (y el halo humanista), el derecho romano, la cultura griega y las artes.

Se podría pensar, entonces, en un desplazamiento de los límites de los dominios de verdad, esto sin que el cristianismo deje de funcionar como el domino de verdad continente. Sin embargo, las fisuras que se generan van a permitir que entre en la escena del poder un protagonista, esencial en las sociedades disciplinarias, que va a proyectarse hasta nuestros días: la razón.

Por otra parte, en el siglo XVI se publica una obra de suma importancia que consigna lineamentos para lo que debe ser un Estado: Elpríncipe, de Maquiavelo. La importancia de esta obra, en el contexto de este análisis, radica en la ampliación de los dominios de verdad y en la apertura de la posibilidad de un Estado donde exista la libertad, y el poder del príncipe no solo sea ganado a la fuerza, pues según Maquiavelo, si el pueblo ama a su rey lo salvará. Según este planteamiento se puede dar una mirada al guillotinamiento de Luis XVI el 21 de enero de 1793,

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quien no tenía el favor de la mayoría del pueblo; sobre este asunto se volverá más adelante.

Esta organización del Estado también permite ver las posibilidades de un Estado desligado del poder de la iglesia y asentado en una práctica política que parte no de ideales sino de lo que es y ha sido la política a lo largo de la historia: el fruto de las pasiones humanas.

Esta perspectiva, de alguna manera, priva de lo divino a los reyes y gobernantes y los pone en la categoría de humanos corrientes, cuyas acciones están conducidas por intereses personales, pasiones y ambiciones que poco tienen que ver con lo divino. No en vano se habla del advenimiento del modelo de Estado moderno delimitado por Maquiavelo, obra inspirada en lo que éste veía en la Italia del siglo XVI con César Borgia.

Esto permite ver, en alguna medida, el resquebrajamiento del dominio de verdad que, soportado en la realimentación entre rey e iglesia, comienza a ver su debilitamiento. Igualmente se debilita la idea de un gobierno con inspiración divina, ya que los hechos evidencian otra cosa.

Por otra parte, en el barroco (siglo XVII) los juegos de verdad presentan una mutación, lo que se refleja en la comedia; ya no es la tragedia donde el personaje es un escenario del destino, un poseso de los dioses, sino que el bufón de la comedia es el personaje que permite la entrada, ya no del destino sino de la ilusión (el sueño y la locura).

Toda esa bruma en el ambiente va propiciando unas condiciones para la emergencia de un dominio de verdad cuyo sustrato está fundado en el desplazamiento de lo que tiene que ver con el domino de verdad cristiano.

Es importante hacer hincapié en que este desplazamiento se evidencia más en la superficie de las nociones, categorías y conceptos, que en las prácticas mismas y su sustrato epistemológico. Este relevo y el anquilosamiento de las prácticas como tales (prácticas de corte moralizante) es lo que justifica este recorrido en aras de hacer un fuerte señalamiento sobre los dominios de verdad que hacen pertinentes dichas prácticas de poder.

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Finalmente, la sociedad estructurada a partir de las creencias en fuerzas divinas y sobrenaturales, lo que Comte denomina estadoteológicodelasociedad, asiste a un agotamiento económico, social y político, y abre paso a otra forma de sociedad que recoge los elementos descritos y que se ordena alrededor de las nuevas características de un Estado nación, que velará por la organización de la producción y la administración de la vida.

2.2. Del esclavo y el siervo al obrero; y del señor al patrónEl tipo de sociedad que se instala en Occidente, la sociedad

disciplinaria, tiene como categorías el Estado nación, el principado y la república, incorporando a su haber la destitución de Dios como artífice de todos los sucesos naturales y del destino. Es decir, que está en curso el replanteamiento del dominio de verdad, pero si no es lo teológico, entonces: ¿cuál es?

En este punto es de suma importancia enfatizar en que el dominio de verdad sufre algunos relevos pero las prácticas sociales como tales no se transforman en sí mismas, más bien se da el relevo de los discursos continentes pero la práctica social continua atada a su forma operativa de los siglos anteriores, y de la etapa del pensamiento teológico, asunto que se tratará de hacer evidente más adelante.

Si bien esta forma de sociedad la ubica Foucault entre los siglos XVI y XX, es importante anotar que el movimiento –la Ilustración- que destituye a Dios para poner en su lugar a la ciencia se consolida hacia el siglo XVIII con la secularización del pensamiento en general. Además, se puede enunciar un referente de gran importancia para el presente análisis ya que evidencia la liberación de los viejos amos -que menciona Kant- en un caso histórico concreto: el sometimiento de Luis XVI a la muerte en la guillotina. Personaje que, además, Foucault plantea como el primer caso de monstruo político.

Aquí hay que entender que Focault no quiere decir con ello que este rey haya sido el primer monstruo político de la historia, sino que quiere evidenciar cómo Luis XVI es el primer rey que vive en una época

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donde el dominio de verdad que contiene las prácticas sociales le ha quitado su investidura divina y lo pone en la categoría de un hombre que, aprovechándose de una posición privilegiada, abusa del poder que le ha sido otorgado por lazos de sangre, no por el favor del pueblo.

En otras palabras, con Luis XVI se inaugura la noción de monstruopolítico; noción que en épocas anteriores no estaba concebida dentro de los dominios de verdad, pero noción que hace carrera a partir de los efectos de la Ilustración y de las ideas racionalistas que permitían otro tipo de mirada a la sociedad, a sus miembros y al Estado. Resulta obvio, entonces, por qué con esa noción nunca se miró, ensuépoca, a Calígula, por ejemplo; el romano cuyas prácticas de poder, actividades sexuales y acciones frente a la vida y la muerte podrían superar los actos de Luis XVI. La noción no existía, el dominio de verdad, el dominio de saber, no favorecían y no permitían su existencia.

Es este un caso, el de Luis XVI, que ilustra cómo el pueblo, a partir de un dominio de verdad nuevo, más racional, cobra la vida de su rey, dando cuenta de que es simplemente un hombre que con sus acciones ha roto lo esperado en el pacto social racional; un pacto que se hace inteligible solo a partir de los dominios de verdad racionales y que, por su parte, en otro momento de la historia simplemente no existía. Por lo tanto, la noción de monstruo político no aplica en la sociedad romana en la que vivió Calígula, porque la ligazón de éste con los dioses era algo concebido dentro del dominio de verdad de la época y, por tanto, asunto que no era cuestionado por el pueblo.

En suma, el dominio de verdad que se ha configurado en las sociedades disciplinarias parte de unos referentes desde los cuales se explican de otra manera los fenómenos de la naturaleza; también este dominio comienza a penetrar la explicación de otros fenómenos como los sociales y los humanos. Hay que anotar que si se da esta preocupación por los fenómenos sociales y humanos es que estos dos elementos se están instalando como objetos de estudio.

Es así como en el siglo XVIII, un gran referente para explicar los fenómenos de la naturaleza está en el fundador de la mecánica y la

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óptica, Newton, quien descubre leyes de la naturaleza y construye explicaciones sin acudir a elementos teológicos, todo esto apoyado en una forma de saber trazada por Francis Bacon en la línea de la filosofía inductiva hacia el final de su vida a principios del siglo XVII, y de Descartes quien pretendió encontrar un método científico universal en la primera mitad del siglo XVII.

Se encuentra así el puntal del nuevo dominio de verdad que va a ser determinante para validar y reconocer las formas de saber y las prácticas sociales: la ciencia y su método.

Por su parte, en 1784 Kant define y formaliza el proyecto que ha de consolidar el dominio de verdad que opera en las sociedades disciplinarias. La Ilustración supone el otorgamiento de la autonomía al ser humano donde éste, apoyado en su entendimiento, puede liberarse de la tutela de aquellos que lo someten –Dios y el rey- y él, utilizando su razón, podrá guiar sus acciones, ser autónomo. Por supuesto, en la práctica, esta autonomía es algo que puede ser cuestionado.

La ciencia hace el relevo a la religión y se instala como la generadora de reglas en un nuevo juego de verdad que determina dominios y formas de saber, por supuesto, también va a ser insumo para sostener ejercicios de poder –por ejemplo el poder de normalización- propios de los Estados modernos que ya no se ocupan de decidir la muerte sino -como se dijo antes- de administrar la vida y organizar la producción.

Pero, en una sociedad con esta nueva forma, es pertinente tener un ciudadano con conciencia; claro, si va a ser autónomo debe tenerla, si es libre ésta se erige como una necesidad2. Por supuesto, en la época de la

2 Se puede notar en la literatura en el relato “Pinocho”, escrito por el italiano Carlo Collodi hacia 1881, como este muñeco de madera pierde los hilos, es decir, deja de ser dirigido por otros –el titiritero-. El hada madrina que lo favorece, además del corazón, le otorga una concienciamoral, en la figura del grillo, que ha de guiar sus acciones. Es decir, que si va a ser independiente debe ser dotado de esta facultad, la que de entrada es una entidad que está en una categoría diferente a la biológica del corazón. Es importante notar la época en que se escribe este relato, y observar que el hada no otorga un alma, más bien otorgó una conciencia y un corazón. Con esto se puede plantear que el dominio de verdad continente genera las condiciones para que el muñeco sea favorecido con una conciencia y pueda ser un niño de verdad, siempre y cuando sea “bueno”.

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inteligibilidad de los fenómenos es necesario dar otro sustrato al alma para que pueda ser inteligible, y he aquí, en la conciencia, el elemento clave.

En este contexto los individuos tienen conciencia, los dominios de verdad los dotan con ella y, por supuesto, se establecen relaciones de poder que se soportan en dicha concepción y la realimentan.

Con la existencia de la conciencia de los individuos estos pueden ser sujetos del derecho, es decir, que pueden ser responsables de sus actos. Es este un efecto colateral del proyecto ilustrado. En una nueva sociedad con unos nuevos dominios de verdad es lógico que aparezca un nuevo hombre: un sujeto del derecho. Por su parte, el cristianismo logra el relevo con la introducción del “libre albedrío”, un presupuesto de la racionalidad práctica, del que goza el hombre.

Es pertinente recordar que el Estado moderno se configura con elementos del derecho romano y de los planteamientos de Maquiavelo, y a estos se suman las ideas de la revolución sobre la condición del hombre y sus derechos. Obviamente es una organización social estructurada de manera racional que utiliza, para establecer unas reglas del juego, los dominios de verdad racionalistas.

Ya para el siglo XIX Napoleón es emperador y genera un proceso de modernización como eco a la Revolución Francesa. Las nuevas formas de Estado suponen un apoyo institucional para el individuo, lo que a la larga solo es un eufemismo de la dependencia, asunto que pone en cuestión la autonomía.

Gracias a las condiciones generadas por el dominio de verdad vigente, se evidencia en la sociedad un desarrollo económico relativamente rápido apoyado en el desarrollo tecnológico producido a partir de las aplicaciones de los desarrollos teóricos de las diferentes ciencias. A vuelo de pájaro, esta condición, junto con el fenómeno de la acumulación de capitales, permite el advenimiento, hacia 1830, de la sociedad industrial.

En esta sociedad se potencia la industria textil, la siderúrgica y la química que incide notablemente en la producción agrícola; también la

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construcción de ferrocarriles favorece el comercio y en general se van planteando unas nuevas condiciones de vida.

Pero, esta sociedad continúa con una organización jerárquica, a partir ya no de asuntos sanguíneos, sino del lugar que se ocupa en la producción. En este nuevo orden los hombres están homogeneizados y no son tenidos en cuenta como sujetos sino como individuos. Esto permite pensar que la moral continúa siendo heterónoma, a pesar del ideal difundido en la Ilustración; obviamente, los amos ya no son Dios y el rey, son otros, y la libertad como tal continúa en cuestión.

En este orden está validada una forma de saber: el método científico. Es pertinente señalar los elementos que del método científico se hacen presentes en las prácticas sociales, es decir, esa intención de establecer leyes que permitan explicar los fenómenos, y la posibilidad de establecer causas (inteligibles) para los fenómenos, todas ellas prácticas que se generalizan en la Modernidad, y es justamente en ese contexto donde surgen los saberes psi.

Foucault, al respecto, anuncia dos disciplinas que están contenidas en el dominio de verdad del Estado moderno en las sociedades disciplinarias: el derecho y la psiquiatría. Estos dos saberes brindan elementos para el ejercicio del poder en el nuevo orden.

Por otra parte, Deleuze identifica las sociedades de control,que es posible entender como un caso particular de las sociedades disciplinarias planteadas por Foucault. Estas sociedades, según el autor, tienen lugar a partir de finales del siglo XX; sus características permiten evidenciar un estado de avance frente a las disciplinarias del siglo XVIII al XX, donde el Estado se transforma hacia un Estado social de derecho, que deja de lado su labor proteccionista con el ciudadano y más bien, en el ideal, pretende generar unas condiciones de autogestión fundamentadas en la economía de mercado y la libre competencia.

En esta sociedad se vive la cúspide del capitalismo, con la presencia del consumo masivo y los medios de comunicación, que dentro de su dominio generan como condición de vida el individualismo que agota, de paso, la posibilidad de acción social, de experiencia humana, dejando

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al hombre reducido solo al campo de la existencia que, contenido en esta dinámica de poder, queda entrampado en torno a la satisfacción de sus necesidades, mismas que son instaladas desde el dominio de verdad de la sociedad consumista.

Esto permite ver lo enunciado al inicio de este escrito, donde las prácticas sociales evidencian unos juegos de verdad que al mismo tiempo son posibilitados por los dominios de verdad que contienen a dichas prácticas, que a larga soportan y refuerzan prácticas de poder que alimentan los mismos juegos de verdad.

3. Práctica social de confesión. Del confesionario al consultorio

A lo largo de este escrito se ha tendido el piso histórico sobre el cual va a ser posible comprender la afirmación que lossaberespsireplicanprácticas sociales soportadas en dominios de verdad moralistascristianos.

La confesión es una práctica social que desde el discurso presenta una característica particular: hay una coincidencia entre el sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciación: es el mismo. El efecto de esto es la fusión de la realidad de carne y hueso con la realidad discursiva, configurada. Es entonces el surgimiento de lasubjetividad.

Esto implica que a pesar de la existencia o no de conceptos como conciencia, sujeto o subjetividad, en la sociedad se ha venido presentando una práctica social donde emerge la verdad3.

Si bien, como plantea Foucault, en la Antigüedad no se puede hablar de la confesión como tal, es pertinente observar lo que sucede en las

3 Al hablar de verdad se hace referencia a unos procedimientos establecidos dentro de un contexto particular, que permiten producir enunciados que pueden ser considerados como verdaderos. Así los mecanismos como el examen de conciencia, la confesión o la consulta son unos procedimientos rituales que generan las condiciones para decir la verdad. Esto implica que la verdad no es una, o única; va a tener variaciones dependiendo de los dominios de saber, de las condiciones y de las prácticas en las que se instalen las reglas de los juegos de verdad.

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sociedades helenista, romana y griega, en las que existía el examen de conciencia y la consulta, prácticas en las que se decía la verdad.

Por otra parte, en el cristianismo primitivo se presenta la confesión pero no está sujeta a la penitencia, esto porque el dominio de verdad aún no generaba las condiciones para este tipo de redención, condiciones, que como se puede constatar, van a pasar inclusive por arreglos económicos. Eso sucede cuando, hacia el siglo VI, la penitencia es tarifada, donde la tarifa es considerada una satisfacción proporcionada que se establece para cada falta grave. Esto irá evolucionando constituyéndose en una técnica sacramental, cosa que no era en un principio.

La confesión de los pecados al sacerdote permite la expiación; el pago por la falta tiene lugar desde el momento en que se confiesan las faltas ya que la humillación y la vergüenza son elementos que se presentan con la enunciación de la falta.

El procedimiento de la confesión es ajustado entre la Edad Media y los siglos XVII y XVIII; el sacerdote es quien controla la rigurosidad de este con un modelo de interrogatorio establecido a partir de los diez mandamientos y la clasificación de los pecados. Además, el sacerdote es quien debe estimar la contrición del penitente; para ello va a acudir a un interrogatorio sobre las razones para la confesión, el confesor anterior y el tiempo transcurrido; igualmente observará comportamientos y así decidirá si realmente hay contrición o no, es decir, si esa persona es digna de la confesión y sus beneficios.

También, en el procedimiento de la confesión que se viene ajustando, se hace necesario establecer penas que tengan en consideración la gravedad de las faltas, es decir que se deben establecer penas proporcionadas a la falta, asunto que se ve igualmente en el derecho. Lo importante de este punto es notar cómo se afina un procedimiento de índole moral, cómo se racionaliza su procedimiento, cómo se va dando la penetración de ese nuevo dominio: la razón.

Ahora, en esta “exposición del fuero íntimo” se trata de comunicar lo que hay en el interior, de tal manera que se puede considerar al confesor, al director de conciencia como “aquel a quien uno comunica

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su interior”4, es alguien a quien se le dice la verdad y este opera dentro de un dominio de verdad con unos procedimientos estipulados. Como plantea Foucault, hay una aplicación de unas formas jurídicas relacionadas con la corrección, la orientación y la medicina. Es decir, que, además de la dirección de la acción, se obtiene en la confesión un alivio para el penitente, una cura.

Además de la penitencia, para el efecto se desarrolla un dispositivo físico: el confesionario, del cual se anota que aparece solo hacia el siglo XVI, lo que implica que este es un elemento que aparece en las sociedades disciplinarias cuyas características ya han sido enunciadas. Otro elemento importante radica en la definición de la confesión de la sexualidad en la que, según Foucault, se aplican formas jurídicas en tanto se trataba de dar cuenta de la ruptura de ciertas reglas de conducta sexual. La relevancia de este punto en el presente análisis está en la presencia de unas nociones que van a ser heredadas por los saberes psi.

En la confesión de las faltas contra el sexto mandamiento, relacionadas en gran medida con los vínculos entre personas, el interrogatorio se especializa, se divide de una manera muy fina hacia cada práctica, donde se establece una relación con los sentidos (vista, tacto, entre otros) y los motivos para tratar de establecer puntos referentes al deseo y los pensamientos, tratando de relacionar placeres y deseos. Se ve, entonces, cómo aparecen en escena el placer, el deseo y la sensualidad como elementos constitutivos de la lujuria y se logra establecer de una vez la relación entre la carne y el cuerpo –es importante tener en cuenta que el deseo, el placer y los pensamientos serán nociones que van a incorporar los saberes psi tomándolos de esta práctica moral-.

En ese momento, de los actos se pasa a los pensamientos y se establece una metafísica de los comportamientos donde el examen de conciencia no

4 FOUCAULT, Michel. Losanormales.México: Fondo de Cultura Económica, 2001. p. 176

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empieza en los actos sino en los pensamientos. De tal manera que aparece como problemática la delectación en cierto tipo de pensamientos, –entra pues en escena otra noción que una vez modernizada por el psicoanálisis podrá ser entendida como la fantasía–.

En ese intento por hacer inteligible lo referente al deseo y al pla-cer se instalan una serie de detalles que se pretende contribuyan al adecuado “examen de conciencia” –aparece así otro elemento que va a estar presente en las prácticas psi: el examen–; para este momento la penitencia tarifada abre paso, a finales del siglo XVIII, al problema del placer y del deseo y, según Foucault, va a regir en la pastoral a partir del siglo XIX y cuya estructura se consolida en la formulación por parte de Alphonse de Liguori, de cuatro momentos que debe tener en cuenta la confesión: el impulso, el consentimiento, la delectación y el placer o la complacencia.

Es evidente que aquí se tiene en cuenta, al hablar del impulso, lo que empuja a hacer las cosas, el establecimiento de una causa primera –otro elemento que va a aparecer en los saberes psi ya sea bajo la for-ma de la pulsión o bajo la forma de la motivación y que en la psiquia-tría post-alienista aparecerá bajo la forma de instinto–. Igualmente, Foucault aclara que este fino procedimiento de la confesión, como se expuso, solo tiene lugar inicialmente en los seminarios con los mismos confesores.

Con el traslado del deseo y el placer al cuerpo se puede ver, entonces, que la confesión se convierte en una tecnología sobre el cuerpo, en un ejercicio de poder que parte de la politización del cuerpo, esto es, de ponerlo en escena en las relaciones con los demás y en relación con unas pautas morales preestablecidas, en particular desde lo que implica el manejo de la sexualidad. Se puede ver también la importancia que cobra lo sexual en el examen de conciencia, importancia que prevalece en la naciente psiquiatría –y por supuesto asunto constitutivo en el psicoanálisis–.

Por su parte, la iglesia desde el siglo XII y hasta principios del Renacimiento, ha venido en un proceso de recuperación del mecanismo

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de la confesión por lo que pasa de la confesión cuando se comete una falta a la confesión anual, es decir, que la confesión queda establecida como un ejercicio anual para los cristianos del común y en el siglo XVIII cualquier cristiano queda obligado a confesar sus faltas graves. Es esta la prolongación de un control político con garantía de continuidad sobre los cuerpos por medio de la confesión de los actos.

Se presenta, entonces, otra ampliación de los dominios de verdad donde se pasa del mecanismo de la confesión al mecanismo de la enunciación, donde el asunto es enunciar las cosas pero solo bajo ciertas condiciones dentro de un ritual específico y ante la persona determinada para ello.

De esta manera, con esta técnica de la confesión ampliada, se abren las posibilidades para el establecimiento de un dominio de verdad de los discursos que sobre la normalidad y la patología empiezan a tomar fuerza desde el siglo XVIII, amparados en el dominio de verdad de la racionalidad que se apoya en un modelo jurídico y médico que, con el espíritu científico, siempre van a pretender la inteligibilidad de los fenómenos, esto es, la racionalidad de ellos.

En el contexto de esta pretensión, surgen saberes que van a ofrecer la posibilidad de hacer inteligibles aquellas cosas que hacen los seres humanos y que no tienen explicación en el referente cristiano ni en la racionalidad del derecho; en aquellas cosas sobre las que el dominio antecesor no tiene explicación y se hace imposible establecer su causa; es precisamente en este punto donde los saberes psi entran con la oferta de permitir la inteligibilidad de dichos actos, brindando una explicación que da cuenta de la causa.

Pero, curiosamente, estos saberes replican las técnicas de la confesión lo que hace que en su sustrato estén presentes prácticas moralizantes que a la larga son un ejercicio del poder. Se puede hablar de una confesión en el contexto de la psiquiatría.

Finalmente, en el gabinete psiquiátrico se recurre a un procedimiento definido que implica la exposición del fuero interno; el psiquiatra es entonces una persona adecuada, avalada por el poder de la ciencia, de

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la iglesia y del derecho para recibir las enunciaciones íntimas de una persona, para permitir la emergencia de la subjetividad, de la verdad.

Además, el psiquiatra, como el confesor cuando estima la contrición, a través del procedimiento de interrogatorio interpreta signos para lograr la codificación clínica de los síntomas, para establecer las causas, donde aparece de fondo el sexo como causa general y difusa, asunto que se refuerza con la idea de la latencia de la sexualidad. Se suma a los procedimientos de interrogatorio y de examen un asunto nuevo: la medicalización. Esta no esta tan referida en sus inicios al uso de fármacos –los que aparecen más tarde- como al uso de procedimientos médicos que pretenden la curación. Se refiere, entonces, al sometimiento al discurso médico como tal, con sus referentes y técnicas dentro de los cuales se efectúa una descripción fenomenológica con la intención de prever, controlar y dominar fenómenos de la naturaleza.

Queda planteado de base un poder que perfectamente auspiciará la nueva disciplina: elpoderdenormalización. Cabe aclarar que este poder antes del auge de la racionalidad y del discurso médico lo ostenta la iglesia, pero ésta a partir de las fisuras que va sufriendo su dominio de verdad va cediendo este poder a la ciencia, al derecho, a los saberes psi y en concreto a la psiquiatría5.

Que la iglesia vaya cediendo terreno corresponde a la inoperancia que comienza a tener su práctica normalizadora. El dominio de verdad instalado por la iglesia y mantenido por la organización social requiere, para funcionar, que sea aceptado como tal y esta aceptación parte de la creencia, de la fe.

5 Un asunto similar se ve con la teoría de la evolución, la que bajo la forma de la ciencia ofrece una explicación sobre el origen del hombre que entra a cuestionar duramente la concepción cristiana sobre este asunto, y el hombre, de ser hecho a imagen y semejanza de Dios, pasa a ser el producto de millones de años de evolución. Esto genera una fisura definitiva en la doctrina cristiana y, de paso, una fuerte pugna entre la ciencia y la religión, la que años más tarde cede terreno en su dominio a la ciencia, asunto que se consolida en la obra del controvertido sacerdote jesuita Tehilar de Chardin a mediados del siglo XX. Es posible observar la instalación de un nuevo dominio de verdad –en el interior de la ciencia misma- cuando queda sentado que la evolución es una condición que deben tener en cuenta todas las teorías científicas a partir ese momento.

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Ahora, si ya están presentes algunas fisuras en el discurso de la religión, debido al aporte del racionalismo, de la ciencia y su método, y la intervención divina es sustituida por procesos de la naturaleza que describe la ciencia y, además, se ha puesto en evidencia lo humano de los reyes y los ministros de la iglesia; el poder de normalización de la iglesia pierde fuerza y comienzan a presentarse asuntos que se salen de su dominio; estos asuntos son los primeros que la iglesia le entrega a la ciencia, en particular a la psiquiatría; no se quiere plantear con esto que decididamente la psiquiatría ya esté instalada como ciencia, pues en el centro de este análisis crítico está cómo la psiquiatría inicialmente, y luego las otras disciplinas psi, incorporan elementos que, desde la epistemología, carecen de fundamento científico, y más bien corresponden a nociones heredadas de prácticas moralizantes.

Es claro, entonces, que la psiquiatría entra a apoyar con su práctica seudomédica la práctica social normalizadora. Esto permite observar cómo la psiquiatría emerge como primer saber psi, justamente en el momento en que gana terreno como dominio de verdad la ciencia y su método, cuando pierde poder en la dirección de las almas la iglesia y cuando el derecho no logra entender, desde la razón, las causas y los motivos de determina-dos comportamientos. La psiquiatría aparece como un nuevo saber sobre aquellos fenómenos de los que el derecho y la religión no saben.

4. De la práctica psiquiátrica al psicoanálisis y la psicología

Una vez establecida la psiquiatría demencial, alienista, el discurso psiquiátrico es el encargado de hacer inteligible lo que para el derecho no tiene un motivo y lo que para el cristianismo no tiene explicación. Esta primera psiquiatría apuntala su trabajo de interrogatorio y de diagnóstico en el delirio.

La práctica de la confesión es extendida por fuera de los rituales religiosos y deja de ser exclusiva de esos contextos y se presenta confesión de actos, pensamientos, delectaciones, placeres y deseos de los hijos a los padres, de los alumnos a los pedagogos, de los pacientes a

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los psiquiatras y de los delincuentes a los peritos, pero ésta claramente cumple funciones al servicio del poder de normalización.

Ya para finales del siglo XIX y principios del siglo XX está instalado un dominio de verdad: la ciencia. La forma de saber proporcionada y sostenida por el dominio de verdad es el método científico, el que está presente en la naciente psicología y en el psicoanálisis. Pero hay un dominio de verdad heredado de las prácticas sociales de la Edad Media y del Renacimiento que se amarra en el concepto de sujeto, un juicio moral de lo bueno y lo malo, del pecador y el virtuoso, que se ve replicado en los conceptos del enfermo y el sano, de lo normal y lo patológico y, por supuesto, amarrado a la técnica del examen de conciencia y de la confesión.

Los saberes psi inaugurados con la psiquiatría van a presentar características específicas dependiendo de los conceptos en que se fundan pero todos están bajo el dominio de verdad de la ciencia, de la razón y responden a prácticas sociales de normalización. Los saberes en mención, aunque su pretensión no sea esa, quedan entrampados en esa actividad debido al dominio de verdad en que se desarrollan y al uso que de ellos se hace por parte de las estructuras de poder. El siguiente esquema permite ver las relaciones jerárquicas entre los saberes psi, las posiciones sobre algunas nociones, y las coincidencias en otras, todo dentro del dominio de verdad marcado por la razón:

Delirio, instinto, conciencia,

síntoma,enfermedad

mental,medicalización,

encierro.

Psiquiatría demencial, alienista

Psiquiatría del instinto

Psicología estructuralista

(Alemania)

Reflexología (Rusia)

Psicoanálisis (Austria)

Rechazo al concepto de

instinto y conciencia.

Psiquiatría moderna (Italia, Francia,

Inglaterra, EEUU)

Del instinto a la pulsión. Deseo,

conciencia.Inconciente, estructura,síntoma.

Conciencia, sensación y percepción

Surge de la práctica clínica

(Médica) Surge de la

fisiología y de la filosofía

Surge de la inclusión de la

psiquiatría en el discurso médico

Surge de la investigación

experimental en fisiología

Investigación de los reflejos

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Luego de observar en el esquema el advenimiento de los diferentes saberes psi, después de la psiquiatría del instinto, es pertinente anotar algo frente al psicoanálisis y las psicologías, saberes surgidos a finales del siglo XIX, en el marco de las sociedades disciplinarias, una época apta para el surgimiento de disciplinas que den una mano en la normalización.

El psicoanálisis, por su parte, muy ligado a la psiquiatría y a la práctica médica, construye su acervo teórico a partir de la experiencia clínica, por lo que se puede hablar de un componente empírico e inductivo en su concepción clásica e involucrando una concepción más moderna, al plantear conclusiones que solo son probables, pero que sirven para conducir el trabajo de análisis.

La cercanía del psicoanálisis y la pertinencia en el dominio de verdad de la Modernidad, la razón, no son ajenos a la intención de su fundador de lograr desarrollar un “Proyecto de Psicología Científica”, asunto que logra en la práctica clínica con la contrastación dialéctica entre la teoría y la práctica (un criterio del método científico) que se hace posible con una técnica propia: eldispositivoanalítico.

Cabe anotar lo que plantean Gilles Deleuze y Félix Guattari en Elantiedipo, sobre el dispositivo psicoanalítico, donde aducen que es un dispositivo que surge en una sociedad racionalista y patriarcal que además funciona como mecanismo de poder pertinente a la época. En esta crítica se enuncia claramente el dominio de verdad donde surge y opera el psicoanálisis.

Por otra parte, este saber involucra conceptos que carecen de una epistemología científica, son nociones heredadas de la psiquiatría; no se puede olvidar que su fundador era psiquiatra y si bien su descubrimiento es novedoso en lo referente al deseo y la posibilidad del desarrollo posterior del humano como máquina deseante, es también claro que hay un asunto de orden político que contiene la interpretación freudiana del Edipo, y el uso de este mito como punto de origen de la formulación del deseo; es este un asunto que no sale bien librado luego de los trabajos de Deleuze, Guattari y el mismo Foucault.

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Frente a la pulsión, concepto medular en el psicoanálisis, se puede notar una evolución de lo introducido por la psiquiatría como instinto, indiscutiblemente psiquiatría de la cual se debió nutrir el fundador del psicoanálisis, pero un concepto que carece de sustento aún en la biología misma y queda amarrado en sus orígenes a una psiquiatría que trataba de buscar un resorte causal. En este orden de ideas se puede plantear el trabajo de modernización que hace Freud sobre el concepto de instinto para llevarlo a un lugar más ligado a lo humano que a lo animal y que lo consigue con el concepto de pulsión.

También es pertinente anotar la contundente crítica del científico ruso Iván Pavlov quien en la misma época de Freud venía desarrollando sus investigaciones, en la línea de la fisiología, con los cuales planteaba la inutilidad de las nacientes psicologías para explicar fenómenos que podía explicar la fisiología.

Este autor, frente al instinto, plantea que es una noción que no tiene lugar en la biología, en la ciencia, ya que no se puede dar cuenta de su existencia científicamente y en el lugar en el que algunos ponen el instinto –otros la pulsión- él pone el reflejo del cual sí puede dar cuenta científicamente; con esto toma partido frente la psiquiatría de los instintos y a las corrientes psi que retoman este concepto, además, se mueve con toda rigurosidad dentro del dominio de la ciencia y su método.

Pavlov, en su conferencia Work of the Cerebral Hemisphere (sobre el trabajo de los hemisferios cerebrales) en 1924, plantea cómo algunos, para sostener la noción de instinto, plantean que éste es más complejo que el reflejo y con ello tratan de nombrar algunos comportamientos complejos frente a los que el ruso dice que son explicables científicamente como largas cadenas de reflejos, donde un reflejo que es activado, a su vez activa otro. Por otro lado, otras corrientes psicológicas, las ambientalistas, han rechazado rotundamente el concepto de instinto.

En resumen, el instinto –y su versión moderna: la pulsión- es una noción que no está contenida en el dominio de verdad racional, por lo que es posible asegurar que no es un concepto científico lo que deja ver

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cómo la psiquiatría de los instintos trata de moverse en el dominio de la razón, pero para explicar algunos fenómenos se engancha a dominios anteriores cuyo continente esta más del lado de la metafísica que de la ciencia.

En otras palabras, esta nueva ciencia adoptada por la medicina, carece en su acervo de una episteme verdaderamente científica. Esto hace eco de lo enunciado por Foucault sobre la permanencia de conceptos con sustrato moral en los saberes psi.

Dejando a un lado el psicoanálisis y la psiquiatría, las psicologías no escapan a críticas similares (estructuralista, conexionista, funcionalista, reflexológica y conductista) ya que en su afán de lograr instalarse como ciencias, aplican el método científico a unos objetos de estudio claramen-te establecidos. El dominio de verdad de la época, que les permite cobrar vida, es la necesidad de hacer inteligibles los comportamientos que el derecho y los maestros de la moral no pueden explicar.

Ahora, las psicologías en sus inicios se instalan claramente en el marco de la ciencia y de su método y, a diferencia del psicoanálisis, en un principio no ingresan en el dominio de las prácticas médicas, del discurso de la salud, de la cura, y por esto se mantienen al margen de las réplicas de prácticas moralistas.

Pero este asunto cambia rápidamente cuando de las teorías psicológicas que pretendían explicar científicamente fenómenos, se pasa a la aplicación de tales teorías psicológicas en las llamadas psicoterapias. Es decir, cuando deben identificar patologías para curar, cuando deben diagnosticar y clasificar cuando deben emitir juicios –de carácter moral- sobre lo “normal” o no de un comportamiento o advertir posibles comportamientos “peligrosos”, es decir, cuando hacen parte del discurso del poder y de su práctica normalizadora.

Para terminar este recorrido, se puede dejar abierta una pregunta cuya respuesta positiva podría permitir que las personas que trabajamos en las disciplinas psi nos desprendamos de un invento –que es solo eso- sobre el cual se enfiló el pensamiento occidental en su afán de conocer: lasubjetividad.

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Entonces: ¿será posible una práctica psicológica que no replique prácticas morales, que no tenga en su fundamento teorías de la personalidad y clasificaciones?

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Función de la pericia psiquiátricaen la duplicación del crimen

GreestPraceOcampo,HeidiElenMesaMonsalveyDirlayAndreaQuinteroPérez1

ResumenEl presente texto muestra cómo se producen efectos de homogenización de los individuos que constituyen el cuerpo social, de tal manera que quien no pertenezca o no suscriba el contrato o el pacto social, será diagnosticado o clasificado por el poder disciplinario como “anormal”, “individuo peligroso”, “delincuente”, entre otras categorías. Es así como cualquiera puede llegar a ser presa fácil de un consorcio de tecnologías al servicio del control y la normalización, que incluyen y someten, y que al mismo tiempo excluyen y califican ya no un acto delincuencial sino una manera de comportarse, actuar y sentir; es decir, ya no califican un delito sino una manera de ser. De este modo, la psiquiatría -que reafirma su saber bajo el estatus de ciencia- diseña una serie de estrategias con las cuales pretende reconocer y evitar crímenes, robos, suicidios, etc; más aún, esta disciplina puede hacernos creer que un individuo ya se parecía a su crimen antes de haberlo cometido, tal como lo denuncia Michel Foucault. Palabras clave: Signo, disciplina, hombre del humanismo moderno, psiquiatrización, doblete psicológico, metasomatización, individuo peligroso, técnicas de control.

Abstract The following text shows how certain effects are produced on individuals that are part of the social body. Therefore, those who are not willing to belong or

1 Estudiantes de cuarto semestre de Psicología. Institución Universitaria de Envigado. Este texto es el producto del Trabajo Independiente realizado durante los semestres 01 y 02 de 2007, en las asignaturas Horizontes dePensamientoI yII.

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sign the social pact are diagnosed or classified as “abnormal”, a “dangerous person”, or a “criminal”, among others. No wonder, anyone can become a victim of different types of control techniques that are made to dominate and at the same time to exclude and to punish not a crime but certain behavior. That is how psychiatry, being recognized as a science, makes up a series of strategies that are supposed to be able to tell a crime and avoid robberies, suicides, etc. Furthermore, psychiatry makes us believe that an individual somehow resembles his crime before it was committed just as it was once told by Mitchell FocaultKeywords:Detail anatomy, sign, discipline, state of the notion, man of the modern humanism, psichiatrization, dangerous person, double psychology, metasomatization, norm empowerment, control techniques.

El presente ensayo tiene como finalidad plantear la función de la pericia psiquiátrica en la duplicación del crimen, donde se establece que el saber médico psiquiátrico y la pericia judicial están al servicio del poder de normalización y son la tecnología y la técnica que se utilizan para hacer funcionar el discurso penal. Las principales referencias de este texto son LosanormalesyVigilarycastigar, de Michel Foucault, e HistoriadelapsiquiatríaenColombia, de Humberto Rosselli.

En principio, es importante establecer que el saber psiquiátrico construye un doblete psicológico ético del delito. Es decir, desliga la infracción tal como la formula el código, para poner de manifiesto detrás de ella su doble, y lo que hace de ella ya no es justamente una trasgresión, sino una irregularidad con respecto a una serie de medidas que pueden ser fisiológicas, psicológicas o morales, donde lo esencial del papel de la psiquiatría es legitimar en forma de conocimientocientífico la extensión del poder de castigar a otra cosa distinta a la infracción. Lo fundamental consiste en transponer la acción punitiva, penal, disciplinaria del poder judicial en técnicas meditadas de transformación de los sujetos. En este punto se puede dilucidar cómo el poder de decidir sobre la impunidad, o la culpabilidad, pesa sobre la pericia psiquiátrica y judicial o en aquellos involucrados en la formación “profesional” de la ley. Estas pruebas y técnicas están en

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63Función de la pericia psiquiátrica en la duplicación del crimen

función, no de lo racional, sino, más bien, del sujeto que las enuncia, en este caso, elindividuopeligroso. Es así como el estatus y la credibilidad científica cobran preponderancia, y cierto privilegio frente a cualquier sujeto que se encuentre implicado en un problema judicial. Quienes son encargados de dar tal valor científico son los policías, psiquiatras, psicólogos, jueces, magistrados, debido a que tienen resultados que podrían nominarse como resultados de verdad y de poder universal, ya que se encuentran dentro de la ley. Tales técnicas y tecnologías permiten visualizar que tanto el aparato judicial como el médico psiquiátrico, se entrelazan creando una técnica, que es responsable de apartar los individuos peligrosos de la sociedad, para “curarlos o readaptarlos”. De este modo tanto la pericia psiquiátrica, como la judicial están al servicio de la normalización, ambas generan una tecnología y una técnica, y con estas se despliegan las instituciones que son encargadas de rehabilitar, readaptar, sanar, incluir, excluir a los sujetos peligrosos de la sociedad.

Se comenzará por ahondar en aquello que el autor denomina como signo, el que consideramos relevante en el presente tema, pues a partir de este se genera todo un conjunto concertado de dicotomías nosológicas que determinan, por medio de la pericia psiquiátrica, el cuándo, el cómo, el dónde y el por qué de una anomalía, trastorno o estado. De este modo, el signo posee un juicio preventivo y correctivo, que no solo se utiliza en el saber psiquiátrico, sino también en el derecho penal y, por qué no decirlo, en la cotidianidad. Es en este momento donde el cuerpo humano entra en un mecanismo de poder que lo desarticula y lo recompone de tal manera que se configura en una “anatomía política”, una “mecánica del poder”. De esta manera se define, entonces, cómo se debe ser, cómo se debe operar, es decir, cómo se debe proceder en una conducta, en un comportamiento; y no es de manera autónoma, como se piensa, sino que se responde a una mecánica de un poder sistemático, expresado en el signo que, a su vez, está manipulado por la disciplina, y es ésta la que fabrica cuerpos o, mejor, individuos sometidos y ejercitados, individuos “dóciles”.

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La disciplina, en consorcio con el signo, disocian o “forman” la conducta, el comportamiento y el saber del individuo, convirtiéndose estos dos (disciplina-signo) en una relación de sujeción estricta, volviéndose algo así como una anatomía política con multiplicidad de procesos, y con frecuencias menores, que se pueden hallar en cada individuo, simultáneamente percibida, debido a que la estructura social posee un esquema disciplinario. Se los encuentra operando en colegios, en escuelas elementales, en hospitales, en las familias; imponiéndose para responder a exigencias de acoplamiento.

En consecuencia, se impone la disciplina, ya que esta permite observar, por medio del signo, las irregularidades que se presentan en los sujetos a través del detalle; aparece este en la pedagogía escolar, en todas las formas de encauzamiento de la conducta, con base en la premisa de que ningún detalle es indiferente para el hombre disciplinado, cuidadoso, subordinado, sometido, es decir, para aquel que hace parte de un mecanismo el cual, por obvias razones, tiene que ver con el sistema en el que nos encontramos todos. Así, cada individuo, lleva consigo un corpus de procedimientos, de saber, de descripciones, y de datos; de estas insignificancias nace el hombre del humanismo moderno, al que es fácil enmarcar en un trastorno, anomalía o estado.

Vemos cómo por medio del signo, la disciplina y el detalle se genera una correlación del cuerpo, pero ya desde el gesto. El control disciplinario no consiste simplemente en enseñar o en imponer una serie de gestos definidos; “impone la mejor relación entre un gesto y la actitud general del cuerpo”2 y lo pone a funcionar en la sociedad. Un individuo disciplinado, es decir, controlado y normalizado es el apoyo de un gesto eficaz, elocuente y “sutil”, que permite definir y calificar los individuos. Las instituciones utilizan este conjunto de acciones concertadas como técnica y tecnología de coerción, de prohibición, es decir, de acoplamiento, de enganche, de ligazón que pone en acción

2 FOUCAULT MICHEL, VigilaryCastigar, Siglo Veintiuno Editores, SA, 27a edición, Madrid. 314 Pág.

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procedimientos de sometimiento en cada una de las personas, las que, a su vez, ocupan un lugar fundamental como pieza maestra del mecanismo de control y normalización.

Se expone el gesto, el signo, el detalle, en consorcio con la disciplina, debido a que es relevante en el momento de la psiquiatrización, pues lo que busca esta es lograr demostrar por medio de estos, y a través del comportamiento, que se está frente a un individuo que tiene estigmas los cuales son permanentes y marcan al sujeto, donde ya no es solo el gesto, el signo y el detalle lo que se analiza, sino toda una serie de mediciones que van desde lo fisco, hasta los elementos que forman el acto mismo, lo que se podría nominar como “una constelaciónpolimorfa”3 y es en este punto donde quisiéramos ahondar, pues se integra el delito a lo que hace unos momentos nominábamos como estigmas, que es lo que Michel Foucault muy bellamente designa como el “DobletePsicológico”4.

Tales estigmas son indestructibles, estables, firmes y constantes; y sirven como fuente para reemplazar una psiquiatría de los procesos patológicos, donde habían diferencias, discrepancias, por un estado permanente y firme que permite dar un estatus al individuo y de este modo pasar a dar el estado en el que se encuentra. No obstante la situación no es tan superflua como la exponemos, para poder hacer de todos los individuos, sujetos psiquiatrizables, fue preciso “rescatar” la infancia. Entra a jugar un papel preponderante Freud y su escuela Psicoanalista, pues El Complejo de Edipo y el amor por los padres ha posibilitado encontrar el juego perverso en el que todos nos encontramos repentinamente. Tal juego tiene la virtud de multiplicarse y una dinámica con sus propios efectos, efectos que simultáneamente funcionan como dispositivos, ya que generan un conjunto de estructuras –que hacen que funcionemos en equilibrio, y así pues seamos “normales”

3 MICHEL FOUCAULT, VigilaryCastigar, Siglo Veintiuno Editores, SA, 27a edición, Madrid. 314 Pág.

4 MICHEL FOUCAULT, Los Anormales, Fondo de Cultura Económica, segunda edición, México D. F. 2000. 350 Pág.

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o en desequilibrio y nos veamos como “anormales”– . Esto debido “al nombre del padre” que a su vez se establece como la autoridad, es decir, como la norma, como la misma disciplina, como la misma ley, es entonces dentro de la familia y gracias a la infancia que podemos ser individuos psiquiatrizables.

Tal posición del sujeto infante frente a la psiquiatría lo que permite decir es que el individuo estaba enfermo, es decir padece de una anomalía, anomalía que se fue manifestando en la infancia y que siempre tuvo conductas, no diferentes al delito, al crimen. La infancia lo que va posibilitar es exponer que un personaje, un individuo ya se parecía a su crimen antes de haberlo cometido. Este es el motivo por el que en la psiquiatría, la pedagogía, la familia y en todas las disciplinas que están sumergidas en las técnicas de control y normalización, los signos de maldad infantil son objeto importante; debido a que con los gestos, destalles y signos se pueden evaluar, analizar, estructurar: causas, efectos, resultados y consecuencias de lo que un sujeto infante fue, es y será. Es así como la psiquiatría se generaliza, al tomar la infancia de los individuos como punto de mira de su acción, a la vez, de su saber y su poder; queda pues el individuo registrado, enmarcado, rotulado, clasificado. De donde será difícil salir y a su vez será casi imposible evadir.

Por esto, todas las conductas del niño son inspeccionadas en la medida en que permanecen fijadas y adheridas a la conducta del adulto, y es a partir de esta problematización de la infancia que es posible integrar otros tres elementos: el placer y su economía, el instinto y su mecánica, la imbecilidad, el retraso, con su indiferencia y sus faltas. Es así como el instinto, para funcionar como mecánica patológica, debe estar necesariamente liberado del placer, porque si hay placer, el instinto ya no será automático. Acompañado de placer, el instinto es necesariamente reconocido, registrado por el sujeto como susceptible de provocar un placer. Esto es lo que constituye una configuración unitaria. Es así como al convertirse en ciencia el infantilismo las conductas y las estructuras: sociales, emocionales y los procesos del

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pensamiento, la psiquiatría se define como la “LaReina” de la ciencia de los comportamientos “normales” y “anormales”; de este modo la psiquiatría puede convertirse en una y otra cosa. Lo que tomará en cuenta es el proceder, es decir, la conducta, sus desviaciones, sus anomalías. De esta manera se hace de un desarrollo normativo su referencia.

A partir de esta investidura de la infancia se lleva a cabo la generalización, para hacer jugar dos relaciones: de un lado la relación de poder, y de otro la relación de objetos; más explícitamente, el acto delictivo y su comportamiento en relación con toda la historia de un individuo. Cuando nos referimos a historia estamos nombrando lo que es nominado como antecedentes, en la psiquiatría, en la psicología y hasta en el derecho. lo que tomará en cuenta su infancia, desarrollo social, y siempre estará en juego, con un papel primordial los comportamientos, actitudes, sentimientos, expresión y manifestación de estos, su carácter, todo aquel conjunto de gestos, signos, detalles, será el repertorio del síntoma, de la anomalía, del trastorno, del estado, que no van en el mismo sentido y son incluso heterogéneos entre sí, relación médica del poder y relación de objetos patologizados, lo que constituye el edificio teórico y “epistemológico” donde se esquematiza la nosografía de lo “anormal”.

Estas construcciones teóricas y “epistemológicas” sirven de beneficios tecnológicos, debido a que, en cierta forma, toda una serie de conductas aberrantes, desviadas, etc. valen por sí mismas, como señales de síntomas anormales. Otra característica de esta clasificación psiquiátrica es la noción de estado, expuesta esencialmente desde la psiquiatría. El estado es como el objeto psiquiátrico privilegiado; no es exactamente una enfermedad; “es una especie de fondo causal imborrable y permanente”5, a partir del cual puede desarrollarse cierta cantidad de procesos, cierta cantidad de episodios, que son,

5 MICHEL FOUCAULT, “Los Anormales”, Fondo de Cultura Económica, segunda edición, México D. F. 2000. p. 290.

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precisamente, la enfermedad. “Tiene la particularidad de que no se halla en los individuos normarles; no es un carácter más o menos acentuado; es, por el contrario, un verdadero discriminante, ya que quien es portador de un estado no es un individuo normal”6. El estado caracteriza al individuo de anormal, y tiene la singularidad de que su abundancia etológica es total y absoluta.

Esta noción de estado presenta dos grandes ventajas: la primera, es que permite poner en relación cualquier elemento físico o conducta desviada, las cuales por diferentes que sean, se presentan de manera inherente, de modo que lo físico explica lo conductual y viceversa. –Fondo unitario que es diferente del estado de salud–. Y la segunda, es que a partir de esta noción es posible recuperar un modelo fisiológico; (ya que para que la psiquiatría se volviera ciencia hubo que patologizar la locura) esto permite darle valor a la pericia médico psiquiátrica en el dominio de extensión de las patología en torno de una enfermedad, anomalía, trastorno. Por esto el estado es precisamente la estructura o el conjunto estructural característico de un individuo cuyo desarrollo ha interrumpido, o bien que retrocedió de un estado de desarrollo ulterior a uno anterior.

Entra a jugar también un papel relevante el estudio de la herencia y las atribuciones a ella, debido a que el estado anormal constituye la metasomatización que se hace necesaria en todo el edificio de la “epistemología” psiquiátrica. Teniendo en cuenta que la metasomatización es el estudio de la herencia que presenta, a su vez, una serie de ventajas en la tecnología siquiátrica, en primer lugar un laxismo causal indefinido, que se caracteriza por el hecho de que todo puede ser causa de todo. El alcoholismo, por ejemplo, va a provocar en la descendencia cualquier otra forma de comportamiento desviado, ya sea un sujeto alcohólico o enfermedad mental e incluso comportamiento delincuencial. Bastará encontrar en cualquier punto

6 Ibid, p. 291

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de la red de la herencia un elemento que sea desviado, para a partir de ahí explicar el surgimiento de un estado, anomalía o enfermedad, en un descendiente.

Es así como la herencia funciona como el cuerpo fantástico de las anomalías, ya sean corporales, psíquicas, funcionales o comportamentales que estarán en el origen de la aparición del estado en un individuo anormal, es decir, en un individuo peligroso. La teoría de la herencia permite a la psiquiatría una tecnología del matrimonio sano o malsano, útil o peligroso, provechoso o nocivo. El poder psiquiátrico, ya en lo sucesivo tiene una enorme injerencia indefinida en los comportamientos humanos. Pero al atribuirse el poder, dejando o pasando por encima del acto delincuencial, cualquiera que sea este, llega directamente a las conductas, y es así como ya no se intenta curar si no excluir o incluir. Así, pues, la psiquiatría lo que hace es funcionar como protector y ordenador del cuerpo social, y también como protector de la estructura social, controlando los peligros definitivos de que puede ser víctima por parte de la gente que se encuentra en un estado anormal, y por la noción de herencia se atribuye al mismo tiempo un derecho de injerencia familiar; la psiquiatría es, entonces, la ciencia de las anomalías individuales.

De este modo puede actuar en un juicio penal el famoso perito psiquiátrico y sustituir efectivamente a la justicia misma. Se trata de la mayoría de las manipulaciones y controles de la sociedad, donde la condición es “la higiene mental”, que abarca la alimentación, la masturbación infantil, la curiosidad sexual, los bailes, el sueño, el tabaco, y sus efectos; un ejemplo claro de ello son las causas del tabaquismo, en el año 1928 en Colombia: “elabusodeltabacocomoeldetodoslosplaceresporirritación,cualesson,eldelamasturbacióneldelasmujeres,eldeloslicoresfuertes,etc.Sonelorigenfecundodemuchosmalesquenosalarman”7, el vino y el amor también tenían sus

7 ROSSELLI, Humberto. Historia de la Psiquiatría en Colombia tomo I. Bogotá: Editorial Horizontes, 1968. p. 429.

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consecuencias: “escosasabidaquelamayorpartedelasdesgraciasque sufre el hombre, se le debe al vino y al amor, cuyos arrebatoslos reprime con dificultad el hombre más moderado”8. Pero los que eran célibes también tenían problemas: “celibato: la pérdida delentendimientoesunadelasrazonesmásfuertesquehatenidolaiglesialatina”, se incluyen vicios del lenguaje, placer de la gloria, donde todos debían hacer parte de una buena higiene mental, no obstante también traía consecuencias no tener de vez en cuando un goce pagano.

Se crean a raíz de esto nuevas cátedras en las instituciones universitarias colombianas, y nuevos programas de estudio, los que incluían la sanación de estos males, las áreas dictadas eran: inteligencia, programas de fisiología, memoria, juicio, voluntad, ¡¿pasiones?! y con ello se organizan programas terapéuticos, todo esto para proporcionar ¡una higiene mental! e impedir por motivos de masturbación, amor, o el consumo del tabaco, “monomaníaconinclinaciónalrobo,monomaníahomicida,idiotismoeimbecilidad,embriaguez,yexcesodepasiones,locurarazonanteydelirante”9.

Se observa con los ejemplos expuestos en los párrafos anteriores que existe una serie de reglas, las cuales incluyen la higiene mental, pueden ser fisiológicas, psicológicas o morales. Donde lo que se juzga y sanciona son las conductas irregulares, que se proponen como la causa, el punto de origen, el lugar de formación de la conducta “anormal” y no son más que un doblete psicológico y moral. El “blancodelcastigo”10, un dominio de objetos que compete a un conocimiento, una técnica de transformación, todo un conjunto racional y concertado de coerciones, en la manera de ser, de actuar, que se hace manifiesta en las conductas. Y es justamente en esta donde todos aquellos signos, señales, gestos deben actuar para hacer parte de la norma, la regla, la ley, de una

8 Ibíd., p. 429.9 Ibid , p. 42910 FOUCAULT, Michael. Los anormales, Fondo de Cultura Económica, segunda

edición, México D. F. 2000, p. 31.

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sociedad que no tolera la diferencia, y por tal motivo inventa tácticas y estrategias para hacer parte de (…) y este el individuo peligroso es el sujeto degenerado, frente al cual hay que proteger el cuerpo social y la estructura del mismo.

En suma, todo lo que tiene que ver con el individuo peligroso debe relacionarse con aquello que posibilita que la pericia pase del acto a la conducta, del delito a la manera de ser, y poner de manifiesto que esta última es el delito, la amenaza misma, en cierto modo, es el estado de generalidad en la conducta del sujeto. Simultáneamente, estas son condiciones que las pericias de control y normalización toman para, a partir de ellas, analizar la herencia, y con ella la degeneración en el sujeto. Y clasificar a los individuos como anormales en el interior de un grupo, ya que un individuo peligroso es todo aquel que puede ser portador efectivo de una amenaza.

Es así como a la aparición de individuo peligroso es imposible atribuirle un sentido médico o un status jurídico; no obstante, es la noción fundamental de las pericias contemporáneas, para ilustrar el concepto, es pertinente remitirnos a las clases del 12 y el 19 de marzo de 1975 de Michel Foucault en su seminario Losanormales,donde el autor se ocupa de un caso célebre en la historia de la psiquiatría francesa, se trata del joven obrero Jouy. Su historia es importante para Foucault porque los psiquiatras vieron en él un estrecho vínculo entre la figura del monstruo y el pequeño masturbador. Al respecto, Foucault señala lo siguiente

el asunto de Charles Jouy es algo bastante cercano… es elpersonajebastantefamiliardel idiotadelpueblo:elsimple,elmudo, no tiene orígenes, es hijo natural y también inestable.Deambuladesitioensitio:¿Quéhizodespuésdelos14años?-estuve en casa de uno y de otro. Contesta- .también lo echandelaescuela:”¿enlaescuelaestabancontentosconusted?-noquisieronquemequedara”.Loexcluíandelosjuegos:¿sedivertíaa veces con los otros varones? Respuesta: “no me querían”.Tambiénestabaexcluidode los juegossexuales.Elpsiquiatraconciertosentidocomúnyenreferenciaalamasturbacióna

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cargo de las niñas, le pregunta porque no acudía en cambio,a las jóvenes. Y Charles Jouy responde que se burlaban deél. Rechazado, también hasta en su casa cuando volvía (deltrabajo;M.F),¿Quéhacia?–mequedabaenlacuadra.Desdeluegoesunpersonajemarginal,peroenlaaldeaenqueresidenoeselextranjero;distamuchodeserlo…11

Es así como Foucault con la figura del obrero Jouy ilustra la transformación que se produjo en el campo de la psiquiatría, su nueva forma de funcionamiento. Lo primero que señala es que la psiquiatría contribuye a singularizar la familia como un verdadero ente cuyo propósito es disciplinar y ordenar todo lo relacionado con la sexualidad; un ente que luego se conecta con un sistema de control mucho más amplio, donde intervienen la aldea, el alcalde, el médico, la correccional y el tribunal, hasta llegar al hospicio psiquiátrico.

Por tanto, el informe que los psiquiatras Bonnet y Bulard elaboran sobre Jouy no aluden a una causa, ni siquiera al mero principio de desencadenamiento de la enfermedad; en el caso de Jouy se integra el delito a un esquema de signos y señales que son permanentes y estables; de este modo, la psiquiatría que se interesaba por lo discontinuo y por lo eventual, será remplazada –a partir del caso de Jouy- por una psiquiatría que se interesa por estados permanentes. Según los peritos, el caso de Jouy manifiesta el exceso, la exageración del instinto, siendo su núcleo la insuficiencia, la interrupción del desarrollo; en otras palabras, el desequilibrio funcional permanente.

Foucault por su parte hace la siguiente revisión crítica de las consideraciones de los peritos: “De manera que lo que puede decirse es que el estado que permite psiquiatrizar a Jouy es precisamente el que interrumpió su desarrollo; no es un proceso que se haya enganchado o implantado en él, o se haya atravesado su organismo

11 FOUCAULT, Michel: Los anormales, Clase del 12 de marzo de 1975.Curso en el Colegio de Francia, 1974-1975, México, Fondo de Cultura Económica 2001 p. 271

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o su comportamiento; es una interrupción del desarrollo , es decir, sencillamente, su infantilismo”.12 El caso de Jouy se convierte en una bisagra en el nuevo funcionamiento de la psiquiatría.

En efecto, la niñez se convierte en un instrumento de la psiquiatría, o, más exactamente, la infancia es el principio de generalización de la psiquiatría, es un estado que, sin ser patológico y sin ser portador de morbilidad, enuncia al instinto no como enfermedad sino como dominio del objetos cuyo relevamiento va a tratar de hacer la psiquiatría: las enfermedades serán vistas desde entonces como una especie de epifenómeno con respecto a un estado anómalo. De este modo, el infantilismo de las conductas se convierte en el aspecto fundamental que la psiquiatría procura rastrear por todos los medios; y ésta, a su vez, se eleva a la categoría de ciencia de las conductas normales y anormales.

Bibliografía

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12 Ibid., pp. 278-279

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Un proceso de a-normalización: el caso del fármaco-dependiente en Colombia1

JuanPabloPosadaGarcés2

ResumenTras la promulgación de la ley Harrison en Norteamérica (1914), redactada con el inusitado espíritu de prohibir el uso no médico de algunos psicofármacos, se inicia a nivel global la cruzada contra “las drogas” y fundamentalmente contra sus consumidores. Dicha normativa será adoptada por Colombia en la ley 11 de 1920, iniciándose desde entonces un proceso de a-normalización que tiene por epicentro al hoy llamado fármaco-dependiente. Este personaje adoptará la faz de hombre respetable, de toxicómano, de monstruo moral, de sujeto a corregir y de personaje degenerado y anormal. Todo un recorrido histórico en el que se entrecruzan, al tenor de diversos poderes, discursos de verdad y discursos que dan risa. Palabras clave: Psicofármaco, farmacracia, terapeutismo, normalización, usuario, toxicómano, maleante, fármaco-dependiente, anormal, álter-cultura.

AbstractAfter the promulgation of Harrison’s law in North America (1914), edited with the unusual spirit to prohibit the non-medical use of some mood-altering drugs, the crusade against "the drugs" and fundamentally against its consumers is

1 El presente texto es una síntesis de parte del segundo capítulo de la tesis de pregrado presentada por el autor al centro de investigaciones de la Facultad de Derecho de la Universidad de Medellín en el año 2004, y la cual se titula Análisisdelosaspectoshistórico y sustantivo del consumo de dosis personales de estupefacientes enColombia.

2 Abogado titulado Universidad de Medellín. Especialista en Lógica y Filosofía Universidad Eafit. Profesor de Lógica y Teoría del Conocimiento en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas y Jurídicas de la Institución Universitaria de Envigado.

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initiated at a global level. This regulation would be adopted by Colombia in the 11th law of 1920, being initiated, since then, an ab-normalization process that considers as its epicenter the so called today drug-dependent. This character will adopt the face of respectable man, of drug addict, of moral monster, of subject to be corrected and of abnormal and degenerate. A whole historic journey in which there are criss-crossed, under diverse powers, speeches of truth and speeches that make you laugh. Keywords:Mood-altering drug, pharmacracy, therapeutism, normalization, user, drug addict, criminal, drug-dependent, abnormal, álter-culture.

IntroducciónDiscursos y poderes que dan origen al prohibicionismo en materia farmacológica

Unaclaseterapéuticarigurosamenteseleccionadaasumiríaenexclusivaunatuteladelamenteyelcuerpo,enesencia

idéntica a la anterior tutela de la religión oficial sobre la purezadelafeylasaluddelalma...Seráasuntodelmédico

salvaralahumanidaddelviciotantocomohastaahoralofuedelsacerdote.Concibamosalossereshumanoscomopacientes

enunhospital...

Benjamin Rush

YaenlasinstanciasdecontrolquesurgenenelsigloXIX,elcuerpodejadeseraquelloquedebeseratormentadopara

convertirseenalgoquedebeserreformado,corregido,enuncuerpoquedebeadquiriraptitudes,recibirciertascualidades,

calificarse como cuerpo capaz de trabajar (...) La función de transformacióndelcuerpoenfuerzadetrabajorespondeala

funcióndetransformacióndeltiempoentiempodetrabajo.

Michel Foucault

Este texto tiene por objeto ilustrar los discursos y poderes que a lo largo del siglo XX configuran la aparición de un personaje completamente novedoso en el elenco de los anormalesmodernos.Tardío y al mismo tiempo extraño a cualquiera de los entramados de poder-saber urdidos en el viejo continente, el hoy así denominado fármaco-dependiente, o

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drogadicto, realiza su performance inaugural a partir de las políticas paulatinamente planetarias que los Estados Unidos ponen en juego en materia farmacológica.

Es más que diciente el hecho según el cual, en toda la Modernidad occidental, desde Paracelso hasta el grupo de los Haschchiens3, en la romántica Francia, los discursos que tenían por objeto abordar al ebrio se restringían al tema del alcoholismo, bien en algunos casos para asumirlo como enfermedad (dipsomanía) o bien en otros para tipificarlo como estado de inconsciencia o de irresponsabilidad penal4.

La situación cambiaría radicalmente a partir de comienzos del siglo anterior, cuando los Estados Unidos de Norteamérica inician una campaña global para restringir el usonomédico de los derivados del opio, los de la coca y la marihuana.

El instrumento legal, el medio para llevar a cabo dicha restricción, sería la ley Harrison (1914); sin duda la piedra angular de la prohibición mundial de “las drogas”. La revisión de los antecedentes fácticos de dicha normativa nos permitirá interpretar su entramado discursivo en términos de la puesta en escena del poder de normalización, ese poder que, como dice Foucault, y graciasaljuegoqueconsiguióestablecerentre diferentes instituciones, extendió su soberanía en nuestrasociedad…5.

Comencemos por decir lo siguiente: en virtud de la ley Harrison es ilegalizado el tabaco en 28 Estados norteamericanos, se imponen severas restricciones al consumo de alcohol y se comienza a exigir –bajo

3 Este grupo, conformado por Nerval, Baudelaire, Rimbaud, Verlaine, entre otros, realizaba experimentos intelectuales (de los cuales es posible encontrar una buena cantidad de testimonios literarios) con una mezcla a base de café y de hachish a la cual denominaban dawamesk. Al respecto puede leerse Baudelaire (1979). También, de nuestra cosecha colombiana, es posible encontrar un buen testimonio de esta época experimental en la obra Desobremesa(1970), escrita por ese nihilista vernáculo, precoz y hoy olvidado que fue José Asunción Silva.

4 Cabe aclarar lo siguiente: esta afirmación vale para el hombre del Iluminismo occidental; en lo que concierne al uso de psicofármacos en los pueblos de conquista, dicho uso seguía siendo asociado, por parte de los misioneros, al satanismo, la posesión maligna y la brujería.

5 Foucault, 2000, p.38.

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amenaza de sanción- la inscripción en un registro especial de todos los fabricantes y dispensadores de opiáceos y derivados de la coca, los cuales, casi hasta finales de la década de los treinta, eran de consumo y de fabricación legal en todo el mundo, y esto en presentaciones tanto medicinales como lúdico-recreativas6.

La mencionada ley tendría como punto de partida el principio del reverendo Brent, antiguo misionero norteamericano en las islas Filipinas, es decir, aquel según el cual todousonomédicodedrogasesinmoral.

Tal como consta en la brillante Historia general de las drogas, de Antonio Escohotado, por uso médico debía entenderse no sólo la administración de un fármaco con miras a curar una enfermedad, morigerar un dolor o prevenir un mal físico, sino también la administración de un fármaco por parte de un médico, el cual debía estar legalmente registrado ante una entidad pública dotada de competencia7.

Se pretendía evitar, por ese medio, cualquier uso de estos psicofármacos en los contextos recreativo, religioso o ceremonial, al mismo tiempo que se dotaba al estamento terapéutico de una inusual capacidad para decidir las circunstancias de modo, tiempo y lugar en las cuales un sujeto responsable podía decidir libremente acerca de la pertinencia de consumirlos o no hacerlo.

Ya, para ese entonces, resultaba constitucionalmente paradójico que la posesión de una ametralladora no constituyese prueba de delito

6 La coca, por ejemplo, o bien la cocaína en estado puro, hacía parte de famosos vinos y licores: se comercializaba la Coca-Cola,lachispadelavida, como remediosoberano y bebidadesalterante; saldría al mercado el vino Mariani, que fortifica yrefrescaelcuerpoyelcerebro, y el cual se haría famoso por la complacencia que brindaba al sumo pontífice romano. Derivados del opio (la heroína, por ejemplo), eran ofrecidos por los laboratorios como remedios contra la tos, la tuberculosis y para combatir el hábito a la morfina. Gracias al entusiasmo médico y al interés económico puesto en juego, la morfina, la heroína, la cocaína y los barbitúricos eran ofrecidos como verdaderas panaceas por las principales casas farmacéuticas (Bayer, Merk y Parkedaveis, principalmente), sirviéndose para ello de anuncios publicitarios sendos y sugestivos.

7 En ese caso por la N. C. D. (NarcoticControlDepartment).

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(al menos en el grado de tentativa), mientras la de dos gramos de morfina o de cocaína sí lo fuese (y de un delito consumado) cuando para dicha posesión no mediaban la formalidad del registro y la firma de un médico autorizado8.

Pero, como es apenas comprensible, esta política no emergería de súbito; los más destacados autores del fenómeno coinciden en atribuir su presencia a una suerte de efecto feedback producido por la interacción de tres factores preponderantes: 1°) el renacimiento del fundamentalismo cristiano y las consecuentes tensiones sociales originadas por el etnocentrismo; 2º) la evolución del estamento terapéutico, y 3°) el viraje del Estado mínimo (Estado liberal clásico) al Estado terapéutico (Estado intervensionista o de bienestar, el cual se sincroniza, cronológica y conceptualmente, con el afianzamiento del poderdenormalización, según los términos utilizados por Michel Foucault).

En el análisis de cada una de estas causas podremos vislumbrar la cristalización de un poder especial y aun más refinado, un poder de normalización farmacológica (farmacracia), cuyo entramado discursivo dará origen a ese anormal que en nuestros días obedece al rótulo de drogadicto o de fármaco-dependiente.

Veamos, sumariamente, cada uno de estos factores y su concurrencia:

Desde el punto de vista del primer aspecto, es decir, del renacimiento del fundamentalismo cristiano en Norteamérica, es importante señalar lo siguiente: ya desde el siglo XVIII comienzan a conformarse asociaciones puritanas como los Cuáqueros, las Sociedades de Templanza, los Metodistas, etc., y estas sociedades se darán a la tarea de emprender una asaz batalla contra cualquier forma

8 Esta ambiguedad de la legislación, una constante histórica en materia farmacológica, dejaría abonado el terreno para que los médicos, a través de la pericia médico-psiquiátrica, infirieran directamente en aquello que Foucault ha señalado como duplicacióndelcrimen: adquirirían, a partir de entonces, el poder de decidir cuándo la jurisdicción se enfrenta a un criminal expendedor o cuándo a un consumidor urgido de tratamiento.

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de inmoralidad: ebriedad, prostitución, vagancia, alcahuetería... Ahora bien, para alcanzar dicho objetivo harán la distinción entre pobrezaculpable y pobreza no culpable: los pobres serán culpabilizados por llevar una vida disipaday libertina, y perderán, en consecuencia, elderecho a la caridad, siendo recluidos, a la postre, en los primeros asilos, manicomios, reformatorios y penitenciarías.

Por otra parte, tras la guerra civil norteamericana y la posterior promulgación de la Constitución, estas asociaciones experimentarán, además, un gran descontento en virtud de los derechos civiles otorgados a los pueblos de color, y estimarán que la embriaguez esfundamentouniversaldemaldades.

Surge de aquí, al unísono de una amalgama de sociedades secretas, el proyecto de ilegalizar no sólo el alcohol sino también el resto de psicofármacos que en ese entonces eran de consumo consuetudinario entre los inmigrantes.

En lo relativo a la evolución del estamento terapéutico, el asenso político que experimentaría el puritanismo se sincronizaría con la aspiración de aquel estamento por institucionalizarse, lo que implicaba de suyo la necesidad de desplazar del mercado a herboristas y farmacólogos, y de reemplazarlos en su competencia para recetar fórmulas medicinales y para prescribir las terapias: nacen, así, el A. M. A. (Américan Médical Associoation) y la A. P. A. (AméricanPharmeceuticalAssociatión).

Asociados el puritanismo y el naciente estamento médico, las “drogas” de los inmigrantes serán ligadas al crimen e incluso a la brujería (cuando no se ceñían a la formalidad de la medicación), y comenzarán a considerarse como cosa de “malignassectas” o cosa de “aborígenesdegenerados”: árabes e indios (cáñamo); negros y suramericanos (coca), y asiáticos (opio)9.

9 Para ilustrar, desde el útero mismo de la prohibición, los llamados discursos que Foucault distingue y clasifica como de verdad y como de aquellos que dan risa. Cfr. Foucault, 2000, p. 19-20.

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El Estado mínimo se va maximizando lentamente: interviene paulatinamente en todas las esferas que antes estaban restringidas a la iniciativa privada, lo cual dará como resultado un viraje fundamental en la actitud legal frente a “las drogas”: como bien lo afirma Foucault, todo un entramado de instituciones nuevas (hospitales, manicomios, instituciones de educación, penitenciarias), dotadas de poder de vigilancia sobre los individuos, se encargarán ahora de corregir las virtualidades y no los actos de los hombres.

Ya entonces, en el amanecer del siglo XX, más concretamente en el año de 1900 (en la celebración de la Conferencia Misionera Mundial), el reverendo W. S. Crafts, alto funcionario del gobierno de Th. Roosevelt, propone celebrar el inicio del segundo milenio cristiano con una “cruzada civilizadora contra bebidas y drogas”, con miras a establecer “una política de prohibición para razas aborígenes, eninterésdelcomerciotantocomodelaconciencia”10.

Al mismo tiempo, los médicos y farmaceutas buscarán monopolizar la salud pública, y los prohibicionistas obtener la hegemonía de la salud moral: para aquéllos el problema era determinar los medicamentos admisibles y decidir a cuáles personas se debían administrar; para éstos era acabar con todo “apetito antinatural” (embriagarse con alcohol, psicofármacos de pueblosincivilizados o tabaco, signos inequívocos de depravacióncriminal).

Así, al momento de entrar en vigencia la ley Harrison, los farmaceutas pregonarán que “las drogas pueden destruir el alma”, la corporación médica aludirá al “diabólico comercio de las drogas” ylos prohibicionistas aceptarán que “elpoderdelosfármacosresultadivino cuando, sin intromisiones, son dispensados por terapeutasresponsables”11.

10 Cfr. Escohotado, 1998, p. 618.11 Lewin, Op. cit. por Escohotado, op. cit., p. 607.

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1. Colombia y los hábitos perniciosos, poderes y discursos durante la hegemonía conservadora: de los consumidores respetables a los primeros toxicómanos

Después de los antecedentes que hemos tenido la oportunidad de abordar, digamos que la ley Harrison tendrá un equivalente nacional en el cuerpo de la ley 11 de 1920, sobreimportaciónyventadesustanciasquepuedanproducirhábitopernicioso12.

No obstante, aun cuando el punto de partida de la legislación fuese el irrisorio concepto de pernicia, existían ya, con anterioridad a la promulgación de dicha ley, algunos comentarios y estudios relativos al consumo de psicofármacos, y en los cuales podemos ver el carácter de algunos discursos que comenzaban a difundirse, al respecto, a comienzos del siglo XX en nuestro país:

Así, el médico, investigador y hombre de letras, Manuel Uribe Ángel, en LamedicinaenAntioquia,narrará los sucesos de Alejandro Eduardo Escobar después de algunos años de asiduo consumo de morfina y cocaína, y allí el médico concluye: “sabemostambiénquelamaníadeusarnarcóticosyanestésicoscobraprosélitosdíaadíaentreloshombresdetalento(...);queremosdarunavozdealarma,aunquepordesgraciaparaellonodispongamosdebastantecompetencia...”13. Aparecerán también tesis de grado en medicina para “contribuira detener el desastroso vicio de la morfinomanía”, el cual, según el texto, junto con el alcoholismo y la sífilis, amenaza con convertir a la “...vigorosarazaantioqueñaenrazadedegenerados”14.

12 Para comenzar, esta historia, con conceptos irrisorios: el título mismo de la normativa sugiere el hecho según el cual existirían ciertos hábitos que son, por sí mismos, gravemente dañinos y perjudiciales, mientras otros estarían investidos por el decoro y la inanidad. En un país que como el nuestro tiene al alcohol por institución nacional, se estipulaba la pernicia inherente a algunos hábitos y el carácter inocuo de otros.

13 Reyes, 1996, p.164. Cabe resaltar el clamor del médico: ese reclamo de competencia revela la necesidad del estamento terapéutico por asumir, al lado de los poderes tradicionales del Estado, la tutela de la salud física y moral de los hombres. Sin duda, en su simiente, todo un síntoma de un poder nacional de normalización.

14 Ya se asociaba el uso de algún psicofármaco no tradicional con la degeneración.

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Posteriormente será promulgada la ley 11 de 1920, sobreimportaciónyventadesustanciasquepuedanproducirhábitopernicioso.

Esta norma establecería lo siguiente:

Nopodránvenderselassiguientessustancias,nialpormayorni al detal, ni en recetas o prescripciones, sino por orden escrita de un médico o licenciado en medicina15: cocaínaosussales,eucaína,alfaobeta,seansolasocombinadasconotras sustancias, y sea cual fuere el nombre con que se lasdistinga; opio o preparaciones oficinales de éste, como láudano, opio concentrado, bálsamo anodino, etc., codeína y morfina o lassalesdeéstasosusderivados;heroína,belladona,atropinao sus sales; cánnabis índica y las demás sustancias de estamismaclase16.

A seis años de entrar en vigencia la ley 11, el periodista, escritor y analista de los bajos fondos, Osorio Lizarazo, en un reportaje titulado Lacarade lamiseria, ilustrará no sólo la aparición de los primeros toxicómanos en la ciudad de Bogotá, sino también la naturaleza de los discursos e interpretaciones que al respecto comenzaban a difundirse:

Porlascallesambulanconelfardodesuviciosobreloshombrosenflaquecidos. Inclinan la cabeza, asediados por la fatiga de vivir. Lospies,malcalzados,searrastranpesadamente,conunanheloinfinito de no moverse más. Sus mejillas están hundidas y en ojos brillaunaopacalumbresiniestra.Sonlosqueviajanadiarioporlos paraísos artificiales, los iniciados en el culto misterioso. La consecucióndeladrogamalditaessuúnicopensamiento,yaélsubordinan todas sus acciones. En sus bolsillos se encontrará,deseguro,lajeringuillahipodérmica,cuyaagujahaperforadocienveces lapiel,y la seguiráperforandohastaque losdedostemblorosos no puedan sostenerla.Los expendios de drogasheroicassoninnumerables.Unaautoridaddepolicíahadeclaradoque hay vendedores ambulantes. Se han dictado algunasdisposiciones,atenuadasquizáporinconfesablescomplacencias,

15 El subrayado es nuestro, y se realiza para destacar el espíritu común que subyace a la ley Harrison y a la ley 11.

16 Cfr., artículo. 1º.

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más el número de toxicómanos aumenta diariamente. A cadamomento descubrimos en un rostro amigo los efectos de losnarcóticos. Es un nuevo iniciado y está preso hasta la muertetemprana en las garras inexorables. Ellos guardan absolutareserva sobre este asunto, ante el temor de que se cierren lasfuentes que le dan vida. La policía no logra de ninguno unadeclaración concreta. Y los lugares de venta, entre tanto, semultiplican.Eladmirablenegocioquehacenlosproveedoreslessugierelamaneradeburlarlaincompletalegislaciónexistentepara la defensa de la sociedad. Y es preciso adoptar actitudesenérgicasobrarconmanodehierro...17.

Posteriormente será promulgada la ley 118 de 1928, la cual sancionaría tanto el uso como el comercio de las sustancias enumeradas en la ley 11.

Artículo 6°. Los que hicieren personalmente uso indebidode las drogas a que se refieren la ley 11 de 1920 y la presente, seránrecluidosenunacasadesalud,enunhospitaloenalgúnotroasiloduranteeltiempoqueseñalelarespectivaautoridadsanitaria,yselessometeráauntratamientoconveniente18.

Artículo 9°. Parágrafo. Si el recluido, de acuerdo con elartículo 6°, tuviere recursos suficientes o fuere hijos de padres acomodados,estaráobligadoapagarlosgastosqueocasionesureclusión.

Aparecería entonces la sanción para el consumo, pero lo haría en el sentido especial que dicho concepto adquiere en las modernas sociedades disciplinarias:

17 Lizarazo, Osorio, 1926, cit. por Rosselli, 1968, p. 377, 379. 18 Respecto a la reclusión involuntaria, la Res. 720 de 1939, emanada de la entonces

Dirección Nacional de Higiene, sería comentada por el profesor Maximiliano Rueda en los siguientes términos: “...los sanatorios oficiales para toxicómanos no existen ni han existido nunca sino en el papel y la imaginación de los autoresde estas leyes...” Aún en el año de 1953, el Dr. Roberto Serpa Florez elevaría el siguiente reclamo: “Actualmente no hay ningún establecimiento para tratar yrecluiraestosenfermos...”. Rosselli, op. cit, p. 381-383.

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“Vivimos en una sociedad donde el crimen no es simple niesencialmente la transgresión de la ley, sino más bien ladesviaciónconrespectoalanorma”: ya la capacidad de juzgar no descansa únicamente en los tribunales y el aparato judicial “sinotambiénenlamedicina,loscontrolessociales,lapsiquiatríaylapsicología...”19.

2. Revolución en marcha y toxicómanos, entre la perversidad moral y la peligrosidad

Este periodo comienza con la promulgación de la ley 95 de 1936, legislación contentiva del Código penal. La herramienta punitiva de la Revoluciónenmarcharegularía lo pertinente a las drogas narcóticasen su Título VIII (Delitoscontra lasaludy la integridadcolectiva), Capítulo II (Delitos contra la salubridad pública), artículos 270 a 275 (Tráfico y suministro a menor; Destinación de bien inmueble y facilitación del uso; Tráfico y/o destinación por parte de sujetos calificados; modalidad culposa para los anteriores comportamientos), prescindiendo de sancionar penalmente el consumo.

Sin embargo, en el lapso de tiempo transcurrido entre la expedición y la entrada en vigencia del estatuto punitivo, sería decretada la ley 116 de 1937, cuyo tenor literal establecía lo siguiente:

Los toxicómanos a quienes sus parientes no recluyan ensanatorios privados, deberán ser recluidos por la autoridadpública (artículo 7°). El criterio para decretar la reclusión esel de la defensa social, ya para evitar la propaganda y elcontagio de la toxicomanía, ya para volver al enfermo a lavida normal cuando fuere posible (artículo 9º). Finalmente, tantopararecluircomoparadardebajaal toxicómano, seránecesario el dictamen, debidamente ratificado bajo la gravedad deljuramento,dedosmédicoslegistas(artículo 8º)20.

19 Foucault, M., en Lasmallasdelpoder. Cit. en González, 2003, p. 19-20.20 El subrayado es nuestro.

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Esta normativa surgiría como consecuencia de un debate parla-mentario suscitado en ese mismo año, y en el cual intervendrían los representantes Jorge Eliecer Gaitán y el médico psiquiatra Edmundo Rico. Veamos, a continuación, cómo se imbrican el discurso penológico y el discurso psiquiátrico:

Se trataba de un proyecto de ley sobre prevención deenfermedades y ejercicio de la profesión médica que traíaun capítulo sobre toxicomanía y drogas heroicas. En estecapítulohabíaunartículoredactadoporelprofesorRicoquehablabade“...los toxicómanos que por su perversidad moral debidamente comprobada adquieran el hábito de drogas heroicas...” debían ser recluidos paratratamiento en un establecimiento especial. La connotacióndeperversidad moral, talcomo loseñalabaGaitán,podíatener graves consecuencias pragmáticas, como sería la de laresponsabilidad moral y penal de la persona que adquirió elhábitode ladroga...Gaitánsubrayaquehabíamuchoscasos“en los cuales resultaba inconveniente la reclusión de un toxicómano, como el que pudiéramos llamar con una denominación paradójica, el del vicioso socialmente dosificado que llega a lograr una dosificación matemática que le permite vivir en forma aproximadamente normal dentro de su estado anormal”. Los toxicómanos pertenecían –según Gaitán- aestructurasorgánicasyacondicionesmuydiferentes.Poresorechazó la definición sustitutiva de “perversidad moral” porla de “perversidad constitucional” que el representanteCarlosLozanoyLozanoquisointroducireneltextodelproyectodeleyendiscusión21.

Al final el criterio acogido para decretar la reclusión del usuario sería el de la defensasocial, según el tenor literal de la ley 116. Como se puede deducir, entonces, y según el carácter de las medidas impuestas a los así llamados toxicómanos en las tres primeras décadas del siglo

21 Cfr., Arango y Child, 1984, p. 340-342. El subrayado es nuestro.

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anterior, el consumidor de psicofármacos era tenido más por enfermo que por delincuente: si bien no caía en las cárceles, centros asignados para penalizar al transgresor de la norma penal, sí lo hacía en los centros psiquiátricos, y esto como destinatario de todo un poder de normalización ya debidamente cimentado.

3. Violencia y camajanes: la expulsión social del monstruo

Durante este periodo presenciaremos la aparición de fenómenos muy interesantes: gracias al entrelazamiento de ciertas circunstancias, la cuales ilustraremos a continuación, emergerá esa suerte de mons-truo social que respondía al despectivo apelativo de camaján o de ma-rihuanero.

Mientras el Gobierno nacional asumía una postura radical para impedir la producción y el consumo tanto de marihuana como del resto psicofármacos, casi simultáneamente -en el año de 1947-, importaba la semilla del cáñamo desde la India22, ocasionándose desde entonces una rápida expansión de la hierba por todo el territorio nacional. Por otra parte, el estamento terapéutico, a través del Ministerio de Higiene y Trabajo, se erigirá como ente encargado de salvaguardar la salud física y moral de los colombianos, adoptando para ello una política de modernización farmacológica, y según la cual era inaceptable el consumo tradicional de algunas sustancias. Y, finalmente, el fenómeno mismo de LaViolencia, el cual, a la postre, conllevará a la proletarización del campesinado y a su forzado desplazamiento a las ciudades. A este último respecto valga decir lo siguiente: un importante sector de la nueva masa que llegaba a la ciudad encontrará en la marihuana una forma de adaptación económica y social al ambiente urbano, estando llamada a convertirse en un verdadero tópico cultural con repercusiones que trascienden hasta nuestros días.

22 Con el fin de impulsar la producción nacional de textiles.

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En este periodo histórico la situación jurídica y médico-legal estaba de la siguiente manera: por una parte el articulo 1° de la ley 45, el cual reemplazaría al viejo articulo 270 del Código penal, sustituiría la expresión sustanciasnarcóticas por la de drogasestupefacientes, actualizando así la legislación a los convenciones internacionales celebradas por Colombia.

Pero, sin duda, la más importante disposición de la ley 45 aparecía en su artículo tercero:

Es presunción legal de responsabilidad en los delitos de quetratan los artículos 1° y 2° de esta ley, ser el sindicado, asabiendas, poseedor o mero tenedor de sustancias estupefacientes o plantas de las cuales puedan extraersedichas sustancias, cuando hubiere procedido clandestina ofraudulentamenteosinpermisodelasautoridadesnacionalesdehigiene23.

Esta presunción legal de responsabilidad, ya de hecho inconsti-tucional, buscaba reprimir a como diere lugar al consumidor de estu-pefacientes, y en especial al consumidor de marihuana, ya que era la única sustancia estupefaciente que podía extraerse directamente de una planta.

Pero este discurso contra el consumo de algunos psicofármacos alcanzaría a otros destinatarios. Así, con una postura completamente etnocéntrica, puritana y reveladora de la más crasa ignorancia antropológica, el profesor Bejarano, entonces ministro de Higiene y Protección Social, consideraba que el hábito de mambear coca se justificaba entre los indígenas por “...su vida llena de penalidades,sometidaaesfuerzocontinuo,a la fatigasin límites (...)losobligóabuscar, instintivamente, algo que reemplazara el alimento (...) estiempodeque losgobiernos libertena larazadeestevicio secular

23 El subrayado es nuestro.

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que, indudablemente habrá de hacerla desaparecer, si no se tomanmedidasatiempo”24.

Cabía preguntarse cómo, a pesar de los trabajos antropológicos logrados en el promisorio periodo de la Revolución en marcha, el estamento médico desconocía la importancia tradicional de la coca en estas comunidades.

Violencia y desplazamientos, etnocentrismo, expansión de la marihuana y farmacracia confluirán en este periodo para dar origen a cierto personaje monstruoso: el llamado Camaján, el cual hará su “maligna”aparición en la ciudad de Medellín.

A comienzos de los años cincuenta hará irrupción en la ciudad una nueva cultura, una álter-cultura de la marihuana, barrial y barriobajera, la cual encontraría su mayor expresión en ese personaje monstruoso que hacía ostentación de su vicio, y que adoptaba, con su vestuario excéntrico, su jerigonza metafórica y vulgar y sus ademanes sueltos, una actitud de reto y de burla hacia la sociedad: elcamaján,elmanlegal, ese bien mostrenco del capitalismo, ese chivo expiatorio a quien se le atribuían los peores crímenes y atrocidades.

Se sumaban a éste, bailando al son de las melodías inspiradas por la “yerbamaldita”, los adeptos a Lasonoramatancera, a Daniel Santos (ElJefe), al Mambo y a los otros ritmos afrocentroamericanos que llegaban al país25.

Pues bien, a raíz de ello se inician en la ciudad numerosas campañas contra la marihuana y contra los marihuaneros, las cuales serían lideradas por las principales instituciones municipales y regionales: Secretaría de Gobierno Municipal, inspecciones de policía, clero y medios de comunicación.

24 Roselli, op. cit. p. 387-388. Esto sin tener en cuenta el ominoso desplazamiento que sufrirían los Chicheros durante la época: en efecto, bajo la consigna lachichaembrutece, no tome bebidas fermentadas, el Estado prohibiría la producción y comercialización de dichas bebidas, al mismo tiempo que estimulaba el consumo de aquellas que, como el aguardiente y la cerveza, comenzaban a ser elaboradas por la naciente industria nacional de licores.

25 De este pasaje por la salsa, la marihuana y otras sustancias, el mejor testimonio literario lo constituye, sin lugar a dudas, la obra de Andrés Caicedo.

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El periódico Sucesos Sensacionales, por ejemplo, lideraba una de estas campañas, y estimulaba a sus lectores para que denunciaran a las bandas de marihuaneros que se apostaban en las esquinas de algunos sectores de la ciudad.

“En paraíso de marihuaneros se ha convertido la ciudad”,titulaba el periódico El Colombiano26, denunciando el consumo y comercialización de la hierba en los sectores de Lovaina, Estación Villa, en la Plazuela la República, etc.

Llaman la atención un sinnúmero de campañas contra “layerbamaldita...:cuyosperniciososefectosenlosindividuosyenlasociedadno es necesario exponer nuevamente, por que al respecto hayconcienciaunánime...”27.

Haciendo aparición esta nueva cultura, la reacción legislativa para hacerle frente no se haría esperar. Durante los primeros años de la segunda fase de La Violencia, concretamente en el año de 1951, con la promulgación del decreto de estado de sitio 1858, el nuevo personaje que la representaba (tanto en su modalidad del traficante –jíbaro- como de usuario - marihuanero-camaján) sería considerado por la legislación como maleante, estado predelictual ya estipulado en la ley 48 de 1936.

Según el artículo 1° de dicho decreto, para los efectos de la ley48de1936y lasdisposicionesque laadicionany lareforman,son también maleantes los que cultiven, elaboren, comercien o decualquier manera hagan uso o induzcan a otro a hacer uso de lamarihuana (Cannabis sativa o Cannabis indica)28. Conforme a la norma adicionada, a quienes les era determinado judicialmente el estado de maleantes29 se lesconminabaalacoloniaagrícolapenal,dedosacincoaños (artículo 7°).

26 Lunes 10 de enero de 1955, p. Dos.27 Sucesos Sensacionales, año II- Vol. II, Nº-40 – Medellín, sep.24/55, pág. 10.

Archivo de prensa U. de A.28 Las negritas son propias. 29 Hasta esa fecha el status predelictual de maleante era tipificado únicamente por

quienes no ejercían profesión ni oficio licito (lit. a); por losreincidentesendelitosdealcahueteríaycorrupción (lit .b) y por losraponerosylosladrones (lits. c y d).

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Como los índices de consumo y producción de marihuana aumentaban, ya en pleno mediodía de la década, el Gobierno Nacional del General Rojas Pinilla, en uso de las atribuciones del estado de sitio, expediría el decreto 0014 de 1955, porelcualsedictandisposicionessobreprevenciónsocial.

Dentro de los estadosdeespecialpeligrosidad serían considerados, entre otros, el hecho de cultivar,elaborar,usar,negociaro facilitarmarihuana, o inducir a otro a desplegar las mismas conductas (artículo 7° num. 16). Al peligroso, según el artículo 22, se le imponía relegación en colonia agrícola por un lapso de tiempo que oscilaba entre los 2 y los 6 años.

Así, al elenco de los maleantes urbanos y rurales del país durante la época –Toñilas, Mano Negra, el Capitán Venganza, etc.– se sumaba el camaján.

El decreto permitía, además, y con miras a conjurar rápidamente el peligro, la triplicación de la competencia judicial: en efecto, el conocimiento de las causas judiciales podía ser adelantado, bien por los funcionarios administrativos, bien por los médicos o bien por los jueces de la república.

4. Frente Nacional: los Hippies y la álter-cultura, entre la delincuencia y la anormalidad

Este periodo se caracteriza por el asenso del estatus social de la marihuana, por la llegada al país y la formación vernácula de nuevas corrientes álter-culturales y por la consecuente adopción de un modelo legal ambiguo, el cual oscilaba entre el terapeutismo y la represión penal.

Estando aún viva la imagen del camaján como maleante, la marihuana seguía siendo el principal psicofármaco de consumo ilegal durante la época, y por tanto una importante preocupación para el Estado. Se continuaba asociando a layerbamaldita con la criminalidad, con los bajos fondos y con los estados predelictuales.

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Pero la marihuana había llegado a otros estratos sociales: sus consumidores ya no sólo era posible encontrarlos en los barrios populares y en las zonas de tolerancia; era posible encontrarlos también entre personas jóvenes de clase media, intelectuales y estudiantes de las universidades públicas.

Esta nueva clase de consumidor no podía abordarse como maleante, no se amoldaba a ese estereotipo, no era camajana; se trataba más bien de una pequeña burguesía que hacía uso de la educación como medio idóneo de la movilidad social o que simplemente se adhería a las nuevas corrientes culturales que llegaban al país.

Fruto de este auge, y de esta movilidad social que había tomado y sufrido el consumo de marihuana, comienzan a aparecer numerosos tratados médico-legales sobre la planta. Así, por ejemplo, en el año de 1961 es publicado el trabajo Lamarihuanaysuspeligros, por Guillermo Cano Puerta, y en 1965 son publicados los Aspectosmédico-legalesymédico-socialesdelamarihuana,por Francisco Ardila Rodríguez.

En el primero de ellos el autor considera lo siguiente:

Esdesumaimportanciaelsaberqueloslicoresdealtocontenidoalcohólico antagonizan los efectos psíquicos de la marihuanaporloqueelconsumidortratadeevitarlo,estonosexplicaelporqué se prefiera la marihuana por los presidiarios y las personas quenopuedenemborracharseconlicores.Estoconstituyeamimododeverunodelosproblemasprincipalesenqueradicalapeligrosidaddelamarihuanaennuestropaís30.

En el segundo, por su parte, el autor señala que, aunque los habituados a la hierba sean por lo general

Gentesdebajos fondos(...),gozadepopularidadentregentescultasdelanuevaolaysehanpresentadocasosdeconsumoenreformatoriosdemenoresyencolegiales;esunvicioenetapaexpansiva (...). Las causas que han determinado su ampliadifusión en Colombia son bastante complejas: básicamente,

30 Rosselli, op. cit., p. 394.

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es un país subdesarrollado con síntomas de un cambiosocial mal encauzado(...) que ha producido un fenómenollamado genéricamente violencia y que se ha manifestadopor incremento de todas las formas de criminalidad y enespecialdeactitudesantisociales.Sobreestefondosocialyallado del incremento alarmante de conductas antisociales, deprostituciónydesempleo,deincrementodelamiseria;rupturadelacomunidadtradicionalruralylaemigraciónconsecuenteyformacióndeampliossubproletariadosurbanos;hacrecidoelvicio31.

En el aspecto jurídico, tras nueve años de vigencia del decreto 0014 de 1955, entraría en vigencia el decreto 1699 de 1964. Con la nueva reglamentación, también producto del estado de sitio, vendría una política ahora basada en el ambiguo modelo terapéutico-punitivo, el cual aparecía teñido por un evidente tinte clasista en lo que al consumo de marihuana se refiere.

Este decreto, por elcualsedictandisposicionessobreconductasantisociales, instauraría el modelo terapéutico para intoxicadoscrónicos. Así, cuando el usuario reunía esa calidad, sea porelalcoholo por cualquier otra sustancia, era procedente el internamientoen casa de reposo u hospital hasta obtener curación e, incluso,la libertad vigilada hasta por dos años32. Para el consumo de marihuana, en cambio, se mantenía el modelo punitivo, siempre y cuando el consumidor pudiese seguir siendo asimilado al estereotipo de camaján-maleante: para éste la sanción por uso o tenencia comportaba la pena de relegaciónacoloniaagrícolade2a5años.

No obstante, y he aquí la novedad, siajuiciodelosmédicoslegistasel usuario requería tratamiento en casa de reposo u hospital, se le imponía, como única medida, la internación en un establecimiento adecuado por el tiempo necesario para su curación33. Resultaba

31 Ibíd., pp. 396-397. 32 Cfr., artículo. 20. El subrayado es nuestro.33 Cfr., artículos. 23 y 24 Incs. 2°s.

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imposible argumentar, por lo menos científicamente, por qué el camaján no requería tratamiento médico sino pena, mientras otros usuarios de la misma sustancia simplemente estaban enfermos y sólo requerían tratamiento.

Ahora bien, para la época Colombia no estaba aislada de los fenómenos propios de la aldea global: al tiempo que se formaba el movimiento Nadaísta en Medellín, y junto con el portentoso desarrollo de los medios masivos de comunicación, llegaban a nuestro país el hippismo y la psicodelia.

En este ambiente de cambio, de crisis de los valores y también de esnobismo y de ligereza, los psicofármacos no tradicionales conjugaban muy bien con las fisuras que se producían en la conciencia de los jóvenes, quienes instauraban prácticas y proponían alternativas en torno al vestuario, al trabajo, a la utilización del tiempo, al erotismo y al lenguaje.

Se trataba del movimiento psicodélico34: bajo el lema de peaceandlove de los hippies, elturnon,tunein,dropout de los insurgentes del estamento médico norteamericano; bajo la desobediencia juvenil norteamericana (leyendo a Thoreau y a los poetas de la generación beatnik, y entonando canciones de los Beatles), este movimiento tenía como premisas ideológicas el retorno a la vida rural, el humanismo de la psiquiatría, el respeto por el medio ambiente y por la libertad sexual, y esgrimía también en sus prácticas cotidianas el pacifismo, el abandono de los ideales burgueses, el individualismo pagano, el cooperativismo y el uso de la tecnología al servicio del hombre.

Todas estas actitudes venían anejas a la utilización de un conjunto de psicofármacos de tipo visionario y de excursión psíquica: LSD, peyote, psilocibina, etc., todos ellos de consumo legal, pues en ese entonces eran completamente desconocidos para el establecimiento farmacrático.

34 El término, acuñado por Osmond, significa ampliar la mente, y se propone como alternativa a la racionalidad hegemónica, al deuxestmachina de Occidente.

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De todas formas, y dado que las actitudes de la contracultura ponían en peligro la propia estabilidad del stablishment, al decir de Octavio Paz, cuando se insistió en la necesidad de ilegalizar estos psicofármacos, “lasautoridadesnosecomportabancomosiquisieranerradicar un vicio dañino, sino como si quisieran erradicar unadisidenciapolítica”35.

Por otra parte, fundado en Medellín (1958) por Gonzalo Arango y un grupo de jóvenes poetas, literatos e intelectuales, el Nadaísmo se lanzaría, envuelto “enunanubedemarihuana”36, contra los estándares de la sociedad tradicional: “todos los valores de esta civilizaciónmaxfactorizadaymarxistahayquearrojarlosalacañería”37.

Así, el Nadaísmo, “unarevoluciónenlaformayelcontenidodelordenespiritualimperanteenColombia(...),unhumanismodetripasafuera”38, hacía eco de un tiempo en el cual los estandartes de una sociedad colonial y tradicional, y sus propios cimientos, se tambaleaban en la conciencia de los jóvenes.

Para los nadaístas, entonces, el uso de la marihuana “noeratantounviciocomosíunritual”39, y esa utilización, desarrollada en las tiendas literarias, en los café y en los bares, ayudaría a exaltar un psicofármaco que había dejado de ser patrimonio exclusivo de camajanes.

El movimiento hippie en nuestro país, por su parte, tendría su máximo desarrollo y expresión en el Festival de Ancón (Medellín, junio de 1971). Versión latinoamericana del festival de Woodstock (1969), Ancón había logrado reunir en Medellín, durante tres días continuos de música rock, y entre las consignas pazyamor, prohibidoprohibir, siquiera murieron los abuelos, don quijote es un hippie cincuentón,etc., a unas decenas de miles de jóvenes –y a no menos curiosos y saboteadores– para oficiar como ejemplo histórico colombiano de la

35 Paz, en Corrientealterna, cit. por Escohotado, op. cit., p. 885. 36 La expresión es de Arango y Child, op. cit., p. 119. 37 Cit. por Sánchez, 1989, p. 88.38 Romero, A., Elnadaísmocolombiano, cit. por Sánchez, op. cit., p. 86. 39 En palabras del propio Gonzalo Arango.

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manifestación de un nuevo ethos socio cultural y de sus pretensiones por abrirse campo en el espacio público.

Tras el permiso otorgado por el alcalde del momento, Álvaro Villegas, para la realización del festival, los principales estamentos de la ciudad alzarían su voz de protesta.

El clero, en cuya cabeza se encontraba el Arzobispo Tulio Botero Salazar, diría que la realización del evento constituía “un hecho queatenta contra las buenas costumbres y la moral cristiana, ademásdequenoshallamosenestadodesitio”40, mientras el cura Fernando Gómez Mejía, desde Lahoracatólica, en su radio emisión del 20 de junio de ese mismo año, afirmaba que losfestivaleshippies

constituyen el más desgarbado certamen de indignidad, dedegeneración, de cinismo, de vulgaridad, de corrupción deescándalo y de vergüenza para una sociedad (...) El Alcaldeautorizóalosmillaresdehippiesaquenosinvadierancomounaarrolladoraavenidadefangoputrefactoparaqueabofetearanconsusmanossuciaselrostrodelaciudad,paraqueinvitarana los niños a ser maleducados, ruines, perversos y para queincitaranalajuventudaembrutecerseenelmundodelamorlibreydelosestupefacientesdestructoresyenervantes41.

Y los pobladores del sector de La Estrella elevaban su protesta en los siguientes términos:

Losabajosuscritos,ciudadanosdelmunicipiodeLaEstrella,nospermitimos presentar ante ustedes nuestra enérgica protestaporlaactitudasumidaparaconlacomunidaddeestedistrito,al permitir el espectáculo a desarrollarse en el nombradoparque metropolitano, por parte de seres casi anormales ycompletamentedeshonestosensumáximo42.

La prensa –El Colombiano- titularía así su Nota Editorial de junio 18: “Festivaldeladelincuencia”,ydecía:“lanoticianotendríanada

40 Cit. en Bueno y Caro, 2001, p. 51.41 Gómez Mejía, F., en ib., p. 39.42 Cit. por Uribe, Carlos, en ib., p. 73.

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dealarmante,sinosupiéramosquedetrásdeesehermoso,perofalsolema(festivaldelapazyelamor)seescondeunmundodecorrupciónydelincuencia”43.

Pasado el festival, luego de pedírsele la renuncia al alcalde Villegas, el jefe regional del DAS, Óscar Alonso Villegas, “instaurando” para Medellín la pena de destierro, daría un ultimátum de 48 horas a los hippies para abandonar la ciudad, por considerar el funcionario que “lamayoríadeestosjóvenesestácreandoproblemas,fomentandolamendicidadyatentandocontralasalubridad”44.

Legislativamente hablando, el periodo se debatiría entre la aplicación del modelo punitivo y el terapéutico. Sin embargo para la época aun no existían en el país centros especializados para el tratamiento de la toxicomanía, y tampoco se tenía claridad sobre qué tipo de tratamiento era el científicamente adecuado para trataral usuario de una sustancia en especial. Seguían utilizándose los insalubres hospitales del Estado para recluir a los habituados de bajos recursos, y en algunos de ellos se realizaban tratamientos a base de electrochoques y de comas insulínicos45. De otro lado, un importante sector del estamento psiquiátrico nacional estimaba que el hippie era un esquizofrénico constitucional y hereditario, y era por tanto susceptible de tratamiento mental involuntario46.

Ya en Psicopatologíayexistenciadelhippie, cierto autor considera que la sociedad se enfrenta a “unepifenómenopsicopatológicoexis-tencial”

Enmarcado por tanto dentro de la patología psiquiátrica:se tratar de un hombre anormal, no sólo fenomenológica y

43 Nota Editorial deElColombiano,junio 18 de 1971, cit. en ib., p. 43.44 Córdoba Laverde, en ib., p. 91. 45 Cfr. Rosselli, op. cit., p. 400, y Velez Saenz, 1987. Una novela tan extraordinaria

como desconocida en nuestro medio: Las llaves falsas, confidencias de un fumador demariguana, y la cual desataría, gracias a estas denuncias, un gran debate ético al interior del estamento psiquiátrico colombiano.

46 Echeverry Miguel, Psicopatologíayexistenciadelhippie.Editorial Andes, Bogotá, p. 18-29 y 151-154.

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consuetudinariamente,sinotambiénenlosámbitosdelamoral,larazón,lacomparación,lalógica,laestadística,lacienciaylalegalidad.

Y, en una mezcla de mesianismo y totalitarismo farmacrático, concluye:

Es multitud de veces preferible, lógico y prudencial el ocasoy liquidacióndeunospocos–querepresentanmuchosporsuanormalidad- y no la ruina estrepitosa y catastrófica de la juventud,lafamiliaysociedad47.

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47 Ib., p.154. Las negritas son propias.

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El Lager del psicólogo1

CésarAugustoSánchezTaborda2

ResumenEl presente texto recupera algunas de las construcciones fundamentales de Michel Foucault en el texto Los anormales para con ellas problematizar la forma de trabajo psicológico propio de los establecimientos penitenciarios y carcelarios del país; de igual manera el texto inicia una discusión con todas las formas de clasificación presentes en las prácticas psi de nuestro tiempo.En el corazón de la escritura estaría la mirada a la posibilidad de fundar una historia de la subjetividad desde las prácticas concretas -tal como lo anuncia Foucault a partir de las reglas del método en su texto Las tecnologías delyo- en las cuales se vislumbra, en gran medida, su apuesta conceptual y su forma de pensar explicitada a lo largo de su obra. En tanto no recorremos una práctica concreta, y además tenemos otro compromiso, esas prácticas serán retomadas desde el eco de dos películas del ciclo losanormalesenelcine: Zelig, de Woody Allen, y Letras prohibidas, de Philip Kaufman. De dichas prácticas concretas importan sus consecuencias para una teoría e intervención del sujeto, los matices de cómo se ponen en operación las prácticas al lado de una interrogación global por los fundamentos de las mismas. Siguiendo lo señalado, destacaremos cómo la pericia se cifra de manera problemática en nociones de carácter universal, en la supuesta neutralidad de los psicólogos y en la idea de

1 En el siglo XIX los cerveceros bávaros empleaban los sótanos, las cuevas y las bodegas para "almacenar" (lagern) su cerveza, lo hacían así para que en estos lugares frescos y de temperatura muy estable se fuera madurando la cerveza poco a poco. A la cerveza así obtenida, la denominaron “Lagerbier”, del alemán lagern (“almacenar”). Durante el exterminio judío en Alemania los depósitos de cadáveres se denominaron Lager. Agamben. G.LoquequedadeAuschwitz, p. 135.

2 Psicólogo y Magíster en Ciencias Sociales Universidad de Antioquia, Medellín. Docente en la Institución Universitaria de Envigado y la Universidad de Antioquia.

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una mente inteligible. Desde los matices se describe algo del sistema moral que fundamenta y acompaña la psicología para la clasificación y especificación de rasgos del hombre, dejando de lado o bien el fenómeno o bien las prácticas concretas que lo conducirían a pensar al hombre tal como es.En suma, un texto exploratorio que permite pensar los modos de intervención de la psicología contemporánea y el lugar que desde allí se otorga a la subjetividad misma.Palabras clave: Subjetividad, pericia psiquiátrica, prácticas clasificatorias, diagnóstico, moral, poder de normalización, exclusión, discurso grotesco, soberanía arbitraria,Zelig

Con la película Letrasprohibidas del director Philip Kaufman, queda uno con la idea de que se ha cometido una injusticia; no sabría explicar tal sentimiento pero me queda el recurso inevitable, dada la temática del foro Losanormalesenelcine, de pensar el sinsabor que deja la manera como se lleva a cabo un diagnóstico y un tratamiento al Marqués de Sade, puesto que más que de un dato histórico bien podría tratarse de un hecho frecuente y de una reflexión cada vez más pendiente en la historia occidental: cómo llegamos a juzgar el comportamiento moral de los sujetos y cuál es la pretensión de establecer a partir de dicho juicio coordenadas y deberes especiales. Esta pregunta conjuga, creo, la propuesta arqueológica y genealógica que finamente teje Foucault en el texto Losanormales, de la cual queda la idea de que los juicios morales se iniciaron a partir de finalidades aún no establecidas y, por ende, carecen de fundamento en todo tipo de valoración que desde ellos se hacen del hombre. Aceptada la idea, daremos algunos rodeos que permitan mostrar como en ciertos ámbitos ella sostiene lo dicho sobre el hombre; luego procuraremos tomar una distancia sobre tales dichos para, finalmente, apreciar algunas consecuencias no consideradas cabalmente en esa temeraria consideración moral y forma de ver y sancionar la acción humana. Esta tarea estará guiada por los primeros capítulos del texto Los anormales, los cuales se cruzan con otras referencias en las cuales se pone como eje de reflexión el asunto de la

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clasificación, y con ciertas anotaciones derivadas de las prácticas de los profesionales de la psicología en establecimientos penitenciarios y carcelarios (EPC) de la ciudad de Medellín. El horizonte de la escritura está perfilado a mostrar la problemática manera como las formas del saber se han ligado con las formas del poder.

En principio, señala Foucault, el peritaje estaba solicitado como una prueba auxiliar de la justicia y como un camino a través del cual ésta impondría una sanción específica a los sujetos en cuestión. Empero, en cada uno de los peritajes revisados por el autor se indican rasgos de la personalidad del acusado en términos claramente morales: bovarismo, actitud existencialista, alcibiadismo, erostratismo, donjuanismo y otras. En ellos, pese a la advertencia “simplemente investigamos si, en el plano médico legal, sus anomalías de carácter tienen un origen patológico o si realizan un trastorno mental suficiente para alcanzar la responsabilidad penal”3; lo que se destaca en tal discurso son tres polaridades bastante complejas y desviadas de su propósito inicial. La primera es el poder de determinar, directa o indirectamente, un fallo de justicia que concierne a la detención o libertad de un hombre y/ o de un discurso que tiene el poder de decidir sobre la vida y la muerte. La segunda señala la pericia funcionando como un discurso de verdad en el sentido científico, y, en tercer lugar, muestra la pericia como un discurso que causa risa cada vez que se pronuncia.

Desde el peritaje se establecen pruebas completas e incompletas, plenas y semiplenas, semipruebas, indicios, adminículos; además, la

3 FOUCAULT. M. Losanormales.Curso en el Collège de France (1974-1975). Fondo de Cultura Económica. México, 2001, p. 17. Con la palabra existencialismo se califica cierta actitud de los jóvenes parisinos, quienes luego de la segunda guerra denotan un porte desaliñado y asco por la vida activa. Su rasgo específico era la visita de ciertos cafés en el barrio Saint Germain des Pres. Alcibiadismo, persona de quien se dice reúne grandes cualidades al igual que defectos (arribismo y pretensión particularmente). Erostratismo, referencia al la quema del templo de Diana de Efeso por parte de Erostrato; con esta palabra se designa la malignidad y amoralidad propia de los débiles. Bovarismo, tomado de la novela de Flaubert, Madame Bovary; con esta palabra se califica el poder concedido al hombre de nombrarse distinto de lo que es. Donjuanismo, significa en el caso del hombre: la búsqueda patológica de nuevas conquistas.

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suma y combinatoria que definen un mínimo necesario para obtener la condena. A partir de ese momento el tribunal de justicia se amarra a esa aritmética, derivada de saberes autorizados como científicos y, por ende, se administra un castigo proporcional a la cantidad de pruebas reunidas: “sitenemostrescuartosdepruebaynounapruebaplenaesonoquieredecirquenohayaquecastigar.Atrescuartosdeprueba,trescuartosdecastigo;amediaprueba,mediapena”4.

En esta conjunción de Ius puniendi, entendido como poder coercitivo de los Estados, con los saberes médicos, aunque aparecen reformas que tienden a rescatar al sujeto, entre ellos el establecimiento del principio de Íntima Convicción –no poder condenar antes de no haber llegado a una certeza total emergente en el derecho hacia 1830- ingresan igualmente elementos en los cuales dicho principio será falsado. Destaquemos de manera sumaria dos movimientos y el surgimiento de dos problemas que dejarán de lado la subjetividad misma para dar paso a la constitución de cierto discurso moral sobre la acción humana. En primer lugar, se evidencia cómo el principio de íntima convicción no se remite sólo a la calidad de las pruebas o a las pruebas mismas, sino a un individuo pensante, susceptible de conocimiento y de verdad. Ello significa el paso del régimen aritmético al “honorable” régimen de la verdad para un sujeto al que se suponía universal. En segundo lugar, aparece la promoción de enunciados que rompen todo principio de racionalidad al tiempo que todo vínculo del sistema judicial con ese hombre supuesto universal: se juzga en función del sujeto que enuncia y en esa medida, por ejemplo, los testimonios de policías o los derivados del informe de los expertos, sus enunciados, pasan a ser fundamentales para el establecimiento de la pena. En esta destitución de cualquier principio que rescate al sujeto ingresa por la puerta grande el saber como modo de ubicar al sujeto en lugares sin contar, justamente, con él: aparecen en el escenario jurídico el médico, el psiquiatra,

4 Foucault hace referencia a 28 ordenanazas dictadas por Luis XIV en 1670 en un código de instrucción criminal en ausencia de un código penal.

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recientemente el psicólogo, el psicoanalista y otros funcionarios de las ciencias sociales a dar su veredicto cargado de “objetividad”.

Foucault destaca cómo dichos discursos se encuentran en el corazón mismo de la institución judicial y muestra el camino como ellos logran constituirse en una suerte de supralegalidad en la producción de la verdad judicial.

Contando con estas indicaciones, quisiéramos comenzar a analizar la forma de operación de los saberes psi en el interior de los establecimientos penitenciarios y carcelarios de la ciudad de Medellín, de manera que ello nos permita advertir las derivaciones discursivas posibles a partir de la asunción de cierto lugar como psicólogo. La orientación general del trabajo la brinda la oficina de TratamientoyDesarrollode cada establecimiento, y la estrategia central de éste es el ComitédeEvaluaciónyTratamiento.Bajo estas dos figuras se cifran todas las finalidades y estrategias que procuren la resocialización de los sujetos y, más aún, se juega toda la dinámica del establecimiento a la manera de un discurso que comanda las acciones de todo el establecimiento y fagocita cualquier lógica distinta a la que soportada en dicho eje de resocialización, se promueva. En esta vía, la adherencia de los psicólogos no se gesta sin problemas de concepción, pero no puede derivarse exenta de problemas que ellos mismos y la comunidad académica no han sopesado suficientemente. La finalidad de la intervención psicológica no está escrita, la orientación del trabajo no aparece, los grupos de estudio de asuntos surgidos de la intervención no se presentan y los juicios morales enhebrados en discursos solapados de objetividad no son escasos. Miremos en el fondo de esta descripción breve algunos problemas surgidos de la práctica psicológica, y similares, en nuestro tiempo.

El comité de evaluación y tratamiento es obligatorio para todos los condenados, es decir, para todos aquellos a quienes se les considera haber perdido autonomía y responsabilidad por mor de la comisión de un delito particular. En ese sentido, la ley les obliga a deponer sus derechos y los conmina al tratamiento específico que les permita la

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resocialización de sus vidas. En esa ruta, las evaluaciones se solicitan muy detalladas a fin de que permitan establecer momentos y fases de la prisión del condenado; para ello es necesario que toda evaluación esté avalada por un experto y presentada en términos inteligibles para todo el cuerpo administrativo y aún para el cuerpo de custodia y vigilancia. Ahora, como parte de los más grandes anaqueles de nuestras institucio-nes, es importante que haya evaluación sin importar mucho con cuál fir-ma se legitime. Entonces, algo parecido al tonel de las Danaides sucede con la evaluación: no hay punto de corte, no hay límite, no hay principio que acompañe ésta y menos aún intento de despertar del letargo que ese asunto implica cuando se hace un día y otro día, un año y otro año, siem-pre bajo la lógica y fórmula burocrática circulante entre los psicólogos: “es lo que nos piden”. En general importa que se profiera un peritazgo sobre un buen vínculo o un buen enganche, es decir, no importa que se trate de esta estructura o de otra. Lo que no se logra interrogar con ello es la posición de quien demanda, pues de algo se puede estar seguro en estos establecimientos: los internos no piden saber de sí mismos desde sí mismos, quieren saber algo bondadoso de sí para Otro, estar de cara a ese Otro que ahora se vuelve implacable y que resta las dichas que anta-ño nadie, incluidos los trabajadores psi y los funcionarios del área social, había interrogado. El sujeto no es interrogado y, si bien ese era el princi-pio de trabajo con que algunos psicólogos llegaban a las cárceles, ahora con la evaluación se actúa contra ese principio. Habrá que esperar que se dé el tratamiento, no sin antes explicitar que una vez el sujeto ha sido cla-sificado gracias a la evaluación misma, el sujeto pierde de inmediato su singularidad, para caer a un determinado patio o en una etapa específica del PASO5, es decir, en una estrategia que puede apreciarse como una mirada teleológica al delito y una fórmula eficaz para el tratamiento.

5 PASO. Plan de acción y sistema de oportunidades: Una estrategia para el tratamiento penitenciario. Bogotá, noviembre de 2004. Esta es la estrategia que se utiliza en los EPC de toda la nación desde el año 2004. Las oportunidades se pueden leer como una serie de actividades dispuestas en una escala por la Dirección Nacional de Tratamiento y Desarrollo del INPEC (Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario de Colombia).

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Respecto de asuntos como los antes mencionados, lo que Foucault señala es la paradoja de cómo los enunciados de verdad se descentran de todo principio de trabajo que atienda alguna racionalidad específica; son ajenos, indica, a las reglas más elementales, tampoco responden a las lógicas de formación de un discurso científico y aún son ajenos a las reglas del derecho. Con ello el autor conduce la indagación hacia la figura de dictámenes grotescos.

En el caso de un discurso o un individuo calificaré de grotesco elhechodeposeerporsuestatusefectosdepoderdelosquesucalidad intrínseca debería privarlo. Lo grotesco o si lo prefieren loubesco6,noessimplementeunacategoríadeinjurias,noesunepítetoinjurioso,ynoquerríautilizarloenesesentido.Creoqueexiste una categoría precisa; en todo caso, habría que definir una categoría de análisis político, que sería la de lo grotescoo lo ubesco. El terror ubesco o la soberanía grotesca o, entérminosmásausteros,lamaximizacióndelosefectosdepodera partir de la descalificación de quien los produce: esto, creo, no esunaccidenteenlahistoriadelpoder,noesunaaveríadelamecánica7.

El debería privarlo tiene sus incidencias en las prácticas psicológicas y de asistencia social contemporáneas, y cifra incontables asuntos que requerirían mayor análisis en la actualidad. En ese sentido, pienso que allí reposa un principio nada nuevo para alguien que trabaje la filosofía o, por qué no, para quien se haya dedicado con cuidado a explorar las formas más primitivas del psicoanálisis. El debería paréceme implicar un juicio ético que en nuestro contexto carcelario y penitenciario se complejiza, dada la particularidad de sujetos que se atienden; un lugar complejo para la discusión ética, dada la variedad de concepciones sobre el sujeto, expresadas en la manera de

6 El adjetivo ubesco se introdujo en 1922 a partir de la obra Ubu Rey de A. Jarry. “Dícese de lo que, por su carácter grotesco, absurdo o caricaturesco, recuerda al personaje de Ubu. Que se parece a Ubu Rey por su carácter cínicamente cruel, cínico y cobarde a ultranza”- p. 25.

7 FOUCAULT, Michel.Losanormales.p. 25.

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nombrarlo, y dada la cantidad de intereses atravesados y la sumatoria de saberes enrarecidos allí presentes. Lo novedoso es, justo, que no existiendo regímenes absolutos manifiestos, otras formas discursivas son las que deben intuirse articulando el poder. Podemos señalar que todos se encuentran bajo el marco de la ley y, a su vez y a su modo, incluidos los profesionales del área social, todos quieren escapar de ese marco de la ley. No tener que enfrentar la evaluación sería lo ideal, para algunos; otros no saben más que hacer de ello el centro del trabajo: las evaluaciones son su fuerte. Pero podría ser que se quiera estar en el marco de las normas, o que las normas no sean problema para el sujeto que interviene, entonces aparecerá un remedo de discurso científico que parece dominar la lógica de estos establecimientos de reclusión o, por otra parte, las muchas formas como son atravesados los sujeto que intervienen en las cuales se destaca la problemática de la fascinación imaginaria que los sujetos atendidos alimentan en los profesionales. No es inusual al respecto que la compasión comande la intervención y conduzca a una visión sesgada de la realidad.

Recordemos que el grotesco es uno de los procedimientos esenciales de la soberanía arbitraria, pero es también un procedimiento inherente a la burocracia aplicada. El grotesco es alguien inspirado en la mecánica del poder y pese a ello alguien teatralmente disfrazado, modelado como un payaso, como un bufón. Esto parece señalar que se puede ser grotesco sin saberlo.

El intento de Foucault es analizar la tecnología del poder que usan estos discursos. ¿Qué ocurre en el discurso jurídico que toma la figura de Ubu como el corazón mismo de su práctica? La indicación es que, más que sustituciones, lo que allí ocurre es la emergencia de una serie de dobletes, de duplicaciones. Se trata de una síntesis coercitiva que asegura la transmisión del poder y el desplazamiento indefinido de sus efectos. “Lapericiapsiquiátricapermitedoblareldelito,talcomolocalifica la ley, con toda una serie de cosas que no son del delito mismo, sinounaseriedecomponentes,manerasdeserquesepresentaneneldiscursodelpsiquiatracomolacausa,elorigen,lamotivación,el

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puntodepartidadeldelito”8. La pregunta fundamental aquí es ¿qué hace la pericia con respecto a esa letra de la misma ley?, ¿qué tipo de objetos saca a la luz?, ¿qué tipo de objetos propone al juez como materia de investigación y blanco del castigo? En las nociones indicadas reiteradamente en cada pericia: “inmadurez psicológica”, “producción imaginaria”, “personalidad poco estructurada”, “profundo desequilibrio afectivo”, “serias perturbaciones emocionales”, es donde se evidencia el doblete, es decir, estas nociones repiten tautológicamente la infracción para inscribirla y constituirla como rasgo individual. La pericia permite pasar del acto a la conducta, del delito a la manera de ser.

Sin duda, todas estas nociones tienden a desplazar el nivel de realidad posible y advierten de las paradojas de la intervención misma, pues se sabe que ninguna ley impide estar afectivamente desequilibrado, tener perturbaciones emocionales o tener un orgullo pervertido. En consecuencia, si dichas conductas no infringen la ley, lo que se califica son o bien comportamientos morales o bien reglas éticas. En síntesis, la pericia permite constituir el doblete psicológico-ético del delito. Lo grave del asunto es que el psiquiatra no propone la explicación del crimen, pues lo que hay que castigar es la cosa misma, y sobre ella debe cabalgar el aparato judicial9.

Como consecuencia de este doblete aparece un principio de puerta giratoria: cuando lo patológico entra en escena, la criminalidad, de acuerdo con la ley, debe desaparecer. Con ello se puede apostar por todas las formas de resocialización, de readaptación, de disminución de la reincidencia y otras. Como efecto de la perica se presentan formas bien claras: la justicia debe desprenderse del loco –y también de algunos sujetos en condiciones de salud deplorable o que pongan en “riesgo” la comunidad– . Este movimiento contemporáneo de la pericia sustituye la exclusión, hoy es claro, y pone en juego el discurso de doble calificación, médica y judicial. Esta doble calificación establece lo que Foucault

8 Ibíd. p. 28.9 Ibíd. p. 30.

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denomina el dominio de la perversidad10. Otra operación cumplida por la pericia, es sustituir la alternativa institucional o prisión u hospital, o bien expiación o curación, por una homogeneidad de la reacción social. En adelante la sociedad va a responder a la criminalidad patológica de dos modos: con un polo expiatorio y uno terapéutico, pero ambos son los dos polos de una red continua de instituciones que responden en una mixtura compleja al peligro11. El conjunto de la sociedad se dirige en adelante al sujeto peligroso. De esa manera, peligro y la perversión se constituyen en el núcleo teórico de la pericia médico legal. Y este es el eje, también del carácter grotesco, ubesco, que acompaña la pericia. En suma, la pericia es la pequeña clavija que sostiene el conjunto de formas aquí señaladas12. Finalmente, la pericia se burla de los saberes, pues esta no se dirige a delincuentes o inocentes, tampoco a enfermos en confrontación con no enfermos, sino a algo que es, cree Foucault, la categoría de los anormales. Su fuerza está en que va creando y profiriendo conceptos distintos y técnicas novedosas hasta constituirse en lo que Foucault denomina poder de Normalización, que tiende a transformar tanto el poder médico como el judicial.

¿Qué es lo prohibido hoy? Sade se anticipa con su prosa a la emergencia de un discurso que se va a ocupar del hombre como uno más de los objetos científicos de la época. Su producción tiene una intención y unas razones, tal como lo señalará la pericia psiquíatrica del momento, pero es indudable, podemos verificarlo hoy, que se trata de unas razones que no pueden tasarse con el rasero del Siglo de las Luces, ni con las paradojas de la normativa y la disciplina que deja servida la revolución, esto es, sus razones no pueden ser señaladas bajo esas dos coordenadas de la moral que lograron intervenir de manera radical el orden jurídico de su momento hasta juzgar de manera superficial las acciones de los hombres y que quizás sigan animadas, en el fondo

10 Ibíd. p. 40.11 Ibíd. p. 41.12 Ibíd. p. 48.

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y pese a las transformaciones, por ese fuero moral que hoy desde la distancia causa cierta vergüenza. Su pluma, incendiaria como él la llama, tiene la intención, quizás, de describir una humanidad desnuda, de mostrar cómo la revolución tanto en sus momentos previos como posteriores está destinada a fracasar como solución duradera para el establecimiento del vínculo social donde se respeten las libertades individuales y se conquiste un saber sobre lo humano menos abyecto.

Leonard Zelig –personaje central de Woody Allen en la película Zelig- el hombre que se cambia de personalidad, el hombre que se vuelve motivo de euforia popular con la imposición de un estilo; el hombre que concentra en sus formas la amenaza, la inequidad social pero también la posibilidad de ser “la pijama” de toda una nación está también, cómo no estarlo, en el centro de interés de todos los saberes psi de la época. ¿Por qué cambia de personalidad, por qué puede ser muchas personas y otras no? He ahí el punto de arranque de un serie de interrogantes para que los saberes se interesen por las extrañas razones e intenciones que permitan hacerlo inteligible.

Atracción, novedad y fenómeno, son los tres modos como se define este particular personaje que no sólo recrea un momento de la historia sino que inquiere la gama de saberes que desde diversas perspectivas se ocupan de él: un asunto endocrino, neurológico, digestivo, anatómico, regresivo. En el fondo todo lo que se puede solicitar al saber cuando el sujeto se convierte en “un caso” sobre el cual caben todas las técnicas y terapéuticas conocidas, pero, sobre todo ello, la exaltación de la personalidad de los médicos a partir de la cual se pierde el sujeto y queda el caso.

Así puestas las cosas, podremos ver con facilidad que la psicología conserva la tendencia a demostrar su eficacia como una fuerza incontrolable e indestructible. Una eficacia supuesta que parece indicarse como el fundamento primero de su existencia, ante la cual cabe preguntarse si dicha eficacia no es una cortina de humo que se ha tejido justo para esquivar cuestiones de fundamento, de origen incluso; habría que interrogarse si no permanece la psicología en ese interregno,

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que le dejó el triedro de los saberes en el siglo XIX, de donde fácilmente se percibe que no teniendo conceptos propios la psicología no puede ser más que una ciencia peligrosa y en peligro.

Nuestro escenarioEn los establecimientos penitenciarios y carcelarios en general,

la manera de abordaje de los procesos no cede en su interés de hacer prevalecer las formas del poder ya descritas. En ese sentido se auspician discursos moralizadores y normalizadores apoyados en los saberes propios de las ciencias sociales, haciendo tambalear, aún sin saberlo, el discurso jurídico y lo que éste implica para una sociedad como la nuestra. “Si te sirve este anillito, eres la reina, si te calza este zapatico, eres la reina” era el tono de las expresiones y de las conquistas iniciales que el discurso jurídico le hizo a la psiquiatría y que hoy se le hacen a la psicología. En el fondo, se logra una articulación de saberes en el cual cada uno a su manera, desde su ángulo, pretende destacarse a desmedro de una reflexión juiciosa en la cual permanezca abierta la pregunta por la condición humana y por la manera como los pueblos logran favorecer el vínculo social. En esta vía, es usual que el campo de intervenciones psicológicas, por ejemplo, caiga en nominaciones de carácter universal, de respaldo “naturalista” o de explicación ambientalista de las causas. Esta forma de ver recrea un tiempo de la historia moderna, algunos mojones específicos que acompañaron la constitución de la sociedad tal como ahora la reconocemos, es decir, propusieron las lógicas para aprehender teórica y prácticamente las acciones de los hombres de manera individual y colectiva, poniendo en operación asuntos como la razón, la libertad, los derechos humanos y una sensibilidad especial para concebir al hombre, desde la infancia hasta la muerte en cada uno de sus actos. Se hizo al hombre predecible, calculable, moral, indica Nietzsche; con lo cual se desconocen aspectos fundamentales del hombre que las prácticas concretas, y no los discursos, arrojan de diversa manera en las sociedades.

Nos encontramos frente al hombre como si preguntas fundamentales de la existencia del mismo no se hubieran proferido jamás en la

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historia de la humanidad o como si, algo esencial, las preguntas no pudieran quedar abiertas. ¿Acaso los griegos no dejaron las preguntas fundamentales irresueltas? ¿Qué es la justicia? o ¿Qué es la virtud?, no son propiamente modos de descripción para velar la prescripción tal como sostiene la psicología contemporánea, en donde la normalidad oscila sutilmente entre dos acepciones simultaneas: designando lo que es, lo que realmente existe, y también designando lo que debe ser13. Tampoco existía el afán de darle una forma a algo ni de establecer una respuesta que quizás no esté. “Si me hubiera dado más tiempo” decía Esquirol en el caso de Henriette Cornier14 o la Dra. Eudora Flecher ante la impotencia que el comité médico le generaba por los “pocos avances del caso Zelig”. Desde este panorama, no podría ser el tronco de la psicología más que una vuelta a la moral para establecer un origen descarado, sin historia de lo que concierne al hombre, sin genealogía por cierto, sin arqueología también. El resultado, modelos positivos bañados en aguas aromáticas, en mares de promesas y en excesos con los cuales no necesariamente se hace ciencia.

Una articulación y un problemaEn cada espacio donde se forja un discurso que acompañe la

labor del psicólogo, no es escasa la pretensión de que se indiquen prontamente las maneras más eficaces de hacer del hombre algo calculable, predecible, por ende, proclive a la descripción y la inferencia propia de la ciencia positiva. Se evidencia en las asesorías y aún en los cursos donde las intenciones avanzan de cara a las definiciones y al uso categórico de los conceptos, o bien hacia la reducción de los fenómenos a fórmulas que poco a poco se van constituyendo en un corpus teórico; hecho éste que antes de promover una apertura a los problemas propios

13 TENORIO. María Cristina. Psicología, cultura y valores morales. “RevistaColombianadePsicología”. Universidad Nacional de Colombia. No. 7 Página 19.

14 Henriette Corner fue una mujer que le corto el cuello a la hija de sus vecinos luego de pedir permiso a su madre para cuidarla. En el instante en que la madre ingresa al cuarto, Corner, envuelve al cabeza de la niña en una sábana y la arroja por la ventana.

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de la condición humana, los cercena o los reduce. Y es que este tipo de esfuerzo por la definición nos recuerda El idioma analítico de JohnWilkins, quien hacia 1664, procurando la invención de un idioma general que organizara y abarcara todos los pensamientos humanos, dividió el universo en cuarenta categorías o géneros, con divisiones y subdivisiones, y a su vez, en especies. Ahora, como todos sabemos, dicha división no contempló todas las ambigüedades, redundancias y consecuencias propias de una clínica guiada por el manual, o de lo que puede llamarse la clínica imposible -se ha denominado así a la clínica que se realiza apoyada en los manuales de psicodiagnóstico. DSM IV y similares. En este tipo de práctica el terapeuta conserva un a priori que le impide la sorpresa y la emergencia de los fenómenos tal como son y no tal como aparecen registrados en el manual-, que el doctor Franz Kuhn nos recuerda y atribuye a cierta enciclopedia china titulada Elemporio celestial de conocimientos benévolos, en la cual, según se indica, aparece una exhaustiva clasificación de los animales:

… (a) pertenecientes al emperador, (b) embalsamados, (c)amaestrados,(d)lechones,(e)sirenas,(f)fabulosos,(g)perrossueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper eljarrón,(n)quedelejosparecenmoscas15.

Observamos rápidamente que clasificar es dejar de lado la singularidad y, pensado con Foucault, podremos deducir que ello no es otra cosa que dar un orden a lo evidente solapando de paso cierta forma discursiva que puede arrastrarnos hasta el ámbito de lo grotesco. En ese sentido, la clasificación y el olvido de lo singular puede coadyuvar a promover extrañas comprensiones de dos proposiciones que es necesario recordar a fin de otorgarle un espacio concreto a la subjetividad: la primera, que lo universal de la clase nunca está en el individuo de manera

15 BORGES, Jorge Luis. ElidiomaanalíticodeJohnWilkins.En Obras Completas. p. 708.

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total; la segunda, que aunque el individuo pueda ser un ejemplo de la clase siempre deja sus lagunas respecto de la misma. Tener presentes estas consideraciones obliga a reiterar algo, quizá manido, pero olvidado: cada individuo tiene un rasgo único que lo singulariza y lo separa tanto de la supuesta naturaleza como de los afanes de la ciencia misma. En cada sujeto se presenta como un evento singular entre lo universal de las teorías y lo particular de las prácticas sociales y, en esa perspectiva, cualquier clasificación es forzada. Amén de lo anterior, es procedente que en la práctica tengamos necesidad de saber de qué se trata, sin duda son las formas del diagnóstico las que entran en cuestión. Ahora, el acto del diagnóstico no puede por tanto ser un acto automático ni el intento de hacer un libro infinito, ni mucho menos algo que atente contra lo singular y el sujeto mismo, tal como se presenta.

He iniciado en un reconocimiento del texto de Foucault y llego, finalmente, a un terreno conocido; este hecho me recuerda ese bello pasaje de la Sanguijuela de Zaratustra en el cual se indica que cada hombre llega a cultivar siempre una tierra donde se siente seguro, aun-que para otros no sea más que una ilusión; y notan de paso la enorme dificultad que me da desligarme de la fineza de la pesquisa de Foucault. Sin duda una grotesca extracción de algunas líneas, pero esa es la ganancia de este recorrido y un nuevo terreno para cultivar. Ahora quiero, apoyado en esta pequeña descripción, poner en tensión para y con ustedes, estudiantes de psicología, la siguiente pregunta: ¿Qué nos resta pensar desde la psicopatología orientada por el psicoanálisis alrededor de las películas del ciclo Los anormales en el cine, que nos conduce a pensar el texto Losanormales, qué los hechos y qué nuestra propia reflexión alrededor de las clasificaciones? Yo tengo una hipótesis provisional: que del denominado ámbito de lo singular del sujeto poco se sabe o poco se transmite en estos tiempos. Cuando se sabe poco del fantasma se termina recurriendo a cosas raras para nombrar lo que no se entiende, aparecen las anomalías, lo anormal, como forma de atra-par cosas con nombres propios… De allí que llamemos sadismo a esto, masoquismo a lo otro. “Cuando ponemos esos ismosnos situamos en el

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nivel de la zoología”16 . En otras palabras, podríamos ahondar con ello en las lógicas de la clasificación, olvidando que todas ellas son conjetu-rales y arbitrarias y que ni aún en el campo del psicoanálisis, guiados por la noción de estructura, pueden establecerse leyes universales.

Si se piensa bien, eso tiene su sentido, la explicitación biológica logra clasificar y lo intenta; es uno de los cometidos de la ciencia y de ella parece servirse la psicología de manera abundante toda vez que porta sus mismos principios. Algunos psicoanalistas caminan, también, en ese terreno de la clasificación haciendo con ello de la práctica un contrasentido. Fundamentalmente ahí queda detenida la práctica analítica clásica poniendo de relieve esos distintos términos, oral, anal, escópico, vocal, con los cuales la crítica sólo observa a un Freud moral, como si de un comienzo no pudiese darse un salto a un lugar más elaborado. Hoy podemos inquirir ¿anormalidades? Nada especial que en las fantasías subjetivas no aparezca con claros registros, con imágenes contundentes en las cuales se rompe la lógica de la sociedad o se expresa lo que ésta no permite; también como el lugar donde la teoría no ha alcanzado y las prácticas concretas no se tienen parangón o medida para igualar. En última instancia la condición humana florece a hurtadillas de las formas lacerantes donde con algún corte se trata de especificar algo del sujeto y con lo cual se especifica lo que se queda en la vitrina para ser exhibido y lo que pasa al depósito, al lager de los cadáveres, como se nombraba en Auschwitz.

¿Qué queda para la psicología, entonces? Acaso recorrer esa suerte de mataculín indicado por Canguilhem en la pregunta por ¿qué es psicología? cuando en el final de su respuesta el filósofo se dirige al psicólogo bajo la forma de un consejo de orientación, y le dice: “cuandose sale de la Sorbona por la calle de Saint-Jacques, se puede subirobajar;sisesube,seacercaalpanteón,queeselconservatoriodealgunos grandes hombres, pero si se baja, se dirige con seguridadhacialaprefacturadepolicía”17.

16 LACAN, Jacques. Elreversodelpsicoanálisis. Barcelona: Paidós, 1992 p. 52.17 CANGUILHEM, Georges. ¿Qué es la psicología?Revistacolombianadepsicología.

Universidad Nacional de Colombia. No. 7 p. 14.

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Bibliografía

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BORGERS, Jorge Luis. ElidiomaAnalíticodeJohnWilkins.En Obras Completas. Emecé. 1969.

CANGUILHEM, Georges. “¿Qué es la psicología?” Revista colombiana de Psicología.Universidad Nacional de Colombia. No. 7 1999.

FOUCAULT, Michel, Losanormales.Curso en el College de France. 1974-1975. México: Fondo de Cultura Económica, 2001.

LACAN, Jacques. Elreversodelpsicoanálisis.Barcelona: Paidós, 1992.TENORIO. María Cristina. “Psicología, cultura y valores morales”. Revistacolombianade

Psicología.Universidad Nacional de Colombia. No. 7 1999.

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El niño estigmatizado, una vertiente actual del “incorregible”YennyDaniraBarragánMartínez*

ResumenEsta exposición, Elniñoestigmatizado,unavertienteactualdelincorregible, surge de mi práctica clínica psicológica con niños, de la lectura del texto de Michel Foucault Los anormales y del cine foro sobre la película Léolo. También podría llamarla “Otra marca más: El Niño Como el Inasimilable de la Norma”, En el escrito se abordan tres momentos, el primero alude a siete categorías utilizadas para nombrar al Niño Incorregible: El Niño Estigmatizado, El Niño con TDAH, El Niño con Dificultad en el Aprendizaje, El Niño con Trastorno Disocial, El Niño Conflictivo, El Niño Depresivo y El Niño Loco.En el segundo momento se reflexiona sobre los efectos de esta estigmatización que bien podría generar marcas que llevan a que los niños se identifiquen, busquen aprobación y obtengan ganancias psíquicas. Al igual se exploran unas posibles causas que tiene relación con el entorno del niño como es la posición ambivalente de los padres, la angustia singular del niño, la escuela al servicio de objetivos sociales.Finalmente el texto invita a reflexionar sobre el lugar de la clínica infantil vs. Los discursos de poder.Palabras claves: Incorregible, Monstruo, Masturbador, Anormal, niño estigmatizado, Dificultades de Aprendizaje, Trastorno con déficit de atención e hiperactividad, Dificultades de Aprendizaje, Trastorno Disocial, Rentabilidad Psíquica, Amo, Inconciente, Falta, Discurso de Poder.

* Psicóloga de la Universidad Cooperativa de Colombia, y Especialisa en Psicología Clínica de la Universidad del Norte. Acredita experiencia en clínica con niños desde el año 2000. Docente de la Institución Universitaria de Envigado, Programa de Psicología. Psicóloga en la Institución Persona y Familia.

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Abstract“The Stigmatized Child, a Current Aspect of The Incorrigible” is the title I have used to refer to the children who refuse normalization under the current cultural models as family, schooling and social. Three moments which engender reflection are approached in the text: one of them is the categories and tags with which these children, who standout from the average due to their erratic behavior, are labeled. In a like manner, possible causes which generate symptoms are also discussed as well as the effects imposed by the social institutions in the life of an individual and the undercurrent behind these human aims.

IntroducciónComo ya lo anuncia Michel Foucault en su texto Losanormales,

vemos como según la época, van apareciendo otras categorías que se desprenden de sus tres figuras propuestas inicialmente: el monstruo, el masturbador y el incorregible, y cómo cada vez van a sumarse significados de anomalía según el momento cultural, político y social que acontece.

Los personajes anteriormente mencionados pueden cobrar relevancia individualmente, aunque en ocasiones pueden aparecer unidos en un mismo individuo. Es así como en “nuestros días” somos herederos de estos discursos de poder, y de nuevos estigmas que diferenciarán al niño supuestamente normal del anormal.

La evidencia de esta situación me motivó a abordar este tema. Es claro que en nuestros días el estado de la infancia se ha vuelto un asunto de interés para diferentes disciplinas; la ley y el derecho generan propuestas de amparo y protección para los niños, los cuales son puestos en el lugar de individuos indefensos y víctimas que requieren protección por parte del Estado, generando a así una paradoja, ya que por un lado los declaran sujetos de pleno derecho y por el otro sujetos, víctimas de lo social.

Para la psiquiatría, la infancia es un elemento clave en su funcionamiento contemporáneo: define la infancia como la trampa

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para el adulto y toma la infancia como el principio de la generalización de la psiquiatría. Igualmente sucede con otras disciplinas como la neurología, la psicología y el psicoanálisis, las cuales ubican al niño como un objeto de interés científico, médico y terapéutico, el niño como producto de una sociedad enferma, el niño como objeto vs. sujeto de responsabilidades.

Mi interés está dirigido a describir nuevas categorías que “marcan” a los niños que se comportan de forma no esperada; niños que son colocados por los padres, la escuela y la sociedad en el lugar de la desvaloración, el desprecio o el rechazo. A la vez, señalo los efectos de estos estigmas en los sujetos que han sido nombrados como “anormales”. Adicionalmente, pretendo señalar la propuesta ética y clínica del psicoanálisis ante estos niños severamente estigmatizados.

1. El niño estigmatizado

A diario veo desfilar por mi consulta clínica a múltiples niños que son portadores de una marca, que generalmente ha sido asignada por personas de su entorno que no tienen criterios para establecer el diagnóstico que les suponen.

Me refiero específicamente a la familia, la escuela y profesionales que bajo protocolos de medición y evaluación bajados de Internet nombran a los niños como “anormales”, es decir formas de nombrar a Sebastián, Felipe, Estefanía, Mariana y a otros niños que por alguna razón se comportan y relacionan distinto al común de los niños, convirtiéndose dicho comportamiento en un rótulo que a juicio de ellos los define.

A continuación nombro las 7 categorías más frecuentes de rotulación en la clínica actual.

1.1 TDAH (Trastorno con déficit de atención e hiperactividad)Esta categoría es asignada a aquellos niños que presentan

dificultades en la atención, (los niños no prestan atención suficiente

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a los detalles e incurren en errores por descuido, tienen dificultades para mantener las tareas o actividades lúdicas) en el movimiento, (tienen dificultades para quedarse quietos mueven las manos y los pies en exceso, abandonan sus sillas en actividades que se espera permanezcan sentados) y que son impulsivos (tienen dificultades para guardar su turno, responden de manera acelerada a una pregunta que no ha terminado de hacerse).

Nota: Lo anterior fue consultado en el Manual Diagnóstico yEstadísticodelosTrastornosMntales, en el cual aparece un apartado específico para la niñez titulado “Trastorno del inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia” en el que se anuncia que esta especificidad es solo una cuestión de conveniencia ya que no hay distinción clara entre los trastornos de la niñez y de los adulto. Lo importante es cumplir con los criterios señalados para cada trastorno.

1.2 El niño con dificultades de aprendizaje Esta marca es asignada a los niños cuando el rendimiento en lectura,

cálculo o expresión escrita es sustancialmente inferior al esperado, por edad escolarizada y nivel de inteligencia, según lo indiquen pruebas normalizadas administradas individualmente.

Igualmente, los niños que según la escuela han experimentado un fracaso escolar por desmotivación, por falta de disciplina o por no seguir las normas y los logros propuestos por la escuela son nombrados como “los que no entienden”, “incapacitados”, “minusválidos”, “brutos que no aprenden igual a los demás”.

1.3 El niño agresivo o con trastorno disocialEsta marca es asignada a niños que presentan agresión hacia

personas y animales, crueldad física, destrucción de la propiedad, conductas de fraudulencia o robo o generación de incendios.

Se incluyen también los niños que mienten para obtener bienes a favor, los que presentan violaciones graves de la norma, se escapan de la casa durante la noche o han forzado a alguien a una actividad sexual. Éstos reciben el rótulo de peligrosos, criminales, y violentos.

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Las anteriores características se presentan en todos los contextos en los cuales un niño determinado interactúa con los demás y se presentan con personas cercanas y particulares, sin hallar diferencia. Ante la pregunta de por qué comete estos actos, el niño responde sin ninguna lógica ni justificación.

1.4 El niño conflictivoEste estigma es asignado a aquellos niños que no llegan a actos

violentos pero que sí los suscitan, los provocan y los motivan. Protestan ante toda conducta por la cual están en desacuerdo, siempre están insatisfechos. Gozan con señalarles a los demás sus defectos, fracasos y frustraciones. En la clínica psicoanalítica no son llamados conflictivos sino conflictuados.

5. El niño tímidoEs el niño que es incapaz de relacionarse con lo social, que ante

cada situación de la vida responde atemorizado, se aísla, es introvertido y se niega a realizar tareas que a su edad pudiera desarrollar, sufre de pesadillas y fobias.

1.6 El niño depresivoEs el niño que de un momento a otro presenta conductas irritables,

se aísla, se entristece y llora sin razón evidente, se torna inapetente y tiene dificultad para conciliar el sueño. Con frecuencia expresa estar aburrido.

1.7 El niño locoEl que no es normal, el que hace cosas extremas y extrañas, dice

mentiras que sostiene ante los demás, presenta disociaciones, no se ubica en el tiempo, ni comprende algunas lógicas, propias de su edad. Por ejemplo, un niño de 9 años le contaba a su prima que su padre había ido a la luna la semana anterior y había traído pescados.

Todas las categorías antes mencionadas, tienen un parámetro de medición. Son niños medidos por la intensidad de su conducta (más o menos), por la periodicidad de ésta (varias veces, nunca, siempre)

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y en relación con los otros y con su edad. Son niños medidos desde parámetros estandarizados, desde una “norma”. En términos psicoanalíticos, podemos decir que son niños que se rehúsan a ser “normalizados”. Pero que ante esta gama de categoría es imposible no perfilar en una de ella a temprana edad.

Por cuestión de tiempo solo me es posible dedicarme a una de esas categorías, aunque las otras puedan verse reflejadas en características que se asocian.

En nuestros días, es bastante difundido el caso del niño hiperactivo o, más específicamente, el que sufre del trastorno con déficit de atención e hiperactividad. Al parecer el niño diagnosticado de manera acertada, aquel que cumple con todos los criterios señalados para el trastorno es escaso. El promedio real es uno entre mil. Sin embargo, encontramos que en las comunidades educativas de básica primaria el 40% de los niños han sido nombrados como hiperactivos, mientras que otro 20% como potenciales aspirantes, y el 25% medicado con ritalina con una dosis de tres pastillas al día.

Mientras que esta droga ha salido del mercado en otros países, en Colombia la producimos, la exportamos y es suministrada por profesores en nombre del supuesto bien del niño para que este se concentre y pueda aprender sin ningún control.

¿Qué esperan los padres de los niños diagnosticados como hiperactivos de un proceso psicológico? En mi práctica he observado que ante esta marca se le augura un destino terrible a los niños que han sido nombrados como hiperactivos; se pronostica que de no ser tratados a tiempo serán los futuros delincuentes, drogadictos y que no servirán para nada. Esta situación angustia a los padres y los obliga a buscar ayuda en un consultorio psicológico.

Otra razón por la cual acuden es la presión escolar, la cual se torna como una medida policiva. Se les advierte, entonces, a los padres y al niño que éste será recibido siempre y cuando esté bajo un tratamiento psicológico el cual garantice el cambio y la cura de dicha disfuncionalidad.

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También he observado que en muchos casos estos niños son traídos debido a la confusión que representan para sus padres, ya que por un lado su dificultad es nombrada como un asunto neurológico y determinista, mientras que por otro lado los padres observan que muchas de sus conductas tienen que ver con asuntos aparentemente voluntarios en los que el niño pareciera estar expresando algo. Por lo anterior los padres buscan ayuda por no poder leer qué comunica el niño con su diferencia. Mientras que por otro lado es saber si no quiere o no puede, o quién tiene la culpa.

2. ¿Qué efectos produce la estigmatización sobre el niño?

2.1. En primer lugar, el niño se identifica con el lugar asignadoPor ejemplo, una chica de 13 años me compartía que ella no sabía

que era ser hiperactiva pero que estaba segura de ser eso que los demás decían de ella.

Con frecuencia observo cómo estos niños se adhieren a la marca con la que han sido nombrados, y en todo lugar al que llegan, son presentados como hiperactivos. El “estigma” se convierte en una manera de reconocerse y diferenciarse ante los demás, el niño se inscribe en este destino que han trazado los otros.

2.2 Adicionalmente, el niño empieza a actuar su lugarEs observable cómo la gran mayoría de los niños que son rotulados

como hiperactivos se comportan insistentemente como tales en la escuela y en presencia de sus padres y de aquel grupo que los identifica a esa categoría; actúan para ellos y demandan la presencia constante del otro como control.

Además, ese actuar se convierte en una forma de ser, en una posición psíquica en la vida. Aparece una notable diferencia cuando en la clínica son nombrados como sujetos de responsabilidad. En consecuencia, a veces se les sorprende actuando con naturalidad, representándose como personas capaces de autocontrolarse y gobernarse.

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2.3 Ser incorregible en el orden psíquico es rentableEs decir, produce ganancias secundarias. El niño identificado en ese

lugar e inscrito en esa condición (reforzada por la familia, la escuela y lo social, empieza a obtener ganancias de ella. A menudo son excusados de sus deberes por su dificultad, es decir, obtienen ventajas por encima de los otros niños, por ejemplo, se les exonera de algunas responsabilidades debido a su dificultad para escuchar, quedarse quietos y seguir normas; debido a su propensión a no finalizar sus tareas; debido a sus obstáculos para respetar los turnos, en fin, son niños por un lado nombrados como incapaces y por otro como inteligentes. (… ¿inteligentes o “pobrecitos”, es decir, “víctimas”?...)

3. Causas

Aunque en el Manualdiagnósticoyestadísticodelostrastornosde la infancia, la niñez y la adolescencia no se encuentran causas específicamente definidas para el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, sí se observan algunas posibles causas para aquellos niños que no tienen implicaciones neuronales y que, sin embargo, cumplen con todos o algunos de los criterios diagnósticos.

Dichas causas tienen relación con las personas con quienes interactúa el niño en su entorno cotidiano. En otras palabras, el trastorno tiene su origen en las formas de vinculación que los otros establecen con el niño.

3.1 Padres con expectativas idealizadasSon padres que presentan el deseo de tener hijos perfectos, que tengan

más y sean mejores que ellos; estos niños viven bajo las expectativas y aspiraciones de ser hijos modelos (…como una especie de trofeo…). En consecuencia, estos padres realizan actos que garanticen lo esperado. Se ocupan de matricular a sus hijos en los mejores colegios, les dan todo lo que necesitan, se comportan como amigos de ellos, usan el diálogo para resolver los problemas, los aman por encima de todo. Sin embargo,

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el niño inconscientemente logra leer su exceso de interés –su demanda excesiva– y responde a ella bajo la forma de la hiperactividad.

En muchos casos los niños se esfuerzan arduamente en satisfacer esta demanda pero no lo logran. Entonces, entran en una confusión, ya que a la vez que aman a sus padres “completos”, se odian a sí mismos por su incapacidad a responder.

3.2 Padres a quienes inconscientemente les estorban sus hijosSon padres que sin darse cuenta se tornan abandonadores y,

en respuesta a esto, se genera la hiperactividad como una forma de protesta del niño. Ésta aparece como un acto para ellos que los obligan a ocuparse del pequeño. A través del comportamiento hiperactivo, el niño comunica su insatisfacción con los padres, a la vez que les pasa una cuenta de cobro, haciéndoles sufrir por su abandono.

3.3 Madres que desean inconscientemente un niño enfermoComo dice el refrán, “se quiere más que a un hijo bobo”. Son

madres que resaltan con frecuencia algunos comportamientos límite de sus hijos, señalándoles que aún no están listos -ni lo estarán- para enfrentarse a la vida por su propia cuenta. En nombre del bien del niño lo incapacitan, lo vuelven inútil. Frases como, “estás muy pequeño para eso”, o “mientras yo exista no tendrás que hacer eso” ratifican de manera permanente el lugar de la madre descalificadora.

Son mujeres que encuentran un lugar valioso en la vida en su ejercicio desmesurado de la función de madres y son niños que en la gran mayoría de los casos se acomodan en ese lugar que se les ofrece, ejemplo: “doctora: no me escribe, no me lee, me perdió el año”.

3.4 Padres ansiososSon el tipo de padres que intentan llenar la vida con múltiples

ocupaciones, que encuentran en el movimiento “excesivo” una forma de ser y de interactuar con el mundo. En muchos casos, estos padres son los realmente “hiperactivos” y no soportan la quietud: la representan como una enfermedad. De alguna manera, transmiten al niño mensajes

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que pueden ser interpretados como un mandato por éste; como lo dice el refrán: para ser alguien en la vida hay que moverse.

3.5 El niño angustiadoEsta posible causa hace referencia a niños que ante asuntos

conflictivos de su propia vida no logran ponerlos en palabras sino que los actúan, es decir, como lo propone el psicoanálisis el actuar como la forma de pensar del inconsciente. Los niños actúan para otro y para sí mismos su insatisfacción, frustración y falta.

3.6 La escuela en su objetivo de producir discursos normativosEl objetivo de educar con base en un modelo que apunta a que el

niño debe normatizarse…, es decir, debe someterse a un mismo orden y reglas que aplican a todos por igual: algo del orden: todos quietecitos, filaditos, repitiendo lo mismo en un mismo ritmo, e intensidad. Aquí, se educa bajo el postulado de lo esperado en relación con los otros. Si sigues esta serie tendrás un producto, serás alguien en la vida, y si te quedas por fuera no te espera más que el fracaso.

Los fines de la escuela que sirven a un discurso capitalista donde lo importante es la producción sin importar lo singular.

3.7 El afán de diferenciar de los anormalesLa escuela se caracteriza por un discurso (…divisorio y…) moralista.

Los buenos y los malos, los inteligentes y los brutos, los brillantes y los incapaces. Este discurso no ofrece opciones y lleva a los niños a inscribirse en una de estas divisiones generando posiciones de exclusión.

3.8 Los discursos de poderLos profesores y la escuela, al igual que otras instituciones, no

escapan a la presión de los discursos de dominación reinantes en nuestra cultura, es decir, los discursos orientados a reproducir los poderes sociales ya establecidos. Llamamos a esto el “discurso amo”. Aparecen marcados por el deseo de ser el mejor, por la competencia, se imponen ante sus estudiantes como portadores de la verdad.

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Como se observa, hay un interés desmesurado por establecer categorías de normalidad en nuestros días y ni los niños ni la clínica sicológica escapan a estas pretensiones; de ahí esta reflexión que busca advertir a colegas que atienden niños hacer resistencia a estos discursos de poder, que se entremeten, se filtran de una forma sutil en nombre del bien y nos ponen al servicio de ellos.

Bibliografía

FOUCAULT, Michel. Los anormales, Curso en el Collége de France, 1974-75, México, Fondo de Cultura Económica, 2001

DSM – IV, Manualdiágnosticoyestadísticodelostrastornosmentales.Editorial Masson, S.A

SERNA GÓMEZ, Sandra. “La psicosis y el autismo en el niño, alternativas de intervención”. Tesis para optar al titulo de psicóloga. Medellín: Universidad de Antioquia, 2002.

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Escritura y recusación de la anomalíaMaríaCeciliaSalasGuerra1

ResumenLéolo es un niño que a través de la escritura, de la invención literaria, crea un mundo paralelo al de su familia, abre un horizonte para sí mismo que no puede compartir, pues todos en casa, excepto la madre, se hunden sin remedio entre el extravío y el encierro psiquiátrico. Pero ¿quién dice que Léolo no está también loco de algún modo? ¿Quién asegura que lo suyo es menos locura que la de cada uno de los miembros de su familia? O mejor, ¿qué tiene de singular la locura suya?Palabras clave: escritura, delirio, sujeto, melancolía, impensado, lo impensable, lo desconocido, lo neutro, lo Otro.

AbstractLéolo is a children using writing, the literary, the creative writing, creates a world parallel to that of his family, opened a horizon for himself, he can not be shared, all at home, except the mother, sink without remedy between estrangement and the psychiatric encirclement. But, who said that Léolo is also not crazy? Who says that his own madness is less than that of each member of your family? Or better yet, what is unique madness of yours? Keywords: Writing, delirium, subject, melancholy, never intended, the unthinkable, the unknown, neuter, another

1 Psicóloga, y Magíster en Ciencias Sociales y Humanas, de la Universidad de Antioquia. Doctora en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid. Docente en la Institución Universitaria de Envigado y en la Universidad de Antioquia.

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Escribir,indudablemente,noesimponerunaforma(deexpresión)aunamateriavivida.Laliteraturasedecanta

másbienhacialoinforme,aloinacabado,comodijoehizoGombrowicz.Escribiresunasuntodedevenir,siempreinacabado,siempreencurso,yquedesbordacualquier

materiavivibleovivida.(…)Devenirnoesalcanzarunaforma(identificación, imitación, Mimesis), sino encontrar la zona de vecindad,deindiscernibilidadodeindiferenciacióntalqueya

noquepadistinguirsedeunamujer,deunanimal,odeunamolécula.

GillesDeleuze,Crítica y clínica

Encasa,nuncahabíavistoanadieleeroescribir.

Léolo

Nointentorecordarlascosasqueocurrenenloslibros.Loúnicoquelepidoaunlibroesquemeinspireenergíayvalor.Quemedigaquehaymásvidadelaquepuedoabarcar.Que

merecuerdelaurgenciadeactuar.

Léolo

I. Léolo, un poema en imagen

Léolo, de Jean-Claude Lauzon (1992)2, es una de esas películas que no da tregua, que exige del espectador toda la concentración para “desvelar el secreto de las palabras”, tarea que se corresponde con

2 Jean-Claude Lauzon nace en Montréal, Canadá, en 1953 y muere en 1997 en un accidente aéreo. Con él muere una de las grande promesas del cine contemporáneo, de hecho, Léolo,catalogada como película de autor,figura entre las cien mejores películas del siglo. Hay que decir además que sólo realizó dos películas, la que aquí referimos y Unzoolanuit(1987).

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el mismo trabajo que hace el protagonista en su arduo combate por sobreaguar en medio del mar de locura en el cual parece naufragar irremediablemente su familia. En efecto, el lenguaje, la imaginación, la misteriosa palabra, la lectura y la escritura, constituyen para Léolo la única fuente de energía y valor; con estos medios, procura deslizarse más allá del básico y escatológico mundo de los olores, de la comida, del excremento, de la fuerza bruta para el trabajo en el que se juega la sobrevivencia, en medio de lo cual se estanca la cotidianidad familiar. Su universo inmediato se le revela pobre en extremo, no sólo materialmente sino, ante todo, espiritualmente: allí nadie lee ni escribe, allí todos, excepto su madre –ese “barco enorme que navega sobre un mar de locura”–, sucumben al delirio y más temprano que tarde inician ese viaje sin retorno que supone todo ingreso en un hospicio psiquiátrico.

En esta historia nos encontramos ante el más apremiante diario no fechado de un alma que combate y crea a partir de la nada, de un niño que se autonombra Léolo Lozonne, pues su nombre original Leo Louzeau no le dice nada, no se reconoce en él, más aún, adopta aquel nombre italiano porque su padre no es su padre, pues ese hombre siempre “con cara de hola y adiós”, como en un “eterno medio día”, ese “hombre que muerde su vida perra”, ese no puede ser su padre porque “ese hombre está loco”, mientras que él, Léolo Lozonne, no lo está: “Porque sueño, no lo estoy”, se dirá a sí mismo con insistencia una vez construye su origen a partir de un tomate fecundado por un italiano en Sicilia, un tomate que habría viajado hasta Canadá al encuentro con su madre en una sucia y pobre plaza de mercado en un barrio marginal de Québec. Sí, “Italia es demasiado bella para dejársela toda a los italianos”. Y por eso mismo, la niña de sus amores, Bianca, es también de origen italiano.

Léolo encarna una lucha por mantener a salvo la posibilidad creativa en medio de un mundo que no es tanto hostil cuanto ajeno a la creación, un mundo reducido a una básica correlación entre la comida que dona la madre y que todos engullen sin ritual alguno, y el

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excremento de todos vigilado por el padre, para quien la salud –como se lo enseñara su madre– está en la mierda. Por eso, el lenguaje es para este niño más que un pasatiempo, es nada más y nada menos que aquello en lo que se juega su sobrevivencia, su existencia, más allá de lo escatológico; el lenguaje le revela que en efecto “hay más vida de la que se puede abarcar”.

Léolo, por tanto, es una escritura infinita, inconclusa, como toda escritura poética; escribe para inventarse cada vez, para dignificar una vida. Es decir, que la dignidad no viene de la renuncia a la familia o al nombre del padre, eso sería una interpretación ligera y fiel a la clásica necesidad de establecer un psicodrama familiar desde el cual se pueda comprender o sintomatologizar a un individuo determinado; consideramos más bien que la dignidad estaría en la poética del vivir, en el denodado trabajo creativo por hacer de la vida una obra de arte, lo que se constata en Léolo en cuanto se inventa un pasado y un amor imposible.

Pero, además, la película, puede ser vista como un homenaje a Miguel de Cervantes y al IngeniosohidalgodonQuijote delaMancha. Los paralelismos son demasiados como para no señalarlos. Primero, el viejo personaje que aparece como “el domador de versos” nos remite directamente al escritor español, porque de modo similar anda por ahí buscando papeles, no se olvide que Cervantes dice haber encontrado la historia de Don Quijote y su escudero Sancho Panza, en un basurero en Toledo, en la calle del Alcaná; historia escrita en árabe y que, según el propio Cervantes, él tan sólo se limitó a traducir. Por su parte, el viejo Domador de versos y de sueños, en la película, “se pasa las noches hurgando en todas las basuras del mundo. Solo le interesaban cartas y fotografías”. Y buscando es como encuentra todos los jirones de escritura que el pequeño Léolo va tirando a medida que escribe. Y a su vez Léolo dirá de este viejo coleccionista y domador de desechos poéticos:

Me llevó tiempo comprender que él era la reencarnación deDonQuijote.Quehabíadecididolucharcontralaignorancia.Yprotegermedelabismodemifamilia.

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O también:

Eldomadorcreequelasimágenesylaspalabrasdebenmezclarseenlascenizasdelosversospararenacerenlaimaginacióndeloshombres.

Pero la irradiación cervantina –que en el contexto de la modernidad supone nada más y nada menos que el inaugural vínculo entre escritura y locura- no termina ahí, de hecho compromete la elección literaria que hace el mismo director de la película, Jean-Claude Lauzon, cuando pone en manos de Léolo el único libro que circula en la casa, el mismo que en principio será puesto por el Domador de versos bajo una pata de la inestable mesa de la cocina donde la madre de Léolo amasa el pan. Se trata de la novela L’avaléedesavalés,con la cual Réjean Ducharme alcanza una cumbre literaria en 1966. Ducharme (Québec, 1941) es un escritor, dramaturgo, guionista y escultor, que siempre ha vivido en Montréal, en el más particular anonimato. Hay quienes dudan incluso de que Réjean Ducharme sea su verdadero nombre. Y para colmo, a propósito de los ecos de Cervantes, se dice que Ducharme “recorre la ciudad, caminando durante varias horas al día, recogiendo diversos desechos de los que se sirve para hacer sus esculturas”. En cuanto a la escritura de este autor, se caracteriza por los frecuentes juegos de palabras, por los neologismos y las invenciones del lenguaje, lo cual impregna sus obras de singular y vivacidad; de ello tenemos sobradas muestras en los muchos apartados -en los subrayados- que Léolo nos va leyendo en L’avaléedesavalés,título que se presta para ser leído como El valledelosavasalladoso como Eldevoradodelosdevorados, en cualquier caso, una inquietante y bellísima composición a la melancolía y la soledad, donde Berenice, la niña protagonista, aclara:

Yo estoy sola. No tengo más que cerrar los ojos para darmecuenta. Cuando se quiere saber dónde se está, se cierran losojos.Estamosdondenosencontramoscuandotenemoslosojoscerrados:estamosenlaoscuridadyenelvacío.

A ese peculiar libro que habla de avasallados y/o devorados se aferra Léolo con todo su ímpetu, con su fantasía, con su miedo a la

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locura, con su amor por Bianca, y con su odio por el abuelo, quien que se le impone como un gigante –o un molino de viento- al que deberá derrotar... Ese libro es su lanza y su escudo en su quijotesco combate contra la locura colectiva que lo acecha como un sino, mientras que su madre, gorda y afable, es también el escudero sobreviviente, esa especie de racionalidad elemental, a la manera como Sancho Panza es la contraparte cómico-sensata del Quijote.

El quijotesco Léolo se nos muestra como la imagen del creador/loco que altera el orden de los signos y, por tanto, pone en vilo tanto las formas de representación, como las más caras convicciones y prejuicios convencionales. En el Quijote, el escritor y el loco se vinculan porque ambos buscan las semejanzas entre las cosas; semejanza que se le ha sustraído en la Modernidad cuando el saber medieval fue sustituido por los poderes representativos de la razón, por la fuerza de la historia después, o por la analítica de los lenguajes como hasta hoy lo hacemos. El poeta y el loco ven semejanzas en los signos, como don Quijote que ve gigantes en vez de molinos de viento, o como Cervantes que en medio de su alegoresis nos conduce a borrar la frontera entre lo normal y lo anormal. Léolo discurre pues en la delgada línea donde los criterios de normalidad/anormalidad se borran, no tienen lugar, o en todo caso carecen de la fuerza heurística necesaria que nos aproxime a una comprensión de la complejidad poética y vital de este bellísimo personaje que inevitablemente se queda con nosotros una vez conocemos su historia.

Porque sueño no lo estoy. Porque sueño, sueño. Porque meabandonoporlasnochesamissueñosantesdequemedejeeldía.Porquenoamo.Porquemeasustaamar.Yanosueño.Yanosueño.Atiladama,laaudazmelancolía,quecongritosolitariohiendesmiscarnesofreciéndolasal tedio.Túqueatormentasmis noches cuando no sé qué camino de mi vida tomar... tehe pagado cien veces mi deuda. De las brasas del ensueñosólo me quedan las cenizas de la mentira, que tú misma, mehabíasobligadoaoír.Ylablancaplenitud,noeracomoelviejointerludio y sí, una morena de finos tobillos que me clavó la pena

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deunpechopunzanteenelquecreí,yquenomedejómásqueelremordimientodehabervistonacerlaluzsobremisoledad3.

II. Escribir/recusar la anomalía

Nos dirigimos, con el eco de las palabras de Léolo, a un periodo de la obra de Michel Foucault, de 1974 a 1975, cuando dicta el seminario Losanormalesy escribe Vigilarycastigar.En este momento de su obra, el autor construye una genealogía de la anomalía y de las estrategias de poder en las cuales se soporta –con el correspondiente despliegue de racionalidad instrumental que ello supone–, elaboración teórica bastante arraigada en el periodo anterior de su trabajo, en el cual se había ocupado del lenguaje como problema filosófico, de la literatura como ser del lenguaje, y de la crítica literaria como trabajo de escritura de pleno derecho, es decir, hablamos de sus conferencias en Bruselas sobre “Lenguaje y literatura” (1964) y de Las palabras y las cosas (1966).

Digamos que de 1964 a 1966 el autor dilucida algunas claves (el ser del lenguaje, en cuanto que cuestión del espacio; a diferencia de la funcióndellenguaje,pensada por el escritor francés como cuestión del tiempo) para comprender por ejemplo que la especial vinculación locura-creación artística no cabe ser pensada desde las llamadas ciencias humanas –tan urgidas ellas por reducir lo humano a mero objeto de indagación, de estadística, de sondeo, de encuesta, de “caso” clínico-. Si desde el siglo XIX la literatura no se da más que desde la fractura, la quiebra, la fragmentación, el silencio, queda claro que ella no es susceptible entonces de ser abordada desde categorías normalizadoras y que no lo es justamente porque en ella lo que está en cuestión es lo irreductible a la norma. En otras palabras, la literatura está para pensar lo impensado como tal impensado, para señalar en dirección de éste, no para desvelarlo o pretender explicarlo; es la palabra que anuncia que lo

3 Réjean Ducharme, L’avaléedesavalés(1966), Paris, Gallimard, 1982.

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desconocido como impensable pervive en el hombre que, irónicamente se había fundado a sí mismo como unidad básica del conocimiento. O sea que las ciencias sociales y humanas y la literatura –y el arte en términos generales- trabajan en direcciones contrarias: las primeras procurando siempre reducir lo desconocido impensable a categorías de análisis; la segunda, erigiéndose como un espacio, claroscuro y neutro, donde eso impensado hace presencia como lo desconocido o, como en el verso de René Char:“¿cómovivirsindesconocidoantesí?Verso largamente comentado por Blanchot e igualmente conocido por Foucault, y que nos da mucho qué pensar.

De lo desconocido como lo impensado se ocupa Foucault en Laspalabras y las cosas, mostrando cómo, por más que el humanismorenacentista y el racionalismo de los clásicos hayan dado espacio y privilegio a los humanos en el orden, en la cuadratura del mundo, “nohanpodidopensaralhombre”. De ello querrán ocuparse las llamadas ciencias humanas en su cuarto de hora, a partir del siglo XIX, porque sobre ellas se deja venir como un volcán lo impensado, lo irreductible del ser del lenguaje en último término.

“El hombre es también el lugar del desconocimiento: de estedesconocimiento que expone siempre a su pensamiento a serdesbordado por su ser propio y que le permite, al mismo tiempo,recordarapartirdeaquelloquese leescapa”4. Por eso, la reflexión trascendental no tiene su punto de necesidad en la existencia de una ciencia de la naturaleza –como en Kant– sino en la “existenciamuda,dispuestasinembargoahablarycomotodoatravesadasecretamenteporundiscursovirtual,deserno-conocidoapartirdelcualelhombreesllamadosincesaralconocimientodesí”.Y la pregunta será,“¿cómohacerqueelhombrepienseloquenopiensa,habiteaquelloqueseleescapaenelmododeunaocupaciónmuda,anime,porunaespeciede

4 Michel Foucault, Laspalabrasylascosas, México, Fondo de cultura económica, 1985, p. 314

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movimiento congelado, esta figura de sí mismo que se le presenta bajo laformadeunaexterioridadtestaruda?”5

Se trata ahora de un cuádruple desplazamiento con relación a la pregunta kantiana: de la verdad al ser, de la naturaleza al hombre, de la posibilidad de un conocimiento a la posibilidad de un primer desconocimiento, del carácter no fundado de la filosofía frente a la ciencia a la retoma de una conciencia filosófica clara de todo ese “dominiodeexperienciasnofundadasenelqueelhombrenosereconoce”.Coneste desplazamiento se reaviva necesariamente el tema del cogitocartesiano,dondeahora“el “pienso”noconducea la “evidenciadelsoy”: soy y no soy al mismo tiempo el trabajo que realizo y se escapa, soy y no soy la vida que vivo y que me sobrepasa y me prescribe la muerte, soy y no soy el lenguaje que me precede y se escapa…

¿Quéesesteserdelhombreycómopuedehacerseparaqueesteser,quepodríacaracterizarsetanfácilmenteporelhechodeque“poseepensamiento”yquequizáseaelúnicoquelotenga,tengaunarelaciónimborrableyfundamentalconloimpensado?Seinstaura una forma de reflexión muy alejada del cartesianismo ydelanálisiskantiano,enlaqueseplanteaporprimeravezlainterrogaciónacercadelserdelhombreenestadimensióndeacuerdoconlacualelpensamientosedirigealoimpensadoysearticulaenél.6

Que el cogito no conduzca a la evidencia del ser, trae entre otras, una consecuencia fundamental: la aparición contemporánea del hombre y lo que directa o indirectamente se ha llamado lo desconocido y de modo general, lo impensado: mecanismos oscuros, determinaciones sin figura, paisaje de sombras. Elhombreadvieneconloimpensadoacuestas.

Lo desconocido ineludible, remite según Foucault a lo impensado, a lo Otro, igualmente ineludible, pues el hombre no se pudo dibujar a sí mismo como una configuración en la episteme, sin que, a la vez, el pensamiento mismo le descubriera –tanto en sus márgenes como en su propia trama–,

5 Ídem.6 Ibíd., p. 316

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… una parte de noche, un espesor aparentemente inerte en el que está comprometido, unimpensadocontenidoenél de un cabo a otro, pero en el cual se encuentra también preso. Lo impensado (sea cual sea el nombre que se dé) no se encuentra alojado en el hombre como una naturaleza retorcida o una historia que se hubiera estratificado allí; es, en relación con el hombre, lo Otro: loOtrofraternalgemelo,nacidonodeélnienél,sinoasuladoyalmismotiempo,enunanovedadidéntica,enunadualidadsinrecurso7.

Esta zona oscura, interpretada convencionalmente como una “fortaleza singularmente encerrada de su historia”, le concierne por ser exterior e indispensable para él, como su sombra en el proceso mediante el cual surge del saber, como la tarea ciega que deberá emprender si quisiera conocerse. En todo caso, “loimpensadohaservidoalhombrede acompañamiento sordo e ininterrumpido desde el siglo XIX”8. Entonces, también en la comprensión de Foucault, el hombres es el que se funda a sí mismo como categoría pensable pero que simultáneamente es expulsado hacia lo impensado, lo no decible, acompañado siempre por lo Otro; expulsado incluso del origen, ser sin origen por tanto, sin patria, ni fecha. Paradójicamente el hombre no es contemporáneo de sí mismo, y habita un universo –el trabajo, el lenguaje, la vida- que le precede. Es decir, además de gemelo de lo impensado, el hombre viene a inscribirse en un universo ya iniciado, donde siempre será el advenedizo, el intempestivo, el desconocedor del propio origen. En este sentido, es imposible vivir sin lo desconocido, sin lo impensado, sin lo otro, sin la extrañeza.

Pero también quiere decir que el hombre, a diferencia de todas las cosas que le preceden,

… es el ser sin origen, aquel “que no tiene patria ni fecha”,aquel cuyo nacimiento jamás es accesible porque nunca hatenidolugar.Loqueseanunciaenloinmediatodelooriginario

7 Ibíd., pp.318-3198 Ídem.

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es pues, que el hombre está separado del origen que lo haríacontemporáneo de su existencia: entre todas las cosas quenaceneneltiempoymuerensindudaenél,elhombre,separadodecualquierorigen,estámásallá9.

“Porque sueño no lo estoy”, reitera Léolo una y otra vez, en esa experiencia de paulatino y e implacable vértigo donde escritura y locura se nos ofrecen en una especial vecindad, a la cual “no se debe atribuir el sentido de un parentesco psicológico finalmente puesto al desnudo”, sino que, más bien, la locura como lenguaje que se superpone a sí mismo, no cuenta ni manifiesta el origen de una obra, sino que designa la forma vacía de la que proviene dicha obra, “esdecir,ellugardondeno deja de estar ausente, donde jamás se la encontrará (…) en esaregiónpálida,eneseesconditeesencial,serevelalaincompatibilidadgemeladelaobraydelalocura;elespuntociegodelaposibilidaddecadaunaydesuexclusiónmutua”10.

Yo escribo, yo deliro, o en la expresión de Léolo, “porque sueño no lo estoy”, configuran modos gemelos de designar una misma auto-referencialidad vacía a la cual Occidente se aproxima vertiginosamente desde el siglo XIX por la vía de la creación artística –con Mallarmé, Antonin Artaud, Raymond Roussel, Franz Kafka, Beckett, Silvia Plath, Clarice Lispector…– pero también por la vía de un pensar nómada como el de Nietzsche –véase por ejemplo, El viajero y su sombra y Ecce Homo (“Porque soy tan sabio, porque sé tanto, porque escribo tan buenos libros, porque soy una fatalidad”). Pero ese escriboydeliro que atraviesa la Modernidad literaria y filosófica reclama un pensar diverso al de las categorías de la psicopatología, reclama un pensar el lenguaje en su ser, por él mismo, en su potencia, pero también en su precariedad e insubsistencia. Ambas expresiones que remiten a una autoimplicación vacía reclaman para sí otro pensar que no olvide que la

9 Ibíd., pp 322-310 Michel Foucault, Lahistoriadelalocura,Vol. 2, “La locura, la ausencia de obra”,

México, Fondo de Cultura Económica,1999, pp. 337-8

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locura es una experiencia fundacional, que la locuraparalosgriegoseralamatrizdelasabiduría11.

Escribo/deliro son dos fórmulas subversivas que hacen estallar cualquier criterio de normalidad, y que, a su vez, presuponen modos posibles de hacer experiencia de “lo cotidiano como lo más difícil de descubrir”, tal como lo muestra Blanchot en su texto el “Habla cotidiana”12. Si retomamos la figura de Léolo, el escribo/deliro, remite antes que nada al ámbito cotidiano donde el sufrimiento se convierte en belleza y donde no tiene lugar la miseria de quienes se quejan del vivir; a eso lo denomina José Luis Pardo “depuración emocional de la palabra” o “depuración poética de la emoción”13.

Tanto el escribo/deliro, como el “está” de lo cotidiano que define lo humano sin privilegios subjetivos se imponen como dos modos de impasible recusación del sujeto, del objeto, de la verdad, del sentido, de la moral y de los valores, de los principios de autoridad, de lo auténtico e inauténtico, de normal y lo anormal, más aún, “dentro de lo cotidiano ni nacemos ni morimos”. El hablo, el deliro, lo cotidiano –tres variaciones de lo neutro igualmente peligrosas, corrosivas y desestructurantes- que reconducen lo humano al “conjunto indeterminado de las posibilidades humanas”14. Escribo, deliro o el paso hacia atrás hacia el “neutro artesanato de la vida”, un “paso atrás, hacia la parte cosa de la gente.”15

En buena medida la experiencia de la literatura contemporánea se construye a ras de lo cotidiano, lo más trivial e insignificante o la

11 Sobre la locura como fuente de sabiduría ver el discurso sobre la manía que Platón desarrolla en el Fedro. Allí se dice: los más grandes bienes nos llegan por intermedio de la locura, que se concede por un don divino... de hecho la profetisa de Delfos y la sacerdotisa de Dodona, en cuanto poseídas por la locura, han procurado a Grecia numerosas y bellas cosas, sea a los individuos, sea a la comunidad”

12 Maurice Blanchot, “El habla cotidiana”, en: Eldiálogoinconcluso. Caracas, Monte Ávila, 1970

13 José Luis Pardo, JoséÁngelValente;lofácilyloarduo, en: http://www.residencia.csic.es/bol/num8/valente2.htm

14 Maurice Blanchot, El diálogo inconcluso, “El habla cotidiana”, Caracas, Monte Ávila, 1980, pp 392-5.

15 Clarice Lispector, LapasiónsegúnGH,Madrid, Salamadra, 2000, p.19

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existencia en su espontaneidad misma, la literatura o la profundidad de lo superficial, la tragedia de la nulidad, el acta de nuestra eternulidad (para tomar la expresión de Jules Laforgue). Literaturización o poetización de lo cotidiano en sus dos aspectos que convergen: “suladofastidioso,penosoysórdido(loamorfo,loestancado),ylocotidianoinagotable,irrecusableysiempreincumplidoyquesiempreescapaalasformasyalasestructuras”16. Lo cotidiano siempre escapa, no se deja aprehender, justamente porque carece de significación, no tiene verdad ni secreto, aunque de él emana todo ánimo de significación. Eso cotidiano sórdido e inagotable cobra especial presencia en la sensibilidad melancólica, en los estados de aburrimiento profundo –aquella larga duración de lo igual tan comentada por Heidegger–, de ahí que nos resulten tan conmovedoras las palabras de Léolo, quien suscribiendo a su vez a Rejéan Ducharme, en L’avaléesdesavales,se autosentencia:

A ti, la dama, la audaz melancolía, que con grito solitariohiendesmiscarnesofreciéndolasal tedio.Túqueatormentasmisnochescuandonoséquécaminodemividatomar...tehepagadocienvecesmideuda17.

Si lo cotidiano es lo más difícil de descubrir en cuanto participa de lo desconocido inherente a la aventura humana, entonces lo propio de lo cotidiano es que escapa. ¿Por qué? Porque no tiene sujeto. Cuando vivo lo cotidiano es el hombre cualquiera quien lo vive. Pero también escapa porque no pertenece a lo objetivo.

Entonces, cuando proponemos “escritura y recusación de la anomalía” a propósito de Léolo, confluyen en esta conjunción –como ya se habrá visto, y ello con el auxilio de las elaboraciones de Foucault y de Blanchot- dos relaciones inevitables: escritura/locura, escribo/deliro; y también el peculiar vínculo entre lo cotidiano y la melancolía. Ambas relaciones son fundantes de la literatura contemporánea, a la vez que

16 Maurice Blanchot, op.cit. p.39417 Réjean Ducharme, L’avaléedesavalés, Paris, Gallimard, 1982.

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son la recusación plena de las fortalezas del sujeto, del yo panóptico moderno, de los criterios de verdad y de objetividad, de los edificios axiológicos en los que largamente se ha soportado Occidente. Es decir, que con la doble relación escritura locura y cotidianidad melancolía se resalta la paradoja según la cual el tránsito del siglo XIX al XX nos dejó en herencia tanto el poder de normalización como el espacio de recusación del mismo; nos dejó entre las categorías disciplinares que tienden a objetivar al hombre y el decir poético literario que está allí para señalar en dirección a lo desconocido como desconocido, irreductible y fundante de la condición humana.

Hayunalocuradeescribirqueexisteensímisma,unalocuradeescribirfuriosa,peronoseestálocodebidoaesalocuradeescribir.Alcontrario.

La escritura de lo desconocido. Antes de escribir no sabemosnadadeloquevamosaescribir.Ycontotallucidez.

Eslodesconocidodesí,desucabeza,desucuerpo.Escribirnoes ni siquiera una reflexión, es una especie de facultad que se poseejuntoasupersona,paralelamenteaella,deotrapersona,que aparece y avanza, invisible, dotada de pensamiento, decólera,yqueaveces,porpropioquehacer,estáenpeligrodeperderlavida18.

18 Margarite Duras, Escribir. Barcelona, Tusquets, 1993, pp. 55-56

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Bibliografía

BLANCHOT, Maurice. “El habla cotidiana”, En: El diálogo inconcluso. Caracas: Monte Ávila, 1970

DUCHARME, Réjean.L’avaléedesavalés.(1966). Paris: Gallimard, 1982.DURAS, Margarite. Escribir.Barcelona: Tusquets, 1993.FOUCAULT, Michel. Lahistoriadelalocura,Volumen 2. “La locura, la ausencia de obra”,

México: Fondo de Cultura económica, 1999._____________, Las palabras y las cosas. México: Fondo de cultura económica,

1985_____________, Losanormales.México: Fondo de Cultura Económica, 2001._____________, Vigilar y Castigar; nacimiento de la prisión. México: Siglo XXI,

1984LISPECTOR, Clarice. LapasiónsegúnG.H. Madrid: Salamadra, 2000.PARDO, José Luis, “José Ángel Valente. Lo fácil y lo arduo”, en: http://www.residencia.

csic.es/bol/num8/valente2.htm. Diciembre 5 de 2005.

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