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Revista de Estudios de Género. La ventana ISSN: 1405-9436 [email protected] Universidad de Guadalajara México Reyes Pérez, Martín Reseña de "Palabra y silencio en psicoanálisis" de Saettele Hans Revista de Estudios de Género. La ventana, núm. 23, 2006, pp. 300-306 Universidad de Guadalajara Guadalajara, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=88402314 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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  • Revista de Estudios de Gnero. La ventanaISSN: [email protected] de GuadalajaraMxico

    Reyes Prez, MartnResea de "Palabra y silencio en psicoanlisis" de Saettele Hans

    Revista de Estudios de Gnero. La ventana, nm. 23, 2006, pp. 300-306Universidad de Guadalajara

    Guadalajara, Mxico

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=88402314

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  • L A V E N T A N A , N M . 2 3 / 2 0 0 6300

    MARTN REYES PREZ

    LOS FUNDAMENTOSDE LA PALABRA

    SAETTELE, Hans. Palabra y silencio en

    psicoanlisis. UAM-Xochimilco, Mxi-

    co, 2005.

    El libro de Hans Saettele invita, y talvez exige, varias lecturas. En mi caso,lo he recorrido en tres ocasiones, di-cho lo cual me embarga la duda sobrela propiedad de una afirmacin tal cuan-do se trata de presentar un libro.

    Mencion la palabra recorridoporque creo que es la indicada paradescribir el vnculo que establec conel texto de Hans Saettele, psicoanalis-ta, doctor en filosofa, con especiali-dad en lingstica y literatura por laUniversidad de Zurich y actualmenteadscrito al departamento de educaciny comunicacin de la Universidad Au-tnoma Metropolitana, institucin res-ponsable de la edicin del libro: he

    deambulado en sus pginas, he traza-do en l varias trayectorias.

    Nos encontramos ante un librocomplejo, escrito cuidadosamente ysoportado por una amplia investiga-cin bibliogrfica, y a cuyo respectopodra resultar conveniente establecerde entrada lo que no es.

    As, habra que decir que el libro deHans no es un manual, alguna especiede introduccin al psicoanlisislacaniano; tampoco se encuentran ensus pginas consignas de fcil memo-rizacin, las que cumplen el papel desanto y sea de nuevas grupalidadeso bien del grano de arena que haceposible la coagulacin de la identidad.

    En sus pginas no se hace sem-blante de poesa y tampoco se acuaun nuevo psicoanalismo, esa especiede evangelio, ya denunciado por RobertCastel, que predica el advenimiento dela peste psicoanaltica, de la nece-saria revolucin que habra de afin-carse en los divanes para desde ah

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    marchar por las anchas avenidas de lahistoria con mayscula.

    Si se enfoca el diseo general, laspretensiones del autor, el entramadode los argumentos, podramos decirque el libro de Hans Saettele es unaproblematizacin de las cuestionesmedulares del psicoanlisis: la discur-sividad que le es propia, el deseo y lafalta, la clnica en el campo del len-guaje, el silencio como fundamento dela palabra.

    No hay frases hechas en este libro:es un libro conciso, compacto y, sinembargo, abierto en todas sus costu-ras a la discusin contempornea. Talvez en esto ltimo resida la impresinde dificultad que uno se forma al darlos primeros pasos en la lectura, pueslas referencias del autor no circulan ennuestro medio, sea porque no se hantraducido, sea porque son prctica-mente inaccesibles en bibliotecas o li-breras.

    Al recorrer el libro, uno puede ha-cerse una idea precisa de los vectores

    que cruzan el campo del psicoanlisis,as como de los temas que se investi-gan y discuten en Europa y en nuestropas.

    Por sus pginas desfilan filsofos,poetas, escritores, psicoanalistas en unabanico que va de los autores que po-demos designar, a falta de una palabramejor, como consagrados Kant,Nietzsche, Heideeger, Celan, Pessoa,Foucault, Proust, Freud, Lacan has-ta aquellos otros que, como l mis-mo, se encuentran comprometidos decuerpo entero en la investigacinpsicoanaltica.

    El autor traza, desde la perspectivaque es propia del psicoanlisis, lo queFoucault llamaba un diagnstico delpresente: encontramos sealamientose indicaciones que apuntan a dar cuentade esa otra cara de la clnica que esla reflexin sistemtica en torno a loque Freud design como el malestaren la cultura.

    En nuestra poca, nos dice el au-tor, quien sigue en ello a Sergio Benve-

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    nuto, el principio del placer a suvez reducido a un principio de gus-to, adquiere el carcter de nuevosuperyo de la modernidad y en tantotal deviene, cosa que la melancolamuestra, en el obstculo ms perni-cioso para el goce. De manera para-djica llega a ocurrir, agregaprrafos adelante, ahora retomando aCharles Melman, que al divn del psi-coanalista concurren cada vez con msfrecuencia sujetos que hablan de suatrapamiento en un goce en excesoy ya no para encontrar una salida yno la neurosis, a la conflictiva inherenteal deseo. As las cosas, en la moder-nidad lo que peligra es precisamente eldeseo, que viene a ser desplazado seapor el goce, sea por el buen gusto.

    La primera parte, titulada La re-gin de la sexualidad, est consagradaa desplegar el proceso de mostracindel deseo en lo triple del placer, lo queimplica destacar la posicin de hete-rotopa que el deseo ocupa en relacincon lo triple del placer.

    Retomando a Jean-Claude Milner,el autor establece que la sexuacinse puede ahora pensar como el esfuer-zo de anudamiento entre los tres tr-minos que el sujeto de la modernidadtiene que llevar a cabo y el malestarfreudiano como efecto de la imposibi-lidad para realizar los anudamientosentre dos trminos sin la exclusin deltercero.

    Lo triple del placer es un tro deconceptos que permiten al autor inda-gar en el campo de la historia de lasexualidad; el triple est compuesto porplacer, acto sexual, amor. Hans Saetteletrata de pensar los resortes del ma-lestar freudiano, que consistira en laimposibilidad de anudar dos sin excluiral tercero: sea placer y acto, lo que lle-va a tomar el placer sexual como pa-trn medida de todos los placeres, seaamor y placer, lo que garantiza la emer-gencia de los placeres amorosos, nonecesariamente ligados al acto sexual,sea el amor y acto sexual, de dondesurge el significante de la vida sexual

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    feliz, que paradjicamente excluye alplacer mismo.

    Podemos referirnos, para citar unejemplo de este anudamiento de doscon la exclusin del tercero, a la ope-racin llevada a cabo por Octavio Pazen uno de los libros donde aborda lacuestin del erotismo, La llama doble,texto en el que el poeta anuda el pla-cer que l llama erotismo con elamor (tal sera la llama doble) exclu-yendo tajante al acto sexual, al que deplano califica de animal.

    El diagnstico del malestar en lacultura llevado a cabo por Saettele, lepermite situar las coordenadas que ha-cen posible y necesaria la prctica delpsicoanlisis: habr que reconocer, deentrada, la universalidad de la exclusinde uno de los tres trminos para luegodedicarse sistemticamente a haceraparecer el trmino eludido, lo que im-plica ubicar los cortocircuitos, las fallasen el anudamiento, as como poner encuestin la prisa del sujeto en mante-ner unidos los trminos restantes.

    En esta primera parte, el autor dis-tingue la historia de la sexualidad ala manera de Foucault con aquella queinteresa al psicoanlisis. Habra queanotar, en principio, que para el fil-sofo el abordaje del sujeto consiste enlo que podramos llamar el proceso desubjetivacin; es decir, en la consti-tucin de un sujeto en el campo quele abre la experiencia de su apresamien-to en las redes del poder y el saber yque en cambio, para el psicoanlisis,lo esencial se centra en la proyeccinsobre los hechos culturales, digamosla literatura y las artes, de la nocin desujeto que ac se delimita como suje-to del lenguaje, imagen del cuerpo,cuerpo real. Mencionado esto, quedaclaro que el sujeto que aborda el fi-lsofo y el psicoanalista es muy dis-tinto: para el primero es una flexin,un punto de fuga en el dispositivo delsaber-poder; para el psicoanlisis, encambio, el sujeto es real, en el sentidoen que Descartes lo extrae de la arti-culacin significante, es decir, una

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    nada, un vaco y, en tanto tal, anuda-do a una imagen corporal y a un cuer-po real.

    Pero tambin aqu encontramos unava para distinguir el campo que es pro-pio del psicoanlisis de aquella moda-lidad de ejercicio del poder, en la cualFoucault inscribe al psicoanlisis, y quees la biopoltica.

    En el tercer apartado, La puestaen discurso, el autor analiza la dis-cursividad que es propia del psicoan-lisis, y de esa manera muestra en formapuntual y rigurosa que la relacin dia-lgica que define su discursividad, au-nada a la suspensin radical de laspretensiones de validez por la reglafundamental, hacen posible que elpsicoanlisis se distinga radicalmentedel dispositivo de la confesin que,como se sabe, es el eje que articula,segn la lectura arqueolgica, al psi-coanlisis con el dispositivo de lasexualidad.

    Pero antes, en la segunda parte, Lacuestin de la escritura, encontramos

    otro camino para tomar posicin conrespecto a la crtica foucaldiana: elpsicoanlisis no toma partido por unasexualidad ruidosa y manejada por elpoder, lo que en modo alguno impli-ca que se inscriba en la tendencia irre-frenable, constitutiva de toda cultura,de sustraer a la palabra para dejarla enel silencio.

    La reflexin que Saettele nos invitaa hacer, particularmente en este apar-tado en el que aborda la cuestin de laescritura desde una perspectiva emi-nentemente clnica, consiste en desta-car que el silencio es apoyo ontolgicopara el momento y se podr decir quesostener la relacin del silencio en lapalabra es la posicin enunciativa ticaoriginaria que hay en la palabra.

    Por esta va, Hans Saettele se vellevado a considerar la poesa, en par-ticular al poeta del silencio, a Paul Ce-lan, pues en el acto de la escriturapotica se lleva a cabo el trabajo desostenimiento del silencio en relacincon la palabra; el silencio no es una

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    capacidad, digamos la de callar, y tam-poco se reduce a la falta de efectuacinde un acto de habla: el silencio esten el fundamento de la palabra. De ahque cobre relevancia preguntarse cmoel fundamento de la palabra est sien-do afectado por procesos que operansobre el sujeto del lenguaje en su rela-cin con la imagen del cuerpo y con elcuerpo real.

    En este punto, el autor enfoca tresentidades clnicas que muestran cmoel silencio puede llegar a equivaler auna velacin constante del objeto;es decir, a un proceso en el que unreal imposible parece hacer retorno enel lugar del silencio para siderarlo.

    Este trmino, sideracin, bien po-dra hacer las delicias de los astrlo-gos, con poco que recordemos que elverbo de base es el latn siderari, es-tar marcado por una influencia malig-na de los astros, si bien sideratussignifica, en la medicina, marcado deapoplexia, paralizado; pues bien, con-siderando la sideracin melanclica,

    autista y psicosomtica del silencio,Saettele pone de relieve la dimensinestructural del silencio en la interac-cin dialgica llamada psicoanlisis.

    Foucault seala, en el primer tomode su Historia de la sexualidad, que elpsicoanlisis forma parte de esa vo-luntad de poder, caracterstica de Oc-cidente, que se encamina a hacer hablaral sexo, en producir confesiones, endiseminar en el cuerpo focos de exci-tacin y puntos de anclaje del poder-saber. En cambio, la lectura del textode Saettele, quien no se refiere en estepunto de manera explcita a Foucault,nos permite sostener que el mtodo yel dilogo clnico que son propios delpsicoanlisis no se inscriben en el jue-go de lenguaje llamado confesin, puesen lugar de coaccionar al sujeto a po-ner en palabras su deseo de sexo, elmtodo psicoanaltico parte de la es-pecificidad de lo escrito en su relacincon el lenguaje y la palabra, en lamedida justamente en que la cues-tin de la escritura se coloca en el cam-

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    po del silencio, ya que ella, la escri-tura, nos hace ver cmo es posiblealgo as como un decir desde el silen-cio.

    Estas consideraciones valen, antesque nada, como testimonio de los re-corridos que he llevado a cabo en eltexto de Hans Saettele. Podemos in-cluso decir que esta presentacin noes otra cosa que el piano que se colo-ca en un puente; porque un puente[dice el Libro de Manuel, escrito porCortzar], aunque se tenga el deseode tenderlo y toda obra sea un puentehacia y desde algo, no es verdadera-

    mente puente mientras los hombresno lo crucen, un puente es un hombrecruzando un puente. Una de las solu-ciones es poner un piano en ese puen-te y, entonces, habr cruce. La otra,tender de todas maneras el puente ydejarlo ah para que haya cruce.

    Si el libro de Hans Saettele, Pala-bra y silencio, admite ser ledo variasveces es, sencillamente, porque esun puente hacia y desde algo, es unhombre leyndolo. Queden estas pa-labras, entonces, como un mero pre-texto para que usted cruce, recorra,deambule por este libro-puente.