planificacion prevencion incendios 2009 cast[1]

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    La planificacin de

    la prevencin de losincendios forestalesen la provincia

    de BarcelonaColeccin_Documentos de Trabajo

    Serie_Territorio 10

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    La planificacin de

    la prevencin de losincendios forestalesen la provinciade Barcelona

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    la prevencin de losincendios forestalesen la provinciade Barcelona

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    Serie_Territorio, 10

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    Los trabajos recogidos en esta publicacin expresan la opinin de sus autoresy son responsabilidad suya.

    Primera edicin, de 2009

    de la edicin: Diputaci de Barcelona

    de los textos e imgenes: los autores

    Diseo y produccin: Direcci de Comunicaci de la Diputaci de Barcelona

    Impresin:

    ISBN: 978-84-9803-358-8

    Depsito legal:

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    ndice

    Presentacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

    Temas generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

    1. Anlisis para la preparacin de la ponencia Incendios forestales.Estado de la cuestin y retos de futuro. Joan Ignasi Castell i Vidal. . . . . . . . 11

    2. Poltica de prevencin de incendios forestales de la Generalitat de Catalunya:de 1981 a 2007. Miquel ngel Villamuera i Gonzlez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

    3. El plan marco como estrategia para el fomento de la gestin forestal asociadaen Catalunya. Agust Busquets i Mart. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73

    La prevencin de incendios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81

    4. La planificacin en prevencin de incendios forestales en la provincia deBarcelona. Saida Gonzlez Nez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83

    5. Criterios de planificacin utilizados en la redaccin de los planes municipalesde prevencin de incendios forestales de los ayuntamientos de la provinciade Barcelona. Eva Pujol i Roig. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91

    6. Categorizacin de la red vial bsica de prevencin de incendios forestalesen la provincia de Barcelona. Ventura Bertran Castell et al.. . . . . . . . . . . . . . 103

    7. Anlisis multicriterio aplicado al estudio del riesgo de propagacin de unincendio forestal. Albert Tehs i Puig. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111

    8. Dos aspectos polmicos de las quemas prescritas: la ventana de prescripciny los costes. Josep Llus Ruiz-Bellet. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123

    9. El Plan de actuacin municipal (PAM) en caso de incendio forestal de laDiputacin de Barcelona: una propuesta prctica. Ventura Bertran i Castell. . 137

    10. El Plan de vigilancia: los primeros diez aos, discusin de los resultadosy perspectivas. Alba Ludevid Sanmart. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145

    11. ndice meteorolgico de propagacin de incendios forestales del Plan devigilancia complementaria contra incendios forestales de la Diputacinde Barcelona. scar Snchez Santos et al. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157

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    12. Diagnstico sobre las dificultades de aplicacin de la Ley 5/2003, de medidasde prevencin de incendios forestales en las urbanizaciones sin continuidadinmediata con la trama urbana. Carles Xiol Ros y Xavier Navaln Novell. . . . . 165

    13. Apoyo a las agrupaciones de defensa forestal (ADF) por parte de las

    federaciones de ADF y del secretariado de federaciones y de ADF deCatalua (SFADF). Representacin y gestin de intereses comunes.

    Ana Morgado Souto y Pilar Rach i Camps. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177

    14. Organizacin y plan de actuacin contra incendios forestales de laFederacin de ADF Peneds/Garraf. Francesc Flores, Nria Idezy Xavier Guilera. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189

    15. Organizacin y plan de actuacin contra incendios forestales de la Federacinde ADF de El Bages. Jaume Muntada i Sant y Xavier Joves i Garcia. . . . . . . . 201

    Extincin

    16. Mejora o transformacin del modelo de prevencin y extincin de incendiosde la provincia de Barcelona. Joan Ignasi Castell i Vidal. . . . . . . . . . . . . . . . 211

    La gestin y mejora forestal

    17. El bosque en Catalua: un problema sectorial y estructural. Jaume Minguelli Garriga y Joan Carles ngeli Hernndez.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225

    18. Algunas reflexiones sobre el sistema de ayudas a los bosques privados enCatalua. Joan Ignasi Castell i Vidal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233

    19. La gestin asociada de los bosques de LAlt Bergued. David Marc i Maj. . 241

    20. El bosque urbano, una nueva realidad con carencias de planificacin.Leire Miambres i Sez, Ana Elia Ramn i Hidalgo y Jordi Rom i Vega . . . . . 249

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    Presentacin

    Les presentamos en esta coleccin Documentos de Trabajo un resumen de ms de vein-te aos de experiencia e innovacin municipal en la proteccin de los incendios foresta-les y en la gestin forestal.

    Esta publicacin rene diversos trabajos que se presentaron desde la Oficina Tcnica dePrevencin Municipal de Incendios Forestales de la Diputacin de Barcelona y desde lasfederaciones comarcales de las agrupaciones de defensa forestal (ADF), en el II Congre-so Forestal de Catalua, celebrado en septiembre del ao 2007.

    Estos escritos realizan diferentes anlisis y descripciones sobre la historia y la situacinactual de la proteccin contra los incendios forestales, desde las vertientes de la preven-cin, la extincin y la restauracin. Se analizan las diferentes acciones desarrolladas porlos ayuntamientos, las ADF y la Diputacin de Barcelona, y se exponen los fundamentostcnicos de algunas de estas acciones.

    La Diputacin de Barcelona inici en el ao 1987 una poltica de apoyo a los munici-

    pios para el desarrollo de los planes municipales de prevencin de incendios forestalesestipulada por la Ley forestal de Catalua. Estos planes se han diseado con la inten-cin de lograr:

    El consenso entre los intereses pblicos y privados en un mbito territorial en el quepredomina la propiedad forestal particular.

    La participacin en la redaccin y gestin a travs de los ayuntamientos y de las agru-paciones de defensa forestal de los municipios, a las que estn asociados la mayorparte de propietarios forestales.

    Una mejor aproximacin profesional al problema.

    Unos presupuestos adecuados a las haciendas municipales.

    Una financiacin compartida entre las administraciones locales.

    A esta planificacin inicial, se han ido aadiendo, con los aos, nuevos instrumentos paraapoyar el incremento de las obligaciones de los ayuntamientos. Los planes de prevencinde urbanizaciones, de emergencias en caso de incendio, vigilancia e informacin, de res-tauracin y mejora de las masas forestales, junto al plan municipal ya mencionado, cons-tituyen un amplio programa de proteccin que incluye la prevencin de los incendios fores-tales y los daos que provocan, y la restauracin de las zonas afectadas por estos

    siniestros.

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    Estas acciones locales, conjuntamente con las mejoras introducidas por la Generalitat deCatalunya en la extincin y en el apoyo a las ADF, y el comportamiento cvico de los ciu-dadanos, han motivado que en los ltimos diez aos la superficie quemada en las comar-cas de Barcelona sea la menor de los ltimos cuarenta aos.

    Sin embargo, estos resultados no son una garanta para siempre. Es ampliamente reco-nocido que el riesgo cero no existe y que aproximarse a l tiene unos costes enormes.

    Y por eso es necesario mejorar constantemente la relacin entre los mbitos tcnico,econmico y poltico de la proteccin para alcanzar unos resultados aceptables. En estesentido felicito a los autores de los contenidos de esta publicacin por su inters y dedi-cacin a la mejora de las polticas relacionadas con la prevencin de los incendios fores-tales y a la restauracin de zonas quemadas.

    Este documento pretende eso, enriquecer el debate y servir como estmulo para avanzaren la proteccin contra los incendios forestales y en la gestin de la infraestructura verde

    ms grande del pas, su superficie forestal.

    Josep Mayoral AntigasPresidente delegado del rea de Espacios Naturales

    Diputacin de Barcelona

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    Anlisis para la preparacin de la ponenciaIncendios forestales. Estado de la cuestiny retos de futuro1

    Joan Ignasi Castell i Vidal

    Ingeniero de montes

    Responsable de la Oficina Tcnica de Prevencin Municipal de Incendios

    Forestales de la Diputacin de Barcelona

    1. Breve balance estadstico sobre el nmero de incendiosforestales y la superficie quemada en los ltimos 33 aos.Comparacin con otros datos de la zona mediterrnea.

    Valoracin general

    El volumen del libro de costumbres cataln Usos i costums de bon pags sobre boscos iarbredes, publicado en 1920 por la Oficina de Estudios Jurdicos de la Mancomunidad deCatalua, que recoge directamente los conocimientos de los profesionales del bosque sobrela forma de darle un buen uso, no dedica ni una frase a los incendios forestales. Tampocolo hacen los magnficos Apuntes bibliogrfico-forestales publicados en 1873 por el inge-niero de bosques cerver Josep Jordana i Morera, que recogen todos los aspectos fores-tales del siglo XIX, con cara y ojos, hasta aquella fecha. Tampoco lo menciona el Sr. JoanM. Rabassa i Dalmau en el libro que publica en 1905, centrado en el problema de la defo-

    restacin de Catalua, titulado El Bosch, acompaado de un prlogo en forma de cartaal rey Alfonso XIII en el que se pueden leer palabras contundentes de splica como estas:A vos, Seor, dirijo esta queja, y a la par un ruego: Slvenos los bosques, por vos, por latierra, por la Patria. Por lo tanto, no es osado pensar que durante el siglo XIX y comienzosdel XX los incendios forestales no tienen la importancia que tendrn ms adelante.

    En el Primer Congreso Internacional de Silvicultura celebrado en Pars en 1926, se hablapor primera vez de iniciar la elaboracin de estadsticas y recoger informacin sobre estefenmeno. Pero, de hecho, en Catalua, ya sea porque no hay recursos, o porque, comoya hemos comentado, no es un problema lo bastante importante, no habr una estadsti-ca mnimamente fiable para todo su territorio hasta 1973, a pesar de que para la provincia

    de Barcelona se encuentran datos desde 1965. Mientras tanto, tenemos noticias a travsde la prensa o de algunas entidades como el Instituto Agrcola Cataln de San Isidro (IAC-SI). La Sra. Bendinelli y el Sr. Lloret han estudiado los incendios de comienzos del siglo XXa partir de fuentes periodsticas y, excepto en 1928, ao famoso por el incendio de Les Gava-rres, que impresion al Sr. Joaquim Ruyra, y en 1934, el nmero de incendios y las super-ficies quemadas documentados no se pueden comparar con lo que seguir a partir de losaos sesenta. Para el ao 1928, el IACSI elabora una estadstica y contabiliza 150 incen-dios con 7.000 hectreas quemadas, pero es difcil conocer el valor real de estas cifras.

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    1. Este documento sirvi para iniciar la discusin de dicha ponencia del Segundo Congreso Forestal Cata-

    ln. Las opiniones que recoge son responsabilidad exclusiva del autor.

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    Para realizar un balance estadstico cataln nos hemos de conformar con los datos de losltimos 33 aos, que van de 1973 a 2006. Los nmeros se muestran en el cuadro 1, don-de aparece para cada ao el nmero de incendios, la superficie quemada y un ndice quevalora la superficie quemada por cada 10.000 hectreas forestales y que, de ahora en ade-

    lante, denominaremos ndice 10.000. Este ltimo nmero nos ayudar a compararnuestros datos entre ellos y con los de otros.

    Cuadro 1. Catalua. Nmero de incendios y superficie quemada (1973-2006)

    Ao Nmero Superficie ndice Ao Nmero Superficie ndice

    incendios quemada 10.0001 incendios quemada 10.000

    (ha) (0,0051) (ha) (0,0051)

    1973 709 19.617,11 100,01 1991 782 5.332,47 27,19

    1974 347 13.095,30 66,76 1992 368 1.553,70 7,92

    1975 390 5.539,61 28,24 1993 791 7.343,04 37,441976 433 14.765,25 75,28 1994 1217 76.625,40 390,66

    1977 153 1.795,00 9,15 1995 753 7.035,85 35,88

    1978 725 31.601,90 161,12 1996 463 1.025,71 5,23

    1979 848 20.147,50 102,72 1997 672 922,68 4,70

    1980 702 24.485,60 129,93 1998 961 20.992,26 107,03

    1981 673 19.199,44 97,89 1999 841 1.250,57 6,38

    1982 488 16.462,59 83,93 2000 790 8.342,26 42,53

    1983 598 24.062,23 122,71 2001 723 2.994,93 15,27

    1984 403 10.165,45 51,83 2002 544 2.099,67 10,71

    1985 660 13.345,60 68,04 2003 701 9.863,90 50,291986 563 65.811,71 335,53 2004 565 1.067,27 5,44

    1987 352 1.945,40 9,92 2005 892 5.493,92 28,01

    1988 646 3.084,13 15,72 2006 629 3.378,51 17,23

    1989 669 5.995,82 30,57 2007 578 1.611,69 8,22

    1990 591 1.106,85 5,64

    1 ndice 10.000 : 10.000/superficie forestal = 10.000/1.961.885 = 0,0051

    Fuente: Generalitat de Catalunya. Direccin General del Medio Natural

    Un cuadro como este se puede interpretar de mil formas: se puede analizar para justificardeterminadas opiniones, o se puede buscar imparcialidad; se puede interpretar como unaoperacin aritmtica fra, o se puede relacionar con el contexto en el que se han produci-do los hechos, es decir, teniendo en cuenta variables como la densidad de poblacin o lascondiciones meteorolgicas. Nos tememos que no hay interpretaciones puras y que, porlo tanto, las que se realizarn a continuacin no son absolutas ni pretenden serlo, no nosproporcionarn nada ms all de rdenes de magnitud del fenmeno y algunas tendencias.

    Lo primero que llama la atencin en este cuadro es que entre 1973 y 1986 el ndice 10.000tiene una media anual de 81,56, mientras que, desde 1987 hasta la fecha, los valores dis-minuyen y la media anual se sita en 44,03. Podemos decir que a partir de 1986 se pro-

    duce un punto de inflexin en la superficie quemada anualmente. Asimismo, podemos ana-

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    lizar el valor del ndice por decenios y, en este caso, obtenemos el cuadro 2, dondevemos que el descenso del ndice es notorio cada diez aos, incluso a pesar del ao excep-cional de 1994, en el que el ndice aument a su valor ms alto en estos 33 aos .

    Cuadro 2. Catalua. Variacin del ndice 10.000 por decenios

    Decenio Valor medio ndice 10.000

    1973-1980 84,15

    1981-1990 82,18

    1991-2000 66,49

    2001-2006 21,94

    Si miramos las cifras de esta forma, podemos atrevernos a decir que en el conjunto detoda Catalua las cosas no van tan mal, en cuanto a superficie forestal quemada por ao.Incluso, se puede pensar que, probablemente, este descenso espectacular se debe a lasmejoras en la prevencin y la extincin que, como veremos en el siguiente apartado, sehan ido produciendo poco a poco a lo largo de los aos. Otra cosa es si nos fijamos enla evolucin del nmero de incendios. Como se puede observar en la figura 1, hay unafranja situada entre los 600 y los 800 incendios anuales que se mantiene a lo largo del tiem-po, con una ligera tendencia al alza. Este dato puede tener una lectura positiva si consi-deramos que no se han producido aumentos espectaculares, si exceptuamos el ao 1994,y una lectura negativa si pensamos que las medidas preventivas para reducir el inicio deincendios forestales no ha conseguido grandes logros. Otra observacin sobre el cuadro1 nos muestra una relacin clara entre los aos con ms superficie quemada y los aoscon el nmero ms elevado de incendios.

    Figura 1. Catalua. Evolucin del nmero anual de incendios

    Anlisis para la preparacin de la ponencia Incendios forestales. Estado de la cuestin y retos... | 13

    1.400

    1.200

    100

    800

    600

    400

    200

    0

    1973 1975 1977 1979 19811983 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001 2003 2005

    Nmero de incendios

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    Para valorar el alcance de estos resultados puede ser interesante compararlos con losde otros mbitos cercanos. Si empezamos por Espaa, considerando como su superfi-cie forestal la que se obtiene al restar la superficie de Catalua (vase el anexo 1), obte-nemos el cuadro 3, en el que se aprecia que mientras en el periodo de 1973-1986 el valor

    del ndice fue superior en Catalua en relacin con el resto de Espaa, en el periodo de1987-2006 se ha invertido la tendencia de manera significativamente favorable en Cata-lua. Los hay que interpretan esta diferencia como el resultado de una capacidad de mo-vilidad ms elevada de los espaoles, y quienes lo ven como un mal resultado de lossistemas de prevencin y extincin que se practican en muchas regiones espaolas.

    Cuadro 3. Catalua-Espaa. Comparacin del ndice 10.000

    Periodo Espaa Catalua

    Valor medio ndice 10.000 Valor medio ndice 10.000

    1973-1986 86,09 102,37

    1987-2006 67,17 44,03

    Si hacemos esta comparacin en el cuadro 4 por decenios, se evidencia una tendenciaa la baja tanto en Catalua como en el resto de Espaa, ms marcada en Catalua, a pesarde que en la dcada de los noventa los incendios de 1994 modifican la reduccin brus-ca del ndice.

    Cuadro 4. Catalua-Espaa. Comparacin del ndice 10.000 por decenios

    Decenio Catalua Espaa

    Valor medio ndice 10.000 Valor medio ndice 10.000

    1973-1980 84,15 79,64

    1981-1990 82,18 95,16

    1991-2000 66,49 62,50

    2001-2006 21,94 33,49

    Como ya hemos hecho referencia dos veces a los incendios de 1994, est bien que expli-quemos algo de ellos. Como ya es bien sabido, en 1994 se produjo en las comarcas deEl Bages y de El Bergued el incendio ms grande en superficie de todo el Mediterrneodurante el siglo XX. Este deshonor que afecta a todas las instituciones, las entidades y los

    ciudadanos relacionados con los incendios forestales se ha explicado a travs de diferen-tes hiptesis. Para algunos, esta situacin se dio por la acumulacin de combustible enlos bosques y confirma la teora de que el fuego es un factor intrnseco de los sistemasforestales que tarde o temprano acta como regulador. Para otros, en la actualidad el fue-go no es un valor intrnseco, sino todo lo contrario, y lo argumentan refirindose a las esta-dsticas de las causas que muestran que el origen de los incendios en el arco mediterr-neo es casi en un 90% de origen antrpico; adems, cabe destacar que la regeneracinnatural de los bosques quemados de esta zona ha transformado los pinares de pino negralquemados en magnficas robledas. Ms bien, dicen estos ltimos, una de las causas deter-minantes del gran incendio fue la falta absoluta de defensa de un bosque de pino negral

    con estrs hdrico, situado en los lmites de su rea, que haba sido favorecido en aque-

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    lla zona por razones econmicas. Tambin los hay que hablan de dficits en las polticaspreventivas y de errores en las estrategias de extincin que se plantearon en aquellosmomentos. Las instituciones pblicas encargadas de la prevencin y la extincin no hanpublicado ningn anlisis sobre lo que pas, si es que se hicieron, y se ha perdido una

    buena oportunidad de profundizar en el conocimiento de estos temas. Los hay que pien-san que otro incendio de estas dimensiones nicamente se puede producir con vientosde poniente en las zonas lmite en las que el pino silvestre ha ido desplazando a los robles,por ejemplo en las sierras que conectan El Bages y Osona por el sur de estas comarcas.En cualquier caso, estas visiones diferentes son bastante interesantes y alguna de ellas,en sus lmites, puede favorecer posiciones como la no-intervencin en los procesos natu-rales y la inutilidad de invertir en medidas preventivas o de extincin, argumentos que pue-den ser gratos a algunos movimientos naturalistas espiritualistas.

    Pero continuemos comparando los resultados catalanes con los de otras regiones medi-terrneas. Hay cuatro reas que tienen bastantes similitudes con Catalua y estn situa-

    das en la orilla norte/noroeste del Mediterrneo: la Comunidad Valenciana, las regiones fran-cesas de Languedoc-Roselln y de Provenza-Alpes-Costa Azul, y la regin italiana de Liguria(vase el anexo 2). La superficie forestal de estas tierras se muestra en el cuadro 5.

    Cuadro 5. Superficie forestal de diferentes regiones mediterrneas

    Regin geogrfica Superficie forestal en ha

    Comunidad Valenciana 1.250.000

    Catalua 1.961.885

    Languedoc-Roselln 950.000

    Provenza-Alpes-Costa Azul 1.350.000Liguria 374.000

    En todas estas regiones mediterrneas el ndice 10.000 decrece en el periodo de 1987-2006respecto al periodo de 1973-1986 (cuadro 6). En este periodo de 1987-2006 se puedenestablecer dos grupos de regiones: por un lado Catalua, Languedoc y Provenza, conmedias inferiores a 50, y por otro lado Liguria y la Comunidad Valenciana, con valores supe-riores a 125. El Languedoc-Roselln es la zona con mejores ndices, seguida de Catalu-a. Los valores ms bajos del ndice 10.000 coinciden con las zonas en las que los ser-vicios de extincin son profesionales, estn organizados en una sola institucin y funcionanlas veinticuatro horas del da durante todo el ao.

    Cuadro 6. Comparacin del ndice 10.000 entre diferentes regiones mediterrneas

    Periodo Catalua Com. Valenciana Provenza Languadoc Liguria

    Valor medio Valor medio Valor medio Valor medio Valor medio

    ndice 10.000 ndice 10.000 ndice 10.000 ndice 10.000 ndice 10.000

    1973-1986 102,37 176,06 71,40 102,15

    1987-2006 44,03 127,42 47,18 26,19 166,27

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    Hasta aqu hemos considerado a Catalua como un todo. Ahora echaremos un vistazo msespecfico a las comarcas catalanas organizadas en cuatro provincias. En el cuadro 7 seresume el nmero de incendios, la superficie quemada y el ndice 10.000 medio de las cua-tro provincias catalanas entre 1973 y 2006.

    Cuadro 7. Catalua. Nmero de incendios y superficie quemada por provincias. En gris se muestranlos aos que se han superado las 1.000 hectreas quemadas

    Barcelona Girona Lleida Tarragona

    Superficie ndice Superficie ndice Superficie ndice Superficie ndice

    Nmero quemada 10.000 Nmero quemada 10.000 Nmero quemada 10.000 Nmero quemada 10.000

    Ao incendios (ha) medio incendios (ha) medio incendios (ha) medio incendios (ha) medio

    1973 392 5.209,33 109,92 174 11.322,20 254,75 53 1.204,60 16,50 90 1.880,98 60,00

    1974 180 2.536,81 53,53 71 3.758,40 84,56 12 222,80 3,05 84 6.577,29 209,82

    1975 203 1.644,60 34,70 82 2.777,80 62,50 25 438,10 6,00 80 679,11 21,66

    1976 207 1.099,60 23,20 75 896,50 20,17 65 1.893,40 25,94 86 10.875,75 346,94

    1977 62 247,80 5,23 11 89,20 2,01 17 414,30 5,68 63 1.044,20 33,31

    1978 320 5.304,40 111,92 141 11.110,00 249,98 83 3.083,40 42,24 181 12.104,10 386,12

    1979 334 2.624,50 55,38 243 5.816,60 130,87 50 1.230,10 16,85 221 10.476,30 334,19

    1980 276 8.414,40 177,54 154 1.435,10 32,29 49 2.615,00 35,83 223 13.021,10 415,37

    1981 308 4.482,80 94,59 142 3.067,10 69,01 74 478,60 6,56 149 11.170,94 356,35

    1982 185 11.727,80 247,46 102 1.068,10 24,03 52 647,70 8,87 149 3.018,99 96,31

    1983 254 5.241,40 110,59 151 6.304,80 141,86 46 5.055,60 69,26 147 7.463,43 238,08

    1984 143 1.817,40 38,35 58 753,90 16,96 66 525,30 7,20 136 7.068,85 225,50

    1985 273 6.592,50 139,10 109 1.180,20 26,55 144 4.231,70 57,97 134 1.341,20 42,78

    1986 247 29.169,33 615,47 125 23.786,55 535,20 101 3.902,53 53,46 90 8.953,30 285,611987 182 601,90 12,70 44 194,70 4,38 55 165,90 2,27 71 982,90 31,35

    1988 248 598,79 12,63 153 1.267,40 28,52 127 170,02 2,33 118 1.047,92 33,43

    1989 243 1.118,66 23,60 153 618,25 13,91 180 586,58 8,04 93 3.672,32 117,15

    1990 278 662,01 13,97 80 82,24 1,85 106 199,25 2,73 127 163,35 5,21

    1991 380 588,48 12,42 126 322,20 7,25 108 652,68 8,94 168 3.769,10 120,23

    1992 161 117,40 2,48 27 14,02 0,32 72 425,67 5,83 108 996,61 31,79

    1993 412 1.474,46 31,11 131 1.932,15 43,47 83 1.156,60 15,85 165 2.779,83 88,68

    1994 559 50.758,00 1.070,99 239 8.275,80 186,21 173 4.179,90 57,26 246 13.411,70 427,83

    1995 277 434,94 9,18 216 347,62 7,82 69 218,01 2,99 191 6.035,28 192,53

    1996 128 49,09 1,04 163 118,47 2,67 69 655,84 8,99 103 202,31 6,45

    1997 250 320,32 6,76 224 54,60 1,23 83 135,56 1,86 115 412,21 13,15

    1998 363 4.484,65 94,63 261 131,45 2,96 153 15.197,72 208,21 184 1.178,44 37,59

    1999 377 241,24 5,09 196 238,92 5,38 129 225,31 3,09 139 545,10 17,39

    2000 320 587,03 12,39 221 6.123,47 137,78 114 500,84 6,86 135 1.130,92 36,08

    2001 344 458,22 9,67 199 2.087,15 46,96 84 383,95 5,26 96 65,61 2,09

    2002 201 222,04 4,69 102 70,48 1,59 139 1.144,01 15,67 102 663,14 21,15

    2003 336 5.487,58 115,79 164 2.028,98 45,65 125 2.001,93 27,43 76 345,41 11,02

    2004 201 88,89 1,88 114 562,75 12,66 128 271,34 3,72 122 144,28 4,60

    2005 370 3.375,99 71,23 133 122,02 2,75 196 542,83 7,44 193 1.453,08 46,35

    2006 249 154,68 3,26 167 1.559,25 35,08 112 215,58 2,95 101 1475,17 47,06

    2007 203 362,22 7,64 165 122,45 2,76 91 115,56 1,58 119 1.011,46 32,27

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    Si hacemos un primer anlisis teniendo en cuenta el punto de inflexin que ya hemoscomentado, veremos que los aos en los que se han quemado ms de mil hectreasen cada provincia son significativamente diferentes entre el periodo de 1973-1986 y el de1987-2007 (cuadro 8). En el primer intervalo en Barcelona, Girona y Tarragona se quema-

    ron ms de 1.000 hectreas por ao, entre un 79% y un 93% de los aos, mientras queen Lleida, que siempre es la zona de Catalua con menos incendios y menos superficiequemada, el porcentaje fue del 64%. En el periodo siguiente los porcentajes han sufridouna cada espectacular, entre los que destacan Lleida y Barcelona con un 20% y un 25%,respectivamente. Cabe hacer una mencin especial a Barcelona, que, a pesar de tenerun factor de densidad de poblacin muy alto y, por lo tanto, desfavorable, ha alcanzadoun porcentaje bastante interesante.

    Cuadro 8. Nmero de aos y porcentaje de aos entre parntesis con ms de milhectreas quemadas por provincias

    Periodo Barcelona Girona Tarragona Lleida

    1973-1986 13 (93%) 11 (79%) 13 (93%) 9 (64%)

    (14 aos)

    1987-2006 5 (25%) 7 (35%) 9 (45%) 4 (20%)

    (20 aos)

    El ndice 10.000 medio en las cuatro provincias tambin baja espectacularmente en el perio-do de 1987-2007 (cuadro 9). En Girona y Tarragona el descenso es superior al 70% delvalor del periodo de 1973-1986; en Lleida el descenso es del 25%, porque el valor ante-rior ya era bajo, mientras que en Barcelona el descenso es del 44%, porque la superficiequemada en 1994 eleva el porcentaje 29 puntos.

    Cuadro 9. Catalua. Comparacin por provincias del ndice 10.000 medio

    Periodo Barcelona Girona Tarragona LleidaValor medio Valor medio Valor medio Valor medio

    ndice 10.000 ndice 10.000 ndice 10.000 ndice 10.000

    1973-1986 129,78 117,91 25,39 218,00

    1987-2007 75,77 28,02 18,93 61,48

    Finalmente, puede ser interesante comparar los valores del ndice 10.000 en Barcelona(473.731 hectreas forestales) con dos zonas con superficies forestales similares y tam-bin densamente pobladas, como el departamento francs de les Bocas del Roine(200.000 hectreas) y la regin italiana de Liguria (374.400 hectreas) (vase el anexo 3).En este caso los valores medios del ndice 10.000, como se deduce del cuadro 10, sereducen de forma general en el periodo de 1987-2006, y Barcelona, a pesar del incendiode 1994, aparece con el ndice ms bajo. Probablemente eso tiene que ver con el esfuer-zo que realiza en prevencin y extincin, que es uno de los ms altos, o el ms alto, delMediterrneo, como veremos ms adelante.

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    Cuadro 10. . Comparacin del ndice 10.000 entre Barcelona, Bocas del Roine y Liguria

    Periodo Barcelona Bosques del Roine LigriaValor medio Valor medio Valor medio

    ndice 10.000 ndice 10.000 ndice 10.000

    1973-1986 129,78 124,21 1987-2006 75,77 113,74 166,27

    2. Sntesis histrica de la prevencin y la extincinen Catalua con referencias a los modelos de prevencin

    y extincin aplicados

    Ya hemos visto que, durante el siglo XIX y los primeros veinte aos del siglo XX, los incen-dios forestales no eran una preocupacin prioritaria. Hemos de esperar hasta 1929 para

    que, mediante un real decreto, se cree en Espaa la Asociacin Nacional para la Defen-sa contra Incendios de la Riqueza Forestal. El mundo de los incendios entraba, an nohace ni cien aos, en el mbito oficial. Pero hemos de esperar an un poco ms hastaque una administracin haga alguna cosa concreta. Catalua da este paso de forma pio-nera, cuando la Generalitat republicana dicta, en 1933, unas instrucciones para la previ-sin y extincin de incendios de bosques no declarados de utilidad pblica. Estas instruc-ciones establecen medidas de prevencin, prohibiciones y responsabilidades. Los alcaldesquedan encargados de la polica de los bosques, y la Guardia Civil, los guardas foresta-les y los mossos desquadra se responsabilizan de vigilar el cumplimiento de las disposi-ciones. En estos primeros aos, como no hay ninguna organizacin especializada, la extin-

    cin depende de la experiencia de los habitantes de las zonas forestales, que utilizanhachas, ramas y, sobre todo, el fuego para parar los frentes.

    Al acabar la guerra civil, se concentran todas las competencias forestales en la Adminis-tracin forestal del Estado, que asume la prevencin y la extincin en toda Espaa.Mediante sus delegaciones provinciales se crean los primeros grupos de extincin y losprimeros puntos de guardia, y se inicia un sistema de deteccin y lucha que va crecien-do y ganando importancia. En 1957 se proporciona una cobertura legal a muchas de lasacciones gubernamentales a travs de la ley forestal.

    Mientras que el nmero de incendios y la superficie quemada se mantienen en unos lmi-

    tes razonables, el sistema funciona, pero con el crecimiento econmico de los aossesenta, el aumento de los desplazamientos, el desarrollo del ocio al aire libre y el retro-ceso de la poblacin agraria, la organizacin se tambalea. La ley de incendios de 1968devuelve a los alcaldes un papel de primera magnitud, como ya haba hecho el gobiernoautnomo cataln de la Repblica. Pero en las zonas ms densamente pobladas, comola provincia de Barcelona, las nuevas disposiciones no evitan que cada vez se haga notarms la falta de especializacin, de recursos y de organizacin.

    Coincidiendo con esta problemtica, la Diputacin de Barcelona crea, en octubre de 1962,el Servicio Provincial de Extincin de Incendios, en el que se asociaban todos los parquesde bomberos municipales existentes. En pocos aos pone en funcionamiento una red de

    23 parques de bomberos repartidos por toda la provincia, dotados con material moderno

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    y personal profesional. Poco a poco, la presencia de estos bomberos en los incendios fores-tales es inevitable y cada vez ms demandada. De hecho, la especializacin progresiva delmaterial y las tcnicas, su implantacin territorial y la voluntad poltica de la corporacin aca-ban transfiriendo a esta institucin la deteccin y la extincin de los incendios forestales.

    A principios de los aos setenta, la organizacin para combatir los incendios forestales estestructurada por provincias. En Barcelona, depende de la Diputacin, y en Girona, Tarra-gona y Lleida del Instituto Nacional para la Conservacin de la Naturaleza (ICONA). Estaorganizacin tiene muchos dficits, sobre todo fuera de Barcelona, en material, distribu-cin territorial y profesionalizacin del personal de extincin. Para intentar solucionar estascarencias y optimizar los recursos de los que se dispone, en el verano de 1977 se crea laComisin Consultiva Regional contra Incendios, en la que estn representados las cuatrodiputaciones, las cuatro delegaciones provinciales del ICONA y su servicio central de incen-dios. La Comisin funciona durante tres aos, y acumula una valiosa experiencia que ser-vir para elaborar el anteproyecto del Servicio de Incendios y Salvamentos de Catalua.

    La Generalitat de Catalunya, restaurada en 1977 recoge el anteproyecto que hemos comen-tado y crea, en junio de 1980, la Direccin General de Prevencin y Extincin de Incendiosy de Salvamentos de Catalua, que absorbe el cuerpo de bomberos de la Diputacin deBarcelona, y las labores de extincin que realizaba el ICONA y pasa a ser el organismo com-petente en la extincin de los incendios forestales en Catalua, mientras que la prevencinse concentra en la Direccin General de Poltica Forestal del Departamento de Agricultura,Ganadera y Pesca.

    Esta decisin de centrar todo el grosor de la extincin en un servicio que acta en incen-dios urbanos, industriales, portuarios y forestales, as como en inundaciones, atentados

    y otras emergencias, realiza salvamento en las carreteras, la red ferroviaria, los aeropuer-tos y cualquier otro sitio, no gust y, an hoy, no gusta a todo el mundo. Los detractoresargumentaban que los bomberos no conocan suficientemente bien el bosque y que noestaban acostumbrados a los trabajos forestales, que sus tcnicas no se adaptaban a latopografa de los bosques espesos, ni a los terrenos poco equipados. Los defensores plan-teaban su apoyo al sistema a partir de cuatro razones: la primera, que era econmicamen-te insostenible mantener dos servicios de extincin, uno para los incendios forestales yotro para todo el resto; la segunda, que no se poda garantizar profesionalidad en un sis-tema especfico para incendios que nicamente funcionara o trabajara cuatro meses alao; la tercera, que la disminucin rpida de poblacin activa en el sector agrario haca

    desaparecer los conocimientos tradicionales forestales en muchas zonas de Catalua; yla cuarta, que, cada vez ms, el futuro tenda a definir a los bomberos ya no nicamentecomo operadores de unas bombas de agua para extinguir incendios, sino como serviciooperativo que tienen los gobiernos de cualquier pas para garantizar la proteccin y, porlo tanto, la seguridad de los ciudadanos ante cualquier emergencia.

    Con esta situacin, entramos en los aos ochenta; en los primeros cuatro aos se que-man en Catalua 86.639,23 hectreas, y la media del ndice 10.000 se sita en 110,46(ya hemos visto que la media a partir de 1987 ser de 40,43), y en 1986 se queman 76.625hectreas (cuadro 1). Las polticas de prevencin y extincin son cuestionadas y el Gobier-no de la Generalitat y otras administraciones tienen que empezar a pensar y actuar.

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    Fruto de esta primera oleada de infortunios se elaboran diferentes instrumentos y estra-tegias que resumimos cronolgicamente a continuacin:

    En primer lugar, en 1982 el Gobierno de Catalua redacta el plan bsico de luchacontra los incendios forestales (INFOCA), que intenta hacer frente a la falta de coor-

    dinacin y organizacin en la extincin, y esclarecer el papel que juegan durante unincendio los ayuntamientos, los bomberos, la Administracin forestal, la GuardiaCivil, los voluntarios, etctera. La direccin tcnica de las operaciones de extincinrecae en la Direccin General de Prevencin y Extincin de Incendios.

    A partir del INFOCA la Corporacin Metropolitana de Barcelona pone en marcha, en1982, el Plan metropolitano de prevencin de incendios forestales, que contina en fun-cionamiento actualmente bajo la direccin del Patronato del Parque de Collserola.

    A continuacin, en 1983, la Generalitat, a travs de su Subdireccin de Prevencin,elabora un modelo de plan bsico municipal para la lucha contra incendios foresta-

    les, que despus recoger la ley forestal de Catalua de 1988 con el ttulo Plan Muni-cipal de Prevencin de Incendios Forestales, y que desarrollarn, sobre todo, losmunicipios de Barcelona con la colaboracin de su Diputacin.

    En 1987, la Generalitat organiza un programa preventivo a travs del Departamento deAgricultura, Ganadera y Pesca, con el nombre de Fuego Verde. Este programa tienedos ejes centrales: por un lado, la creacin de las agrupaciones de defensa forestal (ADF),inspiradas en acciones colectivas que ya funcionaban en diferentes comarcas catala-nas, y en las agrupaciones de defensa sanitaria (ADS), que se haban creado para lucharcontra la fiebre porcina africana; y, por otro lado, la creacin del cuerpo de agentes rura-lesa partir de los histricos guardas forestales. Las ADF se crean con tres objetivos: con-

    trolar el territorio para evitar incendios, disponer de informacin y movilidad inmediataspara detectar los incendios y atacarlos, y establecer un modelo de participacin volun-taria y de cooperacin. El cuerpo de agentes rurales rompe con la relacin tradicionalentre tcnicos y guardas sobre el territorio y organiza un nuevo servicio centralizado deprevencin y polica. Estas dos lneas principales se complementan con la creacinde las unidades de voluntarios forestales, para estimular la participacin de los ciuda-danos poco relacionados con las actividades forestales, la vigilancia area y un plan deinformacin meteorolgica para hacer previsiones relacionadas con los incendios.

    Ese mismo ao, el Departamento de Agricultura, Ganadera y Pesca publica el mapade riesgo de incendios forestales en Catalua, con el objetivo de determinar ladimensin y la localizacin del problema de los incendios en los diferentes munici-pios catalanes. De aqu saldr la lista de trminos municipales con superficie fores-tal de alto riesgo de incendio que se publicar en el Decreto, de 4 de marzo, de medi-das de prevencin de incendios forestales.

    Tambin en 1987 los ayuntamientos de Barcelona y la Diputacin inician la redac-cin de los planes municipales de prevencin, que en pocos aos cubrirn los 286municipios forestales y ordenarn las inversiones pblicas de las administracioneslocales en infraestructuras bsicas hasta hoy.

    Tanto las ADF como los planes de prevencin municipal tendrn el soporte legal de

    la ley forestal de Catalua aprobada en 1988. Esta ley establece que corresponde

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    al Departamento de Medio Ambiente y Vivienda, al que se transfirieron las compe-tencias forestales del Departamento de Agricultura, la planificacin, la coordinaciny la ejecucin de las medidas y las acciones que se realicen para la prevencin deincendios forestales, en colaboracin con el resto de departamentos de la Genera-

    litat, las entidades locales, las ADF y los particulares. En 1989 se introducen por primera vez los helicpteros en la lucha contra los incen-

    dios, tanto para el transporte y el lanzamiento de agua como para el control. Segnmuchos observadores, esta decisin es, junto con la creacin de las ADF, una delas medidas tcnicas de extincin que ms ha favorecido los resultados positivos quese han comentado en el apartado anterior. Hoy, incluso los servicios de extincin fran-ceses, que han llegado a una gran eficacia en el uso de aviones cisterna, se planteanla necesidad de utilizar helicpteros en gran parte de sus actuaciones.

    Siete aos de calma se rompen drsticamente en los aos 1994 y 1998, y desencade-nan dos tormentas polticas en el Parlamento de Catalua que incluso han llegado ahacer tambalear al Gobierno de Catalua. Se revisan nuevamente los modelos y actua-ciones y se analiza qu se ha hecho o se ha dejado de hacer. Algunas de las nuevas accio-nes pblicas y privadas que genera esta nueva sacudida son las siguientes:

    En 1995 la Diputacin de Barcelona crea la Oficina Tcnica de Prevencin Municipalde Incendios Forestales con el objetivo de proporcionar apoyo a los ayuntamientos paracumplir las obligaciones que establece la legislacin en relacin con los incendios.

    En 1997 el Parlamento de Catalua aprueba la ley de proteccin civil y empieza laredaccin de los planes municipales de actuacin en caso de emergencia (PAM), uninstrumento para la organizacin de los medios humanos y materiales de los muni-

    cipios en caso de incendios, y una herramienta para evitar la falta de coordinacinentre el Gobierno y los ayuntamientos, que fue tan criticada tras los incendios de 1994.El Departamento de Interior intentar desarrollar este aspecto de la ley, pero no pon-dr muchos recursos para conseguirlo. En la provincia de Barcelona los ayuntamien-tos y la Diputacin iniciarn su redaccin hasta llegar, al da de hoy, a los 230 planesmunicipales vigentes, que se revisan anualmente.

    Para evitar la falta de coordinacin que comentbamos en la activacin de planes deemergencia y la aplicacin del INFOCAT, y para garantizar notificaciones, acciones, infor-macin a los ciudadanos y muchos otros aspectos relacionados, la Generalitat creaen 1995 el Centro de Coordinacin de Emergencias de Catalua (CECAT), que lenta-mente se est desarrollando y que, sin duda, jugar un papel importante en el futuro.

    En 2002 la Generalitat de Catalunya, a travs del Departamento de Medio Ambien-te, crea la Direccin General de Prevencin de Incendios, que durar hasta la reor-ganizacin del departamento. Esta Direccin General organiza un centro de opera-ciones de los agentes rurales en Torreferrusa (Barcelona) y se equipa con diferentesvehculos pesados de extincin.

    En 2005 impulsado y financiado por la Generalitat de Catalunya, se crea el SecretariadoNacional de ADF de Catalua, una entidad civil y sin nimo de lucro que presta diferentesserviciosa lasADF y a sus federaciones, y que organiza un dispositivo de coordinacin para

    dar apoyo a las agrupaciones con material, comunicaciones y centros operativos propios.

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    En 1999, el Departamento de Interior de la Generalitat crea el grupo de apoyo en lasactuaciones forestales (GRAF) para hacer frente a las crticas del sector forestalsobre la falta de profesionales forestales en la extincin de los incendios forestales.

    Tambin en 1999, la Diputacin, los ayuntamientos y las ADF inician un plan de vigi-

    lancia mvil en todos los municipios forestales, con el objetivo de disuadir a los auto-res de comportamientos que pueden provocar incendios forestales, ayudar a detec-tar los incendios y aumentar la seguridad de las viviendas dispersas. Este programase coordina con la Generalitat, sobre todo desde la firma en 2005 de un convenio decolaboracin entre el Departamento de Interior y el de Medio Ambiente de la Genera-litat de Catalunya con el rea de Espacios Naturales de la Diputacin de Barcelona.

    En 2001, la Diputacin de Barcelona inicia un plan de apoyo a los ayuntamientos parala redaccin de planes de evacuacin de las urbanizaciones situadas en zonasforestales (800 en la provincia de Barcelona).

    En 2003, el Parlamento de Catalua aprueba la ley de prevencin de urbanizacio-nes y revisa el plan INFOCAT, y en 2004 la Diputacin de Barcelona inicia con losayuntamientos un programa para la redaccin de los planes de prevencin de lasurbanizaciones de su mbito.

    Esta cronologa sintetizada es lo suficientemente elocuente para demostrar el esfuerzo yla imaginacin que Catalua ha puesto para reducir los efectos de los incendios foresta-les y garantizar, en definitiva, la seguridad y la calidad de vida de sus ciudadanos. Comoya hemos dicho anteriormente, a pesar de los episodios negativos de los aos 1994 y 1998,creemos, sin miedo a equivocarnos, que la inflexin favorable que se produjo en 1987 tie-ne mucho que ver con lo que se ha hecho. Pero, si no queremos estancarnos en lo que

    se ha conseguido, y para alcanzar metas concretas, como por ejemplo que todas las pro-vincias catalanas tengan un ndice 10.000 medio como el de la provincia de Lleida, cabereflexionar, aunque sea brevemente, sobre esta lista de acciones y sobre otros aspectosque trataremos en los apartados siguientes.

    La primera cosa que destaca de la lista anterior es que, desde 1980, en la Generalitat deCatalunya hay dos lneas de trabajo, una en el Departamento de Interior y otra en el Depar-tamento de Agricultura o Medio Ambiente, que a veces se acercan y otras divergen de for-ma manifiesta. Los momentos ms difciles parece que se han producido cuando unos yotros no han conseguido definir cul era su papel en la prevencin o en la extincin, o cuan-do las cosas han ido mal y unos han desconfiado de los mtodos de los otros y han inten-tado solucionar unilateralmente los problemas. Muchos observadores han entendido que,a veces, el Departamento de Medio Ambiente, antes de Agricultura, ha sentido la necesi-dad de crear unos bomberos forestales equipando grupos de primer ataque y exigiendoms de lo que es razonable a las agrupaciones de defensa forestal. Asimismo, mucha gen-te ha visto con cierto estupor cmo desde el Departamento de Interior se potenciaban accio-nes preventivas, que en el mundo del bosque corresponden bsicamente a la poltica fores-tal del pas ms que a la poltica de emergencias. Se ha producido esta falta de coordinacin,que persiste en parte, y tambin ha habido diferentes sensibilidades en cuanto a la parti-cipacin del conjunto de la sociedad en la extincin y la prevencin. Mientras que la Admi-nistracin forestal era consciente de la escala de la superficie forestal en Catalua y bus-caba la complicidad de los propietarios y municipios en lo referente a la problemtica de

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    los incendios forestales, algunas voces desde el Departamento de Interior apostaban mspor un tratamiento exclusivamente profesional de la extincin y no comprendan el papelque podan desarrollar las ADF. En este sentido, son bastante significativos los comunica-dos del CECAT en la prensa sobre los efectivos que han actuado en un incendio que olvi-

    dan sistemticamente la presencia y el trabajo de las ADF. De hecho, estas dificultades noson exclusivas de Catalua, ya que han sido un tema presente en Francia, y ahora, muchosaos despus, empiezan a arreglarse las cosas. A les dificultades de entendimiento entrelos departamentos del Gobierno, cabe aadir las relaciones difciles entre la Generalitat ylas administraciones locales, sobre todo con la Diputacin de Barcelona, que ha desarro-llado un programa de prevencin importante desde 1987.

    Mucha gente opina que este debate, si nicamente se circunscribe a las discrepanciasde competencias y a las opiniones sobre la profesionalidad, dejar de lado el tema fun-damental: si queremos un modelo centralizado o si queremos un modelo participativo. Ele-gir una opcin u otra es la primera condicin para mejorar y desarrollar rigurosamente nues-

    tro modelo de prevencin de incendios y de extincin, porque, a pesar de la abundanciade ideas, planes, organismos y estrategias que la cronologa anterior dejar entrever, debedecirse que nuestro modelo est hecho de recortes de aqu y de all, y que no ha sidonunca discutido ni consensuado entre los agentes territoriales y no territoriales que inter-vienen de una forma u otra en este problema.

    A los resultados esperanzadores y a la diversidad de polticas que desarrollamos nica-mente les falta una columna vertebral que una todo el sistema y permita alcanzar objeti-vos ambiciosos. En los prximos apartados se tratarn algunos aspectos particulares queforman parte de este modelo general y que unos y otros ven de forma diferente.

    3. Uso de tcnicas, tcticas y estrategias de extincinen Catalua

    Es una opinin generalizada que las tcnicas, las tcticas y las estrategias forman una jerarqua ascendente. Una tcnica es la forma determinada de apagar un incendioforestal; una tctica son las disposiciones que tomamos para ejecutar de forma venta-

    josa la tcnica que hemos elegido; y, una estrategia es un plan coherente para que elcomportamiento del incendio resulte favorable a nuestras tcnicas y tcticas. Siguien-do este orden podemos hacer algunas reflexiones sobre el desarrollo de estos concep-

    tos en Catalua.

    En Catalua las tcnicas que se han utilizado a lo largo de los aos han sido, como en todossitios, la reduccin de la temperatura del combustible con agua; la eliminacin del com-bustible que an no ha quemado ante los frentes usando maquinaria pesada o fuego, y lasofocacin por eliminacin del oxgeno, golpeando con ramas y otros instrumentos ocubriendo la zona del incendio con tierra mineral. Las dos tcnicas ms antiguas en Cata-lua han sido el uso del fuego y la sofocacin manual, y las ms modernas, el uso de aguacon medios areos y terrestres con retardantes qumicos o sin, y el trabajo de maquinariapesada. En general, todo el mundo reconoce que estas tcnicas habituales tienen un lmi-te superior en su eficacia, es decir, que a partir de una determinada intensidad del incen-dio no importa utilizarlas porque no apagan el fuego y se pierde dinero, tiempo y salud. En

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    general, para conocer estos lmites es necesario conocer el comportamiento del incendio,que depende en gran parte de su intensidad y velocidad de propagacin. Para conocerbien estos valores para los diferentes combustibles, topografa y condiciones meteorol-gicas, es necesario haber analizado muchos incendios y haber investigado mucho. Como,

    desgraciadamente, en Catalua nadie ha investigado sobre estas cuestiones, nuestroconocimiento depende de la adaptacin ms o menos acertada de trabajos realizados enotros pases o de la experiencia prctica. Por lo tanto, parece que los lmites de los dife-rentes sistemas en los bosques catalanes estn pendientes de estudios rigurosos.

    Siempre que es necesario, se utiliza una mezcla de estas tcnicas. En Catalua, la tcni-ca ms utilizada es la del agua, tanto por los bomberos como por las ADF, y es la nicatcnica que se utiliza en el 95% de las extinciones. Desde la creacin de los GRAF, se haalzado la prohibicin implcita de utilizar fuego en la extincin, que dur muchos aos, peroahora esta tcnica se est utilizando nuevamente. Un decreto de la Generalitat de 2006regula el uso del fuego por parte del personal de los bomberos. La aprobacin de esta

    decisin caus cierto malestar porque el Gobierno no contest ni tuvo en cuenta las ale-gaciones que hicieron diferentes instituciones del pas, entre ellas el Colegio de Ingenie-ros de Bosques de Catalua.

    Las tcticas que se usan en la extincin de los incendios forestales se resumen, general-mente, en dos: ataques directos a los frentes y ataques indirectos. En Catalua el frenteprincipal y los frentes laterales se atacan, siempre que se puede, desde que la extincinpas a ser competencia de los bomberos, directamente desde el aire o desde tierra. Elataque directo a los frentes desde tierra establece una gran diferencia con los sistemasindirectos que se utilizan en Estados Unidos, donde predomina la construccin manualde lneas de defensa desde las que se inician los fuegos tcnicos, si el viento y otros fac-tores no lo impiden, para que el incendio principal se quede sin combustible.

    Los bomberos provinciales de Barcelona, y ms tarde los de la Generalitat, han desarro-llado una tctica original de uso de agua a partir de autobombas todoterreno de ms de3.000 litros de capacidad, bombas de alta presin y mangueras especiales de 25 milme-tros equipadas con racor Barcelona, que permiten, en funcin de la pendiente, hacer exten-siones de lneas de agua de ms de 2 kilmetros desde un punto estacionario y atacarfrentes con intensidades superiores a los 3.000 kilowatts por metro. Esta tctica se ha desa-rrollado con gran eficacia y es, segn muchos especialistas, una de las claves de la reduc-cin de la superficie quemada en los ltimos aos, que se ha expuesto en el apartado 1.

    Evidentemente, su uso exige un territorio equipado con una red vial externa que tenga pun-tos de agua de apoyo suficientes.

    Cuando no se dispone de estas infraestructuras, no hay bienes de equipo terrestres deextincin, ni medios areos, o la intensidad del frente impide el uso de agua, el fuego seconvierte en una herramienta importante, y a menudo la nica disponible.

    El uso del fuego o del agua ha abierto cierta polmica desde que los bomberos han empe-zado a utilizar el fuego en la extincin de incendios. Por lo que parece, la discusin se produ-ce cuando un frente puede ser atacado directamente por agua y se ataca indirectamente conuna quema de ampliamiento. En este caso, al final la superficie calcinada siempre es mayorque si se hubiese actuado directamente con agua a presin contra el frente. El problema paradecidirse por una opcin u otra es, segn muchos especialistas, determinar cundo un fren-

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    te no se puede atacar directamente y cundo s. Para algunos analistas, la solucin a esteproblema la proporcionan los modelos matemticos que simulan el comportamiento de unincendio. Para otros, estos simuladores no son ms que una ayuda en la toma de decisio-nes y citan las palabras de advertencia de Rothermel, el padre de los modelos predictivos:

    Es evidente, para cualquiera que ha observado los incendios forestales, que hay una varia-bilidad considerable en los combustibles, la velocidad del viento y otras influencias, que

    excluyen las predicciones absolutas [...]. Unas pocas variables, fcilmente identificables, pue-

    den causar diferencias drsticas en la forma en la que quema y se propaga un incendio. La

    hierba seca dispersa o los paquetes de borrajos (aguijones) tienen caractersticas de com-

    bustin totalmente diferentes, aunque individualmente los componentes son similares. Del mis-

    mo modo, la humedad del combustible, el viento y la pendiente pueden producir enormes dife-

    rencias en la intensidad y la velocidad de propagacin; [...] la dificultad de uso del sistema

    aumenta con la estimacin precisa de unas variables en situaciones muy diversas; [...] El mode-

    lo no sustituye la experiencia, pero si esta se hace converger con la prediccin sistemtica,

    se pueden generar nuevas argumentaciones para la gestin de los incendios.

    Si fusemos sensatos, opinan estos ltimos analistas, como mnimo uniramos la experien-cia directa de tantos aos de uso de las tcnicas hdricas desarrolladas por los bomberosy las ADF con los mtodos de prediccin, para decidir si un frente es atacable directamen-te desde tierra o no lo es, y no tendramos que dejar la decisin en manos de un grupo debomberos que una y otra vez se han manifestado contra el uso del agua. Los interpeladosse defienden sorprendindose de que alguien pueda pensar que un ingeniero forestalmoderno se encasille en una nica tcnica y una nica tctica de extincin y afirman quelos bomberos catalanes estn abiertos a todas las tcnicas y tcticas existentes.

    Hay un dicho, con el que la mayor parte de especialistas en prevencin y extincin de incen-dios forestales estn de acuerdo, que dice: No se puede evitar al cien por cien que hayaincendios forestales, pero s que se puede evitar que se hagan grandes. Para evitar quecrezcan es necesario, hablando claro, atacar fuerte al principio. Eso quiere decir que laestrategia principal de la mayor parte de modelos de prevencin y extincin de incendiosde todo el mundo es estar preparados para detectar los incendios lo antes posible y ata-carlos inmediatamente, antes de que hayan llegado a su potencia mxima.

    Los datos mediterrneos de la conocida Operation Promethe muestran, por ejemplo, quenueve de cada diez incendios que en el momento de la llegada de los bomberos no habanquemado una hectrea, no han superado al final las cinco hectreas quemadas, y que el 90%

    de los incendios que han superado las 20 hectreas tenan ms de una hectrea quemadacuando llegaron los equipos de extincin. Sin embargo, esta velocidad en la deteccin y en larespuesta no puede ser igual en los bosques boreales canadienses o en la taiga rusa, dondeno vive nadie y es difcil llegar, que en los bosques de El Bages o de la Costa Brava, donde vivemucha gente, se ven desde mil puntos diferentes y hay una red de pistas forestales y caminosde desembosque importante. Evidentemente, en el segundo caso, en nuestras comarcas, lasposibilidades de conseguir las altas velocidades que hemos comentado son muy elevadas.

    Por eso mucha gente en Catalua ha pensado siempre que la estrategia central que debeser el pilar sobre el que se edifique todo el modelo de prevencin y extincin es la queestamos comentando: deteccin rpida y ataque inmediato. De hecho, en Catalua, aun-que no se explicita con contundencia en ningn documento, todas las redes de detec-

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    cin, la distribucin territorial de los equipos de extincin profesionales y voluntarios, el mate-rial terrestre y areo, las redes de pistas forestales, la cartografa y otros muchos elemen-tos de lucha contra los incendios se basan en este principio. No obstante, la falta de cla-ridad en la adopcin de este postulado permite, segn muchos, que se propongan

    medidas y se tomen decisiones que no favorecen su desarrollo, y se reclama que se esta-blezca de una vez por todas, con la mxima participacin y consenso, un modelo de pre-vencin y extincin que recoja esta estrategia principal y establezca indicaciones precisassobre las tcnicas y las tcticas que le acompaan y que, como hemos comentado, gene-ran una polmica innecesaria. nicamente as, continan opinando muchos especialistas,se puede elaborar un programa de prevencin y extincin coherente y coordinado.

    Esta estrategia central deber ir acompaada de otra: la anticipacin, la capacidad de pre-decir dnde estallar el problema y de prepararse para dar el golpe en el momento pre-ciso. As, por ejemplo, cuando supisemos, con tiempo, que soplar viento de tramonta-na, deberamos anticiparnos a lo que vendr, y tal vez podramos evitar los incendios

    recurrentes del Empord, como en su da acabamos con algunas inundaciones.

    4. Planificacin y tcnicas de prevencin. Sinopsis de losproblemas de gestin del bosque mediterrneo en Catalua

    y su relacin con la prevencin

    Como en toda gestin de la seguridad, en la proteccin contra los efectos de los incen-dios forestales podemos distinguir cuatro fases: la prevencin del desorden y sus efectosnegativos, que incluye el control de los desencadenantes; la anticipacin; la extincin de

    los incendios cuando se producen, y la restauracin y las compensaciones de los daosque provocan. La extincin y la restauracin han sido los primeros pasos que se han dadoen Catalua y, en general, en todo el mundo. La prevencin y la anticipacin, que son elresultado de polticas ms complejas, han empezado ms tarde.

    Muchos profesionales de la seguridad definen la prevencin como la suma de la gestindel riesgo, entendido como la probabilidad de que se produzcan daos y efectos negati-vos, con el control, a travs de la vigilancia y otros medios, de los desencadenantes delincendio. Este riesgo objetivo, que no debe confundirse con la percepcin individual o socialque podemos tener de una situacin (riesgo subjetivo), depende tericamente de dos varia-bles: la capacidad que tiene una formacin forestal para que se produzca un dao en esta(peligro), y el impacto del incendio sobre la seguridad y la calidad de vida de la sociedado sobre los ecosistemas (vulnerabilidad). En Catalua, la vulnerabilidad general se hareducido, bsicamente, gracias a la mejora o a la creacin de las infraestructuras que debenutilizar los equipos de extincin, mientras que el peligro provocado por el incendio del bos-que se ha tratado modificando la estructura o reduciendo parte del combustible. El con-trol de los desencadenantes se ha enfocado, principalmente, a travs de la vigilancia y dela legislacin con la que se han regulado actividades y usos de las zonas forestales.

    La anticipacin, que es la accin de adelantarse a la eclosin del incendio para poder fre-narlo en su inicio, se ha desarrollado en Catalua a partir de la elaboracin de ndices deno-

    minados de riesgo y de la activacin de protocolos especiales.

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    De esta compleja trama preventiva se pueden destacar como hechos y discusiones mssignificativos los siguientes:

    Infraestructuras

    Estas infraestructuras se han realizado a veces con planificacin previa, pero tambin sinplanificacin. El desarrollo de los planes municipales de prevencin previstos en la ley fores-tal de Catalua han sido el trabajo de planificacin ms importante, sobre todo en la pro-vincia de Barcelona, donde ayuntamientos, ADF y Diputacin han redactado 286 planes,han realizado inversiones en su ejecucin desde 1987, mantienen una red vial bsica dems de 15.000 kilmetros y una red de ms de 700 puntos de agua. El resto de inversio-nes realizadas en este mbito por la Generalitat y otros ayuntamientos y diputaciones sehan realizado a travs de otros instrumentos de planeamiento.

    La Generalitat de Catalunya, en un momento de caos poltico, cre en uno de estos instrumen-tos: los permetros de proteccin prioritaria (PPP) para aproximadamente 1.000.000 de hec-treas (el 30% del territorio) con elevado riesgo de inicio y propagacin de incendios foresta-les. Estos permetros no siempre han sido bien interpretados por otros organismos, que quizslos han visto como una limitacin a la planificacin a escala local o de detalle, o como una medi-da coyuntural carente de criterios slidos, mecanismos claros de planeamiento, rganos deplanificacin y gestin, financiamiento y cobertura legal. Para la Administracin forestal catala-na estas crticas son infundadas porque la determinacin de los caminos primarios, la cober-tura de puntos de agua por medios de extincin areos o las discontinuidades de la cubiertavegetal necesitan, para garantizar un buen diseo, un anlisis del comportamiento del fuego

    que permita resolver el diseo con un criterio homogneo en un macizo forestal homogneo.Hoy por hoy, ya se dispone de la planificacin en diferentes macizos forestales y se llevan acabo muchas actuaciones. El nuevo plan general de poltica, que sustituir al vigente hasta 2004,contina apostando por esta planificacin, que no es excluyente de la planificacin municipal.

    En el mbito del planeamiento relacionado con las infraestructuras, un grupo importantede ingenieros catalanes critic duramente la poltica de la Direccin General de Emergen-cias de construir, tras los incendios de los aos noventa, puntos de agua por toda Cata-lua, en parajes donde no haba suministro, mediante los camiones de bomberos para car-gar los depsitos. Estos tcnicos opinaron que desgastar un camin que vala miles deeuros para transportar agua era una medida antieconmica, y ms si se consideraba que

    ya en el antiguo Egipto se utilizaban sistemas ms sencillos para cargar reservas de aguacon la lluvia que caa durante el ao. Segn este grupo, parece que este programa tandiscutido ha sido, afortunadamente, abandonado en gran parte. Algunas entidades hancriticado tambin la falta de coordinacin de las administraciones pblicas, que ha lleva-do a construir, innecesariamente, depsitos al lado de otros ya existentes o planificados.

    Muchos expertos consideran que los planes municipales de prevencin deberan exten-derse a toda Catalua, porque el mbito de planeamiento es el ms viable y las ADF y losayuntamientos garantizan la gestin dinmica y flexible de estos planes y, sobre todo, por-que la ley forestal de Catalua de 1988 los hace obligatorios en todos los municipios quela Generalitat ha clasificado de alto riesgo de incendio. Otros, al contrario, se inclinan porel planeamiento de territorios ms amplios, como la comarca o el macizo montaoso.

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    Tratamiento del combustible

    Muchos proietarios forestales, tcnicos polticos y medios de comunicacin coinciden enque para reducir el peligro en muchas formaciones forestales mediterrneas es necesa-

    rio hacer lo que ellos denominan limpiar, es decir, cortar todo el sotobosque que se pue-da. Esta operacin puede realizarse manualmente, mecnicamente, con fuego controla-do, pastando el bosque o aplicando herbicidas. Todos los sistemas tienen ventajas einconvenientes, pero tienen una cosa en comn: los beneficios de los aprovechamientoscomerciales del bosque no cubren su coste, que, adems, debe pagarse peridicamen-te cada cuatro o diez aos. Por eso no se ha producido el desbrozo masivo de los bos-ques catalanes y, probablemente, no se producir nunca. Si la operacin de desbrozarcuesta 600 por hectrea, y tenemos que desbrozar anualmente 166.700 hectreas, resul-ta que para hacer rotaciones de seis aos en aproximadamente un milln de hectreasforestales, cada ao tendremos que disponer de unos 100.000.000 . En fin, si pensa-

    mos que todo el presupuesto de la Direccin General del Medio Natural no ha superado,en los ltimos veinte aos, los 47.000.000 anuales, ya se ve que el sistema no tiene unfuturo brillante. Por eso, muchos consideran que este procedimiento nicamente puedetener aplicaciones puntuales y que nunca podr desarrollarse para todos los bosques cata-lanes con sotobosque potencial. Otra cosa sera que la rentabilidad forestal fuese altsi-ma, entonces pasara como en los bosques artificiales de oliveras de Granada y Jan, quesuben por las montaas y se extienden por las planicies, sin una sola hierba en la super-ficie, sin que se trate con herbicidas y sin que se vea un incendio nunca.

    Otra corriente considera que decir que las plantas del estrato arbustivo ensucian el bosque,como si las animase una intencin perversa, y que sea necesario eliminarlas para limpiar es un

    error conceptual grave que tiene como mnimo dos consecuencias negativas: por un lado, lapropuesta paradjica y antieconmica de gestionar el sistema bosque mediante la eliminacinmetdica de una de las partes del sistema, el estrato arbustivo; y por otro, el efecto negativode cortar sistemticamente especies leosas rebrotadoras, lo que aumenta constantementeel nmero de renuevos que tenemos en el bosque y, por lo tanto, la anarqua del estrato. Esdecir, cuanto ms desbrozamos, ms complicamos el estrato arbustivo y ms renuevos tene-mos. Este grupo especula que probablemente el bosque mediterrneo sin transformar esta-ba formado por un conjunto mixto de rboles de diferentes alturas que formaban subpisosms o menos marcados. Basndose en estas ideas, este grupo propone sustituir los desbro-zos por un tratamiento del sotobosque (seleccin de renuevos) que favorezca el fenotipo arb-

    reo de muchas especies leosas y permita unirlos a modelos silvcolas lo ms estables posi-ble ante los incendios. Si es posible, modelos que sean econmicamente viables.

    Asimismo, el tratamiento del combustible se relaciona con la estructura de las masas fores-tales. Segn tcnicos relacionados con el planeamiento y la gestin de los bosques pri-vados, una gran parte de los planes simples de gestin aprobados por la Generalitat deCatalunya proponen que los bosques se aprovechen siguiendo criterios silvcolas relacio-nados con la estructura irregular del bosque (todos los tipos de edad mezclados). Parauna parte de los tcnicos catalanes, el sistema irregular es el que ms se aproxima al esta-do natural (sin el ser humano) y el que mejor predispone al sistema a defenderse de losincendios forestales. Otros tcnicos, al contrario, opinan que las estructuras irregulares man-tienen la continuidad vertical y horizontal durante el turno y que, por lo tanto, tienen menos

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    capacidad de defensa que las estructuras regulares (un solo tipo de edad durante el tur-no), que si bien en algunas fases del turno presentan continuidad vertical y horizontal, enotras la aligeran notablemente y, en muchas especies, en los ltimos aos del turno la hacendesaparecer completamente. Este ltimo grupo de tcnicos manifiesta tambin que cuan-

    do los modelos irregulares no se cumplen, que es lo que ocurre ms a menudo, la orde-nacin deja paso a la recoleccin, y que esta no favorece nunca la estabilidad del bosqueante los incendios.

    En cuanto a las especies forestales, casi todo el mundo est de acuerdo en considerar quealgunas favorecen ms que otras la propagacin de los incendios. Ya hemos hablado dela transformacin de los bosques de pino negral de El Bages, El Bergued, y El Solsons,que una vez quemados han pasado a ser robledas. De esta zona, 10.000 hectreas hansido tratadas por asociaciones de propietarios, que han hecho una seleccin de renuevoscon magnficos resultados. Por eso, algunos especialistas no entienden que para plantarespecies que no se regeneran naturalmente se estropee el regeneramiento natural del roble,

    tal y como ocurri en algunas zonas de Sant Lloren del Munt tras el incendio de 2003,aunque, cabe decir, esta opinin no la comparten otros profesionales. Cuando estos tra-bajos se realizan, adems, sin ningn anlisis econmico del futuro de la plantacin, la cosaes grave y quizs ayuda a entender, opinan los primeros, por qu en toda Espaa se exi-ge un estudio de impacto ambiental para hacer primeras repoblaciones (en terrenos no fores-tales). Algunos tcnicos opinan que deberamos ser ms rigurosos y tener en cuenta el com-portamiento de las especies ante un incendio forestal a la hora de decidir modelos silvcolas,transformaciones del bosque y nuevas plantaciones.

    Control de desencadenantes

    Anteriormente se ha comentado que en el Mediterrneo el 90% de incendios tienen unorigen antrpico, lo que supone una buena noticia porque hay un gran margen parapoder controlar los factores desencadenantes, a pesar de que, segn algunos especia-listas, prcticamente nadie comparte esta afirmacin optimista. En Catalua se ha traba-

    jado, a pesar de que hay quien afirma lo contrario, para conseguirlo en tres direcciones:la vigilancia, la concienciacin de la sociedad y la legislacin. La suma de estas accionesha ayudado a que el comportamiento de los ciudadanos en relacin con los incendios fores-tales sea cada vez ms cvico y autocontrolado. Es verdad que el nmero de incendiosse mantiene constante, como ya hemos dicho, en la franja de los 600-800 incendios anua-les. Pero, segn algunos expertos, hay cifras que indican un grado positivo de concien-ciacin ciudadana. Siempre para este ltimo colectivo, en la provincia de Barcelona, enuna regin con ms de 5.000.000 de habitantes, se puede observar en el verano de 2006una situacin sorprendente en el nmero de incendios forestales (cuadro 11) que invita aloptimismo si somos capaces de mantenerla. Otros profesionales discrepan de estascifras y consideran que este ejemplo aislado no tiene ninguna significacin.

    Cuadro 11. Nmero de incendios por quincenas en las comarcas de Barcelona. Ao 200

    Ao 15/06-3/06 1/07-15/07 16/07-31/07 1/08-15/08 16/08-31/08 1/09-15/09

    2006 20 33 7 9 1 12

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    Otro sntoma positivo es el compromiso cada vez ms importante de los ayuntamientosen la prevencin. En las comarcas de Barcelona, que es donde ms se han desarrolladolos trabajos preventivos, cada ao participan en la ejecucin de los planes municipales deprevencin y en el plan de vigilancia del verano ms de 250 municipios, que aportan finan-

    ciamiento y cooperacin tcnica.

    La anticipacin

    Para muchos expertos la anticipacin es, junto con la deteccin y el ataque inmediato deun incendio forestal, el elemento estratgico principal de los modelos de prevencin y extin-cin. En Catalua, la Generalitat ha desarrollado un ndice de riesgo que se va perfeccio-nando ao tras ao, que se utiliza para advertir diariamente a la poblacin y a los equiposde extincin sobre las zonas ms conflictivas y para activar distintos planes de vigilancia delos agentes rurales. Las ADF y sus federaciones, con la colaboracin de la Diputacin

    de Barcelona, personalizan este indicador para sus comarcas con el objetivo de movilizardiferentes vehculos autobomba y aproximarlos, los peores das, a las zonas en las que lasiscronas de los bomberos superan los 30 minutos. Tambin hay otras iniciativas de la Direc-cin General de Emergencias y de la Direccin General del Medio Natural en este sentido.

    A pesar de esto, algunos consideran que an queda camino por recorrer en este aspectode la prevencin. Ya hemos mencionado, como ejemplo, el caso del viento de tramontanaen las comarcas gerundenses, y podramos hablar de los vientos de las comarcas del Ebro,de las mareas y de otras situaciones. En estos casos, a pesar de la gran capacidad quetenemos para detectar los incendios con tiempo suficiente y activar los sistemas operati-vos de vigilancia y los planes de emergencia, como el plan ALFA y el plan INFOCAT, el des-

    pliegue anticipativo que se hace an es insuficiente y poco planificado. Eso s, no todo elmundo piensa igual y muchos tcnicos involucrados en los programas actuales de preven-cin creen que esta ltima visin es alarmista e incierta y que, en general, corresponde apersonas poco documentadas sobre la capacidad predictiva de los sistemas disponibles.

    Aun as, hay quien ve en el futuro cambios ms profundos relacionados con la anticipacin.En la actualidad, los equipos operativos para las emergencias, que denominamos bombe-ros, son con su distribucin territorial, cuarteles, equipos y presupuesto el pilar ms poten-te o la base del mundo de las emergencias, y gran parte de lo que se hace y deshace depen-de directamente de su influencia. Sun Tzu, hace ms de dos mil aos, escribi en su libro El

    arte de la guerra: Un verdadero maestro de las artes marciales vence a otras fuerzas ene-migas sin batalla, conquista otras ciudades sin asedio, destruye otras naciones sin utilizarmucho tiempo. En los incendios forestales, el no haber librado la batalla o librarla velozmen-te significa, por un lado, haber planificado con mucho tiempo las cosas y haber hecho inver-siones, contratos y una organizacin de la prevencin y los equipos de extincin y deteccin;y, por otro lado, tener capacidad de prever, de hacer conjeturas sobre qu pasar y dndepasar, anticipadamente, para tomar las disposiciones que hagan innecesaria la batalla.

    La capacidad de previsin se basa en el conocimiento cientfico y es la que determina laactivacin de los planes de emergencia para evitar que haya un incendio. Para algunos espe-cialistas, la previsin y la activacin de planes de emergencia constituirn en el futuro el ncleo

    de la accin cotidiana para evitar los incendios forestales, mientras que las unidades ope-

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    rativas de extincin actuarn en ltimo lugar cuando la previsin y los planes de emergen-cia no hayan podido hacer frente al problema, y debern compartir su hegemona actual.

    5. La participacin y la coordinacin en la prevencin

    y la extincin. El papel de la Administracin local,las ADF y otras instituciones. El INFOCAT

    Tanto las posiciones ms liberales como las ms intervencionistas coinciden en que los pode-res pblicos deben responder a unos requisitos de seguridad mnimos que demanda lasociedad. Para muchos pensadores, la gestin de la seguridad, ya lo hemos comentadoanteriormente, es una manifestacin social que, si se quiere obtener buenos resultados, exi-ge participacin democrtica para articular la suma de esfuerzos y responsabilidades delos diferentes actores territoriales. La cuestin que es necesario resolver al estructurar estacooperacin social es definir qu hace cada uno y cmo se coordinan los actores.

    Para ilustrar cmo estn las cosas en Catalua podemos echar un vistazo a la figura 3,en la que se relacionan las diferentes instituciones que de una forma u otra intervinieron enel incendio forestal de San Lloren del Munt de 2003. Este ejemplo de hace cuatro aosse expone porque pone de manifiesto una situacin general que se produjo en este tipode incendio hasta aquella fecha. La experiencia que se describe se est modificando enlos ltimos tiempos y, aunque afortunadamente desde aquella fecha hemos tenido pocosincendios que hayan durado ms de una noche y, por lo tanto, es difcil valorar profunda-mente los cambios, existe la voluntad de solucionar todas las descoordinaciones que semuestran a continuacin. Cabe advertir que se empezar dando el punto de vista de algu-

    nos participantes no vinculados a la Direccin General de Emergencias y a la DireccinGeneral del Medio Natural, y que, a continuacin, se presentar la visin de estas dos orga-nizaciones.

    Figura 3. Instituciones participantes en el incendio de Sant Lloren. Ao 2003

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    Cuando ha fallado, por un motivo u otro, la extincin inmediata, el incendio se puede con-vertir en un gran incendio. En este caso, la situacin supera los dispositivos convencio-nales y aparecen en la escena del incendio, como vemos, muchos ms actores, para ayu-dar en lo que se considera una emergencia social. Esta circunstancia pone a disposicin

    de los mandos de extincin fuerzas heterogneas muy superiores a las que tienen habi-tualmente. La diversidad de los nuevos efectivos, su tipo de formacin y equipamiento,dificultan enormemente su imbricacin en las tcticas decididas por los bomberos. Paragarantizar la coordinacin, el Gobierno aprob un protocolo para las emergencias que sedenomina plan INFOCAT.

    En este incendio se llev a cabo la organizacin operativa que se esquematiza en la figu-ra 4. Las flechas ms anchas indican ataque directo al incendio. Las ms finas, relacio-nes ms o menos desarrolladas de coordinacin entre instituciones. En el interior de loscuadros est el nombre de las instituciones y las labores que realizaron. En los cuadrosms oscuros est el nombre y las actividades de las instituciones que proporcionaron apo-

    yo directo durante la extincin.

    En primer lugar, se puede destacar que las seis instituciones que intervinieron directamen-te en la extincin analizaron y decidieron independientemente unas de otras la estrategia,las tcticas y la movilizacin de su personal. En el mando avanzado, al que correspondala direccin de la extincin, no haba ms representacin que la de los representantesde la Direccin General de Emergencias, que nicamente conocan la posicin y el nme-ro de los dispositivos propios. Incluso el grupo GRAF de la Direccin General dio la impre-sin de actuar, en muchas fases del incendio, independientemente del mando avanzado.

    Figura 4. Esquema operatiu durant lincendi de Sant Lloren. Any 2003

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    La coordinacin tena carcter poltico y la llevaba un gabinete de emergencia que habla-ba con los ayuntamientos y los medios de comunicacin y reciba informacin de los bom-beros y del mando independiente del Departamento de Medio Ambiente. El CECAT tuvoun papel marginal. Las ADF actuaban por iniciativa propia, a veces al lado de los bombe-

    ros, otras veces solas, pero sin recibir ninguna indicacin del mando general sobre los fren-tes que tenan que atacar ni de cmo tenan que hacerlo. Algunas ADF trabajaban coor-dinadas por su federacin y otras de forma independiente. Determinados ayuntamientosenviaron voluntarios a los frentes para hacer vigilancia de cenizas con equipos facilitadospor el plan de vigilancia, pero sin instrucciones directas del centro de mando. La Diputa-cin de Barcelona inici la construccin de un cortafuegos entre Monistrol de Calders yCastellterol, con conocimiento del Centro de Control, pero sin la cooperacin guberna-mental. Algn ayuntamiento comunic a los bomberos, tal y como deba hacerse, laconstitucin de su comit de emergencia y la activacin de su plan de actuacin munici-pal (PAM), y no supieron qu decirle. Algunas de estas situaciones de carcter imprevis-

    to son habituales en todas las grandes emergencias, otras no. Para explicar la parte msnegativa de esta coyuntura, muchos analistas han puesto nfasis en una realidad palpa-ble: el plan INFOCAT, que define el papel de cada institucin en la emergencia, no funcio-n en muchos aspectos ms o menos acordados. Por qu? En primer lugar, siempresegn estos analistas, el hecho de que el plan hubiese sido redactado por la Subdirec-cin de Emergencias y no directamente por los servicios operativos hizo que tuviese pocaincidencia en la emergencia real. En segundo lugar, el hecho de que el plan se hubieseredactado sin solucionar previamente una cuestin central, la de si las ADF formaban par-te real de las estrategias, las tcticas y las tcnicas de los bomberos o eran un mal menorcon el que los bomberos tenan que convivir y ya est, impidi una cooperacin real, que

    era imposible sin un trabajo previo intenso. En este sentido, son bastante significativos loscomunicados del CECAT en la prensa sobre los efectivos que actuaban en el incendio,que olvidaban sistemticamente la presencia y el trabajo de las ADF. Los planes de emer-gencia municipal que se activaron tuvieron el apoyo de la Diputacin de Barcelona, perolos bomberos no tenan ningn plan concreto en relacin con esta accin de los ayunta-mientos, es decir, el papel del ayuntamiento durante la extincin no queda bien definido.Es importante analizar bien estas situaciones porque, en un ao malo de muchos incen-dios simultneos, las nicas organizaciones que pueden hacer algo son los ayuntamien-tos, como ya se ha demostrado en otras ocasiones.

    Esta visin del incendio difiere enormemente de la visin interna de las direcciones gene-

    rales que se han mencionado anteriormente. Estas unidades administrativas especializa-das consideran que en la prevencin debera participar toda la sociedad, ya que losdaos que provocan los incendios afectan a todo el mundo. El marco sinttico en el quenos hemos de mover y articular responde al esquema competencial que sigue:

    Generalitat de Catalunya: articulacin del marco normativo; planificacin y apoyo tc-nico y econmico para su ejecucin.

    Entidades locales: participacin en el planeamiento y en la ejecucin de las actua-ciones, ya que pueden trabajar de forma ms precisa sobre el territorio.

    Propietarios particulares y asociaciones civiles: participacin en el planeamiento y en la

    ejecucin de las actuaciones, dado que representan la propiedad efectiva del terreno.

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    La Direccin General de Emergencias considera una falsedad que alguien pueda consi-derar que las unidades GRAF acten sin el aval de un mando superior. Igualmente, se dejaentrever que el CECAT jug su papel de intercambio de informacin entre colectivos, coor-dinacin de medios areos e interlocucin con los medios de comunicacin. En relacin

    con el cortafuegos que se abri en el decurso del incendio, muchos profesionales de estosdepartamentos cuestionan su construccin y utilidad.

    Sin embargo, aunque no hubiese acuerdo sobre todas las disfunciones, es obvio que habaalgunas cosas que no funcionaron del todo bien. Por eso, en los ltimos cuatro aos sehan producido mejoras en la coordinacin, como el convenio entre el Departamento deMedio Ambiente y el de Interior de la Generalitat con la Diputacin de Barcelona, o la apro-ximacin entre las federaciones de ADF y algunas regiones de emergencia. Estas inicia-tivas se han podido notar en incendios recientes como el de Cardona en 2005. Queda pen-diente definir con ms precisin el papel y el funcionamiento de las ADF y los ayuntamientos,y queda por solucionar cmo encajan en los operativos profesionales de extincin.

    Mientras que algunos colectivos preferiran que las ADF se dedicasen exclusivamente aactividades de prevencin, otros consideran que estas agrupaciones configuran el aspec-to ms original de la prevencin y la extincin en Catalua, y que es necesario potenciar-las por encima de todo. En lnea con esta ltima opcin, se han escuchado voces que pro-ponen que las ADF se organicen en federaciones comarcales y que cada federacintenga un grupo de voluntarios de edades comprendidas entre los 20 y los 40 aos, pre-parados por los bomberos, que en verano acten como bomberos voluntarios, que podr-an ser activados cuando el ndice de riesgo lo determine. Las federaciones se podran agru-par en el Secretariado de ADF de Catalua, y este organismo, adems de representarlas

    ante las instituciones pblicas y privadas, podra operar, cuando hiciese falta, a travs desus especialistas