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PODER POLÍTICO Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN de la representación política al reality show

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PODER POLÍTICOY MEDIOS DE COMUNICACIÓN

de la representación políticaal reality show

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Colección: El Estado de la democracia en América LatinaDirigida por Bernardo Sorj y Sergio Fausto

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PODER POLÍTICOY MEDIOS DE COMUNICACIÓN

BERNARDO SORJ(Comp.)

de la representación políticaal reality show

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Bernardo Sorj4

Primera edición argentina, 2010© Bernardo Sorj (compilador)© Centro Edelstein de Pesquisas Sociais/Instituto Fernando Henrique Cardoso

© SIGLO XXI EDITORA IBEROAMERICANA S.A.Av. Independencia 18601225 Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ArgentinaTelefax: 4381-5708 / 5878

Diseño de tapa: Alejandra CortezDiagramación: Mari Suárez

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723Impreso en Argentina / Printed in Argentina

Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de estaobra por cualquier procedimiento (ya sea gráfico, electrónico, óptico, químico,mecánico, fotocopia, etc.) y el almacenamiento o transmisión de sus contenidos ensoportes magnéticos, sonoros, visuales o de cualquier otro tipo sin permiso expresodel editor.

ESPAÑAMÉXICOARGENTINA

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Introducción 5

INTRODUCCIÓN

Bernardo Sorj

¿Porqué varios gobiernos latinoamericanos han elegidocomo su principal enemigo a la prensa? No es porque las re-laciones entre el poder político y los medios de comunica-ción se hayan podido caracterizar, en otros tiempos, comoarmónicas. Seguramente no lo fueron durante las dictadurasmilitares que barrieron la región entre los años sesenta aochenta. Tampoco lo fueron en situaciones en que los go-biernos hicieron avanzar proyectos de reforma social con elapoyo de partidos de izquierda, como por ejemplo, durantelas presidencias de Allende en Chile o João Goulart en el Brasil.

Este conflicto, por lo tanto, no es nuevo. Es más: una ciertatensión entre los diversos poderes, formales e informales –ylos medios de comunicación indudablemente lo son– es na-tural y saludable en la democracia. El problema es que en el

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momento actual, ésta tensión toma la forma de una confron-tación en la cual, varios gobiernos de la región, identifican alos medios de comunicación como el principal enemigo a sercombatido y sofocado.

Las interrogantes que surgen, son por lo tanto: ¿Es válidoel argumento de ciertos gobiernos, de que ellos representanal pueblo, en tanto que los medios de comunicación repre-sentan a los intereses económicos de los grupos dominantes,ó ésta afirmación esconde otras realidades? , y, ¿la actual con-frontación, es una repetición de una vieja tendencia o esta-mos frente a un fenómeno que, al menos en varios aspectos,presenta nuevas características?

La respuesta a esta pregunta tiene que considerar las dife-rencias entre los distintos países de la región, pero creemosque es posible distinguir algunos aspectos comunes, que cru-zan las diferentes realidades nacionales analizadas en los tra-bajos presentados en este libro.

En primer lugar, el discurso sobre el poder de los medioses extremadamente impreciso, fundamentalmente porque losmedios no constituyen un conjunto homogéneo. Son varia-dos (radios AM y FM, radios comunitarias, periódicos, revis-tas, televisión, televisión por cable, y cada vez más la Internety el teléfono celular). Por oto lado, cada segmento está diver-sificado internamente, con variadas orientaciones políticas ysectores sociales a los cuales se dirige.

Obviamente no se puede desconocer la existencia de gran-des grupos empresariales que controlan importantes medios, yque frecuentemente, poseen una amplia gama de ellos. La líneaeditorial de estos grupos de medios de comunicación ciertamente

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no es ideológicamente neutra ni deja de tomar en cuenta suspropios intereses empresariales. Por otro lado, en muchoscasos, es gracias a su solidez económica que éstos medios decomunicación pueden mantener su autonomía frente a laspresiones del poder público, cuando empresas menores de-penden, para sustentarse, de los gastos de publicidad de orga-nismos gubernamentales o empresas estatales. Esta solidezeconómica posibilita la profesionalización, la especializacióny la práctica de un periodismo de investigación, que no exis-tía en muchos países de la región unas pocas décadas atrás.

En segundo lugar, los medios están sujetos, como todaempresa, a la lógica de la demanda; en otras palabras, debeatraer el interés de los consumidores en un mercado compe-titivo. Para los medios de comunicación se trata de la luchapor el rating. En éste sentido, deben acompañar y satisfacer laspreferencias del público. A no ser en regímenes totalitarios,el público de los medios nunca es un actor pasivo, e influyeen el tipo de oferta.

En tercer lugar, los gobiernos no son actores pasivos. To-dos los medios dependen, en mayor o menor medida, de re-cursos de publicidad oficial y de organismos para-estatales.Asimismo, las radios y emisoras de TV son concesiones pú-blicas reguladas por el estado y por legislaciones que incluyenleyes relativas a la competencia, y, en muchos países, al ingre-so de capital extranjero. La posibilidad de utilizar éstos ins-trumentos, les otorga a los gobiernos una importante capaci-dad de coerción, que como veremos más adelante, es actuali-zada por la entrada de nuevas tecnologías y empresas intere-sadas en el sector.

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En cuarto lugar, si bien aún faltan investigaciones quepuedan ofrecer una visión más precisa de los efectos de losmedios sobre los lectores/espectadores, la dinámica políticaindica claramente que están lejos de ser omnipotentes. Comomuestran los trabajos aquí presentados, en la mayoría de lospaíses latinoamericanos fueron elegidos presidentes que nocontaban con la simpatía de los grandes grupos de comunica-ción. Como ya mencionamos anteriormente, los medios sonmúltiples y los círculos sociales de convivencia y afinidad per-sonal, continúan siendo centrales en las opciones personales.Asimismo, la suposición de que los medios tienen un poderabsoluto, presupone que los ciudadanos son fácilmente ma-nipulables, y no, como creemos que es el caso, individuosreflexivos que deciden por una variedad de criterios, dentrode los cuales, los medios constituyen una más de las influen-cias que ellos tamizan y elaboran.

Continúa vigente la interrogante de si los medios real-mente se rigen por una agenda de ataque a gobiernos que seautodefinen como populares. Aquí es importante distinguirentre los distintos países de la región, ya que en algunos ca-sos, una prensa de baja calidad se caracterizó por asumir posi-ciones políticas de confrontación directa con el poder ejecu-tivo por motivos ideológicos. Pero en la mayoría de los paísesde la región, lo que se define como periodismo de confronta-ción, no es otra cosa que un periodismo de investigación de-nunciando actos de corrupción y abusos de poder. Se trata enrealidad, y desde sus orígenes, de una agenda típica del perio-dismo, asociada a la ética de la profesión periodística, y quemoviliza el interés del público en general y de los sectores de

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clases medias en particular. Ellos son los principales consu-midores de medios impresos, y los que soportan la mayorcarga de impuestos, siendo por lo tanto, más sensibles a losprivilegios de los políticos y al derroche de recursos públicos.

En las democracias de masas, la existencia de un perio-dismo libre que critique y denuncie los excesos y actos ilega-les del poder público y de sus funcionarios, es una condiciónbásica de transparencia, de control, y de participación ciuda-dana. América Latina, que vivió bajo dictaduras que sistemá-ticamente censuraron a los medios de comunicación de ma-sas, debería haber aprendido esta lección.

De este modo, y a pesar de que en ciertos países la calidaddel periodismo y la imparcialidad política de los medios decomunicación deje mucho que desear, como lo señala Fer-nando Ruiz en su artículo, es la tentación autoritaria de polí-ticos y de gobiernos hiper-presidencialistas que no soportancriticas ni controles externos, la que se encuentra al frente delos ataques a los medios de comunicación llevados a cabo envarios países de la región, como muestra Philip Kitzberger enel caso de los llamados regímenes neo-populistas. En el Bra-sil, el trabajo de Lins y Silva expone otra tendencia tendenciatambién presente en América latina: la de un poder judicialque se excede en sus funciones, y que se transformó en unafuente de censura, y en un obstáculo para la libertad de prensa.

El tema, siempre relevante, de cómo aumentar la diversi-dad y la participación ciudadana en los medios de comunica-ción no se resuelve con la estatización del sector y el amorda-zamiento de las empresas privadas. También debe haber cui-dados respecto a la necesidad de aumentar la participación de

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una hipotética sociedad civil, que en realidad se encuentrafragmentada, y que por su propia naturaleza no puede ser“representada”, además de que muchas de sus organizacio-nes están indirectamente asociadas a grupos en el poder.

De hecho, simultáneamente con el vuelco estatizante dealgunos gobiernos, las nuevas tecnologías producen una pro-funda transformación en sentido inverso de incremento delas formas de comunicación, información y participación ciu-dadana enormemente en la región. El desafío es cómo agluti-nar políticamente estas nuevas formas de participación.

Volvemos entonces a la pregunta de si existe algo nove-doso en los ataques a los medios de comunicación, más alláde las conocidas tendencias autoritarias y estatizantes que for-man parte de la cultura política de América Latina.

Una hipótesis que quisiéramos arriesgar para ser desa-rrollada en futuras investigaciones, es que los medios de co-municación están siendo atacados no por su poder sino a causade su creciente fragilidad. La irrupción de las nuevas tecnolo-gías de la comunicación ha generado una profunda crisis enel sector del periodismo.

Esta crisis se refleja en las nuevas prácticas de la comuni-cación política, en la estructura de negocios de las empresas,en la transformación del quehacer periodístico, con las nue-vas formas de periodismo virtual, y en el surgimiento de nue-vos actores interesados en ingresar en el sector.

La transferencia masiva de los lectores de noticias hacia laInternet ha llevado a que el tiraje de la mayoría de los grandesperiódicos impresos haya sufrido una persistente caída. Deigual manera, los noticieros de la televisión han perdido su

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audiencia y/o su peso como fuente de información. Si bienlos periódicos hoy son más leídos en la pantalla del ordena-dor que en el papel, el modelo de generación de recursos seencuentra en crisis, llevando en muchos casos a recortes depersonal.

Como indican los trabajos aquí presentados, en variospaíses de la región, presidentes y asesorías de prensa desarro-llaron una estrategia de comunicación política mediante lacual los presidentes y sus asesorías de prensa prácticamenteno se dirigen más a los periodistas para comunicar noticias.En el nuevo formato de la comunicación, esta maniobra deelusión, se realiza a través de actos o programas periódicos enlos cuales el presidente “habla con el pueblo”, siendo éstostransmitidos por cadenas de radio y televisión. Esta estrate-gia, como muestra el trabajo de Omar Rincón y Ana LucíaMagrini, no es monopolio de una línea ideológica, pues esutilizado tanto por Hugo Chávez en Venezuela como porÁlvaro Uribe en Colombia.

El poder siempre se valió de medios simbólicos para cons-truir imágenes de los gobernantes con los cuales el pueblopodía identificarse. Pero el viejo estilo mediático de la cele-bración del poder, era el de la construcción de imágenes delíderes al mismo tiempo distantes y paternales, diferentes delcomún de los mortales y por lo tanto caracterizados por unaura singular. Hoy, en una sociedad permeada por valores igua-litarios, la comunicación política se transformó en un reality show,en el que los gobernantes deben mostrarse iguales al común dela gente, uno igual a ellos. La idea de que los representantesdel pueblo son personas con cualidades y educación excep-

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cionales, llega a ser despreciada y está condenada al fracasocomunicacional,pues es vista como algo distante y elitista, pala-bra que pasó a tener solamente connotaciones negativas.

O sea, que más allá del enfrentamiento entre núcleos depoder, el tema de los medios y la política nos trae a una temá-tica de fondo que es la de la transformación, tanto de las rela-ciones sociales (cada vez más centradas en una cultura iguali-taria e individuos con amplio acceso a la información), comola de la representación social (con la colisión entre la concen-tración de poder y la participación colectiva).

Esta transformación impacta incluso sobre la propia pro-fesión de periodista, la que está siendo redefinida por la crea-ción de sites y blogs, institucionales o personales, sin men-cionar los SPAMS, y que convierten a cualquier ciudadano uorganización en fuente de noticias. Si bien el periodismo deinvestigación, asociado a los grandes medios, continúa sien-do la principal fuente de “noticias” de amplio impacto social(que los blogueros posteriormente comentan), el sentimien-to entre los profesionales de la comunicación es que el perio-dismo es una profesión en crisis.

Pero quizás el factor central, desde el punto de vista deltema aquí analizado, es que la convergencia de los medios(teléfono, televisión e internet), atrae el interés de nuevos ypoderosos actores económicos al área de la producción decontenidos; particularmente a las grandes empresas de co-municación y los grandes portales de internet que pasaron atener un interés estratégico en la producción de contenidos.En general son empresas económicamente más poderosas quelos grupos tradicionales del área de comunicación.

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Esta transformación del sistema de los medios de comu-nicación, exige a su vez, nuevas formas de regulación del sec-tor, lo que ha dado a los gobiernos la posibilidad de intervenira favor de tal o cual grupo empresarial, colocando una espadade Damocles sobre las empresas del sector, y que puede serusada por los gobiernos en función de intereses políticos par-tidarios.

Las nuevas formas de comunicación política y la fragili-dad comercial de los medios de comunicación, cuestiona latesis del poder omnipotente de los medios de comunicación.¿Porqué entonces el empecinamiento contra éste sector? Aquí,y generalizando nuevamente una realidad que difiere de paísen país, resalta el debilitamiento de otros medios tradiciona-les de articulación de voces de oposición en la región, en par-ticular, de los partidos políticos y los sindicatos. Este contex-to, en el que los medios aparecen como los únicos factorescapaces de articular críticas al poder público, los convierte enblanco privilegiado de los ataques de los gobiernos con ten-dencias autoritarias. O sea que, cuando fallan las estructurasde mediación entre los ciudadanos y el sistema político, sepasa a la mediatización de estas relaciones. Con distinta in-tensidad, éste proceso está presente en todas las democraciasmodernas, transformando la relación con los medios (ocu-pándolos, neutralizándolos o silenciándolos), en el corazónde la actividad política. Aparecer en los medios pasó inclusivea ser obligatorio tanto para las organizaciones de la sociedadcivil como para los grupos de activistas radicales.

Finalmente, no podemos dejar de mencionar dos temasque surgieron en el seminario y que si bien no son el objeto

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de este libro, merecen ser mencionados. El primero, es la exis-tencia de medios de comunicación libres de la interferenciade los gobiernos, que son fundamentales para enfrentar regí-menes y tendencias autoritarias, pero que al denunciar ince-santemente a los políticos por actos de corrupción, puedenllevar a la erosión de los valores democráticos. Aparentemen-te ésta paradoja se explica por la misma dinámica: el periodis-mo de investigación, que denuncia la malversación y apro-piación privada de recursos públicos, es fundamental para lademocracia. Pero el periodismo que sólo se concentra en ladenuncia, debilita la imágen de toda autoridad política por latendencia a la valorización excesiva del escándalo político fren-te a cualquier otra noticia. Este contexto genera un estado deconflicto, en el cual políticos y los medios de comunicaciónse deslegitiman mutuamente, cosa que no favorece la conso-lidación de una cultura de dialogo democrático y respeto porlas diferentes esferas de poder.

El segundo tema, sobre el cual esperamos realizar unpróximo encuentro y una próxima publicación en esta colec-ción, es el del impacto de los nuevos medios de comunica-ción en la política. Entendemos que es un campo muy diná-mico, en permanente transformación, y que exige investiga-ciones y un constante acompañamiento que nos permita com-prender, qué, cuánto y cómo el mundo virtual afecta al siste-ma político.

Los trabajos aquí presentados fueron discutidos en el se-minario ¿Democracia 2.0?: Nuevos escenarios en la relación entre-medios y política en América Latina, realizado en Buenos Aires el16 de Octubre de 2009. El seminario fue organizado por

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Hernan Galperin, director de la Universidad San Andrés ypor Alberto Quevedo, director de FLACSO/Argentina, con-juntamente con Plataforma Democrática. Las mesas conta-ron con la participación de: Silvio Waisbord, MariaO’Donnell, Carlos Acuña, Lucas Sierra, Eliseo Verón, Mi-guel Wiñazki , Laura Zommer. Sus comentarios y del públi-co presente fueron integrados por los autores en la versiónfinal de los textos. Un resumen de los debates realizado porAlejandro Alfie y el video del seminario puede ser encontra-do en www.plataformademocratica.org.

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FRONTERAS MÓVILES: CAOS Y CONTROLEN LA RELACIÓN ENTRE MEDIOS

Y POLÍTICOS EN AMÉRICA LATINA 1

Fernando Ruiz

El problema

El conflicto entre los medios de comunicación y el restode las instituciones políticas es uno de los rasgos más comu-nes de la accidentada y bicentenaria construcción democráti-ca en América Latina. Hoy, al inicio del nuevo siglo, la agendade inquietudes para la democracia que provoca esta continuatensión enfrenta dos problemas centrales. Primero, la gran

1 Agradezco los comentarios de Bernardo Sorj que contribuyeron a mejo-rar este texto.

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heterogeneidad de calidad democrática de muchos de los sis-temas mediáticos de la región2; segundo, algunas de las políti-cas gubernamentales diseñadas (formal o informalmente) paracontrarrestar la percibida como excesiva influencia mediáticaen la vida política. La calidad de la democracia de la región severá influenciada de distinta forma si este conflicto democra-tiza o no a los sistemas de medios de la región y mejora suinteracción con el resto de las instituciones políticas.

Qué son los medios de comunicación

Para evitar reduccionismos sobre los medios de comuni-cación proponemos entenderlos como entidades tridimen-sionales: son, a la vez, una organización (comercial, social oestatal), una comunidad profesional y un actor político. Estastres dimensiones componen un mix único de presiones, idea-les e intereses, que en cada medio de comunicación concre-to, en distintas circunstancias, se combinan de diferente ma-nera. Cada medio específico, debería ser analizado en detallepara ver cuál de cada una de esas tres dimensiones es la másinfluyente en su producto final. Algunos están dirigidos casicompletamente como actores políticos, subordinando sus re-sultados económicos y no dando ninguna autonomía profe-

2 Por sistema mediático nos referimos al conjunto total de medios de co-municación existentes para cada comunidad y a las condiciones en queproducen periodismo.

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sional a su redacción; otros son dirigidos puramente comoanimales de lucro; y otros cuentan con una redacción de pe-riodistas que toma sus decisiones por criterios profesionales.Por supuesto, en la mayoría de los casos, la influencia mez-clada es lo más común. Los medios realmente existentes en laregión tienen una combinación compleja de esos tres elemen-tos, que van incluso cambiando esa combinación de acuerdoa las circunstancias.

Los medios como actores políticos

La centralidad política de los medios de comunicación esun tema constante y para nada reciente en la construccióndemocrática. De hecho, el periodismo es una de las pocasindustrias privadas, sino la única, que tiene un nivel de pro-tección constitucional, goza de privilegios legales y, muchasveces, también económicos, por la alta valoración institucio-nal que su defensa ha tenido. Incluso es posible incluso quetodas las constituciones latinoamericanas del siglo XIX, ymuchas del siglo XX, hablen más de la prensa que de los par-tidos políticos.

La expresión cuarto poder no es del siglo XXI o de la erade los multimedios, sino que es de la Inglaterra del siglo XVIII.En América Latina, desde las primeras repúblicas del siglodiecinueve, tras la era colonial, uno de los debates más persis-tentes ha sido sobre la legislación referida a la prensa, e innu-merables crisis políticas han sido desatadas desde las páginasde los diarios decimonónicos. Igual durante el siglo veinte,

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donde grandes crisis históricas han tenido como actores cen-trales a los medios de comunicación. Por ejemplo, casi siem-pre los presidentes con una fuerte matriz reformista o revo-lucionaria (por ejemplo Getulio Vargas, Juan Perón o Salva-dor Allende) han encontrado en la gran prensa de su épocaun actor político enemigo. Y esos líderes a su vez intentarondesarrollar medios de comunicación que les sirvieran comoherramientas en su batalla política. Hay que remontarse a la eta-pa colonial para encontrar medios más alejados de la escena po-lítica pero su supuesta apoliticidad también es discutible.

Además hay que tener en cuenta que el periodismo lati-noamericano tiene un origen histórico más tributario de laescuela periodística de la Europa continental que del mundoanglosajón, y eso tiene implicancias para la relación entremedios y política. A lo largo de su desarrollo histórico el mo-delo europeo continental tiene una matriz en la que los me-dios son más comprometidos con los partidos políticos, a di-ferencia del modelo anglosajón en que esas relaciones parti-darias fueron enfriadas durante la segunda mitad del sigloveinte. Ahora esas matrices históricas de alcance global estánen un proceso de convergencia con limitaciones, pero la his-toria es claramente distinta. Esto contribuye a explicar quelos medios de América Latina tengan un activismo más explí-citamente partisano que el que pueden tener los medios enEstados Unidos.

Por lo tanto, el sistema mediático es uno de los poderespolíticos centrales de las poliarquías democráticas latinoame-ricanas. Nos interesa destacar dos aspectos principales de esa

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politicidad son: (1) son instituciones políticas y (2) son formas derepresentación política.

(1) Los medios son instituciones políticas

El periodismo es una institución compuesta por un con-junto de medios que comparten pautas de conducta, rutinas,procedimientos informales, y controlan un área social y polí-tica, que los lleva a ser, en sociedades abiertas, decisivos para“organizar la esfera pública” (Cook, 1998:86). 3 La gestión dela conversación pública (quién dice qué, cuándo, cómo, y enqué condiciones en los medios de comunicación) es el ámbi-to principal de acción del periodismo. Y más allá de la diver-sidad de organizaciones periodísticas, en los países de Améri-ca Latina existe una coincidencia organizacional importante,definiendo así un campo. Todo actor, institución, organiza-ción o individuo, que quiera transitar por la esfera pública, seobliga a interactuar con el periodismo en una relación, nuncaestable, de interdependencia fluctuante. En ese proceso quie-nes se relacionan con el periodismo para acceder a lo público,pueden incorporar valores propios de ese campo mediático.

3 “Politics –that is, deciding who gets what, when and how for a society –often, but no always, take place through formal organizations and proce-dures. To the extent that these organizations and procedures become sta-ble, recurring, and valued patterns of behavior, they become political ins-titutions” (Huntington y Dominguez, 1975: 47).

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En comparación con lo que ocurre en los sistemas me-diáticos de las democracias más avanzadas del mundo, losmedios latinoamericanos son más heterogéneos en su cali-dad profesional. En las zonas de mayor calidad democráticade la región, los estándares profesionales de los periodistassuelen ser más altos, y las prácticas de los directivos de me-dios más coherentes con aquellos estándares. Pero en otraszonas esos estándares son muy desiguales, y entonces el siste-ma mediático es menos institucional en el sentido que regulamenos el campo. Esto hace, por ejemplo, que un mismo ac-tor político deba interactuar, al mismo tiempo, con mediosque tienen altos estándares y con otros que sostienen prácti-cas muy deficientes. Entonces, las reglas de la conversaciónpública tienden a ser menos previsibles, más arbitrarias, y sehace más inestable e incierta la relación entre las otras institu-ciones políticas y la esfera pública. Es claro que en la medidaen que existen más directivos de medios y periodistas de “bajacalidad” se distorsionan en mayor medida las actuaciones delresto de los actores e instituciones en el espacio público.4 Encualquier análisis que se realice sobre el campo periodísticoen alguna zona de baja calidad democrática se verá como es

4 De acuerdo con Lawrence Whitehead: “un análisis de ‘calidad de la demo-cracia’ que haga una interpretación ordenada y comparativa seria de laactuación comunicativa de gobiernos, medios, comités asesores y simila-res en las nuevas democracias, descubriría, con toda probabilidad, grandesvariaciones longitudinales y espaciales así como grandes diferencias entreregiones y estratos sociales” (Whitehead, 2008: 76)

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posible que convivan un periodista que tiene altos estándaresy está conectado a los cambios de su profesión, y otro perio-dista que tiene reconocidas prácticas extorsivas hacia sus fuen-tes o simplemente está a sueldo de ellas. Por el contrario, enlas zonas de mayor cultura democrática, es más difícil que losperiodistas de “baja calidad” sobrevivan como periodistas oalcancen alguna influencia.

En América Latina se da una bifurcación profesional si-milar a la bifurcación democrática que existe entre las zonasde mayor (azules) y las de menor (marrones) intensidad deciudadanía descriptas alguna vez por Guillermo O’Donnell(O’Donnell, 1997). Así como hay, simplificando, una demo-cracia de dos velocidades, también hay un periodismo de dosvelocidades. La heterogeneidad del escenario mediático en lainmensa mayoría de los países de la región hace que, en mu-chas zonas, la corrupción, el chantaje, la desinformación, losconsensos negativos, una censura estructural sobre los asun-tos públicos, genere una conversación pública de muy bajacalidad, afectando sin duda también, en última instancia, lacalidad de la gestión gubernamental. Siempre, y en todos lospaíses, la profesión periodística ha tenido fronteras más bo-rrosas que otras profesiones, pero en América Latina esa he-terogeneidad es agravada. En varios lugares de América Lati-na existe un periodismo sin periodistas, donde ninguno delos comunicadores existentes sería aceptado en el campo pro-fesional de acuerdo a estándares mínimos, ni él mismo qui-zás se sentiría parte de esa identidad profesional. En esos lu-gares, el periodismo es parte de la conversación social sin nin-guna cualificación profesional. En general, es posible correla-

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cionar la calidad democrática de una zona con la calidad de sudebate público y del periodismo. También las audiencias sue-len tener definiciones borrosas de lo que es periodismo, yconsumen cultura popular y periodismo muchas veces enforma indistinta. Ahora además se suma la aceleración de larevolución en la tecnología de las comunicaciones que incor-pora nuevos comunicadores que se autotitulan periodistaspero que no son siempre reconocidos como tales por las au-toridades profesionales.

Con estas particularidades propias, el periodismo consti-tuye una institución política, por lo menos, desde el inicio dela vida republicana en la región hace alrededor de doscientosaños.

(2) Los medios son formas de representación política

En la política, para obtener la legitimidad hay que comuni-car la representación. Esto implica que los medios de comu-nicación están desde su origen en el corazón de la actividadpolítica, y no hay forma de entender esta sin analizar los mo-dos y las formas de comunicación de cada época.

Pero los medios no son solo un mecanismo que usan ter-ceros para alcanzar la representación, sino que también sonpotencialmente representativos en sí. Los propios medios hanincluido esa pretensión de representación directa en su dis-curso histórico, como se refleja en nombres habituales como“la voz del pueblo”, “la voz del interior”, “el censor” o “eltribuno”, o eslóganes comunes como “firme junto el pue-

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blo”. De esta forma, desde el origen de la historia democráti-ca moderna, los medios integraron ese manojo de institucio-nes que brinda el servicio político de representar ciudadanos.

El concepto de representación política ha sido líquido enla historia y lo sigue siendo en la actualidad. Es un déjà vu enla historia que surjan momentos en los cuales se cree vivir elagotamiento del modelo de representación política. Las de-mandas sociales parecen menos homogéneas y eso debilita alos actores que funcionan como agregadores de intereses. Lacomplejización social lógicamente también complejiza la re-presentación política. Las sucesivas crisis de representaciónvan produciendo reacomodamientos entre estas institucio-nes, incluso entre las más formales. En algunos momentoshubo peligrosas ráfagas ideológicas que promovían la presen-cia en el estado de corporaciones para “mejorar” el procesode representación. De hecho, muchas dictaduras en la regiónse han presentado con el objetivo de “modernizar” las formasde representación política frente a supuestas “crisis de repre-sentación”. También hubo intentos de representación neo-corporativas y, en forma cíclica, surgen “nuevos movimien-tos sociales” que renuevan ese equilibrio entre los actores dela representación política.

Instituciones de la representación como el congreso o elpoder ejecutivo, ambos elegidos por el voto popular, tambiéntuvieron sucesivos realineamientos, donde el poder ejecutivoganó en muchos países espacio frente a los congresos. Porejemplo, las democracias delegativas, descriptas para algunospaíses por O’Donnell a principios de los años noventa, retra-tan esta reasignación de la representación política en benefi-

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cio de los presidentes y en contra de los parlamentos(O’Donnell, 1992).

En el régimen democrático la representación política noha sido nunca un monopolio de los poderes electos, ni laselecciones han agotado las formas de representación. Legisla-dores, partidos y presidentes son el núcleo central de la re-presentación democrática pero es también condición demo-crática que no tengan ese monopolio. De hecho, en el origende la democracia moderna al surgir los parlamentos, surgía asu vez la prensa como instancia crítica de los parlamentos. Esdecir, se puede decir que simultáneamente las nuevas demo-cracias parían a sus representantes formales y a su vez a losque iban a vigilar a esos representantes. Así quedó instituidocomo uno de los ejes del régimen político una competenciapor la representación entre varias instituciones. Si en el ima-ginario está instalado que una sesión parlamentaria es un pue-blo deliberando, los periodistas en el palco parlamentario sim-bolizan la imagen de un pueblo controlando.

En la arquitectura real, más que en la teórica, del origende la democracia moderna, el periodismo es una extra-insti-tución o institución de última instancia que funciona por fuerade las otras para ofrecer posibilidades finales de expresión fren-te a los poderes constituidos. Por eso, las “víctimas” del régi-men político saben que la mesa de entradas para presionar alestado está en la calle y en los medios, y allí deben estar enforma sostenida para lograr satisfacer su reclamo. Decir quelos representantes electos por el voto agotan la representa-ción política es pedir a los representados que deleguen suautonomía entre elección y elección, o reducir su expresión a

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los mecanismos formales contenidos en la institución parla-mentaria. Un parlamento que monopolizara la representa-ción política sería una institución que pone un cerrojo a ladeliberación pública más allá de sus paredes.

La práctica histórica de las democracias latinoamericanasha sido un rico escenario de nuevas y viejas formas de repre-sentación. Por ejemplo, la historiadora Hilda Sábato hizo uninteresante retrato de la política en Buenos Aires a fines delsiglo XIX donde se retratan formas mediáticas y otras de mani-festar las preferencias ciudadanas, que incluye pero no se agotaen las instancias electorales de participación (Sábato, 2005).

La representación política de los medios no está formali-zada, como puede ser la de un legislador o un presidente vo-tados en las urnas, pero no es menos real. De hecho, un ciu-dadano o incluso un sector social puede sentirse más repre-sentado por un medio de comunicación que por un repre-sentante al que formalmente votó. Los medios pueden sertan eficaces como el parlamento para promover la delibera-ción sobre asuntos públicos, y tan eficaces como los partidospara promover candidatos y una agenda determinada. ¿Cuálfue el partido de derecha más eficaz y persistente en Chile,UDI y Renovación Nacional, o el diario El Mercurio? ¿Cuálfue el partido de izquierda más eficaz en Argentina desde haceveinte años, el Partido Socialista o el diario Página 12? Por lotanto, es lógico que los ciudadanos, actores organizados, y lospropios medios, usen esos ‘poderes especiales’ para manifes-tar sus preferencias en el espacio público.

La historia parlamentaria y de los partidos políticos exhi-be cómo se han ido adaptando para ajustar su capacidad de

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representación. Parlamentos y partidos han ido transforman-do su relación con los medios para facilitar esa vital comuni-cación de la representación. Desde aquellos días en que losperiodistas estaban prohibidos en los palcos parlamentarios,hasta ahora donde los legisladores son solamente toleradosen los estudios de televisión si pueden expresar sus ideas enmenos de treinta segundos.

Las cargas de la historia del sistema mediático

Para entender el tipo específico de interrelación entre elsistema mediático y político en América Latina, es necesarioanalizar tres condicionantes históricas decisivas: la lenta y ci-clotímica construcción democrática, la baja calidad estatal yla dificultad en consolidar un orden económico estable.

(1) Democracia. La dificultad de consolidar un régimendemocrático en la región condicionó severamente el desarro-llo del sistema de medios y de sus prácticas. El desarrollo delos medios y el periodismo son siempre, en toda época y lu-gar, dependientes de la calidad del régimen político. Lleva-mos dos siglos republicanos y recién ahora se puede hablarde regímenes democráticos en casi todos los países de la re-gión, aunque no sin amenazas. Y la continua interrupción delas experiencias democráticas fue también una continua inte-rrupción del desarrollo del periodismo. La larga familia deregímenes autoritarios que ha poblado la región desarrollóinnumerables métodos de control, cooptación, represión y

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degradación de los medios de comunicación y de la profesiónperiodística, generando un proceso de selección negativa,donde se fortalecían los medios más funcionales a los autori-tarismos. Tras cada una de esas experiencias, se iniciaban pro-cesos de reconversión del sistema mediático, con viejos ynuevos actores, que al poco tiempo podían volver a sucumbirfrente a una nueva experiencia autoritaria. En algunos paíseslas dictaduras fueron más frecuentes que en otros, pero nin-guno dejó de caer en alguna. Desde este punto de vista, laprimera década del siglo es auspiciosa si contabilizamos queun solo gobierno de la región no ha sido electo por el votolibre del pueblo (Cuba).

(2) Estado. La dificultad de consolidar un Estado –sobretodo entendido como burocracia-organizativa y como siste-ma legal– que tenga la calidad democrática fue otra gran cargapara el desarrollo periodístico (O’Donnell, 2007: 28). Comodice Waisbord “el periodismo democrático, independiente-mente de sus particularidades, no es viable mientras que losestados no sean capaces de satisfacer algunas de sus obliga-ciones claves” (Waisbord, 2009: 204). Las falencias más con-cretas que provocó y sigue provocando la baja calidad estatalsobre la configuración del sistema mediáticos son:

(a) Como garante de derechos básicos. La baja capacidad esta-tal de asegurar la seguridad y garantías ciudadanas afec-ta la labor del periodismo (Ruiz, 2009). Los mediosde comunicación reciben toda clase de agresiones ensociedades donde el Estado es incapaz de minimizarla resolución violenta de los conflictos. De hecho, el

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Estado es a veces el principal agresor dado que en losdiferentes monitoreos de agresiones a los periodistasen la región aparecen los funcionarios políticos (sobretodo en el nivel municipal) y los integrantes de fuer-zas militares y de seguridad encabezando los rankingsde agresores.5 El enorme crecimiento de la sociedadincivil en los últimos años en varias sociedades lati-noamericanas ha condicionado notablemente la laborde los medios de comunicación. Esto ocurre con me-nos intensidad en los principales centros urbanos dela región, pero es frecuente en los suburbios de esoscentros y en las áreas interiores del país, que podríancoincidir con las llamadas zonas marrones, esto es, deespacios con baja presencia de las instituciones res-ponsables por la ley y el orden (O’Donnell; 1997). Labaja cultura de la legalidad existente en la región, quees una dimensión también estatal de la crisis, afectapor lo tanto el desarrollo democrático de los mediosde comunicación.

5 Por ejemplo, en el análisis que la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)realiza de la impunidad en los crímenes contra periodistas en Brasil, sedescriben numerosos casos en los que los autores intelectuales de los crí-menes fueron políticos y los autores materiales fueron policías o milita-res. De un total de dieciséis crímenes relevados por los funcionarios de laSIP, en diez casos hay responsabilidad criminal de funcionarios estatales(sean políticos, policías o militares), en un caso hay sicarios comprometi-dos y, en las otras cinco restantes, la investigación no llegó a ningún resul-tado (SIP, 2007). Por lo tanto, el Estado no solo no garantiza la seguridadpara ejercer el periodismo, como dice la letra de la ley, sino que desde allíprovienen muchas de las agresiones.

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(b)Como regulador del sistema mediático. Un Estado de bajacalidad no regula en forma eficiente y transparente alsistema de medios. Los funcionarios y las agenciasencargadas de supervisar, por ejemplo, licencias demedios audiovisuales, o cuestiones impositivas, cre-diticias o arancelarias en los medios escritos, suelendecidir con un alto margen de arbitrariedad estatal.En América Latina, por ejemplo, los canales de televi-sión siempre ha tendido a tener menos autonomíapolítica que la prensa escrita porque esta no ha depen-dido del sistema de licencias. Un Estado de baja cali-dad es fácilmente colonizable por los intereses priva-dos o por funcionarios corruptos. Esa arbitrariedadestatal de última instancia condicionó el desarrolloperiodístico y también contribuyó, como las dictadu-ras, a la selección negativa en cuanto a quiénes pue-den ser los principales actores mediáticos de una co-munidad. Los mecanismos extorsivos o de pago defavores están instalados en el centro de un Estado queregula en función de intereses particulares y no delbien público. Finalmente una gran parte del universode radio y canales está inmerso en un estado de semi-legalidad.

(c) Como gestionador de medios. Con pocas excepciones losestados latinoamericanos gestionan en forma deficientey poco democrática los medios de comunicación depropiedad estatal, de la misma forma que tienen difi-cultades para gestionar otras actividades a cargo del

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aparato estatal. Los canales, radios y, en menores ca-sos, la prensa escrita, a cargo de funcionarios estatalessuele reproducir las perversiones propias de una ges-tión estatal cooptada por intereses particulares o porpolíticos y funcionarios sectarios. En la región esta-mos aún lejos de los modelos avanzados de mediospúblicos europeos o de América del Norte, aunquehay algunos países que ya empiezan a tener experien-cias positivas en ese campo. Pero en la mayoría de lospaíses todavía los medios estatales no alcanzan la cali-ficación de medios públicos que sirvan como ejemplode pluralismo para los demás medios, de incentivo ala crítica y a la producción periodística de calidad. Unejemplo positivo es TVN en Chile.

(3) Orden económico. Una economía estado-céntrica com-binada con un Estado de baja calidad institucional afectó eldesarrollo económico del sistema mediático. La dificultad paradesarrollarse de un sector privado pujante y autónomo de lainfluencia estatal contribuyó a que el Estado se convierta enel actor principal del cual depende, esencialmente, la existen-cia del medio. Hay muchas zonas de América Latina en lasque si el Estado sacara de un día para el otro los fondos quederiva hacia los medios de comunicación casi todos o todossucumbirían. Por supuesto, las negociaciones muchas vecesespurias, opacas y arbitrarias entre directivos de los medios,periodistas y el poder político, fueron y son una de las trabasprincipales a la democratización del sistema mediático. Elproblema no es que sea una matriz económica estado-céntri-

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ca, pues hay países de la Europa continental que han tenidoestados muy activos en la economía. Pero al tener la econo-mía centrada en un Estado de baja calidad institucional se agra-va la arbitrariedad tanto de los funcionarios públicos comode los privados en la colonización de áreas estatales. Esto seagrava en el nivel local, en las zonas interiores de cada país, enlos espacios tugurizados de las megalópolis, y hace que lamayoría de los medios, en estos lugares, sean tan estado-de-pendientes que prácticamente no produzcan periodismo, yen algunos casos hasta se puede hablar de periodismo sin pe-riodistas. A medida que se va descendiendo en la calidad demo-crática, se agrava la presencia estatal como clientelizador de me-dios, siendo un factor esencial de esa dependencia la casi totalausencia de un sector de economía privada que no sea depen-diente del Estado (Hallin y Papathanassopoulos, 2002).

Estos tres condicionantes históricos, que están imbrica-dos, han incentivado en América Latina cierta selección ne-gativa que contribuye a explicar la configuración actual demedios de la región y su particular ubicación en el sistemapolítico.

La percepción dominante actual sobre la influenciamediática

La ola democrática de los ochenta y noventa en AméricaLatina ha coincidido con la percepción creciente de que lainfluencia de los medios de comunicación se ha desbordado,

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superando o igualando en influencia a instituciones como losparlamentos, poderes judiciales, partidos políticos e incluso alos gobiernos popularmente electos. “Los medios cobran unaimportancia política que no tenían”, escribió Alain Touraineen 1995 (Touraine, 1995: 221) y algo similar dicen hoy prác-ticamente todos los presidentes de América Latina. Por ejem-plo, Cristina Fernández de Kirchner expresó: “Hoy  me atre-vería a decir que de aquel cuarto lugar han pasado a ser elprimero o el segundo” (11/2/2009).

En Argentina, la percepción de las elites es similar a lade sus líderes políticos. En un estudio de líderes de opi-nión, realizado por la consultora Poliarquía y difundido enoctubre del 2008 (Poliarquía, 2008), los “periodistas” apa-recen en el tercer lugar de la “influencia en el diseño eimplementación de políticas públicas” después de “sindi-calistas” y “funcionarios públicos”, y tres puestos antes quelos “legisladores”. En una visión regional, Corredor seña-ló que, “a finales de los ochenta y durante los noventa”, seprodujo “el exponencial crecimiento del poder de los me-dios en nuestros países (lo que) ha convertido el paradig-ma mediático en el paradigma dominante” (Corredor, 2005:59). Y, para toda la región, el informe sobre la democraciaen América Latina del PNUD es representativo de estapercepción. Allí se describe un escenario donde “poderesfácticos” condicionan al “poder de las instituciones políti-cas” y, más específicamente, de los “poderes constitucio-nales” (PNUD, 2004: 160-164). El estudio llega a afirmarque los “los tres riesgos principales que podrían amenazarel buen funcionamiento del orden democrático” son las dis-

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tintas formas de poder económico, “la amenaza del narcotrá-fico” y “los medios de comunicación” (PNUD, 2004: 161).

En un libro posterior, también editado por el PNUD,Manuel Antonio Garretón escribió que “el manejo efecti-vo del poder y del Estado parece escaparse de las manos delos partidos y quedan entregados a los poderes fácticos delos medios de comunicación, las transnacionales o la tec-noburocracia estatal” (Garretón, 2004: 388). Uno de losprincipales responsables de ese informe, Dante Caputo,expresó que “la percepción (es) de que el poder está enotro lado y parte de ese otro lado son los medios de comu-nicación que teóricamente en esta visión impiden al Esta-do ejercer el pleno poder de transformación que deberíantener”, y señaló que “es uno de los temas donde probable-mente se juegue en gran medida (…) el futuro de la de-mocracia” (Caputo, 2005).

La historia de la teoría de la comunicación ha recorrido elsiglo veinte viajando desde los efectos poderosos de los me-dios hacia los efectos mínimos, mientras que la teoría políticaparece haber recorrido el camino inverso. De alguna forma,la percepción de que los medios tienen mucho poder sobrelas personas está basada en una opinión poco positiva del ciu-dadano. Como sea, durante muchos años los politólogos ten-dieron a ignorar la dimensión política de los medios y ahorala sobrevaloran. Lo bueno de esta oleada de sobre-atención esque genera un caudal de investigaciones que ayudará a en-tender mejor la dimensión mediática de la política y la di-mensión política de los medios.

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Cómo llegamos a esta percepción dominante

Lo distinto de América Latina en relación a otras zonasdel mundo, es que el rotundo proceso de democratizaciónpolítica que se produjo en el continente durante los ochenta,impulsó un crecimiento enorme de la libertad de emisión enel mismo momento en que los medios estaban embarcadosen un fenomenal cambio tecnológico. Es decir, la multiplica-ción de la capacidad de emisión y recepción coincidió con unenorme crecimiento de la libertad de emisión. En otras re-giones, la revolución tecnológica en los medios comenzó aproducirse sobre una historia ya asentada de libertad de emi-sión, mientras que en América Latina fue un proceso simul-táneo (Ruiz y Waisbord, 2004: 362). Cuando ingresaba la de-mocracia a la mayoría de nuestros países, los medios estabanen un proceso de transformación y crecimiento, que todavíaestá lejos de terminar. Como se escribió hace ya quince años“en la pérdida década de los ochenta, una de las pocas indus-trias que creció en América Latina, la única donde se realiza-ron grandes inversiones, fue la de la comunicación” (Martín-Barbero, 1994). Otro investigador señaló sobre la misma ten-dencia: “la única línea que crece es el número de televisorespor cada mil habitantes; creció un 40 %, mientras que lossalarios cayeron en casi 40 %” (Borón, 1996: 79). Los efectosde esta coincidencia histórica pueden ayudar a explicar la con-moción que produjeron los medios en algunos actores políti-cos y sociales. La nueva democracia política coincidió con lageneralización de la televisión como articuladora de un espa-cio público nacional (Protzel, 2005: 111). Los actores mediá-

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ticos del espacio audiovisual se apropiaron de mayor autono-mía aprovechando los nuevos vientos democráticos, a lo quese sumó además una explosión de medios. Entre estos, unfenómeno muy notable fue el surgimiento de un imparablemovimiento de radios locales de pequeño alcance –en lo quesería un antecedente de la actual blogosfera– que constituye-ron una nueva red de medios más cercanos y permeables a laconversación social.

También ese desarrollo del universo mediático coincidióposteriormente con la ola del neoliberalismo económico ypor lo tanto muchos observadores no separan hoy entre elauge de los medios de comunicación y esa ideología. Un in-telectual kirchnerista no duda en trazar esa relación, que esmuy habitual escuchar en la región. Dice Ricardo Forster, delgrupo Carta Abierta: “Yo creo que el neoliberalismo es unarevolución cultural imposible de realizar sin el poder clave dela industria del espectáculo y de la comunicación, y lo quepodríamos llamar los conglomerados mediáticos más pode-rosos. Es imposible la transformación de mentalidades, deconstrucción de sentido de organización de las expectativasde los individuos en la sociedad de masas sin el papel clave delos medios de comunicación” (Perfil, 1/3/2009). Se habla en-tonces de una mercantilización de la información donde sesubordinaría el ciudadano a la categoría de consumidor, y esollevaría a un proceso de despolitización, en especial de lossectores populares.

Esta percepción de un sistema mediático muy poderosoque tiene efectos perversos sobre la política se puede analizardesagregándola de la siguiente forma: los políticos profesionales

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tienen mala imagen, las identidades políticas son más débiles,los partidos políticos perdieron funciones, los congresos tienenmenor centralidad en el poder, y los gobiernos son menos gobier-nos. Veamos en qué forma los medios incidirían en cada uno deestas caras de la degradación de la política democrática:

(a) Mala imagen de la actividad política. Los medios son acu-sados de generar una cultura de la anti-política y promoveruna sociedad de consumo que vacía de sentido colectivo a lavida en comunidad. “En la televisión se habla con mucha másfrecuencia de detergentes o pastas alimenticias que de escue-las, hospitales o personas dependientes, lo que provoca el re-troceso de los debates políticos”, se escribió en la mitad de losnoventa (Touraine, 1994: 198). Este es uno de los lugares co-munes de la bibliografía en América Latina: el malestar haciala política promovida por los medios de comunicación (MauroPorto, 2000; De la Torre and Conaghan, 2009: 339-340). Esedebate es similar al existente en las democracias más desarro-lladas sobre la llamada llamada media malaise (Sartori, 1992;Patterson, 1993; Putnam, 2000; Norris, 2000). Los mediosde comunicación habrían ido vaciando de sustancia a la vidapolítica, al ir limando su dimensión racional y letrada a favorde una política-espectáculo, puramente formalista, emocio-nal, donde reina la imagen. Cerbino y Ramos agregan la “des-historización”, la “diferenciación moralizante entre lo nor-mal y lo anormal”, y “criterios de noticiabilidad ligados a lanovedad, singularidad y exoticidad de los acontecimientos”,y así “los medios masivos han contribuido a instalar un con-junto de concepciones de lo político en los cuáles las con-

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frontaciones ideológicas, los proyectos colectivos y los proce-sos de movilización y organización comunitaria desaparecen–o se desdibujan– en la escena política representada por ellos”(Cerbino y Ramos, 2009: 47). Y esta representación mediáti-ca negativa de la política se agravaría cuando los políticos sepresentan con un discurso revolucionario. Los gobiernos,partidos y movimientos con un sesgo reformista o revolucio-nario de izquierda señalan a los medios como integrados albloque derechista de la sociedad y, por lo tanto, con todo de-recho, los tratan como rivales políticos.

Pero esas características están asociadas a la política desdesiempre y es difícil en América Latina o en cualquier otrolado del mundo no asociar esos adjetivos a la política, desdeRamses II hasta la era de Barack Obama. Por otro lado, lapersonalización, emocionalización y espectacularización pue-den ser presentadas también como mecanismos para vincu-lar a los ciudadanos con la política, y no para lo contrario, através del intento de que las audiencias miren a la democraciasin pasar de largo. Desde los medios se suele responder quedefienden a la política de los propios políticos profesionales.El diario El Comercio de Quito responde, por ejemplo, dicien-do: “Cómo no va a ser perversa la prensa cuando le toca de-nunciar los abusos del poder, las majaderías de los políticos,el tráfico de influencias, los abusos del ñaño, de la ñaña, delprimo o del cuñado” (10/2/2009). Pero desde la política, seseñala que el cuestionamiento mediático es tan generalizadoy maniqueo que la política como actividad queda despresti-giada, más allá de los casos particulares de corrupción e inefi-ciencia reconocida.

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Los medios de comunicación son una de las principalesusinas de construcción de representaciones de la realidad po-lítica. Toman situaciones complejas y ofrecen signos, pala-bras e imágenes simplificadas que terminan proponiendo sen-tidos. Pero los actores sociales y políticos también produceny distribuyen representaciones sociales sobre la política, y nosolo los medios. De hecho, por ejemplo en campañas electo-rales, los candidatos políticos, en su necesidad de diferenciar-se, ponen una enorme dedicación en representar a la políticacomo algo negativo que ellos se comprometen a cambiar sireciben el voto. Es probablemente tan cierta la poca discrimi-nación de los medios en su crítica a la política y a las institu-ciones, como la propia responsabilidad de los políticos en ladifusión de esa misma representación negativa.

Así como las instituciones propiamente políticas comolos partidos no tienen el monopolio de la representación po-lítica, las instituciones propiamente mediáticas tampoco tie-nen el monopolio en la creación y circulación de las repre-sentaciones sociales. Ni el espacio político es una zona exclu-siva de los políticos, ni el mediático lo es de los medios.

(b) Partidos. En América Latina el llamado declive de lospartidos políticos coincide con el proceso ascendente de losmedios de comunicación. En la medida en que aumenta laproporción de ciudadanos menos identificados con organi-zaciones partidarias, pareciera crecer sobre ellos la influenciade los medios de comunicación. En los países que sufrierondictaduras en los sesenta y los setenta, durante los ochenta lospartidos políticos comenzaron a reconstruir sus tejidos socia-

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les en el mismo momento en que la televisión se nacionaliza-ba, adquiría mayor autonomía política y se fortalecía comonunca. Los partidos como medios de comunicación eran de-safiados frontalmente por la televisión y otras formas de re-presentación de la opinión pública. El debilitamiento de lasidentidades políticas sumaría poder a los medios de comuni-cación y lo restaría a los partidos políticos, cuya capacidad decontención por eso estaría en retroceso. Las funciones clási-cas de los partidos aparecen desafiadas severamente por losmedios. Por ejemplo, el liderazgo de la oposición, la media-ción y agregación de intereses, la nominación de los candida-tos, el control de la campaña electoral, o la capacidad de defi-nición de la agenda pública, eran funciones que en los sesen-ta y setenta los partidos creían dominar casi sin competencia(Filgueira y Nohlen, 1994). Ahora, esas funciones están se-riamente disputadas. Por ejemplo, son innumerables los can-didatos que declaran después de una elección que su princi-pal rival ha sido “la prensa”; o los gobiernos que mencionan ala prensa como su principal oposición; y también el continuosurgimiento de los llamados “candidatos mediáticos”.

De todas formas, las situaciones políticas actuales en cadapaís tienen más raíces partidarias que las que reconoce el aná-lisis que se suele hacer. La mayoría de los presidentes provie-ne de troncos partidarios fuertes. El poder político en la re-gión lo ostentan organizaciones políticas arraigadas, y nadavirtuales, como el peronismo en Argentina, la Alianza Popu-lar Revolucionaria Americana (APRA) en Perú, el socialismoy la democracia cristiana en Chile, el Partido Acción Nacio-nal (PAN) en México, el Partido Liberación Nacional (PLN)

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en Costa Rica, el Farabundo Martí de Liberación Nacional(FMLN) en El Salvador, el sandinismo en Nicaragua, el Par-tido de los Trabajadores (PT) en Brasil, el Frente Amplio enUruguay, o el Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia.En América Latina no gobiernan los sets de televisión, sinopartidos fuertes y con gran arraigo social. Esto demuestra queestos son instrumentos políticos reales y no virtuales. Ade-más, varios de los actuales presidentes han ganado sus prime-ros mandatos o reelecciones haciendo campaña contra losmedios. Evo Morales, Lula, Fernández de Kirchner, Ortega,Mauricio Funes, Chávez, Bachelet o Tabaré Vázquez vencie-ron frente al supuestamente invencible poder de fijación deagenda y representaciones sociales de la tradicional gran pren-sa. La interesante cantidad de estudios sobre coberturas elec-torales en las últimas elecciones latinoamericanas –a vecesrealizados con financiamiento de observadores internaciona-les– ofrecen pruebas empíricas para relativizar el supuesta-mente omnipresente poder mediático.

(c) Los parlamentos. Los medios habrían restado centrali-dad al Congreso, al reemplazarlo como arena principal deldebate. Ni las sesiones parlamentarias ni el trabajo en comi-siones parecen despertar el mismo interés que en otras épo-cas. Los legisladores apuntan a que esa deslocalización los hasacado de la agenda pública. En algunos países de la región,los parlamentos –así como los partidos– sobreviven mejor perohay un general desplazamiento de su lugar en el escenariopolítico. Los medios son el escenario principal. Asumir unabanca o un escaño por el voto popular aparece como la pri-

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mera fase para alcanzar la representación real, pero es insufi-ciente. Es en la medida en que ese legislador es capaz de co-municar su representación a través de los medios que se insta-la eficazmente como un representante “verdadero”. Así loslegisladores se vuelven más dependientes de los medios parapoder comunicar su representación formalizada por el voto yde esa forma hacerla más real. Aquí la competencia por larepresentación es más fuerte. Entre legisladores y periodistasse produce la lucha por quién es más representante del pue-blo. Por otro lado, la lógica mediática imprime una velocidady un personalismo a los acontecimientos políticos que hacedifícil a un cuerpo colegiado tan complejo poder cumplir conesas reglas del juego de la visibilidad pública y, entonces, unacreciente opacidad parece cubrir las actividades parlamenta-rias. Para peor, a los propios parlamentos les cuesta elaborarpolíticas institucionales de comunicación que los visibilicen(Ruiz, 2000). Esto mismo suele ocurrir también con los dife-rentes cuerpos legislativos locales.

(d) Los gobiernos. Tal como expresó el PNUD en su infor-me del 2004 y también se sugirió en algunas de las colabora-ciones en un nuevo estudio colectivo difundido en el 2008(PNUD, 2008), se trata de discutir y entender “el escaso po-der que en América Latina tienen los gobiernos democrática-mente electos y, en general, los Estados, para avanzar en lademocratización de sus respectivos países” (O’Donnell, 2008:32). Frente a ese problema, O’Donnell marca un campo debatalla clave: “Quién maneja la agenda (qué se va a discutir,por quiénes y en qué términos) ya casi ha ganado la partida”

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(O’Donnell, 2008: 37).6 Con pocas excepciones, los argumen-tos de los actores políticos y del mundo académico se agolpanpara incorporar a los medios como responsables, al menosparciales, de ese vaciamiento de poder democrático. Los go-biernos suelen percibir a la prensa como uno de sus principa-les focos opositores sino el principal. “La oposición en el Perúson los periódicos, y está bien”, comentó Alan García, preci-samente al principal periódico del país, El Comercio (11/5/2008); el presidente Correa señaló que los medios son “elprimer obstáculo para lograr los cambios en América” (20/2/2009); la ministra del Interior de Tabaré Vázquez, Daisy Tour-né, cuestionó a los medios su “desesperación por la polémi-ca” (12/2/2009); Cristina Fernández se refirió a la “obsesiónplanificada (de los medios) para quebrar la esperanza” (16/2/2009); y también Alan García se preguntó, frente a críticasperiodísticas, “cual es el fatalismo masoquista que enfermatantas mentes, los pájaros de mal agüero que quieren que losperuanos nos sintamos mal todo el tiempo” (23/10/2007). Losmedios se convirtieron en una “restricción al proceso demo-crático”, según el representativo informe del PNUD, dadoque “tienen capacidad de generar agenda, de predisponer a laopinión pública a favor o en contra de diferentes iniciativas yde erosionar la imagen de figuras públicas mediante la mani-

6 La discusión sobre quién tiene el poder de fijar agenda es muy discutidoen la bibliografía internacional. Dos posiciones polares están representa-das por Chomsky y Herman (control) y McNair (caos). (Chomsky y Her-man, 1990; McNair, 2006)

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pulación de denuncias” (PNUD, 2004: 162). Los gobiernosperciben que la lucha por la agenda y la representación socialde la obra de gobierno es demasiado encarnizada y que susvictorias tienen una duración muy corta, frente a la apariciónde nuevos escándalos que obligan a dedicarle mucho esfuer-zo a la defensa y reparación de daños de reputación más que ala gestión de las políticas públicas (Blair, 2007). Los mediosserían así una máquina de deslegitimación de los poderes elec-tos que los iría desgastando paulatinamente hasta ponerlos allímite de la gobernabilidad, instancia en la cual se vuelve im-posible cualquier política sustantiva de cambio del status quo.

Estrategias de los políticos para recuperarla política

Frente a esta visión de colonización mediática, ha ido cre-ciendo el consenso sobre la necesidad de “liberar” la política.Para ello, más allá de su propia silueta ideológica, los políticosprofesionales desarrollaron similares estrategias de recupera-ción de la autonomía de la política. Por supuesto, no todoslos presidentes aplican de la misma forma este modelo. Engeneral, de acuerdo a la cultura democrática de cada país ycada político estará la intensidad y el mix diferente entre lasdistintas estrategias disponibles. Algunas de estas iniciativasson también presentadas como formas de mejorar la repre-sentación y democratizar al sistema mediático.

Este proceso de recuperación de la iniciativa por parte delos políticos se percibe en los siguientes rasgos que pueden

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generalizarse sin demasiado riesgo en América Latina:

(a) Estigmatización de los medios como actores políticos/económi-cos. Crece el discurso crítico de los gobernantes y de los polí-ticos hacia los medios de comunicación y los periodistas. Enlos primeros momentos de la transición democrática, losmedios –incluso muchos que fueron apoyo ostensible de lasdictaduras– no sufrían especialmente la crítica política. Aho-ra prácticamente todos los presidentes de América Latina hanformulado un discurso crítico hacia los medios, y los señalancomo armas de la oposición, desde Hugo Chávez y OscarArias hasta Tabaré Vázquez o Álvaro Uribe. Estigmatizar eneste caso es tratar de construir la representación social de quelos medios no merecen tanta credibilidad como algunos ciu-dadanos les asignan y, de esa forma, restarle influencia. Aquí,estigmatizar es también una forma de acotar y controlar elpoder del periodismo incitando a que la audiencia desconfíede las intenciones de su actuación pública. Oscar Arias, presi-dente del país con más tradición democrática de la región,también participa de la actual andanada de críticas hacia losmedios: “nada nos hace suponer que los medios de comuni-caciones responden de manera única, o siquiera fundamen-tal, al interés público. Son, ante todo, empresas, corporacio-nes que buscan producir utilidades”. (La Nación de Costa Rica,28/8/2009).

(b) Aplicación y/o reforma del marco regulatorio. Después demuchos años de evitar reformas de fondo al marco regulato-rio para ordenar, por ejemplo, la asignación de las licencias deradio y televisión, en muchos países de la región se están san-

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cionando nuevos marcos regulatorios o se avanzan debateslegislativos para hacerlo. Hasta comienzos de los años no-venta en muchos países, existía un veto implícito en muchaslegislaturas a definir un marco regulatorio de las empresasperiodísticas de radio y televisión. Además, ahora es más abier-ta la discusión sobre la renovación de la licencias de los gru-pos mediáticos. De hecho, desde lo ocurrido en el 2007 conla no renovación de la licencia a una televisora tan arraigadaen Venezuela como Radio Caracas Televisión (RCTV), pare-ce haberse terminado la era de las renovaciones automáticas.Los más grandes grupos mediáticos de la región, entre ellosTelevisa, Globo o Clarín, saben que cada renovación de lalicencia será cada vez más difícil. En algunos países donde elEstado es de mejor calidad, como Chile o Uruguay, la aplica-ción de las normas es menos arbitraria que en los países don-de los gobiernos apuntan a los medios que perciben comoenemigos para aplicarles con dureza antiguos o nuevos mar-cos regulatorios.

(c) Fortalecimiento de los equipos de comunicación política. Cadavez los equipos de comunicación oficiales son más sofistica-dos en sus técnicas para redefinir las reglas de juego en bene-ficio de los gobiernos. La presidenta argentina viaja acompa-ñada con un equipo de televisión propia que envía las imáge-nes directamente a los noticieros. También es habitual que lacentralización del mensaje sea una de las claves. Funcionariosnicaragûenses han perdido sus puestos por hablar sin autori-zación con medios privados. “(Rosario) Murillo (esposa deDaniel Ortega y encargada de la comunicación gubernamen-

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tal)”, indicó, “quiere que el gobierno hable con una sola voz.Es solo una cuestión de estilo” (CPJ, 2009). Los equipos decomunicación política intentan tomar ellos la iniciativa fren-te a los medios para vencerlos en su propia lógica.

(d) Cooptación de los medios comerciales o sociales. Varios go-biernos de la región han desarrollado múltiples tácticas paracrear medios propios o para tener mayor ingerencia en losmedios privados o del tercer sector. La publicidad oficial esuno de los mecanismos clave para tener influencia decisivaen los medios privados, aunque en general esa política puedeno ser tan eficaz con los medios más poderosos de cada país,que suelen tener su sustentación principal en el sector priva-do, más allá de que pueden tener también suculentos contra-tos con el Estado.7 El estímulo en países como Venezuela yBolivia al desarrollo de medios audiovisuales comunitarioses a veces también parte de la política de desarrollar un frentemediático afín al gobierno para pelear las representacionessociales, que sería un terreno clave en el que se juega la bata-lla política.

(e) Desarrollo de medios estatales. La bonanza fiscal de losúltimos años en varios países también sirvió para fortalecer yampliar el brazo mediático del Estado. Los gobiernos de Chi-

7 En Chile la situación es la inversa. La mayoría de la publicidad oficial quefluye hacia la escrita va hacia los medios menos identificados con el go-bierno, los grupos El Mercurio y Copesa. Se creó una comisión parla-mentaria, denominada Comisión Investigadora sobre Avisaje Estatal, queemitió un informe que sugiere revertir esa situación.

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le y Perú ya tenían prensa gráfica propia. Ahora también losgobiernos de Ecuador, Honduras, Bolivia y Venezuela desa-rrollaron iniciativas periodísticas gubernamentales. En espe-cial, los gobiernos que se han sentido acosados por los me-dios privados han tenido más celeridad en su construcción.Algunos países como Bolivia o Ecuador, que prácticamenteno tenían un importante sector de medios audiovisuales aho-ra lo están desarrollando. Otros, como Brasil, Venezuela, Ar-gentina, Uruguay o México, que sí lo tenían, lo están fortale-ciendo. En algunos países la retórica oficial construye a esosmedios como armas en la batalla de ideas contra los mediosprivados, y en otros como medios públicos que deberán fun-cionar como medios testigo para un mercado mediático quetiene que abrirse más al pluralismo de voces.

(f) Desarrollo de la comunicación directa. Una forma de auto-nomizarse un poco de la lógica mediática es evitar ser media-do por los periodistas. Para ello, los gobiernos de la regióndesarrollaron mecanismos de comunicación directa que per-miten llegar “sin ruido” a los ciudadanos. Otra vez en estapolítica coinciden antagonistas ideológicos como HugoChávez con sus reuniones con funcionarios en el “Alo Presi-dente” y Álvaro Uribe con sus Consejos Comunales trans-mitidos por televisión. El atril desde el cual Cristina Fernán-dez se dirige al pueblo es también similar al programa radialsemanal de Rafael Correa. En el documento “Estrategia deComunicación” del gobierno nicaragûense se dice: “se crearáun programa semanal (transmitido por radio y televisión), enque nuestro liderazgo nacional y local, se reúna con la gente,

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en una comarca, barrio o municipio, y aborde los problemaslocales, escuche las propuestas de los pobladores, y se acuer-den soluciones, generando experiencias de participación ydecisión ciudadana”. Eso es lo mismo que hace Uribe, quiénno tiene precisamente afinidad ideológica con Ortega. Dadoque la aceleración de la revolución tecnológica en las comu-nicaciones está logrando que la comunicación interpersonalesté cada vez más asociada con la comunicación de masas, losgobiernos y políticos seguramente irán desarrollando meca-nismos cada vez más directos para llegar a nosotros.

¿Esta tensión es democratizante o no?

El intento de “liberar” la política de la influencia mediáti-ca puede mejorar o degradar la calidad democrática de acuer-do a cómo se intente realizar. Por supuesto que los medios yotros actores políticos y sociales no están pasivos. De hecho,para cada una de las iniciativas recién reseñadas parece estarconstruyéndose una respuesta precisa, en forma de mecanis-mos neutralizadores.

Así funcionan las fronteras móviles en la relación entrepolíticos y periodistas. Frente a la estigmatización, la respues-ta de los medios de comunicación en general intenta encua-drar esa discusión como una cuestión de libertad de prensa,ocultando los medios muchas veces la dimensión de actorpolítico que tienen. Frente a la reforma del marco regulato-rio, la respuesta es pedir la máxima autonomía de la autori-dad regulatoria que asegure el pluralismo oficialmente decla-

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mado. Frente al fortalecimiento de los equipos de comunica-ción política, la respuesta es tratar de realizar lo que se llama“process journalism” donde se ilumina todo el proceso ocul-to de la operación de prensa que produce la noticia. Frente ala cooptación de medios privados y comunitarios, la respues-ta es visibilizar lo más posible la arbitrariedad en el uso de lapublicidad oficial y la clientelización de los medios privadoso sociales. Frente al desarrollo de los medios estatales, la res-puesta es presionar para pluralizar esos medios y que no seanpuras herramientas gubernamentales. Y frente al desarrollode la comunicación directa de los políticos, pedir legislaciónde acceso a la información y conferencias de prensa abiertasdonde los periodistas puedan preguntar.

La brújula en las fronteras móviles

Esta tensión entre medios y políticos es democratizanteen la medida en que fortalezca la calidad democrática del sis-tema de medios. Para medir los efectos de estos procesos so-bre la democracia proponemos tres indicadores que nos sir-van de orientación:

(a) La amplitud del arco de voces. No es difícil percibir cuan-do las voces del espacio mediático se reducen. Cuan-do la política gubernamental consiste en cerrar unmedio es posiblemente verdad que eso esté ocurrien-do. Cuando consiste, en cambio, en la creación denuevos medios, es posible que esté ocurriendo loopuesto. El sistema mediático más democrático es el

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que incluye más voces. Bajar las barreras de entrada esun mecanismo obvio para impulsar la representativi-dad del sistema mediático. Es notable cómo a medidaque se analizan las zonas de menor calidad democrá-tica, la concentración de medios suele ser mayor, y elpluralismo sobre todo en el espacio audiovisual esmenor, hasta incluso desaparecer.

(b) Capacidad de crítica a todos los poderes. Durante toda lahistoria han existido poderes con la eficacia y el podersuficiente para quedar afuera del escrutinio público.La democratización del sistema de medios implica quetodos los responsables de la vida pública, estatales ono estatales, deben ser visibilizados y abiertos al es-crutinio. Por definición, una sociedad abierta protegee incentiva el proceso crítico, entendido este como ladifusión de la voz de las “víctimas”, reales o autoper-cibidas, en un régimen político. La crítica es la voz delas víctimas, o de los que hablan en su nombre. Sonellas las que van estimulando el proceso de cuestiona-miento que genera el progreso democrático. En lassociedades cerradas, el proceso crítico no está estimu-lado sino penalizado. La expresión crítica no es enten-dido por ese sistema mediático cerrado como una ex-presión del deseo de mejora social continua, sino comoun virus destructivo.8

8 El ejemplo más claro en América Latina es Cuba donde la crítica públicatiende a ser criminalizada (Ruiz, 2003).

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(c) El fortalecimiento de la base informativa común (BIC). Unsistema mediático puede tener medios que sean re-presentativos de la mayoría de los sectores sociales,pero tener una baja calidad democrática. Eso ocurrepor ejemplo en países donde el sistema mediático estámuy polarizado. Tan importante como estar represen-tado por algún medio es que el sistema mediático seacapaz de ofrecer información creíble, al mismo tiem-po, para los diferentes sectores del antagonismo polí-tico. De esa forma, es posible construir una delibera-ción constructiva. Por ejemplo, en Venezuela, Boli-via, Nicaragua o Ecuador, es cada vez más difícil en-contrar un mismo medio de comunicación que seacreíble para oficialistas y opositores.9 De esta forma,cada medio construye mundos paralelos en los quecada vez es más extraño que se puedan encontrar dosciudadanos que forman parte de los bloques políticos

9 Un buen ejemplo de un país donde los medios son representativos perono cumplen los requisitos de la Base Informativa Común es Bolivia. Enuna reciente entrevista, Julio Peñaloza, gerente de informaciones del ca-nal estatal Bolivia TV dijo: “En Bolivia hay un ejercicio democrático tanextraordinario que la gente hace zapping con los noticieros televisivos ydice: “El canal estatal es el que refleja las opiniones, los criterios o la infor-mación gubernamental. Unitel es el canal que refleja la opinión de la de-recha y de los sectores empresariales privilegiados. Yo, como espectador,saco mi conclusión”. (14/9/2009) No hay allí ningún medio que puedeservir de referencia informativa común a dos ciudadanos que están encampos diferentes del proceso polarizador.

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contrapuestos. El periodismo profesional está entre-nado para construir esa base informativa común, perocuando se promueve la polarización se tiende a diluiresa base informativa común. Como dice un investiga-dor sobre el caso venezolano, se extiende “el periodis-mo de fuente única” (Cañizález, 2009: 238).

El sistema mediático más democrático es el que lleva máslejos estos tres indicadores. Si hay representatividad popular,si la crítica hacia cualquier poder es incentivada, y si hay unabase informativa común que permita el diálogo constructivo,la tensión entre medios y política es democratizante. Esta re-lación es una frontera móvil, que se ha deslizado de un ladohacia otro desde el fin de la era colonial, de acuerdo a la velo-cidad de aprendizaje de los diferentes actores. Estos tres indica-dores son propuestos para el diseño de una brújula que nos per-mita saber si estamos avanzando o no en el proceso de cons-trucción democrática en el interior del sistema de medios.

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GIRO A LA IZQUIERDA, POPULISMOY ACTIVISMO GUBERNAMENTAL

EN LA ESFERA PÚBLICA MEDIÁTICAEN AMÉRICA LATINA

Philip Kitzberger

Introducción y caracterización del modelo

Con el cambio de siglo emergieron, en una buena partede Latinoamérica, gobiernos identificados con consignas yprogramas de izquierda y, entre algunos de ellos, formas yprácticas de estilo populista. Al margen de la pretensión co-mún de pertenecer a una nueva izquierda regional, estos go-biernos difieren ampliamente en origen, estilo, discurso, for-mas de apelación, base social, alianzas de intereses y políticas(Levitsky y Roberts 2008).

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Uno de los rasgos más notorios de estas nuevas expe-riencias políticas es la acumulación de numerosos episodiospúblicos y subterráneos de conflicto con la prensa y los me-dios. Parece así relevante preguntarse si estos episodios deradicalización y polarización que involucran a actores guber-namentales que asumen estrategias de confrontación, de unlado, e instituciones mediáticas y periodísticas que radicalizansus roles oposicionales, del otro, constituyen alguna novedad parala región y para el universo de los regímenes democráticos.

Estas “guerras mediáticas” abiertamente combatidas nohan escapado a los ojos de múltiples observadores. Sin em-bargo, entre éstos han predominado miradas fuertementepolitizadas y partisanas. De un lado, las causas disparadorasde las dialécticas gobierno-prensa han sido atribuidas a losestilos populistas y autoritarios de jefes de estado comoChávez, Morales, los Kirchner o Correa, los cuales son vistoscomo incompatibles con los estándares occidentales o demo-liberales de libertad de prensa. Del otro lado, algunas inter-pretaciones sugieren que en los países en los que hubo ungiro político hacia la izquierda, los opositores a las agendasreformistas de estas nuevas experiencias políticas, huérfanosde otros instrumentos políticos, han refuncionalizado a losconglomerados de medios y a la gran prensa como “gruposde combate en la línea del frente” en una amarga lucha por“los corazones y las mentes” en la que la estrategia dominantees denegar legitimidad y erosionar la autoridad de los nuevosliderazgos políticos regionales (O’Schaughnessy 2007).

Entre los casos que más claramente parecen compartirestos rasgos se encuentran Venezuela, Argentina, Bolivia y

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Ecuador. Todos ellos podrían ser identificados como las ver-siones populistas de la izquierda latinoamericana contempo-ránea (Petcoff 2005, Castañeda 2006).1 No obstante, detrásde esta etiqueta yacen importantes diferencias: el gobiernoboliviano está basado en una fuerte movilización desde abajo,en movimientos sociales y en identidades indigenistas. Chávezy Correa, por contraste, se sustentan en una movilizacióndesde arriba encabezada por outsiders de la política de partidos(uno proviene de las fuerzas armadas, el otro del ámbito aca-démico) cuyo arribo al poder fue la resultante de un colapsode los partidos políticos tradicionales. El gobierno de Kirch-ner también se originó en una crisis de representación de lapolítica, pero su gobierno se sostiene –en tensión con su pre-tensión fundacional de representar una “nueva política”– enla maquina política del partido peronista que sobrevivió alcolapso de 2001. Así como difieren en sus bases organizativasy sociales también divergen significativamente en sus políti-cas, en especial en el ámbito de la economía (Levitzky y Ro-berts 2008). Pese a estas divergencias, aún tendría sentido lla-marlos populistas en la medida que comparten la presenciade fuertes liderazgos personalistas y, sobre todo, un discursopopulista, esto es, un discurso que apela a una noción de “pue-blo” como identidad que se constituye por antagonismo a unbloque de poder dominante (Laclau 1977).

1 En países como Brasil y Uruguay, la llegada de partidos de izquierda algobierno también ha llevado a un aumento de la conflictividad con la prensay los medios. No obstante, y pese a algunas posibles similitudes, el con-flicto no ha alcanzado los niveles de radicalización y polarización de loscasos a aquí discutidos.

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En América Latina, los así llamados neo-populistas comoMenem, Collor o Fujimori, durante el período de auge neo-liberal, u otros contemporáneos como Álvaro Uribe en Co-lombia, se han apoyado profusamente en formas de activis-mo mediático para bregar por apoyo en la opinión pública(Weyland 1999, Gómez Giraldo 2005). Sus posturas pro-mercado no siempre les garantizaron cobertura favorable, porlo que recurrieron a recursos que van desde apelaciones ca-rismáticas hasta formas de presión legal y paralegal a la prensa(Waisbord 2003, Conaghan 2005).

Comparados a estos neo-populismos, los populismos deizquierda aquí considerados presentan rasgos bien diferen-tes. En primer lugar, han desplegado nuevas formas específi-cas de comunicación directa (siendo el Aló Presidente deHugo Chávez el ejemplo inaugural) rechazando, simultánea-mente, convenciones de mediación periodística como las con-ferencias de prensa o las entrevistas.2 Segundo, han adoptan-do una práctica sistemática de interpelar a la sociedad con dis-cursos populistas y de izquierda en los que los medios y laprensa figuran como instrumentos ideológicos de los enemi-gos del pueblo. Los presidentes Chávez y Correa tienen susemisiones semanales de radio y/o televisión (los Kirchner yEvo Morales han adoptado otras prácticas de comunicacióndirecta). Desde estas plataformas califican habitualmente a susadversarios de prensa y medios como “neoliberales”, “golpis-

2 Uribe, con sus Consejos Comunales, se acerca en este aspecto a los casosconsiderados.

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tas”, “poderes fácticos”, etc., situándolos en visiones genera-les de la sociedad (que mezclan elementos de las tradicionesde izquierda y populista) en la que medios y prensa son pre-sentados como agentes (ideológicos) de los poderes sociales yeconómicos dominantes. Tercero, favorecen (con variado éxi-to) políticas que revierten las regulaciones pro-mercado delperíodo neoliberal.

En síntesis puede afirmarse que existen fuertes similitu-des en los casos considerados, de modo tal que éstos confor-man un modelo distinto y particular de activismo en la esferapública mediática. Son tres las dimensiones que le dan formay definen a este modelo. Primero, existe una práctica genera-lizada de going public –esto es, interpelar al público (Kernell1997)– con discursos altamente ideológicos (esto es, que con-tienen marcos interpretativos clasistas o populistas) sobremedios y prensa. En estos discursos, mayormente presentesen intervenciones públicas presidenciales, las institucionesperiodísticas son encuadradas –develadas– como actores liga-dos a intereses de clase o grupos privilegiados. Segundo, es-tos gobiernos despliegan una variedad de formas y dispositi-vos de comunicación directa que exhiben mixturas variablesde apelaciones políticas tradicionales con usos sofisticados ytecnocráticos de recursos mediáticos. Tercero, estos gobier-nos promueven (con variado éxito) regulaciones en el ámbi-to de la comunicación a favor de un rol más activo del estadoy de formas alternativas al mercado, utilizando instrumentostales como financiamiento directo y creación de nuevos me-dios públicos, apoyo a formas cooperativas, nacionalizacio-nes, reformas legislativas o no renovaciones de licencias.

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La consistencia de este fenómeno no parece estar dadapor la mera co-presencia empírica de estas tres dimensiones,sino por el hecho de que el discurso de la primera invoca lasprácticas y regulaciones de la segunda y la tercera dimensio-nes. En otras palabras, sostener públicamente que los mediosy la prensa representan intereses (hegemónicos, capitalistas,corporativos, imperialistas u oligárquicos) opuestos al interéspúblico (el pueblo), justifica movilizar directamente a la opi-nión pública, “puentear” el rol mediador del periodismo, avan-zar y ocupar espacios en la esfera pública, y aspirar a alterar elmercado mediático.

Al margen de las interpretaciones polémico-partisanas, lasingularidad de estas formas de activismo gubernamental delos nuevos populismos de izquierda en América Latina no hasido tratada en forma sistemática. Estos rasgos peculiaresreclaman explicación y abren una serie de interrogantes:¿Hay un origen común? ¿Se trata de una repetición de cir-cunstancias similares o de un contagio y difusión de prác-ticas del modelo venezolano? ¿Qué factores explican laemergencia de dichas formas? Por encima de los rasgos encomún, ¿cómo afectan las variables contextuales (estruc-tura socio-cultural, sistema de medios, cultura de prensa osistema político) a las estrategias, a la performance y losresultados de esta politización del conflicto gobierno-pren-sa? ¿Cuánta importancia debe asignarse a los particularis-mos regionales o a las tendencias globales en el ámbito de lacomunicación política en la explicación de estos casos? ¿Cuálesson las consecuencias de estas formas para la gobernabilidaddemocrática?

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La respuesta a estos interrogantes exigirá un esfuerzo deinvestigación comparada que excede a este trabajo. Más mo-destamente, el propósito de las siguientes páginas consistiráen brindar, en primer lugar, una descripción narrativa quepermita una mejor caracterización de los cuatro casos pro-puestos y, en segundo lugar, la elaboración de algunas hipóte-sis que podrían ayudar a comprender mejor los aspectos co-munes como las variaciones entre los casos.

Caracterización de los casos

Las siguientes descripciones narrativas combinarán unacaracterización más detallada de las tres dimensiones con al-gunas referencias a la dinámica de los casos. Esto último sig-nifica incluir algo del desarrollo cronológico, las etapas de ra-dicalización y apaciguamiento; contemplar contextos parti-culares como elecciones, referéndums o reformas constitu-cionales; y considerar fluctuaciones en popularidad, crisispolíticas y otros eventos políticamente relevantes.

A partir de las protestas de 1989 recordadas como el “Ca-racazo”, los grandes medios venezolanos se erigieron en se-veros críticos de los partidos que habían dominado la políticaelectoral desde el Pacto de Punto Fijo. En un contexto dedescontento generalizado y hablando en nombre del “pue-blo”, los medios contribuyeron a la persistente denuncia dela vieja clase política como corrupta y enarbolaron una fuertedemanda de cambio (Cañizález 2003: 30-32). De este modoalcanzaron cierto protagonismo en el alza de un “clima de

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insatisfacción con el sistema político que condujo a la elec-ción de Hugo Chávez” en 1998 (Mayorbe 2002: 176). Si bienChávez no había sido el candidato de los medios, las expecta-tivas que despertó una vez electo le garantizaron una inicialluna de miel con la prensa. Los primeros signos de confron-tación abierta llegaron a fines de 1999 cuando, luego de unostrágicos aludes en el estado de Vargas, el periodismo lanzócríticas a la acción gubernamental de asistencia a las víctimas.Es en ese momento que el presidente comenzó a identificar alos medios como los enemigos del pueblo en sus interven-ciones públicas. La prensa, de su lado, haciendo abandono desus valores institucionales de imparcialidad, asumió progre-sivamente el rol de la confrontación con el líder populista(Pérez-Liñán 2007: 83). Los medios privados se fueron cons-tituyendo, a su vez, como el foro organizador de todas lasvoces opositoras, las cuales habían quedado despojadas deotros recursos políticos en el nuevo escenario (Tanner Haw-kins 2003: 12-15). De allí en más se detonó una escalada. Elpico fue alcanzado en abril de 2002, luego de que el presiden-te despidiera ante las cámaras de televisión al directorio com-pleto de la petrolera estatal PDVSA, dando inicio a una seriede protestas y paros masivos. Estos manifestantes, incitadospor las cúpulas empresariales y algunos sindicatos, recibieronuna atención privilegiada por parte de los medios privadoscomo parte de una “estrategia comunicacional destinada ademostrar la fuerza del paro” y su masividad (Cañizález 2003:35). El 11 de abril el gobierno buscó doblegar el dominioopositor de la pantalla de televisión por medio de la imposi-ción de “cadenas” oficiales. Por su parte, los medios buscaron

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neutralizar el intento gubernamental sin eludir la obligato-riedad de la transmisión mediante el simple recurso de “par-tir” la pantalla. Ese mismo día, una coalición de sectores em-presarios con oficiales de las Fuerzas Armadas detuvo a Chávezy anunció públicamente que éste había renunciado. En tantola transmisión de los medios públicos fue bloqueada, la in-formación no fue cuestionada por los medios privados. Enforma consecuente, los medios privados silenciaron las de-claraciones de oficiales de las fuerzas armadas leales a Cháveze ignoraron sistemáticamente los disturbios callejeros y lasmanifestaciones masivas en favor del líder depuesto.3 Parteimportante de los acontecimientos que devolvieron a Chávezal palacio de Miraflores pasaron por una disputa entre los apo-yos de Chávez y los putchistas por lo que el público venezo-lano pudiera ver, oír y leer (Reporte de la Misión de la Fede-ración Internacional de Periodistas en Caracas, 2002). Mástarde, entre diciembre de 2002 y enero de 2003, un nuevo“paro cívico” exhibió el inédito grado de polarización entrelos medios y el gobierno. En efecto, durante esta nueva ola deprotestas la televisión suspendió su programación regular y laprensa escrita redujo sus ediciones a la cobertura exclusiva dela acción colectiva opositora. Mientras tanto, el gobierno ra-dicalizó su discurso sobre los medios. A las calificaciones deantipopulares u oligárquicos se agregaron las definiciones de

3 El comportamiento de los medios y el periodismo durante estos episodiosha sido motivo de controversia. Una compilación de documentos y bi-bliografía útil puede encontrarse en Tanner Hawkins 2003.

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“golpistas”, enemigos de la revolución bolivariana e instru-mentos del imperialismo y “terroristas mediáticos”.

Desde comienzos de su presidencia, y de una forma in-usitada, el líder bolivariano descubrió las ventajas de utilizarlos medios electrónicos para amplificar sus apelaciones pú-blicas. A través de su Aló Presidente, Chávez inauguró unaforma de comunicación directa regular con el público. Ensus reputadas performances radiotelevisivas semanales, el pre-sidente toma llamadas telefónicas de los ciudadanos, escuchasus problemas, da consejos, bromea, cuenta historias en unlenguaje llano, canta y ejerce una suerte de pedagogía popu-lar en emisiones que pueden llegar hasta las 4 o 5 horas deduración. “Los destinatarios del mensaje de Chávez, los sec-tores más pobres y marginados, ni leen la prensa escrita y sos-tienen su relación con el líder político […] a través de losafectos, sin duda, en esta dimensión la televisión, principal-mente, y la radio, tienen un papel primordial” (Cañizález 2003:34). Sus apelaciones transmitidas a través de los medios elec-trónicos se han vuelto el principal medio de movilización deunas capas previamente excluidas de la política: “Chávez haproducido una inclusión simbólica de los más pobres y mar-ginados en la escena política del país. El presidente ha hechovisibles a esos excluidos y allí radica buena parte de su poder”(Cañizález 2003: 33). A su vez, Chávez ha ido justificandolos progresivos avances en la esfera pública mediática comouna forma de combatir la “desinformación” y las “mentiras”de los medios privados (Tanner Hawking 2003: 13). Cada vezque lo considera necesario aparece en la televisión pública ydurante los conflictos y escaladas invoca “cadenas” de trans-

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misión obligatoria para los medios privados.4 Estas prácticasse han constituido en un instrumento central de gobierno.Por medio de ellas, el presidente moviliza apoyos, amenaza asus adversarios, da órdenes a sus asistentes, comanda a losmilitares o remueve a miembros del gabinete. Como ha sidoobservado, Chávez ha inventado una forma de llevar adelante elgobierno como una performance mediática (Anderson 2008).Simultáneamente, estos nuevos formatos han estado acompa-ñados de una descalificación explícita del rol de los periodistasen el proceso comunicativo. Pero la explicación de la crecientealienación del periodismo no se limita a esta desestimación. Debecomprenderse en el marco de la profunda alteración de las ruti-nas profesionales del periodismo, dada la progresiva eliminacióndel acceso a fuentes oficiales. De este modo, los periodistas ve-nezolanos comenzaron a verse limitados, de una forma ofen-siva para su ethos profesional, al rol de responder a los dis-cursos públicos que el gobierno ofrece sin mediaciones.5

4 En forma irónica, muchos periodistas y críticos contabilizan las horas de“cadena” utilizadas por el gobierno.

5 Una anécdota de un libro basado en la experiencia de dos periodistasacreditados en el Planalto ilustra el impacto de este estilo comunicativoen el ethos del periodismo. Cubriendo a Lula en una visita oficial a Cara-cas, los cronistas de Folha y el Estadao se quejan de las dificultades que eldiscurso del presidente venezolano provoca en su trabajo de reporteros.La multiplicidad de temas abordados y la longitud del discurso los confundesobre qué deben enfatizar además de disminuir dramáticamente el tiempoque tienen para escribir (Scolese y Nossa 2006: 146). Este ejemplo demues-tra que el conflicto también surge –más allá de cuestiones ideológicas o deldesprecio público hacia la prensa– por la incompatibilidad entre estos forma-tos comunicativos y las rutinas periodísticas específicas.

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Sumado a estas prácticas presidenciales, y como respues-ta a la hostilidad creciente de los medios privados, el gobier-no comenzó a diversificar el uso de los medios públicos pormedio de una programación fuertemente politizada. Esto hasido llevado a cabo principalmente utilizando la infraestruc-tura existente de medios públicos, creando nuevos medios depropiedad estatal, pero también a través del apoyo y financia-miento de una amplia red de medios comunitarios. Por otraparte, el gobierno bolivariano ha tenido también una políticade neutralización o desactivación de medios opositores. Elprimer movimiento en este sentido fue dado con posteriori-dad a una iniciativa opositora de impulsar una revocatoria demandato, después de cuyo fracaso el gobierno negoció con elmagnate de medios Gustavo Cisneros la despolitización de laprogramación de Venevisión, entonces el canal de mayor au-diencia. Más tarde, en base a la acusación de que sus directi-vos fueron participes directos en la conspiración de 2002, elgobierno no renovó la licencia de la emisora Radio CaracasTelevisión (RCTV). Adicionalmente, y si bien no han sidoutilizados en forma sistemática para domesticar a los medios,la reforma constitucional y la reformada ley de medios pre-vén ciertas posibilidades para la regulación de contenidos. Estasmedidas, entre otras, son significadas por sus protagonistasen el marco del experimento boliviariano como partes o eta-pas del proceso revolucionario. Como explicara Andrés Iza-rra, un ex productor periodístico de RCTV que renunciaraluego de los episodios de 2002 para ocupar cargos clave comoministro y en la señal Telesur, a El Nacional de Caracas enuna entrevista del 8 de noviembre de 2007, la expansión de la

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política comunicativa gubernamental responde a los impera-tivos de una guerra gramsciana –una guerra no incompatiblecon el pluralismo, según aclara– por las mentes y los corazo-nes a favor del socialismo y contra la hegemonía capitalistareproducida por los medios privados.

La reciente llegada de Rafael Correa a la presidencia deEcuador exhibe ciertas similitudes con el caso venezolano. Lallegada al poder de este outsider de la política, con formaciónde economista académico en vez de militar, prescindió deapoyatura en una organización político-partidaria preexistente.Su campaña combinó tópicos populistas clásicos, un lenguajebasado en los afectos y las emociones, y el uso de técnicas decomunicación modernas y sofisticadas (Conaghan 2008). In-mediatamente después de las dos campañas electorales con-secutivas que lo condujeron al palacio de Carondelet (vencióal empresario bananero Noboa en una segunda vuelta electo-ral), el gobierno entrante abrió un proceso de reforma quellevó a la elección de una Asamblea Constituyente. El éxitode Correa en construir una mayoría para reformar la cartaconstitucional le permitió comenzar su presidencia sobre unafuerte base de poder a la que en los años anteriores de inesta-bilidad política ningún otro liderazgo había podido aspirar.Su arriesgada jugada de competir por la presidencia sin pre-sentar candidatos legislativos le evitó la necesidad de entraren componendas con los partidos tradicionales. Con esa li-bertad, el discurso de campaña de Correa combinó el recha-zo del neoliberalismo y el desdén por la vieja y desprestigiadaclase política (“la partidocracia”). Esto le permitió definirsecomo el hombre nuevo, libre de vínculos con las élites socia-

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les y políticas, cercano al pueblo, y como alguien dispuesto arevertir una larga era de dominación de intereses minorita-rios. En los inicios de su ascenso político, Correa no contócon otro instrumento que la apelación directa al pueblo a tra-vés de los medios. Sus campañas se destacaron por un usoextenso de spots radiales y televisivos, por innumerables apa-riciones públicas y el uso racionalizado de recursos como In-ternet para llegar a segmentos particulares del electorado.Después de la elección de constituyentes, tuvieron lugar otroreferendum para aprobar el nuevo texto y una nueva elecciónpresidencial bajo la nueva Constitución. Esto condujo a queel gobierno naturalizara un estilo de gobierno en “campañapermanente” (Conaghan 2008). Vinicio Alvarado, un hom-bre proveniente de la publicidad comercial y su principal ase-sor de campaña, pasó a ser el funcionario a cargo de la comu-nicación gubernamental y fue nombrado, significativamente,como Secretario General de la Administración Pública de lapresidencia. Como ha sido observado: “El war room de la elec-ción de 2006 fue recreado en el palacio presidencial” (Cona-ghan y De la Torre 2008: 274).

Desde el comienzo de su presidencia, Correa inauguróun programa semanal de radio transmitido los sábados en todoel país. El gobierno ecuatoriano suele combinar con muchaeficacia este dispositivo comunicativo con un “gabinete iti-nerante”, una práctica que mantiene al gobierno en una suer-te de campaña mediante la cual “llega” a las comunidades lo-cales para escuchar sus problemas y transmitiendo este con-tacto en directo a través de los medios de alcance nacional(Conaghan y De la Torre 2008: 275). Si bien este tipo de emi-

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siones radiales presidenciales tiene antecedentes en el Ecua-dor, los adversarios de Correa se han apurado en ver la simi-litud de estilo con el colega venezolano. Por otra parte, esterecurso, que permite impactar políticamente a nivel local a lavez que se apela a audiencias nacionales, observable en Venezue-la, también puede ser detectado, con variaciones, en las presi-dencias de Lula, Evo Morales, los Kirchner o Uribe, entre otros.

En otro paralelo con Venezuela, Correa ha hecho un usoextensivo de las “cadenas” entre otros recursos de acceso di-recto al público, especialmente durante los momentos cúl-mine de campaña electoral. Durante la campaña por el refe-rendum de aprobación del nuevo texto constitucional, porejemplo, el gobierno impuso –si bien luego de cierta nego-ciación– la transmisión obligatoria de un programa llamado“Conociendo la Constitución”, invocando la aplicación de unaley de medios existente que prevé el uso público para fineseducativos de espacios en la televisión privada. Esta medida dis-paró un debate por parte de periodistas y propietarios de mediosque resistieron el mandato, en tanto cuestionaban el caráctereducativo de unos contenidos que juzgaban partisanos.

A la vez, Correa tiende a evitar las conferencias de prensa yel diálogo con el periodismo. En tal sentido, presenta uno de losejemplos más claros del rasgo común de intentar un by-pass delperiodismo como mediador ante la opinión pública.

A través de estas plataformas y de otras oportunidadesdiscursivas, Correa acostumbra lanzar en público sus fuertescríticas a los medios y a las instituciones de prensa. En unarespuesta al reporte de 2009 de la Sociedad Interamericanade Prensa (SIP), Correa cuestionó la legitimidad de la orga-

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nización denunciando que el único compromiso de esta aso-ciación que reúne a los propietarios de los grandes medios escon “la libertad de hacer negocios”. En su mirada, la prensaecuatoriana no se diferencia de la del resto de la región: “Comoen muchos países de Latinoamérica, lo que existe en una pren-sa corrupta y mediocre que cumple un rol político” (Página12, 27/4/2009: 3). En efecto, desde le inicio de su presidenciaha definido a los grandes medios como “defensores del statusquo”, como “poderes fácticos” que “siempre han estado con-tra los gobiernos progresistas de América Latina” (RSF IA2008). Sin permanecer en definiciones genéricas, Correaapunta explícitamente a las instituciones bancarias como losintereses poderosos acostumbrados a los favores de la clasepolítica del pasado. Esta posición de privilegio se plasma en lapersistencia de la propiedad de las principales cadenas de te-levisión que preserva un poder injustificado en manos delsector financiero: “Ud. habla de regular la tasa de interés o dedisminuir los costos de los servicios bancarios […] y Ud. verácomo enseguida se monta una campaña en su contra.” Esta ca-racterización está presente y es común cuando el presidente ca-lifica de “empleados bancarios” a sus críticos en los medios decomunicación (Conaghan y De la Torre 2008: 278-279).

Estos diagnósticos sobre la “correlación de fuerzas” estánpresentes en los impulsos regulatorios del gobierno. Una delas innovaciones en la nueva Constitución es la prohibición ala propiedad de medios de comunicación por parte de insti-tuciones bancarias. A su vez, durante 2008 el gobierno “in-cautó” y mantuvo bajo control estatal a emisoras de radio ytelevisión ligadas a bancos que habían sido beneficiados por

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salvatajes fraudulentos en administraciones previas. Desde laprensa, los críticos del gobierno han sostenido que estas in-tervenciones esconden el propósito gubernamental de con-trolar más medios con fines propagandísticos.

Sin embargo, no se trata de medidas aisladas. Con los al-tos índices de popularidad de sus primeras etapas, el gobier-no de Correa ha desplegado con éxito múltiples iniciativasdestinadas a alterar el paisaje mediático a través de medidasregulatorias. Conartel, la agencia estatal de telecomunicacio-nes, ha iniciado un proceso sistemático de auditorías y ya haremovido algunas licencias de radio. Una cláusula provisoriade la nueva carta constitucional prevé una revisión de unas1200 licencias de radio y televisión a la vez que el texto per-manente otorga rango constitucional a los medios comunita-rios y estipula la creación de un nuevo Sistema Nacional deComunicaciones.

El aspecto más visible del activismo gubernamental en elEcuador ha sido, en efecto, la creación de un sistema de me-dios públicos. La primera medida fue el lanzamiento de undiario estatal, El Telégrafo, constituido sobre un viejo perió-dico de Guayaquil que había quedado en bancarrota. En unpaís en el que no había existido la televisión pública, en no-viembre de 2007 el gobierno creó Ecuador TV. En agosto de2008 Correa inauguró, a su vez, la Radio Pública de Ecuador,como sucesora de la vieja y casi inutilizada Radio Nacional.En la ceremonia de apertura de esta última, el presidente de-fendió estos medios públicos, respondiendo tácitamente aquienes trazaron paralelos con la situación venezolana: “Es-tos no son medios del gobierno, pertenecen a todos los ecua-

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torianos tal como los tienen muchos otros países latinoame-ricanos y prácticamente todos los países desarrollados [..;] enlas manos de malos gobiernos estos medios públicos puedenser terribles, pero todo puede ser terrible en las manos demalos gobiernos. Bien manejados, los medios públicos sontremendamente positivos para una sociedad porque no tie-nen el profundo dilema entre el bolsillo y el compromiso so-cial de comunicar objetivamente.” (“Correa relanzó hoy laradio estatal prometiendo respetar la libertad de prensa”, ElComercio 27/8/2008)

En Bolivia, a diferencia de los dos casos anteriores, la con-frontación con los medios de comunicación y con la prensaes previa a la llegada al poder del movimiento indigenista y suinstrumento político, el Movimiento al Socialismo (MAS).El discurso inaugural de la presidencia de Evo Morales poneen evidencia como en la etapa de ascenso al poder, el movi-miento de base indigenista ya estaba enfrascado en una amar-ga lucha con los medios: “Gracias, quiero reconocer a algu-nos medios de comunicación, profesionales que permanen-temente nos recomendaban para aprender. Pero también algu-nos periodistas o periodistas mujeres, permanentemente satani-zaron la lucha social; permanentemente nos condenaban conmentiras. Estamos sometidos por algunos periodistas y mediosde comunicación a un terrorismo mediático, como si fuéramosanimales, como si fuéramos salvajes.” (22-01-2006)

En efecto, desde los episodios conocidos como “La Gue-rra del Agua” y “La Guerra del Gas”, la mayor parte de lascadenas televisivas y la gran prensa de La Paz, Cochabamba ySanta Cruz de la Sierra privilegiaron sus intereses corporati-

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vos, sociales y políticos por encima de los estándares perio-dísticos en la cobertura de la movilización popular y las pro-testas que emergieron en 2003. Uno de los aspectos más evi-dentes fue la decisión de las cadenas de poner en pantalla laspelículas más taquilleras de las que disponían durante los epi-sodios de represión policial en el centro de La Paz que deja-ron 63 muertos en las calles. Esta clase de comportamientospuso fuertemente en cuestión la credibilidad de los grandesmedios para una parte importante de la sociedad boliviana.

En oposición a estos sesgos y silencios de los medios pri-vados se situó una importante red de radios comunitarias yun nuevo grupo de publicaciones periódicas (por ejemplo,Pulso y El Juguete Rabioso) que, incluso desde puntos devista liberal-republicanos, criticaron severamente a los me-dios vinculados al establishment (Gómez Vela 2006). Con pos-terioridad, algunos de los periodistas ligados a los mis-mos, como Walter Chávez6, asumirían puestos relevantes enel área de la comunicación gubernamental; otros, en cambio,se convirtieron en críticos de la presidencia de Evo Morales,enfatizando los rasgos autoritarios e iliberales de su estilo degobierno.

Las relaciones del MAS con la prensa no cambiaron designo con el arribo al gobierno. En las primeras etapas, la co-bertura de la prensa se concentró en atacar la política de na-

6 El periodista peruano y ex militante del MRTA Walter Chávez ocupó uncargo clave en el gobierno de Evo Morales. El pedido de extradición desdeel Perú y la presión de la prensa boliviana sobre la cuestión de su pasado,obligaron al gobierno a desplazarlo de su rol oficial.

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cionalización de los hidrocarburos. El principal rival, en di-cha etapa, fue el diario La Razón de La Paz, propiedad delgrupo español Prisa, acusado por el gobierno de operar comolobbista de los intereses españoles en el sector de hidrocarbu-ros y servicios.

Desde los inicios, sin embargo, la polarización entre losmedios y el gobierno está fuertemente vinculada a la polari-zación y relativa superposición de los clivajes étnico, regionaly de clase. Esto se debe a que buena parte de los grandes me-dios bolivianos, especialmente la televisión, están ligados alas élites de la llamada “Media Luna”. Las élites de las tierrasbajas del oriente boliviano perdieron, con la llegada de EvoMorales al poder, su influencia política a nivel del estado cen-tral. Sus tradicionales aliados políticos perdieron capacidadorganizativa y electoral. Esto parece explicar su repliegue ha-cia un autonomismo radicalizado (Eaton 2007). Esta polari-zación ulterior no ayudó a revertir las prácticas mediáticashacia estándares más profesionales. En tal sentido, es llamati-vo que algunas ong’s de defensa del periodismo y organiza-ciones internacionales de prensa se vieran compelidas a criti-car abiertamente las prácticas en los medios privados bolivia-nos. El Comité para la Protección de Periodistas reconoce ensu informe de 2007 que los medios bolivianos se volvieronvulnerables a las críticas gubernamentales que observan unsesgo favorable a los grandes intereses privados en tanto “per-miten desviaciones de las reglas éticas y bajos estándares decalidad”. Incluso la conservadora y antipopulista SociedadInteramericana de Prensa tuvo que admitir en su Reporte dela asamblea General de 2007 que “algunas de las críticas del

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gobierno podrían estar justificadas dado el parcial y, al mismotiempo, irresponsable tratamiento que, especialmente algu-nas estaciones de radio y televisión, dan o dieron a ciertasinformaciones.”

Desde la presidencia, Evo Morales ha mantenido el hábi-to de interpelar al público con un discurso fuertemente críti-co de los medios y la prensa. Es frecuente que Morales, na-rrando ejemplos de los modos de cobertura periodística, lla-me al pueblo a juzgar por sí mismo las “distorsiones” y “des-informaciones” de los medios. Las interpretaciones que ofre-ce el presidente sobre su comportamiento concluyen gene-ralmente en ver reflejado en él los intereses de “la derecha”,“la oligarquía”, “el imperialismo” o “los poderosos”. Pero loque sobresale en el discurso presidencial sobre los medios es ladimensión étnica. La voz de los medios es con frecuencia carac-terizada como la voz de unos racistas resentidos que añoran unadominación ahora relegada al pasado. En un discurso ante la Fe-deración de sindicatos agrarios, por ejemplo, Morales recordó lanecesidad de “combatir a esos medios que todos los días noscombaten, que todos los días nos denigran, que todos los díasnos humillan, que todos los días nos ofenden con mentiras” (14/2/2006). Es frecuente, en tal sentido, que responda a los cues-tionamientos a la compatibilidad de la agenda multiculturaldel gobierno con los valores modernos: “Quiero dejar en cla-ro un tópico muy importante, algunos medios nos satanizan,penalizan nuestra justicia comunitaria; piensan que la penade muerte es justicia comunitaria. Totalmente falso”.

En los inicios del gobierno, Evo Morales insistió en hacerla distinción entre propietarios de medios y periodistas: “El

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sistema capitalista usa a los medios contra el gobierno […] Anivel de los periodistas, ellos me aprecian; son los propieta-rios los que hacen campaña contra mi gobierno” (CPJ 2007).Si bien el gobierno mantiene el apoyo de un importante sin-dicato de trabajadores de prensa, la polarización ha ingresadoen el campo periodístico boliviano. A fines de 2008 se alcan-zó un nuevo pico. Luego de que La Prensa de La Paz publica-ra unos titulares de portada en los que se denunciaba la “luzverde” presidencial en un caso de contrabando, el mandata-rio respondió, durante una conmemoración pública transmi-tida en directo por televisión, exigiendo al corresponsal de LaPrensa, presente en la ocasión, pasar al frente y probar públi-camente la acusación hecha por el diario para el cual trabaja.El reportero en cuestión permaneció en silencio. Luego deeste episodio de humillación pública se elevaron numerosasprotestas por parte de diversas asociaciones de prensa, a lascuales el presidente respondió declarando que no volvería ainvitar a corresponsales de los medios nacionales. Este inci-dente reciente distanció aún más a muchos periodistas, in-cluso a muchos que simpatizaban con el gobierno.7 Moraleshizo explícita esta ruptura con el periodismo cuando declaróque “sólo el 10% de los periodistas tiene dignidad” (SIP 2009).

En cuanto a las prácticas de comunicación directa, si biendesde sectores del gobierno se insinuó varias veces la inten-

7 Una entrevista del autor con corresponsales internacionales en La Pazdurante enero de 2009 revela que, más allá de las simpatías ideológicas,estas ofensas al ethos profesional tienen un efecto significativo en las acti-tudes de los periodistas más jóvenes hacia Evo Morales.

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ción de lanzar emisiones presidenciales regulares en radio ytelevisión, parecen haberse privilegiado unos formatos dife-rentes. La mayor parte de las bases de apoyo del gobierno seencuentran en las áreas rurales del altiplano. La poblacióncampesina de estas vastas áreas rurales está, además, etnolin-güísticamente dividida. Si bien el presidente es de origen Ay-mará, sólo habla español. La ausencia de una audiencia nacio-nal unificada vuelve así inadecuada una estrategia basada enla centralización del mensaje. En cambio, enmarcada en losmovimientos sociales que movilizan los apoyos gubernamen-tales, la política privilegiada ha consistido en apoyar y expan-dir la ya existente red de radios comunitarias. Con financia-miento venezolano, el gobierno ha creado la Red de los Pue-blos Originarios de Bolivia. En contraste con la relativamen-te baja penetración territorial de la televisión, las radios loca-les comunitarias cuentan con un fuerte arraigo en Bolivia.Introducidas por los Jesuitas, los mineros desarrollaron unafuerte tradición en la que se asienta la red.8

Si bien existe una televisión pública, su alcance es limita-do, especialmente en el oriente, donde los grupos autono-mistas destruyen regularmente las antenas de transmisión yotras infraestructuras. En enero de 2009 se lanzó un diarioestatal llamado Cambio, mientras el gobierno anunció la crea-ción de otros dos periódicos.

Durante los ríspidos debates en la Convención Constitu-yente algunos avances en materia de regulación de medios

8 Entrevista del autor con el periodista y editor Hugo Moldis, La Paz 28/1/2009.

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fueron intentados por la mayoría gubernamental. En el textodefinitivo de la nueva Constitución quedaron algunas cláu-sulas sobre “responsabilidad” y “veracidad” como criterios parala regulación del contenido mediático. No obstante, en lasnegociaciones con parte de la oposición parlamentaria parasu aprobación, el gobierno acordó dejar el ejercicio de estosmecanismos en las manos de los códigos de ética y la autorre-gulación de las instituciones mediáticas. Por otra parte, entiempo muy reciente, el gobierno estableció un mandato obli-gatorio por el cual las publicaciones deben dar a los periodis-tas sindicalizados y a los trabajadores de prensa un espaciocotidiano para expresar sus opiniones.

Bolivia constituye un caso en el que el conflicto del actorestudiado es previo a la experiencia de gobierno. En ello, elcaso de Evo Morales y el movimiento que lo llevó al gobier-no se asemeja más a la experiencia de Lula y el PT en Brasil oal caso del Frente Amplio en Uruguay que a las trayectoriasde Correa y Chávez a la presidencia. En el caso venezolano,los medios se concentraron en la crítica de la vieja clase polí-tica de la que Chávez se distinguía nítidamente (Mayorbe2002, Cañizalez 2003). Por su lado, Correa pudo capitalizaren la campaña su autopresentación de hombre nuevo sin queesta fuera contrariada desde el periodismo. La contraimagende populista recalcitrante frente a la que logró definirse esta-ba ocupada por su rival Noboa (Conaghan 2008).

Como en los casos de Venezuela y Ecuador, la llegada deNéstor Kirchner a la presidencia estuvo signada por el colap-so previo del sistema de partidos. En Argentina, el punto cúl-mine de dicha crisis política había sido alcanzado en diciem-

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bre de 2001, luego de una serie de saqueos, disturbios y masi-vas protestas callejeras por parte de las clases medias urbanas.La extrema crisis de la dirigencia política (el lema de las pro-testas rezaba: “que se vayan todos”) culminó en la caída delgobierno de De la Rua al que siguió un período de inestabili-dad institucional que se cerró con la asunción de Kirchner en2003. Sin embargo, a diferencia de Chávez y Correa, el hastaentonces ignoto gobernador de una provincia patagónica arri-bó a la presidencia de la mano de un sector importante delperonismo partidario, cuya capacidad de movilización elec-toral entre sectores de la sociedad de bajos recursos sobrevi-vió a la crisis que pulverizó a los demás partidos. No obstan-te, el kirchnerismo nació anunciando una “renovación de lapolítica” destinada a dejar atrás la “vieja política” de la cual elpropio peronismo formaba parte. Con este discurso, Kirch-ner inició su presidencia apelando a los sectores medios ur-banos no peronistas, los “huérfanos” de representación polí-tico-partidaria dejados por la crisis (Torre 2003) y, como con-secuencia, a los más expuestos a la influencia de los mediosen la presentación de la realidad política.9 La incomodidadinicial de Kirchner con la prensa y su adopción de una estra-

9 Kirchner admitía entonces explícitamente que la crisis de 2001 constituíala experiencia pretérita que dio forma a su estilo de comunicación políti-ca. Durante la campaña para las elecciones intermedias de 2005 llegó adeclarar que los gobiernos que no ejercen una campaña permanente “sevan en helicóptero”, aludiendo a la imagen que simboliza la caída de Dela Rua en la memoria colectiva.

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tegia ofensiva en la esfera pública estuvieron condicionadaspor las dificultades en “llegar” con su mensaje –dada la formaen que éste era filtrado por el periodismo– a un segmentopolíticamente relevante de la opinión pública. Filtrados a tra-vés de las narrativas periodísticas, el gobierno veía sus esfuer-zos de autopresentación como la “nueva política” transfor-mados en una imagen de “más de la misma” vieja política(Kitzberger 2005).

En su discurso público sobre la prensa y los medios, losKirchner comparten el núcleo del encuadre de los populistasde izquierda. El rasgo peculiar que detentan es su presenta-ción de los intereses antipopulares que expresan los mediosinsistiendo en sus vínculos con el “neoliberalismo” y la “dic-tadura”. Tanto Néstor Kirchner como Cristina Fernández deKirchner han enfatizado repetidamente que durante los “no-venta” la política perdió su lugar y fue colonizada por “pode-res fácticos” que dominaron la esfera pública mediática conun “discurso tecnocrático” tendiente a desacreditar toda vi-sión política que escape a los imperativos del mercado. Enesta visión, el periodismo ocupa el rol –consciente o incons-ciente– de agente funcional a estos poderes e intereses. Sesigue de este discurso que dicho espacio debe ser disputado yreocupado. Desde el gobierno se ha forjado así el hábito deprotestar públicamente ante las formas sesgadas en las que laprensa encuadra las noticias, apuntando a la arbitrariedad de losdestaques (“la letra de molde”) de ciertos hechos o palabras.

Si bien en los primeros días de su gobierno ella había in-sinuado que asumiría una actitud menos confrontativa con laprensa que su esposo, Cristina Fernández inauguró su presi-

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dencia criticando públicamente a los medios al identificarloscon la oposición y recordando sus responsabilidades dado elcarácter asimétrico de su poder. Incluso antes del conflictocon el sector agrario en 2008, utilizó con frecuencia los dis-cursos institucionales para ejercitar la crítica acerca de la for-ma en que los medios construyen el “relato” de la realidad,siempre citando algún ejemplo de la prensa del día, de formasimilar a los casos arriba descriptos.

Néstor Kirchner y su esposa carecen de las cualidades te-legénicas de Chávez o Correa. El contacto directo con lasaudiencias a través de programas regulares de radio o televi-sión no parece haber sido una opción. El dispositivo de co-municación directa se ha conformado en base a una serie deprácticas que el periodismo argentino ha calificado como “elatril asesino”. Estas consisten básicamente en aprovecharmediáticamente las frecuentes oportunidades institucionalesque ofrece la presidencia –ceremonias oficiales, inauguracio-nes, visitas oficiales, etc. – para instalar el mensaje en formaunilateral. El dispositivo se completa de la siguiente forma deacuerdo a la descripción crítica que ofrece un diario de Bue-nos Aires: en la mañana algún ministro “baja la línea del go-bierno” en los programas radiales de actualidad, luego el pre-sidente utiliza el atril para reforzar el tópico deseado y, final-mente, “el sistema reactivo del gobierno inmediatamente au-toriza al resto de los dirigentes kirchneristas para hablar, ob-viamente, sosteniendo la línea” (“Los Fernández y el atrilmarcan otra continuidad”, La Nación 14/12/2007). Simultá-neamente, en lo que concierne a la actitud respecto del cuer-po de periodistas, el gobierno ha mostrado ambivalencias si-

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milares a las de sus colegas de Bolivia y Ecuador. Con pocasexcepciones, el gobierno ha rechazado entrevistas y la reali-zación de conferencias de prensa, a la vez que con frecuenciapretendió distinguir entre periodistas y propietarios de me-dios. Pero en términos generales, su comportamiento y suinclinación a colocarlos públicamente como instrumentos desus empleadores, resultan irritantes e hirientes para el orgu-llo profesional de los periodistas.

Así, detrás de las diferencias ideológicas o los interesescorporativos que pueden incidir en el conflicto entre el go-bierno y las organizaciones mediáticas, parece operar una ten-sión –menos observada– que involucra las prácticas del pe-riodismo profesional. Los periodistas pueden llegar a sentirseexistencialmente amenazados cuando los gobiernos hacenjustificaciones públicas de su apetito por la comunicación di-recta y de su inclinación a “puentear” al periodismo. Comoalguna vez declarara el Secretario de Medios de los Kirchner:“El problema es que los periodistas no entienden que el pre-sidente tiene un estilo […]. El presidente se comunica direc-tamente con el pueblo. Es un acto de arrogancia decir, comohacen ciertos periodistas, que el presidente comete un errorporque carece de mediaciones. Eso es lo que le duele a losperiodistas: ya no son necesarios.” (“Los periodistas ya no sonintermediarios necesarios”, La Nación 4/2/2007) Por otra par-te, en contraste con sus predecesores, el gobierno ejerce unfuerte control vertical sobre las fuentes que está en tensióncon las necesidades institucionales del periodismo. Comosostuvo un veterano periodista argentino, los gobiernos ante-riores usaban a las fuentes para dirimir sus disputas facciosas

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y estructurando así un patrón de relaciones periodista-políti-co, “pero llegó el kirchnerismo e impuso modificaciones aestas reglas de juego”. (Julio Blanck, “Cristina Kirchner re-nueva la batalla por la construcción de la realidad”, Clarín 1/12/2007)

En las primeras etapas de su gobierno, la ofensiva estraté-gica parece haber dado buenos resultados políticos. Hacia fi-nes de la presidencia de Kirchner, y especialmente desde elprincipio del mandato de su esposa, la confrontación con laprensa y los medios se ha radicalizado. Sin embargo, en estaradicalización, a diferencia de los casos anteriores, los Kirch-ner parecen haber perdido credibilidad y ascendente en eljuego por la opinión pública.

A diferencia de los casos anteriores, los gobiernos de losKirchner se apoyaron más en una política de cooptación deciertos empresarios de medios privados que en la ampliaciónde medios públicos. Ayuda financiera o asignaciones de pre-supuesto en publicidad fueron pragmáticamente negociadasa cambio de espacio y tratamiento positivo.10 Por el otro lado,

10 Los críticos del gobierno han sostenido sistemáticamente que la actitudhacia la prensa y los medios es autoritaria y la atribuyen a factores como lacultura política “setentista” (Novaro 2007), los hábitos de gobierno traí-dos de la Provincia de Santa Cruz (Curia 2006), o, más en general, a unestilo chavista de comunicación política. A pesar de estos precedentes,importantes aspectos como el descripto disciplinamiento de fuentes (“kee-ping on message”), las llamadas a las redacciones para protestar coberturas yotras, asemejan más a las prácticas del estilo war room que forman parte dela modernización de la comunicación política a nivel global (Kitzberger2009).

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el uso de los medios públicos ha tenido un rol relativamentemarginal en la disputa por la esfera pública. Con la excepciónde un canal educativo de cable que no ha jugado un rol polí-tico, los Kirchner no han tenido una política de creación denuevos medios públicos. Hasta la fase tardía de radicalizacióntampoco han tenido una política de cooptación o alianzas conlos medios comunitarios.

En cuanto al aspecto regulatorio, el caso Argentino hamostrado un timing diferente a los demás. Durante la presi-dencia de Néstor Kirchner, y cuando mantenía sus nivelesmás altos de popularidad, el gobierno sancionó leyes y tomómedidas que favorecieron a los grandes grupos de medios (lasprincipales medidas fueron la “Ley de industrias culturales” yla prórroga a las licencias de televisión abierta) alegando quela organizaciones mediáticas necesitaban asistencia y tiempopara recuperarse de la crisis de 2001. También autorizó fusio-nes en el mercado de la televisión por cable que consolida-rían una posición dominante al poderoso Grupo Clarín.

El cambio se daría en una fase tardía y en un momento defuerte baja en popularidad y pérdida de aliados. Con poste-rioridad al conflicto agrario de 2008, que concluyó con unaderrota de la política gubernamental en el Congreso, y colo-cado en una posición de suma debilidad, el gobierno pasó a laofensiva con la iniciativa de una nueva ley de medios basadaen una propuesta construida a lo largo de los años por am-plios sectores de la sociedad civil y apoyada por sectores pro-gresistas y de la izquierda con cuyo apoyo el gobierno logró lasanción parlamentaria. La nueva ley, promulgada a fines de2009, prevé un fuerte reacomodamiento del escenario me-

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diático en tanto posee, entre otras cosas, cláusulas muy res-trictivas en lo que concierne a la concentración y propiedadde los medios privados, de un lado, y establece una significa-tiva ampliación del rol del Estado y la sociedad civil sin finesde lucro en la comunicación. Si bien la iniciativa ha sido salu-dada por sus aspectos democratizantes por los sectores másprogresistas de la opinión pública, la iniciativa ha sido perci-bida como una venganza personal por el apoyo de los mediosmasivos al “campo” durante el conflicto del año anterior. Conla nueva Ley de Servicios Audiovisuales, la confrontación conlos medios, y en especial con el Grupo Clarín, ha alcanzadoun grado extremo de radicalización en los que ambas parteshan dejado de lado las mediaciones institucionales para en-frentarse al desnudo.

En suma, detrás de las diferentes trayectorias y de las es-pecificidades reseñadas, parece posible constatar la existenciade un núcleo común en torno a los ejes del discurso públicosobre los medios, ciertas prácticas de comunicación directa yla presencia de significativos impulsos regulatorios del espa-cio público mediático. Como paso siguiente se propondrá ela-borar algunas hipótesis que permitan pensar estas novedades.

Algunas hipótesis explicativas

Asumiendo analíticamente el activismo gubernamental(sus variaciones en prácticas y en intensidad de la confronta-ción con los actores de la esfera pública) como la variable de-pendiente, como el fenómeno a ser explicado, se intentará –a

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continuación– la elaboración de algunas hipótesis que invo-can posibles factores explicativos asumidos esquemáticamentecomo variables independientes.

Las diferentes variables que a priori parecen tener impor-tancia a la hora de construir hipótesis explicativas sobre varia-ción, pertenecen a niveles muy heterogéneos como la socie-dad, el ámbito de las ideas y las tradiciones políticas, la estruc-tura de actores del sistema político, las agendas de políticapública de los propios gobiernos o los rasgos del sistema demedios.

****

Las siguientes son algunas de las hipótesis y preguntasque se pueden postular a partir de una serie de variables ex-plicativas para dar cuenta de la variación en el tipo de activis-mo mediático y su performance política. Estos puntos no ex-cluyen que, desde ya, pudieran considerarse otras posibilida-des relevantes.

1. El primer punto está ligado al peso que debe ser atri-buido a la difusión de la experiencia chavista frente al pesorelativo de contextos o tradiciones políticas locales. ¿En quémedida influyó en los otros cuatro casos el ejemplo de comu-nicación política gubernamental ofrecida por Hugo Chávez?Este problema se vincula con estas otras preguntas: ¿Hastaqué punto es la coincidencia de estos activismos el productode desarrollos endógenos paralelos? ¿Qué peso tienen, en cadacaso, tradiciones políticas o contextos locales? Ante la tesis dela difusión aparecen algunos relatos de caso que enfatizan fac-

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tores genéticos locales en la explicación de los activismos. Pa-ralelamente, el proceso de difusión de la experiencia políticavenezolana en este terreno no se limita a una mera imitaciónespontánea. De hecho, el gobierno Bolivariano ha tenido unaactiva política de promoción regional de medios y discursosinformativos alternativos a los actores dominantes en el mer-cado, de las cuales la cadena regional Telesur constituye úni-camente la cara más visible.

2. Parece existir una correlación entre intensidad del fe-nómeno y la medida en que las políticas de estos gobiernosafectan intereses económicos y sociales. La radicalización gu-bernamental en la esfera de los medios parece guardar algunacorrespondencia –como reacción o anticipación– con laspolíticas (especialmente en el campo de la economía política)que pueden afectar intereses organizados poderosos. Estahipótesis, corriente en las interpretaciones del fenómeno, debeser testeada considerando la estructura de propiedad de losmedios en cada uno de los casos y sus vínculos con dichosintereses.

3. Los sistemas de partido y los tipos de liderazgo consti-tuyen otra dimensión explicativa relevante. La situación de lapolítica partidaria resulta relevante en la explicación de dife-rencias entre casos. La ocurrencia de colapsos de los sistemasde partido en momentos previos al ascenso de los gobiernosen cuestión, está ligada a la radicalización o intensificacióndel activismo. Venezuela y Ecuador, por ejemplo, son ejem-plos donde derrumbes previos de la política partidaria tradi-cional no solo condujeron a que outsiders de la política emer-

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gieran como líderes personalistas, sino que a su vez los orien-tó al uso de apelaciones directas a través de los medios comoprincipal recurso de movilización. De este modo, donde lospartidos son débiles en la movilización de apoyos o en loslazos con la sociedad, parecen ganar relevancia los liderazgospersonalistas y centrados en el activismo mediático. Simultá-neamente, donde la política partidaria es débil, los mediostienden a convertirse, supletoriamente, en la arena en la quelas voces opositoras buscan ganar acceso público.

4. Otro aspecto relevante está constituido por la así lla-mada organización de la sociedad civil. Este fenómeno globalestá ligado a nuevas formas de contestación política que desa-fían a la construcción de mayorías electorales como fuenteexclusiva de legitimidad política. Argentina parece sugerir unahipótesis a testear sobre la relación entre la fortaleza de la so-ciedad civil y la performance política de las estrategias activis-tas de los gobiernos considerados, en la medida que, impul-sado originariamente por la fortaleza de su movimiento dederechos humanos, es un caso notable de desarrollo de unasociedad civil en el período postransición. Este desarrollo ofre-ció un repertorio de categorías al cuestionamiento a la políti-ca partidaria que hizo eclosión en diciembre de 2001. Estecuestionamiento a la política, no desaparecido con dicha cri-sis, parece enfatizar y reforzar la tendencia institucional ge-neral del periodismo consistente en disputar representativi-dad a la política ante la opinión pública. En suma, donde laorganización de la sociedad civil constituye un entramado másfuerte y desarrollado, la movilización mediática de estos lide-

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razgos populistas de izquierda parece encontrar mayores re-sistencias.

Por otra parte, dado que en los casos considerados ha sidofrecuente que la movilización opositora se presente a sí mis-ma como representando a la sociedad civil (“movimientoscívicos”, “paros cívicos”), parece relevante contrastar estasautopercepciones.

5. La performance política de las estrategias de activismomediático parece relacionarse también con variables socio-culturales y del sistema de medios. En países como Argenti-na, las estrategias de escalar la politización del conflicto conlos medios parece haber sido menos exitosa en términos depopularidad e imagen pública gubernamental. Estos resulta-dos podrían vincularse a la existencia en estos países de secto-res medios urbanos y secularizados proporcionalmente másnumerosos, de un lado, y a la existencia de instituciones pe-riodísticas y de medios más diferenciadas, profesionalizadas yautónomas las que, a su vez, gozan mayores niveles de credi-bilidad y legitimidad pública, por el otro. El contraejemplodel caso boliviano abonaría esta hipótesis en tanto la debili-dad de los estándares profesionales y é ticos de la práctica pe-riodística, traducidos en coberturas inocultablemente sesga-das a favor de los intereses de los grupos propietarios de me-dios, ha hecho creíbles las denuncias públicas del gobiernocontra estas instituciones.

6. Algunos rasgos del activismo gubernamental puedenligarse también a factores socioculturales y a la penetración yalcance de los medios masivos de comunicación. En el caso

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de Bolivia, por ejemplo, el clivaje etnolingüístico, la alta pro-porción de población rural que habita en zonas de difícil ac-ceso a la infraestructura moderna, y la consecuente escasapenetración de los medios a nivel nacional, determina los ras-gos descentralizados sobre la base de una red de radios co-munitarias que ha asumido la comunicación directa guber-namental.

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MEDIOS, PODER Y DEMOCRACIAEN AMÉRICA LATINA

…de celebrities políticas, poderes mediáticosy democracias de simulación

Omar Rincón y Ana Lucía Magrini

“El poeta dejó de ser la voz de la tribu,aquel que habla por quiénes no hablan.

Se ha vuelto nada más otro entertainer”

José Emilio Pacheco

La democracia es una moda obligatoria pero una débilpráctica cultural en América Latina. Nos hemos inventadouna democracia al gusto y estilo y capricho de nuestros tele-presidentes y tienen éxito. Unos dicen que es el ingreso de lamatriz popular al poder, otros que son presencias autorita-rias, muchos acuerdan que es pura mediapolítica. ¿Cómo es

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esta relación entre medios, poder y democracia en AméricaLatina? He aquí un intento de múltiple respuesta.

“La democracia es un valor aún más alto que el de una mera forma delegitimidad del poder, porque con la democracia no sólo se vota, sino quetambién se come, se educa y se cura” con estas palabras Raúl Alfonsíninauguró su presidencia en 1983, el primer gobierno democráti-co en la Argentina después de la dictadura militar (1976-1983).Con la vuelta a las democracias en el cono sur, la democracia sepercibió como “solución mágica” a todos los problemas. La his-toria ha demostrado que sobre todo es un sistema político quefunciona más como mecanismo de elección (en el que efectiva-mente se vota), pero “ella” no resuelve el problema de comer, nieducar, ni curar de amplios sectores de la población; para eso lofundamental es el modelo de desarrollo. Es más, parte de la po-blación piensa que la democracia sirve poco, porque está llenade corruptos y líderes cínicos y no solucionan sus necesidadesbásicas. Así hemos llegado a la democracia de simulación, unaen la cual todos la usan, nadie responde, nadie se hace cargo;ni quien elige, ni quien gobierna. La ciudadanía dice “la de-mocracia, no gracias”; los presidentes son exitosos en popu-laridad mediática y devienen gobernantes celebrities; y la me-diapolítica triunfa pero perdiendo densidad, legitimidad ly elvalor de la información.

(i) Los gobernantes / políticos celebrities

Los gobernantes son identificados como los responsablesde la efervescencia de la democracia de simulación y del es-

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pectáculo. Son unos “gobernantes” muy exitosos en las en-cuestas de popularidad como nunca antes. Se les llama des-pectivamente “populistas”, por su forma de actuar en los pro-blemas de la gente y en los medios; su estrategia es el uso deuna misma lógica con diversos contenidos “ideológicos” (porejemplo, Chávez y Uribe). Así los gobernante devienen entelepresidentes o líderes que gobiernan como “les da la gana”,que les va muy bien en “el amor público”, entretienen ymotivan a su ciudadanos, producen “democracia de elec-ciones” y se convierten en gobiernos comunicadores y de-mocracias de opinión. Así hemos llegado a el rating como ideo-logía y la simulación como política. Ganan los telepresidentes (ver:http://www.c3fes.net/docs/lostelepresidentes.pdf), pierdenlos periodistas, los ciudadanos… y la democracia; habita-mos una mediática del poder fuerte pero una cultura polí-tica débil.

Estos modos de gobernar y actuar nuestras democra-cias parecen documentar un neopopulismo, en cuanto ex-presan proyectos de corte nacional que le ponen nueva emo-ción a la política y atraviesan con éxito la debilidad de los par-tidos políticos.

Los populismos históricos (mediados del siglo XX) seconfiguraron desde la incorporación de las nuevas identi-dades colectivas (emergencia de las mayorías, clases popu-lares y los trabajadores) bajo la idea de “pueblo”. Los po-pulismos actuales también nacen de la articulación de nue-vas subjetividades (la ciudadanía expresiva, la sociedad ci-vil organizada, ONGs, nuevos movimientos sociales y larecuperación estética y cultural de lo popular), tendientes

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a la construcción de un “pueblo”. La lógica es incluir retóri-camente los deseos y expectativas del abstracto pueblo he-cho de electores y encuestas, para gobernar en nombre de unabstracto, llamado pueblo, al que se convoca vía medios decomunicación.

¿Qué es el populismo? Podemos aventurar que hay dosmodos de comprender el concepto populismo:

CONCEPCIONES ESENCIALISTAS vs CONCEPTO NO ESENCIALISTA

El populismo es un contenido vs En populismo es una forma

Esfera del deber ser vs Esfera del ser

Fenómeno vs No especificidad espacial dellatinoamericano/tercermundista fenómeno

Creemos que el populismo de nuestros telepresidentes, se-ría una versión no esencialista. Retomando las consideracio-nes de Ernesto Laclau (2005) este se encuentra caracterizadopor ser (i) una forma más que un contenido, una lógica, untipo de discurso y de articulación hegemónica; (ii) para sucomprensión, el contenido del fenómeno no puede definir-se apriorísticamente sin tener en cuenta el contexto; (iii) luegopara comprender este fenómeno político no deberíamos ha-cer uso a priori de contenidos normativos o axiológicos entérminos de “bueno o malo”.

Así, queremos analizar los modos del populismo actual comofenómeno flexible y constantemente disputado por diversos ac-tores y gobernantes. Volvamos entonces al tema de los medios

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Países

Argentina

Brasil

Escenario Político

Néstor Kirchner y lacontinuación del gobiernopor su esposa CristinaFernández: neopopulismode centro izquierda.Los Kirchner produjeronuna configuración hegemó-nica a partir del discurso delos derechos humanos.Elemento que paradójica-mente se convirtió en unaherramienta de censura agran parte de la prensa nooficialista. Así, los ataques alas opiniones adversas algobierno son asociados a uncomponente ético y axiológi-co difícilmente rebatible“usted es un aliado encubierto dela represión”.

Lula da Silva: neopopulismocon elementos retóricos deizquierda.Sin embargo, su políticaeconómica se mantiene en lapráctica cercana al neolibera-lismo y al eje del mercadointernacional. A pesar de estealineamiento con la sociedadde mercado, los medios dereferencia han mantenido unaposición crítica y adversa a sugobierno.

Evo Morales: neopopulis-mo de izquierda.Reformulación del discurso

Características de laComunicación

ü Estrategia de comunica-ción: “el atril de asesino”, desdela que se procura eliminar laintermediación de losperiodistas.ü No responden a losperiodistas y no danconferencias de prensa.ü Comunican durante losactos de gobierno.ü Producción y empaqueta-miento de la informacióncontrolada previamente porel gobierno para luego serdistribuida a los medios.ü Lógica de premios ycastigos.(Fuente: O’ Donnell, María;2008: 45).

ü Liderazgo carismático.ü Discurso construido desdela retórica: “nunca en lahistoria de este país”.ü Mensaje de inclusiónsocial.ü Estilo basado en laimprovisación, “poetapopular”. (Fuente: Gois,Chico; 2008: 26).

ü Replanteamiento de lapolítica desde las mayoríasexcluidas.

EscenarioComunicati-vo-Mediático

Tensióngobierno-

medios.

Tensiónmedios-gobierno.

de comunicación como clave para comprender el éxito de losgobernantes latinoamericanos del siglo XXI.

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Bolivia

Uruguay

Chile

Colombia

político, económico ycultural desde una ópticade reinvención indígena ycomo un ajuste de cuentashistórico. Los medios dereferencia no le han dadotregua y se han convertidoen la oposición.

Tabaré Vásquez: neopo-pulismo de izquierda.Por realizar críticas a losmedios de referencia ycon el apoyo de leyes afavor de los medioscomunitarios y sociales, elgobierno ha mantenidouna relación conflictivacon los empresarios demedios.

Michelle Bachelet:izquierda de centro.Con un discurso másciudadano que deizquierda, ha mantenidolas líneas económicas delibertad de mercado. Sinembargo, los medios dereferencia han sidoferoces con su gobierno apartir de su conservadu-rismo moral.

Álvaro Uribe: neopopu-lismo de derecha.Sugobierno se caracterizapor el control de lainformación y la utiliza-ción de los medios decomunicación masivacomo estrategia políticapara unificar la agenda.Los medios están con elpresidente o son denomi-nados terroristas.

ü Reivindicación de loindígena: discurso deidentidad y pocas palabras.ü Discurso antiimperialista.ü Privilegio de lovivencial.(Fuente: Benavente,Claudia; 2008: 65-66).

ü Estilo personalista yafectivo.ü Estrategia comunicativa:gestualidad más queoralidad.ü Poca presencia ydesconfianza hacia losmedios.ü Discurso unificante:“dignidad de los uruguayos”.(Fuente: Giaimo Marian-gela; 2008: 54).

ü Liderazgo femenino.ü Gobierna con “estilociudadano”.ü Conflicto con losmedios tradicionales.ü Mensaje social.ü Poca respuesta aperiodistas.ü Búsqueda de una“imagen de sobriedad yautenticidad”.(Fuente: Skoknic,Francisca; 2008: 36-37).

ü Estilo paternalista decorte autoritario.ü Retórica popular queremite a lógica delmelodrama, religiosa yrural.ü Alta presencia mediáti-ca. Utilización de mediosmasivos, principalmenteTV, y medios locales,dentro de los que cobrarelevancia la radio.

Los mediosdominan.

Los mediosdominan perono totalmente.

Tensiónmedios-

gobierno afavor de los

medios.

Tensiónmedios-

gobierno afavor delgobierno.

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Tensiónmedios-

gobierno afavor delgobierno.

Estatismomediático

ü No admite preguntas, esdueño de su imagen ypalabras.ü La prensa se convierte en“actor” de la oposición.ü El enemigo es el terroris-mo y las FARC.(Fuente: De Vengoechea,Alejandra; 2008: 143).

ü Discurso de la “revoluciónciudadana” y crítica a lapolítica partidaria tradicio-nal.ü Lenguaje coloquial.ü Fuertes críticas a losmedios de comunicación y ala prensa, éstos junto con laselites tradicionales son los“ejes del mal”.ü Sin embargo, se observauna alta utilización demedios a través del conceptode gobierno-campañapermanente.ü Discurso nacionalista ypatriótico.ü La estrategia política es laconfrontación constante.(Fuente: Valdivieso,Jeanneth; 2008: 75-83).

ü Liderazgo carismático,estilo popular y caudillista.ü Retoma el proyectobolivariano.ü Discurso social y deinclusión de los excluidosradicales.ü Discurso melodramático.ü Enemigo imperialista.ü Chávez es el medio y elmensaje y la verdad.(Fuente: Muñoz, Boris;2008: 98-99).

Rafael Correa: neopopu-lismo de izquierda.Los medios junto a losbancos y la viejo políticaes parte de lo que hay quecambiar. Así los medios ysus periodistas deben sercambiados a las buenas o alas malas en nombre de larevolución ciudadana.

Hugo Chávez: Neopopu-lismo de izquierda contendencia nacionalista.Los medios son losenemigos, son parte de laoposición y hay quecombatirlos con leyes,investigaciones fiscales ycreación de un sistema demedios públicos.

Ecuador

Venezuela

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Asistimos a una relación en tensión entre medios de co-municación y gobernantes; presenciamos diversos modos-ló-gicas del populismo. Lo cierto es que para los gobernantes laprensa escrita importa, y mucho, porque en ella se juega la tomade decisiones de empresarios y políticos; la televisión interesa encuanto construye la visibilidad cotidiana del poder; la radio co-necta con las oralidades de la mayoría y se hace pueblo.

El paisaje de los gobiernos de Latinoamérica marca ten-siones en las relaciones medios – gobiernos: Los medios domi-nan la esfera del poder e intentan controlar la gobernabilidad. Casos:Bolivia + Uruguay + México + Honduras. Tensión entre me-dios y gobiernos. Casos: Argentina + Brasil + Chile + Ecuador+ Colombia + El Salvador. Los gobiernos dominan. Caso: Ve-nezuela y Nicaragua.

Aunque son diversas las relaciones entre medios de co-municación-gobiernos en América Latina, hay ciertos elemen-tos comunes significativos:

• La presencia de neopopulismos como lógica de cons-titución de la política; se usa una misma lógica perocon diversos contenidos “ideológicos”, una mismaestrategia de articulación discursiva (de sentidos, derepresentaciones, de identidades) para diferentes cons-trucciones sobre la democracia y los medios.

• La estrategia neopopulista crea simbólicamente “alpueblo” como soberano y garante ideológico y cultu-ral del buen gobierno y de la democracia.

• Se apela a lo nacional como ámbito de prioritario dereferencia y se la representa como una patria melo-dramática.

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• Los presidentes buscan una comunicación directa conel pueblo, así se elude el cuestionamiento de los pe-riodistas de los medios de referencia y se gana cerca-nía emocional a través de la comunicación “cara a cara”.

• La mayoría de los presidentes transmiten un mensajesocial como sinónimo de inclusión política; este se tra-duce en asistencialismo y se transmite por televisión.

• Utilización de un lenguaje común y coloquial que elevaal pueblo en ideólogo y referente de habla del gobierno.

• Negación de la legitimidad del conflicto: sólo existenenemigos del proyecto de refundación patriótica delpresidente-pueblo; las críticas son de los enemigos dela patria.

• La información pública se empaqueta y ofrece ya di-señada a los medios. Así se “usa” a los medios masivoscomo cajas de resonancia de las versiones oficiales.Existe, entonces, control absoluto de lo que se difun-de, ya sea por ausencia (no responder) o por presencia(estar en todos los medios).

• Se gobierna desde el eje del melodrama, pues se go-bierna amorosamente y dentro del exceso moral y es-tético de lo popular.

• Los medios de comunicación son elevados a actorespolíticos en la lucha por el control del espacio públicoy ganar hegemonía para el proyecto político.

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(ii) Mediática del poder / política de simulación

Y estas maneras de gobernar “en el nombre del pueblo”con emoción y seducción de éxito, ponen en revisión lo quesabíamos y practicábamos de democracia mediática.

La función y uso de los medios de comunicación masivaen la elección de los gobiernos, no puede pensarse por fuerade la temporalidad propia de la política en democracia. Tradi-cionalmente esta se dividía en tres instancias: periodo pre-electoral, campañas electorales propiamente dichas y periodopost-electoral. La campaña era el momento culminante parala comunicación. Pero ahora asistimos a la campaña permanen-te, lo cual implica una elevada utilización de la herramientamediática en instancias previas a las elecciones, durante lascampañas (aquí naturalmente con mayor fuerza) y cuandofinalmente se accede al gobierno (donde se gobierna en mo-delo de campaña). Los medios masivos son considerados unelemento indispensable para los tres momentos.

Los medios y las estrategias de comunicación aparecenen la escena política como el espacio predilecto para la com-petencia electoral y la gobernabilidad de modo que los tradi-cionales espacios de discusión pública, partidos y congresos na-cionales pierden importancia y paralelamente se hacen menosvisibles. Como muchos académicos, el analista mexicano Enri-que Sánchez Ruíz (2005: 81) explica que, “con la irrupción de lamercadotécnica política y la espectacularización de la comunica-ción política se reducen las campañas a imágenes y slogans, perono al intercambio racional de argumentos”.

Los medios masivos representan un elemento central parala lucha electoral pero no explican por sí mismos su éxito o su

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fracaso. Lo que si explican es que sus “modos de narrar” quetiene como referentes la espectacularización y el entreteni-miento se han convertido en modo de relato/comprensiónde la política. La política devino entonces en espectáculo quese caracteriza por:

• Los políticos como héroes mediáticos o celebrities que soncontados en los informativos como tales: quienes gozanbesando niños, estando con la gente, vistiendo l a política.

• Los políticos como héroes melodramáticos o galanesde telenovela. La relación política responde a un rela-to de telenovela: hombre puro salva a pueblo equivo-cado vía el amor.

• La política se convierte en una construcción desde laslógicas mediáticas del entretenimiento y el simulacro.El desplazamiento de la política como debate racionalde ideas y programas por la política como simulacióny entretenimiento.

• Metamorfosis de la ideología partidaria a la ideología cí-nica; lo ideológico usado como elemento cosmético parala acción política; más estilo, más actuación; “el decir”como reemplazo del “hacer”. En términos de Slavoj Zi-zek (1992: 61) “ellos saben que en su actividad, siguenuna ilusión, pero aún así, lo hacen”.

Como se puede ver, una cosa es hablar del elevado uso delos medios en política y otra muy diferente es referirse a cómodichos medios son utilizados. No es la cantidad es el mododel relato. La cuestión son las transformaciones en los modosde hacer política y sus prácticas comunicativas; lo que se ha

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producido a través de la preeminencia del modelo de la tec-nicidad mediática o del marketing político es un desplaza-miento o migración a nuevos regímenes de visibilidad me-diática (Bonilla, Jorge Iván, 2002).

ESTRATEGIAS DE CAMPAÑA 2006 Y USOS DE MEDIOSEN AMÉRICA LATINA

(rincón, omar, 2008: 149-171).

Si tomamos como ejemplo las campañas presidenciales 2006que dieron origen al complejo cóctel de neopopulismos lati-noamericanos y sus modos de gobernar y estar en el poder,podremos apreciar la incidencia de la comunicación instrumen-talizada desde el marketing, el melodrama y las lógicas estéti-cas y morales de lo popular. Caracterizada por (ver http://www.c3fes.net/docs/rompioelamor.pdf):1. Campañas pasionales y meodramáticas.2. Presencia de discursos de “seguridad ciudadana” e ideolo-

gías del miedo.3. Quién tiene mayores puntos en las encuestas no debate.4. Quién tiene una posición marginal apuesta a la campaña

negativa.5. Simulacro de democracia directa desde el uso de herra-

mientas tecnológicas (internet, medios locales, eventos)6. Voto por el candidato y menos por el partido, voto emo-

cional, voto castigo.7. Toda campaña tiene también un cimiento en el “trabajo de

base” (seguidores casi religiosos), combinado con el ritualreligioso (la fe), y la emocionalidad de la telenovela (iden-tificación).

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Tanto para hacer campañas políticas como para gobernarcon éxito, la comunicación mediática es necesaria como es-trategia de conexión social y seducción pública; es un com-ponente fundamental para la pragmática de la democracia, yaque representa uno de los más dinámicos y visibles espaciosde disputa de los marcos interpretativos de la política, el po-der y la democracia.

Pero como vimos, en la política y en la mediática delpoder algo está pasando; los medios de comunicación dereferencia (la prensa de mayor tirada) ya no tienen tantaimportancia e impacto en las decisiones electorales y en ladiscusión pública (ver: http://www.c3fes.net/docs/rompioelamor.pdf); la televisión informa desde la lógicasde la velocidad, el fragmento y entretenimiento a las ma-yorías; la política está encontrando en los nuevos medios(online, las comunidades web, el celular, los medios loca-les y ciudadanos, los blogs, youtube, el video…) otrosmodos de gozar y participar en la vida pública.

Estas tensiones evidencian luchas más profundas del “ha-cer política” en nuestros tiempos:

(i) Los medios y los gobiernos luchan por ser el pueblodirectamente, por ser la representación oficial de lagente y ser garantes de la participación ciudadana.

(ii) Los tomadores de decisión se ubican en tres escena-rios: seducciones locales para ganar el favor público;alta discrecionalidad y adaptabilidad en políticos y pe-riodistas; incidencia permanente de modelos transna-cionales de negocios, medios y política.

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(iii) El modelo de desarrollo económico mediático se juegaentre concentración del poder de informar y opinar;estatización de la propiedad; y modelos mafiosos deacción.

(iv) La simultaneidad complementaria de grandes mediosque construyen una esfera de poder en la toma de de-cisiones; pequeños medios que construyen modoscercanos de visibilidad; y medios online y celular paraotros modos de participación ciudadana y de esferapública.

En nuestros días, los medios masivos (prensa, televisión,radio) exhiben más las agendas de los empresarios y de lospolíticos. Esta “selección de agendas” que hacen los mediosno es ingenua, sino que responde a las lógicas de la estructurahegemónica imperante (poder político y poder empresarial)y a los intereses de negocio y político del grupo mediático. Elresultado político es que el campo mediático expresa agendashegemónicas, exhibe algunas agendas marginales e ignoraagendas sociales y ciudadanas. En conclusión, la mediática delpoder es articuladora de agendas, de sentidos en disputa, deidentidades, de recursos de poder, de visibilidades, de agen-tes sociales y políticos, de proyectos políticos que buscan he-gemonía, y el control del espacio público.

Pero con el advenimiento de los nuevos medios y los po-líticos celebrities, el asunto de la opinión pública se ha comple-jizado y fragmentado. Habitamos la multiplicación de las es-feras públicas. En términos macro, tenemos que hablar depor lo menos seis agendas establecidas y con modos de fun-

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cionamiento propio: agendas ciudadanas, agendas mediáti-cas, agendas de los movimientos sociales, agendas de los polí-ticos, agendas de los empresarios y agendas de las mafias. Ycada una de estas agendas se expresa en infinitas esferitas pú-blicas: lo étnico como perspectiva de múltiples identidades; elmedio ambiente y los derechos humanos como luchas sociales;lo juvenil y los niños como sujetos prioritarios; la perspectiva degénero como otros modos de significar; los rituales de lo popu-lar como lugar de decisión; la religión como juego de fe; la tele-novela como lugar donde nos discutimos desde los sentidos po-pulares; los deportes como esfera transnacional localizada… ycada una de estas prácticas y producciones de sentido produceesferitas publicas que a su vez se multiplican vía mediática encomunidades en internet, conexión celular, expresión en me-dios locales. En este contexto pensar en una esfera pública únicay central es casi imposible; habitamos los tiempos del estallidode las esferas públicas. Ingresamos a otra escena política, una delas comunidades/media múltiples.

Aunque el paisaje descrito anteriormente narra la reali-dad desde los vínculos-asociaciones entre medios de comu-nicación y política; se debe evitar el reduccionismo mediático, yaque si bien los medios son recursos de poder importantes encuanto al acceso, mantenimiento, espacio y articulación deluchas en democracia no son garantía del éxito político.

Los medios de comunicación son necesarios pero no su-ficientes para hacer la política; son animadores y actores de lapolítica y la democracia; son una estrategia privilegiada en lalucha por la hegemonía de un proyecto político… pero noson el único actor/escenario/estrategia decisor en las eleccio-

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nes ni en la gobernabilidad. Como actores políticos en oposi-ción claramente pueden transformarse en un enemigo peli-groso para los gobiernos y como actores amigos en una formi-dable estrategia de conformidad política, pero no tienen el poderde decidir; es más, cada vez más devienen en un actor débil fren-te a la fuerza de los empresarios, el movimiento ciudadano y losmodos de contacto directo. El valor de los medios de comunica-ción está en ser protagonista de la esfera del poder, ese de la lu-cha por el control del espacio público y la hegemonía de los pro-yectos políticos.

El reto político para la comunicación mediática es, am-pliar los marcos y criterios de interpretación y práctica de lademocracia en lo político, lo social y lo personal. La preguntaes qué democracia y qué sociedad tenemos y queremos, paradesde ahí decidir el sistema de medios posible. Y de eso esque hablan las leyes de medios que se gestionan y apruebanen todo América Latina.

(iii) Mediapolítica / poder sí, pero débil

Como lo contamos arriba, los fenómenos neopopulistasen América Latina acceden y se mantienen en el poder conestrategias que tienen como centro una instrumentalizaciónde los medios y sus pantallas con el objeto de producir untipo de comunicación “directa” con los ciudadanos; un usoinstrumental de los medios a través de un estricto control dequé se comunica, quién lo hace y cómo se realiza. “El ratingcomo ideología” explica la investigadora de tendencias Caro-

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lina Forero (2009). Así llegamos a que los espacios de forma-ción de la opinión pública ya no son los partidos políticos,son las pantallas mediáticas y las encuestas de favorabilidad.

Desde la emergencia de la democracia en América Lati-na, los medios de comunicación han cumplido una funciónpreponderante como recursos para la promoción o desaproba-ción de políticos, gobiernos y políticas. Pero cada vez se mani-fiesta con más fuerza una suerte de utilitarismo mutuo entremedios y gobiernos, o de lucha por la hegemonía del espaciopúblico. Veamos históricamente algunas características de lastransformaciones en los tres modelos de la “democracia mediá-tica” (relaciones entre medios de comunicación y democracia).

MODELOS DE LA DEMOCRACIA MEDIÁTICAEN AMÉRICA LATINA

Contextosoco-político

Modelo de “la PlazaPública”

Contexto temporal:mediados de siglo XX.Rol activo del Estadoque interviene en laeconomía y media entrelas disputas entre elcapital y el trabajo.(Modelo corporativista).Políticas de satisfacciónde demandas plurisecto-riales y distributivas delingreso.Principales actores:partidos políticos,sindicatos, organizacio-nes empresariales porsector de la producción.

Modelo Mediático:“Democracia de

Audiencias”

Contexto temporal: finesde siglo XX.Crisis del Estado debienestar: procesos dereforma del Estado,achicamiento del gastopúblico, descentraliza-ción, privatización,desregulación y flexibili-zación laboral.Pérdida de poder de“viejos actores” (Estado,partidos políticos, esferasinstitucionales como loscongresos nacionales).La televisión y losmedios aparecen como

Modelo de“Comunicación

Directa”

Contexto tempo-ral: fines de sigloXXI.Superposiciónentre el modelo dela plaza pública y elmodelo mediáticocon el debilita-miento de losactores e institu-ciones mediadorascomo los partidosy los programas degobierno.Emergencia deneopopulismos deizquierda y de

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Opiniónpública

Hegemoníamediática

Si bien la figura del líderes relevante, los partidospolíticos juegan un rolpreponderante en lahegemonización de ladifusión de la informacióny como espacios dediscusión pública.Emergencia de populismoshistóricos. Ejemplo: Perónen Argentina y Vargas enBrasil.

El principal vehículo deexpresión de la opiniónpública es el voto.

Hegemonía de la prensa, laradio y la de plaza pública.Ciudadanías de partido yde contenido ideológico.

el escenario privilegiadode la política.

La principal herramientade expresión de laopinión pública son losmedios masivos, sobretodo la tele y las encues-tas de opinión.Los medios son unespacio más de produc-ción discursiva, aunqueprincipalmente decirculación de discursospúblicos, en los que sedirime la hegemonía delos proyectos políticos.En los medios es donde sedirime la hegemonía delos proyectos políticos. Poreso medios y gobierno sedisputan el control delespacio público denigran-do el uno contra el otro,explica el profesor de laFLACSO en Ecuador,Felipe Burbano (conferen-cia Universidad Andina,Quito, mayo, 2009).

Hegemonía de la TV y laprensa.Ciudadaníascomo audiencias apáticas.

derecha. Ejemplo:Neopopulismos deizquierda: Chávez enVenezuela, EvoMorales en Bolivia,Correa en Ecuador.Neopopulismos decentro: Lula en Brasil,Kirchner en Argenti-na. Neopopulismos dederecha: Uribe enColombia.

Los medios decomunicación seconvierten en actorespolíticos quedefiende su interésde negocio, homoge-nizan la información yluchan por lahegemonía de suproyecto político.Hegemonía de lasencuestas de opinión.Los “grandes mediosimportan menos” entérminos electorales,dejan de ser escenariospara convertirse enanimadores y actoresdel debate electoral ygubernamental.Diversificación ymultiplicación de lasesferas públicas encomunidades digitales.

Hegemonía deinternet comomultimedios(articulación dellenguaje de la TV, laprensa, la radio, el

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Relaciones depoder entre

medios ygobiernos

Los medios son unrecurso de poder, encuanto permiten ladifusión masiva de lasideologías partidarias.En política prevaleceun tipo de comunica-ción interpersonal,“modelo de la plazapública”.Los espacios comuni-cativos y de discusiónpública por excelenciason los partidospolíticos, estos tienenel control de la infor-mación.

Los medios no solo sonun recurso de poder,sino que se conviertenen una herramientaindispensable enpolítica.La capacidad de accesoal gobierno se mide porla cantidad de dinero ylas estrategias decomunicación estable-cidas durante lascampañas electorales.Los gobiernos comien-zan a implementar laidea de “campañapermanente”, queestaría fuertementeasociada a los niveles de“estabilidad democráti-ca”.Predomina un tipo decomunicación mediati-zada por los mediosmasivos que son “losescenarios fundamenta-les” de la política.

celular, el video, lafotografía, etc.).Ciudadaníasinteractivas y en red.

Los medios masivosson relevantes perono decisivos, existenotras alternativas dedifusión como eluso de Internet y lacomunicacióncercana.Se pretende un tipode comunicación“directa” con losciudadanos, aunqueno necesariamentese trata de unrecurso participati-vo. Muchas vecesesta es una estrategiapara diluir instanciasinstitucionales.Los espacioscomunicativos y dediscusión públicapor excelenciasiguen siendo losmedios, aunquetambién lasmanifestacionesmasivas. Estas, adiferencia de lasproducidas durantelos 40’ y 50’, no sonespontaneas yrequieren un arduotrabajo logístico.Los políticos,establecen un usoracional de losgrandes y los

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En síntesis, los medios de comunicación en los tres modelosde la democracia mediática se configuran como recursos de po-der en, al menos, cinco aspectos: medios como recurso de podereconómico; como recurso y actor político relevante; como po-der simbólico (productores de agenda pública que luchan por lahegemonía del proyecto político y control del espacio público);como articuladores de poder, de demandas y de poderes; comorecurso melodramático, una relación mediática, amorosa y ex-cedida en actos simbólicos de amor político.

Las relaciones democracia-comunicación mediática se en-cuentran atravesadas por prácticas como que los políticos y go-bernantes tienen mayor noción que los ciudadanos del poder delos medios; que los medios saben de su impacto en los políticospor eso juegan en el campo de la toma de decisiones; que losgobernantes buscan presionar a los medios para hacer que suagenda los beneficie a través de la publicidad, la asignación defrecuencias, el privilegiar a ciertos medios y periodistas, el no darentrevistas, entre otros; que los espacios de formación de la opi-nión pública ya no son los partidos políticos sino las pantallasmediáticas, las encuestas de favorabilidad e imagen y el uso delas estadísticas.

Así, los fenómenos neopopulistas en América Latina acce-den y se mantienen en el poder con estrategias que tienen comocentro una instrumentalización de los medios y sus pantallas conel objeto de producir un tipo de comunicación “directa” con losciudadanos. Una apreciación observable: la democracia latinoa-mericana es, entonces, legítima si la abordamos desde la lógicade las elecciones, pero no lo es tanto en cuanto valor socialmentecompartido.

La complejidad política de la acción mediática se encuentraen que los medios cada vez más dejan de ser lo que deberían ser

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(escenario de debate y articuladores de poderes) y se conviertenen actores interesados en la lucha por la hegemonía de ciertosproyectos políticos. Por eso, la actualidad mediática muestra unaíntima relación entre medios de comunicación, gobierno y em-presariado en los países más liberales y una alianza ideológicaentre gobierno y medios en los países de centro-izquierda. Elmapa de la comunicación mediática en América Latina que mar-ca las prácticas simbólicas de nuestras democracias podría seralgo como lo que sigue…

MAPA DE RELACIONES ENTRE DEMOCRACIA Y MEDIOS DECOMUNICACIÓN EN AMÉRICA LATINA

DimensionesEconómicas

DimensionesPolíticas

Propiedad:ü Grandes medios y nuevos modelos de negocio.ü Pequeños medios cuyo valor está en los tejidos comunicativos.ü Medios digitales sin modelo de negocio pero con seducción

ciudadana y comunidades red.

Poder:ü Medios de comunicación que ejercen control sobre el poder del

Estado.ü Estados que controlan el poder de los medios de comunicación.ü Medios de comunicación y Estado del mismo lado del proyecto

político.

Usos mediáticos:ü Alto nivel de sensibilidad y tensiones en la relación gobiernos y

medios.ü Nuevos populismos que usan los medios a través de la cooptación

y/o la denuncia.

Agendas públicas:ü La agenda empresarial, la más importante porque decide en las

sociedades capitalistas.ü La agenda de los políticos y gobernantes, marca la discusión

pública.ü La agenda mediática, interés de negocio y por tanto en el

espectáculo.ü La agenda social, poco mediática, más de lobby político, e internet

y acción global.ü La agenda ciudadana, instrumentalizada a favor de intereses

políticos segmentados.

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Sentidos:ü Transformaciones en los marcos y criterios de interpretación de

la realidad, hacia las lógicas de la identidad y la diversidadcultural.

ü Desplazamientos en los rituales del consumo hacia lo individual.ü Cambios en las rutinas y utilización del tiempo; aumento del

ocio pasivo.ü Transformaciones en los modos de participación y expresión,

hacia prácticas más tecnológicas.

DimensionesCulturales

La emergencia y transformación del periodismo escritoen América Latina muestra que su nacimiento fue de la manode dos procesos: el proyecto ilustrado y la legitimación de lospoderes coloniales (Rey, Germán, 2006). Desde sus inicios laprensa escrita ha cumplido una relevante función en cuantoespacio político de puesta en circulación de sentidos, sobre-todo sentidos del poder; algunas veces con claras finalidadesde sostenimiento de status quo y otras en apoyo de los proce-sos revolucionario-independentistas. Pero ahora ya el interésno es político sino de negocio: Los medios son empresas, porlo que sus objetivos se orientan más hacia la maximización debeneficios, en detrimento de su antigua “función militante”; sumilitancia actual es la libre empresa, la sociedad de mercado.

Algunos ejemplos ilustrativos en la región son el caso deTelevisa en México, Globo en Brasil, Grupo Cisneros en Ve-nezuela, el Grupo Clarín en Argentina y Grupos El Tiempo yRCN en Colombia. Estos grupos multimedia han igualadolibertad de empresa con libertad de información. Y por tanto, sehan convertido en actores políticos fundamentales en la produc-ción de la estabilidad institucional y de la gobernabilidad.

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Las relaciones entre los grandes grupos mediáticos y losgobiernos en ciertos países de la región han sido “de amoreterno”, tanto que se llegó a hablar de la “ley Clarín” en Ar-gentina y la “ley Televisa” en México. Pero son amores peli-grosos. Mientras Televisa al comienzo del gobierno de FelipeCalderón perdió un poco de poder con una reforma consti-tucional que impedía en el futuro invertir en publicidad tele-visiva en tiempos de campaña, cuando se preveía otra ley quelimitaba su poder y diseñaba un nuevo sistema de medios,Televisa chantajeó al PAN (partido gobernante) con borrarlode la visibilidad pública, tanto que “digitalmente” desapare-ció a su vocero. Resultado: Televisa derrotó y mantiene todossus privilegios. Los grupos Globo y Folha en Brasil se enfren-taron con el presidente Lula pero poco después se dieron cuen-ta que no era productiva esta pelea. En Colombia, Uribe in-sulta a los medios cuando no le hacen caso; sin embargo, buenaparte de los medios siempre están a su servicio. En Venezue-la, Ecuador, Bolivia y Uruguay los presidentes se encuentranen controversia permanente con los poderes mediáticos. EnChile, Perú y muchos países centroamericanos los medios tie-nen el poder y dominan el escenario político. En Argentina sepasó del amor total con Clarín al conflicto total; el gobierno Kir-chner que le renovó su licencia de Canal 13 por 10 años y gratis,ahora cambió de rumbo, con la ley que aprobó en el Congresoen el 2009 y que creó un nuevo sistema mediático.

Paralelamente a la presencia de los grandes medios a escalalatinoamericana y global se levanta un proceso menos visible ypoco tematizado, el surgimiento de pequeños medios y redes decomunicación ciudadana. Si los grandes medios buscan cómo

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hacer más eficiente su modelo de negocio y su poder sobre lagobernabilidad y las decisiones políticas, los pequeños mediosintentan insertarse en la coyuntura política con una propuestaorientada a la construcción de tejidos comunicativos y poder ciu-dadano. Se trata en realidad de una serie de oposiciones entre lalógica de lo grande vs lo pequeño, lo económico corporativovs lo comunitario, el poder central vs los micropoderes, lasestéticas masivas vs las estéticas localizadas.

La propuesta de los medios comunitarios parte de unaconcepción que se inscribe en procesos, espacios y prácticasdonde los ciudadanos pueden poner en circulación sus pro-pios relatos, sus estéticas, éticas y practicar la democracia,desde lo participativo y lo plural. Según la estudiosa de me-dios ciudadanos, Clemencia Rodríguez (2008), algunas pre-misas de dicho modelo son: el diálogo y la confianza, expe-riencias de participación, tecnologías en perspectiva local,política de los saberes subyugados.

Para comprender los modos de democracia de los me-dios ciudadanos, una de las tantas experiencias de medios co-munitarios latinoamericanos, es Radio Andaquí. Una emiso-ra comunitaria que comienza su trayectoria en 1995 en elmunicipio de Belén de los Andaquíes, territorio ubicado en-tre el piedemonte andino y la Amazonía colombiana, consi-derada zona de conflicto armado y cultivo de coca. Esta emi-sora funciona como respuesta al miedo y para restaurar la ale-gría. Su valor es que actúa cercana a las necesidades, expecta-tivas y deseos de los ciudadanos, mientras que los mediosmasivos actúan desde el eje de la información, desconectadosde los ciudadanos.

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La otra gran revolución está en que todos podríamos con-vertirnos en ciudadanos que producen información y quecrean sus propios medios. Posibilidad real porque estamosmás conscientes de nuestros derechos políticos y estamosaprovechando las posibilidades comunicativas de la eferves-cencia tecnológica digital.

Es posible observar algunos cambios en el paisaje mediá-tico latinoamericano a partir de la comunicación en red: losgrupos multimediales buscan incluir al ciudadano a través deblogs; aparición de más y mejores medios regionales y loca-les; más medios gratuitos; preeminencia creciente de los me-dios on line, internet y celular.

Este paisaje mediático nos demuestra que estamos a lavez frente a:

(i) un nuevo contexto tecnológico que implica trans-formaciones en los modelos de negocio y de comu-nicación de los medios masivos de comunicación;

(ii) un nuevo ciudadano que se cansó de ser espectadory quiere producir sus propios mensajes;

(iii) un profundo cambio de los modos y criterios delinformar.

Estas son expresiones de un reordenamiento más ampliosde la cultura, la comunicación y la sociedad, dentro de losque encontramos desplazamientos en el consumo, cambiosen las rutinas y utilización del tiempo; transformación en losmodos de participación y de expresión; aparición de nuevasestéticas, sensibilidades y narrativas.

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Volvamos a la pregunta inicial: ¿Será que los medios decomunicación y la televisión, en especial, son los que nos hanllevado a esta democracia de simulación-espectáculo-faran-dulera; a esta política cínica? He aquí una variedad de res-puestas:

• Los medios de comunicación tienen poder… pero notanto para ser los culpables de los políticos y demo-cracias que tenemos.

• La crisis es de toda la política… del legislativo… departidos… de ideas… de justicia… de medioambien-te… de inclusión social… equidad social… y de losmedios masivos y el periodismo. Tanto que ahora losmedios de comunicación y sus modos de informar sonparte de lo que hay que cambiar y da rating a los polí-ticos y telepresidentes.

• La comunicación mediática sigue siendo una cuestiónestratégica para la pragmática de la democracia ya queen ella se juegan la “toma de decisiones del poder”.

• La democracia y la política está tanto en la vieja políti-ca (ciudadanías de partido e ideología; de clientela yplaza pública); como en los viejos medios (ciudada-nías contemplativas y entretenidas; prensa, radio ytevé); como en los nuevos medios (ciudadanías inte-ractivas y de red; internet y celular).

Por ahora, la democracia se juega en dos campos de lapolítica, desconectados el uno del otro: esfera del poder (go-bierno + empresarios + medios de comunicación) y esfera

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de lo social y ciudadano (movimientos sociales + ciudadaníadigital e interactiva). Y por ahora, todavía la toma de decisio-nes del poder se hace entre políticos, empresarios y mediosde comunicación.

Las complejas dimensiones que intervienen en las rela-ciones entre democracia y comunicación mediática obligan apensar en una reinvención de los medios y la democracia para ganarmás densidad y diversidad de actores y escenarios de luchapor la significación social de la política y diversificar los mo-dos de producir criterio para comprender el mundo de lapolítica.

(iv) Democracia / democracia de simulación

En este marco de problemáticas entre gobiernos y me-dios de comunicación… ¿qué democracia tenemos? Y he aquídos constataciones dolorosas: (i) La democracia se ha conver-tido en un adjetivo que sirve para “legitimar” cualquier retó-rica, y no se practica como un ethos o modo de vida. (ii) Lademocracia ha devenido en patriótica y unidimensional cuan-do debería ser la celebración de la política, el disenso y el plu-ralismo.

La democracia tiene dos grandes concepciones: las cen-tradas en la democracia como un sistema de elección de gobier-nos, y la democracia como un ethos o conjunto de valores y creen-cias que son aceptados por todos.

Norberto Bobbio, uno de los teóricos más citados en po-lítica, escribe que una democracia entendida como sistema sería

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una definición mínima de democracia, la cual refiere a “unconjunto de reglas (primarias o fundamentales) que estable-cen quién está autorizado para tomar decisiones colectivas ybajo qué procedimientos” (Bobbio, 1984:24).

La principal regla democrática será entonces la legitima-ción del poder a través de la elección; pero las elecciones seconsiderarán democráticas solo si cumplen una serie de con-diciones: algún tipo de representación; las decisiones son toma-das por la regla de la mayoría; el contexto de la elección, asícomo el de la toma de decisiones, debe estar caracterizadopor el respeto a las libertades civiles y políticas.

Y así se supone que las decisiones son tomadas en delibe-ración por representantes elegidos por la ciudadanía. Las de-mocracias latinoamericanas se han constituido a partir de untipo particular de representación, una en la que los diri-gentes representan intereses generales y gozan de mayores dis-crecionalidades. Esto ha generado múltiples frustraciones enlos ciudadanos y en la sociedad civil, lo que llevó a exigirparticipación ciudadana y mecanismos que generen res-ponsabilidad política y social en los representantes. Y ahíaparecen nuestros presidentes actuales que pretenden su-perar el modelo de la representación a través de una de-mocracia más participativa, más directa, más de encuesta yopinión.

Si se asume la democracia como un ethos, un modo de con-vivir y autogobernarse, se supera el ámbito procedimental (elec-ciones, representantes, participación) para dar cuenta de unaserie de principios y valores tales como: respeto a los derechoshumanos; el ejercicio y la primacía de la tolerancia para la co-

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existencia de los diversos actores sociales; la no violencia, el di-senso argumentando y el respeto por el otro; el no fomento delodio al otro; un profundo ejercicio de la prudencia social parapoder producir las transformaciones sociales.

Esta distinción entre definiciones mininas y valorativasde democracia está en el centro de la discusión cuando habla-mos de comunicación mediática y democracia en AméricaLatina. Así, para advertir si estamos frente a una democracia“real o ficcional” deberemos responder al menos dos pregun-tas: ¿Se cumplen las reglas o condiciones de una elección de-mocrática propiamente dicha? ¿Se respetan los valores, prin-cipios e institucionalidad democrática?

Por ahora, a la democracia le va bien como sistema elec-toral pero mal como ethos y valor social. El malentendido so-bre la idea de democracia que se tiene en América Latina estáen que ciudadanos y políticos le han colgado resolver expec-tativas económicas, de desarrollo y justicia eficiente. El asun-to de la mala imagen de la democracia parece ser que se lasobrevendió como la fórmula mágica para nuestros proble-mas. Y no respondió porque la democracia es un sistema po-lítico pero no un modelo económico, ni una fórmula de de-sarrollo, ni un modo de eficiencia de la justicia; es más unmodo de convivir, incluir y dialogar. La democracia no fun-cionó muy bien como sistema “robin hood” que quitaba a losricos para dar a los pobres. La constatación básica es que lademocracia devino en un adjetivo, perdiendo su valor de ethos,de un modo de vida. Así los ciudadanos volvimos a buscar loque sí ha calado en nuestro cuerpo social: los sistemas tradi-cionales de poder basados en la fe religiosa, la autoridad feu-

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dal y las prácticas de solidaridad primaria de familia y compa-drazgo; a lo que llama la estudiosa argentina Alicia Entel (2009)“la pasión restauradora”.

La democracia es un relato que debería ser comunica-do, como dice el filósofo de la Universidad de los Andes,Carlos B. Gutiérrez, como “el cultivo del disenso”, que antetodo es siempre tener presente que el otro puede tener ra-zón. “Si se priva uno de eso, se pierde de la mejor parte de la vida”y de la democracia. Y de esto los telepresidentes saben poco.

(v) Para una reinvención de la relación entre mediosde comunicación y democracia

Los medios de comunicación son importantes en cuantoson poder. Poder para articular agendas, poder para defenderproyectos políticos, poder para ampliar las voces ciudadanas,poder en la producción de la esfera pública. La mediáticadel poder sigue existiendo en cuanto se interviene en latoma de decisiones. Pero hemos visto que su poder demo-crático se ha debilitado y ha incrementado su lógica deentretenimiento y melodrama y su interés de negocio. Poreso es que los gobernantes se han convertido en actorescelebrities de las pantallas; y los medios de comunicaciónhan debilitado su función de escenario central de la argu-mentación pública y la visibilidad política. Siguiendo elmapa de relaciones expuesto, podemos concluir que losmedios de comunicación:

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• Pasaron de ser escenarios de lo público a actores quedefienden un modelo liberal de mercado y una esferapública de homogénea.

• A mayor uso instrumentalizado de los medios (en cam-pañas electorales y como herramientas de sostenimien-to de los gobiernos) menor es la contribución de losmedios de comunicación a las lógicas de la democra-cia y mayor su aporte a la hegemonía de los proyectospolíticos que defienden.

• A mayor concentración de la propiedad de los mediosmenor visibilización, circulación y articulación de lasdiversas voces y agendas públicas; por lo tanto, menores la contribución de los medios de comunicación alas lógicas de la democracia y a diversificar los modosde pensar la realidad.

• Ante la desconexión de los medios de comunicaciónfrente a las necesidades y expectativas ciudadanas,mayor ampliación y diversificación de los pequeñosmedios comunitarios y de las comunidades digitalespara visibilizar y dinamizar sus agendas, sus procesosparticipativos, sus propias voces y estéticas.

En este contexto es necesaria la reinvención de los me-dios de comunicación para asumir mejor su apuesta por lademocracia. ¿Cómo? Pensando y produciendo los medios másen la lógicas de la calidad y gobernabilidad democrática. Qui-zás un comienzo esté en delinear posibles criterios. He aquíun intento.

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Criterios mediáticos para una GOBERNABILIDADy CALIDAD democrática

Asumir que la democracia es un sistema político (no unmodelo económico o militar o religioso); una experiencia depoder público que reconoce la diversidad de opiniones y desujetos sociales. Por lo tanto, hay que garantizar la diversidadde posturas ideológicas, pertenencia étnica, creencias religio-sas y diferencia de género.

El compromiso mediático es con la gobernabilidad de-mocrática. Los modos de informar y entretener deben serescenario público de articulación de los diversos poderes queincluyen y producen la democracia; por lo tanto, deben adop-tar perspectivas plurales más allá de su proyecto de hegemoníapolítica.

Hacer de la libertad de información un acto de poderciudadano y público. Los medios de comunicación debenser responsables al ejercer su derecho de informar con criterio,calidad narrativa, diversidad de fuentes, contextos de sentido ymarcos de interpretación. La calidad periodística es la mejorforma de aportar a la democracia.

Incentivar el derecho a la comunicación. El derecho a lalibertad de información que defienden los medios de comuni-cación tiene como contraparte el derecho a la comunicaciónde los ciudadanos. Los medios de comunicación deben com-prender que el derecho a comunicar es de todos los ciudada-nos y que por lo tanto la existencia de medios comunitarios y

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digitales son signos de mejor democracia. Deberían, también,informar y entretener con participación de las propias comu-nidades u organizaciones de la sociedad civil; priorizar la pre-sencia de relatos testimoniales y de “voces oblicuas”, (Bonilla,Jorge Iván, 2006).

Transparencia en los recursos de los medios. Transparen-cia acerca de los proyectos políticos y del modo de funciona-miento del negocio y autorregulación sobre los modos de rela-ción que se tiene con las empresas, los gobiernos y los políti-cos. Los medios de comunicación deben acordar mecanismosde transparencia sobre los modos de informar y las fuentes definanciamiento. Los medios de comunicación deben ser ejem-plo de lo que exigen a los poderes públicos y ciudadanos. In-ternamente los medios deberían estar regulados por leyes anti-monopolio, códigos de auto-regulación informativa, mecanis-mos públicos de rendición de cuentas.

Lo cierto es que para profundizar la democracia y ganaren justicia social y libertades públicas, los medios de comuni-cación y los periodistas deberían “aprovechar” su poder paraimaginar alternativas posibles desde una racionalidad demo-crática y plural que se construya a partir un principio de pro-moción de la inclusión y desde el respeto por las diferencias.

El asunto es que los medios de comunicación son un po-der necesario y útil para la democracia si encuentran su nue-vo rol frente al poder de seducción, agenda y control de los

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gobernantes y políticos (cada vez son más profesionales ensus modos mediáticos) y al poder ciudadano que se expre-sa en los medios locales, las comunidades en red y la sub-jetividad celular (que cada vez más producen mejores men-sajes que los medios).

Los medios de comunicación serán necesarios y demo-cráticos y tendrán significación para la sociedad y la vidapública si generan posibilidades de encuentro/confronta-ción/diálogo entre diversidad de fuentes, actores y marcosinterpretativos; si vuelven a lo básico: ser escenarios don-de se compite simbólicamente por ganar sentido sobre lavida pública.

Si la mediática del poder no se reinventa, si no se cons-truyen esferas públicas más diversas, habremos llegado a lademocracia de simulación, esa que le es útil a todos los para-poderes pero no a la la sociedad inclusiva, la justicia socialy de los derechos humanos. La democracia de simulaciónsirve a todas las ideologías, a las empresas, a las clientelaspolíticas, a los corruptos, a las mafias... pero poco sirve quea los ciudadanos. La democracia de simulación es el idealimaginado de los medios como negocio/espectáculo y delos gobiernos autoritarios como democracia de elección ylegitimación del yo-presidente.

La mediática del poder ha tematizado la política, la so-ciedad y la cultura, y en ciertas ocasiones también ha adop-tado posturas críticas respecto de su propio funcionamien-to. Sin embargo, los medios masivos no han podido resol-ver aún cómo comprometerse como institución o espaciocomunicativo desde adentro con la democracia en nuestra

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región; el politólogo ecuatoriano Felipe Burbano de Lara1

cree que los medios de comunicación han sido “incapaces paracaptar, comprender y expresar los deseos de cambio de la sociedad”, decomprender y expresar esas otras democracias; esa incapaci-dad se da en que los modos de contar mediáticos no incluyenesos otros lenguajes, historias y puntos de vista que habitan lademocracia.

Hay que imaginar nuevas formas de ser medios y de serdemocracia, pero los medios y los periodistas no pueden se-guir negando que habitan una crisis de sentido político en susmodos de informar, al estar desconectados con la sociedad yno encontrar su lugar en nuevo ecosistema de medios.

La responsabilidad de los medios llega solo hasta instanciasen las que éstos logran definirse respecto a un tema, pero no hanllegado a formular alguna propuesta que demande una transfor-mación narrativa, estética y política interna, o una suerte de “re-forma de sí mismos”, o que establezca criterios para “aportar” ala democracia. Su principal criterio de aporte a la democracia essu “modo de entender” la libertad de información que buscadiluir su acción interesada en los juegos de poder.

Si nos imaginamos un nuevo modo de ser medios de co-municación para profundizar la democracia y sobrevivir a lostelepresidentes se nos ocurren algunos supuestos:

(i) Adoptar los nuevos contextos tecnológicos (todossomos productores de comunicación) y políticos (el

1 Planteamiento escuchado en conferencia sobre mediopolítica en AméricaLatina, Universidad Andina, Quito, Mayo 21, 2009.

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respeto por los derechos y expresiones del yo-ciuda-dano).

(ii) Transformar los modos y criterios del informar; pe-riodistas y medios de comunicación deben apostarpor la democracia informando con calidad en el con-texto, las fuentes, los marcos interpretativos y lanarración social.

(iii) Pensar la gobernabilidad mediática más allá del pro-yecto de hegemonía política que promueve los po-líticos, empresarios y gobierno.

(iv) Comprender que el derecho a la libertad de infor-mación debe promover el derecho a la comunica-ción de los ciudadanos.

(v) Las fuentes de financiación privada y pública tienenuna responsabilidad con la diversidad de medios.

(vi) Comunicar e informar con transparencia y con có-digos éticos de autorregulación.

Paradoja final: Los medios son muy buenos pronuncián-dose y adoptando “perspectivas democráticas” hacia afuera –ejemplo de ello es el discurso de la responsabilidad social yexigencia pública de trasparencia de los gobiernos– pero hanfallado en el proceso de reinventarse a sí mismos en pro de lademocracia. La reinvención de los medios es necesaria paraasumir mejor su apuesta por la democracia. Quizás un co-mienzo esté en delinear posibles caminos hacia lo que hemosdenominado “criterios mediáticos hacia la gobernabilidad ycalidad democrática”.

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CENSURA JUDICIAL DE LA PRENSAEN EL BRASIL

AUTORREGULACIÓN Y MADUREZDEMOCRÁTICA1

Carlos Eduardo Lins da Silva2

Sumario

A pesar de estar usufructuando el mayor período de li-bertad de expresión y democracia política en su historia, lasociedad brasileña aún se encuentra con muchas situaciones

1 Traducido de la versión en portugués por Mauricio Temerlin.2 Agradezco a la profesora Sylvia Moretzsohn, del Departamento de Co-

municación de la Universidad Federal Fluminense, por las criticas y su-gestiones realizadas a la version preliminar, varias de las cuales fueronincorporadas en el texto.

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de censura previa e intimidación a periodistas y medios decomunicación social, casi todas derivadas de sentencias enprimera instancia. Para lograr la disminución de estas situa-ciones, son necesarias fórmulas de autorregulación del pro-pio periodismo, el que necesita luchar con sus propios y noescasos abusos y errores, con una madurez democrática co-lectiva que delimitará, en la práctica, la acción, tanto de jue-ces como de periodistas.

Introducción

Quien visita las nuevas instalaciones del Newseum, elMuseo de la Noticia, inauguradas en abril de 2008 en Was-hington, encuentra en el tercer piso un gran mapamundi enel que los países son clasificados conforme al grado de liber-tad de prensa del que disfrutan sus sociedades, de acuerdo ala clasificación hecha por la organización no gubernamentalFreedom House, fundada en 1941 y respetada internacional-mente por su seriedad.

Muchos brasileños que pasan por allí se sorprenden –yalgunos se rebelan– contra el hecho de que el mapa de Brasilestá pintado de amarillo, color que corresponde a “parcial-mente libre”. De hecho, posiblemente, la mayoría de los bra-sileños tienen la impresión de que en éste país la prensa gozade una libertad prácticamente irrestricta.

No se trata de que todos deban tomar como verdad in-discutible todo lo que está expuesto y relatado por el New-seum, porque ello no siempre obedece a patrones de indiscu-

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tible rigor científico o ideológico, así como tampoco debe sernecesariamente tomado como expresión de un juicio mesu-rado. Son muchos los ejemplos de falta de contextualizaciónhistórica y política en la visita al museo, como por ejemplo, elestar, uno al lado del otro, en el Monumento a los Periodis-tas, y como si fuesen comparables en su condición de símbo-los del martirio en pos de la libertad de expresión en Brasil,los nombres de Vladimir Herzog y de Alexandre VonBaumgarten3, por no hablar de un despropósito como un “jue-go de la ética”, en el que complejas cuestiones morales sonreducidas a situaciones en las que el visitante debe decidirqué cosa es éticamente correcta o incorrecta en base a unamúltiple elección de respuestas.

Colocar a Brasil en la categoría de país con prensa par-cialmente libre en ese espacio visitado diariamente por dece-nas de miles de personas provenientes de diferentes partes delos EUA y del mundo, ayuda a difundir una determinadaimagen del país y de su periodismo, que –aún sin coincidircon la experiencia de muchos brasileños, tal vez la mayoría–tiene su razón de ser, como se pretende mostrar a continua-

3 Vladimir Herzog fue un respetado periodista y profesor de la Universidadde São Paulo que fue apresado y muerto en 1975 durante la dictaduramilitar, cuando era director de prensa de la TV Cultura, emisora públicadel Estado de São Paulo; Alexandre Von Baumgarten fue un oscuro pe-riodista vinculado a los organismos de seguridad de la dictadura militar,con la que colaboraba, y que fue secuestrado y muerto en 1982, ya a fina-les de la dictadura, en circunstancias aún no esclarecidas, muy probable-mente en una operación de “quema de archivo” por parte de personal delos mismos organismos de seguridad.

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ción, y por lo tanto, exige precauciones en pro del fortaleci-miento de las instituciones democráticas brasileñas.

Desde la finalización del régimen militar en 1985 –eincluso en sus últimos años, cuando se intensificó el procesode apertura política, a partir de 1979– el periodismo brasileñoviene actuando de manera independiente, a veces agudamentecrítico de los gobiernos en todos sus niveles, así como de ins-tituciones, personas o empresas.

Durante el proceso de impugnación del presidente Fer-nando Collor de Mello a comienzos de la década de 1990, supoder pudo ser correctamente comprobado: los medios decomunicación se convirtieron en uno de los instrumentos másimportantes usados por la sociedad para llevar al Congreso adeponer al presidente.

, Hay veces en que no son pocas ni carentes de importan-cia o reserva las voces que se alzan en contra de lo que ellasconsideran excesos de la prensa, así como también hay situa-ciones en las que, efectivamente, se cometen abusos injustifica-bles. Por eso, no es de sorprender que muchos echen de menosel concepto de libertad parcial de prensa atribuido al país.

La clasificación está basada en diversos criterios, que vande asesinatos de periodistas como represalia por su trabajo(desde 2008, felizmente, Brasil no tiene casos de este tipo, sibien hay uno bajo sospecha : el del realizador cinematográficoWalter Lessa de Oliveira, muerto de un tiro en Maceió, y quehabía participado en reportajes acerca del tráfico de drogas en laciudad) a otros incidentes de violencia contra personas o mediosde comunicación y al tipo de comunicación vigente en el país alos efectos de regular las relaciones entre medios y sociedad.

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Uno de los motivos principales, si no el principal, de esabaja ̈ calificación¨ otorgada a Brasil en el Newseum es que,según la Freedom House, la libertad de prensa en el país “con-tinua siendo imposibilitada debido a las acciones civiles y cri-minales por difamación, que crecieron de a miles en los últi-mos años, siendo frecuentemente usadas por los políticos,autoridades y empresarios como instrumentos de intimida-ción contra periodistas y medios de comunicación.” Pocospaíses en el continente americano, tal vez Chile, padecen deeste tipo de problema que tanto aflige a Brasil.

Las justificaciones de la Freedom House continúan:“Jueces de cortes de rango inferior interpretan a menudo ar-tículos de los códigos civil y penal contra la prensa en casosde daños morales”, imponiendo multas desproporcionada-mente altas contra la prensa. Aunque muchos casos sean vuel-tos a considerar por recursos a instancias superiores, muchosepisodios de censura impuestos por la Justicia, limitan el de-recho del público a la información, y promueven la autocen-sura entre los periodistas.”4

¿Vacío jurídico?

A diferencia de todas las situaciones anteriores en la his-toria de la libertad de prensa en Brasil, la principal amenaza ala misma, a principios del siglo XXI, no proviene del Poder

4 Ver http://www.freedomhouse.org/template.cfm?page=251&year=2008.

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Ejecutivo, que fue quien la limitó en distintas ocasiones delpasado, sino del Poder Judicial.

Esa tendencia puede haber aumentado –paradójicamen-te– con la decisión del Supremo Tribunal Federal adoptadapor siete votos contra cuatro en abril de 2009, según la cual laLey de Prensa, (Ley 5250/ 67), impuesta durante el régimenmilitar y una de las más restrictivas del mundo, era incompa-tible con el orden constitucional vigente, posterior a la pro-mulgación de la Constitución de 1988, y por lo tanto deberíadejar de regir, cosa que ocurrió inmediatamente.

Distintos juristas sostienen que con ésta decisión se ge-neró un “vacío jurídico”, no solamente en relación a los pro-cesos que estaban en marcha basados en la legislación de 1967,sino que también en relación a cómo obrarán los jueces en elfuturo. Como dice, por ejemplo, Walter Ceneviva: “El temor sebasa en dos puntos: El primero, en la posibilidad de crear, sin laley, un universo de decisiones diferentes, de acuerdo al criteriode las convicciones de cada juez en los distritos judiciales nacio-nales, sin parámetros específicos. El segundo está ligado a lafalta de limitación y cuantificación de la gravedad de las ofen-sas, los justos criterios indemnizatorios, prescripción y deca-dencia del derecho y el derecho de respuesta, entre otros.”5

Sin el fundamento proporcionado por un instrumentoespecífico para el periodismo, los jueces deberán decidir deacuerdo a la interpretación de las leyes comunes, como el

5 Ceneviva, Walter, “Nova comunicação pós STF”, en Folha de S. Paulo, 21de noviembre de 2009.

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Código Penal, que tipifica crímenes contra la honra (calum-nia, injuria y difamación), que también figuraban en la Leyde Prensa, pero con tipificaciones y penas específicas, o seaque entre 1967 y 2009, cuando la ley de Prensa estuvo envigor, la calumnia, la injuria y la difamación practicadas enmedios de comunicación eran delitos distintos de la calum-nia, la injuria y la difamación cometidos sin la utilización demedios de comunicación, y merecían distintos castigos.

Esos crímenes ya estaban tipificados antes de la Ley 5250/67, en el mismo Código Penal, en su versión de 1940. La leyde Medios colocó bajo su manto los casos de delito contra lahonra cometidos por medios de comunicación. El fin de lavigencia de la Ley, aparentemente y en la opinión de la mayo-ría de los especialistas, remite nuevamente al Código Penal eljuicio de sospecha de esos crímenes cuando fueren cometi-dos por la prensa. Más allá de esto, la Ley de Medios tambiéntrataba acerca de otros aspectos de la actividad periodística,entre otros, el derecho de respuesta, que ahora quedan sinamparo legal propio.

Pero el tema aún necesita una comprensión legal defini-tiva, que puede ser dada por una “interpretación vinculante”(cuando el Supremo Tribunal Federal explicita que una deci-sión suya sobre un caso individual vale para todos los casossimilares que llegaren a esa solución), o por la aprobación deuna nueva ley específica para los medios de comunicación, osimplemente, como muchos creen, por la simple madura-ción colectiva de la sociedad, la prensa y los tribunales.

El primer caso de supuesto abuso periodístico juzgadodespués del fín de la vigencia de la Ley de Medios ocurrió en

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mayo de 2009 cuando el Superior Tribunal de Justicia (el se-gundo en orden de importancia del sistema jerárquico judi-cial brasileño, inmediatamente debajo del Supremo TribunalFederal) entendió que los órganos de comunicación sólo debenser castigados por falsos reportajes si hubieren pruebas de que sufalsedad ya era conocida, previamente a su publicación.

El Tercer Grupo del STJ se basó en el Código Civil, en laConstitución y en el Código de ética de los Periodistas parajuzgar el tema y revirtió dos decisiones que habían condena-do a la Red Globo por difamación y calumnia.6

Folha de S. Paulo. “STJ julga o primeiro caso após a revo-gação da Lei de Imprensa” (30 de maio de 2009)

A merced de los jueces y de los medios.

En tanto el problema no sea resuelto como un todo demanera integral, cosa que puede demorar mucho tiempo, aúnen el caso que las iniciativas para elaborar una nueva ley pros-peren (al menos ésto es lo que la experiencia acumulada enBrasil permite prever, dada la lentitud con que las leyes sonelaboradas y tramitadas por parte del Legislativo, hasta su en-trada en vigor), la prensa nacional continuará a merced de losintereses y humores de jueces que no siempre hacen prevale-cer el interés por la fidelidad a los principios expresados porel artículo 220 de la Constitución, el que sostiene que: “La

6 Folha de S.Paulo, “STJ julga o primeiro caso após a revogação da Lei deImprensa” (30 de maio de 2009).

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manifestación del pensamiento, la creación, la expresión y lainformación bajo cualquier forma, proceso o medio no sufri-rá ninguna restricción”.

Queda claro que no todas las decisiones de la Justicia,ni siquiera las de primera instancia, amenazan siempre a lalibertad de prensa. Muchas siguen rigurosamente los precep-tos constitucionales. Por ejemplo, la acción cordinada que losseguidores de la Iglesia Universal del Reino de Dios7 desen-cadenaran contra el diario “Folha de S. Paulo”, en la que 107procesos fueron iniciados con pedidos de indemnización pordaños morales, luego de la publicación en el año 2007 de unreportaje que desagradó a los líderes de la iglesia, fracasó. Los66 casos juzgados (hasta noviembre del año 2009), tuvieronsentencia favorable a Folha.8 Los ciudadanos que accionaroncontra el diario ejercieron su derecho a tratar de obtener en laJusticia una reparación por lo que consideraban un materialque les era perjudicial. Pero los jueces que evaluaron sus prue-bas resolvieron a favor de la libertad periodística.

Los investigadores del periodismo brasileño ofreceríanuna importante contribución a la sociedad, si realizaran un rele-vamiento completo de todas las acciones judiciales llevadas a cabocontra medios de comunicación, durante un determinado pe-ríodo de tiempo, para de este modo, poder tener una noción

7 Una de las iglesias evangélicas más populares del país, con decenas demillones de seguidores, que usan canales de TV y radio para propagar sudoctrina.

8 Folha de S.Paulo, “Juiz julga improcedente ação contra a Folha” (29 deenero de 2009).

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más exacta del porcentaje de ellas con decisión a favor o en con-tra de la prensa, y de acuerdo o no con el principio constitucio-nal de garantía de la libertad de expresión y de prensa.

También es cierto que se dan situaciones en las que losmedios de comunicación abusan de su derecho a informar yopinar, e incurren en delitos de injuria, calumnia, difama-ción, o que por difundir informaciones erradas o distorsiona-das, causan daños considerables a personas o instituciones, yque como consecuencia de ello, merecen ser castigados porla Justicia y a menudo no lo son, ya sea porque la decisión dela justicia les es favorable, o porque las víctimas no deseanaccionar judicialmente.

El enorme poder que se atribuye a los medios, (que dehecho no es tan grande como se le atribuye), de provocar cam-bios de orden político y social, está en realidad devaluadodonde él realmente obtiene mayor virulencia, o sea, en elámbito de la vida privada. Los efectos del interés periodísticosobre la persona común, pueden ser devastadores, especial-mente cuando ella es acusada de delitos, contravenciones o fe-chorías que no cometió. La súbita notoriedad negativa sacude elespíritu, humilla a los familiares, crea desconfianza, perturba losnegocios y las relaciones, pudiendo afectar el carácter, y hastaconducir al suicidio, como sucede en ciertos casos.

Son tristemente célebres, por citar algunos ejemplos bra-sileños recientes, los episodios de la Escuela Base9 del ex-mi-

9 Directores y profesores de una escuela particular de primer grado fueronacusados por alumnos y policías de cometer abusos sexuales contra losalumnos; loa medios de prensa dieron amplia difusión a esas acusaciones,las que se revelaron posteriormente, como completamente falsas.

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nistro Alceni Guerra y del ex-diputado Ibsen Pinheiro10. Aúncuando a los medios de comunicación les fuera impuesto elpago de indemnizaciones, como lo fue en el caso de la Escue-la Base, ellas resultaron insuficientes para rehacer las vidasdestruidas de aquellas personas falsamente acusadas de habercometido crímenes moralmente ofensivos, y apresuradamentecondenadas por la opinión pública, antes que los procesoscriminales se hubieran siquiera iniciado.

Es igualmente cierto, que un gran número de ciudadanosperjudicados por los medios, especialmente aquellos más po-bres o menos instruidos e influyentes, se intimidan frente alpoder de los grandes medios de comunicación, pensando quesus posibilidades de vencerlos en la Justicia son muy escasas,y que promover un proceso probablemente les resultaría cos-toso, problemático e ineficaz, prefieren por lo tanto ser per-judicados, a recurrir a los canales a los que tienen derecho.De esta manera, muchos delitos de la prensa permanecenimpunes.

El recurso de los poderosos

Entre los poderosos, en especial en las pequeñas comuni-dades, o entre aquellos que mantienen buenas relaciones conlos magistrados, ocurre exactamente lo contrario: apelan en

10 Alceni Guerra, ministro de Salud del gobierno de Collor de Mello fuefalsamente acusado de corrupción, al igual que Ibsen Pinheiro, diputadofederal, ambos en la década de 1990.

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forma desinhibida a los tribunales, reciben un trato preferen-cial y, –al menos en primera instancia– en general tienen éxi-to en sus pleitos, con sentencias frecuentemente abusivas, nosolamente en términos de los valores monetarios solicitadoscomo indemnización, sino que también, cosa más grave e in-admisible, en la simple prohibición de la comunicación de lainformación, que muchas veces, no es falsa, ni calumniosa,injuriosa o difamatoria.

Aún si los tribunales de apelación revieran las decisionesque claramente contrarían el espíritu de la ley, éstas conti-nuarían causando considerables daños al público, a los me-dios de comunicación, así como a los periodistas individual-mente, y esos daños, aún cuando los más ostensibles alcan-cen a los medios de comunicación más pequeños, (y por lotanto, más indefensos) en las ciudades y estados más aparta-dos de los grandes centros de poder, alcanza, de hecho, a todalos medios.

La revista “Consultor Jurídico”, por ejemplo, realizó unanálisis del número de acciones de indemnización por dañosmorales, que existen contra los cinco principales grupos decomunicación de Brasil ( Globo, Abril, Folha, O Estado deSao Paulo Y Editora Tres), y constató que en el año 2007 eranprácticamente una por cada periodista empleado por esos gru-pos (3133 procesos en un universo de 3237 periodistas)11. Elmismo estudio muestra que el valor medio de las indemniza-ciones solicitadas se había cuadruplicado en cuatro años (de

11 Ver http://www.conjur.com.br/2007-mai-31/aumenta_valor_medio_indenizacoes_imprensa.

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R$ 20 mil a R$ 8o mil), para un importe equivalente a 53veces el salario medio de los periodistas pertenecientes a aque-llas organizaciones empresarias.

Otro análisis realizado por la ONG Artigo 19 (artículo19), con sede en Inglaterra, que posee una filial brasileña ydefiende la libertad de expresión, constata que un “númerosignificativo de decisiones preliminares concedidas por jue-ces de primera instancia habían constituido censura, inclusocensura previa, en situaciones en las que está prohibida lapublicación de información sobre los autores de las accionesjudiciales.” 12

Indudablemente, como se verá en algunos ejemplos cita-dos más adelante, en muchos casos, esas decisiones, ya seande censura o de indemnizaciones monetarias elevadas debi-das a supuestos daños morales, constituyen un abuso de po-der, y aún si el 80% de las mismas son posteriormente revisa-das por los tribunales superiores (de acuerdo a una estima-ción registrada en el mismo informe de la Artigo 19), sus efec-tos nefastos sobre la ciudadanía y sobre el libre intercambiode la comunicación se hacen sentir dramáticamente, porquemuchas de esas revisiones pueden llevar años hasta su con-clusión, y en el 20% de los casos restantes, las decisiones des-favorables a los periodistas y a la libertad de prensa, se man-tienen hasta la finalización de los recursos.

La acordada referente a la decisión del Supremo TribunalFederal que terminó con la existencia de la Ley de Prensa del

12 Disponible en http://www.article19.org/pdfs/publications/brazil-mission-statement-port.pdf.

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régimen militar, publicada el 6 de noviembre de 2009, garan-tizó a los medios de comunicación, el derecho a recurrir di-rectamente al STF cuando sospecharan ser víctimas de cen-sura. Mediante éste recurso, será posible acelerar mucho elproceso, ya que una decisión de primera instancia no deberápasar por las distintas instancias intermedias (cosa que nor-malmente lleva años), hasta llegar al Supremo. La acordadaabre también la posibilidad de que el índice de 80% de éxitoen el rechazo de la censura sea mantenido o ampliado, por-que en general, las decisiones del STF se han orientado a res-petar el artículo de la Constitución que garantiza la libertadde prensa. Como dice el ministro Carlos Ayres Britto en laacordada: “No hay libertad de prensa a medias, o bajo las te-nazas de la censura previa, inclusive la procedente del PoderJudicial, bajo pena de resbalarse hacia el espacio inconstitu-cional de la prestidigitación jurídica).13

Casos ejemplares

El episodio de mayor repercusión de todos ocurrió el 30de julio de 2009, cuando un “desembargador”14 del Tribunalde Justicia del Distrito Federal, Dácio Vieira, prohibió al pe-riódico “O Estado de Sao Paulo”, con una acción de amparo,

13 Folha de S.Paulo, “Jornais agora podem contestar atos de censura no pró-prio STF” (7 de noviembre de 2009).

14 En el sistema judicial brasileño, se denomina desenbargador a los juecesde segunda instancia.

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publicar cualquier información relativa a la Operación “BoiBarrica”, acción de la policía Federal que investigaba, entreotros, a Fernando Sarney, hijo del presidente del Senado y expresidente de la República José Sarney, a la sazón, bajo acusa-ción de estar comprometido o de haber incurrido en innu-merables actos ilegales.

La investigación de la PF se llevaba a cabo bajo secreto desumario. En caso de no respetar la decisión – que no fue di-vulgada por ser llevada a cabo en forma reservada – el diariosería castigado con una multa de R$ 150 mil por reportajepublicado. El diario cumplió la decisión del “desembargador”.Ningún otro medio publicó la información de la que dispo-nía, por presunción (corroborada por la mayoría de los abo-gados especializados), de que también se les impediría hacer-lo, y que serían castigados en caso de hacerlo. Durante losmeses de setiembre, octubre y noviembre, la “Folha de S.Paulo” publicó tramos de grabaciones de la Policía Federalllevadas a cabo durante la Operación “Boi Barrica”, pero sinrevelar la procedencia. La Justicia no accionó contra la “Folhade Sao Paulo”.

“O Estado de S. Paulo” interpuso un recurso, pero otro“desembargador”, Walter Leoncio, del mismo tribunal, man-tuvo la acción de amparo aduciendo prudencia, hasta obtenermás información de su colega y del Ministerio Público acercadel caso. Anteriormente, el periódico ya había intentado sus-pender la acción de amparo alegando sospechar del “desem-bargador” Dácio Vieira, quien es conocido que por tener unarelación de amistad con la familia Sarney. En noviembre eldiario interpuso un recurso ante el STF, pero el ministro que

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lo recibió también pidió, para responder, plazo hasta diciem-bre. La censura se mantuvo, por al menos, 120 días. En eseperíodo, las informaciones que ella impidió que se hicieranpúblicas ( si bien otras similares, estuvieron siendo trasmiti-das por todos los medios, incluyendo al propio “O Estado deSao Paulo”) podrían haber movilizado a la opinión públicacontra el senador Sarney, cuya renuncia o destitución del car-go era reivindicada por una parte importante de la opiniónpública brasileña. El senador, con el apoyo del presidente dela República, eludió aparentemente la amenaza de perder elcargo. Resulta difícil evaluar cuánto ayudó la censura a “OEstado de Sao Paulo”, en su exitosa lucha por su superviven-cia política.

La censura judicial impuesta a “ O Estado de Sao Paulo”,uno de los tres mayores y uno de los más antiguos periódicosen circulación del país, reconocido mundialmente como re-ferencia de buena calidad y de defensa de los principios de lalibertad de expresión de la prensa brasileña, generó reaccio-nes en distintos países. La Asociación Mundial de Diarios, elFórum Mundial de Editores, la Organización de EstadosAmericanos, la Sociedad Interamericana de Prensa, la Fede-ración Internacional de Periodistas, el Comité para la Protec-ción de Periodistas, la ONG Reporteros sin Fronteras fueronalgunas de las entidades internacionales que se comunicaroncon los presidentes de la República de Brasil y del SupremoTribunal Federal, para manifestar su preocupación y expresarsu disconformidad y exigir la revocación de la censura. Másallá de esto, muchas organizaciones nacionales, políticos dedistintos partidos, intelectuales y juristas protestaron contra

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la decisión. Hasta el “New York Times” publicó el caso des-tacadamente el 31 de agosto de 2009, en medio de un largoreportaje acerca de las nuevas amenazas contra periodistas enAmérica Latina.15

Esta no es la reacción normal frente a los diversos casosde censura de éste tipo que ocurren en Brasil con crecientefrecuencia. El hecho de implicar a una poderosa empresa pe-riodística, influyente y respetada, fue el motivo de la movili-zación que acabó ocurriendo y que, aún así, como se pudover, fue insuficiente para que la decisión en la primera instan-cia fuese revertida rápidamente. Esto a pesar de que el mismopresidente del STF, ministro Gilmar Mendes, la más impor-tante autoridad de la Justicia del país, haya pedido pública-mente celeridad en la revisión de la preliminar. “Es necesarioque éste asunto no quede sujeto a la evaluación de un solojuez, que el tribunal se pronuncie dando oportunidad a queel tema tenga un curso normal. Si fuera el caso, que pase ainstancias superiores.”16

En el ínterin, el Tribunal de Justicia del Distrito Federal,no se dejó conmover por los comentarios de Mendes y otrosjuristas de igual peso, como su antecesor en la presidencia delSTF, Carlos Velloso, quien dice: “lo mandado es un remedioconstitucional, así como el habeas corpus, porque trata degarantías previstas en la Carta. Debe recibir tramitación másrápida, preferencial respecto a otros procesos. Los mandados

15 Barrionuevo, Alexei. “Latin American Journalists Face New Opposition”.En The New York Times (31 de agosto de 2009).

16 O Estado de S.Paulo. “Repúdio à censura”, (20 de agosto de 2009).

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entran en la lista en primer lugar. Los reglamentos de los tri-bunales y los códigos consagran la preferencia al juzgamientode esas acciones constitucionales”.17

Modelos de conducta

El caso de “O Estado de Sao Paulo” es excepcional, a pe-sar de ser paradigmático. Mucho más típico en éstas situacio-nes de censura política, es que la sociedad simplemente igno-re los abusos, los que acaban concretándose y frecuentemen-te, perpetuándose. Tomemos por ejemplo, una situación dejunio de 2009. Un diario de Santa Cruz do Rio Pardo (pe-queña ciudad del interior del Estado de Sao Paulo) fue con-denado a pagar R$ 593 mil como indemnización por dañosmorales a un juez, valor que corresponde a dos años y mediode la facturación bruta de la empresa.

Su propietario, el periodista Sergio Fleury Morales, afir-ma que la decisión implica una “pena de muerte económica”,ya que lo obliga a cerrar el semanario, publicado durante 32años. La acción de indemnización por daños morales, promo-vida por el juez Antônio José Magdalena, recorrió en juzgado(cuando la decisión es definitiva y no cabe más la presentaciónde ningún otro recurso), el año 2002, y el 24 de junio del año2009 entró en fase de ejecución sin que hubiese protesta al-guna ni de la sociedad, ni de la industria periodística, ni de lossindicatos de trabajadores de los medios de prensa.

17 O Estado de S.Paulo. “Dilatando à censura” (5 de septiembre de 2009).

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La acción se inició en 1995, después que el “Debate” pu-blicó un reportaje en el que se decía que el juez habitaba enuna casa cuyo alquiler era pagado por la municipalidad local yque contaba con una línea telefónica también costeada por lamisma. En 1996 la repercusión de la disputa entre el juez y elperiodista traspasó los límites de la ciudad y logró inmediatatrascendencia a escala nacional, cuando Magdalena, que yapromovía una acción por daños morales contra Morais, de-terminó que el periodista fuese preso, en un caso relacionadoa una acción electoral.18

Un estudio llevado acabo por el diario “Folha de S. Pau-lo” en el año 2008 muestra que “las indemnizaciones por da-ños morales fijadas en procesos iniciados por jueces contraórganos de prensa tienen un valor aproximadamente tres ve-ces mayor que el estipulado en acciones promovidas por per-sonas de otras áreas de actividad”. Magistrados que recurrena la Justicia alegando haberse sentido ofendidos por algún re-portaje obtienen, en promedio, indemnizaciones equivalen-tes a 1132 salarios mínimos, cuando personas de cualquierotra ocupación obtienen en promedio compensaciones de 361salarios mínimos.19

El modelo de conducta queda en estos estudios, bastanteclaro. Muchos jueces locales actúan de modo corporativo yen forma antagónica con los preceptos constitucionales. Fre-

18 Folha de S.Paulo. “Jornal terá de pagar R$530 mil para juiz” (25 de juniode 2009).

19 Folha de S.Paulo. “Ações de juízes contra mídia têm valor maior” (27 deabril de 2008).

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cuentemente, para los periodistas y los medios de prensa,como en el caso del diario “Debate” anteriormente mencio-nado, las consecuencias económicas son catastróficas. No esque ellas no deban ser, en principio, extremadamente seve-ras, incluso al punto de impedir la supervivencia del medio,pero siempre que el delito cometido haya sido grave, y pro-bado fuera de toda duda, cosa que está lejos de suceder en elcaso antes citado. En general, en estas situaciones, el mayordaño es el político e institucional.

Amén del artículo 220 anteriormente citado, la Consti-tución en vigor también estipula en su artículo 5º : “Es librela expresión de la actividad intelectual, artística, científica yde comunicación, independientemente de censura o permi-so”. No ha sido inusual que decisiones de la Justicia contra-digan explícitamente este precepto.

Durante la campaña electoral de 2006, por ejemplo, unjuez electoral de Amapá, en la región de la Amazonia, uno delos Estados de menor densidad demográfica, mayor nivel depobreza y más apartado de los centros de poder político yeconómico de Brasil, ordenó el retiro del aire, de distintos“posts” del blog de Alcinéa Cavalcanti que él consideró ofen-sivos para el senador Jose Sarney, entonces candidato a la re-elección. El blog de la hermana de Alcinéa, Alcilene Caval-canti, también fue retirado del aire por el proveedor UOLpor determinación de la Justicia Electoral .20

20 Ver http://studioz.multiply.com/journal/item/719.

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Este, por cierto, no es el único episodio de censura ju-dicial que compromete a la familia Sarney en el pasado re-ciente de Brasil, y antes del tan divulgado caso con el diario“Estado de Sao Paulo” (durante el cual el senador hizo undiscurso en el cual afirmó nunca haber actuado contra la li-bertad de prensa). En Maranhão, Estado del Nordeste brasi-leño, también uno de los más pobres de Brasil y en el que elclan ejerce un gran poder político hacen ya por lo menos 50años, un pequeño diario, como su propio nombre lo indica(“Diario Pequeño”), que hace la oposición a la familia desde1966, año en el que el patriarca se eligió por primera vez go-bernador, ha sido víctima de decisiones judiciales que cerce-nan su libertad desde hace tantas décadas como las que losSarney ejercen el poder regional.21

No cuesta recordar, ya que se cita aquí el ejemplo de lafamilia Sarney, que ella – como las de muchos otros líderespolíticos, especialmente los regionales – tiene acceso a utili-zar la Justicia para acallar a los medios de comunicación quese le oponen, así como a usar los medios que poseen parapresionar, muchas veces, en forma ilegal, y permanecer im-punes porque los jueces, ágiles y expeditivos para castigar asus adversarios, se han mostrado lentos y complacientes paratomar medidas contra quienes los apoyan.

No es éste el único líder político que se vale de la Justi-cia para suprimir la voz de sus críticos. En Rio Grande doSul, el periódico mensual “Já”, que circulaba ininterrumpi-

21 Valor Econômico. “Família Sarney errou de cálculo ao acionar jornal” (5de agosto de 2009).

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damente desde hacían 24 años, anunció, en noviembre de2009, que estaba finalizando su publicación, por no poderpagar las indemnizaciones que le fueran impuestas por la Jus-ticia, luego de la acción promovida en su contra por la familiade Germano Rigotto (uno de los más poderosos líderes polí-ticos regionales), por haberse referido, en el año 2001, a de-nuncias hechas contra ella y que constaban en investigacio-nes hechas por el Ministerio Público y por una ComisiónParlamentaria de Investigación.22 La gran empresa brasileñay la sociedad civil en general, prácticamente no se pronuncia-ron sobre el episodio.

En la elección presidencial del año 2002, a pedido del can-didato Anthony Garotinho (que renunciara al mandato de go-bernador de Rio de Janeiro para competir por la presidencia delas República), el juez de un Juzgado Civil de Rio de Janeiro,Marcelo Oliveira, suspendió por medio una acción judicial lapublicación de un reportaje en la revista “Carta Capital” con de-nuncias hechas contra Garotinho por su ex tesorero. La acciónde amparo cayó por decisión de un tribunal superior.23

En años electorales, las decisiones de éste tipo han sidoconstantes en todo el país, en estados grandes o pequeños,involucrando a publicaciones de todo tamaño; y el Poder Le-gislativo, que raramente en la historia del país se molestó porla libertad de prensa, engendró, para el año electoral 2010,una reforma electoral que casi significó una serie de restric-

22 Cunha, Luiz Cláudio. “O jornal que ousou contar a verdade” (Observa-tório da Imprensa, 24 de noviembre de 2009).

23 Carta Capital. “A Bem de Carta Capital e de todos” (29 de mayo de 2002).

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ciones a la libertad de expresión, especialmente por medio dela internet. La mayor parte de las propuestas más limitativas,cayó, después de la fuerte presión ejercida por distintos sec-tores de la sociedad civil, pero algunas se mantuvieron, comola que obliga a los sites de Internet que promueven debatesde candidatos, a invitar a todos los postulantes.

Pero no es solamente por causa de las elecciones, que la cen-sura previa – a pesar de estar prohibida por la Constitución –tiene lugar, Suman centenares los casos en que las decisionesjudiciales censuran, al menos por un período de tiempo, la acti-vidad de los medios de comunicación frente a sospechas de irre-gularidades practicadas por agentes públicos, entre ellos, mu-chas veces, eminentes miembros del Poder Judicial.

Censura no política

En el año 2007, le fue prohibido por la justicia estatal deSao Paulo, al semanario “Folha de Vinhedo”, de otra pequeñaciudad del interior del estado de Sao Paulo, publicar en suspáginas una entrevista que denunciaría la participación deautoridades, empresarios, y miembros de los Poderes Ejecu-tivo y Judicial de la ciudad, en actos de corrupción. La juezaAna Lucía Xavier Goldman, de la 1 Vara Civil de Jundiaí (lamayor ciudad de esa región del estado), juzgó que la publica-ción podría “manchar la credibilidad en el Poder Judicial y enel Ministerio público de Vinhedo”.24

24 Portal Imprensa, “Justiça estadual proíbe jornal de Vinhedo de publicarentrevista” (16 de junio de 2007).

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Y en el año 2009, el juez Márcio Reinaldo Brandao Bra-ga, de la “Vara” de los Hechos de Relación de Consumo, Ci-viles y Comerciales del distrito de Salvador, capital de Bahía,importante estado del nordeste brasileño, prohibió la publi-cación por parte del periódico local “A Tarde”, de noticias con-sideradas lesivas a la imagen y honra de un “desembargador”sospechado de involucramiento en la venta de sentencias,hecho que viene siendo investigado, y actualmente en proce-so administrativo. El “desembargador” es Rubem Dario Pe-regrino Cunha, quien ya enfrentó un proceso por falsifica-ción de documento público, falsedad ideológica y estafa.25 Estaprohibición cesó el 22 de setiembre, después de más de dosmeses de vigencia.26

En otras ocasiones, son empresas particulares que apelana la Justicia para impedir que sean publicadas informacionesque ellas entienden que les podrían ser desfavorables. En elaño 2003, a la revista “Vôce S/A”, especializada en negocios yde circulación nacional, publicada por la editorial Abril, lamayor editora del país, le fue vedado por una acción de am-paro interpuesta por el juez Antônio Dimas Cruz Carneiro,de la 2 “vara” Civil de Pinheiros en Sao Paulo, publicar unreportaje acerca de reubicación profesional, porque la DowRight Consultoría en Recursos Humanos, se decía perjudi-cada, ya que sería citada en el texto como la que recibía mayor

25 França, Mônica. “O autoritarismo veste toga”, Observatório da Imprensa(11 de agosto de 2009).

26 O Estado de S. Paulo. “Justiça derruba censura ao jornal ‘A Tarde‘ na Bahia”(23 de setembro de 2009).

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número de reclamos por su trabajo. Aunque la revista entre-vistó a los directores de la empresa para que diesen su versiónde los hechos, la consultoría consiguió que el juez impidierala publicación, salvo que la revista diera, en la misma edición,una respuesta de la Dow Right a las acusaciones.27

E incluso hay ciudadanos individuales que actúan de lamisma manera, como la muy famosa actriz Juliana Paes, queobtuvo del juez Joao Paulo Capanema de Souza, del JuzgadoCivil Especial de Rio de Janeiro, una determinación para im-pedir que el columnista de humor Jose Simão, de la “Folhade Sao Paulo”, le hiciese alusiones consideradas deshonrosasbajo pena de tener que pagar una multa de R$ 10 mil pormención publicada. Ella alegó que Simão o venía “publican-do reiteradamente en los medios de comunicación en los queactúa, sobre todo en los electrónicos (Internet), textos quehabían sobrepasado los límites de la ficción experimentadapor el personaje [que ella interpretaba en una telenovela], yrepercutido sobre su honra y moral como actriz y mujer, y sufamília”.28

La decisión fue revocada casi dos meses después por unainstancia superior. Por coincidencia, la revocación tuvo lugarel mismo día en que fue emitido el capítulo final de la teleno-vela en la que Juliana Paes protagonizaba uno de los rolesestelares, y que era el motivo de las bromas del humorista

27 Disponible em: http://www.midiaindependente.org/pt/blue/2003/03/250609.shtml.

28 Folha de S.Paulo. “Juiz proíbe que Simão fale de Juliana Paes” (17 de julhode 2009).

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hacia la actriz. O sea que la razón por la que el humoristahacía sus chistes dejaba de existir. Como afirmó la abogadaTais Gasparian, después de la revocatoria de la censura, “lareconsideración debe ser elogiada, si bien es de lamentar lademora en la revocatoria. En el caso, prácticamente se perdióla actualidad del asunto, porque hoy (ayer) es el día de la emi-sión del último capítulo de la novela. Todos los comentariosque José Simão hacía respecto a Juliana Paes estaban relacio-nados con la novela”.29

El despacho del juez Moreira Junior, que revocó la medi-da, reconoce que la justicia no puede imponer censuran pre-via: “Si hubo exceso cometido por el reo, incluso en la divul-gación de temas atinentes a la honra de la autora tal hecho escuestión de mérito, y, si fuera el caso, el reo será responsabili-zado civilmente, porque el Poder Judicial no puede ejercer elpapel de censura previa a la libertad de prensa.”30

En el año 2007, el cantor Roberto Carlos, probablementeel más popular de Brasil, obtuvo del juez Mauricio Chavesde Souza Lima, de otra “Vara “Civil de Rio de Janeiro, unadecisión que determinó el secuestro de toda la edición yaimpresa de su biografía titulada “Roberto Carlos en detalle”,escrita por Paulo Cezar de Araújo y publicada por la EditorialPlaneta, quedando sujeta a una multa diaria de R$ 50 mil sino la cumpliera. “El juez reconoció que el texto del libro so-

29 Folha de S.Paulo. “Juiz suspende censura prévia a José Simão” (12 de set-embro de 2009).

30 Id., ibid.

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brepasó los límites de la libertad de expresión, constituyendouna invasión de la privacidad y una ofensa a la moral de Ro-berto”, afirmó el abogado del cantante, Marco Antônio Cam-pos.31 Dos años y medio después, la censura aún está en vi-gor, y los recursos del biógrafo y de la editora aún no fueronjuzgados.

Hasta los mismos medios de comunicación apelan al mis-mo artificio, con el objeto de impedir que opiniones o infor-maciones despreciativas o perjudiciales a sus negocios o a lareputación de sus propietarios sean divulgadas. Fue lo queocurrió en el año 2005, cuando el juez Raimundo das Cha-gas, de la “Vara” civil de Belém, difirió la acción de indemni-zación por daño moral propuesta por Ronaldo Maiorana yRomulo Maiorana Júnior, propietarios del grupo Liberal, delestado de Pará, en la Amazonia, la mayor corporación de co-municaciones del norte del país, afiliada a la Red Globo deTelevisión.

El juez condenó al “Jornal Pessoal”, a indemnizar a am-bos empresarios por presunta ofensa a la memoria de su pa-dre, en R$ 30 mil, más los honorarios correspondientes a losabogados, arbitrados en el máximo legal (20% del valor de lacausa), más costas judiciales. El valor corresponde a un año ymedio de la facturación bruta del “Jornal Pessoal.32 Tómeseen cuenta que ninguna de las entidades nacionales de perió-

31 Folha de S.Paulo. “Justiça do Rio veta venda de livro sobre Roberto Car-los” (24 de fevereiro de 2007).

32 Pinto, Lúcio Flávio. “A condenação seletiva da censura”, Observatório daImprensa (27 de agosto de 2009).

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dicos o de periodistas protestó contra éste acto de censura,que no es el único perpetrado por los propietarios del grupoLiberal contra el “Jornal Pessoal”, cuyo dueño es un respeta-do periodista que trabajó muchos años en la llamada gran pren-sa. Como se puede ver, el corporativismo no es exclusividadde los magistrados en los casos de violación al derecho cons-titucional de la libertad de expresión.

Confrontación de derechos

En todos estos incidentes, la parte que acciona la justiciapara censurar aquello que no le gusta, invoca, es claro, dere-chos y leyes. Es obvio que hay en estos episodios, un realconflicto de interpretaciones, acerca de qué libertad o quéderecho es superior a los demás, y en consecuencia, cuál debeimponerse. Están en juego la libertad de expresión, el dere-cho de la sociedad a ser informada de los hechos de interéspúblico, pero también el derecho a la privacidad y a la honraasí como a la presunción de inocencia. Lo que han faltado,son criterios claros de la jurisprudencia acerca de cómo pro-ceder objetivamente cuando esa disputa tiene lugar.

Hay un punto que fue insistentemente repetido en la ar-gumentación contra la censura impuesta a “O Estado de SaoPaulo” y que está cerca del consenso entre los analistas (sibien no entre los jueces), y es que todos deben responder porlos abusos de la libertad de expresión que cometen cuandocalumnian o difaman, pero que no se puede tolerar la censu-ra previa. “No corresponde a nadie decidir previamente, si el

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derecho individual de quien quiera que sea, está siendo vio-lado por la divulgación de información. Esa sentencia sólo sepuede dar posteriormente a la difusión” dice la presidente dela Asociación Nacional de Periódicos, Judith Brito.33

Un razonamiento semejante es el usado por el juristaWalter Ceneviva:”La idea de un derecho absoluto, contraríael límite de su ejercicio de cara al derecho de los demás. (…)el Derecho Constitucional acepta que el Poder Judicial pue-da punir a quien se exceda en la manifestación del pensa-miento, pero no permite que al medio periodístico le sea pro-hibido, anticipadamente, difundir noticia, información, o crí-tica, respecto a quien quiera que sea, persona determinada ono, ocupante o no de cargo público. Prohibir una futura pu-blicación, referida a cualquier persona supuestamente ame-nazada por el material que un órgano de comunicación pre-tenda divulgar, viola el principio básico de la Carta Magna,ofende la esencia jurídica de la libre comunicación, del me-dio, y de la comunidad.”34

Otro aspecto casi consensual es que, en caso de ocurriruna filtración de información que estaba bajo secreto de laJusticia, el error es cometido por quien deja filtrar, no por elmedio de comunicación que posteriormente la publica, comoagumenta el ministro del STF Marco Aurelio Mello: Com-bátase la filtración, pero sin llegar al cercenamiento de la li-

33 Brito, Judith. “Censura prévia é inadmissível”. Folha de S.Paulo (27 deagosto de 2009).

34 Ceneviva, Walter. “Censura judicial da mídia”. Folha de S. Paulo (15 deagosto de 2009).

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bertad de expresión ni de trasmitir noticias.”35 Esa interpre-tación fue la que prevaleció en la Suprema Corte de los Esta-dos Unidos cuando juzgó, en 1971, el célebre caso conocidocomo los “Documentos del Pentágono”, en el que al “NewYork Times” y a otros periódicos les fue prohibido publicardurante 15 días, por decisión “orden judicial preventiva” dela Justicia, hasta que la Corte les diera la causa por ganada,documentos secretos del Departamento de Defensa de losEstados Unidos sobre la guerra en el sudeste asiático, quehabían sido robados por un funcionario del mismo Departa-mento de Defensa.

Cuando la censura previa y la publicación de informacio-nes producto de filtraciones, no son los temas en debate, eldesacuerdo entre los analistas es mayor. Básicamente lo queestá en debate es la aparente contradicción entre dos artículosda la Constitución: el 5º que garantiza el derecho a la imagen,a la privacidad, a la honra y al buen nombre, y el 220º queasegura el derecho a la información y a la libertad de expre-sión. Para que la sociedad pueda usufructuar de ambos, esnecesario lograr un equilibrio entre los dos principios básicosque esos artículos buscan preservar. Ninguno de los dos seimpone siempre como el más importante.

No parece haber duda, de que se han vuelto cada vez másfrecuentes las intervenciones de jueces de primera instancia,dando prioridad al artículo quinto, llegando al abuso en la

35 Macedo, Fausto. “Vazamento é antecedente, não é erro do jornal’, dizMarco Aurélio”. O Estado de S. Paulo (15 de agosto de 2009).

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determinación de la censura previa, aún cuando, con muchamayor frecuencia, determinan reparaciones materiales a losmedios de comunicación que muchas veces alcanzan valoresdemasiado altos para ser pagados por las empresas castigadas.Si debe o no haber un límite previsto por ley a la sanciónpecuniaria, es uno de los temas que promueven más discu-siones y una de las razones por la cual muchos son favorablesa una nueva ley específica, que, contrariamente a la de la dic-tadura, fuese en éste y otros aspectos más favorable a las em-presas periodísticas, La Ley de Prensa de la dictadura, castiga-ba con mayor rigor que el de la legislación común, los delitoscuya pena implicaba la pérdida de la libertad para los perio-distas, si bien era mucho más condescendiente en relación a laspenas pecuniarias impuestas a las empresas de comunicación.

¿Es necesaria una ley de prensa?

La multitud de defensores de la tesis de que es necesariauna ley específica para regir las actividades periodísticas, estáen consonancia con la cultura brasileña, en la que existe lacreencia de que todos los problemas sociales pueden ser re-sueltos por la aprobación de alguna ley. Las entidades de clasedel sector de comunicación, ya sean patronales u obreras –situadas generalmente en extremos opuestos en casi todos losotros temas atinentes a su actividad – están entre los que apo-yan esa posición. Ellos alegan, que en distintas normas legalesque nada tienen que ver con la prensa, los legisladores hanincluido artículos y párrafos con el fin de limitarla. De hecho,

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leyes tan dispares como el Estatuto del Niño y el Adolescen-te, o el Código de Protección al Consumidor, la Ley AfonsoArinos (que prohíbe la discriminación y los prejuicios racia-les), y el nuevo Código Civil, llegan a considerar, por las másdiversas razones, la confiscación de publicaciones, así comola prohibición de escritos y la exhibición de imágenes. Todosellos, por lo tanto, son documentos de un rango inferior al dela Constitución y no pueden prevalecer sobre lo expresadoen el artículo 220 de la Constitución, al menos en la opiniónde la mayoría de los especialistas.

Lo que de hecho está, probablemente, detrás de la defen-sa de una legislación específica para la prensa por parte de lasempresas propietarias de medios de comunicación, es sola-mente, o principalmente, el deseo de que é sta limite el valorde las indemnizaciones que ellas puedan ser condenadas apagar, o a impedir que el derecho a réplica sea ejercido de unmodo que pueda perjudicar sus negocios, en caso que elloimplique grandes espacios impresos, o la emisión por partede las emisoras de radiodifusión y en horarios pico, de largascomunicaciones.

La razón del apoyo por parte de las entidades de clase delos periodistas a una nueva legislación específica para la pren-sa, tal vez sea una manifestación de la vieja ideología de in-tentar controlar el pensamiento, por ejemplo, por medio decláusulas destinadas a impedir la “falsedad no nominativa”, osea, la posibilidad de condenar a medios de comunicación apartir de presentaciones del Ministerio público en defensa dela “colectividad”, aún cuando ningún ciudadano, grupo deciudadanos, o entidades, se sientan perjudicados y reclamen

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contra ellos ante la Justicia. El combate a la “falsedad no no-minativa”, sería una trinchera más desde la cual promotoresimbuídos de la necesidad radical de combatir los valores de lasociedad burguesa, podrían llevar a cabo sus objetivos contrala “gran empresa”, o como ahora es más habitual denominar-los, los “viejos medios”

Thiago Bottino, profesor de Derecho de la FundaciónGetulio Vargas de Rio de Janeiro, no cree necesario crear unanueva ley, a pesar de la actual confusión provocada por lasabusivas determinaciones de los jueces de primera instancia;dice que “la conducta de los jueces no era común hasta pocotiempo atrás. Este es un fenómeno reciente, y creo que estárelacionado con el papel cada vez más activo del Poder Judi-cial en los debates públicos nacionales y más allá de que losjueces han abandonado la postura minimalista y reservada deantes, la propia sociedad lleva al Poder Judicial una infinidadde cuestiones que antes eran resueltas de otro modo. (…)Esas decisiones son un “efecto colateral” del fenómeno cau-sado por el descuido de los Poderes Legislativo y Ejecutivoque generó la presión social sobre el Poder Judicial.36

Y para vérselas con ese efecto colateral, el Poder Judicialno está entre aquellos que sostienen que una nueva ley puedaser beneficiosa. “Es cierto que en algunos casos hay excesosdel Poder Judicial, debido al voluntarismo de los jueces, perose espera que los tribunales (y el sistema de recursos) corrijanlos excesos. No creo que una ley de prensa pudiese resolver

36 Bottino, Thiago. Declaración al autor (28 de abril de 2009).

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ésto: por otra parte, una ley que le prohibiese al juez conce-der acciones de amparo, ¿Sería constitucional, en materia delibertad de expresión? ¿Puede el legislador limitar el poderdel Poder Judicial de conocer algo y tomar una decisión? ElAI-5 (Acto Institucional Número 5, impuesto por el régimenmilitar el 13 de diciembre de 1968 y que significó el endure-cimiento de la dictadura, casi un golpe dentro del golpe, yque la llevó a sus momentos de mayor represión política),hizo esto prohibiendo el “habeas corpus” por delitos políti-cos. En el presente, la Constitución prohíbe únicamente queel Poder Judicial analice el mérito de los castigos disciplina-rios militares.”37

Maurício Azêdo, presidente de la Asociación Brasileñade Prensa, tampoco cree en la necesidad o eficacia de unanueva ley de prensa, y cita al ministro Carlos Ayres Britto, delSTF, en su argumentación: “Carlos Ayres Britto destacó que laConstitución otorga plenitud a la libertad de prensa, lo que im-pide que su ejercicio pueda ser condicionado o restringido porcualquier texto de un rango inferior a la Constitución – o sea porla ley ordinaria, por la ley común. De acuerdo a Ayres Britto, laley puede regular determinados aspectos de la actividad de lainformación, pero no puede hacerlo con la amplitud que tenía laley ahora derogada. El más importante de los dos caballitos debatalla de l a discusión (…) es la cuestión del derecho a réplicapor él mencionado que exigiría una regulación (…).”38

37 Id. ibid.38 Azêdo, Maurício. “Una lei dispensable”. Folha de S.Paulo (5 de agosto de

2009).

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Azêdo, apoyándose en la opinión de otro jurista, rechazaese argumento: “Respecto a ésto, es útil conocer el pensa-miento expuesto por un especialista en la materia, el juez dederecho Luis Gustavo Grandinetti Castanho de Carvalho (…)Destacó Grandinetti que, al estar inscripto en una norma cons-titucional, el derecho de respuesta tiene una aplicación in-mediata, no dependiendo de ninguna reglamentación porley. Su sustentación estaría en el Código Civil, en las dis-posiciones relacionadas conla obligación de hacer, en elCódigo de Proceso Civil, en lo concerniente a la conce-sión de tutela anticipada, y en el Código de Defensa delConsumidor, en los dispositivos pertinentes a la propaganday a la contrapropaganda.”39

Otro gran especialista en derecho de la comunicación,José Paulo Cavalcanti Filho, considera que la mejor manerade impedir decisiones arbitrarias por parte de los jueces esdejar que se ejerza sobre ellos el control social. El cree que elderecho a la privacidad y el derecho a la información, puedencoexistir en una sociedad y que se acabará llegando a un pun-to de maduración, para lo cual –en su opinión– van a con-tribuir decisiones en que indemnizaciones de valores muyaltos impuestas por la Justicia a los medios de comunica-ción sean cumplidas, aunque sea al costo de la quiebra delas empresas. El cree que ésto puede ayudar a crear unaempresa responsable.40

39 Id., ibid.40 Cavalcanti Filho, José Paulo. Entrevista al autor (27 de mayo de 2009).

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El periodista Márcio Chaer, que ha estudiado intensamen-te el tema,cita al juez de la Suprema Corte de los EstadosUnidos, Oliver Wendell Colmes, autor de la célebre frase “nila más rigurosa protección a la libertad de expresión daría abri-go a un hombre que falsamente gritara ¡fuego! En un teatrocolmado y causase pánico”, para garantizar refugio a quienesson víctimas de abusos cometidos por periodistas y mediosde comunicación.41

La Constitución de 1988 dio lugar a compensación pordaño moral y es probablemente justo y correcto que así hayasido., pero, replica Chaer, políticos, empresarios y jueces usanese recurso para limitar la libertad de prensa. Muchos jueces,afirma, no sabe nada acerca de la prensa, ni sobre cómo fun-cionan los medios de comunicación, y es en esa ignoranciaque tienen su orígen muchas decisiones equivocadas. Debi-do a que la prensa tampoco sabe mucho acerca del Poder Ju-dicial y su funcionamiento, esa falta de conocimiento recí-proco ayuda a generar las condiciones para los desencuentrosque vienen ocurriendo. Ambas partes son arrogantes y pre-potentes, y necesitan poder enfrentar de manera franca, abiertay leal los desacuerdos a los efectos de arribar a soluciones con-sensuadas.42

Chaer opina que no es difícil distinguir entre el animusnarranti y el animus injurianti en un texto o material periodísti-co, o sea, identificar si lo que mueve al autor es la intención

41 Chaer, Márcio. Entrevista al autor (22 de abril de 2009).42 Id., ibid.

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de relatar hechos y acontecimientos o la de injuriar al objetodel material periodístico. “Es necesario comprobar la inten-ción del dolo; la decisión del juez no puede fundarse única-mente en la interpretación subjetiva del supuesto ofendido”,sostiene.43

La abogada Taís Gasparian, que ha intervenido en dece-nas de casos de éste área, entiende que la solución para éstosproblemas será una nueva ley (que ella admite que puede tar-dar años en ser aprobada y entrar en vigor), o jurisprudenciaque defina los asuntos. En su opinión, hay cuatro factoresque han contribuído a multiplicar éstas situaciones: la ga-rantía dada por la Constitución de 1988 de la reparacióndel daño moral, la jurisprudencia que permite la compen-sación material al daño moral, la ampliación del acceso delciudadano a la Justicia, y lo que ella llama “industria de lasindemnizaciones”.44

Proceso educativo

Joaquim Falcão, de la Fundación Getulio Vargas de Riode Janeiro, otro de los juristas que estudia estos temas en pro-fundidad, dice que la oposición entre la libertad de prensa yel derecho a la privacidad y la honra, es “transgeográfico ytranshistórico”, no una peculiaridad brasileña y actual; lo quecambia es únicamente el modelado institucional. “Con la de-

43 Id., ibid.44 Gasparian, Taís. Entrevista al autor (2 de junio de 2009).

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mocracia, la jurisprudencia deja de ser de reglas y pasa a serde principios: pasa a hacerse la interpretación de principios yno de reglas. Cuando se acaban las reglas se pasa a los princi-pios, siempre hay incertidumbre porque ningún principio esabsoluto.” Para él, lo judiciario, por lo tanto, administra in-certidumbres. Pero si la duda fuera muy grande, ello puederedundar en inseguridad, cosa que no es buena para nadie.45

Como José Paulo Cavalcanti Filho, Falcão cree tambiénque hay un proceso educativo conjunto que necesita ser de-sarrollado y que podrá resultar en una acomodación de esasincertidumbres actuales, en la disminución del grado de in-seguridad. Também coincidindo con Cavalcanti Filho, Fal-cão acredita que as indenizações podem ter um papel peda-gógico importante nesse processo. “La indemnización es parapagar a quien sufre el daño, no para proteger a quien lo pro-voca. No hay precedente en el mundo de la legislación, queofrezca protección a quien provoca el daño. No se puede po-ner precio a la impunidad (sólo se puede sancionar hasta unmonto en dinero).”46

Los casos de censura y la posibilidad de iniciarse la trami-tación de una nueva legislación específica para la prensa enuna sociedad en la que se ha alentado un caldo cultural e his-tórico para respaldar acciones de limitación de la libertad deprensa son factores que provocan preocupación en quien creeen la necesidad de preservarla, no como valor absoluto, sino

45 Falcão, Joaquim. Entrevista ao autor (16 de julio de 2009).46 Id., ibid.

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como principio fundamental e indispensable para la convi-vencia democrática.

Hay motivo para algún nivel de optimismo mientras que,por ejemplo, en la argumentación que el ministro Carlos AyresBritos del STF ofreció al emitir su voto en la sesión que abo-lió la vigencia de la vieja ley de prensa, de acuerdo a como fuesintetizado por Walter Ceneviva: “Al decir de Ayres Brito, laprensa se substancia en el acto de comunicar, divulgar infor-maciones, el pensamiento y la percepción humana en gene-ral. Dimana de su importancia. ̀ la permanente conciliaciónentre libertad y responsabilidad`. Cuanto más se afirma laigualdad de un pueblo, ‘más gana la libertad el tono de la res-ponsabilidad de prensa’”.47

Esa confianza en la posibilidad de que el transcurrir deltiempo en la práctica de la democracia (“cuanto más se afirmala igualdad de un pueblo”), resultará en más “tono de respon-sabilidad” en la libertad de prensa, es un aspecto en comúnen los testimonios tomados para la elaboración de éste texto.Las personas que estudian más en profundidad las cuestionesde la libertad de expresión o de resarcimientos por los abusosque de ella se hacen, coinciden en la creencia de que ellas sepodrán resolver con mayor facilidad con la maduración de lademocracia en el país.

El hecho de que ellas estén preocupadas por el equilibrioentre principios que se contraponen es estimulante, por de-

47 Ceneviva, Walter. “Ayres Brito e a imprensa”. Folha de S.Paulo (23 de maiode 2009).

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mostrar que existe la comprensión de que dos derechos equi-valentes y ambos deseables, compiten entre sí y deben serpreservados. Como dicen Paula Martins y Mila Molina, de laorganización no gubernamental Artículo19: “[...] aún nece-sitamos profundizar nuestra comprensión acerca de temas quevienen siendo debatidos, interpretados y pacificados en otraspartes. La censura previa debe ser prohibida, pero la regla-mentación de la actividad de los medios no es censura; la re-putación y la vida privada son derechos fundamentales quedeben ser respetados, pero en caso de daño aún mayor al in-terés público, éste debe prevalecer; los medios deben tenerlibertad de acción, pero el ciudadano puede monitorear y cues-tionar su acción, incluso, el Poder Judicial debe tener patro-nes claros para el análisis de los casos de supuesta violaciónde la libertad de expresión para que al proteger un derechohumano, no ignore otros; la libertad de prensa es una victoriade la democracia, pero está bajo la égida de la libertad de ex-presión, que es un derecho humano fundamental de cada in-dividuo y, colectivamente, de la sociedad, y por lo tanto, laprensa que qeremos es una prensa en la que todos tienen voz:medios independientes, éticos , plurales y múltiples”.48

Es cierto que como ellas mismas también lo destacan, aún“falta en Brasil, renunciar a la polarización ideológica y enca-rar una discusión profunda sobre el tema, que supere los lí-mites de los intereses creados en los casos específicos, y que

48 Martins, Paula e Molina, Mila. “Liberdade de expressão e de informação”.O Estado de S.Paulo (28 de agosto de 2009).

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produzca una definición clara de modelos con vistas a la ac-ción judicial, que posibiliten la libre circulación de informa-ciones en un ámbito de seguridad jurídica y total respeto atodos los derechos humanos.”49 El simple hecho de que éstetipo de reflexión encuentre su espacio en el debate público,ya implica una señal positiva y reparadora.

“Una prensa responsable es, indudablemente, un objeti-vo deseable, pero la responsabilidad de la prensa no está de-terminada por la Constitución, y, como muchas otras virtu-des, no se puede legislar sobre ella”. Esta frase, de un juez dela Suprema Corter de los Estados Unidos (Warren Burger),quien no fue uno de los más ardientes defensores de la liber-tad de prensa en aquel país, sintetiza correctamente las difi-cultades de intentar regular, por medio de instrumentos lega-les, cuestiones de gran complejidad e infinitas minucias, aúnmayores por el advenimiento de las nuevas tecnologías decomunicación.

Derecho a réplica

El derecho a réplica es una de ellas, y es es uno de lostemas que más mobilizan a la sociedad en contra de los me-dios de comunicación y a favor de una ley que lo reglamente.La Constitución, en el artículo 5, inciso V, afirma que “estáasegurado el derecho a réplica, proporcional al agravio, aménde indemnización por daño material, moral, o a la imagen”.

49 Id., ibid.

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Pero, ¿cómo regularlo? ¿Cómo definir la proporcionalidad,comprobar el agravio, cuantificar el daño?

Por ejemplo, ¿cómo garantizar el derecho a réplica a unlibro? La editorial debería publicar otros libros, escritos poraquellos que se sintieran perjudicados por el original o qui-sieran responder al mismo, con el mismo tiraje y el mismonúmero de páginas? Y si quinientas personas resolvieran es-cribir libros diferentes? ¿O mil? ¿O más? ¿Deben esas qui-nientas o mil personas ponerse de acuerdo y escribir un sololibro? Y, ¿en cuánto tiempo debe ser editado y puesto a dis-posición del público?

Si 50 personas sintiesen que sus intereses fueron perjudi-cados, por razones diversas, por un reportaje del diario, ¿de-bería el diario publicar reportajes con el mismo espacio, ycon el mismo destaque? ¿Cómo obligar a un blog a transmi-tir la versión de quien se sintió aludido por un comentariodel blogero o de algún comentarista? ¿Y si el blog, aunque enportugués y acerca de Brasil, es editado en el exterior? ¿Cómovan a compensar con el derecho a réplica, a los brasileños queprobasen que algún material emitido por las emisoras de ra-dio o TV extranjeras sintonizadas en Brasil, les causó proble-mas o algún daño?

Aquí, contrariamente al tema del resarcimiento financie-ro a las víctimas de la calumnia o de la difamación, eliminarestos impedimentos prácticos no significa proteger a quientransgredió la ley, porque publicar una opinión que no seacalumniosa o difamatoria no constituye un crimen. El puntoes, ¿cómo permitir que otras opiniones encuentren espacioen el mismo medio que publicó la inicial?

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Cuando ese medio de comunicación es la radio o la TV,en las que empresas privadas explotan comercialmente unaconcesión pública del espacio de radiodifusión que es unmonopolio del Estado, tiene más sentido pensar en la inter-ferencia del Estado para regular el derecho a respuesta. Cuandose trata de un periódico, una revista, o un blog, la cosa es muydiferente, y el derecho a respuesta a ser regulado por ley, pasaa ser una tesis mucho más difícil de justificar, a no ser porrazones claramente ideológicas.

Aún en el caso de la radio o la TV, es complicado regla-mentar ese punto de un modo que sea viable y mínimamenterazonable. Véase el enorme daño causado a la democracia, enBrasil, por la furia legislativa igualitaria que obliga a las emi-soras de radio y TV a invitar a todos los candidatos a un cargoelectivo por mayoría, cuando promueve un debate electoral.Cualquier dueño de una divisa partidaria en alquiler, deberáestar presente al lado de líderes que realmente representan asectores importantes de la sociedad, y el número de participan-tes en el debate puede ser muy grande, al punto de imnpedir acada uno tomar la palabra por más de algunos minutos. ¿Quéutilidad política y social puede tener un debate de éstas caracte-rísticas? Lo que ésta legislación hace, en la práctica (y la mismaahora también comprende a internet), es impedir la realizaciónde debates electorales, e incentiva la creación de partidos facha-da, creados por sus dirigentes con el único fin de obtener algunaventaja personal cuando los medios de comunicaciones se pro-pongan organizar éstos debates.

La experiencia internacional demuestra que éste tipo dearreglo forzado simplemente no funciona. En las elecciones

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presidenciales de los Estados Unidos, hay decenas de inscrip-tos, pero los debates por la radio y la TV se limitan a dos,máximo tres de ellos, lo que los torna productivos Ningunoentre los candidatos sin expresión halla razonable acudir a laJusticia para obtener el derecho a estar presente, y no se sabede ningún movimiento social que exprese el deseo de queellos sean invitados.

Con respecto al derecho a réplica, la jurisprudencia enlos Estados Unidos fue firmada en 1974, en el caso “MiamiHerald vs. Tornillo”, cuando la Corte Suprema, en votaciónunánime, sepultó las tentativas de regularlo, en una decisiónque dice:”La selección del material que aparece en un perió-dico (…) constituye un ejercicio de control y juicio editorial.Aún está por ser demostrado, de qué modo, en éste procesocrucial, la reglamentación gubernamental puede ser ejercidaen consonancia con la garantía de la libertad de prensa asegu-rada por la Primera Enmienda”.

En Brasil, el problema del derecho a réplica, es una delas justificaciones más utilizadas por los defensores de unanueva legislación específica para la prensa. En la primeradecisión relativa a éste tema, después de abolida la Ley dePrensa del régimen militar, el Supremo Tribunal Federalle concedió a la revista “Veja”, el semanario de mayor cir-culación del Brasil, garantizándole el derecho a no publi-car, una sentencia judicial favorable a Eduardo Jorge Cal-das Pereira, ex alto asesor del ex presidente del Brasil, Fer-nando Enrique Cardoso, quien había obtenido de la Justi-cia la decisión, basada en la derogada ley, de que la revistadebía publicarla. Caldas Pereira anunció que recurrirá a una

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acción de amparo, lo que permite prever una batalla en lostribunales.50

Caldo de cultura

El hecho es que hay, en nuestro país, una gran simpatíasocial por leyes que restrinjan la libertad de expresión. Por-que en Brasil –y aquí somos iguales a casi todos los pueblos,aunque hayan algunos entre los que ese sesgo no sea tan in-tenso como entre nosotros– la mayoría de las personas estátotalmente a favor de la absoluta libertad de expresión para supropio discurso, pero totalmemte contraria a ella, cuando setrata del discurso de sus oponentes, adversarios o enemigos.

Son muy raros los individuos, en cualquier lugar delmundo, que adoptan, de hecho, la tesis radical de otro juezde la Suprema Corte de los EUA, Hugo Black(1886-1971),éste si un defensor indiscutible de la libertad de expresión:”Miopinión es, sin desvíos, sin excepción, sin ningún ‘si, peroteniendo en cuenta´, que la libertad de expresión significaque no se puede hacer nada contra nadie por causa de las opi-niones que tenga, los puntos de vista que exprese, o las pala-bras que profiera o escriba.”

No ayuda de mucho hacer leyes. Claro que es mejor siexisten para ayudar a garantizar la libertad de expresión, ynunca para recortarla. Simplemente no es suficiente para ga-

50 Gallucci, Mariângela. “STF dá liminar à ‘Veja’ contra decisão judicial”. OEstado de S.Paulo (10 de noviembre de 2009).

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rantizarla. No obstante, ellas solas, no son suficientes paragarantizarlas. Con o sin esas piezas jurídicas, la libertad existey es mantenida únicamente cuando la sociedad así lo desea.El problema en éste país (Brasil), es que, en la actualidad, elgrado de adhesión de la ciudadanía al concepta de libertad deexpresión es muy débil. Es aquí, y solamente aquí, que resideel peligro.

La actitud de muchos (si no la mayoría) de los periodistasy de los medios de comunicación contribuye a debilitar ladefensa ciudadana de la libertad de expresión. Arrogantes,poco dispuestos a reconocer errores, distantes de los intere-ses concretos de las personas comunes, elitistas, muchos acos-tumbran a maltratar a sus propios lectores o espectadores, queson los únicos que les pueden garantizar las supervivenciafísica y el ambiente propicio para ejercer su actividad.

En Brasil, existe un importante caldo de cultivo en contrade los medios. Ellos han sido históricamente, el chivo expia-torio de los brasileños para todas sus lacras sociales. La vio-lencia aumenta porque la televisión la incita; las adolescentesse embarazan cada vez más, porque la televisión las induce ala sensualidad; los delincuentes no permanecen en la cárcelporque los periódicos defienden sus derechos, no así los desus víctimas; mi candidato no fue electo porque los mediospresentaron una imagen negativa de él, pero positiva de la desu adversario. Y así sucesivamente. Los medios son conside-rados culpables de todo aquello que es considerado negativo:la obesidad, la pornografía, la agresividad, la alienación, la ig-norancia o la corrupción. Es cierto, que muchas veces, aménde la ya citada arrogancia, la baja calidad del material transmi-

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tido por los medios de comunicación sirve de estímulo paraéste tipo de actitudes. Pero es necesario tener el buen criteriode entender que la censura –siempre subjetiva y casuísti-ca– en nada va a contribuir a mejorar la calidad de esoscontenidos.

La censura no es vista con antipatía por una parte consi-derable de los brasileños. Por el contrario, existe una difundi-da impresión de que ella es necesaria para corregir esas su-puestas incorrecciones arriba mencionadas. Más censura sig-nificaría menos groserías en la televisión, mayor calidad en laradio, menos libertades nefastas de los periódicos. Por ésto, elincremento de las reglamentaciones de los medios por partedel Estado encuentra apoyo en vastos sectores de la pobla-ción. No es por otra razón que recientes iniciativas del go-bierno federal de la administración de Luiz Ignacio Lula daSilva en esa dirección, como el Ancinav (Agencia Nacionalde Cine y Audiovisual) y el Consejo Federal de Periodistas,que pretendían aumentar el control sobre los medios, casi seconcretaron. Fue necesario un gran esfuerzo de movilizaciónde sectores influyentes (pero minoritarios), de la sociedad, yuna conjunción de circunstancias políticas no relacionadascon esos procesos (que debilitaron a los grupos que dentrodel gobierno federal más los defendían), para finalmente de-tenerlos. Pero el nivel de apoyo que esas tentativas de controlobtuvieron de la sociedad es algo que debería despertar granpreocupación entre quienes defienden la necesidad de garan-tizar la libertad de expresión

La realización prevista para diciembre de 2009, de unaconferencia nacional de comunicación, convocada por el go-

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bierno federal y boicoteada por las entidades más importan-tes de las empresas del sector, sería una nueva oportunidadpara intentar crear algún tipo de instrumento destinado a li-mitar la libertad de expresión. En lugar de participar del de-bate y defender sus puntos de vista, las asociaciones empresa-rias preferirán quedar fuera, y dejar el campo abierto a susadversarios, en otra demostración de miopía política o realdesinterés por la opinión pública.

Ya hay otras propuestas legales que van por caminos si-milares a los de Ancinav y el CFJ, aún en trámite, o en elinicio de su camino legislativo, tanto en el Poder Ejecutivocomo en el Legislativo, el Judicial, y en las agencias regulato-rias. Cualquier pretexto sirve para que aventuras con el obje-tivo final de limitar la libertad de expresión sean emprendi-das. De la “Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria” a la “CasaCivil de la Presidencia de la República”, las dos casas del Con-greso, en las “Asambleas Legislativas” y en las “Cámaras Mu-nicipales” , iniciativas de todo tipo intentan limitar la libertadde expresión.

La convergencia de medidas, por ejemplo, de proyectosque dicen buscar la defensa de la producción y la cultura na-cionales, o a impedir la aparición de monopolios u oligopo-lios, pero que a fin de cuentas, probablemente resultarán enun mayor control estatal sobre la actividad de la comunica-ción. La irresponsable difusión por parte de la prensa, dematerial producido por pinchaduras ilegales y revelados a losmedios de comunicación por las propias autoridades, con elfin de beneficiar a sus propios grupos en las disputas intesti-nas de poder, ya originó un proyecto de ley para modificar el

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artículo del Código Penal de modo de volver más severas laspenas a quienes violaran el secreto de información. Tal justi-ficación, aparentemente razonable, tiene entre sus blancos alos medios de comunicación, ya que los incluye entre quie-nes pueden ser sancionados con pena de prisión de sus res-ponsables por divulgar el contenido de esas informacionesobtenidas ilegalmente. Nada más justo de que el Estado seequipe para impedir que sus secretos sean ilegalmente reve-lados. Pero nada más absurdo que intentar privar de su liber-tad a quienes transmitan esos secretos al público, dado queno fueron ellos quienes cometieron el delito de quebrantar elsecreto. Sería como encarcelar a los editores del “New YorkTimes” junto con Daniel Elsberg, el funcionario del pentá-gono que les entregó los documentos acerca de la guerra enel sudeste asiático que probaban que la sociedad americanavenía siendo engañada, hacía años, por los sucesivos gobier-nos que le mentía acerca de la situación militar en aquellaregión del mundo. En éste caso específico, ni siquiera Els-berg terminó cumpliendo pena de prisión.

También en la estela de la irritación pública, están las exa-geradas pinchaduras, y otra iniciativa legal con vistas a elimi-nar de la Constitución uno de sus mayores logros: la garantíaotorgada a los periodistas de poder mantener el secreto de susfuentes. Ese es un aspecto de la legislación en el que Brasil essuperior a los EUA, país en el que distintos periodistas hancumplido pena de prisión por negarse a revelar a la justicia laidentidad de quienes les aportaron determinadas informacio-nes de interés público, y donde ha crecido un movimientoque busca incluir en la legislación el derecho a mantener el

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secreto de la fuente, de modo similar al que se aplica a lasconversaciones entre abogado y cliente.

El secreto de la fuente es absolutamente vital para el ejer-cicio pleno de la actividad periodística. Sin él, será práctica-mente imposible, por ejemplo, denunciar casos de corrup-ción. Está claro que –así como con todos los demás– ese de-recho necesita ser ejercido con responsabilidad, cosa quemuchas veces no ha ocurrido en éste país. En éste tópico,como en muchos otros, la solución no radica en el aumentode los poderes estatales para juzgar dónde fijar los límites dela responsabilidad.

Conclusión

La autorregulación es la mejor solución, la más legíti-ma y eficaz, para ésta y otras situaciones. Una nueva ley deprensa aumentaría la confusión e inseguridad jurídicas.Desgraciadamente, y como subproducto de la ya mencio-nada actitud de arrogancia de los comunicadores, quienestambién son capaces de adoptar las peores prácticas de unexagerado espíritu de cuerpo, no se vislumbran muchasseñales de disposición de su parte para autorregularse ri-gurosamente, antes que el estado encuentre suficiente apo-yo social y político para hacerlo. Incluso iniciativas sim-ples, como la institución de auditorías públicas o el nom-bramiento de “ombudsman”, son rarezas en los medios decomunicación brasileños (se cuentan con los dedos de lamano los que lo han hecho).

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Con excepción del Conar (Consejo Nacional de Auto-rregulación Publicitaria),51 que ha sido razonablemente ca-paz en impedir abusos en el área de la publicidad, periodistas,locutores, cineastas y empresarios del sector, no han sido ejem-plo de autocontrol, y han abierto resquicios para que los ciu-dadanos soliciten la intervención estatal. Incluso la publici-dad, que ha tenido buenos resultados en lo atinente a ésterequisito, enfrenta el asedio cada vez más persistente y agre-sivo de las agencias gubernamentales relacionadas con la sa-lud, la infancia, la educación y otras áreas, para imponerle res-tricciones que muchas veces están lejos de ser aceptables parael sentido común.

Aparte de la autorregulación, también la madurez demo-crática puede funcionar bien en superar los actuales impassesprovocados por los abusos, tanto de jueces como de periodis-tas. Se habla mucho de la necesidad de crear instrumentos de“control social” de los medios, pero éstos ya existen, y sonpuesto en práctica por la justicia y el mercado. Los mediosque actúen de modo arrogante, calumnien y difamen, pue-den ser castigados por las leyes vigentes y por el público, quedejará de consumirlos. Una sociedad civil fuerte, que crea enla necesidad de una prensa libre y responsable, encontrará losmedios de solicitar a jueces y periodistas a obrar de modocomedido y racional.

51 El Conar fue creado en 1980 por las agencias publicitarias y por las enti-dades de clase de empleadores y trabajadores del ramo para juzgar, con elpoder de castigar casos de abuso o error de las campañas publicitariasconsideradas perjudiciales para el consumidor y a la sociedad.

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En este sentido, puede ser saludable la acción de enti-dades civiles, organizaciones no gubernamentales, que con-voquen a ciudadanos interesados en temas sociales comunesa ellos (derechos de las minorías, preservación del medioambiente, defensa de la enseñanza o de la salud pública, porejemplo), a presionar sobre los medios de comunicación cuan-do se sintieren perjudicados por la cobertura que ellos hacende los asuntos de su preferencia.

Es evidente que la difusión de Internet ayuda al trabajo yla organización de estos grupos, cosa que probablemente obli-gará a los medios de comunicación a ser más cuidadosos yesmerados, vigilantes en su práctica, en beneficio de toda lasociedad. Lo que resulta inadmisible es que el estado intentecrear mecanismos que pretendan hablar en nombre de todala sociedad y que probablemente serán aprovechados rápida-mente por partidos o facciones políticas para vigilar la actua-ción de la prensa.

También en éste caso, la madurez de la convivencia de-mocrática, definirá los límites de la Intervención del estado, yforzará a accionar instrumentos de autorregulación, en de-fensa de su propia supervivencia.

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LOS AUTORES

Bernardo Sorj - Director del Centro Edelstein de Investi-gaciones Sociales y profesor de sociología de la UniversidadFederal de Río de Janeiro. Formado en Historia de Israel porla Universidad de Haifa y Ph.D. en sociología por la Univer-sidad de Manchester. Fue profesor visitante en varias univer-sidades europeas y de los Estados Unidos. Autor de 23 librospublicados en varios idiomas, entre los libros más recientesse incluyen: El Desafío Latinoamericano (con Danilo Martuc-celli, Siglo XXI, 2008), La Democracia Inesperada (Prometo/Bonagno, 2004) y Judaísmo para Todos (Siglo XXI, 2009).

Fernando Ruiz - Profesor de Periodismo y Democracia, eHistoria de la Comunicación, de la Facultad de Comunica-ción de la Universidad Austral. Elabora cada semestre un in-forme de Indicadores de Periodismo y Democracia a Nivel

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Local en América Latina, en conjunto con la fundación CA-DAL. Su último libro es El Señor de los Mercados. Historia deldiario Ámbito Financiero.

Philip Kitzberger - Philip Kitzberger es Investigador delConicet y Profesor del Departamento de Ciencia Política yEstudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Te-lla. Doctor en Filosofía (UBA) y Licenciado en Ciencia Po-lítica (UBA). Realizó sus estudios doctorales en la Universi-dad de Colonia (Alemania). Investiga en temas de medios ypolítica y teoría política contemporánea.

Omar Rincón - Profesor Asociado Universidad de los An-des, Bogotá, Colombia. Director de Competencia en Comu-nicación de la Fundación Friedrich Ebert www.c3fes.net.Crítico de medios de El Tiempo. Blogger de lasillavacia.com.Publicó Narrativas mediáticas, o cómo cuenta la sociedad delentretenimiento, Gedisa, Barcelona, 2006; Editor de Telepre-sidentes: cerca del pueblo, lejos de la democracia, C3FES,Bogotá, 2008; editor de Entre saberes desechables y saberesindispensables [agendas de país desde la comunicación]. Bo-gotá: C3FES, Bogotá, 2009.

Ana Lucia Magrini - Politóloga de la Universidad Católicade Córdoba en espera de ser comunicadora en la Maestría enComunicación de la Universidad Javeriana. Blogger delasillavacia.com. Doctorando en Semiótica, Universidad Na-cional de Córdoba, Argentina. 

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Carlos Eduardo Lins da Silva – Licenciado, maestro,doctor y libre-docente en Comunicación, es el ombudsmandel diario Folha de S.Paulo y editor de la Revista Política Exter-na. Fue profesor de periodismo en las universidades de SanPablo y la Católica de Santos y professor visitante en lasuniversidades Federal do Rio Grande do Norte, Texas, Geor-getown Michigan State.

Los autores

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Introducción 195

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ...................................................................5

FRONTERAS MÓVILES: CAOS Y CONTROLEN LA RELACIÓN ENTRE MEDIOSY POLÍTICOS EN AMÉRICA LATINA .................................. 17

Fernando Ruiz

GIRO A LA IZQUIERDA, POPULISMOY ACTIVISMO GUBERNAMENTALEN LA ESFERA PÚBLICA MEDIÁTICAEN AMÉRICA LATINA ........................................................... 61

Philip Kitzberger

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Bernardo Sorj196

MEDIOS, PODER Y DEMOCRACIAEN AMÉRICA LATINA…de celebrities políticas, poderes mediáticosy democracias de simulación .................................................... 101

Omar Rincón y Ana Lucía Magrini

CENSURA JUDICIAL DE LA PRENSA EN EL BRASILAUTORREGULACIÓN Y MADUREZ DEMOCRÁTICA ... 139

Carlos Eduardo Lins da Silva

LOS AUTORES ..................................................................... 191

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