porque occidente anudo sufrimiento y amor - roxna kreimer

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  • 8/17/2019 Porque Occidente Anudo Sufrimiento y Amor - Roxna Kreimer

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    • Año 8 • Nº 74 • Diciembre de 2005 • $ 4.-

    Todo es una celebr aci ón. H ar o ldo Cont i 

    ¿POR QUÉ OCCIDENTE ANUDÓ

    AMOR Y SUFRIMIENTO?Roxana Kreimer

    La odisea del psicoanálisis

    en la Argentina del ‘69 a l ‘83Ricardo Klein

    Acoso entreadolescentesLilia na Amaya

    Grupo,grupalistas ylacanianosDaniel Seghezzo

    El enfoque

    centrado enla personaAndrés Sánchez Bodas

    Pezbanana

    Escritura a

    cuatro manosGruss /Miceli

    Torres /Skliar

    74Director:Román Mazzilli

  • 8/17/2019 Porque Occidente Anudo Sufrimiento y Amor - Roxna Kreimer

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    Roxana [email protected]

    En la historia de la cultura de Occidente encontramos dos ti-pos de concepciones sobre el amor: aquellas que de una uotra forma lo asocian con la carencia y el sufrimiento, y

    aquellas que lo relacionan con la alegr’a y con la afirmaci—n de lavida. Las concepciones que vinculan el amor con el sufrimientoson las que mayor influencia han ejercido en nuestra cultura, b‡-sicamente a partir de la cultura griega, que entiende al amor comouna enfermedad, como una forma de locura y de sufrimiento que,aunque muy dulce, puede destruir todo aquello que el amante va-lora, y tambiŽn a partir de la cultura cristiana, que con frecuenciaexalta el sufrimiento como prueba de virtud.. La concepci—n grie-ga parece referir a un tipo particular de amor, el eros, enamora-miento, flechazo, pasi—n o amor-pasi—n (aqu’ los considero sin—-nimos, a pesar de que podr’an establecerse diferencias entre ellos),que articula buena parte de nuestras representaciones culturalesdesde la perspectiva del sufrimiento. Pensemos en las canciones,en los boleros o en los tangos, todos ellos herederos de los cantos

    de los trovadores medievales, en las pel’culas, en las novelas y enlos teleteatros. El bolero ÒL‡grimas negrasÓ dice ÒTu me quieresdejar/yo me quiero morir/contigo me voy mi santa/ aunque mecueste morirÓ. Ylas coplas: ÒEl amor que te tengo/sombra parece-/cuanto m‡s alejado/tanto m‡s creceÓ; ÒNi contigo ni sin ti/tienenmis males remedio/contigo porque me matas/ y sin ti, porque memueroÓ. Sin embargo, dejar de ser amado o ser infeliz en una pa-

    reja parecen buenos motivos para dejar de amar. As’ lo han suge-rido autores como Spinoza, Ovidio o Arist—teles, que prefirieron

    asociar el amor con la alegr’a y no con el sufrimiento.Una de las razones por las cuales Occidente anud— amor y sufri-

    miento se vincula con el hecho de que los griegos, fundadores denuestra cultura racionalista, entendieron al amor como un fen—me-no enteramente irracional, espont‡neo y que viene de afuera, porla acci—n de las flechas del dios Eros. A diferencia de culturasorientales como la japonesa o la china, Occidente no se consagr—hegem—nicamente a crear un arte de amar, es decir, una pr‡cticaque se ense–a, se aprende y se perfecciona. Un mecanismo irracio-nal presupone la completa pasividad del amante, que juzga que nopodr‡ hacer nada en favor de la aparici—n de un nuevo amor, as’ como entiende al amor como una forma de pasi—n que provieneexclusivamente del mundo exterior y deja al individuo inerme, aentera merced de los caprichos del sentimiento. Sin embargo, aun-que las pasiones con frecuencia inclinen la balanza hacia lo queentendemos como ÒirracionalÓ, lo racional y lo irracional est‡n in-disolublemente unidos en el ser humano, incluso cuando losamantes se justifiquen declarando lo contrario.

    Siempre que amamos la posibilidad de sufrir est‡ presente. Sinembargo, nuestra cultura dio una vuelta de tuerca m‡s, llegando apostular, principalmente a partir del romanticismo del siglo XIX,que el sufrimiento por amor es virtuoso, y que sufrir por alguienes prueba suficiente de que se lo ama.

    Encuentro que otra de las razones por las que se anud— amor ysufrimiento tiene que ver con la identificaci—n, tambiŽn a partir dela influencia griega, del amor con el enamoramiento, y del impe-rativo que surge en el Renacimiento de que las parejas estŽn fun-dadas en este tipo de amor. En la l’nea de pensamiento de Denisde Rougemont y AndrŽ Comte-Sponville, diferencio el amor de lapasi—n o enamoramiento, o en tal caso al amor-pasi—n de otras for-mas posibles de amor Ðel amor-acci—n, el amor-compa–ero-, yconsidero la posibilidad de que el amor continœe cuando la pasi—n-finita por definici—n- ha concluido, lo que no equivale a declararel fin del deseo sexual por la pareja ni el fin de la posibilidad degozar intensamente de su compa–’a. El amor-pasi—n o enamora-miento es un dulce y exquisito estado de efervescencia de cortaduraci—n Ðla tradici—n literaria coincide en que no dura m‡s de tres

    o cuatro a–os-, basado en la idealizaci—n del otro y en su ausencia,mientras que el amor-acci—n o amor-compa–ero es un amor dem‡s largo alcance que implica querer al otro porque se lo conocey se goza de su presencia y no de su ausencia, una relaci—n para laque el paso del tiempo puede convertirse en un dato a favor y noen contra, y para la que es posible sobrellevar los problemas quenecesariamente alcanzan a toda relaci—n humana duradera.

    El amor y el sufrimiento aparecen estrechamente unidos a par-tir de la concepci—n plat—nica que populariza el cristianismo y,contempor‡neamente, el psicoan‡lisis, principalmente a travŽs delos desarrollos te—ricos de Lacan. De acuerdo a esta concepci—n,conocida como la del deseo como ausencia, si deseo algo es por-que est‡ ausente, y si lo deseo y est‡ presente es exclusivamentepor miedo a perderlo. Esto nos lleva a considerarnos animales in-satisfechos no s—lo en el terreno del amor sino en el de cualquier

    Campo Grupal / 2

    DirectorRomán MazzilliSecretario de redacciónWalter VargasRedacción:Luis Gruss, Daniel Seghezzo,Denise Najmanovich, Patricia

    MercadoPublicidadMaría Eugenia CondeColaboran en esta ediciónRoxana Kreimer, Viana Rey, Andrés

    Sánchez Bodas, Ricardo Klein, Lil-

    iana Amaya, Diego Skliar, Guillermo

    Torres, Marcelo Miceli, María

    Guidobono, Enrique Guinsberg,

    Rosana Carballo, Patricia Garrote.

    Ilustraciones: Escenas de lapelícula coreana Old boy

    Redacc ión yPublicidadConesa 473 P.B. ÒBÓ(1426) Capital - ArgentinaTel/fax: (54-11) 4553-1226

    E-mail: [email protected]: www.campogrupal.comImpresi—n: GŽnesis S.A.Campo Grupal es una publicaci—nde Ediciones Presencia.Distribuci—n: Motorpsico (Capital)

    Suscr ipc ionesPor 11 ediciones anuales:Argentina: $ 55.-AmŽrica Latina: u$s 50.-Otros pa’ses: u$s 60.-

    Después de mí, el Diluvio. Madame de Pompadour 

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    ¿Por qué Occidente anudóamor y suf rimiento?

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    otro placer. Puedo desear los ravioles con tuco porque los probŽ yest‡n ricos, y no porque me faltan. ÀDe quŽ podr’an carecer dospersonas que est‡n juntas, se desean, se aman y se llevan bien? Es-ta concepci—n del deseo como ausencia y no como presencia, en lapr‡ctica se traduce en la consideraci—n de que la fiesta siempretranscurre en la vereda de enfrente, de que las personas m‡s desea-bles son las que no tenemos al lado, de que una relaci—n tortuosacorresponde a la esfera del amor, de que no finalizar el duelo porun amor del pasado prueba el poder de nuestra capacidad de amar.

    Otra de las razones por las que encuentro que Occidente anud—amor y sufrimiento se remonta al antiguo mito del andr—gino, quecontempor‡neamente conocemos como el de la Òmedia naranjaÓ ode las Òalmas gemelasÓ. La imagen m’tica de las dos mitades quedesean volverse a unir viene de antiguo y postula la incompletitudde los seres humanos, que buscar’an afanosamente a su Òmedia na-ranjaÓ con el fin de completar esa carencia primitiva. Proviene deeste antiguo mito la idea de no considerarse completo si no se es-

    t‡ en pareja, la presunci—n de que una y s—lo una persona est‡ des-tinada a Òhacernos felicesÓ en el amor, y de que al reconocer estauni—n previa -por lo general mediante la instantaneidad del flecha-zo- se producir‡ una fusi—n eterna. Aunque el abrazo amorosoevoque la imagen de dos mitades que se unen, no somos naranjasrebanadas por la mitad, no erramos en busca de una unidad origi-naria ni, mal que nos pese, existe nuestra Òalma gemelaÓ. Lo queexisten m‡s bien son personas distintas a nosotros a las que even-tualmente podremos amar, y la autŽntica prueba de amor se vincu-la con nuestra capacidad de conciliar las diferencias. El sue–o deencontrar a un amante ideal, la sensaci—n de que la vida ya no tie-ne sentido sin la compa–’a de la persona amada y los suicidios pa-sionales hunden sus ra’ces en este mito que lleva a confundir lapŽrdida de un amor y la pŽrdida de la capacidad de amar. El v’n-

    culo amoroso no consagra nuestra identidad. Tampoco deber’adestruirla sino realzarla.

    Pensar el amor es un verdadero reto en tiempos en que los cam-bios de h‡bitos se tornan vertiginosos. La aceptaci—n de las mœlti-ples orientaciones sexuales, la escisi—n entre sexualidad y repro-ducci—n, el cambio de roles de gŽnero junto al quiebre de los mo-delos tradicionales plantean cambios que apenas alcanzamos a vis-lumbrar. Como se–alaba la consigna de los sesenta: ÒHay que rein-ventar el amorÓ, quiz‡ con menos expectativas, sin exigir, aceptan-do con gratitud los mœltiples amores que nos ofrece la vida, gozan-do de la presencia y no de la ausencia, se trate del amor de un ami-go, de la pareja, de una actividad, del arte o de las mœltiples expre-siones de belleza que el mundo ofrece con generosidad.

    (Framentos de Falacias del amor. ÀPor quŽ anudamos amor ysufrimiento?, Editorial Paid—s. )Web de la autora: www.filosofiaparalavida.com.ar

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    Liliana [email protected]

    Celeste, 18 a–os, tres a–os de retraso emocional por abandono ensu primera infancia. Sus amigas tienen 13 y 14 a–os y algunaque otra 18.

    Sus amigas la protegen. La cuidan de sus arrebatos, de sus impul-sos, de sus errores de percepci—n. Ellas la quieren y adem‡s, Celestetiene un poder. Cree saberlo todo o casi todo acerca del sexo, las chi-cas sacan su provecho tomando informaci—n de esta maestra que aunno se licenci—. ÒÀPor atr‡s uno puede quedar tambiŽn embarazada,no?Ó pregunta. ÒÀEl orgasmo, quŽ ??Ó, no sŽ quŽ es, afirma.

    Celeste es una nena grande que desea ser mujer. Una joven en cier-nes que no puede dejar de ser nena. Pegada a sus padres y con un ca-lor corporal que no pude manejar camina por las calles invadiendo alambiente con su despliegue hormonal. ÒSoy la m‡s lindaÓ, dice. A ve-ces se lo cree, otras, se consuela con la frase.

    Insegura y temerosa, siente que su biolog’a explota dentro suyo.Quiere sexo. Se enloquece con los varones. Quiere ser amada y desea-da por todos.

    Sale a la calle en busca de amor. Encuentra otras cosas.

    Celeste quiere ganar espacios. Entusiasmada, enloquecida va a laesquina, al kiosco, donde est‡ la barra. Los chicos le dicen ÒCeleste:Áte amamos!ÁSos la mejor!Ó

    Celeste arremete frente al canto de sirenos. Cae embobada en laspalabras sensuales y pornogr‡ficas de los pibes. Se confunde, en esosmomentos no distingue los mensajes. Se enreda entre los gestos, laspalabras y la actitud corporal de los chicos.

    El timbre de su casa es su punto de arranque. El telŽfono, la segun-da posibilidad y la computadora con el MSN su vida.

    Los cables la conectan con los chicos. La puerta de calle con las chi-cas.

    Son el aire que respira. Prohibirle salir es cortarle el aire, el peorcastigo.

    Celeste pudo un a–o atr‡s ser la chica que entreg— sexo para desvir-gar a los m‡s chicos. Lo tom— como un juego. Se crey— la mejor. Loshermanitos de trece a–os hallaron en su cuerpo alguien de confianzapara desahogar su pasi—n. DespuŽs fue el primo, el amigo y Celesteadquiri— el r‡pido t’tulo de la chica m‡s accesible del barrio.

    Los chicos pasaron el dato, y la legi—n fue en aumento. Amigos delos hermanos, visitas ocasionales, y una cola de interesados se sum—para sacarse el jugo con la m‡s f‡cil de la cuadra. Celeste no pudo pa-rar la oleada.

    Sus padres tampoco. Aquello que empez— con una transa en el ba-–o del cyber, y continu— a la vuelta de la esquina, hoy se ha compli-cado.

    Celeste es la invitada de honor a sosegar los apetitos sexuales de lospibes del barrio.

    Aquello que empez— como un juego ahora le est‡ afectando. Prime-ro la humillaci—n, despuŽs el dolor, la tristeza, la desaz—n.

    Los chicos imponen su sentido. Encontraron en Celeste una ovejitacaliente, tierna, insegura, como algunos de ellos. Pero es un lobo elque dirige la legi—n.

    El mat—n del barrio aliado al lindo de la cuadra tramaron variastrampas para cazar a la ni–a encantada.

    Cuando sus padres salen, alguno que otro s‡bado, los chicos que es-t‡n en la calle la llaman por telŽfono, le preguntan si sale a la esquinay cuando ella est‡ afuera, abren la puerta de la casa del vecinito y laempujan entre todos, para que penetre en la casa. Los chicos se apro-vechan. Una vez, dos veces, tres veces, Celeste no puede escapar. Deella se apodera el temor, la complacencia, la sumisi—n.

    ÒCuando me rodean siento una mezcla rara de miedo y sometimien-toÓ, dice.

    Vuelve del colegio, sale para el colegio, los chicos, que estudian po-co, hacen carrera en la calle. El objetivo: cazar al rat—n. Ponen suspiernas para trabarla, sacan sus brazos, la cercan, le hacen un puente.La encierran, uno se pone delante, otro se pone detr‡s, dos al costadoy tres abren las puertas. Una vez dentro de la casa, cuando los padresdel vecino est‡n ausentes, no hay queja que valga.

    Celeste se asusta, pide irse, les dice que no quiere hacerlo, pero lasemociones del grupo se complican. Se niegan a abrirle la puerta parasalir. Unos se enojan. Otro le pide perd—n. De hecho, todos continœan.El mat—n de diecinueve lidera la acci—n: ÒÁNo dejes de hacerlo!Ó or-dena al que titubea. ÒÁAhora vos Mart’n!Ó

    Celeste, arrojada a la cama es atrapada por todos. Ella dice: ÒEste-ban estaba loco. Me baj— los pantalones. Me miraban todos. Se me ti-

    raron todos encimaÓ.ÒEsta vezÓ dice, Òcasi me pongo a llorar, me hab’an agarrado los

    brazos, otro me penetraba, otro me tocaba la cola, los dem‡s espera-ban sus turno. Todos estaban al palo. No quise gritar. PensŽ que ser’apeor.

    Al fin, pude salir. DespuŽs que pasaron todos.SŽ que lo van a volver a hacer. No puedo zafar. Le tengo miedo a

    Mat’as. AŽl no le importa nadaÓ.ÒSiento que como persona no sirvo para nada. Los chicos me quie-

    ren solo para eso. Yo soy demasiado buena con ellos. Ahora los odio.Pero me equivoquŽ.

    ÒLe escrib’ una carta a un abogado imaginario: Se–or abogado, lecuento que tengo un problema. No sŽ como contarlo. Es con unos pi-bes; son J y Mat’as. J es una persona buena, pero cuando est‡ con losotros empieza a hablar mal de m’ y maltratarme. Con Žl me confundo.Es bueno y es malo.

    Ahora lo odio.A los pibes ni los miro. No voy a la esquina. Pero no puedo estar to-

    do el d’a encerrada en mi casa. Las chicas me acompa–an a todos la-dos. SŽ que en algœn momento algo me van a volver a atacar. Solo es-t‡n esperando que pase el enojo de mis padres y los vecinos de la cua-dra se calmen. Para m’ que preparan una nueva celada como vengan-za porque se lo contŽ a mis viejos.Ó

    Distintas acepciones para el acoso moralMobbing y Bullyng

    Este es el relato de una joven envuelta en una situaci—n de acoso

    psicol—gico de car‡cter sexual.De acuerdo al estudio de Marie-France Hirigoyen, el acoso moral

    tiene diferentes definiciones. En la dŽcada del ochenta, Heinz Ley-mann introdujo el concepto de mobbing para describir las formas se-veras de acoso en las organizaciones. Para el profesor Leymann, elmobbing consiste en actitudes hostiles frecuentes y repetidas en el lu-gar de trabajo que tienen siempre a la misma persona en el punto demira.

    El caso de Celeste no se presenta en el trabajo. Pero s’ se trata deuna ofensiva sobre su persona realizada por otros adolescentes a laque se denominar’a bullying, aunque Žsta acepci—n se la utiliza paralos casos de acoso escolar.

    Esta definici—n fue dada por Dan Olwes.El bullying es un acto de tiranizaci—n, amenaza, insultos sobre una

    v’ctima o v’ctimas se–aladas.El psic—logo Olwes, primer estudioso del tema se remonta a 1973

    para analizar la violencia escolar en su pa’s, Noruega y se especializaen el tema a partir del suicidio de tres j—venes en el a–o 1982.

    Podemos seguir precisando el nombre correcto para definir el aco-so sexual entre adolescentes, pero queremos poner el acento en losefectos que produce el ataque entre sus v’ctimas. Estas acciones nega-tivas que cometen unos chicos contra otros provocan depresi—n, bajaautoestima, confusi—n, y un estado de alerta constante que no los de-

     ja concentrarse en otras ‡reas.La conducta Žtica referida al problema de acoso psicol—gico pasa

    por distinguir con claridad quiŽn es la v’ctima y quiŽn el agresor. Nodiferenciar el atacado del atacante agrega sobre la v’ctima otro golpem‡s.

    Para tratar el problema del acoso con la seriedad que la gravedad delos casos presentan debemos focalizar el centro del problema, la agre-si—n como fen—meno psicosocial y no como situaci—n individual. Eldiagn—stico y el tratamiento deber‡ tener en cuenta el contexto, la socio-pat’a desarrollada, la vulnerabilidad de gran parte de las v’ctimas y lanaturalizaci—n con que la comunidad tiende a concebir a esos ataques.

    Campo Grupal / 4

    Efectos de la agresión

    Acoso ent readolescentes

    POR H O POR G(humores grupales)

    Walter [email protected]

    Román escribe, cliquea, manda ynos recuerda, a todos los colum-nistas todos, que el viernes 25 denoviembre es la fecha señaladapara la entrega de los materialesporque es tiempo de cerrar el últi-mo número del año y se vienen2006, las vacaciones y, en el me- jor de los casos (ay, sí, ojaladió),el dolce far niente. Pero hete aquíque cuando me dispongo a cum-plir con el gozoso rito de cadames, zas, descubro que no tengouna gota de deseo, o un gramode deseo, o un kilovatio de de-seo, o una pizca de deseo, o co-mo diablos se mida el deseo, pe-ro eso sí: de “eso”, justamente,nada. Cero sobre cero. Vacío detoda vacuidad.Cómo explicarlo. No hablo del cé-lebre pánico a la hoja en blanco,que a fuerza de haberlo padecidocopiosamente me ha dotado deun cierto entrenamiento. Tampocohablo de suelos yermos de temá-ticas, por cuanto Román, CampoGrupal, me honran dispensándo-

    me la posibilidad de escribir deesto o aquello. No, definitivamen-te no. No es que me falten hori-zontes: lo que me falta es, por de-cirlo así, coloración en la mirada.Me falta todo, bah, porque en trende faltarme hasta me falta esa re-serva de combustible que da enllamarse oficio y que también po-demos llamar piloto automático oresto providencial. Pero no, tam-poco, por ahí no es. Si el oficioestá, está; el oficio es orgánico,estructural, funcional y primordial,que para eso es oficio. Deseo: delo que carezco, y hasta los tuéta-nos, es de deseo. No tengo de-seo de escribir mis dichosos Hu-mores y esa percepción me morti-fica. ¿Cómo puede ser que no

    desee ejecutar una acción tanplacentera, que ni siquiera com-porta más acosos que los de in-currir en alguna pavada de más?Sí, puede ser, se ve que puedeser, es lo que hay, o lo que nohay, y me rindo ante la evidenciade que mi deseo sea víctima deuna grieta, como decir, una grietaabismal y sustancial. El deseo es,por definición, consistencia, per-sistencia, plenitud que funda, ab-soluto que fecunda, gestaciónque persevera, y por eso un de-seo agrietado es un no deseo, yun no deseo es lo más parecidoal malestar, al tremebundo males-tar, al infinito malestar, al colmodel malestar: el umbral de la mis-mísima muerte.

    Pero si el deseo es pasible degrietas, ¿por qué no habrían deser pasibles de grietas el malestare incluso las propias grietas?Respiro hondo, pues, conduzcomi exhalación al núcleo de mi ma-lestar, repito la operación unascuantas veces y, por fin, se haceel milagro: la grieta se agrieta, elmalestar vacila como un espanta-pájaros en la tormenta, el deseoclama por ser. Es.Felices Fiestas.

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    Daniel [email protected]

    En su momento me propuse titular ÒLacan grupalistaÓ las siguien-tes notas. Pero, adem‡s de comenzar a revisar el tŽrmino, Ògru-palistaÓ, se trataba de otra cosa. Jam‡s de atribuirle un interŽs

    inexistente.Lacan no es grupalista desde el punto de vista de la intervenci—n gru-

    pal. Coloc— unos insectos, los grillos peregrinos ya experimentados porUvarov y Chauvin, para mostrar c—mo por efecto de gregarizaci—n,mudaban de color. En otro lugar, dice algo m‡s sobre el humano efec-to de grupo, relacionado Žsto a prop—sito de su propia experiencia asi-lar y hospitalaria.

    El escaso interŽs de Lacan en estudiar el efecto de grupo, y muchomenos a los grupos propiamente dichos, merece atenci—n. Dice: ÒMidoel efecto de grupo por la obscenidad que agrega al efecto imaginariodel discursoÓ, y Ka‘s a–ade que es como la mayor’a de las frases pro-nunciadas por Lacan, una frase rara. Pero este Lacan que habla de losefectos, Àno es acaso el fil—sofo del psicoan‡lisis, abarcador de multi-plicidades y agrupaciones ps’quicas, pero que sencillamente no inter-viene en los grupos?

    Es inaceptable la pretensi—n de no Òser grupalistaÓ - si por ahoraaceptamos el tŽrmino-, y tambiŽn lo es no experimentarse como tal enel campo del psicoan‡lisis. Dichos psicoanalistas no trabajar‡n congrupos terapŽuticos (Žstos ser‡n un ÒsignificanteÓ), ni har‡n interven-ciones comunitarias en cat‡strofres que suelen tener el cuerpo de m‡sde un psic—logo social procurando descifrar el significante del humo yde la muerte.1

    ÀSe puede hablar de un entendimiento anal’tico de la experiencia psi-col—gica de grupo? 2

    El entendimiento anal’tico , como hegeliana funci—n que separa y lue-go recombina los elementos, transita inevitablemente la dialŽcticamundo interno-mundo externo bajo el imperio de la multiplicidad. Elentendimiento psicoanal’tico de uno no puede no ser el de varios, nopuede no ser el de las constelaciones-asambleas que pueblan los mun-dos internos y externos.

    Melanie Klein, tanto o m‡s lejos del interŽs por los grupos como La-can, habla de asamblea de objetos internos. Esa asamblea (Àhay mejorfotograf’a que esta palabra, asamblea, para dar cuenta de tal multiplici-

    dad de elementos?) reducida a dos en sesi—n que siempre son muchosm‡s.

    Como te—rico no interviniente en los grupos, Lacan, al tomar ÒElbanqueteÓ de Plat—n, otra escena colectiva que ilustrar‡ el item de latransferencia en el Seminario 8, es un ejemplo del ejercicio de este en-tendimiento anal’tico. Este se derrama en el texto de Plat—n y abre nu-meros’simas l’neas por momentos inacabables en cada digresi—n, pro-vocando una permanente arborescencia nacida del discurso de los per-sonajes que rodean a S—crates, en torno al tema del amor.

    El psicoanalista unipersonal que reniega del tratamiento psicoanal’-tico del grupo terapŽutico es necesariamente un miope social que inten-ta basar sus tesis socr‡ticas en las ense–anzas del maestro. Sencilla-mente no est‡ preparado para operar (intervenir) en y desde el grupo,por falta de deseo o por lo que fuere, como la af‡nisis del Lacan ÒNo

    IntervinienteÓ, cuando en el mismo seminario desprecia el germen dela ÒTwo bodies psychologyÓ de Rickman, el de la psicolog’a multiper-

    Campo Grupal / 5El burro es como un caballo traducido al holandés. Lichtenberg 

    Ecos de ‘El banquete’

    Entendimiento de grupo,grupalistas y lacanianos

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  • 8/17/2019 Porque Occidente Anudo Sufrimiento y Amor - Roxna Kreimer

    6/16

    La pe rso naterapéut icaViviana Rey

    [email protected]

    Trabajando como terapeutasdesde el Acercamiento Centra-do en la Persona (Carl Rogersy continuadores) hemos explo-rado y reflexionado profunda-mente acerca de qué se trata loque nombramos como terapéu-tico.Desde las bases de nuestrapráctica sabemos que lo tera-péutico comienza con la actitudcon la que vamos al encuentro,considerando en principio tresactitudes básicas, (aceptación,empatia y congruencia) queconfiguran un territorio de expe-riencia libre de amenazas. Es-tas actitudes nos facilitan estaren el presente, más allá de lasinterpretaciones, de las inter-venciones, de las estrategias ylas técnicas. Entonces, tera-péutico es un estar ahí presen-te con el otro, en acto, lo quepara nosotros implica involu-crarnos plenamente.

    El diccionario etimológico nosbrinda el posible origen de lapalabra terapéutico:Terapeútica: del latin tardío the- rapeutica,-orum “tratados de medicina” y este del adj. gr.therapeutikós, propiamente “servicial, que cuida de algo o alguien”, Deriv: terapéutico,terapeuta. Gr. therapeutes: Servidor.Tomando este aporte, junto connuestra experiencia del mundoy en particular de nuestra prác-tica como terapeutas, conside-ramos que persona terapéuti-ca es aquella que con su acti-tud facilita y promueve el cui-dado de la potencia vital detodo lo que existe y se mani-fiesta.Creemos que esa capacidad ocualidad de cuidar, en principiopertenece al mundo del que so-mos parte, al mundo y sus rela-ciones. El cuidado, lo terapéu-tico solo ocurre en relación,no le pertenece a nadie, no esla propiedad privada de un sec-tor y cualquier persona que lodesee, puede explorar, cultivar,y recorrer este territorio.Tal vez resulte extraña estaafirmación, observando el mun-do en este momento, donde lasrelaciones privilegiadas sonaquellas que descomponennuestros modos comunitarios yde solidaridad, (las imágenes

    que nos ofrecen los mediosilustran crudamente lo que es-tamos hablando). Pero al mis-mo tiempo resurgen grupos yasociaciones que cuidan los es-pacios de singularidad y liber-tad (tenemos muy vibrante to-davía la experiencia de la Cum-bre de los Pueblos, como ejem-plo de otras posibilidades). Poreso la propuesta que ofrece-mos acerca de lo terapéutico,es para nosotros también uncompromiso ético y político, yaque nos permite comprenderque, lo terapéutico no es el artede instrumentar ciertas estrate-gias o dispositivos, para cam-biar, modificar o curar algo enel otro, sino que es potenciar

    nuestra capacidad de cuidar loque existe. La atención estapuesta en el cuidado de lo queexiste y se manifiesta, y ennuestro ser personas, relacio-nándonos y ofreciéndonos a lasrelaciones desde este lugar.

    sonal, sospechando al pasar sobre la presunta legitimidad con que ha-bla Rickman por sus avatares durante la revoluci—n rusa.

    A prop—sito, digamos tambiŽn al pasar, Àpor quŽ esta referencia de-

    nigratoria - es decir, una de las tantas - de Lacan? ÀQuiz‡ porque Rick-man pas— del discurso a la acci—n? 3

    La condensaci—n de unidades de an‡lisis entre la acci—n, la vida afec-tiva y el pensamiento, abordadas en el desarrollo del acto dram‡tico,Àno se encuentra en la m‡s estupenda invenci—n, esa que nunca termi-na de completarse, en permanente apertura de caminos a investigar?ÀNo se encuentra en el Psicodrama, quiz‡ la m‡s compleja y fascinan-te de las invenciones e intervenciones grupales?

    Los psicoanalistas, que dicen quiŽnes s’ lo son y quiŽnes no lo son,sin detenerse a examinar, pastores hipnoides, especie de promotoresÒcoverÓ de Lacan, si es verdad que Freud en ÒInhibici—n, s’ntoma y an-gustiaÓ lo Òque menos hace es hablar de la angustiaÓ, segœn arriesga enel Seminario 10 el Lacan ÒNo IntervinienteÓ.

    El fundamentalismo te—rico,4 y sus consecuencias en muchos de losque se presentan en sociedad, a su vez, como grupalistas, impide unacercamiento a la obra; directamente se lo saltea, y todo porque a Žl,Lacan, no le interesaron los grupos. Es decir, se comprende que desdeluego le afectaron en tŽrminos de producci—n te—rica (no puede ser de

    otra manera) y no como interviniente en los grupos.El an‡lisis de ÒEl BanqueteÓ lo asemeja a un ÒPessoa de los gruposÓ,alguien que piensa en los hechos, en cada detalle, pero que elude in-tervenir sobre esos hechos. Este an‡lisis de ÒEl BanqueteÓ es una mues-tra de lo que se impone como entendimiento anal’tico, aun cuando elautor guste susurrar como Lawrence: ÒneighboursÓ, y busque nueva ca-sa, mis‡ntropo feliz. Bienvenida paradoja. El mis‡tropo, en este senti-do, especie de contrariado grupalistaÐsi aceptamos el tŽrmino que ca-da vez circunscribe y encorseta m‡s Ð, uno que adolece de alguna fallapor hipertrofia del pensamiento reflexivo al rechazar algo del mundoexterno substituyŽndolo por un mundo subjetivo.

    Una investigaci—n exhaustiva de Lacan sobre ÒEl BanqueteÓ de-muestra algo que los presentados como grupalistas se niegan a desarro-llar v’ctimas del prejuicio ante la inquisici—n de los seguidores, y ter-

    minan m‡s fundamentalistas atrapados en la tiran’a de la unidad corpo-rativa.

    Canetti sostiene que Òla multiplicidad que no se funde en una unidades confusi—nÓ y que Òla unidad que no depende de la multiplicidad estiran’aÓ. Quiz‡ la obra de Deleuze-Guattari sea la excepci—n. Este pares un ejemplo de antropofagia cultural que no admite techos epistemo-l—gicos. Y si aqu’ se los menciona, es porque lo que menos nos impor-ta es discutir sobre la certeza del concepto de transferencia que Lacanpostula en su seminario; lo que nos afecta es la multiplicidad de su en-tendimiento anal’tico que se dispara en progresi—n ge—metrica desde eldiscurso de los disc’pulos de S—crates.

    Que, por sugerencia del caldeamiento, toquemos el toc-toc invitandoa caminar mirando fugazmente a los ojos en el grupo terapŽutico, a suvez hipertrofiados por el elogio de la acci—n, no nos coloca m‡s cercade la idea cada vez m‡s oscura sobre quŽ cosa es ser grupalista.

    El mis‡ntropo poblado de abundantes asambleas internas, los Pes-soa, los Lawrence o el eterno mudo del grupo, nos afectar‡ m‡s que elque acciona huŽrfano de mundo interno, salvo que sus actos se comple-

    ten dialŽcticos con el discurso de los Fedros, los Pausanias, Aristode-mos, Di—timas, Erix’macos, Alcib’ades, Agatones y Arist—fanes en eseinterminable psicodrama iniciado en ÒEl BanqueteÓ

    Notas1 Bs.As., aludo al incendio local de espect‡culos Cromagnon.

    (30/12/04)2 Le escuchŽ esta expesi—n, Òentendimiento anal’ticoÓ, a Armando

    Bauleo.3 Se ilustrar’a jugosamente este t—pico si poseyŽramos informaci—n

    biogr‡fica sobre Rickman.4 Bs. As., 1979, Colegio de Escribanos, silencio insolente del cover

    nativo ante las propuestas de los Lemoine, que tra’an el psicodrama ba- jo la mirada psicoanal’tica lacaniana.

    Campo Grupal / 6Viejo, no es tan difícil morir. Byron 

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    Lic. Mirta Domato y Lic. Rosi Zupnik Este seminario propone abordar la teoría y práctica que aplica estas ideas de F. Perls“La habilidad de desistir de respuestas obsoletas, de relaciones exhaustas y de actividades que

    exceden el propio potencial es una parte esencial de la sabiduría de vivir”

    • Ideas fundantes de la Psicoterapia GestaltLic. María Silvia Dameno y Lic. Ernesto Vitale.

    Colaboradora: Lic. Mónica Di Giorgio

    • Experiencia práctica decoordinación de grupos terapéuticos.

    Lic. Nora Spinetto y Lic. Fernando Bianchi.

    Para Psicólogos y Médicos con formación en Gestalt, con o sin experiencia en coordinación grupal.

    • Comuna ClínicaLic. Jorge Genzone

    Actividad de enlace entre teoría, psicopatología y clínica. Tratará, con la participaciónde los asistentes sobre el lugar del terapeuta ante la problemática y ante el consultante.

    •Acompañamiento psicoterapéutico a personasque padecen enfermedad oncológica

    Lic. María Allende.Abordaje psicoterapéutico, rol del psicooncólogo, distintas etapas del proceso de acompañamiento,

    diferentes ámbitos de abordaje. La enfermedad como posibilidad de crecimiento, su mensaje existencial

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  • 8/17/2019 Porque Occidente Anudo Sufrimiento y Amor - Roxna Kreimer

    7/16

    María de las Mercedes [email protected]

    Ser en un grupo implica una construcci—n interna y externaque tiene que ver, antes que nada con los procesos de apren-dizaje y sus matrices (particulares en cada caso) con los que

    todos nos formamos.Esas matrices de aprendizajes o modelos, una vez en el grupo se

    encuentran con las de los otros: esos otros seres que como yo, tie-nen sus propias construcciones y destrucciones, que se ponen en

     juego en el terreno grupal.Uno no es como es para siempre: porque sino estar’a muerto.

    Uno es siendo, es un ser de continuo: que muta, que se transformaa cada instante, a cada paso. Y por eso nos cuesta abrirnos a esosotros seres, que permanentemente nos movilizan, nos suenan co-mo ellos y nos resuenan como ecos de otros seres con los que yaestuvimos.

    Uno es lo que es en un grupo, pero tambiŽn es lo que no es. Ysomos en potencia incluyendo a ese estado intermedio entre el sery no ser.

    El coordinador, los observadores, mis compa–eros de grupo y

    yo: y adem‡s toda la fant‡sm‡tica grupal de seres y no seres, depotencias mezcladas: por momentos todo parece un caos. Todo es-t‡ desordenado, confundido, fundido, escindido, me pierdo en losotros y en m’: no los hallo, ni me hallo...

    ÀQuŽ es esto de ser en un grupo? El grupo me duele, me dueloen el grupo. Quiero, pero no puedo. Ya veces puedo, pero no quie-ro.

    Es un proceso ÒserÓ en un grupo: proceso que nunca termina,que nunca est‡ acabado, que se transita camin‡ndose y camin‡n-dolo...pero tambiŽn dej‡ndome caminar por otros, que tal vez des-cubran caminos en m’, por m’ desconocidos. A veces en un grupohay que esperar, hay que tomarse un tiempo para asimilar ser/sien-

    do. Y hay que poder mirar...el grupo que siendo se mira, que se mi-ra siendo.

    En el medio del caos, el ser en el grupo encuentra por momen-tos un cierto orden: tal vez generado por un se–alamiento del coor-dinador o suscitado por un compa–ero que nunca dec’a nada, peroque al hablar dijo y se dijo: y entonces lo comprendimos y noscomprendimos en Žl: fue el momento en que al caos procedi— elcosmos: la armon’a.

    Ser en un grupo en el caos y en el cosmos: en el desorden y enel orden. Yser siendo con los otros que me hacen ser como soy; yque me deshacen: me despedazan y me fragmentan.

    Ser siendo en un grupo es construirse y destruirse a cada instan-te. Es una tarea continua en la que la transitoriedad de los hechosme da la serenidad necesaria para poder revertir lo que quiero.

    Campo Grupal / 7La vida no es para una sola vez. Macedonio Fernández 

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  • 8/17/2019 Porque Occidente Anudo Sufrimiento y Amor - Roxna Kreimer

    8/16

    Campo Grupal / 8 El cielo, su costumbre celeste. Fernández Unsain 

    Andrés Sánchez [email protected]

    n 1987 creamos la Primer Escuela de Counseling en Ca-pital Federal, hoy funcionando en Holos San Isidro.

    Lo hicimos pensando que era bueno que esta disciplinao profesi—n de la ayuda, que existe en m‡s de 40 pa’ses del mun-do, se fundara en el nuestro.

    Su finalidad puede ser sintetizada en cuatro puntos:-Promoci—n de una mejor calidad de vida interpersonal.-Resoluci—n de Conflictos o problemas que la dificultan.-Facilitaci—n del Desarrollo Personal.-Creaci—n de relaciones que promuevan el despliegue de los

    potenciales humanos.Es por ello que la tarea de un Counselor se dirige a personas

    o grupos que, al margen de sus dificultades, estŽn dispuestos arevisar su plan vital, hacerse cargo de su propia historia y pre-sente, y busquar una sinergia positiva hacia adelante.

    No se dedica a la asistencia en patolog’as mentales (campo dePsic—logos y Psiquiatras), sino abarca el amplio espectro de lahigiolog’a, pudiendo obviamente formar parte de equipos Inter

    y transdisciplinarios, en ‡reas en que su disciplina pueda favore-cer mejores climas vinculares.Se integra entonces, sumando su impronta, con todas las pro-

    fesiones que est‡n establecidas en ‡mbitos educativos, organiza-cionales, de salud y desarrollo humano.

    En funci—n de esta idea es que tomamos al Enfoque Centradoen la Persona (ECP), que cre— el Dr. Carl Rogers (1902-1987),como su eje epistemol—gico.

    Este modelo, si bien surge de la labor de psic—logo de su au-tor, se transforma y ampl’a hacia un enfoque de las relacioneshumanas.

    Las siete nociones centrales del ECP

    1-No directividadEstamos ante una posici—n filos—fica, la que implica una deci-

    si—n de ayudar a un otro a que desarrolle su persona tal como lodesee, en la direcci—n que elija tomar, y desde el propio modo enque se haga responsable de su problem‡tica.

    Como concepto es paradojal, en tanto su implementaci—n enuna relaci—n de ayuda, apuntala el proceso en la direcci—n de latendencia actualizante (pulsi—n vital), facilitando sinergia haciala sintropia, es decir hacia el camino de la expansi—n creativa.

    Es por lo tanto la no direcci—n desde que el se supone debe di-rigir, para habilitar la auto direcci—n del que pide ayuda en el ca-mino de la liberaci—n de su potencial humano.

    Es una postura que tiende a proveer al otro la posibilidad deser mirado como un semejante disponible para no solo resolversus problemas, sino para transformar su vida, si as’ lo desea.

    Es una posici—n existencial desde la cual nos instalamos en lavida creyendo que nadie posee la verdad, que cada persona

    cuando valora y opina lo hace desde su particular recorte de ex-periencia, y que Žsta debe ser aceptada en su propia expresi—n.

    Esta postura o posici—n, cuando se la pone en pr‡ctica, de-

    muestra en los hechos que la no direcci—n ¬desde afuera¬, ofrecea los dem‡s la posibilidad de poner en acci—n la propia direc-ci—n, y cuando esto sucede, siempre es positiva para el creci-miento de lo humano.

    Es un concepto realmente revolucionario en su mirada teleo-l—gica, desde la cual se cuestiona el modelo ÒmŽdicoÓ de la cu-ra, se posiciona en un espacio de escucha filos—fico ÒStineria-noÓ, y se sustenta metodol—gicamente en la Fenomenolog’a Hu-man’stica Existencial. All’ sus bases en Husserl, Sartre, MerlauPonty, Foucault, Luypen y Derrida entre otros pensadores.

    2-Tendencia Actualizante (Pulsi—n Vital o Tendencia Forma-tiva)

    Es definida, en un principio por Rogers como: Òla capacidadque tiene el ser humano, latente o manifiesta, de comprendersea si mismo y de resolver sus problemas de modo suficiente paralograr la satisfacci—n y la eficacia necesarias a un funcionamien-to adecuadoÓ.

    Esta hip—tesis es reforzada tiempo despuŽs por descubrimien-tos provenientes de la biolog’a, la f’sica y la antropolog’a, en loscuales se habla de una tendencia formativa c—smica (negentro-p’a o sintrop’a), como tendencia a un orden creciente desde elcaos inicial.

    Se trata de un orden de evoluci—n hacia un mayor orden u or-ganizaci—n, mayor complejidad y mayor capacidad de interrela-ci—n.

    Trasladado a lo humano podemos decir que estos conceptosimplican comprender, no solo la tendencia al mantenimientoadaptativo del organismo, sino tambiŽn al crecimiento, desarro-llo y enriquecimiento progresivo.

    Esto no implica ignorar que tambiŽn existe una tendencia en-tr—pica, al deterioro, y muerte de lo vivo, pero como nos diceRogers ¬el universo construye y crea permanentemente, adem‡sde deteriorarÓ.

    Es una hip—tesis de que nuestro trabajo no es azaroso, sino quetiene un objetivo y una direcci—n, el facilitar que la tendencia ac-tualizante fluya en su sentido creativo.

    3-Escucha Emp‡ticaEs la capacidad de entender, comprender y responder a la ex-

    periencia œnica del pr—jimo.Es una modalidad de estar que resulta de sentirse en la expe-

    riencia v’vida del otro, ubica una intenci—n, la de pretender very vivenciar el mundo del otro con los ojos y las vivencias delotro, creando una mirada y vivencia en comœn.

    Por lo dicho implica tanto los aspectos emocionales como loscognitivos del mundo vivido, es decir aquello que circula lasemociones y los sentimientos o significaciones personales de lasmismas.

    Por ser resultado de una actitud, no es simplemente una dispo-sici—n unidireccional desde el terapeuta o counselor hacia elconsultante, sino una manera de relacionarse en donde se propo-ne la empat’a vincular, el compartir lo experienciado en el mo-mento de la ayuda.

    La escucha emp‡tica, para ser ÒayudadoraÓ, debe resultar en

    respuestas de ese nivel, siendo esa la tarea de un facilitador ECP.

    Este debe comunicar al consultante su percepci—n del mundovivido por este, y a modo de chequeo mutuo de convalidaci—nde lo percibido y expresado, gestual o verbalmente, desde el en-

    cuentro, poder facilitar un acercamiento comprensivo a si mis-mo.

    4-Aceptaci—n o valoraci—n Positiva Incondicional (API)Implica aceptar al otro tal cual es en el momento en que se es-

    ta ofreciendo la ayuda, en un encuentro que sigue una miradaÒbuberianaÓ yo-tu-nosotros (de Mart’n Buber).

    La aceptaci—n, estima o valoraci—n positiva incondicional sig-nifica que cuando el profesional experimenta una actitud no ca-lificativa, de aceptaci—n hacia cualquier cosa que el consultantees en ese momento, el movimiento hacia el cambio positivo esm‡s probable.

    Desde una escucha aceptante brindamos un modelo de autoaceptaci—n, el principio de un camino hacia la transformaci—npersonal.

    Sin embargo para que esta aceptaci—n sea v‡lida, debe darseen primera instancia en la propia experiencia del profesional dela ayuda.

    Se ha demostrado en investigaciones muy rigurosas, quecuando esta actitud es principalmente experimentada por el queayuda, mayor es la probabilidad de un proceso de ayuda exito-so.

    Otra manera de decirlo es que cuando podemos estar presen-tes, desde la aceptaci—n positiva incondicional, mayor es la po-sibilidad de acercarse a la experiencia de que nos pasa con loque nos pasa.

    Vale aclarar que aceptar no es lo mismo que aprobar, en tantolo que se acepta es la experiencia vivida tal cual es, aunque laconducta sea reprobable desde nuestro marco valorativo.

    En s’ntesis es aceptar lo que el otro siente o experimenta, nolo que hace.

    5-Congruencia o autenticidadDefine la importancia de ser el que uno es en la relaci—n, sin

    construirse m‡scaras o fachadas que oculten los verdaderos sen-timientos que circulan en la misma.

    El facilitador ECP debe estar abierto a su experiencia, en ple-na conexi—n consigo mismo, sin abortar nada de ella, para des-puŽs ponerla con sumo cuidado a disposici—n del v’nculo deayuda.

    TambiŽn en este caso, las investigaciones han demostrado quelos profesionales que alcanzan positivos grados de congruenciaen si mismos, son m‡s eficientes y eficaces en la ayuda que sebrinda.

    Mientras la pretensi—n ÒterapŽuticaÓ (en el sentido de la ayu-da) de este Enfoque es facilitar cambios y desarrollo personal,los encuentros persona a persona son m‡s adecuados para esa fi-nalidad, que aquellos en que el profesional se escuda en un per-sonaje.

    Ser autŽntico o congruente en la vinculaci—n profesional, ape-la obviamente a la responsabilidad para encontrar el momentooportuno, para comunicar o no la experiencia que sucede en larelaci—n de ayuda.

    Lo importante es no negarla, sino aceptarla en forma transpa-rente, y aunque no la tramitemos en lo inmediato, se ¬filtrar‡¬ en

    una relaci—n de libertad experiencial.

    6-Chequeos de percepcionesEs el modo en que definimos las intervenciones profesionales

    desde el ECP, sean estas de car‡cter verbal, gestual, o desde re-cursos imaginarios, corporales o de acci—n.

    En los comienzos se denomin— Reflejos (de reflejar como es-pejo centrado en el consultante) a los modos verbales que Ro-gers cre— para facilitar la auto escucha de sus consultantes.

    Se los dividi— en Reflejos cognitivos y de sentimientos, losprimeros subdivididos en simples y elucidatorios.

    Los reflejos simples refer’an a una devoluci—n verbal del ejede lo dicho por el consultante, como s’ntesis aclaratoria para fa-vorecer el discurso y la autoconexi—n.

    Los reflejos elucidatorios pose’an el sentido de esclarecer yresumir cognitivamente lo dicho y trabajado en el decurso de untiempo relativo de un proceso.

    Los reflejos de sentimientos apuntaban a resumir la captaci—n

    por parte del profesional de las emociones impl’citas en el inter-cambio dado en consulta, con el objetivo de favorecer una tomade conciencia de lo emocional en juego.

    A posteriori se prefiri— hablar de respuestas de seguimientoemp‡tico, afinando el sentido de este tipo de intervenciones, enel camino de comprenderlas como intervenciones que facilitenpositivos acercamientos al si mismo del consultante.

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  • 8/17/2019 Porque Occidente Anudo Sufrimiento y Amor - Roxna Kreimer

    9/16Campo Grupal / 9Que todo perezca y se abrase y yo viva. Nerón 

    Denominarlas finalmente chequeo de percepciones, es a nues-tro entender, mucho m‡s congruente con la postura no directivaesencial de este modelo.

    Chequear (en el sentido de ofrecer apreciaciones sobre el dis-curso) lo que se percibe en el di‡logo posee la idea de apuntalarun acercamiento paulatino a la experiencia vivida.

    Es por otra parte una pretensi—n de apertura perceptual, que al

    fin y al cabo, de lograrla, permitir‡ al consultante disponer dem‡s autoconocimiento y por lo tanto de m‡s recursos para ope-rar favorablemente consigo mismo y los dem‡s.

    Si podemos apuntar a un paulatino encuentro, estando atentosa lo que nos pasa con lo que pasa, actitudinalmente predispues-tos a no juzgar, a centrarnos desde nuestra propia experiencia enla experiencia del otro, se lograr‡ la empat’a buscada.

    Si adem‡s, y por ello, somos autŽnticos y estamos convenci-dos de que el deseo del otro es m‡s importante que el nuestro, enesa oportunidad, habremos sido congruentes.

    Las intervenciones o devoluciones que realicemos ante lo dis-cursivo de nuestro consultante, ser‡n siempre un intento de acer-camiento a lo que este, y nosotros en relaci—n con Žl, estemospercibiendo como expresado en el intento de bœsqueda que esta-mos facilitando.

    Lo que hagamos, o digamos, si posee esta base, ser‡ siempreuna intenci—n relativa, desde el lugar del no saber m‡s que lo quenos dice lo que se va diciendo juntos.

    Todo chequeo de percepciones es muchas veces expresado co-mo una afirmaci—n de lo percibido en forma de pregunta abier-ta, otras cobra la forma de un reflejo en sus tres tipos, otras esuna intervenci—n desde un recurso imaginario o corporal, otrases una respuesta de seguimiento emp‡tico.

    Sea como sea, siempre tiene que estar a disposici—n del otro laposibilidad de no verlo de la misma manera, de revisarlo o deproponer otra forma de mirarlo, de esto se trata la no direcci—n.

    Chequear percepciones es acompa–ar el decurso exploratorio,abriendo el camino para la libre expresi—n de la potencialidaddeseante del otro.

    ÀEsto que dice esÉ.? ÀEsto que siente esÉ.? ÀEstamos ha-blando deÉ.? Usted deseaÉ

    Piensa queÉSon peque–os ejemplos de chequear y abrir el juego a una re-

    flexi—n o un sentir lo que se siente aqu’, y desde all’ revisar sig-nificativamente que me pasa, quien soy, que quiero o deseo, de

    donde proviene para mi lo que me pasa, y que puedo hacer conello.

    7- Noci—n de Si mismo ( SELF)Es el concepto central desde el cual se construye toda la teo-

    r’a de la persona que sustenta el ECP, y se trata de:Una vivencia percibida que incluye las caracter’sticas, atribu-

    tos, cualidades y defectos, capacidades y l’mites, valores y rela-ciones, que una persona reconoce como descriptivos de si mis-ma, y que simboliza como datos de su identidad.

    Engloba, integra y remite a todas las experiencias del sujeto encada momento de su existencia, de las cuales no es necesariamen-te conciente, pero que sin embargo, lo hacen Ser lo que va siendo.

    Las personas no poseen un si mismo, son si mismo en proce-so experiencial permanente, lo que implica que mientras vivenperciben su propia experiencia (la hacen suya), discrimin‡ndolade la de los otros.

    Su funcionamiento es comparable a una gestalt o totalidad or-ganizada de percepciones consistentes, desde las cuales diferen-cia aquello que vive para si como caracter’sticas m’smicas, deaquello que emerge de las relaciones con los dem‡s como con-diciones yoicas.

    Es por ello que en esta vivencia de si mismo podemos diferen-ciar lo m’smico (el MI), de lo yoico (elYo).

    El primero, el Mi, se instala como permanente referencia antelo propio, siendo una constante perdurable, que nos hace darcuenta de que somos el mismo y lo mismo, aœn en el cambio per-manente que nos inspira la vida que vivimos.

    Somos quienes somos, el mismo ante nosotros mismos, aœncuando nos transformemos yoicamente, a esto se lo ha denomi-nado la consistencia de si mismo, desde la cual el organismotiende a regular sus comportamientos y conductas.

    Las vivencias de consistencia (congruencia) o inconsistencia(incongruencia), definen el funcionamiento ps’quico. Estas dosposibilidades se dan:

    - entre el si mismo, tal y como lo percibe el individuo, y laexperiencia organ’smica.

    - entre el si mismo y un si mismo deseado o ideal.- entre el si mismo y la realidad.

    Cuando el organismo humano se percibe consistente en lostres niveles fluye y funciona —ptimamente, por lo tanto crece, se

    desarrolla y expresa su potencial actualizante.Cuando el organismo humano en si mismo experienciante per-

    cibe inconsistencia en alguno de los tres niveles mencionados, se

    siente amenazado y por lo tanto se defiende, se desorganiza, tra-bando y distorsionando su actualizaci—n.

    Cuando en el proceso de desarrollo infantil, el ni–o recibe va-loraciones positivas, por parte de sus padres y el entorno, tiendea aceptar su propio mundo experiencial como v‡lido para si mis-mo, y se instala de esa manera en un sistema vital fluyente de au-to reconocimiento y congruencia.

    En cambio, cuando ello no se le brinda, o no lo puede perci-bir, tiende a descreer de sus propias valoraciones preceptœales,acepta la de los otros como m‡s v‡lidas, se aleja de si mismo, sealiena, y el organismo percibe inconsistencia, se vive amenaza-do, se defiende, y elabora constructos r’gidos de si mismo y dela vida.

    Su auto concepto incorpora elementos extra–os, es decir queno son el resultado de su propia experiencia.

    Esta sintŽtica explicaci—n de los posibles modos de funciona-miento de la persona, ante si mismo y los dem‡s, nos acerca alpensar la prevenci—n y la ayuda.

    El ECP desarrolla, desde aqu’, una propuesta de educaci—n in-fantil, del modo de favorecer las relaciones interpersonales entodos los ‡mbitos en que las personas nos desenvolvemos, y deun sistema de reorganizaci—n de la persona aplicable en la Psi-coterapia, el Counseling, o cualquier otra relaci—n de ayuda.

    Complementar las nociones de Tendencia Actualizante y Simismo, nos brinda esta posibilidad.

    Si la primera es la motivaci—n b‡sica de la vida de un indivi-duo, en tanto tiene por efecto dirigir al organismo hacia un desa-rrollo unificado y eficaz.

    Si como hemos visto, un sector de la experiencia vivida sepercibe propia, siendo Si mismo (Mi y Yo), constituyŽndose a suvez en un factor regulador de lo que se experimenta.

    Si integrando ambos conceptos, podemos referir a una tenden-cia auto actualizante del Si mismo.

    Es entonces que, cuando entre la experiencia del organismo yla del si mismo hay congruencia, la tendencia actualizante o pul-si—n vital opera unificada y ÒsanamenteÓ.

    En cambio, cuando se perciben desacuerdos, esto conduce a la

    incongruencia, devel‡ndose comportamientos y conductas queresponden en algunos casos al mensaje del organismo, y en otrosal del si mismo que tiende a preservarse.

    En esta condici—n se instalan defensas, rigidez perceptual, quea veces se perciben como malestares o s’ntomas y no pudiendofuncionar —ptimamente, el organismo ps’quico se enferma.

    Como todo pasa por la Percepci—n, nuestros comportamientos,nuestras conductas, ya sean emociones o pensamientos, son elresultado del como percibimos.

    El organismo personal se vincula con el mundo desde su es-tructura perceptual, y de acuerdo a como esta se despliegue ser‡su funcionamiento.

    Desde estas siete nociones centrales, el ECP se plantea comoun modelo de v’nculo que propone la aceptaci—n de la experien-cia, de si mismo y del otro como un si mismo semejante, facili-tando el encuentro de persona a persona.

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  • 8/17/2019 Porque Occidente Anudo Sufrimiento y Amor - Roxna Kreimer

    10/16

    Campo Grupal / 10 Los buscadores de oro cavan mucho y hallan poco. Heráclito

    Denise [email protected]

    Esta polifon’a ser‡ una continuaci—n, o m‡s bien otra l’nea mel—-dica de la anterior, lo que me lleva a volver sobre mis pasos. Co-mo siempre sucede, aœn cuando tengamos el mayor cuidado lle-

    gamos a un lugar diferente. ComencŽ mi polifon’a anterior citando aBorges, el est‡ aœn aqu’ esper‡ndome, sonriente. Sabe que nadie puedeaspirar a su maestr’a en el arte poco inocente y siempre estimulante deponer en movimiento las paradojas. El ciego que tanto ve’a, me susu-rra al o’do: Ò Ningœn problema tan consustancial con las letras y con sumodesto misterio como el que propone una traducci—nÓ. Sin pretender

     jam‡s abolir del enigma, extrajo de Žl unas lœcidas reflexiones: ÒÀQuŽ son las muchas (traducciones) de la Il’ada de Chapman a Magnien si-no diversas perspectivas de un hecho m—vil, sino un largo sorteo expe-rimental de omisiones y de Žnfasis?Ó

    Bajo su influjo quiero revisitar ha historia que dio pie a mi texto an-terior, para traducirla en una clave diferente. Se trata de buscar otro Žn-fasis en la traducci—n de un breve episodio de la novela de Marai: ÒLamujer justaÓ: Una mujer en medio de un bombardeo, escondida en unrefugio mientras destruyen su ciudad, concentra su atenci—n y su preo-

    cupaci—n en la necesidad de conseguir quitaesmaltes pues el rojo car-m’n de sus u–as se ha ensuciado.

    Al leerlo quedŽ profundamente conmovida. El sentido emergi— comouna revelaci—n: la dignidad no tiene un sitio predestinado. Puede alo-

     jarse en cualquier gesto, palabra, o acto. Nadie tiene derecho a decirnosd—nde debe encontrar su morada nuestra dignidad, aunque todos loscredos lo intentan denodadamente. Ni siquiera uno mismo puede deci-dir cu‡l ser‡ ese lugar, ni saber porquŽ habita all’, precisamente all’.

    Sin embargo, al escribir la polifon’a no hice hincapiŽ en esta lectura,s—lo la mencionŽ al pasar, dando cuenta de su valor y de la inquietudque nos produc’a saber que lo m‡s valioso puede residir en cualquierlugar. Fue gracias al se–alamiento de mi amiga Silvia que me di cuen-ta hasta quŽ punto no hab’a sido capaz de sostenerme en esa inquietudy me escapŽ por las ramas de la epistemolog’a, la complejidad, la di-versidad inagotable de lecturas posibles y valiosas.

    No era nada extra–— que ella me hiciera ese cuestionamiento. Ella fuela que me ense–o a calibrar esos peque–os gestos que resumen lo m‡sgenuinamente humano y por eso le hab’a dedicado la polifon’a. Su

    nueva observaci—n me gui— nuevamente a la escena, al carm’n de las

    u–as de Judit para mostrarme que en ese momento en ese carm’n seun’an la estŽtica y la Žtica. De ese encuentro brota la dignidad y ligadaa un sentido profundamente vital. Un sentido que no est‡ en el diccio-nario, que no podemos saber a-priori pues no se encuentra en ningœnmanual. De all’ el misterio siempre presente en toda traducci—n, en to-da interpretaci—n. De all’ que Derrid‡ declare que la traducci—n es tanimposible como imprescindible. La traducci—n nos permite reconocer yhabitar el sentido sin desalojar el misterio. De all’ que aunque no hayninguna traducci—n verdadera, ni perfecta, hay algunas que son infini-tamente m‡s potentes, o m‡s bellas. Cada una nos lleva hacia distintos

    paisajes y nos permite habitar diferentes territorios de existencia.Alguna de mis almas fue capaz en un momento de quedarse con Ju-dit, conectar con el rojo carm’n de sus u–as, con su desesperada nece-sidad de quitaesmalte, entender que era una necesidad vital y que eneso radica lo propiamente humano. Otra se fue hacia las tierras de lacomplejidad en ese momento resultaban menos perturbadoras y perdi—la oportunidad de explorar los paisajes de la dignidad.

    Hoy sigo pensando que la afirmaci—n de la infinitud de lecturas po-sibles es una mirada valiosa, muchas veces necesaria, algunas inclusoimprescindible, pues como dijo Borges Òel concepto de texto definiti-vo no corresponde sino a la religi—n o al cansancioÓ. Al mismo tiem-po, se que no era el paisaje de la epistemolog’a el que ansiaba visitaro compartir, sino aquel en que anida el misterio, que aunque pueda ha-bitar un lugar cualquiera, como el rojo carm’n, cuando se aloja all’ eselugar ya no es cualquier lugar, sino nuestro sitio m‡s valioso y precia-do. Tal vez siempre sea preciso un amigo para poder habitar ese terri-torio vital.

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  • 8/17/2019 Porque Occidente Anudo Sufrimiento y Amor - Roxna Kreimer

    11/16

    Campo Grupal / 11El coraje es una hermosa cualidad, no una virtud. Voltaire 

    Ricardo [email protected]

    ÒDime, Musa, de este [saber] ingenioso que vag— tanto tiempoÉÓdesliza Homero al iniciar La Odisea, recordando el retorno de Uli-ses a su patria. Otro libro tengo en mis manos, ÒLas huellas de la

    memoria IIÓ de Enrique Carpintero y Alejandro Vainer, que tambiŽnapela al recordar, y que en algunos pasajes asocio al homŽrico libro. Elgriego continœa ÒÉy les arrebat— la hora del regreso. Dime algunas deestas cosas, Diosa, hija de ZeusÓ. Y esta es una manera de presentarÒLas huellas de la memoria IIÓ.

    ÒLas huellasÉÓ es el trabajo de un equipo; y decir equipo a dos es-critores que se unieron para escribir y lo constituyeron, no es poca co-sa. Trabajo que hilvana la segunda parte del camino (1969/1983), co-menzada en la primera (1957/1969). Dicen que segundas partes nuncafueron buenas. No es el caso; adem‡s de agregar que nunca hubo se-gundas partes, sino s—lo un breve intervalo. Los autores continœan sutejido de dar cuenta del devenir del campo psicoanal’tico y de la saludmental, articulado a lo pol’tico y lo social, en un trabajo perelaborati-vo Ðen el cual est‡n implicados y desde all’ escriben- realizado apr•s-coup. Si historizar Ðcomo dice Gilou Garc’a Reinoso- es bœsqueda, y

    todo buscador lo hace por reconocer algo perdido, es clara la intenci—nde estos caminantes en rescatar aquello que Ðpasado- dej— marca, hue-lla, impidiendo que sea borrado por la marea con el mero paso deltiempo. Y esto habla de la intenci—n, del para quŽ han escrito. En me-moria y para poder hacer historia. In memoriam que incluye la lista delos desaparecidos, los denunciados, pues podemos intuir en el textoque lo perdido alude a algo m‡s. Y Žsta es una segunda forma de pre-sentarlo.

    ÒLas huellas ÉÓ tejen la historia. Un punto aqu’, un nudo all’; el li-bro muestra una trama. Su forma expositiva es bella. Es ‡gil, se lee confacilidad en su lenguaje, sin ser por ello banal, pues lo sencillo no es lonecio. Ala vez, por su contenido y los recuerdos que me evocan, es im-posible leer sin involucrar el cuerpo, sin que mi cuerpo vibre, tiemble,se agite, suspire, me emocione, me aterrorice, me conmueve en distin-tos pasajes: ÒEn esta Žpoca la violencia se ha incorporado al discursopol’tico argentinoÉ aparecieron posiciones pol’ticas irreconciliablesen cuanto a quiŽn era el hŽroe prometeico que pod’a derrotar el poder

    ya que todos se cre’an portadores de una verdad hist—ricaÉ comenz—la detenci—n-desaparici—n de personasÉ Fue la masacre de Trelew...Per—n tuvo que aterrizar en Mor—nÉ Esta jornada cambi— la historiaÉlos ÒimberbesÓÉplegaron sus banderas y se retiraron de la Plaza deMayo dejando un gran sector vac’oÉ La tragedia se estaba anuncian-doÉ la condici—n de ÒsubversivoÓ no se refer’a solamente a aquel querealizaba atentados sino a todo el que pensara de manera diferenteÉ seprohibiera la matem‡tica moderna ya que se asociaba la teor’a de losconjuntos a la subversi—nÉ Lo œnico que hicieron fue robarse la platade la caja, dejar una revista politizada de nuestra biblioteca sobre lamesa como un mensaje y romper un cuadro de Freud que qued— colga-do roto durante muchos a–os como un s’mboloÉ situaci—n torturantepara los familiares y amigos ya que sin la muerte, sin una tumba, seconstruye un trauma imposible de ser elaboradoÉ No se puede olvidarque la sociedad fue la principal destinataria de este mensajeÉ Este exi-

    lio pod’a ser fuera del pa’s o dentro del mismo. Hab’a que sobrevivirÉla ocupaci—n de las islas fue una aventura del poder militar para perpe-tuarseÉ Solamente algunos grupos plantearon su oposici—n a la gue-rraÉ No se puede olvidar que la sociedad fue la principal destinatariade este mensajeÉ anular toda manifestaci—n de rebeld’a contra el or-den social establecido a travŽs del miedo instalado en nuestros cuer-posÉÓ. Tal la trama sobre la cual el libro describe el acontecer de lasalud mental en el pa’s en esos a–os.

    Y tomando el texto cual prenda tejida, d‡ndola vuelta y dejando eldibujo del revŽs, podemos ir viendo c—mo los hechos se entrelazan, ad-

    virtiendo otros entramados que los autores recorren con maestra plu-ma. All’ donde se tensionan entre s’ los diversos polos; y desde ese lu-gar que el texto me sugiere, observo la trama. Desde los conflictos, lascontradicciones y dicotom’as que tensionan el campo de la salud men-tal. Algunas atraviesan el texto en su totalidad, otras solo lo hacen par-cialmente. En su trasfondo, de diversa manera, se juegan como varia-bles: la pol’tica, el psicoan‡lisis, las instituciones, la salud mental,el/los sujeto/s, los procesos ps’quicos, el poder. No pretendo desarro-llarlos Ðpara eso est‡ el libro, que vale su lectura- sino meramenteenunciarlos:

    Cuidar a las instituciones psicoanal’ticas o cuidar al psicoan‡lisis ya los psicoanalistas. An‡lisis did‡ctico, pase (Poder del padre) o liber-tad de un analista de legitimarse por s’ mismo (Democratizaci—n en lasinstituciones). Pertenecer o producir. Pol’tica y psicoan‡lisis o pol’ticaen y del psicoan‡lisis, a la vez que psicoan‡lisis sin pol’tica. Escisi—n

    Las huellas de la memoria II

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  • 8/17/2019 Porque Occidente Anudo Sufrimiento y Amor - Roxna Kreimer

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    o integraci—n. Repetir o recordar. Memoria o mecanismos de olvido,censura, represi—n, renegaci—n y/o forclusi—n. Psicoan‡lisis o manico-mializaci—n. Manicomio o comunidad terapŽutica. MŽdicos psiquia-

    tras o psic—logos. Klein o Lacan. APA o grupos de estudio. Ortodoxiay dependencia o independencia (excomuni—n). An‡lisis grupal o an‡-lisis individual. Psicoterapia y salud mental o psicoan‡lisis. Terapiascorporales o terapias verbales. Trabajadores de la Salud Mental o Pro-fesionales de la salud mental. Agentes de cambio o psicoanalistas.

    Y esta es una tercera forma de presentar ÒHuellas de la memoriaÓ.

    Volvamos a OdiseoÉ Los autores proponen una Žpica al inicio dellibro, la prometeica, y se preguntan por el hŽroe redentor, aquel que ro-be el fuego de la producci—n a los dioses (sean Žstos los capitalistas enlo social, sean los didactas en la APA o la IPAde esa Žpoca). Y los hŽ-roes redentores actuales no se inmolan, sino que intentan ocupar el lu-gar del Otro. Por un tiempo logran liderar el ataque conjunto a la Tro-ya de turno, sufriendo luego las diversas peripecias de los err‡ticos ydispersos retornos. Por eso el texto me resuena ligado a Ulises.

    La APA, potente y hegem—nica en el 69, queda entre la pureza orto-doxa y la inclusi—n de la pol’tica, como Ulises entre Escila y Caribdis,perdiendo como Žl valiosos tripulantes (aqu’, los psicoanalistas de los

    grupos Plataforma y Documento). La psicolog’a en su lucha por la le-galidad Ðbien merecida por cierto- quiz‡ deja que la ley lograda Ðcualcanto de sirenas- le reste el poder de lo creativo y transformador en losocial y lo comunitario en aras de la hegemon’a cl’nica (ya que Òel ejefue polemizar con los due–os de la escena: los psiquiatras y los psicoa-nalistas de la APAÓ). Detenidas las naves en la lacaniana Circe, puedeque el retorno a Itaca quede interrumpido. Puede que la isla fueram‡sÉ . Eso s’, es otra. Los diversos TelŽmacos Ðhijos de Ulises-aguardan esperando el regreso triunfal del padre a fin de ser liberadosde los diversos pretendientes que Ðcon distintos proyectos- intentanseducir a la psicoanal’tica PenŽlope. Y PenŽlope que, ante el retornodel hŽroe Ðdevenido lacaniano- canta ante su S(err‡tico) arribo, con lavoz del Nano: No eres tœ a quiŽn yo espero.

    Tornemos ahora al sentido del libroÉ y a sus pŽrdidas. De las quehabla Gilou cuando dice que toda historia narrada Ðsalvo la oficial- Òseconstruye contra el olvidoÉ para abrir un futuroÓ. Los griegos ya sa-b’an que s—lo si cada uno conoce su sino Ðaquello que le viene dado-puede construir su destino. Si esto no ocurre, el sino es el destino.

    ÀDestino perdido? ÀExiste otra pŽrdida a la que alude el texto? Pues

    el texto Ðtal como dec’a respecto del primero- es un libro pol’tico. En-tre sus fines pol’ticos, epilogan los autores: ÒRecordar no es una acti-vidad que nos lleve meramente al recuerdo f‡ctico, sino al recuerdo de

    las razones por las cuales esos valores no forman parte de nuestra cul-tura.Ó El texto no es ingenuo; los autores saben Ðy dicho saber, del cualse hacen cargo adem‡s, es digno del m‡s profundo respeto- donde es-t‡n ubicados en el lugar desde el cual escriben. A la vez, su escribir esabsolutamente respetuoso, adem‡s de profuso en su recopilaci—n dedatos, citas bibliogr‡ficas, conversaciones con protagonistas de estahistoria reciente. Su propuesta los implica, y a la vez implica al lector.ÀQuŽ lector eres? ÀUno de las nuevas generaciones, que de la historiadel psicoan‡lisis argentino casi nada te han contado Ðy menos estudia-do en las diversas facultades y carreras ligadas a lo psi? Y su fin pol’-tico es Ðcomo dice Gilou- devolverte tu patrimonio censurado. O eresun contempor‡neo de estos hechos que has transitado por los mismosy que hoy, con eso vivido Àhas censurado (con conciencia de ello), oreprimido (y por ende no tienes acceso a recordar sin por ello impedirque retorne sintom‡ticamente desde lo reprimido), o renegado (puessabes sin saber e ignoras sin olvidar), o repudiado (y entonces Ðmalque te pese- te retornar‡ desde lo real)? Por que los rastros no se bo-rran, quedan en lo inconsciente Ðindividual y colectivo- y sus huellas

    dejan marca que Ðaœn en las sombras de lo borrado que permanece enel papel, aœn en la privaci—n de Òla posibilidad del recuerdoÓ en el in-tento de asesinar la memoria, aœn en la Òpropuesta de olvido de hoyÓque Òes la continuidad del silencio de ayerÓ- influyen en el sendero apisar, en los destinos a construir.

    Destino pol’tico cuyos fines se centran Ðdesde mi lectura del texto-en varios objetivos opuestos a los efectos del proceso iniciado en el 76.

    Entonces se Òsembr— el terror en el conjunto de los TSMÓ (Trabaja-dores de la Salud Mental) pues Òel objetivo era someterlos y obligar-los a recluirse en el ‡mbito privadoÓ. Y dado que Òera necesario con-tinuar con la vida (profesional) de algœn modoÓ ya que Òmuchos TSMhab’an sido expulsados de los Hospitales y Centros de SaludÓ, ence-rrando as’ a los analistas en sus consultorios y en las instituciones ygrupos de estudio (donde Òten’an que ense–ar solamente una psicolo-g’a y un psicoan‡lisis ajeno a la pol’tica y la ideolog’aÓ).La propuestaimplica la salida Ðno tanto de los consultorios e instituciones en s’ mis-mos- sino del encierro en ellos, y en la modalidad de la escucha quedicho encierro produce.

    Si adem‡s de la desaparici—n de personas, el proceso apunt— a la de-saparici—n de ideas (Òpues hab’a que asesinar la memoriaÓ), los auto-

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