“POR UN TUTOR”

“PLANETA TIERRA” (Pintura)

Por, Julio Alberto Schipilov/ la mandala. “Cuando a los humanos se les da por plantar… siempre se encuentran con un dilema… ¡Cuando me va dar sombra...! y que los pájaros no vengan a fabricar nido para que me caguen…” Las cosas son y fueron siempre por trayectoria del “por las dudas”… de que poniéndole un “tutor”… al arbolito tan finit o… le saldría bien derechito. Pero por derecho lo que fuera y largo bu scando altura… será torcido cuando al quebrarse por el viento… …¡sin que él… lo vea…! Como dije… él creyó que lo ayudaría a criarse f uerte y sano… Y así fue…, hasta que le saco el tutor de unos eucaliptos … quedando el árbol flaquito lleno de ramas y de hojas esperando primav era…

Vino el primer viento esa tarde… ¡se lo quebr ó…! Justo al faltarle tutor que lo sostuviera, por porfiado en su principio al no saber como se comporta la naturaleza… … Humano cr eyente que el mismo se cagó… Cuando por primera vez lo veo… haciendo un po so en el jardín le pregunte… si estaba buscando algún tesoro… ya que e l tamaño del hueco daba la impresión de eso… … no me contesto y me fui. Pasaron dos días… nuevamente por el jardín y v eo que nada había plantado… ¡pero sí…! arregostado a la pared… … Otro fresno flaquito c on sus raíces dentro de una bolsa negra con tierra… co n un varejón grueso de eucaliptos acompañándose los dos… Ni quise pregu ntar, estando su puerta abierta pero sin humanos por fuera… ¡Sí…! Una vecina al verme me comenta… Al Don… hace unas dos horas lo lle varon al sanatorio…en una caja de la camioneta de mi marido… ¡Mierda…! ¿Qué paso…? (Y me contesta la vecina) ¿No miro el poso que hizo el vecino...? ¡Ahora no…! (le digo y ella contesta) …¡Y el vecino tampoco…! al sonarle el telé fono de la casa… Don Juan… queda internado por cuatro días en e l sanatorio… y el pobre arbolito en la espera cuando el viniera… Prev ias órdenes a su mujer que dejara todo quieto… que él la iba dirigir para plantar tal arbolito cuando saliera… así les daba sombra cuando el veran o se viniera… A la semana Don Juan… sentado en un sillón de r uedas desde los escalones de su casa dirigía a su mujer… Dónde y co mo se debería plantar el tal arbolito chi quitito y flaquito… en un agujero de casi un metro cincuenta…con su tutor por compañía… que por el tamaño completo al meterlo dentro del poso… … no más de un metro se veía… La brutalidad no era por ignorancia… ¡No…! Era bruto nomás… termino de plantarlo con su tutor y acollararlos atados con tres tiras de trapos rojo… … ¡por la envidia…! Lo miré… y le dije Don Juan… ¡Mire que no es necesario ponerle un tutor a un árbol…! Las plantas tienen memoria, y ellas por sí solas de acuerdo a los cambios que la naturaleza tiene… se cuidan… (Me contesta mal por molesto) … Usted no sabe nada vecino… (Lo mire sin decir nada… y me retiré…)

Por experiencia viendo las plantaciones que s olían hacer los viveros de una forestal…yendo por trabajos a los campos… me daba cuenta que los millones de arbolitos que ellos plantaba para q ue crecieran rápido, sano y derechos… ¡Ninguno tenía tutor… ! Y al preguntarle a los ingenieros, ellos me comentaron que así debe de ser para que na zcan fuertes y derechos… para cualquier planta era lo mismo… por s us memorias de acuerdo a la naturaleza. Igual que a un niño… ¡no o bligarlo a caminar…! y menos ponerlo en un andador… por el hecho que se de jen de joder en tanta “upa”. Pero que si se llegaba hacer… el árbol como un niño cuando este creciera… no serviría ni para correr, más cuan do llegasen a viejo los pesos que tuviesen que sostener a partir de las cad eras para arriba… los harían encorvar… ¡¡Seguro…!! Don Juan … había puesto el tutor aprontando su vejez… ya que por ahora muletas soste nía… con su pierna enyesada pasando sesenta días… con el sillón de rue das. Don Juan… toda la tarde en su silla de ruedas pasaba mirando al flaquito árbol con su enorme tutor… con su sapiensa razón… ¡Dejó d e saludarme…! Cuando Don Juan se saca su yeso y deja las mu letas… fue y sacó el tutor del arbolito… ¡Flaquito…! Y no más de un metr o cincuenta de altura. Lo regaba diariamente para que creciera… le ponía h ierro… yerba del mate y mucha “Urea” para darle fuerza… … pero el árbol… siempre flaquito y con ramas largas llenas de hojas… Al año y medio ya tenía unos tres metros… y él siempre le sacaba hojas secas para acomodarlos. Hasta le planto marga ritas en su contorno para alegrarlo un poco más… … ¡Parecía una palmera…! Pero ya daba su sombra… no más de un metros en su contorno. Una mañana de domingo… el tiempo estaba bien pes ado por la humedad… y él sentado bajo el arbolito con su mujer tomando mate…No escucho que por la radio y la televisión daban aler ta roja…o sea vientos de más de ochenta kilómetros en la hora… … ¡justo para esa tarde…! Se van para la siesta los dos… y entre su dormid a…se viene la turbonada. ¡Fue en el primer soplo…! No quedo nada del tal fresno flaquito… Al levantarse de su siesta… sale con el mate pronto y la reposera… para disfrutar de su arbolito… … ¡Mierda…! Fue lo único que dijo…entro cerrando la puerta a las patadas… Y yo c on otro vecino mirábamos el poso comentando… que cagada con Don Ju an. Ahora tiene como planta a una palmera “Buitía” c on creencias que cuando crezca… él la pueda cosechar… para comer coq uitos… ¡secos…!

Total… sombra no va poder disfrutar por las hoj as con espinas… ¡eso sí…! Esta planta no precisa tutor por crecer con tr onco grueso… y cuando tenga que podar para mejorar mejor su altura … ¡Tiene a su mujer…! de piernas bien duras… … ¿Cuento… para qué…?

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