profesiÓn docente

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PROFESIÓN DOCENTE.PROFESIÓN CUESTIONADALas profesionesDesde la definición la profesión docente esambigua. Así que empezaremos por lo másgeneral: su etimología. Profesión viene del latínprofessio, que a su vez viene de fateri, quesignifica hablar, confesar, manifestar. Interesante,¿verdad? Una profesión se desarrolla con laconversación, hasta parecería que debe confesaralguna verdad revelada y sobre todo tiene queser manifiesta, es decir, para todos, en formapública, no restringida.En los últimos años, fines del siglo XX y principiosdel actual, se ha estudiado la actividad docentepara ubicarla como una profesión como laabogacía o la medicina, para poner ejemploscercanos a nuestra realidad por su abundancia,por lo menos en lo que respecta a la matrículauniversitaria. A pesar de esto no hay unanimidaden ubicarla como profesión.Primero profundicemos en lo que para lostécnicos en esta materia serían las característicasde una profesión. Para Lieberman (citado porGhilardi, 1993) serían las siguientes:• ser un servicio esencial, definido y único;• que ponga su acento en técnicasintelectuales para desarrollar el servicio alcual se le convoca;

• que se exija un período extenso de estudiosespecializados;A fines del siglo XX y principios delactual, se ha estudiado la actividaddocente para ubicarla como unaprofesión como la abogacía o lamedicina. A pesar de esto no hayunanimidad en ubicarla comoprofesión.Para algunos autores la docenciano entraría dentro de una profesión,se ve al maestro o profesor máscomo un gremialista que comoaquel que brinda un servicioesencial por poco dinero. Lo ciertoes que el Estado, en últimainstancia el que dispone de losfondos para la enseñanza y lossueldos docentes, es uno de losresponsables de que el statusdocente haya decaído en formaconstante desde hace cuarentaaños.www.anep.edu.uy/educarnos 25• que tenga un amplio espacio de autonomía,sea un individuo o todo un colectivo;• que se le exija, a quien entre en esecolectivo, una fuerte responsabilidad por lasacciones que emprenda dentro de suámbito específico;• poner el acento en los servicios prestadosantes que en el grado de provechoeconómico; y• tener un órgano de autogobierno pararegular y juzgar la actividad que se ejerza.Siguiendo los conceptos de Lieberman, Ghilardi(1993: 25) afirma:«A la luz de los criterios señalados

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aquí el análisis de la actividaddocente muestra claramente por quécon mucha frecuencia se define laenseñanza como una semiprofesión.En efecto, con respecto aotras actividades (piénsese en elsector médico o en el legal), laenseñanza solo cumple parcialmente—y en un grado seguramenteinferior— los requisitos antesmencionados».Si seguimos esta caracterización nos vamos aencontrar con que ni siquiera las profesiones mástradicionales (antiguamente llamadas «liberales»)encajan, en la práctica, con algunas de estascaracterísticas. ¿Todos los médicosy abogados ponen el servicio quedan a la sociedad por encima delprovecho económico? ¿Cuántos?Alguno debe haber. ¿Todos sonresponsables ante sus acciones?¿No hemos visto en los últimostiempos que el usuario termina pordefender sus derechos frente a lostremendos errores técnicos o éticosde esos profesionales? ¿Sonrealmente autónomos? ¿No tienenpatrones? ¿Quiénes son entoncestodos los señores dueños o gerentesde sanatorios, hospitales, unidadesde urgencia móvil, empresas deseguros médicos?Pretendo que quede claro que no hay una críticaa la actividad de las profesiones en general, ni ala de la medicina en particular. Simplemente estoyubicando el tema y tratando de reflexionar. Porqueel tema que he elegido para profundizar esconcretamente la profesión docente. Entoncescontinuemos nuestro camino hacia ella.La docencia: ¿profesión u oficio?Ya vimos la etimología y las características de las

profesiones. Veamos ahora las que conciernena la profesión desde la visión de un sociólogo dela educación. Musgrave (1983) define seis rasgosque pertenecerían a las «auténticas» profesiones:1. El cliente ignora una serie de conocimientosque el profesional domina. Estoprovoca la necesidad de consultar alprofesional. El dominio sobre ese campoha exigido estudio, capacidad y formación.A renglón seguido Musgrave dice:«En las condiciones actuales, los mediosde comunicación de masas y la publicidadhan demostrado que a veces puedenenseñar mejor que muchos profesores.Los alumnos aprenden ahora en los centrosdocentes sirviéndose también de la radio yel cine».Foto: Jorge Iannandrea26De todas maneras, esto no desmiente laexigencia de estudio, capacidad yformación en la etapa inicial.2. El profesional tiene formas muy bienestablecidas de controlar su ingreso deacuerdo al esfuerzo exigido por el cliente.Si bien para el autor esta no es una de lascaracterísticas de la docencia, esto seregula frente a sus alumnos, de acuerdo alcurso en el que estén, la capacidad, elcapital cultural y otras formas de ladiversidad de los «clientes». Quizás seauna tarea fundamental para la profesióndocente adecuarse «al esfuerzo exigido porel cliente».3. El profesional tiene un código de conductaque regula su relación con el cliente. Ladocencia no está controlada por ningúncódigo público que goce de la aceptacióngeneral. Es el patrono quien se encarga decontrolarlo y vigilarlo y es el que se haceresponsable ante el cliente de la conductadel docente. Si bien esto es así, no hayimpedimento alguno para que el docenteno tenga dicho código. Es posible que seaun código consuetudinario que deberíaescribirse.

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4. La profesión tiene amplia libertad a cambiode ciertas limitaciones como el código deconducta. El docente no tiene un controlsobre la administración, ejercida posiblementepor un lego en la materia. A su vez,desea tener algún control sobre el gastoeducativo, especialmente sobre sussueldos. En Uruguay hay autonomía de losconsejos de educación y en la nueva leyde educación se establece la elección dedocentes que ejerzan la gestión yadministración de la tarea educativa.5. Los profesionales tienen asociaciones parareglamentar el acceso y el ejercicioacadémico de sus miembros, siempre conel objetivo de mejorar el nivel de laprofesión para cumplir más plenamentesus obligaciones con la sociedad. Losdocentes han desarrollado másasociaciones, sindicatos, que declaranhuelgas y luchan fundamentalmente porcuestiones económicas. Paralelamente sedebería haber desarrollado una corrientede pensamiento pedagógico lo suficientementefuerte como para definir uncódigo ético, que elaborara temáticasconcretas de la profesión.Foto: Jorge Iannandreawww.anep.edu.uy/educarnos 276. Las condiciones de trabajo son establecidaspor los mismos profesionales. En el casode la docencia son otros los que imponenlas condiciones: el lugar de trabajo, elsueldo, la cantidad de alumnos, el trabajoadministrativo extra y otras tareas exterioresal aula. Esto es cierto, exceptuando que eldocente tiene una libertad paraacondicionar la base de su función: elconocimiento.Musgrave (1983: 212) nos ofrece una conclusión:«En consecuencia, parecería másacertado considerar que la enseñanzaes una ocupación —si bien concierto status—, y utilizar un marco dereferencia como el propuesto por

Johnson para descubrir cuáles sonlas influencias sociales que se ejercensobre la ocupación docente. Podremoscentrarnos entonces en lasólida posición del Estado en tantoque patrono o, en algunos caso,mediador, y en las actividades de laasociación ocupacional que asumeun carácter cada vez más sindicalista,dejando en un segundoplano los paulatinamente menosimportantes aspectos colegiales queen la actualidad posee la docencia».Es evidente que por más que tenga eltítulo de licenciado, para algunosautores la docencia no entraría dentrode una profesión. Para el padre delalumno, inclusive para el Estado, elmaestro o profesor se ve más comoun gremialista que como aquel sersacrificado que trabaja en un servicioesencial por muy poco dinero. Sipreguntamos a los docentes dirán quetrabajan y dan de sí lo mejor a pesarde los sueldos. Es un matiz conceptual,pero en definitiva una tensión entresociedad y colectivo.En líneas generales las palabras deMusgrave pueden ser aceptadas en comparacióna la situación de nuestro país, siempre y cuandole opongamos las críticas ya expuestas y otrasque el lector podrá encontrar. Lo cierto es que elEstado es en última instancia el que dispone delos fondos para la enseñanza y por lo tanto parael pago a sus docentes, por más autonomía quetengan. Es obligación del Estado elevarcontinuamente el salario docente para que estese sienta mucho más liberado de la fuerza deese ente de poder. El Estado es uno de losresponsables de que el status docente hayadecaído en forma constante desde hace cuarentaaños.

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También se ha definido el trabajo docente comoun simple oficio. Inclusive en los investigadoresdel tema, oficio y profesión no tienen diferenciaciónconceptual alguna. En un mismo texto aparecenlos dos conceptos. Como ejemplo podríamosseñalar a Emilio Tenti Fanfani, quien al libro quecompiló le puso como título El oficio de docente(2006), al trabajo con que él mismo contribuyó lollamó «Profesionalización docente:consideraciones sociológicas» (Tenti Fanfani,2006: 119), y en la página 143 la doctora InésDussel tituló su trabajo «Impactos de los cambiosen el contexto social y organizacional del oficiodocente».Estos ejemplos sirven para afirmar que no hayunanimidad ni claridad en los términos con losque luego hacemos grandes y sesudos discursosFoto: Jorge Iannandrea28.Foto: Jorge Iannandreapedagógicos. Según estos testimonios la docenciasería un oficio que debería transformarse en unaprofesión. No lo sé, solamente estoy sacando unapersonalísima conclusión.Oficio viene del latín oficcium, es decir, trabajomecánico, que se hace con las manos; tambiénpuede aplicarse para un cargo o una funciónadministrativa.Para terminar con estas disquisiciones, que en

una primera visión pueden parecer banales, deboexplicar que para mí la docencia se acerca mása una profesión que a un oficio. Más allá de queel trabajo docente tenga una funciónadministrativa, esa tarea la puede llevar unadministrativo. En mi concepción pedagógica loadministrativo contiene mucho de «vigilancia ycastigo» de los que «dirigen» la educación.Entonces, mi elección conceptual se basa enelementos que me parecen fundamentales paratener un cargo docente y que no significan losúnicos que hay o que debería haber (por ejemplo,un Consejo Profesional de Ética):• tiene un periodo de formación enconocimientos pedagógicos y de naturalezacientífica (social, natural, etc.), que por suduración lo acredita para la tarea.• el uso de la palabra hablada o escrita esfundamento de su función.• la autonomía relativa dentro del aula y enla preparación de la clase, materialesdidácticos, lecturas es una característicaque considero de un profesional. El docentefrente a sus alumnos es único y está fuerade toda reglamentación. Si bien tiene unplan y un programa que cumplir, su relacióncon los estudiantes está solamente en susmanos. Autonomía de la que no siempreson conscientes los docentes. Es un armapedagógica poderosa, que en mi opiniónno se ha sabido usar convenientementecomo colectivo.La sociedad contra la profesión docenteHace algunos años que el mundo ha entrado enun estado de globalización, en el que lo que seproduce a miles de kilómetros de nuestra propiasociedad repercute en ella. No estamos hablando

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solamente de las consecuencias económicas deuna crisis localizada que se traslada rápidamentea todo el globo, sino que también debemos incluirla información que circula y se amplíacontinuamente por Internet o por los mediosmasivos de comunicación.Esto implica que hemos llegado a lo que se hallamado sociedad de la información, que puedetener varios significados y consecuencias. Porejemplo, que los dirigentesdispongan de mayor informaciónque los dominadosy de esa forma hacer queel mundo sea manejado enforma más efectiva y eficientepara los primeroscontra los segundos. Otraforma de verlo es que haymás información científica ytecnológica que puedeayudar al avance en todaslas áreas. Es evidente queun laboratorio de un paísdel Tercer Mundo, medianteuna computadora,puede tener al instanteconocimientos que anteswww.anep.edu.uy/educarnos 29había que esperar a que se publicaran en revistaso libros especializados.Para los docentes interesados en progresar ensu profesión puede haber otra visión. Es unelemento positivo por diversas consecuencias desu uso: preparar mejor las clases, aumentar lacantidad y calidad del conocimiento de undeterminado tema, hacer cursos de grado ypostgrado en forma virtual desde su casa, enuniversidades extranjeras, en temas que no se

han desarrollado en nuestro país, etc. El problemapara el docente comienza cuando esainformación ya la tiene de antemano el alumno,o que la pueda obtener sin necesidad de supresencia. Inclusive el estudiante (siempre fue así,pero ahora esta situación se agudiza) puede saberalgo que el docente no sepa. Inclusive ya hayprogramas informáticos para enseñar porcomputadora y hay quienes piensan en sustituirlos costos de la enseñanza tradicional por eltrabajo individual frente a una laptop. En este casono son necesarios los edificios, su mantenimiento,su vigilancia, ni el pago a miles demaestros y profesores.No debemos dejar de lado otro de los elementoscaracterísticos de la sociedad actual, que es elritmo y los tiempos del cambio. Nos dice Neira(1999: 22):«La cultura ya no es estable, sinoitinerante y en perpetua renovación.No es suficiente con que el cambiose produzca. El cambio se haconvertido en la verdadera norma. Elcambio en el que nos encontramos,por lo tanto, va siempre más allá decualquier cambio (…). En la medidaen que lo inadaptado y lo disidentecrearon, en otros tiempos la contracultura,ahora, tendremos quedecir que la contra cultura es laverdadera cultura. Una contraculturaque se establece como contraculturade sí misma».Lamentablemente ni la escuela, ni los docentespueden competir con esta cultura. La docencianecesita un ámbito de estabilidad, de tiempos

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distintos. Inclusive, para conocer a sus alumnosel docente necesita cierto tiempo. Pero las modas,los lenguajes, los intereses cambian a granvelocidad de un año para el otro. Una investigaciónsobre las «tribus urbanas» o sobre ellenguaje de los jóvenes ayuda poco al docenteporque esas «tribus», esos «lenguajes»,cambian, desaparecen. Esas diferenciasgeneracionales hacen cada vez más difícil elejercicio de la profesión.Podríamos agregar en muy pocas palabras ladiversidad familiar con la que se encuentra el docentey que repercute en forma distinta al pasado.La familia se encargaba de la socializaciónprimaria, pero ahora por diferentes factores esafamilia no cumple su papel y se le exige aleducador. Este por cierto no está de acuerdo yno acepta, por lo menos en muchos casos. Comoel alumno que está en esas circunstancias puedefallar en los estudios, la familia culpabiliza aldocente.El colectivo, desde hace años, ha ido absorbiendoestas condiciones sin poder darles una clarasolución. De ello surge un malestar que harecibido varios nombres: burn out, estrés docente,docente acosado, «jubilarse en el cargo» y otros.No quiero expresar malestar junto a burn out(«quemado» o «fuera de funcionamiento») comosi fueran sinónimos, sino que debemosestablecer grados o niveles de estrés que puedenllevar al docente de un simple cansancio a una

psicosis. Por lo tanto, tampoco es la mismasolución para cada profesor. Es evidente que hayun gran sector de profesores que están cansadosy desanimados. Habrá otro sector que realmentetenga enfermedades psíquicas serias u otro tipode consecuencias. Una maestra uruguaya loexpresaba así: (Ivaldi, 1995: 5):«Dentro de esta crisis de la sociedad,las maestras sentimos por momentosque transitamos un ‘‘periodohistórico’’ que nos lleva camino‘‘hacia no se sabe dónde’’, mientrasescuchamos permanentes cuestionamientoshacia nuestros conceptos,30valores y funciones. Uno de losfenómenos que no escapa a un buenobservador es que la profesión deenseñar ha dejado de ser atractivapara las nuevas generaciones y queel número de maestras tienda adisminuir. Tampoco pasa inadvertidoque, en general, las maestras no nosestamos ‘‘sintiendo bien’’».Todos estos factores hacen de la profesióndocente una profesión cuestionada. Ni el Estadoni los medios de comunicación hacen nada pararealzar la situación social del educador. Esto vade la mano de la indiferencia, el desprecio y aveces la agresión de padres y alumnos contrasus maestros y profesores. No puedo desconocerque algunos docentes hacen méritospropios e individuales para que esto progrese.Pero esto está fuera de esta reflexión, pues malosmaestros siempre han existido, pero el colectivono era cuestionado.Factores de malestar

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Entre los factores de malestar (Esteve, 1984)vamos a encontrar, en forma ordenada y por unespecialista en el tema, aquellos factores que nosolamente cuestionan la profesión, sino que leestán pidiendo un cambio radical.1) Factores contextualesAl nuevo docente se le adjudican nuevas tareasque no estaban planteadas hasta la crisis actual.Por ejemplo, que socialice a los niños yadolescentes en aquellos aspectos en los que lafamilia ya no lo puede hacer, o competir con losmedios de comunicación, como ya veíamos, enel campo de lo informativo, o redefinir valores yobjetivos de la educación, o diversificar sumensaje ante una clientela socialmentediversificada.También se les piden tareas contradictorias oparadojales: el maestro o profesor debe actuarcomo un amigo, pero también es unseleccionador y evaluador, o se le pide queprepare al alumno, no solo para la vida presente,sino para un futuro incierto. Esteve define elmomento (Esteve, 1984: 299):«Sin embargo, en el momento actual,nuestra sociedad tiende a establecerel status social en base al nivel deingresos. Las ideas de saber,abnegación y vocación han caído enpicada en la valoración social. Paramuchos padres, el que alguien hayaelegido ser profesor, no se asociacon el sentido de una vocación, másque como una coartada de suincapacidad para hacer ‘‘algo mejor’’;es decir, para dedicarse a otra cosaen la que se gane más dinero».2) Factores de primer ordenEstos factores son aquellos que inciden

directamente en la acción docente y generantensiones negativas a la diaria tarea docente.Esteve tiene en cuenta tres: la falta de recursos,la violencia y las múltiples tareas.Los docentes se quejan con razón cuando se loscuestiona por no renovar sus métodos. El sistemaexige sin ofrecer al educador los recursosnecesarios para llevarlo a cabo. Estos recursosno solo implican material didáctico, sino horarios,normas, tiempo para evaluar y preparar clases oestudiar.No es necesario hablar de la violencia quecampea por nuestras instituciones, sobre todo enlas de secundaria (informes de la OIT así lodestacan en todos los países). Se ha producidoun aumento de la indisciplina. Algunos explicaneste fenómeno por el descrédito del concepto dedisciplina que no ha sido sustituido por un ordenmás justo y participativo. Otras investigaciones loexplican como una rebelión de los másdesfavorecidos ante la impotencia del encierro,el alejamiento del conocimiento impartido con supropia realidad y la creencia de que lo queaprendan en la escuela o liceo no les va a servirpara su futuro.www.anep.edu.uy/educarnos 31Foto: Jorge IannandreaLa búsqueda de la fe perdida o lareconstrucción de la profesión¿Qué podemos hacer para enfrentar un mediohostil? ¿Qué podemos hacer para que elambiente de trabajo sea fuente de salud y no de

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tensión y malestar? ¿Qué podemos hacer paraque el resto de la sociedad reconozca al colectivocomo profesional?Es evidente que para llevar a cabo una laborprofesional eficiente el individuo que la lleveadelante no puede vivir en un estado de estréscontinuo o frecuente. Esto produce lo contrario alo que queremos. Por eso vamos a empezar poraquellos factores que impiden que la profesiónse desarrolle normalmente.Partamos del mismo individuo. El docente eligeesta carrera como una vocación de servicio, conun alto grado de deseo de que sea una verdaderaprofesión. Si bien encuentra una serie de escollospara concretar esas aspiraciones, es ciertotambién que esa actitud es una base muy rica derecursos personales que da sentido a la vida yperspectivas de futuro para encontrar satisfacciónen el trabajo. Si el docente ha elegido la carreraporque era corta, o era fácil, o era la que lequedaba más a mano, o la que pensaba le iba adar un sueldo como para hacer otra carreraprofesional va a estar en un problema serio.Cuando la base positiva tiende a caer, por distintasrazones (sociedad, institución, grupo decompañeros), existen estrategias de enfrentamientoindividual que pueden ser efectivascuando el agotamiento provocado por su funcióntodavía no es agudo. Tenemos que llegar a una

conclusión básica; ya sea para evitar el estrés opara mejorar la profesión hay una estrategia quees inevitable, aunque difícil de aceptar: estaprofesión tiene la característica de que es colectivay participativa.Recordemos el individualismo de antaño, que creoque hemos heredado, con la anécdota delrecordado y querido prof. W. Reyes Abadie, queen el momento en que un inspector quiso entrara su clase profirió aquella frase: «En mi claseprimero Dios, luego yo». La autonomía de losdocentes es principal para su profesión. Para elloes necesaria la acción colectiva (que no tiene porqué ser política partidaria) para poder formalizaruna política educativa liberadora. La reunión enasambleas escolares o liceales, las coordinacionescontinuas, el cambio de currículo desdelas bases mismas de los docentes, la adquisiciónde herramientas de investigación y participación,la apertura a nuevos conocimientos, el reconocimientode que el cambio en el conocimiento escontinuo y por lo tanto la necesidad de estarestudiando e investigando la realidad son basespara esa liberación.32Referencias bibliográficasBALLANTI, Graciela (1979), El comportamientodocente, Kapelusz, Buenos Aires.BIELLEROT, J. (setiembre de 1992), «Losprofesores en la encrucijada», en Correo dela UNESCO.

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