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CRONICA 3 MALETAS LETRAS Y CULTURA Una noche de hace tiempo cuento corto pag. 4 Carlos Franco El teatro como forma de ayuda Pag. 4 Tras vestidores cronica Pag. 2 Eduardo Galeano Entrevista Pag. 5 Esmeralda de la Torre Jauregui

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Maletas: letras y cultura

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CRONICA

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MALETAS LETRAS Y CULTURA

Una noche de hace tiempo

cuento corto pag. 4

Carlos Franco El teatro comoforma de ayuda

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Tras vestidores cronica

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Eduardo Galeano Entrevista

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Esmeralda de la Torre Jauregui

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CRONICA

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TRAS VESTIDORES

Hace aproximadamente un año que no sabía nada de Álvaro Gutiérrez, actor e

intérprete de Plácido González en la obra de teatro “valor”, que se interpretó por tercera vez en la casa de la cultura de Tepatitlán, Jalisco. Conocía la obra, pero cuando Álvaro me invitó a verla tras vestidores me emocione. Quería ver el ambiente, la preparación y la adrenalina que se vivía detrás de una interpretación como esta.

“‘Valor’ es una obra que escribimos entre todo el equipo de teatro. Es la historia de diferentes personajes en la guerra cristera que vivió Tepatitlán. Mi personaje es una persona humilde y benévola, sin embargo las circunstancias lo llevan a ser el encargado de ahorcar al padre San Tranquilino

Ubiarco” mencionó el intérprete de Placido González.

Quede de verme con Álvaro frente a la casa de la cultura y pasar con él al teatro, asegurando así mi pase prematuro. Lo vi llegar con una maleta mediana, sudando y con aire apresurado, me saludo y entramos a los camerinos.

Al pasar la pequeña puerta de madera que se encontraba justo al lado de la puerta principal del teatro, se observaba un almacén con utilería amontonada, además de una rueda enorme con la que bajaba diferentes fondos en el escenario. Hoy solo estaba un fondo negro para remarcar la fatalidad y el dramatismo de la obra.

En medio del almacén se encontraba una escalera de metal, muy simple y oxidada, sobre esta se encontraban

dos camerinos, uno para las mujeres y el siguiente para los hombres. Ambos tenían un espejo con focos alrededor, típico de los camerinos, aunque desgastados y empolvados. Tenían además un tipo “closet” que consistía en un simple tubo de metal. Se podían observar todos los vestuarios, elegantes y de colores negro o marrón. El camerino de los chicos tenía una gran ventana sin ningún tipo de cortina, por lo que podías verlos cuidándose de las miradas que pudieran posarse en ellos, como la mía.

Me dediqué entonces a observar y a ayudar a algunas chicas con su peinado y maquillaje. Había planchas y rizadores de cabello por todo el camerino, todas las actrices buscaban con urgencia un enchufe de luz desocupado. El maquillaje esparcido por toda la mesa que se encontraba frente al espejo con focos y

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CRONICA

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todas mirando su reflejo en él con concentración, detenimiento y si, un poco de vanidad.

“Creo que lo más difícil de mi personaje fue que tuve que aprender la forma correcta de hacer tortillas de maíz”, dijo Zaira Martín quien interpreta a “Luisa” hermana de “Plácido González”, mientras le aseguraba un mandil en la cintura.

En las bocinas del teatro se escuchó la voz de la directora pidiendo que todos los actores bajaran al escenario en diez minutos ya caracterizados. A partir de ese momento pareció que todas las cosas se perdieron, la gente corría de un lado a otro, de un camerino a otro, buscando desde zapatos hasta pelucas, otros se pegaban al espejo poniéndose maquillaje y ajustando su cabello apresuradamente. Se escuchó la voz de Liliana desde el escenario “¡los necesito a todos abajo ya!”. Nadie bajó, solo se apresuraron más. Liliana volvió a gritar, esta vez desde el almacén, al pie de la escalera. Alrededor de la mitad de los actores bajaron. La directora gritó por tercera vez, con un tono más severo, esta vez bajo el resto.

Sin que Liliana les diera indicaciones todos se tomaron de las manos, incluyéndome, dejándome llevar por lo que observaba. Guardaron silencio y esperaron la voz de su directora quien dijo una oración en voz alta y todos respondieron a continuación. Los actores rezaron en voz alta, al unísono, respiraron profundamente y se les pidió calma y silencio ya que a partir de ese momento los espectadores comenzarían a entrar y la primera llamada sería anunciada.

Algunos actores volvieron a subir a camerinos para

retocarse, otros hablaban entre ellos en voz muy baja, algunos respiraban profundamente y otros más, nerviosos, repasaban sus guiones.

“No, no creo que llegue el día que no sienta nervios por presentar una obra, más una obra como esta, pero creo que aprendes a llevar esos nervios y adrenalina de una forma positiva en el escenario. Aprendes a utilizarlo en escena”, dijo Abraham Hernández, interprete del padre San Tranquilino Ubiarco.

En esos momentos sonó la segunda llamada. El ambiente era tenso, nervioso, ansioso. Podías ver en la oscuridad del almacén sombras agitando manos y pies nerviosamente. Escuchabas fuertes respiraciones que sonaban más alto que los murmullos tan quedos. Figuras apartadas, solitarias, mirando fijamente el suelo, concentrándose. Los primeros actores en salir a escena comenzaron a ubicarse al lado del escenario y en ese momento sonó la tercera llamada y se abrió el telón.

A partir de ahí, nadie se sentó, personas entraban y salían de escena, subían y bajaban de camerinos contando con cinco minutos para lucir como si hubieran pasado días, días fatales. A los nervios y las ansias se sumó la histeria y las prisas de algunos. Era todo

intenso y apasionado y después de aproximadamente una hora, alegría y tranquilidad.

Fue una hora llena de emociones, complicaciones y éxito.

Los actores salieron a recibir los aplausos del público. Álvaro se apoderó del micrófono pidiendo un aplauso para Liliana y hablo de lo importante que era para ellos aquella obra, nadie lo dudo.

Los espectadores se fueron, con una sonrisa en el rostro. Las felicitaciones y abrazos entre todo el grupo no se hicieron esperar, además de las fotos y anécdotas sobre las ligeras complicaciones sobre el escenario: la vela que jamás prendió, el diálogo que se improvisó y algún objeto de utilería que jamás apareció.

No importaba, tantas emociones, ese día tan largo, terminaba con éxito, podía verlo en los gestos de todos ellos y eso era lo único que les importaba ahora.

Esmeeralda de la Torre

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LETRAS

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Una noche de hace tiempo

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LETRAS

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Todo era bastante perfecto, él y yo, teniendo sexo, pero no cualquier sexo, sino de ese que es bastante íntimo, que te

tocan cada centímetro de piel, que observas cada centímetro de la suya, que se siente como si te pusieran una cobija en sima, de la temperatura perfecta. Yo sonreía cada que él me besaba o cada que mis ojos se encontraban con los suyos. Y cuando él me miraba yo sentía que cada rose se intensificaba. Me aferraba muchísimo a él, con las uñas, las piernas incluso los ojos. Parecía que ese era el secreto más grande del mundo y bueno… era nuestro y de nadie más. Éramos placer. Éramos risa. Éramos intensidad. Éramos íntimos.

De pronto se escucharon pasos violentos por las escaleras. No sabía bien quienes eran, incluso ahora no puedo recordarlo del todo, pero sabíamos que eran peligrosos y estábamos asustados. Vi el pánico en su rostro, luego el en el mío, tomo mi mano y subimos rápidamente las escaleras, hacia la azotea de una casa que aún no reconozco.

Mientras subíamos las escaleras lo supe, esas personas manipuladas con una especie de ira que no se ve en este mundo, eran mis amigos, yo era parte de ellos y me estaban buscando a mí y a las personas que quería. Me sentí devastada, yo no quería ser parte de ellos, yo quería estar con él, siempre.

Me sentí impotente al sentir como una especie de rabia e ira se iba apoderando de mí, mientras subía las escaleras, tomada de su mano, en busca de un lugar seguro. Que tonto.Al llegar a la azotea, el sol nos encandilo aunque era opaco y deprimente y el piso estaba oxidado con un montón de hojas secas, pero no esparcidas, si no en las esquinas, no parecía un lugar seguro.

De pronto una mujer detrás de nosotros nos asustó. No parecía peligrosa pero parecía perdida en sus pensamientos. Me miro con miedo, pero un miedo tranquilo. Luego lo miro a él con compasión y le dijo: -ella te quiere tanto que duele, sin embargo ella es un ser obscuro ¿no te lo dijo?-. Dio media vuelta y se fue.

El me miro con miedo, asco, desprecio, pero nunca soltó mi mano. Ahora sabía que ella tenía razón, algo estaba mal con migo pero ¿Cómo podía decírselo si me acababa de enterar? Tal vez no sería un “ser obscuro” si no me lo hubiera dicho. Como sea el me miraba con desprecio por que yo era despreciable.

De pronto supimos, no sé cómo, que ellos, esas personas de las que yo era parte estaban más cerca. El me volvió a mirar, no puede descifrar su mirada muy bien, miedo, odio pero de alguna manera, también cariño. Yo solo lo miraba suplicante.

Me tomo del cuello y me puso con violencia entre la pared y sus brazos, de pronto yo sentí una especie de

cariño muy intenso que si no pones atención, se puede confundir con ira. Comenzó a besarme como si eso me lastimara. Como si a él le gustara que me dolieran sus besos. Pero no me dolían, solo eran muy intensos, como en un sueño. Era violencia y amor. Tomaba mi cara para ver la lujuria y sus manos lastimaban un poco mi barbilla. Tomaba mi piel como si la reclamara suya, no sabía si me gustaba, pero no podía parar. Yo tomaba su espalda para que no me soltara. Tomaba su mirada para poder descifrarla, lujuria, pación, odio, ¿cariño? ¿Decepción?

De pronto lo supe, no sé cómo, que la escalera se había derrumbado, y que los libros de la biblioteca, que nunca había visto y que me parecía tan familiar, estaban ardiendo en hileras, no en montones, si no como pequeños postes de historias en llamas.

Después, cuando volví mis pensamientos a sus besos y sus manos, el ya no estaba, no supe cómo, pero se había ido. Me dejo, pero ambos sabíamos que era lo mejor. Honestamente no le recomendaría a nadie que se quedara con migo y aquellos demonios míos.

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ENTREVISTA

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Eduardo

Galeano

Al entrevistar a Eduardo Galeano me cuenta, primeramente, con algo de consternación que tiene muy pocos recuerdos de

su infancia en Guadalajara, antes de mudarse a Aradas Jalisco. “recuerdo que vivíamos en un departamento pequeño, en el segundo o tercer piso, recuerdo que todas las noches me tomaba un chocomilk y ya, solamente me acuerdo de eso. Te voy a ser sincero, yo de mi infancia no recuerdo mucho, son dos o tres los recuerdos que tengo de mi infancia”. Cuando cumplió 4 años tuvo que dejar Guadalajara, con su padre, su madre y su hermana debido a la cercanía del trabajo de su padre. Su padre, un ingeniero industrial, del cual requerían sus servicios en la empresa “Famesa”, la cual queda a 20 minutos de Arandas

aproximadamente.Lamentablemente sus padres se separaron pocos meses después de mudarse, haciendo que su padre volviera a vivir a Guadalajara y él se quedara con su madre, quien ya estaba instalada y con un trabajo estable en Arandas.

Nunca se separó del todo con la familia que aún le queda en Guadalajara, los recuerdos de su abuela y el comiendo nieves de limón, en plaza del sol le están muy presentes. Viajaba a Guadalajara en el verano, semana santa y básicamente cada que le era posible. Me cuenta con gusto las tardes jugando con su familia jugando “uno” por horas.

“Fue un cambio muy radical, para ellos mirarnos y para nosotros convivir con

ellos” Eduardo explica que el principal obstáculo para adaptarse en un pueblo como Arandas, era la mentalidad de las personas y como miraban a su madre que había pasado por un divorcio y que en pueblos pequeños, hace 15 años, era muy mal visto. Sin embargo, gracias al carisma de su madre, esta etapa no duro muy poco y finalmente lograron adaptarse.

Las principales razones que Eduardo expone para la particular mente cerrada que existía en aquella región de los altos es la religión y la forma en la que Arandas fue fundada, que es básicamente, por ciertas familias.

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ENTREVISTA

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El Teatro como forma de ayuda

Carlos Franco, nos habla de su trayectoria en la actuación. Franco inicio con clases cuando tenía 12 años, ahora a sus 21 nos dice que

es una de sus más grandes pasiones y está feliz de poder impartir clases al grupo en el que comenzó.Franco nos dice que al iniciarse en este arte no le llamaba realmente la atención, sin embargo, su hermano Eduardo, quien es diez años más grande que él, lo motivo para que tomara el curso de actuación para niños que impartían en la casa de la cultura de Tepatitlán Jalisco.

“mi hermano comenzó más o menos a mí misma edad. Recuerdo

que era verano y estaba aburrido en casa, así que

cuando mi hermano me invito a las clases de actuación acepte sin duda, pero

honestamente no creí que me gustaría tanto”

En el grupo de teatro, Franco se encariño rápidamente con “la mejor persona que he conocido, en serio, nunca había visto que tantas personas quisieran a alguien de verdad”. Se refiere a quien fue y es hasta la fecha su maestra de teatro Liliana Mora.

“creo que si no hubiera sido por Liliana ni siquiera me hubiera gustado el teatro, es una persona que te motiva, que te apoya y que te inspira. Gracias a ella fue que en un futuro decidí ayudarle con las clases”

Lo que más le gusta a Franco de este arte, es sin duda, la concentración y la disciplina que se requiere para manipular sus sentimientos y emociones, y transformarlos en los que otra persona sentiría “no se trata de convertirte en alguien más, sino de conocer a tal grado a tu personaje que puedas saber cómo se sentiría o reaccionaria y luego plasmarlo en un escenario”

Las amistades que se ha formado en el grupo “son del tipo que siempre están contigo”. Han pasado por muchos momentos inolvidables además que el amor que todos sienten por este ejercicio es algo que los une aún más. Existe una competencia, pero es una competencia sana, se conocen desde niños y saben que cuentan unos con otros.“Entre todos nos repartimos lo papeles de las obras, si han existido algunas peleas pero no muy grandes, cuando dos de nosotros queremos el mismo papel hacemos casting y mis demás compañeros los deciden. Casi nunca pasa eso porque creo que todos entendemos que cualquier papel es interesante. Muchas veces el papel más divertido es uno secundario o que casi no sale”.

Después de pasar ocho años en este grupo, la maestra Liliana le pidió a franco que impartiera las clases al grupo de teatro infantil de la casa de la cultura, a lo que Franco, después de pensarlo un poco, acepto.Lo más bonito de trabajar con niños, nos dice, es que lo toman como un juego, se divierten y se ilusionan.

El objetivo de las clases de Franco, nos explica, no es solamente saber actuar, sino desarrollar la confianza en los niños. Que puedan notar su capacidad y las muchas cosas que pueden llegar a hacer. Franco, se ha enfrentado con niños que poseen una muy baja autoestima y nos dice que el hecho de estar en un escenario y que se diviertan cuando la gente los está observando es algo que les ayuda mucho.“yo llegue a ser un niño con baja autoestima y cuando inicien en el teatro, los ejercicios y Liliana me ayudaron mucho. Así es como quiero que mis alumnos se sientan. Quiero ser capaz de hacerlos sentir tan bien como alguna vez Liliana me hiso sentir a mí”.

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CRONICA

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