psicologia historia y critica

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Sergio López Ramos Francisco Ochoa Carlos Mondragón José Velasco PSICOLOGIA HISTORIA Y CRITICA UNAM, ENEP Iztacala J

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Page 1: Psicologia Historia y Critica

Sergio López Ramos Francisco OchoaCarlos Mondragón José Velasco

PSICOLOGIA HISTORIA Y CRITICA

UNAM, ENEP IztacalaJ

Page 2: Psicologia Historia y Critica

Sergio López Ramos Francisco Ochoa Carlos Mondragón José Velasco

Psicología Historia y Crítica

ENEP Iztacala UNAM

Page 3: Psicologia Historia y Critica

U N IV ER SID A D N A C IO N A L AUTO NOM A DE M EXICO

D R . JO SE SA R U K H A N K. R E C T O R

ESCUELA N A CIO N A L DE ESTUDIOS PR O FE SIO N A L E S IZTA CA LA

M. EN C. A R L E T T E LO PEZ T R U JIL L O D IR E C TO R A

M T R O .R O B E R T O A L V A R A D O T E N O R IO SRIO . G E N E R A L ACADEM ICO

LIC. JO R G E H E R N A N D E Z U R A L D E DIV. DE EX TEN SIO N ACADEM ICA

LIC. SE R G IO LO PEZ RAM OS D E PA R T A M E N T O E D IT O R IA L

Portada: JOSE RENE ALCARA

. a. 3/¿ófrPrimera edición: 1989

© 1989, Universidad Nacional Autónoma de México © Escuela Nacional de Estudios Profesionales-lztacala, Av. de los Barrios s/núm. Los Reyes Iztacala, Tlalnepantla, Edo. de México.

Impreso y Hecho en México SBN: 968-36-0466-8

INDICE

•, QPresentación a

Prólogo 10

Una aproximación a la historiografía de la psicología en México 12 Sergio López Ramos

Para una comprensión de las historiografías de la psicología 34 Francisco Ochoa Bautista

Historia de la psicología y hermenéutica 49Carlos Mondragón

Las intenciones en la historiografía de la psicología, consideraciones sobre el caso Yaroshevsky 63José Velasco García

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IN MEMOR1AM: A CARLOS PKREVRA

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PRESENTACION

Trece años hace que se creó la ENEP Iztacala y con ella la carre­ra de Psicología, amparada en un modelo curricular que pre­tendía ser innovador.

Durante ese lapso se han alternado momentos de pasividad y momen­tos de intensa actividad. Haciendo un paralelo con el desarrollo de un individuo, Psicología Iztacala vivió un periodo de infancia, caracteri­zado por una gran dependencia del proyecto original y de sus creado­res. Un periodo de adolescencia: momento de conflictos, de malos entendidos con el padre y finalmente una etapa de madurez que marca el inicio de una vida adulta donde se delinean los diferentes grupos con posiciones antagónicas. Ya no es un grupo hegemónico quien detenta el poder, cada uno de los diferentes colectivos a partir de su trabajo y tenacidad han logrado que se les considere interlocutores en la ges­tión académica y administrativa de la carrera. Creando espacios don­de la toma de decisiones es cada vez más democrática.

El área de Psicología Social Teórica es un ejemplo de lo dicho ante­riormente. Sus integrantes han asumido el compromiso que implica la labor docente y la reflexión crítica. Algunos han incursionado en dis­ciplinas afines a la psicología, a través de estudios de posgrado, con el fin de tener más elementos que les permitan abordar los problemas de nuestra disciplina desde diferentes perspectivas.

Los ensayos contenidos en este volumen dan concreción a un d ̂seo expresado hace algún tiempo: la necesidad de un pluralismo de pensa­miento al interior de la psicología.

También nos permiten el uso de categorías para discutir y compren­der los problemas que nos plantea la historia de la disciplina y final­mente nos dan la oportunidad de participar en una discusión seria sobre los distintos enfoques.

Vaya pues una felicitación a los autores por la calidad de sus tra­bajos, con el deseo de que se conviertan en los primeros de una serie que nos permita reactualizar una preocupación que se ha mantenido a lo largo de la vida de psicología Iztacala y que es la discusión teórica de nuestra disciplina.

ELVIA TARACENA

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PROLOGO

El libro que presentamos a continuación está compuesto de cua­tro ensayos. Como todo “ ensayo” , no son trabajos defini­tivos, ni pretenden ser puntos de vista absolutos. Por el contra­rio, son reflexiones del “ camino” que surgen del trabajo cotidiano de

investigar y enseñar sobre la historia de la psicología en la ENEP Izta- cala; trabajos que reflejan la preocupación sobre los problemas teóri­cos y metodológicos que se han enfrentado en esta im portante tarea.

El pensamiento científico está muy ligado a la vida personal e inte­lectual de quienes lo cultivan, al mismo tiempo refleja, también, cierto clima institucional y desarrollo curricular de la escuela donde emerge. En este sentido, estos ensayos se comprenderán mejor en el contexto de la historia de la Carrera de Psicología de la ENEPI. Expresan es­fuerzos de búsqueda en medio de un curriculum inicialmente conduc- tista, que con el paso del tiempo se ha pluralizado con un movimiento, en ocasiones conflictivo, de apertura a esa realidad, también conflicti­va y plural, que llamamos mundo de la psicología.

Los autores formamos parte del área de Teoría de las Ciencias So­ciales y Psicología Social Teórica y somos egresados de la carrera de psicología de esta escuela. Esto pudiera parecer un dato sin relevancia para el lector que no está familiarizado con el desarrollo que ha segui­do esta experiencia curricular. Pero no para el que conoce el origen de esta escuela y el currículum conductista que se implemento con mi­ras a ser reproducido en otras universidades del país, como una innovación educativa, proyecto que fracasó. La aparición de este libro ayudará a modificar un poco los prejuicios y el concepto que de psico­logía Iztacala se tiene en el exterior. Hoy día, este proyecto original forma parte ya de la Historia de la Psicología en México.

La carrera de psicología se ha pluralizado. Nuevos discursos psico­lógicos irrumpen en las aulas. Esto ha obligado a muchos profesores “ inconformes” a buscar formación académica fuera de Iztacala en los más variados campos del saber psicológico y ciencias afines. Los auto­res de estos ensayos son un ejemplo; por necesidades de sus programas actuales de trabajo académico, han hecho estudios de posgrado: uno en Historia, otro en Filosofía de la Ciencia, y los demás en Estudios Latinoamericanos y Pedagogía. Con el fin de complementar la infor­mación recibida en Iztacala, retroalimentar los programas de estudio, o simplemente, para iniciar campos de investigación descuidados cu- rricularmente. Esta búsqueda de formación académica en el exterior se ha extendido a un gran sector de la planta docente, y los resultados, en términos de enriquecimiento de la vida académica, comienzan a ha­

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cerse visibles y se apreciarán mejor, creemos, en los próximos 5 ó 10 años.

El interés epistemológico y la actitud de crítica que constantemente aparecen en los trabajos que conforman este volumen, son pues, una expresión, y un solo ejemplo de lo que actualmente está trabajando un grupo de profesores de la carrera de psicología de la ENEP Iztaca- la. Y no pretenden ser más que un modesto aporte para esa tarea de historiar el pasado de nuestra disciplina.

Hablar de la historia de la ciencia nos sugiere diversas actitudes y posiciones ante la relación de enseñanza aprendizaje realizada en el aula. El acto de seleccionar o priorizar contenidos posee ya una velada o clara intencionalidad científica, ideológica o política del profesor; quien crea opinión, aceptación, o una actitud pasiva de los alumnos ante el cono­cimiento. En nuestro caso, la enseñanza de la historia de la psicología nos ha conducido por vías diversas. Al realizar intentos de reconstruc-, ción hemos vivido procesos similares al movimiento de un búmerang pues se nos han revertido problemas e interrogantes sobre la psicolo­gía misma y su historiografía. Consecuentemente, nos hemos cuestio­nado la pertinencia de seguir repitiendo lo ya escrito cual espejo en el que todos se pueden reconocer.

Dice Hallam que “ El desarrollo de espíritu de búsqueda (es) el resultado más apreciado del aprendizaje histórico” 1. Hoy día no en­contramos este espírutu de interrogación y búsqueda ante los hechos pasados de nuestra disciplina. De allí la necesidad de poner más énfa­sis en la enseñanza de la historia de la psicología, y en aclarar ese ma­rasmo de contradicciones y dudas que nos surgen ante las historiografías que circulan en nuestro medio como subsuelo no aflorado.

Esto nos ha demandado esfuerzos teóricos que van más allá de una formación en las ciencias fácticas: replantearnos, dentro y fuera de nues­tro ejercicio profesional institucional, las dimensiones de la significa­ción de la historia y sus formas de hacerla. Lo que presentamos en este libro pretende ser el inicio de una búsqueda de alternativas en las for­mas de historiar desde la responsabilidad que tenemos en la formación profesional de psicólogos. Por otro lado, estos trabajos significaron también hacer un alto en el trabajo académico cotidiano y poner a dis­cusión nuestras reflexiones en esta área. Si estos ensayos contribuyen a una discusión académica respetuosa sobre estos temas, habremos cum­plido con nuestro cometido.

LOS AUTORES

I HALLAM, Roy. “ Pinget y la enseñanza de la H istoria” . En: psicología genética y aprendizajes ecolares. Coll César (compilador), México, ed. Siglo XXI. 1983.

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UNA APROXIMACION A LA HISTORIOGRAFIA DE LA PSICOLOGIA EN MEXICO

Sergio López Ramos

“Una vez conozca esos hechos, intentaré relacionar­los entre sí, suponiendo que sea posible, porque es difícil decir a qué causa corresponde cada efecto”. El nombre de la Rosa.

UMBERTO ECO

INTRODUCCION

La historia de la psicología en México es un caldero donde se dis­putan los honores por dar las primicias sobre los datos o los sucesos considerados importantes para su construcción. En esa lógica, encontramos los siguientes puntos de partida: la búsqueda de

antecedentes de- la psicología en México en la época mesoamericana; la construcción de hospitales para atención de dementes; las clases de psicología en la Escuela Nacional Preparatoria en 1896; las técnicas o sistemas de medición usados en un momento histórico determinado; así como las visitas o viajes de psicólogos a México y de mexicanos al extranjero. Estos son los contenidos que han permeado la historia de la psicología en México. Lo que nos presenta un panoram a diverso, con orientaciones historiográficas diversas que se han nutrido de los manuales de historia, y del marxismo ortodoxo. Lo que ha propiciado que los discursos de los psicólogos, metidos a historiadores, se definan.

Sin duda, la historia de la psicología en México, dada la producción de trabajos historiográficos, demanda un análisis de lo realizado hasta ahora. El propósito de este trabajo es el análisis de las concepciones históricas que sustentan los trabajos revisados. Se pretende entrar al terreno de la historia de la ciencia y sus múltiples relaciones y usos.

Sostenemos que una visión historiográfica no excluye la polémica sobre los avances de las diferentes formas de hacer historia y por tanto las posibilidades de poner a discusión las limitaciones, aportes, exclu­siones, manejos ideológicos de la historia de la psicología en México.

Las historias de la psicología en México no Se alejan de la realidad, abordan de cierta forma una parte la realidad, por lo que no se pueden considerar aproximaciones acabadas y generalizarse.

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Lo anterior hace que las historias desde sus particulares visiones cul­minen con aseveraciones triunfalistas o de servicio a grandes sectores o una acusación procapitalista imperialista, en estos casos, sucede la radicalización de una psicología que se atomiza y busca los orígenes psicológicos del mexicano, un proyecto nacionalista de la psicología que se enfrasca en un debate de autojustificación o búsqueda de prin­cipios que pretendan explicar el cómo es el mexicano y se convierte en un debate de categorías abstractas; teniendo de fondo una difusa ideo­logía política de poder y no argumentos académicos defendibles.

Recurrimos a la historia de la ciencia y su vasto mundo de discusio­nes para desarrollar y discutir perspectivas que nos pueden enriquecer en un trabajo que englobe la problemática de la historia de la ciencia y sus matices diversos. En nuestro caso, la psicología es motivo de dis­crepancias y diferencias como disciplina en su objeto y método de es­tudio; la heterogeneidad es una cualidad que amerita respetarse, pero ese respeto tiene sus límites cuando con esa orientación psicológica, se pretende dar cuenta de la historia de la psicología. Esto ha conduci­do a cultos y defensas de razones ideológico académicas.

Cada corriente psicológica hace su historia, sea para apoyar, justifi­car, descartar o vanagloriarse de sus acciones, sus procederes sobre los individuos. Sin duda el trabajo realizado por los colegas en México es de gran mérito, sus aportes forman parte del presente trabajo. En ellos podemos encontrar un sentimiento voluntarioso de querer ver lo me­jor de la psicología con las acciones humanistas, las posiciones filan­trópicas o el radicalismo en la búsqueda de culpables. Nosotros consideramos factible construir opciones diferentes en la historia de la psicología.

• iLo que hace más evidente que nos ubiquemos en la complejidad de

su reconstrucción, puesto que la psicología es una ciencia donde el hilo de las clasificaciones permite hacernos partícipes de discursos como el cientificismo, la defensa de una ideología o un progmatismo fácil que permite alejarnos de la necesidad de replantear el objeto a historiar en la psicología. No aceptamos que sea una discusión concluida. Quere­mos señalar, que a su vez, la importancia de la psicología en el pretéri­to, en cuanto a sus usos y fines es algo que no debe quedar fuera delas discusiones sobre las formas de historiar.1 i ■

Queremos reabrir una discusión que algunos psicólogos la conside­ran estéril, ajena o no propia a su ejercicio profesional, pretendemos una historia social de la psicología, donde podamos ubicar su aconte­cer en la reconstrucción de la realidad social, sin absolutizar una con­dición, apegarnos a la época, en la fidelidad de principios científicos, políticos y económicos, así como las acciones que se emprenden para

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sus soluciones. La psicología es una de las disciplinas que sufre la me­tamorfosis de la presión de los valores dominantes. Sin embargo, no son absolutos y determinantes; lo que significa que la normatividad en las ciudades y regiones sufre sus procesos de construcción particu­lar, podrán existir rasgos generales como característica pero no abso­lutos en las regiones, menos en las individualidades, así que una historia social tendrá que delimitar la zona a reconstruir con toda la gama de problemáticas de la época y dar cuenta a ¡os interesados en el compor­tamiento y áreas afines de una reconstrucción sobre el por qué y cómo eran las acciones de los psicólogos. Valga decir que en la psicología es un campo de discusión sobre lo que es psicología, de allí que no exista una sola historia que sea aceptada como “ la buena” , los periodos, re­cortes y objeto a historiar son diversos. Nosotros planteamos como po­sibilidad una historia social que considere la generalidad y se materialice en la particularidad de regiones de estudio y no caer en el internalismo. o externalismo de la ciencia, que serán motivo de nuestros primeros apartados.

LA CONCEPCION EXTERN ALISTA E INTERNALISTA EN LA HISTORIA DE LA CIENCIA

Es poco probable encontrar alguna influencia en los psicólogos mexi­canos que han escrito sobre historia de la ciencia de autores como Sar- ton, Hessen, Bachelard, Koyré, etc., puesto que sus trabajos reflejan una influencia de Bernal, Kuhn y Marx o Alhtusser, en el mejor de los casos, porque sus fuentes fundamentales en historia de la psicolo­gía se apoyan en Boring, Historia de la Psicología Experimental, y Merani, A. Historia Critica de la Psicología, Estos dos autores marca­ron a psicólogos que se metieron a historiadores de la ciencia llamada psicología. Y a nuestro entender, Boring se ubica en la concepción in- ternalista de la historia de la ciencia y Merani en la concepción exter- nalista.

Ambas formas de historiar están presentes hoy en día en los psicólo­gos mexicanos, es justo señalar que hay autores en la búsqueda de otras opciones,1 veamos en que consisten dichas concepciones de historia de la ciencia.

I)Actualmente hay un grupo de treinta tesistas que trabajan en un seminario de “ His­toria Social de la Psicología en México” . Los primeros frutos saldrán a luz a finale* de 1988.

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INTERNALISTAApoyada en el culto de los grandes personajes, en el desarrollo de sus ideas y en una aceptación velada de la mutación de las ideas y la idea de la continuidad en el desarrollo de la ciencia. Lo que significa que el crecimiento, desarrollo y aporte de nuevas teorías científicas vienen engendrados de una continuidad de “ grandes pensadores” .

Este enfoque “ sostiene que los factores llamados externos no ejer­cen ninguna influencia decisiva en la estructura de la ciencia, en virtud de su carácter autónom o” .2

Dice Mikulinsky que la ciencia se puede explicar partiendo de su pro­pio seno. Se limita al movimiento de los conceptos científicos, como si estos tuvieran vida propia y ningún nexo con el mundo social.

La ciencia pues, se desarrolla por las leyes inmanentes, lo que signi­fica que sus “ explicaciones internas están basadas en el estudio de los experimentos, observaciones teóricas” ,3 la pureza de la ciencia nos ha­ce negar las contaminantes externas, cabe la anotación de la existencia de dos versiones sobre la historia internalista, señala Yturbe: una en­raizada en el empirismo y otra en lo que se conoce como los historia­dores de las ideas.

Así, al hacer la historia de la ciencia, se sostiene que existen creen­cias y comunidades científicas en el periodo histórico que se estudia, por tanto, una implícita revaloración de paradigmas, teorías caducas y de la mentalidad que las sostenían. También “ la inclusión de una historia global de todos los hombres de ciencia que hubiesen desempe­ñado algún papel, aunque fuese secundario en este desarrollo.4 Esta línea es la de la historia de las ideas internalistas.

La aproximación al estudio de la historia de la ciencia en la versión empírica internalista, parte de la socorrida idea de que “ su ciencia de­be ser aprendida en los libros de texto y periódicos del periodo que se estudia y debe dominar éstos y las tradiciones locales que muestran an­tes de abordar a los innovadores cuyos descubrimientos o inventos cam­biaron la dirección del avance científico. Al abordar a los innovadores, el historiador debe tratar de pensar en la forma en que ellos pensa­ban... el historiador debe preguntar cuáles fueron los problemas de los que su objeto de estudio se ocupó y cómo se volvieron problemas para él” .52)Iturbide Corina “ Historia de la Ciencia: ¿interna o externa?” mimeo 1987. Instituto

de Investigaciones Filosóficas de la UNAM. 27 pág.3)lturbe Corina. op. cit. pág. 2.4)Trabulse, Elias ‘‘Para una Historia de las Ciencias Mexicanas” . En Nexos No. 49

Enero 1982.5)Kuhn, T. “ La Historia de la Ciencia” . En : Ensayos Científicos, México, 1982, Ed.

Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, pág. 65-85.

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Lo que significa la exposición de hechos, evitando las interpretacio­nes, el esfuerzo de los científicos, sus ideas. Es la historia de la ciencia, sin duda, una visión llena de drama o tragedia de los personajes y sus teorías científicas como estructura que tienen un desarrollo interno propio.

De allí se han nutrido psicólogos y han generalizado la idea de conti­nuidad y sus historias van encaminadas a localizar los nexos de la cien­cia antigua con la de nuestros días. Esta propuesta es muy aplaudida en la historia de la psicología, la veremos posteriormente.

EXTERN ALIST ASi el internalismo tiene como pilar la continuidad de las ideas científi­cas en la construcción de la historia de la ciencia, contrariamente, el externalismo se apoya en la condicionalidad histórica, económica y cul­tural de la época. Este enfoque, derivado de la posición marxista, lo* asimiló en el sentido “ del papel determinante de la práctica histórico social en el desarrollo de la sociedad” ,6 por lo que sus afirmaciones se caracterizan por ser rectilíneas, de afirmaciones simples. Donde lo que cobra importancia son los factores puramente externos respecto a la ciencia y por lo regular se trata de encontrar la relación o condi­cionalidad de acuerdo al periodo estudiado; es clásico en este enfoque 1a siguiente afirmación: la infraestructura determina la superestructu­ra, y le dan razón a la expansión técnica y científica, así como a la evo­lución científico-tecnológica, los debates contra la superstición y los triunfos de la ciencia en el campo de la producción, su institucionali- zación. El móvil del objeto a estudiar siempre será producto de una casualidad externa.

Si bien es cierto que el externalismo ha recibido la mayor influencia del marxismo y la gran mayoría de sus seguidores se proclaman histo­riadores marxistas, esto a juicio de Pereyra “ una historia materialista, sin embargo, no es aquella que encuentra en la estructura económica la causa de lo que se observa en la pretendida superestructura, ni tam ­poco la ubica en las relaciones de producción la clave última de la inte­ligibilidad de fenómenos artísticos, científicos, religiosos, etc” .'

6)Mikulinsky, R. S. Controversias aparentes y problemas reales en la teoría del desa­rrollo de la ciencia. La Habana, 1979, Ed. Instituto de Documentación e Inform a­ción Científica y Técnica. (Problemas de organización de la ciencia) año XI. No. 1 (76) pág. 30. Sobre el externalismo. véase a Hessen, B. Las raíces socioeconómicas de la mecánica de Newton. La Habana. Ed. Academia. 1985. Como un ejemplo re­presentativo de esta aproximación, afirm a que las ideas de Newton se deben a la In­glaterra del Siglo m u í y a la religión cristiana sin dejar de lado el desarrollo de las fuerzas productivas.

7)Pereyra, C. Objeto teórico de la historia. México. 1985. Ed. IN A M . pag. 14".

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Sin duda, la ortodoxia de un marxismo dogmático ha imposibilita­do abrir el abanico de posibilidades en la historia de la ciencia al soste­ner al capitalismo como condición del desarrollo de la ciencia, lo que pone de manifiesto su debilidad teórica que estriba precisamente, en el establecimiento de una relación de condicionalidad “ mecanicista entre las condiciones históricas de la ciencia y su estructura interna, redu­ciendo la actividad científica a una mera manifestación fenoménica de las relaciones económico sociales de una determinada sociedad” .8 Lo anterior se traduce en investigaciones que priorizan áreas sociales o fac­tores causales de mayor condicionalidad para un aspecto explicativo de los orígenes y desarrollo de la ciencia. A nuestro parecer hay un em- pantanamiento en esta visión externalista al interior de la psicología, puesto que han llegado a conclusiones absolutizadoras que niegan la posibilidad de otros procesos que no sean por vía de la condicionali­dad absoluta, se niega pues, la autonomía relativa de los procesos cien­tíficos.

Las afirmaciones externalisistas absolutas corren el riesgo de cerrar campo y de caer en un mecanicismo sin salidas sobre la historia de la psicología que desde 1980 se ha puesto de “ m oda” . Tendremos opor­tunidad de conocerla posteriormente.

ALGUNAS IDEAS Y CONFRONTACIONES DE AMBAS TEORIAS

Kuhn reconoce la imposibilidad de que puedan conciliarse ambas con­cepciones de historia de la ciencia, que seguramente, a los ojos de mu­chos pragmáticos y llenos de facilismos podrán decir que el problema se resuelve completando ambas teorías, sin duda, solución nada senci­lla puesto que rehuye el problema de un análisis más profundo del te­ma; “ En otras palabras, la contraposición externalismo/internalismo nace del supuesto de que el discurso filosófico es un conjunto cerrado respecto del cual se pueden identificar interioridad y exterioridad, de modo tal que cabe conferirle mayor fuerza a la hipótesis de que son factores internos que los deciden la aparición de cambios en ese dis­curso, o la hipótesis contraria que apela a factores externos” ,9 a pe­sar que la cita anterior (se refiere al discurso filosófico y sus formas de hacer historia), para nuestro caso resulta ilustrativo que los histo­riadores de la ciencia llamada psicología tanto internalista como exter- nalista darán todos los argumentos de sí para defender sus hipótesis sobre historia de la psicología. Aún cuando esto suceda, el problema

8)Iturbide Corina, op. cit. pág. 6.9)Pereyra, C. op. cit. pág. 151.

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no siempre se resuelve con más o menos datos, puesto que ambas for-l mas tienen como sostén el avance de la ciencia, en tanto que continui-l dad y superación, desarrollo de acuerdo a las fuerzas productivas, en j esa lógica, resulta sencillo preocuparse o no por el contexto socio cul- j tural, pero resulta difícil localizar las mediaciones entre contexto y teoría I psicológica.

Las dos visiones aplicadas en la historia de la ciencia llamada psico-l logia están apoyadas en la existencia de los manuales de psicología y I las historias cronológicas que la ubica en un estatus de sucesión de acón-1 tecimientos, desde Aristóteles hasta Wuntd, para justificar sus objetos 1 teóricos. Lo anterior ha conducido a una estabilidad que reconoce a la causalidad como una búsqueda preconcebida que culmina en que un personaje usó la ciencia o la descubrió en determinado periodo, y] más, con la visión externalista se le asocia con el pensamiento de la época y sus condiciones sociales por periodos. La clasificación de an-, tes y después de Cristo, la edad media y la ilustración, hasta el capita-1 lismo o el socialismo, han favorecido ambas formas del objeto del estudio de la historia de la psicología, lo que nos plantea solo dos posi-1 ciones que pueden construir el objeto de estudio de la historia de la psicología, sin embargo, esto no significa que no existen otras opcio-j nes que puedan construir otros objetos de estudio de la historia de la psicología y no exclusivamente los nacidos de una visión u otra.

Valorar las dos visiones historiográficas; el mejor o peor, aporta, no aporta, no es nuestro propósito, podríamos caer en lo señalado por ¡ Kuhn al respecto; “ la pasión que a veces se pone en defenderla(s) ha oscurecido problemas importantes” 10 esto vale porque nos puede po-| ner fuera de discusiones como el problema de la filosofía de la ciencia, la sociología de la ciencia, la enseñanza de la ciencia, los efectos prin­cipales sobre la política y la administración científica, así como el ha-l blar de la historia social de la ciencia y la labor de la historiografía; I construir su propio objeto teórico, encontrar nuevas relaciones a esru-| diar por los historiadores de la ciencia. Ampliar nuestra visión históri­ca de la ciencia en los diversos espacios en que sea posible participar;! que van desde la enseñanza, su administración, lo político científico! tecnológico, su difusión, entre otras.

Indudablemente que la historia de la psicología no es tin proceso uni-l lateral o según Pereyra es “ indisociable de una historia de otras disci­plinas, de la política y de las transformaciones de la sociedad, a pesar de ello pueden conservar su especificidad propia” en relación de las] historias cruzadas con otros campos del saber.

No pretendemos tomar partido por uno u otro enfoque, ni tampoco!

10)Kuhn, T. op. cit. pág. 79.

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desvalorizarlos. Planteamos una propuesta de la historia social de la ciencia que nos aproxima a las formas más posibles de reconstrucción al hecho y no realizar la historia con fines absolutos o de causalidad.

Explorar otras formas de reconstrucción del hecho histórico de la psicología, construir nuevos objetos a historiar dentro de la disciplina de la psicología.

En el siguiente apartado hacemos un intento de análisis historiográ- f ico de lo realizado por psicólogos mexicanos.

FORMAS DE HACER HISTORIA DE LA PSICOLOGIA EN MEXICO

Voltear al pasado con ojos de cientificidad histórica es un lugar co­mún en la gran mayoría de los historiadores de la ciencia psicológica, hay una intencionalidad por encontrar algo que nos proceda y una jus- lificada supremacía de querer ser los primeros en decir algo sobre los orígenes de la psicología y las búsquedas son diversas, y en esas histo­rias de la psicología en México los autores han encontrado campos de investigación en la ciencia que llegó de Europa a México y su desarro­llo también en el contexto de una psicología universal o el caso contra­rio de buscar en los pueblos mesoamericanos con una lectura impregnada de valores de la cultura occidental.

Si bien es cierto, que la labor del historiador es “ explicar al mundo por qué se hizo lo que está hecho” ,11 para el historiador de la psico­logía es dar cuenta del por qué y cómo se impuso o implemento una determinada orientación psicológica, explicar por qué se da un tipo de terapia en relación a los acontecimientos de la época, hechos, que no son datos acumulativos sino interpretativos. El intentar explicar el por qué algunos psicólogos recurren a argumentos específicos de la psico­logía en lugar de considerar otras opciones, asumiendo “ tácita o explí­citam ente determ inados supuestos o criterios (psicológicos) fundamentales en lugar de otros y recurrieron a tales o cuales formas discusivas de manera preferente” .12 Lo que podemos decir es que la labor historiográfica de la psicología en México es una combinación y mezclas de orientaciones historiográficas, que han considerado re­suelta o concluida la reflexión acerca de la historia de la psicología, así como de las categorías o conceptos a elaborar en la construcción historiográfica, los textos que se han ocupado de ello son los menos, el panorama de la producción historiográfica está más dirigido a que-

IDPereyra. C. op. cit. pág. 144.12)Pcreyra, C. op. cit. pág. 145.

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rer dejar testimonio de datos o acontecimientos referidos a la historia de la psicología.

Pretendemos, con todas las salvedades del caso, hacer una caracte­rización de los autores que han trabajado sobre la historia de la psico- j logia en México, ubicarlos en los enfoques que hemos revisado y cuando suceda que no se engloban en uno o en otro enfoque lo consignaremos con la aclaración pertinente.

HISTORIADORES EXTERNALISTASCuando se sostiene que el discurso psicológico es un mero reflejo o ex-1 presión del contexto socio cultural se tiende a la absolutización o a un determinismo economicista que se convierte en un mecanicismo, pero con bandera de marxismo; por esa forma de hacer historia no se está, lejos del positivismo.13

En esta línea del enfoque externalista encontramos a Jorge Molina,* Pablo Valderrama, Fermín Rivero del Pozo, León y Patiño, Edgar Ga- i lindo y gente que hace incursiones en las dos líneas (internalista- externalista) sin una definición, retoman proposiciones de ambas para hacer sus historias, en este caso están Jurado Cárdenas y Germán Al- varez. Todos ellos a excepción de Galindo, es gente que ha trabajado en la Facultad de Psicología de la UNAM, en seminarios o mesas de trabajo sobre la historia de la psicología. Así que sus tesis, monografí­as y artículos representan las concepciones individuales o de grupos.

Molina y Valderrama se han caracterizado por afirmar que la psico-1 logia es producto de las condiciones sociales, parten de una visión ab- solutizadora de la condicionalidad social, buscando los determinantes ¡ o factores en la historia de la psicología. Este trasfondo ha permitido a Molina, afirmar lo siguiente sobre W undt; que si éste no hubiera na­cido en Alemania en el siglo XIX, otro alemán hubiera producido su teoría y el laboratorio experimental, todo porque las condiciones so-| dales estaban dadas.14 Su método de trabajo histórico parte del prin­cipio de que el hombre es un ser histórico social y que es producto de' las circunstancias, quienes determinan y condicionan el desarrollo de los hombres, y la reconstrucción que hace del periodo histórico de Wundt lo pone como un hombre que fue víctima de las circunstancias. En realidad su afirmación culmina en una explicación absolutista y cau-

13)A este respecto el trabajo de Aldo Gargani Crisis de la razón, bd. Siglo XXI. Hace ; una excelente exposición sobre las concepciones de cientificidad y la herencia del pen- J samiento de Newton en una torma de razón o de razonar y que de ella muchos m ar-l xistas no se han liberado. Así que sus análisis continúan siendo causales y mecánicos j pero con otra jerga de palabras.

14)Molina, J. y Alvarez. Psicología e Historia. México 1981. Ed. UNAM.

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sal acerca de Wundt. El recurso metodológico de preparar el terreno para hacer creíble un discurso, a Molina le funciona; resulta lógica y coherente su propuesta consecuentemente creíble. Sabemos que es una manera de explicar el suceso negando otras posibilidades.

El siguiente trabajo “ Esquema para la historia de los estudios de psi­cología del mexicano” , donde hace una periodización que pretende di­vidir en cuatro momentos el estudio del mexicano, lo podemos relacionar conjuntamente con el de Valderrama. “ En torno al inicio de la psicología en México” , los comentarios son pertinentes para am­bos. Los dos plantean localizar “ la psicología” y se proponen un es­quema para el estudio de lo que han dicho psicólogos y no psicólogos, sobre el mexicano.

Cuando se señala que para tener un conocimiento real de lo que se ha dicho sobre el mexicano, “ deben conocerse las características psi­cológicas de los habitantes de México, así como los diversos estudios_ que se han realizado en otras épocas y en la actualidad para tratar de entenderlo y, de esa forma poder explicar como es” .16 Pensar en com­prender lo que ha llegado a ser, hoy en día, el mexicano es una utopía, una visión positivista del mundo, hay en esa afirmación una generali­zación que pone a todos en el mismo rango. Lo absoluto se convierte en una camisa de fuerza que niega las fronteras de la construcción in­dividual en la sociedad y por la sociedad. El determinismo oscurece la existencia de diferencias sociales y lo mexicano se convierte en una. bandera sin país, en la práctica se traduce en la incomprensión de la realidad que no es estándar para todos. Lo mexicano se convierte en un cliché o discurso ideológico para abordar “ la totalidad” o el “ ori­gen” , las “ raíces” , poner de por medio un recurso metodológico que simplifique y encuentre generalidades y se pueda negar la heterogenei­dad de la sociedad mexicana. Lo que encierra lo anterior es la acepta­ción de una determinación y evolución de una continuidad histórica de los individuos. Porque el mexicano del Valle de México no tiene el mismo proceso de construcción social que el mexicano de las fronteraso el interior de la república.

Así que la periodización que se hace desconoce el trasfondo de los motivos y razones. En el primer momento, se señala la polémica acer­ca de si los mexicanos tenían razón o no, los considera como los pri­meros estudios psicológicos. Es bien sabido que son móviles religiosos y políticos los que sostienen esta discusión.

En el segundo momento, se apoya en Clavijero para decir que los

15)Molina, J. “ Esquema para la historia de los estudios de psicología del mexicano”En: Acta psicológica, Núms. 1, 2, 3 y 4.

l-6)Molina, J. “ Esquema para. . .” op. cit. pág. 2.

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indios tienen un acuerdo común sobre el trato y sostiene que esa psico­logía es del indígena. A firm a que Clavijero profundiza en la psicolo­gía del mexicano.

En el tercer momento, el porfíriato, donde afirma que se inicia el positivismo, lo cual es falso, éste se inicia con Juárez. Los estudios de los mexicanos en manos de Parra, Barreda, Chávez, y que la enseñan­za de la psicología tiene un enfoque cientificista. Dice: “ así, el conoci­miento de la población mexicana se hacía necesario y el discurso psicológico tomó un papel fundamental para la mejor conducción de la administración pública y para alcanzar el grado de civilización de los países sajones” .17 Al respecto podemos decir que la psicología no responde a esos intereses y no tiene el carácter cientificista; es más una respuesta a la dureza del positivismo comteano. Chávez no es un posi­tivista, es un hombre que articula la psicología con la educación del alm a.18

En el cuarto momento, se habla de la posrevolución (de 1930 a 1960) donde señala los estudios de Samuel Ramos, Santiago Ramírez, Roge­lio Díaz Guerrero, Octavio Paz, entre otros. Todos ellos han escrito algo acerca del mexicano, estos trabajos merecen un trato aparte, por­que encierran posiciones ideológico políticas diversas.19

Existe una visión cronológica del esquema, sugiere que los estudios han ido cambiando de acuerdo a los periodos históricos, su propuesta es sobre el estudio del mexicano. No habla de la historia de la psicología.

Valderrama, sí afirma que la psicología mexicana surge como pro-

17)Molina, J. “ Esquema p a ra ...” op. cit. pág 6, al respecto del positivismo, existela idea generalizada de que éste se inicia con Díaz. En realidad se inicia en el periodo de Juárez con la propuesta de G. Barreda, explicitada en su “ Oración cívica” , véan­se las siguientes fuentes al respecto. Villegas, A. El positivismo en la época del porfi- riato, México. Ed. SEP, [col. Septentas], 1970, Zea Leopoldo, El positivismo en México, apogeo y decadencia, México, Ed. F .C .E . 1970, Ramírez, S. y otros. E lpo­sitivismo mexicano, México, Ed. UAM Xochimilco, 1985.

18)En un trabajo del que ahora escribe, se realiza un análisis de la obra de Chávez y de su concepción de psicología, mimeo, 1987. 40 pág. donde se sostiene que Chávez es un hombre de instituciones públicas y su propuesta está llena de un humanismo cristiano.

19)Bartra, R. Jaula de la melancolía, México, 1987, Ed. G rijalbo donde se polemiza con las concepciones de lo mexicano y los manejos ideológicos en la creencia de que asi debía de ser lo mexicano, y las variantes del discurso no está exento de los ejercicios de la política nacional. Al respecto Brading, D. Los orígenes del nacionalismo mexi­cano, México, 1985. Ed. Era. Dice que los antecedentes del nacionalismo mexicano se apoyan en tres aspectos: 1) el repudio a la conquista, 2) el aztequismo y 3) la Vir­gen de Guadalupe. Lo que permitió a los criollos tener una identidad. Lo mexicano y lo nacional se hacen patentes en las defensas y repudios de lo que huela a extranje­ro. A mi parecer hay una actitud llena de este tipo de nacionalismo en los psicólogos metidos a historiadores.

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ilucto de la instauración del modelo de producción capitalista en el país, en su trabajo “ esquema para la historia de la psicología en México” , icvisa lo que se ha hecho sobre los orígenes de la historia de la psicolo­gía en México, no hace crítica historiográfica, su criterio para descar­tar afirmaciones sobre los orígenes, se sustentan en que no se inician como ciencia, que son prácticas u otras visiones que se alejan “ de la psicología científica” y considera a Chávez como el iniciador de la psi­cología científica en 1896. Y sostiene que “ la psicología en México na­ce a raíz de una serie de necesidades sociales que el establecimiento del capitalismo trajo a la clase dominante en el último tercio del siglo XIX mexicano” .20 Esta afirmación no tiene ningún argumento histórico, su propuesta externalista se aprecia en su afirmación sobre el origen del capitalismo en México: dejó —parafraseando— de ser autónomo del capital mundial para ser subordinado del imperialismo, “ de esta ma­nera, se crean las condiciones para el desarrollo de las ciencias en el país, ciencias que se pensaban podían dar los elementos necesarios pa­ra seguir el camino hacia el progreso y la libertad basados en una polí- (ica científica” .21 Es decir, las condiciones en sí mismas poseen esa virtud de crear condiciones favorables para la determinación de la cien­cia, sin duda, su visión externalista niega otros procesos más comple­jos sobre el desarrollo y construcción social de la ciencia, (basta ver sus fuentes: cita a Bernal: “ el capitalismo y la ciencia moderna nacie­ron del mismo movimiento” ) A nuestro parecer hay afirmaciones que se apoyan en una relación lógica y no en una documentación histórica, lo que refleja la idea de la determinación social; Vr. gr., decir que Chá­vez es positivista porque le tocó vivir el periodo positivista, es un faci- lismo derivado del determinismo social, y más aún, decir que los conocimientos psicológicos tuvieron cierto uso o se incorporaron a los procesos de control social, hasta ahora los análisis al respecto son en pro y en contra de esa tesis.22

Así que la historia de su propuesta es una acusación al capitalismo, que se convierte en una propuesta ideológica política y no académica política. Donde el culpable es la burguesía nacional. Esta misma lógi­ca impera en el trabajo de Molina elaborado conjuntamente con Ger-

20)Valderrama, y P. “ Esquema para la Historia de la Psicología en México” En acta psicológica Núms. 1, 2, 3 y 4. Ed. Facultad de Psicología de la UNAM. pág. 49.

21)Valderrama. op. cit. pág. 50.22)Pensar que la psicología sirvió para el control de la pobreza y mantener la riqueza,

en los años de 1880 a 1900, resulta risible, ante las condiciones sociales de la época, hambre, miseria, robo, prostitución, asesinatos, etc. analfabetismo en un 83%, ¿Quién iba a pensar en el control con una psicología que era más dirigida al alma de los jóve­nes de la Escuela Nacional Preparatoria por Chávez? Véase Cosío, Villegas, D. His­toria moderna de México, tomo 2 y 3, México. Ed. Hermes.

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mán Alvarez: “ De la religión a la ciencia, una historia de diversificación” .23

Lo considerado hasta ahora nos impone el compromiso de esclare­cer la concepción de su historia, sin duda, su forma de historiar se apro­xima a visiones acabadas del hecho histórico, priórizando su posición ideológica sobre la ciencia de la historia, lo que significa que es una historia ideológica para descartar y acusar un tipo de psicología, de allí que podamos comprender las afirmaciones fáciles sobre los hechos que se suponen sucedieron de acuerdo a su lectura y explicación del pasado. Esta temática la retomaremos posteriormente, veamos a los

, otros autores.Rivero del Pozo y Valderrama en su tesis “ Ensayos sobre historia

de la psicología en México” , pretenden mostrar las razones de la de­terminación social, en un esfuerzo por querer encontrar la relación so­cial de la verdad sobre la historia de la psicología en México, la relación, con lo económico justifica las facetas de la psicología en México, el proceso de construcción de los individuos se condiciona por las rela­ciones sociales de producción capitalista. Y los usos de saber tienen ese propósito de descartar, es la propuesta de su trabajo. Rivero del Pozo en “ La frenología en México, un intento de síntesis histórica (1835-1907)” 24 sostiene que una ciencia es usada con fines políticos, puntualiza el caso de los liberales y los conservadores en México y el uso de la frenología para descartar. Sin ser propiamente una historia- de la psicología, deja plasmada su concepción sobre la historia, unaconcepción que se sustenta en la estructura socioeconómica.i

En el caso de León y Patiño, su tesis sobre “ Historia de la Psicolo­gía en México: la época prehispánica” .25 Parten del principio dialéc­tico, el análisis del todo. A nuestro parecer este trabajo se ha derivado de las propuestas iniciales sobre la periodización de Molina y Alvarez, es una propuesta de querer dar contenido a una visión que busca raíces de la psicología mexicana. Su propuesta de análisis histórico, se inicia con una crítica al positivismo y sus formas de hacer ciencia. Se remiten

zljM olina, J. y Germán Alvarez “ De la religión a la ciencia, una historia de la diversiffc cación” . En: Revista Comunidad CONACYT, agosto de 1980, año VI Núm. 116. Alvarez tiene otro trabajo “ Notas para Historia de la Psicología en México” En: Psi­cología e Historia, México 1981, Ed. UNAM. Donde se hace la pregunta ¿dónde se hace la histoiia de la Psicología en México? se quedan en las ideas preliminares sobre la justificación desde los aztecas y una cronología de datos y personajes.

24)Rivero del Pozo, F. “ La frenología en México, un intento de síntesis histórica (1835-1907)” En: Acta psicológica Núms. 1, 2, 3 y 4 Ed. Facultad de Psicología de la UNAM.

25)León, R. y Patiño. Historia de ¡a Psicología en México: La época prehispánica, M é ­xico, 1985, Tesis Profesional. Facultad de Psicología de la UNAM.

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al periodo de la época prehispánica con la lógica y valores del siglo xx, y encuentran lo que quieren encontrar; el antecedente del psicólo­go en México, un médico sacerdote azteca: Tonalpouhqui. Como an­tecedente es poco factible encontrarle su relación con los psicólogos mexicanos hoy día, puesto que sus prácticas no han sido incorporadas a la práctica psicológica actual. Lo que significa que este tipo de prác­ticas ameritan otro tipo de enfoque y análisis, en todo caso, es una prác­tica psicológica que no forma parte de la historia oficial de la psicología contemporánea. Así que el trabajo de estos autores abre perspectivas al plantear en el campo de lo psicológico un posible objeto a historiar una concepción de las prácticas terapéuticas no aceptadas como cientí­ficas, con la salvedad del externalismo y la predicción autoconfiable de encontrar lo que se quiere encontrar, a su vez encontramos una con­cepción internalista, puesto que al sacerdote se le caracteriza, pero no

.se reconoce en que tiempo y espacio se construyen los individuos, lo que se deduce, que él era psicólogo pero no lo sabía.

Con Jurado Cárdenas, asistimos a una historia cronológica externa, su tesis “ Sesenta años de psicología en México (1900-1960)” y su tra ­bajo “ Enrique O. Aragón: pionero de la psicología mexicana” ,26 amén de ser una recapitulación de información ordenada, sus análisis se encaminan a la posibilidad de dar razones, lugares y fechas de los hechos y los acontecimientos psicológicos se deben a personajes y con­dicionantes. La existencia de la psicología se hace de acontecimientos continuados, lo que implica una articulación de continuidad en su dis­curso. La idea de progreso y evolución pulula entre los trabajos.

La incorporación a la historiografía de la psicología por parte de Ga- lindo se da con su trabajo elaborado conjuntamente con Vorwerg, el título “ La psicología en México” ,27 sin duda es un esfuerzo por que­rer incorporar un discurso con un análisis apoyado en el marxismo or­todoxo al interior de la psicología, que conlleva a una relación lógica entre la realidad y las categorías. Galindo en su trabajo no supera la determinación causal, lo que significa que la lógica positivista conti­núa presente, no hay una superación del discurso de la lógica formal cuando se habla de marxismo, así que resulta aceptable concluir en la determinación medio ambiental. Exponen momentos históricos de los antecedentes de la psicología en México para culminar con una posi-

26)Jurado Cárdenas. Sesenta años de Psicología en México (¡900-1960) México, Tesis Profesional, E .N .E .P . Iztacala U .N .A .M . y “ Enrique O. Aragón: Pionero de la Psi­cología Mexicana” En: Acta Psicológica Núms. 1, 2, 3 y 4 Ed. Facultad de Psicolo­gía de la UNAM.

27)Galindo, E, y Worgerg, M. “ La Psicología en México” . En: Ciencia y Desarrollo. No. 63. julio-agosto 1985, pág. 29-45.

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ción triunfalista de que se está en vías de una psicología científica; des­de luego que dicha psicología es la orientación conductista y la orientación soviética, que no hay diferencias sustanciales en cuanto a su explicación del objeto de estudio y como se gesta, lo que cambia , es la jerga; pero continua en el positivismo vestido de marxismo. Su historia tiene el propósito de justificar la presencia de un discurso de la psicología marxista. De allí su posición externalista y con fines de impulsar una corriente, todo para salir del atraso —dice— y que si se está respondiendo a las necesidades del país: “ en pocas palabras, el movimiento conductista moderniza a la psicología mexicana” .2* Es pa- radógico una modernidad que es del siglo x v w , un empirismo prag­mático que no supera su propia involución.

A lo largo de todos los trabajos, se puede encontrar alusión cons­tante a los trabajos de otro autor que se dice aporta para la historia de la psicología en México. Así las cosas, la historiografía se convierte en una sociedad de elogios mutuos, no hay trabajos de investigación histórica que contra argumenten o enriquezcan la polémica sobre la historia de la psicología en México, su objeto o la creación de nuevos objetos a historiar.29

HISTORIADORES INTERNALISTASSon estos historiadores o psicólogos metidos a historiadores los que más trabajos tienen y la lista es larga, para nuestro caso consideramos que son Colotla y Gallegos, Díaz Guerrero y Emilio Ribes los que han continuado con la tradición historiográfica internalista de la psicolo­gía, son herederos de Alcaráz, Robles, Curiel, Calderón, Narváez y en esa línea se encuentra Rubén Ardila.

Sus historias han ido de un internalismo al pragmatismo, en el que están instalados: van tras el dato, los hechos y su articulación lógica expositiva, la pureza del dato es una de sus fuentes. Sin preguntarse, el cómo, por qué, y para qué.

Si para los externalistas sus fuentes son Bernal, J. para los interna- listas es Boring, con su Historia de la psicología experimental. Ed. Gri- jalbo, se convirtió en el libro de consulta imprescindible, eso no excluye que se hayan diversificado en otras fuentes como Kuhn o libros tipo- manuales de historia, que les permiten acomodo para sostener afirma-

28)Galindo, E. op. cit. pág. 37. Sin duda una concepción de m odernidad que se apoy^ en la física clásica y una metodología que cuantifica y mide lo que quiere medir. Hoy día está en discusión tal propuesta desde 1905.

29)Justo es señalar, algunos esfuerzos de Carlos M ondragón, Fernando C arrera y del que ahora escribe que en breve saldrán a la luz pública sus trabajos que pretenden hacer planteamientos sobre la historia de la psicología.

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ciones sobre sus historias, persiste a nuestro parecer un vacío sobre las categorías y problemáticas de la historia de la ciencia.

Los trabajos de Gallegos y Colotla, así como los de Díaz Guerrero se caracterizan por ser cronologías sobre acontecimientos referidos a la psicología, como si la psicología tuviera sus leyes internas, su diná­mica que la excluya de los conflictos sociales. Por ejemplo, en el caso de Gallegos cuando quiere hacer precisiones sobre su trabajo “ Las vi­sitas de J. M. Balwin y de Pierre Janet a la Universidad Nacional de México” dice sobre la historiografía; “ para que la recolección de da­tos históricos no se convierta en una mera historiografía, es decir, en un mero relato descriptivo, la autora de este artículo intenta dar una explicación que, obviamente, es su interpretación de los hechos que se relatan en él, a la luz de los acontecimientos históricos y políticos de la época” .30

Hay una confusión al respecto sobre lo que es la historiografía y la historia, lo que realiza para no hacer historiografía, es una historia anec­dótica, porque en un análisis historiográfico se implican un sin fin de posiciones frente al hecho y su tiempo, precedidos por las historias de diversos autores. Con esos antecedentes podemos entender sus preo­cupaciones, de donde es factible el análisis de autores o periodos por los datos, apelar a las fuentes que no tienen cuestionamiento. Como lo muestra el trabajo de Gallegos y Colotla “ A brief history of psycho- logy in México” y “ la psicología en México” 31 que están llenos de fe­chas y datos que son la exposición lógica de una pretendida evolución de la psicología mexicana y pasan revista desde la enseñanza hasta la profesión. Hay un sentimiento nacionalista sobre la supremacía de ser los primeros en tener un hospital en América Latina. Como en toda historia internalista sólo consignan el acontecimiento y desconocen la complejidad de las posiciones políticas de evangelización y la forma­ción de la sociedad mexicana. Lo mismo sucede con Díaz Guerrero, al dar datos y nombres de personajes sobre acontecimientos de la psi­cología, sus trabajos “ el psicólogo mexicano, ayer, hoy y mañana” 32 “ La psicología en México” 33 y “ los viajes a la Universidad de Texas

'0)Gallegos Bañuelos X. “ Las visitas de J. Baldwin y de Pierre Janet a la Universidad Nacional de México” . En: Acta Psicológica, pág. 78.

31)Gallegos y Colotla “ A Brief History of Psychology in México” mimeo 1981. Traba­jo presentado en los Angeles California los días 24 y 28 de agosto. “ La Psicología en México” En: Ardila, R. La profesión de!psicólogo, México, 1981, Ed. Trillas páes 69-81.

32)Diaz-Guerrero R. “ El psicólogo mexicano. Ayer, Hoy y M añana” . I Congreso Me­xicano de Psicología. Memorias. México UNAM 1974.

33)Diaz-Guerrero R. “ La Psicología en México” . En la obra de V. S. Sexton y H. Mi- siak (Dirs), Psychology around the world. Monterrey, Calif. Brooks-Cole, 1976.

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en Austin” 34 manifiestan una continuidad lógica, donde los datos aprendidos en los periódicos y bibliotecas tienen su coherencia interna y un apoyo sin precedentes a una posición del culto a la personalidad. La historia interna se va vistiendo de un precedente que para sus conti­nuadores se hace antecedente obligado por ser de los iniciadores sobre la temática histórica, es un autor que aparece en ambas historias sean internalistas o externalistas.

En el caso de Ribes, con su trabajo “ Psychology in México” 33 que data de 1968, habla de la enseñanza de la psicología en México, hace un recorrido de las Universidades que enseñan psicología, sean como departamentos o en relación con otras áreas. Para coronar así: la Uni­versidad Veracruzana es la única que tiene un sustento con una orien­tación conductual y más que una historia es una exposición de los logros y avances. Hay una visión de la historia cronológica. Es decir, el pro pósito es dar a conocer su proyecto y prepara la escena para su discur­so. Desde entonces sus versiones sobre los acontecimientos de la historia de la psicología se han caracterizado por defender y levantar un mode­lo conductista en pleno debacle académico-político. Posteriormente en “ algunas reflexiones sociológicas sobre el desarrollo de la psicología en México” ,36 ha incursionado con otras lecturas sobre historiadores de la ciencia, la lectura de Kuhn. Esta le ha sugerido que la falta de un paradigma en la psicología no ha permitido su desarrollo y afirma que por eso existe el pluralismo en la psicología, la falta de un paradig­ma aglutinador de sus avances es su queja. Recurre a la mezcla de orien­taciones teóricas que culminan en el funcionalismo. Su incursión en la historia de la psicología es una elegía a la teoría de su preferencia.

Este recorrido sobre los autores que han escrito sobre historia de la psicología en México, no es exhaustiva, sabemos que hay autores que no se señalan, pero quedan en una u otra línea de trabajo sobre la his­toria de la ciencia internalista o externalista y la información en sus análisis y datos es un símil a los expuestos.

Los esfuerzos realizados en historia de la psicología en México van encaminados a justificar posiciones ideológicas o teorías de la psicolo­gía. Por un lado, la visión externalista intenta reivindicar una posición

34)Diaz-Guerrero R. “ Los viajes a la Universidad de Texas en Austin” En: Acta Psico­lógica. Núms. 1, 2, 3 y 4 julio 1982, julio 1983. págs. 103-114 Ed. Facultad de Psico­logía UNAM.

35)Ribes, E. “ Psychology in México” . En: American Psichologist, 1968, 23, 565-566.36)Ribes, E. “ Algunas reflexiones sociológicas sobre el desarrollo de la Psicología en

México” . En: Revista Mexicana de Psicología, vol I No. 1. En este trabajo la con­cepción de la historia de México es vista como algo azarosa y que le faltaron organi­zaciones civiles. Esto nos habla del conocimiento y desconocimiento de la realidad social mexicana.

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de lo mexicano, un mexicano que se diluye entre la historia cultural y los diversos procesos de construcción individual y colectiva. Su pro­pósito es justificar, argumentando con un análisis histórico, que las teorías que existen en México; conductismo, cognositivismo, psicoa­nálisis, etc. no responden a las necesidades del país; por tanto se debe de construir la psicología del mexicano, esta propuesta tiene como te­lón de fondo un nacionalismo que reclama el rescate de lo mexicano para los mexicanos y además con una condición, debe de ser dialécti­ca, crítica o materialista.

En la contra parte, los internalistas reivindican a personajes nacio­nales, pero en función de las teorías llegadas de afuera una historia de la psicología que se aleja de conflictos o el reconocimiento de una historia universal —donde tenemos la supremacía de hospitales, escue­las, laboratorios, programas, clases, etc. en América Latina, esta posi-

_ción triunfalista culmina en una teoría que bien puede ser propuesta de un grupo en el poder institucional v. gr. El conductismo—. Así que el discurso de la historia es motivo de autojustificación, de presencia en una relación de hechos que culminan en su accionar presente.

Consideramos que no es un problema de juicios de moralidad en tér­minos de malo-bueno, sino replantear la intención y el compromiso del historiador “ no sólo registrar las idas y venidas de la psicología sino, sobre todo explicarlos si se admite que problemas y argumentos psicológicos no surgen en cualquier circunstancia ni de cualquier for­ma, sino que obedecen a reglas identificables de producción, entonces la tarea básica de la investigación historiográfica pasa por la formula­ción de tales reglas: son éstas las que llevan a la comprensión de cómo se constituyeron tales problemas y argumentos” .37 Lo que significa que el problema del historiador no se resuelve con un esquema o enfo­que unilateral, la reconstrucción histórica social del hecho y su posibi­lidad de explicarlo es una demanda implícita de los psicólogos, saber por qué un tipo de problemas tratados en una época, su argumenta­ción, prácticas, etc. por unos autores o instituciones. ¿Porqué unas prác­ticas'y concepciones y no otras? Lo que significa que es necesario ir atando la diversidad de las relaciones extrafilosóficas, tanto de la cien­cia y la política, así como las demandas sociales, en este sentido se ubi­can con mayor facilidad los motivos y fines de un psicólogo y en sus modos de argumentar, no hay procesos predeterminados, hay proce­sos diversos en sus manifestaciones y por tanto la posibilidad de lectu­ras diferentes y esta es una posibilidad en la historiografía de la psicología.

37)Pereyra, C. op. cit. pág. 153. Los subrayados son míos, en el original dice filosofíay filosóficos.

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ALTERNATIVAS Y PERSPECTIVAS EN LA HISTORIA DE LA PSICOLOGIALa gran mayoría de los psicólogos desconocen la historia en general y en particular la de psicología. El origen de lo anterior puede ser ex­plicado fácilmente, si consideramos que en la gran mayoría de los cu­rricula de las carreras de psicología existen asignaturas, que tienen una duración mínima de un semestre y sus contenidos son enfocados en una perspectiva cronológica o anecdótica, y la enseñanza resulta ajena a la vida del estudiante y esto ha propiciado que los alumnos sean va­cunados, en la generalidad, para no ser más receptivos a discursos his­tóricos o análisis de la problemática sobre historia de la ciencia, sobre todo al no encontrarle un uso pragmático inmediatista, la coloca en el museo del horror de la psicología, este sentido metafórico nos seña­la que los usos y fines de la historia de la ciencia actual en la enseñanza, y la formación profesional de los psicólogos cierra posibilidades de com­prensión y búsqueda de alternativas en el ejercicio cotidiano y de in­vestigación.

Lo que significa que la historia de la psicología en México es un cam­po poco explorado y que es necesario abordar desde las concepciones de ciencia y psicología. No está de más señalar que los psicólogos me­tidos a historiadores manejan un esquema de la ciencia que tiene una racionalidad científica apoyada en los principios de la física clásica; expliquémonos. Las ciencias fácticas con un amplio dominio en el si­glo xix y xx, han establecido una lógica causal en el pensamiento cien­tífico, la contigencialidad y la tangibilidad, propiedad poco difícil de cuestionar: los ojos ven los hechos o las evidencias y la asociación lógi­co conceptual es coherente. Así que los hechos históricos se enmarcan en la causalidad o determinación de algún factor. Lo que sostiene a ese razonamiento es la lógica de la racionalidad Newtoniana. La física clásica se aposenta —por esa vía— en la explicación del hecho históri­co. De allí nuestra consideración sobre el enfoque externalista que con­tinúa en un mecanismo causal que no lo aproxima al marxismo crítico. Es positivismo con una jerga marxista.38

En ese sentido la apertura a la discusión sobre la historia y sus obje­tos a construir cobra su razón, la consideramos no acabada. Así que en la psicología y su historia se podrán tener diferentes puntos de vista en cuanto a sus orígenes, pero el problema persiste si queremos obte-

38)A este respecto y para profundizar en el tema se recomiendan las siguientes lecturas.Barnet, L. El universo y el doctor Einstein, México. 1985. Ed. F.C .E. (Colección Bre­viarios No. 132). El autor hace una excelente exposición de la superación de la físicaclásica y los múltiples cambios en la ciencia física a partir de una concepción dit'eren-

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ner un punto de vista y una concepción psicológica. Consideramos per­tinente precisar que la psicología o lo psicológico pueden ser historias diferentes, sólo por plantear estas posibilidades, esto nos abre la posi­bilidad de construir otros objetos a historiar; puede ir desde las con­cepciones del retardo, de lo mental, de las prácticas, de la enseñanza, de las instituciones, de una u otras corrientes, etc.

Lo hasta aquí señalado no pretende desconocer los esfuerzos reali­zados por los colegas. Creemos que es importante rescatar lo realizado y con la propuesta de volver a replantear nuestro objeto a historiar, no proponemos una periodización, ni esquema para ser llenado, con­siderar que la historia de la psicología puede ser realizada de acuerdo a los objetos que se construyen y su reconsideración en campos diver­sos; la enseñanza, las prácticas, la concepción de lo psicológico su tra ­tamiento, la articulación político social, la planificación y prevención de trastornos psicológicos, etc. ¿Y con cuál enfoque que no sea el de_ los revisados podemos trabajar? la propuesta parte de la historia so­cial de la ciencia que contemple las relaciones extra o interfilosóficas, científicas, políticas, culturales; las individualidades para poder expli­car los fines, usos, propósitos, aportes, estancamiento del hecho a his­toriar, no hablamos de la condicionalidad o determinación del hecho, sostenemos que las condiciones en sí mismas no determinan procesos, en todo caso les posibilitan tener su nivel de condicionalidad pero tam ­bién las relaciones que construyen los sujetos y la aproximación de la- realidad social de su momento le permite establecer procesos comple­jos o a veces simplificados. La reconstrucción del hecho histórico, en este caso de la psicología, nos demanda una aproximación más acorde con la época o momento que estudiamos, contrariamente simplifica­ríamos y negaríamos procesos, sin duda que el riesgo ético y estético que representa el que trabajemos cotidianamente con las aspiraciones y pretenciones de los individuos y las implicaciones sociales en la di­versidad de las intervenciones cotidianas de los profesionales de la psi­cología nos sugiere trabajar en una historia de la ciencia que ponga al descubierto las diversas implicaciones de la explicación y el ejercicio profesional y sus consecuencias con el individuo. Y una visión del ser humano que pueda posibilitar opciones de organización en la vida co­

te de la materia. Gargani, Aldo y otros. Crisis de la razón, México, 1985, Ed. Siglo XXI. La introducción al libro es una reconsideración sobre el tipo de razón científica que domina en la ciencia física clásica y la teoría de la relatividad. Plantea los límites del discurso Newtoniano y la posibilidad de explorar otros campos del saber con la teoría de la relatividad, por tanto otro tipo de racionalidad en las interpretaciones científicas. En esa perspectiva, pero estableciendo las profundas diferencias de las ciencias clásicas y la teoría de Einstein. Zukav, G. hace una exposición pedagógica sobre la problemática en La danza de los maestros, México, Ed. Argos Vergara.

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tidiana y la factibilidad de la prevención de trastornos o problemas psi­cológicos.

En conclusión, pretendemos dar un paso más en la historia de la psi­cología en México, aportar a la polémica de la historia de la ciencia, dándole un espacio a lo realizado, esfuerzos que han encontrado su momento culminante en un lugar de la historiografía psicológica y ese es el aporte, la contribución a la historia de la psicología, en una nece­sidad de saber cómo y dónde constituimos un quehacer y discurso psi­cológico.

Nuestra propuesta de historia social de la psicología amerita algu­nos considerandos, si el externalismo y el internalismo son dos formas de hacer historia de la ciencia identificables con una concepción de lo social y lo anecdótico, en nuestro caso, resulta pertinente plantear qué entendemos por historia social, por qué es una asociación común de lo social con lo económico. Nosotros no descartamos lo económico, ni. lo priorizamos, le asignamos un lugar importante en el proceso social, pero no determinante en la gran mayoría de los procesos científicos. Consideramos que una historia social se conduce con la propuesta de una reconstrucción de la época que se estudia y sus diversas relaciones, tanto extracientíficas o filosóficas, culturales, políticas, religiosas, de­mandas sociales, etc. y en ellas encontrar la razón de nuestro objeto historiado, lo que implica no buscar un culpable o los datos aislados. El hecho cobra su significación interpretativa en relación al proceso de construcción general de una sociedad y en la particularidad que se pretende historiar, de allí que diferenciemos de las determinaciones ab­solutas y generalizadas a procesos de construcción que son factibles de encontrar su complejidad en el por qué de un tipo de psicología o prácticas terapéuticas.

Porque hablar de reconstrucción, no connota reproducción, signifi­ca una profundidad más allá de una visión que se traslapa con lo económico-político. Implica una aproximación a la vida cotidiana por vía de los diversos elementos que se prioricen en relación al hecho a estudiar, donde la factibilidad de una historia oral y la interpretación de los documentos cobran una significación diversa y las conclusiones en la articulación de las partes del proceso, derivan en una aproxima­ción que encuentre su enclave con los principios éticos, estéticos, inte­reses, demandas, cultos, etc. propios del periodo que reconstruimos y evitar lanzar conclusiones apresuradas con nuestra lógica de la psi­cología de nuestro momento y predomine un juicio de moralidad debueno o malo, i

Consideración insalvable en la historia de la psicología es el proceso ideológico político y que aflora en la reconstrucción del hecho. De allí

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• |iie el historiador podrá omitir o afrontar el compromiso de poner a1.1 luz pública la intencionalidad de un ejercicio psicológico y sus posi- hlcs implicaciones sociales.

Esta concepción expone una complejidad diferente sobre las conelu- tones ciel historiador, no se puede absolutizar o acusar, se tendrá que

exponer la intencionalidad interpretativa del proceso de la psicología• ii la reconstrucción del momento que sea objeto de estudio.

I inalmente la propuesta de trabajar la historia de la psicología en México, con una orientación de la historia social, es un proyecto co- Irctivo que lleva funcionando sus primeros meses, esperamos en lo fu- iuro mostrar nuestro trabajo apoyado en esta propuesta y estamos en1.1 disposición de discutir las ideas y la búsqueda de alternativas.

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PARA UNA COMPRENSION DE LAS HISTORIOGRAFIAS DE LA PSICOLOGIA

Francisco Ochoa BautistaE.N .E.P . Iztacala U.N.A.M .

‘ ‘El historiador vulgar y mediocre que cree y preten­de que su actitud es puramente receptiva, que se so- < mete a lo que es dado, en ningún momento es pasivo en su pensamiento, ya que aporta sus categorías y con­templa los hechos a través de ésta. . . ”C. W.F. Hegel, Lecciones sobre Filosofía de la Historia.

INTRODUCCION

En escasas ocasiones los psicólogos se han puesto a reflexionar filosóficamente sobre la manera de reconstruir las historias de su disciplina, las interacciones, los fines y han visto en esta acti­vidad una labor superflua.

El hecho de haber relegado tal aspecto tiene una razón fundamen­tal, los historiadores al igual que los psicólogos defendieron su disci­plina como una ciencia tomando prestado los presupuestos de las ciencias naturales. Los prejuicios subyacentes al adoptar esta posición tomaron dos caminos, por un lado el historiador mistificó la “ objeti­vidad pura” de los datos. Por otro asumiendo la versión positivista sobre la filosofía; como una labor solamente especulativa y precientí- fica, hizo auyentar cualquier intento de reflexión crítica —a este nivel sobre el quehacer de la historia y de la psicología.

Como acertadamente destaca Engels: “ cualquier intento de negar el papel de la filosofía en estas ciencias o incluso el empeño en eliminarla de este ámbito de la investigación como quería el positivismo las hará caer en la peor de las filosofías” .1 No es nuestra intención hacer una defensa de la filosofía y destapar nuevamente la discusión sobre el pa­pel de ésta en las ciencias humanas, sino en un objetivo más modesto, intentamos reflexionar algunos aspectos de la filosofía de la historia, particularmente la función del historiador y el papel social de la histo-

J) Schaff, A. Historia y Verdad. México, Grijalbo 1974, p. 75.

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ria, como marco de análisis para comprender las historiografías de la psicología, pues consideramos esta reflexión como fundamental no sólo para quienes pretenden hacer historias de la psicología, sino también para aquellos psicólogos que intentan tener una visión crítica sobre la historia de su disciplina en el marco de una ciencia social.

Indudablemente no realizaremos un análisis exhaustivo de todas las historias de la psicología, ni aún en el caso de las historias revisadas, pues solamente puntualizamos a manera de ejemplo sus intenciones ideológicas: queda como advertencia. Sin más preámbulo damos paso al trabajo.

FILOSOFIA DE LA HISTORIA Y PSICOLOGIA

Toda historia intenta decir algo, pero ese algo no siempre es el mismo, sino por el contrario a él subyacen una cantidad de supuestos que no siempre son explícitos, en muchas ocasiones es necesario interpretar para esclarecer, ir más allá de los escritos para encontrar significacio­nes que den sentido a ese discurso.

Lo anterior puede resultar desconcertante, pues cuando uno revisa cualquier manual de psicología, nos encontramos en términos genera­les con un índice temático muy semejante; psicología diferencial, in­trospectiva, conductista, psicología profunda, salvo algunas excepciones2 nos encontramos frente a una similaridad de temas. Pe­ro el hecho de encontrar “ temas comunes” no significa que las histo­rias de la psicología afirmen lo mismo, es necesario reflexionar más detenidamente el problema en primer lugar es equivocado pensar que existe una serie de “ datos básicos o comunes” igual para todos los psi­cólogos y donde la función del historiador de la psicología consiste sim­plemente en recolectarlos, registrarlos; los dalos no tienen un significado intrínseco, los hechos nunca tienen un título inscrito como portada de relevante y otro de irrelevante. Si tal fuera el caso, y partiéramos del supuesto contrario “ los datos están dotados de significado” el his­toriador estaría colocado frente a una empresa imposible, donde los datos asemejan la torrente de un río, todos igualmente relevantes, to­dos importantes; terminarían por ahogar finalmente a nuestro histo­riador.

¿Cómo determinar la relevancia histórica? por ejemplo de la “ In­terpretación de los sueños” en comparación de “ Conducta de los Or-

2) Hablamos particularmente de historias de la psicología tradicionales donde temas como sensación, percepción, memoria, se consideraban como elementos constituti­vos de lo psicológico. Actualmente estos temas siguen siendo fundamentales, pero son conceptualizados en una visión más totalizadora y en menor medida en una a to ­mización mecánica.

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ganismos” . Al suponer que los datos no hablan por sí mismos, estamos a su vez dando por sentado que el problema no se encuentra en los datos. Para poder calificar un hecho como histórico el problema se tras­lada a otro lugar: ¿cuál es este terreno?

La posibilidad de responder, me hace recordar la discusión que Pia- get sostiene en su libro “ Sabiduría e Ilusiones de la Filosofía” con el contexto sobre la “ Historia de la Psicología” de F. L. Mueller al cual Piaget reclama lo siguiente: “ En efecto, un filósofo se interesa más por la diversidad de las escuelas y de los sistemas, y experimenta en su terreno un placer profesional, por así decirlo cuando surgen nuevas doctrinas que se alejan de las demás. . . Al contrario, el psicólogo se interesa más en la unidad de la psicología y en la convergencia de sus métodos” .3 Sin considerar el subjetivismo que esta crítica contiene, hay un hecho central que Piaget reclama a F. L. Mueller, y es la mane­ra de reconstruir la historia.4

Dos aspectos resaltan del párrafo anterior, el primero de ellos tiene que ver con la tradicional discusión sobre la unidad o diversidad de la psicología y sobre cuales argumentos nos muestran con mayor pre­cisión la situación actual; el segundo aspecto se refiere, a quién nos brinda una aproximación más adecuada el filósofo o el psicólogo. Sin profundizar en este momento el problema de la objetividad, en algu­nos casos un tema central parece estar el juego, y es el problema; ¿con qué criterio se ha escrito la historia?

Quizá sin pretenderlo, Piaget ha colocado el acento en la columna vertebral a todo el quehacer historiográfico, pues el terreno de la re­construcción histórica es el terreno de la interpretación, como afirma Carr. E: “ El historiador es necesariamente selectivo. La creencia en un núcleo óseo de hechos históricos existentes objetivamente y con in­dependencia de la interpretación del historiador es una falacia absur­da, pero dificilísima de desarraigar. . . Su condición de hecho histórico dependerá de una cuestión de interpretación. Este elemento interpre­tativo interviene en todos los hechos históricos” .5

Los datos adquieren el sentido de ser históricos en la medida en que el historiador les confiere ese sentido a priori, de ahí que la labor his­toriográfica no pueda reducirse a una simple recolección de datos ya dotados de significado en sí, por tanto, el señalamiento de Piaget no

3) Piaget, J. Sabiduría e Ilusiones de la Filosofía. Barcelona. Ediciones Península, 1973, p. 218.

4) Una historia de la Psicología que refleja más adecuadamente el espíritu piagetiano, la podemos encontrar en el libro de: Fraisse, P. y Piaget, J . Historia y Métodos de la Psicología Experimental, Buenos Aires, Ed. Paidos, 1972, p. 27.

5) Carr. E. ¿Qué es la Historiad México, Ed. O rigen/Planeta. 1985, p. 16-17.

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debe de pensarse en si la historia es escrita por un filósofo o un psicó­logo, sino en torno a los criterios de interpretación.

Se interpreta para comprender los acontecimientos, para dotarlos de sentido, de orden, de significado. La labor del historiador se asemeja —quizá en una visión simplista— al hecho de armar un rompecabezas, pero donde la organización de las piezas depende del historiador por consiguiente la historia no puede ser unívoca, por el contrario al inte­rior de ella coexisten múltiples interpretaciones, en muchas ocasiones contradictorias; opuestas.

La naturaleza histórica admite esta posibilidad, al interior de ella se debaten lucha de sentidos, pero no bajo un acontecer abstracto, las múltiples voces son en el fondo una lucha por el poder. Actores socia­les que buscan una voz para comprenderse, acallar las voces sólo pue­de significar; a) en el terreno social, la dictadura; b) en el terreno teórico, el dogmatismo.

Siempre resultará debatible que alguien pueda afirmar que ha escri­to “ La verdadera y auténtica historia de la psicología” . Estas reflexio­nes nos orillan ha cuestionarnos por las múltiples historias de la psicología que circulan para su enseñanza, por las pretensiones explí­citas al realizar sus historias; ¿qué objetivos perseguían? veamos algu­nos ejemplos:

En Boring, E. “Historia de la Psicología Experimentar’ en el pró­logo a la primera edición de 1929 escribe: “ Siempre he sido de la opinión de que el psicólogo experimental requiere refinamiento his­tórico dentro de su propia esfera de trabajo, conocimiento sin el cual verá el presente en una perspectiva distorsionada; confundirá hechos y puntos de vista antiguos con nuevos. . . aún carecemos de una sólida perspectiva histórica. He considerado un poco arries­gado hablar demasiado acerca de la psicología posterior a 1910. Sin embargo, he hecho excepciones tanto con la psicología de la Ges- talt, como con el conductismo todavía no dignificados por el me­nor rasgo de antigüedad, pero que arrojan luces sobre el pasado” .6 En el caso de Mueller, F. L. en su obra; Historia de la Psicología hace el siguiente comentario: “ Mi meta a la vez más modesta y más ambiciosa, me ha incitado a proceder, a menudo, a grandes ras­gos, insistiendo sobre la tentativa que apunta más o menos oscura­mente a fundar una antropología concreta” .7

6) Boring. E. “ Prólogo a la Primera Edición 1929” en obra del mismo autor, Historia de la Psicología Experimental, México. Ed. Trillas. 1980, p. 7-8.

7) Mueller, F. L. Historia de la Psicología. México. Fondo de Cultura Económica, 1983, p. 9.

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En KELLER F. S. La Definición de Psicología afirma lo siguiente en el primer prólogo de su trabajo: “ Este libro es el resultado par­cial. . . de proporcionar a los estudiantes universitarios un curso introductorio de psicología que sirva como orientación para aque­llos que no esperan ir más allá en este campo y como muestra para quienes quieran concentrarse en él” .8 En realidad, el libro se con­forma en una muestra de cómo escribir la historia de la psicología” .

Nos encontramos en términos generales frente a tres objetivos dife­rentes; a) el objetivo de llenar un vacío histórico sobre lo que se deno­mina la “ nueva psicología” ; b) buscar una antropología concreta subyacente en la llamada psicología científica; c) proporcionar una orientación introductoria a los universitarios.

Cómo valorar estos fines, indudablemente un análisis histórico no puede quedar en los objetivos explícitos del quehacer de los historia­dores de la psicología, antes es necesario realizar un rodeo sobre temas centrales que cruzan cualquier historia; analizaremos en primer lugar la función social de la historia y en un segundo momento el papel del historiador.

¿Cuál es la utilidad social de la historia? Al respecto Molina, J. en su artículo “ Inicio de la Psicología como Ciencia Independiente: el papel de W undt” ,9 inicia diciendo que debido a nuestro ahistoricismo los psicólogos son de los pocos científicos que se tropiezan dos veces con la misma piedra. Descontextualizando un tanto el párrafo, parece sub- yacer la idea de que la historia nos es útil porque nos permite ser una “ guía para la acción” , y esto nos evitaría tropezamos nuevamente. Para nosotros la función social de la historia en cuanto una utilidad prácti­ca inmediata es mínima, la historia no nos enseña como actuar en con­diciones semejantes, cada hecho histórico tiene su especificidad, es irreproductible.

La ausencia de un fin práctico (entendida en el sentido pragmatista del término) hacen de la actividad histórica una labor superflua y me­ramente erudita. Donde el historiador se convierte en un anticuario que ama y se recrea en el pasado como un fin en sí mismo, de manera de­sinteresada; sin entablar ningún diálogo con la sociedad, y en el mejor de los casos, intentando colocarse al margen de ésta. Si tales son las condiciones como lo pretenden las historias academicistas (quienes in­tentan colocarse frente a los hechos de una manera neutral ideológica­mente) nos encontramos indudablemente atrapados en el pasado, dando

8) Keller, F. S. La Definición de Psicología. México. Ed. Trillas. 1985. p. 7.9) Molina. J. “ Inicio de la Psicología corno Ciencia Independiente: el papel de W undt” .

En varios autores: Psicología e Historia. México. UNAM, 1981, p. 9.

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igual valor a cada detalle, acontecimiento, haciendo del quehacer his­tórico el lugar común de las narraciones, crónicas, fragmentos que no llegan al estatus de historias.

Desde otro, ángulo, es necesario destacar que aún en el hecho de “ in- k-ntar” colocarse frente a los datos de una manera “ neutral ideo­lógicamente” en el pretendido plano teórico, en el plano social trabajan para cubrir una determinada demanda, actores social encuentran ex­presión a través de estas historias.

Por consiguiente, para nosotros no hay historia social que tenga un sentido neutral, toda historia tiene el siguiente marco de análisis: “ no hay discurso histórico cuya eficacia sea puramente cognoscitiva, todo discurso histórico interviene (se inscribe) en una determinada realidad social donde es más o menos útil para las distintas fuerzas en pugna” .10

Toda historia tiene una utilidad consciente o inconsciente, explícita o implícitamente, las presiones en la historia se traducen en la imagen i|ue del pasado pretenden imponer a través de una determinada con­cepción de la sociedad.

Al interior de la historia se sostienen y defienden distintas nociones de sujeto y se les asigna un determinado papel con respecto a los otros hombres (a las relaciones que guardan entre sí), no sólo frente a la na- mraleza, sino en relación a las clases que conforman la sociedad. Las diferentes maneras de hacer historia reflejan en buena medida esta lu­dia ideológica y social.

El historiador polaco Kula, W .11 define de una manera peculiar las diferentes maneras de reconstruir la historia:

Los historiadores anticuarios y los jueces; los primeros, impregna­dos de amor hacia lo antiguo, los segundos, obsesionados en seña­lar lo bueno y lo malo en el pasado.Historiadores monaguillos y los iconoclastas, unos campanillando en la misma de la iglesia de los tiempos para canonizar las figuras relevantes de su época y otros luchando dentro de su pasión revi­sionista por abrir los ojos a sus contemporáneos y mostrarles que el dios está desnudo.

A través de toda la historia de la historiografía encontraremos in­vestigadores que con su obra han participado en el reforzamiento de osas presiones y otras que, por el contrario intentan ayudar a la socie­dad a liberarse de ella.10) Pereyra, C. Historia ¿Para qué? México. Ed. Siglo XXI, 1984, p. 12.11) Kula, W. Reflexiones sobre la Historia. México. Ediciones Cultura Popular, 1984,

p. 147-148.

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Estas reglas, como normas generales que toda historia establece, son igualmente válidas cuando uno se pregunta por la utilidad social de las historias en psicología. En las historias de nuestra disciplina pode­mos encontrar aquellos historiadores jueces o monaguillos que nos in­vitan a venerar las figuras recreadas por ellos mismos. Las historias de la psicología tienen un profundo sentido ideológico, en eso enmar­ca su utilidad; aspecto que profundizaremos más adelante.

Por ahora, nos interesa resaltar el segundo momento; “ el papel del historiador” . La historia vista desde esta perspectiva es producto de las viscisitudes que el historiador recrea a través del manuscrito, de la subjetividad que toda historia lleva interiormente. Las pasiones, los jui­cios, las identificaciones son aspectos que adquieren forma y sentido por medio del historiador, sobre sus espaldas se cimenta toda la res­ponsabilidad del quehacer histórico.

El historiador inglés Carr E. reconoce la enorme responsabilidad y afirma lo siguiente: “ cuando llega a nuestras manos un libro de histo­ria, nuestro primer interés debe ir al historiador que lo escribió, y no los datos que contiene12” (subrayado nuestro). Tipo de corriente teó­rica, noción de ciencia, son los marcos en los cuales todo historia­dor circunscribe su trabajo. No hay historiador ingenuo, pues en aque­llos objetivos más indefensos contienen un lastre ideológico.

La ilustración de cómo evaluar las historias de la psicología pueden ser variadas, tenemos por ejemplo el caso de Keller F. quien pretende, como antes lo señalamos, escribir una historia para orientar a los estu­diantes universitarios. Aplicando el señalamiento anterior de Carr, E. debemos preguntarnos ¿quién es Keller? más allá de la persona lo que se deja traslucir en los prólogos son hechos indicativos; a) la peniten­cia que representa escribir un capítulo sobre Freud y McDougall; b) las colaboraciones críticas de psicólogos como B. F. Skinner, padre del conductismo radical. Si tales son los prejuicios, indudablemente la pa­labra orientar, adquiere una dimensión teleológica, no debe resultar extraño encontrar al final del libro la siguiente conclusión: “ La ten­dencia sistemática del autor ya será obvia para el lector; la definición de psicología más satisfactoria hoy día es la del conductismo radi­cal” .13 Es importante hacer notar que estamos hablando de una his­toria escrita durante el boom conductista en la década de los años 60 en Estados Unidos. Actualmente redimensionar lo que esta corriente

12) C arr, E, op. cit., p. 3013) Keller, F. op. cit., p. 153.

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representó para la psicología contemporánea, es un reescribir la historia.14

Resulta diferente en un objetivo la reconstrucción histórica de Bo­ring, E. G. y aunque titula su libro Historia de la Psicología Experi­mental sostiene un sentido de experimentación diferente al de Keller. No puede ser de otra manera, ya que Boring es contemporáneo de las grandes luminarias de la psicología, Freud, Koffka, McDougall, Mue­ller, entre otros, el prólogo a la primera edición de 1929 comenta am­pliamente la ayuda que le brindaron algunos de ellos. El mismo reconoce los peligros que se corren al escribir la historia reciente, frente a cam­bios que se abren como en el caso del conductismo y la gestalt.

La filiación teórica de Boring15 sólo puede ser producto de las con­diciones académicas de su época, en el primer prólogo comenta: “ Al dedicar este libro a Edward Bradfor Titchener reconozco mi mayor deu­da intelectual. Cualquier mérito relacionado con el cuidado, la pro­fundidad o la perspectiva que el libro pueda tener deriva originalmente de él. . .E n psicología experimental, Titchener fue el historiador “par excellence” . Debió ser él quien escribiera este libro y es en gran mo­destia que ofrezco sustituto deficiente” .16 El reconocimiento que Bo­ring refleja por su maestro —hoy casi olvidado y sus seguidores extinguidos— son perfectamente fundamentados históricamente, Tit­chener, B. E. (1867-1929) fue un discípulo directo de Wundt, no sólo personalmente sino además con un sistema muy parecido al de su maes- tro, en gran medida seguía sosteniendo la introspección como método de la psicología, aunque con sus variantes, esto entendía por “ nueva psicología” .

En realidad cada autor está condicionado por su situación histórica: “ por lo que creemos que es la ciencia en ese momento” ,17 por lo que suponemos es la “ nueva psicología” . Es innegable para el horizonte

14) De igual forma que uno se pregunta por el historiador, debiese uno preguntarse por el contexto social-académico en él se inscribe esa historia. Particularm ente cuando son traducciones donde nos hablan de un tiempo presente de hace 10 o 15 años, en el mejor de los casos. Es importante analizar las causas de las reediciones, los acto­res sociales subyacentes a esas visiones históricas e interesados en relatar esa versión.

15) Los presentes datos sobre Boring, E. los hemos tomado del libro: Gemelli, A. y Zu- nini. G. Introducción a la Psicología. España, Ed. Luis Miracle. 1968. Como es co­nocido Boring fue discípulo de Titchener quien junto con Cattel im portaron la tradición psicológica alemana a Estados Unidos. El propio Boring, E. formuló una propuesta original sobre la relación mundo interno-externo, aunque fiel a su maes­tro, intenta buscar la concatenación de los elementos psicológicos. Estos elementos los sintetizó en un libro cuyo título es “ Las Dimensiones Físicas de la Conciencia” teoría muy acreditada en su momento.

16) Boring, E. op. cit., p. 9-10.17) Keller, F. op. cit., p. 153.

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de futuros historiadores determ inar si en realidad eso que denomina­mos nuevo es ta! y si además es psicología. Como para Boring, E. G. señala: “ aunque parezca extraño el presente cambia el pasado; y al mo­verse el enfoque y el alcance de la psicología actual, nuevas partes del pasado entran en su historia y otras quedan desechadas” ,18 este hecho Boring lo experimenta cuando 21 años después modifica o descarta ca­pítulos de la versión original, dando como resultado, a nuestro juicio una nueva interpretación sobre la historia de la psicología experi­m ental.19

¿Cuál es la relación que guarda el presente con el pasado? En Keller podemos encontrar la siguiente respuesta: “ el presente en algún senti­do selecciona su pasado” ,20 dicho en otros términos cada generación tendría que desenterrar continuamente el pasado, para así reescribir la historia de acuerdo con el espíritu de su época. La tesis presentista (al conceptualizar esta relación de una manera pragmática; el pasado, al servicio del presente) hace de la labor historiográfica el reino de la arbitrariedad —lleva hasta el extremo el papel del historiador— per­diendo de vista la autonomía relativa de los datos.

Para nosotros el presente establece una compleja interrelación con el pasado que describimos en los siguientes términos psicoanalíticos; en variadas ocasiones —quizá nuestras propias fantasías— nos condu­ce a pensar la situación analítica como un escrudiñar en nuestras neu­rosis infantiles, para recordar aquellas lagunas que hemos reprimido. Pero el acto psicoanalítico no es la reconstrucción de nuestro pasado, sino en realidad es la resignificación de nuestro pasado a la luz presen­te, donde se van produciendo sentidos nuevos y no los que tenía en ese momento. Dar sentidos nuevos sólo puede ser producto de anali­zar el pasado con ojos del presente, es precisamente aquí, donde traza­mos un punto de contacto con la historia. La historia no pretende conocer el pasado, la historia no vive en el pasado, por el contrario: “ Un acercamiento podría ser; la historia responde al interés de cono­cer nuestra situación presente. Porque aunque no se lo proponga, la historia cumple una función: la de comprender el presente” ,21 toda

18) Boring, E. op. cit., p. 7.19) Se podría establecer una comparación sobre la concepción de psicología experimen­

tal entre las dos historias 1929 y 1950. Los cambios sobre su concepción de lo expe­rimental nos podrían ayudar a comprender la evolución presente de las ciencias psicológicas, es importante destacar por ejemplo la esperanza puesta en el conduc­tismo y la gestalt, en comparación en el secundo prólogo se deja sentir el impacto de la hipnosis, la psicología dinámica como parte de la psicología experimental.

20) Keller, F. op. cit., p. 153.21) Villoro, L. “ El Sentido de la Historia” . En varios autores: Historia ¿Para qué?

op. cit., p. 36.

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historia es en realidad un diálogo continuo entre presente y pasado, ambos se condicionan mutuamente.

¿La psicología es ciencia o ideología? ¿puede ser útil en la solución de los problemas sociales? son algunas de las preguntas con las cuales interrogamos al pasado, pero bajo una relación dialéctica para expli­carnos la situación actual de la psicología. Hoy no podemos confor­marnos con respuestas sobre el número de universidades que imparten la carrera, o el número de asociaciones de psicología, como en algún momento lo hace Boring en la retrospectiva 21 años después para afir­mar el progreso de la psicología. La crisis actual de la psicología según se interprete —merece una reflexión más profunda y sistemática entre presente y pasado—.

HISTORIA DE LA PSICOLOGIA Y OBJETIVIDADHemos puntualizado ampliamente el papel de la subjetividad del his­toriador en el momento de la reconstrucción de la historia, en el si­guiente apartado intentaremos matizar ciertos límites a esa reflexión (un tanto desmedida) en detrimento de la legitimidad científica de la historia.

Reconstruir la historia no puede ser solamente producto de la libre especulación del historiador, pues si tal fuera el caso, nos encontraría­mos frente a tantas historias como historiadores, todas igualmente le­gítimas; ¿esto es adecuado?

Situémonos frente a un hecho histórico, por ejemplo: ¿es Wundt el fundador de la psicología experimental? analicemos algunas interpre­taciones:

En el primer momento para conferirle tal título a Wundt, el proble­ma parece centrarse en el dato histórico, si fue él quien fundó el pri­mer laboratorio, tenemos tres versiones antes del dato histórico sobre Wundt; a) el primer laboratorio fue fundado en Roma, en 1876 porG. Sergi; b) William James tenía una habitación para experimentación psicológica en la Universidad de Harvard en 1875; c) Boring nombra a Stumpf, quien tenía desde tiempo atrás un laboratorio.

Indudablemente el problema no es de acto oficial, de ahí el resqui­cio de nuevas interpretaciones.

— Por ejemplo Boring E. G. comenta sobre Wundt; “ cuando lo lla­mamos el “ fundador” de la psicología experimental, queremos de­cir que fue él quien promovió la idea de psicología como ciencia independiente y que él es el más importante de los “ psicólogos” .22

— En el caso de Keller, F. S. afirma: “ Fechner puede ser llamado,

22) Boring. G. op. cit., p. 338.

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con razón, el fundador de la psicología y padre de la psicología ex­perimental; él desarrolló y mostró el camino para la última; sin em­bargo, fue Wundt, otro distinguido alemán, quien se convirtió en el verdadero fundador de la psicología moderna experimental” .23

— Para Fraisse, P. “ Sin duda Wundt no fue genio, pero su prodigio- su actividad, su erudición, su eficiencia, su influencia, lo convier-tieron en el instaurador de la psicología experimental” .24

La controversia no puede estar localizada alrededor de quien o quie­nes a su espacio de trabajo le denominaron “ laboratorio” , este es un “ hecho bruto” como acertadamente marca Merani. Por el contra­rio el “ hecho científico” es un dato que se construye en dependencia con una teoría, es aquí donde surgen diferentes matices sobre el papel desempeñado por este autor.

La razón de la controversia, dicho en otros términos, no se encuen­tra en el dato solo, sino en un algo adicional, y ese extra a nuestro jui­cio es un problema ideológico; aspecto que da sentido y valida desde una determinada perspectiva.

Particularmente en psicología la lucha ideológica se ha centrado en un plano puramente teórico: “ la cientificidad” , olvidando un hecho básico que anota Merani: “ una ideología es un pensamiento teóri­co que se desarrolla abstractamente, pero que en realidad es expresión de hechos sociales” }- Portar la bandera de la cientificidad a toda cos­ta en muchas ocasiones en detrimento de su objeto de estudio ha sido la consigna a lo largo de las historias de la psicología. Este aspecto se juega, de ahí que conferir el título de fundador de la psicología experi­mental se correlacione inmediatamente con el de cientificidad. Esta aso­ciación es más producto de una fantasía psicológica que un hecho real, dado que a mayor experimentación no se sigue mayor obtención de conocimiento científico.

Al presuponer tal correlación, se introduce una serie de contradic­ciones en torno al papel de W undt, y los matices reflejan en gran me­dida esta situación, por ejemplo, en el caso de Boring es evidente que hace de Wundt un defensor de la psicología como ciencia independien­te pero mantiene un horizonte amplio de lo que denomina psicología

23) Keller, F. op. cil., p. 27.24) Fraisse, P. “ La Evolución de la Psicología Experimental” en Fraisse. P. y Piaget.

J. Historia y Método de la Psicología Experimental, Buenos Aires. Ed. Paidós, 19~2. p. 27.

25) Merani, A. Historia Crítica de la Psicología Barcelona Ed. Grijalbo. 1982. p. 14.

¿3 ¡éO? 44

experimental,26 describe tres etapas sucesivas; a) dedicada al proble­ma de la sensación y la percepción con autores como Helmohltz, Wundt; b) la psicología experimental del aprendizaje con Ebbinghauss; c) psi­cología de motivación, incluye psicología del inconsciente con Kulpe y Freud. Por cierto es necesario destacar que en la evaluación retros­pectiva escrita por Boring, E. 21 años después de la primera edición (1929), considera a Freud como uno de los grandes hombres en la his­toria de la psicología aunque la afirmación es prem atura.27

— En Keller, F. S. encontramos el título totalmente conferido a Wundt, esto introduce una paradoja, pues resulta contradictorio para una historia reconstruida teleológicamente alrededor del conductismo radical dar un título a un psicólogo como Wundt con un método introspectivo. Si una corriente ha cuestionado a otra, el mejor ejem­plo lo tenemos del conductismo a la introspección, recordemos la caracterización de la misma como un método subjetivo o privado donde no se puede someter a la corroboración observable. A nues­tro juicio Keller intenta enmendar el asunto con la siguiente afir­mación: “ la introspección término que fue muy mal utilizado posteriormente” oscuridad que no aclara, pues comprometería su reconstrucción forzando la propia historia de la psicología intros­pectiva.Para Fraisse, P, quien de una tradición francesa, enfatiza el papel de Wundt como forjador de la psicología como disciplina indepen­diente, aunque esta tradición reconoce a Ribot, T. (1839-1916) co­mo fundador de la psicología científica.

¿Cuál de estas versiones interpreta más adecuadamente el hecho histórico sobre Wundt? La posible propuesta requiere antes una serie

26) Sin duda tal posición contrasta con la concepción de lo experimental agregada a ma­nera do epílogo: “ Veinticinco Años de Psicología Experimental” por Ardila, R. donde se pretende “ ingenuamente” continuar la historia de la psicología de 1950 a 1975 bajo la misma orientación, en tanto Boring, E. abre nuevas expectativas sobre el futuro de la psicología, en el epílogo las encontramos cerradas y el camino ya esta­blecido: “ Discusiones relacionadas con la definición de psicología y con el mejor método que debe ser utilizado son cosas del pasado. . . estudiamos el condiciona­miento operante, no a Skinner; el sistema es mucho más que su fundador y que sus seguidores” finalizar la historia con un añadido como éste —sin respetar la estruc­tura de la obra original— es éticamente cuestionable.

27) En realidad Boring, E. traza una serie de semejanzas entre la grandeza de Titchener y Freud, pero bajo diferentes condiciones; pues en tanto Titchener luchó contra el zeitgeist, en el caso de Freud la corriente se encuentra a su favor. El impacto contra­dictorio despertado por el psicoanálisis en Boring se deja sentir teórica y personal­mente, pues como él mismo condesa, inició un análisis en 1932 con el analista Sachs,H.

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de matizaciones por considerar, pues la labor histórica es una sín­tesis y una hipótesis sobre la manera en que los datos se intercone- xionan a través de una totalidad conceptualizada por el historiador, este no se realiza especulativamente, es necesario en primer lugar la precisión de los datos manejados, cuestión que es un “ deber y no una virtud” , pero además se requiere la totalidad de los datos conocidos y por interpretar, estas son las condiciones mínimas de toda reconstrucción objetiva.

La ausencia de tal marco mínimo, parecen dejarnos a merced del relativismo, tema que ha estado presente a lo largo del trabajo, no­sotros no pretendemos sostener la tesis presentista de que “ cada generación reescribe la historia” pues haría de ésta: “ un conjunto de interpretaciones de validez relativa, adecuada cada una de ellas a la visión que los sucesivos presentes tienen del pasado” ,2* dicho en otros términos, cada corriente psicológica tendría que reescribir_ su “ verdad” sobre su propia historia, y claro asignarle a Wundt un papel en su particular interpretación.

Con esto no queremos fundamentar la existencia de una verdad absoluta, por ejemplo sobre Wundt, por el contrario sustentamos la idea de que el conocimiento es un proceso continuo y a la vez discontinuo de verdades relativas que nos conforman una explica­ción más adecuada de la realidad, sin que esto signifique una apre­hensión total de nuestro objeto de estudio, sino como un proceso de autocorrección hacia el infinito. Suponemos —a la manera Schaff A .— la existencia de verdades relativas objetivas, que la ciencia de­sentraña en un momento histórico pero a su vez nos abre nuevas perspectivas sobre el objeto de estudio, en tanto la posición relati­vista nos sumerge en las necesidades inmediatas del momento his­tórico. Dicho en términos de otro autor: “ Cuando calificamos de objetivo a un historiador, queremos decir dos cosas. Ante todo que­remos decir que sabe elevarse por encima de la limitada visión que corresponde a su propia situación en la sociedad y en la historia. . .

En segundo lugar queremos decir con ello que sabe proyectar su visión hacia el futuro de forma tal que él mismo penetra en el pasa­do más profundam ente” .29

Si bien cada autor es producto de sus condiciones históricas, es­to no debe significar que la historia se escribe en este momento y al servicio de una realidad social inmediata, al servicio de una co­rriente psicológica en la cumbre de la “ cientificidad” . Las histo­rias pragmatistas al imponer un marco teórico a la realidad, forzan

'28) Pereyra, C. op. cit., p. 26.29) C arr, E. op. cit., p. 166.

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necesariamente los datos a su interpretación, peligro que debemos destacar en la historia de Keller. Sobrepasar estas limitaciones y adentrarse en el pasado con el fin de abrir nuevos horizontes desde un momento histórico particular permite en la medida de lo posi­ble hacer historias más objetivas y menos serviciales.

Hay historias más o menos objetivas, interpretaciones más pun­tualizadas (es decir, que nos logran dimensionar en su propio signi­ficado real un hecho histórico a partir de todas las condicionantes académicas, sociales, económicas, políticas) como la de Boring so­bre el papel de Wundt, que nos permite tener un panorama menos mistificado sobre el significado de este autor en la historia de la psi­cología.

Amén de lo anterior, y en síntesis podemos afirmar; el hecho de reconocer la presencia de fuerzas sociales que luchan al interior de la historia, no deben hacer de esta actividad un campo de batalla puramente ideológico,10 su utilidad social no debe ser obstáculo de su legitimidad como una labor perfectamente científica.

A MANERA DE CONCLUSIONPueden existir dudas, si en realidad hemos podido escapar al relati­vismo latente en toda manera de escribir la historia, no obstante hemos marcado índices que nos permiten tener una imagen más aproximada de lo que representan la objetividad en el terreno de la historia: “ cuando mejor sepamos precisar lo que el sujeto apor­ta al conocimiento del objeto, con más precisión sabremos lo que es el objeto en realidad” ,31 determinar como la subjetividad del historiador se juega en la reconstrucción y a su vez es parte inte­grante de la objetividad significa pensar la relación sujeto-objeto desde una óptica diferente.

Aspecto descubierto cuando bajo una pretendida neutralidad po­sitivista del historiador, las fracciones hegemónicas se sirvieron con un fin puramente pragmático para legitimar su status, en el terreno de la psicología para legitimar su “ cientificidad” . Tales hechos nos

30) Respecto a la utilización del concepto ideología, simplemente sostenemos al igual que Golman, 1: “ Las diferentes perspectivas e ideologías no se sitúan en el mismo plano. Ciertos juicios de valor permiten una comprensión de la realidad mayor que otros” . En este sentido las historias ideológicas o serviciales nos proporcionan una comprensión limitada del hecho histórico, de ahí que los juicios de valor —también presentes en las historias científicas— posibiliten sobrepasar esas condicionantes históricas-sociales, y nos permitan una comprensión más objetiva del hecho históri­co en una dimensión humana y social.

31) Schaff, A. op. cit., p. 33-37.

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conducen a reflexionar críticamente las actuales historias de la psi­cología, no con el fin de convertir la labor histórica en un gran juz­gado, donde señalar lo bueno o lo malo de las historias nos conducen igualmente a un nuevo tipo de reduccionismo, en realidad sostene­mos que la función del historiador: “ no es ni amar el pasado ni emanciparse de él, sino dominarlo y comprenderlo como clave pa­ra la comprensión del presenté” ,32 sólo en esta medida haremos de la historia de la psicología una labor menos servicial.

Finalmente, reflexionar conjuntamente los temas centrales de la filosofía de la historia en el quehacer de la psicología nos permiten tener un horizonte más amplio sobre lo que representa el papel de la historia en nuestra disciplina en las actuales condiciones de crisis.

32) C arr, E. op. c it., p. 34.

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HISTORIA DE LA PSICOLOGIA Y HERMENEUTICA

Psic. Carlos Mondragón ENEP IZTACALA UNAM.

“El otro está presente en un conjunto cultural y se ilumina por este conjunto, como un texto por su con­texto. La manifestación del conjunto asegura su pre­sencia. Se ilumina por la luz del mundo. La comprensión del Otro es, así, una hermenéutica, una exégesis. El Otro se da en lo concreto de la totalidad a la que es inmanente. . . ”

EMMANUEL LEVIÑAS1

INTRODUCCION

LLa breve reflexión que presentamos aquí se sitúa en el campo de la hermenéutica. La justificación de este tema en el ámbito de la psicología tiene por lo menos dos puntos: 1) la tarea de escribir sobre la historia de la psicología, o simplemente leer las histo­

rias ya escritas, nos sitúa ante un problema de interpretación de los textos que consultamos; y 2) la comprensión de la compleja realidad humana nos enfrenta, también, ante el mismo problema, la interpreta­ción correcta de la relación hombre-hombre y hombre-mundo.

El problema hermenéutico ha irrumpido en el ámbito de las Cien­cias Humanas. Algunos autores nos hablan ya de “ ciencias hermenéu­ticas” , en especial de aquellas cuyo trabajo supone una interpretación por parte del Sujeto-investigador. ¿Qué significa éste o aquel dato?, ¿en qué sentido debemos de interpretar esa o aquella respuesta de un paciente?, ¿qué quería decir tal autor cuando usó “ x” o “ y” concep­to?, etc. Para el caso de la historia de la psicología que aquí nos ocu­pa, la hermenéutica histórica plantea problemas que creemos pueden ser de gran utilidad para el psicólogo que se introduce en la historia de su profesión.

El trabajo psicológico exige una comprensión de la problemática hu­mana y social cada vez más profunda. La comprensión histórica de los hechos psicológicos y sociales no se logra fácilmente, en ocasiones, la ruta está llena de accidentes que exigen un gran esfuerzo racional, especialmente cuando nuestra formación académica no nos ayuda mu­cho. La apertura a las otras áreas del saber es aquí muy importante

1) Humanismo del Otro Hombre. México. Ed. Siglo XXI, 1974, p. 58.

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y esclarecedora. En este sentido, el tema que desarrollaremos no es só­lo un ejercicio intelectual estéril, que más caería en el ámbito de la filo­sofía, como si la filosofía no tuviera nada que ver con la ciencia, falsa ilusión positivista. Nos interesan los problemas teóricos, pero también la práctica psicológica; y estamos convencidos que la claridad y com­prensión que tengamos de los problemas teóricos esclarecerá mejor nues­tra práctica profesional, aquella que realizamos fuera de las universidades. En ese sentido, entiendo la importancia del conocimiento de la historia social y del pensamiento psicológico como elemento for- mativo. A menos que padezcamos el “ complejo de Adán” , es decir, de aquellos que piensan que son los primeros; los originadores de to­do; los que menosprecian el camino ya recorrido por otros, la historia aparecerá como algo muerto. Pero si no es así, la recuperación de la historia de los problemas teórico-prácticos de la psicología será una tarea necesaria y sentida en el proceso formativo de todo psicólogo. Para esta labor el tema aquí tratado puede ser de gran utilidad.

No pretendemos resolver todos los problemas de la historia ni redu­cirlos al conflicto hermenéutico, dejamos al lector sus propias conclu­siones finales sobre este tema. Por nuestra parte, sólo aspiramos que esta reflexión ayude a la tarea de investigar la historia de la psicología desde una perspectiva que parta de nuestras propias condiciones obje­tivas y subjetivas; y que alerte a los estudiantes de psicología sobre al­gunos de los problemas que hay “ detrás” de las historias ya escritas, sobre las que basan su propia formación y cultura psicológica. El espí­ritu de la “ sospecha” , tal como aparece en Marx, Nietzsche y Freud, nos parece aquí una condición indispensable de todo espíritu científico de nuestra época, gobernada con facilidad por los falsos ídolos mo­dernos que aparecen como “ verdades científicas incuestionables” (cien­tificismo) y que se socializan a través de textos, de palabra escrita. De esta “ palabra escrita” y de su comprensión hablaremos en este ensayo.

LA HISTORIA DE LA PSICOLOGIA EN MEXICOEl interés por la historia de la psicología en México está teniendo un auge muy importante hoy día. Los frutos de este trabajo, en su mayo­ría, empiezan a circular en fotocopias antes de ser publicados formal­mente en los pocos espacios que existen. Aún así, estos ensayos historiográficos sobre la psicología comienzan a Uenar ya un vacío en la formación del psicólogo interesado por la historia de su profesión. La radical importancia de esta labor historiográfica está fuera de toda duda, pues es difícil pensar a un profesionista que desconozca la histo­ria, el origen y el desarrollo de su profesión. Y más difícil aún, conce­bir una profesión sin memoria histórica.

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No basta remontarnos al origen europeo de la psicología moderna, no basta conocer cuál ha sido su desarrollo en esas latitudes hasta nues­tros días. Necesitamos integrar nuestra propia historia, la presencia de la psicología y el trabajo psicológico en la sociedad mexicana y lati­noamericana. Ya sabemos, gracias a los primeros trabajos realizados en México, que el programa oficial de la Escuela Nacional Preparato­ria de 1898 incluía un curso de Psicología Experimental2; cuándo se fundaron los primeros hospitales para enfermos mentales; cómo y cuán­do se reconoce a la psicología como una profesión y se extiende una cédula profesional, y muchas cosas más. En este sentido son impor­tantes los aportes que nos han dado los ensayos historiográficos de psi­cólogos como Germán Alvarez, Jorge Molina, Pablo Valderrama, Rogelio Díaz Guerrero, Víctor Colotla y Xóchitl Gallegos, Samuel Ju­rado, Rigoberto León y Gustavo Patiño, Emilio Ribes, Edgar Galin- do, Elvia Taracena, y muchos más que no recordamos en este momento. Aún así, falta mucho por hacer, esta nueva área de trabajo psicológico apenas se funda y obtiene cierto reconocimiento e impulso en las es­cuelas de psicología de la Universidad Nacional. En el caso de la ENEP Iztacala el trabajo más sistemático que se realiza grupalmente en este momento se hace en el seminario de tesis sobre Historia de la Psicolo­gía en México, coordinado por Sergio López Ramos-

La presente reflexión no tiene como fin desconocer o invalidar el ca­mino ya recorrido por otros colegas, ni el trabajo ya realizado; surge de ia labor que estamos haciendo en el campo de la Historia de las Ideas en América Latina y de nuestro interés por el estudio del pensamiento científico en general. En este sentido, nuestra preocupación por los pro­blemas epistemológicos y metodológicos en el estudio de la historia la hemos extrapolado para reflexionar los problemas que los psicólogos enfrentamos en la tarea de reconstruir y conocer la historia de nuestra ciencia. Este interés surgió por dos hechos: al revisar la bibliografía sobre la historia de la psicología en México se detectó muy poca preo­cupación sobre los problemas metodológicos de lo que estamos haciendo y enseñando; y por otro lado, que los trabajos historiográficos que te­nemos los han hecho los psicólogos mismos y no historiadores profe­sionales. ¿Me pregunto si la formación teórica y metodológica en la “Ciencia de la Historia” será absolutamente necesaria? ¿Si cualquiera puede escribir historia sin recibir una formación especial? ¿Si existen métodos especiales para esta labor? ¿Si la carencia de esta formación invalida totalmente el trabajo realizado? No dudamos que estas pre-

2) “ Program a de la Escuela Nacional Preparatoria. 1898” . (Revista de la Instrucción Pública Mexicana. México, 15 de Julio de 1898. Núm. 9. Tomo II). En Germán Al­varez y Jorge Molina (Editores) Psicología e Historia. México. UNAM , 1984.

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guntas podrían levantar más de úna polémica con algunos compañe­ros, no es ese nuestro propósito, y el problema, lo reconozco, no es tan sencillo. Tampoco dudo que para otros colegas éste es un asunto irrelevante y que los frutos, en cuanto a historia escrita, están a la vista.

Por mi parte, estoy convencido que la calidad de nuestro trabajo his- toriográfico está íntimamente vinculada con la manera en la que en­tendemos los hechos históricos, la relación del pensamiento con la realidad social, el problema de la objetividad o no objetividad del co­nocimiento de la historia (y no sólo de la historia), el problema herme- néutico en la revisión de los textos a partir de los cuales reconstruimos los hechos del pasado, la problemática metodológica en las ciencias histórico-sociales etc. De ahí que pensemos que la reflexión epistemo­lógica sea una tarea constante en toda producción de conocimiento. Y esto no sólo para escribir sobre la historia de la psicología, sino tam ­bién, para leer críticamente las “ historias” ya escritas que circulan en nuestro medio y que se usan para los cursos académicos como biblio­grafía. Una cosa son las fuentes primarias y otras las secundarias; es decir, una cosa es la lectura directa que nosotros hacemos para cono­cer qué pensaban los psicólogos del pasado a través de sus escritos, y otra lo que los historiadores nos cuentan que pensaban. Fuera del campo de la psicología los historiadores profesionales nos dicen que no hay historias “ objetivas” , que toda historia escrita está filtrada por el his­toriador, que entre el hecho histórico y el hecho reconstruido está la cabeza del investigador; sus propios criterios, sus prejuicios, su visión del mundo, de la historia, y muchas cosas más, algunas de las cuales hablaremos a continuación3.

LOS APORTES DE LA HERMENEUTICA EN EL ESTUDIO DEL PASADOEn un artículo publicado en 1986 en la revista Vereda* intenté mos-

3) Para una introducción a esta problemática véase: Carlos Pereyra, Luis Villoro, Luis González et. al. Historia ¿Para Qué? México. Ed. Siglo XXI, 1984; Adolfo Sánchez Vázquez “ La Ideología de la ‘neutralidad ideológica’ en las Ciencias Sociales” en Varios Autores. La Filosofía y las Ciencias Sociales. México. Ed. Grijalbo, 1976, pp. 287-313; Paul Ricoeur. Corrientes de la Investigación en las Ciencias Sociales. M adrid. Ed. Tecnos/UNESCO, 1982, especialmente la parte sobre la “ Epistemolo­gía de las Ciencias Históricas” , pp. 231-251; L uden Goldmann. Las Ciencias Hu­manas y la Filosofía. Buenos Aires. Ediciones Nueva Visión, 1981; Edward H. Carr. ¿Qué es la Historia? México. O rigen/Planeta, 1985. Son igualmente importantes las ponencias del Simposio organizado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en 1980 sobre “ Problemas Filosóficos del Conocimiento Sociohistórico” , publica­do en TEORIA, Anuario de Filosofía, 1985, año 2, núm. 2.

4) “ Historia y Psicología: una perspectiva epistemológica” en Revista VEREDA: teo­ría y práctica de la psicología. México. Mayo-Julio 1986, núm. 3, pp. 14-24.

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trar cómo un psicólogo puede llegar a reconstruir la historia de la psi­cología a partir de su propia opción e identificación teórica. Cómo en algunos trabajos historiográficos se observan los prejuicios de su autor a partir de su propia filiación a una corriente o escuela psicológica.

Hay historias de la psicología donde algunos psicólogos aparecen co­mo autores relevantes, como “ héroes” , mientras en otras apenas se les toma en cuenta. Esto puede cambiar de un autor a otro e invertirse los papeles. El pasado se nos presenta, así, como una fuente de senti­dos que abre la posibilidad de ser interpretado de varias maneras. En ese momento afirmamos: “ Un primer problema que aparece es her­menéutica, es decir, de interpretación de los hechos del pasado. El he­cho histórico es un hecho único pero puede ser interpretado de diversas maneras. No exagera Raymond Aron cuando afirma que se hace nece­sario que cada generación escriba su propia historia (versión, o inter­pretación del pasado)” .5

¿Pero qué es la hermenéutica? ¿Qué papel juega ésta en la tarea de reconstruir nuestro pasado?

En este trabajo entendemos la hermenéutica como “ . . .la teoría de las reglas que presiden una exégesis, es decir, la interpretación de un texto singular o de un conjunto de signos susceptible de ser considera­do como un texto” .6 La reconstrucción del pasado se realiza, funda­mentalmente, a partir de lo que queda registrado por escrito: de la palabra escrita. Aunque existen otras fuentes, la principal en la histo­ria de la ciencia es la que se compone de libros, revistas, archivos, co­rrespondencia, periódicos etc. Basta leer cualquier ensayo sobre la historia de la psicología en México para ver que la materia prima de trabajo sobre la que se fundamentan éstos son fuentes documentales. No incluyo algunos trabajos sobre el pasado inmediato donde el escri­tor, psicólogo, ha sido actor participante en esa historia que recons­truye y en la que utiliza como fuente su propia memoria. En ese mismo sentido existe como posibilidad lo que se conoce como historia oral, la reconstrucción de los acontecimientos a partir de la recopilación tes­timonial. Aunque esta información posee un valor único para un his­toriador, el . fin de la vida de sus poseedores le establece sus límites. Todo acontecimiento histórico que no se transmite oralmente, o se ex­presa en palabra escrita, se pierde en el tiempo y en la memoria de la humanidad.

El problema que nos interesa aquí fundamentalmente es, pues, el que surge de la lectura e interpretación de los textos que consultamos. Ya

5) Ibid., p. 16.6) Paul Ricoeur. Freud: una interpretación de la cultura. México. Ed. Siglo XXI, 1983,

p. II.

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sea para escribir sobre la historia de la psicología, o simplemente, para leer las historias ya escritas.

Cuando tomamos un texto debemos tener presente que existe una separación, una distancia, entre la época cultural y momento histórico del texto, y la propia época y momento al que pertenece el lector. No tomar en cuenta una regla tan sencilla, pero tan fácilmente omitida (lee­mos todo con los ojos y la racionalidad del hombre del siglo XX), nos

n puede llevar a cometer un primer error hermenéutico: descontextuali- z,ar históricamente las ideas. Si bien es cierto que leemos las obras del pasado para entender mejor nuestro presente, también lo es que es al lector actual al que le corresponde hacer el “ viaje de regreso” . Es de­cir, tratar de situarse en las condiciones objetivas y subjetivas de vida del autor. Por ejemplo, la lectura de Freud es mucho más rica si cono­cemos y situamos su pensamiento en su propio momento y contexto cultural y social. Así como los hermenéutas nos dicen que un texto se entiende mejor en su contexto (cualquier lector exigente lo sabe), no­sotros agregamos: Los hombres y su pensamiento se comprenden me­jor en sus circunstancias históricas. La propuesta fundamental es la misma.

El problema de la comprensión, como un problema epistemológico, aparece aquí con toda su radical importancia para la tarea historiográ- fica que realizamos como psicólogos. Pues no sólo conocemos textos,, detrás de los textos hay sujetos-autores. En ese sentido, la compren­sión del pasado a través de sus textos es al mismo tiempo la compren­sión de los hombres del pasado. Estudiamos las obras del pasado no sólo por los textos mismos (tarea de la semiótica y del análisis litera­rio), sino también por la vida humana que esos textos expresan. Paul Ricoeur nos lo presenta de la siguiente manera: “ . . .El problema her­menéutico se encuentra, así, colocado en el ámbito de la psicología: comprender es, para un ser finito, transportarse a otra vida; ia com­prensión histórica pone así en juego todas las paradojas de la historici­dad: ¿cómo un ser histórico puede comprender históricamente la historia?” .7

¿Qué significa entonces “ comprender” ? ¿Transportarse a otra vi­da? Desde mi punto de vista, para Ricoeur también, no significa otra cosa que reconocer la alteridad del Otro que se comunica a través de un texto. Que comprendiéndolo, como Sujeto histórico, nos compren-

7) Paul Ricoeur. Hermenéutica y Estructuralismo. Buenos Aires. La Aurora, 1975, p.9. Este libro es una traducción de la parte primera de una obra más grande publica­da con el nombre de Le Con/lii des Interprétations. (Francia. Editions du Seuil, 1969),ahora un clásico del autor.

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demos a nosotros mismos —otros SUJETOS históricos. Aclaremos un poco.

En el ensayo introductorio a su libro Filosofía de las Ciencias Socia­les; Materiales para una fundamentación científica, Mardones y Ursua8 hacen una aclaración conceptual que me parece puede aclarar­nos lo que Ricoeur nos está proponiendo: “ Droysen fue el primero que utilizó la distinción entre explicación y comprensión (en alemán Érklá- ren y Verstehen) con intención de fundamentar el método de la histo­ria, comprender, en contraposición al de la física-matemática, explicar y al de la tecnología y filosofía, conocer (erkennen). Desde entonces el término ‘Verstehen’, comprender, viene a representar una concep­ción metodológica propia de las ciencias humanas. El contenido posi­tivo del término comprender varía y tiene énfasis diversos según los autores; así, a título de ejemplo, para Simmel (y el primer Dilthey) la comprensión tiene una resonancia psicológica, es una forma de empa-, tía (Einfühlung) o identificación afectivo-mental que reactualiza la a t­mósfera espiritual, sentimientos, motivos, valores, pensamientos, de sus objetos de estudio. Pero Dilthey acentuará además en las ciencias humanas la pertenencia del investigador y la realidad investigada al mis­mo universo histórico: el mundo cultural e histórico del hombre. Se da, por tanto, una unidad sujeto-objeto que permite la comprensión desde dentro de los fenómenos HISTORICOS SOCIALES, HUMANOS” .9

Esta larga pero interesantísima cita amplia, me parece, en el sentido de las afirmaciones de Ricoeur y lo que hay detrás de un concepto co­mo éste para las Ciencias Sociales y Humanas. Cuando nosotros estu­diamos los fenómenos de la naturaleza y más específicamente, en el caso de la psicología animal, el comportamiento de las ratas de labora­torio, no decimos que lo hacemos para “ comprenderlas” . Es en este sentido que los autores arriba citados diferencian el concepto de expli­cación—más propio de las ciencias naturales—, con el de comprensión —designado, por lo que ya se argumentó, para las ciencias sociales. El primero se designa a la relación que se establece en el estudio del mundo no humano, la relación Sujeto-objeto (un ser humano que es­tudia una realidad natural no humana); y el segundo, el que se reserva para describir la relación metodológica en las Ciencias Humanas: un Sujeto que estudia a otro Sujeto. Por más que en psicología —y en las Ciencias Humanas en general— se hable de “ objetos de estudio" para hacer referencia a la sociedad o a un sujeto humano que se estu­dia científicamente, no cambia la realidad fundamental: siguen siendo

8) México. Ed. Fontamara, 1987.9) Ibid., p. 23, subrayado nuestro.

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dos realidades humanas. Así pues, en la psicología, como una ciencia humana, la relación metodológica es igualmente distinta que en las cien­cias naturales: el psicólogo investigador es un Sujeto que estudia a otro Sujeto, pero al que constituye como un “ objeto” de estudio.

De ahí que Ricoeur pueda, desde esa perspectiva, proponer que la hermenéutica, como teoría de la interpretación, es “ . . .explícita o im­plícitamente, comprensión de sí mismo por el desvío de la compren­sión del o tro” .10 Que la lectura de un texto supone a un autor que trató de comunicar “ algo” , un Sujeto humano detrás de los textos. De ahí que la labor del historiador implica un diálogo —a través de los textos— con los hombres del pasado; pero también un problema, la interpretación correcta del pensamiento de esos hombres. Tema del siguiente apartado.

TEXTO Y SENTIDOQuisiera ahora profundizar un poco sobre la relación que se establece entre un lector y un texto desde una perspectiva hermenéutica y una preocupación epistemológica.

Cuando leemos un texto y tratamos de comprender su contenido, nos encontramos con un problema fundamental: una cosa es la que nosotros entendemos y otra lo que el autor quizo decir, no siempre se coincide.

“ Comprender un texto es buscar el sentido que el autor le ha queri­do dar. Pero es también comprenderlo en sí, apropiarse de su sentido. Toda interpretación implica un intercambio entre lector y texto” .11

Este problema se complica cuando el texto que leemos está más le­jos de nuestro momento histórico. Rescatar el sentido original en los escritos de Platón, por ejemplo, se constituye en una tarea más difícil que comprender el pensamiento de un filósofo del siglo xx. La Cultu­ra y la mentalidad griega, como marco ideológico, nos es mucho más ajena que la cultur’a y la mentalidad moderna. Como un paréntesis, quisiéramos mencionar que aquí se introduce, también, el problema de las “ traducciones” de las obras de la antigüedad al español moder­no; pues no se traducen sólo palabras de un idioma a otro, sino tam ­bién conceptos, significados. Las palabras no tienen significados intrínsecos, este ha variado con el tiempo, de ahí que la traducción li­teral de un idioma a otro, por ejemplo, el hebreo antiguo al español moderno sirva tan poco para comprender la .mentalidad de ese pueblo semita hace tres mil años. Los conceptos científicos también tienen his-

10) Paul Ricoeur. Hermenéutica y Estructuralismo. Op. cit., p. 21.11) Ricoeur, Barthes, et. al. Exégesisy Hermenéutica. Madrid. Ediciones Cristiandad,

1976, p. 89.

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toria y ésto es importante no perderlo de vista al estudiar la historia de la psicología. La obra de Michel Foucault y su intento de fundar una “ arqueología del saber” es especialmente sugerente en esta área12, aunándose, desde su propia perspectiva, a lo que tradicionalmente en otras áreas del saber han trabajado desde la antigüedad los exégetas y los filólogos.

Ya hemos comentado que los textos tienen tras de sí la intención de su autor. Pero es importante, también, subrayar que el mismo texto puede dar lugar a diferentes interpretaciones. Los ejemplos que pode­mos mencionar son múltiples en la actualidad. Por ejemplo, el caso de los escritos de Marx. No es difícil detectar en los debates al interior de los marxismos actuales referencias a los problemas de “ interpreta­ción” . No faltan las “ pretenciones” de poseer la “ verdadera” inter­pretación de Marx, al verdadero Marx, y desde ahí condenar las “ deformaciones” , los “ revisionismos” y los “ reformismos” . En el ám­bito psicológico suceden casos similares. El más interesante, para mí, se da en el mundo psicoanalítico donde las distintas “ interpretaciones” de Freud han dado lugar a distintas tendencias actuales, y en ocasiones adversas unas de otras. Cuántas veces, también, no hemos visto pre­tenciones implícitas o explícitas de poseer al “ verdadero Freud” . Por otro lado, esperemos que los psicoanalistas nos prevengan de las im­plicaciones teóricas y terapéuticas de una formación basada en traduc­ciones o interpretaciones que alteran o tergiversan el contenido de los escritos de Freud.

Cuando escribía este trabajo uno de mis exalumnos me hizo llegar un libro de Marthe Robert, la autora de La Revolución Psicoanalitica (Fondo de Cultura Económica), que aporta elementos que confirman lo que estoy desglosando en este momento. Por ejemplo, nos dice: “ Hoy, pues, la exégesis de Freud presenta dos aspectos a considerar conjuntamente, ya que toda lectura actual de Freud es en cierto modo un comentario del comentario freudiano primero; y, sin embargo, son absolutamente distintos, ya que todas las interpretaciones se refieren obligatoriamente a la primera, que en la tradición psicoanalítica freu- diana, sigue siendo la única cita de autoridad. Indudablemente, nin­gún psicoanalista es censurado por tomar en consideración, no por conocer, las innumerables interpretaciones a que la obra de Freud da lugar” .13 i

12) La Arqueología del Saber. México. Ed. Siglo XXI, 1985 (1969); véase también la obra de Gastón Bachelard. La Filosofía del No. Buenos Aires. Ed. Am orrortu, 1984.

13) Acerca de Kafka, Acerca de Freud. Barcelona. Ed. Anagrama, 1980, pp. 67-68. Véa­se especialmente el ensayo titulado "N otas sobre la exégesis de Freud” , subrayado nuestro. Así como el libro ya citado de Ricoeur Freud: una interpretación de la cul­tura donde se aborda ampliamente el problema hermenéutico en el psicoanálisis freudiano.

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Pero además, como ya lo mencionamos, el problema hermenéutico no sólo interesa al historiador, debe interesarle también a cualquier lec­tor crítico. La misma autora comenta: “ Hablando de exégesis, de tex­tos, de interpretaciones, espero haber señalado claramente los límites humildes en extremo de mi propósito, que no es por supuesto el del teórico, ni el del filósofo o del historiador del psicoanálisis, sino que más bien se funda en una reflexión crítica general: la que se impone al intérprete de toda obra escrita”.'4

Estos largos párrafos muestran también que la lectura de un texto está atravesada por el problema hermenéutico, que toda lectura supo­ne una interpretación, un intento de comprensión del contenido, y que sólo hay interpretación “ . . .allí donde existe sentido múltiple” .15 En otras palabras, si un texto no diera la posibilidad de ser interpretado de distintas maneras, en varios sentidos, el problema hermenéutico no existiría; cualquiera podría leer a Freud (o a cualquier autor) e interpre­tar exactamente lo que él quizo comunicar. En el ámbito de la historia las mediaciones llegarían a su fin, el acceso directo al conocimiento del pasado sería un hecho cotidiano. Bastaría leer la documentación histórica para saber lo que pasó. La ciencia, como una actividad espe­cial, perdería todo sentido.

Por otro lado, es importante subrayar que cuando un lector o inves­tigador se acerca a un texto, no lo hace de manera neutral. La relación lector-texto (Sujeto-objeto de conocimiento) está mediada, también, por factores ideológicos. Ahora bien, no se trata tampoco de esperar que el lector haga a un lado sus juicios y opiniones previas, su carga cultural e ideológica, ¡como si fuera posible!, para acercarse al texto de manera “ neutral” . Se trata, si, de tener conciencia de este proble­ma y asumir una actitud crítica, menos pasiva, ante los textos. Cuán im portante es esto durante los años estudiantiles en los que fácilmente se asume como algo “ incuestionable” todo lo que dicen los libros, es­pecialmente cuando el autor es una “ autoridad” en la materia; o todo lo que los maestros nos enseñan que esos textos dicen.

Ahora bien, es necesario aclarar que no estoy por una crítica negati­va de cuestionar por cuestionar. O más aún, asumir una actitud dog­mática hacia lo escrito por aquellos autores —viejos y nuevos— con los que se tienen diferencias teóricas o ideológicas. Hay psicólogos que desvalorizan o condenan al olvido cualquier cosa que publican los co­legas con los que no se comulga teóricamente. Desde mi perspectiva esta no es una actitud científica, y ningún historiador, o lector serio puede darse ese lujo sin que venga en detrimento de su propio trabajo, o su propia formación.

14) Ibid., p. 68, subrayado nuestro.15) Paul Ricoeur. Hermenéutica y Estructuralismo. Ibid., p. 17.

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Todo esto nos lleva hacia lo que algunos epistemólogos como Ri­coeur entienden como la actitud ética que un lector —y no sólo com­pete a los historiadores— debe tener ante un texto. Horacio Cerutti, quien trabaja con Leopoldo Zea en el área de Historia de las Ideas en América Latina, ha escrito recuperando una convicción de Ricoeur: “ Esta actitud metodológica le viene dictada a Ricoeur por lo que con­sidera el respeto ético a la posición del otro en su tiempo histórico” .16

Estamos tan acostumbrados al discurso cientificista y técnico en la Universidad, que plantear un problema ético en el centro de una rela­ción metodológica en una investigación científica, parece algo fuera de lugar. Pero no es así. El hombre es un ser ético, como también lo es un investigador en tanto ser social, del que se espera que actúe con “ honestidad intelectual” y cierta “ ética profesional” . Preguntemos a los investigadores cuántas veces se tiene que tomar detisiones, desde una ética personal, en el manejo y análisis de los resultados de una in­vestigación cuando hubo problemas en el proceso, o se tiene la presión de compromisos laborales o políticos adquiridos, en la redacción apre­surada de un informe de trabajo, o, simplemente, el reconocimiento de una fuente consultada y los aportes anteriores de otros colegas.

Este problema también se presenta cuando leemos un texto. Los tex­tos históricos tienen un sentido, un contexto histórico determinado. No respetarlo, o manipularlo con intenciones ajenas a las del autor, para justificar nuestras propias posiciones teóricas o la interpretación que queremos nosotros dar, nos remite a un problema que no es sólo me­todológico desde el punto de vista técnico. Con cierta ironía algunos hermenéutas repiten un dicho que dice: “ El texto, sin su contexto, sir­ve para muchos pretextos” .

La actitud metodológica que propone Ricoeur, de respeto ético a la posición del Otro en su tiempo, supone, también, una actitud abierta del historiador (o lector) ante un texto. Estar dispuesto a “ dejarse de­cir algo por él” . Un epistemólogo alemán, Hans-Georg Gadamer, nos *dice en su amplísima obra Verdad y Método:17 “ Cuando se oye a al­guien o cuando se-emprende una lectura no es que haya que olvidar todas las opiniones previas sobre su contenido, o todas las posiciones propias. Lo que se exige es simplemente estar abierto a la opinión del otro o a la del texto. (. . .) El que quiera comprender no puede entre­garse desde el principio al azar de sus propias opiniones previas e igno­rar lo más obstinada y consecuentemente posible la opinión del texto. (. . .) El que quiere comprender un texto tiene que estar en principio

16) Hacia una Metodología de la Historia de las Ideas (Filosóficas) en América LatinaMéxico. Universidad de G uadalajara, 1986, pp. 78-79. Subrayado nuestro.

17) Verdad y Método. Salamanca. Ed. Sígueme, 1984. i

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dispuesto a dejarse decir algo por él. Una conciencia formada herme- néuticamente tiene que mostrarse receptiva desde el principio para la alteridad del texto. Pero esta receptividad no presupone ni ‘neutrali­dad’ frente a las cosas ni tampoco autocancelación, sino que incluye una matizada incorporación de las propias opiniones previas y pre­juicios” .18

Para Gadamer el respeto al texto y el dejarse hablar por él, no signi­fica que el lector desaparece como Sujeto prejuiciado para asumir una posición neutral. La supuesta “ neutralidad” del científico ante su ob­jeto de estudio ha sido ya ampliamente puesta en duda en el ámbito de las ciencias sociales y no la desarrollaré aquí. La menciono porque lo que Gadamer nos plantea tiene que ver con el mismo problema. El Sujeto que conoce se acerca al objeto de estudio con todo su bagaje cultural, posiciones teóricas y espistemológicas, prejuicios, ideas polí­ticas, creencias religiosas, formación académica, visión del mundo, su propia concepción sobre el hombre y la historia etc. A esto hay que agregar su pertenencia a un momento histórico y sistema social deter^ minados. La problemática es compleja.

La propuesta de Gadamer nos lleva a una dialéctica lector-texto (Sujeto-objeto) en la cual se establece una unidad que se diferencia ra ­dicalmente —como ya lo mencionamos antes— de la relación Sujeto- objeto que establecemos con el mundo de las cosas u objetos no hum a­nos. Es interesante ver cómo autores con líneas teóricas distintas y di­ferentes disciplinas de estudio en las Ciencias Sociales o Humanas llegan a posiciones tan cercanas sobre este punto. Me parece, con todo lo que habría que discutir sobre este asunto, que la idea de una posible unifi­cación de las Ciencias Sociales a ciertos niveles, o la posibilidad de una cierta “ epistemología convergente” , se alimenta por casos de aparente o real convergencia como éstos. El tema es complicado pero está en el centro de la discusión sobre la posible unificación o los límites de la relación entre el marxismo y el psicoanálisis, el marxismo y el con­ductismo, el psicoanálisis y el estructuralismo, el psicoanálisis y el con­ductismo etc. Por nuestra parte asumimos la posición de Ricoeur cuando dice: “ No es, pues, posible vivir y trabajar según varias teorías a la vez; hay que tomar partido. Si se practica un método, sólo podrá te­nerse en cuenta y decirse lo que cae dentro de su campo, lo que esa criba metodológica deja pasar.” 19

Ninguna teoría ni metodología actual agota o da cuenta de toda la realidad, nos acercamos a ella sin poseerla nunca totalmente, pues nues­tros métodos sólo la abordan parcialmente. Hacer converger dos o más

18) Ibid., pp. 335-336.19) En Exégesis y Hermenéutica. Op. cit.

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perspectivas teóricas y metodológicas plantea problemas que merece­rían un amplio análisis en otro lugar.

CONCLUSIONESHemos intentado en este breve trabajo mostrar que acercarnos al pa­sado a través de los textos que dan cuenta de él, trae consigo una serie de problemas epistemológicos y metodológicos. El problema herme- néutico no se limita a los textos históricos, se extiende a todo tipo de escritos; y aún más, la vida social parece, también, estar atravesada por este conflicto. Los hombres no se nos presentan como seres aisla­dos, pues como dice Levinas: “ El Otro está presente en un conjunto cultural y se ilumina por este conjunto, como un texto por su contex­to. . . El Otro se da en lo concreto de la totalidad a la que es inmanen­te .” 20 El hombre es, así, un ser individual y social al mismo tiempo, y no lo podemos aislar de su contexto social sin empobrecerlo. La ho­rizontalidad y la verticalidad del ser humano, de su existencia, se con­juga para dar paso a ese Sujeto que no desaparece como individuo en el contexto social. Contexto que se semeja a un telón de fondo; hori­zonte de comprensión de toda vida hum ana.21

Esto mismo podemos decir del pensamiento, ya que se le comprende mejor en su contexto histórico. En este sentido, el concepto “ compren­sión” describe mejor la relación epistemológica que se establece en el estudio científico de la compleja realidad humana. Y aunque el inves­tigador social, cualquiera que fuere, constituye a esta realidad como “ objeto” de estudio, él mismo forma parte de ella, llegando a ser al mismo tiempo Sujeto y Objeto de conocimiento. La unidad Sujeto- objeto adquiere así toda su dimensión en las Ciencias Humanas y muy especialmente en esa disciplina que llamamos psicología, donde la sub­jetividad se juega de manera tan importante en la relación terapéutica y de investigación científica.

Por otro lado, argumentamos aquí que todo trabajo de compren­sión de un texto supone una interpretación por parte del lector, un in­tento por acercarse al sentido original que el autor quizo dar a sus palabras. En este sentido, la hermenéutica se nos presenta como una herramienta de trabajo de primer orden para esta tarea. Si esto es así, quiere decir entonces que toda la información que tenemos del pasado a través de la obra de un historiador, o lo que sabemos de un psicólogo por lo que hemos leído en otro, es una “ información filtrada” . Una interpretación o versión del hecho original y no necesariamente el ori­ginal mismo. Por lo tanto, entre el hecho histórico y el hecho recons-

20) Humanismo deI Otro Hombre. Op. cit.21) Enrique Dussel. Filosofía de la Liberación, México. Ed. Edicol, 1987.

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truido, por ejemplo en psicología, está la cabeza selectiva del historiador de la psicología.

El problema hermenéutico en nuestra disciplina va más allá de los problemas de su historia, se encuentra en el simple estudio y transmi­sión del pensamiento psicológico. Por ejemplo, entre el pensamiento de Freud o Piaget y los libros que leemos de otros autores sobre ellos, se interpone como una mediación la mente del investigador que realiza el trabajo. La lectura de textos “ sobre” Freud (o cualquier psicólogo) jamás sustituye la importancia de leer a Freud directamente. La exis­tencia misma de esa gran variedad de teorías psicológicas con sus dis­tintos métodos, objetos y teorías, nos sitúa, también, en el centro de un problema hermenéutico: el conflicto de las interpretaciones en psi­cología.

Esperamos que lo aquí expuesto aporte elementos para enrique­cer y continuar la tarea de comprender históricamente los diversos dis­cursos y prácticas que constituyen nuestro pasado psicológico, en el contexto de la historia de la ciencia y de la vida social. La hermenéuti­ca, como un aporte de la filosofía, es sólo una herramienta de trabajo para esta reflexión y quehacer científico.

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LAS INTENCIONES EN LA HISTORIOGRAFIA DE LA PSICOLOGIA. CONSIDERACIONES SOBRE EL CASO YAROSHEVSKYJosé Velasco García ENEP Iztacala UNAM.

Así, pues, la historia forma, con respecto a las cien­cias humanas, un medio de acogida que es, a la vez, privilegiado y peligroso. Da a cada ciencia del hom ­bre un trásfondo que la establece, que le fija un sue­lo y como una patria: determina la playa cultural —el episodio cronológico, la inserción geográfica— en que puede reconocerse su validez de este saber; pero las discierne de una frontera que las limita y arruina desde el principio su pretensión de tener validez en el ele­mento de la universalidad.

(Michel Foucault: Las palabras y las cosas)

INTRODUCCION

Quienes estamos vinculados a la práctica y a la enseñanza de la psicología, sabemos que esta disciplina no se nos presenta co­mo una entidad coherente y única; a la cual sólo habría que acercarse y reconocerla para entender sus contenidos e intenciones.

No, la psicología es una diversidad de posturas: diferentes objetos, métodos y técnicas han cobrado vida bajo el mismo nombre. La multi­plicidad se ha instalado desde el momento mismo en que la psicología es bautizada como tal en la época moderna: diferencias sutiles, con­tundentes y en ocasiones sólo aparentes, han marcado la historia de nuestra ciencia.

Ante este panorama muchos autores han intentado articulaciones en­tre las distintas posturas, sin reconocer que tras esas designaciones de objeto y método en las diferentes psicologías, está presente una forma de concebir al hombre.

Si, las psicologías son lugar de enjuiciamiento del hombre, ámbito de caracterización de posibilidades humanas, donde se ponen en juego enunciaciones sobre su devenir, su razón, su cuerpo, sus relaciones con las cosas y con las instituciones. Cada postura psicológica nos remite a una idea de hombre, que puede ser expresada explícitamente; o apa­recer velada a lo largo y a lo ancho de un discurso teórico. La filosofía

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no puede evaporarse porque cada teoría psicológica intenta responder a interrogantes sobre la existencia humana, aproximadamándose a enig­mas que se consideran esenciales en la vida del hombre.

Otro elemento que marca las diferencias entre las distintas psicolo­gías es la cuestión del objeto de estudio. Punto de partida y sostén de los diferentes edificios teóricos, que supone a su vez estrategias de acer­camiento y reconocimiento de este objeto; promoviendo explicaciones e intentando comprender los fenómenos elegidos como recorte de la realidad. El eje fundamental de las distinciones entre las posturas es en este caso de carácter epistemológico; lugar donde la parte de la rea­lidad que se ha seleccionado es punto de partida y de llegada, para imaginar categorías y conceptos que den cuenta de ese espacio y de sus determinaciones.

A la cuestión filosófica y epistemológica se le integra desde el prin­cipio el elemento ideológico, omnipresente en todas las psicologías. Respecto a este punto en particular, existen todavía quienes pretenden ubicar las teorías psicológicas en un terreno ajeno al de las valoracio­nes de orden político, económico y ético. No creemos que esto sea po­sible, pues quienes se juegan en la construcción de teorías, así como quienes transitan por los caminos de la investigación, son hombres y mujeres que se identifican con las formas de pensar de ciertos grupos. Rechazando u olvidando otras formas de valoración al realizar su práctica. I

A pesar de que puede existir una actitud cuestionadora hacia los pro­pios valores en los teóricos de la psicología, nunca podrá existir la neu­tralidad en las explicaciones que den al comportamiento hum ano1.

Para nosotros es crucial reconocer que en las psicologías se juegan permanentemente los tres factores arriba mencionados. Por esta razón, aquellos que intentan una integración de las distintas escuelas psicoló­gicas, argumentando en su favor que la psicología es una ciencia nue­va, deberán enfrentar estos problemas si es que se obstinan en lograr ese ideal de la unidad. El que es pretendido ámbito de la cientificidad rotunda y constituida.

Pero quienes aún no buscan articular las posturas de la psicología: ¿qué papel pueden jugar ante esta baraja de posibilidades?

Aquellos que se interesan por un acercamiento a la psicología, no de manera dogmática sino con un interés receptivo y crítico a la vez,

1) Para una introducción a la problemática de la relación ideológica-ciencia véase: Lowy, M. Objetividad y punto de vista de clase en las ciencias sociales” , en Varios autores: Sobre el método marxista. Ed. Grijalbo- México, 1974- pp 99-44.; Sánchez Velázquez, A. “ La ideología de la neutralidad ideológica” En la La filosofía y las ciencias sociales'' —Ed. Grijalbo. Col. Teoría y praxis— México, 1976.

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pueden, según nosotros, emprender una tarea que se dirija a enfrentar los problemas de la psicología. Este enfrentamiento puede darse, en principio, a partir del abordaje de los siguientes ejes:A) La historia de la psicología.B) Su problemática epistemológica.C) Las distintas modalidades prácticas de la psicología en la actualidad.

Estos ejes mantienen entre sí una estrecha relación, por lo que alabordar uno de ellos podría aparecer el otro en cualquier momento. Pero esto, más que ser un obstáculo, representa la oportunidad de com­probar en el ámbito específico de la psicología, la complejidad de un saber que muchas veces es valorado únicamente en su aspecto técnico y utilitario.

El abordaje de estos ejes es, sin lugar a dudas, una tarea harto difí­cil, pero necesariamente hay que realizarla si se quiere entender la po­lémica que priva en el interior de nuestra disciplina, y así ubicarnos en algún lugar respecto a esa polémica.

Con la pretensión de avanzar en la discusión de estos ejes, nuestro objetivo en este escrito es hacer énfasis en la importancia de abordar la historia de la psicología. Señalando las razones por las cuales un en­cuentro con nuestro pasado se hace cada vez más necesario. Intenta­mos reconocer y explicitar algunas de las intenciones presentes en la aportación que el investigador soviético M. G. Yaroshevsky, pretende hacer a la historia de la psicología; esbozaremos en este punto algunas de las implicaciones que pudiesen derivarse de plantear, como él lo ha­ce, la historia de nuestra disciplina.

Entre estos dos ejes exponemos una serie de elementos que nos per­mitieron arribar al cuestionamiento que ahora hacemos a Yaroshevsky; hemos retomado aquí autores como Merani, Molina, Keller y Mueller, quienes se han interesado por la labor histórica en la psicología. A partir del trabajo con estos autores hemos podido ir planteando interrogan­tes respecto a las intenciones en la historia de nuestra ciencia.

NECESIDAD DE LA HISTORIA DE LA PSICOLOGIA

¿Qué sentido tiene abordar la historia de la psicología?; ¿de qué pue­de servirle a un estudiante, o a un profesional, conocer el pasado de su disciplina?; ¿a partir de qué momento se podría empezar a estudiar la historia de la psicología?

Estas y otras preguntas surgen cuando algunos profesores, interesa­dos por el estudio de la historia, planteamos a nuestros colegas y estu­diantes la necesidad de reconstruir el pasado de nuestra ciencia.

Por supuesto que tiene sentido conocer nuestro pasado, y son las exigencias del presente las que dan un carácter significativo al encuen

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tro con lo anterior. La psicología actualmente se vincula con institu ciones de salud y educación, además de mantener nexos con la industria2. La misma enseñanza de la psicología en las universidades, presenta una serie de problemas vinculados con la pluralidad de las pos­turas teóricas; con los modelos de enseñanza-aprendizaje, y con pro­blemas académico-políticos muy complejos. Esta serie de cuestiones no han surgido espontáneamente; son producto de las condiciones de sur­gimiento y desarrollo de la disciplina, así como de las formas en que se ha venido organizando la enseñanza y la práctica de la psicología.

Si queremos entender los porqués de la situación actual; si se desea vislumbrar las posibilidades futuras que tienen la teoría, la enseñanza y la práctica de nuestra disciplina, es necesario aproximarnos al pasa­do. Sólo así reconoceremos qué lugar ocupa este saber llamado psico­logía, y cuál es nuestra forma de vinculación con sus problemas.

De esta manera el estudio del pasado puede ser puesto “ al servicio del presente” 3; no con una finalidad utilitaria y eficientista, sino co­mo posibilidad de apropiación reflexiva y crítica. Así, la comprensión del pasado se convierte en un elemento activo del presente, que puede incidir en la dinámica actual de nuestra disciplina. Nos oponemos en­tonces a las visiones que pretenden alejar a la historia del presente, ar­gumentando que el pasado ya no nos pertenece. Quienes creen esto ven a la historia terminada, ante la cual nada podemos hacer. Sería conve­niente tomar en cuenta que el presente sintetiza, en gran medida, el pasado; por lo que la historia nos pertenece, así como nosotros perte­necemos a ella, querámoslo o no. Si no la tomamos en cuenta convie­ne estar preparados para pagar las consecuencias.

Al considerar lo escurridizo del presente, la historia y su estudio co­bran aún más importancia. Pues en tanto que el presente se incorpora rápidamente al pasado, y la historia representa el estudio y compren­sión de las realizaciones humanas en el pasado, al tratar de explicar estas relaciones nos acercamos a la explicación del presente; tratando de que lo actual no se extravíe en un pretérito irreconocible y lejano para nosotros. De este modo recurriendo a la historia se puede afian­zar la posibilidad de tener una identidad, o se entenderán las razonas por las que lograr ésta resulta difícil o imposible.

Hay que decir que el estudio de la historia también puede adquirir un sentido contemplativo que paralice la acción, conteniéndola y atra­pándola en una fascinación por el pasado, despreciando el presente; i

2) Bernal habla que es en este siglo cuando la ciencia ha quedado implicada, con mas claridad, con las industrias y la economía. Bernal, J. La ciencia de nuestro tiempo Ed. Nueva Imagen. México, 1978.

3) Chesneaux expresa esta idea en; Chesneaux, J. ¿Hacemos tabla rasa del pasado?. México, Ed. Siglo XXI, 1977.

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dejando la construcción del futuro a otros. En el estudio de la historia de la psicología puede ocurrir así. La historia se volvería únicamente instrumento para que la imaginación, de cierto tipo de intelectual, se mantenga recreándose en el goce. El recurrir de esta forma a la histo­ria aparece como negación del presente pero no en el sentido dialéctico que Marx planteaba, sino como una especie de lamentación ante lo ac­tual. Intento fallido de esquivar las exigencias y conflictos del presen­te. Es fácil decir entonces que “ todo tiempo pasado fue m ejor” , añorando por ejemplo la época en que alguna de las muchas teorías era aceptada sin cuestionamientos de fondo. Puede ser que el estudio del pasado, en lugar de ser un instrumento para trasform ar el presen­te, se convierta en pretexto para someterse a él.

Siendo profesionales de la psicología, la historia de esta disciplina nos toca aún a pesar nuestro. Leahey lo ha señalado con bastante tino:

“ En la actualidad participamos de la psicología en un concreto tra-' mo de su historia. Perseguimos las actividades de una ciencia humana: somos parte de un proceso histórico. Los acontecimientos actuales están influidos por el pasado histórico e influirán en el futuro histórico. Para entender qué estarnos haciendo y por qué lo hacemos, necesita­mos comprender lo que hicieron los psicólogos antes de nosotros, a la vez que la naturaleza del cambio histórico. Ignorar el pasado es ce­gar una fuente para la comprensión de nosotros mismos” 4.

Siendo nosotros parte de la historia de la psicología, podemos po­ner ésta al servicio de una valoración que intente enfrentar, por ejem­plo, los discursos psicológicos que en ciertos momentos se llerguen como verdades científicas inapelables; y que pretenden aparecer como los ven­cedores en la historia de la psicología, intentando borrar gran parte del pasado a través de ensalzamientos, veneraciones y apologías de un supuesto rigor científico alcanzado.

Tenemos que aclarar ahora que no pretendemos afirmar que con acercarnos a la historia basta para remediar todos los problemas por los que atraviesa la psicología, eso sería un reduccionismo grosero. De lo que venimos hablando es de que aproximarnos a la historia nos da­rá elementos para enfrentar tales problemas y explicar, en alguna me­dida, su existencia. De ahí a que cuestiones fundamentales, relacionadas con objetos y métodos, se resuelvan, hay una distancia que es nece­sario considerar.

Para que el estudio de la historia se convierta realmente en una apre­hensión de ésta, y no únicamente en el reaistro y memorización de acon- 14) Leahey T. Historia de la Psicología. Las grandes corrientes del pensamiento psico­

lógico. Madrid España 1982 pág. 41. Ed. Debate.

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tecimientos pasados, es necesario reconocer ciertos problemas que están presentes en toda labor de reconstrucción histórica.

En el caso especial de la psicología, han sido los propios psicólogos quienes se han encargado de mostrar la historia de la disciplina, resca­tando cuestiones que es necesario contemplar: por su formación, y por la pretensión de hacer una historia de nuestra ciencia, es de esperarse que el conocimiento de los diferentes ámbitos de la psicología les es familiar, y reconocen diferencias entre autores, teorías y métodos.

Sin embargo, es importante comentar que se desconocen muchos de los problemas que implica la labor histórica; no nos referimos al aspecto más técnico de este tipo de investigación (recolección y organi­zación de datos, búsqueda de fuentes, etc.), sino a que se dejan de la­do las discusiones y problemas que existen al interior de la ciencia de la historia, y que inevitablemente tiene consecuencias en los aspectos más técnicos de la investigación.

Algunos de estos problemas están vinculados con las siguientes pre­guntas: ¿qué es la historia?; ¿por qué un determinado acontecimiento puede ser considerado como hecho histórico?; ¿cómo se relaciona el historiador con los hechos pasados?; ¿es posible la neutralidad ideoló­gica en la labor historiográfica?; ¿para qué se quiere emprender una tarea de reconstrucción histórica?.

Todas estas cuestiones están siendo discutidas, desde hace varios años, por quienes se dedican a estudiar el pasado; tratando de superar esa visión acumulativa y anecdótica de hacer historiografía.

INosotros consideramos que los psicólogos que buscan mostrarnos

los antecedentes de la psicología actual, no han reflexionado lo sufi­ciente sobre estas interrogantes. Enfrentar estas cuestiones se hace ca­da vez más necesario, en la medida en que quienes investigan el pasado de nuestra ciencia se vinculan a su historia actual. Al hacer historio­grafía son partícipes de la historia, en la medida en que su palabra puede ser escuchada y recuperada por futuras generaciones de psicólogos. Con­viene entonces tomar en cuenta que esa labor intelectual que emprende y concluye el psicólogo historiador, no está al margen de las discusio­nes actuales en la psicología. Es más, diríamos que las historiografías se insertan como elemento activo en esas controversias, y en ese senti­do son parte importante de la historia de la psicología.

Los juicios que estos investigadores vierten en sus textos intentan aproximarnos a nuestro pasado con finalidades que dependerán de sus perspectivas teóricas e ideológicas. Pensar lo contrario sería coquetear con un academicismo que acepta la teoría de la “ neutralidad ideológi­ca” , pensando que nuestros historiadores están excluidos de lo que al­

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gunos autores han llamado “ la crisis de la psicología” 5.Con una actitud así únicamente se rehuyen los juicios valorativos,

desconociendo el papel fundamental que tiene las concepciones del in­telectual en la producción del conocimiento.

Por más que los historiadores intenten refugiarse en la parte técnica de su trabajo, siempre estará presente el elemento valorativo; a pesar de que se intente aniquilar, recurriendo a los propios instrumentos téc­nicos con la finalidad de conseguir la objetividad al acercarse al pasa­do. Edward H. Carr comenta al respecto lo siguiente: “ El historiador es necesariamente selectivo. La creencia en un núcleo óseo de hechos históricos existentes objetivamente y con independencia de la interpre­tación del historiador es un falacia absurda, pero dificilísima de desa­rraigar” 6.

El historiador intepreta y elabora desde el ámbito subjetivo los da­tos con los que se enfrenta. Sus intereses intelectuales, políticos y has­ta económicos se entremezclan en su labor. Nos atrevemos a decir que los miedos y la angustia del investigador también se hacen presentes al buscar un dato y al encontrarlo, al mostrarnos concluida una parte de su trabajo, al estar limitado por la institución a quien quiere, o de­be servir. En fin, el trabajo de historiador está determinado, en gran medida, por sus propias concepciones, dado que ocupa un espacio psi­cológico en la dinámica social donde su trabajo se inserta.

Si el investigador se juega en sus concepciones en el proceso de acer­camiento al pasado, también lo hace al exponernos los resultados de su trabajo. Nos muestra una tarea concluida con ciertas intenciones, ciertas finalidades que es necesario analizar.

LAS INTENCIONES EN LA HISTORIOGRAFIA DE LA PSICOLOGIA

Partimos del principio de que cualquier discurso sobre la historia de la psicología tiene, explícita o implícitamente, un lugar conceptual desde el cual se observan y recuperan los hechos. Espacio conceptual que, desde el momento mismo de plantearse la tarea de recorrer un ca­mino en dirección contraria al futuro, marca la forma en que se hará ese recorrido. Tal espacio representa el marco de referencia a partir del cual se eligen y valoran los acontecimientos.

Este ámbito permite recuperar nombres de autores, mencionar ca­tegorías y conceptos de las teorías. También posibilita hacer omisiones

5) Rubinstein., es uno de los autores que emplea esta expresión, al hacer una criticaa la psicología no soviética. Rubinstein, S. L. Problemas de Psicología General. Ed.Grijalbo. Col. tratados y manuales. México 19-76.

6) Carr, E. H. ¿Qué es la historia? Ed. Origen Planeta. México, 1985. p. 16.

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de algunos hechos que, por “ carácter de importancia” , dejan de ocu­par un lugar relevante dentro del desarrollo de nuestra disciplina.

Estos olvidos selectivos serán un elemento constante en cualquier historia de la psicología, pues hablar de un hecho y omitir otro, da evi­dencia de que la vuelta al pasado es con una cierta intencionalidad ine­ludible. Aunque a veces no esté del todo claro cual sea esa, o esas intenciones. Incluso el propio autor, que se anima a recuperar la histo­ria de la psicología, puede tener poca claridad sobre ese asunto.

Cabe señalar que no hablamos de esa finalidad común y obvia pre­sente explícitamente en la mayoría de las historias de la psicología, cuan­do los autores dicen tener el propósito de dar a conocer cual ha sido el desarrollo de nuestra ciencia, hasta llegar a convertirse en un campo importante del conocimiento humano.

Nos referimos a los sentidos ocultos que, permeados de una bús­queda ilusionada del conocimiento por el conocimiento mismo, se ha­cen presentes en algunos autores. Muchos de ellos intentan mostrar su labor historiográfica, conduciéndonos de un pasado tortuoso y confu­so hacia un presente certero y próspero; donde el tipo de psicología con la que simpatizan, aparece como la culminación del desarrollo de la psicología.

Esto generalmente va acompañado de una desvalorización de otras teorías, ubicándolas como acientíficas; o utilizando adjetivos que las devalúan como posibilidad de conocimiento. Algunos ejemplos de es­ta manera de exponer la historia de la psicología los encontramos en: Alberto L. Merani7; F.S. Keller8 y M. G. Yaroshevsky9, entre otros.

El primero de estos autores confirma con toda claridad lo que veni­mos diciendo: “ Las historias de la psicología representan el reinado de la arbitrariedad. Hasta hoy el historiador de la psicología ha sido hombre de una sola doctrina: idealista o realista, racionalista o empi- rista, y, además, por encima de la doctrina se ha mostrado demasiado orgulloso de su tradición psicológica, la de un mundo cultural, y ha considerado la psicología como ciencia típicamente anglosajona, co­mo únicamente germana, o exclusivamente gala” 10.

De inmediato es necesario comentar que Alberto Merani es uno de los pocos autores que se detienen a reflexionar sobre los problemas y significados que puede tener la historia de la psicología, y la misma labor historiográfica. El habla de que pretende “ ofrecer una relación crítica, que juzga los valores de las ideas y de las obras de los psi­cólogos” .

7) Merani, L. A. Historia Critica de la Psicología. Barcelona. Ed. Grijalbo, 1982.8) Keller, F. S. La definición de psicología. México. Ed. Trillas, 1982.9) Yaroshevsky, M. G. La psicología en el siglo XX. México. Ed. Grijalbo, 1979.

10) Merani, L. A. Historia Crítica de la Psicología. Op. cit., p. 11.

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La importancia que le da tanto a la filosofía como a la epistemolo­gía en el desarrollo de las ideas psicológicas, hace que su obra cobre una importancia innegable para quienes se interesen en el pasado de esta ciencia. A lo largo de su obra realiza un balance de la presencia del empirismo y el racionalismo en la psicología moderna, vinculando estas modalidades filosóficas con el desarrollo de la ciencia y con algu­nos acontecimientos políticos y económicos.

Pero toda esta labor que realiza Merani tiene el propósito de arri­bar a la “ dialéctica en psicología” , donde la figura de Henri Wallon tiene, según el propio Merani, una importancia fundamental. Wallon afirma que, fuera del enfoque dialéctico, la situación de la psicología “ tiene un aspecto de ciencia híbrida” ; en la dialéctica encontraría su razón de ser, quedando precisados sus problemas fundamentales. En una palabra, la psicología sólo alcanzará el estatus de ciencia en tanto se aproxime a la dialéctica. Obviamente esa idea encierra una serie de cuestiones que darían para discutir un buen rato; evidentemente que Merani arma y expone toda una serie de justificaciones para hacer este planteamiento. Pero sea como sea, su punto de llegada ha definido el recorrido que hace a lo largo de los distintos momentos por los que ha atrevesado la psicología. Cosa por demás legítima, sobre todo en este caso, ya que existe toda una discusión en el ámbito filosófico y epistemológico que sustenta la propuesta de Merani, quien insiste en que los psicólogos deben trabajar, en el futuro, bajo la perspectiva de Henri Wallon.

Continuando con este esbozo general sobre las intenciones de la his­toria de la psicología, comentaremos que no todos los autores toman en consideración los elementos que Merani recupera. Tal es el caso deF. S. Keller. Este autor, tal vez no pretendía hacer una historia de la psicología, propiamente dicha. Pero su intención de definir la psicolo­gía, lo condujo a recuperar y mostrar los antecedentes de esta ciencia. Es entonces cuando la presencia de Wilhem Wundt cobra una gran im­portancia, para la definición que este autor tiene de lo que es la psi­cología.

Sabemos por autores como Jorge Molina11, F. L. Mueller12, y el mismo Merani, que la obra de Wund fue variada y amplia, pues los ámbitos en los que se interesó fueron muchos. Pues bien, Keller única­mente recupera un hecho: la fundación del laboratorio.

Evidentemente hay una congruencia entre lo que él define por psi­cología y esta recuperación parcial y precaria del pensamiento de

11) Jorge Molina. “ Inicio de la psicología como ciencia independiente: el papel deW undt” . en Varios Autores: Psicología e Historia. México. UNAM , 19S1.

12) Mueller, F. L. Historia de la Psicología. México. Ed. F.C .E. 1976.

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Wundt. Contrastando con ese único elemento rescatado por Keller, en­contramos algunos comentarios generales que hace Mueller sobre una obra de Wundt publicada en 1863-1864. “ Lecciones acerca del alma de los hombres y los animales” : “ ...refleja su concepción animista, tra­ta de la sensación, de la memoria, de la inteligencia; del desarrollo es­tético, moral y social; lenguaje del hombre y de los animales; todo ello en función de una psicología comparada. En efecto, consideraba que las manifestaciones superiores de la actividad espiritual escapaban a las investigaciones de laboratorio, y su “ Lógica” preconiza el recurso de otros medios de investigación: Niños, enfermos, etnografía, filolo­gía, historia. Es sabido que Wilhem Wundt consagró voluminosas obras al estudio de la “ psicología de los pueblos” 13.

Si Wundt funda en 1887, en la Universidad de Leipzig, su laborato­rio, promoviendo investigaciones e impulsando publicaciones sobre la psicología; no tenemos noticias de, si para estas fechas, ya había mo­dificado las opiniones aparecidas en sus Lecciones. No nos atrevería­mos a decir que sí, sólo por el hecho de haber promovido la investigación en el laboratorio. De lo que sí estamos seguros es de que Keller busca mostrar una continuidad entre el establecimiento del laboratorio y la lógica desde la cual él está definiendo la psicología, dejando de lado elementos importantes que conformaban la obra de Wundt. A noso­tros nos queda Ja duda sobre esa continuidad planteada por Keller; acep­tarla sería reconocer coincidencias, en el ámbito filosófico y epistemológico, entre la teoría defendida por Keller y las investigacio­nes y conceptos trabajados por Wundt. Investigar sobre esta cuestión en particular puede resultar atractivo, para quienes se interesen en los problemas epistemológicos e históricos de nuestra ciencia.

Para quien se aproxima como lector a esas y otras historias escritas, deberá quedar claro que en estas reedificaciones del pasado existen cier­tas expectativas. Tan importantes como aprender nombres, fechas y lu­gares, es el hecho de que el lector se juegue en el ejercicio de reconocer esas intenciones, explícitas o implícitas, que se entrelazan con los dis­cursos históricos de la psicología.

Hay ocasiones en que la perspectiva psicológica, desde la cual es va­lorado el pasado, no aparece expresada nítidamente. Un ejemplo de esto lo encontramos en el trabajo de Jorge M olina14: quien realiza un interesante esfuerzo por contextualizar la obra de W undt. En este ma­terial, parece no tomarse partido por ninguna corriente de la psicolo­gía; sin embargo, se deja entrever en una concepción sobre la práctica

13) lbid. p. 366.14) Molina, J. “ Inicio de la psicología como ciencia independiente: el papel de W undt” .

Op. cit.

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humana, que hace suponer una idea determinista de toda la actividad individual.

Se hacen enunciados sobre la existencia de “ leyes de cada perio­do histórico” , que condicionan el trabajo científico. Se afirma tam ­bién que si no hubiera sido Wundt el creador del primer laboratorio de psicología, cualquier otro alemán que hubiera vivido en esa época, se habría encargado de hacerlo; puesto que “ las condiciones estaban dadas, la necesidad social existía” .

Evidentemente hay aquí un apresuramiento que no permite refle­xionar sobre las cualidades intelectuales de Wundt, ni sobre su forma muy particular de significar el mundo que le tocó vivir. Sus intereses científicos y de investigación quedan sometidos, desde la perspectiva de Molina, a la “ necesidad social” . Esta última expresión supone que la sociedad de esa época ya exigía una psicología como la que Wundt propone. Pero no tenemos noticias precisas de cuál fue la vinculación entre ese tipo de psicología y los diferentes ámbitos de la sociedad ale­mana. Unicamente hay indicios de un desarrollo de las investigaciones al interior de las universidades.

A partir de estas consideraciones nos aventuramos a pensar que si Molina simpatiza con alguna teoría psicológica ésta tendrá mucho que ver con la concepción de condicionamiento social, donde el individuo se somete a las necesidades y exigencias de determinada sociedad.

Hasta aquí hemos tratado de ejemplificar las intenciones de algu­nos autores que han hecho historiografía de nuestra ciencia. Sin em­bargo, el abordaje ha sido bastante general; por lo que a continuación buscamos profundizar más en este asunto, retomando a otro historia­dor de la psicología.

YAROSHEVSKY Y SU PSICOLOGIA DEL SIGLO XX

Una pregunta que puede surgir de inmediato es: ¿por qué hemos escogido este autor y no otro?. Pues bien, nuestra meta es aproximar­nos a la psicología soviética; tratar de entender un poco el momento en que surge y su posterior desarrollo. Nos interesaba identificar algu­nas de sus herramientas teóricas y valorar sus conceptos y categorías; pero en especial nos llamaba la atención saber cómo se retoma el pasa­do desde la perspectiva de un soviético.

El texto de Yaroshevsky nos dio esta posibilidad y tuvimos la opor­tunidad de reconocer las apreciaciones que él hacía de otros tipos de psicología.

Yaroshevsky en “ La psicología del siglo XX” , se ve animado a rea­lizar un análisis de la lógica bajo la cual se ha desarrollado la psicolo­gía de nuestro siglo, este propósito se sustenta en la necesidad que él

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percibe de: “ ...comprender el papel y el lugar de la psicología en con­diciones sociales complejas, en las de una inconciliable lucha ideológi­ca que refleja tendencias históricas opuestas: la tendencia hacia la reconstrucción de la sociedad según principios socialistas y la tenden­cia a perpetuar que esclaviza a la persona” 15.

Contemplando esta lucha, su meta a lo largo del texto es realizar un análisis crítico de ciertas escuelas de occidente. Coloca a la psicolo­gía, tanto en el mundo capitalista como en la nueva sociedad socialis­ta; intenta valorar cual de las psicologías se acerca más a lo científico, y cual puede aportar mas beneficios para el hombre.

En este autor van apareciendo intenciones que tienen que ver, bási­camente, con tres aspectos: a) La psicología soviética y su relación con la concepción marxista-leninista; b) La comparación entre otras corrien­tes y la psicología desarrollada en su país, y; c) El papel social de la psicología soviética. Estas tres intenciones aparecen estrechamente vinculadas, pero para efectos de exposición las abordaremos de mane­ra separada, lo cual no evita que entrecrucemos los aspectos cuando sea necesario.

LA CONCEPCION MARXISTA-LENINISTA EN LA PSICOLOGIA SOVIETICA

Yaroshevsky retoma esta filosofía y la vincula con el desarrollo de la psicología; su idea es que recurriendo al análisis marxista-leninista se pueden resolver cuestiones fundamentales de la psicología. Habla de que en los escritos de Marx y de Lenin se encuentran elementos pa­ra desarrollar una psicología científica.

Rudolf Willy, en 1898 publica un texto llamado “ La crisis de la Psicología” , este dato nos lo proporciona el propio Yaroshevsky con la intención de que observemos cómo desde ese entonces nuestra cien­cia se encontraba ya en serias dificultades. Según nuestro autor, era necesario en ese momento aproximarse a un espacio accesible para la “ observación objetiva y el control experimental” . Esa zona era la fi­siología, y Lenin ya había aceptado que la psicología diera cuenta de la actividad nerviosa. Era obvio que esta teoría se relaciona con una creencia filosófica: “ La concepción que tenía Lenin del conocimiento psicológico científico como psicofisiológico se hallaba interiormente ligada al principio del monismo materialista, a la tesis de que la uni­dad del mundo radica en su materialidad” 16.

Para Yaroshevsky es el materialismo dialéctico el que posibilita des­

15) Yaroshevsky, M. G. La psicología del siglo X X . Op. cit. p. 2616) Ibid. p. 95.

¡éOS'

cubrir la unidad auténtica de las manifestaciones de la materia, sin ne­gar diferencias entre procesos psíquicos y procesos fisiológicos. Es decir, se reconoce la diferencia que puede existir entre ambos tipos de fenó­menos. El parámetro filosófico y epistemológico con que se abordan los dos niveles de realidad es el materialismo dialéctico.

En esta argumentación podemos apreciar con toda claridad una a r­ticulación entre los conceptos de “ materialidad y reflejo” . Articula­ción que es expuesta como un principio fundamental en la concepción dialéctica del mundo. Sin embargo nosotros comenzaríamos a llamar la atención sobre las bases en que se apoyan estas y otras afirmaciones que encontramos en la exposición de Yaroshevsky, con la finalidad de ir observando su reflexión sobre las distintas teorías psicológicas, y có­mo esto marca una ruta futura para el desarrollo de la disciplina.

Conviene ir poniendo atención a la manera en que los planteamien­tos de Marx, Engeis y los del propio Lenin se recuperan para edificar, toda una lógica que es bautizada como materialismo dialéctico, donde la teoría del reflejo es vital.

Precisa el autor que en la “ teoría del reflejo” , la actividad del hom­bre se interpreta como proceso activo e indisolublemente relacionado con la práctica social transform adora del propio hombre. Se especifi­ca también que el concepto de reflejo aparece como término filosófico y no como concepto de la física: “ La teoría leninista del reflejo presu­pone que cada imagen subjetiva tiene una fuente objetiva, cuyas ca­racterísticas reales se reproducen en la imagen creada por el tejidonervioso con distinto grado de adecuación, de semejanza” 17.

iEn fin parece ser que la filosofía del marxismo-leninismo, con su

nueva idea de hombre, permitió entender de otra manera cuestiones como la sensación, la voluntad, y la misma personalidad. Se aplica así la determinación histórico social a la psicología.

Es bueno comentar que para que la influencia del marxismo se hi­ciera presente en todas las investigaciones científicas, y en especial en el área de la psicología, fue necesario que triunfara la revolución so­viética. Esa es la idea que Yaroshevsky sostiene.

I. M. Séchenov ocupa aquí un importante sitio en tanto precursor de la psicología soviética; entabló permanentes polémicas con Chepá- nov, el cual prefería la autoobservación y la experiencia interior para comprender los fenómenos psíquicos. Kavelin era otro importante opo­sitor del fisiólogo Séchenov.. Pávlov, Béchterev y Ujtomsky representan importantes continua­

dores de la labor de Séchenov. Yaroshevsky afirma que estos autores

17) Ibid. p. 117.

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tenían la visión de que “ en la conducta íntegra lo psíquico y lo fisioló­gico es indivisible” .

Nuestro autor comenta que aún no existía en estos investigadores el instrumental específico para estudiar las determinaciones histórico- sociales, aún se encontraban en el “ campo de atracción” que repre­senta el pensamiento biológico.

Quien primero plantea la necesidad de organizar planteamientos que concordaran con la teoría marxista de la conciencia fue K. N. Korní- lov. Planteaba que la psicología tenía que ser la “ teoría de la conducta del individuo concreto, vivo, integral, en condiciones sociales concre­tas” . Denomina Reactología a su concepción, donde el concepto bási­co es el de reacción. Pero Yaroshevsky considera que Kornílov aún se ligaba al punto de vista funcionalista, en la medida en que veía a la conciencia como un elemento cuya única función era la adaptación almedio social y natural.

Según Yaroshevsky la “ idea dialéctica de desarrollo” sirve de fun­damento y guía para elaborar una concepción que abarcará los dife­rentes niveles de funcionamiento psíquico. La idea de desarrollo contempla la conversión de ias formas biológicas en formas sociales, siendo estas últimas cualitativamente distintas a las primeras.

Posterior a Kornílov, aparecen en escena M. la. Básov, crítico fé­rreo de lo que Yaroshevsky denomina el behaviorismo. Era en el tra­bajo humano donde, según Básov, se debía buscar el parámetro para analizar al hombre en relación con el medio. Las tesis marxistas que guiaban su trabajo eran: “ Sobre la conciencia como factor de la acti­vidad humana, sobre el desarrollo como proceso de la transformación cualitativa de las formas iniciales, y sobre el papel del trabajo y del uso de instrumento en la organización de un nuevo tipo de acción recí­proca entre el individuo y el mundo circundante” 18.

El gran mérito de Básov es ubicar en primer plano la cuestión de cómo las condiciones históricas, de tal o cual medio, son el “ motor de la actividad individual y de su desarrollo en diversos periodos de la vida” . En cambio, parece ser que su error desde el punto de vista de Yaroshevsky, era entender el desarrollo de la psique tomando como punto de referencia la actividad del estudioso de las matemáticas; pues según Básov, en esa práctica aparece con claridad la sucesión de losestadios de desarrollo.

Por otra parte, Vigotsky es uno de los personajes que Yaroshevsky considera de suma importancia en la recuperación del término concien­cia para el campo de la psicología, Vigotsky proyecta una teoría que denomina “ histórico-cultural” ; supone aquí que Jas “ funciones psí­

18) Ibid. p. 288.

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quicas inferiores naturales” , se transforman en “ funciones superiores” , gracias a los signos verbales.

Esta idea de los signos verbales era ya manejada por los psicólogos en tiempos de Vigotsky; pero éste en vez de relacionar el signo con la adaptación biológica, lo correlaciona con el desarrollo cultural de la humanidad. Además siendo el hombre un “ homo tecnicus” y un “ ho- me socialis” , la clave para comprender la conducta del hombre sería la actividad técnica de la sociedad humana.

El hombre al nacer se incorpora a un proceso del funcionamiento de signos, que le posibilitan las operaciones sociales; pero más que apa­recer como adaptación al medio, el desarrollo psíquico se genera como posesión y asimilación de los valores culturales. Asimilación eminen­temente social desde el principio; surge en el proceso de comunicación social. Tales son algunas de las ideas que reseña Yaroshevsky sobre la obra de Vigotsky.

No pretendemos en este momento profundizar más en los plantea­mientos de Vigotsky. Nos basta por ahora con mencionar que a partir de él autores como Leontiev, Luria y Zaporózhetz, desarrollan una se­rie de investigaciones sobre los actores verbales.

S. L. Rubinstein es otro de los teóricos que, para Yaroshevsky, ocu­pan un lugar importante en la recuperación de las ideas marxistas y su aplicación a la psicología. Este autor se centra en la unidad de la conciencia y la actividad, retomando nuevamente el proceso del traba-, jo como elemento central en la conformación de la psique. Es esta uni­dad entre conciencia y actividad, lo que constituyó una fuerte base para la psicología soviética.

Rubinstein ha sido un personaje importante en la psicología, pues ha escrito sobre una serie de problemas importantes de la actividad hu­mana. La psicología experimental, el lenguaje, la educación, la filoso­fía y la psicología, la cibernética, la moral y la ética, han sido algunas de las preocupaciones de este productivo au tor19.

Los comentarios anteriores, si bien son bastante generales nos per­miten reconocer que, a partir de la revolución de octubre, la psicología soviética se ha esforzado por vincularse con la filosofía marxista- leninista. Veamos ahora, muy brevemente, donde han quedado las otras posibilidades teóricas, que representan tendencias extranjeras en la Unión Soviética.

LA CRITICA A LA PSICOLOGIA NO SOVIETICA

Desde el principio del texto Yaroshevsky empieza a demostrar su

19) Para encontrar más planteamientos en este sentido recomendamos: Rubinstein, S.L. Problemas de Psicología Genera!. Op. cit.

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poca simpatía por la psicología que no se genere en su país, y que no se apoye en una concepción materialista dialéctica. Estos dos criterios son los que dirigen y apoyan todas sus críticas; desde ahí las otras psi­cologías son descalificadas.

Retomemos en principio la crítica que se emprende contra los “ be- havioristas” , al mismo tiempo que menciona las distintas etapas por las que atravesó esta teoría.

La crítica inicial es que con ellos la psicología se ha convertido en una psicología sin psique. En ella habla de las vinculaciones estrechas que las representaciones de los fenómenos psicológicos tenían con las exigencias de la economía capitalista, en los Estados Unidos. Ellas ge­neraban ciertas condiciones objetivas que promovían que la categoría de acción adquiriera una dimensión eminentemente exterior. Yaros­hevsky llama la atención sobre las diferencias ideológicas que priva­ban en los dos países, que conducen a planteamientos distintos a partir de las intenciones políticas y económicas que cada nación tenía.

En tanto precursor de la corriente behaviorista, Watson recibe fuertes críticas con parte de Yaroshevsky. Lo mismo lo cataloga de antihuma­nista, que le reprocha el no haber considerado en ningún momento la naturaleza histórico-social del comportamiento. Para Yaroshevsky lo purpuesto por Watson era una protesta contra algunas doctrinas arrai­gadas en la psicología; buscaba a toda costa desaparecer la noción de conciencia del escenario conceptual de la psicología. Watson se nega­ba a aceptar que hubiese formas superiores, distintas de las acciones que diariamente presenta el organismo al resolver tareas prácticas; re­chazaba igualmente la concepción de la palabra como algo opuesto a las prácticas de las personas con las cosas materiales. Argumentaba que la palabra sustituye al objeto, y a la situación, a través de un proceso de condicionamiento. En principio es la conducta verbal abierta dirigi­da a otras personas. Lo que gradualmente se va convirtiendo en len­guaje interior.

Además no se admitía una línea divisoria entre el hombre y los ani­males. Yaroshevsky señala respecto a estas argumentaciones que el len­guaje aquí se entiende únicamente a partir de las señales verbales directas; dejando de lado la posibilidad de concebirlo como “ sistema histórico-social” , que determina tanto el significado como la estructu­ra de esas señales.

Respecto a la fórmula estímulo-respuesta, como unidad de la inte­racción organismo-medio, Yaroshevsky plantea una pregunta intere­sante: ¿es ficticia esta fórmula o contiene huellas de la realidad psíquica, y no fisiológica?

Para nuestro autor esa asignación unívoca al concepto de conduc­ta, que deja al margen los hechos de la conciencia y su sustrato neuro-

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fisiológico, se anclaba perfectamente a una lógica gnoseológica. En esa interpretación unilateral se “ desmembraba” la reacción corporal de la imagen participante así como del motivo que conducía a su produc­ción. Yaroshevsky insiste en que no puede reducirse la imagen a la ac­ción, por más relacionados que están ambos tendrían un carácter específico que demuestra lo inadecuado del esquema conductista.

Nuestro autor nos comenta que Watson deseaba excluir a la filoso­fía de sus planteamientos; señala entonces la coincidencia fundamen­tal entre lo argumentado por Watson y lo expuesto por la filosofía positiva: ambos querían excluir del conocimiento científico aquello que no es accesible a una observación directa.

Es interesante observar como Yaroshevsky hace referencia a ciertos replanteos generados alrededor de la concepción conductista inicial, que estuvieron condicionados por circunstancias ideológicas y filosó­ficas. La misma crisis económica de los años veinte es planteada como escenario donde se derrumban las propuestas de Watson: se vuelve for­zoso considerar el papel que juega el medio social, así como las actitu­des individuales ante ese medio. Motivos, estados de ánimo y sus orientaciones. Yaroshevsky menciona a R. Woodworth, a C. Marchin y a F. Allport, quienes se dan a la tarea de buscar explicaciones sobre la conducta social.

Opina Yaroshevsky que fueron las cuestiones sociales las que obli­garon a tomar en cuenta los elementos que mediaban entre el estímulo y la conducta externa.

A juicio de Yaroshevsky existió un conductismo radical, donde la presencia de Watson es fundamental, y un neoconductismo; donde Ed- ward Tolman y Clark Hull están a la cabeza. Cuando los sistemas de ese neoconductismo van perdiendo autoridad y aceptación entre los se­guidores de esta teoría, Skinner aparece como figura central del con­ductismo. Aleja de la explicación todos los conceptos mentales, al mismo tiempo que considera inútil recurrir a la fisiología.

Skinner busca conocer la conducta estableciendo relaciones entre las reacciones del organismo, el refuerzo de estas reacciones, y los estímu­los que acompañan ese refuerzo; es decir, las variables directamente observables.

Yaroshevsky va interrelacionando los planteamientos de Skinner con los postulados de Watson y Thorndike, a la vez que hace distinciones pertinentes entre Pavlov y el propio Skinner, después de esto llega a la conclusión de que no ha sido eficaz la lucha del conductismo contra la idea de “ hombre interior” . Resalta que la imagen, el motivo, la ac­ción psíquicamente regulada, no son un mito; sino hechos reales de los que hay que dar cuenta. Agrega que los principios metodológicos

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positivas en los que está edificada la teoría conductista son inconsis­tentes para lograr una explicación pertinente de estos fenómenos.

En el texto que ahora abordamos se hacen fuertes críticas a la teoría de Piaget; a ía psicología de la gestalt; a la Teoría de Campo de K Le- win y a lo que Yaroshevsky denomina el freudismo. Por ahora sólo mencionaremos algunas críticas que el autor hace al movimiento psi- coanalítico. No pretendemos hacer una exposición detallada de todas y cada una de las posturas que el autor cuestiona, sino únicamente re­ferirnos a las características de la crítica que nos han llamado más la atención.

Una de las primeras consideraciones sobre el “ freudismo” , está cen­trada en el pansexualismo de la teoría psicoanalítica. En este punto se retoma una cita de Lennin para darle un carácter clasista a lo plantea­do por Freud: “ Me parece que esta abundancia de las teorías sobre el sexo, hipótesis en su mayor parte y a menudo arbitrarias, se des prende de necesidades personales. Precisamente de la tendencia a jus­tificar ante la moral burguesa la propia vida sexual, anormal y excesi­va, y recabar la indulgencia para sí. Este enmarcarado respeto por la moral burguesa me repugna tanto como la amorosa dedicación a los problemas del sexo. Por más que se intente presentar como rsbelde y revolucionaría, semejante ocupación es, al fin y al cabo, completa­mente burguesa” 20.

Para Yaroshevsky, la visión del hombre que Freud planteaba era pro­fundamente reaccionaria, pesimista y antihistórica. Trata de vincular­la con la época y nos dice que la era imperialista se encontraba ya agravando las contradicciones de clase. En el terreno filosófico, el irra- cionalismo y la mística dominaban cada vez más. El psicolanálisis se­guía el rumbo de todas las corrientes reaccionarias de aquel entonces. Existían cambios en el medio burgués que propiciaban sentimientos de inquietud, de inseguridad en el porvenir, de depresión. Esa fue la at­mósfera en Ja que, apunta Yaroshevsky, se fundó el psicoanálisis.

Se dice que los sueños y los lapsus no son hechos científicos, y la manera en que eran abordados por Freud, fue desplazada por los es­quemas fisiológicos; que veían al sueño como un juego de impulsos nerviosos y el olvido como una inhibición de huellas de la corteza cere­bral. Tal es la opinión de Yaroshevsky respecto a dos problemas fun­damentales en la teoría freudiana.

En cuanto a la teoría de la sexualidad, se dice que se llegó a ella por razonamientos y analogías que nada tienen que ver con los crite­rios que acepta la ciencia; donde la certeza, la comprobación y demos­tración de los hechos son los elementos centrales. Más que una ciencia

20) Yaroshevsky, M. G. La psicología del siglo X X . Op. cit.

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en Freud, se habla de una mitología.Cuando Freud propone el instinto de destrucción (así lo denomina

Yaroshevsky en su texto), éste es visto por nuestro autor como una jus­tificación de la agresividad y de la violencia. Queda más claro, precisaYaroshevsky, el carácter antihistórico y antihumanista de lo que Freud planteaba; no existe la más mínima confianza en el progreso social, ni en la posibilidad de eliminar las causas de la agresión.

Continúa Yaroshevsky comentando que el psicoanálisis pretendía decir, sobre la conducta de las personas, más de lo que ellas sabían; se sustituyó la energía biológica por la energía psíquica. Organismo y sociedad pasaron a ser el material con el que la libido construye sus modelos.

Según Yaroshevsky, lo que Freud investigó fue sólo un aspecto de la actividad psíquica, a pesar de que pretendía elaborar una teoría so­bre la totalidad de esa actividad. El aspecto estudiado fue la motivación.

Yaroshevsky está convencido de que el concepto de “ psique incons­ciente” se había formulado varios siglos antes de que Freud teorizara sobre él; los propios fisiólogos y neurólogos se encontraban trabajan­do en las manifestaciones inconscientes. Deduce nuestro autor que Freud no creó “ la ciencia de los procesos psíquicos inconscientes” , lo que hizo fue analizar clínicamente varios problemas de motivación y estructura de la personalidad.

Básicamente apreciamos dos parámetros a partir de los cuales Ya­roshevsky hace la crítica de los planteamientos de Freud: por una par­te encontramos el carácter clasisista del “ freudismo” y por otra la poca cientificidad que impide la aceptación de sus argumentos. El hecho de que Freud aludiera a fuerzas psíquicas irracionales, y ubicara al inte­lecto como un sistema que encubre estas fuerzas, es suficiente para que Yaroshevsky ubique el psicoanálisis como corriente reaccionaria de una época imperialista.

Aspectos centrales de la teoría de Freud (sexualidad infantil, com­plejo de Edipo, etc.) son contemplados como una mitología: no hay un control sobre ese saber, son juegos mentales, que deben ser recha­zados por quienes cultiven una psicología científica.

La crítica de Yaroshevsky no cesa en Freud, abarca planteamientos como los de Adler Yung, e incluso de quienes, como E. Fromm, expe­rimentaron cierta influencia del marxismo. La tendencia psicoanalíti­ca denominada “ psicología del yo” , tam poco escapa a sus cuestionamientos. Tanto el “ psicoanálisis sociologizado” , como la psi­cología del yo los considera como síntomas de la incapacidad del “ freu­dismo” para poder explicar la actividad psicológica.

En opinión de Yaroshevsky los pensadores apoyados en Freud no

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han logrado exponer ideas que se consideran valiosas para estimular las teorías en psicología. Han llegado siempre a “ callejones sin sali­da” , porque no habían elaborado la categoría de imagen ni de la ac­ción. Abordar esas categorías era imposible desde el psicoanálisis por las premisas en que se sustentaba.

Hasta aquí hemos considerado las críticas que Yaroshevsky hace a dos posturas de innegable importancia para la psicología. Pensamos que son un buen ejemplo para reconocer el rumbo que sigue el autor y el lugar al que pretende arribar.

A MANERA DE CONCLUSION

Cuando iniciamos los comentarios sobre Yaroshevsky, hablábamos de que un eje fundamental en su obra era el papel de la psicología en la nueva sociedad socialista. Ahora retomaremos este eje pues nos per­mite hacer algunos señalamientos a la manera en que Yaroshevsky ex­pone la psicología del siglo XX.

Siendo congruente con los planteamientos anteriores, nuestro autor contempla a la psicología como una disciplina que, influenciada por el idealismo y por la metafísica, había recorrido un falso camino; pero siendo el conocimiento humano “ fecundo, verdadero y omnipotente” , logró bajo la circunstancia soviética, llegar a la verdad en psicología.

Pero si ya se ha llegado a la verdad en la psicología, puesto que se recurrió a un marco filosófico propicio (en este caso al marxismo- leninismo), lo que cabe preguntar es en qué ámbitos de la realidad se va a poner en marcha ese conocimiento; ¿con qué finalidad se va a usar ese saber sobre lo psicológico? Yaroshevsky tiene respuestas precisas a estas interrogantes; el psicólogo aparecerá donde quiera que se nece­sita “ organizar científicamente” la actividad humana; donde sea ne­cesario “ utilizar con eficacia” los recursos intelectuales y emocionales de los individuos.

En la medida en que la “ revolución científico-técnica” se encuentra en marcha, es necesario conocer a fondo las cualidades y posibilidades del hombre que se enfrenta con máquinas y sistemas cada vez más com­plejos. Se necesita información sobre el “ material hum ano” , sobre la fatiga mental, sobre los sistemas de reacción de los operarios de com­plicadas máquinas. En la economía, los problemas de mando son de enorme importancia, es fundamental la investigación científica para per­feccionar los sistemas activos.

Yaroshevsky nos dice que “ el eslabón más complejo y caprichoso de esos sistemas es el hombre” , pues su conducta se encuentra deter­minada por factores subjetivos. Parece entonces que hay una idea cen­tral en las tareas de la psicología: someterse a las exigencias de esa

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revolución científico-técnica; el progreso exige y hay que darle todas las condiciones para que se reproduzca, para que crezca. AI fin y al cabo siempre se puede decir que es por el bien del propio hombre.

Con esa idea de control se puede calificar cualquier discurso psico­lógico que no concuerde con la armonía de una ciudad tecnificada y a un paso de la felicidad. La psicología del siglo XX parece ser la psi­cología soviética; la única que según Yaroshevsky ha retomado una fi­losofía con verdades inalterables.

Aparece entonces el eterno problema de la verdad absoluta y su vin­culación con una filosofía y una teoría psicológica. La obsesión por mostrar la verdad, lleva a Yaroshevsky a dialogar desde la teoría, des­de el terreno de las ideas, aunque éstas hayan pertenecido a Lenin o a Marx. No hay una recuperación de lo real, o si la hay es siempre des­de esquemas que impiden escuchar los gritos de la realidad, de los hom­bres y mujeres de carne y hueso.

Decimos esto porque vemos que Yaroshevsky no lleva al terreno de los hechos, los cuestionamientos que hace a las teorías. Enfrenta siste­mas no teorías con hechos; y siendo los sistemas de referencia tan per­fectos (aparentemente), no hay avances cualitativos sino repetición de consignas. De este modo, toda la producción sobre problemas psicoló­gicos que no sea nativa de la Unión Soviética, será tachada de acientí- fica y de burguesa. Maniqueísmo extremo que impide una discusión epistemológica fructífera.

Quedan muchas preguntas que es necesario hacerle al autor que ahora nos ocupa, algunas de ellas son: ¿es posible ordenar científicamente la vida de la sociedad? de contestar afirmativamente esta interrogante ¿dónde quedan los problemas económicos y políticos de una sociedad?; en lo que se refiere a los principios en los que se apoya la psicología soviética podemos preguntar: ¿no es posible realizar una crítica seria al marxismo-leninismo, tomando en cuenta los posteriores desarrollos del marxismo?.

La forma en que se dé respuesta a estas preguntas nos permitirá pen­sar la relación psicología-sociedad, así como las posibles vinculacio­nes entre marxismo-psicología.

Esperamos que lo expuesto hasta aquí haya permitido ejemplificar cómo quienes hacen historiografía en nuestra ciencia están colocados siempre desde un lugar, a partir del cual nos muestran el pasado. C on­viene pues estar alerta a las intenciones latentes de los autores; conocer y analizar esos propósitos puede permitirnos distinguir si lo que noso­tros buscamos como lectores se inscribe en las intenciones del histo­riador.

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Historia, Psicología y Crítica se term inó de imprimir los últim os d ías

de m arzo de 1989. El tiro fue de 3,000 ejem plares.

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Los autores Ser­gio López R a­mos, Francisco O c h o a , C ar lo s M o n d r a g ó n y José Velasco,to­d o s e llos con f o r m a c i ó n en

psicología y posgrados respecti­vos en h is toria , fi losofía E s tu ­dios la t inoam ericano s y p ed ag o ­gía , rea l izados en la facu l tad de F iloso fía y Letras de la U N A M . Se han o c u p ad o de poner a la luz sus p rim eros tr a b a jo s de una reflexión s is tem atizada . D eriva­d a de sus prácticas docentes e in­vestigación en la ca rre ra de psicología de la Escuela N ac io ­nal de Estud ios P rofesionales Iz tacala U N A M .

P S IC O L O G I A ,H IS T O R IA Y C R I T I C A Em erge con el sello de la p reocu pac ión y bú sq ued a de a lte rna t ivas p a ra fu tu ras in ­vestigaciones, const ruye brechas e scabrosas pa ra un pensam ien to p e rp e tu a d o en el positiv ism o. Se p o n e a en f re n ta r los retos de la ciencia psicológica en un fu tu ro , q ue ya se e ncu en tra en tre n o so ­tros . Sin d u d a es un tex to que d a rá señales a quienes se ini­

cian en la psicología e inquie­ta rá a los que tienen cam in o a n ­d ado .

¿ C u á n t a s h i s to r i a s de la psicología se han escrito? ¿Cuál versión es la m ás válida? ¿E scri­b ir sobre el p a sad o es tarea ex­clusiva del h is to r iad o r p ro fes io ­nal? ¿Q ué p rob lem a enfren tan los psicólogos al t r a ta r de c o n o ­cer la his toria de su disciplina? ¿Q ué relación existe en tre el p ensam ien to científ ico y el desa ­rro llo social?

Estas son a lgu nas de las p re ­gu n tas que se desp renden y dis­cuten en este libro, con la in ten ­ción de clar if icar el t r a b a jo his- to r iog rá f ico que los psicólogos mexicanos están hac iendo . Re­con s t ru ir la h is toria de la psico­logía en M éxico y A m érica L a tina se ha conver t ido en una ta rea urgente pa ra evaluar la presencia y el desarro llo de la psicología en nuestras tierras.

Los ensayos que c o n fo rm a n este vo lum en a p o r ta n elem entos ep is tem ológicos y m e to d o ló g i­cos, y ponen sobre la mesa de discusión reflexiones co tid ianas d e n tro y fuera del salón de clase o el ejercicio p ro fes iona l .