quince agujeros negros en la realidad cotidiana:maquetación 1 fileno supe hasta más tarde que un...

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Quince agujerosnegros en la

realidad cotidianaFEDERICO RUIZ DE LOBERA

© Edita: La casita de PazFresno de la Carballeda, ZamoraTfno. 676 724 005www.lacasitadepaz.es

Primera edición: Academia Caballero, 2000Segunda edición: La Casita de Paz Editorial, 2012

© Diseña y maqueta: soluciones agencia de publicidad. 923 30 56 20© Ilustración: Óleo sobre lienzo de Jorge Isla. www.jorgeisla.es

ISBN: 978-84-938720-4-5Depósito Legal: ZA-1022012

Quedan reservados todos los derechos:Esta obra no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni puede ser registrada, ni tramitada por sistemasde recuperación de información, por ningún medio, sin el permiso previo por escrito del editor.

A Cristina Pérez Díaz

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Yo soy un astronauta desde muy pequeño.

Me gusta la realidad vertical.

Luego fui fisonomista en un gineceo y siempre apéndice de un altercado.

Sospecho en los mayores un poso de infelicidad. Espero que esono sea la edad.

En el segundo cajón de la cómoda estaban, junto a la pistola, las llaves de la puerta hacia la libertad. También me guardé la pistola.

Trabé eterna amistad con los árboles, un día, acariciando unapluma por sus costillas.

A los siete años viví inmerso en el Mar de los Sargazos. Es ahí adonde vuelvo.

No supe hasta más tarde que un profesor debe seducir primeroy luego rogar silencio.

Averigüé qué es una de cal y otra de arena.

AUTORRETRATO

Mentí como un convicto. Estaban en juego las huellas y las flores.

Hoy por mí y mañana por mí. Mi recompensa es inmediata.

Yo soy extranjero. Desde fuera hacia dentro. Un profeta etranjero,–por aquello de que nadie lo es en su tierra–.

Soy agricultor hidropónico en tu mente de carnaval.

Hay ciertas zonas que no se han revisado y están ya florecidas.

Llevo guantes en los pies.

De las tres dimensiones conocidas no me interesa ninguna.

De cuando en cuando le lavo los pies a mi enemigo para que sigamarchando.

La fontanería es toda poesía.

(En ocasiones veo muertos)

Cultivo pensamientos en mis balcones,

Entiendo, por eso, que sueño soy de mis viandantes en su destino.

Tengo tarta de cuñada en la nevera.

Ador(na y) mece el mal de ojo.

Yo soy rizado y retruécano.

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El otro día le pegaron una paliza a un joven con el cráneoafeitado porque sus agresores creyeron que era un skin head. Lapescadilla se muerde la cola. Si sales a la calle, ten cuidado de notener el pelo muy largo o muy corto porque se está rifando unahostia y aunque no quieras tú tienes una papeleta; si es azul tezumban los rojos y si tu papeleta es roja te curran los azules.

Poco a poco nos van acotando los espacios por dondemovernos. Si tu estilo es formal y votas al PP, no te pongas unacamiseta de esas con la bandera de España bordada al cuello,no te engomines hacia atrás, sobre todo si te encuentras en cier-tas zonas de Malasaña en Madrid. Si tienes el pelo largo y vastiradillo no te metas en los bajos de Aurrera, ni incluso en laPlaza de los Cubos. Aunque, en realidad, la hostia te la puedesganar estés donde estés y vayas como vayas, porque hagas loque hagas tal vez estés provocando a alguien. Y ya sabes, si estásprovocando lo normal es que al final te partan la cara.

En los pasados Carnavales se me ocurrió disfrazarme de Caperucita Roja. Sí, sé que suena terrible, pero todo fue muy

CAPERUCITA

OFENDE

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improvisado y lo único que encontré por casa fue una falda rojacomo de campesina rusa y la cesta de la costura. Pero nada, mehice un par de trenzas, me pinté unos coloretes y unas pecas, ycomo no tenía coche me cogí el bus. Qué valor ¿eh? En la para-da estábamos un señor mayor, calvete, una pareja poco acarame-lada, y un tío joven de aspecto muy saludable. Oye, ni puto caso.

Tuve la sensación como de que debía hacer algo. Algo quejustificase de alguna manera mi presencia en escena. Probé aecharle una mirada con leve sonrisa cómplice al saludable a versi se hacía un poco cargo de la situación y me echaba un cable,pero la mirada me salió como de homosexual salidillo. Yo me dicuenta muy rápido y giré la cabeza antes de que él pudiera reaccionar. No sé si los demás se dieron cuenta de algo, pero lasituación para mí y el chico Danone ya era patente. Un homo-sexual salidillo aprovecha la tesitura de los Carnavales para dis-frazarse de Caperucita (Caperucita, qué morbo) y darse a la caza,y además de loca vergonzosa. En fin, el bus vino y yo me agarré a él como un náufrago a una bolsa de plástico. Me subí elprimero sin caer en que ahora me tenía que hacer cargo de miidentidad, ya de por sí bastante dudosa, a otros veinte sujetos queevidentemente no tenían otra cosa que hacer que mirar a los quesuben. Por el rabillo del ojo vi la última fila libre y, nada máspagar, me fui medio trotando para allá sin mirar a nadie. El trotefue demasiado rápido, diríase que taquicárdico, y mi gesto serionada tenía que ver con la expresión dulce e ingenua de una niña.Así que gané mi asiento con la certeza de haber hecho los quincemetros más ridículos de mi vida. Disimulando y corriendo a lavez. Tú me dirás.

El paisaje urbano a través de la ventanilla me devolvió unsosiego desconocido. Me sentía bien, uno más. Ese fue el pro-

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blema, que con el ánimo recuperado intentaba hacer cómplice agente que veía por la calle. Yo pensaba que, en el peor de loscasos, les perdería de vista rápido si me poseía otra vez el homo-sexual salidillo que llevaba dentro y, cuando la cosa funcionara, lacomunicación sería un nexo con mi cordura.

Cuando llegamos a la altura de Cuatro Caminos ya me sentíaseguro, graciosillo incluso. Vi un par de jóvenes que me mirabany, yo, todo resuelto, les devolví una sonrisa muy sincera. Creo queagité las trenzas, además, para darle más color al momento. Sinembargo, a los dos primeros, que ahora caía en su atuendo, pronto se les unieron otros diez o doce rapados vestidos de negro,chaquetillas verdes con insignias y botas militares. Y no habíaduda, me estaban mirando a mí, se acercaban a mí, al gilipollas dela cara pintada que mueve las trenzas desde un autobús.

El semáforo recién mudado a rojo me garantizaba un largo minuto para compartir. Al instante, dos o tres de ellos se cuadrabanhaciéndome el saludo nazi, otro se subió a un banco, se bajó labragueta y se sacó la polla (que a mí me pareció enorme) y el restome miraba. Estaban serios. Sentí muy, muy claramente, que mequerían asesinar, que un gesto en falso y tomaban el bus al asalto.Así que giré lentamente la cabeza con el corazón luchando porsalirse del pecho mientras una gota fría como las de Murcia res-balaba por mi espalda. El semáforo duró una vida y media, y yo nomoví un músculo con la mirada fija en un desperfecto que tenía lasilla de delante, hasta que arrancó el maldito bus e incluso durantelos cinco minutos siguientes. Aún paralizado, me los imaginaba de-trás de mí, en motos, esperando cual coyotes hambrientos el mo-mento en que la nena pisase tierra firme.

Creo que debí de adelgazar unos siete kilos del susto porque,al final, se quedó en eso. Y sí, yo reconozco que me había estado

ganando dos hostias desde el mismo momento en que salí decasa, que apetece mucho partirle la cara a Caperucita, que debí de ser el sueño que siempre quiso soñar un skin, pero joder, queera Carnaval.

Sin embargo, la duda que tengo ahora es lo que decía al prin-cipio: qué es exactamente lo que les provocó, ¿mi disfraz penoso?,¿mi irreverencia al saludarles?, ¿mi pelo largo? podía haber lle-vado peluca.

Eso es lo malo, hoy en día, hagas lo que hagas, en un grado oen otro, tal vez estés provocando a alguien. Yo, mira tú pordonde, me he quedado con las ganas de saber de qué manera in-comodé a los skins. A ver si un día de estos me los encuentro otravez y se lo pregunto, pero, sin maldad, de buen rollo.

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ÍNDICE

AUTORRETRATO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Caperucita ofende . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

El carnicero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Normal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

Las carpas-cerdo del Retiro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

Camarero madrileño. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

Querido funcionario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27

La rampa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

Tu selva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

Días exentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

La niña de tus ojos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

Palomas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53

Chispa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63

La derrota del sueño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

Crónicas de El Cairo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71

Fumadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77

Epílogo de las realidades cotidianas . . . . . . . . . . . . . 81

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