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1 QUMRÁN Curso de Arqueología y Geografía PIB-SBF Jerusalén 2013 I. GEOGRAFÍA Y HISTORIA Jirbet Qumrán (del hebreo קומראןy que en árabe significa la doble luna, por el efecto realizado sobre el Mar Muerto en días de luna llena) es un valle del Desierto de Judea que se encuentra en la costa noroccidental del Mar Muerto. Situado en una terraza a cerca de dos (2) kilómetros del Mar Muerto y trece (13) kilómetros al sur de Jericó, sobre los acantilados que se hallan tras la estrecha franja costera a 375 metros bajo el nivel del mar Mediterráneo. La arqueología moderna ha identificado poblaciones asentadas en el lugar tan lejos en el tiempo como el siglo VIII a.C. Pero lo que ha hecho célebre este lugar es la secta de los Esenios, de los cuales se afirma que habitaron la zona durante dos siglos aproximadamente, en el periodo del reinado Asmoneo hasta la revuelta judía contra Roma. De hecho, el sitio fue construido durante o con anterioridad al reinado de Juan Hircano entre el 134 y el 104 a.C. y tuvo distintas etapas de ocupación hasta probablemente la caída de Jerusalén en el año 70, cuando Tito y la Legio X Fretensis destruyeron el asentamiento de los esenios en el 68. De esta secta, se han podido obtener escritos vinculados a la historia y al patrimonio espiritual tanto de judíos como de cristianos: los famosos rollos del Mar Muerto, hallados en 1947 en grutas alrededor del asentamiento. Cerca de estas ruinas, entre los promontorios al occidente, se encuentra un conjunto de cuevas, donde en 1947 dos pastores beduinos Jum’a y su primo Mohammed ed-Dhib, de la tribu de los Ta’amreh en Belén, quienes descubrieron casualmente, mientras perseguían a una de sus cabras, siete rollos con textos religiosos: dos Rollos de Isaías 1QIsa y 1QIsb, el Comentario (Pesher) de Habacuc, el Rollo del Agradecimiento (Hoyadot, por comenzar con una fórmula de acción de gracias), la Regla de la Comunidad o Manual de Disciplina, el Rollo de la Guerra (Milhamah, donde hace referencia a la batalla de los “Hijos de la Luz” contra los “Hijos de las Tinieblas”), y el Libro Apócrifo del Génesis, escrito en arameo. Estos rollos fueron vendidos (fraccionados, para aumentar su precio), mediante diversas vicisitudes a dos anticuarios de Belén. Cuatro de ellos fueron vendidos por una pequeña cantidad al archimandrita del monasterio sirio-ortodoxo de San Marcos en Jerusalén, Atanasio Josué Samuel. Los tres siguientes, al final, fueron a parar al profesor judío Eleazar Sukenik, arqueólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén que, dándose cuenta del valor de los mismos, los compró en 1954. Excavaciones arqueológicas realizadas desde 1950 en once cuevas, han permitido localizar diversos manuscritos sobre la historia, estatutos y preceptos de la Comunidad de la Alianza, que habitó el sitio; libros apócrifos intertestamentarios y las versiones de libros de la Biblia, en hebreo y arameo, más antiguas que se conocen. Desde 1951 hasta 1956 fueron excavadas también las ruinas por un grupo de arqueólogos franceses encabezados por el Padre Dominico, Roland de Vaux, al frente de L’Ecole Biblique en Jerusalén, certificando la actividad esenia en el lugar, conclusión que ha llegado a ser conocida como la “Hipótesis de los Esenios de Qumrán”. Los rollos encontrados en jarras y preservados por el clima árido de la región, contenían libros del Antiguo Testamento -excepto

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QUMRÁN Curso de Arqueología y Geografía

PIB-SBF Jerusalén 2013

I. GEOGRAFÍA Y HISTORIA

Jirbet Qumrán (del hebreo קומראן y que en árabe significa la doble luna, por el efecto realizado sobre el Mar Muerto en días de luna llena) es un valle del Desierto de Judea que se encuentra en la costa noroccidental del Mar Muerto. Situado en una terraza a cerca de dos (2) kilómetros del Mar Muerto y trece (13) kilómetros al sur de Jericó, sobre los acantilados que se hallan tras la estrecha franja costera a 375 metros bajo el nivel del mar Mediterráneo. La arqueología moderna ha identificado poblaciones asentadas en el lugar tan lejos en el tiempo como el siglo VIII a.C. Pero lo que ha hecho célebre este lugar es la secta de los Esenios, de los cuales se afirma que habitaron la zona durante dos siglos aproximadamente, en el periodo del reinado Asmoneo hasta la revuelta judía contra Roma. De hecho, el sitio fue construido durante o con anterioridad al reinado de Juan Hircano entre el 134 y el 104 a.C. y tuvo distintas etapas de ocupación hasta probablemente la caída de Jerusalén en el año 70, cuando Tito y la Legio X Fretensis destruyeron el asentamiento de los esenios en el 68. De esta secta, se han podido obtener escritos vinculados a la historia y al patrimonio espiritual tanto de judíos como de cristianos: los famosos rollos del Mar Muerto, hallados en 1947 en grutas alrededor del asentamiento.

Cerca de estas ruinas, entre los promontorios al occidente, se encuentra un conjunto de cuevas, donde en 1947 dos pastores beduinos Jum’a y su primo Mohammed ed-Dhib, de la tribu de los Ta’amreh en Belén, quienes descubrieron casualmente, mientras perseguían a una de sus cabras, siete rollos con textos religiosos: dos Rollos de Isaías 1QIsa y 1QIsb, el Comentario (Pesher) de Habacuc, el Rollo del Agradecimiento (Hoyadot, por comenzar con una fórmula de acción de gracias), la Regla de la Comunidad o Manual de Disciplina, el Rollo de la Guerra (Milhamah, donde hace referencia a la batalla de los “Hijos de la Luz” contra los “Hijos de las Tinieblas”), y el Libro Apócrifo del Génesis, escrito en arameo. Estos rollos fueron vendidos (fraccionados, para aumentar su precio), mediante diversas vicisitudes a dos anticuarios de Belén. Cuatro de ellos fueron vendidos por una pequeña cantidad al archimandrita del monasterio sirio-ortodoxo de San Marcos en Jerusalén, Atanasio Josué Samuel. Los tres siguientes, al final, fueron a parar al profesor judío Eleazar Sukenik, arqueólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén que, dándose cuenta del valor de los mismos, los compró en 1954. Excavaciones arqueológicas realizadas desde 1950 en once cuevas, han permitido localizar diversos manuscritos sobre la historia, estatutos y preceptos de la Comunidad de la Alianza, que habitó el sitio; libros apócrifos intertestamentarios y las versiones de libros de la Biblia, en hebreo y arameo, más antiguas que se conocen. Desde 1951 hasta 1956 fueron excavadas también las ruinas por un grupo de arqueólogos franceses encabezados por el Padre Dominico, Roland de Vaux, al frente de L’Ecole Biblique en Jerusalén, certificando la actividad esenia en el lugar, conclusión que ha llegado a ser conocida como la “Hipótesis de los Esenios de Qumrán”. Los rollos encontrados en jarras y preservados por el clima árido de la región, contenían libros del Antiguo Testamento -excepto

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Esther, 1y 2 Mac-, y libros propios de la comunidad.

En el ámbito académico, algunas teorías han afirmado que las cuevas podrían haber sido bibliotecas permanentes de la secta, debido a la presencia de los restos de un sistema de estanterías. Otras hipótesis proponen que algunas de las cuevas también sirvieron como refugios para los habitantes la zona. Muchos de los textos que se encuentran en las cuevas parecen representar ampliamente las creencias y prácticas judías convencionales de la época, mientras que otros textos parecen hablar de interpretaciones únicas o prácticas minoritarias divergentes. De hecho, algunos autores afirman que los habitantes de Qumrán no era la secta de los esenios, formalmente hablando, sino una división más radical al interno de esta secta. Otras teorías proponen interpretaciones no sectarias, entre ellas que se tratase de una fortaleza asmonea, posteriormente convertida en casa de alguna familia rica, o incluso un centro de producción de cerámica. Otros investigadores plantean que algunos de estos textos describen las creencias de los habitantes de Qumrán o el asilo para los partidarios de la familia sacerdotal tradicional de los sadoquitas contra los gobernantes asmoneos. Esta última teoría se obtiene de una epístola literaria publicada durante la década del 1990 en la cual se expresan las razones para la creación de una comunidad, algunas de las cuales se asemejan a los argumentos saduceos en el Talmud.

Aparte de los hallazgos arqueológicos, otras fuentes literarias pueden ayudar a la identificación del asentamiento de Jirbet Qumrán. Por ejemplo, desde antiguo, Filón de Alejandría habla de la comunidad de los esenios y habla de algunas características religiosas de la secta, aunque afirma no haber estado en el lugar. Flavio Josefo, que no menciona directamente el nombre de Qumrán, asevera haber vivido entre los esenios y los incluye dentro de las tres grandes filosofías que representaban el mundo judío de la época. Un dato interesante es que Flavio Josefo menciona a los esenios habitando en ciudades y aldeas, fuera de la zona de Qumrán. Escribe también sobre algunas características de la secta, aludiendo a la costumbre de baños rituales, comidas en común y una radical fidelidad a la Ley de Moisés. Otra fuente que identifica a los esenios y la posibilidad de su localidad en Qumrán es Plinio el Viejo, que los sitúa al oeste del Mar Muerto, entre Jericó y Ein Gedí. Al interno de los documentos de Qumrán, si bien el nombre de “esenios” no se encuentra escrito, sí se habla de los hijos de Efraím, Manasés y de Judá que, en paralelo con las tres filosofías presentadas por Flavio Josefo, éstos corresponderían a los grupos de fariseos, saduceos y esenios, pues ellos se autodenominan en los escritos, los hijos de Judá y sus costumbres y modos de vida reflejarían un alto contraste con los otros dos grupos.

II. ARQUEOLOGÍA

La construcción original data del siglo VIII a.C. y duró abandonada varios siglos antes de ser reutilizada por los esenios; era una pequeña fortaleza, con algunas habitaciones en el interior y una cisterna circular para el abastecimiento de agua. Autores creen que era el sitio nombrado en algunos escritos antiguos conocido como Secacah. Lo que quedaba en pie, fue ocupado por una comunidad hacia el 135 a.C. o unos años antes, cuando se añadieron dos cisternas rectangulares, una red de acequias, y dos hornos de alfarería. Los escritos de la

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comunidad, se refirieron desde entonces al sitio como “Damasco“. Hacia el 100 a.C. la construcción fue ampliada notablemente para servir a un número mayor de personas. Fue construido un sistema mucho más complejo de abastecimiento de agua alimentado por una corriente estacional que corría cerca, y llevado por un túnel y canales hacia grandes cisternas de almacenamiento, tres de ellas enormes.

Se levantó una torre maciza cuadrada que protegía la entrada, y se construyeron también depósitos y salones amplios, uno de ellos con bancos a lo largo de las paredes, apto para reunir muchas personas y otro, al lado, con una cocina y una despensa adyacentes, vajillas y otras señales de que éstas pudieron haber servido como comedor. La mayoría de las personas que usaban estos salones no tenían instalaciones adecuadas para residir permanentemente allí, por lo que se supone que una parte habitaba extramuros, en campamentos de Ein Feschka o sitios cercanos, donde los habitantes practicaban labores agrícolas o pastoriles para garantizar su sustento, tal y como lo exigían las propias reglas de la comunidad encontradas en las cuevas.

La construcción principal tenía 40 por 30 metros y el conjunto se extiende 80 metros a lo ancho y tiene 90 metros de profundidad en su ala oeste, 40 metros en el centro y 70 metros en el ala este. Se encontró en Qumrán un ostracón (tabla de arcilla inscrita) con varias líneas en escritura hebrea. Es un contrato en el que un hombre llamado Honi dona sus posesiones, incluido un edificio, un olivar y un huerto de higueras, a un grupo llamado yajad (en hebreo “comunidad”). Si esta lectura es correcta, sirve de evidencia para identificar a la congregación que vivía en Qumrán, y el nombre por el cual los miembros del grupo se designaban así mismos. Este término aparece en otros manuscritos de los esenios.

Un gran cementerio fue descubierto al este de la localidad, alrededor de mil doscientas tumbas, cubiertas de piedra y alineadas en sentido norte-sur, contrario a la costumbre judía. Aunque la mayoría de las tumbas contienen restos de hombres, en ellas también se descubrieron algunas mujeres y niños, pero la datación arqueológica de estas últimas es colocada en una época mucho más tardía, incluso hasta de época medieval. De hecho, las características de los restos humanos de uno y otros difieren por los estudios de alimentación e higiene oral. La excavación de las tumbas, sin embargo, se vio dificultada por protestas de grupos judíos ortodoxos que exigían la preservación de las leyes de excavaciones en sepulcros antiguos y, por tanto, sólo una pequeña parte de ellas fue excavada. Diversas teorías también se acumulan respecto a las tumbas; una de las teorías es que los cuerpos pertenecían a varias generaciones de sectarios, mientras que otra es que fueron traídos a Qumrán pues su entierro resultaba más fácil en el lugar que en sus alrededores rocosos. El único lugar donde se han encontrado tumbas judías similares, alrededor de una docena, es en El-Ghuweir, 15 kilómetros al sur de Qumrán, donde hay unas ruinas de dimensión mucho menor, que datan del siglo I a.C.

Al parecer la antigua fortaleza fue abandonada luego de un terremoto, u otras causas, en el 31 a.C. y reocupada a partir del 4 a.C. Entonces fueron reconstruidas todas las instalaciones en el asentamiento. Se ha encontrado una gran cantidad de piezas de cerámica

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idéntica a la descubierta en la primera cueva, e incluso una jarra idéntica a la usada para depositar los rollos, así como tres mesas largas cubiertas de yeso y varios tinteros que datan de esta época final de la ocupación del sitio y que indican que en el primer piso había un lugar destinado para escribir o copiar manuscritos como los encontrados en las cuevas, conocido como “scriptorium”.

Más adelante, las excavaciones continuaron en las grutas, especialmente en la Caverna 1, donde se hallaron los primeros rollos. Si bien las primeras excavaciones fueron someras, el descubrimiento de los rollos provocó un mayor interés por las ruinas. Luego de los rollos, se encontraron otros restos, sea de cerámica y de otro tipo relacionado con los hallazgos de la Caverna 1, lo que provocó otras excavaciones exhaustivas en el lugar.

Los vestigios propios de la Edad de Hierro encontrados en el lugar, sugieren a los arqueólogos la posibilidad de que el lugar fuera la “Ciudad de sal” descrita en el libro de los Jueces (Jc 16,62) y también con la ciudad de Secacah, la cual viene mencionada en el rollo de Bronce, igualmente hallado en una de las grutas de Qumrán y cuyas aguas pueden identificarse, a su vez, con las de esta ciudad. Posterior a la Edad de Hierro, excavaciones identifican algún uso del lugar que va desde la época asmonea hasta la destrucción del Templo por el Emperador Tito en el 70 d.C. A partir de entonces, algunos han dividido las épocas de uso en tres etapas: un primer periodo que ocupa la dominación asmonea y que, a su vez se divide en dos momentos. El primero durante el gobierno de Jonatán Macabeo, época donde se verifica el conflicto con los saduceos y los documentos hallados en el asentamiento que mencionan al Maestro de Justicia y el Sacerdote Impío; luego, Juan Hircano y Alejandro Janeo, época de gobierno de los sucesores asmoneos, y que finalizó con el terremoto del año 31 a.C.; el segundo periodo, que cubre la época de Herodes el Grande, desde el año 4 a.C. hasta la destrucción a manos de los romanos en la revuelta de los Judíos y, finalmente, un tercer periodo que implicó la ocupación de las ruinas, primero como un bastión militar romano luego del 68 d.C., y en la época de la segunda revuelta, del 132 al 135 d.C. por los rebeldes, pero por muy poco tiempo. De todas maneras, este modo de establecer los periodos históricos de habitación del complejo de Qumrán ha sido cuestionado.

Los edificios descubiertos inicialmente estaban comprendidos por las siguientes estructuras: el edificio principal, la estructura cuadrada de dos pisos que ofrecen un patio central y la torre defensiva en la esquina noroeste, y un edificio secundario, al oeste. Tanto los edificios y los sistemas de agua evidencian signos de evolución constante durante la vida del asentamiento con adiciones frecuentes, ampliaciones y mejoras. El canal de agua se levantó para llevar el agua a las nuevas cisternas más lejos y una presa se colocó en la parte superior del Wadi Qumrán para conseguir más agua, que llegaba al lugar a través de un acueducto. Se complementaron otras habitaciones, ulteriores pisos fueron levantados, hornos de cerámica reubicados y otros lugares fueron reutilizados. Después de los tres tinteros encontrados inicialmente, se han encontrado nuevos en diversos momentos, lo que refleja una significativa actividad escribana, la más alta hallada en cualquier otro lugar durante el periodo del Segundo Templo.

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III. LOS ROLLOS

Uno de los hallazgos más reveladores de Qumrán son los conocidos Rollos del Mar Muerto, el cual motivó el despliegue arqueológico del asentamiento. El descubrimiento casual de los Rollos significó, no sólo la revelación del contenido doctrinal de la secta de los esenios que habitaba el lugar, sino también que impulsó con nuevo vigor y desde diversas perspectivas los estudios de Crítica Textual Bíblica a causa de la antigüedad de los textos bíblicos hallados en las grutas. La cantidad de manuscritos, enteros o en fragmentos, sobrepasan los 800 y pueden ser datados entre los siglos II a.C. y I d.C., convirtiéndose así en los testimonios más antiguos de la Biblia Hebrea.

Son documentos escritos en pergamino, cuyo elemento constitutivo era la piel de cabra, y sobre la cual se escribía con tinta -de la cual se encontraron en el lugar varias fuentes o depósitos-, luego reservados en vasijas de terracota y finalmente distribuidas por las grutas ya conocidas. Son textos en hebreo, arameo y, en menor cantidad, griego, nabateo y latino Posteriormente, después de un sucesivo análisis de los textos, se publicaron copias de los rollos, causando un masivo interés en arqueólogos bíblicos, cuyo fruto sería el hallazgo de otros seiscientos pergaminos, y cientos de fragmentos. Lo más importante de este hallazgo es su antigüedad, que permite estudiar importantes fuentes teológicas y organizativas del judaísmo y del cristianismo, estando entre ellos los textos más antiguos de que se dispone en lengua hebrea del Tanak o Antiguo Testamento bíblico. Se presume que fueron ocultados por los esenios durante las revueltas judías contra los romanos de aquellos años.

Entre los manuscritos se encuentran:

• Los libros del Tanak, incluida una versión más extensa del Libro I de Samuel, con la excepción de Ester y 1 y 2 de Macabeos (comprensible porque ambos libros están relacionados con la victoria de los macabeos, sus enemigos), así como los deuterocanónicos como el Sirácida y el Libro de Tobías. No todos los libros están enteros, están escritos en hebreo consonántico y tienen pocos signos masoréticos. Muchos de los libros que contienen el nombre de Yahvé, lo

presentan con los caracteres del paleo-hebreo (YHWH ↦ hwhy ↦ hwhy). El libro más importante y mejor conservado de la Caverna 1 es el libro de Isaías (1QIsa) con sus 66 capítulos.

• Estudios sobre cada libro de la Escritura, desde un punto de vista esenio. • Los manuales (Regla de la Comunidad o Manual de Disciplina), reglamentos

(Regla de la Asamblea) y oraciones litúrgicas propias de la comunidad (Bendiciones) que habitó el sitio, entre los cuales destaca el Documento de Damasco, que ya había sido encontrado en 1896 en el depósito de una sinagoga, en una versión manuscrita por los caraítas del siglo IX. Otros libros tales como los himnos (Hodayot) el Rollo de la Guerra y otros tantos.

• Un rollo de cobre con cuestiones contables y relativas a la localización de determinados tesoros.

• Diversos textos religiosos intertestamentarios como:

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- el Libro de Enoc - el Testamento de los Doce Patriarcas - el Libro de los Jubileos, donde se expone el calendario solar, diferente a los

que usaban los fariseos y saduceos en el Templo y que conducía a un conflicto por las fechas de celebración de las fiestas de la Ley, pero que concuerda con las normas de la comunidad de Qumrán y es explícitamente citado en el Documento de Damasco (XVI 3-4).

El traductor de estos manuscritos, Florentino García Martínez, escribió que, con la única excepción del rollo de cobre, se trata de una “biblioteca sectaria”, pues los rollos forman un conjunto articulado de concepciones teológicas, escatológicas, morales y éticas. Las normas de la comunidad citan y hacen referencia a todos los textos bíblicos, apócrifos y pseudoepigráficos encontrados, de manera que éstos sustentan a aquellas, que a su vez se consideran intérpretes de textos inspirados que están en la “biblioteca”. El uso del antiguo calendario solar hebreo por la comunidad, claramente diferente al oficialmente vigente en el siglo I, distingue a la biblioteca de los textos de otras corrientes judías, como la de los fariseos.

IV. QUMRÁN Y EL NUEVO TESTAMENTO

Los descubrimientos de Qumrán han arrojado luz sobre las cuestiones teológicas del judaísmo del Segundo Templo. El estudio del contenido y significado de los Manuscritos del Mar Muerto ratifica con profundidad la relación entre el cristianismo primitivo y los israelitas que esperaban el Reino de Dios, enfrentados a los sacerdotes y escribas fariseos y saduceos, las castas dominantes judías, que los persiguieron, tal como es atestiguado desde el principio por los mismos manuscritos. Sin embargo, sin confundir el cristianismo con la secta de los esenios de Qumrán, se puede ver ambos grupos, que comparten ideas teológicas similares, como un modo de resistencia a las estructuras dominantes de la religión de la época.

Un análisis ingenuo, que no tomó en consideración los anacronismos que implicaba tal comparación, trató de identificar a Jesús con el Maestro de Justicia que fundó la congregación esenia, autora de los manuscritos. Pero el nombre de Jesús no se menciona allí ni una sola vez, ni siquiera mediante alusión o clave y tanto los análisis de la antigüedad de los rollos encontrados, como los estudios arqueológicos y el análisis histórico muestran que el Maestro de Justicia vivió a comienzos del siglo II antes de la era cristiana.

Sin embargo, la evidencia de algunas enseñanzas de los manuscritos de Qumrán muestra una fuerte similitud en los antecedentes teológicos de las que aparecen posteriormente en el Evangelio de Juan y otros libros del Nuevo Testamento. De aquí, se puede afirmar, entonces, que los manuscritos y, especialmente la corriente espiritual y el testimonio de vida de los esenios, fueron una fuente del cristianismo primitivo y prepararon en el desierto el camino de Jesús. La propia vida de Juan Bautista en las cercanías de Qumrán, podría llegar a interpretarse como un elemento que preparó el camino para el mensaje de Jesús. Otro elemento que se estudia hoy es la relación de las cartas de Pablo, especialmente la carta a los Gálatas y su relación con el Documento de Damasco. Pablo, de hecho, escribió

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que fue al Desierto y volvió a Damasco, completando tres años (Cfr. Gal 1,17-18), tiempo que coincide con la preparación de iniciación y prueba de los esenios, según testimoniado por Flavio Josefo como los mismos Manuscritos del Mar Muerto: el primer año como tiempo de iniciación e instrucción para la afiliación provisional y luego dos años de prueba.

Hoy se debate, por ejemplo, las fechas de la celebración de la Pascua por Jesús. Afirman que Jesús celebró su última cena de Pascua (Pésaj) según el calendario de Damasco. Según autores, ésta se celebra durante un martes por la noche o el inicio del miércoles según el punto de vista judío y no un jueves, como se conoce en la tradición cristiana. Seguidamente, Jesús murió el día en cuya noche se celebraba la cena de la Pascua oficial, tal como aparece en el evangelio de Juan (Jn 18,28 y 39; Jn 19,31) según el calendario lunar de origen babilónico-griego de 354 días, el cual era rechazado por la Comunidad de Qumrán, pues éstos usaban un calendario solar de 364 días. Aparte de estos detalles y su interpretación, los Manuscritos del Mar Muerto son claves para una comprensión más clara de cómo se desarrollaron el cristianismo y el judaísmo. Ponen de manifiesto un judaísmo distinto al oficial de entonces y establecen un temática que ejercería una influencia fundamental en la teología del Nuevo Testamento.

Diferentes escritos de Qumrán enfatizan temas claves resaltados por Jesús y los cristianos. Entre los temas comunes que se encuentran en los documentos se destacan los siguientes: “Los hijos de las Luz y los hijos de las Tinieblas” (Regla de la Comunidad III:13, 4Q260); La Nueva Alianza (Documento de Damasco VI:19. Cfr. Mt 26,28); la venida del Hijo del Hombre, el Hijo de Dios, llamado Hijo del Altísimo (4Q246), que expiaría por los pecados de los demás (4Q540; Documento de Damasco XIV:19); el Mesías engendrado por Dios (1Q28a) y a la vez Siervo Sufriente (4Q381, 4Q540); el Espíritu Santo (1QHa XX; Documento de Damasco II:12, VII:4, 4Q267); el “Pozo de Agua Viva” (1QHa XVI, Cfr. Jn 2); El bautismo, tiempo en el desierto después de la conversión (4Q414); Cena Sagrada de pan y vino (1Q28a; 1QS VI); Rechazo a todo celo por la riqueza material (Regla de la Comunidad XI:2, Cfr. Lc 16,4. Condena del saqueo y explotación (4Q267,IV; 4Q390); Justificación por la Fe y salvación por la Gracia (1QH V; 11Q5 XIX); Humildad, pobreza de espíritu (1Q33 XIV; 4Q491), “Bienaventurados los humildes” (Cfr. Mt 5,3-4, 11Q5, 1QHa VI); “responder humildemente al arrogante” (Cfr. Mt 5,40); Caridad, amor, compartir (4Q259 III; 4Q267 18 III); La imperfección de los juicios humanos en contraste con la Justicia divina, rechazo a la venganza humana (4Q269 Cfr. Rm 12,17-21); “no dar a un hombre la recompensa del mal”, ni hacer justicia por cuenta propia (Documento de Damasco IX:9, 4Q269), sino responder al mal con bien (Regla de la Comunidad X:17-18, 4Q258); perdón para los que se convierten (Regla de la Comunidad X:20); corrección fraterna mutua (1QS V; 5Q12, Cfr. Mt 18,15-17); la confesión de las culpas (Cfr. Sant 5,16) y la misericordia como algo mejor que el sacrificio de animales (1QS IX). La caída de los reyes de la tierra (1QM XI), el Tiempo del Juicio, la Nueva Jerusalén (2Q24; 5Q15); La comunidad de amor (1QS II) y la fe como templo de Dios; Rechazo al repudio de la esposa (Documento de Damasco IV:21; 4Q271); Condena de interpretaciones “fáciles” (4Q169) de la Palabra de Dios, rechazo a cambiar la Palabra de Dios por las tradiciones humanas (Cfr. Mt 15,3-9); Denuncia de la hipocresía de los fariseos (1QHa XII) y de las prácticas de los saduceos (1Q14; 4Q162): “Ellos buscaron interpretaciones fáciles, escogieron

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ilusiones, buscaron brechas; eligieron el cuello hermoso, justificaron al culpable y condenaron al justo; transgredieron la alianza, quebrantaron el precepto, se unieron contra la vida del justo, su alma aborreció a todos los que caminan con rectitud, los persiguieron con la espada y fomentaron la disputa del pueblo” (Documento de Damasco I:18-21, 4Q267).

Uno de los temas más interesantes y que, a mi entender, merece el esfuerzo de ser profundizado, es el del “Sacerdocio Mesiánico” entre los documentos de Qumrán, especialmente en 11QMelch. Aún en medio de los contrastes teológicos y de las dificultades de lectura e interpretación de la figura de Melquisedec y un punto paralelo con Jesús, ofrece la posibilidad de comprender con mayor precisión el único documento del Nuevo Testamento que habla sobre el Sacerdocio de Jesús, la Carta a los Hebreos. La aparente ruptura con el Sacerdocio Oficial del Templo de Jerusalén durante la época esenia o la interpretación cristiana hecha a partir de la destrucción de éste, podrían sugerir que el autor de la Carta a los Hebreos, hasta ahora anónimo, estaría muy ligado al pensamiento mesiánico de un Sacerdote que libraría a su Pueblo mediante el sufrimiento, a la luz de los textos de Isaías 53. Ese tema está precisamente iluminado por el autor de la Carta a los Hebreos en Hb 5, 5-10. El contexto litúrgico de la Carta a los Hebreos y los documentos alusivos de Qumrán, podrían iluminar la investigación exegética sobre este fondo teológico, único del Nuevo Testamento. Finalmente, aunque al revisar el tratamiento de estos temas parece claro que los rollos de Qumrán no fueron escritos por cristianos, es difícil sostener que no tienen relación alguna con el cristianismo de los orígenes, cuyo camino demuestra haber sido allanado, de alguna forma, por las enseñanzas de los esenios.

BIBLIOGRAFÍA

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