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Álvaro Carvajal Villaplana Racionalidad y emotivismo en la ética de Bertrand Russell Summary: This essay focuses on Bertrand RusselL's second period in ethics (1915-1940). It is the purpose of the author to show how Russell strictLy aking cannot be called an emotivist in ethics, since he never reached that formulation. It proposes that Russell is rather ecLetic, in whose writings eLements of subjectivism, naturaLism, emotionalism and non cognotivism can be found. Resumen: EL presente artículo analiza un se- gundo período ético (1915-1940) de Bertrand Russell. El propósito es mostrar que dicho autor no puede considerarselo emotivista en el sentido estricto, puesto que nunca llega a tal formulación. Se propone que Russell es ecLéctico, encontrándo- se, a la vez, elementos subjetivos, naturalistas, emotivistas y no cognoscitivistas. 1. Introducción La tendencia no cognoscitiva de Bertrand Rus- selI se puede ubicar en un segundo período de su obra ética, comprendido entre los años 1915 y 1940. Aquí se contrapone Russell radicalmente a su primer período (1900-1914): el objetivismo' ; no obstante, en él siempre estará presente una bús- queda de la universalidad y la objetividad de la ética. Los primeros indicadores del cambio, en rela- ción con la etapa anterior, se encuentran en Prin- cipios de construcción sociaL (1916); aunque ya para 1915, Aiken' afirma que el ensayo "Ética de la guerra", publicado en Internacional Journal of Ethics, marca el paso a la nueva etapa. Este aleja- miento y rechazo del objetivismo se debe -aparte de los desarrollos teóricos y la evolución de su pensamiento- a la influencia muy marcada de George Santayana, principalmente de su obra Winds of Doctrine (1913). En general, el no cognoscitivismo es aquella coniente de pensamiento ético que considerara a los enunciados normativos como carentes de con- tenido cognitivo y que sólo expresan la opinión personal-subjetiva de un individuo ante una cues- tión. En este sentido las opiniones personales no adquieren un carácter de obligatoriedad con res- pecto a las demás personas; así la ética, como dis- ciplina normativa, es imposible; desde este punto de vista, se asemeja mucho al subjetivismo, y sur- ge como respuesta a varios ámbitos de problemas: en primer término, a la dificultad de fundamentar los enunciados normativos. En segundo lugar, responde también al criterio empirista del significado, cuyo antecedente se en- cuentra en Hume'. Según este criterio, los enuncia- dos sintéticos sólo tienen sentido si su verdad o falsedad es comprobada mediante la observación; ahora bien, estas observaciones sólo pueden ser ex- presadas mediante lenguaje no normativo, es decir, un lenguaje descriptivo. En el positivismo lógico, esta idea se refuerza con el criterio de verificabili- dad, especialmente con la formulación de Ayer; en RusselI esto se exterioriza en la doctrina del ato- mismo lógico. De esta forma, los enunciados de creencia no afirman verdad o falsedad de su conte- nido, sino el sentimiento del sujeto emisor. En último término, están los problemas origi- nados a partir de los diferentes análisis del lengua- je, cuestión que se desarrollará siguiendo los argu- mentos de Kutschera', para quien la tesis funda- mental del no cognoscitivismo descansa en el aná- lisis del lenguaje moral, refiriéndose a la teoría de los actos de habla tal y como fue formulada por Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXV (86), 207-215, 1997

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Álvaro Carvajal Villaplana

Racionalidad y emotivismo en la ética de Bertrand Russell

Summary: This essay focuses on BertrandRusselL's second period in ethics (1915-1940). Itis the purpose of the author to show how RussellstrictLy Sí aking cannot be called an emotivist inethics, since he never reached that formulation. Itproposes that Russell is rather ecLetic, in whosewritings eLements of subjectivism, naturaLism,emotionalism and non cognotivism can be found.

Resumen: EL presente artículo analiza un se-gundo período ético (1915-1940) de BertrandRussell. El propósito es mostrar que dicho autorno puede considerarselo emotivista en el sentidoestricto, puesto que nunca llega a tal formulación.Se propone que Russell es ecLéctico, encontrándo-se, a la vez, elementos subjetivos, naturalistas,emotivistas y no cognoscitivistas.

1. Introducción

La tendencia no cognoscitiva de Bertrand Rus-selI se puede ubicar en un segundo período de suobra ética, comprendido entre los años 1915 y1940. Aquí se contrapone Russell radicalmente asu primer período (1900-1914): el objetivismo' ;no obstante, en él siempre estará presente una bús-queda de la universalidad y la objetividad de laética.

Los primeros indicadores del cambio, en rela-ción con la etapa anterior, se encuentran en Prin-cipios de construcción sociaL (1916); aunque yapara 1915, Aiken' afirma que el ensayo "Ética dela guerra", publicado en Internacional Journal ofEthics, marca el paso a la nueva etapa. Este aleja-miento y rechazo del objetivismo se debe -apartede los desarrollos teóricos y la evolución de su

pensamiento- a la influencia muy marcada deGeorge Santayana, principalmente de su obraWinds of Doctrine (1913).

En general, el no cognoscitivismo es aquellaconiente de pensamiento ético que considerara alos enunciados normativos como carentes de con-tenido cognitivo y que sólo expresan la opiniónpersonal-subjetiva de un individuo ante una cues-tión. En este sentido las opiniones personales noadquieren un carácter de obligatoriedad con res-pecto a las demás personas; así la ética, como dis-ciplina normativa, es imposible; desde este puntode vista, se asemeja mucho al subjetivismo, y sur-ge como respuesta a varios ámbitos de problemas:en primer término, a la dificultad de fundamentarlos enunciados normativos.

En segundo lugar, responde también al criterioempirista del significado, cuyo antecedente se en-cuentra en Hume'. Según este criterio, los enuncia-dos sintéticos sólo tienen sentido si su verdad ofalsedad es comprobada mediante la observación;ahora bien, estas observaciones sólo pueden ser ex-presadas mediante lenguaje no normativo, es decir,un lenguaje descriptivo. En el positivismo lógico,esta idea se re fuerza con el criterio de verificabili-dad, especialmente con la formulación de Ayer; enRusselI esto se exterioriza en la doctrina del ato-mismo lógico. De esta forma, los enunciados decreencia no afirman verdad o falsedad de su conte-nido, sino el sentimiento del sujeto emisor.

En último término, están los problemas origi-nados a partir de los diferentes análisis del lengua-je, cuestión que se desarrollará siguiendo los argu-mentos de Kutschera', para quien la tesis funda-mental del no cognoscitivismo descansa en el aná-lisis del lenguaje moral, refiriéndose a la teoría delos actos de habla tal y como fue formulada por

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXV (86), 207-215, 1997

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John Austin. Dicha teoría postula que el habla esun modo especial de actuar; en otras palabras, re-salta la idea de la forma en que puede utilizarse ellenguaje (para comunicar, confirmar, recomendar,predecir, etc.). A estas funciones prácticas se lasdenomina sentido ilocucionario.

A partir de las anteriores ideas, Kutschera dis-tingue tres componentes de significado -diferenciadesarrollada por Karl Bühler-, a cada uno de loscuales corresponde uno de los elementos que for-man parte del modelo de comunicación hablante-mensaje-oyente, de esta forma: al hablante, el ex-presivo; al mensaje, el descriptivo; y, al oyente, elevocativo. De acuerdo con el orden anterior de loscomponentes de significado corresponden, a suvez, a los modos ilocucionarios -denominados porKutschera realizativos-, a saber: expresión, afir-mación y exhortación.

La importancia de lo anterior reside en que unamisma oración puede tener diferentes modos reali-zativos: por ejemplo, en un enunciado un individuopuede expresar su intención de actuar de algunamanera y a la vez informar lo que haría. El modorealizativo de un enunciado determina su significa-do, por ejemplo, se enuncia la frase "El perro es pe-ligroso", ella puede tener un significado distinto sise utiliza como prevención o como comunicación.Por otra parte, en los distintos tipos de discurso lostres componentes de significado pueden apareceren diferente grado, o faltar por completo.

Desde esta perspectiva teórica, Kutschera ca-racteriza el no cognoscitivismo como aquellas teo-rías en donde los enunciados normativos no sonoraciones enunciativas. Si bien los primeros pre-sentan la misma forma gramatical de las oracionesenunciativas, ello conduce a suponer que el senti-do ilocucionario es el de una oración enunciativa.Las diferentes teorías no cognoscitivistas interpre-tan de diferente manera el sentido ilocucionario delos enunciados normativos, pero, en general, entodas estas interpretaciones teóricas, el componen-te descriptivo puede estar ausente o desempeñarun papel secundario frente a los componentes ex-presivos o evocativos.

Vistos los aspectos anteriores, Kutschera dis-tingue tres tipos de teorías no cognoscitivas, a sa-ber: A) teorías emotivistas o expresivas: tienen elmodo realizativo igual a una valoración o una opi-nión del hablante; B) teorías evocativas: presentanel modo de realización de una exhortación; C) teo-rías expresivo-evocativas: es decir, una expresióny una exhortación al mismo tiempo.

A todas estas teorías se las denomina ernoti-vistas; sin embargo, esto no es exacto. Kutscheraseñala que la falta de una terminología adecuadapara indicar las varias teorías conduce a relacionarestrechamente la teoría no cognoscitivista con laemotivista. La denominación emotivista sólo co-rresponde en sentido estricto a las teorías expresi-vas y, quizás, a las teorías expreso-evocativas.

Con esta aclaración se quiere considerar a Rus-sell no como un filósofo emotivista en el sentidoestricto, puesto que como se verá, nunca llega auna formulación tal, sino como un pensador ecléc-tico en este período; lo cual constituye la tesisprincipal de este artículo, es decir, se encuentranen Russell, a la vez, elementos cognoscitivistas,emotivistas, subjetivistas y naturalistas. Esto seasienta sobre la argumentación que presenta San-tos Camacho, en cuanto que Russell se mueve en-tre las coordenadas de la razón, la utilidad, el de-seo y la emotividad'. Russell no asume cada unode estos aspectos en forma total o radical, sino quemediatiza, suaviza y procura conciliar.

Por otra parte, resulta evidente que Russellotorga más importancia en esta etapa (1915-1950),a los aspectos emotivos o subjetivos del ser huma-no, llevado a ello por sus ideas lógicas y su filoso-fía de la ciencia.

A continuación se presentan algunos elemen-tos que mueven a Russell a rechazar en principiola existencia de un conocimiento en ética; ense-guida, se analizarán las ideas sobre el principiode universalidad en ética, la objetividad, y el va-lor intrínseco.

2. Papel de la ética en la filosofía

La ética, para Russell, ha sido considerada tra-dicionalmente como una rama de la filosofía; noobstante, dicho autor duda que deba incluirse enésta, según lo expresó en su libro Fundamentos defilosofía (1927)6, a diferencia de la opinión contra-ria que manifiesta en el ensayo "Elementos de éti-ca", de 1910.

En un artículo de 1914, titulado "Del métodocientífico en Filosofía", se hallan las bases de ladiferencia de actitud frente a la ética. Débese estadiferencia a que el avance científico ha sido retra-sado por motivos éticos y religiosos. La cienciapudo alcanzar la objetividad una vez que logró li-brarse de la influencia de la ética'. En este sentidoestos mismos motivos son un "estorbo" para el

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progreso de la filosofía y se deben expulsar deaquélla si se quiere descubrir la verdad filosófica.

¿Por qué la ética es un obstáculo en la investi-gación de las cuestiones filosóficas? La respuestabásicamente consiste en que la ética es subjetiva.Las nociones éticas son, en su esencia, antropo-céntricas. La ética desde una perspectiva metafísi-ca procura "( ...) regir el universo sobre la base delos deseos de los seres humanos, lo cual interfierecon la actitud científica hacia el mundo, pues sepretende que las nociones éticas son la clave parala comprensión del mundo (...)"8; esto, consideraRussell, es esencialmente precopernicano.

Al igual que en su ensayo "Elementos de ética"(1910), en el apartado "Etica y ciencia" del libroReligión y ciencia (1935), Russell admite que estadisciplina posee dos ámbitos de estudio, conside-rados tradicionales, a saber: uno que trata sobrelas reglas morales, que anteriormente denominó la"conducta", y otro referente a lo bueno en sí mis-mo, es decir, acerca del valor intrínseco". En otrostérminos, se trata de la diferencia entre la moral yla ética.

Define a la ética como aquella disciplina que"(...) consiste en principios generales que ayudana determinar las reglas de conducta ..."'o; esto es, laética no indica cómo debe actuar una persona endeterminadas circunstancias. La ética no establecelas reglas de conducta -corno por ejemplo, "nohurtarás"; esto es un asunto de la moral-, sino quedebe proporcionar la "base" (no aclara en qué re-side) a partir de la cual se puedan deducir las re-gias de conducta.

A este respecto, Bertrand Russell explica enReligión y ciencia de 1935", que muchas de lasreglas de conducta son de un origen ritual; su ma-yor función la cumplen en "la vida de los salvajesy de los pueblos primitivos"; no obstante, en lamedida en que la reflexión aumenta en el ser hu-mano, las reglas adquieren menos importancia yse acentúan los "estados de espíritu", lo cual cons-tituye el principio de los sentimientos impersona-les, permite al individuo trascender los interesespuramente personales y facilita el preocuparse porlos demás. Por ende, es el principio de universali-zación"; de éste debe emanar la buena conducta,las reglas son externas e insuficientemente adapta-bles a las circunstancias.

En definitiva, tal y como se formula en Funda-mentos de lafilosofía (1927) y en Religión y cien-cia (1935), a la ética se le asigna la labor de sermediadora en el conflicto entre deseos, de buscar

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los criterios que sirvan para establecer las normasque regulen la conducta humana.

3. De la objetividad a la emotividad

Como ya se afirmó, Russell abandona la ideade la objetividad de la ética. Aun así, la objetivi-dad va a ser considerada como aspiración y un ob-jetivo por alcanzar por parte de la filosofía moral.De alguna forma, como se verá, a los deseos im-personales se les reconoce un carácter objetivo porsu calidad de universalidad. También adquiere im-portancia la idea de la imparcialidad en el momen-to de juzgar las acciones o a la hora de decidir,cuando se trata de los deseos colectivos.

A la vez, hay un rechazo al planteamiento deque la ética contiene algún tipo de conocimientoespecial. Al igual que la corriente de pensamientoneoposivitista, considera que la ciencia es neutral-al menos en este período- y afirma que la ciencia"no tiene nada que decir sobre los valores?".

Obsérvese así que los valores quedan fuera deldominio de la ciencia; incluso va más allá y apun-ta que están fuera de todo dominio del conoci-miento. Por lo tanto, no existe un conocimientoético. De tal forma que la pretensión de cienciaque mantuvo en "Elementos de ética" (1910) seesfuma y queda relegada a lo que Russell conside-ra como una forma de "subjetividad" de los valo-res, la cual, en muchos aspectos, contiene elemen-tos de la teoría emotivista, aunque Russell se con-sidera subjetivista en ética. Este subjetivismo con-siste en "( ...) sostener que, si dos hombres difierensobre los valores, no hay desacuerdo respecto aninguna clase de verdad, sino una diferencia degusto ..."".

Entre muchos otros motivos por los que optapor esta doctrina, se encuentra el argumento dadopor él en cuanto a "( ...) la completa imposibilidadde encontrar argumentos para probar que esto oaquello tiene un valor intrínseco ..."'5; aspecto po-lémico como analizaremos en la tercera sección.Cabe observar un problema a este respecto -coin-cidiendo con Santos Camacho-: la falta de preci-sión del concepto de "valor intrínseco" y, sobretodo, el problema de su reconocimiento.

Cuando Russell rechaza el conocimiento ético,tampoco acepta el conocimiento por intuición. Unconocimiento de tal Índole sólo podría ser posiblesi todas las personas están de acuerdo en lo queintuyen, pero esto no es así, A criterio de Santos

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Camacho, la aprehensión por intuición, sin apoyoreal, resulta ser un conocimiento de "existencia"muy precaria, de ahí que Russell haya dado el pa-so de negarlo".

Desde otra perspectiva, la del análisis del len-guaje, se tiene que para Russelllos enunciados éti-cos no son propiamente proposiciones o afirma-ciones declarativas, para cuya verdad o falsedadse puedan aducir pruebas, sino expresiones de de-seos. En Religión y ciencia (1935), en el apartadotitulado "Ética y ciencia?" afirma que, cuando unser humano expresa "esto es bueno en sí mismo",cree que asevera una proposición del tipo "esto escuadrado" o "esto es dulce"; sin embargo, no exis-te tal equivalencia, pues lo que realmente se quie-re decir es "quiero que todos deseen esto" u "¡oja-lá que todos lo deseen! De tal forma que si se afir-ma "esto es bueno en sí mismo", según las dos in-terpretaciones, llegándose al siguiente dilema: sise plantea como una proposición sólo se afirma elpropio deseo personal, pero si se asume en formageneral no dice nada, solamente que se desea algo.

Russell, además, hace la diferencia entre unaproposición y una "oración" ética; una contieneafirmación, la otra no. Un ejemplo del primero esel enunciado "todos los chinos son budistas", elcual puede ser refutado o confirmado empírica-mente, basta con que aparezca un chino cristiano omahometano. En cambio, el enunciado "yo creoque todos los chinos son budistas" no puede serrefutado porque hace referencia a creencias y noafirma nada acerca de los hechos, la única formade ser probado, según Russell, consiste en que lapersona crea lo que dijo.

Si se afirma "la belleza es el bien", se tiene unenunciado que aparenta ser una proposición, peroen realidad no es tal. Y si se asume como proposi-ción se cae en paradojas. La proposición puede serinterpretada de dos formas; una primera, la igualaal enunciado "¡ojalá todos amaran lo bello!" quecorresponde a "todos los chinos son budistas"; lasegunda, a "yo deseo que todos amen lo bello" si-nónimo de la frase "yo creo que todos los chinosson budistas". Según el análisis de Russell, la pri-mera interpretación no afirma nada, sino que ex-presa un deseo; por tanto, no es verdadera o falsa,así, es una oración que pertenece a la ética. La se-gunda no implica un deseo, hace una afirmación,pero no manifiesta el deseo que dice tener, ésta nopertenece a la ética sino a la psicología. Concluyeel razonamiento diciendo que "( ...) la ética no con-tiene afirmaciones, ya sean verdaderas o falsas, si-

no que consiste en deseos de cierta clase general,a saber: aquellos que conciernen a los deseos de lahumanidad en general -y los dioses, ángeles y de-monios, si existen-o La ciencia puede examinar lascausas de los deseos y los medios de realizarla,pero no puede conocer ninguna sentencia ética ge-nuina, porque se ocupa de lo que es verdadero ofalso?".

Si sólo se considera ésta parte de la doctrinaética de Russell queda la impresión de que es unfilósofo emotivista, y que, por ende, niega la razónen ética; sin embargo y como se señala a continua-ción, en su doctrina se encuentra otro aspecto queexpresa su intención de una búsqueda de la uni-versalidad, de la objetividad (o imparcialidad) ydel valor intrínseco.

4. La Universidady la búsqueda de objetividad

Afirma Abbagnano" que Russell en su filoso-fía siempre parte de la experiencia inmediata yprivada de los individuos, es decir, de lo indivi-dual. En el caso de la ética esta experiencia es eldeseo. La idea de bien en Russell, está conectadacon el deseo, en cuanto que lo deseado por todoses "bueno" y lo que temen es "malo "20. Estacuestión sería simple si todos coinciden en susdeseos, pero como esto no ocurre, los deseos es-tán en conflicto. A la ética le corresponde inten-tar resolver este dilema y procurar escapar de lasubjetividad, cosa que hasta la actualidad no seha logrado con éxito 21.

El deseo, como acaecer, es personal y a la vezsubjetivo. No obstante, lo que se desea es univer-sal, porque, como bien afirma Abbagnano, el obje-to de la ética es universal, en tanto que es universallo que es deseado. Es decir, se espera que lo queuna persona desea sea coincidente con lo que todosdesean. Russell, además, afirma que gran parte delos conflictos en ética estriban en no hacer la dis-tinción entre lo particular y lo universal, cuyo en-otrelazamiento produce muchas confusiones.

Se tiene así, en Russell, que los deseos a losque hacen referencia las aserciones éticas, lo sonde la humanidad en general. Las causas de los de-seos pueden ser estudiadas por la ciencia, lo mis-mo que los medios para realizar los fines; como seanalizó, la ética no es científica, ésta no se ocupade lo verdadero y lo falso y la ciencia no contienevalores, porque se ocupa de la verdad o falsedad.

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Este carácter de universalidad del deseo haceque los deseos adquieran la característica de serimpersonales. A la vez, parecen ser objetivos y te-ner valor en sí mismos. De tal forma que los de-seos en sí mismos no son racionales ni irraciona-les, lo que hacen es entrar en conflicto entre sí yproducir infelicidad, etc., pero no se les puedeconsiderar irracionales solo porque no se les pue-da dar una explicación para sentirlos.

Por tanto, la ética desempeña un papel muy im-portante en la vida de los seres humanos y las so-ciedades, cumple con el deber de regular y dismi-nuir los conflictos; esto por cuanto la ética tieneun objeto que le es propio: "(oo.) es un intento deprestar significación universal, y no meramentepersonal, a ciertos deseos nuestros...?", a diferen-cia de lo expresado en "Elementos de ética", en laque el objeto de dicha disciplina es descubrir lasverdades éticas.

La universalidad que postula Russell se inscri-be en la tradición ética iniciada por Kant, en su ra-zón práctica. Y, a criterio de Abbagnano, esta con-sideración es posible hacerla porque Russell refie-re la característica de universalidad a los deseos"(oo.) no como criterio de valoración de los deseosmismos, sino sólo como exigencia que de hechoposeen los deseos llamados "morales'L.":", es de-cir, se reconoce el "valor intrínseco" de los con-ceptos morales.

En cierta forma -reiterando- Bertrand Russellmantiene la idea de valor intrínseco, puesto que laética cumple otro papel, cual es su capacidad depoder juzgar las teorías éticas, aspecto que a lavez ratifica el carácter metaético de la doctrina deRussell. Por ejemplo, puede haber una teoría éticaque algunos podrán considerar que es inmoral por-que no conduce a las reglas morales aceptadas poruna comunidad; no obstante, esto no quiere decirque esta ética -que critica las reglas prevalecien-tes- sea incorrecta, pues, tal vez, las reglas de lacomunidad no son las deseables. Así, puede existiruna sociedad donde la regla moral aceptada es lacaza de cabezas, pero dentro de esa sociedad pue-de haber personas que no están de acuerdo con di-cha regla.

Para dicho autor, en el caso anterior, no sepuede determinar cuál de las dos teorías es la co-rrecta. Pero, tampoco Russell demandaría, pormedio de ninguna teoría ética, justificar la prácti-ca de los cazadores de cabezas. Consecuentemen-te, la ética no es relativa, existen principios mora-les que sirven de guía para elaborar las reglas,

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que sí son relativas. Si bien no se puede determi-nar cuál es la teoría verdadera o falsa -porque aquíse trata de fines y no simplemente a medios-, sí esposible considerar unas teorías éticas como mejo-res que otras. El gran problema que se presenta es-triba en que Russell no explicita cuáles son estosprincipios ni cómo se fundamentan.

El modelo propuesto por Russell es el del pre-dicador, quien afirma que hay valores buenos ymalos en sí mismos, y su método es la persuasión,es decir, influir en los deseos de los otros y paraesto apela a las emociones; sobre este aspectoRusseIl afirma que "(c..) todo intento de persuadira la gente de que algo es bueno (o malo) en sí mis-mo, y no meramente en sus efectos, depende delarte de despertar sentimientos y no de la apelacióna la prueba.i.'?'.

Ahora bien, si las proposiciones éticas,' comodice RusseIl, sólo expresan emociones, ¿es sufi-ciente quedarse sólo en el ámbito de la subjetivi-dad? En Fundamentos de filosofía (1927), dichoautor responde a la interrogante afirmando que noson suficientes o no bastan las emociones para ca-racterizar la ética o la moral; para él, es mejor ha-I1ar algo más objetivo y sistemático, más constan-te que una emoción personal. En este sentidocuando se declara "yo debería proceder de estamanera", equivale a decir "yo debería obrar de es-ta manera". Entonces, ¿cuáles son las razones paraobrar? No las explícita"; lo que sí indica es que elcarácter de obligatoriedad no puede estar dado porla autoridad, la política o la religión (ya sea la vir-tud o la obediencia). ¿En qué consiste entonces laobligación moral?

La respuesta no es clara en RusseIl, pues no ex-presa cuál es el carácter de la obligación. Pero síse puede suponer que para RusseIl la obligatorie-dad moral no se deduce solamente de la funda-mentación ética, sino que, si la obligación moralha de influir en la conducta, ésta no debe consistirmeramente en una creencia y especialmente encreencias abstractas, sino en un deseo", i.e., de-seos impersonales, altruistas y objetivos. Se re-quiere; por consiguiente, de una actitud, o comoafirmó en Principios de reconstrucción social(1916), un espíritu o mentalidad, esto es, un com-promiso emocional que haga valer, según se pue-de entender, aqueIlos valores intrínsecos que nossirven de guía.

Lo interesante de la anterior propuesta es quela obligatoriedad moral necesita no sólo principiosmorales sino también el compromiso emocional

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del individuo, es decir, el individuo tiene que estarcomprometido, por ende, convencido de la impor-tancia de actuar correctamente.

Según la interpretación de Russell del sentidode obligatoriedad, los deseos impersonales debeno pueden ser estimulados por la educación y lasinstituciones sociales y políticas, puesto que re-quieren una disposición que las oriente hacia lacreatividad y unas condiciones materiales que po-sibiliten el actuar con bien.

Las teorías éticas no hacen surgir los buenosdeseos, según se interpreta; las teorías éticas indi-can las pautas por seguir. Los buenos deseos hayque cultivarlos y sólo así pueden llevar a las per-sonas a actuar correctamente y con bondad. Si losdeseos fueran solamente personales no habría po-sibilidad de influir en los deseos de los otros. Da-do este punto vista, no se puede considerar a Rus-sell como un ético emotivista, como en el caso deAyer; por lo demás, como se verá en el siguienteapartado hay otros elementos que no permitenconsiderarlo como emotivista.

5. La vida buena: emotividad y ciencia

En Fundamentos de filosofía (1927), Russellllega a proponer una especie de síntesis entreemoción y conocimiento, que se formula en unaconcepción de "vida buena", la cual resume laposición ética del autor en estudio en un principiogeneral, que reza así: "( ...) la buena vida es la vi-da inspirada por el amor y guiada' por el conoci-miento'?'. En su ensayo "Lo que yo creo", desa-rrolla este principio y confiere a los elementos deesta síntesis, el conocimiento y el amor, la carac-terística de ser partícipes del cambio social encuanto que el "( ... ) conocimiento y el amor sonsiempre susceptibles de ampliación; por tanto,por buena que sea una vida, se puede imaginaruna vida mejor'?".

Este carácter revolucionario -con un gran con-tenido romántico, expresado en la rebeldía- quele confiere al pensamiento, y que ahora vinculacon el amor, había sido expuesto en su obraPrincipios de reconstrucción social (1916), en lacual expuso:

"( ...) el pensamiento es subversivo y revolucionario,destructible y terrible; el pensamiento es impiadoso pa-ra el privilegio, las instituciones establecidas y los hábi-tos confortables; el pensamiento es anárquico y sin ley,

indiferente a la autoridad y no se da ningún cuidado a ladecantada sabiduría de las edades. El pensamiento con-templa el pozo del infierno y no tiene miedo. Ve alhombre, una débil nota, rodeado de insondables abis-mos de silencio: se mantiene soberbiamente, tan impasi-ble como si fuera el señor del universo. El pensamientoes grande, rápido y libre; la luz del mundo y la gloriaprincipal del hombre?".

La concepción de "vida buena", según "Lo queyo creo" (1925), se contextualiza en la discusiónsobre la confusión de los fines y los medios comocausa de la divergencia en ética. El mismo aspectofue debatido en "Elementos de ética" (1910), sóloque -en aquel momento- consideró que tales diver-gencias eran pocas y que había mayor acuerdo en-tre las personas. Ahora piensa que los desacuerdosen los fines son mucho más de lo que creyó. Este ti-po de desacuerdos son los que la ética debe intentarresolver, pues las divergencias sobre los medios sepueden solucionar científicamente y para esto -co-mo ya se afirmó- no se necesita que la ética seacientífica, sino que el conocimiento requerido es elmismo que se utiliza en las ciencias empíricas. Porlo general, basta la evidencia suficiente para llegara resolver un conflicto de esta índole.

Un ejemplo de este tipo de conflictos es cuan-do todas las personas, al menos en su gran mayo-ría están de acuerdo en un fin, tal como evitar ladeÚncuencia. La divergencia reside en cómo 10-grarlo, i.e., el método, el cual según Russell se re-suelve con la debida discusión técnica.

Existen algunas diferencias acerca de los me-dios, las cuales no pueden ser resueltas con la evi-dencia suficiente; por ejemplo, el caso de la guerrapara lograr unos determinados fines, sobre todo,cuando se considera como un fin en sí mismo.

Acerca de la divergencia entre fines, en la cualla solución no resulta de la mera evidencia o argu-mentación, el ejemplo que ofrece es el enfrenta-miento entre dos éticas, a saber: la de Nietszche yla cristiana. Así, en cuanto a la discusión de los fi-nes no existe posibilidad de probar los conceptos,sino que sólo se pueden exponer los puntos de vis-ta en espera de una aceptación de la mayoría de lagente. Pero 10 anterior plantea una gran interro-gante: ¿es posible dirimir los conflictos éticos enforma racional? Al parecer, y en primera instan-cia, no es posible, sino que deben ser dirimidos"en el campo de batalla", esto es, la política o lalucha social, por el convencimiento de los indivi-duos o mediante la educación. Este último es elmétodo más eficaz a largo plazo.

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A este respecto, Russell no niega la existenciade un razonamiento ético, el cual se puede valerde los datos e interpretaciones proporcionados porla ciencia para fundamentar la toma de decisioneséticas.

Resta considerar que las acciones se deben va-lorar a partir de sus consecuencias; Russell retornael método utilitarista al considerarlo como un cri-terio y un método, a la vez, a la hora de sopesarlas decisiones sobre las acciones. Sin embargo, laargumentación ética no es suficientemente eficazpara producir las buenas acciones si no está acom-pañada del elemento emotivo. En otras palabras,se considera que el autor sugiere que en la tomade decisiones debe haber no sólo una argumenta-ción ética, sino, también, un compromiso emocio-nal del individuo. En este sentido no se trata deactuar moralmente por un deber de tipo kantiano,sino por una convicción, algo que nazca, para po-nerlo en términos metafóricos, del corazón del serhumano.

Con el objetivo de ver las relaciones entre loselementos que componen la vida buena, se explicaesta noción someramente. El amor y el conoci-miento, por separado cada uno de ellos, no puedenproducir una "vida buena"; ambos son necesarios.No obstante, el amor es mucho más importante yaque "( ...) impulsará a la gente inteligente a buscarel conocimiento, con el fin de beneficiar a quienesellos aman ..."JO. La gente que no es inteligente nobusca el conocimiento y puede causar daño a pe-sar de su benevolencia.

El amor lo entiende como emoción y no "comoprincipio". Como principio hace referencia alamor por contemplación. De esta manera distin-gue entre el gozo y la benevolencia pura; porejemplo, se puede sentir gozo por los objetos ina-nimados pero no benevolencia. Este tipo de amores el origen del arte, por ende es un amor contem-plativo. En cambio, el amor como emoción seacerca más al concepto de "benevolencia pura",aunque esta palabra no expresa la mejor idea delconcepto. La "benevolencia pura" es un senti-miento altruista, una especie de paternalismo ouna sublimación de él; tampoco hay una sensaciónde superioridad, sino que comprende un sentidode simpatía.

Para que haya un amor pleno es indispensablela combinación de gozo y benevolencia, ya que el"( ...) gozo sin benevolencia puede ser cruel; la be-nevolencia sin gozo tiende fácilmente a la superio-ridad y a la frialdad ..."". No sólo se requiere de

benevolencia, también hace falta el conocimientopara poder amar; así como para comprender a losotros y ser comprendidos, es decir, no solo se tratade desear el bien, sino que se debe saber en quéconsiste la felicidad. Esto refleja de alguna mane-ra que Russell piensa que el bien se puede cono-cer. Además, para llegar a la vida buena, se debensuponer ciertas bases de vitalidad y de instintoanimal; sin esto, "( ...) la vida se hace mansa y ca-rente de interés'?'.

El conocimiento al que se refiere Russell es elcientífico, así como a los hechos particulares. Nose trata de un conocimiento intuitivo; tampoco seencuentran argumentos para probar que esto oaquello tiene valor intrínseco, el cual sólo se po-dría lograr si todos estuviéramos de acuerdo, perotal cosa no sucede. No existe, por lo tanto, un co-nocimiento ético, pero sí la ética se puede valerdel conocimiento de la ciencia para argumentar.Queda una interrogante, a la que Russell no darespuesta: ¿cómo podemos determinar cuáles sonlos deseos de la humanidad en general que permi-tan universalizar? Por otro lado, ¿cómo podemosconocer qué es la felicidad?

6. Consideraciones finales

Lo primero que se debe resaltar es que Russellmismo es un crítico de sus propias ideas. Respectoa la revisión que él lleva a cabo, el análisis ex-puesto considera que él está en lo correcto cuandorechaza la noción de que la ética deba guiarse porla racionalidadad científica, ya que la filosofíamoral está cargada de emotividad, y debe ser tra-tada de forma diferente. La ética requiere otro tipode racionalidad, tal y como lo afirma Bilbeny 33;

este autor propone -siguiendo a Kant- la existenciade una sóla razón con dos funciones: una teórica yotra práctica la segunda corresponde a la ética. Laracionalidad científica es descriptiva y probativa,pero la de la ética es deliberativa, aunque en mu-chos aspectos formales comparten elementos deargumentación.

En lo fundamental se desprende del estudioque Russell se percata o se enfrenta al problema,pero que no logra desarrollarlo teóricamente, portal motivo no explica en detalle en qué consistiríala racionalidad ética". Un ejemplo de la identifi-cación del problema lo encontramos en Funda-mentos de filosofía (1827), en su capítulo XXI, alanalizar los temas de la emoción, el deseo y la

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voluntad, sostiene que éstos son de menor impor-tancia para la filosofía desde la perspectiva cog-noscitiva, puesto que lo más preponderante paradicha disciplina está en lo teórico, mientras quelas emociones y los deseos son importantes en lapráctica.

La ética para Russell surge de la ambivalenciade la naturaleza humana, esto es del conflicto en-tre deseos e impulsos. La filosofía moral es un es-fuerzo por reducir los conflictos entre los sereshumanos; por lo tanto, es un método que busca so-luciones a partir de principios racionales. He ahí laimportancia de la disciplina y por lo que -aunqueRussell dice que no forma parte de la filosofíapropiamente dicha, según su concepto restringidode filosoffa-, siempre está presente en sus obras"más filosóficas".

En otra perspectiva, importa reconocer qi .:Russell, sin proponérselo, cae en constantes con-tradicciones, si analizamos los componentes de lasdiversas teorías éticas expuestas en la etapa en es-tudio. Una de las más importantes incompatibili-dades es la poca claridad de la noción de valor in-trínseco. Es así como manifiesta que lo "bueno" ylo "malo" no son valores intrínsecos, indefiniblesni conocidos por intuición; según la óptica de lasteorías no naturalistas. Por otro lado, dice Russellque lo "bueno" y lo "malo" son conceptos deriva-dos de otros conceptos, en este caso de los deseos.Los cuales, como se analizó en el apartado cuatro,solo pueden ser los universales e impersonales, y alos que se les atribuye un valor intrínseco y ciertaobjetividad. Pero estos deseos, a criterio de Rus-sell, forman parte de la naturaleza humana y, eneste sentido, podemos considerar la presencia deun naturalismo en RusseIl.

Los deseos que los seres humanos expresan enlas proposiciones éticas, a criterio de Russell, pre-sentan una característica muy peculiar: sólo inte-resan a la ética aquellos que no son personales, esdecir, los deseos impersonales, comunes a toda lahumanidad. Desde este punto de vista, se reconoceuna objetividad o imparcialidad que permite juz-gar las acciones. Si a lo anterior se añade el princi-pio de universalización aplicado a los deseos, seencuentran serias dificultades al querer mantenerun no cognoscitivismo, puesto que, en cierta for-ma, se reconoce un valor intrínseco a los deseosimpersonales, y aquí se está en presencia de unno naturalismo, el cual, por supuesto, adolece delas dificultades que el mismo Russell critica alno naturalismo, es decir ¿cómo podemos conocer

o saber cuáles son los deseos generales o comunesde la humanidad?

Algo sobre lo que no queda duda, en el autoren estudio, es la negación del relativismo en ética.Russell no puede concebir un mundo donde laemotividad sea el único criterio para definir nues-tras posiciones éticas y políticas; debe haber algúnprincipio que norme o que sirva de guía. En estesentido, la ética cumple el papel de aportar esosprincipios guías, de buscar la objetividad entre lasubjetividad y la diversidad de los juicios éticos.

Notas

1. Para más detalles veáse: Carvajal Villaplana, Al-varo; "Objetividad y valor intrínseco en la ética de Ber-trand Russell", en Revista de Filosofía de la Universi-dad de Costa Rica, Editorial de la Universidad de CostaRiq, V. XXXIII, N. 80, junio 1995, p. 48-57.

2. El ensayo en mención no lo hemos localizado,por lo que preferimos tomar Principios de reconstruc-ción social (primera edición, Madrid: editorial Espasa-Calpe, traducción Torralva Beci, 1971) como la primeraobra del período.

3. Veáse el Tratado de la naturaleza humana(1739), el capítulo 2. Otros antecedentes son: CharlesKay Odgen e Ivor Arrns-trong Richards (a principiosdel siglo XX, presentan algunas formulaciones ernoti-vistas); las primeras teorías son de W.H.F. Bames y A.Duncan Jones a mediados del mismo siglo.

4. Kutschera, Franz von; Fundamentos de ética, pri-mera edición, Madrid: editorial Cátedra S.A., traduc-ción María Teresa Hernán-Pérez, 1989.

5. Santos Camacho, M.; Etica y filosofía analítica,primera edición, Pamplona: Ediciones Universidad deNavarra S.A. (EUNSA), España, 1972.

6. Russell, Bertrand; Fundamentos de filosofía, pri-mera edición, s.l., Ediciones G.P., traducción de R.Crespo Crespo y otros, 1963, p. 438.

7. Russell, Bertrand; "Del método científico en filo-sofía", en Misticismo y lógica, Madrid: editorial Agui-lar, traducción de Anibal Froufe, 1973, p. 971,

8. Ibid., p. 976.9. Religión y ciencia, segunda edición, México: edi-

torial Fondo de Cultura Económica, traducción de Sa-muel Ramos, 1973, p. 153-154.

10. Fundamentos de filosofía, p. 438.11. Religión y ciencia, p. 153-154.12. Principios de reconstrucción social, p. 225.13. Russell, Bertrand; "Lo que creo", en ¿Por qué

no soy cristiano?, segunda edición, Barcelona: editorialPockeúEDHASA, traducción de Josefina Martínez AIi-nari, 1987,p. 121.

14. Loc. cit.15. Ibid., p. 163.

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16. Santos Camacho, ob. cit., p. 240.17. Religión y ciencia, p. 161-162.18. Ibid. p. I62.19. Abbagnano, Nicolás; Historia de la filosofía, to-

mo I1I, segunda edición, Barcelona: editorial Montan ySimón, traducción de Juan Estelrich, 1973. p. 640.

20. "Lo que creo", ob. cit., p. 158; Fundamentos defilosofía, p. 446.

21. Religión y ciencia, p. 158.22. Ibid., p. 159.23. Loc. cit.24. Ibid., p. 161.25. Fundamentos de la filosofía, p. 439.

26. Religión y ciencia, p. 164.27. Fundamentos de filosofía, p. 447.28. "Lo que creo", ob. cit., p. 70.29. Principios de reconstrucción social, p. 177-178.30. "Lo que yo creo", ob. cit., p. 74.31. Ibid., p. 72.32. Ibid., p. 73.33. Bilbeny, Nobert; Aproximación a la ética, pri-

mera edición, Barcelona: Editorial Ariel, 1992.34. Para más detalles véase, Carvajal Villaplana,

Álvaro; "Entre la Razón y la pasión: un dilema en la éti-ca de Bertrand Russell", tesis de grado, Escuela de Filo-sofía, Universidad de Costa Rica, San José, 1994.

Álvaro Carvajal VilIaplanaEscuela de Estudios Generales y

Universidad de Costa Ricaacarvaja @cariariucr.ac.cr.