reflexiones jurÍdicas en torno a la representaciÓn ...precisaremos algunas ideas del autor...
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REFLEXIONES JURÍDICAS EN TORNO A LA REPRESENTACIÓN POLÍTICA
EN MÉXICO (SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE)
Hugo MOLINA MARTÍNEZ1
SUMARIO:
I. Nota introductoria. II. Hacia la democracia representativa. III. La
democracia participativa. IV. Esquemas internacionales de participación
ciudadana. V. Conclusiones. VI. Bibliografía.
RESUMEN
La democracia es un sistema político que se basa en el gobierno de las
mayorías en beneficio de todos, aun y cuando las minorías no se encuentren de
acuerdo en la toma de decisiones, sin embargo el beneficio es general y no solo se
aplica a uno cuantos, asimismo la participación ciudadana es la base para todo
sistema político contemporáneo.
PALABRAS CLAVE: Democracia, Estado, Gobierno, Partidos, Votantes.
I. NOTA INTRODUCTORIA
En la primera parte de nuestro trabajo abordamos los antecedentes históricos
de la representación política y los sistemas de participación ciudadana, destacando
a los países europeos como Francia, Grecia y Roma como los precursores de los
diversos sistemas de representación y participación ciudadana y que han sido
modelos para que otros países adopten el sistema político que se adecúe a las
necesidades de los ciudadanos, destacando que nuestro país cuenta con un
sistema político democrático traducido en el gobierno de las mayorías en beneficio
de todos.
Por lo cual, en esta segunda parte abordaremos los tipos de democracia
aplicable en un sistema político y de representación ciudadana, donde
1 Doctor en derecho por el Instituto Internacional del Derecho y del Estado (IIDE) campus Chihuahua, Maestro
en administración pública y Licenciado en Derecho Por la Universidad Autónoma de Chihuahua
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describiremos sus característica, sus semejanzas y diferencias y analizaremos cual
es la aplicable en nuestro país.
II. HACIA LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
Es importante en este trabajo iniciar con un tema apasionante, como lo es la
democracia representativa. Como preámbulo es menester destacar que en el
presente trabajo de investigación no se pretende profundizar en aspectos filosóficos
sobre dicho concepto, sino que, en forma sucinta, se establecerán los aspectos
fundamentales de la democracia concebida como un sistema y estilo de vida.
El concepto democracia tiene sus bases en el antiguo griego, y se forma al
combinar los vocablos demos (que se traduce como “pueblo”) y kratos (que puede
entenderse como “poder” y “gobierno”). La noción comenzó a ser empleada en el
siglo V, a.c., en Atenas.
Así pues, en un sentido literal la democracia se entiende como el poder del
pueblo o gobierno para el pueblo. Esta definición en su concepción primaria, refiere
a la democracia del modelo ateniense de la época antigua, considerado el más
acabado de la democracia directa2. Como se estableció en el Capítulo primero del
este trabajo, la práctica democrática fue desarrollada por los ciudadanos griegos
que, reunidos en asamblea, ejercen el poder soberano, cuyo ámbito de acción
incluye todos los asuntos comunes de la ciudad. Es una democracia
autogobernante. No obstante, en esa época antigua, la participación de la
ciudadanía ateniense estaba limitada, ya que la ejercían sólo los varones que eran
libres; las mujeres, los extranjeros residentes y los esclavos estaban excluidos de
ella.
Luego, en el siglo XVIII, el espíritu democrático ateniense se expandió por
Europa Occidental, que estaba ya cansada de los gobiernos autocráticos; y como
era de esperarse, a los más poderosos no les agradó esta idea en lo absoluto, y la
consideraron revolucionaria. La revolución francesa dio nacimiento a una nueva
2 HELD, David. Modelos de Democracia, Madrid, Alianza editorial, 2001, pág. 29.
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forma de Democracia indirecta o representativa, donde el pueblo gobierna no
directamente, sino a través de sus representantes por él elegidos, era la incipiente
democracia representativa, que significaba una válvula de escape para los que
ostentaban el poder, y así “otorgaban” al pueblo la posibilidad de participar en la
cosa pública través de sus representantes.
Como ya se vio, en el siglo XIX la concepción de democracia adquirió mayor
universalidad con la Declaración de los derechos humanos y su establecimiento en
los órdenes constitucionales, los cuales empiezan a plasmar los derechos políticos
de las personas. Con ello se rompe con el paradigma de que los gobernantes
dimanan de un poder supraterrenal; se vislumbra que ese poder se los otorga el
pueblo, ya que el reconocer que los ciudadanos cuentan con las facultades para
elegir y ser elegidos gobernantes, se consagra el derecho político e inicia, los
sistemas democráticos representativos3.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, el apoyo universal a la democracia
se consolida. Sin embargo esto tuvo lugar al precio de un desacuerdo, también
universal, en cuanto a su significado4. Todos definían a la democracia según sus
propios intereses. De esta manera proliferaron las democracias con apellido:
democracia directa, democracia representativa, democracia liberal o burguesa,
democracia proletaria, socialdemocracia, democracia totalitaria, etcétera.
Los procesos de transición de América Latina han avanzado y se han elegido
gobiernos democráticamente, sin embargo, el proceso amplio de democratización
política no se ha consolidado. Y no la ha hecho porque subsisten "enclaves"
autoritarios, es decir, instituciones, poderes y actores heredados de regímenes
igualmente autoritarios.
3 OLIVOS CAMPOS, José René. La Democracia Participativa en México, en Fernández Ruiz, Jorge, Estudios
de derecho electoral, México, UNAM, 2011, pág. 3
4 HUNTINGTON, Samuel. El Sobrio Significado de la Democracia. Revista de Estudios Públicos Nº33.
Santiago.1989, pág. 32
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De cualquier manera que se vea, no existe hoy en día gobierno o grupo social
o político que no asuma la democracia como un valor insustituible para sus
proyectos. Como es natural en cada una de las realidades nacionales, se
encuentran grados y formas en este proceso de transición que sería sumamente
interesante revisar, pero nuestro espacio aquí no nos lo permite.
Sin embargo, en la actualidad, el concepto de democracia no se debe limitar
a una forma determinada de gobierno, sino también a un estilo de vida, a un conjunto
de reglas de conducta para la convivencia social y política: La democracia debe ser
como forma de gobierno, la participación del pueblo en la acción gubernamental por
medio del voto y del control que ejerce ejercen los ciudadanos sobre la actuación
pública.
Solo para vislumbrar y no dejar de lado a un grande de la democracia,
precisaremos algunas ideas del autor italiano Giovanni Sartori. Para él, la
"democracia" es una abreviación que significa Liberal-democracia. Sartori distingue
tres aspectos:
1. La democracia como principio de legitimidad.
2. La democracia como sistema político.
3. La democracia como ideal.
La democracia como principio de legitimidad postula que el poder deriva del
"demos", el pueblo, y se basa en el consenso verificado, no presunto, de los
ciudadanos5.
La democracia no debe constreñirse a un puñado rimbombante de
acepciones, ni tampoco que el poder derive de la fuerza. En las democracias el
poder está legitimado, además de condicionado y revocado, por elecciones libres y
recurrentes. Hasta aquí está claro que la titularidad del poder la tiene el pueblo. Pero
5 SARTORI, Giovanni. Elementos de Teoría Política. Capítulo 4 Democracia. Alianza Editorial. Madrid. 1987.
Pág. 67
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el problema del poder no es sólo quien lo detenta, sino que también es menester
como se realiza su ejercicio.
La democracia como sistema político tiene relación con la titularidad del
poder y el ejercicio del poder. Según nuestro análisis, en aquellos municipios rurales
o serranos donde existe la interacción de las autoridades con los ciudadanos por
ser municipalidades pequeñas, la titularidad y el ejercicio del poder permanecen
unidos, es decir, es una forma de autogobierno. Pero qué sucede cuando el pueblo
se compone de decenas o centenas de millones, como es el caso de Iztapalapa,
que cuenta con un millón ochocientos quince mil quinientos noventa y seis
habitantes, según el censo poblacional del INEGI 2010. Dicha práctica es imposible
y entonces se hace necesario separar la titularidad del ejercicio; nace así la
democracia representativa.
Señala el filósofo italiano, que aunque se establezcan algunas instituciones
de democracia directa, como el referéndum, el plebiscito o la revocación del
mandato, no es razón suficiente para considerar que las democracias sean directas,
por lo que son gobernadas por representantes. El poder se transmite por medio de
mecanismos representativos.
Por último, considera a la democracia como un ideal. La democracia, como
es en la realidad, no es la democracia como debería ser. La democracia es ante
todo y por encima de todo, un ideal. El elemento ideal o normativo es constitutivo
de la democracia y provee una tensión ideal, sin la cual una democracia no nace, o
bien se distiende rápidamente. El elemento dinámico es esta diferencia entre la
democracia ideal y la democracia real, que hace a esta última perfectible. Cuanto
más se democratiza una democracia, tanto más se eleva la apuesta.
Sin embargo aceptamos como válida la concepción de democracia ceñida al
modelo constitucional liberal, concebida como una democracia puramente formal,
consagrando los derechos humanos en nuestro orden legal y garantizando
elecciones libres.
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Como mencionamos, no es objeto principal entrar a concepciones filosóficas
sobre la democracia; en este capítulo se abonará estableciendo en concordancia
con el Dr. Luis Ponce de León Armenta, la democracia es conducción política, y
conducir implica marcar el rumbo de todos con autorización de todos y para el
cumplimiento de los fines de todos.
La democracia se ha limitado a la facultad de votar y ser votados sin opciones
reales para la población que ejerce el voto, ya que se elige entre opciones
predeterminadas por el autoritarismo que se ejerce en la mayoría de los partidos sin
compromiso social. Es abundancia de participación de todos en las actividades
políticas para combatir la mentira y la demagogia6.
La democracia actual está sustentada en nuestros representantes electos
mediante el voto libre y secreto en las urnas. Empero, la representación sigue
siendo una “ficción”, un debate atribuido a Hans Kelsen7, cuando señaló que no
existe ninguna garantía de que la voluntad de los electores será ejecutada por los
representantes.
Ante la imposibilidad de la democracia directa, donde idealmente todos
pueden participar, en la democracia representativa se nombra a quien habrá de
representar a aquellos que ejercieron su voto. En un principio, la representación se
otorgó mediante el mandato imperativo. Es decir, se elegían representantes que
pudiera cumplir con los designios de los electores8.
6 PONCE DE LEÓN ARMENTA, Luis. Modelo Transuniversal del Derecho y del Estado, Editorial Porrúa. México,
1998. Págs. 159-160.
7 KELSEN, Hans (1934) Esencia y valor de la democracia: forma de estado y filosofía, ediciones Coyoacán,
México,2005 pág. 163
8 ESTRADA RODRÍGUEZ, José Luis, El dilema de la Representación en el gobierno municipal: debate sobre la
democratización vía la deliberación. Universidad Autónoma del Estado de México. Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales, Toluca, Estado de México. 2012. Pág. 102
102
Así, partir de la formación de los partidos políticos, la representación pasó a
ser un mandato libre, porque se otorgaba a los representantes la posibilidad de
actuar con la mejor intención de beneficiar a la mayoría. Su actuación pasó a ser
libre, pero siempre sus decisiones sujetas a los partidos políticos, que son quienes
proponen a los candidatos a cualquier puesto de elección.
Aun en medio del reinado democrático actual, los políticos llegan al poder por
medio de elecciones cada vez más vigiladas y abiertas, pero en muchas ocasiones
no marcan la diferencia entre su interés particular-individual y el puesto público-
universal al que han accedido. Esta situación constituye una de las fallas
estructurales de muchas democracias, principalmente las latinoamericanas, cuya
vida política está plagada de falta de correspondencia entre el ejercicio del poder y
el interés general.
En principio, se supone que el modelo de representación política, que es la
base de las instituciones occidentales, crea una necesaria correspondencia entre
los actos del gobierno y los igualmente ponderados intereses de los ciudadanos en
relación con estos actos. Esta conexión germina desde el desarrollo de las
campañas mismas, en las que los políticos presentan propuestas y compromisos
de gobierno que someten a la valoración y votación de los ciudadanos.
Este esquema contiene los aspectos básicos de la teoría del mandato de las
elecciones, en la que la plataforma ganadora (compromisos y programa electoral)
se convierte en el mandato que el gobierno debe seguir. Desde esta perspectiva,
con las elecciones se establece un contrato entre votantes y representantes que se
configura sobre la base del cumplimiento de los aspectos planteados por el político
en campaña.
En ese sentido, es de esperarse que la acción del gobierno se mantenga
dentro de los parámetros establecidos durante la campaña electoral y que los
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ciudadanos demanden a los candidatos ganadores el seguimiento de determinadas
políticas. Al reconocerse este supuesto, se acepta la existencia de una especie de
“contrato implícito” entre los partidos y los votantes, con el fin de reducir el espacio
para el oportunismo de los representantes.
El problema es que en una democracia representativa, éstos son
formalmente independientes de los electores o del cuerpo electoral que los ha
designado. No están ligados a mandatos ni a instrucciones expresas. En suma, se
excluye toda subordinación jurídica entre representado y representante; estos
últimos no son mandatarios en función del postulado de que el mandatario no
representa fragmentariamente a grupos o distritos aislados, sino a la nación entera.
La función representativa configura la relación entre el gobernante y los electores
como un mandato libre frente al imperativo.
El incumplimiento de compromisos electorales es una constante. Uno se
pierde ante tanta promesa acumulada. Hay muchas palabras vacías de contenido
que se utilizan a menudo, sobre todo meses antes de las elecciones. Como buenos
charlatanes, muchos políticos recurren con extraordinaria facilidad a las promesas
vacías, a la mera retórica y los anuncios rimbombantes. En aras de obtener el apoyo
de los electores, los candidatos suelen ofrecer soluciones imposibles de cumplir.
No existe ninguna certeza de que los gobernantes, una vez electos, actuarán
en beneficio del interés público o, por lo menos, de una mayoría. Contrariamente,
observamos que algunos políticos hacen un uso irresponsable del poder, sentando
las bases para lo que algunos denominan el desgobierno de lo público. Cuando esto
sucede, los objetivos políticos se desvían, ya que entonces pasa a primer plano la
satisfacción de los intereses particulares del político o partido gobernante, con el
riesgo de que se disuelva el Estado de Derecho y también el Estado democrático, y
todo lo público se convierta en un gigantesco botín.
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Por lo antes expuesto, es importante situarnos en el contexto del País, por
ello se plasmará información emanada de la Encuesta Nacional sobre Cultura
Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP), el cual constituye un esfuerzo conjunto
del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y de la Secretaría de
Gobernación (SEGOB), desarrollado en el marco del Plan Nacional de Desarrollo
2007-2012 dentro del Objeto Rector de Democracia Efectiva y Política Exterior
Responsable, en el apartado 5.1 denominado “Fortalecimiento de la Democracia”,
que establece dentro del Objetivo 1, “Contribuir al fortalecimiento de la democracia
mediante el acuerdo con los poderes de la Unión, los órdenes de gobierno, los
partidos, las organizaciones políticas y sociales, y la participación ciudadana”.
Estrategia 1.3, “La promoción de una nueva cultura democrática a través de la
asimilación de las prácticas y los valores democráticos como la legalidad, el diálogo,
la tolerancia, la civilidad, la igualdad, la transparencia y la responsabilidad en los
diversos ámbitos de la vida nacional”.
Derivado de lo anterior se realizó un ejercicio para conocer las características
que se tiene en la cívico-política de los mexicanos, así como evaluar el nivel de
compromiso de la ciudadanía con los valores que deben regir, los principios y las
instituciones del sistema democrático.
La ENCUP se ha levantado en cinco ocasiones, 2001, 2003, 2005, 2008 y
2012, de las cuales tres han sido realizadas por el INEGI (2001, 2003 y 2008). Los
datos que arrojaron fueron son los siguientes:
Ocho de cada diez ciudadanos perciben la política como un tema muy
complicado o algo complicado.
El 76 por ciento de los ciudadanos eligieron a la televisión como el medio
de comunicación al que acuden con mayor frecuencia para enterarse de lo que pasa
en política.
Seis de cada diez ciudadanos ven a la democracia como la forma de
gobierno que más prefieren.
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En cuanto a la confianza institucional, las siguientes instituciones
resultaron ser las mejor evaluadas por parte de los ciudadanos: Médicos, Iglesia,
Maestros, Ejército, Televisión y los Militares. Los que recibieron la peor calificación
por parte de los entrevistados fueron: Sindicatos, Diputados, Senadores, Partidos
Políticos y la Policía.
65 por ciento de los ciudadanos entrevistados declararon tener poco
interés en la política.
Los niveles de corrupción que perciben los ciudadanos en los tres niveles
de gobierno resultaron ser muy elevados; sin embargo, ubican al municipio como el
nivel de gobierno en el que se registra un menor grado de corrupción.
Cuatro de cada diez ciudadanos piensan que en el futuro tendrán menos
posibilidades de influir en las decisiones de gobierno.
Sobre la idea que tienen los ciudadanos del rumbo que lleva el País, 64
por ciento contestó que éste no va por el rumbo adecuado.
Ante la existencia de un problema que aqueja a la ciudadanía, resultó que
las acciones más frecuentes a las que recurre el ciudadano para darle solución son:
organizarse con otras personas, quejarse ante las autoridades y firmar cartas de
apoyo.
Sobre la necesidad que tiene nuestro sistema político de contar con
partidos políticos, un tercio de los encuestados los percibe como poco o nada
necesarios.
44 por ciento de la población entrevistada, encuentra que para trabajar en
una causa común, resulta difícil o muy difícil organizarse con otros ciudadanos.
Ocho de cada diez ciudadanos está de acuerdo o muy de acuerdo en que
el ejercicio del voto es el único mecanismo con el que cuentan para decir si el
gobierno hace bien o mal las cosas.
Tres cuartas partes de los ciudadanos entrevistados dijeron sentirse muy
orgullosos de ser mexicanos.
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En cuanto a la opinión que se tiene acerca del Instituto Electoral, se establece
71.09 de las personas encuestadas manifiestan que su opinión es mala, el 12.39
opina que es muy buena y el 4.49 no supo o no contestó.
Es importante establecer que la ciudadanía no participa activamente en
eventos políticos, ya que el resultado de la encuesta, establece que el 77.82 por
ciento no asistió a ninguno de los eventos políticos celebrados de cara a la campaña
presidencial de 2012, por lo que los partidos políticos debieran voltear a ver esta
respuesta y conocer que sus eventos no llaman la atención, o no son considerados
atractivos para la ciudadanía.
El 80.1 por ciento los mexicanos tiene una muy mala opinión acerca del
Tribunal Federal Electoral, y solo el 8.89 tiene una muy buena percepción de dicho
instituto electoral, mientras que el 8.89 no supo o no contestó la interrogante.
Mucho tendrá que ver la situación económica del País con respecto vida
política, según la encuesta, el 40.22 de los entrevistados dijo tener la misma
situación, es decir; ni mejorado, ni empeorado, el 1.35 por ciento manifestó que su
situación económica ha mejorado mucho, el 21.42 mencionó que ha mejorado algo,
el 20.91 manifiesta que ha empeorado algo, el 15.33 dijo que ha empeorado mucho.
Los entrevistados tienen expectativas de mejorar económicamente, y esto es
aprovechado por los políticos para hacer promesas en campaña; y muestra de ello
es que el 37.76 por ciento considera que su economía mejora algo, contra un 11.77
que piensa que su economía empeorará algo; el 34.12 por ciento responde que la
economía seguirá igual, y con un 4.15 por ciento por igual, mencionan que su
economía mejorará y empeorará mucho.
El nivel de corrupción en el gobierno es un flagelo que azota el poder público,
por lo que el 30.82 por ciento considera que la corrupción seguirá igual; Aunque
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existe la esperanza en un 27.68 que piensa que mejorará, el 33.79 de los mexicanos
considera que empeorará el nivel de corrupción. El 7.71 no supo o no respondió.
En concatenación con lo anterior, las redes sociales como, Facebook y
Twitter, son el boom de la tecnología, pero para fines políticos no son significativos
y para muestra solo el 4.23 de los encuestados manifestaron que checaron
cuestiones políticas diariamente, el 2.37 dijo que lo hizo varias veces a la semana,
el 2.37 una vez a la semana, el 10.75 de vez en cuando, el 38.44 por ciento no
supo y el 41.83 no respondió.
El 76 por ciento de los cibernautas mexicanos tienen menos de 35 años.
El 26 por ciento de los hogares del País cuenta con una conexión a Internet
El 83.6 por ciento de los hogares del País cuentan con un servicio de
telefonía, independientemente de su modalidad.
El 32.2 por ciento de los hogares mexicanos tiene acceso a la televisión de
paga.
Por otra parte, el promedio de porcentaje de hogares con acceso a Internet
del grupo de países de la OCDE, del que México forma parte, es del 71.6
por ciento en 2011; el de México es del 25.9 por ciento en 2012.
Con base en cifras comparativas disponibles de hogares con acceso a
Internet y a una computadora de algunos países latinoamericanos, México
se encuentra dentro del grupo rezagado de esta región, superado por
Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica y Uruguay desde el 2010.
Es de llamar la atención que los mexicanos observan como una normalidad
el grado de complicidad entre los candidatos y los electores, lo que queda de
manifiesto con las siguientes tablas:
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Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP)
Frecuencia Porcentaje (%)
Totalmente de acuerdo 386 32.68
Algo de acuerdo 343 29.04
Opciones de
Respuesta Algo en desacuerdo 187 15.83
Totalmente en desacuerdo 151 12.79
NS
97
8.21
NC 17 1.44
Total 1181 100.00
Figura 4.- En mi comunidad, los políticos frecuentemente intentan comprar votos
con regalos, favores o acceso a servicios.
Derivado de lo anterior, podemos inferir que es por estos motivos que el
30.06% de los encuestados estén de acuerdo en que la gente otorgue su voto a
cambio de regalos, favores o acceso a servicios; el 30.23 está algo de acuerdo, o
sea, que más del 60% está a favor de estas prácticas. Pero son también
conscientes que no sólo los candidatos y los partidos realizan estas prácticas
desdeñables, ya que el 58.93% piensa que ante el ofrecimiento de una despensa a
cambio del sufragio la persona lo aceptaría, por lo que la sociedad ve esta práctica
como algo común.
Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP)
Frecuencia Porcentaje (%)
Totalmente de acuerdo 472 39.97
Algo de acuerdo 381 32.26
Algo en desacuerdo 157 13.29
109
Opciones de
Respuesta
Totalmente en
desacuerdo
102 8.64
NS 61 5.17
NC 8 .68
Total 1181 100.00
No, no aceptaría 341 28.87
No sabe 133 11.26
No contestó 11 .93
Total 1181 100.00
Figura 5.- Los funcionarios públicos se pueden aprovechar de sus cargos para
obtener beneficios personales, sin que tengan consecuencias legales
Lamentablemente en México se presentan acciones de corrupción en el
servicio público de forma reiterada, incluso en el proceso electoral de 2018 el tema
fue lo que marcó la agenda electoral de todos los candidatos, por eso en esta
encuesta se hace patente la negativa de la sociedad a estas acciones que han
mermado el desarrollo político, gubernamental y social de la población mexicana
Figura 6.- Si X persona acepta, ¿usted cree que hace lo correcto o no hace lo
correcto?
Frecuencia Porcentaje (%)
Opciones de Si hace lo correcto 185 15.66
Respuesta No, no hace lo
correcto
922 78.07
No sabe 51 4.32
No contestó 23 1.95
Total 1181 100.00
Quieren que los gobiernos cumplan y trabajen en beneficio del interés
público: para representar los intereses de la sociedad, no los suyos propios ni los
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de alguna minoría a la que puedan estar vinculados o comprometidos. Es por ello
que el incumplimiento de las promesas genera graves afectaciones a la democracia,
como el desprestigio de los políticos, pero sobre todo, un generalizado desánimo
ciudadano.
Lo anterior ayuda a entender la importancia de la rendición de cuentas de los
servidores públicos electos respecto de la legalidad de sus actuaciones, pero
también sobre el grado de eficiencia y eficacia de su desempeño. La democracia no
puede entenderse sin la obligación de los gobernantes a rendir cuentas de su
mandato.
Además, una vez que se han elegido a los representantes locales, no existen
mecanismos institucionales para obligarlos a cumplir las promesas de campaña o
las plataformas electorales.
Las teorías contemporáneas sobre la democracia coinciden en que las
elecciones libres y periódicas son un ingrediente esencial para promover gobiernos
representativos; es decir, gobiernos que realmente representan los intereses de los
ciudadanos. Suponen que las elecciones brindan a los votantes la oportunidad de
elegir plataformas políticas acordes a sus intereses y preferencias, y además que el
voto es un instrumento mediante el cual la gente puede castigar el mal desempeño
de los gobernantes en la próxima elección.
Además de las elecciones, las democracias ofrecen a los ciudadanos otros
mecanismos de participación directa capaces de influir sobre las políticas públicas,
tales como los grupos de presión, la movilización pacífica, los instrumentos de la
democracia directa como el plebiscito y el referéndum, los comités vecinales, o el
contacto informal con los tomadores de decisiones públicas.
Consideramos en este estudio que entre más participativo e incluyente es el
diseño de los procesos de toma de decisiones, mayor es la legitimidad de dichas
111
decisiones ante los ojos de los ciudadanos, y mayores son las posibilidades de que los
programas públicos adquieran sustentabilidad a lo largo del tiempo.
En síntesis, un sistema democrático podría inducir el buen desempeño de los
gobiernos debido a sus dimensiones electoral y participativa: la primera implica que
el riesgo de perder el poder en las urnas en la siguiente elección puede motivar a
los gobernantes en turno a producir buenos resultados durante su gestión. La
segunda implica que la capacidad que tienen los ciudadanos de informarse,
organizarse y participar activamente en la vida pública puede influir en el
desempeño de los gobiernos.
Bajo la actual forma de elección, no se privilegia la relación entre ciudadanos
y representantes. Los ciudadanos ubican solamente al presidente municipal como
su representante, siendo que el cabildo es un órgano deliberativo que contempla a
todos los miembros como representantes de los intereses de la población local. Ante
la abrumadora mayoría del partido ganador, la deliberación es inexistente, incluso
los regidores de oposición se suman por convenir a sus intereses a las políticas
dictadas por el presidente municipal. El desacato a los designios del alcalde se
traduce en represión y desigualdad en el apoyo administrativo, e incluso llega a
afectar su salario, bonos y prestaciones.
En la actualidad, la democracia directa se lleva a cabo en la asamblea anual
de ciudadanos, de pequeñas comunidades, como en los cantones suizos de alta
montaña.
“Los ayuntamientos funcionan con una visión cortoplacista y oportunista,
donde sus integrantes favorecen acciones que les den resultados individuales, en
112
el corto plazo, dada la carencia de normas que los premien o castiguen en el largo
plazo”, establece el municipalista Tonatiuh Guillén.9
El impedimento de forma permanente para que grandes sectores de la
sociedad mexicana accedan al gobierno ha pervertido ha impedido que se tenga
una verdadera democracia conceptualizada como el gobierno de las mayorías;
Nuestro sistema político, ha logrado que mediante la persuasión y la movilización
de apoyo, las minorías se conviertan en las mayorías.
En efecto, en el constitucionalismo moderno la idea de la democracia se
consigna en las normas supremas. Por ejemplo, en la Constitución mexicana de
1917, en el inciso a) de la fracción II de su artículo 3° la define no sólo como una
estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en
el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo; además, dispone
que el criterio que oriente la educación que imparta el Estado, será democrático.
En tanto, el artículo 25 constitucional asigna al Estado la rectoría del
desarrollo nacional para garantizar que fortalezca su régimen democrático,
propósito que se reitera en el artículo 26 constitucional, que obliga al Estado a
organizar un sistema de planeación democrática del desarrollo nacional que
imprima solidez, dinamismo, permanencia y equidad al crecimiento de la economía
para la democratización política, social y cultural de la nación. Lo referente a la
organización ejidal, la fracción VII del artículo 27 constitucional previene la elección
democrática del comisariado ejidal.
La democracia representativa está contemplada expresamente en nuestra
Carta Magna, en el artículo 40 que a la letra dice: “Es voluntad del pueblo mexicano
9 GUILLÉN LÓPEZ, Tonatiuh, Bases para la reforma constitucional en materia municipal, Red de Investigación
en Gobiernos Municipales, IGLOM, documento presentado en el Congreso del Municipio Mexicano, septiembre
de 2004.
113
constituirse en una república representativa, democrática, laica, federal, compuesta
de estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero
unidos en una Federación establecida según los principios de esta ley fundamental.”
Los representantes son auténticos mandatarios, en tanto que su principal
función es la de actuar en nombre y representación de sus poderdantes o
representados, en quienes reside esencial y originariamente la soberanía popular,
de acuerdo al artículo 41 Constitucional. Los retos del marco legal en un régimen
representativo y democrático, consisten en asegurar un sistema confiable de
elección de los mejores ciudadanos que habrán de convertirse en legítimos
representantes populares, así como regular el desempeño de éstos en el ejercicio
de sus funciones, en consonancia con las necesidades, los objetivos y la voluntad
de la comunidad a la cual representan.
Aunque los representantes son elegidos generalmente por distritos o
circunscripciones territoriales, el sistema electoral no suele establecer vínculos
jurídicos directos entre representantes y ciudadanos representados del distrito o
circunscripción en donde fue elegido, estableciéndose una relación difusa basada
en que, una vez electo, el representante popular lo es de toda la Nación y, peor aún,
que obedece a intereses de grupo o de partido.
Los elegidos, de acuerdo con las normas democráticas, representan al
pueblo en las tareas de gobierno (las autoridades del Poder Ejecutivo), o en el
debate mismo (los Diputados y los Senadores). Los designados por quienes
recibieron el encargo de hacerlo como consecuencia de la primera elección,
representan también al pueblo en las distintas funciones que se les encomienda
desempeñar. La representación del pueblo en la democracia moderna no significa
el cumplimiento inexorable de la voluntad de la mayoría.
La democracia representativa puede interpretarse como un mecanismo que
nos permite seleccionar aquellas élites gobernantes que, a partir de su legítima
114
elección, asumen las responsabilidades de gobierno. La democracia participativa,
en cambio, supone que la inclusión de los ciudadanos en las tareas de gobierno no
puede ser secuencial (limitada a la elección de los representantes), sino que ha de
canalizarse hacia el día a día de las actividades gubernamentales.
III.- LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA
Un régimen que se mueve a lo largo y ancho de la población, concede mayor
participación y se hace más representativo. Tal como lo mencionaba el italiano Juan
Bautista Vico, que piensa que tanto el Derecho como los fenómenos políticos están
influidos por el momento histórico, las condiciones fisicogeográficas10 del lugar y el
carácter y las condiciones psicológicas de los grupos humanos, deduciendo que las
instituciones, la democracia, el Derecho y la participación política de los habitantes,
es condición de la mezcla de todos estos factores.
No obstante, la democracia en México llevada a efecto, ha resultado
insuficiente para lograr que las transformaciones culminen en un nuevo orden
político constitucional democrático que consigne distintas formas de participación,
más allá de la democracia representativa que se ha constituido en un sistema
partidocrático pluralista, habiendo omitido la democracia participativa, el cual es uno
de los componentes fundamentales en la Constitución Federal, como son los
derechos políticos de los ciudadanos en términos de estar facultados para realizar
la iniciativa popular, el referéndum, el plebiscito y la revocación del mandato, entre
otros, que podemos identificar como formas democráticas participativas. En suma,
la democracia es comprendida como una forma de Estado, una forma de gobierno,
una forma de vida y un orden económico y social.11
10 Se menciona que el carácter recio, bronco y áspero de los norteños tiene que ver con las condiciones como
el clima, lo agreste del paisaje y lo geografía tan vasta; no es lo mismo participar en un mitin o asamblea en el
Paseo del Reforma, en la CDMX, que en plaza del Ángel, en la Ciudad de Chihuahua, una tarde de verano o
una mañana de invierno.
11 REVUELTA VAQUERO, Benjamìn y PATRÒN SANCHEZ, Fernando (Coords.) La Democracia Participativa,
Visiones, Avances y Provocaciones. México, Universidad de Guanajuato, IFE, Universidad Michoacana de San
Nicolás de Hidalgo. 2010. Págs. 193-203
115
Este problema lo advertía Jean Jacques Rousseau, en el siglo XVIII, al
señalar los aspectos problemáticos de sostener el modelo de la democracia directa
en las sociedades modernas que son de mayor escala, debido a que: “No puede
imaginarse que el pueblo permanezca constantemente reunido para ocuparse de
asuntos públicos,” debido a que para esto, se requieren de muchas condiciones
difíciles de reunir: En primer lugar, un Estado muy pequeño en que sea fácil
congregar al pueblo y en el que cada ciudadano pueda conocer fácilmente a todos
los demás12; en segundo lugar, una gran sencillez de costumbres, que evite multitud
de cuestiones y discusiones espinosas; además, mucha igualdad en las categorías
y en las fortunas, sin lo cual no podría subsistir mucho tiempo la igualdad en los
derechos y en la autoridad; por último, poco o nada de lujo,” y, concluye: “Si hubiera
un pueblo de dioses, se gobernaría democráticamente, pero no conviene a los
hombres un gobierno tan perfecto.” 13
Ya lo señalaba el teórico democrático Joseph Shumpeter,14 que todo régimen
democrático debía tener los siguientes elementos esenciales: la existencia de
minorías y el papel clave del voto popular. Tomando como base lo anterior, en
nuestro País siempre existirán minorías que no acceden ni al diseño de políticas
públicas, ni a los puestos de elección, aunque si participen en las elecciones.
Se ha dado el calificativo de democracias semidirectas a aquellos sistemas
que, siendo representativos y democráticos, reconocen complementariamente en
su marco legal, para ser aplicadas en circunstancias específicas y extraordinarias,
ciertas figuras de participación directa de la ciudadanía en procesos legislativos,
toma de decisiones en asuntos públicos o destitución de servidores públicos, a
saber, referéndum, plebiscito, iniciativa popular, revocatoria de mandato; figuras
que podrían ser ubicadas dentro del género de consultas populares.
12 Esta circunstancia se da de forma natural en los municipios rurales.
13 ROUSSEAU, Jean Jacques. El Contrato Social, Ediciones EDIMAT ,Madrid, 2000, págs. 100 y 101.
14 SCHUMPETER, Joseph. Capitalismo, Socialismo y Democracia. Harper. N.Y. 1947. págs. 68-75
116
Con sus respectivos matices, parece existir una tendencia mundial sobre la
asimilación de estas formas de participación ciudadana en los ordenamientos
jurídicos nacionales de Estados constitucionales y democráticos de Derecho.
Dichas figuras suelen ser contempladas en la norma constitucional (sin que
ello implique una contradicción con el hecho de que, como se mencionó en principio,
es también a nivel constitucional donde se establece el régimen representativo),
delimitándose en normas ordinarias o reglamentarias los casos en que aplican, así
como las circunstancias y requisitos que se deben reunir para tal efecto.
Existen características para determinar la representación democrática que
existe en una sociedad15. Una dimensión refleja la amplitud con que el régimen
facilita la oposición o el debate público, en otras palabras la liberalización. La otra
dimensión es el número de personas que están facultadas para participar, mediante
adecuados mecanismos de representación, en un plano de mayor o menor igualdad,
en el control y discusión de la política del gobierno. Estas dos dimensiones: el
debate público y la capacidad de representación, varían independientemente una
de la otra.
Si bien lo anterior constituye una opción importante para que la ciudadanía
como poseedora esencial y originaria de la soberanía, se manifieste (opción directa,
paralela e independiente a la facultad decisoria de representantes, partidos y otros
actores políticos), es también importante destacar el resultado de ciertas
experiencias, en los que tales mecanismos deben tener un uso normativamente
acotado, so pena de ser utilizados casuísticamente, en forma desmedida y
caprichosa, por regímenes autoritarios, trastocando así el régimen constitucional y
democrático de Derecho mediante la suplantación de la función de los poderes de
representación popular legítimamente constituidos. En tal sentido, los mecanismos
de democracia semidirecta, lejos de enriquecer y fortalecer la vida democrática, se
15 DAHL, Robert A. La Poliarquía. Participación y Oposición. Editorial Tecnos. Madrid. 1989. pág.82
117
pueden convertir en instrumentos censores o legitimadores, según el caso, de la
representación política.
El referéndum, por ejemplo, se erige en una reserva o condición suspensiva
que se reconoce a la ciudadanía para que ésta, mediante voto popular, apruebe o
no, en definitiva, una ley emitida por sus representantes (referéndum legislativo), o
bien, se le identifica como la facultad de la ciudadanía/electorado de decidir sobre
ciertos aspectos fundamentales, como la forma de Estado o la adopción de un texto
constitucional (referéndum constitucional).
El plebiscito no se dirige a la participación de la ciudadanía respecto de actos
de sus representantes en funciones eminentemente normativas (tareas legislativas),
sino, más bien, a su intervención en la toma de decisiones concretas,
administrativas o políticas, que realizan los órganos ejecutivos electos
democráticamente (tareas de gobierno).
Cabe mencionar que, en estricto sentido, las indicadas figuras de democracia
semidirecta no pertenecen al ámbito normativo del derecho electoral, toda vez que
este último tiene como objeto principal el de la debida integración de la
representación política; en tanto que, los mecanismos aludidos, tienden a evitar,
complementar o sustituir, en su caso, a dicha representación, proponiendo la
participación directa y decisoria de la ciudadanía en asuntos como los que se han
bosquejado.
Sin caer en posiciones extremistas (ni admisión indiscriminada ni rechazo
absoluto), una práctica aceptable podría consistir en incluir dentro del marco legal
de una democracia representativa, perfectamente justificadas y acotadas, una o dos
figuras de democracia semidirecta, graduando su aplicación y evaluando
rigurosamente sus resultados. De igual manera, la experiencia indica como
estrategia aceptable la de probar el funcionamiento de estos mecanismos a partir
de su aplicación en comunidades no demasiado grandes (distritos, municipios,
118
estados), por lo que el proceso de reglamentación de los mismos empezaría con las
normas locales o regionales, antes de transitar al marco legal nacional.
En la actualidad ha perdido sentido la contraposición tradicional entre los
instrumentos de democracia directa y los de democracia representativa, a la hora
de configurar la expresión de la voluntad popular. El sistema representativo es hoy
en día la única forma real de plasmar la idea de la democracia, de manera que el
análisis que se haga sobre el funcionamiento del sistema representativo será en
realidad un juicio sobre el funcionamiento de la democracia.
El grado de democracia de un determinado Estado ha de medirse
fundamentalmente por la efectividad con que los órganos institucionales realizan la
representación, y no, en modo alguno, por el grado de pervivencia de técnicas de
democracia directa. Tales mecanismos se configuran no como una alternativa
institucional global a la democracia representativa, sino en el mejor de los casos
como un complemento, vía Referéndum, Plebiscito y Revocación de Mandato.
Incluso así considerados, el juicio que merecen estos mecanismos debe ser, al
menos, cauto:
Por una parte, parece evidente que con un tratamiento constitucional
adecuado pueden complementar las estructuras representativas y de mediación de
los partidos políticos, profundizando en los mecanismos de decisión de los
ciudadanos.
Sin embargo también son susceptibles de un uso abusivo por parte de los
gobiernos. El referéndum, en particular, ha sido utilizado con frecuencia con un
matiz antiparlamentario y personalista. Esto ha ocurrido en regímenes autoritarios
que trataban de compensar la ausencia de auténticos mecanismos de
representación por elección recurriendo a plebiscitos. Parece poder afirmarse con
carácter general que los referendum no constitucionalmente obligatorios suponen el
reconocimiento de que los instrumentos de representación no han sido capaces de
119
resolver el problema, y encierran, con frecuencia, una postura divergente entre el
Gobierno y el Parlamento, cuando no entre el Gobierno y su propio partido.
En definitiva, en la actualidad no pueden considerarse representación y
democracia directa como opciones contrapuestas para organizar un sistema de
gobierno democrático. Por el contrario, una elemental prudencia obliga a tratar con
suma cautela los instrumentos de democracia directa en especial en los países en
transición política, ya que contrastan con los objetivos típicos de esos procesos.
Mientras deban configurar mecanismos institucionales de decisión y de fortalecer
las estructuras de los partidos políticos, los instrumentos de democracia directa se
han usado con frecuencia como mecanismos autoritarios.
Ante el realismo o las imperfecciones de las democracias representativas
modernas, se ha considerado a los procedimientos del modelo denominado de la
democracia participativa, que según Maurice Duverger, consiste en una
colaboración entre los ciudadanos y sus representantes.
El plebiscito es un procedimiento de consulta directa a los ciudadanos sobre
asuntos políticos, que puede referirse a un documento de carácter no legislativo,
una política concreta o a una persona. El plebiscito es consultivo si la decisión del
cuerpo del electorado no vincula jurídicamente a los titulares de la potestad a que
corresponde la decisión, o vinculante, sí se produce efecto vinculatorio. Lo que
interesa finalmente con un sistema de democracia participativa es que los
ciudadanos participen en el ejercicio del poder público.
En consecuencia, podemos entender que el sistema partidocrático en
México, se constituye como el régimen jurídico constitucional que faculta a los
partidos políticos para acceder y retener el poder político otorgándoles recursos,
medios institucionales y derechos para tal efecto, en el que la ciudadanía sólo
120
cuenta para emitir su derecho al voto para elegir a los candidatos propuestos por
aquéllos para ocupar los cargos de elección popular.16
Como se puede advertir de lo anteriormente expuesto, en la Constitución
Federal se reconoce el régimen jurídico de la democracia representativa, en tanto
la democracia participativa es un tema pendiente. Estos son mecanismos de la
democracia directa que aparecen en el constitucionalismo democrático moderno
que complementan a las instituciones de la democracia representativa, tal vez
originadas por la asfixia del sistema político mexicano, que encontró en un momento
histórico la forma de despresurizar la necesidad para que la sociedad se
manifestara.
Las razones que fecundan la democracia participativa son: la ampliación de
los derechos políticos de los ciudadanos; favorecer la legitimidad del gobierno
democrático; fortalecer la participación en la solución de la magnitud de los
problemas sociales, políticos y económicos; mejorar la calidad de vida a través de
la participación ciudadana; aprovechar las capacidades de la ciudadanía en asuntos
que son de interés común en ámbitos locales, estatales y nacional.
En los tiempos presentes, es preferible la democracia en un sentido amplio,
que mantener un sistema partidocrático, que propicia la corrupción, la perversidad
de las instituciones y a la insensibilidad de los problemas sociales y humanos. Como
bien apuntó Thomas Jefferson: “Cualquier gobierno degenera cuando se confía
solamente a sus gobernantes. Por lo tanto, el pueblo mismo es su único depositario
seguro.”17
IV. ESQUEMAS INTERNACIONALES DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA.
16 OLIVOS CAMPOS, José René. Op. Cit. pág. 11
17 JEFFERSON, Thomas, Notas sobre Virginia, cuestión XIV. Autobiografía y otros escritos. Traducción de A.
Escohotado y M. Sáenz de Heredia, Madrid, Editorial Tecnos, 1987.
121
Autores como Robert Dahl, exponen la manera de medir el grado de
participación democrática de un sistema político recurriendo a dos teorías, las que
sin entrar en conflictos dogmáticos, en el presente trabajo es utilizada como
herramienta de comparación. Una primera dimensión refleja la amplitud con que el
régimen facilita la oposición o el debate público, en otras palabras la liberalización.
La otra dimensión es el número de personas que están facultadas para participar,
mediante adecuados mecanismos de representación en un plano de mayor o menor
igualdad, en el control y discusión de la política del gobierno18.
El debate público y la capacidad de representación, según el autor en cita,
varían independientemente una de la otra. Es así como en nuestro País se
desarrollan a menudo controversias públicas respecto a ciertos temas como el de
la legalización de la mariguana, el aborto, temas de seguridad, entre otros muchos,
pero siempre supervisado, incluso dirigido por los factores e intereses de poder. En
México el debate público se ha popularizado en las redes sociales, quienes han
jugado un papel trascedente al poder verter opiniones ya que los canales
institucionales se encuentran limitados. No se omite advertir lo peligroso que se han
vuelto las redes, ya que los temas públicos también se han pervertido hasta
convertirse en armas de ataque y trivialización de la cosa pública.
En el presente trabajo, particularmente en este apartado, consideramos
pertinente mencionar algunos esquemas nacionales e internacionales que pueden
ser experiencias exitosas de participación activa de una sociedad:
A. Consultas Participativas
1.- El Modelo Madrid Participa
18 DAHL, ROBERT A. “La Poliarquía. Participación y oposición”. Editorial Tecnos. Madrid. 1989.
122
La Constitución Española de 1978 cimentó las bases para propiciar una
cultura participativa y la puesta en práctica de diversos modelos de participación
ciudadana en casi todas las grandes ciudades españolas.
Desde el año 2004, el Ayuntamiento de Madrid, aprobó el Reglamento
Orgánico de Participación Ciudadana de Madrid, estableciendo mecanismos que
propiciaran una sociedad más proactiva en la cosa pública y no solamente en el
ámbito administrativo. Estos mecanismos de trabajo se desarrollan a través de
“Consejos” que se agrupan por áreas o actividades, las cuales son:
Consejos Sectoriales.- En estos la ciudadanía participa en temas o
actividades de su interés para la comunidad, como el desarrollo urbano, el empleo,
los servicios sociales, la rehabilitación de los bienes inmuebles municipales, etc.
También se dividen en órganos territoriales de Distrito.- Siendo el distrito, los
órganos primarios y básicos para la participación ciudadana, ya que el Distrito en
España es el ámbito más cercano al vecino, y cuentan con representantes de las
asociaciones de vecinos con implantación en los distintos barrios y de las restantes
asociaciones más representativas. El Reglamento en la materia configura a los
Consejos Territoriales como órganos de participación, consulta, información y
propuesta sobre la actuación municipal cuyo objetivo es “promover una reflexión
conjunta” entre ciudadanía, sus asociaciones, colectivos y las autoridades
municipales, en torno a los asuntos que afectan a la vida cotidiana de los Distritos y
sus Barrios. Implican una forma de participación directa y descentralizada de los
ciudadanos y sus entidades.
En cada Distrito existe un Consejo Territorial adscrito a la Junta Municipal
correspondiente, cuya composición según el artículo 55 del Reglamento respectivo
establece la composición de los Consejos Territoriales de Distrito. Estos órganos
están integrados por un máximo de 51 miembros. En su composición se pueden
distinguir:
123
Representación de naturaleza política, es el caso de la Presidencia del
Consejo y los 8 Vocales vecinos pertenecientes a Grupos Políticos.
Representación de naturaleza asociativa y de la ciudadanía, son los 34
representantes de las entidades ciudadanas pertenecientes a las 16 categorías de
Asociaciones que, como máximo pueden estar presentes en estos órganos y los 4
vecinos a título individual, elegidos de forma aleatoria.
Representación orgánica formada por 1 representante de los Consejos de
Infancia y Adolescencia del Distrito, 1 representante de la Junta Local de Seguridad
y otro de los Centros Municipales de Mayores.
Podrán tener representación en los Consejos Territoriales19, las Entidades
Ciudadanas con domicilio social en el Distrito correspondiente, inscritas y
declaradas de utilidad pública municipal. El periodo de representación es de cuatro
años. La renovación de los representantes de las Asociaciones se lleva a cabo
mediante un sistema de elección directa entre las entidades inscritas y declaradas
de utilidad pública municipal.
¿Cómo opera Madrid Participa? El punto de partida es realizar un diagnóstico
de la situación del territorio, analizando las necesidades que se tienen, los recursos
con los que se cuenta, e identificando posibles ámbitos de intervención y agentes a
implicar. Se elaboran dos diagnósticos, uno por parte de la Autoridad, acompañado
de la documentación soporte y el otro por parte de los vecinos.
Con los diagnósticos antes mencionados, se lleva a cabo el consenso entre
el Gobierno y los vecinos organizados mediante reuniones donde se debatirán y
analizarán.
19 AYUNTAMIENTO DE MADRID. Reglamento Orgánico de Participación Ciudadana, de 31 de mayo de
2004.Consultado el 16 de octubre de 2019 en:
https://www.madrid.es/UnidadWeb/UGNormativas/Normativa/2004/Ficheros/ANM200422.pdf
124
Posteriormente a lo anterior, el Ayuntamiento y la órganos vecinales y con la
se buscan acordar un diagnóstico único definitivo, documento que servirá de línea
de acción.
2.- Consultas de calidad en la prestación de Servicios Públicos Municipales
en Moncloa-Aravaca
Siempre será de vital importancia para cualquier organización conocer el
nivel de satisfacción respecto a su quehacer diario; Loable es que la Junta Municipal
de Distrito de Moncloa-Aravaca, con el apoyo de la Dirección General de
Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Madrid, establece un mecanismo
para que los ciudadanos que residen y trabajan en este Distrito, expresen su sentir,
emitiendo sugerencias y evaluando la calidad de los servicios públicos que presta.
En ese contexto, la administración municipal con el apoyo importante de
encuestadores especializados de la Universidad Rey Juan Carlos, aplican un
cuestionario en campo, el cual arroja información precisa para conocer el grado de
satisfacción de las demandas, expectativas y necesidades tiene el ciudadano
respecto al trabajo desarrollado por las autoridades locales.
Derivado de este ejercicio público donde se agrupan las diversas voces que
tiene la ciudadanía, se toman decisiones públicas. Estas herramientas han sido
referenciadas con otros estudios de similares características realizados en Europa,
y con respecto a otras consultas ciudadanas ya efectuadas en otros distritos de
Madrid con la misma metodología.
Las conclusiones obtenidas de los muestreos, servirán de base para que de
manera informada, el Gobierno Municipal realice los ajustes necesarios para revertir
la opinión negativa que se tenga por parte de los ciudadanos.
125
Esta encuesta permite conocer cuál es la percepción acerca de los servicios
públicos que se prestan, tales como: el funcionamiento y la evaluación de los
servicios públicos; su grado de conocimiento acerca de las plataformas de
participación ciudadana; y la evaluación de los equipamientos municipales
radicados en los barrios del distrito. Asimismo, se conocen opiniones acerca de los
principales rubros como calidad de vida, materia educativa, cuestiones sociales,
centros culturales y deportivos, etc.
B. Presupuestos Participativos.
Un tema toral en las administraciones públicas municipales será la
elaboración y planeación de los egresos con los que se cuentan, y que son
contemplados a través de la Ley de Ingresos. En estos instrumentos de la Hacienda
pública intervienen los Ayuntamientos; La participación de los regidores en la
distribución de los recursos destinados al Presupuesto es casi nula y sólo se remiten
a aprobar los dineros que propone el alcalde junto con sus equipos técnicos. En la
mayoría de los casos, los regidores hacen sentir este malestar, pero finalmente
terminan apoyando la moción presentada por el alcalde, salvo mínimos ajustes.
Por el contrario, el rol del alcalde en la distribución de los recursos resulta ser
fundamental, es él quien decide finalmente cuánto es el dinero que se destina al
Presupuesto. Es por ello que se propone que en un porcentaje de esos recursos,
los ciudadanos cuenten con la facultad de intervenir en la forma en que deberá ser
utilizado el dinero público, porque creemos que la ciudadanía no sólo tiene derecho
a saber en qué se gastan sus impuestos, sino a definir su manejo20.
20 BRISEÑO BECERRA, Carlos Alberto. “ Presupuesto Participativo, Herramienta para la Democracia.”
Congreso del Estado de Jalisco y el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco. México 2011.
126
El presupuesto participativo es un proceso a través del cual la ciudadanía
puede proponer y decidir colectivamente cómo se gasta el dinero público de su
municipalidad21.
El economista y responsable técnico de la primera experiencia del
Presupuesto Participativo en Porto Alegre, Brasil, Ubiratán de Souza, lo define de
la manera siguiente:
“El presupuesto participativo es un proceso de democracia directa, voluntaria
y universal, donde el pueblo puede discutir y decidir sobre el presupuesto y las
políticas públicas. El ciudadano no limita su participación al acto de votar para elegir
al Ejecutivo o al Parlamento, sino que también decide las prioridades de gastos y
controla la gestión del gobierno. Deja de ser un coadyuvante de la política tradicional
para ser protagonista permanente de la gestión pública”.
Durante la Tercera Asamblea de la Plataforma Internacional por los
Presupuestos Participativos realizada el 15 de junio de 2011 en Bogotá, en el marco
del IV Encuentro Nacional de Planeación local y Presupuestos Participativos de
Colombia, se emitió la “Declaración de Málaga” y la “Declaración de Bogotá”, en las
que se definieron características y premisas de forma importante de lo que puede
ser considerado un Presupuesto Participativo:
a) Debe tener como característica el ser vinculante, es decir que sus decisiones
se ejecuten;
b) En ellos se presenta la democracia directa, ya que se emite el voto por
participante;
21 PARÉS, Marc. “Fortalezas y debilidades de las experiencias del presupuesto participativo en Barcelona
(España)”. Consultado el 16 de octubre de 2019 en :
https://www.academia.edu/2075083/Fortalezas_y_debilidades_de_las_experiencias_del_presupuesto_particip
ativo_en_Barcelona_Espa%C3%B1a_-_Book_chapter
127
c) Es del todo incluyente, incorporando a los impedidos legalmente: (menores
de edad, migrantes, etc);
d) Espacios deliberativos, ya que las diversas opiniones tendrán que converger
en la construcción de consensos;
e) Obligación para los representantes y representados, ya que se establecen
sistemas de seguimiento, control social y rendición de cuenta.
Por lo anterior, consideramos que los esquemas de presupuestos
participativos cuentan con las siguientes ventajas:
1) Al ser una práctica, la población experimenta una formación y desarrolla una
cultura democrática.
2) Se reafirma el compromiso de la autoridad con la transparencia de la gestión
y la efectividad del gasto público, al destinarlo a lo que la población considera
necesario, lo que hace posible mayor control sobre las cuentas del gobierno,
crea la posibilidad de aumento de eficiencia y la capacidad administrativa y
política resultante del incremento en el nivel de exigencia de la población.
3) Las zonas económicamente más bajas de la población, tendrán mayores
carencias, de ahí que teóricamente el gasto público se reorientará,
propiciando en que la administración pública municipal, entre en un proceso
más real en la planificación, ejecución, seguimiento y evaluación de las
políticas públicas.
1. Presupuestos Participativos en Brasil
Mención especial merece Brasil, cuya organización político administrativa
está conformada por la unión, que corresponde al Estado nacional, los veintiséis
estados, los 5,565 municipios y el Distrito Federal.22
22 GOMEZ, María Auxiliadora, “Presupuestos Participativos Panorama de Brasil” pág. 39. Consultado el 16 de
octubre de 2019 en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5031184
128
Los municipios en este país al igual que en muchos países latinoamericanos,
son entes política y administrativamente autónomos y el proceso de
descentralización política e institucional que ocurre actualmente en el país resulta
en el fortalecimiento de los gobiernos locales; Actualmente existen 203 municipios
que desarrollan experiencias de Presupuestos Participativos en Brasil, algunas de
ellas con un período de duración de más de veinte años.
Estos mecanismos emergieron a finales de los años ochenta e inicios de los
noventa, en un momento de crisis de las ciudades brasileñas que, en su mayoría,
se encontraban frente una realidad económica y social de extrema dificultad, cuando
la dramática situación financiera de los municipios resultaba en poco o ningún
recurso para nuevas inversiones. Dichos años están marcados por una prolongada
ausencia de inversiones federales o estatales en infraestructura, saneamiento y
vivienda, llevando a una acumulación y retención de demandas urbanas y sociales
generadas por la incapacidad de los municipios para resolverlas.
Como parte del proceso de democratización del presupuesto público en
Brasil, se destaca el surgimiento al inicio de la década de los ochenta de las
primeras experiencias de discusión pública de las inversiones y la elaboración de la
listas de demandas dirigidas a las autoridades municipales.
Estas iniciativas todavía no tenían el carácter vinculante ni la garantía de que
se cumplieran y tampoco había otros mecanismos que asegurasen el carácter
democrático, universal y de control, posteriormente desarrollado por los PP.
De 1989 a 1993 empezó la implementación de las primeras experiencias de
estos instrumentos participativos, abarcando 13 ciudades y llegando a 33 en 1997.
A partir de esta fecha y hasta el año 2005 hubo una expansión de las experiencias
para 170 ciudades pequeñas, medianas y las capitales.
129
En el año 2007 se crea la Red Brasileña de Presupuesto Participativo,
generándose así una vasta expansión de las experiencias, que actualmente llega a
203 ciudades.
Es de resaltar que debido a estas experiencias, existe una continuidad
política, como ocurrió en Porto Alegre, Belo Horizonte y Recife; tres capitales
brasileñas donde el Partido del Trabajo logró elegir tres veces consecutivas a los
Alcaldes.
2. Presupuestos Participativos en Barcelona, España.
Los promotores de dicho instrumento mencionan que son dos las
características que podemos citar del esquema realizado en Barcelona:
La primera es que la ciudadanía participa sobre una determinada cantidad de
recursos del presupuesto municipal; permite obtener unos resultados tangibles,
ejecutables al año siguiente. Pero, sobre todo, fomenta un ejercicio de
corresponsabilización, en la medida en que la ciudadanía se ve forzada a priorizar
entre diferentes propuestas, tomando consciencia de que los recursos son
limitados.
La segunda característica que comparten todas las experiencias es la
periodicidad del proceso. Se trata, pues, de un proceso participativo que se repite
anualmente de acuerdo con el ciclo presupuestario. Con esto se garantiza la
continuidad de la participación de la ciudadanía en la vida pública, se fomenta la
rendición de cuentas con relación a la ejecución de los resultados del año anterior,
y se permite una evaluación continua del mecanismo con la posibilidad de
incorporar mejoras año tras.
130
V.- CONCLUSIONES
Una vez expuesto lo anterior, se concluye que frente a una democracia
insuficiente en México, y buscando mecanismos de control al poder municipal,
emerge la participación ciudadana, con esquemas que permiten converger en la
elaboración de las políticas municipales a los distintos grupos de interés, sectoriales
y territoriales; llegando a acuerdos entre las partes, y estableciendo equilibrios y
controles mutuos, estos mecanismos de participación ciudadana vinculantes a los
Ayuntamientos son: las consultas públicas para la mejor prestación de servicios
públicos, y de priorización de obras y proyectos, y los presupuestos participativos.
Con lo anterior, se dota de un elemento trascendente, ya que en ocasiones la visión
que se tiene desde las Administraciones no coincide con la que se tiene desde la
sociedad, compatibilizando el punto de vista técnico-administrativo, con el
conocimiento cercano y cotidiano que los responsables políticos y vecinos tienen
sobre sus problemas, necesidades y carencias; logrando así que el ciudadano no
limite su participación al acto de votar para elegir al Presidente Municipal y a los
regidores, sino que sea proactivo en relación al poder público.
VI.- FUENTES DE INFORMACIÓN
BIBLIOGRÁFICAS
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la Democracia.” Congreso del Estado de Jalisco y el Instituto Electoral y de
Participación Ciudadana de Jalisco. México 2011.
DAHL, Robert A. La Poliarquía. Participación y Oposición. Editorial Tecnos. Madrid.
1989
ESTRADA RODRÍGUEZ, José Luis, El dilema de la Representación en el gobierno
municipal: debate sobre la democratización vía la deliberación. Universidad
Autónoma del Estado de México. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Toluca,
Estado de México. 2012.
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municipal, Red de Investigación en Gobiernos Municipales, IGLOM, documento
presentado en el Congreso del Municipio Mexicano, septiembre de 2004.
HELD, David. Modelos de Democracia, Madrid, Alianza editorial, 2001
HUNTINGTON, Samuel. El Sobrio Significado de la Democracia. Revista de
Estudios Públicos Nº33. Santiago.1989
JEFFERSON, Thomas, Notas sobre Virginia, cuestión XIV. Autobiografía y otros
escritos. Traducción de A. Escohotado y M. Sáenz de Heredia, Madrid, Editorial
Tecnos, 1987.
KELSEN, Hans (1934) Esencia y valor de la democracia: forma de estado y filosofía,
ediciones Coyoacán, México,2005
OLIVOS CAMPOS, José René. La Democracia Participativa en México, en
Fernández Ruiz, Jorge, Estudios de derecho electoral, México, UNAM, 2011
PONCE DE LEÓN ARMENTA, Luis. Modelo Transuniversal del Derecho y del
Estado, Editorial Porrúa. México, 1998.
REVUELTA VAQUERO, Benjamìn y PATRÒN SANCHEZ, Fernando (Coords.) La
Democracia Participativa, Visiones, Avances y Provocaciones. México, Universidad
de Guanajuato, IFE, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. 2010.
ROUSSEAU, Jean Jacques. El Contrato Social, Ediciones EDIMAT ,Madrid, 2000
SARTORI, Giovanni. Elementos de Teoría Política. Capítulo 4 Democracia. Alianza
Editorial. Madrid. 1987
SCHUMPETER, Joseph. Capitalismo, Socialismo y Democracia. Harper. N.Y. 1947.
132
HEMEROGRÁFICAS Y/O DOCUMENTOS ELECTRÓNICOS:
AYUNTAMIENTO DE MADRID. Reglamento Orgánico de Participación Ciudadana,
de 31 de mayo de 2004.Consultado el 16 de octubre de 2019 en:
https://www.madrid.es/UnidadWeb/UGNormativas/Normativa/2004/Ficheros/ANM2
00422.pdf
GOMEZ, María Auxiliadora, “Presupuestos Participativos Panorama de Brasil” pág.
39. Consultado el 16 de octubre de 2019 en:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5031184
PARÉS, Marc. “Fortalezas y debilidades de las experiencias del presupuesto
participativo en Barcelona (España)”. Consultado el 16 de octubre de 2019 en :
https://www.academia.edu/2075083/Fortalezas_y_debilidades_de_las_experiencia
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