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SECUELAS DEL MALTRATO EN LOS ESQUEMAS DE REPRESENTACIÓN Y EFECTOS DE LOS ESTILOS DE VIDA EN CENTROS DE ACOGIDA Pilar García-Calvo Guerrero 1 , Belén García Torres 2 RESUMEN Se han investigados los modelos de trabajo sobre las relaciones con la madre en dos grupos de niños escolarizados abandonados de ambos sexos (n = 29, y n = 31), con características institucionales distintas, y se han comparado con un grupo control de niños socio-demográficamente equivalentes. Las edades de los niños iban de 6 a 12 años. A todos los niños se les contaron seis relatos cortos en los que se recogían relaciones posi- tivas y negativas entre una madre y su hijo. Los relatos se seguían de una entrevista clíni- ca en la que se analizaba las razones, reacciones y atribuciones de ambos protagonistas. Las respuestas de los niños se clasificaron en categorías y se compararon las proporciones de respuesta entre los grupos y entre pequeños y mayores. Los datos indican que los modelos de trabajo de los niños abandonados adolecen de atribuciones de afecto positivo a la madre, mostrando en cambio más sumisión y justificación de los castigos injustos. Los niños abandonados que viven actualmente con una madre sustituta presentan menos atri- buciones de agresión que los que viven en la residencia, sin embargo, las coincidencias entre ambos grupos superan a las discrepancias. Los resultados se explican en el contexto de la perspectiva de la organización y de la psicopatología evolutiva. ABSTRACT The work models on mother-child relationship have been studied in two groups of school educated children, 29 males and 31 fermales. All were abandoned chil- dren, with different institutional characteristics and were, form the purpose of the study, compared with a control group consisting of children with similar socio-demo- Psicología Educativa, 2000, Vol. 6, n.º 1 - Págs. 51-74 REFLEXIONES 1 Colegio Virgen del Carmen, Toledo. 2 Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Psicología, Somosaguas, Madrid.

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SECUELAS DEL MALTRATO EN LOS ESQUEMAS DEREPRESENTACIÓN Y EFECTOS DE LOS ESTILOS DEVIDA EN CENTROS DE ACOGIDA

Pilar García-Calvo Guerrero1, Belén García Torres2

RESUMEN

Se han investigados los modelos de trabajo sobre las relaciones con la madre endos grupos de niños escolarizados abandonados de ambos sexos (n = 29, y n = 31), concaracterísticas institucionales distintas, y se han comparado con un grupo control deniños socio-demográficamente equivalentes. Las edades de los niños iban de 6 a 12 años.A todos los niños se les contaron seis relatos cortos en los que se recogían relaciones posi-tivas y negativas entre una madre y su hijo. Los relatos se seguían de una entrevista clíni-ca en la que se analizaba las razones, reacciones y atribuciones de ambos protagonistas.Las respuestas de los niños se clasificaron en categorías y se compararon las proporcionesde respuesta entre los grupos y entre pequeños y mayores. Los datos indican que losmodelos de trabajo de los niños abandonados adolecen de atribuciones de afecto positivoa la madre, mostrando en cambio más sumisión y justificación de los castigos injustos. Losniños abandonados que viven actualmente con una madre sustituta presentan menos atri-buciones de agresión que los que viven en la residencia, sin embargo, las coincidenciasentre ambos grupos superan a las discrepancias. Los resultados se explican en el contextode la perspectiva de la organización y de la psicopatología evolutiva.

ABSTRACT

The work models on mother-child relationship have been studied in twogroups of school educated children, 29 males and 31 fermales. All were abandoned chil-dren, with different institutional characteristics and were, form the purpose of thestudy, compared with a control group consisting of children with similar socio-demo-

Psicología Educativa, 2000, Vol. 6, n.º 1 - Págs. 51-74

REFLEXIONES

1 Colegio Virgen del Carmen, Toledo.2 Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Psicología, Somosaguas, Madrid.

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1. INTRODUCCIÓN

A partir de los años 70 surgenmuchos estudios sobre el desarrollo emo-cional de los niños maltratados guiados porla perspectiva de la organización (Cicchetti,1987, 1990). Desde esta perspectiva seentiende el desarrollo como el resultado dela interacción recíproca entre la madre y elniño en un determinado ambiente, desarro-llo que procede a través de una serie dereorganizaciones de los sistemas de com-portamiento. El niño trata de encontrar “lamejor adaptación” en cada momento y lasadaptaciones tempranas favorecen las pos-teriores integraciones y adaptaciones pero,además, permanecen en el repertorio delsujeto y pueden activarse ante situaciones

que merman el control, como aquellas queaumentan la ansiedad. También sucede quealgunas conductas, como el “fracaso adap-tativo” (Sroufe y Rutter, 1984), surgen enel niño maltratado debido a adaptacionestempranas que bloquean o restan flexibili-dad a su estilo de adaptación posterior.Además, la perspectiva de la organizaciónapela al principio de equifinalidad, quesupone que se pueden producir en el desa-rrollo resultados similares por vías distintas,y al principio de multifinalidad, que serefiere a que un mismo factor puede provo-car distintos resultados en varios sistemas.

Desde esta perspectiva se entien-de también que las interacciones con lasfiguras de apego crean en el niño expecta-

Secuelas del maltrato en los esquemas de representación y efectos de los estilos de vida en centros de acogida

graphic characteristics. Age ranged from 6 to 12. All children were told six short storiescontaining positive and negative relationships between a mother and his child. Follo-wing the a clinical interview took place where reasons, reactions and attributions byboth characters were analyzed. Responses by children were ranked into six categoriesand compared with response ratio between groups and between youngest and oldestchildren. Results show that work models of abandoned children lack of attribution ofpositive affection to their mothers, showing instead a higher compliance and approvalof unfair punishment. Abandoned children currently living with a surrogate mothershow less attributions of aggression than those who live in a center. Neverthless, agree-ments exceed discrepancies between the two groups. Results are discussed according toan organizational view and that of the development psychopathology.

PALABRAS CLAVE

Modelos de trabajo, Maltrato, Abandono, Desarrollo.

KEY WORDS

Work Models, Maltreatment, Abandoned, Development.

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tivas sobre interacciones futuras, sobre laspropias figuras y sobre sí mismo. Una vezque la relación de vínculo establecida conla madre, y perceptible en los primerosaños por la conducta del niño, se interiori-za y se representa en un plano cognitivo,da lugar a la elaboración de modelos derepresentación de la realidad o modelosde trabajo (Bowlby, 1976). Siguiendo conBowlby, éste indica que los modelos pue-den presentar coherencia interna o con-tradicciones. El último caso puede produ-cirse cuando los recuerdos de las expe-riencias, procesados de forma episódica,no coinciden con las explicaciones o justi-ficaciones que hacen los padres sobre suconducta, que expresan verbalmente y elniño procesa de forma semántica. Cuandoesto es así, el niño puede disponer devarios modelos que compiten entre sí yque dificultan y confunden sus prediccio-nes. Asociada a esta situación está laexclusión defensiva, que tiene lugar cuan-do el sujeto elimina de su conscienciadatos y episodios que le impiden aceptarun modelo coherente con las explicacio-nes de los padres o con sus deseos devalorar positivamente la realidad, a sumadre y a sí mismo.

La propuesta de Bowlby ha dadolugar a una serie de investigaciones sobrela evolución de los modelos de trabajo.Bretherton (1993) ha avanzado en las for-mulaciones teóricas de Bowlby sobre laemergencia gradual de los modelos detrabajo del niño en la relación con la figu-ra de apego. Para él los años preescolaresson un periodo especialmente significati-vo en el crecimiento de los modelos detrabajo del yo y de otros.

Así mismo, Crittenden (1994) haampliado la teoría describiendo tres siste-mas de memoria en los modelos de traba-jo. El modelo de memoria p r o c e d i m e n t a lse asocia con expectativas de conducta, elde memoria s e m á n t i c a con generalizacio-nes codif icadas verbalmente y el dememoria episódica proporciona la base derecuerdos inconscientes cuando el indivi-duo encuentra experiencias perturbadoraso inexplicables.

También son importantes lasinvestigaciones de Nelson. Afirma Nel-son (1989, 1993) que el discurso de lospadres interfiere en la memoria episódicade los niños al ayudarles a interpretar losacontecimientos pasados y presentes. Deesta forma se irá constituyendo unamemoria biográfica en la que se entre-mezclan los recuerdos directos de aconte-cimientos del niño (memoria episódica)con las narraciones e interpretacionespaternas (memoria semántica). Esta con-taminación de ambas fuentes de memoriapermiten explicar la confusión y conflictoque aparece en los modelos de trabajo dealgunos niños maltratados y que Bowlby(1980) asociaba al mecanismo de exclu-sión defensiva.

Revisando los estudios sobresecuelas psíquicas del maltrato en lainfancia, encontramos que ciertos autoresdescriben al niño maltratado como aisla-do, sumiso, extremadamente pasivo, apá-tico y con falta muy acentuada de res-puesta hacia los demás (Martin y Beeze-ley, 1977; Kempe y Kempe, 1982), otrosencuentran en sus estudios característicascontrarias, como hiperactividad, agresivi-dad, hostilidad, negativismo y oposición

Pilar García-Calvo Guerrero y Belén García Torres

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(Reidy, 1977; Reid, Taplin y Lorber,1981). Estos perfiles, aparentemente con-tradictorios, parecen corresponder a dis-tintas formas de maltrato, negligencia ymaltrato psicológico en el primer caso, ymaltrato físico en el segundo (Kent, 1976;Reidy, 1977; Egeland y Sroufe, 1981).Según Crittenden, (1994) la explicaciónde estos resultados está en la conducta delos distintos tipos de madre.

Si la madre es hostil hacia el niñoe insensible a su conducta, el niño incor-porará a su modelo del mundo la idea deque el poder y la agresividad son dosmodos normales y útiles de relación conlos otros. Crittenden (1994) afirma queaunque el niño que es capaz de manifestarsu ira y agresividad tiene mayor probabi-lidad de recibir maltrato, será menos pro-bable que niegue sus propios sentimien-tos. Este modelo de conducta presenta,por tanto, menor riesgo de manejar lainformación mediante exclusión defensi-va o de interpretarla sistemáticamente deforma errónea. Cuando la madre mantie-ne distancia física y afectiva y no se impli-ca en interacciones positivas con el niño,éste se verá a sí mismo como incapaz dedespertar afecto en los demás y tenderá aaislarse y a mostrarse pasivo en las rela-ciones sociales.

Otra característica que aparececon bastante frecuencia en estos niños esuna falta de confianza en sí mismos, enlos otros y en el mundo que les rodea(Kempe y Kempe, 1982), así como unautoconcepto negativo y una autoestimabaja (Kinard, 1980; Egeland, Sroufe yErickson, 1983; Oates, Forrest y Pea-cock, 1985; Kazdin, Moser, Cobus y Bell,

1985; Steele, 1986; Kaufman y Cicchetti,1 9 8 9 ) .

Otro rasgo encontrado en algu-nos de estos niños es la hipervigilancia.Consiste en una actitud de constanteatención a todo lo que sucede a su alrede-dor, especialmente a las demandas de suspadres, en un intento de adelantarse a susdeseos y estados de humor (Roscoe, 1985)para poder evitar el castigo y/o agradarles(Kempe y Kempe, 1982). Rieder y Cic-chetti (1989) encontraron que los niñosmaltratados asimilaban los estímulosagresivos más rápidamente y los distorsio-naban menos que los niños no maltrata-dos. Suponen que las exigencias delmedio estimularían el desarrollo de lahipervigilancia y que la asimilación másrápida de los estímulos agresivos serviríacomo estrategia de enfrentamiento con larealidad. Encontraron además que losniños maltratados tendían a interpretarlos estímulos ambiguos como amenazado-res y agresivos.

Muy relacionada con la hipervigi-lancia, aparece la obediencia compulsiva.Crittenden y DiLalla (1988) encuentraneste rasgo especialmente en los niños quehan sido físicamente maltratados y afir-man que, al haber experimentado muchaagresividad materna y haber establecidocon sus madres relaciones frías y controla-das, formarán modelos de sus madrescomo dominadoras y rechazantes, yaprenderán a inhibir las conductas quehan provocado el enfado de la madre y arealizar las que provocan su placer y aten-ción. Cuando Crittenden y Ainsworth(1990) analizan el carácter adaptativo deesta conducta, encuentran que, si bien es

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efectiva a corto plazo porque reduce elriesgo de maltrato, puede conducir al niñoa comportarse sin exteriorizar sus senti-mientos, a mantener una vigilancia socialexcesiva (con el riesgo de interpretar malla conducta social de los otros), a obede-cer en situaciones en las que los otrosparezcan muy amenazadores o poderosos(con el riesgo de no poner nunca a pruebalas malas interpretaciones sobre la hostili-dad ajena) y a inhibir su agresividad (conel riesgo de excluir de su percepción algu-nas emociones).

En los niños con madres negligen-tes aparece una conducta de dinámicaparecida pero distinta: los cuidados com-pulsivos. Parece que, como los padresnegligentes abandonan su papel como cui-dadores y como figuras de autoridad, elniño asume la responsabilidad de su propiocuidado, el de sus hermanos pequeños eincluso el de sus padres (Polansky, 1981).

Otro rasgo psicológicamente muycurioso es el de autoculparse por las con-ductas de los padres (Bowlby, 1985a;Dean, Malik, Richards, y Stringer, 1986).De la misma forma en que en una rela-ción normal con sus padres el niño vaconstruyendo el concepto de justicia a tra-vés de la regularidad de castigos y refuer-zos cuando son merecidos, la inconsisten-cia de la conducta de los padres con res-pecto a la conducta del niño puede difi-cultarle a éste la elaboración de un con-cepto de justicia adecuado. Además,como ha explicado Bowlby, los padresinadecuados pueden insistir para que elniño los vea como perfectos, probable-mente para compensar sus propios senti-mientos de inadecuación, y amenazan a

sus hijos con sanciones si critican su con-ducta. Por lo tanto, estos niños, al no serlibres para criticar a sus padres cuandoson injustos, se explican la situación vién-dose a sí mismos como malos o culpablesde la conducta de maltrato de sus padres.A esta explicación añadimos nosotras laconstatación de que para la autoestima deun niño es insoportable admitir que lospadres no le quieren; es preferible expli-car la conducta cruel de los mismos justi-ficándola como castigo a su mal compor-tamiento.

Siendo conscientes de la impor-tancia de este tema y de las secuelas quepuede crear el maltrato en el desarrollodel niño, el objetivo de este trabajo esanalizar la influencia que tiene el abando-no de los padres, como una forma de mal-trato, en el desarrollo socioemocional. Deforma más concreta, nos centramos en lassecuelas que provoca dicho abandono enlos esquemas de representación del niñode sí mismo, de la madre y de la relaciónentre ambos.

Los niños de este estudio hanrecibido distintas formas de maltrato ensus primeros años, pero en lo que todoscoinciden es en que han sido abandona-dos por sus padres y recogidos en institu-ciones. Por ello, lo que tratamos específi-camente de saber es si las relaciones deapego truncadas por el abandono hanconstituido formas características deentender las relaciones afectivas, es decir,saber cómo son sus modelos de represen-tación de dichas relaciones.

Dean, Malik, Richards y Stringer(1986) estudiaron los conceptos que sehabían formado los niños maltratados

Pilar García-Calvo Guerrero y Belén García Torres

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sobre las relaciones interpersonales. Paraello, pidieron a niños maltratados y nomaltratados que contaran historias sobreacciones niño-niño, adulto-niño y niño-adulto. Encontraron que los niños maltra-tados contaban un número de historiashostiles adulto-niño significativamentemayor que los niños no maltratados.Además, encontraron que en esas histo-rias la hostilidad de los adultos se justifi-caba por el mal comportamiento del niño.Sus datos apoyaban la hipótesis de que elmaltrato altera la forma de concebir lasrelaciones interpersonales.

En nuestro estudio se tuvieronen cuenta estas ideas y resultados.Niños abandonados y no abandonadosescucharon seis historias cuya elabora-ción estuvo en parte inspirada en elestudio de Dean et al. (1986). Sinembargo, mientras estos autores pidie-ron a los niños que inventaran historias,nosotras preferimos contarles nuestraspropias historias. Esto se hizo parapoder establecer estímulos comunes yporque no estabamos tan interesadas ensaber qué tipo de actos consideran losniños que suceden entre niño y adultocomo en saber las motivaciones y atri-buciones del niño, y las expectativas derespuesta que tiene hacia estos actos.Por esa razón elaboramos seis historiasy utilizamos una entrevista clínica des-pués de cada historia para obtenerinformación sobre la motivación delprotagonista, la respuesta del receptor ylos sentimientos resultantes de la inte-racción, tanto en la madre como en elniño. Formalmente las historias fueron:acto amable del niño a la madre, actoamable de la madre hacia el niño, acto

desconsiderado del niño hacia la madrey tres actos injustos de la madre hacia elniño. La inclusión de las tres últimashistorias del mismo tipo, estructural-mente idénticas pero con distintos con-tenidos, se justifica porque tratábamosde poner a prueba la hipótesis central,es decir, que los niños maltratados con-ciben la conducta injusta de los padrescomo justa y la conducta del niño comomerecedora de castigo.

Esperábamos encontrar en losniños abandonados modelos de represen-tación característicos y diferentes de losde los niños no abandonados. Desde larevisión de la literatura sobre maltratopodría esperarse que debido a la distanciafísica y afectiva que los padres han mante-nido con los niños abandonados en losesquemas de relación de éstos el afecto nosea un elemento fundamental. Beegly yCicchetti (1994) encontraron en preesco-lares maltratados menos expresiones deestados internos cuando interactuabancon sus madres que en sujetos normalesen la misma situación. Los autores sugie-ren que las expresiones de deseos provo-can respuestas desagradables en lamadres y, por lo tanto, ansiedad en lospequeños maltratados. Indican, además,que se puede deber a que los padres mal-tratadores desaprueban las expresionesde afecto.

También encontramos en la lite-ratura indicios de que los niños que hanvivido con padres que han utilizado confrecuencia el castigo tienden a buscarestrategias para complacer a la madre ypara evitar que se disguste, y ello puedeprovocar la aparición de conductas com-

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pulsivas de obediencia (Burgess y Conger,1998; Crittenden y DiLalla, 1988). Portanto, suponemos que los niños abando-nados tenderán a complacer a la madrepara alejar la posibilidad del castigo.

Además, si aceptamos el supues-to de Bowlby de que los niños maltrata-dos y abandonados conciben la conductacruel de sus padres como justa y su pro-pia conducta como merecedora de casti-go (Bowlby, 1985b, Dean et al., 1986),pensamos que nuestro grupo de niñosabandonados tenderá a justificar las con-ductas injustas de los padres.

Finalmente, puesto que lasmadres de los niños maltratados mues-tran más hostilidad e insensibilidad hacialas acciones de sus hijos (Crittenden,1981), es de esperar en estos niños unesquema de relación en el que p r e d o m i-ne la agresividad y la fuerza como modode relación.

En este estudio hemos incluidodos instituciones distintas. Los estudiosreal izados y revisados por Bowlby(1985b) muestran que una de las varia-bles que va a influir decisivamente en losesquemas de relación afectiva es la pre-sencia de una figura materna sustituta.Las instituciones estudiadas en la pre-sente investigación varían, precisamente,en la presencia de esta figura materna,por lo cual, creemos que van a existirdiferencias entre ellas. En este sentido,esperamos una mayor “normalización”en el grupo que hemos denominadoAbandonados 1 al existir esta figura sus-tituta estable. De esta forma, considera-mos que en el grupo Abandonados 1 va

a existir una mayor presencia del ele-mento afectivo en la relación madre-niño que el grupo de Abandonados 2, yaque la regularidad y constancia de unarelación debiera favorecer el estableci-miento de lazos afect ivos entre losmiembros implicados en ella, y tambiénmayor similitud con el grupo de sujetosno abandonados.

2. MÉTODO

2.1. Sujetos

Los sujetos incluidos en este estu-dio fueron, en total, 96, distribuidos en tresgrupos: El grupo de control (n = 36) pro-cede de un colegio concertado. El centroes de clase social media. El grupo de niñosabandonados (n = 60) procede de dos cen-tros distintos: Aldeas Infantiles S.O.S (n =29) (Abandonados 1) y una ResidenciaProvincial (n = 31) (Abandonados 2). Losefectos de las variables sexo e inteligenciahan sido controlados mediante balanceo.La proporción de niños y niñas no es signi-ficativamente distinta en los grupos con-trol, abandonados 1 y abandonados 2 (X2

= 2.924, n.s.) ni tampoco lo es la propor-ción de niños con inteligencia alta, media obaja (X2 = 5.551, n.s.).

Las instituciones seleccionadasvarían, básicamente, en su organizacióninterna y no en el contexto socio-econó-mico-cultural en que están ubicadas. Laorganización de estas instituciones es lasiguiente:

Aldeas Infantiles es una institu-ción con una organización interna pseu-

Pilar García-Calvo Guerrero y Belén García Torres

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do-familiar, en la que una persona hacelas veces de madre (madre sustituta) entodos los sentidos, y vive con 6 ó 7 niños(a ser posible, hermanos biológicos) enun chalet individual (su propia casa). Elobjetivo de este organismo es propor-cionar a los niños un hogar y una madre.El director de la aldea es el encargadode la organización interna de la misma y,al ser la única figura adulta masculina,en muchos casos cumple el papel depadre. Los niños dependen, específica-mente, de la madre sustituta y, en gene-ral, de Aldeas, aunque pueden ser visita-dos por sus padres biológicos. En lamayor parte de los casos, los niños tie-nen padres. El ingreso en la instituciónse produce a través de distintos canales:Tribunal Tutelar de Menores, Comuni-dades Autónomas, Ayuntamientos eincluso los propios padres. Los niños nopueden ser dados en adopción.

La Residencia Provincial es unainstitución en la que los niños están divi-didos por grupos de edad. A cargo decada grupo hay tres educadores que vanrotando por turnos de trabajo (mañana,tarde y noche) y que se encargan de todolo relacionado con su grupo de niños(estudios, ropa, organización, horarios,..).Cada grupo dispone de un comedor y undormitorio particular. En este centro eldirector tiene un papel formalmente simi-lar al que desempeña el director de Alde-as, en cuanto organizador, aunque no tanimportante psicológicamente para losniños al existir más figuras masculinas enla institución. El ingreso en la instituciónse produce bien a través de la Diputacióno bien directamente de los padres (en

algunos casos es utilizado, por los padres,como internado). Se permite la adopcióny los niños pueden (de hecho lo hacen)pasar épocas con sus padres.

2.2. Procedimiento

El método utilizado para la reco-gida de datos ha sido la entrevista clínica,realizada utilizando como estímulo unaserie de historias. Las entrevistas indivi-duales fueron grabadas en cinta magneto-fónica. El estudio de los esquemas derelación se ha realizado a través de unashistorias en las que cambia el actor y elreceptor de la interacción: en unos casosel actor era la madre y el receptor el niño(cuatro historias) y, en los otros, era alcontrario, el actor era el niño y el receptorla madre (dos historias).

Cada una de las historias fueseguida de una serie de preguntas y con-trasugerencias que permitió obtener lainformación que se deseaba, acerca de:

a) La atribución que el niño haceacerca de la motivación de los actos de lamadre. Se le preguntaba al niño por quécreía él que la madre del protagonistahabía hecho eso.

b) La atribución que el niño haceacerca de la motivación de los actos delniño protagonista de la historia. Se le pre-guntaba por qué creía él que el protago-nista había hecho eso.

c ) La predicción de la respuestadel niño a los actos de la madre. Se le pre-guntaba qué creía él que haría o pensaríael protagonista en ese caso.

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d ) La predicción del niño de larespuesta de la madre a los actos del niñoprotagonista. Se le preguntaba qué creíaél que le haría y pensaría la madre en esecaso.

En la elaboración de las contra-sugerencias se ofrecían al niño distintasalternativas de respuesta, tanto en la atri-bución de la motivación como en la pre-dicción de la respuesta.

Dependiendo del sexo del niño, ycorrespondiendo con el mismo, la historiase le contaba con un protagonista mascu-lino o femenino. Para información másdetallada ver García-Calvo (1994).

2.3. Material utilizado

Historia 1: acto bueno del niñoa la madre: Rosa (Arturo), estabajugando en su casa, esperando a que lle-gase su madre que venía de trabajar.Entonces, decidió que en lugar de seguirjugando, lo dejaría y pondría la mesapara comer.

Historia 2: acto bueno de lamadre al niño: Un día la madre de Ana(Juan), fue de compras y al pasar por unapastelería, vio los pasteles preferidos desu hija. Los compró y se los llevó.

Historia 3: acto malo del niño a lamadre: La madre de Susana (Jorge) lehabía dicho que no cogiera sus cosascuando ella no estaba en casa. Un díaSusana llegó pronto del colegio, no habíanadie en casa, y se puso a rebuscar en loscajones. Encontró un libro de su madre ycon unas tijeras recortó las fotografíasque más le gustaban.

Historia 4: acto malo de la madreal niño: Esther (Luis) llegó corriendo delcolegio y llamó al timbre de su casa. Sumadre abrió y nada más abrir la puerta lepegó una torta.

Historia 5: acto malo de la madreal niño: María (Fernando) es una niña queestudia mucho, pero un día hizo mal unexamen y suspendió. Cuando llegó a casa yse lo dijo a su madre, ella le regañó y ledijo que eso le pasaba por no estudiar.

Historia 6: acto malo de lamadre al niño: Paloma (Alberto) estabaun día poniendo la mesa, se le escurrióun plato, se le cayó y se le rompió.Cuando su madre vio el plato roto, seenfadó, le regañó y la castigó por haber-lo hecho.

2.4. Análisis de los datos

Una vez realizadas todas las entre-vistas, las respuestas de los niños se clasifi-caron en categorías para cada pregunta encada historia. El criterio seguido fue formarcategorías de respuesta con el mismo signi-ficado psicológico. Dos jueces hicieron unaclasificación por separado, y al compararambas clasificaciones se encontró coinci-dencia en prácticamente todas las categorí-as. En algún caso en el que había discre-pancia se llegó fácilmente a un acuerdo. Lapuntuación de las respuestas de cada niñofue 1 o 0, dependiendo de si el niño habíadado la respuesta (1) o no la había dado(0). El análisis de la significación de lasdiferencias entre grupos se hizo comparan-do porcentajes de respuesta y utilizando X2

o X2 con la corrección de Yates entre el

Pilar García-Calvo Guerrero y Belén García Torres

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Tabla 1.Motivación del niño para ayudar a la madre. Comparación de proporciones entre grupos

en la categoría en la que aparecen diferencias significativas.

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grupo control y el grupo total de abandona-dos. Cuando se comparan dos grupos deedad (6-8 años) y (9-12 años), en el grupototal de abandonados se utiliza también X2,pero en el grupo de control se utilizó laProbabilidad Exacta de Fisher debido alreducido número de sujetos.

3. RESULTADOS

Para facilitar la comprensión deltexto presentaremos las historias por sepa-rado, a excepción de las tres últimas quetienen el mismo contenido estructural.

Historia 1

Para poner a prueba la hipótesisde que los niños abandonados muestranmenos afecto positivo en sus esquemas derelación, le contamos al niño que Rosa (oArturo) puso la mesa a su madre que veníade trabajar. Luego le preguntamos ¿ p o rqué crees que puso la mesa?, y surgen cincocategorías de respuesta (ganar su afecto,ayudarla/alegrarle, medio para lograr un

fin, por obligación y ahorrar tiempo).Encontramos (Tabla 1) que la única cate-goría en la que hay diferencias significati-vas entre grupos es por obligación. Estosdatos indican una mayor tendencia de losniños abandonados, tanto en el grupo com-pleto como en los dos subgrupos, a realizaractos buenos hacia la madre por motivosajenos a sus propios sentimientos.

En cuanto a la existencia de obe-diencia compulsiva, los datos parecenindicar que los niños de los dos grupos deabandonados, en situaciones de ayudar ala madre, anteponen los deseos de ésta alos suyos propios, ya que la respuesta porobligación implica un deseo de la madremás que del niño.

Cuando estudiamos las diferen-cias entre edades en las categorías obteni-das encontramos la categoría c o n s e g u i ra l g o es más frecuente, en todos los gru-pos, en los niños pequeños (Tabla 4).Esta posición utilitarista en los años ini-ciales de la niñez ha sido descrita enmuchos estudios sobre el desarrollo,como es el caso de Selman (1980).

Pilar García-Calvo Guerrero y Belén García Torres

Figura 1.Historia 1 e Historia 2: Distribución de porcentajes

en las categorias en las que existen diferencias significativas.

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En esta misma historia, cuandole preguntamos al niño ¿qué hará lamadre cuando vea que el protagonista leha puesto la mesa?, surgen cuatro cate-gorías de respuesta (darle cariño, darlecosas, dejarle salir y nada). Podemosobservar en la Tabla 1 que la única res-puesta en la que aparecen diferenciassignificativas entre control y abandona-dos en la respuesta de la madre a laayuda del niño es en la categoría d a rcariño. Estas diferencias no son significa-tivas entre el grupo control y el grupoAbandonados 2.

Finalmente, cuando estudiamosel efecto de la variable edad, no encontra-mos diferencias significativas entrepequeños y mayores en las respuestasespontáneas, aunque en todos los gruposla tendencia indica un aumento de las res-puestas afectivas con la edad.

Historia 2

Con esta historia de nuevo trata-mos de comprobar si en los niños abandona-dos tiene un lugar menos central el afectopositivo. Para ello, le preguntamos a losniños: ¿por qué crees que la madre le com-pró los pasteles al niño? Las respuestas delos sujetos se clasificaron en cuatro categorí-as (porque le quiere/por darle una alegría,porque se lo merece, porque le gustaban alniño y nada). En la Tabla 1 encontramos lasdiferencias significativas entre grupos, y laFigura 1 nos muestra la distribución gráficade las frecuencias.

Los resultados apoyan nuestrahipótesis en la medida en que el afecto estámás presente en el esquema de relación delos niños del grupo control que en el de los

niños abandonados. En este último grupoconsideran que la madre hace un acto buenohacia el niño porque a él le gusta o porquese lo merece, pero no por afecto. Los niñosdel grupo Abandonados 1 tienden a decirque es porque al niño le gustan, y los deAbandonados 2 porque se lo merece. Existediferencia entre ellos en el contenido de lasrespuestas, pero no en el significado: ambosse centran en el niño y no en el afecto de lamadre. Las posibles razones de estas dife-rencias serían que los niños abandonadosesperan menos afectividad por parte de lospadres como consecuencia de experienciasprevias con figuras de apego que han mante-nido distancia física y/o no han manifestadocariño hacia el niño, o la expresan menoscomo consecuencia de experiencias en lasque se han castigado y/o se han ignoradodichas expresiones.

Cuando se le pregunta al niño q u éhará o le dirá a su madre el personaje al queésta ha comprado pasteles encontramos lasrespuestas (darle cariño, darle un regalo,portarse bien, darle las gracias y nada), y alpreguntarle qué pensará de su madre s u r g e ncinco categorías de respuesta (que se lomerece, que no se los merece, que la madrees buena, que le quiere y que se siente ale-gre). En la Tabla 1 vemos las categorías enlas que la diferencia entre proporciones essignificativa, asimismo, podemos observarlas distintas proporciones en la Figura 1.

El primer resultado apoya la hipó-tesis de mayor afecto en el esquema de losniños del grupo control en la medida en quelas respuestas de estos niños van en la direc-ción de complacer a la madre (p o r t a r s eb i e n), algo que saben que a ella le gusta. Sinembargo, el grupo de Abandonados 1 coin-cide con el grupo de control y no presenta

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diferencias significativas con el mismo. Engeneral, los niños abandonados dan más res-puestas que se centran en el propio niño: (l eg u s t a n o se los merece). Estas respuestasindican que los niños abandonados manejanpreferentemente el esquema de que cuandola madre tiene un detalle cariñoso con elniño la acción está motivada por la conductaprevia o los gustos del propio niño y notanto por el cariño de la madre. Curiosa-mente, la categoría se los merece ni siquieraaparece en los niños del grupo control.

De nuevo, cuando tenemos encuenta la edad encontramos que los niños de9-11 (Tabla 4) de todos los grupos dan conmás frecuencia la respuesta portarse biencomo reacción al regalo de la madre, aun-que no sean significativas las diferencias masque en el grupo control.

Historia 3

Esta es la historia en la que un niñorealiza un acto malo hacia su madre, esdecir, le recorta con una tijeras las páginas deun libro y, ante la pregunta ¿qué hará lamadre cuando vea lo que ha hecho?, los suje-tos proponen opciones clasificadas en cincocategorías (le manda ir a su habitación, no ledeja ir a la calle, le pega, le prohibe jugar over la TV y le regaña pero no le castiga) ydan los siguientes porcentajes de respuestassignificativamente distintos dependiendo delgrupo al que pertenecen (Tabla 2).

En general, parece que en los dosgrupos de niños abandonados existe mayorexpectativa de castigo (no dejarle ir a lacalle es más suave que estar una semanacastigado) que en el grupo de sujetos queviven en sus hogares, en el que hay expec-tativa de castigos menos fuertes e incluso

de no castigo (dar una explicación al niñode porqué eso no se hace). En este sentido,los únicos que difieren del grupo de controlen esperar que la madre le pegue al niñoson los del grupo Abandonados 2, el por-centaje de respuestas del grupo de Aban-donados 1 no difiere del de control. Vemosen la Figura 2 que la categoría darle unaexplicación, que aparece con relativa fre-cuencia en el grupo de niños control, esprácticamente inexistente en los niñosabandonados. Estos datos indican que lafuerza y el castigo tienen más peso en losesquemas sobre las relaciones madre-hijoque poseen los sujetos maltratados que enlos esquemas de los sujetos normales.

El análisis de la variable edad encada uno de los grupos indica que éstasólo presenta diferencias significativas enel grupo de niños control (Fisher = p <.01), en el que encontramos que la res-puesta p e g a r l e es más frecuente en elgrupo de 6-8 años que en el grupo demayores. Esta diferencia también es cohe-rente con otros resultados en desarrollohumano que indican que los niños peque-ños presentan una conducta más directa ydan más respuestas físicas.

Para tener más datos en relacióncon esta posibilidad de la influencia deldesarrollo cognitivo estudiamos el efecto dela inteligencia en las opiniones sobre el casti-go y encontramos que la respuesta p e g a r l ees más frecuente en el grupo de inteligenciabaja que en los otros dos grupos, siendotambién significativas las diferencias existen-tes entre los grupos bajo y medio (p < .01).

Estos resultados parecen apoyarnuestra idea acerca de que el desarrollo

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Tabla 2.Tipos de castigo de la madre ante un acto malo de niño y reacción de éste. Comparación deproporciones entre grupos en las categorías en las que aparecen diferecnias significativas.

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cognitivo está relacionado con una menorpresencia del componente de agresividaden los esquemas de relación del niño.

En esta misma historia, cuando lepreguntamos a los sujetos ¿qué pensará elniño de su madre y cómo se sentirá?, s u r-gen cinco categorías de respuesta (dar larazón a su madre, pensar que la madre esmala, no darle la razón a la madre, sentirseenfadado y sentirse triste), y al preguntarle¿qué hará el niño?, encontramos cuatrocategorías (insultar y contestar a la madre,pedir perdón, enfado y portazo y romperotro libro). En la Figura 2 podemos obser-var que es mucho más frecuente darle larazón a la madre en los grupos de abando-nados que en el de control, lo que mani-fiesta la presencia del modelo “madre per-fecta/niño culpable” descrito por Bowlby(1980). También observamos que algunosniños del grupo control dicen que la madrees mala. Es posible que sea precisamenteporque su relación con la madre es lo sufi-cientemente segura como para permitirsehacer una crítica de ella sin que la imagenmaterna se vea afectada. Por ello, esta res-puesta es prácticamente inexistente en el

grupo de abandonados. Curiosamente, sinembargo, los niños del grupo Abandona-dos 2 dan con más frecuencia la respuestade enfado y portazo a pesar de haber con-siderado mayoritariamente que la madretiene razón en el castigo. Los niños delgrupo Abandonados 1 se comportan comolos de control en esta categoría.

La variable edad no arroja efectossignificativos en ninguno de los grupos.

Se dan más respuestas agresivasen el grupo de Abandonados 2, y más res-puestas pedir perdón en los grupos con-trol y Abandonados 1.

Historias 4, 5 y 6

Las tres últimas historias coinci-den en que son situaciones en las que lamadre castiga al hijo injustamente o conexageración por algo que ha hecho (o sinmotivo, como en la primera, historia 4).

Tratamos de comprobar con ellasel supuesto de Bowlby (1982) de que l o sniños maltratados y abandonados conci-ben la conducta cruel de sus padres como

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Figura 2.Historia 3: Distribución de porcentajes en las categorias

en las que existen diferencias significativas

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justa y su propia conducta como merece-dora de castigo, lo que constituye nuestra

tercera hipótesis y quizá la más importan-te. Ésta es la razón por la que hemos que-

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Tabla 3.Justificación de castigos injustos de la madre en las historias 4, 5 y 6. Comparación de

proporciones entre grupos en las categorías en las que aparecen diferencias significativas.

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rido comprobar, en tres historias estructu-ralmente iguales pero con diferentes con-tenidos, si se repetían los datos.

En la historia 4, en la que lamadre le da una bofetada al niño quevuelve del colegio nada más abrirle lapuerta, y ante la pregunta: ¿por quécrees que le pegó? las respuestas obteni-das se clasifican en dos categorías (fueinjusta y fue justa), aunque varían lasrazones que imaginan los niños que tuvola madre. En la historia 5, en que unniño muy estudioso es castigado por lamadre por hacer mal un examen, y en la6, en que se castiga a un niño que rom-pió un plato al ayudar a su madre aponer la mesa, se le pregunta a los niños¿crees que la madre tiene razón?, y denuevo las respuestas se clasifican en doscategorías (fue injusta y fue justa). En laFigura 3 vemos las diferencias entre gru-pos en las tres historias y en la Tabla 3vemos que en las tres se repite la ten-dencia de los niños abandonados a justi-ficar el castigo (en estos tres casos injus-tos) de la madre. No hay por tanto dudade que los niños maltratados y abando-

nados tienden a concebir la conductacruel de los padres como justa y la de loshijos como merecedora de castigo. Estemodelo de representación propuesto porBowlby, de “padre bueno/niño culpable”derivaría, según este autor, de lo que lospadres comunican al niño, directa o indi-rectamente, y se almacenaría de formasemántica, como generalizaciones sobrela madre.

Es curioso el hecho de que noexistan diferencias entre los dos grupos deabandonados, a pesar de diferir en el tipode institución. Eso puede indicar que elconcepto y sentido de justicia que el niñoconstruye está influido, en gran medida,por las experiencias sufridas durante losprimeros años de vida, bien porque lospadres han insistido para que el niño lesvea como perfectos para compensar suspropios sentimientos de inadecuación yles han amenazado con sanciones, aban-dono o castigo físico si el niño hacía otracosa (Bowlby, 1985a), o bien porque lospadres han sido incoherentes en su rela-ción con el niño, castigándole cuando nodebía o no castigándole cuando lo mere-

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Figura 3.Historias 4, 5 y 6: Distribución de porcentajes en las categorías

en las que existen diferencias significativas.

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cía (Dean, Malik, Richards y Stringer,1987).

Siguiendo con estas tres historias,les preguntamos a los niños ¿qué crees quehará o dirá el niño castigado? Las respues-tas se clasifican en cuatro categorías (Pre-guntar por qué, pedir perdón, respuestapasiva -llorar o nada- y respuesta agresiva).

En la Figura 3 observamos que los niñosabandonados dan con más frecuencia quelos niños de control una respuesta pasiva ypreguntan por qué en un porcentaje signi-ficativamente inferior (estas categoríassólo son significativas en la historia 4).

En la misma línea encontramosque los niños control piden perdón (en las

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Tabla 4.Categorías en las que aparecen diferencias significativas entre los dos grupos de edad.

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historias 5 y 6) con más frecuencia que losdel grupo Abandonados 2, pero sin diferirdel grupo Abandonados 1. Estos datosnos indican ciertas limitaciones en losniños abandonados. No preguntan lasrazones de una conducta injusta, sino quese quedan pasivos, bloqueando la dinámi-ca de la relación, y además, y esto es sola-mente cierto en el grupo de Abandonados2, no consideran la estrategia de pedirperdón en las dos últimas historias, loque, de nuevo, supone una capacidad másrestringida para recuperar la relación conla madre.

Tuvimos curiosidad por saber si losniños discriminaban mediante sus respues-tas entre las situaciones (historias) en lasque la madre es injusta y aquellas en las queésta impone un castigo merecido al niño.Encontramos que el grupo control, anteactos injustos de la madre, reconoce, engran medida, dicha injusticia por lo que qui-tan la razón a la madre, mientras que anteun castigo merecido de la madre, reconocenla justicia del acto de ésta, aunque existanniños que reaccionan pensando que l amadre es mala. Parece, por tanto, que estosniños son capaces de analizar de forma ade-cuada los actos de la madre y de diferenciarcuando ésta tiene o no tiene razón. Por elcontrario, los dos grupos de abandonadosno parecen tan capaces de reconocer ladiferencia entre unos actos y otros y tiendena justificarlos de igual modo.

Finalmente, quisimos ver lainfluencia de la edad en dos categorías de lahistoria 4: darle la razón a la madre y pedirexplicaciones. En la Tabla 4 encontramosdiferencias entre edades en ambas categorí-as. En los niños mayores de todos los gru-

pos disminuyen las respuestas en las quedan la razón a la madre, siendo significati-vas las diferencias en todos los grupos deabandonados y no siéndolo en los de con-trol precisamente porque incluso entre lospequeños hay muy pocos que dan la razón ala madre. Pedir explicaciones es, por el con-trario, una respuesta que indica madurez.Todos los niños mayores la dan con másfrecuencia que los pequeños, y en todas lasedades los niños del grupo de control la danen mayor proporción que los abandonados.

4. DISCUSIÓN

Este estudio trata de buscar lascaracterísticas que presentan los modelosde representación de los niños abandona-dos. Hemos indagado en aspectos socioa-fectivos y hemos hallado algunas diferen-cias en proporciones de respuestas entre elgrupo control y los grupos de niños aban-donados que nos permiten hacer una des-cripción de las peculiaridades de los mode-los de representación de los primeros.

En relación con la expresión delafecto positivo vemos que los niñosabandonados no esperan que la madremuestre cariño a su hijo como reacción auna ayuda voluntaria del niño (historia1). Tampoco esperan que sea el cariño loque mueve a la madre a dar un regaloespontáneo al niño (historia 2), sino queprefieren pensar que ese regalo lo haceporque al niño le gustaba o porque se lomerece. La interpretación de estos resul-tados se matiza si tenemos en cuenta queal hacer un contraste entre niños peque-ños y mayores de todos los grupos

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encontramos un aumento de las respues-tas afectivas con la edad en las dos pri-meras historias. Por ello, nuestra inter-pretación es que podemos hablar de unainmadurez afectiva en los esquemas derelación de los niños abandonados, ade-más de una disminución del afecto en lasexpectativas de interacción de la madrecon el niño.

También quisimos contrastar laexistencia de obediencia compulsiva en losniños abandonados. En la primera historiaencontramos que los niños abandonadosentienden que cuando el niño ayudaespontáneamente a la madre lo hace porobligación. Esta respuesta es inexistente enlos niños de control, y entendemos que nosmuestra la presencia de patrones rígidos deconducta en los esquemas de los niñosabandonados, de nuevo, carentes de moti-vación afectiva, ya que decir que lo hacenpor obligación nos indica que tienen másen cuenta la imposición de la madre que supropio deseo de agradarle.

Para completar el cuadro recor-damos la insistencia de los niños aban-donados en responder que cuando lamadre le hace un regalo al niño éstepensará que lo ha hecho porque a él legustan los pasteles o porque se los mere-ce (categoría esta última que ni siquieraaparece en los sujetos de control). Cree-mos que este individualismo podría serexpresión de sobrecontrol del yo, con elconsiguiente bloqueo afectivo, mecanis-mo hallado por Cicchetti et al.(1993) enniños maltratados y que tendría en ellosuna función protectora ante condicionesa d v e r s a s .

La pregunta central de esteestudio era si realmente los niños aban-donados presentaban el modelo “madreperfecta/niño culpable” descrito porBolwby (1985). Esta distorsión de la rea-lidad es, a nuestro entender, enorme-mente interesante psicológicamente por-que indica que la necesidad de autoesti-ma del niño maltratado no podría sopor-tar la idea de no ser querido por sumadre. Prefiere entender que la conduc-ta cruel de su progenitora se explica porel mal comportamiento del hijo, no porque no le quiera. Los resultados denuestra investigación apoyan de formaabrumadora el modelo. Hemos vistoque, en las tres historias en las que lamadre castiga injustamente al niño, losniños abandonados son significativamen-te superiores a los niños control en lajustificación de la conducta de la madre(Figura 3). Además, también la justifi-can más cuando el castigo es justo (his-toria 3). Curiosamente, cuando compa-ramos pequeños y mayores, de nuevoencontramos que justificar a la madre enesas situaciones es una respuesta inma-dura; no la da ningún niño mayor delgrupo control y aparecen diferencias sig-nificativas entre edades en todos los gru-pos de abandonados. De nuevo, comosucedía con el afecto, encontramos enlos niños abandonados inmadurez socio-a f e c t i v a .

Por último, en lo que respecta ahipótesis generales, buscamos mayoragresividad y hostilidad en los esquemasde relación de los niños abandonados(Crittenden, 1981). De forma puntual,sólo hemos encontrado diferencias signi-

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ficativas en la historia 3 y concretamenteen la reacción del niño ante el castigo(justo) de la madre. Los niños abando-nados, a pesar de haberle dado conmayor frecuencia la razón a la madre,dicen significativamente en mayor pro-porción que el niño se enfadará y daráun portazo.

Cuando analizamos los datosdesde las diferencias entre los dos gruposde abandonados, éstas no son tan conclu-yentes. Además, el supuesto de que losniños que viven en hogares con estructuramás similar a la normal (Abandonados 1)se asemejarían más en sus respuestas algrupo control sólo se cumple en determi-nados casos. Estas excepciones en las quelos niños del grupo Abandonados 1 coin-ciden con el grupo control y difieren delos del grupo Abandonados 2 son lassiguientes: Dicen que se portarán biencuando la madre les ha hecho un regalo,no esperan que la madre le pegue al niñoque se ha portado mal y tampoco creenque éste se enfadará y dará un portazo.Además, consideran que el niño pediráperdón en las dos últimas historias. Todoello nos da una imagen más suave y adap-table de sus esquemas de relación. Sinembargo, son aún muchas las respuestasen las que coinciden los dos grupos deniños abandonados. De ello se puedenextraer dos hipótesis; primera que el dañoprecoz provocado por el maltrato y poste-rior abandono es fuerte y resistente, aun-que no impermeable, a la ayuda posterior,cualquiera que sea la calidad de la misma;y segunda que las características de losniños acogidos en las dos institucionespudieran explicar las peculiaridades de los

mismos en mayor grado que los efectos desu entorno de vida actual.

Finalmente, y para quedarnoscon una visión más optimista, queremosresaltar el hecho de que los niños deambas instituciones, cuando se clasificanpor edad, muestran una tendencia a lanormalización en algunas categorías, esdecir, presentan esquemas de relaciónmás parecidos a los de los niños del grupode control en algunas variables (Tabla 4).Sin embargo, la descripción que hemospodido dar de los esquemas de relacióncon la figura materna de los niños aban-donados, unida a los ya muy numerososestudios realizados desde el enfoque de laorganización (revisión más reciente enCicchetti y Toth, 1998), nos proporcionanuna información importante. Desde elpunto de vista de la investigación, la pers-pectiva de la organización, y más aún elenfoque de la psicopatología evolutivacon el que se integra, constituyen unmarco de referencia desde el que se pro-mete un avance rápido y profundo delconocimiento del ser humano en desarro-llo, de la evolución normal y de las apor-taciones al conocimiento del mismo queproporciona el estudio de los grupos des-viados de la normalidad, como son losque presentan retraso mental ( Cicchetti yBeeghy, 1990; García Torres, 1995) o hansido maltratados (Cicchetti, 1996). Desdeel punto de vista aplicado, nos presentanunas distorsiones características de laforma de concebir los afectos y las rela-ciones en los niños maltratados que per-mitirán a los psicólogos trabajar con estosniños desde un conocimiento de su pecu-liar afectividad y atribuciones.

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La integración de lo anómalo enla consideración del desarrollo normalsupone el hito que marca, por fin, unaciencia del conocimiento de lo que, porpresentar su estudio mayores dificultades,se vio relegado a un lugar menor duranteaños en la investigación evolutiva: losafectos y las relaciones.

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Secuelas del maltrato en los esquemas de representación y efectos de los estilos de vida en centros de acogida