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EL ESCRITOR SU ESTATUTO SOCIAL Y SU PAPEL EN EL DESARROLLO DE LA CULTURA

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República de las Letras REVISTA DE LA ASOCIACION COLEGIAL DE- ESCRITORES

N.o 29 - DICIEMBRE, 1990

SUMARIO

EDITORIAL. 3

Raúl Guerra Garrido. Introdución del Presidente de fa A. C. E. 5

Andrés Sorel. Sobre el empleo y la formación de los escritores. 7 . . .' "( Juan MoUá. La A. C. E. -y las Asociaciones de Escritores de Europa. Ú

Gregorio Gallego. La Asociación Colegial de Escritores. 17

Rogelio Cabezali Corrales. La Seguridad Social de los escritores. 21

Antonio Colinas. Reflexiones y dudas del escritor de profesión. 29

Esther Benítez. «Problemas específicos de los traductores». 35

Juan Mollá. Canon de dominio público y derecho sobre préstamos bibliotecarios. 39

Jean Schalekamp. La situación social de los escritores y traductores en Holanda. 43

Agustín Lafourcade. «Otras fuentes de financiación posibles». 47

Antonio Gamoneda. Sobre unas posibles fundaciones editoras regionales. 49

Emiliano Buale Borikó. «El cultivador de los campos y el cultivador de las mentes». 51

Alberto MiraUes. Asociaci~n de Autores de Teatro. 53

Julio Anguita. Saludo al lV Congreso de Escritores de España. 57

Director: Andrés SOREL

Consejo de Dirección: Raúl GUERRA GARRIDO

Isaac MONTERO . Carmen BRA VO-VILLASANTE

Gregorio GALLEGO Juan MOLLA

Santos SANZ VILLANUEVA , .. Confecciona': ~gel PATON

Redl!cción y distribución: ASOCIACION COLEGIAL Sagasta. 28, 5.° - 28004 Madrid

DE ESCRITORES .. Teléf. 4467047 - Fax 4462961

Los trabajos e informaciones publ1c~d~s eri REPUBLlCA DE LAS LETRAS pueden ser . réProducid05 libremente siempré que se cite su procédencia. ., , . . (~:- . - -~ ..

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2 SUMARIO

RESOLUCIONES. 59

' '< ESCRITORES. 65

José Maria Guelbenzu. ¿Chulear a los Clásicos? 67

Andrés SoreI. Justicia para los Clásicos. 69

Esther Benítez. «Chuleao) a los modernos. 71

Manuel Hidalgo. La quiebra de un mito. 75

Fanny Rubio. La doble vida de Don Quijote. 76

Manuel Rivas. El vendedor de bisuterías. 77

NUEVAS DECLARACIONES. 79

Aracely García Alonso. Malvivir de Ja escritura, 80

Jean Schalekamp. El papel del escritor en la sociedad de hoy, 81

ENCUESfA. 83

OTRAS OPINIONES SOBRE EL TEMA. 113

Angel Carlos de Lern. 115

Frnocisco Bonal García. Aproximación al estatus social del escritor en la provincia. 117

José Gerardo Manrique de Larn. 119

Evaristo Acevedo. 123

Maria Ealo de Sá. 125

JUNTA DIRECTlVA' DE LA A. C. E. Presidente:

Raúl GUERRA GARRIDO

Vicepresidentes: Isaac MONTERO Elena SORIANO

Secretario General: Andrés SOREL

Vicesecretario: Tesorero: Asesor Jurídico: Cannen B-RAVO-VILLASANTE Gregorio GALLEGO Juan MOLLA

Teresa BARBERO Pau MISERACHS

Carmen CONDE

Vocales: Meliano PERAl LE Santos SANZ VILLANUEVA

Jesús PARDO Jacinto LOPEZ GORGE

Consejeros: Lauro OLMO Cesáreo RODRI,GUEZ AGUILERA

--------PRESllOENliES SECCIONES AUTONOMAS--------Asturias:

Víctor ALPERI

Angel María 'DE LERA Jesús FERNANDEZ SANTOS

Catalunya: Andalucía: José Luis GIMENEZ FRONTIN Rafael DE COZAR

TTaductores: Estlier, BENITEZ

Teatro: Lauro OLMO

SOCIOS DE, HQNOR: Daniel SUErRO ": Francisco GARCIA PAVON

Carlos _BARRAt _, Eduardo DE GUZMAN

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EDITORIAL

Dedicamos el presente número de REPUBLlCA DE LAS LETRAS a,1 IV Con9'reso de Escritores de España que se celebró en Madri'd en los últimos días de·1 mes de noviem­bre de 1990, y que adoptó ell ·Iema: «EII Es.critor: su estatuto socia,1 y su papel en el desarrollo de la Cultura».

Si los anteriores Congresos incidieron sobre todo en e,~

desarrollo de una nueva Ley de Propiedad Intelectual, que recogiera, al menos, parte de las aspiracions de los esori­tores para mejorar su situación profesional, en el presente Congreso, una vez decretalda aquella Ley, hemos bus.cado inci,dir en aspectos que posibi,!iten una Seguri:dad Social y profesiom:,1 mejores para el eSlcrHor. Junto a ,los informes genera,les que en el mismo se ofrecieron y las resoluciones de,1 Congreso, recogemos en el presente número allgunas opiniones vertidas en la prensa sobre e·1 tema y las con­testaciones a la encuesta que en mayo de 1990 dirigimos a los escritores de la Asociación, y a algunos todavía no asociados, sobre el tema espe,cífico de la Seguridad SociaL

Con el presente número de REPUBLlCA DE LAS .LETRAS iniciamos un tema que vamos a desarrollar en profundidad a lo largo del año 1991, Y que recogerá estudios, análisis comparativos , situa,ción en otros países de Europa y viabi­lidad para ,la ·crea.ción de ese Fondo Social de Ay.uda a todos los Escritores que esperamos pueda constituirse en fechas próximas, estudio que publicaremos íntegramente en di-

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r'

EDITORIAL

ciembre del presente año y para e'l que pe,dimos .Ia máxima colaboración posible.

Como ,decíamos en el BÜlleHn Informativo n.O 28, ,,51 Fondo Socia.l de ayuda que pretendemos orear estará al servicio ,de todos los escritores españoles que lo necesi; ten. Por eso, ,cuanto más ~uerte sea nuestra unión, mayores serán los beneficios Ülbtenidos . ..

Huimos de ,los sensaciona,lismos. No queremos habl·ar más de "-casos" aunque conoz·camos ,la existencia ,de a,l­gunos.

Queremos resolver.los. Nuestras ,conclusiones son emi­nentemente profesiÜlna,les, reivindicativ.as. Y pensamos que no se ayuda precisamente a los es-critores, ni se ,da ejenl­plo de ,libertad informativa, de objetividad, aunque p'lan­teemos temas difí.ciles para empresas ,demasiado 'ligadas al mundo editorial, al silencianlas.

Pero importa más que todos ,los eS'critores sean cons­cientes de que inician una etapa que pretende despegar a nuestros autores -de ·Ia mal,di·ción ,y retraso de,l llamado Sur para a-cercar.los a la profesionqlidad que tienen en países como Suecia, Holanda, A,lemania, Ingl-ater,ra, es ,de­cir , en el Ilama,do Norte. Allí , escritores de todas ,las ten­dencias y ,desde hace décadas, no ,dudaron en luchar y asociarse por sus derechos, por una profes·iona'¡¡dad que les permite tener más independencia a ·Ia hora deabo'rdar, en libertad, su creación. ES1peramo~ que en España, los que a'ún sean -reacios a las tareas asociativas, comprendan que la mejor manera de escribir en soledad , es propiciar que sus ' intereses, según la ,ley, sean absolutamnte res­petados y que su seguridad socia.l, para hoy y para mañana, está garantizada por el propi'o colectivo de escritores al que pertenecen .»

ANDRES SOREL

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RAÚL GUERRA GARRIDO (*)

Introducción del Presidente de la A. C. E. al IV Congreso de Escritores

ESCRIBIR en España, en la ma­

yoría de Jos casos, sigue siendo llorar; pero hoy y aquí eIl es­cr'¡ tor ya no llora, se asocia y

coh~ótvamente defiende sus derechos. Este radic~l cambio de acnitud es lo que hoy, 29 de noviembre, y aquí, en Madrid, se va a poner de manifiesto con motivo del IV Congreso promovido por la Aso­oiación Colegiall de Escr~tores de España bajo el 'epígrafe de «El esoritor, su esta­tuto socia:l y su papel en el desarrollo de la cuJtura». El! congreso es un eslabón más en Ja la'rga cadena de actividades promov,idas por la A . C. E. (1.572 socios) conducentes a ¡lograr su meta última que el escrib ir 00 nuestra pa,tria pueda ser, para quien 110 quiera y vaJga, una pro­fesión. La intrarraíz consueturunaria del problema, de Larra a nuestros días, es fa resistencia pasri va (a veces activísrima) de :Ia sooiedad, de ciertos empresarios y de tla clase política que administra ,la cul­tura, a que el escritor, tanto el de adormo de juegos f.lorales como el de f,irma a pie de manifi'esto, se convjerta en un profe­sional!. De muestra vade un botón, la anécdota ,la cuenta Josep Ma,ría Caran­dell: « ... eil gremio de libreros nos ofre­ció una copa a ,los escritores de Barce­lona y quien habló en su ;nombre dijo: vosotros, 'los 'escr,itores, que sois nos que alimentáis con v'uestra imaginaoión a Jos profes'ionaJles del ilibro, o sea a [os edrito­res, distribu!dores y II-ibreros». La resis­tencia pasiva tra,ta de convencer a ,los es­critores de que deben ocuparse de los ho­nores y desentenderse de Ilos honora,rjos, la A. C. E. trata justo de todo ,lo con­trario.

Gracias a:l asooiacionismo colegian Ja si­tuación ha mejorado sensiblemente, entre

(*) Palabras de introducción al Congreso, del Presidente da la A. C. E.

otras circunstancias porque se supnmlo el 1. V . A., se consigllió el estatuto de a utor para los traductores y se subsana­ron aiertas -injusticias de Ja Ley de P'ro­piedad Intelectuall que así resu[tó ser 'Una buena iley, aunque con el endémico de­feoto de casi todas rras leyes hispanas, que se cumplen a med-ias. Los obje6vos que este IV Congreso de Escritores trata de cons,eguir, para seguir mejorando ITa si­tuaoión, son el cumplrimiento a enteras de la 'ley y el toda vía pendiente desarrollo reg,lamentario de rulgunos artícu~os. El contrato üpo que ,imposibiEta ~as cláu­sulas lIeoninas y ell control de tirada que posibi,lita ilas ouentas cITaras se incumplen con demasiada frecuenoia, y esto es aJgo que debería ,interesar más all editor que al autor, pues aquél, al con.trario de ia muj'er del César, no sólo debe parecer honesto sino ser,lo, y hoy por hoy 110 único que demuestra matemáticamen.te no es el número de ejemplares que edjta o vende sino Ilos que liquida a,l escritor y ya el término -liquidar es de por sí allarmante. El diálogo panitar,io, entre gremios, es la solución, No se trata de rir contra nad<i~ sino de caminar juntos a favor del ~ibro español y de sus lectores, que buena faJ-ta Jes haCe a ambos.

Ent,re 10s asuntos pendientes está!l1 la r,eprografía, los préstamos bibliotecal1ios, la normallizaoión de Ila segurudad sooial y un tema que universalmente se da por perdido pero en el cuaJ me gusta insistir: el dominio púbilico. Eil dominio público es la pérdida de dereohos a fecha fi jo de !la muerte del autor: a los 60 años de su falleoimiento cualquiera puede pu­blica,r sus ilibros sin pedir permiso a des­cendiente ~Iguno . Uno no cree en heren­oias, pero considera absurdo que la úni­ca propiedad que pase a,l dominio pú­bl,ico, que se socia,J.ice, sea 1a propiedad intelectuall cuando la socialización del

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6 INTRODUCCIÓN DEL PRESIDENTE DE LA A. C. E.

resto de las propiedades (~a de ~a ltierra o ¡la de Jos medios de producoión) ni: si­quiera se .insinúa nunca y ahora con la perestroika menos. Uno sostiene Ja teo­ría (cer-teza) de que en cl mundo capi­tallista, si para hacer su fortuna ar.istó­cra-tas como e1 Duque de Alba, <indus­triales como el señor Dupont y m;jlloitares como ell Generall Motors se hubieran de­dicado a las Uetras J-iterar.ias y no a las de cambjo, el dominio público de aa pro­piedad . intelectual de dichas aetras sería !Ina entelequia. . Para ll!lgunos exquisitos todas estas cuestiones (y muchas más, que Jas hay) pueden parecer -triviaUes cuando no soe­ces, pero muohos otros pensamos que Ja figura romántica dell oreador, figura su­blime que saca su obra de 1a nada (y de -la nada vive, en la miser,ia si no tiene patnimonio propio), debe dejar paso a la más foea1lista del productor ya que pro­duce objetos, libros, capaces de crear

plusvalía y, por otra par-te, maneja unos materirules preexistentes en Ja sociedad como son sus símbolos y miltOS. En Jo que sí estoy de acuerdo con aos exqui­si,tos es en la rabiosa individuaJidad del hecho Jiteranio. El asociacionismo no va a facillitar geniall1idad aUguna, pero es que tampoco lo pretende, simplemente trata de profesionalizanlo, de abandonar la pa­tética fligura dell bohemio hambriento en ea álbum de fotos de Jos fami1ia-res adoso y la sociedad, si de veras cree que eU escútor -tiene un papeU en el desM'rollo de Ila cU!ltura, lo que debe exigirJe/faci­aitarJe es su profesiona1lizaoión para así poder recibir a cambio ao mejor de cada uno de ellos: en una economía de mer­cado Uos amateurs son sólo un fenómeno margina.J. Por todo 110 aquí dicho y por­que la voluptuosidad dell llanto quita el va-lor y hasta Ja voluntad de poner re­medio, en este IV Congreso no habrá lá­grimas sino reivindicaoionles.

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ANDR:ÉS SOREL

Sobre el empleo y la formación de los escritores

Una propuesta de y para la Comisión de las Comunidades Europeas

F REN11E a na Europa de Gas Pa­trias, la Europa de Uas ouij turas.

Frente a na Europa del dere­cho de ~as Naciones, [a Europa

del derecho de los ~ndividuos. Frente a la Europa única, colorua:1ista

y c(j]onizada, na Europa múUtipae, diver­sa e individualizada en su historia y en su cuLtura.

F,rente a!l [ibro mercancía y el escritor al servicio de 1as editoriales, el <<libro que debe hurgar en Gas heridas, provo­carlas indluso. Un [ibro debe ser 00 pe­l,igro», como escribe Cioran. y el escriJtor, rebelde no sin causa, sino con ila única causa que puede allentar su obra: la de la libertad, causa que no puede regirse por cód~gos morales, leyes juríd~cas, igile­si as de pensamiento, cienoias o psicoaná­lisis castradores: [ibertad para gritar, 110-ra,r, mruldeci,r, rek, Wasfemar, jnventar, trastocar todas las servidumbres de un desauollo que está 'ÍIIlitentando llevar a la civi,lización al finail de la historia.

y preguntaréis: ¿tiene esto que ver con el enunciado deil tema de la ponenoia? Y yo responderé afirmativamente, porque como escfi.tor, 'lo primero, Uo más im­portante de todo, es na palabra, y en ila palabra está implícito el concepto Uiber­tad, y ella es la determina1lll:e de una histo¡;ia, de ooa profesión. Y me explico: el escl1ttor es individuailista: no gusta mu­cho de Sindicatos ni de Asociaciones, aunque bastantes de ~os que a éstas o aquéllos critican no dudan en aHimarse a Jos poderes públicos, privados, o fác­ticos, sean pdlíticos, multinacionalles o med~os de comunicación. La indi"iduaili­dad creativa del escritor no impl;ica el que uno renuncie, acost'umbrado a luchas olandestinas y utópicas que desemboca­ron en tristes derrumbes o acomodaciones deil presente, a combatir, como ser hu-

mano con su palabra --complementaria de 1a otra que allienta sus sueños ilitera­rios- contra las formas de corrupción y enajenación que para na cuiltura impone la industria del ocio, con todas 1as me­diatizaciones que a la propia il!Fbertad enajenan, incluso se .reflejan en Ja obra del propio escritor. «EIl hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona», escliibía HOkIerilin, y yo pien­so que 'los escl'itores ,tenemos que seguir siendo dioses al soñar, pero hombres al reflexionar. Por eso vamos a mezolar aquí el sueño con la .realidad, ~a poesía con 10S derechos profesionalles. Y no lo hacemos só10 por nosotros, sino buscando el be­neficio de otros escr1tores, induso de aquellos que no nos comprenden, que en sus eternas tentu!lias, hasta se ríen y mo­fan de nosotros. Aa fin, un verso, el de Kavafis puede respondel1les más bella y exactamente que mis palabras:

Sin consideración, sin piedad, sin [pudor

en torno mío han kvantado altas y [sólidas murallas.

y ahora permanezco aquí en mi [soledad

Meditando en mi destino: na suer.te roe [mi espiri,tu;

tanto como 'tenía que hacer. Cómo no advertí que [evaThtabrun esos

[muros. No escudhé tTabajar a Jos obreros ni

[sus voceS.

Sillenciosamente me tapiaron el mundo. y nadie se asombre o moleste por ~a

abundancia de citas en mi texto. Yo, y de momento termino con ellas, soy como Thomas Bernha-rd de Jos que dicen: <(Los únicos amigos que tengo son Jos muertos que me han dejado su ~~'terrutura».

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8 " '; AND~~ SORBL

Regresa"mos rul tema. El poder,. o la suma de fuerzas que componen ese re­sUiltrunte denominado Estado y que no es a su vez sino un. a.lambre sustentador del otro, cl Gran Estado, ell Gran Her­mano que vigma el orden del mundo. a mayor benefioio de su propio Imperio, querría que aceptáramos sin protestar, colaboráramos incluso, en ~a no denun­cia del significado. de la cUJItura de cl1istaJ, vill sucedáneo de da de 10s rrunchos o viñedos yankis: las más viejas ,ideas reac­cionarias y las más burdas y mi·serab!les .servidumbres de Ua oreación artística, galopan no ya sobre España, sino sobre el mundo. Y el problema no reside en los millones de espectadores -que ya tal ' vez queden inutilizados para tener otra 1ectura- !por esa cuUtura gdlpeados sino en quienes fabrican, distribuyen, comeroializan y pub!J,icitan el subproducto paTa mantener en Ja ignorancia y en 1a más perfecta forma de sumisión a sus fieles súbdi-tos: seguro que ellos ,se ríen después, en sus reuniones, de ese pueblo castrado al que facmitan el alimento co­tidiano de su embrutecimiento. Y mien­tras, cierran ea paso -no son rentables, mayoritarias, no interesan, la cultura es dinero, d~otaminan- a Ilos otros, los creadores, ~os diferentes, ,los que apues­tan 'por da critica o simplemente la be­lleza. ¿Resultado? Escuchemos do que dice AlJldre Schiff.in, ex-director de la .ed·itoriall Pan~heon Books de Nueva York:

«Si en muohos países ea principal pro­}jlema culturall era ila censura, ahora el própio mercado se ha convertido en cen­sor. Los grandes tmts devoran a las pe­queñas editoriaJles, para das que ell bene­ficio y la fabricaoión de best-seller no eran el objetivo. Ahora mÍsmo sólo que­dan tres o cua'tro editor,iales de ese tipo y Ilas cadenas de grandes a1macenes arrin­conan a Uos !lilJ:reros ~ndependientes,»

Esto a su vez desemboca en otro tema que sólo tangencia'lmelite subrayamos, el de da autocensura a que muchos escritores deciden someterse para no escapar a ~as reglas del juego. Son Ilos que apuestan por el libro-mercancía y '¡a cuUtura del

consumo, e1 libro reflejo de esa cultura visuail que denunoiamos, pensando para los grandes a1lmacenes, que en su con­formismo olvidan Ja sentencia del viejo maestro aIlemán, el europe Goethe: «Lo que alumbra nació pa·ra el instante pre­sente; pero lo auténtico no queda perdi­do para la posteridad»,

Porque este largo preámbuUo no hace sino '¡ncidir en el tema de mi 'exposición, sOlIo que da pa!labra ha de envolver con­ceptos que ,impidan la exposición de enunciados rituales en que tantas veces tienden a metamorfosearse [as buenas intenciones de las leyes y definiciones programáticas. Me ref,iero al informe que sobre «El Libro y ua Lectura, dos retos cul,turrules para Europa», ,lanzó da Com.i­sión de las Comunidades Europeas en agosto de 1989, Allí se decía: «Los auto­res son Ila garantía del mantenimiento y del espUendor de la ~dentidad cultural europea», ¿Esplendor, identidad? No ha­bría que sacar una lupa para iluminar tan prostituidas definiciones? Conociendo su carencia, ,lucharemos sin embaifgo 'porque no se extingan defin1t,ivamente, Los autores, Cuando se nos reconozca, ayude, impUilse en las medidas reales y concretas y no en las meras sacraJizadas convenciones. Decía el mismo informe: «CuaUquier actuación que se lleva a cabo en el ámb¡'to de1 tibro deberá necesaria­mente prestar una atención preferente a los autores y traductores, que son ~a fuente misma de la creaoión, La misión de da Comunidad es garantizar, también por ,lo que respecta a los trabajadores intelectua:les, de acuerdo con lo dispuesto en el artícUlo 117 del tratado de Ja C. E. E., «la mejora de .]as condiciooes de vida y de trabajo a fin de conseguir su equiparación por la vía del progreso», El objetivo, por tanto, es garantizar a auto­res de libros y traductores unas condicio­nes materirules equitativas -tanto desde el punto de v,ista socia:l como fisca!l- que tengan en' cuenta sus particUlláres condi­ciones de V'ida»,

ApoyáJndonos en estas definiciones ac­tuamos en nuestra Asociación, jmpudsa­mos este Congreso: precisamente para

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SOBRE EL EMPLEO Y LA FORMACIóN DE LOS ESCRITORES 9

que ~l escritor, todo. escritor, incluso el que nos da .]a esprulda o nos cr,itica, tenga más fuerza para escribi'r y más medios donde hacerlo. La A. C. E ., como orga­nización profesional, no busca sino. luohar para que todos aos escritores aJlcanoen sus mayores posibilidades de .iJndependen­cia y al ,tiempo obtengan Uas mejQlfes con­diciones en su trabajo: para que depen­dan, exclusivamente, en su creación, de SU ima~inación en ,libertad, y el mercado, editoriaIl y digtributi va, no sÓllo reconoz­ca sino que tenga que aceptar esa liber­tad y se obligue a retr-ibuirle justamente. Por eso defendemos y rupoyamos, y lle­vamos también a Europa nuestra voz, en el deseo de que se favo rezcan temas como cl de preservación y difus,ión de las :lenguas minorita'rias, no para conver­tinlas en piezas de museo, sino poten­ciando la creación en 1as mismas y COI11-

tr.ibuyendo a su intercambio y conoci­miento. Por eso apoyamos a la Comisión en ,la necesidad de -son paJlabras suyas­«conooder atención prioritaria a nas po­sibilidades de desarrollo autónomo en el mercado comunitario e ,internacional a las editoria'les preocupadas po.r producir libros de calidad». Porque no hay que proteger solo aa autonomía de este tipo de ed Ltórialles, sino que hay que [uchar porq ue sus Hbros tengan una canahización norma.], y no sean dvidados o margina­dos por" jas redes distribuidoras siempre a:1 serv.icio de ¡las muUtinacionales, y con­seguir rul 'tiempo que la prensa y ~os me­dios de comunicaoión -que también de­penden en sus ,informaciones currtumles y en sus críticas del poder de las gran­des casas edLtoroiaJ).es y de la publicidad por ellas generada-les preste mayor aten­ción de la que en la actualidad 'les d:ispensa.

Las propias Ferias dell Libro debieran ser menos ferias de ventas a plazos o de productos únicos y a:rohirepetidos y más vehículos de información, difusión y es­peciaJlización cultural. Y las autor,jdades culturaJleS de los di'stintos pueblos del Es­tado también habrían de sensibi!Iizarse para apoyar estas creaCiones que forman la' auténtica diversidad e identidad de Ja creación ·aiterada.

y en ,lo que respecta a los escritores, a su remuneraoió n, a sus condiciones de trabajo, a su seguridad social, pensamos que también hemos de formar un ~rente común dentro del Consejo de escritores europeos para no sólo armonizar intere­ses, sino imponer unos derechos de :los que hoy, en bastantes puntos, ca,.recemos. Juan Mollá, que lleva largos años en estas batallas, incluso en sacrificio de su bellísima creación poébica, abordará en profundidad estos temas. Yo me Emito a enunciar los fundamentailes:

- iguaJldad a Ua hora de proteger el derecho de autor post-mort'em, y estudio de formas que impidan, como ocurre en la actualidad, que el dominio público de la creaoión literaria sea un dominio de las Editoriales sobre ~a creación para su ún'ico beneficio, en de tr,imento precisa­mente no sólo de los autores, sino de! propio púbaico. Que en ell impuesto sobre la renta de [os trabajadores cuMurales se tenga en cuenta sus particula;res condicio­nes de vida y trabajo, así como e! carác­ter único de sus actividades y se ~mplante un sistema de escailonamiemto de ilas ren­tas a Uo largo de varios años.

- que ¡Jos contratos de edición no a,pa­reZ'can solo regulados en una Ley de Pro­pi,edad Inteleetua'l prógresista, sino que se cumplan y que el autor se mentalice de que no es un siervo del edLtor , ni se le recompensa ya can el hecho de publi­ca,r su libro, sea poeta, catedrático de universidad o funcionario púl)]'ico, sino que ha de conseguü que esa obra que Juego es vendida en el mercado, ha de re­tribuirle a él el precio del trabajo creado, y ha de v,igilat su no manipuilación, su real1 distr.ibución, contrOilar su exacta ti­rada y venta;

- que los derechos de préstamo pú­bEco y reprografía' se están imponiendo en toda Europa y España no puede ser una excepoión, e igual que se vigila y obliga al ciudadano a cumplir sus de­beres fiscailes --'a ijos escútores nos han g,tabado ¡recientemente con el 15 por 100 el IRPF- se ha de obl,iga,r a [os fabri­cantés,importádores, distpibuidores y ma-

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rlO ANDRÉS SOREL

nipuladores de máquinas a que paguen por ila uNilizaoión de Jos Ebros, o all Es­tado a que compense el uso y disfrute de los mismos en nas bibliotecas.

- En ila Seguridad Sociaij, no q uere­mos 1lIi ilimosnas ni campaña-s sensacio­naJ]jstas en casos eXltremos. Simplemente justicia. Todo trabajador da Tiene. Y la paga el patrón. Estas no son pa,]abras poéticas, sino de uso de ,ley. El esoriJtor no tiene patrón, ¿o tiene múltiples pa­trones? ¿Y si publica cinco obras, pon­gamos 'por caso, en una misma editor.ia;], no es ésta su pa,trón? Allfonso Grosso, nombre muy aüeado por ila prensa re­cientemente, publicó más de cinco obras en editor.ia.J Planeta: ni ooa paJlabra sa­lió de Jos responsables de esta editoriai en 1as horas de abandono y CI'isis de toda índole dell escritor. Y si dedica veinte, treinta, más años a Ua creaoión Giterana, no ha sido este un vrabajo continuado? Un trabajo que encima beneficia al desa­rrollo cultural de Ja sociedad en que v,ive. y esta sociedad se torna ciega, muda, cuando llegan las horas difícilles de estos creadores, no ,tiene arbitrados medios, en los que habrían de colaborar tanto edi­toniaJles -patronos como instituciones­difusoras e impui]soras de la cuiltura, para solucionar sus problemas. Sólo en la mueI'te se ret,rata junto a sus cadáveres, para que así sean más pronto olvidados. La propiedad privada e:x.iste pa·ra todo: el escritor na sufre: si quiere vivir en un piso como siqllliere comprar un ouadro. Solo el ¡1ibro, Ua obra ili,teraria, se dice, es de dominio público: un nolJle puede legar a los hijos de 10s hijos de sus hijos de por vida sus 1ier.ras o sus cuadros, o aI'fendartlos para trabajo o exhibioión en museos por los precios que quiera fi­jar: pero el l,ibro 1110: este ¡Jo pubaica sin invertir en derechos lI1ada porque para eso es de dominio público. Yal tiempo podríamos oitar ,]os nombres de bastantes editoI1iaijes que publican exclusivamente libros de dominio públ,ico -así no pa­gan a ~os autores ni arr.iesgan con los jóvenes y se benefician de rros que están incürsos 'en Uos planes de enseñanza que les aseguran la venta continuada-o Y aiJ

tiempo mutilan esas obras en traduccio­nes ,infames, simples refundiciOll1es a ve­ces, cor.tando párrafos o hasta cap~tu1os enteros de aas obras. ¿Acaso no están vulnerando ola Declaración Uruversall de Derechos Humanos que en su artículo 27 afirma que: «toda persona tiene de­recho a la protección de 10s intereses mo­ra:Ies y materiales que le correspOll1den por razón de Jas producciones científicas, li­tera-rias o artísticas de que sea autora». y somos nosotros, los escritores quienes tenemos que vclar porque se cumplan esos derechos. Hoy por ellos. Mañana por nos­otros. Y tenemos que velar, hora es de deci,rlo claramente, contra esos pícaws ed itores y los fieles asa1arjados que Jos defienden, que anteponen sus puestos de trabajo a su obligación mora'l de preser­var siempre, siempre, 1a integ,ridad de la obra :1i.teraria y Ua ij.¡bertad del esCI'itor.

- Nosotros pensamos, además, que el Copyright debe ser exclusivo de Jos es­critores: cl derecho mora!l de éstos a su obra es indiscutible. Puede cederlo tem­poralmente, pero nunca renunciar a él. y hay que esta·r atentos a ~as maniobras de un número creado de editores oientí­ficos y téan~cos que están intentando crear un Copyr.ight de editores que cubre su <drabajo de diseño creativo» bajo la le­gislación sobre Copy;right anglo-ameri­cana.

- y en ~l campo de ¡Ja Seguridad So­ciaq, de ila «uti.lización» de Jos escntores M servicio de :¡a culltura, oreemos que de­bieran ser 'apoyados por todos nos res­ponsables de 'la cultura de Uos distintos pueblos d~l Estado como animadores cul­tur.ales allí donde el ijjbro ,tiene su razón de ser o su casa: en la enseñanza de [a litera-tura o en Ua biblioteca pública. To­memos lI1uevamen1e el informe de las Co­munidades Europeas cuando dice: «Si bien parece difícil crea.r puestos de ,tra­bajo direotamente relacionados con Ja cscr!,tura propiamente dicha, Oa rinserción de nós escritores en Ja 1'ed sociocdltural de coleg,ios, universidades, bibl,iotecas, centros de anrimación culltura1, grupos de esoritura o de lectura, etc. favorecería su papel de creadores, pedagogos y anima-

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SOBRE EL EMPLEO Y LA FORMACióN DE LOS ESCRITORES 11

dores culturales a ila vez que ~es propor­cionarían puestos de trabajo que seríam una armoniosa cont1nuación de su acti­vidad culturaL. Las inversiones destina­das a la inserción de los escritores en Ja red sociocultural . y a la formaoión de autores pluridisciplinarios constituyen la verdadera mejora de su situación social, a la vez que garantizan Oa ampliación del público y favorecen directa o indirecta­mente el hábito de la lectura». . Bl escritor, digamos para cerrar este pequeño apunte sobre el ,tema de la Se­gUI1idad Sociall, es un oiudadano más su­jeto a Jas obligaciones y dereohos de to­dos Jos ciudadamos. Pero no vivimos en una sociedad jgua'lirtaria" Hay que tener cuidado con las pá:labras y las otras: «de­magogias». En esta sociedad se suale premiar di. trabajo menos creativo, más especulador. Desgraciada sociedad aque­lla que no sea receptiva para quien ha dado su vida no a ~a búsqueda del enr,i­quecim.iento propio, de ila mercantillaza­ción de su trabajo, sino de ~a búsqueda de ]a belleza, incluso de Ja creación de una SOCÍ'edad mejor. Una sociedad que cuenta con un crecido número de anal­fabetos funcionales, con minorías étnicas y culturailes cada vez más d'¡scriminadas y al tiempo creoientes a las que había que integrar cUlltura:lmente all lt iempo que pre­servar sus diferencias, una sociedad en ila que Oa ilectura, no lo olvidemos, ocupa cada vez menos tiempo en la cultura y empileo del :tiempo J,ihre, sooiedad que no estaría «ayudando» a ¡los escritores aJl po­sibil Ílta'r su trabajo como di:namizadores de la cultura, sino ayudándose a sí misma.

Trabajamos pues, aquí y en Europa - y hora es de que el Hamado Grupo del Libro nos represente un escritor y no un editor como hasta di. momento v,ie­ne sucediendo- no sólo para nues·tros 1.500 asociados, sino para quienes nos ~g­noran o ori Diean, como ocur,ría en el caso del editor-escritor que en <<El País» nos acusaba de <tpíca:ros»: Jo único que po­demos aconsejar:le es, que en bien de todos, 100 dude en a1zar su voz rec:la­mando mejores condiciones en sus con-

tratos, ejeroiendo un efectivo contrdl so­bre eil cumplimiento de los mismos y de­mandando paz y seguridad para seguir creando sus necesa'I1ias obras, ·sin Ilos ago­bios de una concepción dell libro-mercan­Cía sujeta alás kyes del ocio y al con­sumo. ./

y trabajamos dentro de ese marco que se define en 'la Europa del año 91 y 92 de ua siguiente forma : <<La ILibertad de circulaoión y de establecimiento de Uos trabajadores por cuenta ajena y de Uos independientes constatuye un 'Pl'incLpio fundamental de'l Tratado de ila C. E. E. En el ámbito de -la cultura yen vísperas del '92, Oa apOicaoión de dicho principio cond~ciona ija inltensif.ieación de Uos inter­cambios culturales entre países y regiones de 'la Comun,idad.

La apilicación de dicho pr·incipio pre­senta pa,rtacu1ar ~mportancia para los autores, puesto que supone ~ncremenltar su notoriedad en su propio país con la que alcanzan en el extranjero. Precisamente la notor~edad es ~o que permite a ~os auto­res mejorar su nivel de vida .. Los autores sólo pueden disfruta·r eficazmente de 1a libel1tad de circU!lación y de estableoimien­to si disponen de información suf,iciente sobre el régimen jurídico, sociaq y f,iscal, organ~zaciones profesionales, sociedades de autores, organización de Ja vida ¡ntera­ria, posib.i!lidades de becas y subvenciones exis,tentes en cada Estado miembro». Nos sumanos a estas pallabras y pedlÍmos que el reconocimiento y los medios otorgados a nuest·ra Asociación de Esor,itores sirva para, 'inorementándose, jugar ese papel que ila C. E. E. pide a Uos escliLtores, pues insimimos, esto será favorecer Ja cultura y ~os intereses de la total~dad de aos es­critores españoles.

Desde ~a profesioncilidad y en Ja tite­ratura, esta Asooiación CoQegia~ Uucha para que España siga siendo país de es­cr.itores, para que la poesía, tantas veces en Ja penuria, en el exilio, y, no 10 ol­videmos, en la propia cárcel, y digo no lo olvidemos porque na memoria juega un papal capital en ~a litera,tura. no deje de enseñarnos a soñar y envo1vernos con su aura de belleza y para que, de cara

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12 ANDRÉS SOREL

a Europ.a :y al mundo, mantengamos el legado de una mujer, que allá en México, año 39, nos dejába en sus pa,labras sobre Bl Querer. Me refiero a María Zambrano y decían:

«Conciencia y memol'ja: cootinuidad. y esperanza. Y ha sido en 1a poesía .como. se ha mostrado, porque demasiado pro­funda y tímida, demasiado reservada, de­mas,iado sin asidero ,razonabile, apenas nadie ila hubiese dado crédito. El pensa­miento necesita razones más positivas, más hechas para acoger a aJgo dentro de sí, mientras que la poeSía ,tieri.e por voca-. cioo acudir a cantar ~o que nace. Y 10 que nace sobre todo, en cónl:radiccióñ )1 a despecho de ao que ae ,rodea. La poesía exige menos y ofrece más que el pensa­miento: su esencia es su propia genero­sidad. La continuidad de España se ha

expresado por la poesía, sin que nad~e pueda ya ,impedirlo, pero se ha expresado igua,Imente por ~a sangre. Y la sangre también tiene su universanidad . Mas sin la paJabra no sería comprendida, no es­taría cor·roborada. La palabra es ~a luz de Ila sangre.»

Sí, decimos nosotros: a despecho de un mundo cada vez menos poético, de una sociedad más egoísta, menos il,i,teral1ia, nosotros trabajaremos para que fos poe­tas -jóvenes o viejos- sigan escr,ilYien­do, y para que su obra se realice en ilas mejores condioiones posibles. Porque para nosobros, I].a continuidad de España, deJ ser humano, y de aa propia vida, re­side precisamente en la posilYiilidad de que la .Jiteratura continúe hurgando en nues­tras heridas y alimentando nuestros sueños.

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JUAN 'M .O.LLÁ

, .. 'La A. ¿. E. y las Asociaciones'­de Escritores 'de'Europa

Legislación y tareas inmediatas

ESTE IV Congreso es el pr·imero

que se celebra después de la promulgación de ~a nueva Ley de Propiedad Inteleotuat Ter­

minó la batalla por esa Ley, con cl cum­plimiento de algunos objetivos y Ja pos­posición de otros. Terminó la batalla, pero no la guerra. Por no usar términos belicistas que en estas vísperas de la gue­rra de v,erdad se vuelven siniestros dire­mos que .la defensa de ~os derechos e intereses de 10s escritores se va a tras­ladar ahora primordia'lmente a Europa, sin perjuicio de que en España sigamos pugnando en el desarrollo de la Ley ya aprobada.

La unificación europea nos permite esperar que, al amparo del empuje de las grandes fuerzas económicas, políticas y cuJturaJes que tienden a aunarse; a.l amparo de los grandes 'intereses suprana­ciona1es, puedan prosperar otros intere­ses más débi.les, como ·los intereses de los escritores que, por sí solos, poco po­drían hacer en un contexto social tan desiguM.

Así, debemos 'intentar que algunos de los objetivos que no hemos conseguido en el ámbito nacional, se obtengan a través de ~as normas comunital'ias europeas unificadas, a través de la ar­monización del Derecho de Autor en Europa, y de la unión de 10s escritores europeos, sobre todo ,

Pero no pretendo ser utópico, Hablaré de esperanzas y posibilidades. Pero tam­bién de rea'lidad y obstáculos.

Punto primero: Asooiaoiones Europeas de Escr:itores.

Desde hace años, 'la A C. E. está en conexión con ilas demás Asociaciones de Escritor,es de nuestro Continente, median­te su inserción en la única agrupación de

Asociaciones de escritores que existe en Europa: el Congreso de Escritores Europeos, que reúne a Asociaciones de más de veinte países, en Congresos bianuales. Ya se han celebrado nueve. El penúJtimo tuvo lugar en Segovia. Bl último en Friburgo. El próximo en Roma.

Los Congresos no tenían hasta ahora más nexo que .la revista NewS'letter, que aparecía con cada Congreso.

Desde el de Friburgo, se está institu­cional'izando rápidament,e aa agrupación de Asociaciones, al impulso de la urgente necesidad, frente al proceso unificador europeo.

Se ha constituido un órgano directivo, con funciones de Secretariado, llamado modestamente «Comité de Trabajo», com­puesto por nueve miembros, entre dos cuales me cuento yo, y que se reúne entre Congresos para acelerar y potenoiar la colaboración y 'la unión. Se ha decidido que en adelante 'los Congresos sean anua­].es y se buscan medios económicos para dotar a la Unión de órganos permanentes. Se ha constituido también un Subcomité del Derecho de Autor para impulsar la defensa de la propiedad inteleotual de los escri·tores. Un Subcomi·té sobre ~enguas minoritarias. Y un Subcomité para estu­diar la futura Estructura dell Congreso de Escritores Europeos, que seguramente cambiará de nombre para llamarse «Unión de Escritores Europeos».

Debo deciros que, por ahora, en el Congreso de Escr.itores Europeos, se nota, qu:izás en exceso, .la preponderancia de bs Asociaciones de Inglaterra, Alemania, Suiza, Holanda y los Países Escandinavos o Nórdicos. Evidentemente, porque :tienen más fuerza en sus propias naciones. Fran­cia, Portugal, España, Grecia, Halia, y

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14 _JUAN MOL.LA.

los Países del Sur queda,mos ,un poco en segunda fila . Por razones de economía probablemente. El caso de Francia es particularmente -lamentable: Frente a la fuerza del Gremio de Editores, nll$ Aso­ciaciones de Escritores están divididas y manipuladas. En la reunión que acaba de celebrarse en Lisboa, entre Jas Asocia­ciones de Escritores de Portugal y España, se han sentado 1as bases para una espe­ranzadora acción conjunta.

La Ilabor más inmediata que ocupa a las Asociaoiones Europeas de Escritores se d~arrolla en los siguientes frentes:

- Relaciones con la Comisión Europea de Ja Comunidad y el Consejo de Europa.

- Intentos de integración en la WIPO (OMPI) y en la IFFRO.

- Forum Europa, en defensa de las lenguas minoritarias.

- Y, sobre todo, en los esfuerzos por la armonización del Derecho de Autor en Europa, que .ruene proyectada aa Comisión de :la Comunidad Económica Europea.

- El nuevo panorama político europeo facilitará Ia Unión al Congreso de 1as Asociaciones de Esoritores del Este.

Las principal~ proposiciones del Con­greso Europeo, desde su reunión de 1984 en Londres, en el ámbito del derecho de autor, son:

- Participación de un 10 por 100 so­bre el precio de venta ad público del .libro. Aunque en. algunos países nórdicos, el porcentaje es del 15 al 18 por 100.

- O por 100 de 1.. V. A. pa·ra libros y escri tores.

- Normas básicas de un derecho so­bre préstamso bibliotecarios. ~ Normas básicas para un Contrato­

T'ipo europeo. . - Proposición de Ley sobre Copyright dirigida a la Comunidad Europea.

- Canon sobre las obras en Dominio Público.

Los últimos hitos recorridos en el plan­teamiento ·éomunit1!rio. europeo del De­r~ho de Autor son ~os siguientes:

- En el verano de .1988 el Consejo General promulga la «Carta Verde sobre Copyright y el Reto de la Tecnología». Pero resulta que trata de cuestiones de mercado. y de ~ompetencia, afecta prin­cipalmente a 10s medios audiovisuales y pro'gramas de computadoras y tiende a proteger a terceros y al público. Pero apenas menciona 1a protecoión del crea­dor de la obra. Y cuando habla de la actividad creativa y su remuneración es para expresar el temor de que up.a pro­tección excesiva pudiera Emitar las po­sibilidades de difusión de la obra y con­ducir a una remuneración excesivamente elevada.

- En marzo de 1989, el Consejo Ge­neral lO, de la C. E. promulgó un docu­mento sobre «Promoción del Libro y la Lectura» en que se intentaba cubrir las lagunas de la «Carta Verde». Pero su versión de agosto de 1989 titulada <<El Libro y la Lectura: Un Reto Cultural para Europa», tampoco sat~sface .las as_o piraciones de 'las Asociaciones de Escri­tores Europeos.

- Ante esta decepción, la Asociación Alemana de Recaudación Literaria V. G. WORT convocó en octubre de 1989 un' Congreso sobre el futuro de 'los Derechos de Autor en Europa, bajo e1 ·lema «Mente y Dinero». «G.EIST UND GELD» en alemán, «Les oeuvres de l'Espri t et l' Ar­gent» - más refinado- en francés. Se celebró en Bonn . Asistí en nombre de la A. C. E. Pero sus conclusion,es no fueron demasiado audaces. Se limitaron a «.la­mentar profundamente» que :la Comisión de la C. E. en su «Libro Verde», no haya prestado a los autores ,la debida atención y la ayuda prioritaria en tanto que crea­dor,es de -las obras del espíritu; y a «pedir encarecidamente» a la Comisión que pro­teja plenamente los derechos de autor, como derecho exclusivo y derecho moral , solicitando que se ,extienda a 70 años des­pués de la muerte del autor; y en Jos campos de la reprografía, bases de datos, préstamos 'bibliotecarios y. piratería. . - En abriI de 1990, la Unión Inter­nacional de Editores ha celebrado su 11

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LA A. C. E. y LAS ASOCIACIONES DE ESCRITORES DE EUROPA 15

Simposio sobre Derecho de Autor, al que ha asistido un representante del Congreso de Escritores Europeos.

¿ CulÍ'l va a ser la reaCClOn de éstos? Ante todo, llevar directamente sus rei­

vindicaciones ante los órganos comunita­rios europeos:

- El Parlamento.

- La Comisión.

Así como ante los órganos del foro mundial, como la OMPI, IFFRO y la UNESCO.

A este objetivo se dedicará el próximo Congreso Europeo que se ce1ebra,rá en junio próX'imo.

Pero para que estas reivindicaciones alcancen su objetivo en el seno de la nueva Europa que, no lo olvidemos, [lace como Mercado, es preciso el prev,io for­taJlecimiento de las Asociaciones de Es­critores, su Unión supranacional. Si no tenemos una fuerza positiva en ese Mer­cado, no conseguiremos en Europa más de Jo que podamos conseguir en España, cuya Ley de Propiedad Intelectual es, a pesar de que no nos satisfaga, de las más avanzadas de la Comunidad Europea.

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GREGORIO GALLEGO

La Asociación Colegial de Escritores y el.tema de la Seguridad Social

ESTE Congreso es importante para

todos los escritores porque va­mos a revisar 1a trayectoria de 1a A. C. E. en aJlgunos temas que

forman parte esenci ~ de nuestra Asocia­oión. El más importante que a la sazón nos preocupa es el! de ~a Seguridad Sooial y la 1ndefensión de los escritores en un tiempo que Ja mayoría de los coleotivos socirules se encuentran protegidos.

Nuestra reivindicación es antigua, mu­cho más a nNgua que na propia fundación de la A. C. E. La idea ~a soltó Amgel M.a de Lera en el Primer Congreso de Es­critores celebrado en San S'ebastián en el mes de septiembre de 1968, un año cru­cial en el que se produjo la «Primavera de Praga», el «Mayo Francés» y Jos mo­vimi'entos radicrules de ~os estudiantes en todo el mundo. Ante más de 150 esori­tores Lera lanzó su mensaje, que, a'lgunos cronistas, como Rafaell Conte en ,las pá­ginas de «Informaoiones», caiJificó de bombazo. La ponencia env,iada por Lera al Congreso y l'eída por Luis de Castre­sana versaba sobre el asociacionismo y la necesidad de constituir una asociación de escritores, primer paso para ex1g,ir a la sooiedad y a los poderes públlicos pro­tección y respeto para el trabajo que rea­lizamos.

Rafael Con te, que es nuestro guía en este Primer Congreso de Escritores cele­brado durante cl franquismo, describe con brillantez ell ambiente que se respira en el lujoso marco del Ayuntamiento de San Sebast,ián: «Camilo José Cela ~eyó su discurso inaugural y se marohó rápi­damente, tal vez, a corregir ~as pruebas del segundo volumen de su «Diccionario Secreto» que es un secreto a voces; tam­bién se ha marchado Ignacio Agustí; y Angel María de Lera sin ni siquJera ha­ber venido ha ganado la batalla por po-

deres. Luis de Castresana ha Slido encar­gado de ¡leer Ja ponencia de Lera. Hasta ahora las reuniones exhallaban un fra ­gante Oilor «amateur». Ciento cincuenta congr,esistas entusiastas y apasionados y la organizaoión del Ayuntamiento de San Sebastián están abordando todos los temas, hasta Jos más ar·riesgados. Lera ha sido duro, pragmático, cortante y su­gestivo. Se discute Ja f.jgura del escritor como una víctima enorme ante la socie­dad, los editores o :Jos poderes públicos. Sus pa1labras han sido un revullsivo para el ambiente «amateur», pero han Hogrado una aceptación mayoritaDia, casi unánime de todos los asistentes. Lera ha dicho: <<Hemos sido coba<rdes señoritos y egoís­tas. Pero el escritor cumple una función de interés púb1'¡co y debe plantear sus reivindicaciones. No es 'un funoionario ni un asalariado. La ley de propiedad in­telectuaiJ está superada tras un s'iglo de exist<encia. Los contra,tos de ed,ición son ~eon inos. No se pueden contrdlar aas edi­ciones nuevas. Cuando una obra cae en el dominio público a los ochenta años de la muerte de su autor, sus derechos sólo benefician a quien ¡Ja edita, no a la so­oiedad ni a Jos escr,jtores. En resumen: No existe la profesión de escnitor».

Este cóctel explosivo de Lera, Hanz'acto en un ambiente propicio, fue ~a primera piedra de nuestra Asociación .. Un nume­roso grupo de escritores de toda España acogió solidariamente la .idea de Lera creyendo jngenuamente que podían cons­tituirse en asociación por voluntad pro­pia. Todos los caminos de ila libertad es­taban cerrados en el ,régimen :imperante. Muy pronto hioieron comprender a Lera, ya Ilos que Je acompañábamos en el pro­yecto, que cuétlquier tentativa de asooia­ción pasaba por Ja organización de ~os sindicatos verticales o el ingreso en la

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18 GREGORIO GALLaGO

S. G. A. E . como <<hermanos muertos», ya que esta impolitan:te sooiedad es fun­damentalmente admi.nistra<tiva. Ninguna de estas soluciones encajaba en nuestro proyecto de constituir una asociación de carácter democrático, iguali,taroio y con voluntad de reivindicar los intereses pro­fesionales de los escritores. Y en,tre estas reivindicaciones nas más urgentes eran: la cl'eación de un sistema de previsión sociall para 'los esoritores, la re",isión de la ley de propiedad intelectua.l y el con­trol de tirada.

En vista de que era imposi.ble consti­tuir una asociaoión independiente de es­cl'itores y ~os escritores, en general, no estaban dispuestos a incorporru-se a ~os mansos rebaños del sindicalismo vertical, se insistió en Üa creación de ,una mutua­lidad que protegiera a ~os escritores de libros. «El problema que planteaba el proyecto -escl'ibe Lera- era da finan­ciación de una entidad de ese tipo, im­pos¡'ble de cubrir con Uas cuotas de los mutualistas, que habrían de ser necesaria­mente bajas para que estuvieran a su aJ­canee, aft akance de nuestros compañeros. En principio se pensó en esa farsa que se llama «domimo públ'¡co» de las obras literamas y que en rea!lidad encubre la a:propiación del derecho a editarlas sin pago de regadía aUguna. Se propuso que Jos editores pagasen un canon por la edi­ción de esas obras, pa,rte del cuaJ pasase a engrosar un fondo para Ua f.inanciaoión de nuestra Mutualidad. Pero los editores no quis,ieron ni oír hablar de eso. Olaro, les amparaba la vieja Ley de Propiedad IntelectuaU, y para oblligarles a paga1' de­rechos de autor por ~as obras en «domi­nio público» hubiera sido necesario de­rogar[ previamente esa ley y prommgar después otra que diese 'Un tratamiento racional al «dominio públlico», lo cual se presentaba como algo muy dificil de Jo­grar entonces, por no decir imposibk A cambio, sin embargo, de que los esorito­res dejasen en paz el «dominio público», los editores se comprometían, en prin­cipio, a aportar de su peculio da cantidad anual que hiciese posHlle la existencia y funcionamiento de una Mutualidad La-

boraU de Escritores de Li,bros, debido, sin duda, a la presión que sobre ellos ejerció el Ministerio de Información y Turismo a través de ila Direcoión General de Cul­tura Popular y de ~a dirección del Ins­tituto Nacional del Lihro Español (INLE). Con esta promesa se formó una comisión compuesta de autores y editores, enca,rgada, bajo el discreto arbitrio del Secretario del INLE, DE FORMULAR un anteproyecto de MutuaLidad. Onco largos años de r,euniones y discusiones en torno al tema entre -las dos partes inte­resadas, autores y editores, costó el! llevar a buen puerto el aouerdo fundamentall y constitutivo. Entre ,tanto aa S. G. A. E., que nada ofr,ecía y que proetendía en cam­bio, que se llevaTa a su seno Ua adminis­tración de la Mutualidad, pagada en gran parte por los editores, llegó, 'incluso, a destit uir a sus delegados en la comisión escritores .. editores por entender que aqué­llos se plegaban a los deseos de éstos y del INLE. Por su parte, ilos editores amenazaban con retirarse de dicha co­misión si se pretendía lleva'r Ja futura Mutualidad all ámbi,to de aa S. G. A. E. Hubo imprecaoiones y ar-tículos virulen­tos contra los escritores miembros de la comisión, donde permanecieron a pesar de la excomunión que sobre ellos Urunzara la S. G. A. E ., por los nombrados para sustituirles en,tre ellos. Federico Ca,dos Sainz de Robres, que no pudieron, ni aun así, desplazar a quienes desde el pDincipio venían defendiendo 10S intereses de los escritores en Ja citada comisión mixta. La situación llegó a ser extremadamente grave y se estuvo a punto de malograr de~ini,tivamente el proyeoto. Menos mal que los compañeros de la comisión no se dejaron amedrenta'l' por ,las presiones de la S. G. A. E. Y del! señor Sainz de Robles. Lo que nuestros compañeros pretendían dentro de ~a comisión era hallar ~a fór­mula que diera viabilidad a la Mutuali­dad sin más mira que Jos ,intereses ver­daderos de los escl'i,tores. Estos compa­ñ,eros, además del que suscribe, eran Manrique de Lara y Castresana. Y en­contraron la única fórmula posibae: Ja de incorporar aa MutuaQidad de Escri,to-

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LA ASOCIACIóN COLEGIAL DE ESCRITORES .. . 19

res a!1 mutualismo general del Estado. De esta manera se aseguraba la financiación principrul, la de los editores, y Oa subsi­diaria d Ell Estado, y, además, se conse­guia con ello, que fuera un ,logro irre­versible.

Lo de ir.reversible no pasaría de ser una i,lusión de nuestro difunto presidente. La Mutualidad de Escritores de Libros empezó a funcionar elLo de enero de 1971 y lo hizo muy generosamente, pues desde su fundación empezó a pagar pen­sion:.s a Ilos escritores que habían cum­plido Ilos 65 años, ent·re los que se en­contraban A1eixandre, Zunzunegui, Ge­rardo Diego y un numeroso grupo de es­critores que vivían en precario. Y a la sombra de ¡la Mutua·lidad, presoidida por Angel M.a de Lera, ,intentamos formar de nuevo ¡la Asociación, pero todas nues­tras gestiones resultaron ~ nútiles por Ja alergia de!l régimen franquista a cualquier movimiento societa,pio que no estuviera encorsetado ,en el] s,istema de control que le era peculiar. Tuvimos que esperar a que llegara ,la democrac¡a, y aun con esta democraoia precavida y reCe/losa de los primeros años, tuvimos muchas dificulta­des para que Ja A. C. E. empezara a fun­ciona·r prov'i·sionalmente, aofropada por el INLE. Hasta 1977 no fuimos lega!lizados, para empezar a funciona·r plenamente en 1978.

Pero ciñéndonos al tema que nos preo­cupa, y que ,lo considero fundamental para poder d :.c¡r que los escritores se en­cuentran socia,lmente protegidos, es for­zoso seguir con la triste historia de nues­tra Mutua'l,idad. Era bien poca cosa, es cierto. Apenas una ayuda para Ilos escri­tores que llegaban a la vejoez sin recursos. Sin embargo, era algo de lo que ~os es­cr itores nos sentíamos orgullosos y que al igua l que nuestro d ¡funto presidente lo considerábamos irrey.::,rsible. ¿Cómo íba­mos a pensa r que un mimistro deJI trabajo sociaJoista nos iba a arrebatar Jo que tanto trabajo nos había cos,tado conseguir...? Era aluc inante. Nos resual1:aba difícill creer qLi:: el señor A!lmunia pudiera ser el autor o rubricador de ,los ~eales Decretos 45-46 de 1984 que liqu~daban de un plumazo

la Muturulñdad de Escritores de Libros. Inmediatamente ,la Comisión Ejecutiva Permanente de la A., C. E. se puso en mo­vimiento para conseguir de.l ministro de Trabajo y ¡la secretaría general de la Se­guridad Socia:l nos informaran de Jas con­secuencias de los referidos decretos para los escr,i·tores mutualistas. No podemos quejarnos de las patlabras y mucho menos de las promesas. En prinoipio, todos Jos que usaban del poder imperrutivo de la ley estaban dispuestos a hacer una ex­cepción con :Ios escritores y como prueba de buena vol untad nos prometieron apla­zar el pago de las cuotas hasta que se encontrara una sdlución satisfactoria para arnba~ pa.rtes. Pero ~o único que conse­guimos fue dar largas a,l asunto hasta que nos hioi·eron pasar por ,eIl aro. Este juego de marrullerías y diHaciones duró exactamente dos años. Al final Jos escfoÍ­tores fueron emp'lazados amenazadora­mente a !Iiquidar sus deudas con la Se­guridad Social. El Ministerio de Trabajo y la Seguridad SooiaU no querían saber nada de nuestras necesidades ni de nues­tros problemas. Al final1 de 1986 ,los es-o cri·tores mutuaJ,istas debían cerca de trein-· ta rnillon:.-s de pesetas y les exigían con. cartas conminatorias que se pagaran COIl; prontitud.

El problema resultaba insuperable para: los escritores ,individualmente y para la Asooiación, que había asumido da defen­sa de sus derechos. En esta $Iutuación no nos quedaba más recurso que buscar la solución en el Ministerio de Cu~tura . Era el único fiador con que contábamos para ba,cer f.rente a una carga ,tan pesada, y no podemos quejamos de· su comporta­mi,:.nto. Tras dos años de reuniones y cartas cruzadas entre ¡la Comisión Eje­cutiva Permanente de esta asociación con el Director Generall del Libro y Biblio­tecas y la Dirección de 1a Seguridad So­cia-l, llegamos a un precario acuerdo que, por ser conocido por los interesados, no voy a exponer. Sin embargo, quiero dejar constan ia, por ser de justicia, que tanto el Di'reotor Genera!1 del Libro y Biblio­tecas, Juan Manuel Velasco, como d Di­reotor del Centro deJI Libro y de la Lec-

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GREGaRIO GALLEGO

tura, José M.a Merino, merecen nuestra gratitud por ell interés que han puesto y siguen poruendo ,en canoeUar <la deuda contraída por los ·escl'i·tores de libros con la Segur,idad Soci:a~ y que no quedará canceilada 'hasta 1992, siempre que siga­mos recibiendo del Ministerio de Cu~tura ra misma ayuda que hasta la f-echa.

Dicho esto, me pregunto: ¿Será posible que .algún día aos escl'itores puedan con­tar con un sistema de protección que ,les ponga a cubi,e-r,to de ~os años difíciles de la vejez y ~es atienda en las enfermeda­des? Los técnicos de ila Seguridad Socia1, s.iempre tan eficaces y objet,ivos, me dirán que esa Seguridad ya la t'ienen a condi­ción de pagar las tarifas que Jes corres­ponde como trabajadores autónomos. Pero demasiado saben estos señores que los escri,tores que necesi tan 1a Seguridad Sociall no pueden pagar esas tarifas, como lo saben el actuaJl ministro de Cultura, Jorge Semprún, y Juan Manucl Velasco, por su contacto más dir·ecto con los es­critores. Pedimos tanto a,1 señor ministro como al Director General del Li bro, que revisen el compromiso entre editores y escritores que hizo posible 'la constitución de la Mutuallidad de Escritores de libros, pues si aquel acuerdo fue posible bajo un gobierno franquista con mayor motivo d ::be serilo para un gobierno socialista. En un tiempo en que hemos puesto como meta la justicia sooiaJI, no podemos con­siderar a Jos esoritores trabajadores por cuenta ajena, ya que ,en 1a mayoría de ros casos no ganan ni para pagar Ua Se­guridad Soci llJ1. Naturallmente, no habla­mos d-e 110s Prem io Nobel, deJ Cervantes o del Blamda, porque como todo ea mun­do sabe 'estos momios llegan muy tarde y cuando llegan la mayoría de los bene­ficiados por tan rico manjar no ,tienen dientes para masticarlo y ks falla el es­tómago para digeri.rtlo . Hablamos de dos escpitores que se debaten en ila preplejidad

y la incertidumbre, de Ilos que llevan la literatura y la poesía en 'los huesos y en la sangre y no son capaces de convertirla en negocio o rentabilidad, de aos escr.jto­res que viven en Ua necesidad y mueren en Ila pobreza.

y para terminar os recuerdo que Stendhal decía, hace más de cien años, que ua mayor i'njustioia que ha hecho el destino a'l escritores no dotarle llJI nacer d,e una renta que lo haga independiente. Nuestra vocación es tan singular que nos condena a viv'ir miserabJemente en cons­tante lucha por ,la independencia que muy pocos esoritores conseguirán en su vida. Un famoso sicoanalista, Edmund BergkT, afirma que entre Jos innumerables neuró­ticos que ha tratado en su consulta, «el grupo más deprimido, ,lastimoso y mise­rable ha sido el de los escritores. Y aña­de: «Es cierto que algunos escritores ob­bienen la fama y Ila sa1ud, pero, en el me­jor de los casos, no son más de un 0,001 por 100 del to'tal de dos escritores. La ma­yoría son pobres, nunca consiguen un éxi­to material, son generalmente incompren­didos, llevan una vida de penuria, t,raba­j'ando por poco dinero en alguna profe­sión afín (periodismo, escribiendo anun­cios para empresas de publicidad, ense­ñando, trabajando como empleados de oficina, etc.) o siendo toda su vida unos parásitos». El diagnóstico es tan pesimista como cierto. Para comprobarJo bastaría con preguntamos cuántos son 'los esori­tores que, tras Ilargos años de trabajo y una buena obra a sus espaldas, pueden contemplar el futuro con tranquilidad.

Por eso plantea mos a los Editores, al ministro de Cultura, que además es un magnífico escritor, y a'l ministro de Tra­bajo y Seguridad Social, la necesidad de encontrar un sistema de Seguridad Socia:} para .]os escritores simillar all que fue su­primido en 1984.

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ROGELIO CABEZALf CORRALES (*)

La Seguridad Social de los escritores

EN primer término, qUiÍero agra­decer a la Asociaoión Colegial de Escritores ·Ia opor'turuidad que bri,nda a ~a Administración de

la Seguridad Social para compa·reoer ant' .... tan illustre aud¡itorio y exp'licar suscinta­men.te ,lo que es ,la Seguridad Social!.

Ya en los encuentros mantenidos pre­viamente con don Andrés Sorel se vis­lumbraba na ';!.xistenoia de un g.ran des­conocimiento: por una parte está la exis­tencia de situaciones de neceSlidad de di­versa índole entre los escritores, y por otra un desconooimiento sobre ~I sistema de la Seguridad Sooial. Y tras Uo oído esta mañana, he tomado concienoia de que ell desconooimiento sobre ~a Seguri­dad Soaia,1 es aún más profundo de lo que pensaba.

gn d ~caso tiempo de que dispongo voy a tratar de explicar, en forma sen­ci lla, qué es ;]a Seguridad SooiaJ y, con­cretamente, cómo llega la Segur,idad So­c ial a los escritores.

La Seguridad Sociall es un sistema pú­blico de prot·eooión a aquellos oi udadanos que se encuentran en situaciones de ne­ces:dad, preViiamente definidas por la ley. Los pode res públ,icos responden alD'te estos ciudadanos con unas act'ividades que pue­den ser llamados servicios, si'endo el más importante de ellos Ja pensión sanita·ria . O bien Drestac iones, cantidades de di·ne.ro que se dan para cubr-i r ,la fa'].ta de ingr.e­sos, consecuenoia de la situaaión de ne­cesidad en que se encuentran ·esas per­sonas protegidas.

En España, Ja Seguridad Socia3 es muy antigua. Ha tenido una histo!1ia muy va­riada, pero como punto de referencia de­bemos tomar siempre la Ley Gorrera I de Seguridad, que es da que establece el marco bási·co de todo el sistema de Ja Seguridad Socia'!. Dicha i1ey fue promul­gada 'en e l año 1963, si bien no entra en

vigor hasta el año 1967. Hasta Bntonces, no podemos decir que no exista Seguri­dad Social; 110 que existe son unos segu­ros socirules obJ.igatorios, sistemas com­plementarios superpuestos, etc.

A 'esa rea-!J.idad de a'luv,ión que se había prod ucido a 10 largo de los años, trata de dar respuesta Ja Ley Genera!l de Se­guridad Sooia:l bajo un principio que se denominó «consideraoión conjunta a ¡las contigenoias». Dicho prlinoipio quiere de­CÍor que frenDe a una necesidad previa­mente deJii nida, tJipificada en ,la ,ley, que se su.pone produce una carencia o nece­sidad, responde el sistema de Seguridad Socia!. Es deoir, la Seguridad Social res­ponde con una atención proporcionada a esa necesidad e igua~ en todos ilos casos. C uando hablamos de Segur-idad Social, dentro de su ~tructura normativa se sue­len contemplar tres aspectos. El aspecto más importante, da razón de ser de ¡la Seguridad Sooian, es ,lo que denominamos acción protBctora. En la acción protectora se def,in;: n, de una parte,esas situaciones de necesidad, y de otra, las respuestas que da el sistema de la Seguridad SociaJl a esas s,ituaciones de necesidad.

Existe otro aspxto muy '¡mportante que se denooina en ,la legisa lción espa1ñola «campo de a ¡:lli,cación». ¿Qué es el cam­po de apl,icación? Pues es ~a definición de .Ias personas que van a estar ino1uidas en el s,isD;:ma d e Seguridad Socia!. Y fi­nalmente, un aspecto igualmente -impor­tante, fu ndamental, que es el de la con­tribución, sostenimiento o fitnanciaoión del sistema de Seguridad Social!. Normal­mente, cuando ha blamos de la Seguridad Soc.ia·l, tendemos a marl?Jinar ese aspecto, cuando en reaJl-idad es muy importante,

(*) Subdirector General de Recursos Eco­nómicos - Tesorería de la Seguridad Social. Mini5terio de Trabajo y seguridad Social.

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tan ,importante, que de no ,tene¡;}o en cuenta podemos encontra,rnos con una Seguridad Social que siendo desde un punto de vista legal impeca'We, yo co­nozco en la JegiSilación comparada paí­ses, que prinoipa,lmente son ilatinoameni­canos, que I:ienen un sistema de Seguri­dad SooiaJ verdaderamente amplio, que recoge todas Gas situaoiones normrulmente consideradas como protegibles, pero que, desgraciadamente, -las tasas de inflaoión de dichos países devora el1 conne.nlido eco­nómico de esas prestaciones. Luego, en defin~,tiva, no nos engañemos, ouando ha­blamos de Segmidad Sooia1 hablamos también de una variable económica den­tro de la economía de un país, una de ¡las grandes magIllitudes econÓmicas que hay que tener en cuenta, porque si no se puede produoir una frustraoión: pensa'r que uno tiene protección y, a la hora de ~a Vlerdad, no ,tener,]a, Bien, pues el sistema de Se­guridad Sooiall españdl, al menos en sus líneas fundamenta'les, prov,iene de esa Jey del año 1963 que entra en vigor en el año 1967, pero que en <la aotualJidad, debe ser leída a través del nexto de ,la Consti,tución Española, No podemos per­der de Vlista cuando interpretamos una Jegislación preconstituciona:I, que debe verse con Ja perspe.cniva de Oa constitu­oión. Dentro de ese si'stema de Segmidad Socia,], cuando se define el ámbito sub­jetivo, el campo de aplicación de Jas per­sonas que va a proteger, 10 estructura en regímenes. Por 'un ,lado, hay un régimen, digamos, básico, en el sentido que es el que más se perfi'la, Y por otro, unos re­gímenes espeoi31les dependiendo de los sectores de población a Oos que va a cu­br:ir, Debo decir en resumen, y como todo resumen teniendo muoho de inexacto, que esa apertura a da consllitución de regí­menes especiales d~o origen a que se orea­ran muchos ,regímenes sin tener en cuen­ta el dato fundamenta,l de su financiaoión. Acabamos de ok empdear a GregoI'io Gallego un adverbio muy significativo al decir que «generosamente» en el año 70, cuando se creó el régJimen especial de es­cr:itores de Ilibros, comenzaron a da'l'se pensiones. Yo creo que en términos eco-

nómicos nunca hay generosidad . Si en el año 1970 se crea una mutualidad y dicha mutuaLidad comienza a dar pensiones inmedia,tamente, yo creo que eso podría tener muchas Ilecturas. Pero Slin entrar en eso, Jo único que quiero poner de ma­niDi'esto, 311 hilo de mi exposición, es que muchos de Jos regímenes especia,les se crearon sin un estudio de su finanoiaC'Íón.

A parN,r de ~a publicación de la Cons­tituc ión, ha habido reformas 1mpor,tantes, Asimismo, debo recordar como dato muy importante que en el año 1977, en ,los lla­mados Pactos de ~a Monoloa, los acuer­dos poUúticos yeconóm.icos que subscri­bieron ,todas Uas fuerzas deJ a'l'CO parla­mentario e n aquella etapa preconsítucio­nall, ya se establecía un mandato aJ Go­bierno para que pr,esentara un proyecto de ley con toda urgenoia para reformar el sistema de Seguridad Sociall, En Ja se­gunda mi,tad de la década de los 70 en España se dan dos temas fundamentrules: uno generall, e1 de 'la cl1isis -económica, que hace que muchas de Jas espectativas que se habían oreado ,en 9a década anterior se vinieran abajo en todo el mundo y se revisa,ran ,los sistemas de Ua Seguridad Sooial. y el otro gran tema, ell de ~a transición política. Ambos ,imprimen unas características muy espeoiales a todo Uo que ocurre después. Pero, ya en esa época, y prec:isam ~.nte en los momentos en que se están dando nos úi,timos pasos para la entrada en v,igor de ja Constitu­ción Espalñola en el año 1978, se pro­mulga el Decreto Ley que reorganiza todo ell sistema de SegUI'idad SooiaL No nos engañemos sobre la si,tuación de la Seguridad Sociail en el año 1978. Había una frase que aparecía en los medlios de comunicaoión muy expresiva: «La Segu­ridad Sociall está en qu~ebra» y en quie­bra no porque desapareciera -y vuelvo al ejemplo que he oitado antes sobre Jos países sudamericanos-, porque Ja Segu­ridad Sooial nomina]mente podría existir, pero ¿Estaba dando una ,respuesta real a las necesidades que decía atender? Ese era el problema fundamental.

Pues a par.tir de ila Constitución, y par­tJiendo del principio mNversrul de Ua igual-

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dad de todos Jos respañoGes ante Ja Jey y del especíllico, el artícUJlo 41 de la Cons­ti.tución, en el que se estableoe que [os poderes púbU'¡cos mantendrán un sis,tema de Seguridad Social, ha venido avanzán­dose en reformas que van a estruoturar ~o que, ni siquiera ya, se denomina Se­guridad Social, sino que con una deno­minación más amplia podríamos llamar ProtecciÓlJl SooiaJ. y dicha Protección Sociall se articuJa en ,tres niveles. Un ni­vel, el básico, es un nnvel contr.ibutivo y profesionaJl:es la Seguridad Social, en rra cuall se acreditan unos derechos me­diante ~a cont'Dibución a ese sistema de la SeguDidad Soci3JI. Es, por así decirJo en sentido estricto, la Segunidad SociaJ que nosotros conocemos. Un segundo nQvell de protección compJementaria, que ya no está fundamentado en el principio de uni­versa'lid3Jd o soIidar1dad universal, sino que podrá consbitui'rse por colectivos o indiv~dualmente por personas, y que se ha venido a materiallizar en toda 'la ~egisla­ción de ,los fondos de pensiones y de .Jos planes de pens·iones. Y, finaGmente, un tercer nivel no contributivo, que va a te­ner unos puntos de referenoia ¡en el ré­gimen contribUlJivo, y va a atender a to­das aquellas personas que, o bien nunca estuvieron en la Seguridad Sooial, y en consecuenoia no pudieron ir acreditando un derecho para el día de mañana, sobre todo en prestaciones que se constituyen a 'lo ~argo de toda una vida, como la jubillación o Ja inva'l:idez, o porque si con­tribuyeron no Jo hicieron durante el 'Diem­po suficiente que establece la aey, o no tienen los requisitos es'tabJecidos por la ley. Eso ya es una reaJidad. Existe un t,exto ya tramitado padamental1iamente en na Ley de Pensiones !l10 Contributivas qua va a da:r acceso a todos ~os espa­ño'les a unas prestaciones económicas en los casos de sLtuaciones de necesidad, ca­sos que no están amparados por la Jegis­]ación de la Segul'idad Socian.

Ya en concreto sobre los escritores de lribros, veamos .Jo que ha pasado durante todo este tiempo y, si es cierto, como ha anunciado Gregol'io GaUego que en el año 1984 se priva a nos escritores de libros

de una protección de Seguridad Sacian. En eJl año 1970 al amparo de ila Ley de la SeguDidad Sociaol, se crea ell Régimen Especial de Esoritores de Libros, cuyo ámbito de aplicación está definido por unos parámetros que quizás -y esto es tal vez la conc].usión finaol- se podría es­tudiar y discutir hasta qué punto a la all­tura de año en que es'tamos siguen vigen­tes o no, es deci'r, son ifea'lmente operati­vos o no, pero ya estaban definidos así en el año 1970. De una paifte, en esta ley se consideran escritores de libros a los que profesiona,lmente se dedican a ello y que tienen o han esorito cinco 1ibros o tienen al menos unos ingresos por illlqui­dación de derechos de a:utor de 150.000 pesetas en el amo 1970. Asimismo, esta­blece unas exclusiones en función de la falta de esos ingresos o de la falta de publicaciones, no que determinaría la pér­dida de ·los requisitos para estar lindlUJidos dentro del régimen.

Siempre que me refiero al Régimen General, me gusta explicar que éste es el régimen que legalmente está más de­~inido y que, posteriormente, los regíme­nes especiales se deliinen o se perfilan se­gún este Régimen General. En en Régi­men Generail, que es en que incluye a todos Jos ,trabajadores por cuenta ajena de la industria o servicios, es muy fác:iJ. determinar cuando una persona está in­cluida en la SegU1:"idad Social o no. Esto está exactamente derunido por los perío­dos de actividad [aborail. Cuando ·una persona entra a trabajar por cuenta de otra y recibe un sa'la'fio, a partir de ese exacto momento está indlilldo dentro de la SegUI'idad Sociad, y cuando cesa en esa actividad, en ese m1smo día causa baja en [a Seguúdad Sociau. Eso no qUJie­re decir que pierda sus derechos, pero como persona que tiene Ja plenitud de derechos y obligaciones, dichos dereohos y obligaoiones \'Iienen dellinlidos por esos períodos ,tan marcados como son el em­pezar a ,trabajar y el dejar de trabajar. Los regímenes espeoiales que se han es­tablecido atienden a características muy peculiares. El régimen especiall agra,rio, por ejemplo, aglutina a todas las personas

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que trabajan en .]a agricultura o en activi­dades forestales o pecuarias, tanto si tra­bajan por cuenta ajena como si 10 haoen por cuenta propia. Otro gran régimen espe­cia'I, que en definitiva es el que nos inte­resa, es el de los t·rabajadores autónomos. Dicho régimen -también surgió, en prin­oipio, dentro del marco de ~a Ley Ge­nerall de Seguridad Socia-I, y con él se trataba de dar protecoión a todas aque­llas personas que desarrollan una acti­dad profesional, que como medio funda­menta,l de su vida se dedican a una acti­v,idad por cuenta propia, no son asa/la­riadas. En ese régimen de autónomos, ioi­ciadmen-te, existían dos bandas de ,protec­oión: unas oblig~torias y otras facuJtati­vas. Las obliga-torias eran 1as prestacio­nes clásicas: jubilaoión, inv~ideZ', viude­dad, etc. Las facultativas eran da asis­tencia san!,taria y la <incapacidad Uaboral transitoria o incapacidad tempor~!. ACla­ro sobre todo para 'los que no dominen este tema: -incapaoidad laboraJ -tranS:Íto­ria es ,la situación de un trabajador que por razones de enfermedad, ac ident-e o maternidad, no puede -trabajar, pero que el pronóstico de ese proceso es reversi~,e, es decir, son enfermedades que se va'n a curaT, En otro caso nos hallaríamos ante una si,tuación de jnva~idez. Los trabaja­res autónomos no tenían ni asistenoia sa­nitaria ni tampoco incapacidad laboraI transitoria, A partir de las ,reformas ,ini­ciadas en los úfltimos años los autónomos comp:letaron todo su panorama de pro­tecoión, prácticamente en cond'iciones igu~les alj régimen gener~I, incluyendo esas dos importantísimas excepoiones de la asistencia san'i taria y ~a incapacidad laboral trans,itor,ia.

Con eso llegamos a,1 año 1985 en que se publ'ica una ley que tuvo u'n coste importante, si bien no es menos oierto -aunque puede ser discutible y no po­demos discutir el -tiempo que sea nece­sario- que el sistema de Seguridad So­cial tenía un desequilibf\io financiero, Es decir, ~as promesas que se hacían dentro de ,la ~egislaoión de la Seguridad Social no podían ser cumplidas, porque no exis­tía una financiación adecuada, A eso,

esenoialmente, responde la Uey 26/1985, que además, en otra sef\ie de aspectos, perfecoiona y hace más adecuado el S:Ís­tema de protecoión, sobre todo en 10 re­ferente a la protección por jubiJación, Puedo dar como da,to que en el año 1980 -año en que yo tenía una ,responsabilli­dad dentro de ,la Seguridad Social distin'ta a '¡a que tengo ahora- cl primer día que empecé a trabajar en dicho puesto, me pasaron un ,informe, un listado meca­n1zado de pensionistas y comprobé que más de un 85 por 100 de !los pensionistas recibían pensiones mínimas. Esto que­ría decir que frente a ,la lectura de la legislaoión, una :legislación que establecía un s,istema de pensiones proporcionall al tiempo co-tiZ'ado, a las bases de cot'iza· ción, y basado además en unos cálcuUos muy complejos, es,e efecto devorador de la inf,lación babía reducido todas esas pensiones elaboradas o trabajadas duran­te tantos años al mínimo. Lo que pre­tende la J,ey 26/85 es que eso no vuelva a ocurf\ir, y lo que estab1ece en un me­canismo corrector para acturulizar las pensiones y, por otra parte. para adecuar más el importe de Ja pensión que se re­cibe con lo que realmente s'e ha cotizado durante todo el biempo necesario para acredi-tar el derecho a la pensión de ju­bilación, particu~armente durante los úl­timos ocho años, en .los que se toma lo que denominamos base regu'ladora, es deoir, ,los !ingresos o cotizaciones a pa'rtir de los que se calculan Jas pensiones. Otro elemento que introduce 1a Iley 26/85 es, precisamente, ,la reordenación de Jos re­gímenes de Ila Se.guridad Socia!!. Y sobre el tema de -la f,inanciaoión de ~os regí­menes, debo recordar, y tan v'eZ' sea una cuestión muy técn'ÍCa, aunque en mi opi­nión no debía serJo, se puede deoir que en este país toda vía no tenemos su­ficiente preocupación por los temas eco­nómicos, y que normas tan fundamenta-les como la Ley de Presupuestos no encuen­tran el eco debido, no ya en el Parla­mento, $lino en la sooiedad, teniendo en cuenta que cuando se aprueba el Pr,esu­puesto de una Naoión moderna como es España, obviamente están IÍllvo.lucrados

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prácticamente ,todos los dereohos de Gas ciudadanos. Pues bjen, ,lo aue ocurría con los regímenes espeoialles -es que tenían una estructura presupuestaria y financie­ra independiente, es decir, cada rég.jmen al Di nal de año daba un balance, como puede dar un negooio, unos 'resultados de pérdidas o ganancias, y todos los regíme­nes especia,les eran absolutamente def,ici­tapias. Esto significa que dentro de un sistema de solidaridad como es el de 'la Seguridad Sooiall, hay un régimen, bási­camente ,el Régimen Genera,l, que estaba finanoiando a los régimen especiales. Por otra parte, esta situación no podía mantenerse 'indefinidamente, puesto que ex,iste un sist'ema de control parlamen­ta'I1io a través del TI1ibunal de Cuentas del Reino, tribunrul que controlla las cuen­tas de :la Seguridad Social. Es deoir, un régimen de ~a Seguridad Socia,l no puede permaneoer indefinidamente en desequi­libI1io f,inanciero. De ahí que Jo que se hi:w con Ilos coleotivos fue estudiar dónde podrían integrarse; esto no quiere decir que se asimilen, es deoir, cuamdo se in­tegra a escri,tores de libros en 'trabaja­dores autónomos no quiere deoirse que un escr1tor es igual que el tendero de la esquina o que el taxista que es 'trabajador autónomo. Lo que quiere decirse es que el escritor de libros como ta'l, proven~ente de un régimen especia.], se integra en un régimen que viene una deijinición, no sien­do ya .tan ururlateral el ámbito subjetivo de ap¡'¡cación como 00 e ra 'en e l régimen primitivo de autónomos, puesto que ha incluido a otro co!lectivo que ,viene un oI1igen distinto. Lo que si quiero destacar llegado este momento, es que el régimen de trabajadores autónomos uno puede evaluanlo, decir es mejor o peor que el Régi men General, obviamente tiene sus pros y sus contras, pero, aunque no lo rehúyo, no qui&iera entra'r en compara­ción con el Régimen Generarl, pero al compararlo con el régimen de es¿r~ tores de 1ibros, debo decir que a par,ür de ese momento los escnitores de üibros pasan a esta'r realmente 'Protegidos para una,s contingenoias para !las que antes no lo estaban. Pasan a tener a&i'stenoia sanitaria

en caso de accidente, enfermedad, ma'ter­nlÍdad, y con todo Jo que impJica la am­phtud que tiene Ja asistencia sam,taria dentro del sistema de ,la Seguridad Social. Pasan a tener incapaoidad aaborall transi­toria, es decir, pueden llegar a cobra,r el subsidio de 1ncapaoidad laboral transito­ria en el caso, previsto en ,la ley, de una enfermedad de más de 15 días, y a partir del día decimosexto pasa a cobra'r el 75 por 100 de .Ja base reguladora. Este es un punto en el que, insisto, no tengo in­terés en polemizar, pero sí interés en que se pi,ense en que mientras en ell caso de un trabajador dependiente que aotúa en un proceso industriall, cuando cae enfer­mo, no trabaja y plÍerde su retribuc ión, cesa también ~a .producoión, puesto que es un trabajo que Nene unos resuütados diarios. En el caso del esoritor, ~magino que tendrá también sus propios aspectos. es decir, dependiendo de cómo escriban, con los medios con que ahora se cuenta supongo que 'la iÍnmensa mayoría escri­birá en tra,tamiento de textos. Y supongo que en este proceso hay una fase manual, pero tiene tamb:én una fase creativa, es decir, me parece que desde ·los esquemas conceptu<Lles clásicos de ,lo que era Ja incapacidad laborarl transitoria, aplicada a ,los esoritores de libros es, en mi opi­nión, una medida realmente progresiva. Por otra parte se amplía 1a protección por inva'lidez. Recordemos que en aa mu­tualidad de escritores de libros única­mente se protegía la 1nva].idez abso'luta y ¡la gran inva,l,idez, ahora estamos tam­bién protegidos por incapacidad perma­nente tata,\, lo que -imp!lica el poder co­brar una prestación de l 55 por 100 de las bases regUiladoras. Es decir, que la Seguridad Social no es exclusivamente una pensión de jubillaoión, y es preoiso aclarar que era absolutamente inviable seguir pagando pensiones en Gas condicio­nes en que s'eestaban pagando a'll'tes de la reforma del año 1985, porque alguna vez aquello tenía que terminar. Pues bien, ahora, ,la mutua!lidad de escri,tores de li­bros pasa a 'un marco de SegurlÍdad So­oia;l más amplrio, dando protecoión en una variedad de situaciones de necesidad

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mucho más amplia de la que tenia, rul­gunas de ellas fundamentailísimas como la asistencia sanitaria, da incapacidad ~a­boral transitoria e anva!lidez por incapa­cidad permanente total, y que no es úni­camente una cotizaoión o contr~buoión única y exclusivamente para unas contin­gencias reducidas, sino para unas cOi1Jt·in­genoias mucho más ampl,ias. Pero, ade­más, el régimen de autónomo tiene la posibi,l'idad de que cada uno se sitúe en el nivel que pretenda conservar cuan­do llegue a esa situación de 'neces·idad: invalidez, jubi,laoión, viudedad, orfandad, etcétera, cosa que no tien,e eH trabajador del Régimen General. Para el 'trabajador del Régimen General, sus cobizaaiones están vinculadas a aas retribuoiones, es un porcentaje sobre sus ingresos reales. En el caso del trabajador autónomo, y en consecuencia del esonitor de !hlbros, éste puede elegir desde da base mínima a la máxima. La mínima siempre Call­oide con el salario mínimo interprofesio­nal, que como saben este año la base 60.720 pesetas supone el 28,8 por 100 de cotización 17.487 pesetas. En el Régimen Gen'eral se tiene que cotizar más, es de­cir, el porcentaje es mayor, porque ~n­oluye una serie de cotizaciones para·lelas a la Seguridad Sooial que no contempla el ,régimen de autónomos, como son acoi­dente de trabajo, formación profesionat fondo de garantía salarial y desempleo. Por tanto, es un porcentaje menor, y sin embargo la base es supenior, con ~o cua¡] económicamente en prestaciones como la incapacidad daboral transitoria, :invru1idez, jubi¡]aoión es superior a 1a del Régimen General. Pues bien, hay dos tipos de pres­taoiones, unas esencialJ.mente ,redistributi­vas, que son las prestaciones consistentes en servicios. El principal entre estos ser­Vlioios, ~nsisto una vez más, es 1a asisten­oia sanita'ria.. La asistencia sanitaria la recibe todo el mundo igual, es decir, no se disti!ngue por cotizaoiones ila atenoión que cada cual vaya a recibir en caso de enfermedad, maternidad o accidente. El beneficiario de la Seguridad Sociall que acude a aos servioios sarutar:ios recibe la misma atención :independientemente de ~o

que haya pagado con anterioridad . Así pues, es una prestación esenoialmente re­distributiva, Sligll'i:flicando con eso que los que están pagando el mínimo, relalliva­mente están pagando menos Seguridad Social que ,los que están pagando el má­ximo. En definitiva, y sin que esto su­ponga hacer propaganda, creo que es una exposioión que pretende, s,in ser excesi­vamente técnica, ser clara sobre cuáles son los puntos favorabl,es y adversos res­pecto del encuadramiento que tienen en estos momentos ~ os esoritores. Que duda cabe que el escritor que está en el régi­men de autónomos, y que comienza su actividad profesionall a una edad ,tempra­na, puede estar toda su vida pagando el mín'imo, y cuando se aproX!Íma a üa edad de ,la jubilación, si es eso lo que quiere, podría situarse en un nivell superior. Es cierto, que :la propia ,legislación tiene mecanismos de defensa. A pa'l'm,r de los 55 años no permite ea cambio de base. Permite mantener ila base que se tuviera con la actual'ización que apareoe todos los años en das normas de cotización y que equiva'le al aumento del!PC o Indioe de Precios al Consumo. Por eso, creo que, realImente, se pueden tener muchas aspi­raciones, pero que es muy difícil que cualquier colectivo en este país, yen estos momentos, por muy ilustre que sea y por muy atendibaes que sean sus demandas, y debo dreci'l'les que yo tengo la obl~ga­oión de atender a ,todos, y ustedes tienen unas características muy especiales, pero les aseguro que si escuchan a cualquier sector productivo de este país, todos tie­nen sus características espeaialísimas, y las saben exponer y defender muy bien. Así pues es muy difíciJ e1l establecer un marco independiente dentro de ese esca­lón de da Segunidad Social contributiva. Cosa distinta es que uno piense que se pueden tener otro tipo de neoesidades que deben ser cubiertas también, y que esto oeoe hacerse dentro de prÍJllcipios de so­lidaridad, si bien no sé si de solidaridad dentro del propio colecbivo, allegando fondos, teniendo en cuenta Ja ,repercusión social, cultural, económica que tiene la acriVlidad de este colectivo, y que por ese

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camino pudieran conseguirse financiaoio­nes para otros beneficios no contempla­dos dent'ro del marco general de la Se­guridad Sociall. En cualquier caso y con una visión estrictamente técnica, desde mi punto de vista hay un tema que no está actuallizado y que merecería ~a pena revisar; esta es la definición de Jas per­sonas inoluidas como 'ta],es escritores en el régimen de la Seguridad Sooial de autó­nomos, es decir, por la vía de Jas dispo­sioiones transÜorias aún sigue vigente la definrición inicirul del año 1970. Por una parte, ell índice económico por percepción de derechos de autor que se daba está totalmente desactualizado, y por otra parte, no creo que .]a definición sea la adecuada. En cualquier caso, '10 que ob­viamente es necesa,rio es que cUaJlquier propuesta o sugerencia que se hioiera en este sentido tood'l'Ía que ir por un camino de absoluta objetivación. Es decir, ten­dría que estar perfectamente definido el módulo objetivo que determina la inclu-

sión del escritor dentro de Ja Seguridad Sociall. E nndudablemente la inclusión en la Seguridad Social siempre es consecuen­cia de una actividad profesional de la que uno vrive. No sólo en ell caso de los escritores, &ino de muchas profesiones, uno vive de algo esencialmente, aunque es posible que además .tenga otras acti­vidades complementa·rias . El factor de­terminante para incluirse en la Seguridad Social y encuadrarse en un régrimen u otro depende del medio fundamenta.] de v'ida de esa persona eso es ao importante. Por tanto, desde mi punto de vista, cualquier iniciativa que pudiera lleva·r a cabo la A. C. E. sobre la objetivaoión &ería de sumo IÍnterés para Ja Administración, ya que a falta de otro dato en el año 86 10 único que se hizo fue, por vía de dis­posición transitor·ia, mantener vigente 10s preceptos del decreto del año 1970 que crea el régimen espeoia1 de escritores de libros.

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ANTONIO COLINAS

Reflexiones y dudas del escritor de profesión

Q UISLERA comenzar mi interven­ción contando un cuento; un cuento que, como 'todos los cuentos, tiene su morruleja y que

podría servirnos muy bien pa-ra enmarcar los problemas que se están debatiendo en este Congreso de Esor1'tor,es. Un cuento que podría titularse «El escnitor frente all ordenador».

Hace ya aJlgunos años, hubo en este país uno de esos seres que determinados ordenadores de Ja adminis.tración del Es­tado reconoce como «escriltor profesional -de 'libros», especie en vías de ,extinoión, pero que a¡1 paTeoer es reacia a mor.ir del todo; acaso por fiddidad a una manera inevitable de ser, a que la cOildición de escriltor y la condición de ser van entra­ñablemente unidas . Esteescri,tor de nues­tro c uento, que nada pedía sino que sólo procuraba viv-i,r de su trabajo de voca­.ción y de profesión como buenamente podía, se encon.tró un día de repente en sus manos con una carta en la que se le obl'igaba a pagar - en el plazo de quinoe días- una cuan.tiosa can1tidad. De no hacerlo, terminado ese plazo, se ¡]e em­barga,rían sus bienes. No entramos aquí en Ha consideraoión de si el hombre de nuestra historia tenía b ienes y si, en con­secuenoia, de no haberilos tenido, sus ma­les se podían haber -radica'J.izado aún mucho más.

La canllidad que el anón imo ordenador solicitaba, cada vez con mayor apremio, era para el pago de unas «deudas» a la _Seguridad S'ocia,l. (Utmizaré, 00 todo mo­mento, entre comillada ¡]a palabra deu­das porque nunca fueron talles, sino 10 que podríamos llamar un «kafkiano» error ,informátlico.) El escfi.tor no ~ograba salir de su asombro y se hacía ~as si­guientes pregun1tas: ¿Quién había inclui­do su nombre en e1 ordenador? ¿Con qué :autor,ización oral u escrita? ¿Cómo podía

él pertenecer a un organismo s'in ha berilo prev.iamente solioitado? ¿Dondé estaba su necesa-pia cart:iJJa de asegurado? ¿Pa~ar? ¿Por qué servicios prestados? ¿Cuándo había ifeci bido él, o tIa famiJia a su cargo, algo de ~a Seguridad Socia:] del Estado?

Lo más incomprensible de su situación es que el escritor de nuestro cuento, ade­más de no te!l1er acred~taoión aQguna de la Seguridad Socia,l (y con la amenaza del embargo encima) había pasado por una larga enfermedad y tlos gastos de la misma habían sido pagados de su bol­sillo y no por ordenador <vlguno. ¡Ser em­bargado por servicios que jamás habían sido prestados! Afortunadamente (¡y ha­brá toda vía q uj-en no crea en ~os premios literarios oportunamente concedidos a un escrirtor!) 11'1 protagonista de nuestra his­tori,a se le babía concedido aqu~l mismo año de sus males un premio Uitera:rio; un premio no circunstancial, sino conce­dido a ,los aspectos más personaks, más ínvimos de su creación.

Grac¡as a ese premio - fruto de su personall esfuerzo- el escriltor pudo abor­dar los gastos de su enfermedad, enfren­tars ~ con nos tres meses de baja forzosa y neutrélJlizar en su ánimo aquella ame­naza de embargo. Bl escütor contó, tan detallada como insistentemente, todo esto por escr,ito a !la delegación .provincia-l, pero sóllo recibía --cuando las recibía­cartas d e dos o tres líneas en las que se le apremiaba a pagar con el añadüdo: «nosot-ros hacemos tIa que nos manda el ordenador y no sabemos más». Inc:luso cuando en una ocasión ell escriltor e~puso su caso telefónicamente se le dijo que su probl,ema «no dejaba de ser curioso», entre otras razones, porque nuestro hom­bre era «el único 'escritor de 'la provilllcia que registraba el ordenador». Este nuevo dato angustió aún más al escritor, pues se acrecentó en él Ila sensación de per-

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tenecer a esa profesión en vías de extin­ción -acaso secreta- que era Ja de «escritor de libros». La angustia de nues­tro hombre llegó all máx·imo cuando supo de da respuesta que se de había dado a otro esoritor que se encontraba en su mis­ma situación en otro punto perdido del Estado: «Debe us'ted pagar o, de rro con­trario, debe dejar de ser escr,itor».

Afortunadamente, como digo, llegó aquel premio y, como vivimos en t·iempos democráticos, parece que funcionó 'la Asociación Colegiall Profes'iona1 a ~a que per.tenecía. Luego, el ordenador de otro ministel1io -el de Cultura- dogró apa­ciguar all primer y voraz ordenador. Pre­véll1eció la razón sobre 1a sinrazón (que no otra cosa se reclama en las llamadas situaoiones «kafkianas») y se Uegó a una solución justa, justa pero no d!igna, pues en el fondo den cerebro del escritor re­piqueteaba una nueva 'Pregunta: ¿Por qué un ordenador de la admúnistración tuvo que solucionar un probJ.ema que había provocado otro ordenador? ¿Por qué el primero de ~os ordenadores, en una carta - acaso de sólo dos o tres lineas- no qe comunicó que no había lugar a ta!l «deu­da», ya que el «deudor» no había pedido ni ·recibido beneñicio a,lguno?

Hubo otras gestiones que di escri·tor hizo, como la de contar su histor,ia en un artículo y hacerlo público, pero cuan­do entregó su original no sólo '110 se lo publ'icaron sino que con una gran con­cisión de paij abras Ue die ron la ·razón de por qué no jo hacían: «es que Ilos pro­blemas grem iales son muy delicados». Y hasta aquí el cuento; el cuento con roo­ra.leja; el cuento que, como Ja mayoría de los cuentos, puede responder a una historia r.eal; el cuento que nos puede serv.ir muy bien para que yo 'termine aho­ra con 1as siguientes refllexiones sobre ~a

situación del esoritor 'Profesüonal de li­bros.

1) Es necesario so.lucionar definitiva­mente los temas de la Seguridad Social y d'e Ila pensión de jubi'lación de los escritores españoles. Creo que no cabe ver, como he dicho,

este asunto de una forma plana: ·esto es un autónomo y !el que no se considere como tal que no lo sea. Creo que hay un fondo moral que no se debe ignorar, y la situación de d'esposición, en a'lgunos casos, es clara.

A pesar de todas .Jas acciones que se han di.rigido en este sentido - natural­mente no puedo v~ora:r 'las que se hayan tomado o se estén tomando hasta di mo­ment o en este Congreso- todavía ex,is­ten escritores profesionales que no han podido resolver el tema de su Seguridad Sociall y de su Pensión .. Las radicalles me­didas tomadas por el Ministerio corre1s­pondiente en su día no sólo no respon­dían a una consuJta prev.ia, sino que se ignoraba la ·razón de más peso: el es­escritor de libros no es un trabajador autónomo más, sino un autónomo de se­gunda o tercera categoría, con ~o que no siempre !le resuJrta fác ill pagar Ilas elevadas cuotas.

A raíz de un caso como el de Gabriel Celaya, alguien dijo en un coloquio ra­diofónico que «no había que magnificar la situación de J]os escri,tores», que no tenía que ser una si,tuación más digna que la de cua!lquier otro trabajador re­present'8.!n'te d e la $ :oguridad Socia:1. Y, en principio, así debe ser, estamos de acuer­do. Lo que ignoraba nuestro hombre es que, en llíneas muy generaks, un escritor no tiene !los ingresos de la mayoría de los trabajadores y, e n concreto, yo diría que de la totalllidad de los ,trabajadores autó­nomos. Por -tanto, el escritor no e's un trabajador autónomo más al que, auto­máoticamente, se de :i ntroduce en un orde­nador.

De no llegarse a una solución justa y a&equible con la Seguridad Sooial se po­dría llegar a un acuerdo con sooiedades médicas o entidades aseguradoras priva­das, Gas cua.les habrían de reso-lver, ade­más de Jos problemas de sarlud y pensión de los escritores, Ilas posi bilidades de in­validez totail o parcial, baja por enf·erme­dad, etc. Como luego volveré a recordar, hay unos oincuenta escritores que además

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de estar colegiados como taJ son, a [a vez, trad uotores y pertenecen a da Sección autónoma. Esta doMe profesiona~,idad po­dría servir ya, de entrada, para darle a~ tema una primera soluoión. 0, aJ menos, para ser valorada en ~a conCilusiÓll de este Congreso. Existen cinco.

En lo que respecta all probilema de ~a «deuda» de nuesbro cuento, el asunto pa­rece estar solucionado gracias a ~os bue­nos ofioios de la Asociación CoJegiall de Escritores y al Ministenio de Cultura, pero aún subsisten allgunas dudas y pre­guntas ent,re los escritores que han pade­cido este problema. Expongo aquí ~gu­nas de Jas que han llegado ha ta mis oídos para concJusiones: ¿Se han borrado definitivamente sus nombres de ITa Segu­ridad Sooial? ¿Tendrán algún día Ua po­sibilidad de acceder a ella en condiciones más benignas? Si deciden incorporarse, ¿segwrán siendo deudores del viempo o de Jos años en que no halIl pertenedido? ¿Se valorará oierto grado de antigüedad --con vistas a sus pensiones- ai haber pertenecido hace años a la an'tlÍgua Mu­tuaJlidad Laboraa de Escritores? ¿Qué ha sido de ~as cuotas pagadas, a lo rrargo de muchos años en allgunos casos, por los escritores, a esta Mutual.idad que, a su vez, dependía de !la Mutualidad Laboral de Regímenes Especiales Diversos? ¿Se hilin perdido esos años de cotizaoión? ¿Servirán allgún día esas cantidades para algo? En este caso ¿no sería ITa adm~nis­tración ~a deudora de dos escritores?

2) Es necesaria 'Ia creación de un fon­do social de ayuda.

Aunque el proceso lógico y natural es que ea esoritor español ,tenga tla misma segUl1idad social que cuallq wer otro tra­bajador del Estado, es necesario -mien­tras duren ~as irregularidades, mientras no se 'arbi,tr.ien medidas definitivas, o in­cluso en el caso de que éstas se dieran.­crear un Fondo Soóatl que abienda a olos escri tores más desposeídos. Y cuando es­toy hablando de escriltores desposeídos me estoy ref.ini,endo, sobre todo, a los de de más edad, a ,los mayores. [cano]. Para ello, considero muy razonables y factibles

las tres soluciones que ya ha adelantado nuestra Asooiación: ~a obtención de can­tidades a costa de la Ley de DoIllÍlIrio Público, de la Ley de Préstamos de Bi­bliotecas y de Ilos Derechos por repro­grafía.

Ya se dicho, en un modelo de sociedad como el nuestro, que persigue la s0'1ida­ridad entre los oiudadanos y acabar con ~as 'Í njusti.cias, este tipo de medlidas --il:en­dentes a erradicar 1as situaoiones social­mente más acuciantes y abandonadas­debieran adoptarse de inmedlÍilito. Sé que a raíz de ~gunos casos de todos cono­cidos, como el que antes he comentado, han vuelto a surg.ir ciertas dudas e in­cluso preguntas del tipo de: ¿Qué es un escr,itor? ¿Cómo o qwén decide quién es un escritor de probada profesionMidad? Los ,cscni tores, en tlínea's genera!les, 'Y parte de la admÍlnristración y dcl sector edÍJto­rial parecen tener dlara las respuestas pa,ra estas preguntas. No así parte de es­tos sectores e ,indl uso -Uo que a mí me parece más grave- a1gunos de propios es­critores.

No creo yo que sea muy difíchl deter­minar quién es un escritor profesional. La misma junta directiva de rra Asocia­ción COIlegiaIT de Escr,itor,es, una corisión creada por ella a'l efecto, o una comisión mixta -Asociación y ot,ras partes rjm~­cadas- podría determinar, con extrema­da jusbicia, quiénes han sido o son los escritores merecedores, al menos, de una especiall a,tención. No sólo deter,mina qué es un escritor tlo que se ci ngresa por Dere­chos. Ya ayer se dijo que cl va10r de un escritor no tenía por qué relacionarse con sus ilngresos. Creo que, de entrada, hay cuatro razones poderosísimas (y clarísi­mas) pam avalar tia condlición de escr-itor y hacer a éste mereoedor de una altención no discdmirnatoria. Estas serían aas si­guien.tes : a) Como es obvio, es escritor la persona que, de forma periódica es­cribe libros. b) También refuerza esta pro­f,esionalidad ·la persona que subsiste g.ra­cias a toda una serie de actividades rela­cionadas con el libro y el mundo editoria'l (crítica a,iteraria, traducción, periodismo, conferencias, etc.), c) El mayor o menor

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grado de dedicación a todas estas aot:iv,i­dades e 1nc1uida, por supuesto, en primer lugar tia de escnibi-r a,ibros. d) La situación famitliar y económica del escritor.

¿Es que ,todas estas 'razones lila acre­ditan una profesiona~'idad? He hablado antes de un grupo de autores doblemente colegiados ---l]os escr.1tores que además son traductores- ¿tampoco es sufiic'iente su profesionalidad, su amor y dedicación a~ ~,ibro? Pienso, pues, que de entrada un escr,itor que reuniese tlas cuatro con­diciones arriba expuestas, ya prueba so­bradamante su profesionatlidad y es, por tanto, merecedor de las ayudas sociades que hoy 'ruene cualquier ,trabajador en España. Si hoy la admirui'stración del Es­tado pr'esta notabi:lisimo apoyo aIl ,traba­jador en paro, all ·trabajador temporal (véase la ¡ley recientemente aprobada) o al ciudadano que S'implemente demuestra desposesión, ¿por qué no va a vaolorar, con excJusivtidad, a:l escritor profesionan, a ese ser -excepcionatlís.imo en verdad en este sentido-, que no puede ni quiere hacer huelga? Y no puede ni quiere por­que seria renunciar a 1a esencia de su condición, que es la de expresarse y crea·r con ~ ibertad , porque para el escr.itoif de vocación esoribir es Jo mismo que res­pirar.

He hablado antes de cuatro condioio­nes, pero ello no quiere decir que no se valoren -si Ua atenoión Uo requiriese­el caso de aquellos escri·tores que cum­plen tres, dos o una de esas condiciones. Tampoco dejo cerrada ua posibi¡J'idad de que un escritor con una segunda profe­sión pueda acceder a su pensión de es­critor, si ha pagado las cuotas correspon­dientes. Me he ceñido, en el párufo an­tenior, a subraya'f ¡las situaciones ex­tremas.

Sugería antes lJ.evemente que los propios escritores no cooperan, a veces, a Ja dig­nificación de su profesión. Me refería a aquellos casos en los que e1 esoritor iro­niza, ríe o simplemente no oree en su profesión. (Y no estoy hablando de la iro­nía, el humor y el descreimiento como temas li-terarios. Me ref:iero a actitudes persona·les.) Recordaré, por Jo que me

toca, Ja actitud frente a Oa poesía, «ooru­ci,enta» hasta el tópico entre las pubOica­ciones. Y digo «hasta el tópico» porque quizá, en el foodo, ua poesía no ·tiene por qué venderse más de Jo que se vende. Otra cosa es I]a atención que $le tle debe prestar social y editoria;}mente, su mayor o menor difusión, cl que haya cumpl1ido y deba seguir cumpliendo un notab1e papel edu­cador.

La poesía ha estado ahí desde Homero a nuestros días, pero no tenemos por me­nos que sonreír en sruenoio cuando se nos dice que ya no ti'ene 'razón de ser como género o, incluso, que ya no hay poetas. Como i el mundo (y menos el amena­zado en todos Oos fmntes de nuestros días) pud~ese vivir sin ITa poesía. (Y cuan­do estoy hablando de poesía no estoy ha­blando de poner unas pa~abras debajo de otras con más o menos engaño, sino a una manera de ser, a una vía de cono­cimiento tan digna como cualqui,er otra.)

Hoy, pues, determinadas aoti,tudes que po~o o nada cooperan a a dtignidad del escritor; esas actitudes que 1uego se van extendiendo ,enbre los mismos esor,itores, entre tlos críbicos literarios y, all finaJI, en­tre los ~ectores;esas actitudes que crean un entramado de IÍncreduUidad y pasotis­mo, 'una a-tmósfera de ironía y, en defi­l1i.tiva, de desidia. Y me hago eco de ellas porq ue son, a veces, los propios Gectores los que nos recuerdan a los esoritores esas actitudes de !ligereza dell autor o del crí­t'ico que no comprenden .. Acaba así com­partiendo el lector el descreimiento y la desinformaoión que Oes brinda la iletra impresa y con Uos que todos -todos­salen perdiendo.

3) Es preciso cOllSo;1'idar fas relado­dones entlie escritores y mundo edi­torial para ahondar len unas mejo­res relacion.es.

No quisiera generatlizar en este punto, pues es obv~o que la mayor paDte de [os editores vjven da nabar del esor,itor como algo propio, como sustancias de su pro­pia actiV'idad. Todos conocemos sus nom­bres e inoluso no fa·lta, pa'fa bien de la

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literatura, la figura d~l edi,tor-escrltor. Pero qué duda cabe de que ,también exás­ten aJlgunas :incomprensiones. Lejos ha quedado ya ~a amagen de Uos escDitores como seres atrabiliarios y un ,tanto gro­tescos, como los prac~icallltes de una Ga­bor un tanto espuria a 10s que se atiende según ilas cirounstancias. Pero acaso no se han esclarecido suf,ioientemente los que en nuestro cuento se llamaban «problle­mas gremiarles». En este sentido es nece­saria una mejor valoración de Ja profe­siona1idad del escritor, entre oDras 'razo­nes porque ---como antes señaJIé- ade­más de esOl'ibi,r libros, el escritor de pro­fesión está -en algunos casos deslintere­sadamente- all serv,icio del1:ibro. A tra­vés de aDtículos, crí.bicas Uitera,nías, deola­raciones, textos antológicos, koturas y conferencias, trad uociones, el escútor es el pr,imer y mejor calaborador del ed.itor.

Es preciso, pues, ahondar en Uas bue­nas ,relaciones ent,re ed'itores y escritores, pues las ilabores de ambos se diri'gen en la misma direoción: senrúi'r, hacer y co­municar Ua ili,teratura como un patrimo­nio cultural de primerísimo orden, es­pecialmente en estos tiempos en ilos que cierto comerciarlismo, da competencia de la imagen, el mal 'uso de aJgunos poderes cuJtll'raJles y Ha desinformaoión, tanto atentan contra 'la activ.idad de esor.itores y edritores,

y aquí, como antes, no generalizo y confío en que se me entienda: sé muy bien .]0 que el comercio, aa imagen, los intereses cultura,les y Uos medios de co­municación cooperan a na difusión de los

libros. Pero no hay que oilvrida'r cl mal uso que, a veces, se da de estos cuatro faotores, acaso cuatro interesantes temas para ser tratados en fut,uros congresos de nuestra asociación,

T,raía un cuarto punto para desarrollar en mi intervención, pero por razones de tiempo no 10 voy a hacer. Me refería en él a que también nuestra Asooiación debe ahondar en su profesionallidad, aU!l1que a yeces ello no sea fáojrI por ser algo que se a'lrimenta de muchos ríos. Nace este 4.° punto. Para ello debe seguirse mante­niendo una buena relaoión con todas las instituciones culturaJIes y con todos los profesionades de ~a cultura. A pesaif de que, a veces, qurÍenes vivJmos a diario ~a profesión de escrütor, sepamos de Ja eX!Ís­tencia de minoritarios reductos de incom­prensión, de rreparos y vetos, hacia una si,tuación ya de por sí harto dificuiltosa. Pero con la colaboraoión de -todos y (co­laborando con todos) segurilfemos adelante en nuestro trabajo S'ilil' esperar a que el escritor tenga que desaparecer físicamen­te para que se aken ilas loas, para que se reconozcan méritos y profesionaJloidad.

Para terminar (y creo que recoje tam­bién el senti.r de ODros compañeros) deseo expresar públicamente cl reconocimiento que sent,imos hacia Juan Mollá, Asesor Jurídico de nuestra Asooiación. El, como escr,itor y como jwista, ha estado siem­pre artento, con gran sensibilidad, a nues­tros prob1emas. SensibiG,idad y ifazón ju­rídica: dos buenas ma-neras de ¡j'r neutra­lizando Uos problemas que Jos escritores espa-ñorles tenemos en estos momentos.

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ESTHER BENITEZ

«Problemas específicos de los traductores»

PARA empezar, djlré que los -tra­ductores, aún teniendo proble­mas, tenemos pocos específicos, siendo da mayoría de los que nos

agobian comunes a Jos a utores . CUaJndo, en junlo de ' 1979, firmamos

con -la Federaoión de Gremios de Edito­res Jos modelos orientativos de contratos de trad ucción, tras ¡largas y en ocasiones duras negoaiaciones, 'estábamos muy sa­tisfechos de haber llegado a ese acuerdo. Las difuwltades surgieron a la hora de rellenar esos espacios en blanco o pun­tos suspensivos que quedan en los con­tratos. Porque, como ya se ha comentado aq uí, una cosa es ,lo que está escrito ne­gro sobre bilanco en los papeles, y otra muy distinta 'lo que de verdad ocurre . Se impone un seguimiento constante de las condiciones reales en que se están f,irmando contratos y 'es impresciqcLibl~ contim~ar manteniendo reuniones perió­dicas entre ambas partes con objeto de poner coto a cua:lquier posible abuso.

BI articulo 11 de ¡)a Ley de Propiedad Intolectual reconocía da CONDICION DE AUTOR DEL TRADUCTOR, con lo que esto llevaba apa,rejado : derecho a una remuneración proporcional -vulgo porcentaje- y el (c) de Ja traducción. y ahí sí que existe un problema espe­cífico: ,la diferenoia de trato que en Ja prácv:ca nos están dando ~os editores en lo que a pOf'centaje se revi'ere. Nuestras a-spiraciones son bi,en modestas: entre U1I1

7,5 y un 5 por 100 cuando traducimos autores de dominio público, y entre un 1,5 y un 2,5 por 100 cuando se trata de traduociones de autores con derechos v~­vos. Pues bien, y por poner un , único ejemplo: el porcentaje del 0,5 por 100 que nos ofrecen a,lgunos editores equiva1e l,isa y llanamente a burlar Ja Ley de Pro­piedad IntelectuaJI, pues significa que s610 empezaremos a cobrar derechos de autor

--el dinero que recibimos a Ja entrega del ,trabajo se considera an~cipo y se descuenta de taHes derechos- una vez vendidos 40.000 ejemplares de Ja traduc­oión. ¿Cuántos libros superan esa oifra de ventas? Pocos, poquísimos en nuestro enteco panorama.

En 10 que respecta a da publicidad dada a nuestro trabajo, aunque se va abriendo camino Ja práotica de oitar 'eJ nombre del traductor en ,las crí,t,icas o reseñas de li­bros trad uoidos, todos Jos días nos to­pamos con excepciones a esa regla. Cuan­do ocurre así, dinigimos ca.rtas de protesta a los medios donde ha apa'recido la crí­t ica «huérfana», en generall con bUenos, resultados. Todavía no hemos consegui­do -se nos oponen criteruos de maque­tación y diseño editorial- ell nombre en portada, ni, ,la mención en todos los ma­terialks de pubLicidad y promoción edito­riall, pero es algo que ya va entrando en los usos y costumbres del sector. Para el próXlÍmo año tenemos ya preparada una campaña, EL CARDO DEL TRA­DUCTOR, que difundiremos en su mo­mento y que resumo aquí. La ~dea, no original nuestra -1a primera en ponerla en práctica fue la asooiación sueca':"'" consiste en enviar una tarjeta postall con un cardo y un texto entre burlón y rei­vindicativo a cua,ntos crílvicos y reoenso­res «cUv,iden» el nombre del traductor en su trabajo (nunca ol[vidan, sin embargo, el nombre de [a editoria:], y hasta el nú­mero de páginas y el prroio). Como ló­gico complemento, vendremos también la rosa (una rosa es una rosa es una rosa, que decía EmiJy Dic!ciillson, creo) para enviarla a aquellos críticos que nos dedi· quen unas líneas evaJIuando, para bien o para 'mal, claro, cada palIo ha de aguantar su vela, nuestra tarea. Rosa y cardo, car­<¡ID, .ca:rdo · y ' rosa; veremos como funcio-. nan: Si el -cardo es sueco, ~a rosa es

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portuguesa (no vamos a adornarnos aho­ra con plumas ajenas). Y eso me lleva a considerar ~a impotranoia de la transmi­s.ión de información y del papeU de das asooiaciones. Bl 12 de noviembre de este año se constituyó en ArJes (Franaia), el Consejo Europeo de Asooiaoiones de Tra­ducoiones Literarias, con aa finallidad principal de asegurar ila cooperación en­tre 1as asociaciones miembros, coopera­ción que aspira muy especiaJmente a ase­gurar un <inbercambio regular de lnfor­maoiones entre ellas. iEl CEA TL es, en nuestra parcela, un intento de promover conjuntamente da cwJidad de la traduc­ción y mejorar el estatuto material, mo­raJ. y jurídico deU traductor il<iberario en nuest,ros países, 'unif,icrundo en ,lo posi'bJe 1as distintas situaaiones.

y vU'eJvo al' punto de part,ida: el es­critor puede quejarse de ~os media por­que no se ocupan de su obra; pero nos­otros nos quejamos -y ca'rgados de ra­zón- porque, aún ooupándose de nues­tra obra -nuestra traducción-, a me­nudo se nos i~ora, no se nos cita y, en definitiva, se nos ningunea. Nuestra cruz es el sillenoio, nuestro oficio, eJ de estilita. Ya sabéis, aquellos señores que vivían subidos en 'una cOllumna; nuestro trabajo nos O'bliga a pjmetar en Ga co­~umna, y cuando uno de nosotros gana, por ejemplo, el más alLto galardón pro­fesional, el P,remio Naciona,l, Jos mismos med ios que días anbes habían consagrado páginas y medJias páginas a Uos ganadores de los Naoionales de Li,teratura, nos de­dican, como mucho, una exigua cOlI'Um­ni-tao Esta misma semana hemos tenido un ejemp~o olarísimo: todos vosotros ha­bréis Jeído que el P,remio 1nternaoiona~ de la CEE -'Creado bajo da presidencia españoJa de da Comunidad, éste es el pri­mer <liño que se atribuye- recayó en el nove1,ista f'fancés J ean Eohenoz por su obra Lac. Pues bien: nadie se ha enterado de que ese premio rtiene otra impor,tante cara: el Premio Internacional de Toraduc­ción de ila CEE: ñdéntica oua,ntía, idén­ticos requi's,itos, <idéntica importancia. In­formo, y estoy dando una primicia. de <!lue . este . año se concedió a Michael

Hamburger, 'un traductor jngllés de <im­portante y !larga t'rayector-ia, por su tra­ducción de los poemas de Pauil Celan; y de q U'e entre ,los finalistas, llegada muy a,iorosamente a da :f.inal -como Atxaga­estaba una 'traductora española, NatiÍvi­dad Gllilvez, por su versión de La tercera boda, de Costas Taksis.

Otra vertiente en la que estamos quizás un poco mejor que los escl1itores es da de das POLITICAS DE AYUDA A LA íTRADUCCION. En España. en este te­rreno, todo está por hacer. La ayuda, ex­clusivamente púb:lica hasta el momento, apenas allcanza a un mínimo de los vra­ductores --digamos 10 cada año- y aún parte de -ella se f.i,J,tra hacia otros cauces no exolusivamente profesionales. Nada más dejos de nuestro ánimo que hacer gremialismo --'en una profesión de per­filies tan difuminados como la nuestra y donde hay una or.eciente demanda de pro­fesionrules de vaolía, son bienvenidos Jos que en otras profesiones llama,rían ({,in­trusos>>-, pero Ua ,traducción 'es en parte un arte y en parte una técnica; y el dado técnico, ni se improvisa ni es presoin­dible. Pero, amén de esas ayudas, da ma­yoría de Jos traductores podemos bene­fioiarnos -y no así Jos a'Utores, o sólo de forma indireota- de1 'fégimen de sub­venciones existente en la mayoría de Jos países para promover ila difusión de su patrimonio cuUtural en el extranjero. Son bien conocidas nas de ila fundación ale­mana INTERNATIONES, pero das hay semejantes en ,la mayoría de Jos países europeos y en el Canadá. Unico problema con que nos enfrentamos: en generaQ las ayudas se pagan al editor y éste tarda en hacel1las llega,r a su destinatar,io f,iuaJl, el traductor (cuando 'no pretende quedár­s~la directamente, casos ha habido). En una reciente ,reunión de Asociaciones de Traductores Literarios organizada en Ma­drjd, adoptamos las sigu~entes conciu­s,iones:

«Suger,ir a los gobi'ernos que, en el caso de este tipo de subvenciones:

* Informen directamente al traductor extranjero sobre da subvenoión concedida al editor;

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«PROBLEMAS ESPECíFICOS DE LOS TRADUcrORES 37

* paguen das subvencioo'es directa­mente a los trad uctores.

* presten espeoiall atención a los con­tratos procedentes de países donde el es­tatuto del traduotor .Ji.ter¡¡¡r,io es parbicu­larmente preca,r,io,»

Como resumen de todo ,lo dicho, pro­pongo qos siguiootes puntos para la d~s­cusión fina,l de las conolusiones:

1) Haoer presente a los organismos públic.os de todos Gos ndV'eJles (estatal, autonómico, 10caJI) la necesidad de con­sulta'r a ,las asooiaciones de traductores Jitera,rios antes de deoidi,r en asuntos que les atañen directamente (Ilas convocato­rias de premios y ayudas y los corres­pondientes jurados; ,la creaoión de una carrera universitar,ia, etc,),

2) Crear una comisión de seguimiento de los cont'ratos firmados bajo ,la LPI, que s,e reúna una vez all año con ,los editores para ir consigw'endo poco a poco los mínimos que Inos hemos f,ijado.

3) Pedir a la Agenoia Españdla del ISBN que inoluya entre ¡la .informa'CÍón que recoge e ~nformatiza Jos datos de tirada. (Es limportante conocer ¡la situa­ción deJl mercado del ,libro traducido para resistir mejor el chantaje miserabilista de los editores.)

En Jo que aJ pIano internaoionall res­pecta, y más concretamente en nuestro

plano 'europeo, pensamos en cuatro vías de actuaoión:

1) Armonización de Ilas cIáusullas bá­sicas de los contratos de ¡traducción europeos.

2) Recomendación formaJ de Ua aBE a :Ios gobiemos de dos es,tados miembros sobre la necesidad de consultar a los tra­ductores Iloiterar.ios antes de Ja toma de decisiones que Jos conciernen.

3) Exhortación a ¡los países miembros para, dentro de sus respectivas poUíticas de fomento de ,la .traducción, no con­cedan ayudas a traductores e~tranjeros sin cerciorarse antes de que nas edito­riales que solicitan esas ayudas respetan ,la ¡Ieg.islaoión internacional en materia de derechos de autor. La s'imple exigencia de un contrato firmado entre el traduotor y el editor suele bastar, aunque sugeri­mos como pr'ecaución adicionad el envío periódico de las ,I¡istas de traduooiones subvencionadas a aas Asociaciones de tra­ductores de los distintos países o al CEATL.

4) Fomento de todo tipo de ayuda a la formaoión permanente de Jos traduc­tores, en forma de bolsas de v,iaje o de becas para el extranj'ero, ,intercambios de traductores, seminarios de trabajo con ¡los autores traducidos, etc.

Esto es todo. Muchas gracias por su atención.

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JUAN MOLLÁ

Canon de dominio público y derecho sobre préstamos bibliotecarios

LA remuneración compensatorja por fotocopias, el canon de do­minio público y el derecho so­bre préstamos bibliotecarios,

son las tres fuentes económicas que se contemplan en Europa para hacer frente a los costes de ~a Segur:idad Social de rros escritores, ayuda a 'la creación y mante­njmiento de -las Asociaciones de autores.

La remuneración compensatoria por copia privada ha sido abordada específi­camente por John Echevarría. Muchos son Jos problemas que plantea; sobre todo, el destino y reparto de ~as percep­ciones.

Vamos a exponer brevemente cuál es el estado de Ila cuestión en Europa en materia de dominio públjco de pago y préstamos biblliotecarios.

CANON DE DOMINIO PÚBLICO

Est'e es un tema ampliamente debatido en nuestros Congresos, desde el de Alme­ría, y fue una de las «primeras banderas» que enarboló Angel María de Lera, como fundador y Presidente de nuestra Asooia­ciÓn. Yo mismo he desarrollado el tema en todas nuestras anteriores convetnciones.

Como sabéis, se trata de conseguir que las obras que pasan a:l dominio público después de la muerte de Ilos escritores, ya que los editores no tienen que pagar de­rechos de autor, paguen al menos un ca­non para constituir con éll un fondo de asistenc:ia a los autores vivos.

Como sabéis también, aunque este ca­non de dominlO público fue incluido en el Borrador del Anteproyecto de ~a nueva Ley de Propiedad Intelectual , sin embar­go fue eliminado de su texto definitivo. A la vez, el plazo de 80 años previsto ea la Ley anterior para la protección dcl derecho de autor post-mortem, ha sido reducido a 60 años.

Las Asociaciones europeas de escrito­res están replanteando ahora 'la cuestión ante .Jas -instancias comunitarias.

En el Congreso de Bonn de noviembre de 1989, se solicitó por unanimidad que el plazo mínimo de protección del dere­cho de autor después de ~a muerte del a utor se fije en 70 años, que es el plazo señaüado en la legislación alemana y aus­triaca. Esperamos que una de las pró­ximas Direotivas de da Comisión de la C. E. E. imponga esta norma.

Simultáneamente, desde el Congreso de Londres de 1984, se pide también que las obras que, después de ese plazo, pasen al domin'io público, paguen un canon con que nutrir eJl fondo de ayuda a los crea­dores. En el Congreso de Friburgo del año pasado se formalizó es-ta Conc1us1ón y las Asociaciones de Irlanda y Gran Bretaña se han encargado de delimitar la Propuesta definitiva que va a elevarse a los órganos decisores de ila Comunidad Europea. Así, el Comité sobre Copyright en su reunión de Oslo de noviembre de 1989 y de Sommer Hausen de abril de 1990 adoptaron una resolución en este sentido que será sometida al próximo Congreso de Roma.

No sé que suerte puede correr tao! pro­posición normativa en na Comunidad Europea. Recordamos que el Profesor Dietz, encargado de preparar el camino de la unificación o a-rmonizaoión del de­recho de autor en Europa, propugna la introducción del dominio público pagan­te, de modo que sus fondos se orienten hacia las Cajas de Previsión y de ayuda a las instituciones socia-les de los autores y de sus organizaciones profesiona1les. Esta solución, más allá de 'las fórmullas tímidas de Ita-lia o Francia «constituirá -<iice Dietz- la expresión tangible de la dimensión social del Derecho de Autor».

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La Jínea sería, la que, nacida por el Voto Unárume de Ja Confederación de Ginebra de 1952, pasa por el artíwlo 17 de Ja Ley Tipo de 1976, llamada de Tú­nez, elaborada por el Comité de Expertos Gubernamentales, ~uego propugnada por el Informe del COrnl,té de Expertos No Gubernamentales sobre el Dominio PÚ­blico de Pago, de Ginebra de 1982. Son los precedentes del actual movimiento europeo en favor de !la introducción de este canon de dOrnlruo públ!ico que evi­dentemente resolI vería al menos 'los pro­blemas puntuales de ila Seguridad Social de los escritores. Yen este sentido lo pro­pugnan hoy las Asociaciones europeas de escritores, como antes he di~ho .

La conocida oposición de Jos Editores, con sus clásicas argumentaciones, es el princilpall obstáculo para el éxito de esta fórmula.

DERECHO SOBRE PRÉSTAMOS

.BIBLIOTECARIOS

Esta modailidad de ingresos, inexistente y sin precedentes en España, está bastan­te introducida en los países más avanza­dos de Europa. Precisament,e en aquéllos donde la lectura y ~l número de biblio­técas son mayores.

Consiste en el derecho de lOS autores -a percibir una remuneración a cargo de los presupuestos públicos por el préstamo de sus obras en bibliotecas públicas.

Su justificación estr-iba en que tall prés­tamo implica ~a disminución del número de ejemplares vendidos, con ila consi­guiente disminución de ingresos por de­rechos de autor. Y además porque las Bibliotecas reciben subvenciones, de las que se benefician las entidades propieta­rias de las mismas yel público, mientras que a los autores no sólo no Iles alcanzan esas subvenciones sino que, por el con­trario, les perjudican.

Por eso se entiende que 1as medidas compensatorias no deben ser facultativas 0' fruto de la generosidad o caridad, 'sIDb 0'bligatorias, por responder a un verda­dero derecho.

Este derecho, que nació en Dinamarca,

Finlandia, Islandia, Noruega, Suecia y Alemania, presenta dos formas de repar­to: Individualmente, entre .los autores cu­yos libros concretos han sido prestados, salIvo un porcentaje que revierte a Ios autores en general y pasa a un fondo común, como suoede en Memania, Suecia y Di'namarca; o bien aplicando todo el canon para atender a los intereses coJec­tivos, a través de las Asociaciones de Es­critores y sus Fondos Sociales, como se hace en Fin~and:ia y Noruega.

El Congreso de Asociaciones de Escri­tores Europeos está presionando fuerte­mente para conseguir ,la implantación de este derecho en todos Jos países de Euro­pa, aun donde Ila red de bibliotecas es más pobre.

Por su parte, la UNESCO y ¡la OMPI, en sus últimas reuniones, como la del Comité de Expertos Gubernamentales ce­lebrada en Ginebra en diciembre de 1987, a la que tuve el honor de asistir en la delegación española, reconocen el dere­cho de Ilos autores de 'libros a percilYir <<una remuneración equitativa en contra­pa,rtida del préstamo público de ~ibros» (<<droit de pret public») . Mantienen el principio del derecho en favor de autores extranjeros en :los país,es que son parte de Ia Convención de Berna o de la Con­vención un:iversaI sobre derecho de autor. Propugnan que el derech0' del préstamo público debería ser ejercido por interme­diación de las entidades de gestión co­lectiva. Y sostienen que el producto de la remuneración percibida a título de préstamo público - una vez deducidos los gastos de gestión y otras cantidades que pudieran acordar- se debería re­partir, si fuera posible, entre Jos ti¡tul a res del derecho en proporción a la ampJitud efectiva de 'la uNI!ización de sus obras mediante los préstamos bibliotecarios.

Los Países Escandinavos, Memania y Gran Breta,ña están más avanzados en la perfección de los respectivos sistemas de «Public Lending Right» y España habrá de aprovechar sus experienoias.

Ciertamente, entre nOS0'tros, el 'uso de las bi:liotecas públicas es escas0', com0' son escasas 'las bibli0'tecas, pero quizá es

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CANON DE DOMINIO PÚBLICO Y DERECHO SOBRE PRÉSTAMOS... 41

ya momento de plantear derechamente la cuestión.

Según el Directorio de Bibliotecas de España del Ministerio de Cu[tura, Direc­ción General del Libro y Bibliotecas, de 1989,

El número de Bibliotecas es 7.995. El número de libros de sus fondos:

60.000.000 ó 85.000.000. No conocemos .la proporción de 'libros

utilizados, ni por tanto ~a reilación; Jibros prestados por habitante. Pero ilos datos obJetivos básicos son ya 10 suficientemen­te importantes para que se pueda solicitar de los poderes públicos, alguna compen­sación por este uso de los J.ibros de ~as bibliotecas. Y creo que su regulación le-

gli!l debe ser emprendida para comple­mentar la normativa sobre Derechos de Autor encabezada por la Ley de Propie­dad ]intelectual.

Un grupo impotrante de este Congreso debe ser la exigencia al Ministerio de Cultura de que ponga ya en marcha Jos resortes legislat'ivos necesarios para ello. En esta empresa contaremos, como en el canon para la remuneración compen­satoria de 'la reprografía -illegall, con el apoyo de ~os Editores; a diferencia de lo que ocurre en. nuestra reivindicación res­pecto al dominio público.

Propongo, pues, formalmente, que se adopte d1cha pretensión como una con­clusión del IV Congreso de la A. C. E.

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La situación social de los escritores y traductores en Holanda

ESTOY consciente de que en cuan­,to a Ja situaoión socirul de sus escritores represento a un país bastante opr,ivillegiado. Porque en

Holanda ni siquiera un autor prmoipian­te, que todavía tiene que publica'r su pri­mer Ilibro, que no recibe ninguna beca y no hace ningún trabajo remunerado, pue­de morirse de hambre aunque o qui~iera. IguaJ que todo el mundo viene derecho a las 70 y pko mill de pesetas mensuales ded s'ubsidio social. Es que en mi país, como a veces se dice ilrónicamente, el es­tado cuida de todos sus súbdj,tos, desde la cuna hasta el cementerio.

Por supuesto, a un escr,itor o un tra­ductor ,literanio que ya ha dado muestras de sus talentos, no 'le hace faqta vivir del subsidio. Ex,iste todo un sistema de becas y subvenciones del estado. Pero para llegar a esa situación, hemos tenido que Juchar mucho, y por eso pri­mero voy a hacer un poco de histOPia.

También en Holanda, ha'sta men en­trada Ua segunda mitad de este sigilo, el oficio de escr,itor era considerado como una especie de cargo honorífico. Todos los que ,tenían a'lgo que ver con Ja pro­ducción de sus J,ibros: el editor, ~os 'ti­pógrafos, e1 encuadernador, el represen­tante y el l,ibrero, todos se ganabrun la vida. Pero el esoritor gozaba de tan gran esbima que ni siquiera podía dignarse ha­blar de remuneraciones materiales. Rela­cionar aJgo de tan elevada esp'iTituad,idad como ~a ,li,teratura con a:lgo 'tan bajo y vulgar como el dinero era considerado, por ambas par,tes, como de muy mal gusto.

Para cambiar esa situaci'Ón había que luchar, pues, no sóJo contra la política de Ilos editores, si no también contra esta mentalidad de ilos mismos ·Iiteratos.

Hacia finales de ilos años 50 allgunos escrj,tores de 1a generación nueva, la mayoría con formaoión académica, se

dieron cuenta de que, con sus trabajos litera'l'ios, ganaban menos que un barren­dero o un pi!l1che de cocina. También lle­garon a Ja condlusión de que escr,ibi,r es un trabajo como cualquier otro, que ~os t'rabajos s,~ pagan y que lo indigno, en es'te caso, no es habUar de dinero, sino trabajar sin ganar unos honorarrios dig­nos. Pero ¿qué hacer?

Por supuesto, una huelga de autores y traductores literarios tendría un impacto nulo en 'la v,ida económica de un país, pero ilo que inve!l1taron fue sobre todo: llamar la atenoión. Incluso sí llegaron a hacer 1a huelga. iEn eI. 62 más de 200 es­critores suspendieron su coJabo'l'ación en comisiones y jurados con gobierno, pro­vincias y ayuntamientos. Tamb.ién presio­naron en ila Asociaoión de Liveratos, para que sea algo más que un club sooiaMe. Las protestas y manifestaciones, arlgurnas de un carácter ilúdico, tuvieron un amplio eco en los medios de comunicación, pero al principio no todas las reacciones de la pr,ensa y del públ¡jco fueron positoivas. Muchos reaccionaban con extrañeza y con una cier,ta ini,taoión: ¿cómo se atre­vían esos señores a com.portarse como obreros?

Pero lo más importante es que tuvimos un éxito palpable: mejores contratos con los editores y sobre todo el estab1ecimien­to, en 1965, de un Fondo para las Letras.

Todo esto qo debemos en gran parte a la actividad de nuestra Asooiaoión de Li­teratos, vieja ya de 85 años. En 1973 jn­cluso cambió de nombre. Desde entonces se llama Asociación de Literatos y Sin­dicato de Escritores, y, de hecho, se con­vertía cada vez más en 'un importante grupo de presión. En duras conversacio­nes con '¡os editores consiguió no sólo buenos contratos-marco, 'Sino ,también, para 10s traduotores, unas tarifas de tra­ducción mínimas, fijas y obl:igatorias para todos, que cada año aumentan según el

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índice de precios. En este momento nos pagan 5,5 pesetas por pruJabra, es decir casi 2.000 pesetas por el folio, más un 2 por 100 de derechos a parbir de Jos 4.000 ejemplares vendidos.

En cuanto all Fondo para las Letras, esta es una insütuaión indepoodiente, pero totailmerlite subvencionada por el Ministerio de Cultura. Está compuesto por una junta dirrectiva, formada por ain­co profesionales de "la lireratura, y var,ias comisiones consu'l,tantes, que también son formadas únicamente por escI'itores, tra­duotores y odvicos. No forma parte de esta institución ningún funcionario del ministerio. Para evitar cUallquier sospecha de amiguismo, tanto 'la junta como las comisiones son renovadas anua,lmente.

El Fondo otorga becas de trabajo, be­cas para autores principia'lltes, becas de viaje, encargos y honorarios suplementa­r,ios. Una beca de rt:rabajo consiste en una o varias, hasta dooe, ullidades mensualles de unas 180.000 pesetas cada mensuali­dad. Hay, por supuesto, un techo: auto­res que ganan más de tres millones all año están excluidos de las becas. Cada año el Fondo otorga becas de trabajo a unos 250 ó 300 autores y traductores, de los cua'les unos 10 reoiben ¡la beca de 12 men­suruJidades.

Los honorarios suplementa'rios consis­ten, como su ·nombre Jo indica, en un suplemento económico para una obra ya pubJ.icada o rtuduoida. En el caso de Jas traducciones este SUi)Jlemento es, según la calidad de na trraducción, del 45 ó del 85 por 100 del honora'rio pagado por el edi.tor. El Fondo otorga entre 350 y 400 honorar~os suplementaTios a,l año.

De Jas becas para principianbes, de me­dio millón de pesetas cada ooa, se otor­gan anuaJmente cua,tro o cinco, de 'los encargos unos 10 y de Jas becas de v,iaje entre 25 y 30, todas rtanto a escI'itores como a traduotores. También las rev,istas literarias reciben subvenciones para dis­Dribui!11a,s ootre sus colaboradores como honorarios suplementarios. Bl .totruJ de dinero dist,r,ibuido por el Fondo en un solo año es ahora de unos 300 millones de pesetas.

Todo esto suena muy bonüo. Sin em­bargo, todos ,los años el Fondo para Jas Letras ,tiene que funcionar con unos me­dios relativamente pobres, sobre todo comparado con ,las cantidades de dinero que el MinisteI'io de Cultura otorga a la, Mús,ica, el Teatro y ~as artes v:Ísualles. Por esa razón se han establecido unos cri­tenios de caU,idad bastante rigurosos, pero aún así no todos 'los autores y traduotores que lo merecen, ni mucho menos, consi­guen das subvenciones. Es casi como una lotería, aunque con más premios que Ja Na,-:': onélil o el Bon010to. Lo que sí hay es una cierta conünuidad para los que ya han entrado en el círcu~o. Un autor o t'raductor que no aminora drást,icamente su producción puede estar prácticamente seguro de seguir reoibiendo sus becas y honorarios suplementarios. Yo mismo, por ejemplo, 'tengo aa suel1te de recibirUas sin interrupción ya desde los 25 años que el Fondo funciona.

A pesar de esto, -la mayoría de Jos autores y traductores que v.iven exc1usi­vamente de sus trabajos ~i·terarios seglJli­mos sin ,recibir unos ingresos dignos de nuestra profesión. Como ingresos dignos se consideran ahora el equiva~ente de 10 que gana un profesor de inst,ituto, es decir unos cuatro millones de pesetas ruJ año. Lo que quiere deoir tres millones rea,les, porque hay que deducirr 'los ,impuestos y las pl1imas de 1a seguridad social, que en Holanda son muy elevados. La Ij¡riste rea­lidad es que Jos ingresos medios de un autor, sin conta'r 'las becas y otras sub­venciones, 'no tota1izan, según las útJIimas estadísDicas, más que unas miserables 660.000 pesetas ruJ año, y Jos de un tra­ductor J'Ítera'f,io unas 825.000.

Esto es debido a Jo que yo llamaría 'la 'censura comercial': ,los 'Libreros no quieran llenar sus es·tantes con llibros con­siderados 'invendibles', y por esa razón los editores son cada vez más reaoios a publicar ,libros que no prometen un cierto éJGi to comercial!. AlIgo pareoido pasa con las traducciones: los lectores, que casi todos saben Jeer inglés, cada vez están menos dispuestos a comprar una traduc-

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LA SITUACIÓN SOCIAL DE LOS ESCRITORES Y TRADUCTORES.. . 45

olon a 4.000 pesetas cuando el original en 'la ed'ición Penguin o Bantam valle me­nos de la mitad. Por consecuenoia, hay menos obras a traduci·r y, en cambio, cada vez hay más ·traductores.

Afofitunadamente, este año, con gran sorpresa de todos, ,la nueva ministra de Cultura se ha mostrado muy generosa para das ~etras, dobUando ca·si las subven­ciones all Fondo. De modo que en los próximos años cada vez más autores y traductores podránreoibir las becas y honorarios suplementarios, que además serán aumentadas considerablemente. También está en vía de negociación un sistema de p'eln~iones y sueldos honorífi­cos para aurtores de edad avanzada.

Mgunos se preguntan si la otorgación de tanta beca es, sí o no, positiva para la ca·lidad J,itera,ria .. Yo creo que sí. Por­que las becas Ue quitan ruI autor muchos quebraderos de cabeza. Puede concen­trarse mejor y dedicar más tiempo a su trabajo puramente J-iterario, sin tener que aceptar toda clase de encargos margina'les que Ge distraigan la mente y ¡]e roban mu­chas horas.

En ouanto a Ga ,traducción literaria, las ventajas son incontestabJes. Un ,uraductor que gana únicamente e l honorafiio que le paga su editor, tiene que trabaja'r. ~iem­pre con prisa, porque para poder VIVJor un poco dignam~nte debe tarduoir por Jo menos seis u ocho novelas al año. Con las becas y ~os honorarios supkmentarlÍos esa cantidad se reduce a dos o tres, de modo que puede dedicar más ,t'iempo. a cada traduoción y trabajar más relaJa­damente. Esto es rindudablemente muy positivo para la ca'lidad de su obra.

Quedaba todavía un gran problema pendiente, el de las bibHotecas públicas. En Holanda se lee mucho. EJI país tiene un admirable sistema de bibLiotecas pú­blicas. Cada barrio urbano y hasta ,la al­dea campesina más diminuta, .tienen su bibl,ioteca. Los Vliernes de cada semana, las amas de casa se llevan entre seis y diez J.ibros para Jeer. De mi última no­vela, por ejem~o, Gas bdbliotecas pú~li­cas se compraron 700 ejemplares, casI la mi·tad de Ja ti'rada tota,l.

Esto está muy bien, el escritor por ~o menos sabe que sus Hbros se Geen. Pero cada libro prestado por una biblioteca es un Ebro que no se vende en las aibre­rías y, por consecuencia, significa menos dinero en 'las liquidaoiones de los dere­chos de autor. En cierto modo nos ren­bimos robados, sobre todo porque sabía­mos qm~ en Suecia, ya desde el año 1954, sí existe 'un si,stema de compensaoiones bibllÍotecarias y entonces, ¿por qué no también en H olanda? En reallidad, hemos rcÍvindicado este derecho desde los años 60. En el año 1970 una comisrión del gobierno se puso a estudiar ese probllema, y neces"Ítaba nada menos que 15 años para completar sus estudios. En 1985, por fin, conseguimos el derecho de prés­tamo bibliotecario, autores 70 por 100 y editores 30 por 100 con un techo pro­visional de 10.000 florines, un poco más de medio millón de pesetas, aJl año. Este derecho se paga tanto por obras origi­na,)es como por traducciones. Bl sistema es bastante justo, aunque por supuesto, las cantidades que recibimos son muy desigua'les. Un poeta con dos libros pu­bl'icados cobra, quizás, no más de UIl1as pocas decenas de f,lorines al año, mientras que un autor prdlífico o un traductor con una producoión de algunas decenas de Jibros traduoidos puede llegar al techo de 10.000 í1lorines.

Resumiendo puedo decir que Ja situa­ción de ,los autores y traductores en [os Países Bajos es, sin llega,r a ser perfecta, bastante mejor que en la mayoría de Jos países europeos. Pero como, all f,in y a1 cabo todos somos europeos, oreo que lo ideal' sería que lleguemos a un buen &is­tema de apoyos U,itera,rios que sea váJido en todos los países europeos, o por 'lo menos de ~a Comun.idad. San embargo me parece que, all mismo ,tiempo, h.abría .que crear en nuestros países un efIcaz SIste­ma de promoción literaria, procur~ndo que sobre todo [as nuevas gen~raclOnes aprendan nuevamente a leer literatura. Porque lo fundamefllta~ para nosotros no es, desde auego, recibir ayudas estatales, sino vender bien nuestros libros.

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AGUSTíN LAFOURCADE

«Otras fuentes de financiación posibles»

A HORA que se hace palpable la recupe.ración de la sociedad ci­viiI, a través de aa creación de órganos e instituciones no ofi­

oiales que sirvan de puente entre la so­ciedad y el Estado, tenemos que reco­nocer 10 importante que es el papel de las Fundaciones legalmente constituidas, que sirvan para dar curso a un cierto patri­monio dedicado concretamente a unos fi­nes sociales de apoyo o asistenciales.

y en este sentido ha ido mi partici­pación en el IV Congreso de Escritores tituJada «Otras fuentes de financiación posibles», referüda a Jos fondos sociades de apoyo y asistencia a los escritores, que de 110s derechos del propio escritor di­manan.

Ya, antes de que proliferaran' Jas Fun­daciones cwturaJes y sociales, como ha ocurrido en estos últimos ~iempos, y cuan­do estábamos todavía fundando nuestra Asociación Colegial de Escritores de Es­paña y tratábamos por todos los medios de ver la forma de conseguir ayudas y subvenciones para el sostenimiento de la misma, comprendimos que era convenien­te que constituyésemos una Fundaciós que, de forma subsidiaria estructurase y cana'lizase debidamente los fondos que pensábamos 'obtener, y porque entendía­mos también que ello representaba un cierto respaqdo y garéCntía para las enti­dades y personas con las que se relacio­nase la Fundación. Y este mismo sentido nos ~o aconsejaron personas muy cuali­ficadas sobre el particuJa-r.

Y esa Fundaoión, según pensamos en­tonces y ahora, daría la imagen quizás más cOllvellÍente para llevar a cabo de forma satisfactoria la organización y ad­ministración de esos fondos de apoyo y asistencia que, desde luego, son inheren­tes a Jos derechos del escritor. Toda vez que, como se ha dicho, la propia natu­ra,leza de 1a creación del escritor sobre­pasa la noción de pertenencia privada.

Y es por 10 que revierte a bien social o de dominio público. Y si se produce un cierto desvío como pertenenoia, no cabe duda que en una parte de ese «canon» debe estar presente el escritor a través de 1a asociación correspondiente.

J ohn Brademas refiriéndose a las Fun­daciones y como presidente que es de la Universidad de Nueva York y de su Fun­dación, declaraba hace unos días en «El País» y también en conferencia pronun­ciada en ,la Residencia de Estudiantes lo siguiente: «Sin duda hay necesidades en el ámbito de [a educación, la cultura y el bienestar social que no satisfacen ade­cuada o suficientemente las subvenciones gubernamentales, y en 1as que una mayor ayuda del sector privado sería de utilsdad incomensurable. ¿No ha llegado el mo­mento de hablar sobre los modos de ge­nerar una sustancial aportación de todos los sectores para satisfacer las necesida­des y aspiraciones educativas culturales y sociales en general?

Tenemos que reconocer que una fun­dación en eJl sentido que apuntamos pue­de ser el marco ideal para el desarrollo del fondo social de apoyo a Jos escritores. Ya vengan 'estos fondos de ,los obtenidos por la parte proporciona:l dell «canon» de reprografía a través de las correspondien­tes Sociedades de Gestión de Derechos; de fondos obtenidos por la remuneración de los préstamos o usos públicos en bi­bljotecas; de una cantidad pactada anual­mente con la Federación' de Gremios de Editores de España por la uti.Iización de obras de dominio público; o cualquier otro fondo proveniente de entidades pri­vadas o públicas, o de personas que di­rectamente deseen part'icipar voluntaria­mente en esta obra.

El paternalismo del Estado-providencia puede tener un relativo y cierto sentido, pero no tiene por qué actuar en exclusi­vidad, como si el escritor fuese un menor que no pudiera valerse por sí mismo. Son

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48 . AGUSTíN LAFOURCADE

muchas Jas posibilidades dentro de las instituciones intermedias o de lnioiativa privada que están deseosas de ayudar con unas oi·ertas garan-tías a todo aquello que sea un bien socia1. Y en este aspecto te­nemos que tener nuestras puertas abier­tas de par en par, para que el que sea pase y ana'lice 10 que quiera. La libre concurrenoia también en este sentido hay que promoverla, y si no sabemos por di s­posición o experienoia, habrá que apren­derlo. No somos nadie sin los demás, sin

los otros. Pues cada día se hace más pa­tente de que inmersos andamos en una obra que es de todos aJ j\in; y a este efec­to hay que cons'iderar también que Ja ra­zón de ser del conjunto es tan necesaria para la comprensión y armonía de cada uno, como la de cada uno lo es para la comprensión y armonía del conjunto. Ya partir de esto entra en juego la influencia recíproca y equiUabradora de todo Jo que verdaderamente se quiere, como es el caso de nuestras reiv.indicaciones.

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ANTO.NIO _GAMONEDA

Sobre unas posibles fundaciones editoras regionales

LA A. C. E ., recabando inicial­mente apoyo del Minister10 de Cultura, debe promover Y pa,r­,ticipar en Ua creaoión de Fun­

daciones Edj,toras Regiona1es, concerta­das por ,las instituciones y orientadas a captar y promover, es decir, publicar y poner en distribución aceptable, obras de oreaoión literapia y sobre creaoión litera­ria procedentes de autores naturalles o residentes en la Re~ión y, también, obras de carácter iguallmente creativo cuya te­mática recaiga, de manera especialmente interesante, sobre aspectos del área re­gional aunque sus autores no radiquen en ésta.

Se entriende que ila existenoia de estas fundaciones evita·ría, en buena parte, las puMicaciones bechas sin rigor edi,toriaIJ. y, también, el con:llinamiento de ,textos val]'iosos en 'Úiradas y mecanismos de dis­tribución insu.flicientes. . Estas fundaciones ¡tendrían uos rasgos generaJes que se indican a conrinuaoión en la que, obviamente, es ~ndicaoión in­completa:

. A) Una personaJidad jurídica y unos estatutos propios. Unos órganos de go­bierno compuestos mediante representa­ción de ~as inst:1tuciones regionales, pro­vlÍnciales y de municipios :importantes, más, si procede, de las Cajas de Ahorro y de otras entidades afines y ajenas a propósitos ilucrativos.

B) Un presupuesto propio fopmado con aportaciones de flas entidades concer­tantes, según móduJos de proporoión a determina,r.

C) Un domidlio y ,un persona~ pro­pios y diferenoiados, es decir, una tinfraes­tructura con dotaoión a cargo del Ente Autonómico. Estos medios se ajustarían

a un módulo emtorial sencillo: director de ediciones, dos colaboradores que com­paIltirían tareas de tipo administrativo y de técnica editopiaJ y una cuarta persona para manipulación de aIlmacén y reca­dería.

D) Un Consejo editoriaJ con represen­taoión en los órganos de gobierno, que tendría un mínimo de tres miembros y un máx·imo que, si procede, vendría de­terminado por el número de provinoias incluidas. Estos consejeros serían eIlegidos o designados no por su representa'tiv.i.dad institucionaH, sino en razón de su com­petencia en wlaoión con Ja u'¡ teratura.

E) Los libros que propusiese este con­sejo edi,toria.J, captados mediante una dis­creta publioidad, serían canalizados por e:l director a los órganos de gobierno, que Jos aprobaría o rechazaría de~,tivamen­te. El personail. de ila Fundación aotuaría en términos estricta y específicamente editoriales, en contacto con escritores, profesionalles de uas artes gráñicas, talle­'fes de impresión, distribuidoras, crítica especiaüzada, etc. Los presupuestos de los profesionales y ,talleres habrían de ser aprobados por Jos órganos de gobierno, así como con Jos contratos con distribui­doras y autores. Para todo ello, si la re­presentación insvituoional es numerosa, habría de funcionar 'un comité ejecutivo compuesto por tres miembros de Uos que, aJ menos uno, sería representante dell con­sejo editoria:].

Las Fundaoiones Editoras Regionales, rehuirían los excesos de caraoterización o~iciail. y concerta·rían lla distribuoión con empresas de ámhlto naciona,l'.

En su caso, el défici,t presupuestario de estas Fundaciones sería enjugado pro­porcionalmente por llas entidades lintegra-

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50 ANTONIO ' G'AMONEDA

da·s. El superávi,t, contraruamente, incre­mentaría el de la anua.!lidad siguiente o, por acuerdo de Uos órganos de gobierno, sería aplicable a fines socia'les.

Obv'¡amellite, estas Fundaciones, además de mejora'r ila catlidad (típicamente baja al día de hoy, en ·términos genera,les) de las publicaciones generadas por 'las msti-

tuciones Ilocrules, ocasionarían un ahorro en el gasto público, illiberaría a ,las ins­tituciones de cometidos ajenos a su na­turaleza y podrían acercar a norma,lridad del mercado .Ja producción de los su­fridos escritores periféricos -sin excluir a los no periféricos- en Jeall competen­cia con ~as editor-ia:les de signo iluorativo.

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EMILIANO BVALE BORIKó

«El cultivador de los campos yel

cultivador de las mentes»

SInos atendiésemos a sus raíces

etimológicas, la pa,labra «Cultu­ra» significa nada más y nada menos que «cultivo»; y ésta, a

su vez, s·e ·Ia define como: «Acción y efeoto de cultivar». Tomado como fjgura, se nos d ice que Cultura es «el resultado de cultivar Jos conocimentos humanos y de afinarse por medio dell ej'ercicio las facultades intelectuales del hombre»; o, también, como «resultante de haber cul­tivado los conocimientos humanos».

En efecto; si cult'ivar significa, en ge­neml, «dar a la tierra y a las plantas las labores necesaroias para que frucl:!ifiquen», y que esta tar ?-a corresponde al cultivador de los campos, aplicado a las personas cultivar podría significar «dar a la per­sona, en concreto a su mente, las 'labores necesarias para que pueda fruct'ificar»; y esta tarea correspondería s,in 'lugar a du­das, a.1 individuo que en un momento de­terminado de su v:ida, a veces después de despetarse de un sueño utópico o de una pesad;Jla, toma papel y lápiz, boHgrafo o pluma, para narrar una aventura fas­cinante o ¡lúgubre, expr,esar en versos un deseo, una pasión amorosa, una tristeza o pena, describir paisajes de tierras y mares, o con,ta'r :las cos·tumbres de pue­blos y de animales, algunos sucesos acae­cidos o por aca,ecer. A este indiv,iduo que sólo t'iene como herramienta principal de su trabajo la imaginación -siendo el pa­pel y e.1 bolígrafo medios para plasmar por escrito lo que de su mente nace- se le puede llamar «escritor». Por tanto, lo mismo que el cultivador de ,los campos al sembrar el trigo pretende no sólo a1i­mentarse - saciando su hambre- sino también a 'los demás, creando con ello una determinada cultura, por ejoemplo la del pan y demás sucedáneos que de ella

se derivan, cual es Ja pastelería, etc., el escritor es aquel cultivador que al sem­brar la naHación, la poesía, el ensayo, el cuento, etc., pretende aJ'imentar su mente y 'las de .los demás, oreando tam­bién una cu].tura, que en ·:oste caso se le llama literaria, probablemente por ali­mentarse de letra de ahí, también, ,la pa­labra «Iitera,tura». Es más, no sólo pre­tende con ello transmiti,r mensajes a las demás mentes sino, al mismo tiempo, con­tr ibuye a su moldeo y refi namiento ha­c:éndoJas más pensantes, distanciándOllas as! de su estadio primario de animalidad en que se 'encuentran, como en todo ser en ~,j primer estadio d:- v,ida; las despierta. pues, de su letargo y hace que ~a persona o el ser humano pueda serv.irse de su men­te !Jara controlar y medir cada vez mejor sus impulsos y acciones.

Con el ABECEDARIO -palabra es-­crita- la mente comienza asimilando las: primeras 'Ie~ras, que es :la ppimera semilla: sembrada ,por el cultivador de mentes, so­porte necesa.rio ,e imprescind.ible para que 1a mente que se cultiva pueda en 110 su­cesivo captar :los mensajes esoritos o plas­mar sobre el papel ,los hablados; mensajes que i'fá rec ~ biendo a lo largo de toda su vida, mediante 'la ,lectura, el diálogo o las figuras, sean éstas animadas o inna. nimadas. Por tanto, si la pa¡labra es «la luz de la sangre», como bien nos citaba el compañero Andrés Sorel en su comu· nicación, lo es también de las mentes.

Con la pa'labra escrita, el escritor crea una Cultura ---'la del .J.ibro, el periódico, la revista, etc.- donde se irán a'limen­tanda aas mentes y harán que las per­sonas, dueñas de esas mentes, adquieran mejores y mayores conocimientos sobre su esta tus y puedan apreoiar y diferenoiar

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52 EMILIANO BUALE BORIKó

10 bueno de -lo malo y medir sus actos, diferenciándose así del puro y simple instinto del que es·tán dotados ~os demás animales; crea también un mercado, de cuyos frutos puede también allimentarse y hacer que los demás se alimenten -sa­ciando su hambr,e y el de los demás-o Sin la palabra escrita, que es la siembra del escritor, difíciJmente podría haber li­bros, periódicos, revistas, etc., en conse­cuencia, el mercado de todos estos pro­ductos. Muer,to, pues, el escritor, o ha­ciendo desaparecer de la vida social toda su obra, podemos estar seguros de estar ante otra muerte anunciada: lla de ,la Cul­tura l;j teraria; por consiguiente, ia del mercado del libro, del periódico y de la revista, porque ~o cier'to es que el pe­riodista necesita, all menos, escribir para hacer el periódico o la revista.

Para conoluir mi aportación, qUisIera remitirme en allgún detalle de la exposi­ción del señor Scha1ekamp sobre la situa­ción del escritor en Holanda y atraer con ello la atención del poder público con esta petición: al Estado español, al igual que en Holanda y demás países nórdicos y del centro europeo, debe asumir aa CuJ­tura literaria como un patrimonio naoio­nal y hacer del escri,tor una persona dig­na de su trabajo -como cultivador de mentes que es, como el creador de esta Cultura- y no abandona,de a su suerte y a 'la merced de .Jos que tienen el instinto de hacer dinero fácm y rápido a costa del sacrif,icio de Jos demás, tanto vivos como muertos; por tanto, hacer que este crea­dor no sea tra,tado de mendigo all que hay que socorrer con 1ismosnas carita­tivas.

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ALBERTO MIRALLES

'Asociación de Autores de Teatro

M E resulta desconcertante ha­blar en este Congreso del tema que lo motiva, porque el autor teatral en España,

antes que pedir mejoras sooiales, debe conseguir demostrar que existe.

Esa reiterada ignorancia hacia nosotros es un agrav:Ío que nos impulsó a crear una Sección Autónoma de Autores de Teatro dentro de Ila Asooiación Colegial pe Esoritores.

Dice el EaIesiastés que una cuerda con tres ramales difíci-Imente se rompe. Hasta aquí, la tlírica. La rea'lidad es que la ex­periencia enseña que tanto en la paz, como en la guerra, la · unión trae la vic­toria.

y bajo .Ia protecoión de San Jorge, ins­pirados por Cervantes, aromatizados por la rosa y beneficiados por el 10 por 100 de descuento en ~a compra de libros ce­lebramos el 23 de abril de 1990 una Asamblea Generrul a 'instancia de una Junta Provis'¡onal, para constituir una Asociación de Autores de Teatro como Sección Autónoma de la Asociaoión Co­legial de Esori.tores. La Junta Directiva elegida quedó establecida del modo si­gui,ente:

Presidente de Honor: Antonio Buero Vallejo.

Presidente Ejecutivo: Lauro Olmo. Tesorero : Manuel GÓmez.

. Vocales: Fermín Caba-I, Jesús Campos, Ana Diosdado, Eduardo Ladrón de Gue­.vara y Domingo Miras.

Secretario GeneraJl: Alberto Miralles. Hay dos maneras de entender Jos mo­

tivos de la creación de la AA T. Por un lado está Ila defensa de nuestros intereses. y si se habla de defensa, está claro que se supone un ataque. Seriamos hipócritas si negáramos que sobre todo desde hace unos años, se viene atacando la figura del autor teatral de forma injusta y con argumentos de una ev,idente falsedad. . " El ataque más .. frecuente, como ya he

dicho, es Ja negación de nuestra existen­cia. «No hay autores», solemos oír cons­tantemente, sobre todo aquellos que es­trenan a nos muertos. Demostrar, pues, la obviedad de nuestra existencia se ha convertido en una irritante prioridad. Con el titulo «Estamos vivos», Manalo Gómez ha 'escrito un artículo para el boletín de la Asooiación en el que dice que nuestra <<fe de vida» es, pese a .]0 obvia, una afirmación necesa'ria por Jo mucho que se nos niega y porque lo hacen, precisa­mente, las personas que son potenciales beneficiarias de adaptaciones, subvencio­nes y otros «sabrosos estipendios». . Estamos vivos pese a que en ~a pro­gfamación de Jos teatros dependientes del INAEM, de los Ayuntamientos y orga­nismos parecidos de las Comunidades, nuestra presencia sea esporádica, cuando no ausente, y en muchos casos relegada a· espacios y hora·rios afrentosos.

Estamos vivos pese a que en la pro­duoción editorial emanada de entidades oficiaks, o pagadas con dinero público, apenas si se nos incluye y, a veces, di­ciendo, además, con ignorancia o cinismo, que nuestra exclusión de sus fondos se debe a la faoi-lidad con que podemos edi­tar y darnos a conocer.

Estamos vivos pese al uso y el abuso de ,los ·clásicos que evidencia un rechazo de la realidad actua·l y el miedo a perder las subvenciones que se dan más fácil­mente a quienes presentan nombres indis­cutibles y por tanto, sin riesgo. Los adap­tadores, que toman el nombre de dra­maturgos, ~ienen todo el derecho a lla­marse así. Por ese motivo, nosotros re­clamamos el simple nombre de autores, para que nuestro trabajo de creación ori­gina.] se distinga del que hacen Ilos que adaptan el materia·1 que otros original­mente crea'ron.

El liSO Y abuso de los autores clásicos, está configurando en estos momentos, la ética y estética del ¡teatro en nuestro país .

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54 ALBERTO MIRALLES

Se monta y subvenoiona generoslSlma­mente a los dlásicos que no necesitan de grandes montajes para demostrar 10 bue­nos autores que son, en detrimento del teatro vivo que tiene 'la urgente necesidad de ser apoyado para saber si es bueno. Se monta y subvenciona a muchos clási­cos que son ideólogos al servicio de Jos poderes absolutistas, cuando un teatro crítico escrito hoy en apoyo de las más elementales tlibertades, es apenas estimu­lado o francamente marginado. Se monta y subvenciona a nos clásicos que en su mayoría son autores pa1aciegos, concep­tistas y de difíci1 comprensión para el gran público, cuando el teatro español actual lucha por encontrar en barrios y ferias al público popular perdido. Por acumulación de montajes de autores clá­sicos puede llegar a -imponerse una esté­tica de ayer, impidiendo al teatro actua1 encontrar la de hoy. Y toda repetición forma'l de ideas es un aprjsionamiento del ¡'ibre ejercicio del espíritu.

y en esa grave circunstancia de crisis, ¿se puede culpar al profesiona.] del teatro por adecuar sus proyectos a ~os propó­sitos de la Administración? En las sec­ciones de demandas, el obrero puede en­contrar na solución a su paro. El parado tea-tral 'la 'encuentra en el Boletín Oficial del Estado. ¿O es que el obrero del teatro resiste mejor el hambre que un albañil? Si la oferta es de secretarias, todos a la OJiv,etti. Si Oa oferta es Calderón, todos barrocos.

¿Pero cómo rechazar a Calderón, por ejemplo, si es Cultura? Y es que aquí planteamos en términos absolutos lo que debiera ser un diálogo con la realidad cambiante, siempre tan relat'iva. Para un pueblo que pasa hambre, la CUIltura es un lujo. Para una sooiedad en la abun­dancia, la cultura es --debiera ser- una necesidad. ¿Dónde estamos nosotros? A juzgar por el apoyo desmedido a los clá­sicos, los faraónicos montajes que hacen los teatros oficiales, y Jos FestivM,es donde importamos a precio -inñlacionario 'las mejores compañías extranjeras, debere­mos convenir que España riega sus ma­cetas con oro líquido.

Pero 1a realidad es otra y tan dolorosa que nuestro orgullo no quiere reconocer­la. Y empieza el autoengaño. Es la ma­nía de ser arqui,tectos de tejados y peones de cimientos. En vez de empezar el es­tudio de '¡os olásicos desde Jas escuelas para que al ser comprenilidos sean amna­dos, se nos :imponen como purga: «no gusta, pero sana» o como un chantaje ilustrado: «aburre, pero dignifica», o como una doctrina irrefutabOe: no creo, pero me santiguo». Me parece espléndida y necesaria ~a existencia de una compañía como la Nacional de Teatro Clásico, pero no que la mayoría de las compañías ofi­cia·les también lo parezcan a juzgar por su programación, porque el resu:ltado será un desastre nacional ya que la sociedad suele apartarse del arte que se ofrece como algo ajeno a 'la vida.

Protegerse detrás de valores seguros, despreciando el riesgo de descubrir otros nuevos que supongan avance y estímulo, es necrofilia. Y es que nuestros respon­sables cultura.les parece que aman lo muerto por encima de .]0 vivo. Lo suyo es el homenaje póstumo, el entierro de cenizas ex'¡[\oiadas y la conmemoración de centenarios. Lo grave es que tan macabra agitación se hace a costa de 1]0 vivo, de lo sano, de lo que atenta y renueva. Y a veces es bueno recordar a 10s muertos cuando no .lo están.

Muchos autores actuales han ai]ca'llzado notoriedad más como adaptadores que como creadores origina.les. Se le reconoce el ta·lento y sin embargo se -les obliga a despiIfarral1]o como sastres de obras aje­nas que si se ofrecieran tal y como fueron escritas no podrían estrenarse. Pero usa­das como coartada cultural deben sufrir adaptaciones que en la mayoría de los casos no hacen sino traicionar all autor, al suprimir escenas, recortar el reparto, prosificar el verso, añadir textos de otras obras, tergiversa·r ·Ia ,ideología o reducir el texto a il a duración de un Oong play.

En estas circunstanoias, puede parecer suicida pedir que los derechos de autor de las obras clásicas vayan a un fondo social de ayuda a todos los escritores. Cobrar derechos de autor por adapta·r Uo que

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ASOCIACIÓN DE AUTORES DE TEATRO' 55

escribieron otros, se ha convertido para muchos autores de teatro en un medio de vida, por culpa de ese concepto de cultura de pudridero que ex:iste aotua.l­mente en Espaiña. Sin embargo, y aunque parezca paradójico, sería magnífico que se suprimeran todas ,las subvenciones a los clásicos y que Jos derechos devenga­dos fueran a ese Fomento Socia:l por el que Iluchamos, porque entonces Jos detes­tables advenedizos que dicen amar a los clásicos, a!l ver que su amor no era pa­gado generosamente, volverían a.] nicho de donde nunca debieron salir, y 10s autores vivos serían juzgados por su ta­lento original y no por su capacidad para el corte, rizado y moldeo .

La relación de afrentas podría seguir. Pero baste una parte para comprender el todo. Cada vez que allguien dice que no hay autores, está negando nuestra existencia, nos deja sin biografía, nos sus­pende en la nada. Nosotros, sin embargo, jamás decimos que no hay actrices, o directores, o >tramoyas, porques su eJcis­tencia es tan ev'idente como la nuestra. y no estaría mall recordar aquí, que los grandes éxitos, de crítica y público, me­didos incluso en varios años de perma­nencia en cartel y su posterior adaptación cinematográfica, han sido año tras año, de autores españoles vivos. Desde <<Las arrecogías del Beaterio de Santa María Egipciaca», de Martín Recuerda, «Las bicicletas son para el verano», de F. F. Gómez y «¿Yo me bajo en Ia próxima y usted?», de Marsillach, hasta «Hay que deshacer la casa», de Junyent, «Bajarse all moro», de Alonso de Santos, y «Ca·r­men, Carmen», de Gala. Cansa un poco defender lo obvio. Incluso es humillante.

El desprecio y .la ignoranoia hacia el autor, se evidencia y concreta en el Con­sejo Superior de Teatro en el que hay críticos, actores, y tramoyistas, pero ni un solo autor, ya que Alonso Millán está en callidad de presidente de la S. G. A. E. En ese mismo sentido hay múltiples re­vistas, boletines, comunicados, incluso de la propia Administración, que junto al título de una obra no ponen el nombre de quien 1a ha escrito. No es ma1dad, ni

desidia, simplemente un eco del desprecio general.

La nueva configuración del espectácUJlo en España, promocionado casi con ex­clusividad por los Organismos oficiales, Bancos y Cajas de Ahorro, ha añadido un dato más all memorial de agravios, pues las representaciones suelen ofrecerse gratuitas por lo que en 'la empresa cobra, y de manera inmediata, desde al utiJero hasta el conductor de la furgoneta; pero 61 autor, que cobra por entrada vendida, se queda ajeno al reparto, pese a que fue su texto dramático el que generó el con­trato o subvención. La Sociedad General de Autores se haya desbordada por este nuevo sistema de producción que le obli­ga a continuos contenciosos. Y cuando estos se resuelven, el autor cobra un pro­rrateo, siempre inferior a -la cantidad que se ae adeuda, y por si fuera poco, ese dine­ro se le paga a veces con cuatro años de retraso. EJcimo contar.Jes que en Hispano­américa el autor ya ha desistido en sus peticiones, porque lo que pagan, cuando pagan, no cubre el preoio d61 franqueo de la ca·rta donde se ~es exigió el pago.

Pero no fueron sólo 10s agravios los que nos llevaron a crear la Asociación de Autores. Es t riste que de un tiempo a esta parte sólo se oigan Iamentos. Y lo es más que ellos jusnifiquen la inactividad. Si se nos 'hiere, gritamos. Pero no es su­ficiente. Hay que saber el motivo de la herida y cómo restañarua. Aotualmente el Teatro en nuestro país necesita de una profunda reflex:ión para entender su crisis y ayudar a solucionarla. No tendría sen­tido defender al autor si no eJciste un teatro donde éll pueda contribuir con su arte. Ese sería un reduociornsmo que acabaría por aislarnos. Por eso no basta, aunque sea imprescindible, crear un clima favorable hacia el autor vivo; es necesario también -yen eso estamos empeñados­el proporcionar a 10s organismos oficiales las ideas emanadas desde los autores para afirmar la esoena española; participar en los Consejos de Teatro; fomentar el tea­tro de aficionados; intentar que el teatro esté presente en los estudios urnversita-

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"ALBERTO MIRALLES

r10s; crear- Un banco de datos -(premios, ayudas, cursos ... ); relaoionarnos con otras asociaciones, naCionales y extranjeras, para inicia'r un debate gJoba.l de la si­tuación y, hasta que se :nos rompa la jarra de leche, promocionar nU(!$tro tea­tro a través de productoras " gestionadas por autores. En este Congreso, nos he­mos dado cuenta de que hay un objetivo más: el bienestar sociall del escritor, y la As60iación de Autores de Teatro está dispuesta a Juchar para conseguir ese Fondo de Apoyo que .lo haga rea1lidad. _ Nada " es fácil, especialmente la unión

'.

de los creadores que trabajan aislados. Pero también era difícil-ha habido otros iritentos fallidos- llegar hasta donde es­tamos y 10 hemos conseguido. De nuestra generosidad, de nuestra solidaridad, de nuestra renuncia, pero sobre todo de nuestra eficaoia dependerá que la Aso­ciación de Autores de Teatro --1[10 nos llamen dramaturgos, por favor- sea dI único latido de muchos corazones. No somos matemáticos. Nues<tTa arma es ~a imaginación. Por eso creemos firmemen­te, que uno más uno debe ser iguaJ a muchos.

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J U r:. 1 O ' A N 'G U 1 T A '(.)

Saludo al IV Congreso .de Escritores de España

Quéridas y queridos amigos:

En pocas ocasiones tengo la opofituni­dad de saludar un encuentro, un Congreso o una reunión sintiendo, a-I tiempo, que los trabajos que se inician tienen que ver con mis inquietudes, con las inquietudes de Jos hombres y mujeres de IV.

Hoy tengo esa suerte. No se trata sólo de que vuestro trabajo -tenga que ver con una de mis vocaciones personales más reprimidas. Se trata, fundamentalmente, de que el proyecto político que represen­to es inconcebible sin el ejercicio y la función cuJtural en -la que vosotros y vos­otras sois o debéis ser :notables protago­nistas.

Mis palabras no serán, en consecuencia, protocolal'ias.

Debo decir, de entrada, que quiero con­vocaros a un esfuerzo ilusionante; a cons­truir junto a todos ¡los que crean, sea trabajo, opinión, arte o cultura, un nuevo código ético, moral y filosófico para rein­terpretar y reescribir nuest-ra realidad.

En muchas ocasiones, me he referido a la necesidad de recuperar cierto impul­so regeneracionista. No creo que ello sig­nif,ique como decía aquel personaje de fic­ción, T~gre Juan, que es preciso un «ge­nera'lato de ¡la mollera» para el gobierno de nuestra sociedad. Os estoy convocando a un ejercicio de valentía social y cultural como es que ¡la creación, la ficción, nazca de la mejor, y probablemente ,la única, matriz reformadora: aquella que ejerce como portavoz de un mundo de senta­mientos, invenciones y reaJlidades que se resisten a aceptar como inevitable el va-

lar dominante, el peso de la asfixiante mayoría que atenaza hasta adormecerla a la libertad de pensar y de crear.

Para otro tipo de arte, se ha dicho que «no se puede interrumpir una emoción». Es cier-to; debemos avirmar que el mer­cado no puede expropiar al escritor, a la escritora, a Ja literatura, su capacidad de crear senNmiento, reflexión o rebefl.día.

No sólo los escritores. Las fuerzas del progreso, ~as fuerzas sociales y políticas debemos rechazar la hipótesis de que el mercado expulse a ¡la lIÍteratura de aque­llas artes que tienen la capacidad de con­vertirse en «persuasores» de una nueva sociedad.

Una parte de vuestra ref,leXlÍón tiene que ver con es-ta cuestión. La formación del escritor y la escritora, ,la organización de -la seguDidad social, la viscalidad de los escritores guardan relación con esta irrup­ción desmed'ida y arbitraria del mercado en el mundo de ,la creación.

Izquierda Unida reitera aquí su com­promiso de a,tender vuestras ref.leXlÍones. Reitera que no hay espacio sociaJ o sa­lario social que 00 contemple en régimen de iguruldad el trabajo de creaoión y cua­lesq uiera otros.

Pero Izquierda Unida debe reiterar algo más: el papel de la creación j,iteraria y cultural en una sociedad que deseamos const-ruir sobre la base del derecho indi­vidual y colectivo a ,la emanoipación.

(.) Coordinador General de IU.

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58 JULIO ANGUITA

V'ivimos una época en que se confron­tan tradiciones políticas y cullturales. En este debate, debemos, entre todos, encon­trar un camino innovador; un camino que exige de todos nosotros una nueva actitud culturaJ .

Cuando afrontamos el tema de la ca­Iidad del desarrollo, de su relación con el ambiente, de la organización de Ja vida civil estamos reclama'ndo un nuevo código de pautas culturales, casi más importan­tes que 1as políticas, para encontrar nue­vos caminos.

Izquierda Unida hizo de su fundación, y ahora de su desarrollo, una investiga­ción cultural, un intento de síntetizar pen­samientos diversos. Ese proyecto requie­re ideas que, muchas veces, están fuera de nosotros; están, con toda segu~idad en­tre vosotros y vosotras.

Como veis estamos interesados en el éxi·to de vuestro trabajo. Un éxito que os deseo en nombre de Izquierda Unida.

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RESOLUCIONES

Los miembros de la Asociación Colegia.} de Escritores de España, reunidos en Madrid para celebrar su IV Congreso dedicado a <<El escritor, su estatuto socia·l y su papel en el desarrollo de ~a cuQtura», acuerdan las siguientes

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1) CREAR UN «(FONDO SOCIAL DE AYUDA A LOS ESCRITORES»

Por su naturaleza artística, Ila creación literaria sobrepasa la noción de pro­piedad privada y las diversas práot'icas so:::ia.les que se derivan de ese concepto.

Prueba de ello es que la sociedad rescata para sí Uo que considera un bien del espíritu y restringe mediante normas .legaJes el rasgo esencial de toda pro­piedad privada: Ila transmisión hereditaria ilimitada.

No obstante, el rango de dominio público que recae sobre toda obra d'iteraria a los pocos años de la muerte de su autor no imp-ide que sujetos particulares obtengan beneficios derivados de su apropiación. Es el caso de todas las edi­ciones real izadas por empresas editoriales privadas que añaden al capítulo de ganancias 'Ia parte correspondiente del derecho de autor fallecido.

Conscientes de esta contradicción y sensibles aa abuso que supone el desvío haoia particulares de una propiedad común, un significa·tivo número de las so: ciedades avanzadas ha dictado normas para que una parte de esas gananoias reV'iertan a Ja comunidad.

Conscientes también de las dificultades prácticas entrañadas por ~a natu­ra leza del trabajo literario, las normas sobre el «dominio públrico» delegan en das asociaciones de escritores ,la admin~s-traoión de los fondos obtenidos por la apl'icación del «canon» correspondiente, de modo que sean escritores quienes pue­dan disfrutar de un beneficio originado por el t·rabajo que pracVican.

Esa misma sensibiltidad ha puesto en pie normas que palían 1as lesiones a.l derecho de autor cuando la renta habitual de ese derecho, el porcentaje sobre el precio del ejemplar, no resullta posible. Es el caso de las reguJa~ones sobre el pago por préstamos bibl iotecarios o por la reprografía de textos.

España, que en lo relativo a esos temas vive una situaoión fracamente atra­sada, t,iene ante sí .la posibilidad de un cambio rad~cal merced a la entrada en vigor y desarrollo de ,la actuall Ley de Propiedad InteJectuarl.

En consecuencia, el IV Congreso de la A. C. E. decide encargar a la Junta Directiva de 'la Asooiación 1a puesta en pie de un «Fondo social de aipoyo a los escritores» que se constituya en un instrumento de ayuda a los creadores en dificultades y propicie la aparición de nuevas vocaciones Jiterarias.

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62 RESOLUCIONES AL IV CONGRESO

Los fines y recursos del citado instrumento se estipU!lan a continuación en sus Jíneas genera,les:

FONDO SOCIAL DE APOYO A LOS ESCRlTORES

Fines:

a) Pago de las cuotas de la Seguridad Sooial a aquellos escri,tores que ca­rezcan de recursos.

b) Pago de un complemento a aquellos escritores que no dispongan de otros recursos que la prestación mínima de la Seguridad SociaL

c) Apoyo en caso de enfermedad a los escritores sin recursos propios. d) Mantenim~ento de una Casa del Escritor que facilite la creación ~iteraria

y los contactos entre escritores. e) Ayudas a la creación literaria y a la programación de aotividades cul­

turales.

Recursos:

a) Fondos obtenidos por la parte proporcional del «canon» de reprografía a través de las cor·respondientes Sociedades de Gestión de Derechos.

b) Fondos obtenidos por la remuneraoión de ~os préstamos públicos en bi­bliotecas.

c) Una cantidad anual pactada con la Federación de Gremios de Editores de España por la utilización de obras de dominio público.

d) Cualquier otro fondo proveniente de entidades, privadas o públicas, o de personas físicas.

Estudio y as'ignación de las ayudas: Una comisión tripar,tita formada por ,la Asociación Colegial de Escritores,

la Federaoión de Gremios de Editores y ell Ministerio de Cultura quedaría en­cargada de decidir sobre la concesión de ITas ayudas.

IGestiones a reafjzat' para la puesta en pi'e del «Fondo»:

La Junta Directiva de la A. C. E . gestionará ante los orgarrismos públicos e instituciones privadas todo aquello que facilite la puesta en pie del Fondo.

Muy especia'lmente esas gestiones se orientarán: * Con el Ministerio de CUJltura: para el urgente desarrollo de una normativa

sobre el canon de préstamo público en bibliotecas y qa activaoión del cobro del «canon» por reprografía.

* Con la Federación de Gremios de Editores: para estudiar y establecer una cantidad anual por el uso de obras en dominio público.

* Con los partidos políticos, e .j nsti·tuciones públicas y privadas: para infor­marles sobre la creaeión de este «Fondo Socia·l» y demandar su apoyo a las medidas pertinentes ..

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RESOLUCIONES AL IV CONGRESO 63

II) EXIGIR A LOS ORGANISMOS PUBLICOS AQUELLAS MEDIDAS QUE PROPORCIONEN UN TRATO MAS JUSTO A LOS ESCRITORES

a) Al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social:

* Continuar ell diálogo con. los responsables del mismo y formar una comi­sión integrada por escritores y técnicos para delimitar ~as características espe­cíficas del escritor dentro del Régimen Genera,l de ·la Seguridad Socia.,!.

b) Al Ministerio de Cultura:

* La puesta en marcha del Consejo Nacional del Libro y la presencia de la A. C. E. en el mismo.

c) Al Ministerio de Hacienda:

* Que se consideren los anticipos por obra y ·los derechos de autor percibidos y los premios ganados en el año como «rentas irregulares o no perióclicas». de modo que pueda fragmentarse la tributación.

* Que se contemple como gastos desgravables la compra de J..ibros e ins­trumentos relacionados con la creación literaria.

nI) APOYAR A LOS 1RADUCTORiES

Los traductores, que como autores están integrados en una Sección Autónoma dentro de 'la A. C. E ., tienen, además de nuestros problemas, otros específ.icos, y muy en especia.] la aún escasa atención prestada a su trabajo. RespaIdamos, en consecuencia, sus reivindicaoiones:

a) Recordar a los organismos públicos (estatales, autonómicos y locales) la necesidad de consultar a las asociaciones de traductores literarios antes de decidir en a1):mtos que les atañen directamente.

];U Cr.ear una comisión tripartita (Ministerio, trad uctores, editores) de se­guimiento de ~os contmtos firmados bajo ~a LPI.

c) Insistir una vez más en que, como parte de nuestro derecho moral, el nombre del traductor debe aparecer en el libro, en portada, así como en toda la documentaoión referente a él: notas bibliográficas, críticas, reseñas o extractos publicados en la prensa.

IV) INVITAR A LOS ESCRITORES A LA AFILIACION A LA A. C. E.

El censo de afiliados a la Asociación CalegiM de Escritores alcanza ya 1a cifra de 1.570 miembros, pero la asooiación es consciente de que su fuerza dependerá de que su representatividad sea total.

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RESOLUCIONES AL IV--CONGRESO

v) AGRADECER A LA DIRECCION GENERAL DEL LIBRO Y BIBLIO­·TECAS DEL MINISTERIO DE CULTURA LA A'J1ENCION PRESTADA A ESTE IV CONGRESO

Queremos resaltar la colaboraoión y el atento seguimiento del Congreso por parte del Director General del Libro y Bibliotecas, don Juan Manuel Velasco 'y del Director del Centro de las Letras Esp<llñolas, don Jesús Moreno y otros responsables de dicha Dirección General.

VI) DIALOGO CON LOS EDITORES

El Congreso considera que se debe ahondar el diálogo y continuar las rela­ciones con ~a Federación de Gremios de Edi.tores, dados los intereses de escri­{ores y editores en relación <111 libro y la cultura. Considera asimismo que el pwcedimiento básico de esta colaboración pasa por el cumplimiento estricto de la Ley de Propiedad Intelectua.l en todo lo relativo a ~os contratos de edición.

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ESCRITORES opinan en la Prensa

sobre el tema

A raíz de los Hamados «casos Grosso y Celaya» se desató una amplia información y comentarios críticos en la prensa. Ofrecemos una selección de algunos artículos y opi­niones de escritores en relación al mismo.

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JOSÉ MARtA GUELBENZU

¿ Chulear a los Clásicos?

EL reciente conocimiento público

de las dificultades materiales que estaban atravesando dos impor­tantes escritores españoles ha

vuelto a agi·tar un agua estancada y, como sUele suceder en estos casos, el mal olor y ;las miasmas han afectado prin­cipa.Jmente a quienes han ido con el pa­li,to a removerla . Por for,tuna, la situa­ción de ambos escritores parece resuelta en parte y de momento. Lo que no pa·roce resolverse en cambio es la roma actitud de bastantes escritores ante estos y otros problemas relacionados con su profesión.

Todo escritor que escribe en un país en el que no se lee, como España, sabe a 10 que se expone; su decisión es - si es una vocación- un acto de dignidad y va1entía. De entr-e ellos, muchos saben que deberán casi siempre su sustento a una actividad a jena o comp'lementaria; otros malvivirán de ,la literatura y siem­pre ayudánrl'ose de chapuzas, y los menos puede que accedan a una estabilidad lo suficientemente ·inestable como para no pasar apuros. En cualquier caso, es ver­dad que todos ellos deberían poder en­contrar un modo de llegar al fin de sus días de man era acorde con esas men­cionadas dignidad y va lentía. Pero no ha­blo de una limosna, tampoco de una sub­vención, sino de un'a manera aceptable y coherente de obtener dinero a cambio de su saber; por ejemp~o, a cambio de lecciones, cursos, looturas, seminarios ... , participaciones que, en definitiva, a,lejen el fantasma del favor y la piedad y res­ponaan a 'la dignidad de una persona y a la valentía de una obra cumplida. No es necesario romperse :la cabeza para e.Il:._ contrar 19s modos _de . dar·-forma , a · esto.

Pues b¡en, 'entre otro's: contra todo ello se alza el señor de:] paJ1.to, 'el que ha ido a remover ,las aguas estancadas y que allí, en cuclillas, quizás alucinando por lo que respi·ra, da en una visión sindical,

funcionarial, de la figura del escritor, la cual es exactamente 'la antítesis de lo que mueve a ~lguien a jugarse la vida en el empeño de rea,tizar una obra literaria a la altura de su ambición.

Las quejas del funcionariado ;Ji.terario, que son variadas y mezaladas, vienen a resumirse en tres reivindicaciones:

1. El escritor se ve obligado a entre­gar su herencia literaria al dominio pú­blico a los 50 años de su muer,te.

2. Como a l término de esos años su ' obra pasa a dominio público, los únicos beneficiados son los editores, que así se ahorran el pago de los derechos de autor. ~

3. Siendo así, se solicita que los edi~ tores abonen un canon por cada libro de­au tor clásico editado eñ beneficio de los. escritores vivos; ya que el escritor acepta el dominio público contra los intereses' de sus descendientes, sean al menos sus' descendientes literarios -casi siempre en. precario---:- ~os que de algún modo se be~ neficien de ello.

La verdad es que a primera vista pa­rece sensato. A primera vista solamente, . Para empezar, no deja de ser gracioso q ue se equipare Fortunata y Jacinta o el Quij'Ote a una finca o a un paquete de acciones. Yo entendería que se equipa­rase el problema de herencia del Quijote --que es un bien cultural nacionai- con el problema de herencia de la catedral de Burgos -que es otro similár-; pero una finca, ,que también puede llegar a poseer­un escritor, es lIn bien ena jenable, 0bje­to de especu:Iación,. de comp(a,-venta .. . U na novela como' el Quijote o la ca·tedliaI de Burgos, no. Su , valor es .inamovible;' Decir hoy que ,el Quijote perten~e a. ,Úll recontradescendiente de Cervantes llama­do Pérez Gómez es como justificar la mo­narquía hereditaria en ,régimen de abso­lutismo. ¿De quién sería hoy Cervantes? ¡,De Pérez Gómez desde principios del

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68 JOSÉ MARíA GUELBENZU

XVII? ¿Sería eso justo? ¿Aliviaría en algo la situación de Ilos escrltores, nece­sitados o menos, de Pérez Gómez? ¿Sería lícito que Pérez Gómez, por derecho de herencia, pudiera disponer de cuándo, cómo y en qué circunstancias debe edi­tarse el QUijote? Unas acciones, una fin­ca, un piso ... son bienes enajenables, pero una obra que ha superado el paso del tiempo no 10 es. He ahí Ja cuestión. Si ha)' se solicita una ayuda para un escri­tor en dificultades es porque su obra es un bien público, un bien cultural entre sus contemporáneos, y ,la sociedad le debe algo por ello en conciencia, por hacer cultura, :lengua, tradición. No creo que sea un misterio la difere.ncia entre bien público y bien privado.

En cuanto a.'l segundo punto, el del aprovechamiento de los editores, se trata de una completa falacia desde el punto de vista del escritor. A un escritor que se ha dejado la vida en su escritura 10 único que realmente :le interesa, es ha­berlo hecho, y también Ja perdurabi,lidad de su obra por 10 que tiene de indicador de que ha creado un mundo con vida propia que Je sobrevive. Imaginemos aho­ra a cualquiera de los autores que se en­cuentran criando malvas si les despertá­ramos para decirles que los editores del presente se están aproveahando de su obra libre de derechos ... porque ésta si­gue viva en el día de hoy. El dominio públi-::o es un bien para el autor porque multiplica las posibilidades de ser Ieído en el tiempo, de estar en los catá,logos de los editores. ¿Qué puede significar para él la rupotética malicia de tal o cual editor frente a la vía natural para el conocimiento de sus textos? Los muer­tos tienen otros intereses.

Pero Ja perla es el punto tercero, el del canon sobre las ediciones de clásicos. Sigamos con Cervantes. Imaginemos que se ha conseguido implantar el canon por

libro a todo clásico editado en 'la actua-, lidad con el destino de cubrir las nece­s ~ da.a cs de los escritores de hoy. ¿Por qué razón el Quijote pertenece más a un escritor que a un 'lector? ¿Por qué beneficiar, pues, con ta,l canon a un es­cfi.tor y no a un lector necesitado? Se­gunda cuestión: ¿quién es un lesoritor? Aún más: ¿quién decide quién es escritor y quién no a efectos de aoreditarle como beneficiario del dinerito que genera Cer­vantes? El absurdo de :la situación me parece evidente. Pero el absurdo de la situación llega al delirio si, en buena Jó­gica, escritor es todo aquel que publica un ;I-ibro. En ese caso, yo aconsejaría a cualquie,¡r español que no se amilanase, que escribiera un librito por infumable que fuera y :10 publicase a su costa. Con esta discreta inversión podrá acoge'rse a los beneficios que generen 10s clásicos si un día se Ve en un apuro. Y si los ad­ministradores del canon son apañados, lo mismo consigue veranear a precios espe­cia:les en rulguna residencia veraniega de escritores en el Levante español.

En fin, estas iniciativas pertenecen más a la época del guardapolvo y el Monte­pío que a -la época actual Pertenecen también a una concep::ión victimista del esoritor ta'n triste como la indigencia mis­ma. La dignidad de un Gabriel Celaya pasa, por ejemplo, porque pueda ~eer sus poemas por media España y que se le organice y se ,le retribuya dignamente por ello, en honor y correspondencia a su vida y a su obra, para que siga siendo un poeta. Nunca se puede decir «de este agua no beberé», pero hoy por hoy yo me moriría de vergüenza si tuviera que chulear a los clásicos para poder vivir. ¿Es que acaso pueden concedernos algo más y mejor, a mi como escritor y a usted como lector, que la tradición li­teraria que todos ellos constituyen?

Publicado en El País, martes 3-N-1990.

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ANDRÉS SOREL

Justicia para los Clásicos

EL 6 de junio del año 1590 el Consejo de Indias respondió lacónicamente a Miguel de Cer­vantes: «Busque por acá en que

se ,]e haga merced.» Zanjaba así la de­manda dell autor de «(El Quijote», que comenzaba así: «Miguel de Cervantes Sahavedra dice que ha servido a S. M. muchos años, en las jornadas de mar y ÜC<l1ra que se han ofrecido de veintidós años a esta parte ... » (seguía una prolija enumeración de sus servicios). Y añadía: « ... y en todo este tiempo no se le ha hecho merced a lguna. Pide y suplica hu­mi1demenve, cuanto puede a V. M., sea servido de un oficio en las Indias de los tres o cuatro que al presente están va­cantes (los enumeraba) "que con cual­quiera de estos oficios que V. M. de haga merced, ,lo recibirá porque es hombre hábi,l y suficientemente benemérito para que V. M. le haga merced, porque su deseo es continua·r siempre en el servicio de V. M. y acabar su vida como lo han hecho sus antepasados, que en ello re­cibirá muy gran bi'en y merced".»

El 30 de marzo de 1885, Casta Este­ban y Navarro, viuda de Gustavo Adolfo Bécquer, moría en el Hospital General de Madrid ·!iras publicar un libro dedi­cado a la ma,rquesa de Sa'lar, en cuya dedicatoria decía: «Pobre y enfermo es­taba mi ser, porque enf·erma y do:lorida tenía mi dolorida alma, cansada de lu­char contra mi destino, cuando se me ocurrió escribir estas mal trazadas li­neas como último recurso para defen­derme de la miseria y del hambre, que en esta tierra, ·patria de Cervantes y Cal­derón, es la úñica herencia que por des­gracia, alcanzamos las viudas de los poetas, cuyos horrores y privaciones son las recompensas conseguidas aJ brillo que a su patria dieron con sus plumas y su talento.»

Son dos simples ejemplos: podríamos citar múltiples. Los escritores, en su muerte o en su miseria, suelen ser no­ticia para la prensa. Lo excepcional, así, hace olvidar ·la norma. Y entonces al­gunos escritores-erutores supeditan su primera condición a la segunda. También es f.recuente, en otros trabajos, que el siervo defienda al amo; el oprimido, al opresor. Indudable es que el escritor, como tal, es un ser soli,tario. Que crea o debe crear el más rabioso aislamiento: de los poderes públicos o privados.

y que si a-lienta ;la búsqueda de la belleza, va a encontra·rse enfrentado al medio, a 'la sociedad miserable y agónica que le rodea. Pero eso no impide el que, como ci udadano, defienda, o lo intente, a sus compañeros de la censura o de la injusticia social, busque mayores desarro­llos de la Jiber·tad -la libertad nunca es absoluta, siempre está mediatizada, y la censura encuenllra desde -e¡J lápiz rojo a la mediatización económica, formas de manifestarse- o mejoras sociales que incluso --díganselo si pueden al autor de «La conjura de los necios»- puedan prolongar su vida y así alargar el pro­ceso de su creación literaria. A muchos nos gustaría que -la cultura no fuese también mercancía al servicio de unas multinacionales editoria1les o de Jos ba­rones Thyss-:!'n. Y que los museos no tu­vieran guardianes. Que los libros se ex­tendieran como los 'Sueños de algunos asesinados y demasiado prontamente ol­vidados gobernantes por 1as alamedas públicas, a'l alcance de Ilas manos de quienes desearan toma filos para sentirse más CUlItOS, es decir, más libres. Pero al no ser así -¿acaso no hemos desterrado la utopía de nuestras sociedades tecno­cráticas?- descendemos a los hechos concretos. También yo puedo puntua­lizar:

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70 ANDRÉS SOREL

1. Hemos realizado una encuesta no a escritores sindicaEzados, sino a más de 2.500 escritores - y nos están contestando ya muchos de ellos- para saber sus ne­cesidades, para pedir su opi:nión y suge­rencias buscando una solución a probJe­mas que nunca deben tratarse desde la óptica de <la caridad o la excepcionali­dad, y si 'Ia justicia para quienes tras una larga vida dedjcada en favor de la li­teratura merecen aij menos unas dignas horas finruIes a su esfuerzo. Son los Mi­nisterios de Cultura, Trabajo y Seguridad Social, y naturalmente -¿o acaso no son part~ interesada en esta historia?- los editores, quienes han de apoyar esta ini­ciativa y contribuir a su resoluoión, como ocurr·e en la mayor parte de los países occidentales.

2. En cuanto al tema del dominio pú­bJ.ico, nos gustaría que ¡Jos escritos clási­cos, ekctivamente, se vieran favorecidos en su difus<ión, y no meramente explota-

dos -perdón por la palabra: a muchos no gusta, s·ean escritores-editores o nobJes que están a favor del domiruo público, aunque defiendan con uñas y dientes y a:poyo de Ja justicia las tierras que desde hace siglos explotan a costa de los «ile­trados» habitantes de Extremadura, por ejempllo-: que Jos ~libros que por entrar en dominio público no pagan derechos de autor se vieran favorec idos con precios más económicos, o regalados en parte de su edición a centros culturaJ.es. No olvi­demos que existen editoriales que prefie­ran publ,icar «clásicos» y así no arries­garse con nuevos escritores y ahorrarse ese incordiarut'e 10 por 100 de derecLos de autor, al tiempo que asegura:n su venta a!1 ser, la mayor parte de ellos, il ibros que se ponen como texto o recomiendan su lectura en los oentros de enseñanza es­tatales, públicos o privados.

Clásicos y contemporáneos: ni favores ni piedad. Simplemente, justioia.

Este artículo apareció en El Independiente el miércoles 2-V-1990.

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ESTHER BENITEZ

~<Chu1ear» a los modernos

LA Jengua traicionó al escritor y éditor (a la inglesa, con acento en la e) José María Gudlbenzu - EL PAíS, 3 de abril de 1990-

cuando arremetía contra 10s escritores que, con su 1J."0ma acti,tud, se constituyen en funcionar~os y sindicaJlistas en II ugar de puros moradores de una torre de mar­fil; Guelbenzu proclamaba en voz muy alta - y en la página reina de EL PAíS, el recuadro de Opinión- su vergüenza si se viera obl,igado a «chuíleaT a ~os clá­sicos» para poder v,ivir. Porque chulear, en su prbnera acepción (según uno de mis amados diccionarios, el Martín Alonso, al que me precipité para cotejar mi hi­pótesis), es, desde los siglos XVIII al XX, «zumbar o butiJa,r a uno con grada y cruste». Y en el artículo citado no veía yo ·la zumba, gracia o chite por ninguna parte y sí ooa 'S'eTie de falacias que me gusta-ría aclarar.

Buceando más o fondo en Uas acepcio­nes que me brindaba mi diccionario, lle­gué a ila que, sin duda, fundamentaba el uso de Guelbenzu, la ll .a: «En Andalu­cía, el que v·ive a expensas de una mu­jer». Si susütuimos a la mujer por doña Literatura, quizá pudiera convenirnos; aooque ,también me quedé con Ja duda de si chulear, y no referido ya ahma al título s ino a Ja bdligerancia de José Ma­ría Guelbenzu, remi~i-ría a otra acepción, también anda:luza aunque esta vez tauri­na: «Torear de capa un peón». Me curo en srulud, no entiendo nada de toros, pero deduzco que cuando el peón torea de capa no es porque el espada no quiera dar la cara con el astado, sino para per­mitir que el &uballterno se luzca. Y Guelbenzu, en efecto, se ha ~ucido, aun­que me temo que 'toreando fuera de cacho.

Siguiendo con mis investigaoiones en

el Martín Alonso, y sÍ!ll volver la página, acabé cayendo en otro vocablo, chulada, que, como el paJito del que habla d.l autor de ¿Chulear a los clásicos?, removió en mi interior aguas cenagosas; Nas el pri­mer enturbiamiento de Uas aguas - no quiero referirme aol maJ olor a~ que aJu­de José MaTÍa- apareció una escena no muy lejana, del 22 de octubre de 1985, día 00 el cual tuve una entrevista con un editor hoy desaparecido y su entonces director literario, José María Gudlbenzu; la voz cantante no 1a llevó José María, pero éll se sumó con sus gorgoritos y me hizo objeto de una chulada o «acción indecorosa, propia de gente de ma:la cr,ianza o ruin condición» (Diccionario de la Academia de 1726): robarme mis de­rechos de autor de un libro que por aquel entonces acababan de cambiaT, sin mi permiso, de colección. La barrabasada se remedió luego, transcurridos unos años, ya con la ley de Propiedad InteIectuaJ (LPI) en vigor y tras la salida de Guelben­zu de Ja editorial; y se solucionó, todo hay que decirlo, gracias a ·la intervención de un cumplido y veterano editor (corolaTio: no todos los ed,itores son el coco; yo, que llevo muchos años batallando por Jos derechos de autor del traductor, he te­nido mis rifirrafes con más de uno, aun­que me pr\~.cio de contrur con más amigos que enemigos entr'e ellos).

Ir al grano

Pero vayamos al grano, dejám.donos de cuestiones persona:Ies que podrían entur­biar ulteriormente Uas aguas. Lo que tan­to escandailiza a Guelbenzu -«las quejas del funcionamiento Jiterar,iO>r- se llama, mundo adelante, dominio público de pago, y está en vigor en países cuyos ha-

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72 :. ESTHER BEN1TEZ

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.bitaJntes se atavían con modernas gabar­dinas o abrigos de última moda -ltaJja, por ejemplo-- y han ar,rumbado hace tiempo el guardapolvo. Los fondos pro­cedentes del! dominio público de pago

_ -y de ot'fO invento igl)almente difundido en toda Europa, el canon d~ préstamo público en bibliotecas- permiten a las

. asociaciones de escritores, que tanta gri­ma le dan a Guelbenzu, pa,liar situacio-nes como las que recientemente atrave­saron Gabriel Celaya y Alfonso G'fosso, con eficacia y sin a:lha·racas, devollviendo así de forma digna a unos creadores una mínima parte de cuanto han aportado con sus escritos a la sociedad.

Como argumento en contra, el articu­lista esgrime que el aprovechamiento ~xdl'Usivo, hasta hoy- por parte de Jos edi.tores de la facil,idad de no paga'f nin­gún tipo de derecho por las obras que han caído ya en dominio público es una falacia, pues tal «dominio púl:ilico es un .bien para el autor porque multiplica Jas

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posibi'l'idades de ser leído en el! tiempo, de 'estar en los catállogos de los editores». Niego ,la mayo'f: no creo que en el más allá un escritor olvidado en vida pueda frotarse !las manos, encantado al ver que cualquiera de las edj,toriailes donde ha trabajado, .trabaja o trabajará José Ma­ría Guelbenzu le benef,icle publidindole un libro. Es mi palabra contra Ja suya, conque decidan ustedes. Pero echemos cuentas, aunque sean Ilas de la vieja: una ojeada al catáijogo de Aílianza Editorial de 1989 me dio este resuntado: de los ;1..768 autores recogidos, sólo 170 eran de dominio público; admitamos que se me escaparan siete, ¡y así llegamos al 10 por lOO! ¡No parece como para tum­bar de espaldas! Por lo demás, entre los beneficiados se encuentran bastantes pa­ganos y a'lgún hereje excomu:lgado, !f . no sé yo si desde el empíreo o eil infierno podrán regooijarse con el bi,en que hoy se ,les hace.

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«CHULEAR» A LOS MODBRNOS 73

Palabra fea

Guelbenzu enumera tres <<reivindica­ciones» -¡qué prulabra más fea!- y ya empieza errando en la primera. Da como entrada en el dominio público 50 años, cuando una simple Uectura de la iley de Propiedad IntelectuaU (Ley 22/1987, de 11 de diciembre de 1987) le informaría de que <<los derechos de explotación de la obra durarán toda la vida del autor y 60 años después de su muerte». Por muy romos que seamos los autores, reivindicar 10 años menos de lo que Ua ley nos otorga sería de crebinos. No entro en 1a po­lémica de Ua duración de los derechos, que desarrollamos antes de .la LPI. Esta recortó en 20 años la duración de la le­gislación anterior, pero :nos aportó otras cosas: un control de tirada, que, aunque tímido y bastante enredoso, empi'eza ya a dar sus frutos; un canon de reprografía que nos beneficiará de veras en el futuro, etcétera.

Al dominio públli'Co de pago conoierne la tercera reivindicación Ola segunda no es tal; simple ex abundantia cordis). Este, en vigor en algunos países desde hace más de 50 años - Uruguay desde 1938-, es tema que está en la cresta de la ola en los últimos 10 años. Una autoridad en la mateDia, Atlolf Dietz (El derecho de autor en la CEE), recomienda «una regtlamentación del domin:io púl)lJ:ico de pago no afectada por un plazo. [ ... ] El

producto del pago por el dominio público o canon cultura'! debería orientarse ha­cia flas cajas de previsión y ayuda, ins­tituciones sooiaJes de los autores y de sus organizaciones 'profesiona'les, a través de las sociedades de autores. Esta solución constituiría \la expresión tangible de la dimensión social del derecho de autor».

Llueve sobre mojado. Hace más de un año Guelbenzu pulJlicó en La Vanguardia un artículo demagógico en el cual ponía el grito en el cielo sobre el derecho de autor de los <traductores. iEstá visto que al nove1ista loe i nquieta el © en todas sus manifestaoiones. Por fortuna, su voz clamó en el desierto. Meses después, la Federación de Gremios de Editores de España y Ila Asociación Colegial de Es­critores -en la que estamos ,indluidos aos traductores- fi rmamos un contrato-tipo satisfactorio para ambas partes. Y nos dimos grandes abrazos con Federico Ibá­ñez y Pere Vicens, que marcaban e l feliz desenlaoe de una negociación no exenta de tensiones. Pél·illos a la mar, pues, y hasta el próximo artículo de Gue1benzu -quedan muchas argumentaciones en el tintero-, a quien deseo gra:n contenta­miento en el reino de los ciclos viendo cómo se publican sus novelas sin pagar derechos.

Este artículo apareció publicado el mismo día en El Independiente y en El País: miér­coles 2 de mayo de 1990.

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MANUEL HIDALGO

-'La quiebra de un mito

LA unánime petición de ayuda estatal para Gabriel Celaya pone en quiebra el mito del artista, el concepto idea'l'ista -social

e histónicamente admibido basta boy­del artista como detentador de un des­tino individua!, . arr,iesgado, azaroso, y marginal.

Un a,rtista, un oreador, era basta hoy aHguien que se salJia de 'la filia, que aban­donaba .Jos grandes grupos profesionales codificados, qlue abordaba desde sí mis­mo y por sí mismo el contenido de Ja actividad creativa inberente a todo ,tra­bajo, sin ley y sin patrón, sin borario, sin Sallario mínimo y sin tabla reguladora de preoios.

La rabiosa individualidad era su con­dición esencial. Nadie tan aiberal como el artista, profesionall del «ama,teurismo» más radical: el cuJ.tlivo arbitrario de la más íntima subjetividad .. Por ello, sólo el prínoipe o el mecenas, desde otra instanC'ia individual!, podían ser sus protectores.

Todo ello conformaba d riesgo y el privilegio del arbista, ell ,riesgo del infor­tunio y de 'la miseria, el priviJeg,io de .la libertad y de ~a gloria. La miseria, pre­cisamente, ba sido una parte fundamen­tal dell mito del artista: el artista pobre, el artista muerto en la indigenoia, el ar­tista abandonado por todos. Y también, el artista enfermo, seriamente enfermo, que escribió Gill de Biedma: tuberculoso, loco, potencial suicida.

Si ~I Estado pasa a ocuparse del ar­tista en Gas vísperas de su muerte, rompe las ,reg1las del juego, quiebra el mi,to, y

abre paso a una revisión de su papel en vida. Es decir, elegir al f,inal Ja tutela de 10 colectivo cuestiona, empaña, difu­mina Ila rotundidad de la vocaoión indi­vidual manifestada en el pasado.

Además, ¿a quiénes va a ayudar el Estado?, a qUJiénes sí y a quiénes no. ¿Desde qué objetividad? Una objetividad, dificillísima, incómoda e inaceptable de establecer, sería, inevitablemente, la es­tética. El Estado ayudaría a nos grandes artistas, a Jos que ban aportado más glo­foia y va;Jores a ~a nación. ¿Y quién dirá si est'e poeta o este pintor es más grande que aquel oDro?

Otra objeti'v'idad sería la vaHoración económica de sus necesidades. ¿Pero qué pasa si el artista boy necesitado gozó an­tes de fortuna y 'la dilapidó a'legremente? ¿Estamos obligados a socorrer entre to­dos a quien .tuvo y no retuvo el dinero para su sustento? ¿Sólo porque es ar­tista? Discriminaríamos así al empresa­rio arruinado, al profesiona'l que no supo ahoforar o a:l obrero manual que nunca llegó a juntar 110 necesario para cubrir un revés de su vejez. Ellos también con­tribuyeron con su trabajo, más oscuro -y ajeno a la gloria, al mito, a la n,iber­tad de ordenar la propia v,ida a su an­tojo-, al! desarrollo del país.

Qu!zá sea la bora de dinamitar el mito del artista, de reconvenirle a organizarse en mutuas y sindicatos, en obligaille a cot,izar all Estado pa'ra luego recibir ayu­da de él. ¿Pero entonces quién nos re­tará a elegir un camino 'Personal, distin.to, libre, solitario, peligroso y feliz?

Publicado en El Mundo el 24 de febrero de 1990.

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FANNY RUBIO

La doble vida de Don Quijote

EN 1990, cuando organismos in­ternaoionales llaman 1a atención acerca de 1a alfabetización mun­dial, los escritores españoles (a

raíz de Jos casos de desasistimiento eco­nómico conocidos últimamente) vuelven a preguntarse por el estado de sus cuen­tas. Ni este tema es nuevo ni se resuelve en cuatro folios. Quien es escritor sabe que ha elegido la profesión más pobre por ser, a cambio, !la más comprometida y obsbinada. Como si el que es capaz de darle nombre a todo (por todos, pese a todos) tuviera que cubrir un cupo de marginalidad. Como si el portador de espejos hubiera de pagar su travesía de soledad cuando el espejo no ha sido aprobado previamente por la aduana so­cial.

Por eso es muy dificil que ,la misma sociedad amadrine all escritor si no es me­diante un ejeroicio de integraoión en ella o conmiseración.

De ahí que todos vayamos «de la ceca a la meca» convertidos en corte de edi­tor, enjaretando premios, haciendo cl fun­cionario en iglesias, mares, casas reales

o peroiódicos, y en el peor de ~os casos de funcionar,ios del hogar. El escritor es obligado a mirar a través de una ven­tana hipotecada por esa doble vida que lo mantiene desvelado Ilas veinticuatro horas.

y no se trata de eso. Los escritores dejan a veces de escribir para ejercer de sin jic:llistas de su gremio en un sector tan desigual como disperso llamando la atención acerca del minimo vital que se requiere con el fin de eliminar la explo­tación o la miseria entre quienes en<tre­garon su vida o -la palabra para los de­más, extraños monjes de un generoso me­nest,er pú blico.

Se trata de exigir definitivamente una -legislación del Jibro que defienda al' autor de abusos y abandonos.

Para hacer el Quijote se necesita paz, mesa de trucos, .tiempo y sopa y si los escritores v,iven condenados all frenesí de la vida doblada, eH viaje de Alonso Qui­jano, durará lo que una parada de auto­bús y el escritor se morirá en la cuaren­tena. Aunque, eso sí, una vez muerto, todos -le harán el panegírico.

Publicado en Diario 16 el domingo 4 de marzo de 1990.

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M A N U E L R 1 V' A S

El vendedor de bisutería

EN la avenida de Madrid, a la

entrada de Vigo, el tráfico esta­ba cortado por un grupo de manifestantes. Eran gente del

vecindario. ¿Por qué será? ¿Fa'ltan semá­foros? ¿Se reclaman zonas verdes? ¿Les han dado con la puerta en las narices en aJguno de Ilos mÚlltiples organismos dotados de postigos con detectores de in­dignadas napias popubres? No. Era por los g,itanos .. Querían que echara!l1 de allí a ,los gj'tanos, acampados en el barrio con su -techo de quita y pon, I'igeros de equi­paje, ciudadanos de gas cunetas. Mientras se alargaba la columna mÜ'tor.jzada. in­dagué sobre el asunto. En Ü'tras zonas de la ciudad das protestas habían funcionado. Los ham ido echando cÜ'mo a una reserva nómada. ¿Qué se ha hecho por los gi­tanos en 'la prodigiosa década de pro­ducto interiÜ'r bruto españ01?

Recuerdo bien ese día por otra circuns­tancia. Yo iba a la ciudad para iniciar mis ,trámites como futuro cotizan te a la Seguridad SociaO, Soy joven, eso dioen, pero cuando fue lo de Celaya sentí un temor casi animan ante el pr'incipio de la inoer,tidumbre. Es el acoso repentino de ese tipo de preguntas tan poco épicas y nada lír,icas. No pasa nada, pero ¿qué pasa si pasa a1go y uno not'Íene donde caerse muerto, ni siquiera el regazo pa­terna:] dd! welfa:I1e State? «Es triste que un artista haya de preocuparse tanto del viiI metal», se quejaba en época de apu­ro y destajo EmilJoio Castelar.«Soy un ga­leote que ha de Temar diariamente uncido a Ila galera de su Jabor». Pero Castelar era Castelar, y el XIX tenía a su gracia. La pequeña histÜ'ria cuenta que a su casa negaban jamones de Trévelez, vinos de Jerez, chirimoyas de A1muñécar, sobra­sadas de Mallorca, but,ifarras de Catalu­ña, mariscos de Galicia y naranajas de VaOenci.a.

Desprovisto de tan suculentos mecenaz­gos, comparecí ante el Instituto NaciÜ'nal de la Soguridad Social. El primer obs­táculo fue convencvr ,a una amable fun­cionaria de que efectivamente no tenía Seguridad Social y que sin embargo eX!Ís­tía. «Estará usted a cargo de aUguien». No. «Estará entÜ'nces en el paro». No. Yo quería que me anÜ'tasen como escri­tor'. No soy esoritor. Un escritor se pasa la v,ida queriendo ser escritor. Una vez soñé con ser escritor buscando en la guía telefónica el número de Rafael Dieste. Ponía así: «Di,este, Rafael, escritor, el único entre miles de seres con apellidos y profesión». En otra ocasión, paseando por las montañas del Incio, encontré un rótulo con la ['eyenda de Rúa de Anxel Fole. Aquella caUe, d·edicada al autor de Terra brava, no tenía una sola ca'sa. Era como una catedral de castañÜ's. Quizá haríamos bien en r'eivindicar el orgullo de pertenecer a la República de las Le­tras. Pero ¿quién puede proclamar, sino en voz baja, que es 'esol1itor? «Váyase a Haoienda y hágase con una 1icencia fis ­call», dijo por fin la funcionaria. , Aquel trámite requería por Jo menos otra mañana de ventanilla en la España que funciona, pensaba ingenuamente. Cuando me tocó tumo en aquella ofi­cina con bultÜ's de documentÜ's apilados en el suelo y ordenadores apagados mu­sitécon pudor otra vez mi vocación-pro­fesión. Pero en vano trataba de ocurrtar mi propósito al 'resto de [a cola.

-¿Escritor? ¿Quiere licencia fiscal como escritor? -preguntó con ta.] extra­ñeza la nueva funcional'ia, que hizo tam­balear mi frágiI ident'idad.

-Pues sí. Como escritor. -¿.Encuadernas libros? - No, yo .. . -¿Trabajas en una imprenta?

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78 MANUEL RIVAS

-Pues no. -Pero ¿qué haces? -Yo escribo libros. -¿ Tú escribes libros? --Sí. Yo escribo dribros. Cojo un papel

en blanco y pongo ITetras. Así. Sobre el mostrador, y con cierta deses­

peraoión, ,teCleé en una máquina imagi­naria. El resto del público, asistía expec­tante, entre ~mpaciente y divertido, al en­tremés administrativo.

-Tengo Uibros en casa. Si quiere se los traigo -añadí, c:ada vez más ~nsa­tisfe::ho con mi linea argumental.

-Bueno, bueno. No hace fa[ta. Vea­mos, escritor.

La cosa estaba en ma·rcha. La funcio­naria hojeaba ahora un mamotreto a ~a aHura del capítulo que versa sobre Ta­rifas de la licencia fiscal de actividades profesionales y de artistas. Después de demorado repaso me anunoió Ja terrible conclusión.

-No ex'iste. -¿Qué es 10 que no exis,te? -Lo de escritor. -¡No me diga! Veamos. Volvimos sobre el epígrafe,

recorDiéndolo a dedo. Allí estaban regis­trados Jos más var,iopintos oficios. Algu­nos apasionantes y env,idiab1es.

-Anóteme ahí, en el apartado de Par­tiquinos, coros, segundos tiples, viceti­ples y conjuntos de cante y baile en ópera nacional o extranj'era y conciertos sinfó­nicos.

-Jo. No, no puede ser. -Pues ahí, mire. En bai:le regional. Yo

escribo en gallego. -No. Je, je. No puede ser. - ¿Yen ése, en Caricatos, excéntricos,

charlistas, etcétera? -No. Déjate de bromas. Bn serio. ¿Y ahí? ¿En ese apartado

de Rejoneadores rilel gru,po primero de la clasificación sindical?

-¡Qué no, hombre! Déjame ver. -¡Ahí, ahí! En Sexadores de pollueJos.

O en ese otro, en Masajistas. - Je, je. De aquel encuentro con ila Admin.istra­

ción surgió una prometedora amistad y el consejo de que me diera de alta en Actividades diversas, junto con vendedo­res de bisutería, etcétera. Tuv,ieran que pasar mil y una peripecias más, de cuyo fat igoso rellato ahorro al ileotor, para con­ver,tirme en un empresar.io autónomo es­critor. Un día me encontré al pintor Xosé Luis de Dios: «No ·Ce preocupes, como tampoco existían los pintores yo estuve anotado como fabricante de bicicletas. Mientras ta.!l1to, cuando los veo con la casa a cuestas, expulsados de barrio en barrio por la ·especUllación o por un ra­cismo de faz hipócr'ita, recuerdo la opi­nión de Valle-Inclán sobre el papel del intelectuall: imitad a los gi,tanos, y me pregunto qué será de ellos, mis cO'legas, mis hermanos, y en qué apartado de qué epígrafe conseguirán darse de a.Jta.

Publicado en El País el lunes 1 de octubre de 1990.

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NUEVAS DECLARACIONES 79

MuÑoz MOLINA

Estamos como haoe un siglo, cuando murió Zorrilla. La solución pasa pOT re­formar la política educativa, ahora a fa­vor de ~a ignoranoia. Debe pDima,r la cul­t.ura y no ~a economía.

SOLEDAD PUÉRTOLAS

El esoritor vive separado, en desam­paro de Ja Seguridad Social. Se dedica de forma voluntaria a ,la marginación. La sOllución pasa por una organización social dist,inta. .

CARMEN MARTíN G AITE

El escritor puede vivir de su obra mien­tras tiene fuerza para ello. Es un oficio sin rentabilidad, pero es un oficio en­vid,iado porque el escritor es más libre y lo pasa mejor.

LOURDES ORTIZ

Sería bueno que el Estado dispusiera de ayudas que premiaran el conjunto de una obra. Pero no t'engo claro que se puedan legislar subs'¡dios a priori que pueden ser paternalistas.

VÁZQUEZ MONTALBÁN

Las cuentas son claras: 1a profesiona­lidad no puede estar en función de las

ventas. Bl Es,tado tiene que distr,ibuir el patr,imonio paTa dar estabiJlidad.

J ULIO CARO BAROJA

El negocio editoria'l es muy escaso. Personalmente, no me puedo quejar, pero no si'ento reconocido mi trabajo de cin­cuenta años. Bl Estado debe tener pre­visiones para estos casos.

TORRENTE B ALLESTER

Sería conveniente una !ley que prev~era circunstancias de este tipo y no se llegaTa a casos extremos como el de Celaya y Grosso, aunque creo que el Ministerio ha acudido con prontitud.

FRANCISCO UMBRAL

Existe una pollítica culturall de propa­ganda, de premios y castigos más que de verdadera ayuda a los artistas. Para reoibi'r 'prem'¡os, es obligator.io no ser crí­tico.

LAURO OLMO

Bl Estado debe tomar una actitud que no se ,limite a Ila limosna, sino que pueda constituir lley de probeoción a 'la cultura. Hay situaciones injustas por ,los d,irig,is­mas culturales.

Declaraciones aparecidas en La Gaceta de los Negocios el miércoles 21 de febrero de 1990.

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ARACELY GARCíA ALONSO

Malvivir de la escritura

SOy ama de casa y compro su

. periódico todos los domingos, en parte por enterarme de cómo va el mundo yen parte por Jas

críticas que vienen sobre ITas úJtimas pu­blicaciones Uiterarias.

Me dejó muy sOflprendida el artículo que venía ~ domingo pasado sobre la quinta de Celaya en el que dice que auto­res de la categoría de éste están malvi­viendo con pagas de aproximadamente 40.000 pesetas el que la tiene.

Esta mañana me he acercado a una librería cercana a mi casa, en ia que ha­bitua:lmente compro, porque está bien surtida, a comprar algún libro de estos autores simplemente porque pensé que e~a la única manera en que yo podía echar una mano, y si grande fue mi sor­presa all leor su artículo más 10 ha sido

~ J

al decirme mi librero que no tenía un solo ~ibro de estos a:utores y que mClluso de aJlguno de ellos no los había tenido nunca.

y digo yo, señor director, usted que publica artículos en El País Semanal y en Estilo escritos por autores, que no dudo de su valía, por supuesto, por qué no les pide una colaboración a estos otros menos populares, posiblemente menos co­merciales, pero, por supuesto, igua~ de capaces.

A ¡Jo mejor de esa manera ~es cono­cería mi 'librero. Evidentemente tiene to­dos los libros de La Sonrisa Vertical y una montaña de ese all que su periódico ha destinado dos páginas este domingo y un extracto el domingo pasado y si sale en El País, ya se sabe, se vende.

Carta publicada en El País Semanal el sá­bado 7 de abril de 1990.

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'JEÁN ' SCHALEK' AMP

.El papel del escritor en la sociedad de hoy

No hace mucho, ,toda una serie de lamentables escá!ndalos li.terar~os conmovía a aa sociedad españo­la. Me refiero a los casos de un

gran poeta como Gabriel Cellaya, quien tuvo que 'manger sa bibliovheque', como se dice en Francia, es decir, vender su biblioteca para poder comer; de una gran nove1ista como Rosa ChaceJ, quien vjvía en Ja más absoluta jndigencia, y luego de Alfonso Grosso, de Jesús Fer­nández Santos y de José Luis Cano, que se encont·raban en situaciones parecidas. Además ahora, gracias a una encuesta, sabemos que existen también 150 autores de menor renombre que, después de ha­ber trabajado 40 años, produoiendo hasta 20 ó 30 obras, Dienen que ma1v~vir de una pensión de entre 35.000 y 40.000 pesetas mensurules.

Para ciertos casos individuales se- ha encontrado o se está buscando una so­~ución. Para esto precisamente sirven los escánda.los: .primero tiene que mori·r de frío un negro en las calles de Madl1id para que las autoridades aes den un co­bijo provisionaJl a sus compañeros que duermen a Ja intemperie.

Primero el escánda'lo de un poeta que vive en la 'indigencia tiene que estallar en 'los medios de comunÍ'Caoión para que las autoridades empiecen a pensar en una soluoión del problema. Pero en este caso no se trata de desesperados refugiados del Tercer Mundo, sino de grandes autores que durante su vida han hecho una in­mensa contribución a ,la cu'ltura de su país, es decir, a ia sociedad, y que luego fueron escandru]osamente olvidados por esa misma socieda.d, 'lo que hizo observar amargamente a un colega que «el escritor es una especie en vías de ext,inoión».

Fue probablemente tambiéO' gracias a los escándallos anteriormente menciona­dos que hubo un interés tan sorprenden­temente masivo por pa.rte de los medios de comunicación cuando, hace un par de semanas, se inauguró en Madrid cl IV Congreso de Escritores, orga'Il!izado por la A. C.E., 'la Asooiaoión ColegiaJl de Es­critores. Porque el tema a debatir fue precisamente esto: ¿cuál es dI papel del escritor en Ja sociedad? y, sobre todo: ¿qué hace esa sooiedad para sus escri­tores?

El problema ya es muy antiguo, y emana no solamente de la sooiedad, sino también dell propio escritor. Hubo mí tiempo en que ell oficio de escribir era considerado como una especie de cáigo honorífico. Todos los que tenían a'Igo que ver con Ja producción de sus ,libros: el editar, el ,tJjpógrafo, el librero, etc., todos se ganaban Ja vida. Pero ell escritor go­zaba de tan gran estima que ni s·iquiera podía dignarse hablar de remuneraciones materiales: relacionar rulgo de tan elevada espi'ritua'lidad como la literatura con alIgo tan vulgar como el dinero era conside­rado, por ambas partes, como aJlgo de muy mal gusto.

AlIgo de esa iOefasta mentalidad debe haber perv'ivido, porque a muchos to­davía Jes cuesta considerar el oficio de escr~bir como un trabajo que, como curul­quier trabajo, debe ser pagado adecuada­mente. Y para muchos sigue siendo per­fectamente normal que 'un escritor tiene que ganarse la vida 'Como abogado, mé­dico, profesor de instituto o simple ofi­cinista, escribiendo tan solo en sus ratos libres como si ~a ·literatura no fuese más que un «hobby». Como también se COD'­

sidera normal que sus obras sean repro-

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82 lEAN SCH1\.LEKAMP

grafiadas (9 millones de vo1úmenes al año en España, por un valor de mercado de 16.000 millones de pesetas) o prestadas en bibliotecas sin que en autor reciba ni un céntimo. O que a los t raduotores de literavura (que también son creadores li­terarios) les paguen unas tarifas escanda­losas y, en muchos casos, ningún dereoho de autor.

En Holanda, igual que en ~os países escandinavos, hemos soluoionado en bue­na medida esos problemas. Desde 'los años 60 hemos conseguido buenos contratos con las editoriales, unas tarifas decentes para [os traductores y, sobre todo, un Fondo para ~as Let·ras que, aunque to­·talmente subvencionado por el miIllisterio de CUlltura, funciona con una .indepen­denoia total. Este fondo otorga anual­mente cuantiosas becas de t.rabajo, becas de V'iaje, encargos y honorarios suplemen­taTios a numerosos escr,jtores y traducto­res que, de este mod'o, pueden concentrar­se en sus trabajos literios sin perder de­masiado tiempo con problemas materiales y trabajos margina'les. También consegui­mos que el estado nos pague un porcen­taje por cada obra nuestra prestada en' las bliotecas públicas.

Lo que, después de tres días de mten­sivos debat~, 'reolamó el IV Congreso de Escritores es muy modesto comparado con todo esto: un fondo socia'l de apoyo a los escritores que carezcan de recursos económicos subvencionado, no por cl Mi­nisterio de Cultura sino, en gran parte financiado con -los futuros derechos sobre préstamos bibJoioteca·rios y reprografía, al fin y al cabo lo que hasta ahora en oierto modo se roba a Jos autores.

Parece que hay en España una cierta aversión a ped'ir dinero directamente del estado. Una aversión, sin duda basada en ' el miedo a la 1ntervención es'tataJl y a la posibi'lidad de corrupción y amiguismo.

Pero ya es algo que también aquí los esoritores, por regla general ,tan indivi­dualista, tan reacios a organizarse y tan poco sol'idarios, empiecen a reiV'jndicar parte de sus derechos. Aunque me temo que, para tener unos resultados tangibles, tengamos que esperar hasta que en Ja futura Europa federal se crea 'un buen sistema de apoyo y promoción literarios que sea váJlido no sólo en Jos países nór­dicos, sino también en España, Portugad. Italia y Grecia.

Publicado en Diario de MaUorca, 20-XII-90.

':

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ENCUESTA

RESUMEN DE LAS RESPUESTAS RECIBIDAS

Publicamos las aportaciones más significativas, menos anecdótÍcas, de las respuestas que r.xibimos al cuest:iona,rio enviado a más de mil escritores -<iesde Camilo José Cela ail poeta joven que reciente­mente ha publicado su primer libro- y cuyo enunciado era el si­guiente:

- Seguridad Socia'] y/o conoierto con una empresa de Servicios Médicos Hospita,larios.

- Pensiones de jubilación con un fondo de ayuda para los escri­tores neo:·sitados.

- Casas de escritores o residencias ,temporales.

FINANCIACIÓN DEL FONDO S OCIAL

- Cantidad pactada por el Dominio Público a cargo de los ed itores.

- Ley de Préstamos Bibliotecarios_ - Derechos obtenidos por compensación sobre la reprografia. Temas, sugerencias, experiencias personales que quiera aportar a

este cuestionario.

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."

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E .NC;UESTA: 85

LUISA ISABEL ALVAREZ DE TOLEDO

1.· Al gozar de situación económica privilegiada, no me he visto condenada al ham­bre a mi vuelta del exilio. De haber carecido de medios, hubiese debido optar entre dos soluciones, igualmente desagradables:

a) Morir por inanición o renunciar a la pluma, para ganarme el pan en el ámbito de los trabajos mecánicos.

b) Vender mi pluma y mis principios, con ,las siguientes secuelas: Pérdida de estilo y personalidad. Deterioro psi:cológico, consecuencia de mi propia

contradicción, que me hubiese llevado, sin duda, a desequilibrios de carácter psíquico, de consecuencias inevitablemente negativas.

Desde el poder se impuso, todo parece indicar que a la muerte de Farnco, la corriente intelectual que convenía, para contar con una sociedad pasiva, obediente y sobre todo sumisa que no crease problemas. El medio fue privarle de guías intelectuales, que exci­tasen la razón y el espíritu crítico.

Si los fascistas obnubilan al individuo, fomentando la sensiblería y el fanatismo, lo que tenemos en nuestro país ha' buscado, en lo puramente físico el elemento de control. En el espectador y el lector, se ha fomentado el culto al , yo material en todos sus aspectos; y la felicidad se ha cifrado en la satisfacción del deseo. Por una parte, el sexual. Por otra, el de obtener objetos, . servicios' -y aditamentos, cuya posesión o exhibi-. ción conllevan promoción sociar O al menos hacen pensar, al poseedor. o portador, que le distinguen de su entorno.

En cuanto a la funesta manía de pensar, se ha procurado que siga siendo funesta. Positivo para la seguridad y tranquilidad del sistema·, a corto plazo, ha sido sin embargo negativo a medio, pues este credo conlleva, querámoslo o no, dejación absoluta de todo sentido de la responsabilidad, desprecio del trabajo, que queda en medio para alcanzar el dinero, único fin del individuo. Y en práctica a realizar, de la manera más somera, con el menor esfuerzo. Es decir, que la chapuza, nacional hace unos siglos, se agudiza en nuestro tiempo. Y nos hace ·no competitivos frente al mercado común. Ahora parece que se empiezan a dar cuenta, y de que es inseparable . la debacle económica de . una cOIriente que, a nivel intelectual , ha hecho del hombre un irresponsable, que desprecia su propio trabajo.

Creada esta corriente, con ayuda de subvenciones y presiones a las editoria·les, parece. ser· que se ha conseguido mentalizar a las masas, Gondicionando su. deseo. Y que . rechazan cuanto les ofende, es decir, al intelectual que cumpliendo su deber, no sólo se mete con los políticos, cuestión secundaria pues son simple reflejo del resto, si no que yendo más allá, pone a los diferentes sectores del conjunto, frente a suS propias contradicc:iones, taras y defectos. Saberlos tales, conocer sus consecuencias, y que no son ni mucho menos virtud, o causa· de efectos positivos, pone sin duda de mal humor al lector. Pero sin este cabreo, que le hace tomar conciencia, mal que le pese, de su realidad, es evidente que no · podremos corregir nuestras taras. Sin guías intelectuales, jamás será posible imponer, o poner- de moda, los principios' éticos, que reemplacen a la absurda moral, cambiante e hipócrita, que hemos heredado. Pero quizá sea hoy difícil , no sólo hacerlos aceptar, sino proteger simplemente su integridad física . Por otra parte, deformados por la co­il·iente impuesta, no todos los autores están, a, estas alturas, en .condiciones de cambiar su predica. Para mí , éste es el problema· más acuciante de nuestra literatura.

2.· Todas las soluciones propuestas me parecen adecuadas. Y necesafio que el escritor, aunque sólo sea por mantener el respeto, que ha de rodear a un guía intelectual, tenga satisfechas sus necesidades· básicas. ·Esto nos obliga a dos cosas . .

- Definir qué es un escritor. - - Saber cuáles son esas necesidades básicas y cómo pueden estar garantizadas en una:

especie, . no excesivamente dotaua pata - la correcta administración del peculio . .

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86 ENCUESTA

Creo que escritor no es, únicamente, el que tenga un número determinado de títulos publicados. Ha de tenerse en cuenta también la calidad. Por ejemplo, Carmen Laforet sólo escribió «Nada», y es escritora. En cambio hay cantidad de plumíferos, capaces de poner hasta varios huevos al año, que pueden estar situados en una especie de segunda división, o calificados de artesanos de la literatura. Se caracterizan por su falta de ideas\ su ~nc!inación a satisfacer las apetencias del ,lector, sus traumas y vanidades, buscando vemas fáciles. Y por escribir, milagrosamente, ocupando la mayor parte de su tiempo en el trabajo de conseguir relaciones. Estos, para mí, no son compañeros de profesión, úni­camente comerciantes de la pluma.

A los otros, es necesario garantizarles el sustento y el uso de servicios, que todos precisamos, como vivienda, electricidad, etc. Además de casas y lugares, donde la gente sin medios pueda escribir, convendría recabarlos agradables, donde pudiesen sobrevivir los manirrotos, de manera que llegasen a fin de mes, aunque gastasen en un día 10 que reciben para treinta. No con carácter de asilos, sino de residencias, donde pudiesen acogerse voluntariamente. Residencias adecuadas, con biblioteca, lugares de trabajo, etc.

Otra solución, que es por cierto de derecho, es la de que se paguen, efectiva y hones­tamente, los derechos de autor. Y que todo libro sea distribuido adecuadamente. Si además se le pudiese garantizar una publicación mínima, crecerían sin dudas las ventas. Y no habría la discriminación, que actualmente observamos. Esta publicidad podría correr a cargo del Instituto Nacional del Libro, siendo distribuida de manera que no sólo alcanzase al librero. Nuestros libreros al menos en provincias, tienen una rara tendencia a no vender más que lo que reciben, absteniéndose de pedir libros, ni aún a instancia de parte.

Personalmente, confieso que soy incapaz de juzgarme a mí misma. Convendría que a través de la Asociación, si no de los propios editores, se ofreciese al autor, que al menos tuviese una base de ideas, la posibilidad de saber cómo y dónde debiera corregirse, juz­gándole los textos y aportándole consejos, que cuando el libro está en la calle, no sirve de nada. Esto, por supuesto, respetando su libertad de opinar y expresarse. Es decir, que corrección debiera ·limitarse al estilo, dentro del que escoja el autor, y el ritmo. En lo que toca al sentido de la ética, y al papel de corrector de las taras sociales, que nos corresponde, no se puede meter este juez, pero sí es lícito hablar a los miembros de la profesión en este sentido. Y hacerles tomar conciencia de su evidente responsabilidad entre la sociedad en su conjunto. Se pueden poner de relieve toda suerte de delitos y defectos, pero en ningún caso fomentarlos.

En el otro extremo, chocamos con el espíritu inquisitorial de nuestra sociedad, con la vanidad de los individuos y el espíritu gremial. No es posible ser guía intelectual de conjunto, cuando médicos, abogados, etc. , tienen el derecho de llevarnos ante los tri­bunales, por lo que consideran atentado a la «imagen» de su profesión, aun siendo de­nuncia, y débil , si tenemos en cuenta la chapucería generalizada. Es importante que este artículo de la Constitución sea reformado, de manera que en nuestro texto básico no se inserte una clara medida de protección, que sólo favorece desidia y delincuencia. Tiene derecho al honor, quien se comporta éticamente. Es decir, quien es responsable de su trabajo, quien no estafa, engaña o calumnia a los demás. Porque quien hace estas cosas, carece de honor. Y en consecuencia, nada se ·le debe respetar.

Claro que «imagen» es otra cuestión, y palabra que en ningún caso hubiese debido ser incluida en nuestro texto básico de gobierno. La «imagen» es generalmente ficticia. Se reduce a las apariencias, que nosotros deseamos dar. Unas apariencias, que muy bien pueden no corresponder a la realidad. Que la constitución las proteja, favoreciendo el engaño, a nivel colectivo e individual, es pura y simplemente una burrada. Pongamos por caso el "médico o el albañil, que no conocen su profesión, y han conseguido una imagen de expertos. Porque dañarla está prohibido por el texto constitucional, salvo si media sentencia de unos tribunales, lentos y a menudo condicionados por favores y mordidas, c'uando menos en los niveles medios, el ciudadano del común quedará sometido al engaño, expuesto a ser estafado o algo peor, durante largo tiempo, porque nadie está en el derecho, sin pagar consecuencias en querella, de destruir la falsa imagen que se ha creado el tal. Es sabido que llevando este texto constitucional a sus últimas consecuencias, incluso la ficción se ve afectada. Y el colectivo lleva al novelista ante los tribunales, reemplazando, muy eficazmente, a la censura." Porque con miedo no hay libertad de expresión ni creación.

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ENCUESTA 87

y el que se expresa y crea sin miedos, además de tener que buscar editor con farol, va pura y simplemente de kamikaze.

Esto es lo que se me ocurre por el momento. Y añadir que hace años estoy tratando de éonverlir mi casa' en funi:hición, con idea, entre otras cosas, de poder albergar algunos escritores e investigadores -que son lo misino, si no se limitan a transcribir documentos-, de manera que puedan trabajar, con comodidad y seguridad. Este fue el principio de las habitaciones, que la necesidad nos obliga a mantener abiertas al público, porque por parte de las autoridades, sólo hemos encontrado el deseo de privarme del control del archivo, por razones obvias, y que tocan al enfrentamiento entre la historia oficial y la real, que parte del siglo XVII, siendo el primero que emprendió la batalla Mariano Npho.

ANDRES AMOROS

-Me parece un tema oportunísimo. Si se trabaja con seriedad, seguro que será útil y tendrá la deseable repercusión pública.

-A mí no me afecta de modo directo, por ser funcionario público, pero lo considero tema prioritario, para el colectivo de escritores.

'--Creo fundamental una colaboración con los Gremios de Editores de España. Entre otras cosas, ' para hacer cumplir la nueva Ley de la Propiedad Intelectual. Me parece que ésta introduce muchas novedades beneficiosas que sólo en parte se han llevado a la práctica: 'muchos escritores las desconocen y muchos editores se hacen los remolones, porque les es más cómodo o ventajoso... En este punto, la Asociación Colegial puede jugar un papel importantísimo, asesorando a sus asociados y exigiendo a ·los editores qué cumplan la Ley. Me refiero, en concreto, al control de tiradas y ' a los contratos de edición, con cláusulas ilegales.

SANTIAGO ARAUZ DE ROBLES

1. Problema básico. Escaso hábito de leétura de lós españoles . . Serían aconsejabl~ medidas de fomento : a) En la escuela: -;- Formación de bibliotecas. - Lectu(a y sinopsis de libros. - Preferencia de escritores español~. b) Trato fiscal de favor (l. V .. A. o, desgravación fiscal en renta), a:

. - .La constitución de bibliotecas. -=- Adquisición de libJos pór. particulares .. .. 2. Desde el punto de vista del éscritop; a) Dificultad para el control efectivo de tirada. b) Inexistencia de una organización operativa que, al modo de la S. G. A.E., realice

tal labor de gestión para el escritor. 3. Posible creación de una Mutualidad, en la que: a) Existiesen beneficios fiscales para las aportaciones. b) Se pudiese participar, en alguna medida, en el «1 por 100 cultural» (porcentaje

para fines culturales de las obras públicas). . .

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8.8 ENCUESTA

DINA <ARDIT 'DEL

Expresar una situación de tanta envergadura es tema difíciL A mi enteder el escritor, es hombre de ideas y se ve que las tales no interesan a la comunidad, pues el escritor no puede vivir de sus obras, aJ menos la mayoría, por tanto su Seguridad Social, se la debe retribuir a través de otros trabajos o Sindicatos, de otros oficios, o bien con una póliza particular. Aunque los debates profundicen, todo 10 concerniente al Arte dentro de la Sociedad establecida, carece de interés, para una va,luación equitativa. En este aspecto está más bien considerado un peón de albañil, que un poeta. Para las causas que se creen espirituales, materializar la solución, es un problema, y más al ser la profesión de escritor liberal y libre, a no ser que se trabaje para una editorial y entonces eres un empleado, no un autor para la Seguridad Social. A mi modo de ver el asunto es arduo, casi un desafío.

lOSE LUIS ARIAS

Entonces, y esto me parece lo importante, habría que determinar, para una acción eficaz y práctica orientada a la protección del escritor como clase, definir quién es escritor y, en consecuencia, quién, a lo largo de una ejecutoria, de años o resultados, expresada en calidades o en medidas que la A. C. E. debería decidir, posea el derecho a ser tenido por tal, de cara a unos beneficios .sociales que han de ser financiados con lo que, por muy aborrecible que sea, siempre es dinero: dinero del propio escritor en previsión de futuro; dinero del editor, ~o cual me parece muy razonable por se éste quien comercializa, vive y prospera, o se arruina, a costa del que escribe; dinero del con­tribuyente, lo que ya no es tan justo porque el contribuyente es el que paga todo en este país, incluso las desidias, negligencias y sectarismos de sus gobiernos. YO', ejemplo del que mejor puedo hablar, habré ganado, en más de cuarenta años escribiendo, si pongo cien mil pesetas creo que exagero y, para colmo, ¿quién sabe de mi, aparte el escalafón de la A. C. E ., y aquí no creo que mucho? A partir de esta situación, ¿qué ayuda, sub­sidio, pensión, beca o auxilio podría yO' solicitar? Y si así lo hiciera, o existieran los mecanismos para hacerlo, ¿quién pondría puertas a un campo en el que entraría una legión a disfrutar de los beneficios ofrecidos? Por tanto, aunque en mi haya una vocación irrenunciable a ser escritor, sólo yo me lo otorgo, con lo cual no existe el quórum preciso para mi titulación. Y tú sabes bien, Andrés, que mi caso no es único. Por ello, es la idea que te brindo, estableced el perfil del escritor en base a unas premisas de conocimiento genera,l, publicaciones, ganancias y etcétera muy largo que vosotros, pienso yo, sabréis definir correctamente. Y los que se ajusten al modelo diseñado serán los escritores para los cuales se podrán reivindicar todos los beneficios sociales que para la vejez, incapacidad y otras contingencias inherentes al cese de la actividad literaria se produzcan. El trabajo que esto supondría sería gigantesco; pero creo que con el bien desarrollado la A. C. E. cumpliría una misión que es imprescindible para el escritor. y justificativa de la existencia de la Asociación.

ANGEL DERENGUER

Investigar Fundaciones privadas para ver ofertas a escritores. Solicitar ofertas de Fondos de pensiones privadas.

Yo personalmente, soy miembro del patronato de una Fundación privada en vías de establecer un centro para artistas en Mojácar (Almería}. 'Podría informar, si intereSa.

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ENCUESTA 89

GABRIEL · BERMUDEZ CASTILW

Estoy. dado de alta en la Seguridad Social como escritor (IY bien saben los hados lo dificil que fue conseguirlo!). Pero la pago con mis otras actividades profesionales que son las que me proporcionan dinero para eso y para vivir ... Por ello, mi planteamiento es simple ... ¿puede darse el mismo trato a un señor que tiene un sueldo fijo, y cuya empresa paga la Seguridad Social que a un escritor? ¿Puede darse el mismo trato a un autónomo que tenga un comercio de ultramarinos, y unos ingresos más o menos regulares, que a un escritor? Como escritor ha habido años que he ganado unos cientos de miles de pesetas; otros, ni un céntimo. Si los primeros hubiera podido pagar la Seguridad Social, los segundos habría tenido que recurrir a mi profesión. Entonces... ¿cómo se puede pedir una prestación continua y fija a una actividad que tiene ingresos inciertos en su cuantía y en su producción?

JUAN BONET

Perseguir a los editores que no pagan. Los clásicos debieran ayudar a los modernos. Debieran pagar un tanto por ciento a

un fondo para los escritores necesitados. Es justo que el autor cobre siempre por su trabajo.

JOSE BROTONS PICO

He sido durante muchos años, médico del S. O. E. (INSALUD). Para mí al igual que a la gran mayoría de colegiados, un auténtico desastre. Desorden, mala administración, falta de médicos, carísima burocracia y lenta, deterioro de la moral del médico y del enfermo, etc. Todo eso influyó para retirarme antes de tiempo.

Creo que un acertado concierto (buen acuerdo), con una escogida entidad privada (hay varias), aunque la cuota sea mayor, puede quedar compensada, al garantizar una buena y segura asistencia profesional. Es un asunto a estudiar muy seriamente. Con garantías seguras de quien lo preste.

Debe de rea'lizarse un esfuerzo grande para conseguirlo. Se podría pensar incluso en una ayuda voluntaria, abonando una cuota mayor a la A. C. E. por quienes puedan y deseen hacerlo, me apunto desde este momento. El problema puede presentarse al obligar el «Insalud» , al abono de unos años (creo son 15 actualmente), para tener opción a la pensión. El otro problema importante es, que de acuerdo con sus normativas, al llegar la «jubilación y cobrarla», se obliga a dejar toda actividad profesional. Absurdo, pero está así legislado. Podría estudiarse con algún Banco, como tiene el asunto «pensiones de vejez» , Cualquier tecla puede hacer sonar un piano.

Parece de tan «alta idealidad», que más se asemeja a utopía, pero como todo en esta vida si se desea, debe de abordarse. Bien merece emprender el camino para llegar a esta meta.

En cuanto a los asuntos de financiación, me considero muy poco enterado y es asunto para aquellos, que .[0 entienden .

. En el transcursu de los 'años- se han estudiado asuntos· como' función social del escritor, premios literarios, ley de .I~ · p;opiedad intelectual, Seguridad Social, edición de libroS', dereches 'económicos, .impuestos incluidos «l · l. V. A., obtención de pensiones, etc.

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90 ENCUESTA

La A. C. E . es conocida más allá de nuestras fronteras. Causa sorpresa y estupor, pena y desánimo comprobar que nuestras democráticas autoridades de la cultura, que dis­ponen de voz y economía, nos hagan ver públicamente la situación a Ja que ha llegado Celaya y Grosso. ¿Nunca tendrá solución a sus problemas, ni nuestra cultura literaria?

PUREZA CANEW

Acierto total en el tema elegido ya que es fundamental para el presente y futuro del escritor.

Debería ser abordado: con intervenciones específicas de expertos jurídicos y fiscales, además de escritores y editores.

Insistir, a través de Comisiones representativas de Ja A. C. E ., en los Ministerios de Trabajo y Cultura. Y si es preciso abordar la designación de una Comisión Europea para este fin.

Realizar una campaña en los medios de comunicación.

ANTONIO COLINAS

1) URGE SOLUCINAR DEFINITIVAMENTE LA SEGURIDAD SOCIAL Y LAS PENSIONES DE JUBILACION DE LOS ESCRITORES ESP AÑ'OLES.

A pesar de todas las acciones dirigidas en este sentido todavía hoy existen escritores profesionales en España que no han podido resolver el tema de su Seguriadd Social y de una Pensión digna para su Jubilación. Las tan radicales como impuestas medidas que el Ministeiro de Trabajo ha dado en estos últimos tiempos no han solucionado todavía con dignidad el problema.

Hoy, como hace sólo unos meses, se sigue ignorando que un normal escritor de libros en nuestro país no puede pagar las elevadas cuotas establecidas dentro del régimen de Autónomos. Urge, por tanto, en este sentido, tomar dos medidas:

a) Exigir, una vez más, a la Seguridad Social que reduzca las cuotas de los escritores. Un escritor en España no es un autónomo más. No hace mucho que, a Ilaírz: del deplorable caso-Celaya, alguien dijo en un coloquio radiofónico con no poca pedantería, que <alO había qúe magnificar la situación del escritoD>, que la situación de éste no tenía que ser más digna que «la de un albañil o la de un fontanero». Naturalmente, ese señor desconocía que albañiles y fontaneros disfrutan en estos momentos de una economía muy superior a la de cualquier escritor medio. POI' tanto, el Ministerio de Trabajo debe saber que en España hay autónomos de 1.' Y de 2.0 ó 3.' categoría. Los escritores, por sus posibilidades económicas, estarían entre estos últimos.

b) De no llegarse a un acuerdo justo y asequible con la Seguridad Social, urge llegar a un concierto con a.lguna de las empresas Médicas y Hospitalarias privadas_ En este sentido, de no llegame a ese acuerdo digno con la Seguridad Social, urge también yoncertar planes privados de Jubilación, Seguros de Invalidez Parcial o Tota'l, Seguro por Baja por enfermedad, etc., con otras Entidades Aseguradoras.

La Asociación 'de Traductores está dando ya algunos pasos en este sentido y sería bueno que se llegase a una conjunción de esfuerzos.

2) ASEGURAR LA DEFINITIVA CANCELACION DE LA DBPLORABLE «DEUDA» QUE ALGUNOS ESCRITORES TENIAN CON LA SEG.URIDAD SOCIAL.

Pongo la palabra «deuda» entrecomillada porque a ella llegaron ~os escritores más desposeídos de la más sorpresiva e inevitable de las maneras. Todavía hoy desconocemos quién autorizó a la Seguridad Social a incluir automáticamente ,los nombres de los escri-

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ENCUESTA 91

tores en' sus ordenadores. Los escritores rio habíamos expresado libre y voluntariamente ese deseo, jámás disfrutamos de beneficio alguno de la Seguridad Social, jamás vimos cartilla o documento alguno de pertenencia, pero en su día llegaron amenazas y embargos sin la más mínima contemplación.

Hoy, afortunadamente, gracias a los buenos oficios de la Asociación Colegial de Es­critores y del Ministerio de Cultura este asunto parece estar zanjado, pero todavía sub­sisten muchas dudas sobre estos antiguos «deudores». ¿Se han borrado sus nombres de­finitivamente de ¡os ordenadores de la Seguridad Social? ¿Seguirían siendo deudores si algún día deciden incorporarse a ella?

3) CREACION DE UN FONDO So.CIAL

Aunque el proceso lógico y natural es el de que el escritor español tenga la misma Seguridad Social que tiene cualquier otro trabajador del Estado, es necesario, mientras ¡no se arb'itren medidas defintivas "CO aun en el caso de que éstas ya se dieran) orear un Fondo Social que atienda a los escritores más desposeídos. Para: ello, son muy razonables las tres soluciones que se señalan en la carta del Secretario General de la A. C. E .: . - Cantidades pactadas con los Editores a costa de la Ley de Dominio Público.

- Ley de Préstamos Bibliotecarios. - Derechos por reprografía. Todas éstas son medidas razonables y mmunas que se debieran adoptar de inmediato.

No hacerlo dice muy poco del sentido social y no egoísta que debe regir en nuestros días.

4) Oo.NCIENCIAR A LOS EDITo.RES So.BRE Lo.S PROBLEMAS SOCIALES DEL ESCRITOR.

0., al menos, de aquellos escritores que habiendo dignificado su profesión no disponen de seguridad en su existencia. Uno tiene, a veces, .}a impresión de que detenninados -no todos, ~fortunadamente- editores siguen teniendo una visión espúrea, atrabiliaria, anár­quica, de la profesión de escritor. De ahí proviene, probablemente, su ironía y el desinterés que a veces muest'ran ante la situación del escritor, ante lo que ellos llaman «delicados problemas gremiales», problemas que sistemáticamente vienen rehuyendo. Este no es, como digo, el comportamiento que impera en todos los editores pero es preciso ahondar . en un mejor y mayor entendimiento con el mundó editorial. Es necesario que ál editor comprenda mejor a los escritores de profesión y se identifique mejor con su tarea.

5) ¿QUE HA SIDO. DE LAS CUo.íl'AS PAGADAS A LA ANTIGUA MUTUALIDAD DE ESCRITORES?

Esta es una pregunta que nuestra Asociación debe hacer al Ministerio de Trabajo. ¿Qué ha sido de las cuotas pagadas, a lo largo de muchos años, por los escritores a la antigua Mutualidad Laboral de Escritores, más ta:rde Mutualidad Laboral de Regímenes Especiales Diversos? ¿Se perderán esos años de cotización para aquellos que no hayan pasado al régimen de Autónomos? ¿Servirán de alguna manera aquellos años de pago si algún día el escritor se vuelve a dar de alta en la Seguridad Social?

6) LA ASo.CIAClON DE ESCRITo.RES TAMBIEN DEBE AHo.NDAR EN UNA MAYOR ·PRo.FESIONALIZACION DE SUS FUNCIONES.

Quiere ello decir que, en mayor o menor grado, hay personas en la A. C. E . que sufren los problemas profesionales y sociales del escribir, aunque todos los miembros posean una probada vocación para .la escritura. Es obvio que ·la situación del escritor profesional de libros no es la misma que la de aquellos otros escritores que posean una segunda o una tercera profesión.

Siendo, como son, minoría los primeros, la A. C. E. , debería extremar su atención hacia éstos. Cumpliría así nuestra Asociación, de la mejor de las maneras, el sentido social, de 'defensa y ayuda que debiera tener.

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ENCUESTA

Resulta sorprendente en este sentido, y así es visto por otros escritores, el prota­gonismo que en algunos actos y seminarios organizados por la A. C. E., juegan otros gremios profesionales. No deben nunca romper los escritores su relación y diálogo con otros gremios, pero sin olvidar el sentido prioritario, solidario, que en sus f.unciones debe tener la Asociación~'

JUAN LUIS CEBRIAN

OPINION DE SU JEFE DE GABINETE A. SANCHEZ

El señor Cebrián opina que mientras la Seguridad Social funciona tan mal como funciona, sería conveniente la celebración de un concierto con una empresa de Servicios Médicos y ~ospita1arios,; siempre se ha opuesto al establecimiento de un colegio de periodistas, séan' cuales fueran las ventajas a efecto de pensiones y de beneficio por entender que pone trabas al libre ejercicio de la profesión.

SOLEDAD CAVERO

Siento mucho no tener información sobre este tema en otros países de Europa. De todas formas, el fondo social que se necesitaría creo que es 10 principal y, mirando hacia el futuro intercambio europeo que se avecina, pienso que se debería estudiar el mercado de exportación que nos viene (estudiar como arma de combate) exigir a los editores menos libros traducidos y más producción propia. Así, pienso, se podría crear ~n fondo_ (qu i4ts un _P9.ce.nt~je} que parti_ría de dicha exportación y las nu~vas disposiciones que d¿ben r~guldr lá 'ediCión masi\'a de autores ' extranjeros sin que apenas figure nuestra literatura fuera de España (Europa) (adulta e infantil) en dicho mercado, cada vez más competitivo y más interesante.

Todo esto se podría regular con nuevas leyes que exigieran un número de publicaciones nuestras, superior a las extranjeras (en las cuales figuran en primer plano los intereses editoria les y no las necesidades de nuestra economía nacional). Por supuesto que dicho fondo debe ser difícil de conseguir, pero el nuevo mercado lógicamente abrirá nuevas posibilidades y realidades que, forzosamente, se deben exponer con lógica futurista. Es decir, ,la futura exportación de libros que la tenemos a la esquina y, sobre todo la exigencia de nuestro país de exportar lo huéstro, bien traducido, creando un fondo de reserva para este problema que se expondrá en el Nuevo Congreso de Escritores ,

, V ALENTIN CARRERA '

La Asociación podría/debería intervenir como Agente Literario (subsidiariamente) de todos aquellos autores (miembros) que, precisamente, carezcan de agente literario propio.

Es proverbial la fuerza y capacidad de negociación de una Balcells frente a los edi­tores, respaldada por su cuadra de best-sellers. Pues bien, si la Asociación -a través del instrumento preciso, un gerente, una oficina aparte, lo que fuere-, tuviera en su cuadra todo un plantel de autores (también los malos e impublicables ... ), tendría una gran fuerza ante los editores.

Dos objetivos aparecen claros : Mejorar las condiciones de pre-contratacióI)., normalizando el concepto de anticipo (para

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ENCUESTA 93

que el libro ' no se' haga a expensas del ' autor novel, sino de la editorial; dar anticipos ,sólo a los autores st;guros o consagrados estirar a muñeco parado).

, Facilita,r el ingreso ' de ' los 'autores en el Mundo editorial. . Esta misma tarea la realizan, en sus ámbitos, las asociaciones y sindicatos de artistas (p. ej., el Sindicato Galego da Música o los Colegios de Arquitectos -que visan todos los proyectos y perciben honorarios-, etc.).

La Asociación para constitui rse en agente Uterario, debería disponer de un FICHERO DE AUTORES (la iniciativa de la Sección Andaluza parece interesante), con las especia­~idades y disponibilidades de cada uno. Otras posibilidades serían VISAR los contratos (de oficio, para que ninguna editorial pudiera sustraerse a esta obligación).

RAMON CARNICER

En este supuesto último, debo exponerte 10 siguiente: p.ertenezco a la mutualidad, inicialmente de escritores, desde su fundación, y hasta ser

jubilado pagué rigurosamente las cuotas fijadas en su momento. Pues bien, yo soy jubilado por 20 años de servicios en la administración pública, por 10 cual recibo la módica pensión, bruta, de 81.078 pesetas. En cuanto a la que percibo de la antigua mutualidad (hoy Seguridad Socüil), por concurrencia, según se me dijo con aquell'a otra, en lugar de las cuarenta mil o más que según tengo entendido cobran los compañeros llegados a la edad de jubilación, se me dan pura y simplemente 22.101 pesetas.

Como verás ante tan módica concurrencia, me parece arbitrario que se deje reducida .la última a semejante ridiculez.

Si te parece pertinente que esto .Jo formule como respuesta formal al cuestionario, ·10 haré tan pronto cómo me lo indiques. Si lo de tema monográfico no ha de entenderse en sentido estricto, podría añadir alguna cosa más.

AGUSTIN CANTON PERAL

Personalmente, el mero hecho de mi actividad creadora (poesía), y mi escasa publica­ción, no me hace plantearme problemas concretos en cuanto a prestaciones sociales. Pero, con carácter general para los escritores, considero importante nuestra permanencia en la Seguridad Social, y el beneficio de sus servicios, sin desechar la negociación con compañías médicas, de cara a conseguir .)as mejores condiciones para todos los escritores.

Igualmente e l tratar de contratar un buen Seguro de Jubilación con alguna de las mejores aseguradoras del ramo, me parece ideal, sin menoscabo de las garantías que pueda ofrecer la Seguridad Social en este apartado.

También me parece importante hallar y ofrecer, tarifas en centros que por su entorno, infraestructura y características generales, puedan combinar servicios domésticos y oferta cultural a excelente precio.

Por último, la financiación del Fondo Social, debe cifrarse a mí entender, con la re,gulación de los beneficios derivados de 'nuestra obra~ ásí cómo convenios ventajosos con los estamentos implicados en nuestra labor artística.

lOSE LUIS CANO

Mi situación personal no es buena. Cumplo este año los 80, vivo solo y estoy enfermo --enfisema pulmonar, arteroesclerosis cerebral, entre otras enfermedades-o Mis ingresos lite­rarios son hoy casi nulos, a pesar de haber publicado muchos libros, algunos con éxito,

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ENCUESTA

porque están agotados o ya no se venden. Mis ingresos mensuales -algo más de 100.000 pesetas- son inferiores a mis gastos, porque pago 45.000 pesetas del alquiler del piso, tengo que pasar 30.000 pesetas como pensión a mi mujer de la que estoy separado, 20.000 a la asistenta que me atiende, aparte lo que gasto en comer y en médicos y medicinas. Esta situación explica que, como Rosales, Celaya y Gil Albert, haya tenido que vender mi biblioteca -9.000 libros- a la Junta de Andalucía, para que los años que me queden de vida puedan transcurrir sin problemas económicos.

Los temas a desarrollar en el Congreso me .parecen necesarios. Particularmente no soy partidario de la Seguridad Social, que conozco bien y he utilizado a veces. Sus . defectos son las colas enoimes, que te citan con veinte días de espera -mientras puedes morirte­y que no hay, y la falta de un contacto' más directo con el médico y el enfermo. En mi opinión es preferible la empresa sanitaria privada, como Sanitas -a la que pertenezco-, cuyo coste no es mucho -unas 3.000 pesetas- y te atienden bien.

Lo ideal sería que el Estado pasara una pensión decente a todos los escritores que pasen de 60 años y no tengan ingresos suficientes para vivir decentemente.

VICfOR CORCOBA

- ¿Qué otras soluciones aporta desde su punto de vista como fundamentales para resolver este problema?-. Ni pido que el escritor sea un funcionario --entre otras cosas, entiendo que éste

siempre estará en conflicto con el poder- ni ·la desproíección. La Seguridad Social es 'un problema que no se entiende. También se podría crear un fondo de pensiones. Más control en premios millonarios con dinero público en beneficio de vidas entregadas a la pluJIla. O sea, desechar la farándula protagonista de ciertos politiquillos, y ayudas a los auténticos hombres y mujeres de palabra.

ERNESTINA DE CHAMPOURCIN

Esta poetisa, largos años exiliada, y cuya obra se resintió como en tantos otros casos de la imposibilidad de ser publicada en España, se encontró al regreso a nuestro país con las dificultades económicas inherentes a quienes carecían de jubilación y viudedad, ·teniendo como pensión mínima la de 36.000 pesetas al mes, obtenida mediante los acuerdos que un día tramitó la A. C. E. con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Un caso más del desamparo en . que se encuentran muchos escritores, sobre todo si han apostado a lo largo de su vida por una cultura democrática. (Nota de redacción.)

PEDRQ ANTONIO CLEMENTE DEL BARRIO

Debería rc'cabarse a la administración alguna ayuda para las ediciones de autor, de pequeña tirada, y gestionar su distribución con alguna distribuidora.

PABLO CHAURIT

El tema más acuciante y que considero de mayor interés para los escritores --en general y no la plantilhi de unos pocos .que no son la representa ción del colectivo- es la creación de ' una editorial en la que se controle y se. edite lo que de verdad puede y debe ' ser

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ENCUESTA 95

publicado. Se deben incluir -no se olvida la rentabilidad- obras de interés general y de pronta liquidez, con otras que son de más difícil promoción, pero no por ello menos interesante y digna. Si tuviera consistencia, los autores que ahora se venden a las editoras podrían publicar aquí y todos saIdrían ganando. La ética y la justicia en todo 10 con­cerniente a este tema ya estaba garantizado y es una tranquilidad.

Los temas a tl'atar me parecen bien. Se podría crear la colaboración con Sanitas para que estuviéramos atendidos por ellos. O empresas de este tipo. Deberíamos disponer de posibles semanas en distintos puntos con el trato a cadenas hoteleras para que en temporada baja o cuando sea, nos ofrezcan buenos precios.

JOAQUIN DOMINGUEZ MARTIN

Mi situación personal, como la de tantos· otros compañeros es de buscar el diario sustento en otras fuentes. Al tener y explotar una pequeña finca rústica, he pagado las cotizaciones de «autónomo» en el régimen agrario. Ya me he jubHado y estoy esperando la pensión correspondiente a través de 15 años de cotización. He tenido también una póliza de servicios médicos.

Me parecen muy bien los temas a desarrollar y las posibles fuentes de financiación. El desvalimiento como escritor (público desde 1942, cuarenta y ocho años) me ha

hecho buscar protección por otros caminos. Ahora tengo ya los 65 años. Me adhiero con entusiasmo a todo lo que sea en favor de la profesión y '¡OS compañeros más desvalidos.

SARA ESPINOSA VIALE

Es así que trabajo en estos momentos en tres manuscritos. Repito : en concreto, me he pasado la vida escribiendo y traduciendo para poder sobrevivir y seguir escribiendo. Sobre los 50 años, paso un infarto y, una vez más, todo se suma para encontrarme en un estado de indefensión económica, de «in» Seguridad Social y de hipotética pensión de jubilación. Cuando Jorge Luis Borges hizo la presentación de mi primer libro (ha pasado mucha agua bajo los puentes desde entonces), entre otras cosas dijo que al escritor no lo salvaba nadie, que el escritor se salvaba solo, sin embargo, tenemos que procurar contar con los medios para aliviar la situación del escritor. Mi situación personal es penosa, ya que no entraba en mis planes depender de mis hijos y me encuentro con que no tengo ningún respaIdo social. Las necesidades concretas y problemas más acuciantes para el futuro de mi profesión, consisten en poder contar con un fondo de apoyo para determinadas circunstancias y casos, como el mío, y que similares a él se deben contar por docenas.

Temas a desarrollar y cómo deberían ser abordados. -Habida cuenta del estado de nuestra Seguridad Social, así como el problema que el

-estado del bienestar deberá hacer frente en las próximas décadas en Europa, en gran medida debido al envejecimiento de su población y el consiguiente mayor peso social sobre la población ' activa, creo que sería mucho más sensato intentar lograr un Concierto con una empresa de 'Servicios Médicos y Hospitalarios.

-Las pensiones de Jubilación con un fondo de ayuda para escritores necesitados, entiendo que debería ser un punto bastante prioritario. Pienso que es injusto que como colectivo estemos en un estado de carencia e indefensión en cuanto a jubilación se refiere. Tatnbiért aquí en este tema haya que ser muy cautos para que no se dé la paradoja .existente actualmente de algunos escritores que cobran jubilación por otras actividades y que arriesgan perderlas si publican un libro.

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-Casas de eScritores o residencias. Creo que es un tema muy interesante, si bien no reviste la urgencia de los dos primeros. De cualquier manera, en nuestro país no sería excesivamente difícil. encontrar una posibiEdad de solución a este tema.

Financiación: . - Cantidades a pactar con editores sobre la Ley de Dominio Público; - Ley de Préstamos Bibliotecarios; - Derechos obtenidos sobre reprografía. Me parecen tres vías de solución muy interesantes, a las cuales yo agregaría, las

cinco siguientes: - Aportación de los propios escritores a este Fondo Social, desde un mínimo de 1.000

pesetas mensuales (X 1.400 X 12 = 16.800.000 pesetas años). - Ejercer funciones de «lobby» sobre la proyectada ley de mecenazgo, o de exención

parcial de impuestos a aquellas empresas, instituciones o personas físicas que patrocinen económicamente a -las artes, en este caso, a la literatura.

- Apoyo y ayuda a la formación de cooperativas repartidas por la geografía auto­nómica de España, como ya existen algunas pocas en Madrid y Barcelona, que han sido formadas merced a la generosidad de alguno de sus directivos, que estimularan' la auto­edición de obras literarias, en concierto con empresas de distribución y de promoción que, sin entrar en competencia con las grandes multinacionales editoriales, generalmente reñidas con" la literatura en sí ya que son empresas principalmente comerciales, facilitarán la publicación para escritores con o sin ayuda de agentes literarios. Esto, además crearía puestos de trabajo, como los de los agentes literarios imparciales y activamente dedicados a promocionar a todos sus autores, comisiones de lectura, correctores, traductores a las distintas lenguas de las autonomías, etc.; por lo que sería también de interés para el Ministerio de Trabajo.

- Insistir hasta obtener, el l. V. A. cero para el libro, con 10 cual se obtendrían mayores posibilidades económicas para hacer frente al coste del Fondo Social que nos ocupa.

- Creación de un Fondo Nacional para la Literatura que, descentralizadamente, pro­moviera ayudas económicas para los escritores que documentaran fehacientemente la ne­cesidad de recibir dicha ayuda como apoyo a la creación, con cantidades actualizadas, y sin que fuera requisito fundamental la prestación de la obra terminada (como funciona ,en los Estados Unidos de . América el N. E, A.-National , Endowment ' for the Arts. Fondo ,Nacional de las Artes) ni la competencia, como en el caso de los numerosos premios existentes.

También creo que sería importante que la Administración Central y las de las Auto­nomías resolvieran de una vez por todas, las discrepancias existentes entre ·las profesiones

,directamente relacionada con la literatura, como traducción, corrección, etc. en -lo referido a requisitos y exigencias de disposiciones fiscales, de Seguridad Social, etc. que resultan discriminatorias y alienantes. Se da la paradoja de que queremos que se lea en nuestro ,país pero existe una desprotección, social para el profesional de la Hteratura.

MARIA LOURDES FERNANDEZ

También considero imprescindible, puesto que nos movemos en una doble vertiente: Trabajo-Sociedad (escritor-cultura) que haya un organismo autónomo que sepa y pueda valorar la calidad del trabajo con vistas a promocionar o impedir que lleguen a la sociedad, obras carentes de valores 'intelectuales, culturales, científicos, etc. que entor­pezcan el progreso cuJtural del país. Es verdaderamente desolador leer los artículos, narraciones cortas, poemas, que publican algunos periódicos y no digamos en el ámbito universitario 'en 'algunas publicaciones de catedráticos como las que divulga la U. N. E. D. A todo profesional debe exigírsele una competencia profesional , y este tema no interfiere pará mida el derecho de fibertad de expresión. La palabra es, justamente' en la persóna del escritor, donde debe ser dignificada.

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ENCUESTA 97

,JORGE FERRER VIDAL TURULL

Como sabes, yo tuve graves problemas hace dos años -y los sigo teniendo larvada­mente aún hoy- acerca de la famosa incompatibilidad en la recepción simultánea de derechos de autor y pensión de jubilación. De vez en cuando, siguen molestándome y a ,otros compañeros, cuyo nombre daré si así me Io autorizan, les ocurre lo mismo. El ,problema no radica en la buena o mala voluntad de los titulares de los Ministerios r;espectivos, es decir, no se trata de (<vivir con el permiso de la policía», como dijo un poeta inglés, sino de la vigencia o derogación absoluta de la ley que establece tal incompatibilidad. Urge, pues, la derogación de la tal ley y creo que debemos plantear la cuestión en el Congreso citado.

·CELIA FILIPETTO

Si llegara a establecerse un régimen especial de la Seguridad Social para los escritores, sería conveniente, a mi juicio, que pudiéramos acogernos a él también los traductores. Lo ideal ~ería que : pudiéramos contar con un régimen propio, pero imagino que sería demasiado pedir. Si no estoy mal informada, hace unos siete u ocho años, los aportes de los autónomos se dividían en: Incapacidad Laboral Transitoria, Jubilación y Asis­tencia Médica. Se podía elegir qué conceptos pagar. Después, hubo que pagar por todo, y como es lógico la cuota aumentó. Si se llega a crear un régimen especial de jubilación para escritores/traductores una sugerencia posible sería -la de poder optar como se hacía antes. Con esto uno podría elegir entre pagar la Asistencia Médica de ,la Seguridad Social o apuntarse a un seguro médico privado, que suelen hacer perder menos tiempo al usuario.

JOSE AGUSTIN GOYTISOW

Me parecen bien los temas que abordaréis, y creo que es absolutalnente necesario la presencia de «altos» responsables de cultura, Trabajo y Seguridad Social y de la Federación de Gremios de Editores. Esto no puede continuar así (caso de Celaya, Grosso y tantos más).

¿Otras soIuciones? Si se cons,igue que Cultura y Trab.ajo y Seguridad Social se com­:prometan, nos ~odemos dar todos con un canto en ,los dientes.

'MERCEDES FORMICA

Primera.-Como paso previo al IV: Congreso de A. C. E. convocar una reunión en 'la : que intervengan únicamente los autores de libros. En ella, expondrán IibrementJ y sin temor a coacciones, o represalias, sus puntos ' de vista sobre las futuras ponencias a tratar en el mencionado Congreo.

Segunda.-En presencia de Editores, representantes de la Seguridad Social y Ministerios de Cultura y Trabajo, perseguir que la obra del autor español sea difundida y protegida de tal modo que sus ingresos -le permitan vivir y morir con dignidad, aspiración lógica de todo trabajador.

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98 ENCUESTA

Tercera.-A la vista de Monopolios de Editores y Distribuidores, y dejando para otro momento la creación dentro de A. C. E. , de una <<Editora de Autores Reunidos» lograr q).le la Asociación funde una Distribuidora de libros, con el propósito de que éstos lleguen a todos los rincones de España, siguiendo el ejemplo de las Editoriales comerciales. Visitas a libreros y domicilios particU'lares, o dando vida, en su caso, a «Círculos de Lectores».

Cuarta.-Aprovechar al máximo, en favor del libro, los medios de difusión del Estado -Radio y Televisiones Nacionales- corno las secciones actuales <<Entrelíneas», «Nuevo EspectadoD> y las que surjan en el futuro . En ella se dedicarán unos minutos, a dar noticia de la aparición de obras nuevas, haciendo el comentario a crítica correspondiente, de acuerdo con el criterio del juzgador, sin permitir que, el silencio, ahogue la difusión del libro recién editado, conducta mu.y seguida en los citados espacios por razones extra­literarias. Ideas políticas del autor, o falta de simpatía hacia el mismo.

La publicidad de discos musicales -a menudo mediocres es responsable de las cono­cidas ventas millonarias.

Tengo cierta experiencia en estos temas por ocuparme -una vez al año- de una librería, donde en el espacio de siete días, se realizan adquisiciones, con el resultado de un beneficio, libre de cargas, de un millón de pesetas.

Es posible que los poetas, y autores de obras dirigidas a un público minoritario, no alcancen nunca ingresos que les permitan vivir. En estos casos se recurrirá a los ingresos provenientes del Dominio Público. Ellos harán posible pensiones de jubilación y Residencias donde pasados los 65 años vivan de forma agradable y con dignidad.

La . legislación comparada, puede facilitar ejemplos a tener en cuenta.

VICENTE HERNANDEZ PONCIANO

Que los editores sean más benévolos con los autores noveles, ya que en sí, no quieren más que las obras de los consagrados, y, en particular los famosos. Los noveles no son rentables.

Bien podría proporcionarse la Asociación Colegial de Escritores de España una im­prenta propia, donde imprimir, las obras que estimase justas, de autores noveles que posiblemente les entregarían con un alto porcentaje para la Asociación.

FIN ANCIACION

Pudiera ser un 1 por 100, o .lo que se estimase justo, de los derechos de autores. Algunas rifas de obras donadas por sus autores, y que todos los autores se preocuparían de vender, entre sus amistades, cierta cantidad de papeletas. Tómbolas en poblaciones de importancia, o feriales, con obras donadas a tal fin por los escritores, su ingreso total, una vez cubiertos gastos, quedaría a beneficio. Las tómbolas serían asistidas por escritores y chicas que se ofrecieran gratuitamente y voluntarias.

También con propaganda de casas comerciales que bien lo pagasen, en Ia portada de atrás de ciertas ediciones que a tal fin se prestasen.

La publicación de obras de escritores noveles, sus derechos podrían quedar en beneficio, .ya q¡ue lo que ellos desean es ver su obra publicada .

.' En fin, otras muchas ideas, como funciones de teatro, corridas de toros, deportes' y .oÚ·as ~osillas en .beneficio de la Asociación. .

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ENCUESTA 99

JUAN IGNACIO HERRERA

Desde principios de 1978 me dedico exclusivamente a escribir. He pasado por toda clase de situaciones adversas y sufrido numerosos abusos y atropellos de los editores. Después de publicar 35 libros infantiles y juveniles, amén de un centenar largo de adap­taciones y arreglos de textos, artículos y comentarios en diferentes diarios y revistas, hubiera sucumbido hace tiempo, de no ser por el sueldo de mi mujer, que ha sostenido y sostiene virtualmente a la familia.

En la actua'iidad, sólo 7 de esos 35 libros me devengan derechos de autor, pero en tan irrisoria cuantía, que mis ingresos totales quedan muy por debajo del salario mínimo interprofesional.

Por ta l motivo, recientemente me he visto obligado a darme de baja en la Seguridad Social, al amparo del convenio suscrito por la A. C. E. con el Ministerio de Trabajo. Pagar la nueva cuota instaurada es algo prohibitivo para mí.

A los 41 años, mis perspectivas de futuro son tan sombrías, que, a menos que me sucedan cosas particularmente favorables e inesperadas en los próximos meses, tendré que abandonar la Literatura a tiempo completo y buscar cualquier clase de trabajo.

El tema de la subsistencia de los escritores y su cobertura social me parece de grall. importancia y apruebo su inclusión en el IV Congreso.

Su resolución, como ya he manifestado en alguna ocasión, exige una participacióru activa y un debate a fondo entre todos los escritores, con criterios de decisión orientados. a los logros y realidades de los países más avanzados de Europa. Requiere también, en. mi opinión, más frecuentes e intensas campañas públicas de denuncia de la situación. del escritor medio en nuestro país, lo cual implica la necesaria colaboración de los prin­eipales ,medios de comunicación.

Son precisos, por tanto, estrechos contactos con los profesionales de esos medios, en-o cuentros periódicos de todos nosotros, donde intercambiemos puntos de vista y afinemos, la puesta a punto de instrumentos de reivindicación y negociación, y, sobre todo, una. actitud más firme y resuelta de cara a la Administración.

En último extremo, cabría pensar igualmente en movilizaciones de protesta de los, escritores, por más que choquen con acendradas tradiciones del gremio.

A tal fin, propongo las siguientes reivindicaciones: A) Establecimiento por Ley (si bien prefiero acuerdo entre nosotros y los editores),

de un porcentaje mínimo de Derechos de Autor del 10 por 100 (diez por ciento). B) Implantación de un efectivo control de tirada mediante ejemplares numerados. (Las

'medidas actualmente en vigor son inoperantes). C) Fijación legal de una cuota de producción editori8:l reservada a los escritores..

españoles en activo. Dicha cuota, según mis estimaciones, debe ser un tercio de los títulos. publicados, porcentaje que supongo acorde con las futuras exigencias del mercado único europeo del 93 .

D) Canon legal de 10 pesetas por cada operación de préstamo bibliotecario en todo el territorio nacional, que ha de ser abonado íntegramente o en su mayoría al autor del libro afectado. En el segundo supuesto, el resto del importe podría nutrir un Fondo Social de ayuda a los escritores necesitados.

E) f ~ignac ión por el Estado de un salario social a los escritores de probada de­dicacié ' ': lusiva, equivalente a l salario mínimo interprofesional en vigor, en el supuesto de qUe c"re:lcan de ingresos. Si éstos fueran parciales, se les remuneraría hasta alcanzar dicho nivel.

F) La sitm.·· "a económica particular y las cuotas estipuladas no han de ser impedi­mento para el . .,ca en la Seguridad Social del escritor que lo desee.

G) Todo escritor a tiempo completo con ingresos anuales iguales o inferiores a UN MILLON de pesetas (1.000.000 de pesetas) brutas, debe quedar exento del pago de­toda cuota a la Seguridad Social.

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1'00 ENCUESTA

H) De UN MILLON a DOS MILLONES de pesetas brutas, podría pagar un 5 por 100 acumuJativo de la cuota mínima a la Seguridad Social por cada nuevas CIEN MIL pesetas. Ejemplo: De UN MILLON A MILLON CIEN MIL pesetas, el 5 por 100; de UN MILLON NOVECIENTAS MIL A DOS MILLONES, el 50 por 100 de la cuota.

I) De DOS MILLONES a DOS MILLONES Y MEDIO de pesetas brutas, el pago de la cuota mínima a la Seguridad Social seguiría creciendo en una proporción de-! 10 ppr 100 .cada CrpN MIL nuevas pesetas.

J) Sólo a partir de los DOS MILLONES Y MEDIO de pesetas brutas anuales el escritor debería pagar el total de la cuota mínima a la Seguridad Social, teniendo en ~uenta lo elevado de ésta y el muy desfavorable trato de que es objeto en este punto respecto a los trabajadores asalariados o por cuenta ajena.

K) Naturalmente, deben ponderarse muchos matices intermedios, en orden al número de hijos a cargo del escritor, situación económica global de la familia , acontecimientos extraordinarios, etc.

L) En caso de déficit de la cobertu.ra de la Seguridad Social a los escritores, cabe exigir a los editores el resto de la cuota global.

LL) El Régimen de Seguridad Social del escritor ha de garantizar su correcta asif'­tencia sanitaria, sus bajas retribuidas por enfermedad y, en el peor de los supuest06, las mismas pensiones de jubilación e invalidez, orfandad y viudedad a sus beneficiarios directos, si muere, que se asignan a los perceptores del salario mínimo interprofesional, haya o no cotizado anteriormente.

M) Ante el probable incumplimiento del Insalud de sus obligaciones respecto a una asistencia sanitaria completa y de calidad, puede estudiarse un posible concierto con alguna empresa de servicios médicos y hospitalarios de probada competencia y solvencia, todo ello como alternativa opcional que, de materializarse, debería poder reflejarse en la correspondiente deducción de la cuota general de la Seguridad Social.

N) Concreción de tareas peri¿dicas de inspección, por parte de ' personal adscrito al Ministerio de Cultura y a la A. C. E., de las actividades editoriales que puedan vulnerar cualquiera de los derechos reconocibles a los escritores. Los informes correspondientes deberán remitirse a una Comisión de Vigilancia Intersectorial, con representantes de todas las instancias y gremios interesados, que posea capacidad decisoria y potestad ejecutiva, en orden a la aplicación de toda la preceptiva legal.

Ñ) Creación de un Fondo Social para escritores financiado con un porcentaje anual (a estudiar) de los rendimientos económicos derivados de la Ley de Dominio Público, así como con derechos obtenidos por c'ompensación' sobre reproducción, transformación y distribución del producto de nuestro trabajo. En caso de ineludible necesidad, cabría completar dicha financiación con un porcentaje minoritario de ·los derechos por préstamo· bliotecario.

O) Prestaciones de ese Fondo Social que me parecen imprescindibles: Abono total o parcial, 6egún los casos, de la cuota debida por los escritores sin

suficientes medios a una empresa concertada de servicios médico-hospitalarios, en el caso de ' que hayan escogido dicha opción sanitaria.

Cobertura económica de todos los estados de necesidad sufridos por los escritores a causa de la no observancia, temporal o permanente, por parte de las instituciones, de las prestaciones o servicios relativos a cualquiera de sus derechos citados más arriba, con independencia de oportunas reclamaciones posteriores a los responsables de tales situa­ciones.

Creación y sostenimiento de una red de casas o residencias para escritores, donde éstos puedan desarrollar su obra en estancias de du.ración opcional (hasta un año), siempre que lo necesiten.

Cobertura de todos los gastos devengados por iniciativas de los escritores tendentes· a ' 'Ia defensa jurídica de sus derechos e intereses.

P) Debate y estudio de las peticiones que urge presentar al Ministerio de Justicia p'ara ldgra¡: ' una salvaguaIida jurídica sencilla, rápida y eficaz de todos los derechos e intereses de 105 escritores ante los editores y demás agentes sociales. Porque en la actua­lidad, de hecho, nos sentimos impotentes y desamparados ante la Ley.

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ENCUESTA 101

Q) Exposición al Ministerio de Economía y Hacienda de los graves trastornos causa­dos por las actuales liquidaciones trimestrales anticipadas a escritores de muy precarios ingresos (la mayoría), que suelen recibir sus derechos anuales de autor concentrados. en un solo trimestre y se ven obligados a desembolsar de golpe el 20 por 100 (menos gastos) de los mismos. De hecho, esto supone, con mucha frecuencia, adelantar a Hacienda. durante año y medio y sin intereses, un dinero que se precisa angustiosamente para afrontar los gastos inmediatos y más perentorios.

En consecuencia, pedir firmemente a Hacienda la exención de declarar trimestralmente a los escritores que no rebasen un cierto nivel de ingresos. Por ejemplo: DOS MILLONES de pesetas brutas al año .

ANGEL GABRIEL LAS NAVAS PAGAN

Situación personal.

Mi situación personal es la de pensionista de la Seguridad Social. Trabajé muchos años en Banca, aparte de mi vocación de escritor. Mi problema es, como el de otros muchos escritores jubilado de diversas profesiones, hacer compatible la pensión con los posibles ingresos como autores de artículos de colaboración, libros, guiones de cine o televisión, obras de teatro, etc., sin ser sancionados o privados de nuestra pensión, a la que en mi caso concreto he contribuido con cantidades altas (aportación empresa y tra­bajador) durante más de cuarenta y cinco años.

Idea.

Creo sería conveniente que estudiáramos la posibilidad de una futura residencia-hotel para escritores ancianos (ya hubo una antes de nuestra guerra civil, aunque en plan modesto), para aquellos compañeros y compañeras solos y sin familia.

JOSE LEON DOMINGUEZ

¿Quiere exponer su situación personal? -Después de escribir y publicar por cuenta ajena más de 400 novelas de aventuras

(más .de 100 traducidas al portugués en Portugal y Brasil e incluso ... ¡al holandés!), varios libros infantiles y juveniles y una multitud de relatos cortos y colaboraciones para revistas y periódicos, ME ENCUENTRO EN EL PARO y sin subsidio.

He escrito para las siguientes editoriales: Ferma, Producciones Editoriales, Taray, Rollán , Maisal , Astri , Susaeta, Delta, Disbra, y Cedibra. Muchos editores se han pasado a la torera las Normas del INLE otras normas, la mayoría no me han enviado las preceptivas declaraciones de tirada de cada libro, otros no mandan los ejemplares para el autor, algunos pagan los derechos que les peta... Incluso uno reeditó uno de mis libros sin contar con mi autorización. Cuando se lo comuniqué, se limitó a decir que había sido un lapsus.

-Por prosaico que pueda parecer, y puesto que no hay que confiar mucho en la generosidad de los editores (lo sé por experiencia propia, por amarga experiencia), pro­pondría que Asociación crease alguna empresa lucrativa, aunque fuese a costa de las cuotas de los socios. ¿Y por qué no una editorial, una cooperativa ... ?

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102 ENCUEST A

CONCHA LINARES-BECERRA

, He escrito más de cincuenta años, durante los cuales he publicado treinta libros del ~énero novela y percibo mensualmente 37.950 pesetas, exactamente lo mismo que mi sirvienta jubilada. Me parece cuestión de dignidad nacional la protección a los novelistas y demás escritores, que pregonan por el mundo el nombre de España.

JOSEFINA WPEZ DE SERANTES

},O Mi situación personal es como la de muchos escritores actualmente. Ya que por no poder contribuir a los pagos de la Mutualidad Laboral de Libros, no soy beneficiaria de ningún derecho.

En la actualidad, haciendo ya un año que falleció mi esposo, cuento con la pensión de viudedad, que no cubre mis gastos para trasladarme de una ciudad a otra, en caso de que piense reanudar mis conferencias.

2.° Como consecuencia de hechos como el que personalmente estoy viviendo, creo que se debería tratar de conseguir una discreta pensión de jubilación, ya que la mayoría de los escritores no tenemos una situación de holgura económica.

3.° Sería una magnífica idea estar en contacto con determinados balnearios o hoteles, donde los escritores ya en edad avanzada, pudiesen pasar unas breves temporadas de descanso, con compañeros que compartan sus gustos y aficiones.

4.° La financiación de estos gastos, podría repartirse entre varias de las entidades enunciadas en el Programa de ustedes: Cantidades pactadas con los editores, con la Ley de Préstamos Bibliotecarios, y también con los derechos obtenidos sobre la reprografía.

RAFAEL MARIN

Situación personal: Debido a que mi ejercIcIO dentro del campo de la literatura está dirigido preferentemente hacia la poesía, y habida cuenta de que este género no es nada lucrativo, sí ridículamente remunerado y, en algunas ocasiones, hasta gravoso, he renun­ciado a vivir del fruto que esta práctica de la poesía me pueda reportar. Por ello dedico mi tiempo profesional a labores de docencia, que aseguran tanto mis necesidades econó­mico-vitales actuales como futuras, y me dejan el suficiente tiempo libre para dedicar a lo que es mi vocación: escribir.

TelDas a desarrollar: Las lamentables situaciones vitales de Alfonso Grosso y de Gabriel Celaya han puesto de actualidad el deterioro social y personal al que un autor puede estar abocado si su obra no ha sido del agrado de editores y lectores.

La solución a el problema se halla en cómo asegurar un futuro digno (y no apunto jubilación ya que un escritor raramente deja de ejercer este oficio pasada la edad de jubilación oficial) a todos los escritores. Obviamente un autor de libros recibe dinero de la venta de éstos, entonces pienso que los fondos que han de costear los medios de subsistencia de los escritores necesitados de ayuda han de revertir de esta venta, bien sea de los fondos del dominio público o de compras que ·la Administración haría de libros editados que se emplearían en la creación y dotación de bibliotecas. Estas ideas serían el marco o el germen de, supongo, bastantes ponencias del Congreso: éste servirá, entonces, para ' profundizar y desarrollar éstas.

Te ruego seas benévolo si he escrito demasiadas vaguedades y obviedades: he de con­fesar que estoy bastante alejado de la realidad social de estos temas, aunque no huyo de un conocimiento de los mismos.

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ENCUESTA 103

GRACILIANO MARTIN FUMERO

De crearse o constituirse una Seguridad Social para escritores, que ésta sea asequible a los bolsillos y que el día en que la mente diga que no, pues las prestaciones por jubilación o incapacidad sean dignas.

Que los editores tengan en cuenta que el encarecer los libros conduce a que el público lea inenos, que abran más -la mano a aquéllos que tienen un talento para las Letras, le den una oportunidad y no hagan oídos sordos a los mismos.

Si hace falta, que el Gobierno ayude en un porcentaje a las editoriales para que el precio de los libros se reduzca y así todos podamos tener acceso. Llegar a un acuerdo con las imprentas aptas a publicaciones para que no disparen sus precios y, si hace falta, que se .les subvencionen.

Que se controle y se sel,eccione a los escritores, es decir, desechar lo que no sirve para que no confunda ni a los colegas ni al público.

Con esto concluyo mis modestas opiniones que espero sirvan para algo.

CARWS MENESES

-Sigo creyendo que el único gran problema del escritor es su situación económica. Me refiero a los problemas en relación con Ja sociedad.

-Los temas a desarrollar están bien. Creo en la necesidad de crear una mutua muy completa que cubra gastos o elimine muchos de ellos.

-Me parece que así como la A.c. E. ofrece algunos servicios, tales como el jurídico, por ejemplo, podría organizarse un gabinete médico que, fuego, dé paso a la atención hospitalaria.

-Con respecto a la financiación, lo más apropiado sería: a) Que aparte de lo pactado ya con los editores, las editoriales creen un fondo que,

año a año, se incrementaría con las ventas tardías (un porcentaje de olas mismas) que prácticamente ya no se esperan. Y que este fondo revierta sobre una caja de la A. C. E.

b) Que los agentes literarios, entreguen un porcentaje, aunque fuera mínimo, de cada libro que venden a los editores (del porcentaje que corresponde a los agentes) y ,lo entre­garan a la caja especial de la A. C. E.

c) Que se fije un incremento de las cuotas a los asociados, o se cree una cuota especial, dedicada íntegramente a esta caja mutual.

d) Que los escritores que quieran -de acuerdo a su situación económica y de forma voluntaria- paguen o entreguen cantidades mayores que las estipuladas. Por ejemplo en mi caso, este año estoy bien económicamente, y podría duplicar mi cuota, no sé si en el 91 seguirá la buena racha. Pero por lo menos este 90 puedo comprometerme al aumento, que iría exclusivamente a esa caja mutual.

e) Que los Ayuntamientos, Ministerios, Diputaciones o Parlamentos, Gobiernos Autó­nomos, etc. y cuanta institución cultural pueda colaborar, cree un cupo de conferencias, mesas redondas, coloquios, etc., que serían realizados por miembros de la A. C. E . (en diferentes ciudades, Comunidades Autónomas, pueblos, etc.) y de cuya retribución eco­nómica se apartaría un porcentaje determinado para dicha caja.

f) Que un día al año se establezca el o los días del libro popular; ediciones sencillas y baratas financiadas por Minis~erios, Ayuntamientos, etc., cuyos beneficios incremen­tarían la Caja, y que se celebrarían en toda España.

-La Mutua no sólo serviría para abonar mensualmente una cantidad fija de dinero a los escritores jubilados (o simplemente mayores de 65 años o con mala salud), sino para sostener los servicios primarios que necesita todo ciudadano.

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104 ENCUESTA

ANGEL MERINO

El reformismo está de moda. Pero no puedo ocultar mi escepticismo. Tú s-abes, por amarga experiencia, que en nuestro encomiado sistema libre de mercado la obra literaria es llIla mercancía más y que su valor depende exclusivamente de su rentabilidad. Bien sé . que he dicho una perogrullada.

Acep~o, pues, todas las matizaciones que procedan, vengan o no al caso, y ojalá las editoriales se conformen, por ejemplo con 'reducir sus beneficios de las ediciones de los clásicos y el Ministerio de Cultura, algún día, disponga de presupuesto para adquirir parte ' de las ediciones con destino a bibliotecas populares. Todo se andará, me diría quien yo sé. Simple cuestión de matiz.

JOSE LUIS OLAIZOLA SARRIA

En la actualidad mi único trabajo profesional es el de escritor. Estoy dado de alta en la Seguridad Social, como escritor autónomo y pago la cuota más alta que puedo en función de mi edad. Tengo sesenta y dos años.

Como fuente de financiación adicional indico los Bancos que, a veces, en función de mecenazgo y por lucirse, hablemos claro~ y siempre que se aireé en la prensa, suelen ayudar a este tipo de actividades cultur~les y asistenciales.

Creo, también, que se debe clarificár la situación del escritor jubilado en orden a que no sea incompatible la perc.epción de la pensión, con seguir escribiendo.

JESUS PARDO DE SANTAYANA

Creo que el futuro de los escritores debiera entrar en el marco general de la Seguridad Social de todos los españoles, en tanto que escritores no tienen porqué exigir ni más ni menos ' que sus impuestos les garanticen un apoyo digno en sus enfermedades y su vejez, pero ni más ni menos que a los demás es-pañoles.

Yo desarrollaría el tema en el sentido de una organización privada de los escritores españoles con exclusión de toda intervención gubernamental o estatal. Unicamente recu­rriría al estado (o al gobierno) para que me resolvieran el problema de la muerte, si es que pueden hacerlo.

El uso de un porcentaje sobre derechos de dominio público, pero en la medida de lo posible' sin participación (y desde luego sin autoridad) de los chupatintas.

. . mNUEL PECELUN LANCHARRO

-Control real de la tirada de las publicaciones . . -Medidas políticas para abaratar el coste de los libros (supresión l. V. A. ... ). -Incremento cualitativo del número de bibliotecas públicas (municipales, y, sobre

todo, escolares). -Campañas permanentes de difusión de las publicaciones e incitación a la lectura,

sostenidas por la administración. . '-Presencia de los escritores en las aulas, junto a los profesores de literatura, mediante

oportunos acuerdos entre la . ACEE y el MEe.

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ENCUESTA 105

CRISTINA PERI ROSSI

-Más que la expOS1ClOn de cada caso personal, que llevaría muchísimo tiempo y admitiría muchísimas variaciones, creo que habría que hacer una gran división: escritores que sólo viven de la literatura (libros, colaboraciones en diarios, revistas, etc.) y escritores que tienen un trabajo remunerado fijo. Los problemas' más urgentes a tratar me parece que conciernen al primero de los casos, pues son éstos quienes tienen una situación de mayor desamparo social y económico.

En principio, opino que habría que obtener el derecho a la Jubilación de los escritores que no tienen otra profesión u oficio. Para determinar cuándo se considera que alguien tiene derecho a esta jubilación, no bastaría el hecho de haber publicado uno o dos libros a lo largo de la vida, sino que habría que crear una comisión de escritores (integrada por miembros elegidos por votación y pertenecientes a la Asociación de Escritores) que puedan juzgar no sólo la cantidad sino la calidad de la obra.

-Creación de un área residencial para escritores (algo así como las Casas de los Traductores que existen en Suecia, Francia, Estados Unidos, etc.) donde podrían albergarse los escritores que optaran por ello en períodos fijos .

-Desgravación fiscal por compra de libros, máquinas y todo aquello que se considere material de trabajo.

--Creación de talleres literarios en las Universidades, a cargo de escritores contratados.

MARIA XOSE QUEIZAN

Si ser escritores implica ya una marginalidad social, ser escritora en gallego significa estar doblemente limitada. Bien es verdad que se trata de una limitación libremente elegida, en la medida en que yo quiero y decido (por motivos ideológicos claros) escribir en la lengua de mi país, aunque sea culturalmente minoritaria. Pero, no es menos cierto que todos los escritores universales escribieron en su lengua y ello no es obstáculo para que podamos leerlos, traducidos a lenguas conocidas. Y a eso voy. No existe, creo, una política de traducciones en España. Es un asunto que se mueve, como parece que todo, por amiguismos, conocimientos, relaciones, etc. Las personas que estamos al margen de las editoriales o de los circuitos de poder, tenemos escasas posibilidades de que nuestra obra se conozca. De aquí que una de las funciones de la Asociación de Escritores debía ser la promoción de traducciones en función del interés o calidad de las obras.

Otra circunstancia que me parece triste es el del centralismo llevado al terreno cul­tural en este caso. ¿Por qué desde la periferia conocemos y leemos a los escritores castellanos o catalanes (lo del euskera ya no es fácil) y estamos, más o menos, al tanto del movimiento literario, en cambio los escritores y lectores castellanos, en general, no leen nuestra lengua ni están al tanto de nuestro momento cultural? No es comprensible tratándose de lenguas tan semejantes y de personas cultas. Tal vez las editoriales y las moda ponen los ojos demasiado lejos. Nos dan a conocer antes el «realismo sucio» que otros movimientos que puedan surgir en la península. Como no me conoces adelanto que soy una persona abierta y progresista. (¡Lejos de mi chauvisnismos o cantonalismos!). Pero no me parece bien descubrir pólvoras allende cuando, a lo mejor, las tenemos en casa. En fin , comprendo la atracción de la metrópolis del Imperio, pero no quisiera descubrir Nueva York sin conocer antes Santiago de Compostela, por ejemplo. Y no me refiero a la visita turística, sino al fondo cultural.

También habría que hablar de la función social y cultural que cumplieron y cumplen los escritores a lo largo de la historia. Sería inconcebible el avance de la humanidad sin los libros, sin las ideas. En el caso concreto de Galicia, seguramente no existiría como enfidad propia si le suprimimos la literatura. Y esto ' es ignorado por los que se instalan

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en el poder. Mientras tanto las/los escritores gallegos ViVimos de prestado. Escribimos por amor. Vivimo de otros esfuerzos. Y esto, supongo, que es extrapolable. Sin embargo, vivir del trabajo, del ansia y del esfuerzo personal es algo que necesita y dignifica al ser humano. Las/los escritores no somos dioses, ni bohemios, ni pedigüeños, ni excéntricos, ni nada de eso. Tampoco nos visitan las Musas (helás). Somos gente que se esfuerza día a día sin salario. Somos las amas de casa de la cultura. ¿CUándo se va a hablar de este tema? Me gustaría que se debatiera y se buscara una explicación a la mayor incongruen­cia: que los escritores no podan vivir do seu traballo. En primer lugar, nosotros.

RAMON REIG

De todas formas, si es cierto que mi Seguridad Social está cubierta por mi dedicación profesional es igualmente cierto que esta dedicación, este «deber estar pegado al puesto de trabajo» imposibilita o dificulta gravemente mi tarea intelectual tanto de estudio como de creación lírica o, en su caso, cuando llegue narrativa. Y la imposibilita o dificulta incluso hasta si uno desea escribir no un libro de poemas, una novela o un ensayo sobre la cría de garrapatas en la tribu de los l"Iam l"Iam, sino un trabajo-ensayo de investigación o una tesis doctoral sobre el tema en el que uno está trabajando todos los días y te permite acceder al «funesto derecho del yantan>: la Comunicación en mi caso concreto.

De manera que estimo necesario la toma de una serie de medidas administrativas que permitan a las empresas «dejarnos de cuando en vez en libertad», a gastos pagados, una especie de excedencia creativa o científica, para que, ya que, salvo excepciones, parece una quimera vivir de la pluma y mucho menos de la creación lírica o del ensayo de investigación, al menos gocemos de cierta «permisibilidad» (no digo privilegios puesto que uno va a trabajar «en otra cosa», como dice Leopoldo de Luis), en vista que somos esos «bichos extraños», esos «marginados ilustrados», que nos da de pronto por usar la cabeza o, mejor dicho, por fijar sobre un papel o sobre el PC lo que uno llevaba en la sesera desde hace no sé cuanto tiempo.

Ya sé que existen ayudas a la creación, becas y demás fanfarrias . Pero eso, al margen de que su concesión está rodeada de un estimable hermetismo y uno no sabe nunca lo que se cuece detrás de una comisión ministerial, aunque imaginarse pueda, es que ade­más no da para comer ni para vestir ni para pagar el piso, comprar papel, cinta paTa la máquina o diskettes para el PC ni, si me apuras, leche en polvo o dodotis para el bebé.

De manera que, mi caso concreto, mi petición es clara: subvención especial a la empresa que los «pringa os» de tumo que además le damos al Bic podamos «abrirnos» una temporada para trabajar en otro menester; excedencias especiales por asuntos intelec­tuales, de creación o científicos, con cargo a las empresas o al Estado, como si de una comisión de servicio especial se tratara.

IGNASI RIERA

Mi situación es ésta: hasta el 92, seré diputado en el Parlament de Catalunya. En el ínterim, vivo de muchas colaboraciones en las radios y en la prensa escrita local. Vivo agobiado pero bien. Y sin quejas en 10 económico. (Con varios problemas añadidos: en las colaboraciones te descuentan sólo un 10 por 100 y es tarea difícil de negar ante Hacienda; es un trabajo siempre efímero, sin garantía alguna de continuidad: cobras a tanto la «pieza» y basta; es un trabajo que no genera futuros derechos de autor. Resulta difícil rechazar ofertas porque siempre crees que no está el horno para bollos, los más jóvenes aprietan ... Y nadie sabe lo que durarás).

Creo, Andrés, que sigue siendo problemático el tema del control efectivo de las edi­ciones o <<tiradas». Tengo un libro juvenil en Empuries que dirige Xavier Fo1ch, amigo

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ENCUESTA 107

personal. Han reeditado el libro ... y apesar de todo sólo me han liquidado 500 ejemplares. ¡Ya sé que podría empezar a exigir albaranes, revisiones de almacén y un largo etcétera! Pero así la cosa no funciona.

Otro tema polémico: el de las concentraciones editoriales como elemento generador de «desnacionalización literaria». Sin saberlo, todo nos empuja a trabajar para multinacionales de la edición, con un tipo de «productos» homologables, vendibles, exportables. La pérdida de las editoriales pequeñas y medianas favorece a algunos (¡muy pocos!) de los ya consagrados pero deja en la cuneta al resto.

Escribir en catalán no es problemático. Creo incluso que es más fácil editar en catalán que en castellano. Sin embargo, sigue siendo cierto que la actitud de la administra­ción central debería ser más plural a la hora de recordar que lo nuestro, en la bendita maldita piel de toro, es un mosaico de culturas.

ROSA ROMA

Los temas están bien . El fondo de ayuda para escritores necesitados como «última solución», cuando no ha logrado alcanzar lo que todo profesional debiera conseguir: vivir en la vejez de los intereses del trabajo realizado a 10 largo de su vida. Por eso creo que este punto es el que más urge resolver. No hay que plantear la ayuda al escritor como «auxilio social». Si un escritor deja de escribir, pero cuenta con una obra consistente, debería «continuar» con la reedición de sus libros.

Fundamental me parece que es potenciar al libro, no a la persona del escritor, sino al libro en general. Facilitar conferencias, colaboraciones, todo lo que sirve para propagar el hecho literario. Creo que la A. C. E. debería intervenir programando actos, ciclos que fortalecieran la presencia del libro frente a la imagen. Es necesaTio informar al público, que no se limite a comprar lo último, que conozca lo que se escribía hace diez, veinte, treinta años, que sepa el porqué, el cómo. La Feria del Libro debería tener más naves con vídeos que aportaran datos sobre distintos géneros y épocas. Tal vez podría dedicarse un día a la poesía, otro al cuento, ot(o a biografías, otro a las novelas, entrando en su gran variedad. etc. Pero es importante que no tenga carácter didáctico, sino informativo. Deberá ser breve, ameno. Incitar a la lectura como un «esfuérzate, busca, la satisfacción que a la larga produce la lectura es maYof» . La lectura permite conocer otras vivencias, otros mundos.

Por otra parte, escribir es una profesión tan digna como cualquier otra, no es una afición ni una casualidad y es legítimo ambicionar esa continuidad necesaria para no tener una vejez mísera y rodeada de olvido. Subvencionar colecciones que dieran a conocer a la juventud los autores de años cincuenta y sesenta, distribuir en bibliotecas de ins­titutos libros que siendo de calidad no encuentran mercado, etc. Lo de las casas de escritores me parece bien, pero dando preferencia a aquellos que vengan a España a realizar un estudio o intercambio que nos reporte algún beneficio. Hay que hacer que los extranjeros se interesen por nuestra literatura y costearles una estancia aquí podría servir para estimularlo.

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108 ENCUESTA

FANNY RUBIO

MECENAS

En una sociedad como ésta, lo normal es no escribir poemas. En una sociedad que desama los libros (no hay más que ver las estadísticas de lectura, y eso que en los diez años últimos se ha duplicado el número de bibliotecas), los escritores que no ejercen más empleo que el de tejer en soledad su tela de palabras se tienen que agarrar al premio o a la columna o al mecenazgo conyugal si quieren poner minas al lápiz y tomar por la noche media copa o café. Un poeta puede quedarse sin comer o sin comprarse un abrigo, pero jamás dejará de llevar un lápiz presto en el bolsillo y media taza encima.

Ahora, incluso, ya no quedan mecenas de aquellos de los tiempos del duque de Béjar !el dedicado por Cervantes) que se conformaba con la dedicatoria, pues, cuando llama alguien con cuerpo de mecenas a tu teléfono o bien te pide aparecer en el librito con el brillo que el mecenas quisiera y no interesa, o simplemente el poeta se olvida del beneficio de su estómago y le arma al mecenas la de Guernica porque, de pronto, un día piensa que no hay oro en el mundo que pague su soneto (le sale el aristócrata del verbo al muy Luzbel), le mete marcha al tono y ya ni el poeta se controla ni su palabra (que es, en último extremo, la única razón por la que vive) para de volar. y cuando pasa esto, los mecenas y los vecinos y las familias se tienen que apartar. Reina el poema.

El mecenas de oro lo tiene que entender, llámese Estado, empresa, ministerio o cónyuge. Pues existe un momento en la vida del poeta «mantenido» en el que teme convertirse en vividor, o en traficante de su obra, o en censor de sí mismo, o en funcionario de la casa, en un papel impuesto que acaba estando al alcance de cualquiera. Y él, que es escritor de domingo con conciencia de lunes (Gil de Biedma dixit) , es capaz (ojo a Gabriel Celaya) de abandonar de joven un consejo de administración para irse de viaje de novios con Walt Whitman y Amparo. El caso es que esta historia sólo la entienden los poetas, los que viven en la casa de la palabra para uso y disfrute de quien mira la página, los cuentafrases que sólo pueden aceptar, sin sentirse humillados, el mecenazgo del lector, y, si éste falla , sólo el de los suyos.

Por su parte, si el Estado se siente mecenas, que haga sus campañas de lectura, cree lectores, redes bibliotecarias, premios y saraos, pero no se plantee por sistema dar de comer al pluma, porque el Estado no es fonda , sino legislador, y debería obligar al editor a crear un fondo de asistencia vital al escritor con los beneficios de las ventas de clásicos que no generan derechos de autor. En tanto eso no ocurre, cualquier medida que se tome -los casos Celaya-Grosso han contribuido a sacar a la luz el problema y quién sabe si también a comenzar el debate que lo resuelva definitivamente- puede ser interpretada como caridad. Por el momento, no hay más oferta que la que hemos visto, y ésa es mejor que nada. Pero sería deseable que esa falta económica la cubrieran señores como Don Quijote y don Luis de Góngora, que vivieron del mismo sueño de palabras. Bien orgullosos nos sentiríamos todos, incluidos nuestros clásicos, incluido nuestro profético Gabriel, que a ver si vive mucho para verlo.

(Tomado de «Diario 16»)

JAVIER SANCHEZ MENENDEZ

Yo aún soy muy joven, me dedico a dar clases y a escribir. Estos temas para mi son muy candentes, la juventud no importa en estos asuntos.

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ENCUESTA 109

VICfORIA SAU SANCHEZ

1.0 ¿Por qué hemos de pagar toda la cuota de la Seguridad Social los/as escritores/as .que la pagamos también por tener un empleo, y no sólo la parte correspondiente a jubilación como sucedía antes? Personalmente pago esta cuota duplicada, que considero un exfolio, para no perder los derechos adquiridos y teniendo en cuenta mi edad.

2.° Debería quedar reflejado en alguna parte que el/la escritor/a podrá seguir escri­'biendo y publicando después de su jubilación, si tiene capacidad para ello, dado que ·esta «profesión» no nos da, a la mayoría, para vivir; pero de la cual no queremos des­cansar en cambio.

Que éstos y los otros temas 6ean tenidos en consideración por parte de los Ministerios .competentes en ello.

;LUIS ENRIQUE SORRIBES PERIS

La proximidad de los ámbitos social y laboral dan lugar, con frecuencia, a conceptos con­fusos posiblemente derivados de la asimilación por el idioma de sistemas y terminología foráneos. Se producen algunos planteamientos buscando solución en campos donde no son rigurosamente idóneos.

Se reitera que los escritores de libros, al menos en parte importante, se hallan lesionados económicamente durante su período vital de trabajo y en especial en la vejez. En este Congreso se hace referencia reiterada a modelos de los países nórdicos donde el trato y asistencia del escritor de libros supera en su bondad al conocido tradicionalmente en ~paña.

El libro es resultado del binomio, escritor o creador y empresa editorial. Una y otra vez se repite la historia social del patrono omnipotente y del solitario trabajador, donde las condiciones las impone el más fuerte. El escritor se encuentra solo porque en ese momento no existe organización alguna que le respalde para negociar.

Esta situación podría superarse socialmente contemplando el modelo alemán. Después ,de la segunda guerra mundial Alemania implantó el derecho de cogestión de los traba­jadores en la empresa. Este derecho no es aplicable a un solo escritor pero sí para el

.sindicato o asociación de escritores. En las empresas editoriales alemanas -como en todas las demás grandes empresas- existe una representación en los trabajadores en el Consejo de Vigilancia (Aufsichtsrat) (semejante al Consejo de Administración español con alguna variante). Como el escritor no es un trabajador fijo en la empresa, salvo ex­

.cepciones, delega en el sindicato o asociación su representación. La asociación nombra

.su representante escritor en el Consejo de Administración de la empresa editorial. Su misión es velar por los intereses que representa: al escritor que trabaje para la empresa.

La movilidad de los escritores en la empresa editora puede ser grande. Por esto la representación permanente de la asociación de escritores o sindicato en el Consejo de

,administración es necesaria porque la empresa tiene actividad editorial con uno o varios -escritores permanentemente, quienes se dirigirán, para defender su propio interés, al re­'presentante escritor de la asociación o sindicatos de escritores en el seno del Consejo ,.de administración. Esto evita la explotación del escritor quien contara con el apoyo de ·su colega representante obteniendo mejores resultados que en solitario frente a la gran empresa editorial.

El resultado de este sistema ha sido satisfactorio en Alemania, perfeccionado a lo 'largo de los últimos 30 años. Se ha logrado así un paso importante en lo que allí se conoce .como Democracia económica.

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110 ENCUESTA

CORIN TELLADO

-Durante cuarenta y cuatro años llevo en la misma profesión, escribiendo todos los días, excepto los domingos, y no veo que la situación del escritor sea mejor que cuando me inicié, en el año 46, por razones obvias. La Ley de Propiedad Intelectual ha variado según documentos, reuniones de editores-escritores, pero la situación sigue siendo la misma, en razón al favoritismo del editor, que es quien controla las tiradas, ejemplares vendidos y demás situaciones lucrativas, sin que el autor tenga apenas voz ni voto en la cuestión. Esto es lo que ocurre en literatura popular.

-¿Qué le parecen los temas a desarrollar y cómo piensa deberían ser abordados? -Dado que la literatura no suele enriquecer al autor, estimo que la nueva Ley debiera

de ser ajustada por personas ponderadas y autorizadas en estas cuestiones, como es en este caso la Asociación Colegial de Escritores de España, de forma que el editor res­pondiera y respetara las leyes según acuerdos.

-¿Qué otras soluciones aporta desde su punto de vista como fundamentales para re­solver este problema?

-Primero, hacer cumplir la Ley. Segundo, un reajuste de la jubilación para el autor que ha trabajado toda su vida y, al retiro, carece de medios para hacer frente a las necesidades más perentorias. Casos lamentables y reales los tenemos a la vista. Pagamos obligatoriamente durante años, y a la hora de la jubilación cuando más se necesita una vida cómoda, recibimos unas prestaciones muy bajas. Sugiero también una residencia para estos autores que han dejado la vida en su camino, nunca demasiado brillante, con el fin de obtener una existencia tranquila, aunque dicha residencia fuera costeada con cuotas asignadas al efecto por autores en pleno rendimiento. Las prestaciones por jubilación de la Seguridad Social /ion francamente bajas, y los que llegan en esta época a una edad de 63 años ya no tienen opción a un replanteamiento con referencia a cuotas pagadas de su bolsillo, porque la edad no lo permite, lo que obliga a ajustarse a una cantidad que, en ocasiones, no llega para el pago del alquiler de una vivienda digna, suponiendo que no haya podido conseguir una en propiedad. Pienso que el autor español es el más desprotegido en todas estas cuestiones y muchas otras que son obvias para todos.

FEDERICO TORRES YAGüES

Tengo publicados cerca de 300 libros : la mitad de literatura infantH y la otra mitad de poesía, ensayos biografías, etc. He sido, como todos suficientemente explotado y recibo como jubilaciones, una limitada cantidad por mis trabajos y editoriales y poco más de diecisiete mil, por ser escritor, y ello por los desvelos del llorado Angel M.' de Lera.

Como en España suele haber dinero para muchas cosas, excepto para los escritores, h · única solución que yo veo sería si pudiésemos obtener el tanto por ciento de autor ·de todos aquellos escritores que al medio siglo de su muerte lo han perdido. De ello se aprovechan los editores y los escritores, nada de nada .

. JUAN VAN-HALEN ACEDO

ASUNTO: Pregunta sobre normativa del Gobierno respecto a la difícil situación que se les plantea a los creadores culturales cuando llegan a la vejez.

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ENCUESTA 111

«La Seguridad Social en su configuración actual es un Sistema de previsión social pública, en el que la inclusión de los colectivos viene determinada por el ejercicio de una actividad, como medio fundamental de vida y con dedicación habitual, produciéndose dicha incorporación a través de los diferentes Regímenes que conforman el Sistema de Seguridad Social.

Bajo esta premisa, los denominados "creadores culturales" están incorporados a la Seguridad Social, bien en el Régimen General ~uando realizan su actividad por cuenta ajena- (y un ejemplo de ello es el de los músicos profesionales), bien en el Régimen de Autónomos ~uando realizan la actividad de forma independiente- (caso de los escritores de libros).

La incorporación al Sistema de Seguridad Social produce el otorgamiento de los beneficios que el mismo concede y, en contrapartida, es exigible una cotización, de cuya cuantía y duración depende posteriormente el nivel de la protección, en particular de las pensiones.

Por tanto, desde una visión general del problema los artistas o escritores de libros están sujetos al esquema general de protección de la Seguridad Social.

Lo que sería cuestionable es que, en una modalidad contributiva de la protección, se dispensase ésta sin tener en cuenta el nivel y duración de las cotizaciones, puesto que tal situación, aparte de ir en contra de los principios en que se basa la Seguridad Social, implicaría dar un tratamiento singular a un colectivo, frente a lo que sucede con el resto de cotizan tes.

Lo anterior no impide, sino que es complementario, la opción de medidas que tiendan a establecer modalidades no contributivas de la protección, en beneficio de colectivos que, por las causas que sean, no han podido cotizar y no tengan un nivel de recursos económicos suficientes. A esta finalidad responde el Proyecto de Ley por el que se esta­blecen en la Seguridad Social prestaciones no contributivas, remitido por el Gobierno al Congreso de los Diputados, y, en la actualidad, en fase de tramitación ante las Cámaras Legislativas.»

ANTONIO VERA RAMIREZ

Por el momento he obtenido ya una reparación parcial del error, pero, para mi sorpresa, resulta que entre el 12·3-56 y el 12-8-57 mi cotización está en blanco. Este período corresponde al de mi servicio militar. Me he interesado por el asunto, y me han dicho que existe una «ley» en ese sentido: quiere decirse, si yo he entendido bien, en el sentido de que la patria, representada en este caso concreto por el Ejército, NO PAGA O CUANDO MENOS ASUME LA SEGURIDAD SOCIAL DE SU PERSONAL. O sea que como empleado de banca que fui en aquella época tengo derecho a Seguridad Social, pero como soldado -es decir, de servidor de la patria hasta la muerte si es necesario-, que también fui , no tengo ese derecho.

Agradecería que expusierais el tema a ver si alguien nos da una respuesta que con­venza a nuestra razón de que es «legal» que servir obligatoriamente a la patria año y medio nos prive luego de ese mismo lapso de tiempo en el cómputo de cotizaciones para determinar nuestros derechos a la hora de la jubilación. Vamos, como si no hubiéramos hecho nada, o como si no hubiéramos existido. Y que conste: dada mi antigüedad laboral el asunto no va a afectarme personalmente en lo económico ... , pero opino que es inad­misible en lo racional y por completo desmoralizador.

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112 ENCUESTA

JAVIER P. VILLAR

Cada día proliferan más estos Premios y los Concursos. Magnífico; ahora bien junto a premios de reconocido prestigio: Cervantes, Príncipe de Asturias, el de Crítica, .Nada!... existen una serie de concursos, convocados por Ayuntamientos, Fundaciones, Cajas de Ahorro y todo tipo de Entidades que exigen de los concursantes el total sometimiento a unas drásticas bases: 3-4 ejemplares cosidos o encuadernados, un número mínimo/máximo de folios mecanografiados ... mientras los promotores se abstienen de toda responsabilidad en la devolución de los ejemplares y lo que es más grave, en la adjudicación de los mismos déjando a los participántes, únicos protagonistas del Concurso, ignorantes de los criterios, jurados y demás mecanismos de adjudicación. Ante ello sugiero:

a) que en todo Premio y/o Concurso se establezca, junto al Premio unas ayudas económicas a los participantes para que éstos al menos compensen el coste (mecanografiado, fotocopias y edición) cada día más elevado de sus obras.

b) que la Asociación mantenga un cierto control sobre las asistencia y autoridad de los Jurados de adjudicación -por ejemplo reclamando la Secretaría de los mismos-, como garantía de respeto, por parte de los convocantes, de esas normas; una especie de Control de Calidad que garantice la solvencia del Concurso.

Derechos de explotación

Estudiar una Propuesta para que la Asociación (a imagen y semejanza de la S. G. A. E.) gestione directamente con Editores y Directores de Medios de Comunicación el pago de los derechos de autor de los escritores liquidando luego ella a los escritores o derechoha­bientes.

Solicitar que toda Obra escrita, incluso las que han pasado a ser de Dominio Público, 'devengue derechos de autor y que la Asociación financie sus actividades con este tanto por ciento que ahora sólo benficia a los Editores.

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OTRAS OPINIONES SOBRE EL "TEMA

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ANGEL CARLOS DE LER A

Mi querido amigo:

Me di r:i jo a ti en tu calidad de Secre­tario de 1a A. C. E. y porque, como bien sabes, el hecho de ser el hijo de Angel M.a de Lera -pa1adí'n en "la lucha por vuestros derex:hos- siempre me ha sen­sibi,lizado y a favor de Jos escritores con respecto al tema, sobre todo, del Domi­nio púbEco.

Repasando la historia de la legislación pertinente para elaborar un trabajo pe­riodístico, he llegado a unas conolus:ones las cuales, obviamente, implican un mo­dus operand:i expuesto a conl'inuación, por si desearais haoerlo vuestro.

El recorte que ,la Ley de Propiedad In­telectual de 1987 realiza sobre el derecho post-mortem, tipificado en la Ley de 1874, a los posibles beneficios de la obra de un autor (de 80 a 60 años como bien tú sabes), signif'ica, a mi juicio, una aberra­ción ya que no ex ~ste contrapartida con­sensuada que pueda justificar, técnica 'e ideológicamente, ya no só:lo dicho recorte sino la existencia de esa 'interrupción de derechos sucesorios, adquir~dos por la mera pub1:icac ión de un ,libro.

Estirro, 'ins':sto, sin profundizar en un ámbito legail, que ello entra en una olara conflagrac~ ón con la Declaración de De­rechos Humanos. Por ello, te sugiero a mi humilde entender, poner, basándose

en el punto expuesto y en que. aunque se reconozca eso no derecho. Ja nueva Ley española deroga a una anterior Oa de 1874) basá'Ddose en una más moderna de corte europeo (la del Congreso de D:::rna, 1894) pero más retrógrada o re­presiva, una denuncia ante el Parlamento Buropeo por a,tentado contra los Derechos Helmanos pidiendo la pronunciación de ,:I:,ho organismo en ambos puntos.

Por un lado, esto sería un nuevo ins­trum_nto para :la negociación de esa nue­va Ley dell Libro la cual, ¡ojalá!, colme las aspiraciones de aquellos autores toda-o vía presentes entre nosotros. Por otrÜl' lado, si el Par.lamento Europeo o Con­greso de Europa se s'ignif'icara pos'iviva- . mente en uno de ambos puntos, se ha- o bría logrado una de esas grandes victorias : que tanto dignifican a Hombres y Esta..-­dos; atrévome a recorda r que dentro efe: dos años, esta c~udad y esté país serán eI1 objeto de atención de la cultura europea, lo cual1 puede favorecer esta aspiraoión.

Te hago llegar, solidar.iamente con los míos, las gracias por la emoción' provo­cada por vuestras continuas .. ailusiopes a mi padre que os y nos inspira.

Con el ruego de que hagáis vuestra esta propuesta mía, recibe un ca,luroso abra­

zo de,

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FRANCISCO BONAL GARCtA

Aproximación al estatus social del escritor en la provincia (en el campo)

M E he preguntado a mí mismo cuál es mi estatuto social com~ escri tor y la. respuesta es: nlOguno; no eXiste un es­

tatus de «escri tor» en .la pirámide social en la que estoy inserto al que acogerme.

Estoy fuera, a da jnterperie, las esta­ciones del año se suceden y yo permanez­co, árbol desnudo.

Me sigo preguntado si he consegu.ido, como escritor, desarrollar (o 1ntentarilo al menos) la cUlltura de -la llanada manche­ga donde v'ivo como obrero, y desde ésta mi si,tuación escribo (¿qué otra cosa po­dría?).

PROFESIONALES SIN PROFESIÓN

La paradoja que consiste en que unos profesionales (la coleg,ialidad, al igua1 que abogados o médjcos, sería su expre­sión organizativa) no puedan vivir de su profesión salIvo casos contados, es la pri­mera dificultad con que nos encontramos al intentar definir el estatus socia.} del escritor.

ESCRITORES EN LA CAPITAL, ESCRITORES EN

LA PROVINCIA

Una división capital de los escritores españoles pasa por su localización geo­gráfica (sin contar 'los casos en que aún habitando en provJncias se haga v~da so­cial en .la capital). En ~as capita1les están ias edi.toriales (empresas a nas que hay que procurar vender el fruto de nuestro trabajo), y están Jos decisivos medios de comunicación, que puede.n darnos la pu­blic idad sufioiente (el buen paño en el

Si te dan papel pautado, escribe por el otro lado. (Atribuido porRay Bradbury a .Juan Ramón .Jiménez.)

arca no se vende) para vender a'¡ editor nuestros d,ibros.

Sin embargo ·e,¡l escritor que vive en la provincia (en el campo), no tiene edi­toriales (negocio burgués deJl burgo), y no tiene otro remedio que o bi·en confor­marse con ser un escritor inéd~to y en seguida ex-escritor, o bien dedicarse al peregrinaje y rul toque de puertas para ver si encuentra quién le compre.

Que la posibil,idad de ser escritor 10 da la ciudad en contraposición al campo, a la provinC'ia, es una verdad que merece repeti rse.

EL ESCRITOR PROVINCIANO

En las capita1les hay de todo, existe una extensa división del trabajo, nadie se ex­traña de esta profesión entrecomillada, ya que la misma persona suele ser además abogado, enseñante y alguna vez cartero, digamos que es un título agregado que no prod uce dolores de cabeza a nadie.

No PASA LO MISMO EN LA PROVINCIA

En una capital de provincia o pueblo la pirámide social es puntiaguda pero ba­ji,ta y los pocos que pueden escribi·r en el periód'ico '¡ocall es·tán señalados casi des­de la cuna. Entiéndase que habllo de co­laboraoiones pagadas y regularmente ejer­cida. Las «Cartas al director» y ~as «Tri­bunas libres» son otra cosa muy menor.

REPITO: NO HAY EDITORIALES

La publicación de ·libros es sueño de gitano, aunque de cuando en cuando apa-

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118 FRANCISCO BaNAL GARCtA

rece alguno pagado por el bolsillo de su autor y que desaparece inmediatamente tragado por la indiferencia.

A pesar de da autoedición 'los únicos «escri tares» que figuran en la provi'ncia son unos pocos mi'embros «,leídos» de los tenientes de la tierra en ~l Jugar o sus asesores de abolengo, realmente son co­lumn¡stas y su función social es más la de ideólogos de andar por casa e ig.le­sia, que la de escritores (aunque pasan por ello) .

Ca TRlBUCIóN A LA CULTURA

Basta mirar das tarjetas de lectura de la Biblio teca Pública de mi aocalidad para darse cuenta de que Jos números de carnet son cada año más altos y que los números bajos desaparecen de las tarje­tas que registran la :lectura, nuestro po­sible 'lector se escapá con 1a edad, al] cum­plir años se a:Jeja de los libros, de todos los libros.

U n escritor, varios escri,tores coterrá­neos ejercen una funoión de ejemplo de que los l,ibros los escriben personas que viven a tu lado, de ejemplo de que es pos :cile escribir.

Un escritor pu .::de ayudar a sus conoiu­dadanos sólo con su presencia, como ca­talizador de aspi raciones legítimas.

EL QUE ESCRIBE EN LA PROVINCIA

Después de .]a etapa de peregrinaje en busca de una ed-itoria'l, cargando siempre con la primera novela, la primera obra de teatro o las cuarenta mejores poesías de la lengua (que uno mismo ha escrito), y si no se abdica después de 110s desenga­ños, burlas y tropiezos varios, uno se en­cierra y escr,ibe. Simplemente escribe, folio tras fol,io.

Todos 10s días de la semana, mes tras mes. Porque .]0 que debe hacer un escri,tor (con reconocimj'ento o sin él), es escribir.

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J O S~ GERARD O MANRIQUE DE LARA

LA Asooiación de Escritores y Ar­Tistas Españoles se ha :interesado vivamente por el desar,rollo de las jornadas del IV Congreso de

Escr.itores organizado por ]a A. C. E . con la colaboración de ila Dirección General del Libro y B~hliotecas de!l Ministerio de CuU<tura.

Las tareas del Congreso han 'sido fruc­tíferas y sobre todo esperanzadoras por el apoyo que cabe obtener del Ministerio de Oultura a juzgar por ,las palabras de Juan Manuel Velasco Rami. Por todo ello felicitamos al Presidente Raúl Gue­rra Garrido, all Secretario GeneraJ Andrés SOTel y aJl resto de nos directivos de Ja A. C. E. ResuUta evidente el interés sooiaJ y profesionall de la,s propuestas incluidas en la agenda del Congreso, así como el éxi,to cooperativo de sus ,t,res jornadas consecutivas.

La Directiva de Ja A. E. A. E. designó en su día, como «miembros observadores» en cl IV Congreso, a Leopoldo de Luis, vocaJl directivo, y aa Secreta'riO Genefa<l autor de este informe, con ,la intención de aportar una presenoia neutral y obje­tiva que elaborase un esoritto reflejando los resu~tados congresurules que Jógica­mente habían de afectar al calectivo de nuestra Insti,tución. Lamentablemente Leop(j}do de Luis, por haber suf'nido un accidente de tráf.ico, afortunadamente sin mayores consecuencias, no pudo aS'istir a ITas J omadas.

Expuesto 110 que antecede y entendien­do esta comunicación como re:lllexión g,lo­ba'} ante el desarrollo del Congreso, me propongo ceñ'irme en adelante, de Ha ma­nera más pragmática posible, a la con­sideración de Jos plJil1Jtos clave que a mi jwoio suscitan una mayor atención, aco­tando una serie de enunoiados que, por su importancia e in.terés, responden a ar­gumentos de positiva iinfJuencia en na e1a­boraciÓ'il de nas «conolusiones».

l. Problemática y peculiaridades del colectivo de escritores.-La pr,imera pe­cU!iiaridad podríamos afirmar que consis­te en Ja insoJoidaridad de sus miembros. Bl esoritor ti,ende al indiv.iduaJismo y su tarea a veoes con91.ste básicamente en huir de todo gregarismo. Por eso foue tan difícill mentalizar aJ «grerrno» sobre Jas ventajas de conseguir un asociacionismo profesionaJl que ga,rantizase su propia superVlivenoia y al mismo tiempo obtu­v,iese na consideración sociaJl que el esori­tor merece como fautor permanente de los rasgos culturaJes del país, la región o 'la comunidad .

Para ,la puesta en práctica de ese aso­ciacionismo, aJ que tienen derecho [os demás estratos de Ila sociedad 91.n ma­yores problemas de normalizaoión, se ha­cía necesario :

a) Determinar la profesionaU'¡dad de ¡os miembros delcoJectivo de esorj,tores.

b) Homologar sus actividades respec­to a la estimación soaiail con arregilo a un procedimien'to comparallivo.

c) Contemplar ~as implicaciones de ia profesión del esoriltor con otras profesio­nes socia:les como son Ua docencia, la po­JLtica, el arte, el per~odismo, el turismo, la medicina, la religión, etc.

En ouanto al] aprurtado a), Ja determi­nación de Ja profesiona,lidad correspon­dería a las asociaciones profesionales cu­yos órganos directivos tienen establecida una normativa idónea para la admisión de socios en su colectivo y, por supuesto, resultaría adecuada 1a caJljf,jcación que emanase a estos efectos de .la Asociación CoJegial de Escrultores ya que en el mis­mo enunciado de su razón social se de­termina el rango de su colegialidad.

Respecto aJ >apartado b), Ja homologa­ción de Ua profesión del escritor, en su conceptuación más genéruca, podría ha­cerse, por procedimiento compa,rativo, con las profesiones l1iberailes de mayor

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tradición iliteraria, es decir, con ~as lla­madas «profesiones d~berailes», cirounstan­cia que impide desde su raíz entender dicha profesión con un carácter de ac­j)ividad sala<r,ia1. Esta cilrcunstancia le conf.iere de faoto la necesidad de reou­rrir, en cuanto a Ja Seguridad Socia·l se refiere, al régimen de profeSliones autó­nomas, es decir, no benefü.ciarias dell sin­cretismo económ~co de Ilas empresas que contribuyen con ooa mayor pa·rte aJas cotiZ'aciones del régimen de Seguridad Sooia.J.

En [o que se refiere a1 apartado c), una de ,las pecullia.ridades que con mayor evi­dencia se con&tata en 'los autores de N­bros es, la de tener una pa,raJcla profe­siona1idad extra.jliteraria. Esto hace que posean un -régimen de Segupidad Sociad atendido por Ja naturaJeza de sus respec­tivas profesiones en Ja docencia, ila poaí­tica, e:l arte, etc. y que sus derechos como profesiona'les de la pluma limpJiquen la necesidad de cotizar también como autó­nomos sobre una base impositiva del 50 por 100.

2. Planteamiento del régimen de Se­guridad Social.-Expuestas das pecuiliiari­dades antes citadas, nos enfrentamos -en el caso del escDitor que no depende de ninguna otra profesión adjetiva- con la necesidad de atender a unas cuotas ex­ce&ivamente costosas si se tienen en cuen­ta ~os modestos ,ingresos que, a menudo, percibe la generaJ.idad de los autores de IJibros. A.!l no tener un respaldo patronal paTa compensar 1a base de sus cotiza­ciones, se impone 1a creaoión de 'Un fon­do compensatorio de pensiones que po­dría obtenerse con un porcentaje a de­traer de Jos bienes d61 Dominio Público, es decir, de aquellos derechos que ge­nerrun las obras ,]iterar.ias cuya fecha de pub'licación excede de 10s setenta años que determina ,la nueva Ley de Propie­dad Inteleotual.

A tal efecto, el autor de este informe propuso la creación de una comisión mixta para la elaboración del estatuto proíiesional del escritor y el estableci­miento del fondo de compensaci'ón de

pensiones. En esa comisión deberían es­tar representados dos siguientes seotores:

a) Autores de Jibros represen'tados por miembros asociativos profesionales.

b) Editores de obras del Domi·nio Público.

c) Miembros jurídicos y técnicos de los ministerios de Cultura y de Til'abajo y Seguridad Social!.

La comisión, una vez conoluidas sus tareas y obtenidos ~os couespond-ientes ac ue·rd os, eleva·ría una propuesta con­junta a Ja correspondiente comisión par­JamentaDia para que ésta a su vez deter­minase 61 coeficiente del Dom~ nio Púb:li­co que pudiera resuLtar exigible para posteriormente ser inoluida en ~a Ley del Libro o en el r.eglamento que se apruebe para su ap¡'icaoión.

3. Objetivos sociales del asociacionis­mo profeSional.-Previamente al estable­cimiento final de estos objdivos, podría contemplarse Ja reins-tauración de la an­tigua Secoión de PubJ.icaciones de la So­oiedrud Generall de Autor·es de España (S. G. A. E.) con objeto de canaliza,r los actos contractuaoles que 10s autores de dibros quieran ce1ebrar con ed~'toras co­merciaJles_

Podría entenderse que el esoritor i}~bre no asocirudo puede llevar a cabo sus pac­tos editorjaJes ad Jibitum, pero cualqulier otro autor asooiado que qUlÍera respa·ldar su derecho profesionrul con arreglo a io que estriotamente se dispone en la Ley de Propiedad Intel'ecturul y en la futura Ley del Libro, una vez se consag,re su texto, tendria que recumir a na S. G. A. E. para su gestión administrativa: cobro de a1nticipos a cuenta, aiquidaoión de porcen­tajes, percepción de derechos «a tanto aJzado», contra'tos de Itraducción y para todos aquellos de ,tipificaoión va'riable o de naturaJeza atípica, como arreglos, ,in­vestigación críruca o ana,lógica, prepara­ción de ediciones, etc.

De esta suepre, !las asociaoiones profe­sionaJles olásicas tendrían perfectamente delimitado e1 objeto socia,l de sus respec­tJi.vos estatutos y cl campo concreto de su activtidad:

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JOSÉ GERA~DO MANRIQUE DE LARA 121

S. G. A. E.: gestión administrativa A. C. E.: reiv-indicaciones sooialles de1

escritor A. E. A. E.: fomento y difusión de la

cuJ-tura 4. Fiscalidad.-En Ja ponencia pre­

sentada al Congreso por Rogclio Cabe­zaili, Subdirector Generall de ,la Segwidad Social, del Ministerio de Trabajo, refi­riéndose all l. V. A. y a las dedlaraciones del I. R. T. P. hahló del concepto de ({~lfre­guJa'Didad». Aunque pueda pareoer otra cosa, no implica este vocablo el ca'rácter de fraude sino que a,lude a aquellos in­gresos que obtiene el escritor de manera esporádica e jmprev-isi.Jyle, circunstancia que le obliga a dedlarar'Jos en ese capí­tu:lo de referenaia acoidental que nada tiene que ver con Jos que básicamente consti,tuyen sus ingresos reaks o efeotivos de mayor cuantía.

Convendría que esa comisión m1x'ta, que en definitiva podría nombrarse para la constitución del fondo de pensiones, se ocupase también de perfeccionar da normativa fiscal amparando a aquellos autores con modestos e irreguJa,res ingre­sos que tratados por el fisco como pro­fes,iona~'es de mayor aJIcance económico, se verían inj'ustamenue compromet-idos en una aberrante si,tuaoión ,t'ributaria.

5. Promotores del asociacionismo del gremio de escritor,es.-Sería ilIljusto que un deliberado pragmati,smo al estal)]ecer mis acotaoiones a Jos epígrafes más im­portantes y decisivos para tia profesión del escri.tor, me impidiese dedica'r unas paJabras de recuerdo a dos más antiguos propulsores de ,la defensa y tlegirtlmidad

de sus derechos. Los pdmeros fueron aquellos que conectan rustóricamente con el espíritu de 1a Asociación de Escfi.tores y Artistas Españoles tall'es como Gustavo Ado'lfo Bécquer, GarCÍa Luna y JuLio Nombela, enltre otros; StÍnesio De.lgado, por ~o que hace a -la Sociedad Genera1 de Autores y AngeJ María de Lera, Luis de Castresana y Mercedes Fórmica --en­tre otros- que cooperamos a tia funda­ción de la A. C. E., personas con las que tuve una amistad inquebrantable en Ja época más difícid y tediosa en 1a cual [as aspiraoiones profesiona.}es del escrÜor l'esUiltaban casi utópicas. ¿Cómo olvidar Ja satisfacoión que nos produjo el primer domicilio sociM de :la A. C. E. en da en­tonces calle de Generarl Mola - hoy Prín­oipe de Vergara- y 'las primeras pensio­nes otorgadas a ~os escDitores después de obtener la creación de la muuuallidad por la que sufrimos tantos desvelos y defrau­daciones?

Uno de los más efusivos defensores de dos derechos del escru,tor Guillermo Díaz­BJaja, ya no ,está entre nosotros pero sí se halla presente en nuestra memoDia.

El -tiempo nos exig,e culltiva-r nuestro espíritu de solidaridad para que nuestras viejas pretensiones sirvan para afincar Ja cultura en [as gentes de toda condición, Los creadores de esa cultura, graoias a .]a j ustioia que se ~mparta en ,tiempos ve­nideros, habJa,rán bien de sus antecesores en el gremio, dispondrán de casa y ha .. cienda y tendrán donde caerse muertos. Resucitar en Ja ,razón y la justicia cons­tituye también una glor,ia ilegítima cO'n­seguida sin «án1imo de ~ucro».

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EVARISTO ACEVEDO

Cuanto se haga en beneficio y ayuda del escritor me parece loable y siempre tendrá mi aprobación. Ahora bien: creo que los «TEMAS A DESARROLLAR» parecen fun­damenta lmente inspirados en pasados casos concretos más que en posibles situaciones colectivas futuras. Mi personal experiencia me inclina a comunica'rte que esos «TEMAS» deben ser enfocados desde la base inicial de que el escri tor no puede subsistir como tal hasta que sale del anónimo; se da a conocer; se hace «una firma». Estos implica que durante el tiempo, mayor o menor, que tarda en conseguirlo suele trabajar en aquello que considere más afín a su vocación literaria: periodista, catedrático, biblio­tecario, archivero, abogado, profesor, etc. Una vez conseguida la <<firma» en cuestión, y teniendo en cuenta que en este país es difícil , salvo excepciones, vivir de los ingresos producidos por novelas, ensayos, libros de poesías, etc., el escritor deberá calcular las posibilidades económicas que se le presentan, una vez que consiguió darse a conocer, pidiendo o no la excedencia de la prod'esión anterior, para contar siempre con una plataforma de subsistencia. Creo que Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixan­dre y un larguí imo etcétera, procedieron de la forma que te indico.

Así enfocado el asunto, el tema referente a la «SEGURIDAD SOCIAL» queda ini­cialmente resuelto al tener derecho el escritor a la misma a través de la profesión inicial que hubiera elegido antes de conseguir darse a conocer. Sólo queda mejorar esa «SEGURIDAD SOCIAL» lo cual puede hacerse a través de un «Convenio» especial con la misma como el que tiene la Asociación de la Prensa. Por lo que respecta al «CONCIERTO CON UNA EMPRESA DE SEGUROS MEDICOS y HOSPITALA­RIOS» para aquellos casos especiales que no tengan derecho a la Seguridad Social no constituye ningún problema pues a no ser que los mismos sean de edad muy avanzada, cualquiera de las sociedades existentes daría toda clase de facilidades, mediante la correspondiente aportación económica, que podría quedar reducida y mejorada a través del «Concierto» en cuestión.

Con las «PENSIONES DE JUBILACION» nos encontr·arÍamos ante un caso parecido pues el escritor tendría derecho a las mismas a través de la profesión que hubiera escogido con anterioridad a su dedicación .literaria, bien al s imultanear ambas sin nece­sidad de pedir la excedencia, bien dedicándose por completo a escribir por tener sufi­cientes rendimientos económicos. En este último caso, los «PLANES DE JUBILACION» que ofrecen las Sociedades de Seguros, Cajas de Ahorros, Bancos, etc., permiten una decorosa jubilación al llegar a la edad correspondiente, de acuerdo con las cantidades pactadas a entregar mensualmente. Lo cual no representaría ningún problema para el escritor al que sus ingresos le permiten vivir h01gadamente.

Considero este enfoque realista en orden al futuro pues creo que si realizáis una encuesta entre todos los escritores actuales, el 90 por 100 como mínimo tendrá otra profesión que seguirá desempeñando o de ,la que habrá pedido la excedencia ---tiegún el éxito y perspectivas que tenga como escritor-o En ambos casos, le son perfectamente aplicables las sugerencias que anteriormente expongo en orden a los temas «SEGURIDAD SOCIAL» y «JUBILACION».

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124 OTRAS OPINIONES SOBRE EL TEMA

Por lo que respecta a ese párrafo especial <<PENSIONES DE JUBILACION CON UN FONDO DE AYUDA PARA ESCRITORES NECESITADOS», supongo se tratará de casos muy ais lados los cuales pueden resolverse, teniendo en cuenta que la legis­lación social alcanza actualmente a todos los ciudadanos, a base de conversaciones con el Ministerio de Trabajo solicitando subsidios especiales análogos a los de'! paro y pensiones no contributivas. Aportaciones económicas que podrían ser incrementadas a través del Ministerio de Cultura exponiéndole cada caso concreto. La referencia a ,«ESCRITORES QUE VIVAN FUERA DE ESPAÑA» me extraña bastante pues con 'once años de democracia, no creo queden aún escritores exiliados a la fuerza, pues quienes ·10 estén será por su propia voluntad y caso de que algunos puedan tener dificultades económicas por causas de carácter político debido a la guerra, es al Go­bierno a quien correspondería resolver cada caso. También me extraña la referencia a los escritores «QUE NO TENGAN VIVIENDA PROPIA» pues me resisto a creer que aún existan escritores que pretendan resucitar las «Escenas de la vida bohemia» de Murger y quieran vivir dando «sablazos» y durmiendo en los andenes del «Metro» por las noches.

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MARtA EALO DE SÁ

DADA la dimensión !internaciona,l

del Colegial de Escritores de España, que tiene por su mere­cido trabajo, sepiedad y alto ni­

vel intelectual1. Me es grato proponer a los señores congresistas las siguientes cuestiones:

1.0 ¿Hay pos,ibhlidad de incluir entre nosotros a escritores hispanos?

La mayoría de los países hispanoame­ricanos tienen convenio de Seguridad So­cial, con esto conseguiríamos una apor­tación :nuestra all V Centenario y una in­tegración provechosa cultura,lmente. Con­seguido la distribución de libros en His­panoamér~ca .

2.° Proponer que en nuestra Real Aca­demia de ila Lengua eX'ista o pueda exis­tir un número proporciona'l de sillones que puedan corresopnder de hecho a ilus­tres figuras de .la JIteratura hispana.

3.° Pedir correspondientes nuestros en

Hispanoamérica y no sólo a nivel de Real Academia, sino a nuestro colegiall (espa­ñoles residentes en Hispanoamérica).

4.° Sí, Seguridad Social de los Escri­tores:

Promoción y valorización. «Cuantos más seamos, más fuertes se­

remos», de ahí mi interés por la ampllia­ción de nuestro entorno pero hay más.

¿Qué podemos ofrecer? La 'literatura es un abanico amplio de expresiones. Hay escútores narrativos, históricos, artísticos, de investigación, Jóg¡icamente todos po­seen un status formativo de med'¡ o o alto nivel académico, por consiguiente, seño­res, Ila Seguridad Social debe inoluirles en una categoría de Técnicos Informatllvos Cul,turales. Cualqu1er otra asignación es peyorativa. Urge por tanto una revisión digna y estimulante.

Señores muchas gracias.

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REPUBLICA DE LAS LETRAS ULTIMOS NUMEROS PUBLICADOS

13. Los ESCRITORES y LA LEY DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL.

14. ESCRIBIR: VOCACIÓN Y PROFESIÓN.

15. Los ESCRITORES Y LA ENSEÑANZA DE LA LITERATURA.

1. Extra. LA GUERRA CIVIL. CULTURA Y LITERATURA.

16. LA EDICIÓN EN ESPAÑA.

17. LA CRíTICA LITERARIA.

2. Ex tra. LITERATURA FINLANDESA.

18. ULTIM AS TENDENCIAS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA (1).

19. ULTIMAS TENDENCIAS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA (2) .

20. LEY DE PROPIEDAD INTELECTUAL.

21. PORTUGAL Y ESPAÑA: DOS SOCIEDADES, DOS TRANSICIONES,

DOS LITERATURAS.

22. LA SITUACIÓN DE LAS LETRAS ESPAÑOLAS : LA NOVELA. EL CUENTO.

3. Extra. LITERATURA NEERLANDESA.

23. LA SITUACIÓN DE LAS LETRAS ESPAÑOLAS: LA POEsíA. EL TEATRO.

24. MEDIO SIGLO DE LITERATURA ESPAÑOLA (1).

25. MEDIO SIGLO DE LITERATURA ESPAÑOLA (2).

4. Extra. LITERATURA SUECA.

26. 1492-1992: 500 AÑOS DE HISTORIA.

27. T RADUCCIÓN Y CREACIÓN LITERARIA.

28. P ERESTROIKA Y LITERATURA.

29. EL ESCRITOR: SU ESTATUTO SOCIAL Y SU PAPEL EN EL DESARROLLO DE LA

CULTURA.

REPUBLICA DE LAS LETRAS. A. C. E. el. Sagasta, 28, 5.°

T eléfono 446 70 47. Fax 44629 61. 28004 Madrid.

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