revista ágora digital 1 año i octubre 2013

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Revista ÁGORA DIGITAL N.1 Año I OCTUBRE 2013 Director de la revista: Fulgencio Martínez. Coordina: Pepa Muñoz. Redactores: Anna Rossell. Colaboran en este número: Isla Correyero, Juan Carlos Mestre, Jesús Munárriz, Manuel García Viñó, Francisco Javier Díez de Revenga, Manuel Martínez-Carrasco, Rosa Jimena, Maximiliano Hernández Marcos. ARTE GRAMÁTICO

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Revista literaria, de crítica y creación en español. Acoge los mejores contenidos y colaboradores de la literatura actual en español

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Page 1: Revista ágora digital 1 año i octubre 2013

Revista ÁGORA DIGITAL N.1 Año I OCTUBRE 2013

Director de la revista: Fulgencio Martínez. Coordina: Pepa Muñoz. Redactores: Anna Rossell. Colaboran en este número: Isla Correyero, Juan Carlos Mestre, Jesús Munárriz, Manuel García Viñó, Francisco Javier Díez de Revenga, Manuel Martínez-Carrasco, Rosa Jimena, Maximiliano Hernández Marcos.

ARTE GRAMÁTICO

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 1

SUMARIO

3 ACTUAL DE POESÍA ESPAÑOLA. LA ESCRITURA PLURAL ANTOLOGÍA ACTUAL DE POESÍA ESPAÑOLA 3 Isla Correyero 15 Juan Carlos Mestre

30 CO-LECCIÓN ÁGORA I textos magistrales Transmisión. Poema de Jesús Munárriz

32 ARTÍCULOS LITERARIOS 32 EN EL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE RAMÓN SIJÉ. Francisco

Javier Díez de Revenga: Ramón Sijé. TRIBUNA LIBRE. Manuel García Viñó: La corrupción sostenible.

42 DIARIO DE LA CREACIÓN. Panorama de la poesía actual en español (inéditos)

42 Dúo poético en el Bar Zalacaín. Poemas de Rosa Jimena y Manuel Martínez-Carrasco.

52 5 Poemas de Fulgencio Martínez, inéditos de “Entre la reflexión y la combustión”.

59 EL MONOGRAMÁTICO:59 DIARIO POLÍTICO Y LITERARIO DE F.M: Visita al maestro Andrés Salom.61 BIBLIOTHECA GRAMMATICA. Novela actual alemana La crítica de Anna Rossell: recensiones de “Mis años de asesino”, de

Friedrich Christian Delius, y “En tiempos de luz menguante”, de Eugen Ruge. Novedades, libros de poesía66 El cazadero de los libros, cuaderno de crítica de F.M: Sobre “La guerra de

invierno”, de Ariadna G. García, y “Atenas”, de JuanVicente Piqueras.74 Maximiliano Hernández Marcos: “El año de la lentitud”, de Fulgencio

Martínez.

Los textos publicados en Ágora son inéditos (salvo indicación expresa) y su copyright, así como el de lasilustraciones que sean originales, es propiedad de sus autores. Ágora no se responsabiliza de las opinionesexpresadas por ellos. EL TITULO, DISEÑO Y CONTENIDOS DE ESTA REVISTA ESTÁN PROTEGIDOSLEGALMENTE: LOS TEXTOS Y LAS ILUSTRACIONES ORIGINALES NO PUEDEN SERREPRODUCIDOS EN OTRO MEDIO SIN LA AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES DE LOS MISMOS.

Caesar non est supra grammaticos

EDITA: Taller de Arte Gramático

Depósito Legal: MU-0195-998 ISSN: 1575-3239

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 2

PRESENTACIÓN

Desde febrero de 2013 en que apareció el número O de ÁGORA DIGITAL ensu nueva etapa, se ha llegado recientemente al boletín 5, resumen de lopublicado en el mes de Septiembre, 2013, en el blog diario de ÁGORA. Son loscontenidos de dicho boletín los que componen este número de octubre dela revista electrónica en formato pdf; el primer número de ÁGORA DIGITALen su reinicio.

Destacamos dos nuevas entregas de la Antología actual de poesía española,con poemas de Isla Correyero y de Juan Carlos Mestre; un textomagistral para la co-lección de poemas de la revista: “Transmisión”, de JesúsMunárriz; el artículo del profesor Díez de Revenga, que recuerda la figurade Ramón Sijé, y el artículo “La corrupción sostenible”, de Manuel GarcíaViñó, el creador de La fiera literaria.

Blog de Ágora digital:

www.diariopoliticoyliterario.blogspot.com

Hemos introducido entradas directas a los contenidos de los boletines digitalesMENSUALES de la revista. Los de este número que sale en Octubre, pueden leerlos

en la entrada: Ágora DIGITAL 1 SEPTIEMBRE 2013.

Como novedad, a partir de este boletín, los contenidos del mismo se editarántambién en formato de revista en pdf, que se podrá leer gratuitamente en lared. Se publicará los meses pares (salvo Agosto); cinco números al año, quereunirán lo publicado en boletines de los meses inmediatamente anteriores.

La revista Ágora digital bimensual es la hermana menor de la revista impresasemestral ÁGORA-PAPELES DE ARTE GRAMÁTICO, fundada en febrero de1998, y que también este año inicia un nuevo ciclo. Su volumen 1, Otoño-Invierno 2013, Monográfico dedicado a la poeta Dionisia García, se encuentradisponible en librerías, y se presenta el jueves día 17, en Murcia, en el Museode Ramón Gaya.

Los contenidos publicados en ambas revistas son diferentes, aunque la revistaimpresa puede llevar en algunos números una selección de textospreviamente publicados en la versión digital.(La revista impresa la puede solicitaren cualquier librería, pidiendo que se pongan en contacto con el librero y editor DiegoMarín, de Murcia; o solicitándola a la librería virtual www.diegomarin.com, o al email denuestra revista: [email protected])

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 3

ACTUAL DE POESÍA ESPAÑOLA. LA ESCRITURA PLURAL LA ESCRITURA PLURAL

Isla Correyero. Fuente: Muestra de poesía hispanoamericana

Isla Correyero o el movimiento sin fin

ANTOLOGÍA DE POESÍA ACTUAL ESPAÑOLA.LA ESCRITURA PLURAL/12Poemas de Isla Correyero

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 4

LÍMITES

Necesitamos testimonios que enciendan en nosotros

el recuerdo de lo más profundo.

Cuando éramos niños teníamos un margen de conciencia

dedicado al Resplandor.

Podíamos ver más allá de los nombres y las cosas. Arder de

amor por los pobres y los muertos. Visitar regiones

invisibles atravesando las azules tinieblas de las

habitaciones.

Traíamos de aquellos límites –siempre frágiles– descalzos

los pies, una peligrosa tristeza y extrañas imprecisiones en

el vocabulario.

Y, cerrando los ojos, volvíamos a ver con claridad lo que

habíamos penetrado

y descansábamos, como dormidos, en el regazo de nuestra

madre

que nos creía y jugaba con nosotros, otra vez, a retirarnos

de la muerte.

Crímenes (1993)

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 5

TODOS NOSOTROS

Todos nosotros que debutamos

en la vida con una tara irremediable,

que deseábamos tanto y habíamos

obtenido tan poco, que con tan

buenas intenciones, tan mal

acabamos…Todos nosotros.

Jim Thompson

Todos nosotros.Los que nacimos rechazando la política y las leyes.Los orgullosos.Los que sabíamos que extraían de nuestra percepción la libertad.

Todos nosotros.Que crecimos en pueblos y en ciudades aún azules.Que fuimos incalculables niños instintivos y lunáticos.

Todos nosotros.Viajeros.Los que atravesamos la oscuridad del sexo y la habitamos.Los buscadores de belleza.Los que probamos las exóticas sustancias y vivimos en el cine y en la noche.

Todos nosotros.Generación, tribu, conjunto de perdedores que imaginamos que la ruina era el más alto honor.

Todos nosotros.Los desterrados ahora de aquel grupo.Los olvidados, los oscuros, los ausentes.Los abandonados y los destruidos.

Todos nosotros.Los que ya no soñamos. Los que somos compradores de todo.Los arrasados por el dinero y por las guerras.

Los que ahora somos impenetrables asesinos blancos.

Los que contemplamos la luna desde el cielo.

Crímenes (1993)

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 6

28 de septiembre de 1993

Inclino la cabeza para que nadie sepa que ya no soy humana.

Debemos pasar inadvertidos.Todos los enfermeros provenimos de una raza de autómatas.

Afuera, llueve sobre la Clínica.Un polvo pegajoso, negro y denso, cubre los coches y los impermeables.

Dentro, cada gramo de antibiótico es aplicado con indiferencia.Un buscador de oro recorre la zona de los mortuorios.

Los científicos vacían a los animales.

Ya no conozco a nadie que pueda ser humano.¡Hay tanta muerte y tanto olor a muerte!

Esta mañana han enterrado a un mono y a un hombre…

Aquí sólo existe la lluvia negra de la muerte en los pasillos.

Diario de una enfermera (1996)

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 7

Las limpiadoras

19 de Mayo de 1995

Impasible, dura, triste, preservada del desprecio,asisto a la limpieza de la habitación.

Las dos mujeres, imantadas por el ojo negrode la bolsa van echando cucharas, frascos,peladuras de fruta, pan y sombras.

Nada llama su atención. Los enfermos son otrabasura en movimiento.

¡Oh, vosotras, a quien no puede el dolor delos escombros,la picadura de la melancolía,. el tiempo de la angustia!

Salen hablando, riendo,se pierden por el pasillo de los pasos perdidos.

Han marcado la habitación con el olor boreal de la lejía.

Mi padre, paciente y distinguido, domina todoel reino de la madrugada.

Mi uniforme de enfermera le limpia el corazón.

Diario de una enfermera (1996)

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 8

Para quién escribo 10 de octubre de 1995

Mi hijo de diez años me ha preguntado para quién escribo.

Mi palabra sale de la afonía de una guardia, de un sufrimiento crónico.

Escúchame, Paolo, yo quisiera escribir para todos los que sufren en esta larga galería de la muerte.Para los que lloran por el clima y desfallecidamente caen entre las sábanas mojadas.

Para las madres que nunca acaban de perder al hijo estremecido y permanecen a su lado las horas eternas de las tinieblas.

Escribo para los ancianos sin sucesión ni campos de manzanas que llaman solitarios alos timbres temblando por su incontinencia.Para el bálsamo de su inmovilidad escribo en el lavatorio de sus heces.

Escribo, Paolo, para las alas fosfóricas de la guadaña que pasa cada noche sobre el piso noveno y deja caer su cucharón de palo para comerse al más ausente.

Para los hijos, escribo, los hijos que fuman los cigarros amargos a escondidas y lloranlágrimas nerviosas porque aún no han accedido a la soberanía de la enfermedad.Para las hermanas levísimas que besan en los labios y en los dedos la amarilla delicia de la fiebre de su hermano.

Dulce niño que no comprenderás ahora estas palabras que levanto:

Para los enfermos atados a las camas que ven las rápidas transformaciones de la luna y las tortugas.

Para las esposas continuas que sólo van a casa a lavarse el olor y la vertiginoso lucidez de los zumbidos.

Escribo, Paolo, para el amante que no podrá entrar a besar a su amado y que sufre llamándolo, sin voces: amor mío, amor mío.

Escribo, Paolo, para valorar el trabajo de las limpiadoras que renuevan el hospital y elruido de la orina.

Para los delicados y sorprendentes celadores, las voladoras cocineras, los peluqueros ágiles, los dóciles suplentes.

Para las enfermeras azules de la eternidad y sus ayudantes, los médicos humildes.

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 9

Para los estudiantes que vienen a devorar la enfermedad con su infantil y entusiasmado volumen de primero.

Para la paciencia y la misericordia escribo.

Para declarar que el olor de los medicamentos y las deyecciones percipitan las tragedias.

Para los transplantados, los locos, los quemados, los absortos en el estrabismo de la muerte.

Querido niño azul, yo escribo para los animales que trabajan en el ovillo de la hierba y nunca acaban de vagar por el animalario.

Y sobre todo, sobre todos los seres de este mundo, yo escribo para él, tú ya lo sabes, para él, que se ha ido en esta primavera y se ha llevado todo mi derrumbado diccionario de la medicina.

Diario de una enfermera (1996)

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 10

Pero se mueve

¡Oh médicos malditos!

No me digáis que me he quedado huérfana.No me digáis que ha muerto mi vertiginoso.No.

Mi mano lo acaricia desde el cerebro a la uña azul del pie, mi mano con la suya, terriblemente fría, deja pasar el aire y se convierte en pasadizo de humo.

No está inmóvil ni frío.Yo veo como se mueve la ventana y él se mueve desde lo hondo de mis ojos,

se mueve para mí, se mueve con los pájaros que vienen del ensueño.

Tiene el temblor de una tormenta negra, la constante temperatura de la piedra en la casa.

Su lecho dolorido me dice que él existe, su colchón empapado de nieve y de saliva, de sangre levitando sobre las cuatro patas.

Él existe y se mueve.

Va a exigirme un compacto de Sibelius, está pidiendo pan y se levanta, de lo invisiblea la arrogancia de su miopía, me está pidiendo la velocidad para volverse.

Y ahora está de pie, cerrando la ventana.

Ha vuelto a mi dulzura, a mi diálogo de histérica, vuelve la furiosa función del miocardio, vuelve de las flexibles tablas de la justicia.

Ha vuelto para mí.

Toco su pecho.

Me veis: Hablo de él como si nada hubiera sucedido.

¡Oh médicos malditos!

Diario de una enfermera (1996)

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PONTE DE RODILLAS, TÍO

Ponte de rodillas y dime que no me has olvidado.Ponte de rodillas tío y pídeme perdón.

Como cenizas como metal como ciruelas negrasme he transformado sobrellevando el paso de tu sombra.Te he visto al alba con una cadena de palidezen torno de tu inmovilidady he permanecido en una silla de leche y de maderamientras te miraba la enfermedad del corazóny el temblor respiratorio que tienes tío.

Violentamente preparada y desmedidame he levantado de mi muerte y mi deseopara desplomarme ante tu indiferencia.

La cantidad de destrucción que me has causado tíoes como un saco de piedras atadoa mi brazo derecho.

He acumulado venganzas y pasiones que no son de estemundo. Solitarias y desobedecidas.

Mitigar mi dolor es tan imposiblecomo una conspiración en contra tuya.Mis enemigosson tus más patológicos amigos.Si trabajo es por ti tíoy tú jamás has resucitado mi trabajo.

Sin resurrección y sin aliento sigoa pesar de la calcinación en que me has devoradoy hecho humo.

Pon distancia entre tu gris vestiduray mi ascético espacioy déjame respirar cruzando el mundo

definitivamente tío pidiéndome perdónsoltándomecomo a una perraalada. Amor Tirano (2002)

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CINTA DE MOEBIUS

Yo vengo de perder una batalla de la viday otra más y otra más y otra.Pero mi espíritu está indemney aún puedo saltar sobre todas las pérdidasaunque sé que sin más flexibilidad y menos exactitud queen los 20 ó 25 metros de edad que tuvey ahora ya no tengo más que predicciones

presagios de lo que va a ocurrirsegún veo a los tipos que se acercan a mis ojossegún huelo sus preocupacionessegún cómo se empeñan en agradarme o en desagradarme.

Eso veo. Ya lo tengo claro estoy preparada para perdery distinguir cuál será la ventaja que yo saque o cuál la capturaqué parte de mi corazón se llevaráquien me persiga y observecuánto soy de vulnerable.Lo tengo claro todo eso de las pérdidas y lasganancias afectivas o las otrasy no me importa perder el beneficioporque yo vengo de una habilidad de penitenciaríasy en los correccionales en donde estuvesiempre me dejaron muy exactamente claroque el modelo de mi conductaiba derechito a los peligros y que ganar en ellossería una suerte ingrata para mí.

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De todos modos a veces he ganadouna chuchería una bola o la pieza de un zapato.Y una vez sólo una vez gané algo complicadamente bueno algo grande yprodigioso que ahora con los añosvaloro más que nunca.

Pero hoy ya sé que no volverála buena estrella ni el azar a mi vidaporque mi sublevación y mi trastorno estánconspirando para que me hunda: Y a eso no le pondré freno ni me doblegaré.

Ya tengo bastante con mi suficiencia para el dolory una superioridad colérica para subsistir y todavía asombrarme de cómo

entre el perder y el ganarhe preferido siempre la sutil y constante ingenuidad

que producen las pérdidas.

Así como si esto fuera un dulceme ahorro el terror del desengaño.

Amor Tirano (2002)

ISLA CORREYERO es el movimiento sin fin de la poesía y la vida, como esa cintade Moebius que da título a un poema suyo. Ha escrito guiones para cine y televisión,además de dedicarse intensamente a la escritura poética. Formó parte de la antologíaEllas tienen la palabra (Hiperión, 1997), seleccionada por Noni Benegas y JesúsMunárriz. Obtuvo dos años antes el premio de poesía “Ricardo Molina”. Es autora,entre otros libros de poesía, de Cráter (León, 1984), Lianas (Madrid, 1988),Crímenes (Madrid, 1993) y Diario de una enfermera (Madrid, 1996) y La pasión(Madrid, 1998). Además, ha escrito otros tres poemarios inéditos: Los avasallados,Gotas de cera y Coño azul. En 1998 publicó una valiente antología de jóvenespromesas que irrumpían en la calma y la caspa del fin de siglo poético: Feroces.(DVD, Barcelona); aunque faltos algunos de ellos del impulso que Isla les suponía,supuso aquel libro una elección por otra aventura.

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La propia poesía de Isla Correyero ha seguido construyéndose en el dolor y en elseguro margen de su talento original y fecundo; fuera ya de las etiquetas de “poesíahecha por mujeres” o de “poesía de la conciencia” (devenida autoamorosa), que lacrítica ciega le infligió a esta excepcional poeta.

Bibliografía

Obra poética de Isla Correyero

. Cráter, Colección Provincia, León,1984.

. Lianas, Hiperión, Madrid, 1988.

. Crímenes, Ediciones Libertarias, Madrid, 1993.

. Diario de una enfermera, Premio Ricardo Molina, Huerga y Fierro, Madrid. 1996.

. La Pasión, Finalista Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo, 1999. Grabados de Luis Arencibia, poema final de Juan Carlos Mestre, Madrid, Exlibris Ediciones, 1998.

. Amor Tirano, Premio Hermanos Argensola 2002, ed. DVD, Barcelona 2013

Ha publicado, además, la plaquette Como cuando coges una trucha en las manos (Ed. Piratas, Fuenteheridos, 1998).

Antologías

. Las diosas blancas. Ramón Buenaventura. Hiperión, 1985.

. Ellas tienen la palabra Dos décadas de poesía española. Antología. BENEGAS, Noni y MUNÁRRIZ, Jesús. Madrid: Hiperión, 1997.

. FEROCES, RADICALES, MARGINALES Y HETERODOXOS EN LA ÚLTIMA POESÍA ESPAÑOLA. Isla Correyero. DVD. BARCELONA. 1998.

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LA ESCRITURA PLURAL. ANTOLOGÍA ACTUAL DE POESÍA ESPAÑOLA/13

POEMAS DE JUAN CARLOS MESTRE

CAVALO MORTO

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.Un poema de Lèdo Ivo es una luciérnaga que busca una monedaperdida. Cada moneda perdida es una golondrina de espaldas,posada sobre la luz de un pararrayos. Dentro de un pararrayos hayun bullicio de abejas prehistóricas alrededor de una sandía. EnCavalo Morto las sandías son mujeres semidormidas que tienen enmedio del corazón el ruido de un manojo de llaves.

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Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Lèdo Ivo es un hombre viejo que vive en Brasil y sale en lasantologías con cara de loco. En Cavalo Morto los locos tienen alasde mosca y vuelven a guardar en su caja las cerillas quemadascomo si fuesen palabras rozadas por el resplandor de otro mundo.Otro mundo es el fondo de un vaso, un lugar donde lo recto tieneforma de herradura y hay una sola calle forrada con tela degabardina.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo es un río quemadruga para ir a fabricar el agua de las lágrimas, pequeñasmentiras de lluvia heridas por una púa de acacia. En Cavalo Mortolos aviones atan con cintas de vapor el cielo como si las nubesfuesen un regalo de Navidad y los felices y los infelices subendirectamente a los hipódromos eternos por la escalerilla delanillador de gaviotas.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Un poema de Lèdo Ivo es el amante de un reloj de sol queabandona de puntillas los hostales de la mañana siguiente. Lamañana siguiente es lo que iban a decirse aquellos que nuncallegaron a encontrarse, los que aún así se amaron y salen del brazocon la brisa del anochecer a celebrar el cumpleaños de los árbolesy escriben partituras para el timbre de las bicicletas.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Lèdo Ivo es una escuela llena de pinzones y un timonel que cantaen el platillo de leche. Lèdo Ivo es un enfermero que venda lasolas y enciende con su beso las bombillas de los barcos. En

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Cavalo Morto todas las cosas perfectas pertenecen a otro, comopertenece la tuerca de las estrellas marinas al saqueador de lascabezas sonámbulas y el cartero de las rosas del domingo a lacoronita de luz de las empleadas domésticas.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

En Cavalo Morto cuando muere un caballo se llama a Lèdo Ivopara que lo resucite, cuando muere un evangelista se llama a LèdoIvo para que lo resucite, cuando muere Lèdo Ivo llaman al sastrede las mariposas para que lo resucite. Háganme caso, losrecuerdos hermosos son fugaces como las ardillas, cada amor quetermina es un cementerio de abrazos y Cavalo Morto es un lugarque no existe.

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LA CASA ROJA

Alguien anda diciendo que en las afueras de la ciudad hay unacasa roja. Una casa donde los cardenales negros sacrificanpapagayos a la voz del diluvio. El diluvio tiene las barbas blancascomo el sauce de la jurisprudencia un domingo de bodas. Lospredicadores aman la tempestad y golpean con sus Biblias denácar la erección de los guardiamarinas. Las familias bebenalcohol, se santiguan, recolectan insectos. El niño de la lámina semasturba plácidamente con la transparencia. La rosa de Jericóhuele a vainilla. Alguien anda diciendo que en las afueras de laciudad hay una casa roja. Una casa cuya ilusión está llena depeces, el pez de San Pedro, la conciencia del delfín encerrada en elaro de la bahía desierta. Lorenzo de Médicis tenía una casa roja,las maniquíes de Bizancio tenían una casa roja. Mi corazón es unacasa roja con escamas de vidrio, mi corazón es la caseta de losbañistas cuya eternidad es breve como columna de lágrimas. Elminotauro hace rodar sus ojos por el acantilado de las estrellas, laherida del anochecer hace su nido en la arena. Yo hablo con alas,yo hablo con lava de lo ardido y humo de diamante. La geometríabebe veneno, en el canto de los pájaros suena la armonía del bailede los muertos. En la casa roja hay una mesa blanca, en la mesablanca hay una caja de plata con la nada del sábado. La intemperiegime contra los muros, la tristeza gime contra los mármoles. Elprofeta tuvo una casa de papiro a la orilla del lago, la muchachadel ghetto vivió en la casa de las preguntas. Mi mano izquierdaluce un anillo de agua, en el camafeo de la supersticiosa brilla elmercurio de la temperatura. Lo que canto es lumbre, caballos lo

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que canto contra la aritmética y los números. Alguien andadiciendo que en las afueras de la ciudad hay una casa roja, unacasa bajo el índice del cielo y el negro nenúfar de la amantedevota. El muchacho con ojos de ebonita ama la enfermedad y elrubí de los reyes. Las mujeres hermosas sueñan con acuarelas,sueñan con garzas y volúmenes y súbitos prodigios sobre lasalfombras de lana. Yo vivo extraviado entre dos rosas de sangre, laque tiñe la calamidad de impaciente belleza, la que tiñe la auroracon su astro eucarístico. Mi voluntad tiene la cólera del orfebre,mi capricho tiene el óxido de tu frente de hierro. Nadie cruza losbosques malignos, nadie sobre la yerba de la muerte escucha eldesconsolado discurso de las ceremonias asiduas. Yo veo el arcoiris, yo veo la patria de los músicos y el olivo de los evangelios.Mi casa es una casa roja bajo la fibra de un rayo, mi casa es lavisión y la beldad de una isla. Aquí cabe la gala del mandarín y laescrupulosa usura de las edades antiguas. Esta casa mira al nortehacia las lagunas de helechos, esta casa mira al sudeste azotadapor el aliento de los que piden limosna.

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 20

EL ADEPTO

He leído durante toda la noche el Discurso sobre la dignidad del hombre de Pico de la Mirándola,

de él se deduce que el 14 de mayo de 1486 no existe,que la primavera y la juventud son hijas de Marsilio Ficino,que la belleza es por derecho mitológico esposa del trípode y el

camaleón.

Acepto haber leído el destino en un vaso de agua seis mil años antes de la muerte de Platón,

acepto haber alimentado un animal de uñas curvas,acepto la influencia de los magos persas.No tengo hijos, ¿acaso he cometido un crimen?Tampoco tengo energías para la épica.Confieso adorar descalzo el triángulo de la piedad que otros

llaman cubo de Zoroastro,confieso mi creencia en la teología del número 7 y la gestación delos donantes de calor,confieso mi fe en Timeo de Locros astrónomo de lo diverso.

He leído durante toda la noche el árbol de la conjetura,de sus frutos he traído a mi casa la escalera circular junto a la que

Jacob tuvo un sueñoy el testimonio sobre la naturaleza celeste de todas las piedras.Asumo haber prestado atención a lo que impide,asumo la visitación del pródigo y la música de las esferas,asumo no haber dejado escrito nada que no me haya sucedido enel futuro.

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He leído durante toda la noche el Discurso sobre la dignidad del hombre,

de él se deduce la aritmética del mar y la Ley bajo la corteza de la encina,

de él se deduce el río de la ciencia y la golondrina de los caldeos,de él se deduce la inexistencia de la muerte y la fecundidad de lodiscutible.

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 22

EL POETA

Para Rafael Pérez Estrada

Recorrimos los suburbios,

anduvimos juntos entre la maleza,

dormimos en los cobertizos.

El poeta barba de maíz roedor de los sembrados,

el poeta bobina sin hilo de las cometas.

El que bajo los párpados de lino del verano

es la voz ronca del vendedor ambulante,

la mirada del viento que seca la tierra mojada.

Lo que el poeta dice,

lo que dice el poeta a la adivina,

al solitario de boina gris,

al que oye sus palabras como relato de un robo.

El poeta vidrio de los cuatro colores de la atmósfera,

el poeta oscuro llave de las alacenas.

El que está sentado a la diestra del padre

junto al jugador de baraja que lee la fortuna,

el que le dice a la muerte, oye muerte,

y se acuesta con ella.

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 23

Lo que dice el poeta,

lo que el poeta dice

al que se creyó dueño de algo,

propietario del reflejo de algo,

amo de la discordia de algo.

El que deambula de noche por los cercados,

el poeta amigo de las hormigas

que construye una casa de harina.

El que guarda en su artesa cuero de tambor

y pan nublado del sábado.

El poeta cera amarilla de las iglesias

que baila con el agua de las pecadoras,

el poeta barco de papel

que duerme con la muchacha sin labios.

Sus manos escriben el rótulo de las mercerías,

saludan en la iglesia al dueño del alambique.

El que se llama Niebla, Pelirrojo Crepúsculo,

el que no sabe a quién besarán ahora los ojos de Triste Boca de Nuez,

el que silba como el pájaro de las colinas,

el hijo del panadero que conversa con el martín pescador.

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 24

Lo que el poeta dice,

lo que dice el poeta a la muchacha con calcetines blancos

y pequeños ojos de colibrí.

El viejo pastor comensal del otoño,

el poeta ruido de las semillas, carpintero del Arca de los animales.

El delirante bajo el filamento de las bombillas

para el que aún tiene sentido seguir dándole vueltas.

El que vive en la patria de una mujer desnuda,

el hijo de la locura que llora médula de caballos

sumergido en el humo de su choza de adobe.

El que vino a barnizar con leche la jaula de los cantos,

aquel cuya cabeza ha rodado como una peonza

por la tarima de los burdeles

y ha recorrido todos los templos

pidiéndole favores al crucificado.

El consentido por el vínculo de las zurcidoras,

el que padece una enfermedad inmortal

y levita en los parques tumbado de espaldas.

El poeta que cruza en ambulancia los campos de girasoles,

el poeta ángel de los pesebres,

brizna de los acantilados.

El poeta reloj de lluvia de las epidemias,

vapor de los harapos hervidos contra la peste.

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El que ha hipotecado la hacienda de varias generaciones

y ahora es el ánima de un bolchevique embriagado de vodka.

El patriarca que abrió una tienda de ultramarinos

y compra por cuatro centavos un ramito de sífilis,

el que conoce el comercio de especias y el tráfico de resinas,

el compadre de los anarquistas

con su escarabajo negro ante el eclipse de mar.

El que rodeado de profecías y pájaros

vive en las manos de una arpista,

el que tiene dedos de trébol y cerillas,

aquel cuyas cenizas alimentarán las carpas de los estanques.

Recorrimos los suburbios,

anduvimos juntos entre la maleza,

dormimos en los cobertizos.

Lo que el poeta dice,

lo que dice el poeta a la adivina,

al bisabuelo judío que dormía en la comuna

y aún vaga con su barba blanca por ahí

proclamando su consigna a las abejas:

Las estrellas para quien las trabaja.

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LA MANO IZQUIERDA DE DIOS

La modalidad del sufrimiento abandona cada mañana lassinagogas. Abandona el 14 de abril de 1865, Viernes Santo, tardedel asesinato de Lincoln. Pide arenques entre los panes destinadosa la Universidad. Ruega lo propicio entre las sacas de la Oficinade Correos y la evaporación de las relojerías cercanas aNuremberg. La modalidad del sufrimiento retorna a los ojos deHomero como regresa a sus casas la gente corriente.

No es la guerra de Troya, no son los elementos escénicos queidean la prosodia del manifiesto, sino la máquina de cadáveres ylos silogismos del juicio. Para ser más exactos, las lilas que noflorecerán en el patio donde fueron plantadas por la gentecorriente. La indiferencia ha sido persuadida por los brotes delcancionista, el instinto relata las circunstancias de Ulises, losdesenterrados oyen la motocicleta de Mahler.

Llegan mozos de mulas al teatro del bosque, entra eldescarnador de lo real con el asidero de los objetosirrepresentables. Por lo común agua de herrar, un copo de truenoen el ramal de los céntimos, este dibujo padre de pobres.

La modalidad del sufrimiento rehúye las formas de lo visible,convierte a los espectadores de las anécdotas de la niñez en unaescolanía de soldados. Ese tipo de poetas vulgares que pasamos declaro en claro la noche, media docena de melancólicos matones asueldo de los simbolismos de la retórica: lo falible y lo curvo, el

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rótulo del palo de jabón dando borradura a las señoritas, coba degénero a la capilla ardiente del signo.

Sobre los taburetes del espectáculo las fábulas germinativasde cuanto fue lo creado penetran la imaginación de la gentecorriente. Algunas millas al norte, como digo, Lincoln entra en elargumento: como el estallido de una yema o de una vaina en lavegetación, capitán de abril, mi padre querido en palabras deHomero.

La historia continúa unas páginas más allá. Mahler frena sumotocicleta justo donde comienza la prolongación de la falsedad,justo donde la trampa de las sensaciones explican lo siguiente: laemoción sin comportamiento, la dificultad de existencia ante lasoberanía de todo verdugo. No es el sentido común, es la grasa decerdo, es la camisa gramatical doblada en la maleta de Homero laque va a testificar en Nuremberg sobre el almanaque de las lilas.

Son las siluetas de quienes han soportado las visiones las quedeforman el texto, las serviles definiciones de la aniquilación lasque privan de toda ley de felicidad la comedia de lo verídico. Sonlas partituras, los boletos cortados del espectador. Es el azar de lashuellas en el túnel. Son las fábulas germinativas del prestigio. Esla tragedia la que penetra la imaginación de la gente corriente.

El cansancio de la muerte precinta herméticamente laresponsabilidad de las Bellas Artes. El olvido utiliza los ojos deldiablo para observar la organización de la monotonía, usa lainfluencia del método sobre la ingeniería del fracaso en la sien. Asemejante distancia, el consumo sanciona el naturalismo de los

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deformes, el ensayo sobre la antigua ilusión del griego legaliza elhabla consciente. Lo equivalente es la incurable basura de lasreproducciones en el altoparlante, la temperatura desnuda delmiedo.

Un hombre habla de estas cosas. Está sentado sobre cuantofue lo real, frases lavadas, rifas de santero en las condensacionesde lo imaginario. Está cubierto por la sangre de la fraternidad de laRevolución Francesa, por la degradación a un minuto escaso delabecedario de la igualdad de los soviet, el mismo lugar donde losinformantes de lo indivisible reconocen el obstáculo surrealistacomo una posibilidad espontánea.

El dividendo es la muerte de Lincoln, la actividad es la rayade Malher, la astucia es la ceguera de Homero. Es el instante deltriunfo ocasional sobre el tiempo de las omisiones, la ausencia conque la gente corriente busca cada mañana una explicación alembalaje del loco, el rastro que conduzca a un extraño, alsistemáticamente femenino, al curado por la pedagogía de losconsejos.

Entonces el poema se levanta y da por terminada la superficiedel lenguaje, se apoya en la escalera de mano, digamos el punto devista desde el que se asoma al vacío, a cierto grado depremonición equidistante a la agricultura de lo que llamamosdestino, y ahí, destructiva, irreparablemente fragmentado por elmecanismo íntimo, tampoco alcanza a dar testimonio de la manoizquierda de Dios.

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Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, León, 1957), poeta yartista visual, es autor de varios libros de poesía y ensayo, comoAntífona del Otoño en el Valle del Bierzo (Premio Adonáis, 1985)La poesía ha caído en desgracia (Colección Visor, Premio JaimeGil de Biedma, 1992) o La tumba de Keats (Editorial Hiperión,Premio Jaén de Poesía, 1999). Su obra poética entre 1982 y 2007ha sido recogida en la antología Las estrellas para quien lastrabaja (2007). Con su anterior entrega poética La casa roja(Editorial Calambur, 2008), obtuvo el Premio Nacional de Poesía2009. De reciente aparición es La bicicleta del panadero(Editorial Calambur, 2012) por el que recibió el Premio de laCrítica. En el ámbito de las artes plásticas ha expuesto su obragráfica y pictórica en galerías de España, EE.UU., Europa yLatinoamérica. En 1999 obtiene una Mención de Honor en elPremio Nacional de Grabado de la Calcografía Nacional, ysemejante distinción en la VII Bienal Internacional de GrabadoCaixanova 2002, Premio Internacional de Arte Gráfico Atlante2009 y III Premio Internacional de Grabado Dinastía Vivanco enel 2010.

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CO-LECCIÓN ÁGORA I textos magistrales Transmisión. Poema de Jesús Munárriz

Jesús Munárriz. Fuente. El heraldo.

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Transmisión

¿Quién sería el cretino con tijeras dogmáticas—algún cura, seguro—que podó el manuscrito del libro de Juan Ruizy dejó sin amor el Buen Amor?

Don Melón ha logrado que la vieja alcahuetale prepare en su casa a Doña Endrinay cuando ya se apresta a conseguirsu gozoso propósito,una nota erudita advierte a pie de páginaque “faltan una serie de coplas,aproximadamente 32,arrancadas sin duda por escrúpulosmorales de los manuscritos.”

Coplas de 4 versos, 4 x 32: 128 versos suprimidos,borrados, destruidos,el sexo cercenado,una obra maestracastrada para siemprepor un censor mostrenco y capador.

Así se ha transmitidonuestra literatura.

JESÚS MUNÁRRIZ (San Sebastián, 1940), Licenciado en Filología Germánica. Fundó en1975 la editorial Hiperión. Compuso con Luis Eduardo Aute el disco “Forgesound”, en1976. Ha traducido a algunos de los más grandes poetas alemanes, portugueses y franceses.Entre sus libros de poesía destacan: Viajes y estancias (Visor, 1975, 2005), Esos tus ojos(Hiperión, 1981), Peaje para el alba. Antología (Hiperión, 2000), Museo secreto (MonteÁvila, Caracas, 2012).

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ARTÍCULOS LITERARIOS

EN EL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE RAMÓN SIJÉ

El 16 de noviembre de 2013 se cumplirán cien años del nacimiento de Ramón Sijé.Escritor oriolano, amigo y mentor de Miguel Hernández, quien le dedicó su "Elegía aRamón Sijé", al conocer la muerte de este, en las navidades de 1935. Sijé dejó inédito unensayo La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas, que presentó al PremioNacional de Literatura (actualmente, se encuentra publicado por el Instituto de EstudiosLevantinos).

Con el artículo del profesor Francisco Javier Díez de Revenga, ÁGORA DIGITAL recuerdaal escritor Ramón Sijé, cuya obra merecería mejor y más amplio conocimiento.

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RAMÓN SIJÉ

por Francisco Javier Díez de Revenga

Se conmemora este año 2013 el centenario del nacimiento deRamón Sijé, cuyo nombre es conocido en el hispanismo universalpor ser el destinatario de uno de los poemas más originales yvalorados de la poesía española del siglo XX: la «Elegía» queMiguel Hernández escribió a su muerte en los últimos días de1935 y que publicó la Revista de Occidente, con esta célebrededicatoria: «En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muertocomo del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería». El poemaformaría parte del libro de Hernández, de 1936, El rayo que nocesa. José Marín Gutiérrez (ese era su nombre, con cuyas letrascreó el anagrama de su seudónimo) nació en Orihuela hace ahoracien años, el 16 de noviembre de 1913 y murió, en plena juventud,el 24 de diciembre de 1935.

Como señala Aitor L. Larrabide, en su estudio Ramón Sije. Laclaridad del aire, «la relación de amistad y pupilaje intelectual deSijé sobre Miguel Hernández ha hecho correr ríos de tinta entrealgunos conspicuos críticos […] Pese a quien pese, una entrañable

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amistad unió a los dos escritores oriolanos, por encima deideologías y de la distancia.» Tanto Sijé como Hernández tuvieronen aquellos años treinta una relación muy intensa con Murcia.Sabemos, por los documentos que da a conocer Larrabide que Sijéfue el promotor de la edición de Perito en lunas, el primer libro deHernández, publicado en Murcia en 1933, y quien lo había puestoen contacto con la editorial murciana Sudeste para su publicación.Se conservan cartas de Raimundo de los Reyes, editor deSudeste, que demuestran hasta qué punto Sijé estaba empeñadoen la publicación del libro ante su amigo murciano, que en elverano de 1932 aún no conocía a Miguel.

Nuestro casi paisano Miguel Hernández (Hijo Adoptivo de la ciudadde Murcia desde 2010), hombre de la huerta del Segura y muycercano físicamente a Murcia, compartió con los escritores delgrupo de Sudeste sus problemas y sus éxitos. Buen amigo de JoséBallester, de Carmen Conde, de Antonio Oliver o de Raimundode los Reyes, venía frecuentemente a Murcia a publicar susprimeros escritos junto a Ramón Sijé, que pone prólogo, breve yconcentrado, a su Perito en lunas.

El joven Ramón Sijé fundó la revista El Gallo Crisis, órgano deexpresión típico de su mente poderosa, inteligente y angustiada porun riguroso humanismo militante, por un cristianismo de lucha, y,como Hernández, colaboró en La Verdad de Murcia, aunque conmenor frecuencia, sin duda por haber tenido la suerte de podercontar con su propia revista. La página de «Letras y Artes» delperiódico murciano de 1 de enero de 1933, recogió tres artículossuyos muy interesantes para entender su personalidad.

El primero se titula El barroquismo como constante histórica, dondecomenta con entusiasmo las ideas expresadas por Eugenio D'Orsque culmina en frases elogiosas muy de su estilo. Véase el final deesta defensa del barroco como constante de nuestra historia:«Canten arcángeles cultura. Pascal llora páginas patéticas.

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Si lo anormal del clasicismo es la estatua, lo morboso delbarroquismo es la danza. Clamen lúgubres rigideces clásicas, gritencánones de severidad y elegancia. Alborócense rientessupervitalidades barrocas. Siglos de siempre, retadoras columnasdel XVIII. Por incógnitas razones la hormona tiene sutilezas dedanzarina».

Otro de los textos es una Canción de novia en Navidad oculta,prosa de meditación religiosa sobre la tentación de los sentidos dejoven pío y atormentado ante la sexualidad. El texto es complejo yfuerte, cortante como lo es siempre la prosa de Sijé. Y el tercero delos textos, más libresco, aunque también personal, es una crítica dela obra de Aleixandre Espadas como labios, poesía que «flota unescepticismo, productor de poética impresa, que da miedo y frío».El trabajo, titulado Vicente Aleixandre, Santo Tomás novísimo de lapoesía española, lleva a cabo una relación entre nuestro PremioNobel y el dominico de Aquino muy curiosa y, por supuesto, insólitaen la crítica de Aleixandre.

Lo cierto es que Sijé era un poco genial e inesperado y, sobre todo, como ferviente católico, sus enfoques de las cosas, las personas y las ideas van en una línea muy peculiar, en el espíritu precisamenteque informaba el pensamiento de El Gallo Crisis.

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.A un siglo de su nacimiento, Sijé es un escritor olvidado, aunque su nombrepermanezca en la historia literaria como destinatario de la tan famosa elegía.

Ramón Sijé

El artículo del Catedrático de Literatura de la Universidad de Murcia Francisco Javier Díez deRevenga fue publicado en el periódico La Opinión de Murcia, el viernes 13 de septiembre de 2013,en su sección semanal "Literatura".

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TRIBUNA LIBRE

LA CORRUPCIÓN SOSTENIBLE

Por Manuel García Viñó

Fuente: sincomponendas.org

El hábito de la corrupción se ha hecho ley, pero tiene que haber una barrera, para quelos chorizos no se conviertan en gansters y el tinglado no se derrumbe sobre culpables einocentes. ¿Cuál sería esa barrera en el ámbito de la cultura? El artículo de GarcíaViñó, creador de La fiera literaria, repasa algunas actuaciones de la que fue ministra deCultura del anterior gobierno de España, Carmen Calvo. ¿Moraleja? ¿Todo sigue igualcon el actual ministro de Educación y cultura, Ignacio Wert, aunque el favoritismo miraahora para la acera contraria? ¿La cultura sigue siendo un negocio en manos de unacasta con extensiones políticas, no importa de qué color sea el gobierno?

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La corrupción sostenible

Artículo de MANUEL GARCÍA VIÑÓ

: .Fuente Sísifo es

¿Dónde está el límite? ¿Qué frontera separa las transgresiones que laescala de valores de este moralmente relajado momento histórico consideraveniales, y acepta como parte de la cotidianeidad –amiguismo, nepotismo,favoritismo, nombramientos a dedo, concesiones al poderoso, práctica del dout des, hurtos legales, marketing basado en una publicidad directa o (peor)subliminal para productos intelectuales deleznables, premios literarios yconcursos televisivos amañados, plagios, silenciamientos, exclusiones,falsedades, etc-, qué frontera las separa, digo, de las que constituyenauténticos atentados contra la igualdad de oportunidades de los ciudadanos,

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por tanto, contra la justicia, o sea, verdaderos delitos? ¿Estamos ya tanconfortablemente instalados en la mentira que, como temía el profesorEmilio Lledó, aceptamos convivir con la corrupción, como nuestrospulmones con el aire que respiran? ¿Quién señala la divisoria entre lo queprácticamente todos se permiten y permiten a otros sin remordimiento deconciencia ni protesta, y una situación de inmoralidad que puede afectar alfuncionamiento de la sociedad y a la marcha del mundo, que ahora vadirectamente hacia el despeñadero?

La sociedad actual vive inmersa en la mentira absoluta, dejó dicho Derrida. Yes así, en efecto, y por eso nadie denuncia, porque todos se saben carentesde autoridad moral para tirar la primera piedra. Cualquier partido -lo vemoscontinuamente-, si hace una acusación, la hace sabiendo que se va aencontrar con que el otro le puede replicar: “tú hiciste igual” o incluso “tú,más y peor”. Pero no le importa. Son las reglas del juego, de su juego. Loque importa es salir del paso, en ese momento, ante una masa manipuladapor los medios, que se lo traga todo. De hecho, la sociedad actual se haacostumbrado a desenvolverse en la mentira como si ésta fuese la verdad.

El hábito se ha hecho ley, pero es indudable que tiene que haber unabarrera. La barrera que impida que los chorizos se conviertan en gansters yel tinglado se derrumbe sobre culpables e inocentes. ¿Cuál sería esa barreraen el ámbito de la cultura? Temo que no se pueda precisar y también que yase haya sobrepasado. Las acciones oficiales y oficiosas, y muchasparticulares relacionadas con ellas, no sólo andan lejos de la excelencia quedebería presidirlas, sino que se vencen sin disimulo del lado que, de no serproducto de un plan “consensuado” expresa o tácitamente, sería de juzgado.

Para ejemplificar lo dicho, relaciono a continuación algunas actuaciones de laanterior ministra de Cultura, Carmen Calvo, así como del presidente y lavicepresidenta del Gobierno en los comienzos de la etapa Zapatero, segúnlas recogí en su momento en La Fiera Literaria.

- La ministra gestionó la celebración del cuarto centenario del Quijote,manejando muchísimos millones, como lo hubiese hecho la sociedadformada por un comerciante y el director de un colegio de los salesianos. Side esta burda tacada no ha hecho aborrecer la genial obra cervantina – “unlibro que no nació / para ser manoseado”, en versos memorables de donÁlvaro Satén- y condenado a tres generaciones de jóvenes españoles,tendríamos que alegrarnos. Y –lo que más importa aquí-, a través de laBiblioteca Nacional y otros centros dependientes del Ministerio, favoreció,principal o exclusivamente, a los escritores afectos al grupo Prisa.

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- La ministra (como, en ocasiones, el presidente del Gobierno) ha presentadoa menudo libros editados por Alfaguara, del grupo Prisa.

- La ministra ha hecho nombramientos, como el de Rosa Regás, que hademostrado en sus novelas desconocer la lengua en que escribe y el uso dela razón, para directora de la Biblioteca Nacional , que sólo se puedenexplicar por el amiguismo o el pago de favores. Recientes encuestasdemuestran que la BNE empieza a no cumplir los “servicios mínimos” y estáal borde del colapso.

- En la última Feria del Libro de Madrid, el Ministerio de Cultura tenía doscasetas, una de ellas, exclusivamente dedicada a vender el Quijote deAlfaguara (Prisa).

- La ministra se trasladó a Nueva York, a costa del presupuesto, parapresentar el Quijote de Alfaguara.

- La ministra propició que el Gobierno mexicano comprase a Alfaguara unmillón de ejemplares de su Quijote , para regalarlos a los maestros, siendoasí que otras seis editoriales españolas habían hecho ediciones de la obracervantina.

- La ministra, acompañada de la radio y la televisión pública, ha presididoactos de promoción de empresas privadas de edición, como Alfaguara yPlaneta, agraviando comparativamente a otras editoriales y utilizando dineropúblico para favorecer los intereses de particulares.

- La ministra ha ignorado despectivamente tres escritos que, proponiendomedios para arreglar la situación, sobre todo de los premios literarios –todosamañados-, le ha dirigido un centenar de intelectuales –escritores,periodistas, profesores, etc– como Juan Goytisolo, Ricardo Senabre(Universidad de Salamanca), Carlos Rojas (Emory University), José MaríaMartínez Cachero (Universidad de Oviedo), Ana María Navales(Universidad de Zaragoza), Manuel Mantero (Universidad de Georgia),Yannia Suárez (Universidad de la Habana), María del Carmen Porrúa(Universidad de Buenos Aires), Juan Ignacio Ferreras (La Sorbona), VíctorAlperi, Jorge Grau, Víctor Moreno, etcétera, etc., mientras se codeacontinuamente, en actos públicos, con auténticos payasos de lapseudocultura, como Joaquín Sabina.

- El primer acto público en que intervino el señor Rodríguez Zapatero, a lospocos días de su investidura, fue la presentación, en el Círculo de Bellas

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Artes (feudo de Prisa), de una novela de Luís Mateo Díez, editada porAlfaguara, y aun no hace un mes que se ha volcado, acompañado de seisministros, en el relanzamiento de El capitán Alatriste, de Arturo PérezReverte (Alfaguara), y en el lanzamiento de la película en ella basada,producida por una empresa cinematográfica de Polanco.

En el fondo de todo esto, se trataba de que un gobierno que se decía deizquierdas favorecían el neoliberalismo mediante su apoyo al mayor grupomediático que existe en España y, a través del ministerio de Cultura, a laperniciosa industria cultural. El profesor José Vidal Beneyto ha hablado enalguna ocasión de resistencia cultural, esto es, de favorecer una situación enla que, aceptándose como mal menor las pautas del libre mercado en otrasáreas, se librase de ellas a la cultura. Pero él mismo, colaborador conspicuode El País, y que, cuando condena a los Lagardère, los Murdock, losBerlusconi, los Endemol, etc., se olvida de Polanco, se suma a lascelebraciones de los “grandes logros”, al igual que hace continuamente laministra, que se comporta y se expresa con un triunfalismo que no secorresponde con el presente desastroso de la cultura española, que todo elmundo reconoce. Lo he señalado muchas veces. La última, en mi libro ElPaís: la cultura como negocio: si se consultan libros de filosofía, de biología,de antropología, de estética, de ciencia de la literatura, de sociología, defísica teórica, etc., en su bibliografía no aparece un solo nombre español.Según las encuestas de la UE , los estudiantes españoles son los peores.Siendo esto así, sólo a un ignorante se le podía ocurrir afirmar que “Españava bien”. Los políticos afirman, cada vez que les dejan, la importancia de lasbases culturales de un país. Pero está visto que, en el fondo, no se lo creen.

.

M. García Viñó

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DIARIO DE LA CREACIÓN Panorama de la poesía actual en español

(Poemas inéditos)

ROSA JIMENA Y MANUEL MARTÍNEZ-CARRASCO:UN DÚO POÉTICO

Fuente: noticias.lainformacion.com

Los poetas Rosa Jimena y Manuel Martínez-Carrasco nos ofrecieron en Murcia un

recital poético el lunes 16 de septiembre de 2013. Invitados por el poeta AlbertoCaride a LOS LUNES LITERARIOS del Café Zalacaín, era la primera en que Rosay Manuel, compañeros en la poesía y en la vida, se presentaban a dúo con un recitalde ellos dos solos. Una exclusiva, por tanto.

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ROSA JIMENA

No me libro de entenderte,

de cuadrar tu insomnio con mis noches

y vivir la vida en tu traspiés.

de tu empeño en reclamar

tantas cosas que no hice,

olvidando fácilmente tanto hecho.

No me libro de ese intento vano

de conjugar tu verbo ser

con la parte más rusa de mi montaña;

de hacerte sitio en el caos

donde confluye tu trono desterrado

con mi banco de cartón.

No me libro

-y esto es tan sólo un matiz-

de seguir poniendo notas

a cada paso perdido,

porque no quiero olvidar

ese ruido que me envuelve cuando pienso,

de qué podría librarme

si no estás.

25.02.13

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MANUEL MARTÍNEZ-CARRASCO

A penas me despierto

No me quema la pena que me cuentas

los cantos de sirena

son parte de otra parte de tu vida

Noticias que no caben encima de mi mesa

repleta ya de tantos desvaríos.

Harto de repasar

el manual del perfecto perdedor

a solas hago trampas

sumergido en la imagen de un escote

que no toca ni a gramo por kilo de mirada.

Me entrego a mi suicidio

con un trago de escarcha mal labrada

y una piedra metida en el zapato

mudo testigo de otra noche

que a gritos se me escapa vida adentro.

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ROSA JIMENA Los lunes Literarios

PENITENCIA

Y si bebo

y si fumo

y me entrego

me desnudo

me someto

y te beso

y no lloro

y no espero

y no digo lo que siento….

¿podré ver a Dios?

16.06.09

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MANUEL MARTÍNEZ-CARRASCO

A CONTRAPELO

Hoy el día no me ha hecho caso.

Le sugerí empezar de otra manera:

con la puesta de luna amaneciendo.

Que empezase con un grito

para irse luego haciendo beso.

Pensaba que, si el aire,

fuese antes huracán y luego calma

las flores arrancadas caerían en tu cabello

y el aire, limpio tras la lluvia,

daría un respiro a la impaciencia.

Pero ha llegado el sol

y este día,

empeñado en nacer como Dios manda,

por la punta,

como todos,

se ha ido escurriendo entre mis dedos

con horas como cuentas de un rosario

destinado a terminar contra la aurora.

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ROSA JIMENA

NO HAY LUGAR PARA LA TERNURA

(Esparta. Cualquier siglo antes de mí)

¡No pierdas más el tiempo!

Haz el amor a mano

de forma discreta y segura

un día por semana

y déjate querer en un minuto

—cien por cien gratis—

los viernes por la tarde.

Después sonríe…

siempre sonríe.

Ya sabes que el amor es circular

y para-lelos.

14.04.07

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MANUEL MARTÍNEZ-CARRASCO

Un instante

Un instante

para un doble mortal

que nos refugie en la locura.

La fórmula dorada, tan precisa,

para inventar un mundo nuevo.

Y una noche de espanto

para saber, por fin,

que es falso cuanto vemos con los ojos

y lo real nos espera

dentro de la última ciudad quemada.

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ROSA JIMENA

LOS TIEMPO DEL VERBO

No tengo más que el pan bajo los ojos

y el dolor de tu lengua en la memoria.

No tengo más que el peso de la duda

en este árbol inventado

por los que nos negaron ver el bosque.

No tengo ni siquiera la palabra

cuando callas.

La calle huele a hierba desteñida,

a versos que se ocultan tras el miedo.

Y siento que me llamas desde el fondo,

e intentas negociar nuestro destino.

Y me debato ante el dilema

de pararme de nuevo en este mundo

o volver a pararme en ti.

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Y siento

que nada se parece a lo que es

que nada llega a ser como debiera

que nada

eres

tú.

Entonces,

te elevo hasta mi altura

para acabar de una vez

el tiempo de este verbo sin futuro.

15.05.13

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MANUEL MARTÍNEZ-CARRASCO nació en Madrid, en 1951. Vive y trabajaen Murcia en donde ejerce su profesión de Médico desde hace… unoscuantos años. Es miembro del grupo Poesía en Sidecar desde su creación;el grupo comienza este año su cuarta temporada en el Café Libertad 8 deMadrid.

Manuel pertenece, también, a Escritores en Red. Desde 2012 se encarga dela Presidencia de la misma. Coordina desde hace un año un ciclo deIntercambios Poéticos Murcia-Madrid junto con el poeta y periodistamurciano Alberto Caride.

Inédito por vocación y convencimiento, sus versos pueden leerse en su Blog“Con dos de Hielo”:

http://manuelmartinez-carrasco.blogspot.com.es/

ROSA JIMENA (Madrid.s. XX – XXI ).

Amante de la vida y de escribir. Comparte su pasión por el buceo con lapoesía, mientras sigue buscando el mejor mar y ese libro del que no searrepienta cuando pasen los años.

Creadora y Coordinadora del Ciclo POESÍA EN SIDECAR y miembro deESCRITORES EN RED desde su fundación, lugar de encuentro con su blog:http://rosajimena.blogspot.com/ .

Ha sido publicada en las antologías de Poesía en Sidecar, Escritores en Red,Maratón de Escritores (Red Social Netwriters), Encuentro Poetas en la Redy en las revistas literarias: Tirano Banderas Digital, Bora, La hoja azul enblanco.

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5 POEMAS DE FULGENCIO MARTÍNEZ

INÉDITOS DE ENTRE LA REFLEXIÓN Y LA COMBUSTIÓN

OFERTA DIABÓLICA

Los ojos de todos puestos en ti,toda la belleza para tu miradaen rueda de cola de pavo real.Todas las doncellas, errantes y desvalidas en un aeropuerto,en peligro de caducar

su pasaje de fecha;gloria y fortuna, lujo y placereste ofrezco, si renuncias a estar solo.

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Una lluvia aprendiz de lluvia

Mil años que viviera

bajo esta gota de luz no me cansaría.

No sé agradecerle el más leve de sus dones:

la lluvia cenicienta a media tarde,

que de pronto brotó y sigue gimiendo

desde hace unas horas, incalmada.

No me fío y toco las cosas como un ciego.

No me la esperaba y me brotan

caminos, venas de agua en el pecho,

lleno de la infancia de una lluvia pequeña,

aún inexperta en el oficio de lluvia.

Como un aprendiz que acude al taller

por primera vez nos sentimos la lluvia y yo.

Juntos milagrosamente en la misma luz desvaída,

emocionados y algo temerosos de la novedad.

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CINE DE LA VIDA

Empatizo poco y a ser sincero

por poco tiempo. Me cansa seguir

una línea sentimental y, cuando

perdí el argumento,

reconocer los indicios de pista

en pista, escena a escena.

Desconecto

de una película interesante cada vez más pronto.

No quiero saber el final, quiero que acabe.

No espero que se confirme lo previsible,

que al fin la policía atrape al malo

y que la chica encuentre el amor de sus sueños.

Me produce el efecto de dormir, ese cine de tarde

que se parece, aun con más acción, a la vida.

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 55

Pero, para ser más sincero aún,

reconozco que en ocasiones me vuelvo hipersensible.

En las tardes con lluvia menuda y monótona

-importa ese detalle, no que diluvie- y en casa –otro detalle-

y en el país donde vivo y donde casi nunca llueve

(En un clima húmedo me sentiría triste y apático).

En esos días de lluvia menuda y monótona,

propicia su ilusión, su rumor tras los cristales,

siento el olor de la tierra con todo el cuerpo,

un olor que me llena el tránsito intestinal,

y evacúo grandes sentimientos ontológicos:

Me siento unido al ser de todo y de algo,

me siento parte del mundo, flora de agua, balsa humana.

Me siento reunido con el manto de mi patio y las plantas.

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 56

A LOS ÚLTIMOS

A Juan de Mairena, compromido con el pueblo.

Los que buscan perspectiva y se sientan

en las últimas filas y acompañan

el hueco frente a la pared del fondo;

quienes reservan las habitaciones

del último piso, y están junto al cielo,

y desconfían meterse en un libro

antes de examinar su índice y lomo.

Los objetivos, neutrales, y críticos.

Los que se estiman sabios en el sano

escepticismo, en el buen sentido.

Sabed: no solo la verdad se inventa;

hay que subir a las tablas y luego

bajar a la arena.

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 57

SEPTIEMBRE Y EL SINDROME DE STENDHAL

a Eloy Sánchez Rosillo

El síndrome de Stendhal comienza

a diezmar la ciudad en septiembre.

Las muchachas detienen la calle,

vienen de frente por las aceras,

batiendo como alas sus piernas,

donde consagra el verano

una segunda estación

de regreso a los días de luz.

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REVISTA ÁGORA DIGITAL 58

Ya los transeúntes que emigraron

a la aridez y hacia el desaliento,

se les ve palidecer

casi al borde del desmayo.

Oh morenas columnas de templo

que allá arriba terminan

en blancas olas o capiteles,

y no obstante se asientan en firmes

basas, sobre la tierra; oh piernas

templos de una religión

en la que oficia la vida,

teofanías de la diosa Belleza.

Stendhal traen a mi ciudad en septiembre,

cuando retornan sin prisa

de cálidas playas y, en bandadas,

interrumpen el calendario oficial,

deteniendo la llegada del otoño,

avanzando de frente por las aceras,

batiendo como alas

donde sigue la sensación del verano…

(Septiembre nos trae siempre ese regalo,

que no es consuelo, sino un reto al ánimo

para reemprender otra navegación,

sin sonda, a todo remo).

FULGENCIO MARTÍNEZ. EL HURÓN Y LA GALERÍA

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EL MONOGRAMÁTICO

DIARIO POLÍTICO Y LITERARIO DE F.M

Visita al maestro Andrés Salom

Por Fulgencio Martínez

Yo trabajo en el Instituto Miguel de Cervantes, muy cerca de este periódico, enla avenida del escritor alcalaíno. Al barrio se ha venido a vivir, desde hace unaño, Andrés Salom, el poeta y columnista de La Opinión. Ha hecho creer queestá suficientemente mayor para que sea cuidado en una Residencia deAncianos, y se las pasa en grande, el tío Andrés, leyendo al sol, por las mañanas,o a la sombra, si es verano; en la terraza de la residencia.

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Le recordé, la primera vez que fue a visitarlo, que le hubiera envidiado elmismísimo Pablo Neruda, quien hubiera cambiado el título de su obraResidencia en la tierra por el de Residencia en la edad de oro; y en vez deimágenes cortantes y duras, hubiera escrito de enfermeras con cuerpos dorados,de jóvenes y expertas doctoras de bucles divinos, y de alguna jovencita filipina,que pasea a su señora impedida, por el patio, para que no falte el punto exótico alo picante y vital del medio ambiente de la residencia.

- Ésa deja una estela en popa que raya la mañana, dice el poeta.

De Andrés nunca he sabido su edad geológica, se instaló, desde que lo conozco,en una edad aproximada, fotográfica, de varón maduro. En una ocasión, hace ya15 años, en que asistíamos los dos a una cena donde debíamos pagar cada cualel cubierto, le oí tirar de su habitual ironía y, con su acento mallorquín, que no haperdido a pesar de estar viviendo en Murcia desde que llegó con el infante Pedroallá en el siglo XIII, dijo a la camarera: “¿Que no hacéis una rebaja a los de latercera edad?”. A lo que la joven respondió: “cuando se te note, Andrés”.

Verdad es que otros días en que he ido a visitarlo le he notado algún signo queotro de haber entrado en tercera, pero lo mismo puede haber cambiado a unacuarta o quinta edad, porque este hombre es de raza longuínqua. Mantiene unalucidez de castor saltando por encima de la corriente de tiempo. Mucho tieneque ver con esa juventud perenne su afición constante a leer, porque no para deleer en la residencia, incluso lee en su memoria todo el rato, y te recuerda frasesenteras de Rulfo o de García Márquez, o de la Yourcenar, que lee en francés.

Una tarde de Bando de la Huerta, fui a visitar a Andrés a su domicilio, en una delas casas bajas por el barrio del Infante; por allí empezaba el ronco tropelhuertano. Y me encontré a Andrés paseando con un libro, por la acera de sucalle: estaba leyendo una novelita francesa que le había traído de ParísFrancisco Jarauta.

Mi más reciente visita al poeta y lector ha sido esta semana. Para mi sorpresa,me pidió un cigarrillo y se lo fumó enterito, con el mejor estilo de Bogart,delante de los médicos y enfermeros enfrente de nosotros en la terraza. Yo, queme estaba reprimiendo de fumar en el recinto de la residencia, además de darleuno le puse en el bolsillo, con cierta clandestinidad, medio paquete de Pallmall:“Dosifícalos”, le dije con cierta culpabilidad, cuando ya Andrés exultaba humo.“¿Qué estás leyendo, ahora, Andrés?”, le pregunté y me dijo que “una novelafrancesa que he encontrado en la biblioteca de la residencia”; y, como esperaba,también otras de García Márquez y de Juan Rulfo, el mexicano que apenasescribió Pedro Páramo. “Cada vez tengo más claro que Gabriel es el escritor denuestra época. Solo puede haber otro mejor: Juan Rulfo, pero escribió muy poco”.Ya. Las novelas francesas las regaló Andrés a la biblioteca de la residencia deancianos, junto con una buena parte de sus libros.

(Publicado en LA OPINIÓN de MURCIA, 28-9-2013)

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BIBLIOTHECA GRAMMATICA

Novela actual alemana La crítica de Anna Rossell: recensiones de “Mis años de asesino”, de

Friedrich Christian Delius, y “En tiempos de luz menguante”, de Eugen Ruge.

Anna Rossell (Mataró, Barcelona, 1951), ha sido Profesora de literatura alemana en elDepartamento de Filología Inglesa y Germanística de la Universidad Autónoma de Barcelonahasta diciembre 2009. Desde 1978 se ha dedicado a la enseñanza de la lengua y la literaturaalemanas, así como a la traducción literaria del alemán al español, a la crítica y a lainvestigación literarias, sobre todo en Barcelona, Bonn y Berlín.

Colabora asiduamente como crítica literaria y articulista en Quimera. Revista de Literatura,Culturas (La Vanguardia), Contemporary Literary Horizonts, Revista de Filología Alemana, entreotras.

Entre sus obras no académicas se encuentran los libros de viajes Mi viaje a Togo (Montflorit,2006), Viaje al país de la tierra roja (inédito), los poemarios La ferida en la paraula, (Montflorit,2010), Quadern malià / Cuaderno de Malí (2011), Àlbum d’Absències (2013), Microscopios eróticos(obra colectiva de microrrelatos (Ediciones de la Universidad de Salamanca, 2006) y las novelasMondomwouwé (2011) y Aquellos años grises (2012).

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ÁGORA DIGITAL /BIBLIOTHECA GRAMMATICA/ La crítica de Anna Rossell/ Nueva narrativa alemana

NAZISMO CON PIEL DE DEMOCRACIA

Friedrich Christian Delius, Mi año de asesino

Traducción de Lidia Álvarez Grifoll,

Sajalín Editores, Barcelona, 2013, 330 págs.

No defrauda esta novela del autor alemán Friedrich Christian Delius (Roma, 1943) –galardonado en 2011con el prestigioso premio Georg Büchner-, la última traducción de este escritor, a quien sigue de cerca el selloeditorial Sajalín, que también ha publicado El paseo de Rostock a Siracusa (2010) y Retrato de la madre dejoven (2011). Como las anteriores, también ésta aborda un tema histórico que, más allá del interés que suscitasu glosa, trasciende el marco concreto de los acontecimientos narrados y plantea cuestiones universalesfundamentales.

Delius sabe bien de lo que habla: publicada en Alemania en 2004, Mi año de asesino es una novela deimpronta autobiográfica, que narra los sucesos en torno al grupo “Unión Europea”, en el que se constituyeronun puñado de resistentes contra Hitler, cuyos nombres más conocidos fueron Robert Havemann, PaulRentsch, Herbert Richter y Georg Groscurth con la idea de combatir el totalitarismo en Europa a favor dela verdadera democracia. Consecuentes con su ideal, sus componentes arriesgaron su vida ayudando aperseguidos en los terribles años del nazismo.

El eje central de la acción se sitúa en 1968, cuando se da a conocer la noticia real de la absolución de R. (Hans-Joachim Rehse), un ex juez nazi responsable de doscientas treinta condenas a muerte, entre ellas la del padrede un amigo de infancia de Delius, Georg Groscurth, guillotinado en 1944. De la mano de un personajeficticio con quien el autor empatiza -un joven estudiante de filosofía de su propia generación, que indignadopor la noticia se propone asesinar al liberado y escribir un libro que será su confesión-, Delius desvelapormenorizadamente los entresijos de la guerra fría y el calvario que habrá de soportar la viuda, AnnelieseGroscurth, quien, terminada la guerra, se ha propuesto reparar la memoria de su marido. Si bien el grueso dela novela focaliza con mayor intensidad la época de la posguerra inmediata hasta los años setenta, lanarración imbrica, en retrospectiva y avanzando, tres momentos temporales: de la posguerra en adelante, losaños de nazismo y resistencia, y el presente desde el que narra el protagonista.

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La verdadera heroína de la novela es Anneliese Groscurth, que por su honradez, su humanidad, su valentía, suconsecuencia y su perseverancia merece la simpatía del autor. Ella, que, como su marido, actuó contra elnazismo no por razones políticas sino por principios humanitarios; ella, que sigue fiel a los mismos principios, seencuentra después de la guerra tan fuera de lugar como durante los años del nacionalsocialismo. Su historia delarga resistencia en la posguerra pone de relieve que el fin de la contienda bélica no supuso el comienzo de lademocracia en el oeste -defender los valores del humanismo democrático y actuar según ellos suponía enaquellos años ser acusada de comunista y de poner en peligro la convivencia constitucional- ni la justiciaigualitaria en el este, y que quien no hiciera el juego al discurso de uno u otro lado quedaba fuera del mundo ysin lugar. Pero la narración de Delius incide sobre todo en la República Federal Alemana y no tanto en laRepública Democrática. El estudio histórico de Delius nos recuerda hasta qué punto en Alemania occidentalaltos cargos nazis, muchos, siguieron en sus puestos y hasta prosperaron, sobre todo en el ámbito de laaplicación del derecho, y que no es lo mismo aplicar el derecho vigente que administrar justicia. Por ello mismoel libro plantea también la cuestión fundamental de si es lícito condenar a alguien que aplica la ley, inclusocuando ésta vulnera los derechos humanos.

Delius, que se documentó con entrevistas y estudió a fondo las actas de los procesos en los que se vio envueltaAnneliese Groscurth, rehúye las ideologías y las tomas de partido interesadas, no elude temas espinosos que ensu país aún levantan ampollas y le han valido críticas negativas ajenas a criterios literarios, como lacaracterización del carismático Robert Havemann o la de la generación del 68 a la que él mismo pertenece,pero lo hace sin ira, sopesando sus afirmaciones y sólo en la medida en que el contexto lo requiere.

Sin duda una novela muy recomendable, tanto para amantes de la historia como de la literatura.

Anna Rossell

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DE LA UTOPÍA SOCIALISTA A LA REUNIFICACIÓN ALEMANA

Eugen Ruge

En tiempos de luz menguante. Novela de una familia.

Título original en alemán: "In Zeiten des abnehmenden Lichts"

Traducción de Richard Gross

Anagrama,Barcelona,2013,394 págs.

Encomiable esta novela de inspiración autobiográfica de Eugen Ruge (Sosva, Urales, 1954) que, de modoparecido a La Torre, de Uwe Tellkamp –publicada también por Anagrama-, narra la evolución de laRepública Democrática Alemana a través de cuatro generaciones de una saga familiar perteneciente a lanomenklatura. Partiendo de una historia que es la propia, Ruge arma con maestría la trama novelada de laque fue su vida y la de su familia, desde la emigración de los abuelos comunistas a México, su regreso paracontribuir a la construcción de la nueva república alemana, hasta poco después de la caída del muro y lareunificación, ambientada ya en la nueva Alemania, en la que crecerá el biznieto. El autor reúne a sus actoresen escenarios idóneos para su fin, las fiestas familiares a las que asisten representantes gubernamentales, paramostrar la diferencia ideológica entre personajes y sobre todo entre generaciones. Medio siglo de historia desfilaante nuestros ojos: la construcción de la RDA, la huída de los hijos a Moscú, la deportación a un camposiberiano, la reestalinización, la perestroika y el final del sueño socialista.

Como avanza el título, que condensa bien el contenido, el lector asiste a la degradación del socialismo utópico,convertido en socialismo real, a través de los representantes de cada una de las cuatro generaciones. Sinembargo el autor no se debate con sus predecesores en un ajuste de cuentas. Lejos de afanarse enculpabilidades, aunque sin rehuir los naturales reproches políticos de los hijos a los padres, sabe dibujar con finosentido del humor y distancia los defectos de sus personajes, consiguiendo una narración ecuánime y objetivasegún el punto de vista de cada cual, al tiempo que muestra sin ira el trazo caricaturesco que tenían muchasactuaciones de la primera generación de adictos al régimen acólito de la Unión Soviética.

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Eugen Ruge. Foto de Tobias Bohm. Fuente: http://www.boersenblatt.net/457689/

Si bien Ruge se integra a sí mismo en la ficción bajo la figura de Alexander Umnitzer –Sasha-, nacido como élen 1954 y como él emigrado al oeste en 1989, la narración no adopta como eje su punto de vista. Uno de losméritos de la novela es precisamente su arquitectura perspectivista, que no responde a un tiempo lineal, sinoque organiza los capítulos saltando cronológicamente hacia delante y hacia atrás, sirviéndose para cada unode un personaje central distinto.

Ruge, que a partir de 1989 se dedicó exclusivamente al teatro, hace gala de sus conocimientos dramatúrgicos,tanto en la organización escénica del material narrativo como en el virtuosismo que despliega en el dominiodel estilo indirecto libre y de los diferentes registros que maneja en función de la edad y el carácter de susprotagonistas, estilo que vierte con muy buen arte al español la traducción de Richard Gross.

Cuando se publicó en su país de origen, en 2011, la novela ha sido merecedora del premio alemán de literaturamás prestigioso, el Deutscher Buchpreis. Eugen Ruge, que acaba de publicar en su país su segunda novela,Cabo de Gata (Rowohlt), es autor de numerosas obras dramáticas para la escena y la radio, así comotraductor especializado en Chéjov.

Anna Rossell

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EL CAZADERO DE LOS LIBROS.

Cuaderno de crítica de f.M

SUAVE ASOMBRO: LA GUERRA DE INVIERNO

Ariadna G. GarcíaLa Guerra de Invierno. Hiperión, Madrid, 2013

La Guerra de Invierno es un libro de poemas de Ariadna G. García (1977) con

el que obtuvo el premio de poesía Miguel Hernández-Comunidad Valenciana, enla primavera de 2013.

En la poesía de Ariadna García hay un sonido de fondo: el asombro. En todos sustextos se entra y se sale con esa sensitiva de haber presenciado el lector, envivo, el paso fugaz de una ceremonia asombrosa. La magia de esta poeta seencuentra ahí precisamente, en invitarnos y seducirnos a un espectáculo desonidos y sensaciones que, no obstante su preparación y elaboración cuidadosa,

aflora ante nosotros como un manantial insólito. Tres etapas de asombrocontrolado disponen las páginas de La guerra de invierno; nunca has de esperarvértigo en esta poesía, pero sí el peligro de ser salvado por la belleza después decaminar un cierto espacio por entre bosques de hielo, bajo una avalanchablanca, o de sentirte arrastrado por el trineo que “avanza por la nieve a granvelocidad” (p. 62).

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La primera sección del libro la componen poemas brevísimos, espejos intensos,que son notas de un viaje a Helsinki.

“Un idioma es encuentro,

asombro, plenitud.

Buscas en otra lengua

remontarte a un misterio, la promesa

de prolongar tus límites.

Un artista trabaja en sus retratos

para pintar el alma de la gente,

tú aprendes un idioma

para sentir el alma de una tierra”.

(p.22)

Conscientemente he citado este poema (fragmento VIII de la primera sección, yen cuyo apunte introductorio reza: Oficina de turismo de Helsinki) porparecerme el texto mejor logrado en cuanto a apertura al otro y lo extraño, encuyo contraste madura toda la sensibilidad interior, que es mucha, de la poeta.

Lo anecdótico y las breves ráfagas narrativas en este diario de lo extraño que seva pareciendo a uno mismo, en esta Guerra de invierno, están, sin duda,transfigurados por el recorrido interior que la poeta desvela al lector, a la vezque va descubriendo para sí. Una guerra que es símbolo de un latente fragor, enestos poemas de apariencia tranquila; de un conato por abrir lo otro en laexperiencia de la escritora y por no conformarse a una identidad demarcada;aunque también se intuye una lucha por retener la juventud, el clásico tema deldolor por el paso del tiempo inexorable, y un eco y versión actualizada del mitode Atalanta.

La complejidad sobre la superficie casi suave de las palabras de Ariadna G.García se desvela cuando se deja oír el rumor de esos temas, y aun más, cuandola reflexión insinúa, por un momento, otro nuevo contraste, que irrumpe en la

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misma expectación ante lo otro, objeto del impulso liberador.

I

Golfo de Botnia

“El agua congelada.

El cielo blanco.

Sé que enfrente está Suecia,

pero no la distingo

hay mucha niebla.

Me encuentro dentro de una enorme caja.

Ninguna coordenada

fija mi posición.

Tanta blancura ciega.” (…)

(p. 49)

La calidad del decir poético de Ariadna G. García, y su saber renunciar a laretórica sentimental y a la profusión textual, colaboran también en el logro deunos poemas deslumbrantes, más asombrosos aún en su brevedad en el marcode la página, casi no rozada en su blancura.

Fulgencio Martínez

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LA ATENAS, DE JUAN VICENTE PIQUERAS

Juan Vicente Piqueras

Atenas

Colección Visor de Poesía

Ed. Visor, Madrid, 2013

La lectura sigue sus propias órdenes. Hace un rato leía en un blog un texto deJosé Ángel Cilleruelo sobre Dublín. ”Los mercadillos callejeros, donde se siguenvoceando las frutas igual que en el Ulises (…). Recorro Temple Bar y solo entro enun café vacío que se traspasa”. La ironía soporta a sus espaldas todo, parececomo si hubiera de antemano decretado que todo viaje sea el de Ulises y,también, que, a pesar de deshacer mil veces ella, la ironía, el rostro de Odiseo,este vuelva a dibujarse ante nosotros, cuando baja la marea, en la arena. Así es:la ironía lo deja todo igual y diferente (“se siguen voceando las frutas igual queen el Ulises…), se siguen sucediendo los pasos de Ulises en la vida de cadahombre. Al cabo, por más que los poetas desmonten a Ulises (Joyce lo hizo congenialidad y ácido menudeo), la metáfora vive. Como si, apoderándose del brazode la ironía, señalase a un lugar exacto, justo debajo de nuestros pies: mira ahídonde pisas, ahí no hay firme nada, eres tú el que cambias y no llegas nunca anada. Una ironía más profunda decreta, de antemano, que el recurso a la ironía

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no consiga desmitificar al héroe, sino hacer que nos sepamos más vulnerablesque él. Como si la identificación con Ulises tuviera, al fin, que pagar esa tasa: unamodesta, aunque desmesurada para nuestro yo, contribución a la municipalidad.

Estas reflexiones rápidas me llevan a entender ahora mejor el libro Atenas, delpoeta valenciano Juan Vicente Piqueras. Mi anterior lectura (en el pasado mesde junio) de este libro de poemas, me pilló desorientado. Perdido bajo el tonoelegíaco de algunos versos y la anécdota personal del autor que abandona ellugar donde ha vivido cinco años, solo acerté a ver en Atenas la desolación. Elpoeta - como otro insigne maestro del 27 en el exilio republicano, Luis Cernuda-asimila su sentimiento de desolación con el del lugar que deja; se trata de unrecurso de gran arte. Pero, en mi primera lectura, algo fallaba, veía demasiado alas claras el truco o me parecía que no había ahí, en Atenas, un tronco fuerte,una sustancia que no fuese verde subjetividad, hoja y hojaldre de buen poeta conoficio; al contrario de lo que encontraba en Desolación de la Quimera, con eldiscurso moral del poeta sevillano sobre la edad humana y el desengañosabiamente vinculados con la historia de un hombre contemporáneo, españolporque no podía dejar de serlo. El abuso de la anáfora y la morosidad que otorgaal poema la repetición de versos brillantes, casi sentencias, al inicio de variasestrofas; como si fuera una llamada de atención que, a base de repetirse enprimeras estrofas y en últimas, y durante varios poemas, deja de ser atendidapor el lector; la música medida del alejandrino con cesura perfecta y bien calados

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compartimentos o hemistiquios, combinado a veces con heptasílabos; y elendecasílabo, en otros poemas, circulando a buen trote métrico (“Tiene elcansancio su felicidad / como la enfermedad tiene su extraña / manera dedecirnos que no hay nada,”), interrumpido por la concatenación repetitiva (“nohay nada en este mundo / que valga más que la mediocridad (…)”.

Casi siempre el orden de las lecturas tiene razón, y he necesitado volver areunirme con Joyce, Ulises, Yanni Ritsos y su poema “Grecidad”, para ponermeen oración ante este libro de poemas de Juan Vicente Piqueras, y encontrarle, enuna nueva lectura, su fondo. Deslumbrante. Con aliento de gran poesía.

Me llega ahora nítida la comunicación con el libro: abierto a dos vías, que secubren con sendas y diferentes metáforas, para reanudarse, finalmente, en una.Por un lado, algunos poemas se internan en la meditación sobre la experienciahumana, el desarraigo y la ausencia de identidad, metaforizados en el viajero yrey de Ítaca –observemos este detalle: nunca olvida Odiseo, en su trajinado viaje,su posición, su origen, su pequeño reino-. La meditación tejida sobre esametáfora sufre una adaptación contemporánea, y como ya enseñara el Ulises deJoyce, el libro Atenas la vierte en la vida de un hombre cualquiera, vale el propiohombre que escribe los versos de ese libro donde se despide de la ciudad deAtenas y se siente unido en desolación a esa ciudad y a Grecia cuando mira en ellaberinto de su vida. También, aquí en este libro de Piqueras funciona la ironía yla desmitificación del héroe homérico, pues solo con ese distanciamiento yveladura aparente puede transformarse el rey de Ítaca en uno de nosotros. Quizáya el genio de Homero dio pie a esto, al hacerle decir a Ulises su verdaderonombre: Nadie.

Varios poemas en Atenas remarcan el tratamiento irónico sobre Ulises, pero,sobre todo, el que lleva por título “Testimonio del gaviero” (pp 36 y 37). Unaimpresión posterior a su lectura nos sugiere que es un poema antiuliseico; ya nosolo irónico y desmitificador como el texto de Joyce, donde siempre hay ternurade fondo hacia el personaje (Ulises-Bloom), sobre la acidez y la caricatura.Además, en Atenas, el tratamiento distanciador, casi diríamos que demasiadobelicoso, hasta el punto de poderse considerar profiláctico, se extiende sobre losotros protagonistas de la Odisea (las sirenas, los marineros de Ulises envidiosos,la misma fiel Penélope, etc), en una línea acorde con el tratamiento desolado queJuan Vicente Piqueras otorga a los “lugares” sagrados de la geografía y la historia

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griegas; lugares previamente identificados como “dioses”, de los que soloquedan la “cenizas”, un lugar de ruta turística que hace más evidente ladesolación.

El poema “Súplica” (p. 56), donde Ulises pide a Penélope “sigue tejiendo, amor, ydestejiendo”, termina con estos dos versos: “Y cuando llegue a ti ya no sabrásquién soy./ Cuando te abrace abrazarás el aire”.

Una reflexión sobre la cultura presenta, ya en los primeros poemas del libro, lasegunda vía. “Museo de la Acrópolis”, uno de los mejores poemas que hemosleído últimamente, desvela el sentimiento –desolado también- de pérdida deidentidad cultural del hombre de nuestra cultura occidental, en estas décadasprimeras del siglo XXI:

Admiramos lo desaparecido.

Tal vez nuestra cultura nace de estas ausencias,

de lo vacío, de lo que no hay.

También nosotros somos lo que queda

de nosotros,

lo que nos falta,

el hueco que nos cuida.

("Museo de la Acrópolis". p. 17)

Lo que queda de nosotros, lo que nos falta, el hueco que nos cuida: estos trazossoberanos nos llevan a pensar y repensar en el significado de Ulises, y, sobretodo, en el otro icono: Penélope. ¿Qué son para cada uno de nosotros?

En esa última estrofa de “Museo de la Acrópolis” está resuelto el acertijo de lagran poesía que emana Atenas, está el tronco que une las dos orillas (la personaly la cultural) y cada orilla con su árbol, de presente y pasado. La Atenas actual,con su realidad desolada, y la histórica Atenas de los monumentos que evocan elmargen de la Desolación, desde su indiferencia y su irónico aceptar la compañíade sus visitantes. La Atenas del tiempo vital del poeta (“Ya me he muerto enAtenas, ya he desaparecido / de sus calles”. “Adiós Atenas”, p. 66) que vuelve

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sobre el tiempo lineal biográfico, hecho de despedidas y nuevos encuentros(¿Quién sabe adónde va cuando se va? (…) / Soy lo que se va en mí.” “Travesíanocturna”. p. 13).

“Lágrimas distintas” se vierten por un lugar (un dios) diferente y el mismo; por elque pudimos ya ser y por el que vamos siendo “entre el polvo y las pavesas”,dice el poeta Juan Vicente Piqueras en un espléndido poema inspirado enHeráclito (pp. 46 y 47). Un poema que nos recuerda que la ironía supremaconsiste, quizá, en que la ironía deja todo igual y diferente. Así, desde Ulisesvamos con el camión de mudanzas:

“Sobre los hombros de todos los hombres

cae el polvo y las pavesas que despiden

la lucha y el incendio de otros hombres (…)

El mundo es fénix, sabe renacer

de sus cenizas, breve e infinito,

feliz de ser fugaz”.

("Lágrimas distintas")

El poeta viajó de Atenas a Argel, en el sur de Atenas. Como dice la “Nota delautor”, que abre el libro que comentamos: “Atenas no es el tema de este libro.Es la ciudad donde llegó hasta mí una bandada de pavesas fénix que se fueronposando, una a una, en la palmera con sombra de ciprés que soy cuandoescribo”. Yannis Ritsos, en su poema “Grecidad”, canta a un árbol y a un paisajeduro y silencioso, a un hombre sufrido que lucha por la libertad de Grecia, y,curiosamente, como Juan Vicente Piqueras, evoca Ritsos el paisaje griego en lafigura del “ciprés”. “Sus ojos están rojos por el desvelo, / una profunda líneaencajada entre las cejas/ como un ciprés entre dos montañas al anochecer”. “Sulengua es acre como la nuez del ciprés”.

Como lector de poesía agradezco este libro a su autor: el que éste haya dejadoposarse en su palmera la “sombra de ciprés que soy cuando escribo”, y que noshaya permitido compartir su Atenas: su memoria vital y reflexiva de la Hélade.No es, finalmente, un libro de derrotado sino de luchador, que logratransmitirnos, en sus versos, pasión y nostalgia de Grecia con la lección de unpoeta grande, de hoy y de mañana.

FULGENCIO MARTÍNEZ

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CRÍTICA DE MAXIMILIANO HERNÁNDEZ MARCOS

El poeta y profesor de Filosofía de la Universidad de Salamanca MaximilianoHernández Marcos presenta un artículo crítico sobre El año de la lentitud.

EL AÑO DE LA LENTITUD, UNA

POÉTICA DEL AMANECER CONTRA EL

FINAL DE LA HISTORIA

Fulgencio Martínez.

El año de la lentitud.

Huerga y Fierro editores, Madrid, 2013.

La nueva entrega poética de Fulgencio Martínez sorprende al lector

contemporáneo, sobresaturado de aceleración, por su título enigmático, a

contracorriente de la experiencia cotidiana: El año de la lentitud (Madrid, Huerga &

Fierro, 2013). Que tal denominación no es azarosa ni gratuita lo da a entender el

propio autor, cuando en una de sus confesiones al final del libro señala que

inicialmente iba a llamarse “Vocabulario de alimentos”. El cambio es, pues,

intencionado e indica que el poeta, en la reelaboración reflexiva de la versión final, ha

divisado una perspectiva nueva en su material poético desde la que cabe contemplar si

no el conjunto, al menos la mayoría de los poemas que nos ofrece. Y digo esto porque

no puede descifrarse el sentido del título a partir de la suma total de poemas que

componen el libro, como si en él se concentrase la quintaesencia de todos y cada uno

de ellos o constituyese la exacta abreviatura de su diversidad. Quien conozca a

Fulgencio Martínez sabe que sus libros no son monotemáticos ni de estilo único ni de

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tono monocolor; dan testimonio de su heteronomía literaria, suelen ser polifónicos o

polivalentes; en ellos, como en la vida, se da cita la pluralidad del hombre y del

escritor.

El año de la lentitud confirma esta personalidad múltiple de su concepción y quehacer

poéticos, pues en él volvemos a reconocer al fustigador de la miseria humana, y, en

particular, de la sociedad actual, a través de la sátira y la ironía, la crítica de la

injusticia, la pobreza y la opresión crecientes en el mundo de hoy, al lado del creador

ingenioso y lacónico, o del personaje burlesco y humorístico. También identificamos ahí

esa predilección por el uso coloquial y la oralidad del lenguaje que su “maestro Andrés

Acedo”, seguidor del Marqués de Santillana, le inculcó como un nuevo arte o modo

de hacer (o cazar ) con las palabras: la “poetría”. Las tres secciones finales del libro:

“Notas para una música futura”, “Sátiras y autografías” y “Humor acediano”, dan voz

claramente a este Fulgencio combativo y zumbón, que oscila –combinándolo a veces-

entre lo satírico y lo cómico, entre el compromiso ácido con la realidad y la risa

liberadora que le hace llevadera aquella carga. De estas secciones no quiero dejar de

recomendar al lector algunos de los poemas, para mi gusto de los más indicativos y

logrados, como “Discurso de acogida a los imputados electos”, “Control de

pasaportes”, “Villancico del indiano” o “Retractación de Berengario”, este último de un

humor absurdo, surrealista, pero de raigambre popular, que raya en la astracanada y

desata sin remedio la hilaridad.

Para adivinar el sentido del título y dar con el enfoque que preside su latido literario

hay que mirar, pues, a lo que aporta –o quiere aportar- de diferente este nuevo libro. Lo

primero que llama la atención, además de la ausencia casi por completo de la mirada

elegíaca que ocupaba buena parte de su libro anterior, Prueba de sabor (2012), es el

papel central, notoriamente dominante, que juega ahora, especialmente en las cuatro

primeras secciones, la metapoesía, siempre presente, sin duda, en los poemarios

precedentes de Fulgencio, pero nunca quizás con esa enfática comparecencia, en

extensión e intensidad, que hace de ella, en este libro, el tema y a la vez su modo de

tratamiento, el horizonte de contemplación y lo contemplado mismo. Hay una sección

entera, la cuarta, titulada “Un oficio que hace amigos”, que se dedica en exclusiva a la

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meditación sobre el significado y la tarea de escribir; ella es, sin embargo, sólo el

colofón de cierre de las tres primeras secciones, en las que de algún modo se justifica

la necesidad de la escritura y la manera de llevarla a cabo, de ejercerla en y desde

nuestra candente actualidad. Y si bien es cierto que, en consonancia con la

heteronomía coral de Fulgencio, su reflexión metapoética se hace eco de la realidad

proteica de la poesía, de esa variedad de tonos y perspectivas vitales que define la

versatilidad de su decir y concita a los más diversos autores y lectores (hay, por

ejemplo, una poesía de los quince años –véase el poema “El lector de Bécquer”-, lo

mismo que una poesía del compromiso social y político –véanse los poemas “Oración

por Antonio Machado” y “Derecho a manifestarse”-, o una poesía épica –véase el

poema “Invitación a la épica”- o cómica y burlesca...); no conviene olvidar, sin

embargo, que esa pluralidad de prácticas y sensibilidades poéticas cobra sentido y

veracidad si en ella la palabra suena “desde todo lo humano” (p.89) y sale al encuentro

de su indigencia existencial e histórica, que se redime o se agrava necesariamente en

la ciudad, en el espacio ético de una comunidad de vida. El año de la lentitud rubrica a

este respecto el compromiso de Fulgencio Martínez con una poesía cívica, que pone los

pies “en la realidad” (p.9) y alza su voz a pie de calle, entre el gentío, como un clamor

popular.

Mas, lo que ahora define el sentido y marca la orientación peculiar del trabajo poético,

el motivo que impulsa la meditación metapoética del libro y modula su mirada cívica es

la específica experiencia del tiempo histórico que caracteriza a la sociedad de hoy y al

hombre del presente: la experiencia de la lentitud. Más allá de los ciclos naturales, con

su incuestionable simbolismo, que hacen acto de presencia en el poemario (verano,

otoño, invierno, primavera...) y de los ritmos socioculturales que los secundan (fiestas

populares, fechas emblemáticas, etc.), la clave de comprensión reside, a mi entender,

en esta original indagación sobre la relación de la poesía con la historia, o mejor, con

nuestra vivencia actual del movimiento histórico, que Fulgencio certeramente

diagnostica recurriendo a la imagen del tiempo lento, ralentizado, detenido, en el que

vive y se constituye la subjetividad colectiva y su imaginario social en nuestros días,

haciendo suya tal vez la sintomatología del nuevo tiempo histórico de Hans Ulrich

Gumbrecht en su obra reciente Lento presente (2010).

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Resulta, en este aspecto, llamativa –no puede ser azarosa- la manifiesta sintonía de

este diagnóstico con las teorías filosóficas de las últimas décadas que, tras el declive

del pensamiento político revolucionario y de las esperanzas utópicas en Occidente,

hablan del “final de la historia” y cifran esta paralización del pulso histórico y de sus

latidos de cambio en una percepción de la vida colectiva como un presente continuo,

que no mira hacia atrás, porque no necesita –o eso cree desde su altanera y bárbara

estupidez- la memoria del pasado para afrontar los retos ex nihilo que las innovaciones

tecnológicas plantean cada día, o para satisfacer las burdas necesidades consumistas,

compulsivas e inmediatas; ni tampoco espera del futuro algo más que la prolongación

de este hedonismo vacuo (véase el poema “Tedioso entretenimiento”) y del destino

errático y depredador del crecimiento económico que lo sostiene.

Ahora bien, para Fulgencio este tiempo de la lentitud no es -contra los pregoneros

ideológicos del mundo establecido y la idolatría dominante- el tiempo de la plenitud,

sino el tiempo de una nueva forma de indigencia humana, frente a la cual se justifica a

la manera de Hölderlin -el poeta y pensador que hila, en conversación constante,

junto a Pessoa, la metapoética de El año de la lentitud- el quehacer poético como la

tarea de decir que hay futuro (no exánime estancamiento en la inmediatez pseudo-

natural del presente), porque es posible esperar y celebrar siempre algo nuevo bajo el

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sol. La poesía preserva así, intacta, toda la promesa redentora que encierra la imagen

del amanecer, con su luz tenue pero vivificante rasgando la oscuridad de la existencia

para anunciarnos experiencias aún inéditas y abrirnos cada día a un mundo siempre

renovado. Hay dos poemas en el libro que reclaman con nitidez esta poética luminosa

del alba: el titulado “Sol en Éfeso”, que glosa el dicho heraclitiano “el sol es nuevo cada

día” en forma de invitación a buscar “ahí fuera”, en la naturaleza y los otros hombres,

la verdad siempre nueva “de la sensación” (p.67); y el que recreando un verso de los

Salmos se titula “Cada mañana del mundo” y dice así:

“Cada mañana, te destruiré

y te crearé de nuevo,

hasta que llegue la hora

del Reino de Dios, y de la justicia

y la paz..., hasta que llegue esa hora

y vuelvas para cumplir tu promesa.

Te crearé. Y te destruiré.”

(p.57)

Este diagnóstico sobre la lentitud del presente histórico y la propuesta de una poesía

del amanecer que luche precisamente contra el estancamiento naturalista de la vida

mediante la animación y recreación constantes de los más íntimos anhelos e ideales del

espíritu humano forman el núcleo teórico de las cuatro primeras secciones y dotan a

éstas de una cierta estructura narrativa, como mostraré a continuación. Las dos

primeras secciones dibujan claramente ese cuadro desalentador del presente,

describen el lenguaje, por así decir, del tiempo que nos habita (“La letra del año” es el

significativo título de la primera sección), así como la lucha del poeta con su entorno y

consigo mismo para salir, como Ulises, de ese estado de encantamiento natural que

afecta también a la poesía de hoy (“Odisea de la lentitud” se titula no en balde la

segunda sección). De esta sombría “encrucijada” de dudas y tentaciones que

cuestionan y amenazan el sentido de la palabra poética en nuestra época inerte, no

cabe otra salida que la de un acto de voluntad: la “decisión” heroica de sentirse vivo,

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de poner en marcha de nuevo el tiempo de la historia (léase al respecto el crucial

poema “La larga sombra del Miércoles de Ceniza”). Lo que significa esta opción por la

vida y por el movimiento histórico, que es en realidad la opción por el hombre de

espíritu frente al hombre de la mera pulsión natural, se va desvelando literariamente

en las dos secciones siguientes, en las cuales se desgranan de algún modo esos

“alimentos”, tanto humanos como estrictamente poéticos, que dan color, sabor, sentido,

genuina novedad a nuestra existencia. Merece la pena detenerse un poco en ver cómo

Fulgencio despliega simbólica y literariamente este nudo argumentativo en esas cuatro

primeras secciones.

La descripción de la lentitud del presente se inicia con la representación del contraste

entre el colorido de la vida en la calle, que marca la experiencia del ayer, y la detención

de esa vitalidad social para dejar paso a “un tren de mercancías lento”, que define la

percepción actual del mismo turista en la misma fecha simbólica y sobre el mismo

lugar (quizás también simbólico): Lisboa y el Primero de Mayo. El lector, como un

turista más, contempla así, extrañado, cómo el tranvía de la historia que aireó sus

pulmones “veinte años” atrás haciéndole sentirse “camarada” y “hermano” del hombre

corriente y de su vivo trajín diario, se ha parado ahora, en nuestro tiempo, perdido

entre las “avenidas metropolitanas” de un mundo mercantil de “Hoteles y

Corporaciones / y Bancos nacionales” (p.15). Este tiempo culturalmente estancado,

convertido en una “calzada lenta”, en la que se ha enfriado el ritmo memorial y

expectante de las fechas que pautaban y enardecían el corazón moral de la historia, y

todo transcurre ya apático e inmóvil, como un eterno presente, sin matices cualitativos,

con esa indiferencia exacta hacia los hombres y las cosas que impone, monótona y

displicente, la prisa tecnológica del lucro y del deseo frívolo y tiránico, merece para

Fulgencio, con certera precisión simbólica, el calificativo de “nueva edad del Hielo”

(pp. 29-30).

Más descorazonadora aún es, para este “turista en la metrópolis” (así se denomina el

poema inicial), la imagen del hombre del presente que viaja frente a él en ese tren

mercantil, y sobre la que se proyecta finalmente también el rostro del poeta

(simbolizado en Pessoa): es un “hombre sin historia”, un “hombre gris”, errático, que

carece de alma, porque la ha entregado al diabolismo del consumo y de los poderes

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económicos, que ahora “escriben”, “detienen, aceleran” y, en definitiva, “disuelven” la

“Historia” (p.14). Su falta de interioridad personal procede de su incapacidad para lo

Otro, para ver, escuchar y asimilar el mundo externo por el que transita como un

zombie, ciego de deslumbrarse a sí mismo en el vacío infinito de su egolatría. No es un

ser vivo, de carne y espíritu; es una efigie ambulante, una “imagen rudamente

animada”, el “huésped de una ficticia realidad” (p.37). El narcisismo constituye la

forma de existencia de este hombre hedonista, encerrado en su feliz autoengaño,

quieto de moverse siempre en torno a sí, no apto para amar o para que el amor llegue

a buen puerto debido a su impotencia para abrirse a lo ajeno (véase el poema “Pantalla

en blanco”). Fulgencio lo caracteriza muy bien con el símbolo de los espejos (léase

“Conjuro para hacer desaparecer los espejos”) o con la figura mitológica y literaria de

“Circe embaucadora”, que lo domestica para desplazarse cada día inerte como una

sombra ( v. “Tedioso entretenimiento”).

El problema, sin embargo, no es sólo antropológico y social; también es estético, y esto

por añadidura golpea fieramente al poeta. ¿Qué sentido tiene escribir poesía, la voz

señera del espíritu, cuando su palabra no puede llegar ni molestar a nadie (p.22),

porque el hombre de hoy no está en condiciones de acogerla? Quien quiera seguir

escribiendo en este tiempo lento de la circulación mercantil, parece quedar expuesto

irremediablemente a convertirse en un “caballero de la triste literatura” (p.45), cuyo

decir desnudo se transforma por contagio en un exótico y extravagante “bazar / donde

todo se adultera” (véase “Probación”). Fulgencio denuncia, como lo ha venido haciendo

en sus últimos poemarios, esta tendencia casi masiva y endémica del quehacer poético,

socialmente celebrada desde hace décadas, al ensimismamiento y la evasión (así, por

ejemplo, “El poeta del monólogo en el espejo”), en palmario mimetismo cómplice de un

hombre volcado hacia su ilimitada pulsión de ego. Hay, en este sentido, un poema que

destaca, no obstante, por su ingeniosa ironía y su acendrado simbolismo: “Nocturno de

Ulises”. Simulando una conversación telefónica de noche en una hot line, el poeta,

encarnado ahí por el héroe homérico, echa de menos a la musa poética que una vez

cantó en su cuerpo, porque ahora aquella sirena se ha transformado en una “estatua

fría” y frívola, que afianza con su canto la falsa euforia de la felicidad reinante, y en vez

de alentar el ardor humano y airear sus desechos seduce ya únicamente“ en la línea

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del Hielo” (p.30).

La frialdad hedonista, la lentitud del tiempo ególatra que impone el monoteísmo

capitalista, parecen no dejar resquicios por los que fluya de algún modo el calor, la

inquietud espiritual de la palabra poética. ¿Significa esto que el “final de la historia”

lleva consigo también “el final de la poesía”? La segunda sección del libro, titulada

“Odisea de la lentitud”, se halla traspasada por esta duda, que sumerge al poeta en

una crisis personal no sólo en relación con el sentido de la escritura en nuestra lenta

edad del hielo, sino sobre todo en relación con su propio decir poético. Fulgencio se

mira a sí mismo (“Espejo de mis treinta años” es aquí el poema clave) y en el recuento

reflexivo de su trayectoria literaria no logra encontrar, entre el “orgullo” y la

“vanidad”, más que variantes evasivas de la palabra que únicamente afirman su yo

individual: son –escribe- “un triunfo solo para mí”. ¿Se trata, una vez más, de

ensimismamiento o, por el contrario, de un decir solitario? La ambigüedad no queda

despejada en el poema, pero conviene al menos dejarla abierta para no ser quizás tan

severos como lo ha sido consigo mismo en su juicio el propio autor.

Lo que sí queda claro es que Fulgencio “no se acepta” (p.23) en cualquiera de las dos

alternativas: él quiere un decir solidario, en el contenido y en la forma, por su origen y

por su destino. Este acto de voluntad le saca heroicamente de sus cavilaciones internas

y, por supuesto, de aquel estado sonámbulo de lentitud e irrealidad históricas en el que

cree haberse encontrado antaño, al unísono con la época y sus cantores, como “poeta

insolidario, egoísta, ensimismado” (p.9). La salida de aquel encantamiento conlleva

obviamente una mutación de la sirena poética, su reconocimiento ahora como “la salud

/ de esta edad de Hielo tan temida” (p.29), lo que se traduce, a lo largo de las dos

secciones siguientes del libro, en un ánimo vital bien distinto y en un tono literario

nuevo. La apuesta decidida de Fulgencio Martínez por una poesía de compromiso

cívico, realista con el presente se concreta así en una lucha contra la lentitud de

nuestro tiempo histórico, en una poesía, pues, que, al igual que el castor, trata de

construir obstinadamente su hogar contra “la usurera corriente” del mundo (p.51).

Esta propuesta está ya en el segundo poema del libro y la formula un Pessoa puesto al

día y erigido en interlocutor del poeta:

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“- Si te duele la hoja del calendario,

es porque todavía hay trabajo que hacer.

Arde la lentitud. Pero, nosotros, poetas

del pueblo, ¡celebramos este día!”

(p.18)

Dos preguntas estarán probablemente rondando la mente del lector a propósito del

desafío poético de Fulgencio. ¿Cómo es posible seguir escribiendo honestamente, en

qué se funda realmente la decisión de un decir solidario y a contracorriente, aparte de

en la buena voluntad del poeta? Y esta otra: ¿En qué consiste propiamente esta poesía

en la que “arde la lentitud”? La primera cuestión, que exige la justificación y viabilidad

de una palabra poética con sentido en nuestra edad de Hielo, tiene en El año de la

lentitud una respuesta que se remonta a la tradición filosófica idealista y se repite en el

pensamiento crítico contemporáneo: el sufrimiento humano, refutación sensible de la

ideología de la felicidad tecnológica y consumista, indica que las aspiraciones más

profundas, los deseos más íntimos de los hombres no están cumplidos, de manera que

“todavía hay trabajo que hacer”. La poesía se justifica, y sigue siendo factible, sólo

como promesa de redención (recuérdese el poema ya citado “Cada mañana del

mundo”), que surge de la experiencia insoportable del dolor: “la sirena no canta en la

felicidad” (p.30); “Las musas [.../] no vuelven sus favores / sino al producto final del

dolor” (p.17). Con todo, Fulgencio, en un poema con cierto soplo apocalíptico –“Himno

al miedo”-, invita a la sublevación invocando la desesperada experiencia colectiva del

miedo, compañero del dolor, como dando a entender que también está legitimado hoy

escribir desde este sentimiento tan elemental pero precisamente para vencerlo con la

palabra poética –como él ha dicho en otros lugares.

Ahora bien, escribir desde el dolor no implica necesariamente hacer una poesía

agónica, apesadumbrada, precursora del llanto, ni siquiera elegíaca; aquí siempre

acecha el peligro del narcisismo victimista. Si se busca la redención del sufrimiento, si

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se quiere vencer el miedo, tal vez no quepan, siendo realistas, más que paliativos,

alivios, calmantes o compensaciones emotivas que nos sitúen en ese espacio familiar

de una sensibilidad reconocida y de un espíritu sereno y reconfortado. Creo que en El

año de la lentitud, en las secciones tercera y cuarta, se opta por esta vía, y se hace de

dos maneras que implican una reorientación de la mirada y, a la par, un cambio en el

tono de voz.

Así, por un lado, se procede a desplazar el ojo del sujeto poético desde la oscuridad del

yo autocomplaciente, estancado en su hiperestésica ansiedad, hacia la vida exterior de

la naturaleza y de los otros hombres, de donde siempre viene la luz renovadora de cada

día, el alimento que, a pesar de ser finito y perecedero, conforma y sostiene el alma

humana (remito al hermoso poema “Tabula in naufragio”, con su talante de gratitud y

serenidad). Se trata de dar muerte al “nombre”, a la imagen, al delirio del espejo

propio, para que en la apertura dialógica al cuerpo de lo Otro goce “el hombre vivo”

(p.40). El amor, la amistad, las tradiciones y fiestas populares, la contemplación de la

belleza natural en su caduco y renovado esplendor...; he aquí algunas de las

experiencias que alimentan de veras el espíritu del hombre atento al mundo externo,

receptivo a él, y que por sí solas dan sentido a la magia de escribir, merecen el canto

compartido de esos poemas que Fulgencio les dedica en la sección titulada “Desde que

somos una conversación”. La cita de Hölderlin que la precede e inspira no es baladí: la

observación y el diálogo son, sin duda, los antídotos contra el vaciamiento compulsivo

del alma y su suplantación por el esnobismo tecnológico y productivo. Pero junto al

diálogo con las cosas está también el diálogo con los otros hombres y, en poesía,

especialmente el diálogo con la tradición literaria. El año de la lentitud está escrito, a

este respecto, a modo de conversación constante con otros escritores y poetas. No

parece un gesto meramente culturalista; más bien constituye la estrategia original

para poner en juego esa poética contra la lentitud somnolienta de nuestro tiempo que

parte de la convicción, muy próxima al primer romanticismo alemán, de que, lejos de

ser cada uno un ego solitario, todos formamos, somos una comunidad de vida.

Este aprendizaje o Bildung que proviene del contacto con la exterioridad requiere, por

otro lado, un tono literario menos sombrío y estridente, una voz más serena y cordial,

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que transmita y dé a conocer de modo plácido la armonía sensible y renovadora de la

naturaleza y de la vida humana. La rebeldía del poeta, su compromiso con el presente

se canaliza ahora, pues, a través de un decir suave (“Desde ahora, hablaré

suavemente / como el lagarto rubio en la cima del cielo” –p.56), que invita

reiteradamente al canto y a la celebración de la novedad que cada día se nos otorga en

su grandeza minimalista, incluso a sabiendas de lo efímero tanto de lo vivido como la

palabra que lo recrea (véase el poema “Fugaces”). Estamos por ello –he aquí el núcleo

quizás de la sección cuarta- ante una poética de la luz o del amanecer, que no sólo

vislumbra en la poesía la fuente luminosa de conocimiento del mundo y de

alimentación del espíritu, sino también el lugar donde se festeja la claridad de esos

mínimos sabores. En el poema –dice Fulgencio en “Invitación a la épica”,

homenajeando a Homero- tiene “su hogar” la luz; allí “se la espera siempre / como la

primera vez / que la presentó al mundo un canto épico” (p.58; cf. p.55). Se reivindica,

por tanto, en buena medida un retorno a los inicios, al momento homérico, al alegre

tarareo infantil que canta ingenuamente el descubrimiento maravilloso del entorno. Tal

parece ser la consigna: “Balbucea, de nuevo, pequeño niño” (p. 63).

MAXIMILIANO HERNÁNDEZ MARCOS

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