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N° 01 | noviembre de 2013 Quito - Ecuador Revista Bimensual LO ARRARRAY, ATATAY O ACHACHAY DE QUITO

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N° 01 | noviembre de 2013Quito - Ecuador

Revista Bimensual

LO ARRARRAY, ATATAY O ACHACHAY DE QUITO

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CONTENIDOSïndice de contenidos 4

Comerás algo por ahí, no estarás pasando hambre 5

Invisibles 8

Recogiendo pasos por la Nicaragua 12

Cayetano Guamán, albañil apasionado por ser él mismo 16

“El señor de los anillos” 20

Pirómanos de corazón 22

Quito tatuado 25

Aguanta, comer rico no siempre es igual 27

“Pregunte bajo su propio riesgo” 29

¡Yo también existo! 31

Para vivir hay que leer 32

La muerte de los pobres y los ricos 36

Quito con rostro de mujer 41

REVISTA

Director: Jean Pierre Villarruel • Jefe de Fotografía: Christian Navarrete • Jefa de Redacción: Angela Baldeón • Jefe de Diseño: José Atupaña Guanolema • Jefa de Publicidad: Salomé Andrade

Redactores: Carolina Zapata, Andrés Obando, Ángela Baldeón, Gabriela Ortiz, Salomé Andrade, María BelénQuinga, Patricio Velázquez, Carolina Cuenca, Jorge Arévalo , José Atupaña G, Michael Almeida,

Maribel Bastidas, Adrián Morejón, Christian Navarrete, Jonathan Arias, Christian Vallejo

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L a revista QUITO LLUCHO, nace de la necesidad de construir un periodismo más allá de lo lineal, de lo estético, de lo ya establecido. Es por eso que este grupo de jóvenes estudiantes centralinos de comunicación social, hemos creado esta revista diferente, dinámica y divertida, mostrando un

Quito profundo, no descubierto o invisibilizado.

En QUITO LLUCHO mostraremos la realidad de una metrópoli como Quito, que no es sólo lo estético del norte, lo histórico del centro y lo popular del sur. Querer ir más lejos de lo que el estatus nos muestra, es la convicción de quienes trabajamos en el contenido de esta revista.

QUITO LLUCHO está trabajado desde una óptica juvenil que vive y comparte sus experiencias en el interior de sus páginas. No somos una revista más de la ciudad capital. Somos una revista que desnuda a Quito para mostrártela tal y como es, sin un lenguaje complicado, sino usando quiteñismos lenguaje propio de los capitalinos.

De la mano y guía del Profesor Marco Villarruel, se produce esta revista que utiliza los nuevos modos y medios digitales tanto para su impresión como para su difusión, el mismo contenido de QUITO LLUCHO así lo permite, y sus lectores así lo esperan.

Al pasar de esta página descubrirás un Quito que no conocías y que a partir de hoy lo desnudamos para ti.

BIENVENIDOS A QUITO LLUCHO “Lo que ves y no te atreves”.

Jean Pierre Villarruel M. DIRECTOR

Presentación

El Quito que queremos y que no vemos

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Por: Jonathan Arias P.

O tro día sin almorzar no es justo, así parece pensar el estómago de Adrián. Bostezos, sonidos estomacales, el simple deseo de hambre se presentan

pues la hora así lo amerita. ¡Huy la leona está que ruge! ¿Y ahora? se pregunta Adrián mientras camina. El día ha sido implacable y todavía falta la jornada de la tarde. Y es que como dicen: “universitario sin gastritis no es universitario”. Porque regresar a casa para almorzar sería un acto heroico, solo comparable con las aventuras de MacGyber. La distancia, el tráfico y los minutos son los

principales problemas así que toca almorzar en la calle.

Pero el tema no es qué comer sino dónde comer. Tal vez parezca algo fácil de decidir pero los problemas nunca vienen solos. Según el último censo del INEC, el 68% de ciudadanos de clase media gasta a diario entre 5 y 10 dólares, pero hay personas que sobreviven con menos dinero. Ese es el caso de Adrián quien por estudiar la universidad salió de su provincia y ahora renta un lugar en la capital. Su presupuesto para la semana no es tan alto y eso lo comprueba el día de hoy, pues en su bolsillo le acompañan dos monedas de un dólar, y como si fuera poco, de esas monedas debe guardar algo para sus pasajes.

COMERÁS ALGO POR AHÍ

NO ESTARÁS PASANDO HAMBRE

Foto: Christian Navarrete

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Un lugar para comer bien y barato parece el mercado, pero no. Adrián ingresa al patio de comidas del Mercado Central, los anuncios no se hacen esperar “Venga, venga mi bonito” “Venga pruebe no más sin compromiso”. Los platos son variados y Adrián ya siente el sabor de la comida. Sin embargo este sabor se desvanece cuando pregunta por los precios. “Vea mijito le acomodo un almuercito de 2,75 o sino unas papitas con cuero a 2,50”.

Sale del mercado, su rostro refleja enojo y el hambre que tiene se asemeja a un misionero en el África. En la calle observa varios lugares pero los precios no cambian de 2,50 a 2,75. Ingresa en varios lugares desde los que tienen apariencia de un comedor lujoso hasta los que tienen apariencia más popular pero nada… Y es que al parecer lo popular se ha transformado, pues como menciona

Antonio Gramsci lo popular es todo y es nada a la vez, no existe una homogenización de lo popular.

Si los precios son aquellos no es por culpa de que sean o no sean

populares sino porque el sistema hace posible que la gente pueda pagar aquellos costos. Las clases altas, las clases medias, las clases bajas, todos tienen que comer y si no se puede

comer por lo menos habrá que sobrevivir. Adrián ya en la calle

Chile encuentra una vendedora ambulante y compra un motecito de dólar.

Como me dice mi mamá: “Comerás algo por ahí no estarás pasando hambre, peor sería no tener que comer” Mientras tanto Adrián limpia con una servilleta los restos de comida que han quedado en su boca.

... un lugar

para comer bien y barato

parece el mercado...

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INVISIBLES

Texto y Fotografía: Jorge Arévalo

- Que linda iglesia, ¿Cómo se llama?

- La catedral creo que se llama, si tiene un gallito en la cúpula, es la catedral…

- ¿Y qué tiene que ver un gallo con una Catedral?

- Uuuuh, larga historia, tan larga que ya ni me acuerdo. Mi abuela me sabía contar algunas leyendas.

Quito fue construido en base a leyendas.

Q ue el gallito de la Catedral, que Cantuña, que el padre Almeida, que la casa 1028, que la patria ya

es de todos, que la revolución avanza, jejeje, un montón de pendejadas, todo es un cuento, si te lo crees o no ya depende de vos mismo…

Y así empezó una curiosa conversación con un tipo desconocido. Se me acercó, me vio de pies a cabeza. Yo pensaba uuuuh ya me tocó pagar peaje. No es que sea clasista o algo que se le parezca, pero los harapos y el olor que emanaba de ellos me hizo pensar que

me iban a robar o a decirme “ñaño apóyame con cualquier monedita”. Yo esperaba que mi abuela salga del Pasaje Amador. “Ya vengo mijito, solo compro unas lanitas para acabar la colchita y vuelvo”. Seguramente esperaba que le diga vamos abuelita, pero las ganas de un tabaquito me ganaron y deje que vaya sola, al fin y al cabo bastante grandecita ya es…

- ¿Quiteño, o eres turista?, me dijo

- De Quitofff, ¿o de dónde parezco?

- Mmmm, no sé pues, por eso mismo pregunto…

Le regresé a ver, pues en los pocos segundos que habíamos intercambiado palabras no le

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había visto. Solo le olía y créanme no era nada agradable ese vaho. Vestía un pantalón bombacho verde, tenía su cabello lleno de motas (dreadlocks), cadenas con figuritas de hoja de marihuana y unas sandalias ya un poco desgastadas.

- ¿Qué lugar te gusta más de Quito?

- ¿De dónde eres?, le dije

- Yo soy de aquí

- ¿De aquí de Quito?

- Y soy de allá. No tengo residencia. No tengo nacionalidad (una risa sarcástica me salió, parecía que me iba a cantar un tema de Facundo).

Soy hijo de la madre tierra, la Pacha mama, como ustedes dicen.

Mmmm… Este man fijo es de por aquí no más. Es lo que pasa por andar fumando chola, pensé. La gente pasaba y nos veía como si fuésemos de otro planeta. Se alejaban, tal vez pensaban lo mismo que yo en un comienzo. Cuando de repente un alón hiso que casi se me caigan las gafas. Era mi abuela, según ella se asustó y pensó que ese loquito con el que estaba hablando me iba a lastimar, me saco de la conversación y me llevo con ella.

Abuelita, ¿Por qué le dice loquito? Es un turista, le dije

- Turista, turista. Guambra mudo. Cuando camines por el Centro tienes que siempre estar atento de quien se te acerca, de quien te sigue. Hay un montón de locos y otro montón que se hacen los locos…

Me reí, típica cantaleta de la abuelita fue lo que pensé, mientras mi abuela me veía con esos ojos que por poco y te comen. Si las miradas dieran correazos yo tendría las piernas llenas de vetas.

La gente camina y camina y camina, toma fotos, va a pasear, va a comerse un sanduche, a chuparse un helado, a lanzarles migajas de pan a las palomas, a visitar el Palacio de Carondelet, los museos y los más intelectuales van a la Biblioteca Municipal. Todos hacen millón cosas sin darse cuenta que hay algunas

... todos hacen millón

cosas sin darse cuenta

que hay personas

que siempre están ahí...

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personas que siempre están ahí, que a veces parecen que son parte del casco colonial. Los consideramos tan cotidianos que no se les da importancia. Son personajes invisibilizados.

Como un brasileño, por su acento se lo conoce así, ¿Cuáles serían las razones para que haya llegado a la Carita de Dios? Solo él las debe saber, pero la gente que concurre al Centro Histórico sabe que por el abuso de drogas a perdido la cordura... eso es lo que

pensaba, aunque no sé si serán otras las circunstancias y si será carioca

o su forma de hablar es parte de un “largo viaje”.

Otros son una pareja de ciegos, que con el sonido del acordeón

y la armónica deleitan el oído de los transeúntes que van a tomarse

un jugo de naranja. Hay días que los acompañan unos niños. No sé si serán sus hijos o unos aprovechados que quieren sacar tajada del esfuerzo de este par de artistas.

La loquita “cielo”. Ella siempre aparece rapada su cabeza. Hay veces que lo acompaña otro individuo con similares características, capaz y es su novio, pero lo particular de “cielo” es que casi siempre tiene sus ojos hinchados

de tanto llorar, ¿Cuál será el motivo de su tristeza? Nadie sabe y tal vez es porque cuando alguien se acerca a preguntarle ¿Qué le pasa?, suele gritar y espantar a la gente. Debe ser su manera de defenderse.

O tra señora que aparte de perder la cordura, perdió mucho dinero. Tal vez por eso se trastornó. Pienso que antes tenía mucho dinero, porque siempre trata de

estar vestida elegante, aunque con harapos intenta mostrar eso, además de que siempre se le escucha reclamar una herencia.

Tal vez uno que se convirtió en un ícono es el abuelito que interpretaba las canciones de Gardel, además de intentar cantar como el argentino siempre estaba vestido de traje y en sus manos su guitarra con la foto de Gardel a blanco y negro por supuesto.

... la loquita “cielo”. Ella siempre aparece rapada su cabeza....

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L a impotencia de ver cómo trabajan los adultos mayores también es uno de los sentimientos que uno se lleva del Quito invisibilizado. Hay un viejito que se nota a simple vista que tiene una

enfermedad. Su voz ronca y su tos dan certeza de la enfermedad que acarrea y aún así sale todos los días a vender chupetes, recorre todo el Centro Histórico. Él es un ícono de trabajo. A su edad debería descansar cómodamente en su cama, disfrutando de su vejez... Son cosas que la necesidad le obliga hacer.

En el norte, centro, sur o valle siempre existen personas y personajes muy interesantes que necesitan ayuda moral, económica o tan solo una sonrisa. Profundizar en las razones de él porque de sus actitudes, comportamientos o vicios muchas veces es caminar sobre campo minado. Son personas que prefieren vivir dentro de su burbuja, sin hacer daño a nadie. Muchos de ellos no esperan que se les regale una moneda o un pan, porque existen organizaciones y fundaciones que les colaboran a diario. Una sonrisa o una mirada amigable sería más reconfortante para muchos de ellos.

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RECOGIENDO PASOS POR LA NICARAGUA

Texto y fotografías: Maribel Bastidas

En la calle Nicaragua y Río de Janeiro, se levanta una de las tres escalinatas que forman parte del conjunto en el Barrio San Juan. Con graderíos amplios, casas de teja y ventanales de madera, esta singular escalinata guarda secretos de infancia, recuerdos y añoranzas, pero también forma parte de un Quito moderno, activo, diseñado para nuevas generaciones y culturas urbanas.

Edwin de 20 años, miembro de la Comunidad Parkour, junto a sus compañeros diseña sus saltos al pie de la escalinata de la Nicaragua. Uno de sus lugares preferidos. Los muros, columnas y

Gabriel ChiluisaPropietario

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Mi barrio está organizado y unido

Gente

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graderíos son magníficos para la exploración de la ciudad en una joven comunidad que disfruta de la relación del ambiente con los movimientos de todo su cuerpo.

Hernán Pérez es uno de los vecinos más antiguos del barrio San Juan. Llegó a la Escalinata en la década de los 70´s con toda su familia. Algunos de sus miembros

han viajado o mudado de barrio, pero dos hermanos y su madre se mantienen por la buena vecindad, lo agradable del deporte y la buena compañía.

Familias: Rocha, Pérez, Samaniego, Torres, Zambrano, Cortéz, Venegas, García, Bedón, Bastidas, les invitan a cuidar de esta linda escalinata.

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Los motes de San Juan están ubicados al culminar la escalinata de la Nicaragua. Doña Carmen heredó de doña Rosita el negocio desde has 40 años. En los 70´s la funda de mote costaba 5 sucres ahora cuesta $4 dólares. Es uno de los sitios más famosos de Quito, especialmente por el ají casero y la sazón por la elaboración del mote en leña.

De forma amigable, un hermoso jardín recibe a diario a los transeúntes. Ubicado a media escalinata, este microbosque entrega alegría, color y esperanza por una ciudad más verde.

Humberto Samaniego, vecino desde hace más de 40 años, y Presidente del Comité de Seguridad de la Nicaragua y Río de Janeiro,

invita a los quiteños a formar parte de una cruzada por el cuidado de los parques y escalinatas de Quito. “Venga suba las 173 gradas y observe Quito en su esplendor, como si fuera desde una cima”.

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Por: José Atupaña Guanolema

La migración aunque está en boca de muchos políticos o autoridades, nadie lo toma en serio, mucho más el tema indígena. Cayetano Guamán Gualli, de 71 años, oriundo de la comunidad de Puesetús Grande, de la parroquia Flores, Cantón Riobamba-Chimborazo es una muestra de este fenómeno poco tratado, hasta casi ignorado incluso por las mismas organizaciones indígenas. Urge por voz propia.

- Las autoridades hasta hace poco repetían que los indígenas vienen a las ciudades por no trabajar sus tierras. ¿Usted es uno de ellos?

- ¿Autoridad? No ha de ser de alguien que conoce nuestra vida, nuestra cultura, el campo. Yo quisiera que vayan y vivan por lo menos unos días en el campo así como hacemos nosotros y luego sí digan, es verdad, los indígenas vienen a la ciudad por gusto. Ellos (las autoridades) no tienen la cara para hablar así.

- ¿Si ellos son autoridades y por qué no tiene la cara de considerar así?

- Una autoridad no busca el facilismo. Nosotros no venimos porque nos gusta estar en la ciudad sino porque ellos, sus antecesores, sus partidos nos han llevado al tipo de vida en que estamos. Hablo de hace 35 años atrás. En ese tiempo no había escuelas en mi zona y la de la parroquia estaba muy lejos. Las señoras de las

chicheras decían que no debían ir los niños a la escuela porque aprenden a robar, llevan al cuartel, aprenden otras cosas. Ahora tampoco hay una buena escuela sino uno o dos profesores que trabajan con varios grados. Esa es la razón por la que siguen llegando más compañeros nuestros a Quito, Guayaquil, Cuenca. En Santo Domingo y Esmeraldas, por ejemplo viven varios de mis familiares.

- ¿Si su comunidad tenía una buena escuela usted se hubiera dedicado a la construcción?

- Más de media vida (25 años) llevo en esta profesión. Ahora ya me gusta

y hago casitas al pedido o a mi gusto, pero cuando recién llegué no tuve otra. Fui cargador en el antiguo mercado de San Roque, El Camal, La Floresta, Iñaquito, San Carlos. Me iba a Sangolquí y hasta Machachi.

Había que trabajar sino cómo se mantenía. Ahora hablo castellano

y en esos años solo chawpi chawpi (mitad castellano mitad kichwa). Seguro que fuera ingeniero o siquiera arquitecto. Si ahora con todo lo de cambios tampoco atienden al campo, en mis tiempos aunque no había Correa, habían otros muy parecidos (se sonríe).

- Desde el año dos mil compramos o vendemos en dólares. Los precios ya no son los mismos. ¿Recuerda algo de precios de los años en que llegó a Quito?

- ¡Chuta! (toma su rostro con sus manos). Con 10 centavos (de sucre) llegamos de

...ha-blaré como

político porque de bailejos ya es-

toy cansado...

Los indígenas construimos ciudades aunque no nos reconozcan

CAYETANO GUAMÁN, ALBAÑIL APASIONADO POR SER ÉL MISMO

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Riobamba a Quito. Ahora en dólares ya ni quiero pensar cuánto mismo será. Después ya se hizo doce, luego 15, después 20 centavos y habían las huelgas por alza de pasajes. ¡Lindos tiempos! Almorzaba con centavos. Una vaquita vendíamos en 20 sucres o 30 sucres. Pocos años antes mi padre vendió una cuadra de terreno en 50 sucres. Tener mil sucres seguro que era ser millonario.

- Si compara los años en que llegó, ¿qué cambios ve importantes en las familias indígenas que llegan a Quito?.

- Y o no podría hablar de todos porque no conozco. Hasta de mi misma provincia. Hay compañeros de Imbabura, de Cotopaxi, de Bolívar, de Cañar. De todo lado. Me

imagino que tendrán bonitas costumbres. Sus casamientos, las comidas, las fiestas que tienen deben ser hermosas. No he tenido la oportunidad de estar con ellos. He pasado más cerca de los compañeros de

mi comunidad. Desde que aprendí a parar (construir) las casitas de a poco me han llamado para ayudarles. Si estoy a punto de terminar generalmente me llaman otras personas no indígenas, muchos de ellos también de provincias y así trabajito no ha faltado. Para mí en lo que debería cambiar no ha pasado así. Yo veo igual que antes. El racismo sigue aunque ahora sin hacer sentir pero son más duros. Los indígenas aunque poquitos han llegado hasta las universidades pero no hay generales o en altos cargos. Donde hay que mandar, para mí, no están los indígenas. Los tiene para disimular. Ahora hay más indígenas en la ciudad que en el campo. Ya no hablan sus lenguas, peor usan su vestimenta. Esos son los cambios que veo, pero mal para nosotros.

- Los indígenas llegaron a ser ministros, diputados, asambleístas, juezas. ¿Para usted esos no son cambios?

- Verá (empuña su mano derecha, extiende su brazo y señala con su dedo). Dígame

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uno que haya entrado por decisión de los indígenas…

- Disculpas por interrumpir. Algunos ganaron por votos. Otros ocuparon gracias a los

acuerdos con sus organizaciones.

- Yo participé en varios cursos. Fundamos con

otros compañeros varias organizaciones indígenas aquí en Quito. El MOIQ (Movimiento de Organizaciones Indígenas de Quito) hizo un trabajo interesante al cuestionar al trato que le dan a los

indígenas las autoridades municipales. Recuerdo que se logró que mediante declaración del congreso se reconozca a los líderes indígenas. Cuento esto porque yo tengo otra forma de llegar a los puestos

de autoridad del Estado. Los que han llegado solo es por cuotas de partidos tradicionales, incluido el de Alianza (PAIS). Hay que volver a levantar nuestra propia historia.

- Usted habla como un dirigente de alguna organización nacional. Ahora hablemos de tu pasión: el de maestro constructor.

- No creo que sea tan importante hablar de mis bailejos. De lo que he reventado mis manos al trabajar con cemento. El haber quedado sin las uñas de mi dedo cuando utilizada martillo. O que en algunas partes no me han pagado con el pretexto de que algo no salió como supuestamente ellos querían. Como nadie me ha preguntado con interés como hace su persona en este momento, a mí también me da gusto hablar

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- ...a mí también me da gusto hablar de estas otras cosas. Eso que le llaman, la política...

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de estas otras cosas. Eso que le llaman, la política.

- ¿Cuántas casas ha construido en los años que lleva de albañil?

- Fui oficial (ayudante de albañil), luego maestro albañil, contratista. Hace años conté que construí algo más de 50 casas, pero ya no seguí contando. Lo gracioso es que algunos me llevan cuando no quieren otros albañiles o cobran caro. Yo hago hasta fiado. Recuerdo que en una ocasión hasta me pagaron con víveres. Acepté porque sé lo que es ganar algún dinero. Sé

lo que es vivir en casas de arriendo. Sé lo que cuesta hacer estudiar a los hijos. Ahí no llegan ni bonos, tampoco becas, peor empleos de la meritocracia.

- ¿Qué es ser indígena de la ciudad?

Alguien que trabajó para levantar obras de la ciudad y que otros vivan bien. Alguien que pese a eso no es reconocido, al contrario sigue siendo burlado. Toca prepararse para tener una voz propia desde la ciudad porque tampoco las organizaciones indígenas y sus dirigentes se interesan por ello. Ser cada vez más nosotros mismos.

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EL SEÑORDE LOS ANILLOS

“EL SEÑOR DE LOS ANILLOS”

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Texto y fotografía: Carolina Cuenca

Sus herramientas son sus manos. Como médico especialista analiza radiografías. Él es la medicina alternativa para la dolencia de los huesos y músculos.

Miguel Quinteros más conocido como el “Señor de los Anillos”, nació en el año de 1946 en la parroquia Ambuquí, provincia de Imbabura. Él aprendió de su abuelo varios trucos para dar masajes a brazos, piernas, codos, rodillas, muñecas y músculos.

A la edad de catorce años llegó a Quito. Él trabajaba como lustrabotas en el centro histórico, pero una tarde por casualidad, sanó el pie de un hombre que sufría una lesión. Desde aquella experiencia es “sobador”.

E ste oficio lo realiza en las calles del tradicional barrio de la Marín en la capital. El “consultorio” de Miguel Quinteros está ubicado en una vereda en la calle Olmedo,

frente a la puerta principal del Coliseo Julio César Hidalgo. Ahí lo buscan deportistas, abogados, ingenieros, estudiantes y amas de casa para curar sus dolencias.

El “doctor Quinteros” es conocido como el “Señor de los Anillos” por los varios aros dorados que lleva en sus dedos y que no se los retira al momento de “sobar”. “Así presiono y curo más rápido las lesiones de mis pacientes”, comentó.

Sus clientes confían en él y no les preocupa esperar su turno sentados en la vereda, sacarse las prendas de vestir o realizar cuclillas en media calle. Algunos dicen “tenerle mucha fe”. Antonio Loza, de 56 años dice que las manos “mágicas” del “Señor de los Anillos” le salvaron de una operación costosa en su pierna derecha.

“Aquí si me curo”, dice Andrés Ruiz, uno de sus pacientes, quien prefiere la sabiduría popular de este singular personaje que los servicios de un quiropráctico, porque le resulta más económico y según dice tiene mejores resultados.

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Sus instrumentos de curación además del mentol y las pomadas, son los rodillos y las vendas. Y cuando se terminan los ungüentos no duda en usar su saliva sin que esto preocupe o incomode a sus pacientes.

De lunes a domingo atiende de ocho a diez pacientes, desde las 9:00 hasta las 19:00. Los precios varían entre 4 y 10 dólares.

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PIRÓMANOS DE CORAZÓN

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Por: Ángela Baldeón

Lo de ellos es placer y por tanto complacen-cia. Es fascinación, interés, curiosidad, pero también es ira, tristeza y soledad. Eso resu-me, en cierta forma, las concepciones con-vencionales que se han tejido en torno a esta enfermedad.

La historia la recuerda. Seis días y siete no-ches duró el famoso incendio provocado por Nerón, emperador del Imperio Romano, una figura, posiblemente trastornada en sus im-pulsos, que se encargó de alejar sus culpas acusando a los cristianos, quemándolos vi-vos, crucificándolos.

El mismo suceso provocado en la biblioteca de Alejandría y aquel profetizado por Nostradamus en Londres, forman parte de los misterios atribuidos a esta perturbación.

A sus protagonistas, los piróma-nos, personas poco sociables y con desajustes emocionales les caracteriza una atracción desme-dida por el fuego, elemento sagra-do y purificador, hijo del Sol, ente principal en rituales mágicos y de sen-tido profundo.

Pero, ¿Para qué viajar en el tiempo, en la his-toria si podemos referirnos a nuestra realidad más inmediata?. Estos seres se han apodera-do de nuestra ciudad. Los pirómanos recorren el Quito veraniego que resulta ser su escena-rio predilecto.

De semblante ansioso y caminar pausado, su trayecto se dibuja inocente entre los mato-rrales del bosque y la tierra de los cerros. Sus bolsillos guardan celosos cajas de cerrillos, encendedores y en general, cualquier cosa que les permita incitar al fuego.

Los sospechosos, cuyo delito es uno de los más difíciles de juzgar por no contar con tes-tigos e indicios claros, no pueden ser confun-didos con aquellos cuyo afán de lucro y ven-ganza les motiva a quemar diversas áreas de forma intencionada. Tampoco pueden relacio-narse con los que entran en la tipología de

lo inusual, los “descuidados” que dejan una colilla de cigarrillo encendida y permiten que el astro rey haga de las suyas cuando la at-mosfera calurosa se torna insoportable.

En la ciudad, desde Junio del presente año, extensas hectáreas de terreno han sido car-comidas por el poder de las llamas. El hábi-tat natural de diversas especies reducido a la nada. Las aves, suspendidas en su vuelo y el resto de animales, sorpresivamente, carboni-zados. ¿Descuido o premeditación?.

El extremo norte del Parque Guanguiltagua o Metropolitano de Quito, principal pulmón

de la ciudad y uno de los espacios públicos más concurridos de la urbe, fue vícti-

ma de un voraz incendio, quizás el más difícil de controlar con relación al de los Cerros Auqui y Ungui e incluso el provocado en Calacalí, zona rural, que duró tres días en ser sofocado.

Según datos proporcionados por el Cuerpo de Bomberos del Distrito

Metropolitano de Quito, el número de incendios registrados en el 2013

ha disminuido en un 88% con respecto al año anterior.

Así es el panorama de la “Carita de Dios” a pocos días que empiece el invierno. Se con-funde entre la mirada temerosa del conscien-te satisfecho, del que no es malvado pero que está enfermo, del pirómano. Y tras él aparecen nuevos héroes, aquellos que reco-gen lo provocado por el otro, aquellos que combaten con el fuego durante horas en la intensidad del día o en la desolación de la no-che y en cuyo arte no deja de presentarse la amenazante muerte. Lo de ellos en cambio, es valentía y suerte, pero sobre todo, satis-facción por reconstruir la normalidad altera-da.

Dicen que: “donde hubo fuego, cenizas que-dan”… ¡Qué bien le sienta esta frase a nuestra capital y en estos momentos!, la frase literal, la del enfermo, la del consciente satisfecho, la del pirómano de corazón.

. . . los piró-

manos recorren el Quito veraniego que resulta ser su escenario predi-

lecto...

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Texto y fotografía: Salomé Andrade

“Altero mi cuerpoBusco sensacionesPara sentirme vivo

Nunca me arrepientoDe lo que me hagoMas lo necesito”

El último ke zierre La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano, varía de grosores, colores, texturas. La piel ha condicionado a la raza humana desde sus inicios. Recurre al erotismo, al olor de un cuerpo particular, alcontacto humano, a la calidez, por supuesto a las estéticas y en esta ocasiónal arte plasmado en forma viviente, lostatuajes. Mucho se ha hablado ya de la historia delos tatuajes en la antigüedad, las marcaspara toda la vida, también los simbolismosque ha marcado en diferentes culturas,pero ¿qué pasa con los jóvenes quiteñoscon tatuajes? ¿Qué significa para ellossentir la aguja?

Más allá de la moda, explicaba DianaHerrera, todo tiene un significado y mismariposas son mi libertad. Me tatué los dosbrazos, las costillas, la pierna, la espaldalas costillas y falta ponerle color a unoscuantos tatuajes todavía dijo Pablo,explicando que sus tatuajes son unainversión bastante costosa.

QUITO TATUADO

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¡No importa lo que la sociedad crea, si te aceptarán en un trabajo o no, mi cuerpo esmío! Varias declaraciones de este tipoindican que cada vez hay más aperturapara modificar el cuerpo, lo sentimental ylo que se quiere llevar día a día plasmadoen la piel. Re c u e r d o s , frases, logos,b a n d a s , diseños únicos en las manos deartistas con una máquina ligera con motor.

Diferentes colores, texturas y marcas demáquinas y tintas hacen de la elaboraciónde un tatoo todo un arte. “Aprendeshaciendo líneas, luego rellenos, de ahípasas al color, pero todo debe ser exacto,porque si te equivocas le friegas la vida auna persona”.

E l ya no controversial trabajo del tatuadorempieza limpiando el local y terminaplasmando en la epidermis de alguien sus

recuerdos.

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Por: Carolina Zapata

Tras varios años, se conoce de las mejores huecas de comida, buena, barata y rica en la ciudad de Quito.

La mayor parte de gente sabe que éste tipo de negocios les pertenece a personas que por diferentes necesidades, herencias o bajos re-cursos económicos, tienden a vender esta de-liciosa comida en calles o lugares estratégicos de la ciudad.

P ero, lo que muchos desconocen es que no solo personas de diferente situación económica son quienes se dedican a éste negocio.

En el Valle de los Chillos, hay varios lugares

donde se puede encontrar variedad de comi-da, típica y rápida, pero por Conocoto pode-mos hallar burritos, lasañas, mote, ceviches en fin.

Mónica Ramírez de 37 años, esposa y madre de tres hijos, es toda una empresaria, amante de la cocina y de la buena sazón.

El olor a tortillas de maíz horneadas, el toque del color rojo de carne molida, frejol, pimien-to, y el secreto de la abuela que toda madre de familia jamás rebela, hace que los burritos de la “Mona” sean toda una delicia dentro y fuera de su casa.

Es conocida por su especialidad, pero también realiza más variedad como: lasaña, mote con chicharrón, tacos, pizza, ceviches y más.

AGUANTA, COMER RICO NO SIEMPRE ES IGUAL

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Mónica, antes no se había dedicado a trabajar, ya que su esposo era el único que sustentaba el hogar, un día, por hobby mando a una de sus hijas, dos burritos más de lo acostumbrado en su colación, y por el éxito que tuvieron ese día, se le ocurrió incurrir en el negocio de la comida, que más por necesidad, fue un gusto personal.

E n la entrevista en uno de sus negocios nos comentó, que esto le agrada mucho y aunque ha sido un arduo trabajo, le encanta que

la gente le diga que es una gran cocinera, exclamó.

H a b í a

e m p e z a d o con un personal de

tres chicas y tres familiares más, y aunque al principio le

costó acostumbrarse, decidió seguir, por algo más personal que económico, pero también reconoció entre risas que continuó, porque se dio cuenta que era rentable.

“El negocio es fuerte, pero lo hago porque me encanta mirar cómo se chupan los dedos y saber que puedo sentirme realmente útil, y cuando atiendo en mi hogar lo hago más a gusto, porque la gente puede mirar que es preparado con el aseo respectivo y con el amor de hogar que en pocos restaurantes puedes

encontrar”, explicó mientras atendía a uno de sus clientes.

Ismael Idrovo, estudiante del colegio la Salle comentó, que está realmente feliz con la comida de “doña mona” porque es saludable y limpia. Además agregó, que ahora su madre no se preocupa por lo que come en el colegio, señaló, mientras degustaba una deliciosa lasaña de carne.

“Es un

negocio que salió de la nada,

pero es bueno ayudar en casa y satisfacer a la gente que

por falta de tiempo no puede comer bien en su hogar, además alimentar bien a los jóvenes de hoy en día, que solo prefieren comida rápida”, dijo mientras nos prepara un taco mexicano.

Concluyó diciendo, que la elaboración de cada producto es realizado con paciencia, gusto y creatividad para que sus clientes estén satisfechos y vuelvan por más, ya que un cliente bien tratado por dentro y fuera siempre regresa.

La comida es variada, todas las personas tienen diferentes gustos y alcances económicos, lo importante es entender que este negocio es para quien quiera emprender algo nuevo y creativo, ya sea por necesidad, gusto o casualidad como fue el caso de Mona.

... el negocio es fu

erte, pero lo hago porque me encanta

mirar cómo se chupan los dedos...

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Quito Llucho, Revista Bimensual

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Por: Gabriela Ortiz

Quito cinco de la mañana. Clarisa Jiménez ca-mina por la inclinada calle de Guápulo. Sus pasos son rápidos. Su mirada busca un obje-tivo.

Baja por la segunda curva empinada y alcan-za a divisar un rótulo que dice Salón de Belle-za. Es como su amiga Martha Páez se lo des-cribió, de color rosado y pequeño, incrustado al lado derecho de una casona antigua.

A la distancia observa como un taxi se estaciona y deja a dos personas que corren agitadas hacia el gabi-nete y sin pedir permiso ingresan. Todos los días el portón negro se

encuentra entre abierto.

A Clarisa le invadió el miedo. La calle desolada y el amanecer son como un soplo en su cuello descubierto. Sus tacones suenan y alertan su llegada, abre el portón y entra.

La casa tiene cinco divisiones y una terra-za llena de ropa vieja, mojada y colgada en alambres oxidados.

Clarisa sube por las gradas de cemento y se coloca en la fila. Su turno es el décimo.

El sol calienta los rostros alegres pero impacientes de 25 perso-nas que obtienen un turno para ser atendidos. Cada uno paga 10 dólares y al igual que en una procesión ingre-san a una habitación.

La señora Carmita es una mujer renombrada pero no delatada por sus clientes. Usa Jean y camiseta, sus len-tes disimulan su mirada pro-funda que analiza, pero no las carnes ni los gestos, sino el alma. Su seriedad no le quita su amabilidad.

En la sala de espera Clarisa observa un cua-dro que dice: Pregunte bajo su propio riesgo.

La sala está adornada con una segunda puer-ta de madera y con cuatro sillas que tienen el estilo de un consultorio dental. Las personas se acomodan y susurran con sus conocidos.

“PREGUNTE BAJO SU PROPIO RIESGO”

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... cada uno paga 10

dólares y al igual que en

una proce-sión ingre-san a una

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Lo arrarray, atatay o achachay de Quito

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C larisa no conversa con nadie pero mira a un hombre fotógrafo que impaciente, contabiliza imá-genes en su cámara, mientras tres mujeres conversan con inti-

midad. La una es la nieta la otra es la madre y la última es la abuela. Todas vestidas con telas finas.

En otro asiento está una mujer de 35 años que se distrae con su celular táctil. Su unifor-me la delata está prófu-ga de su trabajo. Todos esperan con paciencia.

El primer cliente es un hombre de vestimenta de-portiva y joven aspecto.

Después de 45 minutos, el hombre sale como un caballo en carreras. Con la ca-beza agachada y los ojos llorosos. Sin despedirse abandona el lugar. Clarisa con disimulo se asombra y burla del desdichado.

Carmita invita a pasar al siguiente cliente, el fotógrafo también permane-ce 45 minutos.

Clarisa espera desde las cinco de la mañana hasta las cuatro de la tarde nadie se mueve de sus puestos.

La gente no para de rogar para ser atendidos. El tiempo es corto cuando los clientes quieren saber sobre su pa-sado, presente y futuro. Yo leo la vida de las personas por medio del Tarot y el tabaco. Dice Carmita mientras abre la puerta.

-Es tu turno de Clarisa, pasa, siéntate y dime tus nombres completos.

-Clarisa Estefanía Jiménez Melo

Carmita repite el nombre de Clarisa mientras baraja el tarot y fuma un tabaco.

-Escoge tres cartas.

- Quiero esta, aquella y esta otra.

Carmita destapa las cartas. Clarisa llora. Tie-ne miedo.

El semblante de Carmita cambia.

Clarisa sin saber leer las cartas encuentra lo que buscaba. Toma su cartera y en silencio se marcha.

...después de 45 minutos, el hombre sale como un ca-

ballo en carre-ras...

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Por: Andrés Obando

La penumbra nocturna de pronto se iluminó con el crujido de un trueno. Los fugaces ojos de las gárgolas petrificadas miraban con des-precio el correr desesperado de decenas de hombres somnolientos.

Empujones iban y venían. La disputa de los seres fue por un pedazo de umbral que les permita cubrirse de la puerca lluvia que ensu-ciaría sus finas vestimentas.

El ambiente emanaba un pútrido hedor en-volvente. A pesar de los esfuerzos, el humano estaba empapado.

- Desde el frío rincón en el que me resguar-do no logro percibir algún rostro conocido. ¡Vaya!, ¿cuál rostro conocido?, ¿Para qué pretendo engañarme? Soy un mendigo.

He vivido en la calle toda mi vida. Nací bajo el tibio manto tejido por estrellas. An-tes del rostro de mi madre pude ver el de la luna. ¿De qué se quejan los humanos, si ellos lo tienen todo?

Al parecer cesó la lluvia. El pequeño canino se echó a caminar. Es viernes y sus frágiles patas lo llevan desde el centro de Quito hacia el sector de la Plaza Foch.

En el trayecto hacía pequeñas paradas para

descansar. ¡Alto!, huele a pollo. El animal lan-za su nariz hacia una pared de cristal. Se en-cuentra fuera del local de KFC ubicado en la avenida Patria y 6 de Diciembre.

- Tengo mucha hambre. Señor regáleme algo. ¿Por qué no me escuchan?

Al parecer el perro no existe. No, no es cierto. Sí existe, pero la gente lo invisibiliza.

Hacia el lado izquierdo del animal aparece un hombre. Viste harapos. Su rostro está cubier-to con barba. Invade el local y pide comida. Regresa a la acera y devora los alimentos. El can mira el acto con ojos quietos y sigue su camino.

- Ese hombre tiene todo. Sus vestimentas rotas son falsas. Lo he visto entrar en una casa donde quizá duerme abrigado. A mí me mandan de todo lado. Me ahuyentan solo por no caminar en dos patas, por no saber hablar.

Una fila de autos atraviesa la avenida como fugaces monstruos endemoniados. Nadie se fija en el ser vivo que cruza la calle. Es atro-pellado y su cuerpo yace sobre el frío pavi-mento. Nadie se acerca a él.

- ¡Estúpida muerte! Cuando un humano sufre un accidente corren ambulancias. Pero yo no soy humano. Ahora me pudriré en este infierno y nadie me recogerá.

¡YO TAMBIÉN EXISTO!

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Lo arrarray, atatay o achachay de Quito

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Gabriel Chiluisa

Mapa de (algunas) librerías populares PARA VIVIR HAY QUE LEER

Texto y fotografías: Christian Navarrete

Las palabras se estiran en el papel desnudo, se pelean una tras otra mientras forman discursos sinvergüenzas que hacen estremecer los sentidos y la ra-zón. Hay quienes afirman que existe vida en otros mundos, ¡cómo no!, están todos ocultos en los libros. Las letras y los libros alteran la rutina, rompen con los guiones del poder, transforma y reproduce vidas.

ABC Libros (Aprendamos, Banquete Cultural)Maldonado S1-116 entre Rocafuerte y Morales (LA RONDA). Cel. 0984544663 Tel.

2956608

“Los libros son el futuro del país”

Los libros son perfil bajo y obedientes, permanecen ahí donde los abandonamos, tiene todo lo que queremos, necesitamos, amamos, deseamos, se desnudan cuando en nuestras manos.Somos eso, unas páginas, mal o bien escritas, somos libros publicados con fecha de expiración.

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Quito Llucho, Revista Bimensual

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Pedro Díaz DíazPropietario

Patricia CaliPropietaria

“En los libros está la ciencia de las cosas,

sin ellos no hay nada”

Continental del Libro

Av. 10 de Agosto N11-473 y Carlos Ibarra (Junto al Banco Central).

Las personas tienen vida de libros, se leen y se abandonan. Leerlos a todos es una utopía, tal vez la única que nos queda a derechos o a izquierdos. Los libros son la memoria colectiva y el deseo de recuperarla, son la pregunta ¿qué somos? Nos ayudan a saber que queremos ser.

Librería Luz

Venezuela N7-63 y Manabí Cel.: 0992565858 Telf.: 2953911

“Los libros son la fuente de ingreso

de mi familia”

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Lo arrarray, atatay o achachay de Quito

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Ellos son la vanguardia, pues hacen lo que les da la gana, son: mercancía, humanos, palabras, silencio, sangre, balas y flores. Algunos los venden, los regalan, los escriben, los coleccionan, los copian pero muy pocos los leen. Los libros son los únicos que no piden nada a cambio de lo que dan.

Librería Come Libros I

18 de Septiembre y Av. 10 de Agosto (Puente del Guambra)

Los libros tienen algo especial, su sencillez, aunque alguien sepa

tanto y haya ahorrado conocimiento durante toda la vida, siempre encontrará un libro

que lo despierte de su aletargado egocentris-mo, siempre habrá un libro que enseñé algo

que se ignora.

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Quito Llucho, Revista Bimensual

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Ana Paula Posso

Librería Come Libros II

Versalles y San Gregorio (A lado del Centro Comercial San Gregorio)

“Los jóvenes debemos interesarnos más en la lectura y menos en la televisión”

Ahí están, desocupados para las manos que los quiera acoger y para los labios que

quieran conversar, sea en voz baja o en voz alta, es cuestión de actitud. Los libros son

como el aire, son palabras que caen como agua, flotan por ahí como la música en di-

versos tonos. Los libros aunque no se vistan de palabras seguirán siendo libros.

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LA MUERTE ES DE LOS POBRES Y LOS RICOS

Texto y fotografías: Adrian Morejón

Es un lugar frio, abandonado, rodeado por grandes potreros, asentado en las faldas de una ladera del sur de Quito. En su interior se observa un corredor con nichos vacíos, en el piso hay restos de botellas rotas y flores mar-chitas, victimas del transcurso del tiempo y el clima. En el piso de tierra se hallan más de 100 tumbas, descuidadas. No hay vigilantes o alguien que cuide este camposanto.

María, moradora del barrio La Libertad, men-ciona “Siquiera tenemos donde enterrar a

nuestros seres queridos, porque abajo en el Cementerio de Chillogallo no hay espacio, además aquí es más barato, se paga de 300 a 500 dólares, y podemos visitar a nuestros muertos”, en el trascurso de la visita se con-vierte en la guía del lugar, una zona lejana que sirve para alojar los restos de familiares y conocidos que fallecieron, ella se despide y muestra al desconocido visitante la parada de buses, que lo lleva a su siguiente destino.

Tras diez minutos de viaje en un bus lleno, este personaje llega al cementerio Parroquial San-tiago Apóstol de Chillogallo. En la entrada lo

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espera Yesse-nia Campaña, una mujer que perdió a su es-poso y lo ente-rró allí, “Aquí no hay espacio para enterrar a más gente, una vecina que tiene 2 hijas catequistas me ayudaron para conseguir un lugar para en-terrar a mi es-

poso” menciona ella, compra un ramo de flo-

res e ingresan al cementerio. Está totalmente

lleno, hay vigilancia y personas que dan man-

tenimiento al lugar, durante el recorrido ella

dijo “me tocó pagar 700 dólares, hay gente

que paga más por comprar un nicho aquí, hay

que tener palancas para que a uno le den un

lugar aquí”, la visita no duró mucho, pero se

puede notar la diferencia entre este campo-

santo y el anterior, el visitante salió del lugar

y continuo con su recorrido.

M edia hora después llega a su destino, en la entrada hay algo que le llama la atención, una enorme lis-ta con obligaciones eco-nómicas para ser cance-

ladas, ingresa por una camino adoquinado, al final se divisa una capilla pequeña, alrededor del camino hay muchas tumbas bien arregla-das y en mejor estado que las visitadas ante-

riormente, hay más adornos y las tumbas se hallan en mejor estado, en las afueras hay un puesto de flores, la señora menciona “aquí es caro enterrar a alguien, aquí están reserva-dos los nichos, solo familiares y vecinos del sector están enterrados”

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Sale del lugar y continúa su viaje, media hora después llega e ingresa al cementerio de San diego, ubicado al Centro de Quito, un lugar conocido por el capitalino, personajes y figu-ras están enterradas aquí, alguien del man-tenimiento, con una escoba y una carretilla, menciona “aquí hay miles de personas ente-rradas, pero hay gente que visita a sus fami-liares y luego busca las tumbas de personajes conocidos, yo creo que la tumba a la que más acuden por curiosidad, es la de Mama Lucha y de cantantes que están enterrados aquí”, está ubicada en el sector de las tumbas fami-liares, es una tumba enorme, en este sector hay tumbas bien adornadas en su mayoría de gente con posibilidades económicas. El des-

conocido recorre el sector y termina con su visita.

C ementerios con poca atención e incluso descuidados o en cons-trucción y sin seguridad, otros con vigilancia e inclusive lugares

con una página virtual con un enorme catá-logo que brindan atención a un difunto. Quito es un ejemplo de que nuestra sociedad está marcada claramente por las diferencias so-ciales, económicas y culturales, en donde se puede mostrar los del norte, centro y los del sur.

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Texto: Christian Vallejo. Fotos: Cortesía Eduardo Fajardo

“Dejé mi maleta a un lado y empecé a cantar ‘my way’ de Frank Sinatra.” esa fue la primera vez que Eduardo Fajardo fijósu rumbo al arte del ‘gender preformativity’. Este es un término empleado por la filósofa feminista, post-estructuralista americana, Judith Butler, quien expresa que el género como tal es un hecho performativo que se cambia constantemente por la sociedad y por la cultura.

A diferencia de LOS Drag Queen’s o de LAS Drag King’s, este ser andrógino que nació

en el centro de New York fue rechazado por mantener una única muestra cultural de masculinidad en su cuerpo, su barba, por este motivo la comunidad drag de N.Y no lo acepto como uno de ellos y fue el inicio de una lucha política y social que con su cuerpo Fajardo mantiene.

Poco después de todo este proceso de transformación personal regresó a Quito, buscando nuevas formas de mostrar su arte, así formó “PachaQueer”. Queer es una palabra gringa que intenta agrupar a lo raro, a lo extraño o lo poco usual, y que ha sido usado en

la comunidad gay para definir como una lucha en contra del sistema y de la sociedad etero-normativa.

Pacha Queer, en palabras de su fundador es: “Cuestionarnos las violentas normas y estatutos que nos propone una sociedad h e t e r o n o r m a d a porque un hombre puede ser femenino y una mujer puede ser masculina sin determinarse como gay o lesbiana”, siendo este el primer espacio Queer abierto a la gente que quiere estar llucha en UIO, llucho como su precursor, como las ideas puras que no se travisten ante una sociedad curuchupa.

DECIDÍ SALIR CON VESTIDO Y BARBA

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L a tendencia Drag hasta hace algunos años mantenía un modelo normalizado, para llamar la atención de los asistentes: la silueta femenina en cualquiera de

sus formas, el cabello abultado, el maquillaje excéntrico y el entretener con humor y canto o lipsync en un espacio más teatral para los asistentes. Estos eran parte de los principios por lo que rechazaron sus inicios a Eduardo. Él define su arte cómo: “el hombre mujer y la mujer hombre”, más allá de la barba y del sexo, es una exploración y lucha de los cuerpos en la génesis del género.

El performance es para Fajardo: “la presentación de una idea o un concepto de algo que se transmite a través del cuerpo”, por lo que un hombre no tiene que actuar solo como hombre, sino que el universo que acompaña a esta performance determina su posición, género y lucha.

Como dice Sinatra en la canción, que bajo los rascacielos, luces, miradas y desilusión Eduardo seguía cantando y repitiendo: “And saw it through without exemption”. El siguió su lucha por mostrar algo que para algunos sería un Drag Masculino, una performance que va más allá de entretener, que busca cambiar y regresar a un punto blanco, puro donde todos somos lo mismo, dependiendo lo que queramos ser.

Y el sentido de luchar lluchos por un nuevo producto, por un arte que perdió su sentir político en la época de la reproductibilidad, por una idea que como de seguro seguirá cantado Fajardo, en la canción del gran Sinatra: “Yes, there were times, I’m sure you knew. When I bit off more than I could chew. But through it all, when there was doubt, I ate it up and spit it out. I faced it all and I stood tall And did it my way (Sí, había tiempos, estoy seguro que sabias, cuando mordía más de lo que podía masticar, pero a pesar de todo, cuando había dudas, me lo comía u lo escupía todo, lo enfrente, me mantuve firme y lo hice a mí manera). Quito con rostro de mujer

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Texto y fotografías: María Belén Quinga Aráuz

Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), en el censo realizado en 2010, nuestro país tiene aproximadamente 14’483.499 habitantes de los cuales la ciudad de Quito cuenta con 1’150.380 de mujeres fren-te a un 1’088.811 de hombres. La diferencia en cuanto a cantidad es evidente, con un 61.000 lo que muestra que en la urbe el total de féminas es mayor a comparación con el sexo masculino.

Quito, desde tiempos prehispánicos ha sido un territorio muy significativo en América del Sur, desde el Tahuantinsuyo, La Real Audiencia, la república, hasta nuestros días. Es un lugar en el centro del mundo que muestra sus dife-rentes matices no solo en sus paisajes sino en sus habitantes, en especial nuestras mujeres que luchan día a día por sus familias lo que

hace que la capital sea una de las ciudades más importan-tes del Ecuador

La quiteña no es un estereo-tipo, la mujer “chulla” es en

QUITO CON ROSTRO DE MUJER

gran parte el resultado del mestizaje que se produjo hace varios siglos atrás con la llega-da de españoles y negros esclavos a nuestro continente, dando como resultado una amplia gama de nuevas culturas, costumbres, tonali-dades de piel y bellezas únicas.

Según Eduardo Kingman en su investigación por Flacso Sede Ecuador “Existen determina-dos rasgos raciales (los propios de indios, mu-latos o mestizos) que establecen la forma de ser de los ecuatorianos”

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A su vez estos rasgos son una clave para iden-tificar el aspecto de una capitalina como parte fundamental del Ecuador, evidenciando que la quiteña no es un solo modelo concreto de mujer.

De la misma manera puede ser de origen indígena, afro-descendiente y hasta caucá-sica

La infinidad de rostros en la mujer quiteña se debe tam-bién a la mi-

gración temporal o permanente de pobladores de origen rural y de extranjeros hacia la capital ecuatoriana, siendo un hecho que poco a poco se ha convertido en un fenómeno social que data del siglo XIX casi hasta nuestra época.

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Estos desplazamientos han hecho que varias culturas se intercambien “produciendo mezclas, hibridaciones, a veces imperceptibles, aunque para efectos de registro, o clasificación lo único que exista sean “tipos humanos” o identidades fijas” (Eduardo Kingman Flacso Sede Ecuador)

Nuestra capital cuenta con una amplia gama de be-llezas femeninas que ha ido creciendo con el paso de años. Una quiteña es morena, afrodescendiente indígena, o rubia sin que por ello deje de serlo.

En el soneto anónimo titulado: “La mujer quite-ña” el autor menciona: Quiteña, es la que na-ció en vastas montañas andinas y valles rocia-da con perfume de lagunas y volcanes, magia pura de ser de América indomable porque su belleza es de carisma y donaires. Quiteña, mu-jer criolla de cabellos color azabache. No im-porta el color de piel, creencias o cultura todas nacimos en esta ciudad, somos y nos sentimos orgullosas de ser quiteñas.

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Caseritovenga a ver

La Mullapa

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Lo arrarray, atatay o achachay de QuitoLo arrarray, atatay o achachay de Quito

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acsoFFacultad de Comunicación SocialUNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

GRACIAS AL AUSPICIO DE

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Foto: Rommy Ramos