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Revista Terral nº22 –Editorial-Sumario-

Editorial

www.revistaterral.com Estimados lectores

Tras el paréntesis vacacional de la revista Terral, continuamos con nuestra publicación, y

afrontamos el número 22 con un índice variado de colaboraciones que espero disfruten.

Vengo observando con indignación cómo se pervierte la palabra en distintos

ámbitos, políticos y de información, sobre todo. Con qué descaro mienten algunos, y

cómo se desdicen en apenas unos minutos, otros dulcifican sus mensajes para apaciguar

a unos, o salvarse de la quema por ellos provocada.

Y ¿para qué?, me he preguntado. ¿Para conservar a toda costa las prebendas?

¿El buen nombre, aunque acabes enfangado hasta el cuello? ¿Por obediencia partidista,

aunque tengas que pasarte la existencia reptando…?

La mentira es el pecado capital presente, aunque ya viene de lejos.

Paco Ibáñez tiene uno de los significados mejores de la palabra en sus recitales

poéticos sobre Gabriel Celaya: “La poesía es un arma cargada de futuro”.

“Maldigo la poesía concebida como un lujo

Cultural por los neutrales

Que llenándose las manos se desentienden y evaden.

Maldigo la poesía de los que toman partido

Partido hasta forrarse”.

En nombre del Equipo de redacción y en el mío propio les deseo feliz lectura.

Luchemos por una campaña de limpieza y dignidad de las

palabras. Nuestra mejor arma de futuro.

Lola Buendía López– Directora de la Revista Terral - ISSN 2253-9018

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Revista Terral nº22 –Editorial-Sumario-

Sumario Terral 22

©Todos los derechos reservados - ISSN 2253-9018

Edición: Lola Buendía López – Enrique Bodero Moral

Equipo de redacción: Ramón Alcaraz, Enrique Bodero, Lola Buendía, Erena Burattini

Diseño de portada: Enrique Bodero

Imagen de portada: Fragmento de El jardín de las delicias (El infierno musical)

Jheronimus Bosch (El Bosco) La exposición del V centenario (Museo del Prado)

Editorial y maquetación: Lola Buendía – Juan Canales

Colaboradores en este número:

Cine:

Ramón Alcaraz – ¿Sabías que Walt Disney no fue congelado?

Ricardo J. Gómez Tovar – El hombre que se amotinó contra H.

Bogart

Opinión/ Reflexiones:

Carmen Cantillo - ¡LO QUE QUIERO ES TU VOZ! Erena B. Burattini – Que sí… que no…

Mar Solana –Los ángeles no cogen vacaciones

Crítica literaria:

Ángel Silvelo – Microrrelatos a medida. De Miguel Ángel Molina Ricardo Guadalupe – Por quién doblan las campanas,

de Ernest Hemingway

Anna Rossell - Cartas de Kafka. Un Autorretrato

Poesía: Coordina: Aurora Gámez Enríquez (ALAS)

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Revista Terral nº22 –Editorial-Sumario-

Poetas:

Francisco Morales Loma– Sensi Budía –Alice Wagner –Isabel

Romero–Antonio García Velasco –Fuensanta Martín Quero –

Puri Teruel–Albert Torés

Relatos:

Andrés Ortiz Tafur – Almería Esperanza Liñán – Valores sin caducidad

Ser escritora:

Mar Solana – La lupa y la máquina de escribir

Flamenco:

Rafael Silva Martínez – Sobre el origen de la denominación

“Flamenco” (VI)

El viajero:

Pepa Jiménez Calero – Praga, la belleza hecha ternura

Lola Buendía – Los mendigos de Asís

Arte:

José Manuel Velasco - Arte para recomendar

José Antonio Martín y Salvador Palomo –Nosotros

La otra realidad:

Mariano J. Vázquez Alonso– Carl Gustav Jung. El buceador del

Inconsciente

Diseño web: Juan Canales Molina

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Revista Terral nº22 – Cine -

Cinexplicable

Ramón Alcaraz García www.tallerliterario.net

¿Sabías que Walt Disney no fue congelado?

Walter Elías Disney murió en el año 1966, a la edad de 65 años, y fue enterrado en el

cementerio de Glendale (California). Fumador empedernido,

falleció por un cáncer de pulmón, y se extendió el rumor de que

había sido criogenizado para esperar que los avances de la

ciencia permitieran revivirlo.

Recientemente he visto la película Salvando a Mr. Banks

(Al encuentro de Mr. Banks), que recrea la curiosa relación de

Disney con la autora de Mary Poppins. Doy por hecho que se

toman licencias y que algunas escenas son muy

cinematográficas, quizá no del todo verídicas; pero me pareció muy interesante

descubrir todas las dificultades que hubo para poder llevar adelante ese proyecto. Algo

a lo que los niños de todo el mundo permanecieron ajenos, cautivados por la magia de

la fantasía.

De esta película entendemos que muchos sucesos de la vida llevan un trasfondo

desconocido. Y también cómo el cine “fagocita” a las personas reales, y las relega al

olvido. ¿Quién se paró a pensar que no fue Disney quien se inventó el personaje de

Mary Poppins?, ¿quién quiso saber algo sobre su verdadera autora?, ¿quién quiso

buscar y leer las otras historias que escribió sobre esta niñera, y que jamás se llevaron

a la gran pantalla? Esa autora se llamaba Helen Lyndon Goff, y firmaba como

P.L.Travers para no desvelar que tras su nombre había una mujer (lo cual le dificultaría

publicar, algo que también hicieron otras escritoras, como J.K. Rowling). Escribió cuatro

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libros de Mary Poppins, además de poemas y otras obras, y recibió la Orden del

Imperio Británico en 1977.

La película, además, nos permite ver cómo la infancia es tan relevante en la

creatividad de los autores, y que subyace siempre en lo que escribimos y en la forma

de expresarnos.

Pero volvamos con Walt Disney, a quien por encima de todo yo lo considero un

gran empresario. Fue un dibujante con una gran visión de futuro, en un campo (el de la

animación) en donde había mucho trabajo y todo por descubrir. El mismo Walt Disney,

como persona, también ha sido absorbido por marca Disney, unida a la imaginación, a

la creatividad y al entretenimiento. Hijo de granjeros, nació

en Chicago en 1901. Poco después, su familia se trasladó

a una pequeña localidad de Misuri, donde Walt vivió su

infancia rodeado de campo, naturaleza, animales y trenes:

todo un paraíso para un niño. En 1918 quiso seguir los

pasos de su hermano Roy y enrolarse en la marina para

combatir en la Primera Guerra Mundial. No fue aceptado

porque era muy joven. Entonces falsificó su certificado de

nacimiento para poder entrar en el cuerpo de ambulancias,

que admitía chicos a partir de 17 años. Aunque fue

aceptado, nunca llegó a entrar en combate. Tras finalizar la

guerra, inició la creación de diversas empresas y negocios, relacionados con la

publicidad y la animación, hasta que decidió mudarse a Hollywood. Vendió su cámara y

allí se presentó con 40 dólares y un cortometraje que había hecho de Alicia en el País

de la Maravillas, convencido de que debía olvidarse de la animación y dispuesto a

dedicarse a dirigir películas con personales reales. Como ningún estudio le dio trabajo,

envió su corto de Alicia a una distribuidora, que se interesó por encargarle proyectos

que mezclaran animación e imágenes reales. Ese fue el inicio de otra empresa, que

puso en marcha con su hermano Roy. Sin embargo, fue engañado por la distribuidora y

no solo se quedaron con los derechos de su personaje, el conejo Oswald, sino también

con el equipo de dibujantes que había formado. Ese fue el inicio, tras apartar a Disney,

de Looney Tunes, tan conocida de los niños de los años 60 y 70 (que finalizaba con su

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famoso “eso es to…, eso es to…, eso es todo, amigos”). En 2006, 78 años después, la

compañía Disney recuperó los derechos sobre Oswald.

Tras aquel golpe, Walt creó un nuevo personaje: el ratón Mickey, en torno al cual

también hubo polémica en cuanto a si la autoría había sido de él o del dibujante Iwerks.

Seguramente Mickey no habría sido nada como cine mudo; pero la llegada de un

nuevo sistema de sincronización de sonido logró que fuera un gran éxito, y el inicio del

imperio Disney. No fue un camino fácil, como todo lo que supone partir desde la nada.

En menos de 100 años, desde aquella primer pequeña compañía que creó Walt con su

hermano Roy, Disney Producciones ha pasado a generar unos ingresos anuales

cercanos a los 40.000 millones de dólares, con 18 parques de atracciones, 8 estudios,

12 canales de televisión y 39 hoteles; y adquirió en 2006 los estudios de animación

Pixar. Siempre se quiso dar la imagen de Disney como creador y dibujante de todos los

proyectos, pero tras ellos había un equipo de excelentes creadores y dibujantes, entre

ellos, el olvidado Ubbe Ert Iwerks.

Mucho se puede hablar sobre el trasfondo de las películas de Disney y su

influencia sobre los niños que durante el siglo XX crecieron bajo la sombra de sus

historias. Es el mismo trasfondo que subyace en Salvando a Mr. Banks; porque algo

curioso que nos enseña esta película es que Mary Poppins no llegó para ayudar a los

niños, porque el mundo que se construyen los niños es siempre más hermoso que la

realidad.

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Cine

EL HOMBRE QUE SE AMOTINÓ CONTRA HUMPHREY BOGART

Ricardo J. Gómez Tovar

En el Hollywood clásico habitaron dos actores llamados Van que comenzaron su carrera y

alcanzaron posteriormente el estrellato en los estudios de la Metro Goldwyn Mayer

durante la década de los 40. Uno de ellos fue Van Heflin, aquel hombre modesto, de físico

algo rudo y poco agraciado, que dio lo mejor de sí mismo en westerns tan conocidos

como El tren de las 3:10 o Raíces profundas. El otro fue Van Johnson, actor recordado

por su sempiterna expresión risueña que el 25 de agosto pasado habría cumplido 100

años.

Charles Van Dell Johnson (1916-2008) adquirió fama

rápidamente debido a su prestancia y a la saludable imagen

que proyectaba en pantalla del boy next door, el joven

norteamericano típico. Su ascendencia sueca explica el

cabello rojizo y la complexión pecosa característicos que

tanto furor hicieron entre las adolescentes de la época, y

que le granjearon el apodo de The Voiceless Sinatra. Como

ídolo de las bobby soxers, Johnson llenó el vacío que

dejaron galanes como Robert Taylor y Clark Gable cuando

se incorporaron a filas durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, un accidente

automovilístico ocurrido mientras se dirigía al estreno de la película La llama sagrada, en

1943, dejaría a Van con una placa metálica en la frente y la incapacitación para alistarse

en el ejército. Todo sucedió cuando Johnson todavía se encontraba rodando Dos en el

cielo (A guy named Joe), primera versión de la historia romántico-fantástica popularizada

por Steven Spielberg en Always, décadas después. Curiosamente, en este film, el

personaje de Spencer Tracy, un piloto que muere en el transcurso de una misión y debe

ejercer de ángel de la guarda de Johnson, adquiere emotivas concomitancias con la

realidad. De hecho, Van pudo terminar la película gracias a la insistencia de Tracy en que

la filmación se detuviera hasta que Johnson se recobrara de su convalecencia, gesto que

el joven actor nunca olvidaría.

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A partir de entonces, la carrera de Van se mantuvo imparable hasta mediados de

los 50. El hombre que no pudo ir a la guerra sirvió estoicamente en todos los cuerpos

militares estadounidenses, eso sí, siempre bajo el estandarte de la MGM. Treinta

segundos sobre Tokio, Sublime decisión, La comedia humana, Todos a una, Fuego en la

nieve o Escuadrilla heroica fueron algunos de los títulos que le vieron combatir contra el

enemigo alemán o japonés, según lo exigiera el guion. Pero el ídolo de las matinees

también vivió hermosos romances vestido de uniforme, como demuestran High Barbaree

(1946) y Milagro bajo la lluvia (1956). En la primera, que adaptaba la novela homónima de

Charles Nordhoff, autor de la celebérrima Rebelión a bordo, compartía protagonismo con

la radiante June Allyson (actriz con quien coincidiría en otras películas, formando la pareja

next door más popular de la postguerra) y era un piloto naufragado en mitad del océano

que sobrevive recordando la isla soñada de High Barbaree, el lugar mítico del que su tío

marino (interpretado por el genial Thomas Mitchell) le hablaba desde que era niño. Por su

parte, Milagro bajo la lluvia retomaba la imagen de simpático soldado campechano que

Johnson había cultivado más de una década atrás para enriquecerla con toques de

romanticismo mágico. Su partenaire fue esta vez la especialista en melodramas Jane

Wyman y el film incluyó numerosas escenas al aire libre rodadas en pleno Central Park.

No obstante, las dotes artísticas de Van Johnson no se limitaron al campo militar

hollywoodiense. Como bien reconocía, la MGM fue su alma mater y le dio oportunidad de

ampliar su espectro de personajes en géneros como el musical, el drama, la comedia o el

cine negro, siempre que no se alejaran demasiado del prototipo que el público se había

formado de él. Así, Van terminó su contrato con la Metro por todo lo alto con dos

producciones en technicolor que figurarían entre lo más selecto de su filmografía, La

última vez que vi París y Brigadoon, ambas de 1954. En la primera, encarnó al escritor

hedonista Charlie Wills, que se enamora de Elizabeth Taylor el día de la liberación de

París en la adaptación del relato de Scott Fitzgerald Babylon Revisited, a las órdenes de

Richard Brooks. Lirismo y nostalgia impregnan las imágenes de esta película con la que

Van se estrenó como escritor en la ficción.

Para Brigadoon, uno de los mejores musicales de la historia del cine, Johnson sacó

lustre a sus habilidades como bailarín y le dio la réplica al gran Gene Kelly en una

inolvidable película que situaba a ambos en un pueblecito escocés que sólo despierta una

vez cada 100 años de su misterioso letargo. El divertido personaje de Van prefería el

ambiente mundano de Manhattan a la quietud del extraño lugar donde el tiempo parece

haberse detenido. Este maravilloso musical donde resuenan los ecos de Shangri-La fue

uno de los hitos del cinemascope de 1954 y contó además con la dirección de Vincente

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Minnelli y la presencia de la simpar Cyd Charisse. Aquella no fue su única aportación a un

género donde se movía como pez en el agua, pues anteriormente había intervenido en

títulos como En aquel viejo verano, junto a Judy Garland, o Serenata en el Valle del Sol.

Ese mismo año, Johnson remataría su triplete de obras maestras apareciendo en la

legendaria El motín del Caine, ya para Columbia Pictures, donde encarnaría con una

seriedad inédita en su registro al segundo de a bordo Maryk, que se ve obligado a relevar

a su neurótico capitán de barco (Humphrey Bogart) en uno de los motines más famosos

del Séptimo Arte. Para entonces, había quedado ya definido el estilo interpretativo de

Johnson, una combinación de naturalidad, honradez y afabilidad corroborada por las

declaraciones de sus parejas cinematográficas, como la célebre Esther Williams, con

quien rodó un quinteto de coloridos musicales.

La ausencia de divismo de Van tal vez procediera de su personalidad más profunda

y le ayudó a crear complejas caracterizaciones en dos de sus mejores películas, Vivir un

gran amor y A 23 pasos de Baker Street, ambas producidas fuera del territorio familiar de

la Metro. La primera adaptaba la novela de Graham Greene The End of the Affair y

presentaba a Johnson como el escritor que protagoniza un atormentado romance con una

mujer casada (Deborah Kerr) durante el blitz londinense. También en la capital británica

sucedía la acción de A 23 pasos de Baker Street (1956), un film de suspense donde Van

encarnaba magistralmente a un escritor ciego empeñado en resolver un caso policiaco

tras escuchar cierta conversación en un pub. A pesar de su declive a finales de los años

60, Van Johnson no dejó nunca de trabajar en el mundo del espectáculo. Sus veinte años

de estancia en la MGM le prepararon para afrontar los retos del celuloide más exigente y

le hicieron sentirse parte de una familia que tal vez le faltó en la vida real. En cualquier

caso, la carrera de este gran actor nacido en el diminuto estado de Rhode Island, aunque

visitante de lugares imaginarios como el brumoso Brigadoon o la costa de High Barbaree,

reafirma la eficacia del star system que le vio nacer.

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Opinión Carmen Cantillo Valero

¡LO QUE QUIERO ES TU VOZ! Naturalización del silencio femenino en el cine de animación

Imagen: Úrsula: “Lo que quiero es tu voz” (La Sirenita, 1989) disponible en: http://goo.gl/TkCzqg

Hablando mucho enfadas a los hombres

Se aburren y no dejas buen sabor

Pues les causan más placer las chicas que tienen pudor

¿No crees que estar callada es lo mejor?

¡Vamos! No lograrás tu meta conversando

Escúchame y no te equivocarás

Admirada tú serás si callada siempre estás

Sujeta bien la lengua y triunfarás, ¡vamos, tú!

Pobre alma sin sol, ¿qué harás? ¡Piénsalo!

No me queda mucho tiempo

Hoy tengo un trabajo atroz

Lo que quiero es tu voz

- - - - - - - - - - - - - - -

Éste es un fragmento de la canción “Pobres almas sin sol”, donde canta Úrsula, la bruja

del mar, en la película animada de Disney, La Sirenita. Ariel está dispuesta a dejarlo todo

por tal de formar parte de su príncipe azul. No le importa modificar su aspecto o incluso

perder alguna de sus facultades (su voz) para conseguir su ideal, pero esta ilusión no está

enfocada hacia sí misma, en llegar a ser o en su propio ser, sino en anularse como

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persona. Ariel no será lo que es hasta ahora (sirena), ni tampoco será algo distinto

(humana), sólo será una parte de otro ser, de un hombre. (Cantillo, 2010).

Esta canción es una muestra del enmudecimiento que la industria cinematográfica infantil

somete a sus personajes femeninos. Este mutismo es una tónica que se repite en todas

las princesas Disney, ya sea de forma tácita o explícita, se condena a estos personajes al

silencio, a la vez que se erigen como representantes de un velado magisterio que

transmite unos claros signos de sumisión femenina. Estas figuras inocentes actúan como

“máquinas de enseñar" que se apoyan en el registro del aislamiento comunicativo de la

mujer. Sus personajes son silenciados sin tener en cuenta que el silencio puede tener un

coste psicológico enorme en los individuos, al crear sentimientos de frustración y

aislamiento.

Aunque estas historias están cuidadosamente narradas para que penetren en las mentes

infantiles y sean absorbidas sin apenas percibirlo, se introducen en el imaginario infantil

como una muestra más de dominación masculina, ya que las palabras (o su ausencia,

como es el caso) forman el lenguaje que contribuye a la aceptación de la realidad; es

decir, se sigue naturalizando la cosmovisión androcéntrica como representación del orden

social, donde el lenguaje es patrimonio masculino y el silencio es femenino. Estas

asimetrías impuestas, desde los ámbitos de la fantasía suponen que...

La abnegación, la resignación o el silencio han sido virtudes negativas aprendidas de

forma diferencial por niños y niñas del currículum oculto y manifiesto de la pedagogía

androcéntrica, de tal forma que llegan a ser asumidas como pertenecientes al orden

natural de las cosas. (Correa en Aguiar y Farray, 2007, p. 29).

En este sentido, encontramos que una de las principales formas de controlar el poder

consiste en prohibir el acceso a la palabra. El cine, por ejemplo, ha utilizado el silencio

femenino para establecer los espacios propios de cada género, convirtiendo la “cultura del

silencio” en un paradigma adoctrinador utilizado para propagar la ubicación de la mujer en

la sociedad. Es por ello que la energía creativa de la narrativa cinematográfica consolida

la jerarquía de los seres humanos universales y difunde unas realidades culturales

particulares que se considerarán como naturales. En la literatura, del mismo modo que en

la cultura popular se valora el arquetipo de la mujer enigmática y silenciosa por encima de

la irritante mujer charlatana, que cuando aparece lo hace como un personaje chistoso que

aporta comicidad a la narración.

Por otro lado, en el terreno cinematográfico, existen contradicciones en los discursos

femeninos, ya que estos representan a la vez la voz de la mujer sumisa y la de la hembra

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vigorosa, dejando ver “lo femenino” a través de los silencios de un discurso contradictorio

y no como una realidad esencial. Estas narraciones nos introducen en una historia donde

la mujer es una proyección de los propios fantasmas masculinos, donde la imagen de “lo

otro” postulada por Simone de Beauvoir no se emite como la de un sexo diferente e

independiente, sino como una proyección hacia fuera de sus instintos reprimidos. En la

figura de Ariel (La Sirenita, 1989) encontramos un personaje fílmico transformado en

pantalla muda que refleja los propios temores masculinos, en imagen de una

masculinidad terrorífica en que la cola (miembro viril) es reemplazada por unas piernas y

su singularidad como sirena (mujer independiente) deviene sumisión del falo castrador.

Ariel se transforma en una sirena silenciosa, y un eje mudo que la exhibe indefensa ante

el hombre, puesto que, al no hablar, permite el libre juego del deseo masculino. Es

significativo este silencio impuesto por Disney al personaje de la sirena, ya que según la

leyenda, las sirenas no eran silenciosas, sino que seducían a los hombres con sus cantos

mortales. Así, al privar de voz a la sirena se niega la posibilidad de la independencia de la

mujer y la figura muda de una sirena revela la función de signo imaginado por y para el

hombre (Cantillo, 2015).

Por tanto, tendremos que cuestionarnos la repercusión de este silencio infligido que se

naturaliza en la mujer y la condena a no ser… persona, pues, como decía Paulo Freire, “la

existencia, en tanto humana, no puede ser muda, silenciosa [...] existir, humanamente, es

“pronunciar” el mundo, es transformarlo [...] los hombres [y las mujeres] no se hacen en el

silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la reflexión” (2005, p. 71).

FUENTES:

Cantillo, C. (2010). Análisis de estereotipos sexistas. Perpetuación de roles de género en la filmografía de Disney: de la ingenua Blancanieves (1937) a la postmoderna Tiana (2009). (Trabajo Final del Máster Educación y Comunicación en la Red). UNED. Madrid. Disponible en: http://goo.gl/TkCzqg

Cantillo, C. (2015). Imágenes infantiles que construyen identidades adultas. Los estereotipos sexistas de las princesas Disney desde una perspectiva de género. Efectos a través de las generaciones y en diferentes entornos: digital y analógico. Tesis Doctoral. Madrid: Uned.

Correa, R. I. (2005). Mujer, ¿La sal de la tierra, la luz del mundo? En Aguiar, M.V. & Farray, J.I. (2007). Sociedad de la Información, Educación para la Paz y Equidad de Género. La Coruña: Netbiblo.

Freire, P. (2005). Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI.

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Opinión

Que sí… que no…

Erena B. Burattini

A pesar del maduro verso verde que te quiero verde de Lorca, muy

verdes están las uvas. Por los unos y los otros o quizá por los hunos que a su

paso borraron hasta el espíritu democrático de los romanos, seguimos sin

entendernos. Como los perros del hortelano, tanto la izquierda como la derecha

ni hacen ni dejan hacer. La gran mayoría, meros observadores, flotamos en el

vapor de la indolencia.

Entre síes y noes se dirime la cuestión. No hay acuerdo, no. Lo que sí

observamos es el estridente coro de ranas que chapotean en el fango. El bel

canto nacional que da de comer a los medios e idiotiza al oyente que ha

perdido la capacidad de sorprenderse. Una temática variada para montar un

vodevil a la española.

Cuando saltó el caso del atractivo deportista que rompió la imagen del

perfecto príncipe azul nos quedamos sin habla por varios días. Siguen croando

tantas ranas desde entonces que podríamos estar parapléjicos: ministros con

cuentas en paraísos fiscales que niegan la verdad y luego son premiados, un

gobierno que confunde el siglo XXI con el pasado olvidando que estamos en la

era de la información. Explican razones rocambolescas de ciertas medidas o

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decisiones que en seguida los periodistas desmienten en base a información

documentada..., y ellos se quedan tan anchos. Especímenes elevados a la

categoría de ciudadanos ejemplares que hoy están en prisión, otros en vías de

estarlo, etc., etc. Ni siquiera ha faltado un bufón-espía para el vodevil, el

pequeño Nicolás que de pronto dejó de ser noticia. ¿Será que hay mucho que

esconder detrás? De lo que no cabe duda es de la buena puntería del PP que

hizo diana en el 25 D aunque al final no le sirviera de nada, y ahora prefieren

recular.

Nos machacan en nombre de la crisis para lo que nos ofrecen el antídoto de la

austeridad, mientras los corifeos nadan como nunca en la abundancia.

Cabe preguntarse, y esto es lo triste, ¿estamos tan domesticados por el

sistema que somos incapaces de reaccionar, de encontrar una salida?

¿Quo vadis, España?

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Opinión

Los Ángeles no cogen vacaciones

Mar Solana

El Amor es una fuerza humilde, pero es el arma más poderosa de la que dispone un ser

humano. Amor y verdad son las dos cosas de Dios. La verdad es el fin y el amor es el camino.

Ghandi

El verano avanzaba con una temperatura más o menos soportable, hasta que

llegaron los últimos días de julio. Entonces la garra del mercurio decidió

enroscarse en nuestros sofocos tejiendo una buena hilera de noches

toledanas, como las llamaban nuestros abuelos. En aquella época (la de

nuestros abuelos) aún se hablaba de la «fresca» y, las noches insomnes y

asfixiantes no llegaban a superar la docena a lo largo y ancho del cálido estío.

La tal «fresca», que no era una moza caradura o ligera de cascos,

acompañaba más de un atardecer y del brazo de la madrugada regalaba esas

caricias de brisa que les permitía relajarse de las tórridas horas diurnas.

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Agosto, en buena parte de la península, nos ha traído un equipaje cargado

de esas noches toledanas, con ventiladores de techo moviendo los brazos en

aspavientos cansinos, de vueltas y más vueltas y de ojos en modo búho.

Jornadas de tirarse a la cama como fardos después de un incendio, sin poder

meternos (introducirnos) en la cama en condiciones de disfrutar de una buena

lectura entre las sábanas. Quizás la diferencia entre «meterse» o «lanzarse» a

la cama sea nimia, sutil, pero existe porque lo primero es lo más parecido que

conozco a un hábito saludable y civilizado.

A medida que el tiempo pasa o las estaciones concurren, se afianza en mí

la sensación de que el verano ya no es un verano como los de antes. Más bien

parece una época en la que debemos sobrevivir a los vómitos incandescentes

de una especie de «ola de calor» ininterrumpida. Una canícula que se ha

estirado como un tensor elástico, más propia de zonas intertropicales que del

Hemisferio Norte...

«Pero, ¿qué estamos haciendo (o hemos hecho) con nuestro planeta?»

Cuando me hice esta pregunta, una calurosa y monocorde tarde de agosto,

también pensaba en lo duro de vivir la torridez del longo verano si no estás de

vacaciones o te toca seguir con la misma rutina que el resto del año…

Ese mismo día descubrí que existen Personas (con mayúsculas) muy

especiales, y la flama de la canícula se suavizó para mí. Seres Humanos

Integrales que nunca cogen «vacaciones»; quizás porque no tienen ese

concepto, deseo o actitud tan arraigado en sus almas. Algunos, como los White

Helmets, porque ya no disponen de tiempo para pensarlo en una Siria que se

desmorona y que les obliga a vivir solo el presente. Otros, profesionales

solidarios, porque aún contando con esos días para su descanso y disfrute, los

ofrecen, completos e incondicionales, a un prójimo que tiene que sobrevivir a la

hambruna y a la enfermedad en escenarios depauperados y con temperaturas

también inmisericordes.

Y entre las cucharadas del puré que le estaba dando a mi padre, esa

densa tarde canicular, la tele nos acercó a esta suerte de héroes o ángeles que

no tienen aspas rojas en su calendario laboral; tan distintos y distantes ambos,

y tan cerca en su enorme corazón… Y me pareció que los ciudadanos de a pie

siempre ostentamos motivos para quejarnos de nuestras estrechas y

pequeñitas existencias, olvidando que, a diario, tenemos idénticas razones

para agradecer nuestras vidas, cada vida; pero sobre todo las suyas, que con

su amor y entrega están salvando unas cuantas cada día.

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Revista Terral nº22 – Opinión -

Los Cascos Blancos, o White Helmets, están nominados este año al premio

Nobel de la Paz. Pertenecen a la «Defensa Civil Siria» (SCD y Difaa al Medani

Suri en árabe) y son ciudadanos anónimos, voluntarios que con grandes

dificultades se han organizado para ayudar a la población civil después de un

combate o un bombardeo. Médicos, abogados, bomberos, carpinteros,

mecánicos, etc. que, protegidos solo por un casco blanco, despliegan sus alas

para salvar otras vidas aún a riesgo de poner en peligro la suya. Acuden con

sus vehículos particulares y rescatan niños atrapados entre los escombros,

atienden a aquellos que necesitan primeros auxilios y transportan a los más

graves y peor heridos a dónde puedan atenderlos.

Los Cascos Blancos no entienden de vacaciones o de dormir mal por un

mercurio que se ha tornado turulato. Ni siquiera tienen tiempo de pensar en

ellos mismos. Sólo se encargan de reparar daños y de asegurar las

necesidades mínimas de cada lugar. Tres años salvando vidas en Siria y jamás

han mirado el «color» de los ataques, o la edad, raza o sexo de las víctimas;

pese a que algunos medios independientes les acusan de servir de instrumento

de propaganda anti-régimen y de connivencia con la Yihad. Pero ellos solo

reparan y ayudan con lo que cada uno tiene o sabe hacer. Seres humanos de

tallas inmensas (no hay trajes para sus alas) que plantan cara al mundo del

poder recordándoles, con cada paso que dan, que el otro mundo, el de la

gratitud y el agradecimiento, el que no está hecho con sangre, dolor y lágrimas,

sigue existiendo y ellos son la prueba fehaciente. Casi todos los inmigrantes

que a duras penas están llegando a las fronteras europeas tienen amigos,

compañeros, conocidos o algún familiar en Siria trabajando con los Cascos

Blancos, jugándose su vida para salvar otras también anónimas.

Y, desde luego, cada vez soy más consciente de la existencia de un

número nutrido de ángeles de alas invisibles, héroes anónimos que no se lo

ponen fácil a esas fuerzas oscuras empeñadas en batallar de forma constante

contra la humanidad. Ellos les plantan cara y baten su voluntad contra viento y

marea, por fortuna para el resto de ciudadanos de este lugar llamado mundo.

En España existen cada vez más personas que dedican sus vacaciones al

voluntariado, a ayudar a través de ONG o fundaciones destinadas a tal fin.

Profesionales solidarios que en lugar de disfrutar de su asueto en una reptiliana

primera línea de playa, escogen donar su tiempo, cariño y energías poniendo

sus conocimientos profesionales al servicio de aquellas poblaciones del mundo

más castigadas, misérrimas o conflictivas como India, Ecuador, México o

Grecia.

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Revista Terral nº22 – Opinión -

Me conmovió y me llenó de orgullo (en el más patrio sentido de la palabra)

el caso de María José, una ginecóloga española. Con tan solo un mes de

voluntariado en la India, su mes de vacaciones, ha sido un apoyo fundamental

en el tema de la infertilidad. Ha operado y ha traído unos cuantos peques al

mundo. María José comentaba que tenía la grata sensación de haber hecho

mucho más que en un año de trabajo en su consulta. Y el ejemplo de Soledad,

que trascendiendo su nombre se fue a Kenia, y transformó en hogares sitios

olvidados por la sociedad. Vivió en (y bajo) unas condiciones muy duras: sin

agua, sin luz y en lugares infestados por las ratas. Al tener que adaptarse a

estas circunstancias tan extremas, comprendió el día a día de la gente que

vive, o malvive, en estos paupérrimos lugares. O Mercé, que conmovida por la

crisis de los refugiados, se trasladó a los campos helenos, donde miles de

personas intentan sobrevivir esperando llegar alguna vez hasta Centroeuropa.

Allí tuvo que aprender a improvisar en el día a día para servir de ayuda a las

personas que más lo necesitaban.

Y pese a no haber conocido ese merecido descanso que llamamos

vacaciones, todos estos héroes anónimos, de alas invisibles y corazón de

gigante, coinciden en señalar (recordarnos) una cuestión tan vital como básica,

y que el resto de mortales olvidamos muy a menudo: el valor que cobran los

detalles o lo más nimio de la existencia cuando conocemos tan de cerca el

sufrimiento de otros seres humanos que han tenido menos oportunidades que

nosotros. Lo absurdas y pueriles que resultan nuestras quejas en unas

circunstancias donde no tenemos que lidiar con una ciudad sitiada por las

líneas de fuego o por las bombas; donde con un sencillo gesto podemos

iluminar una estancia en ausencia de luz diurna, o beber agua o cualquier otro

refresco bien frío de nuestra oronda y suculenta nevera cuando el calor aprieta.

Después de conocer el trabajo de todas estas personas, de ser consciente

de la existencia de estos ángeles y héroes anónimos que no cogen días de

descanso para seguir cuidando de otros… después de reflexionar sobre ellos,

me dije:

«Bienaventurados los que trabajamos para ayudar y mejorar el mundo, en

cualquier época del año… Bienaventurados todos los que trabajan siempre,

renunciando a sus vacaciones a cambio de desplegar sus alas…»

Y se me pasó por la cabeza algo parecido al título de aquel emblemático

elepé de Supertramp: «Heat? what heat? (the one who did say heat?)».

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Revista Terral nº22 – Crítica Literaria -

Critica literaria

Ángel Silvelo

Microrrelatos a medida: Los Candentes Fogonazos Del Alma

MIGUEL ÁNGEL MOLINA LÓPEZ, 99X99

La mirada del escritor, como la

vida en sí misma, es una

concatenación de actos y reflejos, en

los que en unos y en otros nos vemos

y nos reflejamos. Ese conjunto de

miradas y destellos son los que

componen cada uno de nuestros

universos que, en ocasiones, pueden

ser lánguidos y aburridos, pero en

otros, cortos e intensos. Tan cortos e

intensos como si todo se redujera a

estar atentos a esos candentes

fogonazos de vida que no son sino los

fogonazos distraídos que de vez en

vez emite el alma, esa parte invisible

que nos dirige y nos nutre en el día a

día. Miguel Ángel Molina López ha

elegido esa última versión de la vida y

la escritura para presentarnos en

99x99 (Microrrelatos a medida) esos

candentes fogonazos del alma que,

como escritor, sabe extraer de aquello

que ve, condensándolo en minúsculas

partes de vida o en pequeños detalles

llenos de esencia, verdades y

mentiras, aciertos y errores que, en su

conjunto, conforman un

conglomerado de micro-instantes del

mundo actual, pues si de algo se nutre

el caleidoscópico universo literario de

Molina es de la variedad de vidas que,

en su faceta creativa, extrae del

anonimato, dando de esa forma luz y

protagonismo al otro al que como

norma general ignoramos, de tan

metidos como estamos en nuestros

propios problemas. Esa capacidad de

abordar al otro, Molina la desarrolla a

través de muchos de los temas más

universales de la literatura, véase: el

amor, los sueños, la conquista de la

ansiada libertad, la repetición de los

mismos errores o la sempiterna lucha

por liberarse de la parte oscura que

cada uno de nosotros tenemos.

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Revista Terral nº22 – Crítica Literaria -

En estas 99 micro historias

plagadas de anti héroes, el autor de

las mismas no se conforma con

mostrarnos esa faceta más oscura de

nuestra existencia, sino que ha

afinado su puntería y nos ha relatado

también historias con finales felices,

sorprendentes o inimaginables, para

de ese modo, ampliar el abanico de las

posibilidades literarias y vitales que

tratan de no caer en el fango de lo

manido. En este sentido, Miguel Ángel

Molina nos propone ese lado de la

literatura que, quizá, sea el que mejor

se adapta a las necesidades actuales

del ser humano, siempre cargado de

prisas y no dispuesto a hipotecar su

tiempo más allá de lo estrictamente

necesario, pues a través de estos 99

microrrelatos, podrá disfrutar —a la

vez— de la esencia del ser humano y

de la literatura sin necesidad de

dejarse grandes cantidades de tiempo

por el camino. Eso sí, para todos

aquellos que piensan que un

microrrelato es algo intrascendente y

de lectura rápida, habría que avisarle

que, al igual que en los textos más

largos, estos micro instantes, también

son aptos para releer y degustar con

un cierto ritmo de mesura, pues si no

el atracón de historias está asegurado.

Así, entre un micro y otro, cabe la

opción de repensar aquello que se ha

leído antes de abordar la siguiente

situación, pues como muy bien hace

Miguel Ángel Molina en este libro, las

historias saltan de un lado a otro del

mundo y la vida para captar, en cada

una de ellas, la esencia de aquello en

lo que el narrador ha fijado su mirada,

de ahí, lo de fogonazos del alma, pues

todas y cada una de las historias de

estos 99x99 microrrelatos a medida,

pretenden sumergirnos en esa otra

vida en apariencia, sólo en apariencia,

gris, anónima o sin sentido o

importancia. De ahí que la

reivindicación que se produce en esta

secuencia de microrrelatos sea la de la

sorprendente y cómplice mirada del

otro que, en este caso, no es sólo la

del narrador, sino también la de aquel

en el que éste ha depositado su

mirada, como queriéndonos avisar de

que las víctimas de nuestro olvido son

el resultado de una mala partida de

cartas, ésa que jugamos día a día sin

apenas darnos cuenta.

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Revista Terral nº22 – Crítica Literaria -

Crítica Literaria Ricardo Guadalupe

Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway

Mítica novela de un escritor mítico. Su adaptación

cinematográfica, protagonizada por Gary Cooper e Ingrid Bergman,

tardó 35 años en estrenarse en España a causa de la censura.

Previamente había sufrido la censura norteamericana, que vetó las

escenas en que los personajes Jordan y María hacen el amor en un

saco de dormir. Y la diplomacia española había presionado a la

Paramount, la productora, hasta conseguir que eliminara la palabra

“fascistas” cuando denominaba a los franquistas. Por quién doblan las

campanas está ambientada en la Guerra Civil Española, la cual

Hemingway vivió como corresponsal de prensa.

La mayor parte de las obras del escritor estadounidense presentan a un héroe

enfrentado a la muerte y que cumple una suerte de código de honor. Un romanticismo

moderno que aúna el sentido del honor, la acción, el amor, el escepticismo y la nostalgia.

Este es el caso de la novela que nos ocupa, en la que los altos ideales del protagonista le

hacen decirse a sí mismo: “Cualquier cosa de las que sucedan en esta guerra puede

cambiar el porvenir del género humano”. Que tiene que ver con los versos de John Donne

de los que proviene el título del libro: “La muerte de cualquier hombre me disminuye,

porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién

doblan las campanas; doblan por ti”.

El autor, por su parte, adopta una postura acorde con la de su protagonista. Puesto

que cree firmemente en la verdad que está contando y se compromete con la misión de

compartirla por el bien común con su mejor arma: la escritura. Sin ocultar los peores

defectos de la condición humana, que tanto se ponen de manifiesto en una guerra. Hay

muertes, muchas, pero muestra también la vida que había detrás de cada una de ellas. Y

de alguna manera hay un luto, incluso unos remordimientos.

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Y de cara al lector hay un gran respeto. Combina el drama con el humor. Nos hace

llevadera la dureza de la historia del mismo modo que en la vida se nos hace llevadero el

duro día a día. La narración está dotada de sencillez y naturalidad. Justo lo más difícil de

lograr para un escritor. Hemingway demuestra, a través de su extraordinaria técnica, por

qué obtendría el Premio Nobel de Literatura en 1954.

Es un auténtico mago de los diálogos, que tienen un fuerte protagonismo en el

libro. Con ellos desarrolla una impresionante labor de caracterización de los personajes.

¡Qué manera de humanizarlos! Cada uno con su punto de vista y sus propias

contradicciones, dentro siempre de un marco coherente entre ellos y con ellos mismos. En

cierta forma, con el uso de los diálogos, está transmitiendo su íntima confianza en la

comunicación entre las personas. Y además saca a relucir la sabiduría popular de

aquellas gentes, los contemporáneos de nuestros abuelos y bisabuelos. No termino de

explicarme cómo un extranjero fue capaz de retratar tan bien el genuino carácter español.

Su personaje protagonista, aquel de cuyos pensamientos y sentimientos está

pendiente en todo momento el narrador, es Robert Jordan, un voluntario norteamericano

de las Brigadas Internacionales que acaba dirigiendo a un grupo de partisanos que

operan detrás de las líneas enemigas. Concretamente, su cometido es volar un puente

para posibilitar una importante ofensiva republicana, la que se lanzó en mayo de 1937 con

el objetivo de ocupar Segovia. Tomando esta referencia histórica, Hemingway crea dicho

personaje, en el que vuelca sus conocimientos de estrategia militar, que no eran pocos,

tras su experiencia en la I Guerra Mundial, en la que fue gravemente herido, y tras cubrir

como corresponsal conflictos bélicos como el de Grecia y Turquía. Tanto es así, que el

líder cubano Fidel Castro llegaría a afirmar que haber leído de joven esta novela le ayudó

en la Revolución a elaborar tácticas guerrilleras contra el ejército de Batista.

La ofensiva de Segovia no es el único episodio de la guerra al que se refiere en el

libro. Como he mencionado al principio, Hemingway ejerció de corresponsal en la Guerra

Civil Española, y ello le hizo estar informado de hechos tan luctuosos como las brutales

ejecuciones que cuenta uno de sus personajes con bastante detalle y que están basadas

en las acaecidas en 1936 en Ronda, donde unos 500 simpatizantes del bando sublevado

o nacional fueron despeñados por el barranco. Poco antes de que cayera Madrid y del fin

de la Guerra Civil, comenzó a escribir esta obra, considerada la más trascendental de su

carrera. Después de 17 meses, había acabado Por quién doblan las campanas. Su fecha

de publicación: el 21 de octubre de 1940.

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El texto es de pulso constante, sin flaquezas. Y está bien hilvanado, con hilos que

unen una página tras otra y forman un todo compacto. No hay cabos sueltos. Al autor le

gusta redondear las escenas, para acabar lo empezado. Y cambia de registro cuando es

necesario. Así mismo, emplea los puntos de giro en los momentos precisos, haciendo

gala de una técnica narrativa maestra. La totalidad del contenido rezuma sentido y razón

de ser. Existe un esmerado cuidado en hacer comprensible aquello que se relata. Se trata

de un texto trabajado con oficio, que explica lo que hubiera que explicar, sin rehuir ningún

ángulo de la historia, de modo que no quedasen ángulos muertos. Si algún pero hay que

ponerle, ese sería el excesivo azúcar que a veces adereza las escenas románticas.

También adolece de falta de contención el final, que resulta melodramático. Pero por

encima de todas estas consideraciones, el lector percibirá a un autor que goza con el

placer de escribir y con el de provocar nuestro atento interés. Y eso, como dice el famoso

anuncio, no tiene precio.

Por quién doblan las campanas llegaría a vender un millón de ejemplares en el

mismo año de su publicación. Fue la obra de mayor éxito de Ernest Hemingway. Y contó

con el reconocimiento de la crítica. El New York Times opinó lo siguiente: “El mejor libro

que ha escrito Hemingway; el más completo, el más profundo, el más auténtico”.

Curiosamente, la historia de la novela transcurre durante tan solo tres días y tres noches.

Hemingway practicaba un estilo de escritura que se dio en llamar la “teoría del iceberg”.

Consiste en silenciar cosas que el escritor conoce para que el lector llegue a ellas por sí

solo, implicándolo en la historia. Esos tres días y tres noches representan la punta del

iceberg de una guerra que duró casi tres años. Del lector dependerá descubrir la

gigantesca masa de hielo que flota bajo la superficie.

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Revista Terral nº22 – Crítica Literaria -

Crítica Literaria

CARTAS DE KAFKA. UN AUTORETRATO

Por © Anna Rossell

(Publicado en Quimera. Revista de Literatura, núm. 389, abril 2016, p. 62)

Es de agradecer una reedición cuando, siendo de interés literario, perfecciona las

anteriores publicaciones facilitando el trabajo filológico a los investigadores. Es el caso de

estas Cartas a Milena, de Franz Kafka, que, publicadas por Alianza Editorial en 1995 y

2010, reaparecen ahora en una edición, que por primera vez en España se basa en la

alemana, ampliada, de Fischer 1983. Las precedentes, basadas en la de 1949, de Willy

Haas, a quien Milena entregó las cartas en 1939 para salvarlas de los nazis, presentaban

algunas flaquezas que ahora se han subsanado: errores de datación, 62 pasajes

eliminados y 10 cartas suprimidas. Según la traductora (cf. nota introductoria), ésta, a

excepción de tres artículos periodísticos de Milena que no recoge la traducción, respeta la

edición de Fischer; hay que añadir alguna diferencia en el aparato de notas que Gauger

ha adaptado al lector en español.

Milena Jesenská (Praga, 1896-Ravensbrück, campo de concentración nazi, 1944),

periodista y traductora checa, conoció a Kafka (Praga, 1883-Kierling/Austria, 1924), de

quien se había propuesto traducir unos relatos, en abril de 1920. De su encuentro nació

una intensa correspondencia –durante el primer año Kafka le escribía a diario, a menudo

hasta tres veces, desde fines de 1920 gradualmente con menor frecuencia- que duró

hasta marzo de 1922 y que interrumpió por propio deseo.

La relación epistolar de Kafka –también mantuvo correspondencia con Felice

Bauer, su primer amor, publicada igualmente por Alianza (1997) y Nórdica (2013 y 2014)-

aporta luz sobre una compleja y seductora personalidad, que, más allá de acercarnos al

hombre, nos aproxima a su mundo literario. Las cartas documentan la extrema

sensibilidad de un hombre altamente observador, de exquisito refinamiento intelectual, lo

cual, en opinión de Milena, le incapacitaba para la vida y habría de incidir en la

tuberculosis que le llevó a la muerte.

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Kafka, que entonces tenía 38 años, encontró en Milena, de 24, el ideal de mujer en

la que depositar la inmensa ternura que necesitaba encauzar. Tenían en común intereses

literarios, la difícil relación con la figura paterna y la enfermedad pulmonar, a lo que se

unía la crisis matrimonial (con Ernst Pollak) por la que ella atravesaba. Estas cartas se

leen como una vehemente relación amorosa, tanto más favorecida por el hecho de que se

mantenía sobre todo en el plano ideal –Kafka tuvo dificultades en la relación física estable

con mujeres y los encuentros con Milena fueron muy esporádicos-.

El hecho de que las cartas de Milena se hayan perdido, dificulta obviamente la

comprensión, lo cual no desmerece lo mucho que aportan en otros aspectos. Los

ingeniosos comentarios del autor checo sobre la vida cotidiana o sobre conocidos

comunes, casi siempre acompañados de símiles o parábolas y con finísimo humor, son

impagables y dan cuenta del genio imaginativo de Kafka, el mismo que plasma en su

universo literario. Una larga relación de temas recurrentes, también presente en su obra y

en sus diarios, se hace patente: sus miedos, su recelo hacia la carne (en sentido concreto

y metafórico), la grave situación de los judíos, el insomnio pertinaz, su enfermedad

pulmonar, que él considera una “extensión de mi enfermedad psíquica”, sin que ninguno

de ellos sea tratado con victimismo.

Las cartas documentan asimismo el peculiar estilo de escritura de Kafka, cuya

lengua materna era el alemán, aunque no conviviera nunca entre alemanes, lo cual no

afecta únicamente al léxico sino también a la sintaxis: largas oraciones con interrupciones

apositivas y paréntesis. Ello, unido a la inexistencia de las correspondientes respuestas

de Milena, dificulta sustancialmente la lectura y, por consiguiente, la traducción. La fluidez

cambia radicalmente en la parte dedicada a las 8 cartas de Milena a Max Brod, amigo de

Kafka, que incluye este libro y que arrojan alguna luz sobre la relación desde la

perspectiva de ella. En 2015 Tusquets ha publicado la novela de Michael Kumpfmüller La

grandeza de la vida, que toma el testigo de la biografía de Kafka en el punto donde la deja

su correspondencia con Milena hasta su muerte.

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POESÍA:

Coordina: AURORA GÁMEZ

FRANCISCO MORALES LOMA

ESPERANDO A LOS MENDIGOS

A Ana María Romero Yebra

Señalan que vendrán muchos mendigos

de tierras australes.

Algunos son peligrosos esclavos

negros que tienen los ojos vidriosos

del odio.

Otros llegan desde Oriente

con su miseria y algunas zapatillas

reebok falsas.

Incluso los hay que viven aquí,

a tu lado, y ensucian las tazas

de las cafeterías

cuando acaban de tomar

su café de lástima.

Pero ¿por qué seguimos esperando

a los mendigos?

Kavafis esperaba a los bárbaros

y nosotros a los mendigos.

¡Cómo ha cambiado la historia!

Aquellos venían con poder

Estos llegan con la desventura.

SENSI BUDÍA

LA GAVIOTA VALENTINA

El delito mayor del hombre es haber nacido

Calderón de la Barca

Ella se sentía como el pájaro en la jaula,

como Segismundo despierto.

Pero nadie en el mundo sabía qué sentía.

Ella no era un hombre,

y su piel se agrietaba cuando el granizo

impactaba

contra el suelo

del patio interior de la casa.

Ella quería más que nada volar,

huir de aquel lugar llamado madre

roto por los hijos y

cosido por las hijas.

Ella no quería ser pez en el agua,

ella no quería ser agua en el aire, ni en el suelo;

quería volar.

Más que nada, quería abrir las alas de su

garganta,

gritar hacia los espejos deformados

cóncavos hasta el cielo y

convexos hacia el suelo.

Ella quería volar.

y romper la barrera del sonido.

Pero ella no era él.

Ella se abriría en canal

para esculpir una nueva cárcel en su vientre,

para parir otro cadáver planetario.

No existirían nómadas en esta Tierra.,

pero ella quería escapar.

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ALICE WAGNER

DEL AGUA Y SUS TRANSPARENCIAS

Descubrir

el Dorado de tus aguas limpias

imbatibles en las mejores fuentes,

no es una loca quimera.

El rocío

que se introduce en el mar,

es el brillo de las grandes virtudes,

son las gotas

en las que la luz penetra como un dardo.

Las orillas de un río deseado

que no oculta su fondo

y mantiene, acertado,

el espíritu selecto

de sus transparencias.

DESPERTAR DE LA DAMA DURMIENTE

Iniciaron un camino de soledad,

que no las dejó exhaustas.

Muchas se dejaron profanar,

como vírgenes en el tálamo,

Sin sucumbir al hastío.

Escondieron en su fronda

cualquier augurio funesto.

Ramas sarmentosas sus dedos

de pies y manos.

Simulacro de euforia y

euforia verdadera al final de sus días.

Ocultan la belleza de una dama

durmiente.

ISABEL ROMERO

SOBRE LA NADA

Volvió la vista atrás:

estaba allí: sentada en el pasado.

José García Pérez

Hoy ha caído un telón de nada

sobre la nada,

lejos quedó el frío,

la media distancia de madera,

el propio gesto de aquel instante.

Cuando un día de otoño

subiste a escena a representar

un extraño papel

sin nombre.

EL PULSO CERRADO

Y entre sus dedos sangre.

El pulso cerrado,

dócilmente cerrado hasta romper

el latido de la noche.

Se abre la puerta, muy lejos

un semáforo hace la calle.

Pasaron los meses y, en gabardina,

cruza en silencio los débiles charcos

y entre sombras

bruscamente extendidas,

aun aquella experiencia

roza los bordes de cada instante.

“Áspera Niebla”. Málaga, 2000.

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POEMA PÓSTUMO

A mi padre

Agrietada la túnica

que vestía el esqueleto,

se descubrió la placidez

que agonizaba en aquel

extraño cuerpo que no reconocí.

Llegado el instante,

su frágil figura

cayó lentamente en el punto

inexacto de la nada.

“ Frente a la Noche” Madrid, 1995.

FUENSANTA MARTÍN QUERO

Estoy aquí pero no estoy,

ni en este trance me quedo,

y, si me espero, no puedo

detenerme en lo que soy;

que aunque me quede me voy

sin despedirme. Reflejos

en esta sala de espejos

del aire, luz atrayente

confundiéndome la mente,

que de cerca pasa a lejos.

ANTONIO GARCÍA VELASCO

EL BOSQUE DE LA DUDA

Me inocula la duda una semilla

que de pronto en un árbol se transforma.

El árbol deja esporas y al momento

en un bosque me pierdo.

No encuentro la salida

en esta selva virgen que me atrapa.

NOMBRE A LAS HOJAS DEL BOSQUE

Nadie cuenta las hojas

de un árbol de la calle.

Mas, por ti,

puse número y nombre

a todo el bosque espeso

que me prende en sus ramas.

MIS APUNTES DE CLASE

Un día la encontré

amable, interesada

por todos mis asuntos.

¡Oh, dicha de un momento!

Quería simplemente

mis apuntes de clase.

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PURI TERUEL

Poema nº 1

No hay trucos para desbaratar el dolor

cuando en caída vertical te ataca por la espalda

a media noche.

No hay forma posible de hacerlo si éste se

empeña

en calzarse tus zapatos.

Quizás si no respiraras y te hicieras el muerto.

Pero no, es mejor hacerle frente.

cogerlo por la solapa

y decirle:

Aquí estoy

apunta y dispara.

Poema nº 2

Actividades pendientes para el día de hoy:

He decidido, que seré feliz el resto de mi vida

a pesar de ese pájaro que trae bajo sus alas

todo el frío que cabe en una mirada.

Es muy fácil,

solo necesito

taponar mis ojos

arrancarme los oídos

desgajarme la lengua y,

encontrar el lugar exacto

donde quepa mi cadáver.

ALBERT TORÉS

EN TU MIRADA AFINO TIEMPOS

Abre la puerta niña que comienza

el día con tu voz y tus pupilas

acercándome noches y sonrisas

y algunas palabras que nos piensan.

Albert Torés

En tus ojos verdes Rubia, reposa

el acontecer de años en deriva,

los golpes injustos, parcas sonrisas

errando por iracundas auroras.

En tus ojos verdes Rubia, colores

pintan mañanas en todos los trenes

del mundo, cocino poemas breves

y escribes danzas con plenos sabores.

En tus ojos verdes Rubia, repito

tu nombre, tu silueta, nuestra nube

que sobrevuela fronteras y fuertes,

el inútil devenir de los gritos.

En tus ojos verdes Rubia, el mundo

embellece en un parpadeo, música

que tus labios sellan con tanta vida,

todos los cielos caben en un surco.

En tus ojos verdes Rubia, la espalda

desnudo que anhelo me determina

como el otoño a sus árboles, cita

certera donde congrego palabras.

En tus ojos verdes Rubia adivino

sentires y latidos, versos frágiles

ante silencios. El beso es mi signo

y por ello eres reina de mis atriles.

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Revista Terral nº22 – Relatos -

Relato

Almería Andrés Ortiz Tafur

—A mí me duelen los huesos cuando llueve. Despejado, nunca —le digo al médico,

que conduce arriba y abajo el dedo medio de su mano derecha, para hacer rodar la

ruedecilla del ratón.

—Y a mí —dice al fin. Al fin, porque ha dejado que un silencio gordo e incómodo, al

menos para mí, se expanda a lo largo de casi una decena de segundos.

— ¿A usted también le duelen los huesos? —le pregunto con una leve sonrisa que

surge en mis labios, debida, imagino, a la extraña y macabra empatía que produce la

desdicha común.

—No. Disculpe. Andaba en otra cosa. No haga caso —responde, a la par que

despega la mano del aparato y la lleva, junto a la otra, a los brazos del sillón—. Me ha

contado su mujer que usted desde hace algún tiempo que ya no es el mismo —dice,

seguidamente, meciéndose hacia atrás y hacia delante.

— ¿El mismo?

—Sí.

—Yo… Lo siento. No sé a qué se refiere.

—Amor. Convivencia. Sentimientos. Complicidad. Deseo —dice, volcando la mitad

superior del cuerpo hacia delante, hasta apoyar los codos en la mesa y las yemas de los

pulgares bajo su mentón.

—Ya —digo, reclinando yo también la mitad superior de mi cuerpo, hasta posicionar

los codos sobre mis muslos y enredar las manos, para acabar colocándomelos nudillos de

ambos pulgares en la frente.

Luego el médico hace un gesto de dolor con la boca y los ojos, lo adivino cuando le

escucho decir “uy”.

— ¡Uy! —dice, para mi asombro. Entonces levanto la cabeza, permitiendo que los

nudillos de los dedos se me paseen por el rostro, y es cuando veo su gesto de dolor en la

boca y los ojos y como se aparta las palmas de las manos del mentón y las deposita en el

tablero que conforma la mesa y cuando le escucho pedirme, como desde otro mundo, de

muy lejos, que le deje solo.

— ¿Se encuentra bien? —alcanzo a preguntarle, cuando he terminado de

incorporarme de la silla.

—Sí. No. No sé —dice, de nuevo más cercano, como si ya hubiese regresado del otro

mundo, justo antes de desplomar la cabeza sobre el tablero del mueble y sobre las manos.

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Aviso a la enfermera o a la auxiliar o ala administrativa del mostrador de fuera, que

entra corriendo y sale corriendo para avisar a otro médico, que también se dirige a prisa al

interior de la consulta en la que pace mi doctor.

— ¿Qué ha pasado? —me pregunta.

—No sé. Estábamos hablando y, de repente, se ha puesto así.

— ¿Hablando de qué? —me repregunta, al tiempo que sitúa los dedos índice y

medio de su mano derecha a la altura de la yugular de su compañero.

—De mi mujer —le respondo, absorto en ese gesto tan propio de las películas.

Salgo de allí cuando el médico que entró a prisa para auxiliar a mi médico, le dice a

la pareja de guardias, que me ha estado custodiando, que todo parece indicar que la

muerte del traumatólogo se ha debido a causas naturales. Y llego a casa confuso, sin

saber muy bien qué pensar.

— ¿Qué te ha dicho? —me pregunta mi mujer, con las manos dentro del agua clara

que contiene uno de los senos del fregadero.

—Nada, en realidad. Hemos empezado a hablar de ti y después se ha muerto.

— ¿Se ha muerto quién? ¿Quién se ha muerto, Carlos?

—El doctor.

— ¡Carlos!

— ¡Dime!

No entiendo a qué me llama con esa desesperación. Ni entiendo que saque las

manos del agua, se quite los guantes de goma con igual desesperación, se las restriegue

en el mandil y que se las termine llevando a la cara para cubrirse los ojos llenos de

lágrimas. Este médico era especialista de los huesos, al que me mandó, por medio de un

volante, nuestro médico de familia. Era la primera vez que acudía a su consulta, situada

en un recinto hospitalario distinto —el provincial—, en otra ciudad diferente a la que

vivimos —en la capital—. Ella no le conocía, no debía, no tenía por qué. Ella conoce al

primer médico, al de familia; y aunque estuvo de acuerdo con la medida que éste tomó,

no se mostró demasiado esperanzada; dijo, apenas, que las mejoras a mi edad se han de

buscar en la procesión de una fe religiosa. Y no entiendo, sobre todo, a qué le cuenta al

médico muerto que desde hace algún tiempo he dejado de ser el mismo, y en qué

circunstancia ni cuándo lo ha hecho.

Se lo pregunto y me pide que calle. Después se aparta las manos de los ojos, las

devuelve al mandil, ahora creo que para tratar de calmar una especie de ansia o

impotencia, porque la veo tirar fuerte del trapo en direcciones opuestas. Finalmente, me

clava la mirada y se desploma en el suelo.

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De manera mecánica, pulso con el índice de mi mano derecha el botón del aparato

de tele-asistencia que llevo asido al cuello. Mandan una ambulancia, con un médico, un

enfermero y un técnico. El facultativo me pregunta por lo ocurrido, mientras repite con los

dedos índice y medio de su mano derecha, sobre la yugular de mi mujer, el gesto que

hace bien poco le he visto ejecutar a otro facultativo. Le respondo que estábamos

hablando. Me repregunta de qué. Le digo que trataba de conocer el motivo por el que mi

mujer mantenía relación con un hombre con el que, a priori, no debía. Y al momento

llegan dos guardias distintos a los del recinto hospitalario de la capital y me mantienen

retenido, en mi propia casa, hasta que, al momento también, el médico les comenta que,

en principio, a falta de lo que diga la autopsia, en el fallecimiento de mi mujer no se halla

síntoma alguno de violencia.

Un mes más tarde me traslado a vivir a Almería. Aquí Dios es un salvaje que no

deja que se acomoden las tormentas. Ahora estoy seguro de que mi mujer y aquel doctor

se conocían: ato los cabos y no preciso de ninguna causa concreta, me bastan los

hechos; y estoy casi seguro de que entre ambos existía una fuerte relación basada en el

amor, en la convivencia, en la complicidad y en el deseo. Al fin, tras largos ratos en la

arena, mirando el ir y venir de las olas, me apena que murieran de forma tan repentina,

antes de relatarme sus verdades, antes de empujarme fuera del triángulo, antes de

emprender su historia, su propia historia. Yo, de cualquier manera, habría hecho lo mismo:

poner tierra de por medio con las tormentas.

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Relato

VALORES SIN CADUCIDAD Esperanza Liñán Gálvez

Algo cansado y somnoliento volvió a buscar una de las frases subrayadas de su

libro preferido. Lo dejó entreabierto en esa página, con un pen-drive como marcador,

sobre la mesilla de noche. Miró el reloj. Era la madrugada de una noche muy larga. Debía

tomar una difícil decisión y calcular los efectos colaterales para saber cómo afrontarlos.

Desde que lo descubrió no había pensado en otra cosa: un pobre hombre, muy lejos de

saber siquiera el significado de ser de paja. Una sucursal de extrarradio amenazada por

rumores de cierre. Dos empleados, padres de familia, y un director defenestrado de la

central aparcado en aquel rincón de una gran ciudad.

Antes de hundirse otra vez entre las sábanas observó a su mujer que descansaba,

ajena a su dilema, al otro lado de la cama. La besó levemente para no despertarla y se

abandonó a relajar su cuerpo, porque no contaba con dormir. ¿Intentaría ella convencerlo

de mirar hacia otro lado? Existían argumentos de peso: su familia y una hipoteca. Ahora

conocía mejor que nunca el significado de la palabra incertidumbre. Pero no hacerlo

hubiera sido como renunciar a sus principios y entonces aquella noche de insomnio sería

una de muchas.

Desde el día anterior que el informático de la empresa estuvo reparando una

avería en el servidor general, apareció en su pantalla una cuenta bancaria que nunca

había visto en su programa financiero ni en ningún listado diario de operaciones. Le

preguntó a su compañero por si le había pasado lo mismo y lo negó, pero se apresuró a

decirle que se ocupara de la carpeta de asuntos pendientes que tenía sobre su mesa.

Que en todos los Bancos había cuentas de clientes especiales y enseguida vendrían a

reparar la anomalía. Al minuto siguiente Martínez se levantó como si hubieran accionado

un resorte a su silla y fue al despacho del director. Volvió al poco tiempo intentando

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disimular ese tic nervioso que le hacía guiñar el ojo derecho cuando algo iba muy mal,

como el día del atraco.

Las cantidades de los ingresos no le eran conocidas. Tenía un don especial para

memorizar los números y las hubiera recordado. Copió todos los archivos y movimientos a

los que pudo acceder. Cada fin de mes figuraban transferencias del mismo importe

procedentes de su sucursal con destino a esa cuenta con domicilio social en Suiza. Con

fecha de apertura de hacía tres años, un mes después de empezar a funcionar aquella

oficina. No era una banca asociada, sino una entidad independiente. El saldo era de cinco

millones de euros y el titular de la cuenta don Evaristo Quijano Alonso. El nombre le era

familiar y eso le hizo dudar más todavía porque los clientes con saldos elevados trataban

solamente con el director.

Enseguida recordó que lo conocía, y bastante bien. Don Evaristo era ese abuelo

octogenario que sacaba cada mes quinientos ochenta euros de su cuenta. Como no

entendía el funcionamiento del cajero automático siempre le pedía ayuda y lo entretenía

con sus historias mientras guardaba con cuidado el dinero en un bolsillo oculto de su

chaqueta. Estaba convencido de que ese abuelo no podía tener una cuenta en Suiza. Si

no ¿por qué iba a permitir que hubieran desahuciado a su hija y nietos de su piso? La

última vez que estuvo allí le comentó con más vergüenza que pudor que habían tenido

que recurrir al banco de alimentos del barrio y que jamás habría imaginado vivir a su vejez

esas carencias.

¿Soportaría ese viejecito encantador una acusación de ese calado? La justicia

pronto descubriría la verdad. Tenía pruebas y nadie en su sano juicio podría culparle de

aquel fraude. Dos familias más a la cola del paro, entre ellas la suya, y un Director,

probablemente fugado al día siguiente, al que no encontrarían durante años. Éstas y

muchas otras dudas le martilleaban la cabeza. Le costaba mucho convivir en una

sociedad de escasos ideales nobles y un humanismo decadente. Presentía que la

balanza de su honradez iba a pagar un precio muy alto por mantener el equilibrio.

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Escuchó cómo se levantaba María y fingió estar dormido. No tardó en llegar hasta

el dormitorio el olor a café recién hecho. Se incorporó y estiró con parsimonia, como si

midiera otros movimientos ajenos a su cuerpo. Fue al cuarto de baño y miró el espejo de

soslayo. Una ducha y un buen afeitado harían el milagro de darle un buen aspecto. Al

cabo de un rato apareció en la cocina con una sonrisa mal disimulada. Besó a su mujer y

se sentó a la mesa.

—Buenos días cariño. Te he notado dar vueltas toda la noche. ¿Tiene algo que ver

con el nuevo marcador de tu libro? —le dijo ella mientras le servía una taza de café.

—Iba a contártelo antes de salir porque es grave y nos afectará a todos.

Después de relatarle sus certezas, le refirió la posterior visita de otro técnico

informático media hora después de copiar los archivos. Además del consejo del Director,

en tono amenazante, de olvidar el incidente porque eran datos de una banca ajena que se

habían filtrado por error. Cuando terminó de hablar se sintió aliviado. La miró a los ojos

esperando una respuesta y ella se la dio sin fisuras.

Volvió al dormitorio a recoger el pen-drive. Antes de cerrar el libro releyó aquellas

palabras que quizá habían perdido vigencia en la forma, pero no en el fondo. Su

significado eran parte de los valores morales que le inculcaron sus padres y él quería

legar a sus hijos: La honra del amo descubre la del criado; según esto, mira a quién sirves

y verás cuán honrado serás.

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Ser escritora

La Lupa y la Máquina de Escribir

Mar Solana.

«Antigüedades, objetos curiosos, —puntos

suspensivos—, y algo de magia.»; rezaba el cartel, un

rectángulo alargado de color lila con letras magenta,

de un atractivo lugar que encontré hoy en mi Luna.

Dispongo de un jardín aquí, calle del noveno cráter,

número once, y cuando se acerca la época de

recoger mi cosecha de Letras, me encaramo en el

cohete exprés y vengo volando…

Llené la cesta de Letras maduritas, en su punto óptimo para una buena temporada, y

me preparé para regresar de nuevo a la tierra. Sólo allí dispongo de la gravedad

necesaria para cocinarlas: preparar atractivas recetas y ricos platos de palabras. Intenté

seguir mi camino con normalidad, pero después de toparme con aquel extraño letrero,

una misteriosa inercia me empujó de nuevo hacia ese sitio. «Entra… entra…», me decía

una afable vocecilla que no era mi conciencia. A lo mejor un duende invisible flanqueaba

la entrada y silbaba la orden para todos los que nos deteníamos a observar.

Abrí la puerta. Una pizpireta campanilla, enmarcada en una reluciente vidriera de

colores, dejó escapar su sonsonete de bienvenida. «¡Ah… buenos días, señora!». Un

amable Lunar —un lugareño— salió a recibirme. Su boca era un piano de cola, con unos

dientes en hilera como teclas: blancos y relucientes. De su cabello se escapaban unos

tímidos destellos platino que refulgían como un espejo. «Hum…, buenas, señor… Sólo

vengo a echar un vistazo, dispongo de algunos minutos antes de que salga mi próximo

expreso a la tierra», le dije, intentando disuadir su velada intención de encasquetarme

alguno de sus raros objetos. «Mire, mire cuanto quiera, señora… y si desea algo en

especial, estaré por aquí cerquita…».

Aprendí a chapurrear «lunático», el idioma de los Lunares, en un curso acelerado por

correspondencia. Pero a base de frecuentar mi Jardín de Letras y de charlar con ellos en

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mis idas y venidas, ahora lo hablaba de forma bastante aceptable. El educado hombrecillo

se perdió detrás de una de sus múltiples repisas y yo comencé a observar con más

detenimiento aquel variopinto espacio.

Un sinfín de artilugios reposaban su empaque sobre lomos de antiguas y cuidadas

estanterías de color grisáceo. «Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar», decía

mi abuela. Se notaba que aquel Lunar le dedicaba un celo importante a todas sus

pertenencias. Cada una llevaba su correspondiente etiqueta. En un principio pensé que

era el precio; sin embargo, al acercarme para comprobarlo, descubrí con sorpresa que se

trataba de una pequeña descripción del producto. Extraje mis gafas de la mochila y

comencé a leer:

«El torno para moldear el tiempo»…, «El pincel para pintar sueños»…, «La

tejedora de ilusiones»…, «La aguja de bordar mimos»…, «La máquina de escribir

que recupera ideas»…, incluso, una «Lupa para ver el alma —especialmente

indicada para terrícolas—», decía la etiqueta.

Todos cautivaron mi atención, pero «la lupa que podía ver el alma» me sedujo de una

forma casi hipnótica, sobre todo el añadido: «especial terrícolas». Pensé en llamar al

señor, quería que me explicara en qué consistía el trabajo de esta lente tan peculiar. Me

giré despacio y ¡allí estaba aquel afable hombrecillo con su sonrisa de piano de cola!

«¿Algo en concreto, señora? ¡Ah… sí, la lupa!». Como si adivinara mis pensamientos,

sin darme tregua para reaccionar o contestarle, añadió:

—Va de regalo con la máquina que recupera ideas. Aquí las seguimos usando para

escribir, ¿sabe?; probamos con ordenadores pero no era posible profundizar, recuperar

pensamientos o palabras perdidas… El ordenador es como una caja que guarda cosas y

ya está; relaciona la información, pero no la recupera o la aumenta como nosotros

queremos. Se pueden anotar infinitos acontecimientos en él, pero luego cuesta

encontrarlos o lo que es peor, engarzarlos para contar algo decente. Además, con esta

peculiar lente, señora, podrá ver lo que los ojos no alcanzan: ¡amplia el alma de las cosas

y de las personas! Lo he puesto indicado para ustedes, los de la tierra, porque con

nosotros no funciona. Los Lunares somos como espejos, nos vemos reflejados en los

demás; no nos hace falta agrandar nada para saber a quién tenemos delante…— Con la

última frase soltó una pícara sonrisilla de duende sabelotodo y me escrutó con unos ojos

que recordaban la redondez y el brillo de la luna llena.

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—Cuando esté escribiendo algún cuento…,—continuó con su discurso—si una

palabra o fantasía se le resiste, con la lupa podrá ver su alma o la idea original que le

impulsó a contar la historia. Y descubrirá la esencia tanto de las que desea narrar e

incorporar al relato, como de las más ocultas o invisibles; es decir, las raíces de las que se

nutren estos pensamientos para crecer y salir a la superficie, al papel… Son los pilares en

los que se apoya la imaginación para atrapar con firmeza los ojos lectores más avezados.

Con esta lupa podrá recuperar el principio de la madeja para seguir de forma correcta el

hilo de todos sus textos. Nos ayuda a que el otro nos reciba con claridad, punto clave en

la comunicación.

Tuve que contenerme para no estrenar la mágica lupa con aquel intrincado

hombrecillo en aquel momento. Necesité un tiempo para desgranar todo lo que me

transmitió, aunque tenía la sensación de que me había revelado algo muy importante.

Cogí el último cohete exprés de aquel día con un esmerado y misterioso paquete en

mi equipaje…

Aterricé sin contratiempos. Durante el viaje, pensando en mi suculento cesto de Letras

recién cosechadas, se me ocurrió escribir sobre la tolerancia humana cuando estuviera de

vuelta en la tierra.

Con la misma ilusión con la que mi abuela preparaba membrillo cada otoño, comencé

a teclear en mi portátil. Pero ningún borrador lograba convencerme. Todos acababan en la

papelera virtual, ese lugar donde, con un sencillo gesto de nuestro índice, las Letras

desaparecen para siempre sin posibilidad de recuperarlas. Empecé a sopesar la cuestión

de que quizás me había equivocado valorando de forma tan positiva mi cosecha de Letras

de aquel año. Incapaz de ofrecer conocimientos o algún viso de humildad en mis

reflexiones, me parecía estar pontificando sobre tan excelsa virtud humana. Probé a

escribir sobre la in-tolerancia, ese rechazo o abandono que se propina al otro, al diferente,

más allá de su parte visible y sin escuchar o mirar su interior. También me resultó muy

complejo: de forma inexorable caía presa de dogmatismos incomprensibles y en sí

mismos «intolerables» para los demás.

Entonces me acordé de la máquina de escribir y de la lupa que me traje de la Luna.

Alcancé la antigua máquina que reposaba entre mis libros, en una estantería, y comencé

a escribir con ella. Mis dedos se hundían con presteza en cada letra y, casi sin pensarlo,

tecleé el primer párrafo. Pese a la rapidez con la que aporreé las teclas, no pude

continuar: cualquier cosa que escribía sobre la tolerancia seguía expeliendo cierto tufillo a

dogma, a juicio sin labrar.

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La lupa desprendía a mi lado un brillo especial. Recordé las palabras del Lunar y la

dirigí hacia lo que acababa de expresar en el papel. Asombrada descubrí como unas

letras doradas, de trazo muy antiguo, se iban formando y se unían para dejarme este

mensaje:

Algo que los humanos habéis arrinconado, que ya no queréis usar… darle otra

oportunidad, es un primer paso. Mira lo que nunca has visto o no te atreviste a ver,

aunque lo hayas intuido… Somos espejos, nos vemos reflejados en los demás; no nos

hace falta aumentar nada para saber cómo es el otro…

Se me ocurrió entonces enfocar con la lupa a mi perro, que dormía con placidez a mis

pies. Me acerqué a él y, de cuclillas, puse la lente justo delante de su cabezota peluda.

Pese a su miedo porque un extraño objeto, que jamás había visto, me deformaba y

agrandaba mis ojos de manera muy inquietante para él, Sam empezó a mover el rabo. Y

me pareció que me sonreía abierta y perrunamente, sin ningún tipo de aprensión que le

impidiera hacerlo o lo alejara de mí. Aparté la lupa y, para mi sorpresa, Sam seguía

durmiendo con la misma placidez que unos minutos antes de mirarlo a través de ella. Y en

ese mismo instante comprendí que era algo que siempre me iba a dar, sin condiciones,

sobrevolando su miedo a todo lo diferente y desconocido. Preparé mis dedos para su

maratón frente a las teclas: ya podía escribir sobre la tolerancia.

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Revista Terral nº22 – Flamenco -

Flamenco

Rafael Silva Martínez

SOBRE EL ORIGEN DE LA DENOMINACIÓN “FLAMENCO” (VI)

En el último número de nuestra Sección de Flamenco ya habíamos comenzado la

exposición sobre la aventura histórica (más bien diríamos el despropósito histórico)

denominado como las “Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía”, como una

teoría explicativa del enorme vacío histórico que no podría cubrir el hecho de la

asociación semántica entre flamencos y gitanos, para explicar su posible mantenimiento

en el tiempo. Pues bien, de todo ello lo que pretendemos resaltar es que en las Nuevas

Poblaciones hubo flamencos (es decir, de

Flandes), que integraban concretamente uno de

los cuatro grandes grupos en los que se habían

dividido los colonos extranjeros. Y otro de esos

grupos, el más numeroso seguramente, lo

formaban alemanes, a quiénes ciertamente el

pueblo iletrado confundía con los flamencos. Y

todo esto ocurría a partir de 1767, es decir, que

coincidía con los tiempos en que se cree pudo comenzar históricamente a tomar cuerpo el

cante flamenco. Si aceptamos entonces que la identidad entre flamencos y gitanos se

refiere a los flamencos de Flandes, parece razonable establecerla justamente con estos

flamencos de las Nuevas Poblaciones en vez de con los alemanes de dos o tres siglos

antes, quiénes efectivamente ya no se recordarían en la memoria del pueblo.

Bien, pues ésta es la explicación que se postula. Se da para ello una premisa

fundamental, que es la proximidad causa-efecto. Proximidad constatable igualmente en

cuanto al espacio geográfico, puesto que el extremo sur de estas Nuevas Poblaciones (La

Luisiana), se sitúa sólo a setenta kilómetros de Sevilla, donde están los barrios históricos

y otros importantes núcleos cantaores de la época. Y en cuanto a cómo se llegaría a

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verificar el trasvase del apelativo “flamenco” hacia los gitanos, se proponen dos

posibilidades: o bien que el vulgo iletrado identificara a gitanos y flamencos (incapaz de

ver a ambos pueblos diferentes), o bien que los propios gitanos optaran por llamarse

flamencos para evitar los rigores de la ley que les prohibía llamarse (o que les llamaran)

gitanos. Quizá la segunda posibilidad apuntada sea aún más plausible que la primera, ya

que hay que tener en cuenta varios factores históricos que incidirían en ella. Como

sabemos, desde 1633, la Pragmática de Felipe IV (heredera y sucesora de todas las

anteriores) mantenía una extrema hostilidad hacia los gitanos, pero incluso la posterior

Pragmática de Carlos III en 1783, que pretendía poner fin a la discriminación sufrida,

mantenía aún la severidad sobre la posibilidad de llamarse (o que les llamaran) gitanos.

Es decir, existía toda una prohibición oficial de poder hacer uso de ese nombre, por

lo cual es perfectamente explicable que los gitanos intentaran su asimilación con otros

colectivos, incluso la adopción de sus nombres, para dejar de correr riesgos innecesarios.

Así las cosas…¿Qué nombres podían darse? No podían llamarse “andaluces”, ni

“extremeños”, ni siquiera “castellanos”…De repente, se dieron cuenta de que estaban allí,

a su lado, estos nuevos habitantes de las Nuevas Poblaciones, los germanos y

flamencos. Eran gentes extrañas como ellos, con fama de indisciplinados, raros y

distintos. Y aunque el aspecto físico distaba bastante de parecerse entre ambos

pueblos… ¿por qué no llamarse como ellos? Porque lo importante, como señala Ángel

Álvarez Caballero, era “buscar una identidad que los distinguiera de la sociedad hostil

dominante; incluso el contraste pudo ser un factor decisivo a favor de esa adopción, para

confundir más a los otros, como no es infrecuente que ocurra en algunos argots de

colectivos degradados”. El experimento de las Nuevas Poblaciones fue suprimido en

1813, y la integración de los colonos que quedaron fue progresivamente adoptada por los

andaluces.

Bien, pero continuemos nuestra andadura sobre las diferentes acepciones y teorías

que han intentado, con mayor o menor fortuna, explicar el origen de nuestra extraña

denominación. Y nos topamos a continuación con un insigne flamencólogo e investigador,

José Luis Ortiz Nuevo, quizá quien ha realizado mayores y más fidedignas aportaciones al

conocimiento de los orígenes de lo jondo, durante los últimos años. Pues bien, en su

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Revista Terral nº22 – Flamenco -

intensa búsqueda y rastreo por la prensa sevillana contemporánea de Silverio Franconetti,

concluye sin ningún género de dudas que hacia 1860 la identificación entre lo gitano y lo

flamenco era una realidad documentada. Según Ortiz Nuevo, esa identificación se

asociaba al “gitano golfo, inteligente, y listo para mangar…”, en referencia a la picaresca

imperante en la época, necesaria para su supervivencia. La denominación “flamenco”, tal

como él sugiere, fue posterior y vino a relevar a denominaciones más amplias y

abstractas, tales “cantes andaluces”, “bailes del país”, “bailes de palillos”, “canciones

andaluzas”, “canciones gitanas”, y otras muchas denominaciones. Pero hacia 1860

aproximadamente, es cuando comienza a denominarse “flamenco”. Para Ortiz Nuevo, “En

el principio fue la fiesta…Antes de sufrir, la gente se alegra, aunque sea pobre…Fiestas

en Triana, y Fiestas en Santiago, en Jerez, y Fiestas en el Barrio de la Viña y en Santa

María en Cádiz, y en el Sacromonte, las Zambras de Granada…Siempre fue el baile”.

Y continúa: “Lo curioso es que, en esos años, justo en esos años, cuando el nombre

comienza a tener una extensión universal, se produce lo que yo entiendo que es la revolución

del flamenco, que es cuando una generación de artistas, bajo el magisterio de Silverio

Franconetti, toma el poder, serenando el vértigo de los cantes para el baile, ya eran las voces

solas…Hasta ese momento, los protagonistas habían sido los bailaores y las bailaoras, pero en

esa década, se produce esa revolución que consiste en que las voces, por sí solas, se

presentan, y ahí es donde empieza el tiempo del Flamenco propiamente dicho”. En efecto,

volveremos a la teoría de Ortiz Nuevo, hoy día bastante aceptada, pero de momento,

continuemos con sus aportaciones en cuanto a la aparición en la prensa de datos sobre las

denominaciones. Sobre todo, Ortiz Nuevo ha documentado datos del periódico “La Andalucía”

de la época, donde demuestra, mediante diferentes extractos aparecidos entre los años 1858-

1860, la asociación de gitanos y flamencos. Destaca una reseña, aparecida el 28/9/1860, que

cuenta literalmente: “El sábado 29, día de San Miguel, lo celebra el director del Salón de

Oriente, don Miguel Barrera, con un baile por convite, al cual asistirán los principales

cantadores, las más famosas guillabaoras flamencas, y las boleras más notables en bailes del

país, concurriendo también las gitanas que tanta animación prestan a esta clase de bateos, con

sus bailes especiales y su inimitable gracia”. Como puede verse, toda una joya de la prensa de

la época. Continuaremos en el siguiente número.

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Revista Terral nº22 – El viajero -

El viajero

Pepa Jiménez Calero

PRAGA, LA BELLEZA HECHA TERNURA

Desperté al alba con la idea de visitar Vyšehrad. Feliz. Había una sensación a primavera

cuando salía el sol en Praga. Era otoño y andaba por mi tercer día en la ciudad de las

cien torres y de las mil almas. Así la llamé, pensando en las personas que se enamoran

de ella nada más verla.

Subí andando, apenas 30 minutos caminando desde la Plaza de la Ciudad Vieja o

Staromestskénámestí. Una claridad trasparente abrazaba la rotonda románica de San

Martín. Junto a las enormes estatuas del parque, unos niños correteaban detrás de unos

pájaros. A mi lado, un bebé balbucea algo incomprensible. Es domingo y el suelo esté

alfombrado de hojas. No pude visitar La iglesia negra de San Pedro y San Pablo. Un

señor alto me habló de su restauración, indicándome que visitara las obras de artes del

cementerio. Cierto. De puntillas la princesa Lebuse contempla el horizonte embrujado en

tonos dorados, muy cerca del poeta Jan Neruda, cuya casa de los dos soles en el barrio

de Malastrana es una de las más fotografiadas.

Desde aquí Praga es una postal en tonos sepia, con su castillo, sus torres góticas,

sus cúpulas verdes, sus tejados rojos y, sobre todo, su río, ese remanso de plata

transparente que acuna a sus cisnes blancos bajo un puente de belleza sobrecogedora.

La ciudad hecha ternura.

Bajé a la isla de Kampa, un recodo de paz y sosiego con su pequeño río Certovka.

Allí, un grupo de jóvenes músicos tocan a Mozart. Acabo de ver a una pareja de recién

casados, alegres, divertidos, haciendo muecas junto al muro de John Lennon, mientras el

viento enredaba el velo de la novia en el pelo del novio.

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Sentada en el césped de este entrañable rincón conocido como La Venecia de

Praga, el sol entra y sale como un niño jugando al escondite. Suenan campanas de

iglesia. Es festivo. Un hermoso abanico de parejas se despliega vistoso sobre el césped.

La figura rechoncha y bajita de un hombre comiendo una manzana me recuerda al golem.

Cuando deje la isla sonaban los acordes de una balada al piano. Y es que la ciudad

entera es una sinfonía de músicos, artistas, voces y encuentros musicales. Asombroso.

Hice un alto en el café Slavia. Allí imagine a Josep Roth escribiendo en algunas de

sus mesas, contemplando el Moldava desde este mismo lugar. Nostalgia. En la calle, un

hombre de pelo blanco y abrigo negro toca el acordeón cerca del teatro nacional o

NárodníDivadlo. Ese día ya no quedaban entradas para la ópera La Traviata. Alfredo y

Violeta estarán encantados.

Atardecía. La luz del crepúsculo ondeaba como una bandera cuando entré a

escuchar un concierto de PragueChamberEnsemble. Olía a rosas del ambientador. Allí

Smetana me cautivó y desde entonces su música acuna el recuerdo de una ciudad

mágica. “Mi Patria”. Vitava. La enigmática y melancólica Praga, la ciudad de las cien

torres o las mil almas.

¡Addio, hermosa llama!

¡Addio, hermosa llama!

La canción se ha herido levemente la

frente

y aquella a quien iba dirigida, ha callado

lo que no podía pronunciarse.

¡No enciendas! Durante el crepúsculo

las palabras no parecen tan audaces.

¡Addio, hermosa llama!

La canción se ha herido levemente la

frente.

Y ambos estaban confundidos.

Titubeando abrió la ventana.

Cayó la luz nocturna sobre el día.

Ya lo lejos Praga se sonrosaba.

¡Addio, hermosa llama

JaroslavSeifert

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El viajero

Los mendigos de Asís Lola Buendía

Asís se estaba convirtiendo en una ciudad hostigada por los turistas de los

más remotos lugares, que aprovechaban el bajo coste de los aviones y las

vacaciones pagadas a plazos. Cuadrillas de mendigos se desparramaban por

las escalinatas próximas a los edificios sagrados, y vendedores de recuerdos

se afanaban en prolongar los sueños efímeros de los viajeros.

La ciudad italiana, Patrimonio de la

Humanidad, recibe cerca de cinco millones

de peregrinos mas cientos de turistas al

año los pobres aún no se han

censado. Sus calles, plazas y

monumentos se ven acosados por gentes

de pantalón corto y gorra ladeada que se descuelgan de aviones, trenes,

autobuses, o cualquier medio según su estatus social, que amenazan la

tranquilidad de la hermosa ciudad de la región de Umbría.

Los mendigos fueron los primeros en rastrear el tufo de San Francisco,

el primer pobre que vivió extramuros y recorría las calles pidiendo limosna

para subsistir; fundador de la orden franciscana. Los nuevos mendigos

ocupan los numerosos templos y conventos de la ciudad dedicados al santo y

a otros frailes de la curia eclesial.

El gremio de la mendicidad tiene sus propias reglas desde la Edad

Media: se organizan de forma piramidal en cuanto al espacio, ocupando el

graderío de acceso al templo por orden de antigüedad en la llegada, con

algunas excepciones: las mujeres portadoras de un envoltorio con niño

macilento que se sitúan junto a la entrada del atrio para despertar la piedad

de los que acceden al templo, y los niños mayores, al pie de la escalera, para

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atraer la atención de los turistas con cámara, mientras los más avispados les

limpian los bolsillos.

Los pedigüeños se han diversificado y cambiado sus costumbres para

adaptarse a los nuevos tiempos: a la cohorte de pordioseros sin oficio ni

beneficio de toda la vida, se han unido obreros en paro, yonquis marginales,

gitanos rumanos, violinistas ucranianos, contrabajistas rusos, cantantes que

interpretan baladas de Víctor Jara y Violeta Parra, rancheros mexicanos con

grandes sombreros descoloridos, indios del Machu-Pichu y un sin fin de

grupos tras el señuelo de su santo patrón, que pidiendo limosna llegó a

prosperar, como es obvio y notorio.

En Asís, la población local y foránea ha vivido amalgamada con los

limosneros desde antes de la implantación de los paquetes turísticos de las

agencias de viaje y de las reservas por internet en líneas aéreas de bajo

coste, si bien hay que hacer notar que los nuevos turistas dejan mucho que

desear, han perdido la compostura en la manera de vestir y la curiosidad por

la historia de aquellas piedras milenarias de los viajeros de principios del siglo

pasado. Los turistas de ahora se sientan con el torso desnudo en las mismas

escaleras de la Basílica de San Francisco de manera que se confunden con

los mendigos. Ante esta desvergüenza, la indignación del custodio de los

franciscanos no se ha hecho esperar: “Algunos piensan que están en Rímini,

donde un biquini es de lo más normal, pero aquí hace falta respeto”.

Nuevas llegadas de indocumentados y gentes sin ocupación conocida

están acabando con la organización social heredada del pasado; los jefes de

los anteriores gremios de pedigüeños se han visto desbordados ante esta

torre de babel donde nadie se entiende, y la tranquilidad de los ciudadanos y

la cartera de los turistas se ven amenazadas.

¿Por favor, me puede hacer una foto?… Que se vea el rosetón…

¡Niños, venid aquí para que salgamos todos!

Y mientras la pareja se alisa el traje y acopla sus cuerpos para la

inmortalidad, el individuo desaparece piedras abajo por los estrechos

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callejones con la digital o el móvil del incauto turista que ve cómo se pierden

los recuerdos atrapados en su interior de aquellos días tan ansiados.

Un poco más allá, un grupo de japoneses se adentra en la plaza con la

vista en los juegos de volúmenes y sombras del sacro templo, y los oídos y la

mente puestos al servicio de las explicaciones del guía, experto en arte, con

objeto de no perderse ni un solo arco, pechina o vidriera. Entonces es el

momento de la intervención de los pillos que juegan en la plaza: se enredan

entre los grupos para revolver en los bolsillos de los pasmados amantes de

las piedras milenarias y roban sus carteras, móviles y hasta el mp3 de la

oreja.

El último de los problemas, que colmó el vaso, fue el de la falta de

respeto por los lugares sagrados.

Las meadas ultrajan las sacrosantas piedras del templo de San

Francisco dijeron los de la curia y algunos defensores del patrimonio.

El hedor que desprenden los muros calentados por el sol de mediodía

es insoportable y poco higiénico argumentaron los de medio ambiente.

El alboroto de estas hordas impide la paz y necesario sosiego de los

que buscan la meditación al amparo de los recintos de Dios manifestaron

los beatos y piadosos de la Asociación hermanos del franciscano.

Dejarán de venir los turistas si no tomamos medidas insistieron el

concejal de turismo y el presidente de los empresarios hoteleros.

La última sentencia caló en todas las fuerzas vivas del pueblo, fue la

razón definitiva para buscar las medidas oportunas que evitaran que se

rompiera el eje de la economía que hacía mover la rueda del bienestar de

Asís. Así que las autoridades civiles y religiosas, se reunieron en un intento

de aproximar posturas en lo que parecía el interés común: acabar con la

delincuencia y la inseguridad en las proximidades de los recintos sagrados y

monumentos, una amenaza que podía extenderse por la geografía mundial

disuadiendo a los turistas para elegir este destino.

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Pero pronto se comprobó que en realidad los intereses estaban

divididos: a la autoridad civil y hoteleros les preocupaba que dejaran de venir

los turistas; a los defensores del patrimonio artístico, las basuras y la

corrosión de las meadas en las venerables piedras, amén de algunas

pintadas como las de Mª Pili y Juanma, que en un grosero grafiti mancillaban

una de las jambas; a la curia le preocupaba la pérdida del espíritu religioso

que había caracterizado a la ciudad del santo.

Después de mucho debate, se acordó aumentar el número de policías y

colocar cámaras de vigilancia en sitios estratégicos. Pronto se vio la

fugacidad de estos acuerdos, cuando las cámaras aparecieron destrozadas y

los policías desbordados.

Cuando las ideas parecían haberse esfumado, al alcalde se le ocurrió

que había que alejar a los mendigos y pedigüeños de los templos y

monumentos. En seguida se alzó la voz inflamada del cardenal de la curia,

alegando:

Pedir limosna no es delito. Después de todo, Francisco de Asís fue

conocido por su pobreza y pedía limosna de casa en casa.

Finalmente, se llegó a un acuerdo y se redactó un edicto en el que se

prohibía pedir limosna o mostrarse indecorosamente a menos de cien metros

de una iglesia, o monumento sagrado. Así fue recogido en los pasquines

callejeros. En la práctica no había forma de cumplir la orden: ¿dónde

establecer la equidistancia, con tantos monumentos? La policía se vio

desbordada para alejar a los desconcertados mendicantes que

continuamente traspasaban los límites, porque no sabían calcular la

distancia, acostumbrados a medir solo los peldaños que llevaban hasta el

pórtico de la gloria del gremio.

Por aquellos días llegó a la bella ciudad un avispado trotamundos que

realizaba negocios comerciales con los países asiáticos. Este individuo

comprendió que aquello era un problema de eficacia y organización. Las

nuevas sociedades interculturales aún no habían aprendido que, a nuevos

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tiempos, nuevos inventos. Se puso al habla con las autoridades locales: lo

que necesitan es un GPS, aparato que calcula mejor que un murciélago

donde está el muro o la estatua prohibida. ¿Y el costo?, aludieron. “Se trata

de valorar lo que cuesta el deterioro y la degradación de la ciudad”, comentó

el avispado empresario que se ganó a los mafiosos que capitaneaban a los

pedigüeños, y les regaló los primeros cincuenta aparatos. Naturalmente, para

conseguir un GPS a precio de saldo, había que acreditar que se pertenecía a

la cohorte de pordioseros sin oficio ni beneficio de toda la vida, o ser obrero

en paro, gitano rumano, violinista ucraniano, contrabajista ruso, cantante

chileno, ranchero mexicano, indio del Machu-Pichu o viejos sin hogar. Las

autoridades de la ciudad de Asís han otorgado una medalla al empresario,

que ha logrado devolver la seguridad y la tranquilidad a la bella ciudad

Umbra.

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Revista Terral nº22 – Arte -

ARTE PARA RECOMENDAR

José Manuel Velasco - Septiembre 2016

Se acaba el verano y el otoño pide paso casi sin darnos cuenta.

Comienza un nuevo curso y parece que todo funciona y avanza, todo menos

los políticos que aún no se han puesto de acuerdo y seguimos sin gobierno,

avocados, si antes no le ponen remedio, a las terceras elecciones en Navidad.

Aunque, en apariencia, parece que todo funciona mejor sin gobierno, no es así,

la crisis económica en la que estamos inmersos puede empeorar si no se la

pone fin a esta situación. La verdad es que es una vergüenza que nuestros

políticos sean incapaces de salir de este laberinto formando un gobierno para

solucionar los problemas reales de la ciudadanía y dejen de estar aferrados a

unas posiciones intransigentes que solo buscan el interés personal de ellos

mismos. Menos mal que siempre nos quedará el arte para poder hacer frente a

esta situación de hastío y aburrimiento del panorama político, un escape para

hacer más llevadero el panorama actual. Así pues, mis recomendaciones para

desconectar este otoño que comienza están en el eje Málaga-Madrid-Bilbao y

son:

En el CAC, Centro de Arte Contemporáneo de

Málaga, se presenta la primera exposición de

David Salle en un museo en España tras más de

quince años. En la exposición“Inspiredby True-

LifeEvents”, comisariada por Fernando Francés, el

artista norteamericano presenta 32 pinturas realizadas desde 1992 hasta la

actualidad. En sus lienzos utiliza fórmulas tomadas de diversos campos

expresivos con temáticas escenográficas de fuerte impacto emocional. Sus

grandes formatos, incluyen una variedad de imágenes que mezclan cultura,

palabras y objetos con elementos provocativos.

David Salle (Oklahoma, USA, 1952) reside y trabaja en Nueva York. El artista,

es uno de los principales exponentes de la nueva pintura figurativa surgida en

la década de los años ochenta.Del 16 de septiembre al 4 de diciembre de 2016

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También en Málaga ya se puede visitar en "El Artsenal"de

Muelle Uno (Puerto de Málaga), una exposición de 5

obras de hormigón de pequeño formato, del escultor

Andrés Montesanto. Escultor de formación autodidacta,

nació en Buenos Aires en 1948 y vive en Málaga desde

1989. Con títulos como:"Madre", "Desaparecido",

"Secuestro" (o "Chupado"), "Preso político" y "Madres de

desaparecidos", provienen de las series "Recuperando la Memoria" (inspirada

en las víctimas de la Guerra Civil) y "¿Dónde están?" (desaparecidos de

Argentina), nos ofrece una pequeña visión de su producción artística muy

comprometida, como podemos deducir, con la realidad social. Se podrá ver

durante los próximos meses en el horario habitual de "El Artsenal".

Saltamos a Madrid. El Museo Thyssen-Bornemisza presenta

en colaboración con el Musée des ImpresionnismesGiverny

esta exposición dedicada al artista GustaveCaillebotte

(París, 1848 - PetitGennevilliers, 1894), una de las figuras

menos conocidas y a la vez más originales del movimiento

impresionista. Caillebotte, pintor y jardinero muestra la

evolución temática y estilística del pintor francés, desde sus inicios en el París

moderno de Haussmann hasta su pintura de jardines, que ocupará una parte

muy importante de su producción artística. Comisariada por Marina Ferretti,

directora de Exposiciones e Investigación del Musée des

ImpresionnismesGiverny, la exposición presenta un total de 64 obras

procedentes de colecciones privadas y museos internacionales como el

Marmottan Monet de París, el Brooklyn Museum de Nueva York y la

NationalGallery of Art de Washington D.C, divididas en cuatro etapas vitales: El

París de Haussmann, un universo mineral;Vacaciones en Yerres; El Sena y los

viajes a Normandía y El jardín de PetitGennevilliers. Del 19 de julio al 30 de

octubre de 2016.

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Continuando en la capital, el director general de Bellas Artes y Bienes

Culturales y de Archivos y Bibliotecas, Miguel Ángel Recio Crespo, ha

inaugurado las exposiciones de fotografía “Cespedosa” de Juan Manuel Castro

Prieto y “Acta de replanteo” de Jorge Yeregui en las salas La Principal y La

Fragua en Tabacalera (Madrid).

La exposición del Premio Nacional de Fotografía

2015, Juan Manuel Castro Prieto, ha sido

comisariada por Chema Conesa y muestra la historia

gráfica de 39 años de producción fotográfica del

autor. Está compuesta por 200 fotografías agrupadas

en seis apartados y 3 vídeos centrados en

Cespedosa de Tormes, un pequeño pueblo de la

provincia de Salamanca.Castro Prieto nos muestra una Cespedosa que

trasciende la mera descripción fotográfica, que va más allá del documentalismo

al uso y que actúa como lugar mágico para el autor donde da rienda suelta a

sus ensoñaciones y sus pulsiones creativas.Su trabajo da lugar a todo un

recorrido en torno a diferentes formas de fotografiar, una manera de fotografiar

cuyo origen está en otros muchos trabajos y a la vez, núcleo reconocible y

palpable basado en la manera de mirar de este artista.

Comisariada por David Armengol, la exposición “Acta de

replanteo” de Jorge Yeregui (Santander, 1975) está

compuesta por fotografías, vídeos e instalaciones. El

artista muestra un nuevo paisaje urbano explorando

espacios urbanos a medio hacer. Esta exposición es el

documento oficial que marca el inicio de una obra y que

supone el punto de partida en la transformación urbanística de un lugar. De un

modo paródico, el título de la exposición cuestiona algunos procesos de

arquitectura fallida a través del paisaje resultante a medio hacer. Su trabajo se

concentra en territorios baldíos, marginales y sin uso. Las podremos disfrutar

hasta el 13 de noviembre de 2016.

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Y en la Sala Alcalá 31, con un proyecto específico para

esta sala, bajo el título “Los bárbaros”, la directora de

la Oficina de Cultura y Turismo, Anunciada Fernández

de Córdova, ha presentado la exposición del poeta y

artista visual Rogelio López Cuenca. Esta muestra

reúne una selección de 39 obras realizadas desde

principios de los años 90 hasta la actualidad, algunas

de ellas expuestas por primera vez en Madrid,

procedentes de museos e instituciones, así como de

colecciones privadas. Rogelio López Cuenca (Málaga, 1959) centra su práctica

artística en el análisis de los media, la construcción de las identidades y la

crítica cultural, trabajo que desarrolla no sólo mediante exposiciones y

publicaciones, sino a través de cursos, talleres, intervenciones en espacios

públicos urbanos, en la TV o en Internet, recurriendo a procedimientos propios

tanto de las artes visuales como de la literatura o las ciencias sociales.

El comisario de la muestra, José Luis Pérez Pont, ha seleccionado para la

ocasión un conjunto de trabajos realizados por el artista en torno a la

representación de la idea de viaje, desde el turismo de masas a los fenómenos

migratorios, sobre las fronteras y sobre la fabricación, la circulación y la

traducción de esas imágenes. La muestra incluye una relectura de varios

proyectos previos – No/W/Here (1998), El Paraíso es de los extraños (2001), Al

Yazira Al Ándalus (2001), Walls (2006), Le Partage (2008), … De estos

trabajos se ha seleccionado una serie de piezas a partir de cuya recombinación

se propone un nuevo texto, ampliando su significado. Se ha editado un

catálogo, español-inglés, con textos del comisario y crítico de arte, José Luis

Pérez Pont; del escritor, ensayista y filósofo, Santiago Alba Rico y de la Prof.

de Sociología y Política del Mundo Árabe e Islámico (UAM), Gema Martín

Muñoz. De manera paralela se llevará a cabo un completo programa educativo

de actividades gratuitas: visitas dinamizadas, talleres intergeneracionales y una

nueva edición de los Encuentros en Alcalá 31. Hasta el próximo 6 de

noviembre.

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Y llegamos a Bilbao donde el Museo

Guggenheim presenta el estreno en

España de la obra de Sam Taylor-

Johnson Suspiro (Sigh, 2008).

Programada en la sala Film & Video,

esta instalación audiovisual está

compuesta de ocho pantallas suspendidas en las que se proyecta la

representación de una pieza musical de una duración de unos ocho minutos,

creada específicamente para esta obra por la reconocida compositora

AnneDudley e interpretada por la Orquesta de Concierto de la BBC. El sonido

es claramente audible, a pesar de que los intérpretes no tocan los

instrumentos, sino que reproducen los gestos y movimientos que conlleva la

ejecución musical. Este hecho genera una sensación de pérdida y

vulnerabilidad, e enfatiza la importancia de las acciones corporales en la

práctica de los instrumentos musicales.

Sam Taylor-Johnson (Londres, 1967), grabó la orquesta en diferentes

tomas, dividiéndola en secciones de tal manera que, al proyectar todos estos

filmes individuales en múltiples pantallas, el espectador tiene la percepción de

estar en mitad de la orquesta. La obra recalca la relación entre la percepción

auditiva de la música y la percepción visual de los músicos y del director, entre

sonidos e imágenes, e implica al observador, que hace de vínculo entre estas

dos percepciones fracturadas.Del 09 de septiembre al 11 de diciembre de

2016.

Para terminar, también en el

Guggenheim, no podéis perderos

la exposición “Francis Bacon: de

Picasso a Velázquez”. Se

exponen obras del artista

irlandés junto con la obra de maestros clásicos de las culturas francesa

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y española que tuvieron gran ascendente en su carrera. La exposición cuenta

con cerca de 80 obras que incluye algunas de las pinturas más relevantes y

menos exhibidas del artista. Entre las obras que comparten salas junto a Bacon

están: “San Francisco en oración ante el Crucificado” del Greco, procedente del

Museo de Bellas Artes de Bilbao, “El bufón del Primo” de Diego Velázquez que

llega del Museo del Prado. De la Fondation Alberto et Annette Giacometti de

París se muestra en la exposición el óleo “Busto de un hombre en un marco”. Y

de colección particular “Composición” (Figura femenina en una playa) de Pablo

Picasso, entre otras. Y aunque puede que me alargue un poco, no está de más

un breve apunte, para refrescarnos la memoria, sobre este gran artista.

Transgresor con su vida y con su obra, Bacon cruzó algunas fronteras

hasta entonces difíciles de vulnerar, situando al ser humano ante un espejo en

el que pudiera contemplarse de forma cruda y violenta.Francis Bacon era un

ferviente francófilo. Ávido consumidor de literatura francesa de autores como

Racine, Balzac, Baudelaire y Proust y apasionado del arte de Picasso y Van

Gogh, afincados en Francia, y de pintores que les precedieron como Degas,

Manet, Gauguin, Seurat y Matisse, Bacon vivió y visitó en numerosas

ocasiones Francia y el principado de Mónaco. Siendo un adolescente,

descubrió cerca de Chantilly la Masacre de los inocentes (1628-1629) de

Nicolas Poussin y en 1927 tuvo un encuentro revelador con la obra de Picasso,

cuando visitó la exposición “Cent dessins par Picasso” en la galería Paul

Rosenberg de París, que de hecho le llevó a la decisión de iniciar su carrera

como pintor.

En 1946 dejó Londres por Mónaco, donde viviría tres años cruciales en su

carrera y donde regresaría regularmente hasta 1990. Bacon siempre consideró

su retrospectiva de 1971 en el museo Gran Palais de París como la cúspide de

su carrera, a pesar de coincidir con uno de los momentos más trágicos de su

vida, la muerte de quien fue su pareja, y de haber tenido importantes

retrospectivas en Londres y otras ciudades. Además, a lo largo de su carrera

Francis Bacon fue intensificando sus relaciones en la capital francesa, como

atestiguan los retratos de sus amigos parisinos y el hecho de que mantuviera

un estudio en Le Marais hasta 1985.

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En cuanto a la influencia de la cultura española en Bacon, más allá del

primer contacto con la obra del Picasso de los años 20 y 30, tuvo su máxima

evidencia en su obsesión por el retrato que Velázquez pintó en 1650 del Papa

Inocencio X, en torno al cual llegó a realizar más de cincuenta obras.

Curiosamente, Francis Bacon nunca vio este lienzo de Velázquez que se

encuentra en la Galería Doria Pamphilj de Roma, ya que cuando tuvo la

posibilidad de hacerlo durante su visita a la capital italiana en 1954, prefirió

seguir manteniendo en su memoria las reproducciones en vez del cuadro

original.

Además de Velázquez, también le fascinaron otros clásicos de la

pintura española como Zurbarán, El Greco o Goya, artista este último al que

admiró ampliamente en el Museo del Prado, un museo que pidió visitar en

solitario pocos años antes de su muerte, tras ver la muestra retrospectiva

organizada en 1990 sobre la obra de Velázquez. Francis Bacon falleció en una

breve visita a Madrid en 1992, y a pesar de que nunca mantuvo una residencia

estable en España, sí se le conocen algunas estancias largas en Málaga y

visitas a Sevilla, Utrera o Madrid.

Museo Guggenheim Bilbao muestra desde el 30 de septiembre de 2016 al

8 de enero de 2017.

Creo que la oferta no está mal para comenzar este otoño. Espero que

todos sigamos disfrutando de la gran oferta cultural que tenemos en cualquier

rincón de España ya que la creación y exhibición artística no para nunca haya o

no gobierno.

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Arte

Nosotros

Salvador Palomo--José Antonio Martín

NOSOTROS es una línea de trabajo. Un tema: nosotros, nuestra sociedad, nosotros

mismos como indivíduos. NOSOTROS es un relato de viaje. Hay personajes, hay mares,

hay carceles, hay pobreza, hay laberintos. Pero sobre todo hay seres humanos.

El trabajo en equipo siempre es un esfuerzo que requiere inteligencia para

comprender al otro, aceptación para saber que las ideas de dos son mejores. Fe para

seguir trabajando, para aceptar que ciertos modos de ver y de entender, que no están

claros para tí, pueden completarse con los otros.

Para nosotros la fotografía es

una construcción visual que parte de

una pieza producto de una captura

de un fragmento de realidad. Que

justo en el momento que se captura

ya es pasado. La fotografía es un

objeto de trabajo que es necesario

transformar mediante la adición de

otras fotografías, de colores, de

tramas, de signos. Y mediante la

sustracción de elementos de la

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realidad captada. La realidad es el caos. Y al

caos hay que embridarlo.

Así pues esperamos que mediante la gramática

visual que construimos para cada pieza, esta

pueda ser un artefacto, un objeto bidimensional

construido para que el espectador atisbe algo

de lo que oculta la realidad, un mundo de

signos caotico y confuso. El mapa del itinerario.

Nuestras obras aspiran a ser fieramente

realistas. Exaltadas y cotidianas a veces como

en Máscara, donde la persona se oculta en una

máscara y se transforma en un fantasma que se pasea a la luz del día. Fantasma como

persona y persona como fantasma.

O como Emperador donde personas accesibles y cercanas se muestran como

reyes, obispos, o acaso dioses de un olimpo desconocido.

En Caleidoscopio por el contrario la

más realista es, probablemente, la más

artificial. Esta pieza podría haberse llamado

Televisión, pues como ella, esta formada

por una gran cantidad de imágenes

superpuestas que parecen tener sentido,

explicación, cuando en ella solo hay caos y

confusión. Y donde cada uno de nosotros

puede construir un relato, una historia, para

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explicar lo que pasa. Caleidoscopio podría ser el cielo estrellado en el que el naúfrago

busca la estrella que le guie. ¡Como si las estrellas estuvieran ahí para guiarnos!

NOSOTROS es al fin un esfuerzo conjunto para construir obras, que partiendo de la

fotografía, se presenten como piezas visuales que proyecten dudas, reflexiones,

emociones. Obras que puedan ser recordadas en un mundo ahogado, abrumado,

intoxicado de imágenes amables, señuelos destinados a acunarnos y dormirnos en una

plácida ignorancia.

NOSOTROS.

Salvador Palomo.

José Antonio Martín Santos.

Inauguración: 16 de Septiembre a las

20,30 horas.

Lugar: Sala de exposiciones El Porton.

C/ Juan Carlos I s/n.

Alhaurín de la Torre (Málaga).

16 de Septiembre al 5 de Noviembre.

Lunes a viernes.

10,00 a 13,30 horas.

17,00 a 20,00 horas.

.

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Revista Terral nº22 – La otra realidad -

La Otra realidad

Mariano José Vázquez-Alonso

CARL GUSTAV JUNG. EL buceador del inconsciente. (I)

Médico, psicólogo y psicoterapeuta suizo, C.G.

Jung nació en 1875 en la pequeña población

de Keswill, a orillas del lago Constanza, en la

que su padre, Paul Jung, ejercía la labor

pastoral. Según él mismo confesó los

recuerdos de su infancia se remontan a los

primeros años de vida. Se trata de recuerdos

que, si bien en ciertos casos no pueden

superar cierta vaguedad, en otros se muestran

suficientemente rotundos como para testificar

una sensibilidad muy singular. A los doce años

Jung vivió una experiencia muy importante, hasta el punto de que no dudó de

calificar ese año como "el de su destino". Había recibido un golpe en la cabeza

que le produjo una serie de trastornos que le impidieron asistir a la escuela, e

hicieron pensar a sus padres que el muchacho ya no podría llevar una

existencia normal. Tal hecho puso a prueba la voluntad del joven Jung,

haciéndole vencer por completo su enfermedad, a la que más

tarde diagnosticaría de "proceso neurótico".

Jung estudió Medicina en la Universidad de Basilea, y durante dos años

le sucedieron algunas experiencias de tipo paranormal que resultaban

prácticamente incomprensibles para cuantos le rodeaban. Asistió también a

sesiones espiritistas en las que trabó conocimiento con una muchacha que

resultó ser prima suya. De esta forma vivió sus primeras experiencias

parapsicológicas, adquiriendo material para unas investigaciones que

cristalizarían en su tesis doctoral, una tesis que tenía por título "Psicología y

patología de los fenómenos denominados ocultos". A pesar de que no le atraía

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Revista Terral nº22 – La otra realidad -

la psiquiatría no dudó en leer la obra de uno de los grandes maestros del

momento, Kraft-Ebig, el Manual de psiquiatría, cuyo contenido le hizo variar

radicalmente de opinión y le decidió a hacerse psiquiatra.

En 1900, a los veinticinco años de edad, Jung abandonó Basilea y se

trasladó a Zurich para ocupar un puesto de médico ayudante en el hospital

Burghölzi. que era la clínica psiquiátrica de la Universidad. Allí se sumergió

durante tres años en el estudio de cuanto tenía que ver con la psiquiatría.

Afortunadamente para él ese Centro estaba dirigido por un gran médico, el

doctor H.Bleuer, quien además de ser persona de elevada calidad humana era

un excelente clínico. Por esa época Jung leyó La interpretación de los sueños,

de Freud, pero no llegó a ahondar en su contenido, al considerar que carecía

de experiencia suficiente para comprobar las teorías expresadas en ese libro

por el famoso médico vienés. Por entonces no podía imaginarse la

trascendental relación que mantendría con el citado terapeuta en un futuro no

muy lejano.

Jung se doctoró en psiquiatría y, simultáneamente, fue nombrado

médico jefe de la clínica psiquiátrica de la Universidad de Zurich, cargó que

siguió ocupando durante años. En 1907 tuvo su primer encuentro con Freud, al

que ya había defendido ardientemente, incluso con riesgo para su prestigio

académico. Esa primera entrevista duró trece horas ininterrumpidas, durante

las cuales los dos científicos intercambiaron sus puntos de vista, aunque en

esa ocasión fuera Freud quien llevara la voz cantante.

La teoría sexual del médico vienés impresionó muy profundamente a

Jung, si bien éste todavía albergaba ciertas dudas al respecto. Freud, por

ejemplo, lo basaba todo en la esfera de lo sexual. Cuando Jung mencionaba

algo que tuviera que ver con un lenguaje espiritual Freud lo consideraba

sospechoso porque para éste en todas esas manifestaciones subyacía siempre

una sexualidad reprimida.

En próximos artículos seguiremos hablando de esta gran figura de la

investigación psicoanalítica.