santa matilda

SANTA MATILDE Alianza de Conspiración

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Alberto L. Peña

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Alberto L. Peña

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Alberto Luis Peña, nació en Mar del Plata,

Argentina en1955. Apasionado investigador; se graduó de Farmacéutico en 1979 y obtuvo

su Doctorado en Ciencias Farmacéuticas en el año 2002.

Buzo deportivo y aficionado por la fotografía,

la filmología submarina y la investigación de

naufragios.

Lector de novelas y gran admirador de Arthur

Haley de quién heredó las narrativas con tramas

intrigantes que atrapan al lector hasta el final




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Alberto L. Peña

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SANTA MATILDE

Alianza de Conspiración

PROLOGO

La historia relata el reencuentro de dos amigos

después de un tiempo de no verse, con historias individuales

entre medio que hacen muy esperado el mismo.

La idea inicial de disfrutar de la pasión de ambos,

el buceo, se ve alterada por el hallazgo de una pieza

arqueológicamente muy importante, pero que además los va a

conducir a un laberinto de situaciones, que incluso pondrán

en peligro sus vidas y los enfrentará a personajes siniestros.

La amistad, la pasión y el misterio son los

componentes fundamentales del relato.

Todos los personajes y hechos narrados en esta

novela son ficticios.




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INDICE

CAPITULO I: MARCOS

CAPITULO II: EL REENCUENTRO

CAPITULO III: EL PLACER DEL BUCEO

CAPITULO IV: CAYO CULEBRA

CAPITULO V: EL HALLAZGO

CAPITULO VI: FRANCISCO MORALES URIBE

CAPITULO VII: HUÍDA DE COZUMEL

CAPITULO VIII: MÉXICO D.F.

CAPITULO IX: INDAGANDO EN LA HISTORIA

CAPITULO X: EN BUSCA DEL SANTA MATILDE

CAPITULO XI: CAÑON: SIMBOLO DE PODER

CAPITULO XII: MENSAJE MAFIOSO

CAPITULO XIII: EL GRAN TESORO

CAPITULO XIV: EL RECLAMO

CAPITULO XV: UN NOMBRE: LA CONDICIÓN

CAPITULO XVI: LA REUNIÓN

CAPITULO XVII: EL CASTILLO DE POPA

CAPITULO XVIII: LA CABINA DEL CAPITAN

CAPITULO XIX: LA BITÁCORA DE VIAJE

CAPITULO XX: ALIANZA DE CONSPIRACIÓN

CAPITULO XXI: ESPAÑA y MÉXICO




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CAPÍTULO I

MARCOS

Conocí a Marcos a fines de la década del 90, por

ese entonces tendría unos 28 años.

Era un joven con buen físico, flaco, no muy alto y

dedicado a las competencias de apnea.

Nos vimos por primera vez en la Isla Pasión, un

hermoso paraje ubicado a orillas del caribe mexicano, en la

Isla de Cozumel, un verdadero paraíso.

Con Marcos compartimos la pasión por el buceo,

aunque él estaba por esos tiempos más dedicado a participar

en toda competencia de apneístas que pudiera anotarse, sin

embargo, el buceo era indudablemente su mayor afecto.

Por esos días me encontraba de vacaciones,

disfrutando a pleno de la naturaleza en su máxima

expresión.; recuerdo que había tardes que me quedaba

sentado en la playa, contemplando extasiado el mar y soñaba

con los barcos piratas que habían surcado esos océanos y en

la posibilidad de que en una de las tantas inmersiones que

realizábamos a diario, me gratificara con la maravillosa

experiencia de encontrar los restos de algún barco corsario o

por que no, algún tesoro perdido en los naufragios que

habían sufrido aquellas naves por esa época.

Hoy es un hermoso día en Glendale una bella

ciudad ubicada en el estado de Arizona, en los Estados

Unidos de América.




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Me he levantado temprano, casi no he podido

dormir durante la noche, el motivo es más que valedero, a las

10.50 a.m. parte mi vuelo rumbo al Distrito Federal de México

y desde allí iré a Cozumel; después de tanto tiempo voy a

reencontrarme con mi amigo Marcos, a disfrutar de las

hermosas playas de la Isla Pasión y por supuesto realizar

todos los buceos que sean posibles en esas cálidas y

transparentes aguas del caribe.

Durante todo este tiempo, me he mantenido en

contacto con Marcos a través del correo electrónico y también

hemos disfrutado de largas charlas por teléfono.

Él se casó con una mujer muy buena, «una

compañera ideal» según él me contaba, pero

lamentablemente una terrible enfermedad se la arrancó de su

lado hace aproximadamente un año.

No tuvieron hijos y para Marcos eso fue en

definitiva un consuelo, porque hubiera sido muy doloroso

para ellos la pérdida de su madre.

Luego él se abocó de lleno a su profesión de

instructor de buceo y pudo montar una pequeña operadora

que le permite vivir tranquilo y disfrutar de su vocación.

Hace calor, voy por la autopista rumbo al

aeropuerto, el tránsito es denso, por suerte tengo tiempo

suficiente, aunque la ansiedad por estar ya en la Isla por

momentos se hace insostenible.

Trato de pensar en esas playas de arenas blancas,

un mar cuyo color varía entre el azul intenso y el verde

esmeralda y por supuesto en las maravillas que el océano




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cobija bajo sus aguas, tal como un enorme gigante que

celosamente esconde sus tesoros.

Mi profesión, y otra pasión, es la fotografía, hago

exposiciones en diferentes ciudades y me desempeño como

Director del Área de Diseño y Diagramación de la Baycom-Film

& Co. empresa dedicada a la realización de documentales

publicitarios.

El área que dirijo articula todo lo relacionado con el

desarrollo de la idea creativa, o sea transformar el argumento

de la publicidad en imágenes y por supuesto luego darle la

forma de un film.

El Departamento de Imágenes, que dirige mi amigo

Frank Russell, se encarga de incorporar los títulos, voces y

darle la forma definitiva al video, que luego será visto por el

Directorio General, quienes aprobarán o no el documental.

Frank es un talentoso cineasta, aunque no ha

tenido mucha suerte en la industria cinematográfica privada.

Ha sido el autor, guionista y director de algunas

películas que lamentablemente no han alcanzado el éxito

comercial necesario.

Es un lírico de la cinematografía, sus películas tienen un

rico contenido filosófico, pero comercialmente no son las que

más venden; gran amigo, siempre me ha apoyado y me ha

enseñado mucho sobre la edición de documentales,

conocimientos que he sabido aprovechar para editar mis

películas sobre las bellezas que encierra el mar.

Mediante el video y el fotosub he reunido a ambas

pasiones en una sola.




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En mis vacaciones realizo inmersiones en lugares

alucinantes y obviamente fotografío o filmo todo lo que me

parece atractivo o al menos digno de ser visto por la gente.

Ese material también es el que luego llevo a

diferentes exposiciones fotográficas, en las cuales he

obtenido algunos premios.

Pero ahora mi impaciencia es mayor porque

regreso después de más de un año a la Isla, y podré compartir

con Marcos varias horas bajo el agua intercambiando

conocimientos, él mejora mis técnicas de buceo y yo le

enseño a fotografiar.

Luego de la muerte de su mujer creí que era

oportuno visitar a mi amigo, para darle todo mi apoyo.

Me faltan pocas cuadras para llegar al Aeropuerto,

como siempre dejaré mi coche en el estacionamiento hasta el

día de mi regreso.

En esta ocasión mis vacaciones son más largas, ya

que el año pasado apenas tuve 5 días de descanso porque

comenzamos una campaña publicitaria para Shumihashi &

Sons., una poderosa empresa dedicada a la construcción de

computadoras.

Es un cliente muy importante para nuestra

compañía, por ello debimos dejar de lado nuestras vacaciones

y abocarnos de lleno a trabajar en la publicidad, que resultó

todo un éxito, lo que le aportó una ganancia importantísima a

Baycom-Film & Co.




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Son las 10.25 a.m., por suerte llegué con bastante

tiempo al Aeropuerto como para poder realizar los trámites

de embarque y entregar mi equipaje.

Llevo conmigo mi máquina de fotos Canon, que

utilizo en mi trabajo, a la cual le he adaptado una caja

estanca, que me permite poder hacer tomas fotográficas

hasta profundidades cercanas a los 50 metros, sin

inconvenientes.

Supongo que debe resistir una presión superior,

pero no he tenido la oportunidad de probarla a mayor

profundidad,

También llevo una serie de elementos que son un

complemento del equipo fotográfico, como luces, objetivo

gran angular, cargador de las baterías, etc.; y por supuesto

parte de mi equipo de buceo, mis alas con back plate de

acero de 3 Kg.,, mi computadora de buceo con algoritmo

RGBM, mi primera etapa, segunda etapa principal y

secundaria, mis aletas, mi visor, etc.; lo único que nunca llevo

conmigo es el botellón de aire, porque es un inconveniente

transportarlo, además Marcos siempre tiene botellones

disponible cargados con Nitrox.

Finalmente hice mi check out y me dirijo con

ansiedad por la manga que me lleva al avión.

Siento que me invade una fuerte sensación de

placer y alegría, mi corazón late con fuerza; nunca me había

sentido así.




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El hecho de tener que encontrarme con Marcos, con

su profundo pesar por la muerte de su esposa, me tiene un

poco preocupado.

No sé que haré para hacerlo sentir bien, deseo que

esté cómodo y que mi presencia no sea la causa que reavive

la angustia y el dolor por la pérdida de su mujer.

Por fin me acomodo en mi asiento, me coloco el

cinturón de seguridad y trato de relajarme, me esperan unas

cuantas horas de viaje en las cuales solo pensaré en la Isla

Pasión.

Luego que despega el avión cierro mis ojos y me

quedo finalmente dormido.

CAPÍTULO II

EL REENCUENTRO

A las 2.15 p.m. mi avión aterriza en el Aeropuerto

de México DF, el calor es impresionante y la humedad

reinante en el ambiente hace que mi vestimenta se pegue al

cuerpo; desearía ya estar en la isla para quitarme la ropa y

disfrutar del sol, en las blancas arenas y meterme en el mar

para refrescarme.

La ciudad está igual, una nubosidad entre

amarronada y rojiza cubre a la misma, como un manto

protector; da la sensación que es una gran bóveda que impide

que el calor se disipe y hace más abrazador el día.




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El Distrito Federal de México se caracteriza por esa

nube de smog, producto de la alta contaminación ambiental.

En media hora parte el avión que me llevará a la

Isla de Cozumel y allí alquilaré un vehículo para poder ir la

Isla Pasión, a reencontrarme nuevamente con mi amigo

Marcos.

Extrañamente me vuelve a invadir esa sensación de

regocijo, pero a la vez con un dejo de temor porque no sé con

que Marcos me voy a encontrar.

Lo recuerdo como un joven vivaz, siempre

sonriente, dispuesto a brindar una mano a quién lo necesite y

con una enorme ganas de vivir la vida; sé que la muerte de

Eva, así se llamaba su esposa, lo afectó muchísimo, pero

espero que no haya cambiado su forma de ser; e imagino

tener la entereza necesaria para que cuando nos encontremos

pueda contenerlo ante el casi seguro quiebre que se produce

en estas circunstancias.

Por suerte ya estoy en el avión que me llevará a

Cozumel, uno de los lugares más interesantes para hacer

buceo y descubrir las maravillas de sus costas y su mar.

La Isla de Cozumel se encuentra al lado este de la

Península de Yucatán, en México.

Mi avión carretea por la pista del aeropuerto que

posee la Isla; retiro mi equipaje y me dirijo a hospedarme en

el hotel……, aunque estoy cerca de la Isla Pasión, no me

gustaría que la noche me encuentre manejando, por lo que

prefiero descansar y mañana temprano salir rumbo a lo de

Marcos.




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Ya amaneció, son las 7.30 a.m y el ansia por estar

tan cerca de mi amigo hizo que me levantara temprano; dejo

el hotel y me dirijo hacia lo de Jorge Fuentes, un emblemático

personaje quién me alquila el vehículo con el cual voy hasta

Isla Pasión cada vez que visito a Marcos.

Jorge es una muy buena persona y siempre está

predispuesto a ayudar a la gente.

Pasado el mediodía estoy a pocos metros de mi

destino, por el sucio parabrisa de la camioneta que me

arrendó Jorge, alcanzo a ver las playas de la Isla Pasión, con

sus palmeras a la orilla del mar, la arena blanca y ese mar

color esmeralda; realmente es un paraíso, un lugar ideal para

vivir y gozar de la tranquilidad que el paisaje brinda.

Me encuentro frente a la operadora de buceo de

Marcos; una típica edificación de las costas caribeñas, hecha

con troncos de palmeras y techos cubiertos de paja; en la

parte superior hay un cartel colgado del alero que forma parte

del frente de la construcción con la leyenda “Deep Sea-Buceo”.

El interior es fresco y bien decorado, con imágenes

de las bellezas marinas del lugar, en un rincón hay una

escafandra de bronce, de los antiguos equipos de buceo,

cuando aún no había sido desarrollado el equipo autónomo

que el gran Jacques Yves Cousteau, encargó a Emile Gagnan,

un experto en equipos industriales de gas, llamado

«Aqualung» y que junto a sus amigos Dumas y Taillez

probaron con éxito por primera vez en 1943.

Está todo muy tranquilo y en silencio; no veo a

Marcos, tal vez ha llevado gente a bucear; el día está




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espectacular, la temperatura es la ideal y no veo la hora de

sumergirme en ese mar que con su mezcla de colores me

invita a fusionar mi cuerpo con sus aguas.

Repentinamente siento un grito que me paraliza el

corazón

-“Miguel…..Migueeelllll”, sí, es Marcos apareciendo

de la nada., como un fantasma; es el mismo Marcos del que

me despedí aquí mismo hace más de un año y medio.

Lo veo emprender una veloz carrera hacia donde yo

estoy, no ha cambiado mucho, se lo ve en buena forma física,

siempre flaco y bronceado.

Cuando llega a mi lado se detiene abruptamente y

nos fundimos en un gran abrazo que a mí me pareció

interminable.

-“¿Como estás amigo?“ fueron sus primeras

palabras….por un instante me quedé paralizado, atónito, toda

esa sensación que tuve durante el viaje se había transformado

en un «no saber que hacer, que decir»…contemplé a Marcos y

apenas balbucee un -“bien… ¿y tú?”.

Sus ojos vivaces, de repente se tornaron tristes, su

sonrisa se desdibujó un poco, bajó la vista y me contestó :

-“Bien…o al menos tratando de estarlo, lo de Eva

me afectó muchísimo, pero no pude hacer nada por ella,

lamentablemente todo fue muy rápido….el maldito cáncer me

la arrancó en 6 meses…”

De pronto veo que su rostro comienza a iluminarse

nuevamente, recobra sus facciones normales, vuelve a su cara




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toda esa picardía que lo caracteriza y apoyando su mano en

mi hombro me dice:

-“Miguel, amigo….celebro verte, realmente esperé

mucho este reencuentro…. Tengo unos lugares nuevos para ir

a bucear, vamos a pasarla bien”.

Increíblemente me pasé todo el viaje pensando

como contener a mi amigo y fue él el que me contuvo a mí, el

que me sacó de ese letargo que me había invadido…

“Mas vale que sean buenos esos lugares, porque

pienso entrar en ese agua y no salir hasta el día que me tenga

que ir”, le contesté, y juntos nos fuimos hacia su cabaña que

estaba en la misma operadora.

Comienza a caer la tarde sobre Isla Pasión, el sol

como una inmensa bola de fuego se oculta a nuestras

espaldas; mientras contemplamos el mar, que empieza a

volverse de un color azul oscuro al caer la noche.

Con Marcos comenzamos a planificar los buceos

que vamos a hacer, me cuenta sobre unos lugares nuevos que

ha encontrado, con arrecifes de coral, y peces de todos los

colores, cuevas sobre las que se tejen los más increíbles

cuentos de piratas y bucaneros.

Aunque uno sabe que son fantasías, el imaginar

esas historias hace que el buceo sea más enigmático,

tratando de encontrar alguna pieza de oro español que nos

conduzca hacia algún impresionante tesoro.

Ya es de noche, nos vamos de la playa rumbo a su

casa, seguramente durante la cena seguiremos conversando y

soñando con estas leyendas, luego nos iremos a dormir, para




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estar descansados y comenzar mañana con la finalidad de

este viaje…pasar todo el día juntos buceando y disfrutando

de la mutua compañía.

CAPÍTULO III

EL PLACER DEL BUCEO

Hoy me levanté temprano, quería ver la salida del

sol emergiendo como un gran foco luminoso en el horizonte

marino.

Son las 5 de la mañana, la temperatura es

agradable; el sonido de las olas rompiendo apenas sobre la

costa son una hermosa armonía que completa el cuadro de

encantamiento que se presenta ante mis ojos.

De pronto escucho la voz de Marcos que me llama

para desayunar. Voy corriendo hacia la cabaña, entro a la

cocina y me encuentro con una mesa servida con variedad de

jugos y frutas propias del lugar, también hay café humeante,

recién preparado.

Con voz suave y pausada me dijo: “ven, siéntate,

desayunemos y planeemos nuestro primer buceo.”

Trajo una carta náutica de la zona de la Isla de

Cozumel y rápidamente me señaló un lugar llamado Cayo

Culebra, que estaba a pocos kilómetros de la Isla Pasión;

sobre la Península de Yucatán

“aquí realizaremos nuestro buceo de hoy, me dijo

alegremente, es poco profundo pero verás que te van a




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encantar los arrecifes que vamos a ver y te mostraré cuevas

donde viven hermosas morenas”.

La sola mención de las morenas me causaba una

sensación de intranquilidad, sé que son seres peligrosos solo

si se los molesta, no obstante confiaba en Marcos y sabía que

todo estaría perfectamente cuidado, de tal manera que nunca

pondría en peligro mi vida.

Me deslumbraba su entusiasmo, hablaba como si

fuera la primera vez que iba a ir a ese lugar y ya había

buceado en él muchas veces, pero no perdía la emoción por

lo que allí había.

Terminado el desayuno, nos pusimos a revisar

nuestros equipos, nada debía quedar librado al azar, una falla

de algún mecanismo del mismo podía hacer la diferencia

entre la vida y la muerte.

Luego analizamos la mezcla de los botellones de

Nitrox, aire enriquecido con oxígeno; como el oxígeno a

cierta profundidad se hace tóxico para el organismo, es

importante conocer exactamente el porcentaje presente en la

mezcla y calcular hasta que profundidad debemos descender

sin sufrir los efectos nocivos de este gas sometido a presión.

Para poder ir hasta Cayo Culebra debemos hacerlo

embarcados; Marcos posee un Catamarán de más de 18

metros de eslora, con dos motores de 120 HP, una

embarcación impresionante, totalmente equipada con

ecosonda, GPS, un semirrígido, habitáculos para los equipos

de buceo y en la cubierta inferior posee 4 camarotes, donde

podremos descansar, su nombre es Tozeur II en honor al




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barco mercante de cuatro mil toneladas llamado Tozeur, que

estaba anclado en la Estaque, cerca de Marsella, pocos años

antes de la última guerra mundial, cuando de repente se

levantó un traicionero mistral que le hizo romper las cadenas

del ancla y lo arrojó contra el escollo de Frioul.

Algunos años después dicho naufragio se convirtió

en una academia del arte de explorar barcos hundidos, para

el célebre J. Cousteau y sus amigos.

La tripulación del Tozeur II estaba compuesta por

el capitán Florencio Ramírez, un veterano marino que conocía

las costas de la Península de Yucatán como la palma de su

mano.

Había servido varios años en la Marina Mexicana,

retirándose después de un accidente que sufrió, cuando por

salvar la vida de un camarada cayo por la banda de estribor

de la embarcación en la que prestaba servicio, padeciendo

algunas fracturas en sus piernas que lo obligaron a jubilarse.

Esto afectó mucho a Florencio, su vida, sus sueños

de surcar los mares se habían acabado; pero por suerte

conoció a Marcos cuando llegó a la Isla Pasión en busca de

algún marinero con experiencia y conocimientos de la zona

para poder desarrollar su sueño de la operadora de buceo.

Así fue como Marcos decidió quedarse en estas

playas, había encontrado en Florencio además de un

excelente capitán, al padre que nunca conoció.

Luego estaban Pablo y Juan, dos jóvenes lugareños

que habían aprendido a bucear con Marcos y hoy día lo

ayudaban con su escuela de buceo.




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Rápidamente cargamos los equipos, los botellones

con Nitrox, provisiones, etc.; Pablo se había encargado de

abastecer de combustible la embarcación y ya estábamos

prontos a partir.

Juan era el Timonel, revisó todo el equipo de

navegación y cuando Marcos lo indicó pusimos proa hacia

Cayo Culebra.

CAPÍTULO IV

CAYO CULEBRA

Después de recorrer varios kilómetros en la

embarcación de Marcos, llegamos por fin a Cayo Culebra; el

lugar se encuentra dentro de una gran bahía en la costa Este

de la península de Yucatán.

Está resguardado por una formación rocosa que

hace las veces de puerta de entrada a la bahía, como un

inmenso coloso que celosamente observa quienes se atreven

a ingresar dentro de la misma.

El GPS de la embarcación indica que estamos sobre

el waypoint exacto, el mar está calmo y la cristalinidad del

agua es asombrosa; Pablo de encarga de fondear el barco.

No es un lugar muy profundo, calculo a simple

vista que debe tener entre 12 y 15 metros de profundidad;

desde la superficie se observa el fondo rocoso y coralino;

estoy deseoso de sumergirme, creo que vamos a hacer un

buen buceo.




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Vuelvo a controlar mi equipo y comienzo a

equiparme, a medida que lo hago me siento satisfecho

porque me reencontré con mi amigo; por fin estoy listo,

también lo está Marcos.

En esta inmersión nos acompaña Juan; nos

sumergimos de a uno; el contacto del agua con mi cuerpo me

llena de placer, puedo ver con claridad las piedras,

lentamente voy descendiendo; cuando llegó al fondo mi

computadora indica 15.4 metros de profundidad, estimo una

visibilidad entre 35 y 40 metros, es un espectáculo

inenarrable.

Ya descendimos los tres, Marcos me indica ir en

dirección al este y hacia allí emprendemos nuestro buceo.

Los corales de distintos colores parecen inmensas

plantas dentro de un vivero, son hermosos y por supuesto es

impresionante la variedad de peces de distintos colores que

vemos, algunos peces payasos nos siguen, es como estar en

una enorme pecera.

Enciendo mi cámara de video y comienzo a

filmar…quiero filmar todo, eso me distrae y no logro generar

buenas tomas, aparecen peces nuevos, y otras formaciones

coralinas, trato de controlar mi incertidumbre y enfocarme en

algunas cosas en particular, ya que es imposible filmar todo.

Mientras tanto Marcos y Juan me acompañan

disfrutando del espectáculo que se brinda ante nuestros ojos,

pero también sé que deben estar divirtiéndose verme filmar,

debo parecerles un niño con un juguete nuevo…pero sé que




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tengo tiempo suficiente y la posibilidad de volver, por lo que

comienzo a tranquilizarme y obtener imágenes de calidad.

Observo mi computadora, me quedan 7 minutos

para comenzar a salir, ya han pasado 48 minutos desde que

nos sumergimos, realmente el tiempo ha transcurrido muy

velozmente.

Tengo aire suficiente para continuar un tiempo

más, pero Marcos me ha enseñado de la importancia de

respetar los tiempos máximos de fondo, por lo que nos

disponemos a salir, con la seña característica de «ascender»,

damos por finalizado nuestro primer buceo; ha sido una

excelente inmersión.

Ya en la embarcación, nos quitamos los equipos,

vamos a darnos una buena ducha, comeremos algo y

planificaremos el segundo buceo del día.

Hacia las 3 de la tarde ponemos proa hacia ese

enorme peñón rocoso que vimos al ingresar a la bahía.

Nuestro segundo buceo será a una profundidad

menor, por ello Marcos nos dirige hacia un lugar muy

próximo a la costa; me comenta que vamos a ver paredes de

piedra de mediana altura, entre las que se forman cuevas y

donde es común encontrar morenas.

Llevo conmigo mi linterna de 4 leds, para poder

hurgar entre las grietas y cuevas sin necesidad de exponerme

a encontrar una sorpresa poco agradable.

También tomo mi cámara fotográfica, porque

quiero obtener algunas imágenes, que podrían ser parte de

mi próxima exposición.




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Descendemos 8 metros, la transparencia del agua y

la visibilidad siguen siendo muy buenas.

Al acercarnos a la costa, nos topamos con piedras

de no más de 3 metros de altura, formando paredones que

caen verticalmente sobre el fondo arenoso, dando la

apariencia de una típica construcción azteca, pero que en

realidad son el fruto de algún movimiento sísmico ocurrido

hace millones de años y que dio origen a esta isla rocosa.

Enciendo mi linterna para observar en las cuevas en

busca de alguna morena, nuevamente hay peces multicolores

por todos lados; de pronto me llama la atención lo que me

pareció como una pequeña luz que brilló dentro de una

grieta formada por dos filosas piedras.

Alumbro con mi linterna y allí estaba era una voraz

morena, que abrió su boca en un gesto amenazante, como

protegiendo su territorio, le indico a Marcos que me tenga la

linterna y me apresto a sacarle una foto.

En el momento que hago foco sobre el pez, éste

sale como disparado de su cueva y se proyecta sobre el lente

de la cámara;…no sé si fue un acto reflejo o del susto que me

llevé, accioné el disparador de la cámara.

Luego en la superficie y más tranquilo pude ver que

había obtenido una foto impresionante, la morena con su

boca totalmente abierta, mostrando sus afilados dientes,

lanzándose sobre mi cámara que por suerte no alcanzó; era

una foto que seguramente incluiría en mi próxima muestra.

Hace 65 minutos que estamos buceando, he

tomado varias fotos muy buenas y realmente el lugar es




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paradisíaco y por momentos se torna algo escalofriante,

principalmente cuando ingresamos en pequeñas cuevas, de

no más de 3 metros de profundidad y unos 2 metros de

altura, muy oscuras pero que nuestras luces hacen revivir el

maravilloso colorido de su interior.

Es hora de salir, sobre nuestras cabezas vemos el

casco del Tozeur II; lentamente comenzamos nuestro ascenso

a la superficie.

Luego de darnos una ducha, Juan nos ha preparado

una mesa con jugos y frutas que degustamos sobre la

cubierta del barco, comentamos los buenos buceos realizados

y planificamos los próximos, mientras el sol comienza a

perderse en el horizonte.

Ha sido un día pleno, inolvidable y aún sigo

recordando la expresión de la morena que encontramos.

CAPÍTULO V

EL HALLAZGO

Amanece en Cayo Culebra, hemos pasado la noche

en el lugar; Juan, Pablo, Marcos y el capitán Florencio están

levantados, realizando todos los preparativos para iniciar

nuestro viaje hacia el próximo lugar de buceo.

Con voz muy alegre Marcos me dijo: “Hola

dormilón…. ¿como haz pasado la noche?

“Bien…. le contesté, soñé con la morena……, pero

me siento con ganas de bucear, eso es lo importante”...




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“Perfecto…. señaló Marcos…hoy vamos a ir hasta

la Isla de Techal vas a ver que hermoso lugar,…..pero… anda

danos una mano así podremos partir rápidamente”

Con intriga de donde estaría y como sería la isla de

Techal, puse manos a la obra; pasados unos 20 minutos el

capitán Florencio encendió los poderosos motores del Tozeur

II.

Posteriormente supe que esta Isla, se encuentra al

sur de Cayo Culebra, sirve de ingreso a otra enorme bahía,

siempre sobre la costa este de la Península de Yucatán.

Luego de un tiempo prolongado de navegación,

llegamos a la Isla de Techal, nos dirigimos a un lugar llamado

Punta Herrero, dentro de la bahía.

Es una pequeñísima isla con construcciones de

techo de paja, un lugar muy pintoresco; éste sería nuestro

sitio de fondeo para poder planificar las próximas

inmersiones.

Debido a la hora decidimos realizar un buceo

nocturno en el lugar, Marcos ya lo había hecho varias veces y

me recomendó que no me lo perdiera, máxime si quería fotos

para mi exposición.

Como todo buceo de noche, lo iniciamos con algo

de luz natural, así que antes que el sol se oculte en el

horizonte comenzamos la inmersión.

A medida que avanzábamos advertíamos como la

luminosidad de estas aguas transparentes iba

desapareciendo, todo comenzaba a ponerse muy oscuro;




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desde hacía unos minutos, habíamos encendido nuestras

linternas, con lo que los colores naturales volvieron a surgir.

Es maravilloso bucear de noche, descubrimos seres

que durante el día no los vemos y que al oscurecer salen a

comer; como el lugar no es muy profundo, apenas alcanza los

12 metros, estuvimos 70 minutos bajo el agua.

Durante la cena vimos las fotos que saqué, había

algunas realmente muy interesantes; los corales proyectaban

su sombra sobre la arena del fondo, semejando la imagen de

un gigante que surgía de la oscuridad; peces de diferentes

colores aletargados, que solo con un suave roce de nuestros

dedos se despertaban,… en fin una noche inolvidable.

Me despedí con un…“me voy a dormir…, realmente

estoy cansado, fue una experiencia hermosa que debemos

repetirla”, con una sonrisa que demostraba su satisfacción y

orgullo Marcos me contestó…

”pues así será hermano… te lo prometo”.

A la mañana siguiente, nos movimos unos 3

kilómetros hacia el sudoeste, dentro de la bahía; Marcos me

había comentado el día anterior que hoy haríamos un buceo

un poco más profundo, a unos 25 metros, en un lugar sobre

el que se tejía una increíble y fantasiosa historia, sobre el

naufragio de un gran barco de la Armada Española.

Según cuenta la leyenda, esta embarcación el Santa

Matilde, era un Galeón del siglo XVI, de 45 metros de eslora.

Dicen que fue sorprendido mar afuera por un

temporal y el capitán ordenó llevar la embarcación dentro de

la bahía para su resguardo, pero los tripulantes poco




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conocedores del lugar ingresaron a la misma por una zona de

poca profundidad y llena de piedras, que terminó

produciendo un rumbo en el casco del Santa Matilde que lo

hizo naufragar.

Alcanzó a entrar a la bahía pero ya iba, como es

clásico decir, «mortalmente herido»; su hundimiento se

produjo tan rápidamente que ningún tripulante sobrevivió.

“¡¡¡Fantástico… así podremos recuperar el tesoro

que seguro llevaría!!!!…”… exclamé en un tono irónico.

“Yo no lo tomaría en broma” me replicó Marcos.

“Según los comentarios de viejos marineros, el

Santa Matilde llevaba una carga valuada en varios millones

de dólares, compuesta por platería, oro azteca, brillantes y

lujosas piezas artesanales de vajilla española; y si es cierto o

no, voy a tratar de averiguarlo”

Las palabras de Marcos me sonaron desafiantes, no

era el Marcos que yo conocía, me daba a pensar que esta

historia se había transformado en una obsesión para él;

aunque nunca me lo había comentado…

”Pero es solo un cuento popular, le dije, ¿que podría

tener de cierto?”, en fin igualmente acompañaría a mi amigo,

pero esta vez el buceo tenía otro tipo de interés…. había que

estar atento por si aparecía algo….creo que en el fondo

estaba deseando que el relato fuera real.

Cuando llegamos al lugar que Marcos tenía

marcado en el GPS, fondeamos la embarcación y apagamos

los motores.




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Alberto L. Peña

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Las pocas nubes que habían amanecido con el día

se disiparon, el sol brillaba intensamente y la temperatura era

muy alta.

Reinaba un silencio abrumador… notaba tensión en

Marcos, yo creo que él sabía más de lo que me había contado,

estaba empezando a pensar que debía existir algo de

verosimilitud en este cuento.

No atiné a otra cosa que exclamar…

”que hermoso día…bueno amigo vamos a hacer lo

que vinimos a hacer”…Marcos me miró sorprendido, creo que

mis palabras sin sentido lo despertaron de ese sueño mágico

y tenso que lo tenía atrapado y con una mueca, que semejaba

una sonrisa exclamó:

“Tienes razón…, preparemos los equipos y al

agua…”

En unos 20 minutos estábamos sumergiéndonos, el

agua era como siempre cristalina, aunque no se veía con

claridad el fondo, solo se adivinaban las siluetas de algunas

formaciones rocosas.

Cuando todos descendimos, miré mi computadora,

habíamos alcanzado los 28.6 metros, por lo que solamente

tendríamos unos 30 minutos para bucear.

Yo estaba provisto de mi cámara de video, la luz

era bastante buena y estimé una visibilidad de 26 metros,

algo inferior a lo que veníamos teniendo.

Habían transcurrido unos 22 minutos desde que

nos sumergimos cuando por el visor de mi cámara de video




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Alberto L. Peña

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veo <algo> muy pequeño con líneas de color azul que

llamaron mi atención.

Decidí descender hasta el fondo para ver que era;

con sorpresa percibo un trozo de cerámica, tal vez parte de

un plato o una taza, de bordes desparejos y con unas líneas

en color azul que evidentemente formaban parte de su

decoración, pero que por ser el objeto tan pequeño, era

imposible adivinar su forma

Rápidamente le muestro a Marcos lo que había

hallado; lo miró y con señas desesperadas me preguntó

¿donde lo había encontrado?, le señalé el lugar.

Velozmente pero con delicadeza comenzó a agitar

la arena del fondo con su mano, era una zona plana, muy

pareja.

Marcos hurgueteo durante un largo rato, pero no

apareció nada más.

Ya estábamos casi en el límite de nuestro tiempo

de fondo, debíamos salir.

Le indiqué que teníamos que ascender, hizo un

gesto como que no le importaba, mientras seguía buscando

desesperadamente en la arena.

Lo tomé de un brazo y le mostré mi computadora,

teníamos apenas 3 minutos para comenzar el ascenso; tal vez

la fuerza de mi apretón hizo que recapacitara y con el gesto

clásico de que todo estaba bien, desplegó una boya con un

peso en el extremo de un cabo, luego le insufló aire y por un

instante vimos como la misma llegaba a la superficie,

inmediatamente comenzamos a ascender; era evidente que




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Alberto L. Peña

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había marcado el lugar donde encontramos esa pieza tan

pequeña pero a la vez tan intrigante.

Ya en la superficie Marcos subió a la embarcación y

le pidió a Florencio el GPS portátil, se volvió a colocar las

aletas y la máscara y se tiró al agua, rápidamente nadó hasta

la boya y marcó el waypoint, luego pidió que lo fuésemos a

buscar; cuando llegamos a su lado me entregó el GPS,

mientras subía a la embarcación y Pablo recogía la boya.

Miré con curiosidad el aparato, en el que se leían

las siguientes coordenadas:

19º 21´ 45.71“ N

087º 35´ 41.74” O

Marcos me miró, sonrió, tomó el GPS y susurro…

“Lo lograré”…, luego dio media vuelta y lo observé

dirigirse hacia su camarote; estuvo encerrado allí por espacio

de 2 horas, había llevado consigo la pieza de cerámica que yo

había encontrado.

Al principio me sentí un poco molesto, no porque

era yo el que había encontrado la cerámica y Marcos se la

había quedado, sino por esa actitud de esconderse y no

confiar en su amigo.

¿Realmente esta historia del Santa Matilde era

verdad?, ¿Marcos conocía con detalles el naufragio y lo

ocultó?;… mi cabeza era un mar de preguntas, pero no quería

caer en sospechas y menos pensar que mi amigo había

cambiado; que la posibilidad de encontrar algo valioso lo

hubiera transformado en un ser avaro y egoísta, debía

esperar, tenía que ver sus próximos pasos, rogar que confiara




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Alberto L. Peña

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en mí y me confesara lo que le pasaba, hasta ese momento

quería concentrarme en disfrutar del lugar, de mis fotos y

videos y de los buceos que seguramente continuaríamos

haciendo.

Ese día no volvimos a bucear; avanzada la tarde me

encontraba en la cubierta del barco, gozando del atardecer y

un buen jugo de frutas, cuando siento que alguien se

aproximaba, era Marcos; venía con la cabeza baja, como un

niño que acababa de hacer una travesura y busca un refugio

que lo ampare….

”Miguel….dijo con voz entrecortada …debes

perdonarme por mi actitud de hoy, creo que te debo una

explicación”, en principio me mantuve indiferente luego,

mientras seguía contemplando el horizonte, apenas musité:

“te escucho…., para eso soy tu amigo, no lo olvides”

Luego de pedir disculpas por su conducta

descontrolada, me dijo que quería seguir adelante con este

asunto…

“¿Qué asunto?”, le pregunté…

”El del Santa Matilde, creo que encontramos algo

que pertenece a la vajilla china que transportaba, pero no

estoy seguro…., es que es un pedazo muy pequeño y no puedo

corroborar los grabados”,

“Entonces, esta historia es real,…..y tú, por lo que

parece, conoces muchos detalles”… le increpé.

“En realidad, acotó Marcos, hasta hoy no estaba

muy convencido que fuera verdad, cuando conocí la historia

busqué información y solo encontré algo sobre un galeón




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Alberto L. Peña

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español llamado Santa Matilde, que pertenecía a la Armada

Española, pero en ningún momento se mencionaba que

hubiera naufragado en estos mares y tampoco aludía a un

cargamento de oro, brillantes y vajilla española artesanal;

solo se mencionaban algunos datos de los pertrechos que

llevaba, y había unos dibujos sobre la vajilla personal del

capitán, quién la había traído de China, estaba decorada a

mano con ribetes de color azul y al parecer era un tesoro muy

preciado para él”.

“Sin embargo Eva, que era muy intuitiva, estaba

convencida que se trataba del mismo barco.

Hoy cuando vi el trozo de cerámica que

encontraste, rápidamente vinieron a mi mente esos dibujos de

la vajilla del capitán del Santa Matilde”

Quedé atónito, confundido y sorprendido, no sabía

si existía una relación entre mi hallazgo y los datos históricos

que Marcos había encontrado sobre el galeón llamado Santa

Matilde, pero si estaba seguro que la idea me fascinó, mi

corazón empezó a latir con fuerza y en mi mente traté de

buscar esa relación.

Solo pude pensar, que lo que hallamos instauraba

una remota posibilidad de que esta «fantasía» creada por

marineros en las penumbras de una mugrosa cantina, fuese

real

”Hermano...dije, evidentemente debemos encontrar

más información, me gustaría ver esos dibujos y si tu lo

deseas, saber un poco más sobre este galeón…y gracias por

seguir confiando en mí”




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“Vamos, me dijo….vamos al camarote”.

Estuvimos conversando, sacando conjeturas y

viendo archivos hasta muy avanzada la noche, hasta tal punto

que cenamos en el cuarto,…esta historia nos había atrapado.

Cerca de las 2 de la madrugada, le propuse a

Marcos descansar un poco; en la mañana estaríamos más

despejados para pensar, seguramente haríamos otro buceo en

el lugar donde hallamos el objeto para ver si encontrábamos

algo que nos aportara más indicios o que nos permitiera

reconstruir parte de esa pieza…pero se hacía evidente que

debíamos contar con más información del Santa Matilde.

CAPÍTULO VI

FRANCISCO MORALES URIBE

Al día siguiente me levanté temprano, aún no había

salido el sol.

Marcos se encontraba apoyado en la baranda del

Tozeur II, el hallazgo del día anterior lo tenía desvelado, Juan

también se había levantado y estaba preparando café.

“Buen día amigo…” me dijo Marcos cuando me

estaba aproximando al lugar donde él se encontraba,

“buen día, contesté… parece que hoy vamos a

tener una excelente mañana ¿no?”

“Sí….” respondió…… y manteniendo los ojos fijos

en el agua dijo:

“Sabes, estuve pensando en lo que dijiste ayer

sobre que tenemos que buscar más información del barco, y




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Alberto L. Peña

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creo que tengo la persona a quién podemos recurrir…..se

llama Francisco Morales Uribe, es un colombiano que tiene

una tienda de antigüedades en Cozumel.”.

“Yo no lo conozco…aclaró rápidamente…solo sé de

él por un amigo que le ha comprado algunas cosas para su

casa, pero recuerdo que me dijo que si alguna vez tenía

interés en saber algo sobre naufragios, que lo

buscara,…aparentemente es un experto…

Sí,… afirmó…eso haremos, vamos a bucear hoy a

ver si encontramos algo más y mañana partiremos rumbo a

Cozumel”

Así fue, a media mañana estábamos haciendo

nuestra primera inmersión en el waypoint que Marcos había

obtenido ayer con el GPS, justo encima de donde encontré

aquel misterioso objeto.

Permanecimos en el fondo por cerca de 30

minutos, buscando cualquier elemento que se correspondiera

con el trozo de cerámica encontrado el día anterior o todo

aquello que pudiera pertenecer a una embarcación, trozos de

madera, metal, etc.,.

Dividimos la zona en 10 cuadrículas de un metro

cuadrado cada una, durante todo el tiempo que

permanecimos en el fondo examinamos cada centímetro de

ellas, pero no hallamos nada, la desazón invadía el rostro de

Marcos; ya debíamos salir a la superficie, nos quedaba poco

aire, así que llamé su atención y le indique que era hora de

ascender.




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Alberto L. Peña

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Con un gesto que encerraba un cierto abatimiento,

me indicó que estaba de acuerdo y lentamente emprendimos

nuestro regreso al Tozeur II.

Marcos no podía creer que no hubiésemos

encontrado nada, verificaba el waypoint en el GPS, una y otra

vez, yo sentía que en voz muy baja susurraba…

”Está bien, estamos en el lugar….”

Levantando los ojos me miró y dijo:

“no puede ser, no puede ese trozo de cerámica

estar solo en el fondo del mar….es extraño…”

“Marcos…amigo, le dije con voz pausada….piensa

que esta pieza puede haber salido a la vista, por efecto de

una tormenta, corrientes fuertes, etc.; el resto puede estar

enterrada varios metros en la arena…o alguien lo puede

haber arrojado desde una embarcación y no tiene nada que

ver con el Santa Matilde;… ten paciencia, probaremos de

nuevo esta tarde y mañana, en lo de Uribe, veremos que tan

importante es lo que encontramos”.

A la tarde seguimos inspeccionando las cuadrículas

que nos faltaban,….otra vez nada….juro que hasta yo me

estaba desalentando; en parte Marcos tenía razón no podía

ser lo único que encontráramos, pero para averiguar si mi

teoría era cierta debíamos contar con equipamiento que nos

permitiera acelerar la búsqueda, esto generaría gastos que no

sé hasta que punto Marcos estaba dispuesto a afrontar.

De nuevo en el barco, vi la cara de impotencia de

mi amigo, de repente llamó a Florencio y le indicó que levara

anclas, no quiso esperar más, antes del atardecer partimos




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rumbo a la Isla de Cozumel, en busca de Morales Uribe,

viajaríamos durante la noche para poder llegar a la mañana.

Al amanecer fondeamos en las playas de Cozumel;

bajamos un bote semirrígido, con un motor de 60 HP y nos

dirigimos hacia la costa.

Allí se quedó Pablo con la embarcación, Marcos y

yo fuimos caminando para encontrar la casa de antigüedades

de Morales Uribe.

Casi media hora después dimos con el negocio de

antigüedades, era un local tan viejo como las cosas que tenía

dentro.

Al ingresar una campanilla informaba de nuestro

entrada al salón, prevalecía un fuerte olor a humedad,

muchos de los objetos denotaban que hacía mucho tiempo

que nadie los tocaba, tenían un capa de polvillo visible a

simple vista.

Avanzamos hacia lo que parecía un viejo

escritorio,…digo parecía porque estaba cubierto de tantas

cosas que casi no se veía.

Detrás de unas viejas cortinas asomó la figura

regordeta de un hombre, no muy bien vestido y con manchas

de transpiración en su ropa…se secó el sudor de su frente, su

mirada me dio escalofríos, con voz ronca y entrecortada

preguntó:

“¿Que desean caballeros?”

Marcos sin vacilar le preguntó: “¿Usted es el señor

Francisco Morales Uribe?”…




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Nuevamente su mirada desconfiada me heló la

sangre….

”Sí señor… ¿con quién tengo el gusto?

“Mi nombre es Marcos Navarro y él es mi amigo

Miguel….hace un tiempo conocí a un cliente suyo,…Alfredo

Gómez quien le compró algunos objetos en su tienda…” de la

boca de este hombre no salió una palabra, solo mantenía fija

su mirada en Marcos a la espera de más detalles.

Marcos me miró y como Morales no emitía sonido

alguno siguió diciendo:

“Él me comentó que usted es un experto en

naufragios y buceando hemos encontramos este trozo de

cerámica…., nos gustaría saber si usted tiene idea de su

procedencia”

Él hombre tomo la pieza, acomodó sus pequeños

anteojos sobre su achaparrada nariz y lo observó…noté que la

expresión de su rostro se modificaba, la miró por un largo

rato con mucha atención pero sin decir nada.

Poco después nos miró y preguntó

”¿Dónde habéis encontrado esta pieza?...Marcos le

dijo:

“buceando cerca de aquí, en las costas de la Isla”.

Rápidamente me dí cuenta que Marcos estaba

mintiendo, evidentemente empezaba a desconfiar de este

personaje misterioso; él insistió:

”Pero es que debo saber el lugar exacto, para poder

saber si tengo datos de algún naufragio en esa zona…”




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“Bueno dijo Marcos, mañana le traeré las

coordenadas exactas, porque las tengo en el GPS,…..”

“Está bien, asintió Morales, déjeme el objeto, así

tengo más tiempo para analizarlo”.

Instantáneamente Marcos contestó con un

“¡¡No!!…es que no puedo, porque en realidad

pertenece al dueño de la embarcación para la cual

trabajamos y debemos regresársela, nosotros solo la

encontramos; mañana la volvemos a traer”

“Insisto…dijo Morales, yo debo….” y sin dejarlo

terminar la frase, Marcos tomó la cerámica entre sus manos,

dimos media vuelta y sin detenernos a mirar la cara de

Morales Uribe salimos a la calle.

Ya fuera le pregunté a Marcos:

“¿Me parece a mí o este hombre tenía un interés

muy particular en esta pieza?”

“No te equivocas amigo, creo que es más

importante de lo que creemos, vi como la observaba, algo le

llamó mucho la atención, por eso es que mentí sobre el lugar

donde la habíamos encontrado”

“Me dí cuenta”, le contesté y apresurando el paso

regresamos a la playa, no sin dejar de ver que nadie nos

siguiera.




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CAPÍTULO VII

HUÍDA DE COZUMEL

Por fin llegamos al bote donde nos esperaba Pablo,

sin hacer algún gesto, Marcos le indicó:

“Vámonos,…rápido…”, creo que ahí me dí cuenta

que la situación era preocupante, mi amigo tenía el rostro

adusto y casi no habló durante todo el viaje de regreso al

Tozeur II.

Cuando llegamos, subimos el bote, Marcos les

pidió a Pablo, Juan y Florencio que estuvieran atentos por si

veían alguna embarcación que se acercaba o si notaban que

alguien nos vigilaba desde la costa, aunque ésta estaba

bastante lejos, el Tozeur II era visible desde allí.

Luego me dijo,

“vamos al camarote”; una vez dentro comenzó a

explicarme:

“Miguel,…amigo…lo que pasó hoy me hace pensar

que es posiblemente sea cierto lo que se cuenta del Santa

Matilde,… y que no soy el único que está interesado en su

hallazgo, éste hombre que vimos hoy me resulta no solo

misterioso sino que podría ser peligroso, por eso tenemos que

estar atentos y ni bien carguemos combustible nos iremos de

aquí, pero debemos estar seguros que no nos vigilan….”

“Esta bien…, le contesté…es lo más coherente que

he escuchado”

En ese instante alguien golpeó en la puerta del

camarote, era Florencio, entró y dijo:




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”Hay un par de individuos que están en la playa,

parecen turistas, pero noté que uno de ellos tiene binoculares,

tal vez me equivoque pero me resultan sospechosos”

“Muy bien, le contestó Marcos, carguen el

combustible y nos iremos de aquí lo antes posible…traten de

no hacerles pensar que estamos maniobrando para irnos,

actúen con naturalidad, buscaremos el momento justo y nos

marcharemos… ya falta poco para que oscurezca, …lo mejor

sería intentarlo de noche,…mantenme informado”

“OK…”, dijo Florencio…. y salió rápidamente del

camarote,

“Te dije Miguel,….esto no me gusta….vamos a

esperar a que anochezca y regresaremos a la Isla Pasión”

Ha oscurecido, mantenemos encendidas solo las

luces de banda del Tozeur II; Juan se encuentra en el techo de

la cabina de mando, observando la costa con los

binoculares…. no hay movimientos, todo parece tranquilo…es

hora de comenzar a movernos.

Pablo levanta el ancla y Florencio timonea con

sumo cuidado la embarcación,… nos movemos sin motores,

sin luces… es una maniobra peligrosa pero de ello depende

nuestra seguridad; la suave corriente de superficie nos

empuja muy lentamente hacia mar adentro; rogamos que

ningún barco se le ocurra atracar en esta zona.

Luego de navegar unos 200 metros, se hace

necesario encender los motores para poder operar el Tozeur

II; Florencio trata de hacer movimientos lentos y por fin nos




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empezamos a alejar de la costa… nadie nos sigue, creo que

aún no se han dado cuenta que nos estamos yendo.

Hemos navegado durante toda la noche, siempre

alertas a la proximidad de otro barco, por suerte nadie nos ha

seguido, por fin atracamos en el muelle que nos lleva a la

casa de Marcos.

A la mañana siguiente, durante el desayuno

evaluamos lo sucedido y determinamos dos posibles tácticas

a seguir,…una es obtener más datos históricos sobre el Santa

Matilde, saber si en algún momento navegó por estos mares y

si el barco que dicen los lugareños de la Isla de Techal que

naufragó en esa bahía, es el mismo Santa Matilde a que hacen

referencia los libros.

El segundo objetivo es alquilar un equipo que nos

permita «cavar» el fondo marino en el lugar donde encontré la

cerámica, debe haber más restos enterrados en la arena;

como es un equipo costoso debemos disponer de dinero para

tal fin…éste es tal vez nuestro mayor problema.

“Yo no tengo capital suficiente para invertir es este

equipamiento, dijo Marcos…la única opción es conseguir un

préstamo,…pero no podemos hacerlo en Cozumel”

“Vayamos al Distrito Federal, le dije… así

«matamos dos pájaros de un tiro»…solicitamos el crédito y

además podemos ir a la Biblioteca Central a ver que otra

información hallamos sobre el Santa Matilde”

Rápidamente organizamos todo, Marcos y yo

iríamos a la ciudad de México, en un avión particular, pero

para ello debíamos ir hasta Cozumel, viajaríamos durante la




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noche en la camioneta que me alquiló Jorge Fuentes el día

que llegué, de esa manera yendo por tierra, pasaríamos más

inadvertidos.

Llegaríamos al amanecer y ya nos estaría

esperando nuestro avión; debía ser una operación rápida y lo

más discreta posible.

CAPÍTULO VIII

MÉXICO D.F.

Ya en la pista de aterrizaje de la Isla de Cozumel

comienza a carretear el pequeño avión de Esteban, un amigo

de Marcos; no es una aeronave muy moderna, pero las

circunstancias vividas nos llevaron a actuar muy

cautelosamente y fiarnos de muy poca gente.

Esteban es un joven muy discreto, de tez morena y

poco hablar, pero es muy honrado y Marcos confía en él.

Estoy bastante nervioso, la avioneta no está en

buen estado y se sacude muchísimo, por momentos me da la

sensación que nos vamos caer, pero Esteban posee mucha

destreza.

Fue un gran alivio escuchar a la torre de control del

Aeropuerto de México D.F. dándonos la autorización para

aterrizar, al fin llegamos…todos a salvo; aunque el pensar

que tendríamos que volver en el mismo avión me dejaba

preocupado.

Nos despedimos de Esteban y rápidamente fuimos

a cumplir nuestra primera misión.




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En el Banco nos entrevistaríamos con el Gerente de

Préstamos, el señor Juan López Vega.

A través de los vidrios de su oficina, se lo veía

como un hombre flaco, semicalvo, de buena presencia y

elegantemente vestido con un traje de color arena, camisa y

corbata al tono.

Cuando llegó nuestro turno, una mujer muy

amable, nos hizo pasar a la oficina, supusimos que sería su

secretaria.

El gerente estaba sentado en un amplio escritorio,

nos miró por arriba de sus anteojos y nos dijo muy

afectuosamente: “Señores…tomen asiento, un gusto recibirlos

en nuestro banco…. ¿En que puedo servirlos? preguntó.

Marcos con voz pausada, como si estuviera

pensando cada palabra, le contestó: “Nosotros deseamos

obtener un crédito por unos 10.000 dólares estadounidenses”.

“Ah…bien… dijo López Vega…para ello deben

contar con algún respaldo o garantía ¿que van a presentar

para cubrir este requerimiento y cual es el destino del

dinero?

Marcos continuó diciendo con más cautela aún:

“Yo tengo una propiedad en la Isla de

Cozumel”….nuevamente observé que no daba precisiones

sobre la ubicación exacta de la propiedad…ya que en realidad

el inmueble que serviría como garantía del préstamo era su

casa y la operadora que poseía en la Isla Pasión… “y el dinero

lo destinaré para mi negocio”

“¿A qué se dedica usted?.. interrogó el gerente….




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Alberto L. Peña

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“Instructor de Buceo…y tengo una operadora que

lleva turistas a bucear…afirmó Marcos…por eso necesito

adquirir una nueva embarcación”

“Interesante actividad, dijo con voz serena…

Espérenme unos instantes,…voy a consultarlo con nuestro

Gerente General”

“Perdón, acotó Marcos… ¿hay algún problema?

“No…, en realidad no otorgamos préstamos para

este tipo de actividad, nuestras líneas están orientadas a

emprendimientos industriales,…pero ya vuelvo…”

Nuevamente las dudas y sospechas se apoderaron

de nuestras mentes…

No habían transcurridos más de 5 minutos, cuando

por la puerta vidriada de la oficina entró López Vega….y con

cara siempre amable nos dijo:

”Lo siento señores, pero no me han autorizado a

otorgar el préstamo,….les dije no es la línea de créditos que

trabajamos… realmente lo siento”.

Con Marcos nos miramos, nuestros ojos decían lo

mismo….

«Volvió muy rápido de ver al Gerente General»

seguramente nos esperaban…

“No se preocupe, le señaló Marcos tratando de

disimular la bronca,… igualmente muchas gracias por su

atención”

Siempre sonriendo el gerente de préstamos nos

saludó y muy cordialmente nos indicó la salida.




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Ya fuera del banco, Marcos me dijo: “Saben para

que necesitamos el dinero… ¿pero tan poderosos son que ya

ha llegado la noticia hasta el Distrito Federal?”

“Por otro lado, continuó diciendo…esto me indica

que hemos encontrado algo muy importante… pero lo que me

preocupa es como vamos a hacer para poder seguir la

búsqueda…”

“No te preocupes, le contesté, al menos tenemos la

«mano del juego»…solo nosotros sabemos donde buscar…”

Cerca del mediodía, el sol calentaba el asfalto,

hacía mucho calor, entonces decidimos ir a la Biblioteca...,

por suerte no estaba muy lejos.

Ingresamos a la misma por unas escalinatas muy

amplias y largas, la majestuosa entrada estaba custodiada por

dos impresionantes puertas, finamente talladas, el interior era

fresco y agradable; los pisos de mármol estaban lustrosos, lo

que permitía que nuestras figuras se reflejaran.

Subimos al primer piso por una escalera lateral,

muy amplia y con barandas de hierro delicadamente

adornadas, era un placer visitar este lugar.

Arriba, el sector estaba formado por un amplio

pasillo, escoltado por grandes salas con anchas puertas, cada

una de ellas con colecciones de libros divididas

temáticamente; con Marcos ingresamos a un salón que tenía

un enorme cartel en el ingreso que decía: “Historia Europea”.

En el fondo de la gran habitación había una mujer,

escrupulosamente vestida, quién con voz suave y agradable

nos preguntó: ¿”Puedo ayudarlos?”




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“Sí…, respondí en voz baja, para no alterar el

silencio que allí reinaba… estamos buscando información

sobre barcos de la Real Armada Española del siglo XVI”

Con la misma amabilidad con que nos recibió, nos

indicó el sector donde podíamos encontrar lo que

buscábamos; rápidamente fuimos hacia allí.

Los libros estaban magníficamente acomodados en

un mueble de dos metros y medio de altura, de fina madera

lustrada; luego de un rato ubicamos tres ejemplares que

podían tener alguna información sobre lo que buscábamos.

Llevamos los libros a las mesas de lectura que

había en el salón, éstas estaban iluminadas de tal manera que

el resto del sector permanecía en una penumbra que

convertía al lugar en una especie de recinto sagrado.

El segundo libro que comencé a mirar, tenía tapas

duras de color rojo, adornado el lomo del mismo, con

grabados dorados…, primero me fijé en la cantidad de

páginas que tenía porque me impactó su volumen, la ultima

hoja llevaba el número 550; luego busqué en el índice la letra

S y con mi dedo comencé a descender por esa larga fila de

palabras ordenadas alfabéticamente… y allí estaba «SANTA

MATILDE, página 368…» mi corazón comenzó a latir con

extremada rapidez, sin decir palabra busqué la carilla que

indicaba…, la imagen de un hermoso galeón apareció ante

mis ojos, su nombre: Santa Matilde y tenía bandera

española.

No pude resistir más, lo tomé del brazo a Marcos y

le mostré el grabado, sus ojos se llenaron de emoción; por las




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características que se mencionaban en el libro era el mismo

que él había encontrado un tiempo atrás,

“Es el mismo barco….dijo con voz muy suave…,

veamos que dice”.

El texto indicaba que había sido una embarcación

perteneciente a la Armada Española, que luchó en varias

batallas navales, saliendo siempre airoso, poseía una veintena

de cañones, etc, etc….

Los datos se sucedían por varias carillas, incluso

hacía mención a la famosa vajilla del capitán traída de China,

pero no había imágenes de ella; hasta que de repente las

palabras que salieron de la boca de Marcos se convirtieron en

una dulce melodía para mis oídos…”….fue dado por

desaparecido en Abril del año 1528, cuando realizaba un

viaje hacia las Indias Occidentales….”

Allí estaba la conexión con nuestra Santa Matilde,

viajó hacia América y nunca regresó.

“Esto es lógico, acoté…si pensamos que según lo

que se cuenta, no sobrevivió ningún tripulante…, nadie pudo

confirmar la suerte corrida por el barco”

Realmente había sido un día provechoso, a pesar

que no conseguimos dinero, al menos sabíamos que el Santa

Matilde había navegado hacia América y nunca había vuelto a

Europa, por lo que deducimos que era muy probable que

hubiera naufragado y en consecuencia la historia que se

contaba podía ser cierta.

Pedimos hacer fotocopias de varias hojas del libro;

la mujer que nos había atendido, al principio se mostró




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reticente, pero luego accedió y pudimos traer la información

que más nos interesaba….en la casa de Marcos íbamos a

leerlas una y otra vez, de ahora en más cada detalle era

importante.

Promediaba la tarde cuando salimos de la

Biblioteca, aún teníamos algunas horas de sol, nos

encaminamos hacia el aeropuerto, ya le habíamos avisado a

Esteban que preparara todo para partir hacia la Isla de

Cozumel, queríamos regresar a la casa de Marcos antes del

anochecer.

Nuevamente debía padecer el avión que nos había

traído, pero iba con una sensación diferente que me daba

más valor para enfrentar el vuelo que nos esperaba.

A la media hora de haber abandonado la Biblioteca

ya estábamos volando rumbo a Cozumel, esta vez el viaje no

fue tan desagradable, yo no dejaba de pensar en la Santa

Matilde.

Ni bien aterrizamos, Marcos le pagó a Esteban por

el viaje y nos despedimos de él.

Subimos a la camioneta y partimos rumbo a la Isla

Pasión, hasta ahora todo había salido bien y nadie nos había

seguido.

Cansados y muertos de hambre llegamos cerca de

la medianoche a la casa de Marcos, yo me bañé primero,

luego mientras hacía lo propio mi amigo, me puse a releer

con detenimiento las fotocopias que habíamos traído de

México.




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Alberto L. Peña

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Una y otra vez volvía a repasar aquellas palabras

que habían sido la clave para poder comenzar a desentrañar

este misterio: “…fue dado por desaparecido en Abril del año

1528, cuando realizaba un viaje hacia las Indias

Occidentales….” De repente la voz de Marcos me sobresaltó

“Miguel….Miguel…”

“¿Qué pasa? pregunté….

“Te has quedado dormido….me contestó,…vamos

debemos comer algo, mañana nos espera un largo día”

“Está bien….vamos… realmente estoy hambriento”.

CAPÍTULO IX

INDAGANDO EN LA HISTORIA

Los datos que habíamos encontrado en la

Biblioteca de la ciudad de México sobre el Santa Matilde, nos

habían otorgado una luz de esperanza sobre la veracidad del

naufragio de dicho galeón, por eso con Marcos decidimos

buscar datos históricos que permitieran conferirle veracidad a

este mito.

Empezamos indagando sobre la situación del

imperio Azteca después de la llegada de Cortés a estas

tierras; en un párrafo de las fotocopias que habíamos traído

de la biblioteca, decía: …

“A partir de 1510, La Española -actual territorio de

Santo Domingo y Haití-, perdió importancia y Santiago de

Cuba se transformó en el centro de las operaciones coloniales

españolas.




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Alberto L. Peña

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Desde allí, en febrero de 1519, partió Hernán

Cortés, al mando de 11 naves y 600 hombres, con destino a la

tierra firme del continente (México actual), a la búsqueda de

las fabulosas riquezas en oro mencionadas por los indígenas”

De la lectura de los textos, se hacía evidente la

intención de España por la conquista de estas tierras y sus

riquezas, que según decían, existían en el continente; ello

daba fundamento a la posibilidad de que el viaje de el Santa

Matilde fuera uno de tantos hechos en pos de devastar al

imperio Azteca, ¿pero cual era la finalidad?

Continuaba diciendo…”

El emperador Moctezuma envió embajadores ante

Cortés con obsequios de oro y plata para que desistiera de

seguir avanzando. Pero esto no hizo más que aumentar la

codicia de los españoles”.

“La invasión europea produjo un tremendo impacto

entre los pueblos que habitaban América. Para estas

sociedades que habían vivido aisladas del resto del mundo, los

europeos representaban algo totalmente desconocido.

Toda su vida cambió a partir de la conquista; su

organización económica, social y política, sus creencias

religiosas, su visión del mundo y las costumbres de su vida

cotidiana, se derrumbaron”.

Según los historiadores, desde el mismo gobierno

español se promovían y apoyaban estas expediciones…

“La conquista del Nuevo Mundo fue impulsada por

instituciones como los Estados monárquicos (por ese entonces

el Rey de España era Carlos V, Carlos I de Castilla) la Iglesia




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Alberto L. Peña

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Católica y las grandes compañías comerciales”…; era un

hecho entonces que España empleara los barcos de su

Armada para estos propósitos; también pudimos deducir que

era lógico pensar que no se mencionara la carga que llevaban

estas naves debido a su procedencia; pero una pregunta

todavía no podía ser dilucidada ¿cual era la finalidad de estas

expediciones devastadoras por parte de este gobierno

europeo?

Durante el siglo XVI España llegó a tener una

autentica fortuna de oro y plata extraída de la Indias.

El texto continuaba diciendo:

“En el estudio económico realizado por Earl J.

Hamilton (El tesoro americano y la Revolución de los pueblos

en España, 1501-1659), esa fortuna tiene cifras concretas.

Hamilton describe que en los siglos XVI y XVII, desde 1503 y

los 160 años siguientes, durante la mayor actividad minera,

arribaron desde las colonias americanas 16.900 toneladas de

plata y 181 toneladas de oro”

A medida que avanzábamos en la lectura, la

respuesta a nuestro interrogante se fue perfilando,

elaboramos algunas hipótesis sobre los objetivos de la

Corona de apropiarse del oro y la plata americanos, lo que

justificaba la presencia, en estas aguas, de barcos de la

Armada Española cargados con verdaderos tesoros.

Por esa época en Europa, Carlos V libraba grandes

batallas en pos de proteger los territorios adquiridos por

España; principalmente de la tentativa de expansión de

Francia, que no podía extender sus fronteras porque era




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Alberto L. Peña

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bloqueada por los estados que pertenecían a la corona

española; los intereses de los mismos, la causa católica y a

veces estaban involucradas cuestiones meramente dinásticas.

Esta situación le implicaba gastar grandes riquezas,

por lo que era indudable que el Continente Americano se

había transformado en una nueva fuente de recursos.

Un objetivo fundamental eran los grandes imperios

americanos, como el azteca y por eso era dable pensar que

una embarcación tan imponente y tan pertrechada como la

Santa Matilde fuera empleada para estos menesteres.

“Mira Marcos… si la Santa Matilde había llegado

hasta lo que era el imperio Azteca de aquella época y para

poder regresar a Europa, debieron bordear la península de

Yucatán…, entonces es posible que al sorprenderlos una

tormenta, el capitán haya visto como factible ingresar en la

bahía de la Isla de Techal para refugiarse…, tiene sentido…

¿no?

“Si amigo… tiene sentido, pero yo creo que la única

manera de averiguarlo es cavar en el lugar, así que debemos

conseguir quién pueda prestarnos dinero para adquirir los

equipos”

Ya teníamos algunos datos históricos que nos

posibilitaban esperanzarnos con la idea de que era viable la

historia que se contaba sobre este naufragio, la cual fue

transmitida de boca en boca durante cientos de años por los

lugareños; habíamos encontrado un trozo de cerámica que

podía coincidir con algún elemento que transportaba el barco;

no nos quedaba más que buscar y rogar a Dios que nos




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Alberto L. Peña

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permitieran trabajar tranquilos, porque el entusiasmo no nos

hacía olvidar que otras personas también estaban interesadas

en encontrarlo.

Por ahora teníamos un objetivo que lograr

inmediatamente, obtener el dinero suficiente para alquilar los

equipos necesarios e iniciar una búsqueda más profunda en el

lugar.

CAPÍTULO X

EN BUSCA DEL SANTA MATILDE

Durante la noche una idea surgió en mi mente, la

única persona que podía facilitarnos el dinero suficiente para

continuar con la búsqueda, era mi amigo Kent Russell, él

seguramente no preguntaría para que lo precisábamos;

conocía muy bien a Kent y sé que así sería.

Si insistíamos en pedir créditos en este país,

seguramente Morales Uribe, o para quién trabaje, se enteraría

y haría lo imposible para que no pudiéramos obtenerlo.

Durante el desayuno se lo comenté a Marcos y

estuvo de acuerdo en intentarlo,…de inmediato traté de

comunicarme con Kent; miré el reloj eran las 7 a.m.,

seguramente aún no habría llegado a la empresa, entonces

decidí llamarlo al teléfono móvil.

Luego de un par de intentos pude comunicarme

con él…”Hola Kent, amigo… habla Miguel, ¿Cómo estás?”




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Alberto L. Peña

52

Del otro lado una voz entre sorprendida e incrédula

me respondió: “¿Miguel…eres tú?.. No puedo creerlo,… ¿donde

estás?.. me preguntó

“En México, en una Isla maravillosa que algún día

te haré conocer…pero Kent no tengo mucho tiempo, necesito

hacerte una pregunta, ¿tú tendrías inconveniente en

proporcionarme 10.000 dólares?… rápidamente intenté

justificarme con un: …es por un tiempo, luego te lo

devolveré…”

“¿Cuánto…10.000 dólares?, es mucho dinero

amigo…pero tal vez lo pueda conseguir, dame un par de

días… y no te excuses, confío en ti…ah…y acepto tu

invitación.”

Así era mi amigo… sabía que no tendría

inconvenientes; rápidamente arreglamos la forma de

transferir el dinero, por supuesto de la manera más discreta

posible, para ello le dimos a Kent los datos de una cuenta en

un banco de Cancún, cuyo titular era Álvaro, el hermano

menor de Eva y cuñado de Marcos.

Álvaro era un muchacho de unos 30 años que

adoraba a Marcos y quién nunca olvidaría lo que éste hizo por

su hermana en esos meses tan crueles que les tocó vivir hasta

que ella falleció.

A los pocos días el mismo Álvaro nos avisó que ya

estaba el dinero, nos envió unos cheques para que

pudiéramos alquilar y comprar el equipo que necesitábamos.

Adquirimos un detector de metales submarino,

alquilamos un equipo para poder aspirar la arena del fondo,




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Alberto L. Peña

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que nos permitiría ir removiéndola sin levantar sedimento y

dejar al descubierto todo lo que estuviera enterrado; y

algunos otros elementos que serían de utilidad para esta

tarea.

A mitad de semana habíamos alistado todo el

equipamiento necesario y el jueves a las 3 a.m., aún de

noche, se encendieron los motores del Tozeur II rumbo a la

Isla de Techal.

El viaje fue muy tranquilo, el tiempo era bueno y el

mar estaba calmo; realmente lo disfruté, aunque siempre

vigilando que nadie nos siguiera desde el mar o por aire.

Cuando llegamos a la Isla, ingresamos en la bahía y

nos dirigimos directamente al punto indicado en el GPS

19º 21´ 45.71“ N

087º 35´ 41.74” O

Se detuvieron los motores y rápidamente

fondeamos en el lugar.

Marcos estaba deseoso de comenzar con las tareas

de búsqueda, pero antes había que acomodar los aparatos

que trajimos para que pudieran operar desde la embarcación

sin inconvenientes; controlamos nuestros equipos de buceo,

planificamos la instalación de las cuadrículas en el fondo

marino, etc., y cuando todo estuvo listo Marcos me dijo:

“Ahora sí hermano… vamos por todo”, yo asentí con mi

cabeza y comenzamos a equiparnos para hacer nuestro

primer buceo.




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Alberto L. Peña

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Pablo maniobraría la aspiradora de arena, Marcos

llevaría el detector de metales y yo filmaría para documentar

los hallazgos que pudiéramos hacer.

Ingresamos al agua, la visibilidad era alucinante,

parecía que el sol nos iluminaba el lugar para que nuestra

búsqueda fuera fructífera; descendimos 27.6 metros y ya en

el fondo armamos el cuadriculado de la zona, tal cual lo

habíamos hecho la vez anterior.

Fuimos a la primera cuadrícula, primero Marcos

pasó el detector de metales por cada centímetro cuadrado de

la misma, no halló nada; inmediatamente Pablo puso en

funcionamiento el aspirador y con sumo cuidado comenzó el

refulado de la arena, mientras Marcos y yo estábamos atentos

a que apareciera algún objeto.

Continuamos inspeccionando de la misma manera

cada cuadrícula, sin resultados.

Por la tarde volvimos a descender, todo seguía

igual, si bien por momentos nos invadía la desazón,

confiábamos en que algo debía aparecer.

Cuando llevábamos 15 minutos de inmersión, algo

se adhirió a la malla de la aspiradora, rápidamente le hice

señas a Pablo para que la detuviera… y con sorpresa vimos

como medio plato con dibujos en color azul, caía al fondo de

arena al apagarse el extractor.

La alegría, la locura eran inmensas, Marcos

comenzó a moverse como un trastornado dando vueltas en

círculos, yo agitaba mis brazos y Pablo sacándose el

regulador de la boca esbozó una suerte de grito…




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Alberto L. Peña

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instantáneamente la cordura volvió y comencé a hacer tomas

de la pieza.

Luego con sumo cuidado la tomé entre mis manos

y la contemplé durante varios segundos, las líneas de color

azul que formaban parte de los dibujos que tenía, eran muy

similares a los de la pequeña pieza que había encontrado días

antes en este mismo lugar.

Marcos y Pablo se aproximaron a mí, los tres

mirábamos extasiados el trozo de plato que había surgido de

las entrañas del fondo marino.

Aquel comenzó a hacerme señas que al principio

no alcanzaba a comprender, por su excitación me confundía

con sus gestos, al cabo de un instante empecé a entender lo

que decía…el dibujo era igual a los grabados que él había

visto en los grabados de la vajilla china del capitán de la Santa

Matilde.

De tanto despliegue de jolgorio y placer ya casi no

teníamos aire, por lo que decidimos ascender, yo llevaba el

plato aferrado a mi pecho con ambas manos para evitar que

en plena subida se me cayera.

Una vez en superficie volvieron otra vez los

festejos, Florencio y Juan no salían del asombro, hasta tal

punto que éste último haciendo una pirueta en el aire se

arrojó al agua, nadó hasta donde yo estaba y le mostré el

trozo de plato que habíamos encontrado.

Con sumo cuidado se lo alcancé a Florencio, éste lo

tomó entre sus manos y como quién lleva un frágil bebé




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Alberto L. Peña

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recién nacido, lo trasladó hasta el camarote que yo compartía

con Marcos.

Inmediatamente después de quitarnos el equipo de

buceo, Marcos y yo corrimos hasta donde se encontraba

nuestro pequeño tesoro, Florencio lo había lavado con agua y

colocado en la mesa sobre un paño afelpado de color azul; mi

amigo abrió un cajón de su escritorio y sacó una serie de

fotos que correspondían a las imágenes de los grabados de la

vajilla china que iban en el Santa Matilde.

Cuando comencé a ver los símbolos, rápidamente

supe que no podía existir tanta coincidencia, ese trozo de

plato que hallamos era parte del menaje del capitán;

¿habíamos hallado el galeón de la Armada Española “Santa

Matilde”?

Pasamos algunas horas encerrados en el cuarto

viendo y reviendo cada detalle de los grabados, cada vez nos

convencíamos más del hallazgo.

No obstante, aunque realmente fuera el Santa

Matilde, ¿cuanto de verdad era que transportaba oro, plata y

brillantes?

Para nosotros el haber encontrado el naufragio ya

era un triunfo; mañana continuaríamos el trabajo.

Al atardecer, habíamos decidido movernos a otro

lugar de la bahía, más cerca de Punta Herrero, para no dejar

la embarcación toda la noche sobre el naufragio.

Igualmente establecimos un régimen de guardia,

sobre el techo de la cabina de mando del Tozeur II, primero

se quedaría Marcos, yo lo reemplazaría a medianoche, y luego




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Alberto L. Peña

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seguirían Pablo, Juan y Florencio, quién sería el encargado de

avisarnos cuando amaneciera para volver al punto de

búsqueda y continuar con la misma.

Con Marcos seguíamos mirando los detalles del

grabado y sacando conclusiones, cuando sentimos la voz de

Florencio que nos avisaba que la cena estaba lista; subimos a

comer y brindar con el resto, por el descubrimiento hecho.

CAPÍTULO XI

CAÑON: SIMBOLO DE PODER

Al amanecer zarpamos nuevamente hacia el lugar

del naufragio, la noche había estado tranquila; sin relajarnos

demasiado, empezábamos a dejar atrás los fantasmas que

Morales Uribe había instalado en nosotros.

Ya en el lugar, preparamos todos los equipos y nos

dispusimos a sumergirnos, con Marcos diagramamos una

nueva serie de cuadrículas sobre las que trabajaríamos hoy.

Pablo seguiría operando la succionadora de arena,

Marcos el detector de metales y yo continuaría con las

filmaciones.

Cuando examinábamos la tercera de ellas, el

detector, emitió un sonido; Marcos retrocedió un poco y el

mismo se intensificó.

Le indicó a Pablo que comenzara a aspirar en ese

lugar y a mí que estuviera atento a lo que pudiera aparecer.

Cuando ya había quitado aproximadamente unos

25 centímetros de arena, parte de un objeto oscuro de forma

circular se asomó, era la lámpara de un cañón;…la emoción




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Alberto L. Peña

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esta vez me invadió por completo, ¿podría ser uno de los

veintitantos cañones que tenía el galeón español….?; no lo

podíamos creer… como un desaforado comencé a filmar

desde todos los ángulos y a medida que Pablo lo iba dejando

al descubierto pudimos ver que era una hermosa pieza de

artillería de bronce, de unos tres metros de largo, tenía

algunas inscripciones y un grabado en sobrerrelieve en forma

de escudo, cuyos contornos se veían claramente, debido que

al haber permanecido sepultado bajo la arena no estaba

cubierto de incrustaciones.

No disponíamos de una grúa para poder levantar el

pesado artefacto, entonces decidí fotografiarlo muy

detalladamente, por suerte llevaba conmigo mi cámara

Canon; apagué la filmadora e hice muchas tomas fotográficas

del cañón; de este modo tendríamos la posibilidad, más tarde,

de poder estudiar las inscripciones y el escudo cincelados

sobre su superficie.

Cuando volvimos al Tozeur II, me puse a observar

las fotos; por su tamaño debía ser un cañón calibre 36.

Estos artefactos tenían una longitud de casi tres

metros y un peso aproximado de 2.90 kilogramos; en la parte

superior del arma había grabado unos números; aproximando

una lupa sobre la foto, pude ver claramente que

decía…“1519” evidentemente correspondía al año de

fabricación.

Más abajo había un escudo cuartelado, que tenía a

sus costados dos columnas semejando a faros, cruzados por




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Alberto L. Peña

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cintas; el cuerpo del mismo estaba compuesto por un águila

negra de dos cabezas, con una corona sobre ella.

Con urgencia busqué en mi computadora la lista de

escudos de armas de España, y allí encontré la imagen

grabada sobre el cañón, debajo de la misma, una leyenda que

decía: “Escudo del rey Carlos I de España, V como emperador

del Sacro Imperio, quién gobernó entre 1519 y 1556”, esto

nos confirmaba que era un barco perteneciente a la

monarquía española.

Mañana volveríamos a trabajar sobre la zona donde

encontramos el cañón; sabíamos que cuando se produce un

naufragio, todo lo que se encuentra sobre cubierta cae por la

borda en distintas direcciones, lo mismo si el barco se parte

en dos, cuando un importante un rumbo es el responsable de

su hundimiento, por lo que seguramente deberíamos ampliar

el radio de búsqueda varios metros a la redonda.

Cada tarde regresábamos cerca de Punta Herrero

para no delatar el lugar del naufragio y además

aprovisionarnos de algunos elementos necesarios.

Ya cerca de nuestro destino, observamos fondeada

en la Isla de Techal una embarcación de unos 35-40 metros

de eslora, aparentemente era un yate de unos dos pisos, muy

iluminado.

Marcos tomó los binoculares y comenzó a

observarlo, según comentó era una embarcación muy lujosa;

estimó unos 7 u 8 tripulantes a bordo. Era preocupante,..

¿Tendría algo que ver con Morales Uribe?, ¿Habrían visto

donde estábamos buceando?




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Alberto L. Peña

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“¿Crees que nos estén vigilando?”, le pregunté a

Marcos…”No sé, me contestó…pero más que nunca debemos

estar alertas, esta noche montaremos doble guardia y si

mañana continúan en el lugar, vamos a tener que hacerles

una visita, debemos saber quienes son antes de continuar con

la búsqueda”.

Cerca de las 2 de la mañana, Pablo que se

encontraba de guardia junto a Juan, sintió el suave motor de

un bote acercándose…. Rápidamente observó el horizonte y

no vio ninguna luz, pero el sonido se aproximaba cada vez

más.

De repente se hizo un silencio abrumador, Pablo le

dijo a Juan que nos despertara, era evidente que alguien se

acercaba.

El golpe de Juan en la puerta del camarote me

sobresaltó,…mi corazón latía con inusitada fuerza…”¿Qué

pasa, quién es?, interrogó Marcos…Una voz que denotaba

preocupación dijo: “Soy Juan….alguien se acerca en un bote a

oscuras, vengan rápido”

Saltamos de nuestras literas y corrimos hacia la

cubierta; Juan también lo despertó a Florencio…en unos

instantes todos nos reunimos en la cabina de mando.

“Sentí el ruido de un motor…, pero no vi ninguna

luz” explicó Pablo; nadie podía ver nada…lamentablemente

había luna nueva y todo estaba muy oscuro.

”Dame los binoculares infrarrojos”, le pidió Marcos

a Florencio; éste rápidamente se los alcanzó y aquél comenzó

a barrer el horizonte oscuro.




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“Allí está, es un bote con 3 o 4 personas, comentó

Marcos, Pablo…enciende los reflectores de babor, nos tendrán

que explicar que hacen aquí…”

Cuando las luces se encendieron, apareció la

silueta de una embarcación a aproximadamente 60 metros de

nuestro barco, se sintió como rápidamente se encendió el

motor y pusieron proa a la Isla de Techal; no pudimos saber a

que venían pero esta presurosa maniobra de Marcos hizo que

tuvieran que abortar cualquier táctica que pensaban realizar.

CAPÍTULO XII

MENSAJE MAFIOSO

Ni bien comenzó a iluminarse el cielo con la salida

del sol, Marcos le pidió a Juan y a Pablo que por favor

revisaran todo el barco, para ver si quienes nos habían

<visitado> durante la anoche, habían producido algún daño

en la estructura del mismo.

No transcurrieron más de 10 minutos cuando se

oyó la voz de Juan gritando: “Marcos…, ven pronto, mira lo

que encontré”; más que presurosos fuimos hacia la popa

donde aquel se encontraba

Sobre la cubierta del barco vimos un pescado, con

la particularidad que tenía cinta de embalaje alrededor de los

ojos.

“Santo Dios”….exclamó Florencio,




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Alberto L. Peña

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¿Que pasa hombre? le preguntó Marcos…

”Eso es una señal de la Mafia,… significa que

alguien vio algo que no debía ver; yo creo que es un mensaje

para que nos olvidemos de este asunto del barco hundido”

“Pues a mí no me van a amedrentar con mensajes

mafiosos, si quieren pelea…la van a tener” vociferó Marcos,

se notaba cierto grado de malestar en su expresión.

Tratando de poner un poco de paños fríos sobre el

episodio, no se me ocurrió otra cosa que decir “Bueno,

tratemos de calmarnos,….tal vez sea una broma de mal

gusto, yo creo que no debemos preocuparnos…” pero de

repente Marcos salió corriendo hacia el camarote, a los pocos

segundos volvió con los binoculares y se puso a observar la

costa de la Isla de Techal….

“Se fueron, dijo…se fueron los del yate” a la luz del

día, no se apreciaba a simple vista si había alguna

embarcación en la costa de la Isla, pero con los binoculares

Marcos pudo apreciar que el lujoso barco iluminado que

vimos anoche, ya no estaba….nos habían dejado su mensaje y

se habían ido.

Yo continuaba pensando que esto era solo para

asustarnos,… pero de pronto una nube de sospecha oscureció

mi pensamiento…y ¿si realmente era una advertencia para

que nos fuéramos y no continuáramos con la búsqueda del

naufragio?, tal vez si persistíamos con el proyecto,

seguramente no habría otro aviso.

Por lo pronto Marcos, hizo caso omiso al mensaje,

le pidió a Florencio que encendiera los motores y nos




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dirigiéramos hacia el lugar del naufragio, estaba deseoso de

continuar con la excavación de la zona.

Yo debo confesar que este <pescado> me había

inquietado un poco, pero era más fuerte la cuasi convicción

que teníamos de que habíamos encontrado el Santa Matilde,

que rápidamente aparté de mi cabeza esos pensamientos y

me puse a preparar mi equipo de buceo.

Ya en el lugar nos sumergimos y fuimos en busca

del cañón que habíamos encontrado el día anterior; antes

Marcos le pidió a Florencio y a Juan que estuvieran más

atentos que nunca por si se acercaba alguna embarcación.

CAPÍTULO XIII

EL GRAN TESORO

En esta oportunidad Marcos llevaba una máscara

«full face» con equipo de comunicación, así estaría en

contacto con el barco, y podía saber lo que sucedía a bordo.

Cuando nos pusimos a trabajar en la cuadricula

siguiente, donde habíamos encontrado el cañón, el equipo

aspirador dejó al descubierto una importante cantidad de

objetos de porcelana, había platos de diversos tamaños, tazas

de té, un recipiente similar a una tetera…algunos estaban

rotos, pero en su mayoría en buen estado, por supuesto

todos tenían los mismos grabados en color azul, que las

piezas que habíamos encontrado al principio.

Con Marcos nos miramos y sonreímos,…”la famosa

vajilla del capitán”, pensé; ya no era una leyenda de




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Alberto L. Peña

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marineros impregnados en alcohol…esto era una realidad,

debía ser el Santa Matilde.

Los días continuaron sin inconvenientes, fueron

apareciendo algunos cubiertos de plata, más objetos de

porcelana, vasijas de cerámica, monedas españolas de

diferentes valores, muchas de ellas de poca valía comercial,

pero suponíamos que de gran importancia arqueológica.

Una tarde mientras continuábamos con nuestra

excavación, un objeto de forma rectangular quedó al

descubierto, era una tabla de madera, tal vez parte del casco

del galeón; luego siguieron apareciendo otros restos de

maderos, hasta que de repente un enorme tablero asomó del

fondo arenoso, parecía ser una especie de puerta, con Marcos

intentamos moverlo, pero era imposible, parecía sujeto a la

estructura, posiblemente era parte de la cubierta, de pronto

observé unas ranuras donde seguramente habían estado las

argollas que permitían su apertura, metí mis dedos en la

misma y comencé a intentar levantarlo; Marcos vino a mi lado

y entre los dos pudimos finalmente abrir lo que efectivamente

era una escotilla.

Un enorme hueco apareció ante nuestros ojos,

adentro estaba muy oscuro, dedujimos que sería parte de la

bodega, encendí mi equipo de filmación y orienté los

reflectores al interior del sombrío agujero; Marcos introdujo

parte de su cabeza en el mismo y me hizo señas para que me

acercara aún más.

Por el visor de mi videocámara podía observar el

interior, se alcanzaban a ver algunos huesos, entre ellos




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varios cráneos, seguramente los restos de parte de la

tripulación a la que el naufragio sorprendió dentro de este

lugar.

Luego algo resplandeció en el fondo de la

recámara, traté de mejorar la imagen haciendo zoom con mi

filmadora, era un objeto cuadriforme con partes que brillaban

intensamente al pasar la luz sobre él, pero no podía definir su

forma real.

Le indiqué a Marcos que mirara en la pantalla, y

mediante señas me pidió que alumbrara la bodega, que él iba

a entrar, su curiosidad lo ponía nuevamente en peligro,

desesperadamente traté de decirle que no ingresara, pero no

me hizo caso, al cabo de pocos segundos salió del interior

con algo que semejaba un pequeño cortinado, levantando una

nube de arena que redujo la visibilidad.

Apenas pude ver que estaba cubierto de arena y un

velo gelatinoso lo envolvía.

Miré mi manómetro, ya tenía poco aire, le indiqué a

Marcos que ascendiéramos, llevando con nosotros este

interesante hallazgo.

Cuando llegamos a la superficie, empecé a

reconocer que el misterioso objeto era un pectoral como los

que usaban los Aztecas, subimos rápidamente al barco y en la

misma cubierta del Tozeur II, comenzamos a lavarlo con agua.

Enorme fue nuestra sorpresa cuando pudimos ver

que lo que habíamos encontrado se constituiría en una de las

piezas más importantes de nuestra cruzada, una obra




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Alberto L. Peña

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maestra de los orfebres mixtecos, un pectoral de oro que

representaba al Dios Xochipilli

Esta pieza seguramente debía valer miles de

dólares, lo que de por sí resultaba muy interesante, pero a mi

me conmovió el hecho histórico; este hermoso pectoral de

oro, debió pertenecer a alguien importante dentro del pueblo

azteca,… alguien que un día vio arrebatados sus sueños por

un grupo de mercenarios, amparados bajo el <noble

propósito> de un país lejano y desconocido para él, que

necesitaba financiar sus campañas militares en pos de

mantener territorios conquistados en base a mucha sangre

derramada.

Pero nosotros no podíamos torcer la historia, por el

momento debía estar contento por mi amigo, por su increíble

intuición y por que él estaba feliz y a mi eso me reconfortaba.

Esa noche los festejos duraron hasta la madrugada;

cerca de las 2 a.m. solo quedamos Marcos y yo; Pablo ya

estaba de guardia y en media hora sería reemplazado por

Juan.

Lo veía a Marcos agotado pero satisfecho, en su

cara se dibujaba una sonrisa triunfal, había probado lo que él

sostuvo siempre,….”el Santa Matilde existió”… su fuerte

convencimiento lo llevó a esta situación que vivía hoy, ya

teníamos demasiadas pruebas que nos demostraban que así

era; pero para poder reclamar la autoría del hallazgo,

debíamos encontrar algo con el nombre del barco grabado en

su superficie.




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“Miguel…me dijo, mañana realizaremos un

inventario de los objetos que hemos encontrado, debemos

embalarlos con sumo cuidado para que no se dañen, y

después iremos en busca de la prueba irrefutable que

necesitamos,… el nombre… “

“Está bien...contesté, pero te hago una pregunta,

¿como sigue esta historia? ¿Qué haremos con todo lo

encontrado?”

“Una vez que podamos certificar que es el Santa

Matilde, daremos aviso a las autoridades de España,

reclamando los derechos del hallazgo, y solicitaremos un

porcentaje del monto total de lo encontrado; si esto sucede

pediré al gobierno español que me permita continuar con los

trabajos y sacar el último resto del naufragio”

“¿Porqué ante España y no ante el gobierno de

México?”, le pregunté desconcertado,…creí que devolveríamos

lo «robado» hace cientos de años a sus verdaderos dueños…”

“Mira Miguel…en el caso de los barcos españoles,

si el propietario no renuncia expresamente a sus derechos

sobre el mismo, se aplica automáticamente el tratado de

1902 que garantiza la inmunidad de dichos barcos propiedad

de España.

En tal situación, ellos tiene el justo derecho a no

reconocer ninguna compensación a quién haya llevado a cabo

un salvamento «no deseado», aunque lo haya hecho de buena

fe”.

“Lástima, le dije…”

“¿Porqué lástima? Me preguntó…




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“Nada…le respondí, es que mi lado melancólico me

hizo regresar varios siglos atrás,…pero no me hagas caso,

hagamos lo más conveniente para no tener dificultades…y

hablando de dificultades ¿que sucederá con esta gente que

nos viene amenazando?

“No sé, manifestó Marcos …si lo declaramos ante

España, de alguna manera nos estaremos protegiendo de

ellos, no obstante primero debemos asegurarnos el hallazgo

del naufragio antes de que vuelvan…pero hermano hoy no te

preocupes por ello, disfrutemos este momento, que

seguramente será irrepetible”.

CAPÍTULO XIV

EL RECLAMO

En la mañana, tal como lo había decidido Marcos,

comenzamos los trabajos de clasificación del material

extraído, Pablo y Juan hacían una detallada descripción de las

piezas, las numeraban y yo me encargaba de fotografiarlas,

luego Florencio las embalaba cuidadosamente.

Yo era conciente que la recuperación de objetos

del fondo del mar se había convertido en una actividad

comercial muy prolífica y lucrativa, y que en muchos casos se

produce la remoción de objetos con fines no científicos.

El tema me llevó a buscar información referida a los

ordenamientos jurídicos que existen en esta materia.




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Alberto L. Peña

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Luego de almorzar, me puse a leer con

detenimiento varios artículos relacionados con el hecho,

encontré uno muy interesante….entonces le comenté a

Marcos:

“Mira, aquí descubrí algo que te interesará, es un

artículo llamado: REGIMEN DEL DERECHO MARITIMO SOBRE LOS

PECIOS CON VALOR ARQUEOLOGICO E HISTORICO…”,

Marcos, lo comenzó a leer con interés, tal vez nos

aclararía la posición que deberíamos tomar ante el

descubrimiento que habíamos realizado; el texto decía:

“Los restos de antiguos naufragios constituyen la

mayor parte del patrimonio cultural subacuático y su valor

arqueológico e histórico es de gran importancia para analizar

las formas navales de construcción, las rutas marítimas y

relaciones comerciales, la vida a bordo, objetos científicos y

técnicos relacionados con la navegación, tecnología

armamentística, además de productos comerciales y de

consumo.

Más allá del método de protección sobre estos

naufragios, concurren una serie de relaciones jurídicas en

donde diferentes normativas sobre competencia jurisdiccional

y la titularidad de los pecios, no son fáciles de conciliar.

De esta forma, bajo los intereses públicos se

despliegan las diversas categorías de Estado que pretenden

ostentar sus competencias sobre estos bienes.

Así el Estado marítimo reclamará su pertenencia y

soberanía sobre ellos, dado que se encuentren en los espacios

marinos de su jurisdicción; por otro lado el Estado del




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Alberto L. Peña

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pabellón aparece con una doble función: como Estado de

pabellón de los buques desde los que se realizan las

actividades de exploración y recuperación de los pecios, y por

otro, como Estado del pabellón de los buques que yacen en el

fondo del mar”

Con la certeza del que está bien informado me dijo:

“Es lo que te decía… muchas son las partes interesadas en el

reclamo, comentó Marcos,…pero con España, el tema es muy

particular…”

Ciertamente, España tiene un criterio muy propio

sobre la pertenencia de los hallazgos de naufragios de barcos

españoles, de hecho existen muchos antecedentes de litigios

por esta cuestión; esto se reflejaba claramente en el siguiente

texto: “La empresa Odyssey mantiene un contencioso con el

Gobierno español relacionado con un yacimiento que la

compañía descubrió en mayo de 2007…según el Ministerio de

Cultura, ese hallazgo pertenece al buque La Mercedes,

hundido en 1804, por lo que el tesoro pertenece sólo a

España, mientras que la compañía asegura que se trata de

una carga desordenada que cayó al mar y los derechos, en

ese caso, serían para el rescatador”.

Esta ambigüedad de criterios era lo que entorpecía

los reclamos, y decididamente Marcos no quería entrar en

litigios que llevarían seguramente un tiempo muy largo y un

gasto de dinero que no tenía.

Por la tarde continuamos con las tareas de

clasificación y embalaje de los objetos rescatados, cuando

comenzaba a caer el sol en Punta Herrero, Marcos propuso




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Alberto L. Peña

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dejar la tarea por hoy; mañana Juan y Florencio culminarían

con lo que quedaba, mientras nosotros volveríamos a

sumergirnos…; con mi amigo fuimos al camarote; yo volví a

releer los artículos que había encontrado y más me convencía

que la decisión de Marcos era la correcta,… en un momento

aparté mis ojos de la pantalla de mi computadora y le

dije…”Me parece acertada tu idea de denunciar el naufragio a

los españoles, ellos tienen una política altamente

proteccionista…así nos evitaremos largos juicios”

“Bien me contestó, pero vayamos por

partes…primero el nombre…”

Asentí con mi cabeza…apagué mi computadora y

fuimos a reunirnos con el resto para cenar.

CAPÍTULO XV

UN NOMBRE: LA CONDICIÓN

Un nombre…, era lo que nos faltaba para que

pudiéramos iniciar nuestro reclamo; el lugar factible de poder

encontrarlo grabado en nuestro galeón era el castillo de

popa,…si aún se conservaba.

Antes de realizar una nueva inmersión, y ya

habiendo dejado al descubierto parte de su cubierta,

examinamos con Marcos la posible posición en que se

encontraba el naufragio.

Del análisis conjeturamos que estaba ubicado en

una posición Este-Noroeste, tomando como referencia inicial

la proa, por lo que una alternativa de búsqueda era continuar

la excavación hacia el Noroeste, donde deberían encontrarse




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Alberto L. Peña

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los restos del castillo de popa y del puente de mando; con

suerte podríamos allí hallar la bitácora del capitán o algún

indicio que nos confirmara que era el Santa Matilde.

Otra alternativa planteada por Florencio era la de

buscar hacia la proa, este galeón llevaba como Mascarón de

Proa una imagen de Santa Matilde, cuya figura podía verse en

los grabados que Marcos había encontrado hace algún

tiempo, cuando recién comenzaba a interesarse por el

naufragio.

Éste propuso iniciar una búsqueda paralela,

formando dos equipos de trabajo, uno de ellos lo

constituirían él y Juan y el otro Pablo y yo.

Unos iríamos hacia el Este y otros hacia el

Noroeste, de esa manera ganaríamos tiempo.

Una inquietud, retumbó en mi cerebro, que me

apresuré a plantear...”No poseemos el equipo necesario,

tenemos una sola aspiradora y un solo detector de

metales….aunque tal vez lo más importante es conseguir otro

succionador de arena para poder cavar más rápido”

“¿Cuanto dinero nos quedó de lo que nos prestó tu

amigo? me preguntó Marcos

“Unos 4000 o 3000 dólares” respondí…

“Suficiente para conseguir otro aspirador, aunque

sea por unos días.,… dijo Marcos.

Debíamos jugarnos a todo o nada, el tiempo

apremiaba, no pasaría mucho hasta que alguien descubriera

lo que hacíamos o que la gente de Uribe nos ubicara en el

lugar del naufragio.




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Alberto L. Peña

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“Está bien.., le dije…mañana alquilaremos otro

equipo y haremos lo que tú dices, debemos encontrar algo lo

antes posible”

Un nombre…., tan solo un nombre nos separaba de

la gloria…Santa Matilde…ese era el nombre que debíamos

encontrar, ¿pero quién fue Santa Matilde?, me

pregunté…nuevamente mi curiosidad me instaba a investigar

e indagar sobre la vida de esta mujer.

Santa Matilde o Matilde… “fue hija de los condes

Teodorico y Reinhilda de Westfalia; nacida en el año 895,

después de Cristo.

Vivió desde muy pequeña en la abadía de Erfurt,

donde la había colocado su padre para que se formase en el

temor de Dios y en todos los conocimientos propios de una

doncella de buena sociedad”… así comenzaba diciendo un

artículo que encontré sobre la vida de ésta, para mí, hasta hoy

desconocida mujer.

Y continuaba: “Se casó con Enrique, duque de

Sajonia (Alemania), quién quedó atrapado por la belleza y

modestia de Matilde.

Al casarse, primero se convirtió en duquesa de

Sajonia, luego en reina y emperatriz de Germania.

Tuvo 5 hijos: Otón I el Grande, restaurador del

Imperio Romano y emperador de Alemania; Enrique, duque de

Baviera; San Bruno, arzobispo de Baviera; Gernerga, esposa

de un gobernante y Eduvigis, madre del famoso rey francés

Hugo Capeto.




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Alberto L. Peña

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Dedicó su vida a la oración y en socorrer a los

pobres;…Enrique y Matilde eran un solo corazón; en ambos

reinaba el amor a Cristo… los dos merecieron las alabanzas

del pueblo…ella fue su mejor guía y consejero.

Un día el Papa llamó a Otón a Roma y le colocó en

su cabeza la corona de Carlomagno y lo nombró emperador

de Occidente; Matilde había cumplido su misión, había criado

a sus hijos como una buena madre; como su marido había

muerto, decidió pasar sus últimos años en la abadía de su

juventud, donde el 14 de Marzo del año del Señor 968, un

Sábado de Gloria, los ángeles se la llevaron al paraíso”

Ahora conocía quién era Santa Matilde, esto causó

en mí un respeto mayor por quién en vida había sido esta

mujer…aunque su santo nombre hubiera servido para

identificar un barco que estuvo a disposición de los

mezquinos intereses de la Europa colonizadora.

CAPÍTULO XVI

LA REUNIÓN

Mis vacaciones iban llegando a su fin, me

quedaban apenas unos 10 días antes de volver nuevamente a

mi ciudad.

No deseaba regresar aún, lo que había vivido en

estas jornadas superaba ampliamente los mejores momentos

de mi vida…, nunca imaginé, cuando planeaba mis

vacaciones, que pasaría por esta sorprendente aventura,




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Alberto L. Peña

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aunque debo reconocer que me continuaban preocupando las

intimidaciones que habíamos recibido.

Cada día presiento que algo malo puede pasar,…no

comprendo por que solo nos amenazan y que nadie haya

irrumpido en el lugar del naufragio.

Cuando subí a cubierta para desayunar, lo noté a

Marcos serio y preocupado…, “Hola hermano, le dije, al entrar

a la cocina del Tozeur II, ¿te pasa algo?...pregunté

“Volvió el yate a la Isla de Techal…, respondió con

voz monocorde…lo vi hoy temprano…ahora están fondeados

fuera de la bahía, del otro lado de la Isla… esto no lo tolero

más”

“¿Qué vas a hacer?”…le pregunté un poco

asustado.

“Vamos a ir a Techal,…una visita de

<camaradería>…”

“Sería mejor no provocarlos…”

“Mira Miguel, me interrumpió con voz severa,…

estos tipos se traen algo entre manos…, es necesario que

tiremos las cartas sobre la mesa de una vez por todas,

necesitamos saber que quieren y poner fin a esta situación”

Como siempre le dí la razón a mi amigo, aunque no

estaba de acuerdo con la metodología, pero era indispensable

sorprenderlos, esta situación no podía continuar…teníamos

que saber quiénes eran estas personas que pretendían…

Florencio encendió los motores de nuestra

embarcación y partimos rumbo a la Isla, cuando llegamos

fuimos bordeando sus costas en dirección NE hasta alcanzar




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Alberto L. Peña

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la salida al mar; luego cambiamos rumbo al E y cuando

llegamos a mar abierto nuevamente modificamos nuestra

trayectoria, ahora con dirección SO.

Luego de navegar por espacio de 45 minutos

comenzamos a divisar el yate, fondeado a unos 300 metros

de la orilla.

“Florencio… no andemos con vueltas enfila directo

al barco, le ordenó Marcos…, vamos a abarloar nuestra

embarcación a la de ellos….”

“Entendido, respondió Florencio… como tu digas”

En la cubierta del yate estaba todo tranquilo, las

dos o tres personas que se observaban sobre la misma, no

parecían estar armadas, al menos si las tenían no las

exhibían.

Cuando llegamos al lado de la embarcación pude

ver claramente su nombre “Bogotá”, esto me impresionó

mucho ya que lo relacioné directamente con Morales Uribe

por su origen colombiano y por carácter transitivo con el

mundo de las drogas.

Los hombres que estaban en cubierta rápidamente

tomaron los cabos que Juan les arrojó para poder sujetar

nuestra embarcación a la de ellos, así no teníamos la

necesidad de fondear.

“Buenos días, dijo amablemente Marcos…necesito

hablar con el dueño o el capitán de este barco…”

“¿Quién lo busca? Dijo uno de los tripulantes

“Mi nombre es Marcos Navarro y deseo conversar

con él unos minutos”




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“Espere, veré si lo puede atender”

El nerviosismo se notaba claramente en todos los

que estábamos a bordo del Tozeur II,… al cabo de unos

minutos apareció en la cubierta un hombre corpulento, de tez

morena de aproximadamente 1.90 metros de altura, su cara

producía miedo, tenía una cicatriz de color rosado que le

atravesaba toda la mejilla derecha…se acercó a la baranda del

yate y mirándolo seriamente a Marcos le dijo: “Suba usted solo

señor, el capitán lo espera….”

“Marcos… me apresuré a decir…no se te ocurrirá ir

solo ¿no?”

“¿Que otra alternativa hay?, ya escuchaste al

<señor>…”

La situación era muy tensa, yo no quería que

Marcos fuera solo, podía ser una trampa, pero no quedaba

más opción…, por lo bajo le pregunté a Florencio si había

algún arma en el barco.

“Sí señor, hay una escopeta que a veces utiliza

Marcos para cazar”

“Bien, ve a buscarla, que no te vean, cárgala y

tengámosla a mano por cualquier cosa”

“Sí señor, ya voy”

La espera se hacía larguísima, Florencio había

dejado el arma cerca de la puerta que conducía a los

camarotes, lentamente me acerqué hasta allí y me preparé

para cualquier contingencia.




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Alberto L. Peña

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Todo seguía igual, en el interior del “Bogotá”

reinaba silencio, no se escuchaban discusiones,…eso podía

ser un buen síntoma.

Al cabo de una hora y media, apareció en la

cubierta Marcos, en silencio volvió a nuestro barco y le indicó

a Juan que desatara el Tozeur II y que encendiera los motores.

Respeté el mutismo de Marcos, aunque me moría

de ganas por preguntar que había sucedido; luego de

transcurridos unos 15 minutos que dejáramos atrás al

“Bogotá” mi amigo me dijo

“¿Sabes Miguel con quién estuve reunido?...lo miré

expectante al aguardo de una respuesta…”con Morales

Uribe”…confesó.

“¿Es el dueño del barco? pregunté…, ¿De qué

hablaron?, ¿Te amenazó…? ¿Qué pasó?, vamos dime algo” ya

mi paciencia se había acabado, ahora tenía la urgente

necesidad de saber todo lo que allí había pasado.

“Si no te calmas no puedo hablar…”

“Está bien, le dije….te escucho..

“Morales Uribe no es un simple vendedor de

antigüedades…”

“Lo sabía…lo sabía...”, le dije a Marcos…

“Amigo si me interrumpes no podré contarte”

“Ok, disculpa…”

“Como te decía, no es solo vendedor de

antigüedades, es funcionario del gobierno Mexicano…, mejor

dicho trabaja para el gobierno de este país, pero no ocupa




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Alberto L. Peña

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cargo público, en definitiva nadie lo reconoce como miembro

del gobierno…”

“No te entiendo Marcos, ¿trabaja para el gobierno o

no?

“Sí, pero no… es decir él hace el trabajo sucio que

ningún funcionario haría, ¿me entiendes?...”

“Creo que sí, respondí… continúa…”

“Nunca se fueron de la Isla de Techal, estuvieron

fondeados del otro lado; ellos sabían que el naufragio del

Santa Matilde era real, lo que nunca pudieron saber fue

exactamente donde se produjo, cuando le llevamos la pieza de

cerámica inmediatamente supo que era de este galeón y que

por fin alguien lo había encontrado””

“Pero entonces ¿saben donde está el naufragio?”

“No puntualmente, si así fuese ellos lo hubieran

recuperado hace ya mucho tiempo, tienen medios económicos

y el gobierno no se habría enterado…Morales Uribe está

asociado con funcionarios de los extractos medios del

gobierno, pero tienen poder e influencias; además también

podrían habernos seguido y aparecer en el momento que

estábamos sumergidos porque siempre nos estuvieron

vigilando…aunque nosotros no los veíamos…”

“¿Entonces que pretenden, porque nos dejan

trabajar?, si como tu dices podrían quitarnos todo lo que

encontramos”

“Porque para eso tendrían que habernos asesinado,

no pueden dejar testigos que los denuncien”.

“¿Y… …por qué no lo hicieron… pregunté?”




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Alberto L. Peña

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“Porque les habría causado un serio problema…no

es tan fácil hacer desaparecer a cinco personas, un barco tan

notorio como éste…, además Juan, Pablo, Florencio y yo

somos muy conocidos en Cozumel, nuestra desaparición se

habría notado…por eso como primera opción eligieron

negociar con nosotros porque sabemos exactamente donde se

encuentra el barco… “

“¿Y que quieren negociar…?”

“Si nosotros denunciamos el hallazgo del naufragio,

el gobierno español reclamará los derechos sobre el mismo y

no obtendrán nada…por eso me «sugirió» que trabajáramos

para ellos, que recuperemos todo lo valioso, sin notificar a

España sobre el naufragio y nos darán un 10% del equivalente

al monto total recuperado….”

“¿Y que haremos?”

“Para ganar tiempo le dije que lo pensaríamos,

pero no estoy dispuesto a negociar con ellos, si bien el 10%

puede ser mucho dinero, esto no es un rescate del

«patrimonio nacional»…, es un negocio de unos pocos

funcionarios corruptos y no voy a pactar con esta gente, son

delincuentes… nos han dado 5 días para que lo pensemos”

“Y si le decimos que no, ¿qué puede pasar?...

“Creo que estaremos en problemas…

CAPÍTULO XVII

EL CASTILLO DE POPA




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Alberto L. Peña

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Marcos permaneció el resto del tiempo callado y

pensativo; luego del silencioso almuerzo de ese día, él pidió

que nos reuniéramos en nuestro camarote…

Uno a uno fuimos ingresando en el mismo…,

cuando entró Juan, el último en llegar, Marcos nos dijo…:”Los

reuní acá porque es un lugar seguro para hablar;… mañana

voy a ir a ver a Morales Uribe, le voy a decir que aceptamos el

trato, de esta manera iremos ganado tiempo para poder

seguir buceando y encontrar el nombre del Santa Matilde

grabado en algún lugar…cuando esto suceda veremos como

hacemos para salir de aquí y denunciar el naufragio ante el

gobierno español…”

“Marcos… creo que estás loco…le dije, y sin dejar

que me contesté continué hablando: va a ser imposible salir

de aquí sin que nos vean y cuando descubran nuestro plan

nos matarán sin miramientos…, creo que es imposible

engañarlos… ¿además que pasará si no encontramos el

nombre?

“En ese caso… tendremos que aceptar ese 10 %...,

afirmó Marcos,…aunque imagino que esa promesa no se

cumplirá, creo que piensan usarnos para sacar la carga del

naufragio y luego nos matarán…”

No había muchas opciones para elegir, aunque el

plan de mi amigo era totalmente descabellado…era el más

razonable.

Al otro día Marcos, tal como lo había anunciado,

fue a ver a Morales Uribe, esta vez prefirió ir solo con Pablo,

en el semirrígido que teníamos a bordo del Tozeur II.




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Mientras tanto yo debía ocuparme de conseguir

información detallada sobre las características de los castillos

de popa de los galeones españoles, porque era el lugar donde

normalmente se colocaban los nombres de dichas naves.

Por aquellos tiempos, el astillero entregaba los

navíos que construía para la corona española, totalmente

vacíos y sin ningún tipo de aparejos.

El equipamiento de la embarcación corría por

cuenta del Estado, lo cual podía llevar varios meses, por

último se los decoraba y se procedía a bautizar la nave.

Los barcos más importantes de la flota española

de la época, llevaban nombres de santos, vírgenes u otra

figura religiosa.

Podían pintarse imágenes del santo en el espejo de

popa, pero la parte más decorada era el castillo de popa; por

encima de aquel y ese…era nuestro objetivo.

Allí era donde se grababa o pintaba el nombre de la

embarcación, y se solían encontrar volutas o guirnaldas y

pequeñas figuras talladas que se repetían siguiendo las

formas del barco.

La obra muerta, la parte de la embarcación que se

encuentra por encima de la línea de flotación; solía protegerse

con una pintura ocre oscura, pero a menudo se pintaban

franjas de colores vivos a lo largo de las bordas y castillos.

La planificación de nuestros próximos buceos sería

fundamental, todo debía programarse detalladamente, no

podíamos equivocarnos en los pasos que íbamos a dar

porque nos corría el tiempo, cuanto antes encontráramos ese




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nombre, que nos permitiría certificar que era la Santa Matilde,

más posibilidades de sobrevivir a esta aventura, teníamos.

A primera hora de la tarde, Marcos regresó de su

reunión con Morales Uribe…” ¿como te fue?...pregunté.

“Bien contestó… creo que me creyó…en dos días

debo reunirme de nuevo con él para informarlo de lo que

hemos encontrado, debemos trabajar rápidamente… ¿hallaste

algo sobre los castillos de popa? Me preguntó…

“Sí…dije…y le mostré la información que había

recopilado.

Al amanecer del día siguiente, nos pusimos a

preparar todo el equipamiento que íbamos a emplear bajo el

agua; cerca de las 9 a.m. hicimos nuestra primera inmersión

del día, había un poco de viento, lo que aumentaba las

ondulaciones del mar, pero en el fondo por suerte el agua era

clara y no había corriente.

Habíamos planificado modificar las parejas de

buceo, Juan y Pablo refularían arena al Este de donde

habíamos encontrado la escotilla de la bodega, con la

intención de alcanzar la proa del barco y encontrar el

mascarón; Marcos y yo con el nuevo aspirador haríamos lo

mismo pero en dirección Noroeste, donde según nuestros

cálculos se encontraba la popa, y desenterrar lo que quedara

del castillo.

Mientras avanzábamos ambos grupos en las

direcciones mencionadas, fueron apareciendo otros objetos,

que rápidamente íbamos separando, pero no nos deteníamos




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a acomodarlos, nuestra prioridad estaba en los extremos del

barco.

Cada vez más surgían del encierro de tantos años,

restos de la estructura del galeón, esto era un importante

indicio que nuestra suposición sobre la orientación del mismo

en el fondo, era correcta.

Miré mi manómetro, me quedaban escasamente 35

bares de aire…, éste se agotaba más rápido debido al

esfuerzo que realizábamos excavando…le indiqué a Marcos

que tenía que ascender; él apagó el equipo y ambos lo

hicimos; Pablo y Juan ya estaban en la cubierta cambiando los

botellones….aunque nuestro tiempo de fondo iba a agotarse

rápidamente, debíamos descender de nuevo para continuar el

trabajo…., en nuestro próximo ascenso tendríamos que hacer

nuestras paradas descompresivas por haber excedido esos

límites, pero no existía otra opción si queríamos lograr

nuestro objetivo a tiempo.

Cuando habían transcurrido 20 minutos del

segundo buceo, una gran superficie de madera quedó al

descubierto….continuamos quitando más arena, de pronto

pudimos adivinar que estábamos sobre la cubierta del castillo

de popa…, hacia la banda de estribor se podían vislumbrar

restos de la baranda, bastante deteriorada…,habíamos

alcanzado la popa del Santa Matilde… pero lamentablemente

debíamos abandonar nuestra tarea porque teníamos la

necesidad de emerger a la superficie…mañana, con las

ilusiones renovadas… proseguiríamos nuestra tarea.




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CAPÍTULO XVIII

LA CABINA DEL CAPITAN

El día anterior habíamos decidido no bucear a la

tarde, debíamos dejar que nuestros tejidos eliminaran el

nitrógeno residual; si bien con la mezcla de Nitrox que

empleábamos, la proporción de este gas en la misma es

menor, habíamos excedido el tiempo de fondo de nuestras

tablas de buceo… por lo tanto decidimos descansar para

continuar con la búsqueda al otro día y que nuestros

organismos no sufrieran las consecuencias.

Como siempre los preparativos y la planificación de

las tareas del día las realizábamos muy temprano; camino al

lugar del naufragio con Marcos decidimos buscar alguna

abertura que nos permitiera ingresar dentro del castillo de

popa, donde teóricamente debía estar la cabina del capitán,

como también alcanzar la parte posterior del mismo, para

ubicar el nombre de barco.

Aproximadamente a las 8.20 a.m. nos sumergimos

en el lugar del naufragio; durante la noche había soplado un

fuerte viento del Este, por eso el mar estaba un poco agitado,

nuestra preocupación se centraba en como había esto influido

sobre la zona del hundimiento del Santa Matilde, tal vez el

trabajo de varios días estaría arruinado.

Como siempre Pablo manipulaba la aspiradora de

arena y yo no debería perderme detalle de lo que

encontráramos para poder filmarlo, ese sería nuestro

documento más importante.




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Cuando llegamos al fondo la transparencia del

agua de este paradisíaco lugar, no era tal, apenas teníamos

unos cuatro metros de visibilidad lo que iba a dificultar

mucho el trabajo.

Cuando llegamos a la zona que habíamos marcado

donde se encontraba el castillo de popa, este ya no estaba, la

arena lo había vuelto a cubrir, como si los espíritus de los

tripulantes del Santa Matilde quisieran que los dejáramos

descansar en paz.

Tuvimos que quitar toda esa arena de nuevo, lo

que nos atrasó mucho tiempo y esto era justamente lo que no

teníamos; mañana Marcos debía reunirse con Morales Uribe e

informarle de cómo progresaban los trabajos.

Cansado, agitado y algo apesadumbrado miré mi

computadora, me quedaban 5 minutos para emerger; me

disponía a avisarle a Marcos de este hecho, cuando de

repente una gran cantidad arena que estaba extrayendo

Pablo, se derrumbó generando un enorme agujero; tal fue la

sorpresa que nos aferramos fuertemente con mi amigo…

igualmente le señalé que ascendiéramos.. Pablo apagó el

equipo y nos fuimos a la superficie.

“¿Qué paso? Preguntó con desesperación Pablo…

“No sé…contestó Marcos…creo que se debe haber

abierto un agujero en el casco que hizo que la arena cayera

por el mismo… vamos a descansar y a la tarde si mejora el

tiempo vamos a volver”

Sobre el mediodía el sol brillaba a pleno sobre la

bahía…el viento se había transformado en una leve brisa…por




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suerte las condiciones volvían a la normalidad…en un par de

horas haríamos nuestro segundo buceo.

Nuevamente en el fondo, las condiciones de

visibilidad apenas habían mejorado algo, debido a la

presencia de la luz del sol.

Ni bien llegamos al lugar donde se encontraba el

equipo de extracción, vimos un enorme hoyo oscuro en el

lugar donde habíamos estado cavando, con sumo cuidado nos

acercamos al mismo… encendí los reflectores de mi filmadora

y tal como lo había hecho en la bodega me acerqué al borde e

iluminé el interior…enseguida pude ver, aunque cubierto en

parte por arena, lo que era un escritorio de madera; podía

observarse que tenía las patas contorneadas y talladas,

también había sillas, libros desparramados por todo el lugar,

seguramente sería el cuarto del capitán…Marcos encendió su

linterna de 8 leds y comenzó a introducirse al interior, traté

de hacer lo mismo, ya que la abertura de entrada era lo

suficientemente grande como para ingresar con mi cámara de

video, …sentí que mi piel se erizaba de solo pensar que

estábamos en la cabina del capitán, el lugar donde

seguramente habría pasado muchas horas durante estos

largos viajes…y probablemente más de una vez habría

sentido la presión de la empresa impuesta desde España, que

lo convertían en un pirata con investidura real….

Con sumo cuidado Marcos fue observando cada

objeto que había dentro del lugar, yo seguía cada movimiento

suyo con mi filmadora… en una bolsa de red fue guardando

libros con anotaciones, alguno de ellos tal vez sería la




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bitácora del capitán….el tesoro más valioso para

nosotros,…también recogió algunos mapas y todo elemento

que le pareció importante para poder asegurarnos de que

estos restos pertenecían al Santa Matilde.

Permanecimos en el lugar por espacio de 25

minutos… ya debíamos regresar a la superficie…con el mismo

cuidado con el que entramos, también salimos… ya fuera

apagué mi cámara de filmación y Pablo, Marcos y yo

comenzamos nuestro regreso al Tozeur II.

CAPÍTULO XIX

LA BITÁCORA DE VIAJE

Todos los elementos que trajimos del naufragio

fueron colocados sobre la cubierta con sumo cuidado, los

libros y mapas fueron puestos a secar en un cuarto sin luz y

con poco calor; solo Marcos tenía llave del mismo.

El resto de los objetos, algunos de madera y otros

de metal, estuvieron sumergidos en agua dulce y luego

fueron limpiados con sumo cuidado.

Cuando comenzamos a ver los cuadernos que

Marcos recogió del naufragio, me llamó la atención uno de

tamaño mediano, forrado con piel de Jabalí, lamentablemente

parte de su escritura estaba borroneada, pero podían

observarse en las primeras hojas algunas notas y

apreciaciones personales sobre lo que era la vida a bordo de

la embarcación.




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Debía ser el libro de bitácora del capitán o algún

cuaderno personal del mismo, ya que en él se detallaban

cuestiones técnicas propias de alguien con grandes

conocimientos sobre navegación.

En los libros de bitácora era deber de un buen

marino anotar tanto el trayecto como todas las vicisitudes

ocurridas en el transcurso de la travesía

Se anotaba el estado de la atmósfera, los vientos

que reinan, los rumbos que se hacían, la velocidad del barco y

las distancias navegadas, observaciones astronómicas para la

determinación de la situación de la embarcación, así como

todo acontecimiento de importancia que ocurría el viaje.

Con paciencia y tratando de entender lo poco que

se alcanzaba a leer con claridad, busqué afanosamente el

nombre del galeón, en algún renglón debía figurar….tuve que

pasar por alto unas cuantas hojas porque eran totalmente

ilegibles.

Según Floriano Cumbreño en su Manual de

Paleografía de 1946, la tinta empleada en la época clásica,

estaba constituida por: vitriolo, una parte, goma, dos partes;

nuez de agalla, cuatro partes; vino, treinta y dos partes.

Debido al tiempo que estos cuadernos

permanecieron en contacto con el agua, la misma se había

disuelto en parte, produciendo manchas de color oscuro.

Cuando terminé de dar vuelta la decimocuarta hoja,

en el borde inferior derecho había una firma, hecha con clara

y prolija letra caligráfica, perceptiblemente podía leerse “Juan




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de la Ribera Díaz”….ese nombre me era familiar, yo lo había

visto escrito en algún lugar.

Para salir de dudas, decidí recurrir a las copias que

habíamos traído de la Biblioteca de la ciudad de México…

repasé cada hoja, allí no estaba.

No imagino mi rostro de desesperación por tratar

de encontrar ese nombre escrito en algún lado, que Marcos

con voz preocupada me dijo

“Miguel…. ¿que te pasa amigo?... tienes una cara

como si hubieses visto un fantasma…”

“¿Eh?... no nada…es que acabo de ver escrito el

nombre de Juan de la Ribera Díaz…. ¿te suena?,

“No…contestó muy convencido…por lo visto a ti si.”

“Sí, dije…definitivamente sí, pero no puedo

recordar de donde…, busqué en las copias de los libros de

historia que trajimos de México y no lo encontré, pero en

algún lado lo había visto…”

Traté de concentrarme en seguir leyendo el libro

que habíamos recogido del naufragio…pero ese nombre

continuaba retumbando en mi mente como las campanas de

una iglesia cuando anunciaban la presencia de la muerte en

un pueblo del medioevo.

Unas cinco hojas después algo llamó mi atención,

era una frase borrosa, pero podía leerse al final de la

misma….”ilde”

Tratando de darle sentido al texto comencé a leer

desde unos renglones más arriba, solo podían descifrarse

palabras sueltas como…




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”…desde el mar…… fuertes vientos…... longitud

N… proteger…y finalmente concluía con… ilde”

¿Estaría hablando del Santa Matilde?... ¿Sería un

preanuncio de la tormenta que luego los llevaría a naufragar?

El resto de las hojas estaban en blanco…lo cual me

hacía conjeturar que fue lo último que alguien, y estoy

convencido que era el capitán, alcanzó a anotar en este

cuaderno antes del desastre que lo esperaba dentro de la

bahía en la Isla de Techal.

Con Marcos decidimos ir a almorzar y planificar un

buceo para la tarde….durante todo el almuerzo no podía

dejar de repetir en mi mente el nombre de “Juan de la Ribera

Díaz”…

Por la tarde nos sumergimos en el lugar del

naufragio, el tiempo era ideal, teníamos buena luz, el mar

calmo y no había corriente…una vez que hicimos fondo, nos

dividimos en dos grupos, tal como le había pedido a Marcos,

mientras él y Pablo iban hacia el castillo de popa, yo con Juan

empezaríamos a recoger algunos de los objetos, encontrados

durante nuestra desesperada carrera por desenterrar la mayor

parte del barco, y que habíamos dejado a un costado de los

restos del naufragio.

Ya con más tranquilidad comencé a observarlos y

fuimos reuniendo los que nos parecían más

importantes…como platos, algunas vasijas pequeñas,

elementos de platería, un crucifijo aparentemente de alpaca o

plata con una piedra incrustada en el medio, seguramente




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perteneciente a algún integrante de la curia española, que

siempre acompañaban estas expediciones.

De repente me llamó la atención lo que parecía ser

una caja de madera….de forma rectangular…era evidente que

le faltaba la tapa, porque tenía marcado el lugar donde alguna

vez habían estado las bisagras; inmediatamente se hizo la luz

en mi mente….era aquí donde había visto el nombre de “Juan

de la Ribera Díaz”, sí,… ahora lo recordaba… la tomé entre

mis manos y la dí vuelta, en su base, grabado con fuego

rezaba la siguiente leyenda: “Juan de la Ribera Díaz, Capitán

del Santa Matilde; Armada Real Española; año del Señor

1514”

Me quedé paralizado….solo agradecí a Dios el ver

hecho realidad el sueño de Marcos…, mi corazón demandaba

más aire, eso se notaba porque mi respiración se alteró…

sentía que al inhalar por el regulador me ahogaba…tenía la

necesidad de quitármelo de la boca…. estaba realmente

descontrolado…debía calmarme,… traté de relajarme, dejar

mi mente en blanco por un instante… y poco a poco fui

normalizando mi respiración.

Juan me preguntó si estaba todo bien, le respondí

con la clásica seña de los buzos que “todo estaba OK”; no le

mostré la inscripción de la caja de madera, quería que Marcos

fuera el primero en verla.

Mientras Juan cargaba el canasto que llevaría a la

superficie los objetos que habíamos separado, le indiqué que

me esperara y que iría hacia donde estaba Pablo y Marcos…le

toqué el hombro a mi amigo y le pedí que me siguiera; dejó lo




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que estaba haciendo y juntos fuimos al lado de Juan, que

custodiaba la valiosa carga.

Tomé entre mis manos la caja de madera, la dí

vuelta y se la entregué a Marcos…éste comenzó a leer la

leyenda en su base: “Juan de la Ribera Díaz, Capitán del Santa

Matilde; Armada Real Española; año del Señor 1514” ; me

miró conmocionado…pude ver como sus ojos comenzaban a

brillar…, arrodillado en el fondo arenoso dejó caer su cuerpo

sobre la caja y supongo que comenzó a llorar…, Juan y Pablo

no comprendían nada…un nudo se apoderó de mi garganta…

cerré mi mano suavemente sobre su hombro derecho, Marcos

levantó la cabeza … levemente una sonrisa de felicidad

comenzó a dibujarse en su cara, le indique ascender, aferró la

caja contra su pecho y comenzamos el ascenso mirándonos

constantemente, totalmente absortos…. habíamos,

definitivamente, encontrado el galeón de la Armada Española

«Santa Matilde»

CAPÍTULO XX

ALIANZA DE CONSPIRACIÓN

El hecho acontecido esta tarde, había marcado una

instancia fundamental en nuestra aventura… estaba claro que

no podíamos volver atrás.

Con Marcos llegamos a la conclusión que la caja de

madera que habíamos encontrado, debería corresponder a un

estuche de pistolas de duelo, seguramente de percusión a




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rueda o a chispa, propiedad del capitán del Santa Matilde,…

sería hermoso poder encontrarlas.

Aunque teníamos un claro testimonio que el barco

era el Santa Matilde, igualmente no abandonábamos la idea

de hallar, en el castillo de popa, estampado el nombre del

mismo.

Por la tarde Marcos debía entrevistarse con Morales

Uribe, seguramente le llevaría alguna platería y porcelanas

que habíamos hallado, para poder ganar algunos días más;…

ya estábamos próximos a lograr nuestro objetivo, pero

necesitábamos más tiempo.

Un nuevo amanecer nos sorprendió planificando el

buceo de hoy, solo bajaríamos Marcos y yo, nos dirigiríamos

directamente al castillo de popa,..era fundamental poder

localizar hoy el nombre del barco.

La inmersión se produjo a las 9 a.m., con buen

tiempo y visibilidad; una vez que alcanzamos el lugar

establecido; Marcos conectó la aspiradora y comenzó a

extraer arena en forma vertical, poco a poco comenzaron a

aparecer maderos torneados, que alguna vez formaron parte

de la baranda de popa; todo estaba en muy mal estado…en

algún momento parte de esa estructura que iba quedando al

descubierto se desmoronaría por la succión que generaba el

aparato y era bastante peligroso refular la arena.

A medida que continuábamos excavando el castillo

de popa, aunque bastante maltrecho, iba tomando forma…de

pronto Marcos apagó el equipo y con su mano derecha me

señaló hacia delante…la leyenda más hermosa, deseada y




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esperada, emergía ante nuestros ojos…..Santa Mat….; el

resto de los maderos no estaban…., pero ya no había dudas,

era el Santa Matilde.

Tomé infinidad de imágenes fotográficas, de tal

manera que quedara bien documentado, incluso del entorno

del naufragio, que a esta altura parecía una tumba profanada.

Cuando hube concluido, nos abrazamos con

Marcos durante un tiempo que me pareció interminable…me

sentía feliz por él…y tenía mis motivos…ayer por la tarde

mientras inspeccionábamos la caja de madera del capitán

Díaz, me había confesado que hacía mucho tiempo que Eva

estaba convencida que el naufragio era verdadero y que en su

lecho de muerte, él le había prometido que lo buscaría….por

eso esta empresa se convirtió en el único propósito de su

vida.

De vuelta en el Tozeur II, mi amigo preparó todo

para su entrevista con Morales Uribe, esta vez me pidió que lo

acompañara…seleccionamos algunos objetos para

mostrárselos, incluyendo algunas monedas y parte de la

vajilla del capitán, lo que seguramente entusiasmaría a este

personaje nefasto.

A las 5 p.m. estábamos a bordo del “Bogotá”,

Morales nos recibió en su elegante yate con mucha

amabilidad, distaba mucho de aquel personaje que había

conocido en la casa de antigüedades, tal vez porque

necesitaba que esta <sociedad> que había formado con

nosotros tuviera éxito, estaba claro que él era la cara visible




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de una organización delictiva que involucraba a funcionarios

del gobierno, y si fracasaba su vida estaría en peligro…

“¿Cómo están mis amigos? Dijo con su ronca

voz…”adelante…siéntanse como en su casa”

“Gracias…” respondió Marcos

El interior del barco era de extremo lujo, desde la

sala principal de amplios ventanales, podía verse el océano en

toda su extensión; todo estaba muy finamente

ornamentado…hasta en algún caso ostentosamente

decorado…, grandes sillones ubicados en el medio del salón,

darían marco a esta reunión.

Dos hombres elegantemente vestidos estaban a los

costados de los mismos, de pie, impertérritos y seguramente

armados.

A pesar de la amabilidad de nuestro anfitrión, el

clima era tenso…juro que hubiera deseado no estar allí, pero

no podía dejar solo a Marcos.

“Amigo Navarro…comenzó diciendo Morales

Uribe… por lo visto han tenido suerte en vuestra búsqueda…,

veo objetos muy valiosos, esta vajilla por ejemplo, vale

fortunas, es una fina pieza china que fue fabricada por

orfebres mandarines exclusivamente para el capitán Ribera

Díaz…y mirándonos por encima de sus pequeños anteojos,

agregó…era el capitán del Santa Matilde… ¿ustedes no sabían

su nombre verdad?

“¡¡¡NO!!! exclamó Marcos…y dándose cuenta de su

intempestiva respuesta, aclaró: la verdad no lo sabíamos…

aunque es un dato importante..gracias”




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“¿Cuál es la importancia?…preguntó Morales…

“Es importante conocer el nombre del capitán…ya

que si es el barco que buscamos….habrá pertenencias del

mismo en él” afirmó Marcos, saliendo airoso de esta situación.

“Si, es cierto…afirmó Uribe…pero vayamos a lo

importante… ¿en cuanto tiempo creen ustedes que

encontraran algo….más trascendente?

“No sé a lo que usted llama «trascendente»…

ironizó Marcos, nosotros no sabemos lo que podemos hallar,

si usted tiene algún dato concreto, tal vez nos ayude a saber

que buscar”

“Hay piezas arqueológicamente únicas, acotó

Morales…..en especial me interesa una cruz de plata, tiene

una piedra en el centro…, solamente tiene valor religioso…,

pero para un coleccionista como yo…adquiere un valor

singular; también hay, según cuenta la historia, elementos de

alto valor comercial… por eso le pido que sea totalmente

sincero conmigo…no nos gustaría tener que ser descorteses

con nuestros nuevos socios, ¿me entiende no?”

“Perfectamente….No se preocupe dijo Marcos,

imagínese que cuanto mas cosas de valor extraigamos, más

va a valer nuestro 10 por ciento ¿no?..

“Así es amigo...así es…”

Poco nos convencieron estas palabras,…media hora

después abandonábamos el “Bogotá”, yo estaba totalmente

convencido que con esta gente no se jugaba…pero ¿que

pensaría Marcos?…igualmente hasta llegar al Tozeur II ni se lo

preguntaría…tenía miedo a su respuesta.




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Cuando llegamos al barco, lo primero que me dijo

fue: “Amigo…la cruz que encontramos es la que busca

Morales Uribe,… ¿de que color es la piedra que tiene?

“Verde… contesté… ¿Por qué?

Vamos a verla….ingresamos en nuestro camarote,

donde guardábamos los objetos más pequeños…Marcos la

tomó entre sus manos y la examinó con atención

“No soy experto en piedras, pero creo que esto es

una esmeralda…lo cual deja de tener solamente «valor

religioso»… vale mucho dinero, por eso tiene tanto interés por

ella… lo consultaré con Pablo… el ha estudiado geología y

seguramente me sabrá decir si estoy en lo cierto”

Pablo confirmó las sospechas de Marcos,

efectivamente era una esmeralda, pero además a su alrededor

tenía pequeños brillantes, muy poco visibles que enmarcaban

su engarce.

“Miguel, razonemos juntos…. evidentemente

Morales Uribe y sus socios saben que hay una fortuna en ese

barco… quieren evitar la presencia del gobierno de España

porque conocen que de esa manera no obtendrán nada,

además si ellos lograran su objetivo estarían también

estafando al gobierno de México…no podemos ser cómplices

de esta alianza conspirativa,…tenemos que tomar decisiones

urgentes …debemos hacer la denuncia del hallazgo ante el

gobierno español, poner en evidencia a esta gente ante las

autoridades mexicanas y… rezar por nuestras vidas”




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“Sabes que siempre te apoyé en tus decisiones y

esta vez no será la excepción…pero ¿como vamos a salir de

aquí sin que nos vean…?

“Justamente Miguel, no nos iremos de aquí…es

decir creerán que seguimos trabajando…., ya he llamado a

mi amigo Esteban… ¿lo recuerdas?

“Sí, contesté…aunque más recuerdo a su

destartalado avión”

“Bien, como te decía, hablé con él para pedirle que

viniera…mañana a la madrugada nos vas a estar esperando

en Cayo Culebra…pero no te asustes no vendrá en su avión,

sino en una pequeña embarcación pesquera…nosotros,…me

refiero a ti y a mí,… saldremos de aquí en la noche, en el

semirrígido, cuando alcancemos la salida de la bahía

viajaremos unos kilómetros sin luces, como ellos están lejos

de la entrada seguramente no nos verán”

“Espero que su barco no esté tan maltrecho como

su avión…dije con irónico humor… ¿y luego que?...pregunté.

“Iremos a Cozumel y sin demora al continente, allí

nos pondremos en contacto con la gente de la Embajada de

España y por supuesto con el Gobierno Mexicano;…mientras

tanto Juan y Pablo seguirán con la rutina de los buceos, de

esta forma les haremos pensar que todo sigue normal”

“Espero que todo salga bien…si fallamos en

algo…nos debemos despedir del mundo…”

“No seas tan pesimista Miguel…todo va a salir

perfecto…te lo prometo.”




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CAPÍTULO XXI

ESPAÑA y MÉXICO

A las 10 p.m. habíamos bajado la embarcación que

nos llevaría al encuentro con Esteban; Marcos encendió el

motor de 60 HP, y rápidamente enfilamos proa hacia extremo

norte de la Isla de Techal.

Cuando llegamos al paso que nos depositaría en

mar abierto, apagamos las luces de banda del bote,

quedamos completamente a oscuras…la luna, en cuarto

creciente, alumbraba tenuemente nuestro camino…hasta

ahora todo estaba saliendo tal cual lo habíamos

planeado…sin luces y con el equipo de VHF apagado, viramos

hacia el norte en dirección a Cayo Culebra, en unas horas nos

encontraríamos con Esteban que ya nos estaba esperando.

Aún era de noche cuando hicimos contacto con

aquél, rápidamente atracamos nuestro bote y lo enganchamos

a su lancha… aparentemente era mucho más segura que su

aeroplano…eso me tranquilizó, pero cuando llevábamos

navegando unos 15 minutos, rumbo a Cozumel, Marcos se

me acercó y en voz baja me dio la terrible noticia…iríamos a

la ciudad de México en la avioneta de Esteban…otra vez debía

soportar la angustia de pensar que nos estrellaríamos en

cualquier momento…tal vez era una exageración de mi parte,

pero el avión de Esteban me daba miedo, se había convertido

en un monstruo para mí,…que cada vez que lo miraba parecía

sonreírme, como disfrutando de la situación.




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Por suerte el viaje se realizó sin inconvenientes, no

puedo negar que me sentí como un idiota por tanto temor,

pero era más fuerte que yo, y en parte mi miedo era

justificable.

En la ciudad de México primero nos dirigimos a la

Embajada de España; allí fuimos recibido por el secretario del

señor Embajador, un tal González Navas, quién ante la

importancia de la denuncia que estábamos efectuando,

solicitó una reunión urgente con el embajador.

Éste era un hombre de mediana estatura, con un

fuerte acento catalán, su nombre era Joan Teixeira; luego de

darle algunos detalles del naufragio encontrado y mostrarle

las fotos del mismo, rápidamente se puso en contacto con el

Ministro de Asuntos Exteriores de España.

En par de horas, el embajador Teixeira, recibió una

llamada telefónica desde su país, era del Presidente….con la

premura que el caso requería nos habían otorgado el

reconocimiento provisorio del descubrimiento del Santa

Matilde, hasta tanto se constatara el mismo y se corroboraran

los datos aportados.

Además en esta declaración, y fundado en la

Declaración de 1902, el gobierno español se adjudicaba los

derechos sobre el mismo.

Inmediatamente se pusieron en contacto con el

gobierno de México y les comunicaron el hecho.

A las pocas horas, arribó a la Embajada de España,

el Ministro de Asuntos Exteriores de México, el Ministro de




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Seguridad, el Ministro del Interior y algunos secretarios

relacionados con la defensa del Patrimonio Nacional.

En algo más de 4 horas habíamos creado un gran

revuelo político….luego de largas reuniones, en donde

expusimos todo lo que sabíamos, finalmente se reunieron las

autoridades españolas y mexicanas, llegando a un acuerdo

bastante salomónico,…España era reconocido como el único

país con derechos sobre el Santa Matilde, pero se

comprometía en donar a México todo elemento encontrado o

por encontrar en el pecio, que fuera de interés histórico para

este país.

El resto de la operación estaría supervisada por

veedores españoles y mexicanos.

Nosotros, además del reconocimiento oficial de

ambos países como descubridores del naufragio, recibiríamos

una importante suma de dinero, y colaboraríamos en la

extracción de los restantes elementos.

El hecho creó un clima tan entusiasta que hasta

alguien muy optimista, llegó a sugerir que se podrían reflotar

los restos del barco, cosa que tal vez era poco probable,

primero por su alto deterioro y segundo porque los maderos

fuera del agua, en la que permaneció durante tantos años, y

en contacto con el aire, se descompondrían rápidamente,

pero esto quedaría en manos de los expertos de cada país.

También manifestamos el hostigamiento de este

señor que decía llamarse Morales Uribe, dejando librado a la

investigación las relaciones del mismo con funcionarios del

gobierno.




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Los agentes mexicanos nos brindaron total

protección y además solicitaron a los guardacostas que

procedieran al arresto de todas las personas que se

encontraban a bordo del “Bogotá”

Ya con la tranquilidad de haber alcanzado el

objetivo soñado por Marcos y Eva, yo me sentía feliz, a mi

amigo se lo veía exultante, en paz, con la tranquilidad de

saber que todo había resultado satisfactoriamente.

Cuando volvimos al Tozeur II, nos abrazamos con

Florencio, Juan y Pablo; el más emocionado era nuestro

capitán quién supo de los sufrimientos y las noches sin

dormir de Marcos, obsesionado por encontrar el Santa

Matilde.

“Bien amigos…dije cuando nos tranquilizamos un

poco…en un par de días debo regresar a mi vida, mi

trabajo…lamento muchísimo no poder continuar esta

aventura que vivimos, ahora un poco más serenos… pero me

llevo la amistad de todos ustedes, el inmenso afecto por

Marcos y espero que cuando tengan otro barco hundido me

avisen….los voy a extrañar…”

Todos quedaron en silencio, había un dejo de

tristeza en cada uno de ellos, habíamos participado de

momentos difíciles, que fortalecieron nuestra

relación…momentos felices donde esa alegría fue compartida

por todos…y ahora me tenía que ir, volver a mi ciudad; me

prometí y les prometí que no pasaría tanto tiempo para que

regresara a la Isla Pasión; aún me quedaban un par de días

para volver al naufragio y quería aprovecharlos.




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“Bueno… vamos… que mañana debemos bucear,

dije cambiando mi tono de voz… hay que planificar lo que

vamos a hacer, eso sí,…creo que esta noche nos merecemos

una buena cena…y tú Florencio eres el experto”

“Ningún problema Miguel…ya me pongo a cocinar”

Marcos me pidió que fuéramos al camarote, una

vez dentro me dijo; “Hermano……esto no es una despedida,

solamente nos separaremos un tiempo…lo más importante es

el afecto que nos tenemos…y la amistad incondicional que

existe entre ambos, pero además…quiero arreglar contigo

como hago para enviarte tu parte del dinero que

cobraremos…”

“No Marcos…yo no quiero dinero, tu lo necesitas

más que yo, además fue tu sueño, yo solo colaboré con mi

amigo…, y me deleité con unos días maravillosos”

“Pero Miguel, tu has trabajado a la par de nosotros,

haz arriesgado tu vida, no es justo que rechaces lo que

ganaste en buena ley…”

“Mira Marcos…yo ya recibí el mejor pago… disfruté

de mis vacaciones, encontramos un naufragio y encima

reconstruimos parte de la historia, seguramente a partir de

este descubrimiento se reescribirá el final del Santa

Matilde…ya no figurará en los libros como «desaparecido»…y

por sobre todo cumplimos con tu promesa a Eva….así que

amigo mío… ¿que te parece si vamos a ayudar a Florencio con

la cena?”

“Estoy de acuerdo…vamos”.




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Los días que continuaron, los aproveche sacando

fotos del naufragio.

Con la colaboración del gobierno de México,

aportando equipos y embarcaciones dotadas de tecnología

para estos casos, las tareas fueron acelerándose.

Cuando me despedí de Marcos en el aeropuerto de

Cozumel, una infinita emoción se apoderó de mí, nos

prometimos mantenernos en contacto y en poco tiempo

regresaría a disfrutar de los encantos que ofrece este lugar.

Subí a mi avión, coloqué mi bolso de mano sobre

mis rodillas, lo abrí para sacar algunas fotos que había

seleccionado, con ellas prepararía mi próxima exposición;

cuando introduje mi mano en el compartimento donde las

había colocado, sentí algo metálico en el interior del mismo,

con curiosidad saqué el objeto…casi me desmayo…era la cruz

con la esmeralda que habíamos sacado del naufragio y que

Morales Uribe deseaba con tanto entusiasmo…adosada a ella

una pequeña nota que decía:

“Que este «pequeño» recuerdo te haga revivir las

horas que compartimos….

Marcos”

Abroché mi cinturón…recliné el asiento…apreté

fuertemente el crucifijo entre mis dedos…cerré mis ojos…y

mi mente volvió al día que llegué a la Isla Pasión.

FIN




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Alberto L. Peña

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santa matilda

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