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UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DEPARTAMENTO DE TRABAJO SOCIAL Tesis Licenciatura en Trabajo Social Seguridad y rehabilitación: dos lógicas en disputa. El caso de policías y operadores/as penitenciarios en el contexto de mujeres privadas de libertad María Florencia Machado De Santi Tutor: Rafael Paternain 2016

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Page 1: Seguridad y Rehabilitación: Dos lógicas en disputa€¦ · barriales), durante todo el proceso de egreso a través de un abordaje integral y desde un posicionamiento ético-político

UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

DEPARTAMENTO DE TRABAJO SOCIAL

Tesis Licenciatura en Trabajo Social

Seguridad y rehabilitación: dos lógicas en disputa. El caso de policías y operadores/as penitenciarios en

el contexto de mujeres privadas de libertad

María Florencia Machado De SantiTutor: Rafael Paternain

2016

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Índice

Resumen…………………………………………………………………..Pág.2

1. Introducción……………………………………………………….…...…Pág.3

Presentación General de la Investigación

2. Marco contextual……………………………...………………..………..Pág. 6

2.1. Hacia la humanización del sistema carcelario......................................Pág. 6

2.2. Mujeres privadas de libertad en Uruguay:

Una población invisible.........................................................................Pág. 7

2.3. Aproximación a la Unidad Nº 5………………………………..……..Pág. 10

2.4. Burócratas de la línea de frente:

Policías y operadores/as civiles…………………………….………...Pág. 12

3. Objetivos y preguntas de la investigación.……………...….…………..Pág. 17

4. Consideraciones metodológicas…………..…………...…….…………..Pág. 18

5. Consideraciones teóricas……………………..………….……...……….Pág. 20

5.1. Del Estado social al Estado penal………………….……...………….Pág. 20

5.2. El trabajo sobre los otros……………………………..………………Pág. 21

Resultados

6. Análisis………...………………………………………………....……….Pág. 24

6.1. El concepto de rehabilitación puesto a prueba…...…………………..Pág. 24

6.2. Pensando los perfiles y tipos de funcionarios/as………...….………..Pág. 26

6.3. Marchas y contramarchas en la reforma…...........................................Pág. 38

7. Consideraciones finales……………..……………………………...……Pág. 47

Referencias Bibliográficas……………………………………………….Pág.52

Anexos……………………………………………………………………..Pág.56

Anexo I. Pautas de entrevistas y reflexiones sobre su implementación

Anexo II. Documentos institucionales

Anexo III. Operadores/as civiles

Anexo IV. Policías

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Resumen

En el contexto de reforma del sistema penitenciario, este trabajo no propone

realizar un análisis exhaustivo sobre el tema, sino que pretende abrir interrogantes, efectuar

una breve aproximación a la realidad cotidiana de las cárceles de nuestro país. Para ello se

indaga acerca de la dinámica laboral de las y los policías y de la nueva figura que introdujo

la reforma: las y los operadores penitenciarios, en el marco de mujeres privadas de libertad.

Se optó por la Unidad Nº 5, ya que es la cárcel que nuclea al mayor número de mujeres. El

período de estudio está comprendido entre el año 2014 y el año 2015.

El documento está estructurado en dos grandes partes, en la primera se desarrolla

una contextualización del tema (particularidades de las cárceles para mujeres privadas de

libertad en nuestro país, y acerca del rol esperado para las y los operadores y policías).

Luego, se expone el tema de investigación, el objetivo general y los específicos y las

preguntas orientadoras. Se optó por un diseño de investigación cualitativo, utilizando la

entrevista semiestructurada como técnica, ya que permite una cierta flexibilidad y

adaptación. Este apartado finaliza con las consideraciones teóricas, basadas en los aportes

de Wacquant y Dubet. En la segunda parte, se presentan los resultados y el análisis

obtenido, retomando los conceptos desarrollados anteriormente. El análisis se centra en

tres ejes temáticos, por un lado el concepto de rehabilitación, en segundo lugar, se

reflexiona acerca del rol de policías y operadores penitenciarios, y finalmente se exponen

las marchas y contramarchas que se están generando en la reforma penitenciaria.

El documento concluye con las consideraciones finales y las posibles continuidades

acerca del tema.

Palabras claves: Operadores/as penitenciarios, Policías, Reforma penitenciaria, Mujeres

privadas de libertad.

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1. Introducción

Este trabajo surge de una investigación realizada durante el proceso de práctica pre-

profesional de la carrera de Trabajo Social. Enmarcada en el Proyecto Integral “Sujetos

Colectivos y Organización Popular” dentro del eje Territorio. E incluida dentro del Espacio

de Formación Integral (EFI), de la Universidad de la República. En el proyecto

denominado “Formación y participación en clave territorial en el Oeste de Montevideo”,

participaron estudiantes y docentes del Instituto Superior de Educación Física (ISEF); del

Programa de Psicología Social Comunitaria del Instituto de Psicología Social de la

Facultad de Psicología; y de Trabajo Social, desarrollándose en el barrio Colón Norte1.

Surge así la inquietud de investigar acerca del Instituto Nacional de Rehabilitación

(INRF) - Unidad Nº 5, que se encuentra en esa zona. Mediante el contacto con vecinos que

viven cerca de la misma, con maestras de la Escuela Nº 289 (ubicada frente a la Unidad Nº

5) y con profesionales que trabajaban dentro del centro, se pudo apreciar una cierta

disconformidad con la institución debido a los ruidos y los días de visitas. Manifestaban

que el Centro Nacional de Rehabilitación (CNR) que se ubicaba allí anteriormente, a

diferencia del actual instituto, tenía una cierta vinculación con el barrio. Asimismo, las

experiencias e inquietudes expresadas por parte de técnicos que trabajaron en ambos

centros, fue otro estímulo para investigar sobre esta temática.

La primera investigación estuvo centrada en indagar cómo las y los funcionarios

penitenciarios del CNR y de la Unidad Nº 5 percibían al encierro, qué fin le adjudicaban.

Así como también, la apreciación que ellos tenían sobre las personas privadas de libertad y

si ello incidía o no en las actividades que realizaban en cada institución. De esta

investigación se desprendió la necesidad de estudiar el trabajo de policías y operadores

penitenciarios2 actualmente en la Unidad Nº 5, dando origen así a este documento.

Es relevante estudiar esta temática ya que permite reflexionar sobre la misma,

realizar ciertos cuestionamientos hacia nuestro sistema carcelario. ¿Están las cárceles de

nuestro país adaptadas para un nuevo sistema de cárceles? ¿Es posible pensar en un nuevo

sistema de cárceles? ¿Cómo debería ser? ¿Qué limitaciones existen para ello? ¿Es la

policía una limitante? ¿Es el personal civil una fortaleza?

1 El nombre “Colón Norte” fue colocado por los docentes del EFI como forma de delimitar la zona de

intervención. 2 Es un nuevo tipo de funcionario/a creado con el fin de sustituir a la policía dentro de las instituciones

penitenciarias. (Vigna, A.; 2016)

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La reforma del sistema penitenciario3, propone como figura clave al operador civil.

Resulta pertinente indagar acerca de la forma en que tanto, policías como operadores,

conciben y efectúan la normativa institucional y el modo de relacionarse con las mujeres

privadas de libertad, debido a que son los principales encargados de poner en práctica la

reforma. Asimismo, cabe destacar que actualmente no existe una evaluación y un

seguimiento de la implementación de la misma.

La coyuntura actual hace que sea una temática de gran interés por diversos motivos.

En primer lugar, por el aumento que ha tenido la población carcelaria de nuestro país en las

últimas décadas.4 Por otra parte, si bien la población carcelaria femenina es notoriamente

inferior a la masculina, en términos proporcionales la población femenina ha aumentado

más que la masculina.5 Por lo cual resulta pertinente estudiar las especificidades de las

mujeres dentro de un mundo que ha sido estudiado mayoritariamente por y para hombres.

En tercer lugar, en la opinión pública y en los medios masivos de comunicación la

inseguridad ha cobrado un papel creciente.6 Se criminaliza a las personas privadas de

libertad y se cuestiona la capacidad del sistema penitenciario para rehabilitar. Por último,

cabe destacar la declaración de estado de emergencia humanitaria7 de las cárceles de

nuestro país. En el transcurso del presente año se han registrado treinta y cinco

fallecimientos dentro de las instituciones penitenciarias, esto refleja la crisis humanitaria

existente en dichas instituciones.8

Para el Trabajo Social es una temática de gran interés, ya que es un espacio de

intervención, de trabajo con los otros, en un contexto específico. Dicho profesional podría

abocarse a la articulación, a la gestión de recursos, contribuir al nexo entre las personas

privadas de libertad y la comunidad (familia, sus pares, instituciones, redes locales y

barriales), durante todo el proceso de egreso a través de un abordaje integral y desde un

posicionamiento ético-político. Problematizar continuamente sobre la fuerza que tiene la

3 Comienza en el año 2010 con la creación del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR).

4 En 1998 el número de personas encarceladas era de 3.254, aumentando en 2010 a 8.492. Datos

obtenidos del Análisis de datos del I Censo Nacional de Reclusos, desde una perspectiva de Género y

Derechos Humanos (2012).

5 En 1998 había 22 hombres privados de libertad por cada mujer, pasando a ser en 2010, 11 hombres

por cada mujer recluida. Datos obtenidos del Análisis de datos del I Censo Nacional de Reclusos, desde

una perspectiva de Género y Derechos Humanos (2012). 6 En octubre de 2014, en nuestro país, se realizó un Plebiscito para bajar la edad de imputabilidad de 18 a 16

años, sin conseguirse la cantidad de votos necesarios. 7 Dicha declaración fue realizada por Tabaré Vázquez en el año 2005, en el acto de asunción de la

Presidencia de la República. 8 Declaraciones realizadas por Juan Miguel Petit, comisionado parlamentario. Información disponible en:

http://www.montevideo.com.uy/contenido/Investigan-todas-las-muertes-registradas-dentro-de-carceles-

323276

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institución, para evitar ser coaptados y buscar las grietas de la misma para el desarrollo de

su profesión. Contribuir a la reducción de los procesos de exclusión y de estigmatización

que generan dichas instituciones, habilitando otro tipo de espacios, en donde se puedan

desplegar las potencialidades de los sujetos y sean espacios respetuosos de los derechos

humanos. Asimismo, las y los trabajadores sociales dentro de las instituciones

penitenciarias podrían ejercer el rol de contralor y crítico de las Políticas Públicas.

Esta investigación no pretende realizar un trabajo exhaustivo sobre la temática, sino

que por el contrario procura plasmar una breve aproximación a la realidad cotidiana de las

cárceles de nuestro país, problematizar acerca del rol de policías y operadores civiles y su

relacionamiento con las mujeres privadas de libertad.

En la primera parte del documento se realiza una contextualización del tema, en

donde se exponen las particularidades de las cárceles para mujeres privadas de libertad en

nuestro país, ejemplificando con la Unidad Nº 5. Asimismo se plantea el rol esperado para

operadores y policías. Luego se profundiza en el diseño de investigación, se plantea el

tema, los objetivos centrales y las preguntas que orientan la misma. Finalmente, se

exponen las consideraciones metodológicas y teóricas.

En la segunda parte se retoman los planteos anteriormente desarrollados y se los

articula con los resultados obtenidos en la investigación. El análisis se enfoca en tres ejes

temáticos, por un lado el concepto de rehabilitación, en segundo lugar, se reflexiona acerca

del rol de policías y operadores, y finalmente se exponen las marchas y contramarchas que

se están generando en la reforma penitenciaria. Para concluir con el documento se

presentan unas consideraciones finales con posibles líneas de investigación.

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Presentación General de la Investigación

2. Marco Contextual

2.1. Hacia la humanización del sistema carcelario

En el acto de asunción de la Presidencia de la República, el 1º de marzo de 2005,

Tabaré Vázquez, señaló el estado de “emergencia humanitaria” de los establecimientos

carcelarios de Uruguay. Es así que se planificaron una serie de medidas, como por ejemplo

la Ley 17.897 de Humanización y Modernización del Sistema Carcelario, del 14 de

setiembre de 2005. (Juanche, A. & Palummo, J.; 2012) Asimismo, en el comienzo del

gobierno de José Mujica, se celebró un acuerdo político referido a seguridad. Se creó “La

Comisión Interpartidaria de Seguridad Pública” integrada por el Frente Amplio, el Partido

Nacional, el Partido Colorado, y el Partido Independiente.9 Esta pretendía abordar la

seguridad pública como una política de Estado, realizando reformas estructurales.

“[…] En síntesis, debemos enfrentar los problemas de inseguridad con una

concepción integral, con una eficaz política en prevención, represión y sanción,

y seguir invirtiendo en políticas sociales para enfrentar factores determinantes

de la marginalidad y la delincuencia.” (Juanche, A. & Palummo, J.; 2012:18)

A su vez, cabe destacar la creación del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR),

encargado de gestionar la privación de libertad en todo el territorio nacional con un

enfoque integral (Ley 18.719 de diciembre de 2010). En dicho documento se destacaba la

necesidad de mejorar el vínculo entre la población privada de libertad y el personal

penitenciario, así como la profesionalización de estos últimos. En definitiva, durante el

período 2010-2014, el gobierno se propuso mejorar las condiciones materiales de vida de

las personas privadas de libertad. Para ello buscó combatir el hacinamiento y aumentar la

cantidad y calidad de funcionarios penitenciarios.

Por otra parte, el pasaje de las cárceles de la órbita del Ministerio de Educación y

Cultura al Ministerio del Interior se realizó durante la última dictadura. Esto condiciona la

cultura institucional existente en dichas instituciones. En las últimas décadas de

democracia, no se ha realizado una reforma esencial en el sistema penal uruguayo, por lo

cual aún no ha abandonado su carácter excesivamente punitivo e inquisitivo. Si se pretende

romper con el paradigma tradicional, e instaurar una nueva institucionalidad, se vuelve

9 En este momento se encuentra suspendida.

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indispensable el traspaso a la órbita civil, así como también la reestructuración de

funcionarios penitenciarios, con una real formación; en donde las y los operadores sean

profesionales. De esta forma, se busca evitar las contramarchas en el camino a la anhelada

reforma. Se plantea así un desafío a la hora de priorizar el respeto de los derechos humanos

esenciales. Asimismo, no existe un plan nacional estratégico al respecto ni un debate

nacional de la seguridad ciudadana y de la política criminal.10 Por lo cual, se vuelve

pertinente pensar el sistema de forma integral, diseñar instituciones eficientes, modernizar

la legislación y capacitar a las y los operadores penitenciarios. (Juanche, A. & Palummo,

J.; 2012) Se han realizado parches, a través de leyes y decretos, no un cambio en la

estructura del sistema penitenciario.

Dicha cultura institucional no favorece al cambio, en ciertas ocasiones prima la

represión y criminalización de ciertos sectores de la población, es un modelo centrado en

la seguridad, en la disciplina y el castigo. De esta forma:

“[…] las salidas se angostan, el problema se mantiene en el tiempo y se

multiplican riesgos de perder en la exclusión total, a generaciones completas. A

su vez, la discusión sobre los enfoques comunitarios, las penas alternativas que

reemplazan el cautiverio, los incentivos a estudiar y a utilizar el ocio de forma

productiva son aportes en el sentido de reconstruir la red social de contención y

solidaridad que es menester para la defensa y el ejercicio de los derechos

humanos básicos.” (Juanche, A. & Palummo, J.; 2012:66)

Si bien, hay que destacar que la inversión en cárceles en los últimos años no tiene

precedentes, se está muy lejos de que sean un espacio digno y socialmente inclusivo.

(Garcé, A.; 2011) Para ello sería necesario deconstruir la cultura institucional autoritaria

existente.

2.2. Mujeres privadas de libertad en Uruguay: Una población invisible

Haciendo referencia a los aportes de Vigna (2012), se puede abordar la relación

entre delito y género desde dos ángulos. El primero, según la forma de trabajar el tema

desde la criminología, ya que esta no ha tenido en cuenta a la población femenina a la hora

de realizar teorías. El segundo, hace referencia a las características del involucramiento

delictivo, según el sexo.

10 Del 31 de agosto al 2 de setiembre de 2016, se realizó en nuestro país un Debate Nacional de Seguridad y

Convivencia. Organizado por la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU), el PIT-CNT

y los colectivos Proderechos, Ovejas Negras y Catalejo, además de la Casa de Cultura Mrdejai Anilevich. -

http://www.universidad.edu.uy/prensa/renderItem/itemId/39337

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En cuanto al primero, cabe destacar que en el campo de estudio de la criminología

se ha excluido del análisis a la mujer. Desde una perspectiva feminista, esto podría

explicarse por la posición de subordinación que ocupan las mujeres en las sociedades

patriarcales. De esta forma, se reclaman “teorías específicas de género”, ya que las tasas de

delitos, la frecuencia, el contexto y el tipo de hechos suelen diferir según el sexo. (Vigna,

A.; 2008)

La criminología, al inicio, se instauró como una disciplina hecha por investigadores

y población de estudio de sexo masculino. El lugar de la mujer fue marginal y

estereotipado, se consideraba que la mujer delincuente no había podido adaptarse a los

estándares de su sexo. En este sentido, a diferencia del caso de los hombres, las

explicaciones de la delincuencia femenina no se debían a factores socio-estructurales, sino

más bien a características psicológicas y/o biológicas. Tanto en nuestro país, como en el

resto de los países de América Latina, el análisis del fenómeno delictivo no posee una

perspectiva de género, sino que se encuentra dominado por los hombres. (Vigna, A.; 2008)

A partir de 1970, por intermedio de investigadoras mujeres, el tema “género y

delito” comienza a adquirir relevancia, principalmente en Estados Unidos e Inglaterra. A

fines de la década de 1980 y comienzos de la de 1990, se lleva a cabo una evaluación de

los aportes de los trabajos feministas, con respecto a la temática. Se pueden identificar tres

movimientos: en el primero, la criminología mainstream, pretende incorporar a sus teorías

el tema del género. En el segundo, el feminismo, busca abordar dicho tema con una

perspectiva más amplia que las teorías tradicionales. Por último, aparecen ciertas corrientes

del feminismo radicales, que se oponen a las dos tendencias anteriores. Cabe destacar que

tanto los análisis realizados por la corriente mainstream, como la feminista, suponen un

determinado estereotipo de género. La primera, posiciona a la mujer delincuente como

“masculinizada”, una mujer que rompe los roles asignados socialmente, tales como el de

ser esposa y madre. La segunda, concibe a la mujer como una víctima de la estructura

desigual con respecto al género, donde la mujer solo puede reaccionar contra la violencia y

opresión. La criminalidad femenina trasciende el ámbito doméstico, forma parte de un

fenómeno más amplio; dentro de su posición de subordinación en el mundo delictivo,

poseen ciertos márgenes de acción, ciertos niveles de agencia. (Vigna, A.; 2008)

Con respecto al segundo, la autora realiza un análisis de los datos estadísticos entre

el período 1985-2008. En donde constata que en las últimas dos décadas, se ha generado

un aumento sostenido en las tasas de procesamiento. En este sentido, resalta que en

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términos absolutos, el aumento de los procesamientos femeninos ha sido mayor que el

masculino. (Vigna, A.; 2012) Para comprender este fenómeno se vuelve pertinente tomar

en consideración al perfil sociodemográfico general, ya que la pobreza impacta de forma

diferencial según el sexo y la edad. Es así que las mujeres jóvenes son quienes están más

representadas en los niveles de pobreza y presentan una tasa de desempleo superior que la

masculina. (Juanche, A. & Palummo, J.; 2012)

“Una aproximación al perfil sociodemográfico de las mujeres privadas de

libertad permite comprender que, más allá de los distintos arreglos familiares,

en ella suele estar la responsabilidad social y económica de la familia en su

conjunto. La realidad es que hay un sector de mujeres uruguayas que, en

contextos de seria fragilidad socio-económica, se ven en la necesidad de

procurarse medios de sobrevivencia para ella y para su familia; ‘trabajos’ que

implican infracciones a la ley, o –no en pocos casos- autoinculpaciones por

hechos delictivos cometidos por sus parejas, para salvarle y por temor a perder a

su familia. En el ejercicio de este rol de ‘sostén’, el encarcelamiento de las

mujeres suele estar acompañado por el encierro de sus hijos/as menores.”

(Juanche, A. & Palummo, J.; 2012:13)

Sin embargo, cabe destacar que la población de procesados está sobre-representada

por los hombres jóvenes.

Asimismo, las trayectorias delictivas y las formas del delito difieren según se trate

de hombres o de mujeres. En el caso de las trayectorias, las mujeres presentan una

distribución más uniforme de la actividad delictiva a lo largo del tiempo, es decir que no

está centrada en las edades jóvenes como el caso de los hombres. Haciendo referencia a las

formas de delito, estas poseen un mayor involucramiento en los delitos relacionados a la

venta y al tráfico de estupefacientes, mientras que los hombres están más vinculados con

los delitos contra la propiedad. (Vigna, A.; 2012)

Por otra parte,

“La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la

Violencia contra la Mujer, advierte sobre la vulnerabilidad a la que están

expuestas las mujeres privadas de libertad e invita a definir los deberes del

Estado al respecto.” (Juanche, A. & Palummo, J.; 2012:12)

A la hora de crear políticas, planes y legislación deberían considerarse las

especificidades y necesidades de esta población. En algunas oportunidades, las mujeres son

privadas de libertad en establecimientos que han sido fundados para los hombres. Como ya

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10

se dijo anteriormente, la ley penal vigente en nuestro país no tiene en consideración las

diferencias de género. No solo se invisibiliza a la “persona-mujer”, sino que además genera

discriminación.

“[…] las mujeres presas son víctimas de una triple discriminación: la que se

deriva de su propia condición de mujeres, la que les impone su situación de

prisioneras y la que es común a todos los grupos desposeídos. Así, el sistema

reproduce las condiciones de desigualdad que muestran su faceta más cruda

durante la ejecución de las penas impuestas.” (Martínez, S. & Rodríguez, M. N.;

2011:54-55)

Solo se visualizan las diferencias de género, cuando se hace referencia al rol

reproductor, a su rol como madres. En este sentido, cabe destacar que las y los

funcionarios penitenciarios no poseen una fuerte capacitación en materia de género.

(Martínez, S. & Rodríguez, M. N.; 2011) Esta es una de las cuestiones que se tomará en

cuenta a la hora de analizar la formación de policías y operadores penitenciarios.

2.3. Aproximación a la Unidad Nº 5

La Unidad Nº 5, se encuentra ubicada en Cno. Carlos A. López entre Av. E. Garzón

y Pororó (Ex Hospital Musto y Ex Centro Nacional de Rehabilitación) en el barrio Colón.

Entre el año 2010 y 2012, se cerró la cárcel “Cabildo” ubicada en el área

metropolitana, por lo cual las mujeres fueron trasladadas al Centro Nacional de

Rehabilitación (CNR) en el que aún se encontraban algunos hombres. Lo mismo sucedió

con el Pabellón Femenino de la cárcel de Canelones. A su vez, se creó la cárcel “El

Molino” destinada a las mujeres privadas de libertad que viven con sus hijos e hijas.11

(Juanche, A. & Palummo, J.; 2012)

La Unidad Nº 5 nuclea la mayor cantidad de población femenina carcelaria del país,

procedente de los departamentos de Montevideo, San José y Canelones. Una particularidad

que presenta (con respecto a los establecimientos masculinos), es que coexisten los tres

niveles de seguridad que propone el sistema.12 Esto está asociado al concepto de

progresividad de la pena:

11 Está prevista la mudanza de “El Molino” para el establecimiento de la actual Unidad Nº 5. Se están

realizando las reformas pertinentes para ubicar dicha Institución en el piso inferior del establecimiento

(donde se encontraba el espacio educativo de la U Nº 5). Si bien compartirían el lugar físico, cada Unidad

funcionaría de forma independiente. 12 Información obtenida de la página oficial del INR.

https://inr.minterior.gub.uy/index.php/instalaciones/uippl-de-maxima-y-media-seguridad/249

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11

“[…] posibilita a la persona privada de libertad, acceder a oportunidades de

trabajo y educación desde el inicio de la pena a la vez que progresivamente, a

mejores condiciones y oportunidades dentro del sistema. Generalmente dichos

establecimientos contemplan las diversas etapas y prevén sectores cerrados,

semiabiertos y abiertos. Una vez cumplidas las etapas de mayor seguridad las

personas privadas de libertad permanecen en sus celdas solo a los efectos del

descanso.” (Juanche, A. & Palummo, J.; 2012:87-88)

Se pueden distinguir cinco niveles. En el primer nivel se encuentran las mujeres

privadas de libertad que poseen buena conducta, este es denominado de máxima confianza

o mínima seguridad (sectores abiertos). Allí las mujeres generalmente trabajan y/o

estudian, pueden tener celulares y cuentan con una mayor movilidad en el piso, muchas de

ellas cuentan con salidas transitorias. El segundo nivel también es considerado de mínima

seguridad, pero a diferencia del primero, las mujeres privadas de libertad que se encuentran

en este sector no pueden tener celulares y solo algunas de ellas tienen salidas transitorias.

Las y los operadores penitenciarios son quienes se encargan de estos dos niveles. El tercer

nivel es considerado de “seguridad intermedia” (sectores semiabiertos). Las mujeres que se

encuentran allí poseen mayores medidas de seguridad, no pueden tener celulares, ni salidas

transitorias. Principalmente el personal policial es el encargado de este sector y en algunos

casos las y los operadores civiles. El cuarto y quinto nivel, son considerados de “máxima

seguridad” (sectores cerrados). Las mujeres que se encuentran en el cuarto nivel es por su

propia seguridad, debido al delito que cometieron (infanticidio) o por ser familiares de

policías. Dichas mujeres no interactúan con el resto de los pisos, no tienen celulares ni

salidas transitorias, el nivel de movilidad es mínimo. Por su parte, en el quinto nivel se

encuentran las mujeres privadas de libertad que han sido sancionadas o que piden alojarse

allí por su seguridad. Dichas mujeres se encuentran veintitrés horas del día en su celda, les

corresponde únicamente una hora de patio; no tienen derecho a salidas transitorias, a tener

celulares, ni a trabajar. El personal policial es el encargado de estos dos últimos sectores.

Cabe destacar que en el momento en el que se realizó la investigación, el sector maternal

(madres embarazadas y/o con hijos/as) se encontraba en el segundo nivel. Una vez que se

efectúe la mudanza de “El Molino” dicha disposición en el establecimiento puede cambiar,

ya que se pretende que las madres con hijos estén en planta baja.

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12

Cuando ingresa una mujer privada de libertad, permanece aislada en un celda que

los funcionarios llaman “deposito13”. Allí es evaluada por el personal médico, trabajadoras

sociales y psicólogas, para determinar cuál es el nivel que le corresponde. En el caso de

que sea primaria14, generalmente es trasladada al sector de primarias ubicado en el primer

piso; si no es primaria, generalmente es ubicada en el tercer piso. En los casos de las

mujeres que han reincidido, cuando ingresan a la cárcel se las evalúa y si mantenía un buen

relacionamiento con sus compañeras, regresa al piso en el cual se encontraba antes del

egreso.15

2.4. Burócratas de la línea de frente: policías y operadores/as civiles

Resulta pertinente destacar el trabajo elaborado por Vigna (2016), denominado

“Burocracia tras las rejas: la aplicación de la norma en el sistema penitenciario.” Este

pretende, en primer lugar, reflexionar acerca del concepto de burocracia, aplicándolo a las

peculiaridades del sistema carcelario. En segundo lugar, analizar los aportes surgidos

mediante la discusión con operadores penitenciarios que trabajan en cárceles de nuestro

país. Y por último, problematizar sobre los dilemas éticos que surgen en la investigación.

El artículo analiza cuestiones que se propone problematizar en esta investigación,

como por ejemplo el rol de las y los policías y operadores civiles. La autora, toma el

concepto de Lipsky de “street-level bureaucrats”, que significa “burócratas de la línea de

frente o de nivel de calle.” (Vigna, A.; 2016:8) Estos serían la cara visible del Estado, son

las y los funcionarios que se encargan de ejecutar las políticas públicas cotidianamente. Si

bien se caracterizan por no tener la información y el tiempo para tomar decisiones

razonadas, deben responder en el momento ante situaciones imprecisas. Dicho concepto, se

puede asociar con las y los policías y operadores penitenciarios. A su vez serían

“burocracias públicas”, debido a que los clientes llegan de forma “involuntaria”; lo que

puede generar prácticas injustas o ineficientes, en donde se forman culturas organizaciones

opuestas a los intereses de los “beneficiarios” o “clientes”. (Vigna, A.; 2016) Cuestión que

se ve reflejada en el caso de las instituciones penitenciarias.

Para poder llevar a cabo la reforma penitenciaria, es necesario modificar las

actitudes de las y los funcionarios penitenciarios, ya que la forma en la que estos tratan a

13 Lugar físico donde la mujer privada de libertad permanece aislada durante una cierta cantidad de días,

hasta que las y los funcionarios realicen la evaluación del sector al cual le corresponde ir. 14 Primaria significa que no presenta antecedentes, ni relacionamiento con personas privadas de libertad, ni

con otros establecimientos penitenciarios. (Dato obtenido de las entrevistas) 15 Datos obtenidos de las entrevistas realizadas.

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las personas privadas de libertad es esencial para el respeto de los derechos humanos. Es

por este motivo que surge la inquietud de esta investigación, ya que las y los policías y

operadores civiles son los encargados de llevar la reforma penitenciaria adelante. Poder

generar un cambio en estos es clave en ese sentido. Resulta pertinente que ingresen

profesionales con carácter civil, con una lógica distinta a la cultura institucional existente;

un profesional que esté capacitado y comprometido con su función. Este es uno de los

aspectos que se analiza en esta investigación. A partir de allí se plantean una serie de

interrogantes con respecto a las y los operadores y policías: ¿Cuánto se espera de los

operadores penitenciarios? ¿Cuánto son capaces de hacer realmente? ¿La policía es una

limitante para el desarrollo de las funciones de los operadores civiles? ¿Se puede esperar

que los operadores sean los encargados del cambio del sistema penitenciario? ¿Están

capacitados para ello? ¿Qué diferencia existe con los policías? ¿Cómo es el

relacionamiento entre ambos funcionarios? ¿Pueden coexistir dentro de la institución

penitenciaria? ¿Cómo visualizan ambos funcionarios a las mujeres privadas de libertad?

¿Desde qué lugar se posicionan a la hora de trabajar con ellas? Algunas de estas preguntas

son las que se intentan responder.

Para una mejor comprensión del tema, a continuación se realiza una breve

descripción sobre las y los policías y operadores penitenciarios.

-Policías:

En este punto, tomando los aportes de Paternain (2013), podemos destacar la

cultura institucional que caracteriza a la policía de nuestro país, desde hace casi medio

siglo. El modelo de gestión se caracteriza por la fragmentación funcional; la concentración

decisional; escasos o nulos niveles de coordinación; estratificación de grados; una carrera

basada en valores castrenses; procesos de comunicación competitiva, jerarquizada y

vertical; con estereotipos de género y el predominio de una impronta institucional

conservadora que dificulta el relacionamiento con la ciudadanía. Asimismo, no existen

mecanismos de rendición de cuentas a esta última, ni controles internos eficientes, lo cual

contribuye a las diferentes formas de abuso policial y al derecho policial “subterráneo”.

(Paternain, R.; 2013) Dicha cultura institucional, explica por qué ante las pretensiones de

generar una transformación estructural, existen grandes resistencias. Por este motivo, el

cambio debe apuntar a la cotidianeidad de las funciones policiales, a las mentalidades y a

las prácticas.

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En palabras del autor:

“[…] la política se enfrenta a un reto mayor: dejar atrás el paradigma de la

‘actuación policial’ y transitar hacia un enfoque de ‘prácticas del gobierno de la

seguridad’. Para eso hay que revertir los procesos de colonización simbólica que

pautan ciertas formas de ver el mundo.” (Paternain, R.; 2013:75)

Paternain, manifiesta que en las sociedades modernas, la policía cumple

principalmente tres funciones: en primer lugar, controlar el delito mediante la prevención;

en segundo, la investigación del delito complejo; y en tercer lugar, acciones vinculadas a la

idea del “mantenimiento del orden público”. De esta forma, la policía se transforma en una

poderosa “red de control social”, con capacidad de establecer criterios autodefinidos,

independientemente de los dirigentes políticos. (Paternain, R.; 2013)

Por último, cabe destacar que en los últimos años, la gestión policial ha

experimentado ciertos cambios. Se ha pretendido una unión entre el pensamiento punitivo

y un enfoque más comunitario, así como también que la policía adopte una mirada hacia el

futuro, asumiendo los riesgos provenientes de los problemas sociales. Surge el concepto de

“Policía inteligente”, la cual se basa en las tecnologías para elaborar “mapas del delito”, en

donde se responsabiliza a un determinado grupo de la población (reincidentes), se crean

lugares y personas “de riesgo”. Actualmente, tanto los medios de comunicación, como la

policía y los discursos políticos, son una pieza fundamental en el desarrollo de la

hegemonía conservadora, de las marcas del estigma, exclusión y desigualdad. (Paternain,

R.; 2013)

-Operadores/as penitenciarios:

El INR se propone como uno de sus objetivos estratégicos, el:

“Fortalecimiento del perfil funcional del Escalafón S.: La implementación del

Escalafón Penitenciario S que comenzó durante el año 2011 implica un proceso

paulatino de incorporación de funcionarios de grado civil a la gestión cotidiana

de las UIPPL, a los efectos de llevar adelante todas las tareas de trato directo

con las PPL en el régimen penitenciario.

Al tratarse de un nuevo escalafón que se integra al trabajo dentro de la Unidades

con una concepción y abordaje novedoso en el marco del proceso de reforma las

acciones de fortalecimiento de la función aparecen como un aspecto clave para

el INR” (Ministerio del Interior; 2014:26)

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15

Vigna (2016) relaciona a estos funcionarios con el concepto elaborado por Lipsky

de “burócratas de nivel de calle”. En ciertas ocasiones dichos burócratas ejercen un poder

discrecional, lo cual puede dar lugar a la discriminación, a un exceso del uso de la fuerza,

de tortura, de autoritarismo o de violación de los derechos humanos de la población

carcelaria. De esta forma, la aplicación de la normativa no es definitiva, no es

unidireccional (de arriba hacia abajo), sino que se encuentra en continua discusión, es

relacional. Esto permite que las y los funcionarios adecuen el derecho mediante

determinadas reglas prácticas. (Vigna, A.; 2016)

Sin embargo, las y los operadores penitenciarios no pueden recurrir continuamente

al uso legítimo de la coerción, ya que como retoma Vigna (2016) Sykes plantea que

existen tres “defectos del poder total”, el primero hace referencia a que la población

carcelaria no posee el “deber moral” de obedecer, el poder de los operadores no se basa en

la autoridad. El segundo, supone que no es posible utilizar la fuerza para lograr el

desarrollo de una rutina y obediencia. El último, manifiesta que el sistema de castigos y

recompensas que utilizan las y los operadores no es eficaz, ya que no generan una gran

diferencia con el resto de la población carcelaria que no obtienen recompensas ni castigos.

(Sykes apud: Vigna, A.; 2016)

Si bien en términos ideales, para las autoridades las cárceles son lugares centrados

en la resocialización, en la rehabilitación; en la práctica, el quehacer de las y los

funcionarios penitenciarios se remite a mantener el orden. Se puede interrogar la formación

de dichos funcionarios para trabajar cotidianamente dentro de las instituciones

penitenciarias. No existe un reglamento o guía que establezca cómo deben actuar. Esto

aumenta el poder de discrecionalidad de las y los operadores civiles y dificulta la

evaluación de su desempeño. Asimismo, su rol posee un “dilema permanente”, ya que

deben encontrar un cierto equilibrio entre el cuidado y apoyo a las personas privadas de

libertad; y el mantenimiento de la disciplina, el control y la autoridad dentro de la

institución. (Vigna, A.; 2016) Esto da lugar a que el poder sea ejercido de forma más sutil,

“Este ‘soft-power’ es un componente central del ‘neopaternalismo’ que

caracteriza al nuevo modelo penitenciario, y precede al poder ejercido a través

de la coerción y de las órdenes directas.” (Vigna, A.; 2016:10)

En su trabajo, Vigna presenta algunas de las cualidades requeridas para el trabajo

en instituciones penitenciarias basadas en el relato de las y los operadores. Estos señalan la

importancia de la capacidad de observación y desarrollo de los sentidos, como forma de

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prevenir situaciones riesgosas. Asimismo, destacan como fundamentales la capacidad de

escucha, el discernimiento, el razonamiento, el sentido común y la subutilización selectiva

del poder. Estas habilidades ponen de manifiesto la tensión cotidiana entre el cuidado y la

seguridad. Por último, sitúan la paciencia y la tolerancia, como otras características

necesarias, debido a la heterogeneidad de situaciones y complejidades que deben enfrentar.

Por otra parte, la autora hace referencia a la adecuación entre la formación y las

habilidades necesarias para su rol. Las y los funcionarios entrevistados manifestaron que el

verdadero aprendizaje se logra mediante la práctica, a través del ensayo y error, más que

con la formación teórica. Esto produce una contradicción inherente al sistema carcelario,

ya que la institución necesita de los “burócratas de nivel de calle” (funcionarios/as

penitenciarios) para la ejecución de las políticas, pero, al mismo tiempo, la institución

pierde el control sobre la actuación de dichos burócratas. Contribuyendo así a que se

mantenga el poder discrecional de las y los funcionarios penitenciarios. (Vigna, A.; 2016)

Quien se encarga de gestionar y administrar el sistema penitenciario en nuestro país

es el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR). De esta forma, ¿Qué se entiende por

rehabilitación? ¿Qué supone? ¿A qué apunta? ¿Qué visión hay detrás de dicho concepto?

¿Cómo debe ser implementada? ¿Cómo se puede medir?

En el trabajo de Vigna, las y los operadores se cuestionaron sobre el concepto de

rehabilitación, sostenían que la mayoría de las personas privadas de libertad no habían sido

habilitadas por la sociedad, por lo cual la cárcel no debería rehabilitar. En cuanto a la

forma de medir la rehabilitación, no hubo consenso de cómo podía realizarse. Existe por

tanto, una heterogeneidad de objetivos y de cómo estos deberían medirse, lo cual lleva a

que las y los funcionarios opten por tener una visión minimalista, centrada en el presente,

privilegiando los pequeños logros del día a día, sin una visión a largo plazo. Las personas

entrevistadas manifestaron que un buen día dentro de la institución penitenciaria es

equivalente a un día tranquilo. Esto pone de manifiesto que el objetivo práctico y cotidiano

de la tarea de las y los funcionarios es la “producción del orden”. (Vigna, A.; 2016)

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3. Objetivos y preguntas de la investigación

El tema de esta investigación es la dinámica laboral de policías y operadores/as

civiles, en el contexto de la reforma penitenciaria.

De esta forma, el objetivo general es describir y comparar las prácticas y

concepciones de policías y operadores/as en el marco de la reforma penitenciaria, desde la

perspectiva de sus dinámicas en el contexto de mujeres privadas de libertad.

Se desprenden así los siguientes objetivos específicos:

- Problematizar acerca del rol de policías y operadores/as penitenciarios actualmente, en la

Unidad Nº 5.

- Indagar sobre la relación existente entre policías y operadores/as civiles.

- Comparar la relación de las y los operadores penitenciarios y policías, con las mujeres

privadas de libertad de la Unidad Nº 5.

- Reflexionar acerca de las implicancias de la reforma penitenciaria.

Surgen así las siguientes interrogantes:

- ¿Cuál es el papel asignado por la institución para estos dos tipos de funcionarios/as?

- ¿Qué rol tienen actualmente operadores/as penitenciarios y policías en la Unidad Nº 5?

- ¿Están capacitados? ¿De qué forma? ¿Tienen poder de decisión y/o libertad de acción?

- ¿Qué diferencia existe entre el rol del personal civil y del policial, actualmente en la

Unidad Nº 5? ¿Se observan diferencias entre sus discursos? ¿Realizan acciones diferentes?

¿Cómo incide la institución en cada uno?

- ¿Existen inconvenientes en la realización de las actividades de ambos? De ser así, ¿Con qué

dificultades se encuentran? ¿Interfieren entre sí?

- ¿Cómo es el relacionamiento de policías y operadores/as penitenciarios con las mujeres

privadas de libertad?

- ¿Y entre las y los funcionarios? ¿Cómo se conciben entre sí?

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4. Consideraciones metodológicas

Para la realización de este proyecto de investigación, se utilizó un diseño

cualitativo. Debido a que permite una aproximación a la visión que tienen las y los

participantes del fenómeno a estudiar y cuál es el significado que le atribuyen. Como

plantean Batthyány, K & Cabrera, M (2011) en un diseño de este tipo, se pondera la visión

del investigado por sobre la del investigador. Asimismo, se propuso realizar un estudio de

tipo descriptivo, ya que se pretende “evaluar diversos aspectos, dimensiones o

componentes de los fenómenos a investigar” (Batthyány, K. & Cabrera, M.; 2011:33).

Alonso (2003) plantea que un diseño de investigación cualitativa, supone abordar el

mundo de la vida cotidiana de los sujetos implicados en la misma, aproximarse al conjunto

de motivos y de significados que estructuran el mundo de la vida articulando lo micro y lo

macro.

“La tarea de la investigación social cualitativa es interpretar las estructuras del

mundo de la intersubjetividad, o mundo social, que constituye la experiencia

cotidiana. Los sujetos sociales son quienes generan el mundo social a través del

significado que le dan a sus acciones, a los objetos que les rodean, a otros

individuos, etc.” (Alonso, L. E.; 2003:52)

La técnica elegida fue la entrevista, con el fin de analizar los discursos de las y los

funcionarios penitenciarios, indagar acerca de las actividades que realizan y cómo es su

relacionamiento entre sí y con las mujeres privadas de libertad. La entrevista permite

interactuar con el otro, y un mayor grado de confianza y apertura por parte del entrevistado

(comparado, por ejemplo, con los grupos de discusión). La forma de registro fue a través

de un grabador, con previo aviso y consentimiento de las y los entrevistados. Como una

cuestión ética se informo acerca de la confidencialidad y anonimato de la información

obtenida.

Se optó por utilizar la entrevista semiestructurada, ya que permite una cierta

flexibilidad; se realizó una guía con un conjunto de preguntas, pero ni el orden ni la

redacción de las mismas fueron exactas. (Valles, M. S.; 2000)

El período de estudio se realizó en dos instancias, una primera llevada a cabo en el

año 2014 y una segunda en el año 2015.

El universo de estudio está formado por policías y operadores/as penitenciarios de

la zona metropolitana, concentrando la población de estudio en las y los operadores

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penitenciarios y policías que trabajan en la Unidad Nº 5. Para poder realizar la

investigación resultó pertinente seleccionar una muestra, dentro de dicha población. El

criterio de selección de la misma fue aleatorio, atendiendo que la muestra fuera

diversificada, para ello se entrevistó a policías y operadoras de cada nivel (informantes

directos). Se realizaron nueve entrevistas a policías y seis entrevistas a operadoras

penitenciarias16 que trabajan actualmente en la Unidad Nº 5. A modo de ampliar la

información se efectuaron dos entrevistas a informantes calificados externos a la

institución (informantes claves), seis entrevistas a técnicas de la Unidad Nº 5 (docentes,

psicóloga y trabajadoras sociales) y una entrevista a una mujer privada de libertad

(informantes indirectos).17

Si bien en un principio se proponía realizar entrevistas a informantes calificados,

policías y operadoras penitenciarias, en el transcurso de la misma surgió la oportunidad de

entrevistar a otras técnicas, a las cuales se les consultó acerca del modo en el que

visualizaban el relacionamiento entre operadoras, policías y mujeres privadas de libertad.18

Este otro aporte fue significativo, ya que permitió comparar no solo cómo las operadoras

se veían a sí mismas y a la policía; y viceversa; sino también como otras funcionarias de la

institución visualizaban a las dos anteriores en relación con las internas. Asimismo, de

parte de una de las operadoras, con el aval de la Directora, se propuso realizar una

entrevista a una de las mujeres privadas de libertad. Lo cual también significó una

experiencia enriquecedora, ya que aporto su visión con respecto al relacionamiento con

ambas funcionarias. En este trabajo, el análisis está centrado en las informantes directas, se

realizaron entrevistas a informantes calificados como una forma de introducción a la

temática y a las informantes indirectas a modo de ampliar la información recabada de las

informantes directas y como forma de superar la subjetividad que estas pudieran tener.

Se dejaron de realizar entrevistas una vez alcanzado el punto máximo de saturación,

esto es, cuando la información comenzó a ser reiterativa y no aportaba nuevo conocimiento

para los objetivos de la investigación. (Aguilar, J. M.; 1999) Una vez finalizadas las

entrevistas, las mismas se desgrabaron y se codificaron y analizaron los datos según los

ejes temáticos que orientan este trabajo.

16 Cabe destacar que se utilizará el género femenino en la redacción teniendo en cuenta la primacía de las

entrevistadas mujeres por sobre los hombres. 17 Clasificación de entrevistados extraída de Aguilar, J. M.; (1999) 18 En el anexo se adjuntan las pautas de entrevistas.

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Los resultados obtenidos a través de las entrevistas, permiten reflexionar acerca de

los ejes temáticos que se proponen en este documento. (i) En primer lugar, teorizar en

torno al concepto de rehabilitación. (ii) Como segunda cuestión, se analiza la gestión de la

reforma penitenciaria a través de policías y operadoras civiles como funcionarias

encargadas de ponerla en marcha. (iii) Por último, resulta pertinente comprender lo que la

reforma penitenciaria propone, e indagar cómo esta se está desarrollando en la práctica. Lo

cual permite reconocer ciertas marchas y contramarchas en dicho proceso.

5. Consideraciones teóricas

5.1. Del Estado social al Estado penal

Loïc Wacquant en su texto “Las cárceles de la miseria” (2010), hace referencia al

pasaje del Estado social al Estado penal para denominar las transformaciones que implican

una reducción del papel social del Estado, y un aumento de su intervención penal; propias

de los Estados neoliberales. Se sustituye el Estado providencia “maternalista”, por el

Estado punitivo “paternalista”. (Wacquant, L.; 2010) De esta forma, el Estado no asume

un compromiso social con los barrios menos favorecidos, sino que más bien endurece su

intervención penal. “A la violencia de la exclusión económica, opondrá la violencia de la

exclusión carcelaria.” (Wacquant, L.; 2010:76)

El autor manifiesta un cambio en la centralidad de la política social, en donde

anteriormente tenía como objetivo reformar la sociedad, para posteriormente centrarse en

la supervisión de la vida de los sectores menos favorecidos. Esto se debe a primacía de las

explicaciones individuales frente a las explicaciones estructurales de la pobreza. De esta

forma, habría que cambiar el comportamiento de los pobres y no la sociedad, se

responsabiliza al individuo. (Wacquant, L.; 2010)

Como expresa Wacquant:

“Desregulación económica y sobrerregulación penal van a la par: la

desinversión social entraña y requiere la sobreinversión carcelaria, única

capaz de suprimir las dislocaciones ocasionadas por el desmantelamiento del

Estado providencia y la generalización de la inseguridad material que se deduce

inevitablemente de él en la parte baja de la estructura de clases.” (Wacquant, L.;

2010:146)

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Esto explica el proceso que se generó en los grandes países de la Unión Europea y

de Estados Unidos en ese momento. No es casual que los países escandinavos, sean los que

menos encierran, ya que el reparto de los riesgos colectivos y las instituciones de

redistribución y reparto de los riesgos colectivos, están sólidamente arraigadas. (Wacquant,

L.; 2010)

Por su parte, Nicolás Trajtenberg (2012) pone en cuestionamiento los conceptos

anteriormente desarrollados por Wacquant. En primer lugar, manifiesta que si bien la

información recabada para su análisis se basa en Estados Unidos, ese tipo de explicaciones

estructuralistas, suelen ser consideradas como teorías generales de las tendencias punitivas

del mundo occidental. (Trajtenberg, N.; 2012) En este sentido, el autor destaca las diversas

respuestas por parte de las sociedades occidentales en cuanto a sus políticas criminales, los

cambios no han sido homogéneos en los diferentes países. En segundo lugar, plantea que la

explicación de Wacquant es tautológica debido a que sostiene al mismo tiempo que el

Estado neoliberal es la causa de la corriente punitiva, y que dentro de las lógicas

institucionales de la definición de neoliberalismo se encuentra un aparato penal intrusivo,

proactivo y expansivo. En tercer lugar, destaca que la propuesta de Wacquant no considera

las medidas no punitivas (como por ejemplo la rehabilitación, las medidas alternativas a la

prisión, entre otras); ya que estas no estarían incluidas en la categoría neoliberal, por no ser

punitivas. Por último, plantea que no es posible transferir las políticas de un país a otro, sin

tener en cuenta las particularidades y especificidades de los mismos, los actores y las

instituciones involucradas, los medios y las dimensiones. (Trajtenberg, N.; 2012)

De todas formas, cabe destacar la importancia de los aportes de Wacquant para este

trabajo. Teniendo en cuenta que no se buscan explicaciones universales, ya que se deben

considerar las particularidades de cada sociedad, la cultura, los agentes, las instituciones y

la estructura.

5.2 - El trabajo sobre los otros

En esta investigación se aborda el tema del trabajo sobre los otros en contexto de

encierro, más específicamente policías y operadoras civiles como profesionales del trabajo

sobre las mujeres privadas de libertad. Se analiza cómo se realiza, cómo se produce ese

trabajo "sobre los otros" y qué se espera de ellas.

Para definir dicho tipo de trabajo se toman en cuenta los aportes de Dubet (2006),

quien lo expresa como una actividad profesional, reglamentada, remunerada e inscrita en

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convenciones y organizaciones. Su esencia es la relación cara a cara, pretende transformar

a los otros. Son formadas para actuar sobre los otros, sobre la socialización de los sujetos.

A su vez, implica un trabajo sobre sí misma.

“El trabajo sobre los demás se presenta como una actividad crítica y como una

actividad ética de definición continua de los otros y de uno mismo, sin dejar de

estar cada vez más apresada en la vida y las redes de organizaciones

complejas.” (Dubet: 2006:346)

En este sentido, se puede entender que tanto policías como operadoras civiles

realizan un trabajo sobre los otros, están para castigarlos, cuidarlos, educarlos, mantenerlos

ocupados, consolarlos.

Cabe cuestionarse ¿Por qué se pretende transformar a los otros? ¿Desde qué

posicionamiento se busca dicha transformación? ¿Qué se espera del otro? ¿Qué formación

reciben las profesionales para transformar a los otros? ¿Cómo lo llevan a cabo? ¿Cuándo se

puede decir que el sujeto está transformado y cuándo no?

Dubet aporta el concepto de “programa institucional” para hacer referencia a una

determinada forma de socialización. Dicho programa supone que el trabajo sobre los otros

es una vocación; una mediación entre valores individuales y universales; y que implica

moldear al sujeto al mismo tiempo que se pretende que sea libre y autónomo. En palabras

del autor:

“Puede definirse el programa institucional como el proceso social que

transforma valores y principios en acción y en subjetividad por el sesgo de un

trabajo profesional específico y organizado.” (Dubet: 2006:32)

Se produce una relación vertical –de arriba hacia abajo-; del “educador” al

“educando”. Busca controlar, restaurar al sujeto, moldearlo, disciplinarlo, modificarlo a sus

gustos, valores y creencias. En este sentido, el programa institucional interviene en la

construcción de los sujetos, en su socialización. Cuanto más socializado está el sujeto, más

se controla a sí mismo. Dubet expresa que dicho programa se encuentra entre la

normalización y la autonomía.

Por otra parte, plantea tres niveles de acción del programa institucional, tales como

el control social, el servicio y la relación. El primero hace referencia a la atribución de un

rol, se asigna una determinada identidad institucional y se pretende que el otro la asuma.

Se espera que la relación sea objetiva, atravesada por la disciplina. El servicio supone que

las trabajadoras, consideradas como expertas, desarrollen tareas técnicas. Por último, la

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relación sería la dimensión más relevante del trabajo sobre los otros, pero también la

menos reconocida.

“La lógica de la relación considera al otro como una persona singular, como un

sujeto que debe diferenciarse paulatinamente del usuario y del objeto de sus

disciplinas de control social.” (Dubet; 2006:93)

Un aspecto a tener en cuenta es que la acción de socialización se enfoca en una

dimensión restringida de la persona, no abarca a la totalidad del sujeto, en todos sus roles,

en todas sus dimensiones. Por el contrario, la relación gira en torno a la delimitación del rol

de los otros que establece el programa institucional. De esta forma, las profesionales

encargadas de dicha socialización, pueden ejercer un control casi absoluto de la dimensión

que les compete.

Con los cambios sociales, culturales, históricos, económicos y demás, las

explicaciones universales, la idea de sociedad (como una máquina) comienza a perder

valor. El trabajo sobre los otros se modifica. Dubet explica este proceso como una

decadencia del programa institucional. Cambia la idea de integración por inserción,

regulación. Las explicaciones ya no son universales, sino focalizadas.

“El individuo se vuelve ‘incierto’, fragmentado, forzado a utilizar lógicas

opuestas; y el sujeto ya no está arraigado en una provisión homogénea de

valores e identidades, está diseminado y descentrado.” (Dubet; 2006:82)

Con el declive del programa institucional, la autoridad deja de considerarse sagrada

y natural, la disciplina comienza a ser mal vista. Asimismo, se produce un

desencantamiento del mundo, de sentido, se pierde motivación.

Esto genera una diversidad de escenarios que no serían favorables, por un lado, se

produce un anhelo a la vuelta de la autoridad, hacia las instituciones represivas y

tradicionales que pretendían sostener un cierto orden moral mediante la violencia

institucional. Por otra parte, regresa la idea del liberalismo, en donde el Estado debe

reducirse a mantener el orden, dejando libre acción al mercado. Por último, aparece el

derecho como mediación pacífica. Sin embargo, este se encuentra distribuido

desigualmente entre las personas.

Finalmente, cabe destacar que los conceptos anteriormente desarrollados se

consideran como tipos ideales, como categorías analíticas y no como una descripción de la

realidad.

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Resultados

6. Análisis

A continuación se pretende articular lo desarrollado anteriormente con los datos

obtenidos durante la investigación. Reflexionar acerca de cómo se posicionan las

funcionarias penitenciarias en la cotidianeidad de la cárcel, cómo han sido formadas, cómo

conciben su función, y cómo finalmente la llevan a cabo.

6.1. El concepto de rehabilitación puesto a prueba

Un aspecto fundamental es que ninguna de las personas entrevistadas expresa

cuestionamientos ante el concepto de rehabilitación (solo una trabajadora social). Por el

contrario lo plantean como un ideal, como algo a alcanzar, que actualmente no se está

logrando "debidamente" en todas las mujeres privadas de libertad (solo en determinados

sectores y en determinadas personas).

“[…] Y acá se logra en algunos casos y en algunos sectores… no en todo el

establecimiento pero se logra rehabilitación. Hay sectores que… es eficaz el

trabajo se está haciendo con las internas… la intervención. Pero no en todo el

establecimiento y no en todos los establecimientos es eficaz.” Entrevistado/a 4

(operador/a).

En reiteradas oportunidades, las entrevistadas parten de la idea de normalización,

de adaptación, de generar hábitos, de lo que es entendido como normal, de explicaciones

individuales y no de responsabilidades sociales y colectivas. Sostienen una postura de

adhesión a la reforma, colocan a la rehabilitación como un objetivo a alcanzar, sin

cuestionar dicho concepto y las implicancias que supone.

Surge así una serie de interrogantes, ¿Alguna vez estuvo habilitada? ¿Qué

herramientas tenía antes de entrar a la cárcel? ¿Cómo ha tratado la sociedad a esa persona?

¿Qué otra salida y/u oportunidad tenía? ¿Qué significa rehabilitar? ¿Con qué criterio?

¿Quién lo determina? ¿Cómo se puede rehabilitar para vivir en sociedad estando separada

de la misma?

Cabe destacar que de las personas entrevistadas (policías, operadoras y técnicas),

solo una operadora, junto con las técnicas manifestaron que la delincuencia es un problema

de la sociedad en su conjunto y no únicamente de las mujeres privadas de libertad.

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Rojido, Vigna y Trajtenberg (2010), definen la rehabilitación como una

intervención institucional que pretende incidir a nivel normativo, emocional y cognitivo en

los sujetos. La no reincidencia es el indicador que se utiliza generalmente para medir el

éxito de los programas. Sin embargo,

“[…] la rehabilitación involucra mucho más que eso: adherir a valores

convencionales, tener una inserción educativa y laboral, desarrollar habilidades

cognitivas, emocionales y sociales.” (Rojido, E. et al.; 2010:239)

En este sentido, la rehabilitación supone un juego de poder, en donde uno posee el

saber y el otro el no-saber, tiene un carácter moralizante, normalizador, de transmitir

valores. En contraposición, Rojido, et al. (2010) retoman el concepto de desistimiento que

plantea Farrall (2002), entendido como:

“[…] un proceso gradual en el que el individuo va acumulando períodos de

ausencia de delito o donde, pese a cometerlos, pueden observarse signos de

desaceleración y/o disminución de gravedad que marcan una creciente

consciencia de riesgos o deseo por abandonar el mundo del delito.” (Farrall

(2002) apud: Rojido, E. et al.; 2010:240)

Esto permite una explicación más real del contexto de los sujetos, ya que no todo

está vinculado o establecido únicamente por los procesos transitados dentro de las

instituciones carcelarias, tambien pueden influir ciertos puntos de inflexión en la vida de

los mismos. Algunos de estos podrían ser: un vínculo con el mundo del trabajo, tener hijos

y/o pareja, la participación en organizaciones sociales o la disminución del vínculo con

"pares problemáticos", entre otros. (Rojido, E. et al.; 2010). Por otra parte, puede deberse a

un carácter más subjetivo, en donde las y los desistidores abandonan la idea de desviados y

adquieren una nueva identidad pro-social, manteniendo una visión positiva sobre el futuro

y sobre sí mismos, sobre sus posibilidades y oportunidades en el mundo legal.

Cabe destacar la dificultad metodológica que presenta el concepto de desistimiento,

ya que se trata de un proceso (cometer delitos con menor frecuencia o con menor

gravedad), desde una perspectiva social, comunitaria.

En este sentido, una operadora manifiesta la importancia que tiene el vínculo con el

afuera, con el trabajo y la familia:

“[…] Y la desventaja es que… se desvinculan con la sociedad… y se pierden

todos los hábitos de la vida diaria… de la vida cotidiana. El tema del trabajo,

salir a trabajar… todo lo que tiene que ver con la familia también. El vínculo…

los hijos.” Entrevistado/a 4 (operador/a).

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De esta forma, el aislamiento que genera la cárcel no habilita a que se desarrollen

procesos de desistimiento en las mujeres privadas de libertad, adquiriendo una mayor

relevancia los procesos transitados dentro de las instituciones penitenciarias.

Un aporte interesante es la noción de inserción comunitaria, la cual supone por un

lado un trabajo con el sujeto que volvería a la sociedad, y por el otro, un trabajo con la

sociedad que recibiría a ese sujeto. Esto implica una dificultad compleja, ya que por un

lado requiere abarcar ciertos bretes que presentan las políticas criminales, tales como la

efectividad de los programas de rehabilitación, las prácticas de liberación, las prisiones y

las sentencias. Y por el otro, determinados problemas sociales, estigma, educativos,

médicos, etc., que abarcan a una gran parte de la población. (Rojido, E. et al.; 2010)

“Desde este paradigma la categoría de desistimiento tiene mayor poderío

analítico en tanto permite la exploración de factores y mecanismos explicativos

de la ausencia de delitos fuera del contexto de tratamiento penitenciario. Y así

mismo, no está necesariamente asociado a un cambio normativo o valorativo

por partes de los agentes.” (Pucci, F.; Rojido, E.; Trajtenberg, N.; Vigna, A.;

2012:304)

Se pretende romper con esa idea de que cuanto más se castigue al sujeto, más se

rehabilita, del escarmiento como herramienta (postura mayoritaria dentro de las policías

entrevistadas). Abandonar asimismo las visiones terapéuticas de las personas privadas de

libertad. Surge así la necesidad de adoptar medidas de inserción comunitaria, medidas

alternativas al encierro, medidas intermedias; que requieren conexiones con la sociedad,

con la comunidad, con la familia, con las demás instituciones; establecer redes, reconocer

la autonomía y el respeto del sujeto, superando el estigma que genera el pasaje por la

cárcel. El concepto de desistimiento parte de esta visión comunitaria y del reconocimiento

del sujeto como ser autónomo, superando la noción de rehabilitación y reincidencia.

6.2. Pensando los perfiles y tipos de funcionarios/as

En este apartado se pretende dar respuesta a los primeros tres objetivos específicos.

Cabe destacar que si bien por parte de la reforma penitenciaria se proponen roles

diferenciados para las y los policías y operadores civiles (ver anexos), uno de los

resultados encontrados es que en los hechos, esa distinción no es tan significativa; existen

particularidades en los dos tipos de funcionarias que se apartan de esa diferenciación.

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-Roles de policías y operadoras penitenciarias:

Con respecto al rol de las operadoras y policías, un gran número de las personas

entrevistadas coincide en que los roles de ambas son complementarios, ya que las primeras

estarían formadas para la rehabilitación y la policía para la seguridad.

“[…] se trabaja diferente… hay otra cabeza. … Sabemos para lo que estamos

nosotros (operadores) […] El policía quedó en la antigüedad, no evolucionó el

policía… quedó en aquello de que… el delincuente… y no tienen arreglo…

quedaron con esa cabeza. Entonces es difícil trabajar con ellos… pero algún

día… algún día seremos celestes todos si dios quiere (haciendo referencia al

color de los uniformes de los operadores).19” Entrevistado/a 4 (operador/a).

Cuando se les consultó si es posible pensar en una cárcel sin policías, la mayoría

manifestó que sí, pero a la interna del establecimiento; en revisoría, el perímetro y cuando

hay disturbios, debería estar la policía. Cabe destacar que en el perímetro actualmente se

encuentran militares.

Algunas entrevistadas del personal policial consideran que no sería viable;

sostienen que las operadoras no están capacitadas para trabajar con determinadas internas,

ya que estas dominarían la relación. Dentro de dicho grupo, algunas entrevistadas

plantearon que si las operadoras recibieran una capacitación para poder abordar el tema de

la seguridad (un “entrenamiento cívico-policial”), sería posible que trabajaran solas.

“[…] o sea… si los operadores hicieran la parte de seguridad, con instrucción

debida y eso, la policía netamente se abocaría a la parte en la que están los

militares ahora digamos… lo que sería el perímetro y capaz que en el ingreso

ahí en el portón. Ahora, si no debería haber en el perímetro, en la parte de

ingreso y a su vez una fuerza de choque digamos, para intervenir en los

momentos que se necesite, que haya violencia que habilite eso. […].”

Entrevistado/a 18 (policía).

La policía presenta una visión de la operadora como permisiva, que no puede

controlar a las internas y por eso necesita de ella. A su vez, plantean que tanto operadoras,

como psicólogas y trabajadoras sociales, creen las versiones de las mujeres privadas de

libertad y no la de la policía.

“No, porque los operadores trajeron una forma de trabajar que no la tiene la

policía. […] Yo que sé, a veces los operadores les permiten cosas a los reclusos,

que después cuando el recluso tiene que trabajar con la policía, la policía no se

19 Tanto las policías como las mujeres privadas de libertad, denominan informalmente a las operadoras

penitenciarias como “Pitufas”, debido al uniforme celeste.

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lo permite porque creemos que no es lo que corresponde, entonces siempre

chocas vos con el preso. Digo… porque el operador, permite muchas cosas

que… la policía no lo permite […] ya la presa ya le tomó el punto. No

pueden… no pueden con ellas” Entrevistado/a 20 (policía).

Esto pone de manifiesto que, a grandes rasgos, la policía parte de la desconfianza

en el otro, de la seguridad; y la operadora parte desde la confianza.

Se puede relacionar a policías y operadoras con los aportes realizados por Dubet

(2006). Estas funcionarias pueden ser concebidas a través del concepto de programa

institucional, ya que se encuentran entre la búsqueda de la autonomía y la normalización de

las mujeres privadas de libertad. Se identifican tres niveles de acción del programa

institucional, tales como la relación, el servicio y el control social. El primero; implica una

relación cara a cara, es la parte fundamental del trabajo sobre los otros; el segundo hace

referencia a las tareas técnicas que deben desarrollar los trabajadores (en este caso policías

y operadoras); y el tercero supone la asignación de determinados roles institucionales que

deben ser asumidos por los sujetos, lo cual implica una visión vertical de la relación con

las internas –relación objetiva-, debido a que pretenden moldearlas y controlarlas (más aún

en el caso de las policías).

-Actividades de ambas funcionarias:

En cuanto a las actividades, una de las diferencias principales que distinguen las

entrevistadas entre policías y operadoras, es que las primeras se encargan de la detención

de las mujeres privadas de libertad, son policías las veinticuatro horas. En general, la

policía no encuentra diferencias entre las tareas que realiza una y otra dentro de la cárcel,

plantean que ambas abren y cierran rejas, y se encargan del traslado interno. Por su parte,

las operadoras manifiestan que eso es lo único que tienen en común, ya que ellas realizan

otro tipo de actividades, como el acompañamiento en su cotidianidad, la escucha,

actividades laborales y educativas.

De las entrevistas se desprende que una de las características que más ha destacado

el rol de las operadoras penitenciarias dentro de la Unidad Nº 5, es la escucha. Este aspecto

se resalta por parte de todas las personas entrevistadas. Manifiestan que los niveles de

violencia han bajado al tener un actor que se encuentra cotidianamente con ellas, desde una

perspectiva diferente a la policía.

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“La única similitud que hay es que los dos abrimos una reja, después

diferencias, claro… son muy diferentes. Desde mi punto de vista… yo he estado

en piso, y me preocupo […] o mismo si vos me estás pidiendo que te lleve a

jurídica porque queres hablar con el juez, o con el abogado, por algún problema

personal tuyo. Y bueno, trato de buscar la manera de lograrlo, si no lo puedo

hacer le digo ‘bueno, mira yo traté de todas las maneras posibles y no se pudo’,

pero por lo menos te doy una respuesta. Como que somos muy diferentes, yo lo

veo como que el operador, como que es más humano, o que tendría que ser un

poco más humano. Y como que la policía no… como que el policía, mientras la

interna tenga su medicación, y esté tras las rejas, está mejor.” Entrevistado/a 10

(operador/a).

A su vez, un policía manifiesta que:

“[…] dentro de todo la relación (entre operador e interna) es mejor porque

supuestamente los escuchan más, están más para atenderlos a ellos. Porque en

realidad la policía no está formada para… no dice en ningún lado que la policía

rehabilita… y los operadores en teoría deberían […]” Entrevistado/a 18

(policía).

Esto puede relacionarse con lo que expone Vigna (2016) acerca de la capacidad de

escucha no solo como forma de motivación y de autoestima a las mujeres privadas de

libertad, sino también como un modo de mantener el orden y la seguridad. En la medida en

que se escucha la demanda, se evita otro tipo de reacciones más violentas, se contiene la

misma.

“Sin embargo, rápidamente esa capacidad de escucha es asociada al ámbito de

la seguridad, y, en particular, a la prevención de incidentes. Eso no implica que

no exista un interés genuino por la situación de los reclusos, pero la reacción de

los funcionarios va más allá de ello. Esta tensión entre la capacidad de empatía,

de establecer relaciones de confianza con la población reclusa y, al mismo

tiempo, estar vigilante y alerta para mantener siempre el control, […]” (Vigna,

A.; 2016:11)

-Capacitación de operadoras y policías:

Haciendo referencia a la capacitación, cabe cuestionarse esta diferenciación, ¿Qué

tipo de formación tienen? ¿Cómo ha sido? ¿Es suficiente? ¿Realmente tienen las

operadoras herramientas para rehabilitar?

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Las funcionarias que han trabajado en cárceles de hombres y en la Unidad N° 5,

destacan que existe una diferencia entre trabajar con hombres y mujeres. Manifiestan que

estas son más débiles, que son más demandantes, más problemáticas, menos disciplinadas,

menos organizadas que los hombres y visualizan que las y los hijos son un tema central en

el caso de las mujeres. Todas estas cuestiones hacen referencia a la diferencia de género

que la sociedad patriarcal establece, a los estereotipos que están formados y establecidos.

En donde la mujer es quien se encarga del cuidado y la crianza de los hijos, es el sexo

débil, sensible y dependiente del hombre. Una debilidad de la reforma es que las

funcionarias no han tenido una fuerte formación en género.

“Sí, sí, muy grande el cambio. […] Es lo peor que hay (risa), es complicado…

me gusta trabajar en la cárcel de hombres, mucho más disciplinados, más

organizado, más cumplidores, tenés menos problemas. Trabajar con mujeres ya

es… es horrible. […] entre ellas siempre tienen problemas, y si no siempre

están con problemas… tienen problemas familiares, son más problemáticas… el

tema de los hijos. Influyen montones de cosas […] hay algunas que tienen

problemas de verdad y otras que son terrajas perdidas, no hay con que

arreglarlas (risa).” Entrevistado/a 16 (policía).

Esto puede relacionarse con lo desarrollado anteriormente con respecto a la triple

discriminación que sufren las mujeres. Se las cuestiona por ser mujeres, por no haber

cumplido con sus roles asignados por la sociedad (cuidar a sus parejas y/o hijos/as); por

encontrarse privadas de liberta; y por formar parte de la población excluida y marginada.

Asimismo, las funcionarias penitenciarias parten de un cierto estereotipo de género, más

asociado a la corriente mainstream que explica Vigna (2008), en donde la mujer

delincuente es considerada como masculinizada y pasiva, no reconocen sus niveles de

agencia.

Algunas de las entrevistadas expresan no haber tenido preparación para desempeñar

el cargo que ocupan. En los casos en los que la ha habido, esta ha sido escasa, de corta

duración (desde un mes generalmente, a un año en ciertas ocasiones).

“[…] Agente de segunda (cargo que ocupa). [...]: ¿qué formación tuve? Un mes

de tanda… En la Escuela del COMCAR.” Entrevistado/a 20 (policía).

Asimismo, muchas plantean que han trabajado anteriormente en otras cárceles.

Cuando se les pregunta si tuvieron alguna formación específica para el cambio de una

cárcel a otra (de una de hombres a una de mujeres), todas concuerdan en que no. Por otra

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parte, ciertas entrevistadas manifiestan que están ocupando cargos que por su grado o por

su especialización no les corresponde.

“[…] Yo desde que ingresé… creo que tengo como 5 años trabajando en el área

jurídica ya, si bien o sea... mi grado no correspondería para el cargo, visto

que… el grado que tiene que ocupar el cargo este vendría a ser un Comisario,

pero acá no hay Comisario, entonces… se ha desvirtuado… para en todos lados,

no solo acá. […]” Entrevistado/a 18 (policía).

Uno de los aspectos a problematizar sobre la reforma, es la capacitación que

recibieron las operadoras al ingresar. Teniendo en cuenta que ingresaban a un mundo que

durante décadas estuvo dominado por la policía, no se las capacitó adecuadamente, y no

solo no tenían referentes de cómo debían realizar su trabajo, sino que además se

encontraron con resistencias por parte de la policía. Asimismo, no tenían una formación

sólida que las ayudara a enfrentar esa situación. En los primeros llamados de

operadores/as, el requisito básico era tener primaria completa. Cabe destacar que en estos

años se ha intentado mejorar este aspecto, por ejemplo el requisito mínimo ascendió a ciclo

básico completo20 y se está formando una Escuela para capacitar a las y los operadores

penitenciarios que van a ingresar.21

“[…] Nosotros particularmente que fuimos la primera camada, tuvimos la

formación te diría que media en el aire. En realidad esto… teníamos que entrar

o entrar. Se nos dio un poquito de psicología… un poquito de todo… de lo que

podía ser una cárcel y no… pero en realidad creo que están mejor preparados

los que entraron después. Porque había una Escuela específica, y había gente

que ya hacía dos años que estaba, no? Entonces pudieron tomar un formato y

tener una Escuela. Nosotros… la Escuela nuestra era una Barraca en Punta de

Rieles. Y bueno… salió ahí como se pudo.” Entrevistado/a 15 (operador/a).

Tanto por parte del personal policial como del civil, existe una sobrevaloración de

la práctica, es decir, de lo que se aprende en la cotidianeidad de la cárcel, en el ejercicio de

la práctica. Existe una idea de que se forman trabajando dentro de la cárcel,

menospreciando así la formación previa.

“A: ¿Ha tenido alguna formación para desempeñar dicho cargo? De ser así,

¿Cuál? B13: No… lo que se aprende día a día, después voy aprendiendo con los

compañeros que ya estaban trabajando en el área, me fui desenvolviendo así.”

Entrevistado/a 13 (operador/a).

20 Datos obtenidos de comparar llamados anteriores y actuales. Y de las propias entrevistas realizadas. 21 Información recabada de las entrevistas.

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Esto se asocia con uno de los resultados encontrados por Vigna (2016) retomando a

Gilbert (1997) y Taets-Silva (2012), con respecto a la jerarquización de la práctica sobre la

teoría,

“La idea de que para dominar el trabajo penitenciario es necesaria – más que la

formación teórica – la experiencia de trabajo dentro de la prisión, está

ampliamente difundida al interior del sistema. Así, los nuevos funcionarios son

socializados por sus colegas con más experiencia en los procesos, valores y

actitudes hegemónicas de funcionamiento de la “organización informal”, más

allá de que “legalmente” está estipulado por la “organización formal” […]”

(Gilbert, (1997); Taets-Silva, (2012) apud: Vigna, A.; 2016:11-12)

Lo cual profundiza aún más el poder discrecional de dichas funcionarias, ya que por

un lado, son necesarias para la ejecución de las políticas, y al mismo tiempo, no pueden ser

controladas porque ellas son las que poseen el saber práctico.

-Concepciones de ambas funcionarias con respecto al encierro y a las mujeres

privadas de libertad:

Con respecto a la visión que tienen las funcionarias entrevistados acerca del

encierro, se pueden encontrar diversas respuestas. Por un lado, están quienes conciben que

no es la mejor medida, y por el otro, quienes sostienen que para la mayoría de las

situaciones sí. Dentro del primer grupo, se pueden distinguir a su vez en dos. Quienes

argumentan que no sirve porque no es una medida adecuada para trabajar con el sujeto, y

quienes manifiestan que no porque en la cárcel están mejor que afuera, ya que el Estado les

“brinda todo”.

Sin embargo, no todas las personas entrevistadas visualizan medidas alternativas,

una pequeña parte de ellas, en su mayoría operadoras, coinciden en que sería posible

aplicar las penas sustitutivas para los delitos leves. De esta forma, un gran número de las

entrevistadas manifiestan estar de acuerdo con la forma de relacionamiento que tienen las

mujeres privadas de libertad con el exterior (a través de las visitas y las llamadas

telefónicas), ya que sostienen que lo único que tienen privado es deambular libremente.

Las operadoras civiles y policías entrevistadas no parten de una visión de inserción

comunitaria.

“[…] No, no me parece que tengan que estar encerradas. […] no tiene sentido…

porque no se logra nada solo por el encierro, no? Ahora si se hace otro trabajo a

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raíz del encierro, sí, obviamente que se puede lograr algo. Pero el encierro solo

no sirve para nada.” Entrevistado/a 4 (operador/a).

Mientras que una policía sostiene:

“(Silencio) Mira, si yo te digo mi punto de vista personal, a ciertas personas

habría que matarlas. Ya de una. […] una pena que estén encerrados acá, no.

Porque salen y vuelven a cometer la pena, para ta… date cuenta… tienen luz

gratis, agua gratis, comida gratis, por eso el alto índice de reincidencia. […] Yo

no le veo sentido a que estén encerradas. Sinceramente… porque están

cumpliendo una pena así… durmiendo, que el Estado le da todo… porque

siguen reincidiendo en lo mismo… y siguen viniendo para acá… estamos en la

misma. […] porque están mejor acá que afuera.” Entrevistado/a 5 (policía).

Con respecto a cómo consideran que debería ser la movilidad de las mujeres

privadas de libertad dentro del establecimiento, se encuentran diferencias en los discursos

de ambas funcionarias. La policía manifiesta su disconformidad, ya que consideran que es

excesiva. Mientras que las operadoras expresan que debería existir una movilidad mayor,

con más libertad dentro de la institución.

“[…] a mí me parece que es medio exagerado a veces… porque si bien no son

tantas reclusas, hay muchas que muchas veces están transitando ahí sin

custodia… como que ya es algo habitual en esta cárcel. […] Lo que conlleva a

que a veces te aparezca una interna acá cualquiera y te pide información de esto

y de lo otro… cuando vos no sabes donde debería estar… porque a lo que no

viene con un operador o con un policía […] yo no sé si en realidad si lo que ella

me está diciendo es así. Es como que no me gusta mucho, pero ta, funciona así.

[…].” Entrevistado/a 18 (policía).

En contraposición, una operadora expresa:

“[…] la seguridad… siempre prioriza… pero a mí me gustaría que pudieran

circular más libremente, por una cantidad de cosas […]” Entrevistado/a 15

(operador/a).

Tanto policías como operadoras parten de una visión individualizadora del sujeto,

de responsabilización individual. Algunas se colocan del lado de la “víctima”, de quien

recibió el delito, y sostienen que las internas deben pagar su deuda con la sociedad. Surge

así la idea de castigo, del sufrimiento y escarmiento como herramienta. En estos casos, el

trabajo es considerado como sinónimo de castigo, (visión mayoritaria dentro de la policía)

como forma de pagarle a la sociedad lo que esta invierte en ellos.

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“[…] el ocio es muy malo también, ¿no?. […] habría que obligarlos de alguna

manera… o sea, no trabajo forzado… pero sí hacerlos trabajar, o sea sacarlos…

no sé, no se me ocurre nada, pero tampoco quiero parecer un torturador… pero

no se… llevarlos a hacer rieles o alguna cosas de esas, viste? […] están ahí…

consumiendo recursos al Estado, porque si bien están recluidos acá, las cosas no

caen del cielo, salen de los impuestos de la gente, y no hay retribución […] para

evitar el ocio, obligarlos a hacer algo.” Entrevistado/a 18 (policía).

Por otra parte, se encuentran quienes perciben al trabajo como un beneficio al que

acceden aquellos que han logrado un determinado comportamiento (visión predominante

dentro de las operadoras).

“Entonces, la manera de que ellas dejen el ocio, los hábitos de no hacer nada, es

proponiéndoles tareas y que ellas la cumplan y con esa tarea bueno… el

beneficio… el premio sea tener algo.” Entrevistado/a 9 (operador/a).

Ninguna de las personas entrevistadas visualiza al trabajo y al estudio como un

derecho. Por parte de la institución tampoco se sostiene esa visión, ya que uno de los

castigos a las mujeres sancionadas es el cese de las actividades.22

Se puede identificar una clasificación de las mujeres privadas de libertad en dos

grandes grupos. Por un lado, estarían “las buenas”, “las tranquilas”, las que han ingresado

por un motivo “excepcional”. Y por el otro, “las malas”, “las tumberas”, y “las

delincuentes”. El primer grupo estaría formado por las mujeres privadas de libertad que

son consideradas por parte de policías y operadoras como más disciplinadas, respetuosas

con ambas funcionarias, y que mantienen un relacionamiento más cercano con las

operadoras penitenciarias. El segundo, estaría conformado por “las viejas presas23”,

quienes sostienen un relacionamiento más cercano con la policía.

“[…] Y según qué tipo de interna también, ¿no? Porque tenemos de todos los

perfiles acá. Acá hay de esa gente que ya está en ese ambiente, y gente que

nunca estuvo en un ambiente delictivo. Según, por eso, la persona. […] Y el que

está en ese ambiente, es una casa más para ellos. El que no bueno, se tiene que

acostumbrar a lo que es la cárcel. […].” Entrevistado/a 11 (operador/a).

22 Información obtenida de las entrevistas. 23 Término utilizado tanto por las funcionarias penitenciarias como las mujeres privadas de libertad para

referirse a las mujeres que hace varios años se encuentran privadas de libertad o que estuvieron varios años

cuando la cárcel estaba dominada únicamente por la policía y ahora regresaron. (Dato obtenido de las

entrevistas).

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En la entrevista realizada a la mujer privada de libertad, se reafirma esta distinción

entre “tranquilas” y “tumberas”. Se pone de manifiesto que por parte de las funcionarias el

trato, la visión y la forma de referirse a cada uno de estos dos grupos, es diferente.

“Obviamente yo vengo de otro origen, tengo otra formación y a mí no me

trataron como a una cualquiera más, no? […] Ellos si ven que vos sos tranquila,

que buscas lo mejor para el piso, para vos, para tus compañeras, ellos te van a

aguantar una cantidad de cosas, ahora obviamente si sos esas que vienen

tumberas, que vienen como locas, yo creo que es ahí donde ellos marcan la

diferencia. […]” Entrevistada 22 (mujer privada de libertad).

Goffman (1993) plantea que la sociedad funda las categorías de personas que

pueden ser consideradas como naturales y corrientes; y cuáles no. Surge de esta forma el

concepto de estigma.

“Mientras el extraño está presente ante nosotros puede demostrar ser dueño de

un atributo que lo vuelve diferente de los demás […] y lo convierte en alguien

menos apetecible – en casos extremos, en una persona casi enteramente

malvada, peligrosa o débil-. De este modo, dejamos de verlo como una persona

total y corriente para reducirlo a un ser infeccionado y menospreciado.”

(Goffman, E.; 1993:2)

Como propone Núñez (2007), se crean así ciertos “perfiles poblacionales”, se

etiqueta al otro, se lo concibe como un diferente sobre el cual hay que intervenir para

modificarlo, para normalizarlo. Es una postura determinista sobre el sujeto, se plantea un

futuro pre-fijado.

Un gran número de las personas entrevistadas coinciden en que las internas tienen

iniciativa, que plantean propuestas, y que tanto la institución como las funcionarias las

reciben de buena manera. Para poder efectivizarlas la seguridad se vuelve primordial.

Dentro de las policías entrevistadas, principalmente quienes trabajan en el quinto nivel,

plantean que la mayoría de las mujeres privadas de libertad no tienen iniciativa.

“(…) No, la mayoría no quiere nada. Son muy pocas […]” Entrevistado/a 19

(policía).

Ante la misma pregunta, las operadoras pueden describir más fácilmente qué

actividades tienen las mujeres privadas de libertad, mientras que las policías no. Estas

últimas expresan que no tienen, o que tienen muy poco, sin poner ejemplos; mientras que

las primeras explican detalladamente las tareas que realizan. Cabe destacar que se les

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dificulta hacer referencia a las actividades que se realizan en toda la cárcel, describen las

actividades del piso en el cual trabajan. No poseen un conocimiento global de las mismas.

Si bien actualmente las mujeres privadas de libertad pueden realizar talleres,

estudio, trabajo y recreación; muchas de las actividades identificadas por las entrevistadas

suelen ser concretas, no son proyectos, son tareas ínfimas para el proceso de reforma. Esta

descripción está basada en un estereotipo de las mujeres, se las infantiliza, expresan que se

entretienen así. No proponen actividades que desarrollen las potencialidades de los sujetos.

“[…] Sí, tienen taller de costura, de peluquería, talleres educativos, pila de cosas

tienen para hacer. […] Yo estoy en la parte laboral, acá se hacen cuadrillas, se

sale a limpiar lo que es predio, se limpia lo que es la parte interna, pintura si se

puede, todo lo que sea ese tipo de mantenimientos de la cárcel es lo que se

hace.” Entrevistado/a 13 (operador/a).

Asimismo, una policía sostiene:

“[…] Dentro de lo que es… mientras que estén tranquilas no hay problema

ninguno. Porque se les da acá… pintura, también cal, creo que hace un mes

atrás a otra interna que ahora ya se fue. Pintó toda la celda, se mantuvo

entretenida todo el santo día… no grito… nada. Mientras que están tranquilas…

o se les da una hoja para escribir, lapiceras y eso… no tienen inconveniente.

Hay ratos que ellas están escribiendo o están leyendo, o duermen siesta.

Entonces ellas se entretienen así.” Entrevistado/a 6 (policía).

En la mayoría de los casos, al ser consultadas acerca del uso del uniforme, esta no

es una categoría relevante. Quienes manifiestan una postura a favor del mismo para las

funcionarias, lo hacen como forma de marcar diferencia, de saber quién es quién, como

una manera de manejar el poder dentro de la cárcel, así como también de mantener la

seguridad. Distinguir entre policía, operadora e interna. Como forma de distinción con el

otro, pero a su vez de igualación con su par. Asimismo, ciertas operadoras entrevistadas

manifiestan que para su trabajo, es necesario poder diferenciarse de la policía, para que las

mujeres privadas de libertad confíen en ellas. Sin embargo, en los niveles de máxima

seguridad, sucede lo contrario.

“[…] por ahora el tema del uniforme… está bien que sea así. Mismo por ellas

mismas, no? Porque ellas dicen que de repente te tienen más confianza a vos, te

respetan más a vos que sos operador que al policía. O pasa al revés también, a

veces saben que como nosotros… en los peores pisos te pasa eso, como saben

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que vos no podes hacer nada, vos haces un informe, lo elevas y te vas […]”

Entrevistado/a 10 (operador/a).

Actualmente las mujeres privadas de libertad no tienen uniforme, cuando están

trabajando en predio utilizan un chaleco flúor, como forma de identificación. Por otra

parte, una de las respuestas de una policía pone de manifiesto cómo aún persiste la

institucionalidad antigua, ese anhelo de que vuelva a ser como antes, cuando se utilizaba

un mameluco con el número de identificación del pabellón en el cual se encontraba.

“[…] Los funcionarios sí… como ves estamos de azul los policías y celeste los

operadores. Las internas no, andan de ropa particular, no tienen un uniforme.

Que estaría bueno que tuvieran un uniforme para identificar, no? Así como en el

Penal, que hubo en un tiempo, un mameluco. Ahí sí estaría bueno. Pero no, acá

andan todos […] Los que andaban afuera, tenían su numeración del pabellón en

el que estaban. Y los que estaban en los módulos sí, tenían mameluco para

identificar los que estaban adentro y los que trabajaban, que no eran muchos

pero que tenían su identificación.” Entrevistado/a 5 (policía).

En cuanto a la posibilidad de plantear su opinión y/o visión, en un principio, la

mayoría de las funcionarias coinciden en que pueden hacerlo. Sin embargo, cuando se

consulta más detalladamente, manifiestan que esta no siempre se toma en cuenta, ya que

depende de quien lo plantea y a quién, principalmente dentro de la policía. En algunos de

sus superiores aún persisten cuestiones del viejo sistema y ante una propuesta prima la

seguridad. Retomando a Paternain (2013), esto se debe al modelo de gestión que

caracteriza a la policía. En donde los que toman las decisiones son los superiores y los

subalternos las cumplen. Por su parte, las operadoras, plantean la importancia de poder

participar en las instancias de evaluación de las mujeres privadas de libertad. Debido a que

actualmente las realizan las psicólogas y trabajadoras sociales con la interna aislada, en un

contexto ficticio, y son las operadoras quienes comparten la cotidianidad con las mismas y

quienes conocen cómo se relacionan, se sienten y actúan.

“[…] No! Acá no toman en cuenta nada! […] La palabra de nosotras no vale…

es así. Las decisiones vienen de arriba y nosotros somos los que ponemos la

cara. Arriba… están sentados allá arriba, bajan órdenes, y nosotros somos los

que tenemos que… hablar con el recluso, y bueno… comernos todo lo que

venga atrás. Todo nosotros, porque ellos… es así.” Entrevistado/a 20 (policía).

En suma, en cuanto al relacionamiento entre las operadoras y policías, todas las

personas entrevistadas coinciden en que ha ido mejorando.

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“[…] En los primeros comienzos fue… fue todo nuevo ¿no? La policía estaba

rehacía a compartir esa función o esa tarea con operadores, ya sea por un tema

de celo funcional o por no darse la oportunidad de conocer primero. Pero yo

creo que hoy en día el relacionamiento ha cambiado, se ha demostrado que

todos estamos trabajando para lo mismo, estamos todos en pos de sacar el

trabajo.” Entrevistado/a 21 (policía).

Si bien se pudo apreciar en las entrevistas que, en ciertos casos, el relacionamiento

de ambas funcionarias con las mujeres privadas de libertad depende más de la personalidad

de cada una, que del rol que ocupan; a grandes rasgos, las operadoras tienen un vínculo

más cercano con las internas que la policía.

“[…] Vuelvo a lo mismo, es un uniforme, hay buenos tratos entre operadores y

operadores, y malos tratos entre los operadores, y lo mismo la policía. Somos

todas personas. Vuelvo a lo mismo, para mí el uniforme no me hace la

diferencia. Somos todos personas y tenemos buen trato o no.” Entrevistado/a 13

(operador/a).

Mientras que una policía resalta:

“[…] Y son… son dos tipos… hoy en día son dos tipos de funcionarios, está el

operador penitenciario y está el policía. La relación con el operador

penitenciario es diferente a la de nosotros, porque… ellos están para evacuar

todo lo que es solicitudes de las internas… el tema de rehabilitación, todo. El

trabajo del policía, hoy en día, acá en la cárcel, es tema de seguridad.

Entonces,… en un 90%, el relacionamiento con la policía no es bueno. Es

regular, porque estamos para la seguridad. No todos, pero… el 90% es regular,

por el tema de que estamos por la seguridad.” Entrevistado/a 1 (policía).

Esta distinción podría estar condicionada por la función que la institucionalidad

propone para cada una.

6.3. Marchas y contramarchas en la reforma

En esta parte se intenta responder el último objetivo específico.

A lo largo de la investigación se pueden visualizar determinadas acciones y

discursos que dan cuenta de ciertas marchas y contramarchas de la reforma penitenciaria.

Una de las contramarchas encontradas, es la distancia existente entre la

normatividad y la realidad, la institucionalidad existente. Si bien las normas

internacionales y la reforma penitenciaria apuntan a una humanización del sistema

carcelario y a la rehabilitación de las personas, como fue planteado anteriormente; en la

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práctica esto se ve dificultado por el régimen antiguo, por la institucionalidad de la policía.

En reiteradas ocasiones prima la seguridad sobre la rehabilitación. Es así que existe poca

receptividad ante el cambio. La mayoría de las entrevistadas coinciden en que la seguridad

no está a la orden del tratamiento, sino que es al revés, las actividades y proyectos que se

quieran realizar, antes deben estar aprobados desde el punto de vista de la seguridad.24 Esto

es una traba para la rehabilitación y genera un desgaste tanto en las operadoras como en las

mujeres privadas de libertad, perjudicando la realización de proyectos.

“[…] Sí, hay algunas que proponen actividades, el tema es que como te digo…

yo entiendo que el INR se va a basar en lo que puede ser la rehabilitación de la

persona, pero todavía en la cárcel primero está la seguridad, entonces eso es lo

que tranca. En vez de estar la seguridad a la orden del tratamiento, es al revés.

Entonces vos todas las iniciativas que tengas, que pueden ser buenísimas,

primero viene la seguridad, entonces te tranca. Te cansas de remar, remar y

remar.” Entrevistado/a 15(operador/a)

Sin embargo, si estos se realizan sin una presentación formal, se pueden llevar a

cabo ya que las autoridades de la institución no están al tanto de lo que sucede

cotidianamente.

“[…] A veces uno el tema de la seguridad no lo entiende, vos trabajas todo el

día con ellos y decís… yo saco a diez del quinto nivel y nunca pasa nada… y te

dicen ‘ah no, pero yo no estaba enterada de que vos la sacabas sola’, y salen

todos los días… ¿con quién salen? (risa). Pero, el tema es que cuando ya haces

un proyecto te piden muchos requisitos y a veces te tranca un poco. De repente

si vos lo haces, y no presentas ningún proyecto, pero lo estás haciendo, como

que no se ve, como que queda más tapado. Pero sí… el tema de los proyectos,

lo que a veces tranca es el tema de la seguridad […]” Entrevistado/a 10

(operador/a).

Esto se puede relacionar con el concepto de “burócratas de nivel de calle” que

explica Vigna (2016). Debido a que las funcionarias penitenciarias poseen un cierto poder

informal, son las encargadas de gestionar los recursos y la información cotidianamente. De

esta forma, los altos cargos no logran sostener un control adecuado de las mismas.

“Así, cuando se trata de los burócratas de la línea de frente, el nivel de

discrecionalidad en el modo en que ellos acaban, en última instancia, ejecutando

las políticas públicas, es todavía mayor que el de otros tipos de funcionarios. En

24 Cabe destacar que el concepto de seguridad que plantean las entrevistadas está centrado en la represión, a

lo punitivo, delictivo y policial.

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este sentido, los miembros de la línea de frente de las organizaciones

burocráticas tienen un gran poder informal, ya que controlan información y

recursos claves para el funcionamiento cotidiano de las instituciones, y que sus

superiores no consiguen controlar directamente.” (Vigna, A.; 2016:8)

Si se analiza el momento en el que las operadoras ingresaron a las instituciones

penitenciarias, la mayoría de las entrevistadas relatan que al principio hubo grandes

dificultades, porque la policía era reacia al ingreso de ellas, sentían que les iban a quitar su

lugar, y que venían a quebrar su sistema, a romper con lo que durante años era de

determinada manera. Una de las policías entrevistadas expresa que antes de que las

operadoras ingresaran, la policía manifestaba que no querían trabajar más en cárceles,

estaban cansadas de trabajar allí. Pero cuando ingresa el personal civil, la policía no quería

abandonar su trabajo, perder su lugar. Por lo cual, las primeras operadoras que ingresaron

(en el año 2011), no recibieron apoyo por parte de la policía, sino que por el contrario

encontraron una gran resistencia.

“[…] Entonces cuando vinieron los operadores como que quebraron ese

sistema… y la policía se sintió… porque yo me acuerdo que tenías policías que

odiaban la cárcel, que querían irse a Seccional, […] y cuando vinieron los

operadores, que supuestamente son el alivio y el relevo digamos… se ponen

celosos.” Entrevistado/a 18 (policía).

Asimismo, las mujeres privadas de libertad no conocían a las operadoras

penitenciarias, no sabían cuál iba a ser su rol, el por qué y el para qué de su ingreso.

Muchas de ellas se resistían a la figura de la operadora, y preferían seguir manteniendo el

contacto con la policía. Para las nuevas generaciones de operadoras ese choque no es tan

significativo, en primer término porque hay otras que están trabajando allí, y en segundo

lugar, porque tanto la policía como las internas se han ido adaptando a esa nueva figura.

“[…] Si, fue todo aparte de con ellas (mujeres privadas de libertad), como un

choque, porque ellas no sabían a qué veníamos nosotros, también con la policía,

¿no?. Que ellos decían que nosotros veníamos a sacarles el trabajo a ellos. […]”

Entrevistado/a 11 (operador/a)

Un gran número de las personas entrevistadas destaca como un punto de inflexión

el ingreso de las operadoras penitenciarias a la cárcel. Sostienen que las condiciones de las

mujeres privadas de libertad han cambiado, tienen más oportunidades de realizar

actividades y con las operadoras, se sienten más escuchadas, más contenidas; las muertes y

los índices de violencia han bajado.

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“[…] Y hoy en día, como te dije hace un rato, ya todo cambió, hoy ellas tienen

más movilidad. Date cuenta que tienen acceso a estudio, a áreas de trabajo, a

talleres de yoga, de música, cantidad de cosas que en la antigüedad…

pongámosle 15 años atrás… no podían acceder. O sea, caían recluidas acá, se le

asignaba un sector y el único movimiento que tenían era cuando iba a patio o

dentro del sector… más nada. Pero ahora todo cambió.” Entrevistado/a 21

(policía)

Una frase que pone de manifiesto cómo ha ido cambiando la cárcel, es la expresada

por una operadora: “(…) hubo un tiempo que… cuando la cárcel era cárcel, cárcel (…)”

Entrevistado/a 10 (operador/a). Esa concepción de “cuando la cárcel era cárcel”, refleja el

carácter cerrado de la misma, de aislación, control, disciplinamiento, de institución total

que prima en la institucionalidad policial. Haciendo referencia a Goffman (2001) una

institución total supone:

“[…] un lugar de residencia y trabajo, donde un gran número de individuos en

igual situación, aislados de la sociedad por un período apreciable de tiempo,

comparten en su encierro una rutina diaria, administrada formalmente.”

(Goffman, E.; 2001:13)

Dicho autor realiza una clasificación de las instituciones totales, en donde destaca

que la particularidad de la cárcel es que se organiza no para perseguir el bienestar

inmediato de las personas privadas de libertad, sino para proteger de estos a la sociedad.

(Goffman, E.; 2001).

Son instituciones en las cuales todos los aspectos de la vida se desarrollan en un

mismo lugar, bajo la misma autoridad única, con la compañía de un gran número de otros,

las actividades están estrictamente programadas y están orientadas al logro de los objetivos

propios de la institución. El foco no está puesto en los sujetos que se encuentran privados

de libertad, sino en proteger a la sociedad de estos. (Goffman, E.; 2001)

Otro de los planteos que realizan, tanto policías como operadoras, es la falta de

personal para poder desarrollar sus tareas. Esto genera que muchas veces sean ellas las que

decidan no realizar determinadas actividades para las mujeres privadas de libertad, por

falta de personal. Algunas de las policías entrevistadas coincidían en que preferían que las

mismas pasen todo el día en sus celdas, ya que si hay mucha circulación no pueden

tenerlas controladas. Esto es una contramarcha dentro de la reforma, es decir, la falta de

recursos humanos imposibilita el cumplimiento de los objetivos que se proponen, tales

como la recreación, la educación y el trabajo.

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“[…] No, el tema es que acá lo que se necesitaría más es personal, de los dos

lados, tanto operadores como policías. Así los policías salgamos de lo que es la

interna, se necesitaría, porque cuando hay custodia, internaciones… muchas

veces tenés internaciones de 4 reclusas y son 2 policías para cada reclusa,

imagínate. Y nosotros cubriendo piso y a la vez tener que ir a cubrir una

custodia. Se nos hace difícil. Muchas veces queda una sola policía, en un lugar

donde hay 40, 50 personas. Y no es que no quieras trabajar, no los podes

atender. Porque están enfermas 2 o 3, ¿y cómo haces vos sola para abrir la reja y

atender y que entra la comida y sale la comida y que la leche… llevarla a

jurídica o a reclusión, y ese tipo de cosas? Imposible. […]” Entrevistado/a 17

(policía).

Cabe destacar que en algunos sectores de la cárcel aún siguen existiendo ciertas

resistencias por parte de la policía, principalmente en el tercer, cuarto y quinto nivel, ya

que estos están bajo el dominio del personal policial. En su gran mayoría, estas

funcionarias, pueden ser consideradas como una dificultad para el cambio, ya que en

ciertas ocasiones las operadoras se acoplan más a su pensamiento, actúan como pretende la

policía, para evitar conflictos, para evitar el choque. Lo cual no favorece al proyecto de

reforma penitenciaria. Los aspectos normativos no pueden llevarse a cabo efectivamente

debido a la institucionalidad tradicional existente, a la vieja institución carcelaria, basada

en el policiamiento. En el quinto nivel habían colocado a una operadora para que trabajara

junto con las mujeres privadas de libertad. Esta comienza a visualizar maltrato por parte de

la policía y denuncia la situación. Ante esto, la solución tomada fue trasladar a la

operadora de ese sector, para otro. Quedando nuevamente el quinto nivel en manos de la

policía. La presión que esta ejerce, es un claro ejemplo de las contramarchas que se están

generando en el proceso de reforma, en donde la institucionalidad arcaica de la policía

predomina sobre la actual, limitando en ocasiones el accionar del personal civil. Estas

situaciones generan que las operadoras cuiden su lugar, que no se arriesguen, y que se

adapten a ese sistema, en vez de buscar continuamente su transformación.

Un gran número de las operadoras entrevistadas manifiestan que es una dificultad

para ellas cuando tienen que acceder a esos niveles, más aún en el cuarto y en el quinto.

Las policías que están allí no solo no colaboran en el proceso de reforma, sino que además

se resisten, se oponen a que determinadas internas salgan de sus celdas. Este discurso se

corresponde con lo observado al momento de realizar entrevistas en el quinto nivel, el

personal policial que estaba allí no abrió las rejas, imposibilitando la realización de esas

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entrevistas. En otra oportunidad, se concurrió con una operadora que tiene mejor

relacionamiento con la policía, y fue posible realizar las mismas. De esta forma, se pudo

constatar una clara diferenciación entre las policías que se encuentran en el quinto nivel y

en el resto del establecimiento. Ante las mismas preguntas, respondían con una visión más

antigua, basada en la seguridad, en la represión, en el castigo. Como se mencionaba

anteriormente haciendo referencia a Wacquant (2010), parten de una explicación

individual del delito, responsabilizando al sujeto y no a la sociedad. Es por este motivo que

pretenden modificar, moldear, normalizar a la mujer privada de libertad, y no transformar

las bases del problema, no proponen atacar a las causas de la misma, las desigualdades

estructurales.

Eso puede ser identificado como una contramarcha, ya que las mujeres que se

encuentran encerradas gran parte del día y en contacto principalmente con la policía, son

justamente quienes están en una etapa menos avanzada en el proceso de progresividad.

Muchas de las policías entrevistadas en ese piso, expresaron un cierto anhelo por la vuelta

del anterior funcionamiento de las cárceles, ya que la circulación era inexistente o menor, y

por lo tanto podían tener un mayor control sobre las internas. Otras, sostenían que iban a

cumplir sus doce horas, manifestado su descontento con trabajar allí y su no

involucramiento con el proyecto.

“[…] Quisiera volver a Cabildo, porque era más chico, y tenías más control de

las presas. Acá no tenés control ninguno, porque andan para aquí y para allá y

tenés que andar para aquí y para allá. En Cabildo era más chico y tenías más

controladas a las presas, acá no. […] Pero en sí, era más chico, porque era un

edificio chico y las tenías más vigiladas. Y había muchísimo menos internas.

[…]” Entrevistado/a 5 (policía).

Este anhelo por el pasado puede relacionarse con lo que expone Dubet (2006)

acerca del declive del programa institucional. En donde se pierde la concepción de la

sociedad integrada, de las explicaciones universales. Un gran número de las policías

entrevistadas manifiestan ese anhelo por la autoridad sagrada, incuestionable. Con los

cambios suscitados en estos últimos tiempos, esa idea de autoridad se deslegitima, y

cuestiones que antes eran aceptables dejan de serlo, como el castigo, la represión y el

disciplinamiento. De esta forma, la policía pierde el poder absoluto que poseía frente a las

mujeres privadas de libertad, se debilita el uso de la violencia institucional.

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Ante las mismas preguntas, las policías respondían de forma más acotada, sin

desarrollar las explicaciones. Mientras que un gran número de las operadoras, lograban un

mayor desarrollo. A modo de ejemplo, el tiempo que duraron las entrevistas en uno y otro

caso fue sustancialmente diferente (teniendo en cuenta que se realizaban las mismas

preguntas tanto para policías como para operadoras).

Otro aspecto a considerar, es cómo se dirigen hacia las mujeres privadas de

libertad, cómo las nombran. La mayoría de las operadoras hacen referencia a ellas como

“internas”, en cambio algunas policías utilizaban términos como “presas” y/o “reclusas”, y

adjetivos como “pichis” y/o “terrajas”. Asimismo, cuando se les pregunta cuál es la tarea

que realizan en la Unidad N° 5, algunas policías responden “llave”, haciendo referencia al

abrir y cerrar rejas. Esto se refleja también en cómo es el trato con las mujeres, ciertas

policías manifiestan que se dirigen hacia ellas de “usted”, para marcar distancia, expresan

que no pueden tener contacto con ellas. En términos de Dubet (2006), se pretende una

relación vertical, objetiva:

“En mi caso,… usted. Alguna que pueda ser presa vieja que nos tratemos de tú

o vos. Pero sino de usted. Usted para acá, usted para allá. Y te mantenés firme,

porque donde te tuerzas ya te agarraron. … Siempre firme, al menos en mi caso.

Los demás casos no sé.” Entrevistado/a 5 (policía)

En cuanto a las tareas que desempeña, expresa:

“[…] Llave. Porque de Psicóloga no, porque no… te dejan muy mal la cabeza

[…]” Entrevistado/a 5 (policía).

Al analizar la visión que tienen las entrevistadas sobre las mujeres privadas de

libertad y sobre el encierro, se puede identificar que algunas de estas no visualiza una

posibilidad al cambio, plantean que la mayoría reincide, no cambia; expresan que la

rehabilitación no es posible. Si bien la explicación que dan para ello, varía; dentro de la

policía predomina la visión de que en la cárcel están mejor que afuera, y es por ese motivo

que regresan. Esto es una resistencia en la reforma, ya que si se parte de que el otro no

cambia, no se da lugar a la posibilidad, a otra realidad.

“[…] Hay gente que de repente se equivoca y puede tener una oportunidad, pero

la mayoría no. Hay presas que van y vienen, salen dos meses están, y vuelven

devuelta. Es esa la vida […]” Entrevistado/a 19 (policía).

Un gran número de las policías entrevistadas (principalmente del cuarto y quinto

nivel) manifiestan su disconformidad con la rehabilitación, ya que para ellas esta

predomina frente a la seguridad. Visualizan al sistema como flexible, permisivo, que

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habilita una cierta circulación por la institución. Asimismo, expresan su disconformidad

con el no cumplimiento de las normas, o con el cambio de las mismas.

“[…] Y a veces más que nada la parte de seguridad […] y algunas cosas que son

muy particulares que pasan a veces que […] por ejemplo, si un jerarca, o el que

sea, un director, o alguien acá da una orden, no puede ser que… eso lo vi

solamente acá, ¿no?... no puede ser que si la interna se corta o algo, o empieza a

generar disturbios, al final termine el jerarca revocando la orden… lo veo mal

[…]” Entrevistado/a 18 (policía).

Un aspecto que no se puede perder de vista es el de las sancionadas. El hecho de

que exista un sector de castigo, va en contra de la reforma. Se observa una contradicción

entre la voluntad del respeto a los derechos humanos y el cese de las actividades educativas

y/o recreativas. Se encuentran encerradas veintitrés horas del día, salen únicamente al

patio.25

“[…] Es un lugar de castigo (el quinto nivel), que están encerradas, 23 horas de

24 horas, se les da agua caliente, no sé si dos veces al día, es un tema de

encierro que bueno ta, no va con el tratamiento. No encaja, no encaja porque

vos tenés a una persona encerrada… es como decirte vas en penitencia y te

pones ahí en el rincón. Yo al menos… no creo que logre algo, no creo que logre

algo. […]” Entrevistado/a 15 (operador/a).

En la Unidad Nº 5 se encuentran todos los niveles de progresividad en el mismo

edificio. Algunas de las personas entrevistadas sostienen que el establecimiento no es el

adecuado para que la reforma sea efectiva, debido a que es un edificio grande, que fue

pensado para ser un hospital, y por lo tanto no permite ser una Unidad de Internación.26

Algunas manifiestan que deberían ser espacios más chicos, con un menor número de

mujeres privadas de libertad, en donde la clasificación de las mismas sea posible, para

realizar un trabajo individualizado con ellas, adaptado a sus particularidades.

Por último, no se debe perder de vista que durante décadas la cárcel estuvo en

manos de la policía, por lo que persisten luchas de poder por quién domina en dichas

instituciones. La directora actual de la Unidad N° 5 es civil, por ende desde la policía han

habido resistencias, han intentado demostrar que la cárcel sin ellas no sería posible, que no

puede solo estar en manos de personas civiles. Algunas funcionarias expresaron que el

motín que se produjo en noviembre de 2015, fue generado por la policía, para dar cuenta

25 Por las limitaciones de este trabajo, no se profundiza sobre esta cuestión, pero sería pertinente retomarla. 26 Actualmente se propone el concepto de Unidades de Internación para Personas Privadas de Libertad.

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del poder que tienen y de lo necesarias que son. Cabe destacar que en dicho motín

ingresaron las fuerzas de choque. Este es un aspecto clave a tener en cuenta en el proceso

de reforma.

“[…] Hay cosas todavía… todavía hay cosas. Es un tema de poder, ¿no? Es un

tema de poder. Viste que ahora la Directora es civil… viste que eso trae… cola

y va a traer cola obviamente. Hasta que, obviamente paso a paso se va ganando.

Tiene para rato, yo creo que tiene para rato. […]” Entrevistado/a 15

(operador/a).

Las marchas y contramarchas son un rasgo característico del sistema penitenciario.

En donde los procesos de trabajo se interrumpen (se traslada funcionarias para otros

establecimientos y se desarman grupos de trabajo). Por la duración de la investigación,

estos procesos se pudieron visualizar, ya que algunas de las técnicas que habían sido

entrevistadas en el 2014, en el 2015 no se encontraban trabajando en la Unidad Nº 5, o

habían sido trasladadas a otro espacio de trabajo dentro de la institución.

Los procesos de cambio dependen en gran medida de la persona que los lleva a

cabo, y no solo de lo que está establecido formalmente. Existen dos lógicas que están en

disputa, en contradicción: la seguridad y la rehabilitación.

“[…] Pero es eso, lo que pasa que estamos a años luz de que sea un centro de

rehabilitación real, está como muy difícil, muy difícil. Y no sólo… mismo por

las internas, sino también te lo digo por nosotros… el tema de los funcionarios,

que a veces al trabajar tanto con la policía y esas cosas… como que te cuesta,

digamos… a veces por no ir al choque con tus compañeros, … porque quieras o

no la policía es un compañero de trabajo, … entonces, por no ir al choque… no

voy a preocuparme tanto, o no voy a hacer tanto, porque a los funcionarios que

están ahora les molesta, o porque […] Entonces, ahí empieza la rivalidad y a

veces uno deja de hacer lo que tiene que hacer, por no ir al choque con sus

compañeros. Y eso pasa todo el tiempo.” Entrevistado/a 10 (operador/a).

Se destaca así la idea de “mantenimiento del orden” que propone Vigna (2016),

retomando a Monjardet (1996).

“Sin embargo, el ‘mantenimiento del orden’ constituye un mandato

caracterizado por su vaguedad, fluidez e imprevisibilidad, y, por tanto, resulta

imposible disponer de una guía o reglamento que establezca con precisión y de

modo anticipado, cómo ejecutar el oficio (Monjardet, 1996), aumentando

todavía más el poder discrecional del funcionariado. Así, esa falta de objetivos

claros y la consiguiente inexistencia de un manual comprehensivo, se

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constituyen como obstáculos evidentes para la evaluación del desempeño de los

funcionarios.” (Monjardet, (1996) apud: Vigna, A.; 2016:9)

Tanto policías, como operadoras y las mujeres privadas de libertad, en la

cotidianidad del establecimiento mantienen un cierto estado de tranquilidad. Las

funcionarias priorizan el hecho de tener “un día tranquilo” antes que el cumplimiento de

objetivos a largo plazo.

7. Consideraciones finales

A modo de concluir este documento, no se aspira a algo cerrado, sino a una

aproximación que pretende reflexionar sobre la temática, generar preguntas y

cuestionamientos, abrir el debate para continuar problematizando y profundizando en el

tema.

Se puede apreciar que si bien la cárcel ha ido mejorando con respecto a cuando la

misma era dominada únicamente por la policía, persisten ciertas resistencias y

contramarchas que van en contra de la reforma penitenciaria. En este sentido, actualmente

existen dos lógicas que están en disputa, en contradicción: la seguridad y la rehabilitación.

La policía mantiene cierto poder, predomina la institucionalidad tradicional; lo cual

dificulta que los aspectos normativos de la reforma puedan efectuarse. El objetivo

cotidiano y práctico de la tarea de las funcionarias actualmente es la “producción del

orden”, el predominio de la seguridad. De cierta forma las operadoras penitenciarias se han

ido adaptando a esa lógica, a ese funcionamiento de la policía. A veces para evitar

enfrentamientos, y otras veces por adhesión.

La formación que ambas funcionarias recibieron para trabajar en contexto de

encierro es escasa, sobrevaloran la práctica sobre la capacitación. Lo cual denota que tanto

las operadoras civiles como la policía, no están preparados para abordar las problemáticas

de las mujeres privadas de libertad de manera integral, predominando así la producción del

orden.

Las operadoras comparten la idea de rehabilitación que propone la reforma. Esto

refleja la concepción que tienen sobre el otro; parten desde la responsabilización

individual, de la culpabilización. En este sentido, sostienen que es necesario modificar al

sujeto y no a la sociedad.

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Con respecto al género, las funcionarias no han recibido una fuerte capacitación en

ese sentido. Es necesario problematizar acerca del rol asignado socialmente a la mujer,

sobre lo que se espera de ella. La situación en torno a las mujeres que han cometido delitos

vinculados a niñas y niños (infanticidas) refleja dicha concepción, ya que tanto

funcionarias como el resto de las mujeres privadas de libertad, juzgan este tipo de delitos y

aíslan a dichas mujeres.27

Cabe destacar que se establece un espacio para que las mujeres puedan tener a

hijos e hijas dentro de la cárcel; no siendo así en el caso de los hombres. Esto sigue

reproduciendo las desigualdades de género, las diferencias de roles, ya que se

responsabiliza únicamente a la mujer como la encargada de la crianza de estos/as. Dentro

del sistema penitenciario la mujer es invisibilizada, solo se hace referencia a ella cuando se

habla del rol reproductivo, concepción de mujer-madre.

El traslado de “El Molino” al establecimiento de la Unidad Nº 5 es un aspecto

fundamental a tener en cuenta. Esto implica una contramarcha en el proceso de reforma, ya

que es un edificio grande que no fue creado para ser una cárcel, posee todos los niveles de

seguridad y abarca a la mayor cantidad de mujeres privadas de libertad; lo cual hace que no

sea un espacio adecuado para que crezcan niñas y niños.

Se puede apreciar una cierta paradoja por parte de la institución, ya que la policía,

por un lado, es la encargada de arrestar a las personas y luego, dentro de las instituciones

penitenciarias se espera que comparta la cotidianidad con las personas privadas de libertad.

Esto de cierta forma puede incidir en el relacionamiento entre estas últimas y la policía.

La reforma ha significado un gran avance en el respeto de los derechos humanos, la

introducción de las operadoras civiles en las instituciones penitenciarias ha contribuido a

minimizar el poder absoluto que tenía la policía dentro de dichas instituciones, a reducir

los índices de violencia, los abusos, el tráfico y a tener un relacionamiento con las mujeres

privadas de libertad desde otro posicionamiento, en donde la escucha adquiere una gran

relevancia. En este sentido, las personas entrevistadas concuerdan en que el ingreso de las

operadoras ha sido un punto de inflexión en la Unidad Nº 5. Pese a ello, queda mucho por

realizar para que la misma sea un espacio donde las mujeres privadas de libertad puedan

estar dignamente, con todos sus derechos humanos respetados, y donde puedan

desarrollarse plenamente como sujetos activos, ser agentes de su propia vida. La existencia

27 Se encuentran en el sector denominado como “Bagayo”, tanto por funcionarias como por las mujeres

privadas de libertad; ubicado en el cuarto nivel.

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del sector de castigo representa una vulneración a los derechos humanos, ya que en el

quinto nivel, están veintitrés horas del día encerradas en las celdas, saliendo únicamente a

la hora de patio.

Surge así una serie de interrogantes, ¿Se puede partir desde otra concepción del

sujeto? ¿Es posible visualizar a la cárcel como una posible oportunidad para generar algo

distinto junto con el otro? ¿Cuál es la función que se espera que cumpla la cárcel? ¿Y sus

funcionarias?

Se debería apuntar a habilitar al sujeto, más que rehabilitar. Contribuir al desarrollo

de oportunidades reales, en donde los sujetos puedan desplegar sus potencialidades. Para

ello sería pertinente desarrollar políticas de Estado, trabajando interinstitucionalmente e

interdisciplinariamente; donde las personas privadas de libertad tengan una participación

real y se haga partícipe a la sociedad en su conjunto y esta asuma su responsabilidad en la

temática. Abandonar esa concepción del otro como culpable, pasible de castigo y

estigmatización.

Sostener las bases necesarias para que las personas no visualicen al delito como la

única opción posible. A la hora del egreso de la cárcel, surge la necesidad del acceso a un

trabajo, una vivienda, salud, educación, recreación, capital social y cultural; de forma

digna. En definitiva, que las políticas penitenciarias, las funcionarias y la comunidad,

comiencen a concebir a las personas como sujetos de derechos, y no como personas que

deben cumplir una pena para pagar una deuda con la sociedad. Partir desde una perspectiva

en donde la transformación es posible, y no desde la negación; abrir una ventana al

cambio. Romper con los destinos pre-fijados, con el carácter determinista de los discursos.

En este sentido, es fundamental generar una buena política de comunicación con la

población y un debate discursivo que involucre a toda la sociedad, para que dichas

políticas puedan sostenerse, incluyendo la perspectiva de género. Superar el concepto de

seguridad reducido a la preocupación por la delincuencia. Partir desde una concepción más

amplia de seguridad, articulando los procesos de desregulación económica, la sustitución

de lazos sociales por la autonomía individual y las representaciones de vulnerabilidad

social. (Paternain, R.; 2012)

Un aspecto que resulta medular es cuestionar dichas concepciones y propuestas. Al

plantear la necesidad de superar las desigualdades sociales, de la importancia de las

políticas públicas, de cierta forma se puede estar criminalizando a la pobreza. En este

sentido, es elemental tener en cuenta que las personas que se encuentran privadas de

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libertad son aquellas que han sido arrestadas y posteriormente encarceladas, lo cual no

implica que sean las únicas personas que cometen delitos. Existen delitos de “cuello

blanco”, que no se solucionarían con ese tipo de políticas. Tener en claro esto es sustancial

para no caer en estigmatizaciones y prejuicios. Por las propias condiciones de la

distribución desigual del poder, actualmente las cárceles de nuestro país se encuentran

superpobladas por personas pobres.

Asimismo, podría ser interesante que tanto la reforma como las funcionarias

reconocieran el concepto de desistimiento, debido a que permite la inclusión de la

comunidad, partir desde un posicionamiento activo del sujeto, no centrado en la visión

terapéutica y de normalización (como lo hace la rehabilitación). Actualmente, la primacía

de la institucionalidad tradicional dentro de las instituciones penitenciarias dificulta la

promoción de procesos de desistimiento.

Por último, se abre una serie de preguntas: ¿Ambas funcionarias, son necesarias?

¿Sería pertinente pensar en una cárcel sin policías? ¿Se puede superar la disputa existente

entre la seguridad y la rehabilitación? Dicha disputa, ¿es un rasgo característico de las

instituciones penitenciarias? Dentro del contexto de encierro, ¿se puede promover un

concepto alternativo al de seguridad reducido a lo punitivo? ¿Es posible pensar en un

Uruguay sin cárceles?

Posibles continuidades

Debido a la amplitud del tema y a la cantidad de información obtenida durante la

investigación surgen posibles continuidades del trabajo, que serían pertinentes retomarlas.

-Uno de los aspectos que plantean las entrevistadas es que existen situaciones de personas

que no deberían estar en una institución penitenciaria, sino en algún lugar especializado a

su problemática, como por ejemplo un hospital psiquiátrico o algún centro especializado en

consumo problemático de sustancias. Esta situación debería ser abordada de forma

integral.

-Asimismo, surge la inquietud de profundizar sobre la cantidad de mujeres privadas de

libertad que se encuentran medicalizadas, o que consumen pastillas por su propia cuenta,

sin un aval médico.

-Una vez que se concrete el traslado de “El Molino” al establecimiento de la Unidad Nº 5,

sería necesario estudiar este proceso.

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-Se pudo apreciar que la religión adquiere un rol central en la cotidianidad de las mujeres

privadas de libertad. Sería oportuno problematizar acerca de esta temática, su función

normalizadora, de disciplinamiento y apaciguamiento de las mujeres.

-Por otra parte abordar el tema de los medios de comunicación resulta pertinente, ya que

estos son uno de los actores que reproducen las etiquetas, el miedo, el sentimiento de

inseguridad. No se pretende minimizar el problema del delito, sino que se busca generar

otro debate, otro tipo de explicaciones, superar las explicaciones policiales, individualistas,

de criminalización de determinados sujetos.

-Estudiar cómo se concibe al egreso de las personas privadas de libertad, cómo se

planifica, cómo se instrumenta y cómo se evalúa es primordial en el contexto de la

reforma, ya que apunta a una conexión con la comunidad.

-Abordar las teorías abolicionistas, que cuestionan la existencia de las instituciones

penitenciarias podría ser una línea interesante de investigación.

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Anexos

Anexo I. Pautas de entrevistas y reflexiones sobre su implementación

o Pauta de entrevista para funcionarios penitenciarios (policías y operadores

penitenciarios) de la Unidad Nº 5

Aspectos que se quieren visualizar:

- Formación de los funcionarios penitenciarios (policías y operadores penitenciarios)

- Visión de los funcionarios penitenciarios acerca de las internas

- Relacionamiento de los funcionarios con las internas

- Aspectos del funcionamiento del I.N.R.F. - Unidad Nº 5

Formación de los funcionarios:

- ¿Qué tarea desempeña actualmente en el I.N.R.F. – Unidad Nº 5?

- ¿Ha tenido alguna formación para desempeñar dicho cargo? De ser así, ¿Cuál?

- ¿Ha trabajado anteriormente en otra/as Cárcel/es?

- De ser así, ¿en cuáles? ¿hubo algún cambio para usted?

- ¿Tuvo algún proceso de preparación para el cambio de una Cárcel a otra?

- Para quienes trabajaron anteriormente en cárceles de hombres: ¿Qué diferencias

señalarías en el pasaje de trabajar con internos a trabajar con internas?

Visión acerca de las mujeres privadas de libertad:

- ¿Le parece importante y/o necesario que las personas sean encerradas?

- ¿Qué ventajas le ve al encierro? Y ¿Qué desventajas le ve?

- En su opinión, ¿Existe alguna alternativa al encierro que pueda ser eficaz?

- ¿Cómo es el proceso de adaptación cuando ingresa una mujer privada de libertad?

¿Cómo considera usted que debería ser?

- ¿Las internas tienen alguna comunicación con el “exterior”? ¿De qué tipo y en qué

casos? ¿Cómo considera usted que debería ser el relacionamiento con el “exterior”?

- ¿Los funcionarios y/o mujeres privadas de libertad utilizan uniforme? En caso de

que no, ¿qué ventajas y/o desventajas le ve?

Relacionamiento con las internas:

- ¿Cómo es el relacionamiento de los funcionarios penitenciarios (policías y

operadores) con las mujeres privadas de libertad?

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Funcionamiento de la cárcel:

- ¿Qué ventajas y/o desventajas le ve al modelo del I.N.R.F.?

- ¿Las internas realizan algún tipo de actividad y/o taller?

- ¿Existe iniciativa por parte de ellas? En caso de que sí, ¿De qué tipo? ¿Cómo han

sido tomadas por parte de los funcionarios? ¿Y de la Institución?

- ¿Cómo es la circulación de las mujeres privadas de libertad dentro del I.N.R.F. –

Unidad Nº 5?

- ¿Qué ventajas y/o desventajas le ve a este tipo de circulación?

- ¿Cómo se siente usted trabajando aquí?

- ¿Considera que tiene la posibilidad de tomar decisiones y/o de plantear su

opinión/visión?

- si es policía: ¿Cómo visualiza el rol del policía dentro del I.N.R.F. – Unidad Nº 5?

¿Y el del operador penitenciario?

- si es operador penitenciario: ¿Cómo visualiza el rol del operador penitenciario

dentro del I.N.R.F. – Unidad Nº 5? ¿Y el del policía?

- ¿Qué diferencias y similitudes percibe en las tareas que cada uno desarrolla? ¿Y en

cómo estas son llevadas a cabo?

- ¿Cómo es el relacionamiento entre ambos funcionarios?

- ¿Consideras que los roles de ambos son complementarios?

- Algún comentario que quiera realizar…

o Pauta de entrevista para trabajador/a social que trabaja en cárceles

- ¿Qué tarea desempeña actualmente en esta Institución?

- ¿Ha tenido alguna formación específica para desempeñar dicho cargo (además de la

carrera de grado)? De ser así, ¿Cuál?

- ¿Ha trabajado anteriormente en otra/as Cárcel/es?

- De ser así, ¿en cuál? ¿hubo algún cambio para usted? ¿Tuvo algún proceso de

preparación para el cambio de una Cárcel a otra?

- Para quienes trabajaron anteriormente en cárceles de hombres y de mujeres: ¿Qué

diferencias señalarías en el pasaje de trabajar con internos a trabajar con internas?

- ¿Le parece importante y/o necesario que las personas sean encerradas?

- ¿Qué ventajas le ve al encierro? Y ¿Qué desventajas le ve?

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- En su opinión, ¿Existe alguna alternativa al encierro que pueda ser eficaz?

- ¿Qué ventajas y/o desventajas le ve al modelo del I.N.R.?

- ¿Cómo se siente usted trabajando aquí?

- ¿Cuál es su rol como Trabajador/a Social dentro de dicha Institución?

- ¿Cómo visualiza a dicha profesión con respecto a esta temática?

- En su opinión, ¿la formación de la carrera de grado de Trabajo Social, es suficiente

a la hora de desempeñarse como Trabajador/a Social dentro de las Instituciones

Penitenciarias?

- ¿Qué dilemas se le plantean en su ejercicio profesional dentro de la Institución? ¿Y

en el relacionamiento con los/as internos/as?

- ¿Considera que tiene la posibilidad de tomar decisiones y/o de plantear su

opinión/visión?

- En su opinión, ¿Cuál es la importancia de la inserción de los trabajadores sociales

en dichas Instituciones? ¿Qué aspectos deben fomentarse?

- ¿Cómo visualiza el rol del policía y del operador penitenciario dentro de las

instituciones penitenciarias?

- ¿Qué diferencias y similitudes percibe en las tareas que cada uno desarrolla? ¿Y en

cómo estas son llevadas a cabo?

- ¿Cómo es el relacionamiento entre ambos funcionarios? ¿Y de estos con las

mujeres privadas de libertad?

- ¿Considera que los roles de ambos son complementarios?

- Algún comentario que quiera realizar…

o Pauta de entrevista para informantes calificados

Aspectos más teóricos:

- ¿Cómo visualiza actualmente a Uruguay, en materia de criminalidad e inseguridad?

- ¿Cómo analiza las acciones que los gobiernos del Frente Amplio han llevado a

cabo con respecto a la temática?

- Según las investigaciones que ha realizado acerca del Centro Nacional de

Rehabilitación (C.N.R.), ¿cómo analiza el programa de rehabilitación que proponía

el C.N.R.?

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¿Encuentra alguna semejanza con lo que propone el Instituto Nacional de

Rehabilitación (I.N.R.) actualmente?

¿Qué fortalezas y debilidades identifica en cada uno de los proyectos – CNR e

INR-?

Cambiando de tema:

- ¿Cómo explicaría el concepto de desistimiento? ¿Por qué no hablar de

rehabilitación?

Cuestiones más vinculadas al funcionamiento de la Cárcel:

- ¿Le parece importante y/o necesario que las personas sean encerradas?

- ¿Qué ventajas le ve al encierro? Y ¿Qué desventajas le ve?

- En su opinión, ¿Existe alguna alternativa al encierro que pueda ser eficaz? ¿Cuál?

¿Cómo sería?

- ¿Cómo considera que debería ser el proceso de adaptación cuando ingresa una

mujer privada de libertad?

- ¿Cómo considera que debería ser el relacionamiento de las internas con el

“exterior”?

- ¿Cómo visualiza el rol del policía y del operador penitenciario dentro de las

instituciones penitenciarias actualmente en Uruguay?

- ¿Qué diferencias y similitudes percibe en las tareas que cada uno de los

funcionarios desarrolla? ¿Y en cómo estas son llevadas a cabo?

- ¿Cómo visualiza el relacionamiento entre ambos funcionarios? ¿Y de estos con las

mujeres privadas de libertad?

- ¿Considera que los roles de ambos funcionarios son complementarios?

- En su opinión, actualmente en Uruguay, ¿Es posible pensar en una cárcel sin

policías? (por ejemplo, al estilo que proponía el CNR –policías solo en el

perímetro- adentro solo civiles).

- Algún comentario que quiera realizar…

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Tabla de las personas entrevistadas:

ROL/PROFESIÓN FECHA REALIZADA

LA ENTREVISTA

Entrevistado/a 1 POLICÍA 2014

Entrevistado/a 2 TÉCNICO/A 2014

Entrevistado/a 3 TÉCNICO/A 2014

Entrevistado/a 4 OPERADOR/A 2014

Entrevistado/a 5 POLICÍA 2014

Entrevistado/a 6 POLICÍA 2014

Entrevistado/a 7 INFORMANTE

CALIFICADO

2015

Entrevistado/a 8 TRABAJADOR/A SOCIAL 2015

Entrevistado/a 9 OPERADOR/A 2015

Entrevistado/a 10 OPERADOR/A 2015

Entrevistado/a 11 OPERADOR/A 2015

Entrevistado/a 12 TRABAJADOR/A SOCIAL 2015

Entrevistado/a 13 OPERADOR/A 2015

Entrevistado/a 14 TÉCNICO/A 2015

Entrevistado/a 15 OPERADOR/A 2015

Entrevistado/a 16 POLICÍA 2015

Entrevistado/a 17 POLICÍA 2015

Entrevistado/a 18 POLICÍA 2015

Entrevistado/a 19 POLICÍA 2015

Entrevistado/a 20 POLICÍA 2015

Entrevistado/a 21 POLICÍA 2015

Entrevistado/a 22 MUJER PRIVADA DE

LIBERTAD

2015

Entrevistado/a 23 PSICÓLOGO/A 2015

Entrevistado/a 24 INFORMANTE

CALIFICADO

2016

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Reflexiones sobre la implementación

En primer lugar quisiera destacar la apertura que tuvo la institución para permitir la

realización de la investigación. La misma fue presentada previamente en la Junta de

Tratamiento. Asimismo, se brindó un espacio adecuado para la realización de las

entrevistas. Las mismas se desarrollaron en los escritorios de algunos de las y los

entrevistados o en salones que se encontraban vacíos. Por lo cual se pudo realizar de

manera individual.

Por otra parte cabe destacar que las y los funcionarios no se encontraban muy afín a

ser entrevistados. Más aún en el caso de las y los operadores.

A su vez, la mayoría de las personas entrevistadas no presentaron resistencias para

ser grabados, solo dos profesionales manifestaron que no querían. Por lo cual esas dos

entrevistas fueron escritas a mano una vez finalizadas las mismas. En el caso de las

entrevistas grabadas, en algunos momentos, las y los entrevistados antes de realizar

algunos comentarios consultaban nuevamente con que fines iba a ser utilizado el mismo.

Finalmente, cabe destacar que una de las personas entrevistadas al finalizar la entrevista,

cuando se apagó el grabador, expresó “bueno ahora te voy a decir toda la verdad”,

manteniendo una conversación extendida con esa persona. Al igual que en caso anterior,

las anotaciones fueron realizadas una vez finalizada la conversación.

Estos aspectos pueden ser analizados, ya que de cierta forma permite visualizar

ciertos rasgos característicos de las instituciones penitenciarias. Se muestra miedo a la

represión, al castigo, a la autoridad. Una forma de cuidar su posición, el cargo.

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Anexo II. Documentos institucionales

o Instituto Nacional de Rehabilitación

El INR surge por la Ley de Presupuesto Nacional Nº 18.719, el 27 de diciembre de

2010. Este pretende ser un Sistema Penitenciario Nacional, sustituyendo así a la Dirección

Nacional de Cárceles, Penitenciarías y Centros de Recuperación (DNCPyCR).

El INR tiene como ejes:

“La construcción de un Sistema Nacional Penitenciario (SNP) a través de la unificación en

el INR de todas las Unidades de Internación para Personas Privadas de Libertad (UIPPL)

del país.

La integración de personal civil especializado, formado y capacitado para la gestión de las

UIPPL.

La mejora y dignificación de las condiciones de habitabilidad y el aumento de plazas de

alojamiento de las PPL.

El fortalecimiento de los programas de tratamiento para la población privada de libertad,

en especial aquellos dirigidos hacía la nivelación educativa y la mejora del perfil de

empleabilidad, la inclusión sociolaboral, las actividades deportivas, culturales y

recreativas.

El desarrollo de instrumentos de clasificación y diagnóstico de la población, y la

generación de propuestas de intervención individuales ajustadas a cada PPL.

El desarrollo de una propuesta de formación integral acorde que permita el tránsito de un

sistema de aseguramiento y custodia de la población a un modelo de justicia restaurativa.”

El sistema penitenciario tiene como cometido gestionar, planificar, evaluar y

controlar el funcionamiento de las Unidades de Seguimiento de Medidas y Penas no

privativas de la libertad, y de las Unidades de Internación para Personas Privadas de

Libertad, encauzado por la inclusión social y la rehabilitación en un contexto del respeto de

los derechos humanos. Se propone así abandonar el modelo meramente custodial y de

aseguramiento que primaba con la DNCPyCR. Lo que requiere la articulación de las

políticas de tratamiento penitenciario con las políticas de seguridad. Para ello se definió el

ingreso de personal civil administrativo, técnico, operadores penitenciarios y profesionales;

así como también “la conformación de equipos de dirección de cada UIPPL compuestos

por tres subdirecciones, las que poseen una línea operativa a nivel de cada Unidad y una

línea transversal y de orientación con las Subdirecciones Nacionales.”

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Según la mencionada Ley Nº 18.719, al INR le compete:

“La organización y gestión de las diferentes instituciones penitenciarias establecidas o a

establecerse en el país, que se encuentren bajo su jurisdicción.

La asistencia de los procesados y la rehabilitación de los penados.

La administración de las medidas sustitutivas y alternativas a la privación de libertad.”

“En cuanto a su organigrama, podemos decir que el Instituto Nacional de

Rehabilitación desde su creación asume la administración de la ex DNCPyCR, con toda su

estructura de funcionamiento y competencias específicas (Unidad Ejecutora 026 del

Ministerio del Interior). El Director Nacional del INR es un cargo de confianza designado

por el Poder Ejecutivo y depende directamente del Ministro del Interior. Del Director

Nacional del INR dependen tres Subdirecciones ocupadas también mediante cargos de

confianza, Subdirecciones Nacionales Administrativa, de Seguridad y Técnica, y 2

Coordinaciones de áreas territoriales, Zona Metropolitana y Zona Interior. Asimismo, tiene

dependencia directa de la Dirección del INR la Escuela de Formación Penitenciaria.

Por otra parte los órganos colegiados que funcionan en la órbita de la Dirección del

INR son:

Gabinete de Dirección, integrado por: Director, Subdirectores, Coordinadores de Áreas

Territoriales, PNEL, Escuela de Formación Penitenciaria, Asesoría del Sr. Ministro y

Representante de la Dirección General del Ministerio.

Junta Nacional de Traslados (Integrada por: Director, Subdirecciones de Seguridad y

Técnica y ambas Coordinaciones).

Comisión de Género integrada por titular y suplente representante del Gabinete, excepto

Asesoría de Ministro y Dirección General y un representante de la División Políticas de

Genero del MI.

Comisión Interdisciplinaria de salidas especiales (art. 120 Ley 19.149 Decreto 434/013),

integrada por Director del INR, Directora del PNEL y el Sub Director Nacional Técnico

con sus respectivos suplentes, quienes serán designados por los mismos.”

Por último, la misión del INR es “Contribuir al desarrollo de una sociedad más

segura garantizando el cumplimiento eficaz de las medidas privativas de libertad y sus

alternativas dispuestas por el Poder Judicial, proporcionando a las personas sujetas a estas

medidas un trato digno, desarrollando programas socio laborales e intervenciones técnicas

que contribuyan a disminuir las probabilidades de reincidencia delictual”.

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Mientras que la visión es construir: “Una Institución reconocida en nuestro país por

contribuir al fortalecimiento, desarrollo y garantías de la seguridad a la sociedad, a través

de la implementación de programas específicos de intervención (en áreas de trabajo,

educación, salud, cultura física) para las personas privadas de libertad, en un marco de

absoluto respeto a su dignidad y a las políticas del Estado en la materia.”

Fuente: Página oficial del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR). Disponible en:

https://inr.minterior.gub.uy/index.php/institucional/mision

(Última consulta: 25/10/2016)

o Centro de Formación Penitenciario

Reseña Histórica: “Su creación data del 24 de Marzo de 1934, como Escuela de

Funcionarios Penales. En el año 1986, por Decreto 119/986, pasa a llamarse Escuela de

Capacitación Penitenciaria. En el año 1997, se ubica en el predio del “Complejo Carcelario

Santiago Vázquez”, teniendo como cometido la realización de los Cursos de Formación

Profesional, del personal policial que cumple funciones penitenciarias. En Junio del año

2011, de acuerdo con la Ley 18719 de fecha 27 de Diciembre de 2010, en la que se crea el

Instituto Nacional de Rehabilitación, así como también cargos en el Escalafón “S”,

personal penitenciario, ante lo que se comienza a diagramar su capacitación. Actualmente

la Dirección se encuentra ubicada en el Edificio del INR en calle Cerrito Nro. 419, esquina

Zabala.”

“Enmarcado en la propuesta penitenciaria que está siendo implementada por el

Ministerio del Interior, a través del Instituto Nacional de Rehabilitación, adquiere

fundamental importancia la intervención de este centro de estudios, en lo que refiere a la

capacitación inicial, formación en servicio, y perfeccionamiento, del personal penitenciario

del Escalafón “S”, así como también en la del personal policial que actualmente cumple

tareas penitenciarias, del Escalafón “C” Administrativo, y del perteneciente de acuerdo a

los próximos ingresos previstos en los Escalafones para técnicos y profesionales “A y B”.”

Fuente: Página oficial del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR). Disponible en:

https://inr.minterior.gub.uy/index.php/cefopen (Última consulta: 25/10/2016)

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Anexo III. Operadores/as civiles

Como forma de profundizar en el rol esperado por parte de la institución para el/la

operador/a penitenciario/a se puede tomar en cuenta el texto “El rol del Operador

Penitenciario en las Unidades de Internación para Personas Privadas de Libertad: un

profesional para el cambio.” De Karina Guayta & Luis Mautone (2014).

Definen al/la operador/a civil como: “(…) trabajador/a en el hacer cotidiano de una

Unidad Penitenciaria es aquel que crea escenarios para la intervención, quizá podría

decirse que no los vivencia como propios sino que su actividad ronda en la organización

para que ocurran cosas, para provocar, intervenir en los contextos.” (Guayta, K. &

Mautone, L.; 2014:1) La dimensión humana es imprescindible si se aspira a una buena

gestión penitenciaria, donde las relaciones entre las personas privadas de libertad y los/as

funcionarios/as penitenciarios/as se desarrolle de forma digna y justa. (Guayta, K. &

Mautone, L.; 2014)

“La ‘Escuela de Funcionarios Penales’ se fundó el 24 de marzo de 1934 y fue la

primera Escuela de capacitación del personal penitenciario. En el año 1986, por Decreto

119/986, pasa a llamarse ‘Escuela de Capacitación Penitenciaria’. Posteriormente, en el

año 1997, este Centro se ubica en el predio del ‘Complejo Carcelario Santiago Vázquez’,

teniendo como cometido la realización de los Cursos de Formación Profesional, del

personal policial que cumple funciones penitenciarias. En junio del año 2011, de acuerdo

con la Ley 18719 de fecha 27 de Diciembre de 2010, en la que se crea el Instituto Nacional

de Rehabilitación, así como también cargos en el Escalafón ‘S’, personal penitenciario

civil, se comienza a diagramar su capacitación por parte de este Centro.” (Guayta, K. &

Mautone, L.; 2014:5) Dicho Centro cambiará su nombre a “Centro de Formación

Penitenciaria”, pasando a integrar la Dirección del INR; pretendiendo capacitar y formar al

personal penitenciario desde un enfoque de derechos humanos. (Guayta, K. & Mautone,

L.; 2014) “Tiene a su cargo la capacitación inicial, formación en servicio, y

perfeccionamiento, del personal penitenciario del Escalafón ‘S’ (Operadores

Penitenciarios), la del personal policial (Escalafón ‘L’) que cumple tareas penitenciarias,

del Escalafón ‘C’ Administrativo, y del perteneciente de acuerdo a los próximos ingresos

previstos a los Escalafones para técnicos y profesionales ‘A y B’.” (Guayta, K. & Mautone,

L.; 2014:5-6)

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El desafío del rol de los/as operadores/as penitenciarios/as es hacer coincidir el

papel educativo con el de custodia, por lo cual es una tarea compleja, amplia y ardua.

“La función del Operador Penitenciario, va mucho más allá que privar a las

personas de su libertad ambulatoria, deben generar y permitir que las Personas Privadas de

Libertad (PPL), tengan la oportunidad de aprovechar el tiempo en prisión ampliando sus

fortalezas y posibilidades para la reinserción cuando obtengan su libertad. Se debe

considerar la individualidad para que el acompañamiento de los procesos educativos

resalte, por sobre todas las cosas la construcción de posibles nuevos caminos a transitar,

realizando intervenciones con mayor precisión, generando propuestas coherentes a las

necesidades, activando redes sociales y dando garantías para su retorno a la sociedad.”

(Guayta, K. & Mautone, L.; 2014:7) “(…) el Operador es agente de cambio, desde su

intencionalidad educativa, pudiendo aprender sobre el hacer, reflexionando y evaluando

constantemente para volver a la intervención con nuevos aprendizajes y co-creando junto

con los actores de la intervención, otros horizontes posibles.” (Guayta, K. & Mautone, L.;

2014:8)

A la hora de pensar en la conformación de los recursos humanos, tanto la selección

como la capacitación, son fundamentales para fomentar el sentimiento de pertenencia de

los/as operadores/as con la institución; para de esta forma cumplir con el mandato

concedido. (Guayta, K. & Mautone, L.; 2014)

“En el marco de la reforma penitenciaria del sistema nacional uruguayo pensado en

la atención integral a los Privados de Libertad, es que se proyecta la creación de un rol

ajustado en lo posible al modelo requerido desde el Instituto Nacional de Rehabilitación y

en consonancia con su ley de creación No. 18719 del 27 de diciembre del 2010. Dentro de

los cometidos y ligado al trabajo de ‘custodiar a los adultos privados/as de libertad en una

Unidad Penitenciaria’, promulgado en la Ley 15851 (del 24/12/86) que en su art. 49 crea el

escalafón Penitenciario ‘S’, de naturaleza civil, y recientemente a través de la Ley 18719

(Ley de Presupuesto) en los art. 221, 222, 226 y 227 (del 27/12/10) donde se crea al

Instituto Nacional de Rehabilitación, lo cual genera la responsabilidad nuevamente de que

los civiles se hagan cargo de las Unidades Penitenciarias, después de 39 años.” (Guayta, K.

& Mautone, L.; 2014:8-9)

“Lo que se espera- Perfil general del Operador/a para el trabajo penitenciario -

Conocer y aplicar los documentos internacionales y nacionales que fundamentan el respeto

por los derechos humanos a las personas privadas de libertad, que determinará la seguridad

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y tranquilidad social mediante el cumplimiento de la sanción impuesta por la justicia.

Dejando en claro el cometido constitucional y el Encargo Social de la institución. Construir

actitudes ético-profesionales con el fin de contribuir al cambio del Sistema Penitenciario

Nacional. Custodiar y velar por el respeto de la dignidad humana de los PPL, funcionarios

y toda persona que concurra a la Unidad Penitenciaria. Es una idea consolidada de que la

Institución que se dedica a las personas privadas de libertad no puede limitarse solo a

“guardar” estáticamente a las personas de las que debe hacerse cargo. La experiencia

acumulada indica la necesidad de un profesional calificado para esta peculiaridad en la

situación. Por otro lado, el encargo social que se recibe no puede sustentarse

exclusivamente en los saberes intuitivos, aprendidos en otros ámbitos educativos, sino que

deben complementarse con una conceptualización, análisis y reflexión, que vinculen teoría

y práctica, relacionada al trato de personas adultas privadas de libertad. Es desde una

práctica reflexiva, argumentada, contrastada con otros saberes que se puede reconstruir una

concepción de privación de libertad acorde con las características de un nuevo modelo de

atención, respetuoso de los derechos humanos. De acuerdo con el Perfil Institucional

propuesto por el Ministerio del Interior, para un cargo de Operador/a Penitenciario, que se

relaciona y opera con personas privadas, integrado a la vida cotidiana y en el marco de un

proyecto educativo-social, que involucra el contexto institucional, familiar, laboral y

social, cumpliendo la función específica de acompañamiento y control, colaboración y

organización, sin perder la función educativa-social, que el trabajo con adultos debe

sustentar, máxime tratándose de situación de privación de libertad, en la que las personas

pierden autonomía personal e independencia para conseguir los satisfactores a sus

necesidades, se propone un profesional penitenciario para el encargo social e institucional

estipulado garante de los derechos humanos, cumpliendo estrictamente con los

requerimientos internacionales. Integra un equipo y construye en función de las

características (necesidades y potencialidades) de los sujetos con quienes trabaja y del

proyecto institucional, promoviendo diferentes estrategias de abordaje que lleva adelante

mediante una práctica educativa, orientada a fortalecer la individuación de cada persona,

facilitando el desarrollo de identidades, en la proyección de alcanzar personalidades

autónomas, así como una integración crítica y responsable de las personas privadas de

libertad, en conocimiento y uso de su ciudadanía lo más ajustada posible.” (Guayta, K. &

Mautone, L.; 2014:14-15)

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“El Perfil según el cargo del Operador Penitenciario:

Perfil del cargo: Operador Penitenciario Grado V, Supervisor: Ejercerá tareas de

gestión penitenciaria, supervisando las tareas del personal a su cargo como la

administración de los recursos materiales que le sean conferidos. Planificará y organizará

actividades dentro del establecimiento, turno o sector, evaluando el desarrollo de las

mismas. Velará por el cumplimiento de las normas en vigencia por parte de sus

subordinados y responderá a las directivas de sus superiores. Coadyuvará al

mantenimiento del orden dentro del establecimiento, turno o sector conferido, preservando

la seguridad e integridad física de todos los actores. Informará y orientará a la persona

privada de libertad, así como también captará y proporcionará a sus superiores información

asociada a la seguridad del establecimiento y de los aspectos vinculados a su

rehabilitación. Apoyará y coordinará con el responsable del área de tratamiento de las

personas privadas de libertad, facilitando las condiciones terapéuticas y educativas en tanto

no alteren el orden y la seguridad. Asegurará el cumplimiento de los DDHH según las

normas nacionales y convenciones internacionales ratificadas por el País.” (Guayta, K. &

Mautone, L.; 2014:15)

“Operador Penitenciario Grado III: Es responsable del normal desarrollo del

régimen de convivencia, velando por el cumplimiento de los protocolos y actividades

planificadas. Dará directivas al personal subordinado coordinando las actividades con las

distintas áreas de trabajo (tratamiento, salud, trabajo, educación). Evaluará e informará

sobre el desarrollo del Régimen Cotidiano al Supervisor. Garantiza el orden dentro de todo

el espacio asignado en el marco de las normas establecidas. Promueve y controla un

relacionamiento respetuoso entre todos los actores. Informa y orienta a la persona privada

de libertad, captando y relevando información asociada a la seguridad de las mismas, del

establecimiento y de los aspectos vinculados a su rehabilitación. Preserva la seguridad e

integridad física y mental de todos/as, garantizando el cumplimiento permanente de los

protocolos estandarizados. Coordina con otras áreas de intervención y tratamiento.

Supervisará las tareas del personal a su cargo, informando a los Supervisores

Penitenciarios las novedades del servicio. Resuelve aquellas situaciones que por su

complejidad no requieran intervención superior. Da apoyo al personal técnico en el

proceso socioeducativo de las personas privadas de libertad. Asegura el cumplimiento de

los derechos humanos según las convenciones internacionales. Apoyará y organizará la

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administración del personal que se encuentre subordinado, llevando un control a través de

escalafones de servicio, licencias, etc. Participa y aporta ideas en los Proyectos, Órdenes de

Servicio, Protocolos, como así también en todas las actividades que se realizan en el

Interior de la Unidad Penitenciaria.” (Guayta, K. & Mautone, L.; 2014:16)

“Operador Penitenciario Grado I: Es responsable del normal desarrollo del

régimen de convivencia, cumpliendo con los protocolos y directivas de sus superiores.

Tendrá un trato directo con las Personas Privadas de Libertad e intervendrá en situaciones

individuales y/o colectivas que comprometan la seguridad o integridad física de las

mismas. Informa a sus superiores sobre el desarrollo de las actividades. Administra según

los protocolos y las directivas el uso de los espacios. Garantiza el orden dentro de todo el

espacio asignado en el marco de las normas establecidas. Anticipa y disuade conductas

agresivas y/o que alteren el normal funcionamiento del Centro. Promueve un

relacionamiento respetuoso entre las personas privadas de libertad, así como con el

personal, la visita y el personal entre sí. Administra la apertura y cierre de exclusas internas

generales, habitaciones y celdas de acuerdo a las directivas del superior. Informa y orienta

a las personas privadas de libertad, captando y relevando la información asociada a la

seguridad de las mismas, y del establecimiento, como también de los aspectos vinculados a

su rehabilitación. Preserva la seguridad e integridad física de todos/as, dando cumplimiento

en forma permanente a los protocolos estandarizados. Da apoyo al personal técnico en el

proceso socioeducativo de las personas privadas de libertad. Vela por la conservación e

integridad física y mental de las Personas Privadas de Libertad, asegurando el

cumplimiento de los Derechos Humanos según las normas nacionales y las convenciones

internacionales ratificadas por el país. Confecciona informes de conducta de las PPL, lo

que puede derivar en una sanción o en una nota positiva. Realiza controles a la población

reclusa. Realiza inspecciones en celdas y en pertenencias de las PPL. Realiza

comunicaciones radiales y telefónicas.” (Guayta, K. & Mautone, L.; 2014:16-17)

Fuente: Guayta, Karina & Mautone, Luis (2014). “El rol del Operador Penitenciario en las

Unidades de Internación para Personas Privadas de Libertad: un profesional para el

cambio”. Trabajo presentado en las XIII Jornadas de Investigación de la Facultad de

Ciencias Sociales, UdelaR, Montevideo, 15-17 de setiembre de 2014.

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Anexo IV. Policías

Ley 18.315. Procedimiento Policial. Marco normativo.

A continuación se destacan ciertos artículos fundamentales que hacen al ejercicio

de la policía dentro de las instituciones penitenciarias.

“TÍTULO I. PARTE GENERAL. CÁPITULO I. PRINCIPIOS GENERALES.

ARTÍCULO 2º. (Atribuciones).- El servicio policial ejercerá, en forma permanente

e indivisible, las actividades de observación, información, prevención, disuasión y

represión.

El objetivo de las actividades referidas es impedir y, en su caso, reprimir, la

comisión de delitos, faltas o infracciones, procediendo a la detención de los autores de las

mismas para someterlos a la Justicia competente en los plazos y condiciones legalmente

establecidos, acompañando las pruebas correspondientes.

El servicio policial también cumplirá las órdenes de libertad emitidas por la Justicia

competente, y remitirá a los establecimientos de detención a las personas que ésta

disponga, con las condiciones de seguridad que, previo estudio técnico, determine la

autoridad penitenciaria.

ARTÍCULO 3º. (Fases de la actuación policial).- Las fases del accionar de la

policía son la observación, la prevención, la disuasión y, excepcionalmente, la represión

cuando sea necesario para garantizar los derechos individuales de todos los habitantes de la

República consagrados en el marco jurídico constitucional y legal vigente.

A los efectos de esta ley:

A) Observación es la acción policial de vigilancia pasiva que tiene por finalidad

detectar, analizar, procesar y utilizar información sobre situaciones que,

eventualmente, puedan constituir actividades presuntamente ilícitas, incidir en la

iniciación del proceso delictivo o alterar la seguridad ciudadana.

B) Prevención policial es el conjunto de medidas técnico operativas para incidir en

forma temprana sobre los factores que favorecen la violencia interpersonal y social

y constituyen delitos, infracciones o faltas, disminuyendo los riesgos y

posibilidades de ocurrencia de los mismos.

C) Disuasión es la acción policial de vigilancia activa que ejerce la policía cuando ya

se ha instalado una situación que afecta la seguridad ciudadana que puede derivar

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en acciones ilícitas que generen daños mayores. Previo al uso de la fuerza legítima,

la policía deberá agotar los medios disuasivos adecuados que estén a su alcance,

como el diálogo y la negociación con las personas involucradas.

D) Represión es la acción policial que implica el uso de la fuerza física y las armas de

fuego o cualquier otro medio material de coacción, en forma racional, progresiva y

proporcional, a los efectos de restablecer el estado de cosas anterior a la conducta

ilícita que lo ha alterado.

E) Consumada la fase represiva, el uso de la fuerza debe cesar de inmediato, una vez

que el orden haya sido restablecido y los presuntos infractores del derecho

protegido dejen de ofrecer resistencia. A partir de ese momento, se aplicarán las

medidas de seguridad necesarias, sin perjuicio de brindar atención médica o de otro

tipo, a quien la necesite.

ARTÍCULO 4º. (Principios de actuación policial).-

1) En el cumplimiento de su deber, y como encargados de hacer cumplir la ley, el personal

policial respetará y protegerá los derechos humanos de todas las personas.

2) El personal policial tratará a todas las personas que requieran sus servicios de manera

diligente, correcta y respetuosa, sin ningún tipo de discriminación por razones de edad,

género, etnia, religión, posición económica o social, o de cualquier otra índole.

3) En todo momento, el personal policial debe cumplir las obligaciones que le impone el

Código de conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, aprobado por la

Asamblea General de las Naciones Unidas (Resolución 34/169, de 17 de diciembre de

1979).”

“CÁPITULO II. EL MANDO POLICIAL

ARTÍCULO 7º. (Concepto de disciplina).- La disciplina es la relación jurídica que

vincula el derecho de mandar y el deber de obedecer. Es la base imprescindible para el

cumplimiento orgánico profesional de las atribuciones de la Policía Nacional.

ARTÍCULO 8º. (Manifestación de la disciplina y límites a la obediencia debida).-

La disciplina policial se manifiesta en la subordinación de grado a grado y por el respeto y

la obediencia sin dilaciones a la orden legítima del superior.

El personal policial tiene especialmente prohibido cumplir órdenes manifiestamente

ilegales o que atenten contra los derechos humanos o el sistema republicano democrático

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de gobierno. En estos casos, la obediencia a una orden superior nunca será considerada

como eximente o atenuante de responsabilidad.”

“TÍTULO II. PARTE ESPECIAL. CAPÍTULO I. DEL USO DE LA FUERZA

FÍSICA, LAS ARMAS U OTROS MEDIOS DE COACCIÓN.

ARTÍCULO 15. (Torturas o tratos crueles, inhumanos o degradantes).- El personal

policial tiene especialmente prohibido inflingir, instigar o tolerar torturas o tratos crueles,

inhumanos o degradantes sobre cualquier persona. En el marco del artículo 8º de la

presente ley, en ningún caso podrá invocar la orden de un superior o circunstancias

especiales, como amenazas a la seguridad interna o inestabilidad política o social para

justificar tales conductas, propias o de terceros.

ARTÍCULO 18. (Principios que rigen el uso de la fuerza).- El uso de la fuerza,

incluyendo los distintos tipos de armas, debe ser moderado, racional, progresivo y

proporcional, considerando el riesgo a enfrentar y el objetivo legítimo que se persiga.

ARTÍCULO 19. (Uso de medios no violentos).- La policía en el desempeño de sus

funciones utilizará medios no violentos antes de recurrir al empleo de la fuerza física,

medios de coacción o armas de fuego, los que se utilizarán solamente cuando los primeros

resulten ineficaces o no garanticen el logro del resultado previsto mediante la acción

policial.”

“CAPÍTULO IV. PROCEDIMIENTOS CON PERSONAS DETENIDAS O

CONDUCIDAS EN DEPENDENCIA POLICIAL. Sección I. Registro de personas

detenidas y conducidas.

ARTÍCULO 55. (Limitaciones al registro de personas detenidas o conducidas).- El

registro personal deberá practicarse con el mayor cuidado y respeto hacia la dignidad de la

persona y realizarse exclusivamente por personal policial del mismo sexo de la persona.

La policía no puede desnudar a una persona detenida o conducida ni revisar sus

partes íntimas, salvo cuando se trate de una situación excepcional en que esté en riesgo la

vida o la integridad física de la misma, enterando de inmediato al Juez competente, de

acuerdo con lo establecido por el artículo 6º de la presente ley.

Fuera de dichas hipótesis, el procedimiento deberá realizarse exclusivamente por

personal médico previa orden judicial y siempre que resulte estrictamente necesario y no

exista medida alternativa alguna.

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ARTÍCULO 59. (Limitaciones en el manejo de personas detenidas o conducidas).-

El superior a cargo del servicio no permitirá el contacto de ningún tipo con personas

detenidas o conducidas por parte de personal policial que no esté debidamente autorizado o

supervisado.

ARTÍCULO 60. (Trato con la persona detenida o conducida).- Está prohibido al

personal policial utilizar palabras agraviantes, humillantes o que provoquen la reacción de

la persona detenida o conducida.

ARTÍCULO 61. (Actitudes prohibidas con personas detenidas o conducidas).- Está

prohibido al personal policial utilizar forma alguna de coacción física ilegítima o maltrato

psicológico con las personas detenidas o conducidas.

ARTÍCULO 62. (Orden de libertad).- Ninguna persona detenida por orden del Juez

competente o con conocimiento de él, podrá ser puesta en libertad sin mediar orden

judicial, la que deberá constar en la libreta de entrada, en la que figurará la fecha, hora de

salida y el magistrado de turno que la ordena.”

“Sección IV. Detenidos en centros asistenciales.

ARTÍCULO 80. (Medidas de seguridad policiales).- Las medidas de seguridad

respecto a una persona detenida en centro asistencial deberán disponerse por el superior a

cargo del operativo de conformidad con la autoridad del centro asistencial, sin perjuicio de

lo establecido por el artículo 84 de la presente ley.

El personal policial está obligado a brindar a la persona detenida un trato adecuado y

respetuoso de su dignidad.

En ningún caso se mantendrán esposadas a mujeres detenidas en el trabajo de parto

ni en el momento del mismo.”

“Sección V. Traslado de personas detenidas.

ARTÍCULO 87. (Medidas de seguridad).- Toda persona detenida deberá ser

trasladada con las medidas de seguridad ordenadas por el superior a cargo del servicio.

ARTÍCULO 88. (Incomunicación).- Cuando se trate del traslado de dos o más

personas detenidas, las mismas serán mantenidas en régimen de incomunicación. A estos

efectos se requerirá previa orden judicial, excepto en la hipótesis definida en el artículo 75

de la presente ley.

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ARTÍCULO 89. (Otras medidas de seguridad).- Cuando el traslado se realice en

cualquier tipo de vehículo, deberá previamente procederse al exhaustivo registro del

mismo para verificar que no se encuentren objetos que puedan facilitar la fuga de la

persona detenida.

ARTÍCULO 90. (Limitaciones a las medidas de seguridad).- En los traslados en

vehículos las personas detenidas nunca serán esposadas a partes fijas de los mismos, a los

efectos de preservar su integridad física en caso de que se produzca un accidente de

tránsito.

ARTÍCULO 91. (Traslado específico).- El vehículo para el traslado debe estar

debidamente identificado como móvil policial, con excepción del utilizado para el traslado

de personas detenidas que, por orden superior, requieran medidas excepcionales de

seguridad. En todo caso, se deberá coordinar con la Justicia el procedimiento

correspondiente.”

“CAPÍTULO VII. ARMAMENTO REGLAMENTARIO, EQUIPOS U OTROS

MEDIOS.

ARTÍCULO 158. (Concepto de equipo reglamentario).- Por equipo reglamentario,

a los efectos de esta ley, se entiende todo aquel que está expresamente establecido y

ordenado en un reglamento orgánico.

ARTÍCULO 159. (Armas de fuego de uso reglamentario en la policía).- Las armas

de fuego de uso reglamentario son exclusivamente aquellas que las autoridades

competentes del Estado proveen al personal policial según su jerarquía y especialidad

operativa. Pueden distinguirse en armas cortas o largas, automáticas o no.

ARTÍCULO 160. (Armas de fuego prohibidas).- Está expresamente prohibido el

uso de armas de fuego que no sean las que proveen las autoridades competentes del Estado,

ni aquellas cuyo calibre y munición no esté debidamente reglamentado para el servicio,

salvo expresa y fundada autorización por escrito del comando policial respectivo.

ARTÍCULO 161. (Otras armas de uso reglamentario).- Está autorizado el uso del

bastón policial o "tonfa", conforme a los reglamentos e instructivos que rigen su forma y

uso.

ARTÍCULO 162. (Otras armas prohibidas).- Queda prohibido terminantemente el

uso de cualquier otro tipo de arma contundente, como ser:

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cachiporras de metal (de las llamadas extensibles), con bola de metal en su extremo, y

otras. Tampoco se permite el uso de cualquier otra arma que no esté reglamentada o

autorizada por el comando policial respectivo, aun en los casos que su venta sea libre al

público.

Queda prohibido asimismo el uso de cualquier otro tipo de arma para el servicio,

como cuchillos, hachas o similares, salvo en aquellas unidades policiales especiales

(bomberos, grupos tácticos) que, debido a su operativa, puedan ser autorizados a ello por el

comando policial respectivo.

ARTÍCULO 163. (Uso de gas químico u orgánico).- Se autoriza el uso de gas

químico u orgánico en la medida que sea provisto al personal por las autoridades

competentes del Estado y esté autorizado su uso por el comando policial respectivo.

ARTÍCULO 164. (Uso racional y responsable).- Del uso racional, necesario y

proporcional del gas químico u orgánico será responsable el personal policial actuante, el

que deberá recibir instrucción previa al respecto.

ARTÍCULO 165. (Uso de equipamiento neutralizante no letal).- El personal

policial está autorizado para la utilización del equipamiento neutralizante no letal

denominado "stun guns" y "stun baton", con función de disuasión, defensa y protección.

Dichos dispositivos podrán ser utilizados por el personal policial, previa

capacitación, y en aquellos casos o situaciones en los que se requiera proceder a neutralizar

a un individuo, ya sea por su peligrosidad o resistencia, a fin de evitar un daño propio o

ajeno.

Los distintos servicios, en particular los establecimientos carcelarios y centros de

reclusión del país y las correspondientes unidades ejecutoras, instruirán al personal sobre la

forma y condiciones de la utilización de los mismos, así como también dispondrán quiénes

están autorizados a emplearlos.

ARTÍCULO 166. (Uso de esposas como medio de contención y defensa).- Está

autorizado el uso de esposas. Las mismas no se consideran un arma sino un medio de

contención.

En caso de ser necesario para evitar daños al personal policial o terceros, podrán

utilizarse esposas en adolescentes detenidos por su participación en hechos tipificados

como infracciones a la ley penal.

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ARTÍCULO 167. (Otros medios de protección).- Está autorizado el uso de cascos,

escudos, chalecos y todo otro tipo de protección no agresiva para la seguridad de los

policías actuantes.

ARTÍCULO 168. (Uniformes, insignias, distintivos jerárquicos y otros).- Su uso se

regirá por el reglamento de uniformes, de acuerdo a las jerarquías y especialidades

policiales.

ARTÍCULO 169. (Uso de otros uniformes).- Se autoriza el uso de uniformes

"orgánicos", "de tareas" o "internos" para unidades especiales o centros docentes

policiales.”

Fuente: Ley Nº 18.315. “Procedimiento Policial. Marco Normativo.” Disponible en:

https://legislativo.parlamento.gub.uy/temporales/leytemp96358.htm “Publicada D.O. 22

jul/008 - Nº 27530”. (Última consulta realizada: 25/10/2016)