sobre el mba oath. 2009
DESCRIPTION
La codicia, el manager. Obligación fiduciaria del administrador de empresas. 2009 Publicado en Revista Empresa de ACDE, n 195 y reproducido en Revista del Seguro http://www.aacs.org.ar/doc/revistas/n046.pdfTRANSCRIPT
Nov
edad
es d
e Se
guro
s |
ww
w.aa
cs.o
rg.a
r
32
María Marta Preziosa
Yo manager, juro no codiciar
educación
Gordon Gekko, interpretado magní-
ficamente por Michael Douglas en
la película Wall Street (Oliver Stone,
1987) predicaba las bondades de la
codicia y su energía pragmática y
realista. La reflexión acerca de la su-
puesta vitalidad de este ‘motor’ del
capitalismo, siempre vuelve a ser un
tema. Un escándalo se desata y, sea
Enron o Maddoff, aparece la pregunta
clásica sobre si la búsqueda del self-
interest es o no buena para la socie-
dad. En el verano del hemisferio norte,
apareció el Juramento Hipocrático
de los graduados 2009 del MBA de
Harvard (http://mbaoath.org/), en un
intento por elevar los estándares de
comportamiento ético de los manager
en el ámbito de la empresa. La prome-
sa del juramento voluntario es evitar
tomar decisiones que promuevan las
estrechas ambiciones personales que
dañan la empresa y a su público. El
texto del juramento resalta el valor del
self interest, pero señala que la codicia
desmesurada puede dañar.
No solo Harvard sino otras escuelas de
negocios famosas fueron noticia por
haber fomentado códigos para honrar
la verdad, la integridad, el respeto y
elevar así la profesión y concientizar
sobre el liderazgo en los negocios. El
New York Times, The Economist y el
La aparición del Juramento Hipocrático en el MBA de 2009 de Harvard Business School, a la que se sumaron otras importantes escuelas de negocios, no hace más que confirmar esta suerte de preocupación de las altas casas de estudio por elevar los estándares de comportamiento ético de los manager en el mundo empresario. Honrar la verdad, la integridad, el respeto y concientizar sobre el liderazgo en los negocios, marcan fuertemente el perfil del dirigente de empresa.
“¿Podrá ser ésta una respuesta ética a la ya tan analizada crisis financiera?”, se pregunta Preziosa, al rescatar los valores básicos de este juramento y profundizar en el rol profesional y público del manager, una figura sin duda relevante entre los actores económicos de hoy día.
Coordinadora del Programa de Investigación y Docencia en Ética y Empresa de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas. Investigadora y docente de grado y posgrados de la Escuela de Negocios (UCA). Prof. en Filosofía (UCA; MBA, IDEA). Diploma de Estudios Avanzados en Filosofía (Universidad de Navarra). Art. reproducido de la revista EMPRESA 195 de ACDE.
33
Nov
edad
es d
e Se
guro
s |
Dici
embr
e 2
009
Financial Times, estos últimos meses,
han dado cuenta de esta explosión de
interés en los cursos de ética y res-
ponsabilidad personal (y corporativa)
resaltando que una empresa que hace
dinero ha de actuar como parte de una
comunidad social más grande. No sien-
do esta función social de la empresa
‘algo nuevo’ en la Doctrina Social de la
Iglesia, es igualmente digno de destacar
que Caritas in veritate, la encíclica pre-
sentada en julio de este año, da cuenta
de este creciente interés en la business
ethics y la responsabilidad corporativa.
Benedicto XVI incluye por primera vez
en el Magisterio Social la distinción
entre empresario y manager, y señala
distintas formas de empresas.
El manager como profesional¿Es pertinente hablar de un juramento
hipocrático para administradores?
Pensemos en el origen de este juramen-
to, en el campo de la salud. El médico
promete a la sociedad servir ante todo
al bien del paciente, más allá de sus
intereses. Cuando uno detenta respon-
sablemente una profesión, ‘profesa’, da
fe, otorga la posibilidad a la sociedad de
depositar confianza en aquello que uno
realiza con excelencia. El profesional, fiel
a su misión, no se deja tentar por ca-
minos más cortos o por beneficios que
ponen en duda su juicio objetivo e inde-
pendiente, sea científico o profesional.
Se ofrece y sirve a la sociedad prestando
su conocimiento y su saber para la rea-
lización del mejor interés, que en el caso
del médico, es el del paciente. En el caso
de la profesión del Contador Público, su
compromiso social es dar fe acerca de
los números veraces de una empresa,
de ese modo defiende el mejor interés
de quienes invierten en la empresa y del
fisco. Ser profesional, como vemos en
estos dos ejemplos, tiene una dimensión
pública y es ser confiable.
¿Pero qué tipo de profesión es la del
manager? En un reciente articulo del
Harvard Business Review, uno de los
profesores (R. Khurana y N. Nohria),
que promovió el MBA Oath entre sus
alumnos, debate si el management es
un mero oficio (‘trade’) o una profesión.
La necesidad mundial de confianza
revaloriza al manager como profesional,
pero no tan sólo por su debida bús-
queda de excelencia técnica o directiva,
sino en cuanto presta un servicio a la
sociedad. Etimológicamente ‘profesión’
tiene varias acepciones y una de ellas
es declararse, ofrecerse, disponerse. Los
médicos han jurado, dado su palabra de
poner por encima de todo, la salud y el
bien integral del paciente. ¿Por qué no
un juramento para los manager? Que
administrar sea una profesión implica
que hay colegas y destinatarios del
servicio a los que honrar.
La ética es un proceso, un desarrollo, un perfeccionamiento y no tan sólo un acto bueno aislado o una foto de nuestro ‘yo ideal’. Es un dinamismo con idas y vueltas en el construir las empresas y las instituciones que queremos, como protagonistas y no como espectadores.
Nov
edad
es d
e Se
guro
s |
ww
w.aa
cs.o
rg.a
r
34
Steward, Manager, AdministradorEn ámbitos académicos, suele identifi-
carse el concepto “Administración” con
los aspectos racionalistas y organiza-
tivos de las que -en los años 60- fue-
ron las ‘ciencias de la administración
científica’. Por ello, muchos prefirieron
nombrar a sus escuelas de negocios
como ‘escuelas de dirección de em-
presas’, para enfatizar su dimensión
humanística. Pero si nos remitimos a la
etimología de la palabra ‘ad-minister’,
encontramos al servidor o ministro.
Administrador es el que ‘sirve a’ el más
pequeño. El origen latino del vocablo
nos revela la dimensión de servicio
del administrar, así como en la lengua
inglesa encontramos dos vocablos
más, además de ‘administration’. Uno
es el ya conocido ‘management’ o
conducción, y el otro es el vocablo
antiguo ‘stewardship’ para referirse a
aquel que es representante o agente
del principal. Steward es el mayordo-
mo que actúa en nombre de otro y en
su mejor interés.
¿Por qué no reflexionar, entonces,
sobre este rol ‘público’ de un manager?
Sobre su compromiso de servicio fren-
te a la sociedad. ¿Podrá ser ésta una
respuesta ética a la ya tan analizada
crisis financiera? Una asunción de res-
ponsabilidad personal y voluntaria que
contribuirá a consolidar la confianza
tan deseada y a destacar al manager
como un profesional relevante entre
los actores económicos de hoy día.
¿Por qué la ética excluye a la codicia?En el ámbito empresario, y particular-
mente en el de las finanzas, es intere-
sante destacar -como lo han hecho no
pocas publicaciones de negocios- la
criticidad del ‘factor codicia’ en las
recientes ‘crisis del capitalismo’ (2002
y 2009). Observando nuestra natura-
leza, es fácil reconocer incluso en los
niños, el deseo de supervivencia que
nos lleva a adquirir lo que nos permite
conservarnos, y a destruir aquello que
nos lo impide. Claro está, que el exceso
puede llevarnos al vicio tan temido de
la codicia. Los griegos ya señalaban
que la desmesura (hybris) era la causa
de los muchos males que luego atraían
a la justiciera y equilibrante venganza.
Esa arrogante pretensión de desear
más que lo que el ‘destino’ le asigna a
cada uno provoca ceguera (hamartía).
Y la consecuente falta de registro de la
realidad y de los limites lleva al des-
precio por el espacio ajeno; e incluso
a debilitar la misma fortaleza que me
permitió la desmesura.
La codicia puede ser un motor que se
ve atraído por diversidad de objetos: el
conocimiento, el dinero, el poder, in-
cluso la vida como diría Gordon Gekko,
pero definiendo esencialmente su
carácter de vicio, es un afán desmesu-
rado de lograr seguridad, de asegurar-
se a uno mismo sin importar el cómo.
Puede aparecer bajo la forma de no
querer perder nunca o en el exceso de
auto-confianza. O como dice el filoso-
Cada profesional puede asumir un rol en la construcción de la confianza pública en la profesión, pero ha de reconocer que no es tan sólo un engranaje de un sistema, sino que es una persona que puede decidir y dar cuenta de sus actos.
educación
35
Nov
edad
es d
e Se
guro
s |
Dici
embr
e 2
009
fo Josef Pieper, es el vicio de la vejez
(no importa la edad) en tanto querer
aferrarse y no soltar la vida. La codicia
asegura y otorga la sensación de om-
nipotencia y de falta de límites.
Muchos factores concretos y cotidia-
nos pueden estar validando esta se-
creta actuación individual. A veces hay
respaldo de los incentivos económicos
y de la ley; o bien puede ser el exitismo
o el afán de mejorar la propia imagen.
Pero en el ámbito administrativo es
fundamentalmente la polarización
de intereses entre quienes titulan la
propiedad y los que detentan su con-
trol. Entre el agente o representante
y el principal. Entre quien actúa como
mayordomo y quien es el destinatario
final de la profesión de administrador.
Lo injusto, la acción no ética, resulta
entonces de la ceguera que provoca el
solamente mirarse a uno mismo para
asegurarse. Y para ser justo, es nece-
saria la buena costumbre de prestar
atención tanto a la realidad, como al
otro.
Las virtudes del managerLas virtudes, buenas costumbres culti-
vadas en forma personal, institucional
y social, son esos buenos hábitos
que hacen comunidades de trabajo
más justas, empresas y servicios más
confiables que crean valor para la
sociedad. Se desarrollan también en la
vida adulta según la madurez personal
y se fomentan o desalientan con los
sistemas de premios y castigos, de
Juramento del MBA Creación responsable de Valor
Como gerente y administrador de
empresas, mi propósito es servir al
bien común aunando personas y
recursos en forma conjunta para
lograr crear valor que una sola
persona de por sí no puede crear.
Por lo tanto, voy a buscar el camino
que aumente el valor que mi em-
presa pueda crear para la sociedad
en el largo plazo. Reconozco que
mis decisiones pueden tener con-
secuencias de gran alcance que
afectan el bienestar de los individuos dentro y fuera de mi empresa, tanto hoy
como en el futuro. Como buscaré conciliar intereses de muy diversa índole, soy
consciente de que deberé enfrentar decisiones difíciles.
Por lo tanto, prometo que:
• Actuaré con la máxima integridad, y realizaré mi trabajo de una manera ética.
• Salvaguardaré los intereses de los accionistas, colaboradores, clientes y la
sociedad en la que opera la empresa en la que nos desempeñamos.
• Manejaré la empresa en la que me desempeño de buena fe, protegiéndola de
decisiones y comportamientos que promuevan mis propias estrechas ambi-
ciones y que, como consecuencia de ello, puedan dañar a la empresa y a la
sociedad a la que sirve.
• Comprendo y defenderé, tanto en letra como en espíritu, las leyes y contratos
que rigen mi propia conducta y la de mi empresa.
• Asumiré la responsabilidad por mis acciones, y representaré el desempeño y
los riesgos de mi empresa con justeza y honestidad.
• Me desarrollaré y procuraré que otros administradores bajo mi supervisión se
desarrollen, para que la profesión siga creciendo y contribuyendo al bienestar
de la sociedad.
• Me esforzaré por crear prosperidad económica, social y ambiental sustentable
en todo el mundo Rendiré cuentas a mis pares y ellos ante mí, para que viva-
mos según este juramento.
Realizo este juramento con total libertad y apoyado en mi honor.
(Versión corta)
Nov
edad
es d
e Se
guro
s |
ww
w.aa
cs.o
rg.a
r
36
recompensa y expulsión de las distin-
tas organizaciones de negocio en las
que estamos insertos. Claro está que
un sistema no resuelve todo, ya que
la decisión personal siempre cuenta.
Pero a la vez, la discrecionalidad per-
sonal puede ser acotada por procesos
y estándares de conducta colectiva
institucional. Personas virtuosas y
sistemas favorables a la ética: ambos
son necesarios.
Cada profesional puede asumir un
rol en la construcción de la confianza
pública en la profesión, pero ha de
reconocer que no es tan sólo un en-
granaje de un sistema, sino que es una
persona que puede decidir y dar cuen-
ta de sus actos. Esto es subrayado por
el MBA Oath. Si bien reconoce que las
decisiones son y serán difíciles por-
que el manager representa y articula
intereses de diferentes constituencies.
Este vocablo, proveniente del ámbito
político implica que el manager tiene,
al decir de E. Freeman, una obligación
‘multifiduciaria’ (obligación moral
del manager de actuar despertando
confianza y creando valor para todos
los stakeholders). Edward Freeman es
profesor de Darden Business School y
el actual mayor promotor de la ‘teoría
de los stakeholders’. Su teoría aparece
implícita en el MBA Oath al señalar
que el manager debe reconciliar los
distintos intereses de los diferentes
constituencies (algunos con menos
poder y otros, su bienestar depende de
la decisión del manager).
Los valores básicos del juramento son
servir al bien común y bienestar de las
personas dentro y fuera de la empresa.
Para ello promueve la integridad, la
salvaguardia de los intereses de los
stakeholders, de los colegas de trabajo,
de los clientes y de la sociedad. Insta a
cumplir las leyes de buena fe, en letra
y espíritu, a ser veraz y honesto, a no
distorsionar la verdad, ser transpa-
rente. Invita a la actualización perma-
nente, a pedir consejo y a aconsejar,
desarrollándose a uno mismo y a otros
y buscar y crear prosperidad susten-
table. Propone proteger y desarrollar
los estándares éticos de la profesión
para ganar respeto y confianza de la
sociedad.
Todo ello tomando responsabilidad
personal por las propias acciones. Esta
es la clave. Aún con todas las limi-
taciones de las necesidades y de las
presiones de la vida laboral, tenemos
conciencia y una interioridad que nos
permite recordar lo que queremos ser
como personas y como sociedad y
aprender de los propios errores y de
los ajenos. La ética es un proceso, un
desarrollo, un perfeccionamiento y no
tan sólo un acto bueno aislado o una
foto de nuestro ‘yo ideal’. Es un dina-
mismo con idas y vueltas en el cons-
truir las empresas y las instituciones
que queremos, como protagonistas y
no como espectadores.
“Los valores básicos del juramento son servir al bien común y bienestar de las personas dentro y fuera de la empresa. Para ello promueve la integridad, la salvaguardia de los intereses de los stakeholders, de los colegas de trabajo, de los clientes y de la sociedad”.
educación