te deum 2006

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Te Deum 2006 Fecha: Lunes 18 de Septiembre de 2006 Pais: Chile Ciudad: La Serena Autor: Mons. Manuel Donoso Donoso 1. Saludos Estando ya a solo cuatro años del Bicentenario de nuestra Independencia, celebramos hoy este TE DEUM de alabanza y agradecimiento al Señor, en el cual también, siguiendo la Santa Palabra de Dios, pedimos por todas nuestra Autoridades, y les manifestamos nuestro respeto, ya que Ellas están encargadas de llevar adelante "el bien común" de la Nación. Pido al Señor especialmente por nuestra Presidenta, Sra. Michelle Bachelet, por sus Ministros y colaboradores, por todos los Legisladores y el Poder Judicial. Pido por todas las Autoridades Regionales, encabezadas por el Señor Intendente. Con la fuerza de la fe, que es poderosa, pedimos al Señor que los cuide como hijos, y les de sabiduría, humildad, apertura, y perseverancia en su empeño de crear un Chile en paz y progreso. Saludo afectuosamente al Gobernador de San Juan, Argentina, que nos acompaña. Vemos en su presencia el espíritu de la mediación del Papa Juan Pablo II, que no fue sólo señalar un límite, sino llamar a dos países hermanos a integrarse y a enriquecerse con la mutua complementación. 2. Las Fiestas y el TE DEUM Basta la llegada de Septiembre para ver por todos lados en nuestra Región la presencia del 18, y sentir que nos acercamos a un momento que nos pertenece a todos los chilenos, sin excepción: católicos, evangélicos, judíos, musulmanes, ateos o agnósticos; de Gobierno o de Oposición; pertenecientes a todas las Instituciones fundamentales de la República, entre las que destacan nuestras Fuerzas Armadas. La Iglesia Católica, participante de la Primera Junta de Gobierno, ha querido siempre dar Gracias a Dios. Lo hace ahora con el TE DEUM, liturgia tradicional de Acción de Gracias en la que agradecemos el gozo y la responsabilidad que significa dirigir nuestros destinos para el bien de todos, sin excepción, y, especialmente de los más pobres y desfavorecidos. Me dirijo por eso a todos los habitantes de estas provincias de Elqui y de Limari, "nuestros compañeros de viaje" (Compendio de Doctrina Social, 3) 3. Misión Servidora de la Iglesia Me corresponde hoy hacer, como creyente y como Obispo, esta Liturgia en esta querida Región. Pido al Señor Jesús, que pueda hacerla siguiendo lo que El mismo pidió muchas veces a sus seguidores, y lo puso en práctica en la Ultima Cena, cuando, dejando de lado los vestidos de su rango de Señor y Maestro, lavó los píes a sus discípulos. Sería achicar este gesto decir que es sólo una demostración de humildad. Ciertamente lo es, pero sobre todo es la clara expresión visible del Dios que es Amor, y que en Jesucristo se entrega por nosotros como servidor. El Servidor Jesús se entrega para que crezcamos como personas, como familias, como pueblos, para que seamos más, porque su preocupación es el hermano y no está centrada en El mismo. Quiere que crezcamos en todo: en el conocimiento de nuestra dignidad de personas, de la necesidad de la justicia y el respeto en las relaciones humanas, en el verdadero sentido de la riqueza, en reconocer que no basta la justicia, sino que es necesario el amor y la reconciliación, y, sobre todo, quiere que crezcamos en el conocimiento del Dios que Él como Hijo nos muestra: el Dios que es Padre y que nos mira siempre con cariño de padre, y quiere una vida buena y abundante para cada uno de nosotros y para nuestra sociedad, tanto en el

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Te Deum 2006

Fecha: Lunes 18 de Septiembre de 2006Pais: ChileCiudad: La SerenaAutor: Mons. Manuel Donoso Donoso

1. Saludos

Estando ya a solo cuatro años del Bicentenario de nuestra Independencia, celebramos hoy este TE DEUM de alabanza y agradecimiento al Señor, en el cual también, siguiendo la Santa Palabra de Dios, pedimos por todas nuestra Autoridades, y les manifestamos nuestro respeto, ya que Ellas están encargadas de llevar adelante "el bien común" de la Nación.

Pido al Señor especialmente por nuestra Presidenta, Sra. Michelle Bachelet, por sus Ministros y colaboradores, por todos los Legisladores y el Poder Judicial. Pido por todas las Autoridades Regionales, encabezadas por el Señor Intendente. Con la fuerza de la fe, que es poderosa, pedimos al Señor que los cuide como hijos, y les de sabiduría, humildad, apertura, y perseverancia en su empeño de crear un Chile en paz y progreso.

Saludo afectuosamente al Gobernador de San Juan, Argentina, que nos acompaña. Vemos en su presencia el espíritu de la mediación del Papa Juan Pablo II, que no fue sólo señalar un límite, sino llamar a dos países hermanos a integrarse y a enriquecerse con la mutua complementación.

2. Las Fiestas y el TE DEUM

Basta la llegada de Septiembre para ver por todos lados en nuestra Región la presencia del 18, y sentir que nos acercamos a un momento que nos pertenece a todos los chilenos, sin excepción: católicos, evangélicos, judíos, musulmanes, ateos o agnósticos; de Gobierno o de Oposición; pertenecientes a todas las Instituciones fundamentales de la República, entre las que destacan nuestras Fuerzas Armadas.

La Iglesia Católica, participante de la Primera Junta de Gobierno, ha querido siempre dar Gracias a Dios. Lo hace ahora con el TE DEUM, liturgia tradicional de Acción de Gracias en la que agradecemos el gozo y la responsabilidad que significa dirigir nuestros destinos para el bien de todos, sin excepción, y, especialmente de los más pobres y desfavorecidos. Me dirijo por eso a todos los habitantes de estas provincias de Elqui y de Limari, "nuestros compañeros de viaje" (Compendio de Doctrina Social, 3)

3. Misión Servidora de la Iglesia

Me corresponde hoy hacer, como creyente y como Obispo, esta Liturgia en esta querida Región. Pido al Señor Jesús, que pueda hacerla siguiendo lo que El mismo pidió muchas veces a sus seguidores, y lo puso en práctica en la Ultima Cena, cuando, dejando de lado los vestidos de su rango de Señor y Maestro, lavó los píes a sus discípulos. Sería achicar este gesto decir que es sólo una demostración de humildad. Ciertamente lo es, pero sobre todo es la clara expresión visible del Dios que es Amor, y que en Jesucristo se entrega por nosotros como servidor. El Servidor Jesús se entrega para que crezcamos como personas, como familias, como pueblos, para que seamos más, porque su preocupación es el hermano y no está centrada en El mismo. Quiere que crezcamos en todo: en el conocimiento de nuestra dignidad de personas, de la necesidad de la justicia y el respeto en las relaciones humanas, en el verdadero sentido de la riqueza, en reconocer que no basta la justicia, sino que es necesario el amor y la reconciliación, y, sobre todo, quiere que crezcamos en el conocimiento del Dios que Él como Hijo nos muestra: el Dios que es Padre y que nos mira siempre con cariño de padre, y quiere una vida buena y abundante para cada uno de nosotros y para nuestra sociedad, tanto en el

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presente como en la vida futura y eterna. Al principal apóstol, Pedro, elegido para ser piedra, le costó entender el gesto de Jesús y dijo "Tú no me lavarás los pies". Sólo cedió cuando Jesús le dijo que si no lo dejaba ser servidor, no tendría comunión con El. La Iglesia en Chile es testigo, primero que nada, de la presencia de Dios en nuestra historia, en nuestra vida pública, y de lo que eso ha significado en valores, en elementos importantes de nuestra cultura nacional. Por eso, la Iglesia tiene conciencia de que cuando "cumple su misión de anunciar el Evangelio, enseña al ser humano, en nombre de Cristo, su dignidad propia y su vocación a la comunión de personas; y le descubre las exigencias de la justicia y de la paz, conformes a la sabiduría divina" (Compendio, 3)

Pero, la Iglesia servidora no es un poder paralelo ni una competidora de la Autoridad. El Papa Benedicto lo recordaba recientemente en su carta "DIOS ES AMOR", al referirse a la justicia: "La Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia. Debe insertarse en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, sin las cuales la justicia, que siempre exige también renuncias, no puede afirmarse ni prosperar. La sociedad justa no puede ser obra de la Iglesia, sino de la política. No obstante, le interesa sobremanera trabajar por la justicia esforzándose por abrir la inteligencia y la voluntad a las exigencias del bien" (DCE 28).

Deseo pedir a todos los cristianos de esta Arquidiócesis de La Serena que formemos esa Iglesia inserta, con la dignidad, humildad y espíritu positivo y constructivo que nos pide Jesús, especialmente en estos tiempos en que Chile busca formas mejores de justicia y de convivencia social, que fueron parte de los programas de todas las candidaturas presidenciales. Insertarnos en ayudar a superar las escandalosas diferencias en la distribución del ingreso, en la educación, en la superación de los embarazos adolescentes, en la salud, en la construcción de viviendas, en la protección y crecimiento de la familia, mostrando así a muchos el rostro del Dios de Jesús.

Por otra parte, al hacer este llamado, sé que no debo olvidar que la Iglesia considera como lo más propio de todo laico cristiano esta inserción activa en la tarea de edificar un mundo mejor; sin embargo, también no debo olvidar lo que a los Obispos decía Juan Pablo II al término del Sínodo de los Obispos "..el Obispo es también defensor y padre de los pobres, se preocupa por la justicia y los derechos humanos y es portador de esperanza" (JP II, Pastores de la Grey, 67). Por eso, como Obispo, vuelvo a reiterar este año, como en los anteriores, la valoración del quehacer político cuando es verdadero servicio, reitero el valor de la democracia y de cuanto pueda hacerse para una participación de todos en las elecciones y en el Parlamento; reitero los proyectos y sueños para el Bicentenario, no en cuanto a tener más construcciones o monumentos, sino en cuanto a la mejor calidad y dignidad de vida y superación total de la pobreza. Agradezco lo que significa para la Región la Comisión de Diálogo Social, que ojalá se amplíe más a tratar de llevar a un diálogo más a fondo de empresarios y de trabajadores, y que vea, si es su cometido, el crecimiento de la participación de los jóvenes y de la mujer en la sociedad de hoy; espero los cambios profundos de la previsión, me alegro de las buenas rentas del cobre y de los progresos de la ciencia, visibles sobre todo entre nosotros en lo logrado en los observatorios, y pido y espero la mejora y el cumplimiento total, con sentido de servicio, de las leyes laborales y de impuestos, tarea inexcusable, ante, Dios para los cristianos.

Una mención especial merece la educación, y el esperado informe de la Comisión Asesora Presidencial. La educación constituye uno de los ámbitos privilegiados para recrear, en cada generación de chilenos, los anhelos de verdad, libertad y justicia con que queremos vivir nuestro Bicentenario. "La educación es un bien público que debe ser valorado y cuidado por todos los ciudadanos. De la calidad de la educación depende la calidad de la vida, la superación de la pobreza, el nivel cultural y la nobleza de las relaciones humanas de un pueblo" (Obispos de Chile, "Educación, familia y pluralismo", 1)

"Hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es amor, y quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él" (1 Juan 4, 16). Buscamos que esta fe y fuerza histórica se exprese en todas las dimensiones de la vida personal y social. Hace unos años decíamos los Obispos de Chile que la Iglesia Servidora, "consciente de que el verdadero progreso lleva el sello de Dios, no puede permanecer indiferente o ajena a las posibilidades que se presentan a nuestra nación. En ella todos debemos acompañar, apoyar y ponernos al servicio de lo

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que nos haga progresar. Es parte esencial del cristianismo fomentar la solidaridad humana, sabiendo que la caridad que presupone la justicia, es alma de la solidaridad" (EN CAMINO AL BICENTENARIO, 27; última cita de JPII, LOS FIELES LAICOIS, 41). San Alberto Hurtado es testigo privilegiado entre nosotros del carácter público de esta fe en Jesucristo, que se manifiesta transformando a las personas que han tomado la decisión de seguir a Jesús en todo como discípulos, y ayudando también a muchos otros y a toda la sociedad a transformarse.

La Iglesia para ser fiel servidora, quiere valorar y seguir el diálogo y el trabajo con la sociedad entera y con todos los chilenos. El Espíritu de Dios, que quiere llevar la historia del mundo a su plenitud, lleva su influjo "no solamente a los cristianos, sino también a todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, la divina" (VAT II, GS 22)

4. Desencuentros entre los chilenos

No debemos olvidar que en nuestra historia ha habido y hay desencuentros entre los chilenos. A los retardos sociales se suman las legítimas reivindicaciones; hay brotes de violencia que hacen la vida más insegura. Particularmente, el aún no aclarado brote de violencia política anárquica, con el atentado a la Moneda. La familia es mirada de diverso modo por los chilenos, aunque pareciera haber un consenso en que es un pilar fundamental de la sociedad. Recientemente, hemos tenido un conocido y notorio desencuentro a propósito de las políticas gubernamentales sobre la fertilidad humana, centrado especialmente en la posibilidad de ausencia de los padres de menores en la toma de graves decisiones.

Los desencuentros no deben asustarnos, sino ponernos a trabajar más y mejor. Hay grupos que quedan marginados porque no tienen voz. Hay legítimas diferencias políticas, que no significan desencuentro. Pero también hay diferencias sobre asuntos más profundamente ligados a la dignidad de las personas, entre los que están también estas políticas sobre la fertilidad humana.

Quisiera decir que la Santa Palabra de Dios nos da una visión de la unión de hombre y mujer en el matrimonio, para quererse, para acompañarse y para tener hijos (Génesis Cáp. 1), visión reafirmada por Jesucristo. Visión hermosa, que puede entusiasmar a los jóvenes, a los seguidores de Cristo, católicos o no, y a los hombres de buena voluntad. Desgraciadamente, esta visión es mal conocida, o conocida con deformidad, aún por personas que en los medios de comunicación nacional aseguran conocerla. La Iglesia Servidora tiene aquí una gran tarea que realizar para dar a conocer sus propias convicciones.

En cuanto a los desencuentros mayores recientes, no quisiera decir más ahora, ya que alguna palabra más puede a veces parecer ofensiva, o una palabra menos puede dañar la verdad. Sólo quiero reiterar lo que dije en el TE DEUM del año pasado, sobre la necesidad de un diálogo previo en las materias valoricas muy importantes: "Con justicia hay que agradecer los acuerdos que han permitido reformas necesarias a la Constitución, ya que por estas reformas ella reflejará mejor a la Nación. Ojalá nunca se proceda entre nosotros, en cuestiones que significan grandes cambios que dividen fuertemente a la sociedad, como en otros países, a dictar leyes, sólo por el hecho de haber mayoría"

Sobre estas complejas materias, quisiera repetir el reciente llamado de todos los Obispos de Chile dirigido a las Universidades Católicas, a los Institutos de formación pastoral y a todos los que tienen que tratar con lo relacionado con la familia, precisando que deben insertarse en esta Región despertando las fuerzas espirituales, y, también a través de estudiar y proponer esa "argumentación racional" de la que nos hablaba el Papa Benedicto.

A todos los presentes y a quienes me escuchan por la Radio, les deseo Felices Fiestas. A todos los siento cerca, como "compañeros de viaje". Que el Señor los bendiga, y bendiga a nuestra Patria y Región.

AMEN.

� Manuel Donoso D. ss.cc.Arzobispo de La Serena

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